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Elsa Muñiz*
Parz Nattie
oland Barthes ha señalado, refiriéndose a la re- II Guerra a la cual siguió un período de aproriuacla-
visión de la literatura clásica, que "nada tiene mente 25 años de extraordinario crecimiento r. cles¿r-
de asombroso que un país retome así periódica- rrollo social considerado como una especie de edacl cle
mente los objetos de su pasado y los describa de nue- oro, que ftnalizó en los años sesenta. La írltirna parte
\-o para saber qué puefu hacer con ellos: esos son, esos del siglo, fue una era de descomposición, incertidtun-
deberían ser los procedimientos regulares de valora- bre y crisis, la década de los ochenta qtte cttlt-ninó h¿rcia
ción".l Tál afirmación resulta especialmente significa- 1991, durante la cual se dio paso a una lrtreva era.
tiva cuando la inquietud histórica nos hace volver la Así, fue durante el período interbélico cornpreudi-
mirada a los inicios del siglo XX, al que Sheila do entre 1919 y 1940 (aproximadamente) ctrando se
Rorvbotham ha llamado i'Un siglo de mqjeres".2 Y más definieron las más importantes características de los Es-
relerante todaúa cuando la mirada que brinda el gé- tados democráticos del Siglo XX. Por otro lado. este
nero se conüerte en un mecanismo de valoración a lapso de tiempo ha sido poco estudiado )' por ariadi-
partir del cual podemos, no solamente describir de dura etiquetado con una serie de presupuestos qtte
nuevo, sino reinterpretar procesos largamente asumi- han llegado a constituirse en verdaderos mitos. ptres
dos y aceptados como es la formación y mantenimien- aun cuando los años veinte y treinta presentaron los
to de las democracias burguesas en el mundo a lo largo signos inequívocos de una emancipación femenina -
del siglo que termina. pelo corto, liberación sexual, y para las inglesas v llol:
Para Eric Hobsbawm el (corto) siglo XX,3 es un pe- teamericanas el derecho al voto- 1o cierto es que la rida
riodo coherente cuyas marcas temporales correspon- cotidiana de las mujeres adquirió los perfiles que el
den a los acontecimientos políticos que definieron orden mundial de "la era de las catástrofes"
cambios sustanciales en la organización política y eco- (Hobswabm), los respectivos sistemas políticos v el
nómica del mundo: 1914 el estallido de la Primera poder en su conjunto promoüeron e impulsaron. En
Guerra Mundial y 1991 la caída de la Unión Soüética. este sentido, una re-lectura del período de entreguen-as
La primera gran guerra, dio paso a una serie de acon- desde la noción de la cultura de género ofrece nna
tecimientos que el mismo historiador califica de catas- riqueza de matices a las verdades asumidas hasta aho'
tróficos )' que tuüeron una tregua hacia finales de la ra, en particular, si el ejercicio propuesto es un análi-
sis comparativo entre realidades simttltáneas,
semejantes en algunos aspectos y contrastantes ell
* L.$l-A, Departamento de Humanidades.
1 Rolar-rd, Barthes, Cútica y uerdad,3" edición, Siglo XXI, Méxi-
otros. Por razones de espacio solamente me acerco a
co, 1978, p.9. ciertos tópicos como son los orígenes de los estereoti-
2 Véase, Sheila Rorvbotham, A Centmy of Wom,en, Penguin Books, pos de la flapper,la gargonne y la pelona; algunos datos
London, 1999.
