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El Hombre y La Cultura

Módulo I

El Mundo Clásico

Para uso exclusivo del ISP Nº 2 “Joaquín V. González” .G.P.R


3

Introducción General

El hombre pertenece a una generación, y toda generación


se instala no en cualquier parte sino precisamente sobre la
anterior. Esto significa que es forzoso vivir a la altura de
los tiempo, y muy especialmente a la altura de las ideas del
tiempo1

Para querer entender en profundidad la historia del ser humano, se en necesario


comprender el núcleo del mundo cultural que llamamos Cosmovisión
Como se sabe el neologismo “cosmovisión tiene su origen en la
categoría diltheyana “Welthanshaunng”. Hay expresiones
análogas, más o menos cercanas al término cosmovisión:
“concepción del mundo”, “sistemas de ideas viva”, “sistema de
creencias”, “jerarquía de valoraciones”, “convicciones básicas
de una comunidad”…y otras que podrían hallarse”2

Éste sistema de ideas vivas, según la expresión de Ortega y Gasset, constituyen


un conjunto de valoraciones o convicciones de las cuales vivimos. Cuando este conjunto
ya no responde a las necesidades de la comunidad, se inicia un proceso de disolución, y
comienza otro tiempo histórico.
La importancia de éstos módulos lo expresa muy bien el acápite: “vivir…a la
altura de las ideas de nuestro tiempo. Para eso es preciso un recorrido histórico, sin una
compresión del pasado, el presente se nos muestra casi ininteligible.
Los módulos mostraran las ideas capitales. El primer modulo “El mundo
clásico” inicia nuestro recorrido. Dicho mundo constituye la primera columna en la que
se asienta Occidente3. El segundo, “El mundo Cristiano, constituye la segunda
columna. El tercero “El mundo Moderno” tiene suma importancia, pues aun vivimos
ciertas ideas modernas, sobre todo en el subsistema cultural como lo es la educación.
1
Ortega y Gasset, Jóse: Misión de la Universidad, Ed.Raúl J.A.Palma, Buenos Aires, 2001, p.4
2
Chaparro, Máximo: América Latina, liberación y filosofía, Ed. Univ. Simón Bolivar. Ecuador. 1992, p
150
3
Entendemos por Occidente, para evitar equívocos y generalizaciones ideológicas, a una categoría
histórico cultural que significa: contorno geográfico, un tiempo histórico, diversidad de etnias unificadas
en cierto modo por una historia común.

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Por último el mundo Posmoderno, en el cual veremos algunas líneas que lo distinguen
de la modernidad. El problema con el mundo posmoderno, es que no podemos hacer un
juicio terminante, pues la cercanía en el tiempo no nos permite y es necesario la
disolución del mismo.

Nota aclaratoria

Usamos el término “Hombre” y no persona, sujeto o subjetividad, porque


caeríamos en un anacronismo. Son categorías, del mundo cristiano, moderno y
posmoderno.4
El término griego anthropós (ἄνθρωπος) designa a los seres humanos, tanto a
los representantes femeninos como a los masculinos. Para hacer la distinción, los
griegos utilizaron para el varón el término anér (a)nh/r) y para la mujer guné (gunh/).
Ya en Homero por ej, en el canto IX, 109 de la Odisea, la utilización de antropos, que la
mayoría opta por traducirlo por hombre, término que atraviesa el tiempo.

4
Vide. Para Persona, Aquino, Tomás: Suma Teológica, I, q.29 a.3. y para sujeto y subjetividad Lacan, J.,
El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1992

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TEETETES. ¿Qué entiendes por pensar? SÓCRATES. Un discurso que


el alma se dirige a sí misma sobre los objetos que considera. Me explico como un
hombre, que no sabe muy bien aquello de que habla, pero me parece que el alma,
cuando piensa, no hace otra cosa que dialogar consigo misma, interrogando y
respondiendo, afirmando y negando; y que cuando se ha resuelto, sea más o
menos pronto y ha dicho su pensamiento sobre un objeto sin permanecer más en
duda, en esto consiste el juicio. Así, pues, juzgar, en mi concepto, es hablar, y la
opinión es un discurso pronunciado, no a otro, ni de viva voz, sino en silencio y a
sí mismo.5

El Hombre y la Cultura.

"La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es ese todo


complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el
derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades
adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad".6

El término “cultura” designa, en el uso diario, los significados más diversos,


incluso contradictorios. Llamamos “cultura” a ciertas expresiones del espíritu, como la
pintura o la música o las letras; en cambio a los “útiles” y el trabajo le llamamos técnica.
Pensamos que es culta la persona que sabe muchas cosas y de temas variados; o que
sabe desenvolverse con elegancia en distintos ámbitos sociales. Pero no llamamos culto
al viejo criollo que sabe de la vida y de la historia pero que no ha pasado por la escuela.
Dice Máximo Chaparro en su libro “El Hombre y la Cultura”7.
Es en la universidad donde debe pensarse “críticamente” la totalidad de la
cultura de la Nación, especialmente en su proyección futura, para de este modo saber
insertar la “profesión” en el lugar que le corresponde y descubrir su sentido. Pero
también es menester poseer un criterio para discernir las auténticas de las falsas
expresiones culturales, aquellas que se enraízan en la Comunidad y enaltecen al hombre
de aquellas que lo distorsionan. Todas las expresiones culturales no poseen el mismo

5
Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 3, Madrid 1871, p.248
6
Tylor, Edward Burnett , La Cultura Primitiva. Trad. Marcial Suarez. Ed. Ayuso. Madrid. 1977. p.19
7
Chaparro, Máximo y Nuñez, Raúl: .El hombre y la cultura, Santa Fe, Editora Del Litoral, 1985.

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valor; el desarrollo científico y tecnológico de una Nación tiene una relevancia que no
lo tiene el boxeo o el fútbol, por ejemplo.
La cultura no solo es producto de individuos aislados y solitarios sino que más
bien es una “creación colectiva” realizada por los pueblos. Dentro de estas “creaciones
colectivas” pueden distinguirse diversos ámbitos (moral, ciencias, artes, instituciones de
diverso tipo, etc.) pero no son ámbitos cerrados en sí mismos, sino que se comunican
con todos los demás al punto de poseer una unidad estructural cuya base es un sistema
de ideas o cosmovisión.
Es sabido que ninguna “unidad cultural” es eterna; por el contrario, está
circunscripta en el espacio y el tiempo y abierta a los influjos de otras “unidades
culturales distintas”
Una primera aproximación a lo que es la Cultura puede obtenerse si se la
relaciona con el concepto de naturaleza. Una observación atenta de la realidad
circundante nos lleva a distinguir dos tipos de seres: aquellos que son por naturaleza, es
decir los seres que no son hechos o conformados por el hombre y aquellos que son por
cultura, es decir los seres que son creados o configurados por el hombre.
En el primer caso tenemos los minerales, las plantas, los animales; es verdad que
el hombre puede introducir variantes, puede manipular las leyes que los regulan, pero
nada más; siguen siendo seres naturales, originados en la naturaleza y regulados por sus
leyes.
De lo dicho se desprende una primera aproximación del concepto que
analizamos: cultura es todo lo que el hombre realiza, conforma y crea; a su vez;
naturaleza es todo lo que existe sin que el hombre intervenga.
Y si ahora preguntásemos: ¿qué es el hombre?, ¿es un ser natural o un ser
cultural? Veríamos que la respuesta no es tan fácil.
Sin entrar en los graves problemas filosóficos aquí implicados, podemos
observar cómo el ser humano es simultáneamente naturaleza e historia, es decir cultura.
La pregunta que nos podemos hacer aquí es la siguiente: ¿qué es natural y que es
cultural en la persona humana?
Dicho sea de paso es un tema siempre vigente y polémico. Vemos en la
actualidad la cantidad de discusiones y/o confrontaciones que se presentan en nuestra
sociedad.
Pues las transformaciones que realiza el hombre en sí mismo y en las cosas
persiguen fines y constituyen una plasmación de valores. La Verdad, la Belleza y el

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Bien, lo moral, lo sagrado, la utilidad, o sus antítesis constituyen el núcleo de la obra


cultural. Por ejemplo en una mesa pueden coexistir “utilidad” y “belleza”, en una acción
humana “eficacia” y “grandeza moral”; o también sus contrarios.
Se ha dicho que cultura es toda transformación o creación del hombre. Pero,
¿esta transformación puede ser de cualquier modo?, ¿no existe un sentido previo que
haya que respetar? ¿Todo lo que hacemos es “cultivo” o a menudo es destrucción y
caos? ¿No existe un orden axiológico que exige acatamiento?
La reflexión filosófica nos permite ver cómo la acción del hombre tiene un
sentido, crear un ámbito humano que posibilite una vida digna y plena; la acción
humana tiene una norma “perseguir la mayor perfección de las cosas y del hombre
mismo. Y esta pareciera ser la nota esencial de la cultura: sin una acción perfecta sobre
el universo y la vida humana, el hombre se deshumaniza y destruye.

El Espíritu Griego.
El espíritu griego, o helénico, o también denominado clásico, es quien ha dado
origen a la civilización de occidente. Este origen no es algo que ha quedado en el
pasado, sino que lo podemos hallar a lo largo de la historia de occidente, incluidos
naturalmente nosotros, latinoamericanos y argentinos.
Este espíritu griego se desarrolla aproximadamente desde los siglos X A. de C.
hasta el siglo VI de la era cristiana. Estos 16 siglos de existencia no deben inducirnos a
engaño, pues el espíritu logró madurez y realizó sus grandes obras dentro de los siglos
VI hasta el III antes de nuestra era.
La edad Homérica: constituye el primer período de la historia helénica y se
extiende desde el 1200 hasta el 700 aproximadamente, antes de Cristo. En estos siglos
se forja la raza griega y se sientan las bases de las etapas futuras.
Hacia el 1500 se inicia la invasión de los helenos a la península balcánica del
Mar Mediterráneo, situado a igual distancia de Asia y África, y en una posición
geográfica que permite la comunicación con los diversos pueblos civilizados de la
época.
Esta invasión fue llevada a cabo por cuatro tribus: aqueos, jonios, dorios y eolios
que según la tradición, descienden de “Heleno” (un ser equivalente al Noé de la Biblia,
que también salva al hombre de un gran diluvio) Sólo después del 1200 se producen las
grandes invasiones dorias que logran el predominio y fusionan las tribus. Perviven dos
tipos dominantes: los dorios, que son toscos, robustos, belicosos, habitantes de las

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montañas, celosos de su libertad, y los Jonios, intelectuales, artistas, inclinados al mar y


la aventura marítima. Se agrupan en dos comunidades: Esparta, metrópoli de los
primeros; Atenas, de los segundos.
Los griegos de la edad homérica, según estudiosos8, poseían esencialmente la
misma cultura, que tenía un carácter relativamente primitivo. Hasta los dos últimos
siglos del período no existió un conocimiento general de la escritura. Si bien hay
pruebas de que algunos jonios emigrados a la costa del Asia menor adoptaron el
alfabeto fenicio ya en el año 900 A.C. no lo utilizaron hasta mucho tiempo después. Por
lo tanto, debemos considerar a los griegos de la edad homérica como un pueblo
preliterario durante la mayor parte de su historia, pues sus realizaciones intelectuales no
fueron más allá de la creación de canciones y coplas populares, y breves poemas épicos
que cantaban y embellecían los bardos a su paso por las aldeas.
Gran parte de este material fue finalmente reunido en un gran ciclo épico por
uno o varios poetas y puesto por escrito en el siglo IV A.C. Aunque no todos los
poemas de ese han llegado hasta nosotros, los dos más importantes la Ilíada y la Odisea,
nos proporcionan el material de información más abundante con respecto a los ideales y
a las costumbres de la edad homérica.
Constituyen hitos fundamentales del pensamiento filosófico, no sólo de Grecia
sino de Occidente: Sócrates, Platón y Aristóteles.
En las matemáticas debe destacarse el movimiento pitagórico y la Academia
platónica.
En la física cabe mencionar la teoría atómico-mecanicista de Demócrito y
Leucipo, así como la interpretación teleológica de Aristóteles.
A Hipócrates se lo conoce como el padre de la Medicina; fundó la anatomía
comparada, la cirugía, y es notable la precisión y el rigor de las técnicas que usa.
Los Griegos de este período, en síntesis, no sólo las diversas ciencias filosóficas
(filosofía de la naturaleza, antropología, metafísica, ética, estética, filosofía política,
epistemología, etc.) sino que también delinearon las ciencias positivas de la naturaleza

8
Vide: Jaeger Werner: Paideia: los ideales de la cultura griega, Fondo De Cultura Económica México,
2007; Freely, John: El mundo de Homero. Una guía de viaje por la Ilíada y la Odisea Editorial Crítica,
Barcelona, 2015; Manguel, Alberto: El Legado De Homero. Ed. El Debate. Barcelona. 2017

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(física, anatomía, astronomía, botánica, zoología) y estructuran tal como se conservan


hasta hoy, las ciencias formales (lógica y matemática).
En su máxima expresión, el pensamiento griego es representado por Aristóteles.
A través de los textos aristotélicos se infiere que Aristóteles utilizó el término episteme
– ἐπιστήμη en una doble acepción: como «conocimiento racional» y como «ciencia
estricta». Para comprender esta distinción (aunque no oposición) conviene recordar que
en Metaph. I, 980a22– 983,1 Aristóteles distingue seis formas de conocimiento:
sensación, memoria, experiencia, arte, ciencia y sabiduría.; y que en Metaph. VI,
1025b25, divide el conocimiento racional (saber fundado en principios racionales y que
excluyala doxa y al conocimiento empírico) en teórico, práctico y productivo. Estos tres
tipos de conocimiento constituyen lo que podríamos llamar la ciencia en «sentido
amplio»: Arte y Técnica (conocimiento racional productivo), Etica, Politica, Economia
(conocimiento racional práctico) y Filosofía Primera (Sabiduria), Matemática y Física
«en sentido estricto» (conocimiento racional teórico). En pocas palabras, la ciencia es:
un conocimiento de las esencias de las cosas. La ciencia debe responder a la
pregunta ¿qué es? y expresar en sus definiciones las esencias de las cosas. Es un
conocimiento de las cosas por sus causas. No basta saber que una cosa es, sino que hay
que saber también qué es y por qué es. Es un conocimiento necesario. El juicio
necesario, propio de la ciencia, consiste en saber que una cosa es así y no puede ser de
otra manera. Es un conocimiento universal: equivalente a fijo, inmutable y necesario.
La ciencia es, pues, un conocimiento universal, es decir, fijo, estable, necesario y
cierto de las cosas, que llega hasta sus esencias, las expresa en definiciones y las explica
por sus causas. La filosofía es ciencia:
Es, por tanto, evidente que la Filosofía es una ciencia que se ocupa de ciertas
causas y de ciertos principios.
9

En el campo del Arte griego no es descriptivo de las cosas como son en realidad,
sino que por el contrario, plasma en la materia lo que debe ser, es decir, la perfección
ideal. Por ejemplo: es escultor plasma en el mármol o en el bronce al Hombre armónico,
es decir, a lo que aspira ser cada hombre. Por otro parte, el arte griego está cargado de
humanismo, es como una glorificación del hombre como el ser más digno del cosmos
material.

9
Aristóteles; Metafísica, Libro I, cap I. Según la versión de Patricio de Azcárate

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La literatura de este período se diversifica en múltiples géneros: la alegoría,


poesía, lírica, tragedia y comedia. Sin dudas el género literario en que más se destacaron
los griegos fue la tragedia.
La tragedia griega dedicaba poca atención a la descripción de cómo son los
hombres en la realidad, lo que le importaba era señalar cómo debía comportarse el
ciudadano en las situaciones trágicas en las cuales la justicia del Universo se veía
amenazada. En el escenario llevaban máscaras para ocultar cualquier característica que
pudiera distinguirlos demasiado claramente. Las tragedias griegas se distinguen de las
modernas en que su tema es el conflicto entre el hombre y el Universo, y no el choque
de personalidades particulares o el conflicto del hombre consigo mismo. El destino
trágico de los personajes principales de esos dramas era ajeno al hombre mismo. El
propósito de las tragedias griegas no era únicamente representar el sufrimiento de los
seres humanos sino también reflejar la conducta ideal del griego en una situación
penosa y purificar las emociones del auditorio poniendo de manifiesto el triunfo de la
justicia.
El creador de la tragedia fue Esquilo (525 – 456 A.C.) Se cree que escribió cerca
de ochenta tragedias, pero sólo siete de ellas nos han llegado completas (entre ellas “Los
Persas”, Los siete contra Tebas” “Prometeo encadenado” y la trilogía “La orestiada”.
Otro gran creador de tragedias griegas fue Sófocles (496 – 406 A.C.) es
considerado el más grande de los dramaturgos griegos. Escribió más de cien tragedias,
las más célebres de la que nos han llegado hasta nosotros son “Antígona”, “Edipo Rey”
y “Eléctra”.
Eurípides (480-406 A.C.) se distingue de los anteriores por su inclinación a
describir los hombres tal como son, con una aguda crítica a los soberbios y una
exaltación de los humildes, los esclavos, los excluidos de los bienes de la vida social,
etc. Entre sus obras más famosas que nos han llegado deben mencionarse “Alcestis”,
“Medea” y “Las troyanas”.
El período helenístico: En el año 323, la muerte de Alejandro Magno señala un
nuevo período en la civilización griega. Se podría decir que los ideales del hombre
griego clásico se eclipsan y surge una nueva visión de las cosas (algunos historiadores
de la cultura afirman que la civilización helenística significa un cambio tan hondo, al
modo como la época moderna lo es con respecto a la edad media).
Al morir Alejandro magno el imperio macedonio se divide, entre los años146 y
30 A.C. casi todo el territorio helenístico pasó a formar parte del Imperio Romano.

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En esta época lo “helénico” entra en simbiosis con lo latino. Roma hereda la


cultura griega y le sirve de vehículo de expansión. El período helenístico y la
Civilización romana se prolongan hasta bien entrado el siglo VI de nuestra era
(aproximadamente un siglo y medio de duración después de la caída del Imperio
romano).

La Cosmovisión del período clásico.


En el período clásico el espíritu griego llega a su madurez. Intentaremos ahora
describir la visión del mundo de este período, la que pareciera estar, básicamente, por
dos elementos: el descubrimiento del cosmos y el descubrimiento de la racionalidad del
hombre; a esto se debe agregar el modo de entender al hombre en relación a lo divino y
a la comunidad política.
Cosmos
El término cosmos (ko/smoj) es una palabra griega y significa orden, armonía; y
con más precisión; designa el orden bello, ya sea de un discurso bien hecho, o de la
excelente disposición de una cosa, o de las costumbres virtuosas de una comunidad
política. Se contrapone al término caos (xa/oj) que es lo desmesurado, lo informe y
temible.
El gran descubrimiento del hombre griego es que lo real, las cosas, la tierra, el
cielo, la Divinidad y el hombre, no son un caos sino justamente lo contrario, constituyen
un cosmos. La realidad es orden, armonía, un conjunto armonioso de entes.
A este concepto de cosmos se asocia otro concepto, el de ley. Existe una
legalidad en los seres, en el Universo entero. Los fenómenos naturales o las cosas de la
vida no están regidos por el capricho o la voluntad misteriosa de seres personales, sino
por leyes inmanentes. Ambos conceptos se sintetizan en el de Naturaleza.
“..Este término, difícil de explicar en pocas palabras, significa
aproximadamente lo siguiente: es el principio último de todas las cosas; es una fuerza
ordenadora y legislaste que se manifiesta en todos los seres; es también un valor, una
perfección, que no puede ser producido ni por los dioses ni por los hombres, sino que
existe por sí mismo. La Naturaleza es autosuficiente, existe por sí misma, es absoluta y
eterna, regulada por una legalidad racional y necesaria”.10

10
Chaparro, Máximo y Nuñez, Raúl: .El hombre y la cultura, Op.Cit., p.23

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Hombre.
El hombre percibe el poder del pensamiento, su capacidad sin límites. No es
que el hombre anterior o de otras culturas no haya percibido y valorado el
pensamiento como una de sus características distintivas. Pero lo que sucede
en la Grecia de estos siglos es algo distinto se cae en la cuenta que el
pensamiento está sujeto a leyes, que si se respetan estas leyes se puede
descifrar el enigma de las cosas, incluso las más lejanas e invisibles. Se
descubre en una palabra, la armonía entre el pensamiento y las cosas, como si
fueran dos semicírculos que encajan perfectamente el uno en el otro. Con el
pensamiento se puede recorrer el tiempo y el espacio y penetrar hasta la
esencia de lo real.

Lo dicho significa que hay correspondencia entre inteligencia y Ser (que es


inteligible o lo que es lo mismo entre "razón" y lo Real (que es racional). La
inteligencia logra su perfección y su plenitud con lo Inteligible. En la medida
que la inteligencia se aleja de lo inteligible se pierde en el caos y en lo
irracional. De aquí surge el ideal del sabio, que no es una vocación que sólo
tienen algunos; todo hombre está inclinado por naturaleza a la sabiduría.
Todo hombre potencialmente es sabio. Pero la Sabiduría no es un regalo que
viene de arriba sino que es una conquista que el hombre debe hacer desde sí
mismo y por sí mismo. A la verdad se accede por un esfuerzo trabajoso y
11
lento con avances y retrocesos sin otra garantía que la "evidencia".

Dicho descubrimiento posibilita el desarrollo de la Filosofía y de las ciencias


particulares. Esto quiere decir, que el descubrimiento de la racionalidad, le permitió al
hombre griego teorizar, es decir pasar de uno conocimiento meramente práctico a un
conocimiento especulativo. Dicho en otros términos: hablar sobre la realidad observada,
independientemente de su “presencia”, lo que equivale a no tener el objeto frente a mí,
para poder decir algo sobre él, una vez visto, indagado.12

Pero el hombre no es pura razón. El gran Platón, en la República, nos dice que
hay tres partes del alma humana: una que desea, otra que razona y la tercera el thymos (
ánimo)

Pero podemos decir que hay algunos que tienen sed y no quieren beber.
- S í, a menudo y mucha gente. _
- ¿Y qué cabría decir acerca de ella? ¿No será que en su alma hay algo que la
insta a beber y que hay también algo que se opone, algo distinto a lo primero
y que prevalece sobre aquello?
– Así me parece a mí también.
- Pues bien, lo que se opone a tales cosas es generado cada vez que se genera,
por el razonamiento, mientras que los impulsos e ímpetus sobrevienen por
obra de las afecciones y de las enfermedades.
- Parece que sí.
- Pues no sería infundadamente que las juzgaríamos como dos cosas distintas
entre sí. ---- Aquella por la cual el alma razona la denominaremos

11
Chaparro, Máximo y Nuñez, Raúl: .El hombre y la cultura, Op.Cit., p.25
12
Aristóteles aplicó la voz Qewrei=n, Qewri/a a la operación de la ciencia que observa e indaga.
(Aristóteles. Analíticos posteriores )

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'raciocinio', mientras que aquella por la que el alma ama, tiene hambre y sed
y es excitada por todos los demás apetitos es la irracional y apetitiva, amiga
de algunas satisfacciones sensuales y de los placeres en general.
[…]
-Tengamos, pues, por de limitadas estas dos especies que habitan en el alma.
En cuanto al ánimo, aquello por lo cual nos enardecemos ¿es una tercera
especie, o bien es semejante por naturaleza a alguna de las otras dos?
-Tal vez sea semejante a la apetitiva.
[…]
-Por el contrario, en el caso de alguien que se considere víctima de injusticia,
su ánimo hierve en él, se irrita y combate por lo que tiene por justo, y sufre
hambre, frío y padecimientos similares, soportando los hasta que triunfe, no
cesando en su nobles propósitos hasta que los cumple por completo, o bien
hasta que perece o se calma al ser llamado por la razón como el perro por su
pastor.
- En tiendes muy bien lo que quiero decir. Pero ¿no habrá que considerar algo
más?
- ¿Qué cosa? –
Que lo que se manifiesta respecto al ánimo es lo contrario de lo que creíamos
hace un momento. Pues entonces creíamos que era algo apetitivo, mientras
que ahora, muy lejos de eso, debemos decir que en el conflicto interior del
alma, toma sus armas en favor de la razón.
_Enteramente de acuerdo. _ ¿Y es algo distinto de la razón, o bien es una
especie racional, de modo que en el alma no habría tres especies sino dos, la
racional y la apetitiva? O bien, así como en el Estado había tres géneros que
lo componían, el de los negociantes, el de los auxiliares y el de los
consejeros, ¿del m ismo modo habría en el alma una tercera especie, el
ánimo, que vendría a ser como el auxiliar de la naturaleza racional, salvo que
se corrompiera por obra de una mala instrucción?
13
- Forzosamente seria una tercera especie.

