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El documento resume las características principales de la cultura barroca en América Latina y su relación con la "ciudad letrada". Identifica 5 marcas fundamentales del barroco: 1) el contexto histórico del siglos XVI-XVII, 2) las características generales del barroco hispanoamericano, 3) el uso político del mensaje artístico, 4) las formas ideológicas emergentes como la conciencia criolla, y 5) la reelaboración del barroco en las Indias. Explica cómo la cultura bar
El documento resume las características principales de la cultura barroca en América Latina y su relación con la "ciudad letrada". Identifica 5 marcas fundamentales del barroco: 1) el contexto histórico del siglos XVI-XVII, 2) las características generales del barroco hispanoamericano, 3) el uso político del mensaje artístico, 4) las formas ideológicas emergentes como la conciencia criolla, y 5) la reelaboración del barroco en las Indias. Explica cómo la cultura bar
El documento resume las características principales de la cultura barroca en América Latina y su relación con la "ciudad letrada". Identifica 5 marcas fundamentales del barroco: 1) el contexto histórico del siglos XVI-XVII, 2) las características generales del barroco hispanoamericano, 3) el uso político del mensaje artístico, 4) las formas ideológicas emergentes como la conciencia criolla, y 5) la reelaboración del barroco en las Indias. Explica cómo la cultura bar
Del Lado A: Anotar cinco marcas que considere fundamentales al
momento de identificar la cultura del barroco en diálogo con la ciudad letrada.
Partiendo de lo leído y analizado en los capítulos II y III de La Ciudad
Letrada de Ángel Rama y de la bibliografía aportada por la Dra. Perilli se puede exponer que las ciudades americanas desde sus fundaciones han tenido una función civilizatoria y han sido el asiento de la delegación de poderes, permitiendo que se lleve adelante el sistema ordenado de la monarquía absoluta y se facilite la jerarquización y concentración del poder. A estos efectos fue necesaria la conformación de un grupo social especializado, conscientes de ejercer un alto ministerio, equiparado a la clase sacerdotal. Esta “ciudad letrada” se ubicaba en el centro de las ciudades y componía el anillo protector del poder y ejecutor de sus órdenes, cumplían la función de burócratas: eran religiosos, administradores, profesionales, escritores, y en todos los casos manejaban la pluma. En el caso de la literatura, los productores eran al mismo tiempo consumidores, en un circuito doblemente cerrado: nacía del poder y volvía a él laudatoriamente. La elite dirigente tenía como función intelectual servir al proyecto imperial. Según análisis marxistas, estos intelectuales fueron meros ejecutantes de los mandatos de las instituciones, perdiendo de vista su función de productores, como conciencias que elaboran mensajes, diseñadores de modelos culturales, destinados a la conformación de ideologías públicas. Su supremacía se debe a que conocen los mecanismos institucionalizadores del poder, es decir, sirven al poder y también son dueños del poder. La ciudad letrada articuló su relación con el poder a través de leyes, reglamentos, cédulas, propaganda, ideologización; al mismo tiempo que los utilizó para justificarlo. Hay una distancia entre la letra rígida y la fluida palabra hablada, por ende, la ciudad escrituraria corresponde a una estricta minoría. Este exclusivismo provoca una reverencia por la escritura dando lugar a su sacralización. El encumbramiento de la escritura consolidó en la sociedad latinoamericana dos lenguas: - Lengua familiar: caracterizada por ser libre, identificada con la ignorancia y barbarismo. Correspondía a la plebe regional. De evolución contante y de escasos registros. - Lengua pública o formal: caracterizada por ser rígida, con dificultad para evolucionar y por una generalizada unidad de funcionamiento. Impregnada por la norma cortesana procedente de la península (formas expresivas barrocas). La ciudad escrituraria estaba rodeada por dos anillos, enemigos en lo lingüístico y social: - Anillo urbano: más cercano, compartía la misma lengua. Plebe formada por criollos, extranjeros, libertos, y mestizos. No se identificaban con indios ni negros esclavos. - Anillo exterior: rodeaba al anillo urbano, ocupaba suburbios, el campo haciendas y pequeñas aldeas. Usaban lenguas africanas e indígenas. Partiendo de esto, la propiedad y la lengua delimitaban a la clase dirigente. El uso de la lengua acrisolaba una jerarquía, daba prueba de una preminencia y establecía un cerco defensivo respecto a un entorno hostil e inferior. La actitud defensiva en torno a la lengua intensificó la adhesión a la norma (peninsular) impartida por la corte. Atendiendo lo anteriormente expuesto, podemos poner en diálogo marcas fundamentales al momento de identificar a la cultura del Barroco, ya que esta se consolida y desarrolla sus producciones en la Ciudad Letrada, quien utiliza la norma cultural de la metrópolis para producir literaturas admiradas en las zonas marginales. 