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Presentación
¡Hola a todos y a todas! En la clase anterior reflexionamos acerca de los consumos de alcohol como
problemática social-histórica y relacional poniendo foco en una perspectiva integral. Conceptualizamos la
importancia de la sociedad de consumo y el papel de los medios y la publicidad, que reproducen toda una
serie de representaciones sociales y los mitos en torno al consumo de alcohol.
Para avanzar es necesario reafirmar con claridad los conceptos claves de la clase 1: los determinantes y
condicionantes sociales de la salud, la importancia de un marco regulatorio afín a la idea de un Estado
presente en el acompañamiento, la prevención y los cuidados de la comunidad.
Como continuidad, en esta clase 2 nos proponemos ahondar en la reflexión acerca de las estrategias de
intervención por parte del Estado en la prevención y cuidado respecto del consumo de alcohol,
focalizando en diferentes poblaciones con situaciones de vulnerabilidad como: los niños y niñas, las
mujeres gestantes y lactantes, las personas adultas en general, los y las adultos/as mayores en particular,
y los y las trabajadores de actividades laborales específicas como conductores/as u operarios/as de
rodados y/o maquinarias. Finalmente, recorreremos algunas dimensiones de los marco regulatorios en
relación con los consumos de bebidas alcohólicas, ya que en estos se sostiene nuestra tarea cotidiana.
Conceptos clave
Interacción entre las personas, sus contextos y las sustancias; prevención y cuidados desde una
perspectiva integral; mitos y realidades sobre el consumo; cuidados con perspectiva de género;
ámbitos de intervención.
Contenidos
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2. Ámbitos de intervención y poblaciones específicas
a. Niñeces: vulnerabilidades y regulaciones de parte de los y las referentes adultos/as
b. Juventudes: situaciones de uso de alcohol en las previas, el UPD y las fiestas
c. Personas gestantes y en lactancia
d. Adultos/as: la relación con los estereotipos de género y ciertos problemas de salud
e. Adultos y adultas mayores: particularidades de sus consumos y combinación con medicación
f. Ámbito laboral: uso de maquinarias, actividades laborales, etc.
g. Contexto afectivo primario de las familias y referentes
3. Marco Regulatorio
a. Leyes de Salud Mental Nº 26.657 y de Lucha contra el Alcoholismo N° 24.788
b. Antecedentes internacionales y nacionales de la Ley de Salud Mental Nº 26.657
c. Contexto de producción de las leyes (perspectiva y restitución de derechos)
d. Regulación vigente sobre alcohol: fortalezas y debilidades actuales.
Conceptos clave
Prevención en materia de políticas públicas, no se trata solo de llegar antes sino de estar ahí. Nos
encontramos con la idea de acompañamiento, estar presente como Estado, como comunidad
organizada, con las organizaciones sociales y las instituciones, para poder juntos/as
interrogarnos sobre cómo queremos vivir, interpelar las prácticas y representaciones sobre los
consumos y en especial el del alcohol y desarrollar estrategias de cuidados.
La gestión de la Sedronar está guiada por una perspectiva de los Derechos Humanos, en el marco de
la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, y centrada en la construcción de lazos sociales y el
mejoramiento de las condiciones y la calidad de vida, en articulación con otras áreas estatales. Este
enfoque rechaza de plano las soluciones punitivistas, y propone una política destinada a toda la sociedad,
desde una perspectiva de género, priorizando las intervenciones con jóvenes y sectores populares.
Un abordaje del consumo problemático de bebidas alcohólicas debe poseer estrategias articuladas y a su
vez diferenciadas por población para actuar sobre los imaginarios sociales que existen en diferentes
ámbitos: educativo, laboral, contextos de encierro, ruralidad y pueblos originarios, situación de calle,
juventudes, diversidad de géneros, deportes.
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b. Descripción de la estrategia preventiva frente al alcohol (objetivos y componentes)
Si observamos los datos epidemiológicos (es decir tomando en cuenta la salud de la población)
encontraremos que existe evidencia científica que muestra la relación entre el consumo, la disponibilidad,
la accesibilidad y la mercadotecnia de las bebidas alcohólicas y los problemas socio-sanitarios. Sin
embargo, como sociedad solemos naturalizar el consumo problemático de alcohol. Nos interesa en esta
clase plantear la necesidad de problematizar, interrogar, y pensar colectivamente cuáles son las
estrategias de cuidado, de prevención y acompañamiento a implementar por parte de los Estados, las
diferentes instituciones, los y las referentes familiares y territoriales, y las propias personas.
