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¿A qué el
lunes con la noción de despegue o “take off”?
Entre 1780 y 1790 por primera vez en la historia humana hubo una multiplicación de bienes
y de servicios. Nunca antes se había roto la estructura preindustrial en cuanto a técnica y
producción.
Esta transformación generada por el progreso material no se produjo en forma instantánea,
sino paulatina. La década de 1780 fue decisiva para el impulso que caracteriza al “Take
off”, es decir el despegue. El fabricante al ver mayor producción invirtió más capital,
entonces las ganancias se dispararon.
•Eric Hobsbawm ve a la revolución industrial como el acontecimiento más importante de la
historia desde la invención de la agricultura, pero no se dio por azar.
Las condiciones legales se dejaban sentir mucho en Inglaterra, donde el beneficio privado y
el desarrollo económico habían sido aceptados como los objetivos supremos de la política
gubernamental.
El problema agrario había sido resuelto: un grupo de poderosos comerciantes se apropiaron
de la tierra, estas eran trabajadas por arrendatarios, que a su vez, contrataban a otras
personas para que la trabajaran.
La división, el reparto y el cercamiento de los campos, praderas y dehesas abiertas y
comunes y de las tierras baldías y comunes, situadas en cada demarcación territorial. La
producción había sido reemplazada por la Enclousure Acst (1760 y 1830) y las
transacciones privadas.
La agricultura tuvo un importante despliegue en la gestación de esta nueva sociedad, ya que
propicio:
a) Aumento de la producción para alimentar a una población urbana y en crecimiento.
b) Proporcionar un gran caudal de mano de obra para las industrias.
c) Suministrar un mecanismo para la acumulación de capital utilizable para los
sectores más modernos de la economía.
Tenían una economía bastante fuerte y un estado lo bastante agresivo como para apoderarse
de los mercados de sus competidores.
Las guerras entre Inglaterra y Francia que se dieron entre 1793 y 1815, dieron paso a un
control más importante en el mundo económico.
Inglaterra poseía todas las condiciones y equipamiento para liderar una revolución
industrial y factores que se lo permitían: la industria algodonera y la expansión colonial.
3.- La extensión de la industria algodonera fue determinante para la economía del país.
Desventajas.
1.-El progreso económico industrial dominado por el algodón no era uniforme. Entre 1830
y 1840 surgieron problemas, hubo lentitud y una disminución en la renta nacional
británica.
2.-La crisis del capitalismo no fue puramente inglés sino social.
3.-La transición de la nueva economía creó miseria y descontento entre los trabajadores que
se veían superados por la maquinaria. Esto dio lugar a revueltas sociales en las zonas
urbanas e industrializadas.
Eric Hobsbawm nota tres fallos en esta economía: 1 Ciclo comercial de alza y baja. 2 La
tendencia de ganancia. 3 La disminución de oportunidades de inversiones provechosas.
Las Leyes de los cereales (o Corn Laws en inglés) fueron aranceles a la importación de
cereales en Gran Bretaña, vigentes entre 1815 y 1846, establecido para proteger los precios
del grano británico doméstico contra la competencia del exterior. Tuvo repercusión en la
producción del algodón debido a los intereses de Inglaterra.
Carbón. Por su parte el carbón era altamente demandado y durante el siglo XIX tenía la
ventaja de ser el fuerte del poderío industrial, era del combustible de las maquinarias y
también se lo utilizaba en el ámbito doméstico. El crecimiento de las urbes siglo XVI
desembocó en un crecimiento rápido de extracción del carbón, para el siglo XVIII era
esencial para la industria.
Esta industria era importante pero no lo suficientemente desarrollada para generar cambios
importantes, pero si lo suficientemente útil para estimular la invención del ferrocarril que
transformaría las industrias en general.
5. Señale cuáles fueron los cambios que se dieron en la agricultura británica que
colaboraron con el proceso de la Revolución Industrial.
De manera que se logró una transformación social más que técnica: se liquidaron los
cultivos comunales de los campesinos. Habían unos pocos terratenientes escasos
arrendatarios y muchos jornaleros. Hubo una oposición a esto, pero no tuvo una gran
repercusión en contraste con el creciente capitalismo. Lo cual desembocó en una depresión
agrícola que después de 1815 redujo la miseria a la población rural.
Por eso se retribuyó escasamente la labor del trabajador con una paga miserable,
Debido a tus problemas que tenía la mano de obra, el capital creció estrepitosamente. El
hombre tiene al lado del siglo XVIII estuvo preparado para invertir en empresas
beneficiosas. Tampoco habían dificultades respecto a las finanzas privadas o públicas.
De esta manera se formó la primera gran economía industrial. Inglaterra comenzó a ser
conocida como el taller del mundo, el capital, los hombres de negocios y las máquinas a
vapor, era el presente.
A partir del texto “La Revolución Industrial, los últimos aportes y debates”, y la
entrevista realizada por el profesor Santiago Bliss, indique qué consideraciones se
realizan acerca de:
De acuerdo con esta explicación, la agricultura también desempeña un papel muy
importante puesto que Revolución agrícola acompañó a la Revolución industrial para
abastecer a los trabajadores, y proporcionan una gran cantidad de mano de obra.
Por último se considera el caso inglés como la única vía de desarrollo posible de la
revolución industrial que los demás países de Europa, aquí No pues así quisieron acceder al
beneficio de la industrialización te habían recrear las condiciones de el “Take off”.
2 Las críticas emergentes a partir de los estudios de la nueva historia económica en los
años 80 a la versión clásica y las conclusiones a las que arriba acerca de la
industrialización inglesa e Inglaterra como única vía posible para el desarrollo.
