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El cuerpo
de la obra
ISBN 980-232-744-1
Depósito legal: lf 18519998003158
Maracaibo, Venezuela
A Sergio Antillano, primero en ver el arte
en mis propuestas creativas
Belem Lobo, quien supo entender las técnicas
del cuerpo sin la tecnificación
José Balza, por su delta de comprensiones
Elsa Wolliaston, madre Africa de mi cuerpo cultural
Christiane de Rougemont, el puente occidental
de la técnica no occidental
Sardono, el eslabón oriental de una semejanza
Jimmy Yánez, realizador de sueños imposibles
Malú, la madre artista quien supo crearse y crearme
Agradecimientos
Yo bailo solo.
Cuando lo hago
baila en mi cuerpo
muchísima gente.
Kazuo Ono
Kohn, ex -presidente del CLEA, a los amigos Ariel Faro, Luz Marina
Zambrano, Magaly Dabadie y Esteban Blasco de Buenos Aires.
En Colombia, por la amistad, intercambios y solidaridad
de la curadora arquitecta Piedad Casas de Ballestero y a la artista
plástica Lydia Azout. En Brasil, a la artista María Bonomi y a la edu-
cadora por el arte, Ana Mae Barbosa.
A todos mis alumnos que me sorprenden continuamente
con sus rápidos logros convirtiéndose en mis verdaderos maestros en
este arte que se inicia en cada aula o en cada taller, cuyas obras per-
duran en mi corazón y en la reflexion que hoy me hago. Su deseo de
crear los llevará a realizar obras más durables o a continuar la trans-
misión de las técnicas del cuerpo en las enseñanzas del arte según sus
visiones personales. A los más jóvenes aprendices de la Fundación
Instituto de Expresión y Creatividad FIDEC de Maracaibo, artistas
plásticos: Carlos Daniel Pedreañez, Juan Manuel Rodríguez, Juan
José Henríquez y Nelson Gonzalez. A Dalmiro Delgado quien fue el
primero que supo traducir, en la percusión de chimbangüeles, el jus-
to movimiento entre los toques tradicionales y la música que exigía la
creación contemporánea con el espectáculo El II Tiempo. A Jauma
Rabassa quien, siendo de otra cultura, hace actualmente el acompa-
ñamiento de tambor en vivo en los talleres de expresión primitiva,
durante los Cursos de Verano en la Escola Municipal d’Expressió i de
Psicomotricitat del Ayuntamiento de Barcelona, desde hace diez años.
En los procesos preparatorios de la edición, debo a los
amigos una inesperada solidaridad en la construcción final del libro.
Las anotaciones ortográficas, estilísticas y conceptuales del maestro
Enrique Arenas en su lectura entusiasta; la generosidad del artista
Nelson Garrido, premio nacional de artes plásticas, al ofrecer su ar-
chivo fotográfico en la selección de las imágenes; los bocetos del li-
cenciado en letras y diseñador Edgar González en la diagramación,
han hecho posible la adecuada presentación que merecía su conteni-
do artístico.
Presentación
Descubro el arte en mi
como expresión de uno mismo
y como tal unido al cuerpo.
Descubro mi cuerpo
y a la vez el arte que hay en él
barga, nos moviliza, de una manera casi física, las fibrillas muscula-
res del cuerpo. No se trata, pues, de encontrar la figura en las artes
tan evidentemente corporales o en las representaciones figurativas
del mismo, sino esencialmente de encontrar la operación básica y
vital de todos los procesos artísticos, donde el cuerpo del sujeto entra
inconscientemente en las materias y formas de la obra.
La gran metáfora del arte será el cuerpo que se va vertien-
do en diferentes materias desde la multiplicidad de los sentidos, pero
también desde la unidad subjetiva. Afirmación o negación del cuer-
po, es por la metáfora, eso que me lleva (fora) más allá (meta), que
comienza el ordenamiento de ‘la otra realidad’ arrancando el sujeto
de las asociaciones de uso común, de elementos concretos, instalán-
dolos a distancia de lo real e irrumpiendo en el pensamiento analógico
de los procesos de sensibilidad corporal originarios y originales del
arte. Todo artista es maestro de la metáfora, puesto que no es cosa
que se aprende de otros, sino que, una buena metáfora implica la
percepción intuitiva de la semejanza entre semejantes. El artista sabe
que se asemeja a su obra como su firma simbólica. Esa es la primera
premisa de todo arte.1
Toparse con el cuerpo del arte es sentir el punto privilegia-
do donde el mundo se reduce a un órgano que parece dirigirnos no
sólo toda la percepción sino la totalidad corporal; la percepción sensi-
ble del mundo, claro, pero que de ella depende el sentido de todas las
cosas. Por eso se habla de una visión del mundo, aunque se trate de
artes no visuales y nadie puede ver el mundo si no es desde sus pro-
pios ojos. El arte sería el sentido de los sentidos, la significación de la
vida que, sin abolir los deseos, se aleja de la sola aceptación del pen-
samiento. Es el otro pensamiento, la otra inteligencia, de lo emocio-
nal y de lo subjetivo, es decir, de lo corporal. Cada arte afirma el
cuerpo desde un punto, desde una sensibilidad que va creando, pero
ese punto es una huella esencial y primitiva del sujeto que nos otorga
una disponibilidad interna que se tiene y que debe desarrollarse se-
gún técnicas sin perder su intimidad. Ese cuerpo de la obra no será
sólo el de la danza ni el de la plástica o de un arte en particular, sino
1
La maestra argentina Patricia Stokoe utiliza el concepto de metáfora en la expresión corpo-
ral-danza para nombrar la singularidad de la persona que hace que su lenguaje sea singular:
la base de este concepto de danza son las metáforas corporales originadas por cada persona
( «Educació per l’art», Congrés de Expressió, Communicació i Practica psicomotriu,
Ayuntement de Barcelona, Barcelona, 1993, p. 43)
16 • Víctor Fuenmayor
ese cuerpo total sobre el cual se funda una poética corporal en las
maneras de ‘representarse’ o ‘decirse’ del sujeto del arte. Planteo una
poética total como reflexión de una unidad o mismidad subjetiva,
donde la sensibilidad corporal hacia una expresión artística precede a
la pre-existencia lingüística del ser hablante en lo que tiene todo arte
de inverbalizable, pre-verbal o anterior al dominio de la lengua, es
decir total. Así como Lacan afirma la indudable pre-existencia de la
lengua al sujeto, la entrada del artista en el arte se hunde en la prece-
dencia de esa pre-existencia. En una dificultad de la verbalización en
ciertos estados corporales, como en el sueño, es donde el lenguaje del
inconsciente (sin juntivos y sin negaciones separándose de la cons-
ciencia y de la lengua) armoniza más con una melodía de ecos y ri-
mas, una analogía de la ‘otra lógica’ del lenguaje, que propiamente
con lo que se entiende por ‘lengua’ dominada e indominable del suje-
to. En esa especie de naturaleza de la ‘genética cultural’ del sentido
del arte, anterior al dominio lingüístico, se siembran los lenguajes
artísticos en el cuerpo de los sujetos, como una disposición que pos-
teriormente se desarrolla en disponibilidades expresivas, algunas ve-
ces como un talento anterior a la racionalidad, con una pre-disposi-
ción corporal, de algo que llega a encontrar posteriormente una téc-
nica adecuada para expresarse. Esa ‘técnica’ puede ser institucional o
tradicional, puesto que plantea algunas veces la pregunta, sobre tan-
tos creadores populares latinomericanos, cuando las obras han sido
realizadas por artistas sin escolarización o hasta los límites del anal-
fabetismo o de leer o escribir con dificultades, ¿de dónde ha sacado
esto?. Aunque hubiese un aprendizaje técnico institucional, siempre
la alta personalización de las obras de un artista contemporáneo, puede
plantear esas mismas preguntas, puesto que se trata de un arte que
trata en lo posible de destecnificarse de las técnicas occidentales. El
arte contemporáneo se construye desde la destrucción sistemática
del espacio del arte occidental, de Gaugin a Tapies pasando por Picasso,
confrontando los modelos de la representación a las exigencias de
cambios de visiones y de ópticas más expresivas que encontraron en
el arte de sociedades ‘primitivas’. No es que esos pueblos ‘primitivos’
carezcan de técnicas, sino que se trataban de otros procesos de fabri-
cación de objetos, donde las técnicas de fabricación tienen sus raíces
simbólicas en el cuerpo del creador conjuntamente con las creencias,
mitologías y prácticas sociales. En la aceptación del artista occidental
El Cuerpo de la Obra • 17
manera más eficaz. Las clases técnicas de la danza, tal como se reali-
zan en academias o grupos resultan ser la tecnificación del cuerpo, no
tomando en cuenta las disposiciones culturales del sujeto retardando
enormemente la formación profesional. Algunos docentes hablan
incluso del sufrimiento al someterse a las reglas de un arte como
repitiendo el antiguo dicho de que ‘la letra con sangre entra’, como
un resto mantenido del sacrificio exigido de los pueblos de escritura
hacia sociedades inéditas u orales. Esa escritura pasa por el propio
cuerpo como sucede en técnicas cerradas del lenguaje dancístico. Par-
to de una posición contraria y les hablaré de los goces de una forma-
ción creativa, puesto que pasé por ambas estadías en cursos diferen-
tes. Al comienzo, las ejercitaciones no me producían ningún placer;
incluso la creación coreográfica donde participé, estaba completamen-
te marcada sin sentir que ‘yo’ hubiese bailado. De manera personal,
comprendo que esa técnica rigurosa, como muchas otras dancísticas,
no estaban hechas para un sujeto de nuestras latitudes ni contienen el
más mínimo eco de las técnicas del cuerpo de nuestras culturas. No
conmueven tampoco esas disposiciones internas, esas entregas o es-
tados, del cual hablo. Sus movimientos trazados desde lo externo
puro y muscular, desde la externalidad especular, contienen la nega-
ción de los propios cuerpos de nuestra tradición cultural. El goce del
cuerpo vino, cuando en un cambio de país, de maestros, de cultura, se
hizo al mismo tiempo el encuentro de las técnicas corporales de mi
tradición cultural con la danza africana y el aprendizaje de la danza
asiática y contemporánea.
Durante un año sabático de 1972, en Paris, en un taller de
danza africana, con la maestra de Kenya Elsa Wolliaston, mi cuerpo
se sacudió y me hizo tomar consciencia de la fuerza que tomaba en
mí la cultura nativa con la escucha de los ritmos del jembé en la diná-
mica de un curso. LLegando a liberar una ritmicidad motriz inédita
que era parte de mi, la parte más propia, más mía que las propias
palabras: el cuerpo total. Ese fue el enganche más profundo e iniciático
que haya tenido la imagen inconsciente del cuerpo con una de las
técnicas de la danza. Sin haber tenido nunca plena consciencia antes
de las disponibilidades de mi cuerpo, la danza existía en mí y se trans-
mitía a través de mi cuerpo, como un vástago que hubiese encontra-
do un árbol madre. Todo artista sabe que una imagen voluntaria o
impuesta puede retardar la creación o imposibilitarla, lo mismo su-
20 • Víctor Fuenmayor
cede con las imposiciones de las técnicas sin raíces en las culturas de
los sujetos que aprenden el arte. Se trataba de dejarse llevar por el
cuerpo como si se tratara de una nueva inteligencia que no necesitara
de mi control consciente. El cuerpo tiene sus naturalezas en la cultura
de origen. Yo me dejé llevar por las imágenes musculares que desper-
taban en todas las partes de mi cuerpo, unificándome.
Sin pensar en nada, placenteramente moviéndome con to-
dos, gozaba perteneciendo a ese ordenamiento rítmico que no utili-
zaba números para contar, solo sonidos de la boca, palmadas de las
manos y golpes de los pies. Sin ese paso de palabras o de números
por la cabeza, el movimiento iba intuitivamente a donde tenía que ir:
a todo el cuerpo, sin que la consciencia tuviera tiempo de intervenir
falseando lo que cuerpo verdaderamente era desde su origen en una
cultura marcante. Aunque los sujetos de los grupos de formación no
pertenezcan a mi misma cultura, la transmisión de esos procesos
durante el taller causan efectos liberalizantes, energetizantes, cuyo
efecto en las fases creativas, me inducen a pensar en los efectos per-
sonales de etapas pre-verbales, ligados a la motricidad y a la imagen,
como si el sujeto encontrara algo inexplorado en su propio cuerpo.
Cuando se trata de sujetos de mi propio nicho cultural o con culturas
afines o cercanas, trato de motivar movimientos propios a partir de
disposiciones corporales, para evadir creativamente el mecanismo de
repetición de pasos y conductas estereotipadas a que pueden inducir
músicas y ritmos demasiado conocidos. El efecto liberador parece el
mismo, creando la misma atmósfera de comunión grupal y de entu-
siasmos inéditos. Algunos artistas contemporáneos, como Tapies,
utilizan esa escucha rítmica y ese movimiento de modalidad africana
antes de llegar a las creaciones artísticas plásticas; mientras que en
nuestro pintor gestualista Hung el proceso de ejecución de la obra
serán las técnicas orientales. Algo motivante de circulación energéti-
ca se mueve en el cuerpo, de manera inconsciente, que permite el
paso de la totalidad corporal a la expresión de alguno de los lenguajes
artísticos. He mencionado casos de pintores donde la energía del gesto
debe aparecer, pero pudiese realizar una tipología de escrituras plás-
ticas a partir del cuerpo tal como el semiólogo Roland Barthes ha
realizado de las escrituras literarias.2
El Cuerpo de la Obra • 21
2
Il n’est pas donné a l’écrivain de choisir son écriture dans une sorte de arsenal intemporel des
formes littéraires. C’est sous la pression de l’Histoire et de la Tradition, que se établissent les
écritures posibles d’un écrivain donné: il y a une Histoire de l’Ecriture...( Roland Barthes,
Le degré zero de l’écriture, Seuil, Paris, 1953, p. 27). El concepto de escritura se ha
ampliado hacia todas las artes lo que daría una posibilidad de aplicar esa historia a los usos
del cuerpo en las escrituras artísticas. Ese compromiso es propiamente de la responsabilidad
y de la libertad del artista.
22 • Víctor Fuenmayor
3
Caso de la maestra argentina Patricia Stokoe quien abandona la técnica clásica y crea la
expresión corporal -danza. El mismo paso fue dado, después del mayo francés, donde
numerosos bailarines ‘ahorcaron sus zapatillas’ hablando de la democratización de la danza.
Christiane de Rougemont funda el grupo Free dance song de Paris donde se trata de formar
al bailarín libremente, sin marcarlo con un estilo, para que el bailarín busque sus medios
expresivos.
El Cuerpo de la Obra • 23
4
La danza es la forma más inmediata de expresar los ritmos esenciales del cuerpo; es espon-
tánea. Observemos como responden a los ritmos los niños y recordemos que toda cultura
humana posee danzas que encarnan los ritmos. En mis talleres ofrezco música adecuada a
cada ritmo y dejo que los participantes descubran su propia expresión (Cf. Gabrielle Roth,
Enseñanzas de una chaman urbana, La curación por el movimiento, movimiento,
Planeta, ). El libro me fue ofrecido por Claudia de la Rosa, integrante de los talleres de
Laprida y Buenos Aires, considerando las similitudes metodólógicas. Considero esas coin-
cidencias como parte imprescindible de la validez de teorías surgidas de una práctica, sin
tener contactos directos. A eso llamo compatibilidad de técnicas o afinidad metodológica.
Los ritmos en que ella se basa están más ligados a la primitividad ‘contemporánea’ norte-
americana: Crecí con Rock’n’roll, comidas rápidas y subterráneo. Jamás visité culturas
exóticas ni estudié técnicas tribales. Se trata de las variaciones culturales en la búsqueda de
técnicas del cuerpo basados en el imaginario social.
El Cuerpo de la Obra • 25
5
Marisa Rodulfo, El niño del dibujo. Estudio psicoanalítico del grafismo y sus funciones en la
construcción temprana del cuerpo, Paidós, Buenos aires, 1993, p.73.
6
Maurice Merleau-Ponty: El ojo y el espíritu, Paidos, Buenos Aires, 1977, p. 15
El Cuerpo de la Obra • 29
nos a una reflexión sobre el cuerpo total del arte como formador y trans-
formador, como integrador. Aunque esa totalidad pueda faltar en la rea-
lidad, lo corporal imagina la falta pero elabora su unidad y su todo . Los
trazos no son los mismos que los nuestros, en casos de que se sufra una
disminución de alguno de los sentidos o de los movimientos, pero sor-
prenden sus expresiones en lo que llamo esa sensibilidad del cuerpo total
que define al sujeto en su humanidad aunque, falten o fallen algunos de
los sentidos. Pudiera incluso hablar de casos que me sorprendieron tanto
cuando se trataba de cuerpos con carencia de miembros, donde no pue-
do más que alabar la fuerza vital de una joven con una pierna ortopédica
en uno de los talleres de Expresión Primitiva. No hablaré en el libro de
esos casos del cual no me considero especialista, sino en la especialidad
del humanismo a que llevan las artes, pero si debo mostrar mi intensa
gratitud a todos los integrantes de los talleres, por todo lo que me ayuda-
ron a comprender, con su capacidad de expresarse a partir del cuerpo,
aún en aquellas artes de una determinada expresión, donde la capacidad
corporal de los sujetos estaba disminuida o ausente.
¿ Qué es entonces ese cuerpo de la obra del cual hablo?. Un
cuerpo tan real como el cuerpo físico, más fuerte puesto que lo deter-
mina. Un cuerpo de despliege de la percepción interna que parece
estar presente tanto en las abstracciones como en las figuraciones, en
las visiones tanto de los ojos como las del tacto, en ese cuerpo que
forma parte de una poética que globaliza al sujeto que se expresa
antes de la supuesta fragmentación de las artes.
Se debe llegar, de alguna manera, a ese cuerpo de la obra
por los medios experimentales que el artista pueda dominar, cuando
toma consciencia de la manera de inducirlos a ‘aportar el cuerpo en la
obra’. Puede llegarse por la plástica, el movimiento, la palabra, la
música, según grupos e individuos. En muchos de los grupos ha fun-
cionado, frente a las resistencias corporales y verbales, con
ejercitaciones plásticas aparentemente incomprensibles de un juego
tal como puede aparecer en una obra contemporánea. Pero a partir
de alguna vivencia verdaderamente subjetiva en alguna de las artes,
el camino está abierto para otras expresiones.
El libro sigue un poco ese ordenamiento que los integran-
tes de talleres sabrán descubrir. Ese ordenamiento llega al punto, a la
línea, a la figura en la expresión imaginaria y artística, cuya geome-
tría anatómica o fisiología fantástica, aparecen en el espacio insituable
El Cuerpo de la Obra • 31
rio donde baila, el mar imaginario donde puede nadar a sus anchas,
creando ese otro cuerpo, esa otra realidad, tan necesaria a la vida
como el propio movimiento. Este libro es un discurso, en el sentido
más etimológico, de un dis-cursus, como la acción de correr aquí y
allá, con las idas y venidas, como dice Barthes del enamorado:
La palabra (discurso) no debe escucharse en el sentido retórico, sino en el
sentido gimnástico o coreográfico; en resumen, en el sentido griego: ‘schema’
no es el esquema; es de una manera más viva, el gesto del cuerpo captado en
acción, y no contemplado en reposo; el cuerpo de los atletas, de los oradores,
de las estatuas: lo que es posible de inmovilizar del cuerpo en tensión. Así, el
enamorado presa de las figuras: se desenvuelve en un deporte un poco loco, se
cansa, como el atleta; frasea, como el orador; está tomado, en su rol, como una
estatua. La figura es el enamorado en el trabajo.7
¿No será , como se ha dicho tantas veces, el arte una forma de
amor o de enamoramiento con su tópico de figuras puestas en escena en
diversos lenguajes?. Este texto que escribo es el testigo del enamora-
miento del arte a través del cuerpo. La lectura de esas operaciones amo-
rosas de un cuerpo creador transpuesto tienen entonces que inducir tam-
bién la presencia del cuerpo del espectador. Evoco el tener sentido del
arte, más que una técnica o más que el estudio, para un primer acerca-
miento de la obra. Se trata de una sensibilidad corporal frente a otro
cuerpo sensible: abrir los puntos sensibles como poros para comunicar
con la otra piel en una lectura que llamo subjetiva o corporal, que podrá
luego objetivarse o desubjetivarse o fundamentarse, por el estudio o la
investigación. Para reconocer esas escenas, dice el maestro semiógo:
para ciertas operaciones de su arte, los lingüistas se ayudan de una cosa vaga: el
sentimiento lingüístico; para constituir las figuras, no es necesario ni más ni
menos que esa guía: el sentimiento amoroso.8
Será, pues, una cuestión del amor al cuerpo de la obra, de lo
sentido y del sentido de un cuerpo en movimiento, inmovilizado por el
arte, que debe verse a traves de las páginas como un cuerpo danzando
entre líneas. Para verlo, sólo se necesita, como en la creación de las obras,
el sentimiento de amor por el arte para imaginar el artista enamorado
en la danza de su trabajo artístico. Si nos atrevemos, lectores y especta-
dores, a poner el amor en nuestro cuerpo en movimiento, sin necesidad
de coreografiar los pasos, observad las idas y venidas de alguien que
contempla una obra que se quiere ver de cerca y de lejos, en detalle y en
7
Roland Barthes, Fragmentos d’un discours amoureux, Seuil, Paris 1977, p.8
8
Ibid, p. 8
El Cuerpo de la Obra • 33
plano general, de abajo y de arriba, después, claro que están los bancos
en el centro de la sala, pero Isadora Duncan podía bailar en un sillón. Ese
movimiento y ese reposo forma parte también de un goce corporal de la
obra, antes de cualquier estudio de la crítica.
El cuerpo de la obra preside la ceremonia de la ejecución y de
la delectación. ¿Podría el movimiento inducir una mejor percepción de
las obras expuestas?.Un movimiento que pueda adecuarse a la percep-
ción interior y exterior de la obra artística, la encontramos como técnicas
en nuestros contemporáneos,. Preguntad a Jesús Soto cómo hizo sus
obras; a todos los otros cinéticos. Si no se movían imaginaban el movi-
miento. ¿Cómo elaboran sus experiencias los artistas? Observad la ex-
periencia de los sujetos cuando entran moviéndose en los penetrables de
Jesús Soto como en una selva intrincada o se pasean antes de estructuras
fijas que parecen moverse en la sala de un museo. ¿No será el arte, la
operación casi mágica todavía, en una sociedad racional, de un cuerpo
puesto y transpuesto en la energía de su ejecución sobre las materialidades
artísticas? ¿Será el artista el nuevo chamán de la sociedad contemporá-
nea, entre magia y ciencia, entre técnica y destecnificación, tal como se
definía el escritor Julio Cortazar: shamán con interiores de nylon ?9.
¿Será el arte la ‘primitividad’ del cuerpo imposible de tecnificar comple-
tamente en un mundo tecnificado?. Quizás estemos, en este final de si-
glo, como los artistas de finales del otro siglo, con la diferencia de que lo
‘primitivo’, en Latinoamerica, no es el otro pueblo, la otra cultura, sino
que somos nosotros mismos. Estamos en el tiempo de inventar o errar,
como decía Simón Rodríguez, el maestro del Libertador. La invención
viene desde la identidad corporal, procede con el inventario de nuestras
técnicas del cuerpo ‘primitivo’, cultural, popular, contemporáneo, antes
de que sucumba por el prestigio de las tecnificaciones secundarias tan
impuestas desde tantos medios de dominio artístico y de comunicación
social. Y termino con una anécdota del pintor Alejandro Otero, cuando
tuvo que hablar de la abstracción, en un encuentro de arte en Maracay,
donde pareciera que no hubiese nada de abstracto en sus obras sino la
abstracción del paso de lo real de una sensación infantil al cuerpo de la
obra: las barras azules de sus cuadros son el recuerdo de la visión de
niño, acostado en sl suelo, mirando los barrotes de las altas ventanas de
la casa colonial de su tía en ciudad Bolivar; los elementos móviles de sus
9
Aparecerá el término escrito de las dos maneras (chamán y shamán), según el uso de la cita
o según la voluntad del autor.
