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1
Iñiguez & Feijoo. EL PODER OCULTO DE LA PRUEBA ILÍCITA: ¿QUÉ PUEDE DECIRNOS LA
ECONOMÍA Y LA PSICOLOGÍA? Citando a: PARRA QUIJANO, Jairo. “Pruebas Ilícitas”. En: Ius et
veritas 14. 1997. p. 37
2
Iñiguez & Feijoo. EL PODER OCULTO DE LA PRUEBA ILÍCITA: ¿QUÉ PUEDE DECIRNOS LA
ECONOMÍA Y LA PSICOLOGÍA? Citando a: PELLEGRINI, Ada. “Pruebas Ilícitas”. En: Revista Peruana
de Doctrina y Jurisprudencia Penal 1. 2000. p.
299.
3
Iñiguez & Feijoo. EL PODER OCULTO DE LA PRUEBA ILÍCITA: ¿QUÉ PUEDE DECIRNOS LA
ECONOMÍA Y LA PSICOLOGÍA? Citando a: Sentencia 14 de junio de 1960 (BGHS 14, 358, 365).
4
Iñiguez & Feijoo. EL PODER OCULTO DE LA PRUEBA ILÍCITA: ¿QUÉ PUEDE DECIRNOS LA
ECONOMÍA Y LA PSICOLOGÍA? Citando a: GOSSEL, Karl. “La prueba ilícita en el proceso penal”. En:
Revista de Derecho Penal. 2001
Debemos entender, sin embargo, que en nuestro país la situación es similar, pero no igual;
ya que, a diferencia de otras latitudes, en el Perú la prueba prohibida o ilícita regulada en el
art. VIII. de su Título Preliminar del NCPP se define como aquellas “obtenidas, directa o
indirectamente, con violación del contenido esencial de los derechos fundamentales de la
persona”.
Siendo así, es necesario entender que el Código Procesal Penal de 2004 ha otorgado un
concepto todavía “más restringido” que de la prueba prohibida o ilícita teníamos hasta el
momento (amplio y restringido).
Estando a ello, en nuestro país no podemos tratar a la prueba prohibida o ilícita bajo los
conceptos y/o definiciones que se proclaman en otras naciones y ordenamientos. Este es el
principal error que debemos evitar a efectos de poder superar todos los problemas que en
los juzgados y tribunales nacionales se presentan cuando se someten ante estos las
pretensiones de exclusión de pruebas.
Son numerosos los casos en los que los derechos constitucionales, al concurrir en el caso
concreto presentan entre sí situaciones de conflicto. Una situación de esta naturaleza es la
que se nos presenta cuando se analiza el problema de la "prueba ilícita". Mientras que por
un lado se encuentra el derecho a la prueba y a la verdad objetiva, ambos elementos
esenciales para los derechos fundamentales, por el otro se encuentra una gran gama de
derechos constitucionales que esperan no ser lesionados.
La elevada importancia del proceso justo o debido proceso para la vigencia efectiva de los
derechos fundamentales y del ordenamiento jurídico político en su conjunto ha llevado a la
mayor parte de Cartas Fundamentales y de instrumentos internacionales sobre derechos
humanos a reconocerlo como un derecho humano o fundamental. Así, arraigado a este, es
que todos somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario. He ahí donde viene el derecho
a la prueba que básicamente su finalidad inmediata es producir en la mente del juzgador la
convicción sobre la existencia o inexistencia de los hechos que son objeto concreto de
prueba, mientras que su finalidad mediata-y no por ello menos importante- es asegurar y
lograr la obtención de la verdad jurídica objetiva en cada caso concreto.
Esta figura jurídica de la prueba ilícita ha sido introducida en nuestro ordenamiento a través
de tratados o pactos internacionales, donde manifiestan que no tendrán validez aquellas
pruebas que se obtienen de una manera que vulnere la dignidad humana, socave los
derechos humanos, como, por ejemplo, la Convención Americana de Derechos Humanos
expresa que la confesión obtenida por coacción no es válida.
Las resoluciones judiciales respecto a los medios o fuentes de pruebas que se han obtenido
con una notada transgresión de derechos fundamentales, no han tenido un pronunciamiento
de manera expresa, precisando la existencia de tal categoría jurídica para excluirla, si no
que en la mayoría de casos se ha admitido en forma tácita, validando en su gran mayoría de
casos dichas actuaciones de la autoridad policial.
Una de las formas ilícitas de las que se suele sacar es a través de la tortura, evidentemente
no se puede aceptar este tipo de prácticas, puesto que se estaría vulnerando derechos
humanos y porque también tenemos pactos internacionales que se deben respetar.
Art. 2; Inc. 24, num h). “Nadie debe ser víctima de violencia moral o física ni sometido a
tortura o a tratos inhumanos o humillantes. Cualquiera puede pedir de inmediato el examen
médico de la persona agraviada o de aquella imposibilitada de recurrir por sí misma a la
autoridad. Carecen de valor las declaraciones obtenidas por la violencia”.