Dentro de la cosmovisión la máxima expresión del pensamiento griego es


Aristóteles. Considera al hombre como “animal racional”, tiene en esto su fundamento.
Si bien no lo expresa en forma de definición, pero sí afirma más de una vez “sólo el
hombre, entre los animales, tiene logos”14 Aristóteles distingue al hombre del animal.
Los hay de orden externo, visible, pertenecientes al cuerpo, mientras otros son
invisibles, por ser internos, pertenecientes al alma. Éstos últimos constituyen,
naturalmente, la raíz y el fundamento de los primeros.
Por naturaleza, los animales nacen dotados de sensación; pero ésta no
engendra en algunos la memoria, mientras que en otros sí. Y por eso éstos
son más prudentes y más aptos para aprender que los que no pueden
recordar; (...) Los demás animales viven con imágenes y recuerdos, y
participan poco de la experiencia. Pero el género humano dispone del arte y
del razonamiento. Y del recuerdo nace para los hombres la experiencia, pues
muchos recuerdos de la misma cosa llegan a constituir una experiencia. Y la
experiencia parece, en cierto modo semejante a la ciencia y al arte, pero la
15
ciencia, el arte llegan a los hombres a través de la experiencia

13
Platón: La República, 438-439. Trad. Eggers Lan ,Conrado Gredos, Madrid, 1986. pp.233-235.
14
Aristóteles: Política. I, 2, 1253a 10; VII, 12, 1332b 4. Trad. Manuela García Valdés, Gredos ,Madrid,
1970
15
Aristóteles; Metafísica. I, 1, 980a 27- 981a 3. Trad. Yebra V. García, Gredos, Madrid, 1970

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14

Es claro que los hombres superan a los animales al poseer razonamiento, ciencia
y técnica, apoyándose en su experiencia, la cual surge de la memoria, conservadora de
las sensaciones.
En otro lugar afirma Aristóteles que “el Hombre es el único animal capaz de
deliberación”16 Llama deliberación (ßούλeυsις) al razonamiento previo a la elección
práctica. Por consecuente se trata precisamente de la aplicación de la razón a la acción:
el hombre es el único animal que obra guiándose por la razón.
17
En el De Anima las facultades distintivas del hombre que lo separan de los
otros seres son nombradas como “facultad discursiva” (tὸ dιaνοηtικόν), “intelecto”
(νοῦς) y “razonamiento” (λογιsµὸς).
Creemos que la más enfatizada de las definiciones de ser humano es la que
afirma al hombre como “animal político”, en el sentido de que le es propio y natural el
asociarse y constituir la ciudad, la polis: “la ciudad es una de las cosas naturales y el
hombre es por naturaleza un animal político”. Esto significa precisamente que la
inteligencia y la racionalidad del hombre, en cuanto constitutivas de su esencia, son lo
que fundamenta la vida política y la existencia de la comunidad política.

La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal
gregario, un animal político es evidente: la naturaleza, como solemos decir,
no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. La
voz es signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los demás
animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer
y significársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo
conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre,
frente a los demás animales, el tener, él sólo, el sentido del bien y del mal, de
lo justo y de lo injusto, etc., y la comunidad de estas cosas es lo que
18
constituye la casa y la ciudad.

Divinidad
En la religiosidad griega nos encontramos por un lado con la religiosidad
popular, es esencialmente mítica. El mito no es una leyenda o falsa imaginería que la
ciencia según la visión del positivismo del siglo XIX se encargará de destruir. El mito
es modo de acceder a la realidad, en cuestiones primordiales. Por ej: la imagen de Eros
(amor) en cuya base está la experiencia de que la vida nace del amor, por ello el amor

16
Aristóteles: Historia de los Animales I, 1, 488b 24ss. Trad. Díaz Regañón López, José, Gredos.
Madrid. 2008
17
Aristóteles: De Anima. II, 3, 414b 16-19; 415a 7-12. Trad. Pajares, Alberto Bernabé, Gredos, 1978.
18
Aristóteles: Política, Op.Cit., I, 2, 1253a 7ss.

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15

está antes que la vida. Su lenguaje es simbólico, no pertenece a la filosofía ni a la


ciencia.
Los filósofos, especialmente Platón y Aristóteles, emprendieron duras críticas a
las representaciones mitológicas, y fueron considerados a veces ateos por sus
contemporáneos. El esfuerzo de los filósofos fue de tratar de llegar a demostrar
racionalmente la existencia y naturaleza de lo divino.
Para la cosmovisión griega lo Divino no es otro del Mundo (como para el
judaísmo). Entre el mundo, el hombre y lo Divino hay una cierta unidad, pues los
griegos no distinguieron precisamente lo natural de lo divino.
Para poder comprender la idea aristotélica de Dios , hay que partir de otras ideas
que Aristóteles estudia especialmente en su Filosofía primera, o Metafísica
La Metafísica es la ciencia que estudia al ser en cuanto que es ser, no estudia a
ningún ser en concreto sino que en ella se busca una noción genérica y universalísima
del ser.
Para llegar a esa noción de ser Aristóteles desarrolla un conjunto de conceptos
básicos: de movimiento, de sustancia y accidente, de acto y potencia, causa y efecto,
materia y forma, materia prima y materia secunda,
En el libro XII de su Metafísica Aristóteles aplica a Dios algunos de estos
conceptos resultando de tal aplicación un concepto del ser divino que podríamos
concretar en la siguiente descripción:
Dios es un ser sustancial, realmente existente,Acto puro, eterno, no sujeto a
cambios de ninguna clase, por ello inmóvil, pero principio de todo
movimiento, distinto de todo lo sensible, inmaterial, indivisible, impasible,
inalterable, incorruptible, dotado de poder infinito, cerrado a todo lo exterior
a si mismo, que posee en grado sumo y con una plenitud inimaginable, la
belleza, la inteligencia y la felicidad.19
Dios es sin duda feliz y bienaventurado, pero no por ninguno de los bienes a
él exteriores, sino por sí mismo y por su propia naturaleza20.

19
Aristóteles: Metafísica, Op.Cit., XII 7, 1072 b 14 s.s
20
Aristóteles: Política, OP.Cit. VII ( IV) 1323 b 22-24; 1325 b 25 s.s

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Conclusión

De lo visto podemos decir que hay tres actitudes que permanecerán en el


Hombre de Occidente.
1. Lo que realiza el hombre lo hace desde sí, por sí y para sí. Autonomía de
la existencia.
2. El mundo histórico –cultural es propio del hombre.
3. Apreciación de que las cosas no responden de forma adecuada a su
esencia. El hombre es esencialmente un animal racional, sin embargo en
la realidad…

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LECTURA

Antígona
Simone Weil21

Hace dos mil quinientos años se escribían en Grecia poemas hermosísimos.


Ahora ya casi no son leídos más que por gentes que se especializan en su estudio, lo
que es una lástima. Pues esos viejos poemas son tan humanos que están todavía muy
cerca de nosotros y pueden interesar a todos. Serían aun más conmovedores para
el común de los hombres, aquellos que saben lo que es luchar y sufrir, que para la
gente que ha pasado toda su vida entre las cuatro paredes de una biblioteca.
Entre esos viejos poetas Sófocles es uno de los más grandes. Escribió piezas de
teatro, dramas y comedias; no conocemos de él más que algunos dramas. En cada uno
de esos dramas el personaje principal es un ser valiente y altivo que lucha
completamente solo contra una situación intolerablemente dolorosa; se inclina bajo
el peso de la soledad, de la miseria, de la humillación, de la injusticia; por momentos
su coraje se quiebra; pero se mantiene firme y jamás deja que la desgracia lo degrade.
Así esos dramas, aunque dolorosos, no dejan nunca una impresión de tristeza. Más
bien se guarda una impresión de serenidad. Antígona es el título de uno de esos
dramas. El tema es la historia de un ser humano que, totalmente solo, sin ningún
apoyo, se coloca en oposición contra su propio país, contra las leyes de su país,
contra el jefe de Estado, y por supuesto muy pronto es condenado a muerte.
Eso ocurre en una ciudad griega llamada Tebas. Dos hermanos, después
de la muerte de su padre, se disputan el trono; uno de ellos obliga al otro a exilarse
y se convierte en rey. El exilado ha encontrado apoyo afuera y vuelve para atacar
su ciudad natal, a la cabeza de un ejército extranjero, con la esperanza de retomar el
poder. Hay una batalla; los extranjeros son puestos en fuga, pero los dos hermanos
se encuentran en el campo de lucha y se matan mutuamente.

21
Este artículo fue publicado originalmente por Simone Weil en una revista dirigida a obreros (Entre
nous, chronique de Rosieres, Rosieres, 16 de mayo de 1936). Con él quiso dar comienzo a un antiguo
proyecto suyo: hacer accesible a las masas populares las grandes obras de la filosofía griega. La
traducción castellana, de María Eugenia Valentié, fue publicada en: S. Weil, La fuente griega, Editorial
Sudamericana, Buenos Aires 1961, pp 59-64

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18

Su tío se convierte en rey. Decide que los dos cadáveres no serán tratados
de la misma manera. Uno de los hermanos ha muerto por defender su patria: su
cadáver será enterrado con todos los honores convenientes. El otro ha muerto
atacando a su propio país: su cuerpo será abandonado sobre la tierra, dejado como
presa para las bestias y los cuervos. Hay que saber que para los griegos no había peor
desgracia ni peor humillación que ser tratado de esa manera después de muerto. El
rey comunica su decisión a los ciudadanos y hace saber que quienquiera intente
sepultar el cadáver maldito será condenado a muerte.
Los dos hermanos muertos han dejado dos hermanas que son todavía jovencitas.
Una de ellas, Ismena, es una criatura dulce y tímida, como hay tantas. La otra,
Antígona, tiene un corazón amante y un valor heroico. No puede soportar el
pensamiento de que el cuerpo de su hermano sea tratado de esa manera vergonzosa.
Entre los dos deberes de fidelidad, la fidelidad a su hermano vencido y la fidelidad a su
patria victoriosa, no vacila un instante. Rehúsa abandonar a su hermano, ese hermano
cuya memoria es maldecida por el pueblo y el Estado. Decide enterrar el cadáver a pesar
de la prohibición del rey y de la amenaza de muerte.
El drama comienza con un diálogo entre Antígona y su hermana Ismena.
Antígona quisiera que Ismena la ayudara. Ismena está espantada; su carácter la inclina
más a la obediencia que a la rebelión.

Tenemos que someternos a los más fuertes,


ejecutar todas sus órdenes, aunque fueran todavía más penosas.
Yo obedeceré a los que están en el poder.
No estoy hecha para levantarme contra el Estado.

A los ojos de Antígona esta sumisión es una cobardía. Obrará sola.


Mientras tanto los ciudadanos de Tebas, felices por la victoria y la paz
reconquistada, celebran el alba del nuevo día:

Rayo de sol,
traes a Tebas la luz más hermosa.
Por fin te has mostrado,
ojo del dorado día .. .

Pronto se dan cuenta de que alguien ha intentado empezar a sepultar el cadáver;


no tardan en prender a Antígona mientras lo hace; la llevan ante el rey. Para él, en este
asunto hay ante todo una cuestión de autoridad. El orden del Estado exige que la
autoridad del jefe sea respetada. En lo que acaba de hacer Antígona ve en primer lugar

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un acto de desobediencia. Ve también un acto de solidaridad con un traidor de la patria.


Por eso le habla duramente: En cuanto a ella, no niega nada. Se sabe perdida. Pero no se
turba ni un instante.
Tus órdenes, a lo que pienso, tienen menos autoridad
que las leyes no escritas e imprescriptibles de Dios.
Todos los que están aquí presentes me aprueban.
Lo dirían, si el temor no les cerrara la boca.
Pero los jefes poseen muchos privilegios, y sobre todo
el de obrar y hablar como les plazca.

Un diálogo se establece entre ellos. Él juzga todo desde el punto de vista del
Estado; ella se coloca siempre en otro punto de vista, que le parece superior. Él recuerda
que los dos hermanos no han muerto en las mismas condiciones:
- Uno atacaba su patria, el otro la defendía.
¿Hay que tratar de la misma manera al honesto y al culpable?
- ¿Quién sabe si esas distinciones son válidas entre los muertos?
- Un enemigo, aunque está muerto no se convierte por eso en amigo.
- No he nacido para compartir el odio sino el amor.

A estas conmovedoras palabras el rey responde con una condena a muerte:

-Y bien, vé a la tumba y ama a los muertos si tienes necesidad de amar.

Llega Ismena; ahora quisiera compartir la suerte de su hermana, morir con ella.
Antígona no lo permite y trata de calmarla:

Tú has elegido vivir, yo morir.


Sé valiente, vive. Para mí, mi alma ya está muerta.

El rey hace llevar a las dos muchachas. Pero su hijo, que es el novio de
Antígona, viene a interceder ante él por la que ama. El rey no ve en este acto más que
un nuevo atentado contra su autoridad. Es preso sobre todo de una violenta cólera
cuando el joven se permite decirle que el pueblo tiene piedad de Antígona. El debate
pronto se transforma en querella. El rey exclama:
¿Acaso no me corresponde a mí solo gobernar este país?
No hay ciudad que sea cosa de un solo hombre.
¿Entonces la ciudad no pertenece al jefe?
Podrías muy bien, en ese sentido, reinar sobre un país desierto.

El rey se obstina. El joven se encoleriza, no logra nada y se va desesperando.


Algunos ciudadanos de Tebas que han asistido a la querella, admiran el poder del amor:

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20

Amor invencible en el combate,


"amor que te deslizas en las casas,
¡tú que te aposentas
en las delicadas mejillas de las jóvenes!
Vas más allá de los mares.
Entras en los establos de los campesinos.
¿Nadie te escapa, ni los dioses inmortales,
ni los hombres que no viven más que un día!
y quien ama es loco.

En ese momento aparece Antígona, conducida por el rey. La tiene de las manos,
la arrastra a la muerte. No la matarán, pues los griegos creían que traía mala suerte
derramar la sangre de una doncella; pero será peor. La enterrarán viva. La meterán en
una caverna y tapiarán la caverna, para que agonice allí lentamente en las tinieblas,
hambrienta y asfixiada. No tiene ya más que unos pocos instantes. En el momento en
que se encuentra en el umbral mismo de la muerte y de una muerte tan atroz, la altivez
que la sostenía se quiebra. Llora.
Volved los ojos hacia mí, ciudadanos de mi patria,
recorro mi último camino.
Veo los últimos rayos de sol,
Jamás veré otros.

No escucha ninguna buena palabra. Los que allí se encuentran se guardan muy
bien, en presencia del rey, de darle muestras de simpatía; se limitan a recordarle
fríamente que mejor hubiera hecho en no desobedecer. El rey, con el tono más brutal, le
ordena que se apure. Pero ella no puede resolverse todavía al silencio:

He aquí que me arrastran tomándome de las manos,


a mí virgen, a mí sin esposo, a mí que no tuve mi parte
en el matrimonio, ni en la crianza de los hijos.
Abandonada como me veis, sin ningún amigo, ¡ay!
voy a entrar totalmente viva en la fosa de los muertos.
¿Cuál es el crimen que he cometido ante Dios?
¿Por qué, desdichada, debo todavía dirigir mi mirada
hacia Dios? ¿A quién puedo llamar en mi ayuda? ¡Ah!
Porque hice el bien me hacen tanto mal.
Pero si ante Dios lo que me infligen es legítimo
en medio de mis sufrimientos reconocerá mis errores.
Si son ellos los que se equivocan, no les deseo más
dolores que los que me hacen padecer injustamente.

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21

El rey pierde la paciencia y termina por arrastrarla a la fuerza. Vuelve después


de haber hecho tapiar la caverna donde la ha arrojado. Pero entonces le tocará el turno
de sufrir. Un adivino que sabe predecir el futuro le anuncia las peores desgracias si no
libera a Antígona: después de una larga y violenta discusión, cede. Se abre la cueva y se
encuentra a Antígona que está ya muerta pues logró estrangularse a sí misma; se
encuentra también a su novio que abraza convulsivamente al cadáver. El joven se había
dejado emparedar voluntariamente. Cuando ve a su padre se levanta y en un acceso de
furor impotente se mata ante sus ojos. La reina al saber del suicidio de su hijo se mata
también. Vienen a anunciarle esta nueva muerte al rey. Ese hombre que también sabía
hablar como jefe se hunde anonadado por la pena. Y los ciudadanos de Tebas
concluyen:
Las altivas palabras de los hombres orgullosos se pagan con
terribles desgracias; y así envejeciendo aprenden la moderación.

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Bibliografía
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Aristóteles: De Anima. Trad. Pajares, Alberto Bernabé, Gredos, 1978.
Aristóteles: Historia de los Animales .Trad. Díaz Regañón López, José, Gredos.
Madrid. 2008
Aristóteles; Metafísica, Libro I, cap I. Según la versión de Patricio de Azcárate
Aristóteles: Política. Trad. Manuela García Valdés, Gredos ,Madrid, 1970
Chaparro, Máximo: América Latina, liberación y filosofía, Ed. Univ. Simón
Bolivar. Ecuador. 1992.
Chaparro, Máximo y Nuñez, Raúl: .El hombre y la cultura, Santa Fe, Editora
Del Litoral, 1985.
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Editorial Crítica, Barcelona, 2015
Jaeger Werner: Paideia: los ideales de la cultura griega, Fondo De Cultura
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Manguel, Alberto: El Legado De Homero. Ed. El Debate. Barcelona. 2017
Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1992
Ortega y Gasset, Jóse: Misión de la Universidad, Ed.Raúl J.A.Palma, Buenos
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Platón: La República, 438-439. Trad. Eggers Lan,Conrado, Gredos, Madrid,
1986.
Tylor, Edward Burnett , La Cultura Primitiva. Trad. Marcial Suarez. Ed. Ayuso.
Madrid. 1977.
Weil S, La fuente griega, Editorial Sudamericana, Buenos Aires 1961.

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Módulo II

El Mundo Patrístico-Medieval

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24

No puedes permitirte desdeñar las creencias filosóficas


y teológicas del Dante, o saltarte los pasajes que la
expresan con más claridad; pero…por otro lado, no
estás obligado a creerlas tú.22

Algunas palabras introductorias


Conocer la historia de la ciencia y del pensamiento nos conduce a no tener una
visión distorsionada de su complejo proceso. En lo concerniente a esta instancia de
Europa, es quizás donde más tergiversaciones aún se mantienen. Es el predominio de la
visión Ilustrada sobre lo que ha sido y significado la Edad Media para Europa,
específicamente en el desarrollo de la ciencia y de la filosofía.
La Edad media es un período oscuro, es una frase hecha que viene del siglo
XVIII y se repite hasta el cansancio. Periodistas, por ej; para descalificar algo, lo
caracterizan como oscurantismo medieval. No se libran los libros de textos o
intelectuales, con poca costumbre a penetrar en el hilo de los procesos históricos
humanos que se desarrollan en capas profundas y no en la superficie.
Es necesario beber de las fuentes directas, y superar simplificaciones
reduccionistas de manuales.
Un ejemplo bastante común en los libros de epistemología. La temática se inicia
con su corta (¿?) historia. Hay principios que subyacen en los mismos, pues en la
mayoría encontramos solamente: inductivismo, principio de inducción, el salto de rigor
de la deducción (método hipotético- deductivo) crítica al neo empirismo, falsacionismo
de Popper hasta llegar a la denominada Nueva Filosofía de la Ciencia.
No negamos que después de Kant, la filosofía, strictu sensu, se convirtió en
epistemología en la primera mitad del siglo XX. El recorte indicado, deja sin fuentes al
mismo recorte. Hay pocas palabras sobre el esencialismo platónico, la lógica forma
aristotélica, etc.
Otro ejemplo, de amplia difusión en la Argentina, fue el libro de García Morente
“Lecciones preliminares de Filosofía”. El autor hace un recorrido histórico y después de

22
Eliot, T.S: Select Essay, 1917-1933, Nueva York, Faber & Faber, 1931, p.218

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25

Aristóteles, continua la historia con Descartes. Ya anciano, el autor junto con un


discípulo escribió la historia de 1500 años que habían desconocido.
Para lograr entender la modernidad, es indispensable la lectura del mundo
clásico y medieval.

El mundo cristiano y la cultura del Medioevo.


Aun cuando el mensaje y las instituciones fundamentales cristianas siguen
vigentes en nuestros días, es necesario, desde el punto de vista histórico-cultural,
destacar aquellos siglos en el que el cristianismo impregnó profundamente la sociedad
europea y se cristalizó en la llamada cristiandad. Para su recta compresión debemos
remontarnos a los orígenes de las comunidades cristianas.
El nacimiento de Jesús, acaecido en el año 750 de la fundación de Roma, es un
suceso de tal magnitud histórica que es a partir del mismo desde donde se computa el
tiempo; los hechos se ordenarán cronológicamente antes o después de Cristo.
Como es sabido, Jesús nació en Belén, pequeña población de la entonces
provincia romana de Judea. Después de pasar su infancia en Nazaret, comenzó su
misión recorriendo Palestina y proclamando su mensaje a las multitudes que lo
escuchaban. En los tres años que duró esta tarea, reunió un grupo de discípulos estables
que conocemos bajo el nombre de Apóstoles a quienes formó para continuar su obra.
Esta pequeña comunidad, testigo de los hechos y dichos de su Maestro, fue reclutada
entre gente de trabajo, en su mayoría pescadores. La difusión del cristianismo no fue
fácil, ni siquiera en sus comienzos. Los que llevaron a la muerte a Jesús, procuraron
aniquilar a la nueva “secta” a través de su persecución. Poco después en el mismo
Imperio el que se hace cargo de esta persecución, alrededor del 65, Nerón promulga el
primer edicto contra los cristianos, cuyos efectos se hicieron sentir sobre todo en Roma
y hasta cierto punto en el resto del Imperio. Desde entonces y hasta el año 325
aproximadamente (fecha del edicto de Constantino en que se deroga toda ley
persecutoria). Se suceden con algunas intermitencias las persecuciones de todo tipo:
destitución de cargos, confiscación de bienes, torturas y muerte. A pesar de ellas, las
comunidades cristianas fueron creciendo en número e importancia, penetrando todas las
clases sociales deslumbradas por la integridad de vida y heroísmo de los que, en medio
de una sociedad opulenta y decadente, abrían un nuevo camino para el hombre.

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La formación de las primeras comunidades cristianas (iglesias – asambleas),


fundadas muchas de ellas por los Apóstoles o por sus enviados. Estas comunidades de
un obispo, en general designado por la misma comunidad y convalidado por otras
comunidades, cuya misión era velar por la pureza de la doctrina, la práctica de una vida
buena y la unidad de la comunidad.
En lo intelectual, se asiste en este período a la elaboración del pensamiento
cristiano. Se crean las primeras escuelas del pensamiento cristiano, precisamente en los
lugares de mayor actividad intelectual del Imperio Romano: Alejandría, Antioquía,
Cesaréa.
Las primeras manifestaciones del arte cristiano se producen en íntima conexión
con la liturgia o culto centrado en la rememoración de la “cena del Señor” (actualmente
la misa). La poesía, la música, la pintura, el arte funerario y ornamental, forman un
todo que expresan el espíritu cristiano. Restos de estas manifestaciones se encuentran en
las catacumbas (cementerios cristianos subterráneos y en tiempos de persecución,
lugares de refugio.
Período de consolidación (320 – 450).
Tras el edicto de Constantino, la Iglesia (entendida como la comunidad cristiana
en su totalidad) entró en una nueva etapa histórica. Si bien Constantino no hizo del
cristianismo la religión de Estado, protegió y ayudó material y políticamente a la
Iglesia. Esto permitió su afianzamiento, organización y expansión tanto en nuevos
territorios como en diversas capas sociales.
En el plano moral es donde mayores frutos cosecha el cristianismo. La exigencia
de una vida austera, desprendida de los bienes materiales, controlada en sus pasiones,
etc. Junto a la alegría de una existencia abierta a la esperanza hizo que el ideal cristiano
fuera acogido por los mejores espíritus. Ciertamente que en esta época se ven también
los primeros indicios de un aflojamiento general de tales exigencias y en no pocos
casos, la hipocresía, el disimulo y el encubrimiento de las ansias de poder bajo el manto
de la fe.
En el plano estrictamente religioso, la concepción enteramente nueva de lo
religioso, es decir, no como una religión más entre tantas, sino una nueva concepción
global de las relaciones de las relaciones entre Dios y los hombres cuyo lugar central lo
ocupa Cristo, Dios-hombre, en su persona, su obra y su muerte.
En el arte, la comunidad se expresa en la basílica, que es el lugar de reunión
cultural de la misma comunidad eclesial. La basílica, desde el punto de vista

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arquitectónico, se construyó dentro de los cánones romanos y se distingue, entre otras


cosas, por el techo plano y artesonado. Testimonio de este tipo de construcción son las
basílicas romanas que aún perduran (Santa María la Mayor, San Lorenzo Extra muros,
etc.). A diferencia de los templos griegos y romanos, concebidos como “casa del dios”,
el templo cristiano es concebido como lugar de reunión de la asamblea. De aquí sus
dimensiones, su disposición y ornamentación.
Período de transición (s. VI – X).
Este período puede ser ya encuadrado en la llamada “Edad Media”. Esta
denominación, que abarca todo el segmento que va desde la caída de Roma en poder de
los “barbaros” hasta el renacimiento, fue acuñada por los humanistas del siglo XV.
Ellos estaban persuadidos que en estos siglos nada importante se hizo: fueron siglos
oscuros, crueles, anárquicos, etc.
Lo más llamativo de este período y más aún del siguiente es la profunda unidad
espiritual de Europa. Aun cuando la conducta privada y pública dejara mucho que
desear, sin embargo los valores cristianos eran universalmente reconocidos por todos.
Ciertamente el Papado ejerció una autoridad indiscutible y aseguró la unidad.
Otra característica muy importante a destacar en este período de la edad media
es la creación de escuelas. Sólo en Italia, perduraron aunque con una vida muy modesta,
algunas escuelas municipales y otras particulares como restos de la edad antigua.
Uno de los hechos que no se debe obviar son las Cruzadas, este fenómeno de
guerra religiosa se produce a finales del siglo XI y abarcará los dos siglos sucesivos.
Originariamente se trató de un acontecimiento religioso-militar que tenía como objetivo
la reconquista del Santo Sepulcro de manos de los mahometanos. Pero pronto estas
empresas fueron aprovechadas por las ambiciones de los señores feudales en vistas a
ampliar sus dominios y por los comerciantes en vistas a ampliar sus negocios. De este
modo, las cruzadas ofrecen un espectáculo de misticismo y heroísmo por una parte, y de
crueldad y ambición irrefrenables por la otra.
Los siglos XII y XIII constituyen la culminación de la edad media con el poder
indiscutido del Papa para dirimir los problemas de toda índole, sea de orden espiritual
como temporal.
Siglo XIII de la Cristiandad.
En el siglo XIII se consolida la supremacía del Papado sobre todos los Asuntos
de la cristiandad (actualmente diríamos europeos) En general puede decirse que esta
hegemonía fue en su momento beneficiosa, ya que estuvieron al frente de la Iglesia

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grandes figuras. La promoción de la justicia y de la paz, así como la presentación de un


ideal de “caballero cristiano” (defensor de pobres y oprimidos) y el impulso de las
empresas espirituales y culturales hicieron que los pueblos vieran en el Papa el custodio
y garante no solo de los bienes estrictamente religiosos sino también de los derechos
humanos. Sin duda que hubo fallas, a veces importantes, pero el balance general no
puede ser sino positivo. La prueba está en el hecho de lo que fue esta sociedad medieval
y lo que produjo en todos los campos de la actividad Humana.
En cuanto a las instituciones de enseñanza, lo más notable de este período es la
creación de las Universidades. Desde ahora la sociedad contaría con un órgano de
formación de profesionales, capacitados para los asuntos más importantes y más
perentorios de aquellos tiempos: la formación de buenos juristas necesarios tanto para la
Iglesia como para el Estado, la de buenos teólogos para la defensa y propagación de la
fe, la de médicos para atender la salud de las nuevas poblaciones, la de filósofos para
proporcionar los conocimientos y metodologías básicas para los otros oficios.
La producción intelectual del siglo XIII fue notable. En general se lo denomina
Escolástica, dado que se producía en la escuela. Y para la escuela, conforme a
contenidos y métodos determinados. Los logros más perdurables fueron, en lo
teológico-filosófico fueron las grandes “Sumas” cuya expresión máxima fue la de Santo
Tomás de Aquino, en lo jurídico, las colecciones de sistemáticas de leyes y cánones con
los nombres de Irinerio y Graciano al frente.
En España hay una buena producción científico-literaria, donde cabe destacar el
libro de las siete partidas, obra cumbre del derecho positivo medieval del siglo XIII
donde su autor Alfonso el Sabio trató de unificar la inmensa variedad de fueros, leyes,
y derechos locales en una codificación común. Desde luego contó con insignes
Colaboradores y lo notable es que está redactado en castellano.
Junto a la “Summas Teológicas”, otro de los símbolos de la edad media que
expresan sus ideales culturales es la Catedral. Dos estilos se desarrollan en estos siglos:
El romántico y el gótico. El primero se presenta robusto, armónico, despojado de todo
lo superfluo y con gran inflijo del espíritu romano. El segundo, se caracteriza por la
esbeltez, la luminosidad y espiritualidad que le otorga el uso del arco ojival.
Lo característico de la concepción medieval es ver al hombre desde Dios y desde
la totalidad de la creación y no a la inversa, como es dado observar a partir de la
modernidad. La concepción creacionista abarca todo el universo de entidades materiales
y espirituales y podemos advertir cual es el lugar del hombre dentro del conjunto. En

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relación a lo material, constituye la máxima perfección y en relación a lo espiritual la


mínima. Es pues la línea del horizonte entre ambos, dice Santo Tomás. Sin embargo,
desde otro punto de vista, es como el compendio o resumen de toda la creación. Por otra
parte, el hecho de la encarnación de Dios en la persona de Jesús levanta al hombre en su
totalidad a un puesto privilegiado dentro de todo el orden creado.

