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El CAPITALISMO DE CARLOS MARX

El Marxismo, o la concepción del mundo inspirada en las ideas de


Carlos Marx (1818-1883), es al mismo tiempo una filosofía (el materialismo
dialéctico), un método científico (la dialéctica), una visión económica de la
historia (el materialismo histórico) y un conjunto de principios para la acción
(la praxis). Aparte de lo anterior el Marxismo también nos ofrece una visión
del curso futuro de la humanidad dentro de una concepción historicista, como
una sucesión necesaria de distintas fases del desarrollo: la revolución, la
dictadura del proletariado, el comunismo. Pero sobre todo, el Marxismo es
economía política.
Marx aplicó su teoría de la historia a la sociedad y la economía de su
época con el fin de descubrir las leyes del movimiento del capitalismo y de
identificar las contradicciones entre las fuerzas y las relaciones de
producción. Le interesaban las tendencias a largo plazo de la economía;
cuando examinó el presente, siempre en el contexto del presente como
historia. En su análisis del capitalismo formuló ciertos principios que han
llegado a conocerse con el nombre de las leyes marxistas y que algunos
marxistas tratan con la misma reverencia con las que algunos economistas
ortodoxos tratan las leyes de la oferta y la demanda. Las leyes marxistas del
capitalismo son las siguientes: el ejército de reserva de los desempleados, el
descenso de la tasa de beneficios, las crisis económicas, la creciente
concentración de la industria en un número cada vez menor de empresas y
la creciente miseria del proletariado.
Marx demostró que el modo capitalista de producción es, en ciertos
marcos y en una determinada etapa histórica, un modo progresista, por
cuanto las relaciones capitalistas estimulaban el desarrollo de las fuerzas
productivas y, además, un desarrollo mucho más rápido que el de las
formaciones sociales que habían precedido al capitalismo. Sin embargo, este
crecimiento de las fuerzas productivas es alcanzado, en primer lugar, al
precio de un derroche voraz de la fuerza productiva principal: la fuerza de
trabajo del proletariado, así como de las fuerzas de la Naturaleza; en
segundo lugar, tal crecimiento tiene un carácter unilateral y se realiza muy
desigualmente, deteniendo el desarrollo de una serie de ramas de la
producción; en tercer lugar, ese crecimiento de las fuerzas productivas viene
a ser mortal para el capitalismo, puesto que paulatinamente va entrando en
contradicción irreconciliable con las relaciones de la propiedad privada, se
hace incompatible con ellas y comienza a exigir el paso a otras relaciones
sociales más progresistas. El capitalismo se convierte cada vez más en una
traba para las fuerzas productivas en desarrollo. El crecimiento de las
fuerzas productivas de la sociedad capitalista se efectúa a base de la
socialización del trabajo. Bajo el capitalismo, esta socialización se expresa
ante todo, en que a medida que se desarrolla la distribución del trabajo
dentro de la sociedad, el trabajo de cada individuo se convierte cada vez en
mayor medida, en una parte pequeña y no independiente del trabajo de toda
la sociedad; y también en el hecho de que la producción capitalista bajo la
presión de sus leyes internas, se centraliza, se concentra en empresas cada
vez más grandes.
En su teoría de la plusvalía, Marx pone al descubierto la esencia de la
explotación capitalista de los obreros asalariados, que son los auténticos
creadores de toda la riqueza de la sociedad burguesa. Lenin dijo quo esta
teoría “es la piedra angular de la teoría económica de Marx”. Al crear su
teoría de la plusvalía, Marx descubrió el fundamento de la existencia de las
clases capitalistas, poniendo de relieve la propia esencia de la explotación
capitalista que tan esforzadamente trata de ocultar la economía burguesa. El
obrero trabaja para el capitalista vendiéndole su fuerza de trabajo al precio
de los medios de vida que necesita para reponer dicha fuerza. Pero el obrero
crea un valor mucho mayor. De toda la diferencia entre el valor del producto
creado por el obrero y el valor de su fuerza de trabajo, la clase capitalista se