Siendo la prueba ilícita una prueba prohibida por ley -en razón de su origen ilegítimo- en
consecuencia, su inadmisión (exclusión) se podría decir que se encuentra autorizada.
Por un lado, con el objetivo de conocer de una manera más profunda este tema, me he
remontado a las bases que se encuentran principalmente en dos modelos, el norteamericano
y el europeo continental; en primer lugar, el modelo norteamericano se caracteriza por la
desconstitucionalización de la regla de exclusión, donde si bien su origen se basó en una
regla rígida y absoluta de exclusión, la Corte Suprema Federal norteamericana estableció
posteriormente que su verdadero y único fundamento era disuadir a la policía de llevar a
cabo actividades de investigación ilícitas y encuentra su fundamento en “un efecto
disuasorio y no tanto como expresión de un derecho constitucional subjetivo de la parte
agraviada. En síntesis, en el modelo norteamericano no es una exigencia constitucional en
la búsqueda de la protección subjetiva de una de las partes, sino que presenta un carácter
subordinado o meramente instrumental.
En contraste, en el modelo europeo-continental, se reconoce un principio de exclusión con
rango constitucional, donde, por ejemplo, el Tribunal Constitucional italiano declaró que
las pruebas obtenidas con vulneración de los derechos fundamentales garantizados a los
ciudadanos eran una prueba inconstitucional.
En el caso peruano, estamos claramente una concepción de la regla de exclusión tal como
es concebido en el modelo europeo-continental, la cual considera que la exclusión
probatoria se basa en la posición prevalente que los derechos fundamentales –en nuestro
caso, el contenido esencial de los ellos- tienen en el ordenamiento jurídico al ser parte de la
Constitución, por lo que al vulnerarse ellos, debe rechazarse de manera absoluta la prueba.
Cabe entonces afirmar que no existe una regla de exclusión de la prueba prohibida o ilícita
en el ordenamiento procesal penal peruano que nuestro ordenamiento jurídico no ha
precisado como un efecto legal la regla de la exclusión probatoria para las pruebas ilícitas,
no obstante a que en el art. VIII del Título Preliminar del CPP se interprete –según
doctrina- que ello sí sea así; lo cierto es que lo que ha establecido como efecto dicha norma
no es el de exclusión, sino el de ineficacia al utilizar la fórmula «carecen de efecto legal»,
es decir que al no tener efecto legal alguno son ineficaces para los fines que persiguen este
tipo de pruebas.
Estando a ello, entonces, debemos concluir que la regla de exclusión no encuentra amparo
normativo y taxativo en nuestro ordenamiento procesal penal, por lo que debe prescindirse
de su uso en doctrina y jurisprudencia, dado que la incorrecta denominación y uso de una
institución jurídica marca el primer paso para las incoherencias en su aplicación.
Ahora, considero que el hecho de que una prueba obtenida ilícitamente sea ineficaz, aunado
al hecho que el juzgado no va a poder valorar dicha prueba podemos decir que encuentra
más dificultades de las manifiestas, incluso algunas de carácter psicológico y económicas.
En primer lugar, algunos de los problemas sobre la no valoración de la prueba ilícita para
motivar la decisión del juzgador es el conocido como “razonamiento motivado”, en un
estudio de dos estudiantes de la universidad PUCP Eduando Iñiguez y Raúl Feijoo, citando
a PEER, Eyal y Eyal GAMLIEL autores del libro “Heustics and Biases in Judicial
Decisions” citaron a Francis Bacon quien afirma lo siguiente, “las personas tienden a
favorecer información que corresponde a sus creencias previas e ignorar evidencia que
apunta a lo contrario” este es uno de los primero problemas denominado “Razonamiento
motivado” esto es importante tenerlo en cuenta ya que los jueces van a tener graves
dificultades propias de su labor en la que deberán decidir sobre el fondo de un asunto y
emitir una sentencia, en esa labor, se van a ver influencias -como expresan tales autores-
por sus creencias previas y así, podrían ignorar evidencias que apuntan hacia un punto de
vista diferente al suyo. En adición, la opinión de Avani Sood quien manifiesta que “La
teoría psicológica moderna de razonamiento motivado sostiene que cuando los que toman
decisiones [decision makers] tienen una preferencia en cuanto al resultado de un caso que
deben evaluar, son más propensos a llegar a esa conclusión deseada al cursar,
inadvertidamente, procesos sesgados para acceder, construir y evaluar creencias”.
En segundo lugar, otro problema que podemos conocer es que al momento en el que el juez
ha tomado conocimiento de un hecho relevante pero que ha sido obtenido de manera ilícita
influye de manera importante en su decisión final, produciéndose lo que se le conoce como
una “contaminación de la decisión” demostrando lo que Iñiguez y Feijo denominan “el
poder oculto de la prueba ilícita”, ya podemos preguntarnos, ¿cómo demostrar que un juez
no ha sido influenciado por una prueba ilícita? esto ha sido demostrado con un experimento
social hecho a varios estudiantes de derecho en el que se llega a la conclusión que toda
prueba ilícita influye marcadamente en la decisión final que tuvieron al simular desempeñar
el papel de juzgadores.
