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Capítulo 3.

ASPECTOS EXPRESIVOS DE LOS DIBUJOS PROYECTIVOS


por Emanuel F. Hammer.

Los músculos de las personas son honestos. Cuando tratamos de ocultar lo que tenemos
en la mente, nos delatan los músculos del rostro y de los hombros y nuestra postura
corporal. Es difícil sonreír cuando el corazón nos dice que lloremos.
En efecto, muchas veces nuestra expresión psicomotora es más elocuente que las
palabras. A menudo la nerviosidad de nuestros dedos o la tensión de los músculos faciales
desmienten las palabras que por detrás intentábamos esconder. Por ejemplo, cuando se
está pronunciando un discurso, basta el temblor del papel en la mano para que quede al
descubierto nuestra tensión.
Una vez Goldsmith, con la penetración que lo caracteriza, comentó: "El verdadero uso del
lenguaje no consiste tanto en expresar nuestras necesidades como en ocultarlas.” En
cambio no podemos controlar los músculos de la misma manera.
Dentro del dominio de las técnicas proyectivas, la actitud del individuo al enfrentar la tarea
puede revelar características de la personalidad: es posible que dibuje con alegría o
irritación, en silencio o locuazmente, de manera tensa o con la serena calma de quien
cocina a la vista en un restaurante, con confianza o con duda, con un ojo puesto en el
entrevistador o con un descuido absoluto por la opinión potencial del otro. Al psicólogo
clínico también le interesa saber si la cooperación que el examinado ofrece es básica o
sólo superficial, como ocurre en los casos en que se dibujan figuras de palotes, las cuales
constituyen un índice aparente de acatamiento a la consigna, pero implican evasividad y/o
negativismo encubiertos.
Pero además es necesario considerar la estructura y el contenido de los dibujos. La fase
estructural o expresiva del dibujo abarca el tamaño de éste, la presión y calidad de la línea,
el emplazamiento en la hoja de papel, la exactitud, grado y áreas de completamiento y
detalles, la simetría, perspectiva, proporciones, sombreado, reforzamiento y el borrado. En
cambio para el análisis de contenido, se debe tener en cuenta la postura de las figuras, la
expresión facial y la importancia que se da a diferentes detalles tales como la chimenea, la
ventana o la puerta en la casa, las ramas o raíces del árbol, las distintas partes del cuerpo
con la ropa y accesorios en la persona, etcétera. Este capítulo está dedicado a los
componentes expresivos del dibujo. Los siguientes se referirán al contenido.
Para diferenciar mejor los elementos expresivos de los de contenido, tomaremos un
ejemplo de expresión lingüística. El significado de cualquier frase no sólo depende de las
palabras que se emplean, sino también de las palabras que se destacan. El significado
cambia de acuerdo con la palabra que se subraya. Por ejemplo, a la frase: “Yo no dije que
él robó la vaca”, se le puede otorgar una variedad de significados de acuerdo con el
énfasis expresivo que se utilice: 1. Yo no dije que él robó la vaca (pero alguien lo dijo). 2.
Yo no dije que él robó la vaca (pero estoy absolutamente dispuesto a hacerlo). 3. Yo no
dije que él robó la vaca (pero es lo que pensé). 4. Yo no dije que él robó la vaca (pero
alguien la robó). 5. Yo no dije que él robó la vaca (pero robó todo lo demás).
Del mismo modo, el énfasis expresivo en los dibujos transmite diferentes matices de
significado. Los niños muchas veces manifiestan sus sentimientos en la hoja de dibujo de
una manera puramente expresiva sin utilizar ningún tipo de forma. Hay niños que dibujan lo
que ellos llaman una "línea feliz” o una ‘línea haragana”, e incluso una "línea nerviosa".

