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1 ¿Cómo entiende el autor fenómeno de la revolución industrial inglesa?

¿A qué el
lunes con la noción de despegue o “take off”?

Entre 1780 y 1790 por primera vez en la historia humana hubo una multiplicación de bienes
y de servicios. Nunca antes se había roto la estructura preindustrial en cuanto a técnica y
producción. 
Esta transformación generada por el progreso material no se produjo en forma instantánea,
sino paulatina. La década de 1780 fue decisiva para el impulso que caracteriza al “Take
off”, es decir el despegue. El fabricante al ver mayor producción invirtió más capital,
entonces las ganancias se dispararon. 
•Eric Hobsbawm ve a la revolución industrial como el acontecimiento más importante de la
historia desde la invención de la agricultura, pero no se dio por azar. 

Bastante tiempo atrás de la revolución, Inglaterra supero al resto de las monarquías y


Estados Unidos en cuanto a producción per cápita y comercio, su superioridad no era a
causa de la educación, si no de técnica y de las ciencias implementadas.  Sus invenciones
iban desde las más básicas hasta las más complejas, como en el caso de la máquina a vapor
de James Watt en 1784. 

2 ¿Cuáles fueron las condiciones económicas, políticas e institucionales que


posibilitaron la industrialización en Inglaterra?

Las condiciones legales se dejaban sentir mucho en Inglaterra, donde el beneficio privado y
el desarrollo económico habían sido aceptados como los objetivos supremos de la política
gubernamental. 
El problema agrario había sido resuelto: un grupo de poderosos comerciantes se apropiaron
de la tierra, estas eran trabajadas por arrendatarios, que a su vez, contrataban a otras
personas para que la trabajaran. 
La división, el reparto y el cercamiento de los campos, praderas y dehesas abiertas y
comunes y de las tierras baldías y comunes, situadas en cada demarcación territorial. La
producción había sido reemplazada por la Enclousure Acst (1760 y 1830) y las
transacciones privadas. 
La agricultura tuvo un importante despliegue en la gestación de esta nueva sociedad, ya que
propicio:
a) Aumento de la producción para alimentar a una población urbana y en crecimiento.
b) Proporcionar un gran caudal de mano de obra para las industrias.
c) Suministrar un mecanismo para la acumulación de capital utilizable para los
sectores más modernos de la economía. 

Surgimiento de mercado en la población agraria y un excedente de producción para la


importación de capital. 
El imperativo de la época para el empresario era: comprar más barato para vender más
caro. 
Para finales del siglo XVII las bases de la sociedad industrial en Inglaterra ya se
encontraban consolidadas. Hay dos puntos que destacan:
1. Un mercado que ofrecía grandes retribuciones a quién aumentaba su producción a
través de innovaciones baratas y simples.
2. Un mercado mundial controlado por una sola nación. 

Tenían una economía bastante fuerte y un estado lo bastante agresivo como para apoderarse
de los mercados de sus competidores. 
Las guerras entre Inglaterra y Francia que se dieron entre 1793 y 1815, dieron paso a un
control más importante en el mundo económico. 
Inglaterra poseía todas las condiciones y equipamiento para liderar una revolución
industrial y factores que se lo permitían: la industria algodonera y la expansión colonial. 

3. Análisis del rol desempeñado por la industria algodonera, la esclavitud y el


comercio colonial en este proceso. Explique las ventajas y dificultades que
presentaron la misma en el período analizado. 

El algodón, materia cruda, tuvo su distribución comercial en el sector ultramarino, gran


