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Crecimie nto personal

COl ECC IÓ N

Thomas Hart
EL MANANTIAL ESCONDIDO
La dimensión espiritual de la terapia
Thomas Hart

EL MANANTIAL ESCONDIDO
La dimensión espiritual de la terapia

':
19

Crecimiento personal
C O L E C C . 1 ó N

serenáipifY'. ..
Desclée De Brouwer~
Título de la edición original:
Hidden Spring
© 1994 Paulist Press, Mahwah, New Jersey

Traducción: M. Isabel Hoppichler

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© EDITORIAL·DESCLÉE DE BROUWER, S.A., 1997


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Printed in Spain
ISBN: 84-330-1229-0
Depósito Legal: BI-827-97
Fotocornposición: Zeta, S.L.
lrnprésión: ECOLOGRAF, S.A.··
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 7

I CONSIDERACIONES TEÓRICAS
l. La presencia de Dios en la vida cotidiana 15
2. Psicoterapia y espiritualidad 33
3. Hacia una espiritualidad sana: diez principios
a seguir 57
11 CASOS PRÁCTICOS
Nota aclaratoria a los siguientes casos examinados 81
4. El hombre que se odiaba 83
5. La batalla de la depresión 99
6. ¿Se ha acabado este matrimonio? 113
7. ¿Cómo pudo Dios permitir esto? 125
8. La mujer egoísta 143
9. ¿Quién soy yo realmente? 161
III CONCLUSIÓN
10. Preguntas sobre la práctica 181
·.

.;
INTRODUCCIÓN

Llegando a su fin el siglo XX, observo una gran necesidad


y una evolución muy alentadora. La primera es la necesidad
de que psicología y espiritualidad se integren; la evolución es
que ambas están comprometidas en un diálogo animado y
nuevo.
La psicología ha llegado relativamente tarde al escenario
humano. La espiritualidad se hallaba presente allí desde el
principio. Cuando, con el cambio de siglo, Sigmund Freud
aportó la psicología al ser humano lo hizo oponiéndose a la
religión, considerando a ésta como una serie de supersticio-­

nes y un gran impedimento para el desarrollo y mádurez


humanos. También estableció el tono en que ~ebían relacio-­

narse estas dos diferentes vías de acceso·al hombre. Durante


mucho tiempo no tuvieron nada que ver la una con la otra.
Actualmente, la religión sigue floreciendo, pero un gran
número de personas busca en la psicología algo que le pueda
indicar el camino por donde debe conducir su vida. El campo
de la salud mental se ha ramificado en innumerables especiali-
dades, investigando a fondo la psicodinámica y las relaciones
humanas y configurando las fases del desarrollo personal sano.
Nunca se han encontrado tantas personas asistiendo a terapias
EL MANANTIAL ESCONDIDO

de cualquier tipo como actualmente en el mundo occidental.


Para muchos, el terapeuta es un ministro de la religión.
Como quiera que sea, paradójicamente, existe otro proce-­
so menos conocido pero igualmente significativo: el género
humano demuestra un enorme incremento de su hambre de
espiritualidad. El entusiasmo por el movimiento de la nueva
era es un ejemplo : ~isla do de ~a , ~mplia demanda que se
extiende principalmente "dentro de las iglesias y en el sector
público en general. Dentro del propio campo de la salud men-­
tal algunos psicólogos están escribiendo sobre las limitacio-­
nes de la terapia y sobre la necesidad de la espiritualidad para
ayudar a aquella a cumplir su ~ometido. Muchas de las per-­
sonas que se hallan en tratamiento piden la integración de
perspectivas espirituales en la tarea que están realizando con
sus vidas.
Parece que hemos alcanzado un punto en la evolución del
ser humano, en' el que reconocemos que psicología y espiri-­
tualidad no son una y otra, sino ambas y a dos. Ha llegado el
tiempo de la colaboración y de la integración. Se ha abierto un
diálogo animado y creciente. Este libro pretende ser una con-­
tribución a este diálogo. Mi tesis sostiene que la psicoterapia,
que intenta favorecer la curación de la persona; su desarrollo
y realización, puede recibif una enorme ayuda desde ·la espi-­
ritualidad, : que persigue la misma finalidad pero de una
manera ·mucho más ·esencial. Carl Jung, eminente psiquiatra
suizo, llamó a las tradiciones religiosas «el gran ·sisteni.a de
símbolos psicoterapéutico del género humano». La espiritua-­
lidad puede aportar a la terapia otras perspectivas y recursos
útiles para el logro de las m~tas terapéuticas. _ . .
Una sana espiritualidad es ya solo de por sí terapéutica y
desde sus más profundas convicciones puede soportar cual-­
\ quier otro esfuerzo terapéutico. Al mismo tiempo, la terapia
puede aportar «insights» espirituales y medios útiles para
alcanzar metas de tipo espiritual. Estos dos empeños del
género humano tienen mucho que ofrecer, la una a 'la· otra,
ambas en la misma dirección hacia un cristianismo construc-­
tivo y hacia un enriquecimiento necesario. ' . —
­
INTRODUCCIÓN

Cuando en este libro hablo de terapia, me refiero a cual­

quier relación de'ayuda, en -la que un profesional entrenado


trabaja con otra persona que está buscando la solución de sus
conflictos, ya sea su curación, liberación o crecimiento.
Incluyo aquí psicoterapias de todo tipo - psicodinámica,
humanística, conductual, sistém ica - En mi trabajo, me inspi­
ro en varios modelos terapéuticos y veo que todos son com ­
patibles con lo que tengo que decir en este libro sobre la
dimensión espiritual de los conflictos humanos y su curación.
Cuando digo «espiritualidad», me refiero al modo de
vivir las creencias en la vida cotidiana, a la manera en que
una persona se relaciona con las circunstancias fundamenta ­
les de su existencia. Hay muchas formas de espiritualidad. La
que conozco mejor y describiré es ser cristiano. Parto princi­
palmente de la tradición católica romana del cristianismo,
pero .pienso que los amplios principios que voy a exponer
podrán ser aceptados por la mayoría de los cristianos y qui­
zás también por muchos que no lo sean, haciendo algunas
modificaciones para adaptarlos a sus circunstancias particu ­
lares.
En los siguientes capítulos situaré la terapia dentro de una
estructura espiritual y resaltaré la dimensión espiritual de los
conflictos humanos de los que se ocupa la psicoterapia.
Empezaré con el plano teórico, hablando sobre la presencia
de Dios en la vida ordinaria, de la relación entre psicología y
espiritualidad y sobre la delimitación de.una espiritualidad
sana. Más tarde concretaré estos temas mostrándoles, me ­
diante seis casos prácticos, como la espiritualidad y la psico ­
logía pueden ser partes integrantes de una terapia actual. La
idea fundamental que me hace emprender esta tarea es el
gran interés que siento por este tema tan complejo. Yo soy un
terapeuta plenamente dedicado a mi consulta privada.
También soy teólogo y durante años he impartido clases de
teología y espiritualidad a futuros sacerdotes. Como trabajo
todos los días con las personas y sus conflictos, a menudo me
hago eco de la interacción entre la terapia y las cuestiones
espirituales. Quiero compartir los frutos de mis reflexiones
EL MANANTIAL ESCONDIDO

sobre estas dos materias con aquellos que, desde su terapia,


quieren comprender más plenamente la importancia de aque-­

llo donde están inmersos y también, quiero compartirlos con


el creciente número de · terapeutas que quisieran ser más
expertos en integrar a su trabajo la dimensión espiritual.

...
I
CONSIDERACIONES TEÓRICAS

...
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LA PRESENCIA'DE DIOS··
EN LA VIDA COTIDIANA

Uno de los errores más frecuentes que se cometen cuando


se trata de religión o espiritualidad, es pensar en ellas como si
se encontraran en una esfera aparte, un área de interés solo
para algunos, pero no para todos, una actividad que escapa a
nuestro contexto vital sin tener nada que ver con las cuestio-­
nes prácticas de nuestra vida día a día. Este punto de vista es
lo que hace tan fácil a .la psicoterapia y. otros campos del
medio humano el ignorar totalmente la espiritualidad. Mi
principal empeño en este libro es mostrar como Dios está pre-­
sente y activo en . el proceso terapéutico, aunque no nos
demos cuenta de ello. Para dejar esto bien claro debo empe-­
zar desde un marco mucho más amplio. Este primer capítulo
Jo escribo como teólogo, buscando y fundamentando una
' visión de la presencia de Dios en toda vida. Quiero mostrar
que Dios está mucho más cerca de nosotros de lo que gene-­
ralmente reconocemos: Partiendo de este amplio marco de la
relación establecida entre Dios y nosotros mismos a través del
tiempo, quiero fijar la atención en el particular .terreno de la
terapia.
Voy a comenzar contándoles una historia. Es la historia
real de Helen Keller, que se quedó ciega y sorda cuando solo
EL MANANTIAL ESCONDIDO

tenía dos años. Helen hubiera tenido que vivir toda su vida
sujeta a las estrechas limitaciones de una persona que no
hubiera podido aprender nada. Pero tuvo una maestra, cuida-­
dora y creativa que no paró hasta descubrir otras posibilida-­
des para ayudar a Helen. Dándose cuenta· de que el tacto·era
el único medio para llegar al mundo interior de Helen, esta
mujer inventó una ·serie de toscas señales con las manos y día
tras día, colocando su mano sobre la de Helen explicaba a ésta
los nombres de las cosas que iba expe~imentando. Durante
mucho tiempo, Helen no logró asociar Io:_que iba tocando con
el movimiento de esas manos. Solo se daba cuenta de que,
además de todas las cosas que se iban metiendo en su interior
a través de su sentido del tacto, había una mano en continuo
movimiento dentro de la suya. Eso era todo. No tenía más sig--
~ -~·nificado
-
para ella que las paredes contra las que chocaba, o el
1 ~ttt· viento que la rozaba. Por fin un día, cuando Helen se lavaba
¡;;.e<>~.., las manos en la fuente que había delante de la casa, su infati-
\ ·' .,. gable maestra le hizo una vez y otra, casi con desesperación, la
;·o!. señal para «agua» y finalmente Helen comprendió. Entendió
que los movimientos en sus manos eran algo más que simples
movimientos. Eran signos que representaban los objetos que
iba tocando. De este modo captó el concepto de lenguaje ·y
bruscamente se le abrieron las puertas del campo del conoci-­
miento humano. Desde ese día no cesó de aprender y su hori-­
zonte no dejó de agrandarse cada vez más.
Muy pocas personas nacen con las mismas desventajas
que Helen Keller, pero ¿pueden realmente ver y oír? Podría
afirmar que muchas veces vemos y oímos menos que ella.
Cometemos el mismo error pensando que en nuestra existen-­
cia solo hay las cosas que vemos, sin ver y oír todo el sentido
oculto que encierran. Alguien está dirigiendo también nues-­
tra mano y no lo comprendemos. Como Hele.n, pensamos que
la realidad en meramente objeto y movimiento, cuando de
hecho es lenguaje y comunicación. Dios, el misterio de fondo,
hablándonos a través de las cosas.
Es la visión bíblica de la realidad la que intento transmitir
aquí. El salmista lo expresó así:
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

Los cielos cuentan la gloria de Dios


y la obra de sus manos anuncia el firmamento;
el día al día transmite la palabra
y la noche a la noche comunica la nueva. (salmo 19)
1' ••

Cuán numerosas son tus obras, oh Yahveh!


Todas has hecho con sabiduría, .
llena la tierra está de tus criaturas.
Ahí está el mar, tan grande y espacioso:
allí hay un hormigueo de seres innúmeros, .
animales pequeñós con mayores. (salmo 104).
1' • ' '

Desde la clarividencia de la Fe, toda realidad es creación


de Dios. Y la creación está siempre en continua evolución. Lo
que ahora existe no fue hecho en un instante, todo cobra
forma lenta y gradualmente. Esto significa que la obra de
Dios permanece. Dios prosigue su obra en el universo, expre-­
sándose a través de su creatividad eterna y dirigiendo todas
las cosas hacia el fin para que fueron creadas. ·
Esta forma de ver es la base para una actitud reve~ente
hacia todo y se llama contemplación. En la cumbre' de las
montañas, en medio de la nieve, percibimos la presencia de
Dios y la grandiosidad d~ Dios nos impone respeto. Pescando
en un lago volvemos a sentir lo mismo. La primavera, con su
efusión de flores, lo proclama de nuevo. Vemos al colibrí sus-­
pendido en el aire o sorprendemos a la ballena surcando los
mares. Partimos una col por la mitad y podemos observar
todos sus pliegues. Nace un niño y nuestros brazos le mecen
con reverencia; En todo esto Dios está expresando su divini-­
dad, relacionándose con nosotros. Nuestra respuesta instinti-­
va es respeto, gratitud, adoración. Según las hermosas pala-­
bras de E. E. Cummings, «ahora despiertan los oídos de nues-­
tros oídos y se han abierto los ojos de nuestros ojos». La con-­
templación no es sino darse cuenta de la presencia de Dios en
todas las cosas.
La actuación de Dios es cada vez más amplia. El amor
entra en nuestras vidas. Alguien nos ama y nos devuelve el
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reflejo de nuestra propia bondad y de nuestra belleza, nos
1
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1
EL MANANTIAL ESCONDIDO

ayuda a ver que también nosotros somos partes de la mani­

festación divina. Dios también vive en nosotros amando y


creando silenciosamente, co -creando con nuestra indispensa­

ble ayuda la persona que podemos llegar a ser. Aún más


ampliamente, todo lo que se engrana activamente en nuestra
vida (nuestro trabajo, nuestros amores, nuestros intereses,
nuestras satisfacciones) y todo lo que nos afecta queramos o
no, (cuando somos manipulados, cuando soplan vientos
adversos, la gran influencia de naturaleza y cultura), aunque
a veces no resulte exactamente como Dios ha dispuesto que
sea, son instrumentos de la creatividad de Dios. Hay actua ­
ción y comunicación divinas en todas ellas y cada una repre­
senta una oportunidad para nosotros, en espera de uria res ­
puesta. De esta respuesta depende lo que hagamos de noso­
tros mismos.

Metáforas para la presencia de Dios

Varios teólogps contemporáneos han tratado de despertar


en nosotros la dimensión espiritual de nuestra circunstancia
cotidiana, ofreciéndonos metáforas sobre la presencia divina.
Estas metáforas son imágenes extraídas de la experiencia
humana y nos ayudan a ver con mayor claridad y a sentir más
plenamente de qué modo Dios está presente y activo en todas
las cosas. ,
Karl Rahner, teólogo católico -romano, llama a ; Dios el
horizonte de toda experiencia1. Para Rahner, Dios está siem ­
pre bordeando los límites de la conciencia del hombre, del
mismo modo que rodea el horizonte los límites de la percep ­
ción visual. Generalmente no dirigimos nuestra mirada direc­
tamente al horizonte, sino que vemos todo sirviéndonos de él

1. Rahner ha escrito un volumen extenso de obras y la metáfora del hori­


zonte está en todas ellas. Donde desarrolla más ampliamente esta idea
es en su tratamiento de la persona Foundations of Christian Faith
(Seabury, 1978), 24 - 43.

18
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

. como telón de fondo. Asimismo no podemos ver a Dios direc-­

tamente, pero Dios es el telón de fondo ante el que· vemos


todo lo demás y de este modo Dios se halla siempre en el lími-
te de nuestra conciencia. Rahner amplía•especialmente este
tema en lo que se refiere a las dos actividades constantes del
espíritu: la búsqueda y el interrogante. Nos pasamos la vida
haciendo preguntas porque estamos deseando saber. El niño
pequeño es el ejemplo perfecto de esta actividad, con la·que
c~si logra desgastar a sus pac~.res. ·Pero el querer saber persis-­
te mucho después de que acabe la infancia y nunca nos senti-­
mos completamente satisfechos con la respuesta que nos dan.
Cualquier respuesta genera otra· pregunta dé mayor profun-­
didad. ¿Por qué este eterno deseo de saber? Rahner encontró
esta respuesta a sus interrogantes: todas nuestras preguntas
s~Íl; significantes de nuestra relación con Dios. Cada .una de
ellas·nos empuja _más cerca del horizonte, aún insatisfechos,
queriendo descubrir aún más el misterio infinito. Nuestros
interrogantes sin fin se dirigen a ese horizonte, y son testigos
de la relación esencial que existe entre él y nosotros : Ya adul-­
tos podemos continuar aprendiendo en cualquier campo y
pronto descubrimos que todos los profesores y librerías del
mundo no conseguirán hacer que cesen nuestros interro-· ­
gantes. El anhelo de verdad de nuestras mentes es insa'ciable. ·
La misma dinámica opera en la esfera de la búsqueda.·
Perseguimos la felicidad, · la satisfacción,· la ·realización~ o
como queramos llamarlo,-'p ero nada;·ni siquiera lo bueno que
podamos encontrar nos satisface. El niño suspira por crecer,
creyendo que la felicidad e'm pieza ' entonces.• Pero; ·¿es· así?
¿Empieza cuando se gradúa? Desgraciadamente no: ¿Con üri
trabajo bien remunerado? No está ·mal, pero· todavía· deja·
mucho que desear: A lo mejor la respuesta es el -matrimonio,
\ el sexo, la intinüdad. Hmm. ·Para algunos esto no·parece tan
bueno como dice la gente. ¿Los hijos quizás? ¿Tener una casa
propia? Nada de ello le llena. ¿Podría ser cuando los hijos
estén criados y se vayan? ¿Q~izás la.jubilación? La búsqueda
se va alargando y cada mojón del camino nos prueba que son
sólo satisfacciones incompletas que pronto se dan por senta-­

EL MANANTIAL ESCONDIDO

das, mientras que nuestro espíritu sigue inquieto, anhelando


otras. Nuestros proyectos, igual que nuestros interrogantes,
no son sino flechas lanzadas contra el horizonte, insatisfechas
por todo lo que no pueden alcanzar. Como con la verdad
igual con la bondad: nuestro espíritu está relacionado esen-­
cialmente con algún horizonte infinito exactamente en él cen-­ '
tro de nuestro compromiso. cotidiano con las cosas ,más tri-­
viales:.Ante este horizonte ·siempre presente, seperfila com-­
pleta la silueta de la limj_tación de todo. Algo de aquello que
buscamos (Dios), está contenido en cada verdad y en cada
cosa buena, pero nunca suficientemente. La metáfora del
horizonte d.e .Rahn~r sirve :para recordarnos agradablemente
de qué .manera está . presente Dios en todas nuestras expe-­
riencias.
Un teólogo protestante del siglo XX, Paul Tillich, utiliza
una metáfora diferente pero igualmente convincente para lla-­
mar nuestra atención sobre el Dios oculto y revelado en nues-­
tro mundo. Dios, dice Tillich, es .el fondo de las cosas2 • Si-la
. palabra de Dios no significa nada para ti, ·piensa dónde den-­
tro de ti se hallan escondidas· las experiencias más profundas
de tu vida. Allí es donde encontrarás a Dios, porque Dios es
la dimensión más profunda de toda realidad .. Puede verse
verdaderamente en la belleza de una rosa. O en la exquisitez
de una comida. O en el complejo enigma de la existencia. O
en la ·profunda alegría de ser amados. O en la agonía de sen-­
tirnos solos. O en el majestuoso poder de una gran música. O
en la pasión de un compromiso, o en cualquier otra experien-­
cia de fondo . psíquico. . Donde tocamos profundidad, dice
Tillich, t~camos a Dios. Es un metaforista maravilloso, porque
se agarra a nuestra miras religiosas, tan frecuel).temente diri-­
gidas demasiado arriba y las reconduce hacia abajo y hacia
nuestro interior. Para Tillich, Dio.s está aquí, dentro de todas
las cosas.

2. Lá metáfora de Tillich también se encuentra en todos sus libros. La con-­


vierte en el tema principal de su provocativo sermón en The Shaking of
:lhe Foundations (Sbriner 1948), 52-63.
-
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

.. Rosemary Radford Rtiether aún utiliza otra metáfora para


intensificar más todavía este conocimiento. Una teóloga femi-­

nista consciente de la destructividad de la arbitraria masculi--

nización de Dios, Ruether, transf9rma lo que se ve como la


imagen · ~xtendida de Dios, «Dios el superyó.paternal», en
«Dios, la ·matrix_autorizadora»3 • La visión de Dios padre nos
es totalmente familiar, quizás un poco . menos la visión de
Dios juez (superyó), ·algo parecido a una.imagen masculina.
Ruether.pretende una metáfora más liberadora, más confor-­
me con nuestra experiencia de la ~ondad; y de la áyudá de
Dios hacia nosotros. Un'a «Matrix»~ del latín madre, es el fun-­
damento de las cosas o el lugar donde ·se hallan .contenidas.
En esta metáfora maternal, Ruether ve a Dios como el semi-­
llero fértil en el. que nosotros y ·todas .las demás criaturas
echamos ra:íce~. _Dios no _sólo"~a· el ser y la vida, sino que sigue
siendo la fuente que nos hace crecer y desarrolla~nos. Existe
una cierta afinidad entre · las metáforas de Ruether . y de
Tillich~ En ambas, Dios en lo profundo, Dios el manantial <?
fuente de vida. ·
Sally McFague hondamente convencida de que tenemos
que poner un nuevo nombre a Dios si queremos salvar la tie-. ­
rra, sugiere varias metáforas para sustituir a Dios como Rey
del Universo y Señor de los. ejércitos: Dios madre; Dios _aman-­
te, Dios amigo. Los tres ponen su énfasis en el amor e invitan
a una ~anera diferente de relacionarnos con Dios. McFague
añade además una . metáfora de la tierra: .la tierra, cuerpo de
Dios4• Con ella, intenta infundir nuevo vigor al hondo sentido
· que _poseían nue~tros ancestros de la tierra como algó sagra-­
do. Hablando en metáfora la tierra es el propio cuerpo de
Dios. La imagen de McFague está sacada de experiencias reli-
giosas similares a las de Tillich o Ruether: Dios en el fondo de
las criaturas, Dios la madre autorizador~; extrapol~ndolo

3. Véase Rosemary Radford Ruether Disputed Questions: On Being a


Christian (Abigdon,
- '
1982),
... 24. ·
4. Sally McFague Models of God: Theology for an Ecological Nuclear Age
. (Fortress, 1987) 69-77.
-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

ahora a Dios encarnado en el cuerpo de la tierra. Charlene


Spretnak muestra un pensamiento parecido cuando denomi­
na al mundo cuerpo d é la tierra. Lo expresa así:
el pensamiento central de la espiritualidad de la diosa coetánea
es que la divina-creatividad en el universo o misterio último-
está estrechamente ligada a todas las manifestaciones cósmicas
y a nosotros por todas partes. La divina es inmanente, no con ­
centrada es un distante poder, un dios celestial. En lugar de
aceptar la idea de la religión patriarcal de que hay que trans­
cender cuerpo y naturaleza, es posible aprehender la divina
transcendencia como una sagrada, totalidad o la infinita com ­
plejidad del universo. La diosa es una metáfora para la inma­
nencia y la transcendencia de la sagrada totalidad y expresa la
regeneración continua con los cielos de todo el conjunto de la
tierra y contiene el misterio de la diversidad desde dentro d éla
unidad: la extensa cadena de diferenciaciones en la forma de
vida sobre la tierra es consecuencia de su sistema dinámico y
está estrechamente relacionada5.
Elaborando su metáfora, Spretnak nos ofrece una visión
convincente:
... nuestros ancestros del neolítico percibían las generosas mani­
festaciones de la tierra como emanaciones de un cuerpo fértil -
úna inmensa mujer, cuyas mareas se movían al compás de la
luna; cuyos ríos mantenían la vida; cuyo suelo nutricio produ­
cía alimento; cuyas cavernas ofrecían los recintos para los
rituales dé la ceremonia de la sagrada comunión con su cuerpo;
cuyo vasto seno subterráneo acogía a todos los muertos. No
resulta difícil entender por qué la consideraban sagrada6.

5. Charlene Spretnak States of Grace: The Recovery of Meaning in the


Postmodern Age (Harper, 1991) 136.
6. Spretnak, op.cit.
Ruether, McFague y Spretnak son exponentes de la teología feminista,
un movimiento contemporáneo de gran importancia. Su compromiso
es vencer las grandes opresiones: de la mujer, la naturaleza, ciertas
razas, la pobreza... El feminismo se opone al m odo de pensar del dua -
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

Todas estas diferentes metáforas, basadas en la experien ­


cia religiosa humana, ayudan a que se desvanezca la idea per ­
sistente de que Dios está allá arriba en los cielos o en algún
lugar remoto, morando en un espacio aparte. Todos se aúnan
para insistir en que Dios está justo aquí: el horizonte de toda
experiencia, lo profundo de las cosas, la madre autorizadora,
el espíritu personaíy dinámico de la tierra. Que Dios esté en
las cosas de nuestra vida, cotidiana es difícilmente un descu ­
brimiento del siglo XX, pero es una verdad que preferimos
pasar por inadvertida7. Un cronista oriental escribió una pre ­
ciosa historieta sobre la eterna confusión. Dice así:

lismo, que divide la: realidad en polaridades y declara la superioridad


de un polo sobre el otro: espíritu versus cuerpo, hombre versus mujer,
hetereosexual versus homosexual, humanidad versus naturaleza,
razón versus emoción, acción versus contemplación. El feminismo
posee un pensamiento holístico y ecológico, exalta la rica diversidad de
la creación y enfatiza dignidad e interdependencia. Yo m e siento muy
agradecido a la teología feminista y recomiendo las siguientes obra a
modo de introducción a su estudio. Carol Chirst y Judith Plaskow han
publicado dos buenas antologías que muestran la amplitud de estas
materias: •Womanspirit Rising (Harper, 1979) y Weaving the Visions
(Harper, 1989). Una muestra de los temas de las teólogas pioneras del
feminismo puede encontrarse en Sexismand God Talk (Beacon, 1983) de
Rosemary Radford Ruether. Reclaiming the Connections (Sheed and
•Ward, 1989) de Kathleen Fisher ofrece una convincente espiritualidad
actual desde una visión feminista.
7. La escuela contemporánea conocida como «teología constructiva» es
otra m ayor fuerza en promover una visión integrada y ha supuesto
una gran influencia en mi pensamiento. Proviene de Alfred North
Whitehead (1861 - 1947). Esta escuela ilumina la prioridad de llegar a ser
y de las relaciones en nuestra experiencia de la realidad. A veces lla­
mada la «filosofía del organismo», enfatiza las interconexiones existen -
ciales de todas las cosas en un proceso evolutivo sin fin, con Dios en el
núcleo del proceso. Whitehead, m uy difícil de leer, com o es sabido,
resulta m ás accesible en su obra Science and the Modern World (Free
Press, 1967) o en Adventures of Ideas (Free Press 1967). Un buen resumen
de la teología constructiva es Process Theology (Westminster, 1976) de
John Cobb y David Griffin.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Perdona>>, dijo un pez joven a uno más viejo.


«¿Puedes conducirme a lo que se llama el oceano?
.Lo he estado buscando por todas partes.>> «El océano>>,
contestó el pez viejo, «es donde estás nadando ahora,
¡esto mismo!>> «¿esto?>> Dijo el joven p~z det;:epcionado.
«Esto es sólo agua. Yo estoy buscando el océano>>.
y se alejó nadando para c~~tinuar su búsqueda.

La Biblia como base para una visión contemplativa de la realidad.


.• .
Estas metáforas actuales qe 1!1 pr~sencia de Dios nos inci-­
tan realmente a pensar. Pero muchos cristianos se pregunta-­
rán: ¿Hay alguna base bfblica para poder pensar de esta mane-­
ra?
Desde luego que sí. Sería muy extraño encontrar cual-­
quier teólogo proponiendo metáforas carentes del apoyo de
las Escrituras. Estas ~etáf<;>~as son recientes, es cierto, pero
todas están de acuerdo con la per~epcióJ:1 bíblica. Los teólogos
de la razón idean nuevas metáforas, porque cada época nece-­
sita nuevas maneras de intuir y expresarse,. para poder esta-­
blecer una conexión con Dios; metáforas estrechamente uni-­
das a la experiencia vital. La Biblia es, ·después de todo, un
libr~ muy antiguo. Pero el uso' de metáforas para hablar de la
experiencia divina es tan antiguo corno la Biblia misma, qui-
zás aún más y se utiliza en todas las religiones del mundo.
El criterio para evaluar la validez de las nuevas metáforas
de Dios es el siguiente: La visión que ·encierrán, ¿se corres-­
ponde con la visión bíblica? O aún niás explícitamente para lo
. . . . .

· El paleontólogo y jesuíta francés Pierre Teilhard de Chardin (1981--


1955), ampliamente conocido por su única síntesis personal del pensa-­
miento evolutivo científico y el misticismo cristiano, es otra fuente de
teología constructiva. Trabajando independientemente de Whitehead
retrata un universo cargado de la presencia y actuación organizadora
del Cristo Cósmico. Su visión mística está muy bien transmitida en su
hymn of the Universe (Harper,1969). Sus dos obras sistemáticas 'más
importantes son: The Phenomenon of Man (Harper, 1961) y The Divine
Milieu (Harper, 1965). ·
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

' que· nos proponemos aquí, ¿puede la Biblia mostrar a Dios


como parte de la experiencia cotidiana, como presente e inte-­
ractivo en medio de nuestra vida . día .a .. día? Si, puede.
Podemos .demostrarlo partiendo de San , Pablo, Sano}uan y
Jesús. ·. .,
Pablo, quien trataba de convertir a los griegos -al. cristia-.­
nismo, deambulaba un día por la ciudad de Atenas contando
sus monumentos religiosos. Vio altares erigidos en honor de
innumerables dioses ·y aunque no era ·politeísta ·estaba de
acuerdo con la convicción religiosa básica que veía expresada
en dichas construcciones. Era evidente, que para los gri~gos
la vida estaba enteramente impregnada·de la presenéia y acti-­
vidad divinas. Veían un. dios en los campos y en el grano que
éstos producían, otro dios en las abundantes aguas, un dios
en el misterio de la sexualidad, un dios en ·el sol~ en la luna y
,~-~n las estrellas; un dios en el centro de la vida·doméstica, etc.
etc. El cosmos era una revelación divina, .misterio y poder,
lleno de sacral~dad y todas las vidas versaban sobre la divini-­
dad. Pablo estaba de acuerdo con su .visión básica yasí empe-­
zó su sermón con· una declaración de fundamentos comunes:
;

«Atenzenses, os veo en todo hombres religiosos. Atravesando,


en efecto y observando uno tras otro vuestros monumentos de
piedad, encontré un altar en el que estaba escrito: AL DIOS
DESCONOCIDO. Lp que veneráis, pues sin conocerlo, esto os
. anuncio yo.>~ q-Iechps de los Apóstoles.l7:22-23). .
De este modo se hizo partícipe eri su experiencia de la
omnipresencia de lo divino y utilizó el altar al dios descono-­
cido para empezar a hablar del Dios en el que él creía, inten-­
tando simplemente unificar a todos sus dioses (politeísmo) en
un sólo (monoteísmo). Así, les describió al Dios creador de
todas las cosas, que daba alimento y 'vida a todas las criatu-­
ras. Una vez·hecho esto, volvió al tema de la omnipresencia.
«Para que buscasen a Dios por si le alcanzaban y le hallaban; y
de cierto no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él
vivimos y nos movemos y estamos, como han dicho algunos de
vuestros poetas.>> (Hechos de los Apóstoles, 17: 27-28).
EL MANANTIAL ESCONDIDO

De esta manera, Pablo encontró lo esencial de sus propias


creencias en las fuentes de la religión de los griegos y desde
entonces hizo referencia a ellas para lograr que se le unieran.
La creéncia es: estamos íntimamente unidos a Dios todo el
tiempo, ya que vivimos y nos movemos y estamos en Dios.
Desde esta perspectiva, podemos ver la clara; e integrada
visión de Pablo de lo sagrado y lo'secular, una visión del
mundo en la cual la realidad secular es la realidad sagrada
-para todos aquéllos que tienen ojos para ver. Esto es muy
diferente de la idea, bastante corriente entre los. cristianos de
hoy, de que Dios es un ser más allá de la realidad visible, un
Dios al que clamamos a voces para inducirle a intervenir eri
nuestras tribulaciones. La visión de Pablo sugiere que cuando
un cristiano reza, no debe mirar hacia arriba, sino dentro de,
él, que es donde Dios está presente y activo. >
También habla Pablo de su visión integradora a los roma ­
nos cuando dice: ;
«Porque lo conocido de Dios está de manifiesto en ellos, porque
Dios se lo reveló. Pues lo que de El es indivisible desde la fun ­
dación del mundo, su eterno poder y divinidad, lo ve la mente
por sus obras, a fin de que queden sin excusa; porque conocien­
do a Dios no lo glorificaron ni le dieron las gracias.» (Roma­
nos 1: 29-21). -

Aquí también la creación es teófana (Dios revelándose a sí


mismo), la base de esta perspectiva contemplativa de todo lo
que nos mueve al asombro y a la veneración. El texto nos invi­
ta a encontrar a Dios mirando más intensamente y viendo
más profundamente en el 1interior de nuestra condición
humana. -V:-.-;
La visión de Pablo de cómo debemos adorar a Dios está de
acuerdo con esto. Habiendo completado la extensa parte de la
doctrina de los romanos, Pablo entró en la materia de la ado ­
ración.
«Os exhorto hermanos por las compasiones de Dios a presentar
vuestro cuerpo como hostia viva, santa, agradable a Dios: es
vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis a este siglo, sino
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

transformóos con la renovación de la mente, para que probéis


cuál es la voluntad de Dios, la buena, la grata, la perfecta.»
(Romanos 12:1 - 2). .
Este texto dice literalmente: ofrecer vuestros cuerpos
como sacrificio. Pero como señala Rudolph Bultmann, espe­
cialista del Nuevo Testamento, Pablo quiere decir uno mismo
cuando utiliza el término «cuerpo» en tales contextos8. El sig­
nificado de este pasaje es que adoremos a Dios, no principal­
mente con ritos religiosos, sino con nuestra mismidad, ó con
nuestra vida entera. La adoración de Dios no es una actividad
religiosa aparte, sino un modo espiritual de vivir que fluye,
según explica Pablo en este pasaje, de una radical metanoia o
conversión - u n a transformación de nuestra visión y una reo ­
rientación de nuestros valores - , para que se correspondan
con los de Dios. . : ¡ ■ ■
Esto debería hacernos pensar que si Dios está presente én
nosotros en toda realidad, nuestra respuesta debe de ser simi­
larmente omnipresente en toda nuestra vida. L
En Juan, los rasgos de la verdadera adoración de Dios son
muy parecidos. En su evangelio, Jesús dice a una mujer de
Samaría:
«Créeme, mujer, que vendrá tiempo en el que ni en este monte
ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Pedro viene un tiempo, y es
ya ahora, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; y, en efecto, el Padre busca tales adorado­
res de El. Espíritu es Dios y sus adoradores deben adorarle en
. espíritu y verdad.» (Juan 4:21-24).
i Un pasaje de su primera epístola refleja, aún más, esta
perspectiva de la omnipresencia de Dios en medio de noso ­
tros. Es uno de los pasajes predilectos de las Escrituras:
«Amados míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene
de Dios; y todo el que ama, ’de Dios ha nacido y conoce a Dios.
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor...

8. Rudolf Butmann, Theology of the New Testament (Scribner 's, 1951).


EL MANANTIAL ESCONDIDO

A Dios nadie le ha visto jamás; si nos amamos los unos a los


otros, Dios permanece en nosotros y su amor está completo en
nosotros... Dios es amor y el que permanece en el amor, en Dios
permanece.» (1 Jn. 4: 7-16).
Para aquéllos que desean la unión con Dios, lo hermoso
de este pasaje es que da fe de que nuestra experiencia básica
humana de amar y ser amados es en sí una experiencia divi­
n a/ porque el amor humano está inundado del amor divino.
Es el amor de Dios el que actúa en nosotros cuando nos ama ­
mos unos a otros. De este modo nos entregamos a Dios y lo
recibimos. Este otro aspecto del amor humano, da una luz
singular al amor que sentimos. Parece ser que hay muchos
que no piensan en ellos mismos espiritualmente y aún más
aquéllos que demuestran mucho amor en sus relaciones. Este
pasaje los bendice con la buena nueva de que ellos conocen a
Dios mejor de lo que piensan. Que ellos son, de hecho, hijos
de Dios.
Las palabras de San Juan están estrechamente relaciona­
das con una de las principales parábolas de Jesús: la historia
del juicio final (Mateo 25) en la que el criterio que sigue Dios
para juzgar el merecimiento final de una vida humana es la
manera en que la persona haya respondido a su prójimo en la
necesidad -hambre, sed, sin asilo, enfermo, encarcelado. Esto
significa que, en lo concerniente a Dios, el último criterio no
es aquel que nos sentimos inclinados a pensar - fe ortodoxa o
actividad religiosa -. No, es sencillamente el amor. Lo que
hace mayor vuestra sorpresa en esta parábola de Jesús, es que
aquéllos que pasaron la prueba no estaban pensando en Dios
(«¿Cuándo te hemos visto?») cuando actuaron como lo hicie­
ron; simplemente estaban tratando de hacer lo que les parecía
justo con la gente necesitada. De aquí es de donde toma Juan
su inspiración, desde el momento en que Jesús a quien ama ­
mos cuando amamos a alguien necesitado, no demos o no
cuenta de ello.
Esta parábola muestra una creencia que se halla en toda
parábola de Jesús: Dios está presente y actuando en todo el
mundo creado. Algunas son parábolas de siembra, en las cua ­
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

les representa el proceso de la naturaleza como una metáfora


para la omniprese~te actuación de Dios, ocul~a, ~ pero llena de
poder. Otros proce~os naturales evocados comoiejemplo son
el cambio de las estaciones, la levadura de la masa,·los·árbo-­
les frutales, etc., etc. Muchas parábolas presentan. a seres
humanos en interacción y llaman la atención sobre el signifi-­
cado espiritual de las elecciones que hacen en sus tratos -ejér-­
citos yendo a la batalla, convidados en los banquetes, mujeres
trabajando en el hogar, la elite y BUS vasallos; una.mujer' con
la cesta de la recolección, acreedores y deudores, novias y
1

novios, padres e hijos, . ricos y mendigos. Jesús los ve como


niños, aún sin definir. ·Son parábolas· que ·nos indican cómo
quiere Dios que seamos. Es siempre en la vida cotidiana
donde Jesús señala la presencia de Dios. ·
Nadie podrá decir qu'e todo esto sea meramente ilustra-­
ción, que Dios está realmente en su distante cielo y ·que Jesús,
el ingenioso narrador de cuentos,·· utiliza simplemente las
cosas de este mundo para indicar la ·semejanza de Dios. Antes
me gustaría sugerir que Jesús, más allá de su profunda visión
contemplativa, hablaba de semillas, de estaciones y personas,
porque veía en ello la manifestación y el don del · propio
Creador. «El reino de Dios está entre vosotros» .(Lucas ·17:21),
decía. Sentía intensamente la presencia y la acción de Dios en
todas las cosas, como lo hicieran anteriores místicos. Para
ellos, la tierra es sagrada, lo seci.tlar es sagrado. Dios es la
energía impulsora del corazón del cosmos. 1

. Quisiera· cerrar este capítulo de fuentes, declarando .mi


agradecimiento a una figura histórica altamente influyente
que ·ha·mediado entre la tradición bíblica y mi persona, San
Ignacio de Loyola, místico del siglo XVII y ·fundador de la
Compañía de Jesús. Yo mismo he sido jesuíta durante veinti-­
dós años y he bebido intensamente de las fuentes de su espi-­
ritualidad. La consigna de Ignacio para acceder a una vida
cristiana era «contemplación en acción» y «encontrar a Dios
en todas las cosas».
En el centro de la visión de Ignacio se halla su profunda
experiencia religiosa de la presencia y actuación de Dios en
EL MANANTIAL ESCONDIDO

todo lo existente.- Trató-de resumir su experiencia y conducir


a los otros a la contemplación, lo que sitúa al final mismo de
su manual de retiros Los ejercicios espirituales9 • En esta con-­
templación suya, Ignacio describe a Dios no como habiendo
creado el -mundo, sino creándolo y dándole vida constante-­
mente; no como ·habiéndonos.regalado la tierra, sino dándo-­
nos en cada momento la vida, el alimento y todo lo bueno,
como prueba de su amor; no como habiendo firmado esa obra
de art~ , que llamamos mundo, sino revelándose a Si mismo
continuamente en la rebosante vitalidad de éste y ofreciéndo-­
se a-nosotros mediante todo lo creado. Aceptarlo y establecer
una relación con Dios es simplemente ir de acuerdo con la
respuesta espontánea de nuestros corazones; respeto, ·grati-­
tud, amor y deseo de servir a Dios de todas las maneras posi-­
bles, ·para lograr que se realicen los propósitos divinos en
todo el mundo.
Ignacio creía que la oración es la base de la vida cristiana,
pero·no creía que hubiera que pasarse todo el día rezando, ni
siquiera los que consagraban enteramente su yida a Dios. El
pensaba que la mayor adoración que podemos ofrecer a Dios
es ponernos al servicio de los demás. Podemos hacerlo perte-­
neciendo . al mundo, sin perder el contacto con Dios por
medio de las oraciones, porque todo en el mundo está
impregnado de Dios. Ignacio pensaba también que el mejor
contexto para el crecimiento espiritual no se encontraba en un
espacio silencioso y retirado, sino en el cumplimiento del. cris-­
tianismo, interactuando con los otros, porque ahí es donde
existe la , posibilidad de ·desarrollar todas las virtudes.
Proponía estar siempre concentrados en esto y es el compo-­
nente esencial de su bastante sencillo programa de oraciones:
dos veces ·al día un breve examen de conciencia, en el cual
intentaremos .discernir si estamos realmente respondiendo a
las demandas ·de Dios en cada circunstancia. A este modo de
vida lo llamó «contemplación en acción».

9. George E. Ganss, S.J., Ignacio de loyola: The Spiritual Exercises and


Selected Works (Paulis, 1991)
LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA COTIDIANA

He llamado aquí la atención sobre Ignacio, para redonde ­

ar la lista de las principales influencias de la espiritualidad


que presento en este libro. El núcleo de esta espiritualidad
está en las Escrituras, pero influenciado significativamente
por la lectura de la tradición biblico-teológica según el méto ­

do, por la teología feminista y por la espiritualidad ignaciana.


Este capítulo es un intento de exponer una visión de la Fe
y fundamentarla teológicamente. La utilidad de esta visiones
tan extensa como la vida misma. Comenzamos a vivir más
plenamente cuando los oídos de nuestros oídos se despiertan
y los ojos de nuestros ojos se abren y llegamos a reconocer el
manantial escondido. Todo lo que digamos sobre terapias,
nuestro centro de interés más específico, está situado dentro
de la matriz de esta visión del mundo.
.;
2
PSICOTERAPIA YESPIRITUALIDAD

¿Qué relación hay entre psicología y espiritualidad?


A simple vista parecen ser intereses muy distintos. Una
es un campo de la ciencia, de cosecha bastante reciente, que
pretende comprender la dinámica interna y relacional del
ser humano. La otra tiene sus raíces en. la experiencia reli-­
giosa (una especie de revelación o inspiración), es tan vieja
como el hombre, y parece estar más ·interesada en orientar-­
nos hacia la realidad que se encuentra más allá de nuestras
percepciones.
Desde otra perspectiva, las dos parecen tener mucho en
común. Cuando-la psicología se pone a trabajar al servicio de
la psicoterapia, se esfuerza en fomentar el crecimiento y bie-­
nestar de las personas. Esta es una meta que comparte con la
espiritualidad, aunque desarrollo y bienestar se consideren
de manera diferente en los dos campos. Ambos buscan libe-­
rar al ser humano de sus cadenas y conducirle a una vida más
plena. Muchos consejeros combinan en la actualidad la orien-­
tación psicológica con la espiritual. Hasta la fecha, estos dos
sectores no habían conseguido ser amigos. Desde los días de
Sigmund Freud, existía una ·gran duda por ambos lados, a
veces un fuerte temor y una hostilidad manifiesta.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

·Del lado de la espiritualidad las dudas expresadas eran


las siguientes: ¿No es la terapia atea a veces? ¿No es a menu-­
do meramente humanista? ¿No ayuda la terapia a las perso-­
nas a realizarse por caminos egoístas, mientras que la
espiritualidad cultiva lo profundo de la persona y genera el
interés por toda la comunidad? ¿No fomenta la terapia la con-­
fianza en' nosotrqs mismos,· cuando lo que necesitamos real-­
mente es confiar en Dios? 1•
Del lado de la psicología las contraposiciones eran: ¿no es
a menudo la religión, precisamente, el mayor impedimento
para la salud mental? ¿No vuelve a la gente neurótica, preo-­
cupada por la culpa y el miedo?
¿No la mantiene en una subordinación infantil ante las
autoridades religiosas, así como ante un dios imaginario?
(Principal crítica de Freud). ¿No aleja sus energías vitales
fuera de este mundo hacia una vida que supuestamente debe
llegar? (Princip·arcrítica de Marx). Y ¿no engendra mayor rigi-­
dez, mayor sectarismo, mayor odio y represión hacia los
demás que el amor y la sociedad, cualquiera que sea la reli-
gión que se profese? Todas estas son cuestiones muy serias,
que demuestran como pueden estar equivocadas una y otra,
psicología y espiritualidad. Ello nos conduce a la única clase
de respuesta satisfactoria sobre las relaciones que hari.resta-­
blecido. La psicología y la espiritualidad (que se halla gene-­
ralmente encasillada dentro de una religión organizada)
necesitan examinarse a sí mismas y escuchar a la otra, si están
favoreciendo realmente el bienestar humano: verdadera libe-
ración, salud, totalidad, realización.