La aparición de Judeo-Cristianismo
Dicha concepción surge en base a otros principios, contradictoria con la
concepción greco-romana: Inmanencia-Trascendencia; lo Divino y un Dios personal y
creador. Recordemos que para el judeo cristianismo el mundo no se funda en el Ser
necesariamente eterno, sino en un acto libre de la voluntad de Dios. El mundo no tiene
carácter de Naturaleza (Physis) sino de Historia, con un comienzo y un fin.

Padres griegos y latinos


La Filosofía desde su nacimiento se esfuerza por explicar, encontrar el
fundamento que le de sentido a la pluralidad de los entes y al movimiento.
En los primeros siglos del Cristianismo, los cristianos simbolizaron la idea de
Filosofía con la novedad traída por Jesucristo.
El Papa Benedicto XVI, en su Encíclica Spe Salvi, rescata la imagen de Jesús
Filósofo que trae esperanza y salvación al ser humano:
En los antiguos sarcófagos se interpreta la figura de Cristo mediante dos
imágenes: la del filósofo y la del pastor. En general, por filosofía no se
entendía entonces una difícil disciplina académica, como ocurre hoy. El
filósofo era más bien el que sabía enseñar el arte esencial: el arte de ser
hombre de manera recta, el arte de vivir y morir. Ciertamente, ya desde hacía
tiempo los hombres se habían percatado de que gran parte de los que se
presentaban como filósofos, como maestros de vida, no eran más que
charlatanes que con sus palabras querían ganar dinero, mientras que no tenían
nada que decir sobre la verdadera vida. Esto hacía que se buscase con más
ahínco aún al auténtico filósofo, que supiera indicar verdaderamente el
camino de la vida. Hacia finales del siglo III encontramos por vez primera en
Roma, en el sarcófago de un niño y en el contexto de la resurrección de
Lázaro, la figura de Cristo como el verdadero filósofo, que tiene el Evangelio
en una mano y en la otra el bastón de caminante propio del filósofo. Con este
bastón Él vence a la muerte; el Evangelio lleva la verdad que los filósofos de
ambulantes habían buscado en vano. En esta imagen, que después perdurará
en el arte de los sarcófagos durante mucho tiempo, se muestra claramente lo
que tanto las personas cultas como las sencillas encontraban en Cristo: Él nos
dice quién es en realidad el hombre y qué debe hacer para ser verdaderamente
hombre.23

23
Papa Benedicto XVI: Carta Encíclica Spe Salvi; 2-6, 2007

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Un saber ya visto por Aristóteles se erige, con la diferencia en el punto de


partida: ya no es la razón natural, sino la Revelación. Hablamos de la Teología, un saber
salvífico, en la que una de sus categorías centrales es la esperanza. En un futuro, meta
de toda historia, el ser humano será liberado de toda esclavitud y enajenación: el reino
de Dios. La espera es una de las actitudes más profundas. El movimiento histórico
conduce hacia una realidad escatológica: el reino de Dios; que es el al mismo tiempo el
reino del hombre liberado.

Los Padres Griegos


Numerosas escuelas cristianas se destacan en los principales centros culturales
de Imperio Romano de Oriente: Alejandría, Cesárea de Capadocia, entre otras. Las
mismas llevan la tarea de incorporar los elementos de la cultura helenística al
pensamiento cristiano. En ellas se enseñan; gramática, retórica, dialécticas, aritmética,
geometrías, ciencias, arte, astronomía, música, el estudio de la naturaleza, la práctica de
las virtudes que preparan para el estudio de la Filosofía y todo ello para acercarse a la
Fe. (Juan Crisóstomo (f. 407), Juan Damasceno (f. 749) último de los padres orientales).

Los Padres Latinos


En ellos se pudo observar una carencia de organización semejante a lo señalado
en Oriente. Posiblemente sea por la formación recibida antes de la llegada del
cristianismo, en la cuales la Filosofía había perdido lugar frente al Derecho. Es decir
que en los padres latinos, el influjo de pensamiento helenístico es menos apreciable,
excepción de Agustín de Hipona. En él se puede apreciar una actitud favorable y
conciliadora entre la filosofía y las demás ciencias, como la gramática, la retórica, las
matemáticas, la lógica, la ética, entre otras: Sin embargo vistas desde la perspectiva
teológica, que tiene como objetos a Dios, el alma y la felicidad eterna.
El pensamiento de Agustín se encuentra marcado por un anhelo ascendente,
dado que por encima de todo busca a Dios. El mundo y las cosas exteriores le interesan
tanto y en cuanto le conducen a un conocimiento de sí mismo y le ayudan a elevarse al
conocimiento de Dios.
Del estudio de Agustín se desprenden como consecuencias: Dios deja su huella
en la creación. Todos los seres, en especial el hombre, son imágenes donde Dios se
refleja de cierta manera. Si el hombre penetra en su interior puede elevarse al
conocimiento de Dios. Se convierte el llamamiento socrático a la interioridad (conócete

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31

a ti mismo) en un camino para conocer el alma como imagen de Dios y de alguna forma
el conocimiento de Dios, mediante el conocimiento de sí mismo.

De la Academia al Monasterio
En el año 529 de nuestra era, la Academia platónica cierra, luego de permanecer
novecientos años bajo el mismo nombre. Ese mismo año, Benito funda en Montecasino,
el primer monasterio benedictino. Estos acontecimientos manifiestan un elemento de
gran significación: el desplazamiento del centro cultural desde la Academia platónica en
Atenas hacia el monasterio benedictino de Montecasino. Dicha fundación coloca las
bases de uno de los elementos más importante para la nueva civilización.
Bajo la regla Ora et Labora, Benito promovía a la vez, la vida religiosa, y
espiritual, el trabajo manual, el cultivo de la ciencias, las artes y literatura de la
antigüedad, así como la tarea evangelizadora. Distintos monasterio fueron imitando la
labor de Montecasino. Estos monjes estaban entregados a la vida a la vez misionera y
cultural, dado que contribuyeron con la formación de bibliotecas, con copistas en sus
monasterios, dedicados a la conservación y trasmisión del legado de la antigüedad
clásica y de los Padres fundadores. En la abadía de Fléury, por ejemplo, figuraban el
Timeo de Platón, la Lógica de Aristóteles, Boecio, Vigilio, entre tantos otros.

Instancia Patrístico-Medieval
Con el cristianismo, la historia da un giro copernicano. Los Padres de la Iglesia
hablan de la Revelación de Dios en su Creación. Dios penetra en la Historia, habla y
actúa. El punto de partida de la cultura cristiana no es el hombre en cuanto su
naturaleza, sino el hombre debilitado por el pecado y sanado y elevado a la gracia
sobrenatural.
Una obra de perfeccionamiento humano, pues la gracia no destruye la naturaleza
humana, sino que la sana y la eleva al orden divino. Es decir que el humanismo tiene
por centro de perfección del hombre en su dimensión sobrenatural.

Infinitud y mundo creado


Fuera de la Revelación, no se pensó en una creación como lo relata la Sagrada
Escritura.
La creación depende del misterio de la libertad de Dios. Fue un acto querido y
no necesario.

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32

Tomás de Aquino no explica que se entiende por creación;


Artículo 1: Crear, ¿es o no es hacer algo de la nada?
Respondo: Como se dijo anteriormente (q.44 a.2), no sólo hay que analizar el
origen de un ser particular de otro particular, sino también el origen de todo
ser de la causa universal, que es Dios. Este origen lo llamamos creación. Lo
que se origina por emanación particular no se presupone en tal emanación;
como al engendrarse un hombre, antes no era tal hombre, sino que de no
hombre se hace hombre, y blanco de no blanco. Por eso, si se considera la
emanación de todo el ser universal en relación con su primer principio, es
imposible presuponer algún ser en tal emanación. Pero la nada es igual a la
negación de todo ser. Por lo tanto, como la generación del hombre se hace a
partir del no ser que es no hombre, así también la creación, que es emanación
de todo el ser, se hace a partir del no ser que es la nada.
3. Cuando se dice que algo es hecho a partir de la nada, la preposición a partir
de no indica causa material, sino tan sólo orden; como cuando decimos que el
mediodía se hace de la mañana que no indica más que después de la mañana
viene el mediodía. Pero hay que tener presente que la preposición a partir de
puede incluir negación cuando digo nada, o también puede estar incluida en
ella. Si se toma incluyendo la negación, entonces permanece el orden, y se
indicará el orden de sucesión entre lo que es y el no ser. En cambio, si la
negación incluye la preposición, entonces se niega el orden, y su sentido
sería: Se hace de la nada, esto es, no está hecho de algo; es como cuando se
dice que uno habla de nada porque no habla de algo. Ambos sentidos son
aplicables cuando se dice que algo se hace a partir de la nada. En el primer
sentido, la preposición a partir de indica orden; en el segundo, implica
relación de causa material, la cual es negada.24

En el libro del Génesis 1,3: Haya luz, y hubo luz, Dios crea por la palabra; hizo
que fuera lo que antes no era. Él hace que el mundo sea. En Él está el fundamento sobre
el que se apoya toda la existencia. El paso de los entes a las creaturas.

Razón y Fe
La narración de las Escrituras no contiene un mensaje científico- natural, sino un
mansaje religioso basado en la autoridad de Dios y la Revelación. Tanto los profetas
como Jesucristo, no necesitan mostrar sus afirmaciones con argumentos racionales.
Afirman con la autoridad que les confiere quien les ha enseñado. Por lo tanto el
asentimiento a lo que la inteligencia cree, permanece libre. Mientras que en el
conocimiento racional filosófico o científico, la inteligencia humana asiente
necesariamente, por demostración o intuición.
La Fe sobrenatural:
[…] Ahora bien, el acto de la fe, como ya hemos dicho (q.2 a.1 ad
3; a.2 y 9), es creer, y es, por lo mismo, acto del entendimiento determinado
al asentimiento del objeto por el imperio de la voluntad. El acto, pues, de fe
está en relación tanto con el objeto de la voluntad —el bien y el fin-como con
el objeto del entendimiento, la verdad. Además, por ser virtud teologal, como
también hemos expuesto (1-2 q.62 a.3), tiene la misma realidad por objeto y

24
Aquino, Tomás: Suma teológica - Parte I a - Cuestión 45, Art 1.

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33

por fin. Es, pues, necesario que entre el objeto y el fin de la fe haya mutua
correspondencia proporcional.
Ahora bien, el objeto de la fe lo constituyen, como hemos expuesto (q.1
a.1 y 4), la Verdad primera, en cuanto no vista, y las verdades a las que
asentimos por ella. Según eso, la Verdad primera debe relacionarse con la fe
como fin bajo el aspecto de una realidad no vista, y esto viene a parar en la
razón formal de algo esperado, a tenor de las palabras del Apóstol en Rom
8,25: Esperar lo que no vemos. Efectivamente, ver una verdad equivale a
poseerla, pues nadie espera lo que ya tiene, y el objeto de la esperanza es lo
que no se tiene, como hemos probado (1-2 q.67 a.4).

La especulación medieval se caracteriza por intentar conciliar la razón con la fe.


Nimio de Anquín plantea claramente el problema:

El ser protointeligible, necesario, verdadero y uno fue el Ser de los griegos,


este fue el Ser que legaron a Occidente, cuando se oscurecieron las
perspectivas del mundo antiguo y la gran nación se hundió en el ocaso.
Venían otras instancias que había que atender y que imponían otro género de
conocimiento, otros principios. Sobre todo lo que emergía en el horizonte de
Europa – pues no referimos al mundo Occidental, no al Oriental- emergía el
mundo semíticio-cristiano, pero originalmente semítico y posteriormente
cristiano. El mundo semítico oscureció inmediatamente la protoclaridad del
Ser inteligible de los griegos; ocurrió el velamiento, el Ser se veló
inmediatamente como si hubiese sobrevenido un eclipse. ¿Por qué se veló?
Pues porque ingresaban elementos que no eran estrictamente racionales, que
si ustedes quieren llamarlos así suprarracionales y otros quizá prefieren
llamarlos irracionales, pero en todo caso no eran racionales. Inmediatamente
el Ser se veló. Y ¿cuáles eran estos principios? El principio fundamental era
el de creación. Digo principio deliberadamente, porque no se trata de un
concepto, pues los conceptos quedaban relegados para el orden griego. Ahora
había elementos nuevos de los cuales había que dar cuenta, a los cuales había
que reconocer y situarlos en el lugar que correspondía en esta segunda
instancia del espíritu humano: el principal de todos era el principio de
creación. 25

A partir del Medioevo la conciencia humana establece una doble relación:

1. La inteligencia y la voluntad humana que se relacionan con el mundo y


lo descubren como una estructura real, desvelada por la ciencia, captable
y manejable. De esta relación surge la civilización material, científica y
técnica.
2. La otra relación es la de la inteligencia y voluntad humana con Dios, en
la cual se descubre el mundo pero como una totalidad de entes que
dependen, en su ser, de la trascendencia.

25
De Anquín, Nimio: Revista Arkhé, Año 2, fascículo primero, Córdoba, 1965

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34

No se trata de creer por creer. Lo que se cree en la fe religiosa, el hombre busca


fundamentarlo con razones, es decir, de demostrarlo, además de haberlo
creído. Sin embargo, lo dicho no hay que llevarlo al extremo, dado que
terminaría anulando la fe porque negaría los misterios religiosos a los cuales la
razón no puede acceder, terminando en un puro racionalismo.

El hombre creatura mortal y libre (homo viator)

En la Escrituras el hombre aparece como la última de las criaturas terrenas. Dios


crea al hombre por medio de una llamada. Dios preparó el mundo para que pueda
habitar en él. Respecto al hombre dice. Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza.
Esto quiere decir, que la esencia del hombre consiste en dominar libremente
sobre sí mismo y sobre las cosas del mundo creado. El hombre puede reflexionar, y al
hacerlo, errar. Puede examinar, elegir, ordenar, intervenir, dar forma, etc. Esta es la
semejanza que Dios le ha donado. El bien que sólo puede ser realizado en libertad, tiene
que ser conocido, querido y realizado. Pero por su libertad, puede negarse a ello, puede
hacer lo que no es bueno.
El hombre en tanto racional, puede penetrar con su inteligencia y conocer las
cosas inteligibles. Pero existe en el otro aspecto, tendencia, un modo apetitivo, que le
permite al hombre que vaya hacia lo que la inteligencia le presenta como bueno. Esto
muestra que el hombre posee una voluntad dotada de libertad. El mundo histórico del
que forma parte, y tiene como base esa capacidad de crear y recrear gracias al
pensamiento y a la libertad.

En un sentido más profundo, podemos sintetizar con Raúl Núñez:


El hombre es una síntesis de lo espiritual y material, ocupando en lo
espiritual lo mínimo y en lo material, lo máximo.
- Como ser espiritual que es, no tiene en términos absolutos, otro poder al
cual subordinarse sino a Dios. Es persona y por ende, con deberes
imprescriptibles y con derechos inalienables, a los que ninguna organización
política, económica,o social pueden despojar.
- El hombre es un ser histórico, o sea, cada individuo y cada pueblo entran a
formar parte de una historia única. A pesar de la aparente irracionalidad de
los acontecimientos, todos ellos se despliegan de acuerdo a una sabiduría y
poder divinos que están más allá de la comprensión humana.
- El hombre es "imagen y semejanza" de Dios, en el sentido positivo de que
tiene en sí algo de excelso e insuperable y en el sentido negativo, de que no
es un dios. Por lo tanto, la "bestialidad" y el "endiosamiento" constituyen la
contradicción de lo que el hombre realmente es.

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35

- El hombre no es propiamente el dueño del mundo y de sus cosas, sino el


que debe administrarlo para sus necesidades. 26

La categoría de persona en los primeros siglos del cristianismo, se usó en


términos teológicos, para explicar la doble naturaleza de Cristo, divina y humana, contra
aquellos que negaban la segunda. Por lo cual se estableció que Cristo tiene dos
naturaleza y pero una persona, única e indivisible.
Agustín de Hipona fue el primero en referirse a la Trinidad (las "tres personas")
y al ser humano en De Trinitate. El filósofo avanza sobre dicha categoría al exponer en
sus conceptos la substancia de la experiencia, y sobre todo de la experiencia que desde
entonces se llama justamente "personal" — no una experiencia como las otras, sino una
en la cual en la experiencia le va a la persona su propia personalidad: la "interioridad".
La idea de "interioridad" que la relación consigo mismo no es una relación abstracta,
sino una "concreta" y "real".
Boecio, filósofo romano del siglo V d.C, se refirió al sentido de persona como
"máscara", pero puso de relieve que este sentido es sólo un punto de partida para
entender el significado último de 'persona' en el lenguaje filosófico y teológico. En
su Liber de persona et duabus naturis , Boecio aportó la definición de persona que fue
tomada como base por casi todos los pensadores medievales: Persona est naturae
rationalis individua substancia27 "la persona es una substancia individual de naturaleza
racional".

La comprensión de Dios
Como herencia del judaísmo, el cristianismo afirma la unidad trascendencia
de Dios. A diferencia de otros pueblos y culturas, Israel mantuvo siempre
esta concepción: el Dios de Israel no es un dios local o nacional, que entra en
competencia con otras divinidades que da garantía última y la identidad
radical a la respectiva comunidad. Dios es el ser absoluto, la absoluta
sabiduría y poder, la absoluta bondad y misericordia, la absoluta justicia y
verdad. Frente a El nada existe por sí y en sí, y existe exclusivamente por su
poder creador y sustentador.
Mientras que para los griegos y los romanos, lo divino era como el trasfondo
de la Naturaleza, para los israelitas primero y para los cristianos luego, Dios
radícalmente el "Otro", distinto a la naturaleza y infinitamente inaccesible a
la simple razón humana, aun cuando ésta pueda llegar a conocer su
existencia. Dios es el misterio absoluto, al que el hombre puede abrirse por la
fe en el mensaje de la Revelación cuya plenitud es Jesucristo28

26
Chaparro, Máximo y Nuñez, Raúl: .El hombre y…, Op.Cit., p.48
27
Boethius. Severinus: Liber De Persona Et Duabus Naturis Contra Eutychen Et Nestorium. Documenta
Catholica Omnia , p1343, Caput III, en www.documentacatholicaomnia.eu
28
Chaparro, Máximo y Nuñez, Raúl: .El hombre y…, Op.Cit., p.48

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36

Poder Espiritual y Poder temporal

De la antigüedad clásica heredamos el Estado, como institucional natural ahora


se ordena se ordena a ese bien supremos que es Dios. La finalidad de cada acto humano
libre, es ahora Dios mismo. Es tarea del gobernante (príncipe) encaminar su poder y
autoridad hacia el Bien Común trascendente, que se halla en íntima conexión con el
Estado cristiano. Se acepta tanto las realidades naturales, lo propiamente humano, y las
exigencias de unir vitalmente todo ellos con los preceptos que emanan de la verdad
sobrenatural.
El reino del hombre sobre la tierra tiene su origen en la creación de Dios. Por lo
tanto el poder no emana del hombre, sino de Dios. El Estado y la Iglesia se hallan
unidos en orden a la prosperidad y felicidad terrena, preparando por encima de todo, la
vida futura.
Ahora bien, ninguna forma política puede suplir a la persona humana ni su
responsabilidad. En el orden político de un Estado, si esto sucede, la persona queda
dispensada de la responsabilidad moral y política. El poder del Estado se transforma en
absoluto y despótico.
El hombre medieval tenía una cosmovisión del mundo social y político muy
diversa a la nuestra. Casi podríamos decir que es donde mas se diferencia. De
aquí que los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en estos siglos se
interpreten desde una óptica que no es la adecuada. El pun to de referencia
para la recta comprensión de los fenómenos sociales y políticos de Imperio
Romano Cristiano primero y de las siguientes organizaciones políticas (Sacro
Imperio Romano-Germánico, Reinos Independientes, etc) después, es el ideal
de la "Cristiandad
Ésta es en realidad un proyecto cultural totalizador, que comporta todos los
elementos estructurales y dinámicos de toda cultura. No es pues una sociedad
puramente espiritual, y atemporal e inespacial, sino la concreción de un
conjunto de valores determinados dentro de un contexto también
determinado.
Debe recordarse que el cristianismo es una "forma de vida" que debe
realizarse en este mundo y que abarca al hombre como ser personal y como
ser social, o sea, en su integridad.29

Categorías patrístico- medievales

Creador- creatura

29
Ibidem, p.49

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37

Lo griego desconocieron un principio: creación. En su forma escolástica el


principio de formula: creatio es productio ex nihilo sui et subjecti. Es decir; Dios crea
de la nada a sus creaturas. Dicho en otras palabras: Dios hace que sea lo que no era,
Dios da el ser absolutamente a lo creado. La unidad del Ser griego se opone a la
dualidad Metafísica. El ser de la creatura procede de Dios, pero de la nada. Es decir, la
nada es un principio de la creación, de la creatura.
El ser parmenídeo por la presencia de la nada, deja de participar su eternidad
a los entes, con los cuales coexistía en la paz de la univocidad. Ese Ser era
simplemente eterno, en una eternidad pacífica e infinitamente pródiga con los
entes coexistentes, surgidos de él sin creación y sin ejercicio de ninguna
omnipotencia. Mas la Nada vino a disputarle su origineidad y también su Ser,
su exclusividad y su razón de Ser.
El ser debió, entonces, manifestarse omnipotente frente al extraño y
tenebroso enemigo. Pero los entes no podían emerger más de la pacífica y
pródiga eternidad participada en la univocidad del todo, porque la Nada que
amenazaba al Ser le imponía una manifestación de su omnipotencia en la
obra de la Creación. Los seres creados ya no podían participar unívocamente
del Ser omnipotente que los sacaba de la nada y los ponía en el tiempo. La
eternidad pertenecía ahora solamente al Ser-creador.30

Desde ahora y en adelante hay eternidad y tiempo. La conciencia del hombre se


trasmuta a partir del principio de creación. Con el cristianismo en Occidente entra el
principio de Creación.
Tomás de Aquino soluciona el problema de la separación entre el creador y la
creatura, que tenía carácter infinito, mediante la doctrina de la analogía y la
participación del ser de la creatura en el Ser de Dios.
El hombre del Medioevo gira toda su vida y acción hacia Dios; en las cosas que
observa símbolos y significaciones que le hablan y le refieren al Creador. El valor y la
consistencia propia del mundo, será patrimonio de la época moderna.

Eternidad y Tiempo
Con el judeocristianismo el tiempo tiene un comienzo, un centro y un fin. En
ésta visión, hay acontecimientos centrales que establecen los límites y contornos
temporales.
[…] a las cosmogonías y a los mitos de la religiones de las filosofías antiguas
[…] una concepción cíclica y estática del tiempo, los sustituye el
cristianismo, que se funda en datos históricos indisolublemente ligados a
ciertos hechos sobrenaturales contingentes, con la conciencia de estos datos y
trabajando sobre ellos, por una visión del mundo que es esencialmente

30
De Anquín, Nimio: Ente y Ser, Ed. Gredos. Madrid. 1962, pp.160-161. Sugerimos la lectura completa
del capítulo IX que se titula: Ser, Nada y Creación en la Edad Media.

