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Buenas tardes a todo los presentes hermanos y hermanas que hoy nos honran con su

presencia
En la Comuna de verdad verdad que orgullosamente lleva el nombre del eterno comandante
Hugo Chávez hoy recibimos con orgullo amor fraterno y orgullo patrio la antorcha libertaria Día
del Glorioso Ejército Bolivariano. En ésta sabana, que es crisol y suelo sagrado de la patria,
donde aún se escucha el retumbar de los cañones y el estruendo de los fusiles, se libró una
extraordinaria batalla, que no fue un simple hecho de armas, o el producto de una casualidad,
de aquella guerra, que ya llevaba, diez años de exterminio.

Hoy, 24 de Junio de 2.020, debemos ordenar batallones de ideas, para brindar, un justo y
merecidísimo tributo, a estos hombres, del glorioso Ejército Venezolano, quienes calzando las
alpargatas, montando sus caballos, y empuñando sus lanzas, en esta llanura infinita de
Carabobo, derramaron su sangre; sangre de héroes, sangre de negros, sangre de blancos,
sangre mestiza, sangres en sangres dispersas, de hombres como Manuel Cedeño, Ambrosio
Plaza, y el Negro Primero, en fin, sangre de cientos de soldados, tejedores de atarrayas de
ideas, hazañas y glorias, por la Libertad sagrada, de nuestra gran Venezuela.

No se puede hablar de Carabobo, la victoria alcanzada el 24 de junio de 1821, sin tener una
visión amplia, de los antecedentes que marcaron el destino, de nuestra independencia.

Era la postrimería de la campaña de Libertadora de la Nueva Granada, en el año de 1.819, y


hecho realidad el sueño del Libertador, con la creación de la Gran Colombia, ya necesario era,
la destrucción del Ejército del General Morillo, para ello, el Libertador pone en práctica una idea
estratégica, que había concebido desde 1817, ésta, se recoge en una carta, escrita al General
Rafael Urdaneta, el 10 de enero de ese año, en la cual le expresa:

“…ocupando los llanos, con el gran ejército que debe darnos esta reunión, se verán los
españoles, en el caso de encerrarse, dentro de Caracas o los Valles de Aragua, y nosotros
podremos obrar, libremente, en un territorio inmenso, abastecido de víveres, y atacarlos
después de consultadas nuestras fuerzas, y combinados nuestros movimientos y operaciones”.
Fin de la cita.

Un solo objetivo general, a partir de esa fecha, ocupará la atención del estratega: cercar al
ejército expedicionario español, obligarlo a refugiarse en Caracas y los Valles de Aragua, cortar
sus comunicaciones con el interior y exterior de la República, y combinar las operaciones,
para derrotarlo en una batalla decisiva. Esta estrategia permanecerá invariable, en las
campañas de 1817, 1818 y 1819, hasta culminar, en la gloriosa, batalla de Carabobo de 1821.

El primer paso, para cortar las comunicaciones del enemigo con el exterior, lo concibe el
Libertador, en 1819, cuando contra todo pronóstico, decide en pleno invierno, atravesar los
llanos del Casanare, y remontar la cordillera andina, para caer por sorpresa, en Boyacá, y así
consigue, liberar, la Nueva Granada.
Privado el general Morillo, de esta vital base de operaciones, entiende que el Libertador, ha
recuperado la iniciativa, y su actitud, tiene que ser ahora defensiva.

Para coronar este triunfo, que le ha obsequiado la oportunidad, y la audacia, Bolívar, en 1820,
recibe, la extraordinaria noticia, de que en España, ha ocurrido, un evento trascendental. Hay
un levantamiento militar en la Península, se trata, de la rebelión, hoy conocida, como de Riego,
y Quiroga, en alusión, a los oficiales españoles, que se alzaron contra el Rey, Fernando VII.

Su mente, rápida como la luz de un relámpago, infiere, que es la oportunidad que ha estado
esperando.

