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Análisis de Texto

“Así que pasen cinco años”. Federico García Lorca.

Los Personajes.
Dramatis personae complejo. Su reparto posible ha de esperar las claves que el
texto nos aportará para relacionar los personajes. Es un Dramatis que en las distintas
ediciones de la obra varía, sobre todo en relación con sus artículos determinados o
indeterminados. No obstante, parece que la intención de Lorca era la de identificar a
algunos de los personajes, aunque denominados por su nombre genérico, con
entidades concretas, aunque, a veces, alegóricas. Por ejemplo, el Jugador de Rugby
sería ese concreto jugador y no cualquier jugador de rugby, pero representación de la
virilidad.
Son personajes propios de la mente del soñador protagonista. Pero, por otro lado,
no tienen nombres propios, no son identificables con la realidad. Son partes en litigio
dentro de una personalidad múltiple, muchos son contradicciones dentro de un yo
protagonista. El niño, el viejo, el joven, los amigos, payaso, arlequín e, incluso, la novia
y la mecanógrafa, dialogan entre sí, entran en conflicto, pero son extremos de un yo
atormentado y en un bucle temporal.
Podrán algunos de éstos, según la lectura para la puesta en escena que se asuma,
ser interpretados por un mismo actor en diferentes caracterizaciones.
Su presentación y falta de identidad real, así como el distanciamiento con la
máscara, aportan ecos expresionistas y de la tradición literaria del auto sacramental.
Así mismo, la Comedia del Arte muestra su influencia en la presencia de la máscara y
Arlequín, no un arlequín, ni El Arlequín, contradiciendo, en parte lo dicho
anteriormente, pero no del todo. Arlequín es personaje tipo, un personaje que ha
perdurado a través del tiempo, habitado por multitud de actores y formando parte
profunda de nuestro yo multifacético.
Las Acotaciones. Características.
Las acotaciones aportan muchísimas sugerencias de movimiento escénico, la
composición escénica, de la luz y del sonido. Además, ciertos personajes son descritos
ampliamente, hasta el detalle, acotaciones sobre las actitudes y movimientos
simultáneos, sobre tonalidades vocales. Son acotaciones descriptivas, técnicas, con un
lenguaje coloquial, comparándolo con el lenguaje poético de sus diálogos. Aunque con
el transcurrir de la obra van haciéndose más poéticas.
A pesar de su descripción objetiva, las acotaciones sugieren, evocan, unas
imágenes que contribuyen a la poética general.
El uso de ciertos elementos de vestuario y colores carga de simbología estas
acotaciones.

Juan Antonio Arranz Juárez


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El Tiempo y la organización del texto.


