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nuestros días.

Por tratarse del país que constituyó primero su Estuvo teñida de los prejuicios políticos de los diversos ban-
base nacional sin que eso afectara la viva presencia autóno- dos, por lo cual pareció sorda a las manifestaciones cultura-
ma regional, es el Brasil el laboratorio más fecundo para el les particulares tan ricas del regionalismo peruano. Con todo
examen de estos conflictos y de sus originales soluciones. Jorge Basadre, con su habitual equilibrio, ya observaba: "El
N o faltó sin embargo en Hispanoamérica la acción regionalismo, entonces, resulta válido en cuanto significa
modernizadora externa, ejercida muchas veces a través de las comprensión, interés, ante los problemas del país; es decir,
versiones elaboradas en las capitales de los países. Hemos en cuanto se contribuye a contradecir la frase estulta 'Lima
diseñado sumariamente el caso de una zona dinimica como es el Perú y el girón de la Unión es Lima'. Otra importancia
la costeña y antillana de Colombia, en que surgió el grupo tiene entonces el regionalismo: combatir la influencia exclu-
literario de Barranquilla y la obra de Gabriel García sivista del modelo europeo, la importación sin examen de
Márquez, y también la zona centro-oeste de México en recetas surgidas ante realidades extrañas a la nuestra" .1
torno a Jalisco donde también surgió una promoción litera- La percepción fue entonces, y siguió siendo por mucho
ria igualmente renovadora y cuyo exponente nítido es Juan tiempo, 2 meramente política. En los diversos bandos, a pesar
Rulfo. de la cauta prevención de Basadre, se manejaron recetas
En la segunda y tercera parte de este libro queremos europeas transplantadas con entusiasmo y también con can-
estudiar una región donde los conflictos alcanzaron extre- dor, aun en intelectual tan partícipe de la realidad nacional
mada acidez, no sólo por el impacto renovador que acarreó como Mariátegui. Ese debate oscureció el aspecto que más
la modernidad que desde 1930 se introduce en ella, sino por nos interesa, el cultural, en el pleno sentido antropológico
la situación congelada y rígida en que se encontraban las for- del término, y sólo parsimoniosamente la generación poste-
mas culturales tradicionales. Se trata de la serranía sur perua- rior fue recuperando esta percepción y haciéndola valer.
na que admite su centro en la vieja ciudad imperial inca, Entre los intelectuales que contribuyeron a este nuevo
Cuzco, y que fue la bandera de combate de la generación rumbo, no hay duda de que ocupa un lugar protagónico José
indigenista de los años veinte y treinta, en la producción María Arguedas, como educador, como etnólogo, como
crítica de Yíctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Ma- escritor.
riátegui y Yíctor Andrés Belaúnde, para citar tres de las refle- Enfrentó la situación más compleja y aparentemente
xiones capitales, tanto intelectuales como políticas, en torno menos viable entre los múltiples congelamientos culturales
a un asunto que avivó el examen de la nacionalidad peruana
con un sentido moderno. En el año 1932, la Comisión de 1 Citado en Diógenes Y ásquez, Teoría regionali.rta y regionali.rmo peruano.
Constitución del Congreso Constituyente peruano trazó una (Estudio económico,poidzro. politico, ético), Trujillo, Editorial Cordillera, 1932.
demarcación política regional que encendió la polémica, 7
- Entre los l.tbros que mamfiestan una nueYa óptica, Indigwismo, clases socia-
resucitando una discusión que ya había conocido el XIX le.r y problema nacional, Lima, Centro Latinoamericano de Trabajo Social,
entre conservadores centralistas y liberales federalistas. 1979.
de las regiones internas de la América Latina y además reci- Si la segunda parte de este libro examina esos pasos pro-
bió de sus mayores un slillplismo doctrinal que no era apto gresivos que llevan de los problemas de una región ríspida a
para encontrar soluciones eficaces al conflicto cultural, sin, las soluciones culturales a un conflicto sin aparente desenla-
contar que las ya propuestas resultaron subvertidas por las ce y a las formas superiores en que el espíritu puede integrar
imprevistas modificaciones que se produjeron en la situación las fuerzas en acción y encontrarles una visión equilibrado-
de la región Cuzco-Apurimac De ahí la necesidad de revisar ra, la tercera parte se consagra al examen de una novela de
el problema del área cultural andina que, aunque extendién- Arguedas, Los ríos prtifundos, que entiendo está entre las gran-
dose a una vasta región y a diversos países sudamericanos des invenciones artísticas del continente, a la par de las mu-
asentados sobre la Cordillera, tiene su corazón en la serranía cho más difundidas piezas de la llamada nueva novela. No se
sur del Perú, y de registrar la evolución del pensamiento de intenta en los dos capítulos de esa tercera parte un examen
Arguedas sobre un asunto al que consagró la vida entera, exhaustivo de la novela, que por otra parte ha sido hecho en
hasta llegar al reconocimiento de las mediaciones mestizas una serie de libros que en los últimos años han dado prueba
entre las dos esferas culturales tan drásticamente separadas del crecimiento del interés crítico por Los ríos pr~fundos, sino
del país. Tipificó en este personaje oscuro, el mestizo, y en su una indagación que responde a las tesis expuestas en la pri-
gesta, un papel transformador que pareció réplica del que él mera parte del-libro: la construcción de formas artísticas
mismo· acometió en la antropología y en la literatura. desarrolladas a partir de la tradición cultural interior de
La evolución del pensamiento de Arguedas, apoyado en América Latina, esas forjadas por las comunidades enclaus-
un paciente examen de la vida indígena peruana, concurre a tradas de sus ricas regiones, al recibir el impacto de una mo-
una de esas operaciones mayores de la vida intelectuaL Que dernización que tiende a cancelarlas y contra la cual se levan-
Arguedas n~nca aspirara a darle especial brillo ni a plasmar ta el escritor, no para negarla vanamente, sino para utilizarla
sus aportaciones en severos estudios académicos, nada quita, al servicio de un redescubrimiento y reanimación del legado
a la originalidad de una pesquisa en torno a uno de esos pro- cultural que recibió desde la infancia y cuya supervivencia
blemas que más han extraviado que iluminado la vida inte- qmere asegurar.
lectual contemporánea: el funcionamiento del mito entre las En una época de cosmopolitismo _algo pueril, se trata de
sociedades latinoamericanas. Los intelectuales de gabinete demostrar que es posible una alta invención artística a partir
ciudadano se han despachado abundantemente sobre el de los humildes materiales de la propia tradición y que ésta
punto, mucho más de lo que lo hiciera un hombre como no provee solamente de asuntos más o menos pintorescos
Arguedas que lo examinó en etnólogo y lo vi,:ió en hom- sino de elaboradas técnicas, sagaces estructuraciones artísti-
' 'J '
bre iluminado. Por eso el examen de la sutil indagación cas que traducen cabalmente el imaginario de los pueblos
arguediana hacia la comprensión de la "inteligencia mítica" latinoamericanos que a la largo de los siglos han elaborado
puede considerarse una manera adulta, responsable y pro- radiantes culturas. Sustituyendo las tesis románticas que
fundá, de revisar este asunto capitaL reclamaban fidelidad a los asuntos, creyendo que con ellos

140 • J¡¡trod~tccióll Ángel Rama • 141


solos se podía traducir la nacionalidad, lo que se indaga en 111. EL ÁREA CULTURAL ANDINA
las novelas de los transculturadores es una suerte de fide-
lidad al espíritu que se alcanza mediante la recuperación de
las estructuras peculiares del imaginario latinoamericano,
revitalizándolas en nuevas circunstancias históricas y no
abandonándolas. Porque ellas son el más alto esfuerzo
inventivo de los pueblos americanos, el sistema simbólico en
el cual se expresa y se reconocen como miembros de una
comunidad, de hecho la más alta construcción intelectual y
artística de que son capaces los hombres. 1. E! área cultural andina