De ser ciertas estas noticias, los españoles se verán privados, de recibir más refuerzos, y la
expedición de veinte mil hombres adicionales, que esperaba con apremio el General Morillo,
nunca saldrá, de los puertos, donde esperaban la orden, de embarcar.

Consciente de esta situación, el General Morillo, es obligado, a establecer un Armisticio con los
rebeldes patriotas, y plantear, un tratado, para humanizar la cruenta guerra, que, desde sus
inicios, hasta el momento presente, no permite hacer prisioneros, y se lleva a cabo, hasta la
muerte. Por primera vez, en nueve años, hay una tregua, y el Libertador, la aprovecha, para
afinar, los planes de campaña, que implementará, de no lograr la paz, con los realistas.

Tal y como lo había deseado el Libertador, el ejército español, se encuentra ocupando, la zona
norte costera, desde el occidente, hasta Barcelona. A su retaguardia, conserva el mar. Los
patriotas por su parte, rodean las posiciones enemigas, en una especie, de media luna, están
en dominio de los llanos, del Orinoco, y de la rica Provincia de Guayana. Además, han privado
a Morillo, del territorio Neogranadino, por lo que sus posibilidades de resistir mucho más
tiempo, son limitadas.

Esto hace que Morillo, inseguro del Ejército Realista, avizorara la inminente llegada del fin, y
consecuentemente, pedía a la Corona Española, reemplazos: “Hombres, según escribía, él al
rey, hombres, con quienes vencer a Bolívar, alma indomable, a la que solo bastaba, un triunfo,
el más pequeño, para adueñarse, de 500 leguas de territorio…y no hallo, decía Morillo, como
ponderar su actividad… muchas fuerzas, se necesitan, para vencer a estos rebeldes, que no
desmayan, con ninguna derrota, y que están resueltos, a morir, antes que someterse”.

Mientras ocurren las conversaciones del Armisticio, y el Tratado de Regularización de la


Guerra, el Ejército Libertador, es rearmado, equipado, y reorganizado. En todos los mandos, se
colocan oficiales de prestigio, ya probados en combate, y sólo es cuestión, de dar la orden,
para que las fuerzas, se pongan en marcha.

Durante el breve periodo de paz, que dura el Armisticio, Bolívar y Morillo, se conocen, se
estrechan las manos, se abrazan, y conversan. El curtido guerrero español, sabe que los días
de España, en tierras venezolanas, están contados. Él mismo ha pedido, que lo releven del
mando, y dentro de poco tiempo, espera marcharse. Sus manos, no firmarán, una capitulación,
que ponga fin, al dominio español, en Venezuela.

Semanas después, el General Morillo, cede el mando, al General, Miguel de La torre, menos
activo, menos militar, que el Conde de Cartagena, como se le llamaba al General Morillo. Esto
era ya, una inmensa victoria, que dejaba, una suculenta escena, que aseguraba, una pronta
libertad, de toda Venezuela.

Cuando la Provincia de Maracaibo, hasta ese momento, bastión de los españoles, se alza a
favor de los Patriotas, llega la oportunidad, de romper la tregua, y por ende, el Armisticio. Así
se reanudan, las hostilidades, el 28 de abril 1821, y tal, y como estaba previsto, comienza la
campaña, que culminará, en Carabobo.

El plan, es genial, y el objetivo principal, consiste en aproximarse al enemigo, desde varias


direcciones, para obligarlo a extender sus fuerzas, y debilitar sus posiciones.

Así ocurre, y las diferentes DIVERSIONES, nombre militar, con los que se denominan, estos
movimientos de engaño, se ponen en marcha. El General Bermúdez, desde el oriente de
Venezuela, ocupa Caracas, y llega, hasta los Valles de Aragua. El Coronel Cruz Carrillo,
avanza por el occidente, y amenaza, con llegar a la capital, ocupando Barquisimeto, y San
Felipe. El Libertador, avanza por el sur, desde Barinas, y obliga a los realistas, a bloquear el
camino, que conduce a Valencia, y proteger Puerto Cabello.