34 • Víctor Fuenmayor
10
Jacques Derrida, D’un ton apocalyptique adopté naguère en philosophie, Galilée, Paris,
1983, p.p.11, 12, 13, 14, 15 y 16. ‘Entendre’ del francés permite traducirse por oir, escuchar
o entender.
36 • Víctor Fuenmayor
11
Octavio Armand, Superficies, Monte Avila, Caracas, 1980, p. 23. Podría hablar del
cuerpo que no depende del ojo, tal como diría Alejandro Otero: ‘Verás que todo está muy
lejos de un arte del ojo, a pesar de que en principio todo está hecho frente a un modelo’.
No se trata del cuerpo obvio de una representación. En otra parte, el mismo declara:
‘Diría que esta obra que llevé más lejos cierta dinámica de tipo visual de alguna manera en
Collages octogonales, confiese que me detuve aterrado, rigurosas y todo me excluían (por
lo menos esa otra parte visceral y orgánico de mi mismo que me había importado mucho
profundizar y explorar’. (Textos de la exposición de la GAN, Caracas, 1999). El artista
puede sentir que el cuerpo de la obra no es el cuerpo captado con el ojo o puede aterrarse
cuando en la obra excluye esa otra parte visceral y orgánica. Esa consciencia del cuerpo no
visual que no debe llegar hasta la negación de lo corporal es el intento del presente libro
cuando exista una referencia a las artes plásticas.
12
Roland Barthes, Lo obvio y lo obtuso, Paidos, Barcelona, 1986. pp. 51 y 52
El Cuerpo de la Obra • 37
Parte Introductoria
Entre la magia y la ciencia
*
Una muestra de interpretación a partir del santoral cubano y de la estética contemporánea
puede dirigirnos hacia esos nuevos intentos de lectura de un autor caribeño. Cf. Varios
autores, Sobre Wilfredo Lam, Letras cubanas, La Habana, 1986.
42 • Víctor Fuenmayor
1. Cuerpo y arte.
Si el artista aporta su cuerpo en el arte, el cuerpo y el arte son
elementos indisociables. ¿ Por qué se han disociado? ¿ Por qué se separan
en la enseñanza de las artes y de la educación en general?. Un reportaje
reciente muestra una maestra indígena en la selva venezolana enseñan-
do la escritura de su lengua. En vestido tradicional donde quedan al des-
cubierto los senos, el cuerpo de pie, frente a niños sentados en bancos,
señala con una regla en la mano palabras escritas en un pizarrón. El
espacio cuadrado, el techo de palmas, las paredes de troncos a la mitad,
hacen pensar en un corralón. La intención es extraordinaria, pero las
formas de lograrlo no se adecúan a las tradicionales de sus técnicas y
artes. Una pobreza que no es material sino formal. El espacio no es el
shabono ni la choza tradicional, los bancos donde los niños están senta-
dos, la posición de la indígena que mimetiza el modelo escolar de la
maestra occidental, suponen que la educación no ha reflexionado sobre
14
Cf. posición del antropólogo francés Claude Levi Strauss en El pensamiento salvaje
El Cuerpo de la Obra • 45
2. ¿Qué cuerpo?
Debo aclarar que el libro no se limita al mundo de la dan-
za, sino en lo que la lógica del cuerpo espectacular pueda esclarecer
un aspecto del uso del cuerpo en una cultura. Se puede decir que el
Cuerpo de la obra trata de la implicación de lo corporal en todos los
lenguajes artísticos, incluso en la danza, aclarando que se trata del
cuerpo expresivo que habla, dibuja, pinta, escribe, se mueve, con base
a una expresividad constitutiva del sujeto individual o social. Sin em-
bargo, ese cuerpo del arte no es leído, notado, buscado, por las tradi-
ciones críticas, estudios e investigaciones. La razón estriba en querer
encerrar el arte en una estética tecnicista, desvinculada de la vida,
donde la literaturidad, la plasticidad, la teatralidad, forman un cerco
aislante, un coto vedado, donde se leen las técnicas, las escuelas, la
historia, como si existiese un modelo absoluto donde la intromisión
de las técnicas del cuerpo sería impertinente en el campo de las artes.
danza. Tomé consciencia temprana de que una cosa era el cuerpo que mi
cultura había construido con ciertas técnicas, inconscientes y eficaces y
otro, el que observaba, moviéndose según las técnicas de danza occiden-
tal. Era como si obligase al cuerpo que ya había danzado en la vida desde
niño a someterse a la ‘tiesura’ de un molde académico aceptado a medias
según prejuicios y sexualidades. Todos los latinoamericanos, esos que
podemos afiliarnos plenamente a ese nombre, llevamos ese fuego del
baile en las venas, pero vemos esas estéticas occidentales, sobre todo en
el hombre, en su más rara artificialidad. No existe ninguna relación entre
las técnicas de una corporalidad popular y el cuerpo que se mueve entre
barras y espejos. No oimos la tradición presente, tampoco las voces de
maestros contemporáneos esclarecidos que parecen tener voces que vie-
nen de otros tiempos. Muchos de los maestros de la danza moderna y
contemporánea, como en el caso de la plástica occidental, renovaron sus
lenguajes en una reconstrucción o vivencias de otras danzas. Si tomamos
la pionera Isadora Duncan de las técnicas dancísticas contemporáneas,
ella comenzó por la reconstrucción de un cuerpo a partir de la escultura,
frisos y cerámicas, liberandolo de las técnicas formales del ballet ( las
zapatillas, el tutú, el vestuario, el decorado) al contacto de lo que ella
consideró la raíz o la primitividad: la Grecia antigua. ¿Qué formas nos
deforman ese entendimiento que nos dio Isadora?. Podemos ser en Amé-
rica sus discípulos a tiempo y a destiempo, no sólo retomando las recons-
trucciones museísticas donde nos asombraríamos con las asociaciones
con el arte oriental ya notado por muchos antropólogos y etnólogos,
sino que la reconstrucción de una técnica latinoamericana puede estar allí
en la presencia de cuerpos cotidianos y espectaculares que se mueven
todavía ante nosotros con sus danzas, con sus ritmos, con sus artes. Pu-
diéramos ser duncanianos haciendo explotar los cuerpos inhibidos de
identidades avergonzadas, de etnias acalladas y atravesar las fronteras
para encontrar ese orígen en la familia, en nuestra tribu, en nuestra len-
gua, en nuestras imágenes, en nuestros símbolos, que puedan hacer ha-
blar los jeroglifos, las piedras petroglifadas, los cuerpos adoloridos de
separaciones. Es decir, no hay arte sin raíces y hay que distinguir entre
atavismos e innovaciones, como el eje de un movimiento del encuentro y
re-encuentro con lo nuestro y lo universal en una connivencia de formas
que no serán hostiles ni domesticadas, sino como una partitura variable,
flexible, que nos remita a los orígenes.
48 • Víctor Fuenmayor
15
Cita de Fray Bartolomé de Las Casas, in Ramiro Guerra, Calibán danzante, Monte Avila,
Caracas, p.10. Sobretodo el capítulo 1, ‘De las Indias asombrosas’ puede darnos una idea del
ámbito de la danza en nuestras sociedades pre-hispánicas.
16
José María Arguedas, Señores e indios. Acerca de la cultura quéchua, Arca/Calicanto,
Buenos Aires, 1976, p. 97.
El Cuerpo de la Obra • 49
17
José María Arguedas, «La agonía de Rasu Ñiti», in Amor Mundo, Calicanto, Buenos
Aires, 1977
54 • Víctor Fuenmayor
Método y expresión
18
Peter Brook, Provocaciones. 40 años de exploración en el teatro, Barcelona, 1998, p. 65.
60 • Víctor Fuenmayor
1. Los saberes
Existen obras que tienen vida y existen vidas que parecen
libros. Las civilizaciones de la escritura señalan hacia las páginas como
el lugar de una verdad que debe ser primero descubierta, descifrada,
revelada, como un cuerpo encerrado bajo los vestidos de palabras
que un saber personal hace evidente, antes de llegar al conocimiento
más amplio o universal.
El Cuerpo de la Obra • 61
y recibe los signos en relación con los diversos registros de sus len-
guajes.
2. El conocimiento intuitivo
Esas postulaciones que hacen posible el conocimiento del
ser hablante pueden ser comparadas con el fenómeno de la voz hu-
mana que es un espejo corporal, sin luna ni azogue, cuya proyección
se prolonga más allá del cuerpo. Es lo mismo que sucede en toda
expresión artística que tiene la voz de una letra silenciosa. El solo
efecto del aire que rasga las cuerdas vocales modula las palabras de
una lengua que tiene la misma fonética, pero jamás el mismo espec-
tro sonoro cuando es hablada por un cuerpo siempre único. En la
escucha, oímos los signos de una lengua de todos singularizada en la
voz única de una persona. Esa implicación del sujeto por medio de la
carnalidad de la voz, en la universalidad de los signos, puede conver-
tirse en la metáfora de los conocimientos de la conexión entre el suje-
to y el arte, por medio de los lenguajes expresivos o artísticos. No
obstante, el lenguaje verbal no es tan independiente como se piensa,
sino que está en relación, por origen y evolución, a los otros lengua-
jes expresivos; de manera que muchas de las experiencias que confor-
man las obras de arte y que deben encontrarse en las vivencias de los
talleres creativo-formativos tienen que tomar en cuenta el origen y la
evolución de las formas expresivas en el ser humano antes del acceso
de las formas verbales, tomando en cuenta la originalidad, es decir el
origen de las formas diferenciales con las cuales el sujeto se expresa.
Somos seres implicados en los lenguajes. Esa implicación
tiene mayor existencia en el arte, puesto que si la acción artística
existe, esa es su condición esencial : la lucha del ser humano de mani-
festarse en los lenguajes para poder decir, como en los sueños, lo que
no puede decir de otra manera. En esa implicación material en la
expresión, difícil y enigmática, está su verdad elaborada e indirecta,
que se junta con todas las otras formas expresivas, formando la uni-
dad constitutiva del sujeto.
La escritura se revela en metáfora usada, en todos los tiem-
pos, como si se tratara de una inflexión de la voz a una escritura
inscrita en una partitura. La metáfora más simplificada de la indivi-
dualidad expresiva sería la de explicar la singularidad de la existencia
El Cuerpo de la Obra • 63
19
Ibn Arabi, La sagesse des prophètes, Albin Michel, Paris, p. 191
20
Ibn Arabi, La Sagesse de prophètes, Albin Michel, Paris, 1974, p. 55
64 • Víctor Fuenmayor
21
Alejo Carpentier, Los pasos perdidos, Bruguera, 6º edición, Barcelona, 1983,p. 216.
66 • Víctor Fuenmayor
libro no nos dice todo, las teorías tampoco, lo que si sabemos es que
existe toda una bibliografía contemporánea: Hebert Read, Lowenfeld,
Garner, que están de acuerdo de que la sensibilización artística forma
parte del desarrollo humano y será necesario todavía pensar de una
manera humanista: la música, la pintura, la literatura, el teatro, la
danza, han desarrollado un cuerpo donde no sabemos muy bien don-
de termina lo biológico y comienza lo psíquico y cultural. Todas esas
artes necesitan de un espacio y de un marco institucional. ¿ Quién
será esa institución que permita un espacio creativo con suficiente
flexibilidad para las vivencias formadoras?.
ble, donde sepamos que todo podrá ser dicho, dibujado, escrito,
musicalizado, danzado o teatralizado. Un espacio donde la gente no
tema equivocarse, hacer el ridículo, decir tonterías.
Ese espacio real de la creatividad tiene que ser sentido en
relación a un espacio memorable. Se piensa en un espacio relacional
donde todo puede ser permitido, pero es un espacio regulado, similar
al espacio virtual, potencial, winnicotiano, de la relación entre la ma-
dre y el hijo. Ese espacio que es creativo, lúdico, de reminiscencia
materna, es difícil de conseguir en ciertas instituciones. Es allí donde
el sujeto jugando con las materias del arte vuelve a su origen, en la
originalidad de las formas, en las experiencias que van más allá de lo
verbal y que muchas veces no pueden traducirse o se traducen mal.
No puedo extenderme mucho en la descripción de esos espa-
cios y me bastaría citar una buena filmografía : La escuela de la señorita
Olga, La sociedad de los poetas muertos, El país de las aguas, La
misión, podrían incluirse como proyecciones ficticias de los cambios
exitosos que pueden llevar a una derrota aparente del educador. Dentro
de los registro, tanto reales como fictcionales, todas esas experiencias
plantean el conflicto entre dos formas de educar en relación con los espa-
cios institucionales. Se trata siempre del choque que enfrenta los espa-
cios creativos en el marco de una ambigüedad institucional. La aparente
flexibilidad institucional esconde siempre un rechazo que es sólo la for-
ma del encubrimiento de una intolerancia política, religiosa, económica,
que hace frustrar tantos intentos.
Creo que se hace necesario hacer notar que en el marco
legal, todas las resoluciones ministeriales venezolanas desde 1990 ,
sobretodo el diseño curricular de castellano y literatura, contienen las
exigencias de las cuales les estoy hablando. No obstante, piensen cuan-
tos espacios de las construcciones de una escuela básica son adecua-
dos para implementar las resoluciones ministeriales. Y luego, pien-
sen también, al mismo tiempo, en las resistencias de los docentes y
directivos de los planteles educativos.
5. La temporalidad
Me interesa hablar de la formación en expresión y creativi-
dad que tome en cuenta los diferentes tiempos como un proceso que
68 • Víctor Fuenmayor
24
Patricia Stokoe y Ruth Harf, La expresión corporal en el jardín de infantes, Paidós,
Barcelona, 1992, p.
70 • Víctor Fuenmayor
25
A. Tomatis, El lenguaje y el oído, Martinez Roca, Barcelona, 1969, p. 7.
El Cuerpo de la Obra • 71
el monje: vestido que hace para vestir el cuerpo con arte. El hábito
hace y es el monje.
Zapata.
decir que se trata de bailarines ya formados que han superado sus inhibi-
ciones. Asi como los sordomudos pueden hacer una lectura de labios
siempre que se trate de su lengua, el cuerpo lee en los otros cuerpos la
afinidad o la compatibilidad con sus mecanismos inconscientes. El cuer-
po sabe leer, aunque no comprenda totalmente, el lenguaje corporal con
que se expresa. Si he traspasado los límites de un aprendizaje que he
aplicado a grupos donde mayormente son hombres en formaciones ‘se-
rias’: maestría en integración, grupo de policías, derecho y trabajo social,
profesores de lenguas extranjeras, encuentros de educación por el arte,
puedo constatar que las técnicas de cuerpo adecuadas a la cultura, deben
ser parte de una investigación que funde la metodología de la enseñanza,
no sólo en arte, si no en todo eso que llamamos actualmente crecimiento
personal o desarrollo humano.
En muchos grupos, se llega al cuerpo a partir de otras ex-
presiones. No puedo decir que se trate de un acuerdo ‘natural’ con los
cuerpos, puesto que todo lenguaje semiológicamente es arbitrario,
pero no hay que confundir lo arbitrario con lo artificial. Todo arte
busca la motivación de los lenguajes por vías analógicas, tanto la dan-
za como la poesía, pero las vías más eficaces de esa analogía son la
que realizan la conexión entre las semejanzas culturales con que han
sido construido los sujetos y los lenguajes artísticos que se tratan de
desarrollar. Es allí donde puedo incluir los métodos de estudio o de
investigación para una teoría de las técnicas del cuerpo en
Latinoamérica para el logro del desarrollo de las prácticas artísticas y
pedagógicas, en relación con la enseñanza de artes y de la enseñanza
en general.
26
Me refiero a las cosas positivas de dejan huella en esa cultura. El aprendizaje del guaraní por
los misioneros, la traducción de la Biblia y libros a esa lengua, han servido para preservar una
lengua indígena en uno de los poco países bilingües de América Latina.
82 • Víctor Fuenmayor
27
Michel Foucault, La verdad de las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona, 1991, p. 19.
El Cuerpo de la Obra • 91
imagen. Nadie ha abordado en verdad esta tarea inmensa del cual Mauss seña-
laba la urgente necesidad, a saber el inventario y la descripción de todos los usos
que los hombres, en el curso de la historia y sobretodo a través del mundo, han
hecho y continúan a hacer de su cuerpo. (...). Este conocimiento de las moda-
lidades de utilización del cuerpo humano sería no obstante necesario particu-
larmente en una época donde el desarrollo de los medios mecánicos a disposi-
ción del hombre tiende a desviarlo del ejercicio y de la examinadas por Mauss,
y que es variable siguiendo los grupos.(...). Se desearía que una organización
internacional como la UNESCO se comprometiera a la realización del progra-
ma trazado por Mauss en esa aplicación de los medios corporales, salvo en el
dominio del deporte que es una parte importante pero solamente una parte de
las conductas en esa comunicación.28
Puedo encontrar mis dos preocupaciones en esta cita: la
idea de la semejanza que nos permite plantear el problema de la
identidad, introducida bajo forma de los sistemas simbólicos en las
religiones de la escritura, pero que a partir de Marcel Mauss, es una
cuestión de técnicas de cuerpo. Si no tenemos la Biblia de nuestra
identidad escrita, tenemos que suponer que nuestra identidad estará
en las biblias corporales que guardan nuestras huellas simbólicas,
inéditas y sin escritura.
Desde ese punto de partida, comienzan las experiencias cor-
porales a encontrar en las investigaciones teóricas su fundamento. La
idea de una identidad corporal toma cuerpo en esa dimensión de lo
tradicional, de lo inconsciente, de lo simbólico. Se perfila como el
problema mismo de una identidad corporal primera, ‘primitiva’, que
conviene de que los latinoamericanos tomemos consciencia. El cuer-
po es no sólo la base donde se construyen culturalmente los sentidos
(corporales y significativos) con la lengua materna, sino la prepara-
ción misma más arcaica de los órganos emisores y receptores corpo-
rales que posibilitan los intercambios comunicacionales en todos los
lenguajes. Es allí donde las técnicas del cuerpo trasmitidas de genera-
ción en generación suponen los procesos de culturación del ser na-
ciente en su identidad social, adquirida como sujeto individual con
disposiciones y disponibilidades sensibles que facilitan las adquisicio-
nes posteriores de los lenguajes artísticos.
La educación por el arte supone que el proceso educativo
debe servirse de ese fondo artístico o expresivo como medio más
eficaz para la maduración o crecimiento del sujeto. La pedagogía de
28
Gilbert Rouget, ‘Questions posées a l’etnoscénologie’ , in La scéne et la terre, Babel ,
Maison des cultures du monde, Paris, 1996, p. 49.
El Cuerpo de la Obra • 93
29
La obra citada Questions de etnoscénologie comprende los fundamentos y las investigacioes
de campo de esos autores.
El Cuerpo de la Obra • 95
Primera Parte
Zohar, 2ª
0. El punto corporal
Todo comienza en un reconocimiento casi físico de una
disposición corporal, que hunde al sujeto en su propio origen, tocan-
do sensiblemente, en sus manifestaciones, una de las modalidades
expresivas. Sentirse pintor, escritor, escultor, músico, cantante, sin
seguimiento escolar o antes del perfeccionamiento técnico del dispo-
sitivo en un lenguaje artístico, es haber sentido ese toque de un arte
en un punto de nuestro cuerpo: se tiene oido, se tiene ritmo, se tiene
un piquito de oro, se tiene olfato, se tiene sentido del color o del
espacio. Si el arte es una cuestión de un haber o de tener individual y
corporalmente, comienzan allí las dificultades de la enseñanza del
arte en las instituciones: ¿Cómo transmitir el arte para desarrollar la
sensibilidad y la creatividad del ser de un artista?. Existen las técnicas
del arte y están los sujetos que deben implicarse en los procesos de
construcción de la obra para llegar a la expresión artística, pero el
arte necesita la implicación del ser en la acción. Por allí comienza la
problemática de la enseñanza del arte. Generalmente las escuelas
toman una opción del perfeccionamiento técnico, olvidando la causa
de una vocación tan subjetiva y corporal que tiene sus raíces en el
afecto, el amor o el sentimiento.
Sentirse afectado y marcar, con el afecto, uno de los lenguajes,
he allí donde el sujeto se siente contactado en un punto corporal difícil-
mente localizable. Digo toque, como se habla de la locura, del contacto
casi imperceptible del objeto, de una energía mágica, como el roce sin
recuerdo de aquel cuerpo primigenio con otro cuerpo relacional que ini-
cia nuestra sensibilidad en un cuerpo a cuerpo. Acaso será la madre que
le abrió el oído con su canto, los ojos con su figura, la corporalidad con
sus juegos, he aquí que ese toque que nos privilegia uno de los órganos
es un fragmento y un todo; nos erotiza un fragmento del cuerpo y corre
por todas partes, nos inscribe una mayor energía o sensibilidad en un
punto corporal que recorre todo el espacio corporal30. Ese lenguaje que
privilegia un organo se hace parte de un todo: metonimiza la vida, me
102 • Víctor Fuenmayor
1. El punto/ la ciencia.
Imposible, indefinible, informulable, son las adjetivaciones
que encontramos en las ciencias contemporáneas, frente a las prácti-
cas que hacen posible percibir ese punto entre el cuerpo y el lenguaje
en sus manifestaciones artísticas, míticas y religiosas. Es como retor-
nar a los pasos perdidos en algún recodo de la historia individual o
cultural, para encontrar algo de primero, primigenio, primitivo, que
permita explorar el lugar de la pérdida y recobrar su valor funda-
mental en todas las adquisiciones actuales y secundarias. Como si el
cuerpo contemporáneo, por ese punto sensible, se convirtiera en ese
30
Cualquier punto de la superficie del cuerpo entra en un conjunto orgánico: incluso un
punto de la piel, una célula, forman parte de un conjunto orgánico y entran en cierto orden
que denominé orden biológico (cf. Serge Leclaire,Para una teoría del Complejo de
Edipo, Nueva Visión, Buenos Aires, 1986, p. 23)
31
Kandinski, Punto y línea sobre el plano, Labor, Barcelona, 1993, p. 21.
El Cuerpo de la Obra • 103
32
Iuri Lotman: «Acerca de la semiosfera», in Criterios, Nº 30, Casa de las Américas, La
Habana, 1991, p. 6.