De los diversos conflictos culturales que en la América


Latina posterior a la primera guerra mundial reavivó, agudi-
zándolos, el impacto renovador de la modernidad que, pro-
cedente del exterior, resultaba traducido a las regiones inter-
nas por la mediación capitalina, ninguno se ofreció con per-
flies más enconados y por lo tanto con menores asideros
para intentar una transculturación que salvaguardara valores
locales, modernizándolos, que el registrado en el área andina.
Entendemos por tal área andina, no sólo el actual Perú,
que ha funcionado históricamente como su corazón, el
punto neurálgico en que se manifiesta con mayor vigor su
problemática, sino una vasta zona a la que sirven de asiento
los Andes y las plurales culturas indígenas que en ellos resi-
dían y sobre la cual se desarrolló desde la Conquista una
sociedad dual, particularmente refractaria a las transforma-
ciones del mundo moderno. Se extiende desde las altiplani-
cies colombianas hasta el norte argentino incluyendo buena
parte de Bolivia, Perú y Ecuador y la zona andina venezola-
na. Son tierras ecológicamente emparentables dentro de las
cuales se produjo la mayor expansión del Inkario lo gue ha
permitido a algunos autores, como Haya de la Torre, repo-

1 t1? • TntrnrluroÓJ!
114':\l
ner la idea del Tawantinsuyu con su capital natural en el nuando la política del imperio en algunas zonas Oa adopción
Cuzco, debido a la unidad lingüística y a la generalizada del quechua como lengua misionera para la evangelización),
homogeneidad cultural que logró imponer el Inkario en su pero fundamentalmente homologó a todas las culturas con
proceso imperial sobre las diversas culturas de la región, relación a un punto de vista nuevo que era el aportado por
antes de la llegada de los españoles. la cultura española, respecto al cual se disolvían las ingentes
A pesar de la tarea unificadora, la diversidad siguió persis- diferencias perceptibles entre las plurales culturas andinas
tiendo bajo el dominio férreo de los Incas, sobre todo en los indígenas. La misma cultura española funcionó en la región
lindes del imperio, en las zonas de tardía colonización, como como una unidad o, mejor dicho, extrajo de sus operaciones
se lo testimonia en la conservación de lenguas tribales o loca- colonizadoras una unidad interna que tampoco era propia
les (Ecuador), algunas de la importancia y vigencia contempo- de las fuentes variadas de que procedían los españoles con-
ránea del aymará (Bolivia), además de la invención de mani- quistadores, la que se fue fraguando a lo largo de la tarea
festaciones artísticas peculiares. Esa diversidad resulta todavía cumplida para establecerse, estructurar económicamente la
ampliada si agregamos aquellas sociedades indígenas que no región y componer el aparato administrativo pertinente. El
llegaron a ser dominadas, aunque pudieran haber recibido testimonio de este proceso de unificación interna de la cul-
algunas influencias de la cultura quechua cuzqueña, como es tura a lo largo de los siglos de l.a Colonia, se recoge hoy gra-
el caso de los chibchas o los taironas en Colombia, quienes cias a la similaridad de los comportamientos lingüísticos de
desarrollaron culturas autónomas, adecuadas a su hábitat, a toda el área indicada, donde se habla un español que mani-
sus bases económicas y a sus formas de convivencia. fiesta normas propias, sin tácticas, semánticas, lexicales, que
Esta pluralidad que la arqueología y la antropología le otorgan cierta unidad respecto :1l español de otras áreas
recientes se encargaron de desentrañar3 resultó trasmutada del continente. Así lo percibió Pedro Henríquez Ureña en su
en una unificación aparencia! por la acción del factor exter- mapa lingüístico hispanoamericano 4 y aunque sus iniciales
no representado por la Conquista y la colonización españo- proposiciones han tenido correcciones y enmiendas, éstas
las, tal como se manifestó, con diferentes inflexiones de no han invalidado la existencia de un área lingüística andina,
matiz, en toda el área. Ella englobó la variedad en una uni- claramente diferencial, que no es sino la expresión de la uni-
dad aparencia! Oos indígenas) e incluso la intensificó conti- dad que autoconquistó la cultura hispánica desarrollada en la
zona.
Durante siglos se consolidó allí un régimen de domi-
3 Julian Haynes Steward, Handbook of Joutb Ame1ican lndim!S, Washtngton,
nación donde una cultura extraña (de origen europeo) se
United States Go\-ernment Printi.ng Office, 1946-1959, 7 vols., tomo 2,
The Andean cil'ilzzotzom. En especial los artículos: "The Quechua in colo-
mal word'' (George Kubler); "The contemporary Quechua" (Bernard 4 Los ensayos de Pedro Henríquez Ureña sobre el tema en la Remsta de
i\ú.shkin); "The htstonc tribes of Ecuador" Oohn l\Iurra); "The Chtbcha" Ftlología EspC117ola. tomo \'III, 1921, pp. 358-361 y en la Bibliotew de
(!\. L. Kroebcr) y "The htghland rribes of southern Colombta" (Gregono Dwlectología Hi.rpanoal71elicana. t. IV, pp. 334-335 y t. \',p. 29.
Hernández de Alba).

144 • El tÍrea cultural andina Ángel Rama • 145


superpuso violentamente sobre las culturas autóctonas (indí- ral autóctona. Como ya señalara la crítica histórica, la región
genas) sin alcanzar no obstante a destruirlas '(al margen de andina no cumplió la revolución burguesa que se llevó a
las trasmutaciones raciales sufridas por las poblaciones andi- cabo en otras zonas del viejo imperio español (el Virreinato
nas originarias) y fracasando también en el intento ele asimi- del Río de la Plata, h Capitanía General de Chile) dando jus-
larlas, si alguna vez se lo propuso seriamente. La debilidad en tificación a la guerra de Independencia. El mantenimiento
toda el área, de la capa intermedia mestiza, sometida a los de la estructura económica generada bajo la Colonia (una de
dictámenes culturales del sector dominante al que remedó las razones por las cuales las clases superiores criollas se
con escasa originalidad, e incapaz durante siglos de traducir- opusieron al reformismo borbón, por lo cual sólo fue tem-
se en una cultura coherente y sistemática desarrollando una poraria su alianza con los intereses de la burguesía mercantil
literatura propia, acentuó la división dicotómica entre las' dos de los puertos), sirvió a la conservación de una estructura
culturas enfrentadas, relegando a las autóctonas supervivien- social afín y ambas concurrieron a dar asidero a la su-
tes a un conservatismo tradicional y folklórico que si por pervivencia de la cultura colonial bajo la República.6
una parte permitió una cierta respiración vital por otra no Si esta norma tiene aplicación generalizada a toda el área
hizo sino contribuir a su fácil manipulación.s andina, presenta sin embargo matices diferenciales que tie-
La República heredó la situación establecida por la nen que ver con el grado de desarrollo de las culturas autóc-
Colonia y la perfeccionó, situándola en un marco clasista. tonas y con su índice de población y concentración. Aun
Fue una clase social, heredera de las aristocracias locales dentro de un comportamiento similar es diferente la solu-
basadas en la propiedad de la tierra y en el trabajo servil, la ción que se alcanza en la Cundinamarca establecida sobre la
que aseguró la continuidad de la cultura hispánica de domi- antigua Bacatá, donde el sometimiento y la aculturación
nación, imponiéndose sobre una clase de trabajadores rura- alcanzaron altos niveles, 7 que la del corazón del Inkario
les, en su mayoría indios (pero también mestizos, aunque donde la resistencia indígena fue la mayor que se conoció en
éstos frecuentemente cumplieron las tareas de mayordomía América y donde por lo mismo la instalación española se
y de encuadre de los indígenas, actuando al sen·icio de los hizo con dificultad y generó esa curiosa alternancia de dos
señores y avanzando sólo tímidamente a los oficios) entre
quienes pervivió de diversos modos la vieja tradición cultu-
6 Sobre las actitudes de los diVersos grupos dominantes en el período de
la Independencia, ,-éase Pierre Chaunu, L'Amen"que et le.r Aménque.r, de la
5 Sobre los problemas de cultura y dependencia, el ensaYo de Aníbal préhistozre á 1/0JjOtii"S, París, 1964, y Tullo Halper:in Donghi, f-lút01ia contem-
porál!ea de /lménca J_atll/a, i\Iadrid, Alianza Edltonal, 1969.
Qui¡ano, "Cultura y donunación", en Dos tema.r pam el ert11dto de las teorías
7 Darcy Ribe~.ro (en su libro .Las /lméncas.y la cllJi!tzaaóll, Buenos A1res,
del subdesarrollo, Caracas, La Enseñanza \'in, 1973. \' éase también inter-
pretación del fenómeno cultural en los grupos soctales de los estratos Centro Editor, 1972, 2' ed.) explica como pueblo nue,·o a los grancolom-
bajos de la sociedad en Paul-Henrv Chombrat de Lauwe, fmagp de la mltu- bianos merced a la aculturacJÓn propiciada por las condiCiones mismas de
re, París, Payot, 1970. la cultura chibcha, que habría funcionado como "litera para señores".