sobre Ia participación femenina en el mercado labo-
3 Eric Hobsbalm, Historia del sigln XX, 1914-199, Crttjca Grljalbo,
Buenos ñres. i998. ral; los índices de natalidad y finalmente algunas let'es
5 FueNrrs HunrNÍsrrcAs
conflictos de clase. El voto floPPn simbolizó la inesta- A propósito, para Martin Pumphery en Estados Uni-
bilidad, fue risto como un reflejo de los desastres de dos los 1920's, la llamada era del Jan es un mito nece-
la grrerra )'un catalizador de las inminentes carásro- sario para un momento entre holocaustos que
fes. prometía nlrevos tiempos, cuando cambio y rebelión
Por str parte, de acuerdo a Dominique Disanti, las significaron rut encuentro divertido. Fue también la
fi-ancesas tienen sus veinte entre el Armisticio
en 1919 etapa de los artefactos domésticos producidos a partir
v la Guerra Española en 1936. El deseo de olüdar la de la electrificación la que la seguridad de los ho-
-en
destmcción v la muerte definió los tiempos venideros: gares se asentabz € r lz infinita capacidad de la tecno-
"Después de las masacres, uno respira, retoma el alien- logía para mejorar las vidas de las mujeres. FloW* y
to, se aspira a lo brillante, a la música sonora, a los hausauife, eran dos imágenes aparentemente contradic-
colores cegadores, a eso que se mueve como la luz a torias que sin embargo hablaban de "la modernidad
eso que explota como el rayo".e En Francia se preocu- de la üda moderna", arnbas conducían hacia la idea
pan por crear un estilo nuevo, fachadas diferentes, del consumo masivo que transformó Norteamérica
"...cuando uno sale de la muerte hay que üür claro". desde Lrn poco antes de la I Guerra; que tornó una
En el período interbélico todo parecía posible, pero sociedad predominantemente agrícola con pequeñas
las mujeres que durante la guerra tomaron decisiones ciudades, en otra industrializada, con grandes centros
v transformaron sin dejar de temblar por el ausente y urbanos, estructurada desde el capitalismo corporati-
de cuidar a sus hljos, fueron cubiertas de elogios y vo, la producción y el consumo en masa, r'la presen-
enr,iadas a su casa. cia cada vez más importante de los medios masivos de
La gargonne, euien representaría los vientos comunicación.l0 La nueva América representada por
rnodernizadores en Francia, nació de una novela escrita estas dos figuras contradictorias desafiaba el tradicio-
en 1921 por Victor Marguerite, noble caballero que fue nal siglo XIX y los valores culturales en torno a los
expulsado de Ia Legión de Honor por su extravagan- cuales se había erigido la üda de los americanos.
te historia. La gargonne quería conquistar su indepen- El fenómeno de las tiendas departamentales v el
dencia haciendo carrera. Llevó la libertad sexual al shopping pronto se conürtieron en fornas culturales
extremo de la bisexualidad. Pensaba y actuaba como que además de representar la compleja interdependen-
hombre, estaba dotada de cualidades viriles como la cia entre el crecimiento y el consumo característicos
lógica y el talento, y manejaba el dinero a la manera de la primera posguerra, condensaron simbólicamen-
de los hombres. Era consciente de su irreductible in- te el desarrollo de las libertades publicas de las mqje-
dividualidad pues sólo se pertenecía a sí misma en res, ya que desde su inicio, las tiendas departamentales
cuerpo y espíritu, en esas condiciones, la mujer eman- y las actiüdades derivadas de ellas se han considerado
cipada no era una mujer, era üna garQonne. La izquier- espacios femeninos. El shopping fil.e asociado con la
da francesa se disgustó ante el carácter "pornográftco" elección indiüdual y el placer. Las tiendas de departa-
de la novela, y aunque defendía la libertad de expre- mentos llagaron al centro de las ciudades.junto con
sión manifestaba sus reservas con el contenido. Los co- los restaurantes, salones de descanso y la atenciór-l
munistas identificaban revolución con emancipación amable y personalizada. Los lujosos anuncios se con-
femenina, sir embargo, miraban con desdén las "pseu- ürtieron en escuelas de consumo, las nuevas necesida-
doreiündicaciones" de un "burgués republicano". So- des y los requerimientos de la üda moderna fueron la
lamente un grupo de maestras sindicalista apoyó el fuente de los conflictos y cambios de gran alcance. Los
modelo de igualdad de los sexos. El escándalo de las únculos entre el desarrollo de los negocios, la cultura
mt{eres muchacho promovió el pronunciamiento de del consumo y el crecimiento de las libertades publi-
los sectores que en aquella época defendían cas de las mujeres fueron complejos, y desde nuestra
mavoritariamente una imagen femenina tradicional: la tardía perspectiva, ambiguos. I 1
de la mujer en la casa.
