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El principio de correspondencia de El

Kybalion

Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba, dice el principio de


correspondencia de El Kybalion. Este principio es, probablemente, el más popular de los
siete principios herméticos de El Kybalion. Hablamos de un documento publicado en el año 1908
que afirma ser la esencia de las enseñanzas de Hermes Trismegistus quien, según la leyenda, fue
guía de Abraham. Al parecer, dichas enseñanzas datan del antiguo Egipto.
Cada capítulo de El Kybalion está dedicado a cada uno de sus siete principios o
axiomas que se consideran leyes universales.  Esta escuela de pensamiento se remonta a
miles de años atrás. No obstante, los principios que describe se pueden aplicar bastante bien a un
escenario moderno. Solo hay que leerlo con una mente abierta, con la disposición necesaria para
comprender la esencia central de sus axiomas.
El principio de correspondencia es el segundo de los siete principios herméticos
de El Kybalion. Este principio expresa la idea de que siempre hay una correspondencia entre las
leyes de los fenómenos de los diversos “planos” del ser y la vida.
El principio de correspondencia de El Kybalion afirma que siempre hay una correspondencia entre
los plano del ser y la vida.

Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba


Con esta máxima se establece que hay una armonía entre el plano físico, el plano
mental y el plano espiritual.  Básicamente, esta máxima significa que todo, todos los planos de
existencia, están conectados y en correspondencia. El macrocosmos se encuentra en
el microcosmos y viceversa: los sistemas solares, las sociedades y la vida en la Tierra reflejan lo
mismo.

Lo que el principio de correspondencia de El Kybalion significa en un entorno


cotidiano es que, hagamos lo que hagamos en el nivel micro, lo haremos en el
nivel macro. Incluso los hábitos más pequeños influyen en el gran esquema de
nuestro comportamiento. Al hacer cualquier cosa, también haremos todo. Si descuidas un área de
tu vida, lo más probable es que el resto terminen sufriendo este descuido. Hablamos de un efecto
mariposa a nivel vital.
“Es cierto sin mentir, cierto y más verdadero. Lo que está abajo es como lo que está arriba y lo que
está arriba es como lo que está abajo”.

-Isaac Newton-

Tu mundo exterior es un reflejo de tu mundo interior


Podemos llevar aun más lejos el principio de correspondencia de El Kybalion.  Siguiendo la idea
expuesta anteriormente, podemos afirmar que el mundo exterior tiende a reflejar nuestro
mundo interior.
Así, los pensamientos e imágenes que tenemos en nuestra conciencia comienzan a
manifestarse, en muchos casos de manera inconsciente, en nuestras
circunstancias externas. La mente toma todo tal como es, le cuesta distinguir entre la ilusión, la
fe y la sustancia real. Magnetiza la interpretación con el hecho y comienza a recrear exactamente
aquello en lo que más nos enfocamos.
El mundo exterior refleja tu paisaje interno.  Considera todo lo que está pasando y es
bueno para ti. Considera la belleza que ves a tu alrededor. Considera la alegría, el amor, la luz y la
vida que te rodea. Todo esto sería un reflejo de lo que hay dentro de ti. Lo mismo ocurre con lo que
consideras que es malo. Por eso, a menos que aprendas a enfrentar tus propias
sombras, continuarás viéndolas en los demás, porque el mundo exterior es solo
un reflejo del mundo que está dentro de ti.
“El asiento del alma es donde el mundo interno y el mundo exterior se encuentran”.

El mundo interior es la causa, el mundo exterior es el efecto.  Para cambiar el efecto


tienes que cambiar la causa. Si hay caos y estragos en tu mundo exterior, eso significa que hay
caos y estragos en tu mundo interior. Si hay muy poco amor en tu mundo exterior, es probable que
tampoco cuentes con demasiado en tu mundo interior.
La forma de controlar tu mundo interior no es tratar de controlar el mundo exterior. Eso no
funciona. La forma de obtener resultados duraderos para controlar el mundo
exterior es comenzar a controlar tu mundo interior. Piensa que tu mundo interior es ese
lugar donde tienes un poder casi absoluto. Sin embargo, fuera ese poder, aunque no deja de ser
influyente, no es igual de dominante.
Este proceso nos permite dejar de buscar fuera de nosotros razones únicas para
explicar lo que nos sucede y, en su lugar, acudir a las respuestas.  No siempre es fácil
aceptar y actuar sobre nuestros problemas, para sanar así las partes heridas en nuestro interior.

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