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Clase Unidad 1 Alumnos
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Ayudantías y prácticas I
Unidad 1:
Al hablar de deficientes visuales o personas con baja visión, nos referimos a un grupo de
personas que, a pesar de los esfuerzos de la medicina y cirugía, quedan en situación de
discapacitados visuales. Los grandes avances experimentados en la medicina y la cirugía no
han podido evitar que muchas personas acaben por tener deficiencia visual.
Es una realidad según datos de la OMS., que en los países desarrollados o en vías de
desarrollo, el 1 % de la población, padece deficiencias visuales graves. Aunque no se dispone
de datos objetivos fiables, estas cifras son mucho mayores en los países no desarrollados.
Datos y cifras
Cuando el daño es congénito, el niño debe realizar la conexión con el medio y los aprendizajes
de un modo diferente, mientras que una pérdida en cualquier momento de la vida paraliza
inicialmente el acceso a la lectura, las posibilidades de moverse, la capacidad de efectuar
múltiples tareas que, gracias al sentido de la vista, se realizan de forma automática.
Aparecen, además, temores, inseguridades, sentimientos de torpeza, incertidumbre por
mantener el empleo y las obligaciones familiares. Paralelamente, el entorno suele mostrar
actitudes de protección y desconfianza.
Todos estos factores merman las oportunidades de tomar decisiones y de actuar con
independencia.
La relación entre discapacidad visual y «dependencia» ha sido una constante en todas las
sociedades.
El objetivo de la rehabilitación visual es la independencia.
Rehabilitación Visual
Es un conjunto de procesos encaminados a obtener el máximo aprovechamiento posible del
resto visual que posee una persona con baja visión. Tiene el cometido de dotar de técnicas,
estrategias y recursos que permitan paliar los efectos negativos que tiene la pérdida visual.
Para la aplicación de un programa de Rehabilitación Visual, es necesaria la intervención de
distintos profesionales de forma coordinada y bajo un enfoque multidisciplinario.
Dicho programa individual de Rehabilitación Visual estará en función de las necesidades
concretas del solicitante, el resto visual que posea y su capacidad personal.
Las funciones de cada uno de los miembros que intervienen en el equipo lo veremos en el
próximo encuentro.
En torno a la ceguera se han mantenido durante siglos mitos y creencias que han estigmatizado
a las personas que la padecían. Algunos de ellos han perdurado hasta nuestros días y sigue
siendo una condición muy temida por la sociedad.
Antiguamente las personas ciegas han estado discriminadas y vivían abocadas a la mendicidad.
Las personas ciegas habían ideado desde muy antiguo sistemas propios para realizar
algunas actividades. Para comunicarse, utilizaron procedimientos aislados y sofisticados, pero
difíciles de propagar.
Las posibilidades de desplazarse eran también muy restringidas, pero hay constancia que
utilizaron cuerdas, animales, palos y barras para realizar pequeños itinerarios, recurriendo a
los lazarillos para desplazamientos más largos.
Pocas referencias existen de las personas con algún resto de visión hasta principios del siglo xx,
porque eran consideradas ciegas y tratadas como tales.
Las que podían funcionar visualmente no tenían más remedio que disimular su «defecto» para
mantener el trabajo y no vivir marginados.
La medicina y la óptica no proporcionaban alternativas, y los especialistas sugerían “adaptarse
a la ceguera”.
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Diderot (1713-1784) es considerado el pionero en preconizar que las personas ciegas podían
ser educadas para desarrollar sus facultades, y que, para ello, la sociedad debía cambiar
radicalmente su actitud.
En 1784, ValentinHaüy (1745-1822) fundó la primera escuela de ciegos, en Paris donde
estudió Luis Braile, en la que enseñaba a leer utilizando los caracteres de imprenta en
relieve, iniciativa que se amplió a otros centros de Europa y de Estados Unidos. Los niños con
algún resto visual se educaban en estas escuelas utilizando las mismas técnicas que los ciegos.
Las posibilidades de aprendizaje y comunicación mejoraron a partir de 1829, año en el que
Louis Braille (1809-1852) inventó el sistema de lectoescritura que lleva su nombre. El método
se impuso muy pronto por su versatilidad para reproducir todas las lenguas y la facilidad para
adaptar las matemáticas, la música, etc.
La visión no podía cuantificarse objetivamente y, aunque Hermann Snellen dio a conocer su
escala de optotipos y estandarización científica en 1862, el test no tuvo difusión hasta la Primera
Guerra Mundial.