1. Esta crítica de la terapia está intensamente articulada por un grupo de


importantes sociólogos en Habits ofthe Heart (Universidad de Califor-­
nia, 1985), 98-141,
- de Robert Bellah y otros.
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

Hacia una relación auténtica entre la psicoterapia


y la espiritualidad
Terapia .proviene del griego therapeuein y significa «Sa-­
nar». Así que la terapia es el arte de sanar. La etimología de
«salvación», que es la recompensa que promete la fe religiosa,
viene también del griego soteria y del latín salus, ambas signi-
fican «curación, salud, salvación». Todo esto resulta muy ilus-­
trativo. La idea es la misma en los dos diferentes contextos. La
salvación es en si misma curación. En el Nuevo Testamento,
la salvación posee un sentido mucho más amplio que la idea
restringida que se ha apoderado de muchas mentes cristia-­
nas: si vives una buena vida, irás al cielo. Esto encierra todo
lo curativo, salud y salvación para aquéllos que siguen a
Jesús. Este primer significado sirve para esta vida. «Hoy halle-
gado la salvación para esta familia» (Lucas 19), dice Jesús en su
encuentro con Zaqueo. «Tu Fe te ha salvado» (Marcos 5), dice
Jesús a la mujer de la hemorragia. Terapia y espiritualidad
unidas aspiran a llevar curación y salvación a las personas, en
esta vida. ;
Volviendo a l<1; materia, esta vez desde el lado del proble-­
ma: cuando una persona va en busca de una terapia, lo hace
porque se siente desgraciada po'r algo y no puede encontrar
el camino de la paz. ·Pero esto es exactamt:;nte' lo que la gente
busca en la religión. Un notable libro recientemente publica-­
do sobre la cuestión religiosa es El budismo: una introducción
para · cristianos y judíos 2, de Antony Ferriando y Leonard
Swindler. Fernando es un catedrático católico, doctorado en
teología y budismo simultáneamente. Swindler es también
católico-romano
- y teólogo dedicado ·al estudio profundo de
los pensamientos judío y cristiano. Han trabajado juntos para
demostrar que existe una marcada afinidad interna entre
estas tres grandes religiones. La meta de las tres es la misma
--la liberación del ser humano-. - En su concepción original, las

2. Orbis, 1985.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

tres tienen una visión mayor de la liberación en este mundo,


que de la vida_después de la muerte. Cada uno de estos genia-­

les autores dirige sus miras hacia la difícil situación en que se


encuentra el ser humano y traza una trayectoria para la libe-
ración y la salvación. Sus trayectorias difieren en algunos
a
aspectos, según la cultura la que pertenecen las religiones.
A pesar de todo, no sólo están de acuerdo en sus metas, sino
también en los valores fundamentales necesarios para poder
llegar a la liberación o salvación. Dichos valores son: honesti-­
dad, propia aceptación, amabilidad, humildad, tolerancia,
esperanza, autocontrol, sencillez, compartir los bienes, ayu-­
dar al prójimo, capacidad de perdonar, serenidad, no-violen-
- ­
cia, reflexión. En todo esto debe estar basada la vida sana,
liberada e iluminada, del individuo y de la sociedad.
¿Quiere la terapia entablar una lucha contra alguno de
estos valores, o poner en duda la idea de que aquéllos que los
cultivan están encaminados hacia una vida iluminada, libera-­
da o sana? Me resulta difícil creerlo. También la terapia busca
una liberación alentadora de los conflictos internos y exter-­
nos, la aceptación de la realidad y el compromiso..constructi-­
vo; un sentimiento básico de seguridad y paz interior y el
mayor desarrollo posible de las capacidades personales.
¿Quiere una sana. espiritualidad entablar' una 1\}cha contra
cualquiera de estas metas terapéuticas? Esto. es también difí-­
cilmente imaginable. Entonces, ¿no existen motivos amplios y
suficientes para que la espiritualidad y la terapia puedan
colaborar y llevarse bien? ¿Por qué entonces han entrado .en
conflicto? Porque ambas, a veces, no han alcanzado el nivel
de lo que podrían y deberían de ser. Cuando una terapia hace
que una persona se vuelva más egoísta en vez de darse más a
los demás, es una mala terapia. Cuando una terapia sólo se
refiere a Dios, innecesariamente se empobrece y se angosta.
Cuando la espiritualidad fomel).ta la culpa neurótica, los mie-­

dos o la dependencia, o produce odio y opresión hacia los


demás, es una mala espiritualidad. Ni terapia ni espirituali-­

dad pueden apartarse del verdadero camino. Si ninguna de


las dos consigue cosechar ninguno de estos frutos, es necesa--

PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

rio que corrija la mayor parte de sus tradiciones y también


algunos de sus métodos. En resumen, cuando ambas, psico-­

terapia y espiritualidad, son sanas, van unidas en el intento


de fomentar el bienestar del hombre. No son realidades sepa-­

radas y ciertamente· no son ·opuestas. La mejor manera de


analizar su relación es considerar la espiritualidad como la
mayor •estratagema de los significados, valores y energía
desde 'los que trabaja la psicoterapia. Esto se deduce de lo
expuesto en el anterior capítulo. Si partimos de la ·premisa
que Dios es el horizonte o la dimensión más profunda de toda
experiencia, entonces también es el horizonte o la dimensión
más profunda de la psic;oterapia. La espiritualidad se ocupa
de las cuestiones esenciales, de las dudas más íntimas, del
sentido. y de los valores fundamentales de la vida del ser
humano y por consiguiente, particularmente, de la terapia. La
te~apia necesita orientaciones espirituales. La espiritualidad
necesita de los insights terapéuticos y de sus instrumentos.
Quisiera dejar claro que cuando hablo de «espiritualidad»
me refiero a algo diferente al exacto concepto de religión. O
sea, a la orientación básica de la propia vida, a la relación con
los fundamentos más esenciales de la propia existencia, lo
que Karl Rahner llama «la transcendencia del espíritu». Es
cierto que, para muchos, la espiritualidad se alimenta dentro
del contexto de una religión establecida. Allí es enriquecida y
guiada generalmente. por toda la. tradición de las Sagr~das
Escrituras, de los ejemplos de los santos, de los nutrientes
rituales, apoyado por sermones y enseñanzas, y cuenta con el
soporte de una comunidad amable. Pero en lo que se refiere a
una religión establecida, la espiritualidad es, al mismo tiem-­

po, prioritaria y más personalizada; es la razón de ser de las


organizaciones religios~s. Somos espirituales, pertenezcamos
o no a una' religión. Este dirigirnos a alguien que está más allá
de todas las cosas, estas dudas e interrogantes nuestros, esta
irreprimible trascendencia del espíritu y Dios entregándose a
nosotros, son una parte de nuestra existencia. Queramos o no
ser conscientes de ello, cultivemos o no desde nuestro interior
el pertenecer a una religión.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Algunos teóricos que reconocen la apertura a lo espiritual


Han existido muchos psicoterapeutas prominentes que
han comprendido claramente las posibilidades que abre la
terapia en este extenso campo de la espiritualidad. Quisiera
ahora resumir brevemente el pensamiento de algunos de
ellos, para mostrarles cómo contemplaban esta interacción.
Hablaré de Carl Jung, Viktor Frankl, Abraham Maslow,
Robert Kegan y Gerald May.
· El más conocido probablemente y el más invocado cuan-­
do buscarnos un psicoteórico integral, es Carl Jung. Este emi-­
nente psiquiatra suizo es muy famoso por su agudo interés en 1
materia espiritual. La base de su apertura fueron sus propias
experiencias religiosas, que comenzaron ya siendo muy
joven. A pesar de que nunca perteneció a una iglesia (no se
sentía atraído por ninguna religión estableéida), mantuvo un
pensamiento espiritual vivo a lo largo de su vida. Cuando a -
la edad de ochenta años le preguntaron si creía en Dios,res-­
pondió: «¿Que si creo? No creo, lo sé». Jung conocía inuy bien
la fama de Freud y había aprendido mucho de él antes de
conocerle. Cuando se encontraron hicieron en seguida buenas
migas y un e~tenso intercambio de materias. Rurante ci~rto
tiempo, el uno· interpretó los sueños del otro. Pero la hostili-
dad de Freud hacia las consideraciones espirituales era evi-­
dente, y paulatinamente Jung se dio cuenta de que su amistad
se rompería a causa de esta diferencia fundamental. Así fue.
Todo esto está detallado en la autobiografía de Jung: Memo-
rias, sueños y reflexiones 3• .

A Jung no le interesaba el Dios de las alturas, sino Dios


aquí, el Dios de la experiencia religiosa, el Dios de la psique.
Dios es uno y es El mismo, pero el punto de partida de Jung
no era cosmológico u ontológico, sino psicológico y era la
experiencia psíquica de Dios lo que le fascinaba. Jung empe-­

zó a darse cuenta de que algunos de los mismos símbolos e

3.'’ Vintage, 1965..


PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

incluso algunas historias, aparecían en diversas culturas reli­


giosas y dedicó muchos años de su vida a la búsqueda de
estos símbolos religiosos universales a los qué llamó arqueti­

pos. De este modo, ampliando incesantemente sus estudios,


Jung se convirtió en un erudito del estudio comparativo de
las religiones. Jung demuestra que domina ambos campos,
psicología y religión, cuando hace la observación de que las
religiones del mundo son los grandes símbolos terapéuticos
de la humanidad. -
Para Jung, Dios actúa en nuestras vidas desde lo más pro ­
fundo de nuestro ser y si queremos vivir nuestros destinos,
debemos estar en armonía con esta fuerza interior. También
resalta la importancia de prestar atención a nuestros sueños,
vía dé comunicación divina, una práctica ya establecida en la
Biblia. Explica que existe una función reveladora en nuestras
emociones, positivas o negativas y también en nuestros sue­
ños diarios. Comenta que no ha tratado a ningún paciente
que se hallara en la segunda mitad de su vida, cuyo problema
no fuera en el fondo de índole espiritual. Para Jung, lo psico ­
lógico y lo espiritual está entrelazado. Le parecía simplemen­
te imposible conducir a Dios fuera de la psique4. ,
Viktor Frankl es otro psicoterapeuta muy conocido, con
un sentido integrador de lo espiritual. Donde Freud dice que
es el principio del placer el que mueve al hombre y Alfred
Adler que es el deseo de realizarse lo que le impulsa, Frankl
está convencido de que lo que nos motiva es la búsqueda del
sentido de la vida5. La postura de Frankl está hondamente
influenciada por los años que pasó como prisionero judío en
los campos nazis durante la segunda guerra mundial: Allí
pudo observar que los que sobrevivieron a aquéllas espanto ­
sas condiciones fueron aquéllos que conservaban alguna

4. Véase Cari Jung, Modern Man in Search of a Soul (Harvest, 1933)


5. Esta triple comparación está m uy bien desarrollada en Faith: Security
and Risk (Paulist 1990), 5 - 19, de Richard Kropf.

39
EL MANANTIAL ESCONDIDO

razón de vivir, o su sentido de la vida Ies apoyaba6. A veces


era una persona querida a la que anhelaban volver o algún
trabajo importante que concluir antes de morir. A veces era su
Fe religiosa. Fuera lo que fuera, eso era la fuerza sustentado ­
ra que les hacía seguir adelante en esa época de inmenso
sufrimiento. Los que carecían de alguna razón para vivir,
tarde o temprano sucumbían ante la muerte. Basado en esta
experiencia, Frankl fundó su escuela de «logoterapia», en la
que el terapeuta trabaja para ayudar a sus pacientes a descu ­
brir y dar nombre a aquéllo que da sentido y enfoque a su
existencia. Vivir de acuerdo con este sentido propio de cada
uno es la base de la salud mental de una persona.
Frankl se dio cuenta de que en un determinado periodo
de la vida, un individuo llama placer, riqueza, seguridad,
carrera o familia a su proyecto vital. Lo que él señala, es que
todo esto es provisional: cualquiera de ellos puede ser elimi­
nado por acontecimientos que la persona no puede controlar.
Entonces uno se ve obligado a buscar ahondando más pro ­
fundamente. La postura de Frankl es que solo un sentido
transcendente nos enseña a soportar la prueba de la vida. Este
es el punto en el que la psicología se abre a la espiritualidad
como algo necesario para completarse. ¡
La religión nos provee de algo más de lo que la psicoterapia
puede darnos - pero también nos exige m ás ­ 7.
Frankl está convencido de que el núcleo del ser humano es
el espíritu y de que busca sin cesar el sentido fundamental de
la existencia. Dice también que podemos encontrar este senti­
do, atendiendo todas las demandas que nos hacen los que nos
rodean, en cualquier momento dado. Cada situación genera
una demanda, una oportunidad y un reto qüe de aceptarlo,
nos ayuda a realizarnos. Frankl está de acuerdo con Adler

6. Viktor Frankl: El hombre a la búsqueda de sentido. Herder. Barcelona


1985.
7. Viktor Frankl: The Unconscious God: Psychotherapy and Theology (Simón
and Schuster, 1975), 75.

40
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUAUDAD

cuando éste dice que la autorealización es la meta del ser hu-­

mano. Pero también apunta que la existencia siempre está diri-


gida a algo que no es solo la existencia en sí, sino un sentido
de la vida que hay que cumplir o alguien a quien a~ar. De
hecho, para Franklla autorealización no es algo que haya que
buscar directamente, sino más bien el resultado inintenciona--
do de la autotranscendencia que requiere un ser responsable.
Es la concienda la que nos dicta lo que debemos hacer y la
conciencia es la voz de Dios dentro de nosotros. Frankl ve en
la religión la búsqueda del profundo sentido de la vida. Man-­
tiene que existe un sentido religioso, o relación ·latente con
Dios, hondarp.ente arraigado en el inconsciente profundo de
toda persona8• A veces parece un teólogo. Refiriéndose a la
relación entre psiquiatría y religión, dice que son dimensiones
diferentes, lo que no significa que se excluyan recíprocamente.
La religión es la dimensión más elevada e incluye, subsume o
abarca a la psiquiatría. En este punto, su manera de formular
la relación entre las dos es muy parecida a la mía. .;

8. El pensamiento del bien conocido terapeuta existencialista contempo-­


ráneo lrwing Yalom .acude aquí a mi mente. Aunque la suya no sea
necesariamente una solución religiosa, Yalom contempla al ser huma-­
no como inevitablemente aferrado a la cuestión del sentido de la vida
y ve en este tema el enfoque principal de la terapia. <<Creo que el con-­
tenido primario de la psicoterapia es siempre un dolor existencial y no
como se promulga muchas veces la lucha de los instintos reprimidos o
los fragmentos mal enterrados de un pasado personal trágico. En mi
terapia ... mi primera suposición clínica.:. es que la ansiedad básica
emerge del esfuerzo de una persona, consciente o inconscientemente,
al hacer frente a los más duros hechos de su vida, lo «dado>> en la exis-­
tenéia. He descubierto que hay cuatro de éstos que son particu}¡Írmen-­
te relevantes para la psicoterapia: la muerte inevitable, propia y de las
personas queridas; la libertad de hacer de· nuestra vida lo que quera-­
mos; nuestra soledad más importante; y finalmente la ausencia de cual-­
quier significado obvio o sentido de nuestra vida. Por terrible que
parezca esto ya «dado>>, contiene las semillas de la sabiduría y de la
redención.>> (lrwin Yalom, Dr. en Med., Love's Executioner, Harper 1989,
4-5).
- Yalom formula concisamente los temas que orientan a la persona
hacia lo transcendente.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

El psicólogo Abraham Maslow es probablemente el más


conocido por su esquematización de la «jerarquía de las nece-­

sidades humanas». Maslow ve al recién nacido subiendo ide-­

almente peldaño a peldaño una escalera de necesidades.


Desde las necesida9-e~ fisiológicas básicas (comida, bebida,
abrigo) asci_e nde hasta alcanzar las más ~levadas necesid!ldes
de autorealizarse. Está convencido de que las personas serían
más sa~as si satisficieran sus necesidades y la gente más sana
se comporta mejor, es decir, es menos destructiva, menos ego-­
ísta, menos deshonesta, etc., etc./. Su premisa es que si lás
necesidades de m1 niño: fisiológicas, se seguridad, de autoes-­
tini.a, son satisfechas en el primer peldaño de la escalera (las
llamadas «necesidades por deficiencia»), el niño pasará de
modo natural a las necesidades de la _autorealización, o sea,
será un individuo mucho más completo, realizará sus capaci-­
dades personales y se desarrol~ará como ser humano. Si no le
son satisfechas, el niño no podrá seguir ascendiendo, sino que
se estancará buscando y buscando como un adulto para
poder satisfacer estas necesidades básicas de seguridad, amor
y autoestima.
Lo que Maslow descubrió en su estudio de personas ple-­
namente realizadas o sanas (aquellas que han cubierto sus
necesidades), es que son capaces de aceptars.e, aceptar a los
otros y aceptar su realidad. Son seres· autónomos, libres de
prejuicios, temen lo desconocido y la acepta~ión sin críticas
de los diversos programas religiosos Y. culturales que los
rodean. Generalmente respetan y aman sin considerar la edu-­
cación, condición social, color o religión de las personas que
aman. Son capaces de mantener una relación profunda y tie-
nen experiencias más -elevadas. No se preocupan solo de sí
mismos, sino que se vuelcan hacia los demás. No dan las
cosas buenas por supuestas, sino que se sienten agradecidos
por ellas. Tienen una gran capacidad para gozar de las cosas
más sencillas -puestas
- de sol, flores, alimentos, sexo, niños-.
-

9. Abraham Maslow, Motivation and:::Personality (Harper, 1954, rev. en


1970).

1
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

A veces pueden tener alguna mala costumbre o comportarse


mal, pero generalmente son gente muy apreciada.
De este modo, la jerarquía de necesidades de Maslow se
despliega de forma natural en lo más alto de los valores espi-­
rituales, como lo más florido del desarrollo humano. Su aná-­
lisis de los rasgos de las personas realizadas es prácticamente
una lista de «las virtudes« de la espiritualidad c~istiana clási-­
ca, según Santo Tomás de Aquino. Descubre al ser humano
anhelante de transcendencia y se refiere especialmente a ello
en su obra Religiones, Valores y Experien.cias más elevadtis 10 •
Habiendo documentado la extensión P.e la .experiencia huma-­
na, que para él no tiene nada que ver con ninguna religión,
Maslow comenta lo siguiente desde su perspectiva, que es,
queramos o no, psicología empírica ~
Cada vez va siendo más común, que los teól~gos más destaca- · ·
dos y la gente sofisticada en general definan a Dios n9 como
persona, 'sino como energía,' principio, cualidad gestáltica de la
totalidad del ser, fuerza integradora que expresa la un.idad y por
consiguiente el sentido del cosmos, «dimensión profúnda»; etc.
Al mismo tiempo, los científicos desdeñan, .támbién cada vez
más, la idea del cosmos considerado como urza especie de s~nci­
lla máquina, como un reloj, o como un conjunto de átomos que
chocan ciegamente sin más relación .entre ellos que acercarsé o
repelerse, o como algo que es final; eterno tal como e~· y que no
evoluciona o crece .... Estos qos grupos se van acercando paula-
tinamente en la concepción de un universo «organísmico», que
posee cierta forma de unidad e integración, que evoluciona, cre-
ciendo y teniendo dirección y por lo tanto, con una especie de
«sentido» y qÜe llamemos o no Dios a esta integración; es en
última instancia uiw decisión arbitraria y una gratificación
personal determinada por la historia personal de cada uno, las
revelaciones y los mitos» 11 •

10. Penguin, 1970.'


11. Maslow op.cit., 55-6.
-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Hay opiniones que se hacen eco de lo aquí expuesto, como


son las de Rahner, Tillich, Whitehead y Teihard. Maslow pone
de manifiesto una apertura hacia lo espiritual, cuyo resultado
es la síntesis de todas ellas.
En las últimas décadas ~uchos psicólogos han hecho ve~­­
daderos esfuerzos por trazar el !!lapa qel crecimiento y desa-­
rrollo hun:tanos. Entre .estos pensadores se encuentran Erik
E~ikson, Piaget, Kohlberg, Levinson, Vaillant, que se han
unido para hacer de la autonomía individual plena la meta del
crecimiento personal. Después, una voz de mujer se hizo escu-­
char señalando que todos estos teóricos eran hombres y
demostró que el prejuicio masculino guiaba su concepción del
desarrollo humano. Carol Gillian, de la Universidad de Har-­
vard, especializada en pedagogía, escribe específicamente
sobre el desarrollo femenino, e insiste en que la relación es la
meta del desarrollo humano12 • Puede ser que la verdad repose
sobre una combinación equilibrada de las dos: independencia
del individuo y relaciones. Este equilibrio puede encontrarse
en la obra del psicólogo de Harvard Robert Kégan13• Kegan
hace resaltar la importancia de la necesidad de un desarrollo
autónomo y también de las relaciones en toda etapa del ser
humano, desde la infancia a la vejez. Señala que la verdadera
autonomía no puede desarrollarse ni sustentarse sin muchas
relaciones sanas y, que una relación sana· solo puede darsé
entre dos individuos auténticamente independientes14 • •
Una vez que estos dos componentes básicos de la autore--
alización están estructurados por la psicología, puede pen-­
sarse de inmediato en un vínculo con .la espiritualidad

12. Carol Gilligan, In a 'Different Voice (Harvard University Press, 1982)


Ver también Judith Jordan, Alexandra Ka plan, Jean Baker Miller, Irene
Stiver y Janet Surrey, Women's Growth in Connection: Writtings from the
Stone Center (Guilford Press, 1991). · ·
13. Robert Kegan, The Evolving Self: Problem and Process in Human Develop-
ment (Harvard University press, 1982).
14. El psicólogo David Richo muestra una posición similar en How to Be an
Adult: A Handbook on Psychological and Spiritual Integration (Paulist, 1991)
(en proceso de traducción para esta colección)

j
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

cristiana. El gran mandamiento de Jesús -


am arás a tu prójimo
como a ti m ism o -
deja entrever un equilibrio entre el amor a
uno mismo y un generoso amar a los otros. La espiritualidad
cristiana ha insistido tanto en el amor al prójimo, que ha olvi­

dado incluir el amor hacia uno mismo. Pero cuando ambos se


hallan equilibrados, están en armonía con esta visión central
psicológica del ideal del desarrollo del individuo15.
Finalmente, el psiquiatra contemporáneo Gerald May
expone una perspicaz apreciación de los lugares donde la
terapia se abre a la espiritualidad16. Cuenta cómo durante los
primeros años de su práctica sintió un profundo desaliento
porque vio que no podía curar a la gente. Notó que la cura ­
ción tenía que surgir del interior, de Dios. Este insight marcó
el inicio de su propio hondo interés por la espiritualidad.
May analiza en particular el extendido problema de la
adicción en la sociedad actual - adicción a las drogas, sexo,
trabajo, dinero, o cualquiera que sea - . Mantiene que solo
podemos entender el problema de las adicciones si buscamos
su raíz espiritual. Esta raíz es el deseo de encontrar a Dios,
universalmente presente en los seres humanos, aunque
muchas veces esté reprimido. Adicción es hambre de Dios
proyectada en el objeto equivocado, en algún falso dios al que
entregamos nuestro amor, tiempo/energías, «adoración». La
adicción es el intento vano de llenar el espacio vacío en nues­
tro interior con lo que no puede llenarlo y que sólo aumenta ­
rá nuestro dolor. May añade que, como cualquier adicción,
acarrea la pérdida de la voluntad, el sujeto no puede desen­
gancharse sin ayuda. Solo la gracia divina, el amor de Dios,
pueden hacernos libres.
May se muestra cauteloso en mantener el equilibrio en su
valoración de lo que puede ser la causa de que se abandone
una adicción. Es siempre una combinación de nuestros mayo ­
res esfuerzos con la clemencia divina. Ninguna puede darse

15. Me siento muy agradecido por su línea de síntesis a Joann Wolski


Conn, en Spirituality and Personal Maturity (Paulist, 1989)
16. Gerald May, Addiction and Grace (Harper, 1988).

45
EL MANANTIAL ESCONDIDO

sin 1~ otra. Cuando se ha dejado una adicción, el vacío, evi-­


dentemente, aparece de nuevo. Para esto no hay curación,
uno tiene que vivir con ello. Nuestra orientación hacia Dios es
la verdadera realización de nuestra existencia. Lo que necesi-­
tamos hacer es cultivar nuestra relación con Dios por medio
de la oración. Esta conclusión del análisis de May es una
reminiscencia de unas observaciones de Freud; en el tono más
pesimista, acerca del final de un tratamiento analítico: cuan-­
do hemos curado las neurosis, dice Freud, las personas deben
salir afuera y enfrentarse a todos los problemas de su existen-­
cia. Pero allí donde Freud ve obscuridad, May divisa una
apertura hacia lo espiritual, la única respuesta posible a nues-­
tra incesante búsqueda del sentido y valor de nuestra· vida.
Hay límites que llegan al universo psicológico y uno debe tras-­
. pasarlos para buscar respuestas a' las cuestiones más profundas
de la vida 17•
El pensamiento de May es una reminiscencia de la filoso-
fía de los Alcohólicos Anónimos, que también subraya la
importancia de los recursos espirituales para ayudar a las
personas a curarse de su adicción. Para los Alcohólicos Anó-­
nimos, para salir de las garras de una adicción es crucial
admitir que uno no puede manejar su propia vida y volverse
uno mismo y sus circunstancias hacia un poder superior,
como quiera que uno entienda por ello. Alcohólicos Anó-­
nimos es un buen ejemplo de terapia que transmite el mensa-­
je de que la espiritualidad es un componente necesario.
Con esto concluyo un breve estudio sobre algunos psic;ó-­
logos que han demostrado que la psicoterapia se abre a lo
espiritual. ,No pretendo que pueda resultar demasiado com-­
prensible, ni tampoco intento hacer ninguna clase de com-­
probación18. Pero lo que han demostrado estos pensadores no
es solo que se conjugan los valores y las metas en estos dos

17. Gerald May, Will and Spirit (Harper, 1982), 2. También lo expresa eso en el
libro Simple Sane, actualmente en proceso de traducción para esta colección.
18. Otros que han investigado en esta línea son Reed Payne, Allen Berguin
y Patricia Loftus, <<A Rewiew of Attempts to Integrate Spiritual and
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

diferentes campos, sino que la psicología demanda algo que


la complete_en algunos aspectos --algo más amplio y más pro-­

fundo--
desde el interior, donde están contenidas todas las
cosas de la vida. ··

Mala·y buena espiritualidad


Si la psicología debe tener cuidado en no desatender, o
peor aún, en no suprimir una dimensión que es un integran-­
te del ser humano, la espiritualidad támbién debe ser cuida-­
dosa. Veamos ahora los riesgos que se ocultan dentro de este
cámpó. ·
La religión 'es algo . peligroso. Puede causar tanto daño
como beneficio. Lo que la hace peligrosa es el inmenso poder
que se deriva de su llamamiento a lo absoluto o a lo esencial,
como fuente de lo que dice o hace. La religión estampa el nom-­
bre de Dios en todo lo que proclama y por consiguiente e~ige
una lealtad absoluta. Nos falla el conocimiento de que a menu-­
do se asigna la autoridad divina a lo que son ideas del hombre.
Esto se hace patente en una tragedia como Jonestown,
donde los devotos creyentes, siguiendo las directivas de su
pastor, se suicidaron en masa tomando veneno en nombre de
Dios. Pero no hay que referirse a un extremo tal para estable-­
cer un punto. Las religiones han causado graves perjuicios a
lo largo de la historia. Tomemos sin más el ejemplo del cris-­
tianismo. La cristiandad ha librado guerras santas, persegui-­
do al pueblo judío, torturado a los que no estaban 'de acuerdo
con sus enseñanzas, senh~néiadó a muerte a muchos, ha
impedí~<? a otros practic.a r sus tradiciones religiosas y ha _tra-­
bajado para eliminar dichas tradiciones allá donde tenía
poder para hacerlo. En su Libro Santo, la Biblia, pueden en-­
contrarse fácilmente textos donde se apoyan muchas malda-­
des y en cambio se ha remitido a. ellos actUalmente . . muy a
Standard Psychotherapy Techniques» en ]ournal of Psychotherapy Inte--
gration, vol. 2, n2 3, 1992, 171-92.
-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

menudo para sancionar lo siguiente: militarismo, racismo,


sexismo, esclavitud, dictaduras, fobia a los homosexuales, per­
secución religiosa, pena capital y la ruina de la tierra. El movi­
miento ario invoca la Biblia. Igualmente el apartheid. Las
iglesias cristianas también invocan a la Biblia en su apoyo del
matrimonio heterosexual, así como de la exclusión de las
mujeres de la condición de igualdad dentro de la Iglesia19. A
nivel más particular no es difícil encontrar personas cuyas cre­
encias religiosas les causan más perjuicios que beneficios; les
crean más obstáculos y tribulaciones que libertad, alegría o
paz20. En las instituciones sociales se encuentran muchos que
se autodenominan «católicos arrepentidos« y muchos psicote-
rapeutas emplean su mayor tiempo en reparar el daño causa ­
do por las iglesias en el área de la sexualidad. Para lo que nos
interesa, la cuestión es que no todas las interpretaciones de la
espiritualidad promueven el bienestar del hombre y que tam ­
poco cualquier interpretación de la espiritualidad encaja per­
fectamente con las metas de una terapia inteligente.

19. Para una valoración equilibrada del gran daño y el gran bien causado
por todas las religiones, véase «The Non - Absoluteness of Christianity»
en la obra de John Hick y Paul Knitter The Myth of Christian Uniqueness
(Orbis, 1987).
20. Albert Ellis, ampliamente publicado y fundador de la escuela de tera ­
pia racional -emotiva, se autodenomina un «humanista probablemente
ateo», porque no ve clara la evidencia de Dios y encuentra que la reli­
gión es frecuentemente un impedimento para el desarrollo del hombre.
Su principal crítica a la religión es por su absolutismo religioso: «las
personas se alienan a sí mismas por su fuerte creencia en culpas abso ­
lutas, por su «tengo que» y «debo». La mayoría de la gente que cree
dogmáticamente en alguna religión, cree en estos saboteadores absolu ­
tos de la salud. La salud emocional individual es flexible, abierta, tole ­
rante, y capaz de cambiar. La persona devotamente religiosa tiende a
ser inflexible, cerrada, intolerante y no suele cambiar. Además, la reli­
giosidad es en muchos aspectos equivalente al pensamiento irracional
y a un trastorno emocional». (Journal of Consulting and Clinical Psy -
chology, 1980, Yol. 48, nQ5, 635 -39).

48
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

El testimonio de un célebre pedagogo y psicólogo infantil


A.S. Neill resulta bastante ilustrativo a este respecto. Neill
dirigió en Inglaterra durante cuarent? años un internado para
niños poco corriente21 • Estos niños, cuyas edades oscilaban
entre los cinco y los dieciséis años, no encajaban en el sistema
educativo establecido. Lo que sospechó Neill desde un prin-­
cipio y de lo que estaba totalmente convencido cuando cesó
en su tarea, tiene mucho que ver con lo que se expone aquí
sobre la buena y mala espiritualidad.
Neill no obligaba a sus alumnos a asistir a clase, aunque se
impartían diariamente muchas de diversos tipos. También les
daba amplias oportunidades de dedicarse a sus juegos. No les
exigía que trabajaran mucho; solamente lo justo para el buen
funcionamiento de la casa. Las normas de conducta y los
reglamentos se aplicaban del mismo modo en las reuniones de
la comunidad; en estas reuniones se mediaba en las discusio-­
nes y se impOnían castigos a las ofensas. Existía una regla prin-­
cipal: aquí puedes hacer lo que quieras, siempre que no violes
los derechos de los otros. La vida transcurría bajo este régimen
tan simple, extraordinario y maravilloso. Al principio los chi-­
cos, muchos de ellos procedentes de escuelas religiosas, falta-­
ban a las clases. Esperaban ser obligados o confrontados y
poder así retornar su acostumbrada lu~há contra la autoridad.
Pero no hubo confrontación alguna y antes de que pasara
mucho tiempo, bien por 'aburrimiento o por curiosidad, se
incorporaron a las diferentes clases. También se dedicaban
mucho a sus juegos. Aprendieron a tener cuidado en respetar
los derechos de los demás. Obraban de acuerdo con sus inte-
reses, que cada vez eran mayores. Si querían proseguir sus
estudios en la universidad, ellos mismos se informaban de
cuáles eran los requisitos a cumplir y los presentaban ellos
mismos. Muchos lo hicieron. ·
Neill hizo algunas observaciones para hacernos reflexio-­
nar:

21. A.S.Neill describió sus experiencias y filosofía en Summerhill: A radical


Approach to Child Rearing (NY:Hart,1960).
EL MANANTIAL ESCONDIDO

El niño difícil es aquél que no es feliz. Está en lucha consigo


mismo y en consecuencia con todo el mundo.
El adulto difícil está embarcado en la misma nave. Los hombres
que no son· felices perturban siempre las reúniones o predican .
una guerra o linchan a los negros. Las mujeres que no son feli-
ces siempre fastidian a su marido o a sus hijos. El hombre que
no es feliz es el que comete un asesinato o un robo. El empresa-
rio que no es feliz siempre atemoriza a sus empleados 22 •
Entonces, la respuesta es: ¿De dónde procede la infelici-
dad y cómo se cU:ra?
Si la palabra felicidad tiene algún significado, quiere decir un
sentimiento interno de bienestar. Un equilibrio, una sensación
de estar uno satisfecho de la vida. Esto solo puede darse cuando
uno se sietite _libre .... la felicidad puede definirse como el esta-
do de menor represión. Las familias dichosas viven en.un hogar
donde habita el amor; la familia desgraciada vive en un hogar
lleno de tensiones 23 •
Para Neill, la libertad y la represión son los dos temas
principales. El cree que ·los niños son esencialmente bonda-­
dosos y que lo bueno sería permitirles vivir su propia diná-­
mica interna, sin represiones. Si encuentran un~ resistencia
torpe, desarrollan·sus fijaciones, «malos« hábitos, incluso su
natural egocentrismo. Neill recela de las religiones estableci-­
das, porque subrayan el pecado original .y el temor al castigo,
porque imparten tantas enseñanzas -morales y clasifican tan
fácilmente lo que es bueno y malo. El únicci 'principio de Neill
con respecto a refrenar a los niños éS" el"respeto al derecho de
los demás en el ejerc,icio del derecho propio. Esta es, después
de todo, la regla de oro del propio Jesus.

22. Neill, op.cit. xxiii.


23. Neill, op.cit., p. 356
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

Según Neill, hay dos instancias fundamentales en la exis-


tencia: anti-vida y pro-vida. El se comprometió a crear y man-
tener un espacio especial dedicado a los niños. Eso fue
pro-vida. Creo que podemos seguir su criterio para evaluar la
espiritualidad.
Cuando utilizo la palabra anti-vida, esto no sig'nifica la bús-
queda de la muerte. Quiero significar con ella más que una
muerte temerosa una .Jida temerosa. Ser anti-vida es estar a
favor de la autoridad, de la religión, de las iglesias, de la repre-
sión, de la opresión y, en última instancia, servir a éstas.
Dejad1pe resumirlo: la pro-vida es igual a la alegría, lo lúdico,
el amor, el trabajo interesante, las aficiones, la risa, la música,
la danza, la consideración hacia l9s demás y la fe en el género
humano. La anti-vida es igual a la duda, obediencia, beneficios
y poder. A través de la historia, la anti-vida ha resultado ven-
cedo~a y continuará siéndolo mientras la juventud se vea edu-
cada para adaptarse a los conceptos de los adultos de hoy en
día 24 •
Pro-vida o anti-vida. Ésa es la cuestión. En el campo de la
religión, una de las evoluciones más gratificantes de nuestro
presente es el reciente diálogo entre las diferentes religiones
del mundo. Además del i~tercé!-mbio entre cristianos, judíos,
hindúes, budistas, mus~lmane~ y otros, está surgiendo una
menor arrogancia, y un mayor respeto; el reconocimiento de
múchos valores c~mu!les; un mayor sentido crítico de las pro-
pias creencias y conductas y una voluntad de ser enriqueci-
dos através de las demá's, sin abandonar lo fundámental de
1~ 'tradiciÓn propia,. · · ·· .
Cuando las grandes religio~es ~omenzaron a darse cuenta
de que ,del encuentro del hombr~ . con lo transcendente, a lo
largo del .tiempo .se han creado muchos sistemas. religiosos
divergentes, pretendiendo todos ellos estar basados en la reve-
lación divina, cada una de ellas ha tenido que admitir que los
seres humanos han tenido mucho más que ver con la f9rmula-

24. Neill, op.cit., p. 344.


EL MANANTIAL ESCONDIDO

ción de la «revelación divina», de lo que anteriormente se


pensaba. No hay que negar cualquiera de las dos, revelación
o inspiración, sino simplemente reconocer que la «palabra de
Dios» nunca nos llega sin filtrar, aunque siempre a través de
un receptor/transmisor humano, limitado por la situación
histórico-cultural en que se realice su encuentro con lo Sagra-
do. Esto explica por qué todas las religiones están palpable-
mente determinadas por las culturas en que han nacido.
También explica por qué varían significativamente la manera
de descubrir los misterios que transcienden sin ser compren-
didos y por qué sus libros santos muestran un mezcla de
ignorancia y de actitudes pecaminosas junto al auténtico ali-
mento espiritual que ofrecen.
Dejando aparte las religiones, ha surgido una sentida
necesidad de ciear un criterio para distinguir la auténtica reli-
gión de la no auténtica, así como sus elementos religiosos. Sin
este criterio, ninguna enseñanza o práctica religiosa tiene
igual derecho a ser tan legítima como cualquier otra. Esto no
es nada nuevo. Ya en las escrituras de los hebreos se debatía
como discernir al falso del verdadero profeta y las Sagradas
Escrituras de los cristianos reflejan la misma preocupación.
En la discusión establecida actualmente entre las grandes
religiones, es la bondad del hombre, individual o colectiva, lo que
se invoca como criterio para juzgar la autenticidad de los fac-
tores religiosos. La convicción esencial es que la religión exis-
te para promover el bienestar del ser humano y que siempre
debe permanecer abierta a las críticas de si resulta o no actual.
Este criterio es muy acorde a las ideas de Jesús, quien habló
en defensa de sus discípulos cuando se .hallaban recogiendo
el g·rano de los campos, para saciar su hambre, en un día sabá-
tico. En un día: así, todo trabajo· estaba prohibido. Pero Jesús
dijo: «El sábado fue creado por causa del hombre y no el hom-
bre por causa del sábado» (Marcos 2:27). La bondad del hom-
bre, individual y colectiva, · es la norma básica para una
religión auténtica.
Rosemary Radford Ruether demostró que este criterio
funciona cuando es aplicado específicamente al problema de
PSICOTERAPIA Y ESPIRTIUAUDAD

la opresión de la mujer y es una injusticia que a veces se haga


referencia a la Biblia y a la antigua tradición cristiana para
argumentar su legitimación. Ruether se ha dado cuenta de
que una de las cuestiones del movimiento feminista cristiano,
es si la Biblia, tan patriarcal en sus actitudes, puede ser utili-
zada como recurso o debe ser simplemente abandonada.
Ruether opta por atenerse a ella, pero solo después de defi-
nirla como «un canon dentro de otro canon», que sirve de
norma para interpretar la totalidad. Este canon es la tradición
profética. La tradición profética de la Biblia, apunta Ruether,
rechaza cualquier dominio de un grupo social sobre los
demás, como imagen .y representante de J::?ios y también la
utilización de Dios para justificar cualquier subyugación.
Cuatro son los temas esenciales de la tradición de la fe bfblica .
profético-liberadora: 1) La defensa y reivindicación del oprimí-'
do que hace Dios; 2) La crftica al sistema dominante del poder
y de los que lo representan; 3) La visión de una nueva era por
llegar, en la que el presente sistema de injusticia será superado
y el reino de Días, lleno de paz y justicia será instaurado en la
historia; 4) Finalmente, la crftica de la ideologfa o de la religión,
basada en que la ideologfa es básicamente religiosa en este con-
texto. La fe profética denuncia las ideologfas religiosas y siste-
mas que funcionan para justificar y santificar una justicia
social dominante e injusta.
Conviene señalar que ningún grupo religioso ha otorgado
igual autoridad a todas las partes de la Biblia. Ruether, que
encuentra que la más elevada norma·de la Biblia es su crítica
continua a cualquier condición social,· está capacitada para
util~zar la Bibli~ ~n apoyo de la liberación de la mujer, a pesar
del s~xismo endémico que encierra. Desde esta base, desarro-
lla su principio .crítico feminista.
Teol6gícamente hablando, cualquier cosa que disminuya o nie-
gue la entera humanidad de la mujer debe presumirse que no
refleja lo divino o una auténtica relación con lo divino o la
auténtica naturaleza de las cosas, o ser el mensaje u obra de un
redentor auténtico o de una comunidad de redención.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

He querido dejar esto para el final, no solo porque la libe-


ración de la mujer es el meollo de muchas terapias indivi-
duales y de pareja, sino porque el principio de Ruether tiene
una aplicación mucho más amplia. Si en la cita arriba expues-
ta se substituye la palabra «mujer« por «cualquier persona»,
seguirá siendo un principio irrebatible, ya sea «cualquier per-
sona« alguien de color, un homosexual o una lesbiana, un
marxista, alguien de la calle, un niño, una persona mayor, una
nación entera o ·un continente. Lo que niega·o hace disminuir
su completa humanidad no viene de Dios, ni del orden justo
de las cosas, ni de una comunidad de redención. Saquemos
esta norma de la Biblia, o del sentido común y 9-el respeto ins-
tintivo a los demás, es aplicable a la tradición religiosa judea-
cristiana o a otras. Dice: «no quiero aceptar que provenga de
Dios nada de lo que proclames o practiques que viole esta
norma fundamental.» Este criterio es pragmático en el. senti-
do que juzga los elementos religiosos (escrituras, doctrinas,
leyes, personas) por lo que muestran en la práctica. Este es el
mismo criterio que Jesús ofreció para distinguir al verdadero
del falso profeta: «por sus frutos les conoceréis« (Mateo 7:20).
Cuán lejos estamos de llevar a la práctica este ideal, lo pode-
mos ver en los diferentes érímenes causados por el odio y en
las guerras sectarias tan comunes en el mundo actual. Al
menos tenemos el creciente diálogo de las religiones y algún
consenso e11 el verdadero propósito de la religión.

la cuestión del humanismo


Para muchos cristianos la palabra.humanismo su'ena mal
y todo lo que lleva esta etiqueta es rechazado a priori, como
si fuera un. opuesto a la Fe. Esta es .una actitud cudosa. Es
importante tener claro lo que es el humanismo. El término
indica básicamente una actitud o forma de vida centrada en
los intereses y valores humanos. Esto en sí no parece malo.
Durante mucho tiempo se interpretaba, sin ser cierto, que
alguien que estudiaba humanidades se dedicaba a los clási-
PSICOTERAPIA Y ESPIRITUALIDAD

cos, en busca de la verdad, la bondad y la belleza. Para aban-


donar esta idea, expuesta por una gran cantidad de obras lite-
rarias, por la filosofía y el arte, el estudiante debe ·estar
inspirado por una idea mejor, una .vida más elevada, bonda-
dosa y virtuosa. De este modo, el humanismo representa el
interés por el auténtico' bien·del ' hombre. · ·
En 'este sentido toda religión es «humanista», ya que toda
religión se centra en los intereses y valores humanos y persi-
gue el bien ¿Por qué otro motivo podría si no interesarnos?
¿Podría interesarnos de no ser así? Moisés~ Jesús, Gautama,
Mahoma.:. todos ellos eran htÍman.istas. su·empeño fue servir
a los intereses de l<i vida y enseñarnos a vivirla con sentidoy
valor p~ra todos nosotros. ¿Por qué entone~~ es.ta antipatía de
algunos hacia el «h~mimismo~>? En parte porque se ha malen-
tendido lo que significa y en parte también porque ha habic:J.o
humanistas tanto creyentes co~o ateos en la histo'ria' de la
humanidad. Parece ten.e r cierto · sentido que los cri~tian9~
rechacen a los humanistas ateos. Pero aún ·esto resulta arries~
gado, después de que 'varios humani~t~s ateos hayan de~~s­
trado tanta profundidad y tanta verdad. Aqüí podem9s.citar a
los freudianos, los marxistas, los budistas. Muchos de los valo-
res expuestos en estos sistemas se corresponden con valores
cristianos. Tendríamos mucho que aprender si dialogáramos
con sus partidarios. Incluso al final estaríamos de acuerdo con
ellos. Si conociéramos particularmente el contexto social en
que ha surgido cada uno de estos humanistas ateos, podría-
mos comprender por qué sus proponentes se ven obligados a
reaccionar contra el tipo de actitud religiosa que prevalece en
sus culturas. Parece que pensaron que el único camino para
liberar a las personas de los elementos negativos de su religión
cultural, era rechazar toda religión y volverse «ateos». Tendrí-
amos ahora que analizar qué rechazaban y por qué y así podrí-
amos purificar nuestras propias creencias y prácticas de todo
elemento falso y nocivo. La religión es algo peligroso y siem-
pre necesita una reforma. La regla primera para criticar toda
religión, igual que todo humanismo o ideología, es perseguir
el bien, individual o común.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

*****************
Lo que he tratado de mostrar aquí, con la ayuda de varios
psicoteóricos y teólogos, es que una psicoterapia profunda y
una profunda espiritualidad están unidas en el logro de la
meta de promover el crecimiento y el bienestar del hombre.
No son campos separados y por supuesto no son campos
opuestos; a~bas coinciden en gran parte. Dios es la más pro-
funda dimensión de toda experiencia y por ello, la espiritua-
lidad . es el amplio contexto interior con el que trabaja la
psicoterapia, especialmente en relación a los valores más
importantes que nos orientan, las esperanzas y la fortaleza (el
amor de Dios actuando y curando). En algunos puntos, la psi-
cología instintivamente alarga su mano hacia la espirituali-
dad para poder así completarse. Al, mismo tiempo, la
psicología sirve a la espiritualidad con sus insights en el
campo psicodinámico y con sus mediaciones, para promover
la liberación y el crecimiento. Ambas, psicoterapia y espiri-
tualidad necesitan una permanente crítica, tanto por la mejor
de sus propias tradiciones, como por la ajena, siempre que se
dude de ,su autenticidad en el logro de su principal meta: el
bien, individual o común del ser humano.

25. Para una discusión más amplia, ver «Toward a Liberation Theology of
Religions» de Paul Knitter en The Myth of Christian Uniqueness
(Orbis, 1987; Hans Kung, «\Yhat is T~e Religion? Toward an Ecume--
nical Criteriology» en Toward a Universal Theology of Religion (Orbis,
1987) de Leonard Swindler.
26. Rosemary Radford Ruether, Sexism and God-Talk
- (Beacon, 1983), p.24.
27. Ruether, op.cit., p. 19.
--

HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA:


DIEZ PRINCIPIOS ASEGUIR .

La gente acude a terapia porque algo le molesta. No


empiezan por supuesto hablando de Dios, sino de sus pro-
blemas. Lo que vienen buscando son sohicicines y·sobre todo,
el alivio del sufrimiento que sienten.
Por tanto, sus principales preocupaciones debe~ ser trata-
das en la práctica. Pero también la espiritualidad es aplicable,
ofreciendo un modo diferente de enfocar el problema y seña-
lando a algunos los valores clave presentes en su situación.
Ofrece una manera de pensar en ·la que Dios está siempre al
lado de la persona y de su conflicto y así pueden responder
mejor al desafío al que se enfrentan. En el último capítulo exa-
minaremos la marcada relación entre psicología y espirituali-
dad. Aquí solo analizaremos los diez principios que conducen
a una sana espiritualidad cristiana. Están dirigidos hacia los
típicos conflictos de la existencia humana y sirven a la terapia
y a la orientación. Estos principios representan lo más esencial
de mis creencias y yo mismo articulo uno u otro en terapia,
porque tienen relación práctica y directa en lo que mi paciente
y yo estamos elaborando. Son el r.e sultado lógico de los funda-
mentos teológicos de los capítulos anteriores.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

1. Dios quiere que vivamos


Este es el principio primero y el más importante de todos,
porque señala la postura básica de Dios. Dios quiere que viva-
mos. Dios se encuentra en el lado de la vida y de todo lo que
pertenece a la vida _-liberación, curación, ~xpansión, bienestar,
crecimiento, alegría .. : Corno i}O . expresa el eminente teólogo
católico-romano Edward Shillebeck, «la causa del hombre es la
causa de Dios». · :> · ·
Para sostener este argumento citaremos· algunos textos
bíblicos en particular. La principal prueba es toda la narración
bíblica, en la que, del principio al fin, Dios actúa en bien de la
humanidad. Llamamos al libro completo «la historia de la sal-
vación», porque es una serie de relatos de salvación: del caos
primario, del estado de esclavitud, de perecer, del hambre, de
los ejércitos enemigos ... Dios siempre salva a la humanidad.
Dios nos da la tierra, Dios nos dirige '(la ley), Dios proyecta _la
existenc!a,huni.ana y nos dicta la clase de conduc~a que debe-:
mos seguir para apoyar lá 'vida para todos. Cuando a través
del tiempo, individuos poderosos 'oprimen a los hombres,
Dios eiwía profetas tanto para encararse a 'los opresores,
como 'para liberar a los oprimidos: De acuerdo con esta tradi-
ció:n de los·profetas, Jesús se pone aliado de los pobres y de
los oprimidos, se enfrenta al poder y la 'riqueza y en nombre
de Dios se entrega a un ministerio de salvación y liberación.
La moral ·de toda la historia bíblica es que Dios quiere que
vivamos. La postura de Dios no puede ser más clara. ·
· Encabezando este libro se halla una imagen, expresamen-
te situada allí porque es fundamental. Es la imagen de un
hombre y una mujer en un hermoso jardín, que les fue dado
para su regocijo con unas mínimas condiciones para su cui-
dado. Todo el designio de Dios está resu~ido en este cuadro,
«todo esto esto es para vosotros, disfrutadlo>~ (Génesis 1,2).

