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 Jurisprudencia

Sentencia nº RC.000507 de Tribunal Supremo de Justicia - Sala de


Casación Civil de 5 de Agosto de 2014

Fecha de Resolución: 5 de Agosto de 2014

Emisor: Sala de Casación Civil

Número de 14-259
Expediente:

Ponente: Yris Armenia Peña


Espinoza

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CONTENIDO
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Exp. 2014-000259
Ponencia de la Magistrada: Y.A.P.E.
En el juicio por cobro de bolívares, interpuesto ante el Tribunal de Primera Instancia
Marítimo con Competencia Nacional y sede en la ciudad de Caracas, por la sociedad
mercantil COBRAMAR, C.A., representada judicialmente por la profesional de derecho
M.B.M.S., contra la entidad bancaria BANCO DE VENEZUELA S.A., BANCO UNIVERSAL,
representada judicialmente por los abogados B.F., C.C., E.C.H., E.S.D., L.B.C., L.R.R.d.
los Ríos, R.B.D., Kilma Peña Cabrera, Zugeydi E.C., B.G., Raimar K.P.S., M.M., M.F.,
A.H., R.S., G.C.R., R.N., M.E.T., E.C.C. y A.V.; el Tribunal Superior Marítimo con
Competencia Nacional y sede en la ciudad de Caracas, conociendo en apelación, dictó
decisión en fecha 28 de enero de 2014, mediante la cual declaró sin lugar la apelación
interpuesta por la demandada, y en consecuencia, confirma la decisión proferida por el a
quo en fecha 23 de abril de 2013, que declaró sin lugar las cuestiones previas contenidas
en los ordinales 4° y 9° del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, opuestas por la
accionada.
Contra el referido fallo, la abogada D.C.S., co-apoderada judicial de la demandada,
anunció recurso de casación, el cual fue admitido y oportunamente formalizado. Hubo
impugnación.
Concluida la sustanciación, pasa la Sala a dictar su decisión, bajo la ponencia de la
Magistrada que con tal carácter la suscribe, en los términos que a continuación se
expresan:
-I-
PUNTO PREVIO
Al examinar las actas procesales contenidas en el presente expediente donde ha sido
ejercido el recurso de casación objeto del presente fallo, observa la Sala, que la parte
demandada en el juicio que por cobro de bolívares inició en su contra la sociedad mercantil
Cobramar, C.A., es el Banco de Venezuela, S.A. Banco Universal.
Ante lo observado corresponde a la Sala mencionar, que la composición accionaria de la
institución bancaria demandada -originariamente de naturaleza privada- fue modificada, en
virtud de lo cual, la mayoría del capital social, es decir, el 98,41% de sus acciones, fueron
adquiridas el 3 de julio de 2009 por el Estado venezolano, a través del Banco de Desarrollo
Económico y Social de Venezuela (BANDES), otorgándosele al mencionado Banco de
Venezuela, el carácter de empresa del Estado, adscrita al Ministerio del Poder Popular
para Economía y Finanzas, según se evidencia, de la Gaceta Oficial número: 39.321, de
fecha 4 de diciembre de 2009, y de la Gaceta Oficial número 39.234, de fecha 4 de agosto
de 2009.
En virtud de lo descrito, debe destacarse, que la presente causa fue interpuesta en fecha
13 de julio de 2012, por lo que, en principio debe atenderse a lo dispuesto en la Ley
Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, publicada en Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela Nº 39.447 de fecha 16 de junio de 2010, reimpresa
en Gaceta Oficial Nº 39.451, de fecha 22 de junio de 2010, la cual dispone:
…Artículo 9°. Los órganos de la Jurisdicción Contencioso Administrativa serán competentes para
conocer de:

(…Omissis…)

8. Las demandas que se ejerzan contra la República, los estados, los municipios, los institutos
autónomos, entes públicos, empresas o cualquier otra forma de asociación en las cuales la
República, los estados, los municipios o cualquiera de las personas jurídicas antes mencionadas
tengan participación decisiva…

.
Acorde con la anterior consideración, esta M.J. estima pertinente hacer mención al criterio
sentado por la Sala Plena, Sala Especial Primera de este Alto Tribunal, mediante decisión
N° 71 de fecha 7 de agosto de 2012, caso: Fondo de Crédito Industrial (FONCREI), contra
Fábrica de Velas La Soledad, el cual precisó, lo siguiente:
…se debe indicar que conforme a la jurisprudencia pacífica y reiterada de este M.T., en el caso en
que un órgano o ente público esté actuando dentro de una actividad comercial y no administrativa –
como en el caso de autos- las controversias que puedan surgir entre las partes deben ser resueltas
por la jurisdicción ordinaria, pues debe entenderse que el estado está actuando como un particular,
en el caso de marras la administración pública nacional actuó como una entidad financiera al
otorgarle un crédito a la demandada y al ésta no cumplir con la condiciones estipuladas en el
contrato procedió a ejecutar las garantías que afianzaban el crédito, por lo tanto –se reitera- la
Administración actuó como un particular dentro de una acción comercial…

.
Del criterio ut supra transcrito, se colige que en el caso en que un órgano o ente público
esté actuando dentro de una actividad comercial y no administrativa, las controversias que
puedan surgir entre las partes deben ser resueltas por la jurisdicción ordinaria, en razón,
que dicho ente del estado está actuando como un particular dentro de una acción
comercial.
Ahora bien, en el sub iudice esta Sala evidencia del escrito libelar que la sociedad
mercantil Cobramar C.A., demandó por cobro de bolívares a la entidad bancaria Banco de
Venezuela, S.A., Banco Universal, aduciendo para ello, lo siguiente:
…la presente causa no corresponde ni a la competencia de la jurisdicción contencioso-
administrativa, aunque esté involucrado un ente propiedad del Estado venezolano, ni a la
jurisdicción mercantil ordinaria, sino a la que es más afín a la especialidad, cual es la de carácter
marítimo, que es una especie más precisa respecto de los elementos presentes en el caso, más aún
cuando el numeral 1 del artículo 113 de la Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos e Insulares
otorga competencia a los tribunales de primera instancia marítimos para conocer “de las
controversia que surjan de los actos civiles y mercantiles relativos al comercio y tráfico marítimo.

(…Omissis…)

Mi representada imputa y demanda judicialmente al BANCO DE VENEZUELA C.A.(sic) BANCO


UNIVERSAL, por el incumplimiento de su obligación contractual de pago del saldo deudor del
precio de la compra-venta de la nave COBRA I; en perjuicio de COBRAMAR, C.A. como acreedora
del saldo moroso del precio mencionado…

.
De modo que esta M.J. ante la pretensión de la demandante como lo invocado en su
escrito libelar, constata efectivamente que si bien la entidad bancaria accionada es un ente
del estado, esta actuó como un ente particular en una obligación contractual como garante
del pago del precio de la compra-venta de la Nave Cobra I, por lo que, la presente
controversia efectivamente corresponde a la jurisdicción marítima y no la administrativa.
Así se decide.
-II-
ÚNICO
De acuerdo con doctrina reiterada de esta Sala, compete al Tribunal Supremo de Justicia,
decidir en último término acerca de la admisibilidad del recurso de casación propuesto, no
obstante la admisión que del mismo hubiese realizado la instancia. De ser el caso, podría
incluso revocar su admisión si lo encontrase contrario a derecho, procediendo a declarar la
inadmisibilidad del recurso.
Ahora bien, en el presente caso, la entidad financiera demandada, en la oportunidad
procesal de la contestación de la demanda, opuso la cuestión previa contenida en
el ordinal 4° del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, relativa a la ilegitimidad de
la persona citada como representante del demandado, por no tener el carácter que se le
atribuye, así mismo, opuso la cuestión previa contenida en el ordinal 9° eiusdem,
concerniente a la cosa juzgada.
El Tribunal de Primera Instancia Marítimo con Competencia Nacional y sede en la ciudad
de Caracas, mediante decisión de fecha 23 de abril de 2013, declaró sin lugar las
cuestiones previas opuestas por la accionada.
Contra la referida decisión, la demandada interpuso recurso de apelación.
Mediante auto de fecha 2 de mayo de 2013, el a quo declaró: “…este Juzgado (sic) con
respecto a la solicitud de apelación interpuesta por la parte demandada en relación
al ordinal 4° del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, en todo caso de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 21 del Decreto con Fuerza de Ley del
Procedimiento Marítimo oye la apelación ejercida en el solo efecto devolutivo. Con
respecto a la apelación ejercida en relación al ordinal 9° del artículo 346 del Código de
Procedimiento Civil acuerda de conformidad y oye la apelación libremente…”.
El Tribunal Superior Marítimo con Competencia Nacional y sede en la ciudad de Caracas,
en conocimiento del recurso de apelación interpuesto, mediante decisión de fecha 28 de
enero de 2014, declaró sin lugar la apelación interpuesta por la demandada, y en
consecuencia, confirma la decisión proferida por el juzgado de cognición en fecha 23 de
abril de 2013.
Contra la referida decisión, la abogada D.C.S., co-apoderada judicial de la demandada,
anunció recurso de casación.
Acorde a lo anterior, esta Sala observa en el caso in comento que la decisión hoy recurrida
al igual que la proferida por el juzgado de cognición, declaró sin lugar las dos cuestiones
previas opuestas por la demandada, a saber, las previstas en los ordinales, 4º y 9º
del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, sin emitir pronunciamiento alguno
relativo a la subsanación, en razón de que tal actividad no tuvo lugar en este caso, por
cuanto, no se está en presencia de una decisión que se pronuncie sobre la idoneidad o
suficiencia de la actividad de subsanación de determinada cuestión previa, ni tampoco
ante una sentencia que declare con lugar las cuestiones previas, supuestos en los cuales
sí habría acceso a casación.
De manera que se desprende que la referida sentencia recurrida es una sentencia
interlocutoria, la cual en modo alguno pone fin al juicio, pues, por el contrario, ordena su
continuación, pues permite que el proceso pase a la etapa siguiente, en este caso, la de
contestación a la demanda.
En cuanto a la proposición del recurso de casación en las decisiones interlocutorias,
el artículo 312 del Código de Procedimiento Civil, establece en su ante penúltimo
parágrafo lo siguiente: “…Al proponerse el recurso contra la sentencia que puso fin al
juicio, quedan comprendidas en él las interlocutorias que hubieren producido un gravamen
no reparado en ella, siempre que contra dichas decisiones se hubieren agotado
oportunamente todos los recursos ordinarios…”. (Sentencia N° 504 de fecha 17 de julio de
2012).
Al respecto, esta Sala en decisión N° de fecha 9 de agosto de 2004, caso: F.D.K., contra
Banco Canarias de Venezuela C.A. y otra, estableció lo siguiente:
...En este sentido, con relación a la admisibilidad del recurso de casación contra las decisiones
interlocutorias que no ponen fin al juicio, sino que simplemente producen un gravamen que podría
o no ser reparado en la definitiva, esta Sala ha señalado en forma pacífica y reiterada, entre otras,
mediante decisión N° 83, de fecha 13 de abril de 2000, caso: O.M. c/ Fondo de Previsión Social de
los Ingenieros, Arquitectos y Profesionales Afines del Colegio de Ingenieros de Venezuela, lo
siguiente:

‘Las impugnaciones contra las sentencias interlocutorias que causen un gravamen no reparado en
el fallo de última instancia, deben hacerse sólo en la oportunidad procesal en que se ejerce el
recurso de casación, y éste se da cuando se anuncie dicho recurso contra la sentencia de última
instancia que no subsanó el agravio’

Asimismo, la Sala estima que la sentencia recurrida, no constituye una decisión recurrible de
inmediato en sede de casación, pues la misma no puede considerarse definitiva porque su
dispositivo no pone fin al mérito de la controversia le ponga fin al juicio o impida su continuación,
como es el caso de las interlocutorias con fuerza de definitivas, ni tampoco es una sentencia
definitiva formal de reposición.

Por consiguiente, al no poner fin al juicio la recurrida, ni afectar en modo alguno el desarrollo del
proceso, dicha decisión no tiene acceso a sede de casación de inmediato sino en forma diferida, ya
que de acuerdo con el principio de concentración procesal y de conformidad con lo dispuesto en el
penúltimo aparte del artículo 312del Código de Procedimiento Civil, en la sola y única oportunidad
de la decisión del recurso de casación propuesto con la sentencia definitiva, deberán ser decididas
las impugnaciones contra esta última y contra las interlocutorias, ya que si la sentencia definitiva
repara el gravamen causado por aquéllas, habrá desaparecido el interés procesal para recurrir...

.
En consecuencia, esta M.J. de acuerdo con el criterio jurisprudencial ut supra transcrito,
como de conformidad con lo establecido en el penúltimo aparte del artículo 312del Código
de Procedimiento Civil, se concluye que el recurso de casación es inadmisible, tal como se
declarará en el dispositivo del presente fallo. Así se decide.
DECISIÓN
Por los razonamientos expuestos, el Tribunal Supremo de Justicia de la República
Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación Civil, administrando Justicia en nombre de
la República y por autoridad de la ley, declara: INADMISIBLE el recurso de casación
anunciado por la demandada contra la sentencia dictada por el Tribunal Superior Marítimo
con Competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas, en fecha 28 de enero de 2014.
En consecuencia, se REVOCA el auto de admisión del recurso de casación, dictado por el
referido juzgado superior, en fecha 21 de marzo de 2014.
Dada la índole de la decisión, no se condena al pago de las costas procesales.
Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Tribunal de Primera Instancia Marítimo
con Competencia Nacional y sede en la ciudad de Caracas. Particípese esta remisión al
juzgado superior de origen, de conformidad con el artículo 326 del Código de
Procedimiento Civil.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil, del Tribunal
Supremo de Justicia, en Caracas, a los cinco (5) días del mes de agosto de dos mil
catorce. Años: 204º de la Independencia y 155º de la Federación.
Presidenta de la Sala-Ponente,

Magistrada Ponente: GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO

Mediante oficio n.° JSCA-FAL-000363-2013 del 16 de abril de 2013, el Juzgado


Superior de lo Contencioso Administrativo de la Circunscripción Judicial del Estado
Falcón acordó la remisión a esta Sala Constitucional del presente expediente, para que
decidiera el conflicto negativo de competencia que se suscitó entre ese Juzgado y el Juzgado
Primero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de la misma Circunscripción Judicial, a
propósito de la demanda de amparo constitucional que interpuso la ciudadana SILVIA
COROMOTO DELGADO RIVAS, titular de la cédula de identidad n.° 6.502.942, asistida por el
abogado Numa José Miranda Hidalgo, con inscripción en el Instituto de Previsión Social del
Abogado bajo el n.° 35.748, contra el Banco de Venezuela S.A. Banco Universal, actualmente
adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Economía y Finanzas como empresa del
Estado, según Decreto n.° 6850, publicado en la Gaceta Oficial n.° 39.234 del 04 de agosto de
2009, sin representación judicial que conste en autos.

