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Cabe resaltar, que la mayoría de las batallas libradas no solo fueron producto de sus
acciones, sino también de las tropas que junto a él desempeñaban con valentía su labor a
favor de la patria, es así como satisfactoriamente cumple con la orden emitida por sus
superiores y para el momento contaba con soldados de Mérida, Trujillo y Maracaibo
acatando siempre las ordenes de Bolívar y Urdaneta.
4o Que debe U.S. acelerar sus operaciones en el Occidente, de modo que para el día
último de este mes esté ya desembarazado de todo, y marche por el camino de Nirgua sobre
Valencia. Conviene infinito que en los primeros días de junio esté U.S. en plena marcha por
aquella dirección, llevando cuantas fuerzas sean posibles. Si para aumentar éstas, creyere
U.S. conveniente llevar el escuadrón Casanare, podrá reunirlo e incorporarlo a su columna,
y pedir al señor General Urdaneta el escuadrón Cazadores a caballo si lo necesitare
también; pero no esperará U.S. este cuerpo para emprender su marcha, sino que le dejará
órdenes sobre la dirección en que debe ir a buscarlo para reunírsele.
6º Que su S.E. sabe que hay un camino muy amplio y cómodo desde Barquisimeto
hasta Valencia; pero como no sabe si hay también otros que presenten más ventajas a U.S.
para su operación, no le señala determinadamente el que deba tomar, y deja a la prudencia
de U.S. la elección del que sea, con tal que le facilite de cualquier modo la operación.
7º Que ocupada Valencia por U.S., el enemigo debe ejecutar una de estas
operaciones: 1º Destinar contra U.S. una de sus divisiones o cargarle con todo su ejército.
2º Enviar tropas que le tomen a U.S. la espalda, ocupándole el país por donde ha transitado;
y 3º Despreciar su operación y desentenderse de ella porque no sea posible fijar su atención
sino sobre este ejército que debe estar sobre él para entonces. Voy a dar a U.S. las reglas
que S.E. le dicta para cada uno de estos casos: bien entendido que no siendo posible prever
desde ahora todos los incidentes y las circunstancias que los acompañen, queda U.S. en
libertad de calcularlo todo, y resol- ver lo que sea más conforme con las circunstancias en
que se encuentre.
8º Que si el enemigo destina contra U.S. a Valencia una división, debe U.S. hacer
más de lo posible por saber la fuerza que lleva, para esperarla y batirla si no fuere superior
a U.S. Si es más fuerte el enemigo se limitará U.S. a molestarlo; pero sin comprometer la
suerte de la columna en un combate general. En este caso la prudencia de U.S. es la única
que puede dictarle la conducta que deba seguir, porque si el señor General Bermúdez ha
ocupado a Caracas podrá U.S. ir a reunírsele: si el señor General Monagas ha ocupado los
Llanos podrá U.S. buscar sobre él la reunión, o retirarse en fin por el mismo camino que ha
llevado hacia el Occidente si no le quedare otro partido.
10º Que si el enemigo, ocupado con este ejército, no se convierte contra U.S. debe en
este caso abrazar U.S. más objetos, como son: molestarlo por la espalda, y velar el
momento en que haya S.E. dado la batalla para recoger los dispersos que vayan saliendo o
acabar de destruir los restos que se salven del combate y lleven esa dirección,
impidiéndoles a todo trance el que entren a Valencia y mucho menos a Puerto Cabello.
11º Que si estando U.S. en Valencia o sus inmediaciones ocupare el señor General
Bermúdez a Caracas, debe U.S. entrar en comunicaciones con él, y reunirse a aquel
ejército; y como el señor General Bermúdez tomará en este caso el mando, U.S. le
trasmitirá estas instrucciones para que le sirvan también de gobierno en la parte en que no
hayan sido cumplidas aún.
12º Que como puede suceder que la fortuna presente a U.S. la ocasión de invadir y
ocupar a Puerto Cabello, puede U.S. emprenderlo por cualquiera dirección. S.E. sabe que
en aquella plaza hay un gran partido a favor de la República, y no es de extrañar que este
partido rompa, pronunciándose abiertamente, o que por lo menos se ofrezcan algunos a
cooperar con U.S. entregándole algún puesto importante. La guarnición que hay allí es casi
insignificante, y si el pueblo se decide a romper, contando con el auxilio pronto de U.S., no
es difícil que lo logre. En este caso debe dejarse toda otra operación por ésta, pues el objeto
de sus operaciones se cumple más ampliamente y de un modo decisivo.
