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JEAN PAUL SARTRE

JEAN PAUL SARTRE


(1905 – 1980)

Filósofo francés, es quizá el representante más significativo de la filosofía existencialista.

Sus obras más importantes son: El ser y la nada, Los caminos de la libertad, La náusea, El
existencialismo es un humanismo y Crítica de la razón dialéctica.

El existencialismo ateo de J. P. Sartre.

“La Náusea es el sentimiento que invade al ser jumano cuando siente que la existencia (su
existencia) es una cosa absurda, un simple estar ahí, que las determinaciones que damos a las
cosas tienen relación con nosotros, no con ellas y que detrás de estas determinaciones de que las
revestimos, de acuerdo con la función que desempeñan en el cuadro de nuestras posibilidades, no
queda más que una masa confusa, indefinible, caótica y repulsiva. Quien llegue en un momento a
ese sentimiento de la absurdidad de las cosas y del ser humano mismo, sentirá náuseas, verse
como un ser arrojado al mundo, sin haber tenido parte en este acto fundamental, sentir luego este
mundo y a nosotros mismos abocados a la nada, no siento en realidad nada, pero moviéndonos
como fantasmas, con ilusiones que en los momentos de máxima lucidez se desvanecen: esto
produce náuseas.

Ningún ser necesario puede explicar la existencia (mi existencia), la contingencia no es un falso
semblante, una apariencia que se puede disipar, es lo absoluto, por consiguiente, la gratuidad
perfecta. Todo es gratuito, este jardín, esta ciudad y yo mismo. Cuando acontece y uno se da
cuenta de ello, el corazón da un vuelco y todo comienza a vacilar, he aquí la náusea.

Como el existencialismo, por exigencia misma de su métodos trata de desvelar las estructuras
fundamentales de la existencia humana, lo que ellas, revelan y ellas implican, dicha revelación de
la absurdidad de todo, que Sartre descubre en el sentimiento de la náusea será básica para todo
sus sistema.”

TROISFONTAINES, R. El existencialismo ateo de J. P. Sartre. Marfil, 1969, págs. 50 y 51.

LA POPULARIDAD DE SARTRE EN EL AÑO 1945.

“Desde el 1 de septiembre al 31 de diciembre de 1945, no pasó un día sin que apareciera en la


prensa la evocación, el recuerdo o la referencia a Sartre y al existencialismo.
¿El existencialismo? No sé lo que es. Mi filosofía es una filosofía de la existencia, había declarado
dos meses antes, durante un coloquio organizado en Bruselas por Editions du Cerf. En octubre de
1945, desbordado por la prensa y el público, que había acuñado el término, apropiándose luego
de él, Sartre no pudo menos que utilizarlo a su vez, como engullido por el fenómeno de moda.
Ciertamente, Sartre era el hombre de las fórmulas y su obra permitía encontrar un nivel de lectura
a cualquiera, desempeñando así el papel de albergue abierto a todos, en el que cada uno
encuentra lo que lleva consigo. Obra de múltiples usos, también de múltiples lecturas, La náusea,
El muro, El ser y la nada, Las moscas y A puerta cerrada – por no hablar más que de su obra
literaria, dejando a un lado los artículos – proporcionaban a los sartrianos de 1945, instrumentos,
fórmulas, héroes utilizables para todo y en cualquier situación”.

Cohen, Solae A. “Sartre 1905 -1980” Edhada, Barcelona, 1989, pág. 336.

EL PUNTO DE PARTIDA FENOMENOLÓGICO DE SARTRE

EL EXISTENCIALISMO COMO HUMANISMO

LA EXISTENCIA PRECEDE A LA ESENCIA

LA INCOMUNICACIÓN

LA PASIÓN INÚTIL
“No puedo vivir nada sin integrarlo a mi situación, comprometerme en ello íntegramente y
marcarlo con mi sello, debo ser sin remordimiento, ni pesar así como soy, sin excusa, pues desde
el instante de mi surgimiento al ser, llevo exclusivamente sobre mí el peso del mundo, sin que
nadie mi nada pueda aligerármelo.

Empero, esta responsabilidad es de un tipo muy particular. Se me responderá, en efecto, que no


he podido nacer, lo cual es una manera ingenua de ponerle el acento sobre nuestra facticidad.

Soy responsable de todo, en efecto. Salvo de mi responsabilidad misma, pues no soy el


fundamento de mi ser. Todo ocurre pues, como si estuviera, constreñido a ser responsable. Estoy
arrojado en el mundo no en el sentido de que permanezca abandonado y pasivo en un universo
hostil, como la tableque flota sobre el agua, sino al contrario, en el sentido de que me encuentro
de pronto, solo, sin ayuda, comprometido en un mundo del que soy, enteramente responsable, sin
poder

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