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SEXTO SOCIALES

LAS DROGAS Y SU INFLUENCIA EN LA JUVENTUD

INFORMACIÓN INICIAL PARA PROYECTO

AUTORA:
MIRIAM ENCALADA

DIRECTOR:

LIC.

AZOGUEZ -ECUADOR
2011-2012

1
ÍNDICE

Introducción………………………………………………………………………… 3

CAPÍTULO

I.-

Marco Teórico Referencial………………………………………………. 4


Antecedentes Históricos………...………………………………….…4
Descripción de los Constructos..…………………………….……….5
Definición de Prevención…………………………………………..6
Estrategias de Prevención………………………………………...7
La elección de estrategias preventivas…………………….…….8
Conceptualización sobre las drogas……………………………..9
Clasificación de las drogas………………………………………..12
La escuela preventiva y el Rol del maestro preventor…………13
Conclusiones……………………………………………14
Recomendaciones………………………………………………15
Bibliografía……………………………..…………….16

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INTRODUCCIÓN

Una de las problemáticas que enfrenta la sociedad mundial es el problema de las drogas
y Venezuela no escapa de esta epidemia, donde pequeñas comunidades urbanas del país
se ven inmersas en esta problemática latente; por lo tanto los docentes, como
involucrados en la labor social, deben ejercer una acción preventiva, ya que no existe
una fórmula mágica para derrotar el auge de las drogas en el país y el mundo. La
prevención es la medida más efectiva que se puede tomar. Por ende, esta prevención
exige un trabajo duro y constante por parte de todos los miembros de la comunidad, a
fin de desarrollar en los estudiantes, capacidades y destrezas para evitar que caigan en el
mundo de las drogas.
En este sentido, el consumo de drogas se presenta en la actualidad como uno de los
problemas más importantes a los que se enfrenta la sociedad, tanto por la magnitud del
fenómeno como por las consecuencias personales y sociales derivadas del mismo.
Además, ha dejado de ser algo exclusivo de una minoría para configurarse como un
problema de magnitudes sociales, comunitarias y de salud pública. Es especialmente
preocupante el uso indiscriminado de sustancias en períodos como la adolescencia,
etapa en la que se ha incrementado en gran medida y en la que toma especial relevancia
si se toma en cuenta a la adolescencia como un período vital de especial riesgo para
uso/abuso de drogas, en la que se llevan a cabo los primeros acercamientos a las
sustancias adictivas y el mantenimiento de patrones de consumo que, en gran parte de
los casos, se consolidan en la vida adulta.
Además, es necesario recordar que este momento evolutivo es un período de transición
de la infancia a la madurez en el que se producen una gran cantidad de cambios
corporales, afectivos, cognitivos y de valores que junto con un mayor deseo por obtener
experiencias novedosas e intensas, por ampliar las redes sociales y la búsqueda de
autonomía y de una identidad propia al margen de los convencionalismos, le convierten
en un período de especial vulnerabilidad y proclive al desarrollo de conductas asociadas
al consumo de drogas.

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CAPITULO I

MARCO TEÓRICO REFERENCIAL

Antecedentes Históricos

El consumo de las drogas es tan antiguo como la humanidad y siempre han existido
drogas asociadas a la cultura en cada contexto histórico y social. Hoy en día, el
incremento del consumo se relaciona con el actual modelo social, que promueve el
individualismo, el consumismo, la competitividad, el énfasis en el placer y la
desigualdad socioeconómica, entre otras. Hogares Crea de Venezuela, (2001) en su
investigación “Etiología y percepción del problema del consumo de drogas”, establece
lo siguiente:

Las drogas como el tabaco y el alcohol se han integrado a la cotidianidad y forma


parte de la vida de muchos jóvenes, están ligadas al tiempo de ocio, al baile, la
música, los temas de conversación y los hábitos... (p.3)