El General Miguel de la Torre, quien ha quedado, al mando del Ejército Expedicionario, CAE
EN LA TRAMPA, y es obligado, a destacar sus fuerzas, en todas direcciones, para evitar el
avance, de los patriotas. Ya para el 07 Junio de 1821, cuando Bolívar ocupa San Carlos, el
General Miguel de la Torre, se encuentra en la sabana de Carabobo, obligado, a dar la batalla
decisiva. Para su infortunio, ha perdido la superioridad numérica, y también, la iniciativa.

A primeras horas, de la mañana del día 24 de junio, el Libertador, observa desde el cerro
Buena Vista, las posiciones enemigas. Desde allí, analiza las fortalezas, y debilidades del
dispositivo, su decisión es, atacar, por donde lo espera Miguel de la Torre, es decir, por el Abra
de Carabobo, único punto, por donde se puede acceder a la llanura, con cierta facilidad, a
menos que, se cuente con la genialidad, para concretar la brillante idea, de llegar a la
altiplanicie, por otra parte.

El Libertador, tiene ambas cosas, concibe su genio, que puede conducirse, un ataque, por el
flanco derecho del enemigo, el cual, no está protegido, y el General La Torre, considera,
inexpugnable. Entonces, hace llamar, a uno de los guías, que tomara en Tinaquillo, e inquiere
de él, la posibilidad de ejecutar, tan arriesgada operación. El guía, el Coronel Remigio Ramos,
se muestra experto, e indica al Libertador, una vereda poco conocida, y casi impenetrable,
denominada, la “Pica de la Mona”, como única posible, para penetrar, furtivamente, en la
llanura, sobre el flanco derecho, del enemigo.
Después de meditar, por breves instantes, Bolívar, se decide, por la indicada vereda, y ordena
al General Páez, penetrar por ella, con la Primera División, e ir, a forzar la entrada, a la llanura.

Los patriotas, conducidos por el Libertador, atacan el centro del dispositivo, y lo fijan, la Tercera
División, es la responsable, de esta misión. El General La Torre, cree que se trata, del ataque
principal, y mientras esto ocurre, el General Páez, y el General Cedeño, avanzan sin ser vistos,
por el flanco derecho. El Centauro de los Llanos, supera con éxito, los obstáculos del terreno, y
cuando es detectado su movimiento, el General Miguel de la Torre, trata de evitarlo, empleando
su artillería. De allí en adelante, sólo le queda la posibilidad, a los españoles, de reaccionar, y
el jefe realista, envía sus batallones, a la salida del camino, que ha tomado el General Páez,
para tratar de detenerlo.

Cuando la Primera División, sale al descubierto, y pretende subir a la sabana, se rompe el


fuego de fusilería, el Batallón, Bravos de Apure, recibe con grandes pérdidas, las primeras
descargas, y casi a punto, de abandonar la lucha, son reforzados, por el batallón, Británico,
que hacen retroceder, a la infantería española. En todo ese tiempo, la caballería del Gral
Páez, logra acceder a la llanura, y se produce, la desbandada de los realistas. Para ese
momento, han ofrendado sus vidas, el teniente Pedro Camejo, el Negro Primero, y el Coronel
inglés Thomás Ildeston Ferriar.

Se ha roto el dispositivo, y los soldados realistas, huyen de las cuchillas afiladas, de los
llaneros. El ejército español, termina de sucumbir, ante la presión, de la Segunda, y Tercera
División, y apenas, puede el Batallón Valencey, formar un cuadro, donde se refugian
desesperadamente, los dispersos, y los jefes españoles.

La jornada, está decidida, a favor de la Patria, pero no culminará, sin antes, arrebatarle la vida,
al General Manuel Cedeño, al Coronel Ambrosio Plaza, al Coronel Julián Mellado, y a otros
tantos héroes, que como es costumbre, en este ejército de valientes, querían labrar su honor,
peleando, en un campo de batalla.

