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ANÁLISIS DE ALGUNOS RASGOS DEL EDIPO REY: LITERATURA Y

PSICOLOGÍA
Por Carlos Cardona Ramirez

Tomar el tema literario simplemente como un espacio fuera de lo real sería


contraproducente. A la hora de estudiar el comportamiento humano y sus variantes, es
necesario tomar y analizar los campos de la vida donde este se desempeña a fin de
establecer qué rasgos permiten entender su forma de ser y como estos confluyen en una
totalidad, su ser. Es muy posible que se tome mayor atención a textos académicos, haciendo
denominación de aquellos escritos de manera formal que transmitir el estudio sobre una
determinada área, y que los que se relacionen con expresiones o sean del talante poético,
religioso, literario y demás sean denigrados debido a su mezcla, en muchos casos con lo
irreal o ficticio. Coartar tales expresiones puede ser devastador. Aunque, como es
necesario, se debe tener en cuenta a la hora de abordar el estudio de los mismos sus
diferentes tonalidades, igualmente se constituyen como expresiones humanas. Eso irreal,
denigrado a no ser posible, a ser una simple ilusión o constituir parte de la irracionalidad o
predominación del sentimiento del escrito puede ser tan importante como aquello donde las
ideas se expresan con otro estilo. En lo referente a esto, desde su experiencia, Juan Carlos
Rojas (2006, p.226) indica que
La literatura influye en la formación de lo social, modifica la cultura y se alimenta
de la cotidianidad, del instinto, de lo que no se ve, del crimen, de las pasiones, del
amor y de las otras ciencias. Se cuestiona sobre lo mágico y lo real, de lo que puede
ser interpretable, de lo que mantiene una coherencia interna, del sentido y el
sinsentido.
La degradación y exclusión de algún aspecto de la vida cotidiana puede traer consecuencias
poco apetecidas a la hora de estudiar su forma de ser. Esa coartación de algún rasgo limita
su complejo sistema cargado de diversas variantes. Ante ese panorama donde lo real se
mezcla con lo ficticio en el mundo y tomando en cuenta este escrito, se pretende establecer
una relación entre la literatura como expresión humana y el aspecto psicológico del mismo
tomando en cuenta ciertos elementos, que, aunque simples, permiten comprender el basto
sistema que gobierna la mente humana. Específicamente se tomará en cuenta el texto Edipo
Rey, un clásico de la literatura griega y se mostrará algunos símbolos que ayudan a
comprender más el comportamiento humano desde la perspectiva freudiana.

Sigmund Freud, psicoanalista austriaco y padre de la misma asignatura, proveyó a la


humanidad grandes estudios en su campo. Aunque sus teorías e ideas son han sido y siguen
siendo criticadas por muchos, su aporte a la humanidad y al estudio psíquico es notorio.
Según él mismo, el asunto más relevante dado fue la comprensión del complejo de Edipo
luego de hacer un estudio minucioso de la tragedia griega escrita por Sófocles en el siglo V
a. C (Pérez, 2009). Es de entender igualmente el carácter, o si es posible decir, la lógica
subyacente en este tipo de relato. Su función principal consiste en mostrar o dar una
explicación relativas al origen temporal, lingüístico y, en general, a la forma como funciona
una organización social determinada, expresando “un núcleo real inaccesible o imposible
de recuperar dentro de una construcción significante”. (Pérez, 2006, p.80). Se esa manera,
se estaría enfrentando ante el origen y modo organizacional que predomina en una sociedad
en general desde un relato, que, por su misma esencia, permite el predominio de cierta
estructura simbólica. En la misma línea y antes de adentrar algún o algunos rasgos en
específicos de la cuestión que inquieta el presente texto, es importante retomar la postura
del mismo Freud, quién “propuso que, de Sófocles a Goethe, pasando por Jansen y
Dostoievski, la ficción literaria surgía como una anticipación al descubrimiento del
inconsciente” (Le Galliot, 1997, p. 180). Ahora, en lo referente al relato y con ánimo de
entrever algunos rasgos, se tomará algunas partes esenciales del mismo y contrapondrá la
explicación que amplíe el relato con el objetivo de explicar un poco su contenido. Aunque
es un texto muy conocido, igualmente es mejor estar exento de errores o ideas incompletas
en torno a este.

