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l'erspectlvas del pensamIento contemporáneo 11

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Oleron, P. (1968): Langage et développment mental, Charles Dessart Ed., Bruselas.
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Pajón Mecloy, E. (1995): Ser y pensar, Fundamentos, Madrid. Teoría del conocimiento
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Panofsky, E. (1972): Estudios sobre iconología, Alianza Editorial, Madrid.
- (1979): El significado en las artes visuales, Alianza Editorial, Madrid.
- (1980): Renacimiento y renacimientos en el arte occidental, Alianza Editorial, Madrid.
Queau, Ph. (1995): Lo virtual. Virtudes y vértigos, Paidós, Barcelona.
Ramos, F. J. (1998): Estética del pensamiento. El drama de la escritura filosófica, Fun-
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Révesz, G. (1949): Einfohrung in die Musikpsychologie, Berna. 7.1. Un territorio filosófico cuestionado
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Safranski, R. (2001): Nietzsche. Biografta de su pensamiento, Tusquets, Barcelona.
Sartori, G. (2001): La sociedad multiétnica, Taurus, Madrid.
La teoría del conocimiento o epistemología (aunque no todo el mundo
Schajowicz, L. (1962): Mito y existencia, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, estaría dispuesto a conceder sin. discusión la sinonimia de estos dos términos)
Río Piedras. ocupa un amplio territorio filosófico. Un tratado sistemático de la disciplina
- (1979): Los nuevos sofistas. La subversión cultural de Nietzsche a Beckett, Id. típico contará con capítulos dedicados a afrontar el reto escéptico, a dar una
Simmel, G. (1977): Filosofta del dinero, Instituto de Estudios Políticos, Madrid. caracterización general del conocimiento, al problema de la verdad, de la jus-
Todorov, T. (1972): Introducción a la literaturafantdstica, Tiempo Contemporáneo, tificación, de la percepción, la inducción, la memoria, el conocimiento a-prio-
Buenos Aires. ri, el autoconocimiento, el conocimiento de otras mentes ...
Unesco (1978/1982): Corrientes de la investigación en las ciencias sociales, 4 vols., Tec- En los límites difusos de este vasto espacio se sitúan las más variadas dis-
nos, Madrid. ciplinas filosóficas, algunas de ellas incluso de más reciente reconocimiento
Vélez, M. C. (1999) : Los hijos de la Gran Diosa. Psicología analítica, mito y violencia, académico que la propia teoría del conocimiento.
Universidad de Antioquia, Medellín. En efecto, el término "teoría del conocimiento" sólo se forja en la prime-
Vigouroux, R. (1996): La fábrica de lo bello, Prensa Ibérica, Barcelona.
ra mitad del siglo XIX y en el contexto de círculq¡ neokantianos. Antes las refle-
Wasserziehr, G. (2001 ): El biculturalismo. Una investigación empírica y teórica sobre la
xiones epistemológicas aparecen fundamentalmente bajo los rótulos de "meta-
posibilidad de vivir en dos culturas y con dos sistemas de valores, Tesis doctoral iné-
dita: Universidad Autónoma de Madrid. física" y "lógica". A sus tradicionales y antiguas relaciones con estas venerables
Wellek, A. (1963): Musikpsychologie und Musikiisthetik. Grundriss der systematischen Musik- disciplinas se han ido sumando sus relaciones con otras mucho más recientes
wissenschajt, Akademische Verlagsgesellschaft, Fráncfort del Meno. como especialidades reconocidas: la filosofía del lenguaje, de la ciencia, de la
Wind, E. (1972): Los misterios paganos del Renacimiento, Barral, Barcelona. mente (o de la psicología), la antropología, etc.
- (1993): La elocuencia de los símbolos, Alianza Editorial, Madrid. Siendo un territorio tan vasto, no es de extrañar que por él transiten cara-
vanas filosóficas de las más diversas procedencias. Basta una ojeada a algunos
de los manuales sobre la disciplina que en los últimos años han proliferado en
nuestro país para percatarse de que por él deambulan filósofos analíticos, feno-
menólogos, teóricos críticos ... según algunos incluso hermeneutas, y habría
que añadir: pragmatistas de los más diversos apellidos, postestructuralistas,
posmodernos, etc.

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Perspectivas del pensamiento contemporáneo JI Teoría del conocimiento

La extensión del territorio y las marcadas diferencias de las etnias filosófi- otra teoría, la del flogisto, pongamos por caso. No puede haber teoría del cono-
cas que lo pueblan ya supone una primera y grave dificultad para levantar una cimiento como no puede haber teoría del flogisto. Porque, como no exim!~l
breve cartografía -como sin duda debe ser ésta- del mismo. Y con todo, las flogisto, no existe tampoco el conocimiento: no hay justificación, ni verdad,
dificultades más inmediatas no proceden del aspecto físico o humano de su ni siquiera, por sorprendente que esto pueda parecer, creencias. No cabe la
geografía, sino, digámoslo así, del político. teoría allí donde, sencillamente, no existe lo que debiera ser su objeto propio.
Que la epistemología está en crisis se ha convertido casi en un tópico en Empezamos a ver que el metaescepticismo -el escepticismo respecto a la
las dos últimas décadas. Lo que se cuestiona -por seguir con nuestra metáfo- viabilidad de una teoría del conocimiento- no está, después de todo, desliga-
ra- es que haya o pueda constituirse una disciplina legítima que gobierne sobre do del escepticismo a secas. Ahora bien, dado que el escepticismo a secas lo
aquel territorio. puede ser de muchos tipos y diferentes alcances tampoco podemos concluir
Este desafío a la teoría del conocimiento, al que a veces se alude con el que el escepticismo siempre implica el metaescepticismo. Hume, por ejemplo,
rótulo de meta-escepticismo, no es sin embargo novedoso. Convendría recor- era escéptico, pero muchos de los que están por liquidar la teoría del conoci-
dar que, por ejemplo, filósofos de talante tan reputadamente "epistemológi- miento lo tacharían, al menos en buena medida, como un autor epistemoló-
co" como fueron algunos positivistas lógicos, consideraban los problemas de gico. Es preciso, pues, matizar un poco más la relación entre escepticismo y
la teoría del conocimiento no menos insensatos que los de la metafísica. Yalgu- metaescepticismo si es que queremos aclarar lo que se menta cuando se habla
nos diltheyanos, antes de que la crisis de la epistemología se pusiera de moda, de crisis de la teoría del conocimiento.
ya hablaban de la necesidad de sustituir la teoría del conocimiento por una Volvamos sobre la comparación con el flogisto. De acuerdo, no existe esta
filosofía del conocimiento. Lo que, junto con la contraposición sistemática hipotética sustancia. Pero quienes negaron la existencia del flogisto, no nega-
entre epistemología y hermenéutica que realizó quien probablemente más con- ron por ello la pertinencia de la problemática, del programa de investigación,
tribuyó a aquella moda -nos referimos a Richard Rorty-, puede explicar el digámoslo así, en el que la postulación del flogisto se insertaba. Siguieron
porqué, a pesar de que se puedan publicar teorías del conocimiento en las que pensando que había necesidad de explicar el fenómeno de la combustión, por
se dedique un capítulo a las aportaciones de la hermenéutica, muchos hoy ven eso en lugar de al flogisto apelaron al oxígeno. El episodio del flogisto no es
a ésta como una alternativa a la teoría del conocimiento. como el de la ruina de la alquimia. En este caso, lo que se impugnó fue el
Ahora bien, un efecto pernicioso de los tópicos es que, a fuerza de repe- marco en su conjunto: no es que las teorías dentro del mismo fueran erróneas,
tirse, se termina por no comprender exactamente lo que significan. Nuestro es que no tenía sentido ninguno la búsqueda de la piedra filosofal. Podría-
caso no es una excepción. Hoy dista de estar claro lo que quiere decir que la mos servirnos de una ya vieja distinción de Carnap: la negación del flogisto
epistemología está en crisis. Desde luego, si nos atuviéramos a parámetros es una negación interna, la de la alquimia externa. La primera no cuestiona
bibliométricos la afirmación quedaría rotundamente desacreditada: compen- el marco de cuestiones, de métodos de investilación, de objetivos ... que vie-
dios, tratados generales, antologías, historias de la disciplina, estudios parcia- nen a definir una disciplina, la química en este caso. Pero esto es precisamente
les y específicos, y una plétora de artículos .especializados, muchos de ellos lo que se niega en el segundo ejemplo: la pertinencia de toda una disciplina,
publicados en revistas no menos especializadas, parecen desmentir la tan lle- la alquimia.
vada y traída crisis. El escepticismo -el de Hume, por ejemplo- puede ser una negación inter-
Pero evidentemente quienes hablan del descrédito o de la superación de la na a la propia epistemología. No cuestiona los presupuestos últimos de la dis-
teoría del conocimiento no están haciendo un diagnóstico sobre su salud aca- ciplina, ni .su interés, ya sea teorético, ya práctico. Quizá, después de todo, este
démica. Están intentado, por contra, apuntar algo mucho más sustantivo, una escepticismo no hace sino proponernos una nueva comprensión, alternativa a
cuestión estrictamente filosófica. ¿Cuál? la vigente en el momento en que se propone, de la justificación, de la verdad,
Hay una manera bastante obvia de entender lo que puede querer decirse de la creencia... (mutatis mutandis, algo parecido podría decirse de la metafí-
cuando se afirma la inviabilidad de la teoría del conocimiento, a saber: algo sica: ¿niega Hume la causalidad o simplemente propuso una comprensión
análogo a lo que se viene a afirmar cuando se niega la viabilidad de cualquier alternativa de la misma?).

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Perspectivas del pensamiento contemporáneo II Teoría del cono fimiento
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El metaescepticismo, aun cuando se apoye en el escepticismo, debe aspi- Para empezar no parece que todo lo que llamamos saber pueda caracte-
rar a una negación más radical, externa. Lo que quiere cuestionar son los pre- rizarse en estos términos. No parece, por ejemplo, que el repertorio de habi-
supuestos últimos de la epistemología, el significado de sus preguntas, la per- lidades prácticas a las que también denominamos saber -nadar, por ejem-
tinencia de sus objetivos ... El problema es que atendiendo a los metaescépticos plo- puedan analizarse fácilmente en términos de creencias, verdad y
no queda nada claro cuáles son aquellos presupuestos, esas preguntas o estos justificación.
objetivos. De hecho, una protesta habitual de los epistemólogos contra los Pero incluso si nos restringimos al ámbito del saber más teórico -el saber
metaescépticos es que lo que éstos denuncian como un presupuesto básico de que ... - sigue sin estar claro que el mismo pueda encajar bajo aquella defini-
la teoría del conocimiento (la concepción fundamentalista del mismo, por ción. Podría objetarse, platónicamente, que el conocimiento -la episteme- es
ejemplo) no es de ningún modo una asunción esencial a la misma. algo más que, y por lo tanto diferente de, la creencia -la doxa-. Al fin y al
A pesar de lo razonable de las protestas de los defensores de la teoría del cabo, la expresión "no lo creo, lo sé" parece absoluramente legítima.
conocimiento, y a pesar también de la deficiente explicitación que de los pre- No obstante, si se repara en que ese algo más que diferenciaría al conoci-
supuestos de ésta hacen, por lo general, los metaescépticos, quizá no fuera impo- miento de la mera creencia la tradición filosófica occidental ha solido concre-
sible, después de todo, aislar un conjunto más o menos amplio -en cualquier tarlo en una especie de certeza inconclusa, pueden empezar a vislumbrarse
caso, interrelacionados- de tales presupuestos: el objetivismo, el teoreticismo, buenos argumentos para neutralizar esta objeción. En primer lugar, porque
el cientificismo, el criticismo ... caracterizan un talante epistemológico. no son extraños los casos de quienes saben sin estar seguros de que saben, y
Concebir la realidad como objetiva, algo que nuestras representaciones de para estos, llamémosles así, "tímidos epistémicos" con los que todo profesor
la misma no crean sino a lo que ellas pretenden ajustarse; considerar que tales termina por estar familiarizado, el análisis de su saber en términos de atribu-
representaciones pueden estar libres de cualquier interés, o en cualquier caso ción de creencias verdaderas y justificadas parece lo más oportuno. Y en segun-
no responder sino a intereses teoréticos, puramente cognoscitivos; pensar que do lugar, y esto puede resultar mucho más significativo, porque a los platóni-
las ciencias, y sobre todo las ciencias naturales, son la mejor concreción de tal cos se puede responder wittgensteinianamente que justo allí donde la certeza
actitud; asumir que cabe distinguir entre lo que es conocimiento y lo que no que aquellos exigen está presente es donde no cabe hablar de conocimiento:
lo es, y que establecer una crisis semejante es de relevancia para el proceso de en condiciones normales, no tiene sentido decir que uno sabe que tiene dos
ilustración ... son lo que los partidarios de la teoría del conocimiento suelen, manos, o que conoce su propio nombre. Es como si la vindicación de cono-
de manera más o menos consciente, hacer. Y lo que los metaescépticos suelen, de cimiento - "sé que ... "- exigiera dejar la puerta abierta a la posibilidad de rec-
manera igualmente más o menos consciente, cuestionar. tificación -"creía saber... "-, como si la sombra de la posibilidad de errar hubie-
Como se ve, pues, no es de poco calado lo que está en juego en la legitimi- ra de acompañar inevitablemente al conocer.
dad de la empresa epistemológica. Mucho más que la salvaguarda de intereses En cualquier caso, la objeción al análisis d~l conocimiento en términos
académicos, o una cuestión arquitectónica sobre las partes de la filosofía y el de creencias, verdad y justificación que más tinta ha hecho correr no es la recién
orden que deben guardar, lo que está en juego es una parte de la autocompren- apuntada sino la que se ampara en los conocidos -en la jerga de la disciplina-
sión que la cultura occidental ha tenido de sí misma a partir de la modernidad. como casos Gettier. Un ejemplo de los mismos podría ser el del fanático afi-
cionado que cree que el equipo de sus amores ha derrotado al eterno rival, lo
que es verdad, porque (¡atención a este "porque"!) ha visto el partido por tele-
7.2. Problemas de definición visión, aunque en realidad lo que ha visto ha sido la reposición del encuentro
de la primera vuelta, que terminó con el mismo resultado favorable a su equi-
Ya que hablamos de presupuestos digamos que en el apartado anterior po, y que el canal autonómico, corto de presupuesto, ha emitido en lugar de
hemos estado dando por buena, de una manera tácita, una caracterización muy dar en directo el choque.
clásica del conocimiento como creencia verdadera justificada. Ahora bien, hay Hay varias estrategias posibles ante este tipo de casos. La primera, negar
razones más que sobradas para dudar de la adecuación de la misma. que realmente desafíen la caracterización del conocimiento que venimos bara-

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(
jando. Se podría negar, por ejemplo, que nuestro felizaf1~ionado esté realmente Varias respuestas se han dado a esta pregunta. Las dos más clásicas han sido
justificado en su creencia. Claro que también -y ésta sería la segunda opción- la fundamentalista y la coherentista. Más recientemente se ha bautizado un
se podría pensar que los mismos son genuinos contraejemplos de la definición híbrido de ambas: el fudherentismo. Cada una de ellas cristaliza la estructura
del conocimiento en términos de creencias verdaderas justificadas y, en conse- del conocimiento en una metáfora: la pirámide, la balsa, el crucigrama... Ana-
cuencia, buscar modificar ésta. O -tercera opción- aceptando que son genui- lizémoslas sucintamente.
nos contraejemplos, defender que no es necesario introducir modificación nin- Quizá el fundamentalismo sea la posición epistémica más antigua. Su razón
guna en esa caracterización, que vale para los casos normales, y no tiene por de ser está clara. Todos tenemos la experiencia de la inferencia (no siempre ni
qué preocuparse de los contraejemplos diseñados ad hoc para cuestionarla. necesariamente deductiva); de ese proceso por el que pasamos de unas creen-
Detrás de esta última opción late muchas veces el hastío provocado por cias a otras. Ahora bien, la inferencia es un proceso epistémico relevante cuan-
una discusión excesivamente "escolástica" -en el peor sentido de la palabra, do unas premisas evidentes permiten concluir tesis que, en principio, no lo
aquel que nos hace pensar en el problema del sexo de los ángeles- de este tópi- eran (de hecho, que no cumplía esta condición era el principal reproche de
co. y también una teoría bastante sensata del significado según la cual la mayo- Descartes a la lógica de su tiempo, de ahí su apelación a la intuición), cuando
ría de las palabras que utilizamos en el lenguaje ordinario -y "conocimiento" la propia inferencia se convierte en transmisora de verdad y de evidencia, en
sería una de ellas- no tienen un significado absolutamente preciso, por lo que suma: de justificación.
en vano buscaríamos una caracterización del mismo capaz de afrontar todo Lo que el fundamentalista hace es, a partir de aquí, una generalización.
posible contraejemplo. Del mismo modo en que la inferencia tiene una estructura unidireccional-de
Pero por muy comprensibles que sean los motivos que llevan a esta acti- las premisas a la conclusión- la justificación también: siempre irá de unas
tud, y por muy sensata que sea la teoría del significado que la respalda, es posi- creencias más evidentes a otras que en principio lo eran menos o no lo eran
ble que de los casos Gettier haya algo que aprender sobre la naturaleza del en absoluto ... y si nos embarcamos en un regreso de premisas y, por ello mis-
conocimiento, pues aún concediendo que los mismos se apoyan en circuns- mo, de justificaciones, la única manera de ponerle fin es remontándonos a
tancias anómalas -la inmensa mayoría diseñadas ad hoc por la imaginación de unas creencias -las creencias básicas- que ya no se justifican en ninguna otra
los filósofos- que no tienen por qué cuestionar nuestra usual comprensión del yen las que, en última instancia, se apoya todo el resto de creencias justifica-
conocimiento, aclarar qué es lo que falla en aquellas circunstancias nos puede bles -derivadas.
ayudar a comprender mejor qué es lo que presuponemos cuando en condi- En resumen, que el fundamentalista se caracteriza por asumir que la jus-
ciones normales hablamos del conocer, de modo parecido a como para enten- tificación es una relación unidireccional y que en el conjunto de nuestro cono-
der de qué depende la salud es conveniente estudiar las enfermedades, inclu- cimiento cabe la distinción tajante, excluyente, entre dos tipos diferentes de
so si éstas han sido artificialmente inducidas. creencias: las básic;as, no justificadas ni justificat5les por ninguna otra creencia,
y las derivadas, justificadas o justificables a partir de aquéllas. Las primeras
constituyen el suelo, el fundamento, del edificio del conocimiento, cuya estruc-
7 -3- De pirámides, balsas y crucigramas tura podría compararse a una especie de pirámide, con las creencias básicas en
su base -valga la redundancia- y las derivadas en las líneas de fuga que con-
En la primera sección de este trabajo se hizo una enumeración, rápida e ducen hacia el vértice.
incompleta, de algunos de los tópicos que figuran en el mapa de la epistemo- Esta caracterización del fundamentalismo puede parecer puramente formal;
logía. No todos tienen el mismo relieve. Sin duda, el más relevante, el que más neutral por tanto con respecto a sus diferentes concreciones, pero no lo es.
ha concitado la atención de los epistemólogos, aparte del de la verdad, con el En efecto, al sugerir que las proposiciones básicas son múltiples cuadra
que está estrechamente relacionado, es el de la justificación. ¿Cómo se justifi- mejor con la versión empirista que con la racionalista del fundamentalismo.
can aquellas de nuestras creencias que reivindican para sí el honorífico título Para los empiristas sería el conjunto abierto de nuestras plurales creencias empí-
de conocimiento? ricas -aquellas que tienen por contenido nuestra experiencia sensorial-las que

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no se justificarían por ninguna otra y justificarían, ás~; vez, al resto. Por con- nerse copernicano y defender que, dadas las limitaciones de los instrumentos
tra, los fundamentalistas de talante racionalista tenderían a restringir drásti- de observación y la inmensa lejanía de las estrellas, lo lógico era que tal para-
camente el número de proposiciones básicas. El ideal, sería que tal reducción laje no pudiera constatarse?).
no dejara sino una: el principio anhipotético -la idea de bien- del que habla- y hay todavía más. Nuestras creencias, al menos las de mayor relevancia
ba Platón en la República o el cogito cartesiano, por ejemplo. En este caso, epistémica, tienen un contenido proposicional. Ahora bien, hay argumentos
quizá el modelo de la pirámide siguiera siendo válido pero habría que inver- poderosos a favor del holismo semántico, esto es: a favor de la tesis de que el
tirlo. La fuerza justificatoria, que seguiría concibiéndose como unidireccional, significado de un término viene determinado por el conjunto de proposicio-
iría desde el vértice hacia la base, desde un único principio intelectual hacia la nes en las que puede figurar. De modo que no se podría tener una creencia
pluralidad del conjunto de nuestras creencias empíricas. aislada. Cualquier creencia (en la verdad de una proposición) implica un con-
Racionalista o empirista no son las únicas clasificaciones que caben del junto más o menos amplio de creencias (en la verdad de otras proposiciones) .
fundamentalismo. Se podrían distinguir otros tipos de fundamentalismo aten- ¿Se podría creer, por ejemplo, que Marte es un planeta o que los tomates madu-
diendo a cosas tales como la concepción de la relación justificatúria (¿deduc- ros son rojos si no se tuviera ninguna otra creencia astronómica o cromática?
tiva, inductiva, abductiva, intuitiva, reductiva ... ?) o al estatuto epistémico que y aún hay más. La justificación, puede argumentarse, es una relación lógi-
se concede a las propias creencias básicas (¿incorregibles, autojustificadas, caren- ca que sólo puede darse entre proposiciones. Por lo tanto, no cabe hablar de
tes de justificación ... ? Nótese que en este último caso el fundamentalismo sería justificación que apele a un ámbito extraproposicional: la experiencia, por
compatible con cierto tipo de escepticismo, pues se admitiría que a la base de ejemplo. De modo que si queremos evitar el escepticismo (en la base de nues-
nuestras creencias justificadas se encuentran nuestras creencias injustificadas, -tras creencias justificadas yacen las creencias injustificadas) o el dogmatismo
afirmación que es casi una paráfrasis de una observación que en su Sobre la (las creencias básicas se autojustifican) la única opción es la del apoyo mutuo
certeza hace el último Wittgenstein). No se va a entrar aquí en detalles. Retén- entre nuestras creencias.
gase que lo definitorio del fundamentalismo es el ya aludido doble compro- Los coherentistas rechazan, por consiguiente, el modelo piramidal con el
miso con el carácter unidireccional de la fuerza justificatoria y la consiguien- que los fundamentalistas conciben el conocimiento. En su lugar apelan a una
te distinción tajante entre creencias básicas y derivadas. metáfora alternativa que acuñó Neurath, según la cual habría que concebir el
Justamente las dos tesis que cuestiona el coherentismo. Para esta posición -sistema del conocimiento como un barco o una balsa que no podemos sacar
la fuerza justificatoria estriba en la coherencia que nuestras creencias puedan a dique seco para reparar. Siempre navegando, nunca anclada ni varada, sus
guardar entre sí. Y como la coherencia es una relación simétrica ("a" es cohe- elementos deteriorados deben ser sustituidos por otros desde su mismo inte-
rente con "b" exactamente en la misma medida en que "b" es coherente con rior. De la cohesión de estos elementos, de su coherencia, depende el que la
"a"), ello significa que aquélla no tiene una dirección privilegiada ni, consi- balsa pueda mantenerse a flote. -.j
guientemente, se puede distinguir entre creencias básicas y derivadas. Podría, no obstante, apurarse esta metáfora coherentista contra el mismo
Las razones que llevan al coherentismo son complejas pe~o poderosas. coherentismo. Sin algo externo a la propia nave: mar, lago, río ... ésta tampo-
Hablábamos antes, a propósito del fundamentalismo, de nuestra familiaridad co podría flotar ni tener rumbo ninguno. En términos no metafóricos: si nues-
con la inferencia. Pero no menos familiar resulta la experiencia de que la tras creencias no tuvieran que ver con algo diferente de sí mismas parece difí-
creencia que en ciertas circunstancias se utiliza para justificar otras, puede, cil que pudiera evitarse el escepticismo más radical. Todo el sistema parecería
cuando las circunstancias cambian, pasar a ser justificada por éstas. flotar, sí, pero en el vacío de la gratuidad más absoluta. Quizá podría alegarse
y hay más. Como algunos historiadores de la ciencia han señalado, en que una creencia particular está justificada por su relación con otras, pero ¿qué
muchas circunstancias no está claro qué debe preferirse: si cambiar de teoría justificaría al conjunto? ¿Por qué, entre dos sistemas de creencias igualmente
porque las constrastaciones empíricas previstas no se cumplen, o si mantener coherentes pero incompatibles entre sí, elegir uno en lugar de otro?
la teoría y modificar la predicción (¿debió Galileo retractarse de su copernica- _ J Estas objeciones al coherentismo son antiguas pero no por ello menos
\
nismo porque no constataba ninguna paralaje estelar, o hizo bien en mante- poderosas. Tan poderosas que parecen forzar el abandono del coherentismo.

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Pero ¿en qué teoría de la justificación refugiarse cu;-;do, como hemos visto, al menos nuestro conocimiento deberá constar de creencias coherentes entre
el fundamentalismo parece no menos seriamente tocado? sí y, además, adecuadas a la evidencia de la que disponemos.
Sobre tesis -fundamentalismo- y antítesis -coherentismo- se trataría de
construir una síntesis que a la vez conservara lo que de verdad tienen cada una
de estas dos alternativas y superara sus respectivas deficiencias. A esta alterna- 7.4. La tentación naturalista
tiva es a la que se conoce con el nombre de fundherentismo.
A pesar de su radical oposición, bien mirado fundamentalismo y cohe- El fundherentismo nos proporciona, sin duda, un modelo mucho más
rentismo comparten una premisa: el carácter unívoco de la fuerza justificato- plausible del conocimiento que el fundamentalismo o el coherentismo. Lo que
ria. La relación unidireccional que va de las creencias evidentes a las necesita- no quiere decir, no obstante, que no ofrezca un flanco importante al escepti-
das de justificación, en el caso del fundamentalismo, la relación pluridireccional cismo, o incluso al metaescepticismo.
de las creencias entre sí, en el del coherentismo. Hemos visto que la clave del fundherentismo estriba en admitir el carác-
Pues bien, es justamente esa premisa común a fundamentalismo y a cohe- ter biunívoco de la justificación, función tanto de una fuerza unidireccional
rentismo lo que el fundherentismo niega. Para el fundherentista la justifica- -la que fluye de las creencias justificatorias a las justificadas- cuanto de una
ción no es una relación unívoca sino biunívoca. Por una parte -y esto se con- fuerza multidireccional-la que fluye entre las distintas creencias justificadas-o
cede al fundamentalista-la justificación fluirá asimétricamente, de modo que Pero la biunivocidad de la justificación en el paradigma fundherentista no es
cabe distinguir entre creencias justificatorias -por ejemplo, las creencias empí- cuestión sólo de direccionalidad.
ricas- y creencias justificadas -creencias que no cuentan con el apoyo directo Una pregunta clave que el fundherentista debe afrontar es la siguiente: ¿de
de la experiencia, pero en cuyo favor se puede aducir una determinada rela- qué depende la aceptabilidad de las creencias justificatorias? Si su respuesta es:
ción inferencial con las creencias empíricas-o Pero también admitirá el de la coherencia que guardan con otras creencias, entonces el fundherentismo
fundherentista -y esto es lo que se concede al coherentista- que para deter- no es, en realidad, sino una vari~e mal disimulada del coherentismo, y tan
minar el grado de justificación de una creencia es pertinente considerar su vulnerable como éste al ataque escéptico. Porque ¿qué justificaría a nuestras
compatibilidad o incompatibilidad con otras creencias justificadas. creencias tomadas como un todo?
De esta forma, es por negar el presupuesto común a fundamentalismo y Quizá para evitar esta consecuencia escéptica el fundherentista no necesi-
coherentismo -el carácter unívoco de la fuerza justificatoria- por lo que el te negar que parte de lo que hace aceptables a las creencias justificatorias es su
fundherentismo puede conservar las tesis sustanciales de ambos -se puede dis- relación con otras creencias (ya sean justificatorias, ya justificadas, aunque en
tinguir entre creencias jutificatorias y creencias justificadas pero también la este último caso, para evitar el peligro de la circularidad, debiera proscribirse
relación que las creencias justificadas guardan entre sí forma parte de la justi- la posibilidad de que la creencia justificatoria r(ciba apoyo de aquella creen-
ficación . cia o creencias que ella justifica directamente); pero sí es seguro que necesita-
El grado de justificación del que goza una creencia, podríamos decir, es rá afirmar que esa relación no es todo lo que las hace aceptables. Constatación
el vector resultante de la integración de dos fuerzas de naturaleza diferentes: tras la cual se le abre una doble opción: o bien negarse a admitir una instan-
la de fundamentación, que le proporcionan las creencias justificatorias, y la de la cia extradoxástica, confiriendo a esas creencias el estatuto de autoevidentes; o
coherencia, que le da su relación con otras creencias justificadas. bien involucrar en la aceptabilidad de las creencias justificatorias un elemen-
Ni la metáfora de la pirámide, ni la de la balsa captan bien la naturaleza to extradoxástico. Ambas opciones tienen sus problemas.
del conocimiento. Mejor que ambas es la del crucigrama. Nuestras creencias Por una parte las creencias lógica o conceptualmente evidentes -como lle-
pueden ser comparadas con las diferentes entradas del mismo. Si la solución gó a admitir incluso un racionalista tan estricto como Descartes al postular la
que propongamos del crucigrama debe satisfacer el doble criterio del ajuste de necesidad que llegado cierto punto el progreso del sistema tenía de la expe-
las entradas entre sí, por una parte, y de la adecuación de cada una de ellas con riencia y del experimento- parecen un fundamento demasiado escuálido para
la definición que el autor del crucigrama nos proporciona, por otra, idealmente poder sostener por sí mismas el vasto edificio de lo que creemos y aspiramos

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Teoría del conocimiento

a conocer. Y completar el repertorio de creencias au(~evidentes dotando de p es el caso, porque p, de hecho, no es causalmente responsable de su creen-
este estatuto a algunas que no lo son lógica o conceptualmente parece inevi- cia de que p (en nuestro ejemplo, el fanático no sabe que su equipo ha gana-
tablemente volvernos a conducir hacia aquel escepticismo de justificación cuya do el partido de la segunda vuelta contra el eterno rival porque, a pesar de
posibilidad ya fue avistada al hablar del fundamentalismo, ya que sería reco- que lo cree verdaderamente, y tiene justificación para creerlo, su creencia no
nocer que buena parte de las creencias justificatorias son evidentes simple- es causalmente producida por el partido de la segunda vuelta que su equipo,
mente porque son tomadas como tales, es decir, que realmente ellas mismas efectivamente, ha ganado, sino por el que ganó en la primera vuelta).
carecen de justificación. Un escepticismo, obvia decirlo, que tiene como coro- Estamos en disposición de completar el análisis clásico del conocimiento.
lario inmediato el relativismo y el contextualismo, pues nada impediría tomar Éste no sólo implicaría creencia verdadera justificada sino, he aquí la nueva
como evidentes creencias justificatorias mutuamente incompatibles y que, por condición, que al menos en el caso del conocimiento básico esa creencia fue-
consiguiente, sólo se pudiera hablar de justificación por relación a un deter- ra (causal mente) producida por el hecho sabido. No está claro, sin embargo,
minado contexto de elección de creencias justificatorias. que este nuevo análisis permita ajustarse a los ideales regulativos de la episte-
Queda como alternativa, pues, involucrar en la aceptabilidad de las creencias mología. Veamos por qué.
justificatorias un elemento extradoxástico. La experiencia sensorial es, evi- Se dijo más arriba, por ejemplo, que el propósito de establecer una crisis,
dentemente, la candidata más idónea para desempeñar este papel. una separación, entre lo conocido (o cognoscible) y lo desconocido (o incog-
Ello significa, para empezar, negar el argumento, reiteradamente aducido noscible) era una tarea de primera importancia pru=-a la teoría del conocimien-
por los coherentistas contra el fundamentalismo de corte empirista, y al que to y su autocomprensión ilustrada. Pues bien, la agregación de la condición
ya hicimos alusión, según el cual la justificación es una relación puramente causal recién aludida ¿contribuye o dificulta este propósito?
lógica que, como tal, sólo puede darse entre proposiciones. El fundherentista, Tal y como se ha formulado esta condición -según lo que es usual- la
por contra, admitiría ahora que aquellas de nuestras creencias justificatorias misma da un cariz externista al conocimiento. Estamos ahora en la antípo-
que no sean lógicamente evidentes, están justificadas, al menos parcialmente, da de la concepción cartesiana (o también lockeana) del mismo. El criterio
por su relación con un elemento extradoxástico: la experiencia. ¿Qué tipo de interno de conocimiento (la certeza con que se intuye la idea, o la relación
relación es ésta? Dado que no es una relación lógica, deberá ser una relación entre las ideas), deja ahora su lugar a un criterio puramente externo: la fác-
causal. Así las creencias justificatorias que no son lógicamente evidentes esta- tica vinculación causal entre un hecho del mundo y una creencia del sujeto
rán justificadas, al menos parcialmente, por estar causadas por la experiencia. acerca del mismo.
Se puede apreciar ahora que, tal y como se adelantaba, la biunivocidad de Pero mientras el sujeto es consciente de la certeza o de la evidencia de sus
la fuerza justificatoria en el fundherentismo no es sólo cuestión de dirección ideas (y de este modo, este criterio podía hacerse valer en favor del proyecto
sino también, vamos a decirlo así, de naturaleza. No es sólo que el fundhe- de ilustración), no tiene por qué serlo de la efedfva relación causal que media
rentista admita que la fuerza justificatoria puede ser unidireccional-como la entre el mundo y sus contenidos doxásticos.
que va de las creencias justificatorias a las creencias por ellas justificadas- o Yes que, por todo lo dicho, nada impide que el sujeto tenga una creencia
multidireccional-la que fluye entre las creencias justificadas- sino que ade- verdadera justificada y producida por el hecho sobre el que aquella creencia
más admite que esa relación tanto puede ser de naturaleza lógica (o en cual- versa... ¡sin que él sepa que este último es el caso! Lo que viene a ser tanto como
quier caso evaluativa) -la que se da entre creencias- cuanto causal-como la decir que en los enfoques externistas del conocimiento nada impide que el
que se da entre la experiencia y ciertas creencias. sujeto sepa sin saber que sabe. Y la pregunta obvia, entonces, es: desde una
Que la causalidad cuente como parte de la relación justificatoria no es, en perspectiva crítica ¿de qué le serviría al sujeto un tal saber?
principio, implausible. De hecho, ahora podemos volver a la consideración de En cualquier caso, la consideración de que nuestras creencias cognosciti-
los casos Gettier y de aquel "porque" sobre el que llamábamos la atención para vas están en una relación causal -o, más ampliamente, nomológica- con su
concluir que un elemento causal está involucrado en el proceso de conoci- entorno, no sólo presiona en favor del externismo; también se encuentra en la
miento. A no sabe que p, a pesar de que él cree justificadamente que p y que base del proyecto de naturalización de la epistemología.

34° 34 I
rerspectlVas ael pensamtento contemporaneo 11
Teoría del conocimiento

En efecto, si tal es el caso, ¿por qué no considei~ ~l conocimiento, en su nes existenciales. No nos preocupemos, o al menos no nos preocupemos para
conjunto, como un fenómeno empírico más? Y si así lo consideramos ¿por qué empezar, de la dimensión normativa del conocimiento; viene a ser su reco-
no habría que conceder a la teoría del conocimiento el mismo estatuto que al mendación. No nos preocupemos de si está justificado o no lo que se tiene por
resto de las disciplinas que estudian fenómenos empíricos? conocimiento. Tomémoslo simplemente como un dato, como un fenómeno ,
La naturalización de la epistemología impone, pues, una cierta considera- e indaguemos en sus relaciones causales y nomológicas con el mundo. Lo que
ción del conocimiento -como un fenómeno empírico-; pero también una tesis se pretende no es justificar nuestras teorías sino explicar la relación fáctica que
metafilosófica según la cual no debe considerarse a la teoría del conocimien- existe entre ellas yel mundo. Por eso no hay circularidad, porque aunque este-
to como una filosofía primera sino como una teoría empírica más. O para ser mos dando por válidas nuestras teorías acerca del mundo, no estamos inten-
más exactos, como un capítulo de alguna teoría empírica. ¿De qué teoría? tando servirnos de ellas para justificar su propia validez.
No hay una única respuesta a esta pregunta. La teoría del conocimiento Por otra parte, la consideración del conocimiento que esta reducción natu-
puede verse como un capítulo de la biología, de la psicología, de la neuro- ralista impone permite afrontar también la carga de dogmatismo. Si el conoci-
ciencia, de las teorías de la información o, inclusive, de la sociología. miento se tiene por un fenómeno empírico más y lo único que se pretende es
Obviamente no podemos entrar aquí a exponer detalladamente todas estas establecer sus antecedentes causales o el marco de conexiones nómicas en el que
variedades -quizá más complementarias que incompatibles- de la epistemología se inscribe, ¿por qué habría de ser más dogmático ,8 pretender hacer todo esto de
naturalizada. Sólo podemos hacer una valoración global de la misma preguntán- una manera científica de lo que resulta serlo el afrontar científicamente la inves-
donos, para empezar, por su virtualidad para afrontar el desafío escéptico. tigación causal o nómica de otros fenómenos: físicos, químicos, biológicos, etc.?
La pregunta parece pertinente desde el momento mismo en el que las con- Formalmente, pues, parece que el partidario de la naturalización de la epis-
cepciones naturalistas parecen pasto adecuado de uno de los tropos escépticos temología está en disposición de afrontar las acusaciones escépticas de circu-
más clásicos: el de la circularidad; o ¿acaso no suena a circular la apelación a laridad y dogmatismo. Lo que no está nada claro es que su enfoque pueda
la ciencia para explicar un fenómeno , el del conocimiento, del que aquélla no impedir las más radicales consecuencias escépticas e, incluso, que no conduz-
es sino una presunta parte? ca al metaescepticismo, pues es sumamente discutible que la epistemología
y esta presunción, necesaria para que el proyecto de naturalización sea asu- naturalizada pueda ponerse en una relación de continuidad, y no de ruptura,
mible (pues, evidentemente, si no confiáramos en la ciencia como auténtico con el proyecto epistemológico tradicional. Veamos.
conocimiento no nos embarcaríamos en la tarea de dar una explicación cien- Las consecuencias escépticas de la reducción naturalizadora se hacen evi-
tífica del conocimiento) , ¿no viene a mostrar que la epistemología naturalista dentes desde el momento en que nos percatamos de su incapacidad para sos-
no puede evitar tampoco la carga de dogmatismo? layar el más radical de los relativismos. Frente a dos creencias incompatibles,
Hay una respuesta naturalista a estas objeciones que resulta interesante. ambas con pretensiones de conocimiento, todo 10 que podría hacer el episte-
La carga de circularidad -empieza por decirnos- sólo parece convincente si no mólogo naturalista es explicarnos cómo han llegado a producirse ... pero habien-
se tiene en cuenta que la naturalización del conocimiento, al implicar su con- do hecho epoché de toda dimensión normativa, nada tendría que decirnos a
sideración como un mero fenómeno empírico, cancela su dimensión norma- propósito de cuál de ellas tiene más verosimilitud.
tiva. Habría circularidad y dogmatismo, ciertamente, si teniendo a la ciencia Por otra parte, si realmente quiere soslayar la carga de dogmatismo el epis-
por un conocimiento válido, se la intentara utilizar para dar cuenta de la vali- temólogo habrá de aplicar reflexivamente a sus propias conclusiones la pers-
dez del conocimiento. Pero justo es esto último lo que no se supone. pectiva naturalista que preconiza para toda pretensión cognitiva, de modo que
El partidario de la epistemología naturalizada, podría decirse, opera una todo lo más que podrá decir de ellas es no que están justificadas sino, simple-
especie de reducción inversa a la fenomenológica. Si ésta consiste en poner mente, que son el producto obtenido a partir de ciertas condiciones y proce-
entre paréntesis la existencia de los fenómenos para conservar su sentido, la dimientos. En principio, nada justificaría la superioridad de las mismas sobre
reducción naturalista, vamos a decirlo así, exige desatender al sentido de ese otras conclusiones obtenidas a partir de condiciones distintas o siguiendo pro-
fenómeno que es el conocimiento para atender, únicamente, a sus condicio- cedimientos diferentes.

34 2 343
Yerspectlvas del pensamIento contemporáneo 11
Teoría d.el conocimiento
~ .

A quien esté familiarizado con la historia de la·-;;pistemología esta última metro por el que evaluar diferencialmente las novedades biológicas, a saber:
objeción puede que le recuerde las críticas al historicismo (y al psicologismo) su relativo valor de supervivencia. ¿Por qué no aplicar este "valor" darwiniano
con las que se inauguró el siglo xx. Si todo conocimiento está condicionado a las creencias y las teorías? ¿Por qué no decir que están justificadas aquellas
históricamente (o psicológicamente) , la tesis que postula tal condicionamien- creencias y teorías que justamente más contribuyen a la supervivencia? Este
to ¿no está a su vez históricamente (o psicológicamente) condicionada? ¿No valor, por otra parte, permitiría la justificación de todos aquellos principios
debe, por tanto, renunciar a la pretensión de una validez incondicionada y heurísticos ---especialmente encarnados en el proceder científico- que más con-
aceptar, por contra, que sólo puede tenerse por verdadera en determinadas tribuyeran a la obtención de las' creencias y teorías dotadas de mayor valor
épocas históricas (o bajo ciertas condiciones psicológicas)? diferencial de cara a la supervivencia.
Algunos epistemólogos naturalizados -especialmente algunos de los que La pregunta es ¿puede reducirse la dimensión normativa del conocimien-
se han movido en la perspectiva sociológica- no han retrocedido ante estas to a este valor darwiniano? Y la respuesta parece ser que difícilmente. Pues fijé-
consecuencias. Han aceptado por igual tanto el relativismo, cuanto la aplica- monos que si la justificación epistémica se reduce al valor de supervivencia,
ción reflexiva del enfoque naturalizador -sociológico en este caso- a sus pro- estamos condenados a no admitir otra validación del conocimiento que la
pias conclusiones. puramente tecnológica e instrumental, ahora bien, es.,,~vidente que no todo lo
Alternativamente, otros -especialmente de entre los que se mueven en la que sabemos tiene esta finalidad.
perspectiva de la neurociencia- han terminado por adoptar una posición, que Por otra parte, incluso si se reduce la racionalidad a su dimensión más
bien podría llamarse eliminacionismo, que reconoce que su enfoque poco tie- estrictamente instrumental y el conocimiento a conocimiento tecnológico,
ne que ver con el proyecto epistemológico tradicional-y no debiera extrañar- dista de estar claro que este mismo conocimiento no pudiera terminar por trai-
nos ahora que muchos de los más reputados metaescépticos hayan salido de cionar el valor que supuestamente lo inspira. ¿O acaso no sabemos hoy que
las filas del naturalismo más radical-, y que la epistemología naturalizada nada muy probablemente el mayor riesgo para la supervivencia del género huma-
tiene que decir ni de la justificación, ni frente al escepticismo. Sencillamente, no estribe precisamente en el conocimiento técnico que él mismo ha produ-
éstos no serían problemas que les concernieran. cido? ¿Estaría obligado por su lógica a decir el epistemólogo naturalista que
Sin embargo, hay que decir que el escepticismo yel metaescepticismo están ante la eventual desaparición del género humano por una conflagración nuclear
muy alejados de las intenciones de muchos de los partidarios de la naturaliza- éste no llegó a conocer los principios de la fisión del átomo? Al fin y al cabo,
ción de la epistemología (y, desde luego, no era la de pioneros de este enfoque en una eventualidad semejante este pretendido conocimiento se mostraría des-
como Quine, quien pensaba en la epistemología naturalizada como la here- pués de todo como el más contrario al valor de supervivencia,
dera natural de la epistemología clásica) . Ello significa que para ellos, como ya En definitiva, pues, lo que vemos es que la epistemología naturalizada es
se advertía antes, si bien se puede empezar por prescindir de la dimensión nor- incapaz de hacerse ¡:argo satisfactoriamente de rts tareas propias de la episte-
mativa del conocimiento, ésta debe ser posteriormente recuperada, y que por mología clásica, Incapaz de cerrar el paso al escepticismo, abre las puertas tam-
lo tanto es posible afrontar desde coordenadas estrictamente naturalistas el bién al metaescepticismo.
problema de la justificación -o como lo denominaba el propio Quine: el pro- El motivo último de su fracaso posiblemente no sea otro sino la imposi-
blema doctrinal. bilidad de reducir las razones a causas. De ahí que, dado que son aquéllas, y
Pero ¿dónde encontrar en un marco estrictamente naturalista un valor que no éstas, las que están involucradas en la justificación, el epistemólogo natu-
pueda desempeñar una función normativa y al que, consecuentemente, se pue- ralizado no pueda superar el obstáculo que la dimensión normativa de los con-
da apelar como justificación? Es justo en este punto donde los partidarios de ceptos epistémicos supone para su enfoque. Aunque el fenómeno cognitivo
la naturalización de la epistemología se vuelven hacia Darwin. tenga causas -y esto está fuera de toda duda-, la explicación de las mismas -y
Algo filosóficamente importante que éste nos enseñó es que, aun prescin- éste es el terreno en el que las epistemologías naturalizadas tienen mucho que
diendo de la teleología que la revolución científica había desterrado del ámbi- decir- nunca podrá equivaler a una clarificación de su dimensión normativa.
to de la realidad física a principios del siglo XVII, se podía encontrar un pará-

344 345
r f<f ~pf<"¿¡l/U~ Uf<¡ pf<n~Urr¡¡f<fUU "urUf<mpuraneu 11
Teoría del conocimiento

7.5. Conocimiento y justificación cionar huyendo cuando no hay motivo objetivo para ello. En uno y otro caso
podemos hablar de error. Su acción es inadecuada a la situación.
Volvamos al fundherentismo. Como vimos éste, en su versión más pro- Para hablar de normatividad en un sentido pleno lo que se requiere es que
metedora, aun reconociendo el peso de la coherencia, reintroducía la apela- aquella acción se convierta en praxis, que el concepto adquiera una naturale-
ción a la experiencia como fuerza justificatoria, y señalaba que ello significa- za lingüística y sea el producto, más que de condicionamientos genéticos, del
ba que la justificación tiene también una dimensión causal. aprendizaje social. Percibir la realidad quiere decir entonces reconocerla como
La conclusión es legítima. Al fin y al cabo, la experiencia sensorial incor- ejemplificando aquellos conceptos con los que nuestro lenguaje nos ha per-
pora un elemento causal que ineluctablemente sale a relucir en el análisis de trechado, de modo que cuando apelamos a nuestra experiencia para justificar
los predicados perceptivos. Si decimos que vemos que p, implicamos que p es nuestras creencias, cuando apelamos a ella como evidencia, ya no hay sólo una
causalmente responsable de nuestra experiencia sensorial. Pero lo que es impor- referencia a una relación causal de nuestra experiencia con el mundo sino tam-
tante notar, si queremos precisar un poco más la relación entre razones y cau- bién al conjunto de normas sociales, lingüísticamente vehiculadas, que per-
sas en la justificación, es que el componente causal por sí solo no convierte miten discriminar entre descripciones correctas o incorrectas de la situación
todavía a la experiencia de p en evidencia de que p. causalmente responsable de nuestra experiencia.
Un ejemplo extraído de la historia de la ciencia puede aclarar este punto. Causalidad y normatividad vienen, pues, inextricablemente ligadas inclu-
Cuando en el valle del Neander se encontraron los primeros restos del hom- so en el terreno de las creencias empíricas a las que puede competer, en un
bre de Neanderthal, aquella experiencia todavía no era evidencia de la exis- determinado contexto, el papel justificatorio más básico. Estamos ineludible-
tencia de una especie de homínido antecesora del Homo sapiens sapiens. Aun- mente encerrados en el conjunto de líneas horizontales y verticales que cons-
que la experiencia sensorial de sus descubidrores estaba causalmente producida tituyen el crucigrama de nuestro sistema conceptual. No tenemos un acceso
por un fósil de Neanderthal, ellos lo veían como los restos de un ser humano independiente a las definiciones de los términos -una experiencia incontami-
aquejado de imbecilidad, y no como un fósil neanderthalensis. nada de conceptos-o Mucho menos al solucionario -a cómo es la realidad inde-
Se puede sacar una enseñanza general de este ejemplo particular. Para que pendientemente de nuestra relación empírica con ella.
la experiencia sensorial de x justifique su creencia de que p, no basta con que Depurado el fundherentismo de cualquier interpretación ingenuamente
p esté causalmente involucrado en la experiencia de x. Es además necesario empirista la pregunta que subsiste es si puede afrontar el reto escéptico y meta-
que x vea a p como p. Lo que no es sino otra manera de reafirmar una tesis de escéptico. Si permite mantener la presunción de objetividad de nuestro cono-
ascendencia kantiana, a saber: que la experiencia ha de venir conceptualmen- cimiento y hacerse cargo de la dimensión crítica que alentó el original pro-
te articulada para ser epistémicamente relevante. yecto epistemológico.
No debiéramos hacer una interpretación especialmente intelectualista de En principio, al subrayar el carácter práxico de í uestra experiencia y, con ello,
la noción de concepto o de creencia involucradas en la experiencia sensorial. su permeabilidad conceptual, puede pensarse que el fundherentismo empuja a
Para los animales -y aquí la teoría ecológica de la percepción elaborada por una conclusión, por antirrealista, escéptica. Sin embargo, bien pensado lo que
J. Gibson resulta extremadamente clarificadora- bastaría con una concepción puede apreciarse es que todo lo que se descarta es esa peculiar forma de realismo
pragmática que, a la manera de Peirte, nos permitiera comprender la creen- que, ingenua y dogmáticamente, considera que nuestros conceptos, nuestro len-
cia, y los conceptos que la articulan, como indisolublemente ligada a la acción. guaje o nuestra comprensión del mundo deben concebirse como un reflejo de la
Que un animal huya es lo que hace que resulte verosímil decir que percibe un realidad. Nada lo hace incompatible con esa otra forma de realismo que nos
determinado olor o un sonido o una forma como evidencia de la presencia en recuerda que nuestros conceptos, nuestro lenguaje o nuestra comprensión, aun-
los alrededores de un depredador. que nuestros, lo son del mundo. Si se tiene la tentación de pensar que, por estar
En esta referencia a la acción ya hay involucrada una primera forma de necesariamente mediada conceptualmente, la realidad a la que tenemos acceso
normatividad, una protonormatividad, si se quiere. Pues el animal puede no es subjetiva (en todo caso, para ser más estrictos, intersubjetiva); piénsese, en com-
percibir el peligro que le acecha en una determinada situación o puede reac- pensación, que por tratar de la realidad nuestros conceptos son objetivos.

347
Perspectivas del pensamiento contemporáneo 11
Teoría del conocimiento
~ .

Quizá, después de todo, haya una manera bast;nte intuitiva y simple de los ptolomeicos O las paleontológicas de los cuverianos estaban car d
. . ga as d e teona
'
ilustrar el realismo con el que el fundherentismo práxico -vamos a llamarlo geocentnsta o catastrofista, del tlllsmo modo en que las observacl'on d 1
. . . . es e os coper-
así, pues la posición a la que nos estamos refiriendo es más amplia que lo que filcanos o de los darwmlanos lo estaban de hehocentrismo o de evo1UClOfilsmo. . .
se conoce por pragmatismo- resulta coherente. Es claro, pongamos por caso, Pero ello no impidió que en un proceso -que bien considerado no fue excesiva-
que el metro es una creación humana condicionada por intereses humanos -su mente largo-la comunidad científica decidiera a favor de una de esas teorías y en
manejabilidad, por ejemplo-. Pero no es menos claro que la longitud que medi- detrimento de las otras, precisamente porque veía a aquellas en favor de las cuales
mos aplicando el metro no es una creación humana. decidía como satisfaciendo mejor los intereses que yalse tenían cuando se abraza-
Por cierto que esta alusión a los intereses, aquí introducida como de pasa- ba la vieja teoría: simplicidad explicativa, fuerza predictiva, etc.
da pero esencial para una comprensión cabal de lo que es la praxis, probable- Si la práctica científica permitiera con mayor eficacia la satisfacción de
mente permita afrontar otro grave peligro escéptico: el relativismo. intereses cognitivos comunes a todos los seres humanos -inclusive a aquellos
Según se ha visto, no hay justificación que no sea interna a un sistema con- que viven en culturas donde la ciencia no existe como institución- nada impe-
ceptual u otro. Ahora bien, dado que la historia -y también la antropología, diría al fundherentista práxico reivindicar la superioridad epistémica de aqué-
aunque quizá cada vez menos dada la creciente homogeneidad de nuestro mun- lla sobre otras instituciones que también aspiran a una dimensión cognitiva
do- nos informa de la existencia de una pluralidad de los mismos, ¿no se sigue -la astrología, por ejemplo- y, de esta manera, reapropiarse el proyecto críti-
de aquí que en diferentes sistemas pueden estar justificadas diferentes creen- co e ilustrado discriminando entre creencias mejor o peor fundadas o, en el
cias, incluso creencias incompatibles entre sí? extremo, absolutamente infundadas.
Sin duda el fundherentista práxico deberá conceder que hay mucho de ver- Ahora bien, la conciencia de que la evaluación es relativa, necesariamen-
dad en esta argumentación. A pesar de lo que los teóricos de la caridad inter- te, a unos intereses, podría conducir al epistemólogo hacia una ilustración, por
pretativa puedan alegar, la existencia de cierto grado de pluralidad conceptual, así decirlo, menos ingenua. Después de todo, es discutible que incluso en el
que en algunos casos puede ser extraordinariamente significativa, resulta un ámbito de la ciencia sólo deba perseguirse la satisfacción de unos únicos inte-
dato difícilmente controvertible. De modo que cabe la posibilidad -que a veces reses cognitivos; y mucho más evidente todavía que los seres humanos abri-
se ha hecho efectiva- de la existencia de creencias incompatibles justificadas gan creencias que no responden fundamentalmente a los intereses cognitivos
en el seno de diferentes sistemas conceptuales. que la ciencia indiscutiblemente satisface de una manera privilegiada.
Ahora bien, de la pluralidad conceptual, incluso de la concesión de que toda O dicho de otra manera, el análisis del conocimiento, la clarificación del
observación está conceptual o teoréticamente cargada -lo que, por decirlo en tér- carácter práxico de la justificación, podría permitir al epistemólogo reconocer
minos kuhnianos, puede significar admitir que cada teoría conlleva su propio la superioridad de la ciencia en la satisfacción de ciertos intereses cognitivos y,
mundo y que, por lo tanto, aquéllas resultan inconmensurables- no se sigue nece- a la vez, combatir su degradación ideológica en la forma de cientificismo.
sariamente -como, contra lo que suele ignorarse, bien sabía el propio Kuhn- la
indecidibilidad entre sistemas conceptuales y teóricos alternativos; una decidibi-
lidad que depende, en última instancia, de que se compartan ciertos intereses. Bibliografía
Por volver a nuestro ejemplo. Si lo que nos interesa es medir las cosas, des-
de luego podemos servirnos de patrones diferentes (a lo mejor inconmensu- La bibliografía sobre la teoría del conocimiento es inmensa y expansiva. Sin
rables, en el sentido más literal del término, es decir: no reductibles a una medi- ningún afán de exhaustividad nos limitamos aquí a recomen?ar alg~nos de los
da común) . Pero ello no significa que no se pueda llegar a una decisión razonable tratados de autores españoles o iberoamericanos que han apareCido recientemente:
de, para cierto propósito, utilizar uno en detrimento de otro -por ejemplo,
debido, como se apuntaba, a su mayor manejabilidad. Arce, J. L. (1999): Teoría del conocimiento, Síntesis, Madrid. .
Si nos volviéramos hacia la historia de la ciencia no sería difícil encontrar casos Blasco,]. L. Y Grimaltos, T. (1997): Teoria del coneixement, Universitat de ValenCIa,
de lo que aquí se está apuntando. Ciertamente las observaciones astronómicas de Valencia.

349
l'erspectivas del pensamiento contemporáneo JI

~ -

Blasco, J. L. Y Torrevejano, M. (eds.)(2000) : Trascende:;;alidad y racionalidad, Pre-


textos, Valencia.
García, E. y Muñoz, J. (eds.)(1999): La teoría evolucionista del conocimiento, Edito-
rial Complutense, Madrid.
Marrades, J. y Sánchez, N . (eds.)(1994): Mirar con cuidado. Filosofla y escepticismo,
Pre-textos, Valencia.
Muñoz, J. y Velarde,]. (eds.) (2000): Compendio de epistemología, Trotta, Madrid.
Olivé, L. (ed.)(1995): Racionalidad epistémica, EIAF, vol. 9, Trotta, Madrid.
Rábade, S. (1995): Teoría del conocimiento, Akal, Madrid.
Sánchez, D . (2001) : Teoría del conocimiento, Dykinson, Madrid.
Terricabres, J. M . (ed.)(2000): Teoría del coneixement, Edicions de la Universitat Ober-
ta de Catalunya, Barcelona.
Villoro, L. (ed.)(1999): El conocimiento, EIAF, vol. 20, Trotta, Madrid.

35°
5. ¿ Qué es el conocimiento?

Parece que lo primero que debe hacer la teoría del conocimiento, es decir
qué es aquello de 10 que se ocupa: qué es el conocimiento. Esta preocupación
viene de muy lejos, de Platón (428-347 a. e. c.), quien ya intentaba proporcionar
una definición en el Teelelo. De su mano se introducía una preocupación que se
convÍl1ió en obsesión durante los años sesenta y setenta, una obsesión que, aun-
que últimamente ha remitido sin haber conseguido su objetivo, ha dado sus fru-
tos en el tratamiento y comprensión de otros problemas epistemológicos, estre-
chamente relacionados. Se trata de decir qué es el conocimiento mediante una
definición que recoja todos nuestros usos correctos de este concepto. Esa defini-
ción ha de consistir en ofrecer las condiciones individualmente necesarias y con-
juntamente suficientes para decir de alguien que sabe algo. Es decir, debe pro-
porcionar condiciones tales que, si se cumplen todas, no pueda darse el caso de
que no haya conocimiento (condiciones suficientes) y, si falta alguna, no pueda
darse el caso de que haya conocimiento (condiciones necesarias).

5.1 La definición clásica de conocimiento

¿Cuáles son esas condiciones? Parece que, para decir que alguien sabe
algo, aquello que es creído debe ser verdad. Si creo que Cervantes nació en Al-
magro, cuando la verdad es que nació en Alcalá de Henares, no sé que Cervantes
nació en Almagro. Si lo que creo es falso, no puedo saberlo, simplemente tendré
una creencia falsa. Por otra parte, también parece obvio que no puedo saber lo
que no creo. Si no creo que el sistema solar tiene nueve planetas (porque no
tengo ni idea de cuantos tiene o porque creo que tiene diez), no puedo saber que
tiene nueve. La creencia y la verdad serían entonces condiciones necesarias para
saber. Parece que todo esto está suficientemente claro, y sin embargo, ¿basta con

67
Josep Lluis B/asco y Tohies Grimaltos ¿ Qué es el conocimiento?

tener creencia verdadera para tener conocimiento? Es aquí donde comienzan los eso de estar justificado -y aquí no vale decir que ha sido una casualidad, ya que
problemas para los filósofos y donde la teoría del conocimiento tiene trabajo por 10 que justamente pretende una definición de este tipo es evitar las casualidades.
hacer. La descorazonadora respuesta que los epistemólogos han dado a menudo,
es que no, que no basta con que lo que yo crea sea verdadero. Veamos una razón:
Juan está jugando a la mleta y acaba de apostar al 7; está convencido de que 5.3 Soluciones al problema Gettier
saldrá el 7 y se frota las manos esperando el premio. Finalmente sale el 7. ¿Po-
demos decir que sabía que saldría el 77 Si hubiese salido el 8, hasta ese momen- Desde que Gettier publicó su articulo en 1963, los intentos de solucionar
to él no hubiese estado menos convencido de que la bola se pararía en el 7. Otro ese problema se sucedieron a una velocidad sorprendente y los titulos de artícu-
ejemplo: a Pedro le ha dicho una vidente (una señora que estaba en paro y ha de- los dedicados a ese propósito pueden contarse por decenas, si no por centenares.
cidido hacer eso para ganarse la vida) que aprobará el examen que tiene mañana. Hay soluciones posibles para todos los gustos. Si nos fijamos, el anterior contra-
Pedro sólo se sabe uno de los 31 temas que van a examen. Está tan convencido de ejemplo se apoyaba en los dos siguientes supuestos:
que aprobará, porque se lo ha dicho la falsa pitonisa, que hoy, en vez de estudiar,
1) Se puede estar justificado en creer algo que es falso.
se va al cine. Al día siguiente, en el examen sale el único terna que se sabe, y saca
2) Si se está justificado en creer p y ésta implica q, (y esto se cree justifi-
un 8. ¿Sabía Pedro que aprobaría el examen? Parece que no, que es necesario
cadamente) se está justificado en creer q. Este supuesto se denomina
algo más: hay que tener evidencias o razones adecuadas, que aporten garantías a
principio de cierre de la justificación.
la creencia -si la razón por la que Juan estaba convencido de que saldría el 7, es
que sabía que la ruleta estaba trucada con un im{lll bajo ese número, entonces sí
le atribuiríamos conocimiento. Eso es 10 que los filósofos denominan justifica- a) Negar que los casos Gettier sean contraejemplos
ción. El conocimiento es la creencia verdadera justificada.
Las primeras reacciones consistieron en atacar esos supuestos, en decir que
los casos Gettier no eran auténticos contraejemplos a la det1nición de conoci-
5.2 El problema Gettier miento como creencia verdadera justificada, ya que descansaban en alguno de
esos dos supuestos, que eran falsos. Así, había quien negaba que se pudiese estar
En esos términos definieron el conocimiento filósofos como Alfred Ayer y justificado en creer algo que es falso. Como la creencia que permite la inferencia
Roderick Chisholm, hacia 1950. En 1963 sin embargo, Edmund Gettier publica- es falsa, no habría justificación para creerla, y entonces tampoco habría justifica-
ba tres páginas (y no es un decir) en que desbarataba esa definición. Gettier, en ción para creer.la segunda, que deriva de ésta. En ese caso, al no cumplirse las
su articulo, presentaba dos contraejemplos a esa definición, dos casos en los que tres condiciones, no habría conocimiento.
se daban todas las condiciones requeridas, y sin embargo, no podía decirse A pesar de su atractivo aparente, esta propuesta no puede mantenerse. La
que hubiese conocimiento. Un caso del tipo Gettier podría ser éste: estoy con- justificación debe permitir el error, por diversas razones. En primer lugar, por-
vencido de que mi amigo Carlos tiene un Nissan. Fui con él a probarlo el día des- que parece de sentido común reconocerlo así. Cuando alguien es llevado ajuicio
pués de que se lo comprase, le he visto conduciéndolo, etcétera. Podríamos decir porque se considera que ha cometido alguna falta, es porque se tiene justifica-
entonces que estoy justificado en creer que Carlos tiene un Nissan. Si alguien me ción para juzgarlo, aunque no la certeza: por eso es juzgado. Si sólo se pudiese
pregunta «¿Tiene algún amigo tuyo un Nissan?», le contestaré que sí. A partir de llevar a juicio a alguien cuando está probado que ha cometido una falta, entonces
la creencia de que mi amigo Carlos tiene un Nissan, infiero y creo que «Un no sería juzgado: sería condenado, simplemente. Si tenemos evidencia o buenas
amigo mío tiene un Nissan». Ahora imaginemos que Carlos se ha cansado del razones para creer algo, estamos justificados (autorizados) al creerla; aunque a
Nissan y se 10 ha vendido esta mañana a otro amigo mío, Enrique, y que yo no lo veces las cosas que creemos justificadamente resulten falsas, la remota posibili-
sé. Mi creencia de que un amigo mío tiene un Nissan es verdadera y estájustifi- dad de que una creencia resulte falsa no debe detenernos; por el contrario, tene-
cada (porque la he deducido, siguiendo las reglas de la lógica, de "Carlos tiene mos la obligación de creerla si no hay razón alguna para pensar que es falsa
un Nissan»), pero no podemos decir que sé que un amigo mío tiene un Nissan, ya -dejando a un lado que resulta psicológicamente difícil, sino imposible, dudar de
que, mientras yo creo eso porque creo que es Carlos quien tiene uno, lo que ha- aquello que no tenemos evidencia alguna en contra y sí toda a favor. Confiamos
en nuestros sentidos siempre que no descubramos alguna anomalía. ¿Culparía-
ce que la proposición sea verdadera es que lo tiene Enrique, algo de lo que yo no
mos a alguien por equivocarse ante una ilusión óptica, perfectamente diseñada
'.
tengo ni idea. Si Carlos se lo hubiese vendido a alguien que no fuese amigo mío,
yo seguiría creyendo que un amigo mío tiene un Nissan, y esa creencia sería para engañarlo? ¿Diríamos que no está justificado en creer lo que cree, aunque
falsa. La consecuencia que cabe extraer de todo esto, es que el conocimiento no sea falso? Está claro que lajustit1cación que exigimos varía según la importancia
es la creencia verdadera justificada; al menos no 10 es, si no precisamos qué es del asunto del que se trate -la justificación, como la creencia, tiene grados. Sin

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Josep Lluís Blasco y Tobies Grimaltos ¿ Qué es el conocimiento?

embargo, pedir que la justificación conlleve la verdad, es ir contra las condicio- por el hecho de que salga el sol, yeso sólo puede ocurrir mañana. Tampoco po-
nes en que aprendemos las cosas, es no considerar la naturaleza humana. En se- dríamos conocer verdades generales, porque en el mundo los hechos son parti-
gundo lugar, esta restricción tampoco serviría de nada, ya que, como veremos, culares. No hay un hecho como ~~Todos los naranjos producen flor de azahar», y
hay otros contraejemplos a la definición clásica de conocimiento que no se basan en consecuencia, esa creencia no puede contar como conocimiento. Pero es que
en la justificación de ninguna creencia falsa. además, aunque existiese ese hecho general, sería algo que nadie ha experimen~
Irving Thalberg (1969) por su pmte, afirmó que la deducción no transmi- tado jamás (nadie ha visto todos los naranjos pasados, presentes y futuros), y por
te la justificación (negó el principio de cierrc de la justificación), pero era una tanto, no podría ser la causa 'de la creencia. Por la misma razón, no podríamos
afirmación tan poco plausible, que él mismo la rectificó en un artículo posterior tener conocimiento matemático, ¿qué poder causal puede tener 2 2 + 4 = 64, por
(1974). ejemplo? Como apunta Jonathan Dancy (1985), es cierto que, a pesar de la apa-
Otros autores han aceptado que se pueda estar justificado en creer algo ratosidad de estas críticas, algunas podrían superarse. Por ejemplo, tal y como
falso, y que la justificación se transfiera a través de la inferencia, pero han exigi- dice David Armstrong (1973), la teoría causal podría permith· el conocimiento
do que entre las creencias que justifiquen (o sirvan de apoyo) a aquello que pue- del futuro, si se refinase y permitiese el conocimiento en aquellos casos en que el
de ser objeto de conocimiento no haya ninguna que sea falsa, o al menos que no hecho que hace que una creencia sea verdadera, es efecto de la misma causa que
sean falsas aquellas que son esenciales para mantener la creencia. Una creencia ha producido la creencia. No obstante, hay otras críticas muy difíciles de evitar.
es considerada esencial en apoyo de otra, en caso de que, dejando igual el resto Por si fuese poco, el propio Goldman (1976) planteó posteriormente un
de las cosas, el sujeto dejaría de creer la una, si supiese que la otra es falsa. El contraejemplo a este análisis causal, con el siguiente caso: Henry y su hijo van
hecho de que haya otros casos Gettier que no incurren en este defecto, puede en coche por la llanura norteamericana; Henry va instruyendo a su hijo, señalan-
explicar por qué estas propuestas han tenido tan poco éxito. En consecuencia, la do las cosas que ven y diciéndole: «mira hijo: una vaca», «mira hijo: un prado
II
mayoría de los filósofos que se han ocupado de este tema han optado, o bien por donde pastan las vacas». En determinado momento, señala un granero y le dice ,

definir de una manera más precisa qué requisito adicional debe satisfacer una «mira hijo: un granero». Imaginemos que esa zona está llena de fachadas de gra~
creencia verdadera para que sea conocimiento, o bien por postular una cuarta nera de cartón-piedra, que imitan los graneros reales hasta tal extremo, que des-
cláusula. 1 de la carretera son indistinguibles de los graneros de verdad -podemos pensar
que estamos cerca de Hollywood y que esos graneros están dispuestos para rodar
películas del oeste. Si Henry hubiese mirado uno de los decorados, en lugar de
b) La búsqueda de la tercera o la cuarta propiedad uno de los pocos graneros auténticos que hay, también hubiese creído que era un
granero. La pregunta es: ¿sabe Henry que eso es un granero? Con todo, la creen-
Análisis causal del conocimiento cia ha sido causada por el hecho que hace que sea verdadera: que eso es un
granero.
Alvin Goldman (1967) ofreció un análisis del conocimiento que intenta
¡,¡
neutralizar las casualidades que se producían en los ejemplos Gettier: lo que pa-
Fiabilidad I
saría en esos casos, es que, mientras que nuestra creencia de que un amigo tenía
un Nissan estaba basada en el supuesto hecho de que Carlos tenía uno, lo que Eso ha llevado a algunos autores, como Goldman de nuevo (1976) o Arms-
ill'li
hacía que fuese verdadera era que 10 tenía Enrique. La solución, por tanto, esta M
trong (1973), a promover una nueva condición. En el caso anterior no hay conoci- "
ría en añadir una cuarta condición a la definición de conocimiento, en los si- miento, porque el método mediante el que se ha obtenido la creencia no esfiable.
]i
guientes términos: la creencia del sujeto ha de estar apropiadamente causada por Si hubiese mirado en otra dirección, no hubiese obtenido una creencia verdade-
aquello que hace que sea verdadera. ra. El conocimiento es la creencia verdadera obtenida mediante un método fia-
A pesar de su atractivo inicial, esta sugerencia tiene suficientes defectos ble. Ahora bien, ¿en qué consiste un método fiable? ¿No es un método fiable la
como para ser excluida. Imposibilita el conocimiento del futuro (impide que cual- percepción sensorial, que ha llevado a la creencia de que eso es un granero?
quier predicción constituya conocimiento, fundamental para la ciencia), el cono- Quizá lo que queremos decir, es que no sólo el método, sino su aplicación con-
cimiento de verdades generales, y también el conocimiento matemático y de creta y particular en determinado momento, debe ser fiable. Pero entonces, ¿no
otras verdades a priori. En primer lugar, nunca podríamos saber que el sol saldrá consistirá el criterio de fiabilidad en el hecho de que proporcione la verdad? Si es
mañana, porque la única forma de saberlo sería que esta creencia estuviese causada así, entonces la fiabilidad se determina en términos de verdad, o se equipara con
ella, y de nuevo estamos diciendo que no se puede estar justificado en creer algo
que es falso, con todos los problemas que eso comportaba. Además, ¿podemos
1. En la introducción de Pappas y Swain (1978) puede encontrarse una buena exposición de es- distinguir siempre qué es un defecto en el método, y qué es un defecto en la
tas posiciones con [as referencias de quienes las han mantenido. aplicación particular de ese método?

