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Estimado Estudiante, teniendo en cuenta el caso, por favor extraiga las fases del iter

criminis. Este trabajo debe ser desarrollado en clase y ser entregado en la plataforma
el día 26 de abril antes de las 8pm. En la semana número 12 del campus virtual

CASO

Las 11 de la mañana del 12 de octubre de 2016 es recordada como una hora fatídica
en Puerto Montt, una pequeña ciudad portuaria al sur de Chile.

Puerto Montt es un conocido pueblo portuario en el sur de Chile líder en la industria del
salmón en el país austral. Es una ciudad mediana y aunque ocurren crímenes, incluyendo
feminicidios, hubo consternación debido a la violencia con la que ocurrieron los hechos ese
día y porque se trató de una pareja migrante.

La víctima del fatal ataque fue Karol Vanessa Medina Mesa, una joven de 23 años oriunda
de Boyacá, quien recibió cinco puñaladas en plena vía pública por parte de su pareja Juan
Carlos Tovar Palma, quien le doblaba la edad.

Quienes conocieron a Karol en Puerto Montt la recuerdan como una joven llena de vida y
muy hermosa. Era alta, muy carismática, tenía mucha presencia y era muy respetuosa. En el
poblado mucha gente la conocía y la quería.

Karol había llegado a Puerto Montt en enero de 2015 con su pareja Juan Carlos, quien
trabajaba como contratista y había encontrado un buen empleo en la ciudad salmonera.

Juan era mucho mayor que Karol cuando se conocieron en Boyacá, ella tenía 15 años y él,
38. Sin embargo, ella ya era madre de una niña que tuvo una pareja anterior a los 14 años.

Sus allegados recuerdan que su relación resultaba atípica para quienes los veían juntos,
pues la diferencia de edad era evidente, pero ellos se querían y Juan había adoptado a la hija
de Karol. Sin embargo, ese amor del principio se fue deteriorando con el tiempo y en
alguna ocasión se habían separado temporalmente, pues Juan Carlos era muy celoso.

Cuando la pareja boyacense llegó a Puerto Montt ya tenían tres niñas y a principios de 2015
Karol quedó nuevamente en embarazo, esta vez de un varón. Lamentablemente, para ese
momento su relación con Juan no pasaba por el mejor momento.

Los celos, sumados a la violencia psicológica que él aplicaba sobre ella, ocasionaron varias
rupturas. En más de una ocasión decidieron terminar su relación y Karol se iba a quedar
algunos días en casa de una amiga.

La última de esas discusiones y separaciones ocurrió el 7 de octubre de 2016. Cansada de


los malos tratos y la desconfianza de Juan Carlos, Karol tomó sus cosas y a su hijo de
brazos y se fue de la casa.
Esta ocasión era diferente, pues Karol se escondió de Juan Carlos, no se comunicaron y él
no supo dónde estaba ella. Además, él ignoraba que Karol ya había decidido abandonar el
país y regresar a Colombia, un plan que ya había consultado con su padre Wilson Medina, a
quien meses antes había convencido de viajar a Puerto Montt para vivir con ellos y cumplir
el ‘sueño chileno’ como ellos lo habían logrado.

Karol, decidida a no dejarse maltratar más y a darles a sus hijos una crianza lejos de la
violencia y los malos ejemplos, tramitó su regreso a Colombia y lo único que le faltaba para
lograrlo era la firma de Juan Carlos, padre legal de la niña mayor y biológico de las otras
dos y del bebé.

Ese miércoles 12 de octubre empezó como un día agradable para salir a caminar, la
temperatura era de unos 16 grados, muy promedio para el otoño que corría.

“Ella lo llamó temprano ese día y le explicó qué era lo que tenía pensado hacer y que
necesitaba que él diera autorización por escrito para la salida de los niños del país, porque
se quería alejar de él y regresar a Colombia. Y él le respondió muy tranquilo, le dijo que sí
y preguntó dónde se iban a encontrar”, relató Danilsa Granados, encargada de la Oficina de
Inmigrantes de la Municipalidad de Puerto Montt y presidenta de la Asociación de
Colombianos Residentes en el Sur de Chile.

Karol citó a Juan Carlos a las 11:00 a. m. en la Notaría de Don Heriberto Barrientos
Bahamond, en la calle Urmeneta 350 del sector Los Lagos. Ella tenía la esperanza de que
todo iba a salir bien y estaba confiada, pues su expareja se mostró tranquilo y de acuerdo
con su solicitud.

Karol realmente no sabía lo que pasaba por la mente de Juan Carlos tras esa llamada.

La joven llegó antes de las 11 a la notaría, adelantó unos papeles y estaba dentro de las
instalaciones con su hijo de brazos, pues no encontró quien se lo cuidara en casa, esperando
a Juan Carlos.