Después de la recepción del expediente de la causa, se dio cuenta en Sala por


auto del 15 de mayo de 2013, y se designó ponente a la Magistrada Gladys María Gutiérrez
Alvarado, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

Realizado el estudio individual de las actas que conforman el presente


expediente, esta Sala Constitucional pasa a decidir previas las siguientes consideraciones:

DE LA PRETENSIÓN DE LA PARTE ACTORA


1. Alegó:
1.1 Que “…comen[zó] a prestar [sus] servicios personales para el
Banco Venezuela, Banco Universal desde el día 17 de enero de 1994, ejerciendo
últimamente (sic) el cargo de Gestor de Negocios, hasta el día 16 de Octubre de 2012,
acumulando una antigüedad de Dieciocho (18) años, y (sic) ocho (8)meses, y
veintinueve (29) días (…), siendo la causa de la terminación de la relación laboral, el
hecho cierto que había venido padeciendo de una patología de naturaleza
grave, CARDIOPATÍA HUPERTENSIVA (sic) QUE SUGIEREN (sic) PÉRDIDA
DE CAPACIDAD TOTAL PARA EL
TRABAJO, que [la] imposibilita[ba] eimpid[ía] seguir prestando los servicios y
actividades que permanentemente h[abía] desarrollado en forma normal con ocasión
del empleo que ostenta[ba] en esa entidad bancaria, y que mantuv[o] en reposo
médicopor aproximadamente 52 semanas, la cual ha sido dictaminadas (sic) en el
respectivo informe médico (…), emitido en fecha 16-10-2012 por el Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales, [el cual le] diagnosticó la incapacidad
por CARDIOPATÍA HIPERTENSIVA que certifica[ba] [su] estado de discapacidad
total y absoluta para el trabajo de 67%, bajo estas circunstancias, siendo [su] patrono
Banco Venezuela una empresa del Estado Venezolano (…) son personas jurídicas de
Derecho Público constituidas de acuerdo a normas de Derecho Privado y lo relativo a
la gestión y administración del personal que labora en estas empresas públicas no
constituye actividad administrativa, ni sus empleados son funcionarios públicos,
siendo por tanto sustraídos del régimen contenido en la Ley del Estatuto de la
Función Pública, más no de la Ley del Estatuto Sobre El régimen (sic) de
Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios, Funcionarias, Empleados de la
Administración Pública Nacional, de los Estados y de los Municipios…”.
1.2 Que “…es un hecho público y notorio que  [el] Banco
Venezuela, Banco Universal, es una empresa del Estado Venezolano, el cual fue
adscrito conjuntamente con todas sus empresas filiales al despacho del Ministerio del
Poder Popular para la Planificación y Finanzas, conforme publicación en Gaceta
Oficial número 39.234 de fecha 4 de agosto de 2009 y mediante el Decreto 6.850, de
la presidencia de la República, por ello [se] dirig[ió], mediante escrito al BANCO DE
VENEZUELA, a los efectos de solicitarle con fundamento a lo dispuesto artículo 2,
literal 5 y 7, 6, 14 de la LEY DEL ESTATUTO SOBRE EL RÉGIMEN DE
JUBILACIONES Y PENSIONES DE LOS FUNCIONARIOS O FUNCIONARIAS
O EMPLEADOS O EMPLEADAS DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
NACIONAL, DE LOS ESTADOS Y DE LOS MUNICIPIOS Y SU REGLAMENTO
artículo[s] 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 20 del INSTRUCTIVO QUE ESTABLECE LAS
NORMAS QUE REGULAN LA TRAMITACIÓN DE LAS JUBILACIONES
ESPECIALES PARA LOS FUNCIONARIOS O FUNCIONARIAS O EMPLEADOS
O EMPLEADAS DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA NACIONAL, DE LOS
ESTADOS Y DE LOS MUNICIPIOS, Y PARA LOS OBREROS DEPENDIENTES
DEL PODER PÚBLICO NACIONAL, para solicitar [le] [fuera] otorgado el
BENEFICIO DE JUBILACIÓN O PENSIÓN ESPECIAL, BASADA EN
CIRCUNSTANCIAS EXCEPCIONALES QUE A SI (sic) LO JUSTIFICAN. Tal
petición fue consignada ante la Gerencia de Servicios del Banco de Venezuela,
Banco Universal…”.
1.3 Que “…a pesar de haber transcurrido tiempo considerable y
suficiente para haberse producido la respuesta de forma oportuna y adecuada, esta
no se ha producido. Ante tal situación, de (sic) omitir
responder [sus] comunicaciones, sin causa legal aparente, y ante el hecho cierto en
sí, de existir tales peticiones en la empresa patronal, toda vez que no está alegando
ningún motivo, por consiguiente no existe disposición legal o reglamentaria que le
indique a la Institución Agraviante, que deba abstenerse de dar respuesta a
las (sic) petición formulada, por lo que está en franca violación su derecho
constitucional(…). En consecuencia la actitud asumida por el Agente Agraviante,
constituye una falta de respuesta, a lo formalmente solicitado, lo que se traduce en la
violación flagrante y grosera del derecho de petición y a obtener una adecuada
repuesta…”.
1.4. Que “…considera que es esta acción de amparo constitucional el
único idóneo judicial para obtener la respuesta adecuada y así evitar la continuación
de la lesión a los derechos constitucionales a causa de la actitud abstencionista en
que está incurriendo el Agraviante. Tampoco ha ocurrido la caducidad de la presente
acción de amparo constitucional, pues los efectos del hecho lesivo han sucedido de
manera continua en el tiempo. La situación es absolutamente reparable por este
órgano jurisdiccional, y en este sentido, bien puede esta (sic) Juzgado, ordenar el
restablecimiento de la situación jurídica infringida…”.
 

2. Denunció:
La lesión al derecho a obtener oportuna y adecuada respuesta, que se
reconoce en el artículo 51 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

3. Pidió:
“…[Que] proceda a declararse competente para conocer de
la presente acción de amparo constitucional y, a su vez, admitirla y
sustanciarla y a declararla CON LUGAR  (…), en consecuencia, ordene al
Banco de Venezuela, Banco Universal (…), proceda a dar inmediata y
adecuada respuesta a la petición en cuanto a que si dio apertura al
procedimiento y trámites administrativos para garantizar[le]  eficaz y
oportunamente el otorgamiento, ejercicio y disfrute de e[se] beneficio de
pensión o jubilación especial que en derecho  [le]corresponde y el estado
actual en que se encuentra dicho trámite…”.

II

DE LA COMPETENCIA DE LA SALA

Corresponde a esta Sala determinar su competencia para el conocimiento del


conflicto negativo de competencia suscitado entre el Juzgado Primero de Primera Instancia de
Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón y el Juzgado Superior
Contencioso Administrativo de la misma Circunscripción Judicial, con ocasión de la pretensión
de amparo constitucional que precede las presentes actuaciones. Al respecto, esta Sala
observa:

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 266.7,


preceptúa que es atribución del Tribunal Supremo de Justicia:
“…decidir los conflictos de competencia entre tribunales, sean
ordinarios o especiales, cuando no exista otro tribunal superior o común a ellos
en el orden jerárquico…”.

En este sentido, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en su artículo


31.4, dispone:
“Competencias comunes de las Salas

Artículo 31. Son competencias comunes de cada Sala del


Tribunal Supremo de Justicia: / (…)

4. Decidir los conflictos de competencia entre tribunales, sean


ordinarios o especiales, cuando no exista otro tribunal superior y común a ellos
en el orden jerárquico.”

Por su parte, esta Sala Constitucional, cuando determinó la competencia para


el conocimiento de las demandas de amparo constitucional a la luz de los principios y
preceptos que acogió la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (s. S.C. n.º 1,
20.01.2000), estableció que le corresponde el ejercicio de la jurisdicción constitucional en sede
del Tribunal Supremo de Justicia y que, en consecuencia, es ella la competente por la
materia “...para conocer, según el caso, de las acciones de amparo constitucional propuestas
conforme a la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales…”.

Los criterios para la resolución de conflictos de competencia que se susciten


entre tribunales en materia de amparo constitucional están normados en el artículo 12 de la
Ley Orgánica sobre Derechos y Garantías Constitucionales, en los mismos términos que los
regula el Código de Procedimiento Civil, así: “…los conflictos de competencia (…) serán
decididos por el Superior respectivo…”.

Por cuanto, en este caso, no existe superior común a los órganos


jurisdiccionales entre los cuales se planteó el conflicto negativo de competencia en el contexto
de una pretensión de amparo constitucional, de conformidad con las normas que fueron
citadas supra,  esta Sala resulta competente para la solución del conflicto entre el Juzgado
Primero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado
Falcón y el Juzgado Superior Contencioso Administrativo de la misma  Circunscripción Judicial,
y así se declara.

III

DEL CONFLICTO DE COMPETENCIA


El Juzgado Primero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de
la Circunscripción Judicial del Estado Falcón, mediante auto del 25 de febrero de 2013, se
declaró incompetente para el juzgamiento de la pretensión de amparo constitucional de autos
y declinó la competencia en el Juzgado Superior Contencioso Administrativo de la
Circunscripción Judicial del Estado Falcón,  con base en lo siguiente:
“…[Q]ue la parte hoy querellada, solicita un beneficio de
Jubilación especial, con base a las estipulaciones establecidas en el Instructivo
que establece las normas que regulan dicha tramitación, para los Funcionarios
y Empleados de la Administración Pública Nacional de los Estados y Municipios.
Así las cosas, concluye este sentenciador, que la parte hoy querellada, solicita
la aplicación del artículo 78 del Estatuto de la Función Pública, la cual prevé las
causales de retiro y reingreso a la Administración Pública, tal y como se
desprende de la comunicación dirigida a la Junta Directiva del Banco de
Venezuela.

Bajo estas consideraciones, es por lo que este Tribunal se


declara incompetente para conocer, sustanciar y decidir la presente solicitud
de Derecho Petición y a Obtener Oportuna y adecuada respuesta, toda vez que
están incurso en el mismo decisiones que embarca la competencia directa del
Poder Ejecutivo Nacional, y por cuanto se trata de una reclamación que realiza
la parte querellada, en miras a ingresar a la función pública nacional, bajo un
régimen de jubilación, que solo les está atribuidos a funcionarios y empleados
contenidos en los artículos 1 y 2 de la Ley del Estatuto Sobre el Régimen de
Jubilaciones y Pensiones de los Funcionarios o Empleados de la Administración
Pública Nacional, de los Estados y Municipios. Por tanto, el conocimiento de los
litigios que versen sobre la relación de empleo público, entre los empleados del
Banco de Venezuela y la administración pública, corresponde a los órganos
jurisdiccionales, con competencia Contencioso Administrativa Funcionarial, de
acuerdo a lo establecido en el artículo 93 de la Ley del Estatuto de la Función
Pública, es por lo que se declina la competencia para el Tribunal Superior
Contencioso Administrativo de esta misma Circunscripción Judicial. Y así se
decide”.

Por su parte, el Juzgado Superior Contencioso Administrativo de


la Circunscripción Judicial del Estado Falcón, mediante auto del 21 de marzo de 2013, se
pronunció, igualmente, incompetente, planteó el conflicto negativo de competencia y ordenó
la remisión del expediente a esta Sala Constitucional, con fundamento en lo siguiente:
“Así las cosas, y siendo que la competencia es eminentemente
de orden público, no convalidable bajo ningún argumento, y que la misma
puede ser declarada aún de oficio en cualquier estado e instancia del proceso,
corresponde a este Juzgado, revisar su competencia para conocer el caso
concreto, esto es, el recurso interpuesto, y para ello se hace necesario observar
que de los alegatos esgrimidos en el libelo de demanda, así como, de los
recaudos acompañados, se evidencia que el objeto del presente recurso, se
circunscribe en un recurso de amparo constitucional ejercido contra el Banco
de Venezuela, S.A, Banco Universal, empresa del Estado, adscrita al Ministerio
del Poder Popular para la Planificación y Finanzas, según se evidencia de
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nros. 39.321 y 39.234,
de fechas 4 de diciembre de 2009, y 4 de agosto del mismo año,
respectivamente, con motivo a la presunta ´(...) violación de [mis] Derechos y
Garantías Constitucionales previsto en la  CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA, en su precepto Nro. 51 es decir: DERECHO (SIC)
PETICIÓN Y A OBTENER OPORTUNA Y ADECUADA RESPUESTA (...)´.

Ello así, tratándose en el presente caso de una empresa del


Estado, Banco de Venezuela S.A, que en este caso es el patrono, se hace
necesario dilucidar el régimen legal aplicable que regula las relaciones
existentes entre dicha empresa y sus trabajadores.

