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Tema: El suicidio en los adolescentes.

Herrera Herrera Victor Uriel

El comportamiento suicida se define como la preocupación o acción orientada a


causar la propia muerte de manera voluntaria. Los pensamientos suicidas pueden
tener distintas causas. Con mayor frecuencia, los pensamientos suicidas pueden
ser el resultado de sentimientos que no puedes afrontar cuando se presenta una
situación abrumadora en tu vida.
Aunque los intentos de suicidio son más frecuentes entre las mujeres, los hombres
son más propensos a completar el suicidio ya que tienden a usar métodos más
letales, como las armas de fuego.
Los pensamientos suicidas no siempre conducen a la conducta suicida, pero son
un factor de riesgo para esta última. Varios factores influyen de forma
característica en el hecho de que los pensamientos suicidas se transformen en
comportamientos suicidas. Con frecuencia hay un problema de salud mental
subyacente y un acontecimiento estresante que lo desencadena.
El suicidio en niños y adolescentes se produce como consecuencia de
acontecimientos estresantes de la vida. Lo que una persona joven percibe como
algo grave e insuperable, a un adulto puede parecerle leve, por ejemplo, los
problemas en la escuela o la pérdida de una amistad. En algunos casos, un niño o
un adolescente puede tener pensamientos suicidas debido a determinadas
circunstancias de la vida sobre las que no quiere hablar, entre ellas:
1. Tener un trastorno psiquiátrico, como depresión
2. La pérdida o un conflicto que involucre a amigos o a familiares cercanos
3. Antecedentes de maltrato físico o abuso sexual
4. Problemas de alcoholismo o drogadicción
5. Problemas físicos o médicos, por ejemplo, quedar embarazada o tener una
infección de transmisión sexual
6. Ser víctima de hostigamiento
7. Sentir incertidumbre acerca de la orientación sexual
8. Leer o escuchar la historia de un suicidio o haber conocido a un compañero
que se haya suicidado
Los menores que son víctimas de bullying tienen 2,23 veces más riesgo de
padecer ideaciones suicidas y 2,55 veces más riesgo de realizar intentos de
suicido que aquellos que no lo han sufrido.
En el caso del ciberacoso, el impacto es todavía mayor. Incluso los adolescentes
perpetradores de ciberbullying tienen un mayor riesgo de manifestar ideaciones y
comportamientos suicidas, aunque en menor medida que las víctimas.
No podemos hablar de suicidio en la adolescencia sin mencionar el factor de
riesgo emergente que representan las nuevas tecnologías y especialmente las
redes sociales. No nos referimos solo al cyber bullying, si no al hecho que, en
estos nuevos canales de comunicación muy en uso entre los jóvenes, la
información, así como los retos y los juegos, no tienen un control y están al
alcance de cualquiera.
Estos canales pueden ser muy peligrosos para chicos y chicas especialmente
influenciables o que se encuentran viviendo un momento de vulnerabilidad
intensa. Además, los expone a ser víctimas de violencia online que deriva
especialmente del uso que hacen de internet para relacionarse.
La adolescencia es un período de desarrollo estresante lleno de cambios mayores:
cambios corporales, cambios en pensamientos y cambios en sentimientos. Los
fuertes sentimientos de estrés, confusión, miedo e incertidumbre, así como la
presión para tener éxito y la capacidad de pensar sobre cosas en nuevas formas,
influyen en las capacidades de un adolescente para resolver problemas y tomar
decisiones.
Para algunos adolescentes, los cambios normales del desarrollo, cuando se
combinan con otros eventos o cambios en sus familias, como el divorcio o
mudarse a una comunidad nueva, cambios de amistades, dificultades en la
escuela u otras pérdidas, pueden ser muy tristes y volverse abrumadores. Los
problemas pueden parecer muy difíciles o embarazosos de superar. El suicidio
puede parecer una solución para algunos.
Datos estadísticos sobre el suicidio en adolescentes
El suicidio es la tercera causa de muerte entre los 15 y 24 años. De acuerdo con el
Instituto Nacional de la Salud Mental (National Institute of Mental Health), estudios
científicos confiables han encontrado lo siguiente:
• Existe una relación de 25 intentos de suicidio por cada uno que se concreta.
Esta relación es incluso mayor en la juventud.
• Los factores de riesgo más fuertes para los intentos de suicidio en la
juventud son la depresión, el abuso de sustancias y los comportamientos
agresivos y perturbadores.
Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus
siglas en inglés) reportan lo siguiente:
• Los hombres son cuatro veces más propensos a morir por suicidio que las
mujeres.
• Las mujeres son más propensas a intentar el suicidio que los hombres.
• Se utilizan armas de fuego en más de la mitad de los suicidios en la
juventud.
Los factores de riesgo para el suicidio varían con la edad, el género, las
influencias culturales y sociales, y pueden cambiar con el tiempo. Los factores de
riesgo para el suicidio suelen presentarse combinados.
Muchas de las señales de advertencia de posibles sentimientos suicidas son
también síntomas de depresión. Las observaciones de los siguientes
comportamientos por padres y cuidadores pueden ser útiles para identificar a
adolescentes que pueden estar en riesgo de cometer suicidio:
Cambios en hábitos de alimentación y sueño, pérdida de interés en actividades
habituales, aislamiento de amigos y miembros de la familia, comportamientos
inadecuados y escapar, uso de alcohol y drogas, descuido de la apariencia
personal, toma de riesgos no necesarios, preocupación por la muerte y morir,
incremento de quejas físicas que suele estar asociado con la angustia emocional,
como dolores de estómago, dolores de cabeza y fatiga, pérdida de interés en la
escuela o trabajo escolar, sensación de aburrimiento, dificultad para concentrarse
entre otros.
Las amenazas de suicidio comunican desesperación y un grito pidiendo ayuda.
Siempre tome muy en serio las declaraciones de sentimientos, pensamientos,
comportamientos o planes suicidas. Cualquier niño o adolescente que exprese
pensamientos de suicidio debe ser evaluado inmediatamente.
Las señales de advertencia de sentimientos, pensamientos o comportamientos
suicidas pueden parecerse a otras afecciones físicas o problemas psiquiátricos.