En las diversas partes de la obra el texto se dispone de distinta manera, en unas se
presenta a modo de poema y en otras de forma más prosaica. A pesar de la forma
superficial, claramente, es un poema; incluso más, es una partitura textual. Es un texto
para ser dicho y movido, generando un ritmo y un desarrollo melódico, como de
composición lírica.
La estructura del texto en su superficialidad formal sigue la tradición de los tres
actos, pero en su interior presenta formas rupturistas presentando espacios diversos
entre lo real y lo imaginado. Tiempos reconocibles y momentos de carácter atemporal.
La organización del texto, su estructura es doble, una lineal y otra circular. Dos
configuraciones estructurales básicas de carácter antitético y complementario. El
tiempo, desde el subtítulo mismo, es el tema central de la obra y lo que la estructura.
El texto va mostrando el paso del tiempo. Los sucesos de la trama se suceden unos a
otros, hay una concatenación lógica de la acción en la mente del lector o espectador.
Sin embargo, desde el significado de los hechos presentados, desde la interpretación
onírica, la estructura es cíclica, hay un regreso hacia el estado inicial del personaje,
aunque los cinco años hayan pasado, seguramente, sólo en su mente. Hay una vuelta
al lugar de partida.
Se espera que el tiempo haga posible el amor, pero se convierte en agente de
muerte.
El tiempo pues es un gran dilema para el joven. Los extremos del dilema forman
parte de él. Sus amigos y el viejo son esos extremos y le atormentan. Presente y
futuro, se encuentran en disputa. Los cambios intencionados en los tiempos verbales
indican el carácter cíclico de lo que se está viviendo. Futuro y presente se alternan y
confunden. El pasado ha pasado y es lo único bello y deseable.
VIEJO. - […] Se me olvidará el sombrero… es decir, se me ha olvidado el sombrero”
El tiempo es una constante en la vida del joven. Tiempo en el recuerdo que
obsesiona y en el futuro del que se espera y se teme. El tiempo para el Amigo Primero,
habitador del mundo exterior, nunca es suficiente, es presente siempre en movimiento
afanoso.
Entre el primer y el segundo acto se produce la elipsis fundamental. Han
pasado los cinco años del viaje personal que para el joven ha sido todo presente, en su
interior, pero para el mundo exterior ha sido devenir tedioso. El tiempo ha provocado
el florecer de la novia, el despertar de su conciencia y su sexualidad. Aquello que tal
vez esperaba el Joven y que se vuelve contra él, aquello por lo que había que esperar
cinco años.
Entre el segundo y el tercer acto, el paso del tiempo no está claro, pero sí
quedan patentes los estragos de los cinco años pasados. La ansiedad del joven

Juan Antonio Arranz Juárez


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rechazado se vuelca en esperanzas sobre el amor de la Mecanógrafa, que le muestra


su amor pero que lo escarmienta haciéndole promesa para cuando pasen cinco años.
El tiempo nos ha devuelto al pasado. Al pasar al cuadro segundo, del tercer
acto, volvemos a un espacio real, el mismo del principio, ha pasado el tiempo que ya
pasó y regresa con la desilusión del amor contrariado. Siente el peso del tiempo y el
viaje. Una situación real se torna en fantástica al llegar los jugadores.
El tiempo es la partida perdida, donde los jugadores le recuerdan que no hay
que esperar nunca, que hay que vivir.

El Espacio:
El interior, en el que todo es bello, refugio de lo incorruptible y la esperanza, se
enfrenta al exterior donde todo es feo y decadente. Exterior del que no desea el joven
sentir nada, pero que lo visita impertinente.
AMIGO. Un poco de tormenta. ¡Ojalá sea fuerte!
JOVEN. ¡Pues no quiero enterarme! (En alta voz.) Todo bien cerrado.
AMIGO. ¡Los truenos tendrás que oírlos!
JOVEN. ¡O no!
AMIGO. ¡O Sí!
JOVEN. No me importa lo que pase fuera. Esta casa es mía y aquí no entra nadie.
El tratamiento del espacio es peculiar en la obra.
El interior es identificado con el sueño del protagonista. Este sueño hace que se
alternen ubicaciones fantásticas y simbólicas.
La ocultación de los personajes en la escena entre el Niño Muerto y el Gato
muerto hace que se divida el espacio entre los que observan veladamente, que pueden
ser, como hemos dicho, facetas de uno mismo, y el espacio del sueño perturbador.
Aquí mismo, su entrada por la izquierda y salida por la derecha recuerda su
equivalencia de la cuna y la muerte similar al procedimiento de Calderón en su “Gran
Teatro del Mundo”. No es tanto un espacio vivido, como el anterior, sino un espacio
observado.
Sigue el espacio teniendo una gran significación a lo largo de toda la obra. Hay
un espacio del presente, supuestamente real, la biblioteca, que da paso a otros
escenarios que son el mundo de lo soñado. Tras el biombo estrellado se observa o
sueña.
El resto de los espacios son imaginarios. La alcoba decimonónica de la Novia. El
bosque con el teatrillo que representa la biblioteca empalidecida. Esto último es un

Juan Antonio Arranz Juárez


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guiño al teatro dentro del teatro y al espacio del sueño, del subconsciente, dentro del
pensamiento humano, una influencia de las teorías freudianas.
Finalmente, el regreso al espacio de partida lleva al joven a su muerte que es su
despertar.

