UNA MIRADA FEMINISTA AL ROMANTICISMO por

Ana Hardison.

tiene como lugar de reunión la casa de

El Romanticismo contiene dos
August Schlegel, coordinado por su
temas que merecen una atención especial
esposa Carolina, al que asiste Herder, y
desde la órbita feminista. Me refiero a la
cuyo animador inicial fue Hamann, escritor
importancia de la categoría de sujeto, de
sin formación académica filosófica,
la que la mujer queda excluida, como
luterano, quien pensaba que había que
veremos. Y a la sacralización de la
conseguir la unidad de saber, de religión,
naturaleza, de la que se sigue la
de conocimiento, de arte y de moral, es
mitificación de la mujer como una
decir, reunificar los segmentos que la
consecuencia.
analítica ilustrada había separado. Este
afán totalizador se unía paradójicamente a
Determinar con exactitud el
la defensa a ultranza del individuo.
alcance y extensión del movimiento
romántico, en especial del alemán, al que
La influencia de este círculo se
me voy a referir aquí, no es tarea fácil.
extendió rápidamente a Weimar donde
residía Goethe y Schiller, y a Berlín en
Por un lado, tenemos a los
donde se reúnen Friedrich Schlegel y su
pensadores pre-románticos, que
amante Dorothee, que más tarde será su
influyeron en el nacimiento de esta
esposa, Schleiermacher, Tieck, el
filosofía, entre los que podemos incluir a
novelista, y otros intelectuales en torno al
Rousseau y su novela “La nueva Eloísa”, salón de Rahel Varnhagen, al que
al Kant de la “Crítica del Juicio”, a Fichte y también acabarán por asistir A. Schlegel y
su teoría de la subjetividad absoluta, a
su esposa Carolina, venidos de Jena, así
Lessing con su teoría de la Ilustración
como, Schelling, joven profesor de
contraria a la francesa y al Hegel de los
filosofía, Hölderlin, y Friedrich von
primeros escritos. Hardenberg, conocido por Novalis.
Por otro lado, encontramos el Como ya he dicho el
llamado “grupo de Jena” que está formado
romanticismo es pluriforme y difícil de
por un conjunto de pensadores que se
abarcar, no se presta a ser sistematizado.
aglutinan en torno a tres focos de
Yo he elegido para tratar aquí los
atención:
siguientes puntos de reflexión:
1. El arte dramático, entendido 1.- El romanticismo como
como expresión de temas de la actualidad contrapunto o fractura de la razón
de la vida real, frente al drama francés
ilustrada.
inspirado en temas clásicos.
2.- La revalorización de la
2. La definición de la relación
naturaleza.
entre el arte y la Modernidad.
3.- El giro subjetivista: la
3. La defensa del catolicismo importancia de la pasión y el sentimiento.
frente al protestantismo, haciendo
hincapié en el sentido ecuménico del
4.- El mito de la mujer-naturaleza:
catolicismo como unificador y tomándolo
de los pucheros a los altares.
como fundamento de la filosofía de la
historia.
1.- Romanticismo como quiebra
o fractura de la razón ilustrada.
La irrupción de lo romántico se
conoce como ‘Sturm und Drang’,
El movimiento romántico hunde
tempestad e ímpetu, y sus primeros
sus raíces en la Ilustración, en especial en
exponentes, como ya he dicho, se reúnen
el pensamiento de Rousseau y en el Kant
en torno al llamado ‘círculo de Jena’, que
de la tercera Crítica, la del Juicio, en la
que plantea el arte como ámbito de
síntesis entre la naturaleza y la
subjetividad. Se afirma que la razón
ilustrada, analítica, es impotente para
abarcar ciertos campos de la realidad
como el arte, el mito o la religión.
Hay que tener en cuenta las
circunstancias históricas que
acompañaron el paso del pensamiento de
Lessing y Kant al de Fichte, Schelling y
los románticos, en el sentido de la ruptura
del pacto no escrito entre los intelectuales
y el poder. La intelectualidad alemana
desconfía del resultado de la revolución
ilustrada (francesa), para hacer avanzar al
mundo, y le achaca el fracaso (el régimen
del terror de Robespierre), a la razón
analítica y fría, y se propone, como
contrapunto, una síntesis del espíritu
escindido, una afirmación de la presencia
inmediata y real de lo infinito en lo finito.
Se valora la intuición por encima del
análisis. Se produce una nostalgia
restauracionista y mística que
desembocará en una teocracia. En
palabras de J. L. Villacañas: “La ruptura
de la razón ilustrada y la emergencia del
idealismo y el romanticismo corren
parejas con la ruptura del pacto filosofía-
poder y la necesidad de reconstruirlo tras
un momento preciso de enfrentamiento
1
real”.
El ideal romántico de unidad se
erige, pues, frente al mundo escindido.
Herder denuncia el papel desgarrador de
la razón analítica y mecanicista que
fragmenta las verdades de una forma fría
y sin vida, la desmitificación que carece
de calor y de corazón. El agotamiento de
Europa, según él, se debe al agotamiento
de la imaginación al oscurecimiento de la
sensibilidad al empobrecimiento del
lenguaje y de las experiencias.