A principios del siglo xx, se empezó a tomar en consideración que algunos veían, pero no
supuso más cambio que el fomentar su preservación para evitar un daño todavía mayor. Este
razonamiento se contradijo desde el ámbito médico, pero no fue suficiente para evitar que
muchas generaciones de niños con baja visión se educaran como ciegos, sin posibilidades de
desarrollar el potencial visual.
El primer intento de diferenciar la educación de niños ciegos y con algún resto de visión (baja
visión), se materializó con la fundación de la Myope School en Londres (1908), ( primera
escuela de BV de la historia) precursora de escuelas similares en otros países. Utilizaban
técnicas orales, pero el uso de la visión estaba vetado, para resguardarla y para que no
entorpeciera el desarrollo de las habilidades auditivas y táctiles. Aunque resulte contradictorio,
estos centros contribuyeron a fomentar el empleo de la visión, porque la evolución los condujo
a enseñar a leer tipografías ampliadas y a promover la impresión de libros con tamaños y
fuentes más legibles.
Los primeros en utilizar el término «baja visión», mucho más acorde que «ciego parcial» o
«vidente parcial», fueron Gerald Fonda y Eleonor Faye.
Todo apuntaba a una transformación que en los sesenta tuvo su punto álgido, cuando Natalie
Barraga 1960 dio a conocer los resultados de sus investigaciones sobre desarrollo y
eficacia ocular. Su interés partió de su propia hija, que asistía a una escuela para ciegos y
era educada en braille, a pesar que podía leer de forma visual.
En los países desarrollados, los servicios de rehabilitación han estado en expansión durante
los últimos treinta años.
El acceso a los mismos y su financiación son diferentes: algunos se subvencionan desde la
sanidad pública o los servicios sociales comunitarios, otros desde el ámbito educativo.
El aumento de la demanda y la mejora de las posibilidades económicas han propiciado el
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surgimiento de centros privados. Aunque el criterio de intervención multidisciplinaria está
asumido por todos, en estos últimos priman a veces la evaluación óptica y la venta de
productos, sobre el entrenamiento sistemático que se requiere para optimizar la visión.
La mayoría de las instituciones realizan los programas de rehabilitación visual (baja
visión), por un lado, y de orientación y movilidad y actividades para la vida diaria, por otro,
como servicios independientes, aunque existe una gran coordinación entre ambos.
El modelo escandinavo es distinto, las clínicas de baja visión están integradas en hospitales
oftalmológicos y su financiación es asumida por los servicios sociales comunitarios.
En España, la once ha unificado los dos ámbitos de la rehabilitación, y el mismo especialista
(Técnico de Rehabilitación) realiza todos los entrenamientos.
¿Qué es la BV?
No existe una definición de baja visión aceptada universalmente, en 1966 la OMS registró más
de 65 definiciones de ceguera y deficiencia visual
En 1992 y posteriormente en 2011 el World Health Organization Group de la OMS define q
existe BV en aquellas personas con AV corregida de 0,3 en el mejor ojo, y/o un CV menor de
10°, en los que existe aún resto visual potencialmente utilizable para la planificación y ejecución
de tareas.
Como comentaba los parámetros para la BV no son iguales en todos los países. En España se
considera BV cuando la AV en el mejor ojo corregido (con lentes) es menor de menor 3/10 (0,3)
y el CVC ( campo visual computado) menor de 20°.
Más globalmente considerada, y desde un punto de vista funcional, pueden calificarse como
personas con baja visión a aquellas que poseen un resto visual suficiente para ver la luz,
orientarse por ella y emplearla con propósitos funcionales.
Amaurosis o ceguera: es cuando una persona tiene una AV menos de 0,05. Más globalmente
se dice que tiene amaurosis cuando pierde la capacidad de deambulación.
Ceguera legal: es un término que nace en relación a exenciones fiscales o ayudas sociales.
Menos del 10% de los ciegos legales son funcionalmente ciegos.
En España se considera ceguera legal cuando la AV es menor de 0,1 y el CVC. menor de 10°
En el Reino Unido y en EEUU la ceguera legal se considera cuando la AV es menor de 0,1 y el
CVC menor de 20°.
Hay otra clasificación de BV que pueden escucharla que en general se ha ido remplazando por
la CIF, pero vale mencionarla:
Un comentario final…
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Prof. Dra. Claudia F Castro