Por tal motivo la Sedronar genera una estrategia preventiva que consiste en:
• Impulsar políticas preventivas sistemáticas y universales en conjunto con los diferentes Ministerios,
teniendo en cuenta las leyes: de Salud Mental Nº 26.657, de Protección Integral de los Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes Nº 26.661 y de Lucha Contra el Alcoholismo Nº 24.788.
• Impulsar, junto con otros actores del estado nacional, una reorientación de la política tributaria nacional
en lo que respecta a los impuestos internos a las bebidas alcohólicas.
¿Sabías que?
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c. Función de este curso en la estrategia de la estrategia frente al alcohol
Para desarrollar de manera consensuada con los territorios provinciales y municipales, estrategias
preventivas que desnaturalicen los consumos problemáticos de bebidas alcohólicas y que amplifiquen los
diferentes cuidados para grupos variados locales, se desarrolla esta “Formación de Redes para la
Prevención y el cuidado frente al consumo de bebidas alcohólicas”.
Conceptos clave
En la clase anterior retomamos la antigua definición de la palabra droga, cuya acepción “viene del griego
“Phármakon”, que significa: remedio y veneno a la vez. Lo que lo hace una cosa u otra depende de la
acción conjunta de cuatro factores: qué sustancia se consume, quiénes, cómo, cuándo y dónde”
(Goltzman, 2019:42). Estos factores combinados constituyen un escenario situacional particular, ubicado
en el centro de las personas y su trayectoria en escenarios específicos. Pensando en el consumo de
alcohol distinguimos situaciones de consumo que pueden no ser problemáticas, como el uso de una copa
de vino en una cena para una persona adulta. Pero pensando en “el quién”, por ejemplo, si nos referimos
a una persona adolescente, o a una persona gestante, el consumo pasaría a ser problemático por
diferentes motivos, como desarrollaremos a lo largo de la clase.
Es importante también retomar que cuando nos referimos al contexto no es sólo en relación al espacio
y tiempo micro de una esquina en el barrio, o el boliche, o un almuerzo en una casa durante el fin de
semana, sino también en el marco de las ideas y creencias propias de la época y de la sociedad de
consumo. Y eso, en nuestra sociedad tiene que ver con un proceso cultural que es histórico y el consumo
de bebidas alcohólicas no escapa a esta regla: lo que tomamos y la forma en que tomamos es algo que
fuimos construyendo social e históricamente. Así llegamos a la actualidad donde el alcohol, en tanto
droga legal, es la que más se consume.
Como todas las drogas, el alcohol tiene efectos sobre nuestro organismo y produce consecuencias
sociales. En nuestra cultura, el alcohol está construido simbólicamente e incorporado socialmente como
parte insustituible de situaciones de encuentro o festejo. El brindis con bebidas alcohólicas es parte del
ritual en las celebraciones familiares. Asimismo, el vino y la cerveza fueron adoptados como
acompañamiento de las comidas. Estas formas de consumo están tan incorporadas a nuestras
costumbres y hábitos cotidianos que hacen que resulte difícil advertir cuando el consumo se torna
problemático. La naturalización del consumo de alcohol en nuestra sociedad hace que se vuelva muy
difícil considerarlo como una droga y advertir situaciones donde se conforma como un consumo
problemático.
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a. Niñeces y Adolescencias: vulnerabilidades orgánicas y regulaciones de parte de los y las
referentes adultos/as
Cuando hablamos de consumo de alcohol en las niñeces y las adolescencias, es importante analizar
diferentes variables y situarnos claramente desde una perspectiva de derechos. Desde la perspectiva
orgánica, el consumo de bebidas alcohólicas siempre es considerado un consumo problemático, ya que
los órganos y sistemas no están totalmente desarrollados. El sistema nervioso central tiene dos
momentos de desarrollo a lo largo del crecimiento, que se llaman poda neuronal ya que se producen
recortes de células y sinapsis, como si podáramos un árbol y queda lo mejor (Muñoz Collado, 2020). El
primer momento se sitúa aproximadamente a los 2 años de vida y el segundo entre los 18 y 21 años que
es el momento de máximo esplendor neurocognitivo humano. La ingesta de alcohol en niños y niñas
impide el correcto desarrollo neuronal y aumenta las probabilidades de tener una adicción en la
vida adulta.
