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LA GUERRA CIVIL
1º EPÍGRAFE-
La sublevación militar. Desarrollo de la Guerra Civil e internacionalización del conflicto.
Desde el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, militares de extrema derecha y la
Unión Militar Española planifican la sublevación. Consciente de ello, el gobierno republicano
trata de desarticular la trama golpista:
Destituyendo a Franco como Jefe del Estado Mayor y enviándolo a Canarias. Goded fue
destinado a Baleares. Mola fue trasladado desde Marruecos a Navarra. Si bien Mola era el
“Director”, la jefatura suprema quedaría en manos de Sanjurjo. El golpe se aceleró por dos
asesinatos: el día 12 de julio es asesinado el teniente de la Guardia de Asalto, socialista, José
del Castillo por la extrema derecha, probablemente la Falange; en respuesta, el 13 de julio fue
asesinado Calvo Sotelo, uno de los líderes monárquicos.
18: la sublevación se extiende al resto del Marruecos español, las islas Canarias y Andalucía.
En Madrid fracasa la sublevación: obreros armados y tropas del gobierno asaltaron el Cuartel
de la Montaña, donde se habían refugiado los militares sublevados.
El general Franco vuela desde Canarias a Tetuán en el Dragon Rapide y toma el mando del
ejército de África.
20 de julio: Muere en accidente aéreo el General Sanjurjo, que iba a ser Jefe del Estado según
los planes de los sublevados.
- Dos interpretaciones diferentes sobre la guerra civil.
Surgieron en aquel julio de 1936 dos Españas que defendían principios contrapuestos e
irreconciliables. Para unos, los sublevados, el “Glorioso Alzamiento Nacional” se había hecho
necesario para salvar a España de la anarquía, para restablecer el orden y acabar, mediante
una “Cruzada de Liberación”, con los enemigos del país: anarquistas, comunistas, socialistas,
separatistas y masones. Calificados todos ellos de “rojos”. Para la otra España, la que
permaneció fiel al gobierno legal de la República, había que luchar para defender los logros de
una República democrática y para terminar con el fascismo que se estaba extendiendo por
toda Europa.
En manos del bando sublevado quedaron mandos medios (oficiales), 34% aviación, 35%
marina, 53% de tierra, 49% de la Guardia Civil, ejército de África…
En manos del gobierno republicano permanecieron casi todos los altos mandos del ejército
(Jefes de División): 66% de la Aviación, 65% de los efectivos de la Marina, 47% del Ejército de
Tierra, 51% de la Guardia Civil y 70% de la Guardia de Asalto.
La República, por tanto, tuvo que improvisar un nuevo Ejército para incluir en él a las milicias
populares, es decir, a voluntarios procedentes de sindicatos y partidos políticos que eran
encuadrados en batallones militares en los primeros momentos de la guerra. Ello dio lugar a la
aparición de las Brigadas Mixtas: unidades militares compuestas por milicianos y tropas del
ejército regular.
La efectividad de un ejército así era muy dudosa si lo comparamos con la gran disciplina del
ejército sublevado, que también contó con sus milicias integradas por falangistas y por
carlistas (los requetés), ambos militarizados por Franco, quedando sometidas a la disciplina del
ejército.
La división del ejército en dos bloques similares hizo que la sublevación no se desarrollase
como un golpe de estado clásico, que se resolvería en pocos días, sino como un largo y
doloroso conflicto.
El bando sublevado contó con ayuda exterior prácticamente desde el principio. A principios de
agosto de 1936, italianos y alemanes ya colaboraron en el paso del Ejército de África a la
península.
Alemania (Legión Cóndor): la ayuda fue abundante, generosa e inmediata. Aportó aviones,
artillería, tanques, servicio de transmisores e instructores.
La ayuda que recibió el bando sublevado fue a crédito. Las deudas de Alemania se amortizaron
con aportaciones de minerales, productos agrícolas y otras mercancías enviadas hasta 1945. La
ayuda italiana fue perdonada, en parte, por Mussolini; el resto se terminó de pagar en 1967.
Por el contrario, la España republicana se encontró aislada, ya que los países democráticos
(Inglaterra, Francia…) se negaron a cooperar en virtud del Pacto de No Intervención, de modo
que le fue muy difícil adquirir armamento. La ayuda exterior fue más limitada y más tardía:
URSS: a partir de octubre, es decir, tres meses después de empezar la guerra, envió artillería,
tanques, aviación y armamento ligero., así como técnicos militares (observadores, instructores,
tanquistas y pilotos de aviación). Se financió con las reservas de oro del Banco de España y con
algunas exportaciones de minerales y productos agrícolas.
