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MOURNING BECOMES ELECTRA Y LOS TRÁGICOS

Grecia Márquez
En la Paideia de Warner Jaeger, las cualidades principales de la obra de los tres grandes trágicos
griegos se describen con precisión. Grosso modo, el patriotismo heroico de Esquilo lo lleva a darle
un peso importante a los designios divinos, tanto los buenos (por ejemplo, la victoria de los
atenienses contra el ejército de Jerjes), como los negativos (las maldiciones familiares). Por otro
lado, Sófocles desarrolla la tragedia de la condición humana, donde tanto hombres como mujeres
son partícipes de su desgracia personal. No obstante la complejidad en los personajes del autor de
Electra, éste procura que la armonía tanto de las formas como del pensamiento imperen por sobre
los vicios del carácter y de la flaqueza humana, mientras que Eurípides redondea a sus protagonistas
y los dota de sus más básicos y bajos instintos y necesidades. La adaptación al cine de la novela
homónima de Eugene O’Neill, Mourning Becomes Electra, de 1947, bajo la dirección de Dudley
Nichols, está basada en la tragedia de Sófocles. Sin embargo, tiene momentos y características que
podríamos identificar con los otros dos helenos. A continuación, describiré algunos de los
momentos principales de la película y señalaré los enlaces que sugiero.
En cuanto a la estructura externa, en la tragedia original, el pedagogo da el prólogo recreando
el paisaje (una de las principales características de Sófocles, la plasticidad) y discutiendo con
Orestes cómo vengar la muerte de su padre. Observan el palacio, donde los crímenes se han llevado
a cabo y la sangre impregna los dinteles. Al contrario, en la película, el escenario no está a la
distancia de, sino que es la mansión misma. Ahí un grupo de vecinos, interpretables como parte del
coro, externan al sirviente, Seth (quien hará la función de corifeo), su deseo de entrar a la casa de
los Mannon, Pelópidas. Por lo tanto, la película inicia con la párodos. Una vez dentro, son ellos, el
coro, quienes comentan, insinúan morbosamente y provocan a Seth sobre el pasado y presente de
sus amos hasta que él finalmente los expulsa. Este inicio, abre la primera de las tres partes en que
está dividido el filme, “Homecoming”, donde justamente Ezra (Agamenón), retorna de la guerra.
El peso que tiene esta introducción es el de la maldición familiar, tan característica de
Esquilo. Incluso, podría decirse que las tres partes, la del retorno a la casa, “The hunted” y “The
haunted” van hilando la trilogía de la tragedia hereditaria. La primera parte, “Homecoming”,
retoma la historia de sangre presente desde el abuelo Abe, partícipe de la quema de brujas en Salem.

1
Se menciona que los Mannon tienen “esqueletos en el armario”1 tales que ni siquiera derribar la
vieja mansión y edificar una nueva ha podido borrar. A pesar de su aristocracia, no se han salvado
de caer en la inobleza y ensuciarse las manos. Seth cuenta a la hija mayor de Ezra, Lavinia, la
existencia de una enfermera quien durante su estancia de trabajo en la casa tuvo un hijo bastardo
de David, hermano del abuelo. Eventualmente, y antes del regreso del mismo Ezra, se da a conocer
que el pretendiente de verano de Lavinia es el mismo hijo bastardo de la historia oculta familiar, y,
peor, que durante el mismo tiempo que la había cortejado, era amante de Christine, su madre.
Cada parte de la película está a su vez dividida en secuencias que podrían hasta algún punto
analizarse como episodios y estásimos, escenas de acción, seguidas de otras que comentan lo
sucedido. El primer episodio inicia cuando Lavinia, luego de enterarse de la ascendencia de Brant
(el amante) y de su oportunismo con madre e hija. Ante esta situación nos encontramos con que el
Egisto de O’Neill es psicológicamente más profundo, incluso interviene y tiene un peso en la trama
mayor que el original. Lavinia entonces decide confrontar a su madre –apasionada Clitemnestra–
y amenaza de revelar a todos su aventura, manchando así su honra y sentenciándola a una vida
miserable y vagabunda. No obstante, luego de haber aceptado la condición de su hija de no ver a
su querido, Christine decide darle un giro a la situación y aceptar cínicamente sus pecados,
amenzando ahora ella a Vinnie con liberarse del secreto y vivir en adulterio con el otro. La tensión,
aumenta, pues de actuar la madre, podría matar a Ezra de un ataque al corazón, y al perjudicar su
imagen (como juez y general del ejército en la reciente guerra contra México), por extensión,
condenaría a la familia a ser vistos como escoria social. En la segunda parte, la madre urde una
forma de asesinar a Ezra sin levantar demasiadas sospechas, envenándolo en el lecho con una
sustancia conseguida por Brant. La muerte en la tragedia de Esquilo sucede en la bañera.
Clitemnestra con ayuda de Egisto lo atrapa en una red y lo apuñala. El deceso del patriarca
desemboca en la venganza de Lavinia ejecutada con ayuda de su hermano Orin (Orestes), de quien
Christine tenía predilección.
Finalmente, la tercera supone la predestinada metamorfosis de Lavinia en su progenitora, el
suicidio de su hermano empujado por la culpa terrible y la soledad de haber perdido a su amada
madre. Por último, el nuevo oscurecimiento de Electra, quien entonces reconoce la fuerza de sus
genes y, muerto su hermano, rechaza por última vez a su pretendiente Peter, pues al estar junto a