Con respecto al sistema digestivo, en los niños y niñas, tanto como las adolescencias, nos encontramos
con un hígado inmaduro con poca capacidad de metabolizar alcohol. Por tal motivo, esta sustancia
permanece más tiempo en el torrente sanguíneo prolongando e intensificando sus efectos depresores,
pero también generando tolerancia y por ende aumentándole posibilidades de dependencia física.
Por todo lo mencionado, es fundamental retrasar la edad de inicio de consumo de alcohol como
práctica de cuidado. En consecuencia, la Sociedad Argentina de Pediatría (que incluye Ediatría),
consolida su llamado en 2018 (SAP, 2018) para prevenir y reducir el consumo de alcohol de personas
menores en su declaración de política actualizada.
Ahora bien, no solo analizamos las variables orgánicas, sino que damos gran importancia a la influencia
que ejercemos las y los adultos frente a las regulaciones de los consumos de alcohol en niños, niñas y
adolescentes. Al respecto, hay adultos/as que mojan el chupete en alguna bebida alcohólica con el fin de
hacer un brindis simbólico con los/as bebés o niños y niñas. En algunos grupos familiares sucede que se
les sirve un vaso con un dedo de vino y el resto de soda como símbolo de crecimiento, y de esta forma se
habilita el consumo de alcohol en pequeñas cantidades.
La naturalización de la ingesta de alcohol de los y las adultos/as con fines festivos y recreativos tiende a
invisibilizar las situaciones donde ese consumo se puede transformar en problemático.
Finalmente, diremos que respecto al marketing de alcohol, distintas observaciones enuncian que la
mercadotecnia dirigida a las niñeces y adolescencias de productos como cigarrillos y alcohol, así como de
alimentos y bebidas con alto contenido en grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcar, sal o aditivos
puede tener un impacto a largo plazo sobre su salud.
En el preámbulo de la Convención de Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº23.849 se menciona la
Declaración de Derechos del Niño la cual establecía que "el niño, por su falta de madurez física y mental,
necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal. Se insta en consecuencia
a los Estados Partes a reglamentar o prohibir la información y el marketing relativo a sustancias como el
alcohol y el tabaco, especialmente cuando están dirigidas a niños, niñas y adolescentes.
En el ámbito local la Ley Nacional de Lucha contra el Alcoholismo N° 24.788. (arts. 1 y 6) consagra
diversas prohibiciones, restricciones y/o reglamentaciones a efectos de garantizar el derecho superior del
niño en relación al más alto nivel de salud integral posible
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b. Juventudes: situaciones de uso de alcohol en las previas, el UPD y las fiestas
Les proponemos ante todo hablar de “juventudes”, y no de “juventud”, porque entendemos que hay
distintos modos de ser joven. El plural nos muestra lo difícil que resulta nombrar de modo singular a
experiencias y vivencias tan heterogéneas y desiguales de ser jóvenes. Esa diversidad está en gran parte
moldeada por los distintos contextos por los que transitan y habitan las personas y en función de las
experiencias que allí son vividas. Hablar de juventudes implica mirar la diversidad cultural, de géneros,
social y territorial y desde aquí poder pensar acciones concretas que acompañen y busquen revertir las
desigualdades estructurales.
¿Y qué especificidades tienen los consumos de alcohol de estas diferentes juventudes? Una de
ellas es la llamada “previa” o “preboliche” que se constituye en una instancia preparatoria donde las y los
jóvenes se encuentran antes de salir. La casa es el espacio preponderante en donde se organiza la salida
al boliche, aunque en menor medida pueda darse también en bares. La función fundamental es la
preparación y producción del yo: producirse para salir al boliche. La idea fuerza que sostiene el preboliche
es que la persona adolescente debe llegar ya “entonada” al boliche, es decir preparada para que el “yo soy
yo” actúe según los ítems socialmente impuestos y que se resumen en la tríada:
diversión-desinhibición-descontrol.
La casa resulta el espacio del preboliche aunque también pueda ser una reunión que se agote allí , es decir
que el fin era “reunirse con las amigas y los amigos”. Si corre esta última opción, el alcohol no es condición
necesaria, aunque generalmente esté presente, pero si hablamos del preboliche o previa, este no tiene
razón de ser sin el alcohol. La casa propia o la de una amiga o amigo es elegida en tanto “casa libre de
personas adultas”, condición que se efectiviza por ausencia u omisión (personas referentes que no salen
de sus cuartos a ver qué está pasando, en definitiva, que “no molestan”, “no se meten”). El espacio de la
casa es un lugar elegido para el consumo de alcohol en tanto cumple diversas funciones que pueden ser
complementarias o no: función económica, contenedora, proveedora de anonimato, intimista, y de
producción del “yo”.