apropia en forma de plusvalía, que constituye la base de todas las formas del
ingreso capitalista: ganancias, intereses, rentas, impuestos. Frente al
proletariado, la clase capitalista actúa como un explotador colectivo, como
una sola clase, cuya existencia se nutre de la apropiación de la plusvalía. La
carrera del capital detrás de la plusvalía conduce al aumento constante de
las normas de explotación del trabajo bajo el capitalismo. Marx pinta con los
más vivos colores la lucha del capital por aumentar su cuota en el producto
creado por los obreros.
La prolongación inaudita de la jornada, el ahorro bárbaro en cuanto a
las condiciones de seguridad del trabajo, que produce miles y miles de
víctimas, el exterminio en masa de niños, la destrucción de la fuerza de
trabajo, la mutilación física de millones de obreros, tales son los medios a los
que recurre el capital para satisfacer su “avidez lobuna de plustrabajo”.
Incluso la aplicación de máquinas, el desarrollo de las fuerzas productivas en
la sociedad capitalista, no es para el capital un medio para aliviar el trabajo
de los obreros asalariados, sino un medio para aumentar el porcentaje de la
plusvalía, un medio para poder apropiarse de una mayor plusvalía. A medida
que se desarrolla el capitalismo crece también la explotación y empeora la
situación de la clase obrera. En la sociedad capitalista, el crecimiento de las
relaciones capitalistas y la aplicación de las máquinas conducen al paro
forzoso y a crear una reserva del ejército de trabajo, reserva compuesta por
la fuerza de trabajo sobrante que, al presionar constantemente sobre el
mercado, permite al capitalista rebajar los salarios a un nivel inferior al valor
de la fuerza de trabajo. El obrero gana menos, tanto relativa como
absolutamente. “La acumulación de riqueza en un polo es al mismo tiempo la
acumulación de miseria, de suplicio de trabajo, de esclavitud, de ignorancia,
de embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, es decir, en la
clase que crea su propio producto como capital” (Marx).
El desarrollo del capitalismo no ofrece a la clase obrera ninguna
posibilidad de mejorar su situación en los marcos de ese régimen. Por eso,
precisamente, el proletariado es la clase cuyos intereses están directamente
enfrentados, para destruirlos, a los fundamentos del régimen capitalista.
Asimismo, “al aumentar la dependencia de los obreros respecto al capital, el
régimen capitalista crea una gran potencia del trabajo unido” (Lenin). En el
curso de la concentración y de la centralización de la producción capitalista
se efectúa un constante aumento del número de los asalariados a expensas
de los pequeños propietarios y, particularmente, de los campesinos, a
quienes el capitalismo arruina más y más. El proletariado aumenta. Los
obreros se concentran en masas cada vez más cohesionadas dentro de los
muros de las grandes empresas capitalistas. Así, en el curso de su
desarrollo, el propio capitalismo engendra la fuerza social a cuyas manos
habrá de perecer. Al conquistar el Poder mediante la revolución, el
proletariado establece su dictadura y expropia a los expropiadores.
Marx señaló también la situación desesperante, bajo las condiciones
del capitalismo, de la masa de los pequeños propietarios y, particularmente,
de los pequeños campesinos, todos cruelmente explotados por el capital. El
capitalismo lleva a la masa fundamental de los pequeños propietarios a la
ruina inevitable y a su conversión en proletarios. El Capital da una cabal
fundamentación de la necesidad histórica de la dictadura del proletariado y
de lo inevitable de su triunfo como resultado de la revolución socialista
victoriosa. La doctrina de Marx ha dado al proletariado de todo el mundo la
comprensión de su propio papel histórico, señalándole las vías y los métodos
de lucha contra el capitalismo y de la victoria sobre él. El Capital de Marx no
es sólo una obra de economía. Es también la obra más grande de historia y
de filosofía, en la que de manera desarrollada se da una fundamentación de
la teoría marxista del materialismo histórico, ante todo, en su aplicación a la
investigación universal de una determinada formación económico-social: el
capitalismo.

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