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38

histórica y que no constituye el más que el desenvolvimiento continuo en el


tiempo de una plan divino, de una vocación universal[…] 31

Historia particular e Historia Universal


Para Cicerón la historia era “maestra de la vida y testigo de los tiempos”
(Historia magistra vitae et testis temporum) y para Cervantes “madre de la verdad”,
porque el saber de las cosas pasadas nos otorgan un saber arquetípico.
En occidente se han sucedido tres grandes concepciones históricas: circular
(heleno-romano), lineal, principio y fin (cristianismo), espiral, que progresa hacia el
futuro de forma indefinida (moderno)
Circular: el espíritu griego entiende la historia según le ofrece el modelo de la
naturaleza, la cual se desarrolla en ciclos (día-noche, nacimiento-muerte), con un
movimiento uniforme y constante. La historia conserva la regularidad de la naturaleza.
Para este esquema la historia está fundada por el conjunto de hechos pasados y
presentes que emergen de la naturaleza humana y del Destino que ha fijado todas las
cosas. El saber histórico es una investigación y reconstrucción del pasado, lo que le
permite al hombre entrever cómo será el futuro, porque la naturaleza humana es la
misma y son las mismas cosas las que se reputen de una forma u otra.
Lineal
El hombre judío tiene otra conciencia histórica. El pasado y el presente tiene
sentido por alfo por-venir. Es un saber profético, que señala el futuro, para leer el
presente y el pasado. El cristianismo recibe dicha herencia. Hay un fin último para todos
los hombres, una meta común a la cual nos acercamos con libertad y la acción eficaz de
la Providencia, la diversidad de pueblos y naciones esta unificada por esta idéntica
finalidad que compromete a todos en una gesta o historia universal, por ellos existe una
fraternidad ontológica, por existir una paternidad común.

Trascendencia e Inmanencia
La trascendencia subyace en la conciencia creacionista: la existencia de un orden
separado y distinto del mundo, que no dependen de la inmanencia. La paradoja es que el
descubrimiento de la trascendencia implica el hallazgo de la inmanencia. Todo lo
creado adquiere consistencia metafísica propia, realidad propia, independiente de lo

31
Chevalier, J.: Historia del pensamiento, Ed. Aguilar, Madrid, 1967,p.132

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divino, a diferencia de los griegos que la realidad de los entes se resuelve en la realidad
del Ser/Physis.

Dos Filósofos paradigmáticos

Tomás de Aquino.
Nace en el castillo de Roccaseca (Italia) el año 1225. Hijo de los condes de
Aquino recibe la primera educación religiosa y científica en la abadía de Montecasino,
para pasar después a la universidad de Nápoles.. A los diecinueve años ingresa en la
Orden de Predicadores. Termina sus estudios en París y Colonia, bajo la guía de
Fray Alberto Magno, quien le convence de la necesidad de profundizar en Aristóteles, el
filósofo de la razón, la razón es don de Dios y a él debe ordenarse.
A los treinta y dos años Tomás de Aquino es maestro de la cátedra de teología
de París. En Tomás, la Palabra de Dios en la Escritura tiene la primacía sobre las otras
ciencias, y hace de la oración la fuente más fecunda de sus investigaciones. Mientras
permanece en París, Tomás y los hermanos Predicadores elaboran en comunidad
filosofía y teología, para después hacerla presente en la universidad. Escribe muchas
obras que destacan por su profundidad, admirando a maestros y estudiantes por la
claridad, la distinción, la sutileza y la verdad con que procedía en la explicación de
tantas y tan distintas materias, como son de ver en los cuatro grandes libros que escribió
sobre el Maestro de las Sentencias. En estos años dio de sí tales muestras arguyendo,
discutiendo y respondiendo que, según el sentir de la universidad, sólo Dios podía dar
tanto ingenio, y así era en verdad. Por toda Europa volaba su fama, llevada por los que
de todas partes iban a estudiar a la Sorbona y luego regresaban a sus tierras cantando la
sabiduría del maestro.
Después de París, impartiría docencia en Roma y en Nápoles, dejando entre
otras muchas obras la Suma Teológica.
Santo Tomás de Aquino murió en la abadía de Fossanova el día siete de marzo
de 1274 cuando iba de camino al concilio de Lyon.

Su pensamiento
La clave de bóveda de toda posible interpretación de Dios, el hombre y el
Mundo es el Principio de Revelación. Por la fe se accede a la Revelación, la cual es el
punto de partida de una nueva ciencia, la Teología. Tal vez sorprende que la sea

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calificada de ciencia. Pero, según éste modelo, es un saber riguroso por principios o
causas; lo que la diferencia con la Filosofía y las demás Ciencias es el punto de partida.
La geometría de Euclides, por ejemplo, lo tiene en sus definiciones y principios
axiomáticos que son indemostrables, la teología en la Palabra Revelada.
La realidad no depende del ser humano, ni la inteligencia construye la verdad
desde sí.
El pensar es esencialmente interrogante, herencia del mundo helénico. La forma
más eminente es la ciencia.
Existen tantas preguntas como objeto de conocimiento. La razón estriba en
que la ciencia es un conocimiento adquirido por demostración. Luego la
demostración sólo nos conduce al conocimiento de aquello que era
anteriormente desconocido […] Estás preguntas pueden reducirse a las cuatro
siguientes: ¿Es así?, ¿Por qué es así?, ¿Esto es?, ¿Qué cosa es?32

Este paradigma epistemológico vigente durante la Edad Media inicia su ocaso en


el siglo XIV

Siglo XIV. Nominalismo


Al referirnos a este siglo como declinación de la Edad Media, no debemos
olvidar la riqueza de pensamiento de éste siglo. Teólogos de gran hondura cuyos
pensamientos sirvieron de puente para la época moderna: Duns Scoto, Guillermo de
Ockham y Meister Eckart entre otros.
Al Nominalismo lo encontramos de forma sistemática en el siglo XIV. Tiene una
larga historia desde los griegos hasta pensadores del siglo XX
El "nominalismo»33 es una doctrina filosófica para la cual los universales o
conceptos generales son simples términos abstractos que designan conjuntos más o
menos vastos de realidades individuales.
El nominalismo niega, que los universales puedan subsistir como realidades
anteriores o independientes, puestas en las cosas o fuera de ellas, y -en la medida en que
tiende a considerar como reales únicamente a las individualidades concretas- pone en
duda la misma posibilidad de conceptos universales.

32
Tomas, De Aquino, In post., Analytica, c,1 y 2, Lect.1
33
Vide: Gilson, E: La Filosofía de la Edad Media, Gredos, Madrid, 1952

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41

Guillermo de Ockham

Ockham fue filósofo y teólogo franciscano inglés, máximo representante de un


radical nominalismo, nace al Sur de Londres, en una localidad llamada Ockham, tal vez
en 1280, aunque otros opinan que entre 1295 y 1300. La fecha de su muerte también es
incierta; posiblemente acaece hacia 1349, a partir de cuya fecha ya no se sabe nada de
él, ó 1350. En cuanto a estudios, siguió los normales de su época, quedando la duda de
quiénes fueran sus maestros efectivos; probablemente pueda contarse entre ellos a Duns
Escoto. Entre las obras más destacas: Suma De Lógica.

Nombres. Negación del realismo


Ockham se opone a toda forma de realismo, tanto platónico como aristotélico.
Se debe hablar de cosas positivas, señala recordando, que los conceptos, originados en
el saber abstractivo se aplican solamente al objeto representado, no al existente real.

Se manifiesta por medio de razones, que ningún universal es alguna cosa


existente fuera del alma.
Y porque no basta exponer estas cosas si no se prueban sino que han ser
probadas por la razón, aduciré algunas razones a favor de las mismas y las
confirmaré por medio de autoridades. En efecto, que ningún universal es
alguna sustancia existente fuera del alma se puede probar con evidencia.
Primero: ningún universal es una sustancia singular y numeralmente una,
pues si se dijese lo que es, se seguiría que Sócrates es algún universal, porque
no existe mayor razón para que el universal sea una sustancia singular que
otra cualquiera. Entonces ninguna sustancia singular es algún universal, pues
toda sustancia es numeralmente y singular, porque toda cosa es una cosa y
no muchas cosas, si pues, es una cosa y no muchas, es una numeralmente,
pues esto es llamado por todos uno numeralmente.
Sin empero alguna sustancia es muchas cosas: o es muchas cosas singulares;
o muchas cosas universales. Si se da lo primero, se sigue que alguna
sustancia sería muchos hombres, y entonces aunque el universal se
distinguiera de un particular, no se distinguiría, sin embargo, de los
particulares. Empero si alguna sustancia fuera muchas cosas universales,
tomo una de aquellas formas universales y pregunto: o es muchas cosas, o es
una y no muchas. Si se da lo segundo, se sigue que es singular; si lo primero,
pregunto si es muchas cosas singulares, o muchas cosas universales; y así
tendría el un proceso hasta el infinito, o se daría que ninguna sustancia es
universal, de manera que no sea singular.
Asimismo, si algún universal fuera una sustancia existente en las sustancias
singulares, distintas de ellas, se seguiría que podría existir sin ellas porque
toda cosa anterior a otra cosa, naturalmente, puede existir sin ella. Mas el
consiguiente es un absurdo, luego, etc.
Asimismo si esta opinión fuese verdadera, no podría ser creado ningún
individuo si algún individuo preexistiera, porque no recibirá todo su ser de la
nada si el universal que existe en él existió antes en otro. Por lo mismo, se
seguiría que Dios no podría aniquilar simplemente a un individuo si no
destruyese a los demás individuos, porque si aquinilase a algún individuo,

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42

destruiría todo lo que existe de esencia en él y en los otros y, por


consiguiente, no permanecerían los otros, como no pueden permancer sin una
parte de la sustancia cual es puesta por aquel universal.
Asimismo, tal universal no puede ser puesto como algo totalmente fuera de la
esencia del individuo; será, por consiguiente, de la esencia del individuo y,
por consiguiente, el individuo se compondría de universales, y así el
individuo no sería más universal que el singular.34

Conclusiones:
El universo no es divino sino obra de Dios y por esta razón existe y es perfecto
(es un "cosmos" inteligible).
La recta comprensión de la naturaleza lleva al hombre naturalmente al
conocimiento de Dios y al dominio de la misma según los preceptos divinos.
El universo físico material no agota la obra de la creación, ya que por encima de
el se eleva la escala de seres puramente espirituales (los ángeles).
Todos los seres de la creación estan vinculados por finalidades, pero los entes
materiales es tan en razón de los espirituales y éstos en relación con Dios.

El hombre es una síntesis de lo espiritual y material, ocupando en lo espiritual lo


mínimo y en lo material, lo máximo.
Como ser espiritual que es, no tiene en términos absolutos, otro poder al cual
subordinarse sino a Dios. Es persona y por ende, con deberes imprescriptibles y con
derechos inalienables, a los que ninguna organización política, económica,o social
pueden despojar.
El hombre es un ser histórico, o sea, cada individuo y cada pueblo entran a
formar parte de una historia única.
El hombre es "imagen y semejanza" de Dios, en el sentido positivo de que tiene
en sí algo de excelso e insuperable y en el sentido negativo, de que no es un dios. Por lo
tanto, la "bestialidad" y el "endiosamiento" constituyen la contradicción de lo que el
hombre realmente es.

34
Ockham, Guillermo: Suma de Lógica, Editorial Norma, Colombia, 1994, pp. 65-67

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La efectiva presencia de la realidad de Dios en la conciencia medieval, traducida


en una escala de valores determinada.
El agudo sentido del misterio, más allá de la comprensión humana en lo que
hace a lo decisivo y último de toda realidad.
El aprecio de lo religioso como valor individual y social supremo, dado que
afecta a las raíces mismas de todas las cosas. En consecuencia, lo religioso como clave
de comprensión de la ciencia, el arte y las costumbres.

Las ciencias con sus métodos escrudiñan el qué y el cómo. Existe una jerarquía
de saberes.
Se abre la posibilidad de la tecnociencia, con Nicolás Copérnico, por ejemplo.

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LECTURA
Agustín de Hipona CONFESIONES
Traducción: Ángel Custodio Vega Rodríguez
LIBRO DÉCIMO

CAPÍTULO I
Que yo te conozca, conocedor mío, que yo te conozca como tú me conoces,
Virtud de mi alma, entra en ella y ajústala a ti, para que la tengas y poseas sin mancha ni
arruga. Esta es mi esperanza, por eso hablo; y en esta esperanza me gozo cuando mi
alegría es sana. Las demás cosas de esta vida, tanto menos se han de llorar cuanto más
se las llora, y tanto más se han de llorar cuanto menos se las llora. He aquí que amaste la
verdad, porque el que obra la verdad viene a la luz4. Yo la quiero obrar en mi corazón,
delante de ti por esta mi confesión y delante de muchos testigos por este mi escrito.

CAPÍTULO V
Tú eres, Señor, el que me juzgas; porque, aunque nadie de los hombres sabe las
cosas interiores del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él, con todo hay
algo en el hombre que ignora aun el mismo espíritu que habita en él; pero tú, Señor,
sabes todas sus cosas, porque le has hecho. También yo, aunque en tu presencia me
desprecie y tenga por tierra y ceniza, sé algo de ti que ignoro de mí. Y ciertamente ahora
te vemos, por espejo en enigmas, no cara a cara, y así, mientras peregrino fuera de ti, me
soy más presente a mí que a ti. Con todo, sé que tú no puedes ser de ningún modo
violado, en tanto que no sé a qué tentaciones puedo yo resistir y a cuáles no puedo,
estando solamente mi esperanza en que eres fiel y no permitirás que seamos tentados
por encima de nuestras fuerzas; antes, con la tentación das también el modo de poder
soportarla. Confiese, pues, lo que sé de mí; confiese también lo que de mí ignoro;
porque lo que sé de mí lo sé porque tú me iluminas, y lo que de mí ignoro no lo sabré
hasta tanto que mis tinieblas se conviertan en mediodía ante tu presencia.

CAPÍTULO VII
¿Qué amo, pues, cuando yo amo a mi Dios? ¿Y quién es él sino el que está
sobre la cabeza de mi alma? Por mi alma misma subiré, pues, a él. Trascenderé esta
energía mía por la que estoy unido al cuerpo y llena su organismo de vida, pues no

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encuentro en ella a mi Dios. Porque, de encontrarle, le hallarían también el caballo y el


mulo, que no tienen inteligencia, y que, sin embargo, tienen esta misma energía por la
que viven igualmente sus cuerpos. Hay otra energía por la que no sólo vivifico, sino
también sensibilizo a mi carne, y que el Señor me fabricó mandando al ojo que no oiga
y al oído que no vea, sino a aquél que me sirva para ver, a éste para oír, y a cada uno de
los otros sentidos lo que les es propio según su lugar y oficio; las cuales acciones
diversas, las hago por su medio, yo que soy único espíritu. Pero trascenderé esta energía
mía; porque también la poseen el caballo y el mulo, pues también ellos sienten por
medio del cuerpo.

CAPÍTULO VIII
Trascenderé, pues, aun esta energía de mi naturaleza, ascendiendo gradualmente
hacia mi creador. Y entro en los campos y anchos palacios de la memoria, donde están
los tesoros de innumerables imágenes de toda clase de cosas acarreadas por los sentidos.
Allí se halla escondido cuanto pensamos, ya aumentando, ya disminuyendo, ya variando
de cualquier modo las cosas adquiridas por los sentidos, y todo cuanto se le ha
encomendado y se halla allí depositado y no ha sido aún absorbido y sepultado por el
olvido. Cuando estoy allí pido que se me presente lo que quiero, y algunas cosas se
presentan al momento; pero otras hay que buscarlas con más tiempo y como sacarlas de
unos receptáculos abstrusos; otras, en cambio, irrumpen en tropel, y cuando uno desea y
busca otra cosa se ponen en medio, como diciendo: «¿No seremos nosotras?». Y las
espanto yo del haz de mi memoria con la mano del corazón, hasta que se esclarece lo
que quiero y salta a mi vista de su escondrijo. Otras cosas hay que fácilmente y por su
orden riguroso se presentan, según son llamadas, y ceden su lugar a las que les siguen, y
cediéndolo son depositadas, para salir cuando de nuevo se deseare. Lo cual sucede
puntualmente cuando narro alguna cosa de memoria

Allí se hallan también guardadas de modo distinto y por sus géneros todas las
cosas que entraron por su propia puerta, como la luz, los colores y las formas de los
cuerpos, por la vista; por el oído, toda clase de sonidos; y todos los olores por la puerta
de la nariz; y todos los sabores por la de la boca; y por el sentido del tacto que se
extiende por todo el cuerpo, lo duro y lo blando, lo caliente y lo frío, lo suave y lo
áspero, lo pesado y lo ligero, ya sea extrínseco, ya intrínseco al cuerpo. Todas estas
cosas recibe, para recordarlas cuando fuere menester y volver sobre ellas, el gran

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receptáculo de la memoria, y no sé qué secretos e inefables senos suyos. Todas las


cuales cosas entran en ella, cada una por su propia puerta, siendo almacenadas allí.

Ni son las mismas cosas las que entran, sino las imágenes de las cosas sentidas,
las cuales quedan allí a disposición del pensamiento que las recuerda. Pero ¿quién podrá
decir cómo fueron formadas estas imágenes, aunque sea claro por qué sentidos fueron
captadas y escondidas en el interior? Porque, cuando estoy en silencio y en tinieblas, me
represento, si quiero, los colores, y distingo el blanco del negro, y todos los demás que
quiero, sin que me salgan al encuentro los sonidos, ni me perturben lo que, extraído por
los ojos, entonces considero, no obstante que ellos [los sonidos] estén allí, y como
colocados aparte, permanezcan latentes. Porque también a ellos les llamo, si me place, y
al punto se me presentan, y con la lengua inmóvil y callada la garganta canto cuanto
quiero, sin que las imágenes de los colores que se hallan allí se interpongan ni
interrumpan mientras se revisa el tesoro que entró por los oídos.

Del mismo modo recuerdo, según me place, las demás cosas aportadas y
acumuladas por los otros sentidos, y así, sin oler nada, distingo el aroma de los lirios del
de las violetas; y, sin gustar ni tocar cosa sino sólo con el recuerdo, prefiero la miel al
arrope [almíbar] y lo suave a lo áspero.

Todo esto lo hago yo interiormente en el aula inmensa de mi memoria. Allí se


me ofrecen al punto el cielo y la tierra y el mar con todas las cosas que he percibido
sensiblemente en ellos, a excepción de las que tengo ya olvidadas. Allí me encuentro
con mí mismo y me acuerdo de mí y de lo que hice, y en qué tiempo y en qué lugar, y
de qué modo y cómo estaba afectado cuando lo hacía. Allí están todas las cosas que yo
recuerdo haber experimentado o creído. De este mismo tesoro salen las semejanzas tan
diversas unas de otras, bien experimentadas, bien creídas en virtud de las
experimentadas, las cuales, cotejándolas con las pasadas, infiero de ellas acciones
futuras, acontecimientos y esperanzas, todo lo cual lo pienso como presente. «Haré esto
o aquello», digo entre mí en el seno ingente de mi alma, repleto de imágenes de tantas y
tan grandes cosas; y esto o aquello se sigue. «¡Oh si sucediese esto o aquello!» «¡No
quiera Dios esto o aquello!» Esto digo en mi interior, y al decirlo se me ofrecen al punto
las imágenes de las cosas que digo de este tesoro de la memoria, porque si me faltasen,
nada en absoluto podría decir de ellas.

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Grande es esta energía de la memoria, grande sobremanera, Dios mío. Santuario


amplio y sin fronteras. ¿Quién ha llegado a su fondo? Pero, con ser esta energía propia
de mi alma y pertenecer a mi naturaleza, no soy yo capaz de abarcar totalmente lo que
soy. De donde se sigue que es angosta el alma para contenerse a sí misma. Pero ¿dónde
puede estar lo que de sí misma no cabe en ella? ¿Acaso fuera de ella y no en ella?
¿Cómo es, pues, que no se puede abarcar?

Mucha admiración me causa esto y me llena de estupor. Viajan los hombres por
admirar las alturas de los montes, y las ingentes olas del mar, y las anchurosas
corrientes de los ríos, y la inmensidad del océano, y el giro de los astros, y se olvidan de
sí mismos 8, ni se admiran de que todas estas cosas, que al nombrarlas no las veo con
los ojos, no podría nombrarlas si interiormente no viese en mi memoria los montes, y
las olas, y los ríos, y los astros, percibidos ocularmente, y el océano, sólo creído; con
dimensiones tan grandes como si las viese fuera. Y, sin embargo, no es que haya
absorbido tales cosas al verlas con los ojos del cuerpo, ni que ellas se hallen dentro de
mí, sino sus imágenes. Lo único que sé es por qué sentido del cuerpo he recibido la
impresión de cada una de ellas.

CAPÍTULO IX
Pero no son estas cosas las únicas que encierra la inmensa capacidad de mi
memoria. Aquí están como en un lugar interior remoto, que no es lugar, todas aquellas
nociones aprendidas de las artes liberales, que todavía no se han olvidado. Mas aquí no
son ya las imágenes de ellas las que llevo, sino las cosas mismas. Porque yo sé qué es la
gramática, la pericia dialéctica, y cuántos los géneros de cuestiones; y lo que de estas
cosas sé, está de tal modo en mi memoria que no está allí como la imagen suelta de una
cosa, cuya realidad se ha dejado fuera; o como la voz impresa en el oído, que suena y
pasa, dejando un rastro de sí por el que la recordamos como si sonara, aunque ya no
suene; o como el perfume que pasa y se desvanece en el viento, que afecta al olfato y
envía su imagen a la memoria, la que repetimos con el recuerdo; o como el manjar, que,
no teniendo en el vientre ningún sabor ciertamente, parece lo tiene, sin embargo, en la
memoria; o como algo que se siente por el tacto, que, aunque alejado de nosotros, lo
imaginamos con la memoria. Porque todas estas cosas no son introducidas en la
memoria, sino captadas solas sus imágenes con maravillosa rapidez y depositadas en

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unas maravillosas como celdas, de las cuales salen de modo maravilloso cuando se las
recuerda.

CAPÍTULO XI
Por aquí descubrimos que aprender estas cosas —de las que no recibimos
imágenes por los sentidos, sino que, sin imágenes, como ellas son, las vemos
interiormente en sí mismas— no es otra cosa sino un como recoger con el pensamiento
las cosas que ya contenía la memoria aquí y allí y confusamente, y cuidar con la
atención que estén como puestas a la mano en la memoria, para que, donde antes se
ocultaban dispersas y descuidadas, se presenten ya fácilmente a una atención familiar.
¡Y cuántas cosas de este orden no encierra mi memoria que han sido ya descubiertas y,
conforme dije, puestas como a la mano, que decimos haber aprendido y conocido! Estas
mismas cosas, si las dejara de recordar de tiempo en tiempo, de tal modo vuelven a
sumergirse y sepultarse en sus más ocultos penetrales, que es preciso, como si, fuesen
nuevas, excogitarlas segunda vez en este lugar —porque no tienen otra estancia— y
juntarlas de nuevo para que puedan ser sabidas, esto es, recogerlas como de cierta
dispersión, de donde vino la palabra cogitare; porque cogito (pensar) es frecuentativo de
cogo (recoger) como agito (agitar) lo es de ago (mover) y factito (hacer frecuentemente)
de ago (hacer). Sin embargo, la inteligencia ha vindicado en propiedad esta palabra para
sí, de tal modo que ya no se diga propiamente cogitari (ser recogido) de lo que se recoge
(colligitur), esto es, de lo que se junta (cogitur) en un lugar cualquiera, sino en el alma
como es pensar (cogitare).

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Bibliografía
Agustín de Hipona: Confesiones, Traducción: Ángel Custodio Vega Rodríguez
en www.augustinus.it
Benedicto XVI: Carta Encíclica Spe Salvi; 2-6, 2007
Boethius. Severinus: Liber De Persona Et Duabus Naturis Contra Eutychen Et
Nestorium. Documenta Catholica Omnia en www.documentacatholicaomnia.eu
Chaparro, Máximo y Nuñez, Raúl: .El hombre y la cultura, Santa Fe, Editora
Del Litoral, 1985.
Chevalier, J.: Historia del pensamiento, Ed. Aguilar, Madrid, 1967
De Anquín, Nimio: Revista Arkhé, Año 2, fascículo primero, Córdoba, 1965
De Anquín, Nimio: Ente y Ser, Ed. Gredos. Madrid. 1962.
De Aquino Tomás, , In post., Analytica
De Aquino, Tomás: Suma teológica
Eliot, T.S: Select Essay, 1917-1933, Nueva York, Faber & Faber, 1931.
Gilson, E: La Filosofía de la Edad Media, Gredos, Madrid, 1952
Ockham, Guillermo: Suma de Lógica, Editorial Norma, Colombia, 1994.

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Módulo III

El Mundo Moderno

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“La conquista de la Naturaleza por el hombre” es una


expresión usada para describir el progreso de la ciencia apli-
cada. “El hombre tiene a la Naturaleza contra las cuerdas”,
dijo hace poco alguien a un amigo mío.35

La Modernidad.

La era moderna abarca un período de tiempo aproximado de cuatro siglos, desde


el siglo XVI hasta el XX d. C, en el cual “lo humano” se torna el centro de toda
reflexión. ¿Qué es ser moderno?
En el campo de la reflexión filosófica, moderno, es aquella persona que acuerda
con la cosmovisión (visión del mundo) en la cual el individuo tiene la potestad de
conocer y transformar la naturaleza y el mundo histórico y cultural.
El individuo moderno se autoafirma como sujeto fundante del saber, señor de la
naturaleza y, en ocasiones, se equipara con la divinidad. El lema de la modernidad ha
sido expresado idóneamente por F. Bacon (1561-1626) Saber es poder. Para muchos
esto ha sido una arrogancia por parte del individuo entendido como subjetividad
racional que ha pretendido hacerse cargo de una misión que le queda grande: conocer y
dominar la naturaleza de un modo absoluto.
El Saber que busca el sujeto moderno no es el saber del sabio antiguo, la
contemplación de lo real o la admiración por la belleza de la perfección de la creación
divina, sino un saber técnico y práctico. El moderno, aspira comprender cómo funciona
la naturaleza para inventar el justo artefacto, el cálculo o experimento que le permita
dominarla y transformarla en función de sus intereses. El fin de la ciencia moderna no
es teórico sino, más bien, práctico.