parte era producido en la India.
Durante 1789-1848 fue creado por el comercio colonial y la esclavitud. Los esclavos
africanos se compraban con algodón indio, pero cuando esto se veía interrumpido por
guerras y revueltas en la India, Lancashire salía a la palestra. 
Las indias de occidente proporcionaban reproducción suficiente de algodón para la
industria británica. 
En 1790 los esclavos en los Estados Unidos del Sur, se mantendrían por la demanda de
Lancashire, quienes compraban casi la totalidad del algodón. 
La revolución industrial puede considerarse como el triunfo del mercado interno sobre el
interno. 
En 1814 Inglaterra exportaba cuatro yardas en toneladas de algodón por cada tres
consumidas en su territorio. El 1850 trece por cada ocho. 
Después de las guerras napoleónicas, Europa consumió 128 yardas de algodones ingleses,
gran parte de América, África y Asia 80 millones. En 1840 Europa consumiría 200
millones mientras que las zonas subdesarrolladas 529 millones. 
La India tradicionalmente era el productor de algodón, pero los nuevos intereses
económicos de Inglaterra, la desindustrializaron, crearon un declive, y a su vez se convirtió
en un mercado para algodones de Lancashire. 
En 1840 el subcontinente asiático llegó adquirir 145 millones de yardas de algodón inglés.
Europa que siempre exportaba de oriente mucho más de lo que allí vendía, trastocaba estas
relaciones, por primera vez. 
La industria algodonera ofrecía condiciones que lo hacían posible. La invención de nuevas
herramientas era relativamente baratas. 
Por otra parte tenían otras ventajas, como lo era la obtención de la materia con la que se
trabaja, el abastecimiento era rápido en relación a la lentitud de la producción europea. 
La expansión de la industria en el siglo XVIII impulsó la creación de talleres domésticos:
tejedores a mano. Pero cuando este proceso se mecanizó dejaron de lado a estos
trabajadores. 
Ventajas. 
1.- Daban trabajo directa o indirectamente a más de un millón y medio de personas hasta el
año 1833. 

2.-La transformación a causa del progreso económico en Inglaterra fue evidente. 

3.- La extensión de la industria algodonera fue determinante para la economía del país. 

Desventajas. 

1.-El progreso económico industrial dominado por el algodón no era uniforme. Entre 1830
y 1840 surgieron problemas, hubo lentitud y una disminución en la renta nacional
británica. 
2.-La crisis del capitalismo no fue puramente inglés sino social. 

3.-La transición de la nueva economía creó miseria y descontento entre los trabajadores que
se veían superados por la maquinaria. Esto dio lugar a revueltas sociales en las zonas
urbanas e industrializadas. 

Eric Hobsbawm nota tres fallos en esta  economía: 1 Ciclo comercial de alza y baja. 2 La
tendencia de ganancia. 3 La disminución de oportunidades de inversiones provechosas. 

Inicialmente la industria del algodón disfrutaba de enormes ventajas. La mecanización


aumentó mucho la productividad y la fabricación era barata, pero el costo del material
fuente nueva por la expansión del algodón en los estados del sur de Norteamérica, sobre
todo después que, Eli Whitney en 1793 inventara el almarrá. 
En 1815 algunas ventajas se vinieron abajo. 1. La competencia causó una constante y
dramática baja en el precio del artículo terminado pero no los diferentes costos de
producción. 2. Los precios eran de deflación las ganancias parecían una baja. Lo posible
acumular un capital César reducción costos por ejemplo el de los jornales de los
trabajadores. 

Las Leyes de los cereales (o Corn Laws en inglés) fueron aranceles a la importación de
cereales en Gran Bretaña, vigentes entre 1815 y 1846, establecido para proteger los precios
del grano británico doméstico contra la competencia del exterior. Tuvo repercusión en la
producción del algodón debido a los intereses de Inglaterra. 

4 ¿Cuál fue el papel desempeñado por el hierro, la minería y el carbón?

Hierro. El índice más importante de la industria inglesa es el de la producción de hierro y


acero. Esto demanda una inversión de capital grande, puesto que no hay una demanda
masiva. Su demanda aumentó gracias a la publicación y el laminado entre la década de
1780 - 1790. 

Carbón. Por su parte el carbón era altamente demandado y durante el siglo XIX tenía la
ventaja de ser el fuerte del poderío industrial, era del combustible de las maquinarias y
también se lo utilizaba en el ámbito doméstico. El crecimiento de las urbes siglo XVI
desembocó en un crecimiento rápido de extracción del carbón, para el siglo XVIII era
esencial para la industria. 
Esta industria era importante pero no lo suficientemente desarrollada para generar cambios
importantes, pero si lo suficientemente útil para estimular la invención del ferrocarril que
transformaría las industrias en general. 

El ferrocarril contribuyó con la producción masiva de hierro y carbón. 

5. Señale cuáles fueron los cambios que se dieron en la agricultura británica que
colaboraron con el proceso de la Revolución Industrial. 