70 71
losep Lluís Blasco y Tobies Grimaltos ¿ Qué es el conocimiento?

Rastrear la verdad Aun siendo verdad que Jesse James ha robado el banco, el curioso no 10 creería
en circunstancias ligeramente diferentes -por ejemplo, si el pañuelo encubridor
Robert Nozick (1981) ha ofrecido un análisis del conocimiento que se hubiese caído un poco más tarde, en lugar de caer justo frente a él. 5
puede calificarse de novedoso en tanto que rompe con el esquema de anteriores
intentos. Para este autor, S sabe que p, cuando su creencia «sigue el rastro de la Cancelabilidad
verdad» (en sus palabras). Es decir, cuando la creencia, además de ser verdade-
ra, satisface las dos condiciones siguientes: Una posibilidad, defendida por numerosos autores con algunas variantes,
sería exigir no sólo que la creencia tenga justificación, sino que esa justificación
a) Si p no fuese verdadera, S no creería que p. no sea cancelada o cancelable. El análisis de John Pollock (1986) podría incluir-
b) Si, en circunstancias ligeramente diferentes,p continuase siendo verda- se en esta línea: un sujeto S sabe que p, si cree p en virtud de algún argumento
dera, S creería que p. que permanece sin cancelm'. Para entender eso, hay que prestar atención a su
concepto de cancelabilidad. Veamos un ejemplo, al que antes aludíamos a pie de
Este análisis es más interesante de lo puede parecer a primera vista. Las página. Imaginemos que esta mañana hemos recibido la carta de un amigo (per-
dos condiciones están destinadas a evitar dos tipos diferentes de casualidades. La sona absolutamente seria y responsable), en la que nos dice que vendrá a visitar-
condición a) quiere evitar el tipo de casualidad que se daba en muchos casos nos la semana próxima. Según la terminología de Pollock, eso supone una razón
Gettier vistos hasta ahora: como el padre del ejemplo de Goldman continuaría prima Jade para creer que nuestro amigo vendrá a visitarnos la semana que vie-
creyendo que aquello era un granero, aunque fuese un decorado, la condición a) ne. Sin embargo, al día siguiente de escribirnos la carta, nuestro amigo recibe
no se cumpliría y por tanto no sabría que es un granero. La condición b) quiere una invitación para presidir un congreso muy prestigioso, que tendrá lugar la
evitar otro tipo de casualidad, que también puede producirse: que p fuese verda- semana que -viene. Él acepta la invitación. Como es una persona responsable,
dera cmmdo las circunstancias se alterasen ligeramente, y que el sujeto dejase de una vez pasada la emoción que le ha producido la invitación para presidir el con-
creerla. Un ejemplo de Dancy (1985) lo aclarará 2 Imaginemos que creo que hay greso, se da cuenta de que no podrá venir a visitm'nos y nos escribe otra carta
un coche de policía en la puerta de mi casa, porque oigo una sirena. De hecho para explicál110s10 y decirnos que ya nos veremos en otra ocasión. Para Pollock,
hay un coche de policía, pero el sonido de la sirena que oigo proviene del equipo eso supone un cancelador de la razón prima jacie. Pero ocurre que al final el
de música de mi hijo. El coche no tiene la sirena conectada. En ese caso, en congreso se suspende y nuestro amigo decide visitarnos: para Pollock eso supo-
circunstancias ligeramente distintas (si mi hijo no hIViese conectado el equipo de ne un cancelador del cancelador, que restituye la validez de la razón primafacie.
música), sería verdad que hay un coche de policía en la puerta de mi cag¡~ y yo no Pues bien, en su opinión, tenemos conocimiento cuando la suma de las razones y
lo creería. 3 los canceladores preserva la razón primafacie. En los casos Oettier, no hay co-
El mérito de esta definición de conocimiento, es que cuenta con las venta- nocimiento porque la razón prima Jade que yo tenía para creer que un amigo
jas del análisis causal, sin ser tan restrictiva. La creencia está relacionada de al- mío tenía un Nissan, queda cancelada por el hecho (cancelador) de que lo ha
guna manera con la verdad, con los hechos, pero no necesariamente de una ma- vendido; y el hecho de que Enrique tenga uno, comporta una nueva razón, pero
nera causal: así escapa a los defectos de aquel análisis. Con todo, tampoco es no un restablecimiento de la razón prima Jade.
perfecta: además de entrañar problemas difíciles de explicar ahora, cuenta con A pesar de todo, creemos que la solución de Pollock no es una buena solu-
sus propios contraejemplos, que son suficientes para descartarla como solución ción. Imaginemos que nuestro amigo viene a visitarnos antes de que nos llegue la
al problema Gettie/'. Valga aquí uno de ellos: 4 Jesse James acaba de robar un segunda carta (en la que dice que no vendrá), ¿sabíamos que vendría? Atenda-
banco y escapa al galope con la cara cubierta por un pañuelo, al estilo vaquero. mos a los hechos más detenidamente.
Justo cuando pasa frente a un curioso, se le cae -el pañuelo y éste lo reconoce.
Ahora el curioso sabe que quien ha robado el banco es Jesse James. No obstante, H1: Recibimos la carta de nuestro amigo que dice que vendrá a visitarnos.
aunque nos encontramos ante un caso flagrante de conocimiento, la cláusula b) H2: Nuestro amigo es una persona seria y responsable.
de Nozick no se cumple, y por tanto no tendría conocimiento, según este autor.
5, Quizá pudiésemos evitar éste problema, renunciando a la cláusula b) de la definición de Nozick.
Al fin y al cabo, la cláusula a) también podría dar cuenta de este tipo de casualidades. En el caso del
coche y la sirena, yo seguilía creyendo que hay un coche de policía, aunque fuese falso, porque la
2. Puede verse también el ejemplo del amigo que iba a venir a visitamos, que aparece seguida-
mente, en el apartado dedicado a la cancelabilidad, causa de mi creencia es el sonido del equipo de música de mi hijo, y no el coche, En el caso del amigo
3. En ese caso, si la segunda carta (aquélla en que nos decía que no vendría) hubiese llegado que iba a venir a visitarnos, ocurre lo mismo: si el congreso no se hubiese suspendido finalmente, no-
antes que él, seguiría siendo verdad que vendría a visitamos (el congreso se había cancelado y al final sotrm: creeríamos hasta el úlLimo minuto que vendría a visitarnos, aunque fuese falso. En nuestra
había decidido venir), y ya no lo creeríamos; por eso no lo sabemos, opinión, no se trata realmenLe de dos tipos de causalidad o coincidencia, sino de dos características
4. Véasc Nozick, 1981, p. 193, YCraig, 1990, p. 22. del mismo hecho: el de ignorar hechos relevantes. Con todo, todavía quedarían algunos problemas,

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Josep Lluís Blasco y Tobies Grima/tos
¿ Qué es el conocimiento?
H3: Después de escribirnos, lo invitan a presidir u
10 que ya no puede venir a visitar) n congreso y acepta (con las circunstancias en que se produce, y la evidencia tan fuerte que proporciona el
H4 N nos,
: os escribe una carta en la u . ejemplo, no puede suponer un cancelador. Es difícil determinar qué es un
vendrá a visitarnos, q e nos explIca H3 y nos dice que no cancelador de la evidencia o de la razón prima jacie, pero en cualquier caso,
H5: El congreso se suspende y nuestro amigo finalmente decI'd " habría que determinarlo de una manera más objetiva, más sensible al peso objc~
e VIsItarnos. tivo que el hecho pueda tener sobre la evidencia, y no tanto a lo que el sujeto
~. De todo eso, lo único que nosotros conocía creería o dejaría de creer si fuese consciente. Es una labor complicada, que de~
UllICOS hechos sobre el caso que t b d mas era Hl y H2, esos eran los pende del tipo de evidencia que tiene el sujeto, y de cómo el posible hecho
esa an entro de nu 'tr al ' ',
embargo y hasta donde nosotros sabí ~ es o, cance cogmtIvo. Sin cancelador afecta a la probabilidad de que la creencia acabe siendo verdadera,
so que nuestro amigo hubl'ese v 'd amos, podna haber sido absolutamente fal- Pondremos un par de ejemplos sobre la dificultad que conlleva esta labor.
ellI o a VIsItarnos 1 . .
ha estado de no hacerlo) En e ' , a semana sIgUIente (a punto
' sas circunstanciaS no p li ' , E;jemplo 1, Imaginemos' que Pedro ha ido a la facultad en su coche y que
bímnos que vendría a visital'n ' P ,arece CIto decIr que sa-
~ os. arece que cuando '. l ' cree que volverá a casa en él. ¿Tiene derecho a decir que sabe que volverá a casa
l a razan prima facie o de la e 'd ' eXiste a gun cancelador de
VI encJa, que el sujeto' , en su coche, si se le ha agotado la batería sin que él lo sepa? ¿Supone este hecho
que haya conocimiento aunque e 1d Ignora, no podemos decir
, ,'secancea o t~,
dICe Pollock que si los cancelador iÚ r es e a su ve~ cancelado, ¿Por qué un canceIador? La respuesta es: depende. Si ha aparcado el coche en una cal1e
qué no se limita a una propuesta ~~ est 1 c~ncelados, sí hay conocimiento? ¿Por donde aparcan sus vehículos muchos profesores y alumnos, entonces ese hecho
dar desconocido por el sujeto no
cancelado o no)?6
¿:
y
sec~~ a(que cuando existe algún cancela-
OClmwuto, S111 que Importe que esté
no es un cancelador, porque con toda seguridad encontrará a alguien que le ayu-
de a arrancarlo, Sin embargo, si la probabilidad de que alguien pueda ayudarle es
baja (por la hora que es o por el lugar en que está aparcado), entonces ese mismo
El hecho de que Pollock no acepte esta 1 ' , , ,
do por ejemplos como el ofrecido . K . ~ so UClOn mas sencI11a, está motiva- hecho (que el coche se ha quedado sin batería) es un cancelador,
pOl e1l Lehrer y Thomas Paxson (1969),
Ejemplo 2, Imaginemos' que Pedro ha escuchado en el diario hablado de
Supongamos que veo entrar a un hombr 1 ' .
libro escondiéndoselo bajo el abri o D ~ en a bIblIoteca y llevarse un las 8 de la mañana que alguien ha asesinado al presidente del gobierno, Inmedia-
hombre es Tom Grabit a qUI' h g., a o que estoy seguro de que ese tamente después, se ha encerrado a trabajar en su despacho y ni ha hablado con
, , e n e VIsto a menudo cu d " ,
nadie ni ha escuchado nada más sobre el asunto. Mientras tanto, tras dar la verda-
c1ases, Informo que sé qlle T G b' an o aSIsha a mIS
om fa lt ha robad llib
supongamos además que la señora Grabit 1 dO; ro, No obstante, dera noticia del asesinato del presidente, todos los medios de comunicación se
que ese día Tom no se enconh'aba en la'b~~a re eTom,haasegurado han dedicado a desmentirla «por razoncs de seguridad nacional»: después de 1as
encontraba a miles de millas de Ir ~bhoteca: la verdad es que se
1:
!om, John Grabit, sí estaba en b~b~i¿~: e :erm~no gemelo i?~éntico de
Ignoro totalmente que la señora Grabit 1 \ l~g1l1emos tamblen que yo
8 de la mañana, todos los medios de comunicación han convenido en decir que
quien en realidad ha muerto es uno de sus escoltas. La pregunta es: ¿sabe Pedro
que han asesinado al presidente? Su única evidencia es una noticia que ha sido, a
atlrmación de que ella ha d' h la ee o esas declaraciones, La
, lC o esas cosas cancel ,- 1'" , partir de entonces, desmentida -falsamente, pero desmentida. Cualquiera que
cIón que yo pueda tener p aua clIa qUler JusttfIca~
Lo anterior p~dria arece:r:ccreer que Torn Grabit ha robado el libro". haya escuchado las noticias subsiguientes, o ya no cree que el presidente haya
añadiendo que la s~~ora G' b~PttabIe hasta q~le concluyamos la historia sido asesinado, o no sabe qué pensar. ¿Es Pedro una de las pocas personas que
, l a 1 es una mentIros 1' saben que han asesinado al presidente? Parece que no podemos aceptar que eso
gIca, que John Grabit es una ficción d a compu SIva y patoló-
Grabit quien robó el libro tal y e su ~ente enferma, y que fue Tom sea así, pero el hecho que puede cancelar su evidencia también es un falso testi-
, como se crem Una - d'd
la patente que yo sabía que Tom G b'l h bí' vez ana 1 o eso, resul- monio,
fa 1 a a robado el libro.7
Nuestra impresión es que cuando la fuente (el tipo de fuente) de la eviden-
La pregunta es, no obstante' 'es 1 cia, es la misma que la que la niega, ésta negación sí que supone un cancelador,
de Tom Grabit. un canceladol' d '1" re~ mente ese falso testimonio de la madre
e a razon primafi '? M ya que el sujeto habría podido conocer sólo la negación; además, si la justifica-
den, con Pollock que un callcel d ' aCle, uchos autores entien- ción viene dada por la autoridad de la fuente, es normal que ésta se pierda si la
' ' a 01' V1Cne a ser todo aqu II
e l sUjeto fuese consciente de 11 e o que, en caso de que misma fuente niega la información. La cuestión es por tanto complicada: depen-
, e o, comportaría que 1 ' d'
creenCIa que tratamos de d" '.' . e sllJeto eJase de tener la de del tipo de evidencia que se posea, del origen del posible cancelador, y de
trlml1 SI constituye '.
opinión sin embargo, el falso testimon' d 1 ~onOClll1I~nto o no. En nuestra cómo el putativo hecho cancelador afecte a la posibilidad de que la creencia sea
10 e a senara Grabl t, dada su naturaleza,

6. Propuesta que ya había hecho Roderick M eh· 8, Este primer ejemplo lo tomamos de Grimaltos (2002).
7. Lehrel" y Paxson, 1969, p, 228. ,lsholm (1964) en términos de justificación. 9. Este otro ejemplo, basado en Harman (1973), plantea otros problemas a la hora de precisar el
concepto de cancelador.
74
75
r,
!
¿ Qué es el conocimiento?
Josep Lluís Blasco y Tobies Grimaltos

(3) O Carlos tiene un Nissan o Enrique tiene un Nissan () Juan tiene un


verdadera. Quizá son demasiadas cosas para que sea posible una definición cIara
Nissan o Pedro tiene un NisSffil
y precisa, una definición universal que valga para todos los casos. Con todo y a
pesar de las dificultades que hemos mencionado, nos atrevemos a definir los tres
Pero creer eso supone que, en caso de saber que CarIas no tiene un Nissan,
tipos de canceladores siguientes:
yo debería concluir que o Enrique tiene uno o Juan tiene uno o Pedro ti~ne uno
- (CE1) Cancelador de evidencia de tipo 1: Si e es una evidencia a favor -de la misma forma que si creo que mi hijo está en su habitación o en el saJ6n, y
de p, entonces e está cancelada si existe un hecho (expresable mediante q), tal no 10 encuentro en su habitaci6n, tendré que concluir que está en el salón. Sin
que (e & q)-. no-p, o (e & q), hace que p sea improbable, embargo, parece que no es eso lo que creo: yo no creo que cualquiera de ellos
- (CE2) Canceladorde evidencia de tipo 2: Si e es una evidencia a favor de pueda ser el duefto del Nissan. Si dejo de creer que Carlos tiene un Nissan, no
p, entonces e está c~ncelada si existe un estado similar e' , que es indistinguible puedo concluir que algún otro amigo lIÚO tiene uno. En mi creencia, «un amigo
de e por parte del sUJeto, tal que ni e' -. p, ni e' hace que p sea probable, y tal que, mío» es una forma alternativa de referirme a Carlos. En estas circunstancias, (2)
dado ~omo ,es de hecho el mundo, el sujeto podría disponer de e' en lugar de e no es una creencia con un contenido diferente de (1), sino otra forma de expresar
~ contmuana creyendo que En p,alabras más sencillas: si hay muchas probabi~
p: la misma creencia (1); y si es una creencia diferente, entonces la expresión «un
lId,actes ~e qu: la supuesta eVIdencIa sea e' ,y el sujeto crea que es e, entonces la amigo llÚm> no es una variable que pueda ser substituida por cualquiera de los
eVIdenCIa esta cancelada -eso es lo que pasaba en el caso de Henry y el granero. nombres de mis amigos, sino sólo por Carlos. Si eso no os convence, pensad que
yo bien podría tener creencias sobre qué coche tiene cada uno de mis amigos, o
- (CE3) Cancelador de evidencia de tipo 3: Si la fuente (o el mismo tipo de sobre si tienen coche o no. Lo más probable es que yo crea que Carlos tiene un
fu~~te) de la~videnci~ so?~e e ha negado dicha evidencia y no hay razones ac- Nissan, y que ni Enrique ni Juan ni Pedro tienen uno. Si eso es lo que yo creo, no
cesIbles al sUjeto que j~stlf¡quen la creencia en que la negaci6n es falsa, e esL:'Í.
puedo aceptar coherentemente que puede que Carlos no tenga un Nissan, o que
cancelada -como ocm'na en el caso del asesinato del presidente del gobierno.
Enrique o Pedro o Juan tengan uno. Pero si yo realmente creyese (2), no podría
descartar esas posibilidades. Por tanto yo no creo (2), y por eso no se me puede
atribuir conocimiento: no se trata, por tanto, de un caso de creencia verdadera
5.4 Los casos Gettier reexaminados
justificada.
Si esta explicaci6n es medianamente plausible, eliminaría buena parte de
Una cue~ti6n c1~ve, ~~e en nuestra opini6n ha pasado desapercibida en la los ejemplos Gettier como contraejemplos de la definici6n tripartita de conoci-
larga y complIcada dIscuslOn de los casos Gettier, ha sido la de establecer si miento. Eliminaría todos (y son muchos) los que tienen una estructura similar a
estos casos (au~ aceptando los supuestos en los que descansan) constituyen real- éste. No obstante, quedarían casos como el de Henry y el granero, y el del amigo
mente contra.ejemplos a la definici6n tl'jpartita de conocimiento. Tobies Gri- que iba a venir a visitarnos. ¿Cómo capear estos contraejemplos?
malt~s y Chnstopher Hookway (1995) defendieron que los casos originales de Parece claro que, para que alguien se atribuya conocimiento a sí ¡rusmo,
G~ttler no era~ ~n realtdad tales contraejemplos, por la sencilla raz6n de que el debe estar seguro de aquello que cree. Como argumentaremos en el capítulo 6, si
sUjeto en cuestlOn no tenía la creencia que se le atribuía. Merece la pena que nos no está seguro, deberá decir «Creo ... », «Me parece ... », «Es probable ... ». Es de-
detenga~nos un ~1omento a considerar esta posibilidad. Reconsideremos el ejem- cir, para atribuirse conocimiento a uno mismo correctamente, hay que estar se-
plo de tlpo Gettwr que hemos comentado antes, Recordemos que a paltir de la guro, hay que tener una certeza razonable.
creenCIa; , <
Se dice que la certeza es un grado de la creencia, pero los grados son es-
(1) Mi amigo Carlos tiene un Nissan curridizos. Si lo pensarnos bien, desde el punto de vista de la creencia (a diferen-
cia del de lo afirmado explícitamente) no hay distinci6n entl'e lo que se dice
yo infería y aceptaba explícitamente y lo que se supone o se implica. Si yo digo: «El actual rey de
Francia es calvo» y lo creo, entonces quizá no haya dicho explícitamente que el
(2) Un amigo mío tiene un Nissan
actual rey de Francia existe, pero obviamente para creer que es calvo, debo creer
que existe. A tenor de estas consideraciones, nuestl'a propuesta es considenu- la
. Ahora bi~n, ¿c~lál es el contenido de mi creencia, cuando acepto (2)? Irna-
certeza como una creencia añadida, o como un supuesto de la creencia cierta de
gmemos que mlS mmgos son: Carlos, Enrique, Juan, y Pedro. Si (2) tiene que ser
la que forma parte. Lo que queremos decir, es que cuando creemos una proposi-
verd~dera, su ~ontenido tend.rá que ser algo como: «Un amigo mío, sea quien
ci6n p con certeza (es decir, cuando no dudamos de su verdad), creemos, no s610
sea, hene un N¡ssall». Es deCIr, lo que yo tendría que creer es;
que p es verdadera, sino que no se da ningún estado de cosas que supondría su
falsedad, y que no hace falta emprender investigaci6n alguna para comprobar-

76 77
Josep Lluis Blasco y Tobies Grimaltos ¿ Qué es el conocimiento?

10. 10 Dicho de otra forma, creer que p con certeza es creer que se tiene evidencia tiene suficiente evidencia y que no hay canceladores, tiene una creencia falsa; la
suficiente de que p, creer que se puede aceptar el contenido en cuestión (P) sin existencia de numerosos graneros falsos constituye un cancelador de su eviden-
tener que investigar más, creer que no hay hecho alguno que pueda cancelar la cia (del tipo 2); hay una serie de alternativas relevantes (decorados) que harían
evidencia disponible y suponer la falsedad de p. Si yo digo que sé que mi amigo que su creencia fuese falsa, y no está a su alcance descartarlas. De esta manera,
vendrá a visitarme la semana que viene, estoy descartando implícitamente co- su creencia (que p y que no hay canceladores) es falsa: existe un cancelador de la
sas como H3 y H4. evidencia de tipo 2.
Así, creer que p con certeza es: Si observáis, no obstante, este análisis dice que S sabe si se dan estas tres
Creer que p y creer que la evidencia disponible es suficiente (no está can- condiciones, pero no dice que sólo sabe en caso de que se den todas. Dicho de
celada). otra forma, dice que estas son las condiciones conjuntamente suficientes para
saber, pero no dice que las tres sean necesarias. Veremos por qué no lo dice, en
Es una creencia conjuntiva, con un contenido que podemos representar los apartados siguientes.
como:

p & no hay canceladores


5.5 Otras expresiones de conocimiento
y está claro que una creencia conjuntiva es falsa si alguno de los conjun-
tos es falso. Aunque los análisis del conocimiento que hemos examinado no han tenido
todo el éxito que deseahan quienes las propusieron (esperemos que el nuestro
Si est~ ~nálisis de la creencia cierta es correcto, podemos incorporarlo a tenga más), sí han supuesto un avance en la elucidación de la naturaleza de la
nuestro anáhsls del conocimiento, y modificar el análisis clásico de la siguiente justificación. De hecho, pensamos que se puede avanzar más por esta segunda
manera:
vía, intentando aclarar la naturaleza de la justificación, que por la primera, inten-
S sabe que psi: tando un análisis del conocimiento en términos de condiciones necesarias y su-
1) S cree con certeza que p; esto es, cree que p y que no hay canceladores. ficientes que esté libre de contraejemplos; exponemos nuestras razones a con-
2) Es verdad que p y que no hay canceladol'Cs. tinuación, y en la sección dedicada a la justificación.
3) La creencia de S de que p y que no hay canceladores, está justificada. Una cuestión que puede darnos que pensar, es que el análisis del conoci-
miento presentado aquí, el clásico, es el del conocimiento proposicional, es decir
. En nues~a opinión, este análisis sería inmune a contraejemplos del tipo
ll el de aquellas expresiones de conocimiento del tipo ,,$ sabe que ... ", en las que lo
Gettler. Imagmad que Henry y su hijo mantienen la siguiente conversación:
que sigue a ~<que» es una proposición.]2 Se trata por tanto de expresiones de
- ¡Mira hijo: un granero! conocimiento del tipo:
- ¿Cómo sabes que es un granero?-. Le pregunta su hijo.
Juan sabe que Pedro está enfermo
- ¡Pues porque lo sé! -contesta molesto Hellry. Porque lo veo y sé corno
son los graneros. Antonio sabe que ayer llovió
Etcétera.
- Ya, pero es que Alvin me ha dicho que esta zona está llena de decorados
que, vistos desde la carretera, son iguales que los granel'Os -dice teme-
roso su hijo. Con todo, tal y como señala Hookway (1990), hay otra clase de expresio-
¡Ah! ... si es así... nes de atribución de conocimiento que no son proposicionales, esto es, que no
tienen como complemento una proposición, sino una pregunta indirecta. Son
. . El padre considera que no tiene suficiente evidencia para atribuirse cono- expresiones del tipo:
ClIlllento, que la evidencia ha sido cancelada. Henry no sabe que lo que ve es un
S sabe quién escribió el anónimo
granero, porque la evidencia de la que dispone ha sido cancelada; y si cree que S sabe dónde fue Pedro
S sabe cómo escapó el preso
lO" ~n esta lín.ea,se mueven aportaciones como la de Patrick Rysiew (2001), además de otras S sabe cuándo sale el próximo tren a Barcelona
más claslcas, como diversos parágrafos de Wittgenstein (1969).
S sabe por qué Fernando se fue de la fie8ta
11¡: La verdad?s que nos gustaría considerar este tipo de casos como casos similares al de Carlos
Etcétera.
y ~I Nlssan; es deCir, casos que nos son realmente contraejemplos a la definición clásica de conoci-
mlent? p,orque el sujeto tiene una creencia falsa, y por tanto, no exigirían una nueva definición de
COnOC1t111ent~, Desafortuna(~amel~te, todavía 110 disponemos de una explicación que sea lo suficien-
temente sencilla como para mclulrla aquf brevemente, 12, Por proposición suele entenderse aquello que significan las oraciones declarativas sinóni-
mas. Así por ejemplo, «Llueve» e «Itis raining» expresan la misma proposición, Véase Haack (1978).

78
79
Josep Lluís Blasco y Tobies Grirnaltos ¿ Qué es el conocimiento?

Quizá estas expresiones son más frecuentes que las proposicionales en la riantes) podrían decir que no hemos probado que pueda tenerse conocimiento
conversación ordinaria. Si reflexionamos sobre ello, podemos apercibirnos de proposicional cuando no se cumple alguna de estas condiciones, y que es preci-
algunas peculiaridades del concepto de conocimiento -de acuerdo con Hook- samente ese tipo de conocimiento el que ellos querían analizar. En todo caso, sí
way, denominaremos «afirmaciones-Q» a estas expresiones, y «afirmaciones-P» habríamos probado que puede atribuirse conocimiento (conocimiento-Q, aun-
a las proposicionales. que no conocimiento-P), incluso cuando falta alguna de estas condiciones.
Las afirmaciones-Q de conocimiento ejercen una función en nuestra acti-
vidad de obtener información: resolver nuestros problemas y responder nuestras
preguntas, a través del testimonio de un tercero. Si yo quiero saber a qué hora 5.6 La especialización del término conocimiento
sale el tren a Barcelona, y no está anunciado en el panel de información, necesito
encontrar a alguien que sepa cuándo sale. Si alguien me dice que Pedro lo sabe, La conclusi6n que nos gustaría extraer, es que el término conocimiento es
al preguntárselo a Pedro satisfaré mi necesidad de informaci6n, me libraré de la un término muy especializado -tal y como decía Wittgenstein. Que en algunas
ignorancia en que me encontraba respecto a esta cuesti6n. Tal y como dice Edward circunstancias es posible atribuir conocimiento a alguien, aunque no satisfaga
Craig (1990), saber es una palabra que acredita una buena fuente de informa- alguno de los requisitos clásicos, y que en otros no podemos atribuírselo, aunque
ción. Decir que alguien sabe, es decir que tiene informaci6n fiable, buena. No satisfaga los tres. Que el hecho de que podamos atribuir conocimiento o no,
queremos decir que ésta sea su única funci6n, pero sí que parece ser una función como acabamos de ver depende de si el complemento de la afirmación de cono-
muy importante. Para planear nuestras acciones, para decidir qué hacer, etcé- cimiento es una proposición o una pregunta indirecta. Otro condicionante es si la
tera, necesitamos tener este tipo de información, necesitamos saber o encontrar a atribución se hace en primera o en tercera persona. En definitiva y como también
alguien que sepa.
decía Wittgenstein, el concepto de conocimiento es, como otros muchos concep-
Hookway dice que nos servirnos del término saber para aprender del testi- tos filos6ficos, un concepto de límites vagos; es decir, presenta la particularidad
monio de los demás, a través de inferencias del tipo:
de que resulta muy difícil delimitar clara y definitivamente qué cuenta como
X sabe Q (cuándo sale el tren) conocimiento y qué no, al margen del contexto, al margen de las circunstancias
La respuesta (sincera) de X a Q es p (<<El tren sale a las 10») particulares en que se produce la atribuci6n. Para juzgar si un sujeto sabe, hay
Entonces, p (el tren sale a las 10) que tener en cuenta, en cada caso, la evidencia que tiene y hasta que punto ésta
elimina (en ese contexto) la posibilidad de que su creencia sea finalmente falsa.
Si nos dicen que José sabe quién robó los libros, sabemos que podemos De hecho, los contextualistas 13 afirman que «sabe» (o «sé») es una palabra que
preguntárselo y que, si responde con sinceridad, obtendremos la solución. Decir tiene diferentes significados en diferentes contextos, o dicho de otra forma, que
que alguien sabe, nos sirve para resolver nuestros problemas por mediaci6n su- «S sabe que P» puede tener condiciones de verdad diferentes en contextos dife-
ya. Si eso es cierto, parece que podemos decir de alguien que sabe, aunque no rentes, puede ser verdadera en un contexto y falsa en otro -siendo «S» y «P» las
cumpla todos los requisitos de la definición tripartita clásica de conocimiento mismas en ambos contextos y sin que vmíe la evidencia de que dispone el sujeto.
-es decir, la definición de conocimiento como creencia verdadera justificada. Keith DeRose (1992) por ejemplo, expone un caso así:
Por ejemplo, siguiendo un caso que el mismo Hookway presenta, imaginemos
que un estudiante ha obtenido el resultado exacto de un cálculo, pero s610 por- Contexto 1: Miguel y su mujer van el viernes a ingresar dinero al b.mco.
que, al hacer las operaciones, ha cometido una serie de errores que se cancelan Como hay mucha cola, Miguel dice «ya vendré yo mañana». Su mujer le pregun-
unos a otros (o imaginemos que ha obtenido el resultado exacto, pero mediante ta: «¿sabes si los sábados abren los bancos? «Sí», responde Miguel, «sé que los
un procedimiento espurio). En este caso, no podemos decir que el estudiante está sábados está abierto: vine un sábado, hace dos semanas, y estaba abierto».
justificado al creer que el resultado del cálculo es 8.559, por ejemplo. No obstan- Contexto 2: Esta vez es necesario ingresar el dinero antes del lunes, ya que
te, si hemos olvidado cuál era el resultado y alguien nos lo pregunta, podemos entonces pasarán al cobro unos talones que se han firmado; si el lunes no están
decirle <~pregúntaselo a aquel estudiante, él lo sabe». Quizá podríamos llevar las ingresados los fondos, tendrán verdaderos problemas. Como en el contexto 1,
cosas un poco más lejos y mostrar que hay casos en que no sería desatinado atri- hay mucha cola, y Miguel dice que volverá al día siguiente. Esta vez,.en cambio,
buir conocimiento, cuando ni tan siquiera se satisface la condición de la creen- cuando su mujer le pregunta si realmente sabe si abren los sábados, Miguel con-
cia; pero basta con el caso anterior para nuestros presentes propósitos. testa: «Supongo que no lo sé. Merece la pena que esperemos e ingresemos hoy el
Es cierto que en el caso del estudiante que acabamos de presentar, aunque dinero».
pudiésemos decir correctamente que sabe cuál es el resultado, quizá no podría-
mos decir que sabe que el resultado es 8.559. Y si no pudiésemos decirlo, enton- 13. El contextualismo es de hecho una posición en boga, con importanles contribuciones a car-
go de Cohen (1986) y (1999) Y DeRose (t992) y (1999) entre otros. Una interesante edUca a este
ces los defensores del análisis clásico del conocimiento (o de alguna de sus va-
planteamiento es la ya mencionada de Rysiew (2001).

80 81
Josep L/ufs Blasco y Tobies Grimaltos ¿ Qué es el conocimiento?

Según los contextualistas, en el contexto 1, cuando Miguel dice que sabe, - Ya, pero ... ¿no habrán cambiado el horario? -pregunta Juan, inquieto-
lo que dice es verdadero; y en el contexto 2, cuando di~e que n~ sab~, lo que dice ¿no 10 habrán suprimido? ¿Sabes realmente que sale a esa hora? Mira
también es verdadero. Sin embargo, dispone de la IIllSffia eV1dencIa en ambos que si no estoy en Bm'celona a las ocho tendré problemas ...
- Hombre, yo creo que sí -dice inicialmente Roberto. Pero sabes lo que te
casos, digo ... ¡que te vayas ya! -acaba diciendo Roberto, molesto.
Hemos dicho que cuando se trata de afinnaciones-Q de conocimiento, po-
demos hacerlas incluso cuando no se satisfacen todas las cláusulas de la defini- Lo que ese ejemplo revela, es que es difícil estar absolutamente seguros
ción tripartita de conocimiento. Ahora nos encontramos con que, si bien la justi- respecto del futuro, que todos sabemos que es difícil tener la completa seguridad,
ficación es (en apariencia, al menos) la misma, es correcto atribuir conocimiento y que así 10 asumimos en nuestras conversaciones y búsquedas de información,
o no según el contexto (según lo que haya en juego). ¿Quiere eso decir que no es en las que asumimos que puede haber cancelad ores de nuestra evidencia~ que en
posible ofrecer un análisis del conocimiento en términos de condiciones necesa- cualquier caso suelen ser excepcionales. Por eso nos atrevemos a decir que sa-
rias y suficientes, que valga para todos los casos, sólo porque «saber» es una bemos: porque pensamos que de hecho no hay canceladores. Si en tales condi-
palabra polisémica, una palabra que significa cosas diferentes en circunstancias ciones negásemos que sabemos, los demás creerían que tenemos motivos para
diferentes? pensar que hay canceladores: por eso no es conveniente decir que no 10 sabemos.
Sin embargo, si la pregunta es directamente sobre si podemos excluir esas cir-
cunstancias, o si las consecuencias de estar equivocado son graves, o si la pregun-
5.7 No hay que desesperar: la necesidad de justificación ta (explícita o implícita) es si realmente lo sabemos, entonces la cosa cambia.
Por otra parte, ese ejemplo también revela que las garantías (el grado de
Nuestra respuesta sincera es que realmente no 10 sabemos. No obstante, justificación) que exigimos al atrevernos a atribuir conocimiento a alguien o a
también aquí nos gustaría introducir algunas consideraciones. En primer lugar, nosotros mismos, pueden variar según las circunstancias -10 que no quiere decir "

el hecho de que la atribución de conocimiento sea apropiada a efectos prácticos, que sea verdad que sepa. Si Miguel no sabe en el contexto 2, tampoco sabe en el
1
"

no quiere decir, por si mismo, que el sujeto sepa realmente, y la atribución sea contexto 1, pero en un caso es pragmáticamente conveniente decir que sabe, y en 1
'

verdadera. Pensemos que si consideramos las afirmaciones-Q de conocimiento,


de lo que efectivamente se trata es de encontrar a alguien que nos saque de la
el otro no. I(
Todo esto conduce al problema de la justificación. Aunque fuese posible
ignorancia y/o que nos ayude a resolver nuestro problema. No nos interesa tanto atribuir conocimiento (conocimiento-Q) a un sujeto que no esté justificado, eso
su justificación, como la verdad de la creencia o de la información. Al fin y al no quiere decir que dé lo mismo estar justificado que no. Queremos que nuestras
cabo, incluso en el caso de que podamos atribuir conocimiento a alguien que no creencias tengan garantías, queremos saber y queremos saber que sabemos~ que
está justificado, nosotros debemos estar justificados para poder hacer esta atri- estamos en lo correcto respecto de nuestras creencias, y necesitamos razones que
bución correctamente. Veamos por qué. En el caso del estudiante, lo que sucede nos convenzan de que es así. Tal y como veremos en la sección siguiente, el
es que, cuando decimos a B que e sabe, somos nosotros los que aportamos la hecho de estar justificados en lo que creemos es una de nuestras preocupaciones "1 "

'1
justificación. Podríamos decir entonces que el conocimiento se obtiene de forma epistémicas centrales, quizá la más importante. ;:j
cooperativa. Quizá el estudiante no está justificado en creer lo que cree, pero Parece que la justificación es uno de los ejes centrales del quehacer epis- 1

cuando nosotros le decimos a alguien que se lo pregunte (porque sabemos que ha témico, y que estudiar su naturaleza es una de las labores primordiales de la
obtenido el resultado exacto), hacemos que nuestro interlocutor esté justificado epistemología. Una parte importante de esta disciplina deberá dedicarse por tan-
al creer la respuesta que le dará el estudiante. El estudiante nos ha servido de to a aclarar qué es la justificación. De hecho, en los tratados más recientes, la
instrumento para la obtención de conocimiento. justificación se ha convertido prácticamente en tema único, o al menos central,
Pensemos ahora en el caso de Miguel y el banco. ¿Es verdad que en el sobre el que basculan todos los demás. Tanto es así que, por ejemplo, Pollock
contexto 1 sabe que el banco abre el sábado, y que no lo sabe en el contexto 2? (1986) afirma: « ... tradicionalmente, la epistemología se ha centrado más en la
Esta cuestión tiene su buena pmte de pragmática, de qué es apropiado decir se- justificación epistémica que en el conocimiento. La epistemología debería deno-
gún cuando. Consideremos el siguiente caso, por ejemplo. Juan tiene que ir de minarse doxastología».14
Valencia a Barcelona y llegar antes de las ocho de la tarde. Juan pregunta a sus Los epistemólogos pueden haberse equivocado al haber concentrado tan-
compañeros de oficina a qué hora sale el primer tren de la tarde a Barcelona. tos esfuerzos en intentar ofrecer una definición de conocimiento que solucione el ,
',j
Roberto dice que sale a las tres y diez. problema Gettier, pero no en la necesidad de aclarar qué es eso de estar justifica-
- ¿Estás seguro? -pregunta Juan.
- Sí -responde Roberto-, yo 10 he cogido muchas veces.
14. Pollock, 1986, p. 7.

82 83
Josep Lluís Blasco y Tabies Grimaltas

dos, o por qué, normalmente, se necesita algo más que la creencia verdadera para
decir que hay conocimiento. No s610 queremos tener creencias que sean verda-
deras, sino que queremos que no 10 sean por casualidad, queremos poder dar
cuenta de su verdad, queremos saber que son verdaderas: queremos tener buenas
razones o evidencias. Platón ya lo advertía en el Menón: las creencias verdaderas
que no se fundamentan en razón son como las estatuas de Dédalo ... se escapan
y nos abandonan. Es preciso atarlas él su fundamento para que permanezcan y 6. ¿ Es posible el conocimiento?
devengan conocimiento. Parece que esa atadura es la justificación.
En resumen, cuando decimos de alguien que sabe, a veces queremos decir El problema del escepticismo
simplemente que no ignora, otras veces queremos decir que tiene determinada
información que puede sernas útil. Pero también hay otro uso (o el uso respecto
del cual los otros no son más que concesiones hechas en contextos más relaja-
dos), el que nos preocupa cuando querernos afirmar nuestras creencias, cuando
nos preguntamos si realmente sabemos, que se refiere a algo más que al hecho de
no ignorar o al hecho de tener información, que se refiere a las garantías de
nuestras creencias, a la justificación. Obviamente, este uso es clave para una
disciplina que se denomina teoda del conocimiento.

El problema del escepticismo muestra con toda claridad que la justifica-


ción es un codiciado bien epistémico. ¿Sabemos algo? ¿Tenemos suficientes
garantías para mantener nuestras creencias? Con preocupaciones similares a es-
tas, Descartes conseguía, en la primera de sus Meditaciones metafísicas, empla-
zar la epistemología en un lugar filosófico destacado; pero 10 haCÍa de la mano
del e~céptico:)uno de los enemigos que la filosofía debe combatir, y también un
liLFadó·· que nos obHg~ a ,ser críti<;:os, a no dormirnos en dogmatismo alguno.
¿Qué es el escepticismo? Se dice que escepticismo es un térITÚnorelacional,
es decir, un término que se define en relación a aquello que se opone o cuestiona.
Se es escéptico respecto de determinada afirmación, teoría o creencia ajena, res-
pecto del conocimiento ético, religioso, inductivo, etcétera. Pero lo que más ha
preocupado a la filosofía, es que también existe un escepticismo global, que
cuestiona la posibilidad de conocimiento en general, que duda que conozcamos,
o incluso que podamos llegar a conocer, nada en absoluto. Parece que a la teoría
del conocimiento como tal, debe preocuparle aquél escepticismo que suponga un
mayor reto a nuestras inquietudes epistémicas, que más amenace a nuestra pre-
tensión de mantener creencias que constituyan una concepción adecuada del
mundo.
Algunos filósofos han mantenido que el objetivo de un escepticismo así, el
escepticismo más radical, no debe ser el conocimiento como tal, sino lajustifi-
cación de nuestras creencias. El argumento es más o menos el siguiente: si defi-
nimos el conocimiento de una manera tan estricta que no se pueda alcanzar, pero
seguimos pensando que nuestras creencias están justificadas y que es absoluta-
mente razonable mantenerlas, entonces no tiene por qué preocuparnos demasia-
do que el escéptico diga que no tenemos conocimiento. En cambio, si el escepti-
cismo se sitúa a un nivel más básico, a nivel de la justificación, y nos hace ver
que no estamos justificados para mantener las creencias que tenemos, entonces

84 85
1 CONOCIMIENTO, VERDAD Y JUSTIFICACIÓN1

La epistemología, o la teoría de conocimiento, son disciplinas ocupadas en una amplia


variedad de cuestiones relacionadas con el conocimiento. Seguramente una de las preguntas más
importantes que nos podemos hacer sobre el conocimiento es: “¿Cuál es el alcance de nuestro
conocimiento?” Algunos filósofos, sobre todo los instalados en la tradición del “sentido común”
(“common sense”), dirían que sabemos bastante acerca de aquellas cosas que generalmente
creemos saber. Nos dirían, por ejemplo, que sabemos que existen otras personas, que piensan y
sienten, que nosotros estábamos vivos ayer, que allí hay coches y perros, etc. Nos dirían que
sabemos mucho sobre nuestro entorno físico más próximo, sobre otra gente y sobre el pasado.
Habría quienes incluso agregarían que conocemos varias verdades éticas y morales y habría
quienes además afirmarían conocer diversas verdades sobre Dios y sobre la actitud que
manifiesta Dios hacia la humanidad. Aun así, algunos filósofos, influidos por diversas formas de
escepticismo, sostendrían que sabemos bantante menos que todo esto y los escépticos más
extremos llegarían a afirmar que realmente no sabemos nada de nada en absoluto.
La evaluación de estos puntos de vista no es materia fácil y cuando reflexionamos sobre
ellos y los motivos avanzados a favor de ellos en seguida acabamos enfrentados a otras preguntas
acerca del conocimiento. Tal reflexión podría conducirnos a plantear una de las preguntas
epistemológicas más importantes y más viejas, “¿Qué es el conocimiento?” Hace más de dos
milenios, Platón luchó con esta cuestión en su diálogo Teeteto. Platón buscó una definición de
conocimiento, pero no llegó a ninguna respuesta clara y el diálogo finaliza sin adoptar una
postura concluyente.
El objetivo principal de este capítulo es introducir el concepto tradicional de
conocimiento proposicional como creencia verdadera y justificada epistémicamente. En la
primera sección, diferenciaremos el conocimiento lógico de otros tipos de conocimientos. En la
segunda sección, presentaremos el concepto tradicional de conocimiento. Después, haré algunos
comentarios generales sobre los componentes principales del concepto tradicional de
conocimiento, sobre la creencia, sobre la verdad, y sobre la justificación epistémica. Finalmente,
haré algún comentario sobre la justificación e introduciré y evidenciaré el concepto de
cancelación de la evidencia.

Tres sentidos de “saber o conocer”

En lenguaje ordinario, cuando decimos que alguien sabe o conoce de algo, podemos
pensar, significar o dar a entender cosas diferentes por “saber o conocer”. Hay diferentes
sentidos del término “conocimiento”, o podríamos decir que lo que hay son diferentes clases de
conocimientos. Los tres más significativos son (1) el conocimiento proposicional, (2) el
conocimiento directo y (3) el conocimiento denominado “saber cómo”. Empezaremos por el
conocimiento proposicional.

                                                                                                                         
1
 Extraído de Noah Lemos, An introduction to the theory of knowledge, Cambridge: Cambridge University Press, 2007, cap 01.
 

  1  
(1) Juan sabe que César fue asesinado.

(2) Juan sabe que el cielo es azul.

En estos ejemplos, los objetos de conocimiento, lo que se conoce o se sabe, son,


respectivamente, las proposiciones verdaderas siguientes: que César fue asesinado y que el cielo
es azul.
Es importante distinguir entre oraciones y proposiciones. Consideremos a dos personas,
Paul y Pierre. Vamos a suponer que cada uno de ellos cree que el cielo es azul. Paul, sin
embargo, habla sólo en inglés y Pierre habla sólo en francés. Al expresar su creencia, Paul diría,
“The sky is blue”, y Pierre diría, “Le ciel est bleu”. Aunque cada uno exprese su creencia por
medio de una oración diferente, los dos creen la misma proposición. Del mismo modo, dado que
cada uno sabe que el cielo es azul, cada uno conoce la misma proposición.
Podemos pensar en la creencia como una relación entre un sujeto y una proposición. Si la
proposición que el sujeto cree es verdadera, entonces la creencia de ese sujeto es verdadera y si
la proposición que uno cree es falsa, entonces la creencia del sujeto es falsa. También podríamos
afirmar que el conocimiento proposicional es una relación entre un sujeto y una proposición. O
más exactamente: el conocimiento proposicional es una relación entre un sujeto y una
proposición verdadera.
El conocimiento proposicional no es el único tipo del conocimiento. Supongamos, por
ejemplo, que alguien hizo las siguientes afirmaciones:

(3) Juan conoce al Presidente de los Estados Unidos.

(4) Juan conoce al Papa.

Podemos asumir que estas afirmaciones implican que John tiene trato directo con el
Presidente de los Estados Unidos y que también tiene trato directo con el Papa. Estas
afirmaciones (3) y (4) implican que John ha estado con ellos. Si realmente tomamos (3) y (4) de
esta forma, atribuiremos el conocimiento directo (acquaintance  knowledge)   a Juan. Si afirmamos
que Juan tiene conocimiento directo de alguien, esto debe implicar que lo conoce personalmente
o que alguna vez ha estado con él.
Es necesario distinguir el conocimiento directo y el conocimiento proposicional.
Obviamente, podemos tener mucho conocimiento proposicional sobre alguien sin tener
conocimiento directo de él. Yo podría tener mucho conocimiento proposicional sobre el
Presidente. Podría saber que nació en tal sitio y en tal fecha, y que fue alumno de tal instituto y
de tal universidad. Podría saber muchas proposiciones verdaderas sobre él. Pero de que tenga
mucho conocimiento proposicional del Presidente, no se sigue que tenga el conocimiento directo
suyo, ya que, ni tengo trato directo, ni he estado nunca con él.
En lenguaje ordinario, cuando decimos: “A conoce a B”, a veces usamos: “conoce” en el
sentido proposicional y a veces en el sentido de conocimiento directo. Supongamos, por ejemplo,
que un detective dice con tono serio: “Conozco a este asesino. Pronto golpeará otra vez”. En
realidad, de lo dicho no se deduce que nuestro detective haya encontrado al asesino o que tenga
trato directo con él. Con lo dicho puede darse a entender que el detective sabe que el asesino es
de esa clase de delincuente que pronto golpeará otra vez. Nuestro detective tiene un cierto tipo
del conocimiento lógico sobre el asesino. Asimismo si me impresiona el enorme conocimiento

  2  
que Juan posee sobre el emperador Julio César, puedo afirmar: “Juan conoce realmente a Julio
César”. Claramente implica que Juan tiene mucho conocimiento proposicional sobre Julio César,
no significa que haya tenido contacto directo con él.
Uno puede tener el conocimiento directo no sólo de personas sino también de otras cosas.
Uno puede tener, por ejemplo, conocimiento directo de París o del gusto de un mango. Si uno
tiene tal conocimiento de París, es porque ha estado allí y si uno tiene ese conocimiento del gusto
de un mango, entonces es que ha probado un mango. Una vez más tenemos que distinguir el
conocimiento directo del conocimiento proposicional. Uno podría tener un gran conocimiento
proposicional sobre París, sabiendo cuáles son sus bulevares principales, cuándo fue fundada la
ciudad, sabiendo de sus principales hitos y todo ello sin tener el tipo de conocimiento directo que
implica haber estado físicamente allí.
Además del conocimiento proposicional y del conocimiento directo, vamos a considerar
el conocimiento denominado “saber cómo”. A veces, cuando decimos: “A sabe cómo X”,
queremos decir o implicamos que A tiene la capacidad de X. En otros casos, sin embargo,
cuando decimos que: “A sabe cómo X” no queremos decir que A tenga la capacidad de X. Hay,
entonces, un sentido “del saber cómo X” que implica que uno tiene la capacidad de X y otro
sentido en que no. Según el primer sentido “de saber cómo”:

(5) Juan sabe tocar una sonata de piano

Implica que

(6) Juan tiene la capacidad de tocar una sonata de piano.

Pero, nuevamente, hay otro sentido de “saber cómo X” que no implica que uno tenga la
capacidad de X. Para apreciar bien este segundo sentido supongamos que Juan es un violinista
talentoso que lee música con soltura, pues es músico, pero no sabe tocar el piano en absoluto.
Imaginemos que tiene mucho conocimiento sobre cómo tocar una sonata de piano en particular.
El violinista podría saber, por ejemplo, que el índice derecho debería tocar esta nota y el pulgar
derecho debería tocar aquella nota, etc., etc. Realmente, Juan podría ser capaz de describir con
precisión cómo interpretar el fragmento musical, aun cuando no pueda tocarlo él mismo por no
saber tocar el instrumento. En este caso, podemos decir que Juan sabe cómo tocar la sonata, aun
cuando él no tenga la capacidad de interpretarla. En este sentido “de saber cómo”, (5) no implica
(6). Hay, entonces, un sentido “de saber cómo” hacer algo que es simplemente un asunto de tener
el conocimiento proposicional sobre cómo hacerlo. Juan el violinista, por ejemplo, tiene un gran
conocimiento proposicional sobre cómo tocar una sonata de piano. Pero en el otro sentido de
“saber cómo”, no sabe (cómo) tocar una sonata de piano porque carece de la capacidad para
hacerlo.
Como ilustra el caso anterior, uno puede tener mucho conocimiento proposicional sobre
cómo hacer algo sin tener la capacidad de hacerlo. Y a la inversa, uno puede tener la capacidad
de hacer algo sin tener mucho conocimiento proposicional sobre ello. Para ver esto, imaginemos
un fisiólogo que tiene un gran conocimiento proposicional sobre como andar. Ha estudiado cómo
uno tiene que transferir el peso de un pie al otro, cómo las rodillas y los pies deberían doblarse,
qué músculos están implicados, etc. Nuestro experto podría tener mucho conocimiento
proposicional sobre andar. Pero ahora consideremos a la pequeña María. María tiene diez meses
y acaba de aprender a andar. Ella sabe andar, pero fácilmente podemos llegar a la conclusión de

  3  
que carece del conocimiento proposicional sobre cómo andar que posee el experto. El
conocimiento proposicional de María sobre como andar es probablemente bastante pobre, si es
que tiene alguno.
Hemos distinguido el conocimiento proposicional tanto del conocimiento directo como
del “saber cómo” hacer algo. Tradicionalmente los filósofos se han ocupado más por el
conocimiento proposicional. Una razón de por qué es que los filósofos tradicionalmente están
preocupados por lo que es verdadero. Quieren saber qué es verdadero y quieren evaluar y
formarse un juicio sobre sus propias pretensiones y las de otros a la hora de conocer la verdad.
Cuando los filósofos preguntan, por ejemplo, sobre la extensión de nuestro conocimiento, están
preguntando por la extensión de nuestro conocimiento proposicional, por de verdades sabemos.
Cuando un filósofo dice que él sabe que hay objetos exteriores y otro filósofo lo niega, ambos
están en desacuerdo sobre si hay cierta clase o no de conocimiento proposicional. Discrepan
sobre si se conocen verdades de una cierta clase. El conocimiento directo y “el saber cómo” no
están centrados en la verdad de ese modo. De modo que consideremos el concepto de
conocimiento proposicional más de cerca.

Conocimiento proposicional y creencia verdadera justificada

Señalábamos al principio de este capítulo que la pregunta “¿Qué es el conocimiento?” es


muy antigua. Puesto que ahora centramos nuestra atención sobre el conocimiento proposicional,
podemos preguntar: “¿En qué consiste que alguien tenga conocimiento proposicional?” O bien
de modo alternativo podríamos preguntar: “¿En qué consiste para un sujeto S, saber que p (donde
p es alguna proposición)?”.
De acurdo con un punto de vista tradicional, tener conocimiento proposicional de p es
tener una creencia verdadera y epistémicamente justificada de que p. Antes de considerar este
punto de vista tradicional, empezaremos por considerar la siguiente opinión claramente
equivocada:

D1
S sabe que p = Df. S cree que p.

Según D1, creer algo es suficiente para conocerlo. Si D1 fuera verdadero, entonces
alguien que crea una proposición falsa la conocería. Si un niño, por ejemplo, creyera que 2+ 3 =
6, entonces, según D1 el niño sabría que 2 + 3 = 6. Pero el niño no sabe eso. De modo que D1 es
falso.
Ahora bien, es claro que a veces la gente dice que sabe cosas que sin embargo son falsas.
Por ejemplo, un aficionado al fútbol podría estar convencido por completo de que su equipo va a
ganar el campeonato. Después de que su equipo pierda, él podría decir: “Bueno, yo sabía que
ellos ganarían. Lamentablemente no lo hicieron”. Pero nuestro aficionado no sabía si su equipo
iba a ganar. El confiaba, deseaba, soñaba, creía o estaba convencido de que ellos ganarían. Su
pretensión de saber se ha de entender más bien como una hipérbole, como cuando uno dice: “Me
muero de hambre” o “Mataría por un cigarrillo”. Tales afirmaciones, por lo general, no deben ser
tomadas literalmente. Estrictamente hablando, lo que dice nuestro aficionado es falso.
La mera creencia, pues, no es suficiente para que haya conocimiento. El conocimiento
requiere que la creencia de alguien sea verdadera. Consideremos el siguiente punto de vista:

  4  
D2
S sabe que p = Df. (1) S cree que p y (2) p es verdad

D2 nos dice que uno sabe que p si y sólo si uno tiene una creencia verdadera de que p. D2
dice que tener una creencia verdadera con respecto a p es suficiente para alguien sepa que p. Pero
esto, también, es claramente erróneo. Uno podría tener una creencia verdadera y, sin embargo,
no tener conocimiento. Las creencias verdaderas que consisten en meras conjeturas afortunadas o
en meros presentimientos o las creencias basadas en supersticiones sin fundamento, no son casos
de conocimiento. Supongamos, por ejemplo, que Bonnie lee su horóscopo en el periódico. El
horóscopo dice que pronto recibirá una suma de dinero. Bonnie no tiene ninguna prueba para
creer que esto es verdadero, pero de todos modos ella cree en lo que su horóscopo dice. Ese
mismo día, más tarde, encuentra cincuenta dólares en el bolsillo de su viejo abrigo. La creencia
de Bonnie de que le llegaría pronto una cantidad de dinero era verdadera, pero no era
conocimiento. Era una creencia verdadera que que carecía de prueba alguna. Tomemos ahora el
caso de Malcolm, un pesimista extremo. Cada mañana cuando se levanta, tiene la creencia de
que algo muy malo le va a ocurrir durante el día. Cada mañana él tiene esta creencia, aunque no
tenga razones o pruebas de ella y aunque la creencia finalmente sea casi siempre falsa. Una tarde,
a Malcolm lo atropella un autobús y muere. Durante aquella mañana, la creencia de Malcolm de
que algo realmente malo le pasaría resultó ser verdadera. Pero es falso que Malcolm supiera que
algo realmente malo iba a pasarle. Su creencia, aunque verdadera, no era un caso de
conocimiento. Puesto que D2 asume que la mera creencia verdadera es suficiente para que haya
conocimiento, D2 implica erróneamente que Bonnie y Malcolm tienen conocimiento.
Si la mera creencia verdadera no es suficiente para que haya conocimiento, entonces ¿qué
más es necesario? Una respuesta tradicional es que S sabe que p sólo si p está epistémicamente
justificada para S o si es razonable que S crea p.
Podemos formular esta explicación tradicional de la siguiente manera:

D3
S sabe que p = Df. (1) S cree que p, (2) p es verdadera, y (3) p está epistémicamente
justificada para S.

Según D3, el conocimiento requiere de una creencia verdadera justificada


epistémicamente. Así pues, digamos que D3 representa una explicación del conocimiento como
CVJ2.
Como hemos visto, D2 implica incorrectamente que Bonnie sabe que recibirá un dinero y
Malcomb sabe que algo muy malo le va a ocurrir hoy. Pero D3 no tiene ese defecto. Para ver por
qué pensemos en Bonnie otra vez. Ella cree que recibira un dinero. Y lo cree porque lo leyó en el
horóscopo del periódico y no tiene ninguna otra prueba para creerlo. Bajo estas circunstancias, la
proposición de que recibira un dinero no es una proposición que esté justificada o sea razonable
para ella. La creencia de Bonnie no satisface la condición de justificación en D3. Así que D3 no
implica que Bonnie tenga conocimiento. Consideraciones similares afectan al caso de Malcomb.
La proposición de que algo muy malo le ocuirrá hoy no es una proposición que esté justificada o
                                                                                                                         
2
Versiones de esta explicación del conocimiento como CVJ fueron apoyadas en algún momento por Roderick M.
Chisholm y A. J. Ayer. See Roderick Chisholm, Perceiving: A Philosophical Study (Ithaca: Cornell University
Press, 1957), p. 16 and A. J. Ayer, The Problem of Knowledge (New York: St. Martin’s Press, Inc., 1955), pp. 31-
35.

  5  
sea razonable para él. Simplemente lo acepta sobre la base de un pesimismo exagerado. Así que
D3 tampoco implica que Malcomb tenga conocimiento. A este aspecto, D3 parece suponer un
avance con respecto a D2.
D3 parece ir por el buen camino. En el siguiente capítulo, sin embargo, consideraremos
algunas objeciones a D3 y la necesidad de añadir otra serie de condiciones. De todos modos
aunque casi todos los filósofos están de acuerdo en que D3 no es adecuado tal y como está,
muchos están de acuerdo en que el conocimiento sí que requiere la creencia verdadera y
justificada epistémicamente. De momento, vamos a considerar brevemente estos componentes
del conocimiento proposicional. Haré algunos comentarios generales sobre cada uno con la
esperanza de conseguir una mejor comprensión de esta perspectiva tradicional sobre el
conocimiento.

Creencia

Siempre que consideremos una proposición, hay tres actitudes que podemos adoptar. En
primer lugar, podemos creerla o aceptarla como verdadera. En segundo lugar, podemos no
creerla, es decir, creer que es falsa o creer su negación. Por último, podemos suspender la
creencia o suspender el juicio. Podemos ilustrar estas actitudes reflexionando acerca de la actitud
de un teísta, un ateo y un agnóstico con respecto a la proposición de que Dios existe. El teísta
acepta la proposición, el ateo cree que es falsa y el agnóstico suspende la creencia.
Como señalamos antes, podemos pensar en la creencia como una actitud proposicional,
como una relación entre un sujeto y una proposición. Hay, desde luego, muchas actitudes además
de la creencia. La esperanza, el miedo, la duda o el deseo son solamente algunas de las maneras a
través de las cuales podemos relacionarnos con una proposición. Consideremos la proposición de
que va a llover. Además de creer que va a llover, uno puede esperar, temer, dudar o desear que
llueva.
Debemos distinguir entre creer una proposición y otras actitudes proposicionales como
considerar una proposición o pensar en ella. Pensar en una proposición es simplemente “tenerla
en mente”. Considerar una proposición es tenerla en mente y además estudiarla o examinarla.
Uno puede pensar en una proposición o considerarla sin tener que creer en ella. Por ejemplo, en
este momento puedo pensar y considerar la proposición de que la tierra es un cubo sin que ello
implique creer en ella. Pero podemos también creer algo sin pensar en ello ni considerarlo. Por
ejemplo, esta mañana yo creía que la tierra era redonda, pero en ningún momento pensé ni
consideré tal proposición.
Creemos muchas cosas en que ni pensamos ni las consideramos. Estas creencias se
denominan creencias disposicionales. Mi creencia esta mañana de que la tierra es redonda era
una creencia disposicional. Cuando creemos en una proposición en que pensamos, entonces
nuestra creencia se considera que es una creencia presente (occurrent). Dado que ahora estoy
pensando en la proposición de que la tierra es redonda, mi creencia de que la tierra es redonda es
una creencia presente.
Debemos distinguir entre tener una creencia disposicional y una disposición a creer algo.
Hay muchas proposiciones que ahora no creemos, pero que les creeríamos si las consideráramos.
Alguien podría no haber haya considerado jamás la proposición de que ningún elefante es
un neurocirujano y podría creer tal proposición. Si embargo, también podría suceder que creyera
dicha proposición si la considerara. En este caso se tendría una disposición para creer en la
proposición, incluso sin tener una creencia disposicional con respecto a ella.

  6  
Concluyamos esta breve discusión con dos observaciones. La primera de ellas es que de
acuerdo con la explicación tradicional CVJ del conocimiento, el conocimiento de p requiere que
uno crea que p. Podríamos decir que el conocimiento requiere o una creencia presente o una
creencia disposicional. Así, podemos decir que yo ya sabía esta mañana que la tierra era redonda,
aunque mi creencia en esa proposición fuera disposicional. La segunda observación es que la
creencia abarca un rango de intensidad o fuerza que va desde la convicción completa y firme, a
la aceptación provisional y cautelosa. Así, uno podría estar firmemente convencido de que Dios
existe, o podría aceptarlo con un grado más débil de convicción. Ahora bien, si el conocimiento
exige la creencia y la creencia incorpora grados de intensidad diferentes, ¿existe algún grado de
intensidad de la creencia mínimo para el conocimiento? Según la opinión tradicional, el
conocimiento simplemente exige una creencia verdadera y justificada. En la medida que uno c
crea que p, y se cumplan las demás condiciones, entonces uno sabe que p cualquiera que sea la
intensidad de la creencia de uno.