Siglos XV y XVI
Sus comienzos se dan en la modernidad temprana o Renacimiento, período
histórico que va del XV al siglo XVI de nuestra era. Este ha sido un movimiento
artístico, social y cultural, cuyo esplendor se dio principalmente en ciudades italianas
como Florencia y Milán y en los países bajos.
En el Renacimiento, la principal actitud de los intelectuales y artistas es de
ruptura con el mundo medieval. Algunas de las figuras centrales como Copérnico,

35
Lewis, C. S. La abolición del hombre –1ª ed.– Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Vórtice, 2014, p.70

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Galileo Galilei, Nicolás de Cusa, Marsilio Ficino, Pico de la Mirándola, Giordano


Bruno, Martín Lutero, Nicolás Maquiavelo, Leonardo Da Vinci, entre otros, mostraron,
cada uno en sus campos de reflexión, un distanciamiento con la institución religiosa
(Iglesia Católica) anhelando un renacer de la cultura clásica surgida en el mundo griego.
Ese distanciamiento lo explicaremos en base a tres aspectos, que serán los que, a su vez,
usaremos para presentar el desarrollo posterior del pensamiento filosófico de la
Modernidad: contexto cultural, gnoseología y política.
En lo que respecta al contexto cultural, la situación geopolítica y tecnológica
renacentista es muy particular. En primera instancia, el acontecimiento más destacado
es el descubrimiento del nuevo mundo, América, en un primer momento nombrada
“indias occidentales”. Esto no fue un hecho menor ya que el “hombre occidental” pierde
con ello el privilegio de ser el centro de la creación, en otros términos, el eurocentrismo
comienza a perfilarse como una perspectiva más de ver el mundo, no pudiendo, así,
ostentar sin reparos ser la única visión del mundo.
Otro hecho relevante del ámbito cultural se da en el ámbito de la circulación del
saber con la invención de la imprenta con Gutenberg (1400-1468). Dicha máquina
inaugura un proceso de descentralización del saber que permitirá desconfiscar la
reflexión filosófica y la producción literaria de los centros eclesiásticos. Así, otros
autores y otras temáticas, no estrictamente teológicas, comenzarán a oírse y circular
entre un número de lectores en ascenso. Esto tiene relación con una particularidad en los
formatos de lo que se imprime. No son únicamente libros los que se producen sino otros
formatos como los panfletos. El caso paradigmático es el de Martín Lutero, quien se
supone, después de enviar sus 95 tesis en una carta al Papa el 31/10/1517 clavó en la
puerta de algunas iglesias un listado o panfleto de sus tesis a modo de denuncia de los
abusos cometidos por la institución religiosa.
Lutero (1483-1546) fue un monje docto alemán que desde dentro de la
institución esclesiástica denunció el cobro de indulgencias (perdón de los pecados) para
acceder a la salvación. Transcribimos algunas de las tesis :
27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la
moneda que se echa en la caja, el alma sale volando
32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar
seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.
36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión
plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.

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37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en
todos los bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por
Dios, aun sin cartas de indulgencias.

Muchos han comparado la impronta que ha tenido la invención de la imprenta


en la cultura y la sociedad con el que ha tenido la invención de internet en el siglo XX.
Antes de entrar en detalle sobre la gnoseología y el pensamiento político de este
período conviene aclarar que los pensadores y artistas de este período no conforman un
grupo homogéneo agrupados en una escuela común sino, más bien, cada uno ha
producido en su ámbito su impronta singular. Sin embargo, es posible identificar ciertas
nociones básicas que, de alguna manera, son compartidas por todos pero carecen aún de
los desarrollos y sistematicidad que los siglos posteriores alcanzarán. Son intuiciones o
nociones singulares más que sistemas de pensamiento.
En el campo de la gnoseología, la teoría del conocimiento, si nos preguntáramos
los interrogantes básicos ¿qué conocemos? O ¿Qué es más digno de ser conocido?
Debemos afirmar que lo humano comienza a ganar primacía entre los temas filosóficos
clásicos. La concepción del hombre, la concepción antropológica del mismo, ha
variado; a pesar de que la concepción antropológica medieval, que concibe al ser
humano como criatura del Dios unipersonal y misericordioso del cristianismo, conseva
su vigencia, resurge un interés por el hombre clásico, por la belleza de su anatomía, por
la capacidad de su alma para conocer la esencia de lo real.
Así, se comienza a resinificar la cuestión clásica referida al alma humana, que
seguirá su evolución hasta llegar a la concepción del “yo” o “conciencia”, no tanto ya
como principio de intimidad con Dios sino, más bien, como principio o vínculo
universal que a través del cuerpo (los sentidos) permite al individuo poner en relación
todas las cosas del mundo. En otros términos, se renueva la relación entre el alma y el
cuerpo y este último no aparece tanto como un estorbo, como pudo ser en la concepción
antropológica platónica, sino como condición indispensable para conocer
fehacientemente la verdad.
Decíamos que el Renacimiento, supone un renacer de la preocupación por los
temas filosóficos de la cultura clásica en la que se destaca, además de la cuestión del
alma, por ejemplo, el interés por la naturaleza. Esta noción comienza a distanciarse de
la concepción medieval.

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En el mundo antiguo, la naturaleza era concebida como totalidad ordenada y


armónica, en la cual el ciudadano griego se encontraba inmerso y, como tal,
condicionado por la misma. Dicha totalidad se expresaba en una temporalidad cíclica,
como puede percibirse en el paso de una estación a otra. A esta cuestión cíclica,
Aristóteles, sumará la cuestión de la división en: mundo sb-lunar (la tierra, ámbito del
cambio y de la corrupción) y mundo supra-lunar (la luna y las demás esferas celestes
(planetas, ámbito permanente y perfecto). Luego de la última, está el motor inmóvil que
la cristiandad interpretará como Dios.
En el Renacimiento comienza a mutar esa concepción. La naturaleza ya no
aparece como algo estructurado en base a dos niveles como lo determinó Aristóteles
(sub-lunar y supra-lunar) sino, que es una totalidad que tiene un solo orden, regida por
la misma legalidad. Habrá que esperar hasta que Isaac Newton formule en el siglo
XVIII la ley de gravitación universal, cómo única y homogénea explicación racional del
movimiento.
A esto debemos sumarle no sólo un cambio en la concepción de la legalidad que
rige la naturaleza sino, también, un cambio en la disposición de sus elementos. En el
mundo clásico-Medieval, el sistema cosmológico se caracterizaba por ser geocentrista,
es decir, la tierra ocupaba el centro y los demás planetas giraban en derredor de la
misma. Con Nicolás Copérnico (1473-1543) la tierra pierde la centralidad en el sistema
planetario, pasando a ocupar ahora un lugar más en el cosmos. En el centro, se
encuentra, de ahora en adelante, el sol (heliocentrismo). Ahora todos los elementos del
sistema planetario giran en derredor de la gran estrella y están sometidos todos al
mismo orden, a un mismo nivel explicativo.
Vale aclarar que la revolución copernicana alcanzará su auge gracias a Galileo
Galilei, quien se abocará a tratar de probar empíricamente lo que Copérnico formuló en
el campo del cálculo y las matemáticas.
En las cuestiones astronómicas y metafísicas de la época hay que destacar el
aporte de Giordano Bruno (1548-1600) quién debido a sus reflexiones fue acusado de
herejía y condenado a la hoguera ¿Cuál fue la blasfemia que cometió Bruno que desató
la furia de la inquisición romana?
Las tesis más radicales de Bruno fueron, principalmente: la infinitud del
universo y el panteísmo. Las dos tesis están estrechamente relacionadas. Con respecto a
la primera, Bruno, sostiene que en el universo en el que se encuentran más de un
sistema solar como el nuestro, el número de ellos puede ser infinito. Esto lo lleva a

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plantear la posibilidad de universos paralelos, es decir, otros planetas donde puedan


habitar seres animados e inteligentes como nosotros. Esta idea es comúnmente aceptada
en nuestros días pero para la época fue sumamente transgresadora. Para la institución
religiosa el aceptar esta tesis conlleva la posibilidad de pensar que el “hombre” que
conocemos, y fue hecho a imagen y semejanza de la divinidad, no sea la prioridad de la
creación, o que las costumbres y los valores sean socavados por un relativismo cultural,
político, religioso, etc.
En lo que respecta a la segunda tesis, sostiene la igualdad o inmanensia entre
dios y la naturaleza o el universo. Si en el mundo medieval Dios y el universo
necesariamente deben ser trascendentes, es decir, estar separados, en el pensamiento de
Bruno son pensados como iguales. Por ello el universo es infinito. Si recordamos lo que
destacábamos del modelo cosmológico geocéntrico- que después de la séptima esfera
celeste estaba Dios -es decir, sin son siete, ahí se terminaría el universo, por la tanto,
tiene un límite, es finito- ahora no habría un centro ni un límite Así lo expresa Nicolás
de Cusa según Villoro (1992): “El universo es una esfera perfecta cuyo centro está en
todas partes y su circunferencia en ninguna de ellas” (p.56)
Este planteo conlleva la posibilidad de plantear un panteísmo, es decir, dios y el
universo son una y la misma cosa.
En lo que respecta al pensamiento político, es ineludible la figura de Nicolás
Maquiavelo (1469-1527). Este filósofo italiano es considerado por muchos como el
padre de la ciencia política moderna. Con su tratado político El Príncipe intenta instruir
a Lorenzo de Medici sobre cómo conformar un Estado unificado en la Italia
renacentista. Para ello el príncipe debe disponer de los medios necesarios para lograr ese
preciado bien, la conformación de un Estado, una organización política, en mayor
medida republicana- parece estar refiriéndose a la república romana- que permita a los
hombres prosperar evitando de cualquier manera el conflicto, visto este como un factor
de caos y de disgregación.
La Italia en la que vivió Maquiavelo se caracterizaba por estar dividida en
principados, es decir, pequeñas provincias o reinos, cuyo poder era ostentado por un
príncipe. Este es un título, de realeza o asociado a las clases nobles, la aristocracia
gobernante. Etimológicamente, príncipe, significa “primer ciudadano” y fue usado por
primera vez en la transición de la república romana al imperio. Pero, ¿es posible usar la
palabra príncipe como sinónimo de tirano?

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No necesariamente un príncipe es un tirano, puede serlo por una cuestión de


hecho (porque su gestión atormenta la vida de los ciudadanos) pero no por una cuestión
de derecho (por su legitimidad), es decir, en lo que respecta a la fundamentación de
cómo asume y ejerce el poder público. La figura del príncipe corresponde a la
organización de los estados monárquicos en la que el rey legitima su poder por una
cuestión de descendencia divina, en otros términos el poder es concedido por Dios
mismo. Por tal motivo, el príncipe tiene legitimidad para gobernar.
Entonces, en lo que respecta al pensamiento político del Renacimiento ¿Cuál es
el campo de acción para el ciudadano común, aquel que no tiene una ascendencia de
sangre real o noble?
En esto Maquiavelo, a pesar de que se dirige a los principados, supone las
concepciones antropológicas de los renacentistas, por ejemplo, las ideas de Pico de la
Mirándola cuando afirma que el creador no le ha dado al hombre una naturaleza
definida, sino la posibilidad de ser lo que él quiera. Pico de la Mirándolla (1978) llama
al Hombre “Contemplador del Universo”; “Cópula entre la criaturas inferiores y
superiores”; “Centro del mundo”; “Artífice de sí mismo”; “Camaleón”. Hablando de la
creación divina dice:

Pero, consumada la obra, deseaba el artífice que hubiese alguien que


comprendiera la razón de una obra tan grande, amara su belleza y admirara la
vastedad inmensa. Por ello, cumplido ya todo (como Moisés y Timeo lo
testimonian) pensó por último en producir al hombre36.

Y continúa diciendo:

Estableció por lo tanto el óptimo artífice que aquél a quien no podía dotar de
nada propio le fuese común todo cuanto le había sido dado separadamente a
los otros. Tomó por consiguiente al hombre así construido, obra de naturaleza
indefinida y, habiéndolo puesto en el centro del mundo, le hablo de esta
manera: … No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el
fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo te informases y
plasmases en la obra que prefirieses.37

En ello consiste la dignidad del hombre:


¡Oh suma libertad de Dios padre, oh suma y admirable suerte del hombre al
cual le ha sido concedido el obtener lo que desee, ser lo que quiera! 38

36
Pico De La Mirandola: Discurso Sobre la Dignidad del Hombre, Buenos Aires, Goncourt. 1978, p.48
37
Ibid, p.48
38
Ibid, p.48

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Así el ser humano no está determinado por un esencia fija que le fue revelada
por Dios y la Iglesia, sino que tiene la posibilidad de autodeterminarse según lo que su
voluntad disponga.
A esto debemos sumarle una cuestión política: Maquiavelo propone la separación de los
dos poderes: el religioso y el político, he aquí el comienzo de la separación entre
política y ética.
Esta tesis ha sido muy radical para la época, y aún lo es. En el caso de
Maquiavelo fue indispensable la separación entre religión y política por una cuestión
que responde más a un realismo político antes que a una creencia atea o anticristiana.
Como decíamos, Italia, se encontraba dividida en pequeños principados entre los cuales
se realizaban alianzas, entre ellos y con el poder papal. El filósofo italiano vio en los
vicios del Vaticano algo sumamente destructivo para conformar un Estado unificado, y
si a ello le sumamos las alianzas con los príncipes por cuestiones mundanas el caos es
inevitable. También vale destacar que su concepción antropológica del hombre no es
muy optimista. Los seres humanos por naturaleza tienden al conflicto y dispondrán para
sobrevivir los medios y recursos que sean necesarios. Por ello se hace indispensable
consolidar un Estado fuerte y centralizado.

Siglos XVII y XVIII


En el siglo XVI de nuestra era es el momento donde la ponderación de la razón
humana comienza a ganar más fuerza.
El uso de la razón avanza a paso firme a un nivel teórico, en la ciencia y en la
filosofía, pero no sucede tan así en lo político, en lo social y en lo cultural.Europa se ve
azotada por sucesivos conflicto y enfrentamientos por cuestiones religiosas, La
Reforma y Contrareforma y por cuestiones geopolíticas como sucede con la guerra de
los 30 años (1618-1648) en el que los imperios centrales se enfrentan por cuestiones de
fronteras, rutas comerciales etc. Otro caso paradigmático fue la guerra civil inglesa
(1642-1651) la cual consistió en guerras internas entre realistas (los que defienden el
poder absoluto del rey) y los parlamentarios (aquellos que buscan limitar el poder del
monarca). Por ello, la necesidad urgente, que golpea la puerta de la refleción de los
pensadores de este período, fue terminar con los enfrentamientos de los hombres, meta
que sólo puede ser lograda por el uso de la razón.

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58

En este período se destacará la figura del filósofo francés René Descartes (1596-
1650). Este sostuvo que la razón es lo propio de la condición y humana y que ha sido
dada por Dios a todos por iguales:

...La facultad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es lo


que propiamente se llama buen sentido o razón, es por naturaleza igual en
todos los hombres; y, por lo tanto, que la diversidad de nuestras opiniones no
proviene de que unos sean más racionales que otros, sino tan sólo de que
dirigimos nuestros pensamientos por caminos diferentes, y no tenemos en
cuenta las mismas cosas. No basta tener un buen ingenio, lo principal es
aplicarlo bien.39

Así, si esta facultad está en todos nosotros por igual, entonces, todos podemos
acceder a la verdad.
En lo que respecta al contexto, Descartes estudia en instituciones religiosas, pero
llegará a decir, en un momento avanzado de su vida, que de todo lo que ha aprendido
hasta el momento en su vida, de todo, puede dudar; y por ello no son saberes
verdaderos.

Hace ya algún tiempo que me he dado cuenta de que desde mis primeros años
había admitido como verdaderas una cantidad de opiniones falsas y que lo
que después había fundado sobre principios tan poco seguros no podía se sino
muy dudoso e incierto, de modo que me era preciso intentar seriamente, una
vez en mi vida, deshacerme de todas las opiniones que hasta entonces había
creído y empezar enteramente de nuevo desde los fundamentos si quería
establecer algo firme y constante en las ciencias.40 (Descartes, 2011, p.40)

Su vida ha transcurrido por un momento social y político donde la tradición


medieval no es ya algo consolidado y estable, sino algo más bien en crisis, generando
ello un estado de incertidumbre en ascenso. El filósofo Michel Montagne (1533-1592)
refleja fielmente este estado de duda y escepticismo en su pensamiento.
En el ámbito de la gnoseología, las concepciones de verdad medieval y los
métodos para conocerla, ya sean la revelación o el Canon aristotélico, no son ya
métodos idóneos para la nueva concepción de la verdad que está naciendo:

39
Descartes R.: Discurso del método, Barcelona, Altaya,1993, p.23
40
Descartes R: Meditaciones metafísicas, Madrid, Alianza,2011, p. 40

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59

“(…) Advertí con relación a la lógica que sus silogismos y la mayor parte de
sus preceptos sirven más para explicar a otro cuestiones ya sabidas o incluso,
(…) para hablar sin juicio de las que se ignoran, que para investigar las que
desconocemos” 41

¿Qué es lo que podemos conocer? Y ¿Cómo fundamentar ese saber? Son las dos
cuestiones centrales a las que se abocará Descartes.
En lo que respecta a la primera, el punto de partida para responderla será la
conciencia o el yo, es decir, qué es lo que encuentro en mí mismo que sea induvitable y
evidente, verdadero. La respuesta del filósofo francés fue: ideas verdaderas. Estas tienen
tres fuentes u orígenes: Dios, los sentidos y la imaginación. La primera de las fuentes
produce ideas innatas (que vienen con nosotros desde el nacimiento (ej. la noción de
infinitud o perfección), las ideas adventicias, las que producen los sentidos al conocer el
mundo exterior, ej. una idea de perro, y las ficticias, las que produce la imaginación, ej.
un hada.
Todas estas ideas están en el yo o la conciencia, este es su suelo común a pesar
de la diferencia en sus orígenes. Esta situación privilegiada del yo ha sido argumento
suficiente para muchos para ubicar a Descartes como el primer pensador moderno. Esta
postura se comprende mejor si nos adentramos en la segunda cuestión referida a la
fundamentación del saber. Para ello Descartes se embarca en una empresa radical, dudar
de todo hasta encontrar algo de lo cual ya no se pueda dudar. Dudar de lo que
aprendimos, dudar de lo que percibimos, dudar de lo establecido... dudar de todo. Esta
actitud arrasante, deja al sujeto que duda en medio de un “desierto epistemológico”, es
decir, al momento de buscar un principio fundante de todo saber y de toda ciencia, nos
encontramos sin nada. En esa situación extrema, Descartes llega a la primera verdad y
fundamento de todo posterior saber: Pienso, luego existo.

Y observando que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan segura
que todas las demás extravagantes suposiciones de los escépticos no eran
capaces de socavarla, juzgué que podía admitirla como el primer principio de
la filosofía que buscaba.42

En esta afirmación, no se puede distinguir un antecedente de un consecuente


pues lo que está antes de la coma (pienso) y lo que está después de la coma (luego
existo) están íntimamente relacionados y ambas son evidente. En términos generales, la

41
Descartes R.: Discurso del método, Op. Cit.,p.23
42
Ibid, p. 45

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afirmación significa que mientras yo esté pensando puedo afirmar que estoy existiendo,
y para pensar, a su vez, debo necesariamente aceptar que existo. De esta manera, la
subjetividad, el sueto, el único ser capaz de pensamiento racional, ocupa ahora el lugar
de piedra fundacional de todo el saber.
La característica principal de este yo es la cualidad de ser autofundante. Es una
conciencia a la que nada se le oculta, es sumamente transparente, translúcida y racional.
El yo ocupa ahora el centro de la escena y de él depende todo avance en el
conocimiento. Para esto último Descartes propone un nuevo método para alcanzar la
verdad que consta de cuatro reglas generales: evidencia, análisis, síntesis y
enumeración.
La primera es simple de comprender porque ya la vemos graficada en el primer
principio (Pienso, luego existo), la evidencia. Algo sólo debe ser tomado como
verdadero si se presenta ante el espíritu como algo evidente, claro y distinto, sin dejar
lugar para la duda. Características propias del saber de las matemáticas, ámbito del
conocimiento en el cual el filósofo hizo, también, sus aportes. La segunda regla
(análisis) está orientada a dividir toda dificultad en sus elementos más simples y
entender las relaciones entre ellos. La tercera (síntesis), apunta a reunir o reconstruir la
complejidad inicial conociendo ahora su constitución interna y su estructura racional.
Y la cuarta (enumeración), sería una enumeración de todos los resultados de los pasos
anteriores tratando de realizar un itinerario del recorrido de la investigación y del arribo
a la nueva verdad.
A pesar de que sea la subjetividad la que lleva adelante la investigación en
búsqueda de nuevas verdades, la garantía última de toda verdad seguirá siendo Dios.
¿Dios?
Para algunos esto parece un retroceso de Descartes ante la radicalidad de su
pensamiento; sin embargo, la concepción de la divinidad que tiene Descartes no parece
ser del todo fiel a la tradición medieval. Dios aparece como una idea en la conciencia de
un sujeto que se piensa a sí mismo y busca en sí algo de lo cual no se pueda dudar.
Antes que nada, Dios, es una idea, y por supuesto, racional. Esa divinidad, la idea de
perfección, es, en el planteo racionalista cartesiano, la garantía suprema de que el saber
para el sujeto pueda ser verdadero. Luego, en la vida práctica, social y cultural, el
filósofo francés aceptará con cierta prudencia con respecto a los dogmas y costumbres

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religiosas de la época hasta tanto no encuentre algo mejor y más verdadero. Esa
prudencia se refleja en la idea de su “moral provisoria”43.
En el campo de la gnoseología, también podemos citar otros desarrollos de la
época en un sentido contrario al filósofo francés. Este es el caso del filósofo inglés Jhon
Locke (1632-1704) quien propone una respuesta dispar con respecto a la fuente genuina
del conocimiento humano. Para el filósofo inglés, el sujeto es una “tabula rasa”, es
decir, el alma humana viene al mundo sin conocimientos innatos. Todo lo que se
inscriba en el alma será producto de la afección de los sentidos. Los sentidos son la
única fuente legítima de conocimientos. Las impresiones sensibles producirán las ideas
que la conciencia, a través de principios de asociación, conformará ideas o
representaciones de la cosas:

Supongamos, entonces, que la mente sea, como se dice, un papel en blanco,


limpio de toda inscripción, sin ninguna idea. ¿Cómo llega a tenerlas? … A
esto contesto con una sola palabra, de la experiencia; he allí el fundamento de
todo saber… Las observaciones que hacemos acerca de los objetos sensibles
externos, o acerca de las operaciones internas de nuestra mente, que
percibimos, y sobre las cuales reflexionamos nosotros mismos, es lo que
provee a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar.44

En este último punto, en lo que atañe a las representaciones podemos


percatarnos de que seguimos reflexionando dentro de una cosmovisión moderna. El que
percibe, el que tiene ideas sigue siendo el único ser que puede conocer de modo
racional, este es, el sujeto, el ser humano.
En el campo del pensamiento político, los pensadores de este período, ante el
caos, producto de los conflictos internos y externos dentro de los imperios por
cuestiones de poder, religión y riquezas, ven ineludible conocer la naturaleza de ese
sujeto moderno para desentrañar las causas de los males que asechan el continente. Uno
de esos pensadores que responde a la realidad política y social de la época fue Thomas
Hobbes (1588-1679).
Este filósofo inglés, con el objetivo de dar un diagnóstico de la realidad política
de su época, entiende que los hombres por naturaleza no son seres buenos, amables,
dóciles y predispuestos para la convivencia pacífica. Las personas, en estado de
naturaleza, es decir, en una sociedad donde no haya un poder instituido que tenga la
potestad de hacer leyes y de hacerlas cumplir por el uso de la fuerza pública, no podrán

43
Vide, Descartes R.: Discurso del método, Op. Cit. Libro III
44
Locke J: Ensayo sobre el entendimiento humano, México, F.C.E, 1999,p.83

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vivir de manera pacífica. La vida fuera del Estado se torna miserable y el hombre se
transforma en el lobo del hombre:

La causa final, meta o designio de los hombres (que aman naturalmente la


libertad) al introducir entre ellos esa restricción de la vida en repúblicas es
cuidar de su propia preservación y conseguir una vida más dichosa; esto es,
arrancarse de esa miserable situación de guerra que se vincula
necesariamente (como se ha mostrado) a las pasiones naturales de los hombre
cuando no hay un poder visible que los mantenga en el temor, o por miedo al
castigo atarlos a la realización de sus pactos, … 45

Con esa situación inicial de toda sociedad, se torna ineludible la necesidad de


instituir un soberano absoluto; puntualmente un gobierno que concentre todo el poder
pero que al mismo tiempo sea instituido por el pueblo, pues la soberanía reside en este.
El soberano será constituido por un “pacto social” porque los individuos reconocen la
urgente necesidad de constituir un gobierno que tenga la capacidad de limitar las
voluntades de las personas para que no se destruyan entre ellas.
Así, el pensamiento contractualista hobbsiano ve como única salida para que los
individuos no vivan en una constante guerra de todos contra todos, la conformación de
un gobierno fuerte que concentre todo el poder (legislar, ejecutar, y castigar el
incumplimiento de las leyes). Dice Hobbes:

Sin la espada los pactos no son sino palabras, y carecen de fuerza para
asegurar en absoluto a un hombre46.