146 • El área mltmcd andnw Ángel Rama • 147


capitales paralelas Luna y Cuzco A lo cual ha de agregarse haber sido propiCiada posltlvamente una IntegraCIÓn naCio-
que la d1v1s1Ón polítlca que remplazó a las demarcaciones nal que unplicaba un vasto esfuerzo de transculturaC1Ón, la
adrmmstratlvas españolas, de por sí bastante arbitrarias y cual fue recusada en cada uno de los tres grupos étmcos que
además acentuadas por la pugna de los caudillos de la conformaron el área (lo que teswnoma el fracaso de los
Independencia, redistnbuyó la umdad entre diVersas mestlzos llamados a contnbutr a esa tarea, quienes tardarán
Repúblicas, las cuales tuvieron comportarmen tos culturales siglos en acometerla) y al no operarse la transformaCIÓn de
diVergentes a lo largo de los siglos XIX y X ..'\: de acuerdo con las bases del sistema econórmco que sigUió respondiendo a
las onentactones de sus respectlvas capitales: así, la zona que formas atrasadas de explotaCIÓn agropecuaria y a la extrac-
quedó dentro de la República Argentlna ha de ser áspera- ciÓn de matenas prunas de acuerdo con las vanables deman-
mente Integrada, gracias al avance liberal del siglo XIX, a los das de la economía europea, se mmovillzó la creatlvidad y el
mandatos centralistas de Buenos Atres y sometlda, s1empre progreso de la zona en torno a fórmulas preeXIstentes. Estas
parcialmente, Siempre a la rastra, a sus d1ctámenes moderni- fatallnente, devinieron arcaiCas.
zadores; lo m1smo ocurnó en Venezuela con su reg¡ón occi- Es un teswnomo de la dialéctlca del amo y el servidor,
dental andma, aunque ya muy entrado el siglo LX. En cam- como no creo que pueda encontrarse otro Igual en el resto
biO la mayoría del área, que queda ba¡o los gobiernos con- del continente. SI el amo no sustituye al servidor pues nece-
servadores asentados en La Paz, Luna, Quito y Bogotá, se Sita de él (y la sola eXIstenCia del amo unphca la del servtdor)
ordena según los prme1p10s de una conUnUidad econórmco- y propiCia entonces su mera sumisiÓn, con lo cual comprune
soClal que la religa a la antlgua Coloma a la cual prolonga, en su capacidad creatlva transformándolo en el autómata que
flagrante dtscordanoa con el proceso umversal de la hora. recibe las órdenes, el amo se transforma a sí rmsmo en un
Tampoco busca otra salida, como se pretende que hizo el elemento equtvalente del sistema, simétnco de su siervo,
Paraguay de Franoa y de López, asptrando a un desarrollo hace de sí rrusmo el esclavo de ese régunen de surmstón y
naciOnal autárquico ba¡o un régunen paternalista y por lo por lo tanto se congela su propia capaodad creativa, se acan-
tanto no dependiente de la expansiÓn occidental sobre tona en la repeticiÓn de actltudes y valores. Él también es un
Aménca Latma La regtón andina s1n1.plemente se ennquece autómata, salvo que ermte las órdenes.
sobre el modelo ya estatuido La prolongaCIÓn de una ecÓnomía sermfeudal en Co-
El contragolpe de este comportarmento histónco fue la lombia, Ecuador, Perú, Bolivia, apro\'echando los con-
congelaciÓn por Igual de ambas culturas, enfrentadas dentro Ungentes sometidos de mdígenas o mestlzos, repercutiÓ en
de esquema!> clasistas -tanto la de ImpregnaCIÓn mdígena la orgamzaoón sooaJ y en la polítlca generando la parálisis
como la de unpregnaClÓn h1spanoeuropea- las que resulta- En mnguno de esos puntos se produ¡o la emergenCia de una
ron pare¡amente condenadas al estancamiento y a la repeti- concienCia naciOnal sostemda por una voluntad de futuro, tal
CIÓn de modelos anuguos. No fue sólo la cultura dominada como provocó en el mundo europeo la aportaciÓn de la bur-
la que se estancó, smo también la cultura dormnante Al no guesía ttansformadora que fue capaz de elaborar los gérme-

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nes de las nae1onalidades mm:ilizando los estratos tnfenores pae1dad para enfrentar las condlCiones de un mundo moder-
El tímido liberalismo de la zona fue una y otra vez vencido no y a parur de una fragmentaClÓn que se produce en la cul-
o dllmdo a través de pactos y conces10nes, a lo largo del siglo tura occidental con la emergenCla de nuevos grupos sociales
XIX, no pudiendo m siquiera extraer fuerzas de una revolu- Es en Lrma donde se eleva la funciÓn crítica, que no es más
ciÓn de IndependenCla que no había sido deseada ni necesi- que un med10 de regulae1ón de las deficienClas de cualqmer
tada por el estamento oligárqmco y cuyas consecuene1as fue- sistema, a un valor autónomo, mdependiente y soberano,
reproduciendo así las rmsmas características que d!eron naci-
ron, además, el empobreClmiento generalizado. De ahí que
la repeuda frase de José l\1artí acerca de que Nuestra rruento a la funClÓn crítica en la Europa del siglo XVIII ba¡o
Aménca "ha de salvarse con sus mdios" no nos parezca un el réglillen constnctivo desarrollado por la anstocraCla con-
lauguillo retónco smo una mtuiciÓn en que se apunta a esa tra la msurgencia burguesa, haciendo de ella un arma de des-
oscura mancomumdad de desunos, a esa mutua dependen- trucciÓn de una estructura mcapaz de adaptarse a los nuevos
oa que por no ser reconoe1da y trasmutada en una mtegra- requenrmentos de la sociedad. Peslffilsmo del presente (pero
ciÓn, cuando resultó requenda por la nueva estructuraClÓn pesrmismo extremado y arrasador) y optlffilsmo del Ideal
econórmca del mundo, el área andma pagó duramente (pero, optlffilsmo que se desbordaba en utopismo) fueron
La msumislÓn contra este sistema rígtdo, no podía smo las operac10nes básicas de la revisiÓn crítlCa, como ya está
pasar a través de sus condlC10nes Es una sene de mcesantes reconocido en el pensarmento de l\lanátegm qmen quizás no
rebeliones locales, desarttculadas, pro\·mcianas, anacrómcas, percibía hasta qué grado, tanto en él como en qmen él llama-
que suv1endo para ev1dene1ar lo msausfactono de la sltua- ra "el precursor", Manuel González Prada, la funciÓn crítica
ClÓn, srmultáneamente estaban teñidas de la ngidez acreatlva se articulaba dentro de las cond1c10nes culturales esta-
del sistema En el campo de la literatura la msumislÓn ha bleodas por la dialéctica del amo y el servidor y de ellas
pasado, en forma eqmvalente, a través del régimen del pan- extraía su acento, su requisltona, su formulaciÓn categónca,
fleto, la d1atnba, la reqms1toua, la denunCla, con una mgenua esa concesiÓn de plena autonomía confenda al cntlcismo y
confianza en los poderes de la palabra, subrepticiamente que ha de ser asumida por las generac10nes postenores
sacralizada Es el "MI pluma lo mató" de l\1ontalvo como un valor defimtono de la actividad mtelectual Se le ha
Ha) que destacar que en mnguna parte del área esa msu- vtsto reapatecer en el discurso mtelectual de l\laría Vargas
miSIÓn alcanzó la fuerza 1 la coherenoa que tuvo en la SOCle- Llosa.
dad peruana, por ser, como 1·a se apuntara, el punto donde Nmguno se equivocaba al señalar ese famoso "pus" que
todos los confuctos re1·elaban la mavor aspereza y donde las brotaba del cuerpo de la sociedad peruana (para apelar a la
conttadicClones del sistema resultaton más v10lentas De ahí metáfora apocalípuca de González Prada), aunque sus pro-
que hava stdo en la cmdad de Lrma donde se planteó la revi- posioones pudieran 1·emr revestidas de esa deformaciÓn que
:o,IÓn críuca del Sistema, a pattlr del momento en que éste aun en e} funClonamiento crítico lnttoducía el SIStema,)" que
demue!:>tra fehae1entemente (la guerra del Pacífico) su mea- un espíritu atempetado, buen conocedor de la hi'itona, Jorge