A veces se ha entendido el
movimiento romántico como un proyecto
liberador y revolucionario en el que se
intenta reunir las partes desgarradas de
todos los órdenes de la vida: la razón con
la sensibilidad, la necesidad de la
naturaleza con la libertad, el ser con el
2
deber, la felicidad con la historia.
Pero en este proyecto reunificador
1 Para expresar esa identidad se
José Luis Villacañas, La quiebra de la razón
ilustrada, Madrid 1988, Ed. Cincel, p. 10.
2 3
Ver D. Innerarity, Hegel y el Romanticismo,
Madrid 1993, Ed. Tecnos, p. 164.
se produce invariablemente la distinción
de los elementos masculinos identificados
con los aspectos activos: razón, libertad,
deber e historia; así como los elementos
femeninos se identifican con los aspectos
pasivos: naturaleza, sensibilidad, ser y
felicidad.
Schlegel en su “Viaje a Francia”
critica el espíritu mecanicista analítico e
individualista de la ilustración: “se ha ido
tan lejos en el arte de la separación
arbitraria o, lo que es lo mismo, en el
mecanicismo, que también el hombre se
ha convertido casi en una máquina, en la
que hay tan sólo el mínimo de espíritu que
sería necesario para demostrar, en caso
de necesidad, que el hombre es, no
obstante, algo realmente distinto del
3
animal”.
Para salvar esta nefasta situación
producida por la razón analítica Herder
propondrá considerar la razón como una
parte de la imaginación, y Schlegel dirá
que la imaginación es un puente que nos
une al terreno prohibido de lo absoluto. La
propuesta del romanticismo es pensar en
una razón narrativa, capaz de apresar la
totalidad, de pensar lo distinto como
unido, frente a la razón analítica que
separa y desgarra.
En definitiva, el romanticismo
cuestiona el valor emancipatorio de la
razón por sí misma y reivindica una
simbólica general a partir de la cual pueda
surgir una comprensión universal del
mundo y una nueva comunidad entre los
hombres, una idea de naturaleza no
escindida que reúna el lado racional y el
emocional, la causalidad y la libertad, el
entendimiento y la imaginación, la
construcción de una nueva identidad
sintética.
Hay que subrayar, como
comentábamos un poco más arriba, que
en la especie humana esa síntesis está
repartida convenientemente entre los dos
sexos. De ahí la necesaria fusión en la
unión amorosa, en la que a través de la
mujer, el hombre se reconcilia con la
naturaleza. El sujeto (masculino), se funde
con el objeto (femenino).
Schlegel, Kritische Ausgabe, Padeborn, E.
Behler, 1958, pp. 75/76.
considera que el arte, como la expresión
total del espíritu, es el medio adecuado.
La poesía es el discurso que puede
expresar mejor el sentido de la totalidad y
4 concepción estética de la reconciliación
unir como sugiere Goethe en el Fausto :
verdad y error, luz y oscuridad, bien y mal,
dios y demonio. El ser humano es un
enigma porque ha sido engendrado por
dos mundos: el divino y el demoníaco. No
se puede eliminar el lado oscuro, como
pretendió la ilustración, el misterio es
inseparable de lo racional. Como dice
Antoni Marí: El romántico privilegia el
conocimiento analógico o mágico de la
semejanza que hay en todas las cosas
5
por pertenecer todas al absoluto .
2.- La revalorización de
naturaleza.
La filosofía anterior al
romanticismo había considerado la
naturaleza como un elemento hostil, como
un obstáculo que el hombre tenía que
superar para sobrevivir. Cuanto menos
natural más humano era considerado el
hombre. La cultura se entendía como
superación o triunfo sobre la naturaleza.
Un ejemplo de esto lo constituye la
racionalidad impuesta en los jardines de
Versalles donde la geometría se impone a
la espontaneidad de lo natural.
Rousseau será el primero en
reconocer el aspecto bondadoso y
maternal de la naturaleza en cuyo seno
describe al hombre salvaje como feliz. El
romanticismo desarrollará este aspecto
positivo de la naturaleza y en
consecuencia producirá una
transformación cultural que se reflejará
desde la moda hasta la arquitectura y los
jardines, ahora se valora una vuelta a la
naturalidad, desaparecen las pelucas, las
casas adquieren más aspecto de cabañas
y los jardines se dejarán crecer de forma
espontánea y salvaje.
Kant y Fichte habían entendido la
naturaleza como límite del espíritu.
Schelling en las “Cartas sobre el
dogmatismo y el criticismo” influido por
esta teoría, plantea una teoría de la
naturaleza como tragedia, en la que la
experiencia de la modernidad se entiende
4
J. W. Goethe, Fausto, Barcelona 1996, Ed.
Planeta.
5 7
Antoni Marí, El entusiasmo y la quietud,
Barcelona 1979, Ed. Tusquets, p. 22.
como una escisión o ruptura entre el
objeto y el sujeto. La superación de la
tragedia se produce en la Filosofía de la
Naturaleza de Schelling, en la nueva
con la naturaleza, en la que interpreta la
escisión sujeto-objeto como un momento
en la historia del espíritu. La escisión se
explicará como necesaria para la salida
del estado de naturaleza y el comienzo de
6
la modernidad.
