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Ernesto García Posada, fundador del Gimnasio Internacional de Medellín, celebra la graduación de la primera cohorte completa de bachilleres formados en la institución. Resalta que los estudiantes han encarnado los ideales pedagógicos libertarios del colegio al desarrollar su sentido del honor, darle sentido a la vida cotidiana y aprender que la obediencia a la autoridad legítima trae responsabilidad. Concluye que la generación marca el punto de inflexión para expandir la ideología humanista del colegio a toda la
Ernesto García Posada, fundador del Gimnasio Internacional de Medellín, celebra la graduación de la primera cohorte completa de bachilleres formados en la institución. Resalta que los estudiantes han encarnado los ideales pedagógicos libertarios del colegio al desarrollar su sentido del honor, darle sentido a la vida cotidiana y aprender que la obediencia a la autoridad legítima trae responsabilidad. Concluye que la generación marca el punto de inflexión para expandir la ideología humanista del colegio a toda la
Ernesto García Posada, fundador del Gimnasio Internacional de Medellín, celebra la graduación de la primera cohorte completa de bachilleres formados en la institución. Resalta que los estudiantes han encarnado los ideales pedagógicos libertarios del colegio al desarrollar su sentido del honor, darle sentido a la vida cotidiana y aprender que la obediencia a la autoridad legítima trae responsabilidad. Concluye que la generación marca el punto de inflexión para expandir la ideología humanista del colegio a toda la
Oración de grado en la novena promoción de bachilleres
Gimnasio Internacional de Medellín, Diciembre 2 de 2011 Por Ernesto García Posada, fundador
Claro está que, en la vida institucional, toda proclamación de bachilleres es un parte de
misión cumplida. Pero en esta ocasión el sentimiento de satisfacción y de orgullo por la tarea realizada es singularmente denso y cabal. Se trata de la primera cohorte de bachilleres cuya formación ha transcurrido íntegramente en el seno de esta isla de utopía que llamamos GIM. Y al volver la vista atrás, a las ya lejanas circunstancias de la fundación, es ineludible exclamar con toda emoción: ¡Sí! ¡Lo hicimos! Hemos materializado fielmente el sueño que en los años de 1997 y 1998 nos unió para emprender esta maravillosa aventura utópica cuyos tesoros de felicidad, dignidad y libertad vamos descubriendo e inventando día por día en esta noble comunidad educativa. Al confrontar una a una las historias individuales de cada uno de estos jóvenes dentro de la fragorosa trayectoria del grupo como tal, se nos impone la indudable conclusión de que esta cohorte de bachilleres que hoy proclamamos, encarna sin residuos todas las virtudes y todas las limitaciones de ese desafiante modelo pedagógico libertario que distingue y justifica la existencia del GIM. Sin ánimo de evaluación exhaustiva, déjenme invitarlos a revisar conmigo un campo especialmente revelador y significativo del maravilloso logro que nuestra cohorte de bachilleres encarna. Se trata del grave desafío que representa para la cultura contemporánea la formación del sentido del honor en medio del cinismo y el descreimiento que esa misma cultura ha impuesto por doquier. En efecto, la juventud de hoy es expansiva y no reprimida. Su conducta se guía más por el deseo que por el deber; pero ese carácter expansivo conlleva el peligro muy difundido de caer en la hiperactividad, el consumo compulsivo y la impotencia de la satisfacción inmediata sin maduración del deseo. Aquí, en el Gimnasio estos chicos han aprendido a hacer lo que les da la gana sin salirse, por ello, de la pertenencia honorable a la comunidad que les ha dado su horizonte ético a través del cultivo de ideales siempre nobles y tonificantes. La juventud del nuevo mundo es activa y no contemplativa. Sus esfuerzos y expectativas se dirigen al dominio del mundo externo antes que al enriquecimiento del mundo interno con lo cual se expone al peligro de la incontinencia, el vaciamiento de sí y la anarquía. Pero a través del minucioso sistema de competencias estructurado alrededor de la música, el deporte, las artes y la disciplina de la razón, estos muchachos han aprendido a darle sentido profundo y auténticamente espiritual a la vida cotidiana, han logrado derrotar el tedio y cada quien ha aprendido a construir