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Relatos. Vol 1.

Los Misterios de Guiza

Jesús Gómez Cabezas

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"El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo
invisible.”
Óscar Wilde

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Universidad de Sevilla

- Buenos días a todos y a todas – dijo el


profesor Jaime entrando en el aula.
Como era de esperar, solo un que otro tímido
saludo fue lo que obtuvo por respuesta.
- Buenos días – insistió – vamos sentándonos,
la clase va a comenzar.
Poco a poco, cada uno de los alumnos fue tomando
asiento en sus mesas asignadas.
El aula de la universidad que habían designado
aquel año al profesor Jaime, era una de las más
espaciosas de todo el recinto. Estaba constituida por
una habitación en forma de anfiteatro, con una
escalera central con hileras de asientos a ambos
lados. En la parte de abajo del aula y encima de una
tarima en forma de semicírculo, se encontraba la
mesa del profesor, frente a dos enormes pizarras que
ocupaban toda la pared del fondo.

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El mismo decano de la universidad había hablado
en persona con Jaime y le había comunicado el
cambio de aula para ese semestre, en parte, debido al
gran éxito de sus clases a lo largo de los dos
semestres anteriores. De hecho, la matrícula en su
asignatura había tenido que ser limitada, dejando a
bastantes alumnos en reserva.
Ese cambio de aula, y por ende, de status dentro de
la misma universidad, no había sido del agrado de
todo el mundo. El carácter afable y bonachón de
Jaime había ayudado a limar asperezas con los
profesores que no estaban de acuerdo y había
tendido puentes para que la relación no se
enquistada con ellos, sobre todo con el Dr. David, el
anterior titular del aula.
Jaime soltó su maletín en la silla, abrió un cajón de
su escritorio y sacó un control remoto. Apuntó
hacia el techo e inmediatamente una gran pantalla
blanca comenzó a descender. Mientras, instaló el
portátil encima de la mesa y conectó el cable HDMI
del proyector.

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- ¿Qué es la historia? – preguntó con su
característica potente voz. Automáticamente el
auditorio quedó en completo silencio, captando la
atención de los pocos que quedaban hablando entre
sí - ¿Sí? – dijo señalando a una alumna que había
levantado la mano.
- La historia es el conjunto de acontecimientos
por los que ha pasado la humanidad – dijo la
alumna.
- Su nombre, por favor – requirió el profesor.
- Me llamo Sara Parker.
- Muy bien señorita Parker. Esa es una
definición correcta, pero no del todo completa,
tomando en cuenta las definiciones mayormente
difundidas. En la clase de hoy veremos, que lo que
parece ser una verdad, incluso, algo sobre lo que se
ha llegado a algún tipo de consenso, puede quedar
en entredicho. Siempre y cuando se realicen las
oportunas preguntas – aquella primera explicación
del profesor hizo florecer la duda en muchos de sus
alumnos. Él lo sabía y era una de las cosas que más

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le gustaban de ser profesor, el sacar de la zona de
confort a sus alumnos – una nueva pregunta, a raíz
de la respuesta de la señorita Parker. ¿Cuál sería
entonces la diferencia entre la historia y la
prehistoria? – esta vez, fueron muchas más las
manos que se levantaron – sí, ustedes – dijo el
profesor señalando a un alumno de las primeras
filas.
- Mi nombre es Jesús López. Y en relación a su
pregunta, la diferencia entre historia y prehistoria
radica en la escritura. A partir de ésta, todo lo que
queda registrado es considerado historia. Lo
anterior queda dividido en Paleolítico, Neolítico y
Edad de los Metales.
- Correcto – añadió el profesor – una correcta
definición de libro. Pero igualmente incompleta.
Según sabemos, la aparición de la escritura ocurrió
hacia el año 3500 antes de cristo, hace más de 5000
años – tras estos datos, Jaime hizo una pausa.
Comenzó a caminar y se alejó de su mesa. Fue hacia
la escalera y se sentó en uno de los escalones.