Esta nueva sensibilidad ya estaba
expresada en algunas obras de Goethe y
de Schiller, y recupera, en cierto modo, la
concepción aristotélica de la naturaleza
como principio que se abre y se despliega
la desde sí mismo.
El crecimiento de la naturaleza se
entiende como principio de vida, “la vida
es la síntesis de naturaleza y libertad, es
7
la naturaleza en sí, su propio principio” .
En su desplegarse la vida integra dentro
de sí lo distinto, generando polos de
actividad integradora. Al integrar lo otro en
sí se afirma en sus contradicciones y
crece.
Los filósofos románticos no se
resignan al sesgo mecanicista
determinista y cuantitativista que habían
adoptando las ciencias. Defendían un
anhelo de totalidad y unidad que
heredaban del ideal de la Grecia antigua.
Deseaban encontrar un acuerdo entre el
hombre y la naturaleza, del microcosmos
con el macrocosmos.
Por eso la naturaleza no se
concibe como mecánica e inerte sino
como un organismo. La naturaleza viva
genera una organización. El
descubrimiento central de esta filosofía de
la naturaleza es que la subjetividad no es
una cualidad diferencial del logos, del yo,
de la razón humana o de Dios. La
subjetividad es una característica del ser
que se pone de manifiesto en todas sus
expresiones, desde la formación de los
cristales hasta la emergencia de los seres
vivos.
6
Ver Félix Duque, Historia de la Filosofía
Moderna. La era crítica, Madrid 1998, Ed.
Akal. Especialmente la parte III, pp. 247 a
975: “El idealismo absoluto y su acabamiento:
Schelling, Hegel, Schelling”.
J. Hdez. Pacheco, La conciencia romántica,
Madrid 1995, Ed. Tecnos p. 67.
 Intentan fundir tradiciones
esotéricas, teosóficas, de la Antigüedad y
el renacimiento con los últimos adelantos
de las ciencias de su tiempo, para dar
lugar a un monismo vitalista y dinamicista.
Novalis en su Enciclopedia proyecta la
unificación de las diversas ciencias y
saberes, bajo la unidad superior de la
naturaleza. la unión profunda de distintas
fuerzas por debajo de una aparente
8
diversidad .
Los románticos caen en un
panpoetismo, recuperando el sentido de
poesía como, poiesis, como creación,
construcción y transformación del mundo.
El panpoetismo refiere la figura del
científico al poeta. El científico aparece
como una especie de mago, “El mejor
ideal que podía proponerse un hombre de
ciencia era el de llegar a ser un místico
para poder oír la música mágica del
9
Universo”. La poesía se consideraba
como la maestra de la humanidad.
La libertad inserta en la
naturaleza tiende a crecer y a afirmarse
hasta el infinito. Los seres concretos,
individuales, nacen y mueren para que la
naturaleza viva siga creciendo.
El concepto de desarrollo
histórico que Herder había aplicado a las
formas del espíritu, para la cultura, lo hará
extensivo Schelling al mundo natural,
desembocando en la idea de la evolución
de la naturaleza, que se entiende como
despliegue de aquello que de forma
latente está ya en ella desde el origen. Se
desarrolla así el progreso natural de la
libertad.
La naturaleza ha pasado por
estadios progresivos de desarrollo,
primero fueron los complejos mecánicos,
después los compuestos químicos, luego
los campos magnéticos y por fin los seres
vivos y, en algunos de ellos, el sistema
nervioso y la conciencia. La cultura es
considerada como liberación en el espíritu
de la esencia de la naturaleza, como
resultado final de la evolución. Hdez.
8
Sobre el tema del panpoetismo y su relación
con la ciencia, ver: Fco. José Martínez, “Marx
y la Naturphilosophie”, en Romanticismo y
Marxismo, Madrid 1994, Ed. Fundación de
Investigaciones Marxistas, pp. 81 a 106.
9 12
H. Kearney, Orígenes de la ciencia moderna,
Madrid 1970, Ed. Guadarrama, p. 37.
Pacheco lo expresa como “el ojo con el
10
que la naturaleza se ve a sí misma”.
3.- El giro subjetivista: la
pasión y el sentimiento.
Uno de los temas clave en el
Movimiento Romántico es la centralidad
del “yo”, lo que podría llamarse “el giro
subjetivista”, cuya raíz teórica se
encuentra en la filosofía de Fichte que
seculariza la idea de Dios y la representa
en el Yo. El hombre es considerado como
un yo creador, como un microcosmos
Todo lo que existe pertenece a
dos categorías: la esfera del yo y la del
no-yo. El individuo se constituye en un
proceso de libertad activa y determinante,
11
en voluntad creadora.
El romanticismo pretende elevar
al sujeto al punto central de todo
pensamiento y toda cultura. El sujeto
trascendental ha sido transfigurado a
sujeto individual. En este sujeto concreto
recae la responsabilidad y el destino de
volver a unir el mundo escindido por la
razón analítica, y realizar la reconciliación
con lo infinito, con el Todo. Esta
reconciliación debe hacerse contando con
el aspecto negado por la razón analítica,
es decir, el sentimiento y la emoción.