Además utilizan colores sin ningún contenido para expresar alegría, excitación,
tranquilidad, temor, amor u odio. Con respecto al color, una vez un niño comentó que el
rojo era “un sentimiento festivo” y el celeste “adormecedor”.
Una investigación más formal realizada por Allport y Vernon 1 demuestra que vale la pena
extraer, refinar y forjar en una herramienta manuable, el rico mineral de los movimientos
expresivos, pues, de acuerdo con las conclusiones de los autores mencionados, dichos
movimientos constituyen, en verdad, la "escritura cerebral” (página 187).
Los movimientos expresivos de los niños, sean amplios (como en el consultorio
terapéutico) o estrechos (como en la hoja de dibujo), tienen un potencial diagnóstico. Un
niño puede retirarse al rincón de una habitación o sentarse en el borde de una silla, como
si estuviese preparado para escapar; y si se le diera una gran hoja de papel, es posible
que mantuviese la misma actitud y que dibujase con cautela sólo en un rincón de ésta.
Consideraremos ahora el extremo opuesto, el caso del niño que se sienta ante una mesa
como si deseara ocupar todo el espacio, sin la mínima consideración por los otros niños
presentes. Para este niño no habrá papel que sea lo suficientemente grande. Seguramente
sus dibujos se extenderán fuera de la hoja (Aun antes de comunicarnos directamente con
estos niños, podemos presumir que la conducta del primero expresa desconfianza, soledad
y temor; y la del segundo, pseudo-autoconfíanza de proporciones agresivas, u ostentación
compensatoria para encubrir la debilidad).
Los adultos en cambio, tienden a expresar sus pautas constrictivas, expansivas o
agresivas mediante el manejo del espacio en el pape] y no por medio de conductas
manifiestas de aislamiento o expansión en el consultorio clínico. Por esta razón, a menudo
se ha considerado que las técnicas proyectivas poseen mayor utilidad con los adultos que
con los niños, pues aquéllos encubren sus necesidades básicas con capas defensivas y
sofisticadas, mientras que los niños emplean menos máscaras defensivas y se expresan
de un modo más franco o directo.
Sin embargo, todos los individuos, tanto niños como adultos, se expresan mediante pautas
características de movimiento que revelan la unidad (o falta de unidad) de sus
personalidades y pautas culturales de movimiento que cada uno moldeó de acuerdo con su
idiosincrasia.
Son obvias las dificultades para captar, registrar y medir las cualidades transitorias del
movimiento manifiesto. Por ello es necesario buscar medios para hacerlo, y,
aparentemente, los que mejor responden a esta necesidad son los dibujos proyectivos,
pues captan movimientos en el papel.
Wolff21 efectuó una interesante contribución. Mediante mediciones de dibujos realizados
por preescolares y por niños ciegos, epilépticos y africanos, descubrió el "cociente rit-
mico": existen proporciones definidas en el tamaño de los elementos formales. Estas son
características para cada individuo, no varían con la edad y aparecen relativamente
temprano en la vida. Los descubrimientos de Wolff tienden a demostrar la confiabilidad de
los movimientos expresivos.
Hacía tiempo que esta correlación entre la personalidad y los patrones psicomotores había
fascinado al estudioso de la dinámica psicológica.