Edipo fue rey de Tebas y durante su tiempo hubo una peste en la ciudad. Este, intrigado por
el origen del mal que agobiaba a su gente, decide investigar la causa. Para ello, envía a su
primo Creonte al oráculo de Delfos a averiguar. Al regresar, este respondiéndole al rey, le
comenta que “la única liberación de esta plaga nos llegaría si, después de averiguarlo
correctamente, dábamos muerte a los asesinos de Layo o les hacíamos salir desterrados del
país” (SÓFOCLES, 2006, p. 12). Layo, quién para ese momento no ha sido mencionado
por el texto, intriga a Edipo. Ante la situación presentada, prosigue a dar con la identidad de
aquel que mató al antiguo monarca de esa zona. Para dar con su objetivo, interroga a
Tiresias, un anciano adivino que, en un principio, no le da el nombre de aquel que había
asesinado a Layo. Pero ante tanta insistencia, este decide confesar. En conversa con Edipo
le dice que él fue el “asesino del hombre acerca del cual están investigando” (SÓFOCLES,
2006, p.16). La consternación por la sorpresa ante eso ello, y al descubrir que él emprendió
la búsqueda de un culpable y resultó ser él mismo, lo llevó a interrogar a su esposa actual,
Yocasta.

La mujer le revela a Edipo la profecía que le había sido dada a su anterior esposo. Comenta
que Layo fue a un “oráculo —no diré que, del propio Febo, sino de sus servidores — que
decía que tendría el destino de morir a manos del hijo que naciera de mí y de él
(SÓFOCLES, 2006). Aunque tanto Layo como Yocasta estaban inquietos por tener un hijo,
la noticia nos les agradó y Layo desistió de eso. Pero un día, bajo la embriaguez, Yocasta
por fin concibió un hijo, Edipo. Para prevenir que la profecía se diese, Layo decide
abandonarlo en un bosque para que fuese asesinado, pero este es adoptado y llevado a los
gobernantes de Corinto, quienes Layo consideraría como sus padres. Como señal, el padre
biológico de Edipo le había atravesado los pies de sus hijos y por eso Pólibo, su padre
adoptivo, le puso su nombre, debido a la hinchazón de sus pies debido a las molestias
causadas por su padre biológico.
Edipo comenta que, por su infortunio, mató a Layo. Este joven en un banquete se enteró
que no era hijo legítimo de los reyes de Corinto, como hasta el momento creía. La ira lo
llevó a irse del lugar con su caballo y de camino se encontró con un heraldo y un hombre
quienes estaban montado sobre un carro tirado por potros. Estos le salieron al encuentro y
lo arrojaron fuera del camino con violencia. La rabia motivó a Edipo a responder
agresivamente ante el hecho abalanzándose sobre los 2 hombres. Luego, Layo, su padre
biológico, “lo golpea con la pica de doble punta. Y él no pagó por igual, sino que,
inmediatamente, fue golpeado con el bastón por esta mano y, al punto, cae redondo de
espaldas desde el carro. Maté a todos” (SÓFOCLES, 2006, p.26). Así sentenció Edipo su
relato, a quién por las circunstancias, ahora era su esposa y con quién había tenido 4 hijos.

Culminando esta parte, es de mencionar la razón que lleva a Edipo al trono que en un
pasado le perteneció a su padre. Por ese tiempo había una esfinge que molestaba el correcto
andar del pueblo, y qué solo podía ser vencida si se le respondía adecuadamente el acertijo
que la misma planteaba. Edipo, perspicazmente le responde y en honor a ello toma la
posesión que antes le pertenecía a su padre, ser el rey del lugar. Además de ello, tomó a su
madre como esposa, permitiendo que esta siguiese siendo reina del lugar.

