-Allá vamos -suspiró Georgina. Les abrió la puerta el profesor. Y se los quedó mirando sin perder detalle, con una media sonrisa que tenía algo de ironía y algo de gravedad, algo de bu rla y algo de firmeza. -Pasad -los invitó después de unos segun- dos que se les hicieron eternos y en los que se ,, . , , em pequenec1eron aun mas. Los precedió por un pasillo muy largo, y entonces comenzó su asombro, porque el piso del profesor Maestro era ... inmenso, una verdadera biblioteca. No había más que libros y más libros, de todos los tamaños y colores, temas y clases. Georgina y Daniel alucinaron, impresionados por tal cantidad de obras. -Oiga, ¿los ha leído todos? -se atrevió a pre guntar Daniel. -Todos. -El profesor Maestro abrió los bra zos, como un profeta en lo alto de una monta ña.- Y dos veces como mínimo. -¿En serio? -Daniel se sintió asustado por la magnitud de aquella revelación.- Pero si es imposible que ...