SECUENCIA
Cuando analizamos los datos de los tests gráficos en términos de la secuencia en que
emergen los derivados del impulso, las defensas y la adaptación, somos testigos de
cambios dinámicos y económicos que ponen de manifiesto rasgos estructurales del sujeto.
Si examinamos muestras del proceso gráfico mientras éste se está llevando a cabo,
podemos estudiar los rasgos estructurales del conflicto y la defensa como si se
proyectasen con cámara lenta.
En el microcosmos de la interacción entre un individuo y la hoja de dibujo podemos
observar, por ejemplo, que primero se dibujan hombros pequeños en la figura humana;
luego se los borra, y finalmente se dibujan hombros compensatorios, excesivamente
anchos. Esto nos permite afirmar que la primera reacción del examinado frente a una
nueva situación consiste en sentimientos de inferioridad que intenta encubrir rápidamente
con una máscara de idoneidad y adecuación a la que, sin embargo, exagera hasta el punto
de "protestar demasiado”.
Casi tan importante como observar la secuencia en que se van sucediendo los detalles de
un dibujo es considerar la secuencia de dos dibujos diferentes.
Por ejemplo, el caso de un hombre de treinta y ocho años; dibujó primero una mujer
grande y amenazadora, parada con las piernas abiertas y con una expresión severa en el
rostro. Estaba vestida con un traje de montar y en su mano llevaba un largo látigo. Cuando
terminó de dibujar esta figura fe menina amenazante, severa y punitiva, la miró durante un
largo rato y luego, con duda, tomó otra hoja de papel y dibujó un hombre diminuto y débil,
parado, con los hombros caídos como con abatimiento, la cabeza gacha y los brazos
detrás de la espalda: su postura era totalmente sumisa. Podemos deducir que para este
examinado las mujeres son amenazantes, y que intenta apaciguarlas asumiendo un papel
pasivo.
La secuencia del tratamiento que el examinado efectúa con la calidad de la línea a veces
ofrece significados diagnósticos. Puede ocurrir que después de trazar una línea inicial
tímida e insegura, se reaccione borrándola y realizando otra, aún más insegura y
fragmentaria, o bien que se refuerce la primera, repasándola una y otra vez, hasta obtener
una apariencia superficial de seguridad y osadía.
El análisis de la secuencia nos proporciona entonces una serie de muestras de conductas
registradas en el papel.
Quizá la secuencia más desviada que se ha observado5 es la de un dibujo de la figura
humana en el que primero se dibujaron los pies, luego la cabeza, las rodillas, las piernas, y
al final se unieron todos los segmentos desarticulados. Sin embargo, en el producto final
nada indicaba que la formación del concepto hubiese sido tan desviada. Esta perturbación
del pensamiento, resultado de una profunda psicopatología que se agitaba en el interior del
examinado y amenazaba desbordarlo, sólo podía apreciarse en la secuencia.
También el análisis de la secuencia de la serie de dibujos puede ofrecer indicios sobre el
impulso o energía de la persona, y facilitar datos que permitan apreciar el control que ella
ejerce sobre dichos impulsos, por ejemplo, sí sucumbe ante las asociaciones de tono
emocional que surgen ante los distintos conceptos gráficos, o si es capaz de manejarse
bien en estas esferas. Si en la serie de dibujos proyectivos (a medida que se pasa de un
dibujo a otro) hay una disminución psicomotora progresiva, es posible que exista un alto
grado de fatiga; y, por el contrario, el incremento psicomotor progresivo indica excesiva
estimulabilidad. A menudo, personas que al comienzo están algo perturbadas, luego se
calman y, a medida que van progresando desde el primero hasta el último dibujo, trabajan
con eficacia. Esto no constituye más que una "ansiedad situacional” y no es indicativa de
nada que revista mayor gravedad. Pero si un individuo acepta al comienzo la tarea gráfica
sin mayores protestas y hace bastante bien el primer dibujo (la casa en el HTP) se muestra
fatigado en el siguiente (en este caso el árbol) y después de realizar con mucho trabajo por
ejemplo la cara de la persona, abandona la tarea, el psicólogo clínico deberá pensar, entre
otros casos, en un definido estado depresivo. Los dibujos de pacientes que sufren de
depresión marcada se caracterizan por una llamativa escasez de detalles, o por la
incapacidad de completar el dibujo de por sí exiguo, o por ambas cosas.
Los psicóticos fronterizos revelan a veces su perturbación mediante la reacción emocional
que surge en la secuencia de los dibujos. A medida que se aproxima a áreas más
interpersonales en la progresión que parte del dibujo de la casa v se dirige al de la persona
pasando por el del árbol, la incomodidad da lugar al temor y el temor al pánico.

