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TRABAJO FINAL

Educación, Cultura y Medios de Comunicación

Carrera: Tramo de Formación Pedagógica


Ciclo lectivo: 2020
Docente Titular de la catedra:
Estudiante:
Fecha: 15 de abril de 2020
Mail:
Teniendo en cuenta la hipótesis de que “el cambio cultural a finales
del siglo XX afectó de manera directa el comportamiento del proceso
educativo y generó una profunda crisis en la escuela moderna, que se
continúa a partir de la irrupción, centralmente en el siglo XXI, de las
nuevas tecnologías aplicadas a los medios de comunicación, contexto
habitual de las nuevas generaciones”, vamos a comenzar a hacer nuestro
análisis en torno al cambio cultural que tuvo lugar con el fin de la modernidad
(S.XIX) y el comienzo de la posmodernidad (S.XX). Para poder abordar este
análisis, vamos a hacer foco en cuál es la visión sobre la vida de los sujetos de
cada una de estas épocas. En la modernidad, el hombre es el centro de la
cultura y todo gira en torno a él. Es un hombre que se basa en la razón y es a
través de esta que forma su identidad, una identidad que lo dota de carácter
ético. Existía entonces en la sociedad una Moral universal marcada por la
razón. Para la sociedad moderna el deber era fundamental, era una sociedad
organizada, disciplinaria y con una mirada proyectada en el futuro y el progreso
que brindaba al hombre seguridad, cortando los límites de libertad.
El hombre posmoderno, deja de ser un hombre universal, para ser un
individuo diferenciado. Toma valor central entonces, ya no “el hombre”, sino la
persona. La prioridad del yo lleva al hombre a un extremo narcisismo. La razón
deja de ser el sustento de su ser y este lugar pasa a ocuparlo el deseo. El
hombre dionisíaco de la posmodernidad persigue el deseo y su consumación
instantánea, el futuro deja de ser visto como progreso y el hoy adquiere una
importancia fundamental. Mira el presente y persigue la consecución del deseo
próximo. Esto lleva a que el tiempo pierda sentido y se convierta en lo que
Byung Chul Han va a llamar “Tiempo atomizado”. “Con el tiempo atomizado de
hoy todos los momentos son iguales, no hay diferencias entre ayer, hoy y
mañana, vivimos solo un presente sin rumbo” 1. Este es el hombre posmoderno,
el habitante y formador de una nueva cultura.
Si durante la modernidad esta cultura, esta forma de vida, se transmitía
a través de dos grandes pilares de la sociedad, que eran la familia y la escuela,
con la posmodernidad aparece un nuevo y muy poderoso sistema de
transmisión de cultura: los medios de comunicación. Si, durante la modernidad,
con la invención de la imprenta a manos de Gutenberg, la cultura se transmitía
a través del libro y de la palabra escrita; con la introducción de los medios de
comunicación en la era posmoderna se modifica la forma en la que la cultura es
codificada. Los medios de comunicación son el centro del “Ecosistema
comunicativo” en el que habitamos. En la actualidad ya no es la escuela el
único canal mediante el cual las nuevas generaciones reciben información y
conocimiento, y debe saber adaptarse a ese lugar, explotarlo y canalizarlo en
su beneficio y en el beneficio de los educandos, permitiendo un ingreso útil y
creativo de las nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza.
El saber ahora circula libremente y no aparece encerrado dentro de la
institución escuela, cualquiera puede apropiarse de él, vivimos inmersos en un
ecosistema de símbolos y nuestra capacidad para procesarlos se ha visto
1
Extraído de Resumen del libro “El Aroma del Tiempo” de Byung Chul-Han. P.1
incrementada de manera exponencial. El docente ya no es garante de ningún
saber. La “educación industrial” de la que habla Ken Robinson y que “se centró
en la producción y el rendimiento, en mejorar las notas y aumentar el número
de graduados2” fracasa constantemente antes los nuevos desafíos que le
impone la cultura posmoderna. La subjetividad que domina no es ya la
institucional, sino la massmediática, ya no se trata de normativa y saber, sino
de opinión e imagen; pero las instituciones siguen operando como si el sujeto
estuviera constituido por las marcas disciplinarias, y al ir a buscar a ese sujeto
no encuentran la subjetividad esperada, lo que da lugar, por supuesto, a un
malentendido. Ante este malentendido, es interesante rescatar la operación
que realiza Fanfani al señalar que los docentes deben reconocer la “propia
autonomía cultural”3de los alumnos. Esta propia cultura choca muchas veces
con la cultura de los docentes, quienes no pueden reconocer estas formas de
consumo como “importantes” o “útiles” o incluso “culturales”. Las nuevas
generaciones son ante todo consumidores y lectores de imágenes, mientras
que la escuela tradicional se basa en la lectura alfabética. El docente debería
convertirse entonces en un catalizador de la potencia de este encuentro, pero
para esto debe reconocer primero la valía de la cultura del “otro” sin prejuicios.
Tal como señala Serres, ya no existe esa noción de enseñanza en la que