Así pues, el Decreto Con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica


de la Administración Pública, Gaceta Oficial Extraordinaria Nro. 5890 del 31
julio 2008 (sic), que estableció en su artículo 107 respecto a las empresas del
Estado que las mismas, “(...) se regirán por la legislación ordinaria, por lo
establecido en el presente Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica y
las demás normas aplicables; y sus trabajadores se regirán por la legislación
laboral”. Lo anterior estipula que los trabajadores que presten servicios a las
empresas del Estado se rigen por la legislación laboral, esto es la Ley Orgánica
del Trabajo, las Trabajadoras y los Trabajadores.

Asimismo, la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, en


reiteradas sentencias, ha expresado que, las reclamaciones que efectúen los
trabajadores que presten servicio a empresas en la cual el Estado tenga una
participación decisiva, corresponde su competencia a los Juzgados Laborales.
(Vid. Sentencia de fecha 10 de abril de 2009, con ponencia del Magistrado
Arístides Rengifo Camacaro y Sentencia de fecha 2 de julio 2009, Caso Jaime
Abdala Gallegos Vs Mercal, C.A.)

Ahora, es claro que la presente controversia se circunscribe a la


reclamación de derechos de naturaleza laboral, cuya discusión y tramitación a
consideración de este Órgano Jurisdiccional, corresponden a la jurisdicción
ordinaria, es decir, a los Tribunales con competencia en materia laboral.

Por consiguiente, el artículo 29 numeral 3 y 4 de la Ley


Orgánica Procesal del Trabajo, establece que son competentes los Tribunales
del Trabajo para sustanciar y decidir: ‘3. Las solicitudes de amparo por
violación o amenaza de violación de los derechos y garantías constitucionales
establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 4. Los
asuntos de carácter contencioso que se susciten con ocasión de las relaciones
laborales como hecho social, de las estipulaciones de contrato de trabajo y de
la seguridad social (…)’.

De este modo, de la norma supra citada se desprende, que el


Juez natural competente para conocer y decidir los asuntos cuya materia
corresponda con el derecho al trabajo y de la seguridad social son los Jueces
laborales, quien es el llamado a conocer el fondo de la presenté pretensión,
razón por la cual debe ser conocida por los Juzgados de Primera Instancia de
Sustanciación, Mediación y Ejecución del Trabajo de la. Circunscripción Judicial
del estado Falcón. Así se decide.

En efecto, el fuero atrayente de la Jurisdicción Contencioso


Administrativa no puede operar indiscriminadamente en toda pretensión que
se tenga contra el estado o en la que haya intereses del mismo, por el contrario
siempre deben analizarse las características sustantivas de la específica
materia debatida para determinar así el Juez natural.

De allí que, este Juzgado concluye que resulta Incompetente


para conocer, sustanciar y decidir la presente acción de amparo constitucional
que dio origen a las presentes actuaciones, en tal razón, no acepta la
competencia que le fuere declinada por el Tribunal Primero de Primera
Instancia de Juicio Tanto del Nuevo Régimen y del Régimen Procesal
Transitorio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado Falcón. En
consecuencia, siendo que, en el presente caso éste Tribunal es el segundo en
declararse incompetente, se presenta un conflicto negativo de competencia, de
allí pues, que es importante resaltar lo establecido en el artículo 12 de la Ley
Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, el cual
señala: ´Los conflictos sobre competencia que se susciten en materia de
amparo ante Tribunales de Primera Instancia serán decididos por el Superior
respectivo. Los trámites serán breves y sin incidencias procesales´. Así, la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en su artículo 31 numeral 4 expresa
que ´Son competencias comunes de cada Sala del Tribunal Supremo de Justicia:
(...) 4. ´Decidir los conflictos de 1 competencia entre tribunales, sean ordinarios
o especiales, cuando no exista otro tribunal superior y común a ellos en el
orden jerárquico.´

De lo anteriormente expuesto, este Juzgado plantea conflicto


negativo de competencia por ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, a fin de que sea resuelto el presente conflicto negativo de
competencia y se determine el Tribunal competente para conocer del presente
asunto de conformidad con lo previsto en el numeral 4 del artículo 31 de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia. Se ordena la remisión inmediata del
expediente a dicha Sala. Así se decide.

DECISION

Por todas las consideraciones anteriormente expuestas es por


lo que este Juzgado Superior Contencioso Administrativo de la Circunscripción
Judicial del estado Falcón, administrando justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley declara:

PRIMERO: No acepta la competencia que le fuere declinada


por el Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio Tanto del Nuevo
Régimen y del Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la Circunscripción
Judicial del estado Falcón en la acción de amparo constitucional interpuesto
por la ciudadana  SILVIA COROMOTO DELGADO NAVEDA, asistida por el
abogado  NUMA MIRANDA, ambos ut supra identificados, contra el  BANCO DE
VENEZUELA. S.A. BANCO UNIVERSAL, ello con fundamento en la motiva del
presente fallo.

SEGUNDO: Plantea conflicto negativo de competencia por ante


la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, a fin de que sea
resuelto el presente conflicto negativo de competencia surgido y se determine
el Tribunal competente para conocer del presente asunto de conformidad con
lo previsto en el numeral 4 del artículo 31 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia.

TERCERO: Se ordena la remisión inmediata del expediente a la


Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia”.

IV

MOTIVACIÓN PARA LA DECISIÓN

Corresponde a esta Sala pronunciarse respecto del conflicto negativo de


competencia que surgió entre el Juzgado Primero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de
la Circunscripción Judicial del Estado Falcón y el Juzgado Superior Contencioso Administrativo
de la misma  Circunscripción Judicial y, por tanto, la determinación del juzgado competente
para el juzgamiento de la demanda de amparo constitucional que incoó la ciudadana Silvia
Coromoto Delgado Rivas contra el Banco de Venezuela S.A. Banco Universal, con fundamento
en la negativa, por parte de esa Institución, de dar “debida, adecuada y oportuna respuesta”  a
la solicitud realizada por dicha ciudadana para el otorgamiento del beneficio de jubilación o
pensión especial; todo lo cual habría lesionado su derecho y garantía constitucional a obtener
oportuna y adecuada respuesta, que reconoce el artículo 51 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela.

De autos se evidencia que la demanda de tutela constitucional fue interpuesta


ante la jurisdicción laboral, correspondiéndole el conocimiento al Juzgado Primero de Primera
Instancia de Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón, el cual, una vez
declarada su incompetencia para conocer de dicha pretensión declinó el conocimiento de la
misma en un tribunal contencioso administrativo. Es el caso que, el juzgado al cual le
correspondió dicho conocimiento, es decir, el Juzgado Superior Contencioso Administrativo de
la misma Circunscripción Judicial se declaró, a su vez, incompetente para ello y consideró que
correspondía la competencia, para el conocimiento de la presente causa, a los tribunales
laborales, razón por la cual planteó el conflicto negativo de competencia ante esta Sala
Constitucional.

Ahora bien, en el caso sub examine  se observa que, la ciudadana Silvia


Coromoto Delgado Rivas interpuso demanda de protección constitucional contra el Banco de
Venezuela S.A. Banco Universal, la cual se adscribió al entonces Ministerio del Poder
Popular para la Economía y Finanzas como empresa del Estado, según Decreto n.° 6850,
publicado en la Gaceta Oficial n.° 39.234 del 4 de agosto de 2009.

Por su parte, el artículo 107  del Decreto n.° 6.217 con Rango, Valor y Fuerza de
Ley Orgánica de la Administración Pública, publicado en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela n.° 5.890 (Extraordinario), del 15 de julio de 2008 establece que:
“Las empresas del Estado se regirán por la legislación
ordinaria, por lo establecido en el presente Decreto con Rango, Valor y Fuerza
de Ley Orgánica y las demás normas aplicables; y sus trabajadores se regirán
por la legislación laboral ordinaria”.

Respecto al  régimen jurídico aplicable al personal que labora para las
empresas del Estado, como sucede en el caso concreto, la Sala Plena de este máximo Tribunal
en sentencia n.° 54/2009, del 2 de julio (caso: Jaime Coromoto Abdala
Gallegos  contra  Mercado de Alimentos Mercal  C.A.), entre otras, estableció que  los juzgados
laborales tienen atribuida la competencia para el conocimiento de las reclamaciones que
efectúen los trabajadores que presten servicio a empresas en la cual el Estado tenga una
participación, en los siguientes términos:
“En un caso análogo, esta Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia, en sentencia de fecha 1° de abril de 2009, con ponencia del
Magistrado Rafael Arístides Rengifo Camacaro, señaló:

‘…En tal sentido es de observar que el Centro Simón


Bolívar, C.A., es un ente público creado con forma de sociedad
mercantil, cuyo capital accionario pertenece a la República (cfr.
Sentencia de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de
Justicia, número 591 del 10 de abril de 2002), esto es, se trata de una
empresa del Estado….

….De lo que se deduce que, por regla general, el


Centro Simón Bolívar, C.A., tiene a la Ley Orgánica del
Trabajo [actualmente Ley Orgánica del Trabajo, las Trabajadoras y los
Trabajadores]  como normativa que rige las relaciones con sus
trabajadores (cfr. Sentencias de la Sala Político Administrativa
números 4.260 del 16 de junio de 2005, 5.229 de fecha 27 de julio de
2005 y 429 del 9 de abril de 2008)…

…Efectuadas las consideraciones precedentes, esta


Sala Plena concluye que la presente ‘demanda’ contra el Centro
Simón Bolívar, C.A., debe ser decidida por los tribunales del trabajo.
Así se decide.

Por tal razón, correspondería al Juzgado Noveno de


Primera Instancia de Sustanciación, Mediación y Ejecución del
Régimen Procesal Transitorio del Trabajo de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, la competencia para
conocer de la ‘demanda’ interpuesta por el ciudadano Pedro Pacheco
contra el Centro Simón Bolívar, C.A., ‘…para que convenga en pagar o
en su defecto a ello sea por usted condenado, las cantidades
señaladas en este libelo de demanda…’ (sic), ‘…por concepto de
antigüedad, vacaciones, vacaciones fraccionadas y bono vacacional’,
de conformidad con lo dispuesto Convención Colectiva…’.

En tal sentido, esta Sala Plena considera que  la


competencia para conocer del recurso interpuesto por el
ciudadano  JAIME COROMOTO ABDALA GALLEGOS, es del  Tribunal
Segundo de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo,  en virtud de que los
trabajadores que prestan servicio a Mercado de Alimentos C.A.
(MERCAL), están sometidos al régimen de la Ley Orgánica del
Trabajo  [actualmente Ley Orgánica del Trabajo, las Trabajadoras y los
Trabajadores].  Así se decide”.

Con fundamento en el criterio supra, se concluye que el juzgado competente


para el juzgamiento de la pretensión de tutela constitucional de autos, de acuerdo con la
materia debatida, es un tribunal laboral, en virtud de la relación laboral que hubo entre la
ciudadana Silvia Coromoto Delgado Rivas y el presunto agraviante, Banco de Venezuela S.A.
Banco Universal, la cual es una empresa del Estado, tal como lo determinó el Juzgado Superior
Contencioso Administrativo de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón. En consecuencia,
se ordena la remisión inmediata del expediente continente de dicha causa al Juzgado Primero
de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón, en
resguardo del derecho de las partes a ser juzgado por su juez natural. Así se establece.

DECISIÓN

Por las razones que anteceden, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, en nombre de la República por autoridad de la Ley, declara:

PRIMERO: Que es COMPETENTE para la resolución del conflicto de


competencia que planteó el Juzgado Superior de lo Contencioso Administrativo de
la Circunscripción Judicial del Estado Falcón.

SEGUNDO: Que la COMPETENCIA para el juzgamiento de la demanda de


amparo constitucional que interpuso la ciudadana SILVIA COROMOTO DELGADO RIVAS contra
el Banco de Venezuela S.A. Banco Universal corresponde al Juzgado Primero de Primera
Instancia de Juicio del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón. Queda de esta
manera resuelto el conflicto negativo de competencia planteado ante esta Sala Constitucional.

Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado declarado


competente, es decir, al Juzgado Primero de Primera Instancia de Juicio del Trabajo de
la Circunscripción Judicial del Estado Falcón, así como copia certificada de esta decisión al
Juzgado Superior de lo Contencioso Administrativo de la misma Circunscripción Judicial.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 04 días del mes de julio  de dos mil trece. Años:
203º de la Independencia y 154º de la Federación.
La Presidenta,
 
 
 
 
GLADYS MARÍA GUTIÉRREZ ALVARADO

Ponente

 
El Vicepresidente,

FRANCISCO ANTONIO CARRASQUERO LÓPEZ

Los Magistrados,

LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO


…/


 

MARCOS TULIO DUGARTE PADRÓN

CARMEN ZULETA DE MERCHÁN

ARCADIO DE JESÚS DELGADO ROSALES

JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER

El Secretario,

 
JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO

 
 
GMGA.-
Expediente n.° 13-0399
 

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Sentencia nº 01145 de Tribunal Supremo de Justicia - Sala Político


Administrativa de 16 de Octubre de 2013

Fecha de Resolución: 16 de Octubre de 2013

Emisor: Sala Político


Administrativa

Número de 2003-0806
Expediente:

Ponente: Trina Omaira Zurita

Procedimiento: Demanda

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CONTENIDO
Magistrada Ponente TRINA OMAIRA ZURITA
Exp. Nº 2003-0806
Mediante Sentencia N° 1155 de fecha 23 de julio de 2003, esta Sala se declaró
competente para conocer de la demanda por indemnización de daños materiales y
morales interpuesta por el abogado W.G.L.M.G., inscrito en el INPREABOGADO bajo el N°
36.236, actuando con el carácter de apoderado judicial de la ciudadana M.N.C.C., titular de
la cédula de identidad N° 5.621.101, contra el BANCO INDUSTRIAL DE VENEZUELA,
C.A., sociedad mercantil originalmente inscrita ante el Registro de Comercio que llevó la
Secretaría del Juzgado de Primera Instancia en lo Mercantil del Distrito Federal, en fecha
15 de enero de 1938, bajo el Nº 30, cuya última modificación estatutaria, según consta en
autos, fue inscrita en el Registro Mercantil Cuarto de la Circunscripción Judicial del Distrito
Capital y Estado Miranda, el día 5 de junio de 2001, bajo el Nº 49, Tomo 34-A-Cto.
El 3 de mayo de 2005, se pasó el expediente al Juzgado de Sustanciación para que
emitiera pronunciamiento respecto a la admisión de la demanda.
Por auto de fecha 12 de mayo de 2005, el prenombrado Juzgado admitió la demanda
interpuesta, ordenando la citación de la sociedad mercantil Banco Industrial de Venezuela,
C.A. y la notificación de la ciudadana Procuradora General de la República.
En fechas 9 y 10 de agosto de 2005, el Alguacil del Juzgado de Sustanciación consignó
boleta de citación practicada a la institución financiera demandada, y boleta de notificación
dirigida a la ciudadana Procuradora General de la República, respectivamente, recibidos
ambos el 8 de ese mes y año.
El 9 de noviembre y 20 de diciembre de 2005; y el 31 de enero de 2006, el abogado
J.C.M.P., inscrito en el INPREABOGADO bajo el No. 47.577, actuando con el carácter de
apoderado judicial de la parte demandada, presentó escritos contentivos de la
contestación de la demanda.
En fechas 16 y 23 de febrero de 2006, las partes demandante y demandada,
respectivamente, presentaron escritos de promoción de pruebas.
Por autos separados de fecha 29 de marzo de 2006, el Juzgado de Sustanciación se
pronunció con relación a la admisibilidad de las pruebas promovidas por las partes,
ordenando notificar a la ciudadana Procuradora General de la República, a tenor de lo
establecido en el artículo 95 del Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría
General de la República, publicado en la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.554 del 31 de
noviembre de 2001, aplicable ratione temporis.
En fecha 11 de mayo de 2006, el Alguacil del precitado Juzgado consignó recibo de
notificación dirigido a la ciudadana Procuradora General de la República, firmado por la
Gerente General de Litigios, el 5 del mismo mes y año.
Mediante auto de fecha 13 de junio de 2006, el Juzgado de Sustanciación acordó pasar el
expediente a la Sala, por haber concluido la sustanciación.
Por auto de fecha 28 de junio de 2006, se dio cuenta en Sala, se designó ponente al
Magistrado Hadel Mostafá Paolini y se fijó el tercer (3er.) día de despacho siguiente para el
comienzo de la relación de la causa.
El 6 de julio de 2006, se fijó el acto de informes para el décimo (10°) día de despacho
siguiente, siendo diferido en dos oportunidades hasta que fue celebrado el 2 de noviembre
de 2006, dejándose constancia de la comparecencia de la representación judicial de
ambas partes.
El 22 de febrero de 2007, terminó la relación de la causa y se dijo “Vistos”.
Vista la designación efectuada a la abogada T.O.Z. por la Asamblea Nacional en fecha 7
de diciembre de 2010, quien se juramentó e incorporó como Magistrada Principal de la
Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia el 9 de diciembre del mismo
año; la Sala quedó integrada de la manera siguiente: Presidenta, la Magistrada Evelyn
Marrero Ortíz; Vicepresidenta, la Magistrada Yolanda Jaimes Guerrero; los Magistrados
Levis Ignacio Zerpa y Emiro García Rosas, y la Magistrada T.O.Z..
Por auto del 20 de enero de 2011, se dejó constancia de la nueva conformación de esta
Sala Político-Administrativa y, se reasignó la ponencia a la Magistrada T.O.Z..
Vista la incorporación de la abogada M.M.T., en fecha 16 de enero de 2012 como
Magistrada Suplente, la Sala quedó integrada de la manera siguiente: Presidenta,
Magistrada Evelyn Marrero Ortíz; Vicepresidenta, Magistrada Yolanda Jaimes Guerrero, el
Magistrado Emiro García Rosas y las Magistradas T.O.Z. y M.M.T..
El 14 de enero de 2013, se incorporó a la Sala el Magistrado Suplente E.R.G..
En fecha 08 de mayo de 2013 fue electa la Junta Directiva de este Supremo Tribunal, de
conformidad con lo previsto en el artículo 20 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia, quedando integrada esta Sala de la siguiente manera: Presidente, Magistrado
Emiro García Rosas; Vicepresidenta, Magistrada Evelyn Marrero Ortíz; las Magistradas
T.O.Z. y M.M.T., y el Magistrado E.R.G..
En fecha 16 de julio de 2013, se reasignó la ponencia a la Magistrada Suplente M.C.A..
En fecha 8 de octubre de 2013, se reasignó la ponencia a la Magistrada T.O.Z..
Revisadas como han sido las actas procesales del presente expediente, se pasa a dictar
sentencia en este juicio, previas las siguientes consideraciones:
I
DEL LIBELO DE DEMANDA
En fecha 2 de mayo de 2001, la representación judicial de la ciudadana M.N.C.C. interpuso
demanda contra el Banco Industrial de Venezuela, C.A., fundamentándose en los
siguientes argumentos:
Expuso que el 13 de septiembre de 1986, su mandante comenzó a trabajar para la
sociedad mercantil Banco Industrial de Venezuela, C.A., siendo el último cargo
desempeñando, el de Gerente de la sucursal del banco ubicada en la Avenida México, de
la ciudad de Caracas.
Sostuvo que en el mes de julio de 1994, se presentó en la agencia del Banco Industrial de
Venezuela, C.A., “un señor identificado como F.C.S.D., titular de la cédula de identidad No.
10.812.842, quien fungía como Presidente de la Sociedad Mercantil, denominada
INVERSORA NACIONAL DE VALORES (INAVALCA), registrada por ante el Registro
Mercantil Segundo, de la Circunscripción Judicial del Área metropolitana de Caracas, bajo
el No. 8, tomo 40 A SGD, expediente No. 38.0048 de fecha, quien apertura una cuenta a
nombre de la referida compañía, con un cheque por la cantidad de BOLÍVARES DOS
MILLONES CIENTO CINCO MIL (Bs. 2.105.000,00), de Gerencia del Banco Industrial de
Venezuela, Agencia La Hoyada, el cual fue conformado, posteriormente se hicieron
múltiples operaciones con la referida cuenta, lo cual terminó en definitiva, en una vulgar
estafa contra el Consejo de la Judicatura…” (sic).
Señaló que “…la Gerencia de Seguridad del BANCO INDUSTRIAL DE VENEZUELA, al
momento de emprender las investigaciones relacionadas con la estafa cometida por la
empresa INAVALCA, acosó, amenazó y trató como una vulgar delincuente, a mi
mandante, tratando inclusive de forzarla a confesar una culpabilidad que no tenía,
situación ésta que impulsó a mi representada a interponer formal denuncia de los hechos
ocurridos (…) por ante la jurisdicción penal correspondiente, la cual cursó por ante el
Juzgado Decimoséptimo (sic) de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas …”.
Esgrimió que su representada, a fin de defender su profesionalismo e integridad y
demostrar que en el ejercicio de su cargo actuó apegada a las normas y controles
respectivos, envió comunicación al Presidente del Banco Industrial de Venezuela, C.A.,
recibida en fecha 23 de noviembre de 1994, en la cual explicó los pormenores “de la estafa
cometida contra el Consejo de la Judicatura (…) solicitando que el referido caso fuera
denunciado ante la entonces Policía Técnica Judicial, para que procedieran a realizar las
investigaciones necesarias y se apresaran a los verdaderos estafadores”.
Afirmó, que su mandante denunció ante la jurisdicción penal correspondiente “de manera
determinante los hechos delictivos relacionados con su agencia, llegando inclusive a ser
felicitada por la VICEPRESIDENCIA EJECUTIVA DE OPERACIONES, a través de un
memorando interno, de fecha 28 de septiembre de 1994, en el que se otorga
reconocimiento por las acciones emprendidas en frustración de la estafa en contra de
Cadafe…”.
Sostuvo que “…las acciones emprendidas por mi mandante (…) de alguna manera
disgustó e incomodó a la Gerencia de Seguridad del Banco Industrial de Venezuela
trayendo como consecuencia, que la mencionada Gerencia de Seguridad, creara e
inventara sendo informe en el que se dedica a enlodar y acabar con la profesión y el buen
nombre de mi patrocinada…”.
Señaló que los hechos imputados a su mandante mediante el referido informe de
Seguridad de fecha 19 de diciembre de 1994, emanado del ciudadano H.U.G. (Inspector
de Seguridad) y dirigido al ciudadano J.A.E., (Gerente de Seguridad), “…nunca fueron
comprobados por lo menos en lo que se refiere a la culpabilidad de mi mandante en la
comisión de los mismos, ya que no existe proceso judicial alguno que lo haya así
determinado y por ende tampoco existe una sentencia condenatoria contra mi
representada con ocasión de tales hechos, por cuanto mi mandante fue la principal
interesada en que se investigara y aparecieran los responsables, razón por la cual fue
quién interpuso la denuncia por ante los tribunales competentes, es decir no es imputada
en ese caso, es agraviada, es más el Juez de la causa en ningún momento relacionó a mi
mandante como indiciada, todo lo contrario siempre fue agraviada y denunciante en la
referida causa.” (sic).
Afirmó que el Banco Industrial de Venezuela, C.A. “impulsó una denuncia en contra de mi
representada por ante las autoridades penales competentes; contribuyendo de manera
determinante los hechos arriba descritos y narrados, para que en fecha 25 de Abril de
1997, le fuera dictado a mi mandante, AUTO DE DETENCIÓN, por el Juzgado Octavo de
Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, por la presunta comisión del delito de COOPERADORA INMEDIATA EN EL
DELITO DE ESTAFA AGRAVADA EN GRADO DE CONTINUIDAD, previsto en el artículo
464 del Código penal venezolano…”. (sic).
Señaló que en fecha 14 de febrero de 2000, el Juzgado Sexto de Primera Instancia para el
Régimen Procesal Transitorio del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, dictó sentencia absolutoria de los cargos que le imputaba
el Ministerio Público a la ciudadana M.N.C.C..
Sostuvo que al ser desincorporada del cargo que ocupaba en el Banco Industrial de
Venezuela, C.A., interpuso demanda ante la jurisdicción laboral, declarando “el Juzgado
Superior Segundo del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, en la sentencia (…) de fecha 16 del mes de diciembre del año 1997 (… ) que el
despido de que fue objeto mi mandante no tuvo causa justificada, en consecuencia
parcialmente con lugar la demanda…” (sic).
En atención a lo expuesto, afirmó que “La desincorporación del cargo de la que fue objeto
mi mandante, bajo las circunstancias arriba descritas, sumado a la privación de la libertad
que posteriormente le sucedió con motivo de haber sido involucrada injustamente en los
hechos ilícitos antes descritos, no cometidos por ella, sumado al descabellado informe
emanado de la gerencia de seguridad en el cual se involucra en hechos ilícitos y los cuales
le imputó el BANCO INDUSTRIAL DE VENEZUELA ha producido a mi mandante los
DAÑOS Y PERJUICIOS…” (sic).
Señaló la parte demandante que las acusaciones carentes de fundamento, y las
consecuencias que ello produjo, principalmente la desincorporación del cargo que ocupaba
como Gerente de la Agencia del banco, ubicada en la Avenida México, Parroquia Catedral
del Distrito Federal (hoy Distrito Capital), así como el daño a su reputación, se constituyen
como un hecho ilícito que quedó demostrado -a su juicio- con: i) la Sentencia emanada del
Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas el 16 de diciembre de 1997, en la que se determinó que el
despido de su representada había sido realizado sin causa justificada y; ii) la Sentencia
dictada por el Juzgado Sexto de Primera Instancia para el Régimen Procesal Transitorio
del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas
en fecha 14 de febrero de 2000, que absolvió a su representada de los cargos que se le
imputaban.
Señaló que los daños sufridos fueron los siguientes:
1) Daños materiales:
i) Que con ocasión al aludido proceso penal, su mandante tuvo que pagar por concepto de
honorarios de abogados la cantidad de diez millones de bolívares (Bs. 10.000.000,00),
reexpresados en diez mil bolívares (Bs. 10.000,00).
ii) Que por quedarse sin trabajo, vendió el apartamento que fungía como su vivienda
principal, por la cantidad de dieciséis millones doscientos mil bolívares (Bs.
16.200.000,00), reexpresados en dieciséis mil doscientos bolívares (Bs. 16.200,00); y una
parcela de terreno de su propiedad, valorada en un millón de bolívares (Bs. 1.000.000,00),
reexpresados en mil bolívares (Bs. 1.000,00).
iii) Que los prenombrados inmuebles han adquirido una revalorización o plusvalía, que la
demandante ha dejado de percibir en su patrimonio.
Expuesto lo anterior, estimó los daños materiales en la cantidad de trescientos veinte
millones de bolívares (Bs. 320.000.000,00), reexpresados en trescientos veinte mil
bolívares (Bs. 320.000,00).
2) Daños morales:
i) Que “Las vivencias que tuvo que sobrellevar desde que se iniciaron las situaciones
adelantadas en su contra, de manera intencional, negligente, imprudente, de mala fe, con
impericia, abuso de derecho e inobservancia y total desconocimiento del derecho, por el
Banco Industrial de Venezuela, le han generado una situación de altísimo conflicto con sus
familiares, amigos y la sociedad en general, pero más importante aún consigo misma, ya
que fue sometida al escarnio público cuando su nombre y fotografía apareció en la prensa
nacional, tildándola en general de miembro principal de una banda de estafadores…”.
ii) Que el domicilio de su representada fue allanado sin orden legal, y que también fue
privada de su libertad mediante auto de detención del 25 de abril de 1997, lo que
posteriormente conllevó a que estuviera sometida a un régimen de presentación cada
quince (15) días ante el Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Penal de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.
iii) Que tal situación -según expuso- incidió negativamente en el ámbito laboral, puesto que
“no pudo obtener una nueva oportunidad de trabajo” dentro de la banca pública y privada,
todo ello provocado, entre otras cosas, por lo indicado en el punto 3 del Informe de
Seguridad del Banco Industrial de Venezuela C.A., de fecha 19 de diciembre de 1994,
donde se recomendó que la ciudadana M.N.C.C. fuese incluida en la “lista negra No. 1 del
C.B.N..”
iv) Que la hija de su representada, V.C.C., presentó múltiples problemas en su colegio,
hasta el punto de tener que ser tratada psicológicamente, como consecuencia de la
situación laboral sufrida por su madre.
En razón de lo anterior, estimó los daños morales en la cantidad de cuatro mil millones de
bolívares (Bs. 4.000.000.000,00), reexpresados en cuatro millones de bolívares (Bs.
4.000.000,00).
Finalmente, fundamentó su pretensión en el contenido de los
artículos 1.185, 1.191 y 1.196 del Código Civil y estimó la demanda en la cantidad total de
cuatro mil trescientos veinte millones de bolívares (Bs. 4.320.000.000,00), reexpresados
en cuatro millones trescientos veinte mil bolívares (Bs. 4.320.000,00).
II
DE LA CONTESTACIÓN
En la oportunidad de dar contestación a la demanda, el apoderado del Banco Industrial de
Venezuela, C.A., negó, rechazó y contradijo la demanda, por no ser ciertos -a su decir- los
hechos alegados, ni asistirle a la demandante el derecho invocado. En tal sentido, sostuvo:
Que la demandante, para entonces Gerente de la Agencia del Banco Industrial de
Venezuela, ubicada en la Avenida México de la ciudad de Caracas, en la cual ocurrieron
los hechos por ella calificados de “estafa”, fue desincorporada del cargo el 20 de marzo de
1995, “por parte del otrora Vicepresidente de Recursos Humanos, alegando causal del 102
literal ‘A’ e ‘I’ de la Ley Orgánica (…) por haber cometido una serie de irregularidades que
facilitaron la comisión del [mencionado] delito”. (Agregado de la Sala).
Que de las afirmaciones de la demandante, se puede colegir una inexistencia absoluta de
hechos generadores de los daños “supuestamente imputables a EL BANCO, toda vez que:
A.- es la demandante quien los califica, de entrada, para con el Consejo de la Judicatura,
cliente del Banco en la agencia de La Hoyada a su cargo como de ‘vulgar estafa’; B.- en la
comunicación de despido a la demandante, de sus propios dichos y del contenido de la
misiva se desprende, inobjetablemente, que EL BANCO jamás imputó hecho alguno
injurioso o infamante a M.N.C.C.. Atribuye, quizás, infructuosamente, elementos que por
sus características calificó, laboralmente, de imprudencia o negligencia meritoria de
despido, mas nunca infamantes o descalificantes y que a todo evento tuvieron su debido
control y remedio, como así fue, en términos negligentemente limitados ante los tribunales
laborales competentes, sin que la ahora accionante pueda pretender de ellos
indemnización alguna por los supuestos agravios, que en materia laboral están prescritos
por no haberlos invocados en su oportunidad, y por cuanto, en todo caso y a todo evento,
son una consecuencia de lo por ella demandado hace más de 8 años, no pudiere venir
ahora ante su falta de presentación para su conocimiento y decisión oportuna y debida por
quien si era competente, traerlos, siquiera a esta instancia, por ser ésta incompetente y
sus consecuencias estar preescritas conforme a la ley y así debe declararlo esta honorable
Sala C.- Es ella quien impulsa e inicia la denuncia ante los cuerpos de investigación
competentes, la otrora Policía Técnica Judicial y son los tribunales competentes quienes lo
califican y proceden en consecuencia por auto del 25 de abril de 1997, emanado del
Juzgado 8vo de Primera Instancia en lo Penal de esta Circunscripción Judicial, quien dictó
medida de privación de Libertad por ‘Auto de Detención’ por ‘la presunta comisión de
cooperadora inmediata delito de estafa agravada en grado de continuidad’, como
igualmente lo admite la demandante en su escrito en su página 6. No es EL BANCO por
medio de su legítimo representante quien inicia las investigaciones, ni mucho menos quien
le produce la privación de libertad a la cual la demandante indica como la causante de sus
supuestos males objeto de reparación…”. (sic).
Que resulta improcedente establecer una relación causal que vincule a su representado
con los hechos generadores de los supuestos daños, toda vez que la denuncia que dio
lugar al procedimiento penal no fue realizada por su mandante, así como tampoco calificó
los hechos, ni ejecutó medida alguna infamante contra la actora.
Que su representada, como ente moral de carácter privado, solo puede manifestarse a
través de sus legítimos representantes legalmente constituidos y, que la demandante
“imputa a EL BANCO la elaboración de una supuesta especie infamante, contenida en un
informe de seguridad producido por el ciudadano H.U. en su carácter de Inspector de
Seguridad del Banco Industrial de Venezuela, C.A., amén de que el mismo fue de uso
interno para los órganos de mi representada, quienes nunca se hicieron eco de sus
resultas en la práctica, dicho ciudadano no representa la voluntad de la institución y sus
dichos no comprometen a EL BANCO en modo alguno…”.
Que no existe “vinculación entre las presuntas ventas de inmuebles propiedad de la
demandante y los costos para la defensa de sus intereses penales por imputación de los
organismos judiciales en esa materia (…) como también RECHAZAMOS el método
inmotivado según el cual determina la supuesta plusvalía de dicho bienes”. (sic).
Que “las publicaciones de índole noticiosa en la prensa [no] fueron de la autoría de EL
BANCO (…). No fue por remitidos o notas de prensa imputables a la demandada por las
cuales se procuraron las supuestas y negadas especies infamantes. NEGAMOS que EL
BANCO haya puesto en una lista negra a la demandante”. (Añadidos de la Sala).
Que existe una serie de elementos que hacen temeraria la acción, y que, a tenor de lo
dispuesto en los artículos 17 y 170 del Código de Procedimiento Civil, deben ser tomados
en cuenta como presunciones graves en contra de la pretensión de la accionante.
III
DE LAS PRUEBAS