d) Batalla del Ebro y fin de la guerra (julio 1938-1 de abril 1939). Comenzó en julio de 1938,
con un avance republicano, pasando el Ebro en la provincia de Tarragona. La
concentración de fuerzas, junto con la aviación alemana e italiana, detuvieron el avance,
ocupando Franco toda Tarragona y quedando el ejército republicano muy maltrecho. Franco
prosiguió la conquista de Cataluña, entrando en Barcelona a fines de enero de 1939; el
gobierno republicano abandonó el país. En febrero toda Cataluña era territorio “nacional”;
sólo resistía la zona centro y Levante. Francia y Gran Bretaña reconocieron al gobierno de
Franco. Azaña dimitió en Francia como presidente de la República; pero el jefe del gobierno,
Negrín, trataba de reorganizar la resistencia, apoyado por los comunistas; su esperanza era
aguantar hasta el estallido de la guerra contra el fascismo, considerada inminente, con lo que
la República estaría al lado de los aliados contra Hitler. Sin embargo, a principios de
marzo, la sublevación en Madrid contra Negrín (una “guerra civil dentro de la guerra civil”),
dirigida por el coronel Casado, con el apoyo del socialista Besteiro y el anarquista Mera, trajo
la formación de un Consejo Nacional de Defensa, para negociar una paz “honrosa” con Franco;
pero este no admitía más que una “rendición sin condiciones”. A fines de marzo, todo el
territorio republicano cayó en sus manos. El 1 de abril finalizó la guerra. Franco, aquejado de
gripe, escribió desde la cama el último parte de guerra “En el día de hoy, cautivo y desarmado
el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares.
La forma como se organizaron cada uno de los bandos resulta clave para comprender el curso
y el resultado de la guerra, el triunfo de unos y el fracaso de los otros. La España republicana
adoleció de un grave problema de dispersión y padeció constantes enfrentamientos internos,
en tanto que el bando sublevado se distinguió por su disciplina y por su sentido de la unidad en
torno a la figura de Franco.
Evolución del bando republicano
Los partidos y sindicatos obreros, que no se sentían representados por el gobierno, forman
comités y tomaron decisiones por su cuenta:
Las rivalidades fueron tan graves que anarquistas y militantes del POUM llegaron a
enfrentarse con los comunistas, por ejemplo en Barcelona en mayo de 1937, en esa lucha fue
detenido y asesinado el líder más prestigioso del POUM, Andreu Nin. Estos hechos provocaron
la caída de Largo Caballero, y la formación de otro gobierno presidido por el socialista Juan
Negrín.
Juan Negrín y el último gobierno de la República (de mayo del 1937 a abril de 1939)
El doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario de la máxima unidad de las fuerzas republicanas y
apoyado en los comunistas, trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona (31 de
octubre de 1937), buscando el control de las industrias bélicas catalanas.
Juan Negrín propuso un plan de trece puntos para negociar la paz a partir de la construcción
de un sistema político democrático, sin represalias ni fusilamientos, e intentó
infructuosamente la mediación de las potencias democráticas.
Pero, finalmente, un sector del bando republicano creyó imposible resistir. En marzo de 1939,
el coronel Casado, apoyado por socialistas (Besteiro) y anarquistas (Mera), se subleva contra el
gobierno de Negrín para negociar con Franco, que sólo aceptaba la rendición incondicional. Las
líneas republicanas se desplomaron y el final de la guerra se precipitó.
La Junta de Defensa Nacional, creada por los rebeldes en Burgos, en julio de 1936, funcionó
como embrión de un nuevo gobierno opuesto al régimen republicano: proclamó el estado de
guerra, suprimió todos los partidos políticos del Frente Popular, restituyó las tierras a sus
antiguos propietarios… Al morir el general Sanjurjo, los militares sublevados comprendieron
que necesitaban establecer un mando único; a finales de septiembre, desaparecía la Junta de
Defensa Nacional y Franco era elegido “Jefe del Gobierno del Estado español” y
“Generalísimo”, es decir, jefe supremo de todos los ejércitos sublevados. Franco reunía la
jefatura política y militar del nuevo Estado, la España nacional. Su proclamación tuvo lugar en
Burgos el 1 de octubre.
Por tanto, el bando sublevado mostró una unidad y coherencias internas de las que
careció la España republicana y que fueron decisivas para alcanzar la victoria.
Consecuencias de la guerra
Fueron terribles:
Demográficas: Todavía sigue siendo objeto de debate las pérdidas humanas causadas por la
guerra civil. Se calcula que la cifra de muertos estaría en torno a unos 450.000, donde se
incluyen las muertes ocasionadas por la guerra y por las actividades represivas, o sea, los
asesinatos en la retaguardia de ambos bandos donde se desarrolló el “terror rojo” y el “terror
blanco”.
Otra cifra que debe valorarse es la de los emigrados políticos, el exilio republicano. Entre
enero y febrero de 1939 se calcula que salieron por la frontera francesa alrededor de 400.000
personas desde Cataluña. Aunque una parte retornaría en los primeros meses de la posguerra
(unos 100.000 hasta 1945), se calcula que la emigración política alcanzaría a unos 300.000
hombres.
La mayor parte del actual territorio de Castilla-La Mancha permaneció fiel al gobierno de la
República hasta el final. En nuestra región caben destacar dos episodios dignos de mención por
su trascendencia histórica: la resistencia y “liberación” del Alcázar de Toledo, y el que Albacete
fue la sede (recepción, entrenamiento, hospitales, distribución) de las Brigadas
Internacionales.