Otras constantes:
La muerte no es nunca aceptada, pero se siente. A pesar de ella se desea
perdurar, no ser enterrado y continuar siendo lo que se es libremente. El tiempo de la
muerte es todo el tiempo, para el viejo es pasado y es destino ineludible, para el joven
está pasando y para el Amigo Primero todo es presente. Para el Amigo Segundo, el
tiempo es deseo de regresión, teme su degradación y desea volver a la infancia; teme
al viejo porque es una amenaza del tiempo (“[…] como usted, que anda por dentro de
mí con dos o tres caretas preparadas. […] Atrás se queda todo quieto. […] dentro de
cuatro o cinco años existe un pozo en el que caeremos todos.” Se ha llegado a
considerar estas palabras como una posible premonición, ya que tanto la Guerra Civil
como su muerte a manos de tres falangistas ocurrirían en ese plazo.
El amor que para los que viven en el mundo es juego, es, para el joven, un
deseo que hay que preservar, que, como los dulces, ha de guardarse para luego
disfrutarlo mejor. El amor reclama al joven y él lo elude, en el tiempo y en la
Mecanógrafa. Cuando precise de él, en su deseo de trascender, le dará la espalda.
Otra constante se encuentra en la utilización del color como elemento
simbólico. Hay un predominio del color azul, en el pijama y las luces en ciertas escenas,
que simboliza el espacio y el tiempo del sueño. Aparece, como elemento
distorsionador, el color verde en el traje de Arlequín. Se identifica, en ocasiones, este
color con lo enfermizo. La utilización del dorado y amarillo en ciertos elementos del
vestuario de algunos personajes simboliza la grandeza o perfección. El viejo es la
culminación de yo que no se alcanzará. El amarillo y las lentejuelas de oro en la
Máscara primera, (“El efecto de este personaje debe ser el de una llamarada sobre el
fondo de azules lunares y troncos nocturnos.”) hacen de este personaje un ser de
altura, operístico, como escultura de retablo gótico. Lentejuelas en el Payaso, cuerdas
de oro en el violín de Arlequín. También el uso del negro en presencias sombrías y el
blanco mortuorio en los rostros y las manos. Composición en blanco y negro como
contraste y como visión antigua e irreal.

El Lenguaje:
La mayoría del lenguaje de los personajes es conversacional. No existen grandes
intervenciones individuales. Es un diálogo constante, rítmico, poético. El joven, por
ejemplo, no monologa, ya que precisamente cuando ha de reflexionar lo hace a través
del diálogo con sus otras personalidades (el Viejo, los Amigos, Arlequín y Payaso).

Juan Antonio Arranz Juárez


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Propio del lenguaje poético de Lorca, de esa “lógica poética” para escapar del
“control de la razón” (lo que no le adscribe al surrealismo), es la profusión de
simbología, desde los personajes representando aspectos del ser humano, hasta las
metáforas del color, etc.
La introducción de canciones o poemas explícitos aporta un lirismo especial que
acentúa los sentimientos exaltados de los personajes. Las canciones populares, por
ejemplo, entre el Niño y la Gata recuerdan a las farsas guiñolescas que Lorca escribiera
anteriormente y aportan un aspecto tierno en contraste con el tema de la muerte.
Como dijimos al principio, es un texto para ser visto, escuchado, movido. Hay
momentos de un especial diseño musical que se apreciarán más en la puesta en
escena.

La Historia y la trama:
El subtítulo de “La Leyenda del Tiempo” determina varias cuestiones.
El tiempo se presenta como el gran protagonista. Se va a hablar del Tiempo.
El concepto de leyenda alude a una presentación fantástica de una historia, una
historia idealizada dentro de una tradición. La historia se nos muestra como una fábula
que persigue una lección final. Una historia, con una lógica inestable, deformada por el
tiempo y la trasmisión subjetiva, de los acontecimientos recordados e imaginados.
La trama, la forma de exponer la fábula, si bien hemos hablado de una estructura
lineal y circular, es interrumpida por los cambios espaciales, la elipsis entre el primer y
segundo acto y la introducción de escenas de personajes fantásticos como las
Máscaras, Arlequín y el Payaso, que cambian la acción hacia un tono de farsa e
intermedio.