A. Pruebas promovidas por la parte demandante:

Antes de enunciar las pruebas hechas valer por las partes en el presente juicio,
corresponde precisar que cuando se aluda en el presente capítulo, a cualquier
instrumento cuya certificación es expedida por algún Tribunal, dicha certificación es
realizada en el sentido del artículo 111 del Código de Procedimiento Civil, es decir; que
el funcionario judicial (Secretario) da fe, de que dichas copias son fieles y exactas a
sus originales que cursan en el expediente, o en los términos del precitado artículo
“hacen fe, salvo a la parte interesada el derecho de exigir su confrontación con el
original.”

A.1) Consignadas junto al libelo:

1. Copias simples de: i) “escrito de denuncia penal interpuesta por la


demandante” ante el Juzgado de Primera Instancia Penal de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas (no consta la fecha), con el objeto de
que los órganos competentes investigaran los hechos relacionados con el cobro
indebido de cheques de gerencia librados contra el Banco Industrial de Venezuela,
C.A. y ii) escrito presentado por la demandante ante el “Juzgado Octavo de
Primera Instancia en lo Penal y Salvaguarda al Patrimonio Público” (no consta la
fecha) solicitando que “se acuerde abrir una averiguación Penal al Dpto. de
Seguridad del Banco Industrial de Venezuela y al Jefe de la División contra la
delincuencia organizada del C.T.P.J…”. (Folios 54 al 60 del expediente).

2. Copia certificada de la comunicación por la cual la demandante solicitó al


Presidente del Banco Industrial de Venezuela, C.A., que se denuncie ante la
entonces Policía Técnica Judicial, el caso de la duplicidad y cobro indebido de
cheques de gerencia. En la referida comunicación se encuentra un sello
estampado en el que se lee: “Banco Industrial de Venezuela C.A./ PRESIDENCIA/
RECEPCIÓN/ 23 NOV 1994/ ÚNICAMENTE ACREDITA RECIBO NO IMPLICA
PRONUNCIAMIENTO SOBRE SU CONTENIDO”, así como otros dos (2) sellos de
“recibido” del mismo banco, donde se leen las fechas “1994 NOV 23 P 5: 22” y
“1994 NOV 23 P 5: 23”, respectivamente. Dicha certificación fue expedida por el
Juzgado Sexto (Penal) de Ejecución de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, en fecha 1º de febrero de 2001. (Folios 62 al 64 del
expediente).

3. Copia simple de “Memorando Interno” de fecha 28 de septiembre de 1994,


emanado del Presidente del Banco Industrial de Venezuela, C.A. y dirigido a la
accionante, por medio del cual, “le hacen un reconocimiento por las acciones
emprendidas en la frustración de la estafa por Bs. (…) mediante la emisión y
posterior intento de cobro del cheque…”. (Folio 61 del expediente).

4. Copia certificada del informe de fecha 19 de diciembre de 1994, emanado


del ciudadano H.U.G. (Inspector de Seguridad) y dirigido al ciudadano J.A.E.
(Gerente de Seguridad), ambos empleados de la institución financiera demandada,
mediante el cual hace unas recomendaciones relacionadas con “las
investigaciones efectuadas en torno a la Estafa, en la modalidad de Endosos
fraudulentos y Duplicidad de Cheques de Gerencia, emitidos por nuestra Oficina
de la Hoyada, siguiendo instrucciones del Cliente”. Dicha certificación fue expedida
por el entonces Juzgado Noveno de Primera Instancia del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en fecha 4 de abril de
2000. (Folios 24 al 42 del expediente).

5. Copia certificada de la comunicación emitida el 20 de marzo de 1995 por el


ciudadano S.B.Y., quien actuando con el carácter de Vicepresidente de Recursos
Humanos del Banco Industrial de Venezuela, C.A., le informó a la demandante que
fue despedida de su cargo de “Gerente” de la sucursal de la Avenida México, por
estar incursa en las causales de despido justificado previstas en los literales “A” e
“I” del artículo 102 de la Ley Orgánica del Trabajo, “es decir, falta de probidad, por
haber cometido una serie de irregularidades que facilitaron la comisión de una
estafa en contra de este Instituto y falta grave a las obligaciones impuestas por la
relación de trabajo, por incumplir las normas internas del Banco”. En el instrumento
consta la firma de la demandante debajo de una nota manuscrita que es del tenor
siguiente: “Nota: Recibo esta carta bajo la notificación de haber incursionado en
irregularidades que no realice y por lo tanto me reservo cualquier reclamo
posterior” (Sic). Dicha certificación fue expedida por el Juzgado Noveno de
Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, en fecha 4 de abril de 2000. (Folio 22 del expediente).

6. Copia simple de documento de compra-venta registrado el 26 de abril de


1996 ante la entonces Oficina Subalterna de Registro Público del Municipio Cajigal
del Estado Anzoátegui, por medio del cual el ciudadano N.L.C.P., supuesto
cónyuge de la accionante, vendió un fundo allí especificado, por la cantidad de un
millón de bolívares (Bs. 1.000.000,00). (Folios 136 al 140 del expediente).

7. Original de acta de fecha 14 de enero de 1997, emanada de la Jefa de


Control de Estudios de la Unidad Educativa “Santa Rosalía”, en la cual se deja
constancia que su hijo D.R.C. bajó su rendimiento escolar. (Folio 105 del
expediente).
8. Copias certificadas de actuaciones del expediente N° 95-11764, que cursa
ante el Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, de las cuales se desprende la
detención judicial de la demandante y otros ciudadanos que allí se identifican.
(Folios 65 al 70 del expediente).

9. Copia simple de documento de compra-venta con pacto de retracto,


registrado en fecha 17 de junio de 1997 ante la entonces Oficina Subalterna de
Registro Público del Tercer Circuito del Municipio Libertador del Distrito Federal,
bajo el No. 36, Tomo 54, Protocolo Primero, sobre un inmueble propiedad de la
demandante y de su cónyuge, constituido por un apartamento situado en la planta
“Pent House de la Torre A”, del edificio denominado “Centro Concordia”, ubicado
en la avenida Sur, entre las esquinas de Hoyo y Castán, Parroquia S.T.d.M.L..
(Folios 110 al 112 del expediente).

10. Original de la constancia de fecha 23 de octubre de 1997, emanada del


Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, en la que se indica que ante ese Tribunal cursaba
una averiguación penal signada con el No. 95-11764, donde aparece como
indiciada la ciudadana M.N.C.C.. (Folio 108 del expediente).

11. Copia certificada de la Sentencia definitivamente firme dictada por el


Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, en fecha 16 de diciembre de 1997, mediante la cual se
declaró parcialmente con lugar el recurso de apelación interpuesto por el Banco
Industrial de Venezuela, C.A., y, en consecuencia, parcialmente con lugar la
demanda intentada por M.N.C.C. contra el Banco Industrial de Venezuela, C.A.,
condenándose a este último a pagar las cantidades de dinero que resultaren de la
experticia complementaria del fallo por los conceptos de “segunda quincena del
mes de marzo de 1995, pago por aporte a la caja de ahorro, bono vacacional
fraccionado, vacaciones fraccionadas, preaviso, antigüedad y utilidades
contractuales.” (Folios 43 al 53 del expediente).