Verdad

Hay muchas teorías sobre la naturaleza de la verdad y sobre lo que hace que una
proposición o una creencia sea verdadera o falsa. Una de las más antiguas y quizás la más
ampliamente sostenida es la teoría de la verdad como correspondencia. La teoría de la
correspondencia hace dos afirmaciones principales. La primera es que una proposición es
verdadera si y sólo si se corresponde con los hechos. La segunda es que una proposición es falsa
si y sólo si no se corresponde con los hechos. Los partidarios de la teoría de correspondencia a
menudo añaden una tercera afirmación, a saber, que la verdad de una proposición o de una
creencia es dependiente de los hechos o de la manera de ser el mundo. Dicha opinión fue
sugerida por Aristóteles, que escribió: “No es porque nosotros pensemos con verdad que estás
pálido, es que tú estás pálido; sino al contrario porque estás pálido nosotros decimos que eso es
verdad”3. La proposición que afirma que estás pálido es verdadera porque estás pálido. La
proposición que afirma que estás pálido es verdadera debido a, o en virtud del hecho de, que
estás pálido.
Según la teoría de la verdad como correspondencia, una proposición no es verdadera por
lo que creamos sobre ella. La verdad de la proposición de que alguien es pálido, por ejemplo, no
depende de lo que creamos sobre ella. La proposición es verdadera si y sólo si alguien es pálido.
Es verdadero, como Aristóteles señala, debido al hecho de que alguien es pálido.
Además, según la teoría de correspondencia, una misma proposición no puede ser al
mismo tiempo verdadera y falsa. La proposición de que tú estás pálido no puede ser verdadera y
falsa a la vez. Tampoco la proposición puede ser “verdadera para ti y falsa para mí”. La verdad
no es “relativa” de esta manera. Desde luego, tú podrías creer una proposición que yo rechazo.
En ese caso podríamos discrepar sobre la verdad de una proposición. Pero la verdad de la
proposición viene determinada por los hechos y no por que tú o yo la creamos. Una vez más,
pensemos en una antiguaa cultura que creyera que la tierra era un disco que flotaba en un mar
infinito. ¿Podríamos decir que la proposición era verdadera “para ellos”? Según la teoría de la
correspondencia la respuesta sería “no”. Ellos aceptaron la proposición. La creyeron verdadera.
Pero la proposición es falsa. No se corresponde a los hechos.

                                                                                                                         
3
Aristotle, Metaphysics, l. IX, cap. 9, 1051b, trans. W. D. Ross, in The Basic Works of Aristotle, ed. Richard
McKeon (New York: Random House, 1941), p. 833.

  7  
Aún así consideremos la siguiente objeción. “Supongamos que Jim está en Londres
hablando con su hermano, Tom, que está en Nueva York. Jim mira por la ventana, ve la lluvia
caer y dice “Está lloviendo”. Tom mira por la ventana, ve el sol brillando y dice “No está
lloviendo”. ¿Podrían los dos tener razón? ¿Es este un caso en el que una proposición es tanto
verdadera como falsa?”. Desde luego, ambos podrían tener razón. De hecho, considerando el
caso que hemos descrito, cada uno de ellos tiene razón. Pero esto no demuestra que una misma
proposición es verdadera y falsa. Deberíamos decir que la proposición que Jim acepta es que
llueve en Londres y que la proposición que Tom acepta es que no llueve en Nueva york. Cada
uno de ellos acepta una proposición verdadera, pero no es la misma proposición.
La teoría de la verdad como correspondencia es antigua y ampliamente sostenida. Hay,
sin embargo, objeciones a esta teoría. Algunos objetan que, a no ser que tengamos alguna
explicación de en qué consiste que una proposición esté en correspondencia con los hechos, la
teoría no es muy informativa. Otros objetan la teoría es poco informativa, porque la noción de
hecho es obscura. Aun otros dirían que uno no puede explicar lo que es un hecho sin utilizar los
conceptos de verdad y falsedad y, por lo tanto, la teoría de correspondencia es circular y en
última instancia poco iluminadora.
Estas críticas son importantes. Lamentablemente, evaluar estas objeciones de manera
adecuada nos llevaría demasiado lejos. De todos modos, la intuición básica de que la verdad de
una proposición depende de los hechos se ha mantenido resistente a las críticas. Asumiré a lo
largo de este libro que alguna versión de la teoría de la verdad como correspondencia es
correcta. Vale la pena señalar, con todo, que hay otras teorías de verdad. Consideremos
brevemente dos de ellas.
Una alternativa a la teoría de la correspondencia es la teoría pragmática de la verdad. La
idea central de la teoría pragmática es que las creencias verdaderas son generalmente útiles,
mientras que las falsas no lo son. Si un doctor quiere curar a un paciente, es útil que el doctor
tenga creencias verdaderas acerca de qué curará al paciente. Si un hombre quiere ir a Boston, las
creencias verdaderas sobre qué camino tomar son más útiles que las creencias falsas. Teniendo
en cuenta esta conexión, la teoría pragmática nos dice que una proposición es verdadera si y sólo
si creerla o actuar de acuerdo con ella es, o sería, útil (en el largo plazo). En términos generales
una creencia es verdadera si y sólo si es útil o adecuada. William James, el gran pragmatista
americano, escribió, “lo verdadero es sólo lo adecuado en el camino de nuestro comportamiento;
adecuado en casi todas las formas y adecuado en el largo plazo y en el curso completo”4.
Supongamos que las creencias verdaderas proporcionan generalmente una buena base
para la acción, que son en general útiles y que las creencias falsas constituyen una mala base para
la acción. Los críticos de la teoría pragmática señalan que incluso si esto es así, de ello no se
seguiría que debamos identificar la creencia verdadera con la creencia útil. A veces una creencia
verdadera puede tener consecuencias muy malas y una creencia falsa puede tenerlas muy buenas.
Supongamos por ejemplo que la siguiente proposición es verdadera:

(7) Tom morirá a una avanzada edad de una enfermedad larga y dolorosa.

Supongamos además que si Tom cree esto, se encontraría bastante afligido. La alegría
que él encuentra ahora en la vida disminuiría. Estaría atormentado por el espectro de una muerte
dolorosa. Supongamos que no es útil para Tom creer (7). De todos modos, (7) es verdadero, por
lo que parece que deberíamos rechazar la idea de que una proposición es verdadera si y sólo
                                                                                                                         
4
William James, Essays in Pragmatism (New York: Hafner Publishing Co., 1948), p. 170.

  8  
creerla o actuar de acuerdo con ella fuera útil. Asimismo podría haber proposiciones falsas que
son útiles. Imaginemos, por ejemplo, que cuando Tom es ya viejo y está sufriendo su enfermedad
dolorosa y fatal, él se consuela con la siguiente creencia:

(8) Los otros en el hospital sufren más que yo y yo lo estoy haciendo con coraje.

Creer (8) ayuda a Tom a afrontar su propio sufrimiento con calma y coraje. Piensa que
puesto que los otros afrontan un sufrimiento mayor que el suyo con valor, al menos él puede
hacer lo mismo. Creer (8) es muy útil para Tom. Pero supongamos que (8) es falso. Supongamos
que nadie en el hospital sufre más que Tom. Otra vez, parece ser que lo que es útil creer no es
siempre verdadero, y que lo verdadero no es siempre útil.
Otra teoría de la verdad es la teoría de coherencia de la verdad. Como cabía imaginar, el
concepto de coherencia es central en esta teoría. Diremos más sobre la coherencia en el capítulo
4. Por el momento, consideremos el ejemplo siguiente para ilustrar el concepto. Supongamos que
creemos las proposiciones siguientes: (i) tengo la experiencia sensitiva de que hay algo blanco en
mi mano, (ii) tengo la experiencia de que hay algo redondo en mi mano, (iii) tengo la experiencia
de que hay algo el frío en mi mano. La proposición, (iv) hay una bola de nieve en mi mano, es
coherente con (i)-(iii). Parecería que (iv) es más coherente con (i)-(iii) que con otras
proposiciones, por ejemplo, que tengo un terrón caliente de carbón en mi mano.
Algunos filósofos toman el hecho de que una proposición sea coherente o encaje con
otras proposiciones que uno cree como indicativo de su verdad o como una buena razón para que
creer que es verdad. En otras palabras, tratan la coherencia como una fuente de justificación. Por
ejemplo, si uno cree (i)-(iii), y no intervienen otros factores, es más razonable creer (iv) que creer
que tengo un terrón caliente de carbón en la mano, debido a que (iv) es más coherente con (i)-
(iii). Los defensores de la teoría de coherencia de la verdad, sin embargo, tratan la coherencia no
solo como una fuente de justificación; toman la coherencia como una condición de verdad.
Sostienen que para que una proposición sea verdadera no hace falta nada más que su coherencia
con otras proposiciones. Blanshard, un defensor de la teoría de coherencia de verdad, escribió
“Asume la coherencia como prueba [de la verdad], y la incoherencia de tus alternativas te
conducirá a la conclusión de que es también la naturaleza de verdad”5.
Los críticos de la teoría de coherencia de la verdad plantean una serie de objeciones.
Primero, resaltan que el concepto “de coherencia” no es del todo claro. De hecho, algunos
críticos sostienen que el concepto de coherencia necesita de tanta explicación al menos como el
concepto de “correspondencia” y “hecho”. Afirman que la teoría de la coherencia no tiene
ninguna verdadera ventaja en términos de claridad sobre la teoría de la correspondencia. En
segundo lugar, señalan que no podemos decir simplemente que una proposición es verdadera si y
sólo si esto pertenece a un conjunto coherente de proposiciones. Una obra de ficción muy realista
podría ser un conjunto coherente de proposiciones falsas. Además, el hecho que (iv) sea
coherente con las otras proposiciones (i)-(iii) no garantiza que (iv) sea verdadero. Yo podría
creer (i)-(iv) y simplemente tener una alucinación de una bola de nieve o soñar que estoy
sosteniendo una bola de nieve. De hecho, Descartes planteó la posibilidad del engaño por parte
de un genio maligno, un engaño tan grande que la mayoría de nuestras experiencias sensibles del
mundo fueran ilusorias. En tal escenario, nuestras creencias sobre el mundo que nos rodea serían
casi enteramente falsas. Sin embargo, podrían ser bastante coherentes. De hecho, nuestras
creencias podrían gozar de tanta coherencia en un escenario como éste como la que tienen ahora.
                                                                                                                         
5
Brand Blanshard, The Nature of Thought, vol. 2 (New York: Macmillan, 1940), p. 269.

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Pero de nuevo, serían falsas. Finalmente los críticos argumentan que no deberíamos confundir un
criterio de justificación con una condición de verdad y no debemos asumir que porque tengamos
un criterio de justificación, tenemos ipso facto un criterio de verdad. Incluso si la coherencia
resulta ser una fuente de justificación, no se sigue de ahí que sea lo que hace que una proposición
sea verdadera.

Justificación epistémica

De acuerdo con la tradicional explicación CVJ, el conocimiento de que p, requiere que


uno esté epistémicamente justificado al creer p. Gran parte de este libro se centrará en el asunto
de la justificación epistémica. De hecho, gran parte de la reciente epistemología gira en torno a
este asunto. De momento vamos a ofrecer a continuación los aspectos generales.
Primero, el tipo de justificación que requiere el conocimiento es la justificación
epistémica. Podemos ver que hay justificaciones que no son epistémicas. Por ejemplo: el
delantero que entra al campo puede que tenga más posibilidades de marcar un hat trick si cree
que lo va a hacer. Por supuesto, hay una alta probabilidad de que no consiga marcar un hat trick.
Incluso para los mejores jugadores las posibilidades de conseguirlo son pocas. Con todo, creer
que lo va a conseguir y tener una actitud positiva, lo ayudará. Así que, podemos suponer que
tiene una justificación práctica para su creencia incluso si carece de una justificación epistémica
para ello. De nuevo, consideremos a alguien que afronta la vida con una de esas enfermedades de
las que la mayoría de la gente no se recupera. Aunque la evidencia vaya contra la posibilidad de
su recuperación, la creencia de que si que se recuperará podría mejorar sus posibilidades. En tal
caso uno podría tener una justificación moral o prudencial para creer que se recuperará incluso si
carecer de justificación epistémica para ello. A diferencia de la justificación moral o prudencial,
la justificación epistémica parece estar vinculada con la verdad aunque sea difícil decir
exactamente en qué sentido exactamente está conectada con ella. Quizás podríamos decir que la
justificación epistémica apunta a la verdad en un setido en que ni la justificación moral ni la
prudencial lo hacen. Podríamos decir tal vez que si uno está epistémicamente justificado en creer
una proposición, su creencia será probablemente verdadera. Como vemos, los filósofos difieren
sobre las conexiones entre verdad y justificación epistémica. En cualquier caso, nuestro interés
se centrará en la justificación epistémica, de modo que cuando me refiera a la justificación me
estaré refiriendo a la justificación epistémica.
Segundo, una proposición puede ser verdadera y no estar justificada. Consideremos las
proposiciones siguientes : (i) el número de estrellas es par y (ii) el número de estrellas no es par.
Una de las dos (i) o (ii) es verdadera. Pero claramente ni (i) ni (ii) están justificadas para
nosotros. Carecemos de pruebas a favor de una o otra. Así que una proposición puede ser
verdadera sin estar justificada. De nuevo, la proposición de que hay vida en Marte, puede ser
verdadera, pero por ahora, dado el estado de nuestras pruebas, no es algo en lo que esté
justificado creer. Con respecto a estas proposicioens, uno podría decir que no está justificado
creerlas. En lugar de ello, uno está justificado en suspender la creencia en ellas.
Tercero, una proposición puede estar justificada y no ser verdadera. Uno puede
justificado a la hora de creer una proposición que es falsa. Supongamos, por ejemplo, que estas
justificado en creer que es mediodía. Estás justificado porque has mirado el reloj sobre el
mediodía y el reloj te dice son las 12. Pero supongamos que, sin saberlo, el reloj ha dejado de
funcionar a mediodía y ahora son las 12:30. Con las pruebas que contabas, tu creencia estaría
justificada, pero sería falsa. De nuevo, puedo estar justificado en creer que la persona que veo

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entrar en la biblioteca es Lisa. Estoy justificado porque la persona que veo viste y se comporta
como Lisa. Pero supongamos que, sin saberlo, Lisa tiene una hermana gemela y la persona que
veo no es Lisa, sino su gemela. Mi creencia de que la persona que vi era Lisa es falsa, pero está
justificada.
Cuarto, tenemos que distinguir entre, por un lado, el hecho de que una proposición esté
justificada para una persona de, por otro su justificación. Justificar una proposición es una
actividad que uno realiza cuando su creencia ha sido cuestionada. Normalmente cuando
justificamos una proposición intentamos dar razones a su favor. En cambio, el hecho de que una
proposición esté justificada para una persona es un estado en el que uno se encuentra. El
conocimiento de p requiere que uno esté justificado en creer que p, pero no requiere que uno
justifique su propia creencia de p. Hay muchas cosas que cada uno de nosotros sabemos y que
nunca hemos intentado justificar.
Quinto, a diferencia de la verdad, la justificación es relativa, en el sentido de que una
proposición puede estar justificada para una persona pero no para otra. Esto puede pasar si una
persona tiene pruebas de las cuales otra persona carece. Supongamos, por ejemplo, que Smith es
un ladrón. Esta proposición podría estar justificada para Smith, pero para nadie más. Smith
podría tener muchas pruebas de que es un ladrón, aunque nadie más las tenga. De hecho, muchos
de los amigos de Smith, podemos suponer están justificados en su creencia de que no es un
ladrón. (Aquí tendríamos un nuevo ejemplo de una creencia justificada pero falsa.) Además, una
proposición puede estar justificada para una persona en un tiempo determinado y no en otro.
Después de que Smith es detenido, acusado y condenado, sus amigos que han seguido el juicio
de cerca, están muy justificados ahora en su creencia de que Smith es un ladrón. Ahora tienen
pruebas que antes no tenían. La justificación, entonces, puede variar de persona a persona y para
la misma persona a lo largo del tiempo, dependiendo de las pruebas que tenga.
En sexto lugar, la justificación epistémica tiene distintos grados. Puede ir desde las
proposiciones que son ciertas o están justificadas al máximo, hasta las proposiciones que apenas
están justificadas, que apenas son razonable que se las acepte. Las proposiciones de que 2=2, de
que pienso, de que existo, son ciertas para mí. Por el contrario, la proposición de que estaré vivo
en tres meses, es algo que no es cierto o no está justificado en su grado más alto para mí. Y no lo
es porque la proposición de que yo estoy vivo ahora está más justificada que esa otra. De todos
modos, sigo estando justificado cuando creo que estaré vivo en tres meses. De hecho, estoy más
justificado en creer esa proposición de lo que lo estoy en creer la proposición de que hay vida en
Marte o que el número de estrellas sea par.
Si el conocimiento requiere justificación, cabe preguntarse, ¿qué grado exacto de
justificación requiere? Estrictamente hablando, D3 no nos lo dice. Parece razonable creer que no
cualquier nivel de justificación bastará. La proposición de que estaré vivo de aquí a diez años
tiene algún grado de justificación para mí, pero no tanta como para que pueda decir que sé que
tal proposición es verdadera. Del mismo modo, si yo sé que de las 100 canicas que hay en una
urna 60 son negras, entonces la proposición de que sacaré una bola negra tiene alguna
justificación para mí, pero no estoy lo suficientemente justificando como para decir que sé que
así acurrirá. Así pues, vemos que algunos niveles de la justificación son demasiado bajos para
que se dé conocimiento. ¿Podríamos decir entonces que para decir que sé que p, ello requiere que
uno tenga la certeza de que p? ¿Que el conocimiento requiere para darse de la justificación
máxima? Creo que la mayoría de filósofos que defienden la explicación CVJ, dirían que el
conocimiento no requiere de la certeza. Ellos podrían sostener, razonablemente, que sabemos
que Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos, que Cesar fue asesinado y cosas

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similares. Pero estas proposiciones no presentan un grado de certeza, ni están tan justificadas
para nosotros como lo están las proposiciónes 2=2 o yo existo. Creo que sería justo decir que la
mayoría de los defensores de la explicación CVJ dirían que aunque el conocimiento no requiera
certeza, requiere un alto grado de justificación.
Finalmente, una proposición puede estar justificada epistémicamente para una persona
incluso si no cree en ella. Consideremos el confiado futbolista que entra en el campo. De nuevo,
la mayoría de las veces incluso los mejores futbolistas no consiguen un hat trick. La proposición
de que el jugador no conseguirá un hat trick estaría, pues, epistémicamente justificada para él.
Pero aunque la proposición esté justificada para él, resulta que no la cree. De hecho, cree su
negación. Asimismo, la proposición de que hoy no le pasará nada terrible está justificada para
Malcomb, nuestro pesimista, pero él se niega a creerlo.
Algunos filósofos establecen la distinción entre el hecho de que una proposición esté
justificadas para una persona y el hecho de que una proposición esté “bien fundamentada” para
una persona6. Decir que una proposición p está bien fundamentada para una persona, S, es decir
que (i) p está justificada para S y (ii) que S cree p sobre la base de sus pruebas de que p. Si una
proposición está bien fundamentada para una persona, entonces esa persona no sólo tiene buenas
razones para creerla, sino que también la cree basándose en buenas razones. En un caso como
este, podemos decir que su creencia de que p está bien fundamentada o que cree de forma
justificada que p.
Para ilustrar la distinción entre el hecho de que una proposición esté justificadas y el
hecho de que una proposición esté bien fundamentada, supongamos que Jones está sufriendo una
grave enfermedad. Aunque la enfermedad es bastante grave, él tiene excelentes pruebas de que
se recuperará por completo. Su doctor, un experto en la materia, le dice que hay tratamientos
sumamente eficaces para su condición y que la tasa de recuperación es de un 99 por ciento. Jones
también lee la misma información sobre la eficacia de los tratamientos en una respetada revista
médica. En estas circunstancias, podemos asumir que la proposición de que se recuperará está
justificada para Jones. Supongamos que, sin embargo, Jones no cree que se recuperará sobre la
base de esta evidencia. En lugar de esto, Jones cree que se recuperará sobre la base de pésimas
razones. Supongamos que cree que se recuperará porque en una lectura de los posos del café le
han dicho que se va a recuperar o que lo cree simplemente sobre la base de su optimismo
impenitente. Lo importante es que a pesar de que Jones tiene excelentes razones para creer que
se recuperará, su creencia no está basada en estas razones. Por tanto la creencia de que se
recuperará no está bien fundamentada.
Si la creencia de Jones de que se recuperará no se basa en la evidencia de que dispone
para creer esa proposición, sino que se basa en su optimismo impenitente o en el testimonio de la
lectura de los posos del café, entonces parece plausible pensar que su creencia no es un ejemplo
de conocimiento. Podríamos pensar que el conocimiento no sólo requiere que uno tenga pruebas
de la creencia, sino que esa creencia esté basada en las pruebas de que dispone. Dada esta idea de
proposición bien fundamentada para una persona, podríamos modificar la explicación del
conocimiento y podríamos decir:

D3´
S sabe que p = Df. (1) S cree que p, (2) p es verdadero, y (3) la creencia que tiene S de
que p está bien fundamentada.

                                                                                                                         
6
 Earl Conee and Richard Feldman, “Evidentialism”, Philosophical Studies, 48, 15-44.  

  12  
Desde este punto de vista, para que S sepa que p se exige no solamente que p esté
justificada para S. También se exige que S crea que p sobre la base de las pruebas que dan apoyo
a p. Dicho punto de vista parece plausible.

Justificación, evidencia y cancelación

Si una creencia está justificada y el grado en que lo está está en función a menudo, si no
siempre, de las pruebas que uno tenga para esa proposición. Uno podría pensar que las pruebas
que una persona tiene en determinado momento consisten en toda la información o los datos que
posee en ese tiempo. Se admite amplia y comúnmente que los sentidos, la percepción, la
memoria, la introspección y la razón son “fuentes” de pruebas. Podríamos pensar que estas
fuentes suministran pruebas a través de cosas tales como las experiencias de la memoria, las
experiencias de nuestros sentidos, las experiencias introspectivas y las intuiciones racionales.
Dichas experiencias, junto con nuestras creencias justificadas bien puede pensarse que
constituyen nuestras pruebas. Así pues, mis pruebas de que hay una taza de café encima de la
mesa del despacho incluiría mis experiencias sensoriales de que veo el café y que lo huelo, que
recuerdo haber hecho el café y haber puesto la taza encima de la mesa y que, por tanto, mi
creencia justificada es que casi siempre tengo una taza de café sobre la mesa en este momento
del día.
Podemos distinguir entre dos tipos de pruebas, concluyentes y no concluyentes. Las
pruebas concluyentes garantizan la verdad de la proposición que apoyan. Si e es una prueba
concluyente con relación a la proposición p, entonces es imposible que p sea falsa dado que e.
Quizá podríamos ilustrar el concepto de una prueba concluyente considerando la proposición que
dice que yo estoy pensando. Introspectivamente soy consciente de que pienso. La conciencia
introspectiva de que pienso es una prueba que apoya la proposición que afirma que estoy
pensando. También es una prueba concluyente. Es imposible que la proposición que dice que yo
estoy pensando sea falsa puesto que mi conciencia introspectiva me dice que estoy pensando. De
la misma manera, mi conciencia introspectiva de que yo pienso es una prueba concluyente para
la proposición que afirma que yo existo. Es imposible que la proposición de que yo existo sea
falsa dada mi conciencia introspectivade que estoy pensando.
Sin embargo, a menudo, nuestra evidencia para una proposición es no concluyente. Es no
concluyente en el sentido de que no garantiza la verdad de la proposición que apoya.
Supongamos que yo sé que hay 100 canicas en una urna y que 95 de ellas son negras. Mis
pruebas apoyan la proposición que afirma que sacaré una canica negra pero no lo garantizan. Mi
prueba es no concluyente. Supongamos ahora, para recordar un ejemplo anterior, que tengo las
siguientes pruebas: veo que mi reloj dice que es mediodía, estoy justificado en creer que debe de
ser ya mediodía y mi reloj ha sido muy fiable en el pasado. Pero, de nuevo, supongamos que sin
saberlo yo, mi reloj deja de funcionar al mediodía y que ahora son las 12:30. En este caso, mis
pruebas de que es mediodía son no concluyentes. Mis pruebas apoyan la proposición de que es
mediodía, pero no lo garantiza.
Las pruebas de la existencia de objetos materiales proporcionada por nuestra experiencia
sensorial son pruebas no concluyentes. Como Descartes señaló de un modo que se hizo
justamente famoso, es posible que mi experiencia sensorial la produzcas no los objetos
materiales sino un poderoso genio maligno que intenta engañarme. Por tanto, incluso si estoy
teniendo la experiencia sensorial de que hay una bola de nieve en la mano, esas pruebas no

  13  
garantizan que haya efectivamente una bola de nieve en mi mano. Es lógicamente posible que yo
tenga esa experiencia y que en cambio no exista tal bola de nieve en mi mano.
El término “pruebas no-concluyentes” puede ser algo engañoso. Decir que e es una
prueba no-concluyente para p no significa decir no sea razonable para nosotros concluir que p a
partir de e. Si, por ejemplo, yo sé que 95 de las 100 canicas son negras, entonces para mí es
razonable concluir, creer o aceptar que voy a sacar una negra. Decir que la prueba es no
concluyente, por tanto, no es dar a entender que no apoya una conclusión particular, sino más
bien señalar que no garantiza esa conclusión. Además, como bien señala Mathias Steup, no hay
que confundir prueba no concluyente con prueba “inconcluyente”.7 Decir que un conjunto de
pruebas, e, es no concluyente con respecto a la proposición p, es decir que e apoya p pero no lo
garantiza. Por el contrario, decir que un conjunto de pruebas, e, es inconcluyente con respecto a p
significa decir que e no apoya la creencia en p. En nuestros ejemplos anteriores, mis pruebas
apoyan mis creencias de que es mediodía y de que sacaré una canica negra. Mis pruebas para
estas proposiciones no es, por tanto, inconcluyente.
Dado que hay una conexión entre pruebas y creencia justificada, ¿podemos decir
simplemente que si alguien tiene pruebas para afirmar una proposición entonces está justificada
su creencia? No. Supongamos que alguien tiene pruebas para creer p y pruebas igualmente
buenas para creer no-p. Si estas son todas las pruebas de que dispone, entonces la justificación
epistémica que uno tiene le invitaría a suspender la creencia de que p. Que uno esté justificado en
creer que p depende de las pruebas totales de que dispone. Una perspectiva más plausible es,
entonces, que si, considerada en su totalidad, las pruebas apoyan p, entonces se está justificado al
creer que p.
Como hemos señalado anteriormente, la justificación que uno tiene para creer diversas
proposiciones puede cambiar a lo largo del tiempo a medida que se vaya adquiriendo
información adicional. A veces nuestra evidencia de una proposición puede ser cancelada o
anulada. Podemos perder nuestra justificación para creer en una proposición cuando nuestras
pruebas son canceladas o anuladas. Definamos ahora el concepto de “cancelación probatoria”:

D4
d cancela e como prueba para p = DF. e es una prueba para creer que p, pero e y d no son
pruebas para creer que p.

Consideremos dos ejemplos que van a iluminar nuestro concepto de cancelación.


Supongamos que cierta mesa te parece roja. Llamemos a esto un bit de prueba, a. Ahora
consideremos la proposición de que la mesa es roja. Llamemos a esta proposición, b. Podemos
decir que el hecho de que la mesa te parezca roja ofrece algún apoyo a la proposición de que la
mesa es roja. Ahora supongamos que consigues información adicional. Supongamos que te
enteras de que hay un haz de luz roja apuntando hacia la mesa. Llamemos a esto un bit adicional
de información, c. Nótese que a y c no son pruebas de que b. En este caso, c cancela o anula a a
como prueba de que b. Hablando más claro, si la única información sobre el color de la mesa
fuera a y c, entonces ya no estarías justificado en creer b. De nuevo, no podemos decir
simplemente que si uno tiene alguna prueba para sostener una proposición entonces uno está
justificado en creer en ella. La prueba que uno tiene puede ser cancelada por otra información
que uno adquiera.
                                                                                                                         
7
Mathias Steup, An Introduction to Contemporary Epistemology (Upper Saddle River, NJ: Prentice-Hall, 1996), pp.
1112.

  14  
Veamos un segundo ejemplo de cancelación8. Supón que vas a una fiesta y te enteras de
que (h): La mayor parte de las personas que están en la habitación son demócratas y John está en
la habitación. Podríamos decir que h es una prueba para (i) John es demócrata. Pero ahora
supongamos que te enteras de que (j): La mayoría de las personas que están en la parte derecha
de la habitación no son demócratas y John está en el lado derecho de la habitación. Aunque h
constituya una prueba para i, h y j no son pruebas de i. j cancela a h como prueba de i.
Merece la pena señalar que los canceladores pueden ser a su vez cancelados. De nuevo,
consideremos el ejemplo anterior. Supongamos que, junto con su prueba anterior, h y j también
te enteran de que (k) 49 de las 50 personas de la habitación que votaron el proyecto de ley son
demócratas y John votó por ese proyecto de ley. Aun no siendo h y j pruebas para creer i, h y j y
k son pruebas para creer i. Así, junto con el concepto de cancelación de la evidencia, podemos
añadir:

D5
x cancela d como cancelador de la prueba e para p = Df. (i) e es una prueba para creer que
p, (ii) e y d no son una prueba para creer en p, y (iii) e y d y x son pruebas para creer p.

De nuevo, puesto que uno puede tener alguna prueba para creer una proposición que es
cancelada por otra información, es importante tener en mente que el que uno esté justificado para
creer alguna proposición depende de las pruebas totales que se tengan. Una perspectiva más
prometedora sería que, si una persona tiene pruebas para una proposición p y nada cancela esas
pruebas cuando consideramos globalmente esas pruebas, entonces p está justificada para esa
persona.
El hecho de que la evidencia puede ser cancelada o anulada tiene una analogía en la ética.
A veces un rasgo de una situación exige éticamente que uno realice un acto aunque otros rasgos
de esa misma situación exigen que uno no realice dicho acto. Por ejemplo, supongamos que
Jones ha prometido quedar con su amigo Smith para el almuerzo al mediodía. El hecho de que
Jones prometiera a Smith a quedar con él a mediodía exige que quede con Smith a mediodía.
Supongamos que tenemos que p = la promesa de Jones de quedar con Smith al mediodía y que
tenemos que q = la cita de Jones con Smith al mediodía. Podemos decir entonces que p exige q.
Supongamos, sin embargo, que en el camino para quedar con Smith Jones se encuentra con
Brown, que ha tenido un grave accidente con su vehículo. Jones es la única persona presente que
puede ayudar a Brown, que está gravemente herido. En relación con esas más amplias e
inclusivas circunstancias, Jones no está éticamente obligado a acudir a la cita con Smith al
mediodía. Supongamos que tenemos r = el hecho de que Jones es el único que puede ayudar al
gravemente herido Brown. Podríamos entonces decir que aunque p exige q, p y r no exigen q. El
imperativo ético de q impuesto por p ha sido anulado o cancelado por r.9 En el ámbito
epistemológico, lo que uno está justificado a creer depende de la totalidad de las pruebas. Así
también, pareciera que en el ámbito ético la acción correcta depende de la totalidad de las
circunstancias. Así como las razones de uno para realizar determinadas acciones pueden ser
                                                                                                                         
8
Cf. Roderick Chisholm’s Theory of Knowledge 2nd edn. (Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, Inc., 1977), pp.
7173.
9
Por supuesto que podría resultar que aún más circunstancias hiciesen de nuevo obligatoria la cita de Jones con
Smith al mediodía. Supongamos por ejemplo que las lesiones de Brown, aun siendo estas graves, no han puesto en
peligro su vida y que Jones ha prometido quedar con Smith al mediodía en una reunión cuyo fin sea el de pagar un
rescate que salvará la vida de varios rehenes. Por lo tanto, si r anula la obligación para q impuesta por p puede haber
otras características que frustren r como anulador de la obligación de efectuar q.

  15  
canceladas por ulteriores consideraciones, del mismo modo las razones de uno para creer varias
cosas pueden ser canceladas por otras pruebas.
En este capítulo hemos distinguido el conocimiento proposicional del conocimiento
directo y del conocimiento práctico. También hemos introducido la perspectiva que dice que el
conocimiento proposicional es creencia verdadera justificada y hemos visto muy someramente
algunos puntos de vista sobre la creencia, la verdad y la justificación epistémica. En sucesivos
capítulos examinaremos con más detalle algunos puntos de vista relevantes sobre la naturaleza
de la justificación. En el capítulo siguiente, sin embargo, vamos a dar cuenta de algunas
objeciones a esta idea de que el conocimiento es creencia verdadera justificada. Estas objeciones
son importantes puesto que muestran que esta idea simplificada de conocimiento introducida
aquí no es del todo correcta. Al considerar estas objeciones y las respuestas que se han dado a
ellas se estará persiguiendo la respuesta a la ancestral cuestión: ¿Qué es el conocimiento?

  16  
24 DE.L PROBLEMA Y DEL MÉTODO

l. DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA


de otros conceptos. El uso de varios términos en el lenguaje
ordinario responde a menudo a distinciones reales -a veces de
gran importancia teórica- en los objetos. Si tenemos dos tér-
minos, que responden a sendos conceptos, y uno de ellos basta
para describir adecuadamente determinados hechos, para preci-
sar la distinción entre ellos podemos preguntar en cada caso:
¿cuál es la situación exacta que obliga a utilizar los dos concep- Crr('ncia como ocurrencia mental
tos en vez de uno solo, porque uno solo no acierta a describirIa?
El examen de las notas características de las situaciones en que Empecemos con la primera de nuestras preguntas: ¿Qué es
se exige la introducción del segundo término para poder des- creer? La respuesta podrá aclaramos también lo que es saber,
cribirlas, nos da la distinción precisa. Para distinguir parejas pues si el saber es una especie de creencia, las notas que descu-
de conceptos, tales como "creencia-actitud", "certeza-saber", "sa- bramos en ésta se le aplicarán también.
ber-conocer", acudiremos a ese recurso metódico. Parece que algo debe pasar en el interior de un sujeto cuan-
Claridad, distinción; todo ello en vistas a una sistematización. do cree y, pur ende, cuando sabe. La creencia sería el compo-
Es menester relacionar entre sí los distintos conceptos episté- nente "subjetivo" del saber. La mejor manera de analizada
micos de manera que constituyan un sistema coherente. El sis- no sería entonces examinar lo creído sino el acto de creer. Creer
tema debe tender a la simplicidad (el menor número de con- sería realizar un acto mental de una cualidad peculiar.
ceptos básicos y el menor número de condiciones para cada Ésta es la concepción más antigua y común sobre la creencia.
concepto) y la precisión (la mayor claridad en las reiaciones Los escritos de Desear tes, Locke, Hurnc coinciden en este en-
lógicas entre todos los conceptos). N o puede constituir propia- foque generai, aunque varíen mucho al caracterizar el. tipo de
mente una teoría; no comprende, en efecto, enunciados gene- acto mental de que se trate. Para Descartes la creencia es un
rales que sirvan para explicar los hechos de conocimiento. Pero acto de la voluntad, para Hume un sentimiento pen:liar, para
sí puede ofrecer un modelo conceptual que permita una inter- Locke un acto de asentimiento. En tiempos m.is cercanos, tanto
pl-elación más precisa del conocimiento. Y sólo sobre la base la línea Fenornenológica Breutano-Husserl, como la empirista
de un modelo semejante puede elaborarse cualquier teoría. James-Kussell vieron también la creencia como una ocurrencia
Pero el objeto de nuestro estudio son los conceptos epistémi- mental. Para Husserl es la "cualidad" de un acto, llamada "posi-
cos tal como operan en hombres concretos, reales, determinados ción", para R ussell, una "actitud proposicional" subjetiva."
por motivos personales, condicionados por circunstancias so- La teoría de la creencia más elaborada e influyente fue la
ciales. Considerados en concreto, creencia y conocimiento no de Hume. Pensemos primero en la diferencia entre la represen-
son ajenos a la voluntad, ni al deseo; sólo pueden entenderse en tación imaginaria de una escena, en cuya existencia no creemo>
s~s relaciones con otros conceptos que atañen a la razón prác- y la percepción o el recuerdo, que se acompañan de, la cr~er~c~(l
nca, La sistematización de los conceptos epistérnicos no puede en la realidad de lo percibido o recordado. ¿En que consistrrra
ser cerrada: nos remite a los fines y a los valores del individuo la diferencia? En que, en el segundo caso -contesta JIume-,
y de la sociedad en que está inmerso. Por ello nuestro análisis la escena se nos da con una especial "intensidad" o "viveza",
de los conceptos epistémicos terminará con un examen de los se nos impone "con fuerza", de modo que tenemos un senti-
intereses que motivan el conocimiento y las normas que pueden miento de Iirmeza, de realidad, el cual nos convence de la
regularlo. Porque la teoría del conocimiento no se entiende sin
'\"éao;c R. Dcscartcs (1957, iva. ~led.). J. Lockc (1894, lib. IV, caps.
su relación con los fines del hombre en sociedad y, en último 15 y lo), D. Hume (1949, lib. l. IHa. pane, par. 7·10). F. Brcntano (1944.
término, sin una ética. El estudio desembocará, así, en el es- ua, parle. cap. \11), E. Husscrl (1928, va, 10\'.), \\. James (1945, cap. XXI).
bozo de una ética de las creencias. B. Russcll (192J. cap. XII). En H. H. Price (19G9, la. parte, caps. 0·9)
puede leerse un excelente resumen y discusión de esta concepción de la
creencia.

[2::i1
26 DOS CONCEPCIONES DE CREE GIA DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA 27

existencia de lo percibido o recordado. Husserl dirá más tarde nal (lo percibido, lo imaginado, lo juzgado, etc.) y el acto
que el objeto de ~a per~epción se nos da "de cuerpo presente", mismo que se dirige a él (el percibir, imaginar, juzgar etc.)
"vivazmente" (lezbhaftzg); está ahí imponiéndose a nosotros, que tiene una cualidad propia. La creencia corresponde a la
no podemos menos que asentir. Hume ya había escrito algo cualidad del acto, no a su contenido. En el percibir; por ejem-
semejante: la creencia que acompaña a la percepción o al re- plo, hay una cualidad específica que lo distingue del acto de
cuerdo es un peculiar sentimiento (feeling) que, por ser 2rima- imaginar: una aceptación espontánea, no expresa. de la reali-
rio y simple, no podemos definir, pero que cualquiera- puede dad de lo percibido; es lo que llama Husserl la "posición de
reconocer en sí mismo; cabe indicarlo, con metáforas, como creencia" o "posición dóxíca". Los contenidos 'de lo percibido
una sensación de seguridad o firmeza. y de lo imaginado pueden ser exactamente los mismos; lo que
En otros casos, la creencia no versa sobre algo presente en distingue percepción de imaginación es esa cualidad específica
la percepción o el recuerdo, sino sobre lo representado en el del acto correspondiente: la "posición" (Setzung), llamada así
juicio. Si creemos en una idea del entendimiento tenemos tam- porque, de algún modo, "pone" la realidad (J irrealidad de su
bién, observa Hume, un sentimiento de viveza o firmeza de lo objeto. En el juicio podemos distinguir también varias posicio-
creído, semejante al de la percepción. Hume lo explica' por- nes dirigidas al mismo contenido judicativo: a la simple repre-
que "transferimos" a la idea representada, la viveza y firmeza sentación de la proposición puede añadirse una posición de-
de la percepción, mediante asociaciones de ideas que remiten a terminada de creencia, duda, rechazo, etc. Ésta pertenece al
impresiones sensibles. Por hábito, llegamos a acompañar las __ acto de juzgar, no a lo juzgado. "
ideas representadas en que creemos, con la misma cualidad que Por diferentes que sean esas doctrinas, al tratar de caracte-
tenían las que percibimos. En todos los casos, la creencia es un rizar la creencia, todas tienen algo en común: tortas SDn "men-
sentimiento especial, indefinible, que nos permite distinguir talistas" e "idealistas" por cuanto determinan la creencia como
en nuestro interior lo que asentimos de lo que sólo imagina- una ocurrencia o un dato en la conciencia privada. Creer es un
mos, dudamos o negamos. "Una idea asentida se siente dife- sentimiento o un acto de una cualidad específica que OCUlTeen
rente que una idea ficticia" (1949, p. 99). Lo que distingue a la mente de un sujeto; por lo tanto, sólo es accesible a este
una idea creída no es pues nada que concierna a la idea mis- sujeto; sólo él podrá percatarse de tener esa ocurrencia, porque
ma, sino a nuestro modo de aprehenderla; es un dato de con- sólo él tiene acceso a los datos de su propia conciencia. Todas
ciencia, una cualidad mental sui generis. esas concepciones tienen que acudir, para caracterizar la creen-
En la tradición empirista se conserva una nocion semejan- cia, a conceptos que se refieren a cualidades subjetivas, priva-
te de creencia. Se trata de una ocurrencia mental, aunque no das por lo tanto. Y aquí es donde se enfrentan a dos dificultades
quede claro si puede incluirse entre los sentimientos (por ejern- decisivas.
p.lo, estar convencido de una idea) o entre las voliciones (por
ejemplo, aseverar, aceptar una idea). Locke hablaba del "asen-
timiento" a una percepción o a un juicio, que se nos presenta Dificultades de esa concepción
en una sensación subjetiva de convicción. Más tarde, Russell
distinguirá entre la proposición y varias' "actitudes proposicio- La interpretación de la creencia como una ocurrencia en la con-
nales". La misma proposición puede ser representada, creída, ciencia no puede dar razón de un hecho que ya Platón había se-
dudada, negada, etc.; es común a varios actos que versan sobre ñalado. En el Teetetes (197bc) Platón distingue entre "tener"
ella. La creencia es, pues, una cualidad mental que acompaña (EXELV) y "poseer" (xÉKtwl'tm) algo. Tengo aquello que. presente.'
a la proposición y se añade a la simple representación de ésta. ahí, estoy usando de algún modo; poseo muchas cosas que no
La tesis de Russell, pese a la terminológía distinta, en este tengo ni empleo en este momento, como un traje guardado en
punto no difiere demasiado de la de Husserl. Husserl parte un armario o una carta escondida en un cajón. De lo que poseo
de un análisis de los actos intencionales de conciencia. En todos puedo echar mano en cualquier momento, está a mi disposición,
ellos se puede distinguir entre el 'contenido del acto intencio- aunque no lo tenga actualmente. Pues bien, el saber, dice Pla-
.!f
I

28 DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA DOS CONC:;PCIONl.S DE CREENCIA 29

tón, se parece más a algo que se posee que a algo que se tiene. "tener". No es ejecutar un acto especial, sino poder ejecutar
Esto es, no siempre es una ocurrencia mental, sino algo que muchos actos en diferentes circunstancias. Por eso Gilbert Ry!e
puede no estar presente pero que está a mi disposición, de (19'"19, pp. 133-134) clasificó "creer" y "saber" entre los capacity
modo que puedo acudir a él en cualquier momento. Lo mismo oerbs. Significan tener la capacidad de hacer algo, no estar
podríamos decir, en general, de cualquier creencia. haciéndolo actualmente. Creer que el fuego tiene ciertas pro-
Si toda creencia -y todo saber, por ende- fueran sólo datos piedades implica poder comportarse adecuadamente frente a
de la conciencia, durarían un tiempo preciso; serían fechables; una hoguera, poder distinguir una llama en una. pintura, poder
podrían localizarse en la corrie.nte del tiempo, ant.es.o después encender un cigarrillo, poder usar correctamente la palabra
de otros actos; serían ocurrencias, esto es, acontecirruentos con "fuego" en distintos contextos, pero no implica tener presente
un inicio y un fin determinados. Ahora bien, es cierto que, en un dato mental determinado.
algunos casos, ocurre que empezamos a creer o dejamos de Husserl aceptaba que la posición de creencia podía ser "la-
creer. Podemos señalar el momento en que tenemos algunas tente" y no necesariamente expresa. La creencia en la reali-
creencias ("Cuando lo vi de lejos, creí que iba armado, Juego dad. d¿ mundo, por ejemplo, o en la firmeza del suelo, o en el
me di cuenta de que no") o el instante en que otras desapare- revés de las cosas acompaña casi todos mis actos, sin que la
cen ("Dejé de creer que era mi amigo, cuando supe lo que tenga casi nunca presente. Pero entonces esas creencias no son
había hecho"). Pero no sucede lo mismo con la gran mayoría. d~ actos, ni ocurrencias en la conciencia, sino estados de dispo-
las creencias. De muchas, somos incapaces de señalar sus 1111- sición que pueden o no ser conscientes. En suma, la concepción __
cios o sus fines; de muy pocas podemos decir que estén actual- de la creencia como ocurrencia mental no puede aplicarse a
mente sucediendo en nuestra mente. todos los casos de creencia, no a las creencias que se poseen
Si todas las creencias fueran ocurrencias tendría sentido decir sin tenerlas en la conciencia.
cosas como éstas: "no recuerdo si cuando creía que la tierra En segundo lugar, si la creencia fuera una cualidad especí-
era redonda estaba aún tomando el desayuno" o "a las 3.15 de fica, dada a la conciencia, sólo sería determinable para cada
la tarde estaba sabiendo que 2 más 2 son 4". No hay un mo- quien en su propio coleto. Para asegurar que creer corresponda
mento o una situación en que "ocurran" la mayoría de nuestras a un acto o sentimiento, de talo cual tipo, sólo puedo apelar
creencias y de nuestros saberes. "¿Qué estás haciendo?" - "Estoy a la experiencia interna, y ésta es, por principio, directamente
creyendo en la teoría de la gravitación"; "N~ vayamos .al cine, inaccesible a 103 demás. Si alguna otra persona alegara que ella
mejor pongámonos a creer": estas frases no tlen~n sentido por- no percibe ningún sentimiento especial de "firmeza" ni realiza
que creer y saber no son actividades que se ejecuten en un acto de "asentimiento" o de "posición" alguno cuando cree, de-
lapso determinado, para luego desaparecer. Saber y creer son beré aceptar su palabra, carente como estoy de medios para
"potencias" en el sentido aristotélico, que pueden o no actua- comprobaría. Y ese testimonio bastaría para ofrecer un ejem-
lizarse en la conciencia, en ciertos momentos. Para creer en algo plo en que no se cumpliría mi definición. Después de todo, a
no es preciso que algo esté pasando en la concien~ia. M~entras nadie le parecería extravagante que una persona confesara no
escribo estas palabras creo muchas cosas (que mi sobrino es sentir nada especial- cuando deduce un teorema de ciertos axio-
corpulento, que el fuego quema, que los hiksos invadieron mas, calcula la trayectoria de un proyectil o repasa una lección
Egipto) y ninguna de ellas acude a mi mente. Creer esas y otr~s de historia, aunque esas acciones impliquen que cree en ciertas
cosas no quiere decir que algo me esté pasando mientras creo, proposiciones científicas. ¿Carece de algún sentido especial el
sino que, puesto ante determinadas circunstancias, reaccionaré matemático que admita no percibir ningún acto de asentimiento
de ciertas maneras. Así, si le compro una camisa a mi sobrino ni sentir ninguna seguridad mientras hace sus cálculos?
pediré una talla grande, si me acercan un cerillo a la nariz Sin duda podríamos recordar muchas circunstancias familia-
apartaré la cara y si leo una historia sobre los hiksos no me res en que la aseveración de una proposición no se acompaña
extrañará que mencione el Nilo. Pero nada de eso está ocurrien- de un sentimiento de firmeza, de seguridad o de confianza.
do ahora en mi mente. Creer se parece más a "poseer" que a Sentimientos semejantes estarían más bien ligados a la impor-
I
.j DOS CONCCPCIONES DE CREENCIA 31
30 DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA I
!
sí mismo. Si bien podríamos darle un nombre, defin ida sería
tancia personal que le otorguemos a una creencia. Suelen ser
intensos en nuestras convicciones religiosas, políticas o morales,
i
I

!
imposible. Y si el saber es una forma de creencia, tampoco po-
pero poco frecuentes en nuestras creencias científicas, aunque I dríamos precisar en qué consiste.
pudiéramos considerar estas últimas más inmunes a la duda. I En conclusión. No negamos que existan actos mentales de
Es un hecho psicológico frecuente, por otra parte, la inseguri- creencia, pero carecen de las características mínimas de objeti-
dad y vacilación ique suelen acompañar a algunas de nuestras vidad que nos permitan llegar a una definición compartible.
creencias. El niño atemorizado que penosamente responde a Aun si la creencia fuese la cualidad de un dato de conciencia
un examen, con miedo de reprobarlo, cree, sin duda, en la \; sería una cualidad peculiar y privada, por ende, indescriptible:
mayoría de sus respuestas, pero su creencia no se acompaña de Para lograr una definición debemos cambiar de perspectiva:
~
ningún sentimiento de seguridad o de firmeza. Y no hace falta no buscar la creencia en el interior de la conciencia, sino en
ser un neurótico incurable para sentir cierta inseguridad de las relaciones del hombre concreto con su mundo en torno.
haber cerrado la puerta de la casa en la noche, aunque se crea
haberlo hecho. La ausencia de inseguridad, el sentimiento de
convicción o de firmeza no pueden definir la creencia. Creencia como disposición
Nadie negaría que es un dato psicológico frecuente que, en
casi todas las personas, muchas de sus creencias se acompañan R. B. Braithwaite (1967, p. 30) fue el primero en sostener una
de sentimientos vagos de vivacidad, firmeza o seguridad, pero definición precisa de creencia en términos de disposición a ac-
esos sentimientos ¿son vividos efectivamente como la creencia tuar.s La creencia proposicional tendría dos componentes, "Cree
misma o como emociones que la acompañan pero que pueden que p ... significa la conjunción de dos proposiciones:
presentarse también en otras situaciones? De cualquier modo, 1] me represento (I entertains p... y
no tenemos ninguna razón válida para excluir el caso en que 2] tengo una disposición a actuar como si p fuera verdadera."
se dieran esos sentimientos sin la creencia, o la creencia, sin los La diferencia específica que distingue la simple comprensión
sentimientos. Luego, sentimentos y voliciones no son condiciones o representación de una proposición, de la creencia en ella, no
necesarias para la creencia. se coloca ya en una cualidad específica del acto de creer, sólo
No podemos negar tampoco la existencia de ocurrencias men- cognoscible para el sujeto, sino en la disposición a tener ciertos
tales, ni de "cualidades" peculiares de los datos de conciencia: comportamientos comprobables por cualquiera.
la introspección da testimonio de ellas. Pero las ocurrencias Una disposición no es una ocurrencia. Las ocurrencias son di-
mentales sólo se muestran a un sujeto, son incomprobables por rectamente observables, aunque puedan ser privadas o públi-
otro cualquiera; las cualidades dadas sólo pueden ser designa- cas. Se expresan en enunciados que narran situaciones, datos
das por cada sujeto, en su interior. Si creer es sólo una cualidad o hechos, en oraciones que describen algo que acontece. Ocurre
~
dada a la conciencia, no puede ser objeto de una descripción que estoy sentado en mi sillón, que mi lámpara está prendida,
precisa. Si es un sentimiento de viveza y seguridad ¿cómo se
i que me pica la nariz y que me siento ligeramente triste: todos
distingue de otros, de una emoción de alegría, de un estado de J esos son hechos observables y localizables en un lugar del es-
ánimo confiado, por ejemplo? Si es un "asentimiento", la "cua- pacio y en un momento del tiempo; unos son físicos, otros psí-
lidad" de un acto ¿en qué consiste? Los mismos términos con quicos, pero todos me están presentes a la experiencia. Las
que intentara describirla podrían aplicarse a sentimientos dis- disposiciones, en cambio, no son propiedades observables de los
tintos. Términos como "estoy seguro", "confío en , "acep- objetos, sino características que tengo que atribuirles para ex-
to", "me adhiero a ..... , "no puedo vacilar en ", etc., lo plicar ciertas ocurrencias. La solubilidad de la sal me explica
mismo podrían usarse para referirse a ese estado de asentimien- que le suceda desaparecer en el agua, la fragilidad del vidrio,
to, que a otros estados emotivos que no llamaríamos creencias.
En último término, la creencia sería una cualidad mental ine- • Una definición semejante había sido entrevista por Alexander Bain.
fable, indescriptible, que cada quien debería comprobar por B. Russell (1921) la presentó también, para rechazada de inmediato.
32 DOS CONCEPCI:)NES DE CREE;>:CIA DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA 33

que se rompa por un golpe ligero, la timidez de mi amigo me las tribus de esa región, etc. Mis operaciones de cálculo pueden
sirve para comprender su comportamiento retraído y silen- explicarse porque espero que si acepto ciertos axiomas y 'reglas
cioso. Ni IIgu na de esas propiedades se puede observar directa- de inferencia, podré deducir ciertos teoremas. Y los hechos más
mente ni puede decirse qtie acontezca en un momento deter- diversos: que alguien emprenda un viaje al poniente buscando
minado. La sal sigue siendo soluble aun cuando esté seca, el tierras que se suponen situadas al oriente, que acepte .sin asom-
vidrio es frágil aunque nadie piense en golpearIo y la timi- bro una foto tomada desde un satélite, que mencione los hom-
dez acompaña a mi amigo cuando está dormido. Nadie puede bres de las antípodas, forman un conjunto coherente de ac-
ver la fragilidad o la timidez como el color ámbar del vidrio ciones, porque responden a la creencia de que- la tierra es re-
o el rubor de unas mejillas. "Soluble", "frágil", "tímido" son donda. Esta creencia opera como una guía de mis posibles
conceptos disposicioua les. acciones que me pone en situación, me "dispone" a responder
Las disposiciones se expresan en una serie de enunciados hi- de determinadas maneras y no de otras, en las más diversas
potéticos. "S tiene la disposición d" implica: "Si S está en la circunstancias. Porque al creer en un hecho considero que ese
circunstancia '1' se comportará como Xl", "Si S está en la cir- hecho forma parte del mundo real y, por lo tanto, me relaciono
cunstancia ':!' se comportará como x2" y ... otro, condicionales con el mundo contando con su existencia. Creer que p sería
semejantes. Esta serie de enunciados, en muchos casos, debe estar en un estado tal que dispone a tener múltiples comporta-
q uedar ahiena, pues es di fíci l agotar todas las circunstancias mientes en relación con p, según las distintas ocasiones que se
en que pueda encontrarse un objeto y se manifieste la dispo- presenten.
sición. Pero no hay ningún hecho ni propiedad observable en Se dirá que algunas creenaas no pueden traducirse en com-
S aparte de las circunstancias '1' C2' ... en y de los comporta- portamientos.f Pero, en primer lugar, no decimos que una creen-
mientos Xl' X~, ... XII" Observamos que el vidrio, puesto ante cia tenga necesariamente que expresarse en acciones, sino sólo
determinadas circunstancias cle presión o de choque, se rompe: que si se presentan determinadas circunstancias, la persona se
para explicarlo suponemos en él una propiedad que llamamos comportará de un modo tal que supone la existencia de un es-
"fragilidad"; observamos comportamientos variados de una per- tado disposicional a actuar que llamamos "creencia"; pero si
sona en distintas circunstancias: se nos vuelven comprensibles de hecho no hay ocasión para actualizar esa disposición, de
al relacionados entre sí mediante una propiedad psicológica: ello no se sigue que deje de estar dispuesto a actuar en esa
la "timidez". Pero ni la fragilidad ni la timidez forman parte forma. Creemos en muchas cosas aunque nunca hayamos tenido
de los comportamientos que observamos. oportunidad de mostrarlo con nuestro comportamiento, pero
En el lenguaje ordinario "creer que P" significa simplemente estaríamos dispuestos a hacerlo si la ocasión se presentara.
considerar que p es un hecho, contar con p en el mundo. Por Por otra parte, los comportamientos en que se manifiestan
lo tanto, creer algo implica tener una serie de expectativas que nuestras creencias pueden ser de lo más diverso. POi- ejemplo,
regulan mis relaciones con el mundo en torno. Si creo que la quien cree en una proposición matemática estaría dispuesto,
silla tiene un respaldo, espero que me sostenga al apoyar mi dado el caso, a inferir de ella otras proposiciones, a efectuar
espalda en él, que no toque el vacío al extender hacia atrás la ciertos cálculos, o simplemente a responder afirmativamente a
mano, que habré de verIo si volteo la cabeza, etc. Estaré dis- la pregunta "¿crees que esa proposición es válida?" Porque la
puesto a ejecutar esas acciones y no las contrarias, porque creo respuesta verbal es también comportamiento. De toda creencia
que la silla tiene un respaldo; esa creencia explica acciones podemos decir, por lo menos, que estamos dispuestos a afir-
diversas que, sin ella, serían incoherentes. Cualquier creencia, marla si realmente creemos en ella y si la situación es tal que
aun la más abstracta, implica expectativas, formulables a modo no existen motivos que nos impulsen a callar.
de hipótesis, que regulan nuestras acciones ante el mundo. Creer, Supongamos que un sujeto tuviera una creencia que, por
por ejemplo, que un pueblo del Senegal tiene por tótem al • Objeción suscitada por Russell (1921) contra una teoría semejante.
leopardo, implica esperar encontrar ciertas prácticas rituales si F. P. Ramsey le dio respuesta (1931), al igual que el propio Braithwaite,
lo visitamos, leer algo al respecto si consultamos un libro sobre en el artículo citado.
34 DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA DOS CONCEPCIONES DE CR.EENCIA 35

principio, no pudiera manifestarse nunca en ningún comporta- y nos confesamos que creemos. La concepción disposicional de
miento, ni siquiera verbal ¿Cómo sabríamos que efectivamente la creencia no responde a la pregunta "¿cómo piensa S que es
tiene esa creencia? ¿Qué nos permitiría afirmaría? Sólo el tes- el mundo?" sino: "¿cómo es, de hecho, el mundo para S?" No
timonio del sujeto, pero éste es ya un comportamiento. ¿Diría- trata de deducir las relaciones reales de S con el mundo por lo
mos que S mantiene "en su interior" esa creencia, aunque nunca que S piensa o cree; a la inversa, trata de determinar lo que S
la manifieste? ¿Pero en qué podría consistir ese "tener en su in- cree a partir de sus relaciones reales con el mundo. En este
terior" una creencia? Sólo en tener lo que se cree por realmente sentido, corresponde a la inversión del punto de vista "ideoló-
existente en el mundo. ¿Y podría alguien tener algo por exis- gico" preconizada por Marx: "No es la conciencia la que deter-
tente en el mundo y no estar dispuesto a comportarse, dado el mina la vida sino la vida la que determina la conciencia"
caso, como si existiese? (1962b, p. 27). Creer es una disposición que se manifiesta en
Una teoría es preferible a otra cuando explica mayor número nuestro estar por entero en el mundo y no =ólo en nuestra
de elementos del explicandum (el hecho o situación por ex- conciencia.
plicar), con términos más precisos y de manera que no entre Podemos distinguir con facilidad entre creencias "reales",
en conflicto con otras teorías aceptadas. Frente a la interpre- sean conscientes o no, estén o no expresadas verbalmente, y
tación de la creencia como cualidad mental, su concepción en creencias "profesadas", esto es, las que cada quien se confiesa.'
términos disposicionales presenta varias ventajas: Esta distinción es indispensable para explicar múltiples casos
1. Da razón del hecho de que no toda creencia sea un acto, de autoengaño, tanto neurótico como ideológico. Es frecuente
una ocurrencia que sólo existe mientras se manifiesta en un el caso, por ejemplo, de quien no se confiesa a sí mismo que
momento del tiempo, sino que haya creencias "latentes", "po- cree en características rechazables de una persona amada, cuan-
tenciales", "inconscientes". do todo su comportamiento lo demuestra: su creencia real di-
2. No precisa acudir a la introspección para determinar las fiere de lo que se confiesa creer. El estudio de las ideologías
creencias de una persona; éstas pueden inducirse de comporta- enseña distinciones semejantes. Todos conocemos personajes
mientos observables en el otro o en mí mismo: es objetivamen- que se declaran sinceramente progresistas o revolucionarios, cuan-
te comprobable. do sus acciones reales demuestran posiciones contrarias; en este
3. No tenemos que describirla con términos metafóricos como caso las verdaderas creencias, que constituyen la ideología, son
"seguridad", "viveza", etc.; podemos determinarla mediante una contrarias a las profesadas. La concepción de la creencia como
serie de enunciados condicionales más precisos. "Creencia" no mera cualidad mental no puede dar cuenta de esta diferencia.
se usa como un término descriptivo de algo dado, sino como Sin embargo, pese a sus ventajas, la concepción de la creencia
un término teórico, es decir, como un término que se refiere en términos disposicionales presenta también serias dificulta-
a un estado que debemos suponer en el sujeto para explicar des. Empecemos a considerarlas.
ciertos hechos observables, pero que no es a su vez necesaria-
mente observable.
4. Da razón de las creencias reales, no confesadas, del sujeto. Dos interpretaciones de disposición
Si la creencia fuera sólo una ocurrencia mental, se reduciría a
aquello que el sujeto tiene, consciente y confesadamente, por Una disposición puede interpretarse de dos maneras diferen-
verdadero. Pero "los actos dicen más que las palabras". Una tes: puede considerarse como la probabilidad de que, dados
persona puede mostrar con su comportamiento que cree en ciertos estímulos, se den ciertos comportamientos, sin que la
muchas cosas que no se confiesa a sí misma ni a los demás. disposición tenga una existencia propia fuera de esa relación;
El análisis disposicional de la creencia rompe con la tendencia o bien puede verse como un estado interno del sujeto, que tiene
idealista a explicarlo todo por los contenidos de conciencia del una existencia propia, aparte de los estímulos y las respuestas.
sujeto. Creemos en aquello que de hecho tenemos por real en
el mundo y actuamos en consecuencia, no en lo que decimos • Sobre esta distinción, véase H. H. Price (1969, pp. 256 ss.).
"4

Sti DOS CONCEPCIONES DE CRE[NC!A DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA 37