Durante la década de los ‘80 Williamson, Harley y Crafts revisaron los cálculos de Deane y
Cole, descubrieron que estos modificaron sustancialmente los datos sobre el crecimiento
económico durante los siglos XVIII y XIX, la crítica más importante a Deane y Cole, fue la
sobreestimación del crecimiento que proporcionaba el algodón y el hierro en la economía
general. Estos datos nos ofrecieron un panorama muy diferente al proceso de
industrialización.
Entre 1780 y 1831 el crecimiento fue mucho más lento de lo que se creía, incluso la
economía británica creció mucho más ochenta años antes al "despegue", (1760-1780) que
en los cincuenta años posteriores.
Durante la última etapa del siglo XVIII el hierro y el algodón crecieron a una tasa elevada,
pero no fue general. La tasa de crecimiento en su conjunto entre 1780 en 1801, representa
la mitad de lo que se lograría en 1820. Tanto la industria del hierro como la del algodón
eran dinámicas, pero representaban un segmento de la economía británica.
Las propuestas de la nueva historia de la economía constituyen una base gradualista del
proceso de la industrialización qué se gestó con continuidad sobre la ruptura.
Williamson nos dice que en las seis décadas anteriores a 1820, Gran Bretaña intentó
industrializarse y mantener los costos de guerra en Europa, pero no estaba apta para
enfrentar ambos desafíos, puesto que carecía de recursos para costearlos.
John Brewer. Estudia la construcción del estado inglés entre los siglos XVII y XVIII,
construida sobre una fuerte prosperidad económica y la debilidad del gobierno. La presión
fiscal en Inglaterra era muy superior a la del resto de las potencias europeas. Una parte
importante de los recursos fueron utilizados para reforzar la maquinaria estatal con vistas a
consolidar la hegemonía internacional británica.
Por otra parte, permitió que un sector del campesinado acumulara capitales que
luego iban a hacer posible la transformación hacia un sistema industrial. Finalmente, en
aquellas regiones donde se desarrolló la economía protoindustrial, los vínculos entre la
economía agraria y los comportamientos demográficos se relajaron. La población pudo
crecer a pesar de coyunturas agrícolas desfavorables, lo cual dio lugar a un cambio
profundo en las tendencias demográficas del siglo XIX.
En efecto, los críticos señalan que además de la industria doméstica, pueden distinguirse al
menos tres formas diferentes de organización de la producción: una en la cual, bajo un
mismo techo, muchos trabajadores realizaban la misma tarea e incluso mostraban la misma
habilidad que aquellos que eran empleados en sus propias casas bajo el sistema
protoindustrial. Un segundo tipo es el taller centralizado que se encuentra, sobre todo, en la
etapa de los procesos finales de la producción textil, como el teñido, y que presentan una
cierta división de tareas. Un tercer tipo, sin vinculaciones con ninguna forma
protoindustrial, lo encontramos en la industria del vidrio, del papel o de productos de lujo.
Aunque uno de los méritos de la teoría consiste en haber encontrado un patrón
relativamente general de comportamiento de la organización protoindustrial, ésta no ha
podido explicar convincentemente cómo se dio el paso de los estadios protoindustriales a
los industriales. Todavía no somos capaces de explicar por qué, determinadas regiones con
floreciente industria doméstica se convirtieron en importantes centros fabriles, mientras
otras continuaron siendo protoindustriales durante todo el siglo XIX, e incluso algunas
sufrieron un proceso de desindustrialización.
Esta crítica, formulada por Sidney Pollard entre otros, cuestiona uno de los principales
propósitos de la teoría: el de vincular causalmente la protoindustria con el proceso de
industrialización. La idea –implícita en la teoría protoindustrial– de un desarrollo
económico por estadios o etapas, ya sea concebida como acumulativa evolutiva (Rostow) o
dialéctica (la teoría protoindustrial misma), ha gozado de una amplia aceptación entre los
estudiosos de la industrialización. Sin embargo, hoy la importante acumulación de
investigaciones de casos ha obligado a dejar de lado esta idea y a concebir la
industrialización como un proceso más variado, heterogéneo y con una evolución menos
pautada por etapas y cuyo final no siempre aparece claramente anunciado.
En este sentido varios autores consideran que una perspectiva nacional, no es un buen
punto de partida para analizar y comprender cambios que fueron profundos, pero que
siguieron pautas regionales y sectoriales muy específicas. De acuerdo con esto, se ha puesto
de manifiesto que la industrialización británica fue un fenómeno básicamente regional. La
organización de la producción, la formación de los mercados, el uso y la transferencia de
tecnologías, así como las inversiones, respondieron a dimensiones regionales antes que a
las nacionales. La revolución industrial, en consecuencia, dio
origen a marcadas diferencias regionales: mientras algunas zonas se industrializaban
fuertemente, otras mostraban, al contrario, una utilización muy débil de la fuerza de trabajo
y del capital. Obviamente, estimar un promedio nacional, aporta muy poco a la
comprensión de fenómenos regionales; como ejemplo, se cita, entre otros, el caso
Yorkshire, 105 cuyo
impresionante desarrollo durante el siglo XVIII aumentó su participación en la producción
nacional de 20 a 60 %. La estimación de un crecimiento ponderado para todo el país del
orden de 150% en el siglo XVIII, atenúa la profundidad de cambios económicos, con
pautas regionales bien definidas.
Además, como las inversiones, la fuerza de trabajo, e incluso la tecnología utilizada se
definen en marcos regionales, es indudable que, en este caso, un análisis a nivel nacional no
es la perspectiva adecuada para dar cuenta de la complejidad del proceso de
industrialización.