12. Copias certificadas de: i) la Sentencia definitivamente firme dictada en


fecha 14 de febrero de 2000, por el Juzgado Sexto de Primera Instancia para el
Régimen Procesal Transitorio del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en la que se absolvió a la demandante
de los cargos formulados en su contra por la Fiscal Octava del Ministerio Público
de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, por la comisión
del delito de Estafa Agravada en Grado de Continuidad, con el carácter de
Cooperadora Inmediata y; ii) el auto de fecha 4 de agosto de 2000, emanado del
Juzgado Sexto de Ejecución del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de
Caracas, en el cual se acuerda la libertad plena de la accionante. (Folios 71 al 87
del expediente).

13. Copias certificadas de publicaciones en los diarios de circulación nacional


“El Universal” (7 y 9 de junio de 1995), “El Nacional” (14 de junio de 1995), “El
Mundo” (9 y 14 de junio de 1995), “Últimas Noticias” (9 de junio de 1995), y “2001”
(9 de junio de 1995), expedidas por la Dirección de Servicios Hemerográficos de la
Biblioteca Nacional, donde aparece señalada la demandante como implicada en
una estafa cometida contra varios entes públicos. (Folios 88 al 102 del
expediente).

14. Original de “Acta” del 20 de enero de 2001, suscrita por el ciudadano C.D.,
actuando con el carácter de Presidente de la Junta de Condominio del Conjunto
Residencial La Concordia, mediante la cual se “dejó constancia” que la
demandante “ha sufrido el desprecio, maltrato y vejación de muchas personas que
viven en la comunidad.” (Folio 103 del expediente).

15. Original de constancia de fecha 26 de enero de 2001, emanada de la


Directora de la Unidad Educativa “Nuestra Señora del Pilar”, mediante la cual se
certifica que la hija de la demandante, V.C.C., estudió en dicho colegio y que del
año 1995 a 1997 presentó problemas de conducta, debiendo incluso ser tratada
psicológicamente. (Folio 106 del expediente).

16. Original del informe de fecha 13 de febrero de 2001, emanado del


ciudadano M.R.M., médico de la Clínica Dispensario Padre Machado, del que se
desprende que la demandante padece “un cuadro de tristeza y baja motivación”,
acentuado por otros síntomas clínicos descritos en el referido documento. (Folio
107 del expediente).

17. Síntesis curricular de la demandante, con sus respectivos soportes. (Folios


113 al 135 del expediente).

A.2) Consignadas en etapa probatoria:

En la oportunidad de promover pruebas, el apoderado judicial de la ciudadana


M.N.C.C., invocó el mérito favorable de los autos y muy especialmente, de las pruebas
documentales acompañadas al libelo de demanda.

B. Pruebas promovidas por la parte demandada:

El apoderado judicial de la institución financiera accionada, promovió las copias


certificadas de los siguientes instrumentos: i) Acta de Asamblea General Extraordinaria
de Accionistas del Banco Industrial de Venezuela, C.A., celebrada el 10 de diciembre
de 2001, a través de la cual se realizó una modificación parcial de los estatutos
sociales de dicha entidad financiera; ii) “Punto de Cuenta” de fecha 25 de marzo de
1996, cuyo original consta en la Agenda de Junta Directiva N° 24 del 28 de marzo de
1996, de dicha institución financiera “emitido por el Área de Operaciones- División de
Sucursales y Agencias con relación al reintegro de Bs. 42.684.407,60, al Consejo de la
Judicatura” y iii) Resolución N° JD-96-313 cuyo original consta en el Acta N° 24 del 28
de marzo de 1996 del Libro de Actas de Junta Directiva del Banco Industrial de
Venezuela, C.A., de la cual se desprende que se sometió a consideración, el reintegro
de cierta cantidad de dinero al Consejo de la Judicatura en virtud de “una presunta
estafa por endoso fraudulento y duplicidad de cheques de gerencia”. Dichas
certificaciones fueron expedidas por la Vicepresidenta de la Secretaría de la Junta
Directiva del Banco Industrial de Venezuela, C.A. (Folios 275 al 309 del expediente).

Por autos separados de fecha 29 de marzo de 2006, el Juzgado de Sustanciación


admitió las pruebas promovidas por ambas partes.
C. Valoración de las pruebas:

Establecido lo anterior, resulta menester hacer el examen del material probatorio


aportado en la presente causa, y en tal sentido, se observa que la demandante
promovió originales de: i) Acta de fecha 14 de enero de 1997, emanada de la Jefa de
Control de Estudios de la Unidad Educativa “Santa Rosalía”, en la cual se deja
constancia que el ciudadano D.R.C. (hijo de la actora) “bajó su rendimiento escolar”;
(referido en el numeral 7 del capítulo III “De las pruebas”); ii) Acta de fecha 20 de
enero de 2001, levantada por el ciudadano C.D., actuando en su carácter de
Presidente de la Junta de Condominio del Conjunto Residencial La Concordia (referido
en el numeral 14 del capítulo III “De las pruebas”); iii) Constancia de fecha 26 de enero
de 2001, expedida por la Directora de la Unidad Educativa “Nuestra Señora del Pilar”,
en la que “certifica” que la hija de la demandante, V.C.C., estudió en dicho colegio y
que del año 1995 a 1997 “presentó problemas de conducta” (referido en el numeral 15
del capítulo III “De las pruebas”) y iv) Informe de fecha 13 de febrero de 2001,
emanado del ciudadano M.R.M., médico de la Clínica Dispensario Padre Machado,
que indica que la demandante “padece un cuadro de tristeza y baja motivación”,
acentuado por otros síntomas clínicos descritos en la referida constancia (referido en
el numeral 16 del capítulo III “De las pruebas”). Tales instrumentos constituyen
documentos privados emanados de terceros que requieren la ratificación en juicio
mediante la prueba testimonial de quienes los emite, lo cual no se verificó en el
presente caso; por ende, no se les otorga valor probatorio, por mandato expreso
del artículo 431 del Código de Procedimiento Civil. Así se declara.

Respecto a las copias simples de: i) El documento de compra-venta registrado en


fecha 26 de abril de 1996, ante la entonces Oficina Subalterna de Registro Público del
Municipio Cajigal del Estado Anzoátegui, mediante el cual el ciudadano N.L.C.P.,
supuesto cónyuge de la accionante, vendió el fundo allí especificado, por la cantidad
de un millón de bolívares (Bs. 1.000.000,00), (referido en el numeral 6 del capítulo III
“De las pruebas”) y ii) El documento de compra-venta con pacto de retracto, registrado
en fecha 17 de junio de 1997, ante la entonces Oficina Subalterna de Registro Público
del Tercer Circuito del Municipio Libertador del Distrito Federal, sobre un inmueble
propiedad de la demandante y de su supuesto cónyuge (referido en el numeral 9 del
capítulo III “De las pruebas”); constata la Sala que se trata de copias simples de
instrumentos públicos, a tenor de lo establecido en el artículo 1.357 del Código Civil.
En consecuencia, surten pleno valor probatorio, de conformidad con el artículo
429 del Código de Procedimiento Civil por no haber sido desvirtuadas dentro del
proceso. (Vid. Sentencia 01601 del 05/11/09).

Igual razonamiento merecen el original de la constancia de fecha 23 de octubre de


1997 y las copias certificadas de las decisiones judiciales, (referidos en los numerales
8, 10, 11 y 12 del capítulo III “De las pruebas”), toda vez que fueron autorizados con
las solemnidades legales por un Juez con facultad para darle fe pública, según lo
dispuesto en el artículo 1.357 eiusdem.

Con relación a los escritos, comunicaciones, documentos e informes emanados de la


ciudadana M.N.C.C. así como del Banco Industrial de Venezuela, C.A.; advierte la
Sala que, no fueron impugnados, desconocidos o contradichos de alguna forma por la
parte contraria, y que de los alegatos, defensas y excepciones realizados por ambas
partes, se desprende que ambas están contestes en los hechos que se pretendían
demostrar con su promoción, por lo que se les otorga valor probatorio. Así se declara.
(Vid. entre otras, Sentencia Nº 00573 del 16 de junio de 2010).

Igualmente en lo que respecta a las publicaciones de los diarios que reseñan la noticia
de “la presunta estafa” realizada en perjuicio del Banco Industrial de Venezuela, C.A.,
se les otorga valor probatorio puesto que su contenido no fue desvirtuado en el
proceso y las partes están contestes con el contenido de dichos instrumentos.

Finalmente, en cuanto a los siguientes documentos mercantiles de la institución


financiera Banco Industrial de Venezuela, C.A.: i) Acta de Asamblea General
Extraordinaria de Accionistas del Banco Industrial de Venezuela, C.A., celebrada el 10
de diciembre de 2001, ii) “Punto de Cuenta” de fecha 25 de marzo de 1996 y iii)
Resolución N° JD-96-313 cuyo original consta en el Acta N° 24 del 28 de marzo de
1996, constata la Sala que se trata de instrumentos privados en copias certificadas
que no fueron desconocidos, impugnados, tachados, u objetados de alguna otra forma
por la parte accionada, razón por la cual, surten pleno valor probatorio de conformidad
con el artículo 429 del Código de Procedimiento Civil.

IV

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR

1. - Términos de la controversia:

La representación judicial de la ciudadana M.N.C.C. demandó al Banco Industrial


de Venezuela, C.A., por indemnización de daños materiales y morales
presuntamente sufridos por su mandante como consecuencia -a su decir- de los
señalamientos realizados por los representantes de dicha institución financiera,
relativos a la supuesta participación de la actora en una estafa contra el citado
banco, y que provocaron que el Ministerio Público formulara cargos en su contra
como “Cooperadora inmediata en el delito de estafa agravada en grado de
continuidad”.

Señaló la parte demandante que dichas acusaciones carentes de fundamento, y


las consecuencias que ello produjo, principalmente la desincorporación del cargo
que ocupaba su representada como Gerente de la Agencia del banco, ubicada en
la Avenida México, Parroquia Catedral del Distrito Federal (hoy Distrito Capital),
así como el daño a su reputación, se constituyen como un hecho ilícito atribuible a
la institución financiera demandada.

Por su parte, los apoderados judiciales del Banco Industrial de Venezuela, C.A.,
alegaron que la demandante había sido desincorporada del cargo que ocupaba en
dicho banco, por haber cometido una serie de irregularidades que presuntamente
facilitaron la comisión del delito de estafa, pero que ello no implicaba que se le
hubiere señalado como responsable del hecho punible. En tal sentido, afirmaron
que resulta improcedente establecer una relación causal que vincule a su
representada con los hechos generadores de los supuestos daños, toda vez que la
denuncia que dio inicio al procedimiento penal no fue realizada por su mandante
sino por la propia accionante.

Expuestos los hechos que dan origen a la presente causa, se aprecia que el
asunto sometido a consideración de esta Sala se contrae a determinar si el Banco
Industrial de Venezuela, C.A., ocasionó daños materiales y morales a la
accionante, en virtud de las actuaciones que le fueron atribuidas a ésta, por su
presunta participación en los hechos que posteriormente fueron calificados por el
Ministerio Público, al formular cargos en su contra como “Cooperadora inmediata
en el delito de estafa agravada en grado de continuidad”; situación que a decir de
la demandante trajo como consecuencia, su desincorporación del cargo que
ocupaba y daños a su reputación.

2. - Punto previo:

A los fines de una mejor inteligencia del asunto sometido a la decisión de esta
Sala, conviene previamente precisar los hechos que dieron origen a la detención
de la ciudadana M.N.C.C. ordenada por el Juzgado Octavo de Primera Instancia
en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, así
como su desincorporación del cargo que ocupaba.

En tal sentido, de acuerdo a los autos el aludido delito se habría configurado por el
cobro de cheques falsificados y de retiros efectuados -por terceros- en cuentas
bancarias propiedad de: el Consejo de la Judicatura, el Ministerio del Trabajo, las
sociedades mercantiles “HidroCapital y Cadafe”, así como de los ciudadanos
J.C.V. y R.E.A.P., entre otros, con la supuesta colaboración -según la institución
financiera accionada- de las ciudadanas M.N.C.C. y N.E.E.G., quienes se
desempeñaban como Gerente y Sub-Gerente, respectivamente, del Banco
Industrial de Venezuela, C.A., en la agencia ubicada en la Avenida México,
Parroquia Catedral de la ciudad de Caracas.

3. - Hechos no controvertidos:

Igualmente, a los fines de delimitar el objeto de la controversia sometida al


conocimiento de esta Sala, se deben precisar los hechos no controvertidos en la
presente causa, los cuales son:

i) Que la ciudadana M.N.C.C. trabajaba para la sociedad mercantil Banco Industrial


de Venezuela, C.A., siendo el último cargo desempeñando, el de Gerente de la
sucursal de dicha institución financiera ubicada en la Avenida México, de la ciudad
de Caracas.

ii) Que la prenombrada ciudadana, interpuso ante un Juzgado de Primera Instancia


Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, formal
denuncia penal (no consta la fecha) con el objeto de que se investigaran los
hechos relacionados con la presunta “estafa” cometida contra su empleador.

iii) Que a través de un memorando interno de fecha 28 de septiembre de 1994, la


Vicepresidencia Ejecutiva de Operaciones del Banco, le extendió “felicitación” a la
demandante por haber frustrado el cobro indebido de un cheque de gerencia
emitido con ocasión a una presunta “estafa”.
iv) Que la demandante M.N.C.C. envió comunicación al Presidente del Banco
Industrial de Venezuela, C.A., recibida en fecha 23 de noviembre de 1994, en la
cual explicó los pormenores de la “estafa” cometida contra el Consejo de la
Judicatura y, solicitó que dicho caso fuera denunciado ante la entonces Policía
Técnica Judicial, para que procediesen a realizar las investigaciones necesarias.

v) Que en fecha 19 de diciembre de 1994, el ciudadano H.U.G. (Inspector de


Seguridad) remitió al ciudadano J.A.E. (Gerente de Seguridad), ambos empleados
del Banco Industrial de Venezuela, C.A., un informe en el cual formuló algunas
recomendaciones dirigidas a dicho ente financiero, relacionadas con la
investigación que realizó en torno a la presunta estafa.

vi) Que la ciudadana M.N.C.C., fue despedida el 20 de marzo de 1995 del cargo
de “Gerente” de la sucursal de la Avenida México, por estar incursa -según el
prenombrado banco- en las causales de despido justificado previstas en los
literales “A” e “I” del artículo 102 de la Ley Orgánica del Trabajo, vigente para la
fecha.

vii) Que la demandante estuvo detenida y fue procesada penalmente por su


presunta participación como Cooperadora Inmediata en el delito de Estafa
Agravada en Grado de Continuidad, y posteriormente absuelta mediante sentencia
definitivamente firme dictada en fecha 14 de febrero de 2000, por el Juzgado Sexto
de Primera Instancia para el Régimen Procesal Transitorio del Circuito Judicial
Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.

viii) Que la pretensión laboral exigida por la demandante ante los tribunales del
trabajo fue declarada parcialmente con lugar, mediante sentencia definitivamente
firme dictada por el Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la Circunscripción
Judicial del Área Metropolitana de Caracas, en fecha 16 de diciembre de 1997, en
la que, entre otras cosas, se estableció que su despido fue injustificado y se
ordenó el pago de las correspondientes indemnizaciones. Tal sentencia fue
dictada en virtud de la apelación interpuesta por la representación judicial del
Banco Industrial de Venezuela, C.A., contra la sentencia dictada por el Juzgado
Noveno de Primera Instancia del Trabajo la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas el 14 de mayo de 1997 que declaró parcialmente con
lugar la demanda intentada por la ciudadana M.N.C.C..