Otro autor que sigue la línea del pensamiento contractualista fue el inglés John
Locke. Influenciado por Hobbes, ve la necesidad ineludible de conformar un Estado,
una organización política que garantice la paz y el resguardo de la propiedad privada.
Por ello, los individuos se ven obligados, por la necesidad de prosperar, a pactar o
consensuar la constitución, primero, de la sociedad civil y, segundo, de un Estado que
los gobierne. A diferencia de Hobbes, Locke, propone un Estado parlamentario, es
decir, un gobierno mixto en el que conviven la figura del monarca y la de un parlamento
que representaría la soberanía del pueblo. También propone la distinción entre poderes
(legislativo, ejecutivo y federativo)
En lo que respecta a la propiedad privada, Locke, la considera como un derecho
natural, inalienable y que debe ser respetado, tanto como la igualdad, la libertad o la

45
Hobbes T: Leviatán, Buenos Aires, Losada, 2003,p. 163
46
Ibid, p.163

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autopreservación de la vida. Como principal pensador del liberalismo político, corriente


intelectual que sostiene indispensable limitar el poder absoluto del rey para resguardar
los derechos naturales de los individuos, sostiene que la propiedad privada tiene su
origen en la naturaleza humana.
Todo individuo en estado de naturaleza tiene el deber de hacer lo posible para
sobrevivir y satisfacer sus necesidades básicas. Por tal motivo, el hecho de que un
individuo determine un pedazo de tierra, una planta frutal o una cosecha como suya,
responde a una necesidad natural de que todo sujeto debe proveerse de lo necesario para
evitar las calamidades en un futuro. Además de esta justificación por derecho natural,
existe otra justificación que le otorga al individuo el derecho a la propiedad privada: el
mérito del trabajo. El hecho de que un individuo encuentre una tierra sin dueño y luego
decida trabajarla para su prosperidad personal, en términos generales, esto le daría
derecho a declararla como su propiedad privada:

Aunque la tierra y todas las criaturas inferiores pertenecen en común a todos


los hombres, cada hombre tiene, sin embargo, una propiedad que pertenece a
su propia persona; y a esa propiedad nadie tiene derecho, excepto él mismo.
El trabajo de su cuerpo y su labor producida por sus manos, podemos decir
que son suyos. Cualquier cosa que él saca del estado en que la naturaleza la
produjo y la dejó, y la modifica con su labor y añade a ella algo que es de sí
mismo, es, por consiguiente, propiedad suya.47

Pero lo que no termina de quedar claro en Locke es ¿cómo es que ese estado de
naturaleza previo a la conformación de un Estado, se degenera en estado de guerra?.
Este último es el que torna urgente la conformación de un poder terrenal que limite las
voluntades de los libres

Siglo XVIII- XIX


El contexto cultural de este período estará determinado principalmente por lo
que se conoce como el “Iluminismo”, “ilustración” o “Siglo de las luces”. Esta corriente
de pensamiento se desarrolló principalmente en Francia, Reino Unido y Alemania. El
filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) dio una de las primeras respuestas a la
cuestión ¿Qué es la Ilustración? :

47
Locke J: Segundo tratado sobre el gobierno civil, Madrid, Alianza, 1990, p.55

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64

La ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La


minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la
guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no
reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse
por sí mismo de él sin la guía de otro.

¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el


lema de la ilustración.48

Kant aclara que, si no vivimos en un época ilustrada no es por una deficiencia en


los espíritus de los hombres sino, más bien, por una cuestión de pereza. La posibilidad
del individuo de liberarse de cualquier tipo de dependencia o tutela, ya sea religiosa o
política, reside en sí mismo en su razón.
La Ilustración luchó contra todo pasado, representado por la tradición
monárquica y medieval, centrando su interés en todo tiempo futuro, tiempo que siempre
será mejor que el presente.
La modernidad, y principalmente el período ilustrado, sostuvo la fuerte creencia
en el progreso de la historia. Esto sólo puede ser garantizado si los hombres abandonan
la superstición, la religión y las pasiones y comienzan a regir sus vidas por la razón. Un
gobierno de la razón sólo puede generar las condiciones materiales para la evolución de
la sociedad hacia lo mejor.
A pesar de que la Ilustración amedrentó contra la Religión, los intelectuales, no
reniegan de la posibilidad de concebir un dios racional (deísmo) que sea el principio
divino del universo. Pero de ningún modo hay lugar para un dios revelado y rector de la
vida de los hombres.
En el campo de la gnoseología, el siglo XVIII, sería, podríamos decirlo, el auge
de la modernidad. Los campos del saber como el de las matemáticas y el de las ciencias
experimentales se consolidan. El Sir Isaac Newton (1643-1747), formula la ley de
gravitación universal y las tres leyes del movimiento y otros aportes como, por ejemplo,
el cálculo integral y diferencial. También son destacables sus trabajos sobre la
naturaleza de la luz y su remodelación del telescopio construido por Galileo.
En el siglo de las luces, es notable la distinción entre los autores que ubican a la
razón como centro rector del saber, de la vida y de la historia y otros que le dan un lugar

48
Kant I: ¿Qué es la ilustración?, México. F.E.C, 2004, p.1

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65

un poco más periférico. En el primer grupo, podríamos nombrar al filósofo alemán G.


Leibniz (1646-1716) o a los enciclopedista franceses como D´Alembert (1717-1783) o
Diderot (1713-1784). En el segundo grupo, podemos ubicar a Helvetius (1715-1771) o
David Hume (1711-1776)
Para los primeros, el universo se presenta como algo ordenado, posible de
conocer y de controlar por medio de la razón. La ley de la naturaleza puede ser conocida
y manipulada por la técnica moderna. El caso más gráfico es del Newton.
Para los segundos, lo central en el ser humano es el contacto con la materia y el
fundamento sensualista de todo el conocimiento humano. En el caso de Hume (1992),
llegará a sostener que la razón es esclava de las pasiones.
De igual manera, a pesar se sus diferencias, podemos afirmar que cada uno a su
manera vivió y encarnó la modernidad y la ilustración.
En lo que respecta al conocimiento, el filósofo inglés Hume, a través de su
fundamentación empirista del conocimiento ha generado en la época de esplendor de la
ciencia racional moderna una situación de duda escéptica sobre el origen y alcance del
saber humano. Son conocida sus afirmaciones sobre la razón como un principio inactivo
tanto en lo especulativo como en le campo de la moral: “En tanto se admita que la razón
no tiene influencia alguna sobre las pasiones y acciones, es inútil pretender que la
moralidad pueda descubrirse sobre la sola base de la deducción racional”.(HUME,
1992, p. 619)
Si todo conocimiento comienza con la experiencia, es decir, es originado por las
sensaciones o impresiones que afectan los sentidos del sujeto cognoscente (idea similar
a la de Locke), entonces las cuestiones racionales de la física-matemática (como el
movimiento, la fuerza de inercia o de atracción, la gravitación) deberían poder ser
explicadas en base al empirismo, pero no los son. En otros términos, no es posible
fundamentar por la experiencia la producción de un conocimiento formal o lógico
como, por ejemplo, la noción de infinito,de Dios o de fuerza. ¿Qué experiencia sensible
da origen en nuestra conciencia a la idea de infinito? Por más que lo intentemos no
podremos hallar la impresión que la produzca.
Para resolver la cuestión, de cómo un científico usa una noción abstracta de
fuerza pero, al mismo tiempo, no puede dar cuenta de su origen sensible, Hume, recurre
a la noción de hábito o costumbre. El sujeto, cuando conoce, en función de las leyes de
asociación (semejanza, contigüidad en el espacio y el tiempo y ley de causa y efecto)
anticipa lo que va a suceder antes que un fenómeno suceda, como por ejemplo, la caída

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de cuerpo al piso, e introduce, en la experiencia, que está por suceder, un concepto


extraño como la fuerza, para explicar lo que acontecerá. Este elemento, no lo percibe en
la experiencia actual sino que la conciencia lo obtiene de experiencias pasadas
semejantes.
La consecuencia más radical de este planteo es que, el conocimiento que
produce la ciencia racional moderna no es tan necesario como aparentaba sino, antes,
contingente. En otros términos, el conocimiento humano no está fundado en la
experiencia de una ley natural necesaria sino en el hábito o memoria del sujeto que
conoce.
Para superar esta situación aporética, a raíz de un intento de fundamentación
empírica del conocimiento científico, debemos abocarnos al planteo de Kant (idealismo
trascendental).
Este aporte del filósofo alemán encierra una gran complejidad al intentar
congeniar las dos posturas, a veces opuestas, en lo que respecta a las fuentes y
justificación del saber: racionalistas y empiristas. Para salir de la encrucijada en la que
nos insertó el planteo de Hume, Kant, recurrirá a un ámbito de fundamentación del
saber más riguroso que la experiencia sensible (empirismo) y las ideas innatas
racionalistas (racionalismo).
El nuevo ámbito de fundamentación es el sujeto que conoce. Será este el que
genere las condiciones para que un saber sea objetivo y necesario, como la ciencia
aspira a que lo sea. El único camino para evitar el escepticismo, según kant, es plantear
un noción de subjetividad universal, es decir, que toda persona, por el sólo hecho de
nacer como tal, posee una estructura racional a priori, previa a toda experiencia posible,
sin importar la época, la raza o la cultura.
El hecho de que podamos construir conocimientos, los podamos compartir y nos
podamos comunicar, responde a la cuestión de que tenemos, todos, una misma
estructura racional que al momento de conocer se pone en juego para dar orden a las
impresiones sensible que provienen del mundo externo.
Entonces, reconstruyendo brevemente el proceso constitutivo del conocimiento,
el sujeto debe, primero, ser afectado por la realidad externa; segundo, esos datos que
ingresan por los sentidos serán ordenados por esa estructura racional (relación de causa
y efecto, cantidad, cualidad, sensibilidad, etc) que dará orden a esos datos; y, tercero, se
llegará a un producto, el objeto de conocimiento.

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Este proceso de construcción del conocimiento es mucho más complejo de lo


que bosquejamos, pero alcanza con que quede claro que para que haya conocimiento, el
sujeto debe ser afectado por el mundo sensible, externo y, segundo, la subjetividad debe
estructurar los datos de esa experiencia. Si alguno de estos dos pasos faltara sería
imposible constituir conocimiento alguno. En caso de que se den los dos, todo
conocimiento científico, estará debidamente justificado. Vale aclarar que el único saber
válido y objetivo, para Kant, es el de la Ciencia. En lo que respecta a un saber
metafísico o teológico que vaya más allá de la experiencia sensible y aspire a la
objetividad de la ciencia no será considerado como válido. Para este tipo de saber no-
empírico, Kant, tiene reservado otro ámbito de conocimiento, con igual importancia que
el científico, pero orientado a la vida práctica (ética, política y religión)
En lo que respecta al pensamiento político, la Ilustración, estará marcada
profundamente por el acontecimiento social y político, tal vez, más radical del siglo
XVIII: la Revolución Francesa. Esta se desarrolla en Francia en el año 1789, la cual
marcó un antes y un después tanto en Europa como en América.
Dicho acontecimiento fue un levantamiento popular, agitado por la clase
burguesa ascendente y avalado por sectores de la nobleza que estaban insatisfechos con
su posición social, contra el poder absoluto del rey, en ese momento Luis XVI. La
revuelta da como resultado la conformación de una asamblea general en la que las
distintas clases sociales debaten sobre el alcance y limitaciones del poder monárquico.
Finalmente, el 26 de agosto del mismo año, se aprueba la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, documento que será inspirador para la declaración de
distintas constituciones de los Estados-Naciones que surgen en el siglo XIX, tanto
europeos como americanos. Es un documento que en mayor o menor medida es
respetado y no contradicho por todas las constituciones republicanas.
Los ecos de la Revolución resuenan por todo el pensamiento político de la
época. Los derechos naturales e inalienables de libertad, igualdad y fraternidad fueron
compartidos en su mayoría por los intelectuales. Uno de los filósofos políticos que hizo
sus aportes a la Ilustración fue Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).
Para Rousseau, a diferencia de Hobbes, concibe que los hombres no son malos
por naturaleza, sino que es la sociedad civil la que pervierte a las personas. La sociedad
es una agrupación artificial que los hombre consensuan constituir, por una cuestión de
conveniencia, en la debería ser gobernada según este autor por la voluntad general.
Esta sería el cuerpo político donde reside la soberanía, el pueblo, y, consecuentemente

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68

con ello, la única forma de Estado compatible con ella es el Estado republicano. Vale
aclarar que para Rousseau, el gobierno de este Estado republicano, puede ser una
democracia, una monarquía o una aristocracia, mientras no afecte la autonomía racional
de cada ciudadano.
La república de Rousseau, generada por un pacto de los individuos que reunidos
ven necesaria la conformación de un poder que los gobierne, debe regirse por la ley que
la voluntad general emita. Al igual que Hobbes, para el filósofo francés, la
conformación del Estado es producto de la reflexión racional, y lo único que puede
garantizar a los individuos una vida racional porque es expresión de la voluntad general:

Ya que por naturaleza, nadie tiene autoridad sobre los semejantes y que la
fuerza no produce ningún derecho, sólo quedan las convenciones por base de
toda autoridad legítima entre los hombre.49

Esta voluntad es general en la medida que cada uno de las voluntades de los
individuos aspire a los intereses universales, como puede ser, defender los derechos
naturales de los ciudadanos.
Rousseau es comparable con los otros pensadores contractualistas modernos que
comentamos. Pero hay una diferencia importante. Para él, el hombre no es malo en el
estado de naturaleza, es decir, antes de conformar un Estado de derecho. La sociedad
civil y la propiedad privada es lo que genera la desigualdad entre los hombres y no,
como cree Hobbes, la vida salvaje.
Continuando con este pensamiento político, Kant en su texto Por la Paz
Perpetua50, sostiene la necesidad de aspirar a una paz universal, cosmopolita y
duradera, a través de la ilustración de las naciones principalmente con la consolidación
de una forma republicana de gobierno mundial. Una constitución republicana debe
prohibir como algo ilegal la guerra entre los Estados.
Siguiendo los lineamientos de Rousseau, Kant, sostiene que los hombres deben
determinarse en función de valores o principios universales. Una voluntad entregada a
las pasiones, a los vicios y a las circunstancias no podría jamás vivir de una manera
racional. Para lograr esto último es necesario preguntarse ¿qué debo hacer? La respuesta
kantiana es categórica, es necesario actuar de tal modo que mi forma de actuar se
transforme en una forma de actuar universal.
49
Rousseau J: El contrato social, Buenos Aires, Tor,1957,p.10
50
Vide Kant I: Por la Paz Perpetua, Barcelona, Fontana, 2011, pp-37-39

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69

El imperativo categórico es, pues, único, y es como sigue: obra sólo según
una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley
universal.51

Debo comportarme de tal modo que lo que yo hago sea digno de ser imitado por
todos. Pensando en la Revolución francesa, y si esta fue imitada por otras naciones,
entonces podríamos plantear la hipótesis de que esta revolución tal vez supo captar y
leer cuáles eran las necesidades o las calamidades éticas de los pueblos de tal modo que
esa lucha se transformó en un modo de luchar y de pensar universal.

La Modernidad en Latinoamérica.

Destacábamos la impronta que tuvo la Revolución Francesa en los Estados


emergentes de Europa y de América, pero ¿cómo repercutió todo aquel pensamiento
libertario de la Ilustración en Latinoamérica? Y esos aires revolucionario que soplan
desde Europa ¿Han generado algún pensamiento originario en el territorio rioplatense o
no hubo una reflexión filosófica activa que haya pensado de modo original la realidad
social y geopolítica del viejo virreinato del rio de La Plata?
La Ilustración ha entusiasmado los corazones de los hombres de mayo de 1810.
Ejemplos claves son Mariano Moreno (1778-1811), Bernardo de Monteagudo (1789-
1825) o Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), entre otros. Muchos de los
intelectuales o funcionarios de la época fueron criollos, es decir, hijos de españoles
nacidos en territorio latinoamericano que comenzaron a no sentir como propia la cultura
y herencia española. Esto se manifestó a través de disconformidades en distintos
ámbitos, económicos, políticos y sociales. Para algunos, como es el caso de Leopoldo
Sea (1987), han considerado que no hubo un pensamiento latinoamericano propio y que
sólo se han importado ideas europeas y se las han implantado en un territorio ajeno y
una realidad social para cual no fueron creadas. Para esta disputa de si hubo o no un
pensamiento propio en Latinoamérica nos centraremos en los aportes de la Escuela de
Constanza para interpretar la noción de “recepción” y así afirmar que lo que sucedió en
Latinoamérica fue una apropiación crítica del pensamiento europeo no para implantarlo

51
KANT I: Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Puerto Rico, Ed. Rosario Barbosa,
2007, p. 47

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70

en la realidad política de América, sino, más bien, para pensar y transformar la realidad
latinoamericana.
La escuela de Constanza, o también llamada teoría de la estética de la recepción,
introduce como aporte, en el tradicional esquema comunicativo autor-obra-receptor, que
este último no es una figura pasiva. Al leer un mensaje o un texto o al reflexionar sobre
una idea propuesta por un autor no asimila a-criticamente:

[…] la estética de la recepción restituye el rol activo del lector en la


concretización sucesiva del sentido de las obras a través de la historia.52

Por otra parte, la estética da la recepción sostiene como algo clave el diálogo
entre los lectores:

“La comunicación literaria debe ser concebida como un campo


intersubjetivo; es preciso entender la relación dialógica entre el texto, sus
"receptores" y los receptores" entre sí” 53. (Jauss, 1985, p.37)

El rol activo de los lectores permite pensar en la posibilidad de un pensamiento


originario en Latinoamérica y en el río de la Plata. Uno de los autores argentinos que se
alineó con esta postura fue el mendocino Arturo Roig (1922-2012). En su texto “Teoría
y crítica del pensamiento Latinoamericano” (1981) propone que los latinoamericanos
no debemos pensarnos sólo como parte de una historia universal, que ha sido escrita por
europeos y vencedores. Advierte Roig (1981):

La hipostasiación de las formas de cultura espiritual, sobre las cuales tantas


veces se ha intentado alcanzar una definición del "nosotros" y de lo
"nuestro", no sólo nos niega como sujetos de nuestro propio ser histórico y
nos convierte en receptores de un mandato, sino que parte de formas de
negación generadas ideológicamente por los portavoces de la cultura
dominadora.54

El camino señalado por Roig supone pensar genuinamente lo que llama el “a


priori antropológico”. Este concepto no es sumamente originario de Roig sino que lo
toma de filósofos europeos: Kant y Hegel.

52
Jauss H. R: Estética de la Recepción y de la Comunicación Literaria, Punto de Vista. Revista de
Cultura, año IV, n° 12, 1981,p 37 .
53
Ibid., p 37
54
Roig., Arturo Andrés: Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, México, Fondo de Cultura
Económica, 1981, p. 41

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Para el filósofo argentino, el a priori antropológico significa la capacidad que


tiene todo sujeto de reconocer a todo individuo la condición de ser un “ente histórico”.
Para pensarnos a nosotros mismos es indispensable suponer una condición pre-
comprensiva antes de intentar conocernos o de escribir nuestra propia historia. Esa
condición significa aceptar que toda persona es un ser histórico, lo cual no significa que
para tener una historia debemos pensar cómo ingresamos en la historia universal narrada
por los conquistadores europeos.

El punto de partida para una definición de lo "nuestro" y del "nosotros" ha de ser


siempre el sujeto concreto inserto en su mundo de relaciones humanas desde el cual
recibe o se apropia de las formas culturales, y no lo recibido en sí mismo, cuya riqueza
intrínseca se juega toda entera en el acto de recepción55.

El sujeto que decide pensarse a sí mismo es, siempre, empírico. Ello implica que
su historicidad es siempre contingente y no puede estar sujeta jamás al automovimiento
del espíritu absoluto de Hegel. El a priori antropológico supone dos actitudes: 1)
considerarnos como sujetos históricos valiosos y 2) considerar como valioso el
conocernos a nosotros mismos.
De esta manera, Roig, señala la posibilidad de un “comienzo” genuino de la
reflexión filosófica en Latinoamérica, a lo que debemos agregar que, ese sujeto
empírico e histórico que decide pensarse a sí mismo nunca es un individuo aislado sino
un suejto plural, un “nosotros”. Dicho en otros términos, así como no hay objetividad
sin subjetividad, tampoco hay individualidad sin universalidad.

"Tener como valioso el pensarnos a nosotros mismos", implica la acción de


pensarse en general, de darnos una determinación que va más allá de la
subjetividad, ya que es connatural al pensar plantear sus respuestas en
relación con lo universal. Y este hecho se da respecto de todas las formas de
praxis, sean ellas las de carácter judicativo o las de la conducta moral o
política, en el sentido amplio de los términos56.

En conclusión, un pensamiento genuino y propio no se logra a través del rechazo


al pensamiento europeo sino, más bien, a través de una apropiación crítica de las ideas
para poder construir un “nosotros” que permita desentrañar y luchar contra las

55
Roig., Arturo Andrés: Teoría y crítica…Op. Cit., p.44
56
Ibid., p. 57

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injusticias sociales y culturales que sacuden al pueblo latinoamericano y que muchas


veces son el efecto del trabajo sutil de ideologías encubridoras.

Categorías modernas

Infinitud y homogeneidad del universo


En astronomía Copérnico retira para siempre la idea de la centralidad de la tierra
dentro del sistema cosmológico. Descubre que el movimiento planetario se comprende
en formulación matemática. Antiguamente se pensaba que había un principio de
movimiento, es decir, un alma. La objetivación y mecanización es un proceso que se
extiende a los seres terrestres diluyendo las fronteras entre la vida y lo inorgánico, entre
naturaleza y espíritu.
Ante la mirada científica de un universo infinito y homogéneo, las fronteras del
mundo y sus jerarquías, desaparecen.
Otro aporte es el de Galileo con la construcción de una lente astronómica. Dicho
instrumente permite visualizar las superficie de la luna y las manchas del sol; la vieja
concepción del mundo supralunar, perfecto e incorruptible, pierde veracidad. Otro
aporte es el principio de inercia, pues descarta la acción externa motriz que explique el
movimiento de los astros. El movimiento es un estado de los cuerpos, natural como el
reposo. Es el inicio de una nueva concepción física de la naturaleza, la que indica
solamente medida y relación entre fenómenos. La naturaleza es sólo ley de variaciones
o relaciones.

Matematización de la naturaleza
En los siglos XVII y XVIII se inicia una nueva manera de comprender la
naturaleza, un nuevo tipo inteligibilidad. Esta nueva lectura del mundo natural es
utilizada y fundamentada por Galileo y Descartes. La racionalidad es matemática la cual
tiene la función de comprender naturaleza. Todos los datos que provienen de la
sensibilidad están cargados de subjetividad, como lo muestra la experiencia diaria. Se
hace necesario hallar un criterio que otorgue rigor y objetividad. Detrás del orden
sensible se debe encontrar un orden inteligible del orden natural. Para que esto sea
posible el objeto de la ciencia no tiene que ser lo cualitativo sino lo cuantitativo. La
realidad física debe ser mensurada. La ciencia conquista así racionalidad y objetividad.

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El ser humano como sujeto


El mundo clásico y cristiano no desconoció la particular dignidad del ser
humano. En el mundo griego el hombre posee toda la dignidad que le otorga la vida
racional que lo sobreeleva de lo contingente y particular al gozo de lo universal y
necesario; para el cristianismo el hombre es persona, una realidad individual racional,
espiritual, de una dignidad inviolable y un misterio insondable que se hunde en el
misterio de Dios.
En la modernidad el ser humano es un sujeto con racionalidad y voluntad
autónoma. Esto quiere decir que no es dependiente de una realidad ulterior, sino que es
independiente, es decir, autónomo que se basta así mismo.
Bastarse a sí mismo se puede sintetizar en un término: creador. Para el mundo
clásico y medieval, la verdad, el bien, la belleza, el ser mismo, no dependen del hombre,
sino que éste debe abrirse y descubrir los diversos valores y aspectos de lo real. Con la
visión de la modernidad sucede algo distinto, lo que Kant llamó “giro copernicano”, ya
no aplicada al lugar del sol en el sistema planetario, sino al lugar del hombre en relación
a lo real. El hombre construye el objeto de conocimiento científico y la verdad
científica. Asimismo se dicta la ley moral, lo que no significa que sea lo que a cada uno
se le ocurra, sino un ordenamiento universal, que surge de la misma racionalidad.
La afirmación del sujeto que formula la época moderna adquiere matices, en las
distintas corrientes filosóficas o pensamientos sociopolíticos. Por ejemplo la imagen de
la existencia humana resulta de la afirmación del sujeto en la línea de la individualidad
del hombre: la existencia humana es un conjunto de seres autónomos y cerrados en sí
mismos que sólo se abren al otro mediante un contrato. Otra si se la relaciona con
algunas dimensiones del ser humana: el valor que se le da en la modernidad al
conocimiento y a la praxis.
Ciencia Moderna
El conocimiento se conecta con la idea de dominio. Según el lema de Francis
Bacon Saber es poder. En el desarrollo de la ciencia se descarta como regla de
descubrimiento la autoridad por la experiencia. Se va trazando las líneas fundamentales
de método experimental que confluye en una doble vertiente: el razonamiento
matemático y la experiencia.
El método experimental busca la determinación de la relación de los fenómenos
observados, abandonando la búsqueda de la esencia de las cosas. Le interesa cómo son,

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cómo se comportan, cuál es la ley de movimiento y variabilidad, lo que posibilita el


dominio.
A la valoración de conocimiento se le otorga un nuevo sentido a la praxis.
Praxis es un término griego traducido literalmente significa actividades u ocupaciones
del hombre, pero modernamente adquiere otra significación: acción trasformadora. Con
mayor precisión: toda acción transformadora, la cual modificando el mundo, modifica
o despliega el ser del hombre.

Dios en la conciencia moderna


Es una de las cuestiones más arduas de exponer, por su hondura y complejidad.
Empezaremos con dos interrogantes: ¿Dios está presente en la conciencia del hombre
moderno? Si lo está,¿ Cuál es la imagen en ésta conciencia? No pretendemos agotar las
preguntas, pero daremos algunas líneas de reflexión.

1. Hemos dicho que toda época se apoya sobre la anterior, la supera o modifica.
Desconectar la Edad Moderna de la Edad Media significa condenarse a la
incomprensión de la dinámica de la historia como una realidad procesual.