El resto, del ejército español, se retira, hasta Puerto Cabello, y allí, se encierran, a reponer sus
graves heridas. El éxito de la batalla, es total, los realistas, han perdido tres mil hombres, entre
muertos, heridos, y prisioneros. Por su parte, los Patriotas, no sobrepasan, las doscientas
bajas.

“Ayer se ha confirmado, con una espléndida victoria, el nacimiento político, de la República de


Colombia”, escribía el Libertador, Simón Bolívar, un día después, de la Batalla. Se había
logrado el objetivo, se habían reunido, todas las voluntades, había valido todo el sacrificio,
desde que nuestros aborígenes indígenas, opusieron resistencia, a los invasores, hasta que al
fin, logramos combatir unidos, blancos, indígenas, negros, y mestizos, todos como
venezolanos, por una misma causa, que era la justa causa de la Libertad.

Hoy, 24 de Junio de 2.020, 199 años después, e inicio, del Año Bicentenario, de esta gesta
heroica, es necesario ahora, retomar la historia, y hacer un inventario, de nuestra acciones
concretas, de nuestras realizaciones, de nuestros ideales… ¿De qué ha servido Carabobo?, es
una gran interrogante, que a su vez da origen, a otras más, y que yo me atrevo a responder;
Carabobo ha servido de mucho, Carabobo, es ese mensaje de UNIÓN, de UNIÓN necesaria,
que a gritos, ha ido cabalgando como un potro indómito, en esta llanura, a lo largo de casi 200
años de Patria Libre. Carabobo, es esa gran aula de clases, que nos invita día a día, a beber
de la sabiduría, que nos ofrecen, esos grandes Maestros, como nuestro Libertador Simón
Bolívar, y todos los que allí lucharon. Carabobo, es aprendizaje, de todos los desaciertos, que
tuvimos para llegar a ella, es el aprendizaje incluso, de los tiempos que estamos viviendo, y
están por venir. Carabobo, es el velo definitivamente rasgado, de nuestro Padre Bolívar, en su
Carta de Jamaica.

Carabobo nos dió las claves, para descifrar, entender, y afrontar, todo lo que estamos
haciendo, por esta segunda, y definitiva independencia, ya que ella en sí misma, imposible
pensarlo, fue el punto final, de los anhelos amplios, y concretos, de todo un pueblo.

Ella, nos dio la fortaleza, para enfrentar, primero, todo lo que se dejaba de hacer, en la post
guerra, por la independencia, no en vano, nuestro Libertador, en su Mensaje, al Congreso
Constituyente, de la República de Colombia, el 20 de enero de 1830, nos recordaba,
¡Conciudadanos!, “Me ruborizo al decirlo: La independencia, es, el único bien, que hemos
adquirido, a costa de los demás… No en vano, el General del Pueblo Soberano, Ezequiel
Zamora, con su grito, que inundó todas estas sabanas, de, “Tierras y hombres libres, elección
popular, y horror a la oligarquía”, hacía llamados desesperados, a la Justicia Social. Y por
último, en la era de la Cuarta República, con todo el entreguismo, al imperio yanqui, y sus
espaldas al pueblo, empujó el surgir de la Revolución Bolivariana.

Hoy, gracias a Carabobo, sus enseñanzas, sus lecciones, nuestro pueblo, es poseedor de una
gran conciencia, esa conciencia, del cual se quejaba, nuestro Libertador, en su magistral
discurso, ante el Congreso Constituyente, de Angostura, cuando nos expresaba: “Nuestros
débiles conciudadanos, tendrán que enrobustecer, primeramente su espíritu, mucho antes, que
logren digerir, el saludable nutritivo, de la libertad”, esa conciencia, que conservamos, pese a
todas las dificultades, y que hizo posible, que un 4 de febrero, de 1992, ocurriera, la rebelión
militar, que abriría las puertas, a la Revolución Bolivariana, donde un hombre, asumió el
liderazgo, del clamor popular, y levantó, la misma bandera, de aquel joven, con voluntad de
hierro, que en 1805, juró, en la ciudad de Roma, no darle reposo a su alma, ni descanso a su
brazo, hasta lograr, la independencia de su Patria.