1). Contexto de la centuria del Barroco (mediados Siglo XVI y Siglo XVII): Periodo de honda crisis social con patentes efectos de malestar y más o menos declarada disconformidad, situación de ruina y caída de la monarquía que han quedado más o menos ocultos. Las indias españolas estuvieron mucho menos aisladas del mundo cambiante y del pensamiento europeo de lo que se cree. En este contexto, la mayoría indígena había perdido su pasado histórico, los elementos mestizos no habían hecho historia alguna y la minoría europea podía tener un papel activo en el proceso histórico, lo cual era una gestión restringida por la política reaccionaria de la madre patria. Para recibir mercedes es esta sociedad hermética el criollo se vio obligado a solapar su amargo resentimiento con adulación hipócrita, a los miembros de la clase más privilegiada: los españoles nacidos en Europa. 2). Características generales del Barroco Hispanoamericano: - la cultura barroca es un pragmatismo de base más o menos inductiva ordenada por la prudencia, la cual tiene un papel predominante, ya que, por debajo de sus desmesuras y exageraciones, su aspecto de cultura de desorden responde a un sentido, que está regulado y gobernado. Representa una disciplina y una organización en la parte más cultivada y también en los bajos niveles de formación cultural. - Economía dirigida al servicio de un imperialismo. - Ciencia tal vez peligrosa, pero contenida en manos de sabios prudentes. - Religión rica en tipos heterogéneos de creyentes reunidos en una misma Iglesia. - Una literatura, una crítica y una historia literaria dependientes y culturalmente diferenciadas de los modelos metropolitanos. - Es un paradigma cultural, formalizado y cultivado de espaldas a la realidad social de la colonia (máscaras de la represión barrocas). - Se identifican acciones como sediciones, protestas, revueltas extremas, tendencia a la oposición, revolución. 3). Uso político del mensaje artístico y sus formas: consecuencia de su estructura social y económica, en el discurso barroco se conjugaron los símbolos todos para fundar una escritura autónoma: palabras, jeroglíficos, empresas, apólogos, en un enunciado complejo dentro de un despliegue teatral que apela a la pintura, la escultura, la música, los bailes. Es un mundo de contrates extremos, de magnificencia arrogante y de miseria sin esperanza, de indulgencia carnal y de ascetismo estático, donde la vida no era algo real, sino un drama, una tragedia representada en el proscenio, un espectáculo para ser contemplado. Los poetas actúan sobre la opinión pública, la hacen y deshacen, bajo la influencia o el mandato de los gobernantes. Hay una tendencia a trocar el contenido por la forma, la vida por el detalle, otorgar nuevas sensaciones a los dogmas, sustituir la sutileza del pensamiento por la sutileza del lenguaje. 4). Formas ideológicas emergentes: en el Barroco hispanoamericano ocurre el fenómeno del reverso, por el cual los sectores dominados en determinado momento de la historia comienzan a activarse hasta generar respuestas sociales diferenciadas, lo cual constituye un proceso de difícil lectura. El Barroco corresponde históricamente con el proceso de emergencia de la conciencia criolla en los centros virreinales desde donde se establecían los nexos económicos, políticos y culturales con el poder imperial. El sector criollo se convirtió en un importante grupo de presión que se afianza progresivamente en su riqueza, prestigio y poder político. Aunque no consiguen los objetivos de autonomía administrativa y predominio políticoeconómico, el creciente protagonismo del grupo amenaza el ideal del Imperio como grupo unificado. Su avance generó el desarrollo de la conciencia social de ese grupo. Por un lado, el código barroco sirve como vehículo para cantar la integración al sistema dominante, lograda o anhelada. En otros casos, el modelo barroco provee las formas y tópicos que, utilizados por la intelectualidad virreinal, denuncian la colonia como una sociedad disciplinaria y represiva. Se tolera la ascensión criolla, por otra parte, inevitable, al mismo tiempo, intenta controlarla como parte orgánica del proyecto imperial, enajenándola de su realidad cotidiana a través de rituales y las máscaras del poder. Los intelectuales utilizan el lenguaje imperial no sólo para hablar por sí mismos, sino de sí mismos, de sus proyectos, expectativas y frustraciones. El concepto de “patria” aparece casi siempre en contextos donde sirve como elemento diferenciador con respecto a la indiferencia arrogante de los europeos y para identificar un proyecto cultural que no se extendía mucho más allá de los límites reivindicativos del sector criollo ni descartaba todavía la matriz española. La conceptualización y la retórica barroca, que en la Península legitimaban un sistema de poder que comenzaba a resquebrajarse, sirven en América al proceso creciente de consolidación de formas de conciencia social de la oligarquía criolla, que tiene en un buen sector del grupo letrado a sus “intelectuales orgánicos”. 