De acuerdo a lo anteriormente expuesto, se puede decir que cada vez que un joven
recurre a las drogas para disfrutar de la vida o enfrentarse a sus exigencias, está
limitando la oportunidad de desarrollar sus propios recursos. El consumo de drogas
induce, por otra parte, a comportamientos descontrolados en los que no se miden los
riesgos, ni las consecuencias de lo que se está haciendo, muchas veces dejándose llevar
por los amigos, vecinos, o por los problemas personales que lo agobian. El ambiente en
que se mueve la persona también es decisivo a la hora de consumir drogas. Existen
ambientes en los que estas sustancias gozan de prestigio social, está bien visto tomarlas,
se asocian al ocio y a la diversión, están de moda y, todo ello, facilita su consumo. La
información que circula en estos ambientes suele estar sesgada de forma que se
minimizan los riesgos y se exageran sus ventajas. Se conoce además, que determinados
ambientes conflictivos o marginales repercuten directamente en el inicio del consumo
de drogas. Según Alianza para una Venezuela sin Drogas (2000):

Nuestros niños, niñas y jóvenes de los sectores populares vienen a la escuela


cargados de experiencias frustrantes. Vivir en familias desintegradas, donde se
presentan innumerables casos de atropello; la descarga continua de la televisión
aunada a la imposibilidad de cumplir con las expectativas de consumo que ella
ofrece.

Visto de esta forma, lo anterior permite deducir que, cada vez más, el mundo de las
drogas está al alcance de los jóvenes y muchos son los factores de riesgo que los tornan
vulnerables, como la falta de educación y de información adecuada sobre los efectos de
los estupefacientes. También influyen negativamente la desunión de la familia y la falta
de diálogo entre padres e hijos, así como los entornos sociales, los mensajes distorsivos

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emitidos por los medios de comunicación (sobre todo, la televisión), la deserción
escolar y la falta de trabajo, entre muchos otros.
Por lo tanto, es fundamental que los jóvenes reciban orientación no sólo sobre el daño
que causan las drogas, sino también sobre su capacidad y su derecho para rehusarse a
consumirlas. Será necesario, entonces, fortalecer su autoestima, el sentido del bien
común, el valor del cuerpo y el espíritu sanos para poder enfrentar con éxito los retos,
problemas y riesgos que se les pueden presentar a lo largo de sus vidas.
Siendo las cosas así, resulta claro que, las consecuencias de las adicciones a las drogas y
a otras sustancias legales e ilegales deben hacer recapacitar sobre la necesidad de
emprender un esfuerzo conjunto para poner de relieve su gravedad. Todos los actores de
la sociedad deben asumir esta responsabilidad con absoluta claridad y firmeza y el
compromiso de estimular los valores que engrandecen al ser humano, no los vicios que
lo degradan y dañan.
Es de hacer notar que, estas son las causas que se manejan a través de la historia, que
tienen relación con el consumo de drogas y que para la humanidad ha generado
innumerables consecuencias, según estas investigaciones de no tratarse de manera
preventiva seguirá aumentando el número de consumidores.

En este sentido, los factores de riesgo y de protección pueden afectar a los niños y
jóvenes durante diferentes etapas de sus vidas. En cada etapa, ocurren riesgos que se
pueden cambiar a través de una intervención preventiva. Se pueden cambiar o prevenir
los riesgos de los años escolares, tales como una conducta agresiva, con intervenciones
familiares, escolares, y comunitarias dirigidas a ayudar a que los niños desarrollen
conductas positivas apropiadas. Si no son tratados, los comportamientos negativos
pueden llevar a riesgos adicionales, tales como el fracaso académico y dificultades
sociales, que aumentan el riesgo de los niños para el abuso de drogas en el futuro. De
allí que, los programas de prevención basados en la investigación se deben enfocar en
una intervención temprana en el desarrollo del niño para fortalecer los factores de
protección antes de que se desarrollen los problemas de conducta.

Descripción de los Constructos

La estructura teórica que se presenta a continuación debe tener una secuencia lógica y
coherente específica para contrastar los hallazgos, en relación a este aspecto Martínez
(2004), plantea “el marco teórico tiene que ser apropiado en sí y adecuado en cuanto a
su amplitud; es decir, no puede restringirse a una subárea de la disciplina ni, menos aún,
enfocar sólo el punto de vista de algunos autores” . En este sentido, se presentan las
teorías como soporte a esta investigación, de las cuales se describen definiciones,
funciones, perfiles, características, eventualidades, procesos, estructuras y otros
contenidos significantes que sin duda afianzarán el estudio.