El Cuerpo de la Obra • 105
estructura que deriva de una organización intuitiva de los fantasmas (...) Fan-
tasma significa aquí memorización olfativa, auditiva, gustativa, visual, tactil,
barestésica y cinestésica de percepciones sutiles.33
Ese lugar insituable, histórico e inconsciente, es total y fun-
dador como un punto central que reune todas las expresiones del
sujeto. La dificultad de ubicación del lugar de emisión y de recepción
se debe a la omnipresencia: todos los lenguajes, todos los tiempos,
por lo tanto no es un detalle anatómico situable, sino que es una
referencia a la construcción y a las modificaciones que sufre el propio
sujeto. El concepto francés de ‘trace’, para huella en español, hace
perder el sentido doble de la memoria y del trazado que supone esa
definición. Los términos de ‘intuitiva’ , ‘fantasma’, ‘trazo’, pueden
remitir exactamente a algo que no puede manifestrase sino por me-
dio del arte, inducido por la memorización inconsciente de los recep-
tores que, como el caso de la teoría del semiólogo Lotman, dependen
de la sensorialidad. Las técnicas de psicoanálisis de niños de la auto-
ra, no comprendían sólo la palabra sino las artes como técnicas de
trazado y memorización de la huella:
Dibujos, efusión de colores, formas, son medios espontáneos de expresión en
la parte de los niños’. Se verá allí la necesidad de un contacto de cuerpo con las
materias del arte para dar formas a los fantasmas de la memorización, antes de
contar en forma verbal lo que habían dibujado o modelado.34
Podemos pasar a la antropología para ampliar las técnicas
hacia la eficacia de las curas simbólicas en adultos, sean ellas
psicoanalíticas o shamánicas. Ese fenómeno de punto corporal sitúa
también el tipo de manipulación, en un parto dificil de cura shamánica
del cual nos informa el antropólogo francés Claude Levi- Strauss,
con lujos de detalles sobre los cantos, teatralizaciones, vestiduras y
olores:
La técnica del relato busca, pues, restituir una experiencia real, el mito se limita
a sustituir los protagonistas. Estos penetran en el orificio natural, y pueden
imaginarse que tras toda esta preparaciòn psicológica, la enferma los siente
efectivamente penetrar. No sólo ésta los siente; ellos ‘despejan’ para sí mismos ,
sin duda y para encontrar el camino que buscan, pero también para ella, para
hacerle ‘clara’ y accesible al pensamiento consciente la sede de sensaciones
inefables y dolorosas el camino que se disponen a recorrer (...) Esta ‘visión
iluminante’, para parafrasear una fórmula del texto, les permite detallar un
itinerario complicado, verdadera anatomía mítica que corresponde menos a
33
Francçoise Dolto, La imagen inconsciente del cuerpo, Paidós, Barcelona, 1994, p. 42.
34
Ibid, p. 9.
El Cuerpo de la Obra • 107
una anatomía real de los órganos genitales que a una suerte de geografía afectiva,
que identifica cada punto de resistencia y cada dolor...35
Al final de la cita, nos refiera el autor, cada punto corporal
de resistencia y dolor de una verdadera anatomía mítica es un territo-
rio geografico afectivo de la parturienta. Se trata de una situación
‘inefable’ donde el mito que se desarrolla en el cuerpo interior opera
con eficacia, ‘cuyo teatro está constituido por el cuerpo y los órganos
internos de la enferma’, pero el antropólogo hace hincapié en todo el
teatro ceremonial donde:
El shamán proporciona a la enferma un ‘lenguaje’ en el cual se pueden expresar
inmediatamente estados informulados e informulables por otro camino. Y es el
pasaje a esta expresión verbal ( que permite, al mismo tiempo vivir bajo una
forma ordenada e inteligible una experiencia actual que, sin ello, sería anárquica
e inefable) lo que provoca el desbloqueo del proceso fisiológico, es decir la
reorganización, en un sentido favorable, de la secuencia cuyo desenvolvimien-
to sufre la enferma.36
Cuando tomaba las vías de las ciencias contemporáneas
para fundamentar las experiencias expresivas, me topaba con el ‘to-
reo’ de las ciencias que llevaba al mismo punto que me llevan las
artes: una anatomía mítica, una geografía afectiva, un lugar impreci-
so intuible, con puntos y esferas, núcleos y periferias. En el mismo
texto del antropólogo, pudieran establecerse dos lenguales corpora-
les: uno externo y otro interno. En el cuerpo externo se trata simple
y objetivamente de un parto dificil. En el cuerpo interno, opera pro-
piamente tanto la eficacia simbólica shamánica y psicoanalítica, como
también el arte como fuente terapéutica, desde la relación entre for-
mas y sujetos, puestos en contactos, para exteriorizar las expresión
de los síntomas con formas simbólicas: cantos, vestuarios, sombre-
ros, olores. Esa forma de exteriorización del síntoma, figura el orde-
namiento que el mismo sujeto hace, evolucionando hacia la
simbolización subjetiva, por la ordenación manifiesta de los símbo-
los. De acuerdo a ese primer ‘cuerpo’, existe una tendencia humana
de ordenarse casi a nivel celular: Las estructuras nerviosas buscan el
orden y lo encuentran, dondequiera que exista e inventan uno donde
no existe. 37 El cuerpo del arte o de la terapia configuraría alli, el
campo de búsqueda del orden pre-existente, antes de la lengua, o de
35
Claude Levi-Strauss, Antropología Estructural, EUDEBA, Buenos Aires, 1976, p.176.
36
Ibid, p. 179
37
Moshe Feldenkrais, La dificultad de ver lo obvio, Paidos, Buenos Aires 1991, p.30.
108 • Víctor Fuenmayor
38
Moshe Feldenkrais, ibid., p. 31.
El Cuerpo de la Obra • 109
39
El poder del yo, Paidos, Barcelona, 1995, p. 21.
110 • Víctor Fuenmayor
40
Roland Barthes, Essais critiques IV, Le bruissemenet de la langue, Seuil, Paris 1984,
p.28-29.
El Cuerpo de la Obra • 111
de contacto, por medio del arte, del cuerpo externo con el cuerpo
interno.
Al inicio, el sujeto del arte toma consciencia de la
intransitividad del proceso sin todavía tener la obra. Tiene la obra
adentro, en el cuerpo, como conjunción de las dos voces, de los dos
elementos, uno subjetivo y otro objetivo, un lenguaje-cuerpo fundi-
do en el propio proceso amatorio de la ejecución. No puede
transitivizar la acción puesto que traiciona el sentido del proceso:
escribo lo que está inscrito en mí, puesto que la obra se hace siempre
desde adentro. El cuerpo de la obra es el punto corporal donde se
unifica la interioridad del cuerpo con la exterioridad del lenguaje, el
afecto de un sujeto con los efectos de la obra artística.
Algunos descubren ese punto inicial a muy temprana edad,
otros prolongan la vida sin su búsqueda, hasta encontrar tardíamente
su llamado o vocación y se topan con esa disposición ‘natural’ y laten-
te, que no se han olvidado: una verdad que existía ya en su cuerpo
irrumpe algún día, haciéndoles nacer de nuevo o renacer en artistas,
como algunos llegan a confesarlo, puesto que esas sensaciones siem-
pre traen los recuerdos de un aparente olvido: el origen.
Si eso depende del origen, ¿puede eso aprenderse o enseñar-
se?. Existirán siempre dudas. Los especialistas niegan tal posibilidad y
sostienen que la creatividad no se aprende, sino que se desarrolla, que
evoluciona en las formas y en el sujeto. Lo que puede enseñarse son las
técnicas de desarrollo personal cuando la transmisión no separa el ser del
hacer, el cuerpo y las formas, el sujeto y la expresión; pero se necesita a la
vez que el docente mismo haya encontrado en él la implicación de los
procesos que lo hayan llevado al modelo personal de la transmisión al
mismo tiempo, como la voz media de una diátesis artística, en las en que
el proceso físico, personal y expresivo sean inseparables. El sujeto puede
colocarse en procesos expresivos, dentro de espacios y temporalidades
con vivencias corporales inductivas, para facilitar el acceso a esas posibi-
lidades propias. Se trata de situar el sujeto en situación de crear por
estrategias de los juegos artísticos. Existen vivencias pedagógicas que
catalizan, acelerando o disminuyendo, ese crecimiento personal, según el
grado de libertad y dominio de los lenguajes sensibles y de ‘enganche’ de
las personas que entran en contacto en el proceso. Pero la pedagogía
normativa todavía no aprende, a pesar de los slogans de enseñar a apren-
der, ese proceso que afecta tanto al sujeto en su cuerpo como en la obra,
112 • Víctor Fuenmayor
por mediación de la internalización del arte que afecta más la vida, que
se resiente aún más desde la ‘sensible sensibilidad’ del arte. Eso que es
intransferible de una persona a otra, es propiamente una cualidad del ser
que puede aprenderse en el propio hacer, de manera que expresiones de
la lengua marcan ese paso del ser al hacer, como cuando se dice: se hizo
artista, como si las manos del propio sujeto modelaran la materia
modelable del ser y del hacer de la realización de la voz media de la
diátesis citada por Barthes. El artista que se hace a sí mismo - se llega
también a oir. Se trataría pués de fundar un ejercitación de procesos
auto-modelantes del ser que pueden transferirse en todas las acciones,
donde se hace necesario construir o reconstruir las bases donde se han
fijado débilmente las identidades de los sujetos.
Podemos preguntarnos muchas cosas sobre la necesidad tem-
prana de adquirir los lenguajes, desde la más tierna infancia, de sembrar
la sensibilidad artística que el sujeto requiere para su óptimo desarrollo,
desde el ingreso a la escuela hasta el término de su vida. Aunque no se
enseñe como arte, porque se cree que el niño no lo necesita todavía, hay
que reconocer que el ser humano necesita de la afinación de la sensibili-
dad que se opera con el arte para el desarrollo pleno de su persona y de
los lenguajes: esas acciones aparentemente externas de los juegos del
arte, donde el jugador se hace centro de los procesos que ocurren dentro
de la obra, permite hacer evolucionar el perfeccionamiento de la formas
y de los sujetos en una misma acción simbólica. Es, sobretodo, optimizar
una disposición corporal a desarrollar, desde ese proceso interno-exter-
no, en todas las posibilidades de los lenguajes artísticos que servirán
para afinar el instrumento-instrumentista del cuerpo, con todos los sen-
tidos básicos y agudos de la inteligencia necesaria para interpretar la
compleja partitura de la vida. Enseñar a ser, es lo dificil, enseñar a expre-
sar a partir de lo que el sujeto siente, releva de una dificultad mayor que
el aprendizaje regulado de la simple metodología de enseñanza aprendi-
zaje, puesto que lo que se enseña es lo que somos y no lo que pretende-
mos enseñar.
¿ Cómo transmitir las técnicas artísticas de acuerdo a lo que
somos? Será una manera de asumir el cuerpo del arte desde la perspec-
tiva de la enseñanza, no sólo del arte, sino en general de la educación del
sujeto. Transmitir las técnicas, separadas de la identidad, como hacen las
escuelas e incluso las de arte, hará profesionales tecnicistas fragmenta-
dos: médicos, abogados, pintores, escultores, instrumentistas, bailari-
El Cuerpo de la Obra • 113
nes, pero no transmitirán el sentido del ser humano, del arte, ni desarro-
llarán el ser de la plenitud humana ni del artista. Si la escuela no toma en
cuenta los primeros fundamentos de identidad, sociogenéticos y
filogenéticos del ser humano, la escuela formará técnicos de un arte ( en
un tiempo comprendía la ciencia), pero no artistas, seres humanos infor-
mados (informatizados me atrevería a decir por el obsesivo afán de in-
troducir la informática en las escuelas), pero no formados. Si es una
cualidad a transmitir (valores, sentimientos, emociones) que atañen al
ser, es dificil llegar a partir de lo que no se es o no se siente. El arte es una
disposición corporal de un sujeto humano, que lo lleva a desarrollar las
disposibilidades expresivas, cuya materialidad metaforiza el mismo cuerpo
del sujeto quien le imprime la forma, hasta el grado tal, donde la verdad
humana de lo sentido se funde con el sentido mismo de la belleza o de la
verdad que comparte con otros seres vivientes.41
Si el cuerpo es lo que me existe, esa disponibilidad sensible
viene al artista de la materia de la vida en lo que tiene de formadora una
infancia. Junto con los primeros fundamentos corporales, se transmitie-
ron los aprendizajes de los lenguajes de su humanidad, vehiculando lo
artístico sin el arte, hacia la afinación sensible del cuerpo, o desplazando
lo artístico hacia la humanidad, que se filtra como nutriente humano en
el proceso formador. En toda la evolución de su historia, el sujeto guar-
dará las huellas indelebles en la memoria corporal, como se guardan
celosamente las imágenes de los sueños, hasta que llega a manifestarse,
en cualquier etapa de la vida, la necesidad de la exteriorización. Son hue-
llas de una verdad interior en su lejano pasado y en los porvenires. Ese
tesoro memorable, material y sensible, que queda latente, y disponible,
a disposición de una libertad o de una sumisión, espera darle cuerpo a la
obra, desde la obra humana que le dio cuerpo al artista. Dice Auguste
Rodin, como lo han dicho muchos hombres con otras palabras, la priori-
dad de una verdad interior en todo comienzo:
El arte solo comienza con la verdad interior. (...)Pero sin la ciencia de los
volúmenes, de las proporciones, de los colores, sin la habilidad de la mano, el
más vivo de los sentimientos se queda como paralizado. ¿Qué será el más
grande de los poetas en un país extranjero cuya lengua ignorara?.42
41
La palabra es un don del lenguaje, y el lenguaje no es inmaterial. Es cuerpo sutil, pero es
cuerpo. Las palabras son tomadas en todas las imágenes corporales que cautivan el sujeto;
pueden embarazar al histérico,(...) A.un más las palabras puedan ellas mismas sufrir las
lesiones simbólicas, cumplir actos imaginarios cuyo sujeto es el paciente.(...) En su conjunto
purdrn drt objetos de una erotización siguiendo los desplazamientos de la erogeneidad en
la imagen corporal ( Jacques Lacan, Ecrits, Seuil, Paris, 1966, p. 301).
114 • Víctor Fuenmayor
3. Cuerpo / Memoria
Lo que se aprende con el cuerpo no se olvida - me dijo una
vez la profesora de danza africana Elsa Wolliaston-, en un encuentro
después de varios años de ausencia, en un curso en Ginebra, durante
mis vacaciones universitarias. Ese uso de la memoria corporal, como
tesoro del conocimiento y aún de lo que el sujeto cree desconocer de
sí mismo, fundamento muchos de los procesos artísticos, pedagógi-
42
Auguste Rodin, Mi testamento, Editorial y Librería Goncourt, Buenos Aires, 1977, p.12.
El Cuerpo de la Obra • 115
4. Disponilidad / Implicación
Ese punto corporal no es el mismo en todas las personas ni en
todas las culturas, puesto que la implicación del sujeto en los lenguajes y
de los lenguajes en el sujeto, dependen de una tradición de las técnicas
del cuerpo que, no siempre, el estado de desarrollo de las ciencias y de las
artes han posibilitado su consciencia. Puedo usar la palabra implicación ,
en el sentido que fue introducido en las ciencias humanas por el psicoa-
nalista francés Jacques Lacan: designando por letra la estructura del len-
guaje en tanto que el sujeto está implicado, de manera que el sujeto se
literaliza y el lenguaje se corporaliza. Letra designa para Lacan , el so-
porte que el sujeto toma de la estructura del lenguaje para realizar el
soporte material de su discurso. Bastaría tomar el sentido de letra en
tanto que elemento metafórico de cualquiera de los lenguajes artísticos,
en el sentido más amplio, para hacer evolucionar el concepto hacia la
implicación más global: el cuerpo está implicado en todos los lenguajes
como letra de las diversas escrituras artísticas
En los pueblos que no tienen escritura, la letra existe bajo
las formas de los otros lenguajes: el sujeto se pictorializa, se
pictogramatiza, se oraliza, se musicaliza. Lo que quiero plantear de
esa implicación es una especie de especificidad artística que puede
desarrollarse de acuerdo a los lenguajes que sirven al sujeto en su
implicación. Se conoce que los psicoanalistas de niños abandonan por
momentos la implicación del lenguaje verbal, mientras sumergen al
infante en experiencias de juegos del arte, para luego, retomar las
palabras. Y aún pueden llegar al acto para resolver complejos muy
46
La simbología de la acción es la más primitiva y más fundamental. Se enraíza en la vivencia
ontogenética de cada uno, pero además en la vivencia filogenética y sociogenética de la
humanidad ( Bernard Aucouturier, Simbología del movimiento, p. 137)
120 • Víctor Fuenmayor
47
C. Levi-Strauss, op. cit., p. 181. La experiencia de M.A. Sechehaye fue recogida bajo el
nombre de La realización simbólica, (suplemento Nº 12, de la Revue Suisse de Psychologie,
Berna, 1947. En español, existe la edición del libro que guarda el mismo título y subtitulan-
do Diario de una esquizofrénica. La realización simbólica de Madame Sechehaye y la
eficacia simbólica de Levi-Strauss suponen a nivel de sujeto individual y social una implica-
ción de la cura desde el punto donde el cuerpo y el símbolo se originan en el incosnciente
individual o social.
El Cuerpo de la Obra • 121
48
Ciertos psicoanalistas de niños, los psicomotricistas y arteterapistas pueden reconocer esa
ejercitación para llegar a lo propiamente subjetivo o primitivo del sujeto: la globalidad de
la persona comprende también, aparte de sus dimensiones corporales, intelectuales y afectivas,
su dimensión social primitiva que lo liga a sus semejantes.(...) Una vez sobrepasada las
estereotipias culturales encontramos el fondo común de la experiencia humana, de la natu-
raleza humana (cf. Bernard Aucoututier, op. cit, p. 137).
122 • Víctor Fuenmayor
49
Así, por ejemplo, en el ballet, la cabeza dirige al cuerpo, pudiéndose hablar de un cartesianismo
corporal.
50
Aucouturier, Bernard, André Lapierre, El cuerpo y el inconsciente en Terapia y en
Educación, p. 22.
El Cuerpo de la Obra • 123
51
Marcel Mauss, op. cit, p. 374. Es la referencia a la posición de estar sentado en el suelo,
sobre los pies, sin levantar los talones. Esa postura se encuentra en los niños en todos los
pueblos indígenas latinoamericanos y su pérdida puede deberse al uso de la silla que
produce un acortamiento de tendones.
124 • Víctor Fuenmayor
52
Cf. Es la posición descrita por Roland Barthes en El placer del texto. Las formas de leer son
remitidas a goces del sujeto lector.
53
Jean Starobinski, Les mots sous les mots. Les anagrames de Ferdinand de Saussure,
Gallimard, Paris, 1971, p. 33.
126 • Víctor Fuenmayor
54
Charles Mauron y otros: Tres enfoques de la Literatura, Carlos Peres Editor, Buenos
Aires,p. 79.
55
Sigmund Freud, El Yo y el Ello, Alianza Editorial,3º ed., Madrid, 1978, p. 19.
128 • Víctor Fuenmayor
56
Iuri Lotman, «Acerca de la semiosfera», in Criterios, Nº30, Casa de las Américas, Habana,
1991, p.p.6 y 7.
El Cuerpo de la Obra • 129
57
Se trata como una referencia a un punto originario del mito personal: Todo pasa como si los
impases propios a la situación original, a saber que lo no está resuelto en alguna parte, se
desplazaba a otro punto esquemal de la red mítica, se reproducía siempre en algún punto.
( Jacques Lacan, El mito individual del neurótico, p. 19)
130 • Víctor Fuenmayor
instrumento puntiagudo; esta palabra me iría tanto mejor que me remite tam-
bién a la idea de puntuación y que las fotos de que hablo están en efecto como
puntuadas, a veces incluso moteadas por estos puntos sensibles; precisamente
esas marcas, esas heridas son puntos. Ese segundo elemento que viene a pertur-
bar el studium lo llamaré punctum; pues punctum es también: pinchazo,
agujerito, pequeña mancha, pequeño corte y también casualidad. El punctum
de una foto es ese azar que en ella me despunta (pero que también me lastima,
me punza).58
Esos dos conceptos barthesianos , aunque aplicados a una
semiótica de la fotografía, pueden extenderse a otras artes incluyen-
do el punctum como ejecución y lectura, asociada al punto corporal
de la obra, en una relación de comunión autor-lector59, más allá de la
lectura cultural, entre el operator (artista), y el spectator. El escritor
Jorge Luis Borges, el gran lector de las míticas bibliotecas, considera
como un derecho esa lectura ingenua que, nosotros, ampliándola ha-
cia otras artes, podríamos extender a un más allá esos goces :
...nadie tiene derecho a privarse de esa felicidad, la Comedia, de leerla de un
modo ingenuo. Después vendrán los comentarios, el deseo de saber que signi-
fica cada alusión mitológica, ver como Dante tomó un gran verso de Virgilio y
acaso lo mejoró traduciéndolo. Al principio debemos leer el libro con fe de
niño, abandonarnos a él; después nos acompañará hasta el fin.60
¿ Goce, felicidad? Por allí comienza la sensación que se fija
hasta el final como una primera apropiación cuyo espacio es el cuer-
po de la vasta memoria. Podría decir que descubriendo el punto cor-
poral, miro hacia la interioridad del cuerpo del otro en relación a la
resonancia con el mío, diapasón o vaso comunicante que revela la
vibración del lugar de un enganche imaginario de sujeto a sujeto para
llegar al descubrimiento de la fusión de una imagen del cuerpo en los
símbolos de la obra. ¿Transferencia? ¿Comunicación mimética?, ¿Re-
sonancias psíquicas o afectivas?. Un niño llora cuando oye o ve llorar;
aún adultos, no podemos mirar los ojos lagrimeantes del otro, imá-
genes fílmicas dolorosas, sin que un efecto orgánico, algunas veces
irreprimible, no se revele turbando nuestros cuerpos. La afinación de
ese punto comunicacional y sensible del cuerpo, se convierte en ac-
ción - reacción antes las manifestaciones artísticas y, propiamente,
como la actualización de la rememoración fundadora de la humani-
58
Roland Barthes, La cámara lúcida, Paidós, Barcelona, 1990, p.63-64.
59
La génesis de la obra, entonces, aparece como un viaje en busca de la comunión perdida. Cf.
Charles Mauron, op. cit, p. 76.
60
«La divina Comedia», in Siete noches. Obras Completas, tomo III, Emecé, Buenos Aires,
1989, p. 220.
132 • Víctor Fuenmayor
1. La línea humanizante:
la biosfera y la otra realidad
En un principio y hasta el final formamos parte de la
biosfera o esferas de la vida:
El primer trozo de materia provista de una membrana que lo separaba del
resto del mundo tenía forma y contorno y se convirtó en el primer individuo.
El cosmo circundante aseguraba el ingreso de más materia; lo cual aseguraba el
ingreso de la energía necesaria para la autopropulsión, y la descarga hacia el
mundo exterior de la materia vaciada de energía, así como la eliminación de
toxinas del metabolismo y de partículas inertes. Todo ser viviente posee un
límite que lo separa del mundo. Lo que está contenido dentro del límite posee
una estructura cuyo funcionamiento asegura la autopropulsión, es decir la
actividad de ser. Cuando cesan las funciones solo quedan la forma y la estructu-
ra: el ser está, por lo tanto muerto. La cesación del movimiento equivale al fin
de la vida misma.61
61
Moshe Feldenkrais,op. cit, p. 35
62
Sin llegar a las fuentes pre-históricas, pero si a las fuentes de culturas no occidentales en la
creación del arte contemporáneo, puede verse: Charles Harrison, Francis Francina, Gil
Perry,Primitivismo, cubismo y abstracción, Alcal, Madrid, 1998.