En la primera interpretación, la relación entre la disposición de creencias posibles qUf' podremos inferir 'de ellos; eventual-
y el conjunto de enunciados condicionales se vería corno una mente podremos llegar a precisar con razonable exactitud la
relación lógica: la disposición quedaría definida por esos con-" creencia de que se trate. En el caso del jardinero de Maclntyre,
dicionales. Los enunciados condicionales suministrarían un si observamos que, además de fumigar las plantas. muestra otras
análisis completo del concepto disposicional, de modo que preocupaciones por las rosas, si lo vemos consultar alguna re-
éste no sería más que una abreviación de aquéllos, La dispo- vista especializada en floricultura, si comprobamos que tiene
sición no se referiría, por lo tanto, a ninguna propiedad que-- --- comportamientos de hombre racional y civilizado, entonces eli-
no fuera reducible lógicamente a las propiedades observables minaremos las hipótesis alternativas y concluiremos que cree
que figuran en los antecedentes y en los consecuentes de los en la bondad de la fumigación de las rosas. De la congruencia
enunciados condicionales. Ésta sería la interpretación conductis- repetida de un número determinado de comportamientos dife-
ta estricta. rentes entre sí podemos inferir que debe haber un estado en
Si esta interpretación fuera cierta, la disposición sería cono- el sujeto, que la explique. La aceptación de la creencia en el
cida por la simple descripción de antecedentes y consecuentes jardinero de la bondad de la fumigación es la explicación me-
y por la frecuencia con que se dé la relación entre ellos. Por jor de la congruencia de su comportamiento.
lo menos, se podría inferir con seguridad una creencia, a partir Aún así, la creencia no se agotará en ningún número especí-
de un número limitado y preciso de comportamientos, sin acu- fico de comportamientos. Siempre podrá haber otros comporta-
dir a otros datos. Pero esto no es cierto. Si sé que una persona 'j
mientos que la confirmen o 1". falsifiquen. Por lo tanto, una
tiene determinada creencia, puedo inferir los comportamientos ..' creencia no puede identificarse con un número definido de
que podrfan maniíestarla, pero la inversa no es exa~ta: de un enunciados condicionales: la serie de condiciones en que se
comportamiento reiterado no puedo inferir con seguridad la manifieste siempre quedará abierta. ¿Habría entonces que aban-
creencia. Consideremos, como ejemplo, el jardinero de A. C. .: donar el concepto disposicional de creencia? No, porque nece-
MacIntyre (1962). Veo a un hombre fumigar con cuidado, to- sitamos un concepto teórico que explique la regularidad de
das las mañanas, las rosas de su jardín. ¿Puedo inferir que cree muchas conductas y la consistencia entre muchos comporiamien-
que ese tratamiento es bueno para las rosas? No; tal vez crea tos en apariencia disímbolos. Necesitamos el concepto de' un
lo contrario y quiera destruir el rosal, porque así fastidia a su "patrón de conductas" que permita cornprenderlas como un
mujer o porque se despierta a menudo de un talante agresivo todo coherente.
contra el mundo. Se dirá entonces que podríamos inferir la Lo que sucede es que la creencia, considerada como disposí
creencia a partir de esas acciones más la intención' que tenga la ción, no puede intcrpretarse como la. simple abreviación del
persona. Tampoco. Porque de que el hombre en cuestión fumi- conjunto de enunciados condicionales que implica. En térmi-
gue las rosas y quiera conservadas en buen estado no se sigue nos conductistas: si el antecedente de 'los enunciados se refiere
necesariamente que crea en las bondades de la fumigación; po- a los estímulos y el consecuente a las respuestas, la disposición
dría tratarse de un individuo afecto a la magia, que creyera no es la simple conexión entre estímulos y respuestas, puesto ..
que lo benéfico para- las plantas no es la fumigación, sino el que no puede analizarse completamente en un número limi-
rito que él efectúa al hacer esos movimientos acompañados de tado de enunciados quc describan la relación estímulo-respues-
ciertas jaculatorias que va musitando. Así, una misma acción ta. La creencia es pues algo más que eso. Debemos concebirla
puede ser manifestación de varias creencias. Para saber cuál de como un estado interno del sujeto que, junto con otras pro-
ellas manifiesta, tendríamos que conocer, además de la acción, piedades, puede explicar comportamientos diversos frente a
la intención con que se realiza y otras creencias ligadas con estímulos variados. La creencia determina una estructura ge-
ella. Luego, no hay un número específico de comportamientos neral de conducta, guía y orienta las acciones. Puede compa-
que puedan definir exactamente una creencia. rarse, en este sentido, con otras disposiciones de tipo caracte-
Sin embargo, cuanto mayor sea el número de acciones dife- riológico, como "orgullo", "timidez", "agresividad". Ni la creen-
rentes que consideremos en un sujeto, menor será el número cia ni el orgullo pueden reducirse a los comportamientos a que
38 DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA 39

dan lugar; pero ambas pueden concebirse como un "patrón" mismas y, por lo tanto, no podría considerarse como su causa.
o "regla" de conducta que permite comprender varios compor- Las observaciones de Ryle y de Peters son aplicables a esa in-
tamientos distintos que, sin él, serían incoherentes. Orgullo y terpretación de la disposición.cque es justamente la que hemos
creencia son estados internos del sujeto, que postulamos para rechazado. El estado de disposición no forma parte de las cir-
poder dar razón de un síndrome de comportamientos. La creen- cunstancias señaladas por el antecedente (la fragilidad no es
cia puede concebirse, pues, como una condición inicial subjetiva parte del golpe, ni la timidez de la presencia del maestro) pero
que, añadida a los estímulos correspondientes y a otras con- tampoco se reduce a las respuestas (la ruptura no es fragili-----
diciones internas (intenciones, otras creencias), explica un con- dad, ni la turbación es timidez). La disposición no es una
junto de comportamientos aparentemente inconexos. Si enten- ocurrencia, como las respuestas, sino un estado permanente del
demos "causa" en el sentido de condición inicial, la creencia objeto; las respuestas son actos o hechos que acontecen en un
sería una causa del comportamiento. momento determinado, el estado de disposición precede a las
Gilbert Ryle (1949, cap. IV) hubiera objetado la tesis de que respuestas y subsiste después de ellas. "Disposición" es un
la creencia sea una causa. Admitiría que la creencia, conside- término teórico que se refiere a una clase de estados no obser-
rada como disposición, suministra una explicación por motivos, vables en que debe estar algo para que, dadas determinadas cir-
pero ésta sería -según él- diferente a una explicación causal. cunstancias, se produzcan determinados comportamientos. Es
La causa estaría mencionada en el antecedente del enunciado pues una condición inicial que, añadida a los hechos señalados
condicional que manifiesta la disposición; equivaldría al estímu- por el antecedente, explica el consecuente. •
lo que provoca la acción; la disposición, en cambio, no aparece Mientras no poseamos la teoría adecuada, un estado dispo-
entre los estímulos, sería una simple conexión entre estímulo y sicional no puede describirse con precisión; por eso, sólo po-
acción. Un disposicional, en este sentido, no podría ser causa; demos caracterizarlo mediante enunciados condicionales. En
Ryle prefiere llamarlo "motivo't.s cambio, cuando tenemos la teoría adecuada, podemos definir
Habría que admitir, sin duda, que las disposiciones no pue- el estado disposicional mediante su reducción a los términos de
den ser causas en el mismo sentido que las mencionadas en esa teoría; entonces podemos prescindir, para describirla, de los
los antecedentes de los enunciados condicionales implicados por enunciados condicionales. Mientras no se contaba con una teo-
ellas. Es normal considerar como causa de la ruptura del vidrio, ría de la estructura molecular, la solubilidad de la sal sólo
no la fragilidad sino e! golpe, y como causa de la turbación del podía describirse como la propiedad de desaparecer a la vista
alumno, no su timidez sino la presencia del maestro. Pero la si se mezclaba con un líquido, y la fragilidad de! vidrio, como
fragilidad y la timidez son condiciones necesarias sin las cuales la propiedad de quebrarse si recibía un golpe. Ahora, en cam-
no se daría la ruptura del vidrio ni la turbación del alumno, bio, la solubilidad o la fragilidad pueden describirse en tér-
aunque se dieran las otras condiciones. Las disposiciones deben minos de determinados estados de una estructura molecular. La
considerarse pues como propiedades intrínsecas del objeto sin caracterización de un estado en términos de "disposiciones" es
las cuales no se daría el hecho al que se refiere el consecuente. pues un recurso que sólo utilizamos a falta de una teoría cien-
Los hechos señalados en el antecedente de los enunciados con- tífica adecuada. Corrresponde al lenguaje ordinario y sólo puede
dicionales son condiciones necesarias pero no suficientes para ser usada provisionalmente, mientras carezcamos del aparato
dar lugar a los comportamientos consecuentes; luego, es preciso conceptual preciso para describir los estados en términos de
añadir otra condición inicial, expresada por e! término dispo- relaciones o estructuras entre elementos físicos o psíquicos. Así,
sícional, que no pertenece a las circunstancias antecedentes, sino las disposiciones psíquicas, como timidez o creencia, podrían
que se refiere a un estado del objeto. eventualmente reducirse a relaciones determinadas entre esta-
Si la disposición se redujera a la serie de enunciados condi- dos neuronales o a estructuras de ciertos componentes men-
cionales que implica, no sería distinguible de las respuestas tales, si tuviéramos una teoría neurofisiológica o una teoría
psicológica suficientemente avanzada para ello. Entonces ex-
• Véase también R. Peters (1950 y 1952). plicaríamos las propensiones a tener ciertas conductas, por esos
DOS CONCEPCIONE5 DE CREENCIA 41
40 DOS CONCEPCIONES DE CREENCIA

estados o estructuras, y podríamos prescindir del término "dis- ciones afectivas o volitivas. A la inversa, la conducta de dos
posición", Pero mientras no lleguemos a teorías semejantes, te- personas puede ser la misma, en circunstancias semejantes, y
nemos que seguir utilizando provisionalmente ese término. La
concepción de la creencia como disposición no implica, por lo
.

tener diferentes creencias; la igualdad de la reacción puede
explicarse entonces por la diferencia de intenciones .
tanto, .el rechazo de la existencia de estructuras mentales del La relación de las creencias con otras disposiciones internas
sujeto, como tampoco implica el rechazo de relaciones entre es compleja. Ante este problema, H. H. Price- (1969, p. 294) su-
estados neuronales a los que pudiera reducirse, Un análisis giere considerar a la creencia no sólo como disposición a com-
disposicional es neutral frente a la tesis mentalista o fisicalista. portarse de determinada manera sino también como disposición
Pero cualquiera de esas tesis sólo podría constituir un adelanto a tener determinados estados ernotivos o volitivos. Sería, dice,
frente a la noción de disposición si justamente acertara a ela- una "disposición multiforme que se manfiesta o actualiza de
borar una teoría capaz de reducir la disposición a estructuras muy diversas maneras: no sólo en sus acciones e inacciones, sino
mentales, en un caso, o a estados neuronales, en el otro. también en estados emocionales como esperanza y temor; en
sentimientos de duda, sorpresa y confianza; y por fin, en sus
iníerencias ... "
Dificultades de la concepción disposicional de creencia Pero la vía de Price no parece la más adecuada. En primer
¡¡ lugar la relación entre creencias y estados emocionales es de
La interpretación de la creencia como estado disposicional se
enfrenta, sin embargo, a una dificultad fundamental. Si inter-
pretamos Ia disposición como un estado desconocido del sujeto,
~.
f:'::
~
doble sentido. Si bien las creencias pueden suscitar estados
ernotivos, ¿no predisponen éstos, a 5U vez, a la adopción de cier-
tas creencias? Definir la creencia incl uyendo en el deiiniens
E
que es necesario suponer en él para que, dados ciertos antece- otras variables intermedias, corno emociones o voliciones, lle-
dentes, se den ciertas respuestas, esa definición valdría para i varía a un círculo, pues éstas también podrían deíinirse en
cualquier comportamiento instintivo. Tendríamos que atribuir función de la creencia. Las disposiciones emotivas y volitivas
i
creencias a la abeja cuando construye sus celdas, al pez cuando pueden considerarse también como conceptos teóricos, que se
desova y al pájaro cuando emigra hacia el sur. Incluso ten- f. refieren a estados internos del sujeto, intermediarios entre los
~
dríamos que atribuir creencias a algunos vegetales (¿qué cree " estímulos y las respuestas; tienen. pues el mismo papel cxpli-
el heliotropo cuando vuelve su corola hacia el sol?). Si nos re- cativo que las creencias. No pueden utilizarse, por lo tanto, a
sistimos a ello es justamente porque tendemos a usar "creen- la vez, como conceptos que se refieren a respuestas. El concepto
cia", en el lenguaje ordinario, para disposiciones adquiridas, de disposición se introdujo justamente para dar razón de com-
de un género diferente a las instintivas. Pero aun si res- portamientos observables; si los consecuentes de los enunciados
tringimos la aplicación de "creencia" a especies animales capa- condicionales, en que se manifiesta la disposición, incluyeran
ces de aprendizaje, ¿cómo distinguirla con precisión de dis- también disposiciones no directamente observables (como las
posiciones caracteriológicas, como "orgullo", "servilismo", "agre- ernotivas o volitivas), éstas perderían su función explicativa.
sividad", o de motivaciones, como deseos e intenciones, que Esto no impide que podamos admitir relaciones de motivación
también orientan a un sujeto hacia determinados comporta- entre distintas disposiciones, entre, digamos, emociones, inten-
mientos? También los rasgos caracteriológicos, las emociones y ciones y creencias. Pero para determinar las es menester antes
las intenciones pueden entenderse como estados disposicionales distinguir entre esas disposiciones. .
que implican un conjunto de enunciados condicionales. El esta- Si la creencia no puede definirse por el conjunto de condi-
do del sujeto que media entre estímulo y respuesta no es sólo cionales que la expresan, si, por otra parte, debe distinguirse
de creencia sino también de intenciones y emociones, y todas de otras disposiciones que pueden expresarse en los mismos
esas variables intervienen en la explicación de un mismo com- condicionales, es menester introducir, para definirla, una nota
portamiento. Dos personas pueden tener la misma creencia y que no describa simplemente hechos observables, como estímu-
actuar de modo distinto porque intervienen otras disposi- los y respuestas, y que constituya la diferencia específica con las
42 DOS CONCEPCIO, ES DE CREE!'(CIA

otras disposiciones. La propia definición de Braithwaite nos I 2. CREENCIA Y ACTITUD


da una buena pista. Frente a otras disposiciones psíquicas, sólo !
¡
la creencia es disposición a actuar como si "P" fuese verdadera.
La relación con la verdad de lo creído sería la diferencia es-
pecífica que andamos buscando. Creer que P se diferencia
de querer que p, o desear que p, o tener un sentimiento fa-
vorable a p, en el aspecto en que el sujeto considera p: en la Primera distinción entre creencia y actitud
creencia lo considera bajo el aspecto de verdadero. Esa nota,
"como si 'P' fuese verdadera", ya no se refiere al comporta- El concepto de actitud ha desempeñado un papel central en la
miento del sujeto (el comportamiento del sujeto es un hecho, psicología social de las últimas. décadas; sin su a~uda ?O ~u-
no es verdadero ni falso), se refiere a la correspondencia de lo bieran podido desarrollarse vanos campos de la l~v~stlgac.lón
creído con la realidad. Puesto que "'P' es verdadera" es igual empírica. Ese hecho basta para demostrar su o~eratlvldad cien-
a p, donde p ya no es el nombre de la proposición sino del tífica. Con todo, los psicólogos no han podido ponerse de
hecho a que ésta se refiere, podríamos decir también: "S cree acuerdo en su definición y el concepto, por no formar parte
que p si está dispuesto a comportarse como si p", Éste "como de una teoría elaborada sistemáticamente, adolece de vague-
si P" ya no se refiere al comportamiento sino a la relación de dad e imprecisión. Como señalaba A. Strauss .(19 4,5): pese ~
lo creído (p) con el mundo; ésta sería la nota específica de la 1
que "el concepto de actitud no es un concepto .psicotogico técni-
creencia. co, sino un concepto del sentido cornún", resulta tan conve-
Pero esa diferencia específica requiere precisión. ¿Cómo in- niente para la investigación que, le~os de abandonado, ~ay .que
terpretar "como si 'P' fuese verdadera"? ¿"Como si ... " quiere intentar precisado, en espera de poderío rernplazar por termmos
decir "tal como S lo considera"? En ese caso "S actúa como si p técnicos mejor definidos en una teoría de que aún carecemos.
fuese verdadera" sería equivalente a "5 cree que p es verdadera El concepto se introdujo en psicología al presentarse el pro-
y actúa dirigido por su creencia"; incluiríamos el deiinienduni blema de tener que aceptar una "preparación". ~ "disposi~ión"
("creencia") en la definición. ¿Cómo interpretar "como si p fuese
.
(readiness) a la acción, previa a é~t~, que la ant1~lpe y explique.
verdadera" de modo qu~ no tengamos que acudir de nuevo í Thomas y Znaniacki (1918) lo definieron, por primera vez, como
a "creer que p es verdadera" para definido? un "estado mental del individuo dirigido hacia un valor". Se
En suma, nuestro problema es distinguir la creencia como concibió como un proceso en que el sujeto está dirigido hacia
disposición, de otras disposiciones, sin tener que acudir de un objeto de relevancia social y que determina las respuestas
nuevo a la creencia como una cualidad indefinible. Debemos de ese sujeto; por ello consideraron el estudio de las acti~'Jdes
caracterizar, por lo tanto, la creencia dentro del conjunto de como el tema central de la psicología social. Se introdujo el
estados intermedios que explican los comportamientos de un término "actitud" porque se necesitaba un concepto para ex-
sujeto. Ese conjunto es estudiado en la psicología social contem- plicar la acción social proyectiva, dirigida intencionalmente y
poránea bajo un rubro: "acti tudes". Nuestro análisis nos lleva - no instintiva. Esa acción se consideraba determinada por la
así a examinar ese concepto. relación del sujeto con un objeto socializable, de carácter va-
lioso. Los autores podían distinguir así entre esas disposiciones
a actuar y los instintos y disposiciones innatas. La actitud se
refería sólo a disposiciones adquiridas por individuos perte-
necientes a un medio social determinado.
La actitud tendió a definirse en una primera etapa, en fun-
ción de la dirección favorable o desfavorable del individuo
hacia un objeto. Definiciones influyentes fueron, por ejemplo,

[431
LAURA BENiTEZ Y JOSE A. ROBLES

Ross, W. D. (1957),Arist6teles, Sudarnericana, Buenos Aires.


Russell, B. (1921), The Analysis of Mind, George Allen & Unwin, London.
Ryle, G. (1962 [1949]), The Concept of Mind, Barnes & Noble, New York.
Shoemaker, S. (1967), «Memory", en P. Edwards (1967).
Thompson, R. F. y N. H. Donegan (1986), «The Search for the the Engram", LACREENCIA
en AA. VV.,Leaming and Memory. A Biological View, Academic Press.
Salma Saab

Desde sus orfgenes hasta el siglo pasado la epistemologfa se ha encarga-


do, casi exclusivamente, del estudio de la creencia. En la actualidad,
sin embargo, ha pasado tambien a ser de interes de los campos de la
filosoffa de la mente y la filosoffa dellenguaje, mas recientemente crea-
dos. El giro que ha tornado su estudio no solo debe entenderse en el
sentido de que se ha expandido a otros campos, sino en el sentido de
que se han abierto nuevas maneras de aproximarse, en general, a los
estados psicologicos, En los tratados de epistemologia, la creencia ha
solido ocupar un sitio secundario, supeditado al interes central de es-
clarecer la naturaleza del conocimiento. La creencia ocupa ellugar del
componente psicologico subjetivo, a partir del cuai se construye el es-
tado de conocimiento, con el cual se pretende alcanzar verdades que
tienen una validez objetiva. Otras veces, se considera que el estado de
creencia es un estado mental distinto e inferior al del conocimiento y
que se tiene en su defecto. En cambio, en el escenario de la filosoffa de
la mente (y de la accion) la nccion de creencia ocupa en sf misma un
lugar, con un valor independiente de la nocion de conocimiento, que
se considera clave para nuestra concepcion de 10 que es tener una vida
mental. En este nuevo escenario, la preocupacion por 10 mental, que
no deja de comprender un nucleo importante de problemas epistemo-
logicos tradicionales, para muchos se inscribe dentro de los irnpresio-
nantes desarrollos tecnologicos que han revolucionado a nuestro siglo
y que han transformado tanto a la psicologfa experimental como los
disefios de maquinas muy sofisticadas que intentan modelar algunos
aspectos de nuestras capacidades intelectuales y cognoscitivas huma-
nas. Esta apertura de 105 filosofos a los desarrollos y descubrimientos
que se obtienen en las diversas ciencias no tiene precedente en ningun
otro momenta historico. Asi, quienes se interesan en la llamada «cien-

62 63
LA CREENCIA
SALMA SAAB

cia cognitiva» pretenden resolver algunas cuestiones episternologicas actualidad el enfasis pasa a su aspecto sernantico, encapsulado en el
nutriendose de las investigaciones de los procesos neurofisiologicos contenido. En el primer caso, la cuestion del contenido suele no pro-
cerebrales y de algunos estudios que se lIevan a cabo en inteligencia blematizarse y el papel central que se les asignan a los contenidos men-
artificial. En estes predomina la tendencia a considerar que el ambito tales es el de representar el mundo: el contenido es el objeto de la
de 10 mental puede naturalizarse, esto es, que puede estudiarse de la representaciori del estado mental. Se parte de que el contenido es el
misma manera en que se estudian otras disciplinas cientificas y en don- nucleo que las diferentes actitudes comparten, de ahi que se busquen
de se busca definir 10 mental en terrninos puramente fisicos. Los mas sus rasgos distintivos en las diferentes actitudes. En el segundo caso,
radicales -como Quine- incluso proponen reubicar la rama de la los filosofos se centran en el contenido y se plantean problemas distin-
epistemologia como un capitulo de la psicologia. tos, tales como la naturaleza de los contenidos y como se configuran.
En el campo de la filosofia dellenguaje el estudio de la creencia Consideran importante decidir si se acepta que ciertos estados como la
cobra importancia debido, en parte, a que se establece un paralelismo creencia son estados complejos que pueden descomponerse en una ac-
entre la estructura de nuestro pensamiento y la estructura dellenguaje. titud dirigida bacia un contenido, 0 si tienen una estructura distinta.
La estructura logica de los enunciados de creencia y los patrones de Tarnbien se preocupan de la cuestion de si el contenido es proposicio-
inferencia 0 de razonamiento en los que aparecen esos enunciados ban nal 0 no; de si el contenido se constituye integramente en el fuero
requerido de un analisis particular. El trabajo pionero de Hintikka interno del sujeto, 0 si se constituye refiriendose a condiciones exter-
(1962), en la llamada logica episternica, es una clara ilustracion de esta nas al sujeto, ya sea en relaci6n con el medio ambiente 0 en relacion
preocupacion, con la comunidad de la que forma parte.
EI estudio de 10 mental en la tradicion en episternologia, con raras Brentano suscribe la idea escolastica de que 10 intencional es el rasgo
excepciones, suele abordarse desde la perspectiva de la prirnera perso- distintivo de todos los estados mentales y solo de ellos. Es decir, que la
na. Desde esta perspectiva, el sujeto cuenta como la aut arid ad ultima intencionalidad es tanto condicion necesaria como condicion suficiente
para decidir -mediante introspeccion-e- que estados mentales tiene. para un estado mental. Sin embargo, no ban faltado autores que bayan
En lafilosoffa actual, se gira bacia la perspectiva de la tercera persona disputado ambas tesis. Algunos consideran que no todos los estados
-Ia del observador-. Desde esta optica, los criterios que se manejan mentales son intencionales (contra la idea de que la intencionalidad es
son publicos: las atribuciones de estados mentales a los otros se bacen condicion suficiente delo mental) y otros consideran que se puede
a partirde los datos observables de la conducta. Sea como fuere, el bablar de una conducta intencional asociada a organismos que no estan
modelo de explicacion mental que mas nos satisfaga debe permitirnos dotados de una vida mental (contra la intcncionalidad como condici6n
entender e interpretar la conducta observable de un sujeto, atribuyen- necesaria de 10 mental). Pero, independientemente de que se acepte la
dole estados mentales, con base en ciertos principios de racionalidad. tesis de la intencionalidad como rasgo general de todos los fenornenos
Hablando en terrninos generales acerca de 10 mental, la tesis filo- mentales, se puede aceptar como tesis restringida a ciertos estados
sofica que de forma natural va mas de acuerdo con nuestra concepcion mentales entre los que, sin lugar a dudas, se incluirian las creencias.
psicclogica ordinaria es la que considera que los estados mentales es- As! como los epistemologos ban distinguido varios usos de la no-
tan integrados por dos factores: la actitud del sujeto y un contenido al cion de conocimiento, tambien han becho 10 mismo en relacion con la
cual se dirige esa actitud. Sostener que los actos 0 estados mentales se creencia. En sus usos mas usuales, estas nociones se conectan con obje-
dirigen bacia un objeto suele reformularse diciendo que son actos in- tos 0 se conectan con proposiciones (0 «entidades» Iinguisticas). Sin
tencionales, de alli que el problema del contenido se conozca, a partir embargo, sus usos en el caso del conocimiento y el caso de la creencia
de Brentano (1874), como el problema de la intencionalidad. Brentano no funcionan de manera paralela, Un conocimiento de objetos se con-
retoma el terrnino «intencional» de los escolasticos, que es el termino sidera como un conocimiento directo (Russell utiliza el terrnino, en
que estos empleaban para referirse al rasgo distintivo de 10 mental, en ingles, acquaintance para referirse a este tipo de conocimiento), que se
contraste con 10 fisico, Las difere~tes posiciones respecto de 10 mental caracteriza par el becbo de que el sujeto esta familiarizado 0 ha estado
pueden agruparse segun consideren que la actitud misma 0 el conteni- en contacto directo con aquello que dice conocer. Por ejemplo, deci-
do es de mayor importancia. Asi, en la epistemologia clasica, los filo- mos que A conoce a Pedro, cuando 10 ha visto 0 se 10 ban presentado,
sofos se preocupan por caracterizar y definir cada uno de los estados 0 o que conoce Mexico cuando ha estado en ese pals. Un conocimiento
actitudes mentales, vis a vis otros estados mentales, mientras que en la proposicional, en cambio, es un conocimiento indirecto, en el cual se

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--r-
i

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tiene algun tipo de informacion ace rea de 10 que se conoce y esa infor- llegue alas creencias verdaderas de manera equivocada 0 azarosa, se
macion suele expresarse mediante oraciones. En esros casos los enun- agrega que la creencia de be fundamentarse 0 justificarse. Con estas
ciados que expresan conocimiento introducen una clausula relativa, y caracteristicas, se configura la definicion del conocimiento -que apa-
tienen la forma «5 sabe que p», como por ejemplo, «5 sabe que rece par primera vez en el Teeteto de Plat6n- que, a pesar de las
2+2=4». En el caso del conocimiento tarnbien se da un tipo de co no- diversas criricas que Platen le dirige, se instituyo como la definicion
cimiento practice, como el que seriala Platon en elMen6n en donde se tradicional del conocimiento: Un sujeto 5 sabe quep si y solo si 5 cree
dice que una persona conoce el camino a Larisa, queriendo decir con justificadamente que pes verdadera. De estas tres condiciones del co-
ello que sabe como lIegar a Larisa. En el caso de la creencia proposi- nacimiento, la condicion de justificacion es la que se ha considerado la
cional, su uso es paralelo al del conocimiento proposicional. Pero el mas problernatica, sabre todo frente alas cuestionamientos del escep-
paralelismo se rompe en los otros dos casos. El uso de la creencia en tico y, por ende, la que mas ha merecido elucidacion, Por contraste, en
objetos funciona distinto del conocimiento de objetos, y en el caso de la que menos se ha reparado, hasta muy recientemente, es la creencia.
las creencias no existe un equivalente al conocimiento practice. La Platen -segun algunos comentadores- se aparta de la linea tradi-
estructura de las creencias en relacion con objetos suele ser de la forma cional, en tanto que no considera que la creencia se tome como el
«5 cree en X», como por ejemplo «5 cree en Dios» 0 «5 cree en la estado generico y que el estado de coriocimienro se conciba como un
democracia»I . En el caso de la creencia predomina un olvido casi total tipo especifico de creencia. Plat6n, mas bien, remite la creencia y el >
del uso no proposicional de la creencia, que se relega a los terrenos de conocimiento a diferentes facultades que se ejercen sabre diferentes
la religion y la etica y en los estudios episternologicos solo se les da realidades: la creencia se vincula con el mundo sensible a fisico y el
preeminencia a los usos proposicionales. No obstante, es importante conocimiento con una realidad inteligible 0 de ideas abstractas. De
preguntarse por la relacion que existe entre ambos usos. En el caso del todos los dialog as platonic os es enLa Republica donde se presenta mas
conocimiento, suele pensarse que el conocimiento proposicional deri- claramente la propuesta de un modelo del conocimiento en el cual se
va 0 depende del conocimiento directo. En el caso de la creencia fun- jerarquizan los diferentes estados can sus correlatos objetivos. Partien-
ciona a la inversa. En los raros casos en los que se atienden ambos do de las formas de conocimiento mas rudimentarias e inferiores, la
usos, se toma el uso proposicional como el basico y se considera que el creencia ocupa la segunda en orden ascendente ". Plat6n entiende la
uso no proposicional se puede definir en terrninos del primero. Asi, creencia (doxa) como la opinion que el sujeto se forma de las cosas
por ejemplo, en el caso de la creencia se sostiene que cuando decimos sensibles, que se caracterizan por estar en un flujo continuo. La natura-
«YoIe cree a juan», podemos decir que le creemos en la medida en que leza cambiante de la realidad fisica es 10 que obstaculiza su conoci-
creemos la proposici6n que el afirrna. miento. Platen reserva el terrnino de conocimiento (episteme) alcaso
Mencione que el conocimiento proposicional-que abarca todo el en el cual el sujeto esta en contacto con una realidad abstracta 0 inteli-
conocimiento indirecto- puede concebirse como un fen6meno com- gible, que es inmutable, y las verdades que se conocen son eternas. Esta
plejo que al analizarse integra la creencia como su componente psico- postura platonica, en lacual se niega que tanto el conocimiento como
logico 0 subjetivo. Si se toma al sujeto como punto de partida del la creencia pueden adoptarse frente alas mismos objetos, hoy en dia es
conocimiento, se plantea la cuesti6n basica de que hay que agregar a su poco aceptada, entre otras cosas, porque ya no es tan cornun pensar
creencia para que esta se constituya en conocimiento. EI primer requi- que hay a conocimientoabsoluto. En la actualidad, tenemos la inclina-
sito del conocimiento -que tarnbien se seriala como una de sus dife- cion a pensar en el conocimiento en terrninos mas dinarnicos y juzgado
rencias respecto de la creencia- tiene que ver con su conexi6n con la desde una dimension historica, En casa de que no se renunciara Inte-
verdad. En tanto q1,lelas creencias pueden ser verdaderas 0 falsas, el gramente al conocimiento absoluto, se tomaria como un ideal ut6pico
conocimiento excluye la falsedad. Sin embargo, como requisito es in- al cual, sin embargo, tenderiamos a aproximarnos.
suficiente para garantizar que haya conocimiento, ya que no excluye En la epoca medieval, los denominados nominalistas, conservan
los casos en-los que el sujeto acierte por azar en cuanto ala verdad de la separaciori enti:e conocimiento y creencia y Iimitan el ctmocimien-
10 que cree. Por consiguiente, para excluir la posibilidad de que se to ya sea a 10 que se obtiene de manera intuitiva 0 a 10 quese obtiene
I
1. Para una buena exposici6n de los difer enres .usos es recomendable
Price (1969).
la lecrura de. I
·1·
2. Cf. Libro VIr. En el Libra VI Plar6n nos ofrcce en su conocida alegoria de la
,caverna una descripci6n metaf6rica de su modelo del conocimiento.
I
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T.

SALMA SAAB LA CREENCIA

por via de la dernostracion. En contraste, en conexion con 10 sensible En este ensayo no me detendre en todas ellas y elegire las que juzgo
se aceptan grados de duda y, por consiguiente, grados de creencia, mas representativas. En primer terrnino, exporidre la postura realista
que se recogen con el terrnino estimatio. Lo crucial es que si se del tipo que asume que la creencia es un acto u ocurrencia mental
llegara a una creencia cierta, esto es, si se llegara a una creencia en la consciente, presente a la mente, que es la postura clasica que predorni-
cual se eliminara su falsedad, de cualquier forma seguiria siendo dis- na hasta este siglo. En segundo termino, expondre la postura disposi-
tinta del estado de conocimiento; la diferencia entre ellas persistiria, cional, tanto en su variante realista como reductivista. Finalmente me
aunque no fueran diferentes en terminos de duda 0 para efectos prac- referire a una postura funcionalista de la creencia de tipo biologico,
ticos, en cuanto a los tip os de verdades que establecen y los metodos que es una postura que tiene una historia mas reciente. Tanto el anali-
que se emplean para llegar a ellas. No es sino hasta la modernidad sis de la creencia como acto mental como el analisis disposicional
en los siglos XVII y XVIII que se esgrimen otro tipo de razones por las realista de la creencia suponen que uno de los componentes de la creen-
que no puede alcanzarse un conocimiento del mundo. Estas razones cia es tener en mente (entertain), en un caso en acto y en el otro como
no hacen mas que reforzar la tesis de que solo podemos tener grados disposicion a tener en mente un contenido de pensamiento. «Tener en
de creencia que varian segun las pruebas que se tengan. La primera mente» equivale s entender la oracion 0 simbolo que se usa, que apun-
es que entre el sujeto y el mundo se interpone una realidad interna, ta a la experiencia mental pero desprendida de toda actitud -sea de
por 10 que el contacto con el rnundo deja de ser directo e inrnediaro. signo favorable 0 desfavorable-. La diferencia sustancial entre los dos
La naturaleza del mundo externo se infiere a partir de las aparien- analisis brota en relacion con el otro componente. EI analisis de la
cias, ideas, representaciones 0 imageries -segun la terrninologia que creencia como acto mental agrega una «actitud» -que podria ser la
se elija- que se encuentran en la mente del sujeto. Las apariencias 0 actitud de asentimiento 0 disentimiento- mientras que el analisis dis-
representaciones se toman como efectos a partir de los cuales se trata posicional agrega a la proposicion representada 0 pensada (cuando esta
de llegar a sus causas fisicas. La segunda razon por la que no se presente a la mente) 0 que se representarfa si se diesen las condiciones
tendrfa conocimiento del mundo ffsico deriva de las limitaciones del adecuadas, si es que se piensa en una disposiciori. Podemos sefialar a
metodo experimental e inductive. EI metodo solo nos perrnitiria con- Braithwaite (1946) como el primer influyente defensor del analisis dis-
jeturar 0 formar hipotesis acerca de como es el mundo a partir de las posicional de la creencia. Sin embargo, en la literatura encontramos
evidencias 0 razones que la apoyan. Lo razonable de una creencia posturas como la de Mosterfn en las que se propone combinar -sobre
esta en funcion de las razones que la apoyan 0 legitiman. todo en el caso de las creencias proposicionales conscientes-e-Ios ele-
Si esquematizamos las propuestas mas influyentes que han existido mentos.de la creencia analizada en terrninos de aetos mentales can 10s
en relacion con la creencia, obtendrfamos una primera division entre de la creencia analizada en terrninos disposicionales (d. 1978,115) La
los que le dan un estatuto ontologico y los que prescinden de la nocion diferencia entre estas dos posiciones y la postura funcional de corte
o la eliminan. Con el primer grupo de propuestas se abre un abanico biologico estriba en que la ultima aborda el problema de la creencia
muy amplio de posibilidades que tienen como denominador cormin la desde una perspeetiva historica y evolutiva, aproximandose a la creen-
aceptacion de que las creencias tienen alguna forma de existencia real, cia desde el aspecto de su funcion mas que de su constitucion,
pero difieren en cuanto a como especifican su naturaleza. En sus va-
riantes mas comunes, la creencia se toma como: a) un estado mental
consciente (i. e. como acto u ocurrencia mental); b) adernas de la exis- I. ANAuSIS DE LA CREENCIA COMO OCURRENCIA U ACTO MENTAL
tencia de las creencias como estados conscientes se acepta tambien la
existencia de creencias inconscientes; c) como estado disposicional; Entre los autores que conciben ala creencia como acto mental pode-
d) como estado funcional, ye) como experiencia fenornenologica 0 mos sefialar a los modernos (Descartes, Locke y Hume), los defensores
sentimiento. En el segundo grupode propuestas: a) relegan la creencia de la psicologfa ernpfrica (Brentano) y la corriente fenornenologica
a una mera manera de hablar; b) la consideran como un terrnino que (Husserl) y, en una historia mas reciente, autores como Russell. En
pertenece a nuestra psicologfa cotidiana pero que es teoricarnente eli- todos estos auto res, pese a las notables diferencias en sus analisis de la
minable del cuerpo de una teoria cientifica; c) la consideran 'como una creencia, comparten la idea de que los diferentes estados mentales se
ficcion que, sin embargo, es instrumentalmente util; d) se toma como distinguen por el modo 0 actitud que el sujeto adopta frente a un deter-
una nociori que se desvanece en nuestras practicas socio-Iinguisticas. minado contenido mental 0 pensamiento. Los diversos estados 0 aetos

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mentales se discriminan por el elemento psicologico que se agrega al Muchos filosofos en la actualidad conservan la forma de entender
contenido. Me concentrate en la reoria de Hume por ser representativa las creencias como modos en los que se presentan ciertos contenidos,
del analisis de la creencia como acto mental. sin convertir ala creencia en una vivencia 0 una experiencia, como
La caracterizacion de Hume de la creencia debe evaluarse en eI hace Hume. Como acertadamente seiiala Stroud, Hume argumenta de
marco general de la teoria de las ideas que toma de Locke. En este manera falaz al pasar de la idea de la causa de que surjan las creencias,
marco dara respuesta a sus muy diversas preocupaciones filosoficas y que bien pudiera tener entre sus caracteristicas la fuerza que contienen
no solo alas episternologicas. Hume es un filosofo igualmente preocu- las impresiones, a la idea de que la especificacion de la diferencia entre
pado por las cuestiones politicas y morales que por las epistemologicas creencias e ideas se establece en terrninos de intensidad (Stroud, 1977,
y les atribuye alas creencias un papel que rebasa los linderos de 10 73). Hume induye la creencia entre los sentimientos pero, dada su
mental, abriendolas a su dimension practica y social. Asi, las ideas que tajante separacion entre las facultades mentales, la pone fuera del al-
se acompaiian de creencias adquieren una mayor importancia y, par cance y control de la razon y de la voluntad: la creencia es una imposi-
tanto, refuerzan la posibilidad de que se conviertan en los «principios cion de nuestra propia naturaleza, que ejerce su influencia en nuestras
que gobiernan todas nuestras acciones» (apendice al Tratado, 629). pasiones y nuestra imaginacion (cf.Tratado de LaNaturaleza Humana
En su teoria de las ideas, Hume distingue entre impresiones e ideas, I, III). Hume acomoda la creencia como una capacidad que tenemos
que corresponden,grosso modo, ala distincion entre sentir y perisar. parasentir y no como una capacidad cognoscitiva, como la mayorfa de
Hume marca la diferencia entre ellas en tres respectos: su origen, en nosotros estarfarnos mas naturalmente indinados a pensar. Si en lugar
terminos cualitativos y par sus consecuencias practicas, En cuanto a su de ella, Hume hubiese considerado que las creencias caen bajo la juris-
origen, sostiene que todas las ideas tienen su genesis en impresiones, diccion de la razori, se hubiera vista forzado -por su modelo- a
en tanto que la causa de las impresiones es desconocida: igual podria tomarlas como un tipo de idea que acompaiia a se agrega a otras ideas.
surgir de un objeto, que ser producida par nuestra capacidad mental Hume considera esta conclusi6n intolerable ya que las despojaria de la
creadora a par Dios. En segundo terrnino, las impresiones y las ideas, fuerza motivadora para generar acciones. (En las posiciones mas usua-
comparativamente, se distinguen en terminos de «fuerza» 0 «vivaci- les, la fuerza motivadora suele asociarse alas actitudes conativas mas
dad», siendo las primeras cualitativamente mas fuertes y vivaces que que alas creencias.) Ella 10 enfrenta al siguiente dilema en cuanto ala
las segundas. Par mas vivida que sea una idea, segun Hume, no alcan- capacidad de las creencias que resultan del razonamiento para produ-
zaria nunca la fuerza de una experiencia presente. En tercer terrnino, cir acciones: a el sujeto tiene poder de decisi6n en cuanto a aceptar,
difieren en cuanto alas efectos que producen: solo los sentimientos rechazar 0 suspender el juicio frente a las ideas y admite que por sf
despiertan en el sujeto el impulso a actuar, mientras que frente alas solas pueden llevar a la accion -sin necesidad de acompaiiarlas de
ideas se puede mantener una actitud indiferente, es decir, que las ideas deseos-, ales resta esa capacidad de ser controladas por el sujeto y les
a pensamientos ni se aceptan ni se rechazan. La creencia se encuentra conserva su Irnpetu motivador. En el primer caso, las creencias «guia-
entre esas actitudes que hacen que frente a las ideas el sujeto pierda su rfan» las acciones, en el sentido de elegir el medio mas id6neo para
indiferencia. Hume nos da cuenta de que, al traves de la experiencia, realizarlas, pero en sf mismas no son las que Ilevarian a la acci6n.
de manera natural e irreflexiva nos formamos creencias y considera Hume reconoce en las creencias una dimension causal, que es la que se
que es una actitud que, ernpiricamente, tad os reconocemos can facili- refleja en el impacto que tienen las creencias en nuestras pasiones e
dad. Pero, (como distingue Hume una idea de una creencia 0 entre imaginaci6n y, una dimensi6n practica, que le permite introducir la
concebir una idea y creerla? Si Hume solo acepta que hay impresiones libertad de eleccion y, par tanto, de nuestra responsabilidad en nues-
o ideas y su criteria para distinguirlas es el criterio cualitativo de la tras acciones. Las creencias se colocan en un contexto normativo en
vivacidad a fuerza, esto mismo 10 obliga a trazar la diferencia entre las tanto que interviene nuestro razonamiento. Hume ya reconoda esta
creencias y las ideas en iguales terrninos de fuerza 0 vivacidad. Estric- doble matriz -causal y normativa- que caracteriza alas creencias.
tamente hablando, una creencia no es una impresion, pero proviene de Las creencias obedecen, a la vez, a una disposicion natural y a cierros
ella de rnanera inmediata y, al hacerlo, le transfiere a comunica a la principios de racionalidad. No es facil reconciliar estos dos aspectos.
creencia su intensidad (cf. Tratado, 98). Esta es la singular rnanera en Mucha de la Iiteratura conternporanea en filosoffa de la mente y de la
la que Hume expresa que la creencia es una actitud 0 modo en el que accion se ha volcado en debates vigorosos al respecto. Una diferencia
se presenta una idea a un contenido. . crucial, sin embargo, es que los principios a 105 que apela Hume mas

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que racionales y normativos parecen ser psicologicos y pensados de y no confiables, en la medida en que las aceptaria independientemente
manera analoga alas principios 0 leyes que gobiernan a los fenornenos de que se relacionen 0 no con una irnpresion (d. Beauchamp y Rosen-
fisicos, berg, 1981; Price, 1969).
En efecto, el hecho de que Hume clasifique las creencias dentro de En la actualidad algunos autores establecen una linea de demarca-
10ssentimientos y que se adhiera a un tratamiento fenornenologico de cion entre las leyes de la naturaleza y los principios normativos. Se
elIas, 10 expone a que no pueda trazar una diferencia entre creencias asume que las leyes de la naturaleza no sedan normativas 0 prescripti-
justificadas e injustificadas. Segun Hume, cuando nos formamos una vas ya que no nos dicen cotuo deben desarrollarse los fenornenos natu-
creencia acerca de una experiencia presente, 10 hacemos de manera rales, sino que describen como de hecho se desarrollan, a saber, de
natural e irreflexiva, mientras que cuando se juzga sabre las cuestiones acuerdo con ciertas leyes. Volvere a esta cuestion mas adelante.
de hecho que trascienden 10 presente, que se basan en las experien- El enfasis en las creencias que nos ha legado la tradicion -con
cias pasadas y en «conjunciones constantes» de diferentes objetos, tcdas la que Hume se identifica- se cine a su caracter de acontecimiento
ellas se sustentan en inferencias que, para Hume, son causales. A partir que sucede en el fuero interno del sujeto. Pero esta misma tradiciori
de la observaciori de la causa se infiere el efecto y viceversa, por cos- descuida la conexi on que guarda con la practica, y en este sentido
tumbre, 0 porasociacion. La dificultad, trasladada a una terminologia tanto Arisroteles como Hume se apartan de la tradicion, En la actua-
conternporanea, se expresa diciendo que se necesita un criterio que nos lidad ya no es novedosa la aproximacion de las creencias desde su
permita discriminar las creencias correctas de las incorrectas. El pa- angulo pragrnatico.
tron de creencias debe regirse por principios racionales que establez- Una caracterizacion de la creencia como acto mental tiene la limi-
can una norma. tacion de que si se aborda exclusivamente como fenorneno mental,
Es uti! distinguir,como hace Mosterfn, dos contextos en los que como tal, se agotarfa en su aspecto representacional 0 de idea. Se llega
nos referirnos a la racionalidad de las creencias y en los que «racioria- incluso a extremos tales como el de Descartes, por ejemplo, que se
lidad» tiene diferentes significados: la racionalidad en tanto aplicada a plantea la posibilidad de que los datos distorsionen la realidad de modo
las creencias u opiniones y la racionalidad practica aplicada a decisio- que nos impidan estar segur os de como es el mundo y, por ende, cono-
nes, acciones y conductas (d. 1978, 18). La primera forma de raciona- cerlo, e incluso, de que ni siquiera hubiera un mundoexterno. La
lidad, que Mosterfn denomina «creencial», alude ala manera como se relacion episternica inmediata es la del sujeto que inspecciona y re-
justifican las creencias. Esta forma de racionalidad de las creencias flexiona acerca de 10 que tiene presente en la mente aislado del mundo.
puede satisfacerse e igualmente determinarse con independencia de que Su mundointerrio podrfa existir, sin alterar su naturaleza, sin que hu-
la creencia sea verdadera. La racionalidad practica alude ala adecua- biera un mundo externo. Como consecuencia de establecer la relacion
cion entre las creencias y deseos que se tienen y las acciones en las que cognoscitiva entre el sujeto y su interioridad convierte al sujeto en el
desembocan. Mosterin sugiere que la racionalidad practica presupone unico capaz de acceder a sus creencias y en donde cobra sentido la idea
la racionalidad creencial, mas no ala inversa: hay situaciones en las de un mundo interne, entendido como un mundo privado, cerrado. En
que podemos ser racionales creencialrnente y no serlo en nuestras ac- este mundo, el sujeto se convierte en la autoridad ultima que determi-
ciones. Coneetando esta distincion con el caso de Hume, veriamos que na 10 que esta sucediendo en su fuero interno. Kant pone en entredi-
en el el criterio normativo mas recurrente es el de la racionalidad -en cho la inteligibilidad de que no hubiese un mundo externo yestable-
el sentido creencial- y la base de la regularidad observada no parece ce -mediante argumentos trascendentales- la necesidad de su
poder contar mas que como criterio descriptivo. Pero si Hume la ad- existencia. Sin su existencia -segun Kant- no podria explicarse la
mitiese como criterio normativo, 0 como principio de racionalidad, manera en que se dan los «fenomenos», AI vincular las creencias con el
entraria en conflicto con la tesis de que las creencias caen fuera del comportamiento externo verbal y no verbal en tanto solucion distinta
dominio de la razon, A pesar de ello, Kemp Smith sugiere, en defensa de la kantiana, permite que, como condueta publica, sean accesibles a
de Hume, que para el no todas las regularidades son confiables ni todas los dernas. Se permite a los observadores determinar que creencias
las costumbres buenas costumbres, dejando margen para que el sujeto atribuir al sujeto que actua. Kant, por decido de alguna forma, se des-
intervenga y modifique sus inclinaciones y que se responsabilice de sus plaza del sujeto y su coristitucion de objetos hacia afuera, mientras que
aetos (d. 1941,382-388). Hay creencias que son confiables y beneficas la otra postura va mas bien de afuera hacia adentro.
y otras no. Las creencias de un loco, por ejemplo, serian injustificadas Otra caracterfstica del modelo que postula la existencia de un

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-------------- - -~-

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mundo internalizado es que la conciencia cubre todo 10 que sucede en tienen en momentos que van mas alia de los momentos en que estan
la mente. No es hasta Freud, que se rompe con esta caracteristica de 10 presentes a la mente y no dejan de creerse por no estar al alcance de la
psicologico y se habla por primera vez del inconsciente. La ruptura con conciencia en determinado momenta. Este hecho hace suponer que su
el modelo de un mundo internalizado que media entre el sujeto y el existencia se conserva de manera latente. Un antecedente de esta idea
mundo exterior llevara mas tiempo que la ruptura con el modelo de la 10 encontramos en el Teeteto de Platen, cuando sugiere la diferencia
conciencia como rasgo esencial de 10 mental y no es sino hasta los entre el conocimiento (creencia) inmediata y conocimiento (creencia)
albores de nuestro siglo que se restablece el contacto inmediato con el latente. Una forma natural de recoger que las creencias se «poseen» de
mundo. Con este cambio se abre la posibilidad de; una concepcion manera latente es mediante el analisis disposicional. Pese a que Platen
distinta de 10 mental. Pero, al margen de si se acepta el conocimiento habla de las creencias en terrninos disposicionales, se refiere m~s bien
directo del mundo, al darle prioridad al aspecto pragmatico de las ala manera en que se almacenan 0 conservan en la mente y de como el
creencias, estableciendo que su funciori basica esen relacion con las sujeto puede hacerlas presentes. Todo sigue sucediendo en el fuero
acciones, se da cabida a que los observadores puedan Ilegar a conocer interno del sujeto. En la forma que toma la teoria disposicional de las
la vida mental del otro al traves de sus manifestaciones externas. En creencias actual, se parte de las manifestaciones externas y, a partir de
este contexto cobra auge la caracterizaciori de la creencia analizada estos datos, se postula la hipotesis que mejor da cuenta de ellos, de la
disposicionalmente. misma manera en que se hace en cualquier ciencia empirica.
EI estudio de la creencia -segun se aborde desde la perspectiva de
la primera persona 0 la tercera persona- favorecera alguna de las dos
concepciones distintas que se han sefialado: la de Ia creencia entendida II. ANALISIS OISPOSICIONAL DE LAS CREENCIAS
como acto mental, si se favorece la perspectiva de la primera persona y
la creencia entendida disposicionalmente si se admite que los observa- Una caracteristica de las disposiciones es que refieren a sus propieda-
dores pueden determinar 10 que los otros creen, i. e., la perspectiva de des al traves de 105 efectos que producen. Ontologicarnente, las dispo-
la tercera persona. Y en el momento en el que se admite la posibilidad siciones de caracter fisico se han construido de varias maneras, por 10
de que exista una vida mental de la cual el sujeto mismo pudiera no que conviene tenerlas presentes antes de entrar en la caracterizacion
percatarse, abre la posibilidad para que se piense en la creencia no disposicional de las creencias. Las posiciones mas relevantes se pueden
consciente como el estado mental que, sin ser una ocurrencia mental, agrupar en realistas, reductivistas y racionalistas. De estas posturas, las
pudiera producir ocurrencias mentales como manifestacion 0 efecto. dos primeras han sido las mas favorecidas. Menor (1974) seria un re-
A1guien como Mosterin, que piensa que los dos analisis de la creencia presentante de la postura racionalista, pero no aludire a ella aqui, La
--como acto mental y disposicional- mas que estar contrapuestos se variaciori crucial entre la postura realista y la reductivista de las dispo-
podrian combinar, tendria que decidir cual de las dos formas es la siciones es que los realistas piensan que las disposiciones constituyen
basica. una clase de propiedades distinta de la clase de propiedades categoricas
Un analisis de la creencia como acto mental no permite que se de los objetos, mientras que los reductivistas solo aceptan la existencia
puedan distinguir entre las creencias que el sujeto reconoce a confiesa de las propiedades categoricas. Algunos autores como Popper, Good-
tener -frente a sf mismo y frente alas dernas->- y las creencias que en man y Mellor se quedan solo con un tipo de propiedades pero, en lugar
realidad tiene. En este analisis, por ejemplo, no se podria dar cuenta de abogar en favor de las propiedades categoricas, abogan en favor de
del fenomeno del autoengafio, que todos concedemos que a veces ocu- considerar que todas las propiedades son disposicionales. Este tipo de
rre. EI autoengafio, en cambia, se puede explicar mediante un analisis postura no ha logrado reclutar muchos adeptos.
disposicional. Si todo sucediera en el fuero interno del sujeto, su vida Los fenomenalistas 0 los conductistas, como defensores de alguna
podria haber transcurrido sin descubrirlo y se merrnaria su autoconoci- forma de reductivismo, piensan que las propiedades disposicionales
miento. Can un analisis disposicional, el engano puede estar al alcance son ontologicamente prescindibles y eliminables de una teoria cientifi-
de los observadores, al traves de sus manifestaciones externas publicas. ca, toda vez que se descubran las propiedades categoricas de losobje-
Las limitaciones del modelo de las creencias como ocurrencias tos. Se asume que 105 cientificos recurren a los terrninos disposiciona-
mentales llevo a muchos filosofos a abrazar la teoria disposicional de les cuando desconocen las propiedades categoricas pertinentes de los
las creencias. La critica puede resumirse diciendo que las creencias se objetos y confian en que con el avance de la ciencia se iran eliminando

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paulatinamente, hasta que llegue un momenta en que se erradiquen estan patinando, dar parte a los responsables de la pista, salirse de la
todas. Para un reductivista, 105enunciados que incorporan terrninos pista 0, si es una persona perversa, orillar a otros nines traviesos a que
disposicionales se analizan en terrninos de enunciados condicionales vayan a esa parte, etcetera.
que tienen la caracteristica de no referirse a ninguna situacion existen- En cambio, en una posicion realista, por 10regular, se admite que
te: tendrian una existencia posible mas no real. Dos connotados defen- las disposiciones tienen bases, i. e., que se apoyan en otras propiedades
sores de este tipo de tesis sedan Ryle y Quine. Por ejemplo Ryle sostie- o conjunto de propiedades, si no es que se identifican con ellas", Para
ne que ,,105enunciados disposicionales no son ni reportes de estados de un realista la diferencia entre una propiedad-base categorica y una dis-
cosas observados u observables ni tampoco reportes de estados de co- posicion radica en el modo en el que hace referencia alas propiedades
sas inobservados 0 inobservables. No narran ningun incidente-:'. Y, de del objeto: la disposicion 10hace indirectamente, al traves de su efecto,
acuerdo con un fenomenalista, la atribucion de una propiedad disposi- y la propiedad-base se introduce intrinsecamente. Entre las much as
cional a un objeto nos indicaria que, si se dieran ciertas condiciones, posiciones realistas, algunos suponen que las disposiciones deben verse
rendria la propension a entrar en un estado 0 sufrir un cambio particu- como terrninos teoricos muy primitivos mientras que otros --como ya
lares. Las disposiciones no engendrarian en el objeto mas estados de dijimos- suponen que solo forman parte de la teoria hasta que se
los que ya tiene: son, mas bien, estados posibles en 105 que' podria cuente con terrninos teoricos mas basicos y, por tanto, mas adecuados.
encontrarse un objeto y sus atribuciones al objeto seguirian siendo vali- Armstrong es un arduo defensor de una teoria realista tipica en la
das aun cuando nunca llegara a sucederle ese carnbio. que no se concede que los terrninos disposicionales existan con inde-
Tomemos dos propiedades fisicas disposicionales paradigrnati- pendencia de las propiedades categoricas del objeto. Pero en su caso,
cas: la fragilidad y la solubilidad. Para un reductivista, decir que un complementa su postura estableciendo una distincion entre estados la-
objeto fisico es frdgil equivale a decir que si se dieran ciertas condi- tentes y estados disposicionales con base en tres aspectos: el primero,
ciones -digamos, que se Ie diera un golpe leve- se romperia. 0 la que un estado latente se construye de manera realista mientras que un
solubilidad: un terron de aziicar essoluble en agua en caso de que si el estado disposicional, no necesariamente. Como ya mencionamos, una
terron de azucar se pusiese en agua ent, el terron de azucar se disolve- disposicion puede construirse como un estado posible, como un estado
ria. Para un reductivista, los enunciados disposicionales tienen la for- en el cual un objeto podria encontrarse si se dieran ciertas condiciones
ma logica de un condicional subjuntivo que, como tal, carece de condi- especificas. En caso de darse ese estado, se diria que el objeto sufrio un
ciones de verdad: no se puede afirmar ni la verdad ni la falsedad del cambio 0 una modificacion. Un estado latente, en cambio, es un estado
enunciado. Los cientfficos han logrado convertir estos terrninos dispo- real del objeto que esta «quieto» 0 pasivo pero que, si se dieran ciertas
sicionales en terrninos «respetables» y, por tanto, recuperarlos cientifi- condiciones, podria activarse. La segunda diferencia entre estados la-
camente, en terrninos de una determinada estructura molecular. tentes y estados disposicionales es que a 10sestados latentes se les con-
En el analisis disposicional, comoel que defienden Ryle y Quine, fieren poderes causales, mientras que las disposiciones podrian ser cau-
se ofrece un analisis de corte conductista, en relaci on con terminos salmente impotentes. Y, finalmente, una tercera diferencia seria que en
mentales como las creencias. Ryle en particular, las considera como el caso de las disposiciones se necesita de una condicion propiciadora
disposiciones «rnultivias» 0 de realizaciones multiples; esto es, que para desencadenar su manifestacion, la cual forma parte del significado
pueden manifestarse de muy diferentes maneras, En este respecto, di- del concepto disposicional. Chomsky se refiere a esta caracteristica de
fieren de las disposiciones fisicas que suelen manifestarse de una unica ciertos terrninos como «estfrnulo-dependientes», e incluye en esta cate-
manera. Asi, la solubilidad del objeto, solo se manifiesta disolviendo- goria no s610 alas disposiciones. Aplicada esta distincion alas creen-
se, aun cuando se de el caso de que la estructura basica sea distinta en cias, Armstrong concluye que las creencias particulares no son estados
diferentes objetos. Por contraste, una persona podria tener la creencia, disposicionaies, sino latentes, rnientras que las creencias generales si
por ejemplo, de que el hielo en una pista de patinaje esta derritiendose
y manifestarla evitando pasar por esa parte, alertar a los nifios que
4. La afirmaci6n basica del realista es que el discurso disposicional no se sosticne
por sf mismo y que aun cuando los cientificos todavia no hubieran descubierto las prop ie-
3. En Ryle (1949) las disposiciones nos perrniten hacer una inferencia (Inference- dades reales del objeto, hay el supuesto de que exisren, Este supuesto para auto res como
ticket). Decir que a es soluble licencia la inferencia de <<<1 se pone en agua» a «a se disuelve». Quine, Davidson y Armstrong es necesario, mientras que para otros, por ejemplo para
Cf. p. 120. Mackie, es solo una hipotesis plausible (d. Mackie, 1973).

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serfan disposicionales. Armstrong analiza las creencias particulares nado solo de una manera: no cornicndolo. En cambio nosotros, en una
como propiedades no relacionales estructuradas y alas creencias gene- situacion similar, podriamos hacer un sinnurnero de cosas segun el uso
rales -yen ello sigue a Ramsey- como «habitos de inferencia» que que Ie quisierarnos dar a esa informacion (d. Evans, 1981, 131-132).
nos predisponen a pasar de un hecho particular a otro hecho particular Quienes persisten en defender un paralelismo entre los enunciados dis-
(d. Armstrong, 1973,5). posicionales y 105 enunciados de actitudes proposicionales como el de
EI analisis disposicional de las creencias y, mas que ni ngun otro, la creencia hacen ver que se pueden analizar en terrninos de condicio-
el analisis disposicional reductivista, ha estado expuesto a criticas muy nales subjuntivos 0 contrafacticos. EI enunciado «Este terron de azucar
severas y de muy diversa indole. Un denominador cormin de las crfticas es soluble» se analizarfa como «Siel terron de azucar se hubiese depo-
es que el modelo es inadecuado para recoger algunos aspectos que sitado en agua se habrfa disuelto». Por ejemplo, Quine sustenta la ana-
caracterizan a 10 mental. En primer terrnino, se juzga que omite el logia considerando que enunciados como <<EI cree que alli hay un cone-
aspecto normativo que es constitutivo de las explicaciones que hacen jo» se puede interpretar como «Si se Ie preguntara, asentiria a alguna
referencia a 10 mental. En segundo terrnino, que el modelo disposicio- oracion que tuviese para el el significado-esnrnulo que "Alli hay un
nal no hace justicia a la organizacion holista 0 totalista de 10 mental. Y, conejo" tiene para nosotros--' (d. 1960,217). Pero esta propuesta tam-
por ultimo, se Ie critica que tampoco destaca su papel en el espacio poco servirfa para asimilarlos ya que serfa erroneo pensar que la creen-
logico de las razones -como dirfa Sellars en «Empiricism and the cia, a diferencia de la disposicion, se agota en su manifestacion,
Philosophy of Mind»-, i. e., su participacion en patrones de inferen- La critica que sefiala la inadecuacion de utilizar un modelo dispo-
cia y de razonamiento. sicional para la creencia en virtud de su incapacidad para dar cuenta
Tomemos, en primer lugar, la cuestion de que 105 fenornenos men- del caracter normativo que permea a los fenornenos mentales, igual
tales proceden de manera holista. Esta crftica se refiere a que todo un haria inadecuados a otros model os. Se observa que el modo de explica-
conglomerado de estados mentales -otras creencias, deseos, intencio- cion disposicional acomoda el fenorneno que se ha de explicar como
nes, etc.- interviene de manera colectiva 0 en paquete en la conforma- instancia de la ley que gobierna a ese tipo de fenornenos. EI modelo
cion de una accion dada. Esta estructura holista difiere de la estructura explica como de hecho suceden los fenomenos, segun establece la teo-
de las disposiciones en cuanto a que no se Ie puede asociar a cad a ria, mas no en la forma de imperativos -de como deb en suceder las
creencia un tipo particular de accion. Este rasgo holista tampoco se cosas-. Es decir, se ajusta al modelo nornologico deductivo de expli-
reivindica en la propuesta de Ryle, a la que nos referimos anteriormen- cacion de sucesos singulares -propuesto por Hempel-, de modo que
te. Recordemos que para Ryle las creencias se entieriden como un tipo la presencia de una ley implica que si cl objcto tiene cierta dispcsicion
de disposicion multivia 0 de realizaciones multiples. En este caso, fal- y se dan ciertas condiciones iniciales, se cornportara de cierta manera.
tarfa cualquier tipo de sistematicidad 0 de regularidad entre el estado Consecuentemente, seria contradictorio que el objeto se encontrara en
mental y 105 tipos de accion. En la propuesta de Ryle subsiste la dificul- la situacion indicada y que el resultado no se obtuviera. Si se da la ley
tad, como seiialan autores como Peacocke (1979,4), ya que, si el sujeto y las condiciones iniciales se implicaria que se diera cierto resultado.
hubiese tenido diferentes deseos, cada una de las acciones (simultanea- Por contraste, en el caso de un modelo normativo no habria tal impli-
mente) podriahaber estado ausente y, sin embargo, seguir estando la cacion y, por tanto, tampoco incompatibilidad: si se diera un principio
creencia. Esta asimetrfa entre las disposiciones y estados como la creen- normativo y las condiciones apropiadas podrfa ser que el sujeto no
cia en cuanto a su relacion con sus manifestaciones, tambien se esgri- actuara en consecuencia. Brandom (1994) expresa esta diferencia entre
me como razon para distinguir alas creencias de otros estados analo- el modelo nomologico y el modelo normativo mediante los dos senti-
gos que les pudiesernos atribuir a ciertas especies de animales. Si bien dos de «deber» kantianos. En Kant en el caso del deber normativo el
en el nivel de las entradas (inputs) y salidas (outputs) habrfa analogias sujeto acnia conforme a unaconcepci6n 0 representaci6n de una regia,
indiscutibles entre los estados de creencia y los estados similares en mientras que en el «deber» nornologico 10 que sucede solo se establece
ciertos animales, el contraste se ubicaria en la estructuracion interna
que las mediatiza. En el caso de las «creencias» en los ani males se 5. Quine conecta esta resis con su conocida tesis de la indeterminaci6n de la
presentaria un rasgo similar alas disposiciones ffsicas en cuanto a que traducci6n y s610 admite la ineliminabilidad del discurso disposicional en cuanto relacion
entre los estlrnulos-significado y los enunciados observacionales, En esta parte de su
se podria trazar una liga regular entre estado y conducta. Una rata, por reoria se ve con mas claridad su simpatia por el conductismo y la forma en que este da
ejemplo, manifiesta su «creencia» de que cierto alimento esta envene-' cuerpo a su reduccionismo. .