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Definición de prevención

Siguiendo las reflexiones del Plan Nacional de Drogas (2008), se puede definir la
prevención como “aquél entramado dinámico de estrategias que tienen como objetivo
eliminar o reducir al máximo la aparición de problemas relacionados con el uso
indebido de drogas” (p. 56) (Criterios de Acreditación en Prevención). Por su parte, el
CSAP del National Center for the Advancement of Prevention (2007), define la
prevención o los esfuerzos preventivos como “intentos de reducir los problemas
derivados del abuso de drogas antes de que comiencen, a través de una diversidad de
estrategias”.
Por lo antes expuesto, prevenir es siempre tomar medidas o realizar actuaciones que
eviten la aparición de problemas o de situaciones consideradas como problemáticas. Las
actuaciones preventivas adoptan todo tipo de formatos: Campañas, Utilización de
materiales, Actos lúdicos, Programas estandarizados, Planes nacionales y autonómicos,
etc.
Dentro de este orden de ideas, se cree que las actuaciones preventivas deben, cada vez
más, planificarse, aplicarse y evaluarse de un modo sistemático, coherente y
globalizado. Conviene plantear desde el principio el consenso existente sobre la
pluralidad de objetivos de la prevención en drogas: Un objetivo puede ser evitar o
impedir el consumo de drogas puesto que el no consumo implicaría automáticamente la
desaparición de los problemas asociados al consumo. Otro objetivo diferente puede ser
evitar o el abuso de las drogas, o más eufemísticamente, el consumo indebido o
inadecuado de las mismas. Un tercer objetivo puede ser la reducción o eliminación de
los problemas consecuencia del consumo, del consumo inadecuado o del abuso de
drogas.
El Plan Nacional de Drogas (2008), en su documento sobre prevención de
drogodependencias en la comunidad escolar, enumera las posibles medidas a tomar
dentro de este marco de objetivos: Medidas destinadas a reducir la disponibilidad de las
drogas que buscan, por tanto, el no consumo. Medidas destinadas a formar a las
personas, de manera que no necesiten consumir drogas; de nuevo un objetivo de no
consumo. Medidas destinadas a capacitar a las personas para que no abusen de las
drogas, aunque las consuman; objetivo de eliminación de problemas. Medidas
destinadas a reducir los problemas de las personas que consumen drogas; objetivo de
reducción o eliminación de problemas
A pesar de este énfasis insistente en establecer como objetivo de la prevención la
reducción o eliminación de los problemas derivados del consumo y abuso de las drogas,
la mayoría de los documentos públicos redirigen casi de una manera automática su
punto de mira hacia la eliminación o reducción del consumo indebido o del abuso, es
decir, hacia el no consumo.