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Accionó otro control remoto e inmediatamente el
proyector se encendió. Una imagen de un pastor
con un rebaño apareció ante ellos - ¿Qué ven en esta
imagen?. ¿Sí? – dijo señalando a un alumno que se
encontraba a pocos metros de donde él se
encontraba sentado.
- Mi nombre es Francisco Carrasco. En la
imagen podemos ver a lo que parece ser un pastor
con su rebaño.
- Correcto, esa ha sido la respuesta más
correcta de la mañana – dijo el profesor sonriendo.
Provocando una risotada general entre sus alumnos.
No los pudo ver, pero mientras que a la alumna
Parker le hizo gracia su comentario, al alumno
López no tanto – ahora pensemos un poco.
Imaginad que estamos ante un pastor de la antigua
Mesopotamia, sobre el 3000 antes de Cristo.
Pensemos, que hace ya más de 500 años que la
escritura fue inventada en aquella civilización. ¿Os
imagináis a este pastor leyendo o incluso
escribiendo al llegar a su casa para dejar registrado

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como le fue el día y cuántas cabezas ha podido
recuperar tras la estampida de la mañana?
- No, claro que no – contestaron muchos
alumnos al unísono.
- Entonces, si la humanidad hacía más de 500
años que había entrado en la etapa de la historia,
pero todavía existían personas, que por una
infinidad de motivos, todavía no sabían ni leer ni
escribir, o añadiendo algo más, que nadie escribía ni
dejaba registro sobre sus actividades cotidianas.
¿Eso quiere decir, que esas personas seguían todavía
en la prehistoria? – un silencio sepulcral se hizo en
la sala. Muchos alumnos se quedaron pensativos,
algunos miraban a sus compañeros en busca de
alguna respuesta y otros cuántos comenzaban a
cuchichear para intentar contestar al profesor.
- Profesor – dijo una alumna del fondo de la
clase.
- ¿Sí? – dijo Jaime señalándola.
- Mi nombre es Verónica García. Por ese
mismo razonamiento, una tribu perdida en el

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Amazonas, que no utiliza escritura ¿Se encontraría
todavía en la prehistoria?
- Exacto – dijo efusivamente Jaime dando una
palmada y un leve salto de júbilo – tenemos que
comprender que todo se puede relativizar. Hemos
llegado a un punto de la reflexión, en el que
dudamos sobre la propia definición de historia. ¿La
historia es entonces un concepto temporal o es un
concepto cultural? Si decidimos que es un concepto
cultural, estamos ante un gran dilema, pues a
comienzos del siglo XXI seguimos encontrando
grupos humanos que viven, con instrumentos y
sistemas de comunicación similares a las
civilizaciones que consideramos fronterizas entre la
prehistoria y la historia. Por otro lado, si
consideramos que es un concepto temporal, ¿Quién
nos asegura que dentro de unos años no
descubramos hallazgos de alguna civilización
anterior a la Mesopotámica con conocimientos de la
escritura? – Jaime se apoyó en el borde de su mesa y
observó a sus alumnos. Pudo ver las diferentes caras

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que había previsto ver. Desde las caras de
desesperación y estupefacción, hasta las caras de
enfado. Pasando por una gran variedad y matices de
rostros y gestos.
- Profesor, ¿Puedo hacer una pregunta? –
quiso saber un alumno de primera fila
- Sí, dígame – contestó el profesor dando
permiso al alumno.
- Mi nombre es Mario Flores. Y le quería
preguntar qué si relativizamos todo ¿No corremos
el riesgo de perder la perspectiva y perdernos en
preguntas retóricas y sin respuesta? – la pregunta
había sido dura.
- Muy buena pregunta señor Flores. Por ese
motivo existen los diferentes departamentos, tanto
de docencia como de investigación en las
universidades. Si su interés es la historia, tal y como
la conocemos y tal y como nos la han contado desde
siempre, esta no es su clase. Si es así, debería dirigirse
al departamento de historia, donde el profesor
Sánchez le podrá dar respuestas concretas y

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documentadas – el profesor Jaime se dirigió de
nuevo hacia las escaleras y se sentó – pero, si por el
contrario, lo que quieren es cuestionarse todo,
buscar allá donde nadie ha buscado, e incluso
buscar, donde muchos han buscado y no han
encontrado. Esta es su asignatura – dijo
presionando nuevamente el control remoto. Una
nueva diapositiva apareció, esta vez no era una
imagen. Se trataba de un fondo azul con colores
degradados, sobre el que podía verse el nombre de la
asignatura “Historia antigua. Perspectiva de un
mundo por descubrir”
Jaime dejó unos minutos en pantalla el nombre de
la asignatura. Y se quedó en completo silencio por
unos minutos. Por raro que pueda llegar a parecer,
todos los alumnos acompañaron al profesor en su
momento de silencio. Pasados unos minutos, fue el
propio profesor quien rompió aquel silencio.
- Listo, ¿Ya se han hecho el selfie? – dijo
mientras se levantaba, lo que provocó sonoras
carcajadas entre sus alumnos. Semanas antes, había