1
“They don’t want the folks to know their secrets […] O’ the Mannons have skeletons in their closets same as
us”, en Dudley Nichols (dir.), Mourning becomes Electra. RKO Radio Pictures, EUA, 1947, mins. 5:38-5:46
[Película].

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él finalmente a solas lo llama con el nombre del amante, Brant, y entonces su pasión por este primo
que tanto le recuerda a su padre, la termina de transformar ante Peter y ante sí misma. La única
decisión posible entonces es tomada, Lavinia escoge el celibato y duelo permanente en pos de
evitar el riesgo de perpetuar la blasfemia de su estirpe.
Este desenlace distanciado del original –en aquél Orestes y Electra actúan juntos y celebran
su triunfo junto a su otra hermana Crisóstemis– acentúa otro aspecto interesante de la película, el
del llamado “complejo de Electra”, a la par del “complejo de Edipo”. Propuestos por primera vez
por el psicoanalista Sigmund Freud, ambos términos refieren el enamoramiento y pulsión sexual
por la figura paterna del sexo contrario: Lavinia rechaza a Peter al inicio de la película para esperar
y cuidar de su padre, al final vuelve a hacerlo tras revelarse su pasión por y pérdida de la única
figura parecida a él; Orín comete suicidio tras haber contribuido al fin de su madre. Ambos,
movidos emocionalmente por sus aspiraciones incestuosas frustradas, encarnan la única otra
pulsión posible para la psicología freudiana del momento: la de muerte. “El luto se convierte en
Electra”, en la imposibilidad de amar a la sangre propia, sangre doblemente asesina.
Lo anterior entraría ya en la estructuración interna de la obra. Además de los complejos
respectivos, existen elementos procedentes de la estructura interna griega, tales como los presagios
y frases sugerentes que le develan algo del desenlace al espectador. En la Electra griega,
Clitemnestra manda a Crisóstemis a realizar sacrificios para calmar al muerto Agamenón; en la
adaptación, Christine habla y pide a Ezra que le perdone y permita continuar con su vida, pues
continuamente se siente ella observada –la casa Mannon está decorada con los retratos de cada uno
de los hombres de la familia. Lavinia argumenta continuamente sobre la honra familiar: los helenos
no podían permitirse barbaridades. Los sueños de Brant y Orín sobre una “isla perdida” harían
alusión a las esperanzas finalmente destrozadas de un amor limpio con Christine lejos de los
prejuicios sociales de la “civilización”. También sobre Brant, nombra su barco como “Flying
trades” o “bien-comercial/oficio/negocio volador”, mas éste nunca zarpa, siempre está sujeto a un
poste en el muelle. Y finalmente, Orin y Lavinia observan a su madre en los brazos del amante
desde arriba: mientras que ellos se ocultan en la cubierta, Brant y Christine están ciegos en el
interior de un barco de antemano hundido.
La pieza cinematográfica de Dudley, basada en la adaptación de O’Neill, tiene entonces
elementos relacionables a diferentes etapas de la tragedia ática. Muchos elementos de la versión de
Sófocles permanecen: la relevancia de los personajes femeninos a la par o incluso superior a la de
los héroes masculinos de Esquilo; un mismo argumento base, la preferencia de Clitemnestra por
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uno u otro de sus hijos y la recuperación de la honra aristocrática, por ejemplo. Mientras que hay
elementos que podrían ser de la primera fase, como la prevalencia de un hado y de la casta. O de
la última, una complejidad humana que es capaz de los más atroces o más sencillos actos en pos
de la comodidad y la ganancia: Seth deja entrar extraños a la casa a cambio de licor, la madre
decide entregarse al libertinaje, la hija odia a su progenitora y es incapaz de amar a alguien que no
sea su figura paterna, Orin es inocente hasta necesitar del pecho materno para consolarse y casi
desea yacer con él. Mourning becomes Electra o “The three great greeks are roots for Electra”. A
veces no basta con una “semilla inmortal”, a veces hay que tomar la flor y volverla a dibujar.

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