140 • Víctor Fuenmayor
manidad: la línea de las técnicas del cuerpo de las líneas de las técni-
cas simbólicas. Toda separación será tan imaginaria como la línea de
una sombra, como el límite de la membrana de todo organismo vi-
viente que lo une y lo separa del mundo. Somos una sola línea de
humanidad, bajo todas las líneas de los lenguajes con que se expresa
la diversidad cultural. Pero toda línea nos somete a la repetición del
punto: somos una sola línea de puntos sucesivos de un ordenamiento
corporal, que permite luego todos los alineamientos potenciales y
posibles de adquisiciones culturales secundarias. Estamos unidos y
separados del mundo con las líneas de puntos de los contornos de la
piel como poros físicos y metafísicos de nuestro pensamiento. Si lo
pensamos como un desarrollo único en cada ser humano, la energía
del cuerpo parte de las excitaciones susceptibles de ser recibidas y
signficadas de suerte que la libido se encuentra diseminada por todo
el organismo y que cualquier punto de su cuerpo puede transformar-
se en su fuente somática64. Se trate de transmisión neuronal, libidinal,
energética, no podemos pensar sino en una alineación personal, ener-
gética para cada cuerpo, como si esos centros energéticos irradiadiaran
su fuerza libidinal por medio de líneas cuya fuente es somática. Pue-
den existir grandes líneas, arquetipos, estructuras: el deseo, el amor,
el complejo, el mito, como geometrías imaginarias estructurantes del
ser humano, pero nadie vive esas realidades de la misma manera.
Cada cuerpo elabora las líneas tensionales o energéticas como orga-
nización individual de los puntos somáticos.
2. El alineamiento de la semejanza
Debemos entonces reconocer que el hombre no puede nunca
verse desde la línea simple de una biología abstracta, puesto que no
nace físicamente en la soledad de otra especie cualquiera, sino en la
situación social de un punto corporal estructurante de su individuali-
dad. Desde el inicio, entonces, transforma su propia biología concre-
ta y corporal, en ese punto que es su fuente somática de vida, donde
engancha todos los lenguajes conjuntos que le aprenden a traducir en
signos, necesidades y sentimientos. Quedará siempre ligado a esa
64
Mijaíl Bajtín y V. Voloshínov,¿ Qué es el lenguaje?, Más allá de la enunciación, Ensayo
sobre Freud Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1998, p. 88.
142 • Víctor Fuenmayor
4. La línea de la singularización
El origen de todos esos sentidos podrían deducirse de ese
mismo punto que inicia la línea de la vida que parece desprenderse
del tiempo y del espacio, para internalizarse y eternizarse, ser mito y
realidad viviente. A pesar de todas las situaciones, adaptaciones, ajus-
tes, en su evolución de las formas, en una historia personal, siempre
quedan las marcas de una mismidad subjetiva. Como si el cuerpo
externo tuviera sus propias historias de adaptaciones y de roles, y el
cuerpo interno sus razones, el fondo de una mismidad narcisística le
aferra a otro cuerpo con corporalidad interna, fijado a ese punto que
le hizo nacer en una lengua materna, en wayúu, en español, francés,
japonés o alemán, de dos cuerpos entrelazados con nombres y creen-
cias. Una maternalidad simbólica parece protegerlo de todas las tra-
ducciones que pueda hacer hacia otros signos y creencias. Hablo de
esa maternalidad cultural que precede a los aprendizajes lingüísticos,
65
Literatura guaraní del Paraguay, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980, p. p. 11, 12 y 13.
El Cuerpo de la Obra • 145
66
Pierre Legendre, La passion d’ être un autre, Seuil, Paris, 1978, p. 23
148 • Víctor Fuenmayor
6. Disposición / Técnica
Soy hijo de una artista popular quien descubrió ‘sin ningu-
na técnica’, a los 68 años de edad, su disponibilidad expresiva en las
artes plásticas: talla, dibujo, pintura. Para superar la conmoción de la
muerte de un hijo, mi madre Malú comenzó a tallar y a pintar, con su
saber y depósito de imágenes, una galería de cristos, santos, iglesias,
pueblos. Sin haber asistido nunca a una escuela ni haber tenido nin-
guna formación artística previa, sino a partir del sentimiento fuerte
de una madre en duelo. Comenzó a tallar y a pintar, y así siguió
El Cuerpo de la Obra • 149
luego para toda su vida por el goce mismo del proceso material de la
talla y la pintura. Con el deseo de crear y expresar , pasó a la pintura
sobre el lienzo, con temas sorprendentes en el arte popular (puertos,
barcos, toreos, boxeos, bailarines, caratecas, pagodas). Fue poblando
el espacio de los últimos años de su vida con ese cúmulo de imágenes
del pueblo imaginario de su infancia y de la cotidianidad. Nada de su
vida anterior de madre y ama de casa podían predecir ese descubri-
miento. Obtener , tiempo después, un premio en la I Bienal de Arte
Bárbaro Rivas del Museo de Arte Popular de Petare, no hace más
que asegurar un lugar en la plástica que ella nunca confesó como
deseo o meta. Su limitación de no haber realizado una educación
escolar, no fue nunca un impedimento para desarrollar sus posibili-
dades artísticas, como no ha sido para muchos de los cultores popula-
res Había, pues, una disposición latente en ella que la muerte de un
hijo hizo despertar. Una disposición corporal le hizo descubrir un
arte en las materias y colores que exigía la expresión de su mundo
conmovido por un duelo . Alérgica al color negro (descubrimiento
que hizo el médico cuando se vistió de luto en la misma fecha del
inicio artístico), indicaba su sensibilidad epidérmica hacia los colores.
Su arte reclamaba una gama colorística que no era la del duelo re-
ciente, sino los colores vistos y sentidos de un lejano pueblo en la
tierra falconiana, que abandonó desde la adolescencia. Sin retornar
nunca a verlo, lo pintaba con el recuerdo. Aún conteniendo detalles
de algún otro pueblo que hubiera visitado, ella siempre calificó esos
pueblos con el adjetivo de ‘imaginarios’. Algunas veces agregaba al-
guna metáfora: pueblo- espiral, pueblo-flor, que pueden seguirse como
una realización metafórica, no realística de la tradición popular, sino
desde un imaginario personal.
¿Cuántos artistas populares realizan en Latinoamérica los ‘ima-
ginarios’ de sus vidas con esas disponibilidades que llevan latentes? ¿cómo
se hizo la inscripción de las técnicas y formas de un arte tradicional que
conservaron sin ejercicio continuo y que nunca olvidaron?. El concepto
de disponiblidad me pareció más aceptable que el de técnica tradicional (
que existe seguramente en nuestros pueblos) para nombrar esas habili-
dades, para definir ese manejo material y organizativo del dispositivo
artístico. Disponibilidad parece más cercano a una disposición sensible
que las técnicas del cuerpo hubieran desarrollado en su sensibilidad hacia
un arte, más que la palabra técnica (en su uso frecuente y casi
150 • Víctor Fuenmayor
descalificativo del artista popular) y que parece privilegiar las reglas ob-
jetivas o canónicas del arte. No sólo en la plástica podemos encontrar
esas disponiblidades, sino también en la música, en esos sujetos que
tocan de oído - como dicen ellos mismos-, calificando el órgano como
punto corporal de su saber.
Nuestros violinistas populares tocan el instrumento culto
excepcionalmente, sin conocer la técnica, dicen los músicos sinfónicos.
Nuestros más extraordinjarios percusionistas de los pueblos
afrovenezolanos, se ‘comen’ a los percusionistas que aprendieron en
los conservatorios. Los cuatristas y percusionistas afinan sus instru-
mentos y lo enseñan oralmente, de acuerdo a la manera como fue
aprendido, utilizando frases y sonidos de la lengua, de instrumentos
internos del cuerpo, como la enseñanza instrumental en Asia y en
Africa. Cambur pintón, para las cinco cuerdas del cuatro. San Benito
cayó en la plaza mayor/ se rompió la cabeza con un plato de arroz,
traduce un ritmo percutivo tradicional de chimbángueles.
Debemos suponer, en esas técnicas de oido, de resonancia
de la boca y lengua, de palabras, la postulación de enseñanzas de un
saber transmitido, bajo formas tradicionales, en pueblos de tradición
oral, cuyo contenido está más corporalizado que las formas escritas
sobre hojas pentagramadas para el solfeo o folios de partituras, don-
de el cuerpo del aprendiz se aleja simbólicamente de la hoja que le
exigen ejecutar. Se trata efectivamente de dos técnicas diferentes.
Fijar la música en el órgano sensible sin ayuda de la memoria externa
de la escritura, introduce en el cuerpo otros procesos. Muchas de esas
habilidades, casi orgánicas de disponibilidad artística, se le reconocen
a ciertos pueblos, sin entrar en el núcleo esencial de una investiga-
ción: ¿Cómo se la transmitido el sentido musical? por el oído sin la
visión del pentagrama. Escuchando el nivel medio de la senbilidad
del oído, en la región centro-occidental venezolana, se oye decir a los
especialistas que enseñan tocar instrumentos: ‘ la gente de Lara tie-
nen sentido de la música’, para expresar ‘que tienen condiciones mu-
sicales’.
Ese reconocimiento no les hace, sin embargo, a los peda-
gogos del conservatorio, cambiar sus métodos de enseñanza. Se les
hace comenzar por el solfeo y la lectura musical, antes de entrar pro-
piamente en la ejecución del instrumento. No hay escucha para ‘esa
otra técnica’ popular o tradicional que poseen los individuos o gru-
El Cuerpo de la Obra • 151
7. Transmisión / Cuerpo
En verdad, hay dos historias en las líneas de la transmisión
pedagógica en América Latina. Como en todas las sociedades donde
las colonizaciones occidentales no han podido penetrar completamente,
los restos identificatorios de las vivientes culturas tradicionales se
alojan en individuos o grupos que se aislan en sus métodos de trans-
misión propia. Esos métodos pueden ser opuestos, en lengua, estilos
y procedimientos, a los que se impone al ingreso en las instituciones
escolares oficiales. Un aislamiento lingüístico, político, religioso, ha
salvado un resto de identidad de esos pueblos donde se ha fijado un
arte por las tradiciones de las técnicas del cuerpo: las lenguas asiáti-
cas o pre-hispánicas, la reclusión de grupos de danza en las palacios
de los sultanes, en Java, que no perdieron su mecenazgo artístico
frente a los nuevos colonizadores, la religión de la santería en Cuba o
del voudú en Haití, ilustran de ese aislamiento para salvar una iden-
tidad fundada en la transmisión corporal. Cantos, danzas, movimien-
tos, rituales, presiden esa memoria preservada en los cuerpos por sus
usos religiosos, ceremoniales o artísticos. Todos esos casos tienen en
común de que se trata de pueblos occidentalizados que han conserva-
do una ‘primitividad’ identificatoria, sin que hayan perdido las técni-
cas del cuerpo, no reducidas éstas a la dimensión física de la existen-
cia, sino la transmisión de una globalidad cultural, de lo ritual, de lo
sagrado, de ‘estados’, presidiendo los aprendizajes. Cuando se ha per-
dido ‘a medias’ la lengua original, una memoria de signos, de frag-
mentos de lenguas, de marcas de traducción, signan el aislamiento
de una esfera de la cultura que se aparta en un bloque comunicativo:
el lenguaje sagrado del voudú, de la santería cubana, de las religiones
sincréticas, preside las nominaciones y las traducciones, aunque esté
expresado en francés creole o español criollo, minado de africanismos.
Conocer solamente los signos de la lengua, las denomina-
ciones, no es conocer la transmisión de esa globalidad comunicada al
sujeto por técnicas del cuerpo con movimientos, gestos, ritmos. Mu-
chos de los textos literarios, fusionando dos lenguas y culturas, fun-
cionarían con esas mismas reglas de organización global que, en su
lectura, no siempre son leídas de esa manera particular por el lector
hispanohablante. Un lector del El reino de este mundo, del escritor
cubano Alejo Carpentier, sin las informaciones pertinentes del cuer-
El Cuerpo de la Obra • 153
67
Cf. Ramiro Guerra, Calibán danzante, Monte Avila editores, Caracas, 1993, contiene una
descripción del asombro del desarrollo de las artes, sobretodo de la música y de la danza, de
los aborígenes de las Antillas bailando ‘con todos los músculos y no sólo con las piernas’ y
ganando poder y prestigio social quien mejor bailara. Una afirmación semejante se encuen-
tra en las obras del francés Pierre Clastres respecto a los pueblos guaraníes.
154 • Víctor Fuenmayor
9. Sentido / Escuela
La escucha de los ‘sentidos’ pudiera ser la labor previa de
toda enseñanza en las artes y en las ciencias, puesto que se puede
‘tener sentido’ de muchas cosas antes del ingreso a la escuela: de las
matemáticas, de la lengua, de la astronomía o de la física. Bastaría
reconocer en lo que digo, una variación de una pedagogía de la situa-
ción aplicada a la exploración de disponibilidades expresivas, donde
el docente pudiera situar, con estrategias propias a la cultura del gru-
po, la disposición corporal de los ‘sentidos de’ las artes o de las cien-
cias, afirmando o negando, según las frases que nuestra lengua ofre-
ce para describir los procesos: tiene oído, tiene ritmo, sigue el ritmo,
sabe entrar en el ritmo, no tiene sentido de la lengua o de los núme-
ros, tiene sentido del espacio, donde el maestro podría reconocer es-
trategias posibles para los haberes y carencias de cada alumno y de
las disponibilidades expresivas grupales desarrolladas por la cultura.
Una buena educación, especialmente para los pueblos con diversas
técnicas tradicionales en todas las artes como Latinoamérica, debiera
comenzar por las exploración de las disponibilidades individuales y
culturales que harían más eficaces las metodologías pedagógicas, en
una relación más personalizada de los aprendizajes, basados en una
pre-disposición sensible que la cultura ha configurado antes del in-
greso del niño a la escuela.
Existe, por ejemplo, una disposición de lectura astronómica
derivada de los ciclos de siembras y cosechas, casi más exacta que el
propio observatorio, en las comudidades campesinas. Siempre rela-
El Cuerpo de la Obra • 157
69
Auguste Rodin, op. cit, p. 16
El Cuerpo de la Obra • 159
70
Títulos de libros de Alejo Carpentier, escritor cubano, que considero de la misma zona
cultural cuyas obras simbólicamente pueden atestiguar de ese viaje a la raíz que hay que
hacer en las creaciones latinoamericanas. Los pasos perdidos es el relato novelística del
encuentro de la creación con la obra de la vida y del arte.
164 • Víctor Fuenmayor
sino en un más allá, donde las técnicas del cuerpo, en las culturas no
tradicionales, implicaran al sujeto colectivo en las acciones tanto ar-
tísticas como cotidianas. Nunca hubiera podido llegar a esa latencia
más antigua, sin ese caldeamiento que descongeló mis propios blo-
queos escuchando el impulso de un instrumento de mi infancia y que
pudo liberar al niño que fui en el cuerpo que era y que soy. Sin esa
extraño irrupción de una música en mi cuerpo que hizo mover libre
el cuerpo que era, no hubiese conocido esa partitura personal de mi
mismo que la memoria consciente no me revelaba.
Entre el punto del nacimiento y el punto de muerte, todo
artista descubre desde el arte de la vida el otro arte memorable, ese
que lo colma de entusiasmo y de deseo, que es la metáfora de su
cuerpo, con su punto corporal trazando una línea estética, traducien-
do en materialidades artísticas, el recorrido del trayecto de esa ali-
neación que une los dos extremos de la vida. La línea sería un tempe-
ramento expresado en el movimiento de un punto corporal en el tra-
zo de la danza, de la plástica o de la escritura. El verdadero trazo
artístico implica el cuerpo en el trazado en una sola línea que va abar-
cando todas las obras, llamándose desarrollo de las formas estéticas,
evolución del mito personal, pero desde ese narcisismo primero, el
artista no puede sino marcar con sus huellas las formas evolutivas de
su arte. Todo arte contiene los dos puntos del trayecto de la vida y de
muerte, desde el punto corporal central, donde se encuentra
estructurada la partitura personal con que el cuerpo construyó su
persona: su verdad y su máscara. En un solo lenguaje, sería difícil
percibir esa línea pluridimensional, sembrada de otros lenguajes para
devolver al mensaje una densidad y un volumen, que evocan el cuer-
po, en una realización que excede el espacio de la obra. Violín y hoja
de música puede ser un buen ensayo de escuchar la música en la par-
titura de un collage de Pablo Picasso. Los piés en un círculo de la
Suite Catalana de Antoni Tapies, podrían bailarse al son de una
sardana, aunque también pudiera escucharse la música cuando em-
plea hojas de partituras musicales. El cuerpo es lienzo, pentagrama,
arcilla, folio, escenario, línea, donde el vacío de la creación busca lle-
narse con la línea del arte para construir la figura que el Amor evoca,
o la del Verbo que embarga la línea con una pasión de vida.
El Cuerpo de la Obra • 175
1. Figura / compatibilidad
En verdad, no sólo no había olvidado nada de lo aprendi-
do con el cuerpo, como lo dijo mi maestra de danza africana, sino
que, recuperando conscientemente mi cuerpo cultural con investiga-
ciones de campo en las regiones afrovenezolanas, había mejorado la
calidad de lo que había aprendido con ella. Descubrir ese cuerpo no
obedecía a seguir pasos o a repetir posiciones de barras y espejos,
sino al sentimiento de goce de compartir una figura total que movía
desde adentro mis articulaciones, sin esfuerzos, facilitándome los
seguimientos rítmicos, improvisaciones, movimientos grupales. Era
como descubrir una totalidad integradora, una figura kinésica de base,
que organizaba el movimiento propio y grupal. Era como descubrir
el principio vivificador de una forma de danza que me permitiría
reflexionar sobre la experiencia de un aprendizaje cuya eficacia me
había sorprendido desde el inicio. Me había asentado en una parte
182 • Víctor Fuenmayor
75
Claude Levi-Strauss, op. cit. p.p. 221,222,224
184 • Víctor Fuenmayor
descritas con base a los principios occidentales. Mis viajes por Asia
habían afirmado más el número infinito de cuerpos que no entraban
en las técnicas corporales occidentales. Todo eso que vive y que sólo
puede aprenderse con vivencias, no se aprende en las instituciones
(universidad, conservatorio, academias), lo tenía allí, desplegado ante
mis ojos y en la región más cercana y menos transparente: mi cuer-
po en el cuerpos de los otros que tenían culturas semejantes a la mía.
Tampoco se investiga en las labores de campo, en la sociología o en la
antropología, en las formaciones universitarias. Cuando me situaba
como sujeto académico y observaba los otros como un objeto de es-
tudio, como si fueran piedras y rocas traídos de otro planeta, pasados
por un microscopio, ese cuerpo de las formas vivientes y vivaces se
perdía. O cuando tomaba las posiciones de piés, manos, niveles, del
ballet clásico, ese cuerpo tampoco entraba en ese rigidez y rigurosi-
dad técnica. El camino era otro. ¿Transferencia, amor, implicación?.
No quería palabras sino comprender ese lazo con que se enciende en
el humano el sentido para la comprensión de la propia humanidad y
la humanidad del otro como prójimo. Mi cuerpo poseía una figura
interna, una estructuración rítmica, que me permitía aprendizajes
más rápidos con técnicas que seguían la línea que me había modelado
mi cultura. ¿Amar al otro como a ti mismo acaso no pasa por ese
mandamiento del conocimiento?. Encontraba un fundamento de mis
disposiciones corporales en semejanzas a otros cuerpos que danza-
ban en fiestas patronales, ritos y ceremonias, mezclando lenguas, ri-
tos y símbolos de diversas culturas. No era de una cultura ni de una
forma excluyente cuya técnica se imponía como un poder, sino un
integrante de una comunidad antigua, vuelta intercultural, quizás más
libre de cuerpo, cuyos rasgos me permitían pasar de mi región hacia
el propio terreno universal de técnicas no hegemónicas. Y puedo pro-
ferirlo: amo mi cultura y amo la cultura de los otros que están en mi,
amo todas las culturas en lo que detentan de humano y de belleza casi
inhumana y comienzo siempre por esa propiedad que una cultura
deposita en los cuerpos como sede de algo superior a la rigurosa
socialidad de una técnica y que deposita el saber de su arte más
antiguo.
Ese cuerpo cultural, universalizable por las semejanzas con
la mayoría de otras culturas, me llevó a considerar los problemas de
la enseñanza de las técnicas de las sociedades no hegemónicas: no
El Cuerpo de la Obra • 185
76
Estando en Bali, uno de los maestros de Sardono aceptaba que ingresara en sus aprendizajes
con la sola condición de quedarme en la aldea, conviviendo con la propia familia y compar-
tiendo las experiencias de su vida. Dificilmente pude aceptar las condiciones, puesto que se
trataba de una corta estadía. La misma propuesta pude recibirla de un shamán de una tribu
amazónica que curaba con cantos, en oposición al vegetalista que curaba con hierbas. En
ambos casos, es el maestro o shamán quien decide la aceptación, según un contacto perso-
nal, que consideran favorable para la enseñanza.
186 • Víctor Fuenmayor
2. Ser / Estar
Somos culturas no hegemónicas, tradicionales, orales, fun-
damentados en un aprendizaje por lo corpo-oral, como la de tantos
otros pueblos, hasta que un coloniaje impuso un estar mental de su
cultura occidental, dualista, que entronizó la separación mente/cuer-
po, sin pertenecer propiamente a las tradiciones occidentales. Somos,
desde entonces, culturas corporales que estamos en una cultura
occidentalizada, sin dejar completamente el cuerpo afuera. Necesita-
mos siempre algo de lo concreto, aunque fuese bajo forma de
ejemplificaciones, aún en los cursos académicos más avanzados, para
afirmar la comprensión meramente intelectual. Podría decir, consta-
tando lo mismo en muchos otros pueblos, que han elaborado testi-
monios de esa separación bajo la forma de la oralidad y de la escritu-
ra: los individuos de los pueblos occidentales están en la cultura, mien-
tras que los individuos de los pueblos no-occidentales son la cultura.
Muchos de los artistas nuestros son de una cultura y pasan a expre-
sarse en el código de la otra cultura. Los pueblos que llamo
occidentalizados, suponen la situación separatoria entre un núcleo
del ser de las culturas orales, cuyo aprendizaje primero fue corporal y
El Cuerpo de la Obra • 187
77
Jesús María Arguedas, Yawar fiesta, Editorial Horizonte, Lima, 1980.
188 • Víctor Fuenmayor
78
José Balza me refirió esa conducta de los waraos que viven en la desembocadura del Orinoco
bajo el nombre de guaitiao
190 • Víctor Fuenmayor
79
Marcel Mauss, op. cit, p.11.
El Cuerpo de la Obra • 191
3. Taller / ser.
Para mí, venezolano, esas frases de Elsa, la de Kenya, que
lo que se aprende con el cuerpo no se olvida, se iban más allá del
espacio y del tiempo de esa pequeña escena de un taller en invierno
de un país europeo. Se remontan a reflexiones que, aún me hago,
sobre el cuerpo cultural latinomericano contemporáneo que no se
puede desligar del origen de la transmisión de las técnicas tradiciona-
El Cuerpo de la Obra • 195
4. Lo corporal / lo impensado
Decir que todo arte tiene un cuerpo impensado, es signifi-
car las dificultades y la necesidad de pensarlo como origen y dentro
de las propias formas artísticas donde el cuerpo encuentra su memo-
ria, sin pensarse, en un flujo de movimientos, imágenes y palabras.
Que un pintor dibuje la imagen de un cuerpo desde la maestría de la
técnica realista, me permite decir que ‘eso no es un cuerpo’, sino una
representación, como sucede con la obra de Magritte donde la ima-
gen de la pipa porta una inscripción en letras ‘ceci n’est pas une pipe’.
Hay obras donde se muestran representaciones del cuerpo, mientras,
en otras, donde no aparece la imagen del cuerpo pueden ser más
corporales. Este puede existir en el expresarse en imagen y decirse.
