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Comentario de un texto periodístico «Nada es gratis» 

Cada vez que veo a los Reyes Magos arrojando caramelos a los niños, como en la
cabalgata de anteayer —un espectáculo maravilloso, pero que es inconcebible en
casi todo el mundo porque la gente se preguntaría quién va a pagar todo eso—,
pienso en esa extraña superstición de nuestra época que nos hace creer que hay
miles de cosas, entre ellas todos los servicios públicos, que son gratis para el
ciudadano, o dicho de otro modo, que son un derecho inalienable que no podemos
perder de ninguna manera. Miguel Bosé, por ejemplo, hablaba tan pancho hace
unos años del “derecho a la paz”, como si fuera posible convencer a alguien que
te odia de que dejara de atacarte. Pero el derecho a la paz, igual que otros muchos
derechos que creemos poseer con todas las garantías (el derecho a la salud, el
derecho a la felicidad, el derecho a un trabajo bien remunerado), sólo son posibles
si alguien garantiza su cumplimiento, y eso exige poder pagarlos o tener a alguien
que esté en condiciones de sostenerlos. De lo contrario estamos hablando de
entelequias muy hermosas —igual que los Reyes Magos—, pero que no pasan de
ser una candorosa engañifa. Nos guste o no, en este mundo nada es gratis.

Pero los ciudadanos de la Europa que fue próspera —y que sigue siéndolo si la
comparamos con el resto del planeta— nos hemos olvidado de estas verdades
elementales. Y creemos vivir en un mundo en el que los servicios públicos que
disfrutamos —y que muchas veces ni siquiera valoramos— existen por una especie
de derecho inmanente, sin darnos cuenta de que estos servicios sólo podrán existir
mientras estemos en condiciones de sufragarlos. Y ahí es donde aparece el tema
que debería ser de discusión permanente en este año que empieza: ¿cómo vamos a
financiar nuestros servicios públicos? Pero lo más curioso es que este debate
apenas existe en nuestro país, porque nos movemos —a derecha e izquierda— en
un dogmatismo miope que se niega a hacer un diagnóstico real de la situación. Y
así, para la crédula izquierda, una drástica subida de impuestos bastaría para
pagarlo todo, en tanto que la derecha que obedece a Angela Merkel nos hace creer
que bastan unos recortes brutales o una buena gestión —siempre en manos
privadas— para solventar el problema. Pero en ambos casos seguimos hablando
del mundo imposible de los Reyes Magos y sus caramelos que nadie sabe quién
paga. O bueno, sí, la deuda pública que se acumula y se acumula, y seguirá
acumulándose hasta que alguien venga a reclamarnos su cobro.

Eduardo Jordá
Diario de Sevilla (7/1/2015)
Tema
Los derechos fundamentales dependen de que puedan ser financiados y esta financiación no
puede basarse en un endeudamiento público creciente.
Resumen
Al hilo de la festividad de Reyes, Eduardo Jordá advierte de que en el terreno económico se
vive una ilusión semejante: la creencia generalizada de que los derechos fundamentales son
gratuitos. El periodista discrepa de esta posición y plantea las diferentes respuestas políticas
dadas hasta el momento a la financiación del estado del bienestar: subidas de impuestos y
recortes económicos. El autor termina su texto con un aviso encubierto: Europa se arriesga al
sostener los derechos mediante una deuda pública que crece sin control.

Estructura
Externa
El texto está compuesto por dos párrafos de cinco y siete enunciados, respectivamente. La
secuencia textual predominante es la argumentativa, pues se defiende una tesis clara (la
denuncia del endeudamiento de los estados para mantener los derechos fundamentales) desde
un punto de vista subjetivo (léxico valorativo, redacción en primera persona, ironía, etc…)
que es sustentada mediante argumentos, como las citas de declaraciones de personajes de
actualidad o las referencias a las posiciones políticas ante la cuestión.

Organización de ideas
1. Actitudes ante el estado del bienestar…
a. Los ciudadanos europeos no se plantean su coste económico.
b. El autor enuncia que los derechos fundamentales lo son mientras puedan
financiarse.
2. ¿Cómo sufragar el estado del bienestar?
a. Soluciones políticas erróneas:
i. Izquierda: subida de impuestos.
ii. Derecha: recortes económicos y gestión.
iii. La financiación recae sobre la deuda pública.
b. El autor advierte del riesgo de un endeudamiento creciente.

División en partes
En el textos se advierten dos partes.

1. El ciudadano no es consciente de que el estado del bienestar debe sostenerse


económicamente: hasta “estos servicios sólo podrán existir mientras estemos en
condiciones de sufragarlos”.
2. La crítica a cómo se están sufragando los servicios públicos ocupan el resto del texto.
La progresión de ideas del texto podría ajustarse a una secuencia encuadrada, pues comienza
con el irónico paralelismo entre la ilusión de los Reyes Magos y la conciencia del ciudadano y
finaliza con el mismo planteamiento.

Sugerencias para el comentario


Se trata de un texto periodístico de opinión; concretamente, de una columna. La
argumentación del autor parte de dos hechos de actualidad -la celebración de Reyes Magos y
la financiación de los servicios públicos- que aúna para resaltar así su posición contraria a la
actitud ciudadana ante el mantenimiento del estado del bienestar. La posición del periodista es
explícitamente subjetiva, como demuestra la redacción en primera persona y el empleo de un
léxico valorativo -cuando no marcadamente despectivo y ridiculizador- en ciertos pasajes del
texto (engaño, ilusión, candorosa engañifa…).
Eduardo Jordá, como ya se ha expuesto, critica en su artículo la ingenuidad de los ciudadanos
europeos ante el problema del mantenimiento de los servicios públicos, así como las medidas
políticas tomadas por gobiernos de derechas e izquierdas; sin embargo, no aporta el
columnista ninguna solución al problema. Se limita de denunciar las actitudes que a su juicio
conducirán a los estados europeos a un desastre futuro, cuando la deuda pública sobrepase los
límites de lo permisible. Es la suya, por tanto, una postura escasamente constructiva, quizás
por el simple hecho de que no existe una solución clara para el problema. Aunque el autor no
lo hace explícito, de sus palabras puede inferirse que en el caso de tener que elegir entre el
mantenimiento de los servicios públicos y una futura sobredimensión de la deuda de los
estados, habría que decantarse por limitar esta última. De esta manera, Eduardo Jordá parece
alinearse con aquellas corrientes económicas neoliberales que priorizan la salud de los
mercados por encima de las necesidades puntuales de los ciudadanos.

Una vez fijada e interpretada la posición del autor del texto, debe establecerse la posición del
comentarista en torno a las cuestiones planteadas. A modo de sugerencia, puede articularse
esta parte en torno a las siguientes cuestiones:

¿Existen derechos fundamentales y servicios públicos que deben ser atendidos por los
estados de manera prioritaria? ¿Cuáles son? ¿Cuáles serían prescindibles? ¿Por qué motivo
se consideran esenciales?
Si se desea comentar la actitud del columnista ante el problema, podría ser de interés
reflexionar sobre los siguientes aspectos:

¿Es lícita la crítica que ridiculiza las posiciones contrarias? ¿La crítica periodística debe
aportar soluciones concretas o puede ser negativa o denunciadora, sin más?
Análisis sintáctico

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