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ANÁLISIS CRÍTICO DE LA NOVELA: LA FIESTA DEL CHIVO.

La Fiesta del Chivo, publicada el año 2000 es una de las novelas sobre la historia dominicana
más leídas, del país, Latinoamérica y España, cuando se quiere conocer acontecimientos sobre
el dictador Rafael Leonidas Trujillo, durante la época más sangrienta y peor recordada de la
historia dominicana, elegida la novela española del siglo XXI. La obra fue escrita por el
reconocido autor peruano-español Mario Vargas Llosa, con nacionalidad española y
perteneciente al movimiento literario Contemporáneo. Este se destacó, desde muy joven como
excelente escritor, y, entre sus múltiples dotes, al escribir diecisiete novelas, cuentos, ensayos
y más. Posee el poder recrear ciertos acontecimientos de la historia de un país sin la necesidad
de vivir en este, convirtiéndola en buen arte. Esta cuenta tres historias entrecruzadas, donde
Urania, un personaje ficticio, es la persona de quien emergen recuerdos importantes que
describen y cuentan lo ocurrido durante la dictadura de Trujillo, en su ajusticiamiento y los
años posteriores al mismo.

El título hace alusión a la muerte de Trujillo a quien relacionaban con un animal. De ahí el
merengue titulado “Mataron al chivo”. Se decía que de este se podría hacer un guisado para
una fiesta en celebración de su muerte. Está íntimamente relacionado con la obra, ya que
muchos esperaban la muerte del llamado Chivo por su gran maldad y por las muertes que
había causado. No se esperaba menos y al parecer las mujeres eran las más interesadas en esa
muerte como venganza por todo lo que les hizo a miles de mujeres, adultas o no. Una de las
cosas que despierta mucho el interés de cualquiera es la habilidad del autor de contar,
entrelazados sucesos de muchos años de diferencia. Y, al mismo tiempo relatar la vivencia,
casi completa del dictador Leónidas Trujillo, en sus recuerdos dialogados, en lo que
transcurre solo un día, desde que se levantó hasta que lo mataron.

La obra se reconstruye en orden retrospectivo, mezclando la actualidad de 1996 con los treinta
y un años de tiranía. Por así decirlo es una novela que mezcla lo ficticio con la historia
dominicana. Se cuenta en un lenguaje llano o estándar y hasta vulgar, se podría decir, por las
palabras soeces que este utiliza, muy característico del autor, donde hace uso del recurso del
diálogo entre los personajes, el monólogo de Urania y la descripción de la ciudad de Santo
Domingo, de la casa donde vivía y de los personajes con detalles exagerados, poseyendo
muchos recursos literarios. La intención del autor, además de entretenernos con tan buena
lectura, que atrapa a cualquier aficionado o no de esta, tuvo el propósito de dar a conocer una
de las épocas más sangrientas e impactantes de la historia del país. Pero, aunque el relato
ocurre de forma no lineal, es bueno contarla de esta manera para entender los 24 capítulos que
la componen. Lamentablemente, hoy día son muchos los que piensan que volver a esa época
sería lo mejor, y, en vez de ser un hombre el que tenía el poder sobre los demás para utilizar
sus mujeres, ahora son estas quienes le dan el control de sus vidas a cualquier hombre, sea por
placer o por dinero.

La obra cuenta la historia de Urania Cabral, hija de Agustín Cabral, un destacado senador,
perro fiel de Trujillo, el cual recibía muchos halagos y del cual su hija, de menos de trece años
se encontraba orgullosa. Sin embargo, las cosas cambiaron, de un momento a otro y este está
a punto de caer preso, acusado de robo. La única salida que tuvo Cabral fue entregar a su hija,
Urania para no ir preso, el cual le rogó al Tirano que le aceptara la niña como remuneración,
en busca de su perdón. Urania fue violada por el Jefe, de la forma más cruel, pues ni siquiera
la usó como a una mujer cualquiera, ya que no pudo tener erección y la ultrajó con sus dedos.
Desde ese momento, la chica fue enviada a Estados Unidos, escapando del país y jurando
jamás regresar a su tierra.