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llegado a ver una foto de su propia clase, donde un
alumno alardeaba de estar en la clase del profesor
Jaime. Aquello de la fama se le estaba escapando de
las manos. Pero disfrutaba de ello.
Con un nuevo toque de control remoto, la pantalla
cambió y ante ellos apareció una gran pirámide . La
pirámide de Guiza.
- ¿Alguien me sabría decir que estamos
viendo? – preguntó el profesor dirigiéndose a la
audiencia - ¿Sí? – dijo señalando a un alumno
sentado en la última fila.
- Buenos días, mi nombre es Pedro Rubiales.
Lo que estamos viendo en las diapositivas es una
pirámide. Por el color de la misma y la tonalidad de
la fotografía, me aventuro a decir que se trata de
una pirámide egipcia y por la forma de su vértice
superior, levemente derruido, diría que es la
pirámide de Guiza.
- Muy buena respuesta señor Rubiales – dijo
el profesor chasqueando los dedos de su mano
derecha apuntando hacia el alumno. – se trata, nada

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más y nada menos, que de una de las maravillas del
mundo antiguo. La pirámide de Guiza. Uno de los
grandes misterios de la humanidad. ¿Sabría decirme
alguien la antigüedad de esta pirámide? ¿Sí? Dígame
señorita Parker – preguntó el profesor acercándose
a la primera fila.
- Las pirámides tienen una antigüedad de unos
5000 años.
- Unos 4570 años de antigüedad
aproximadamente. ¿Se imaginan ejecutar semejante
proyecto hoy día? ¿Qué gobierno estaría dispuesto a
realizarlo? O lo más relevante quizás, ¿Quién tiene
actualmente los recursos para llevarlo a cabo? A
todas esas preguntas la respuesta es la misma. Nadie.
- Profesor – interrumpió un alumno.
- ¿Si? Dígame señor Flores.
- Esa obra se pudo llevar a cabo por la gran
cantidad de esclavos que utilizaron.
- Eso es cierto. La historia nos cuenta que la
utilización de la mano de obra esclava, fue
fundamental para la construcción de las pirámides.

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Pero, ¿en esta obra arquitectónica de tal magnitud,
los ingenieros y diseñadores de la pirámides son
menos importantes que los propios trabajadores? –
la audiencia se volvió a quedar en completo silencio.
Una respuesta tras otra estaba siendo rebatida o
replanteada por el profesor. Jaime sabía que uno de
los éxitos de su clase, era precisamente esa manera
de llevar a cabo la clase. En un mundo, donde todo
viene dado, donde hasta las corrientes de
pensamientos vienen empaquetadas directamente
para ser consumidas, la crítica, la puesta en duda, el
replanteamiento de postulados o simplemente la
duda sobre las más firmes certezas, se estaba
perdiendo. – Otra pregunta – siguió hablando el
profesor. – ¿alguien quisiera añadir algún dato
interesante sobre la pirámides de Guiza?
- Aquí profesor - dijo un alumno.
- Sí, diganos señor…
- Ruiz, Mario Ruiz.
- Adelante señor Ruiz.

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- Según un artículo que leí, la pirámides tiene
aproximadamente unos dos millones y medio de
bloques, pesando alguno de estos bloques cerca de
15 toneladas.
- 15 toneladas los más grandes – puntualizó el
profesor – Un dato muy interesante. Gracias señor
Ruiz. Y sí, 2,3 millones de bloques es lo que se ha
calculado que podría tener la pirámide de Guiza en
total. Con bloques de entre 2,5 a 15 toneladas. Y
aquí volvemos al tema anterior. Por muchos
esclavos que utilizaran, sin una, o varias mentes
pensantes, no se podría haber llevado a cabo. Sino
¿Cómo podría llevarse aquí… -dijo el profesor
señalando la punta de la pirámide - …un bloque de
15 mil kilogramos? Y aquí, introduciremos la
pregunta más polémica de cada clase. En aquella
época, donde, apenas se acababa de descubrir la
escritura unos cientos de años antes, en esa época
donde el mundo conocido por los egipcios
terminaba un poco más allá del mediterráneo, un
mundo donde el campo se labraba con utensilios