1. Edward Schillebeeck, Jesu's, An Experiment in Christology (Crossroad,


1979), pp. 140-54.
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

Isaías describe el amor de Dios de l_a siguiente manera:


«¿olvida acaso la mujer a su mamoncillo, deja de apiadarse
del hijo de su vientre? Incluso se éstas te olvidaran yo no te
olvidaría. Ve ahí que sobre las palmas te he grabado» (Isaías
49:25-16).
-
Estas son · p~l~bras de Jesús:
«Yo vine para que tuvieran vida y tuvieran sobreabundancia»
(Juan 10:10). ·
«Si Dios está' a nuestro favor, ¿Quién contra nosotros?»
(Pablo, Romanos 8:31). · ·' ·

Juan lo resume en .tres palabras: «Dios es amor» (Juan 1:4~8)

¿Por qué insiste' el profano ·en este punto, confirmándolo


tan enérgicamente? Porque a los mismos ·cristianos les resulta
muy difícil cree!lo. Nos d~ miedo ·mezclar~os c~n Dios; por-
que tememos que Dios nos quite todo. La misma espirituali-
dad cristi~na ha sido culp.able_de ~lg';l~a· ·de es~as ideas,
enseñando que debemos amar la cruz, que lo más duro de lle-
var es lo mejor, que Dios nos envía el sufrimiento como una
prueba importante de amor. Jesús nunca dijo nada de esto.
Donde veía dolor acudía a aliviarlo. Se dedicó a la causa de la
vida. La gente a veces piensa que la terapia fomenta la propia
actuación y la realización personal, mientras que la espiritua-
lidad contempla con recelo ·estas metas. Quiero señalar este
principio fundamental de la espiritualidad, para dejar bien
sentado que Dios est~ también deUado de ~a n;alidad propia
de cada uno y de la realización de la persona. · ·
· Cuando entonces,' en la· terapia, la persona se ésfuerza en
liberarse del dolor de su pasado, en buscar su propia verdad
o en ~esarrollar todas sus posibilidades,' su proyecto de vida
está junto al proyecto ..de Dios y el poder de DiÓs apoya sus
esfuerz~s. Por decirlo de otra forma, donde la curación,
reconciliación, liberación,- 'p lenitud y amor están ocurriendo,
la tarea de Dios se está llevando a cabo.
l
1

EL MANANTIAL ESCONDIDO

2. El objeto de nuestra vida es aprender a amar


Acercándose el final de su vida pública, preguntaron a
Jesús cuál era el más importante de los mandamientos de
Dios. Jesús resumió la Biblia y todas sus enseñanzas en lo que
hemos venido a llamar el gran mandamiento: «amarás a Dios
con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo» (Marcos
12:28-34). En el evangelio de San Juan, Jesús ofrece una leve
variación de esto mismo: «amad al prójimo como yo os he
amado» (Juan 13:34). De todo esto podemos sacar imparcial-
mente la conclusión de que el mejor objeto que podemos per-
seguir en nuest~as vidas es aprender a amar.
Nuestra experiencia nos lo confirma, diciéndonos como el
amor es infinitamente valioso, ¡cuánto lo anhelamos, cuán
satisfechos nos sentimos entregándolo, cómo nos ayuda a
hacer más llevaderas las dificultades de la vida! Con razón
Jesús lo valoraba·tanto. N¿estra experiencia también nos ense-
ña lo difícil que resulta amar bien. Si~ importar en qué etapa de
la vida estemos, seguimos encontrándonos sin duda muy lejos
de amar a nuestro enemigos, lejos de h~ner en cuenta el bienes-
tar de aquéllos que no pertenecen a nuestro círculo inmediato,
muy lejos, desgraciadamente, incluso de amar a los más cerca-
nos a nosotros. Por eso Jesús, observando el escenario humano,
recordaba tan frecuentemente que la respuesta es el amor.
No es solo a los demás a quienes nos resulta difícil amar.
A menudo no nos amamos suficientemente nosotros mismos
y necesitamos un pequeño impulso en esa dirección. Esto es
también parte del mandamiento y por lo tanto parte de nues-
tro proyecto de vida. Muchos son más duros consigo mismos
que con los demás. Se critican despiadadamente, abusan de
sus cuerpos, se avergüenzan de pedir lo que necesitan o quie-
ren, se·someten mansamente al abuso de los otros, se descali-
fican de antemano cuando un trabajo o una relación · que
querían está a su alcance. Para muchos cristianos, que aman
verdaderamente al prójimo con generosidad, la parte · más
difícil de este mandamiento es ser buenos con ellos mismos y
recibir el amor de los otros.
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

Toda . cuestión terapéutica desca1:1sa sobre este amor.


¿Cómo podría ocuparme de mi marido o mujer? ¿Cómo
pod~ía ocuparme ·d e este niño? ¿De este padre, de esta madre?
¿Deoería seguir manteniendo esta relación o abandonarla?
¿Por qué no tengo amigos? ¿Poseo algún valor, tengo derecho
a algo? Todas estas preguntas se refieren al amor, les recuerdo
a mis pacientes, y el amor es en el fondo un asunto espiritual,
el más importante de nuestra .vida, el mayor oojeto de ésta.
Así, ¿cómo queréis mantener él equilibrio entre el auténtico
amor.hacia el prójimo y el amor hacia vosotros mismos? En
vuestras elecciones 'e n una situación vital determinada, estáis
siempre creando simultáneamente vuestra p~opia . personali-
dad y la del otro. Est~ es sin_lugar a dudas una cuestión espi-
ritual . '

Particularmente se aplica este principio a la vida de aque-


lla persona que se siente vacía o como si su vida careciera de
sentido. A menudo, el problema es que no aman demasiado.
Están centrados en sí mismos y recorren el mundo pregun-
tando: ¿«Quién me ama>>? Sería necesario que se desviasen de
esta senda y vivieran de la pregunta: ¿«Quién me necesita»?
o ¿«A quién puedo amar»? Si lo hacen serán más felices y su
vida tendrá sentido. A cambio de esto ' también ·recibirán
amor. «Lo que des te será devuelto . con 'creces>>, dijo Jesús
(Lucas 6:38) y este fue sin duda el hilo conductor de su pro-
pia exi~tencia. Si estamos hechos para amar, no es ningún
milagro que ~aya en' nosotros un vacío si no hacemos nada
para remediarlo. · ·
Me pa~ece q~e aplicado en terapia ~ste es un importante
estímulo. En el matrimonio por ejemplo, una vez que la pare-
ja se da cuenta de que aprender a él.marse conlleva el proyec-
to más importante de su vida,.junto a su más intrínseco valor
como seres humanos, .entonces se lo toman todo muchísimo
más en serio. Es obvio que el matrimonio no es la única ins-
tancia. Aún así, esta pregunta debería regir nuestras vidas:
¿«Qué me pide el amor en esta situación»?
EL MANANTIAL ESCONDIDO

3. Cuando actuamos, Dios está presente y actuando


¿Estás luchando contra una adicción sexual? En ese lugar
puedes encontrar a Dios y Dios puede encontrarte a ti. ¿Estás
esforzándote en superar los daños de tu infancia? Esta es el
área donde píos y tú estáis más comprometidos. ¿Estás
luchando contra la depresión? No hay nada más significativo
en tu relación con Dios que esta lucha esencial. Dios está
siempre allí dm;ide estás actuando en tu yida. '.
' ¿Por qué esto_es así? Porque Dios está interesado en lo que
haces de ti :.:nismo y en cuáles son las áreas de tu vida que
absorben más tu atención. Estas son las áreas de mayor con-
secuencia. Ahí está puesta tu energía: Ahí estás hacierido elec-
ciones importantes. La cuestión es: ¿Qué op~rtunidad te está
ofreciendo Dios en ese área donde estás actuando? ¿Qué trata
Dios de darte? ¿Qué te está invitando a hacer? · ··
Conozco a un hombre que luchó contra el alcohol duran-
te toda su vida. Le -conozco porque era mi padre: Durante
décadas yo observaba cómo su lucha le iba tallando. Sus caí-
das fueron la raíz de su humildad. También la fuente de su
inmensa compasión. Esta lu!2ha le enseñó a darse cuenta de
las cosas y a tener una autodisciplina férrea. Aprendió a ser
un pregonero de la verdad. Sus debilid~desle conducían una
y otra vez hacia Dios y abrían nuevos conductos en su vida
espiritual. Su necesidad de apoyo, le llevaba a relaciones que
influían profundamente en lo que era conveniente para él y
~n ~llas entregaba mucho amor a los otros. Yadql;lirió sabi-
duría. ¿Fue sú alcoholismo una maldición o una bendición?
Es difícil de decir. Sea lo que fuere, él y Dios hicieron de aque-
llo una bendición. Esta lucha, esencia de toda su vida, fue el
lugar doride él y Dios se implicaron más ·vehementemente.
De algún modo, permanecemos fieles a la idea de que la espi:-
ritualidad es aquello que sucede cuando estamos en la iglesia
o leyendo la Biblia. Sin embargo, es algo que está realmente
sucediendo continuamente, especialmente en aquellos secto-
res de la vida que mantienen nuestra mayor atención en ~n
momento dado. En terapia, la manera de hacer pensar. a un
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

paciente sobre todo esto, es preguntarle: ¿Dónde crees que se


encuentra Dios en esta situación? Esto les lleva a donde lo que
está pasando es bueno para ellos, porque allí está Dios, espe-
cialmente unido a ellos y . con importantes ramificaciones
espirituales; La necesidad de un .nuevo desarrollo de nuestra
conciencia.espiritual está contenida en una historia que per-
tenece al antiguo saber popular.
. ., . ,. .
Erase una VeZ un bdsque donde los pájaros cantaban dur~nte ei' .
día y los grillos durante la noche. Los árb.oles eran fr~ndos~s; .. 1
las flores estaban lle'!as .de lozan(a'y todas las especies vagaban
en libertad: Todas las criaturas que perfenecfan allí, se maravi-
llaban y adoraban a Dios~ porque sentían sú presencia: . .
. . . . \ . . .

Entonces amaneqió el día de la era de la inconsciencia, cuando


les fue posible construir edificios de mil pisos de altura y des-
truir ríos, bosques y montañas ..Con~truyeron templos con la
madera de los bosques y la piedra de las montañas. Las flores ,
fueron cortadas, el agua presa de las fuentes y las campa7Jas
reemplazaron a los sonid<?S de la naturaleia.
. .
Y 'de pronto, la casa de Dios fue mucho más pequeña.

4. Dios no nos envía dolor y sufrimiento,


sino que actúa en el~ os por .nuestrq bien
• • ' • ,· • ¡ • • • i
Soy perfectamente consciente.cuando digo que 'en nuestro
mundo parece haber más desorden que orden y que hay tam-
bién mucho dolor en. él. Esto es un enigma, especialmente si
uno cree en un Dios bondadoso y salvador nuestro. Para todos
nosotros la vida es siempre, en .mayor o menor .grado, una
lucha, ya que tenemos que hacer cosas que no quisiéramos y
soportar otras que no querríamos soportar. Nos devanamos
los sesos pensando por qué la vida no puede ser un poco más
fácil. El ensayista inglés G.K. Chesterton pronunció una ver-
dad cuando dijo: «la vida es un don, infinitamente válido e
infinitamente valioso, la mejor prueba. de ello es poner una
pistola en la cabeza de un pesimista.» Pero es el sufrimiento el
EL MANANTIAL ESCONDIDO

que lleva a la persona a una terapia. El punto en cuestión del


artículo arriba indicado es aclarar dónde está Dios en medio
de nuestro dolor. No es Dios quien quiso o nos hizo abusar
sexualmente de un niño. No es Dios quien nos «envía» un cán-
cer o un sida. No es Dios quien nos ha llevado a un divorcio,
quien nos «quitó» a nuestros hijos, nos produjo tanta soledad
o decidió hacernos pobres. No puede ser ·más que de una
manera: Dios es parte del problema, no la solución. Entonces,
¿donde está Dios en medio de estos acontecimientos que nos
afectan tan profundamente? Primero: Dios está a nuestro lado,
compartiendo nuestro dolor. Segundo: Dios está actu~ndo con
nosotros para producir ~odo el bien posible éle las desgracias
que nos suceden. Tercero: Dios está haciendo un llamamiento
a todas las personas buenas para que cambien las condiciones
reinantes que producen estas desgracias. Lo que los seres
humanos se hacen a sí mismos y a los otros es la mayor causa
de las desgracias que nos suceden.
Como creador, Dios está en el origen de la realidad en que
vivimos y en este punto es responsable de todas las cosas.
Pero la decisión de Dios fue crear un mundo genuinamente
diferente a El y por ello lo creó libre. Esta libertad existe en
alguna medida incluso en los más primitivos representantes
de la escala de los seres vivos, siendo particularmente clara en
el nivel humano. Precisamente porque existe una auténtica
libertad en el mundo creado, hay muchas cosas que Dios no
o
puede controlar o prevenir predecir. Gran·cantidad de ellas
se derivan de esta libertad 'creada y es de las malas elecciones
que hacemos de donde proviene nuestro mayor dolor y sufri-
miento, tanto en casos particulares corno en los amplios siste-
mas socioeconómicos que oprimen a tantos seres humanos. 2

2. Para tratar bien el problema de la maldad en el mundo desde la bon-­


dad de Dios, véase When Bad Things, Happen to Good People (Schocken
Books, 1981) de Harold Kushnér; <<God and P~ayer When You're Suffe--
ring», en Praying, n 2 19, Julio-Agosto 1987, de William P. Roberts; 1
Wendy Farley, Tragic Vision and Divine Compassion: A Contemporary The--

¡
odicy (Wetsminster, 1990).
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

Consideremos el sufrimiento -y la muerte de Jesús como


un ejemplo al caso. El símbolo de la cruz se ha considerado
frecuentemente como una señal de que los planes de Dios con
respecto a' nosotros son el dolor y el sufrimiento. Nos han
dicho, que Dios nos envía el sufrimiento para probarnos o
castigarnos, y que va e~ contra de los designios de Dios el
oponerse a ellos. Esta línea de pensamiento es fallida, porque
no ~Herencia toda la empresa de Jesús del destino que tuvo
que sufrir a consecuencia de ella. Jesús invirtió todas sus
energías no en subir a una .cruz, sino ' en .enseñar a la gente
cómo vivir y l~berarla del dolor qu~· le afligía. Ese era el amor
que palpitaba en su <;:orazón, su propósito, su guía. También
era el propósito de Dios y el emp~ño de Dios, por eso Jesús lo
l~evó a cabo. Jesús fue muerto por la maldad humana. Eso fue
obra del hombre, no obra de Dios. Lo mataron por la misma
razón que a Mahatma Gandhi y Martín Lúther King. Lo
suprimieron, como anteriormente a muchos otros, porque
desafiaron duramente, encarnizadamente al status quo exis-
tente y profirieron profundas amenazas contra aquéllos que
se beneficiaban de aquella situación. Dios nunca quiso esas
muertes violentas , pero aún menos era voluntad de Dios que
actuaran en nombre de la justicia y de la vida. El proyecto de
Dios es siempre un proyecto de vida, que Dios promueve
activamente. Cuando una elección humana lo frustra, Dios se
afana en arrancar vida incluso de la soledad y la tragedia,
como en el caso de la muerte de Jesús. 3
Pues bien, si la pregunta es «¿cual debe ser nuestra reac-
ción como cristianos ante este sufrimiento propio o ajeno?, la
respuesta es que nuestra primera reacción debe ser intentar
acabar con él como hizo Jesús. Con ello unimos nuestros
esfuerzos a los esfuerzos de Dios. Solo cuando hayamos

3. La línea de pensamiento sobre la muerte de Jesús puede en-c ontrarse


más desarrollada en algunas recientes obras de Cristología; por ejem-­
plo, Jon Sobrino, Christology and Crossroads (Orbis, 1976); Albert Nolan,
Jesus befare Christianity (Orbis, 1978); Thomas Hart, To Know and Follow
Jesus (Paulist, 1984); Marcus Borg, Jesus: A New Vision (Harper, 1987).
EL MANANTIAL ESCONDIDO

hecho todo lo posible para superar el sufrimiento humano,


podemos aceptar lo que no podemos resolver,· confiando en
Dios que actúa con nosotros para extraer todo el bien que
encierra este sufrimiento. AqÚí de nuevo el ejemplo de Jesús
nos sirve de enseñanza. Su 'e mpeño en aliviar el dolor donde
lo encontraba queda bien 'claro en los Evangelios. Lo que no
resulta tan evidente; pero también está expuesto allí, es cómo
soportaba el sufrimiento que los demás le inflingían. Cuando
la multitud quería arrojarle' por un precipicio, Él se pus6'_ a
salvo cam~nando entre aquellas gentes (Lucas 4:28-30). éuan-
do .sus enemigos intentaron d.etenerle, se escapó, permane-
ciendo fuera de la ciudad · en lÚgares apartados' (Ju'a n
11:53-54). Cuando fueron a arrestarle al j~rdín protestó (Mar-
cos 14:48).' Cuando le abofetearon durante su juicio protestó
de nuevo (Juan 18:23). En resumen, Jesús no se sometía afa-
blemente a los ab.u sos como si fuera . merec~dor de ellos o
como si ~eran unaespe~ie de don de Dios. Al final se some-
tió a una muerte violenta e injusta solo porque ya no le que:-
daba nada por hacer, excepto entregar su obra entera a
cambio de la paz. Llegado este punto, cuando ya no podía
resistir más, confió su causa a Dios. Y Dios le probó su con-
fianza . .
En terapia nos ocupamos de personas que están sufriendo
y sufrimos con ellas. Desearíamos poder librarlas del dolor y
muchas veces no podemos. Solo podemos estar a su lado y
desplegar nuestros mayores esfuerzos profesionales para
poder mitigar una parte de su sufrimiento. Estamos con ellas
en ·su lucha y les damos alientos. Todo sucede por caminos
que no solemos recorrer normalmente. Incluso en nuestra
aparente derrota, Dios está llevando a cabo una transforma-
ción, de los dos y de uno mismo. Depositar nuestra confianza
compartida en este misterio que está realizándose dentro de
nosotros, es en sí mis'm oterapéutico. «Dios es ~n efecto el que
opera en nosotros« (Filipenses 2:13), dice Pa~lo. A menudo
los pacientes necesitan oír de su terapeuta tales palabras de
Fe: que su sufrimiento y su lucha tienen sentido.
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

5. El paradigma de la muerte/resurrección es la clave


para poder comprender nuestra existencia
La muerte y resurrección de Jesús es la esencia de la vida
cristiana. Es para los cristianos lo que el éxodo para los judí-
os: el paradigma de la esperanza en medio de la adversidad.
Al igual que los judíos continúan conmemorando el ritual del
éxodo para alimentar su fe, los cristianos siguen conmemo-
rando la muerte y resurrección de Jesús, en la Eucaristía, para
alimentar también su propia Fe. En nuestra experiencia coti-
diana, todos estarnos demasiado familiarizados con el dolor y
la muerte. Lo que necesitarnos es una razón para mantener la
esperanza. La muerte. y resurrección de Jesús nos da , esta
razón, revelándonos que si estarnos aliado de D~os la muerte
no tiene la última palabra, sino la vida.
Este principio es enormemente relevante para la situación
terapéutica, ya que es el sufrimiento y la búsqueda del senti-
do de la vida y la esperanza los que llevan a terapia a una per-
sona. La mayor esperanza alcanzable es el insight de la obra
de Dios a través de los acontecimientos de la vida de Jesús.
Estos acontecimientos no solo son significantes de la persona
de Jesús, sino que constituyen un paradigma o modelo muy
importante para todos nosotros. Nos revelan que Dios actúa
desde dentro en las tragedias de la existencia humana,. para
extraer bien del mal, vida de la muerte, y dar sentido a lo que
parece absurdo.
Todos los que asisten a terapia están o bien muriendo o
necesitan un empujón para morir. Cuando están muriendo
-por ejemplo cuando han perdido a alguien a quien amaban,
están peleando en una relación, o revisando los traumas de su
infancia- necesitan oír hablar de la resurrección. La buena
nueva es que Dios está actuando para darles una nueva vida.
Cuando sienten miedo de sufrir alguna muerte, necesitan oír
hablar del polo muerte del paradigma, la muerte corno cami-
no necesario para alcanzar una nueva vida. La muerte en
cuestión permitiéndonos dejar de querer una relación que no
conduce a nada, para que podamos abrirnos a otra nueva.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Podría ser que al correr el tremendo riesgo de dejarla, algunos


se den cuenta de quién son realmente. Podría· ser al abando-
nar una substancia adictiva y dar sin ella los primeros pasos
vacilantes. Podría ser renunciar a manipular a la gente para
que los amen, eligiendo en vez de ello la autenticidad de la
propia persona y arriesgarse. Podría ser dejar el hogar pater-
no y aceptar las responsabilidades de la vida adulta. Todas
estas decisiones llevan consigo alguna muerte que a algunos
les asusta morir. El paradigma muerte/resurrección referido
a la dimensión espiritual de esta experiencia puede resultar
un gran apoyo .
. . Me parece que el «Sábado Santo» es una metáfora muy
útil·para ayudar a la persona a interpretar el lado obscuro de
la etapa en que se encuentra. Ella misma está entre la muerte
y una nueva vida. El «Sábado Santo» es ese día sin forma defi-
nida, entre el viernes en que murió Jesús y el domingo en que
resucitó. Cuando cada año la religión celebra estos hechos, el
«Sábado Santo» es una especie de día gris, borroso, vacío, en
el que nada ocurre y en el que uno no sabe qué sentir o qué
hacer. El agudo dolor de la trágica muerte se ha calmado un
tanto, pero nada nuevo se mueve. El «Sábado Santo» a veces
permanece un tiempo en nuestras vidas. Pero el paradigma
de la muerte/resurrección nos recuerda que sin embargo es
solo transitorio. La Pascua 'e~tá al llegar.

6. Las metáforas de Dios pueden y deben ser


innumerables, ninguna es suficiente para este misterio
Las escrituras hebreas y cristianas, ambas contienen una
gran riqueza de metáforas que se réfieren a Dios. Esta reali-
dad se pierde a menudo, pero es de gran importancia. Algu-
nas de las metáforas bíblicas son masculinas, otras femeninas,
algunas impersonales. Dios es rey, general, juez, amante. Dios
es madre. Dios es fuego, agua, viento, el pan de cada día. El
pantheón hindú cuenta con cientos de miles de «dioses», pero
todos ellos son sólo la imagen de una faceta del misterio
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

incompren-sible. Existe un dicho maravilloso que pertenece al


hinduismo y está en perfecta consonancia con la teología cris-
tiana: «no tienes forma, ¡oh dios! y tu única forma es lo que
sabemos de ti».
Las escrituras hebreas contienen un mandamiento divino:
«No fabricarás escultura .ni imagen alguna de lo que existe en
los cielos por arriba, o de lo que existe en la tierra por abajo, o
de lo que hay en las aguas bajo l~ tierra; No te postrarás ante
ellas ni las servirás» (Exodo 20:4-5).
El punto principal de este mandamiento es defender cual.:.
quier simple imagen de Dios contra el peligro de ser. confun-
dida con la incomprensible realidad de Dios. Esto puede
aplicarse tanto a las imágenes creada·s en la mente, como a las
esculturas o pinturas. La mejor protección contra la confusión
es no tener ninguna imagen. «Yo soy el que soy», contestó
Dios a Moisés cuando éste le preguntó «¿Cuál es tu nombre?»
(Exodo 3:13-14).
El problema es que seguimos sintiendo la necesidad de
imaginarnos a Dios de alguna manera, para poder ser capa-
ces de establecer una relacióñ con El y generalmente es lo que
hacemos. Nos protegemos contra la idolatría cuando utiliza-
mos múltiples imágenes de Dios en nuestra conciencia y en
nuestras oraciones. Esto nos ayuda a recordar que cada una
refleja una faceta del Misterio que se oculta detrás de todas
ellas.
Uno de los argumentos de los escritos feministas con-
temporáneos es que nos hemos empobrecido, haciendo un
ídolo de Jesús, que es la metáfora más utilizada para repre-
sentar. a Dios -Padre- la mayor parte de las veces, como si
fuese una rep!esentación exacta en vez de una imagen pro-
vechosa. Si no empleamos otra metáfora, nos hacemos a la
idea de que esta imagen es la realidad, que Dios es realmen-
te masculino. Una forma de que este error se vuelva autén-
ticamente perjudicial, es que es convocado para justificar el
patriarcado en el orden social, dentro y fuera de la Iglesia.
Incluso más resumidamente: el uso exclusivo de esta metá-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

fora en particular, empobrece la vida de oración de hombres


y mujeres'.
La terapia puede incluir que el paciente revise sus imáge-
nes dominantes de Dios. Las personas que han sufrido aban-
dono o abuso por parte de . sus padres, tienen mayor
dificultad en relacionarse con Dios Padre. No necesitan de EL
Las mujeres que hayan vivido bajo un patriarcado sienten fre-
cue~temente que pertenecen a una <;ategoría inferior, y esto
no solo por SU condición Cl;lltural, sino también .por el hecho
de que el Unico, que mora én las alturas, es masculino' y tam-
bién lo es Jesús, su encarnación en la tierra. Es fácil acabar cre-
yendo que las mujeres son realmenté de segunda .categoría.
Innumerables hombres y mujeres igualmente han sido cate-
quizados para imaginarse a Dios principalmente como juez,
en este caso, la emoción que predomina en sus relaciones con
Dios es el miedo. Para otros, Dios es el amo, el gran perfec-
cionista que le señala a uno por menos de nada. Vivir con
Dios nos deja exhaustos; solo profundiza nuestras propias
vergüenzas.
Los mayores bloqueos del crecimiento humano pueden
resolverse cuando se ayuda al paciente a revisar su imagen
internalizada de Dios. Frecuentemente todo esto necesita ser
dicho cuando el terapeuta percibe que una imagén dada está
actuando más en contra que a favor de la persona. Es esencial
que llegado a este 'punto le diga: «¿sabes?, esto 'es sólo una
imagen de Dios. No es la realidad. Dios está más allá de nues-
tra imaginación. Por eso la Biblia utiliza tantas diferentes imá-
genes de Dios -masculinas, femeninas e impersonales- y nos
advierte de que no hagamos de ninguna un ídolo al que ado-
rar».

4. Para una discusión más completa de ~a riqueza de las imágenes bíbli-­


cas, el peligro de la idolatría y las ventajas de emplear imágenes menos
utilizadas, véase Mddels of God (Fortress, 1987) de Sally McFague; The i
¡
Divine Feminíne (Crossroad, 1984) de Virginia Ramey Mollenkott;' She
Who Is: The Místery of God in Femíníst Theologícal Discourse (Crossroad,
1992) de Elizabeth Johnson.

1
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

El místico cristiano Julian de Norwich .vivió principal-


mente con la imagen de Dios-madre. Otro eminente místico,
San Juan de la Cruz, quien se désarrolló espiritualmente con
muchas imágenes, al finallJegó a la 'conclusión de que la ima-
gerj. 4e Dios es <<nada». A través de su vida, sus esfuerzos por
alcanzar a Dios habían depurado casi lá ' rnayor parte de las
representaciones gráficas de Dios, porqúe las consideraba
inadecuadas para el misterio de su propia vivenéia. En este
libro, 'yo utili~o la imagen de «manantial 'escondido» · para
sugerir que muchas veces vivenciaínos a Dios' en· el proceso
terapéu~ic.o; igu~l q~e én·el resto de nuéstras v~_das~ ' ...

7. Dios muchas veces aparece en forma humana


Todos los cristianos celebran la aparición de Dios .en
forma humana en la persona de Jesús de Nazareth: Para
muchos es aquí donde comienza y concluye la idea de la
encarnación divina. fero esto significaría que Dios general-
mente no está presente en el mundo y que su única expresión
material es Jesús. Como hemos visto anteriormente, toda la
creación está llena de la grandeza de Dios. Todo es símbolo y
expresión de la realidad divina. Cuando subimos la escalera
que nos lleva a ser seres humanos, somos entidades con capa-
cidad creciente para expresar el misterio de Dios. Karl Rahner
se hartó de insistir en que todo ser humano, no solo Jesús, es
un potencial y en algún grado también es la propia revelación
de Dios. En otras palabras, lo que Jesús fue enteramente, cada
uno de nosotros lo est~ llamado a ser en la mayor medida
posible. Esto es justamente una extrapolación del concepto
bíblko de que hemos sido creados «a imagen y semejanza de
Dios» (Génesis 1:26): ·
Este principio significa que siempre podemos encontrar a
Dios en las calles de la ciudad. Porque lo encontramos en el
otro. Dios se revela especialmente en las personas que nos
aman -amigos, padres, hijos, cónyuges ... Que Dios nos ama y
que somos valiosos es algo que todos creemos de algún
EL MANANTIAL ESCONDIDO

modo. Pocas veces sentimos o creemos realmente que algún


ser humano sea la encarnación de este amor, expresada en
palabras y contacto humanos. Cuando lo hacemos, este asen-
timiento ideal se vuelve real basado en la experiencia. Nues-
tros amigos son en ese momento la verdadera encarnació~ o
sacramento -personificaciones de lo Invisible en lo yisible.
Porque Dios aparece con frecuencia en forma humana. Este
principio, áplicado a un caso particular, deja al ~escubierto la
más honda r~alidad del terapeuta. El terapeuta es una encar-
nación ·de Dios, un sacramento clave en la vida del paciente.
El terapeuta personific~.y expresa el cuidado, interés, acepta-
ción, esperanza, desafío y compromiso de Dios en la vida del
paciente. Esto no quiere decir que todo lo que diga el tera-
peuta salga de los labios de Dios, ya que ninguna personifi-
cación expresa perfectamente a Dios. Solo significa que,
generalmente, el terapeuta representa a algo parecido ·a la
presencia y actuación propias de Dios. Es un esfuerza santo.
Para muchos, a los que la vida ha tratado duramente, es una
relación de salvación.
Un terapeuta, consejero o director espiritual sanos, puede
que se encojan instintivamente ante una idea tan elevada de
su papel. Esto sería la humildad apropiada y una necesaria
protección para no acabar confundiéndose con Dios. Pero._
seguramente Dios, la dimensión más profunda de toda reali-
dad, está presente y actuando en la relación crucial que forma
párte de la terapia .y por tanto en la persona del terapeuta.
¿Cómo podría Dios no estar presente, cuando esta relación es
esencialmente de amor?
Dios es amor y el que permanece en el amor en Dios
permanece Ouan 4:16) ' · ··
A Dios nadie 1~ ha visto jamás, si nos amamos unos
a otros, Dios permanece en nosotros y su amor está
completo en nosotros' Ouan 4:12).
Una forma de conceptuar el esfuerzo terapéutico es pensar
en cualquiera de sus principales actuaciones: confortar o desa-
fiar al paciente. El terapeuta está siempre realizando cualquie-
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

ra de estas dos tareas. También Dios lo hace, oeupándose siem-


pre de nosotros. El terapeuta acepta a sus pacientes como son
ahora, en la etapa de su vida en que se encuentran. Esto es un
gran don. Su consulta es un lugar de' bienvenida, un encuadre
donde pueden desahogarse y encontrar apoyo, un refugio
seguro donde pueden explorar su interior. El terapeuta está
auténticamente interesado en cómo lo están haciendo, desea lo
mejor para ellos y les· ama incondiciop.almente en sus progre-
sos y retrocesos, en los altibajos que sufren durante todo el
tiempo que. pasan juntos. El terapeuta afianza la bondad del
paciente, confirma sus eleéciones constructivas, celebra sus vic-
torias, acepta sus.defectos sin perder la esperanza. Todo esto es
consuelo y alimento para la vida y el desarrollo hurrianós.
Pero si el/la te~apeuta consuela, a veces desafía. Esto tam-
bién es amor. El terapeuta confronta al paciente con lo que
está haciendo equivocadamente, señala lo que el paciente
olvida o deja de ver, le indica cuales de sus elecciones son
malas y stis consecuencias, reta sus falsas creencias, le impul-
sa a hacer lo que éste prefiere no hacer. Esto también es la
encarriadón y expresión de la actuación de Dios en la vida del
paciente, porque esto también es amor -el lado penoso del
auténtico cuidado. · ·· · · :
Desafío y consuelo son las dos manos de Dios, actuando y
curando. Toma ' cualquier pasaje de Las Escrituras y podrás
oír la palabra de Dios haciendo ·cualquiera de estas cosas, ya
dando consuelo y seguridad, ya reprendiendo y retando a
alguien para que cambie su corazón. Observa a unos buenos
padres y verás que hacen lo mismo: Esto no es una mera imi-
tación· de Dios. Es· la verdadera personificación de Dios, la
encarnación de lo Invisible en lo visible: Tampoco es solo el
terapeuta el que' personifica a Dios en la terapia. El paciente
también lo hace, llevando consuelo y desafío al terapeuta. Los
pacientes también son buena y hermosa gente. Nos inspiran.
Nos exigen el máximo esfuerzo y trabajan y llevan dentro de
sí una pesada carga. «en tanto en cuanto lo hicisteis con uno
de estos hermanos míos más insignificantes, conmigo lo hicis-
teis» (Mateo 25:40). ··
EL MANANTIAL ESCONDIDO

8. No somos ni buenos ni malos por naturaleza,


I
¡
)

pero inmensamente maleables y responsables


.lo·
últ.imos de que somos
·El libro del Génesis cuenta la historia de una temprana
elección hecha por un hó'mbre y una mujer que vivían en un
jardín. U~a elección qtie ha sido el origen de múltiples .alie-
naciones. El único problema de este mito referente a la tenta-
ción y el pecado es que algúnos teólogos· cristianos lo han
extr~polado a la' total.corrupción del ser humano, de modo
que, supuestamente, no tenemos capacidad para dilucidar
correctamente a menos que Cristo .nos redima de esta «pérdi-
da de gradé!:» que'supone él «pecado original». Resulta difícil
cónciliar este dogma de la total corrupción y ~esamparo con
la experiencia que tenemos de nosotros mismos y de los
demás. ·'
Como reacció'n a esta total condena de 1~ naturaleza del
hombre, los pensadores de la condición humana insisten en la
bondad e.sencial de la persona -a menos que' alguien ~a
corrompa-. Esta doctrina convierte la mala conduéta humana .
en excepción' o aberración. Esto no cuadra ~on nuestra expe-
riencia propia o ajena.
· La verda,d parece :estar en el término me~~o y la .Biblia
demuestra su buen sentido cuando nos cuenta esta historia de
generación en generaéión. Los personajes de la historia ac~a~
eje~cen el .bi~n , .incl~so ~ veces se comportan. heroicamente.
Al mismo tiempo son rebeldes. ?e ven tentados por el t:;ncan-:
to del mal, s~. desvían del camino, se vuelvt::.n corruptos,. Pero
también se recuperan p.e e~to. Jesús .desaf~~ a las personas, ya
que estas <;lisponen de libre elección. Su llamada es al_bien,
invitándoles a seguirla presume que pueden· aceptarla.
Muchos)o p.acen..Otros no. Todos son libre.s. ·
Parece ser que cuando Dios nos creó no creó la persona,
sino el material en bruto de la persona. Nuestra creación abar-
ca del nacimiento a la muerte, directamente influenciados por
nuestro entorno y en virtud de nuestra libre elección. El
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

entorno contiene componentes constructivos y destructivos,


que nos van modelando. Los entornos pueden ser·distintos
según su proporción de 'bondad y maldad.: Es obviamente
mucho más difícil realizarse en culturas de pobreza, racismo,
llenas de prejuicios, abusos o adicciones. Resulta más fácil en
aquellas donde abundan el amor, las oportunidades y los
buenos ejemplos. Cualquiera que sea nuestra situación, cuan-
do nos desarrollarnos vamos aumentando el control de nues-
tro desarrollo, con un mayor poder para elegir otras posibles
rea'cciones al árnbiente que nos rodea. Cada elección prepara
el camino para la siguiente,·haciendo más fácil una elección
parecida a la anterior y haciendo más dura una elección de
distinta clase. ·También' nuestra condición y los hábitos esta-
blecidos limitan nuestra libertad, aunque siempre seamos
libres de algún rno~o y por lo tanto responsables de m~estra
elección.' Siempre podernos alca!).zc;tr la gracia divina, que es
un don de Dios, -el amor de Dios permitiendo.
Cualquiera que sea nuestro contexto, parecernos hallarnos
siempre en U!). campo de fuerzas en conflicto: una corfiente
nos empuja hacia el mal y qtra hacia el bien. En torno a noso-
tros .vernos ejel!lplos de ambas. Si «pecado original» . tiene
algún significado, indica lo que nos arrastra hada abajo y nos
rodea y está dentro de nosotros. Es la historia de la·caída del
hombre, ·con efectos destructivos, á. través de generaciones. Si
el término <~gré,lcia divina» quiere deCir algo, sería justo lo con-
trario~· ~a corriente que nos impulsa hacia arriba, en nuestro
interior y fuera de nosotros -la llamada a la conversión, el per~
miso, el.ungüento' que nos .c ura', la sorpre8a de la lib~ración.
Ambas .fuerzas están ' siempre operando y hacernos nuestra
propia creaCión desde el interior de este útero en confusión.
Aplicado a la ,terapia, este prin~ipio tiene múltiples signi~
ficados. Proporciona u:ri. argu~ento para poder corregirse a
aquellos qu~ se sienten abru~ados por la creenci~ de.que son
intrínsecamente malos. Al mismo tiempo envía una señal a
aquellos que poseen un exagerado sentido de su rectitud,
ignorando su debilidad y vulnerabilidad ante el señuelo del
mal. Abundan los ejemplos de cómo en circunstancias fayo-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

rabies cualquiera de ellos se ha vuelto abusador, malversador,


traidor, asesino, suicida... El principio nos recuerda nuestra
maleabilidad y la responsabilidad de nuestro propio devenir.
«El demonio me hizo _así» no es una excusa. Ni tampoco
podemos decir «una persona con mi pasado no tiene oportu-
nidad alguna». Siempre podemos elegir. A veces la elección
nos hace abrirnos a la gracia o arrodillarnos y rogar por ello.

9. ·La voluntad de Dios está profundamente unida


a nuestros -más íntimos anhelos
Este es u~ principio dedicado a aquellos qu'e buscan la
voluntad de Dios en todas las decisiones importantes de su
vida -pero que a veces se pregu~tan como saber cual es la
voluntad de Dios. Este principio indica donde deben buscar-
la. Contiene solo un presupuesto: que la vida· está oriéntada
hacia Dios, es decir, que el propósito fundamental de la vida
es vivir en armonía con los valores y propósitos de Dios.
Expuesto así parece sencillo, pero no · resulta tan obvio
como el amor que Dios siente por nosotros. Si Dios nos ama,
quiere que seamos nosotros mismos, para lograr el bien, para
expresar nuestro yo auténtiCo y desde él hacer lo que nos pro-
pórciona satisfacción. Este principio confirma la convergencia
entre nuestros más íntimos anhelos-y lo que Dios quiere de
nosotros. _A veces la gente piensa que estos son dos opuestos,
como·si Dios estuviera más eri contra que a favor de nosotros.
¿Es voluntad de Dios qúe seamos sacerdotes o no,s 'casemos' y
teng<;1-mos hijos? ¿Que abandone!IlOS O no un matrimonio?
¿Que llevemos o n'o a nuestras madres a una residencia o nos
las quedemos en casa? · ·
Primerament~: Dios no expresa su voluntad para los d~ta­
lles de nuestras vidas. ' Dios ·deja esas cosas ·para nosotros.
Dios tiene m~s bien un propósito general para núestras ·vidas.
Co'mo dijo ·el profeta Miqu~as: · ·
. . .

5. Véase Wilkie Au By Way of the Heart (Paulist, 1989), 67

l
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

Y lo que Jahveh reclama de ti


nada más que hacer justicia,
amar la misericordia y caminar
humildemente con tu Dios (Miqueas 6:8).
Miqueas nos presenta aquí a Dios sencillamente, mediante
tres claros valores. Por el contrario, muchos cristianos conciben
la voluntad de Dios como una especie de detallado plan para
sus vidas y muy difícil de descubrir. Sin embargo en la Biblia,
las palabras hebreas ·y griegas para Dios son «anhelo de Dios".
Este es un término mucho más sugestivo de su claro propósito
que cualquier detalle específico. Dios se nos presenta lleno de
una serie de valores según los cuales debemos vivir nuestras
vidas y nos deja tomar nuestras propias decisiones. Aquí no
existe un plan preconcebido. Por esta razón, el filósofo/teólo-
go Alfred North Whitehead es más preciso cuando habla del
designio de Dios y no dice voluntad de Dios6• Intentar cumplir
la voluntad de Dios significa ponemos de parte del designio de
Dios y hacer nuestras elecciones de acuerdo a ello. · .
Cuando nos enfrentamos a una decisión importante, algu-
nos rezan y buscan alguna señal o esperan que Dios se dirija
a ellos. Bueno, rezar~stá bien, pero mejor está ~alocamos del
lado de los designios de Dios. El lugar p·a ra buscar «señales»
o «palabras divinas» está dentro de nosotros mismos. Cuan-
do hallamos lo que anhelamos más íntimamente, descubri-
mos lo que estál?amos buscando. Los designios de Dios están
ocultos en el interior de nuestro ser. Dios quiere revelamos
nuestra auténtica personalidad. Cuando hablo aquí de nues-
tros más íntimos anhelos, no hablo obviamente de ningún
impulso súbito o de un capricho pasajero, sino de lo que per-
siste y brota de la emoción y la razón conjuntamente. 7

6. Un buen resumen del pensamiento de Whitehead sobre el amor creativo


de Dios, persuasivo e interesado en promover el disfrute humano, véase
Process Theology (westminster, 1976) de John Cobb y David Griffin.
7. Para una elaboración más completa de estas ideas, véase mi libro de
dirección espiritual: Thomas Hart, The Art of Christian Listening (Pau--
list 1980) capítulos 7 y 8.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Ésta era también la idea fundamental más apremiante de


Carl Jung, aunque la formulara conceptualmente. Acentúa la
importancia de seguir ese destino nuestro que nace del fondo
de nuestro ser. Solo siéndole fieles encontraremos él sentido
de nuestra vida y alcanzaremos nuestra auténtica plenitud.
Jung nos insta a escuchar. siempre con toda atención a nues-
tra voz interna más profunda, ya que esta nos habla desde
nuestros sueños, nocturnos y diurnos; nuestras sensaciones
viscerales de atracción o repulsión, consonancia o disonancia,
para seguir encontrando el camino de nuestra· existencia. Es
la misma idea. Las semillas de nuestro destino, o los desig-
nios de Dios, están plantadas en nuestro propio interior.
Cuando están en terapia, las personas intentan ayudarse
buscando la voluntad de Dios. Este es el principio más impor-
tante que puedo ofreceros. Suponed que la orientación de
vuestra vida os dirige hacia Dios. Después de repasar todos
los puntos de la materia en cuestión, preguntaros, ¿cuál es mi
anhelo más profundo? Eso mismo es lo que Dios quiere de
vosotros.