“enseñar era una acción todo oferta que no requería opinión de la demanda” 4,
hoy los estudiantes son sujetos que demandan: demandan no aburrirse,
demandan participar, demandan que su voz sea escuchada y su creatividad
valorada.
Las nuevas tecnologías generaron un cambio en el estilo de estudiante
para el cual estaba preparada la escuela moderna, basada en formas de
transmisión de aprendizaje memorístico, en dónde el docente era la fuente de
saber y el estudiante era un mero repetidor de estos contenidos. Ahora el
estudiante ya tiene toda la información que necesita en Intenet y, si el docente
insiste en ser ese transmisor que demanda silencio para que su palabra sea
escuchada, chocará con un imposible.
Ahora bien, no alcanza simplemente con hacer ingresar a las nuevas
tecnologías en nuestras formas de enseñanza, ya que no son ellas las que
garantizan una mejora en el aprendizaje, pues se pueden seguir reproduciendo
viejas prácticas con nuevos formatos, tal como puede verse en muchos de los
“classroom” que se han ido desarrollando a partir de la pandemia del
coronavirus y la imposibilidad de los alumnos de asistir a la escuela. Lo
importante es la creatividad, al servicio de la cuales deben ser puestas las
nuevas tecnologías.
La función del docente se desplaza entonces ahora a acompañar a los
estudiantes en sus procesos de aprendizaje, a estimular su creatividad e
2
Robinson, Ken, Escuelas Creativas. La Revolución que está transformando la educación.
Grijalbo, Barcelona, 2015. P.1
3
Tenti Fanfani, E. (2010). Primera parte. El mundo de la educación. En Autor (Ed.) Sociología
de la educación. (pp.20-39). Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación (Aportes para
el desarrollo curricular). SNP
4
Serres, Michel, Pulgarcita, Barcelona, Gedisa, 2014. SNP
incentivarlos a pensar. Caído el modelo taylorista/fordista de producción en
serie, hoy la educación debe dar respuesta a la demanda de trabajadores más
flexibles que puedan adaptarse a los cambios y continuar aprendiendo para
explotar al máximo las herramientas con las que cuentan. Para esto, la escuela
debe formar en competencias que les permitan a los educandos resolver
problemas y afrontar los cambios; ya la escuela no puede ser garante de un
savoir faire que sirva al individuo para toda la vida.
Ante la aparición de los medios masivos de comunicación como factor
determinante en la conformación de la cultura y el desarrollo de una nueva
sensibilidad mucho más volcada hacia lo audiovisual, la preponderancia que
había adquirido la cultura escrita durante la modernidad se ve resquebrajada
en beneficio de nuevas formas de asimilar el mundo y de crear significados.
Este cambio debe repercutir en la enseñanza insoslayablemente, y una de las
principales repercusiones que esto tiene es la aparición de nuevas formas de
“alfabetización” que exceden por mucho a la mera lecto-escritura. Tal como
sostiene Dussel, “los saberes considerados indispensables deberían ampliarse
para incluir los saberes, relaciones y tecnologías que hoy son dominantes en
nuestra sociedad”5 y formar ciudadanos que puedan relacionarse con estas
formas con mayor creatividad y espíritu crítico. Para esto, tal como se señaló
anteriormente, la escuela debe abrirse a los saberes que circulan en la
sociedad. Ya no se debe aceptar a la escritura como la única manera de
construir saber o de representar el mundo: la imagen, el sonido, el cuerpo, hoy
son instrumentos tan válidos como ella para estos fines y la escuela debe
hacerse cargo de este cambio. Incluso, la relación de nuestros estudiantes con
la letra escrita, dista mucho de parecerse al respeto y la veneración que podía
manifestarse en épocas anteriores, hoy este soporte puede convertirse también
en un lugar donde experimentar la libertad y estimular la creatividad de los
estudiantes vinculándose con la literatura de una manera mucho más
productiva y que los interpele con mayor fuerza.
Ante este nuevo panorama, parece ineludible que la escuela deba
garantizar la posibilidad de que los estudiantes se encuentren capacitados para
aprehender mejor las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y el
lenguaje audiovisual, y que, a la vez, les permita utilizar estos nuevos lenguajes
de manera productiva para desarrollar productos que sean significativos y
relevantes para sus propias trayectorias. Y aquí es donde parece entrar un
importante planteo que se hacen Dussel y Southwell al pensar que es
justamente la escuela donde se deben dar estos aprendizajes, porque es el
lugar desde el cual puede surgir una reflexión crítica sobre esto que sería
imposible si dejáramos librada esta tarea a los medios masivos. Entonces, si
bien la escuela debe recuperar su lugar como factor del cambio, esto no
significa que muchas veces no deba actuar como factor contracultural en el
sentido de pararse a pensar críticamente y mostrarles a los jóvenes una
realidad distinta a la que muchas veces la sociedad les impone casi sin que se