Juan Carlos llegó puntual, el reloj marcaba justo las 11, y desde afuera de la notaría le hizo
señas a Karol para que saliera un momento. Ella, un poco incómoda, accedió a salir para
ver qué quería él.

El cielo estaba totalmente azul y los rayos del sol calentaban la ciudad pesquera, no había
una sola nube, algo muy común en Puerto Montt durante el otoño.

Bajo ese sol y frente a decenas de personas que concurren diariamente la calle Urmeneta
350, Karol se paró frente a Juan Carlos y lo saludó amablemente, pero la reacción de él fue
inesperada, la golpeó en la cara y la hizo caer al piso.
Antes de que Karol lograra reincorporarse y pedir ayuda, incluso antes de que los
transeúntes pudieran defenderla de su agresor, Juan Carlos sacó de entre su chaqueta un
gran cuchillo de carnicero que había comprado minutos antes en un almacén cercano y le
propinó cinco puñaladas a Karol.
Todo sucedió muy rápido, en cuestión de segundos. Con la misma rapidez, algunos
ciudadanos se abalanzaron sobre Juan Carlos y evitaron que siguiera atacando a Karol,
quien ni siquiera había podido gritar y estaba desangrándose sobre el cemento de la
Urmeneta 350.

Los trabajadores de la Notaría de Don Heriberto llamaron a emergencias y en cuestión de


minutos llegaron los Carabineros y una ambulancia. Los primeros se llevaron a Juan Carlos
y la segunda socorrió a Karol con el fin de salvarle la vida.

Ese 12 de octubre Karol estuvo despierta por cinco horas, entre las 6 que se levantó y las 11
que la apuñalaron. Luego de eso, luchó por su vida durante 18 horas más, pero perdió la
batalla a las 5:00 a. m. del jueves 13 de octubre.

La calle Urmeneta quedó manchada de sangre y la gente se detenía sobre su banca para
hablar de lo que pasó ese día fatídico.

“Puerto Montt quedó consternado con el feminicidio de Karol. Acá hay feminicidios y
crimen, pero ese ocurrió a plena luz del día, frente a todo el mundo y era una pareja de
extranjeros”, manifestó Danilsa granados, quien desde ese día se convirtió en uno de los
apoyos más importantes para lo que se les venía a las otras víctimas, los hijos y el papá de
Karol Vanessa.

Danilsa ayudó a Wilson para que solicitara una serie de medidas urgentes ante el Juzgado
de Familia de Los Lagos para proteger a los cuatro hijos de Karol. Además, que se les
incluyera en ell Programa de Familias de Acogida Especial (FAE) para que recibieran
acompañamiento psicológico, intervención profesional y un apoyo económico del Estado
para su manutención.

Todo este apoyo y protección para los niños se logró rápidamente, del mismo modo que se
consiguió la condena para Juan Carlos.

No hubo necesidad de muchos juicios contra el feminicida, quien se encargó de convertir su


sangriento crimen en un show mediático.

“Yo estuve en uno de los juicios. Para mí fue impresionante ver y escuchar a ese hombre
desprestigiándola frente a toda la prensa y la gente del pueblo. Él no tenía por qué decir
todas las cosas que dijo de Karol”, narró Danilsa.

Todo Puerto Montt siguió de cerca el caso, el cual hasta provocó una protesta de colectivos
feministas, pues Juan Carlos y su defensa solicitaron que se le deportara hasta Colombia
para cumplir su pena cerca de sus familiares.
Sin embargo, la justicia chilena aplicó justicia con la máxima pena: 40 años de condena
efectiva en la cárcel, sin beneficios de ningún tipo.

Wilson Medina, el padre de Karol, había pensado volver a Colombia con sus nietos como
su hija quería antes de que la asesinaran.
Él estaba muy triste y se vio sin oportunidades en esa tierra extranjera. Sin embargo, recibió
el apoyo de muchas personas que lo estimaban a él, a su fallecida hija y a sus nietos.

Danilsa lo acompañó y le ayudó a establecerse en Puerto Montt. Ahora, junto con su trabajo


de medio tiempo y las ayudas que el gobierno chileno le proporciona, Wilson logró darle
una buena vida a sus nietos, que ahora son prácticamente sus hijos.

Él es el ‘abuelito’ de cuatro niños estudiosos y que le colaboran mucho para superar todo lo
que pasó con Karol.

Por su parte, Juan Carlos estará en prisión hasta que cumpla 83 años y -según le han
contado a Danilsa- ahora se convirtió en pastor y ha conformado un grupo de seguidores en
la cárcel de Puerto Montt.

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