TAMAÑO
El tamaño del concepto gráfico contiene indicios acerca del realismo de la autoestima del
examinado, de su autoexpansividad característica, o bien de sus fantasías de
omnipotencia. Las figuras 1, 2 y 3 del capítulo precedente sirven para ilustrar la correlación
que existe entre el tamaño de la figura y el grado de adecuación del examinado.
Los dibujos pequeños corresponden a personas con sentimientos de inadecuación y quizá
con tendencia al retraimiento. En cambio, los dibujos demasiado grandes que tienden a
presionar los bordes de la página, denotan sentimientos de constricción ambiental
acompañados, y esto es importante, de acciones o fantasías sobrecompensatorias
concomitantes (véase la figura 1 del capítulo precedente que dibujó un delincuente sexual).
El descubrimiento de Buck 5 en relación con los dibujos excesivamente grandes ha sido
confirmado por el estudio de Hammer: La hipótesis frustración-agresión aplicarla a áreas
socioraciales0. Se obtuvieron cuatrocientos dibujos del HTP realizados por niños negros y
blancos, ambos del Sur, con un nivel escolar que iba desde el primero hasta el octavo
grado. La hipótesis en que se basó el estudio era que para un niño negro el mundo blanco
a menudo está lleno de desilusiones, frustraciones y amenazas, tanto encubiertas como
manifiestas. Se consideró que el ambiente es más constrictivo para el niño negro que para
el blanco, y que, en consecuencia, aquél está más propenso a la frustración y a la
agresión. En efecto, se observó que los dibujos de los niños negros eran demasiado
grandes en relación con la hoja de dibujo, sin un espacio adecuado que los enmarcara y
tendían a tocar los márgenes laterales de la página. En cambio, esto no se producía en los
de los niños blancos. Así se confirmó la hipótesis de que el sentimiento de frustración que
produce un ambiente restrictivo se manifiesta en el tamaño de los dibujos.
También se comprobó que el individuo que dibuja una figura excesivamente grande posee
dentro de sí una fuerte corriente agresiva, pues la Persona que dibujaron los niños negros
tenía atributos tales como armas, hombros cuadrados, dedos agresivos y dientes muy
marcados. También Precker18 reconoció que el tamaño exagerado es un índice de
agresividad o de descarga motora. Zimmerman y Garfin- kle22 afirmaron que la falta de
restricción en el tamaño de los dibujos se correlaciona con la agresividad y con la
tendencia a descargarla en el ambiente.
En relación con el tamaño pequeño, tanto Traub3 como Lenibke,3 que en forma
independiente estudiaron dibujos de niños temerarios y de niños tímidos, observaron que
los dibujos muy pequeños se correlacionaban con sentimientos de inferioridad.
Waebner,19 informa que las niñas cuyos dibujos libres eran muy pequeños, resultaron ser,
de acuerdo con otros criterios, ansiosas, vergonzosas, limitadas o muy autocontroladas.
Alschuler y Hattwick2 comprobaron que los niños que dibujaban figuras pequeñas o que
trabajaban en sus dibujos con volúmenes restringidos, manifestaban, como grupo, una
conducta emocionalmente dependiente y de mayor retraimiento que el grupo total.
Finalmente Elkisch 7 observó que los dibujos comprimidos transmiten una sensación de
incomodidad, de encierro, de presión.

PRESION
Se ha comprobado que, así como el tamaño, la presión del lápiz sobre el papel es un
indicador del nivel energético del individuo12,18,10. En relación con la confiabilidad, R.
Hetherington 10 comprobó que las personas son muy constantes con respecto a la
presión. Según un informe de Alschuler y Hattwick2, los niños que dibujaban con trazos
fuertes, eran en general más asertivos que los otros niños; los trazos livianos, por el
contrario, se debían a) a un bajo nivel energético o b) a restricción y represión.
En una investigación con dibujos de pacientes anormales, Pfiester8 comprobó que tanto
los neuróticos temerosos como los esquizofrénicos crónicos y los catatónicos avanzados
ejercían muy poca presión, realizando líneas pequeñas y débiles. En cambio, los
psicópatas, los casos orgánicos, los epilépticos y los encefalíticos se caracterizaban por
ejercer una fuerte presión. En contraste con la gran uniformidad en la presión que
presentaban los catatónicos y los débiles mentales, se comprobó que entre los individuos
más flexibles y adaptables existía una considerable variación.
Buck5 comprobó que por lo general, los orgánicos dibujaban líneas pesadas y con una
gran fuerza. Sin embargo, también las personas extremadamente tensas a veces pueden
realizar el tipo de línea característica de los enfermos mentales.
En el extremo opuesto del continuo, las líneas suaves y débiles son típicas de las personas
que sufren de depresión o que se sienten desubicadas.