Una economía industrial significa una disminución en la población agrícola y un


incremento poblacional en las grandes ciudades que están desarrollándose. 

Lo cual implica un aumento en la producción agrícola, es decir, una revolución agraria.


Desde luego, en un comienzo no fue posible abastecer por completo las ciudades, pero
alcanzó después pudo lograrlo gracias a los métodos descubiertos en el siglo anterior. 

6 ¿Cuáles fueron las consecuencias sociales derivadas de la revolución industrial en cuanto


la población urbanización aspectos laborales y nuevas clases sociales?

De manera que se logró una transformación social más que técnica: se liquidaron los
cultivos comunales de los campesinos. Habían unos pocos terratenientes escasos
arrendatarios y muchos jornaleros. Hubo una oposición a esto, pero no tuvo una gran
repercusión en contraste con el creciente capitalismo. Lo cual desembocó en una depresión
agrícola que después de 1815 redujo la miseria a la población rural. 

La industrialización tuvo consecuencias deseables, la nueva economía necesitaba de


trabajadores y lo suplico con la gran población rural estaba abierta a modestos productores
y trabajadores pobres. Los hombres se vieron atraídos a las nuevas ocupaciones u obligados
a aceptarlas. 

Por eso se retribuyó escasamente la labor del trabajador con una paga miserable, 

Otro procedimiento para asegurar la disciplina laboral fue la de nombrar subcontratos,


convertían en patrones a los trabajadores expertos y en auxiliares a los trabajadores
inexpertos. 

Debido a tus problemas que tenía la mano de obra, el capital creció estrepitosamente. El
hombre tiene al lado del siglo XVIII estuvo preparado para invertir en empresas
beneficiosas. Tampoco habían dificultades respecto a las finanzas privadas o públicas. 
De esta manera se formó la primera gran economía industrial. Inglaterra comenzó a ser
conocida como el taller del mundo, el capital, los hombres de negocios y las máquinas a
vapor, era el presente. 

A partir del texto “La Revolución Industrial, los últimos aportes y debates”, y la
entrevista realizada por el profesor Santiago Bliss, indique qué consideraciones se
realizan acerca de: 

1. Los postulados de la visión clásica sobre el poder el progreso de industrialización inglés


y del lugar de Inglaterra como única vía para la industrialización. ¿Podría identificar el
posicionamiento de Eric Hobsbawm dentro del mismo? 

Eric Hobsbawm tiene una postura bastante tradicional al respecto a la Revolución


industrial. Está consistió en la difusión del hierro el carbón la máquina a vapor y
fundamentalmente en la industria textil algodonera. 

La fábrica produjo una fuerte aceleración en el crecimiento económico. 

De acuerdo con esta explicación, la  agricultura también desempeña un papel muy
importante puesto que Revolución agrícola acompañó a la Revolución industrial para
abastecer a los trabajadores, y proporcionan una gran cantidad de mano de obra. 

Por último se considera el caso inglés como la única vía de desarrollo posible de la
revolución industrial que los demás países de Europa, aquí No pues así quisieron acceder al
beneficio de la industrialización te habían recrear las condiciones de el “Take off”. 

La inversión de nuevas tecnologías para la producción y las técnicas de producción, 


permitieron modificar la visión tradicional de la industrialización. 

2 Las críticas emergentes a partir de los estudios de la nueva historia económica en los
años 80 a la versión clásica y las conclusiones a las que arriba acerca de la
industrialización inglesa e Inglaterra como única vía posible para el desarrollo. 

Durante la década de los ‘80 Williamson, Harley y Crafts revisaron los cálculos de Deane y
Cole, descubrieron que estos modificaron sustancialmente los datos sobre el crecimiento
económico durante los siglos XVIII y XIX, la crítica más importante a Deane y Cole, fue la
sobreestimación del crecimiento que proporcionaba el algodón y el hierro en la economía
general. Estos datos nos ofrecieron un panorama muy diferente al proceso de
industrialización. 

La idea de que la economía inglesa había experimentado un despegue en las últimas


dos décadas del siglo XVIII fue cuestionada. 

Entre 1780 y 1831 el crecimiento fue mucho más lento de lo que se creía, incluso la
economía británica creció mucho más ochenta años antes al "despegue", (1760-1780) que
en los cincuenta años posteriores. 

