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I
LÓGICA DE ESTADO
1
Sobre el concepto de crisis, ver: I. Lewkowicz y otros, XXII Jornada Anual "Psicoterapias de crisis y en la crisis" en
Centro de Estudios en Psicoterapias, Buenos Aires, 1999.
2
Sobre el concepto de práctica dominante, ver: M. Campagno e I. Lewkowicz, La historia sin objeto, Buenos Aires,
1998.
inevitablemente, lugares, mercancías, información, personas, capitales o
tecnología, sin que esa conexión/desconexión asegure a priori un sentido.
Ahora bien, éste es el terreno agotado, pero aún no indagamos el status de
esta crisis. Ante todo es preciso aclarar que la crisis actual no remite al
pasaje de una totalidad a otra (de la totalidad Estado Nación a la totalidad
mercado). Tampoco se trata de un impasse entre dos configuraciones
cualesquiera. La crisis actual resulta de la disgregación de una lógica
totalizadora sin que se constituya, en sustitución, otra totalidad equivalente
en su efecto articulados. De esta manera, lo específico de nuestra condición
es que no pasamos de una configuración a otra, sino de una totalidad
articulada a un devenir no reglado.
Si es cierto que el Estado se ha desvanecido en su función articuladora, si es
cierto que se ha agotado la configuración nacional sin que sea sustituida por
otra, suponer que la crisis actual es una transición que dará lugar a otro
esquema totalizador puede ser, por lo menos, un error estratégico. En
principio, nada autoriza a pensar que el agotamiento del Estado Nación dará
lugar a una lógica totalizadora, Por el contrario, hay indicios que permiten
pensar que la operatoria de mercado no necesita, para su funcionamiento, la
puesta en forma de una lógica de ese tipo. Más bien, pareciera que le hace
obstáculo. En este sentido, la crisis actual no es un impasse entre dos
formaciones sino la modalidad de una dinámica cuya forma irrev ocable es el
devenir no reglado.
Por lo señalado, la crisis actual no revela un impasse sino un funcionamiento
determinado. Si el devenir no reglado es la temporalidad específica de la
dinámica actual, la noción de crisis como interrupción tal vez complique la
posibilidad de pensar en su especificidad el despliegue actual del mercado.
Por qué? Porque hoy la crisis no es impasse ni coyuntura sino modo de
funcionamiento efectivo. En este sentido, la crisis como devenir caótico ha
llegado para quedarse.
El término perplejidad circula con insistencia en los últimos años. Se lo
escucha de modo recurrente en conferencias y charlas; se lo lee en libros y
revistas. Podría tratarse de una moda. Pero también podría tratarse de otra
cosa: un indicador del estatuto distintivo de la crisis actual. O más
precisamente, un indicador de un tipo específico de reacción ante la crisis.
Perplejidad tal vez sea el término que designa, sintomáticamente, la pérdida
de vigencia de los parámetros capaces de leer la crisis actual. Si frente a algo
estamos perplejos, no es ante el cambio de una configuración por otra. Sobre
esto hay experiencia. Por el contrario, estamos perplejos ante ese cambio
desreglado, ante ese devenir aleatorio que se ha convertido en un término
central de nuestras vidas.
Ahora bien, investigar la crisis actual implica investigar cuáles son las
operaciones de pensamiento capaces de operar en la crisis. Si se verifica una
serie de dificultades para que una lógica se reproduzca como hasta entonces,
es posible pensar que también entra en crisis la serie de recursos y
operaciones de pensamiento disponibles para percibir la crisis. En este
sentido, los cambios aleatorios y desreglados que constituyen la experiencia
actual llamada crisis, convierten en obsoletos los parámetros disponibles para
pensar. Así, también entran en crisis los recursos para pensar la crisis.
Estas nociones están en crisis porque la superficie de implicación se ha
alterado radicalmente con el agotamiento del Estado Nación como
metainstitución. Sin duda, ya nada es igual. Tampoco las categorías. Las
categorías pensadas en condiciones nacionales son incapaces de pensar
la crisis como dato permanente de nuestras vidas, también son incapaces de
pensar el devenir aleatorio como funcionamiento efectivo de la dinámica
actual. Pero este devenir aleatorio ha venido para quedarse. Entonces, será
necesario pensarlo, más allá de que estemos perplejos ante el despliegue de
un devenir imposible de anticipar.
IV
OPERATORIA DE MERCADO