Se trata de reivindicar una
comprensión universal del mundo, una
idea de naturaleza no escindida que reúna
el lado racional y el emocional, la
causalidad y la libertad, el entendimiento y
la imaginación, es decir, la construcción
de una nueva identidad sintética. “El
romántico es el prototipo del inconformista
y del insurrecto ante la escisión del
hombre moderno entre el “yo” y la
alteridad;...que traduce el conflicto
existente entre el sentimiento íntimo y el
sentido común, extendiéndolo a la
relación entre el sujeto y lo otro o la
12
cosa”.
En la especie humana, y por
efecto de la cultura patriarcal, esa síntesis
no es posible en todos los individuos sino
10
J. Hdez. Pacheco, O.C. p. 71.
11
Ver: Manuel Ballestero, El principio
romántico, Barcelona 1990, Ed. Anthropos.
Menen Gras Balaguer, El Romanticismo,
Barcelona 1988, Ed. Montesinos, p. 36.
que está repartida por razón de sexo. De
ahí la importancia que se concede a la
unión amorosa, en la que, a través de la
mujer, el hombre se reconcilia con la
naturaleza. El sujeto, el yo, es masculino;
mientras el objeto, la alteridad con la que
se funde, es femenino.
El núcleo de la subjetividad está
constituido por la libertad, por la
capacidad de elegir, la voluntad de querer,
que se ejerce seleccionando el objeto
deseado, convirtiendo lo elegido en
interesante. Esta categoría de
‘interesante’ juega un papel importante en
la estética romántica: constituye lo que ha
sido elegido ejerciendo la libertad de
selección, lo que es signo de buen gusto.
Se trata de desarrollar la capacidad de
elegir aquellos componentes del mundo
que pasarán a formar parte de la propia
personalidad. Este ejercicio tiene el
sentido de integrar el macrocosmos en el
microcosmos. Esta es la meta infinita del
individuo que persigue la integración total
como ideal.
La libertad es la condición
imprescindible para que el sujeto se
realice. La libertad se manifiesta como un
querer ser del yo. Los elementos
seleccionados pasarán a formar parte de
la propia personalidad. Es así como se
integra el macrocosmos en el
microcosmos.
La elección de la amada y la
posterior unión con ella, representa un
acto de este tipo, de superación de la
escisión entre el yo y el mundo, entre
sujeto y objeto. La amada, que representa
el mundo-objeto, al unirse al sujeto le
permite liberarse de la escisión y realizar
su vocación de síntesis con el absoluto.
La mujer es la mediadora entre el sujeto y
la naturaleza.
El amor se entiende como una
fuente de conocimiento y de vida que
impulsa la imaginación creadora y que se
expresa hacia el exterior como arte. El
sujeto romántico “en lo amado solo se
encuentra a sí mismo, su acceso a la
armonía interior y exterior es cada vez
inferior. El romántico ama el amor por el
13
amor”.
A través de los sentimientos y las
13
O.C. p. 43.
pasiones el sujeto accede a las verdades
más profundas. Esta idea la podemos
encontrar en repetidas ocasiones en los
poetas románticos: “Todas las pasiones
pueden y deben ser operativas
precisamente en lo que se refieren al
conocimiento supremo, porque este ha
brotado de todas ellas y solo en ellas
14
puede vivir” ; “el corazón es la clave del
15
mundo y de la vida” ; “Oh amada, el cielo
te ha entregado a mi para que yo te
venere. Tu eres la santa que lleva mis
deseos a Dios, la santa por la cual Dios se
me revela y me da a conocer la plenitud
de su amor(...)Tu eres la magnificencia
divina, la vida eterna cubierta con el más
16
dulce y hermoso velo” . A través del
amor el genio descubre el absoluto,
representado en la amada, que despierta
en él el sentido de lo sobrenatural y el
deseo de totalidad, la pasión actúa como
un desencadenante de la vivencia mística.
La mujer en cuanto que musa
representa el motor del impulso creador.
Una vez más es considerada como
mediadora. Incontaminada y pura tiene la
misión de restablecer la unión entre el
hombre y la naturaleza. Venerada como
musa y como salvadora de los males del
mundo, pero nunca considerada sujeto
humano de igual rango. O es un puente, o
una tabla de salvación. Siempre
instrumentalizada como medio y nunca
considerada como un fin.
Si en la Ilustración la mujer era
considerada, por naturaleza, esposa y
madre, constituyendo un lazo de
mediación entre el ciudadano y el Estado,
en el romanticismo esa equiparación con
la naturaleza la convierte en nexo de
unión entre el artista y la creación.
A través de los sentimientos
alcanza el sujeto las verdades más
profundas y el verdadero sentido de la
vida. Estas verdades del corazón deben
ser expresadas y su discurso natural es la
poesía y el arte. El expresivismo es la
base de la individuación. Cada individuo
es diferente y original. Según Herder
14
Texto de Herder citado por Ch. Taylor,
Fuentes del yo, Barcelona 1993, Ed. Paidós, p.
392.
15
Texto de Novalis citado por Ib.
16
Novalis, Enrique de Ofterdingen, Madrid
1992, Ed. Cátedra, p. 207.