10. Las personas buenas se ven tentadas


por algo que parece un bien moral o espiritual.
:Resulta evidente que la gente b~ena se vea atraída hacia
lo que parece ser un bien moral o espirituaL Pero ¿por qué
digo «tentada»? Porque a veces es su propia bondad la que
destruye a las personas buenas.
Este fue uno de los grandes descubrimientos de San Igna"7
do de Loyola. Observó una diferencia en los modelos de ten-
tación a los que se vio sometido en diversos momentos de su
crecimiento personal. Después vio que el mismo fenómeno se
daba en otras personas a las que dirigía espiritualmente.
Aquellos cuyas vidas se encaminaban en dirección equivoca-
da eran tentados por alguna gran maldad. Los que vivían
orientados hacia Dios no encontraban estas perspectivas
seductoras, pero eran tentados por lo que parecía ser un bien
HACIA UNA ESPIRITUALIDAD SANA

moral o espiritual8 • Pensaban, por ejemplo, que debían dedi-


car a rezar más tiempo del que dedicaban o pasar más inad-
vertidos o .imponerse un ayuno aún más estricto o trabajar
más horas para los demás. Si se dejaban seducir por estas apa-
rentes llamadas a una mayor santidad, se dejaban destruir
por su propia bondad. Por eso, estos alicientes eran en reali-
dad tentaciones. Las personas buenas están muy expuestas a
esto; porque parecen ser dictados del Espíritu Santo, así que
necesitan el consejo de un· director espiritual experimentado
para que les ayude ·a distinguir las invitaciones del Espíritu
Santo de lo que no son sino tentaciones. Si no reciben ayuda
pueden ser fácilmente víctimas de los peligros de su propia
bondad. ., , ·
Los indicadores clave para discernir qué aliciente viene
verdaderamente de Dios es que son. aquéllos que producen
paz interior y también que si los practicamos, nos ·producen
queramos o no un gran bien. A veces, solamente probando
puede uno enterarse realmente. .
Todos necesitamos algunas veces la ayuda de una perso-
na espiritual madura para juzgar si lo que estarnos haciendo
o pensamos hacer es auténticamente bueno. No solo en mate-
rias de observancia religiosa, sino en las cuestiones prácticas -
de cada día, donde podernos ser seducidos por bienes enga-
ñosos. Pactemos responsabilizarnos demasiado de los demás
dejando que se aprovechen de· nosotros, ser incapaces de
decir que no, o cargarnos con todo el sufrimiento del mundo.
Pensarnos· que debernos hacer lo que hacemos o debernos
sufrir lo que sufrimos. Esto nos parece un imperativo moral o
espiritual. M_u chas veces necesitarnos que nos ayuden a
encontrar el verdadero sentido de nuestras propias limitacio-
nes y de lo que Dios nos está pidiendo realrnen_te.
1 1 ' •

***********************

8. Véase «Rules for the Discerment of Spirits>> en la obra de George E.


Ganss, S.J., Ignatius of Loyola: The Espiritual Exercises and Selected Works
(Paulist, 1991), 201-07.
-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Estos son los principios que más utilizo para relacionar el


proceso espiritual con el terapéutico. Son creencias funda-
mentales de la Fe y surgen con regularidad en el diálogo tera-
péutico. Vinculan los intereses particulares a los intereses más
esenciales. A menudo vierten otra luz sobre diversas materias
y esto puede significar una reestructuración en el paciente.
Frecuentemente nos liberan de algo. A veces proporcionan
nuevas motivaciones. Siempre representan un notable aspec-
to de la presencia y actuación de Dios en aquellos conflictos
que se están tratando de resolver, permitiendo a la persona
una respuesta más consciente.
En suma; los principios son los siguientes:
1. Dios quiere que vivamos.
2. El objeto de nuestra vida es aprender a amar.
3. Cuando actuamos, Dios está presente y actuando.
4. Dios no nos envía dolor y sufrimiento, sino que actúa
en ellos por nuestro bien.
5. El paradigma muerte/resurrección es la clave para
comprender nuestra existencia.
6. Las imágenes de Dios pueden y deben ser innumera-
bles; ninguna es suficiente para aclarar este Misterio.
7. Dios muchas veces aparece en forma humana.
8. No somos ni buenos ni malos por naturaleza, pero
enormemente maleables y responsables. últimos de lo
que somos.
9. La voluntad de Dios está profundamente unida a
nuestros más íntimos anhelos.
10. Las personas buenas se ven tentadas por algo que
parece un bien moral o espiritual.
11
CASOS PRÁCTICOS

Nota aclarat~ria a los siguientes casos examinados


En los próximos seis capítulos se aplican en la práctica
algunos de los principios anteriormente .expuestos. Son las
historias de unas terapias recientemente realizadas por mí.
Están desarrolladas en forma de diálogo extenso, salpicadas
de algunas reflexiones personales referentes al trabajo desem-
peñado. A pesar de ser relatos de terapias actuales, déjenme
explicarles en qué no lo son.
Primero: no están escritas al pie de la letra. Una simple
sesión escrita así llenaría todo un capítulo. Como cada una de
estas terapias ha durado mínimamente un año, algunas va-
rios, intentar plasmar su historia en un simple capítulo ha
supuesto una selección muy rigurosa y además reducir
mucho el material elegido. Los diálogos que presento no son
literales tampoco, solo reflejan lo esencial del intercambio
entre el paciente y yo.
Segundo: he reconstruido estas terapias para sacar a la luz
un tema muy particular: la dimensión espiritual de nuestro
trabajo. Mi propósito es demostrar dónde se manifiestan los
recursos espirituales y cómo trabajamos el paciente y yo para
EL MANANTIAL ESCONDIDO

integrarlos en el proceso terapéutico. Quiero destacar que no


puedo transmitir exactamente en qué proporción aparecen.
La dimensión espiritual aparecería más visiblemente si
pudiera plasmar la historia completa de nuestro tiempo en
común.
Tercero: porque en estos relatos a veces desarrollo una
idea espiritual para hacer resaltar su importancia. Puede
parecer que hablo mucho durante las sesiones y que durante
ellas me dedico a enseñar teología. Actualmente tanto en
materias espirituales como en otras terapéuticas, me inclino a
colaborar con el paciente en la búsqueda de su verdad. Las
historias han sido presentadas en esta forma, dado el espacio
disponible y el tema que quisiera hacerles comprender. Es
una «forma literaria» que me ha permitido describir bastante
bien algunas de las cosas aún en detrimento de otras.
Todos los relatos contienen algún disfraz para proteger la
privacidad de los pacientes y de las demás personas implica-
das en el caso. Cada paciente ha leído su propia historia y
dado su aprobación para que fuera publicada.
Todo lo dicho aquí es aplicable a todos los casos salvo al
noveno, porque yo fui el paciente y no contiene disfraz algu-
no.
EL HOM~RE QUE SE ODIABA ·

Chuck, varón de 35 años. Acude a terapia para hablar de


su matrimonio. Era de pena. Un hombre tímido, despeinado,
vestido con jersey, tejanos y botas y evitando por completo
mirarme a los ojos mientras me contaba su historia. Unos
ocho años atrás, mientras servía en la marina, se había casado
con una peruana solo dos semanas después de conocerla.
«Nadie que pudiera elegir se habría casado conmigo»,
explicó. ·«Hay muchas razones por las que creo esto, pero
ahora no quiero entrar en ellas. Mi plan era encontrar a
alguien de un país muy pobre y traerla a los EE.UU. Me figu-
raba que se sentiría agradecida para siempre y que me que-
rría por eso. Yo no pensé que fuera capaz de mantener una
relación, pero me imaginaba a una pobre mujer siéndome leal
y q1:1e por fin tendría, una vida sexual satisfactoria, lo que
deseaba mucho». Se rió y pude ver que se despreciaba. Pro-
bablémente pensaba que yo opinaba lo mismo de él. «Bueno,
no ha salido como esperaba. Ella no se siente agradecida. Nos
peleamos todo el tiempo y no hay sexo». Volvió a reír azora-
damente. «Otra cosa más», · dijo, «entonces yo no lo sabía,
pero tiene dos hijos de dos diferentes padres. Cuando me lo
contó ya estábamos en EE.UU. Quería traerlos, naturalmente.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Ese fue su plan desde el principio. Como ve, cada uno de


nosotros tiene sus asuntos que tratar bien ocultos. De cual-
quier modo, viendo que era lo único decente que podía hacer,
traje a sus hijos uno tras otro. Me resultó tremendamente caro
y además muy molesto por todos los trámites que había que
resolver. Más tarde, hace tres años, tuvimos un hijo>>. Lo que
estaba relatándome me llamó fuertemente la atención. Era
una historia increíble. Qué poca autoestima demostraba pen-
sando que solo esa clase de matrimonio era posible para él.
Por poca confianza que hubiera entre los dos al principio, el
resto debió quedar destrozado cuando ella le contó lo de los
niños. Además, el matrimonio se había tenido que ver sacu-
dido con la llegada de cada uno de los niños. Cuando Chuck
completó el cuadro, me enteré de que su mujer lo controlaba
todo ahora y que no podía conseguir nada ni intentando una
explicación racional ni mostrando una postura firme. Como
cristiano y terapeuta familiar experimentado, creo en la indi-
solubilidad del matrimonio como regla general. Pero también
estoy convencido de que Dios no quiere que llevemos una
existencia miserable o hagamos miserable la vida de los otros
solo por «fidelidad». Como terapeuta, el método que empleo
normalmente es escuchar al paciente atentamente y luego
darle mi repuesta más honesta.
«Lo que estás describiendo no es un matrimonio», le dije.
«Ya sé que vivís juntos como una especie de familia y que
habéis comenzado todo con una ceremonia religiosa. Pero
COJJ;l.O quiera que se llame ese acuerdo, desde luego no es un
matrimonio».
«Ya lo sé», contestó. «He hablado de esto con mi Pastor y
me ha dicho lo mismo». Que Pastor más lúcido, pensé. «Estoy
aquí porque he oído que es Vd. sacerdote y además un buen
consejero matrimonial. Quiero tratarlo con Vd. y ver si hay
algo que se pueda hacer».
«Bien, creo que deberías empezar por hablar con tu mujer.
Cuéntale lo desgraciado que te sientes. Dile que en lo que a ti
respecta el matrimonio pende de un hilo y pregúntale qué
quiere hacer ella. Si quiere salvarlo, dile cuales son los' cam-
EL HOMBRE QUE SE ODIABA

bios necesarios para poder llegar a un acuerdo ..Descubre por


qué ella tampoco es feliz y si quiere venir contigo me alegra-
ré mucho de ayudaros e~ lo que pueda»·. Creo que el primer
paso que se debe dar cuando se presenta una crisis matrimo-
nial es aceptar el reto y trabajar para salvar el matrimonio si
esto es posible. El tiempo de crisis es tiempo de crecimiento y
Dios está presente cuando los cónyug~s se enfrentan a la lla-
mada de la reorganización. Cuap.do alguien está pensando
seriamente en el divorcio, lo más honesto es decir al otro la
verdad y darle una oportunid<:td antes de que sea demasiado
tarde.
Chuck se mostró de acuerdo en que eso es lo que había que
hacer. Me dio las gracias por la sesión y salió tímidamente.
Dos semanas más tarde v~lvió solo para decirme que su mujer
rehusaba de plano acudir a cualquier consejero. El había·trata-
do de convencerla varias veces, considerando-las consecuen-
cias. «Es la misma vieja historia de ¡siempre, no. podemos
hablar: Me gritó qu~ si quería el divorcio que lo pidiera, pero
que no esperara volver a ver a los niños. Parece ser que no le
importa tanto llevar esta vida de locos. Eso fue todo».
Le sugerí que esperara unos días y probara de nuevo y
que si no tenía éxito, lo volviera a intentar algo después. Pare-
cía una situación imposible d~ mantener y era palpable que
Chuck estab~ perdiendo la esperanza. Le conté que nunca
decía a nadie lo que tenía que hacer, porque solo la persona
afec~,ada conoce suficiente~ente bien su situación y es la que
carga con las consecuencias de su eh~cción. El me entendió. A
pesar de su apariencia era obviamente muy inteligente.
«¿Puede un cristiano divorciarse con la conciencia tran-
quila?»~ preguntó. . · .
«Créo que sí», contesté..«En algunos casos es lo más lleno
de amor que se puede hacer y _el .amor dicta . siempre la
norma.»
. «Pero, ¿qué hay de esas enseñanzas de la Biblia que lo
prohiben?» Cristo formuló un ideal muy elevado para el
matrimonio cristiano y sigue valiendo la pena esforzarse para
alcanzarlo, pero no todos los matrimonios pueden. De hecho,
EL MANANTIAL ESCONDIDO

algunos matrimonios se encuentran en una situación espan-


tosa. Entonces hay que preguntarse si Dios quiere que vivan
así el resto de la vida.
«Mi situación no parece favorecer a los que están implica-
dos e~ ella. No existe un matrimonio. Soy muy desgraciado.
Los niños viven eri un entorno horrible: Cuando no nos esta-
mos peleando, nos ignoramos por completo.»
«Al final es siempre ar amor al que queremos ser fieles.
Amar 'es el más elevado mandamiento para los cristianos.
Más elevado aún que cualquier norma particular, como la
indisolubilidad del matrimonio. Porque el amor siempre pre-
gunta, ¿qué es lo mejor para las personas que se ven envuel-
tas en una tal situación? "¿cuál es la mejor decisión que puedo
tomar, teniendo en cuenta el bienestar de todos; incluyendo el
mío propio?»
«Me ayuda mucho hablar de todo esto y tratar de solucio-
narlo. Tengo que meditar más sobre todo esto.>>
«No sé que elegirás Chuck, o que deberías elegir, pero
creo que si tomas cuidadosamente tu decisión, Dios la acep-
tará cualquiera que sea. ¿No quería alguien que te amara?»
Pasaron varios meses antes de que Chuck volviera a
verme. Cuando llegó, me dijo que se había decidido por el
divorcio y que se había ido de casa, aunque continuaba man..:
teniendo a su familia. Fue una decisión extremadamente difí-
cil. Pero cuando la tomó se dio cuenta de que había hecho
bien.. Los niños 'le visitaban regularmente, especialmente su
hijo. Después me contó que su mujer estaba saliendo con otro,
lo que realmente le· mortific;aba, a ·pesar de·lo horrible que
había sido su ·matrimonio. De hecho, me comunicó qtie ese
hombre se había ido a vivir con su mujer un mes después de
que él se fuera. Esto le hizo derrumbarse y estalló en sollozos.
Dejé que llorara. ¡Qué duro es un divorcio! Este hombre había
recibido tan poco·amor en toda su vida y ahora, lo que pare-
cía ser su mayor esperanza había terminado en fracaso ..Pron-
to iba a con<?cer mejor su historia, porque no habí~ venido a
hablar solo de su matrimonio, sino para entrar en terapia e
intentar resolver sus propios conflictos.
EL HOMBRE QUE SE ODIABA

Antecedentes
. Chuck describió a un padre nad? afectuoso, inalcanzable
y con pocas miras interiores. Chuck no solo no se sintió que-
rido, sino que sintió que a su padre no le gustaba y a menudo
este decía y hacía cosas para herirle. No obstante, Chuck dijo
que su padre nun~a reconocería algo así, ni aún ante si mis-
mo. Para Chuck, la relación con su padre .era muy importan-
te y se culpaba a sí mismo de este fracaso. Fundamentalmente
se sentía lleno de defectos. ·
Chuck describió a su madre como una mujer dominante
y llena de carencias. Incapaz de conseguir el amor que espe-
raba de su marido, se pegó más a Chuck e intentó separarle
de su padre. Chuck se sentía lleno de culpa por esta rela-
ción, que aunque no era claramente de tipo sexual, estaba
llena de confusión emocional/ sexual. No sabía bien si su
madre le quería o solo le utilizaba para satisfacer sus pro-
pias necesidades. Abandonó la infancia muy pobremente
equipado para la vida, sin tener clara su mismidad, lleno de
incertidumbre sobre su masculinidad, con absoluta falta de
confianza en sí mismo y sin saber como relacionarse con los
·otros. Se dio cuenta de que debía alejarse de esta familia, así
que se fue a un colegio mayor, intentando poner la mayor
distancia posible entre ellos. Como se sentía tan mal consi-
go mismo se encerraba en su habitación y solo la abandona-
ba _para ir a clase. De vez en cuando sufría una crisis lo
suficientemente seria como para que tuvieran que hospitali-
zarle y esto a su vez era nefasto para su ya bajísima autoes-
tima .
.Los años transcurrieron así, con algunas terapias de apoyo
y la consecuente lectura de muchas obras de psicología. Chuck
había tenido muchos insights. Pero sin saber cómo, los conflic-
tos seguían estando allí, sólidamente instalados. Ese es el pro-
blema del insight: no campia mucho de los sentimientos o
conductas. Para esto se requería una nueva y diferente vivencia.
«Me odio», dijo Chuck con su típica sonrisilla, «siempre lo he
hecho».
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Eso era lo que más me concernía. Ese era el núcleo de su


terapia y toda mi experiencia me lo decía. ¿Qué podía hacer
por Chuck?
Bien, lo primero de todo sería prestarle toda mi atención.
Además esto -me resultaría muy fáCil porque me gustaba
como era. Le encontraba tan real, tan honesto y tan íntegro ...
Mi afecto y atención suplirían algo de lo que tanto le faltó en
su niñez. Después tomé nota de todo lo que le había pasado
sobre lo que pudiéramos construir algo. Era inteligente y se
expresaba muy bien. Tenía dos amigos íntimos desde hacía
un moritón de años. También tenía un buen puesto de traba-
jo..Le haría la devolución de todas estas adquisiciones y de
sus valores propios. Trabajaría en reducir su negatividad. Le
señalaría sus autodesprecios y le pediría que dejara de hacer-
lo. También le haría un señalamiento sobre su modo de evitar
las miradas y le pediría que se arriesgara a mirar al otro y a
ser mirado por él. Le animaría a juzgar más críticamente a sus
padres y a traspasarles parte de la culpa que sentía, en vez de
colocarla toda en él mismo y en sus defectos. Me interesaría
auténticamente por su vida y le acompañaría, compartiendo
con él mis más honestas reacciones. Lo aceptaría todo, mos-
trándole mi empatía cuando viera que sufría, confirmaría lo·
que estuviera haciendo bien, atacaría las asunciones e inter-
pretaciones que parecieran injustificadas y perjudiciales. En
resumen, me relacionaría con él durante un tiempo como u!!
ser humano cuidador. Esta sería una nueva y diferente expe~
rienda curativa. Y cuando se sintiera más fuerte y seguro le
empujaría hacia la formación de nuevas relaciones. En última
instancia son las relaciones las que curan.
Sentía intensamente que necesitaba de los recursos espiri-
tuales para esta terapia tan difícil. Al tratar de ayudar a
Chuck a cambiar su odio hacia sí mismo en amor, llamaría su
atención sobre la dimensión espiritual, alentándole a relacio-
narse con ella con mayor conciencia y apertura. Los dos la
necesitábamos.
Así, un día en el que se estaba menospreciando le dije:
«Chuck, tus padres no te han querido demasiado, pero hay
EL HOMBRE QUE SE ODIABA

Uno que te ha querido siempre. Dios está complacido contigo


y el amor de Dios es tu principal validación. Los padres son
relativos. El amor de Dios en tu vida es sólido como una
roca».
«Yo creo en el amor de Dios)>, contestó sinceramente,
«pero es bastante abstracto la mayor parte del tiempo».
«Lo es» dije. «No estoy hablando principalmente de una
sensación, sino de una firme y válid~ convicción, fortalecida
por medio de las oraciones. -ya sabes que hay muchos a quie-
nes .sus padres no les quisieron demasiado bien, pero Dios
parece que ·a lo largo del camino envía a otros para que los
amen y les cubran sus carenc;ias -abuelos u otros parientes
nu_estros, amigos-. Fíjate en tu propia vida. Me has contado
de dos personas que han sido buenos ·amigos tuyos durante
muchos años. Ellos te ven con mayor claridad de lo que pue-
den hacerlo tus padres y te quieren. No son solo un regalo de
Dios; están personificando el propio amor de Dios hacia ti.
Ellos lo hacen concreto y palpable)), ·
<<Nunca lo había considerado así», contestó. «Nunca había
relacionado esto. Bob y Jim, los dos me quieren realmente y
saben un montón de cosas mías». . · ·
Guardó silencio un ·rato mientras reflexionaba sobre la
implicación de Dios en est~s dos relaciones _d e amistad.

Las crisis
Poco tiempo después, Chuck me contó más detallada-
mente sus crisis nerviosas. Las dos eran signos de lo «presio-:
nado)) . que se sentía. Para mí significaban que las causas
habían sido las cosas que necesitaba sentir,· expresar y com-
partir sin poder hacerlo .. Eran dramáticas llamadas a un cam-
bio en su modo de ser. La manera en que Chuck las trataba,
me hablaba de su integridad, coraje y deseo de crecer. El pri-
mer episodio ocurrió durante su primer áño de universidad,
el segundo poco después de su graduación, cuando ya traba-
jaba. Durante la primera fue hospitalizado e intensamente
EL MANANTIAL ESCONDIDO

medicado. Volvió del hospital de nuevo repuesto, pero sin


haberse enfrentado a alguno de sus problemas. Cuando se
presentó la segunda crisis, decidió no buscar ayuda porque
no quería ningún medicamento que enturbiase su conscien-
cia. En el intervalo había leído mucho sobre psicología y sabía
que su, tarea sería hacer conscientes los contenidos de su
inconsciente para así poder elaborarlos. Como todo esto lo
había hecho solo, quería revelármelo a mí, y lo hizo de un
m<;>~o trepidante 1•
«Fue saliendo un montón de material sexual» .. Comenzó.
«A veces.tenía visiones mías chupando el pene de mi padre».
Se sentía avergonzado obviamente. «Me sentí aterrorizado
pensando que esto significaba que era homosexual o que que-
ría seducir a mi ,padre, no sé como. ¿Qué tipo de persona
horrible era yo? Ya sabe que en la actualidad no mantengo
ningún tipo de relación con mi padre. Siempre he sentido que
me odiaba: Y lo sigo sintiendo. Las pocas veces que hizo algo
conmigo de pequeño, parecía que quería avergonzarme.
Cuando .yo tenía 5 o 6 años me llevó a jugar al. béisbol y le
pegué tres veces en la cara con la pelota. Cada vez me pr~­
guntaba «bueno, ¿quieres dejarlo ya?». Yo creo que realmente
quería que lo hiciera. Parecía que quería herirme y .que me
diera por vencido. ~espués de_aquél dí~. no volvimos a jugar.
Aproximadamente en esa época salíamos porque quería ense-
ñarme a montar en bicicleta. Pasó lo mismo. Me caí dos veces
y la segunda fue el final de la lección. Sonrió, como indicando
que yo era UJ,l caso perdido y volvió a casa. Nunca hablamos
de ello. En lo que se refería a aprender a montar en bicicleta o
jugar al béisbol, eran asuntos míos. Si hubieran sido inciden-
tes aislados probablemente no me hubieran impactado tanto.
Solo estoy tratando de contarle algunos ejemplos de cómo era
nuestra relación siempre, por eso me ha marcado tanto. Para

l. Un libro muy útil para la causa del fracaso psicológico, su tratamien~­


to y la prevalencia del sini.b~lismo religioso en el relato posterior del
sujeto, es la obra de John Weir Peiry The Far Side of Madness (Prentice
Hall, 1974).
EL HOMBRE QUE SE ODIABA

darle otro ejemplo, pasó lo mismo cuando a los 17 años esta-


ba aprendiendo a conducir. Nunca se ofreció a enseñarme.
Nunca se lo pedí. Nunca me dio ninguna información o aviso
sobre el sexo y yo siempre estaba en conflicto con mi sexuali-
dad y lo que significaba ser un hombre».
. Compartí de mi incredulidad y dolor cuando escuché es-
tas experiencias infantiles, especialmente las más tempranas.
Quería ·validar en Chuck el sentimiento de que estaba equi-
vocado. Cuando le escuché, me estaba imaginando el parti-
cular impacto que le . habían producido estas experiencias
tempranas al niño. Un niño no puede apartarse de su padre y
decir: «veo que mi padre tiene muy poca capacidad de amar».
Así que sacó la conclusión más simple (conclusión infantil):
«no valgo para nada, no merezco que me quieran. Hay algo
fundamentalmente equivocado dentro de mí». Este senti-
miento, porque es más un sentimiento que·un pensamiento,
seguía dominando en todas las · posteriores relaciones de
Chuck, consigo mismo y con los demás. Se odiaba y lo.que se
merecía era sentir rechazo. Una creencia así determina toda
una vida. Para poder dar a esto un giro de ciento ochenta gra-
dos, se necesita que otra autoridad diga lo contrario, enérgica
y repet~damente. Incluso así es difícil erradicar tal sentimien-
to, tan devastador. Fue su primera condena. Entonces, ~omo
parte de mi trabajo con Chuck, seguí quitando astillas a esta
profunda convicción siempre que la mostraba. P.a ra mí, la
principal .validez y bondad de una persona es la actuación y
amor de Dios hacia esa, persona. Traté de personificar este
amor como terapeuta. ,
«Chuck» le dije 7 «Volvamos a esas imágenes sexuales de
que hablabas. P~enso que son rpuy importantes. ¿Hay alguna
más?».
«Si, pero la otra imagen recurrente era tan mala como la
primera que le conté ya». Contestó Chuck. «Era una imagen
mía de adulto mamando del pecho de mi madre. Se repetía
muchas veces. Realmente debía estar bastante mal».
«Esto posiblemente te suene raro Chuck, pero yo veo estas
imágenes de muy diferente manera. Vamos a colocarlas en el
EL MANANTIAL ESCONDIDO

contexto. Considera tu infancia. Estabas desesperado por que


te quisieran. De ninguno de tus padres recibiste amor, y así
continuaste hambriento y sediento de él. El sexo es básico en
el amor. Por eso tiene tanto poder sobre todos nosotros. Es
amor lo que anhelamos, intimidad y bienestar con cualquie-
ra. Esto es lo que pienso que significa que chuparas el pene de
tu padre. Es como si estuvieras diciéndole ¿te das ahora cuen-
ta de que existo? ¿Puedo conseguir que sientas algo por mí?
¿Puedo obtener de ti algo, de tu vida, de tu masculinidad, o
lo ·que necesito para sentirme bien conmigo mismo? No creo
que la imagen tenga nada que ver con sexualidad o seduc-
ción». Chuck me miraba intensamente, sorprendido y con-
movido por lo que le había dicho.
«Creo que con la imagen maternal pasa lo mismo. No es
nada incestuoso o tiene que ver con el sexo. Es amor. ¿Qué
mayor símbolo de amor que el pecho materno? ¿Qué es lo
que más necesita un niño de su madre? Un lugar seguro y ali-
mento. Tú no lo tuviste. Tú lo anhelabas. De adulto has segui-
do hambriento de ello. El inconsciente nos cuenta por medio
de símbolos lo que nos está agitando · interiormente. Tu
inconsciente te habla de tu profunda ansia de amor, y en par-
ticular del amor de tus padres».
Ahora Chuck lloraba. Una enorme carga de ansiedad
había salido y en su lugar ponía nombre a lo que moraba tari
poderosamente en su alma. Lo reconoció y lo sintió. Pero al
mismo tiempo no reflexiona en otro plano y yo quise añadir
algo más.
«Hay otro nivel más· profundo para interpretar esto
Chuck. Ambos, el pene y el pecho son símbolos de Dios en
muchas tradiciones religiosas de la tierra, y la razón es obvia.
El pene y el pecho tienen que ver con dar la vida y son expre-
sión del .a~or. Y los dos están llenos de misterio y milagro.
Los dos representan lo que Dios es: dador de vida, amante,
milagro y misterio. El hecho de que falo y pecho estén carga-
dos de divinidad ayuda a darnos razón de por qué ejerce una
influencia tan poderosa en nosotros. Una fuerza que no
puede ser justificada solo simplemente por el placer que nos
EL HOMBRE QUE SE ODIABA

produce. En el fondo, Chuck, es a Dios a quien buscas. Dios a


quien aspiras y Dios tu actual encuentro en las imágenes que
has compartido».
Cuando terminamos de hablar de esto, añadí algo más.
«No sé si conoces los escritos de Carl Jung, pero es uno de los
más grandes dibujando el mapa de la vida psíquica. En su
autobiografía relata una de sus más tempranas experiencias
religiosas. Siendo aún un niño tuvo una visión de un templo
donde estaba encerrado un gigantesco falo. Esto · le llenó de
asombro. Primero pensó que había blasfemado solo por alber-
gar tal idea. Con el tiempo aprendió que falo y pecho habían
sido, durante mucho tiempo, símbolo para los aspectos mas-
culino y femenino de Dios en las religiones del mundd.
Chuck, creo qúe las iglesias nos han prestado un mal ser-
vicio separando de este modo sexualidad y divinidad, como
si fueran dos polos opuestos, casi como lo bueno y lo malo. La
sexualidad está actualmente inundada de sacralidad. Es pro-
fundamente numinosa.
Esta· conversación incitó a Chuck, con su fuerte inclina-
ción intelectual, a pasar más tiempo dedicado a Jung, al que
sólo conocía someramente. Lo que al principio sonaba extra-
ño, estaba sólidamente fundado por muchas investigaciones
y estas lecturas profundizaron y ampliaron nuestro trabajo
terapéutico en el sentido de la sexualidad de Chuck.

Imágenes operativas de Dios


«QÚiero contarle algo que siempre he hecho y quis~era
cambiar». Me dijo Chuck un día. «Cuando paso una buena
época -no porque sea pecado o algo parecido- automática-
mente me castigo. Me figuro que hay que pagar por el pla-
cer». Se rió con su risa despreciativa. «No merezco nada
bueno, lo ve? Así que si por casualidad me siento bien, sé que
a esto le sigue algo terrible. Así que me anticipo, inflingién-

2. Carl Jung, Memoríes, Dreams and Reflectíons (Vintage, 1965), cap.l-2


-

l
EL MANANTIAL ESCONDIDO

dome algún dolor para evitar el castigo. Todo esto se refiere a


mi niñez. Cuando decía algo malo, mi madre me quería lavar
la boca con jabón. Así que le ganaba por la mano. Quería ir a
lavarme la boca con jabón yo mismo y volver a enseñárselo,
así ya no tendría que hacerlo. Prefería hacerlo yo solo».
De nuevo mé sentí triste oyendo esta nueva variación
sobre un viejo tema. Quedaba tan patente cómo Chuck había
aprendido concienzudamente a odiarse y cómo había proyec-
tado hacia Dios sus experiencias tempranas de mamá y papá.
No podía concebir que nadie le amara o deseara su bien. Esta
experiencia infantil le había persuadido de que esto no era
bueno y de que la felicidad no era natural y normal, sino algo
malo que producía sufrimiento. Lo bueno era como una racha
de suerte y él ciertamente no tenía derecho a ella, incluso
cuando se le presentaba.
«Tu Dios es terriblemente estrecho, Chuck». Le dije. «Tan
punzante. Tan vengativo. Tan cruel. Realmente le das a Dios
una buena paliza».
«Supongo que sí», me contestó. «Si lo pienso con mi cabe-
za no lo creo realmente, pero si me preguntas cuáles son mis
vivencias, tengo que admitir que esa es la imagen de Dios que
he vivenciado. No me siento seguro. Soy una persona 'tre-
mendamente ansiosa. Si toco algo, seguro que contraigo una
enfermedad. Si asciendo en el trabajo, seguro que es .un plari
para echarme en seguida. A veces, desde que he empezado
esta terapia con Vd. realmente me siep.to bien. Inmedia-
tamente me siento aterrorizado. Esto no es lo mío y mejor es
que lo deje cuanto antes. Así, me inflijo algún dolor para con-
tinuar mal y así estar a salvo». · · ·
Me di cuenta de que esto no era mi. tema conceptual,· sino
experiencia!. Su intelecto conocía la verdad, pero su vida
emocional se hallaba marcada por una experiencia diferente.
Este condicionamiento temprano se había conformado por
algo que podía rozar la imaginación y las emociones; pero no
la mente.
«Chuck ¿has tenido alguna vez la experiencia de ser
amado por Dios?»
EL HOMBRE QUE SE ODIABA

«Si, la tuve. Fue hace muchos años. Estába experimentan-


do algo psicodélico con hongos. Algunas veces cuando me
encontraba en un estado alterado de la conciencia, me sentí
realmente amado por Dios. Fue absolutamente maravilloso.
Me sentí muy cerca de Dios.» .. .
Para mí, con hongos o sin ellos, esta experiencia es real.
Infinidad de personas las han tenido. Esto no depende de una
droga.
«Me alegro de oír esto. Esta experiencia puede ser fiable.
La cuestión es ¿cómo puedes deja·r que actúe más en tti vida?
Quiero d~cir, ¿cómo puedes ~enovarla o p~ofundiza:la o apro-
vecharla más, de mo_d o que puedas vivir de ella más que de
esa' disparatada noción 'de Dios que te. viene :directamente de
tus padres?» · ·' ·
es
«Ya sé dónde quiere ir a parar. La respuesta es: no fácil.
Fui a rezar a un 'taller de oraciones de los centristas. Y me di
cuenta de que eso no era para mí. Algunas personas sólo están
sentadas unos minutos y encuentran su centro. No hay forma,
yo no · puedo hacerlo. Tengo encima demasiadas capas de
podredumbre y nó puedo salir de ellas. Me lleva una hora o
más atravesarlas para llegar a este profundo centro, si es que lo
consigo. No obstante, hace poco encontré la manera de hacer-
lo. Asistí al taller Progoff. Enseñan un método para abrirse
camino a través de todas esas capas de podredumbre y llegar a
lo esencial. Tardé un rato, pero ha funcionado un par de veces.»
«Suena perfecto. ¿Querrías hacerlo realmente? Creo que
necesitas volver a ese .lugar en lo profundo de tu interior
donde habita Dios. Necesitas meditar regularmente para con-
seguirlo».
«Probaré una semana. Sólo tengo que encontrar el tiempo
para hacerlo».
· «Estupendo. Otra cosa, Chuck, y ésta requiere cierto valor.
Arriésgate un poco más con Dios. Dios realmente desea que
vivas la plenitud de tu vida. El amor de Dios significa esto o
no significa nada. Así , si algo te hace feliz, dale simplemente
las gracias. Deja solamente venir lo que venga,· y cuéntame si
esto te trae malas consecuencias. ¿De acuerdo?»
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Suena terrorífico, pero lo intentaré».


Cuando volvió la vez siguiente me dijo que había usado el
método de meditación de Progoff y que había logrado alcan-
zar ese lugar interior donde se sentía seguro, bueno y amado.
Me sentí encantado y le animé a seguirlo haciendo. La trans-
formación de la visión del mundo que estábamos buscando,
llevaría su tiempo.

Las últimas etapas de la terapia


Como nuestro trabajo ~ontinuaba después de este primer
año, Chuck utilizaba nuestras sesiones para discutir algun~s
de las cosas que le iban pasando.
Continuaba manteniendo a su familia y pasaba mucho
tiempo con su hijo. También veía ·regularmente a los otros chi-
cos y se sentía muy animado de ver que ellos trataban activa-
mente de mantener sus relaciones con él. Cuando hablábamos,
Chuck me miraba más a los ojos y se reía menos de sí mismo.
A pesar de que seguía sintiendo una terrible ansiedad por las
cosas malas que pudieran ocurrirle, me dijo que sus miedos
iban disminuyendo gradualmente. Continuaba siendo apoya-
do por sus amigos íntimos y saboreaba el creciente sentimien-
to de ser apreciado en su trabajo; no por lo que hacía, sino por
quién era. Nuevamente fue ascendido. Hablamos de lo que
representa ser un hombre. Me refirió cómo se lo había imagi-
nado implicándose y pasando una serie de pruebas de fortale-
za física y de resistencia; del servicio militar; de su matrimonio
exitoso; de su paternidad. El no pensaba que hubiera hecho
todo eso, y no sabía exactamente que seguía necesitando pro-
bar. Le dije que conocía y respetaba como hombres a muchos
individuos que nunca habían pasado aquellas pruebas singu-
lares, y que eran hombres maduros y admirables. Le sugerí
que no pensara tanto en términos de lo que significa ser un
hombre y más en lo que significa ser un ser humano comple-
to. Le dije que pensaba que Jesús de Nazareth era el mejor
ejemplo de los que había encontrado. Si bien los evangelios no
EL HOMBRE QUE SE ODIABA

nos contaban nada de su fortaleza física, de su servicio militar


o matrimonio. Una personalidad madura consistía en una
serie de cualidades morales que admiramos instintivamente
en hombres y mujeres y que las dotes del «machismo» tenían
muy poco que ver con ellas.
Chuck empezó a emplear más energías en tratar de encon-
trar una mujer que pudiera ser una buena compañera para él.
Lo interpreté como un buen signo de su curación que cada
vez iba siendo más profunda. Primero se sintió atraído hacia
los bares de topless, donde pagando puedes encontrar a cual-
quiera que desees. Pero cuando siguió telefoneando a un par
de ellas, se dio cuenta de que esas mujeres no eran particu-
larmente maduras o fiables. Eran mujeres más heridas que él.
Empezó a buscar en más lugares promiscuos, donde la gente
era catalogada según la clase de actividades que les divertían.
Un matrimonio es esencialmente una relación de amistad, no
una relación sexual (aunque el sexo sea una parte maravillo-
sa de él) y una amistad vive de intereses compartidos, valores
y actividades. Chuck no podía ser feliz mucho tiempo con
una mujer que no compartiera algo de su vida espiritual e
intelectual y que quisiera ayudarle a criar a su hijo.
Más de una vez, en estas últimas etapas de la terapia.
Chuck observó, «me siento muy agradecido de estar vivo y
también por cada cosa que me ha' pasado y por lo que he
hecho. -Experimentar la vida es simplemente un privilegio.
Esto antes nunca hubiese sido posible. Todo esto es don abso-
luto. Por ello, trato de vivir cada día plenamente.» Cuánta
gracia divina, pensé. La vida de Chuck no había sido fácil. A
pesar de todo, había llegado a esta actitud extraordinaria.
Seguramente, eso era el hacer de Dios.
Cuando le pregunté si tenía inconveniente en que inclu-
yera su historia en un libro que estaba escribiendo sobre la
dimensión espiritual de la terapia, me respondió con entu-
siasmo. «Si mi vida puede ser útil a otra persona, eso signifi-
caría mucho para mi. Esto haría todo más valioso, incluso aún
más valioso, qué gran oportunidad. Gracias».
-1
5
LA BATALLA DE LA DEPRESIÓN

Cathy estaba deprimida. Vino con'su esposo porque temía


que esta última serie de depresiones eran el toque de difuntos
de su matrimonio. Cuando hablamos los tres, quedó claro
que el matrimonio era sólido, un convenio que duraba ya 28
años y había albergado a tres hijos, dos de ellos adoptados. El
marido de Cathy había aguantado sus episodios depresivos
muchas veces y había aprendido a tener paciencia. Era duro
para él, pero mucho más duro para Cathy naturalmente, y fue
con . ella con quien elegí trabajar. Cathy era una atractiva
mujer de 50 años, refinada y comprometida. Pero llevaba den-
tro de sí mucho dolor y se le saltaban las lágrimas fácilmente.
«Me siento totalmente fracasada como madre. Los chicos
no van bien. Nuestro hijo mayor es homosexual. Nuestra hija
mayor es una alcohólica arrepentida. La más joven también es
alcohólica, pero no estoy segura si arrepentida. Hace poco
tuvimos que decirle que no podía seguir viviendo en casa,
porque no quería dejar de beber». Las lágrimas corrieron por
sus mejillas . .
Me sigue pareciendo asombroso cómo las personas con-
fían enseguida. Esta mujer no me conocía de nada y estaba
abriéndome su corazón. Qué bendita confianza. No es que
EL MANANTIAL ESCONDIDO

tuviera nada que temer; me siento cualquier cosa menos juez.


Nosotros no hacemos de nuestros hijos alcohólicos ni homo-
sexuales. Puede ser que hayamos heredado una cierta predis-
posición genética al alcoholismo (o a la depresión en este
caso). Pero no somos responsables de ello. La homosexuali-
dad parece más . estar congénitamente determinada, que
basarse en cómo ha -sido uno criado. Cathy estaba culpando a
su maternidad de cosas que estaban fuera de.su alcance. Ser
una buena madre es principalmente dar a los hijos el amor y
la atención que necesitan y más tarde ofrecerles buenas opor-
tunidades y guiarlos con sentido común. Cuando conocí a
este matrimonio, estuve seguro de que habían hecho todo
esto. Los chicos tenían 20 años y se habían marchado de casa.
La maternidad de Cathy se había cumplido y el hogar estaba
vacío. Pensaba que, queramos o no, una bue11-a parte de la
depresión de Cathy tenía sus raíces aquí.
. .

Transiciones
La depresión sigue siendo uno de los mayores misterios
del campo de la salud mental. Varíá enormemente de perso-
na a persona y presenta generalmente múltiples factores cau-
sales. Me parece de gran ayuda analizar tres factores en
particular: nuestras circunstancias, la manera en que pensa-
mos acerca de ellas y nuestra bioquímica. Frecuentemente
más de uno de estos elementos se ve implicado. Mi primera
lectura de Cathy fue que se hallaba en la media· vida y que
tenía que despedirse de sus hijos y encontrar una nueva
razón para vivir. Afinaría el oído en dirección a su pensa-
miento y a su bioquímica.
«Como sabrá Cathy, yo no tengo hijos, pero mi hermana
mayor ha criado nueve de dos diferentes matrimonios. Cuan-
do me comentó un día que después de criar seis o así había
descubierto algo: he aprendido que cuando tienen 18 años mi
trabajo como madre ha terminado. Quizás aún no sean madu-
ros del todo, quizás aún sigan en casa u~a temporada. Pero ya
LA BATALLA DE LA DEPRESIÓN

no nos buscan ni escuchan lo ··q ue les decimos. Les hemos


dado lo que teníamos que darles. Esperamos habérselo incul-
cado. Sea lo que fuere lo que necesitan todavía, tienen que
buscarlo en otro sitio. Así que simplemente dejo que eso pase.
Y me lo ha hecho mucho más fácil».
Cathy sonrió. «Creo que lo que dice tiene sentido. Mis
hijos tienen más de 18 años, pero yo sigo intentando mol-
dearles. Es, sencillamente, muy' duro verles tropezar. Enton-
ces es cuando intervengo».
«¿Qué piensa que sus hijos necesitan de Vd. ahora?».
Se quedó un momento pensativa. «Oh, necesitan un mon-
tón de cosas)), Se rió:
«¿Pero qué necesitan de mí? Se que todavía necesitan cari-
ño y que les aliente>>: Aquí se quédó agotada;
«Pienso que eso es exactamente lo que necesitan. Amor y
aliento. Quieren que estos dos sean sus mejores amigos.
Apuesto a que lo valoran inmensamente. Pero, ¿y su consejo?
Hice una pausa. «¿No quiso Vd. el consejo de sus padres an-
tes de irse de casa?»
Se rió.
«Pero Cathy, si sus días de maternidad han pasado, qué va
a hacer con el resto de su vida? Ha sido madre durante 25
añqs. Si esto ha terminado ¿qué va a hacer para llenar este
vacío? Tiene que crear una nueva identidad para V d. y dar un
nuevo sentido a su vida. Si no lo hace, ¿cómo no va a estar
deprimida?»
«Me siento vacía. Adivino que porque sigo muy centrada
en los hijos. ¿Una nueva identidad? Ya sé a dónde apunta,
pero mi mente está en blanco.
Entonces hablamos de nuevas posibilidades: clases, traba-
jar media jornada, un trabajo completo, un trabajo de volun-
tariado, aficiones, su relación con su marido. Además de
todas las actividades que pudieran dar un nuevo sentido a su
vida. Añadí la necesidad de hacer algún tipo de ejercicio
regularmente para ayudar a mantener: a raya la depresión. y
entonces, sabiendo que Cathy se tomaba muy en serio su vida
EL MANANTIAL ESCONDIDO

de cristiana, quise poner todos estos temas en la perspectiva


espiritual.
«Cathy, yo sé que se toma muy en serio su fe, ¿qué piensa
que tiene que ver su espiritualidad con todo lo que. hemos
hablado?»
Se quedó pensando durante un minuto. «Me alegro de
que me pregunte esto. Tengo que reflexionar sobre ello». Se
quedó silenciosa. «Sé que Dios está conmigo en todo esto,
ayudándome».
«Si. .Y ¿para qué piensa que Dios le llama en esta etapa de
su vida?» .
«Quizás a que confíe en él. Parece' que he llegado a un
punto decisivo y no puedo divisar un fu~uro. Lo único que sé
es que todo será diferente. Así que tengo que confiar en Dios
para que me guíe y abra nuevas perspectivas para n:ti y me
ayude en lo que se supone que v:oy a hac~r».
«Esto suena realmente bien. ¿Algo más?» .
«Parti~ndo de lo que su hermana dijo, veo que tengo que .
tomar distancia de mis hijos. No puedo cuidarlos más. Tengo
que dejarlos en manos de Dios y del mundo y esperar que de
algún modo encuentren lo que necesitan. Eso va a necesitar
una enorme cantidad de confianza por mi parte. ~ero sé que
no me quieren dando vueltas a su alrededor o preocupándo-
me por ellos. Me lo han dicho».
«Eso 'también suena bien. ¿Algo más?»
«No se me ocurre nada más».
«Bueno, eso es mucho». Añado una idea que se me ha
ocurrido. «Estoy seguro de que Dios no quiere que esté
depresiva. Su vida es un regalo que Dios le ha hecho, algo
para ser feliz. Así. que Dios le va a apoya! en su lucha para
quitarse de encima esta depresión. Sólo lo menciono porque a
· veces la gente piensa que Dios les manda cosas como esta y
suponen que deben aceptarlo. No, es luchando contra su
depresión como va a crecer, no aceptándola».
«Me gusta como suena eso. Quiero hacer la voluntad de
Dios, incluso si ello supone aceptar ini depresión. Quiero ere-
LA BATALLA DE LA DEPRESIÓN

cer. Pero la manera en que lo ha expresado suena mucho más


esperanzadora».

El tema de la medicación
Durante seis meses no vi a Cathy. Entonces volvió a mi
consultorio.
«Vuelvo a e's tar depresiva»." Me dijo. avergonzadamente.
«Después de nuestras 'sesiones me encontré mucho mejor. He
to!flado distancia de, mis hijos. Trabajo media jornada ayu-
dando en la guardería que costea nuestra iglesia para la gente
de la calle. Ha sido una ma~avillosa oportunidad. He apren-
dido mucho. Y quiero a la gente, a la mayor parte de ella al
menos. Mi .marido y yo _seguimos yendo muy bien. Pero
ahora, en las últimas semanas me siento rara otra vez y no se
por .qué». Otra vez se puso a llorar. «Me despierto por las
mañanas y no tengo ganas de levantarme. Siento un terrible
nudo en el estómago. Voy arrastrándome todo el día. Todo
parece tan difícil».
Cuando seguimos hablando, noté que su vida . parecía
estar bastante bien. Sin embargo, de algún modo esa tristeza
estaba allí. Se podía sentir en la habitación. Era evidente en
todo su porte.
Ahora yo pensaba en la bioquímica como un factor con-
tribuyente . de su depresión. Ella había ·hecho cambios y
durante un tiempo se había sentido mejor. No había ninguna
desgracia reciente que pudiera explicar su recaída. Añadamos
el factor de que .su depresión había sido recurrente durante
algunos años de su vida, apareciendo y desapareciendo sin
causa justificada. Repasamos la historia y después el comien-
zo y las circunstancias del actual episodio. Todo lo que decía
sugería que su bioquímica se hallaba afectada. Le sugerí que
viera a un psiquiatra para una evaluación, la cual conduciría
seguramente a una medicación. En casos como este, trabajo
con un psiquiatra. Él hace su propia evaluación y decide si
recetar o no algún medicamento. Automáticamente no quiero
EL MANANTIAL ESCONDIDO

medicaciones, quiero una segunda opinión. En el caso de


Cathy, el psiquiatra decidió medicada y ella respondió bien al
tratamiento.
La medicación raramente es una respuesta total. No es
ciertamente un sustituto para enfrentarse a los temas pen-
dientes de una vida y elaborarlos hasta llegar a su resolución,
· creciendo durante el proceso. Su propósito no es ofuscar a
una per~ona para que no piense sino darle un tipo de apoyo
a su vida emocional para que púeda pensar con ·claridad y
trabajar sus co~flictos. . ·
· La medicación es, en cierto sentido; una materia espiritual:
Hay muchos cristianos que· piensán que la Fe es la respuesta
para tod~, y que la oración sustituye a las intervenciones médi-
cas. Como creo en la oración, también creo que Dios deja des-
cansar'sobre nosotros una gran cantidad de responsabilidades,
tanto en nuestra vida personal como en la forma en que mane-
jamos el mundo. Dios espera de nosotros que hagamos todo lo
que está en nuestro poder. En el 'presente contexto, esto encie-
rra que utilicemos los mejores recursos que nos ofrecen con la
Psicología y la Medicina. A mi modo de ver, Dios ·actúa desde
dentro, no al costado, como generalmente se dice. Veo, no una
realidad secular en la que Dios interviene de vez en cuando,
sino una realidad creada impregnada de la actuación divina.
Mientras la medicación surtía _s u efeCto, Cathy y yo c;onti-
nuábamos con nuestro trabajo. Hacía más preguntas · sobr~la
causa de la homosexualidad, y sobre los temas .morales
referentes al caso. Como complemento a nuestra discusión le
sugerí que leyera La Iglesia y la homo~exualidad y Arriesgarse con
Dios de }ohn McNeill, un sacerdote .psicoterapeuta que tiene
muchos conocimientos que ofrec.er en este área\ Cathy tam-
bién me participó su dolor cuando presenciaba la lucha de su
hija contra el alcoholismo. Me sentí muy contento cuando me

l. John.McNeill, The Church mid the Homosexual (rev. Beacon, 1988) trata
los temas morales; Taking a Chance on God: Spirituality for Gays and Les-
bisans, (Beacon, 1988),- en la que ofrece una rica espiritualidad para
homosexuales de ambos géneros.
LA BATALLA DE LA DEPRESIÓN

enteré de que ella y su marido asistían regularmente a los


encuentros de Aaron y que había leído mucho sobre alcoho-
lismo.
Otro de los problemas que mencionó fue su lucha contra
la ira que le provocaban algunas relaciones. Mis oídos se agu-
zaron porque la ira es muy a menudo un factor de la depre-
sión y las mujeres en particular están condicionadas para no
mostrarla y ser «agradables». Trabajamos en desarrollar la
asertividad de Cat]::ly,· porque cuando sentía su ira acababa
echándose·la cu~pa de todo. lo que salía mal y se deprimía.
Cathy también era una «buena cristiana» y creía que no debía
indignarse. En·estepunto muchas veces la espiritualidad no
ha resultado de gran ayuda. Actualmente .sentir ira es una
emoción humana, legítima y útil, ha sido puesta en nosotros
por.el Creador para·nuestra protección..Necesitamos nuestra
it:,a. No hay nada malo en sentirla; de hecho es una informa-
ción útil. La única cuestión moral es lo que hacemos con ella.
Compartirla de manera constructiva cuando el comporta-
miento de alguien nos está fastidiando es un acto apropiado
de amor propio y a menudo un acto de amor a los demás.
Otro tema que trabajamos como parte de la curación de la
depresión de · Cathy fueron sus patrones de pensamiento.
Podemos hacer que nos sintamos fatal de ~!luchas maneras;
por ejemplo, centrando nuestras miradas en nuestros déficits,
generalizando un simple fracaso, haciendo una catástrofe de
una pequeña indicación poco favorable, echándonos la culpa
de lo que sale mal, buscando la perfección en nosotros o en los
demás. Una buena fuente de consulta en este tema es Sintien-
do a Dios de David Burn; una popularización de la obra pione-
ra de lá terapia cognitiva de Aaron:Beck2 • Una cosa que Cathy
personalizaba, por ejemplo, eran las escasas llamadas y visitas
de sus hijos, lo que interpretaba como un fracaso en su papel
de madre. A mí me parecía que sus patrones eran normales y
.
se lo dije. Sus hijos estaban viviendo su propia
.
vida.

