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Para empezar este ejercicio, relájate con los ojos cerrados y haz unas
cuantas respiraciones profundas y relajantes. Cuenta tus respiraciones del
uno al diez, y luego de nueve a uno, hasta que sientas que entras en un
profundo estado de relajación.
Ve tu gran paz, tu serenidad, tu luz. Bendice esta santa unión que eres tú,
independientemente de cuáles hayan sido los “hechos” de tu concepción.
Y ahí, entonces, como el que crece y se forma, perdonas a tus padres. Los
ves como los seres santos, gloriosos e inocentes que son. Los bañas con tu
amor, sabiendo que todo está bien.
Calma tu mente
Y todas las nubes desaparecen.
Contempla una sola verdad
Y un cielo claro aparece.
Patanjali
Asegúrate de practicar la Contemplación del Cielo en los próximos días
antes de la publicación del siguiente ejercicio de la serie de este mes
Obsequios para Ayudarte a encontrar tu Propósito Sagrado.
El perdón radical
Este ejercicio debe repetirse con frecuencia para que limpies las
emociones tóxicas y borres las redes neuronales del cerebro límbico.
Notarás que la intensidad de tus sentimientos de ira o resentimiento
disminuirán gradualmente, hasta que un día descubras que se han
extinguido. Entonces podrás extraer la lección que aún tienes que
aprender de esa relación y no tendrás que perder tiempo y energía en
emociones tóxicas. Una vez que aprendemos las lecciones que nuestros
enemigos tienen que enseñarnos, ya no necesitamos seguir aprendiendo
de esa manera.
Sueños lúcidos
El sueño lúcido es el primero de los tres pasos de las prácticas oníricas del
chamán. El segundo es llevar la conciencia a tu sueño sin sueños, cuando
no tienes imágenes de sueños en tu conciencia. El tercero es llevar tu
práctica onírica (no tus sueños sino la habilidad de soñar) a tu estado de
vigilia, para comprender que estás soñando el mundo en todo momento.
A través del sueño lúcido, los chamanes pueden acordar reunirse una
noche determinada en un lugar de poder en la naturaleza. Pueden utilizar
un cristal o alguna otra piedra hermosa para facilitar su sueño. Cuando
comparan sus notas en los días o semanas siguientes, reconocen que,
efectivamente, han compartido el mismo espacio psíquico y han sido
capaces de recordar lo que los demás han dicho o hecho.