“Cada ser humano tiene su propia medida
como si fuera un acuerdo peculiar a él de
17
todos sus sentimientos entre sí” . La
verdad se aloja en el corazón y se
expresa a través de una voz interior por la
que fluye la naturaleza. Cada individuo es
diferente y original y debe seguir el
compromiso de vivir conforme al destino
que se revela en ese mundo propio.
El ser humano creador por
excelencia es el artista. No imita a la
naturaleza sino al creador de la
naturaleza. La expresión, en especial la
artística, formula y configura. El arte se
sitúa en un lugar privilegiado de la vida
espiritual, reemplazando, en cierto modo,
a la religión. Es esto a lo que Taylor llama
“individuación radical”. El lenguaje que
nos permite descifrar la naturaleza y el
mundo, es un lenguaje íntimo, interior y
poético: “La naturaleza se asemeja a la
voz interior. La conciencia, nuestra guía
interior nos habla en el lenguaje de la
18
naturaleza”.
En la concepción estética se
desplaza el interés del objeto bello al
sujeto que con su estado de alma percibe
lo bello. Para Herder “El artista se ha
19
convertido en un Dios creador” . El
artista es, pues, un profeta, un vidente, un
iluminado. Hölderlin hablará de la
responsabilidad del poeta por esta misión
de desvelar la verdad profunda, y al
mismo tiempo, del riesgo que comporta el
coger el rayo divino con las manos para
traer la luz a los hombres.
El sujeto individual contiene un
ámbito interior que puede articular por su
capacidad expresiva, por su imaginación
creativa, pero la profundidad de la verdad
es superior a la articulación posible. Ese
ámbito íntimo que se aloja en el interior
del sujeto, se constituye en una
característica fundamental del
romanticismo. La intimidad o vida interior
produce la experiencia vital superior.
Este nuevo sujeto capaz de
percibir lo bello y expresarlo, de valorar el
sentimiento y la sensibilidad,
incorporándolos a la vida del espíritu, por
17
Texto de Herder citado por Ch. Taylor, O.C.
p. 396.
18
O.C. p. 377.
19
O.C. p. 399.
oposición a la razón descarnada y
analítica, es el sujeto masculino quien al
replegarse en su interior descubre la
espiritualidad y la poesía, mientras que la
mujer es el objeto de su inspiración, su
musa; en definitiva, el objeto bello.
La intimidad de la mujer no
contiene la profundidad de la verdad, se
expresa en lo privado, pero esta
privacidad no puede alojar al espíritu,
como en el caso del hombre, para ella lo
privado significa lo opuesto a lo público,
es decir, lo doméstico. Ella no tiene vida
interior propia, su sensibilidad y su
imaginación se agotan en su entrega a las
tareas del hogar y en su capacidad de
amar con un sentimiento simple y
absoluto. En la mujer el sentimiento no es
fruto de una elaboración intelectual y
espiritual, lo cual requeriría voluntad y
capacidad de elección, en ella es un
proceso natural e inmanente. En ella el
amor no es un sentimiento libre sino
necesario.
Desde el período romántico el
sujeto moderno ya no se define sólo por la
facultad de control racional desvinculado,
sino también por una nueva facultad de
autoarticulación expresiva, la facultad
atribuida a la imaginación creativa. El
artista está dotado de un “sentido interior”
que: “es el que ilumina la marcha del
genio; y todo artista, todo auténtico poeta
es un vidente o un visionario; cada
poema, cada verdadera obra de arte es el
20
monumento de una visión” . El contenido
de esa visión es la unidad con el Cosmos,
el ímpetu del poeta está guiado por el
ansia de reconciliación con la naturaleza
de la que se siente escindido.
Como hemos visto, la libertad es
la característica central y propia del
espíritu creativo, del sujeto frente a la
objetividad exterior. La obra de arte
expresa más la subjetividad del artista que
el objeto que representa. Esa capacidad
de inventar desde sí es el ‘estilo’ que
produce lo esencial de la obra de arte. Es
el genio que es capaz de crear desde sí el
mundo.
La renovación del genio se realiza
por el impulso y el entusiasmo de sus
sentimientos. El genio se renueva a través
20
A. Béguin, El alma romántica y el sueño,
Madrid 1978, Ed. F.C.E., p. 107.
del sentimiento amoroso. El amor pasional
es la fuente inagotable de la inspiración. A
través del amor, el genio descubre el
absoluto del mundo, representado en la
amada, que despierta en él el sentido de
lo sobrenatural, y el deseo de totalidad.
Pero al mismo tiempo sufre el desgarro de
la incapacidad de lograr esa fusión
absoluta con el ser amado.
Los relatos poético-metafísicos de
los filósofos románticos alemanes
ejemplifican la necesidad del amor como
pasión totalizadora que permite la unión
del sujeto masculino con el absoluto,
utilizando, como ya hemos comentado, a
la mujer como puente mediador, como
elemento mítico, como ideal u objeto de
amor.
Schelling resalta la paradoja que
se produce entre la finalidad del sujeto
que es la libertad o autonomía y el amor
que es darse a sí mismo, e intenta
resolverla diciendo que la esencia del
amor es un misterio, pues presupone lo
contrario de sí mismo, es decir, la
separación y el desorden a partir del cual
se producen la reunificación y la armonía.