5). Reelaboración del Barroco de Indias: el Barroco hispanoamericano redimensiona procedimientos, tópicos y métodos de estructuración discursiva, de acuerdo con el proyecto cultural del intelectual criollo, según sea su articulación dentro de la totalidad social del virreinato. Deja sus huellas en la literatura expresada en diferentes vertientes: - La asimilación del cartesianismo, interiorizado como instrumento poco visible de racionalización y punto de apoyo para la construcción del ser social, junto con nociones de independencia y subjetividad. - Utilización de ciertos tópicos, como el tópico del viaje, por ejemplo, que adquiere el sentido de una recuperación critico-satírica del espacio marginal. - Utilización del yo en el discurso literario del periodo. En Infortunios de Alonzo Ramirez (1690) de Sigüenza y Góngora, el auto hace aparecer su propio nombre en boca de su personaje, para canalizar a través suyo, ante el Virrey, un reclamo personal. En Sor Juana Inés de la Cruz el discurso autobiográfico se integra en la prosa epistolar como una prefiguración de la identidad social y de la alteridad represiva del interlocutor. En ella convergen una actualización precisa del código barroco y una conciencia aguda de la marginalidad, de profunda vigencia en nuestros días. El producto cultural del Barroco de Indias resultante es dependiente de sus fuentes, pero original en sí mismo y expresa las condiciones reales de producción cultural y la ubicación social del productor. Además, se pone al servicio de otros intereses políticosociales.
Del Lado B: El último apartado del texto de Moraña instala un punto
de fuga: “Hacia la constitución del sujeto social hispanoamericano”. Ubique la modulación de la marginalidad criolla en algunas de las citas del libro de Carlos de Sigüenza y Góngora, Alboroto y motín de los indios en México que compartimos en el powerpoint sobre la ciudad barroca.
En las citas del libro de Carlos de Sigüenza y Góngora, Alboroto y motín
de los indios en México, la modulación de la marginalidad se refleja en varios aspectos. Uno de ellos es la marcada presencia del yo en el discurso, un sujeto discursivo que tiene conocimientos de la realidad novohispana en general, que observa y está presente en los conflictos particulares a los que hace referencia la carta, con la intención de legitimar lo expresado al remitente, por ejemplo: “esté muy cierto de que o tengo razón del fundamento con que se hizo o que me hallé presente”, “conque acertando el que no hay medios que me tiñan las especies de lo que cuidadosamente he visto y aquí diré, desde luego me prometo, aún de los que de nada se pagan y lo censuran todo, el que dará asenso a mis palabras por muy verídicas”. Otro aspecto de la marginalidad es la construcción de un nosotros, que se identifica con las personas que integran el poder imperial y se distingue de lo más bajo de la plebe, los indios sediciosos: “Halládonse muchísimos cantarillos y ollitas que olían a pulque, y mayor número de muñecos o figurillas de barro y de españoles y todas atravesadas con cuchillos y lanzas que formaron del mismo barro o con señales de sangre en los cuellos como degollados […] Preguntáronme uno y otro príncipe que qué era aquello; respondí ser prueba real de lo que en extremo nos aborrecen los indios y muestra de lo que desean con ansia a los españoles”. Sigüenza a través de juicios de valor, critica fervientemente a los indios “borrachos” y a la “infame plebe” por haber causado la alteración de la paz y tranquilidad que gozaba el sector criollo y la elite de españoles, beneficiarios de las ventajas económicas y sociales que el régimen les brindaba. La construcción de un nosotros a favor del poder colonial y desde una perspectiva oficialista y unos otros irracional y plebeyo, da cuenta de las relaciones dinámicas que se forjan en torno al poder y simboliza una incipiente conciencia criolla. Al apropiarse de los códigos expresivos dominantes y utilizarlos estratégicamente, el criollo intelectual como Sigüenza va adquiriendo conocimiento moderno y subjetividad que le permitirá esa relevancia social y política con la que afirmará su identidad criolla.