2. Véase David Burns, Sentirse bien. Barcelona. Paidos. 1990.


EL MANANTIAL ESCONDIDO

Visualizar para sanar


Creo en el poder curativo de la imaginación y a veces uti-:-
lizo ejercicios de imaginación guiada, como focusing y la vi~
sualización3 • La imaginación y las emociones están ligadas
estrechamente. Cathy había hablado varias veces del nudo
que sentía en el estómago cuando estaba deprip1ida y un día
le sugerí enfocar este nudo, porque a menudo las sensaciones
físicas contienen importantes emociones que necesitamos
vaciar. Le hice cerrar los ojos y relajarse. Entonces le pedí que
centrara su atención en ese nudo, que experimentara exacta~
mente lo que sentía, que imaginara qué aspecto tenía y que le
invitara a hablar sobre si mismo.
«Parece ser miedo a irse»~ dijo pasados unos instantes. «Es
un contenedor, algo propio». Estaba tránquila. «Ahora estoy
viendo mi propia niña interior. Tiene que ver algo con ella.
Tiene miedo a ser. Le parece que siempre tiene que hacer todo
bien.» Su imaginación iba refrescando esos recuerdos ·y
haciendo las propias conexiones: · · ·
«Mira a ver si le puedes alentar a que haga lo que le ape-
tece».
Durante un rato, Cathy no dijo nada. La dejé. Entonces le
pregunté, ¿qué pasa ahora?» .
«La he tomado .en mis brazos y la he abrazado. Le he
dicho que está muy bien como es y que no tiene que tener
miedo a hacer algo .mal. La he sonreído y la he dejado ir y
ahora estoy observando como' corre y brinca». Hizo una
pausa; «Ahora está saltando a la comba». Otra pausa. «Ahora
está brincando». Y Cathy sonreía con los ojos cerrados. ·
Estaba encantado con lo que estaba pasando. Era exacta-
mente lo que ella necesitaba·. «Estupendo», dije, «obsérvala
' .·

3. La razó~ fundamental de' la visualización y. varios ejercicios guiados,


véase Marlene Halpin, Imagine That!: Using phantasy in Spiritual Direc-
tion (Dubuque: William C. Brown Co, 1982) o la obra de Adelaide Bry
y Marjorie Bair, Visualization: Direct{ng the Movies of Your Mind (Har--
per, 1978). ·
LA BATALLA DE LA DEPRESIÓN

simplemente un rato y sigue dándole alientos, disfrútala». Y


dejé pasar en silencio varios minutos.
Estas experiencias misteriosas son obra de la giacia divina.
Yo no las produzco. Ni siquiera el paciente, quien las experi-
menta y 'a menudo resulta completamente sorprendido por lo
que sucede. Cuando veo que la curación o liberación van
tomando forma, veo a Dios actuando, y yo simplemente per~
mito y ayudo a la persona a saborear la experiencia lo más pro-
fundamente posible en ~u imaginación y en sus sensaciones.
En otra sesión, Cathy se quejó de una sensación persisten-
te que surgía siempre que hacía mal algo y que era la raíz de
todas sus preocupaciones, pero que no podía figurarse cual
era. Ya había expresado esta sensación en dos ocasiones ante-
riores, pero nada de esto había salido a la luz durante meses
y habíamos buscado minuciosamente. En ~stas situaciones, a
veces sugiero una visualización en la que la persona, ella o el,
lleva directamente su problema a Jesús. Hice que Cathy cerra-
se los ojos y realizara varios ejercicios para qtie su relajación
fuera más profunda, de modo qtie pudiera estar éompleta-
mente concentrada. ·
«Ahora Cathy, quiero que en tU imaginación vayas a un
lugar agradable y confortable para ti y te quedes simplemen-
te allí algunos minutos, tomando nota de la vista, de' los soni-
dos y de los olores de es.e lugar». La dejé pasar así un rato.
«Ahora pídele a Jesús que venga contigo». Pausa. «Tómate un
minuto para verle realmente y darte cuenta de que se ha reu-
nido . contigo»., Pausa. «Ahora cuén~ale tu .problema». Dejé
pasar unos ' minutos presumiendo que estaban hablando.
Entonces le qije, como hago de costumbre para controlar si
todo va,bien, «¿qué está pasando.ahora?» .
«Estamos hablando en l<i playa. Le pregunto qué es es<?
que no puedo ver. N o me contesta». Estaba silenciosa. Decidí
dejarla' seguir buscando su ·revelación. Esto necesita alguna
confianza. «Ahora oigo una voz que dice: «Sigue». Y entonces
Cathy empezó a rezar en voz alta: «querido Dios, te entrego a
Bill (su marido). Te entrego a los chicos; Te entrego todo mi
miedo». Ahora estaba llorando. ·
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Había aprendido de Cathy que dejarla a su aire -no apu-


rándola demasiado o tratando de controlar todo- era la clave
de su paz. Por eso quería que sucediera lo que sucedía en su
interior. «Cathy, mira a ver si puedes concebir una imagen
para «seguir», cualquier imagen». Estaba silenciosa. «Dime
que está pasando ahora».
«Estoy elevándome. Vuelo libre».
«Date cuenta de cómo lo sientes».
«Es maravilloso».
«Disfrútalo unos momentos».
Cathy parecía llena de paz. Entonces, su expresión cam-
bió. «Estoy cayendo» ¡Demonios! Pensé. ¿Qué hago ahora?
Decidí hacer lo acostumbrado en estas situaciones, dejar que
la película siguiera filmándose, esperando que sucediera lo
¡p.ejor. «Estoy muy lejos del suelo». Dijo desesperadamente.
«No pares Cathy. Deja que siga la ·revelación». Esperé un
poco. «¿Qué pasa ahora?» .
«Oigo una voz que dice: Vuelve a probar». Silencio. Yo
esperaba. «Estoy elevándome otra vez». Sonreía.
Qué · experiencia de la gracia divina. Cathy quería caer
seguramente de tiempo en tiempo. ¿Quién n'o quiere? Pero
aprendió que podía volver a subir y volar de nuevo. Unos
minutos más tarde me dijo que había aterriz.a do blandamen-
te. «Jesús ya no está aquí. Y ahora oigo una voz que dice; Con-
fía. Confía». · . . - '
. Pensé que era Un b~en momento' ·para par~r. <~Ahora
tómate un _m inuto para concluir .esto». Lo hizo y abrió los
ojos. . . · · . · ·
Recordaba por qué habíamos emp~zado esta experiencia
-ese sentimiento suyo de hacer algo mal y que no podía iden-
tificar- y de repente ~e asaltó una idea.
-. «Cathy, ¿qué te resulta el hecho de que Jesús no contesta-
ra cuando 1e preguntaste que no veías?»
«Humm. Esto es interesante, ¿no es verdad? No memos-
tró nada>>. Hizo una pausa. «Quizás me estaba respondiendo
indirectamente cuando dijo: «Déja que pase» y después «Con-

~-
11
LA BATALLA DE LA DEPRESIÓN

fía». Quizás eso es lo que hago mal. Me pongo a prueba


demasiado' duramente». .
«Esto tiene visos de verdad. Puede ser la ,respuesta que
estabas buscando». · ·

Aceptar lo no resuelto
' .
Cathy se encontraba de nuevo bie'n y me pidió venir cada
dos meses, sólo para un seguimiento. Continuaba tomando
su medicación. Durante seis u ocho meses traía buenas noti-
cias cada vez que venía. Era maravilloso observar su energía
y su entusiasmo por vivir. Entonces tuvo otra depresión. He
aprendido que a las personas propensas a la depresión que se
están medicando generalmente les va bien, pero repentina-
mente y sin circunstancias que lo justifiquen, pueden recaer.
A menudo se les puede ayudar con un simple cambio de
medicación, aumentando o bajandp de dosis o dándoles otros
medicamentos diferentes. Por eso le sugerí que llamara a su
psiquiatra y le dijera lo _que pasaba. Pero llegado este ·punto
me parecía que Cathy posiblemente tuviera que vivir el resto
de su vida sujeta a episodios depresivos, aunque esperaba
que fueran cada vez más espaciados y más leves.' ·
«Cathy, has trabajado enormemente en tú depresión: Has
hecho cambios significativos en tu modo de vivir..Has exami-
nado tu pensamiento y estás· trabajandó para eliminar los
patrones negativos. Has tomado medicación y eso te ha ayu-
dado. Has trabajado en tu vida·espiritual y crecido en direc-
ción a dejar que pase y confiar en Dios. Has luchado
valientemente contra tu depresión, has superado gran parte
de ella y el proces'o te ha seryido para seguir creciendo».
«Si, es verdad, y empezaba a sentirme bien por ello, pero
aquí estoy de nuevo justo donde empecé».
«Si y créeme que a mi también me produce dolor. Yo no
creo que hayas retrocedido tanto como piensas, pero esta es
otra época baja. Y estoy convencido que si repasamos tu vida
encontraremos un ciclo de episodios depresivos que abarcan
EL MANANTIAL ESCONDIDO

muchos años. Odio decir esto, pero empiezo a sospechar si es


algo con lo que tendrás que vivir siempre».
«Suena horrible». Su voz tembló. «Pero una parte de mí
piensa que tiene Vd. razón.» '
«No sé si tengo razón. Espero que no. Pero es una posibi-
lidad y debes estar preparada para ello. Hay un r~nglón
maravilloso en Awareness de Anthony de Mello4 que he releí-
do hace un par de seman~s durante mi retiro. Todo el libro me
pare~e de una gran ayuda. Pie~so que es una de las obras ilu 7
minadas de nuestros días. Bueno, el ~~nglón dice alg<? así
como: Antes de ser iluminado, estaba depresivo. Ahora me
siento Jiluminado,
' '
sigo
'
estando deprimido, pero ya no me
1 1 • '

molesta tanto». Cathy se rió. Nos .reímos los dos. «Pienso .q ue


ésta deberá ser tainbién tu meta -vivir con tu depresión cuan-
to ésta llegue, pero no dejar que te. mo!este tanto-. Lo· que
sugiere De Mello es no identificarse con ella simplemente. En
vez de decir «estoy depr~mida» d~cirse a sí misma «aquí está
otrá. vez la . depresión». El yo 16 ve· claramente. El sólo la
observa». · . '
Cathy se quedó silenciosa, meditando. «Sé que me identi-
fico con ella y además me enfado conmigo por ello. Me· meto
en ella por completo. Aunque pudiera o no darle la espalda.
No sé. Podría llorar.» Hizo una pausa. «Pero ya sábe Tom, tan
sólo desearía poder ver algún designio en todo esto. He reza-
do y rezado,·pero no consigo ver ningún designio».
«No puedo decirte qué designio es, Catli.y. Como sab~s yo
no' creo que Dios nos envíe ningún sufrimiento si no tiene un
propósito en esa direcció~; .Pero sí creo que Dios t~abaja ~on
nosotros para sacar lo bueno de nuestras .desgracias. ~':'acta­
mente como ha hecho tu depresión en.tu vida ..Sé que hoy en
día eres una persona maravillosa, profunda,. atenta, ·espiri-

4. Anthony de Mello Awareness (Doubleday, 1990). Al igual que otros


maestros del Este (incluso en este caso un sacerdote católico) de
Mello nos hace llegar su sabiduría a través de historias. Dos de su
colección son El canto del Pájaro. Sal Terrae, 1995 y Taking Flight (Doú-­
bleday, 1988). · ·
LA BATALLA DE LA DEPRESIÓN

tual, y esta lucha ha afectado para bien al cambio de tu vida,


así que sospecho que ha sido un factor clave en lo que tú y
Dios habéis creado juntos.» . .
«Gracias.por decirme eso. Es algo que no puedo ver y me
ayuda el oírlo.» : · · · · , . ·

Destruida por su propia bon~ad


. 'En nuestra próxima sesión retomé el tema de·los enfados
de Cathy consigo misma par·deprimirse y buscamos frenéti~
camentE~ lo que estaba haciendo:mal.'<<Hayotrá cosa que quie-
ro que miremos antes de que te vayas. He notado que cuando
te deprimes realmente trabajas algo dentro· de ti misma. Te
dices que eres una -mujer 'terrible y una· persona horrorosa y
vuelves a creer que hay algo malo. en· ti; algo qué nunca· has
identificado y al final no encuentras paz . de ninguna clase,
sino una confusión total.>> .· · · ' ·' ·
«Eso 1~ expresa inuy bien». · .
«Si lo vemos desde una dimensión espiritual, es una ten-
tación.» · · · · · ' ' : ·
«¿Qué quiere decir con una tentaciÓn? No veo que haya
pecado en ello.», . . .. .· . ·
«Uno de los grandes descubrimientos ·de San Ignacio_de
Loyola fue que la gente buena no" era tentada "groseramente,
comólo es la gente mala, con el brilló del pecado,·con la mal-
dad que parecen ofrecer placer, poder, riquezas ·<? cosas pare-
cidas . . La gente. de Dios ha sido" tentada más sutil y
engañosamente, con algo que parecen ser bienes espirituales
y morales. Pero. e.l resultado final. es el mismo: Si tragan el
cebo.son destruidos por aquello que les atrajo. Eso es lo que
Ignacio llamaba tentación.» · · ·
«Entonces, ¿cuál es exactamente mi tentación? No puedo
entenderlo.»
«Tu tentación es meterte en esa confusión interior donde
no puedes pensar y donde ciertamente no hay tiempo para
más. Te convences para creer que eres una persona terrible y

·1
EL MANANTIAL ESCONDIDO

pierdes tu Fe y tu Esperanza y estás tan ocupada con tu ago-


nía interna que no puedes ser buena para nadie. Esto es lo que
entiendo yo por destrucción. El mayor bien queda destrui-
do.»
«Ahora creo que empiezo a ver claro. Nunca lo consideré
una tentación.>>
«Pues eso es. Además incapacita».
«Entonces ¿qué tengo que hacer?»
«Cuando la reconozcas por tu confusión y desorden inter-
nos y también porque esto conduce a que se paralice toda
acción, no le prestes atención. No viene de Dios aunque en
principio lo parezca.» ·
«Ahora sé lo que quiere decir. Se que cada vez que he
sufrido el síndrome completo y trato de razonar para salir de
él, me l.leno más de confusión.»
«Exacto. El único modo de hacerle frente es ignorarlo y
volver la atención hacia· otras cosas.>>
«Es realmente seductor este total galimatías. Bueno, otra
cosa más en la que trabajar.»
Tratando eón la depresión de Cathy me veo haciendo todo
aquello que sugiere una terapia integrada. Exploro los 4ife-
rentes orígenes de la depresión. Sugiero hacer cambios exter-
nos para reducir lo negativo e incrementar lo positivo en la
vida de Cathy. Trabajo lo cognitivo, atacando falsas créencias
y expectativas sin sentido. Le sugiero medicación. Y además
hago algo más, trabajo. con Cathy para integrar la dimensión
espiritual en cada etapa. La sacamos a la luz, porque ya está
allí y es una rica fuente de recursos. Esto inserta nuestro pro-
yecto'en el amplio sistema de los principales pensamientos y
valores de Cathy, lo que lo pone· en alineación con la primera
orientación de su vida y apunta a·sus más profundas motiva-
ciones. Lo cual no cambia en nada las etapas terapéuticas
pero enriquece enormemente todo el proceso.
¿SE HA ACABADO ESTE MAT~MONIO?

Cuando el matrimonio formado por Dave y Dana aban-


donó Los Angeles y se fue a vivir a Seattle, era la primera vez
en sus diez años de casa.dos que se trasladaban en beneficio
de la carrera de Dana. Dana, había odiado Los Angeles desde
el principio y estaba resentida de haber sido arrastrada allí
por motivos del trabajo de Dave. Había ·soportado durante
cinco años tráfico y humos, como esposa sumisa que era, por-
que Dave estaba encantado con su trabajo, la playa, su fami- -
lia y sus amigos de la infancia. Pero su resentimiento no se
acababa aquí. Antes de Los Angeles habían estado tres años
en San·Francisco, también por motivo de un puesto que había
elegido Dave. Esta mudanza le apartó de sus padres y de la
cultura de Nueva Inglaterra. Era hija única y sus padres la
adoraban. Después de terminar su carrera de medicina, había
encontrado un puesto muy satisfactorio justo en Boston, don-
de Dave y ella se enamoraron. Todavía no había sido capaz de
sacudirse todo el dolor producido por tanta pérdida. Y a ve-
ces odiaba a Dave por haberla _hecho esto. ·
Dave podría ser poco sensible, pero no era estúpido. Un
buen día en Los Angeles cayó en la cuenta de que su matri-
monio se estaba rompiendo. Dana estaba deprimida y cansa-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

da. No había sexo, ni afecto, ni alegría. Sus hijos, niño y niña,


habían empezado a mostrar los daños causados por la atmós-
fera familiar desgraciada. Dave amaba a su mujer. Cuando un
amigo de ella de Seattle le habló de un soberbio puesto de tra-
bajo vacante, justo en su línea y Dana se lo contó a Dave con
más energía en la voz de la que había oído en mucho tiempo,
Dave supo lo que tenía que hacer..El único modo de salvar su
matrimonio era abandonar todo lo que había construido para
él mismo y empezar de nuevo en una ciudad distinta. Cuan-
do Dana se presentó al trabajo, se despidió tristemente-y to-
maron rumbo al norte.
Habían transcurrido cinco meses de vida en el noroeste del
pacífico, cuando vinieron a verme. La felicidad esperada se les
negaba. Ahora era Dave quien estaba deprimido. A pesar de
haber encontrado un trabajo decente, sentía fuertemente lo
que había perdido. La lluvia de Seattle llegaba a su corazón. Y
Dana estaba furiosa, de que Dave 'estuviera deprimido y de
que esto" pareciera estar saboteando su nueva dicha tanto
como pára tener que volver a ~alif~rnia. También sentía otro
dolor. Su culpa la estaba matando. Después de diez años de
matrimonio, por fin había pedidÓ algo para ella y mira lo que
había pasado. Por su «eg~ísino» Dave estal;>a fatal.

Identificando la dimension espiritual


Yo creo en el matrimonio. Hay matrimonios que destruyen
y en esos no creo. Pero la mayoría de los matrimonios crean
-o lo harían si la gente les dejara-. Crean dos personas a par-:-
tir de los materiales en bruto originales, pe~sonas que su!gen
del crisol de la intimidad siendo mucho más que cuando
inconscientemente ingresaron en él, más cerca de· ser auténti-
camente humanos, mejor en el arte de amar -lo que desde la
perspectiva cristiana es el propósito de la ;v:ida-. Pero para quE?
tenga lugar esta creación, las dos personas tienen que entre- o
garse al proceso. Tienen que someterse a la verdad que se ha
expresado en su continuo diálogo y seguirla a donde 'les lleve.
¿SE HA ACABADO ESTE MATRIMONIO?

Dave y Dana estaban ahora en el crisol de la intimidad y les


resultaba demasido caliente. Pero creo que Dios estaba con
ellos. Algunas de las cosas que tenían que pasar estaban
pasando e iban a sacar los mayores beneficios de todo ello. 1
· «Sé que estáis atravesando una época realmente difícil.
Quiero mostraróslo durante un instante desde otra perspecti-
va que habéis podido o no considerar. Los dos sois cristianos
y os tomáis muy en serio vuestra vida de creyentes ¿Cuál
creéis que es la llamada de Dios en esa penosa lucha que es-
táis manteniendo? Os pregunto a cada uno de vosotros, por-
que la respuesta puede ser diferente.»
Hubo un silencio. Lo que sugirió que no habían pensado
antes en ello. La mayoría de la gente no lo hace, incluso si son
buenos cristianos. Cuando se les pregunta por la dimensión
espiritual de su matrimonio, casi todos piensan que es per-
manecer juntos -y quizás ir más a menudo a la Iglesia-. En
ambas respuestas falta el punto principal que es cómo Dios
está presente y actuando en sus temas diarios, intentando
hacer algo con ellos.
«Yo sé que he sido egoísta en nuestro matrimonio y le he
causado a Dana un montón de sufrimiento.» Contestó Dave.
«Creo que Dios quiere que repare esto aceptando esta situa-
ción completamente nueva y haciendo que funcione por con-
sideración a Dana. Definitivamente le debo una. Estoy
pasando una época fatal intentándolo. Realmente echo de
menos California y todo lo que tenía allí».
· «Yo sé que estoy arrastrando un montón de lastre del pa-
sado», dijo Dana. «Creo que nunca perdonaré a Dave por lo
qu~ . me hizo, aunque ya haya pasado. Estoy segura de que
Dios quiere que le perdon~, pero hay una barrera entre noso-
tros». Hizo ~na pausa. «Adivino, q~e se supone que debo
amarle y apoyarle ahora porque está ~travesando una época

l. Una guía práctica de cómo funciona el matrimonio, que al mismo tiem-­


po habla· de la espiritualidad,' de Thomas Hart y Kathleen Fisher, Pro--
mises to Keep: Developitig the Skill of. Marriage (Paulist, 1992). En
proceso de traducción para esta colección.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

tan dura. Lo entiendo; lo he pasado también. Pero no me gus-


ta nada ahora. Es tan depresivo, mal humorado y negativo y
todo lo que quiero es apartarme de él. Así que le excluyo y me
encierro en mí misma».
Buenas respuestas las dos. Cada uno mostraba el sentido
de su vocación, donde estaban fracasando, aunque se sintie-
ran llamados para desarrollarse y crecer. Estaban oyendo la
voz más profunda del diálogo y sintiendo la invitación a
seguirla, incluso cuando no habían avanzado nada todavía.
Mi pregunta les facilitó el que la identificaran y añadió una
motivación espiritual a la difícil tarea que sabían tenían que
realizar. Colocaba su lucha en la escala de valores de mayor
significado, la principal dedicación de sus vidas.

El perdón
Cuando acudieron la siguiente vez, supe que había cam-
biado muy poco entre ellos. Seguía existiendo una frialdad y
cada uno iba por su lado. Parecía que no iba a ser fácil.
Dana habló primero. «Es el lastre del pasado». Dijo: «hay
como un muro entre nosotros. Es todo el resentimiento que acu-
mulé contra Dave por su modo de'arrastrarme de un sitio a otro
pensando sólo en él mismo. Sigo sin ser capaz de perdonarle.»
«No le estoy echando la culpa», dijo: «Además ahora me
siento terriblemente culpable. · Veo lo deprimido que está
Dave y me digo que yo he sido la causante. Debe de odiarme
y esto hace que el acercamiento me resulte muy duro. Me
siento como una especie de personaje horrible».
Escuchándola, dos ideas cruzaron mi merite. La primera
fue que Dana se había dejado arrastrar de un sitio a otro, o si
no ésto ·no hubiese sido posible. La segunda fue, que tan
pronto como pidió algo para ella mism.a se sintió culpable.
Ambas cosas son claros síntomas de una baja autoestima y
Dana, como muchas mujeres habría sido condicionada a
actuar y sentir de ~sta manera. El rol de una mujer es' sacrifi-
carse por la felicidad de los otros, esta enseñanza sigue vigen-
¿SE HA ACABADO ESTE MATRIMONIO?

te. Ahora bien, si se mira desde el punto de vista terapéutico


o teológico esto es una opresión que hay que derrocar. Empu-
jándola a ir a Seatle, Da ve habría hecho la cosa justa y la culpa
de Dana, era una falsa culpa~ una . tentación a una persona
buena. Cuando se lo comenté, me encantó ver como Dave
corría en mi ayuda, diciéndole que él no la culpaba de la mu-
danza; que él sabía que su problema eran sus quejas .
.Esto nos. condujo al tema del perdón. Era uno de los más
importantes para ellos. Dana habría puesto 1:1-ombre a su re-
sentimiento. Dave tenía sus propi_os motivos de rencor:. la
frialdad de Dana y el muro que había interpuesto entre los
dos. Esto le hería profundamente y le encolerizaba ¿Cómo po-
dríamos hacer frente a esto? .
Para que ocurra· el .perdón, generálmente hay que discu.'l-
parse antes. La parte ofendida debe saber que el que ha hecho
la ofensa siente el daño que ha provocado su acción ·y está
auténticamente arrepentido de ella. . .
«No», dijo ella. «El.siempre lo justifica todo hábilmente.
Trata de decirme que todos esos traslados fuero'n buenos para ·
los dos. No qúiere admitir simplemente que lo hizo pensando
sólo en él y que el resto es todo racionalización. He·dejado de
discutirlo, porque siempre nos estamos repitiendo ... Pero el
muro sigue estando ahí.» .. ··
Empleamos en esto las dos sesion.es sigÜientes. Pedí a Dave
que viera si podía evitar cualquier contacto con la crítica y el
enojo y hablar simplemente sobre lo que sintió repasando los
capítulos de su historia. Lo hizo y Dave pudo oír todo en una
forma nueva. Le pedí a él que repitiera todas sus razones y que
sencillamente se uniera a ella en sus sentimientos y tratara de
responder a ellos. Captó la profundidad de su dolor, fue movi-
do a admitir que fue principalmente en él en quien pensó y le
pidió perdón por todo el sufrimiento que le había cavsado. Sus
disculpas fueron sentidas y Dana dio un suspiro de alivio y
dijo que quizás podría perdonarle finalmente. .
Después cambiamos al tema de él con su mujer. Gradual-
mente Dave se despojó de su corteza de cólera tan habitual en
él y habló de su valle de dolor. Mostró el dolor y la carencia
EL MANANTIAL ESCONDIDO

que le producían los constantes rechazos de Dana a hacer el


amor con él, a pasar tiempo juntos o incluso a hablar de sus ·
problemas. Ella estaba visiblemente conmovida. No se había
dado cuenta de que estaba causándole tanto pesar y le pidió
perdón con mucho sentimiento. Parecía un avance importan-
te de los dos en lo que al pasado se refería.
Deseando construir sobre él, les sugerí que en sus oracio-
nes de las próximas semanas pidieran a Dios que les c<;mce-
diera un corazón propicio al perdón. Lo que parecía que
haber estado mucho tiempo fuera de su alcance. También les
dije que si recordaban algo más que pudiera estar bloquean-
do el caudal de su amor, lo trajeran a la próxima sesión para
que pudiéramos elaborarlo de la misma manera. ·: ·
La terapia' y la espiritualidad armonizan enel proceso que
acabábamos de hacer. Es terapia en tanto en cuanto apunte a
la curación del psiquismo herido, lacerado por el dolor y
obnubilado por la cólera. También es mi." "ejerdcio espirÜual,
de esa clase de ritos de reconciliación que celebran algunos
grupos religiosos. Ambas se fusionan de una manera hermo-
sa en el mismo proceso básico. Partiendo de la dimensión
espiritual se añade algo más: la motivación para hacer lo que
resulte difícil, una busqueda explícita. de la ayuda de Dios y
el reconocimiento de que perdonar es al fin y al cabo un acto
auténticamente espiritual. ... .

El dolor de la pérdida
Dana encerraba muchos años de dolor y había ya elabora-
do gran parte de él. Dave pqr el contrario había entrado
recientemente en el proceso y necesitaba alientos para sentir-
lo y compartirlo con alguien con quien se sintiese seguro.
Dana no hubiese sido una buena elección.para ello porque no
podía escucharle sin sentirse culpable y ponerse a la defensi-
va. Dave trabajó su dolor conmigo en sesiones separadas.
«Es lo más duro que he hecho nunca». Era el mejor lugar
para establecerme. Mi puesto en Los Angeles requería menos
--
¿SE HA ACABADO ESTE MATRIMONIO?

horas que .las que trabajo aquí, .Y tenía muy, buenos colegas.
Siempre he amado el océai;to ·e. iba mucho a la playa. Mis
padres estaban allí. Se van.. haciendo viejos y mi padre no
goza de buena salud así que pasaba con él todo el tiempo que
podía.» Se .quedó callado y miró al vacío ..«Aquí me parece
que estoy todo el tiempo trabajando. El comienzo ha resulta-
do muy difí~!l y añoro el sol terriblemente . .Este tiempo me
deprime. Además está la soledad. No tengo amigos aquí. Me
acerco a Dana y me rec~aza. Casi s~lo tengo a los niños.»
· Lo único que podía hace! era empatizar con él. No podría
escapar a la angustia de sus carencias. Todos atravesamos algún
proceso de dolor en nuestras vidas y siempre perdemos algo
querido. Al prin\ipio nos sentimos estremt;cidos o incrédulos,
luego engañados y algunas veces llenos de culpa y de miedo
cuando miramos al futuro. Estos sentimientos se repiten cíclica-
mente, ora uno ora otro hasta que empiezan a abatirnos. Lenta~
mente nos volvemos capaces de manejarlos. El psiquismo, por
su propia · dinámica interna se cura a sí mismo. Sólo si n<?s
enfrentamos al dolor en vez de negarlo, permitiremos que nues-
tros sentimientos se muevan, y no llenarnos de ellos. Compar-
tir nuestro dolor con alguien que nos ofrezca comprensión,
ayuda.
La espiritualidad puede resultar una buena asistencia en
este proceso, un apoyo adicional, un amplio sistema de signi-
ficados desde el cual podemos resistir un dolo~ en particular.2
Las personas que sufren, a menudo rezan para que Di<?s esté
a su lado de una · forma especial y les ayude a soportar su
dolor sin hacerse pedazos y frecuentemente se sienten ayu-
dados. De este modo el sufrimiento se convierte en una oca-
sión de profundizar su relación con Dios·. Pero a veces, Dios
parece estar muy lejos: ·

2. Un buen tratado de como la perspectiva de la Fe puede ayudamos a


superar las pérdidas así como a enfrentarse a las 'demás dificultades de
la vida, es el de Charles Verge, "Foundations
" for a Spirituality Based
Psychotherapy", " en la obra de Laurel Burton (ed.), Religion and the
Family (NY: Haworth Press, 1992).
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Sé que me ha sugerido rezar por esto y compartir todo


con Dios. Pero siento que Dios ~e ha abandonado. No hay
nada. Ya no sé si sigo creyendo en Dios.» ·
Compartí con él mi convicción de que Dios estaba con él
aunque ahora no pudiera sentirlo, sabiendo que mis palabras
le sonarían huecas. Pero a veces ayuda el escuchar que hay
alguien que sigue creyendo. Frecuentemente sólo 'despues de
a
una <:Tisis podemos ver que Dios estaba nuestro lado.
«Estoy ~mpezando a ver todo este proceso como una
inmensa pnieba de Fe. Parece que estoy perdiendo el gusto
por la vida. ¡Qué acto de confianza! ¿Me dará Dios un futuro?
¿Me devolverá a la vida? Ciertamente no lo parece, es como
si estuviera contemplando el paisaje árido de' mi existencia.
Adivino que tengo ·que creer en la resurrección. Eso no es tan
fácil cuando estás colgando de la cruz».
El proceso· de su dolor continuaba. Como añadidura a
nuestro trabajo, a Dave le ayudó mucho un amigo judío de
Los Angeles con guíen mantenía largas conversaciones por
teléfono. ·

Arriesgando todo
A pesar de nuestros esfuerzos las cosas parecían irles mal
a Dave y Dana. O por lo menos .no iban mejor. Dave conti-
nuaba deprimido y se consumía pensando en California. Da-
n~ continuaba negándose a él, disgustada y temerosa de que
un día le dijera que no podía seguir aquí y que con ella o sin
ella regresaría de vuelta. Yo estaba temiendo. que el divorcio
tomase forma. Desde hacía años se habían ido deteriorando y
ahora esta crisis aumentaría las débiles fibras hasta que se
rompiesen.
¿Pudiera ser que el que Dave hubiera estado de acuerdo
para ir a Seatle no le sirviera para expiar el pasado, ni sus
honestas tentativas de perdón ni sus mayores esfuerzos al
dejar algunas de las cosas más queridas? ¿Seguiría reinando
la misma marea?
¿SE HA ACABADO ESTE MATRIMONIO?

A veces la terapia significa estar sentado sintiéndose sin


poder hacer nada mientras un cataclismo te sacude interior-
mente. Lo único que puede hacer el terapeuta es proveer de un
sitio donde el protagonista o protagonistas puedan sudar y
gemir y sentirse apoyados, tanto como ser creídos mientras
dura su lucha. Entonces es la Fe del terapeuta la que se pone a
prueba. Lo he sentido muchas veces. Estaba ahí sentado con
esta pareja, incapaz de hacer mucho, aunque seguía buscando
un modo de que conectaran, cuidando a los dos y aferrándome
a la esperanza. Mi despacho era a fin de cuentas un sitio donde
podrían hablar; en casa apenas lo hacían . .Lo que parecía man-
tenerles unidos todavía durante todo este tiempo era un recur-
so mucho más .fuerte que la terapia, sus dos hijos que los dos
querían profundamente y ninguno de los dos quería ceder.
Esto me proporcionaba algo más de la información que
me hacía sentirme animado y tomé buena nota de ello. Los
dos estaban trabajando demasiado en sus nuevos puestos .y
su tiempo en común se veía muy limitado y lleno de tensio-
nes. Pero se toma}?an un respiro en forma de pequeñas vaca-
ciones, algunas veces dentro y otras fuera del estado. Siempre
regresaban contando que lo habían pasado muy bien. Parecía
que en cuanto se alejaban del trabajo y de Seattle un espíritu
diferente habitaba en ellos y disfrutaban auténticamente el
uno del otro. Incluso mantenían relaciones sexuales. Esto me
convenció de que era la difícil transición y no el matrimonio,
el principal problema.
Pero ahora atravesábamos una fase .donde durante varias
semanas ambos parecían estar más frecuentemente estanca-
dos, infelices. No se movía nada. Pensé que era el momento
de darles otro empujoncito: ..
«Esto es lo que veo». Dije. Me dirigí a una pequeña' piza-
rra donde con mi mejor estilo, dibujé una cruda bifurcación.»
«Estáis delante de esta bifurcación». Dije. «Demasiado
asustados para moveros y por eso no os movéis. Este camino
conduce al divorcio. Dave regresa a.Los Angeles, Dana per-
manece aquí y entabláis una batalla legal por la custodia de
los niños, no importa quién gane. Este otro camino os lleva a
EL MANANTIAL ESCONDIDO

un nuevo matrimonio y a quedaros a vivir en Seattle. El viejo


matrimonio ya no quiere existir más. Si tomáis la ruta del
nuevo en Seattle cada uno de vosotros tiene que morir, por
eso dudáis. Dave, tienes que morir en el sol de California y
todo lo ·que añoras y plantar los dos pies en tu matrimonio y
en tu trabajo a pesar de que nada es como te gustaría. ¡Vaya!
Dana, tu tienes que morir en sus sueños de cómo pensabas
que sería tU matrimonio, abandonar tus resentimientos sobre
el pasado y poner todo tu corazón en amar a este hombre tal
como es. ·Para hacerlo .más difícil, debes de quererle jústo
ahora, cuando peor está.
«Es un enorme riesgo para los dos·. Dana tienes que que-
rer a Dave en su dolor y ambivalencia antes de que salga de
ellos. Es un azar, porque ·el sigue queriendo evadirse e ir a
California. Pero el unico modo en. que puede salir de esto es
invertir aquí, es que le ames y empieces de nuevo. Fue para
volver a empezar para lo. que él vino; si no existe un matri-
monio, ¿para qué quedarse?
Dave, tienes' que entregarte a Seattle y a Dana antes de
saber seguro si ella ;va a amarte y si te puedes construir aquí
una buena vida. Si no lo haces, ¿cómo puedes esperar que ella
se entregüe? Tenéis que decir adiós ál pasado de una vez por
todas; no hay camino de regreso a él para ninguno de ~os dos,
incluso . aunque Dana siga diciéndote que posiblemente lo
haya. Sería un desastre para vuestro matrimonio: Dana nece-
sita que le des una señal de que realmente quieres establ~cer­
te · aquí. Tendréis que hacer algunos. amigos~ desarrollar
alguna actividad y atacar tu trabajo de manera que demues-
tres que vas a recorrer en él un largo camino. Y de paso, creo
que toda esa conversación sobre los cielos nublados de Seat-
tle era una m~táfora para la ausencia del amor de Dana. Este
es el sol que realmente echas de menos.»
· ·Me escuchaban los dos. Me llevó 2 ó 3 minutos para decir-
les todo esto, pero me pareció que el reloj se había parado.
Estaba tomando posiciones duras y pidiendo mucho, 'p ero
ellos sabían que estaban bloqueados y que era asunto de vida
o muerte. Era tiempo de tomar una decisión.
¿SE HA ACABADO ESTE MATRIMONIO?

«Aquí estamos hablando de espiritualidad fundamental».


Dije. «Es una inversión sin posible seguro, pero es pura con-
fianza en Dios. Es morir. Y los dos tenéis que hacerlo porque
si cualquiera de dos se detiene, no funciona.» -
Desde entonces la corriente cambió de sentido. Dana em-
pezó a mirar a Dave con algo de afecto y eso alivió su porte
duro. Dave daba evidentes p~ebas de estar aceptando Seat-
tle como su nuevo hogar y Dana se relajó y se mostró más
abierta. Dave siguió luchando contra su dolor y Dana siguió
perdiendo a veces la paciencia. Pero habían doblado definiti-
vamente el recodo del camino y sentían más paz y acerca-
miento después de ello.
Algunos meses más tarde, una sesión coincidió con el
cumpleaños de Dave. Estaban pensando salir a cenar y en una
velada especial después de nuestra sesión. No quise entrar en
ninguna discusión que pudiera nublar la celebración, así que
elegí algo acorde con el clímax de cumpleaños. Sugerí un ejer-
cicio que mi mujer y yo utilizamos a menudo en los principa-
les cursos para enriquecimiento del matrimonio que damos a
parejas. Les pedí que se pusieran frente a frente y nombraran
las cualidades que más amaban y apreciaban el uno del otro.
Entraron en el juego con una notable calidez. ·
«Dave amo tu aspecto. Tienes un gran sentido del humor
(cuando no tienes un bajón) y siempre me divierte. Eres real-
mente un médico competente y te admiro por eso. Eres un
padre maravilloso para nuestros hijos. Amo especialmente los
eventos especiales y las vacaciones que inventas para nosotros
y aprecio mucho que hayas querido venir a Seattle por mí».
«Dana eres una mujer bellísima por dentro y por fuera.
Amo tu acento de Nueva Inglaterra y tu sonrisa bonita y cáli-
da. Amo tu manera de tenderme la mano y ayudarme. Me das
ánimos cuando me siento bajo de moral. Eres una amante
maravillosa. Amo tu espontaneidad y tu energía. Has sido
leal y a mí me ha costado serlo. Eres una gran madre.»
Y así la energía seguía refrescando sus espíritus. Consue-
lo y reto, la dos manos creadoras de Dios. Esta pareja se puso
un reto muy profundo y ahora están creciendo porque res-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

pendieron a ese reto. Pero ahora, en el cumpleaños de Dave


estaban dándose consuelo el uno al otro, personificando la
otra energía creadora de Dios, la que alivia, relaja y nos hace
más expansivos. Es un potente agente del crecimiento, al
igual que el desafío.
¿CÓMO PUDO DIOS PERMITIR EST9?

Jim, 40 años; era muy delgado pero fuerte, "p rofesor de


teología de universidad. Me contó por teléfono que de niño
había sido víctima de malos tratos y abusos físicos y sexuales
y que por eso estaba en terapia. Lo que quería era alguien con
quien pudiera trabajar simultáneamente en el plano espiri-
tual. Su terapeuta le recomendó a mi. No he vuelto a estar en
esta situación de división de tareas desde mis años de direc-
tor espiritual de los jesuítas, cuando algunos de los que diri-
gía estaban en terapia. Consentí en trabajar con él.
<~No puedo sentir el amor de Dios». Dijo Jim. «Pienso que
creo en El, pero nunca lo siento. Espero que Vd. Pueda ayu..:
darme.» ·
Jim creció en una familia en la cual sus padres le pegaron
,. hasta que fue demasiado mayor para que pudieran seguir
,haciéndolo. Su padre solía dejarle en la incertidumbre, augu-
rándole que sería hacia el final del día para que tuviera tiem-
po de pensarlo. Había mucho que pensar, porque papá usaba
un cinturón y no tenía prisa en terminar. Jim solía rezar en su
cuarto para que Dios le salvara de alguna manera, pero Dios
nunca le salvó. También rezaba para que volviera su osito de
peluche que papá tiró por la ventanilla del coche un día cuan-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

do Jim tenía unos cuatro años, porque hizo o dijo algo en el


asiento trasero. Pero sus plegarias nunca fueron contestadas.
Los padres de Jirn eran dos pilares de la Iglesia del pueblo.
Cuando tenía 13 años Jirn renegó de su Fe. A los 16 abandonó
su casa, afortunadamente. Tomaba muchísimas drogas en sus
tiempos de estudiante y cuando empezó a ir a la universidad.
Las huellas de su niñez todavía eran 'visibles.
Jirn me relató todo esto en un tono que me hizo ver que
tendría bastante que elaborar en terapia. Aquí la tarea esen-
cial sería revivir los hechos traumáticos y dejarle sentir las
horribles sensaciones por primera vez y desahogarse con
alguien -algo que no había podido hacer en su entorno origi-
nal-. Jirn seguía guardando estos sentimientos dentro de sí,
tan profundamente que todavía el acceso a ellos resultaba
muy difícil. Pero nuestro trabajo descansaba en otras áreas.
«Puedo entender perfectamente que quieras sentir el amor
de Dios». Le dije. «El problema es que yo no puedo hacer que
eso suceda. Tú tampoco. Es un regalo de Dios. Podernos pedir-
lo y abrirnos a él, pero no podernos hacer que eso ocurra.»
. «Pero, es lo que más siento que necesito». «Es lo mejor que
te. puede pasar y lo entiendo perfectamente. Y como tú me
siento inclinado a pensar que esto ayudaría mucho .. Pero a
pesar de todo lo deseable que pueda ser, no es realmente la
substancia de la vida espiritual. De hech~ parece darse más
normalmente en los estadios tempranos de la :vida espiritual
que en los de madure~».
«¿Es verdad.?»
«Si. Puede ser algo parecido a es'!- sensación primera de
plenitud que se siente en un amor compartido, antes de qu_e
se convierta en un tranquilo compromiso.» Y. entonces añadí
algo más, porque es muy fácil que alguien que se encuentre
en la situación de Jirn pueda pensar que él es el único ;que
carece de lo que todo el mundo tiene. «Si te sirve de algo, Jirn,
a mi me gustaría sentir más veces el amor de Dios». Y añadí
«Sólo lo he sentido en pocas ocasiones en toda mi vida. La
mayor parte del tiempo he tenido que vivir de mi Fe.»
¿CÓMO PUDO DIOS PERMITIR ESTO?

Jim me miró sorprendido cuando le dije eso, posiblemen-


te decepcionado. Finalmente dijo, «Puede ser que sentir el
amor de Dios no sea la cuestión realmente. A veces me pre-
gunto si existe. Cuando contemplo mi niñez, no puedo com.:
prender como un Dios de amor pudo permitir lo que me pasó
a mí. ¡Vaya mundo!»

El problema de la maldad
f.

Tragó saliva, miró al suelo y ~mpezó lenta~ente. «Cuan-


do teníá unos 8 años, mi madre y yo pasamos una noche en
casa de mi tío. Estuvimos jugando durante la tarde. Mi tío me
daba un poco de miedo, pero no había ninguna razón apa-
rente para ello. Me destinaron una habitación para mi sólo en
la fachada trasera de la casa. En un momento de la noche me
desperté de repente y ~ncontré a mi tío inclinado sobre mí.
Me dij? que no h~ciera ningún rui~o y me violó brutalmente.
Dijo que si lo c;:ontaba me mataría. A la mañana siguiente mi
madre descubrió la sangre en mi pijama y en la cama y me
preguntó que había pasado. Estaba tan asustado que no pude
pensar en otra cosa y le ~ije la verdad. Me agarró del brazo y
me miró duramente a los ojos «si ha pasado algo es por culpa
tuya», dijo «y no vuelvas a decirme una palabra de esto»! ¿Me
oyes? Entonces me abofeteó y abandonó el cuarto. Nunca vol-
vimos a hablar de ello.» Ahora a Jim le resultaba difícil man-
tener a raya sus emociones. Igual me pasaba a mi. Estaba
horrorizado por lo que acababa de contarme y sacudí varias
veces la cabeza con,estupefacción. No era de extrañar que a
este hombre le costara creer en el amor de Dios.
Nos quedamos unos instantes en esta experiencia y los
sentimientos que le acompañaban. Jim necesitaba sentirla y
compartirla: ·
Luego volvimos a la cuestión teológica que le preocupaba.
, «Jim, para ti la cuestión más dura es: ¿cómo puede un
Dios que se supone bueno permitir que pasen estas cosas?
Has sido formado teológicamente y conoces las mejores res-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

puestas que ha sido capaz de sugerir la mente humana. Sabes


que todas juntas no pueden explicarlo. Dios permanece ente-
ramente dentro de nosotros. Como Job, quién mantuvo una
lucha muy personal, sencillamente no podemos entenderlo y
gritamos en este espantoso silencio. El problema de la maldad
ha sido también el mayor desafío de mi Fe. Todos los' días en
mi despacho oigo nuevas historias terroríficas. A pesar de
todo sigo creyendo.» Sabía que él sabía esto. También sabía
que el simple hecho y el modo en que teníamos que hacerle
frente tendría que ser de más peso que cualquier testimonio
verbal que pudiera darle.
«Bueno, ¿qué sentido puedes darle a la terrible confusión
del mundo y el supuesto' amor y poder de Dios?»
Era obvio que el hombre que estaba sentaqo delante de mí
no sólo estaba herido, sino que también era muy·inteligente y
reflexivo: «Para 'mi, Jim, el mejor' intento de esclarecer este
misterio, viene de la teología ¿Conoces algo del pensamiento
de Alfred North Whitehead? «No, nada». Bien. Está influen-
ciado por la teología filosófica del siglo XX, desafiando el pen-
samiento clásico de Santo Tomás de Aquino con una manera
muy diferente de observar la realidad,· basada en · nuestra
experiencia contemporánea de la evolución y de la interrela-
ción de todas las cosas. De todos modos cuando llega al pro-
blema de la maldad, insiste en que Dios eligió crear un mundo
genuinamente distinto a ·él y por tánto . genuinamente libre.
Esta elección limita lo que Dios puede hacer en el manejo del
mundo. En todas las cosas hay un tanto de libertad, y desde
luego particularmente marcado en el nivel humano: I?ios con-:
tinuamente invita y atrae a todas las cosas a llegar a un buen
fin, pero Dios no coacciona ni impide, respetando siempre la
libertad de la creación. Esto quiere decir que somos libres para
hacer maldades -y hemos hecho muchas como demuestra la
historia-. Hemos dejado una estela de destrucción.
«De algún modo esta explicación es mejor que aquella de
que Dios posee ciertamente el control de todas las cosas, que
te deja preguntándote por qué muchas cosas parecen ser tan
trágicas y Dios no hace nada al respecto. Pero si estamos de
¿CÓMO PUDO DIOS PERMITIR ESTO?

acuerdo con el modo en que Whitehead presenta el tema, no


estoy seguro de que funcione el experimento de Dios. El
mundo sigue siendo el mismo caos. . . · . ,. .
Muchas veces he tenido la misma impresión. Entonces,
¿dónde ·está Dios? ¿C:ómo puede Dios actuar con ese sistema?
La respuesta de Whitehead es que Dios sigue lleno de Fe y
actuando, trabajando siempre con nosotros para salvar todo
lo que puede ser salvado, sacándo todo el bien posible de la
maldad. Whitehead tiene un dicho maravilloso, más o menos
algo así: . · , . :. .
·Ó~os es el po.eta' de(mundo! con tierna' paciencia lo guía con·su.
divina visión de la belleza, la bondad y la verdad. . .....
1 • • • • • 1 ..