TRAZO
Alschuler y Hattwick 2 comprobaron que los niños que dibujaban con trazos largos eran los
que mantenían un firme control de su conducta, en tanto que el comportamiento de los que
usaban trazos cortos, era más impulsivo.
También Mira17 afirma: "En general, la longitud del movimiento de un trazo tiende a
aumentar en las personas inhibidas y a decrecer en las excitables.”
Los niños que utilizan trazos rectos tienden a ser autoafirmativos, mientras que los que
realizan trazos circulares son más dependientes y emotivos 2. Krout14 comprobó que las
líneas redondeadas están asociadas a la femineidad, y las rectas, a los estados de ánimo
agresivos. Las líneas dentadas —que constituyen el símbolo de la unidad más agresiva de
la armada hitlerista— se relacionan con la hostilidad.
Buck indicó que las líneas quebradas, indecisas, o que poseen continuidad sólo porque
fueron varias veces reforzadas, por lo general se asocian con la inseguridad o la ansiedad.
El presente autor comprobó que las líneas tirantes (finas y como estiradas a lo largo) que
irradian una sensación de tensión, a menudo se observan en los dibujos de personas con
estados emocionales rígidos o tensos, como un violín mal afinado y discordante.
Si las líneas fragmentadas o esbozadas están muy destacadas, expresan ansiedad,
timidez, falta de autoconfianza, vacilación en la conducta y en el enfrentamiento con
situaciones nuevas.
Hay personas que dibujan figuras cuyas series de líneas están todas desconectadas: los
ojos fuera del rostro, los dedos y manos donde no corresponden o sueltos. Todas las
líneas están forzadas y ninguna posee una dirección intencional. Faltan las líneas rítmicas
y fluyentes características de las personas más sanas. Este distanciamiento de la realidad,
esta confusión y rareza, constituyen un claro indicio de la existencia de tendencias
psicóticas.
El borrar de un modo excesivo constituye un correlato gráfico de a) la incertidumbre y la
indecisión, o b) de la autoinsatisfacción.
Dentro del área de la normalidad se ha podido observar que los dibujos que implican un
buen ajuste son aquellos cuyas líneas fluyen libremente, decididas y bien controladas.