Para comprender el contenido y valorar plenamente la metafísica de la Edad


Moderna, es de una importancia decisiva ver claro en qué profunda conexión
viven sus sistemas —no solo de hecho, sino de un modo consciente y
expreso— con las bases y las convicciones religiosas de su mundo
circundante, el Occidente cristiano.57

El hecho de que grandes figuras de la cultura moderna como Copérnico, Kepler,


Galileo, Newton, Bacon, Descartes, Kant, Hegel, etc., estén convencidos de su
pertenencia al cristianismo, sea católico o protestante, debe precavernos de acusar
superficialmente de ateísmo a esta época.

La razón científica autónoma, el libre espíritu científico es quien quiere erigir


el sistema. Pero el fin general de este trabajo libre es en los grandes
metafísicos creadores de la Edad Moderna este: "conciliar la fe con el saber,
construir la filosofía cristiana, elevar las grandes verdades de la religión hasta
la clara forma del concepto filosófico por medio de la especulación
metafísica”.58

57
Heimsoeth, Heinz: La Metafísica Moderna, Castilla. Madrid, 1966, p. 13

58
Heimsoeth, Heinz: La Metafísica Moderna, Castilla. Madrid, 1966, p. 13

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Estos cristianos modernos, naturalmente no sospecharon que sus propias


construcciones conducirían a menudo al ateísmo, por la lógica interna de sus ideas.

2. La acentuación del Mundo y del Hombre, hace que Dios pase a segundo
término.
3. A partir del Renacimiento la vivencia del Mundo como creatura retrocede. Se
oculta en la conciencia del hombre la Presencia del Dios creador. La absolutez
del Mundo y la centralidad del sujeto tornan innecesaria aquella Presencia. Es
necesario recordar que el espíritu judeocristiano percibe la realidad como don.
Para este espíritu el agradecimiento es un sentimiento y una actitud básica de la
existencia humana. El hombre moderno ve la realidad como algo natural: no es
problemático que haya seres, sino lo que son estos seres y cuál es su dinamismo.
Luego si la existencia es algo natural, la actitud básica pierde sentido. Se pone
en tela de juicio la vida religiosa cristiana en general.
4. Dentro del desarrollo del pensamiento científico, y especialmente en la
concepción mecanicista de la naturaleza, aparece la idea de Dios como impulsor
de una máquina. Si el Universo es una máquina perfecta, luego se puede deducir
que existe una Inteligencia Perfecta que haya pensado y producido la máquina.
5. El mecanicismo que pierde todo contenido religioso, pasa al deísmo del siglo
XVIII. El mismo sostiene la autonomía de la vida religiosa de toda autoridad y
tradición, una religión natural que prescinda de tosa revelación y al mismo
tiempo sea racional. Las religiones históricas son supersticiones que deben
superarse.
6. Otra corriente es la que expresa el romanticismo y el idealismo. Dios y el mundo
(Infinito y finito) se acercan hasta construir una unidad dinámica, que se
desarrolla en el devenir de la historia. Esta visión ha orillado en el panteísmo y
muchas veces se ha afirmado en él.
7. En el siglo XIX se inicia una crítica severa a Dios. Se comienza a pensar que la
idea de Dios es una proyección ilusoria del hombre.

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Así como el hombre piensa, así como él siente, así es su Dios; este es el valor
que tiene el hombre y este es el valor que tiene su Dios. La conciencia de
Dios es la conciencia que tiene el hombre de sí mismo, el conocimiento de
Dioses el conocimiento que tiene el hombre de sí mismo. Conoces al hombre
por su Dios, y viceversa, por su Dios conoces al hombre; ambas cosas son
idénticas. Lo que para el hombre es Dios, es su espíritu y su alma; y lo que es
el espíritu del hombre, su alma, su corazón, es precisamente su Dios, y Dios
es el interior revelado, el yo perfeccionado del hombre; la religión es la
revelación solemne de los tesoros ocultos del hombre, es la confesión de sus
pensamientos íntimos, la proclamación pública de sus secretos de amor. Pero
si la religión, la conciencia de Dios, es llamada la conciencia del hombre de
sí mismo, entonces esto no debe entenderse como si el hombre religioso se
diera cuenta de que su conciencia de Dios es la conciencia de su esencia;
pues el defecto de esta conciencia motiva precisamente la esencia particular
de la religión. Para suprimir este error sería mejor decir: la religión es la
conciencia primaria pero indirecta que tiene el hombre de sí mismo.59

La idea de Dios no es más que la esencia humana proyectada en una existencia


infinita. La teología es una antropología camuflada. De aquí deriva la idea de que en la
religión el hombre se aliena, se enajena, es decir, pasa a ser otro, pierde su conciencia.
El ateísmo siglo XIX, fue preparado lentamente durante la edad moderna, pero
es erróneo considerar al ateísmo como una consecuencia inexorable de la cultura y
filosofía moderna; simplemente era una alternativa

Conclusiones:
El mundo es una totalidad, infinita en el espacio y el tiempo. Es naturaleza, es
decir, algo último y absoluto. Por medio de ella se explica todo por medio de
un sistema racional de leyes.
El sujeto aparece como una realidad primaria, constituida por una razón y
voluntad autónoma. Desde ellas se estructura la inteligibilidad del mundo y la
creación de la cultura. Dicha cultura es expresión de la voluntad de dominio,
que se observa en la civilización material o la ordenación sociopolítica que
impone al mundo entero.
La idea de Dios en el mundo moderno es compleja, presenta diversos matices.

59
Feuerbach, Ludwig: La esencia del cristianismo. Crítica filosófica de la religión. Luarna Ediciones,
España, 2006 pp.52-53

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LECTURA
La imagen moderna del Mundo
Del libro “El ocaso de la Edad Media”, de Romano Guardini
“Según la imagen antigua, el mundo era una magnitud limitada; sin embargo, su
limitación en cuanto a la extensión tenía la contrapartida de una ilimitación intensiva, si
se nos permite hablar así, es decir, de un contenido simbólico absoluto que resplandecía
en todas partes. El mundo como totalidad tenía su arquetipo en el Logos. Cada una de
sus partes realizaba un aspecto específico de este arquetipo. Los distintos elementos
simbólicos estaban en relación mutua y constituían un orden ampliamente articulado.
Los ángeles y bienaventurados en la eternidad, las estrellas en el espacio cósmico, las
cosas de la naturaleza en la tierra, el hombre y su estructura interna, así como la
sociedad en sus distintos extractos y funciones, todo ello se presentaba como un sistema
de símbolos dotados de significación eterna. Un orden igualmente simbólico dominaba
la historia y sus diversas fases, desde su comienzo auténtico, la Creación, hasta su fin
igualmente auténtico, el Juicio. Los diferentes actos de este drama –las épocas de la
historia- se relacionaban entre sí, y dentro de cada época todo suceso tenía un sentido
propio.
Ahora el mundo comienza a dilatarse y hacer saltar sus contornos. Se descubre
su expansión indefinida en todas direcciones. La antigua voluntad de un mundo
limitado, voluntad que, en otro tiempo, determinaba el carácter de la vida y el de toda
actividad humana, desaparece, y su lugar lo ocupa una voluntad nueva, que otorga
sencillamente a esa expansión un sentido de liberación. La astronomía descubre que la
tierra gira alrededor del sol; por consiguiente, la tierra deja de ser el centro del universo.
Giordano Bruno expone en sus fogosos escritos la filosofía de un universo infinito, más
aun, de un número infinito de universos, y pone en tela de juicio la importancia única
que correspondía al universo dado.
Ahora bien, los resultados de la nueva astronomía son de tal importancia y están
en tan lógica relación con los del resto de la investigación de la naturaleza, que permiten
a la persona enterada tener la convicción de que se ha eliminado toda fantasía y se ha
construido una imagen del mundo ajustada solamente a la realidad.
Lo mismo sucede en lo relativo a la imagen de la historia. Se considera
discutible la doctrina bíblica sobre el comienzo determinado y un fin igualmente

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determinado. Se abre paso a la concepción de una evolución histórica procedente de un


pasado cada vez más remoto. El estudio de las fuentes, monumentos y restos culturales
pone a la vista un acervo enorme de fenómenos y acontecimientos; la investigación de
las causas y efectos, y la penetración en la estructura de la existencia humana ponen al
descubierto relaciones que vinculan a cada cosa con todo lo demás. Sin embargo, por lo
que a cada suceso singular se refiere, éste pierde su importancia, debido al número
incalculable de acontecimientos y a la duración ilimitada del curso del tiempo. Dada la
enorme abundancia de acontecimientos, cada uno de ellos tiene la misma importancia
que el otro, porque ninguna es imprescindible. Si la relación es inconmensurable, se
desvanecen aquellos elementos en que se apoyaba la concepción medieval de un orden:
principio y fin, contorno y centro. A consecuencia de ello desaparecen los grados y
relaciones jerárquicas entre esos polos, así como los matices simbólicos basados en
dichos grados y relaciones. Surge un conjunto que se prolonga hasta el infinito en todos
sus aspectos y que, si por una parte proporciona espacio libre, por otra priva la
existencia humana de un punto de apoyo objetivo. Esta recibe un amplio espacio para
sus movimientos, pero a la vez queda desarraigada.
La vivencia de ilimitación cósmica se extiende incluso al ámbito de la tierra.
Mientras antes el hombre se había dado por satisfecho con los territorios conocidos, es
decir, en términos generales, lo que correspondía a la antigua Ecumene, ahora ya no
considera como algo prohibido el acceso a las zonas desconocidas que le rodean. Para
Dante, la empresa que acomete Ulises de salir al mar libre pasando las columna de
Hércules, es decir, el Estrecho de Gibraltar, es un sacrilegio que le ocasiona la ruina
(Div. Com. Inf. 26, 94 142). Para el hombre de los tiempos modernos, en cambio, lo
inexplorado constituye algo seductor. Le agrada la exploración. Comienza a descubrir y
conquistar nuevas zonas de la tierra. Se siente con posibilidades de aventurarse por el
mundo ilimitado y dominarlo.
Simultáneamente aparece la conciencia de la personalidad, propia de la Edad
Moderna. El individuo se convierte en algo interesante para sí mismo. La observación y
el análisis psicológico se centran sobre él.
Despierta el sentimiento de lo que es extraordinario dentro de la categoría de lo
humano. El concepto de genio alcanza una importancia decisiva. Este concepto se une
al sentimiento de la ilimitación del mundo y de la historia, que se va abriendo paso, y
constituye el patrón por el que se mide el valor del hombre.

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Como hemos dicho ya, esto se vive de dos maneras. Al principio, como libertad
de movimientos y de actuación personal. Nace el hombre que actúa, emprende y crea en
forma autocrática, el hombre apoyado en su ingenium, conducido por la fortuna,
recompensado por la fama y la gloria.
Pero precisamente por ello pierde el hombre el punto de apoyo objetivo de que
gozaba su existencia en la imagen antigua del mundo, y le invade un sentimiento de
estar desamparado, incluso amenazado. Se despierta la angustia del hombre de la Edad
Moderna, que es distinta de la del hombre medieval. También éste sentía angustia,
porque el sentirla es algo que pertenece al hombre en cuanto tal, y el hombre la sentirá
siempre, aun cuando parezca que la ciencia y la técnica le pueden dar una seguridad
muy grande. Sin embargo, la causa y el carácter de la angustia son distintos en cada
época. La angustia del hombre medieval nacía, sin duda, del peso de la limitación
cósmica frente al ímpetu expansivo del alma, ímpetu que encontraba la calma en ese
constante trascender a un mundo superior. Por el contrario, la angustia de la Edad
Moderna procede en no pequeña parte de la conciencia de no tener ni un punto de apoyo
simbólico, ni un refugio que ofrezca seguridad inmediata; nace de la experiencia
renovada constantemente de que el mundo no proporciona al hombre un lugar de
existencia que satisfaga de modo convincente las exigencias de su espíritu.

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Bibliografía:

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VILLORO L (1992). “El Pensamiento Moderno. Filosofía del Renacimiento” México,
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Módulo IV

El Mundo Postmoderno

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Hoy día se habla mucho de posmodernidad; más aún, se habla tanto de ella
que ha venido a ser casi obligatorio guardar una distancia frente a este
concepto, considerarlo una moda pasajera, declararlo una vez más concepto
«superado». Con todo, yo sostengo que el término posmoderno sigue
teniendo un sentido, y que este sentido está ligado al hecho de que la
sociedad en que vivimos es una sociedad de la comunicación generalizada, la
sociedad de los medios de comunicación60

POSMODERNIDAD

El nacimiento de un nuevo tiempo


La Ilustracion del siglo XVIII e incluso para muchos cientistas de mitad del siglo
XIX, la liberación del género humano era prácticamente un hecho. Sin embargo, las
guerras, las infinitas formas de violencia, la muerte de millones de mujeres y hombres,
el hambre, la distribución indecorosa, indecente de las riquezas.
Es importante subrayar que toda época histórica hay acontecimientos y
valoraciones en tal grado de significación que resultan las características fundamentales
del espíritu de ese tiempo. Los períodos de transición se caracterizan por crisis y
conflictos. El siglo XX se presenta como un periodo de transición. La Edad Moderna
entra en su ocaso.

Profundos cambios afectan a la humanidad entera y conmocionan todos los


ámbitos de la cultura. Estos cambios están llenos de conflictividad y
paradojas, así por ej: el desarrollo tecnológico y el confort de las sociedades
industrializadas coexisten con el fenómeno del hambre y la desnutrición…el
ansia de paz con la sofisticada carrera armamentista… el deseo profundo de
libertad con formas cada vez más sutiles de esclavitud social y psicológica; la
necesidad de respetar la intimidad de la vida individual con una organización
61
estatal que se introduce en todo y todo lo avasalla.

Lo que caracteriza nuestro tiempo, en pocas palabras, es el cambio profundo y


acelerado, que afecta prácticamente a la humanidad en todo el orbe. Ahora bien
60
Vattimo, G. y otros En torno a la posmodernidad, Barcelona, Anthropos, 2000.
61
Chaparro, Máximo R y Nuñez, Raúl A: El hombre y la cultura ;Santa Fe ; Editora Del Litoral, 1985, p
109

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podemos señalar tres elementos esenciales, que nos permiten comprender dicho
carácter:
 Aceleración del tiempo histórico: lo que antes demandaba siglos en
cambiar, hoy una misma generación se topa con diversas transformaciones.
 Profundidad: dichas transformaciones no son someras, afectan al modo
de pensar, los valores morales, convicciones religiosas, estructuras económicas,
políticas y sociales, etc.
 Extensión: nadie escapa a este fenómeno de trasformación, pueblos,
naciones, instituciones, etc.

Algunos hechos relevantes

a. Revolución científico-tecnológica
Un cambio profundo se inicia con la Revolución Industrial (segunda mitad del
siglo XVIII. Las tecnologías aplicadas a la producción marcan un cambio cualitativo:
Telar mecánico, Máquina de vapor, Telégrafo, Locomotora). A la maquina a vapor le
sucede le sucedió el motor eléctrico. Nuevas fuentes de energías: electricidad y
derivados del petróleo (Segunda R.I. 1850-1870 y el inicio de la Primera Guerra
Mundial en el año 1914). No solo se da un cambio en el aparato reproductivo, sino en
una nueva forma de estar del hombre en el mundo.
El saber científico tecnológico posibilita el desarrollo, lo que forma una
conciencia de adhesión o de quedar en la prehistoria. El mapa geopolítico se trasmuta:
aparecen aéreas y pueblos subalternados cuyo valor pareciera ser exclusivamente
económico-productivo ocultándose su historia y cultura originales62.

El filósofo alemán Karl Jasper sostiene:


Más en los últimos siglos s e ha producido algo único, absolutamente nuevo
en su último sentido: la ciencia con sus consecuencias en la técnica, que ha
revolucionado interna y externamente el mundo como ningún otro
acontecimiento desde el comienzo de la historia que se recuerda. La ciencia
ha aportado inauditas posibilidades y peligros. La Edad Técnica, en que
estamos desde hace escasamente siglo y medio, no ha llegado hasta los
últimos decenios a su plena soberanía, que ahora se intensifica en una medida
imprevisible. Solo en parte nos damos cuenta de sus inmensas consecuencias.

62
Chaparro, Máximo R y Nuñez, Raúl A: El hombre y…Op.Cit. p,110

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La ciencia ha creado, como indispensables desde ahora, nuevos fundamentos


para toda la existencia humana.63

a. Las ciencias particulares

Física: la investigación sobre la radioactividad (Henri Becquerel. 1896) condujo


al descubrimiento de la estructura intima del átomo. Al mismo tiempo cuando éste es
alcanzado por una partícula emitida por el radio o el uranio, lo lleva a mutaciones. El
hombre llega a la desintegración nuclear de manera artificial. Es el comienzo de la
tecnología nuclear, es decir, la utilización de energía contenida en el núcleo atómico,
para diversos fines, pacífico o bélico.
Química: se va especializando en múltiples especializaciones: química de los
combustibles, de los productos farmacéuticos, colorantes, insecticidas, etc. La química
mineral gracias al desarrollo de la tecnología nuclear experimenta un gran impulso.
Nuevos materiales de construcción, explotándose el titanio y sus aleaciones.
Biología: la biología molecular y la ingeniería genética van descubriendo los
caminos de la vida y la herencia. Se puede intervenir y alterar estos mecanismos, desde
el mejoramiento en la producción vegetal y animal hasta la planificación de “ser
humano”.
Astronomía: grandes descubrimiento definen esta nueva etapa: el estudio de las
galaxias, la expansión del universo que junto con los hallazgos de la física como la
Teoria de la Relatividad y de la Teoría cuántica., ofrecen una nueva imagen física del
Universo. Enlazado a esto se encuentra la conquista del espacio. Trancurre el año 1954,
un 4 de octubre, se lanza el primer satélite artificial: Sputnik I. Comienza la era
espacial.
Humanidades: la psicología, la sociología, etc dejan ver día a día el enigma del
hombre. A medida que se ahonda en las investigaciones, parecería que el enigma del
hombre es insondable. Esto hace replantear el interrogante filosófico de todas las
épocas: ¿qué es el hombre? Desde la mirada de la revolución tecnológica, denominada
era de la automatización, la misma nos dice que el hombre amplia sus sentidos y
memoria mediante el uso tecnológico.
¿Cuál es la condición humana?. El hombre se encuentra en la posición de
dominar no solo las fuerzas naturales terrestres, sino el cosmos. Los medios de

63
Jasper Karl: Origen y meta historia. T.O. Vom Ursprung und Ziel des Geschichte. Trad. Fernando
Vela. Alianza Editorial., Madrid, 2007, P, 91

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comunicación le permiten la unificación a grandes distancias. Sin embargo la posesión


del desarrollo tecnológico por una minoría, produce la concentración de poder,
dividiendo al mundo entre naciones ricas y pobres (en vía de desarrollo, en términos de
hoy)
En síntesis: el cambio cultural se realiza bajo el amparo de la ciencia y de la
técnica, manifestándose en una nueva relación entre el hombre y la naturaleza. El
hombre da un nuevo rostro a la naturaleza, moldeándola a su imagen y semejanza.

El universo enigmático
La ciencia moderna brindaba una ajustada representación sensible e inteligible
de la totalidad del los fenómenos, al estar estructurado todo de manera igual, es decir,
un universo cuantitativo. Todos los cambios y movimientos discurrían de acuerdo a las
mismas leyes, dentro de un espacio (euclideano, matemático) y un tiempo absoluto y
homogéneo.
Con el avance de las ciencias puso en tela de juicio dicho método, lo medible.
Lo anterior no es falso, sino insuficiente en el conocimiento de la realidad.
Los distintos seres están conformados de manera distintita que le permite la
originalidad propia y el ser fuente de actividades específicas (discontinuidad). A la vez
los seres están compuestos de los mismos elementos que permiten estudiarlos como
nudos de condensación de una vasta red de relaciones (continuidad). El universo se
presenta como continuo y discontinuo, aunque de distintas perspectivas. El universo
presenta un auto despliegue, cuyos orígenes y límites son desconocidos. No solo el
tiempo histórico es lineal sino también el físico. El ser en su totalidad es histórico: hay
una historia del universo.
Uno de los impactos más importantes puede ser su no representatibilidad en la
imaginación, la imposibilidad de ser graficado. Es la posibilidad de concebir el
universo en una coordenada de ecuaciones matemáticas, pero sin una imagen en donde
apoyar su cálculo.
Las leyes que expresan que expresan lo procesos naturales, tiene en la ciencia
actual el carácter de aproximación. Para la modernidad la naturaleza estaba sometida a
rígido determinismo, que el hombre de ciencia podía formularlo con exactitud.
La física actual ha señalado que los fenómenos se rigen dentro de cierta
indeterminación, o por lo menos que el observador no puede medir con exactitud el

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determinismo de los procesos. En consecuencia los enunciados de las ciencias físicas,


son leyes estadísticas, probabilidad.
Primera conclusión: La ciencia no es un saber absoluto como lo proclamaba la
modernidad, sino relativo.
Para los científicos modernos el objeto de la ciencia es saber, las leyes que
daban cuenta de los fenómenos observables por la experiencia. El problema no
consistía en saber que era la realidad, sino como podía ser representada
racionalmente, es decir, que los hiciera entrar en el esquema matemático.
Tal es la clara posición de Newton64: no nos interesa saber si la realidad está
estructurada matemáticamente sino se trata de obtener un conocimiento matemático de
la misma, es el único que ofrece garantías de seguridad.
Es el principio de indeterminación65 que pone en tela de juicio el
cuestionamiento del determinismo de la naturaleza y el concepto de causalidad
necesaria.
En ésta nueva época, la naturaleza vuelve a ser insondable e inconmensurable
para el hombre. La ciencia podrá seguir avanzando, pero dentro de los límites
infranqueables en el campo fenoménico, fijados por la imposibilidad de la
simultaneidad entre el observador y lo observado, condición indispensable para poder
ser medido.
Para la modernidad existía simultaneidad. En la experiencia cotidiana
ciertamente se da, pero en los campos macro y micro no. Por ej.: cuando se mira el
firmamento, se ve tal o cual estrella, constelación o galaxia y nuestras afirmaciones
corren pareja con lo que vemos. Pero se piensa que la información acerca del objeto se
da simultáneamente a nuestra percepción. Teniendo en cuenta que la distancia que nos
separa es en años luz se debe corregir el juicio diciendo que tal o cual fenómeno
acaeció hace tantos años luz. Muchas de las estrellas tal vez ya hayan desaparecido, el
polvo estelar se halla condensado, pero la información de lo que en remotísimos tiempo

64
Vide. Newton, Sir Isaac: Los principios matemáticos de la filosofía Natural, Editor digital, Casc.,
España, 2006.
65
Werner Karl Heinsenberg, físico alemán ganador del Premio Nobel de física en el año 1931, pronuncio
el principio de incertidumbre, que explicado brevemente señala que un observador puede predeterminar o
bien la posición espacial exacta de una partícula o su velocidad exacta, pero nunca ambas cosas
simultáneamente, pues cuando desea medir ambos eventos los resultados conducen a imprecisiones.

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nos llega ahora. Lo mismo sucede con el espacio subatómico, imposible determinar el
espacio y el tiempo simultáneamente.

El hombre como ser natural:


Esta nueva categoría se fue dando a partir de revoluciones políticas, sociales y
económicas. Queda atrás ese hombre pensado como sujeto libre, autónomo,
desvinculadlo de la naturaleza y del mundo, pues denotaba una irrealidad total. El
hombre es existencia real, con necesidades, con implicaciones en la red de
comunicación, esperanzas y temores frente a la técnica, con su percepción de la cultura,
con una conciencia sobre el futuro, que no está asegurado, con experiencias de
irracionalidad. La existencia real es el punto de partida.

El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si


Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la
esencia, un ser existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que
este ser es el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué
significa que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre
empieza a existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define.
El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es por
empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho.
Así pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El
hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se
quiere, y como él se concibe después de la existencia, como él se quiere
después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo
que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo
que se llama subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese mismo nombre.66

El hombre busca comprender y justificar su existencia, desde un futuro que debe


proyectar y realizar. Esta visión se funda en la expansión de las ciencias y técnicas
industriales, como la presencia de las masas en los cambios políticos, económicos,
sociales y culturales, que van configurando una visión proyectiva, común a multitudes
concretas en que unifica la voluntad de poder67 con el trabajo y el riesgo.