El Dios de Whitehead no es el rey poderoso de la tradición


clásica, sino más bien un amoroso visionario, como un artis-
ta, manteniE:indó un ideal de belleza y ayudándonos a alcan-
zarlo. En los ojos de Whitehead.Dios lucha como nosotros y
Dios sufre con nosotros. To~a la creación·es un proceso y Dios
no es menos en este' proceso. · ·
«Da un· poco de miedo pensar en un mundo donde Dio~
no tenga el control total. Pero eso correspondería con nuestra
experiencia ¿N o es verdad? También es una grave ofensa a la
mente pensar que la forma ·e n que está el mundo hoy en día
es voluntad de Dios. Y tienen por costumbre añadir que Dios
nos envía los sufrimientos para probarnos. Esta clase de Dios
siempre me ha parecido terriblemente cruel, me parece bas-
tante más' apetecible la idea de que Dios no quiere que sufra-
mos, pero que siente el dolor con nosotros y trabaja con
nosotros·para ·sacar lo bueno que haya en ello».
«Yo también pienso lo mismo: Como tú, fui formado en la
antigua tradición; !pero este modo de interpretar la· cuestión
me parece más· éoherente ·con· mi experiencia de adulto. Yo
pienso que Dios es u:ri gran jugador porque creo que se preo-
cupa enormemente de nosotros, aunque nos ha colocado en
un sistema libre en el que no sólo podemos ser víctimas de
alguien, sino de nosotros mismos. Tenemos la gran responsa-
bilidad de la dirección de la evolución del mundo».
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Quisiera recorrer un poco más el pensamiento de White-


head ¿Qué me sugiere que lea»? Le sugerí Método de Teología
de Cobb y Griffin y especialmente referido al dolor humano
le dije que leyera Cuando algo malo ocurre ala gente de Dios, de
Kushner 1• Kushner no lo llama específicamente método teoló-
gico, pero eso es lo que es.
«Quiero volver a alguien que mencioné 'antes, Jim. Te he
dicho que he oído un sinfín de historias terroríficas en este
despacho. Pienso que la razón por la que puedo ·escuchar
todos los días relatos sobre la injusticia y el dolor y ver que mi
Fe aumenta en vez de disminuir es que puedo ver la bondad
de la persona que lo está ~ontando. No sólo han sobrevivido,
sino que a través del proceso se han convertido en la persona
que SOl).~ E~an maravillós.os». ·· ·· ,
. «Ya se lÓ'que quie~e decir. He estado reflexiP.ri.ando . ~n
poco y he pensado 1<? mismo>>. . · '
· «Lo que te sorprenderá es que. lo veo en ti» Jim. Esto no
significa que minimice las tragedias de tu niñez. Pero si qui-
tamos de tu vida el sufrimiento y la lucha, ¿seguiríamos
teniéndote a ti »? · ·
Se rió. «No se lo que Vd. Puede ver. Yo no ~eo mucho. Mi
tío, mi padre y mi madre me mearon encima y creo que Dios
también, durante mucho tiempo». . ·
. Sonreí y no se. lo disc~tí. .No quería justificar sus sent~­
mientos. Necesitaban un sitio donde pudieran ser oídos. Pero
aquí estaba un . hombre suya substancia me impresionada.
Estaba casado y era fiel a su familia, especialmente cariñoso
con sus tres hijos, sin olvidar el abuso que habían cometido
con él. Su trabajo era de consejero y profesor de t~o~ogía y era
muy querido por sus alumnos. Durante años vivió una vi~~
que le afectó mu~ho y creció de entre sus sufrimie~tos. .
Podía dejar que sintiera este enojo. Estaba· sembrando
ideas que darían frutos -si los daban- sólo cuando caminara

1. Las referencias completas de ambos libros se encuentran en las notas a


pie de página del capítulo 3.
¿CÓMO PUDO DIOS PERMITIR ESTO?

con ellas un trecho. Terapéuticamente es mucho más impor-


tante que nuestra experiencia sea comprendida y ac~ptada
que nuestras mentes den una explicación.
Además, si estamos interesados en . vivir de la Fe, y
muchos lo están, nuestra visión de lo que es la Fe debe madu-
rar con el resto de nuestra experiencia. Nuestras mentes tie-
nen necesidades igual que nuestro corazón.
Jim, que estaba en terapia con otro, venía a mi precisa-
mente por la dimensión espiritual. ¡·

Rescatando recuerdos
En una sesión posterior, volvimos a hablar de los años en que
sus padres maltrataron a Jim. Esto había convertido su niñez en
una experiencia obscura y angustiosa. y aún sentía el sabor
amargo. Uno de los elementos que empleó en el tratamiento de
recuerdos dolorosos es la visualización. Cuando el suficiente tra-
bajo curativo ya lo permite, pido a ·la persona que regrese en su
imaginación a la escena traumática, esta vez acompañado por
Jesús (o alguna figura religiosa en quién confíe, por ejemplo
María). Generalmente la escena original se transforma de algún
modo por lo que Jesús hace de ella. Estaba pensando seguir este
camino con Jim, porque me acordaba de lo que había dicho
sobre no haber experimentado nunca el amor de Dios. La visua-
lización es una experiencia; envuelve e impacta a la persona
totalmente. Le conté mi idea y aceptó probar.
: Me tomé unos minutos para relajarle y que centrara su
atención en el centro de su cuerpo. Entonces le invité con-a
vertirse en un niño y volver en su imaginación al hogar de su
niñez y 'v er y oler y sentir el lugar. Sus ojos estaban cerrados,
pero h~blábamos.
«Lo puedo ver todo tan claro que siento algo horrible en
la boca del estómago».
No quise dejarle con esa sensación, solo pretendía que estu-
viera allí. «Ahora invita a Jesús a reunirse contigo. Cuando lle-
gue fíjate en su aspecto y en lo que hace». Hice un silencio.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Estoy en el montón de arena que hay en el patio trasero


y viene hacia mí». Hizo una pausa. «Le gusto», de nuevo una
pausa. «Viene a jugar conmigo con la arena».
Le escuchaba encantado. Eso era exactamente lo que hacía
falta que pasara. «Disfrútalo Jim~ 'tómate un tiempo para dis-
frutarlo.» Le dejé así varios minutos y después le pregunté:
«Qué pasa ahora?»
«Me coge en brazos».
Maravilloso. Quise que profundizara en esta sensación.
«Date cuenta de qué sientes. Déjalo entrar dentro de ti.»
«Dice que será mi amigo para siempre».
«¡Estupendo!, acógelo.»
Después de algunos minutos le invité a cerrar la escena.
Cuando salió de su trance le sugerí que volviera a esta expe-
riencia en sus oraciones durante la siguiente semana, para
intensificar su actuación en él.
La próxima vez que vino, me dijo que no había sido capaz
de retomar la sensación demasiado bien en sus oraciones,
· pero que una cierta sensación del amor de Dios permanecía
en él. Le expliqué que una repetición nu~ca es tan fuerte
como la vivencia original, pero que merecía la pena intentar-
lo. Entonces me contó que había rezado para que aumentara
esa sensación de que Dios le am~ba.
Después habló el escéptico.· «~ero, ¿cómo sé que esta
visualización no es solo uri autoengaño?
«No entiendo qué quieres decir.»
«Quiero decir que ' como sé que todo no es más que algo
que estoy cociendo en mi interior -sin conexión ninguna con
la realidad- ¡?1 chico hacía buel)-aS preguntas! Ttive que pen-
sar casi un minuto antes de contestarle. «Hago mucha visua-
lización con la gente», le dije, «y como en tu caso apenas las
dirijo.» Lo que me impresiona una y otra ' vez es que sigue
siendo un misterio que lo que suceda sea siempre tan acerta-
do. Es algo que ni yo ni la persona hemos podido «cocer» tan
ingeniosamente. Fíjate por ejemplo en lo que te pasó a ti. Si yo
hubiera dicho «imagina a Jesús jugando contigo en un mon-
¿CÓMO PUDO DIOS PERMffiR ESTO?

tón de arena o imagina a Jesús cogiéndote en brazos», aún


podríamos suponer que por eso lo imaginaste y hubieras
abandonado la escena pensando que fue idea mía. Pero yo no
creé nada, -aparte de sugerirte que invitaras a Jesús y obser-
varas lo que hacía-. No creo que lo hayas cocido, como tú
dices, porque precisamente eran cosas que no habías experi-
mentado nunca y me inclino a decir que te resultaban impo-
sibles de pensar. Lo que pasa ge~eralmente, como a ti te ha
pasado, es algo que armoniza mucho más con lo que la Biblia
nos cuenta del amor de · Dios. Por toda~ es.as . razones estoy
convencido ·de que han sido . experien.cias llenas de gr_acia
divina2 • Esta clase de visualizaciones enfocadas ejercita inten-
s.a mente nuestra arirwnía cór{ ese· Dio.ii q~e mora dent~o de
nosotrps, poniéndonos en condici~nes de hacer lo. que Dios
siempre h~ quer_ido para nos?tro~ : » . ,' ... · · · . . . , .
«Tus argumentos son buenos, solo quería estar s~guro.
¿~as dicho que quieres que hoy hagamos otro ejercicio?» ·
<;Sí, vamos a hacerlo . .Tómate unos .n:i.iruitos de descanso y
luego centra toda tu atención en el centro de tu .cuerpo.»
Cuando estuvo preparado, le pedí que volviera a ser un
niño y regresara a su casa. Es el «niño interior» el que arras-
tra la carga emocional y necesita ser curado. · ·
«Estoy solo en casa. Mis padres han salido. Estoy muy
solo y triste. Tengo miedo.» · · ·
Había conectado de nuevo con la situación original. No
quise reforzar .esto; sino asegurarme de que hubiera reinte-
grado aquel espacio dentro de el. ·
«Pídele a Jesús que acuda a ti. Cuando llegue, tómate un
tiempo para verle realmente.» Hice una pausa. ·'
«Está conmigo». Hizo un silencio. ·«Recorremos la casa.
Hay malos tratos en todas las habitaciones». Más silencio. Yo
esperaba. «Jesús me toma en sus brazos y me consuela.»
. .
2. Douglas A~der~on muestra el maravilloso sentido de est~s misteriosas
obras de la gracia cuando describe su ter_apiéi con parejas y familias en
"Spirituality and Systems Therapy: Partners in clinical Practice"" en
Laurel Burton, (ed.), Religion and the Family (Haworth, 1992), 87-101.
-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Le dejé saborear esta experiencia durante varios minutos.


Es la transformación del trauma original por medio de la gra-
cia divina.
«¿Qué pasa ahora?»
«Le pido que me lleve con El.» Me interesaba mucho saber ·
cómo trataría Jesús esto, porque queda ·fuera de mi control. ·
Hizo una pausa:
«Dice que no puede ser, que debo quedarme. ·Pero dice
que me quiere y que volv~rá». Otra pausa: «M~ está diciendo
que él sufre conmigo>>. · · ... '
De nuevo estoy impresionado por la extraordinaria origi-
nalidad y potencialidad de'lo que está pasando.' ¡Qué mara-
villoso lo que Jesús le dijo! Significaba mucho m'ás que si yo
o
le dijera 'q ue también sufría con él, que Jesús sufría con él:
Era el niño asustado, herido, que aún vive en· Jim el que
hablaba y .a ctuaba y al que Jesús cobijaba. Dejé a Jim asimilar
la escena antes de invitarle a cerrarla. Cuando salió del tran-
ce me dijo: «Creo que quizás esté empezando a sentir el amor
de Dios. ¡HuráÍ! ·- ' ·

El tema del perdón .


- '
Pasaron muchos meses y dura~te ellos Jim revivió deta-
lladamente eri su otra terapi9- los sucesos traumáticos de su
infancia, escribió sobre ellos y descargó su angustia. Ahora, el
a
tema del perdón empezaba esbozarse en su mente cristiana.
«¿Qué ~e supone que debo hacer con el tema del perdón?
Jesús fue muy claro al respecto -setenta veces siete, etc .....- y
él practicó lo que predicaba. Pero y~, perdone la expresión,
estoy pasando por un_i~fierno. Mis padres nunca mostraron
el más leve remordimiento. Cuando he tratado de hablar con
ellos sobre todo esto, me dijeron que estaba haciendo de un
grano de arena una montaña. Negaron casi todo y se mC?stra-
ron chocados y dolidos porque yo albergara hacia ellos unos
sentim~entos tan negativos. Mi tío, el que abusó de mi, está
muerto. Mientras vivió nunca volvió a mencionar la horrible
¿CÓMO PUDO DIOS PERMITIR ESTO?

noche en que me violó. ¿Ahora se supone que tengo que per-


donarlo todo? ¡Pero si ha arruinado mi vida! · .
Los sentimientos de Jim estaban plenamente justificados.
Además, no se le puede meter prisa al perdón en casos como
este. Pero los dos conocíamos las enseñanzas de Jesús a ese
respecto y yo sabía que además este duro resentimiento exi-
gía un precio. Deposita la carga en la psique, pero incluso
también en el cuerpo. Para responder a esta difícil cuestión,
tendríamos primero que resolver algunos enigmas: Primera-
mente yo quería confirmar sus sentimientos.
«Tienes toda la razón al sentirte así. La verdad es que no
puedo imaginarme como Jesús o alguien que se preocupe por
ti te diga que no debes sentirte de esa forma o que te diga sim-
plemente «perdónales Jim, no pasa nada». Pareció más tran-
quilo. Cómo sabes, es absolutamente esencial para tu terapia
que te libres de esas culpas y las deposites en quienes corres-
ponden. Como Dios quiere tu curación, Dios soportará tu ira
y tus resentimientos como un .paso más en este proceso. Así
que las palabras de Jesús es imposible que signifiquen «trá-
gate todo, ve y abrázalos». ·
«No. Me resultaría imposible hacerlo. Así que sigo pen-
sando en cómo puedo vivir las enseñanzas de Jesús.»
«Vamos a intentar resolver esto juntos. Un modo de empe-
zar sería no llamar perdón a algunas cosas que no lo · son,
acciones que resultan imposibles o insanas y que se ·confun-
den con perdonar».
«Bueno, estoy seguro de que no puedo condonar o mi-
nimizar el daño que me hicieron. He tratado de quitarle im-
portancia y no quiero tener que aguantarme».
«Estoy completamente de acuerdo contigo». ·
a
«No sé como voy olvidarlo. Todos hemos oído alguna
vez ese refrán de «perdona y olvida», pero ¿cómo se pueden
olvidar las mayores afrentas de nuestras vidas? Necesitaría
una lobotomía». '
«En eso también estoy de acuerdo contigo. Aún quiero aña-
dir algo más aunque no sea aplicable en tu caso. Perdonar puede
EL MANANTIAL ESCONDIDO

ser permitir que continúen las malas conductas. Lo que hacen a


veces las esposas de los alcohólicos, o de los que las maltratan».
«Sí, pienso lo mismo. Actualmente se puede aplicar su
idea en tanto que estoy tratando de no dejar que mis padres
abusen de mí de ninguna forma, aunque solo sea por respeto
a mí mismo».
«Eso es estupendo, es otra señal de tu progreso».
. «Entonces, ¿qué es perdonar?».
«Creo que es simplemente no tenérselo guardado, no se-
guírselo recordando, no intentar que te recompensen por ello». ·
«Desde lúego ·eso ya no lo puedo hacer con mi tío. Aquí
supongo que se tratará de pasar del tema; dejar que esté
muerto, dejar en manos de Dios todo ese asunto. Respecto a
mis padres,· suena bien lo que dice. Es duro, porque nunca
han reconocido lo que pasó. Sigo sin poder aceptarlo».
«¿Sabes como pienso que terminará todo esto? Tengo el
presentimiento 'd e que algún día -no ahora, ahora·no:sería el
momento adecuado- algún día te pediré que perdones y sim-
plemente lo harás. El mal que te hicieron tus padres y tu tío
ya no contará nada. Estarás curado y te ·darás cuenta de que
estás muy bien·y que esos sucesos del pasado ya no te siguen
doliendo. No cieo que debas esforzarte demasiado ahora.
Dios te lo ·dará a su debido tiempo y esa será la última etapa
de tu curación». ,.
· «Debo decirle que hoy· me suena absurdo pensar que
algún día seré capaz de hacerlo. Tengo que creer en su pala-
bra. Veo que sigo con toda esta rabia que llevo dentro y que
me incapacita para ser feliz el resto de mi vida. Pero no sabría
como deshacerme de ella»,
Me alegró el oír que él sabía ·que no p.o dría seguir guar-
dando rencor para siempre. Pero por ahora, la rabia seguía en
el centro del escenario, pertenecía. allí y nadie la desalojaría
hasta que ella misma se consumiera. No puedo imaginarme a
un Dios que haya creado nuestro sistema emocional querien-
do que destruyamos su curación. La naturaleza seguiría su
curso y todo acabaría resolviéndose.
¿CÓMO PUDO DIOS PERMITIR ESTO?

El tema del daño irreversible


La terapia de Jim hacía progresos. Se notaba en lo animado
que estaba. Su buen juicio y su sensibilidad ~spiritual eran evi-
dentes desde el principio. Lo que era nuevo era toda esa ener-
gía. Había recuperado su vida emocional y esto le resultaba
muy alentador. Se lo señalé un día. «Si esto es sentir», respon-
dió con una carcajada, «se lo regalo». Siento un montón de
emociones, es verdad, pero casi siempre dolorosas. ¿Esto es
progresa~? ¿Para ~sto estoy intentando salvar mi vida?
Nos reímos los dos. Jim tenía una gran personalidad y un
gran sentido del humor.
. «Es maravilloso verte cada vez más vivo», le dije. Es como
si hubieras restablecido la circulación de tus piernas y pudie-
ras volver a correr y a saltar. Es interesante ver como. tu vida
emocional es una totalidad. Si el. dolor está entumecido, la ale-
gría también lo está. Ya sé que ahora estás pasando una ago-
nía, pero ~s solo :una temporada. ~<El tiempo va a mejorar».
«No estóy.tan seguro. Creo que me queda un cierto daño
que no soy capaz de erradicar».
«¿Qué quieres decir?»
«Lo pril:Uero, que veo el mundo muy negativo. Siempre
estoy esperando lo peor, siempre lo hic~. Además, no confío en
nadie. Después, casi nunca siento demasiada alegría. Me pare-
ce interesante que hablemos de esto. Mi ter~p~uta me dijo que
debo empezar a cultivar mis sensaciones positivas, dándome
cuenta de lá belleza que hay en· mi entorno o disfrutando de
las pequeñas cosas. Me resulta muy difícil. Lo he intentado,
pero no·consigo mucho. Me pregunto si tengo capacidad para
alegrarme de algo. Por eso digo que hay un daño profundo
dentro de mí y no sé si alguna vez me curaré de eso».
«Me gusta el señalamiento de tu terapeuta. Es un excelen-
te enfoque: Suena como si necesitaras practicar un poco, pero ·
creo que obtendrás buenos resultados si lo haces. En lo que
concierne al daño, yo sé que el abuso te hirió profundamente,
pero también fue una bendición. Siempre me gustó la historia
de Jacob luchando con un ángel toda la noche (Génesis 32). Le
EL MANANTIAL ESCONDIDO

dejó cojeando, pero también le bendijo. Por eso querría aña-


dirte un señalamiento de mi propia cosecha. Me gustaría que
hasta la próxima vez hicieras una valoración completa de ti
mismo, poniendo en la lista las cualidades positivas y negati-
vas que han resultado.de la infancia que tuviste». Hablamos
un poco más de este tema y cerramos la sesión.
La vez siguiente llegó con una lista mucho más rica de lo que
yo esp~ra~a. Generalmente, las personas vienen con listas donde
desarrolla!l'mucho más la parte 'negativa y tenemos que trabajar
juntos para equilib:J;-ar }a balanza. Jim se mostraba muy lúcido
respecto a sus fuérzas. -· Pude añadir uno o dos rasgos más a los
que ya conocía de ·ét .Ya era capaz de darse cuenta de qué forma
tan tierna y atenta s~ 'ocupaba ~e sus hijos y de cuánto le querí-
an éstos: Reconocía la profundidád de su compasión·hacia los
demás. Confesaba qtie poseía un gran sentido del humor: Sabía
de su apasionada dedicación a las causas justas y empatizaba
con las víctimas en las injustas. Era' consciente 'de los recursos
que había desarrollado, internos y externos, durante la soledad
de su niñez. Reconocía su popularidad entre los estudiantes y
admitía que, aunq-q.e tuviera sus dificultades con Dios, había ele-
gido ser profesor.de-.teóiogía cristiana y consejero y se sentía bien
por lo que había podido ser capaz de hacer por los demás.
La lista negativa no era más larga de.lo que la suele hacer la
g~nte. Yo estaba contento y le señalé que incl~so los llamados
malos rasgos -como su desconfianza- tenían su lado bueno.
Cuando -~óncluimos con la lista, Jim parecía r~~orz?do por es~~
ejercicio. , . _ .
«No. estoy tan seguro de ese daño irreversible del q~e
hablas, Jim». De hecho, le d~je: «Creo que hay un motivp para
celebrar lo que hemos revi~ado hoy. Así que e's pero que hagas
algún pequeño ritual de celebración antes de que volvamos a
vernos»·. Lo que pénsaba era que se die~a una pequeña recom-
pensa o compartiera con un amigo esta completa experiencia
terapéutica y especialmente la bondad que había descubierto
dentro de sí mismo. La comprensión de Jim demostraba que
algo había cambiado, lo cual era muy positivo.
¿CÓMO PUDO DIOS PERMffiR ESTO?

Un ritual de salvación
Pasaron dos semanas antes de la próxima cita con Jim.
Empezó hablando del rituaL ·
«Lo ·he pasado fatal con lo del ritual de celebración. No
podía pensar en otra cosa. Entonces me di cuenta de que ese
ritual era esencialmente una analogía física. ~sí que me pre-
gunté qué era para mí una analogía física y' supe que sería
salir del dolor. Bueno, nosotros vivimos en el campo y tene-
mos un amplio patio detrás de la casa. Desde que estamos allí
me molestaba siempre ver un montón de raíces de un árbol
seco, que resultaban antiestéticas, pero que nunca me había
animado a quitar. A su lado hay una pila para abono que
construyó el anterior propietario, pero no la hizo bien y no ha
funcionado nunca. Era solo un revoltijo de láminas de plásti-
co, basura y cosas así. Bien, pues decidí que esa parte del
patio 'era el símbolo de rrii dolor y que mi ritual sería sacar lo
bueno que eso encerrara».
«Pregunté a mis hijos si querrían ayudarme. Recordaba
que mi padre me hacía trabajar con él y no quería hecerles lo
mismo a ellos. Les conté lo que estaba planeando y les dije
que serían bienvenidos si querían acompañarme y charlar.
Vinieron y me ayudaron. También charlamos un rato. Arran-
qué todas aquellas viejas raíces y las cortamos. Quitamos la
pila para el abono y aplanamos el suelo. Todavía tengo aguje-:
tas y estoy lleno de señales, pero lo pasamos bien haciéndolo.
Par mi era importante que el ritual incluyera mi cuerpo. Un
ritual que solo hubiera .constado de meras palabras hubiera
sido demasiado fácil.»
«Entonces mi mujer y yo fuimos a comprar varios árboles
que dan flor y todos trabajamos juntos para plantarlos».
Me quedé impresionado y conmovido cuando escuché to-
do eso. Era una pieza brillante de autoterapia. El sabía real-
mente como hacer un ritual de salvación». ·
«Trabajamos varios días. Cuando terminamos de plantar
todos los árboles, lo celebramos con una cena. Tenía una bote-
lla de vino francés de diez años y la guardaba Dios sabe para
EL MANANTIAL ESCONDIDO

qué. El verano pasado pesqué y congelé un salmón grande y


lo descongelamos ese día. Mi mujer hizo una tarta, el postre
favorito de los niños y también compramos algo de helado.
Encendimos una vela y dimos gradas por tantas bendiciones.
Incluso dejamos que los niños repitieran el postre, lo que no
hacemos .usualmente, porque se trataba de una ocasión espe-
cial. Mientras cenábamos, mirábamos por la ventana y dis-
frutábamos de los frutos de.nuestro trabajo. Lo que antes era
un adefesio, es ahora probablemente la zona más bonita del
jardín». Se rió. , ..
«¿Les contaste a tus hijos qué signifi~aba todo aquello?»
«No les dije nada del abuso sexual. Son demasiado peque-
ños todavía. Les conté que mis padres me maltrataban y que
he ido a un consejero para que me ayude y que me estoy
curando. En gran parte ellos ya sabían de qué se trataba».
Le felicité con entusiasmo. Era el mejor ritual de salvación
que había oído y el grupo de árboles en flor sería para el resto
de la vida de Jim como un monumento a cómo él y Dios habí-
an extraído lo bueno de todo aquel dolor. Me sentí como si yo
también hubiera bebido champán. ·
Este no era el final de nuestro trabajo, pero sí el núcleo de
este. Nos habíamos reunido unas veinte veces en el transcur-
so de un año.
Si yo hubiera sido el terapeuta principal, hubiera hecho lo
que el suyo hacía -dejar que Jim reviviera su pasado y arran-
carle hasta el 'último sentiiniento para que ·pudiera : sanar-.
Cuando un niño se cae y se magulla la rodilla, va corriendo a lla-
mar a uno de sus padres. Le cogen en brazos, se toman muy en
serio su herida, le curan si es necesario y le muestran compasión
y cuidados el). su dolor.·Le aseguran que todo irá bien. Le secan
las lágrimas y vuelve a sus juegos. El incidente desafortunado
simplemente desaparece. Pero imaginaros que el niño no tiene
a quien acudir en su dolor y susto. O peor. aún, suponed que sus
padres son los causantes de ello. Entonces no hay vuelta de hoja.
Tiene que enfrentarse a todo él solo y le faltan recursos. Tiene
que quedarse estancado en unos sentimientos que no puede
resolver. Seguir significa tener. que borrarlos de su conciencia,
¿CÓMO PUDO DIOS PERMITIR ESTO?

porque no puede ni expresarlos ni vivir con ellos. Así, perma-


necen encerrados en «la bodega» y allí se van acumulando y
desde allí influyen en su ánimo y en su conducta indefinida-
mente, hasta que lo que se instauró 'en el momento del suceso
puede ser resuelto en terapia. El niño interno necesita ser repa-
rado. Si yo hubiera sido su terapeuta principal, es lo que hubie-
ra hecho. Pero le hubiera hablado de la dimensión espiritual de
todos esos temas, ya que veo que esta dimensión es altamente
relevante y muy útil. Con otro terapeuta trabajando en el mismo
caso, era solo la proporción lo que cambiaba. Yo trabajaba prin-
cipalmente lo espiritual, la cuestión del amor de Dios, el proble-
ma del dolor, el poder rescatar recuerdos utilizando la
espiritualidad, el tema del perdón y la confianza en Dios, lle-
nando de gracia divina las luchas de nuestras vidas. No obstan-
te, este trabajo espiritual también es terapia. Una dirección
espiritual profunda siempre resulta terapéutica. Además, tam-
bién Jim y yo nos enfrentábamos regularmente a revivir y pro-
cesar su pasado, simplemente porque iba surgiendo así. Yo era
una presencia más, sanadora o sacramento, en la vida de Jim
-no era un mal suplemento-, ya que son las relaciones con las
persona nutridas, más que cualquier técnica, lo que finalmente
nos cura. Para mí, Jim era también un don y gracia divina.
En este caso existe una paradoja. Jim sabía tanto como yo
de teología y sin duda explicaba y hacía por los demás todas
esas cosas que yo hacía por él. Entonces, ¿por qué me necesi- .
taba? Porque ante nuestro propios ojos somos los peores jue-
ces y los más estáticos ministros del Evangelio. Al fin y al
cabo el ser humano es esencialmente un ser social. En el sis-
tema sacramental de la Iglesia el sacerdote, que es el ministro
de los sacramentos, no se perdona o unge a sí mismo. Necesi-
ta de otro que lo haga.
Tuve ocasión de hablar con Jim unos nueve meses des-
pués de concluir nuestra tarea. Me contó que lo estaba hacien-
do muy bien. Me hizo una reflexión. «¿Sabe?», me dijo, «lo
mejor que V d. me dio fue una nueva imagen de Dios. Eso me
ayudó mucho, pero lo más importante es que me dio una
nueva imagen de mí mismo. Vd. me dijo que yo era una obra
EL MANANTIAL ESCONDIDO

maestra, esto me dio la base para la persona que he llegado a


ser. Esto es lo que hizo diferente mi manera de sentir. Todo es
una paradoja. Pensamos que estamos haciendo una cosa y en
realidad estamos haciendo algo muy distinto. En última ins-
tancia es Dios quien sigue actuando para que se cumplan sus
divinos designios.
LA MUJER EGOÍSTA ·

Encontré a Arny por primera vez en un curso de teología,


en el medio oeste, donde daba clases a estudiantes graduados
en ministerio. Se había licenciado unos años antes, se trasladó
a Seattle y .aceptó un trabajo de coordinadora de enseñanzas
de religión en su parroquia. La vi un par de vec~s .en ~cto.s
sociales. Difícilmente podía saber quién era y desde luego no
tenía idea de la pesada carga que soportaba su corazón. Un
día me llamó y me preguntó si podía verme. Era una obvia-
mente turbada Arny la que se presentó.
«Mi marido padece una enfermedad neurológica muy
poco frecuente. La contrajo durante nuestro primer año de
casados y ahora llevarnos 18. La enfermedad le afecta física y
mentalmente, destruyéndole poco a poco. El primer par de
años de nuestro matrimonio se las arregló para trabajar la jor-
nada completa. Después tuvo que reducirla a la mitad. Los
últimos doce años está incapacitado para el trabajo. Pasa en
casa todo el día y yo soy la que nos mantiene. Ahora está en
silla de ruedas y sus manos tiemblan tanto que le tengo que
dar cie comer. También tengo que ayudarle a ir al cuarto de
baño. Tengo que bañarle. Tengo que hacerle todo. Hemos pro-
bado muchos medicamentos, pero ninguno ha surtido efecto.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Sigue en picado, aunque lentamente. Puede vivir otros trein-


ta años».
Estaba sentado, oyendo todo esto, tratando de imaginar
qué significaba para cada uno de ellos esta clase de vida. Su
tono quejumbroso me indicaba lo que estaba haciendo con
ella. Las flores se marchitaron en los primeros años de su
matrimonio y llevaba dieciocho años viviendo así. ¡Caramba!
Por su historia vi que tenía una hija de 17 años.
«Trabajo todo el día. Su madre viene a verle y a veces una
enfermera se cuida de sus necesidades. Creo que podría
soportarlo si solo se tratara de cuidarle, pero tiene muy mal
genio y se queja constantemente. No importa lo que haga por
él, nunca es suficiente. Se queja si tengo que quedarme hasta
tarde trabajando o si tengo una reunión. Cuando estoy en
casa quiere que esté pendient~ de él todo el rato. Me inte-
rrumpe cuando trato de leer algo. Está celoso de todos mis
amigos. Piensa que tengo un lío .. A veces desearía que fuese
así. Me llama con frecuencia al trabajo y siempre es para pro-
testar por algo».
Podía sentir como mi corazón se iba haciendo más pesado
a medida que le escuchaba. ¡Qué horrible existencia para los
dos! ,Y parecía que no había ninguna salida.
«Legalmente estamos casados, pero yo no me siento casa-
da. No puede ser un marido de ninguna manera. No puedo
compartir nada con él, ni puede apoyarme y lo único diverti-
do que podemos hacer por la noche es jugar a las cartas. No
puede ayudarme a tomar decisiones; ni siquiera tiene ya la
capacidad mental suficiente para poder juzgar-algo con la
lucidez necesaria. Todo lo llevo yo sola. No es mi marido. Es
mi niño y yo soy su madre. A pesar de todo, siempre quiere
sexo y no puede entender que lo rechace. Pero .no puedo
hacerlo; no tenemos una relación de ese tipo. Me dice que soy
una egoísta. ¿Lo soy? Me siento resentida contra él y contra
esta situación. Siento mucha rabia».
LA MUJER EGOÍSTA

Una carga compartida


Cuando escucho una historia como esta, siempre tengo la
esperanza de que sea cierto que se puede ayudar a la perso-
na, si ésta puede compartir su carga con alguien. Pero lo cier-
to es que no se me ocurría nada que decirle para hacer menos
difícil su vida. Después seguí pensando ¿qué me está pidien-
do realmente? Ella sabe que .no pu~do liberarla de su carga,
pero a pesar de todo me ha buscado. Acude a mí como tera-
peuta, porque probablemente se pregunta si hay algo que no
funciona en ella (tan furiosa, deprimida, sin deseo) y viene a
mí como director espiritual, porque quiere que la ayude a
situarse desde la perspectiva de su Fe. (Soy una persona mala,
¿no, es .verdad?). _No tengo Fe ninguna, ¿la .tengo? Quizás
empatizando con ella y . apoyándola podría devolverle u~
poco de seguridad en estas dos .áreas. .
«Es una situación imposible, Amy. Tiene que ser terrible
para los dos. Puedo comprender la rabia de Bob y sus necesi-
dades. También puedo imaginar fácilmente tus sentimientos
de agobio, impotencia y resentimiento. Es una situación trá-
gica para los dos». · ·
«No.puedo imaginar que nadie en tu situación pudiera no
sentirse furiosa. No es justo. Estoy seguro de que has hecho
muchísimo por tu marido y has recibido pócas gracias por
ello. También parece que en su dolor y miedo quisiera ad ue-
ñarse de toda tu yida si pudiera. ¿Cómo no vas a estar resen-
tida y furiosa a v~ces, aunque no dejes de cuidarle? Lo que te
estoy diciendo es que tus sentimientos al respecto son perfec~
tamente naturales y normales. No hay nada reprochable en
ellos».
Se relajó visiblemente. No la había criticado, ni le había
dado ningún consejo gratuito.
«Amy, no hay forma humana de poder darle sentido a la
situación que me has descrito. Para nosotros resulta sencilla-
mente incomprensible. Bob no lo entiende. Tú tampoco. Ni
yo. Cuando en los EvangeFos observo a Jesús en sus encuen-
tros con gente que sufre, El nunca dice «Dios te lo ha envía-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

do» o «esto es bueno para ti» o «es una prueba especial del
amor de Dios». No les ofrece ninguna explicación o justifica-
ción. Simplemente actúa para aliviar su sufrimiento todo lo
que puede. Llevando el Suyo con dignidad y confiando en
Dios. Parece ser lo único que podemos hacer».
Me paré aquí. Ella no decía nada.
«Pero tengo tan poca Fe... » me dijo, «A veces me pregun-
to si creo en Dios. No tengo paciencia. A veces me siento una
mala persona, tan furiosa; tan egoísta, tan desesperada».
Terapéutica.Y espiritualmente creo que lo mejor que podía
ofrecer a Amy era aceptarla sin reservas; 'dejarla expresar los
sentimientos que odiaba, pero que de algun modo estaban
allí; dejarla ser imperfecta sin juzgarla, ni condenarla por
ellos; estar a su l~do en su lucha y guardarme de sugerirle
cualquier solución simplista, porque aquí no había solución
posible, ni simplista ni de ninguna clase.
Vería a Amy con frecuencia durante los próximos doce
años. Raramente más de una vez al mes. A veces transcurrí~
an tres o incluso seis meses sin que viniera a verme. Solo lo
hacía cuando la situación era insostenible. Entonces necesita-·
ba apoyo y restaurar sus perspectivas. Necesitaba desaho-
garse, descargar su ira y su cansancio «confesar sus pecados»
y escuchar que 'alguien que no formara parte de su situación
validara sus sentimientos y le asegurase· que lo estaba
haciendo tan · ~ien como nadie podría hacerlo en una situa-
ción tan extrema. Un día le puso nombre a la función que yo
desempeñaba en su vida. «Es Vd.'mi ancla de salvación;>, me
dijo. · · · '

¿Cuánto es suficiente?
En el transcurso ·de .doce años de diálogo sobre la lucha
interior de una persona, la conversación se . repite muchas
veces. A pesar de todo, esto puede resultar útil. Cada vez que
uno se mete en el mismo tema, lo puede hacer de manera algo
diferente y también las circunstancias pueden ser distintas.
LA MUJER EGOÍSTA

Varios años después de haber empezado, después de cinco


meses sin acudir a sesión, Amy llegó con algunas novedades.
«Hace un. mes llevé á Bob a una clínica», me dijo triste-
mente. «Cada vez iba necesitando más cuidados día y noche.
Llegué a un punto muerto. No po~ía seguir cuidándole y con-
tinuar trabajando'y por supuesto no hive elección, tengo que
trabajar. Era lo único que podía hacer. Supongo que siempre
pensé que esto llegaría algún día, pero fue una decisión mor-
tal». · .
Podía ver en su rostro lo difícil que había sido para ella y
que su·dolor permanecía, aunque ya no tuviera que ser direc-
tamente responsable de su marido. :
«Me odia por lo que he hecho. Odia todo lo referente a la
clínica, a pesar de que los cuidados son excelentes y el equipo
verdaderamente solícito. Me llama y sigue amenazándome con
volver a casa. No sé que hacer. ¡Me siento tan culpable!»
«Creo que has tomado la decisión más acertada, Amy. No
me cabe la menor duda: Lo tuviste a tu lado todo el tiempo
que fue posible, incluso aún más. No le puedes dar, aunque
quieras, la clase de ·c uidados que ahora necesita. Eso te des-
trozaría y no sería.suficiente para él».
Hizo una pausa y me estudió. «Creo que es lo que necesi-
taba oír de Vd. o de alguien. ¡Es tan difícil se objetiva en una
situación·como esta! Respeto su juicio».
Seguí sacando astillas a su <~culpa». Su suerte era ya sufi-
cientemente dura como para que además se sintiera culpable.
«Solo veo, Amy, cómo a través de toda esta agonía has queri-
do hacer lo que creías que era mejor. Realmente has vivido
siempre entregada a Bob. Lo sigues haciendo visitándole y
supervisando sus cuidados. Sé que no lo sientes, pero veo
cuánto le has amado. Los hechos 'p rueban el amor mucho más
que las palabras o los sentimientos».
«Creo que esta ha sido la parte más difícil. Ya no siento
amor y Bob cree que no le quiero. Solo puedo aguantarlo por
teléfono. Cada vez que le visito vuelve a ser una experiencia
muy desagradable, ya que adopta siempre una actitud muy
negativa. No estaría tan mal si pudiera llevarle alguna comi-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

da especial y disfrutarla juntos o sacarle a pasear al jardín y


pasarlo bien allí sentados, charlando o jugando a algo, o sim-
plemente manteniendo una conversación decente. Pero
nunca es así. El no quiere nada.de todo esto. Siempre es lo
mismo: ¿Dónde has estado? y ¿Por qué me has ~etido aquí?
Y «Esto o aquello es horrible». Cuando le dejo, me siento ago-
tada y me.prometo no volver nunca. Pero claro, por supuesto
sigo yendo a verle».
«Realmente vuelca en ti toda su frustración y rabia, ¿ver-
dad? Espero que puedas ver que en su mayor parte no se
refiere a ti. Es a toda la situación».
«A veces puedo verlo, otras no».
Creo en los sacrificios que tienen algút:l sentido; no creo en
los que no lo tienen1• En el caso de Amy, el sacrificio que tuvo
sentido fue cuidar a Bob durante todos aquellos años, inclu-
yendo el preocuparse de que tuviera la mayores comodida-
des posibles en la clínica. Un sacrificio con sentido era ir a
visitarle regularmente a pesar de que sus encuentros eran
siempre desagradables. Un sacrificio sin sentido habría sido
restringir su vida y ·su trabajo, como Bob pretendía, porque
además no hubiera sido suficiente para él y hubiera aniquila-
do por completo el espíritu de Amy. Un sacrificio sin sentido
hubiera sido visitarle tan a menudo como él quería, tanto
tiempo como deseaba y contestar a todas sus llamadas, por-
que esto la consumía. Compartí mis pe~samientos con Amy.
Precisamente esta clase de bienes espirituales aparentes son
una tentación para las personas buenas.
¿Qué pensaba .yo sob~e Bob? Sentía una inmensa compa-
sión por él. Si hubiera querido verme, me hubiera alegrado y
probablemente le hubiera dado mi apoyo como ·hacía .con
Amy. Pero desde el principio, Bob dijo que no quería ver a
ningún consejero ni participar en ningún grupo de terapia de

l. He intentado atacar este y muchos otros temas donde se cruza lo espiri-


tual con lo psicológico en la vida cotidiana, en un pequeño libro que sirve
de seguimiento a un retiro, Thomas Hart, Coming Down the Mountain:
How to Turn Your Retreat intO Everyday Living, (Paulist, 1988).
f

LA MUJER EGOÍSTA

apoyo. Yo veía el misterio de su existencia oculto en el miste-


rio de Dios y hubiera sido mucho más importante para él que
para nosotros el poder elaborarlo con Dios. Podemo!? ayudar-
nos algo unos a otros, pero nadie puede ser Dios. Un modo de
ver la pérdida periódica de perspectiva de Amy, es que en
esos momentos confundía su papel y trataba de ser Dios para
Bob, responsable de su situación, de sus pensamientos y de su
felicidad. En terapia, frecuentemente debo recordar a mis
paciente que no' son Dios. ¡Y entonces me pillo intentando ser
Dios como terapeuta! He de~éubierto que eso es.pedir dema-
siado. ' ' ·

Eligiendo vida·
. . .
En medio de su . situación. matrimonial, que parecía no
mitigarse nunca, Amy, que trabajaba todo el día, volvió a la
universidad para hacer su doctorado. Ella misma tomó la
decisión,' inte~esada . en perfeccionarse y lograr el tipo de tra-
bajo que realmente deseaba. Apoyé su decisión -con admira-
ción- y tambiéi). le di mi apoyo en· 'el camino que había
to~ado. En~ _una clara elección de su vida. Este era precisa-:
mente el punto donde Amy tropezaba cuando se encontraba
con algunas dificultades ~como suele pasar en un programa
de doctorado-, especialmente en la etapa de la disertación.
«¡Me siento tan centrada en mí y tan absorbida por mí
dedicándome a este proyecto!» En realidad quería decir:
«Apago la máquina de las respuestas y así puedo trabajar
ininterrumpidamente y a veces no devolverle las llamadas a
Bob durante horas. Puede que él tenga razón, puede que sea
una egoísta. $é que quiere que le visite durante muchas horas
los fines de semana, pero prefiero quedarme en casa traba-
jando en mi tesis».
Escuchaba la voz de una mujer que finalmente había
encontrado algo que·pudiera realn;1~nte ensimismada. Mi cora-
zón sintió alegría. ¡Dios quiere que·vivamos! Podía oír la voz
de su vieja amiga, la hiriente culpa. Había más culpa dentro de
EL MANANTIAL ESCONDIDO

ella que en cualquiera de los estribillos de Bob. Muchas muje-


res la padecen. El condicionamiento dice a las mujeres que pri-
mero son los dem~s y que nunca deben enfadarse o «quejarse»
Si un hombre estuviera en la situación de Amy, cuidando a una
esposa incapacitada, ¿estaría todo el tiempo luchando con su
«culpa» por tener además una vida propia? Lo dudo: Un ·chico
crece pensando en lo que quiere hacer en lá vida, cómo quiere
establecer su posición en el mundo. Si elige casarse, pensará en
la responsabilidad hacia su familia, en términos de cumplirla
con su trabajo en primera línea. No '·está condicionado para
cÓlocar a nadie en primer lugar, o para asegurarse de que todos
son felices, y después pensar en él mismo si no tiene nada
mejor que hacer. Cuando la espiritualidad cristiana supone ser-
vir a los otros, las mujeres se lo toman al pie de la letra y lo uti-
lizan para reforzar su condicionamiento, mientras que la
mayor parte de los hombres ni lo oyen, o piensan que ya lo han
hecho2 • Amy y yo discutimos sobre el egoísmo muchas veces' a
lo largo'de esos años. Justamente se saboteó más 'de la cuent~ y
hasta el final, cuando ya no le quedaba más por hacer que' dar
los últimos retoques a su tesis y entregarla a tiempo~ Todo~ sus
«demonios» se alzaron contra ella para venc'erla en ese
momento, para abortar ese acto C<?nsumado.de egoísmo de una
vez por todas y se quedara donde había estado siempre. Fue
una batalla tremenda. Ella 1~ ganó. ·

Terapia de familia de origen


· Durante meses no vi a Amy. Solo sabía que desempeñaba
un nuevo trabajo y que lo disfrutaba mucho. Volvió para con-
tarme los últimos sucesos.'

