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El público entra al escenario; se les indique que se quiten zapatos y se pongan cómodos,

también, se les pide que preparen su cuerpo de la manera que consideren necesario (que
estiren, que se relajen). Varios actores y actrices realizan una rutina de la técnica vocal
Linklater (ya empezada). Ejercicios de relajación, de liberación corporal y vocal. Alguien
guía, dando indicaciones sobre los ejercicios. No hay donde sentarse. Los actores,
lentamente, van involucrando al público; el guía deja claro que el público puede también
integrarse a realizar el ejercicio. En esta metodología vocal, es muy importante el contacto
entre los participantes, por lo que los actores servirán para ir dando confianza al público;
por ejemplo, un actor, en algún momento de su rutina, se acerca con un grupo de
espectadores y se presenta con ellos, les hace algunas preguntas, les comparte un
poema o un dibujo, y los invita a colaborar. Los actores deben ser sensibles a la
disposición del público y facilitarla.
Tras un primer momento de disposición, las indicaciones del guía conducen momentos de
mayor intensidad: todos los participantes deben jugar las traes, por ejemplo. O: todos
deben formar equipos, y formar una estatua humana. Actividades que impliquen cierto
agotamiento físico.
Se conduce, propiamente, al centro del acontecimiento, una actividad ritual para contactar
con lo trágico. Se pide a todos los participantes que caminen por el espacio emitiendo un
sonido desde su sexo, como un lamento, imaginando que la energía los jala hacia abajo y
que deben hacer un gran esfuerzo o si no se derrumbarían. El texto guía es más o menos
así:
“En algún momento de nuestras vidas sufrimos una herida, la primera de todas, la que
ocasionó nuestro primer llanto: la primera decepción, la primera traición, la primera vez
que nos rompieron el corazón. Antes de que tuviéramos palabras para contarlo. Ese llanto
no ha parado, y ahora están escuchando su eco. Dejen que se convierta en un
lamento…”
Se pide, luego de profundizar en la sensación (los actores, por otro lado, más
desinhibidos, aportan nuevos estímulos, improvisando a partir del ejercicio, emitiendo
palabras, quejas, gritos), se pide que todos se dejen caer al suelo con un lamento largo y
prolongado (¡ay de mí!). Se pide a todos que piensen en la fuente de su lamento, la fuente
de su dolor: algo con lo que han cargado toda su vida y de lo que quisieran deshacerse.
Se les pide que se levanten lentamente y se junten todos, en una especie de coro, frente
al oficiante (guía) del espectáculo. Uno de los actores (que tomará el lugar de corifeo),
indicará a los demás que el oficiante representa esa fuerza opresora (la moira de la
tragedia griega), y que todos juntos van a oponerse a ella, mediante una lluvia de insultos
y utilizando su cuerpo. No pueden acercarse a ella, se hace desde lejos. En cualquier
momento, se indica, alguien puede adelantarse y dirigir un discurso personal a la moira,
reclamarle por algo: en ese momento, los demás deben callar. Los actores están listos
para tomar el primer puesto, si nadie se anima previamente. Al final, el oficiante les indica
que cae un diluvio y que se resguarden, para lo cual solo se tienen los unos a los otros:
cae un rayo del cielo; juntos caen con un lamento. Lentamente se levantan y se forma un
círculo, donde todo charlan y comen juntos. Breve explicación sobre el origen ritual de la
tragedia y el teatro.

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