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Estrategias de Prevención

Para comenzar se tiene que, estrategia es un concepto polisémico que diferentes autores
dirigen tanto a clasificación como “inespecífica/específica”, primaria, secundaria o
terciaria, como dirigido a la “oferta o la demanda” o según diferentes segmentos de
población (población general, familias, población escolar, población de riesgo,...).
Martín (1999), establece que el término “estrategia” debe reservarse para designar
aquello que caracteriza una intervención preventiva en lo que es el conjunto de
actividades, actuaciones y/o servicios que constituyen la intervención, estrategia y
modelo de intervención coinciden en gran medida. Entonces, resulta relevante en este
sentido la diferenciación entre estrategias que tienen como objeto: La reducción de la
oferta de drogas, y las que tienen como objeto la reducción de la demanda.
De este modo, en el lado de la oferta toda estrategia que reduzca la presencia de drogas
es una estrategia preventiva. Aquí debe incluirse el incremento de los precios de las
drogas, el decomiso de la droga ilegal, la prohibición de la publicidad y promoción de
drogas legales, las normas restringiendo el consumo de drogas (legales) en espacios
públicos, la restricción de los lugares de venta de drogas o la reducción del número de
locales que las vendan, así como las restricciones en la edad para comprar o para
acceder a dichos locales de venta y consumo, etc.
Al mismo tiempo, gran parte de estas medidas de prevención dentro de la estrategia de
reducción de la oferta, son medidas normativas que tienen que ser acordadas por las
autoridades legítimas, normalmente a nivel nacional (o supranacional), o de Comunidad
Autónoma. La existencia de drogas legales e ilegales pone de manifiesto que esta
estrategia no da resultado llevada a su límite lógico (restricción total de la oferta); pero,
sin embargo, sí que constituye un buen complemento de las estrategias basadas en la
demanda.
Dentro de las estrategias basadas en la demanda no existe ni un consenso sobre una
tipología de las mismas, ni sobre la existencia de una única estrategia a utilizar. En lo
que respecta a la reducción de la demanda, Martín (1999), presenta las estrategias
existentes en la actualidad se pueden clasificar en cinco clases:
1.- La estrategia centrada en la difusión de información sobre las características de
las drogas y sus efectos, destacando de una manera objetiva los negativos. 2.- La
estrategia centrada en la oferta de alternativas al consumo de drogas, incluyendo
alternativas de empleo del tiempo libre y ocio. 3.- La estrategia basada en el
componente afectivo. Esta estrategia incide en la mejora de la autoestima, así como en
la modificación de actitudes, creencias y valores relacionados con las drogas y su
consumo. 4.- La estrategia basada en la influencia social. Se trata de prever y hacer
frente a las presiones sociales (amigos, publicidad, entorno...) a favor del consumo de
drogas. Se identifican los factores que favorecen el consumo y se afrontan directamente
mostrando el proceso de influencia social y desarrollando habilidades de resistencia y
rechazo. 5.- El desarrollo de habilidades genéricas para la competencia individual y
la interacción social (habilidades para la vida).

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Una forma útil de clasificar los programas preventivos es considerar tres grandes grupos
en función de sus estrategias globales: Los programas universales, los programas
selectivos y los programas indicados. Los programas universales; se dirigen a la
población general, o a amplios segmentos de la misma, y tienen como objetivo de
resultados último prevenir o retrasar el inicio del consumo de drogas. Se asume que
todas las personas que componen la población determinada tienen la misma
probabilidad (o riesgo) de consumir drogas, y a ellos se dirige el programa sin
distinción.
En este sentido, se han desarrollado programas universales para los centros escolares,
para las familias y para la comunidad en general. Un ejemplo de programa dirigido a
centros escolares es el de “Habilidades para la Vida” de Botvin y otro ejemplo de un
programa comunitario es el “Midwestern Prevention Project (STAR)”.
Los programas selectivos; se dirigen a grupos de la población con mayor riesgo de
consumo de drogas. Estos grupos pueden delimitarse en función de la edad, lugar o zona
de residencia, características familiares, etc. El objetivo básico de estos programas
selectivos es prevenir el consumo de drogas incidiendo en los factores de protección de
las personas que pertenecen a estos grupos de riesgo.
En estos programas los profesionales que los aplican están especialmente cualificados,
tienen que motivar a la participación en el programa a las personas del grupo de riesgo,
la intervención es más intensa y con una mayor duración que en los programas
universales y requiere un conocimiento previo tanto de los factores de riesgo como de
los factores de protección.
Por último, los programas indicados; tienen como objetivo individuos en riesgo
porque consumen drogas y/o presentan problemas asociados con dicho consumo, sin
llegar a la adicción. Los objetivos de estos programas suelen ser la reducción del
consumo de sustancias, la frecuencia o la cantidad y los problemas asociados al mismo.
El primer paso en la aplicación de estos programas es la identificación de los individuos
en riesgo a través de las conductas problemáticas asociadas (conducta antisocial,
agresiva, fracaso escolar...) o del propio consumo de drogas.