66
Sartre, Jean Paul: El existencialismo es un humanismo, Webiblioteca del Pensamiento, p.5
67
Frente a esta visión mecanicista, Nietzsche ofrece otro modelo simulado, metafórico, que subraya el
carácter desigual, cualitativo y caótico de las fuerzas que constituyen al mundo y consecuentemente el
carácter caótico del universo mismo. Desde la perspectiva de Nietzsche, el ser, la naturaleza no es esa
realidad acabada, perfecta, simple e inmutable, que la razón humana puede penetrar hasta en sus últimos
entresijos, sino voluntad de poder. El ser, en tanto voluntad de poder, es un perpetuo devenir, una
pluralidad de fuerzas siempre cambiantes, que ofrecen infinitas posibilidades de análisis e interpretación.
La realidad es voluntad de poder (dimensión cosmológica de la metáfora) y también el hombre es
voluntad de poder (dimensión antropológica de la metáfora). Y decir que el hombre es voluntad de poder
es considerar lo humano como un conjunto de fuerzas (las pasiones, los deseos, la razón), que buscan
crecer, desarrollarse y ser más. Estas fuerzas, que forman al hombre, no alcanzan tampoco el equilibrio y

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La historia es una tarea humana, es una actividad social y colectiva del hombre.
La historia se configura por el trabajo del hombre, desde el industrial hasta el cultural,
es un trabajo social.
El trabajo es uno de los componentes que definen la autoconciencia de este
hombre, como ser trabajador, toda actividad creadora y productiva. El trabajo pone al
hombre en relación con la naturaleza y con el hombre mismo. La necesidad del trabajo
está dada para socorrer las necesidades y establecer las bases materiales de la cultura.
Sin embargo no se lo asume ni se lo siente como un medio solo para una necesidad
corporal (alimento, abrigo, vivienda). La carencia material no solo afecta al hombre en
una parte, sino en su totalidad. La modificación cualitativa del trabajo ha puesto en
descubierto la capacidad que tiene el trabajo para la realización del hombre mismo, en
lo material, espiritual y en todos los órdenes de la vida.
La comprensión del trabajo y su vivencia ha variado con respecto a otros
tiempos. Vivir del trabajo no es una descalificación social, ni una triste necesidad, ni
una ocupación de los menos aptos. Lo que ocurre es que por primera vez en la historia
el hombre puede transformar la naturaleza por su trabajo, e implica a la vez el
desarrollo de sus potencialidades.
El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre,
proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su
intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se
enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en
acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las
piernas, la cabeza y las manos, para de ese modo asimilarse, bajo una forma
útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par
que de ese modo actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma,
transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en
él y sometiendo.68

la armonía, de manera que si en el universo la metáfora de la voluntad de poder subraya el carácter


caótico de la naturaleza, en el plano psíquico la voluntad de poder nos está mostrando el microcaos que
supone ser hombre, cada uno de los hombres. La razón en el hombre no es la fuerza dominante, que se
impone siempre a las demás, sino una fuerza más, que se expresa en el hombre, junto con las otras
fuerzas, al mismo nivel y con el mismo rango (irracionalismo), dominando a veces y otras siendo
dominada.Y si la razón no tiene por qué ser la fuerza dominante, no cabe hablar de un yo, de un sujeto
que se responsabilice de la acción y de la fuerza. La idea de yo no es más que una ficción lingüística, que
sirve para arropar el concepto de responsabilidad moral, invento ficticio para hacer que los hombres se
sientan culpables de su fortaleza u orgullosos de su debilidad. Vide. Nietzsche Friedrich Wilhelm: La
voluntad de poder, Biblioteca Edaf, Argentina, 2000.
68
Marx, Karl: El Capital. Luarna Ediciones, España, 2006 .P.514

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Por otro lado a redescubierto el fondo irracional que late en el hombre. El


hombre no es una pura transparencia de racionalidad. La irracionalidad es algo
constitutivo del hombre mismo y no algo como pensaba la Ilustración, que mediante la
ciencia y la técnica desaparecería de la vida humana. Tanto la ciencia como la filosofía
la han puesto de relieve dada las dolorosas experiencias de los regímenes totalitarios,
las guerras, los crímenes, los cambios de estado de ánimo. Todo lo que construye está
amenazado por la irracionalidad. Esta conciencia no es privativa de la época
contemporánea. Fue aguda en la antigüedad y en la edad media. Lo que presenta la
irracionalidad es la temible posibilidad de cierta destrucción total, no sólo de la cultura,
sino del hombre mismo, por ej., las armas nucleares, en vez de usar los recursos pro
humanidad.
El otro lado es la destrucción de la naturaleza en una utilización de la misma, sin
previo conocimiento y respeto a la misma. La racionalidad se aplico al dominio de la
naturaleza sin tener en cuenta los lazos profundos que unen los diversos estratos
naturales entre sí y de los de la naturaleza con el hombre. Al negar al hombre su ser
natural, negó que lo que afectaba a la Naturaleza podía afectarlo a él.
El error de esta conciencia lo develan los hechos mismos, agotamiento de
recursos, destrucción de especies, transformación de lugares fértiles en áridos,
contaminación del ambiente, etc. El habitad humano está dañado.
La nueva tarea del hombre es la de ser guardián de la biodiversidad.69.

Dios en la conciencia posmoderna


El hombre postmoderno ya no habla de Dios ni en sus explicaciones teóricas ni
en sus proyectos prácticos. Esta ausencia de Dios, en términos generales, es un hecho
totalmente nuevo en la historia del hombre.
—¿Dónde está Dios?—, exclamó, ¡se los voy a decir! ¡Nosotros lo hemos
matado, ustedes y yo! ¡Todos somos unos asesinos! Pero, ¿cómo lo hemos
hecho? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Quién nos ha dado la esponja
para borrar completamente el horizonte? ¿Qué hemos hecho para
desencadenar a esta tierra de su sol? ¿Hacia dónde rueda ésta ahora? ¿Hacia
qué nos lleva su movimiento? ¿Lejos de todo sol? ¿No nos precipitamos en
una constante caída, hacia atrás, de costado, hacia delante, en todas
direcciones? ¿Sigue habiendo un arriba y un abajo? ¿No erramos como a
través de una nada infinita? ¿No sentimos el aliento del vacío? ¿No hace ya
frío? ¿No anochece continuamente y se hace cada vez más oscuro? ¿No hay
que encender las linternas desde la mañana? ¿No seguimos oyendo el ruido
de los sepultureros que han enterrado a Dios? ¿No seguimos oliendo la

69
Vide, Naess, Arne - Ecología Comunidad Y Estilo De Vida. Prometeo, Argentina, 2018

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90

putrefacción divina? ¡Los dioses también se corrompen! ¡Dios ha muerto!


¡Dios está muerto! ¡Y lo hemos matado nosotros! ¿Cómo vamos a
consolamos los asesinos de los asesinos? Lo que en el mundo había hasta
ahora de más sagrado y más poderoso ha perdido su sangre bajo nuestros
cuchillos, y ¿quién nos quitará esta sangre de las manos?70
Y Zaratustra habló así al pueblo: Yo os enseño el superhombre14. El hombre
es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo? Todos los
seres han creado hasta ahora algo por encima de sí mismos: ¿y queréis ser
vosotros el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal más bien que
superar al hombre? ¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una
vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el
superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa15. Habéis recorrido el
camino que lleva desde el gusano hasta el hombre, y muchas cosas en
vosotros continúan siendo gusano. En otro tiempo fuisteis monos, y también
ahora es el hombre más mono que cualquier mono. Y el más sabio de
vosotros es tan sólo un ser escindido, híbrido de planta y fantasma. Pero ¿os
mando yo que os convirtáis en fantasmas o en plantas? ¡Mirad, yo os enseño
el superhombre! El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra
voluntad: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra! ¡Yo os conjuro,
hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan
de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son
despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también,
envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan! En otro
tiempo el delito contra Dios era el máximo delito, pero Dios ha muerto y con
Él han muerto también esos delincuentes. ¡Ahora lo más horrible es delinquir
contra la tierra y apreciar las entrañas de lo inescrutable más que el sentido de
la tierra!71

Nietzche fue a fines del siglo XIX anuncio la muerte de Dios y también la del
hombre. Seguidamente el surgimiento de un nuevo hombre : el superhombre, un ser
cualitativamente nuevo.( El Superhombre o Suprahombre (en alemán: Übermensch)
según Friedrich Wilhelm Nietzsche, es una persona capaz de generar su propio sistema
de valores identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de
poder. ese superhombre es seguro, independiente e individualista, y no se deja llevar
por la multitud; al contrario de las personas débiles, que sólo se dejan llevar por las
tradiciones y las reglas establecidas. Este superhombre no cree en las cosas que
prometen las religiones después de la muerte, él sólo cree en lo real y en lo que puede
ver. Es un ser que, ante todo, razona; aunque eso no quiere decir que no sienta. Este
superhombre se deja llevar por sus pasiones y sus sentimientos, pero a su vez, se
domina a sí mismo; no busca sólo el placer, esa sería la diferencia con "el último
hombre" el último peldaño hacia el superhombre)
Así comienza aparecer el ateísmo. El ateísmo es condición indispensable para el
humanismo. El ateísmo surge de la afirmación del hombre en su mismo ser que es un

70
Nietzsche, Friedrich Wilhelm: La Gaya Ciencia, www.librear.com, p.81
71
Nietzsche, Friedrich Wilhelm, Así habló Zaratustra, thevirtuallibrary.org, p.3.

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quehacer en el mundo, realizado por sus propias fuerzas. Se ve la necesidad de desterrar


de la conciencia del hombre a Dios. Esta es una cara.
Por otro lado. Es cierto que el ateísmo , sea el que declara que el problema de
Dios es insoluble (agnosticismo), sea el que combate al idea de dios como falsa y
perniciosa (anti – teísmo: que es el "deismo", surgió en el siglo XVII que niega la
providencia, la revelación y los dogma religiosos, aunque acepta como "religión
natural" los atributos del teísmo, dejo al libre albedrio al hombre es decir no influye en
el desarrollo humano.), también es cierto que existe en la conciencia la afirmación de
Dios y de la trascendencia. La ausencia, la muerte de Dios, se interpreta diversamente:
no se trata de que Dios no exista y no se comunique con el hombre, lo que acontece es
que hay un velado en la conciencia para todos los valores espirituales y no sólo los
religiosos, es un vaciamiento de la interioridad, como resultado de las urgencias y
pretensiones inmediatas. El espíritu volcado a la ganancia y al éxito dieron esta
incapacidad para la trascendencia.

Algunos Términos
Posmodernidad
En 1979 el filósofo francés Jean-François Lyotard publica La condición
posmoderna. Sin embargo, varios autores, ya había utilizado el termino, entre los cuales
podemos mencionar: Jean Baudrillard; Michel Foucault; Gilles Lipovestky, Gianni
Vattimo, Cornelius Castoriadis, entre otros.

Lyotard en la introducción a La condición posmoderna nos dice:


Este estudio tiente por objeto la condición del saber en las sociedades más
desarrolladas. Se ha decidido llamar a esta condición «postmoderna». El
término está en uso en el continente americano, en pluma de sociólogos y
críticos. Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que
han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a
partir del siglo XIX. Aquí se situarán esas transformaciones con relación a la
crisis de los relatos. En origen, la ciencia está en conflicto con los relatos.
Medidos por sus propios criterios, la mayor parte de los relatos se revelan
fábulas. Pero, en tanto que la ciencia no se reduce a enunciar regularidades
útiles y busca lo verdadero, debe legitimar sus reglas de juego. Es entonces
cuando mantiene sobre su propio estatuto un discurso de legitimación, y se la
llama filosofía. Cuando ese metadiscurso recurre explícitamente a tal o tal
otro gran relato, como la dialéctica del Espíritu, la hermenéutica del sentido,
la emancipación del sujeto razonante o trabajador, se decide llamar
«moderna» a la ciencia que se refiere a ellos para legitimarse. Así, por
ejemplo, la regla del consenso entre el destinador y el destinatario de un
enunciado con valor de verdad será considerada aceptable si se inscribe en la
perspectiva de una unanimidad posible de los espíritus razonantes: ese era el
relato de las Luces, donde el héroe del saber trabaja para un buen fin épico-

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político, la paz universal. En este caso se ve que, al legitimar el saber por


medio de un metarrelato que implica una filosofía de la historia, se está
cuestionando la validez de las instituciones que rigen el lazo social: también
ellas exigen ser legitimadas. De ese modo, la justicia se encuentra referida al
gran relato, al mismo título que la verdad. Simplificando al máximo, se tiene
72
por «postmoderna» la incredulidad con respecto a los metarrelatos .

Para comprender la posmodernidad es necesario tener claro su punto de


referencia: la modernidad, como se vio en el capitulo anterior.
Como ya hemos enunciado, las nuevas tecnologías (especialmente las de la
comunicación) forman un nuevo escenario: la cultura del consumo y la cultura de
masas. La trasmutación de los valores, la pérdida de la fe en la trascendencia de los
grandes relatos históricos y el fastidio frente a una cultura absolutamente mercantilizada
y mecanizada conforman, la condición posmoderna.
En palabras de Esther Díaz:
El discurso de la modernidad se refiere a las leyes universales que
constituyen y explican la realidad. Algunos de los términos son
determinismo, racionalidad, universalidad, verdad, progreso, emancipación,
unidad, continuidad, ahorro, mañana mejor. El discurso de la posmodernidad,
en cambio, sostiene que sólo puede haber consensos locales o
parciales(universales acotados), diversos juegos de lenguaje o paradigmas
inconmensurables entre sí. Algunos de los términos son: desconstrucción,
alternativas, perspectivas, indeterminación, irreversibilidad,
descentralización, disolución, diferencia. La modernidad fue rica en “ismos”:
iluminismo, modernismo, empirimos, racionalismo, positivismo; la
postmodenidad es rica en “post”: posestructuralismo, posindustrial,
73
poscrítica, poshistoria, posciencia, posfilosofía, postsexualidad.

Posverdad
La posverdad o postverdad se indica que los hechos objetivos y reales tienen
menos credibilidad o autoridad que los sentimientos y creencias de los individuos al
momento de expresar una opinión pública o fijar una postura social.
En otras palabras, la posverdad es una deformación de la realidad que se hace de
manera deliberada. Se sirve para señalar aquellos hechos en los que son más influyentes
los sentimientos o creencias personales que los hechos en sí mismos.
El concepto de “postverdad” aparece en los años 90, y reaparece
esporádicamente en algunos trabajos posteriores a esa fecha. En un artículo de 2010,
David Roberts afirma que en un contexto donde los votantes se hallan menos

72
Lyotard, Jean-François: La condición postmoderna .Informe sobre el saber; Ediciones Cátedra S.A.
1987; Madrid, p4
73
Díaz, Esther: Postmodernidad, Ed. Biblos, Argentina,2009, p.19

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informados acerca de la política que acerca de equipos de baseball o del programa


American Idol, sus decisiones son más especulativas que lógicas.74

Posética
La ética moderna ha sido fagocitada por el marketing. Este cambio de
dispositivo ético-social se está generando a partir de mitad del siglo XX.
Denomino “posética” a esta nueva relación entre el hombre y los valores. Los
elementos éticos formales siguen siendo los mismos. Se trata de los valores,
de lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo, hay un cambio
fundamental. El mismo reside en el tipo de interrogantes que el sujeto se
plantea respecto de su acción moral. La modernidad se preguntaba acerca de
lo necesario (categórico). En cambio, la posmodernidad se pregunta acerca
de lo conveniente (hipotético).
En la modernidad había que preguntar “¿qué debo hacer?”. La respuesta es
categórica: actuar según el deber. Lo instrumental debía someterse a lo
categórico. Había que cumplir con el deber por el deber mismo, sin medir sus
consecuencias En cambio, en la posmodernidad se pregunta acerca de lo
instrumental: “¿qué me conviene hacer?” La respuesta es hipotética: actuar
según lo que se desea obtener. Además, el deber le dejó paso al derecho.
Cuando se tenían deberes, había que cumplirlos según valores consagrados
por una racionalidad universal. Cuando se alegan derechos, el sujeto debe
75
ser responsable del uso que haga de ellos.

Posciencia

En la era de la posciencia, más del 90 por ciento de las investigaciones se


realiza en función de su aplicación a la realidad, esto es, de la tecnología76.

La posciencia, como lo denomina Díaz, es un conocimiento dependiente de la


técnica y potenciado también por ella que no necesita validarse teóricamente sino a
partir de si eficacia en la sociedad. Hay que tener en cuenta que dicha eficacia se mide
por los parámetros económicos establecidos por multinacionales que dominan la
economía de los sistemas sociales capitalistas.
Desde la modernidad, según la autora, la se dispone por encima del contexto que
está analizando estableciendo leyes que generan la legalidad científica dándole la
espalda a los hechos, es decir; primero la ley después el experimento.

74
“First: voters don’t generally know much about politics or policy. They have things they do know a lot
about (American Idol, baseball teams, accounting software, scrapbooking), but for most voters, politics
and policy aren’t among them. Voters use crude heuristics to assess legislative proposals” (David
Roberts, “Post-Truth politics”, en Grist (1/04/2010), en http://grist.org/article/2010-03-30-post-truth-
politics/).
75
Díaz, Esther: Postmodernidad, Op.Cit, p.73
76
Díaz, Esther: La posciencia. Buenos Aires, Biblos. 2000, p.35

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El ser humano como subjetividad.


Se encuentra con frecuencia en textos de diversa temática o en alocuciones de
los más diversos especialistas, la referencia al término Subjetividad. La recurrencia de
su uso en distintos contextos de significación, lo ha hecho familiar y aunque en
ocasiones se utiliza de manera inespecífica.
En el lenguaje de las ciencias el término subjetividad tiene una significación más
específica y viene conformándose en los últimos años como categoría científica para dar
cuenta de una dimensión de la realidad susceptible de ser distinguible y estudiada por
parte de las Ciencias Sociales.
Es el carácter interactivo de las relaciones que se producen entre la realidad y los
seres humanos que se sintetiza en la Subjetividad humana.
La categoría Subjetividad destaca el hecho de que la Realidad tiene un
componente constitutivo que incluye a las personas de manera integral, y esto quiere
decir, su existencia material junto a su mundo interno; sus acciones comportamentales
externas siempre acompañadas de sus referentes ideológicos internos, estados
psicológicos que se actualizan, son expresión del sujeto como totalidad y condicionan
su comportamiento.
Así también se presenta como un recurso epistemológico de alto valor
heurístico, a saber: por su ductilidad para el trabajo interdisciplinario, por su capacidad
potencialmente integradora de categorías parciales en una totalidad que las supera y por
su potencialidad explicativa.
Entender la categoría Subjetividad marca un hito en los intentos de considerar al
individuo humano en su entorno, como una totalidad portadora de la síntesis de lo
objetivo y lo subjetivo, en un contexto de interinfluencias, donde, al mismo tiempo en
que se incorpora la realidad a la subjetividad, también se traslada el producto de la
subjetividad a la realidad, dado que la relación entre objetividad y subjetividad es
dialéctica
La Subjetividad no debe ser considerada entonces como un producto
definitivamente terminado, sino en permanente elaboración, pero con periodos de cierta
estabilidad en el tiempo que la hacen accesible al conocimiento.
En síntesis: La subjetividad es la percepción y valorización personal y parcial
sobre un asunto, idea, pensamiento o cultura. La subjetividad se asocia a la
incorporación de emociones y sentimientos al expresar ideas, pensamientos o
percepciones sobre objetos, experiencias, fenómenos o personas.

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La cultura como patrimonio social se construye sobre la interpretación,


valorización y percepción de un tipo de realidad que pertenece a un pueblo o sociedad.
En este sentido, la subjetividad se encuentra en la base de cada cultura generando
diversidad cultural.

Conclusión:

Es imposible dar una reflexión final y acabada sobre esta época, ya que somos
contemporáneos. Lo que sí podemos es resalta algunas notas propias de él.

Gracias al avance científico- tecnológico el universo vuelve a ser un enigma, pues el


conocimiento científico es probabilístico, aproximativo, no determinativo y absoluto.

El ser humano es un ser natural, una existencia que por sí mismo va proyectando su
esencia.

Dios está ausente. El ateísmo es la nota característica de la conciencia de esta época.

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96

LECTURA

Hacia una antropología filosófica Latino – Americana.77


1. Hasta ahora hemos hablado del hombre en general. Trataremos de abordarlo
ahora, en particular. Este tratamiento ofrece un interés teórico y un interés práctico.
Teórico, porque el ser humano en concreto no se agota en su materialidad cuantitativa
individual (p.e. Pedro Andrés, etc., con su porción material cada uno), sino se
singulariza como miembro de una comunidad histórico-cultural identificable (chino,
alemán, peruano, etc. en una coordenada espacio-temporal determinada). De este modo
puede constituirse como objeto de las llamadas “ciencias del hombre”. En nuestro sub-
continente latinoamericano, estos estudios se han acentuado estos últimos decenios,
pero dada las dificultades inherentes a este tipo de investigación (con el agravante que
se impone una tarea interdisciplinaria), los resultados son aún provisorios. En cuanto a
su interés filosófico diremos que, a nuestra experiencia de hombres que despliegan su
existencia en este ámbito histórico-cultural, unidos los resultados que se van obteniendo
de las investigaciones antedichas, sirven de plataforma para una serie de reflexiones
trascendentes. La pregunta acerca del hombre cobra mayor concreción y urgencia: ¿qué
somos nosotros, y cuál es nuestro destino? Sin duda es un mérito de Hegel haber
planteado la pregunta a partir de una visión global de la humanidad, en la que se va
concretando el hombre. Y es, en parte al menos, desde esta perspectiva cómo puede
interrogarse filosóficamente acerca del “ser nacional”. Con todo, ésto no inválida, antes
bien confirma, enriqueciéndola, la consideración precedente acerca del hombre, ya que,
como se ha señalado, al ser del hombre (de todo hombre) no se agota en sus instancias
sociales, históricas, culturales, etc.
También tiene esta investigación un interés práctico: toda planificación y toda
acción sobre el grupo social (educativa, sanitaria, económica, etc.) requiere un
conocimiento previo de las pautas culturales, de la idiosincrasia, de las valoraciones,
etc. de los hombres que lo componen. Y es menester, además de un conocimiento del
hecho humano, poseer criterios filosóficamente fundados para dirigir y justificar las
decisiones. Todo esto ha impulsado este tipo de investigación básica, de interés teórico

77
Chaparro, Máximo R y Nuñez, Raúl A: El hombre y…Op.Cit. pp., 153-155

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ciertamente pero abierta a iluminar y dirigir inteligentemente la acción, en nuestras


latitudes.
2. Dada la actualidad e importancia del tema, presentaremos un pantallazo de
algunos ensayos de interpretación del “ser” latinoamericano. Cada una de estas
interpretaciones hace uso de un instrumental conceptual o categorías de interpretación,
gracias al cual el fenómeno humano busca ser esclarecido adecuadamente.
a) La interpretación positivista: el presupuesto para interpretar nuestra
realidad es que toda cultura es producto de la geografía y de la raza. Aplicados a la
realidad argentina, resultó lo siguiente: poseemos un territorio de una amplitud y
continuidad capaces de desarrollar una comunidad autosuficiente; que posee un vasto
mar, llanuras inmensas y montañas, condiciones que históricamente se deben dar para el
nacimiento de una cultura autóctona; población blanca, sea de proveniencia hispánica,
sea de inmigración, que ha demostrado ser la delantera de una civilización de avanzada.
Por lo tanto, la Argentina es naturalmente el país líder de América Latina, que
estructurará para toda ella una nueva civilización. Sin duda, toda la euforia de la
generación del 80 se manifiesta en esta interpretación de J. ingenieros. Antes de él, otro
representante buscaba interpretar al ser nacional a través de la operación civilización-
barbarie. Nos referimos naturalmente a Sarmiento. Con mayor rigor científico y
metodológico maneja el tema O. Bunge, aunque con los mismo criterios básicos.
b) La interpretación culturalista: podemos señalar como representantes
al cubano J. Marti y el uruguayo Rodó. El criterio de interpretación es el “ethos”, o sea,
el modo de ser, valorar y proceder de los pueblos en su configuración cultural, dado que
la vida humana se asume y orienta según determinados valores. Así pues, el “ethos” de
Sud-América es opuesto al de Norte-América (estamos en el momento de la reacción
antipositivista): el primero es idealista, espontáneo, humanista; el segundo es
materialista, pragmático y utilitario. Como consecuencia, no debemos tomar modelos
ajenos sino afirmarnos en lo propio, rescatando las raíces culturales propias de los
pueblos latinos. Otra interpretación basada en los mismos presupuestos ha sido en
tiempos más cercanos propuesta, entre otros, por Caturelli: América del Sur no es una
sino dos, es “bifronte”: la indo-américa y la hispano-américa. Son dos culturas
superpuestas que coexisten sin aún integrarse. De aquí el desgarramiento constante en
el interior del subcontinente y la dificultad de identificarse.
c) La interpretación hegeliana: Hegel había señalado es su “Filosofía de
la Historia” que Sudamérica aún no había emergido en la historia porque para ello es

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menester la autoconciencia plana, fruto de un proceso largo que se realiza a través de


sus expresiones espirituales materializadas en obras de cultura. O sea, solamente cuando
el espíritu de un pueblo se plasma u objetiva en sistemas políticos, sociales, religiosos,
etc. es capaz de volverse a sí mismo y tener conciencia de sí. El hombre sudamericano
es incapaz de esto precisamente porque aún no se ha expresado plenamente: recién
comienza a ingresar en la historia. Entre nosotros, ha sido Nimio de Anquin el que, en
un profundo ensayo, (aún inédito) ha recorrido estos caminos de interpretación.
d) La interpretación marxista: es sabido la importancia que otorga
Marx a los procesos económicos. A su juicio, éstos constituyen la infraestructura de
toda sociedad y el elemento determinante de toda realidad humana: arte, ciencia,
filosofía, derecho, etc. son reflejos (superestructura) de esta realidad básica. Así pues,
con este presupuesto nuestra realidad quiere ser interpretada a la luz de la oposición
opresor-oprimido, a nivel no ya de clases al interior de cada país (esto también, pero
como fenómeno consecuente), sino de países opresores-países oprimidos, y en nuestro
caso, países desarrollados, poseedores de la tecnología, capitales, etc. y países
subdesarrollados, carentes de la misma. América del Sur sería pues un campo de batalla,
en el que los dos polos dialecticos actúan querer ser para sí mismos y no dejarlos ser,
sino para otros. Entre nosotros, un expositor inspirado primeramente en la filosofía de la
existencia de Heidegger y posteriormente de Marx ha ensayado este camino. Nos
referimos a Astrada. (En Latinoamérica hay varios, aunque todos se mueven con
flexibilidad en el manejo de las categorías interpretativas).
e) La interpretación cristiana: los documentos de Medellin (Colombia)
y Puebla (México) elaborados por el Episcopado Latinoamericano, recogieron primero
y dieron lugar después, a un conjunto de trabajos orientados a “repensar” nuestra
realidad a la luz del mensaje cristiano. Muñidos del arsenal filosófico contemporáneo,
numerosos autores latinoamericanos han elaborado y están elaborando una antropología
de inspiración cristiana.
3. El simple pantallazo que presentamos da una idea, al menos, del movimiento
cultural de nuestros países que no es ya una simple promesa sino que se va haciendo
realidad. Queremos subrayar que ninguna corriente “copia” o “usa mecánicamente” los
modelos o categorías de interpretación; más bien, se inspiran o recogen elementos que
se estiman válidos y aún se crean otros nuevos, para la reflexión profunda y de valor
universal. Así pues, podemos hablar de una filosofía y de una antropología
latinoamericana. Siendo ellas un capitulo o concreción de la Antropología (sin

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aditamentos), el esfuerzo que se realiza constituye un aporte significativo al “saber del


hombre”.

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