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Interrogantes, cuestiones y enigmas. Capítulo 3.

El capítulo tercero del libro de Terricabras plantea asuntos sugerentes de


Teoría del conocimiento. Básicamente la crítica las tentaciones de dejarse
llevar por el esencialismo y el carácter literal de las imágenes del
conocimiento. Además, expone su idea de lo que debe ser la filosofía –
aunque él diga que la filosofía es tal y cual cosa en vez de debe ser esta u
esa otra cosa- al hilo de sus análisis del concepto de profundidad de las
preguntas y las respuestas que nos hacemos las personas.

Tras su lectura intenta contestar de modo razonado a las siguientes


preguntas:

1. Terricabras afirma que el lema “¡Atrévete a pensar!” puede llegar a ser


un grito provocador e inquietante. ¿Crees realmente que puede
convertirse en peligrosa la invitación a pensar? ¿Por qué? (Si ilustras tu
respuesta con un ejemplo, miel sobre hojuelas)
2. ¿Qué concepto de esencia le parece criticable a Terricabras y cuál no?
¿Por qué? ¿Estás de acuerdo con él?
3. Supón que alguien te pide que le digas cuál es la verdadera esencia del
hombre, de la humanidad, del género humano... ¿Qué le contestarías?
Esencia es algo así como lo más verdadero, auténtico y fundamental de
una cosa. Desarrolla tu respuesta.
4. Tú que vives en los albores del siglo XXI y que madurarás con el siglo,
seguro que ves la televisión, lees los periódicos y te preocupa lo que
pasa en torno a ti. Probablemente ya has reflexionado sobre ello alguna
vez, pero me gustaría que señalases un problema que considerases
profundo (en el sentido de Terricabras o en el tuyo, igual da) para el
mundo de hoy y expusieses con la mayor claridad de que fueses capaz
(o casi) las razones que te llevan a pensar así.

Nota: la metodología de la respuesta es importante. Vamos a empezar a aprender cómo


se desarrollan argumentaciones. Ya no nos basta con decir sí o no, sino que hay que
explicar el porqué. Lo primero de todo es afirmar la posición que uno va a adoptar ante
la pregunta y exponerla con claridad; luego, y esto es fundamental, hay que
argumentarla, justificarla, es decir dar razones de ella. Para argumentar una posición
suele ser recurso habitual contrastarla con otra u otras diferentes: a eso se llama
“contraargumentar.” Y para afirmar nuestra postura es muy oportuno utilizar un ejemplo
claro en el que se muestre lo que queremos decir. Procura, entonces, responder a estas
preguntas tras la lectura del capítulo 3 del libro de Terricabras, según este esquema que
posteriormente desarrollaremos con más profundidad.

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