4. - Mérito de la causa:

Establecido lo anterior, se impone hacer referencia al régimen conforme al cual


deberá analizarse el caso de autos y en ese sentido se observa que la demandada
es una institución financiera en la cual el Estado venezolano tiene participación
decisiva, razón por la cual debe entenderse esta como parte de la Administración
Pública Nacional Descentralizada.

Ello así, resulta menester reiterar en cuanto a la responsabilidad de la


Administración por los daños que su actuación pueda causar a los particulares,
que ha sido jurisprudencia pacífica y reiterada aquella conforme a la cual la
responsabilidad patrimonial del Estado emana directamente de la Constitución,
tanto en la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, como
en la Constitución de la República de Venezuela de 1961, constituyendo al Estado
Venezolano en responsable patrimonialmente por los daños que puedan
ocasionarse.

Ahora bien, para el momento en que ocurrieron los hechos que originaron la
presente demanda (año 1994), el régimen de responsabilidad de la Administración
Pública derivaba de la interpretación concordada del artículo 47 y 206 de la
Constitución de 1961 y en relación a la cual la Sala ha señalado en múltiples
decisiones lo siguiente:
...el artículo 47 de la Constitución de 1961, prescribía con relación a la responsabilidad
patrimonial del Estado resultante de su actuación cuando ésta comportase daños a los
particulares, que `En ningún caso podrán pretender los venezolanos ni los extranjeros que
la República, los Estados o los Municipios les indemnicen por daños, perjuicios o
expropiaciones que no hayan sido causados por autoridades legítimas en el ejercicio de su
función pública´.

Por interpretación a contrario, el referido texto consagraba un mecanismo de


responsabilidad en el cual tanto los venezolanos como los extranjeros podían reclamar
indemnización por daños, perjuicios y expropiaciones al Estado, si éstos fueron causados
por autoridades legítimas en ejercicio de sus funciones.

Por otra parte el artículo 206 de la misma Constitución del 61, atribuyó a la jurisdicción
contencioso administrativa la competencia para condenar al pago de sumas de dinero y a
la reparación de daños y perjuicios originados en la responsabilidad de la Administración,
estableciendo de este modo una noción objetiva de responsabilidad; texto que en la vigente
Constitución fue incorporado bajo el artículo 259, con la mención, ahora expresa, que
también a la jurisdicción contencioso administrativa le corresponde conocer de reclamos
por la prestación de servicios públicos.

Confirman los textos constitucionales citados, que la Administración está obligada a la


reparación en toda circunstancia, esto es, tanto por su actuación ilegítima, lo cual resulta
obvio, como también cuando en el ejercicio legítimo de sus cometidos ocasiona daños a los
administrados, por lo cual resulta válido el principio según el cual la actuación del Estado,
en cualquiera de sus manifestaciones organizativas a través de las cuales ejerce el poder y
presta servicios a la comunidad, debe siempre resarcir a los particulares, tanto si como
consecuencia de su actuación se produce la ruptura del equilibrio social, manifestado en la
igualdad que debe prevalecer entre los ciudadanos ante las cargas públicas, denominado
por la doctrina responsabilidad sin falta o por sacrificio particular, como porque el daño
deviene del funcionamiento anormal de la Administración Pública.

En la vigente Constitución, el ámbito de responsabilidad patrimonial de la Administración


se extiende, de acuerdo con su artículo 140, `a todo daño sufrido por los particulares en
cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea imputable al funcionamiento
de la Administración Pública´, consagrando en definitiva y sin margen de dudas, la
responsabilidad objetiva, patrimonial e integral de la Administración, cuando con motivo
de su actividad ocasione daños a los particulares, no importando si el funcionamiento
dañoso de la Administración ha sido normal o anormal, a los fines de su deber
resarcitorio.

De tal manera que tanto la Constitución de 1961, vigente al momento de producirse el


siniestro, como la de 1999, establecen el sistema de la responsabilidad patrimonial del
Estado en el campo que le es propio al conocimiento y competencia de la jurisdicción
contenciosa administrativa, sin que sea necesario recurrir en todo caso a las fuentes del
derecho civil sobre el hecho ilícito, para determinar dicha especial responsabilidad. Tal
precisión se hace pertinente por cuanto en la evolución histórica de la responsabilidad
extracontractual de la Administración, no siempre el Estado resultó ante los administrados
responsable por los hechos dañosos que causaba, pues durante mucho tiempo se le
dispensó de responsabilidad por parte de los tribunales de justicia, al considerarse que los
ciudadanos debían soportar sin reclamo una actividad que por estar destinada a la
satisfacción del interés general, suponía un riesgo que los particulares debían afrontar por
sí mismos.

(Vid. Sentencia Nº 00593 del 10 de abril de 2002, ratificado por esta Sala entre
otras en la decisión N° 01452 publicada en fecha 14 de octubre de 2009).
De conformidad con los derogados artículos 47 y 206 antes mencionados, mediante una
interpretación hermenéutica, sistemática, e integradora de los postulados constitucionales
se ha establecido que las condiciones -concurrentes- de la responsabilidad de la
Administración son las siguientes:

i) Que se haya producido un daño o perjuicio en la esfera de los derechos o intereses de un


particular; ii) Que el daño inferido sea imputable al funcionamiento de la Administración
Pública y; iii) Que exista una relación de causalidad entre el daño o perjuicio causado y la
actividad administrativa (Vid. Sentencia N° 0142 publicada el 14 de octubre de 2009).

Expuesto lo anterior, pasa la Sala a examinar el cumplimiento de las tres (3) condiciones
arriba indicadas, cuya concurrencia determinará la procedencia o no de la
responsabilidad patrimonial de la Administración; en el caso concreto del Banco
Industrial de Venezuela, C.A.:

i) El daño como hecho generador de la responsabilidad de la Administración:

El daño de manera general, debe entenderse como toda disminución o menoscabo sufrido
por una persona como consecuencia del acaecimiento de un hecho determinado en su
esfera patrimonial o moral.

En el supuesto de la responsabilidad de la Administración, el hecho generador del daño es


el funcionamiento normal o anormal de ésta. Así, corresponde a esta Sala determinar si la
Institución Financiera demandada es responsable patrimonialmente por los daños
reclamados por la parte accionante:

1.- Daños materiales:

Tal como se indicó en líneas anteriores, constituye un hecho aceptado por las partes que la
ciudadana M.N.C.C. fue despedida del cargo que ocupaba como Gerente de la Agencia del
Banco Industrial de Venezuela, C.A., ubicada en la Avenida México, Parroquia Catedral
del Distrito Capital; y que la razón del despido invocada por el banco conforme se
desprende de la comunicación emanada del ciudadano S.B.Y., Vicepresidente de Recursos
Humanos del banco demandado (folio 22 del expediente), fue la “falta de probidad, por
haber cometido una serie de irregularidades que facilitaron la comisión de una estafa”.

Asimismo, que dicho despido comporta -según afirmó la accionante- un desmedro en su


situación económica, toda vez que fue privada de seguir disfrutando de las remuneraciones
y demás beneficios (pecuniarios o no) propios de la relación laboral, invocando como
daños materiales: i) el pago de honorarios profesionales de abogados en que tuvo que
incurrir para ejercer su defensa a propósito del despido y ii) el mayor valor adquirido por
los inmuebles de su propiedad que tuvo que vender para costear tales gastos.
En este punto, vale acotar que la demandante estuvo detenida y fue procesada penalmente
por su presunta participación como Cooperadora Inmediata en el delito de Estafa
Agravada en Grado de Continuidad, delito de acción pública y cuya denuncia en los casos
de los funcionarios públicos es obligatoria, conforme lo ordenado en el artículo 93 del
derogado Código de Enjuiciamiento Criminal, aplicable ratione temporis y, que
contempla: “La denuncia es obligatoria (…) 3.- En los funcionarios públicos, cuando en el

desempeño de su empleo se impusieren de algún hecho punible de acción pública…

, norma que es reproducida en el artículo 269 del vigente Decreto con Rango,
Valor y Fuerza de Ley del Código Orgánico Procesal Penal en los términos
siguientes:“La denuncia es obligatoria (…) 3.- En los funcionarios públicos o
funcionarias públicas, cuando en el desempeño de su empleo se impusieren de
algún hecho punible de acción pública…”.

De allí que estima la Sala, que aun cuando la parte demandada (entiéndase Banco
Industrial de Venezuela, C.A.) hubiera formulado la denuncia del presunto delito
cometido -lo cual no está acreditado en autos y según el propio dicho de la
accionante, esta última fue quién formuló la denuncia antes las autoridades
competentes- dicha actuación estaría ajustada a derecho, por cuanto se dió
cumplimiento a una disposición legal. Así se establece.

No obstante la inexistencia del daño como hecho generador de la responsabilidad


de la Administración, se observa que a los fines de acreditar los daños materiales,
la representación judicial de la demandante se limitó a promover los instrumentos
de compra venta de los aludidos bienes inmuebles, elementos que, en criterio de
esta Sala, no demuestran que dichas ventas se hubieren celebrado a propósito de
la situación dañosa que describe la actora, ni que las cantidades de dinero
provenientes de esas negociaciones hayan sido utilizadas para el pago de los
referidos honorarios. Tampoco consta en las actas procesales, prueba alguna que
acredite los gastos por concepto del pago de los honorarios profesionales a los
que alude la demandante, con lo cual no dio cumplimiento a la carga de la prueba
prevista en el artículo 506 del Código de Procedimiento Civil que prevé “Las partes
tienen la carga de probar sus respectivas afirmaciones”, por lo que la Sala debe
declarar improcedentes los daños materiales reclamados por la representación en
juicio de la ciudadana M.N.C.C.. Así se declara.

2-. Daño moral:

En cuanto al daño moral -al cual se extiende la obligación de reparación- esta Sala
ha establecido en anteriores oportunidades, que encuentra su fundamento en la
afección de carácter intangible desde el punto de vista material que se produce en
la esfera inmanente al individuo y cuya indemnización no persigue en modo alguno
la imposición de una sanción civil al causante del daño -como sucede en otros
ordenamientos jurídicos- sino indemnizar el dolor sufrido por una persona a raíz de
una pérdida inmaterial, espiritual o afectiva, lo cual resulta muy difícil de determinar
a priori sin antes haber analizado los demás requisitos para la procedencia de la
responsabilidad. (Vid. sentencia N° 1.781 publicada el 15 de diciembre de 2011).
Dicho lo anterior, la Sala entiende que la materialización del despido de la
prenombrada ciudadana por estar incursa -según consta en la comunicación
emitida el 20 de marzo de 1995 por el ciudadano S.B.Y., Vicepresidente de
Recursos Humanos del Banco Industrial de Venezuela, C.A.- en las causales de
despido justificado previstas en los literales “A” e “I” del artículo 102 de la Ley
Orgánica del Trabajo, “falta de probidad, por haber cometido una serie de
irregularidades que facilitaron la comisión de una estafa en contra de este
Instituto”, aunado a que posteriormente fue objeto de una investigación penal, que
estuvo detenida, fue procesada penalmente y, posteriormente absuelta por la
comisión del delito de Estafa Agravada en Grado de Continuidad, con el carácter
de Cooperadora Inmediata, son circunstancias que pudieron comprometer la honra
y reputación de la accionante. No obstante, como quedó dicho supra la denuncia
formulada ante los cuerpos policiales -de haber sido el caso- no puede ser
considerada como un anormal funcionamiento de la Administración, que pudiera
causar un daño reparable, extendiéndose al daño material y moral, sino que se
trataba de un presunto delito cometido contra la Institución Financiera, en la cual
por lo demás dado su carácter de sujeto de Derecho Público, la denuncia es
obligatoria.

En cuanto a lo alegado por el apoderado judicial de la parte actora, en relación a la


actuación antijurídica del Banco Industrial de Venezuela, C.A. debido a las falsas
acusaciones formuladas contra su mandante por los representantes de dicha
institución financiera, quienes le imputaron una serie de “hechos injuriosos e
infamantes” que la involucraron en la aludida estafa, la representación judicial de la
demandada replicó, que la desincorporación del cargo no implicaba que a la actora
se le hubiere señalado como responsable de hecho punible alguno. Al respecto
sostuvo que resulta improcedente establecer una relación causal que vincule a su
representada con los hechos generadores de los supuestos daños, toda vez que la
denuncia que dio lugar al procedimiento penal no fue realizada por su mandante,
así como tampoco calificó los hechos, ni ejecutó medida alguna infamante contra
la actora.

