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INTRODUCCIÓN A LAS SIETE PALABRAS

Queridos hermanos: estamos en la altura del Gólgota cuando llega la tarde oscura. Una
tarde triste y silenciosa, llena de angustia. Estamos ante la agonía de Jesús, que nos
estremece y nos conmueve. Frente a la cruz del calvario estamos todos.
Han pasado veinte siglos y el mundo no olvida aquel acontecimiento en la cruz del viernes
Santo. El hombre más auténtico y más bueno que ha pasado haciendo el bien, ha sido
crucificado.
En la cruz está Jesús, despojado, ni siquiera le han dejado sus vestidos, ni siquiera ha
podido disponer de sus vestiduras, se las han quitado y se las han jugado. De lo único que
puede hacer uso es de la palabra, como la mayor expresión de su interioridad.
Estamos frente al viernes santo que es meditación y plegaria. Frente a este acontecimiento
que nos presenta a Cristo levantado, nosotros no podemos quedar indiferentes. Frente a la
cruz del calvario estamos todos.
El silencio del viernes santo es para acompañar a Jesús, pedir por la paz, un silencio que
acalla al mismo hombre por su crueldad. En lo alto de la cruz se esclarecieron todos sus
gestos, actitudes y predicaciones. Jesús es la caridad, la plenitud de esta virtud la
encontramos en las siete palabras.
En este marco de dolor y amor, Jesús pronuncia sus siete palabras. Lo han condenado a
muerte por presentar a Dios como Padre, por afirmar que todos somos hermanos. Por
llamar a servir con generosidad, por predicar el amor a los enemigos. Esta rutina no cabe en
la rigidez jurídica de los escribas de Israel, por eso lo han clavado en la cruz, para que se
borren sus palabras, sin embargo, hoy nosotros estamos a los pies de la cruz para oír sus
últimas palabras que son semillas, que deben quedar marcadas en nuestra vida, en nuestros
corazones.
Todos los que escuchaban la palabra de Jesús quedaban admirados, nadie había hablado
como él, porque solo Él tiene palabras de vida y a la hora de su muerte no puede perder la
cátedra más sublime no solo con su ejemplo, sino con su palabra.
Estas últimas siete palabras de Jesús son etapas de su itinerario al Padre, cada una descubre
las etapas del misterio a la subida a Dios.
¿Cuál belleza salvará al mundo? La belleza o la sublimidad de un hombre clavado en la
cruz. La belleza del amor, de un Dios que se encarna, se hace hombre y por amor asume la
muerte y una muerte de cruz. Esta es la belleza a la cual estamos llamados, convocados
todos.
Todos los ojos fijos en él, ya que inspira paz, esperanza, amor, perdón.
Las palabras de Jesús muestran su grandeza moral en contraste con la nuestra, de ordinario
mezquina. Jesús muere perdonando y ofreciendo el reino. Cristo en ese momento de
oscuridad en la cruz ve límpidamente la gravedad del pecado.
Está en la cruz despojado, solo están los soldados, algunas mujeres y su madre.
Las siete palabras son el testamento de Jesús en la cruz. Jesús en la cruz levantado a punto
de morir da su testamento espiritual que se convierte en el testamento para nosotros.
El testimonio supremo de Jesús y su testamento, las últimas palabras de Jesús,
pronunciadas desde el púlpito más noble y más trágico. Acerquémonos para escuchar a
nuestro maestro profeta y sobre todo a nuestro amigo y redentor.

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