DETALLES
Los detalles inadecuados constituyen la reacción gráfica preferida de las personas con una
clara tendencia al retraimiento.5 La ausencia de detalles adecuados transmite una
sensación de vacío y de reducción energética característica de las personas que utilizan el
aislamiento emocional como defensa y, en ocasiones, de las personas depresivas.
En cambio, el empleo de detalles excesivos, como podría suponerse sobre la base del
contacto empírico con una población emocionalmente perturbada, es característico de los
obsesivocompulsivos. Brick comprobó que los niños compulsivos realizaban detalles en
cualquier objeto del dibujo: un guijarro, la baranda de una verja, o cualquier otro elemento,
por diminuto que fuera. Waehner19 informó que los estudiantes que en los dibujos se
ocuparon de detalles minuciosos, fueron descriptos por sus pares como excesivamente
prolijos, pedantes y controlados.
Los niños y los adultos neuróticos, que sienten que el mundo que los rodea es incierto,
imprevisible y/o peligroso, se defienden contra el caos interno o externo creando un mundo
muy estructurado y ordenado con rigidez. Estas personas necesitan que sus dibujos sean
muy exactos, por ello crean elementos rígidos y repetitivos. No hay nada fluyente en ellos,
rada relajado en las líneas ni en los dibujos ni en el conjunto. Todo está como reunido por
la fuerza, como si sintieran que sin esa presión todo se desmoronaría.
Las ejecuciones gráficas demasiado perfectas, hechas con un control y cuidado fuera de lo
común, son características de pacientes obsesivo-compulsivos, esquizofrénicos incipientes
u orgánicos. La ejecución “demasiado perfecta” expresa el esfuerzo para mantenerse
integrado contra la amenaza de una desorganización inminente. Constituye una
manifestación directa de la hipervigilancia que ejercen, e implica la presencia de un yo
bastante débil que teme tanto la irrupción de los impulsos prohibidos que no se atreve a
descuidar su vigilancia constante.
El correlato emocional más frecuente de los detalles excesivos en un dibujo, es la
sensación de rigidez. Así como en los árboles y los animales también en la persona
dibujada aparece esa misma cualidad. Esta puede estar parada con rigidez en actitud
vigilante, con la cabeza y el cuerpo muy erectos, las piernas apretadas entre sí y los
brazos rectos y pegados al cuerpo. En este tipo de proyección, el énfasis kinestésico está
puesto en la postura erecta y en la tensión rígida con que dicha postura se mantiene,
logrando así que el yo permanezca encerrado y protegido del mundo circundante. Por lo
general estas realizaciones gráficas expresan una actitud de escasa libertad, muy
controlada y básicamente defensiva, corresponden a personas para quienes las relaciones
espontáneas con los demás y con el mundo que las rodea representan una grave
amenaza.
El dibujo más reciente de este tipo que he tenido oportunidad de ver fue el de un niño de
ocho años que estaba bajo la influencia de padres muy exigentes, apremiantes y con altas
aspiraciones. En este dibujo aparecía con claridad la rigidez que, en este caso, reflejaba la
sensación de constricción e inutilidad del niño, su sensación de estar apresado por la
ambición de sus padres.
Estos dibujos que reflejan rigidez defensiva y adaptabilidad limitada, generalmente forman
parte de los datos proyectivos de individuos incapaces de relajación, y de actuaciones
casuales e impulsivas. Son personas que sólo pueden actuar bajo la imposición del deber,
y aun en ese caso con cautela y buscando el perfeccionismo. Esta rigidez defensiva
destierra de la personalidad la espontaneidad y la autoafirmación, condiciones que
permiten un grado legítimo de irresponsabilidad, haraganería y autoindulgencia.

SIMETRIA
Hace ya tiempo que la simetría fue considerada como uno de los principios más
elementales de la Gestalt. Por lo tanto no es casual que se haya comprobado que los
dibujos con fallas en la simetría revelan una inadecuación de los sentimientos de seguridad
en la vida emocional. El estudio de Wemer Wolff21 acerca de los dibujos abstractos
infantiles aporta una base objetiva a esta afirmación.
En el extremo opuesto, cuando la simetría bilateral está acentuada basta el punto de
producir un efecto de rigidez, el control emocional es de tipo obsesivo-compulsivo (lo
mismo que el factor rigidez que liemos comentado en la sección anterior) y puede
expresarse como represión e intelectualización exagerada. Según Waehner10 existe otro
grupo clínico que también somete sus dibujos a una inflexible simetría: el de los pacientes
depresivos. Un 60 por ciento de los dibujos de neuróticos depresivos ofrecían esa
característica, en comparación con el 25 por ciento de un grupo de control.