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SALMA SAAB LA CREENCIA

en conformidad con la ley 0 regIa. En el primer caso, nuestra actitud 0 ye sus celdas, aI pez cuando desova y al pajaro cuando emigra hacia
reconocirniento de la norma es 10 que nos compromete a acruar de el sur. Induso tendriamos que atribuir creencias a algunos vegetales
determinada manera, mientras que en el caso del modelo disposicional (cque cree el heliotropo cuando vuelve su corola hacia el solr)» (d.
10 que acontece meramente se subsurnirfa bajo una ley. Otra critica al 1982, 40). Tarnbien juzga necesario distinguirlas de otra dase de
modelo disposicional, que fue muy cornun antes de Ia publicacion de disposiciones que el denomina «afectivo-evaluativas». Estas ultirnas
los influyentes escritos de Davidson, sefiala que habrfa una incompati- agruparfan alas disposiciones caracteriologicas y alas afectos como
bilidad en suporier que el vinculo entre un estado y su manifestacion, el «orgullo» la «agresividad», la «pasividad», el «odic». Si bien estas
que es un vinculo interno 0 sernantico, ala vez pueda ser causal. Da- disposiciones comparten can las creencias el rasgo de que nos mue-
vidson ha hecho ver claramente que no son incompatibles ya que las yen a actuar, es importante para Villoro concentrarse en sus diferen-
causas son independientes de sus efectos en el plano ontologico, mien- cias. Villoro, en este respecto, en un espiritu anti-humeano, conside-
tras que el vinculo interno se da en el de las descripciones de los ra que la dimension pragmatica constitutiva de las creencias -su
sucesos. Los sucesos pueden redescribirse de infinidad de maneras, capacidad para movernos a actuar- no debe vincularse con nuestras
entre ellas describir Ia causa aludiendo a su efecto y vice versa sin entor- capacidades naturales innatas. Para Villoro las disposiciones afectivo-
pecer su independencia. Por ejemplo, nos podriamos referir al corto- evaluativas, las pulsiones -para las que reserva el terrnino de «acti-
circuito como Ia causa del incendio (d. Davidson, 1963). tudes»- y las disposiciones caracteriologicas caer ian dentro de los
Antes de conduir can las criticas al analisis disposicional de las motivos que los individuos tienen para actuar y, en particular, las
creencias, quisiera detenerme en la propuesta que desarr olla Villoro. disposiciones caracteriologicas carecen de una direccion hacia obje-
Villoro tambien dirige una critica al analisis disposicional reductivista, tos determinados. Par el contrario, ubicaria las creencias dentro del
sin embargo, no abaridona Integrarnente el analisis disposicional. La dominio de las razones para actuar (d. pp. 43-57). Pero adernas de
postura de ViIIoro se inscribe en la serie de propuestas realistas de las diferenciar a la dase de disposiciones a las que pertenece la creencia
disposiciones que las toman como estados internos del sujeto. Algunas de cierto tipo de respuestas innatas, la distingue de otro tipo de dis-
de estas posturas, como la del propio Villoro, se mantienen neutrales posiciones aprendidas. Las creencias figuran dentro de 10 que deno-
frente a la cuestion de si estos estados internos finalmente quedaran mina disposiciones adquiridas que corresponden al genero de dispo-
definidos en una teoria psicologica 0 neurofisiologica. (Como queda- siciones individuales, y a partir de esra diferencia determinara su rasgo
ria su postura frente alas cr iticas antes mencionadas? A diferencia de esencial. Villaro sostiene que la diferencia entre disposiciones no
otras posturas disposicionales, Villoro no' descuida el aspecto de la puede trazarse apelando unicamente al cornportamiento. Un mismo
colocaciori de la creencia en el espacio logico de las razones pero, al comportamiento puede describirse -segun sus moviles-e- como ex-
igual que otras posturas disposicionales, no repara en la importancia presion de una actitud 0 como indicacion de una creencia. La dife-
tanto del holismo como de la normatividad caracterfstica de los feno- rencia, mas bien, radica en su proveniencia: las actitudes tienen un
menos mentales. Estas omisiones son graves y en realidad seran las movimiento que va de la subjetividad hacia el exterior e intenta plas-
consideraciones que mas profundamente presionan en la direccion de marse en la realidad, mientras que las creencias tienen un movimien-
un modelo alternativo. Veamos entonces que tipo de analisis disposi- to inverse: del exterior hacia el sujeto. Asi, para Villoro, la disposi-
cional propone. cion a actuar en el caso de los deseos, quereres, etc., esta determinada
Villoro deriva su postura a partir de 10 que considera el defecto por pulsiones intern as al sujeto y en el caso de las creencias par las
. principal del analisis disposicional reductivista: que no hace todas las propiedades de los objetos (pp. 59-60). Villoro tornara la idea de
distinciones necesarias entre tipos de disposiciones, siendo que en Braithwaite de que una creencia es una disposicion a actuar como si
realidad pertenecen a generos muy distintos. En ello, sigue a psicolo- La proposici6n creida fuese verdadera y la precisara mediante la ca-
gos sociales como Fishbein (1975). Villoro distingue las creencias de racteristica de que la creencia esta determinada por las propiedades y
otras disposiciones en una triple direccion: en la prirnera, de las dis- relaciones que se dan en los objetos. En suma, Villaro prop one la
posiciones geneticas e instintivas; en la segunda, de las caracteriologi- siguiente definicion de la creencia:
cas y, en la tercera, de otras disposiciones adquiridas. Si no distin-
guiesernos las creencias de las disposiciones instintivas, dice Villoro, S cree que p si y solo si:
1) S esta en un estado adquirido x de disposicion a responder de
nos encontrariamos «atribuyendo creencias a la abeja cuando constru-
deterrninada manera ante variadas circunstancias;

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SALMA SAAB LA CREENCIA
I
2) P ha sido aprehendida par S; evolutivamente no han desarrollado capacidades linguisticas. S610 se
3) P determinax (p. 71). requerirfa que quien tuviese la creencia, actuara como si aquello que
representa fuese verdadero, esto es, en consonancia con la situaci6n
especifica real. En el segundo caso, la funci6n de la creencia consiste
La condici6n (1) establece que la creencia es un estado interno
basicarnente en su participaci6n inferencial en razoriarnientos, los cua-
que, afiadido a ciertas condiciones iniciales (otras creencias y otras
les no se pueden efectuar sin un lenguaje.
disposiciones), es causa del comportamiento del sujeto. La condici6n
En la postura de Villoro no hay una definici6n en cuanto a cual de
(2) sefiala que la creencia se dirige hacia un objeto que en algun mo-
las dos posturas defenderfa, aunque la mayorfa de las veces parece
mento, n~ necesariament~ presente, se aprehendi6 (par la percepci6n,
identificarse con la que da primacia a la participaci6n de la creencia en
la memona 0 el entendimiento). La condici6n (3) alude a la caracterfs-
un proceso de razonamiento. Sin etnbargo, la oscilaci6n puede verse,
tica especifica de la creencia en la que se recoge la direccion de la
por ejernplo, cuando admite que puede haber, adernas de las creencias
influencia de algun aspecto del mundo en la conformaci6n de la dispo-
reflexivas, creencias no reflexivas. Incluso, Villoro considera legftimo
sici6n del sujeto (pp. 70-71).
hacer extensiva la categorfa de creencias no reflexivas a los animales y
Pese a que considero esencialmente correcto sostener que la carac-
a los nifios pequefios, no s610 de manera metaf6rica sino genuina. Si
teristica constitutiva de las creencias consiste en que las creencias son
Villoro no quisiera admitir que rigurosamente hablando 10sanimales y
«disposiciones a actuar como si la proposici6n creida fuese verdadera»,
los bebes tienen creencias entonces, tendrfa que modificar su pro pia
depurada de los tonos que pretendieran reducirla a una mera apreciaci6n
definici6n de la creencia. Ese tipo de conductas irreflexivas satisfarfan
subjetiv~ del indivi?uo, di~iero de Villoro en que la distinci6n se finque
el requisito de tratarse de una disposici6n adquirida a actuar de una
en los generos de disposiciones. La validez del ajuste de las creencias al
manera determinada por un objeto 0 situaci6n que ha sido aprehendida
mundo se puede sostener al margen de c6mo se clasifiquen los generos,
con anterioridad.
o de que realmente constituyan generos que se puedan trazar nitidamen-
~Que alternativas habrfa al analisis disposicional de las creencias
te. De hecho, en el analisis biol6gico funcional al cual me referire mas
que pudiera resolver las inquietudes antes serialadas, sobre todo del
ad~lante, justamente se sugieren maneras de entrelazar 10aprendido con
aspecto normativo que acornpafia alas creencias? Las dos alternativas
10lI~nato. Despues de todo, el aprendizaje es, en sf, una capacidad dis-
que predominan en el escenario actual son: la que favorece la restric-
poslclO~al mnata y los diversos aspectos de nuestras experiencias -Ia
ci6n de la atribuci6n de creencias s610 a los hurnanos y en muchos de
percepcion del entorno, las practicas sociales, los valores inculcados
sus casossus defensores recurren a una nocion de causalidad distinra ".
etc..- se ericargarande producir sus formas mas especificas. No es
la causalidad fisica cuando interviene 10mental. En esta linea se desa-
accidental que a los valores inculcados se les denomine nuestra «segunda
rrollan posturas como las de Hornsby (1993) y Moya (1990). La otra
naruraleza». Las experiencias tarnbien perrnitiran establecer cambios de
alternativa opta por utilizar una noci6n mas arnplia de creencia que
dispo.sici6n, sobre todo cuando el sujeto experimenta que el mundo se
hace legftirna su aplicaci6n mas alla de 10s linderos de 10 humano
Ie resiste y cuando no Ie permite llegar a sus objetivos. Bennett (1976)
-aunque sus defensores no siempre coinciden en su extensi6n-. En
se refiere a este aspecto de nuestro comportamiento como «educabili-
esta ultima entran las propuestas de quienes favorecen un analisis bio-
dad». Par otra parte, ciertamente el aprendizaje es determinante en la
logico funcional, al cual me referire en 10 que resta del ensayo y que
conformaci6n de nuestra conducta, per o 10principal es mas bien esta-
ofrece una soluci6n en la direcci6n correcta.
blecer si para poder hablar de creencias se requiere del desarrollo tanto
de capacidades Iinguisticas como de nuestras capacidades de reflexi6n.
De hecho, esta es la forma en la que se conduce el debate en la actualidad.
Ill. ANAuSIS BIOLOGICO FUNCIONAL DE LA CREENCIA
Algunos autores piensan en la capacidad de formarnos creencias como
una capacidad pre-lingufstica (Bennett, Stalnaker y algunos funcionalis-
Al igual que en el caso de la categoria de disposici6n, la categoria
tas biol6gicos como Dennett, Millikan y McGinn), mientras que para
de funci6n que va a servir para esclarecer la noci6n de creencia asume
otro~ autores las creencias estan atadas alas capacidades Iinguisticas
como fundamental su proyecci6n en la acci6n: la acci6n es la que data
(Davidson, Evans, McDowell, Brandom). En el primer caso suele desig-
alas creencias de su funci6n y significado. Segun el enfoque bio16gico
narsel~ a la cr~encia u?a funci6n de representaci6n, que igual puede ser
funcional, la falla de algunos analisis disposicionales -en buena medi-
reflexiva que irreflexiva, darse en seres humanos que en animales que

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SALMA SAAB LA CREENCIA

da-se de be a que no hace referencia al medio ambiente dentro de los En un inicio, un analisis de las categorias de creencia, deseo, me-
factores que determinan la funci6n. Como vimos, posturas como las de moria y precepto, entendidas en terrninos de funciones biol6gicas, es
Villoro no sedan, en este respecto, blanco de estas criticas, Pero tambien muy general. Algunos proponentes de este analisis, como Millikan,
consideran que hace falta aclarar la manera en que la referencia al medio ambicionan poder dar un analisis en terrninos de categorias mas espe-
ambiente explica el mecanismo mismo que controla la conducta. En un cfficas, tambien dandoles a estas funciones biol6gicas (d. Millikan,
sentido estricto, la postura disposicional y la funcional no se contrapo- 1993). Es dudosa esta pretensi6n, adernas de parecer innecesaria. La
nen, sino mas bien corresponden a diferentes taxonomfas: la prirnera extensi6n se iustifica solo en la medida en que la mayoria de nuestras
alude a la constituci6n de la creencia mientras que la ultima alude a creencias inv~lucran nuestra capacidad para desarrollar conceptos, esto
c6mo opera, a su disefio. Una taxonomfa funcional nos proporciona es, las creencias se forjan con contenidos que se expresan de manera
informaci6n acerca de aquello para 10que sirve y ha servido deterrninado muy concreta y hay que dar cuenta de ese hecho. Pero dotar a esos
disefio que tiene un objeto 0 sistema; la taxonomia disposicional-se nuevos contenidos de funciones biologicas no es la unica respuesta.
considere que en su conformaci6n interviene 0 no el entorno- acerca Pero veamos 10 positivo de la teorfa,
de la constituci6n del rasgo 0 caracteristica que tiene ese sistema. EI En el caso de las creencias la eficacia del rasgo al desplegarse 0
aporte del modelo biol6gico funcional ala discusi6n es la de poder dar manifestarse en acciones se da en mayor medida que su fracaso. Las
cuenta de la diferencia entre los comportamientos intencionales de los creencias tienen por funcion ser un indicador de como es el entorno, 0
meros movimientos rnecanicos que acontecen, sin salirse de la natura- de que, por 10 regular, es tal como nos 10 representamos. Esta es la
leza e invocando consideraciones biol6gicas que hacen referencia al forma particular en la que se recoge la idea de que las creencias apun-
proceso evolutivo de esos comportamientos. Esto es, se trata de un dis- tan hacia la verdad. De no ser asi, las creencias no resultarian ser ade-
curso que da relevancia a la dimensi6n hist6rica como narrativa perti- cuadas como guias para la acci6n. Mas aun, de no ser por la capacidad
nente en la determinacion de su funci6n. EI papel que historicamente ha de formarnos creencias y de no haber desarrollado otro rasgo que tu-
jugado ese rasgo en nuestros ancestros -como especie-, y que sigue viera una funci6n semejante de guiarnos exitosamente por el mundo, es
haciendolo en los individuos presentes, forma parte de la explicacion de muy probable que como especie ya nos hubierarnos extinguido.
nuestras propiedades y disposiciones actuales. El disefio alude alas La idea central de esta postura es que el contenido que aparece
diferentes funciones biol6gicas que se dan en un sistema que, a su vez, como parte de la creencia deriva, de alguna manera, del contenido que
se rernite allegado evolutivo. Se hace hincapie en que Ia funci6n primi- se fija a traves de la funcion primigenia. Una vez establecida, la funci6n
gonia en el individuo particular se consolida y pcrpetua al traves de la- biol6gica funge de rnanera normativa, ya que establece la pauta a part.ir.
herencia; es un tipo de proceso que se viene desdoblando y reproducien- de la cual se evaluaran los desempefios particulares de esos rasgos en
do a 10largo de muchas generaciones. Es importante que la referencia los sistemas: sus fallas 0 anornalias en el disefio, sus errores 0 aciertos
allegado evolutivo no se yea como una historia que nos da cuenta de la y las divergencias que emergen de su exposici6n alas contingencias
genesis de un rasgo, como si se tratara de un factor externo que no tiene ambientales. La funci6n describe el funcionamiento normal del dispo-
por que aparecer en la identificaci6n del rasgo 0 dispositivo. Por el sitivo 0 rasgo de manera prescriptiva y no s610 descriptiva,
contrario, esta historia formaria parte de 10 que 10define y constituye. La viabilidad de insertar las explicaciones psicologicas como un
Conviene aclarar que no todos los rasgos que se seleccionan evo- tipo de explicacion biol6gico-funcional descansa en hacer plausible
lutivamente, por ese s610 hecho se constituyen en funciones. Autores que los estados mentales tales como las creencias (junto con las per-
como Millikan, Sober y otros aluden al hecho de que hay muchos cepciones, los deseos y las intenciones) puedan integrarse como esta-
rasgos que pueden ser resultado de un proceso selectivo, pero que su dos que contienen funciones. La propuesta consiste en que las creen-
selecci6n fue accidental 0 un producto secundario. Por otra parte, cias -en su sentido mas amplio- tienen la funcion de representarse el
tampoco todos los rasgos 0 propiedades que caracterizan a un indivi- entorno. Para que esta funci6n se aplique a otros seres adernas de los
duo tienen funciones. Se considera que los iinicos rasgos que se ins- humanos, comoya vimos, debe permitir que la forma de representa-
tituyen funcionalmente son los que en comparaci6n con otros rasgos ci6n 0 su contenido no sea lingufstico. Es claro que las representacio-
son superiores a estes. Su capacidad de sobreviviencia asf como su nes en los seres inferiores evolutivamente estaran asociadas alas nece-
capacidad para proseguir su ciclo evolutivo son rnuestra de su supe- sidades mas basicas de los organismos. En el caso mas especffico de los
rioridad (Millikan, 1984,38). seres human os, que hemos desarrollado formas mas complejas y mas

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SALMA SAAB LA CREENCIA

ricas de vincularnos con el entorno, se le agrega alas creencias otra continuidad con otros estados que se encuentran en otros organism os,
Iuncion: la inferencial. En los seres humanos, que entre sus capacida- en lugar de considerarla como un estado sui generis que se da en orga-
des han desarrollado capacidades Iingulsticas, la funcion de representa- nismos que tienen la capacidad de razonar.
cion que corresponde alas creencias puede Ilevarse a cabo de manera
linguistics. La estructura basica de esta Iuncion es la de participar en
inferencias, de tal modo que ayude ala satisfacci6n de deseos. Cad a BIBUOGRAFIA
una de estas funciones -Ia representativa y la inferencial- portaria su
Armstrong, D. (1973), Belief, Truth and Knowledge, Cambridge University
propia normatividad: la representacional depende directamente de la
Press, Cambridge. .
normatividad que establece su funcion primigenia y la normatividad Beauchamp, T. L. y A. Rosenberg (1981), Hume and the Problem of Causa-
inferencial se finca en los principios 0 patrones de razonamiento. tion, Oxford University Press, Oxford.
Se puede decir que eI paso crucial de la postura biologico-funcio- Bennett, J. (1976), Linguistic Behaviour, Cambridge University Press, Cam-
nal depende de que sea satisfactorio el puente que se hace entre eI bridge.
contenido de la funcion biologics y el contenido que forma parte del Braithwaite, R. B. (1922-1923), «The Nature of Believing": Proceedings of the
estado mental. McGinn (1989) sugiere que las funciones constituyen 0 Aristotelian Society: 33, pp. 129-146; reed. en A. P. Griffiths, (1967),
Knowledge and Belief, Oxford University Press, Oxford.
identifican sus contenidos de la misma manera (a saber, por referencia Brentano, F. (1874), Psychologie uorn empirishen Standpunkt, Duncker &
alas entidades y propiedades objetivas en el entorrio) como 10 hacen . Humblot, Leipzig (hay versi6n espanola en Revista de Occidente).
ciertos estados mentales. La relacion es sistematica, en sentido te6rico, Davidson, D. (1980), Essays on Actions and Events, Clarendon Press, Oxford.
dado que aquello que individua el contenido del estado mental tam- Dennett, D. (1987), The Intentional Stance, MIT Press, Cambridge MA.
bien constituye su funcion biologics: hay una doble aparicion de aque- Fishbein, M. (1975), Belief, Attitude, Intention and Behaviour, Addison-Wes-
110 a 10 que se refieren tanto el contenido como la funcion (cf. 1969, ley, Reading MA.
Hintikka, J. (1962), Knowledge and Belief, Cornell University Press, New
147). Por ejemplo, el deseo de beber agua. Este deseo es causado por la
York.
necesidad del organismo de agua. La funcion biologica del deseo es la Hume, D. (188 8),A Treatise of Human Nature, Being an Attempt to Introduce
de lograr introducir agua en el organismo 0 hacer que el organismo the Experimental Method of Reasoning into Moral Subjects, reed. por L. A.
tome agua. Aunque el organismo no 10 consiga, no por ello deja de ser Selby-Bigge, Clarendon Press, Oxford.
aquello por 10 que se tiene el deseo (aquello para 10 que existe y sirve). Hume, D. (1977), Tratado de la naturaleza humana, Editora Nacional, Ma-
Es importante destacar que la relacion de representaci6n, no es en sf, drid.
una relacion de referencia. Esta relacion se entiende como una relacion Mackie, J. (1973), Truth, Probability and Paradox, Oxford University Press,
Oxford.
sernantica, que para darse requiere la implernentacion de las capacida-
McGinn, C. (1989), Mental Content, Blackwell, Oxford.
des linguisticas y de autoreflexion. Mellor, H. (1974), «In Defense of Dispositions»: Philosophical Review.
Hay muchos interrogantes que el analisis de la creencia biologico- Millikan, R. G. (1984), Language, Thought and Other Biological Categories,
funcional no ha logrado resolver. Tambien es cierto que es una postura MIT Press, Cambridge MA.
que en ciertas cuestiones ofrece solo un esquema. Pero la propuesta Millikan, R. G. (1993), White Queen Psychology and Other Essays for Alice,
general tiene muchos datos ernpiricos que la apoyan. Hemos recorrido MIT Press, Cambridge MA.
las diferentes propuestas que se han hecho, tanto en el terreno de la Mosterin, J. (1978), Racionalidad y accion humana, Alianza, Madrid.
Maya, C. (1990), The Philosophy of Action: an Introduction, Polity Press,
epistemologia como en los de la filosofia de la mente y de la accion, de
Cambridge.
dar cuenta del estado mental de la creencia -como ocurrencia mental Plat6n (1953), The Dialogues of Plato II, Oxford University Press, Oxford.
presente y consciente, como disposici6n, 0 explicada funcionalmen- Price, H. H. (1969), Belief, George Allen & Unwin Ltd., London.
te-; la propuesta biologico funcional nos resulta la mas satisfactoria. Russell, B. (1921), The Analysis of Mind, Allen & Unwin, London.
Por el modus operandi de !as creencias, si bien no implica renunciar a Ryle, G. (1949), The Concept of Mind, Hutchinson (hay versi6n esp.: El Con-
-como tampoco aceptar- algun analisis disposicional de ellas, supo- cepto de lo mental, Paid6s, Buenos Aires, 1967).
Smith, N. K. (1941), The Philosophy of David Hume, MacMillan, London.
ne que al verlas -al igual que a otros estados mentales- en el marco
Stroud, B. (1977), Hurne, Routledge and Kegan Paul, London (hay version
de un modelo mas amplio como 10 es el biologico evolutivo, resulta esp. de A. Zirion,Hume, UNAM,Mexico, 1986).
mas esclarecedor. Entre sus ventajas, nos ofrece ver a la creencia en .•..Villoro, L. (1982), Creer, Saber, Conocer, Siglo XXI, Mexico.

86 87
7. El fundamentalismo

Recordemos que el denominado fundamentalismo clásico era la concep-


ción epistemológica que aceptaba el reto escéptico más severo, que aceptaba
todos los requisitos que éste imponía y no obstante pretendía obtener un conoci-
miento que los satisficiese todos y fuese por tanto invulnerable. Como exponía-
mos en el capítulo 6, dedicado al escepticismo, Descartes fue el introductor de
este planteamiento epistemológico, que tanta influencia ha ejercido en filosofía,
y tanto predicamento tuvo en la primera mitad del siglo xx en su versión
empirista.
Esta corriente se caracteriza por estos tres rasgos, que analizaremos a con-
tinuación:
1) Una concepción arquitectónica del conocimiento.
2) El rechazo, tanto de la idea de que la justificación pueda incurrir en un
regreso infinito, como de que suponga un círculo vicioso.
3) La distinción entre dos tipos de creencia, de acuerdo con su justifica-
ción: creencias básicas y creencias derivadas.

7. 1 La concepción arqnitectónica del conocimiento

Para los fundamentalistas clásicos, el conocimiento es como un edificio


que hay que asentar sobre fundamentos firmes y sólidos. El edificio sólo se man-
tendrá estable, si se parte de una base sólida y se constmye el resto del edificio
sobre ella. Esta metáfora del edificio, conlleva una concepción jerárquica del
conocimiento, y la necesidad de buscar un fundamento inamovible. Sólo si se
encuentra este fundamento, se podrá asentar después el conocimiento en él. Una
de las características de este fuodamentalismo, es la de postular unos criterios de

101
Josep Lluú Blasco y Tobies Grimaltos El fundamentalismo

conocimiento muy estrictos! como hemos dicho, y buscar después las creencias La justificación siempre va de las creencias más básicas (básicas en lo que
que puedan satisfacerlos. Podríamos decir que el procedimiento utilizado para respecta a la justificación), a aquéllas que lo son menos y adquieren sujustifica-
una construcción así está caracterizado por estos dos puntos: ción condicionalmente, dependiendo de aquellas creencias que les proporcio-
- Una vez asumido el reto escéptico, no aceptar más que aquello que sea nan soporte. Como puede inferirse de lo que decíamos, y como veremos al apar-
auto-evidente. tado 7.3, las creencias básicas (últimas) no reciben su justitlcación de ninguna
- El resto del sistema de conocimiento obtendrá su justificación de esas otra creencia: se justifican a sí mismas, son auto-evidentes. El fundamentalista
verdades indubitables. Por tanto, cabe reconstruir el sistema cognitivo a clásico cree en la necesaria existencia de creencias básicas por una doble razón:
partir de ellas. 1) ponen término a la cadena de las justificaciones,' y 2) según el dictum de uno
de sus más dignos representantes en el siglo xx, Clarence Lewis (1883-1964), a
Descartes! el artífice de esta posición, así 10 recomienda en los Principios menos que algunas cosas sean ciertas, nada puede ser ni tan siquiera probable. 3
de filosofía: Comenzaremos por esta segunda parte de la razón. Cualquier creencia, apar-
te de las básicas, recibe su soporte de otras creencias, que suponen evidencias o
[.,,] es preciso comenzar por la investigación de las primeras causas, es
razones para adoptarla. Su justificación, por tanto, depende de ellas, como una
decir de los Principios que [... ] deben satisfacer dos condiciones: de acuerdo
con la primera han de ser tan claros y tan evidentes que el espíritu humano
conclusión de sus premisas. Así, una creencia es pl'Obable en relación a sus creen-
no pueda dudar de su verdad cuando atentamente se dedica a examinar- cias-premisas, que a su vez son probables en relación a otras creencias. De esta
los; de acuerdo con la segunda, el conocimiento de todas las otras cosas manera, si no encontramos unas premisas ciertas en sí mismas,justificadas por sí
ha de depender de estos principios, de modo que pudieran ser conocidos mismas, que sean garantía del resto, no hay nada que esté bien asentado. Ade-
sin que las otras cosas nos fueran conocidas, pero no a la inversa, esto es, más, corno el proceso es unidireccional, si no tenemos la certeza de que aquello
éstas sin aquéllos; además es preciso intentar deducir de tal forma de es- que nos ha servido de fundamento es verdadero, nos quedaremos con el resque-
tos principios el conocimiento de las cosas que dependen de ellos, que mor de que nuestros razonamientos nos alejen cada vez más de la verdad.
nada haya en toda la serie de deducciones efectuadas que no sea muy
manifiesto. l

En la concepción axiomática del conocimiento de Descartes, que toma el 7.2 El rechazo del regreso al infinito y del CÍrcnlo vicioso
método de la geometría (el conocimiento se deriva a partir de axiomas), es preci-
so encontrar esas verdades indubitables, para poder derivar deductivamente el Desarrollaremos ahora la primera parte de la razón aludida por los funda-
resto. Podemos observar asf que, en esta concepción fundamentalista del conoci- mentalistas, que como veremos, está muy relacionada con 10 que acabamos de I
miento, la justificaci6n es un proceso de un solo sentido! es asimétrica. Unas decir. Está claro que las creencias básicas ponen fin a la cadena de justificacio-
proposiciones son más básicas y justifican a las demás, pero nunca puede darse nes. Ésta es una de las razones que mayor fuerza intuitiva ha prestado a esta
el caso de que el proceso se invierta. Las creencias básicas deben proporcionar posición: si no hay creencias básicas que no necesiten ser justificadas, la justifi-
soporte a las demás, pero no pueden recibirlo de ellas. De esta manera, el esque- cación se convierte en un regreso infInito. Y la idea de que las justific~lciones no
ma fundamentalista de la justificación sería más o menos el siguiente: dada una acaben nunca jamás nos repugna, nos parece inconcebible e inquietante. Si la
creencia cualquiera, p, ésta recibiría su soporte de otras creencias, como q y r, cadena fuese infinita, ¿cómo podríamos saber si estarnos verdaderamente justifi-
que a su vez lo recibirían de s, t, u, v, etcétera. Así, cados? Nuestra mente es finita, y si no podemos saber si nuestras creencias están
justificadas, ¿realmente lo están? Parece que una justificación que nos resulta
desconocida es un pobre consuelo para nuestras inquietudes epistemológicas.

/\
No sólo queremos que haya razones, creencias o 10 que sea, que proporcionen
soporte a lo que mantenemos: queremos saber que las hay y cómo proporcionan
su soporte. Queremos mantener creencias por las razones adecuadas, y por tanto,
queremos saber qué razones son esas. Casi nos atreveríamos a decir que la justi-
ficación que nos es desconocida, no es verdaderamente una justificación. No

1. Descartes, 1644, p. 8.
/\ /\
s t u v
queremos decir que en todo momento haya que recordar cuáles son las razones O
los procesos que nos han conducido a determinada creencia, pero sí que, de al-

2. VéaseChi.'lholm, 1977.
3. Lewis, 1929, cap. X.

102 103
Josep Llufs Blasco y Tobies Grimaltos El fundamentalismo

guna manera, debemos tenerlas cuando las adoptrunos. Es obvio que normal- De todos modos, el fundamentalista todavía puede considerar otra posibili-
mente no reproducimos en nuestra mente la cadena de razones que justifican la dad, o podría considerarla si no defendiese que la justificación siempre se da en
adopción de determinada creencia. No adoptarnos la creencia porque seamos un mismo sentido, si admitiese la posibilidad de que creencias menos básicas
conscientes de todos esos pasos. Pero sí es cierto que, cuando se nos pregunta justifiquen creencias más básicas. ¿Por qué el esquema de la justificación no
por las razones de nuestras creencias (inferenciales, no-básicas) o cuando éstas podría ser así?
se ponen en duda, debernos ser capaces de dar (al menos a nosotros mismos) al-
gún tipo de justificación, por elemental que sea. No sólo tenemos que estar justi-
ficados, sino sentirnos justificados. Sin embargo, dependiendo de cómo entenda-
mos ese esfuerzo y ese proceso de reproducción de la cadena de justificaciones,
esta pretensión fundarnentalista podría estar destinada al fracaso. Laurence
Bonjour (1985) expone claramente una razón en la siguiente cita:
Por ejemplo~ yo creo que la hoja de papel en que estoy escribiendo a má-
quina es la misma hoja de papel en que estuve escribiendo a máquina ayer
por la tarde. Estoy convencido de que esta creencia está justificada, y
parece ineludible que, si está verdaderamente justificada, su justificación
es de carácter inferencia!. Pero no estoy del todo seguro, a primera vista al
menos, de cómo procedería la inferencia que la justifica. Alguna de las
premisas son bastante obvias, pero cualquier argumento adecuado habría
de apelar a principios generales relativos a la individuación de objetos ¿Por qué no es lícito que nuestras justificaciones involucren este tipo de
físicos que, simplemente, yo no sé cómo formular. Si pasase cierto tiem- círculo? La razón que los fundamentalistas dan en contra de esta posibilidad, es
po reflexionando sobre ello, no dudo de que me acercaría a la formula- que, si para justificar p necesitamos otras creencias, y éstas a su vez necesitan p,
ción del argumento, e incluso podría lograrlo más o menos por completo. entonces nunca podremos justificar esta última. Si p sólo puede justificar v si ella
Pero también parece bastante claro que cualquier intento efectivo podría misma está previamente justificada, y para justificarla necesitamos v, que a su
alejarse seriamente de obtener un éxito completo.4 vez necesita p, entonces estamos incurriendo en un círculo vicioso.

Pero aunque no reproduzcamos de hecho la cadena de justificaciones, sí


tenemos que pensar que, si hiciésemos el esfuerzo, sería posible reproducirla, y 7.3 Distinción de dos tipos de creencias
tendría un punto y final. Si la cadena fuese infinita~ entonces no sabríamos si
nuestras creencias tienen el fundamento que consideramos necesario, y según lo Por todo ello, los fundamentalistas piensan que la cadena de justificacio-
dicho, eso sería casi como no estar justificados -o no estarlo, directamente. El nes debe tener término y que las creencias últimas deben justificarse a sf mis-
precio a pagar bien podría ser el escepticismo. <'-
mas. Defienden entonces que hay dos tipos de creencias, respecto de la justifi-
No obstante, existe otro problema. Quizá no siempre es posible reproducir
cación:
la cadena de justificaciones hasta llegar a las creencias básicas en las que descan-
saTía determinada creencia, pero parece que esa imposibilidad no afectaría a su a) creencias derivadas o mediatas, que son inferidas y reciben su justifica-
justificación. Yo sé que Cristóbal Colón descubrió América en 1492 -o al me- ción de otras, y
nos sé que eso es lo que dice la historia. Ahora bien, no recuerdo cómo adquirí b) creencias básicas o inmediatas, que, dada su naturaleza, no necesibm
esa creencia, no recuerdo qué profesor me lo dijo, ni en qué libro lo leí. No tengo más justificación, se justifican ellas mismas, resultan evidentes por sí
una creencia básica (perceptiva, introspectiva o mnémica) en la que basar su mismas.
justificación. Por ejemplo, no tengo recuerdo alguno (aparente o real) de mí mis-
mo leyéndolo en un libro determinado, o escuchándolo en boca de algún profe- En opinión del fundamentalista, estas creencias básicas deben ser creen-
sor en particular. Y sin embargo, no pienso que ese hecho afecte a mi seguridad cias ciertas y conocidas de manera inmediata, esto es, sin mediación de proceso
o a mi justificación. 5 inferencial alguno. Por tanto, esa distinción equivale a decir que hay dos tipos de
creencias: inferenciaIes y no inferenciales, cada una con sus propias característi-
cas. En la tradición empirista de este siglo (que hereda de Descru"les la necesidad
de un fundamento indubitable, pero rechaza el innatismo y explícitamente pre-
4. Bonjour, 1985, p. 20.
5. Un fenómeno frecuente entre creencias, como veremos en el capítulo 9. tende proporcionar un fundamento al conocimiento empírico), las proposiciones

104 105
Josep Lluís Blasco y Tobies Grimaltos El fundamentaiísmo

objeto de tales creencias deben cumplir los siguientes requisitos: 6 deben ser pro- verdaderamente supusiese un fundamento sólido, el proceso de justificación
posiciones informativas, deben ser proposiciones sobre la experiencia entonces, que, partiendo de ellas, nos llevaría a afirmaciones sobre el mundo, nunca estaría
ya que las verdades lógicas o las analíticas no serían informativas (y ellos niegan libre de la posibilidad de error. El fundamentalismo clásico se ha caracterizado
la existencia de proposiciones sintéticas a priori); deben ser directamente veri- entonces por emprender un enorme esfuerzo para conseguir algo imposible. Su
j1cables, su verificación se efectuará de forma inmediata y deberá'servir corno problema ha sido aceptar todas las premisas del escéptico e intentar negar su con-
control de la verdad de las otras; por tanto, son proposiciones que se conocen clusión. Pero está claro que, si aceptamos todas las premisas del escéptico, ya no
directamente, que no se someten a contrastes o controles ulteriores. Finalmente, hay salida.
deberán ser incorregibles, lo que viene a entenderse como inmunes al error. Para Los propios fundamentalistas ya fueron conscientes de que la labor de de-
los empiristas, por tanto, las creencias básicas deberán ser las creencias percep- ducir las creencias inferenciales de las creencias básicas no podía llevarse a cabo.
tivas. Pero no las creencias perceptivas sobre las cosas materiales que vemos, Eso mismo parecía desprenderse de la mencionada recomendación de Lewis:
tocamos, etcélera. Todos sabemos que los sentidos pueden jugarnos malas pasa- las creencias inferidas no eran ciertas, sino probables, porque la inferencia de las
das. Deberán ser creencias más básicas, no sobre las cosas, sino sobre la aparien- premisas a la conclusión no es deductiva. Si fuese deductiva y las premisas fue-
cia de las cosas. El fundamentalista suele aplica¡' un principio que identifica la sen ciertas, las creencias inferidas también lo serían. No obstante,. seguían pen-
posibilidad de error con la inferencia, un principio que nunca aparece explícita- sando que las premisas debían ser ciertas, entendiendo eso en el sentido de que,
mente pero tiene gran poder intuitivo. A este principio implícito, podríamos de- además de no necesitar justificación, fuesen inmunes al error. Pensaban que la
nominarlo Principio del origen inferencial del error (POlE) y enunciarlo así: auto-justificación equivalía a imposibilidad de error.
(POlE): Si una creencia (o una proposición) puede ser falsa (si cabe la
posibilidad de que sea falsa), entonces es fruto de una inferencia.
I
De esta manera, identifica inmediatez e incorregibilidad, y extme corno 7.4 Otros fundamentalismos
consecuencia que no podernos tener un conocimiento inmediato de los objetos
físicos, ya que obviamente podemos equivocarnos respecto de las cosas materia- Si reflexionamos sobre 10 dicho, veremos que el fundamentalismo clásico
les: podemos sufrir ilusiones, alucinaciones, etcétera. Como ya decíamos en el mantenía en su veliiente más contemporánea los siguientes supuestos:
capítulo sobre el escepticismo, el recurso consiste en retrotraer nuestras afirma-
- Las creencias básicas eran creencias sobre datos sensibles.
ciones respecto del ser, a la mera apariencia. Según los fundamentsHstas clási-
- Las creencias básicas debían ser creencias ciertas, tanto en un sentido
cos, me puedo equivocar respecto de 10 que veo, pero no respecto de 10 que me
psicológico (el sujeto de la creencia no tiene duda alguna), como en un
parece ver. Me puedo equivocar respecto de si veo un tomate, pero no respecto
sentido lógico (el error es imposible).
de si creo ver un tomate o respecto de si veo una mancha más o menos roja,
- Las creencias básicas eran creencias inmediatas, yeso también en un
redonda y voluminosa. Las creencias sobre objetos físicos son creencias
doble sentido, psicológico y lógico: no sólo se revelaban como inmedia-
inferenciales, basadas en la apariencia, en la experiencia inmediata, que es expe-
tamente ciertas al sujeto, y por tanto éste sentía que ya no era necesario
riencia de meros datos sensibles o experiencias subjetivas no comprometidas
apelar a nada más para justificarlas (se mostraban como verdaderas en si
con el mundo. En realidad, cuando afirmamos que estamos viendo una cosa, esa
mismas), sino que además, no existían premisas más básicas de las que
afirmación ha sido fruto de un proceso inferencial parecido a éste:
se pudiesen derivar.
Me parece que hay un X - De esta forma, también se equiparaba la inferencia psicológica con la
En condiciones normales, cuando me parece que hay un X, verdadera- inferencia lógica. Sólo se podía creer algo sin tener que realizar proceso
mente hay un X inferencial alguno, si la creencia en cuestión era incondicional, esto es, si
Las condiciones son normales no dependía de otras creencias que pudiesen actuar como premisas para
Entonces hay un X.
su justificación.
- Por último, figuraría el supuesto implícito de que sólo una creencia (o
Al hablar del escepticismo, ya hemos dicho que no está tan claro que las
varias, pero creencias) puede servir como justificación de otra creencia
creencias sobre la experiencia sensorial, si las hay y cuando las hay, sean inco-
(si bien ambas pueden ser la misma).
rregibles. Ya lo veremos cuando nos ocupemos de la percepción. Ahora, como
ya hemos dicho, el principal problema es qué podemos hacer a partir de aquí. El No obstante, si consideramos que 10 único que necesita postular un plan-
conocimiento empírico no puede ser deductivo, y aunque este tipo de creencias teamiento fundamentalista, es que hay unas creencias más básicas que otras, y
que las primeras pueden servir de fundamento a las segundas en la cadena de
6. Seguiremos a Ayer, 1956, cap. 11. justificación (como suele ocurrir en las últimas caracterizaciones de esta posi-

'106 107
i,¡

Josep Lluís Blasco y Tobies Grimaltos Elfundamentalismo

ción), ninguno de esos supuestos es esencial al fundamentalismo. Diversas posi- puedo ni sé. cómo dudar. ¿En qué podría consistir la duda respecto de que eso es
ciones fundamentalistas podrían renunciar entonces a alguno de esos supues- así?, ¿qué podría alegar además como justificación de esa creencia? «Que 10
tos, e incluso a todos. Si siguiésemos la clasificación de Bonjollr,1 además del veo». ¿Algo más? No sé qué más podría aducir para justificarla, ni veo necesidad
fundamentalismo clásico del que hemos hablado, podríamos distinguir un jun- °
alguna de hacerlo. Si alguien dudase fingiese dudar de la verdad de ese enun-
damentalismo moderado, y unfundamentalismo débil. ciado en las circunstancias mencionadas, sabiendo qué es ser un libro y qué es
Elfundamentalismo moderado es aquel que defiende que las creencias bá- ser amarillo, no habría nada que pudiese convencerlo. Estaría atentando contra
sicas deben tener una justificación primafacie, pero que no tienen por qué resul- nuestro juego dc lenguaje, el diálogo con él sería imposible. ¿Qué puedo ofrecer
tar infalibles. Es decir, para que una creencia básica pueda servir de justificación yo como justificación de mi creencia de que hay una mesa frente a mí, mientras
al resto de creencias que dependen de ella, no tiene por qué ser infalible, sólo escribo? ~<¿Que la veo?», y si alguien me pregunta «¿Cómo lo sabes?» ¿Qué pue-
debe estar justificada sin apelar a otras creencias. do decirle? Si no tengo razones para dudar, ¿cómo puedo encontnu- razones pa-
Elfundamentalismo débil, por su parte, sería aquel que defendería que las ra justifiCarla? Para adoptarla, no tengo que efectuar ninguno de los esfuerzos
creencias básicas poseen cierto grado de justificación, que no es suficiente para inferenciales que suponía el fundarnentalista clásico. No tengo que descartar la
sí mismas, ni mucho menos para sustentar las otras creencias, pero que pueden posibilidad de estar sufriendo una alucinación, de estar viendo el reflejo en un
recibir justificación adicional de las otras creencias, en la medida en que éstas cristal, etcétera. La creencia de que no estoy sufriendo una alucinación, la creen-
constituyen un sistema coherente. A esta posición, mezcla de fundamentalismo cia de que no se trata de un reflejo, no son creencias que yo barajo como premisas
y coherentismo, Susan Haack (1993) la denominafundherentismo, y la caracte- para llegar a esa conclusión. La adopto de manera inmediata, sin tener que apelar
~~ a a razones. Podríamos decir que esa creencia descansa más en causas que en razo-
nes. ¿Podría haber otras creencias que sirviesen de razones para su justificación?
(PHl) La experiencia del sujeto es importante para la justificación de sus
La cuestión es que, si las hay, ni las necesito ni las tengo en cuenta: la creencia se
creencias empíricas, pero no es necesario que exista una clase privilegia-
da de creencias empíricas justificadas exclusivamente por el apoyo de la apodera de mí, ni me puedo negar ni veo motivo alguno para negarme. Quizá la
experiencia, independientemente del apoyo de otras creencias; creencia no sea incondicional, en un sentido lógico, pero yo no he hecho esfuer-
y:
zo alguno para adoptm-la. El fundarnentalista clásico piensa que todas las creen-
cias son culpables si no se demuestra su inocencia, es decir, que una creencia
(FH2) La justificación no es exclusivamente unidireccional, sino que
sólo está justificada si es evidente por sí misma, o descansa en buenas razones y
involucra relaciones omnipresentes de apoyo mutuo. 8
éstas se han tenido en cuenta al adoptarla. Pero el principio que adoptamos
mayoritariamente en nuestro proceder ordinario, e.<;¡ pensar que toda creencia
Cuando en estos fundamentalismos se habla de experiencia, se está hablan-
perceptiva es inocente mientras no haya motivos para considerarla culpable; esto
do ya de experiencia ordinaria, la de objetos públicos y no la de datos sensibles
es, sólo pensamos en justificarlas si algo nos hace pensar que no lo están. Las
privados. Por tanto, estos dos tipos de fundamentalismos han rechazado cuando
creencias perceptivas son el límite, o uno de los límites, de la justificación. El
menos dos de los supuestos del fundamentalismo clásico: que las creencias bá-
proceso perceptivo no es tal y como lo concebía el fundamentalista clásico, sino
sicas versan sobre datos sensibles, y que las creencias básicas deben ser ciertas.
que suele ser inmediato; en realidad, sólo atendemos a las condiciones de obser-
De hecho, la clasificación de Bonjour está elaborada de acuerdo con el grado de
vación cuando tenemos alguna razón para pensar que hay alguna anomalía. Pen-
certeza que sus defensores confieren a las creencias básicas.
samos que la inferencia sólo tiene lugar retroductivamente, una vez se ha descu-
Aunque en realidad, el fundamentalismo moderado no necesita renunciar a
bierto alguna peculiaridad anormal relevante. Es decir, el proceso sería más bien
la certeza respecto de las creencias básicas, siempre que distinga claramente en-
el siguiente:
tre certeza lógica y certeza psicológica. Consideremos a continuación el resto de
los supuestos del fundamentalismo clásico. - Se afirma directamente, por ejemplo, «Aquí hay un coche rojo».
Ya hemos dicho que la certeza lógica es probablemente imposible de con- - Como «ser rojo» = «aparecer (parecer) rojo en condiciones normales de
seguir respecto de las creencias empíricas, pero que la certeza psicológica es observación a observadores normales»,
algo que se da continuamente en las creencias perceptivas. Que ahora, a plena - si una observaCión posterior, más fiable (y la fiabilidad 110 se establece
arbitrariamente), prueba que el coche no es rojo,
luz del día y a medio metro de distancia, veo un libro de tapas de color amarillo,
- concluiremos que las condiciones de observación no eran normales.
es algo de lo que tengo certeza. Es una creencia que obtengo de una manera no
sólo cierta sino inmediata. Es una creencia que se me impone y de la cual ni
y será entonces cuando busquemos cuál ha sido la causa el error. También
puede ocurrir que simplemente sospechemos que hay alguna anomalía y enton-
7. Bonjour, 1985, cap. 2.
8. Haack, 1993, p. 37. ces observemos más detenidamente, antes de hacer una primera afirmación. La

108 109
Josep L/uís Blasco y Tobies Grimaltos El fundamentalismo

duda necesita razones) de otra forma la experiencia conlleva una creencia inme- cierran la cadena de preguntas acerca de cómo sé. Como afirma Wittgenstein en
diata. Respecto de la mayoría de nuestras percepciones, la duda, y no la creencia, De la certeza (1969), no hay un tipo de enunciados que sean ciertos y que, por
sería la que necesitaría razones. Hacen falta razones para pensar que existe algu- tanto, puedan ser básicos. No se trata entonces de ver si ese tipo de enunciados
na anomalía, no para pensar que no la hay. son los que versan sobre datos sensibles, en lugar de sobre objetos materiales. Lo
Por tanto, podemos decir que esas creencias, o bien se justifican a sí mis- que él defiende, es que determinados enunciados, emitidos en determinadas cir-
mas, en el sentido de que aparecen como inmediatamente evidentes, o bien no cunstancias, pueden ser completamente ciertos. No tendría sentido dudar de su
están justificadas, en el sentido de que no necesitamos razones (otras creencias) verdad en tales circunstancias. Si acabo de sufrir un grave accidente de coche y
para mantenerlas. Ni hace falta que las justifiquemos, ni sabemos como justifi- me despierto en la cama de un hospital, puedo dudar de si tengo dos manos
carlas, porque donde no hay duda posible, no hay razones que ofrecer. (todavía). Sin embargo, el enunciado «Tengo dos manos»,1O emitido en circuns-
Está claro que las creencias perceptivas pueden ser falsas. El error percep- tancias normales, es absolutamente cierto: nada me puede hacer dudar de su
tivo existe; que yo no dude, no quiere decir que no esté equivocado. Pero en verdad, no hay ninguna necesidad de apelar a razón alguna para justificarlo. Por
ciertas circunstancias la posibilidad de estar equivocado no tiene ningún sentido otra parte, cualquier cosa que pueda aducir como razón, tendrá un grado de cer-
¿Cómo sería la duda respecto del hecho de que hay un ordenador frente a mí, teza igualo inferior al del enunciado mismo que trata de justificar. En este caso,
mientras escribo estas palabras? ¿Qué podría contar como prueba de que hay por tanto, no tiene sentido preguntarse cómo lo sabemos, no tiene sentido hablar
uno? Si estoy escribiendo con un ordenador, no puedo dudar de que existe, mi de justificación. Y no es que estas creencias estén injustificadas, sino que no
conducta no tendría sentido. Como hemos dicho, también podría ser CJ'le estas tienen justificación, porque no se puede ir más allá." Según Wittgenstein, al
creencias no fuesen básicas desde un punto de vista lógico, sino que involucrasen fInal de la cadena de justificaciones se encontrarían proposiciones que en reali-
en su justificación otras muchas creencias, que confmIDan nuestra cosmovisión: dad no son empíricas, como «Tengo dos manos» o «La tierra existe desde hace
que hay objetos físicos estables, que la vista es un buen mecanismo de adquisi- más de cien años». Son el lecho rocoso sobre el que discurren las demás creen- , ,1

ción de creencias, etcétera. Sin embargo, son psicológicamente inmediatas y cier- cias. Si alguien dudase de la verdad de tales enunciados, en circunstancias nor-
tas. Que hay objetos físicos estables o que la vista es un buen mecanismo de males, quizá no lo entenderíamos, y nada de lo que pudiésemos aducir lograría
adquisición de creencias, son más bien presupuestos, parte de los supuestos lógi- convencerlo.
cos (<<condición de posibilidad», podríamos decir) de cualquiera de nuestras creen- Ahora bien, podríamos continuar diciendo que las creencias realmente
cias perceptivas, pero no creencias exp1ícitas que barajemos al adquirir una creen- empíricas están justificadas, si algo que no es una creencia, como la percepción 1.
cia perceptiva determinada: no son razones en las que basar la creencia. El fun- del objeto (o mejor el objeto mismo, ya que la percepción lleva incorporada la i
damentalista pensaba que no era racional aceptar ninguna creencia que no fuese creencia), pudiese contar como justificación; en definitiva, si pudiésemos decir ,,,',.,
básica en su sentido, o no dispusiese de la cadena de razones que la conecta que las causas de las creencias también cuentan como justificación. Entonces
justificativamente con creencias ciertas, pero, en nuestra opinión, resultaría más podríamos decir que nuestra justif1cación es más bien fenomenológica, que ra-
bien irracional profundizar sin necesidad en la cadena justificativa de determi- cional o proposicional, es como un sentimiento. En tanto que factor externo, es
nadas creencias. Respecto de esas creencias, basta con el sentimiento de que una causa; en tanto que factor subjetivo, es más bien un sentimiento.
estamos justificados: la ausencia de dudas hace que no necesitemos buscar más
garantías. Este sentimiento no es un sentimiento irracional, sino que incorpora la
10. Este es el famoso ejemplo de Moore en «A Proof of the External World», en Moore (1959).
racionalidad de no buscar más allá de donde es posible o necesario buscar. 9 No .,
Compárese con el siguiente texto de Austin (1 962a, p. 133): 1','
. ,
podemos abandonar nuestro esquema conceptual ni nuestra constitución fisioló- «Si examino cuidadosamente alguna mancha de color de mi campo visual, tomo nota cuidadosa
gica (o cualquier esquema conceptual o constitución fisiológica) para juzgar su de ella, conozco bien el español, y presto atención escrupulosa a lo que estoy diciendo, puedo decir: ;'!
adecuación (recordad el capítulo sobre el escepticismo): no hay un punto de vista "Me parece ahora como si estuviese viendo algo rosa"; y no podría presentarse nada en absoluto que :~ I
mostrase que he cometido un error. Pero, igualmente, si observo durante algún tiempo a un animal a
neutral. La existencia del mundo externo y la adecuación de las creencias ¡'"
pocos pasos delante de mí, a plena luz, si lo pincho quizá, lo huelo, y tomo nota de los ruidos que
perceptivas obtenidas en ciertas circunstancias, son los supuestos lógicos que hace, puedo decir: "Esto es un cerdo"; y esto será también "incorregible", no podría presentarse nada
dotan de sentido a todas nuestras creencias y acciones. en absoluto que mostrase que he cometido un error. Una vez que se abandona la idea de que existe un
No se trata de que exista una clase de creencias que sean básicas por su género especial de oración que es en cuanto tal incorregible, podría también admitirse (lo cual es de
todos modos completamente verdadero) que pueden emitirse muchos géneros de oraciones al hacer
propia naturaleza, sino de que ciertas creencias mantenidas en determinadas cir-
enunciados que son de hecho incorregibles -en el sentido de que, cuando se hacen, las circunstancias
cunstancias pueden ser ciertas e inmediatas, aunque lógicamente falibles; dado son tales que son completamente, definitivamente e irretractablemente verdaderos.»
que no hay razón alguna para la duda, la duda no tiene sentido: así esas creencias 11. En 1969, ~ 204, Wittgenstein dice: «Sin embargo, la fundamentación, la justificación de la
evidencia tiene un límite; -pero el límite no está en que ciertas proposiciones nos parezcan verdade~
ras de forma inmediata, como si fuera una especie de ver por nuestra parte; por el contrario, es
9, Véase Hookway, 1993, nuestra actuación la que yace en el fondo deljllego del lenguaje,»

110 111

.,,1
Josep Lluís Blasco y ToNes Grimaltos

Que existan estas creencias perceptivas básicas, no quiere decir que sean
base y asiento del resto de nuestras creencias, tan obviamente como pretendía el
fundamentalista clásico. Como creencias sobre la experiencia perceptiva inme-
diata, muy posiblemente fracasarían en el intento, aunque sí parecen ser básicas
en lo que se refiere a poner fin a la justificación. Según como entendamos las --------------.-~._~._-_.

creencias básicas, y en consecuencia el fllndamentalismo, esas creencias serán


posibles y el fundamentalismo será o no una posición correcta. La creencia de 8. El coherentismo
que tengo una mesa delante de mí, ahora, mientras estoy escribiendo, parece que
es más básica que la que expresa la fórmula E=mc2 ; pero eso no quiere decir que
la primera sea una creencia libre de teoría, es decir, que no involucre todo un
conjunto de creencias sobre el mundo, que no involucre una «imagen del mun-
do». Quizá uno de los problemas del fundamentalismo empirista, ha sido querer
asentar el conocimiento en <do dado en la experiencia», pensar que elIste algo
que está libre de toda inferencia teórica o conceptual y puede servir de funda-
mento.
Distinguir entre estas cuestiones puede ayudarnos a resolver algunos de
los problemas en los que se ha visto atrapada la discusión entre fíllldamentalis-
tas y coherentistas, problemas en los que cada uno de ellos ha enfatizado un Si el fundamentalismo se caracterizaba por la metáfora del «edificio», el
extremo de la discusión. Veamos ahora en qué consiste el otro extremo: el cohe- coherentismo utiliza la metáfora de la «red» para dar cuenta de las relaciones de
rentismo. justit1cación de nuestras creencias. Eso supone una oposición frontal a la con-
cepción asimétrica de la justificación de su rival. Para el coherentista, lajustifi-
cación no es algo que se dé en un solo sentido y, digamos, de abajo arriba, sino
que se da en todos los sentidos y direcciones: desde el punto de vista de lajusti-
ficación, todas las creencias están al mismo nivel, y se apoyan las unas en las
otras de forma recíproca, sin que ninguna de ellas disfrute de un status especial.
Nuestro sistema cognoscitivo, nuestro conjunto de creencias, no es un edificio
que haya que asentar sobre fundamentos inamovibles, sino un entramado de re-
laciones de soporte mutuo que varía y se reconstruye una y otra vez. No es un
edificio, sino una barca que hay que ir reparando en alta mar, en la medida en que
va necesitándolo, según la metáfora de Otto Neurath. 1
Así, si los rasgos definitorios del fundamentalismo eran:
1) una concepción arquitectónica del conocimiento;
2) el rechazo de la idea de que la justificación pueda incurrir, tanto en un
regreso infinito, como en un círculo vicioso;
3) la distinción entre dos tipos de creencias, de acuerdo con su justifica-
ción.

el coherentismo se caracteriza por:

l. Véase el capítulo 2. Además de Ncurath, Bonjour y Sellars, que se mencionan explícitamente


en este capítulo, otros ejemplos de coherentismo son: B. Blal1shard (1939): The Nature ofThought,
Londres, ABen & Unwin; p, H, Bradley (1914): Essays 0/1 l'ruth and Reality, Oxford, Oxford
Universily Press; A. C. Ewing (1934): Idealism: A Critical Survey, Londres, Methuen; K. Lehrer
(1990): Theory of Knowledge, Londres, Routledge; N. Rescher (1973): The Coherence TheO/y of
Trulh, Oxford, Clarendon Press.

112 113
I

Josep Lluís E/asco y Tabies Grimaltos El coherentismo

1) una concepción reticular del conocimiento;


2) el rechazo de la idea de que la justificación pueda incurrir en un regreso
infinito, pero la aceptación de la idea de que la justificación consista en
un círculo, que no se considera vicioso;
3) una concepción equitativa de las creencias.

Al igual que hemos hecho con el fundamentalismo, analizaremos ahora


brevemente cada uno de estos rasgos del coherentismo.

1) La concepción reticular del conocimiento


Pero cuando la forma en que se produce la justificación es ésta:
Para el coherentista, el conjunto de nuestras creencias forma una red de
relaciones multi-direccionales, en la que unas creencias sirven de justificación a
otras. Una creencia se apoya en otras y a su vez sirve de apoyo para aquellas que
la justifican. Una creencia que es conclusión de otras creencias, que actúan como
premisas para su justificación, puede ser a su vez premisa para la justificación de
a1guna de las creencias que le han servido de premisa a ella. La justificación no
es lineal, sino holista (involucra un conjunto), y es cuestión de coherencia: una
creencia está justificada en la medida en que es miembro de un sistema de creen-
cias coherentes. De esta manera, todajustifícación es inferencial, depende..de las
relaciones de mutuo soporte que existen entre la creencia en cuestión y el resto
de las creencias que constituyen el sistema cognoscitivo del sujeto. Aunque la
justificación pueda parecer lineal cuando se analiza al nivel local de una creencia
determinada, es en realidad rnulti-direccional cuando nos situamos al nivel glo- s
bal de la justificación del sistema de creencias -la distinción entre los niveles
local y global es de Bonjour (1985). Considerada una creencia individual, es .;
,1,:'
cierto que otra u otras creencias particulares constituyen sus razones, pero en
última instancia, lo que sustenta cualquier creencia es el conjunto total de creen- no hay círculo -donde no hay línea, no hay círculo.
cias, su coherencia, el hecho de que no entre en conflicto con ninguna otra de las
creencias del sistema. En suma, una creencia está justificada en la medida en que 3) La concepción equitativa de las creencias
contribuye a la coherencia del conjunto.
Nuestro conjunto de creencias es, por tanto, 10 que podríamos llamar una
sociedad democrática y equitativa: todas nuestras creencias disfrutan del mismo
2) Rechazo del regreso, pero aceptación del círculo
estatus epistemológico, todas están justificadas e111a misma medida, no hay nin-
Según el coherentista, sólo se incurre en el peligro de un regreso infinito y guna que disfrute de privilegios o preferencias. De esta forma, la cooperativa
en la obligación de buscar creencias últimas donde todo descanse, cuando se coherentista substituye a la pirámide fundamentalista. Todas nuestras creencias
concibe la justificación como un proceso unidireccional. Pero la justificación no colaboran al soporte del sistema, con el objetivo de construir un sistema de creen-
deriva de creencias más básicas, sino de una relación de soporte mutuo, y por cias que sea coherente.
tanto no existe el peligro de una cadena infinita. Y no existe ese peligro, porque Hay que observar, sin embargo, que el coherentismo comparte con el
la estructura de soporte no es una cadena, sino una red, en la que la justificación fundamentalismo clásico lo que Pollock (1986) ha denominado «concepción
de una creencia no depende de otras creencias particulares, sino de todo el siste- doxástica de la justificación», el supuesto de que los únicos elementos que con-
ma de creencias, de su coherencia. Por esa misma razón desaparece también el tribuyen a la justificación de una creencia son otras creencias: sólo algo que sea
miedo a que el círculo sea vicioso. Sólo resultaría vicioso si la justificación fuese creído (que tenga, por tanto, la forma de una proposición) puede justificar a otra
asimétrica, porque su esquema sería el siguiente: creencia. Podríamos decir que esta concepción doxástica se exacerba en el
coherentismo: todas las creencias son iguales desde el punto de vista de lajusti- ,.
,

114 115
Josep Lluís B1asco y Tobies Grimaltos El coherentismo

ficación, porque ésta, que siempre es inferencial, proviene en todos los casos de inferencial que, según parece, ha de darse en un sistema coherente, es la relación
creencias diferentes de la creencia objeto de la justificación, del hecho de que explicativa: unas creencias deben servir como explicación de otras, unos Qechos
guarda relaciones coherentes con cHas. Lajustificación de una creencia no puede se explican en la medida en que se ponen en conexión con otros -aunque tam-
proceder ni de ella misma ni de nada que no sea una creencia. Todas las creen- bién parece que las conexiones inferenciales no pueden ser reducidas a las rela-
cias son iguales, porque todas son inferenciales. ? ciones explicativas.2

8.1 ¿Qué es la coherencia? 8.2 Críticas al coherentismo

Ya hemos dicho muchas veces que, para el coherentista, una creencia está Si el fundamentalisrno presentaba problemas y era objeto de numerosas
justificada en la medida en que es miembro de un sistema coherente. Pero, ¿en críticas, sobre todo en su vertiente clásica, el coherentismo no le ha ido a 1a zaga.
qué consiste la coherencia? Cuando se dic y que un sistema de creencias debe ser Las críticas a1 coherentismo comienzan por el criterio de coherencia como requi-
coherente, se quiere decir que debe ser algo más que un simple conjunto o agre- sito para la justit1cación y se extienden seguidamente a la teoría misma y sus
gado, que debe ser algo estructurado, cuyos elementos mantengan determinadas implicaciones.
interrelaciones. Y aunque no dispongamos de un análisis completo y totalmente
satisfactorio de lo que se quiere decir con coherencia, podemos intentar desen-
trañar qué relaciones deben darse entre las creencias, dilucidar en qué consiste la Críticas al requisito de coherencia
coherencia. Una crítica que se le puede hacer al requisito de coherencia, es que, en la
Una primera condición de la coherencia es la consistencia, que no haya medida en que involucra, como condición necesaria, la consistencia entre todas
ninguna contradicción explícita entre los elementos del sistema. Sin embargo, las creencias. del sistema, supone un requisito demasiado fuerte para la justifica-
no basta con la consistencia entre los elementos individuales del sistema. Es ción. Según Richard Foley (1979) por ejemplo, parece que la teoría de la cohe-
necesaria la consistencia del sistema total. Imaginemos que creemos que deter- rencia implica que un sujeto que mantenga alguna creencia inconsistente con el
minado número de lotería no ganará el primer premio; al fin y al cabo, la proba- resto de sus creencias (y por tanto, que tenga un conjunto de creencias incohe-
bilidad de que lo gane es de I entre 100.000. Claro que si podemos creerlo de un rente), no estaría justificado en mantener ninguna de sus creencias. Ahora bien,
número en particular, podernos creerlo de cualquier otro. Pero no podemos creer- parece razonable admitir que el hecho de que haya alguna contradicción oculta
lo de todos, pues algún número debe salir premiado. Aunque parece que la creencia en mis creencias sobre la vida de Cervantes, no desautoriza mis creencias sobre
en el hecho de que un número particular no gane puede estar justificada, la con- física cuántica, por ejemplo.
junción de todas esas creencias no 10 estaría, no sería coherente. La creencia en . Según Haack (1993), la solución a este problema consistiría en:
que no saldrá elles consistente con la creencia en que no saldrá el 2, y ambas
con la creencia de que no saldrá el 3, pero el conjunto de las creencias sobre Puesto que no sería serio descartar la firmeza como condición necesaria
todos los números sería inconsistente con la creencia de que al menos un número para la coherencia, la única vía de escape que quedaría abierta para los
coherentistas podría ser la regla de que el conjunto de creencias cuya co-
saldrá premiado.
herencia constituiría su justificación, será, no todo el conjunto de creen-
Con todo, ni tan siquiera esta consistencia, de todo el sistema, es suficien- cias del sujeto, sino un subconjunto de éste. Ciertamente, resulta plausi-
te. Un conjunto de creencias puede resultar consistente, simplemente porque sus ble la idea de que incluso si (como yo creo) una creencia justificada siem-
elementos no tienen ninguna relación entre ellos. Imaginemos el conjunto de pre estará atrapada dentro de todo un conjunto de creencias, sin embargo
creencias formado por «El Everest es la montaña más alta del mundo», «Mañana no todas las creencias de una persona son relevantes para la justificación
tengo que ir a una fiesta», y <<Juan es rubio». Este conjunto de creencias es per- de cada una de sus creencias?
fectamente consistente, pero completamente insatisfactorio corno sistema de
creencias, ya que no hay conexión alguna entre ellas. Por tanto, otro requisito Nosotros también pensamos que no todas las creencias son relevantes para
que se le pide a un sistema de creencias así, es que entre sus elemen.tos haya justificar una creencia determinada, aunque también nos parece que la opción de
conexiones inferenciales, de manera que unas creencias puedan contar como dividir el sistema de creencias de un sujeto en subconjuntos inconexos, no es una
premisas en la justificación de las otras. No hay consenso acerca de la fuerza de solución adecuada al problema. Por una parte es una solución demasiado débil,
esta conexión, pero sí parece preciso evitar que haya subconjuntos de creencias
que no guarden ninguna conexión inferencial con el resto. En la medida en que
2. Bonjour, 1985, p. 100.
eso suceda, la coherencia del sistema quedará debilitada. Un tipo de conexión 3. Haack, 1993, p. 44.

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Josep Lluís Blasco y Tobies Grimaltos El coherentismo

por otra parte es una solución demasiado fuerte. Es débil porque, incluso en el Crfticas al coherentismo mismo
caso de que pudiésemos distinguir y separar el subconjunto de creencias relati-
vas a la vida y obra de Cervantes de las relativas a la física cuántica, si las prime- La objeción más grave que suele hacérsele al coherentismo, es que si la
ras resultasen injustit1cadas debido a la inconsistencia que esconden, no s610 justificación es simplemente una cuestión de coherencia interna entre las creen-
estaríamos dispuestos a admitir que las creencias de] segundo subconjunto están cias de un sistema, entonces se desprenderían las siguientes consecuencias: 1) no
justificadas, sino que además creeríamos que el hecho de que un par de creencias hay forma de distinguir ni elegir entre sistemas coherentes alternativos, 2) la
relativas a la obra de Cervantes resulten contradictorias, no impide que sigamos experiencia no tiene ningún papel relevante en nuestro sistema de creencias, y
estando justificados respecto de muchas creencias de ese mismo subconjunto. 3) un sistema puede ser perfectamente coherente, pero estar muy alejado de la
Que yo crea que Cervantes era manco de la mano derecha y, sin dar,g.},c cuenta, verdad. Detengámonos un momento en cada una de estas desagradables conse-
crea también que escribió El Quijote con esa mano, no hace que mi creencia en cuencias del coherentismo.
que Cervantes escribió El Quijote esté injustificada. ¿Qué clase de subconjuntos En primer lugar, está claro que podernos construir muchos sistemas dife-
cabría establecer entonces para impedir el surgimiento de este problelha? ¿Están rentes que resulten coherentes en la misma medida, pero que sean incompatibles
los subconjuntos tan delimitados, verdaderamente? ¿Cómo podemos demarcar- entre si. Y si la justificación es sólo cuestión de coherencia, no tendríamos forma
los con la certeza de que no se interfieren? ¿Podrían establecerse los límites con alguna de decidir entre ellos, todos estarían justificados en la misma medida. Es
claridad en algún caso? más, si nos limitásemos a este criterio, podríamos construir un sistema de enun-
Por otra parte, también es una exigencia demasiado fuerte: en la medida en ciados absolutamente ficticio, pero que tuviese mayor coherencia interna (que
que delimitamos conjuntos consistentes, pero desvinculados unos de otros, esta- fuese más consistente, más comprehensivo y que tuviese más conexiones
rnos restándole coherencia al sistema total. Lo que se busca es un sistema que inferenciales y explicativas) que el sistema que de hecho tenemos. Según el cri-
resulte consistente y coherente en su globalidad y no la simple suma de subcon- terio de justificación como coherencia, tendríamos más razones para aceptar ese
juntos coherentes pero aislados. Lo único que conseguiríamos con eso, sería tras- sistema ficticio, que para aceptar nuestro sistema imperfecto de creencias. 4 Y el
ladar el problema de la falta de conexión entre las creencias, al nivel dc los sub- hecho de que no podríamos aceptarlo aunque quisiésemos, indica que conside-
conjuntos de creencias. Si tener un conjunto de creencias que resulte consistente ramos que la justificación no puede consistir en la mera coherencia. Y aun más,
simplemente porque no hay conexión entre ellas resulta pobre, tener un conjunto si la justificación es, corno creíamos, algo orientado a la verdad, y dado que el
que resulte consistente porque está formado por subconjuntos que no tienen co- sistema ficticio es más coherente y por tanto resultaría justificado en mayor me-
nexión alguna entre ellos no supone un gran progreso. dida que nuestro sistema original,· el coherentista debería aceptar consecuente-
Quizá una solución más satisfactoria, seria decir que la justificación no es mente que el sistema ficticio tendría mayor número de creencias verdaderas.
algo absoluto, sino que admite grados: se puede estar justificado en diferentes Según este criterio, para luejorar nuestro sistema de creencias, bastaría con re-
grados y se puede exhibir coherencia en diferentes grados. Así, una creencia construir los puntos débiles introduciendo enunciados que resultasen coherentes
estada justificada en la misma medida en que fuese coherente el sistema del que con los que ya tenemos, sin tener que realizar experimentos o contrastes ulterio-
forma parte, En la medida en que se incrementase la coherencia del sistema, se res, sin tener que apelm' a la experiencia, sin que el mundo tenga nada que decir.
incrementaría la justificación de las creencias que lo componen. Ésta es una pro- Eso nos conduce a la segunda consecuencia desagradable a la que aludía-
puesta que los coherentistas (al menos los moderados) no tienen dificultad al- mos. Si la justificación es mera coherencia interna, el mundo no juega ningún
guna en aceptar.. papel en la justificación de nuestro conocimiento empfrico, no hay lugar para la
Claro que la consistencia no es gradual. Dos proposiciones o creencias son relación con el mundo, para los inputs procedentes del exterior: todo aquel posi-
consistentes o no lo son (en términos absolutos), pero dos creencias inconsisten- ble input que no sea ya una creencia, y una creencia coherente con el resto, no
tes entre sí no tienen por qué ser inconsistentes con ninguna de las demás. De puede jugar ningún papel en el sistema. La paradoja resultante, es que nuestro
esta forma, la coherencia del conjunto disminuiría en relación con el número de conocimiento empírico no depende de la experiencia para estar justificado. ¿Cómo
creencias inconsistentes, pero no se vería anulada por la mera existencia de algu- se corresponden entonces nuestras creencias con la forma en qué es el mundo?
na inconsistencia. Al fin y al cabo, también la coherencia crece o decrece en ¿Por armonía preestablecida? Obviamente, cualquier teoría de la justificación
función de las relaciones que existan entre sus elementos, de la fuerza de esas debe admitir el contacto perceptivo con el mundo. Y la teoría de la coherencia, si
conexiones, y de la mayor,p menor comprehensión del sistema. aspira a tener alguna credibilidad, debe renunciar al hecho de que la coherencia
sea una mera relación interna entre las creencias, debe dejar de ser una teoría
coherentista pura.

4. Menos mal que la creencia no depende de la voluntad, ni tenemos suficiente imaginación para
construir un sistema ficticio así.

