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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


U. E. Mariano Picón Salas

Nuestro petróleo y otros


cuentos

Realizado por:
Valentina Ugas Yañez

Los Robles, 12 de mayo del 2021


"Nuestro petróleo y otros cuentos" es un polémico documental realizado por
Elisabetta Andreoli, Gabriele Muzio, Sara Muzio y Max Pugh, el cual fue estrenado
en el año 2005. Este trabajo audiovisual permite reflexionar a la audiencia, no sólo
del negocio que gira en torno a los combustibles fósiles venezolanos, sino que
también a las condiciones de vida en las regiones productoras de petróleo en
Venezuela.

El documental consistió en un viaje de casi dos meses por toda Venezuela,


desde el Lago de Maracaibo hasta la Plataforma Deltana y el Delta Amacuro. Este
es uno de los primeros documentales que a través de las entrevistas realizadas a
las comunidades, los trabajadores petroleros e indígenas que viven cerca de las
explotaciones demuestra una realidad petrolera.

Este trabajo audiovisual fue financiado por el Ministerio de la Cultura a través


del CONAC y se encargó de demostrar la verdad tras el régimen venezolano del
teniente coronel Hugo Chávez, el cual género como consecuencia que se prohibiera
su exhibición pública en los medios del Estado y alternativos afectos al gobierno de
Venezuela. Además, sus realizadores italianos tuvieron que abandonar el país
debido al constante acoso del gobierno militarista venezolano, aunque gracias al
Internet fue posible conocer de su existencia y ver la realidad de esta situación.

La industria del petróleo es una fuente de empleo, la cual mejora las


relaciones políticas y diplomáticas en beneficio del país, además, da pié al
desarrollo de investigaciones científicas. Sin embargo, en el documental se puede
ver una distinta realidad, ya que a través de los relatos dados se puede observar
cómo esta situación ha impactado negativamente a la salud y el sustento de las
personas que han vivido cerca de los sitios de extracción de las plantas
petroquímicas.
Uno de los principales argumentos del documental es que, a pesar de los
cambios políticos e institucionales provocados por el ascenso al poder de Hugo
Chávez en 1999, las terribles condiciones de vida de los pobladores en torno a
veintiún enclaves petroleros permanecían en gran medida inalterados. Un ejemplo
de esta realidad es lo sucedido al pueblo El Hornito, el cual anteriormente fue un
pueblo de pescadores, sin embargo, actualmente es solo un campo vacío cerca de
una planta petroquímica.

El Hornito fue contaminado hasta el olvido por las plantas petroquímicas Ana
María Campos de El Tablazo, las cuales son propiedad de la empresa estatal
Pequiven. La construcción del complejo tuvo lugar entre 1968 y 1974, requiriendo la
expropiación y el despeje de más de cuatrocientas hectáreas. Entre los terrenos
expropiados estaba el acceso de El Hornito al Lago de Maracaibo, lo que paralizó
gravemente la actividad económica del pueblo, sin embargo, el resto quedó intacto,
por lo que los habitantes debieron aprender a coexistir con una planta petroquímica
prácticamente en medio de su geografía.

En el documental se puede ver que ocurre con los horniteños después de


que El Tablazo entró en funcionamiento. En cuestión de unos pocos años, las
enfermedades de la piel, malformaciones congénitas, afecciones respiratorias, así
como el cáncer de pulmón y de hígado se dispararon, reduciendo la esperanza de
vida de los habitantes del pueblo. Además, ya en una década la construcción de la
planta, las especies vegetales y animales desaparecieron de la zona, lo que
perjudicó aún más la subsistencia económica del pueblo.

Al plantear la crisis ecológica de El Hornito, Pequiven en lugar de tratar el


problema ecológico y sanitario provocado por la contaminación industrial,
simplemente planteó el asunto como parte de las creencias y prácticas premodernas
de un grupo de personas que no estaban dispuestas a cohabitar con una pieza
crucial de la modernidad venezolana. No es hasta que una explosión, ocurrida en
febrero de 1990, puso de manifiesto el incumplimiento por parte de El Tablazo con
respecto a las normas medioambientales y de seguridad, es así entonces que
Pequiven se vio obligada por las autoridades locales a aceptar la reubicación de El
Hornito, sin embargo, como se puede observar en el documental, esta solución no
resolvió todos los problemas del pueblo.

Debido a la sobreexplotación de crudo y carbón se ha ido generando una


degradación del ecosistema y daños irreversibles a la biodiversidad, con el único
interés de generar una riqueza que cada vez pretende alcanzar un mayor auge.
Este interés no se detiene ante los problemas de malformaciones fetales u otro tipo
de enfermedades como el cáncer, causados por la ausencia e ineficiencia en la
evaluación de impactos ambientales, con la finalidad de favorecer el actual modelo
de desarrollo económico.

Por otro lado, las empresas petroleras en vez de hacerse responsables, se


han encargado de invertir enormes cantidades de dinero en la producción cultural,
tanto como en publicidad y relaciones públicas, para mejorar su reputación en las
regiones en las que desarrollan sus actividades, de esta manera, se podría decir
que lejos de ser un novedoso acto revolucionario, no es más que una continuidad de
las operaciones habituales del negocio petrolero a escala global.

Lamentablemente el Estado Venezolano nunca asumió el costo real de la


exploración, producción y operación de la industria petroquímica, ni lo asume
actualmente, lo cual conlleva a un pueblo a la continua lucha por la supervivencia
sin ser atendidas sus necesidades, dando prioridad a la producción y obviando por
completo la seguridad humana.

Tal vez la respuesta verdaderamente revolucionaria de “Nuestro petróleo y


otros cuentos” habría sido empezar a reconocer cómo los venezolanos se han
beneficiado de la renta petrolera del país, es por eso que todos los ciudadanos son
cómplices, de manera consciente o no, de la terrible devastación que se muestra en
el documental. Es por eso que también es nuestra responsabilidad trabajar y
concientizar, no solamente el daño que rodea a los enclaves petroleros, sino
también resistir a la propia economía de los combustibles fósiles que puso en riesgo
la salud ecológica de los horniteños y que seguirá amenazando a los seres vivos y a
los ecosistemas presentes que se enfrentan a las realidades de un mundo
transformado por el cambio climático.

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