Angel Rama • 151


15() • él m ea wltma/ a!lcllllti
Basadre, pudo llamar "el progresismo abstracto". Lo que estos términos: "La historia del Perú en el siglo XIX es una
desde Manuel González Prada comenzó a formularse a fines historia de oportunidades perdidas y de posibilidades no
del siglo XIX y tlene desarrollo en sus discípulos Clorinda aprovechadas." 9
Matto de Turner o Fedenco More, lo que se impone en la A cualquiera de esas negaciones, Haya de la Torre y
década del veinte de este siglo con la obra de Haya de la Mariátegui las han de dotar de bases económicas y sociales
Torre, José Carlos 11ariátegm, César Vallejo, Luis E. nítidas, buscando la explicación de la parálisis en el sistema
Valcárcel, José Sabogal, Luis A. Sánchez y en el vasto movi- de explotación de la tierra y en la estructura social que sobre
miento indigenista de reiVindicación social, es el proceso al ella se aposenta. Ambos estuYieron dominados por una pre-
estancamiento andino. Ya habían contribuido a él, desde ocupación principalmente política, reivindicativa y práctica,
posiciones casi opuestas, hombres como Baldomero Sanín a cuyo servicio pusieron los textos en que analizaron la cul-
Cano y Alcides Arguedas, en Colombia y Bolivia, respectiva- tura peruana.
mente, y a él se plegaría la generación, nativista, criollista, Ese atraso de la cultura andina se traduce también en su
indigenista,"de la pnmera posguerra, según las demandas de aportación literaria durante el siglo XIX y aun antes,.si revi-
los diversos puntos de la zona. samos lo endeble de las transformaciones del siglo XVIII
Ése es el punto de partlda. Insatisfacción por el atraso, que en otras zonas mostró una aceleración histórica precur-
por el arcaísmo (en cuya determinación tnfluye el subrepti- sora de la Independencia. La pobreza de la contribución lite-
cio modelo europeo que se mane¡a), por la congelación de raria andina en el siglo de la República, responde, en toda el
las culturas que fragmentaba la unidad posible del país, una área, a la congelación sobre modelos pasados de una cultura
de las cuales, la indígena, será Idealizada sin medida, y la otra, de dominación que se negaba a forjar la unidad nacional mo-
que era la realmente conocida por esta pléyade intelectual, dernizada, o sea a los provenientes de la herencia española
juzgada stn apelación. Este principio negador puede formu- que allí siguió viviendo más que en otras áreas latinoameri-
larse de diversas maneras. Para Luis Alberto Sánchez, que canas.
habla desde el campo de la literatura: "En el Perú existió No se trata sólo de lo tardío de la incorporación román-
siempre una espeoe de rechazo, unplícito o expreso a toda tica y su aire desvaído (puesto que es general la pobreza del
novedad por ser nO\~edad, lo mismo en literatura que en romanticismo en América Latina) sino la adhesión nostálgi-
política, en pintura que en sociología; y, a continuación, un ca a una cultura en decadencia como la española de ese tiem-
retrasado frenesí."8 po cuya línea literaria tradiCionalista (Mesonero Romanos,
La misma idea puede expresarse, aplicada al campo his- Espronceda, el duque de Rivas, Castelar, l\lenéndez y
tónco, con la discreción que caractenza a Jorge Basadre, en Pelayo) siguió abasteciendo a los mejores talentos de la

8 Lut~ ,\lberto Sanchez, La lztt'lt:JIIIra pu1t<llla. Asunctón, Buenos Aires. 9


Jorge Basadre, i\1edttaaoner .robre el desi!IIO histónco del Pení, Ltma, Edtoones
Guatanta. 1')S l. t \'1, p 253 . H uascarán. 1 ')4 7, p. 139.

!52 • 1:1 círea mltural a11d111a Angel Rama • 153


el campo específico de la literatura, eso puede explicar tanto
reg1ón andina, dando pie a la designación "literatura colonia- las transformaciones que se venían produciendo en Chile
lista" que le habrán de aplicar sus enjuiciadores del siglo X.:Y
como la obra de Palma las que no se efectuaban en el Perú,
Proyectos como el purismo idiomático bogotano, como la_
preanunciando el desenlace que tendría la infaus~a gu~rra del
María del caleño Isaac, como la insólita aventura de escribir
Pacífico (1879-1881). Si bien es difícil comparur la 1dea de
los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes por un ecuatoriano
Mariátegui de que con González Prada se funda la peruanidad
del siglo XIX, Juan l\Iontalvo, o como la tímida solución
en la literatura, en cambio es evidente que con él comienza
pactista de las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma o del
la "modernidad", que se ha de expresar bajo las especies
costumbrismo de Tomás Carrasquilla en la descendencia de
panfletarias que la misma rigidez cultural del medio_ estatuye.
José María de Pereda, no tienen equivalente en otras áreas
Ese rasgo lo transformará en maestro de los escntores del
culturales donde la reelaboración de la modernidad (roman-
siglo X.:"X, religándolo a su misma ofensiva modernizadora.
ticismo, liberalismo político, individualismo, librecambismo,
Por eso es correcto ver en su poesía los signos iniciales de
econonúas de exportación y muy pronto realismo, positivis-
un "modernismo", que obviamente no coinciden.con los del
mo, orden burgués y tecnificación) comenzó a cumplirse
rubendarismo con que se acostumbr¡¡ a interpretar ese movi-
muy pronto. Así se lo registra en el área brasileña o riopla-
miento artístico (como tampoco coincidieron los rasgos
tense, lo que facilitó la aparición de la obra de Sarmiento o
notoriamente "modernistas" de la poesía de José Martí),
de Machado de Assís, con las cuales nos incorporamos a un
permitiendo establecer la correcta orientación de la lírica
lenguaje narrativo que ya pertenece a la civilización contem-
posterior. Salvándose de la verbosidad imitativa del moder-
poránea. N o significa que ésos sean los únicos modelos
nismo peruano, tipificada en Chocano, ésta habrá de expre-
posibles de la creación artística ni tampoco que fatalmente
sarse tardíamente, ya en las inminencias de la incorporación
debieran corresponder a las normas culturales europeas del
futurista, en la depurada y rigurosa creación de José María
momento, sino que en el área andina no surgieron ni tampo-
Eguren (Simbólicas, 1911) que responde a la onda magisterial
co aparecieron otros, propios y originales, que delataran un
de González Prada.
índice de invención que por lo regular se equipara con el
En el área andina el modernismo poético fue tardío, débil
índice de movilidad de la sociedad.
y rigurosamente minoritario. La soluoón dada por Ricardo
Sea cual fuere la valoración que se asigne a la obra de
Jaimes Freyre fue la misma de Rubén Darío: incorporación
Ricardo Palma, cuya rehabilitación fue abierta por el propio
a otra área cultural, a un centro dinámico como era Buenos
Mariátegui haciendo de él un intérprete del demos limeño,
Aires. Se corrobora inversamente con la solución dada por
no hay duda de que en 1872 la "tradición peruana" es una
José Asunción Silva. El pistoletazo con que este esquivo
solución estética epigonal que todavía se abastece de la lite-
modernista pone fin a su vida en 1895, sm haber llegado a
ratura española romántica cuando no de los maestros del
ver ni siquiera organizada en libro su parva obra, pone fm
Siglo de Oro. Para esa fecha, el novelista chileno Blest Gana
también al intento de renovación del lenguaje poético
hacía diez años que había publicado el j\!Jartín Riva.r y, desde

