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Victor Castellanos

Primo Levi y El Canto de Ulises


Si questo è un uomo, el libro testimonial de Primo Levi sobre su cautiverio en un campo de
concentración, está considerada hoy en día como una de las obras más importantes del siglo XX.
Levi, mediante un narrador-protagonista y el uso de un lenguaje directo y conciso, construye una
narración amena, pero dura, clara y reflexiva, que contiene, a su vez, una amplia introspección
literaria y cultural. La intertextualidad respecto al caso que aquí pertoca, la Divina Commedia de
Dante, es clara y continua a lo largo del libro; obra que, por su gran peso en la cultura italiana, hace
natural la intencionalidad literaria: Levi somete a la Divina Commedia a una reelectura constante,
cuyo reflejo lo observamos en las múltiples alusiones textuales, metafóricas o metatextuales.
El nombre del primer capítulo, Il viaggio, es una buena muestra de este ejercicio. De alguna
manera, podemos establecer de inicio una clara analogía que se hace sola: el descenso de Primo
Levi al infierno de los campos de concentración nazis. No es de extrañar, pues, que encontremos
repetida la palabra «inferno» dieciséis veces, tantas otras la de «fondo» —en contextos que hacen
referencia a la condición humana— y que el título del segundo capítulo sea «Sul fondo».
En este capítulo encontramos la primera referencia al fondo, en una reflexión que condensa la
deshumanización a la que fueron sometidos los judíos y los prisioneros, y que nos conecta con el
descenso al Infierno de Dante y con la importancia del lenguaje:
«Allora per la prima volta ci siamo accorti che la nostra lingua manca di parole per esprimere
questa offesa, la demolizione di un uomo. In un attimo, con intuizione quasi profetica, la realtà ci si è
rivelata: siamo arrivati al fondo. Più giù di così non si può andare: condizione umana più misera non
c’è, e non è pensabile. Nulla più e nostro: ci hanno tolto gli abiti, le scarpe, anche i capelli; se
parleremo, non ci ascolteranno, e se ci ascoltassero, non ci capirebbero. Ci toglieranno anche il nome:
e se vorremo conservarlo, dovremo trovare in noi la forza di farlo, di fare sì che dietro al nome,
qualcosa ancora di noi, di noi quali eravamo, rimanga.»

Hecha esta introducción, comentaré brevemente los aspectos fundamentales de esta relación
respecto al capítulo Il Canto di Ulisse, que es en el que establece una relación intertextual más
clara, siendo toda la estructura del capítulo, y su desarrollo, explícitamente dantesco. Lo
interesante en este capítulo, más allá de su lectura y su utilización literal de la Commedia es, en mi
opinión, la capacidad de Levi a la hora de integrar el Canto de Ulises al servicio de su propio relato
de tal manera que lo refuerza y lo embellece, sin frivolizar ni banalizar, logrando una potencia
introspectiva y ambiental, literaria y fáctica, textual y metatextual.
El inicio del capítulo inmediatamente ya nos sugiere una relación dantesca con la presentación
de un ambiente lúgubre, con los prisioneros trabajando en una «cisterna interrata» donde «la
luce del giorno ci giungeva soltanto attraverso il piccolo portello d’ingresso».
Pero lo que nos conecta con Dante de una manera más clara es la trama del capítulo: el propio
Levi ‘’viajando’’ por el campo junto a Pikolo, un compañero antento y bondadoso, alguien
razonable y bueno en medio del desierto humano del Lager. Además, durante todo el capítulo, a
diferencia de otros, se prioriza la relación Levi-Commedia-Pikolo, de tal manera que parece que el
resto de elementos queden relegados. Personajes secundarios ‘’pasan’’ por la escena, o se nos da
algún rasgo definitorio, y vuelta a la centralidad dantesca.
Victor Castellanos
Justo antes de emprender el camino junto a Pikolo, Levi disfruta de unos instantes sintiendo el
resplandor del sol al salir del subterráneo. El paisaje, comenta, le recuerda a una «qualche
spiaggia estiva della mia infanzia»; una que, posiblemente, sea la que evocaba Dante al salir al
llegar a la playa desierta del Purgatorio, y que recuerda Levi de las lecturas de su infancia.
Otro elemento que podemos leer como anunciación, y que conecta con Ulises y con el propio
Dante, es esta referencia al mar, al agua, que tanta importancia tiene en la conexión dantesca con
Ulises y su soberbia pagana. Un poco más adelante en el relato, Pikolo comentará que ha estado un
mes en la costa de Liguria, y en su intento de aprender italiano, repetirá tres palabras, una de las
cuales es «aqua»; luego, a mitad del capítulo, Levi repetirá el «L’alto mare aperto» de las palabras
de Ulises para transportarlo, en esta ocasión, a la significación libertaria que evoca.
Levi nos presenta mediante una alusión directa a Dante y el Canto de Ulises, introduciendo
también lo que parece ser una invitación metaliteraria a la reflexión intertextual:
«… Il canto di Ulisse. Chissà come e perché mi è ve- nuto in mente: ma non abbiamo tempo di
scegliere, que- st’ora già non è più un’ora. Se Jean è intelligente capirà. Capirà: oggi mi sento da tanto.
... Chi è Dante. Che cosa è la Commedia. Quale sensa- zione curiosa di novità si prova, se si cerca di
spiegare in breve che cosa è la Divina Commedia. Come è distribui- to l’Inferno, cosa è il contrappasso.
Virgilio è la Ragione, Beatrice è la Teologia.»

