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En esta unidad vamos a abordar el género fantástico desde diferentes textos y perspectivas.
El género fantástico es aquel que por su mezcla de elementos reales con elementos extraños, produce una
vacilación en el lector, quien duda entre una explicación racional y otra irracional o sobrenatural. Esto deja
sumido al lector en la incertidumbre. La irrupción de estos elementos extraños puede darse de manera gradual o
abrupta.
Nuestra realidad está compuesta por elementos que consideramos naturales y que podemos explicar a través de
nuestra experiencia, de la razón o de nuestro conocimiento, a través de la ciencia. Pero también en la realidad
hay elementos que se escapan a las leyes de la razón que nos resultan difíciles de explicar, por ese motivo,
pertenece al mundo de los sueños, de lo inconsciente o de la imaginación. El género fantástico juega con la
posibilidad de que los elementos que no pertenecen a nuestro mundo lo invadan, lo perturben o lo modifiquen
por fuera de los límites de lo aceptable. Este elemento inexplicable deja al lector y al personaje sin poder
entender qué sucede, lo que la mayoría de las veces produce miedo. Esta sensación, a la que llamamos miedo
aparece en el género en diferentes grados que van desde la inquietud, el susto, el espanto hasta … el horror.
¿Qué pasaría si nuestro mundo se viera de repente interrumpido por un elemento extraño?
El punto de partida del cuento fantástico lo constituye aquello que al hombre le cuesta explicar, tanto de sí
mismo como de su entorno. El tiempo, el espacio, las diferentes dimensiones, los diferentes niveles de
conciencia, la muerte, los sueños son algunos de los temas que aborda este género.
Lo fantástico explora aquellos lugares que el conocimiento humano todavía no ha podido abordar, lo fantástico
es una puerta a lo desconocido, nos permite pensar por fuera de los límites de nuestro mundo.
Las Estatuas
En el jardín de Brighton, colegio de señoritas, hay dos estatuas: la de la fundadora y la del profesor más
famoso. Cierta noche -todo el colegio, dormido- una estudiante traviesa salió a escondidas de su
dormitorio y pintó sobre el suelo, entre ambos pedestales, huellas de pasos: leves pasos de mujer,
decididos pasos de hombre que se encuentran en la glorieta y se hacen el amor a la hora de los fantasmas.
Después se retiró con el mismo sigilo, regodeándose por adelantado. A esperar que el jardín se llene de
gente. ¡Las caras que pondrán! Cuando al día siguiente fue a gozar la broma vio que las huellas habían
sido lavadas y restregadas: algo sucias de pintura le quedaron las manos a la estatua de la señorita
fundadora.
A continuación, lee una descripción del género fantástico para conocer mejor sus principales
características, su historia y sus autores más importantes.
¿Qué explicación podríamos encontrar para el siguiente fenómeno? Un hombre maneja por una ruta solitaria;
por un segundo, en medio del camino, se materializa frente a él la figura de una mujer. ¿Alucinación, visión
sobrenatural? Nos encontramos ante un hecho fantástico que escapa a nuestra comprensión racional.
Un relato fantástico es aquella clase de narración que presenta al lector un mundo realista, en el que se produce
un hecho que desafía las leyes de la realidad. En el instante en el que se presenta el hecho fantástico dudamos,
vacilamos, como lectores, entre una explicación racional o una explicación sobrenatural. Esa vacilación puede
durar toda la obra o puede resolverse con una explicación racional, en el caso del cuento extraño, o una
explicación maravillosa. Incluso, cuando se presentan las explicaciones, muchas veces el texto deja una puerta
abierta para seguir dudando.
Tzvetan Todorov -crítico literario francés nacido en Bulgaria- caracterizó lo fantástico literario a partir de ese
momento de vacilación, de duda, que provoca un hecho sobrenatural presentado en un mundo regido por la
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realista. Clasificó la literatura fantástica como un género que se encuentra entre lo maravilloso y lo extraño; y
distinguió tres categorías dentro del género, según la resolución que propusiera cada obra:
• fantásticas puras, aquellas obras que mantienen la vacilación hasta el final y no proponen una explicación
definitiva ("La noche boca arriba", de Julio Cortázar).
• fantásticas maravillosas, aquellas producciones que finalmente aceptan el origen sobrenatural de un hecho
("El gato", de Héctor Murena).
• fantásticas extrañas, aquellas narraciones que resuelven en una explicación realista de desequilibrio
psicológico o psiquiátrico ("El corazón delator" de Edgar Allan Poe).
A partir de la propuesta de Todorov, Rosemary Jackson plantea que lo fantástico no es un género sino un modo
de construir una realidad y la opone al modo maravilloso (donde lo sobrenatural es aceptado sin
cuestionamientos, como en los cuentos tradicionales de hadas) y al modo mimético (que representa nuestra
realidad cotidiana, como en los textos realistas). Por lo tanto, la forma de presentar la realidad que tiene el modo
fantástico permite la convivencia de las dos explicaciones: la sobrenatural y la natural.