Ángel Rama • 155


154 • E/ rirra mlt11ml andu~t.:
colombiano abandonándoselo a las pompas de Guillermo mación que implicaba el desarrollo capitalista, se comprimie-
\ralencia por no menos de treinta años. Y el fracaso político ron dentro de las fórmulas adquiridas por la Colonia, hacien-
de González Prada, la extremación individualista que se va do de la misma cultura española que les había dado vida,
acusando hasta el final de su vida, subraya tanto su terca mera remanencia folklórica. Por lo tanto, resultaron explota-
fidelidad a las ideas como la indigencia intelectual del medio, dos exactamente de la misma manera como ellos explotaban
la inexistencia, todaYÍa, de algo más que fuertes individuali- a sus indígenas, sin posibilidad de progresar y de ponerse al
dades rebeldes, o sea, un grupo social coherente. día, de adquirir fuerzas para alcanzar autonomía.
La genialidad de González Prada consistió en percibir el A pesar de las enmiendas y correcciones que Ivlariátegui,
vínculo que unía a dominadores y dominados tras la rígida desde otra perspectiva y otro tiempo, introduce en la prédi-
compartimentación en que creían estar separados. Vio con ca de González Prada, hay que convenir en la pasmosa luci-
_claridad 10 que el desprecio al indio por parte de los blancos dez de éste para detectar los exactos vicios de la cultura de
peruanos y el sojuzgamiento en que se lo mantenía, se halla- su época y recomendar las únicas soluciones que podían ser
ban repetidos, inversamente, por la misma valoración y el viables dentro de la sociedad en que vivía. Su ataque a
mismo sojuzgamiento en que los europeos tenían a los blan- Castelar y a las remanencias de una literatura pasatista, ape·-
cos peruanos, abriendo así la posibilidad de comprender a la gada al Virreinato, oponiéndole el examen del presente
cultura dominante como un callejón cerrado, vistos los dos histórico como cometido central, fue incorporada a'la car-
factores que la regían: la dependencia del exterior y el aisla- tilla de las nuevas generaciones. Su oposición frontal a la len-
miento respecto al interior. gua arcaizante, gozosa de la ornamentación palabrera, opo-
Al ser incapaz de integrar la nacionalidad, para lo cual niéndole una lengua pre~isa, destilada como un alcohol refi-
hubiera debido acceder a una vasta transculturación, no tenía nado, en la linea aristocrática del enciclopedismo (Voltaire)
detrás de sí a una nación. Ni siquiera se planteaba la necesi- ha de determinar los comportamientos poéticos de Eguren,
dad de forjarla como manera de asegurar su propia supervi- pero también el idioma riguroso y. acerado de 1\Iariátegui. Su
vencia en el mando. Obligada por el régimen de sumisión animadversión contra Palma es capital en este contexto:
establecido, a no ser sino la réplica homóloga del servidor en mientras la literatura continuara en la infinita acumulación
el hemisferio de la dominación, carecía de elementos dinámi- de cuentecillos, sea cual fuere su tema, su estilo y su lengua
cos con los cuales enfrentar el proceso de modernización (y (aunque éstos debían forzosamente ser, como el sistema
también de sujeción porque ambos venían conjugados) que narrativo aplicado, pasatistas) no habría manera de acceder a
procedía de Europa. Los blancos del área andina se transfor- las estructuras orgánicas de la novela que la burguesía euro-
maron en los mdios de los europeos: rechazaron la transfor- pea, a la hora de su triunfo en el siglo XIX, había logrado
imponer, estableciendo vastas maquinarias armónicas que
delataban la capacidad racionalizadora de la empresa liberal
lO ~Ianuel Gol17ález Prada, "Nuestros mdios'' en llrmu de !lfcha (1908),
. . ' acometida. En el paralelo terreno de las ciencias, sólo un
Buenos Aires, Amencaléc. 1946.

156 • El área mlt!tra/ al!dllla Ángel Rama • 15 7


cienufiosmo consagrado a la apltcac1ón del sistema raciona- una interpretación geocultural de Perú y Ecuador, dividién-
lista extremado, podía desarrollar formas mentales que se dolos en las regiones costeña y serrana (amén de la selváti-
adecuaran y propiciaran la construcción de una sociedad ca) si bien no consintió el progreso de cada una de ellas, pro-
moderna. Su afán rector es la modernización, su desespera- veyó de un sinnúmero de rasgos que, con las cautelas antro-
ción el atraso respecto a las regrones del sur (Chile, el Río de pológicas del caso, deberíamos llamar arcaicos, lo que tam-
la Plata) donde ve fructificar el nuevo modelo. bién puede traducirse como cercanos a las fuentes primige-
Las acciones de la cultura de dominación, en el área rio- nias o también como adentrados en comportamientos pro-
platense, eran exactamente las contrarias de las que caracte- fundos de América Latina.
rizaban a su homóloga andina. Mariátegui, que no se enga- A consecuencia de la rigidez, contra la cual insurgió la
ñaba acerca de los cometidos modernizadores que recaerían generación indigenista, se habían conservado numerosos
en quienes participaban de su pensamiento revolucionario rasgos de la cultura autóctona que revelaban ser todavía efi-
socialista, lo vio con toda claridad. La capital natural del área caces para su funcionalidad -pues de otro modo habrían ya
sur, Buenos Aires, se había asociado en estado de dependen- desaparecido- sirviendo a la identificación y comportamien-
cia a las puisiones externas, franco-británicas, asumiendo su to de una sociedad sometida. Eran, en cierta forma testimo-
proyecto universal de remodelación socioeconómica y par- nios del pasado que se guardaban en los estratos inferiores
cialmente lo adaptó a sus requerimientos locales. Para cum- fijando la coherencia social y dibujando una cosmovisión
plirlo trasladó coercitivamente sus imposiciones a las socie- indispensable para la existencia de un grupo humano. Pero
dades regionales, sometiéndolas a la fuerza. Pero al mismo eran también reservorios de imprevisible potencialidad si se
tiempo las impregnó de un conjunto de valores renovados los pudiera dinamizar con sentido creativo. A esa tarea se
que eran indispensables para su nuevo funcionamiento, para aplicó la generación indigenista, que tuvo numerosísimos
el papel que se le había asignado y. asimismo, clave de su portavoces periódicos, sobre todo en las provincias que asis-
posibilidad de progresar y aun romper la sujeción. tieron a un renacer de la vida intelectual, inagotables y ver-
bosas polémicas, generosos y líricos impulsos reivindicati-
2. Indigenismo del mesticismo vos, ejercicios algo primarios de arte y literatura. Alcanzó su
plena expresión teórica a través de la prédica de la revista
Si la rigidez de la dicotomía cultural andina habría de pretex- Amauta bajo la dirección de José Carlos Mariátegui.
tar la requisitoria contra el "colonialtsmo" también habría de El indio aparecía por cuarta vez en la historia de la
motivar, paralelamente, la idealización del indígena que ins- América conquistada como la pieza maestra de una reclama-
tauró una escuela de larga y nutrida trayectoria, el indigenis- ción: había sido primero la literatura misionera de la
mo, con especial predicamento en Perú, Bolivia y Ecuador (y Conquista; luego la literatura crítica de la burguesía mercan-
ecos en 1\·Iéxico) desde 1920 hasta 1950 aproximadamente. til en el período precursor y revolucionario que manejó
La rigidez de ambas culturas andinas, que incluso permitió como instrumento el estilo neoclásico; por tercera vez en el