La elección de estrategias preventivas

Uno de los componentes más importantes son las estrategias utilizadas en las
intervenciones preventivas en la actualidad que son, por otra parte, las que se han
mostrado más efectivas. La elección de una estrategia preventiva según Martín (1999),
concreta tiene que hacerse en función de:
• Las estrategias existentes que tienen demostrada su valía. • Las características del
problema sobre el que se interviene. • Las necesidades detectadas. El “problema” de las
drogodependencias no es igual en todos los municipios y tampoco lo son las
necesidades que van a guiar la intervención.
Desde la perspectiva más general, una condición o hecho social determinado, por
ejemplo el consumo de heroína, se transforma en un problema social cuando así lo
definen los actores sociales de acuerdo con unos determinados valores. Por tanto, es

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lógico pensar que las condiciones sociales objetivas y los valores sociales que
determinan el problema social puedan variar de una localidad a otra. Por eso, cualquier
programa de prevención requiere un previo conocimiento de los siguientes aspectos: La
condición social y sus características, el problema y las necesidades detectadas
relacionadas con el problema social. En una secuencia lógico-necesaria, la condición
social objetiva sobre la que se va a intervenir debe convertirse en un problema y éste, a
su vez, debe traducirse en necesidad o necesidades sociales (déficits) que precisamente
van a guiar la intervención para acabar con dichos déficits. La traducción de un
problema a necesidades lleva en paralelo la elección de una o varias estrategias de
intervención, tal y como se puede observar en el esquema siguiente:

Las hipótesis de un programa pueden desarrollarse en torno a: Las causas de una


determinada conducta o problema. Los factores asociados a las causas. Las
consecuencias de la conducta. O los factores asociados a dichas consecuencias. Aunque
idealmente puede y debe separarse el análisis del problema relacionado con las drogas
sobre el que se va a intervenir de lo que es la evaluación de necesidades, lo cierto es que
evaluación de necesidades y análisis del problema están estrechamente
interrelacionados y deben hacerse juntos. La evaluación de necesidades debe realizarse
antes de haber seleccionado una estrategia de intervención (una vez identificado y
conocido el problema), o puede también hacerse después para ajustar el programa de
intervención a las necesidades diagnosticadas en el contexto y lugar donde se van a
aplicar.
Conceptualización sobre las Drogas

El consumo de drogas constituye un problema de salud pública, entendido este término


en su más amplio sentido, para comprender en él no sólo los problemas de carácter

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estrictamente sanitario sino también los que afectan al bienestar personal y familiar de
los afectados y las consecuencias sociales que conllevan las drogodependencias. Para
comprender el problema del consumo de drogas se debe tomar en cuenta una serie de
elementos que se interrelacionan entre sí, tales como: drogas, considerando su poder
adictivo, los tipos y la disponibilidad.
Otro elemento importante es la persona tomando en cuenta su diversidad; el medio sería
otro elemento a evaluar en donde intervienen la escuela, la comunidad, el grupo de
pertenencia. Todos estos aspectos que al ser canalizados toman relevancia dentro del
consumo de las drogas. Dentro de toda esta tría, vale preguntar ¿Qué son las drogas y
qué representan para la sociedad?. Según Alianza para una Venezuela sin Drogas
(2000), las define como:
Sustancias químicas o naturales que al ser consumida por una persona, causan
cambios en el funcionamiento tanto de la parte física como psíquica del
organismo. Por sus efectos, las drogas causan dependencia en mayor o menor
grado, de acuerdo con la sustancia consumida y las características propias de cada
individuo, como la edad, la personalidad y el ambiente familiar y social que lo
rodea.

Es evidente entonces que, las drogas son sustancias químicas que modifican el estado de
ánimo, las percepciones, el funcionamiento mental y/o la conducta de los sujetos.
Suelen ser llamadas también sustancias psicoactivas. En casi todas las culturas
conocidas a lo largo de la historia la gente ha consumido algún tipo de sustancia
psicoactiva, para alterar el humor, el pensamiento y/o los sentimientos. El uso no
médico de las drogas y el problema de su abuso son tan antiguos como la misma
civilización.
Al respecto CONACUID (2003), expresa lo siguiente:
Las drogas también conocidas como fármacos es un producto o sustancia de
origen natural o sintético que forma el principio activo de un medicamento, el cual
es utilizado con fines curativos, supresivos y profilácticos, son ello que su utilidad
terapéutica va a depender, primordialmente de la capacidad para producir los
efectos deseados con el mínimo de efectos secundarios.