La chica se convirtió en una abogada brillante, pero fría y callada. Nunca se dio paso al amor,
jamás se casó ni tuvo con hombre, no por falta de pretendientes, sino por decisión propia. A
sus cuarenta y nueve años decide volver a su país, aún su padre vivía. Se instala en el mismo
hotel donde fue violada, el Jaragua y cuando despierta, sus pensamientos la invaden, los
recuerdos de su niñez, de su colegio, de la ciudad la embargan. Se levanta y empieza a salir de
allí. Observa donde estuvo un día con su padre, empieza a caminar por la ciudad y le llegan
todo tipo de recuerdos, desde que de su colegio y de otros visitaban a la Matrona a llevarle
flores y recitarles poemas, hasta la muerte de las hermanas Mirabal, por Minerva haberlo
rechazado, en cierta ocasión y por la vinculación de estas con el movimiento 14 de junio.
Hasta que llega a la casa, a la cual no quiere entrar: donde creció. No tenía el valor para
enfrentar a su padre, pero tomó fuerzas.

Allí encontró un viejito acabado, arrugado y sin dientes, quien era cuidado por una enfermera.
Le clavó la mirada desde que la vio y ella empezó a recordarle que tenía una hija y todo lo
que le hizo a ella y a su familia. Insistía en que si Cabral le hubiera entregado a su madre
cuando era joven, pues para toda mujer dominicana era un orgullo pertenecer al Jefe. Y este lo
haría con gusto porque era una marioneta del Tirano. Recordó atrocidades que hacía con todo
tipo de mujeres que la asqueaban. Mencionó a su padre lo mucho que de joven le gustaba
Ranfis, su hijo mayor y lo describe como el mujeriego y sin piedad que era desbordando
regalos y dándose toda suerte de mujeres, y el por qué fue así, tal vez al entrarse que podría
ser hijo de un amante que tuvo su madre antes de ser Primera Dama. También describió a
Radhamés, el menor como uno bueno para nada por ser feito y bruto.

Mas adelante, Lucinda, una sobrina de Cabral va a visitarlo y se encuentra con la sorpresa de
la visita de Urania, a la cual le cuenta lo que le ocurrió a su padre, luego del ajusticiamiento
de Trujillo. También, esta le cuenta su vida solitaria, a pesar de sus grandes logros, luego de
que es enviada a estudiar a un colegio de monjas en Adrian. La prima le reclama a Urania por
el abandono en el que dejó a su padre. Después le contó cómo fue su vida cuando fue
acusado, falsamente de desviar fondos del Estado cuando era Ministro de Obras Públicas, por
lo cual era perseguid y sus cuentas congeladas no le permitían vivir tranquilo. Su única
esperanza era hablar con uno de los mejores amigos de Trujillo, Manuel Alfonso, ya que este
vestía a la moda al Generalísimo y le conseguía mujeres. Continúa reprochando el abandono
en que dejó a su padre, a lo cual Urania responde que su padre es un hombre malo y que si le
enviaba dinero era por querer comprarla.

Ya en la noche, la tía Adelina llega a la casa de su hermano, al enterarse que Urania ha


regresado. Sospecha los próximos reproches de esta y continúa escuchando lo que le ocurrió a
su padre y su familia, luego de que ella se marchara. Urania, entonces cuenta el por qué había
dicho que su padre era malo, por aquel día en que, creyendo que ayudaría a su padre, permite
que este la envíe, con Manuel Alfonso a la casa de San Cristóbal ´para ser entregada a Trujillo
como muestra de su total lealtad, algo que destrozó la vida de la chica.

Por otro lado, se encuentra el general Rafael Leonidas Trujillo, quien se ganó sus méritos por
sus habilidades y dedicación en la Marina, era un verdadero marine, opuesto al comunismo,
convirtiéndose en un aliado importante para los estadounidenses, quienes, aún tenían
influencias en el dominio económico del país. Cuando empezó a gobernar la nación hacía con
todos lo que le placía con su esposa y con todos. A la única que algunos, entre ellos María,
recurría en busca de apoyo y en contra de él era a la anciana Matrona o Mamá Julia, la madre
del Déspota, quien, en su vejez, aún recibía todo un arsenal de visitantes, entre colegios y
clubes para honrarla. También, este despierta del sueño con fuertes pesadilla que ha tenido, en
ese día tan largo en que terminó su vida, recordando sus hazañas, las cuales va contando como
si a nadie hicieron daño y solo él era glorioso y debía ser alabado. Pero ya no tenía las mismas
fuerzas que antes, luego de pasarle cincuenta años encima. Su sueño ya no era igual, aunque
trataba de mantenerse en forma, haciendo ejercicios.
Se quejaba de sus hijos porque no habían salido a él y pensaba que nadie lo sustituiría cuando
muriese porque estos no tenían pantalones de hombres, solo de ser holgazanes y mujeriegos.
Hablaba mal de todo mundo porque nadie era mejor que él y si estaba vivo era gracias a su
audacia, pues tenía oídos por todos lados que averiguaban si había algún plan en su contra.
Ese día, se bañó bien temprano, como de costumbre, se vistió, se asomó a la ventana y vio los
guardias quienes le saludaron y se dio cuenta que todo estaba en orden.