Se comenzó a discutir la importancia del sector fabril, (textil y del hierro)


concluyéndose que se trataba de un sector que tenía poca importancia dentro de la
economía británica en un aspecto global. 

Durante la última etapa del siglo XVIII el hierro y el algodón crecieron a una tasa elevada,
pero no fue general. La tasa de crecimiento en su conjunto entre 1780 en 1801, representa
la mitad de lo que se lograría en 1820. Tanto la industria del hierro como la del algodón
eran dinámicas, pero representaban un segmento de la economía británica. 

Nuevo período económico. 

Las propuestas de la nueva historia de la economía constituyen una base gradualista del
proceso de la industrialización qué se gestó con  continuidad sobre la ruptura. 

Industria y poderío bélico.


Williamson nos dice que en las seis décadas anteriores a 1820, Gran Bretaña intentó
industrializarse y mantener los costos de guerra en Europa, pero no estaba apta para
enfrentar ambos desafíos, puesto que carecía de recursos para costearlos. 

Según su postura esto limitó notablemente la capacidad de ahorro de la economía británica. 

John Brewer. Estudia la construcción del estado inglés entre los siglos XVII y XVIII,
construida sobre una fuerte prosperidad económica y la debilidad del gobierno.  La presión
fiscal en Inglaterra era muy superior a la del resto de las potencias europeas. Una parte
importante de los recursos fueron utilizados para reforzar la maquinaria estatal con vistas a
consolidar la hegemonía internacional británica. 

El rasgo más importante de la revolución industrial no fue el acelerado crecimiento


económico, sino un inusitado traslado de trabajadores del campo a la ciudad, en un contexto
de crecimiento gradual. En efecto, la fuerza de trabajo ocupada en la agricultura pasó del
55% a fines del siglo XVII a 27.3% en 1841. 

3. Identifique los aportes desde la teoría protoindustrial al análisis de los


orígenes de la industrialización. 

La concepción sobre el comienzo de la revolución industrial se modificó


sustancialmente con el desarrollo de la teoría de la protoindustrialización, surgió de un
proceso complejo de articulación entre la ciudad y el campo; entre el capital comercial y el
trabajo de la familia campesina. El desarrollo del capital mercantil, y las presiones
demográficas ha sido, quizás, la gran contribución de esta teoría a la mejor comprensión de
la complejidad del proceso de industrialización.

1. En primer lugar, el productor era un campesino que empleaba los momentos de


baja actividad del ciclo agrícola para realizar tareas artesanales, estableciendo “una
simbiosis económica y social entre agricultura e industria a través de las estaciones”. Esto
permitía reducir sus costos de producción, pues el “costo de reproducción” de la fuerza de
trabajo quedaba a cargo de la agricultura. Es decir, el campesino no necesitaba obtener con
la actividad artesanal ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades elementales de
alimentación y vestido, pues estos los obtenía del trabajo agrícola, de manera tal que los
costos resultaban muy bajos. 

2. En segundo lugar, la producción era organizada y coordinada por un mercader


urbano quien les suministraba las materias primas al campesino o le compraba el producto
terminado. Era común, en consecuencia, que en las regiones protoindustriales existiera una
ciudad que concentrara la actividad comercial y, a menudo también, parte del proceso
industrial, fundamentalmente en las tareas de terminado de los textiles, tales como el
teñido. 

La producción protoindustrial tenía como destino mercados extrarregionales y a


menudo ultramarinos, estuvo relacionada con los cambios que se produjeron en la
estructura de la demanda, tanto interna como externa, que favorecieron la producción de
bienes de consumo masivo. 

Por otra parte, permitió que un sector del campesinado acumulara capitales que
luego iban a hacer posible la transformación hacia un sistema industrial. Finalmente, en
aquellas regiones donde se desarrolló la economía protoindustrial, los vínculos entre la
economía agraria y los comportamientos demográficos se relajaron. La población pudo
crecer a pesar de coyunturas agrícolas desfavorables, lo cual dio lugar a un cambio
profundo en las tendencias demográficas del siglo XIX.