Ante este problema sobre el conocimiento de una prueba ilícita por parte de quien va a
decidir sobre el fondo de un juicio, Íñiguez y Feijoo, proponen una solución que bien tiene
problemas, estos podrían ser remediados de alguna manera. La solución consiste en la labor
de dos jueces, el primero quien va a conocer la prueba ilícita y va a determinar si es
ineficaz o no, para luego pasar por un segundo juez que va a decidir sobre el fondo del
asunto y así no se vería influenciado por el conocimiento de esa prueba ilícita. Dicha
propuesta considero tiene buenas intenciones, pero no considero sea tan viable primero
porque implicaría un mayor costo en todos los procesos, una gran carga procesal al tener
que realizar la ardua labor de conocer todas las pruebas y determinar cuáles son ilícitas,
asimismo el hecho de que el segundo juez tendrá conocimiento de las pruebas que han sido
declaradas ineficaces.
a) Fuente independiente.
Esta excepción considera aceptable la prueba ilícita que pudiera haberse
obtenido por otros medios correctos no relacionados,
b) Descubrimiento inevitable.
Según dicha excepción no cabría la exclusión de la prueba si la misma hubiera
sido descubierta inevitablemente por una actuación policial respetuosa con los
derechos fundamentales, independiente de la inicial ilicitud cometida.
c) Buena fe.
Esta excepción consiste en valorar las pruebas obtenidas ilícitamente cuando, si
es que tales hechos estuvieron recubiertos de apariencia de legalidad. Esta
excepción pretende salvar aquellas pruebas ilícitas que fueron obtenidas de
buena fe.
d) Doctrina del “tinte diluido”
La mencionada doctrina señala que los derivados de los derivados de las pruebas
ilícitas pierden su “tinte” ilícito y por lo tanto pueden ser admitidos en el
proceso.
Si bien estas excepciones mencionadas han sido instituidas para contribuir al buen
proceso de casos con observancias particulares que las ameritan, lamentablemente
también han traído nuevos problemas en los ámbitos doctrinal y jurisprudencial de
lo que viene a ser realmente la prueba prohibida o ilícita en nuestro ordenamiento
procesal penal. El resultado fracasado de las excepciones en nuestro sistema se
refleja en el uso indiscriminado e irreflexivo que vienen realizando nuestros
juzgados, salas superiores y supremas. Pues el hecho de incorporar una evaluación
de si es o no una excepción a la regla de exclusión causa una ilusión de objetividad,
pues parámetros como la buena fe no puede ser un criterio para evaluar la
admisibilidad de un medio probatorio sino la responsabilidad del funcionario que lo
obtuvo. Un medio probatorio no deja de ser menos lesivo a los derechos
fundamentales del procesado por el hecho que su ilicitud proviene de actos
aparentemente lícitos.
El concepto de prueba prohibida que nuestro Código Procesal Penal de 2004 establece es
aún más restringido, porque no sólo basta la vulneración de un derecho fundamental para
catalogar a una prueba como ilícita; sino que es necesario que la vulneración haya recaído
en su contenido esencial.
Por lo que, si un juez llega a la conclusión de que el inutilizar una prueba ilícita generará
injusticia en un caso específico y quiere evitar ello, no debe este acudir a las excepciones
extranjeras de la regla de la exclusión, sino a las que emerjan, tolere y admita el
ordenamiento jurídico nacional; de lo contrario, generará aquello que quiere evitar, que es
la injusticia.
Se considera que estas vienen a ser las razones por las cuales hasta la fecha existe
incertidumbre respecto de la adopción de los efectos legales de esta institución y de
la resistencia en su aplicación por parte de nuestros tribunales, pese a la evidente afectación
de derechos fundamentales que se denuncian en las también diferentes intervenciones
estatales o no con las que se obtienen o incorporan elementos de convicción, fuentes o
medios de prueba, en una investigación y/o proceso penal. Así, nuestros jueces, siguiendo a
la jurisprudencia norteamericana, alemana y española, en más de una oportunidad han
excluido a la propia regla de exclusión de la prueba prohibida o ilícita mediante las
denominadas excepciones a la regla de exclusión.
Ello debido también a que el art. II del Título Preliminar NCPP además especifica que por
este principio «se requiere de una suficiente actividad probatoria de cargo, obtenida y
actuada con las debidas garantías procesales», lo que excluye cualquier actividad
probatoria, como la obtención o incorporación de pruebas mediante la vulneración del
contenido esencial de estas garantías o derechos fundamentales.
https://www.mpfn.gob.pe/escuela/contenido/actividades/docs/4055_prueba_ilicita.p
df
http://repositorio.unfv.edu.pe/bitstream/handle/UNFV/2369/GONZALES
%20CAMPOS%20%20CESAR%20ALADINO.pdf?sequence=1&isAllowed=y
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%20directamente%20obtenida%20con%20vulneraci%C3%B3n%20)