Para Hölderlin en el amor se hace
patente una pobreza y necesidad radical
del yo. El éxtasis del amor muestra que el
hombre no puede alcanzar su propia
identidad a través de un proceso de
introspección, y por eso necesitará al otro,
por excelencia, es decir, a la mujer. Lo
que nos constituye es la búsqueda del
otro, sin ese encuentro estamos
incompletos, es imposible la realización
total sin la unidad con el ser amado que
también nos une a la naturaleza. El amor
es un poder unificador que vincula
naturaleza y libertad, sujeto y objeto,
supera las contradicciones en una unión
de los opuestos que no puede explicarse
sólo por la razón. No hace falta volver a
insistir como esta teoría esencializa la
unión de mujer-naturaleza.
4.- El mito de la mujer-
naturaleza. De los pucheros a los
altares.
La asimilación de la mujer a la
naturaleza en la Ilustración, fue el pretexto
para mantenerla alejada del reino de las
luces del intelecto y dejarla reducida y
sometida al reino de las sombras, de lo
telúrico e irracional . Su incapacidad para
ser asimilada a la cultura, justificaba su
reclusión en los estrechos límites de lo
doméstico entre la alcoba y los fogones.
A pesar de que se predicaba la
universalidad para los seres humanos e
incluso se luchaba por la igualdad de
todos ellos, en la declaración de los
derechos universales del hombre, las
mujeres, consideradas como inferiores, se
esencializan como segundo sexo, como
género inferior incapaz de subjetividad
individual, recluidas en lo genérico, en el
aspecto biológico reproductivo de la
21
especie humana .
Ahora bien, si alguna vez se ha
idealizado y mitificado a la mujer, en la
historia del pensamiento occidental, sin
duda, ha sido en el romanticismo. La
mujer identificada con la naturaleza,
desde antiguo, adquiere en la filosofía de
la naturaleza de los románticos, categoría
de absoluto. En este momento como
nunca la mujer es considerada musa,
ideal, tesoro, astro, ángel, estrella
inalcanzable, inspiración, etc. En definitiva
es “lo otro”, lo exótico, lo natural, lo
salvaje y no cultivado, en lo que el
desencantado hombre del romanticismo
pretende solventar su nostalgia del ideal
perdido.
Así la mujer-naturaleza se
convierte en mito. Es el medio a través del
cual el sujeto espiritual y masculino
encuentra la reconciliación con la
naturaleza femenina, que es considerada
como el lazo de mediación con la
naturaleza en general. De este modo, la
mujer resulta un objeto incapaz de
autoconciencia, al poseer un ser
inmanente a la naturaleza, al estar
encerrada en un genérico común, nunca
adquiere conciencia de sujeto, ni la
individuación radical, que es privilegio del
sujeto, es decir, del hombre.
Hegel convierte la Antígona de
Sófocles en el prototipo de la femineidad.
Antígona al oponerse a la ley de Creonte
defiende el interés particular de la familia,
el derecho del hermano, por piedad, frente
al deber público de obedecer la ley de la
ciudad. En este conflicto Antígona
21
Ver: C. Molina, Dialéctica feminista de la
Ilustración, Barcelona 1994, Ed. Anthropos.
Ver también: Simone de Beauvoir, El segundo
sexo, Madrid 1999, Ed. Cátedra.
representa los valores ancestrales y
privados frente a Creonte que representa
los valores universales del Estado, del
interés general. Hegel subraya esta
distinción según la cual la universalidad, la
actividad y el poder corresponden al
varón, mientras que la particularidad, la
pasividad y el sentimiento son rasgos
específicos de la mujer. Este es el motivo
por el cual el hombre se realiza en la vida
pública y la mujer tiene su lugar en el
22
hogar.
23
Hölderlin en su novela Hiperion
describe a Diótima como la encarnación
de lo más perfecto con palabras
inequívocas al respecto: “He visto una vez
lo único, lo que mi alma buscaba, y la
perfección que situamos lejos, más allá de
24
las estrellas” . Pudiera parecer ante
tanto entusiasmo que Diótima sea
considerada como un sujeto capaz de los
sentimientos y las vivencias más
elevadas, sin embargo, no es así. Cuando
describe las cualidades de esta heroína lo
que subraya es: su carácter silencioso, su
diligencia y predisposición para cuidar la
llama del hogar, su belleza, su capacidad
de olvidarse de sí misma, y, por encima
de todas estas virtudes, la ignorancia que
profesa sobre sí misma: “no sabía lo que
25
sabía ni lo que era” , esa ignorancia
parece ser la virtud que la hace más
auténtica y más natural. Queda así
reducida a la categoría de objeto o icono,
susceptible de ser adorada pero sin
autoconciencia.
Del mismo modo, mientras el
destino de Hiperión era ir a la guerra para
cumplir su tarea de héroe, salvando a su
amada Grecia, el fatum de Diótima era
esperar a su regreso y cuidar de las
labores domésticas con renovada
abnegación y entrega. Es en la despedida
cuando pronuncia la frase que resume
con más lucidez y exactitud la situación
que ha determinado la vida de hombres y
mujeres a lo largo de la historia: “Tú
22
Hegel, Fenomenología del espíritu, México
1966, Ed. F.C.E. Capítulo VI “El espíritu”, pp.