Tema.
Varios temas podrían concluirse, con una jerarquía no del todo clara. El tiempo y su
inexorabilidad sería el predominante. Otros serían el amor que se deja pasar y se
malogra y la contraposición entre el mundo interior y la realidad. El tiempo condiciona
al amor. El tiempo se deforma y pliega dentro del mundo interior, del recuerdo, la
ensoñación, la fantasía.

Los conflictos.
Como hemos relatado ya, el conflicto principal es el del joven con el tiempo.
También podríamos destacar el conflicto del amor contrariado.

Juan Antonio Arranz Juárez


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Análisis de Texto. “Así que pasen cinco años”. Federico García Lorca.

En ciertos momentos, como la escena en la que solicita el joven una salida, se


producen conflictos de los personajes con el espacio mismo. Como si se deseara
dominar el sueño, pero no fuera posible.

La puesta en escena.
La puesta en escena de “Así que pasen cinco años” debe arriesgar en la propuesta
estética. Sobre todo, en las escenas de corte onírico. La insistencia de Lorca en los
colores es perfectamente asumible, en los vestuarios y en la iluminación.
Los espacios cambiantes pueden representarse desde construcciones diferentes.
Esencial es la biblioteca, una presencia poderosa, como símbolo de un saber no
satisfactorio, como representación del lugar refugio del joven y panteón para su final.
Las escenas que suponen el espacio y el tiempo del sueño o la imaginación pueden
resolverse escenográficamente a través de materiales frágiles que se sobrepongan a
las estructuras más estables y desaparezcan como volatilizadas.
El contraste de la caracterización de los personajes también sería una opción. Por
un lado, el realismo en la caracterización de los personajes “reales” (Joven, Viejo, los
amigos, Mecanógrafa, …), enfrentado a una presentación más pictórica de los
personajes del sueño, de la fantasía (Arlequín, Payaso, Máscaras, Jugadores), como un
dibujo distorsionado de la mente en trance. No obstante, Lorca nos aporta suficientes
sugerencias.
La diferenciación de ambas esferas, la supuestamente real y la onírica, también
puede acentuarse en la diferente forma de tratar los textos en la interpretación de los
actores. Aplicaríamos un modo más histriónico, melódico, tanto para unos personajes
como para otros, en los momentos que quisiéramos resaltar como ensoñaciones. De
ahí también la importancia de las voces externas y los ecos.
Concluir que se ha de intentar cumplir con el deseo de Lorca de crear un Teatro del
Porvenir, ese nuevo teatro vanguardista que deseaba llevar su lógica poética a la
escena.
Sería interesante tener en cuenta y estudiar conjuntamente su teatro inconcluso, o
muchas veces considerado irrepresentable en su época, como “El Público”, que parece,
según ciertos estudios, surgió en la mente del autor a la par y dentro del mismo
momento vital. Existe entre ellas cierto parentesco textual, situaciones análogas,
acotaciones o indicaciones escénicas similares, incluso personajes que parecen habitar
indistintamente en uno y otro drama.
La poética de Lorca, sobre todo en estas obras, adquiere todo su potencial y
evoluciona con su puesta en escena. Lorca perfeccionaba los textos ensayo tras
ensayo, representación tras representación, como lo hiciera Lope. Tal vez, esto
confirma que no hay teatro para ser leído, que merecen sólo ese nombre aquellas

Juan Antonio Arranz Juárez


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obras que son representadas. O al menos, que esperan el resonar de la voz y la acción
del ser humano, de los intérpretes, y la recepción del público para su realización
completa.

Juan Antonio Arranz Juárez

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