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que utilizaron los primeros hombres en la edad de
los metales, en una época azotada por plagas y malas
cosechar. ¿Quién construyó realmente las
pirámides? – instantáneamente se creó un ruidoso
revuelo en el aula. Siempre que hacía aquella
pregunta, y a pesar de que ya todos los alumnos
sabían que el profesor la formulaba en cada una de
sus ponencias sobre las pirámides, el revuelo era
generalizado. Es más, muchos de los allí presentes,
asistían a aquella clase, exclusivamente para
responder o rebatir aquella cuestión. Por un lado,
estaban los negacioncitas, los cuales basaban todo
su argumento en los textos históricos que hablaban
de los metodos que utilizaron los egipcios para la
construcción de la pirámides. Y por otro lado,
estaban los “inmersos” como les gustaba llamarlos el
profesor. Los que pensaban que todo era parte de
una conspiración mucho mayor. Y fuera de estos
grupos , se encontraban la mayoría de los alumnos,
que permanecían ajenos al aluvión de preguntas y

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cuestionamientos que surgían a raíz de esta última
pregunta del profesor.
- Silencio por favor – intervino el profesor
para traer un poco de calma a la sesión. – soy
consciente del revuelo que ocasiona mi pregunta. Y
soy consciente de las altas expectativas que hay hacia
mi clase, precisamente por este planteamiento. Se
que esta sesión, en otros momentos, se ha
convertido en un digno campo de batalla
argumental de las más brillantes mentes de la
universidad. Estudiantes que llegarán lejos. Pero el
día de hoy será diferente – un silencio ensordecedor
inundó la habitación tras el anuncio del profesor. –
se que no es lo habitual, pero hoy no tendremos
debate sobre el origen de las pirámides. Hoy os
dejaré una tarea pendiente. – continuo diciendo el
profesor mientras se acercaba a las gradas donde se
encontraban sus alumnos escuchando expectante. –
Tras unos datos más que os voy a facilitar, os voy a
pedir, que investigueis, que leáis, que preguntéis,
que escribáis o que penséis. Quiero que le deis

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vueltas a los datos expuestos y me deis una solución
plausible para tal dilema.
- Profesor.
- ¿Sí, señor…?
- Linares, Rosa Linares.
- Dígame señorita Linares.
- ¿Es una tarea obligatoria?
- Ninguna de las tareas que dejo son
obligatorias. Al igual que el lavado de dientes, o el
aseo personal. No es obligatorio, pero les
agradecería que lo hicieran con asiduidad – el
comentario del profesor provocó una estruendosa
carcajada general. Al mismo tiempo, el profesor
pedía disculpa a la alumna con una leve reverencia
juntando ambas manos. – ahora sí, comencemos la
última parte de la clase – dijo mientras se dirigía a su
escritorio. – Pensé – continuó hablando al tiempo
que tomaba asiento – que el primer dato curioso
que me darían, sería el de las coordenadas. Se que
muchos de ustedes sabrán el siguiente dato – el
profesor pulsó la barra espaciadora del ordenador y

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en la pantalla apareció una imagen aérea de El
Cairo. De la pirámide de Guiza salía una flecha
hacia la derecha, que acababa en un recuadro, con
una serie de números en su interior;
29.979245,81.134472. – Estas son las coordenadas
exactas de un punto concreto en la pirámide de
Guiza, a unos pocos metros de su vértice. Y esta –
dijo pulsando nuevamente el espacio en el teclado –
es la velocidad de la luz -dijo señalando la nueva
diapositiva. Donde se podía ver una imagen del sol y
la tierra y entre ellas una línea azul con un número
sobre ella; 299 792 458. - ¿ven la coincidencia? Ahí
la cuestión.
- ¿ Y cómo es eso posible? – dijo un alumno
interrumpiendo la ponencia del profesor.
- Precisamente esa es la tarea que les voy a
dejar. Investigar que hay detrás de todo esto.
Planteen hipótesis, inventen, apliquen la filosofía, la
lógica, la ética. Hagan lo que quieran, pero
tráiganme un producto, elaborado y personal.
Sorprendan al auditorio – el profesor se levantó de