13º Que no omita U.S. dar frecuentes partes de cuanto ocurra y particularmente de lo
que sepa acerca del señor General Bermúdez, cuya división debe estar sobre Caracas en
todo este mes, según los avisos positivos que tiene. Tome U.S. un particular cuidado en
averiguar escrupulosamente todo lo que haya por aquella parte y por los Llanos de
Calabozo, y particípelo detalladamente, enviando las declaraciones que se tomen, o
cualquiera otro documento que dé alguna noticia.
Dios, etc.
Cuartel General de Guanare a 23 de mayo de 1821.
PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ
Archivo del Libertador. O’L Vol. XVIII, primera parte, fº 269-271 y vto.
Notas
[1] .Siquisique. Véanse los Vols. V, VI, VII.
[2] .Aroa. Véanse los Vols. I, II, V, IX.
El General José De La Cruz Carrillo Terán fue nombrado el 9 de octubre del año
1820 jefe civil y militar de su Provincia. Premiando así Bolívar sus servicios a la Patria.
Seguía con el mando de su brigada. En este nuevo empleo tuvo de poner en relieve sus
cualidades de organizador. Rentas, remonta de caballería, subsistencia del ejército,
hospitales, postas, todo cuanto exige una fuerza armada; y su actividad, inteligencia y
eficacia quedaron avantes en su lucido empeño. Por el mes de marzo de 1821 se encontraba
Bolívar en Trujillo; era la tercera vez que residía allí, y como estaba resuelto a romper
hostilidades ordenó a Carrillo, que seguía de Gobernador, preparase la salida para el 20 de
Abril próximo y que unido con las fuerzas del indio Reyes Vargas, de nuevo al servicio de
la República desde el año anterior, cooperase por el Occidente a las nuevas operaciones de
la guerra, una vez rompido el Armisticio de Santa Ana.
Días antes había derrotado en unión de los Cneles. Rangel y Francisco Gómez, al
Gral. La Torre entre Timotes y Chachopo, tomando el realista rumbo a Barinas. Nuevo
contingente de sangre dió en esta ocasión la Provincia trujillana. Bolívar hizo saber a
Carrillo que debía solicitar hombres audaces, que fueran a los lugares donde forrajeaban los
caballos de los Húsares españoles, a fin de extraerlos de las dehesas, dándoles una buena
recompensa en metálico. Como se ve, Bolívar no excusaba nada para el triunfo, era un
hombre completo en la acción: manejaba toda clase de armas siempre que le dieran
superioridad sobre sus tenientes y enemigos. Su divisa era Triunfar, como dijo en Pativilca.
Por ello ordenó el fusilamiento de los 800 realistas encarcelados: el patíbulo de Angostura
para el invicto Piar: el robo de los caballos de los Húsares españoles; y cuando necesitó
deslumbrar con su genio, deslumbró como lo hizo en Guayaquil a San Martín, su émulo
del Sur. Y dio también, destello de su luz a las naciones libres del mundo. Las fuentes del
Arbitraje internacional, en su Congreso de Panamá reunido en 1826.
Las milicias de Mérida, que traería Miguel Vicente Cegarra, se pondrían a las órdenes
de Carrillo que recibió las de molestar al enemigo y llamarle la atención por aquel lado,
tratando de insurreccionar la Provincia de Coro, y unirse a Urdaneta que venía de
Maracaibo, bajo cuyo mando se pondría. El cuerpo de Carrillo, de 1500 hombres con los
300 de Reyes Vargas, se hallaba para mediados de Mayo entre el Tocuyo y Quibor,
atacando guerrillas con ánimo de ir contra Barquisimeto. A poco el enemigo evacuó esta
plaza y Carrillo la ocupó.
Una vez resuelto el incidente, salió de Mérida con 300 reclutas fogueados por
él a unirse con el Cnel. Cruz Carrillo que organizaba una División con
Trujillanos. Entregados aquellos siguió al cuartel general a recibir nuevas
órdenes. Quedó de segundo en Barinas del Gral. Miguel Guerrero, que
actuaba de jefe civil y militar de la Provincia, debido a la separación de Páez.
Pronto pasó Cegarra con un cuerpo de caballería a Barquisimeto, y al partir
de allí Carrillo quedó de jefe de Occidente en tanto venía Urdaneta con las
fuerzas maracaiberas. En los primeros de Julio entregó el mando al
Comandante José Gabriel Lugo, natural de San Felipe, quien le reemplazó en
aquella región (Briceño, 1982: 87).
De nuevo se unió a Carrillo el 15 de Junio, a fin de ayudarle en el cometido
de mantener la atención del enemigo, quien tuvo de desprenderse la víspera
de Carabobo de una División al mando del Cnel. Juan Tello, contribuyendo
de este modo al final de aquella espléndida batalla. A raíz del triunfo salió
Cegarra a estrellarse contra los muros de Puerto Cabello, y luego persiguió
con su incansable actividad a los guerrilleros realistas de Morón y
Alpargatón, donde contrajo fiebres palúdicas (Briceño, 1982:88).