158 • El área at!tural andma Ángel Rama • 159


período romántico como expresión de la larga lamentación puede darnos una versión rigurosamente verista del indio.
con que se acompañaba su destrucción, retraduciendo para Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su
la sociedad blanca su autoctonismo; ahora, por cuarta vez, propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos. Por eso
en pleno siglo X..'X, bajo la forma de una demanda que pre- · se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si
sentaba un nuevo sector social, procedente de los bajos debe venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios
estratos de la clase media, blanca o mestiza. Inútil subrayar estén en grado de producirla."ll
que en ninguna de esas oportunidades habló el indio, sino El indigenismo, como todo movimiento animado por
que hablaron en su nombre, respectivamente, sectores de la una pasión de justicia social que cuenta con bases legítimas,
sociedad hispánica o criolla o mestiza. Inútil también agre- habría de abarcar a muy distintas personalidades, orientacio-
gar que en todos los casos, fuera de la convicción puesta en nes artísticas, ftlosóficas o políticas, situaciones culturales o
el alegato en favor del indígena, lo que movía principalmen- niveles educativos. Prácticamente en él cabría todo lo que no
te ese discurso eran las propias reivindicaciones de los dis- fuera estricto y envejecido conservadurismo, por lo cual el
tintos sectores sociales que las formulaban, sectores minori- abanico inicial, que presenta va desde un lirismo pasatista
tarios dentro de cada sociedad, pero dueños de una intensa dentro de la idealización posromántica, como se presenta en
movilidad social y un bien determinado proyecto de progre- las obras de Luis E. Valcárcel, 12 hasta las posiciones que
so social, que engrosaban sus reclamaciones propias con las revelan la reciente incorporación a América Latina ele los
correspondientes a una multitud que carecía de voz y de socialismos según las plurales versiones de Haya de la Torre,
capacidad para expresar las suyas propias. Con esta afirma- Mariátegui, Hildebrando Castro Pozol3 quienes fueron los
ción no se busca disminuir al movimiento indigenista, al cual que en realidad le otorgaron contextura ideológica.
se debe la formación de una conciencia nueva acerca del tra-
ta.miento más justo a los descendientes de las culturas autóc-
11 José Carlos Mari á tegui, Siete ensqyos de interpretación de la realidad peruana
tonas y la recuperación, arqueológica, de un pasado muy (1928), Santiago, Editorial Universitaria, 1955, pról. Guillermo Rouillon,
rico, sino situarlo sociológicamente y comprender por lo p. 252.
tanto la especificidad de sus rasgos en las artes y en la litera- 12 De la nutrida obra de Luis E. Valcárcel y de sus tesis hay un resumen
tura, que fueron los campos donde dio sus mejores batallas. en Ruta mltttral del PertÍ, :\léxico, Fondo de Cultura Económica, 1945.
Aparte de su proclama, Tempestad en los Andes, Llffia, 1927, y de su Mimdor
Primero que nadie lo supo José Carlos ?viaríátegui. En su
indio (dos series), es 1IDportante su aportación de Cuentos y lryendas inkas,
febril recorrida de la literatura peruana, nos dice: "Y la Lima, Imprenta del Museo Nacional, 1939.
mayor injusticia en que podría incurrir un crítico sería cual- 13 De l\hriátegui los Siete ema_yos citados; de "Víctor Raúl Haya de la Torre,
quier apresurada condena de la literatura indigenista por su ¿A dónde tJa Indoaménca?, Santiago, Ercilla, 1936 (Y ed.), ). El cmtzimperialú-
falta de autoctonismo integral o la presencia más o menos moJ' el Apra, Santiago, Ercilla, 1936 (2• ed.); de Hildebrando Castro Pozo,
1\uestra comunidad wdigena. Lima, Del '!YIIu al cooperatwismo socialista, Lima,
acusada en sus obras, de elementos de artificio en la inter- 1936, y "Social and economic-political e\·olution of the communities of
pretación y en la expresión. La literatura indigenista no central Peru", en l-!cmdbook ql Sotrth Ameriwn Indiam, vol. 2.

160 • El área cttltural andwa Ángel Rama • 161


Pero si sometemos a un análisis, que ni siquiera sea valo- América Latina, que en- otras áreas había comenzado desde
rativo, sino meramente estimativo y defmitorio, según las antes su despliegue triunfal, hacia 191 O, y que una década
técnicas de la sociología del arte, a los productos aportados después ya había producido el arte de Manuel Rojas o
por la primera generación indigenista, donde caben las obras González Vera, el de Baldomero Fernández Moreno 0
de José Sabogal o Guayasamín en las artes plásticas, las de Alfonsina Storni, el de Ramón López Velarde, José Eustasio
Enrique López Albújar, Jorge Icaza o Jesús Lara en la narra..- Rivera, Rómulo Gallegos o Juana de Ibarbourou, la cuentís-
tiva, reconoceremos rápidamente la presencia de la nota tica de José Pedro Bellan o Monteiro Lobato, o sea la litera-
mestiza más que la india y esa misma nota será la que defina tura de las emergentes clases medias que en el continente
el triunfo más alto del movimiento, la novela de Ciro Alegría promoverán la democratización progresiva de sus países
El mundo es ancho y qjeno. Encontraremos, animando estas mediante un reformismo acelerado. Serán las que instauren
obras y confiriéndoles significado, esa cosmovisión que los principios de la Reforma universitaria en Córdoba pero
' '
generó una nueva capa social que se había desarrollado en también las capaces de desencadenar el movimiento made-
. los pueblos de las provincias y en las ciudades merced a los rista en la Revolución mexicana .
instrumentos educativos; permitieron ascender desde una Lo que estamos presenciando es un grupo social nuevo,
inicial situación en la parte baja de las incipientes clases promovido por los imperativos del desarrollo económico
medias, respondiendo a la convocatoria forzosa que hacía el modernizado, cuyo margen educativo oscila según las áreas y
débil proceso de modernización instaurado tras la primera el grado de adelanto alcanzado por la evolución económica, el
guerra mundial, ya necesitado de una implementación más cual plantea u_ttidas reivindicaciones a la sociedad que inte-
amplia y más capacitada. Pero al mismo tiempo esa clase gra.14 Como todo grupo que ha adquirido movilidad -según
había visto contenido su avance por las remanencias de la lo apuntara Marx- extiende la reclamación que formula a
estructura arcaica de la sociedad, que se oponía al proceso de todos los demás sectores sociales oprimidos y se hace intér-
modernización. Enfrentándose a ella, genera una reclama- prete de sus reclamaciones que entiende como propias, engro-
ción social y política que utiliza como instrumento de divul- sando así el caudal de sus fuerzas con aportes multitudinarios.
gación y de acción crítica a la literatura y al arte (lo que ya No hay duda de que se sentía solidario de los explotados, aun-
defme su nivel operativo) amparándose del indigenismo,
pero expresando en realidad al mesticismo. Un mesticismo que 14 En su fermenta! ensayo, ''Algunas características originales de la cultu-
sin embargo, no se atreve a revelar su nombre verdadero, lo ra mestiza en el Perú contemporáneo" (Rwista del j\¡fuseo Nacional, Lima, t.
que destaca la ambigüedad con que actuaba en su coyuntura :X..."XIII, 1954), Fran¡;:ois Bourricaud anota con agudeza: "El movimiento
emergente y los escasos recursos intelectuales que confor- indigemsta que exalta con más pasión que discernimiento el gran pasado
precolombino del Perú es un pr.oducto de esta inteligencia mestiza que
maban su equipaje al emprender su ascensión social.
expresa la protesta de gentes Instruidas, ambiciosas, descontentas, a quie-
Reconoceremos por lo tanto en este. indigenismo un nes la ~!ase afianzada de los propietarios niega toda oportunidad de pro-
ramal especializado de la literatura y el arte regionalistas de moción." (p. 169).

