Digámoslo sin rodeos: la libertad de los mercados que hoy se predica y se
practica como paradigma fundamentalista de la llamada globalización, representa sin duda la muerte de la ética y, por tanto, la muerte de la libertad. El auge incontenible de la drogadicción, que esteriliza en la cuna la fuerza expansiva de la rebeldía juvenil; la espantosa proliferación de la muerte en las calles de nuestras ciudades y campos, que es el resultado inherente del avasallamiento sistemático de todo principio y de toda ley y su suplantación por la cínica ley del más fuerte; el escandaloso avance de la inequidad y la injusticia, que condena a más del 50% de la sociedad a sobrevivir en la más humillante pobreza e indigencia mientras que un ínfimo puñado de banqueros, que nunca llega ni siquiera al 1% de la población, reparte impúdicamente más de 10 billones de pesos de utilidades extraídas a la inerme sociedad; la rampante corrupción que se ha instalado en todas las esferas de la vida pública y privada con la complaciente complicidad del tinglado de los medios de propaganda al servicio de aquellos poderes que han destituido no sólo la moral sino el pudor. En fin, la catástrofe ambiental derivada del consumismo desenfrenado necesario para la libertad de los mercados. En breves palabras son estas las plagas que sofocan la libertad en este mundo globalizado bajo la férula de los banqueros. Y no son ellas errores o daños colaterales del liberalismo inhumano: son su contenido y resultado esencial. Pero no todo está perdido. Aquí y allá, por todas partes subsisten innumerables comunidades de maestros que todavía creen en la humanidad, que todavía defienden la ética y luchan por la libertad. Con mayor o menor lucidez y a pesar de la descorazonadora desigualdad de las fuerzas, la inmensa mayoría de los maestros persiste en el cultivo y la propagación de los valores fundamentales de la cultura humanista que está a punto de sucumbir definitivamente a manos de la libertad de los mercados. Y no sólo son los maestros, desde luego, pero son ellos los que, por razón de su vocación y su oficio, defienden y protegen la infancia, que es el territorio más asediado por la propaganda y el avasallamiento mercantil. En lo que corresponde a nosotros, desde nuestra pequeña pero inclaudicable trinchera del FELICITAS-HUMANITAS-LIBERTAS, en el GIM hemos hecho frente a esta tremenda desmoralización que nos carcome apelando a la enseñanza del principio de la solidaridad. Hemos pretendido enseñarles a nuestros chicos, y en este sentido la cohorte de bachilleres que hoy proclamamos es portaestandarte representativa de nuestro proyecto, que antes que la propiedad privada está el patrimonio común de la humanidad y de la ciudad: el planeta tierra, el agua, el suelo nutricio, el aire, los derechos humanos, la ética civil, el bien común. Y no se trata de una enseñanza verbalista y formal, sino de toda una experiencia de vida vivida. Contra la ética egoísta del individuo como principio y fin de la existencia, hemos practicado la poderosa ética libertaria del colectivo, de la pertenencia a la comunidad como principio y régimen de la afirmación personal. Contra la ética oportunista y cortoplacista del consumismo compulsivo, hemos practicado la fecunda ética de la responsabilidad y la creatividad a largo plazo. Contra la tediosa ética de la simple conveniencia o la comodidad, hemos practicado la inquietante ética de los ideales y los sueños. En fin, contra el cinismo del todo vale, hemos practicado la rigurosa ética del honor que está por encima de la conveniencia oportunista. Queridos jóvenes: en medio de la desmoralización, la violencia, la inequidad, la corrupción y el desastre ambiental que la globalización de los impunes banqueros le ha impuesto al planeta tierra, ustedes han sido criados en una pequeña isla de utopía que les ha enseñado que la auténtica felicidad, la dignidad y la libertad humana no están en el egoísmo individualista sino en la afirmación de la propia persona dentro de las redes de la solidaridad que se tejen en el seno de las comunidades de ciudadanos que comparten un código de valores y un destino común por fuerza de la solidaridad natural que proviene de la pertenencia a un único suelo nutricio al que tenemos que seguir llamando patria. Dondequiera que la vida nos lleve, la vida de cada uno de nosotros depende de la infinita prodigalidad de Gea, la Madre Tierra que, mediante el trabajo civilizado de los ciudadanos, provee la riqueza necesaria para el sustento y el aliento de los sueños y los ideales. Por encima de cualquier otro aprendizaje, lo que el Gimnasio Internacional de Medellín espera de ustedes es que protejan y cultiven con amor esta ética humanista que hemos sembrado a lo largo de su infancia y adolescencia. Y que, en la medida en que sepan permanecer fieles a estos preciosos valores, puedan cosechar en todos los ámbitos de su vida adulta los deliciosos frutos de la felicidad, la dignidad y la libertad. Queridísimos Bachilleres, Padres de familia y demás amigos presentes: mediante este solemne acto de proclamación de bachilleres, el Equipo Docente del Gimnasio Internacional de Medellín declara con orgullo que hemos cumplido sin desmayo la misión y el sueño que alienta de principio a fin la vida de nuestra comunidad educativa. Todos y cada uno de los jóvenes que hoy pasan a formar parte de la ciudadanía del mundo han sido forjados en el crisol del FELICITAS-HUMANITAS-LIBERTAS y todos ellos han destilado un sentido profundo del deber, el honor y la responsabilidad, valores que habrán de dirigir su conducta en todos los ámbitos de su vida privada y pública. Todos han recibido la simiente fecunda de la ética libertaria; ahora ellos sabrán cuidar el jardín de sus sueños para que la simiente fructifique como debe ser. Ernesto García Posada - Fundador Gimnasio Internacional de Medellín
Introducción al derecho internacional privado: Tomo III: Conflictos de jurisdicciones, arbitraje internacional y sujetos de las relaciones privadas internacionales