Tratamiento de pensamientos suicidas:


Cualquier adolescente que haya intentado suicidarse necesita una evaluación
física inicial para descartar situaciones médicas que pongan en riesgo la vida. Esto
debe estar seguido de la evaluación psiquiátrica y el tratamiento hasta que el
adolescente esté psiquiátricamente estable. Esto suele hacerse en un centro de
internación para garantizar la seguridad del adolescente.
El tratamiento de salud mental para sentimientos, pensamientos o
comportamientos suicidas inicia con la evaluación detallada de eventos en la vida
del adolescente durante los dos o tres días previos a los comportamientos
suicidas. Una evaluación integral del adolescente y de su familia contribuye a
tomar decisiones con respecto a las necesidades del tratamiento.
Las recomendaciones del tratamiento pueden incluir terapia individual para el
adolescente, terapia familiar y, cuando sea necesario, hospitalización extendida.
Esto es para brindar al adolescente un entorno supervisado y seguro. Los padres
juegan un papel de apoyo vital en cualquier proceso de tratamiento.
Prevención del suicidio
La forma más efectiva de prevenir el suicidio y el comportamiento suicida es el
reconocimiento y la intervención temprana de los trastornos mentales y del abuso
de sustancias. Los estudios han demostrado que los programas de prevención del
suicidio que tienen más probabilidad de ser exitosos son aquellos que se enfocan
en la identificación y el tratamiento de enfermedades mentales y abuso de
sustancias, gestión del estrés y control de comportamientos agresivos.
De acuerdo con la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio
(American Foundation for Suicide Prevention), es importante aprender las señales
del suicidio en la adolescencia para evitar un intento.
Es de vital importancia distinguir el intento de suicidio de sus consecuencias
reales; por ejemplo, el adolescente que ingiere píldoras inofensivas que él cree
mortales debe considerarse en riesgo extremo.
Si la hospitalización no es necesaria, las familias de los niños que regresan a casa
deben asegurarse de no tener armas de fuego en el hogar y de que los fármacos
(incluidos los fármacos sin receta médica) y los objetos punzantes se encuentren
en un sitio seguro o bajo llave. Incluso con estas precauciones, evitar un suicidio
es muy difícil, y no existen medidas comprobadas para un prevención satisfactoria.
Sin lugar a duda la adolescencia es un momento de grandes posibilidades, pero
también puede ser un período de estrés y preocupaciones. Se siente la presión de
encajar socialmente, de tener un buen rendimiento académico y de actuar de
forma responsable.
La adolescencia también es un tiempo de relaciones e identidad sexual y existe
una necesidad de independencia que suele entrar en conflicto con las reglas y las
expectativas de los demás.
Las personas jóvenes con problemas de salud mental, como ansiedad, depresión,
trastorno bipolar o insomnio, tienen más riesgos de tener pensamientos suicidas.
Los adolescentes que atraviesan grandes cambios en sus vidas (el divorcio de sus
padres, una mudanza, la partida de uno de los padres debido al servicio militar o la
separación de los padres, los cambios económicos) y quienes son víctimas de
acoso escolar tienen más riesgos de tener pensamientos suicidas.
En 2021, los servicios de urgencias de todo Estados Unidos registraron un fuerte
aumento de jóvenes de 12 a 17 años que necesitaban tratamiento por
pensamientos o acciones suicidas. Y en una reciente encuesta federal (en inglés),
más de 4 de cada 10 estudiantes de secundaria dijeron sentirse "persistentemente
tristes o desesperados", mientras que 1 de cada 5 dijo haber pensado en el
suicidio.
Intentos previos de suicidio
Los jóvenes que ya han intentado quitarse la vida corren un mayor riesgo de
suicidio. Los riesgos siguen siendo altos durante al menos un año después de un
intento de suicidio, por lo que la atención de seguimiento es crucial. Un estudio (en
inglés) muestra que el estigma y la vergüenza que sienten las personas después
de haber intentado acabar con su vida pueden llevarlos a intentarlo de nuevo.
Después de un intento de suicidio, las investigaciones también sugieren que las
autolesiones, como cortarse, hacen que los niños corran un mayor riesgo de
suicidio en el año siguiente.

Fácil acceso a armas de fuego


Las armas de fuego son la causa de muerte principal entre los adolescentes de
entre 15 y 19 años que se suicidan. Incluso cuando las armas de fuego están
guardadas bajo llave, los estudios muestran que los adolescentes que viven en
hogares donde hay armas de fuego tienen más probabilidades de quitarse la vida
que aquellos en cuyas casas no las hay. Los adolescentes, cuyos cerebros
todavía están en proceso de desarrollo, son más impulsivos que los adultos. Una
decisión de intentar suicidarse con un arma de fuego tomada al instante suele no
dejar posibilidad alguna de rescate. El hogar más seguro para los niños y los
adolescentes es el hogar donde no hay armas de fuego. Si se tienen armas en
casa, deben guardarse con seguridad: bajo llave y descargadas, con la munición
guardada por separado en un lugar cerrado con llave. Los miembros de la familia
deben asegurarse de que el niño no conoce los códigos de las cerraduras ni la
ubicación de las llaves.

Si el suicidio se consuma
Los familiares de niños y adolescentes que se han suicidado tienen reacciones
complejas, como el duelo, la culpa o la depresión. Sienten que sus actividades
cotidianas no tienen ya ningún propósito ni esperanza. Les resulta difícil continuar
viviendo. El asesoramiento o el consejo les ayudará a entender el contexto
psiquiátrico del suicidio y a reflexionar y reconocer las dificultades del niño antes
del suicidio. Entonces, podrán entender que el suicidio no fue culpa suya.
Después de un suicidio, el riesgo de suicidio puede aumentar en otras personas
de la comunidad, especialmente en los amigos y compañeros de clase de la
persona que cometió suicidio. Se dispone de recursos para ayudar a las escuelas
y comunidades después de un suicidio. Funcionarios de la escuela y de la
comunidad pueden organizar que estén disponibles profesionales de la salud
mental para consulta e información.

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