162 • El área mltuml andiJia Ángel Rama • 163


que también no caben dudas de que le sen-ían de máscara por- cosmovisión cultural que fue el dato implícito desde donde
que en la situación de esas masas la injusticia era aún más fla- se procedía a la creación y que por lo tanto estableció la
grante que en su caso propio, y además contaban con el inne- pauta de los textos que a ella respondían.
gable prestigio de haber forjado en el pasado una original cul- No tenemos ya por qué manejar las cautelas que reclama-
tura, lo que en cambio no podía decirse de los grupos emer- ba l\'Iariátegui para tratar críticamente de un movimiento
gentes de la baja clase media. Esas multitudes, por ser silencio- incipiente, aún en ciernes, y del que podían esperarse frutos
sas, eran si cabe más elocuentes, y, en todo caso, cómodamen- maduros en el futuro. Era incipiente en la fecha en que él
te interpretables por quienes disponían de los instrumentos escribía, a mediados de los veinte, pero ahora que han pasa-
adecuados: la palabra escrita, la expresión plástica. do cuarenta años y ha concluido su ciclo histórico ya no es
Quizás haya sido ésa la trampa que esterilizó los esfuer- una profecía sino un balance lo que corresponde hacer. Ese
zos cumplidos en las disciplinas artísticas por el movimien- balance le es adverso. Y si lo es, justamente se debe al equí-
to indigenista, reflejando así otros equívocos subterráneos voco que puso en juego, al consagrarse a personajes y asun-
en el campo de las ideas. Porque se trató de una literatura tos que correspondían al funcionamiento de una cultura
escrita por y para las bajas clases medias o mestizas en situa- dominada y reprimida para la cual sin embargo no tuvo per-
ción de ascenso y por lo tanto, ansiosas de una culturización cepción valorativa. Lo que ignoraron mayoritariamente fue
indispensable para el cumplimiento de su proyecto. Ese cir- la cultura indígena del presente, viva y auténtica bajo los
cuito cerrado transitaba sin embargo a través del tema indí- harapos materiales o la injusticia opresora. Y por la más sim-
gena, usado como elemento referencial y nunca como ele- ple de las razones, porque le parecía inexistente o inferior (y
mento que pudiera ser puesto a la prueba de la realidad dado de ahí el vertiginoso remontar del tiempo para mitificar el
que en ningún momento el público al que se dirigió el indi- pasado, el Inkario, recuperándolo sólo a él, o sea las le-
genismo estuvo compuesto de indios. Tampoco había pasa- yendas, en la cultura presente) en lo cual no hacían sino pro-
do eso con el Memoria! de Las Casas, tampoco con el Siripo bar en cuáles fuentes culturales se abastecían, que no eran
de Labardén, ni con el Tabaré de Zorrilla de San Martín, pues otras que las de la cultura de dominación, cuyo signo habían
todos ellos como el Huasipttngo de Jorge Icaza, fueron mate- mvertido. El movimi~nto indigenista vio y explicó a los
riales para el consumo de los integrantes de una misma cul- indios con los recursos propios de la recién surgida cultura
tura global, según los diversos estamentos en que fue situán- mestiza, que en puridad no era sino la hija bastarda de su
dose, hispánico, criollo o mesuzo, en los períodos sucesivos, padre, el eterno conquistador blanco, que en esos momen-
manejando un tema en cierta manera exótico cuya finalidad tos estaba consagrada a exigir reconocimiento y legitima-
hay que buscar, más que en el discurso explícito reivindica- ción, que le eran negados por su progenitor. De la cultura
tivo (haya sido moral, político, metafísico, social, en los res- dominante extrajo todos los elementos que consideraba úti-
pecuvos casos mencionados), en los recursos artísticos y les, sometiéndolos a un proceso de simplificación, es-
literarios puestos en juego, en las estructuras estéticas, en la clareciéndolos gracias a su contacto estrecho con el funoo-

164 • El área cultural andina Angel Rama • 165


namiento real de la sociedad en que vivía, o sea su áspero que logra adentrarse en algunos valores de la cultura indíge-
afán de supervivencia en un medio hostil. Eso le permitió na, genera una contradicción interna que frustra estética-
desinflar la retórica pomposa en que podían continuar mente la creación.
viviendo los Francisco García Calqerón o los José de la Riva- Retrospectivamente es visible la indigencia que ca-
Agüero y no se diga sus antepasados y eso le permitió tam- racterizó a la cultura mestiza del área andina cuando apare-
bién ser más indulgente para Palma. En el camino hacia su ció, como una equivalente de la cultura criollista o regiona-
legitimación, encontró una interpretación de la realidad que lista de otras zonas, aunque algo más tardía y asimismo es
hizo suya por su claridad y realismo, pero a la que también visible la rapidez con que se pertrechó y transformó hasta
simplificó. Se trata del marxismo, que en la época se ofreció adquirir un nivel adulto en pocas décadas, tiempo que está
con rasgos mecánicos y simplistas. Un hombre tan dotado exactamente medido por su abandono de la temática indige-
intelectualmente como Mariátegui, pudo homologar al nista, ya que una vez llegada a un dominio evolucionado de
comunismo con una religión, lo que parecería colocarlo en sus recursos que apuntaría al desarrollo social alcanzado, se
la descendencia del criticismo de Kautsky, pero no hacía la ve desembarazarse de la exclusiva indigenista y comenzar
sino asumir la concepción que podía formarse del socialis- a apropiarse de una realidad más variada donde ha de tener
mo científico un medio escasamente preparado, que comen- participación considerable la vida urbana. Muchas de sus
zaba a desarrollarse y aún mantenía enormes reservas de la soluciones artísticas iniciales pueden emparentarse con las
fe del carbonero para invertirlas en un nuevo santoral. de otras áreas, como la centroamericana y aun la mexicana
El equívoco de ese mesticismo disfrazado de indigemsmo es que estaban cumpliendo, en otros grados y con otros con-
el que nos permite comprender que, pasado ya el tiempo de flictos, evoluciones parecidas. Pero en cambio se distingue
su ebullicioso período polémico, una obra como Los de las áreas que hacia 1920 habían obtenido un avance
Sangurimas de José de la Cuadra pueda resultamos de más importante en el desarrollo interno de las capas medias o
plena verdad y eficacia artística que las novelas indigenistas habían contado con contribuciones por parte de miembros
de Jorge Icaza que en su momento alcanzaron una difusión de otros niveles más altos de la sociedad que se habían
poco menos que incomprensible hoy día. Porque la peque- integrado al movimiento: en éstas el vasto sector intermedio
ña novela del ecuatoriano logra ajustar la cosmovisión que ascendía mediante sucesiYas aportaciones intelectuales hasta
rige los instrumentos literarios y que responde a esa acepta- probar su capacidad para manejar con soltura los instrumen-
da y por lo mismo gozosa visión mestiza del mundo, a los tos heredados de las clases superiores. En cambio, el largo
asuntos, person'ajes, medio, puestos en funcionamiento en estancamiento andino habría de pagarse con una falta de
la obra, instaurando un orbe autónomo y armónico. preparación del grupo emergente mestizo que había vivido
J\!Iientras que en las obras de Jorge Icaza la colisión de en Situación de dependencia servil y recién ahora iniciaba su
ambos universos, que habría de hacerse tan flagrante desde propia recorrida histórica, o simplemente era forzado a ella
que José l'vÍaría Arguedas publlca sus cuentos y novelas en por las circunstancias de la modernizaciÓn.