2. Una excelente fuente para las mujeres que luchan por su sexo en los
terrenos psicológicos y espiritualeses el libro de Kathleen .Fisher
Women at the Well: Feminist Perspectives on Spiritual Direction (Pau--
list, 1988). '
LA MUJER EGOÍSTA

«Mi madre ha muerto. Como Vd.:ya sabe desde hace tiem-


po no se encontraba bien. De todos modos ha sido duro per-
derla» Los ojos se le llenaron de lágrimas. . .
. «He vuelto al Este para asistir al funeral. No ha sido un
tiempo fácil. Mis hermanos y ·yo nos hemos peleado mucho
organizándolo». Me dio detalles. «He regresado hecha .polvo
y no he vuelto a oír nada de ellos desde que estoy en casa,
hace ya varias , semanas. Probablemente haya sido un ,fallo
mío. Nunca he sido capaz de llevarme bien con ellos».
Amy me contó la historia de sus años tempranos. De niña
no se sintió querida ni por sus padres ni por sus hermanos. Su
padre no solo era distante, sino verbalment~ abusivo con ella,
la denigraba con frecuencia. Su madre parecía más dada a la
crítica que al afecto o al apoyo. Su matrimonio era desgraciado
y lo peor de él permanecía en la memoria de Amy' en modo de
escenas en las que ~u padre ~b~saba verbal o físicamimte de su
madre. Amy respondió' a esos problem'as tratando de ser ) a
niña perfecta, esperando que así por fin ga~aría su amor y sus
padres serían más felices. Esto se volvió un papel que desem-
peñaría siempre: seguía intentando ser perfecta, confiando 'en
obtener así algún amor y hacer felices a todos. Pero·unos años
antes, cuando fue a visitar a .su padre, lo siguió encontrando
furioso y agresivo contra' su madre y contra' ella misma. Amy
expresó un poco de la rabia que había reprimido durante toda
su vida y su padre lo dio curso, diciéndole que no quería vol-
verla a ver. Regresó a Seattle. Poco después su padre murió.
Ahora podía comprender mejor por qué Amy parecía.tan
preocupada cuando estaba terminando su doctorado. Lograr
un éxito o ser feliz no era su papel. Se suponía que tenía que
ser desgraciada, no querida y fracasada, porque lo que había
internalizado de sus experiencias familiares era: «Soy una
mala ·persona». Unas convicciones que llevan tanto tiempo
instauradas son difíciles de modificar. Parecía que había lle-
gado el momento de hacer un poco de terapia respecto a su
familia de origen.
Cuando Amy me contó los incidentes dolorosos que había
podido recordar, los mensajes. verbales y no v: rbales que
~

EL MANANTIAL ESCONDIDO

había recibido y los sentimientos que albergaba como miem-


bro de su familia, le hice escribir varias cartas. Eran cartas que
nunca llegó a enviar, porque sus padres habían muerto y sus
hermanos probablemente no hubieran sido capaces de con-
testarlas de manera que esto pudiera ayudar 'a Amy. El pro-
pósito de escribirlas era permitirla hablar con el corazón en la
boca, de todo aquello que tanto le había dolido y decírselo a
aquéllos que la habían agraviado! Como a muchos otros, a
Amy le resultaba muy difícil la tarea.
«No puedo criticar a mis padres, va en contra de las nor-
mas».
«¿Qué normas? ¿Normas de fariülia? ¿Normas morales?
¿Religiosas?
«Ambas, en casa nos prohibían demostrar .nuestro enojo.
Nos decía~ que era una mala actitud nuestra. Desde el punto
de vista religioso · t~mbién me siento mal criticando a mis
padres. Se supone que debo honrarlos y amarlos».
. «~ei:o ~ira~ aquí se t~a·ta· de tu cur~ción. Dios quiere ·que
vivas» . .
«Ya sé-que eso es una buena nueva, pero para mí es dema-
siado buen~ par~ ser verdad«.
«Ese es exactamente el problema, Amy. Sigues echándote
la culpa de todo lo que pasa. Cu,rarte significa principalmen-
te que seas capaz de .decir a tus padres «yo era una niña
buena y lo .pasasteis . por alto, merecía que me quisierais y
vosotros, no s.é por qué razón, no sabíais querer». Solo te
estoy pidiendo que pongas la responsabilidad en quienes le
pertenezca» . . , ,, ·
«Creo que entiendo por qué no sabían querer. Ninguno de
ellos fue muy querido de niño. Mi abuelo paterno era un alco-
hólico y mi abuela materna murió cuando mi madre era muy
pequeña».
«Esto ayuda a explicarlo. Pero mira, este ejercicio no se
trata de que hagas una especie de juicio final a tus padres. Eso
es cosa de Dios. Solo tienes que observar críticamente, como
una adulta que eres, lo que hicieron o dejaron de hacer, cua-
LA MUJER EGOÍSTA

lesquiera que fueran sus razones o motivos. No hay nada


moral o espiritualmente malo en un juicio así».
«Me parece que empiezo a ver lo que pretende».
«Creo que probablemente te sientes un poco culpable al
hacerlo. Pero es falsa culpa, la misma falsa culpa que sientes
cuando haces algo bueno para ti. Tienes que aguantar aún un
poco. Irá desapareciendo gradualmente»; : · '
Después de esto, Amy fue capaz de escribir las cartas y
que su dolor brotara y ·también su ira. Cuando hicimos esta
tarea, tan tarde en nuestra relación, me pregunté si huJ:>iera
tenido que conducir la terapia hacia este material años·atrás.
Amy había hecho alusiones a su familia en ocasiones anterio-
res. Puede que yo hubiera debido recogerlo antes. Ahora.esta-
ba claro lo relacionada que estaba su niñez con todas sus
luchas dE7l presente. A pesar de todo, siempre me había pare-
cido que acudió a mí con un propósito diferente. Nec~sitaba
«un ancla de salvación», como dijo, para ayudarla a vivir con
la constante carga de su esposo incapacitado. Nunca se me
ocurrió desenfocar la. terapia de apoyo. No sé si hice bien o
mal. ·· ·

La terrible soledad
. De vez en cuando, Amy hablaba de su soledad. Me resul-
taba fácilmente comprensible.
«Hay un dolor enorme dentro de mí, un lugar vasto y
vacío que nadie parece poder llenar. Creo que Bob y yo nunca
estuvimos casados realmente, ni siquiera el año antes de que
enfermara. Ninguno de los dos estaba preparado para casar-
se. Desde luego, durante todos estos años no hemos sido un
matrimonio normal. No tengo nadie en quien apoyarme, ni
con quien hablar de lo que pasa en el día y que me ayude a
tomªr una decisión que me resulta difícil. Pero creo que lo
peor de todo es no tener a alguien con quien compartir las
cosas buenas, las experiencias que piden a gritos ser disfruta-
das con alguien».
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Me resultaba fácil saber lo que sentía. Hay una cierta


medida de soledad en todo ser hu~ano. Creo que esto tiene
un significado espiritual y me preguntaba siAmy había pen-
sado en ello. ·
«Lo que dices tiene sentido. Puedo oír cuál es tu dolor. Lo
que me pregunto es si sabes que tu soledad puede tener un
significado más profundo». ·
«Qué quiere decir?» .
«Bueno, 'cuando piensas en el principal' propósito 'de tu
vida; ¿qué crees que significa tu soledad?»·
Se quedÓ pensando un minuto. «Puede ser que ténga que
ver con Dios», me contesto. «Puede ser que sienta la ausencia
de Dios más que la de un marido». ·
· Asentí cori la cabeza y sonreí. Si estamos hechos para la
unión con Dios, parece razonable esperar que este hambre
salga a relucir en cualquier lugar de nuestras vivencias.
«¿Puedes decinp.e qué más significa?>;
«¿Qué es esto, una encuesta? Bueno, probablemente signi~
fique que se supone que debo tender mi mano a los demás.
Puede que no lo haga suficientemente».
«Eso se te da muy bien. Puede que algún día te pida yo
que me aconsejes.»
Bien visto Amy había articulado dos insights importantes.
Empezando por la ausencia de un compañero se había dado
cuenta y había podido reconocer que sentía la ausencia de
Dios y de otras personas. .
«Esto es basicamente espiritualidad cristiana, ¿no es así?»;
le dije. En los Evangelios está reflejado que Jesús iba a menu-
do a lugares solitarios para orar y a su regreso se rodeaba· de
mucha gente. Nos mostraba así para lo que estamos hechos:
Predicaba con el ejemplo.»
«Recuerdo una noche cuando era jesuíta y daba clases en
Corea.» Proseguí. «Me sentí terriblemente solo. No estaba
casado y vivía en un país extraño. En mi necesidad; me dirigí
a la habitación de mi mejor amigo, pero no estaba allí. Fuí al
cuarto de otro buen amigo mío, pero tampoco estaba. Con el
LA MUJER EGOÍSTA

corazón lleno de dolor_subí al tejado de la casa donde vivía-


mos. Era plano y a veces subía allí para rezar. Esa noche reco-
rrí el tejado de aquí para allá con mi soledad._Mi corazón
llamaba a Dios a grito;5 ..Lo que me llenó de asombro fué que
Dios me consoló directamente. Fué algo inesperado y mara-
villoso. Bajé sintiéndome mucho mejor y contento de no
haber encontrado a mis dos amigos». Me escuchaba atenta-
mente, aparentemente persiguiendo esta idea. «Yo sé que no
lo hago con bastante frecuencia.»· · '. · ·
«Yo tampoco. No pretendo decir ,que Dios me consuela
cada vez que me siento ~olo. Sil!'plemente qui~ro .~eci,r que
esa noche aprendí que pevamos un sa~tuario vacío, esperan-
do que Dios lo llene. Está dent.ro de nosotros.» ·
. ., Quise también dar
' .
·., .un impulso al
'
lado
. 'social de la' ecua-'
cwn, porque Amy se guardaba mu~h~ _ dentro de ella, pe~-
sando que no tenía nada que ofrecer. Pero eso no era cierto. '
«¿Qué haces por tus amigos, Ainy?» .
«No demasiado. Tengo_un par de amistades muy sólidas,
que me.han apoyado en todo, pero tengo que admitir que me
retengo mucho en las relaciones. Me resulta difícil confiar en
alguien. _No quiero ser una carga para nadie._» .
«Cuando dices que no quie.r es ser una carga, estás ·pen-
sando en tu marido, ¿no es verdad?» Asintió. «No quieres
estar siempre habland~ d.el problema que más te preocupa,
¿No es cierto?». De nuevo asintió. «Creo que estás come:.
tiendo una equivocación. Primero: .e stá bien que de ' vez en
cuando hables de Bo_~ con ' tus amigas. Encontrarían muy
·raro que no lo hicieras. Además, las mujeres son maravillo-
sas· prestando su apoyo en cosas como esas. Pero también
pareée que;te.es_tás definiendo de una_manera un tanto limi-
tada: <<Soy la mujer de un incapacitado». Eres mucho más
que éso Amy. ~res _inteligente, eres hábil, eres divertida, has
leído muchísimo... Te interesas por los demás y por un
montón de cosas. Has hecho un doctorado y tienes una
larga experiencia profesional. Todo eso eres tú. Tienes un
gran problema, pero eso es solo una parte de tu realidad
personal.»
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Vd. consigue que mi realidad personal parezca algo.»


«Es algo. Tú eres la única que no lo sabe». De nuevo apa-
recían claramente los residuos de su niñez: «Yo soy nadie y
nada». De hecho has desarrollado una personalidad muy rica
y mucha gente estaría encantada de tener como amiga a
alguien como tú.»
Podía ver que estaba luchando contra su incredulidad. Si
conseguía empezar a creerme, a mí que· la conocía tan bien,
quizás pudiera comenzar a escuchar y creer el mismo mensa-
je auii.qtie fueran otros los que lo enviaran y yo estaba seguro
de que muchos lo hacían. Es asombroso cuánto amor y apoyo
damos que simplemente cae en saco roto: . ·.
Para ayudarla a qtie gradualmente fuera venciendo su
dificultad para confiar, le sugerí que eligiera a alguien dentro
de su actual círculo de conocidos. Alguien que pareciera rela-
tivamente seguro, más inclinado' que los demás a ser respe-
tuoso, amable y capaz de escuch.a r 'confidencias. Le propuse
que empezara a abrirse a esa persona poco a poco, primero
con cosas' banales, 'a nalizando cada vez qué tal iba 's aliendo
todo.' PodrÍa parar siempre que quisiera. De este modo>'s in
aventurarse demasiado y sin· perdér' nada en realidad, iría
construyendo paulatinamente una intimidad y se se~tiría
más cómoda. Quizás esto podría conducir la relación a una
amistad.profunda. Estuvo de acuerdo 'en intentarlo. .
·Hay a~go más que, me gusta hacer .respecto a la· soleda<;l o
a cualquier sentimiel)tO ~egativo que alguien desee'mantener
a raya. Es 'inyitar a la persona a que se haga amiga de ese sen-
timiento, que lo ab9rde y lq vivencie y lo explore.3 Pregunté 'a
Amy· si se.atrevía a hacerlo y me contestó que sí. Le pedí que
cerrara los ojos y se relajara. Entonces le'pedí que deja_ra salir
a su soledad y estuviera con' ella, completa<mente atenta a lo
que sucedía. ¿Qué emociones despierta? ¿Qué sensaciones
físicas la acompañan? ¿Qué i.mágenes se presentan? Dejar q~~

3. Estoy profundamente agradecido a Eugene Gendlin por este tipo de


abordaje terapeútico, Focusing (Mensajero, Bilbao 1993).
LA MUJER EGOÍSTA

esto ocurra requiere coraje. Es exactamente lo que solemos


evitar, temiendo que pueda aplastarnos. Si se halla presente
una figura de apoyo y nos ·va dando ánimos, la experiencia
resulta menos dura.
En el caso de Amy este eje~cicio tomó una dirección pareci-
da al andar de un sonámbulo, pero muy rica en imágenes. La
soledad se presentó en forma de un vasto, obscuro y vacío gim-
nasio, donde se encontraba desolada. Permaneció allí y de
pronto la luz empezó a entrar a raudales desde el techo. Enton-
ces apareció una puerta en la pared. La atravesó y llegó a un
mundo lleno de personas conocidas, que la invitaron a unirse
a ellas en sus actividades. Esta experiencia, que se creó sola,
reflejaba exactamente en símbolos lo que habíamo~ estado.tra-
tando -cómo nuestra soledad es .nuestro corazón, clamando
por bi~s y por aquellos a quien debemos acercarnos. Amy se
sintió consolada por este ejercicio. Le sugerí que lo plasmara,
escribiéndolo Ó dibujándolo. Lo repetimos en la siguiente
sesión y nuevamente se reveló un sueño, esta vez con imáge-
nes totalmente diferentes. Amy estaba so~a e!lla playa, encor-
vada por el fuerte viento que soplaba. Lás olas se rompían a su
alrededor. Avanzó penosamente hasta· tina meseta q1bierta de
hierba, ~onde encóntró a unos niños y se puso ajugar con ellos.
El tieinpo se había vuelto calmo y soleado..Entonces los niños
la ipvitaron a saltar con ellos sobré una especie de abismo, pero
ella tenía ' mied~ y la dejaron atr~s. Ella.se llenó de confusión.
· Yiendo lo apurada que estaba, le· sugefí quellamara a
Jesús. Este acud~p y A~Y se sintió amada por El. La ayudó a
cruzar el abismo y juntos jugaron con los niños. De nuevo se
sintió reconfortada por esta experiencia. Pedí a Amy de
nuevo que la dibujara o escribiera.
Después de estas sesiones ya no se sintió víctima de su
soledad. En vez de mantenerla a distancia, la había asumido
e integrado a su mismidad. Ya no la asustaba tanto y además
había vivendado algunas de ·sus posibilidades, que antes le
parecían estériles. Al igual que el cuerpo, la psique encierra
los instrumentos necesarios para la propia curación. Lo único
que necesita es que se le facilite un poco la tarea.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Una transformación silenciosa


No lo vi venir. Incluso la misma Amy no se dio cuenta de
lo que pasaba. Llevábamos años hablando de Bob y de pron-
to noté una diferencia. Fui el primero en hablarlo.
«Amy, ¿te has fijado que algo ha cambiado dentro de ti?»
«¿Qué quieres decir?»
«Me parece que ya no estás furiosa.» Me miró con sorpre-
sa. Ahora cuando hablas de Bob lo haces en un tono comple-
tamente distinto. Me parece que actualmente el sentimiento
que domina en tu relación con él es la compasión.»
· «Creo que no me habí~ dado cuenta, pero es verdad. Eso
es justo lo que siento por él. Cada vez está peor. Ya no puede
ni darse solo la vuelta cuando está acostado, ni sujetar su
cabeza en la silla de ruedas. Respira con dificultad y le cues-
t<i. mucho hablar. La mayoría de la gente 'no entiende lo que
dic'e. · Se ha vuelto totalmente dependiente para todas sus
necesidades. Me da mucha pena.» Se le saltaron las lágrimas,
lo que no 'era frecuente en Amy. ·
«Toda tu epopeya me recuerda una carta que acabo de
recibir 'de un sacerdote amigo mío que trabaja con los indios
en Dakota del Sur. Todo a su alrededor son familias destroza-
das, alé~holismo, pobreza, abusos:. .suicid~os, perspec~iva~
desalentadoras ... y todo esto año tras año, durante mucho
tiempo. Lo que me eseribió fue: Siento q{¡e estoy al,'pie <:fe la
Ct:UZ. Jesús está crucificado y agoniza y yo no puedo ~acer
nada para descolgarle. A pesar de todo, siento que éste es mi
sitio.» ·
N os quedamos silenciosos.
Amy había podido reconocer que Bob había llevado una
existencia muy difícil y lo sentía por él. Anteriormente, su
propia implicación había dominado su vida emocional . y
práctica, eclipsando su compasión. Ahora todo esto había
cambiado y me sentía maravillado.
«Es la gracia divina», le dije.
«Sí, es la gracia divina.»
LA MUJER EGOÍSTA

«Es algo que llega de alguna parte, inesperadamente,


transformándolo todo, haciendo posible lo imposible.» ·
«Sí, así es. Rezo para que Bob se muera, pero ~o por mi.
Rezo para que pueda abandonar esta cárcel espantosa, por su
regreso a aquel hogar y por su paz.~> · · · · · · ·
«Yo también lo hago. También rezo ·por su liberación. Lo
he estado pensando Amy, ¿ha cambiado Bob de actitUd?»
«No visiblemente, p~ro ya no ine ·importa tanto: Lo' único
que .me gustaría es poder hacer algo por él.» be nuevo se
acre~entq ~u ·~ris.teza. _Yo e~taba allí, .compartiéndola éon .el~a.
Su vigilia·con Bob contiimab~. . .. · .
Amy se había transformado en un ser lleno de paz y ahora
yo podía ~cceder mejor a ella. Fue cambiando poco a poco a
través de los. años. No fue fácil para. ella. De su niñez de
rechazos y abarido11os, ~abía aprendido a confiar en si misma
y a ser independiente; esto hacía que le resultara muy difícil
mostrarse 4ébil o pedir . algo. Vino a mi buscando ~yuda.
Pienso que seguramente porque ya no era capaz de seguir
soportando su carga, a pesar de intentarlo. Se permitió hacer-
me alguna demanda, porque me pagaba por ello. Esto tam-
bién fue desapareciendo con el tiempo, igual que su ira.
Ahora podía ser vulnerable y también podía abrirse a los
demás. Se permitía ser un poco dependiente. También podía
cuidar. Era.:.m uy distinto estar con ella ahora -más fácil, más
cálido. más tranquilo. ¿Habría cambiado ·yo también contri-
buyendo en todo esto? Así lo espero.
*****************

¿Podría llamarse mi trabajo con Amy terapia, o más bien


dirección espiritual? Creo que ambas cosas, porque lo fueron.
Lo que hice esencialmente por ella fue convertirme en esa
clase de acompañante que suele ser un terapeuta, durante.un
periodo de tiempo y a quien los pacientes se abren y del que
reciben el mayor apoyo emocional, algún feedback y en oca-
siones algún señalamiento. Los directores espirituales, si no
son estrechos de miras, hacen prácticamente lo n:tismo con los
EL MANANTIAL ESCONDIDO

que acuden a ellos. Les oyen hablar de sus vidas, les dan su
apoyo y su aliento y también ocasionalmente les señalan algo.
La diferencia es que la dirección espiritual tiene lugar en el
contexto de una visión compartida de la Fe. La terapia no
necesariamente. Par mi el propósito de curación y la visión
creyente se funden en uno, de modo que me veo siempre
haciendo ambas .cosas, dirección espiritual y terapia. Así es
como contemplé mi trabajo eón Amy. . .
El misterio de la vida de Amy está oculto en Dios. Atada
a un marido que no podía serlo, pero que para ella represen-
taba una gran responsabilidad. Con su familia d~ origen y el
carácter y la debilidad que de ella· se habían derivado. Con
sus luchas y la recompen~a de su trabajo y de sus amigos. Con
el terapeuta que eligió para que la acompañara en su caminó.
En todo 'esto hay una unión con Dios, porque Dios está donde
ella trabajaba su existencia -actuando con ella por su creci-·
miento y por su bien. No puedo explicar ·el misterio que
encierra todo esto. Pero creo que es un misterio de bondad y
una parte de mi papel fue compartir esta creencia de espe-
ranza y favorecer su actuación. ·

.~
11
9
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?·

Esta es mi propia historia -al menos un capítulo impor-


tante de ella. Es el relato de cómo me hallaba· navegando sin
rumbo fijo y sufrí una crisis, que supuso un punto de retorno
significativo en mi vida. Recibí ayuda de un psicólogo clínico
que también era sacerdote jesuíta. Este capítulo es una histo-
lria de terapia y dirección espiritual, pero esta vez soy yo el
paciente. ·

Antecedentes
Me crié en una «buena familia católica», siendo el séptimo
de nueve hijos. La familia entera iba a misa todos los domin-
gos, confesaba sus pecados por lo menos una vez al mes
(incluso durante ·el verano) y rezaba el rosario todas las
noches después de cenar. Nadie podía salir de casa hasta que
se hubiera terminado de rezar. Cuando la familia se hallaba
en apuros, hacíamos «novenas», un método para «asaltar» el
cielo recitando la misma cadena de oraciones nueve veces con
intervalos regulares, generalmente una vez al día, depen-
diendo de cuál era nuestra necesidad perentoria. No sé de
donde procede este sistema de acercarse a Dios, pero estoy
EL MANANTIAL ESCONDIDO

seguro de que es una tradición muy antigua. En la entrada de


casa había un pequeño altar con una imagen del Sagrado
Corazón de Jesús, con una lamparilla siempre encendida. En
mayo, guardábamos el Sagrado Corazón porque mayo es el
mes de la Virgen y era ella la que gozaba entonces del altar y
la lamparilla, amén de flores. Asistíamos también a las plega-
rias de la Virgen del Perpetuo Socorro, que tenían lugar en la
iglesia un martes de cada mes. A las del Sagrado Sacramento
un viernes de cada mes y a la novena anual de la Gracia -
nueve noches seguidas. Repetíamos las mismas oraciones a
San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier y escuchábamos
por supuesto larguísimos sermones. En el cuarto de estar,
sobre la chimenea, colgaba un cuadro enorme de Cristo coro-
nado de espinas. Nuestras visitas tenían la delicadeza de no
comentar nunca qué impresión les causaba. Pero sé que fre-
naba los avances amorosos de los novios de mis hermanas.
Esto y mi madre o mi padre apagando y encendiendo las
luces del porche, cuando alguna de mis hermanas seguía sen.:.
tada en el coche con 's u novio después 'd e la hora. Todo esto
nos ayudaba a guardar la castidad; piedra de toque de lá. ·Fe
católica. Como éramos una familia numerosa y mi padre ·el
único para mantenerla, teníamos una imagen de San José
colocado sobre una moneda de diez centavos, en un rincón de
la cocina, justo al lado de donde colgaban los rosarios. San
José era el encargado de nuestros temas financieros. Cuando
mis padres se peleaban seriamente, cosa que solía ocurrir de
vez en cuando, era al párroco a quien acudían (los terapeutas
eran para los locos). También teníamos un amplio círculo de
amigos sacerdotes que venían a cenar a casa año tras año. Mis
padres se sacrificaban mucho para mandarnos a buenos cole-
gios católicos, donde enseñados por curas y monjas pasamos
los primeros doce años de nuestras vidas de estudiantes. La
misa diaria era de rigor. ·,
No puede resultar sorprendente que cuando llega el mo-
mento de elegir carrera , no pocos de nosotros eligiéramos la
vida religiosa y el sacerdocio. Cuatro de mis seis hermanas se
fueron al convento y mis dos hermanos y yo al seminario. No
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

sé si esto formaba parte del plan (consciente o inconsciente)


de mis padres, pero a juzgar por la cantidad de fotos que nos
hicieron con nuestros trajes negros y blancos, parecían sentir-
se muy orgullosos. Una prole religiosa era una «escalera de
color homérica» en el ghetto católico donde habíamos creci-
do. La leyenda dice que una madre católica que tenga un hijo
sacerdote tiene un billete directo para el cielo. Mi memoria es
demasiado débil para recordar si en esto se incluía o no al
padre. ·
Entré en los jesuítas recién salido del colegio. Los jesuítas
reclutaban los mejores estudiantes de Milwaukee y además
de ser religiosa, nuestra familia aspiraba a lo mejor. La vida
'religiosa reforzó de una forma muy agradable todo lo que yo
ya era en gran parte: brillante, disciplinado, sexualrnente
reprimido, ide~lista, responsable, leal,·destinado a sobresalir.
La vida jesuítica es una vida que transcurre en comunidades
masculinas, organizada en base a los votos de castidad,
pobreza y obediencia. Igual que otros sacerdotes y religiosos
y religiosas, ·los jesuítas están dedicados al servicio de los
J:J demás por el reino de Dios. La palabra específica para definir
a los jesuítas, dentro del amplio contexto de la misión de la
Iglesia, es intelectualidad. Vida intelectual. Más que a traba-
jos de parroquia, se entregan sobre todo a la enseñanza, reco-
rriendo colegios preuniversitarios y universidades. También
se dedican a investigar y escribir, todo con vistas a llevar el
Evangelio a la vida intelectual y cultural del mundo.
La comunidad de jesuítas fue mi contexto vital entre los 18
y 31 años, cuando me ordené sacerdote. Hasta entonces había
conseguido dos licenciaturas y quería doctorarme en Filoso-
fía. La mía era una vida de trabajo y oraciones. Durante este
tiempo no me gustó demasiado vivir en una comunidad solo
masculina (no soy el tipo de persona gregaria y las mujeres no
me gustan menos que los hombres), aunque tenía algunos
amigos estupendos y compartíamos nuestras vidas en pro-
fundidad. Adoro aquellos años de estudio y trabajo corno
sacerdote. Creo que hice bien ambas cosas y era muy consi-
derado por mis iguales y por aquellos a los que enseñaba,
EL MANANTIAL ESCONDIDO

aconsejaba y administraba los sacramentos. Lo más duro para


mí era la castidad. Como muchos jóvenes yo no entré en el
seminario porque no deseara casarme. Fui porque pensé que
Dios me quería para sí y entendí que el matrimonio era el
sacrificio que Dios me pedía. No fue nada fácil. Mis hormo-
nas fluían febrilmente y encontraba a las mujeres cálidas y
maravillosas, empezando por mis hermanas.

La crisis
A los tres meses de mi ordenación sucedió algo extraño.
Fui a Berkeley para doctorarme en teología. Mi misión era
hacer un doctorado en Filosofía, trasladarme a la universidad
de los jesuítas de ?ogand, en Seúl, Corea y quedarme allí el
resto de mi vida. Ya había pasado tres años dando clases en
Corea, había aprendido aquel lenguaje desalentador y encaja-
ba bien con aquella gente. La universidad necesitaba teólogos
y yo era una elección lógica. Así que me marché a Berkeley
para doctorarme y una de las primeras personas que conocí
fue una monja de Portland que se llamaba Kathy y que acaba-
ba de llegar con el mismo propósito. Me gustó nada más
verla.
Asistíamos juntos a algunas clases. Visitábamos algunas
de las mismas liturgias. Estábamos en un grupo de activida-
des sociales y participábamos en las mismas tertulias. Nues-
tra amistad cada vez era mayor. Surgieron sentimientos más
profundos. Al cabo de dos años nos dimos cuenta de que nos
habíamos enamorado. Eso simplemente no entraba dentro de
los planes, ni dentro de los nuestros ni dentro de los de Dios,
según lo entendíamos nosotros. Todos nuestros esfuerzos se
centraban en mantener nuestra amistad dentro de los estre-
chos límites de nuestra condición. Después de cuatro años en
Berkeley, ambos éramos doctores en Filosofía y partimos para
diferentes lugares. Ella se fue a Portland y yo a San Luis. Los
dos como profesores de universidad. Fue una despedida
horrible, pero parecía que era lo único que podíamos hacer.

'.
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

Durante mi último año en Berkeley, había tomado la deci-


sión de no volver a Corea. Un sentimiento que crecía en lo
más profundo de mi ser, una especie de terror, me decía que
nunca lo haría ·desde el contexto de célibe. Me estaban propo-
niendo nombrarme rector o superior de la misión o ambas
cosas. Yo sabía por mi anterior ·experiencia cuánta soledad
encerraba el vivir lo desagradable y las privaciones de . una
cultura ajena a la mía y estaba seguro de que la soledad sería
aún mayor en esta posición tan alta. El fundador de la misión,
un sacerdote que yo respetaba enormemente, acabó casándo-
se con una de nuestras estudiantes, veinte años más joven que
él. En a·quella época fue un escándalo mayúsculo. Otros habí-
an abandonado la comunidad, habían regresado a los EE.UU.
y se habían casado. Sabiendo lo que me costaba ser fiel al celi-
bato y todavía convencido de que yo viviría para siempre
como sacerdote célibe, di un paso para hacerlo un poco más
llevadero y pedí un trabajo en los EE.UU. en vez de irme al
extranjero. Fui asignado a la universidad de San Luis para dar
clases durante todo el día y para ser además superior de una
pequeña comunidad de jesuítas que se estaba formando.
Kathy y yo no nos vimos en todo ese año, pero puedo afir-
mar que seguía pensando en ella. Al cabo del año me ordenaron
regresar a Berkeley, donde había una amplia comunidad de
jesuitas estudiando. Fui vicerrector, profesor y director espiritual
de muchos de los que iban a hacerse teólogos antes de ordenar-
se. Todo ·esto me tenía extremadamente ocupado, pero era
demasiado poco aún para que disminuyera el dolor permanen-
te que sentía por Kathy. Ella seguía en Portland, dando clases de
teología. Coincidimos ·un par de veces durante los dos años
siguientes, cuando se celebraba algún congreso de teología en el
área del Golfo, o cuando un retiro me llevaba al Noroeste. Esos
días eran los más felices de mi vida. Trazaban el camino desde
los campanarios de Mount Rainier hasta la sierra de Cascade.
Nuestro amor parecía incrementarse cuando estábamos juntos y
seguía creciendo cuando estábamos separados. Era una agonía.
·En esta época hacía veinte años que era jesuíta. Cada vez
que planteaba la cuestión del celibato a mi director espiritual,
EL MANANTIAL ESCONDIDO

un jesuíta claramente cualificado y a quien apreciaba mucho,


igual que él a mí, recibía la misma respuesta. «Ya sé lo que
quieres decir Torn. De vez en cuando todos sentirnos este
deseo de casarnos. Tu eres un ser humano cálido y sano, por
eso albergas más esos sentimientos tan profundos. Por eso
mismo eres también un magnífico sacerdote. Fíjate en todo el
bien que estás haciendo. Todos te respetan enormemente.»
Todo esto reforzaba mi bien desarrollado superyó, que ya se
sentía bastante capaz aunque no recibiera asistencia la mayor
parte del tiempo. No olvidéis mi condición. Así que mi s~xua­
lidad volvía a reprimirse en su jaula, dentro de mi psiquisrno.
Pero seguía rugiendo... ·
Entonces, algo maravilloso y extraño sucedió. En Santa
Bárbara vivía un jesuíta que era también psicólogo clínico.
Estaba muy bien considerado corno director espiritual y se
dedicaba a la formación de jóvenes jesuítas. También había
sido elegido repetidas veces superior de varias comunidades.
Era diez años mayor que yo. Nuestros caminos se habían cru-
zado en algunas ocasiones, en California . y disfrutábamos
nuestra amistad cuando coincidíamos. Una noche salimos a
cenar juntos. Era la primavera de mi séptimo año de amistad
con Kathy. Al final de la velada, cuando íbamos a separarnos
le dije: «¿Sabes Leo?, me encanta ser sacerdote. No me impor':'
ta trabajar seis días y medio a la semana, p~ro me gustaría
encontrar a alguien esperándome cuando vuelvo a casa.» Una
frase. martilleó mi cerebro: «No parece que pidas demasiado»,
dijo simplemente.
Esta respuesta era tan distinta a todas las que me habían
dado, que se instaló durante semanas justo en el centro de mi
mente. Finalmente dejó que surgiera la pregunta que durante
años había sojuzgado tan fieramente: ¿Qué quiero hacer real-
mente con el resto de mi vida?» En ese momento yo tenía 40
años.
Solo había una forma posible de meditar esta cuestión:
¿Cuál era la voluntad de Dios respecto a todo esto? Porque
era esa la que tenía que cumplir. Quizás en otro estado mi
vida dejaría de tener sentido. Además, ya desde que era un
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

niño me había parecido que la voluntad de'Dio's era que fuera


saserdote. Hice mis votos publica y solemnemente. Así que
ahora la cuestión era: ¿Podría ser posible que Dios quisiera
que 'me casara? En la Iglesia Católica Romana el matrimonio
y el sacerdocio son incompatibles.
· Me acerqué a Leo y le pregunté si podría hacer un retiro
de treinta días ·bajo su dirección y visitarle· regularmente
durante un año como mi director espiritual. Me dijo amable-
mente que sí y durante ese año mantuvimos muchas conver-
saciones. Aquí come.n zó la terapia y dirección espiritual más
intensa de toda mi existencia. ·En ese momento mi vida tomó
otro rumbo. En las siguientes páginas voy a tratar de plasmar
la esencia de nuestras entrevistas. · ·

¿Qué quiere Dios para mí?


«Este es mi dilema, Leo. Me siento llamado a ser sacerdo-
te. La gente dice que 's oy un buen sacerdote. Pero también
estoy profundamente enamorado de una mujer extraordina:-
ria. Hemos intentado ·mantener este amor dentro del marco
de nuestro cometido, pero es un amor demasiado grande. Los
dos sentimos· que tenemos que elegir. Lo que a mí personal-:-
mente me importa es ¿qué quiere Dios que haga?, porque eso
es lo que quiero hacer.» _
Me interesaría saber cómo un terapeuta que no compar-
tiera mi marco espiritual hubiera elaborado conmigo mi con-
flicto. La respuesta de Leo fue la siguie'nte:
. «Tom, la cuestión real es: ¿Qué es lo que tú más ferviente-
mente deseas hacer? Puede que te suene raro, pero cuando
hayas encontrado esa respuesta, tendrás la respuesta de Dios.
«Espera un mom,ento, no veo que lo que yo quiera hacer
tenga mida qué ver con eso.' Lo importante es lo que quiera
Dios. ¿No me dice el Evangelio que tengo que morir y abra-
zar la cruz?»
«Estamos llamados a morir nuestros falsos yo-mismos, no
los auténticos. Nuestro auténtico yo es lo que Dios quiere que
l
EL MANANTIAL ESCONDIDO

seamos más plenamente. Es seguro que Dios el Creador y


Dios el Redentor no son opuestos el uno del 9tro. El Dios que
creó .tu ser interno quiere que lo reveles y lo desarrolles.
¿Cómo podría Jesús contradecir esto? Es lo que quiero decir
cuando me refiero a que si encuentras tu más profundo e
intenso anhelo, tu verdadera energía y orientación, entonces
encontrarás a Dios guiando tu vida. La voluntad de Dios res-
pecto a nosotros está encerrada dentro de nosotros mismos y
ella misma se nos revela.» ·
«Eso suena algo fácil, Leo. Amo la idea de casarmé con
Kathy, pero tengo vocación de sacerdote.» ·
«Es una elección difícil. ¿QÚé es lo que quieres realme,nte?
Cuando te hablo del más profundo anhelo, no estoy diciendo
un capricho o una quimera. Me refiero al producto maduro de
tus sentimientos y de tus pensamientos. Eso necesita tiempo
para cristalizar. Tampoco me refiero a algún «quisiera»,Jo cual
siempre viene del exterior. Cuando maduramos, sahmos de
toda esa clase de valores representados por los «quisiera», deci-
diendo cuáles son realmente para nosotros los valores auténti-
cos. Tus elecciones tienen que venir de tus propios valores.
Estos son los que se han integrado en tu ser y forman parte de
ti mismo. Vives de ellos. Los sientes aquí», dijo poniéndose la
mano encima de su estómago. «No aquí», y señaló su cabeza.
Durante algún tiempo tuve que vivir con esa idea. Me
resultaba muy difícil creerle, porque esta era muy diferente a
mi manera de pensar en Dios. Más que un pensamiento era
un sentimiento profundo, que me l_lenaba de una agitación
refrescante. ¿Podía Dios realmente ser tan bueno? ¿Nos da
Dios realmente tanta libertad? ¿Quiere Dios verdaderamente
que sea feliz -en vez de trabajar por su reino?. Yo siempre
había creído que Dios es bueno y quería su bondad para mí.
Pero pensaba que Dios también era exigente. ¿No pidióDios
1
a Abraham que sacrificara a su hijo Is~ac? A mi modo de ver
era típico de Dios pedir cosas tan duras. Había sido educado

l. Mis estudios de la Biblia me persuadieron posteriormente de que Dios


nunca quiso el sacrificio de Abraham, sino que Abraham pensó que
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

para creer que para una persona espiritual, el camino más


fácil era seguramente el camino equivocado. ¿Podría ser cier-
to que Dios quisiera de mí justo lo que yo también quisiera?;
¿que Kathy fuera para mí un don de Dios y no una terrible
tentación, enviada para purificarme? ¡Qué idea! Ese era un
Dios a quien yo podía amar, no solo servir.
Lo que yo realmente anhelaba presentaba sus propias difi-
cultades. Ahora estaba atrapado entre dos grandes amores:
mi sacerdocio y Kathy. Desde la legislación de la Iglesia Cató-
lica Romana del Cuarto Concilio Laterano, celebrado en 1154,
ser sacerdote y estar casado no era posible. O lo uno o lo otro.
Tenía que elegir.
«Ahora veo que la voluntad de Dios vive en mis más pro-
fundos anhelos. Mi actual pregunta es: ¿Cómo puedo dar
forma a lo que realmente quiero?
. «Te llevará un tiempo hasta que cristalice. No es algo a lo
que haya que dar forma. Lo sentirás en lo más profundo de tu
ser. Deja que te plantee la p~egunta de un par de modos dife-
' rentes, para aylidarte a contestarla. ¿Qué te da vida? ¿Bajo qué
circunstancias te sientes más' vivo, más tú mismo? ¿Qué des-
pierta tu entusiasmo y tu energía? ¿Cuál de las opciones te da
la sensación de ser la correcta? De eso es de lo que se trata.»
«Cuando lo estabas diciendo, Leo, me ha:quedado claro
que es vivir mi vida con Kathy. Lo que has estado describien-
do es cómo me siento cuando estoy con ella y no me refiero a
..::;¡ esa primera y repe~tina sensación·de plenitud del enamora-
miento. Hemos sido buenos amigos durante siete años. Cuan-
do' estoy a su lado, surge en mí una intensa vitalidad que
generalmente tengo bloqueada. Cuando estamos separados,
ambas, vitalidad y alegría se ven disminuidas.»
~<Eso es. Es justo lo que quería decir.»
. .
. . .
Dios quería que sacrificara a su hijo. Lo pensó así, porque la gente reli-­
giosa de aquella épÓca y'lugar sacrificaba regularmente niños porque
pensaban que esto complacería a Dios, así como ellos entendían a Dios.
El punto importánte de ésta historia es que con ella cambia esta ima-
gen de Dios. ·
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Si bien tengo que vivir con esto durante algún tiempo,
Leo. Es demasiado nuevo para mí. También tengo que seguir
con mi sacerdocio porque me gusta ser sacerdote y me resul-
ta muy duro pensar en dejar de serlo.» -
La cuestión de la fidelidad
En esto me quedé y seguí mi camino y oré. El pensar en
Kathy seguía despertando en mí una profunda alegría. El
pensar en mi sacerdocio me llenaba de sentimientos varios.
Empezaba a dividir mi sacerdocio en dos partes: el ministerio
en sí y el estilo de vida. Era el ministerio lo que yo amaba, el
trabajo con y para la gente. El estilo de vida, dentro del marco
de una comunidad, me parecía angosto y árido. Pero incluso
esto tenía que ser considerado intensamente. Mis compañeros
jes1;1ítas eran hombres buenos y algunos muy amigos ~íos.
Me había comprometido con este grupo y compartíamos una
misión, que daba un profundo sentido a nuestras vidas.
Todos mis ejemplos estaban allí. Yo mismo me había conver-
tido en 'un ejemplo para otros: los jesuítas más jóvenes)a los
que enseñaba y dirigía espiritualmente. Taf!1bién lo era para
todas las personas ajenas a . la comunidad a quienes había
dado clase, predicado, aconsejado, dado retiros, con quienes
había mantenido correspondencia... Todos ellos miraban
hacia mí, dependían de mí en uno u otro sentido. ¿'Qué efec-
to les produciría el que abandonara todo para casarme?
«Leo, vamos a ·hablar de fidelidad. ¿Qué pasa del c9m-
promiso, de la responsabilidad? Esos ha.n sido siempre valo-
res importantes para mí. ¿Qué pasa con los votos?»
«La fidelidad es ciertamente un tema importante. Pero la
pregunta es: ¿Fidelidad a qué? Hay que tener mucho cuidado
con esto. Cuando haces tus votos, ¿qué estás tratando de
expresar? Te estás comprometiendo con Dios y con la obra de
Dios, para vivir el Evangelio lo más plenamente que puedas,
¿no? Desde luego lo has hecho siguiendo una estructura his-
tórica particular, la Compañía de Jesús, porque ·en aquel
tiempo te parecía la mejor manera de vivir ese compromiso
fundamental. ¿En qué ~ebes depositar más tus creencias? Las
estructuras históricas cambian. Igual que se amplía tu verdad
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

personal. Los valores permanecen. La pregunta que debemos


seguir haciéndonos es: ¿Cómo puedo vivir ahora mis valores?
¿Cómo puedo ahora seguir siéndome fiel? A esto es a lo que
debes entregar tu fidelidad. .
Pero, ¿qué efectos tendrá sobre la gente que yo abandone?
«Eso es poner el ·carro delante del caballo. ¿Qué efectos
producirá en ti el que abandones o te quedes? Tú eres el ver-
dadero responsable de esto. Los demás son responsables de
.ellos mismos.»
«Pero, ¿no es ser egoísta?»
.<~Así lo que ganas es la palabra entera*. Pero, ¿y si pierdes
tu propia alma, tu propio self? (Marcos, 8:35)» .
Esta frase de Jesús me era muy familiar. Pero siempre
pensé que iba dirigida contra la locura de emplear todos lo~
esfuerzos en llegar a ser.rico, fa~oso,· poderoso en esta vida
sólo para encontrar a cambio .el .infierno en la próxima: Mi
director espiritual estaba dándole un giro nuevo. Estaba vol-
vit::ndo a decir ~1 verdadero ·y~ 2 y constatando que sin ·él no
somos nada y que da igual lo que poseamos.
· To~, ¿Has observado alguna v~z en nuestras C<?munida-
des a los sacerdotes ancianos ya retirados?» ¡Ciertamente que
lo habí¡;t hecho! «Qué es lo que ves?>~ .
«Me da miedo. En muchos éasos he visto ancianos amar-
gados y coléricos .. No quie~o decir todos, pero sí muchos.
Algunos siguen m~nteniendo una cit;rta frescura, son jóvenes
de corazón, felices. Pero hay demasi<;tdos que parecen no sen-
tir amor, ni alegría. Son incapaces de cualquier sentimiento.»
· «Esta ~s otra ~al}er~ de llegar a la cuestión -por los frutos
de las diversas clases de fidelidad. Estos hombres han sido
supue.s tamente «cr~yeiltes». ¿Pero en qué han creído? QuiZás
en la r17gla. Quizá~ e~ lo que sus superiores l~s decían que tení-
an que .hacer. Quizás e~ la lectura de una promesa que hicieron
siendo jóvenes. ¿Es esto auténtica fidelidad? ¿Qué pasó con
. ' ' ' .
* Nota de la traductora: el autor juega con la palabra selfish, que signifi-
ca egoísta.
2. El término' griego de los Evangelios Psyche se refería al cuerpo y alma.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

aquello de creer en uno mismo? ¿Qué fue de la verdad revela-


da al propio ser o de los valores verdaderos e inamovibles?»
Siempre sé cuando escucho la verdad. Algo se m~eve en
mi interior. Esta era la visión de la fidelidad más exéitante y
liberadora que había oído en toda mi vida. Durante un tiem-
po estuve reflexionando sobre el tema de la fidelidad, apliqué
este insight a mi vida y gané mi batalla.