EMPLAZAMIENTO
Según Alschulcr y Hattwick, los niños que centraban los dibujos en el medio de la hoja
manifestaban una conducta más emotiva, autodirigida y centrada en ellos mismos que el
resto del grupo. Los que hacían dibujos descentrados, en general poseían características
más dependientes e incontroladas.
Wolff comprobó que, a menos que se llegue al extremo de la minuciosidad, el hecho de
centrar los elementos gráficos indica una "alta seguridad”.
De acuerdo con una hipótesis de Buck5 acerca del emplazamiento en el eje horizontal de
la página, cuanto más hacia la derecha del punto medio de la hoja esté el punto medio del
dibujo, más probable es que el individuo tenga un comportamiento estable y controlado,
postergue la satisfacción de sus necesidades e impulsos, y prefiera las satisfacciones
intelectuales a las emocionales la inversa, cuanto más hacia la izquierda del punto medio
de la página se encuentra el punto medio del dibujo, mayor es la posibilidad de que el
individuo tienda a comportarse impulsivamente y busque la satisfacción inmediata, franca y
emocional de sus necesidades e impulsos.
Koch13, en Suiza, trabajando sobre los dibujos proyectivos de su Test del árbol llegó a
identificar el lado derecho de la página con la "inhibición”, lo cual coincide con el concepto
de Buck de que la acentuación del lado derecho de la página sugiere un control intelectual.
También la observación de Wolff, de que los individuos que en sus dibujos se sienten
atraídos por el lado derecho de la página son introvertidos, y que los que prefieren el lado
izquierdo son extravertidos, concuerda con los hallazgos de Buck en el sentido de que la
introversión se asocia con la capacidad de postergar la satisfacción, y la extraversión, con
la búsqueda de gratificaciones inmediatas.
Con respecto al emplazamiento a lo largo del eje vertical de la hoja, Buck presenta la
siguiente hipótesis: cuanto más arriba del punto medio de la página se encuentre el punto
medio del dibujo, es más probable a) que la persona sienta que realiza un gran esfuerzo,
que su meta es casi inalcanzable; b) que la persona busque sus satisfacciones en la
fantasía y no en la realidad, o c) que se mantenga distante y relativamente inaccesible.
Cuanto más abajo del punto medio de la hoja esté emplazado el punto medio del dibujo,
hay mayor probabilidad de que a) la persona se sienta insegura e inadaptable y que este
sentimiento le produzca un estado de depresión anímica, o b) que la persona se encuentre
ligada a la realidad u orientada hacia lo concreto.
Los descubrimientos de Levy 15 concuerdan con los de Buck. Por lo general los niños
cuyos dibujos están emplazados en la mitad superior de la página alcanzan altos niveles
de éxito y ejercen un constante esfuerzo para obtenerlo. Por el contrario, los adultos que
emplazan sus dibujos en la mitad superior de la página con frecuencia son personas
inseguras (“en el aire”). El significado del emplazamiento en la parte inferior de la página es
inverso; por lo general las personas que ubican sus dibujos en esa zona están más
firmemente arraigados, aunque en ocasiones puedan caer en la depresión o tomar
actitudes derrotistas.
Las investigaciones antropológicas coinciden en destacar la ecuación universal que
equipara a la parte de “arriba” con la ideación, la fantasía o el mundo de las ideas, y a la de
"abajo” con lo terrestre, lo firme, lo sólido y lo concreto.
Si se dibuja la figura en un rincón, por lo general se elige el izquierdo superior. Los
estudios normativos muestran la existencia de una correlación negativa entre la edad y el
uso preferencial de dicho cuadrante. Weider y Noller, lo mismo que Jolles 11 han
comprobado en una escuela elemental que los niños más pequeños preferían el cuadrante
izquierdo superior, y que a medida que iban progresando de grado (desde primero hasta el
octavo), desplazaban los dibujos en forma gradual hasta que el emplazamiento normativo,
para los niños del octavo grado llegaba a ser aproximadamente el centro de la página.
Estos estudios normativos coinciden con los descubrimientos de Buck5 según los cuales
los individuos regresivos manifiestan una tendencia a ocultar sus dibujos en el rincón
izquierdo superior. Las figuras que se unen al borde del papel (como, por ejemplo, los
dibujos de ventanas unidas al borde de las paredes) revelan necesidad de sostén, temor a
la acción independiente y falta de seguridad.
En un estudio que be finalizado hace poco, aún no publicado, comprobé que este tipo de
emplazamiento diferencia a los niños dependientes de los independientes. La tendencia a
llevar el dibujo hasta el borde final de la página tiene una correlación de 0,74 con las
clasificaciones que hicieron las maestras sobre las necesidades de dependencia de los
niños a lo largo de un continuo de cinco puntos.