166 • El áreu mltural andma Ángel Rama • 167


Que no obstante esta pobreza inicial, respondía a una po y una cultura abolidos. Tampoco estuvieron ausentes
expectativa que se fue haciendo cada vez más notoria, o sea quienes procedieron a una re interpretación de ese pasado a
a una irrupción social que se produjo a borbotones a lo largo la luz de las ideas más recientes hasta imponer un nuevo
de los años veinte, treinta y cuarenta, con suficiente vigor mito que quedó definido en el titulo de un libro famoso, El
como para absorber en su universo valorativo a otros secto- imperio socialista de los incas, pero que fue un lugar común del
res sociales intermedios, lo demuestra el éxito alcanzado por pensamiento político socialista, que vio en la supervivencia
el material literario que aportaron los primeros indigenistas del "ayllu" la llave para conectar las estructuras económicas
así como su estrecha vinculación con los productos de los arcaicas con las más modernas en un abrir y cerrar de ojos
regionalistas de otras zonas latinoamericanas. Perú vivirá en transitando milenios.
la década del cincuenta la serie de Festivales del Libro que Estas discordancias son las que explican la polémica
anegarán de papel impreso al país. Uno de los creadores de interna sostenida constantemente por los indigenistas y son
este sistema de ediciones populares masivas, .Nianuel Scorza, sobre todo las que proporcionan las fuentes del recio pensa-
será el que rematará epigonalmente la versión social del indi- miento de Mariátegui, quien en oposición a muchos desvarí-
genismo con un2. setie de novehs inici2.d2. con Redoble par os ide2.lizadores del p2.s2.do h2.bti de teivindic'd.t el 2.nilisis
Rancas (1970). económico y social del problema del indio, así como la fun-
En el Festival del Libro que en noviembre de 1957 orga- ción central de las vanguardias intelectuales capitalinas o
nizaron los editores limeños Mejía Baca y Villanueva, se edi- costeñas. Ambos temas son de hecho el mismo tema.
taron en tiradas de medio millón de ejemplares las obras de Del mismo modo que no admite la rígida dicotomía fija-
Jorge Icaza (Huasipungo), de López Albújar (Matalache), de da a partir del pensamiento de González Prada y desarrolla-
Cito Alegría (El mundo es ancho y qjeno) más los clásicos del da por Federico More, en un Perú costeño íntegramente
regionalismo: Cuentos de amor de locura y de muerte de Horacio condenable y un Perú serrano que custodia todos los valo-
Quiroga, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, Los de abqjo de res, porque en ese caso estaría desconociendo "las reivindi-
Mariano Azuela. Algún periódico, que reseña el aconteci- caciones de una vanguardia que en Lima como en el Cuzco,
miento, se lamenta de que no se haya incluido también en Trujillo, en Jauja, representa un nuevo espíritu nacio-
Yanacuna de Jesús Lara. Efectivamente, sólo él faltaba. nal",IS del mismo modo no acepta ninguna solución del pro-
El indigenismo, por su misma amplitud y ambigüedad, blema indígena que repose en consideraciones éticas o cul-
había conjugado muy plurales aportaciones. También turales y pretenda sustituir las explicaciones fundamentales
Ventura García Calderón escribió por entonces cuentos que son de índole económica y sociaL Esto ha de constituir-
indigenistas (folkloristas) y no faltaron los imprudentes ide- se en el rumbo de su pensamiento, que no es sino amplia-
alizadores del pasado precolombino que, al entonar su ción del deslinde que efectuara González Prada entre pro-
himno exaltador, perdieron de vista la situación presente del
indio y llegaron a creer en la posible restauración de un tiem- Is s·te/e e//St!JOS... , op. a!·.. p. 1ss .

168 • El áretl ot!tural andina Angel Rama • 169


blema racial y problema social, respecto almdio. A esas mismas condiciones puede atribuirse que, en su
Ya en 1927, en el prólogo a Tempestad en los Andes de Luis afán de combatir las estériles -líricas o fraudulentas- expli-
E. Valcárcel, afirmaba drásticamente: "La reivindicación del caciones del problema indio que escamoteaban el hecho
indígena carece de concreción histórica mientras se mantie- central de su base económica, haya realzado este elemento
ne en un plano filosófico o culturaL Para adquirirla -esto es hasta perder de vista a los restantes que conforman a los
para adquirir realidad, corporeidad- necesita convertirs~ en grupos humanos. Se trata de otro ejercicio de esa simplifica-
reivindicación económica y política."16 ción operativa que apuntamos como peculiar de la cultura
Esa convicción la amplía en los Siete ensqyos y le confiere mestiza en su primer estadio, y que nace de las inmediatas
perfiles aún más drásticos: "Todas las tesis sobre el proble- necesidades de la educación y la acción del nuevo sector
ma indígena, que ignoran o eluden a éste como problema · sociaL Era y es evidente que el problema indio transita
económico-social son otros tantos estériles ejercicios teoré- obligadamente por su base económica (o sea la propiedad de
ticos -y a veces sólo verbales- condenados a un absoluto la tierra, los sistemas de explotación agrícola) pero también
descrédito. N o las salva a algunas su buena fe. Prácticamente era y es evidente que ella no agota las cuestiones que plantea
todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la reali- la integración de una estructura cultural antigua a la sociedad
dad del problema. La crítica socialista lo descubre y esclare- presente, como quedará evidenciado cuando el sistema eco-
ce, porque busca sus causas en la economía del país y no en nómico capitalista comience a descongelar los grupos indí-
su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su genas estancados. Sin embargo Mariátegui habrá de insistir
dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones cultu- en su oposición a las interpretaciones "culturalistas": "Lo
rales y morales." 17 único casi que sobrevive del Taw:mtinsuyu es el indio. La
Como es sabido, Mariátegui alterna diversos sistemas civilización ha perecido: no ha perecido la raza. El material
interpretativos según los casos. No admitía, en el caso del biológico del Tawantinsuyu se revela, después de cuatro
indio, una explicación racial aunque sin embargo manejaba siglos, indestructible, y, en parte, inmutable."18
esos argumentos para analizar el factor negro de la costa, Si e\·identemente la cultura del Tawantinsuyu, en cuanto
descendiendo a consideraciones psicorraciales. Tales ambi- tal, había efectivamente desapareodo y era un desvarío pen-
valencias son consecuencia de un pensamiento polémico sar en su eventual resurrección, existía sin embargo, reem-
que funciona como respuesta a determmadas proposiciones, plazándola y religando a una comunidad viva con esa misma
construyéndose sobre la marcha, de manera premiosa y fuente, una estructura cultural que fue la que permitió la
urgida. supervivencia de los indios en ese carácter y no las aducidas
razones biológicas que incluso podrían jugar contra los razo-

16 Idem,
. p. 28.
17 Ídem, p 27. 18 Ídem. p. 253.

170 • El área m/tural andl!la Ángel Rama • 1 71

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