la felicidad partiendo desde adentro de sí mismo y creciendo hacia la exterioridad del mundo. La juventud de hoy exige participación y rechaza la obediencia. Desde el principio, sus motivaciones y compromisos se limitan a aquellos proyectos en donde encuentra reconocimiento directo y concreto de sus intereses; pero en esa búsqueda de participación puede desviarse hacia actitudes improvidentes (cortoplacistas), individualismos disolventes e irresponsabilidad. Mediante la vibrante y siempre excitante experiencia del autogobierno, aquí en el Gimnasio, estos quince bachilleres han tenido ocasión de aprender definitivamente que la obediencia a la autoridad legítima no sólo no es sometimiento sino, al contrario, prenda de seguridad y principio de la responsabilidad. La juventud actual es cosmopolita y no parroquial. A través de múltiples canales le llegan las corrientes de pensamiento, sentimiento y acción que recorren el ancho mundo tan pronto como las que surcan su entorno experiencial inmediato y, de hecho, las dos forman un único horizonte sin fronteras que invita a la conquista. Este mundo sin fronteras, sin embargo, conlleva el peligro del desarraigo, la manipulación desde fuentes ocultas y muy distantes de poder y la intrascendencia de los individuos y sus actos. Mediante la irrestricta libertad de búsqueda, experimentación y navegación por internet, en el Gimnasio estos quince bachilleres han desarrollado una vigorosa actitud crítica que representa una auténtica defensa personal para proteger su autonomía y defender sus raíces en todas las circunstancias de la vida. La juventud actual oye más los dictados de la razón que las explicaciones de la magia. Siempre que se interesa en el conocimiento y dominio de cualquier tema pregunta por la explicación racional y exige la prueba científica de las teorías. Pero en su empeño racionalista puede desviarse hacia un cientificismo tan irracional como las explicaciones mágicas que pretende rechazar; o hacia la unidimensionalidad de un racionalismo que niega y persigue toda forma de saber que no pueda ser reducido a los códigos de la lógica convencional. Y también se expone al peligro de un mecanicismo que termina por convertir al propio sujeto en simple elemento de ese mecanismo totalitario y perverso que se llama a sí mismo “Libre Mercado”. La independencia de criterio y el ejercicio permanente de la capacidad crítica es la protección que el Gimnasio les ha entregado para evitar estos desvíos. En fin, la juventud de hoy es pluralista y antiautoritaria. Todo es posible y tiene derecho a existir y expresarse en un mundo plural en el que ningún ideal se acepta como valor absoluto o preponderante; nadie puede pretender la autoridad de la verdad o el bien absoluto y, por tanto, nadie puede imponerse a ningún otro como modelo o proyecto de superación. En medio de esta pluralidad que todo lo relativiza nuestros bachilleres han aprendido a buscar la orientación y el equilibrio profundo de sus personalidades en la solidaridad y el amor que, a través de la práctica de una camaradería militante, el Gimnasio les ha inculcado en las fibras más profundas de su carácter. Supongo que esta evaluación sintética ha demostrado plenamente que esta cohorte de bachilleres encarna de una manera especial el cumplimiento más cabal de los sueños fundacionales del GIM y justifica la dicha profunda que todos disfrutamos ante la contemplación de la misión cumplida. Naturalmente, no es este un triunfo que cierre el camino. Ya sabemos que, como Freud nos lo ha enseñado, el dichoso no fantasea. La coronación de esta primera cohorte de bachilleres enteramente formados en el GIM representa para nosotros el más furibundo acicate para renovar y elevar los sueños, para exigir aun más. Hoy día ya sabemos a ciencia cierta que nuestro revolucionario modelo pedagógico es sólido y certero; que es el mejor microscopio para leer y descifrar las estructuras más profundas de la ética y la moralidad que presiden la formación de los niños y jóvenes en el mundo que hoy nos toca vivir. Y es por ello que esta generación de bachilleres marca el punto de inflexión a partir del cual el sueño ya no es descubrir, inventar y validar un modelo ético y pedagógico. Ahora tenemos que salir a conquistar nuestra ciudad para la ideología humanista y libertaria cuyo emblema y compendio más representativo son ustedes, queridos bachilleres del 2011.