Este concepto se refiere a que la modificación puede ser perjudicial o beneficiosa para
el ser vivo, y que depende del tiempo de administración y de la dosis y de las
características del propio ser. Paracelso decía en 1500 que todas las sustancias son
venenos. Para él, la diferencia entre un veneno y un medicamento era la dosis, es decir
que un medicamento administrado en dosis excesivas y durante un tiempo inadecuado
se convierte en un factor perjudicial que puede llevar a la muerte de la persona.
Por lo antes expuesto, el consumo de drogas, legales e ilegales, constituye un problema
de salud pública muy importante. Los riesgos y daños asociados al consumo varían para
cada sustancia. Además, es necesario tener en cuenta las variables personales como el
grado de conocimiento o experiencia del usuario, su motivación, etc. y las propiedades
específicas de cada droga así como la influencia de los elementos adulterantes. Lo que
hace que una adicción sea una adicción nociva es que se vuelve en contra de uno mismo

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y de los demás. Al principio se obtiene cierta gratificación aparente, igual que con un
hábito. Pero más temprano que tarde su conducta empieza a tener consecuencias
negativas en su vida.
Por consiguiente, las conductas adictivas producen placer, alivio y otras
compensaciones a corto plazo, pero provocan dolor, desastre, desolación y multitud de
problemas a mediano plazo. Las consecuencias negativas asociadas a las adicciones
afectan a muchos aspectos diferentes de la vida de una persona. Por otra parte, con
relación a la definición de drogas se plantea la siguiente interrogante ¿Cuándo se
presentan las drogas como problema?
Según La CONACUID (2003), expresa:
Este problema puede ser abordado desde dos puntos de vista conductuales, uno en
el cual se consume drogas de uso terapéutico (benzodiacepina, anfetaminas,
barbitúricos, etc.), de forma ilícita o que no se ajustan a un tratamiento médico
específico, con el objeto de obtener los efectos psicoestimulantes o depresores de
estas drogas; el otro punto de vista es el que tiene que ver con el consumo de
drogas de uso no terapéutico (drogas ilícitas), como lo son la cocaína, la
marihuana, la heroína., etc., por medio de su acción sobre el sistema nervioso
central, son capaces de producir cambios emocionales, perceptivos, de conciencia
y comportamiento en individuo. En ambas conductas el uso de las drogas es de
forma excesiva generándose dependencia física, psíquica o adicción, lo que
ocasiona, en la mayoría de los casos, un grave deterioro psicorgánico y de
comportamiento social.

En la perspectiva que se adopta, la sociedad actual se enfrenta a un peligroso problema:


el abuso de las drogas. Este problema se observa sobre todo en niños y jóvenes,
independientemente de la religión, posición social o sexo. Como se ha mencionado
reiterada veces la droga es cualquier producto terapéutico cuyo uso o consumo provoca
alteraciones del sistema nervioso central del individuo; creándole cambios psíquicos,
emocionales y físicos, así como farmaco-dependiencia.
Entre las posibles causas que pueden motivar a un joven para consumir drogas, podrían
enumerarse: para pertenecer a un determinado grupo de amistades (aceptación de
grupo), imitación a un artista al cual se admira o con el cual se siente identificado, para
evadir una realidad que le desagrada o para aumentar la autoestima (problemas en el
hogar o para relacionarse con otras personas y bajo el efecto de las drogas logran
sentirse desinhibidos y bien).
Dentro de este marco de ideas el uso y abuso de las drogas por parte de niños,
adolescentes y jóvenes adultos debe prevenirse ya que en su constante búsqueda de
emociones o simplemente para evadir realidades estas susceptibles de caer en la
dependencia. Se presenta a continuación una breve descripción sobre la clasificación y
efectos de las drogas, a fin de que se conozca la información básica. Se recomienda no
centrar las estrategias en las drogas y sus consecuencias, para evitar un efecto
antipreventivo sobre la información que se trasmite ya que puede generar curiosidad por
“experimentar” los efectos que se están tratando de evitar. Es conveniente trabajar las

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consecuencias que sobre la vida personal (familia, estudios, amistades) tiene el consumo
de las drogas.