5
Dussel I. y Southwell, M, La escuela y las nuevas alfabetizaciones Lenguajes en plural.
Revista El Monitor de la educación – Nº 13. SNP
den cuenta, ya que no hacerlo sería simplemente presuponer que cualquier
avance tecnológico es inherentemente positivo, dejar esta responsabilidad
“librada al mercado, o a las experiencias actualmente disponibles -que en su
gran mayoría están organizadas por pautas mercantiles- implica renunciar a
incorporar otras lógicas, otros plazos, otras orientaciones.” 6

Bibliografía:

 Althusser, Louis, Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado. Nueva Visión,


Buenos Aires, 1988.
6
Ib., SNP.
 Cobo, Cristóbal. La Innovación Pendiente. Reflexiones (y provocaciones) sobre
educación, tecnología y conocimiento. Ed. Debate, Buenos Aires, 2016
 Dussel I. y Southwell, M, La escuela y las nuevas alfabetizaciones Lenguajes
en plural. Revista El Monitor de la educación – Nº 13
 Han, Byung-Chul, La Sociedad del Cansancio. Madrid, Herder. 2014
 Han, Byung-Chul, El Aroma del Tiempo. Madrid, Herder. 2015
 Lévy, Pierre, Cibercultura. Santiago de Chile, Dolmen Ediciones, 2001.
 Lipovetsky, Gilles, La Era del Vacío. Barcelona, Anagrama, 1986.
 Robinson, Ken, Escuelas Creativas. La Revolución que está transformando la
educación. Grijalbo, Barcelona, 2015.
 Serres, Michel, Pulgarcita, Barcelona, Gedisa, 2014.
 Tenti Fanfani, E. (2010). Primera parte. El mundo de la educación. En Autor
(Ed.) Sociología de la educación. (pp.20-39). Buenos Aires: Ministerio de
Educación de la Nación (Aportes para el desarrollo curricular).

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