259 a 286. Ver también: Steiner, Antígonas,
Barcelona 1987, Ed. Gedisa, especialmente el
cap. I, pp. 15 a 85.
23
F. Hölderlin, Hiperión, Madrid 1996, Ed.
Hiperión.
24
O.C. p. 80.
25
O.C. p. 85.
26
actúa; yo lo soportaré” . Con esta
lacónica sentencia resume el reparto de
papeles por razón de sexo: el hombre
actúa y la mujer soporta.
F. Schlegel habla de la necesidad
del amor sublime y de la totalidad
recuperada en él. En su novela
27
“Lucinda” realiza un alegato en favor del
amor apasionado al que califica de vínculo
sagrado. Ante el fracaso y la quiebra de la
moral de la sociedad burguesa, que define
como un caos selvático ordenado para lo
insignificante y lo mezquino, exalta el
amor romántico y la capacidad de amar
de la mujer con un sentimiento simple y
absoluto, en contraposición al hombre que
lo vive como una mezcla de sensaciones
y sentimientos.
Posiblemente esta novela sea la
más revolucionaria de la época.
Representa una ruptura con los valores de
la moral tradicional al defender el amor
libre frente al matrimonio. Los únicos
vínculos del amor son los del amor
mismo, que devuelve a los amantes a la
situación originaria: “cuando se ama como
nosotros, también la naturaleza que hay
en el hombre retorna a su divinidad
28
original”.
Lucinda y julio son el modelo del
verdadero amor, libre de prejuicios y de
normas institucionales. “La desnudez de
lucinda se opone a la mojigatería de la
sociedad burguesa y la unión anárquica
de los enamorados al aire enrarecido de
29
los dormitorios burgueses” . El personaje
de Lucinda, a primera vista, parece
aproximarse a un modelo de mujer
emancipada e independiente. Ella tiene
una vida activa. Es artista, igual que Julio,
y la relación que establecen es
aparentemente igualitaria y libre.
Sin embargo, si nos fijamos bien,
observaremos que es considerada como
un genérico común, sin capacidad de
individuación, por lo que no es
considerada un sujeto humano. Cuando
Julio quiere halagarla en un rapto de amor
26
O.C. p. 134.
27
F. Schlegel, Lucinda, Valencia 1987, Ed.
Natán.
28
O.C. p. 25.
29
R. Münster, “Con hermosa armonía”,
prólogo a O.C. p. XVI.
y entusiasmo le dice cosas tales como
esta: “la feminidad de tu alma consiste
simplemente en que vivir y amar significan
30
lo mismo para ella” , así pues, su
identidad, la esencia de su alma es tan
sólo amar; o como esta otra: “cuando
cambiamos los papeles y con placer
infantil rivalizamos sobre quien sabe
remedar al otro más perfectamente: si a ti
te sale mejor la cuidadosa vehemencia del
hombre o a mí la atractiva entrega de la
31
mujer” también parece claro que las
cualidades que cita son atribuidas por
razón de género, así como en esta: “los
hombres son por naturaleza sólo calientes
y fríos; pero las mujeres son por
naturaleza sensuales y espiritualmente
32
cálidas” de nuevo nos encontramos con
la división estereotipada de los sexos; y
por último citaré una buena muestra: “No
33
te amo a ti, amo la feminidad misma” .
Creo que en estas citas ha quedado
suficientemente ilustrado el hecho de la
esencialización de lo femenino,
considerado como amor, con las
cualidades de entrega, abnegación y
calidez que inspiran la capacidad poética
propia de la vehemencia masculina.
José Luis Villacañas llama a esta
alternativa amorosa la teoría del idilio en
la que explica que sólo la relación
amorosa encierra la posibilidad de
reconstrucción del Yo. Sólo la reunión de
lo masculino y lo femenino permiten
avanzar hacia “una humanidad completa y
plena”, en la que el espíritu se reconcilia
con la naturaleza.
El amor absoluto, vivido como
destino de lo femenino, es la solución
unitaria al desgarro de las tensiones
dinámicas de lo masculino. Es así como
se revaloriza la imagen de la mujer como
todo amor y naturaleza que la consagra
como lo absolutamente otro, como
angelical e incontaminada.
En Lucinda podemos leer: “en lo
femenino se sintetiza todo lo que en un
proceso histórico-cultural se había
desgarrado: el espíritu femenino tiene una
ventaja sobre el del hombre, que gracias a
sus audaces combinaciones se aparta de
30
O.C. p. 10.
31
O.C. p. 12.
32
O.C. p. 27.
33
O.C. p. 28.
los prejuicios de la cultura y de las
convenciones burguesas y puede
instalarse en el seno de la naturaleza en
34
un estado de inocencia ”. La
identificación de la mujer con la naturaleza
adquiere rasgos positivos en cuanto que
la sensibilidad y la pasión se consideran
las vías irracionales privilegiadas de
acceso a lo Absoluto.
Es decir, se anima a la mujer para
que desarrolle la “audacia” de apartarse
de la cultura y que permanezca en la
“inocencia”, es decir, en la ignorancia.