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!',I'

Josep Lluís Blasco y Tobies Grima/tos El coherentismo

La tercera consecuencia es que, si la justificación debe tener que ver con la Otra solución es la que defendíamos en el capítulo sobre el fundamentalis-
verdad, si pensamos que las creencias están justificadas en la medida en que mo: distinguir entre inmediatez lógica e inmediatez psicológica. 6 Podemos decir
conducen a la verdad, la única posibilidad del coherentista para conservar esta que las creencias perceptivas son inmediatas en el sentido psicológico, que no
relación, es definir también la verdad en términos de coherencia, lo que nos deja lIegamos a ellas mediante ningún proceso inferencial, pero no lo son en el sen~i­
con la misma insatisfacción que teníamos, cuando no con una mayor. Decir que do lógico, no son creencias absolutamente incondicionales y desprovistas de toda
la verdad consiste en la justificación a largo plazo (cuando el sistema de creen- teoría. No son creencias aisladas del resto, nuestro esquema conceptual juega un
cias sea máximamente coherente) y pensar que la justificación se orienta a la papel clave en su determinación: nuestras clasificaciones perceptivas, la rele-
verdad, es no salir del círculo. Sin embargo, si lo que queremos es una concep- vancia de posibles estímulos sensoriales, etcétera, están prefijados por ese es-
ción del mundo que se aproxime a cómo éste es, ¿qué garantía tenemos de que quema conceptual, que es una parte de nuestro sistema total de creencias. Por
la coherencia no va alejándonos cada vez más del mundo, en lugar de acercarnos otra parte, una forma de dar sentido al proceso de modificación de creencias
a él? perceptivas al que aludíamos en el capítulo anterior, sería decir que cuando que-
Como dice Alvin Plantinga (1993), la coherencia no es condición necesa- remos rectificar nuestras creencias perceptivas, uno de los criterios que tene-
ria ni suficiente de la justificación5 -aunque a él no acabe de gustarle la píUabra mos en cuenta, es su coherencia con el resto de las creencias que mantenemos.
justificación. No es suficiente porque, como muestra la primera de las éonse- ¿Qué razones nos llevan a sospechar o descubrir la existencia de alguna anorma-
cuencias que acabamos de ver, podríamos construir un sistema de proposiciones lidad relevante? ¿No será que nuestra experiencia perceptiva no casa con el resto
completamente ficticio, perfectamente coherente, sin tener justificación alguna de nuestras creencias, en particular con algunas de nuestras creencias más cen-
para creer cualquiera de sus proposiciones. Y no es necesaria, porque podríamos trales o más firmes?
estar justificados en creer algo aunque no sea coherente con el resto de creencias En cualquier caso, si ese es el mapa.que finalmente aceptamos, está claro
que tenemos hasta el momento, especialmente si no hemos descubierto que es que las creencias perceptivas disfrutan de un estatus especial, al menos en prin-
incoherente. Y si lo descubrimos, entonces no siempre está claro que a lo que cipio. Las consideramos justificadas por el simple hecho de tener el origen que ; i'
haya que rehusar sea precisamente esta creencia, y no aquellas que resultan inco- tienen y sólo las reconsideramos en caso de conflicto. La coherencia sólo tiene
herentes con ella -como después diremos. algo que decir en caso de que no lleguemos a aceptarlas del todo, en caso de que
se plantee la duda. En caso contrario, disfrutan de una apreciación especial: las
consideramos justificadas desde un principio, sin necesidad de tener que justifi-
8.3 Coherencia y experiencia carlas apelando a otros factores. En este sentido, diríamos que pertenecen a una
clase especial: están justificadas prima facie, por su origen, y no sólo por su
Así que volvemos a encontrarnos en la necesidad de apelar a las creencias coherencia con el resto. ¿Quiere eso decir que el resto sólo está justificado en
perceptivas como una clase especial de creencias dentro del sistema. Y podemos función de su coherencia? También creemos que el origen debe contar, pero
adelantar que, como consecuencia, desaparecerá cualquier diferencia entre un dejando de lado las verdades a priori. y quizá los enunciados gramaticales en el
coherentismo capaz de afrontar el problema de la peculiaridad de esas creen- sentido wittgensteiniano, en ese origen seguramente encontraremos creencias
cias y el tipo de fundamentalismo que nos parecía más atractivo en el capítulo perceptivas desde las que las hemos inferido o llegado a aceptarlas.
anterior. Podríamos decir que nuestro esquema conceptual se nutre de las creencias
El problema que presentan las creencias perceptivas para una concepción que adquirimos perceptivamente, y a su vez, éstas se ven afectadas por la estmc-
coherentista de la justificación, es que si esas creencias no son inferenciales, y tura de nuestro esquema conceptual. Ambas partes están en tensión: el esquema
para un coherentista toda justificación es inferencial, entonces las creencias conceptual no se fija de una vez y para siempre, puede ser alterado en función de
perceptivas no pueden estar justificadas y por tanto no pueden formar parte de uu nuevas observaciones y también por la elucidación de hipótesis con una mayor
sistema coherente. Las salidas aparentes consisten, o bien en abandonar el crite- capacidad explicativa.
rio de justificación como mera coherencia, o bien en negar que las creencias Willfrid Sellars dice, por ejemplo:
perceptivas sean inmediatas, no inferenciales. Claro que el coherentista no puede
optar por la primera salida, y optar por la segunda y decir que las creencias j
1,
perceptivas son inferenciales, puede no resultar muy verosímil, después de lo ,.

visto en el capítulo anterior y reflexionando un poco sobre nosotros mismos y la 6. Esta dualidad está emparentada con dos de las posiciones metodológicas analií!'.adas en la
forma en que vemos las cosas. primer parte: las posiciones naturalistas tenderán a refugiarse en la inmediatez psicológica, sin me-
nospreciar la coherencia lógica de las creencias perceptivas, y las posiciones trascendentales prima-
rán el orden lógico-trascendental del sistema perceptivo, y al hacerlo, primarán la certeza lógica
5. Plantinga, 1993, pp. 81-83. sobre la inmediatez psicológica.

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'1',
1
,

Josep Lluís Blasco y Tobies Grimaltos El coherentismo

[Que los juicios introspectivos, perceptivos y do memoria (lPM) son pro- daderas, y no que sea verdadero porque es coherente. Ahora bien, si las creencias
bablemente verdaderos] es epistémicamente previo a la racionalidad de han pasado el tribunal de la experiencia y el sistema es coherente, eso constituye
los juicios IPM particulares, mientras que los juicios IPM particulares son una raz6n adicional para pensar que no estamos lejos de la verdad.
epistémicamente previos a las explicaciones de la probable verdad de los
Seguramente alguien se preguntará cuál es la diferencia entre este cohe-
juicios IPM. 7
rentismo impuro y el fundamentaJismo también impuro que hemos defendido en
el capítulo anterior. Quizá s610 sea una diferencia de matiz, quizá sea cuesti6n de
Es decir, es un principio general de nuestro sistema de creencias que los
otorgar mayor o menor peso a las creencias perceptivas, de considerarlas más o
juicios IPM son generalmente verdaderos, y a su vez los juicios IPM particulares
menos importantes cuando se plantea un conflicto entre ellas y el sistema. En
sirven de soporte a la fiabilidad de ese principio general. Si nuestros juicios
cualquier caso, dejando a un lado las etiquetas, lo que importa es que parece que
perceptivos empezasen a fallar de repente, si comenzasen a no ser una buena
hemos llegado a las líneas maestras de un consenso respecto de la justificaci6n
guía de nuestra acci6n y no cumpliesen con nuestras expectativas, ese princi-
de nuestras creencias, a nivel particular y también de conjunto.
pio debería revisarse, lo que a su vez modificaría nuestro esquema c~nceptual.
En resumen, parece que las creencias perceptivas son el límite en la justi-
A pesar de todo, nos parece obvio que, si eso pasase, se debería a algun cambio
ficaci6n de nuestras creencias particulares, el final de la cadena de justificación.
en el mundo.
Está fuera de lugar el preguntarnos por lajustificaci6n de estas creencias, obteni-
El coherentista puede, por tanto, en la medida en que renuncíe a un cohe-
das en determinadas circunstancias. Y quizá está fuera de lugar, porque en ese
rentismo puro, evitar dos de las consecuencias negativas de las que hablábamos:
caso no estaríamos preguntándonos por la justificaci6n de una creencia particu-
parece que ahora sí dispone de un criterlo que permite distinguir entre dos siste-
lar, sino por la del sistema entero. Lo único que podríamos aducir, son esas creen-
mas de creencias en conflicto. Y si con todo no dispusiese de uno, porque incluso
cias más profundas que constituyen la estructura de nuestro esquema conceptual,
dejando lugar al input de la experiencia, el conflicto continuase produciéndose,
esas creencias más generales que guían nuestra forma de afrontar el mundo. El
entonces esta crítica no s610 afectaría al coherentisrno, sino también al funda-
problema es que, quien haya puesto en cuestión creencias perceptivas obtenidas !':
mentalismo. Respecto a la crítica de que el coherentista no otorgaba ningún pa-
en circunstancias normales, difícilmente podrá aceptar después esas creencias
pel a la experiencía, obviamente queda descartada, ya que ésta tiene ahora un
generales y profundas: ellas constituyen su verdadero objetivo.'
papel importante. En palabras de Bonjour (1985), destacado defensor de este
En cualquier caso, el hecho de que nuestras creencias ordinarias, obtenidas
tipo de coherentismo que deja lugar al input de la experiencia:
en condiciones que no resultan imposibles de cuestionar, no entren en conflicto
[".] si el sistema en cuestión contiene creencias sobre el hecho de que con las demás, y sobre todo con las que conforman la estmctura básica de nues-
clases reconocibles de creencias espontáneas cognitivamente son proba- tro esquema conceptual, es un elemento claro a favor de su aceptación. Que la
blemente verdaderas, y si indudablemente se dan creencias de esta clase, coherencia no sea el criterio de justificaci6n, no quiere decir que no sea una
entonces tales creencias estarán cuando menos provisionalmente justifi- fuente o una forma de justificación.
cadas de una forma que no depende de la relación entre su contenido
En todo caso, seguimos pensando que las creencias perceptivas tienen un
asertivo y el resto del sistema. Pueden entonces constituir el input, al me-
nos en el sentido mínimo de ser elementos nuevos del sistema que no han papel más básico y fundamental que el resto, que tienen un estatus privilegiado
sido meramente inferidos de los elementos previos. Y ta1es creencias no en nuestro sistema de creencias; y no solamente porque sean el final del regreso
sólo pueden incremental' el sistema, sino también forzar la alteración o el en la justificación de una creencia particular, sino porque en detetwinadas cir-
abandono de partes de él [... ] De esta forma, una teoría coherentista puede cunstancias aparecen como absolutamente ciertas desde el punto de vista psi-
permitir que un sistema de creencias sea contrastado con los resultados de cológico. Creernos que las hipótesis explicativas que se oponen a la experiencia
la observación (putativa) y revisado de acuerdo con elIo.s s610 pueden ser aceptadas si pensamos que puede haber condiciones más favo-
I
rables en la experiencia, que acabarán confirmándolas. Pensad por ejemplo en el
La experiencia también puede conseguir que la verdad deje de consistir en experimento de Galileo sobre la caída de los graves. La experiencia particular
la justificación a largo plazo que proporciona la coherencia. Se puede ser cohe- mostraba justamente lo contrario de lo que él defendía, pero podían imaginarse
rentista (impuro) respecto de la justificacióu y defender una teoría de la verdad las circunstancias en que se pudiese probar la verdad de su hipótesis. La teoría
como correspondencia, según la cual algo es verdad sí se corresponde con los puede ir por delante de la experiencia, pero no contra la experiencia. 10
hechos. Cabe esperar que el sistema sea coherente porque sus creencias son ver-

7. Sellars, 1988,p. 191.


8. BonjolU', 1985, p. 140. Bonjoul' habla de la «(supuesta) observaci6n», pero nosotros creemos 9, Véase Wittgenstein (1983h), §§ 212, 233-234, 240.
que se puede prescindir de lo contenido en el paréntesis y hablar simplemente de la observación. Por 10. Se puede encontrar una bnena exposici6n del contraste entre fundamentalismo y coherentis-
otra parte, es obvio que Bonjour basa la redacción de este texto en Quine. mo en «La balsa y la pirámide», en Sosa (1992).

122 123
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¡!
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9. Internismo/externismo

Una disputa reciente sobre la justificación, es la que enfrenta a las posicio-


nes denominadas internismo y externismo. Esta contraposición se superpone a la
polémica entre fundamentalistas y coherentistas, ya que responde a diferentes
criterios. Como resultado obtendríamos el siguiente mapa general respecto de la
justificación:
Internista
Fnndamelltalista
{
Externista

Internista
Coherentismo
{
Externista

Para comenzar a precisar esta distinción, especialmente problemática, po-


demos reproducir lo que se dice en A Companion lo Epistemology, una especie
de diccionario de epistemología. En la entrada correspondiente a esta distinción,
elaborada por Bonjonr (1992), podemos leer:
La forma más ampliamente aceptada de entender esta distinción, es que
una teoría de la justificación es internista si y sólo si requiere que todos
los factores necesarios para la justificación epistémica de la creencia de
un individuo, le sean cognitivamente accesibles, sean internos a su pers-
pectiva cognitiva; y externista si permite que al menos algunos de los
factores necesarios para la justificación no sean accesibles de esa manera,
de forma que puedan ser externos a la perspectiva cognitiva de quien cree,
estar fuera de su alcance. Sin embargo, los epistemólogos usan a veces la
distinción entre teorías internistas y externistas de la justificación epis-
témica sin ofrecer una explicación explícita. 1

1. Bonjonr, 1992. En Dancy y Sosa (eds.), 1992. p. 132.

125
AGORA -Papeles de Filosofía- (1999), 18/1: 35-53 ISSN 0211-6642

UNA ~rEORÍA FUNDAHERENTISTA DE LA


1
JUSTIFICACIÓN EMPÍRICA*
Susan Haack
Universidad de Miami
(Traducido por J. L. Falguera)

Resumen
Ninguna de las teorías de la creencia justificada tradicionalmente rivales, fundacionalismo
y coherentismo, puede resultar satisfactoria sin sacrificar su carácter distintivo; necesitamos un

*N.T.: Hay algunas aclaraciones que conviene hacer respecto a cómo se han traducido cuatro
expresiones centrales en el original inglés de este artículo, como son las de (a) «evidcnce>>, (b)
«inquiry», (e) <foundherentism» y (d) «explication». (a) No es fácil traducir la expresión inglesa
«evidence». A primera vista parece que el equivalente castellano que le corresponde es la expre-
sión «evidencia». Sin embargo, en castellano «evidencia» puede asociarse con certeza -atendiendo
al Diccionario de la Real Academia-, con lo cual la traducción resultaría inadecuada ya que la
expresión inglesa de «evidence» tiene el sentido (epistemológicamente más débil) de aquello que
se aporta para creer o descreer alguna otra cosa, como prueba de la verdad o falsedad de algo,
para atestiguar algo; con la peculiaridad de que lo que se aporta es falible y no absolutamente
seguro. No obstante, la impresión de este traductor es que la expresión castellana «evidencia»
se viene utilizando con este otro sentido, que no conlleva certeza. Por ello me inclino a utilizar
como traducción de la palabra inglesa <<evidence>> la que gráfica y sonoramente más se le aproxima
del castellano: «evidencia>>. Además, ésta es la traducción que se adoptó al traducir el libro
Evidence and Inquiry de la autora del artículo que Ud. está leyendo. (b) He optado por traducir
la expresión inglesa «inquiry» por la castellana «indagación». Otra opción, seguida en la versión
castellana de Evidence and Inquiry, es la de traducirla por «investigación». La razón de mi
elección tiene que ver con que suele utilizarse «investigación» para traducir la expresión inglesa
«research» (especialmente en asuntos directamente relacionados con la ciencia) y me ha parecido
conveniente disponer de una expresión del castellano semánticamente próxima a «investigación»,
pero diferente de ésta, para traducir «Ínquiry». (e) Aunque en la versión castellana de Evidence
and Inquiry se traduce el neologismo inglés «foundherentism» por el neologismo castellano
«fundherentismo», me parece más apropiado conforme a los usos del castellano traducirlo por
«fundaherentismo». (d) La expresión inglesa «explication» ha sido traducida por la expresión
castellana de «elucidación» (y las que tienen la misma raíz que «explication» por expresiones con
la misma raíz que «elucidación»). Se ha evitado traducirla por «explicación», dado que para la
noción castellana de «explicación» en inglés no suele emplearse «explication» sino «explanation»;
de hecho en esta versión castellana siempre que aparece esta última palabra se traduce por
«explicación» (y otras con la misma raíz que «explanation» por palabras de la misma raíz que
«explicación»). «Explication» (del inglés) se reserva habitualmente en los trabajos filosóficos de
corte analítico para recoger el sentido técnico especial que acuñó Carnap mediante la misma.
Creo que en castellano se puede expresar ese sentido técnico a la Carnap mediante la palabra
«elucidación». Este traductor agradece a J. M. Sagüillo las múltiples sugerencias que han con-
tribuido a mejorar esta versión en castellano.
1
Esta breve declaración de fundaherentismo se apoya principalmente en mi Evidence and
Inquiry: Towards Reconstruction in Epistemology, Oxford, Blackwell, 1993 (Vers. castellana:

35 Aceptación: III 11999


SusanHaack Una teoría fundaherentista

nuevo enfoque que asuma la relevancia de la experiencia para la justificación empírica sin
postular cualquier clase privilegiada de creencias, o requerir que las relaciones de sostén sean
esencialmente unidireccionales: es decir, una teoría fundaherentista. La teoría fundaherentista
aquí desarrollada reconoce en la justificación empírica a la vez el elemento causal y el evaluativo,
y usa la analogía del crucigrama para dar un informe multi-dimensional de lo que hace que la
evidencia sea mejor o peor: sostenibilidad, comprehensividad, y seguridad independiente. El
relativismo epistémico descansa sobre una confusión de juicios de calidad evidencia!, que son
perspectivos, dependientes de creencias previas, con la calidad evidencia! misma, que no es
relativa sino objetiva. La versión española aquí publicada debería clarificar en gran medida
algunas dificultades con términos técnicos planteadas por la traducción de Evidencia e Investi-
gación (Tecnos, 1997) de la autora.
Palabras clave: epistemología, fundaherentismo, fundacionalismo, coherentismo, evidencia,
evidencia sensorial, razones, escepticismo, relativismo, falibilismo.

Abstract
Neither ofthe traditionally rival theories ofjustified belief, foundationalism and coherentism,
can be made satisfactory without sacrificing its distinctive character; we need a new approach
which allows the relevance of the experience to empirical justification without postulating any
privileged class of beliefs, or requiring that relations of support be essentially one-directional:
that is, a foundherentist theory. The foundherentist theory developed here acknowledges both
the causal and the evaluative elements in empirical justification, and uses the analogy of a
crossword puzzle to give a multi-dimensional account of what makes evidence better or worse:
supportiveness, comprehensiveness, and independent security. Epistemic relativism rest on a
confusion of judgments of evidential quality, which are perspectiva!, dependent on background
beliefs, with evidential quality itself, which is not relative but objetive. The Spanish version
published here should greatly clarify sorne difficulties with technical terms posed by the trans-
lation of the author's Evidencia e Investigación (Tecnos, 1997).
Keywords: epistemology, foundherentism, foundationalism, coherentism, evidence, sensory
evidence, reasons, skepticism, relativism, fallibilism.

Permítasenos recordar cuán común es la estupidez, al ir de un extremo


del error al opuesto 2 •
¿La evidencia presentada establece que el demandado es culpable más
allá de toda duda razonable? Dada la evidencia recientemente descubierta
por los científicos del espacio, ¿estoy justificada a creer que hubo una vez
vida bacteriológica en Marte? ¿Está especialmente autorizada 1a evidencia

Evidencia e Investigación: Hacia la Reconstrucción en Epistemología, Madrid, Tecnos, 1997),


especialmente los capítulos 1, 4 y 10. También he extraído material de anteriores artículos míos,
especialmente «Theories of Knowledge: An Analytic Framework>>, en Proceedings of the Aristote-
lian Society, LXXXIII, 1982-3, 143-57 (donde el fundaherentismo fue introducido por primera
vez), «C. I. Lewis>>, en American Philosophy, Marcus Singer (ed.), Royal Institute of Philosophy
Lecture Series, 19, Cambridge, Cambridge University Press, (1985), 215-39, y «Rebuilding the
Ship While Sailing on the Water>>, en Perspectives on Quine, R. Barrett y R. Gibson (eds.), Oxford,
Blackwell, 1990, pp. 111-27 (donde algunas de las ideas claves del fundaherentismo fueron
desarrolladas). También he extraído material del Symposium sobre Evidence and Inquiry publi-
cado en Philosophy and Phenomenological Research, LVI.3, (1996), 611-57, y del debate con
BonJour aparecido en Synthese, 112, (1997), 25-35.
2
Thomas Reid, Essays on the Intellectual Powers (1785), en R. E. Beanblossom y K. Lehrer
(eds.), Thomas Reíd: Inquiry and Essays, Indianapolis, IN, Hackett, 1983, VI. 4.

36 AGORA (1999), Vol. 18, no 1: 35-53


SusanHaack Una teoría fundaherentista

científica?, y si es así, ¿por qué? ¿Deberíamos tomar en serio estos anuncios


publicitarios que afirman que el Holocausto nunca sucedió?, y si no, ¿por
qué no? ... Las cuestiones acerca de qué hace que la evidencia sea mejor o
peor, sobre qué hace que la indagación sea mejor o peor conducida, sobre el
desinterés y la parcialidad, tienen consecuencias reales, diarias -y a veces
de vida o muerte.
Recientemente, sin embargo, la misma legitimidad de tales cuestiones ha
llegado a ser el tema filosófico familiar de un coro completo de voces del
cinismo, desde entusiastas de los últimos desarrollos en neurociencia, a
autodenominados neo-pragmatistas radicales, feministas y multiculturalis-
tas radicales, y seguidores de modas de París (en cierta forma ya anticuadas).
Este cinismo está injustificado; pero tratar con él requiere de algo un
poco más radical que el proceder epistemológico habitual. La evidencia es a
menudo confusa, ambigua, engañosa, la indagación es a menudo desorde-
nada, inconclusa, sesgada por los intereses del indagador; pero de ello no se
sigue, como el cínico aparentemente supone, que los estándares de buena
evidencia y de indagación bien conducida sean locales, convencionales o
míticos. Y una, tan siquiera a medias adecuada, comprensión de las comple-
jidades de la evidencia de la vida real y de los desórdenes de la indagación
de la vida real requiere un re-examen de algunas de estas confortables
dicotomías familiares sobre las que ha descansado la reciente epistemología
-lo lógico versus lo causal, internalismo versus externalismo, apriorismo
versus naturalismo, fundacionalismo versus coherentismo.
Aunque las otras dicotomías también serán objeto de escrutinio, el prin-
cipal tema aquí será que el fundacionalismo y el coherentismo -las teorías
de creencia justificada tradicionalmente rivales- no agotan las opciones, y
que una teoría intermedia es más plausible que cualquiera de esas dos. Yo
la llamo «fundaherentismo».

l. La alegación del fundaherentismo


Las teorías fundacionalistas de la justificación empírica mantienen que
una creencia empírica está justificada si y sólo si o es una creencia básica
justificada por la experiencia del sujeto 3 , o sino es una creencia derivada
justificada, directa o indirectamente, por el sostén de las creencias básicas.
Las teorías coherentistas de la justificación empírica mantienen que una
creencia está justificada si y sólo si pertenece a un conjunto coherente de
creencias. En breve, el fundacionalismo requiere una distinción de creencias
básicas versus derivadas y una noción esencialmente unidireccional de sos-
tén evidencia!, mientras que el coherentismo mantiene que las creencias
pueden ser justificadas solamente por sostén mutuo entre ellas mismas.

3
Restrinjo aquí mi atención a las formas experiencialistas del fundacionalismo, ignorando,
por ejemplo, teorías fundacionalistas de conocimiento a priori.

37 AGORA (1998), Vol. 18, no 1:35-53


Susan Haach Una teoría {undaherentista

El mérito del fundacionalismo es que reconoce que la experiencia de una


persona -que vea, oiga, etc.- es relevante según cómo esté de justificada
en sus creencias sobre el mundo; su inconveniente es que requiere una clase
privilegiada de creencias básicas sólo justificada por la experiencia pero
capaz de soportar el resto de nuestras creencias justificadas, e ignora la
interdependencia penetrante entre las creencias de una persona. El mérito
del coherentismo es que reconoce esa interdependencia penetrante, y no
requiere distinción alguna de creencias básicas y derivadas; su inconveniente
es que no concede papel alguno a la experiencia de una persona.
Los fundacionalistas, naturalmente, están profundamente seguros de los
problemas del coherentismo. ¿Cómo le sería posible a uno estar justificado
a creer que hay un perro en el jardín, se preguntan, si lo que uno ve, oye,
huele, etc., no juega papel alguno? Y ¿no es precisamente el discurso del
coherentista sobre el sostén mutuo entre creencias un eufemismo de lo que
realmente es un círculo vicioso en el que lo que supuestamente justifica la
creencia de que p es la creencia de que q, y lo que justifica la creencia de
que q es la creencia de que r, ... y lo que justifica la creencia de que z es la
creencia de que p?
Los coherentistas, naturalmente, no están menos profundamente seguros
de los problemas del fundacionalismo. ¿Qué sentido tiene suponer que al-
guien podría tener una creencia justificada de que hay un perro en el jardín,
se preguntan, excepto en el contexto del resto de sus creencias sobre perros,
etc.? Además, ¿por qué deberíamos suponer que hay cualesquiera creencias
a la vez justificadas por la sola experiencia y capaces de sostener al resto
de nuestras creencias justificadas? Después de todo, los fundacionalistas no
pueden incluso acordar entre ellos mismos si las creencias básicas lo son
sobre objetos físicos observables, en la línea de «hay un perro», o lo son sobre
la experiencia del sujeto, en la línea de «ahora me parece que veo lo que
parece un perro», o «Se me aparece morenamente» 4 • Y en cualquier caso, sólo
las proposiciones, no los eventos, pueden estar en relaciones lógicas con otras
proposiciones; de manera que ¿cómo podría la experiencia de un sujeto
justificar estas creencias supuestamente básicas?
Al tiempo que los dos estilos de teoría se han desarrollado, con cada bando
intentando superar las dificultades que el otro considera insuperables, ambos
han venido aproximando posiciones.
El fundacionalismo fuerte requiere que las creencias básicas estén com-
pletamente justificadas por la experiencia del sujeto; el fundacionalismo puro
requiere que las creencias derivadas estén exclusivamente justificadas por
el sostén, directo o indirecto, de las creencias básicas. Pero el fundacionalismo

4
N. T.: La oración «Se me aparece morenamente>> traduce la frase <<l am appeared to brownly>>.
La frase inglesa no es del todo correcta desde el punto de vista de la gramática inglesa. La
autora fuerza aquí la sintaxis inglesa para representar la teoría <<adverbial» de la percepción,
la cual se propone a veces para evitar las dificultades de admitir una ontología de los sense-data
(datos sensibles) o apariencias.

38 AGORA (1999), Vol. 18, na 1:35-53


SusanHaach Una teoría fundaherentista

débil sólo requiere que las creencias básicas estén justificadas en algún grado
por la experiencia; y el fundacionalismo impuro, aunque requiere que todas
las creencias derivadas alcancen algún sostén desde las creencias básicas,
permite el sostén mutuo entre creencias derivadas a fin de elevar su grado
de justificación.
Formas intransigentemente igualitarias de coherentismo mantienen que
sólo importa la coherencia global, así que cada creencia en un conjunto
coherente está igualmente justificada. Pero las formas moderadas, no iguali-
tarias, de coherentismo dan a las creencias de un sujeto sobre su experiencia
presente un estatuto inicial distinguido, o dan un puesto especial a las
creencias que tienen un origen más bien espontáneo que inferencia!.
De algún modo, estas formas moderadas de fundacionalismo y de cohe-
rentismo se inclinan en la dirección correcta. Pero la inclinación las deses-
tabiliza.
El fundacionalismo débil concede que las creencias básicas no necesitan
estar completamente justificadas sólo por la experiencia; pero entonces, ¿qué
razón queda para negar que podrían estar más (o menos) justificadas en
virtud de sus relaciones con otras creencias? El fundacionalismo impuro
concede que puede haber sostén mutuo entre creencias derivadas; pero en-
tonces, ¿qué razón queda para insistir en que el apoyo mutuo más penetrante
es inaceptable? Y el fundacionalismo débil, impuro, permite a la vez tanto
que las creencias básicas sean menos que completamente justificadas por la
experiencia, como que las creencias derivadas pueden sostenerse mutua-
mente; pero ahora la insistencia en que las creencias derivadas no puedan
dar sostén alguno a las creencias básicas parece arbitraria, y la distinción
entre creencias básicas y derivadas inútil5 •
El coherentismo moderado, no igualitario, concede que algunas creencias
son distinguidas por su contepido perceptivo u origen «espontáneo»; pero,
¿no es esto conceder implícitamente que la justificación no es después de
todo exclusivamente una relación entre creencias?, ¿que los datos de la
experiencia son esenciales?
No es sorprendente que estas formas más imaginativas de fundaciona-
lismo y más acomodaticias clases de coherentismo, aunque más sofisticadas

5
Mi caracterización del fundacionalismo es completamente estándar; Cfr. por ejemplo, E.
Alston en Sosa y J. Dancy (eds.), Companion to Epistemology, Oxford, Blackwell, 1992, p. 144, o
Sosa en <<The Raft and the Pyramid», Midwest Studics in Philosophy, V, (1980), 23-4. Pero los
asuntos han sido confundidos porque, en «Can Empirical Knowledge Have a Foundation?>>,
American Philosophical Quaterly, 15, (1978), 1-13, and Thc Structure of Empirical Knowledge,
Cambridge, MA, Harvard University Press, 1986, p. 28, BonJour usa «fundacionalismo débil»
para hacer referencia a un estilo de teoría que es, a la vez, débil e impuro, en mi sentido, y
además permite el sostén mutuo entre creencias y -aparentemente- permite a creencias
«básicas>> ser sostenidas por creencias «derivadas>>. Como indican mis comillas de alarma, una
vez que la unidireccionalidad ha sido completamente abandonada de esta forma no resulta claro
que la teoría realmente se pueda calificar de fundacionalista en absoluto; ciertamente, la dis-
tinción básica/derivada ha llegado a ser puramente pro forma. Ver también Haack, «Reply to
BonJour>>, Synthese, 112, (1997), 25-35.

39 AGORA (1998), Vol. 18, no 1:35-53


SusanHaack Una teoría fundaherentista

que sus más simples ancestros, tiendan a ser ambiguas e inestables. Del
lado del fundacionalista, por ejemplo, bajo la presión de la misma clase de
dificultad que mi análisis identifica, C. I. Lewis se mueve desde un funda-
cionalismo puro a uno impuro y entonces, brevemente, a una clase de pro-
tofundaherentismo6. Y del lado coherentista, bajo la presión de la misma
clase de dificultad que mi análisis identifica, BonJour intenta garantizar
datos experienciales mediante el añadido de un «Requisito de Observación»
-el cual, sin embargo, es ambiguo-; en una interpretación es genuinamente
coherentista, pero no asume la relevancia de la experiencia, y en la otra
asume la relevancia de la experiencia, pero no es genuinamente coheren-
tista7. (BonJour ahora reconoce que, después de todo, el coherentismo no lo
hará8 ).
Ninguna de las teorías tradicionalmente rivales puede resultar satisfac-
toria sin sacrificar su carácter distintivo. La conclusión obvia -aunque
continuarán resistiéndose a ella quienes todavía se aferran a la vieja dico-
tomía- es que necesitamos un nuevo enfoque que asuma la relevancia de
la experiencia para la justificación empírica, pero sin postular cualquier clase
privilegiada de creencias básicas o requerir que las relaciones de sostén sean
esencialmente unidireccionales: en otras palabras, una teoría fundaheren-
tista.

11. Elucidación del fundaherentismo


Los detalles llegan a ser complicados, pero las principales ideas son
simples.
Una descripción fundaherentista reconocerá (como el fundacionalismo)
que la manera en que una persona está justificada en una creencia empírica
debe descansar en parte sobre su experiencia -mi versión dará un papel a
la vez a la experiencia sensorial, y a la conciencia introspectiva de los propios
estados mentales de uno. Como los coherentistas señalan, aunque la expe-
riencia pueda estar en relaciones causales con las creencias, no puede estar
en relaciones lógicas con las proposiciones. Pero lo que esto rnmestra no es
que la experiencia sea irrelevante para la justificación empírica, sino que
justificación es un concepto de doble aspecto, de carácter parcialmente causal
así como parcialmente lógico.
Una descripción fundaherentista reconocerá (como el coherentismo) que
hay sostén mutuo penetrante entre las creencias justificadas de una persona.
Como los fundacionalistas señalan, una creencia no puede estar justificada
por un círculo vicioso de razones. Pero lo que esto muestra no es que el
sostén mutuo sea ilegítimo, sino que necesitamos una mejor cornprensión de

6
Para detalles, ver Evidencia e Investigación, cap. 2.
7
Para detalles, ver Evidencia e Investigación, cap. 3.
8
Laurence BonJour, «Haack on Justification and Experience>>, Synthese, July 1997.

40 AGORA (1999), Vol. 18, na 1:35-53


SusanHaack Una teoría fundaherentista

la diferencia entre sostén mutuo y circularidad viciosa -mi versión descan-


sará sobre una analogía entre la estructura de la evidencia y un crucigrama.
Naturalmente, la viabilidad del enfoque fundaherentista no depende de
que mi éxito al articularlo sea completo. Sin duda podría haber otras ver-
siones del fundaherentismo adoptando estos contornos generales pero di-
firiendo en sus detalles.
Yo tomo como mi punto de arranque la siguiente formulación vaga, aun-
que muy plausible: «A está más/menos justificado, en t, a creer que p, de-
pendiendo de cuán buena sea su evidencia».
Al empezar desde aquí asumo, en primer lugar, que la justificación es
algo gradual. (También asumo que una persona puede estar más o menos
justificada a creer algunas cosas de lo que lo está a creer otras).
También tomo por garantizado, en segundo lugar, que los conceptos de
evidencia y de justificación están internamente conectados: cuán justificada
esté una persona a creer algo depende de la calidad de su evidencia con
respecto a esa creencia.
Asumo, en tercer lugar, que la justificación es personal: una persona puede
estar más justificada a creer algo de lo que otra lo está a creer la misma
cosa -porque la evidencia de una persona puede ser mejor que la de otra.
(Pero, aunque la justificación es personal, no es subjetiva. Cuán justificado
esté A a creer que p depende de cuán buena sea su evidencia, la de A. Pero
cuán justificado esté A a creer que p no depende de cuán buena piense A
que es su evidencia; y cualquiera que crea lo mismo sobre la misma evidencia
estaría justificado en el mismo grado).
Y asumo, en cuarto lugar, que la justificación es relativa a un momento:
una persona puede estar más justificada a creer algo en un momento que
en otro -porque su evidencia en un momento puede ser mejor que en otro.
«A está m.ás/menos justificado, en t, a creer que p, dependiendo de cuán
buena es su evidencia». Los principales cometidos, obviamente, son explicar
«su evidencia>> y «cuán buena». El carácter de doble aspecto del concepto de
justificación ya está en juego; porque «SU», en «su evidencia», es una noción
causal, mientras que «cuán buena» es lógica, o cuasi-lógica, en carácter.
El concepto de justificación es causal así como lógico a todos los efectos 9
-su aspecto causal no está restringido sólo a la evidencia experiencia!. De
manera completamente general, cuán justificado esté alguien a creer algo
no sólo depende de lo que él cree, sino también de por qué lo cree. Por ejemplo:
si dos personas creen que la acusada es inocente, una porque tiene evidencia
de que ella estaba a un ciento de millas de la escena del crimen en el
momento relevante, la otra porque cree que ella tiene un semblante honesto,
la primera está más justificada que la última. En breve, el grado de justifi-
cación depende de la calidad de la evidencia que de hecho causa la creencia
en cuestión.

9
Una idea que empecé a trabajar por primera vez en «Epistemology With a Knowing Subject»,
Reuiew of Metaphysics, XXXIII, 2, (1979), 309-36.

41 AGORA (1998), Vol. 18, no 1:35-53


SusanHaack Una teoría fundaherentista

La palabra «creencia» es ambigua: algunas veces refiere a un estado


10
mental [[mental state]], el creer algo de alguien [una S-creencia] ; algunas
veces refiere al contenido de lo que es creído, una proposición [una e-creen-
cia]. «La evidencia de A» necesita ser atada de alguna manera a lo que causa
la S-creencia de A, pero también debe ser capaz de estar en relaciones lógicas
o cuasi-lógicas a la e-creencia, la proposición creída.
La idea es empezar por caracterizar la S-evidencia de A con respecto a
p -ésta será un conjunto de estados de A causalmente relacionados a su
S-creencia de que p-; y entonces usar ésta como el punto de comienzo de
la caracterización de la e-evidencia de A con respecto a p -ésta será un
conjunto de proposiciones capaces de estar en relaciones lógicas o cuasi-lógi-
cas para la e-creencia de que p.
Si A inicialmente llega creer que el damán [[rock-rabbit]] es el pariente
superviviente más próximo al elefante porque un compañero de vacaciones
le dijo que lo leyó en algún lugar, y más tarde aún lo cree, pero ahora porque
ha aprendido todo lo relevante a los detalles biológicos, entonces él está más
justificado en el momento posterior que en el previo. Así, si son diferentes,
«la S-evidencia de A con respecto a p» debería relacionarse a las causas de
la S-creencia de A de que p en el momento en cuestión mejor que a lo que
la provoca en primera instancia.
Lo que ocurre en las cabezas de la gente es muy complicado. Seguramente
habrá algunos factores inclinando a A a creer que p, y otros a rechazarlo.
Quizás, e. g., A cree que Tom Grabit robó el libro porque el haber visto a
Grabit dejar la biblioteca con una expresión recelosa y un bulto sospechoso
bajo su jersey ejerce un empuje positivo más fuerte que lo que ejerce en la
dirección opuesta su creencia de que es posible que Tom Grabit tenga un
gemelo idéntico un tanto largo de manos. Los dos factores que están soste-
niendo e inhibiendo son relevantes para el grado de justificación, por lo que
ambos deberán ser incluidos en la S-evidencia de A.
En este vector de fuerzas [el nexo causal de la S-creencia de A de que p],
además de la experiencia presente de A y de los vestigios de memoria
presente de su experiencia pasada, y otras S-creencias de él, jugarán un
papel factores tales como sus deseos, esperanzas y temores. Pero el que A
no desee pensar mal de sus estudiantes, por ejemplo, o el estar bajo el efecto
del alcohol, aunque pueden o no afectar al grado de confianza con el que él
cree que Grabit robó el libro, no son ellos mismos parte de su evidencia con
respecto a esa proposición.

10
Las expresiones introducidas entre corchetes (simples) son mis términos técnicos nuevos,
o usos técnicos especiales de términos familiares.
[[N. T.: Traduzco «an S-belie{» por «Una S-creencia» siendo consciente de que la «S» de «S-belie{>>
está en tanto que inicial de «state» y que la correspondencia en castellano sería una «E» en tanto
que inicial de <<estado»; pero como la letra <<E» aparece posteriormente en el texto para designar
una evidencia cualquiera, me ha parecido conveniente adoptar este criterio de traducción a fin de
evitar equívocos. El lector debe tener presente que en la versión castellana de Euidence and Inquiry
se traduce <<S-belie{>> como <<creencia-E» (<<C-belie{>> como <<creencia-C», etc.).]]

42 AGORA (1999), Vol. 18, na 1:35-53


SusanHaach Una teoría fundaherentista

Así, «la S-evidencia de A con respecto a p» hará referencia a estos estados


experienciales y de creencia de A que pertenecen, en el momento en cuestión,
al nexo causal de la S-creencia de A de que p. La frase «con respecto a»
señala la inclusión de ambas evidencias: positiva, sosteniendo, y negativa,
inhibiendo [respectivamente, la S-evidencia de A a favor de p, y la S-eviden-
cia de A en contra de p]. La S-evidencia de A con respecto a p incluirá otras
creencias de él [las S-razones de A con respecto a p]; y sus percepciones, su
conciencia introspectiva de sus propias actividades mentales, y los vestigios
de memoria de sus estados perceptivos e introspectivos previos [la S-eviden-
cia experiencia! de A con respecto a p].
La parte sobre la memoria necesita ser amplificada. La S-evidencia ex-
periencia! de A puede incluir los vestigios presentes de memoria de la ex-
periencia perceptiva pasada -tales como su recuerdo de haber visto las
llaves del coche sobre la cómoda. Esto corresponde a la manera en que
nosotros hablamos del recuerdo de A de ver, de escuchar, de leer, etc., ...
También hablamos del recuerdo de A de que p, con el significado de que
previamente llegó a creer que p y no lo ha olvidado. Cuán justificado esté A
en tal creencia persistente dependerá de cuán buena sea su evidencia -es
decir, su evidencia en el momento en cuestión. La evidencia de una persona
para creencias persistentes normalmente incluirá vestigios de memoria de
la experiencia perceptiva del pasado; mi creencia de que el nombre de la
profesora de inglés en mi colegio de secundaria era «Señorita Wright», por
ejemplo, se sostiene ahora gracias a mi recuerdo de oír y de ver el nombre
usado por mi mismo y por otros.
La evidencia testimonial, en un amplio sentido -lo que una persona lee,
o lo que otros le dicen- se incorpora al cuadro por la forma en que oye o
ve, o recuerda oír o ver, lo que alguien más dice o escribe. Naturalmente, el
que A oiga que B dice que p no contribuirá a su creencia, la de A, de que p,
a menos que A comprenda el lenguaje de B. Pero si A cree que p en parte a
causa de que B le dijo que p, cuán justificado esté A para creer que p
dependerá en parte de cuán justificado esté A en pensar que B es honesto
y fiable. Pero me estoy anticipando.
La S-evidencia de A con respecto a p es un conjunto de estados de A
causalmente relacionados a su S-creencia de que p. Pero en la parte de la
teoría que explica que hace que la evidencia sea mejor o peor, la «evidencia»
habrá de significar «C-evidencia», y hará referencia a un conjunto de pro-
posiciones. Los dos aspectos se entrelazan: la C-evidencia de A con respecto
a p será un conjunto de proposiciones, y cuán buena sea dependerá de estas
relaciones lógicas o cuasi-lógicas de las proposiciones con p; pero de qué
proposiciones consiste la C-evidencia de A dependerá de qué estados de
S-creencia, de percepción, etc. pertenecen al nexo causal de la S-creencia en
cuestión.
Las C-razones de A con respecto a p dependerán, como es bastante obvio,
de las e-creencias, i. e., las proposiciones, que son los contenidos de sus
S-razones. Por ejemplo, si una de las S-razones de A con respecto a p es su

43 AGORA (1998), Vol. 18, no 1:35-53


SusanHaack Una teoría fundaherentista

S-creencia de que las hembras de pájaro cardenal son marrones, la corres-


pondiente C-razón será la proposición de que las hembras de pájaro cardenal
son marrones.
Pero, ¿qué sucede con la e-evidencia experiencia! de A? Mi propuesta es
que «la C-evidencia experiencia! de A con respecto a p» hace referencia a
proposiciones al efecto de que A está en los estados perceptivos/introspec-
tivos/de-memoria que constituyen su S-evidencia experiencia! eon respecto
a p. Ya que un estado perceptivo, etc., no puede ser parte del nexo causal de
la S-creencia de A de que p a menos que A esté en ese estado, estas proposi-
ciones son todas verdaderas. Pero ellas no necesitan ser proposiciones en las
que A crea 11 •
Así la C-evidencia experiencia! de A tiene un status distintivo. Las C-ra-
zones de A pueden ser verdaderas o pueden ser falsas, y A puede estar más
o menos justificado, o no estar justificado en absoluto, a creerlas. Pero la
C-evidencia experiencia! de A éonsiste en proposiciones todas las cuales son,
ex hypothesi, verdaderas, y con respecto a las cuales la cuestión de la justi-
ficación no surge. (Esta es la manera fundaherentista de reconocer que la
última evidencia para las creencias empíricas es la experiencia -muy dife-
rente de la manera forzada e innatural en la que el fundacionalismo trata
de reconocerla, al requerir creencias básicas sólo justificadas por la expe-
riencia).
Conforme a la forma en que ordinariamente hablamos sobre la evidencia
de los sentidos -«¿Por qué pienso que hay un [[pájaro]] cardenal en el roble?
Bueno, yo puedo ver la cosa; que el perfil distintivo es claro, aunque la luz
no es demasiado buena, y está bastante lejos, de manera que realmente no
puedo ver el color»- sugiero una caracterización de la C-evidlencia expe-
riencia! de A en términos de proposiciones al efecto de que A está en la clase
de estado perceptivo en el que estaría un sujeto normal al ver esto o aquello
en estas o aquellas circunstancias. Por ejemplo, si la S-evidencia experiencia!
de A con respecto a p es su estado perceptivo, su consideración, como le
sucedería a un observador normal, de estar viendo un pájaro cardenal hem-
bra a una distancia de cuarenta pies con poca luz, entonces la C-evidencia
experiencia! correspondiente será una proposición a los efectos de que A está
en la clase de estado perceptivo en que un observador normal estaría al
mirar a un pájaro cardenal en estas circunstancias.
En mi planteamiento de la evidencia experiencia! está incorporada una
concepción de la percepción como directa, en cierto sentido. Esto no supone
negar que la percepción involucra complejas actividades neurofisiológicas.
Ni significa negar que los juicios sostenidos causalmente por la experiencia
del sujeto son interpretativos, que también dependen de sus experiencias

11
Así mi teoría no es estrictamente externalista, ya que la S-evidencia de A debe consistir
en estados de A -estados, además, de los cuales A puede estar consciente-; pero tampoco es
estrictamente internalista ya que la O-evidencia experiencia! de A consiste en proposiciones que
A ni necesita creer ni siquiera concebir.

44 AGORA (1999), Vol. 18, no 1:35-53


Susan Haach Una teoría fundaherentista

previas -lo que, por la contra, es un pensamiento fundaherentista clave.


Sólo supone afirmar que en la percepción normal nosotros interaccionamos
con los objetos físicos y los eventos de nuestro entorno, los cuales aparecen
en una cierta forma a todos los observadores normales bajo las mismas
circunstancias.
Usted puede preguntarse por qué incluyo la experiencia sensorial e in-
trospectiva del sujeto como evidencia, pero no hago lo mismo, pongamos, con
su experiencia perceptiva extra-sensoriaL Bueno, la cuestión aquí es descrip-
tiva -articular explícitamente lo que está implícito cuando decimos que A
tiene excelentes razones para creer que p, que B es víctima de un espejismo,
que C ha dado un salto hacia una conclusión injustificada, y así sucesi-
vamente. Como estas frases, «excelentes razones» y «víctima de espejismo»,
indican, sus otras creencias deberían ser incluidas como parte de la evidencia
de un sujeto, pero no sus deseos. De hecho, yo creo que es más improbable
que haya una cosa tal corno PES [[Percepción Extra-Sensorial]]; aunque se
excluye porque -a diferencia de la experiencia sensorial, para la que incluso
tenemos la frase «la evidencia de los sentidos»- no tiene ningún papel en
la concepción implícita de la evidencia que yo estoy tratando de hacer ex-
plícita.
Los conceptos de mejor y peor evidencia, de creencia más y menos justi-
ficada, son evaluativos; así que, tras la cuestión descriptiva de la elucidación,
vendrá la de la ratificación, si nuestros patrones de mejor y peor evidencia
son realmente, como esperamos y creemos que son, indicativos de verdad.
Pero eso viene después.
El asunto ahora es elucidar «cuán buena» en «Cuán buena es la e-eviden-
cia de A». ¿Qué factores elevan, y cuáles bajan, el grado de justificación?
Los fundacionalistas a menudo conciben la estructura de la evidencia a
partir del modelo de una prueba matemática -un modelo que, cornprensi-
blernente, les hace recelar del sostén mutuo. Mi aproximación quedará ilus-
trada por la analogía de un crucigrama. -donde, innegablemente, hay sostén
mutuo penetrante entre las entradas de información, pero, de manera igual-
mente innegable, no hay círculo vicioso alguno. Las pistas son el análogo de
la evidencia experiencial, las entradas de información interseccionando ya
resueltas son el análogo de las razones. La idea es: así corno cuán razonable
es una entrada de información de crucigrama depende a la vez de las pistas
y de las otras entradas de información interseccionando, así la manera en
que una creencia empírica está justificada depende de la evidencia expe-
riencia! y de las razones que operan conjuntamente con ella.
Quizás no hay que decirlo: una analogía es sólo una analogía, no un argu-
mento. Su papel es sólo sugerir ideas, las cuales posteriormente han de soste-
nerse por su propio pie. Y siempre hay desanalogías; no habrá nada en mi teoría
análogo a la solución del crucigrama de hoy que aparece en el periódico de
mañana, por ejemplo, ni cualquier análogo al diseñador del crucigrama.
Pero la analogía sugiere una muy plausible respuesta multi-dimensional
a la pregunta ¿qué hace que una creencia esté más o menos justificada?

45 AGORA (1998), Vol. 18, na 1:35-53


SusanHaach Una teoría fundaherentista

Cuán razonable sea una entrada de información de crucigrama depende de


lo bien que esté sostenida por la pista y por cualquiera de las entradas de
información intersectantes que ya estén resueltas; de lo razonable que son
estas otras entradas de información, con independencia de la entrada en
cuestión; y de cuánto ha sido resuelto del crucigrama. Cuán justificado esté
A a creer que p depende, análogamente, de lo bien que la creencia en cuestión
esté sostenida por su evidencia experiencia! y por sus razones [sostenibili-
dad]; de lo justificadas que están sus razones, con independencia de la
creencia en cuestión [segurida,d independiente]; y cuánto de la evidencia
relevante incluye su evidencia [comprehensividad].
De la primera dimensión, la C-evidencia de A puede ser conclusiva para
p, conclusiva contra p, sostén-aunque-no-conclusivo de p, debilitamiento-aun-
que-no-conclusivo de p, o indiferente con respecto a pleon respecto a no-p.
Los fundacionalistas a menudo consideran garantizado que la evidencia
es conclusiva sólo en el caso en que ella implica deductivamente la proposi-
ción en cuestión; pero esto no es totalmente correcto. Premisas inconsistentes
implican deductivamente una proposición cualquiera; aunque la evidencia
inconsistente no es evidencia conclusiva para cualquier cosa -¡a menos que
sea evidencia conclusiva para todo! Piénsese, por ejemplo, en un detective
cuya evidencia es: el asesinato fue cometido por una persona zurda; o lo
cometió Smith o Brown; Smith es diestro; Brown es diestro. Aunque esto
implica deductivamente que Smith lo hizo, no es ciertamente evidencia
conclusiva para esa creencia (¡a menos que sea evidencia conclusiva para la
creencia de que Smith lo cometió y evidencia conclusiva para la creencia de
que Brown lo cometió y evidencia conclusiva para la creencia de que lo
hicieron extraterrestres!).
La implicación deductiva es necesaria pero no suficiente para la conclu-
sividad. La evidencia E es conclusiva para p sólo en caso de que el resultado
de añadir p a E [la p-extrapolación de E] sea consistente, y el resultado de
añadir no-p a E [la no-p-extrapolación de E] sea inconsistente. E es conclu-
siva contra p sólo en caso de que su p-extrapolación sea inconsistente y su
no-p-extrapolación sea consistente. Pero si E misma es inconsistente, ambas,
su p-extrapolación y su no-p-extrapolación, son también inconsistentes, así
que E es indiferente con respecto a p.
A menudo, no obstante, la evidencia no es conclusiva de una forma ni de
la otra, ni siquiera inconsistente y de ahí indiferente, pero sostiene la creen-
cia en cuestión, o su negación, en algún grado. Supóngase que la evidencia
del detective es: el asesinato fue cometido por una persona zurda; o lo cometió
Smith o Brown; Smith es zurdo; Brown es zurdo; Smith recientemente vio
a la víctima, la Sra. de Smith, en un romántico restaurante cogiéndose de
la mano de Brown. Aunque no es conclusiva, esta evidencia es sostenedora
en algún grado de la creencia de que Smith lo hizo -dado que, si lo hizo,
tenemos alguna explicación del porqué.
El ejemplo sugiere que la sostenibilidad depende de si al añadir, y cuánto,
p a E se consigue un mejor relato explicativo. Pero, ¿un mejor relato expli-

46 AGORA (1999), Vol. 18, n" 1:35-53


SusanHaack Una teoría fundaherentista

cativo que qué? La conclusividad es una cuestión de la superioridad de p


sobre su negación con respecto a la consistencia. Pero si p es potencialmente
explicativo de E o de algún componente de E, no se debe esperar que no-p
también lo será. Así, construyo la sostenibilidad corno dependiente de la
superioridad de p sobre sus rivales con respecto a la integración explicativa;
donde una rival de pes cualquier proposición que al ser añadida a E mejora
su integración explicativa en algún grado, y que, dado E, es incompatible
con p.
La palabra «integración» fue escogida para indicar que E puede sostener
p ya sea porque p explica E ya porque explica algún componente de E, o
viceversa -que hay «reforzarniento mutuo entre una ·explicación y lo que
explica» 12 . (Así el concepto de integración explicativa es un pariente más
próximo al concepto coherentista de coherencia explicativa que al concepto
fundacionalista de inferencia a la mejor explicación).
Por lo general, así corno la conclusividad de la evidencia se torna corno
competencia de la lógica deductiva, la sostenibilidad de la evidencia se torna
como competencia de la lógica inductiva. Pero al menos si «lógica» se toma
en su ahora--usual sentido estrecho, como dependiendo sólo de la forma, esto
parece ser un error. Explicación requiere generalidad, géneros [[kinds]], leyes
-un motivo para el asesinato, un mecanismo según el cual fumar provoca
cáncer, y así sucesivamente. Si es así, la explicatividad, y de ahí la sostenibili-
dad, requiere un vocabulario que clasifique las cosas en géneros reales [[real
kinds]]; y de ahí que dependa del contenido, no sólo de la forma. (Hempel
extrajo la moraleja, hace muchos años, de la paradoja del «verdul» [[<<grue»
13
paradox]]) . Pero hay evidencia sustentante-aunque-no-conclusiva, incluso
si no hay ninguna lógica inductiva formal.
La sola sostenibilidad no detérmina el grado de justificación, que también
depende de la seguridad independiente y de la comprehensividad. Supóngase
que la evidencia de nuestro detective es: el asesinato fue cometido por una
persona zurda; o lo cometió Smith o Brown; Smith es diestro, pero Brown
es zurdo. La evidencia del detective es conclusiva en que Brown lo hizo; sin
embargo, él no está bien justificado a creer esto a menos que, entre otras
cosas, esté justificado a creer que el asesinato lo cometió una persona zurda,
que o lo cmnetió Srnith o Brown, etc.
La idea de la seguridad independiente es la más fácil de atrapar en el
contexto de la analogía del crucigrama. En un crucigrama, cuán razonable
sea una entrada de información depende, en parte, de su ajuste con entradas
intersectantes, y de ahí de cuán razonables sean estas entradas, inde-

12
W. V Quine y J. Ullian, The Web of Belief, New York, Random House, 1970, p. 79.
13
N. Goodman, <<The New Riddle of Induction>> (1953), en Fact, Fiction and Forecast, India-
napolis, IN, Bobbs-Merril, second edition, 1965, pp. 59-83; C. G. Hempel, <<Postscript on Confir-
mation>> (1964), enAspects of Scientific Explanation, New York, Free Press, 1965, pp. 47-52 (Vers.
castellana: <<Postscriptum sobre la Confirmación» (1964), en La Explicación Científica, Buenos
Aires, Paidós, 1979, pp. 55-59).

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SusanHaack Una teoría fundaherentista

pendientemente de la entrada de información en cuestión. De naanera simi-


lar, cuán justificada esté una persona a creer algo depende, en parte, de lo
bien que esa creencia esté sostenida por otras creencias, y de ahí de lo
justificado que la persona esté a creer estás razones, independientemente
de la creencia en cuestión.
Es esa última frase -en mi teoría como en un crucigrama- la que evita
el peligro de un círculo vicioso. La razonabilidad de la entrada de información
para 3 vertical puede depender en parte de la razonabilidad de la entrada
intersectante para 5 horizontal -con independencia del sostén dado a la
entrada para 5 horizontal por la entrada 3 vertical. De manera similar, cuán
justificado esté A a creer que p puede depender en parte de lo justificado
que esté a creer que q -con independencia del sostén dado a su creencia
de que q por su creencia de que p.
Y, aunque <justificado» aparece a la derecha de la cláusula de seguridad
independiente, no hay ningún peligro de regreso al infinito -ninguno mayor
que en un crucigrama. Así como en un crucigrama eventualnaente alcan-
zamos las pistas, de igual forma en la justificación empírica eventualmente
alcanzamos la evidencia experiencia!. y la e-evidencia experiencia! no con-
siste en otras C-creencias del sujeto, sino en proposiciones que son en su
totalidad, ex hypothesi, verdaderas, y con respecto a las cuales no surge la
cuestión de la justificación. Esto no supone negar que, así corr1o las pistas
del crucigrama pueden ser crípticas, así la evidencia experiencia! puede ser
ambigua o confusa; por el contrario, mi consideración de la C-evidencia
experiencia! pretende reconocer que esto es frecuente. Sólo señalar que la
cuestión de la justificación surge con respecto a las creencias de una persona,
no con respecto a sus experiencias.
Así como cuán razonable sea una entrada de información de un cruci-
grama no sólo depende de lo bien que esté sostenida por la pista y las otras
entradas intersectantes, y de lo razonables que sean estas otras entradas,
sino también de cuánto ha sido resuelto del crucigrama, de la misma manera
el grado de justificación no sólo depende de la sostenibilidad y de la seguridad
independiente, sino también de la comprehensividad -de cuánta de la evi-
dencia relevante incluye la evidencia del sujeto.
La comprehensividad promete ser incluso más espinosa de despiezar que
la sostenibilidad y la seguridad independiente; la analogía del crucigrama
no es de mucha ayuda aquí, ni lo es el análogo más próximo en la literatura,
el requisito de evidencia total de las inducciones, que no hace referencia a
la totalidad de la evidencia relevante sino a la totalidad de la evidencia
relevante disponible -y entonces ahí está el mayor problema: que la rele-
vancia misma se establezca en grados.
Estoy asumiendo, sin embargo, que (el grado de) la relevancia es un
asunto objetivo. Naturalmente, el que yo piense que tu escritura es relevante
para tu confiabilidad depende de que yo crea en la grafología; pero que sea
relevante depende de que la grafología sea verdadera.
Como esto revela, a pesar de que la relevancia, y de ahí la comprehen-

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Sus:"n Haack Una teoría fundaherentista

sividad, es objetiva, los juicios de relevancia, y de ahí los juicios de compre-


hensividad, son perspectivos, i. e., dependen de las creencias acumuladas de
la persona que los hace. Lo mismo vale para juicios de sostenibilidad y
seguridad independiente. Cuán sostenedora juzguemos tú o yo que es E con
respecto a p, por ejemplo, dependerá de cuáles sean las rivales de p que
seamos capaces de imaginarnos; pero no depende de esto cuán sostenedora
es E de p. La cualidad de la evidencia es objetiva, pero los juicios de la
cualidad de la evidencia son perspectivos.
A causa de que la cualidad de la evidencia es multi-dimensional, no ne-
cesariamente deberíamos esperar un orden lineal de grados de justificación;
e. g., la evidencia de A con respecto a p podría ser fuertemente sustentativa
pero débil en comprehensividad, mientras que su evidencia con respecto a q
podría ser fuerte en comprehensividad pero débilmente sustentativa. A for-
tiori, no parece realista aspirar a algo tan ambicioso como una escala nu-
mérica de grados de justificación. Pero algo puede decirse acerca de lo que
se requiere para que A esté justificado en cualquier grado a creer que p.
Una condición necesaria es que haya una cosa tal como la C-evidencia
de A con respecto a p. Si la S-creencia de A de que p está simplemente
causada por una corazonada, o por una de estas inductoras de creencias a
las que son aficionados a imaginar los filósofos, A no está justificado en grado
alguno a creer que p. Dado que es la justificación de las creencias empíricas
la que está en cuestión, otra condición necesaria es que la C-evidencia de A
incluya alguna e-evidencia experiencia! -evidencia experiencia! presente,
o vestigios de memoria de lo que previamente vio, oyó, leyó, etc. Esto es mi
análogo del Requisito de Observación de BonJour, que obviamente está mu-
cho más aco:modado en el fundaherentismo de lo que su requisito lo estaba
en su teoría coherentista. (Eso no significa excluir la posibilidad de que
alguna de las creencias de una persona no pueda ser sustentada direc-
tamente por la evidencia experiencia!, ni siquiera por vestigios de memoria,
sino que descanse sobre otras creencias y la evidencia experiencia! de las
mismas -como en un crucigrama no convencional podría suceder que algu-
nas entradas de información no dispusieran de pistas propias sino que
descansaran sobre otras entradas y sus pistas 14- ) . Una tercera condición
necesaria es que la C-evidencia de A con respecto a p debería encontrar
condiciones rnínimas de sostenibilidad, seguridad independiente, y comprehen-
sividad; e. g., debería ser mejor que indiferente en términos de sostenibilidad.
Conjuntamente, estas condiciones necesarias parecen ser suficientes.
¿Qué decir sobre la parte superior de la escala? Nuestro uso ordinario de

14
En caso de que un fundamentalista desesperado tenga la tentación de intentar asirse a
esto con la esperanza de salvar la distinción derivado/básico, permítaseme señalar que las
creencias sin evidencia experiencia! directa podrían contribuir al sostén de creencias con evi-
dencia experiencia! directa; y que esta maniobra no identificaría ningún género [[hind]] de
creencia como básico/como derivado -piénsese, e. g., en un científico cuya creencia de que los
electrones están compuestos de esta y esta otra forma se sustenta por lo que ve en la cámara
de burbujas.

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SusanHaack Una teoría fundaherentista

frases como «A está completamente justificado a creer que p» es vago y


dependiente del contexto, dependiendo ínter alía de si es asunto propio de
A saber si p, y cuán importante es acertar acerca de si sí p; quizá vayan
juntas las cuestiones estrictamente epistemológicas con las éticas. Este vago
concepto [justificación completa] es útil para propósitos prácticos -y para
la enunciación de paradojas de tipo Gettier. En otros contextos filosóficos,
sin embargo, «A está completamente justificado a creer que p» se usa en un
contexto-neutralizado, de manera optimizadora, requiriendo conclusividad,
seguridad independiente máxima, y completa comprehensividad de la evi-
dencia [justificación completa].
La presentación aquí resumida ha sido personal, i. e., focalizada firme-
mente en nuestro amigo A. Pero eso no niega que incluso en las rnás comunes
de nuestras creencias diarias confiamos ampliamente en la evidencia testi-
monial. Y en lo que concierne a las ciencias, el reposo sobre la evidencia de
otros -y de ahí sobre la interpretación de las palabras de los otros y la
fiabilidad de los juicios de los otros- es absolutamente penetrante. (Esto
revela que no sólo las ciencias sociales sino también las ciencias naturales
presuponen la posibilidad de interpretar las proferencias de otros: piénsese,
e. g., en la confianza del astrónomo en los informes de observaciones de
otros).
Como quiera que sea, pensar sobre la evidencia en las ciencias me incita
a preguntar si es posible hacer una extrapolación desde mi presentación de
«A está más/menos justificado a creer que p» a un concepto de justificación
aplicable a grupos de gente. Podría ser factible hacer esto empezando con el
grado de justificación de un sujeto hipotético cuya evidencia incluye toda la
evidencia de cada miembro del grupo, y entonces restarle alguna medida del
grado en que cada miembro del grupo está justificado a creer que los otros
miembros son competentes y honestos.

111. La ratificación del fundaherentismo


Hasta aquí la cuestión ha sido articular nuestros patrones de mejor y
peor evidencia, de creencia más y menos justificada. Pero, ¿qué quiero decir
por «nuestros»? Y, ¿qué seguridad puedo dar de que un ente de creencia
justificado, por estos patrones, es indicativo de que es verdadero?
Cuando hablo de «nuestros» patrones de mejor y peor evidencia, enfáti-
camente no quiero sugerir que estos patrones sean locales o parroquiales,
aceptados en <<nuestra», por oposición a «SU», comunidad. Más bien veo estos
patrones -esencialmente, cuán bien está una creencia anclada en la expe-
riencia y cuán estrechamente está una creencia enlazada en una malla
explicativa de creencias- como enraizados en la naturaleza hurnana, en las
capacidades y limitaciones cognitivas de todos los seres humanos normales.
Con seguridad se objetará que los patrones evidenciales de diferentes
momentos, culturas, comunidades, o paradigmas científicos difieren radical-

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SusanHaack Una teoría fundaherentista

mente. Pero yo creo que esta supuesta variabilidad es cuando menos una
exageración, y posiblemente todo ello no sea más que una ilusión, el resultado
de confundir el carácter perspectivo de los juicios de cualidad evidencial con
la divergencia radical en los patrones de mejor y peor evidencia.
Debido a que los juicios de cualidad de evidencia son perspectivos, puede
esperarse que gente con creencias previas radicalmente diferentes difieran
significativamente en sus juicios del grado de justificación. De ello no se
sigue que no haya juicios compartidos de evidencia. Si pensamos en las
restricciones de anclaje experiencia! y de integración explicativa más que
en los juicios específicos de relevancia, sostenibilidad, etc., de esta o aquella
evidencia, creo que encontraremos más afinidad que divergencia.
De nuevo:, la cuestión es más fácil de ver en el contexto de la analogía
del crucigrama. Supongamos que U d. y yo estamos ambos haciendo el mismo
crucigrama, y hemos resuelto alguna larga entrada central de información
de manera diferente. Ud. piensa, dada su solución a la larga entrada central,
que el hecho de que 14 vertical finalice en una «T» es una evidencia a favor
de esta solución; yo pienso, dada m_i solución a esa entrada central larga,
que el hecho de que finalice en «D» es una evidencia a favor de esta otra
solución. Sin embargo, ambos estamos intentando conectar la entrada a su
correspondiente pista y a otras entradas ya resueltas. Supongamos ahora
que Ud. y yo estamos ambos en un comité de empleo. Ud. cree que la forma
en que este candidato escribe las «g» indica que no es de confianza; yo creo
que la grafología es absurda y me mofo de su «evidencia». Debido a nuestro
desacuerdo en las creencias previas, no nos ponemos de acuerdo en qué
evidencia es relevante. Sin embargo, ambos estamos tratando de valorar la
sostenibilidad, la seguridad independiente, y la comprehensividad de la evi-
dencia con respecto a la proposición de que el candidato es merecedor de
confianza.
Pero incluso si estoy equivocada en esto, incluso si realmente hay patrones
de cualidad evidencia! radicalmente divergentes, de ello no se seguiría que
no hay indicaciones de verdad objetiva; la variabilidad de patrones no im-
plica, en y por si misma, la relatividad de patrones 15 . Por lo que esos rela-
tivistas epistémicos que han inferido que, ya que los juicios de justificación
varían de cmmunidad a comunidad, no puede haber patrones objetivamente
correctos de mejor y peor evidencia, han incurrido en un non sequitur así
como han confiado en una premisa dudosa.
Para quienes han sucumbido al relativismo epistémico, debido a que han
abandonado el concepto de verdad, aquí sólo tengo espacio para decirles que

15
Véase también Haack, <<Reflections on Relativism: From Momentous Tautology to Seductive
Contradiction», Nous, Supplement, (1996), 297-315, y también en James E. Tomberlin (ed.),
Philosophical Perspectiues, 10: Metaphysics, Oxford, Blackwell, 1996, pp. 297-315, y en C. Mar-
tínez, U. Rivas y L. Villegas (eds.), Truth in Perspectiue, Aldershot, Herts, Ashgate, 1998, pp.
295-316, y Haack, Manifiesto of a Passionate Moderate: Unfashionable Essays, Chicago, IL,
University of Chicago Press, 1998, pp. 149-166.