Mendels primero, y sus seguidores, Kriedte, Medick y Schlumbohn, luego


concibieron a la protoindustrialización en estrecha relación funcional con la
industrialización, como “una fase de transición en el camino hacia la  industrialización
capitalista”. No veían, sin embargo, una relación simple y  directa entre un proceso y el
otro. En primer término, consideraban que dicha relación era muy fuerte,
fundamentalmente en la fase textil de la 
industrialización, no así en la fase metalúrgica; y que se había dado  principalmente en
Inglaterra, puesto que, en el continente, las presiones externas ejercidas por la
industrialización británica alteraron el proceso “natural” de evolución. 

Al margen de estas acotaciones, dichos autores afirman que la industrialización


capitalista surgió de los límites de la protoindustria. En  efecto, como la
protoindustrialización estuvo orientada a aumentar  cuantitativamente la producción, el
progreso de la productividad fue escaso, llegando a un punto donde los costos tendieron a
aumentar. Además, en la medida en que el mercader ampliaba sus actividades le resultaba
más difícil supervisar las tareas artesanales. Esto marcó un límite a las posibilidades de 
expansión del sistema, de modo que resultaba imposible continuar ampliando  la
producción dentro de sus propios marcos. La resolución de esta contradicción se dio con la
transformación hacia la industria capitalista. El tránsito hacia el capitalismo industrial se
pudo realizar porque el sistema  protoindustrial había creado las condiciones para que esto
fuera posible. Como resultado de la protoindustrialización se produjeron cambios 
significativos en la organización productiva. En primer término, se había desarrollado un
amplio estrato de trabajadores asalariados que, aunque ofrecieron resistencias, fueron
incorporados a las fábricas. Por otra parte, habían surgido comerciantes y pequeños
productores que, gracias al capital acumulado durante el proceso protoindustrial, se
convirtieron en protagonistas de la industrialización capitalista. En tercer lugar, la industria 
rural a domicilio permitió al capital mercantil introducirse en la esfera de la  producción.
Finalmente, la posición del mercader como coordinador de la producción, posibilitó una fiel
adaptación de la industria a las condiciones  cambiantes de la demanda, al mismo tiempo
que fomentó la creación de redes comerciales, tanto locales como regionales e
internacionales, que resultaron imprescindibles para el desarrollo de la industria capitalista.
La protoindustrialización se desarrolló en un contexto eminentemente  regional. Las
razones que explican por qué determinadas zonas gozaron de  una fuerte concentración
protoindustrial y otras no, son muy diversas, se  señala, sobre todo, que la disponibilidad de
recursos naturales puede, sin duda, ser una de las razones; las otras, debemos atribuirlas a
condiciones particulares, tales como la existencia de tradiciones artesanales, la presencia 
de mano de obra, la cercanía de ciudades mercantiles, una relación  especialmente estrecha
entre población y recursos agrícolas, etcétera. La teoría de la protoindustrialización, que
hemos presentado someramente, fue acogida con gran entusiasmo y se multiplicaron
rápidamente los estudios de caso en los más variados escenarios históricos. Sin embargo,
pronto se  comenzaron a debatir los alcances reales de la teoría en relación con el proceso 
de industrialización. En este contexto, se advirtió que la teoría se construyó básicamente a
partir de la industria textil, y, aunque la gran importancia de  este rubro, que ocupaba de
lejos la mayor cantidad de mano de obra, justifica  que se haya centrado la atención en él,
no deben perderse de vista otras  actividades que también tenían cierta importancia, tales
como la producción  de pequeños objetos de hierro y acero, y de algunos artículos
compuestos,  como relojes, muñecos, etc. Por otra parte, se cuestionó también que la teoría
ponía demasiado énfasis en la industria doméstica –es decir, en la actividad  artesanal
desarrollada por la familia campesina destinada a un mercado, más amplio que el de la
propia aldea y articulado por un comerciante–, como la 
forma organizativa central, dejando de lado otras que también tuvieron gran
difusión. 

