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Valoración crítica de Eloísa está debajo de un almendro.

Enrique Jardiel Poncela


Al finalizar la Guerra Civil, el teatro pasa por una serie de dificultades como la crisis económica que hace que
sólo las clases adineradas puedan ir al teatro, los condicionamientos impuestos por los empresarios que solo apuestan
por un teatro comercial, y los condicionamientos ideológicos (la censura es férrea e impide contenidos políticos críticos
con el régimen). No hay continuidad literaria, ya que los autores de preguerra han muerto (Valle-Inclán, Lorca) o están
exiliados, con lo cual se verá condicionado por ausencia de figuras de referencia.
Frente a un teatro comercial, burgués y de evasión, en la línea de las comedias de salón de Jacinto Benavente,
aparece un teatro renovador que refleja inquietudes existenciales y sociales y utiliza nuevas formas de expresión. Se
trata de un teatro de humor renovado, que es iniciado por Jardiel Poncela y continuado por Miguel Mihura. Jardiel
Poncela en obras como Eloísa está debajo de un almendro, Los habitantes de la casa deshabitada o Los ladrones
somos gente honrada, incorpora lo inverosímil, la locura de sus personajes (muchos de ellos pertenecientes a la
burguesía), el misterio y unos diálogos en que se entremezclan el humor verbal y el de situación. Su humor surgió a raíz
de una insatisfacción intima, una actitud crítica ante la sociedad, una distorsión de la lógica de lo cotidiano, de los
chistes lingüísticos y de la deshumanización de los personajes.
Eloísa está debajo de un almendro fue estrenada en el Teatro de la Comedia de Madrid, el 24 de mayo de 1940.
La obra cuenta las peripecias de Fernando y su prometida, Mariana, así como de sus respectivas y un tanto alocadas
familias, al verse envueltos en el misterio de la desaparición, años atrás, de Eloísa, la madre de Mariana. Finalmente, los
misterios se resuelven y se cierran la mayor parte de tramas de los diferentes personajes (Clotilde y Ezequiel, Micaela y
su locura; Edgardo y su decisión de no salir de casa en veinte años...). Descubren que Eloísa está enterrada debajo de un
almendro y que Micaela, tía de Mariana, la asesinó y su hermano, Edgardo, la enterró y ocultó la verdad. El tema
principal es el secreto que se oculta en la finca de los Ojeda y cómo Mariana y Fernando tratan de desvelarlo implicando
a sus familiares. También podemos destacar la diferencia entre clases sociales y el amor, que se presenta de tres formas:
el que lleva a la locura, el obstaculizado por el orgullo y el amor exigente y obsesivo.
La obra está dividida en tres partes: un prólogo, el acto primero y el acto segundo. El prólogo, nos introduce en
la obra, en el carácter de los personajes y en las diferencias sociales. El primer acto, es el momento en que comienza
todo el enredo que irá solucionándose poco a poco. En el segundo acto, se va descubriendo la trama hasta llegar a
aclarar la verdad sobre el asesinato de Eloísa a manos de Micaela debido a su desorden mental y sus sospechas sobre la
infidelidad de Eloísa. La intriga está presente en toda la obra y no se desvela hasta el último momento.
El espacio cambia según cada escena. El prólogo se desarrolla en el patio de butacas de un cine de barrio,
mostrando el ambiente popular y cotidiano de unos personajes anónimos pertenecientes a diversas clases populares. El
acto I se protagoniza en la casa de los Briones, un espacio excéntrico y personal donde se hace ver q es un salón y el
dormitorio de Edgardo. El acto II se realiza en la finca de los Ojeda, en un entorno cinematográfico que transmite
misterio y tensión gracias al uso de la iluminación. El tiempo interno se compone de al menos tres o cuatro horas de una
noche. En cuanto al tiempo externo, se podría apuntar la década de los años 40.
Los personajes se adhieren todos al desarrollo de su determinada acción. Todos los personajes se muestran
presentados con su respectivo nombre y se pueden distinguir a las dos familias: la familia de los Briones donde se
encuentran Edgardo y Eloísa (matrimonio), Julia y Mariana (hijas), Clotilde (tía), Micaela (tía), Práxedes (criado) y la
familia de los Ojeda protagonizada por Federico (viudo), Fernando, Ezequiel (tío), Fermín, Leoncio, Dimas (criados) y
Luisote Perea (policía). Estos personajes se caracterizan por rasgos claros de las clases populares, aunque también se
puede observar una diferencia entre una familia y la otra ya sea por la manera de hablar, de vestir y de actuar. De entre
ellos destacan, por su protagonismo, Mariana (familia Briones), que es una chica muy soñadora, curiosa e impulsiva y
Fernando (familia Ojeda), que es un tipo muy soñador e inseguro de sí mismo, obsesionado con asuntos del pasado y
que nunca pierde la esperanza de conseguir sus objetivos.
En cuanto al lenguaje y estilo humorístico del autor, Jardiel Poncela utiliza diversas características para
conseguir esa comicidad como es la abundante parodia, los juegos lingüísticos, las escenas de un tono y carácter
diferentes y a veces hasta ridículo. También ridiculiza las obras de sainetes a través de la acumulación de elementos
decorativos dispares; el carácter excéntrico de algunos personajes como Edgardo y la movilidad de los personajes
(movimientos constantes y rápidos que llaman la atención). En gran parte este humor está presente gracias a los recursos
lingüísticos que se encuentran en los diálogos, ya que algunos pierden la lógica del sentido y se encuentran errores
constantes. Se pueden destacar los múltiples aparte entre Fermín y Leoncio para hacer comentarios irónicos sobre la
locura de los personajes, y los monólogos de Práxedes. En general, los personajes emplean un registro con numerosos
vulgarismos en el ámbito popular del cine y más culto cuando pertenecen a familias adineradas.
Por todos los rasgos comentados, relacionados con la inverosimilitud de la trama, los juegos paródicos, la suave
crítica a la vida de la clase alta y sus continuas excentricidades, el uso del misterio y la intriga en las tramas principales
y secundarias, podemos concluir que esta obra pertenece al teatro de renovación de los años 40, de carácter cómico, y a
la producción de Enrique Jardiel Poncela, precedente del teatro del absurdo.

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