En lo referente al asunto, Freud halla en este relato la oportunidad de sustentar sus ideas.
Para este investigador austriaco, la circunstancia que rodea a Edipo hace ver la unión que
existe entre el niño y su madre, e igualmente el rechazo que este tiene a su padre,
tomándolo a este como una competencia en búsqueda del amor de su madre. Para saldar
este punto e iniciar el siguiente, es de notar como por medio de un relato, de una tragedia
griega en específico se puede sostener un supuesto totalmente diferente. Una categoría
distinta a la que, se supone, debería ser de su incumbencia. Dicho distanciamiento pone en
cuestión lo que se ha venido diciendo hasta el momento y con la obra de Freud se reafirma.
El ser humano no es simplemente materia conformada por razón y sus escritos, dichos y
vida se basan en lo real y racional, sino, se constituyen como una mezcla y unión de
diversas partes, que unidas forman la esencia humana.

Ahora, retomando el estudio freudiano, se dirá, en primer lugar, que un complejo consiste
“un conjunto de reacciones afectivas (representaciones o recuerdos) parcial o totalmente
inconscientes” (Le Galliot, 1977, p. 69). Ello se ve representado en el niño durante su
desarrollo en la infancia en las relaciones interpersonales que este va desarrollando con el
entorno donde crece. No es de extrañar que se presente, ni tampoco que se desarrolle. El
punto álgido y preocupante se da cuando esto se convierte en un aspecto negativo.
Desarrollando este aspecto, se dirá que, en el lado positivo del asunto, existe como ese
deseo de la muerte del padre, ya que es visto como un rival a vencer del mismo sexo y
sintiendo un deseo por el personaje del sexo opuesto. En aspecto negativo, el asunto se
presenta al revés. Cuando hay un interés o amor por el padre del mismo sexo y un odio o
celo contra el padre del sexo opuesto. De las dos maneras mencionadas, se hallan en grados
diversos, la forma completa de complejo de Edipo (Le Galliot, 1977). Esta situación ocurre
en la etapa fálica del niño o la niña, que va desde los 2 y se extiende hasta los 5 años.

Siguiendo este punto, surge un término interesante, la castración. Freud describe esto como
el complejo de castración y lo relaciona con el mismo relato de Edipo. Como consecuente
de los deseos incestuosos de los niños, existe una culpa, donde “solo si supera esta crisis de
la castración, el niño puede identificarse con su padre y poner término de ese modo a su
fijación libidinal en la madre” (Le Galliot, 1977, p.75). En las niñas, el asunto es diferente.
La falta de un pene, al ella descubrir la falencia, la lleva a querer tener un pene dentro de sí,
muchas veces queriendo tener un hijo, o deseo de querer sentir el pene en el coito (Le
Galliot, 1977). Este hecho se sigue extendiendo hasta que logra ser superado por los
infantes años posteriores al suceso. Es posible que este hecho se de como resultado del
desapego del bebé con la madre en el nacimiento o la separación del seno luego de
finalizada o en proceso de culminación de la etapa de la lactancia materna.

Aunque este escrito carece de profundidad por su carácter esencial, igualmente estipula una
visión simple pero concisa del asunto. A raíz de ello y luego de analizar lo visto con
anterioridad y a manera de conclusión, se resalta la conexión entre el ámbito psicológico y
el componente literario. Freud, más allá de sus interpretaciones, críticas y demás, es un gran
exponente de esta relación. Esto se sustenta en la forma como mediante sus consideraciones
pudo abordar y demostrar sus teorías. La literatura en todas sus expresiones no puede ser
tomada simplemente como aspectos desconectados de la realidad que no permiten entender
la misma. En cambio, ella al igual que la música, el arte y demás expresiones son
fundamentos necesarios que estipulan y confeccionan el carácter complejo humano. Se
podría decir que “la literatura es la frontera entre la verdad del inconsciente y el saber
literario. Estas dos características manejan el lenguaje: el psicoanálisis en las asociaciones
del analizando y las puntuaciones del analista y la literatura en la enunciación escrita”
(Rojas, 2006, p. 230).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Le Galliot, Jean (1977) Psicoanálisis y Lenguaje Literario. Argentina: Ediciones


Hachette.

Pérez, J. R. O. (2009). El Complejo de Edipo: una lógica ante la castración. Revista CES
Psicología, 2(2), 5.

Rojas, Juan. (2006). La literatura y el psicoanálisis. Revista Colombiana de Psiquiatría, 25


(2), 16.

SÓFOCLES (1996). Edipo Rey, Unión Latina, Lima.

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