En efecto, los críticos señalan que además de la industria doméstica,  pueden distinguirse al
menos tres formas diferentes de organización de la  producción: una en la cual, bajo un
mismo techo, muchos trabajadores  realizaban la misma tarea e incluso mostraban la misma
habilidad que  aquellos que eran empleados en sus propias casas bajo el sistema
protoindustrial. Un segundo tipo es el taller centralizado que se encuentra, sobre todo, en la
etapa de los procesos finales de la producción textil, como el  teñido, y que presentan una
cierta división de tareas. Un tercer tipo, sin  vinculaciones con ninguna forma
protoindustrial, lo encontramos en la industria del vidrio, del papel o de productos de lujo.
Aunque uno de los méritos de la teoría consiste en haber encontrado un  patrón
relativamente general de comportamiento de la organización protoindustrial, ésta no ha
podido explicar convincentemente cómo se dio el paso de los estadios protoindustriales a
los industriales. Todavía no somos capaces de explicar por qué, determinadas regiones con
floreciente industria doméstica se convirtieron en importantes centros fabriles, mientras
otras  continuaron siendo protoindustriales durante todo el siglo XIX, e incluso algunas
sufrieron un proceso de desindustrialización. 

Esta crítica, formulada por Sidney Pollard entre otros, cuestiona uno de los principales
propósitos de la teoría: el de vincular causalmente la protoindustria con el proceso de
industrialización. La idea –implícita en la teoría protoindustrial– de un desarrollo
económico por estadios o etapas, ya sea concebida como acumulativa evolutiva (Rostow) o
dialéctica (la teoría protoindustrial misma), ha gozado de una amplia aceptación entre los 
estudiosos de la industrialización. Sin embargo, hoy la importante acumulación de
investigaciones de casos ha obligado a dejar de lado esta idea y a concebir la
industrialización como un proceso más variado, heterogéneo y  con una evolución menos
pautada por etapas y cuyo final no siempre aparece claramente anunciado. 

Aunque es indudable que el haber dirigido la atención de los estudiosos de la


industrialización hacia la industria rural es uno de los logros de la teoría protoindustrial, es
evidente también que ha tendido a descuidar el problema de las industrias desarrolladas en
las ciudades. En este aspecto los estudios sobre el desarrollo de las ciudades han permitido
descubrir un universo industrial mucho más variado y heterogéneo en sus formas
organizativas de lo que se creía. En efecto, las ciudades no sólo albergaron la producción de
artículos de lujo controlados por los gremios de artesanos, sino que también conocieron, en
algunos casos, el desarrollo de actividades protoindustriales. Los estudios sobre el proceso
de protoindustrialización han permitido visualizar de un modo más profundo y complejo la
industrialización. Aunque  la teoría no haya cumplido con las expectativas que habían
puesto en ella sus creadores –al menos en cuanto a explicar el tránsito hacia la
industrialización– , ha influido sustantivamente en la concepción que hoy se tiene acerca de
la industrialización, reduciendo el papel de la fábrica, incorporando la producción rural
doméstica a la problemática de la industrialización y  reforzando el carácter regional del
proceso. 

En este sentido varios autores consideran que una perspectiva nacional, no es un buen
punto de partida para analizar y comprender cambios que fueron profundos, pero que
siguieron pautas regionales y sectoriales muy específicas. De acuerdo con esto, se ha puesto
de manifiesto que la industrialización británica fue un fenómeno básicamente regional. La
organización de la producción, la formación de los mercados, el uso y la transferencia de
tecnologías, así como las inversiones, respondieron a dimensiones regionales  antes que a
las nacionales. La revolución industrial, en consecuencia, dio
origen a marcadas diferencias regionales: mientras algunas zonas se industrializaban
fuertemente, otras mostraban, al contrario, una utilización muy débil de la fuerza de trabajo
y del capital. Obviamente, estimar un promedio nacional, aporta muy poco a la
comprensión de fenómenos regionales; como ejemplo, se cita, entre otros, el caso
Yorkshire, 105 cuyo
impresionante desarrollo durante el siglo XVIII aumentó su participación en la producción
nacional de 20 a 60 %. La estimación de un crecimiento ponderado para todo el país del
orden de 150% en el siglo XVIII, atenúa la profundidad de cambios económicos, con
pautas regionales bien definidas.
Además, como las inversiones, la fuerza de trabajo, e incluso la tecnología utilizada se
definen en marcos regionales, es indudable que, en este caso, un análisis a nivel nacional no
es la perspectiva adecuada para dar cuenta de la complejidad del proceso de
industrialización.

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