NOTAS DEL SERMÓN
De En Contacto con el Dr. Charles Stanley
En medio de la tormenta
PASAJE CLAVE: Mateo 14.22-36 | LECTURAS DE APOYO: Deuteronomio 31.6, 8 | Josué 1.5
Isaías 54.17 | Hebreos 13.5
INTRODUCCIÓN
Estamos en medio de una increíble tempestad, la
cual ha trastornado muchos aspectos de nuestra
vida; y tal pareciera que la misma se fortalece cada
día más.
Con todo, este es el momento para reflexionar sobre lo que
hemos hecho durante esta tormenta. Muchos aún estamos
en cuarentena, con la oportunidad de dedicar más tiempo
para buscar del Dios vivo. Pero ¿hemos sido sabios con los
días y horas que hemos recibido? ¿Acaso hemos dedicado
nuestras fuerzas y atención en preocuparnos y quejarnos,
o en un entretenimiento que no satisface, o en cualquier
otra actividad que nos hace daño? ¿O hemos aprovechado
esta ocasión para fortalecernos y para edificar nuestra rela-
ción con el Señor por medio de la oración y la meditación
en la Biblia?
DESARROLLO DEL SERMÓN
Podemos aprender mucho de lo que les sucedió a los discí-
pulos cuando Jesucristo les dijo que zarparan en el mar de
Galilea, y se desató una terrible tormenta. Mientras eran
azotados por los vientos y las olas, sintieron miedo porque
las condiciones estaban del todo fuera de su control. Así
que clamaron al Dios Todopoderoso para que los salvara.
Fue en ese instante que pudieron ver quién era Jesucristo
en realidad y la manera poderosa en la que puede obrar en
cualquier situación.
Esa fue una experiencia que cambió a los discípulos para
siempre, y también puede serlo para usted. Por tal moti-
vo, al enfrentar las tormentas de la vida, si mantiene su
mirada en Cristo, podrá encontrar victoria en medio de los
problemas. Lo logrará al:
1. Leer la Biblia. Comience con el libro de los Salmos o
con Proverbios, y medite en lo que Dios le ha dicho.
Pídale que le revele los pecados que necesita confesar,
que le dé entendimiento, que se revele ante usted y que
le guíe. Nuestro Padre celestial a menudo obra en medio
de tiempos de adversidad y problemas para cambiar
nuestra vida, desarrollar nuestro carácter, enseñarnos a
caminar con Él y acercarnos a su presencia. Le hablará
mientras dedica tiempo para leer su Palabra; así que
debe acercarse a Él con un corazón sincero y dispuesto a
escucharlo.
2. Recordar la obra de Dios en el pasado. Los discípulos
habían visto muchos milagros que Jesucristo había rea-
lizado, y la verdad es que usted también. Ha observado
la maravillosa obra que hace al guiarle en medio de la
adversidad, al proveerle de manera sobrenatural, y al sa-
nar diferentes aspectos de su vida. No hay razón alguna
para pensar que Dios le fallará en esta ocasión. Recuerde
lo que el Señor ha hecho en el pasado, para que pueda
estar confiado en que intervendrá poderosamente en
su situación actual, de una manera que no puede tan
siquiera imaginarse.
3. Aferrarse al hecho de que Jesucristo viene a nues-
tro encuentro. Jesucristo se acercó a los discípulos,
al caminar sobre las aguas, en medio de sus miedos y
dificultades. Primero se asustaron, pues creyeron que
era un fantasma. Esto es aleccionador. A veces, al estar
envuelto en un torbellino de problemas, tampoco puede
reconocer de manera inmediata la presencia del Señor
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 en su vida. Pero dese cuenta de que, sin importar la si-
tuación que enfrente, Jesucristo siempre está con usted
para ayudarle, guiarle y sostenerle. Por tanto, no escuche
las voces negativas, ni se vuelva al mundo, ni se aleje de
Dios. Clame a Cristo e invítelo a su realidad. Él siempre
está a su lado y le ofrece su ayuda.
4. Poner su atención en Jesucristo y no en la tormenta.
Sabemos lo que le sucedió a Pedro cuando valientemen-
te le dijo al Señor: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a
ti sobre las aguas” (Mt 14.28), para luego descender fuera
del bote. A Pedro solo le tomó un instante dejarse vencer
por la tormenta y comenzó a hundirse, pues olvidó en
quién confiaba para salvarlo. Lo mismo sucede con
nosotros. Es muy fácil perder el enfoque cuando la si-
tuación que nos rodea está fuera de nuestro control. Así
que, al clamar a Dios, no debemos permitir que nuestra
atención se desvíe del Todopoderoso, del Soberano de
todo el universo, quien nos ama por siempre incondicio-
nalmente. Él es Aquel quien nos ayuda, y es mayor que
cualquier tormenta que enfrentemos. Debemos poner
nuestra mirada en Jesucristo, recordar sus promesas y
aferrarnos a su Palabra. Podemos estar convencidos de
que el viento, las olas y toda la creación se someten ante
su autoridad y Él nos dará la victoria ante la tormenta.
REFLEXIÓN
Nos duele enfrentar huracanes. Es normal sentir miedo y
desánimo cuando somos azotados en gran manera, y hasta
llegamos a sentir que todo se derrumba. Pero nuestro
Padre celestial ha dicho: “estaré contigo; no te dejaré, ni te
desampararé” (Jos 1.5). Es decir, responderá sus oraciones,
le rescatará y le ayudará en maneras que no puede imagi-
nar. Así que no se rinda. Más bien examine su corazón:
¿De qué manera me he enfocado en las comodidades,
riquezas y seguridades terrenales? ¿Está Dios sacudien-
do aquello en lo que he puesto mi confianza, para que así
pueda poner mi mirada solo en Él?
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¿Cuándo fue la última vez que dediqué tiempo para es-
cuchar al Señor y me aferré a lo que me dijo? ¿En verdad
estoy meditando en la Palabra de Dios de una manera
que fortalezca mi relación con Él, o necesito hacer algu-
nos cambios?
¿Puedo percibir a Cristo en medio de la tormenta? ¿O
reacciono ante todo lo que sucede de manera negativa,
como si el Señor estuviera ausente? ¿Qué me impide
mantener la certeza de su presencia en mi vida?
Dedique tiempo para orar, para pedirle a Jesucristo
que se revele ante usted y le ayude a recibir todo lo que
desea enseñarle.
Quizás se sienta tentado a pasar por alto estas pregun-
tas, pero no lo haga. Sería un desastre. Lo que usted está
enfrentando en esta tormenta, no solo se trata de estar
seguro de creer las doctrinas correctas, sino también de
mantener una relación dinámica con el Dios viviente. Su fe
debe ser renovada, los creyentes en Cristo deben ser aviva-
dos y los perdidos deben tener un despertar espiritual.
Todos necesitamos más que buenas costumbres; necesi-
tamos a Jesucristo. Solo Aquel que conquistó la muerte
posee la sabiduría, el poder y el amor para realizar aquello
que debe ser hecho durante las tormenta que enfrentamos.
Esta es una batalla que solo Él puede vencer por nosotros.
Así que le exhorto a ponerse de rodillas, a leer la Biblia y
a orar. Vaya ante la presencia de Dios y esté dispuesto a
realizar lo que le pida. Porque al hacerlo, podrá ver que su
Salvador es realmente capaz de realizar mucho más de lo
que imagina; incluso en medio y a través de las tormentas.