Ciertamente, constata la Sala que la ciudadana M.N.C.C. -previo a la


desincorporación de su cargo en fecha 20 de marzo de 1995- envió comunicación
al Presidente del Banco Industrial de Venezuela, C.A., recibida el 23 de noviembre
de 1994 (folios 62 al 64), en la cual explicó los pormenores de la “estafa” cometida
contra el Consejo de la Judicatura y, solicitó que dicho caso fuera denunciado ante
la entonces Policía Técnica Judicial, para que se procedieran a realizar las
investigaciones necesarias. En dicha comunicación expresó lo siguiente:
…omissis…

Por todo lo antes expuesto y en virtud de que no tengo nada que ocultar, es que solicito que
este caso sea denunciado ante la Policía Técnica Judicial, a los efectos de que procedan a
realizar las investigaciones necesarias para apresar a los verdaderos responsables y no
acosarnos a los funcionarios como si fueramos los verdaderos estafadores, porque, si bien
se presume, los cheques de Gerencia que realizaron fueron hechos con el papel que utiliza
el banco para los Cheques de Gerencia; y a su vez nos preguntamos; como puede pasar la
duplicidad de un cheque de gerencia primero que el cheque original en poder del Consejo
de la Judicatura…

. (Resaltado de la comunicación).

También se observa cursantes a los folios 54 al 58 copia simple de “denuncia


penal interpuesta por la demandante” (con sellos ilegibles y, a pesar de tratarse de
copias simples promovidas por la parte actora, la institución financiera demandada
reconoció la existencia de dicha denuncia) de la cual se desprende que la
prenombrada accionante, interpuso escrito ante el “Juzgado de Primera Instancia
Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas” (no consta
la fecha), para que los órganos competentes investigaran los hechos relacionados
con el cobro indebido de cheques de gerencia librados contra el Banco Industrial
de Venezuela, C.A. Al respecto, se evidencia de dicho escrito lo expuesto
seguidamente:
…omissis….

Es de hacer notar que a pesar de que la presunta estafa se descubre el día 11 de noviembre
muy sospechosamente la Gerencia de Seguridad Interna del Instituto no ha procedido a
denunciar tal situación ante el Cuerpo Técnico de Policía Judicial, motivo este que me
impulsa aún más a interponer formal denuncia por ante esta Jurisdicción a fin de que se
establezca la verdad de los hechos y de derecho señalados supra, por lo cual solicito
respetuosamente a este honorable Tribunal se abra la averiguación correspondiente de
acuerdo a lo establecido en el Artículo 92 del Código de Enjuiciamiento Criminal.

Lo previamente señalado, se ve reforzado con la afirmación realizada por la parte


actora en su libelo de demanda (folio 5 del expediente) relativa a que “…mi
mandante fue la principal interesada en que se investigara y aparecieran los
responsables, razón por la cual fue quién interpuso la denuncia por ante los
tribunales competentes, es decir no es imputada en ese caso, es agraviada, es
más el Juez de la causa en ningún momento relacionó a mi mandante como
indiciada, todo lo contrario siempre fue agraviada y denunciante en la referida
causa.” (Sic). (Resaltado de la Sala).

Según lo expuesto precedentemente, el procedimiento que se sustanció ante el


Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, en virtud de la averiguación penal signada bajo el
No. 95-11764, en el cual se acordó la detención judicial de la ciudadana M.N.C.C.
en fecha 25 de abril de 1997, se produjo -según consta en autos- en virtud de la
denuncia formulada por la misma ciudadana accionante.

Siendo ello así, concluye la Sala que fue la propia ciudadana M.N.C.C., quien
impulsó el procedimiento penal que trajo como consecuencia que fuera calificada
como indiciada, así como su detención judicial por su presunta participación como
“COOPERADORA INMEDIATA EN EL DELITO DE ESTAFA AGRAVADA EN
GRADO DE CONTINUIDAD”, aunado a ello, dicha detención judicial se
corresponde, en todo caso, con un acto emanado del órgano jurisdiccional (Penal)
y no como una decisión que sea imputable a la institución financiera demandada.
Precisado lo anterior, también es pertinente aludir al señalamiento efectuado por la
parte actora relativo a que “La desincorporación del cargo de la que fue objeto mi
mandante, bajo las circunstancias arriba descritas (…) ha producido a mi
mandante (…) DAÑOS Y PERJUICIOS. Pues bien, efectivamente, la ciudadana
M.N.C.C. fue desincorporada de su cargo por la institución financiera accionada y,
tal como se estableció supra, infiere la Sala que dicha situación le ocasionó daños
morales, en virtud de que se vio involucrada en circunstancias que la señalaron
como participe en actividades irregulares dentro de la institución financiera,
referidas al cobro de cheques falsificados y a retiros efectuados en cuentas
bancarias propiedad de otros clientes.

No obstante, según se desprende de los autos la propia accionante reconoció y


reportó a través de la carta enviada al presidente del Banco Industrial de
Venezuela, C.A., así como por el escrito de denuncia presentado ante el Juzgado
Octavo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, que se estaban suscitando ciertas irregularidades en
torno a su gestión, ante lo cual la institución financiera ordenó que se efectuara la
investigación pertinente a los fines de verificar los hechos respectivos, tal como se
desprende del informe suscrito el 19 de diciembre de 1994 por el ciudadano
H.U.G., Inspector de Seguridad de la referida institución financiera, en el que se
señaló -entre otras cosas- que la ciudadana M.N.C.C., incumplió las normas
mínimas de seguridad pautadas por el Manual de Procedimiento de dicho banco.

Según lo afirmado por la accionante, el prenombrado informe “se dedica a enlodar


y acabar con la profesión y el buen nombre de mí patrocinada…”; sin embargo,
corresponde precisar que tal como se constata de su contenido, se trataba de un
“MEMORANDO INTERNO” emanado de un funcionario de seguridad del Banco
Industrial de Venezuela, C.A., y dirigido a otro funcionario del mismo banco,
específicamente de un Inspector de Seguridad, quien en ejercicio de sus funciones
dentro de la prenombrada institución financiera, realizó las investigaciones
correspondientes en torno a la situación irregular que se presentó en la agencia
bancaria en la cual la accionante se desempeñaba como Gerente. En efecto, tal
como se aprecia del referido informe, éste fue remitido al Gerente de Seguridad de
la institución bancaria demandada, excluyendo entre sus destinatarios, a la parte
actora o a cualquier otra persona natural o jurídica ajena al banco, por lo que mal
podría concluir esta Sala, que dicho instrumento fungió para que la institución
financiera accionada sometiera públicamente a la parte actora a un daño en su
honra y reputación.

Ello así, observa la Sala que el referido informe era del manejo interno del banco, y
por su naturaleza debió tener carácter reservado o confidencial, motivo por el cual,
se infiere que su contenido no debió ser accesible a la accionante, toda vez que su
elaboración respondía a una actuación a la cual estaban obligados los funcionarios
encargados de la seguridad interna de la institución financiera demandada a los
fines de conocer y aplicar los correctivos ante cualquier irregularidad que pudiera
comprometer la situación financiera y la responsabilidad de la Institución. Así se
establece.
Finalmente, en lo que respecta a la afirmación efectuada por el apoderado judicial
de la parte actora relativa a que el hecho ilícito materializado por la institución
financiera accionada “quedó demostrado” con la Sentencia dictada el 16 de
diciembre de 1997 por el Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, que determinó que el
despido de su representada había sido realizado sin causa justificada,
corresponde señalar que del referido fallo se desprende que la demanda laboral se
fundamentó en que la ciudadana M.N.C.C. se encontraba de reposo médico y en
consecuencia gozaba de inamovilidad.

En tal sentido constata la Sala que en la sentencia se estableció (folio 43 del


expediente) que la parte actora alegó que “…fue despedida injustificadamente el
día 20 de marzo de 1995 encontrándose de reposo médico y gozando de fuero y
por tanto su contrato de trabajo se encontraba suspendido hasta el momento de su
reincorporación”. Adicionalmente, también se desprende del contenido de dicha
sentencia, que fue declarada parcialmente con lugar la pretensión de la
accionante, al verificar el Tribunal que “la actora se encontraba de reposo médico
por el Seguro Social Obligatorio (…) y por tanto por un período de suspensión
legal de la relación de trabajo (…) en el cual no podía ser despedida sino con un
procedimiento de calificación…”. (Folio 50 del expediente).

Dicho esto, concluye la Sala que la sentencia que declaró que la ciudadana
M.N.C.C. había sido despedida sin causa justificada, se fundamentó en que esta
última se encontraba de reposo médico y en virtud de ello gozaba de inamovilidad
laboral, motivo por el cual, los hechos relacionados con las presuntas
irregularidades suscitadas en la agencia bancaria en la cual la accionante se
desempeñaba como Gerente, no formaban parte del thema decidendum del
prenombrado juicio laboral. Así se establece.

Conforme lo expuesto, se concluye que la conducta desplegada por los


funcionarios de seguridad del banco accionado ante las referidas irregularidades,
obedecía a obligaciones inherentes a sus funciones, en tal sentido, esta Sala a
través de sentencia N° 01406 publicada el 26 de octubre de 2011, estableció -en
un caso similar- lo siguiente:
…Así las cosas, el Estado está obligado a la reparación de los daños ocasionados tanto
por la actuación ilegítima de la Administración, como también por el ejercicio legítimo de
sus cometidos; no obstante, al no evidenciarse que la actuación del ciudadano L.J.A.G., en
su condición de Capitán de la Guardia Nacional, haya sido ilegal, sino que, por el
contrario, se constata de autos que la actuación del mencionado ciudadano estuvo
ajustada a derecho, debe desestimarse la pretensión indemnizatoria requerida por el actor.
De igual forma, al no evidenciarse de los autos que el accionante haya sufrido violaciones
a los derechos humanos, tampoco resulta procedente la indemnización a que alude
el artículo 30 de la  Constitución de la República Bolivariana de Venezuela...

(Resaltado de la Sala).

Dicho esto, se estima que las circunstancias en las cuales se produjo la


desincorporación de la ciudadana M.N.C.C. por estar incursa -según la
comunicación emitida el 20 de marzo de 1995 por el Vicepresidente de Recursos
Humanos del Banco Industrial de Venezuela, C.A.- en las causales de despido
justificado previstas en los literales “A” e “I” del artículo 102 de la Ley Orgánica del
Trabajo, vigente para la fecha “es decir, falta de probidad, por haber cometido una
serie de irregularidades que facilitaron la comisión de una estafa en contra de este
Instituto y falta grave a las obligaciones impuestas por la relación de trabajo, por
incumplir las normas internas del Banco”, no se corresponden con una actuación
antijurídica atribuible a la institución financiera demandada, que pueda ser
considerada como generadora de responsabilidad patrimonial de la
Administración.

En virtud de lo anterior, resulta forzoso concluir que el posible daño moral sufrido
por la accionante no provino de una actuación imputable al Banco Industrial de
Venezuela, C.A., puesto que no se produjo como consecuencia del anormal
funcionamiento o normal funcionamiento de la Administración (hecho generador)
además que: i) no fue acreditado en autos que las circunstancias, en las cuales se
originó la desincorporación de la ciudadana M.N.C.C., como partícipe en
actividades irregulares dentro de la institución financiera, sean atribuibles a la
institución financiera demandada y; ii) el procedimiento en el cual se acordó la
detención judicial de la ciudadana M.N.C.C., se produjo en virtud de la denuncia
formulada por la misma accionante, aunado al hecho de que dicha detención
judicial se corresponde, en todo caso, con un acto emanado del órgano
jurisdiccional y no como una decisión proveniente de la institución financiera
demandada.

Efectuados los precedentes señalamientos, estima la Sala que el denunciado daño


moral sufrido por la ciudadana M.N.C.C. no provino de una actuación imputable al
Banco Industrial de Venezuela, C.A., en consecuencia, no se configura en el
presente caso, el segundo de los elementos para que sea declarada la
procedencia de la responsabilidad de la Administración, esto es, la acción del
Estado alegada como causante de dicho daño moral, motivo por el cual, no
corresponde constatar la existencia del tercer elemento constituido por la relación
de causalidad entre el daño causado y la actividad administrativa, dada la
necesaria concurrencia de dichos requisitos.

En virtud de lo anterior, esta Sala declara sin lugar la demanda interpuesta, y en


consecuencia, sin lugar la pretensión de indemnización por concepto de daños
materiales y morales hecha valer por la representación judicial de la parte actora.
Así se establece.

DECISIÓN

Por las razones anteriormente expuestas, esta Sala Político Administrativa del
Tribunal Supremo de Justicia, administrando Justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara SIN LUGAR la
demanda por indemnización de daños y perjuicios materiales y morales
interpuesta por el apoderado judicial de la ciudadana M.N.C.C. contra el BANCO
INDUSTRIAL DE VENEZUELA, C.A.
SE CONDENA EN COSTAS a la parte actora.

Publíquese, regístrese y comuníquese. Cúmplase lo ordenado. Archívese el


expediente.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Político-Administrativa


del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los quince (15) días del mes de
octubre del año dos mil trece (2013). Años 203º de la Independencia y 154º de la
Federación.

El Presidente
E.G.R.

La
Vicepresidenta
E.M.O.

Las Magistradas

TRINA OMAIRA
ZURITA
Ponente

M.M.
TORTORELLA

El Magistrado
E.R.G.

La Secretaria, S.Y.G.

En dieciséis (16) de octubre del año dos mil trece, se


publicó y registró la anterior sentencia bajo el Nº
01145, la cual no está firmada por la Magistrada
Evelyn Marrero Ortíz, por motivos justificados.

La Secretaria, S.Y.G.
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