Como podemos observar es el consejo
invertido que Kant daba a los hombres a
quienes recomendaba audacia para
pensar, y para perder la inocencia o
ignorancia que son los impedimentos para
adquirir la libertad. Una vez más nos
encontramos con el modelo ideal de la
mujer, soñada por el hombre, como objeto
adorable, ajena al ajetreo social y cultural,
lejos de la subjetividad autónoma, y
encerrada, por tanto, en las redes de la
servidumbre doméstica, aunque sea en la
jaula dorada del halago y la sublimación
de “lo femenino”.
Alicia Puleo comenta como en el
romanticismo, el cuerpo femenino aparece
como mediación que prescinde del logos,
como inmediatez de la primitiva unidad de
la vida. Es totalidad orgánica en la que lo
viviente y lo inanimado se confunden.
La mujer, en tanto que naturaleza,
es incapaz de autoconciencia y lo que la
caracteriza no es el intelecto sino la
intuición. Según Alicia Puleo: “este
microcosmos en el que todo es
movimiento y transformación viscosa es
valorado positivamente en tanto que
manifestación inmediata de la unidad de
35
aquello que la conciencia separa” .
Las imágenes líquidas y
nocturnas, como las que describe Novalis
en los “Himnos a la noche”, sugieren la
insondable unidad de lo viviente. La mujer
se convierte en testimonio de la presencia
de la Naturaleza como fundamento. La
mujer es un ser etéreo, la noche femenina
se hace transparente y pura: “Éxtasis
nocturno, sueño celeste, descendiste
hacia mí; el paisaje se elevó suavemente,
34
O.C. p. 86.
35
Alicia H. Puleo, Dialéctica de la
sexualidad,Madrid 1992, Ed. Cátedra, p. 81.
y por encima del paisaje mi espíritu
planeó liberado, regenerado. El texto se
convirtió en una nube a través de la cual
percibí los rasgos transfigurados de la
36
muy amada” . Una vez más, el espíritu
capaz de liberación es el hombre,
mientras que la “amada” no es más que el
medio natural que facilita la realización del
otro. Él es el protagonista de la historia y
ella su instrumento.
Goethe en el “Fausto” identifica
los valores positivos mundanos culturales
e intelectuales con Fausto, quien se
complementa con Mefistófeles, sin el que
no puede vivir, y que representa los
contravalores del mundo, la cultura y el
intelecto. En cambio Margarita representa
la inocencia, la simpleza de lo natural. Ella
está al margen de lo mundano y cultural,
no tiene realidad ni entidad propias, es un
complemento, es sólo un ideal, y como tal,
puede ser pura y auténtica y puede tener
una fe ciega e ingenua que Fausto admira
desde su escepticismo, pero, por
supuesto, que no comparte.
Lo femenino se valora por su
intuición, su inmediatez no corrompida por
la razón ilustrada, y, sobre todo, por su
capacidad de amor y de entrega sin
reservas, por agotar toda su esencia en
amar. A través de la inocencia de ella, él
busca su reconciliación con el mundo y
espera poder superar la escisión sujeto-
objeto. Él la utiliza para superar un
momento de su evolución personal. La
seduce, con las armas de la cultura,
disfruta de su entrega sin reservas, de su
infinita capacidad de amar, y cuando ya
no la necesita, la abandona, eso si, con
mucho dolor. Ella, por supuesto, cuando
pierde su papel de mediadora entre la
naturaleza y su amado, siente que su vida
está vacía, sin sentido, y muere.
Así pues, él es el que sufre, el
que está desgarrado pero también es el
que tiene una vida propia, y una
capacidad de elección. Ella es el bálsamo,
el consuelo y la liberación para él, pero sin
él su vida carece de sentido. Ella vive sólo
por y para él.
En conclusión, aunque cambie el
significado del concepto “naturaleza”, lo
que se mantiene constante, en el ideario
36
Novalis, Himnos de la noche, Madrid 1976,
Ed. Nacional. Editado por E. Barjau.
patriarcal, es la asignación de la mujer al
ámbito de lo natural como opuesto a lo
cultural.
Si los ilustrados habían rebajado
la categoría femenina, como carente de
entendimiento y, en consecuencia, habían
condenado a las mujeres a vivir entre los
fogones y los pucheros, los románticos al
revalorizar lo femenino como naturaleza,
hasta acuñar la fórmula del “eterno
femenino”, las idealizan hasta subirlas a
los altares para encasillarlas como objetos
de veneración, como símbolos del amor,
la belleza, la armonía, o la poesía.
En ambos casos la modernidad
cumple el objetivo de mantener a las
mujeres fuera del escenario de la vida
pública, al margen de la realidad social. El
patriarcado puede tolerar a la mujer
colocándola por debajo o por encima del
sujeto masculino, rebajándola o
sublimándola, pero nunca al lado, como
un ser igual, con los atributos de un sujeto
de decisión con capacidad para vivir una
vida propia.
En definitiva, la esencialización de
lo femenino como un ideal, como un mito,
es una trampa, aparentemente
halagadora, que no ayuda a la
emancipación de las mujeres, sino que,
por el contrario, cierra la posibilidad de
acceso a la participación en la sociedad
real, como seres humanos semejantes,
aunque diferentes, con las mismas
oportunidades y la misma consideración.
Ana Hardisson, Tenerife, Marzo
de 2002.