El aporte de Roger Caillois complementa estas posturas: la literatura fantástica debe desarmar la forma de mirar
la realidad de la ciencia, pero no puede proponer un sistema alternativo. Por ejemplo, para Caillois, Harry Potter
no es una obra fantástica. Si bien en la saga del mago inglés se rompe con la lógica de la ciencia, no hay
vacilación porque todo está perfectamente explicado, ya que las leyes de ese mundo permiten la magia.
Por lo tanto, podemos concluir que aunque hay variadas formas de definir la literatura fantástica, todas coinciden
en que esta literatura muestra una imposibilidad de la ciencia de explicar un hecho. Lo fantástico, entonces, es un
vacío que se produce, un imposible en un mundo que nos parecía natural.
A través de la historia
Hay quienes han propuesto que la literatura fantástica se extiende hacia los orígenes de las narraciones orales.
Incluyen, por lo tanto, las primeras manifestaciones del relato -como los mitos- en la categoría de la literatura
fantástica, porque en ellos se refieren hechos que desafían las leyes de la realidad tal como la conocemos. Sin
embargo, la mayoría de los críticos coincide en que los relatos fantásticos nacieron junto con el Romanticismo
de fines del siglo XVIII. Este movimiento surgió como una crítica al pensamiento científico moderno que se
había impuesto poco tiempo antes. Las historias fantásticas serían una forma de denunciar los límites de la
ciencia.
A partir de esta última propuesta, algunos investigadores consideran que lo fantástico se limita a los cuentos
producidos por los románticos durante el siglo XIX. Sin embargo, esta concepción es fácilmente objetable si
miramos la producción de los escritores latinoamericanos. El argentino Leopoldo Lugones y el uruguayo
Horacio Quiroga, a principios del siglo XX, habían producido numerosos cuentos fantásticos. Sin embargo, el
género comenzó a cultivarse de forma masiva a partir del interés de autores como Jorge Luis Borges, Adolfo
Bioy Casares y Silvina Ocampo. Estos tres últimos escritores, junto con otros argentinos como Julio Cortázar,
Manuel Mujica Láinez o Leopoldo Marechal. En Chile destacan la “princesa de la literatura chilena” María
Luisa Bombal, Ilda Cadiz, Myriam Phillips, Isabel Allende, Marcela Paz, Ana María Güiraldes revitalizaron al
género.
Hoy son múltiples las producciones fantásticas tanto en la literatura como en el cine y la televisión. El mercado
ha utilizado la palabra para agrupar una serie muy heterogénea de obras bajo este título. Así, nos encontramos
con novelas como Coraline (de Neil Gaiman) y Game of Thrones (de George R. R. Martin) o películas como Los
otros (de Alejandro Amenábar) y El imaginario mundo del Dr. Parnassus (de Terry Gilliam). Estas obras
modernas se encuentran en diálogo constante con las de los autores de la literatura fantástica del XIX, como
Edgar Allan Poe, E.T.A. Hoffmann, Guy de Maupassant o Sheridan Le Fanu.
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● Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre. En cuanto se elige una de las dos respuestas se deja el
terreno de lo fantástico para entrar en un género vecino: lo extraño o lo maravilloso. Lo fantástico es la
vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento
aparentemente sobrenatural.
● El concepto de fantástico se define pues con relación a los de real e imaginario, y estos últimos merecen algo
más que una simple mención.
● La vacilación del lector es pues la primera condición de lo fantástico.
●Lo fantástico implica pues no solo la existencia de un acontecimiento extraño, que
provoca una vacilación en el lector y el héroe, sino también una manera de leer, que por el momento podemos
definir en términos negativos; no debe ser ni “poética” ni “alegórica”.
● Estamos ahora en condiciones de precisar y completar nuestra definición de lo fantástico. Este exige el
cumplimiento de tres condiciones. En primer lugar, es necesario que el texto obligue al lector a considerar el
mundo de los personajes como un mundo de personas reales, y a vacilar entre una explicación natural y una
explicación sobrenatural de los acontecimientos evocados. Luego, esta vacilación puede ser también sentida por
un personaje de tal modo, el papel del lector está, por así decirlo, confiado a un personaje y, al mismo tiempo la
vacilación está representada, se convierte en uno de los temas de la obra; en el caso de una lectura ingenua, el
lector real se identifica con el personaje. Finalmente, es importante que el lector adopte una determinada actitud
frente al texto: deberá rechazar tanto la interpretación alegórica como la interpretación “poética”. Estas tres
exigencias no tienen el mismo valor. La primera y la tercera constituyen verdaderamente el género; la segunda
puede no cumplirse. Sin embargo, la mayoría de los ejemplos cumplen con las tres.
Para terminar lee el Prólogo a la antología del género realizada por J. L. Borges, S. Ocampo y A. Bioy
Casares.
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