51 AGORA (1998), Vol. 18, no 1: 35-53


SusanHaack Una teoría fundaherentista

16
sus pareceres son para mi una desesperanza enteramente artificiosa . En
cualquier caso, todo lo que se requerirá del concepto de verdad en lo que
sigue es que una proposición o enunciado sea verdadero sólo en el caso de
que las cosas sean como él dice que son.
Suponiendo -como yo creo y Ud. creerá- que nosotros los humanos
somos falibles, limitados, aunque criaturas indagantes que viven en un mun-
do que es ampliamente independiente de nosotros y de lo que creemos sobre
él, pero en el que hay géneros [[kinds]], leyes, regularidades; y suponiendo
-como yo creo y Ud. creerá- que nuestros sentidos son una fuente, aunque
de ninguna forma una fuente infalible, de información sobre cosas y eventos
en el mundo que nos rodea, y la introspección una fuente, aunque de ninguna
forma una fuente infalible, de información sobre nuestras propias activi-
dades mentales; entonces, si cualquier indicación de cómo son las cosas es
posible para nosotros, lo bien que nuestras creencias están ancladas en
nuestra experiencia y se engarzan en nuestra malla explicativa constituye
una indicación tal. (Y suponiendo -como yo creo y Ud., probablemente,
creerá- que no tenemos ninguna otra fuente de información sobre el mundo
y sobre nosotros mismos, ningún PES o clarividencia o etc., entonces ésta
es la única indicación que podemos tener de cómo son las cosas).
Este último párrafo no fue nada semejante a una ratificación a priori del
fundaherentismo; porque estas cláusulas de «suponiendo» son empíricas en
carácter. Las asunciones sobre las capacidades y las limitaciones cognitivas
humanas están incorporadas en [[built into]] nuestros patrones de cualidad
evidencia!; de manera que la indicatividad de verdad de estos patrones
depende de la verdad de estas asunciones empíricas. Pero tampoco fue el
último párrafo en nada semejante a las apelaciones a la psicología o a las
ciencias cognitivas en las que algunos naturalistas epistemólogos de una
pandilla más extrema que la mía proponen confiar; porque las asunciones
a las que se refieren mis cláusulas «suponiendo», aunque empíricas, son de
tal generalidad que más bien son de carácter filosófico que científico.
Estas asunciones seguramente serían presupuestas por cualquier experi-
mento científico concebible. Pero ellas están bien integradas con lo que las
ciencias cognitivas tienen que decirnos sobre los mecanismos de percepción
e introspección, y acerca de cuándo y por qué son más o menos fiables, y con
lo que la teoría de la evolución sugiere acerca de cómo llegamos a tener la
clase de aparato de detección de información que tenemos. Como sería de
esperar, la parte epistemológica de mi crucigrama -la parte donde las
entradas de información son ellas mismas sobre crucigramas- se entrelaza
cómodamente con otras partes.
Pero, ¿qué voy a decir a estos lectores familiarizados con el intento fallido
de Descartes de probar «que lo que percibo clara y distintamente es verdad»,
que están obligados a sospechar que estoy argumentando en eírculo? Tras

16
Tengo más que decir en «Confessions of an Old-Fashioned Prig>>, en Haack, Manifiesto of
a Passionate Moderate (nota 14), 7-30.

52 AGORA (1999), Vol. 18, no 1:35-53


SusanHaach Una teoría fundaherentista

señalar que no he ofrecido un argumento de ratificación en el que algunas


premisas vuelven a ser idénticas a la conclusión, ni un argumento que
descanse sobre un cierto modo de inferencia para llegar a la conclusión de
que el propio modo de inferencia es bueno, sólo decir que -tomando pres-
tadas las palabras de Peirce- de momento «el lector deberá estar, confío,
muy bien formado en lógica como para confundir soporte mutuo con un
círculo vicioso de razonamiento» 17 .
Y, ¿qué voy a decir a los lectores preocupados con el Demonio Maligno,
que están obligados a objetar que no he excluido la posibilidad de que
nuestros sentidos no sean en absoluto una fuente de información sobre el
mundo externo? Tras señalar que ya que, ex hypothesi, sus maquinaciones
serían absolutamente indetectables, si hubiera un Demonio Maligno no sería
posible para nosotros ninguna indicación de verdad -sólo que mi aserción
es una aserción condicional: que, si para nosotros es posible cualquier indi-
cación de verdad, los criterios fundaherentistas son los indicativos de verdad.
(Podría descargar el antecedente, y llegar a una conclusión categórica, al
adoptar una definición de verdad en la línea peirceana, como la opinión que
sobreviviría todas las evidencias experienciales posibles y el escrutinio lógico
más completo; pero prefiero la estrategia más cauta, y más realista).
Los escépticos firmes no serán persuadidos; pero, ¡los escépticos firmes
nunca lo serán! Y el resto de ustedes puede notar que el fundaherentismo
nos permite esquivar otra dicotomía, la cual -me perdonarán el juego de
palabras- ha endiablado la reciente epistemología: o una obsesión sin es-
peranza con el escepticismo hiperbólico, o un relativismo o tribalismo sin
esperanza preocupado con «nuestras prácticas epistémicas (locales, parro-
quiales)». El fundaherentismo proporciona, creo, un cuadro más realista de
nuestra condición epistémica -un cuadro robustamente falibilista que, sin
sacrificar la objetividad, reconoce algo de lo compleja y confundente que
puede ser la evidencia.

17
C. S. Peirce, Collected Papers, C. Hartshorne, P. Weiss y A. Burks (eds.), Cambridge, MA,
Harvard University Press, 1931-58, pp. 6315.

53 AGORA (1998), Vol. 18, no 1:35-53


VALIDEZ
566 VERDAD
567
o, lo que es lo mismo, que es lógica- <<todos los pájaros vuelan», <<Tweety es
conservación de la verdad no está ga- ciones) que de la verdad se han ofre-
mente imposible que P sea verdad y un pájaro» luego, plausiblemente,
rantizada, las condiciones empíricas cido, tanto en caso de optar por algu-
que C sea falsa. También lo podemos <<Tweety vuela>>. La validez del argu-
expresar diciendo que las condiciones mento se modifica radicalmente si intentan maximizar la probabilidad de na de ellas, como en caso de rechazar-
la verdad de la conclusión dada la ver-
de verdad de e incluyen las condicio- añadimos la premisa <<Tweety es un las para proponer otra como alternati-
dad de las premisas. Han sido muchos va. Se hace necesaria, pues, una clasi-
nes de verdad de P. En el caso de que pingüino>>,
los filósofos -Popper es el más conoci- ficación de las diversas teorías de la
C sea una verdad analítica, se cumple Hay otras propiedades que no es-
do- que han rechazado el que se pueda verdad según un criterio con capaci-
que .. e, que implica que cualquier tán recogidas en la noción de validez
hablar de validez empírica, no obstan- dad explicativa y crítica. Los criterios
conjunto de premisas, incluyendo el formal y que, sin embargo, son esen-
' te, la mayoría siguen manteniendo la de clasificación pueden ser (y se han
conjunto vacío, preservan la validez de ciales en la noción cotidiana, especial-
necesidad de una cierta competencia utilizado) múltiples (cf. <<Verdad», en
la inferencia. Si P es un conjunto in- mente la idea de que las premisas de-
probabilística para el razonamiento ra-
consistente, p,.c para cualquier con- ben ser relevantes para la conclusión. ]. Ferrater Mora, Diccionario de filo-
cional. sofía). El criterio de clasificación que
clusión C. Una tercera característica Han sido numerosísimas las lógicas
muy importante de la validez formal que han pretendido capturar de modo aquí utilizamos es el siguiente: parti-
ANDERSON, A. R. y BELNAP, E., Entai/-
es la monotonicidad: si p .. c, entonces riguroso la noción de inferencia rele- ment, Princeton, PUP, 1975; GARNHAM, mos de la tesis (defendida, luego, des-
P,A"' C, f.O importa cuál sea la premi- vante, incluida la propia lógica modal A. y ÜAKHILL, ]., Thinking and Reaso- de <<nuestra>> teoría <<Constructivista>> de
sa A añadida. en sus comienzos. En la medida en que ning, Oxford, Blackwell, 1994; SAJNS- la verdad) de que en la estructura de
El razonamiento válido conceptual- la noción de validez se aleja del reino BURY, M. Logical forms, Oxford, Black- la idea de verdad entran tres compo-
mente depende, además de la estruc- ideal de la inferencia formalmente well, 1991. nentes (ideas): los sujetos, los objetos
tura formal de los enunciados, del sig- válida de la lógica clásica se van intro- y los signos (o lenguaje), entendiendo
Fernando Broncano Rodríguez cada uno de esos componentes en dos
nificado de los términos descriptivos, duciendo restricciones que, si bien
no lógicos, que aparecen en los enun- aproximan la noción de argumento sentidos: objeto físico y objeto esen-
ciados, de manera que si modificamos válido a su uso intuitivo, también con- cial; sujeto empírico y sujeto transcen-
este significado podemos modificar vierten la validez en una propiedad dental; lenguaje como esquema pres-
también la validez del argumento. relativa a esas restricciones y a los criptivo a priori y lenguaje como sis-
Pero una vez fijado el significado in- intereses por los que las hemos intro- La idea de verdad constituye la idea tema descriptivo convencional. Este
tersubjetivamente la validez semántica ducido. . ·central de la epistemología, de ahí que criterio, así especificado, encuentra
no se distingue esencialmente de la En el límite nos encontramos con los . toda filosofía (o teoría) del conoci- fuertes apoyos en la tradición filosófi-
validez formal. Para algunos filósofos razonamientos empírica o inductiva- miento conlleva su correspondiente ca más autorizada.
como Wittgenstein toda validez es mente válidos como <<el sol sale todas 'teoría de la verdad; de donde resulta La verdad, en este sistema de co-
validez formal pero muchos otros filó- las mañanas>> luego, probablemente, gran diversidad de teorías sobre la ordenadas, puede hacerse descansar,
sofos han intentado construir nocio- <<mañana saldrá el sol>>. Los dos gran- Por ser tales teorías de natura- 1) bien en uno de los componentes:
nes semánticas aplicables a los lengua- des programas que han desarrollado_ la filosófica, no todas ajustan entre teorías monistas; 2) bien en las rela-
jes naturales. idea de argumento empíricamente v~h­ (algunas se constituyen como la ciones (binarias) entre componentes:
··~ 5 ,.,,,·v .. de otras); y cada una de ellas teorías relacionales; 3) bien en las ope-
Las características de la validez for- do han sido la lógica inductiva y la <<tn-
mal hacen de ella una noción idealiza- ferencia a la mejor explicación» de Pelr- la referencia a todas las demás: raciones (y, por consiguiente, también
da que solamente tiene aplicación en ce (bayesianismo). Ambos intentan d~s­ para rechazarlas, bien para incor- en las relaciones, ya que toda opera-
contextos de lenguajes altamente for- arrollar una noción de argumento vah- Por esto resulta tan impar- ción envuelve necesariamente una re-
malizados, pero no refleja todas las do en el que aparece un aumento_ de aquí (y en la filosofía en general) lación, pero no recíprocamente) de los
características de los argumentos que contenido informativo de las preml~s perspectiva, el sistema de coordena- sujetos con los objetos o con los sig-
consideramos intuitivamente válidos, a la conclusión de modo que las con ¡- elegido en el que se establece la nos (lenguaje): teorías operacionales o
sea en el contexto cotidiano o en los ciones de verdad de las premisas ya~o ación, la tabla de posibilidades. constructivistas.
lenguajes semiformales de las ciencias. están incluidas en las de la conclus!OO establecer incompatibilidades esta- l. Teorías monistas de la verdad. Se
El razonamiento contidiano, aun el ra- y por consiguiente, no son argumen- ejercitando ya el principio plató- caracterizan por defender la unicidad
zonamiento deductivo, no es, p.e., , que preserven la ver d ad . s·111 e mbar-
tos .. , de que no todo es posible (no de la verdad, bien desde un monis-
monótono, sino que su validez pue- go, sm. esa validez,
. que no es JU . snflca
. .a ajusta con todo). Según esto, mo metafísico, bien desde un plura-
de modificarse al añadir una nueva in- · · sena
ble a prtort, ' tmposi
· "bl e la e1enC1la a imprescindible, en nuestro lismo metafísico, pero defendiendo un
formación como es el caso siguiente: y el razonamiento cotidiano. Aunque tener en cuenta las diversas con- monismo de la verdad, haciéndola
nes (teorías;/doctrinas o definí- consistir en la autenticidad, en lo que
VERDAD VERDAD
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569
realmente es (o mejor, en lo que se y sus perfecciones (entre ellas la ver- Dasein, entendida como <<la permanen-
entiende que es) el ser, el objeto, el dad), se refiere a la verdad de una cosa t~ ~~ertura del comportarse>>, que po-
azar y la necesidad: la última ratio de
sujeto o el lenguaje. como la característica propia de su ser: sibiltta la desocultación del ser; d e¡ar · ~o?a explic.ac!ón (ley o verdad) es el
l. l. El monismo metafísico del ser. <<Quidquid autem est necesse esse est ser al ente lo que es en su ser. ac1do
. desox1rnbonucleico (ADN) , cons-
Parménides construye la noción de veritas; veritas enim cuiusque rei est 1.2. T_eorías fisicalistas. Las teorías tituyente de los cromosomas <<guardián
verdad sobre el modelo del ser inmó- proprietas sui esse quod stabilitum cst de este tipo se caracterizan por colo- de la herencia y fuente de :volución»
vil. La vía de la verdad es la vía del ei; igitur nihil est dignius esse verita- car la verdad en el plano de 1 b' _ ~l ADN. es como una calculadora cuya~
f' . OS O ¡e mstr.uccwnes necesarias para su funcio-
ser. Únicamente el ser necesario -uno, tem quam necesse esse». Y desde la tos ISicos, corpóreos. La metafísica
indivisible y homogéneo- constituye el misma perspectiva es definida la ver- que l~s sustenta hunde sus raíces en la namiento están en él contenidas en for-
fundamento de la verdad, porque dad por el llamado Felipe el Canciller, doctrma atomística de Demócrito, y ~a de secuencias lineales de cuatro ra-
«todo está lleno de ente», de donde en su Summa de bono (c. 1230): «vc- suele acogerse a denominaciones tales dJcale.s químicos, y sin posibilidad de
cabe extraer como única declaración rum est indivisio esse et eius quod co~o . mecanicismo, naturalismo ma-
c.ambJar el programa <<desde fuera»,
significativa en esta vía (de la verdad) est». tertaltsmo, fisicalismo etc A , Siendo esta estructura básica molecular
b . f ' . unque la que actúa en todos los niveles: desde
la siguiente: es. Pero esta declaración La tesis fundamental que subyace a¡o ormulaciones muy diversas (y
constituye, a su vez, el principio onto- en todas estas formulaciones es la in- por l_o que respecta a la verdad) la tesis el ge~oma hasta el conocimiento, la que
lógico para la deducción de todo lo separabilidad de ser y verdad, ponien- comun subyacente es que ¡ - . ex~ltca la evolución y la teleonomía
. as umcas u.mversales (no restringidas a los seres
que, en la vía de la verdad, cabe dedu- do como referencia de ambos a Dios. relaciOnes, . . operaciones o conf·Iguracw- .
cir respecto de las propiedades del ser. La verdad, en el sentido más pleno, es nes ~utenticas, v~rdaderas, son las que VIVo~). ~a ciencia biológica está, por
El verdadero conocimiento (que es asignada a Dios, en cuanto ser supre- median entre ob¡etos físicos. c?n~Jgmente, en la base de todo cono-
también el único verdadero) es el co- mo, que causa, a su vez, el ser de to- Para los <<mecanicistas» de los siglos Cimiento y de toda verdad. Las partícu-
nocimiento del ser-uno necesario, el das las demás cosas, los actos de cono- las .~ateriales (genes o productos de su
y XIX la mecánica newtoniana
cual contiene, como principio, todos cimiento de todos los demás enten- actiVIdad sintética) sirven de substrato
el único medio para alean-
los conocimientos verdaderos (todas dimientos y todas las demás verdades. ,.¡~ descripción completa, del modo a los comportamientos en la biosfera y
las verdades). Y esta teoría llegará a constituir una (por analogía) en la noosfera.
Simple posible, de todos los moví-
El ser-uno eleático es dotado de re- opinio communis dentro de la escolás- Los neopositivistas se consideran
que ocurren en la naturaleza»
ferencia y sentido teológicos en la fi- tica. 1..111-Hliii, Vorlesungen über mathe-
~er~deros de los positivistas y mate-
naltstas del siglo XIX. Su tesis funda-
losofía neoplatónica. El Uno de Ploti- Un planteamiento análogo al ante- Physi~). ~ Pearson (La gra-
no, como ya dado de antemano, cons- rior es el que hace Heidegger desde el de la ctencta) prosigue: <<Tan ~~ntal es que todos los términos cien-
tituye el mundo inteligible (el mundo monismo metafísico del Dasein des Y generales son las leyes del
t~Í!c?s son reducibles a términos cuan-
de la verdad), frente al cual, y como Menschen. El ser heideggeriano, como titativo-descriptivos de puntos defini-
tan completamente des-
imagen suya, está el mundo sensible el ens summum tomista, se caracteriza nuestra experiencia pasada de dos ~n el espacio y en el tiempo. La
totaltdad del conocimiento (de las ver-
(el mundo de la opinión). Y, puesto por el hecho de que su esencia es ab- for~as de cambio, que, con un
que cada forma natural es una imago solutamente inseparable de su existen- dades) consiste en enunciados equiva-
considerable de confianza, cree-
entis (una imagen del ser-uno), el co- cia: <<Su esencia es existir». Y por lo que podrán describir todas las far- lente~ a los del lenguaje físico <<proto-
nocimiento (la verdad) sensible queda que hace la verdad, Heidegger parte de cambios posibles>>, Partiendo de colan~» (fisicalismo): la unidad del
definido por Plotino como una ima- de que ser y verdad del ser han de s~r s~puestos formula Weismann la
lengua¡e (fisicalista) sirve de funda-
gen de una imagen. Esta doctrina neo- consideradas en la más estrecha proxt· mento pa:a .la unidad de la ciencia y
de la pangénesis de Darwin en
platónica sobre la consideración de la midad: ser verdadero (verdad) quiere del. conocimiento en una «integración
de moléculas y fuerzas que
verdad como residente en el ser pasó decir «ir-descubriendo». La verdad se estas moléculas hacia las célu-
enciclopédica»
d . (0. Neurath) . s1·, p ues,
a la escolástica medieval a través de funda en lo descubierto del Dasetn; reproductivas y las ordenan en ellas. se a opta dicho lenguaje como univer-
. . . a su vez, sal para el sistema de la ciencia, resul-
san Agustín, san Anselmo y Avicena descubnmiento que consiste, . d ¿el plasma germinativo es la parte <<in-
bajo la denominación de «verdad on- en la resolución y temporaltda e t~ entonces que toda la ciencia se con-
del organismo que desciende
tológica». Así, san Agustín (Solil., 11, c. Dasein. De ahí surge la propues[~h~a rc•-u<:rauf.m en generación (permane-
vierte en física; que la metafísica que-
5) define la verdad por la esencia de la hace Heidegger de traduCir ad por da descartada, porque carece de senti-
el mismo debido a su estructura
cosa: <<verum mihi videtur esse id quod por desocultamiento, en vez. de la do;. y q.ue los diferentes dominios de
Y establece la continuidad
est». En sentido parecido, Avicena verdad. La verdad (la esencia ver· (mecánica). la. CJe~cJa se convierten en partes de la
1 CJenc¡a Unificada: «fundamentalmen-
(Liber de philosophia prima, VIII, c. verdad) consiste, por tanto, c.n fa ¿el versión actualizada del mecani-
6), discutiendo el ser necesario (Dios) dad de la esencia; una esencia, es la ofrecida por -Monod en El te, no hay sino una clase de objetos
que son acontecimientos físicos, e~
VERDAD VERDAD
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570

cuya esfera existe una ley general>> Meinong. Este llama <<objetivas» a las 1.4. Teorías subjetivistas empíricas maneras. La necesidad y la universali-
(Carnap, «Psychologie in physikalis- entidades denotadas o significadas por (psicologismo). Sitúan la verdad en el dad de los principios racionales (de las
oraciones; los <<objetivos» se distin- plano subjetivo, entendiendo el sujeto verdades) resultan de las leyes (psicoló-
cher Sprache»).
1.3. Teorías esencialistas. Según es- guen de los estados mentales expresa- en sentido empírico, psicológico. La gicas) de la asociación: bastan las leyes
tas teorías, la verdad reside en el pla- dos por las oraciones, y puede haber verdad queda explicada, entonces, de la psicología para explicar la produc-
no de los objetos ideales o esencias. Se <<objetivos>> reales acerca de objetos no como un proceso psicológico. ción en nosotros de la creencia en tales
apoyan, principal~ente, en el "7sen- existentes e incluso acerca de objetos El término <<psicologismo» fue acu- principios. Así, p.e., el principio de no-
cialismo» (<<platomsmo>>) o en el «Idea- cuya existencia es lógicamente imposi- ñado en Alemania para designar las contradicción se reduce a la imposibili-
ble. Los <<objetivos» son verdaderos doctrinas de Fries y Beneke, quienes, dad de pensar (entendido el pensar
lismo objetivo>>.
El platonismo aloja la verdad en el cuando son hechos (son el caso), y oponiéndose al idealismo postkantia- como el creer), a la vez, dos proposi-
plano de las esencias con independen- falsos cuando no es el caso. Bajo la no, interpretan las formas a priori en ciones, una de las cuales niega la otra.
cia respecto de cualquier otro: las ver- influencia de Meinong admite también sentido psicológico. El conocimiento La inconsistencia que se expresa en el
dades, las leyes, etc., no son de natura- Russell por los años en que escribe The es, según Fries, una operación psíqui- principio de no-contradicción es inter-
leza subjetiva o lingüística, sino que Principles of Mathematics (1903) la ca, y el intelecto posee en sí la potencia pretada por Mili como una incompati-
constituyen esencias, al margen de la realidad de todo lo que fuera signifi- necesaria para el conocimiento comple- bilidad de los actos de juicio correspon-
existencia ael hombre; independiente- cado por cualquier palabra que apa- to y para la adquisición de la verdad. dientes en nuestra belief. El principio
mente de que exista un sujeto que pien- rezca en una frase significativa, e iden- Así, las leyes de la lógica no son leyes quedaría reformulado así: dos actos de
se, hable, opere o viva. Las variantes de tifica los <<objetivos» de Meinong con de las cosas, sino las leyes de la <<pen- fe opuestos contradictoriamente no
esencialismo son múltiples. El neopla- las proposiciones tal como eran defen- sabilidad de las cosas». Beneke, a su vez, pueden coexistir (An Examination of
tonismo bautiza el mundo de las for- didas por Moore y por él mismo. Las considera la psicología como la ciencia Sir William Hamilton's Philosophy).
mas de Platón convirtiéndolo en la in- proposiciones son complejos atempo- fundamental que explica las restantes. El psicologismo está arraigado en
teligencia divina. A través de Plotino rales de términos que poseen una pe- El psicologismo en la epistemología fue otras varias teorías: Boole pensaba es-
llega san Agustín a colocar el mundo de culiar unidad interna, y constituyen los propagado en Alemania por Ch. Sig- tar describiendo «las leyes del pensa-
las ideas inmutables y eternas en la in- acusativos objetivos de los actos pro- wart, W. Wundt, B. Erdman, H. Meier, miento» cuando escribía sus obras de
teligencia divina; la verdad es una, ne- posicionales. Estos acusativos objetivos G. Heymans, etc. Este último reduce la álgebra: Si la ley <<de dualidad» -la más
cesaria e inmutable; y la verdad de las tienen ser: «hay proposiciones verda- teoría del conocimiento a una <<química fundamental, según él, del álgebra
cosas creadas no es más que una suerte deras y proposiciones falsas, como hay de los juicios>>, que <<no es más que una booleana- es x 2 = x y no x 3 = x, ello se
de expresión de la verdad increada. Por rosas blancas y rosas rojas». psicología del pensamiento>>. La verdad debe, opina Boole (Investigación sobre
lo tanto, dice san Agustín (De libero También Husserl, siguiendo a Bren- queda, según él, reducida a determina- las leyes del pensamiento), a que nues-
arbitrio) e insiste san Anselmo (De ve- tarro, sostiene que todos los act_os das circunstancias psicológicas: el prin- tro pensamiento funciona por dicoto-
ritate), cada cosa no es verdadera sino mentales son intencionales; los ob¡e- cipio de no-contradicción es una ley mías y no por tricotomías. Asimismo
en la medida en que se conforma con tos intencionales son ideales, distintos natural del pensamiento que tiende a Piaget, principalmente en sus primeras
de los objetos reales y de los actos engendrar combinaciones de ideas no obras, tiende a concebir las leyes y es-
su modelo divino.
En la Modernidad propende al <<pa- intelectivos; vienen dados en una esfe- contradictorias. De manera similar tructuras lógicas en sentido psicológi-
radigma platónico>>, entre otros, Leib- ra ideal y son en oposición a los ?e- explica Sigwart (Logik) este principio co: son leyes que regulan el equilibrio
niz con su doctrina de las verdades de chos empíricos y a las formas apnon- como la imposibilidad de afirmar y de las operaciones del pensamiento y
razón, válidas en todos los mundos cas kantianas, eidéticas e irreales. A esa negar <<conscientemente» a la vez la que van apareciendo en el desarrollo
posibles. Bolzano sostiene, asimismo, esfera se accede a través de la reduc- misma proposición. psicogenético del individuo.
el aspecto objetivo (ideal) de la ver- ción (o método) fenomenológico, ~n­ La oposición de los psicologistas ale- 1.5. Teorías subjetivistas transcen-
dad. Las verdades en sí (Wahrheiten- tendido como intuición de esencJ~S- manes al idealismo transcendental post- dentales (idealismo). El paradigma es
an-sich) constituyen una subclase de Las verdades, entonces, como e.sencJas
. d kantiano es compartida también por los la teoría kantiana: la actividad sintéti-
puras, se ofrecen en su ongma · · 11da.
las proposiciones en sí (S!itze-an-sich), empiristas ingleses, comandados por ca del sujeto transcendental hace posi-
y, como éstas, son objetivas, con inde- propia y se imponen en la concienCia Stuart Mili. En lo referente a la teoría ble la experiencia, el conocimiento y
pendencia de sus aspectos subjetivos, erfecta de lo vivido Y lo dado. Las de la verdad, Mili, apoyado en el aso- la verdad. Esta reducción subjetivista
P
de su descubrimiento por los hombres, verdades (los axiomas de 1a 1'og 1ca d' ciacionismo de Hume, sostiene que (transcendental) se acentúa en el Opus
de su expresión verbal o de que pue- p. e.) emanan de esa <<esfera ide~~, - d~ todas las operaciones del espíritu se postumum, en donde el fenómeno se
dan ser pensadas. Bolzano es seguido ese <<tercer reino», en expreswn reducen, en último análisis, a sensacio- concibe como un plexo de relaciones,
· · · ver daderos-
Frege- pobla d a d e ¡moos
en esta dirección por Brentano y por nes asociadas natur;lmente de varias que son objetivas, más que en cuanto
VERDAD
572 VERDAD

573
dadas, en cuanto construidas, según América- mantiene como tesis central teoremas (verdades) lógicos son tauto-
una regla intelectual. En esta perspec- que la estructura global de. una lengua logías, sino que es precisamente su cotidiano y repetido; basta con hacer
tiva la ciencia y la verdad son c_ons- ejerce un influjo d.iferencial sobre el ver el uso o los usos del término o de
naturaleza tautológica lo que explica
tru~ciones. Las matemáticas consiste~ pensamiento de qmen la habla,. sobre su deducibilidad; y, puesto que los la expresión motivo del malentendi-
en la introducción de elementos par~I­ el mundo en que concibe la realidad y teoremas (verdades) matemáticos son do. Así, p.e., la única forma de inves-
culares -los números- en cuanto dis- sobre la manera como se comp_orra tigar el concepto de conocimiento con-
teoremas lógicos, se sigue que las
tintos de los conceptos generales; por frente a ella. Las lenguas, en su di:er- siste, según Austin («Other Minds»),
matemáticas son «una gigantesca tau-
eso sus juicios (<<7 +5 = 12>>, p.c.) son sidad sistemática, componen y e~mva­ tología». en estudiar los varios usos correctos
sintéticos y son a priori, por cuanto len a distintas formas de pensamie~to, de la palabra «conocer>>.
También Ayer sostiene (Lenguaje,
que sus conceptos nos vi_en~n dados por encima de las_ p~si_bles expenen- verdad y lógica) que las verdades lógi- Desde esta concepción nominalista
en la intuición pura, a prrort. cias de cualquier mdividuo humano: y convencionalista del lenguaje las
cas y matemáticas son tautologías, lo
El subjetivismo transcendental_que- «en las latentes clasificaciones de su verdades necesarias ( = analíticas) son
que equivale a decir, según él, que son
da consolidado con Fichte, Schelhn? y lenguaje patrio se encierran a priori analíticas, necesarias y a priori. Así, consideradas como reglas lingüísticas.
Husserl, entre otros. Fichte y Schellmg todos sus conocimientos del mundo y Así, según Strawson («Necessary pro-
p.c., la verdad de la proposición
colocan el principio supremo del ~a­ todas sus deducciones, esto es, t_odo «7+5=12» reside, según Ayer, en el
positions and entailment statements»),
ber -princitJio incon~iciona.do Y obJe- su pensamiento>> (Mauthner, Crtttca
hecho de que la expresión simbólica
las oraciones que expresan proposicio-
tivo idéntico y al mismo tiempo sm- del lenguaje). nes necesarias (verdaderas) expresan
«7+5>> es sinónima de •<12>•, de igual
téti~o- en el yo (Fichte) o autocon- El determinismo lingüístico es una
modo que la verdad de la proposición
reglas (o fórmulas de reglas) para re-
ciencia (Schelling). Ahí reside el punto tesis sostenida asimismo por la <<filo- petirlas como ayuda en la acción; son
«todo oculista es un doctor en ojos>>
de partida de la filosofía y el punto de sofía analítica>> con fuertes raíces en la ejercicios verbales para adquirir en la
depende del hecho de que el símbolo
llegada de todo el saber humano. obra de Wittgenstein. En la construc- práctica la inferencia u ocasionalmen-
«doctor en ojos>> sea sinónimo de
También Husserl, especialmente en sus ción lingüística de la idea de verdad te movimientos en un juego denomi-
«oculista>>, «Y la misma explicación es
últimas obras, entiende la fenomeno- cobra importancia fundamental la n_o- nado la construcción de un sistema
para cualquier otra verdad a
logía como la descripción de la con- ción wittgensteiniana de tautologta, deductivo. Ayer sostiene (<<Truth by
ciencia pura, del yo puro, y de las por cuanto que sirve de com~l~mento Otra modalidad de teoría lingüísti-
convention>>), así mismo, que las pro-
funciones de la constitución transcen- a la teoría del positivismo lo~Ic_o se- se encuentra en La lógica sin meta-
posiciones a priori (necesarias) son
dental de los objetos que de ella d~­ gún la cual solo las proposiCI_o_ne~ de E. Nagel: la verdad, la false-
reglas lingüísticas, <<sirven para ilus-
penden. Todos los o~jet_os del conoci- empíricas (sintéticas) son cog~os~ltlva la contradicción, la identidad, etc.
trarnos la forma en que usamos cier-
miento quedan constitUidos de I?ane- mente significativas y, consigUiente- tos símbolos y llaman la atención ha-
predican de las proposiciones en
ra transcendental por los actos Inten- mente susceptibles de ser verdaderas. cia usos lingüísticos». De ahí que los
elementos de un lenguaje na-
cionales sintéticos; y esta síntesis cate- Para ;esolver, entonces, el probl~ma principios de la lógica y de la matemá-
determinado. Así, p.c., las tres
gorial, que como tal solo se m~nifiesta que plantean las verdades de las «CJ~~- tica son universalmente verdaderos
. , que u na oracwn del pensamiento» son analíticas
en un proceso infinito, constituye la cias formales>>, se d Ira .. sencillamente porque nunca les permi-
. , co gnosotiva-e que se entiende por el término
verdad, de manera que la «fenomeno- constituye una aserc10n ....________ ón>>; <<estos principios son, timos ser otra cosa. Y la razón de esto
logía transcende~tal>>, e~ e~ ~roceso de mente sigm· ·t·Icatlva
· y, Por tanto ' qu¡ es que no podemos abandonarlos sin
prescriptivos para el uso
describir las funciOnes smteticas d~l .Yo es o bien verdadera o bien falsa so 0 lenguaje y no descriptivos>>; no
faltar a las normas que rigen el uso del
, · ) 0 au-
puro, es, al mismo tiempo, 1~ «logica si: 1) es analítica ( = tauto ] ogica - jan propiedades del ser o del su-
lenguaje, y haciendo así que nuestras
de la verdad>>; ella realiza «el Ideal del . .
tocontradictona, o Jen, b' 2) esdsuscep
m- expresiones se autoinutilicen.
. . · e co simplemente especifican las con-
conocimiento de sí, que no solo es la tibie al menos en pnncipiO, ]o- Otra modalidad de esta teoría lin-
mínimas para el discurso sin
fuente última de todo saber verdade- probación experimental. Una taut~es­ güística es la que sostiene que tales ver-
ro sino también todo su contenido>> .. , que en su dades son producto (consecuencia) de
gía es una proposicJOn d' . nal- 1. 7. Teorías lingüísticas descriptivas.
(F~rmale und traszendentale Logi~) . . , .
Pacio logicO>> resu ta m
1 . con ICIO . nes) su asiento en las Investigacio-
convenciones (reglas) lingüísticas. En-
1.6. Teorías lingüísticas prescnpt~­ mente (para todas sus as ignacJO fie- tre sus defensores cabe citar a J. Wis-
, no se re filosóficas de Wittgenstein, en
vas. En ellas la verdad viene determi- verdadera. Las tauto l ogias d cosas, se encomienda a la filosofía la
dom, N. Malcolm y M. Lazerowitz. Las
nada por la correspo~d~ente e_str~~t~­ · ' tado e verdades necesarias son, no proposicio-
ren, pues, afl ~mgul n es piedades for· de describir el uso del lenguaje.
ra lingüística. El relatlVlsmo hngmstl- sino que re e¡an as pro . ]mente, nes descriptivas del uso del lenguaje,
todas los malentendidos filosóficos
co -Humboldt, Weisgeber, Mauthner males del lenguaje. Y, fma e ]os sino fruto de presuposiciones de ciertas
· sostiene
· ellos el de la verdad- se solu-
y Trier en Europa; Sapir y Whorf en Wittgenstein no solo qu reglas lingüísticas y las oraciones que
arrojando clarÍdad sobre lo
expresan esas verdades elucidan o ex-
VERDAD
574 VERDAD 575

hiben el uso verbal, de manera que para hecho de que permiten que estas <<per- como adecuación es la oficial del to- vacía, sino el reflejo del mundo obje-
acceder a ellas hay que observar el uso cepciones sensibles» sean deducidas. mismo, bajo la formulación: veritas est tivo» (Lenin, Cuadernos filosóficos). La
lingüístico. La observación empírica del De modo similar M. Cohen (Rea- adaequatio rei et intellectus; fórmula teoría leninista del reflejo ha prevale-
uso lingüístico conduce al estableci- son and Nature) sostiene una concep- atribuida por santo Tomás a Isaac Is- cido en el Diamat, provocando la uni-
miento de que ciertas expresiones en un ción <<naturalista» de la verdad y de la raelí. En la doctrina tomista (De veri- ficación de la lógica, la dialéctica y la
determinado lenguaje son sinónimas y racionalidad en general: la racionali- tate) el conocimiento conlleva una teoría del conocimiento. La formula-
sobre la base de la sinonimia estableci- dad está inserta en la naturaleza, y los asimilación de un cognoscente a algo ción estándar será, entonces, que lo
da se obtienen las proposiciones (las principios lógicos y matemáticos pue- conocido; mas la primera relación del subjetivo (lógica, dialéctica, verdad,
verdades) necesarias. La noción de ver- den ser considerados, no solo como ser con el entendimiento es la de estar etc.) es reflejo de lo objetivo corres-
dad descansa, en definitiva, sobre la principios de inferencia aplicables a en conformidad con él; este acuerdo o pondiente, en donde realmente reside.
noción todos los sistemas, sino también como conformidad es conocido como una Por ejemplo: <<la dialéctica en nuestra
<<descripciones de ciertas relaciones adecuación del entendimiento y la conciencia es el reflejo de la dialéctica
este grupo se caracteri- invariantes abstractas, que constituyen cosa; y en ello consiste la verdad. Lo objetiva>> (R. Havemann, Dialéctica sin
zan, frente a las teorías reduccionistas un orden característico de un objeto que la verdad añade al ser es esa con- dogma).
d~l grupo 1), por hacer consistir la cualquiera••. La verdad, según Cohen, formidad o adecuación de la cosa y el
entendimiento, y el conocimiento de
2.3. dTiiiJÍ%17 la , Sl:ji!IIIIIM-
rrespon eneta. Las teonas e este gru-
verdad ~ la relación binaria entre los constituye una relación real entre ob-
componentes (o ingredientes) de la jetos naturales cualesquiera. la cosa se sigue de tal conformidad. po son de las más extendidas en epis-
estructura de la idea de verdad. Si, El <<idoneísmo» de Gonscth explica Por lo tanto, mientras que la entidad temología. El esquema común al que
pues, los componentes son tres -obje- también las verdades todas como <<es- de una cosa precede a la verdad, el se acogen es la separación de dos pla-
to (o), sujeto (s) y lenguaje (o)-, la quemas» de la realidad (del mundo conocimiento es un efecto de la ver- nos, que se dan por establecidos: el
relación es binaria y prescindimos de físico) de manera similar a como el dad. Finalmente, la adecuación exige, plano proposicional y el plano obje-
la posible asimetría de la relación, plano es un esquema descriptivo de la lógicamente, la permanencia de los tual, poniendo la verdad en la rela-
entonces caben las seis teorías relacio- ciudad (real). Ciertamente cabe consi- dos elementos (argumentos) de la re- ción (de correspondencia) entre am-
nales siguientes (la verdad consiste derar el plano en sí mismo: eso es lo lación: el entendimiento -sea el divi- bos.
en): 1) oRo: relación entre objetos; que hacemos con los objetos y relacio- no, sea el humano- y el objeto. De ahí La verdad como isomorfismo u
2) oRs: relación entre objeto y sujeto; nes lógicos, geométricos, etc. Pero su que subsiste la verdad aun cuando no homoiosis de un enunciado (lagos) con
3) oRo: relación entre objeto y len- significación exterior radica en la es- haya entendimientos humanos (dado una cosa (pragma) aparece formulada
guaje; 4) sRs: relación entre sujetos; tructura del mundo físico, no en la que se mantiene la relación (de ade- así por Aristóteles: <<es falso decir de
5) sRo: relación entre sujeto y lengua- estructura intrínseca. La verdad no cuación) entre el objeto y el entendi- lo que es que no es o de lo que no es
je;~ signos. constituye ni la percibimos como una miento divino). Pero si desaparecen que es, y verdadero decir de lo que es
- . - - . . Si conside- cosa en sí ideal y preformada, cual los elementos de la relación, desapare- que es o de lo que no es que no es»
ramos a o como objeto empírico, la objeto eterno; al contrario, es una es- ce la verdad (In I sent., d. 19, 1.5, a.l) (Met., lOllb). Este concepto de ver-
verdad para estas teorías reside en las quematización de la realidad y, como A este esquema de dualismo meta- dad lo toma Aristóteles de Platón,
físico se acoge también la teoría mar- quien, en el Teeteto (189 e), denomi-
relaciones entre objetos físicos. Todas
las leyes, incluidos los axiomas de la
tal_¡¡¡rr~d• •
S. JJJn!IJJecua~WJil§M. Todas xista del conocimiento y de la verdad. na falsa <da opinión de un hombre
lógica y de las matemáticas, tratan del estas teorías tienen en común el plan- Los componentes del par metafísico que, confundiendo en su pensamiento
mundo real, son leyes descriptivas tear la cuestión de la verdad sobre la son, asimismo, sujeto 1 objeto. Lo que un ser con otro, afirma el uno en vez
para un objeto cualquiera. Entre los base de un dualismo metafísico: sujeto cambia es la naturaleza y la dirección del otro». Y en el Sofista (263 b) sos-
sostenedores de tales teorías cabe citar 1 objeto (res cogitans 1 res extensa; es- de la relación: según la doctrina leni- tiene que <<el enunciado verdadero dice
a Russell: en Introduction to Mathe- píritu 1 cuerpo; conciencia 1 realidad; nista, el conocimiento se dirige <<del lo que es como realmente es», en tan-
matical Philosophy compara los axio- etc.) La verdad (y el conocimiento en sujeto al objeto, del concepto subjeti- to que <<el enunciado falso dice lo que
mas de la lógica y de las matemáticas general) se hace consistir, entonces, en vo al objeto». La verdad es el produc- no es como es». Los estoicos también
con las leyes de la naturaleza y la evi- la <<conformidad», <<Concordia», <<asimi- to del proceso dialéctico entre la obje- sitúan la verdad en la correspondencia
dencia lógica con la percepción sensi- lación» o <<adecuación» entre el sujeto tividad y la subjetividad; proceso que del enunciado con la cosa. Así, dice
ble, de modo que los axiomas no tie- y el objeto. consiste en el reflejo (en un proceso Laercio (Vidas, VII, 65) que, según los
nen que ser necesariamente evidentes Consecuente con la preponderancia eterno e infinito de movimiento) de la estoicos, el enunciado <<es de día» es ver-
por sí mismos, sino que su justifica- de esa tradición dualista metafísica en . naturaleza en el pensamiento. Así, p.c., dadero si realmente es de día; y falso,
ción estriba, como en la física, en el la Edad Media, la teoría de la verdad <<las leyes lógicas n.o.··son una cáscara si, en realidad, no es de día.
VERDAD VERDAD
576 577

Modernamente, aunque con otra guaje) es suficiente para preservar la círculo, Tarski emplea, en la defini- ta con Dios, y este le transmite la ver-
formulación diferente, la teoría de la definición. de verdad de las paradojas ción de satisfacción, un procedimiento dad, y, además, sobre cualquier mate-
verdad como correspondencia ha sido semánticas. La segunda exigencia de recursivo, lo cual exige comenzar indi- ria. Así es como santa Teresa (Mora-
propugnada por Wittgenstein en el una definición satisfactoria (material- cando qué objetos satisfacen las fun- das séptimas) accedió a una de las
Tractatus, considerando la verdad (la mente adecuada) se cumple, ahora, ciones proposicionales más simples (las principales verdades del dogma cris-
proposición verdadera) como un cua- postulando el siguiente esquema: Def. «atómicas»). Tal indicación suele venir tiano: la Trinidad.
dro o una proyección del hecho y de X es verdadera si, y solo si, p. En donde formulada diciendo que la función en El llamado <<tradicionalismo católi-
la misma estructura o «forma>> que p sea reemplazable por cualquier ora- cuestión «Conviene» a tales objetos, co» (De Bonald, De Maistre, Lamen-
este. El mundo es la totalidad de los ción del lenguaje a que se refiere la p.c., que la función blanca conviene al nais, etc.) propende a reducir el pen-
hechos atómicos. El hecho atómico palabra <<verdadera>>, y X sea reempla- objeto nieve. Pero en este caso, lo que samiento, la razón y la verdad al idio-
está compuesto de objetos y la figura zable por un nombre de esa oración. Si estamos haciendo es, no definir satis- ma, pero refiriendo, a su vez, la len-
del hecho (atómico) es la proposición se da esa equivalencia entre 1) <<X es facción, sino expresar la conveniencia gua a la revelación divina primitiva.
(atómica). La verdad, entonces, es una verdadera>> y 2) p, entonces la defini- (la relación inversa de la satisfacción). La última y más originaria fuente de
propiedad de las proposiciones y vie- ción es materialmente adecuada. La Así procedemos: si x < y, entonces y conocimiento, el criterio primitivo
ne caracterizada así: la proposición definición ha de formularse, pues, en > x; si x es padre de y, entonces y es para distinguir la verdad del error,
(atómica) es v.dadera si el estado de metalenguaje. En cambio, p, que figura hijo de x; si el objeto nieve satisface la está, según De Bonald (Législation
cosas por ella descrito existe; y falsa, en la definición, representa una oración función proposicional <<X es blanca>>, primitive) en el recuerdo común de la
si no existe; o dicho a la inversa: la arbitraria del lenguaje objeto; y X es re- entonces la función blanca conviene Humanidad, a través del lenguaje, que
proposición, si es verdadera, muestra emplazable por el nombre de esa ora- al objeto nieve. Pero tan primitivos los hombres recibieron de Dios. Por
cómo están las cosas. En consecuen- ción, de p, que constituye las condicio- (indefinidos) son los términos <, pa- tanto, todo saber ha de ser buscado en
cia, las proposiciones atómicas -aque- nes que garantizan la verdad de dicha dre de y satisface, como >, hijo de y la «tradición del lenguaje>>, reducido
llas a las que todas las demás son re- oración. Por ejemplo: <<La nieve es conviene. En general, la dificultad este a revelación primitiva, y el con-
ducibles mediante el análisis- son ver- blanca>> es verdadera si, y solo si, la mayor que plantea esta concepción de senso social se erige en criterio de la
daderas cuando son congruentes (co- nieve es blanca. la verdad es la separación de dos pla- verdad. Este acuerdo (o consenso) de
rrespondencia como congruencia) con Cumplidas estas dos exigencias, for- nos, que se da por establecidos: sepa- todos los hombres, que nos es conoci-
los hechos. mula Tarski la por él llamada «defini- ración entre el plano proposicional y do por testimonio, tiene, según La-
La formulación más conocida den- ción semántica de verdad>>, apelando a el plano objetual, poniendo la verdad mennais (Essai sur l'indifférence en
tro de este grupo de teorías es la llama- la noción de satisfacción, entendida en la relación (de correspondencia) matiére de religion), por causa próxi-
da <<teoría semántica>> de Tarski. Según como «relación (binaria) entre objetos entre amb. ma la razón general humana, y por
él, una definición satisfactoria de ver- arbitrarios y ciertas expresiones (fun- uLM 1 22
2.4. !]; 1t g causa última el testimonio dado origi-
dad exige que sea formalmente correc- ciones proposicionales)>>. Una oración tistas. Las teorías de este grupo son nariamente por Dios en su revelación
ta y materialmente adecuada. La prime- es una función proposicional que no variadas y diversas, aunque todas ellas al género humano. Este consenso co-
ra exigencia se cumple utilizando len- contiene variables libres. Cabe, enton- siguen el mismo esquema: sitúan la mún (consensus gentium) constituye el
guajes <<semánticamente abiertos>>, i.e., ces, definir la satisfacción a través de la verdad en las relaciones entre sujetos. principio de la demostración y la ga-
utilizando en la definición de verdad verdad. Así, ciertos objetos satisfacen Una primera modalidad es la deter- rantía de la incontestabilidad de las
dos lenguajes: 1) el lenguaje-objeto una función dada si esta se convierte en minación de la verdad sobre el princi- deducciones (de las verdades), y no
(lenguaje usado para hablar acerca de una oración verdadera cuando reem- pio de autoridad; principio que exige solo de las verdades morales y socia-
objetos). La definición de verdad se plazamos sus variables libres por nom· relaciones (asimétricas) entre uno más les, sino también de las matemáticas y
aplica a las oraciones de este lenguaje; bres de ~bjetos dado~·- Por ejempl_o, ~ sujetos y otro sujeto. Por ejemplo, en físicas y aun de la certeza del cogito
y 2) metalenguaje, lenguaje en que ha- nieve satisface la funcwn proposlClO~ la Iglesia católica, en lo concerniente a ergo sum.
<<X es blanca», ya que la oración «la nie- materias de fe y costumbres, todos los Esta doctrina <<tradicionalista>> es el
blamos acerca del primer lenguaje, y en
cuyos términos deseamos construir la ve es blanca>> es verdadera. fieles están en relación de subordina- pendant dentro de la ortodoxia cató-
definición de verdad para el primer len- Pero esta manera de proceder re· ción al Papa, que es infalible cuando lica, al socialismo positivista del tipo
-- de
sulta circular: se apela a la nocwn. _
guaje. La definición de verdad ha de ser, · habla ex cathedra de tales materias. del de Durkheim. Para este, en efecto,
pues, relativa a un lenguaje L. y formu- satisfacción para llegar a la definiC 1011 El misticismo utiliza este mismo la oposición entre lo verdadero y lo
lada en otro lenguaje, Ln+l' que consti- de verdad; y se utiliza, luego, la nfo· esquema, aunque cambiando los tér- falso se reduce, como la oposición de
tuye un metalenguaje con respecto aL,. ción de verdad para establecer 1a de 1·, minos (argumentos) de la relación: el lo sagrado y lo profano en religión, a
Y esta distinción (lenguaje 1 meta/en- nición de satisfacción. Para evitar este sujeto místico entra en t"dación direc- un problema de acuerdo y de des-
VERDAD VERDAD
578 579

acuerdo social. El signo característico cia. Por ello parte del supuesto -si- estos requisitos, la obtención de la Si no logran disipar la confusión, ni
de la verdad es la entente de los espí- guiendo en esto a Strawson- de que verdad equivale a la obtención del eliminar fallos, si encuentran la confu-
ritus. Por eso la verdad impele a la <<los hechos no son cosas o eventos consenso: <<Verdad significa la prome- sión, la incertidumbre, el mal, cuando
adhesión, imponiéndose al espíritu in- sobre la faz de la tierra que puedan sa de alcanzar un consenso racional». se actúa sobre ellas, entonces son falsas
dividual: es, pues, función de la socie- ser vistos, oídos o sentidos», sino que La verdad (y el consenso) constituyen, (Dewey, La reconstrucción de la filo-
dad, la cual crea las leyes y las catego- <<los hechos son derivados de los enun- de este modo, un ideal regulativo. sofía).
rías, a las que obedece el pensamiento ciados>>. Con esta definición lingüísti- Habermas enfatiza los aspectos ínter- El pragmatismo sigue constituyen-
individual, aun cuando parezca que ca de <<hecho», el problema de la ver- subjetivos y dialógicos del problema do un ingrediente, combinado con
poseen existencia propia e indepen- dad es una cuestión discursiva. El lo- de la verdad; esta aparece, ahora, no otros -filosofía analítica, postpositivis-
diente. Las nociones de tiempo, de cus de la verdad son los enunciados (o como algo poseído por un sujeto indi- mo, etnocentrismo, etc.-, en la mayo-
espacio, de causa, etc., nacen en el aserciones), no las sentencias (o pro- vidual, sino más bien como el produc- ría de las doctrinas de los filósofos
momento en que los miembros de un posiciones). Por consiguiente, el pro- to de una comunidad de individuos en norteamericanos: R. Boyd, H. Putnam,
clan han tenido que ponerse de acuer- blema de la verdad gira en torno a la relación activa a través de un discurso D. Davidson, R. Rorty, y otros. En
do para llevar a cabo ciertos actos en validación de las exigencias propias común. epistemología se declaran <<antirrealis-
común. Y da noción de no-contradic- del lenguaje, más bien que en la veri- A esta familia de teorías pertenece el tas», por lo que <<nada, ... ninguna cosa
ción tiene,¡.como base fundamental la ficación de la experiencia. Y la valida- pragmatismo, que se presenta, en un hace a las oraciones y a las teorías
necesidad de una entente social». En ción de las exigencias de verdad viene principio, como reacción al idealismo, verdaderas: ni la experiencia, ni el
consecuencia a estructuras sociales di- gobernada por el ideal de obtener un tratando de explicar el problema del mundo ... » (Davidson, Inquiries Con-
versas deben corresponder estructuras consenso en el discurso. Los dos fun- conocimiento en términos de experien- cerning Truth and Interpretation). La
de pensamiento diferentes. damentos de dicho consenso son: a) cia, y erigiendo la acción del sujeto en verdad se asienta en <<la convergencia
Para apoyar esta última conclusión, una <<lógica del discurso», y b) una el fundamento último de la verdad. Su de las teorías>> (Boyd); en <<los planes
se dedica Lévy-Bruhl al estudio de las situación de habla ideal. Para ilustrar fundador, Peirce, sostiene que la co- sin fricción» (Putnam); en «el princi-
sociedades salvajes, y llega a estable- la primera invoca Habermas el mode- nexión del sujeto epistemológico con pio de caridad» (Davidson); en <<el
cer una oposición completa entre la lo de argumentación jurisprudencia! las cosas está siempre mediatizada por consenso intersubjetiva» (Rorty); for-
«mentalidad primitiva>> y la del hom- propuesto por T oulmin, según el cual las ideas -siempre parciales y limitadas mulaciones todas ellas que renuncian a
bre «civilizado>>. Esta oposición se queda garantizada la objetividad del al campo de la experiencia- que sobre fundamentar la verdad (y el conoci-
manifiesta, sobre todo, en el dominio debate mediante la exclusión sistemá- ellas posee el sujeto, de modo que si miento) fuera de las relaciones ínter-
de la lógica: los primitivos, en la ela- tica de ciertas propuestas o contrapeo- bien los caracteres figurativos de lo real subjetivas. La verdad nada tiene que ver
boración de su pensamiento, no obe- puestas de ponente y oponente. En no dependen de lo que cualquier hom- ya con un supuesto reflejo objetivo de
decen al principio de contradicción de · realidad, esta <<lógica del discurso» se bre pueda pensar que son, sí depende la realidad, sino que es una «mera
la misma manera que nosotros. Ellos apoya en la presuposición implícita de de la opinión que está destinada a ser cuestión de solidaridad>>, Y, abando-
identifican, por el hecho de sus condi- una situación de habla ideal: la presu- adoptada por la totalidad de los inves- nada la objetividad universal de la
ciones de existencia, seres que noso- posición de tal situación sirve para tigadores en un futuro, y <<esa opinión verdad, solo queda intentar que el
tros consideramos sin relación alguna. asegurar que el consenso alcanzado que está totalmente prescrito que sea al consenso entre comunidades o escue-
Los primitivos tienen una mentalidad viene racionalmente motivado por el fin abrazada por todos los que investi- las sea lo más amplio posible, habida
«prelógica>>; se rigen por otros princi- requisito de que todos los participan- gan, es lo que entendemos por verdad, cuenta de que lo «verdadero>> es fun-
pios que los extraídos de la clasifica- tes en el discurso tienen una distribu- y el objeto representado en esta opi- ción de lo «aceptable>> para los que
ción porfiriana de géneros y especies. ción simétrica e igual en la posibilidad nión es lo real>> (Peirce, Mi alegato en participan de determinados modelos
Una versión actual del sociologis- de seleccionar y emplear actos de ha- favor del Pragmatismo). Dewey se ad- (Rorty, Consecuencias del pragma-
mo es la <<teoría del consenso>> de Ha- bla, i.e., de contribuir a la validación hiere a esta formulación de la verdad tismo).
bermas, desarrollada por este en su de las exigencias de verdad. Un requi- de Peirce en cuanto fruto de la colecti- 2.5.
ensayo de 1973: Wahrheitstheorien, y sito adicional es que, en principio vidad de investigadores. El fruto (el ción exprestva.
matizada en otros escritos ulteriores. (idealmente), el contexto del discurso éxito, la utilidad) constituye, por tan- en la «filosofía analítica>>, con raíces en
Con su teoría del consenso pretende quede indefinidamente extendido en to, el criterio de verdad -<<por sus fru- las Investigaciones filosóficas de Witt-
Habermas resolver el problema de la el tiempo, de modo que ningún po- tos los conoceréis>>-; de manera que las genstein. El lenguaje queda reducido,
verdad, ante el que han fracasado -se- tencial participante quede vetado a ideas, los conceptos, las teorías, etc., <<si en lo esencial, a sus funciones pragmá-
gún él- las teorías anteriores y, en entrar en el debate ni ninguna opinión salen con éxito en su función, son fia- ticas; está constituido por <<juegos lin-
especial, la teoría de la corresponden- relevante quede sin expresión. Con bles, sanas, válidás, buenas, verdaderas. güísticos>> que vienen a expresar la for-
VERDAD VERDAD
580 581

ma de vida de los sujetos que lo hablan. flationary theories), por cuanto que una prooración, siendo esta de la for- Mathematik I, § 1). Con estos requisi-
De ahí que muchos enunciados no tie- pretenden <<desinflar>> los superinflados ma X es . . . verdadera, en donde «ver- tos cabe construir un encadenamiento
nen como función informar o describir globos de las teorías substantivistas dadera» puede ser negado o modifica- coherente de teoremas (verdades del
( = «falacia descriptiva»), sino que tie- -teoría de la correspondencia, teoría do modalmente, y X nombra o se sistema): toda proposición obtenida
nen una función expresiva; forman par- de la coherencia, etcétera. refiere a una oración o clase de ora- mediante <<reglas de deducción>> a par-
te del comportamiento, o de un acto, El locus classicus de la teoría del ciones. tir de los axiomas, constituye una ver-
del sujeto hablante. Austin las denomi- desentrecomillado es Quine (Filosofía En todas las anteriores formulacio- dad (teorema). El método axiomático
na «expresiones realizativas»; como, de la lógica), quien, restringiéndose al nes, la verdad, en cuanto término apli- se convierte, así, en el método general
p.e., «yo juro» o «yo prometo». En este tema de la verdad de las oraciones, cado a oraciones, cumple una función para la investigación y el desarrollo
grupo mete, luego, Strawson a las ex- establece el eslogan: <<verdad es desen- pragmática; no exige, por tanto, un científico.
presiones tales como <<esto es verdad», trecomillado>>. El término verdadero, análisis en términos de otras entidades El formalismo hilbertiano ha ejerci-
<<verdadero», <<esto es falso», etc., ofre- aplicado como predicado a una ora- o relaciones metafísicas o epistemoló- do gran influencia en otras corrientes
ciendo sobre esta base su solución al ción {«la nieve es blanca>> es verdade- gicas. Son, por lo tanto, teorías no- científicas y filosóficas. En el estructu-
problema de la verdad. Esta solución ra), funciona como un mecanismo de ralismo francés la verdad queda redu-
fue presentada, primeramente, por desentrecomillado; no contribuye en cida a la validez en el sistema formal
Ramsey: la icrdad, según Ramsey, es nada a la significación de la oración o estructura. Así: en matemáticas (y
un predicado que se aplica a las propo- entrecomillada; constituye una mera caracterizan por mantenerse en el pla- en lógica) la verdad reside en la de-
siciones. Y dicho predicado no añade traducción de dicha oración. Sin em- no lingüístico (de los signos), sin refe- ducción a partir de premisas fijadas
nada (ni de hecho ni lógicamente) a la bargo el término verdadero posee dos rencia alguna al plano subjetivo o al arbitrariamente (o de otro modo) por
proposición, de modo que: <<es verdad funciones de pragmática lingüística. La plano objetivo. Son múltiples las teo- los axiomas (Bourbaki); en lingüística,
que p», <<es un hecho que p» y <<P» son primera, como regla de uso lingüísti- rías de este tipo, pero la paradigmáti- el lenguaje es planteado en términos
todas proposiciones lógicamente equi- co: siempre que uno usa una oración ca es, sin duda, el formalismo hilber- de relaciones entre sus unidades, es
valentes y todas ellas tienen el mismo X que consta del predicado «es verda- tiano. decir, como una estructura, y el va-
contenido o dan la misma información. dero>> añadido a una oración entreco- Como antecesores del formalismo lor de cada signo depende de su po-
Por lo tanto, los predicados <<es verdad>> millada Y, uno puede usar, asimismo, de Hilbert están Hankel y Thomae. sición, de su valor diferencial dentro
y <<es un hecho>> son lógicamente super- la oración Y; y viceversa. La segunda Para este último la aritmética es una del sistema (Saussure, Hjelmslev, etc.);
fluos y semánticamente redundantes función es como recordatorio de que, juego con signos que se dicen vacíos; en filosofía, según Foucault, la verdad
(<<Teoría de la redundancia>>). Locucio- aunque las oraciones sean menciona- no poseen otro contenido que el que y la racionalidad quedan relativizados
nes tales como <<es verdad que p>> son das (mediante el entrecomillado o les es asignado por su comportamien- a la episteme: la <<arqueología del sa-
expresiones realizativas; en ellas <<es mediante el añadido del predicado ver- to respecto de las reglas de juego. Esas ber>> tiene, entonces, la tarea de deter-
verdad que>> (o <<es verdadero») no es el dadero), no obstante las oraciones con- reglas de juego son, en el sistema de minar la manera en que se disponen
nombre de una relación, porque no es ciernen a la realidad: «el predicado Hilbert, los axiomas. Los axiomas son las distintas figuras epistemológicas en
nombre de nada; nunca es usado para verdad nos advierte que, pese a la as- para Hilbert «definiciones implícitas», cada episteme. Por ejemplo <<la verdad
describir o adscribir una propiedad a censión semántica que nos hace hablar y los términos que designan los ele- [del Quijote] no está en la relación de
ese enunciado; es un recurso lingüísti- de oraciones, seguimos con la vista mentos primitivos pueden ser conside- las palabras con el mundo, sino en esta
co adecuado, que usamos para expre- puesta en el mundo>>. rados como variables libres. En eso tenue y constante relación que los
sar nuestro asentimiento o acuerdo También sobre el análisis de la ver- consiste la formalización: los elemen- marcos verbales tejen entre ellos mis-
(<<Teoría realizativa de la verdad»). El dad de las oraciones se ha formulado tos del sistema y las relaciones que mos>> (Las palabras y las cosas).
problema (o mejor, <<el malentendido>>) (Grover, Camp y Belnap, <<A prosen- entre ellos se establecen son expresa- Pero ha sido Carnap quien de ma-
de la verdad queda resuelto (<<disuelto>>) tential theory of truth>>) la <<teoría pro- dos por símbolos «desprovistos de nera más sistemática ha defendido la
al reducirla a la función expresiva de su oracional>>, según la cual <<es verdade- toda significación>>. Reciben solamen- teoría de la verdad como coherencia
uso lingüístico (relación entre sujeto ro», aplicado a una oración, constitu- te de una forma implícita su determi- sintáctica (Logische Syntax der Spra-
hablante y signo lingüístico). ye, no un predicado atributivo, sino nación a través de los axiomas, de che). Carnap considera los lenguajes
De la teoría de la redundancia han un mecanismo lingüístico para incre- modo que «en todas sus consideracio- como cálculos, y los cálculos como
derivado otras varias -teoría del des- mentar el poder expresivo (función nes la axiomática formal no utiliza más sistemas de algo (símbolos y signos),
entrecomillado, teoría prooracional, expresiva: relación o-s) de nuestro len- relaciones primitivas que las formula- de lo que solo se necesita conocer las
teoría minimalista- denominadas ge- guaje. Según esta teoría, <<es verdade- das expresamente por los axiomas>> reglas de formación y de transforma-
néricamente <<teorías desinflativas» (de- ro>> es una parte sincategoremática de (Hilbert y Berrnrys, Grundlagen der ción con vistas a construir el lenguaje
VERDAD VERDAD
582 583