Clasificación de las drogas

La Organización Mundial de la Salud (2006), clasifica las drogas en cuatro


grupos diferenciados en función del grado de peligrosidad, tomando como referencia los
efectos que tienen sobre el comportamiento, la creación de dependencia y la toxicidad
para el organismo. Entre ellas destacan las siguientes:
1. Alucinógenas: sustancias que actúan sobre el sistema nervioso central, causando
alucinaciones, ensueño. Ejemplos de estas derogas: LSD, marihuana, fenciclidina
(PCP), mezcalina, peyote.
2. Depresoras: sustancias que deprimen el funcionamiento del sistema nervioso central,
retardando o disminuyendo la capacidad de respuesta de las funciones psíquicas y
corporales. Ejemplo de estas drogas: opio y sus derivados (morfina, heroína, codeína,
meperidina, metadona, fentanil), barbitúricos (tiopental, pentobarbital, secobarbital,
amobarbital, barbital), benzodiacepina (alprazolam, bromazepam, clonazepam,
lorazepam, diazepam, etc.) y alcohol etílico.
3. Estimulantes: estimula la actividad del sistema nervioso central, significa que
produce un estado de excitación o aceleración de las funciones biológicas y
psicológicas. Ejemplo de estas drogas: cocaína y sus derivados, anfetaminas y sus
análogos estructurales, nicotina, cafeína.
4. Inhalantes: sustancias químicas de uso común, cuyos vapores al ser aspirados
producen en el individuo euforia, desorientaciones, pérdida del apetito. Ejemplo de estas
drogas: barnices, pegas, solventes, gasolina, tiner. Etc.
Por otra parte, De Breto (2003) cita en su artículo a la Dra. María Teresa Aquino,
médico psiquiatra, directora del Núcleo de Estudios e Investigaciones en Atención al
Consumo de Drogas (NEPAD), perteneciente a la Universidad Estadual de Río de
Janeiro, afirma que: El 90% de los sujetos atendidos son adictos a la cocaína, con un
promedio de edad de 16 años. Para esta investigadora, el uso de estupefacientes es una
de las principales causas de violencia y crueldad manifestada por muchos jóvenes. A
esto se suma la crisis educativa de los “núcleos familiares” que vienen gestando desde la
década de los 60: “prohibido prohibir, liberación sexual, movimiento hippie...” y en que
las teorías psicológicas y educativas emergentes fueron mal interpretadas, mal
comprendidas y erróneamente aplicadas. Se creó una gran confusión sobre los
conceptos de libertad y se generaron fallas en la orientación a los niños y a los jóvenes,
porque los adultos estaban también confundidos. No tenían claridad sobre lo que estaba
permitido y lo que estaba prohibido, tanto en las normas familiares como en las sociales.
Entonces, debido a lo anterior se tenía miedo de imponer límites a los hijos con el temor
de frustarlos y ocasionarles traumas psicológicos. La verdad es que no hay una teoría
científica que demuestre que la ausencia de límites es un método infalible para educar
niños sin problemas. La permisibilidad sin frenos es desastrosa. Si no se consigue

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transmitir a la generación futura los valores básicos de la convivencia, aparecerán los
graves trastornos de conducta, la sensación de vacío en los jóvenes que desconocen
cómo llenar esa soledad sin el consumo compulsivo de drogas, por ello, se debe evitar
esta problemática en todos los contextos.