Luego de llegar al palacio, el coronel Johnny Abbes le deja el informe en el escritorio y


empiezan una larga conversación sobre las protestas y maquinaciones de los gringos en su
contra. Se reía y burlaba de todos, pues pensaba que nadie podría derrocarlo, y, si tenía que
batallar, moriría peleando. Se jactaba del poder que le daban los militares a su servicio. Hasta
del Coronel se burló, hasta que vio el informe sobre otro atentado para matarlo y continuaron
discutiendo sus recuerdos, hasta de asuntos personales, y estrategias.

Continúa el Benefactor conversando con sus aliados, esta vez con Henry Chirinos, a quien
est5e apodó el Constitucionalista Beodo, quien siguió siendo hombre de confianza de este.
Fue todo lo que se podía ser en esos treinta y un años de gobierno, pero el país estaba por caer
en ruinas porque los gringos restringieron muchos negocios, por lo que este le propone que
pasara los bienes del Estado a empresas privadas, a lo que este se negó, ya que este quería ser
el dios de la República, en quien todos confiaban por poner a muchos a trabajar no pensaba en
robar los bienes de la Nación, pues en eso se convertirían todos los funcionarios, en ladrones.

Según Melo (2009), aun con sus buenas intenciones hacia el Estado ejerció la represión,
utilizando el ejército que había creado, con el fin de controlar a los ciudadanos para sembrar
un precedente de lo que podría ocurrirle a cualquiera que se opusiera a él. Luego de su ingreso
al poder se valió de cualquier artimaña para convertirse en uno de los hombres más ricos del
país. Además, creó un banco, manejado por su esposa María Martínez, donde obligaba a los
empleados públicos a cambiar sus cheques dejando un porciento para enriquecerse más.
Asimismo, compró acciones en diferentes compañías privadas, con el fin de quitárselas a sus
dueños. Como se nota, este hombre fue un manipulador, usando su astucia y las habilidades
de hombres escogidos por él para lograr sus objetivos.

Más adelante, en un almuerzo con el gringo Simón Gittleman, ya en conversaciones, este le


pregunta al Benefactor cuál ha sido la decisión más difícil que ha tomado y este le responde
que fue el 2 de octubre, en Dajabón, cuando se realizó la peor matanza injusta de haitianos
para liberar el país. Luego hubo un silencio espeso para continuar recordando las acciones de
ese tiempo y las causas por las que supuestamente llevaron a cabo esa gran matanza. Pero
volvieron a la realidad del país y los problemas económicos que presentaba. De pronto
preguntan por el Diputado Cabral y luego de un silencio el Generalísimo respondió que ya no
era general ni tenía ningún lugar en el gobierno.

Mas tarde Trujillo visita a Balaguer para que le explique cómo es que dejó salir del país a
Cerebrito, Urania Cabral. Su respuesta es que se lo dio porque este no respondió a un
memorándum que le envió a él. Además, le pregunta sobre las relaciones que tiene el régimen
con la iglesia para saber si esta mejoraría. Igualmente, le pregunta si sabe algo de una
conspiración contra él para matarlo, pero no duda de que este esté implicado para traicionarlo.
Pero luego salió hacia su Casa de Caoba, por donde perdería la vida.

Sus ajusticiadores, aliados para darle muerte esperaban a que este saliera con su traje verde,
hacia San Cristóbal, como de costumbre hacía los miércoles; pero había cambiado de opinión
al ir martes. Antonio de la Maza, Imbert Barreras, Salvador y Amadito. Todos se encontraban
escondidos, en un auto en la carretera, en espera de su víctima y conversando de su vida antes
de ser buscados por los Caliés. Mientras, llevaban horas en espera y sin que algo ocurriera. Y
Amadito fue contando cosas que le daban asco de la tiranía y lo que serían capaces de hacer
para liberarse de ella.

Continuaron en espera del Benefactor, recordando todas las cosas que llevaron a la pronta
caída del Tirano había hecho Trujillo. Por ejemplo, el homicidio del autor y catedrático
universitario Jesús de Galíndez Suárez, secuestrado en la estación 59 Columbus Circle del
subway de Nueva York el 10 de octubre de 1956 a las once de la noche, una vez que retornaba
de impartir docencia en la Universidad de Columbia, por esbirros de la tiranía del generalísimo
Rafael Leónidas Trujillo, marcó una cuenta regresiva para el desenlace del dictador y sangrienta
satrapía de 31 años.