Para luego a insertar, a modo de cita, los versos que van del 85 al 90, previos al discurso de
Ulises. A partir de aquí se iniciará esta compleja, brillante relación que establece Levi, entre el
avance de la trama, la descripción, el diálogo indirecto y la reflexión diegética y metaliteraria, que
irá alternando con los versos del discurso de Ulises.
Es interesante cuando Levi extrae un verso y reflexiona entorno a él, ya que, de alguna manera,
mediante la Commedia nos dice mucho de sí mismo y del momento que nos narra. Me parece
paradigmático cuando comenta el verso cien, aquel en que Dante rebela su pecado mayor:

…Ma misi me per l’alto mare aperto.

A continuación Levi batalla por recordar, por poder explicarse lo suficiente, en un estado de
excitación, casi iluminado por conseguir recordar, flotando embriagado lejos del Lager. Y hace esta
reflexión: «è scagliare se stessi al di là di una barriera, noi conosciamo bene questo impulso».
¿No traza aquí Levi una analogía entre Ulises y ellos mismos? Y si el pecado de Ulises fue el hambre
de conocimiento y la transgresión de las tradiciones al cruzar las Columnas de Hércules, ¿fue el de
Levi rebelarse contra el orden fascista, contra la tradición, por haberse unido a la resistencia
antifascista?
Resulta interesante lo que Levi comenta anterior y que nos conecta con el carácter «inagotable,
incalculable e inextinguible» de la obra de Dante. Tras acordarse del verso 109, en que Ulises sigue
narrando su última travesía, Levi reflexiona sobre las últimas palabras del verso: «Si metta: dovevo
venire in Lager per accorgermi che è la stessa espressione di prima, «e misi me», para concluirnos:
«Quante altre cose ci sarebbero da dire, e il sole è già alto, mezzogiorno è vicino. Ho fretta,
una fretta furibonda.»

Y, tras haber recitado otro terceto más, afirmar:


«Come se anch’io lo sentissi per la prima volta: come uno squillo di tromba, come la voce di
Dio. Per un momento, ho dimenticato chi sono e dove sono.»
Victor Castellanos

En estas dos líneas Levi condensa su amor por la Commedia y algo que, quizá, sea más
fuerte: el poder de la literatura, del lenguaje, y de la propia Commedia como representante
del más alto nivel. El siguiente párrafo también hace mención a esta huida que les
proporciona la conversación sobre la Commedia, ese rato en que la cultura les permite
elevarse de la mundanidad infernal en la que están inmersos. Es más: con la cita de los tres
últimos versos de la arenga de Ulises a sus hombres, Levi encuentra la razón, la fuerza o el
sentido que no encontró en la disciplina militar del sargento austro-húngaro para no dejarse
vencer por la apatía, y sobreponerse; pues «Fatti non foste a viver come bruti, Ma per seguir
virtute e conoscenza.».
Este amor por la Commedia que es ya casi una necesidad, una salvación, lo vemos con los
últimos párrafos del capítulo. Preso de una agitación incontenible, Levi manifiesta a Pikolo la
urgencia que tiene por terminar, por explicarle los últimos versos del Canto de Ulises:
«Trattengo Pikolo, è assolutamente necessario e urgen- te che ascolti, che comprenda questo «come altrui
piac- que», prima che sia troppo tardi, domani lui o io possia- mo essere morti, o non vederci mai più, devo
dirgli, spiegargli del Medioevo, del così umano e necessario e pure inaspettato anacronismo, e altro ancora,
qualcosa di gigantesco che io stesso ho visto ora soltanto, nell’in- tuizione di un attimo, forse il perché del nostro
destino, del nostro essere oggi qui…»

Aquí, Levi realiza una lectura crítica, está analizando, en la propio narración, este pasaje de la
Commedia y quiere explicárselo a Pikolo, explicárnoslo, como si se tratar de una cuestión vital. De
ahí esta fuerza renovada que le otorga recordar y explicar el pasaje. Reflexiona, le dota de
capacidad de abstracción y puede, mediante la analogía con Ulises, analizarse a sí mismo desde una
perspectiva humana, perdiendo de vista, por un momento, el barro y las insoportables marchas
alemanas. Y vuelve esta recurrencia sobre la inabarcabilidad y la perpetua actualidad de la obra de
Dante, que a la vez conecta con esta capacidad de abstracción que nos permite el relato, la
narración, que hace a Levi extasiarse ante esa visión instantánea y ser consciente que, como Ulises,
ha transgredido la tradición, pero ha encontrado un sentido en hacerlo.
Finalmente, la ensoñación que ha permitido la narración de Dante, la memoria y la capacidad de
abstracción desaparecen con la tediosa vuelta a la realidad del Lager, a la pelea por el mejor lugar
en la cola, al trueque con trozos de pan y al potaje:
«Kraut und Rüben? – Kraut und Rüben –. Si annunzia ufficialmente che oggi la zuppa è di cavoli e
rape: – Choux et navets. – Kaposzta és répak.

Infin che ’l mar fu sopra noi rinchiuso.»

Levi integra, así, el final del discurso de Ulises con su propio de relato, fundiendo ambas voces
con esta potente imagen en que la muerte de Ulises es la vuelta a la realidad del campo, la muerte
en vida del propio Levi y la muerte de aquello que nos hace humanos en unas circunstancias como
las de los campos de concentración.

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