Así llegó el pueblo al poder, en diciembre de 1998, a través del Comandante Supremo y
Eterno, Hugo Chávez Frías.

Han transcurrido veintiún años, desde que retomamos el camino, de la senda victoriosa, que
señaló Carabobo. El esfuerzo, y el sacrificio, de nuestros antepasados, en aquella jornada, no
fueron suficientes, para enrumbar el camino, de la Patria, que por momentos, habíamos
perdido. Hoy, lo estamos transitando de nuevo, y si algo debemos tener presentes, de la
célebre jornada, que hizo inmortales, a nuestros héroes, es que ellos, cumplieron su deber, sin
vacilación alguna, ese es el mensaje, y ese es el ejemplo, para hoy y para siempre. No hubo
dudas, en reconocer la causa justa, y sabemos, que la lucha, que hoy libramos, desde que
triunfó la Revolución Bolivariana lo es, porque, a pesar de todas las dificultades, a pesar de los
problemas, de los errores y aciertos, este gobierno mi, marcha con el pueblo y para el pueblo.
Por eso, no aceptamos el chantaje, que se hace, a través de actos ruines, miserables, e
inmorales.

Por ese motivo, no nos rendimos, ante la presión materializada, a través de la “guerra
económica”, “sobornos”, actos terroristas, como las “guarimbas”, “bloqueos financieros”,
“utilización de mercenarios, con complicidad con el narcotráfico”, y muchos otros más, con que
pretenden doblegarnos, privándonos, de los alimentos, medicamentos, y bienes de servicio,
que atentan, contra nuestra seguridad, tranquilidad, y paz social.

Venezolanos, hijos todos de esta patria, hoy 24 de junio, en esta fecha solemne, día del
Ejército Bolivariano, les reitero, que nuestro enemigo, siempre ha sido el mismo, no por
voluntad nuestra, precisamente. Nuestro enemigo, es el imperio de los Estados Unidos de
Norteamérica, junto, a un grupo reducido, de débiles gobiernos, quienes tratan de someternos.
Ese imperio, que genera guerras, para satisfacer sus intereses, que genera pobreza, que
contamina, que divide, que atenta contra la especie humana, y la vida en este planeta. ¡Contra
ese imperio luchamos y a ese imperio VENCEREMOS!

Porque hace 199 años, el pueblo que acompañó a Bolívar, en aquella jornada heroica, hizo
morder el polvo, a quien fuera uno de los imperios, más poderosos de la época, y permítanme
decirles, que ese pueblo, que también era Ejército, estuvo, hasta un día antes de la batalla,
descalzo, y en harapos.

Hoy, tenemos más conciencia, estamos más unidos, contamos con un Ejército, profesional,
claro en sus objetivos, somos uno solo… Pueblo y Ejército… Ejército y Pueblo… en fin, “Somos
un pueblo, hecho cuartel, en la sabana perenne de Carabobo”.

Para finalizar, permítanme decirle unas frase escritas por el ilustre venezolano, Arturo Uslar
Pietri, en su obra de Carabobo… “Cuando el camino llegó a Carabobo, iba Bolívar adelante, y
obligaba mucho. Hoy lo tenemos detrás, y la obligación, no ha hecho sino crecer”, pero más
allá de eso, hoy en día, lo acompaña, nuestro Comandante Supremo y Eterno, Hugo Rafael
Chávez Frías, y esa obligación, ya se ha convertido, en nuestra propia vida.

Ya se ha convertido en un deber ineludible de todo revolucionario.

Pueblo de Venezuela, aquí está, el Ejército Bolivariano, a sus órdenes, organizado, entrenado,
y listo para el combate.

Al frente… tenemos a Carabobo, con toda su carga histórica y toda su obligación.

Muchas gracias…
¡CHAVEZ VIVE…. LEALES SIEMPRE!

¡VENCEREMOS!

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