MOVIMIENTO
Sólo ocasionalmente aparece movimiento en los dibujos proyectivos, y cuando aparece
generalmente es en los dibujos de niños. Waehner observó que los niños dotados incluyen
movimiento en la mayor parte de sus figuras (personas caminando o corriendo, perros
saltando, pájaros volando, árboles meciéndose, etcétera). Los depresivos dibujan pocos
elementos móviles y los psicóticos muy pocos o muchos. Los niños débiles mentales son
los que menos lo incluyen.
En una investigación en que se comparó el movimiento en el Rorschach y en dibujos libres,
Assis Pacheco0 estudió setecientos cincuenta y un dibujos libres, y seiscientos sesenta y
seis interpretaciones de Rorschach. Los tests correspondían a niños que oscilaban entre
los siete y los doce años y medio. El movimiento animal del Rorschach se correlacionaba
positivamente con el movimiento de los dibujos, pero no así el movimiento humano. Esto
coincide con el hecho de que las necesidades infantiles se expresan mejor en el contenido
animal.

SINTESIS DEFECTUOSA Y OTROS INDICES DE PSICOSIS


La síntesis defectuosa en los dibujos es característica de las personas que sufren
trastornos emocionales graves. Se conocen ejemplos de artistas muy talentosos que,
durante períodos de desorden mental, regresaban al nivel de capacidad artística de un
niño, y realizaban cuadros que consistían en una masa confusa y desordenada de detalles,
sin ninguna idea directriz. Algunas obras del pintor sueco Josephson son un claro ejemplo
de estos casos.
El retorcido paisaje mental de los pacientes psicóticos se manifiesta en la producción
igualmente desordenada que estampan en la hoja de dibujo. Además es común que usen
mucho el sombreado y el tizne, lo cual constituye una expresión directa de la atmósfera
psicótica, atmósfera gris que encierra un profundo descontento.
En un estudio sobre dibujos espontáneos de psicóticos, Mohr comprobó que la constancia
y repetición del tema principal son características de los esquizofrénicos. Los productos
psicóticos no sólo son fantásticos, peculiares y extraños, e incluso poseedores de una
aparente inintencionalidad que sorprende, sino que a menudo se caracterizan por una
mezcla de medios, como por ejemplo la combinación de escritura y dibujo.3 Esta mezcla
podría expresar el esfuerzo por compensar una sensación de ruptura de la capacidad de
comunicación básica.
Hace algunos años Malraux18 expresó que el artista “insano" mantiene un "monólogo
interno”, en el que sólo habla para él, en tanto que “el artista genuino mantiene un diálogo
con el mundo”. Esta interpretación sobre el arte psicótico se relaciona con la psicología
predinámica anterior a Freud. Los descubrimientos recientes de las técnicas proyectivas
psicoanalíticas y otros enfoques diversos, han rechazado la afirmación de que el arte
psicótico carece de significado. Hoy se sabe que las proyecciones simbólicas de los
enfermos mentales son todas significativas, independientemente de que, por el momento,
el psicólogo clínico posea o no la capacidad de comprenderlas.
En conclusión, podemos decir que el trazo del lápiz al apoyarse sobre la hoja de papel,
lleva consigo, inevitablemente, según palabras del artista norteamericano Robert Henri “el
estado exacto en que la persona se encuentra en ese momento; ese estado permanece
ahí, listo para que lo vean y lo lean todos aquellos que sean capaces de comprender esos
signos".

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