Es sobre obras que no representan directamente cuerpos, donde po-
demos paradójicamente entre-linearlo en la inscripción del arte y leerlo
entre-líneas en una escucha. Muchas de las rupturas comunicacionales
en el arte contemporáneo suponen la lectura del entre-líneas del suje-
to en el arte, bajo los símbolos de la auto-representación del cuerpo
disperso en la insistencia de formas, colores, palabras.. Ese cuerpo
desgranado de una mazorca de símbolos dispersa sus granos, sus
arenas enceguecedoras, en el espacio artístico. No piensa en el mis-
mos lugar que lo pensamos, si no ajustamos las miras al punto cor-
poral que lo ha originado, Con la habilidad y la ciencia, se va atrapan-
do donde menos pensamos: en el cuerpo-nombre de los anagramas,
en la conversión histérica de los síntomas, en la insistencia de
significantes de las formaciones del inconsciente, en la eficacia de la
curación simbólica. Pero eso sí, el sujeto está presente en todas sus
acciones reales, imaginarias y simbólicas.
La inscripción inversa de Magritte atrapa ese ‘no es aquí
que es allá’ del juego niñesco del ‘cuartillo de la arepita’, cuando se
198 • Víctor Fuenmayor
5. El punto / la línea
Con su seguimiento de aprendiz, mi cuerpo había encon-
trado un territorio propio, un nicho cultural., aunque, paradójicamen-
te, estuviese en Paris y mi profesora fuera africana. Comprendía la
separación o unión de los aprendizajes con el punto corporal: podía
unirme o separarme, como si el cuerpo y los lenguajes pudieran apar-
tarse y unirse facilitando o dificultando los aprendizajes, sin relación
a un territorio geográfico sino cultural. Si me movía desde mi punto
corporal era una línea que avanzaba en su espacio. El mundo del
cuerpo era el tablero de ajedrez, donde cada cultura asignaba una
línea de avance para cada pieza, pero las interferencias de un jugador
más poderoso se frenaba con cada jugada de los contrarios. Había
que aprender las destreza del jugador, para avanzar en la línea de la
figura, y colocar el punto corporal en la base del desarrollo de una
técnica latinoamericana, como habían hecho los pueblos asiáticos o
africanos frente a las técnicas occidentales. Era la misma línea de la
acción y del pensamiento como alineados por el punto corporal que,
desplazándose, daba del trayecto de la figura de una cultura.
Constataba que el cuerpo no se escoge como tampoco una
lengua materna. Eran fuerzas de la evolución de un punto en una
línea, como se dice de un destino. Se pueden vivir las errancias y las
separaciones, sin encontrar esa línea. Hay culturas y educaciones que
la favorecen, otras que frenan o detienen ese encuentro. Frotaba un
campo de libertad y de determinaciones de lo que puede unirse o
separarse de un cuerpo cultural. Todo lo que fortalecía el espacio de
las creaciones era como la extensión posible de esa línea: un bailarín
El Cuerpo de la Obra • 201
80
Sapir hace la diferencia entre el aprendizaje del cuerpo y el aprendizaje del habla.’El proceso
de adquisición del habla es, en realidad, algo totalmente distinto del aproceso de aprender
a caminar’. En referencia a lo muscular y el sonido: ‘ Otra de las razones que explican nuestra
falta de imaginación fonética es el hecho de que, si nuestro oído es un organo muy delicado,
capaz de discernir cualquier sonido lingüístico, en cambio los múscullos de nuestros órga-
nos del habla, desde los primeros años de la vida, han venido acostumbrándose exclusiva-
mente a las adaptaciones y sistemas de adaptación particulares que se requieren para produ-
cir los sonidos tradicionales de nuestra lengua’ ( Edward Sapir, El lenguaje, F.C.E., México,
1954, p. p. 9 y 55).. Estas tésis se corresponderían con la idea de un cuerpo formado de
técnicas tradicionales que resiste a las adaptaciones de los otros sistemas que no toman en
cuenta sus disposiciones.
202 • Víctor Fuenmayor
6. Contacto / disposición
He oído muchas veces el mismo comentario, después de
un ejercicio del taller, en boca de los principiantes o de algunos profe-
sionales que no siguen las técnicas de ponerse en contacto con su
propio cuerpo: dicen que sienten por primera vez su pelvis, su sacro,
su espalda, su esqueleto, después de algunas ejercitaciones senso-
perceptivas o desplazamientos rítmicos. Los entiendo a la perfec-
ción. También yo, una vez sentí la totalidad de mi cuerpo moviéndo-
se: cuando me movía en la perfecta fusión con el ritmo. Yo había
contactado mi cuerpo total, energético, subjetivo, cultural, con una
sensación circulatoria, palpitante, orgánica, en todas partes: manos y
El Cuerpo de la Obra • 207
7. Lo somático / La experiencia
Iba despertando, a partir de un punto que llamo corporal,
a las vivencias reales que me inducían imágenes, goces y lejanos re-
cuerdos, facililitando las expresiones de mi historia personal y de la
ficción, de mi cultura en comparación con las otras, mi educación de
libros y las del fichero de experiencias de mi archivo personal. Había
sentido ese punto imaginario donde parecían integrarse todos los
lenguajes que era como un semio-sema de idea cratiliana de los sig-
nos que reunen signo y cuerpo en el juego de palabras (sema-soma).
Era como la kabala sin la escritura sagrada en el acuerdo de las cosas
con los nombres. Algo del Verbo vivía en mi, como un todo humano
de la semejanza. Si eso era yo, había manera de transmitirlo a seres
semejantes del mismo Verbo cultural. Tenía que encontrar una ma-
nera de enseñar que no fuera el cuerpo por el cuerpo.
Esas diferencias en la adquisición de habilidades de una
manera integral o fragmentada, en el aprendizaje de los códigos de
expresión, duraron un corto tiempo. Realizada desde ese punto de
cuerpo y de cultura expresiva, en comparación con los otros largos
aprendizajes institucionales que deben comenzar desde la infancia,
mi formación fue en plena adultez. Desplacé entonces mi propia ex-
El Cuerpo de la Obra • 209
8. Integración / Metodología
Todos esos alientos inesperados a una labor que yo considera-
ba humilde y focalizada sobre una cultura en particular, me han dado las
fuerzas necesarias para sembrar el deseo de escribir sobre el cuerpo del
arte. A partir de las experiencias en talleres de expresión corporal inte-
gral, que he ido extendiendo todas las modalidades de expresiones artís-
ticas, la pedagogía y la terapia, sitúo los tres elementos de la integración:
cuerpo moviente, cuerpo visto y cuerpo hablado, como parte de una
metodología que señalo como integradora o como método de experien-
cias integradas ( Cuerpo- Plástica-Escritura).
El Cuerpo de la Obra • 211
1. La huella
¿Habéis visto los piés impresos en los cuadros de un pintor
contemporáneo como Antoni Tapies?. ¿Habéis visto huellas impre-
sas del cuerpo fragmentado o entero en otros artistas?. Son los inten-
tos de decir un cuerpo, pero no desde la apariencia, desde la mirada
externa sino las huellas del cuerpo del sujeto, desde otra mirada sim-
bólica que lo totaliza y unifica. Son las huellas, impresiones, semejan-
tes a la huella en el manto de la Verónica o en el lienzo de un sudario;
aunque más allá están los trazos de todo aquello que puede ser consi-
derado parte de la auto-representación tenemos que leer la parte del
símbolo. La fuerza o debilidad de sus trazos, las materias, la singula-
ridad colorística, las formas recurrentes o existentes, nos descubren
algo de la persona y de su mundo interno que ni el mismo sospecha,
como si presencia de una revelación personal y casi corporal en todos
los trazos esperara su descubrimiento.
Algunas veces esas manifestaciones autorepresentativas son
conscientes como las letras dispersas del nombre del pintor en los espa-
cios del cuadro, pero aún asi, siendo conscientes, siempre existen trazos
que interrogan desde la inconsciencia del cuerpo memorable. Esas reve-
laciones del cuerpo no sitúan las marcas en una sola expresión, sino que
parecen concretar un espacio relacional que no se agotan en un solo len-
guaje, sino en todas las artes que constituyen la partitura personal. Pue-
de notarse, en el uso del llamado poema visual en Tapies, por ejemplo, la
escritura que ha ido ingresando en las formas picturales. Aunque no se
perciban trazos de lo verbal, no puede existir humanamente un arte no-
verbal (como se suele llamar), puesto que el ser humano que lo produce
es eminentemente ser hablante, verbal por esencia. Todo arte supone
entonces la presencia de un Verbo bajo la forma de una lengua materna
que encarna en un cuerpo para construir el ser humano, hablante aún en
la mudez del cuadro o del movimiento del cuerpo. La latencia de los
signos de una lengua, llamada materna, habita parasitariamente el cuer-
po, la visión y aún todas las cosas del mundo que para existir tienen que
ser nombradas.. La consciencia que tiene el artista de su vida o de su arte
totalizan un saber, como veremos en el ejemplo de Tapies, donde creen-
cias, cultura, lengua y autoconocimiento remiten a su arte como poética
visual, como una forma de situar la huella del cuerpo, de la imagen y de
la lengua, en un espacio de la auto-representación.
220 • Víctor Fuenmayor
83
Es la temática de Hijo de Hombre de Augusto Roa Bastos donde Jesús y el leproso llegan
a unirse en la obra del Cristo de Itapé. La novela es la historia de ese Cristo.
El Cuerpo de la Obra • 223
85
Cf. Pierre Legendre: La passion d’ètre un autre, Seuil, Paris, 1978, p. 64.
86
Ivan Almeida, «Un corps devenu récit», in Le corps et ses fictions, Editions de Minuit,
Paris, 1983, p. 10.
El Cuerpo de la Obra • 225
87
La declaración de condena a muerte de un escritor por un Ayatola trae a la contemporanei-
dad el problema de lo que fue la inquisición en la historia de Occidente. El retiro de obras
del fotógrafo Nelson Garrido, Premio Nacional de Artes Plásticas, confirman los límites del
poder del arte en la legimitación del cuerpo.
226 • Víctor Fuenmayor
88
Michel Leiris, La literatura considerada como una tauromaquia, Tusquets editor, Barce-
lona, 1975, pp.13-14.
El Cuerpo de la Obra • 227
6. De espectador a contemplador.
Estableciendo un puente entre lector-autor, podemos pa-
sar de la calidad perceptiva de un espectador medio a la sensibilidad
privilegiada del cuerpo de un contemplador; cambiando el tiempo-
espacio del acercamiento a la obra y pasando a una actitud de percibir
el espacio de irradiación de una obra: aislamiento espacial y alarga-
miento temporal de la visión contemplativa, lenta y minuciosa, para
establecer el espacio de contacto de dos imaginarios que se interpe-
lan. Esa comunión activa los procesos de percepción sensible, afina
los sentidos, y facilita los otros procesos inteligibles de comprensión,
de interpretación y de conocimiento, para situarnos en un más allá de
los fenómenos externos de la comunicación.
Sería el sabor-saber de la vivencia del estilo en una lectura
que implica una reminiscencia del goce del estilo en el sujeto hacedor
de una escritura. El punto corporal es la travesía del enigma del estilo
que se ancla en el cuerpo del otro y me ilumina los recorridos de la
lectura de las formas. Trátese de asociaciones de palabras, de reitera-
ciones literales o silábicas, de metáforas obsesionantes del mito per-
El Cuerpo de la Obra • 229
90
Me estoy refiriéndo a los procedimientos semiológicos, psicoanalítivos, sociológicos y
antropológicos, en autores fundadores del pensamiento contemporáneo la lingüística
(Saussure), de la semiología (Barthes), del psicoanálisis (Freud), de la psicocrítica (Charles
Mauron), de la antropología (Levi-Strauss) donde puede notarse la rigurosidad en las
búsquedas dde conceptos y métodos que pueden delinear el concepto de lo que llamado
punto corporal.
230 • Víctor Fuenmayor
como todo aquello que sea conlleve la idea de un aprendizaje por el cuerpo (en
japonés el verbo tai toku suru) como ejercicio físico ascético conduciendo
(shugyó) al conocimiento, de espontaneidad adquirida por el entrenamiento
físico (mûshin), no pueden ser dadas sino por perífrasis en las lenguas euro-
peas.93
Ciertos aspectos de esta propuesta que implican el cuerpo
en las acciones artísticas han entrado en Occidente por vías de ciertas
metodologías creativas en las artes, pedagogías expresivas integrales
y terapias corporales; pero es necesario admitir que el rigor,
academicismo, la fragmentación disciplinaria, señalan los errores y
errancias, en la contemporaneidad, entre el dualismo tradicional y el
holismo seductor. Entre tanto, el espolón con que se elabora el estilo
busca, en las enseñanzas creativas y expresivas, una práctica experi-
mental y vivencial, donde pueda iniciarse una reflexión del cuerpo
real del sujeto aprehendido a partir de las manifestaciones expresivas
de individuos o grupos, bajo las formas de talleres de creación, de
desarrollo o crecimiento personal, donde los juegos del arte elaboran
un espacio donde la expresión subjetiva ‘puede ser inducida.
Puede verse, en esas búsquedas pedagógicas o terapéuti-
cas, una vuelta de la mayéutica socrática del autoconocimiento, un
retorno al taller de la edad media donde el maestro transmitía una
técnica artesanal y personal a los aprendices94, una elaboración sinté-
tica del desarrollo personal fundado en el descubrimiento del deseo
creativo que se hace evidente en las prácticas expresivas. Todo esto
comienza por un manejo de la inducción como técnica pedagógica,
lúdica y no directiva, donde cada sujeto debe encontrar el espolón
que punza la sensibilidad de los sentidos y que origina su estilo.
8. Un psicoanalista en Roma
Cualquier artista afirma lo que esencialmente postulo en
estos escritos: todo arte es corporal e implica el cuerpo total, aunque
93
Jean Marie Pradier, «La Etno-scénologie: la profondeurs des emergences», in ibid, p. 32-
33.
94
Lacan sitúa el psicoanálisis del lado de las artes y al analista del lado del maestro de esas artes
liberales de la edad media: Es cierto que lo que caracteriza esas artes y las distingue de las
ciencias que serían en resumen salidas de las artes liberales, es el mantenimiento en primer
plan de algo que pudiera llamar su relación fundamental a la medida del hombre (...) esa
relación de medida de la relación del hombre a si mismo es muy especialmente por excelen-
cia el uso del lenguaje, el uso de la palabra (op. cit, p. 2)
El Cuerpo de la Obra • 233
95
Pierre Legendre, La passion d’être un autre, Seuil, Paris, p. 9.
234 • Víctor Fuenmayor
96
VII Congreso Roma 1974. Actas de la Escuela Freudiana de Paris, Ediciones Petrel, Paris,
1975, p. 28 y 229.
236 • Víctor Fuenmayor
Cuando quiso crear el mundo, las letras estaban cerradas. Y durante los dos mil
años que precedieron su creación, las contemplaba y jugada con ellas. Cuando
El se decidió crear el mundo, todas las letras se presentaron a El, de la última a
la primera. ( Zohar, 2b)
Los juegos artísticos, pedagógicos expresivos y terapéuti-
cos, son esa afirmación de ese Verbo que se nos dio originalmente en
el juego de las formas para poder construir la materia simbólica de la
inteligencia y los trazos de la verdad que el cuerpo detenta. Todo
juego con formas y materias nos remite a una inteligencia primitiva,
primaria, corporal, es decir a un originario creador, mientras que las
formas abstractas de la inteligencia remitirán a las fases secundarias
de una intelección celebrada institucionalmente, pero separada del
cuerpo. El concepto no juega sino que se impone como teoría, dogma
y poder; lo que se juega en las artes son todas las formas de acceder
a las inteligencias celebradas y olvidadas del Verbo, que llevan a en-
trever la verdad en sus símbolos. Descubrir ese punto corporal de los
lenguajes donde cada sujeto elaboró por primera vez su inteligencia
es descubrir las conexiones de símbolos y materias que nos vez pri-
mera surgieron de la mismidad del sujeto, acaso su verdad, construído
con el arte de la vida a partir de la semejanza del otro.
97
Sigmund Freud, op. cit, p. 19.
El Cuerpo de la Obra • 243
SEGUNDA PARTE
Cuerpo en el exilio
8. Saber leer.
¿Puede la enseñanza artística llegar al desarrollo de la
transmisión de esa sabiduría tan personal y tan cultural que armoni-
ce, en todas las artes , la lectura y la escritura con el deseo, los objetos
artísticos con la identidad individual, histórica y social? Es lo que de-
260 • Víctor Fuenmayor
98
Marc Klein, «Proponer el juego dramático es responder al desarrollo educativo de nuestro
tiempo», in Juego dramático,a entorno y cultura, Escola d’Expressió i de Psicomtricitat
del Ayuntamiento de Barcelona, Barcelona, 1993.
262 • Víctor Fuenmayor
99
Augusto Roa Bastos, Hijo de hombre, Editorial Six Barral y Oveja Negra, Bogotá, 1984,
pp. 27-28
100
Alejo Carpentier, Los pasos perdidos, 6ª edición, Bruguera, Barcelona, 1983, p. 216.
264 • Víctor Fuenmayor
101
Op. cit.
El Cuerpo de la Obra • 267
como escritura inicial y como lectura actual del mundo ; puesto que
estando en el origen del desarrollo del cuerpo, no llegan a desapare-
cer completamente en toda la evolución del sujeto. El mismo sujeto
Divino, Dios en el Zohar, según una teoría del nacimiento de la escri-
tura sagrada, jugó dos mil años con las letras, antes de decidirse a
crear el mundo con el Verbo. El juego como forma de crear la huma-
nidad está en el origen, puesto que los procesos lúdicos son esos que
permiten la construcción de una zona corporal en un espacio de ensa-
yo para llegar al dominio intuitivo de los signos, formas y lenguaje.
ya adulto aprendí otro idioma con menos nombres de colores que el español;
si esa hubiera sido mi lengua materna, el mundo supuestamente no verbal
hubiera sido menos polícromo.
J. M. Briceño Guerrero: Amor y terror de las palabras
aparecer bajo ese mismo ángulo, cuando no tiene en sus metas, como
único eje y razón de ser, el desarrollo pleno del sujeto.
¿Acaso cuando se trae de nuevo a la educación la idea de la
creatividad, del desarrollo humano a partir de la potencialidad sensi-
ble del hombre, de la producción de lo humano a partir del arte, no
estaríamos de nuevo tomando el camino de llevarlo al reconocimien-
to de sus posibilidades potenciales aún no plenamente desarrolladas?
Debemos decir, frente a todas las crisis y fracasos políticos, económi-
cos y educativos, quizás nos quede recordar, en ese intento de crear lo
humano a partir de experiencias artísticas, que es sólo por la educa-
ción sensible que el hombre podrá valorar de nuevo su humanidad.
Quizás sea la sola manera para que el hombre pueda recuperar la
idea de los valores, de otra realidad humana diferente a la que vive ;
que vislumbre , a partir de esas vivencias sensibles, otra idea también
de lo humano en su presente y en su futuro.
Un cuerpo educado por lo sensible siempre podrá encontrar
los atajos de sus recuerdos, de su identidad individual o social o cultural,
cuando desde el aprendizaje escolar se junta la sensibilidad corporal y
artística a las transformaciones deseadas que propone una sociedad o
una cultura. Los sentidos desarrollados por estrategias creativas y artís-
ticas resultan ser los antecedentes más próximos a cualquier transforma-
ción programada para desarrollar integralmente la sensibilidad y la inte-
ligencia, sin atentar contra la identidad ni la cultura,
102
José Manuel Briceño Guerrero, Amor y terror de las palabras, Editorial Mandorla, Cara-
cas, 1987, p. 13
El Cuerpo de la Obra • 289
103
Philippe Sollers, L’écriture et l’expérience des limites, Seuil, Paris, 1968, p. 31
290 • Víctor Fuenmayor
Un objeto importante,
es importante precisamente
porque conduce fuera de sí mismo,
porque es expresión
104
La sensibilidad corporal, cenestesia o sensibilidad sensorial (que tiene un efecto emocional)
abarca estímulos interoceptivos (sensibilidad visceral), propioceptivos(a través de las articu-
laciones, músculos, actitudes y movimientos que regulan con el control del laberinto, el
equilibrio y las sinergias necesarias para el desplazamiento corporal total o local) y
exteroceptivos (sensibilidad cutánea, táctil y térmica dolorosa y de los órganos periféricos)
Las sensaciones son kinestésicas. ( cf. Patricia Stokoe y Ruth Harf, La expresión corporal
en el jardín de infantes, Paidós, Barcelona, 1992, p. 72).
298 • Víctor Fuenmayor
105
Jorge Brener, ‘Cuerpo, palabra, espacio del discurso’, in O’Donnell, Pacho y colaboradores,
El análisis freudiano del grupo, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1988, p. 57.
300 • Víctor Fuenmayor
círculo con sus cualidades resulta significativo del inicio: por un lado,
el espacio interior del círculo está vacío, mientras que los bordes los
llenan los cuerpos.
Esa vaciedad central es como el símbolo mismo del espa-
cio humano que se irá llenando de significantes. Es como la página en
blanco cuyos bordes la plantean como marco de una escritura o una
representación que debe aparecer. Es sobre ese espacio vacío al co-
mienzo, donde los primeros trazos o marcas del texto aparecerán y
podrán dirigirme el el sentido que produce el grupo. A partir de ese
encuentro, trato de inducir una comunicación verbal ( lo que deben
saber ellos mismos del grupo inicial: nombres, profesiones,
espectativas) y una comunicación escrita o dibujada ( lo que cada
quien reserva para sí). Las palabras habladas o informaciones inscri-
tas quedan como rasgos de algo que puede retomarse en el desarro-
llo del taller.
La primera idea del texto me lo dan los mismos nombres
organizados como información: tziar, Ushoa, Angustias, Dolores,
Soledad, Gracia, Gemma, Nuria, Monse, pueden tomarse como ele-
mentos de un texto. ¿ Qué lenguas están allí en presencia como siste-
ma de nominaciones? Español, vazco, catalán , gallego. No obstante
los nombres son en si mismo significados que no sabemos el signifi-
cado o el nombre puede parecernos extraños a los hiapano-hablantes,
como el de Ushoa e Itziar. Los otros golpean por su sentido o signi-
ficado independientemente de la función de nombres propios: An-
gustia, Soledad, Dolores, son también nombres comunes que pare-
cieran propios de la poética lorquiana, pero también cotidiana de un
país y una lengua. Cualquier detalle o apreciación: ‘ese no es mi ver-
dadero nombre’, ‘no me gusta’, la traducción que ellos hagan, la con-
formidad o disconformidad, llevan a organizar un primer texto de
conocimiento y reconocimiento.
Una segunda idea me viene por el azar de los nombres en
su posición de círcularidad para ofrecer un texto poético: Rosa al
lado de Maximina puede leerse Rosa Maximina. Apellidos como
Chopin o Camino, Palacio, parecían entrar en el imaginario grupal
para fijarse sin esfuerzo en la memoria.
Esa primera rueda de nombres, en un inicio, se convierte
en una escucha, una ejercitación memorística, de estrategia imagina-
ria para comenzar a hablar sobre los procedimientos textuales: los
El Cuerpo de la Obra • 301
4. El cuerpo
Le langaje n’est pas inmateriel.
Il est corps subtil,
mais il est corps.
5. Arte
La historia de vuestra vida,
de mi vida, no existe. (...)
La novela de mi vida, de vuestras vidas, sí,
pero no la historia.
Es por medio de la recuperación del tiempo
por el imaginario
como el aliento vuelve
a la vida
112
Entrevista en el Nouvel Observateur.