(Llosa, 2000, pág. 57)“¿No era obvio que el coronel Johnny Abbes García debía reemplazar
a Navajita a la cabeza del Servicio de Inteligencia? Si él hubiera estado al frente de ese
organismo cuando el secuestro de Galíndez en New York, que dirigió Espaillat, probablemente
no hubiera estallado aquel escándalo que tanto daño hizo a la imagen internacional del régimen”

El ex-presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, fue un acérrimo crítico de Trujillo. En


septiembre de 1948, durante una Cumbre de la OEA en Washington, Betancourt denunció su
dictadura y solicitó de los países miembros el no reconocimiento del régimen.
Trujillo trató de asesinar a Rómulo Betancourt en más de una oportunidad. El último intento
fue el 24 de junio de 1960, durante la celebración de un aniversario de la Batalla de Carabobo,
utilizando un auto cargado de dinamita que estalló al paso de la caravana presidencial. La
explosión cobró la vida del coronel Ramón Armas Pérez. El presidente recibió quemaduras en
el rostro y una mano. El primer intento fue durante el exilio de Betancourt en Costa Rica, en el
año 1953.

(Llosa, 2000, pág. 16)“Si Johnny Abbes hubiera hecho mejor las cosas y la bomba le hubiera
arrancado la cabeza al maricón de Rómulo, no habría sanciones y los gringos pendejos no
joderían con la soberanía, la democracia y los derechos humanos” igualmente, el movimiento
14 de junio, con la rebelión encabezada por los dominicanos que habían sido exiliado hacia
Cuba y que, mediante la creación de la conciencia patriótica y de libertad realizaron
conspiraciones e invasiones que marcaron el principio del final de la caída de Trujillo. Para
completar, apresa a muchos de los rebeldes, entre ellos a Manolo Tavares Justo y los demás
esposos de las hermanas Mirabal, que concluyó con la muerte de estas, algo que los gringos
jamás perdonaron. Y, luego, la ruptura del aliado principal de Trujillo, la iglesia Católica, con
los procedimientos de este.

Pero ¿cuáles razones tenían los justicieros para tomar esta medida y decisión tan drástica y
peligrosa? Salvador Estrella Sadhalá estaba muy molesto porque era devoto Católico y Trujillo
estaba atacando la iglesia. Antonio de la Maza no podía perdonarle a Trujillo que había
emputecido y encanallado el país y a él también. Además de que su familia completa era
antitrujillista y horacistas. Antonio Imbert Barreras era militar un dominicano, quien desde muy
joven, a los 20 años, fue nombrado por Trujillo gobernador de Puerto Plata en los años 40, pero
posteriormente sus relaciones de amistad con personas desafectas con el gobierno le generaron
serias dificultades que lo llevaron a integrarse al complot, según cuenta Cruz (2012).

Esta intensa novela cuenta el por qué no se debe anhelar que vuelva la época de Trujillo, pues,
si bien es cierto que había mucho empleo y todos o casi todos respetaban las leyes, eso no se
compara a vivir sin libertad, a no tener derecho a nada que no permita un dictador y a sufrir la
pérdida de muchas personas que desaparecían, que se derribaban por acantilados y
simplemente le daban muerte sin explicación ninguna. Y qué decir de la explotación y el
irrespeto a las mujeres casadas y a las niñas. Nadie podía pensar en su felicidad al lado de un
hombre porque cuando menos creían le mandaban a buscar otras mujeres, si no quería perder
la vida. ¿Es eso libertad? ¿Se puede ser feliz y disfrutar de la vida bajo esas circunstancias?
Finalmente, en esos tiempos, las mujeres se resguardaban para sus novios y maridos, pero si
al Benefactor veía a la chica y le interesaba, este la tomaba sin averiguar porque con él había
que compartir todo y no negarle nada. Una gran bajeza que aún persiste entre los hombres
machistas que piensan que las mujeres que elijan les pertenece. Por lo menos, si la mujer
quería le iba bien como amante de turno del Jefe. Sin embargo, hoy, las mujeres se venden
por dinero, abiertamente. Tienen relación amorosa con varios hombres a la vez, aguantan
maltratos a un hombre porque este le suple todas las necesidades, pero queriendo a otros. Por
todo ello, hay muchas que han perdido la vida en manos de sus parejas o exparejas. ¿A caso
es eso libertad y felicidad? Es como volver a la época Trujillista.
Bibliografía
Ansuátegui, C. P. (2015). La trágica historia de Jesús Galíndez. En M. GRÁFICA.

Llosa, M. V. (2000). La fiesta del chivo. En M. V. Llosa, La fiesta del chivo (pág. 57). Perú : Alfaguara.

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