en cuestión. Los axiomas vienen esta- (conceptos, en adelante) depende de la del lenguaje, son producto de la acti- vez, operados, manipulados de muy
blecidos de manera hipotética y las ontología que se mantenga. Aquí par- vidad (de las operaciones) de los suje- diversas maneras, dando lugar a nue-
reglas son estipulaciones convenciona- timos de un realismo pluralista, tipo tos; pero, esa actividad ha de desen- vas construcciones (realidades): con
les; se impone «el principio de tole- Popper: hay tres -ni más ni menos, en volverse, a su vez, en la horma esta- ladrillos podemos hacer tabiques; con
rancia>>: cada cual es libre para cons- tanto que son <<transcendentales>>: se blecida por las relaciones que efectiva- conceptos podemos hacer enunciados,
truir su lógica, a condición de que bastan pero se necesitan entre sí- mente median entre las realidades MI' sentencias, promesas, teorías, etc. En
previamente la haga explícita y luego mundos (reinos, géneros ... ) de realida- M 2 y M 3 , o como dice Leibniz <<por la ambos casos, las construcciones no son
la siga rigurosamente. La verdad lógi- des (objetos, materialidades ... ), y los proporción entre caracteres y cosas y arbitrarias o convencionales: no cabe
ca deja de tener, entonces, un sentido conceptos -los constituyentes de la por las relaciones entre sí de los diver- construir un tabique a partir de 2 m.
absoluto para convertirse en relativa a verdad- son realidades del tercer mun- sos caracteres que expresan las mis- por encima de la base o a partir de la
un lenguaje: la L-verdad. «Verdadero>> do (M 3 ), de modo análogo a como los mas cosas>> (Dialogus, Phi!. Schr., VII). bóveda hacia abajo; como no cabe
es, ahora, un predicado aplicable a los ladrillos son realidades del primero El lenguaje constituye, además, un construir un enunciado juntando pa-
enunciados que se coordinan con las (M 1) y las esquizofrenias lo son del medio para producir realidades muy dre e hijo entre los mismos argumen-
reglas formales: reglas de definición segundo (M). Las realidades de M 3 diversas (J. L. Austin, How to do tos de la relación: x es padre e hijo de
(axiomas), de formación (fórmulas) y -número positivo, ángulo recto, mes things with words), entre ellas los y. En estos casos no hay, en realidad,
de transfor~ción (deducciones). de mayo, padre, etc.-, a su vez, no son conceptos. Estos, como antes hemos construcción; son solo construcciones
3. Teoría constructivista de la ver- elementos primitivos, atómicos; son ta- señalado, no son realidades primiti- aparentes.
dad. Esta teoría que aquí defendemos les en tanto que se combinan con otros vas, dadas de antemano, subsistentes Una construcción con conceptos es
exige, en primer lugar, tener en cuenta en configuraciones; son construcciones por sí desde toda la eternidad con sus una realidad compleja, con una estruc-
las anteriores teorías monistas y rela- de los sujetos por medio del lenguaje. propiedades, sino que devienen tales, tura (symploké) que viene establecida
cionales, no tanto para rechazarlas sin De ahí que el lenguaje constituya un cobran sentido, a través de las opera- por las características y respectos de
más, cuanto para negarlas pero incor- ingrediente necesario de la idea de ciones que los enclasan en determina- los conceptos constituyentes. Y, si-
porándolas a la que aquí se sostiene. No verdad. Pero entendiendo el lenguaje das configuraciones y a través de las guiendo la formulación aristotélica, en
constituye, por lo tanto, una nueva teo- desde la siguiente filosofía: el lengua- proporciones entre ellos y otras rea- esa symploké o estructura -resultado
ría. Si acaso su novedad resida en la je humano no es un organismo (Schlei- lidades. Los conceptos son, por tan- de la composición o separación de
combinación (síntesis) de tesis filosófi- cher), porque no constituye una uni- to, construcciones, por medio del len- conceptos- reside la verdad (y la fal-
cas, por lo demás ya clásicas, pertene- dad con existencia propia y vida aisla- guaje, en M 3 • A este procedimiento lo sedad).
cientes a la ontología (<<realismo plura- da; tampoco es monádico: no puede llama Spinoza (De intellectus emen- La verdad (o lo verdadero) es una
lista>>) y a la filosofía del lenguaje (co- ni formarse ni existir en un individuo datione) fingere ideas, entendiendo el symploké (estructura) de conceptos
nexión lenguaje-pensamiento). Su for- solo. El lenguaje pende de la actividad fingere, no como fingir (mentir), y el auténtica, real, no ficticia. Por ejem-
mulación más precisa la encontramos de los hombres; es una construcción resultado (la idea o concepto) como plo: 6 es un número par. En tanto que
en Aristóteles: symploké noématon esti colectiva; se ha ido haciendo (y se si- una ficción, sino como modelar o la falsedad (o lo falso) es una symplo-
to alethés e pseudós (De anima, 8, 432a, gue haciendo y deshaciendo) a través componer. Por ejemplo: componer ké (estructura) de conceptos aparente,
11); peri gar synthesin kai diaíresin esti de las operaciones y de las relaciones (construir) la idea de esfera a partir ficticia: no hay realmente estructura.
to pseudós te kai to alethés (De inter- entre los sujetos, hasta constituir una de la de semicírculo. Así también para Por ejemplo: 2 es mayor que 6.
pretatione, 1, 16a, 12). realidad de M 3 , de propiedad común Caramuel (Theologia rationalis) el Las auténticas symplokés de con-
La verdad (y la falsedad), según entre los hombres; es una construc- universal no es un ente de razón (una ceptos = verdades, realidades de M 3 ,
esto, exige que haya symploké (co- ción que hemos heredado, que está a ficción), sino un paradigma modelado son, por lo tanto, construcciones de
nexión, estructura) entre elementos de nuestra disposición gratis, con sus ex- a partir de los entes físicos, del mis- los sujetos, pero no arbitrarias, sino
cierta naturaleza (los noémata) en tan- celencias y sus defectos, y que es am- mo modo que Musa es el paradigma posibilitadas por las características
to que resultado de operaciones -com- pliable (Mauthner). Pero ni es amplia- universal de la primera declinación la- objetivas de los elementos (los concep-
posición (synthesis) - separación (diaí- ble arbitrariamente ni se ha constitui- tina. tos) empleados en la construcción, de
resis)- sobre esos mismos elementos. do convencionalmente (quedan recha- Según esto, los conceptos son obje- manera que -como argumentan Frege
Por lo tanto, en la determinación de zadas, por tanto, las tesis de la arbitra- tos de M 3 construidos por los hom- y Husserl- si tenemos los conceptos
la idea de verdad, la teoría constructi- riedad del signo lingüístico (Saussure) bres en la horma del lenguaje, de de adición, de igualdad, de 2, de 3 y
vista incorpora operaciones, además de y la del convencionalismo del lenguaje modo análogo a como los ladrillos son de 5, no cabe otra symp/oké («no
relaciones (como las teorías relaciona- (Wittgenstein, Cama p ... ), y ello debi- objetos de M 1 construidos en moldes podemos por menos de juzgar>>) que
les). La naturaleza de los noémata do a que los componentes (elementos) de hierro. Y esfos objetos son, a su 2+3=5. Esta symploké (este Gedanke,
584 VERDAD VERIFICACIÓN 585

en términos de Frege) es una verdad, diciones para que un enunciado sea dimiento finito de decisión sistemática conceptual. Las verdades así configu-
y constituye una realidad pertenecien- verdadero, pero no establece las con- de todos los teoremas (verdades); o radas han de ser coherentes, tanto con
te, no al mundo exterior ni al de la diciones para nuestra determinación dicho de otro modo: no es posible las demás verdades del ámbito, como
representación subjetiva, sino aun <<ter- sobre si el enunciado es verdadero (P. construir una máquina finita, en el con las verdades de los demás ámbitos
cer reino» (Frege), y se nos impone: K. Moser, Knowledge and Evidence). sentido preciso de una <<máquina de conceptuales, de manera que esa co-
no podemos cambiarla al hacer el 2. Carece de sentido la respuesta (y Turing>>, tal que, escribiendo todas las herencia o armonía (synfonía, Platón)
enunciado. Por eso <<las proposiciones la pregunta). Desde la teoría de la secuencias de los axiomas una tras interna al ámbito conceptual es la que
matemáticas, aunque no digan algo verdad como coherencia sintáctica otra, aparezca entre ellas el teorema marca su extensión: los límites de la
acerca de la realidad espacio-tempo- (formalismo hilbertiano), la hipótesis en cuestión. Pero los resultados de verdad. Y dentro de esos límites, final-
ral, pueden sin embargo poseer un del continuo es indecidible, puesto que Godel no implican en modo alguno la mente, unas verdades son más funda-
contenido objetivo sólido, en la medi- no puede ser refutada (prueba de imposibilidad para los humanos de mentales que otras (verdad gradual).
da en que digan algo acerca de las Godel) ni establecida (prueba de Co- alcanzar alguna verdad o algún tipo Aunque <<hablar de verdades más fun-
relaciones entre los conceptos» (K. hen) empleando el sistema formal es- de verdades por nuestros propios me- damentales pone nerviosos a los filó-
Godel, Ensayos inéditos). Y esto vale, tándar (Zermelo-Fraenkel) de la teo- dios racionales; significan solamente sofos» (S. Weinberg, El sueño de una
tanto parq_ las verdades matemáticas ría de conjuntos. Constituye, por tan- que los recursos de la razón humana teoría final), podemos decir que el
-symplokt!t de conceptos matemáti- to, un sinsentido decir de ella que es no han sido ni pueden ser totalmente grado de fundamentalidad está en fun-
cos-, como para las verdades físicas, verdadera o falsa. formalizados, y que subsiste la posibi- ción del grado de fertilidad que tienen
lingüísticas, históricas, etc. Así, p.e., 3. La respuesta, desde la teoría lidad de descubrir nuevos procedi- ciertas configuraciones (<<principios»,
dados los conceptos de samapul, haya, constructivista, es condicional: la hi- mientos de demostración, como mues- verdades) para la reconstrucción de
mayor, dureza, blandura y valentía, la pótesis del continuo ha de ser verda- tra la propia obra de Godel. otras verdades dentro del ámbito res-
symploké: la madera de samapul es dera o falsa, si bien dilucidarlo requie- Pero descartado el criterio general pectivo. Verdades más fundamentales
más valiente que la de haya o la ma- re nuevas formas de razonamiento, de verdad, la teoría constructivista son, por lo tanto, aquellas que son más
dera de samapul es más blanda que la empleando, p.e., proposiciones como ofrece un criterio de verdad, relativo a comprensivas en su ámbito conceptual.
de haya solo aparentemente son cons- la del teorema de Godel pero con res- los ámbitos conceptuales particulares:
trucciones, son realidades ficticias: son pecto al sistema de Zermelo-Fraenkel. la coherencia; y relativo en su alcance: ALLEN, B., Truth in Philosophy. Cambrid-
falsedades. El criterio <<Constructivista» de verdad verdad gradual. Las verdades se cons- ge, Mass., HUP, 1993; KIRKHAM, R. L.,
Theories of Truth, Cambridge, Mass.,
Criterio de verdad. Si la verdad, es: una construcción dada será una truyen dentro de ámbitos conceptua-
MIT, 1992; VELARDE, J., Conocimiento
según lo expuesto, es una construcción construcción auténtica, una verdad, si les, y la coherencia (no reducible, sin y verdad, Oviedo, Universidad de Oviedo,
compleja auténtica en M 3 , ¿qué decir es posible llegar a ella a partir de otras. más, a la mera consistencia en un sis- 1993.
de la construcción 2" 0 = x1 (hipótesis La verdad (o falsedad) de la hipótesis tema formal) constituye la conditio
del continuo de Cantor)? CEs una ver- del continuo depende, según esto, de sine qua non de la verdad: para que Julián Ve/arde Lambraña
dad o una falsedad? Caben (y se han la posible reconstrucción a partir de una symploké de conceptos sea verdad
ofrecido) tres tipos de respuestas des- su ajuste (coherencia) con el desarro- no basta con su no contradicción in-
de las diversas teorías de la verdad: llo (con la adición) de nuevas verda- trínseca y su no contradicción y su no
l. No hay respuesta. Hecha la dis- des, como el axioma de Martín y los contrariedad con otra verdad; es nece- Verificación
tinción entre criterio y definición de teoremas de Friedman y Steinhorn sario, además, que esté en acuerdo
verdad (N. Rescher, The Coherence sobre las estructuras de Borel. positivo con las demás verdades del El principio de verificación es el prin-
Theory of Truth), las teorías de la ver- La respuesta condicional comporta ámbito conceptual. cipio de significación cognitiva del
dad solo definicionales -teoría de la un criterio relativo de verdad: la cohe- Respecto de un ámbito conceptual, empirismo lógico y establece que <<una
correspondencia, p.e.- no tienen res- rencia. Criterio relativo, no absoluto, las verdades se van construyendo, se frase tiene sentido literal siempre y
puesta; simplemente porque la pre- por cuanto que el teorema de Godel van engarzando unas en otras, y en cuando la proposición por ella expre-
gunta es impertinente: la relación de establece que no hay criterio (método ese proceso de construcción hay pro- sada sea o analítica o empíricamente
correspondencia (entre enunciados y de decisión) general de verdad: si es- greso, por cuanto que las verdades se verificable» (Ayer, 1936). Por empíri-
cosas) definitoria de la verdad, es de cogemos cualquier sistema bien defini- van haciendo más fértiles; van anudan- camente verificable se entiende que el
un tipo lógico distinto del de la rela- do de axiomas y reglas de inferencia, do más relaciones entre los conceptos, enunciado es o bien un enunciado
ción epistemológica: saber si se da, o siempre existen teoremas (verdades) tienen más «éxito inductivo» (Godel): básico (enunciados protocolares) o es
no, tal correspondencia. La teoría de que son indecidibles respecto de esos más capacidad reconstructora de figu- reducible a un conjunto de enuncia-
la correspondencia establece las con- axiomas, i.e., no existe ningún proce- ras (verdadéS} dentro de su ámbito dos básicos observacionales. Fue esta-
-------- --- ------ -

T
I

ALEJANDRO HERRERA IB ANEZ

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Stace, W. T. (1970), <<The Refutation of Realism»: Mind 43, pp. 145-155. sion lingufstica y Ia realidad. Esta concepcion se remonta aPlaton (So-
Swartz, R. J. (ed.) (1965),Perceiving, Sensing, and Knowing, Doubleday, Gar- fista, 263b) pero sobre todo a Aristoteles. En ellibro Gamma (7, 1011
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b 25) de Ia Metafisica leemos: <<Decir de lo que no es que es, o de lo
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Van Fraassen, B. (1980), The Scientific Image, Clarendon Press, Oxford. lo que no es que noes verdadero». La verd:d es pues una relz~i6n entre
Warnock, G. J. (ed.) (1967), The Philosophy of Perception, Oxford University un «decir>> (legein) y <<lo que es».
Press, Oxford. Posteriormente los estoicos consideraron Ia verdad o falsedad
Williams, D. C. (1966), Principles of Empirical Realism: Philosophical Essays, como propiedades de las proposiciones, mejor dicho, de lo enunciado
editorial assistance by Harry Ruja, Charles C. Thomas, Springfield Ill. en las proposiciones o aseveraciones (axiomata), segun corresponda o
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1988) .. Tomas de Aquino recogiola formulacion de un neoplatonico judfo
Wright, C. (1986), Realism, Meaning and Truth, Basil Blackwell, Oxford. del siglo IX, Isaac Israeli; Ia verdad es adaequatio rei et intellectus. Solo
hay verdad o false dad donde hay juicio; el juicio es una operaci6n del
intelecto por el que asocia o disocia conceptos; Ia verdad reside, en
senti do propio, en el pensamiento. Una cosa juzgada solo se dice <<ver-
dadera» en arden a! intelecto (De Veritate, q. I, art. I-III).
La nocion de <<adecuaci6n>> no hace sino expresar una intuici6n
prerreflexiva: en ellenguaje ordinaria llamamos <<Verdadera» a una
creencia o a una proposici6n que <<concuerda>> o se refiere efectivamen-
te a una situaci6n existente distinta de Ia proposicion misma. No en-
tendemos Ia <~verdad» como una relacion intralingufstica sino como Ia
propiedad de alcanzar, con el pensamiento, una realidad extra-lingiifs-

212 213
LUIS VILLORO
VERDAD

tica. Sin embargo, a Ia reflexion, los tres t erminos de Ia formul a clasica


presentan dificultades: 1)Adaequatio. ~Como puede haber una corres- que se componen las proposiciones elementales, si es que se componen
pondencia entre cosas tan distintas como un pensamiento y una reali - de elementos. Po r consiguiente, tam poco es posible concebir el estado
dad ffsica? Para saber si una cosa «se adecua» a otr a puedo ver si de cosas, existente de h echo, del cual habla Ia proposici6n, como un
<<embonan» entre sf. Pero, ~como podria h acer esto condos ordenes compuesto de elem entos simples. La nocion de <<objet o», como ele-
de re~lidad tan diferentes como el mental (o ellinglifstico) y el ffsico? mento de los estados de casas, resulto imposible de precisar. Por otra
2) Rez. Para comprobar que las casas se adecuan a! pensamiento ten- parte, Ia teorfa de Ia <<figura» suponfa una concepcion denominativa del
drfa que «salir» de este para ver ambos terminos desde fuera de elias. significado, segun Ia cualla propo sici 6n significarfa en Ia medida en
Esto es imposible. La <<cosa>> que ponga en relaci6n con el pensamiento que nombrara una realidad. El segundo Wittgenstein demostrolo equi-
serfa ella misma pensada. Entonces, Ia <<realidad » con que se adecue el vocado de esa t eorfa.
pensamiento no serfa independiente de el. ~No serfa acaso el pensa- B. Russell, aunque de manera mas imprecisa, sostuvo tambien una
miento mismo? 3) Intellectus. ~Que entendemos por << pensamiento»? teorfa de Ia verdad como congruencia. Primero penso que la sede de Ia
~Que es lo <<verdade ro» : los aetas de pensar o lo p<msado en ellos? verdad era Ia creencia. No hay verdad ni falsedad en el mundo. Verdad
cLos actos de habla (el <<decir») o lo dicho en ellos? ~Cual es el << Iugar» se da cuando hay una correspondencia entre los terminos de una creen-
de Ia verdad? Cualquier teorfa de la verdad como correspondencia debe cia y su arden d e relaci6n, por una parte, y los elementos de los hechos
enfrentar esos tres problemas. y su orden de relaci6n, porIa otra (Russell, 1912, cap. XII). Mas tarde,
influido por el Tractatus, hablara mas bien de una relacion entre pro-
2. Proposiciones y hechos posiciones y hechos. <<Hecho» (fact) es <<lo que hace a una proposicion
verdadera o falsa» (Russell, 1918, cap. I y II). Los hechos no son <<CO-
La manera mas simple de imaginar la <<adecuaci6n» entre dos cosas es sas». Lo que hace verdadera a una proposicion no son las cosas a que se
concebir que cada una este compuesta de elementos que se correspon- refiere sino Ia situaci6n en que se encuentran esas cosas en el mundo y
dteran uno a uno con las de Ia otra y tuvieran una forma semejante. que Ia proposici6n describe. Por ejemplo, lo que hace verdadero que
Cada elemento de una cosa seiialaria a un elemento de Ia otra y todos <<el gato esta sobre Ia estera», noes el gato, ni Ia estera, ni Ia relaci6n
los elementos tendrfan una relaci6n entre sf, identica en ambas casas. entre ellos, sino Ia circunstancia (el hecho) de que se de esa situaci6n.
f:s Ia manera en que un plano corresponde a Ia disposici6n de una Por lo tanto, los <<hechos» no son objetos nombrados porIa proposi-
~mda~ o cl d1seii.o d e una maquina a un artefacto. La presentaci6n mas ci6n, sino descritos y aseverados por ella. No son terminos de nom-
bres : <<hecho es lo expresado por una o~acion completa, no par un
m~emosa de este modelo de adecuaci6n es Ia del Tractatus Logico-
Phtlosophzcus deL. Wmgenstein. Todas las proposiciones complejas
I nombre simple» (Russell, 1919, 182). Mientras que Ia proposicion no
d_e un lenguaje podrfan reducirse a conexiones 16gicas entre proposi- esta en el mundo, el hecho sf existe en el mundo. Aunque sea lo que se
ct?nes elementales. Las proposiciones elementales, por su parte, sedan asevera en ellenguaje, no existe en ellenguaje sino fuera de el.
<<figuras» (Bilden) de Ia realidad. Representan Ia posibilidad de Ia exis- Pero a Russell se le plantearon problemas serios. 2Que pasa con
tencia de hechos o estados de cosas (Sachverhalten) (2.201). Entre el las proposiciones generales? 2Tendrfamos que admitir <<hechos genera-
estado de cosas representado y la proposici6n elemental verdadera tie- les» en el mundo? 2Y a que hechos corresponden las proposiciones
ne que haber una correspondencia. La proposici6n elemental esta com- falsas? 2Habrfa <<hechos negativos»? Russell no responde con claridad
puesta de elementos simples (nombres) en relaci6n; pues bien, el esta- a estos problemas. A Ia primera cuestion parece dar una respuesta afir-
do de casas, que efectivamente existe, esta compuesto de elementos mativa: habria que admitir hechos generales. Lo cual pare ceria impli-
t~ualmente simples (objetos) en una relaci6n semejante. Asf las propo-
car Ia existencia de <<esencias universales» en el mundo, viejo tema
s~~wnes p~eden embo~ar con Ia realidad. Cad a nombre de la proposi-
metaffsico de la filosoffa medieval. El segundo problema lo detiene
cwn se reftere a un ob]eto y Ia forma de la proposicion y del estado de mas tiempo. Verdad y false dad solo son propiedades de las proposicio-
cosas es la misma. nes, no de los hechos. Un hecho existe o no existe, pero no puede ser
. Pero Ia teorfa de Ia proposici6n como <<figura» no resisti6 el anali- verdadero o falso. Luego, el mismo hecho debe hacer a una proposi-
sts. El propio Wittgenstein, en sus trabajos posteriores, se encarg6 de ci6n verdadera, y falsa a su negacion. Para cada hecho habrfa entonces
dos proposiciones. Pero 2como es esto posible si, como sostiene Rus-
demolerla. En pnmer Iugar, no pueden determinarse los elementos de
sell, el hecho se define como lo enunciado por Ia proposici6n? 20

214
215
V ER DA D
LUI S V ILLO R O

tos que pueden reemplazar Ia variable para obtener una oracion verda-
habria que admitir, con Wittgenstein, que hay proposiciones que no
dera (por ejemplo, << nieve>>). Podriamos definir «Verdad >> a partir de
corresponden a ningun hecho, justamente las proposiciones falsas?
<<satisfaccio n >> : <<Una oraci6n es verdadera si es satisfecha por sus obj e-
Las reflexiones de Wittgenstein y Russell d esembocan en algunas
tos y falsa sino lo es>> (Tarski, 1949, 63).
de las dificultades principales que tiene que enfrentar Ia concepcion de
La concepcion semantica de Ia verdad no pretende responder a los
verdad como correspondencia. Teorias posteriores lograran, sin em-
problemas epistemologicos y omologicos que plantea Ia nocion de ver-
bargo, sortear algunas de elias.
dad como correspondencia. Solo expresa el sentido que tiene <<verdad>>
en el seno de un lenguaje con estructura exacta. En un lenguaje forma-
3. Concepcion semantica de la verdad
lizado, semanticamente abierto, que permite distintos niveles de len-
guaje, es decir, en un lenguaje en el que las oraciones de cualquier
La <<concepcion semantica de Ia verdad» de A. Tarski pretende ser una
meta-lenguaje se refieren a oraciones de niveles inferiores, el termino
<<forma modernizada» de Ia nocion tradicional, que quiere expresar de
<<verdad» es aplicable a oraciones de cualesquiera de los niveles. Puede
manera inequivoca y precisa Ia formula aristotelica. Se trata <<verd ad >>
referirse as! ala relacion entre oraciones de un meta-lenguaje de segun-
como una propiedad semantica, aplicada a las oraciones (sentences) de
do nivel y oraciones del meta-lenguaje de primer nivel. Por esa razon,
un lenguaJe. Su alcance es limitado . No puede atribuirse a las oracio-
aunque Tarski sostiene que su concepcion es una formulacion de Ia
nes de un lenguaje natural sino solo a las oraciones declarativas de un
nocion tradicional de Ia verdad como adaequatio, en realidad podria
lenguaje cuya estructura haya sido especificada de un;:~. manera exacta.
aplicarse a otras nociones de verdad de las que luego hablaremos: Ia
Su aplicacion a los lenguajes naturales -vagos como son e impreci-
verdad como coherencia o como consenso.
sos- es solo aproximada, en Ia medida en que diverjan lome nos posi-
Por otra parte, <<verdad>>y <<false dad>> se consideran propiedades de
blede un lenguaje formalizado (Tarski, 1949 , 58). Tampoco puede
oraciones que funcionan como nombres. Sin embargo, parece que, en
~phcarse a un lenguaje <<semanticamente cerrado> >, esto es, a un lengua-
su uso ordinaria, << verdad» nose aplica estrictamente a oraciones, y las
Je ~ue contenga a Ia vez yen el mismo nivel, oraciones que designan
entidades lingiiisticas a las que sf se aplica no funcionan como nom-
objetos y nombres que designan esas oraciones. Tarski muestra como
bres. 2Cual es el sujeto del predicado <<verdadero>> ?
un lenguaje semejante da Iugar a Ia paradoja insoluble del mentiroso.
En el no puede formularse Ia nocion semantica de <<verdad>>. Esta for-
4. <<Lugar» de la verdad
mulacion-es .posible, en cambio, si distinguimos entre dos niveles de
lenguaje: un <<lenguaje objeto>>del cual se habla y un <<meta-lenguaje>>
Si pasamos de los lenguajes formalizados a Ia manera como se usan
que habla dellenguaje objeto. Las oraciones dellenguaje objeto sere-
efectivamente las oraciones en los lenguajes ordinarios, Ia concepcion
fteren a hechos y a objetos, las del meta-lenguaje, a oraciones dellen-
semantica de Ia verdad no puede sernos de mucha ayuda. En efecto, en
guaje objeto; son <<nombres>> de estas U.ltimas. Llamemos <<P> >a cual-
ellenguaje ordinaria no llamamos <<verdaderas>> a las oraciones usadas
quier oracion del meta-lenguaje y p a cualquiera dellenguaje objeto,
sino a las aseveraciones o juicios que hacemos con elias. Es lo que
entonces cualquier definicion de <<verdad» deb era implicar Ia siguiente
subrayo J.L. Austin en un ensayo (1964) en el que propane una nueva
e51mvalenoa en el meta-lenguaje: < <"p" es verdadera si y solo sip», por
manera de concebir Ia relacion de correspondencia.
eJ.emplo : <<La oracion "La nieve es blanca" es verdadera si y solo si Ia
Austin distingue entre <<Oracion>>(sentence) y <<aseveracion» o <<jui-
meve es blanca>>. La frase a Ia derecha, sin comillas es una oracion del
cio» (statement). La oracion es un conjunto de signos que pertenece a
lenguaje objeto; la misma frase, a Ia izquierda, e~tre comillas, es el
un idioma espedfico (espanol, ingles o tarasco), Ia aseveracion es un
nombre de esa oracion usado en el meta-lenguaje. A este ultimo se
acto de habla que afirma, juzga alga con una oracion. Distintas oracio-
aplican los terminos <<verdadero>> o <<falso». Volviendo a la formula
nes dichas porIa misma persona pueden aseverar lo mismo (por ejem-
arist~telica: la oracion entre comillas (<<La nieve es blanca») es ]o que
plo <<El perro esta enfermo» y <<Le chien est malade») o aun dichas por
<<Se diCe»; esto es <<verdadero» si y solo side hecho la nieve es blanca.
distintas personas en diferentes situaciones (por ejemplo, <<mihijo es
. La e,quivalencia <<"p :' es verda?era si y solo si p>> no es aun una
bizco » dicho por su padre, y <<mi padre es bizco», dicho por el nieto del
defmiCIOn de <<verdad>>. Esta se obttene a partir de la noci6n de <<satis-
anterior). A Ia in versa, una misma oraci6n puede ser usada para hacer
faccion ». Satisfacci6n es la relaci6n entre funciones proposicionales
aseveraciones distintas. <<El actual emperador de Mexico tiene barbas»
que contienen variables lib res (por ejemplo, <<X es blanco>> ) y los obj e-

217
216
LUIS VILLOR O V ERDAD

puede ser verdadera en 1865, falsa, ahora. Porque Ia pretension de Austin rechaza, con raz6n en mi opinion, ese analisis. En efecto, si
verdad corresponde a lo aseverado en un tiempo y ocasi6n deterrnina- alguien pone en cuesti6n <<p », es necesario afirmar <<Pes verdader_a»;
dos, por un sujeto determinado . <<Una oracion esta. hechade palabras, con ello indicamos que no tomamos <<P» en su puro Slgmf1cado, smo
una aseveraci6n se hace con palabras [ ... ] las aseveraciones se hacen, que <<P» se refiere efectivamente a algo en el mundo y Ia usamos para
las palabras o las oraciones se usan» (p. 20). Verdad y falsedad se refie- hacer esa referencia. En otras palabras, que no em plea Austm: DeCJr
reri a las oraciones solo en Ia medida en que son <<usadas por una que una aseveracion es verdadera no es superflu o , porque dice justa-
persona en cierta ocasion>> para afirmar un' estado de cosas. No se mente que Ia aseveracion tiene Ia pretension de que lo aseverado ex1ste
aplican, pues, al significado de las oraciones sino a lo que se hace con efectivamente en el mundo.
elias. <<Nunca decimos el significado (o el sentido) de esta oracion (ode Por otra parte, aquello cuya existencia aseveramos es, sin duda, un
estas palabras) es verdadero» (p. 20). hecho. Pero, puesto que Ia relaci6n de las aseveraciones con los hechos
Por lo tanto, <<verdad» y <<falsedad » no son nociones semanticas, es convencional, los hechos no estan ahf en el mundo con independen-
corresponden a actos de habla que cumplen una funci6n espedfica : cia dellenguaje, pues Ia manera como son descritos depende de nues-
d esignar una situacion en el mundo y describirla. No todas·Ias oracio- tras convenciones lingiifsticas. Podrfamos decir (sin querer glosar a
nes de un lenguaje cumplen esa funcion y, por ende, no todas pueden Austin) que si bien los hechos existen con independencia dellenguaje,
ser verdaderas o falsas. Ejemplos: prescripciones, imperativos, excla- Ia man era como son referidos y descritos depende dellenguaJe.
maciones, teoremas en un ca!culo, preguntas, etcetera. P. Strawson criticola concepcion de Ia verdad de Austin. Sin em-
Las aseveraciones enuncian algo sobre el mundo,pero su relacion bargo, a mi juicio, no alcanz6 a destruirla sino solo a matizarla. Sus
con los hechos que enuncian es puramente convencional. Hay conven- objeciones podrfan reducirse ados: . .. . .
cionesdescriptivas que relacionan las oraciones usadas con situaciones 1) La aseveracion (statement) puede s1gmflcar lo que d1go o m1
distintas en el mundo, y convencionesdemostrativas que refieren las acto de decirlo. Verdadero o falso es lo primero, noel acto de habla.
palabras a esas situaciones. <<Decimos que una aseveracion (statement) <<Decir la verdad no es una manera de decir, es decir algo verciadero»
es verdadera cuando el estado de cosas con el que esta correlacionado (Strawson, 1964, 33). Noes, pues, un acontecimie~to fechable, c~mo
por las convenciones demostrativas (aquel al que <<se refiere») es de un parece indicar el analisis de Austin, smo algo sm fecha, comun a
tipo con el que est:l correlacionada, por convenciones descriptivas, la muchas oraciones, dichas en distintos momentos y ocaswnes; tene-
oraci6n usada» (p. 22) . Notemos que, en esta definicion, se mantiene .mos la misma aseveracion cuando aplicamos Ia misma descripci6n al
Ia idea de la verdad como correspondencia; pero esta no consiste en mismo referente. Strawson recupera en cierto modo para Ia asevera-
alguna forma de congruencia entre dos cosas, una lingiifstica y otra cion un sentido de lo que solfa llamarse << proposicion». La <<proposi-
real, sino en reglas convencionales que rigen el uso de las oraciones cion» es el contenido comun aseverado en varias oraciones (formula-
para describir el mundo y referirse a el. No tiene sentido, entonces, das por distintas personas en diferentes ocasiones) cu~~do tienen el
representarse la correspondencia al modo de una figura, plano o esque- mismo sentido. Lo aseverado serfa entonces la proposJCIOn, pero con-
ma de los hechos. Cualquier signo y relacion entre signos, en un len- siderada en su uso para referirnos a algo y describirlo. Esta observa-
guaje, puede estar relacionado, por convenciones, con cualquier situa- cion de Strawson no se opone, me parece, a la tesis central de Aus-
cion objetiva; para establecer Ia relacion entre uno y otra solo tin, le aiiade una precision: hace ver que Ia verdad no es una relaci6n
precisamos conocer las convenciones lingiifsticas. entre dos hechos fechables, uno lingiifstico (el acto de habla) y otro
Sin embargo, notemos tambien que Ia aseveracion, para ser verda- extralingiifstico (el hecho aseverado), sino que Ia verdad es el hecho
dera, requiere referirse a algo existente fuera dellenguaje mismo. Con- de Ia existencia de algo aseverado.
dicion de Ia aseveracion, frente a Ia simple oracion, es justamente Ia 2) Strawson critica Ia idea de Austin (que comparte con Russell Y
pretension de que lo aseverado existe efectivamente. No cabe, por lo Wittgenstein) de que el correlato de Ia aseveraci6n verdadera es.~n
tanto, suprimir, por redundante, Ia nocion de verdad. Wittgenstein pri- hecho del mundo. Admite que lo que hace verdadera una aseveracwn
mero y F. P. Ramsey despues, pretendieron que <<Pes verdadero » no es el hecho aseverado, pero sostiene que <<el hecho que asevera ~o es
dice nada mas que <<p ». La nocion de <<verdad », concluyeron, no aiiadi- a! go en el mundo» (p. 3 7). En oposici6n a! Tracta_tus, Strawson p1ensa
rfa nada a Ia proposicion afirmativa (cf. Wittgenstein, Notebooks, que el mundo esta compuesto de cosas y de relacwnes entre cosas, no
6.10.14; F. P. Ramsey, <<Facts and Propositions», en Pitcher, 1964, 16). · de hechos. Las aseveraciones verdaderas serfan sobre objetos (cosas)

218 219
VERDAD
LUI S VILLORO ·

quier supuesto, en una estructura abierta, sin un <<dentro» ni un <<fuera».


que estan en el mundo, pero lo que asevera son hechos y el mundo no
El sujeto es el foco de un conjunto de actos dirigidos a objetos o situa-
esta constituido por ellos.
ciones objetivas; estos no son <<externos» a esos actos sino, justamente,
Esta tesis es diffcil de aceptar. Si los hechos aseverados no estan en
sus correlatos. La intencionalidad es Ia peculiaridad de los actos de
el mundo ~donde estan? Me parece que Ia distinci6n que hace Straw-
conciencia de ser conciencia de algo, de estar referidos a un objeto. Es
son es una manera err6nea de senalar el cad.cter parad6jico de «he-
tambien Ia caracterfstica de los objetos de estar presentes, abiertos al
cho>>. El <<hecho» que hace verdadera Ia proposicion noes un constitu-
sujeto. Asi, el problema no consiste en saber como se ponen en relacion
yente del mundo real, independiente de su ser descrito y denotado,
dos cosas previamente separadas; en Ia intencionalidad se da, de hecho,
como sf pueden serlo las «cosas» reales que lo componen; en ese senti-
ya esa relacion. El juicio verdadero supone, a Ia vez, Ia pretension de
do, noes parte del mundo en el mismo sentido que las ~< cosas » . Ahora
existencia de Ia situacion objetiva juzgada, es decir, Ia << posicion» de Ia
bien, lo que hace verdadera Ia aseveracion no son las sJtuacwnes des-
existencia del objeto por el sujeto, y Ia presencia del objeto ante el sujeto,
critas, sino <<el hecho de que [a situaci6n descrita tiene el cara.cter que
en el que se da por si mismo. La relacion de <<adecuacion» solo tiene
aseveramos tener» (p. 39). Entonces, lo que hace verdadera Ia asevera-
sentido en Ia estructura de Ia intencionalidad. En Ia adecuaci6n, Ia
ci6n es Ia existencia de algo en el mundo. Que lo aseverado exista no
objetividad significada y << puesta como existente» (<<aseverada» en otra
depende de nuestra aseveraci6n, en ese sentido sf es algo del mundo y
terminologfa), esta ella misma presente, en el mismo senti do en que esta
no de nuestro lenguaje; pero que sea descrito de tal o cual manera,
significada. La verdad es una relaci6n entre Ia intenci6n significati:a que
depende de nuestra descripci6n, en ese sentido no es alg? del <<mun-
pone el objeto y el darse de este ante esa intencion. AI darse el obJeto se
do», solo si por <<mundo» entendemos las cosas y aconteCimientos m-
<<cumple» (erfullt) Ia intencion significativa.La verdad es el cumplimiento
dependientes de nuestro lenguaje.
(Erfullung) en Ia intuici6n de lo significado. Con palabras de Husser!: es una
Strawson piensa que, dadas las dificultades de Ia noci6n de ver-
<<sfntesis de identificacion» entre lo significado y lo dado tal como es signi-
dad como correspondencia, es mejor abandonarla. Tiene raz6n en
ficado. No hay dos objetos, uno significado y otro dado ; en Ia verdad;el
sefialar el error de entender Ia correspondencia como << una relacion
mismo objeto o situacion objetiva que esta significado esta tam bien dado.
de cualquier clase entre acontecimientos o cosas o grupos de cos~s»
La verdad noes pues una correlacion entre dos objetos o situaciones, sino
(p. 40). Pero no Ia tiene si se puede entender Ia << ~orresponde~Cla»
el darse de un mismo objeto o situacion que es juzgado (aseverado).
como una relacion entre lo aseverado y su existenCia o, meJOr d1cho,
Esta interpretacion de Ia verdad implica Ia nocion del <<darse por sf
entre um:. cxistencia puramente pretendida y una existencia cumpLi-
mismo» (Selbstgegebenheit) del objeto. La verdad reside en el JUicio,
da. Lo cual nos remite a una corriente filos6fica que deriva de una
pero hay que distinguir entre «juicios mediatos», que justifican su ver-
tradicion diferente a Ia que hemos examinado basta ahora: Ia feno-
dad en otros juicios y «juicios inmediatos», cuya justificacion consiste
menologia.
en su cumplimiento en Ia intuicion. Asi, Ia verdad predicativa (del
juicio) remite a una verdad «ante-predicativa», fundada en Ia evidencia.
5. Verdad como cumplimiento
«En Ia justificaci6n verdadera, los juicios demuestran su "exactitud",
su "acuerdo", es decir, el acuerdo de nuestro juicio con Ia cosajuzgada
La verdad no puede entenderse como unarelacion entre cosas o situa-
ella misma». El acto de juzgar es una pretension de Ia existencia de un
ciones que existieran con independencia total de los sujetos y sus actos
estado de cosas. «En Ia evidencia Ia cosa o el hecho no es solamente
de juicio. No puede haber <<adecuacion» entre intelecto y objeto mas que
presunto sino esta presente el mismo». En ese caso, Ia simple intencion
en el seno de una previa referencia del sujeto a Ia cosa y de una apertura
vacfa se cumple (Husser!, 1947, 8-9). La nocion de Ia verdad como
de Ia cosa a[ sujeto. La fenomenologia entiende esa referencia basica
adecuacion entre lo significado en el juicio y lo dado en Ia evidencia
como <<intencionalidad». En Ia <<actitud natural» concebimos el sujeto
supone Ia noci6n de verdad como presencia del objeto. En un sentido
como una cosa entre cosas, con un <<interior», y el mundo real ~omo
originario Ia verdad exige Ia patencia del ente. Pero notemos una para-
<<exterior» a ese sujeto que, sin embargo, es una cosa mas en el. Esa es
doja : por una parte el objeto, en Ia evidencia, esta «dado por sf mis-
Ia que llama E. Husser! <<tesis de realidad». Conc_ebir Ia verdad como_una
mo », se impone, tal cual es, a Ia conciencia; porIa otra, lo dado no es
correlacion entre cosas corresponde a esta act1tud. Pero, en Ia actJtud
el ente «exterior» que supondria Ia «tesis de realidad», sino el ente
fenomenologica, suspendemos aquella tesis y vemos, con evidencia, .
significado en el juicio tal como es expresado en nuestro lenguaje.
como Ia relacion entre el sujeto y sus objetos noses dada, antes de cual-

221
220
LUI S V ILL O RO VERDA D

Los trabajos de Husser! y de Austin pertenecen a corrientes de no se confunde con Ia verdad misma, como Ia via no se identifica con
pensamiento diferentes. Sin embargo, ambos nos ofrecen una interpre- Ia meta.
tacion de Ia verdad como correspondencia que rompe con su concep - En Ia fenomenologia de Husser!, el criteria de verdad es Ia eviden-
cion mgenua. cia. Toda evidencia es autentica aprehension de una ex istencia efecti-
1) El «Iugar» de Ia verdad no son las oraciones de cualquier len- va, por lo tanto excluye, en ese momenta, Ia duda. Sin embargo, <<no
guaje sino lo aseverado en ciertos actos animados por una intencion excluye Ia posibilidad de que lo evidente se torne mas tarde en dudoso,
dirigida a! mundo, llamense estos «juicios>>, como en Husserl, o <<ase- de que el ser se revele como apariencia» (Husser!, 1947, 29). La evi-
veraciones», como en Austin. Por parte del sujeto suponen una preten- d encia es un darse a un sujeto lo existente, no excluye tampoco, por lo
sion de existencia de algo en el mundo: << posicion» de existencia, en tanto, que lo evidente no sea tal para otros sujetos. La evidencia es,
Husserl aseveracion de una situacion historica, en una ocasion especf- pues, un criteria de verdad antepredicativa, pero es subjetivo y momen-
fica, en Austin. La nocion de verdad solo es aplicable a lo juzgado con taneo. De ahi Ia necesidad de someter Ia evidencia a una reflexion
esa pretension de existencia. critica, anunciada pero no plenamente realizada por Husser!.
2) Lo que hace verdadero un juicio noes una cosa o relacion objetiva La verdad de los juicios inmediatos, basados en evidencia, presenta
independiente de como es significada o descrita, sino Ia existencia real las mismas dificultades a las que tuvieron que enfrentarse los positivis-
de lo significado o descrito. El hecho que hace verdadero el juicio es Ia tas logicos para sus famosas << proposiciones basicas» o << proposiciones
existencia efectiva de lo juzgado. Pese a Ia diferencia de terminologfa, protocolarias». Para el positivismo logico, todas las proposiciones se
ambas posiciones conducen a una interpretacion semej;;mte: Ia verdad no fundaban, en ultimo termino, en proposiciones basicas, las cuales se
consiste en Ia correspondencia de dos cosas previamente separadas (esa fundaban, a su vez, en Ia aprehension directa de lo dado. Eran << propo-
serfa Ia concepcion basada en Ia <<tesis de realidad»), sino en Ia compro- siciones que no necesitan remitirse a otras proposiciones para determi-
bacion de Ia existencia efectiva, en el mundo, de algo pretendidamente nar su verdad o falsedad, sino que describen los hechos tal como esran
existente. El mismo estado de cosas puede considerarse condos modos dados» (Ayer, 1959b, 229). Al igual que los «juicios inmediatcs" de
de existencia: una existencia meramente pretendida o bien una existen- Husser!, las <<proposiciones basicas» serian verdaderas en Ia medida en
cia efectiva; en el segundo caso es un hecho que hace verdadero el juicio que se limitaran a describir lo dado. Sin embargo, se enfrentan a insu-
(o aseveracion) correspondiente. perables dificultades.
Esta interpretacion sigue siendo fie! a la intuicion que esta en la 1) No pueden describir lo dado sin ir mas alla de ella. En efecto,
base de la nocion de Ia verdad como correspondencia, es decir,.que no o bien se limitan a sefialar lo dado con terminos que solo indican su
se trata de una relacion intralinglifstica sino que lo pensado y dicho es presencia (como <<esto», <<aqui», <<ahora») y entonces nada dicen, o bien
verdadero si <<corresponde» a algo que existe en el mundo. tienen que emplear terminos generales o nombres propios (como <<este
3) De Ia mera pretension de existencia de lo juzgado no podemos rojo en Ia pared», o <<Luis percibe alga rojo» ). En ambos casos, la pro-
inferir su cumplimiento. iComo comprobar que efectivamente existe posicion asevera algo que rebasa lo simplemente dado. Luego, no son
lo aseverado o juzgado? La interpretacion de la <<correspondencia» como indudables, estan sujetas a errores en el uso dellenguaje, necesitan ser
realizacion de Ia pretension de existencia requiere de una garantia de interpretadas. Las proposiciones basicas no carecen de supuestos supo-
que efectivamente se cumple esa pretension. Designemos esa garantia nen Ia existencia y usa de un lenguaje.
de verdad con un termino tradicional: criterio. 2) Tanto la percepcion de lo dado como el uso dellenguaje que
lo describe estan condicionados por un marco conceptual que podria,
en principia, ser diferente. Lo dado presenta los matices, escorzos y
II. CRITERIOS DE VERDAD relaciones que responden a! sistema conceptual del sujeto que lo inte-
rroga.
1. Evidencia
3) Luego, los <<juicios mediatos» que se fundamentan en los <<inme-
Hay que distinguir entre Ia definicion y el criteria de verdad. La pura diatos», o en las «proposiciones basicas», no se justifican solo en !a
definicion de <<verdad» no nos dice como saber que algo es ;,erdadero. aprehension de lo dado, sino tambien en !a aceptacion de un lenguaje y
Criteria de verdad es lo qu e justifica pasar de Ia mera pret ension de de un marco conceptual. Pero si es asf, su verdad o falsedad no depen-
verdad de algo aseverado a su existencia efectiva. El criterio de verdad de solo de su correspondencia con los hechos dados, sino con otras

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LUIS VILLOR O V ERD A D

proposiciones. La verdad podria ser el resultado de una coherencia pretende describir lo dado, pero no a lo dado mismo, lo cual es indes-
entre proposiciones. criptible, y 2) supone Ia pertenencia de esa proposicion a un sistema
4) Lenguaje y marcos conceptuales no son individuales. Remiten a que se considera verdadero.
una comunidad de conocimiento. El supuesto de las proposiciones ba- La teoria de Ia coherencia propane una <<inversion>> en nuestra
sicas es intersubjetivo. Para que Ia evidencia de lo dado pueda ser con- concepcion del conocimiento. Una proposicion seria aceptable en Ia
siderada criteria de verdad es menester que este a su vez garantizada medida en que pertenezca a un sistema coherente de proposiciones. Su
por una intersubjetividad. Entonces, ocurre que Ia verdad podria tener aceptabilidad no dependeria de su adecuacion a Ia realidad, sino que su
como condicion cierto consenso intersubjetivo. · adecuacion a Ia realidad se mediria por el caracter sistematico de las
Se abren asi otras posibilidades: entender el criteria de verdad proposiciones que se refieren a ella.
como coherencia o como consenso. Es claro que si Ia verdad de un juicio consiste en su coherencia con
otros en un sistema, solo se alcanzara plenamente cuando ese sistema
2. Coherencia sea omniabarcante. Asf, Ia verdad plena es Ia meta de una sistematiza-
cion universal de todo el conocimiento segun principios. Es una idea
A menudo se opone una teoria de Ia verdad como coherencia a Ia regulativa que dirige el ejercicio de Ia razon bacia un conocimiento
nocion de Ia verdad como correspondencia. Aquella teo ria puede seii.a- sistematico de Ia totalidad .
lar antecedentes en el racionalismo filosofico, sobre todo en Leibniz y AI coherentismo pueden oponersele varias objeciones que, ami
Spinoza, y aun en el idealismo hegeliano, pero es solo a partir de Ia juicio, lo vuelven inaceptable. Mencionare las cuatro principales.
critica, en el positivismo logico, del intento de fundar el conocimiento 1) La nocion de coherencia entre oraciones puede aplicarse a los
en proposiciones basicas, cuando cobra un nuevo impulso. Lo inician lenguajes formales . Estos estan constituidos por tautologfas cuyo senti-
los trabajos de 0. Neurath y C. Hempel. do y validez se deriva de los axiomas y definiciones primitives, los
La teo ria de la coherencia sostiene que Ia verdad de un juicio con- cuales son resultado de estipulacion. Puede haber tantos sistemas for-
siste en su coherencia con un con junto de otros juicios. T odo juicio males como grupos de axiomas y definiciones establezcamos. Las ora-
verdadero pertenece a un sistema cuyos elementos (proposiciones, jui- ciones de un sistema formal pueden ser <<bien formadas» y «validas>> o
cios) estan relacionados entre sf, de manera que no se contradicen y <<consistentes» dentro de ese sistema, pero es discutible que podamos
estan logicamente implicados segun principios comunes. La teoria de llamarlas <<Verdaderas>>o <<falsas>>, si no han sido interpretadas. En todo
Ia coherencia incluye la idea de la sistematicidad del conocimiento; es caso, <<verdad» y <<falsedad» significarian algo distinto en un lenguaje
esta Ia que le da el caracter de verdad a cualquier juicio. Esta interpre- formal yen uno empirico. La generalizacion de los criterios de validez
tacion corresponde a! sentido que podria tener «Verdad» en un sistema para las oraciones de un sistema formal a proposiciones empfricas, con
formal de enunciados de Ia logica o Ia matematica. En un sistema for- contenido semantic a, no esta fund ada.
mal, cualquier oracion solo tiene sentido si corresponde a las defini- 2) En el caso de las proposiciones empfricas, el coherentismo con-
ciones y reglas de uso estipuladas para sus terminos, y solo puede ser funde Ia verificacion por un hecho dado con Ia verificacion por otra
<<verdadera» si se deriva de los axiomas y reglas de inferencia estableci- proposicion. Es cierto que Ia experiencia que verifica un juicio empfri-
dos. En este campo, <<verdad» puede significar <<pertenencia a un siste- co solo puede expresarse en un juicio que describe lo dado, pero de ahf
ma». Pero Ia teoria de Ia verdad como coherencia generaliza esta no- no se sigue que lo que hace verdadera a Ia proposicion sea el juicio
cion para aplicarla a las proposiciones empiricas. El conocimiento del descriptive y nolo dado descrito. El coherentismo da un paso injustifi-
pasado suministraria un ejemplo de como Ia verdad de los juicios de- cado de Ia verificacion por lo dado a Ia verificacion porIa descripcion
pende de su conexion con otros, integrados en una totalidad. En esa .lingiiistica de lo dado.
posibilidad de conexi on se basa el conocimiento historico. Esto seria 3) Cualquier conjunto de proposiciones coherentes entre sf seria
valido para cualquier juicio pretendidamente fundado en Ia a prehen- verdadero, aun los que se refirieran a mundos inventados e ilusorios.
sion de algo dado; afectaria, por lo tanto, a las proposiciones basicas Entre dos sistemas de juicios coherentes entre sf pero contraries uno al
del positivismo logico y a los «juicios inmediatos>> de Ia fenomenolo- otro, no habria manera de distinguir cual es verdadero y cual £also.
gfa. En efecto, los defensores de esta teoria argumentan que cualquier 4) La objecion mas importante es, ami parecer, Ia confusion entre
proposicion empirica: _l) remite a Ia verdad de otra proposici6n que Ia noci6n de verdad y los criterios para reconocerla. La coherencia

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LUIS VILLORO VERDAD

entre las proposiciones de un discurso y Ia sistematicidad son condicio- cion de correspondencia, pues Ia correspondencia podria interpretarse
nes d e racionalidad. Cualquier justificacio n racional de un juicio que como equivalente a valid ez intersubjetiva para una comunidad ideal
se pretenda verdadero debe ser consistente, coherente y completa. La (1 99 1, 74).
racionalidad es un criteria por el que podemos reconocer Ia verdad, En H abermas encontramos una orientacion paralela. «Una preten-
luego Ia sistematicidad del pensamiento es un criteria de verdad. La sion de verdad so lo se resuelve mediante argumentacion», escribe
<<conformidad del entendimiento consigo mismo >>, segun formula de (1973, 21 8). Un juicio es verdadero cuando su pretension de verdad
Kant, es una condicion necesaria pero no suficiente de verdad . A Ia esta justificada en razones valid as. Y esto solo se logra en el proceso de
coherencia del pensami ento de ben afi.adirse las razones que permiten Ia argumentacion. «Llamamos verdaderos a los enunciados que pode-
juzgar que ese pensamiento corresponde a una realidad cognoscible mos justificar» (ibid.). Pero un enunciado solo esra justificado cuando
intersubjetivamente. En cuanto condicion de racionalidad, Ia coheren- cualquiera de los sujetos que pu edan comunicarse en un lenguaje lo
cia entre las proposiciones es un criteria (formal) de verdad. Pero, juzgara. Asf Ia pretension de verdad se cumple cuando cualquier suj eto
para asegurar nuestra pretension de verdad, debemos acudir a otro cri- pueda concordar en ella. De ahi, concluye Habermas: «<a verdad signi-
teria que garantice Ia existencia efectiva, para cualquier sujeto, d e lo fica Ia pro mesa de alcanzar un consenso racional>> (1973, 219). El con-
juzgado. sensa racional solo puede darse, por otra parte, en una situacion ideal
de dialogo argumentative . Habermas propane el concepto de una «si-
3. Consenso tuacion de habla ideal>> (ideate Sp rachsituation) en Ia que se justificarfa
Ia verdad de los enunciados. Una situaci6 n ideal de habla supone que
K. 0. Ape! y J. Habermas son los principales defensores de una con- todos los h ablantes se rijan por argumentos racionales, supone ademas
cepcion de Ia verdad como consenso racional. que todos tengan «Ia misma oportunidad de efectuar actos comunicati-
Segun Ape! (198 7) un juicio es verdadero cuando cualquier sujeto vos de lenguaje >> y de «presentar argumentos [... ] fundarlos o refutar-
racional esra dispuesto a aceptarlo. Esta «disposicion>>no puede inter- los» (1 973, 255). Es clara que esa situacion no coincide con ningun
pretarse psicologicamente. Las condiciones de los juicios verdaderos estado de hecho. Es, a Ia vez, una condicion de posibilidad del consen-
no pueden consistir en una coincidencia de estados de animo de los so racional y una «anticipacion» que sirve de «medida critica>> a todo
sujetos, sino en Ia aceptacion, por todos ellos, de razones objetivas para dialogo argumentative (1973 , 258). AI igual que Apel, H abermas no
justificarlos. La posibilidad de acuerdo entre sujetos racionales supone concibe el consenso racional como una vfa para obtener Ia verdad; lo
el aseritimiento comun a razones compartibles y el rechazo de otras identifica con Ia definicion misma de «verdad''·
razones posibles que pudieran falsearlas. Aducir razones es argumen- En L. Olive (198 8) encontramos otra interpretacion de Ia idea de
tar. De ahf Ia formula de Ape!: Ia comprobacion intersubjetiva de Ia verdad c'o mo consenso. El co nacimiento solo es asequible en marcos
verdad es «Ia capacidad de consenso mediante argumentoS>> (1991, 69). conceptuales, que pueden variar de una comunidad de conocimiento a
La verdad remite a Ia intersubjetividad y esta a Ia posibilidad de con- otra. La justificacion objetiva de una proposicion consistirfa en su acep-
sensa. tabilidad para todo sujeto de una comunidad que comparta un marco
Pero no puede tratarse de un consen so facti co entre cualesquiera conceptual determinado; en cambia, Ia verdad consistiria en Ia «acep-
sujetos. Que varios sujetos coincidan de hecho en un juicio no es garan- tabilidad racional en condiciones epistemicas ideales>> , validas, por lo
tfa alguna de su verdad. Se trata del consenso al que llegarfa una comu- tanto, para cualqui er sujeto en el interior de cualquier marco concep-
nidad de sujetos, mediante una argumentacion puramente racional, de tual (1988, 144):
manera que ninguno de ellos tuviera razones validas para controvertir Los tres aut ores citados comparten una idea comun: Ia verdad se
ese consenso. El consenso corresponde, pues, a una «comunidad ideal>> entiende como un caso ideal de justificacion racional.
de argumentacion (1991, 73 ) y n? a las comunidades realmente exis- En mi opinion esta teoria de Ia verdad da Iugar, por lo menos, a
tentes. tres dificultades.
Lo notable es que Ape! considera ese consenso ideal como una 1) «Verdad» y «justificacion racional» tienen significados distin-
definicion de la idea misma de verdad y no solo como un media para tos. No podemos confundir Ia pretension de verdad con Ia de justifica-
alcanzarla. Pero entonces la verdad serfa una meta ideal, en pureza cion. La primera pretende que si un juicio es verdadero, el hecho juzga-
inalcanzable. Segun Ape!, esta idea de la verdad no contradice Ia no- do es; la segunda, que nadie puede acceder a razones que contraviertan

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LUIS VILLORO VERDAD

lo bien fundado de un juicio. <<Verdad>>esta emparentada con «reali- cion objetiva juzgados existen. << Hecho» es aquello que esta en el mun-
dad», «justificacion» con «intersubjetividad». Que una proposicion este do, se impone ami juicio yes juzgado. Un juicio esta justificado obje-
justificada objetivamente quiere decir que esta basada en razones no tivamente cuando esta fundado en razones objetivamente suficientes, es
controvertibles por otros sujetos, que se refiere, por lo tanto, a una decir en razones consistentes, coherentes y completas (criterio de co-
situaci6n aceptable para todos. Que la misma pro posicion sea verdade- here~cia); que ademas son incontrovertibles. Razones incontroverti-
ra quiere decir que el estado de cosas a! que se refiere y describe forma bles son aquellas que cualquier sujeto de una comunidad epistemica se
parte del mundo real, independientemente que otros sujetos coincidan ve obligado a aceptar y no existe ninguna razon suplementana que las
en referirse a el. Luego, <<Verdad» no puede definirse como una forma false. Estas constituyen ciertamente condiciones ideales a las que uen-
de «justificaci6n» (cf. Villoro, 1990). de toda justificacion racional, pero no derivan del consenso. .
2) El consenso que definirfa la verdad serfa solo el fundado en La justificacion por razones objetivamente sufrcrentes f~ncwna
razones validas intersubjetivamente; el que se darla en una situacion como un criteria estricto de verdad pero no puede confundrrse con
ideal en que todo sujeto fundara sus juicios en razones incontroverti- ella. (Cual es entonces su relaci6n con Ia verdad? Solo puede ser una
bles. Conocer que estamos en la verdad seria conocer que estamos en relacion de inferencia. La justificacion en razones objetivamente sufi-
esa situaci6n ideal. Pero (como conocer esta? Es imposible examinar cientes es una garantia firme de verdad. Las nociones de coherencia Y
todos los sujetos de una comunidad epistemica para saber si su consen- de consenso racional se refieren, pues, a condiciones para poder juz-
so se funda en razones incontrovertibles. La unica posibilidad es exa- gar de Ia verdad de los juicios, pero no definen lo que emer:den:os
minar, no los sujetos, sino las razones asequibles a una comunidad por <<verdad ». La noci6n de Ia verdad como correspondencra, sr Ia
· epistemica. Un sujeto puede declarar que su juicio esta objetivamente entendemos en las interpretaciones antes senaladas, no es sustrtmble.
justificado cuando puede juzgar que, entre todas las razones asequibles Se nos plantea asi un ultimo problema: Ia relacion de «verdad» con
a su comunidad epistemica, no hay ninguna que invalide su juicio. Pero <<realidad».
entonces el examen de las razones no es resultado de un dialogo, no
implica necesariamente la aceptacion de otros sujetos. Es resultado de
la posibilidad que tiene cualquier sujeto de examinar las razones que III. FUNDAMENTO DE LA VERDAD
serfan accesibles a cualquier otro sujeto, haciendo suyo el punto de
vista de los otros. La decision de que no hay razones que invalidaran 1. Verdad y rf}alidad
""« justificacion no proviene del cott:sensu. Por el contrario, porque
consideramos que nuestro juicio esta basado en razones objetivamente Regresemos a nuestra formula inicial: una proposicion es verdadera si
suficientes, pretendemos que puede haber consenso racional sabre elias. y solo si el hecho a! que se refiere existe realmente. Pero hay dos
El consenso posible se infiere del examen de las razones por el sujeto. sentidos de <<realidad». Un realismo metafisico entiende por «realrdad»
Luego, criteria de verdad no es el consenso, sino Ia justificacion por Ia existencia de algo independiente de cualquier sujeto que lo conside-
razones objetivamente suficientes que puede dar Iugar a un consenso. re. La realidad, en este sentido, transcenderia cualquier subjetividad.
3) La definicion de <<verdad» en terminos de <<aceptabilidad» en Se Ia concibe como un continente universal en el cual estan contenidos
ciertas condiciones, restringe excesivamente Ia nocion de verdad. Solo los sujetos que Ia consideran. Este senti do de <<rea~idad» es anterior a
estarfamos en el derecho de considerar verdadero lo demostrable, en toda posicion crftica. Es el usado en Ia Hamada «tesrs de reahdad» de Ia
condiciones ideales, mediante {U"Ocedimientos argumentativos validos actitud natural, que suspende Ia reduc.c ion fenomenologi~a. E~ claro
universalmente. Tendriamos que rechazar como falso todo juicio que que esa realidad solo serfa asequible desde un punto de vrsta a1en~ a
no respondiera a criterios de Ia mas estricta racionalidad . Sin embargo, toda subjetividad, semejante al divino. Ningun sujeto puede, por pnn-
muchas de nuestras creencias, basadas en conocimientos personales, cipio, captar .una realidad que se define como transcendente a toda
pueden pretender a Ia verdad sin por ella comprometerse a una acepta- captacion subjetiva. Si Ia verdad se define como correspondencra con
bilidad universal. Es el caso de Ia mayorfa de nuestras creencias pre- una realidad independiente de todo conocimiento, Ia verdad es mcog-
cientfficas, polfticas, morale~ y religiosas . noscible. · .
Dadas esas dificultades, habria que distinguir entre «verdad>> y «jus- Pero hay un segundo sentido de <<realidad»: Ia existencia efectiva
tificacion racional». Un juicio es verdadero cuando el hecho o situa- de lo dado por sf mismo. En un sentido vivido, <<realidad» no es lo que

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LUIS VI LLORO
YERDA D

existe «fuera de mf,,, «realidad>>es lo que se me resiste, se me opone, propiamente en el juicio, si consideramos su fundamento, esta en las
me hace £rente, aquello que no es construido, fraguado, puesto por mf. cosas mismas. <<Verdad>> se dice de dos maneras: de una manera, del
Considero que el objeto de percepcion noes meramente subjetivo, en juicio verdadero, de otra, <<segun lo que precede a las razones de Ia
Ia medida en que reconozco que esta dado, que se hace el mismo pre- verdad y en lo que se funda Ia verdad», es decir en Ia realidad (De
sente. Por otra parte, en Ia prictica, a! manipular los objetos, comprue- Veritate, q . 1, art. 12, resp.) .
bo su realidad a! captar su resistencia ami accion voluntaria. La prime- Si Ia verdad tiene su fundamento en Ia realidad, queda abierta una
ra nocion de «realidad » se refiere a aquello que hace resistencia ami pregunta: ~que caracterfsticas debemos admitir e n Ia realidad para que
deseo, aquello con lo que me encuentro, contradiciendo a menudo mis sea posible Ia verdad? En otras palabras: ~q ue condiciones debe tener
expectativas, lo que se me impone y resiste. Este sentido de <<realidad» lo que es, para darse por sf mismo a un sujeto, y que condiciones debe
no es independiente del marco conceptual del sujeto. La realidad se tener el sujeto para poder referirse a lo que es? La condici6n es doble:
capta a! comprobar que algo nos sale al encuentro, con independencia el sujeto no puede ser algo encerrado en su propia subjetividad, tiene
de nuestra voluntad y deseo, y se impone a ellos, pero Ia reflexion nos que estar abierto al ente, a lo otro de sf mismo. Esta es Ia caracteristica
muestra que lo dado por sf mismo se presenta bajo ciertas condiciones de Ia intencionalidad, en el senti do de Ia fenomenologia. Por otra par-
subjetivas yen el marco de actitudes y conceptos. En este sentido, a! te, lo otro, el ente mismo, debe estar abierto al sujeto, debe poder
decir <<Es verdad quep» lo que pretendo es que, bajo ciertas condicio- manifestarse tal como es. La verdad es «<a manifestaci6n de Io que eS>>
nes subjetivas, pes un hecho que se me imp one, se manifiesta, esta ahf, (san Agustin) .
sin que yolo haya puesto.
~Como asegurar que el objeto juzgado sea un hecho? El objeto se 2. Verdad como desvelaci6n
da, primero, en Ia evidencia ante-predicativa. Pero esta no basta. Pode-
mos juzgar <<rea!» el hecho percibido o aseverado en Ia medida en que Sobre Ia noci6n de apertura de Ia existencia al ente real y de este a Ia
comprobemos que efectivamente esta dado y no propuesto, que efecti- existencia, desarrolia M. Heidegger su concepcion de ia verdad. Deba-
vamente se impone y no es producto de nuestro deseo. Por ello reque- jo de Ia nocion de verdad como correspondencia ve su condicion en Ia
rimos acudir a razones intersubjetivas que justifiquen nuestra asevera- verdad como des-velamiento, seg6n el sentido original delaletheia grie-
cion de Ia realidad del objeto. La pretension de verdad se cumple al go (1949). Heidegger elabora una teoria metafisica de Ia verdad, a!
demostrarse, con razones objetivamente suficientes, Ia realidad de lo oensar en las condiciones que tienen oue tener el sujeto v el ente para
aseverado; con otras palabras: a! inferir de razones objetivas que lo que se de ese des-velamie~to. El suj~to de Ia verdad es el <<ser-ahi»
aseverado es un hecho. La verdad es, pues, inferida a partir de Ia evi- (Dasein), cuyo modo de ser es ex-istir, es decir, estar abierto, tendido
dencia de lo dado por si mismo y de las razones incontrovertibles que a lo otro de si. La verdad es el des-ocultamiento (Entbergung) de un
demuestran que lo dado existe efectivamente. No habria verdad sino ente ante Ia existencia, en relaci6n al ente en total. Pero este solo se da
hubiera referencia a Ia realidad, en el sentido de Io que efectivamente en ciertas condiciones del <<Ser -ahi» . Se da ante un <<temple de animo»
existe. No es Ia proposicion Ia que hace verdadero el hecho sino el o <<actitud» (Stimmung) cuya condicion es Ia libertad. Asi, Ia libertad es
hecho lo que hace verdadera a Ia proposicion. <<lo que deja sera! ente>>.
Aunque, en sentido propio, el <<Iugar>> de Ia verdad es Ia asevera- La falsedad se basa, en cambio, en Ia <<errancia>> (Irrtum). AI desve-
cion, proposicion o juicio, su fundamento es Ia realidad de lo asevera- lar un ente particular se oculta el ente en total. La verdad , £rente a Ia
do, en el segundo senti do de <<realidad>; indicado. La verdad no tiene su << errancia», consiste en Ia manifestaci6n del ente en referencia a! ente
fundamento en el juicio sino en las cosas mismas, tal como nos son en total; en ella se desvela el ser del ente.
dadas. Por eso puede inferirse Ia realidad como Ia causa que da Iugar a La meditaci6n heideggeriana es sugerente, pero responde a una
las proposiciones verdaderas, segun dijo Arist6teles (Categor{as, cap. intuici6n mistico-poetica mas que a una argumentaci6n discursiva. Por
12, 14 b 15-20): <<La proposicion.verdadera noes en modo alguno Ia otra parte, supone Ia posibilidad de concebir Ia relaci6n entre el sujeto
causa de Ia existencia del hecho, sino que el hecho existe parece ser, de y el ente desde un punto de vista en que fuera asequible el ente en total.
alguna man era, Ia causa de Ia verdad de Ia proposicion, pues Ia verdad Esta posibilidad es discutible . Podria ser el objeto de alguna exp~nen­
o falsedad de Ia proposicion depende de Ia existencia o no d el hecho>> . cia privilegiada (estetica y mfstica) del <<mundo como un todo hmita-
Tomas de Aquino, por su parte, not6 que Ia verdad, aunque reside do>> (Wittgenstein). Seria entonces objeto de lo que he llamado un <<co-

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LUI S VILLORO

nacimiento personal>>, pero no de un saber objetivo. R ebasa, en cual -


quier caso, el alcance de cualquier razonamiento basado en razo nes
incontrovertibles para cualquier sujeto de una comunidad epistemica ...
el cual es justamente el unico criteria racional y seguro de verdad.
fNDICE ANALITICO

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bien Interpretacion Concepto: 140-142
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cia Conciencia: 19-20, 23, 33, 50, 74-75,
Anrimenralismo: 209 200, 221
Antirrealismo: 14, 199, 207, 210 Conductismo: 75-76, 79

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