La Escuela Preventiva y el Rol del Maestro Preventor

La acción formadora de la escuela comienza desde la infancia del ser humano y lo


acompaña en los cambios y crisis propias de las diferentes etapas de su crecimiento.
Desde el inicio, este nuevo espacio propicia la adquisición de experiencias de
interacción social, aprendizajes afectivos y actitudinales; muchas de las funciones que
anteriormente ejercía la familia se han transferido a la escuela, quién como agente de
socialización en la vida contemporánea, juega un papel en la prevención del consumo de
las drogas.
Una de las principales fortalezas de la escuela es propiciar el desarrollo integral del niño
y del adolescente. Constituye un lugar donde se puede detectar, precozmente, las
posibles conductas de riesgo que presentan los alumnos: una acción correctiva temprana
puede ser neutralizadora de comportamientos de riesgo futuro. Una escuela que no
cumpla con su rol orientador y preventivo, presenta características en su propia
didáctica que se traducen en factores de riesgo para el consumo de drogas.

RECOMENDACIONES

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1. Debe haber conocimiento en la prevención del consumo de las drogas: en la medida
en que el maestro se capacite en esta materia, manejará información sobre el consumo.
Los maestros requieren estar preparados para transmitirla significativamente, de forma
creíble y adecuada para la población estudiantil, según su edad, nivel de desarrollo y
ajustada a las diferencias socioculturales de cada región.
2. La detención de conductas tempranas de riesgo: si se puede identificar conductas
tempranas de riesgos como rebeldía, conflictos con la figura de autoridad, dificultades
para acatar normas, agresividad, hiperactividad, temperamento difícil, vinculación con
compañeros problemáticos, en cuyo caso deberá personalizar el trato con el joven,
acercándose a él, mostrándole una actitud receptiva y de apoyo; si lo considerara
oportuno debe referirlo a un especialista, con el fin de complementar los esfuerzos para
ayudarlo en la superación de sus problemas.
3. Desarrollo de habilidades para la vida en los alumnos: se trata de fortalecer las
competencias psicosociales de los alumnos estimulando la capacidad para establecer
metas, manejar la presión de grupo, tomar decisiones adecuadas, establecer y mantener
relaciones, tener un autoconcepto y autoestima saludables, desarrollar un pensamiento
autónomo y crítico frente al problema, entre otras.
4. Contrarrestar la influencia de los determinantes culturales: la percepción que tiene los
niños y adolescentes sobre las drogas, está teñida de falsos estereotipos que distorsionan
la realidad, como la asociación entre alcohol-recreación y tiempo libre, la vinculación
entre el tabaco y madurez, consumo de drogas y juventud y muchas otras falsas
creencias frente a las que se debe orientar una reflexión colectiva
5. Desarrollar compromisos de no consumo: ofrecerles a los estudiantes información
sobre las consecuencias del consumo de drogas y promover el desarrollo de destrezas
que les permitan identificar y actuar de forma saludable ante las situaciones de riesgo de
consumo, los colocará en la capacidad de hacer fuertes compromisos de no consumo.
6. Fomentar normas sociales antidrogas dentro del ambiente escolar: la escuela debe
contar con una política escolar muy precisa con relación al consumo de tabaco, alcohol
y otras drogas, además orientar sus principios hacia los fundamentos de la escuela
preventiva.

CONCLUSIONES
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La prevalencia del consumo de drogas en la edad adolescente no deja dudas al respecto.
El consumo de algunas drogas, sean legales o ilegales, se ha normalizado en la
adolescencia, es decir, ha tomado un carácter de habitualidad en el proceso de
socialización adolescente. El consumo de drogas se ha mitificado con un complejo
entramado de ritos y simbología que debe cumplirse necesariamente para establecer el
paso de la infancia a la adolescencia y primera juventud. Desde los inicios de este nuevo
modo de entender las sustancias psicoactivas, la prevención ha sido vista como la mejor
manera de controlar este consumo.
En este sentido, inicialmente se pensaba que el mejor modo era alejar completamente a
la población juvenil del consumo de drogas, pero vista la ineficacia de este tipo de
objetivos utópicos, se establecieron metas menos ambiciosas e irreales, afirmando que si
la meta del no consumo era muy difícil y carente de sentido en un amplio sector
adolescente y juvenil, al menos sí debería programarse la prevención para retrasar la
edad de inicio en la experimentación del consumo; al mismo tiempo, elaborar
estrategias efectivas para reducir los daños y los riesgos del consumo en el caso de que
éstos estuviesen ya instaurados.

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BIBLIOGRAFÍA

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