l0 Martin Pumphery, "The flapper, the housewife and the
making of modernity", en Cultural Studizs, vol. 2, mayo de 1987,
9 Domirrique Desanti, La femme au tnnps d,e Annés Folbs, Stock/ pp. 179-194.
Laurence Pernoud, France, 1984, p. 11. 11 Aristide Boucicaut creó su Bon Marché en París en los 1850s,
maron en cuenta la situación de las mujeres fuera de embates en los cuidados infarltiles de lo cual se
la casa, por ejemplo; S¿x Desqualifi,cation Remoaal Act de responsabilizaba a las madres. Las nuevas tareas enco-
1919; State-registration of l'{ursing de 1919; y la Ley de mendadas a las mujeres/madres suponían una dispo-
regulación de la práctica de la Obstetricia. El grueso nibilidad absoluta y dificultaban la realización de
de la legislación reforzó el papel de las mujeres den- cualquier trabajo fuera de la casa. En 1920 se premia-
tro o con relación a la familia, como era el caso de la ba a las buenas madres francesas coll Lrna gran fiesta
Matrimonial Causes Act de 1923 que posibilitó a las y eran condecoradas con la "Medalla a las Familias
mujeres para demandar, igual que los hombres, en caso Numerosas". Por consiguiente, se adoptaron mediclas
de adulterio y divorcio. Como señala Melman, que reprimían la anticoncepción v mediante la lev del
significativamente, los esfuerzos de quienes legislaron 3 de julio de 1920 se prohibía toda propaganda
a principios y hasta mediados de la década del veinte anticonceptiva. El aborto, delito que hasta entonces era
se convirtieron en un apéndice de la legislación objeto del derecho cir,'il, pasó a ser competencia de lo
Victoriana, como fue el caso de Bastardy and Legitimaq criminal, lo cierto es que entre 1925 v 1935 la absolu-
Acts de 7924 y 7925, y la Guardianship Act que le otor- ción que anteriormente era del B0% de los casos, cavo
gaba a la mujer la custodia de los hijos en caso de se- al 19%. A partir de entonces la imagen de la madre
paración, ya que hasta entonces se le podía privar de en la casa ha sido tan universal que hombres ,v muje-
ellos. res la hicieron suya. Del mismo modo, la relación entre
En la base de la legislación de la posguerra, la cual hombres y mujeres asumió el modelo del matrimonio
en sí misma expresaba las tendencias generales hacia donde el marido debería ser trab4jador, buen padre,
el colectiüsmo y la intervención del Estado, se encuen- activo y atractivo, fiel y cariñoso, ni alcohólico ni per-
tran dos presupuestos, por un lado la paternidad y par- vertido. Y aunque el código civil francés concebía a las
ticularmente la maternidad se consideraban mujeres como menores de edad bajo la tutela del pa-
responsabilidad más bien del Estado que de los indivi- dre o del esposo, la ley de 1884 que permitía el divor-
duos; por otro lado, el importante número de leyes cio les amplió su margen de acción. En 1920 las
concernientes a irregularidades en la familia, fue una mujeres pudieron afiliarse a un sindicato sin autoriza-
aceptación aunque tardía, de que la unidad conyugal ción de su esposo y para 7927 ya podían consen¡ar su
estaba en peligro, y sin embargo, las leyes no plantea- nacionalidad en caso de matrimonio con un extranje-
ron cambios sino meras regulaciones. ro. Los derechos de la üuda en la sucesión de su ma-
Otra importante área en la que la guerra provocó rido por sobre los derechos del resto de la familia se
años veinte", en Georges Duby y Michelle Perrot, Historia de hs 27 Los higienistas mentales familiarizaron a la gente común con
mujeres. El sigln XX Gunras, entregutra y posgunra, Táurus, Madrid, la idea de "normalidad" que se pensaba susceptible de medición
1993, p. 94. a través de test esrándar y se puso en alerta a los padres contra
26 Carl L. Degler, At Odds: Womm an the lhmily in Amhica From la "anormalidad", esto es, la conducta "infantil" o neurótica de
R¿aolution to the presml New York, Oxford Universiq' Press. 1980, los niños en crecimiento.
pp. 178-284; Richard A. Easterlin, The American Babl Boom in 28 Nancy E Cott, op. cit., p. 105.
Hi.story Perspectiue, Nationai Bureau of Economic Research, 29 Véase, Elsa Muñiz, Las rektciones entre lns gáneros: Un motiuo d,e
Occasional Pape¡ Núm. 79, New York, 1962, pp. G12, citados Estado, Tesis de Maestría en Historia y Etnohistoria, Escuela
por Nancy F. Cott, Idem., p. 95. Nacional de Antropología e Historia, México, 1995.