El Cuerpo de la Obra • 307
113
Se trataría de una variación del concepto de esquema corporal con base a la práctica, casi
pudiera decir de una aplicación a un grupo o cultura, haciendo énfasis en sus semejanzas
como seres humanos. De allí que lo vamos a considerar con base en la definición de imagen
dinámica: El esquema corporal es la imagen dinámica de las diferentes partes del cuerpo, sus
distintas posiciones, desplazamientos y todo el potencial de actividades y actitudes posibles
(que se denominan praxias); es una totalización y unificación de las sensibilidades orgánicas
y de las impresiones posturales, que se revela en el movimiento. ( Patricia Stokoe y Ruth
Harf: La expresión corporal en el jardín de infantes, Paidós,Barcelona, 1992, p. 72).
El Cuerpo de la Obra • 309
6. La lengua
La lengua comporta siempre un no todo: nadie dice todo
ni todo puede decirse, de manera que la escucha intenta oir los signos
lingüísticos como parte de un todo dentro de las otras materialidades.
De allí, puede surgir lo que el compañero simbólico puede construir.
Las primeras consignas de creatividad lingüística son siempre indi-
rectas a partir de juegos: escribir palabras, frases completas,
autodenominaciones, juegos de palabras, o simplementes letras. Re-
curro a la escritura para evitar contagios que se producirían en las
verbalizaciones orales entre los participantes y para hacer que tome
un sentido la metáfora de la escritura corporal. Haciendo leer sim-
plemente los nombres y autodenominaciones aparece un texto pri-
mero:
Rosa enigmática
Maximina camino
Jauma tumbador
Paul l’integrateur ( en francés)
Isabel vida
Virginia mariposa (en vazco)
Angustias no gracias.
Itziar ki
7. La pedagogía
He definido el pedagogo de arte como un compañero sim-
bólico con una competencia psicopedagógica capaz de inducir y con-
trolar las vivencias que induce con los procesos artísticos. Esos proce-
sos competen el dominio de la integralidad corporal con un dominio
del eje expresivo donde pueden traducirse sinestésicamente las artes
en una poética general. La etimología de pedagogo, según Dicciona-
El Cuerpo de la Obra • 313
114
Patricia Stokoe y Ruth Harf, op. cit, p. 30.
115
Patricia Stokoe re refiere a esa expresión corporal como elemento central de la pedagogía
para desarrollar el sujeto: Es muy conveniente la introducción progresiva en la enseñanza de
aquellas disciplinas que utilizan el cuerpo como vehiculo expresivo, las cuales sirven de
complemento a las disciplinas tradicionales que se orientan sobretodo al desarrollo intelec-
tual. (...) Incluso el desarrollo del área intelectual se verá favorecido por el desarrollo
proporcionado de otras áreas: social.emocional, corporal, etcétera. ( Ibid, p. 27). Gisele
Barret nos hace ver que en la definición ideal y utópice del profesor de expresión dramática:
él es el cerebro, corazón y el cuerpo del grupo. A pesar de lo que hay de excesivo en estas tres
palabras, encontramos en ella lo esencial: el acento cae en la importancia de la presencia, la
inteligencia y la sensibilidad. ( Pedagogía de la expresión dramática, Recherche en expression,
Montreal, 1991, p. 29). Lo mismo puede decirse de todo profesor de expresión artística.
314 • Víctor Fuenmayor
116
Cf. Gisèle Barret, Pedagogía de la situación en expresión dramática y en educación, Recherche
en Expression, Montreal, Quebec, 1991.
El Cuerpo de la Obra • 315
TERCERA PARTE
Nada más real
que el cuerpo que imagino
Octavio Paz
117
Albert Folch, Serra Eudaldo, Arte Aborigen Australiano, Publicaciones españolas, Ate-
neo de Madrid, 1967.
El Cuerpo de la Obra • 323
118
Marco Rodriguez del Camino, Veramérica, p. 7.
El Cuerpo de la Obra • 325
121
Elisabeth Ollé Curiel,1994-1997, CALABARI, Catálogo de la exposición itinerante, edi-
ción de autor. Tratándose de una exposición pictórica lleva el nombre de un paso de danza
que hace descollar la relación entre el cuerpo moviente de ejecución de la obra, la represen-
tación pictórica de ritos populares venezolanos de la región de Choroní y la investigación de
esa poética integral latinoamericana aceptada por un artista de otra cultura.
El Cuerpo de la Obra • 329
Alvarado Tenorio
122
Attilio Colombo, ‘Japanese photographie’, Preface,, in Cahiers de la photographie, Nº 5,
ACCP, Paris, 1982., p. 23.
El Cuerpo de la Obra • 333
123
En uno de las entrevistas televisadas habla de esa obsesión por las paredes y muros de la
ciudad.
El Cuerpo de la Obra • 335
Y esto por dos razones: tú serás llamada a ser inscrita en las frente de los hombres
de confiance que cumplen la Torah de la primera letra (Aleph) a la última ( Tav)
y que morirán bajo tu signo; por otra parte tu eres el sello de la muerte .
Sin tratar de hacer un análisis cabalístico, debo indicar va-
rios elementos: las letras iniciales de nombre y apellido del pintor se
atienen a la descripción de ser letras muy marcadas en ese alfabeto;
puede existir con la letra M una traducción de la última letra del
alfabeto hebreo a la kabala del idioma castellano donde la letra M, las
calaveras con la X, pueden tener relación con ese texto kabalístico
sobre la letra T. Pero sobretodo, Tapies conoce seguramente el pen-
samiento cabalístico, a partir de autores catalanes ( Ramon Llul, por
ejemplo), para conocer y asociar elementos literales con conceptos u
objetos como testimonian sus numerosas condensaciones de letras y
cosas en las obras del artista.
- La letra A aparecerá bajo formas de objetos con una letra- escalera
( L’Echelle,), letra -silla (Chaises, Carborundo 1981, ), Cap Piramide
sobre paper, 1967, Pantalon sobre bastidor, 1971.
- La letra X puede significar, pintada sobre puertas y ventanas, la idea
de tapiar, en otros casos, referidos a la muerte o a la idea de nega-
ción ( la cosa y su negación). Las tapias con puertas o ventanas ta-
piadas son como repeticiones, ecos, rimas del propio nombre ( Ta-
piar, tapiados, )
- La preferencia por las medias y piés ( mitjó en catalán), huellas de
pasos, piernas, zapatos, hacen especial referencia a una parte de su
cuerpo y de su patronímico. Nombrando el fragmento del cuerpo,
las plantas del ser , las raíces del cuerpo, evocará un fragmento de su
patronímico: Ta- pies. No obstante, existe la letra A dibujada en
Armari (1973) como depósito de colección de vestidos. En el senti-
do del Aleph, según la Torah, la totalidad de vestidos cubre exterior-
mente un cuerpo escondido entre formas y palabras. Ese conoci-
miento kabalístico para usar estrategias de poner en código nom-
bres y cuerpos, letras y cosas, puede haber sido conocido por medio
del estudio del kabalista catalán Ramon Lull ( Tres R, Aguafuerte y
tinta,1975). Esas estrategias plásticas y significativas van dirigidas a
establecer códigos de contacto entre la visualidad y otros registros
perceptivos y significativos, para llegar a lo que el mismo cabalismo
llama cuerpo: toda escritura, para los kabalistas, es un vestido que
cubre el cuerpo ( ver medias, pantalones, etc., en sus obras) como
parte de un conocimiento simbólico que comprende más allá de la
lengua, asentándose en las creencias sobre valores universales de la
338 • Víctor Fuenmayor
letra.
Puede darse como hipótesis comprobada que el artista pudo
elaborar sus códigos de contacto entre la cosa y letra, entre nombre y
cosa, fundándose en algunas otras tradiciones culturales o escriturales
que ya han elaborado sus procedimientos de unión entre los signos,
las cosas y el autor, por medio de la escritura sagrada.
Asi como existe contacto entre lengua y visualidad, pode-
mos insistir tambien en otros procesos de traducción, en el trabajo de
códigos picturales cuyo modelo se encuentra en otras culturas que
pasan a enriquecer los procedimientos de codificación en los autores:
por ejemplo de la escritura ideogramática a la escritura alfabética (
cultura oriental en la obra de Tapies) o traducción de letras de la
kabala judía a las cábalas de las otras lenguas (Caso de la letra Tav,
letra y sello de la muerte , según el Zohar y la letra M de la palabra
muerte en el catalán y en la lengua española). La letra T que aparece
en Tapies es traducible y asi aparece realizado en la obra , por ser
final en el alfabeto hebreo, a otras letras con la misma situación ter-
minal: letra O ( Omega del griego),o Z de nuestro alfabeto, que
aparecen también en las obras del autor citado.
Muchas de esos procedimientos, usados por el pintor Ta-
pies, se encuentran no sólo en la pintura, sino que forman parte de la
escritura en autores tales como Gabriel García Marquez, Jorge Luis
Borges, Augusto Roa Bastos, Horacio Quiroga, Julio Cortazar. Se
pudiese decir que ese simbolismo mítico de las letras se extiende a las
artes con a base creencias religiosas, esotéricas, que primero situaban
los procesos de la escritura sagrada y que han pasado a las otras ar-
tes. En otros autores pareciese ser, sin el conocimiento de los proce-
dimientos kabalísticos, que se trata de una tradición literaria mante-
nido por técnicas retóricas de los nombres como en los acrósticos o
que aparecen de una manera inconsciente por el anagramatismo in-
consciente de la figurabilidad en las creaciones del sujeto..
Existen otras posibilidades de contacto: entre cifras y obje-
tos, objetos y nombres, como es el aleph , correspondientes a nuestra
A que aparece en la escalera (Tapies: L’ Echelle, La cadira, El arma-
rio, en sus aspectos más cercanos de la significación del imaginario
simbólico de la letra según la tradición kabalística). Esas relaciones
de contacto de la visión con otros registros expresivos no es sólo de
una pared o tapia que sirve de soporte de la imagen, sino que sobre
El Cuerpo de la Obra • 339
125
Ver NANCY Jean Luc y Lacoue-Labarthe Philippe: « La Science de la lettre», in Le titre de
la lettre, Editions Galiléé, Paris, 1973, pp. 31 a 35.
340 • Víctor Fuenmayor
estado del cuerpo del creador y deja sus marcas en el espacio de apo-
sentamiento de las materias plásticas. Podemos escuchar la palabra
revelación en ese aposentamiento de un estado corporal en todo es-
pacio artístico:
Es un telón que nos sale de adentro, tela de pintor, hoja de escritura,
instrumento; surge de nuestras espaldas como una capa de sombra que
se despliega sin término. Las cosas que revela nos revelan; sostiene y
da un inexplicable flujo de lo recortado a las formas, en el espacio, en
el tiempo y nos habla de lo infinito, de lo eterno, de las conexiones
ausentes.126
Está el pintor que escribe letras sobre la tela o llevando un
texto íntimo del diario del alma. Puede transformarse en el teórico
escribiendo sobre los procesos visuales como Leonardo, Klee o
Kandinski. ¿Donde está el punto de unión de la gestualidad, la ima-
gen y la palabra?. Está siempre en los límites, allí donde los conoci-
mientos fragmentarios no pueden verlos y que algunas otras teorías
o prácticas pueden escucharlo: en la intersección de cuerpo y letra e
imagen, en la intersección de culturas, en los intertextos del texto
plástico. Todo arte es siempre integral. Debemos recordar que mu-
chos de los artistas plásticos han recurrido a letras: desde el Jardín de
las Delicias del Bosco, donde un ypsilon humano (Y) nos interpela, a
Tàpies quien el mismo declara que su obra es una especie de poesía
visual, 127y que ocupa un espacio situado entre el arte y la literatura.
La unidad de lectura , siguiendo la unidad de escritura, de-
biera ser continuamente esa zona de contacto, sinestésica,
condensadora, para evocar los dos códigos o espacios puestos en con-
tacto: la poesía y las artes visuales.
Otro código de contacto que debemos de reconocer, ade-
más de la gestualidad kinésica del cuerpo del pintor y de su pintura,
sería entoces el que ocupa un espacio entre la plástica y la literatura.
Existe una definición, según el psicoanalista francés Jacques Lacan,
en que la letra es la representación metafórica del trazo que une el
cuerpo a los lenguajes, aunque no se trate de artistas. Es como la ley
de funcionamiento del propio inconsciente del cuaqluier ser humano.
De alguna manera lo que estamos situando en el pintor Tapies y su
arte, consciente o inconscientemente, son las letras que lo implican,
no solo en lo que tiene de nombre sino todo el imaginario onomástico
126
Marco Rodríguez del Camino, op. cit, p. 8.
127
Debora Wye, op. cit, p, 41.
El Cuerpo de la Obra • 341
128
En Tapies, las formas de condensación de la letra a un trazo u objeto se establece como un
método o estrategia creativa: la letra A se superpone a escalera o pantalón. Agunas veces
organizas forma más complejas, como si setratara de una escritura anagramática o
pictogramática: la tijera con figura de letra T y los piés, por ejemplo: T-pies.
342 • Víctor Fuenmayor
8. El anagramatismo pictural
EL ANAGRAMATISMO podría ser común a las artes,
aunque se hace más evidente en la espacialidad literaria y poética.
Pudiera ser una de esas formas que, en la contemporaneidad, partici-
pa en la formulación más precisa de una metodología para analizar el
código de contacto entre los textos corporales, visuales y literarios.
Sería como encontrar en las ciencias del texto escrito una
fundamentación teórica de ampliación de aplicabilidades hacia las otras
artes.
Lo que emplea Tapies para hacer poesía visual traduce bién
los procesos anagramáticos de la escritura literaria al espacio de la
plástica: dispersión de letras o sílabas en un texto para esconder el
nombre, tal como había formulado Saussure en sus Anagramas. Eso
se correspondería con una lectura de un texto ‘quebrado’, ‘disperso’ (
tal como estamos viendo viedo las letras dispersas de Tapies) con
ciertos contenidos dados en entrelíneas que generalmente no son leí-
131
Tapies, op. cit, p. 211, 213, 214.
344 • Víctor Fuenmayor
132
La lexía no es más que la envoltura de un volumen semántico, la cresta del texto plural,
dispuesto como un banquete de sentidos posibles 8 aunque regulados por una lectura
sistemática) bajo el flujo del discurso (cf Roland Barthes, S/Z, Siglo XXI, México, 1980, p.
10). Se trata de un texto esparcido con una lectura ‘quebrada’, según comodidad del
investigador: bastará que sea el mejor espacio posible para observar los sentidos ( ibid, p. 9)
133
El Cuerpo de la Obra • 345
134
Augusto Roa Bastos: Antología personal, Editorial Nueva Imagen, México, 1980, p.165.
135
Tapies, op. cit.
346 • Víctor Fuenmayor
10. El cuerpo-huella
Enseñar a partir de lo que es el sujeto, parte de un conoci-
miento difícil pero no imposible ; de manera que la idea de cuerpo
que les quiero transmitir es ese funcionamiento simbólico que cada
uno lleva por dentro como el eje de unión de todos los lenguajes en
una unidad. Determinado no sólo por potencialidades genéticas, las
disposiciones expresivas nos llevan a la historia personal, emocional
y cultural.
Llegar a ese punto que es lugar de emisión y de recepción
es tocar la imagen creativa a partir del cual se elabora toda la expre-
sión en el sujeto. El concepto de imagen inconsciente, en tanto que
cuerpo-huella, puede asumir el de aposentamiento, morada, conti-
El Cuerpo de la Obra • 349
140
Marc Klein, ‘Proponer el juego dramático es responder al desafío educativo de nuestro
tiempo’, in Juego dramático y Educación. Entorno, Arte y Cultura, Escola Municipal
d’Expressió i de Psicomotricitat. Ajuntement de Barcelona, Barcelona, 1993, p. 126.
354 • Víctor Fuenmayor
Nicolás Buevaventura
0. Entre juego y trabajo: las técnicas tradicionales
Lo más importante de un país, uno no lo ve.
Y puede estar seguro de no haberlo visto.
143
Cf Nicolás Buenaventura, La importancia de hablar mierda, Magisterio, Sante Fe de
Bogota, 1998,p. 32.
364 • Víctor Fuenmayor
sin desvirtuarlas, sin cambiar sus técnicas implícitas por corrección con
técnicas externas, ajenas a su cultura, de conservatorio . Si pasáramos la
tonada al dominio operático con su escritura pentagramática cambiará
su relación al cuerpo. Si pasáramos la acción de partir la sal al lenguaje
balletístico, estaríamos ‘infringiendo’ sus propios códigos, alejándolos de
su identidad para llevarlos a las técnicas occidentales y hacerlas irrecono-
cibles. En una traición de la tradición, no respetando ‘su expresión del
cuerpo en una cultura’, puede quedar en repertorio culto (lo que no es
condenable), pero la gravedad reside en que el código ‘culto’ de otra
técnica se va imponiendo en olvido de las técnicas propias que son deses-
timadas, como ha pasado con la vuelta con danzas nacionalistas a regio-
nes donde existe una verdadera danza popular en sus formas tradiciona-
les. Existe una técnica no reconocida en esas actividades populares ,
investigada, formulada, aunque no partamos sal y no andemos arreando
el ganado disperso en la sabana. Que necesita ser elaborada como técni-
ca, es una exigencia de la identidad que pasa por el cuerpo y las técnicas
propias de un pueblo con sus propias tradiciones culturales. Esa misma
torpeza, destemplamiento, que el occidental nota en nuestras expresio-
nes, puede virar a nuestro favor, cuando noto la imposibilidad de los
bailarines a seguir las técnicas de nuestro cuerpo cultural o las técnicas de
la danza africana, aunque sean profesionales, notamos muchas veces que
al cabo de muchas sesiones pueden seguir pasos o ritmos, pero el sentido
de la danza o del ritmo no lo tienen como en nuestras sociedades. La
eficacia juego-rítmo-expresión llega a ellos en el momento que mejoran
sus posibilidades expresivas, que operan no desde el substrato corporal
de su cultura sino como una adición de una técnica secundaria. Podemos
situar aquí, ese elemento fundador y eterno que he metaforizado en la
relación de cuerpo-nombre propio, como ese substrato simbólico que
hace reaccionar al cuerpo aún en el sueño o el coma. La relación entre las
técnicas del cuerpo y el sujeto de la cultura es semejante. Un sujeto que
se llame Guillermo no se despertará del sueño profundo o del coma si le
llama William, tampoco a un sujeto que se llama William que lo llamen
al despertar y a la consciencia cuando se le llama Guillermo. Ese punto
insituable donde los símbolos operan eficazmente conforman el mismo
territorio del arte, la educación y la terapia. He allí la necesidad de hacer-
se poseedor de ese territorio de la identidad y la eficacia que tendrá que
hacerse con tacto, contacto y consciencia, tomando esas palabras en to-
dos los sentidos y sobretodo en el sentido corporal.
366 • Víctor Fuenmayor
146
Cf. Alain Nicolas, Obras maestras del Africa Central, El Museo Tervuren, Fundació
Caixa de Catalunya, Barcelona, 1999.
368 • Víctor Fuenmayor
147
Marcel Mauss, Sociologie et Antropologie, PUF, Paris, 1966, p. 365.
El Cuerpo de la Obra • 369
148
Ibid, p. 371.
149
Ibid, p. 365.
El Cuerpo de la Obra • 371
151
El acercamiento por contacto está presente en el niño hasta en las etapas escolares. Una
anécdota me permite situar el problema del tacto en el nivel de la escuela en países o grupos
con predominancia de un color de piel. Las maestras informantes han vivido mal la experien-
cia cuando ingresa a la escuela un ser de color diferente frente al contacto tactil aceptado o
no del sujeto de color. Algunos niños frotan la otra piel como si se tratara de una piel
pintada. Si hubieran comprendido bién la situación hubiera podido ser un ejercicio de
expresión de todas las artes que conciernen la consciencia y el respeto de lo diferente. Esa
experiencia me ha sido contada por docentes de diferentes países, es una experiencia aparen-
temente superficial, de piel, pero ese contacto en el niño se afima como el más profundo.
El Cuerpo de la Obra • 381
contengo todo ello. Sentimos que es necesario tener esto en cuenta al hablar de las
curiosísimas y siempre subordinadas formas de pareja que el latino adopta al
acoplarse o entrar en danza con lo desconocido.152
Si el autor habla de entrar en danza con lo desconocido lo
vinculo a esa conducta del desconocimiento corporal del cual depende
nuestro ser. En ese sentido lo que llamo desencajonar conlleva el intento
de conocer lo desconocido cuya labor previa se situaría en esas partes del
cuerpo que contienen palabras, emociones, sentimientos, imágenes, todo
eso guardado en ‘cajas corporales’ 153 sin que encuentre las maneras de
expresarse. Los procesos corporales de los cuales hablo son aquellos que
proceden desde tacto y contacto para encontrar algo primordial, origi-
nal, primitivo, que sustenta al sujeto. Siempre en las vivencias de tacto y
contacto se abre un camino hacia la consciencia perceptiva, hacia la cons-
ciencia de una parte del cuerpo relacionado con una simbólica personal
que se expresa con una rara exactitud expresiva. El tacto y el contacto
podía preconizarse como una poética expresiva que lleva al sujeto a las
elaboraciones subjetivas de una consciencia corporal ampliada de su
autoimagen en una contextualización de su cuerpo, de su espacio creativo,
de su cultura. Es como el trabajo de rescate de una consciencia de la
identidad por las técnicas del cuerpo cuyo reconocimiento nos va llevan-
do a ciertas certidumbres personales y expresivas. La consciencia del cual
hablo no es conceptual en un principio sino que el conocimiento que
adviene nace de las vivencias del cuerpo desde algo propio y personal. La
consciencia de ser latinoamericano puede nacer de esas instancias que
descubren en el sujeto algo de su propiedad o de su singularidad, dejan-
do a un lado ciertas máscaras, resistencias y actitudes estéticas de un
tecnicismo formal empobrecedor:
Intento despedirme de lo que aprendí
Intento olvidarme del modo de recordar que me enseñaron
y borrar la tinta con que me pintaron los sentidos,
desenvolverme y ser yo, no Alberto Caeiro
sino un animal humano
que la naturaleza produjo.154
152
Marco Rodríguez del Camino, op. cit , p. 35. Lo que he tratado bajo las formas de ser y estar
en uno de los capítulos refiriendolo a la identidad latinoamericana, el autor
coincidencialmente lo remite al ser y no ser que’a cambio de la copulativa y pagana conjun-
ción y nos enfrenta a la o con que el cristianismo obliga a elegir entre bien o mal, o infierno
o cielo, o vida o muerte.’. La foma de ser-estar que he planteado figuraría como parte de un
paganismo latinoamericano que pudiera llamarse sincretismo.
153
Es uno de los títulos de uno de los talleres que he llamado ‘La caja y la perla’.
154
Fernando Pessoa, Poema XLVI (fragmento) (bajo el heterónimo de Alberto Caeiro),
citado por Berta Visnivetz, Eutonía. Educación del cuerpo hacia el ser, Paidos, Bue-
nos Aires, 1994, . 169.
382 • Víctor Fuenmayor
Octavio Paz
0. Los estratos del cuerpo.
Y el hecho de que esa danza primitiva
se haya ‘secado’ en los tiempos modernos,
separándose del ritmo y del tambor
hasta convertirse en trabajo puro,
en simple despliegue de fuerza de trabajp,
es una historia diferente muy compleja
y muy ligada a la tecnología.