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su asiento y se dirigió hacia la grada – Pero todavía
tengo algunos datos más. Una de las cuestiones que
surgen a raíz de estos datos es ¿Cómo sabían los
antiguos egipcios que siglos más tarde se crearía un
sistema en el cual la tierra quedaría dividida por una
serie de líneas imaginarias y que, justo en la
pirámide de Guiza, los datos de las coordenadas,
expresadas en grados, coincidirían a la perfección
con la velocidad de la luz? – el auditorio
permaneció en silencio siguiendo los argumentos
del profesor – pero hay otro dato más – dijo al
tiempo que volvía hacia su mesa – desde que se
construyeron las pirámides, la tierra se ha movido,
en concreto 45 metros. Esa es la distancia que se han
movido las pirámides desde el día en el que se
construyeron. Por lo tanto, en aquella época, esta
supuesta coincidencia no se daba. Y una nueva
cuestión me viene a la cabeza ¿Cómo es posible que
en el momento de la historia de la humanidad en el
que se ha llegado a poder medir la velocidad de la

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luz, es el mismo momento en el que estás
coordenadas han podido ser calculadas?
Jaime se levantó nuevamente y se situó justo en el
borde de la tarima circular.
- Recuerden que la falta de evidencia no
significa evidencia de ausencia. El no haber
descubierto algo no significa que no exista. Hasta
hace poco más de 150 años, no teníamos evidencia
arqueológica de la existencia de dinosaurios. Hasta
hace apenas unos meses se desconocía gran parte del
universo que se está descubriendo con los nuevos
telescopios. No duden de su instinto, ni de su
intuición. Les reitero, investigues y descubran.
De repente, un ruido en la puerta de entrada
interrumpió al profesor. Un alumno abrió la puerta
y entró Rafael, su becario. Rápidamente Jaime se
reunió en su mesa con Rafael, quien le entregó un
sobre. El profesor llevaba esperándolo desde hacía
unos días. Había mandado a Rafael a un asunto de
vital importancia y allí estaba, a punto de
comprobar con sus propios ojos de lo que algunos

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hablaban ya. El profesor sacó una fotografía y la
examinó. Ahí estaba ese jeroglífico tan
desconcertante. Unas semanas atrás, un equipo de
arqueólogos había descubierto una cámara fúnebre
en el ya sobreexplotado valle de los reyes. Y en los
pasillos de acceso de dicha cámara, unos jeroglíficos
habían dejado asombrados a la comunidad
científica. Y allí había mandado Jaime a su becario,
para que realizara fotografías insitu, para obtener
pruebas fiables de primera mano.
El profesor levantó la fotografía para aprovechar
mejor la luz natural sur entraba por la ventana. Y allí
estaba, ese ovalo perfecto, con esas líneas hacia abajo
saliendo de él, sobre una pirámide.
- Rafael, reserva el primer vuelo que salga
hacia El Cairo – dijo el profesor al tiempo que salía
por la puerta del aula, provocando un gran
estruendo entre sus alumnos.

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Sobre el autor

Jesús Gómez Cabezas, originario de Morón de la Frontera,


nació en Sevilla (España) en 1982. Toda su infancia y
adolescencia transcurrió por su pueblo, hasta que llegado el
momento comenzó a asistir a la Universidad de Sevilla,
donde cursó Educación Especial y Psicopedagogía. Años
más tarde, conoció a la que se convertiría en su esposa y se
mudó a Sonora (México). Todo esto supuso un antes y un
después en muchos aspectos de su vida, entre ellos el
literario. Todas esas nuevas tradiciones, costumbres, comidas
y el carácter del pueblo sonorense, entre otros, supuso un
gran impacto cultural, que se logra ver reflejado en la novela,
sobre todo en la construcción de la personalidad de sus
personajes.
En la actualidad, vive junto a su esposa y sus dos hijas, en su
pueblo natal, compaginando su labor como neuropsicólogo
infantil con su afición por la escritura.

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