Llamado a San Carlos con su columna pasó allá, pero en 11 de junio volvió de nuevo
al mando de las fuerzas de Occidente, a molestar a San Felipe y Valencia donde se
reconcentraban los realistas, de modo que tuviesen la necesidad de distraer parte de su
ejército para atender a sus amenazas. El objeto fue asaz conseguido. La Torre se vio
precisado a mandar con el Cnel. Juan Tello los batallones Navarro y Barinas a contener las
tentativas de Carrillo, precisamente el 23 de junio, la víspera de Carabobo, de manera que
el Trujillano cumplió a cabalidad el pensamiento militar del Libertador. Con él estaban
Justo Briceño y Miguel Cegarra, los cuales cooperaron indirectamente al final de la batalla.
Encargado en julio el Gral. Santiago Mariño del sitio de Puerto Cabello, donde se
refugiaron los vencidos, y luego continuando la pacificación de Coro siguieron con él Cruz
Carrillo, Rangel, Briceño y Cegarra. De ahí pasaron los dos primeros a Maracaibo, donde
Bolívar preparaba nueva expedición para la Campaña del Sur.
Cuando las huestes libertadoras, curtidas en las batallas, llegaron por Marzo del 14 al
estadio de San Mateo, Arraiz, para entonces Cap, en uno de los varios encuentros de
aquellos memorables días, regó con su sangre su hoja de laurel. Perdida la República
tramontó páramos y esguazó ríos en el éxodo de Urdaneta, hasta parar en las llanuras
ardientes del Arauca. Al lado de Páez siguió su consigna de Trujillano: combatir por la
Libertad sin tregua ni descanso. Y cuando el hecho insólito de Las Queseras del Medio
deslumbró a Pablo Morillo , él fue uno de los doce Comandantes que segaron laureles en la
pampa inmortal. Por segunda vez su sangre humedeció, en oblación de sacrificio cruento,
su hoja de servicios al colocar un laurel más sobre el altar del patriotismo.
Pocos días después, el 20 de Julio del mismo 19, en el asalto al pueblo de la Cruz,
camino de Guanare, que defendía el valiente D. Juan Durán, Arraiz emulando en coraje con
los bravos Pedro León Torres, Antonio Rangel y Cornelio Muñoz, que mandaban las alas al
empuje arrollador de Páez, supo conquistar otros laurcles que empurpuró una vez más con
la sangre de sus arterias. La campaña siguió sin tregua, hasta la de Santana en Nobre, del 20
cuando firmaron el Armisticio Bolivar y Morillo. Se encontraron de nuevo los incansables
luchadores en la llanura de Carabobo el 24 de Junio del 21. En esta campal batalla el Tte .
Cnel . Arraiz era Ayudante de Estado Mayor de la 1. División mandada por Páez. Subían
ambos de los esteros del Apure a rubricar con su valor la conquista definitiva de la
independencia venezolana.
Al rudo choque de las armas en el campo inmortal, Arraiz empujado por sus ingénitos
brios de valiente se conquistó una cuarta herida, que junto con las anteriores brillan en su
pecho de héroe como estrella de Libertad. “La Orden de Libertadores”, expedida por
Bolívar en un vivac de las llanuras el año 19, brilló también en su pecho de valiente. La
última herida no cicatrizó nunca, y de ahí adelante continuó sangrando por espacio de un
lustro, hasta terminar con la vida del Prócer trujillano en San Luis de Cura el 29 de Octubre
de 1826. Según testimonio médico del Ldo. José María Benites, aquélla fué la causa de la
muerte.
Antes había casado en San Juan de los Morros el año de 23, con D. Isabel Mena,
viuda de D. Carlos Pulido. Tales sus servicios con los cuales supo, a fuerza de valor y
audacia y con el precio de su propia existencia, hacerse lugar entre los Libertadores de la
Gran Colombia. Su nombre se encuentra grabado en el pedestal del Monolito que la Patria
agradecida erigió en la plaza Bolívar de Valencia.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cardozo, A. (2005) Sobre el Cauce de un Pueblo. Cien años de historia trujillana. Fondo
Editorial Arturo Cardozo. Trujillo, Estado Trujillo.
Cartas: Vol. II, pág. 276 y 280. O’Leary; Doc., vol. XVII, págs. 556, 558 y 568.
747 O’Leary: Doc., vol. XVII, págs. 575 ss.
Fonseca, A. (2005) Orígenes Trujillanos. Fondo Editorial Arturo Cardozo. Trujillo, Estado
Trujillo.
Mijares, A (1979) Simón Bolívar, Obras Completas. Editorial Cumbre, S.A. México.