Las técnicas del cuerpo son las técnicas de las bases del
pensamiento, del otro pensamiento concreto o ‘salvaje’ o de otra inte-
ligencia cuyo fundamento estaría en los substratos primitivos del cuer-
po. Podemos situar, en forma general el problema del cuerpo latino-
americano en un roce entre culturas, una de raigambre corpo-oral en
los pueblos pre-hispánicos y africanos y otra negadora del cuerpo
apoyada en la escritura. Esos procesos de relación de técnicas corpo-
rales de diferentes procedencias culturales, podemos investigarlas con
base a elementos de substratos, adstratos y superestratos, puesto que
a esas corrientes poblacionales tendremos que reconocer, en ciertos
países independizados, corrientes migratorias fuertes de diferentes
procedencias. Podemos por eso dividir las técnicas de cuerpo según
cada cultura en particular, pero en razón de una exposición simplifi-
cada tenemos que reconocer tres tipos de técnicas: pre-hispánicas,
afro-americanas y occidentales. Según el arraigo de una u otra cultu-
ra por regiones, debemos prudentemente no orientar esos conceptos
lingüísticos al cuerpo. Puede haber una población hispano-hablante
donde las técnicas del cuerpo pueden indicarnos fundamentos africa-
nos como pasa en la región hispánica del Caribe. Tampoco el predo-
minio religioso puede ser una limitación, puesto que la mayoría de
los países que se reconocen mayormente católicos, aceptan creencias
y ritos, religiones sincréticas, donde el cuerpo simbólico no puede ser
exactamente el de una religión que prohibió muchas expresiones que
hoy sobreviven a las censuras y persecuciones. Tenemos que recono-
cer que el estudio de las técnicas del cuerpo puede llevarnos sobre
estratos geológicos de creencias anteriores a la hispanización o a la
cristianización. Esa supervivencia de tradiciones indígenas o africa-
nas, pueden considerarse como estratos corporales, más primitivos,
de una hispanización o cristianización que podemos considerar tardía
algunas veces en el individuo o en los grupos. Pero lo que podemos
considerar como válidas, en esas técnicas de una determinada cultu-
ra, no está separada de otras técnicas de otras sociedades donde
aparece el mismo proceso de manera atenuada, como pudieramos
testimoniar de diversas exploraciones convergentes que guardan los
sujetos en sus procesos inconscientes. La ritmización de los movi-
mientos puede establecerse en un período evolutivo de todo humano,
la interiorización de experiencias por la meditación o la exterioriza-
ción de sentimientos, son como procesos que el cuerpo artístico desa-
El Cuerpo de la Obra • 391
2. El cuerpo primero
Desde esa reflexión de Marcel Mauss, debemos reconocer
la existencia, en toda sociedad, de una técnica del cuerpo primera y al
mismo tiempo medio técnico, cuya base corporal originaria prepara
todas las otras adquisiciones posteriores. La sede es el cuerpo propio
de los sujetos de una misma cultura, de una misma lengua, de una
misma sociedad, marcados con su huellas en las disposiciones corpo-
rales, las sensibilidades y las disponibilidades expresivas del cuerpo.
Primitivo lugar de inscripción global de las huellas, aparentemente
‘naturales’, está presente como impresión ( física y emocional) en
todas las formas de las acciones humanas: el parto, los pasos, las
posturas, los deportes, las marchas, las respiraciones, la gestualidad,
las danzas tradicionales, las formas de dormir, de relajarse. Esas téc-
nicas corporales, inscritas en huellas, son anteriores a la memoria
verbal, abstracta, consciente, que se sobre-imprime en el lenguaje e
intenta borrar el espacio reminiscente de la inscripción primera. Po-
demos vivir entre lenguajes prestados, hablar lenguas segundas, amol-
darnos a gestualidades superficiales de la gestualidad social, pero toda
la eficacia simbólica recae sobre las técnicas de cuerpo primero, como
si la sensibilidad frente a los ecos lejanos de la propia vida, despertara
y se abriera caminos frentes a los lenguajes secundarios que ha toma-
do el cuerpo. La mayoría de los autores contemporáneos occidenta-
les tratan de hacer puentes entre los dos bordes del dualismo que
implantó la civilización occidental, separando el cuerpo de la mente.
392 • Víctor Fuenmayor
unidad del punto de emisión en los sujetos que siguen las pautas de
nuevos caminos de conexión neuronal, inter-hemisférico cerebral, para
situarse en ese punto inicial de las sinestesias.
En uno de los talleres de escritura teatral, un docente tra-
bajaba el elemento de agua con botellas y recipientes, con actores,
artistas y público en general. Una integrante dócil y dulce logró sor-
prender hasta la angustia al grupo de participantes cuando se le rom-
pió, aparentemente sin querer, una botella de vidrio que contenía el
agua. Daba una extraña impresión de que se haría daño con los peda-
zos de vidrio, cuando comenzó a improvisar. Usó los fragmentos para
una improvisación personal que fue el asombro de muchos. El do-
cente manejó con extrema destreza el juego dramático y la angustia
del grupo ante una acción inesperada que podía parecer peligrosa.
No pasó nada durante la ejecución de ejercicios, pero pasó algo que el
docente pudo manejar sin interpretar o terapeutizar el acto. ¿Cuán-
tos teatros de crueldad y de violencia contaminan el contacto cotidia-
no y las propias modalidades del arte contemporáneo?. Siempre es
sorprendente cuando uno de los participantes encuentra un elemento
tan motivante internamente que lo lleve a acciones tan extremas y
que llegue al dominio de una expresión que sea de teatro viviente, sin
máscaras. Muchos actores les gustaría pasar por momentos pareci-
dos.
Bajo el aspecto angelical y tranquilo, esa adolescente ex-
ploraba acaso su fragilidad o su violencia. El incidente pasó sin que
ocurriera ningún accidente lamentable o inesperado que estorbara el
resto de improvisaciones individuales o detuviera el curso normal de
una experiencia grupal. No obstante ese dominio psico-pedagógico
de situaciones personales de la expresión, tiene que ser conocido por
el artista docente en arte y por los que integran el arte a las acciones
culturales de integración social. Nunca en un curso donde se explora
esos sentimientos, aunque fuese la violencia, han resultado peligro-
sos ni violentos cuando ese riesgo se asume comprendiendo cuando
se trata del juego según las reglas del arte o cuando puede salirse del
dominio del docente. Existe algo de real en el origen de esos juegos
que es necesario comprender rápida e intuitivamente. Se siente cuan-
do el individuo está implicado en una acción personal utilizandolo
simbólicamente o cuando sale de las reglas del ludismo artístico. El
juego parte entonces de lo real, pero siempre existe la fantasía que lo
394 • Víctor Fuenmayor
4. El aprendizaje metódico
Aparece entonces la primera necesidad de un aprendizaje
metódico por la ejercitación para hacer sentir el fondo imaginario
por el juego artístico y hacerlo consciente, entre resistencias, inhibi-
ciones y entregas, de todos los factores acondicionadores, para pre-
El Cuerpo de la Obra • 395
156
Así ‘los ejercicios espirituales’ de San Ignacio de Loyola, comportan el reconocimiento de la
espiritualidad y corporalidad para el ordenamiento del sujeto religioso. Por ejercicio espiri-
tual se entendía toda manera de examinar su propia consciencia, existiendo las vías
meditativas, contemplativas, mentales y vocales, y así mismo los ejercicios corporales (pa-
searse, caminar, correr) para suprimir los lazos mal ordenados y buscar su ordenamiento.
Podemos pensar en el recorrido corporal de las ejercitaciones senso-perceptivas hasta llegar
a la reflexión, como vías de conocimiento que, en el Santo, se abren sobre las vías purgativas
e iluminativas.
396 • Víctor Fuenmayor
157
Es propiamente el problema del origen de los lenguajes desde el cuerpo, el paso oscuro de
la intuición a la formulación artística o científica que queda irresuelta: ¿ Por qué individuos
privilegian el pensamiento intuitivo de los lenguajes artísticos y otros el pensamiento de los
lenguajes científicos?
158
Jean Piaget, La Psychologie de l’inteligence, Armand Colin, Paris 1967., p. p. 45-46. Las
cinco condiciones de agrupamientos lógicos: composición, reversibilidad, asociabilidad,
operación idéntica general y tautología, que el autor lleva a formulación matemática son
aplicables al cuerpo del arte. Todo artista propone un lenguaje como operación idéntica
general por composición y asociabilidad, pero llevarlo a la matematización conlleva los
riesgos de una formalización extrema que niega la sensibilización misma con que opera el
arte, como sucede con las taxinomías y clasificaciones semiológicas respecto al lenguaje
gestual. Si la ciencia sigue el proceso mismo de la formación de clases y grupos por vías
lógicas, debemos comprender que el arte sigue las vías analógicas. Entre la clasificación
lógica y las clasificaciones analógicas se sitúa el problema propiamente metodología de las
técnicas del cuerpo entre ciencia y shamanismo, entre el cuerpo biológico y las diferentes
técnicas de cada cultura para construir el sujeto único.
El Cuerpo de la Obra • 401
159
Cf. Víctor Fuenmayor, Materia, cripta y lectura de Horacio Quiroga, Universidad del
Zulia, Vice-Rectorado Académico, Intsituto de Investigaciones Literarias de la Facultad de
Humanidades y Educación, Maracaibo, 1998.
404 • Víctor Fuenmayor
160
Pudiera considerar el trabajo de Luz María Ibarra, neurolingüista mejicana, como un
acercamiento a la integración cuerpo/mente a partir de las técnicas de la danza indonesia,
sobretodo balinesa (cf. Luz María Ibarra, Aprende mejor con gimnasia cerebral, Garnick
ediciones, México, 1997), Si llegamos a formas elementales de la cultura, esos elementos
sirven para enriquecer el repertorio de elementos creativos del ser humano y para optar por
encontrar esos elementos en las propias culturas. El caso de Gabrielle Roth respecto a la
curación shamánica por la danza supone los ritmos propios de la cultura norteamericana
contemporánea (cf. Enseñanzas de una chamán urbana, La curación por el movimien-
to. Planeta, Buenos Aires, 1992). En estos dos casos, la posición educativa o curativa pasa
por el cuerpo y la danza, al descubrir ciertas relaciones que pueden universalizarse o servir
de modelo a nuestras búsquedas.
406 • Víctor Fuenmayor
163
La exposición de artes plásticas El corazón sangrante supone ese substrato común a los
elementos pre-hispánicos que se anexan al arte contemporáneo.
El Cuerpo de la Obra • 409
165
Una cinta magnetofónica de música coya del norte de Argentina me muestra rasgos de
voces ‘afinadas’ a la manera de una opera oriental. El que canten en su lengua y en español
facilitaría los procesos de traducción y de conservación de esas expresiones.
El Cuerpo de la Obra • 411
167
Más oscuridad se añade al tema si rastremos el origen de la palabra misma ya que la pista
filológica nos lleva a Africa, el continente negro por excelencia. Historiadores aplicados
Ricardo Rodriguez Molas (africanía del tango) y José Gobello ( tango, vocablo controver-
tido) encuentran la voz tango vinculada al comercio esclavo. (...) En América, según esta
hipótesis, se llamó, por tal razón, tangos a los sitios donde se juntaban los negros para bailar
y divertirse. (...) Negros solían ser los pianistas de las casas de bailes y prostíbulos donde se
bailaron los primeros tangos. (cf. Blas Matamoro, El tango, Acento Editorial Madrid,
1996).
El Cuerpo de la Obra • 413
168
Ibid, p.p. 19-20.
414 • Víctor Fuenmayor
8. Los superestratos
El tercer tipo de relación entre dos lenguas que puedo ex-
tender a las relaciones de técnicas del cuerpo puede suceder con el
169
Cocó Romero, investigador argentino, cuyas investigaciones y talleres de expresión popular
ha logrado recuperar tradiciones perdidas. La Murga, por ejemplo, en las Jornadas de
Educación por el Arte de Laprida, ha originado un movimiento donde se mezcla el rítmo del
tambor, el espectáculo de calle, el carnaval y las letras alusivas irónicamente a la actualidad,
a personajes. En pocos años ha logrado esa extensión tan necesaria de una expresión popular
argentina que había casi desaparecido. Es deseable una investigación del tango que nos lleve
a los pasos perdidos en su evolución para lograr quizás esa misma re-afirmación popular que
ha logrado con la murga..
El Cuerpo de la Obra • 415
170
Rene Guénon, Apercus sur l’ésoterisme islamique et le taoisme, Gallimard, Paris, 1973,
p. 29.
El Cuerpo de la Obra • 417
172
Cf,. Marcel Mauss, op. cit., p. 355. El hombre libre es aquel, según el derecho germánico,
leibeigen, propietario de su cuerpo, en oposición a los siervos que tienen alma, pero no
tienen cuerpo ( ibid p. 354). Hay muchos siervos en nuestras sociedades, con alma, pero
desposeidos del cuerpo.
422 • Víctor Fuenmayor
lar una Ionna wayúu, saliendo a una hora de Maracaibo, sin ser de un
clan indígena wayúu; se atraviesa un puente (casi simbólico) del es-
trecho del lago para llegar a la Costa Oriental y participamos de una
fiesta afrozuliana en una ceremonia religiosa católica de un San Beni-
to, santo negro celebrado al son de tambores chimbangüeles con todo
el pueblo de Cabimas, Bobures o Gibraltar. ¿ Por qué no anexar lue-
go un paseo más alejado de Maracaibo por el litoral central por
Ocumare de la Costa, Farriar o Río Chico con los tambores y dan-
zas?.
Después de esos recorridos, los invitaré luego a asistir a
una clase de técnica en alguna academia de danza folclórica, moderna
o contemporánea para que saquen conclusiones desde sus propias
observaciones. La danza enseñada institucionalmente comienza a pa-
recernos pálida frente a los cuerpos reales de nuestras culturas vi-
vientes. Lo mismo puede suceder cuando hacemos un periplo de ar-
tistas populares con sus barros, sus maderas, sus imaginaciones y
observamos, desde esa perspectiva, a una clase de artes plásticas con
objetos sobre una mesa para captarlos desde la miradas de naturale-
zas muertas y bodegones. Sin complicarme en ver la necesidad o la
crítica a dichas posiciones poco creativas de los docentes en las ense-
ñanzas de las técnicas de un arte, necesito ver que la negación del
cuerpo es como la negación de las bases de la creación en los procesos
de singularización estilística, de su adecuación contextual de
‘culturización’ y de la misma universalización del sujeto creador. ¿Qué
estamos repitiendo sino las marcas de una coloniaje de otra cultura
sin indagar los substratos creativos subyacentes en nuestra cultura
latino-americana?.
Esa realidad exterior no existe dentro de las clases o talle-
res de las instituciones, ese cuerpo es inmolado, negado, abolido, sin
la consciencia de las técnicas de cuerpo tradicionales que pueden pa-
sar a la facilitación de aprendizajes. Las percepciones y sensaciones
más primitivas no tienen salida hacia la expresión propia, sino por
vías de una técnica sin adecuación a los entornos y contextos. Veo
bailarines en barras y espejos, haciendo técnica clásica de calenta-
miento, para danzar luego algo que ni remotamente está en el espíri-
tu de lo clásico. Existen la fijación de pasos, repertorios, secuencias
de movimientos, en algunas clases de folclore o danzas nacionalistas,
pero el calentamiento sigue las reglas de las técnicas hegemónicas
428 • Víctor Fuenmayor
hacen mirar hacia arriba, sin ver la belleza del océano de árboles, por
el miedo al vértigo que proyectan en nosotros los propios vaquianos
o guías. No obstante, el artista no es turista de esa realidad abismal y
puede representar su propio vértigo o asombro. El verdadero artista
latinoamericano es aquel que puede atravesar el puente de lo imagi-
nario superando su vértigo y su miedo, acercarse al abismo, para mi-
rar el espacio vivo desde su fuente corporal traduciéndola en formas,
movimientos, colores y símbolos, descubriendo, para recordar la
metáfora del comienzo, su punto de espacialidad corpo-artística:
No le queda a nuestra filosofía sino emprender la prospección del mundo
actual. Nosotros somos el compuesto de alma y de cuerpo, luego tiene que
haber un pensamiento acerca de él: a este saber de posición o de situación
Descartes debe lo que ha dicho al respecto, o lo que ha dicho alguna vez de la
presencia del cuerpo ‘contra el alma’, o la del mundo exterior ‘ en la punta’ de
nuestras manos. Aquí el cuerpo ya no es medio de la visión y del tacto sino su
depositario. Lejos de que nuestros órganos sean instrumentos, nuestros instru-
mentos son por el contrario órganos restituidos. El espacio no es más aquel de
que habla la Dióptrica, red de relaciones entre objetos, tan como la vería un
tercer testigo de mi visión, o de un geómetra que la reconstruye y la sobrevuela:
es un espacio contado a partir de mi mismo como punto o grado cero de mi
espacialidad. Yo no veo conforme a su envoltura interior, lo vivo adentro, estoy
englobado en él. Después de todo, el mundo está a mi alrededor, no frente a mi.
(...). No se trata de hablar del espacio y de la luz, sino de hacer hablar al espacio
y a la luz que están allí. Cuestión interminable, pues la visión a la cual se dirige
es cuestión ella misma. Todas las investigaciones que se creían cerradas se re-
abren, Qué es la profundidad, qué es la luz - qué son, no para el espiritu que se
separa del cuerpo, sino para el espíritu del cual Descartes ha dicho que estaba
expandido en el cuerpo- y en fín, no sólo para el espíritu sino ellas mismas,
puesto que nos atraviesan, nos engloban?
Pues bien, esta filosofía por hacer es la que anima al pintor, no cuando expresa
opiniones acerca del mundo, sino en el instante en que su visión se vuelve
gesto, cuando ‘piensa en pintura’, dirá Cezanne.173
El arte es la espacialidad del cuerpo (¿Quién podría negar
esa noción tan elemental?) que atraviesa por las vías del goce, censu-
ras y miedos, para diseminarse en el espacio de la representación.
Quizás colocarme en la situación de bailarín fuera de la
danza, sin adjetivos, en esa intransitividad del propio proceso, me ha
salvado de los callejones demasiado estrechos. Puedo ver la pintura
con un gesto que me ha salvado del academicismo pictórico; conside-
rar el cuerpo espectacular en una integración de cotidianidad-teatro-
danza que me ha salvado de las impostaciones del teatro y de la dan-
173
Maurice Merleau Ponty, El ojo y el espíritu, p. 44
El Cuerpo de la Obra • 431
EPILOGO
Facilitar el camino
Berta Vishnivetz
lado al son de tambores desde que estaban en los brazos, recién naci-
dos, en ceremonias ofrecidas a los santos bailones, a San Benito, a
San Antonio, a santos que exigen la danza para escuchar mejor las
plegarias de los fieles. Tendrían que ver los esfuerzos que hacen cuando
deciden ser bailarines para no mover lo que se mueve solo y poder
adaptarse a un cuerpo ajeno de otra técnica. También se pueden to-
par con adolescentes de culturas citadinas, sin rasgos culturales fuer-
tes en culturas tradicionales, que aceptan más dificilmente el contac-
to corporal, pero que se han acercado a la música popular contempo-
ránea y tocan instrumentos (baterías, guitarras, flautas), bailando
ritmos modernos con fuertes sacudones percutivos. No saben cuan-
tos sones rituales y pasos ceremoniales pueden colarse de contraban-
do en sus expresiones. Hacerlos pasar de la batería a los tambores
tradicionales es suficiente para que desarrollen una creatividad rítmi-
ca inaudita. Siempre he usado en mis cursos esos percusionistas de
oído con resultados satisfactorios.
No importa que arte enseño, necesito saber quienes son
como sujetos y qué son esos cuerpos que han sido engrandados y
amamantados en una lengua materna, vestidos y portados en contac-
tos con formas y colores de tejidos, utensilios, arquitecturas y espa-
cios; y han construído su cuerpo desde sus cunas o hamacas, con na-
nas y arrullos, juegos entre cuerpo y palabra, juegos mecánicos, de-
portes y otras actividades de desarrrollo de dominio y destrezas. No
obstante, se escuchan en los movimientos, a partir de esa proceden-
cia cultural, sus disponibilidades corporales, sus inhibiciones, sus blo-
queos expresivos. Traten de pensar que lo todo lo sensible de ese
cuerpo se aloja en una corporalidad más íntima que se adentra en su
origen y en su evolución como sujetos y que podrían servir de base
para el aprendizaje de la danza o de algún otro arte. Comparable a la
carne sensible que tienen los animales con caparazones, el ser huma-
no también construye sus corazas para cubrir las debilidades de su
malestar más interno. Las estimas que se tienen hacia grupos étnicos
y marginales no son las mejores. Solo basta el gesto de una escucha
para que brote algo muy libre que los enraíza en su cultura y en su
historia. Casi siempre tenemos que romper las resistencias para ver
surgir, de la coraza del cuerpo, el corazón que vibra al son de algo que
lo comunica con la vivencia de lo que el sujeto es y fue alguna vez, es
decir, con su identidad más primitiva o más profunda. Esas huellas
El Cuerpo de la Obra • 439
y culturas?. Estoy hablando de una historia familiar mía, pero estoy mi-
rando hacia las mil y una noches de un continente. Y en esa historia
continental habría que precisar las figuras de mitos, tradicionales o del
inconsciente, que se cruzan a la universalidad sin ser sin embargo los
mismos. Edipo no se da de la misma manera ni Eurídice ni Orfeo. Tam-
poco la figura de Dios-padre ni la de Adan ni la de Eva, cuando existen
mitos donde se funden en un Adan-Eva primordial. Tenemos que repen-
sar y traducir esos nuevos mitos con los ecos tan particulares y tan uni-
versales. El puede concebir no de una costilla sino de una pantorilla pre-
ñada174. Todo eso pasa de alguna manera al imaginario corporal de una
sociedad bajo la forma de substratos que nutren muchas expresiones
populares. Rasgos africanos, rasgos pre-hispánicos, aparecen en un sin-
número de tradiciones populares bajo aparencia de religiones aceptadas:
santos negros, ‘bonchones’, bailones, parecen quitarle el dramatismo re-
ligioso a esas expresiones. Esa desdramatización misma de lo religioso
opera sobre el cuerpo mismo de los sujetos de algunas zonas del conti-
nente en un dominio festivo poco pensable en los países de origen de
esas tradiciones. Nuestro esquema corporal humano se establece en un
recubrimiento de lo primigenio con las nuevas formas sin perder sus
primitivas energías de los cuerpos rituales.
El cuerpo es lo que nos existe y la construcción del cuerpo
depende de todo lo que le pre-existe. Lo que está pasando entre ma-
dre e infante es una etapa determinante donde, más que la lactancia,
es como una vía láctea que guiará al cuerpo del sujeto durante toda su
vida: el amor, el deseo, el imaginario, se forman paralelamente al
dominio corporal del infante. Ese dominio corporal siempre me ha
parecido más precoz en los pueblos de latinoamérica donde el cuerpo
del niño no está sometido a las limitaciones de pequeñas familias y de
espacios restringidos de la casa.
Pareciera que el cuerpo evocara una naturaleza, como si se
tratara de una conducta instintiva, biológica, de los mamíferos, pero
el contacto cuerpo a cuerpo, fija al mismo tiempo el imaginario del
tacto y del contacto, la mirada y las palabras, con las exigencias de
otra satisfacción que no daría el alimento material sino una comuni-
cación amorosa: la afinación y sensibilización forma tanto los senti-
dos corporales como la base intelectual para comprender sensaciones
174
Mito Yanomami que da título al libro del antropólogo francés Jacques Lizot que dio origen
a movimientos de improvisación en el grupo Taller de Expresión Primitiva TEP y que fueron
anexadas a una escena del espectáculo ‘El segundo tiempo’.
El Cuerpo de la Obra • 441
175
Ver Jean Marie Pradier, «Etnoscénologie», in La scene et la terre, Question de
etnoscénologie Ed. Babel, Paris, Maison des cultures du monde, Paris, 1996, p. 28:.»Las
nociones de aprendizaje por el cuerpo (en japonés el verbo tai toku suru), de ejercicio
ascético conduciendo al conocimiento (shugyó), de espontaneidad adquirida por el entrena-
miento físico (mûshin), no pueden alcanzarse más que por perífrasis en las lenguas euro-
peas.»
