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Ciencias Humanas Trimestre II Grado10° 20-21

Docentes: Iveth Mantilla y Miguel Pardo

La idea de ciudadano se consolida desde el compromiso individual de


una persona hacia su comunidad y, en consecuencia, hacia sí misma, ya
que no prima uno sobre el otro: ni el individuo ni la comunidad, sino
ambos en una condición de mutuo encuentro y donación de
particularidades. Este aprendizaje inicia en la familia. En ella se aprende
a ser parte de un conjunto —llámese “familia”, “comunidad”,
“sociedad”—. Allí se aprende no solo a reconocerse como parte de una
comunidad, sino a sentirse parte de ella y a darle importancia al
compromiso recíproco que se establece. Se trata de un proceso conjunto
en el que a la persona se le reconoce y se autorreconoce como parte de
un proyecto social.
Partimos de considerar que debemos estar claros en unos conceptos
para responder la pregunta: “¿Qué son los valores?”. Lo primero en lo
que queremos ponernos de acuerdo es en qué significa valor. En
general, cuando nos referimos a algo que tiene valor entendemos que es
algo bueno, con cualidades y digno de aprecio, respeto y estimación.
Al pensar específicamente en los valores políticos y, por ende,
ciudadanos, los valores son un componente de la vida, es decir, algo
que está presente de manera permanente en nuestra cotidianidad, algo
presente en nuestros actos; por ejemplo, cuando nos educan o
educamos, al construir relaciones de amistad y afecto con las parejas y
amigos, cuando trabajamos o bien cuando elegimos nuestros
gobernantes, o vamos por la calle de afán y debemos pasar el semáforo,
cuando tenemos el papel de las galletas que acabamos de comer y
necesitamos tirarlo.
Así, entonces, consideramos los valores más que una medida un
componente de la vida, porque la vida es también un conjunto de
acciones valoradas, de decisiones estimadas y evaluadas. En otras
palabras, constantemente los seres humanos nos movemos o
calificamos las acciones en términos de valores positivos y negativos
según nos parezcan atractivos o inaceptables. Como valores positivos
consideramos la justicia, la igualdad, la libertad, la honestidad y la
solidaridad, entre otros, y como valores negativos reconocemos los
contrarios a estos como, por ejemplo, la injusticia, la desigualdad y la
deshonestidad, etc.
Docal Millán, M. D. C. (2018). Educar para la ciudadanía: una cuestión de familia. Chía, Universidad de La
Sabana. Recuperado de https://bbibliograficas.ucc.edu.co:4058/es/ereader/ucc/116724?page=24.25.26.27.
Ciencias Humanas Trimestre II Grado10° 20-21
Docentes: Iveth Mantilla y Miguel Pardo

De los valores depende que nuestra vida sea gratificante, armónica con
nosotros mismos y con los demás: una vida que valga la pena vivirla y
en la que nos desarrollemos plenamente como personas. Ahora bien, en
relación con la pregunta “¿De qué valores estamos hablando?”, al
considerar la idea del valor como componente de la vida —sin querer
agotar la discusión— encontramos una clasificación que nos permite
avanzar en la materia: Los valores morales. Nos permiten cuidar de
nosotros mismos y de las relaciones con los demás, al tiempo que nos
permiten concretar el ejercicio de la ciudadanía al acercarnos a la
justicia, la libertad, la solidaridad, la responsabilidad, la lealtad y la paz.
• Los valores biológicos. Nos permiten cuidar del cuerpo y la salud.
• Los valores religiosos. Nos permiten cuidar la dimensión de lo
espiritual y/o sagrado a nivel individual.
• Los valores económicos. Nos proporcionan utilidad por sus
posibilidades de uso y de cambio.
• Los valores estéticos. Nos acercan a la belleza en todas sus
formas.
• Los valores intelectuales. Nos permiten apreciar el conocimiento y
los desarrollos científicos.
Los valores morales son claves en la educación de las personas y, por
tanto, en la formación para la ciudadanía, ya que estos le dan sentido y
mérito a los demás valores. Tener buena salud, ser creyente o no,
disponer de bienes materiales y comodidades, desarrollarse
intelectualmente y ser reconocido por los conocimientos no es garantía
de vida plena, podríamos decir que ¿la falta de valores morales nos hace
menos humanos, menos sociales, menos ciudadanos? Estos valores al
orientar nuestros comportamientos tienen efectos en nosotros mismos,
en las demás personas, en las comunidades, en la sociedad y en el
medio ambiente en general. Son tan humanos los valores, tan deseables
y necesarios que es entonces natural querer alcanzarlos, vivirlos y
hacerlos nuestros con la finalidad de hacernos mejores personas.
Con respecto a las preguntas “¿Cómo hacerlo?”, y “¿Qué tener en
cuenta?”, recogemos algunos ejercicios aprendidos en el desarrollo
profesional, algunos de los cuales hoy considerados propios y que se
tomaron de otras personas, de académicos y de ciudadanos comunes y
corrientes que le han apostado a ser mejores ciudadanos del mundo.

Docal Millán, M. D. C. (2018). Educar para la ciudadanía: una cuestión de familia. Chía, Universidad de La
Sabana. Recuperado de https://bbibliograficas.ucc.edu.co:4058/es/ereader/ucc/116724?page=24.25.26.27.
Ciencias Humanas Trimestre II Grado10° 20-21
Docentes: Iveth Mantilla y Miguel Pardo

Adela Cortina (2002, p. 30) señala: “los valores son cualidades reales de
las personas, las cosas, las instituciones y los sistemas”; en
consecuencia, la familia, como la primera escuela de vida y de
formación ciudadana, es clave en la formación y conformación del
individuo como ser social y cívico. La coherencia entre lo que sabemos o
conocemos, lo que vivimos y lo que enseñamos se constituye en un
imperativo de las sociedades actuales. La formación en valores, por lo
tanto, es una responsabilidad compartida entre la familia, el Estado y la
comunidad”.
Si construimos entre todos un orden ético de convivencia democrática,
podemos de manera certera apostarle a producir bienes y servicios que
favorezcan la dignidad de todas las personas, sin distinción de etnia,
género, estrato socioeconómico o creencia religiosa. Una sociedad
éticamente productiva puede superar la pobreza y la violencia, así como
insertarse en los mercados globales y cuidar el entorno ecológico, hacer
la vida y las relaciones interpersonales más armónicas y gratificantes.
Adela Cortina lo expresa: Cualquier ser humano, para serlo plenamente,
debería ser libre y aspirar a la igualdad entre los hombres, ser solidario y
respetar activamente su propia persona y las demás personas, trabajar por la
paz y por el desarrollo de los pueblos, conservar el medio ambiente y
entregarlo a las generaciones futuras no peor de lo que lo hemos recibido,
hacerse responsable de aquellos que le han sido encomendados y estar
dispuesto a resolver mediante el diálogo los problemas que puedan surgir con
aquellos que comparten con él el mundo y la vida.

Bernardo Toro (1992), por su parte, en la misma línea de pensamiento


nos propone siete aprendizajes básicos para tener en cuenta en la
educación dirigida a la convivencia social.
• Aprender a no agredir al otro
• Aprender a comunicarse
• Aprender a interactuar
• Aprender a decidir en grupo
• Aprender a cuidarse
• Aprender a cuidar el entorno
• Aprender a valorar el saber social

Docal Millán, M. D. C. (2018). Educar para la ciudadanía: una cuestión de familia. Chía, Universidad de La
Sabana. Recuperado de https://bbibliograficas.ucc.edu.co:4058/es/ereader/ucc/116724?page=24.25.26.27.

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