El escándalo
Seguía preocupado por tóda esa génte para la que yo. ejer-
cía el sacerdocio. Me sentía más que algo asustaao, pensando a
qué clas·e de trabajo 'iría a parar cuando me fuese. No quería
que acabase mi ,ministerio sacerdotal. No -solo<procedía de
Dios. Era yo también. Convertirme en una especie de vendedor
o de hombre de negocios o' administrador me .parecía una pers-
pectiva terrible. Ese fue el tema de otra convérsación con Leo.
«Me doy cuenta de que soy el responsable de mí mismo,
no de los demás, pero no dejo de preocuparme pensando en
el efecto que producirá en lo~ otros mi partida.»
«Los que te aman lo seguirán haciendo, no importa lo que
hagas. Después de todo seguirás siendo la misma persona. Los
que te «aman» solo porque eres sacerdote... ¿Qué clase de amor
es. ésa? ¿Qué te importa la op~nión de esas personas? En cuan-
to a lo que se refiere al tema del «escándalo», cada uno debe
hacer caso a su propia verdad, aur{que la gente no la compren-
da ni la apoye. La Fe _d e la gente es~á arraigada en algo más
sól~do y más firme que _en lo que podamos hacer tú o yo con
nu~stras vidas -o al menqs debería de ser así. El que te vayas
ayudará a algunos a afianzar su Fe..Pero la m~yor parte no se
verán afectados a ese nivel. Existe la posibilid.a d de que este
encontrarte a ti mismo sirva para que otros se encuentren. Pero
vuelvo a repetirte, de esto no depende realmente tu decisión.»
«Pienso que parte de los que me preocupa es lo que tengo
de dejar. Vender coches u ordenadores sería un ropaje tan
incómodo y poco adecuado como lo era el celibato. Me mori-
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

ría poco a poco. Esto en sí es a veces una razón para quedar-


me. Tengo una buena formación y capacidad suficiente y me
gustaría poder seguir utilizándolas para ayudar a los demás.»
«Desde luego, deberías hacerlo. Esa es tu vocación, ¿no?,
el sacerdocio bajo cualquier forma. Esto ha persistido en ti a
lo largo de oraciones y diálogos en el transcurso del tiempo.
Pero Tom, mira el mundo. Está lleno de necesidades. No hay
camino que emprendamos donde podamos atender a todas.
Los jesuítas atienden' algunas de ellas en distintos lugares,
muchas otras personas de todas clases atienden otras. Tú Tom
estés donde estés, aquí o en otro sitio, sacerdote j~suíta o lo
que fueras, serás necesitado y responderás. Creo que no tie.ne
por qué preocuparte. Con tu dedicación y tu talento seguro
que encontrarás otro camino. ¿Quién dice que no ·podrás
hacer tanto bien como el que has hecho aquí hasta ahora? .
Quizás puedas hacer aún mucho más.
«Me gusta mucho la amplitud de tu visión Leo. Lo que
dices se ajusta a mi experiencia. He trabajado en Seúl, San
Luis, Berkeley "y otros cuantos sitios más. En cada uno de ellos
· las necesidade's eran tan grandes, que me sentía indispensa-
ble y la gente trataba de que me quedara allí. Pero en cuanto
' me trasladaba, las nuevas necesidades que encontraba, me
absorbían de tal modo, que las anteriores se desvanecían.
Siempre supe después, que la vida sigue en todos sitios, aún-
que yo ya no esté. Si abandono el contexto de jesuíta y sacer-
dote, sé que encontraré otro distinto donde poder seguir
haciendo la clase de cosas que he hecho hasta ahora. Pero,
. ¿sabes lo que duele de verdad? Que no puedo casarme y
seguir siendo sacerdote. ¿Por qué tengo que elegir entre mis
dos grandes amores, si son perfectamente compatibles?»
Sacudió su cabeza con pesar. «Esta es una de las mayores
tragedias ·de nuestro tiempo. El sacerdocio católico está per-
diendo -desperdiciando, a innumerables individuos altamen-·
te cualificados como tú, por esa obra absurda de unas leyes
humanas que obligan al sacerdote a ser célibe. Siento mucho
que no puedas hacer las dos cosas. Todo está cambiando, qui-
zás cambie eso también. Mientras tanto ... »
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Mientras tanto yo seguía y avanzaba y rezaba para que mi


elección fuera la justa. Algunos días sentía paz y que lo justo
sería dejarlo todo y casarme. Otros, me encontraba más y más
cerca de la opción de quedarme donde estaba y despedirme
de ese azar del matrimonio y del nuevo trabajo. Comuniqué '
a Leo mis vacilaciones. Tenía miedo de no ser nunca capaz de
completar mi idea.
«Suena .como si aún no estuvieras preparado para tomar
una deCisión.» Me dijo simplemente. «Date tiempo». Me encan-
taba su respeto al carácter de los demás. Su respuesta implicaba
esperanza. No iba a quedarme para siempre sin resolver esto~

La libertad
..,'} l
Pasé por una experiencia muy instructiva haciendo un reti-
ro de treinta días, durante los nueve meses que me dirigió-Leo.
Este retiro, basado en los Ejercicios Espirituales de San Igna-
cio, está dividido en cuatro «semanas». La duración de cada
una de ellas es variab~e, de acuerdo a lo que le vaya sucedien-
do al que lo hace. Cuando el director considera que uno ha
completado la semana, él o ella tiene medio día libre antes de
empezar la siguiente. Me encontraba en la semana decimo-
séptima o decimoctava, cuando me desperté una mañana sin
ganas de hacer retiro o cualquier otra cosa. Pero aún no era el
tiempo para mi medio día libre. Fui a ver a Leo esa mañana,
como hacía usualmente, para informarle de lo que me estaba
pasando y recibir su dirección para esa jornada. ·
«Leo, creo que debo mencionarte que hoy no me siento
con ganas de nada.» Lo dije simplemente para que lo supiera.
Esperaba que el día fuera como todos. De hecho, estaba segu-
ro de que iba a decirme, que era especialmente importante
que yo creyera escrupulosamente ese día en el programa del
retiro. A veces es justamente en un momento de desolación
cuando mayor provecho se saca.
·«Suena como si necesitaras una pausa». Dijo simplemen-
te. ¿Por qué no te tomas el día entero? Puedes hacer lo que
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

quieras. Déjame ver... hay un coche libre,. si quieres puedes


utilizarlo.»
i. Me quedé pasmado. De repente la libértad me era conce-
dida. No sabía si la deseaba o no. «Esa no es exactamente la
respuesta que esperaba», le dije, «Déjame salir y reflexionar
un poco. Te diré lo que sea. Gracias por ~frecerme el coche.»
Treinta minutos después me encontraba de nuevo ante su
puerta. «Puede que te sorprenda, pero he decidido quedarme
en •retiro. Solo deseo rezar una hora menos. Me siento bien
otra vez: Muchas gracias, te veré mañana por la mañana.» .
y pasé un día muy agradable y completamente en paz con
lo que estaba haciendo. Esa mañana aprendí la diferencia entre
quisiera 'y quiero y ya nunca lo olvidaría: Pueden abrir exacta-
mente el mismo territorio -:en este caso un día de retiro, pero los
sentimientos que despiertan son un mundo aparte. Sentía en
mi cabeza mis «quisiera» con reservas y tensión. Sentía mis
«quiero» en mi vientre, con expansión y energía. Leo me había
0
dicho en una anterior ocasión que «anhelar con todo el corazón
es la única base sana de la motivación». Disfruté el día porque
estaba haciendo lo que realmente quería hacer. Cumplía exac-
tamente la misma orden del día que aimplía cuando me era
impuesta -soledad, silencio, oraciones, leer, pasear, Eucaristía .. ;
con una' pequeña excepción: ·cuatro en vez de cinco horas de
oración formal. Cuando Leo me dejó libre de hacer lo que qui-
siera, me salí del orden del día y volvía a entrar en él, pero con
una sensación muy distinta. Era donde libremente quería estar.
Había · una cierta analogía con la ·manera que tenía Leo de
guiarme en el amplio tema de mi sacerdocio.
· El resto es historia. Pasaron los meses y cada vez se iba
haciendo más firme la sensación de que obraba bien abando-
nando a los. jesuítas y casándome, para proseguir mi sacerdo-
cio de otra manera. Mientras tanto en una ciudad distante,
Kathy había atravesado también su igualmente aventurado
proceso de discernimiento y ·había llegado a tomar una deci-
sión semejante.
Cuando .compartí con Leo mis conclusiones, quiso seña-
larme algo que me conmovió profundamente.
EL MANANTIAL ESCONDIDO

«Tom, tu libre elección ha reforzado mi libre elección. No


podría explicártelo, pero yo elijo quedarme aquí y me siento
muy feliz con mi elección.» Leo era un hombre maravillosa-
mente libre e invitaba a los demás a la libertad. San Pablo
mismo la ensalza: «La libertad de los hijos de Dios» (Roma-
nos 8:21 y Galileos 4:1-7), pero seguimos olvidando que la
libertad es un don de Dios.
Después añadió: «Tom, siempre serás mi hermano sacer-
dote». ¡Qué tremendo! Tantos hombres buenos han tenido
que «abandonar» para casarse, completamente avergonzados
por sus antiguos hermanos por haber sido «débiles», por no
haber creído suficientemente y carecer de la 1fortaleza para
hacer lo que era justo.. ; Aquí había un sacerdote por el que yo
sentía un profundo respeto, diciéndome que yo seguía siendo
lo que él era. Gran parte de la libertad de Leo consistía preci-
samente en no ceñirse a las estrechas categorías iñ ternas a las
que tantos otros hermanos se ceñían.3 .J •
Desde entonces han transcurrido quince años. Estoy feliz-
mente casado con Kathy. Trabajo todo el día como, terapeuta,
soy profesor de teología media jornada y escribo en los campos
de la teología y la psicoterapia. Mi mujer, también teóloga y
terapeuta, trabaja en las mismas actividades profesionales. De
hecho, hemos escrito juntos cuatro libros, además de los otros
cuatro que hemos escrito separadamente. Contemplamos
como un ministerio todo lo que hacemos, a pesar de que ya no
disfrutamos de ninguna condición oficial por parte de nuestra
Iglesia. Nuestro matrimonio ha enriquecido enormemente mi
sacerdocio. El suyo también, si bien la Iglesia no ordena for-
malmente a las mujeres desde hace siglos. Nuestra relación nos
ha hecho mejores.-Es difícil que un amor especial_no le 'enri7
quezca a uno. Ni tampoco puede dejar de ser purificado en el
crisol de la intimidad. ·
Cua~do miro atrás y pienso en el tiempo que pasé con
Leo, veo que lo que ambos llamábamos dirección espiritual

3. Leo ha plasmado en este libro muchas de sus ideas espirituales, Leo


Rock, S.J., Making Friends with Yourself (Paulist 1991).
¿QUIÉN SOY YO REALMENTE?

era también terapia pura y dura. El también piensa que las


dos están estrechamente unidas. Nuestro trabajo se realizó
bajo mi búsqueda de la voluntad de Dios para mi vida. Sin
embargo, durante ese proceso yo experimenté una profunda
curación y una maravillosa liberación. ¿No es esto precisa­
mente lo que busca la terapia? Leo me ayudó a encontrarme
a mí mismo y a vivir más auténticamente desde el fondo de
mi ser. Esto también suena a terapia. Me asistió cuando toma­
ba una decisión que fuera coherente con mis más preciadas
creencias y valores, incluso aunque esto implicara un nuevo
rumbo sorprendente. Me apoyó desde el principio hasta el
final durante una transición llena de peligros, de la que fácil­
mente hubiera podido salir dañado, acribillado por «la culpa»
y con pérdida de mi identidad. Con su ayuda, salí en cambio
con los pies bien plantados sobre la tierra, viendo claro y sin­
tiéndome en paz conmigo mismo. La terapia que yo necesita­
ba solo podía tener lugar dentro del marco espiritual donde
había pasado mi vida entera. Con gran habilidad, Leo me
condujo hacia nuevas experienciás de libertad y personalidad
y hacia la presencia y actuación de Dios en aquellas esferas
profundas del ser humano. Fue una aventura terapéutico-
espiritual de la integración de la persona.4
Hice llegar a Leo el borrador de este capítulo para darle
una oportunidad de cambiar algo que él recordara diferente,
o que le hiciera sentir incómodo cuando se publicase.

4. Se habrán dado cuenta de que cuatro de mis "Principios para una sana
espiritualidad" han sido aplicados en las terapias que he presentado.
De hecho cristalizaron durante el proceso terapéutico. Son los siguien­
tes:
Dios quiere que vivamos.
Lo que Dios quiere para nosotros está unido a nuestros propios anhe­
los.
La gente buena se ve tentada por lo que parece ser un bien moral o
espiritual.
Dios se aparece a menudo en forma humana.

177
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Me escribió esta respuesta:


·«He leído el relato de nuesÚas ~onversaciones. Es igual al mío.
Me sentí profundamente conmovido leyendo tus palabras. Con-
firman lo que yo creo. Así es como yo lo formularía: Cuando
nacemos, nos dan una clase de·título de propiedad de esa parce-
la propia que llamamos uno mismo, pero mucho antes de que
podamos ejercer los derechos sobre esa posesión-dada-por-Dios,
toda clase de derechos de retención y derechos de servidumbre
nublan ese título.

Además, hay otros -familia, r~Úgión; gobierno·, individuos, que


reclaman haber cómprado y pagado participaciones en esa pro-
piedad. El 'crecimiento humano es apartar las nubes de ella. ¿No ·
es esta la meta de ese proceso llamado diversamente direccióm
espiritual y terapia? Apartar las nubes de modo que sea posible
que seamos dueños de nosotros mismos. Podemos compartir,
podemos dar solo aquello que poseemos. Para mí esto es en sí
mismo evidente.» ..
Cuando Kathy y yó nos casamos, un pastor protestante
amigo nuestro hizo esta observación: «No puedo apartarlo de
mi mente. En vuestra iglesia esto se considera un «escánda-
lo». En la nuestra sería causa de gran regocijo -que dos perso-
nas como vosotros ·se·hayan encontrado y hayan unido sus
vidas y ministerios. Me parece un gran don de Dios, para
vosotros dos y para todos.>> ·
¡Sí! El manantial escondido ...

1 ''
111
CONCLUSIÓN
10
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

Seguramente cuando haya leído estos capítulos, una serie


de preguntas habrá surgido en su mente. Deje que conteste
algunas.
Quiero terminar este libro contestando algunas de las más
formuladas. -

1. ¿Cuánto habla Vd. de Dios en la terapia?


· Generalmente no demasi~do .. A veces, durante muchas
sesiones no encuentro la ocasión. ·La dimensión espiritual es
el útero en que «vivimos», nos movemos y estamos, como
dice San Pablo (Hechos, 17). Es el priri.dpio de todo. Entera-
pia es el amplio marco en el que trabajamos los conflictos o
problemas del paciente. Nos da los principales valores, la
orientación y nuestra más profunda energía. Pero una vez
que el tema a elaborar ha sido colocado en esta perspectiva
espiritual, generalmente ya no hay que decir mucho más al
respecto. La mayor parte transcurre explorando conflictos,
expresando emociones, interpretando vivencias, buscando
opciones, procurando apoyo, desarrollando estrategias,
haciendo balance de los progresos y fracasos y tratando pro-
blemas que aún están sin resolver, contemplando los temas
EL MANANITAL ESCONDIDO

desde distintas perspectivas, trabajando para asumirlos, solu-


cionarlos... Parece que Dios espera que empleemos nuestra
propia capacidad y recursos y en la mayoría de las sesiones es
así como sucede. Sin embargo, todas estas actividades cobran
un significado diferente cuando terapeuta y paciente llevan la
sesión a una persp~ctiva espiritual.
No recuerdo haber tenido nunca un paciente que me dije-
ra: «Habla Vd. demasiado de Dios, practíquelo». O «no me
suelte esos sermones, no soy un tipo religioso.» Lo contrario
ha ocurrido muchas veces -aunque no demasiadas todavía.
«Creí que Vd. trabajaba explícitamente la dimensión espiri-
tual. No le oigo hablar mucho de este tema.»
Esta especie de feedback siempre me ha hecho pensar que
estoy dando algo por sentado y no lo menciono suficientemen-
te. Doy por sentado que compartimos un campo e,spiritual
común y que implicarlo en nuestro discurso sería obvio. O doy
por sentado que ya saben que todas mis respuestas se derivan
de mi visión de creyente, así que tampoco lo menciono. .
En este aspecto, ~as historias de los a~terior~s, capítulos
pueden llevar a conclusiones erróneas. Suenan como si
haciendo terapia habláramos principalmente de la dímensión
espiritual y yo ofreciera amplias disquisiciones sobre el tema.
De haberlo hecho, ¡dudo que tuviera muchos pacientes! Tra-
bajamos los confliCtos de manera mu)rpráctica. He 'relatado
esas historia's porque sirven preCisamente para dar más luz a
la di.m ensión espiritual. · : ·· · ·

2. ¿Puede ;esumir su manera.nonnal de trabajar •·'


·· ,con la dimensión espiritual? ·• ' · , · ·.: ·
· Primeramente trato de ser con ·las personas y para ellas
como pienso que Dios lo haría -auténticamente atento, respe-
tuoso, compasivo, aceptando, dan~o esperanzas, confirmando
e incluso retando. Creo que Dios está actuando en iní cuando
me dirijo a otros con este espíritu. También creo que Dios está
siempre ·presente y actuando en· la vida . del paciente y que
actúa particularmente en la crisis que los ha llevado a terapia.
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

Después afirmo o confirmo todo lo que veo en ellos que


muestra la vida espiritual que , están llevado. Las personas
tienden a no ser conscientes de su propia bondad y de la
armonía de sus valores y de los designios de Dios. Les nom-
bro los dones que Dios les ha dado, sus buenas (espirituales)
elecciones, la gracia divina especial que veo que les llega en el
tran~curso de la terapia, ta~to en forma de un nuevo insight,
un nuevo paso, una liberación o una transformación interior.
Generalmente los más de nosotros somos conscientes de que
Dios está a nuestro lado y de que cuanto más felices nos sen-
timos, más inclinados estamos a ser más conscientes y sensi-
bles respecto de Dios. Regularmente, después de escud}ar la
situación .d e conflicto del paciente, h~ pregunto: ¿Dónde pien-
sas que está Dios en todo esto? Quiero' hacerles pensar sobre
ello en caso de que no lo hagan, porque creo que la diménsión
espiritual. es muy útil. Pretendo atacar el tema con el pacien-
te, compartiendo sus insights. La primera respuesta de los
pacientes es frecuentemente menos convincente que las ,q ue
van dando más adelante, cuando continúan reflexionando,
simplemente porque se les ha planteado una tal cuestión.
Quiero articular un principio espiritual que creo es rele-
vante en una situación dada. En 1,1na de las que menciono en
el <;apítulo 3, o la que surge de la visión de la Fe ~n el capíh.~­
lo l. «Dios es)a más ,profunda dimensión de toda tu vida.»
Generalmente lo explico un poco y me aseguro de que el
paciente lo ha entendido. ·
A veces atac9 una creencia del paciente. Aquélla que
demuestra estar actuando en su vida, cuando dicha creencia
perjudica más que ayuda a la causa de 1~ vida y cuya validez
es ~.estionable. Un ejemplo de esto es la creencia de que
cuando tomo algo para mí soy egoísta o culpable. O la creen-
cia de que Dios ve principalmente mis faltas y su presencia en
mí es ,habitualmente para juzgar o desaprobar. o la creencia
de que 16 que yo quiero se opone a lo que quiere Dios. O la
creencia de ·que un mandato ·religioso . parti~ular es más
importante que el mandamiento de amar. al prójimo como ~
uno mismo. Atacando estas creencias, simplemente establez-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

colo que creo y por qué lo creo. O presento el ataque en forma


de pregunta: «¿Crees realmente que Dios quiere que seas des-
graciado el resto de tu vida?» O «Si realmente amaras a
alguien, ¿le juzgarías como crees que Dios te está juzgando a
ti?» O «¿Por qué crees eso?»
Finalmente recuerdo al paciente las verdades que sé que
encierra y que tiene olvidadas. La principal, que Dios está con
y para él justo en el punto en que se halla en su existencia, tal
como ces' en ese momento y no importando cuál sea su sufri-
miento o su lucha. Por· supuesto también les ·recuerdo que
Dios actúa con ellos para su bien aunque áh~ra no puedan
verlo. Estas verdades representan siempre un consuelo y un
apoyo. Todos necesitamos que nos sean r~cordadas, cuando
nuestras dificultades nos hacen olvidarnos de ellas1•

3. ¿Se puede tratar a alguien cuyas creencias sean significativamente


distintas? por ejemplo un judío, budista, musulmán, fundamentali~ta
cristiano etc. o viceversa?
Creo que en este caso lo más importante es ser respetuoso
y aceptar a las personas exactamente como son. Cuando consi-
go transmitir mi respeto, la persona baja la guardia y'se mues-
tra más respetuosa con lo que tengo que decirle. Así siempre
me resulta fácil respetada manera de ser y pensar de los otros.
Busco lo que tenemos en comúri. Generalmente suele ser
lo más importante: el sentido de la vida y 'la primacía' del
amor. Con excepción de la mayor parte de los budistas, cor~­
partimos la creencia de un Dios que nos arri.a. Pongo todo mi
énfasis.en estos puntos comunes y eso resulta suficientemen-
te sustantivo como ·p ara permitirme hacer lo que pretendo
con la dimensión espiritual. · · ·

l. En el amplio campo de la terapia, hay un movimiento que va desde el


terapeuta-como-persona
- - experta, hasta relación terapéuta y paciente
explorando conjuntamente y colaborando en la resolución de los con-­
flictos. Véase por ejemplo, Stephen Gilligan and Reese Price, (eds.),
Therapeutic Conversations (Norton, 1993).
PREGUNTASSOBRELAPRÁCTICA

Un principio común en terapia es acompañarle y construir


desde su propia visión del mundo. Esto es aplicable también a
sus creencias religiosas. Siempre que es posible utilizo su len-
guaje y construyo sobre las creencias que le he oído articular.
La única excepción es cuando juzgo útil atacar una creencia
que me parece perjudicial. La mejor manera de hacerlo es fun-
damentar mi ataque con una creencia común, más amplia o
profunda, como la bondad de Dios o la primacía del amor.
Si a mi juicio; el paciente y yo somos incompatibles espi-
ritualmente y nuestras diferencias van a producir más tensio-
nes que otra cosa, le pido perdón por no haber sid~·
súficientemente respetuoso con sus creencias. Después dejo
de hacerle consideraciones de tipo espiritual o que sean con-
trarias a las suyas. Hasta ahora no me ha sucedido nunca.

4. ¿Reza con sus pacientes?


Rezo con todo aquel paciente que me lo pide. A algunos
les gusta empezar o ~errar una sesión con una oración.
Sugiero que recemos cuando me siento muy cm'lmovido,
contándole al paciente qué es lo que me conmueve tanto y tra-
tando dé ver si quiere rezar. En el modo actual de rezar, él o yo
lo expresamos· verbalmente, otras veces rezamos en silencio.
· Lo útil de la oración conjunta és que hace más explícita la
Fe que compartimos y el contexto en que trabajamos; que da
expresión a lo que estamos sintiendo o esperando y que pedi-
mos la ayuda de Dios. · ' ·
. Cada mañana rezo por cada uno <:fe los pacie:rües que voy
a tratar ese día, los encomiendo a Dios y le pido que haga de
~í un instrumento de su gracia y salvación. Cuando estoy
guiando a alguien en sesión, a través de un ejercicio interno
como el focusing o la visualización, siempre le apoyo ensilen-
cio c~n mis plegarias. 2

2. Mi mujer y yo hemos publicado un libro de oraciones y rituales de sal-


vación para ser utilizado como consulta, tanto por terapeutas como por
EL MANANTIAL ESCONDIDO

No obstante, corno hay muchas sesiones en las que nomen-


ciono a Dios, son muchas en las que no rezo con o por el pacien-
te. De nuevo tiendo a obviar que ya compartirnos un contexto
de Fe. Creo que Dios, que sabe mucho mejor que cualquiera de
nosotros lo que necesitarnos (Mateo 6:32) y que está siempre
actuando en nosotros y para nosotros, está trabajando ya calla-
damente. De hecho, cuando me preguntan dónde encuentro a
Dios en mi vida, uno de los primeros sitios que no!Ilbro es mi
consulta. Para mí es un lugar sagrado, porque en él se encuen-
tran dos personas, cada una de ellas personificación de Dios,
compartiendo amor y confianza, hablando de experiencias y de
razones fundamentales de la existencia humana. Esto es un
evento sagrado. Lo contemplo corno algo similar a la visión de
Jesús cuando dijo: «Cuando dos o tres se reúnan en mi nombre
yo estaré en medio de ellos.»(Mateo 18:20).

5. ¿Es una psicoterapia cristiana?


Sí y no, pero en ,gran parte no lo es. ~rimero, existen
rn~chas grandes escuelas o métodos de psicoterapia . y un
terapeuta cristiano debe adherirse a alguna de ellas o combi-
nar algunas, corno yo hago. Algunas congenian rria~ que otras
con el punto de vista cristiano, pero creo que todas contienen
insights y técnicas que un terapeuta cristiano puede utilizar.
Tarnb.ién existen . muchas grandes espiritualidades -judíos,
cristianos, budistas... por nombrar algunas -y por eso una
terapia puede ser espiritual sin tener que ser cristiana. Lo que
hace espiritual a una terapia, es incluir consideraciones espi-
rituales en el proceso terapéutico, ya que cuanto más amplio
y profundo sea el contexto dentro del que reposa la terapia,
más podremos hacer consciente y más podrá ser regi~trado
corno recurso. Cuando la espiritualidad pertenece a la tradi-
ción de Jesús, entonces es cristiana. Pero más que decir que se
acude a un psicoterapeuta cristiano, yo diría que un cristiano

todo el que desee desarrollar su propia vida espiritual: Kathleen Fisher


y Thomas Hart, A Counselor's Prayerbook (Paulist, 1994).

:.
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

que es psicoterapeuta está aplicando espiritualidad cristiana


como marco y recurso en su terapia.

6. ¿Cuánto he de conocer sobre espiritualidad cristiana o teología


antes de poder aplicarlo en mis terapias?
Cuanta más teología se sepa es mucho mejor. Pero por
supuesto no debe ser solo mero conocimiento intelectual.
Cuanto más se viva la espiritualidad cristiana y más se com­
prenda lo que se está viviendo, tanto más competente y segu­
ro de sí mismo se estará cuando se utilice para atender a otros.
Para los pacientes que desean integrar lo espiritual en su
terapia, la condición ideal sería que el terapeuta tuviera una
mayor comprensión de la que tiene el paciente de la espirituali­
dad y sus posibles aplicaciones en ciertas situaciones de su vida,
de modo que el terapeuta pueda ofrecerle algo tanto en el
campo espiritual como en el psicológico. Aunque algo menos
de esto sea suficiente. Algo que un terapeuta puede hacer, es
plantear una pregunta que incite a la reflexión: «¿llene tu Fe o
tu espiritualidad algo que decir sobre tal situación?« Esto per­
mite y anima a la integración, colocando el foco en el paciente.3
Algunos puntos obvios para insertar estas preguntas son
las ocasiones que el terapeuta Irwin Yalom define como «las

3. Algunas de las respuestas a la pregunta que formulo frecuentemente,


"¿dónde crees que se halla Dios en todo esto?" son fascinantes. A con­
tinuación incluyo unas cuantas de ellas:
1) Silencio total y cara de desconcierto, indicando confusión. Me gusta.
Le he hecho pensar.
2) (Azorado) "Es interesante que haya mencionado eso. Hace mucho que
no voy a la iglesia. No rezo tanto como debería". Esta es la respuesta
más corriente. Esto indica que la persona ha perdido su contacto con
Dios y necesita volver a la iglesia para retomarlo. Probablemente pien­
sen que eso es lo que estoy sugiriendo, pero no es así.
3) "No sé, pero creo que Dios siempre está conmigo ". Hermosa res­
puesta. Indica una vida de creyente integrada en su rutina diaria. Lo
único que falta es especificar como puede Dios sacar provecho de
esta lucha particular.

187
EL MANANTIAL ESCONDIDO

preguntas existenciales», que están agazapadas en el fondo de


la discusión y dan pie a la ansiedad básica: la muerte, el senti-
do de la vida, la propia libertad y la experiencia de la soledad.4
Hay otros momentos, en los que un recurso más· profundo hace
brotar un grito explícito que se hace oír. Cuando esto pasa, un
terapeuta que vea la relevancia de lo espirituaV aunque no
haya sido especialmente bien formado, puede finalmente plan-
tear la pregunta que convierte lo espiritual en consciente. Otra
cosa útil que puede hacer es compartir una experiencia nacida
de su propia espiritualidad. «Sé que cuando me enfrento a algo
así, me ayuda a realizarme ... » Esto señala la importancia de lo
espiritual; conecta con la Fe del paciente y coloca a éste en.una
línea espiritual de pensamiento.
Estoy sugiriendo que unos pequeños toques pueden ser
muy útiles y que no requieren una ·teología o espiritualidad
particularmente ricas. Naturalmente, cuanto más entendido
sea uno en teología y espiritualidad, con más recursos cuenta.
Lo que más debe evitar el terapeuta es no mostrar respeto por
la espiritualidad del paciente, como si solo fuera una ilusión o
algo de poca importancia. O ser respetuoso, pero obviamente
sentirse incapaz y además incómodo cuando surge el tema, de
modo que el paciente acuda en rescate del terapeuta y deje de
seguir hablándolo, pesaroso sin embargo porque una parte tan
importante de su vida no sea tomada en cuenta.

7.¿Qué recursos espirituales me son más útiles como terapeuta?


Yo diría que las Sagradas Escrituras son simplemente el
recurso más útil. Todos los cristianos consideran la Biblia su
mayor fuente de recursos espirituales. Y la norma principal

4) Un breve silencio donde pueden mascarse los pensamientos y des-­


pués el producto de su reflexión, por ejemplo: "Supongo que Dios
me pide que siga queriendo a mi marido a pesar de lo que ha
hecho".
" ¡Bingo! Esta persona ve que la situación tiene un significa-
do espiritual. Una respuesta mejor hubiera necesitado más refle-­
xión, pero está en buena línea.
4. Irwin Yalom, Love's Executioner (Harper, 1089), 4-5.
-
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

para guiar sus vidas. Particularmente el Nuevo Testamento


con sus palabras, la vida de Jesús y la teología de Pablo. El
mejor modo de familiarizarse con la Biblia es leerla repetidas
veces y meditar sobre sus textos. ·
Además de las Sagradas Escrituras, la tradición cristiana es
rica en teólogos; místicos, profetas e innumerablE;?s santos,
cuyas vidas ofrecen insights e inspiración. Cursos, · talleres,
charlas, retiros y lectura perso'nal, todo esto nos abre el camino.
Está claro que hace falta . algo más que una colección
importante de conocimientos. Asimilarlos personalmente es
crucial: El esfuerzo ~e cultiva·r lá relaci.ó n con Dios en la pro-
pia existencia y vivir las enseñanzas de Jesús, es indispensa-
ble para dar autenticidad a las palabras de un terapeuta
cuando habla de espiritualidad cristiana. De hecho, de su per-
sona, su manera de hablar y de abordar la terapia puede espe-
rarse razonablemente que muestre algo de su vida espiritual.
Recuérdo una vieja historia· de Oriente. ·
Discípulo: ¿Cuál es la diferencia entre conocimiento e
iluminación? ·
M¡1estro: Cuando posees el conocimiento usas una antor-
cha para ver el camino. Cuando eres un iluminado, tU
eres la antorcha. ·
Es muy útil hablar con un buen guía espiritual si se está
trabajando el desarrollo espiritual. ·

8. ¿Cuál es la diferencia entre dirección espiritual, consejero 'pastoral


y psicoterapia?.
Voy a empezar con una nota personal. Como jesuíta fui
«director espiritual» de mucha gente. Durante esos años traba-
jé también en parroquias, escuelas y casas de ·retiro como «con-
sejero pastoral». Los últimos quince años he sido
«psicoterapeuta». Creo que siempre he hecho más o menos lo
mismo: escuchar con atención a las personas y darles mis
repuestas más honestas. Eran sus vidas las que me traían, cual-
quiera que fuera mi papel. Traían a mí lo que más les preocu-
EL MANANTIAL ESCONDIDO

paba. Mis respuestas siempre salían de un fondo siempre


mayor de experiencia personal, creencias y conocimiento
psicológico. Para mí no había diferencias entre cualquiera de
estas tres prácticas.
He sido más el que buscaba que el que ayudaba y de ahí
también he aprendido algo sobre la relaci ón entre dirección
espiritual y terapia. Cuando miro todas mis experiencias
pas~9-as, p~edo ver que .fue una terapia para mí y qt;~e yo la
necesitaba. Ninguno de mis directores espirituales era tera-
peuta, ni siquiera consejer~ pastoral diplomado -a excepción
a
del sacerdote/psicólogo 'q ue ,me guió -~ravés del año en que
tomé mi decisión. Sin embargo, . para mí todos fueron tera-
peutas. Con esto quiero decir que contribuyeron enormemen-
te a mi curación y crecimiento. Lo hicieron simplemente
procurán~ome un ambiento donde yo podía expo'nerlo 'todo,
escuchando con atención mi vida, realimentando mi sentido
común; amándome y' dándome .aliéntos, desafiándome y
haciendo fuerza y devolviéndome lo que yo era: alguien que
no estaba viviendo bien su vida: No sé qué más hubiera podi-
do hacer el terapeuta más experto. Puedo ·describir los bene-
ficios que obtuve de todo ello en términos de psicología pura,
sin embárgo toda la tarea se hizo bajo la égida del crecimien-
to en la vida cristiana. De esto saco la conclusión de que una
buena dirección espiritual es también buena terapia 5 • Mi
experiencia trae a mi mente las palabras de un avezado tera-
peuta (psiquiatra), Irwin Yalom quien dice de la terapia:
En el transcurso de los años he aprendido que la aventura de
un terapeuta no es acompañar al paciente en una excavación
arqueológica. Si algunos pacientes han sido alguna vez ayuda-
dos de esta manera, no ha sido por buscar el camino y encontrar
una pista falsa (una vida nunca va mal por seguir una pista ·
falsa, va mal porque la pista principal es falsa). No, un tera-
peuta no ayuda a un paciente escudriñando en su pasado, sino

5. He escrito un libro sobre dirección espiritual, nacido de mi experiencia


al formar a otros para que desempeñaran esta tarea. Véase Thomas
Hart, The Art of Christian Listening (Paulist 1980).
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

con su amor en el presente; interesándose honestamente por él


y creyendo que su labor conjunta será en última instancia de
redención y salvación. El drama de la regresión y del incesto (o
cualquier ctitársis terapéutica o proyección intelectual) solo se
cura porque el terapeuta proporciona al paciente una interesan-
te actividad compartida, mientras la energía terapéutica real-la
relación- está dando sus frutos. 6
Lo que dice Yalom' de la terapia me parece también válido
es
para la direc_ción espiritual. La relación en sí, si es buena; tera.:
péutica. Lo 'q~e yo hago hoy en día se llama terapia, pero ·y.~
cori.s~dero que .toda mi terapia es dirección espiritual. Esto s~
debe a que yo abordo mi terapia desde la dimensión espiritual;
tomando a las personas' donde están y ay'udándolas a fomentar
su des<~:rrollo espiritUal, por medio de discernir y responder a la
presencia de Dios y a su llamada, eri el conflicto que ellos traen
a terapia. Porqu e creo en la actuación ·de Dios y que ese es él
momento oportuno: En palabras de Pablo: «Este es el momento
oportU~o; este es~ el d~a d~ la salv<~:~ión»_ (~ Cori.ptios_6:2).'_ '
Hasta aquí en1 lo. 'refe'r ente' 'a la •.cuestión
•· • ! •
de la ,
diferencia

entre. los .tres Cali).pos. Quizás dependa más de _quién e_stá
actuando, que de cómo se puedan describir en abstracto. Creo
que un asistente cristiano, con un~ debida formación en psi-
cología y espiritualidad está siempre realizando simultánea-
mente las tres tareas. Puedo imaginarme una situación en 1~
que dicho .ilsistente cristiano confro1:1tado a un dilema espiri-
tual o pregu~t<~: particular pueda decir: «Esto queda fuera de
mis competencias. Creo que debes consultar a un director
espiritual experimentado». O también a este mismo asistente
cristiano confrontado a un fenómeno físico o mala conducta
diciendo: «Esto queda fuera de mis competencias. Creo que
deberías acudir a un psicoterapeuta con experiencia.» Sin
embargo; en el amplio término medio que es al que pertenece
la mayoría de los pacientes, este asistente combina los tres
campos y está capacitado para hacerlo. ¿Qué pasaría con un

6. Irwin Yalom, Love's Executioner (Harper, 1989).


EL MANANTIAL ESCONDIDO

psicoterapeuta que no se interesara por la dimensión espiri-


tual, particularmente si el paciente tampoco lo hiciera? Bueno,
difícilmente podríamos decir que su labor conjunta sería con-
sejo pastoral o dirección espiritual. Sería simplemente terapia.
A pesar de todo, incluso ahí, basándome en principios teoló-
gicos anteriormente expuestos,· creo que Dios también está
presente y actuando en lo que ellos hacen, para sacar todo el
bien posible para cada uno de los dos. Quizás el modo de dife-
re~ciar. estos tres campos que tienen gran parte en común, sea
pensar en términos de lo qu~ el paciente venga buscando y lo
que el asistente posea de experiencia y formación. Esto es lo
que deterrriina la proporción de los componentes. Según mi
experiencia, la gente busca un director espiritual cuando quie-
re poner sus vidas más en a·rinonía con Dios. Lo que encierran
en sus mentes es mantener durante un tiempo una relación
• 1 • ' • • .,

C<?n un guía espiritual, que apoye su desarrollo personal/ espi-


ritual. A veces aportan experien~ias religiosas para probar si
son auténticas y discutir cuáles pueden ~er sus implicaciones.
A veces ha~lan de ~us oraciones, espeCialmente si esto les
resulta difícil. Pero mucho más a menudo quieren hablar de su
vida día a día, trayendo a consulta' todo lo que les duele o des-
concierta, buscando una dirección para tratar sus temas como
lo haría alguien que está buscando a Dios. Lo que quie~en del
director es alguien que les atienda y que posea una cierta
experiencia en materias espirituales. Este es el núcleo de la for-
mación y experiencia de un director espiritual. Lo que quieren
también, aunque no se den·cuenta de ello; es alguien que tam-
bién sea mi.·seglar capacitado en psicodinámica formal y rela-
ciones humanas. Una persona equilibrada y·bien instalada en
el mundo rea1, porque en inános de otra clase diferente de per-
sona, la espiritualidad 'puede resultar muy peligrosa.
Alguien busca un Consejero pastoral (generalmente · es
sacerdote o ministro de su iglesia), cuando algún problema le
está preocupando y necesita la ayuda de alguno que comparta
su fe. Estas personas están enfocadas a su problema y buscan
una relación a tiempo limitado, a veces simplemente una con-
versación. La fe compartida es crucial para ellos. Les inspira
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

confianza en la integridad del asistente y les da la seguridad de


que éste ve el problema en el contexto de sus principales creen­
cias, valores y sentido de su vida. No piensan que un consejero
esté bien formado en psicología, pero presumen que posee
alguna formación psicológica, además de una considerable
experiencia en la materia, siendo así un sabio y un buen confe­
sor. Esto es usualmente una justa valoración de lo que es un
consejero. Actualmente hay otro tipo de consejeros pastorales
cuya formación en psicológica es más profunda y a veces tienen
también amplios conocimientos de teología. Normalmente tra­
bajan en un centro de asesoramiento pastoral y no en una igle­
sia. Esta formación les cualifica como psicoterapeutas, lo cual
sería nuestra próxima categoría de asistentes.7 Una persona
acude a un terapeuta cuando tiene un problema que le preocu­
pa y busca la ayuda de un experto. Puede ser una crisis actual
lo que le impulsa a buscar dicha ayuda. También que sienta
angustia o infelicidad continua y piense que su problema debe
ser de índole psíquica. La formación y experiencia de un tera-

7. Actualmente un "consejero pastoral", estrictamente llamado así, posee


a menudo un máster en psicología y consejo, a veces algún Doctor en
Filosofía pertenece a una asociación profesional, con supervisiones y
credenciales' (por ej. American Association of Pastoral Counselors).
Realizan su tarea en un centro y cobran honorarios como cualquier otro
profesional de la salud mental. Debido a este reciente desarrollo en este
campo, un autor que pertenece al consejo pastoral ha propuesto que se
distinga claramente entre "atención pastoral" (tarea que realizan prác­
ticamente todos los pastores), "consejo pastoral" (consejo de un pastor
con formación normal de pastor) y "psicoterapia pastoral (consejo o
terapia a cargo de un pastor con una amplia formación psicológica).
Véase Donald S. Browning, "Introduction to Pastoral Counseling", en
la obra de Robert}. Wicks, Richard D. Parsons y Donald Capps, (eds.),
Clinical Handbook of Pastoral Counseling, Vol. 1 (Paulist, 1993), 5-13.
Digno de interés es Taking on the Gods: the Task of the Personal Counselor
(Abingdom, 1986), donde Merle Jordán pone una nota de aviso a sus
psicoterapeutas pastorales: podemos quedar tan fascinados de nues­
tros conocimientos psicológicos, que nos hagan olvidar la espirituali­
dad en favor de la pura psicoterapia. Si lo hacemos, defraudamos a
nuestro pacientes y perdemos nuestra mayor recurso terapéutico.

193
EL MANANTIAL ESCONDIDO

peuta está basada expresamente en lo psíquico. La terapia


puede ser larga o relativamente corta. La dimensión espiritual
puede ser o no importante para el paciente. Si lo es, buscará a
un consejero pastoral especialmente formado o preguntará al
terapeuta por teléfono si es un terapeuta cristiano. Para él es
especialmente importante integrar lo espiritual en la terapia.
He diferenciado aquí las tres tareas, primeramente en tér-
minos de lo que el paciente busca y de la formación y experien-
cia del asistente. Estos factores determinan la proporción que se
dará de psicología y espiritualidad en el diálogo y la calidad de
este. Frecuentemente ambas se hallan presentes. Me parece que
las dos desempeñan un papel crucial cuando queremos ocu-
parnos terapéuticamente de la totalidad de la persona.

9. ¿Cómo compararía su modo de pensar sobre la materia


con el de otros colegas?
Contestará a esto resumiendo y comentando el pensamien-
to de tres conocidos escritores de la materia: el director espiri-
tual y psiquiatra Gerald May, el consejero pastoral Robert
Wicks y el psicoterapeuta/ director espiritual Thomas Moore.
Gerald May distingue cortantemente la psicoterapia de la
dirección espiritual. Las denomina «tareas fundamentalmen-
te diferentes» 8 e indica con toda precisión las diferencias con
los términos contenido y propósito.
May dice que el propósito de la terapia es «reforzar la
capacidad personal para satisfacer las necesidades y anhelos
y adquirir un sentido de dominio sobre sí mismo y sus cir-
cunstancias.» La .dirección espiritual en cambio, «busca la
libe~ación de las ataduras y se entrega al poder y a la volun-
tad de Dios» 9• En términos de contenido, May dice que la tera-
pia tiene que ver con «dimensiones mentales y emocionales
(pensamientos, sentimientos, humores etc.) mientras que la
dirección espiritual enfoca más precisamente los temas espi-

8. Care of Mínd{Care of Spírít (Harper, 1982), 12


9. Op.cit. p. 14
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

\· rituales, como la vida de oración, las experiencias religiosas,


y la relación con Dios.» 10
Yo las veo más similares y entrelazadas, como se despren-
de del capítulo 2 y todo el libro pretende demostrar. Siempre
pienso que el asistente se ocupa de toda la persona del
paciente y aún más, que es toda la vida del paciente la que se
implica (contenido). También, que el proceso curativo va diri-
gido a alcanzar la salud, liberación, crecimiento, complitud
(propósito). May ha demostrado que algunos tipos de terapia
pueden resultar muy limitados en su enfoque, pudiendo
fomentar la propia voluntad y egoísmo, más que la complitud
humana. Ha mostrado el correspondiente recelo ante los peli-
gros de algunos tipos de espiritualidad. Pero estoy de acuer-
do con él al insistir que las personas necesitan una sana
espiritualidad para poder basar sus vidas en los más profun-
dos valores y en perspectivas más auténticas. · ··
Sospecho que ·existen. dos ,razones por la cuales May yo
somos totalmente divergentes. La primera es que yo empecé
de director espiritual y observé la utilidad de la psicología en
lo .que estaba haciendo. Gra~ualmente la fui incorporandó a
mi marco de trabajo.
May comenzó a trabajar de psiquiatra, experimentó los
límites de la psiquiatría y volvió al estudio de la espirituali-
dad, haciendo dirección espiritual. Habiendo recorrido .este
camino, es fácil que uno llegue ~ pensar «esta es la verdadera
respuesta a lo que la gente necesita y la psiquiatría no puede
remedado». Algunos consideran que son dos tareas total-
mente distintas y que el abordaje espiritual es más elevado.
La segunda razón es una aparente diferencia en nuestro
p~nto de ·partida teológico. Pien~o que May establece una
diferencia más aguda entre lo secular y lo sagrado. Mi teolo-
gía es de orientación ignaciana, de encamación, que contem-
pla lo secular lleno de sacrali~ad y encuentra a Dios en todas
las cosas. ·

10. Op.cit. p. 13
EL MANANTIAL ESCONDIDO

Robert Wicks, consejero pastoral, es otro de los que ha


escrito extensamente sobre la relación entre las tres tareas. Ha
marcado claros límites para cada una en «contenido y foco de
propósito».
Psicoterapia: («consejero secular») relación personal con
ella/ el y el mundo.
Consejero pastoral: relación personal con ella/ el y otros
con la vista puesta en .la influencia de Dios e_n la vida
cotidiana de e1la/ ~l.
Dirección espiritual: relación personal con Dios 11 • •

Lo que Wicks describe del dominio del consejo pastoral,


para mí es una definición muy exacta de lo que he venido lla-
mando dirección espiritual. Simplemente usamos diferentes
términos para el mismo intento. Me gusta su manera de com-
pletar su definiciÓn: relación "con él-mismo, con los otros y
con Dios. Yo probablemente hubiera añadido y «el mundo»,
como él lo hace con «psicoterapia». ~n otras palabras: toda la
vi~a de una pers~na se pone a debate en lo que yo Uamo
dirección espiritual y en la totalidad de esa ~ida se busca una
relación arp10niosa con Dios. El consejero pastoral de Wicks
tiene u~a mayor formación en psicología que muchos direc-
tores espirituales y probablemente contará con mayores
recursos.
La descripció!). de Wicks del ámbito de la dir~cción espiri-
tual suena algo pobre. Si la dirección espiritual solo hablara
de la ~elación con Dios, pronto no quedaríán temas de que
hablar. También tiene que tratar de la relación de la persona
consigo misma, con los otros y con el mundo. No solo porque
estas relaciones constituyen la mayor parte de la vida, sino
p:orque cada uno de nosotros vive su relación con Dios a tra-
vés de estas otras relaciones. Incluso la persona más espiritual
nunca «Se muestra pcir encima del mundo» y solo quiere tra-

11. Robert Wicks, Self-Mínístry throught Self-Understandíng (Chicago:


Loyola University Press, 1983), 12
PREGUNTAS SOBRE LA PRÁCTICA

tos con Dios. Siempre tenemos que enfrentarnos al mundo


porque estamos en él. Como dijo Karl Rahner, somos·espíri-
tus encarnados o espíritus en-el-mundo. Esto es lo que nos
muestra Wicks con tan buen sentido en su descripción de con-
sejero pastoral. · ·'
En su libro Care of the Soul12, el psicoterapeuta y director
espiritual Thomas Moore establece un contraste entre psico-
terapia y lo que él piensa que necesitan las personas realmen-
te -cuidar su espíritu. Mantiene que lá psicoterapia está
demasiado ocupada en curar-reparar, cambiar, ajustar, sanar...
y alcanzar una vida libre de conflictos; Moore llama a una «re-
imaginación» ·de la terapia, de modo que incluya espirituali-
dad y preste más atenCión a cuidar que a curar. Actualmente,
las personas se quejan de un vacío~ o c'omo ellos diCen de falta
de sentido en sus vidas, de depresión, pérdida de valores,
inventan historias.p.a ra reálizarse etc . .Tales síntomas i~dican
la pérdida del espíritu. Moóre declina definir lo que entiende
por espíritu, pero en sus d~scripci<;mes habla de autenticidad
y de profundidad, de valores y su?stancia personal, de la cali-
dad del vínculo, el amor y la compañía, lo mismo que se
habla en un retiro· o en nombre de up.a amistad profunda e
íntima.
Me gusta el énfasis que pone Moore. Como May hace un
excelente caso de la necesidad de la espiritualidad para com-
pletar la terapia. Sus «síntomas» son precisamente los proble-
mas esenciales del ser humano; que la psicoterapia no puede
tratar sin la ayuda de la espiritualidad.
Solo modificaría algo de Moore y es lo referente a su con-
traste entre curar y prestar cuidados, .lo que a veces parece
una denigración de la terapia. A veces es posible curar y
curarnos de lo que nos hace sufrir siempre es bueno. Creo que
la primera respuesta cristiana ante el dolor-ansiedad, depre-
sión, migraña, dolores de cabeza y baja estima por ejemplo, es
soportarlos y superarlos. Esta fue la respuesta de Jesús ante el

12. Thomas Moore, Care of the Soul (HarperCollins, 1992).


EL MANANTIAL ESCONDIDO

dolor que veía. Solo cuando hayamos hecho todo lo posible


por superarlo, podremos aceptar sus secuelas, confiando en
Dios. Veo los mayores recursos de la terapia llevando la cura-
ción de diferentes conflictos intrapsíquicos e interpersonales,
lo que supone una gran ayuda a la espiritualidad. Si esta
pudiera resolver lo anterior, el campo de la salud mental no
habría nacido .
. Moore tiene razón cuando dice que' existen muchos pro-
blemas que no podemos resolver, pero yo diría que debemos
resolver aquellos que podamos con la seguridad de que nues-
tros esfuerzos coinciden con los propios de Dios. Estoy de
acuerdo con él, aunque a veces lo· único que puede hacer el
asistente es acompáñar a la persona en su sufrimiento, apo-
yándola en su lucha; mientras Dios y ella sacan todo el bien
posible de esa situación. Me gusta la idea de escuchar con
atención la voz del espíritu cuando se está realizando el
esfuerzo necesario para resolver el conflicto.

10 ¿Qué les dice más frecuentemente a sus pacientes


desde su propia espiritualidad?
Que son buenos, que Dios les ama. Que sus vidas están
llenas de sentido. Que las cosas se resuelven. Que Dios no
está allá afuera, sino aquí en el mundo que conocen. Que han
sido hechos para relacionarse con Dios y que necesitan a Dios
en sus vidas. Esto es probablemente un buep. resumen de ~i
propia Fe. También es un mensaje de salvación muy terapéu-
tico.
O O L. E O C I c> M

\^erenc[i])i%yr
Dirigida por Carlos Alem any

1. Relatos para el crecimiento personal, C a rlo s A lem any (Ed.)


P r ó lo g o de José Luis P in illo s . C a rlo s A lem any, R am iro Á lv a re z , José -
VlCENTE BONET, lOSU CABODEVILLA, EDUARDO CHAMORRO, CARLOS
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en la postmodemidad. FERNANDO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ-PlNZÓN.
10. Cuerpo y Psicoanálisis. Por un psicoanálisis más activo.
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11. Dinámica de grupos. Cincuenta años después.
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12. El eneagrama de nuestras relaciones.
M aria -A nne G allen - H ans N eidhardt .
13. ¿Por qué me culpabilizo tanto? Un análisis psicológico de los
sentimientos de culpa. LUIS ZABALEGUI.
14. La relación de ayuda: De Rogers a Carkhuff.
BRUNO G io RDANI. Prólogo de M. Marroquín.
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16. La homosexualidad: un debate abierto, JAVIER GAFo (Eo.).-
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JAVIER GAFO, CARLOS 00MÍNGUEZ,. JUAN-RAMóN lACAOENA, ANA GIMENQ--
BAYÓN, JOSÉ LUIS TRECHERA.
17. Diario de un asombro. ANTONIO GARCÍA RUBIO.
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18. Descubre tu perfil de personalidad en el eneagrama.
DON RICHARD RISO.
19. E/ manantial escondido. La dimensión espiritual de fa terapia.
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1. Anatomía Emocional. STANLEY KELEMAN.


2. La experiencia somática. STANLEY KELEMAN.

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