444 • Víctor Fuenmayor
zante y moviente sea un cuerpo pensante, que la vida debe ser com-
prendida en sus dimensiones complementarias, carnales y espiritua-
les, que el espacio de la conciencia no está fuera del cuerpo que se
mueve. La enseñanza de la técnica del cuerpo debe situarse más allá
del cuerpo material, solamente muscular, y debe investigar las raíces
simbólicas del gesto y del movimiento de acuerdo a patrones cultura-
les, puesto que esas técnicas no solo conciernen el origen subjetivo
sino también la base de las formas expresivas y su evolución poste-
rior que puedan quedar inexpresadas por falta de un espacio idóneo
que las instituciones culturales no ofrecen con la amplitud necesaria.
En una evolución de acuerdo a edad, sexo y creencias, se con-
tinúa esa construcción de la identidad corporal del sujeto. Los juegos
corporales tradicionales, los deportes, la participación en ritos, fiestas
populares, ceremonias, van conformando un campo de desarrollo cor-
poral de educación no institucional donde somos identificados
culturalmente, alfabetizados estéticamente. Si carecemos de una con-
ciencia de ese cuerpo que las técnicas tradicionales han modelado será en
razón de que esa formación ha sido hecha en etapas muy primitivas o
tempranas. Se trata efectivamente que la construcción de lo humano se
inicia con el cuerpo como fase de preparación para adquirir los otros
lenguajes. La lengua materna se oye desde el mismo nacimiento ( ¿o
antes?) como música o melodía más escuchada, pero es la última adqui-
sición de la expresión y del pensamiento. Esos aprendizajes que serán
recubiertos por la lengua materna quedan en las vivencias originarias de
la imagen inconsciente del cuerpo del sujeto. De manera que la identi-
dad, algo fijo entre muchas variantes, se teje entre la preparación corpo-
ral y la adquisición de los lenguajes expresivos. Podemos encontrar posi-
ciones de investigadores contemporáneos que postulan esos
acercamientos desde las ciencias humanas.
Existe un grupo de investigadores que promueven un mé-
todo etno-escenológico cuyo objeto mismo está formulado por las
tres raíces etimológicas ethno-scéno-logos. La búsqueda de esa nue-
va disciplina es el estudio del cuerpo espectacularizado que debe es-
tar en una perspectiva universal que transcienda a las particularida-
des regionales. Cito la especificación que hace Jean Marie Pradier de
esos tres términos:
el término griego skeno ha parecido adecuado comprendiendo la historia que
permite asociar ciertas prácticas espectaculares. Originalmente significaba el edi-
ficio provisional, una tienda, un pavellón, una choza, un barraca. Con el tiem-
El Cuerpo de la Obra • 445
177
Ibid, p.p. 22-23.
El Cuerpo de la Obra • 447
178
Moise Maimonide, Guide des égarés, Verdier, , Lagrasse, 1976, p. 31.
448 • Víctor Fuenmayor
museos, artes escénicas sin teatros, literatura sin libros, antes que las
técnicas occidentales modelen las enseñanzas en los códigos de su
cultura. Esas enseñanzas académicas no reconocen la otra técnica,
tratan de occidentalizar los códigos, a tal punto de negar los cuerpos,
los rostros, la figura modelante que unifica esas sociedades. No es
sólo el caso de nuestra América, sino de toda región colonizada en
cualquier parte del mundo. Cuando esa colonización ha sido realiza-
da, la codificación extrema de las artes conlleva dos principios esen-
ciales: la separación cuerpo-mente y la despersonalización por la téc-
nica de un código formal riguroso e inflexible. Podemos constatar,
sin embargo, que el cuerpo, con una organización más primitiva que
los lenguajes secundarios y que el pensamiento, conserva fielmente
las huellas de las técnicas corporales primigenias y resiste a los cam-
bios. Manteniendo una tradición implícita de técnicas
personalizadoras: el músico, el bailarín, el techador, el cantante de un
pueblo, se reconocen en los sujetos que han descollado en esas accio-
nes sin que sus enseñanzas entren en las instituciones. Podemos, des-
de esa escisión que lleva cinco siglos, situar el problemas de las técni-
cas tradicionales en esas culturas donde la personalización, la asigna-
ción de ciertas funciones artísticas por reconocimiento de dotes per-
sonales, llega a oponerse, de cierta manera, a la técnica hegemónica y
despersonalizadora de la civilización occidental.
183
Eugenio Barba, La canoa de papel, Grupo Editorial Gaceta S.A., México, 1992, p. 31.
El Cuerpo de la Obra • 457
184
Paulo Cello, El peregrino de Santiago. (Diario de un Mago), El Planeta, Santa Fe de
Bogota, 1998.
460 • Víctor Fuenmayor
LEXICO.
Abreacción: reactualización de los conflictos en un orden y en un plano que permiten
su libre desenvolvimiento y conducen a su desenlace. Esta experiencia vivi-
da en psicoanálisis tiene el nombre de ‘abreacción’. Es sabido que tiene por
condición la intervención no provocada del analista, sino que surge en el
proceso de conflictos internos del enfermo, por el doble mecanismo de la
transferencia, como un protagonista de carne y hueso, con referencia al cual
el enfermo puede establecer y explicitar una situación inicial que había
permanecido informulada. Todas estas experiencias se hayan en la cura
shamanística. En ella se trata también de suscitar una experiencia y, en la
medida que esta experiencia se organiza, ciertos mecanismos colocados fuera
de control se regulan espontáneamente para llegar al funcionamiento orde-
nado ( C. Levi Strauss, Antropología Estructural, EUDEBA, Buenos Ai-
res, 1968, p. 179)
Adaptación: a las condiciones de un campo de concentración, adaptación a la vida
urbana, adaptación a la danza con zapatillas de ballet, adaptación a las tradi-
ciones, a comer con cuchara, es decir adaptación ontogenética a través de
una experiencia personal. (Moshe Feldenkrais, El poder del yo, p. 21).
Ejemplo: Nuestra civilización impone exigencias de adaptación social tan
severas y difíciles que no debemos considerar la frigidez en las mujeres y la
impotencia en los varones como fenómenos fisiológicos, sino como una
consecuencia de haber logrado bien una mala educación ( Ibid)
Ajuste: del pez a la vida acuática, ajuste de los bobinos a la vida de rebaño, ajuste del oso
polar al color de la nieve, es decir, ajuste, a través de la mutación y de
diferentes condiciones ambientales selectivas. (Ibid).
Amarus: forma de serpiente grabada en piedras de los edificios incásicos y representan la
sabiduría.
Amautas: sabios del imperio inca que educaban a los nobles a cuya clase pertenecían.
Anagrama: repetición de letras o de sílabas de una texto que permite articular una frase
o un nombre que no ha sido dicho o escrito. Se refiere a la técnica
anagramática de Ferdinand de Saussure, a ciertos procedimientos oníricos
de la interpretación de los sueños o a las elaboraciones cabalísticas en las
escrituras de los textos sagrados o literarios.
Aposentamiento: función dada a las materias artísticas (papel, plastilina, arcilla, colores,
formas) para anidar la imagen del cuerpo del sujeto en sus expresiones.
Armadura: referencia a las corazas corporales que sitúan las inhibiciones y bloqueos de
energía en forma de resistencias o corazas.
Autoimagen: Supondría la consciencia cabal de todas las articulaciones de la estructura
esquelética, asi como la de toda la superficie corporal.(...)Se trata de una
condición ideal y, en consecuencia, rara. (Moshe Feldenkrais, Autoconciencia
por el movimiento, Paidos, Barcelona, 1985, p. 30)
Bloqueo: referencia a las inhibiciones o a las limitaciones expresivas del sujeto que
pueden situarse en el cuerpo y en algunas de las modalidades de la comuni-
cación: movimientos, habla, la escritura, el dibujo, la música, etc.
462 • Víctor Fuenmayor
Bioenergía: la energía vital que une el movimiento somático y los fenómenos psíquicos.
(Alexander Lowen, El lenguaje del cuerpo, Herder, Barcelona, 1995, p.
28).
Contacto: la mayoría de las personas no perciben su espalda, incluso al estar tumbadas.
Con las ejercitaciones se siente, se percibe, se experimenta la espalda. A esta
consciencia de una parte del cuerpo la llamamos ‘tomar contacto’. El con-
tacto con una parte del cuerpo que no es percibida puede establecerse
augmentando la motilidad. ( Alexander Lowen, El lenguaje del cuerpo,
Herder, Barcelona, 1995, p. 28).
Cinestesia: juego de palabras entre los términes de kine (movimieno) y sinestesia o cruce
de varias sensaciones en distintas partes u órganos del cuerpo. Palabra escrita
por el autor de esa manera para reunir el movimiento y las sensaciones
sinéstésicas o entre dos órganos del cuerpo.
Códices: documentos que los amanuences mayas realizaron antes la venida de Cristobal
Colón con dibujos, números y jeoglifos. Se conocen únicamente tres: el
Codex Dresdensis, el Codex Tto-Costesianus y el Codex Peresinianus, cu-
yos originales están en Dresde, Madrid y París. Esos códigos están escritos en
formas de escritura ideogramática o pictogramática, entre signo y cosa, usa-
dos en la cultura pre-colombina en los pueblos mayas y aztecas.
Coraza: término de bio-energética para situar tensiones y las resistencias de contacto con
el cuerpo limitantes de la motricidad del sujeto debidos por causas de inhi-
biciones y a los bloqueos de energía.
Corpo-oralidad: Neologismo homofónico creado por el autor que substituye el térmi-
no corporalidad. Nacido de la necesidad de crear términos cuando no exis-
ten. La palabra enfatiza en que oralidad necesita originalmente del cuerpo:
un relato oral pasado a escritura, una cinta magnetofónica, serían abstraccio-
nes de la acción total.
Cuerpo: referencia a la totalidad corporal, pero sobretodo al cuerpo semiótico como eje
de emisión y de recepción, en un espacio corporal insituable, de todos los
mensajes expresivos.
Cuerpo cultural: referencia a la socio-imagen del cuerpo que modela las semejanzas del
ser humano en la construcción de la corporalidad según las técnicas del
cuerpo de una tradición, en una lengua materna y en una determinada
cultura.
Cratilo: Diálogo platónico entre Sócrates y Hermógenes donde se discute sobre la
motivación o la arbitrariedad de los nombres.
Creole: lengua de islas francesas del Caribe creada entre el francés y substrato de lenguas
vernáculas.
Chakras: centros de intercambio de la energía física y psicológica dentro de la dimensión
física. Se representan como puntos. ( Johari Harish, Los chakras. EDAF,
Madrid, 1991).Pueden también llamarse centros energéticos.
Demouth: traducido por semejanza, supone un alejamiento de la figura y sus lineamientos,
en relación a la idea y no al realismo representativo ( Maimónides, Guía de
descarriados). El demouth es como la compresión del arte no figurativo,
sino de la figurabilidad, es la semejanza de las cosas con los lenguajes o
imágenes mentales y no con la figura, a la manera de la concepción freudiana
del cuidado de la representación o figurabilidad, entre imagen y lengua.
El Cuerpo de la Obra • 463
Eficacia simbólica: término usado por el antropólogo francés Claude Levi Strauss, en
Antropología Estructural, para analizar las curas a partir del simbolos tales
como las curas shamánicas o psiconoalíticas para enfatizar en la eficacia
simbólica sobre lo orgánico-corporal.
Esquema corporal: se refiere a la igualdad de los cuerpos con las mismas funciones sin
importar la geografía o la historia. El esquema puede situarse como el térmi-
no de la lengua que no tiene existencia en sí misma, sin la realización en un
habla. El esquema supone la abstracción de lo que es la corporalidad huma-
na sin el cuerpo en concreto. El esquema se considera universal en oposición
a la imagen inconsciente del cuerpo que será siempre individual ( Françoise
Dolto, La imagen inconsciente del cuerpo). Es la imagen dinámica de las
diferentes partes del cuerpo, sus diferentes posicones, desplazamientos y
actitudes posibles (que se denominan praxias: es una unificación y
totalización de las sensibilidades orgánicas y las impresiones posturales, que
se revela en el movimiento.El esquema corporal es una imagen entre otras
imágenes, sin otra particularidad que el interés afectivo que presta el sujeto
entre el espacio gestual y el espacio de los objetos y de la acomodación
motora al mundo exterior. ( Patricia Stokoe, La expresión corporal en el
jardín de infantes, p. 72 y 73)
Estilo: rasgos característicos individuales que particularizan la expresión del sujeto. Se
dice que dependen de su raíz biológica, de su historia personal. El estilo
podría considerarse como la corporalidad de los trazos en lo que tienen de
único e individualizante.
Estilete: instrumento usado para marcar o trabajar las materias, de donde deriva el
nombre de estilo como huella de la fuerza o energía al utilizarlo. Hace
referencia a una fuerza corporal, a una energía, en la ejecución de la obra, que
expresa la intimidad del sujeto.
Espacio creativo: espacio-tiempo de la dinámica de la expresión, de la comunicación,
por medio de los juegos artísticos y simbólicos. El aislamiento, la fiabilidad,
las relaciones interpersonales hacen de un lugar un espacio donde pueda
expresarse todo de acuerdo a las regulaciones de los juegos artísticos. Puede
relacionarse con el espacio de la fantasía, del juego potencial, cultural, como
lo llama Winnicot, asociándolo al lugar de una recepción del
descongelamiento que libera al sujeto del hielo de la carencia que origina la
locura. Espacio de la fantasía que no se confunde con el espacio terapéutico.
Espacio semiótico: espacio limitado por fronteras, con elementos pre-establecidos y
leyes de organización, para que pueda darse la significación. Esos espacios
pueden considerarse como espacios geográficos, institucionales, artísticos, y
cuyo fin es de organizar los elementos irritantes del mundo exterior por
medio de bloque s de traducción. Así, por ejemplo, un museo de arte
popular o del arte contemporáneo delimitan los espacios para que puedan
ingresar las obras que pertenecen a esos espacios cuyas funciones culturales
exigen una separación para su ordenamiento y significación.
Espacio potencial: sentido de un espacio creativo, virtual, potencial, donde se crea bajo
formas de juego la libertad y un orden cuyo modelo es la relación entre la
madre y el hijo donde todo es permitido y regulado por la relación a la
fiabilidad de las relación entre los dos cuerpos. Winnicot le llama espacio de
la fantasía o espacio del juego cultural. Una educación expresiva o creativa
El Cuerpo de la Obra • 465
supone lograr ese espacio potencial o materno con todos los integrantes con
base a la fiabilidad de las relaciones. Es un término empleado por Winnicot,
como espacio de la fantasía, pero en el texto se emplea en el sentido de las
relaciones de fiabilidad y libertad en los espacios de creación artística o
educativa.
Espolón: referencia al texto de Jacques Derrida Espolones. Los estilos de Nietzsche
donde plantea la cuestión estilística como la presión de un objeto puntiagu-
do, estilete, puñal, o simplemente pluma para atarcar la materia e imprimir
con la fuerza una marca o un sello. Esas metáforas de la acción del estilo
como metáfora masculino femenino nos asegura el goce.
Expresión: presión ejercida por alguna emoción o sentimiento que quiere manifestarse
en algunos de los lenguajes. Casi todas las terapias y algunas pedagogías
contemporáneas son expresivas o auto-expresivas con el uso de juegos artís-
ticos o estrategias para ayudar a que esa expresión íntima pueda exteriorizar-
se.
Exteroceptivo:ver sensopercepción
Euskera: lengua vazca.
Figurabilidad: término freudiano para nombrar las relaciones entre los deseos, las
imágenes y las palabras en la elaboración de los sueños, donde el sujeto
adecúa las formas, puede alterar palabras, para adaptarlas al contenido oníri-
co. En español, en algunas traducciones, se le da el nombre de
representatividad.
Frontera: desde la mebrana de la célula viva hasta la biosfera o película que cubre nuestro
planeta, la frontera se reduce a delimitar la penetración de lo externo a lo
interno, a filtrarlo y elaborarlo adaptativamente. Es la semiotización de lo de
afuera y semiorización de la información. Con su origen etimológico de
frente, parte de la cara, conlleva la connotación de enfrentar.
Identidad: puede estar referida al individuo, a la cultura, al ser humano. Desde el punto
de vista corporal la identidad primitiva depende de las técnicas del cuerpo de
una cultura recibidas en la construcción de lo humano en un sujeto.
Imagen Inconsciente del cuerpo: está del lado del deseo, no ha de ser referida a la mera
necesidad. La imagen del cuerpo que puede pre-existir pero que es coexis-
tente a toda expresión del sujeto, da testimonio de la falta en ser que el deseo
apunta a colmar, allí donde la necesidad, apunta a saturar una falta de tener
o hacer (del esquema corporal). El estudio de la imagen del cuerpo,en
cuanto que es substrato simbólico, podría contribuir a esclarecer el término
de ‘Ello’. La imagen de cuerpo es la síntesis viva, en constante devenir, de
estas tres imágenes: de base, funcional y erógena, enlazadas entre sí por
laspulsiones de vida, las cuale se actualizan para el sujeto en lo que yo
denomino imagen dinámica ( sin representación que es tensión de inten-
sión) ( Francoise Dolto, Imagen Inconsciente del Cuerpo, Paidos, Barcelo-
na, 1994, p. 49)
Imagen muscular: no se trata de la imagen en el sentido mental, sino del resultado de
una acción o tono muscular en la expresión y manera de pensar del sujeto.
Puede relacionarse con los diversos centros de energía y con los resultados
en la expresión de una persona.
Imaginario: el cuerpo es el inconsciente, es el imaginario, es el reservorio de imágenes,
466 • Víctor Fuenmayor
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El Cuerpo de la Obra • 473
Indice de Ilustraciones
Indice
Agradecimientos ................................................................................ 5
Presentación ..................................................................................... 9
0. La primitividad contemporánea ................................................................... 13
1. El cuerpo metafórico del arte ....................................................................... 14
2. Técnicas del cuerpo y cuerpos tecnificados .................................................. 17
3. Técnicas culturales de la creatividad ............................................................. 21
4. Identidad en las técnicas del cuerpo ............................................................ 23
5. Cuerpo total aunque se trate de un solo arte ............................................... 25
6. El aposentamiento del cuerpo ..................................................................... 27
7. El discurso del cuerpo ................................................................................. 31
8. El tono apocalíptico del arte ....................................................................... 34
Parte Introductoria
I. Entre la magia y la ciencia ............................................................. 37
0. Entre la magia y la ciencia. ........................................................................... 41
1. Cuerpo y arte. ............................................................................................. 44
2. ¿Qué cuerpo? .............................................................................................. 46
3. Fundamentos corporales de nuestras culturas ............................................... 46
4. La historia de nuestros cuerpos .................................................................... 48
5 Los límites del cuerpo. ................................................................................. 49
6. Las técnicas compatibles .............................................................................. 52
II. Método y expresión ..................................................................... 55
0. Por donde empezar ..................................................................................... 59
1. Los saberes ................................................................................................. 60
2. El conocimiento intuitivo ........................................................................... 62
3. El espacio-tiempo de la expresión del sujeto. ............................................... 65
4 El espacio de la letra viva .............................................................................. 66
5. La temporalidad ........................................................................................ 67
6. Primer tiempo : la vivencia. .......................................................................... 68
7. Segundo tiempo: el saber ........................................................................... 69
8. Tercer tiempo : el conocimiento .................................................................. 71
III. Metodo y técnica personal .......................................................... 73
0. Músculos y cerebro ..................................................................................... 77
1 Las técnicas del cuerpo ................................................................................. 79
2. El método de las técnicas sin el cuerpo. ........................................................ 80
3. Método personal transmisible ...................................................................... 83
4. Método entre las teorías y las prácticas ......................................................... 86
Primera Parte
I. Al Inicio: el punto ........................................................................ 97
0. El punto corporal ..................................................................................... 101
1. El punto/ la ciencia. ................................................................................. 102
2. La voz media del cuerpo del arte .............................................................. 109
480 • Víctor Fuenmayor
SEGUNDA PARTE
I. Cuerpo en el exilio .................................................................... 245
0. El cuerpo en el exilio ................................................................................ 249
1. La transmisión indirecta por el deseo. ....................................................... 250
2. Los exilios del arte. ................................................................................... 251
3. Memoria del cuerpo: ................................................................................ 253
El Cuerpo de la Obra • 481
TERCERA PARTE
I. Nada más real que el cuerpo que imagino ..................................... 317
0. No existe arte sin cuerpo. ......................................................................... 321
1. El cuerpo que imagina el cuadro. .............................................................. 324
2. El cuerpo que retorna .............................................................................. 326
3. Pintar desde el movimiento profundo de ser ............................................ 331
4. Las palabras de un cuerpo: ¿En qué lengua se pinta? .................................. 333
5. Entre letra y cuerpo. ................................................................................. 334
6. Las intersecciones de la obra llamada no verbal ......................................... 339
7. Las intersecciones de las culturas. .............................................................. 341
8. El anagramatismo pictural ......................................................................... 343
9. Enseñar un arte es transmitir una imagen del cuerpo ................................ 347
10. El cuerpo-huella ..................................................................................... 348
11. La sorpresa del otro modo de conocimiento ........................................... 350
12. Integrarnos al deseo creativo: ................................................................. 352
13. El juego del arte y la re-implantación de otra realidad ............................. 355
14. El otro territorio de América .................................................................. 356
II. Tecnicas de cuerpo ......................................................................... 359
0. Entre juego y trabajo: las técnicas tradicionales .......................................... 363
1. Todo es juego y nada es juego .................................................................. 366
2. El arte con otra técnica ............................................................................. 366
3. Las técnicas de otras culturas ..................................................................... 370
4. Las técnicas según las culturas ................................................................... 373
5. De las técnicas de cuerpo a la identidad ..................................................... 375
6. Tacto, contacto y consciencia .................................................................... 377
RECUPERAR NUESTRO ESPACIO
I. A manera de conclusiones ........................................................... 383
0. Los estratos del cuerpo. ............................................................................ 387
1. Las técnicas de humanización ................................................................... 389
2. El cuerpo primero .................................................................................... 391
3. Técnicas de contacto con el cuerpo propio. ............................................... 392
4. El aprendizaje metódico ........................................................................... 394
5. Técnicas de contacto con la socio-imagen del cuerpo. .............................. 404
6. Los substratos del cuerpo ......................................................................... 407
7. Los adstratos corporales ............................................................................ 410
8. Los superestratos ...................................................................................... 414
9. Efectos del cuerpo en el arte: la singularización ......................................... 415
10. Efectos en la ‘culturación’ del cuerpo ..................................................... 418
11. La universalización del cuerpo ................................................................ 421
EPILOGO
I. Facilitar el camino ...................................................................... 433
0. La búsqueda de las raíces de las técnicas .................................................... 437
1. El origen de la identidad corporal ............................................................. 439
2. Las teorías de las técnicas y las prácticas. ..................................................... 442
3. Métodos de acercamiento al cuerpo espectacular ...................................... 443
4. Técnicas del cuerpo y técnicas de la danza ................................................. 448
5 El cuerpo y las técnicas implícitas de nuestras culturas ................................ 451
6 Lo personal y cultural de una técnica ......................................................... 453
7 Una salida del cuerpo y de una cultura por el equilibrio de las técnicas ...... 455
LEXICO. ............................................................................................. 461
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................. 472
Indice de Ilustraciones ........................................................................... 477
Oscar Naveda
Vice-Rector Administrativo
Facultad de Humanidades
y Educación