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El alcohol, consideraciones para tener en cuenta:
• El alcohol es una droga depresora del sistema nervioso central. No te estimula. Reduce la capacidad para
pensar, hablar, moverse y todas las demás actividades.
• El abuso de alcohol te puede causar agresividad, melancolía y pérdida de memoria. Produce distintos
grados de inactivación, desde somnolencia hasta anestesia y coma.
• Sólo el 10% del consumo de alcohol se elimina por orina y sudor. El 90% es digerido por el hígado
convirtiéndose en azúcar, causando diversas enfermedades con efectos irreversibles en nuestro
organismo.
• Tampoco se elimina más rápido por tomar café o darse un baño. El café puede irritar aún más el
estómago y el baño puede dar más frío y producir hipotermia.
• Las bebidas alcohólicas afectan de igual manera en cualquiera de sus graduaciones. Sus efectos tienen
que ver con la cantidad de alcohol ingerida, el tiempo de ingesta, el lugar, la calidad de la bebida y el
estado de ánimo de la persona, según su edad, cuerpo y trayectoria de vida.
• El alcohol puede producir problemas de impotencia sexual y afectar el desarrollo y los cuidados en las
relaciones sexuales.
• El mezclar distintos tipos de alcohol o alcohol con energizantes u otras sustancias, aumentan los efectos
negativos y los riesgos para la salud.
Todo consumo de alcohol en menores de 18 años se considera un consumo de riesgo, es decir no existe
un nivel de consumo de alcohol que se considere “saludable” porque:
• El cuerpo está en crecimiento y es más vulnerable a sus efectos
• El alcohol afecta el rendimiento en los estudios porque altera la capacidad de atención y concentración.
• Si se practica deportes, su consumo baja la capacidad física y aumenta el riesgo de lesiones.
• Aumenta el riesgo de dependencia en la edad adulta.
Es fundamental promover nuevos sentidos en momentos en los que la celebración incluye el alcohol, y
abrir espacios a todos las personas de la comunidad para problematizar lo que sucede en torno a esas
modalidades de celebración. El objeto es la construcción de acuerdos para cuidar a las y los jóvenes
y no dejarlas solas y solas con el consumo ni con lo que creen del consumo.
Desde la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina promovemos la reflexión
y las prácticas de cuidado en relación al consumo de alcohol.
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¿Sabías que?
Es importante resaltar que el uso repetido de alcohol produce tolerancia. El fenómeno de la tolerancia se
produce porque el cuerpo se adapta a la presencia continua de alcohol. Esto lleva a que la mayor parte de
los y las consumidores/as crean que el alcohol no les/as afecta. Pero no es así: si una persona “tolera” el
consumo de grandes cantidades de alcohol sin mostrar síntomas de sus efectos, no significa que su
organismo funcione mejor ni que sea más fuerte, por el contrario, implica que sus órganos (hígado,
riñones, cerebro) tienen que hacer un sobreesfuerzo para poder funcionar correctamente y, por lo tanto,
sufren más daño.
Un objetivo importante con las y los adolescentes es lograr la comprensión de que es mejor no tomar
alcohol, y cómo sostener esta opción a pesar de las presiones sociales para poder priorizar y valorar salud
y los proyectos. Esas reflexiones son más ricas si son compartidas con otras personas para que además
de pensar cómo se cuida cada uno, puedan ver cómo se cuidan entre todos.
Por otra parte, para pensar estrategias de prevención y cuidado en las adolescencias y juventudes
es fundamental tener en cuenta cuáles son aquellos espacios donde construyen lazos, quiénes son los y
las adultos/as que escuchan y cuidan a los y las jóvenes en estos lugares y desde qué miradas y supuestos
los escuchan. Para lograr que puedan ser protagonistas y constructores/as de acciones preventivas es
imprescindible el diálogo con adultos/as evitando las posturas adultocentristas que ubican a adultos/as
en el centro y como modelo. En este sentido, como adultos/as, queremos situarnos desde una
perspectiva sobre la juventud que esté libre de la nostalgia y de la idealización de las generaciones
pasadas, entendiendo que los y las jóvenes son mucho más parecidos a su época que a nosotros, a la vez
que nos permitimos pensar propuestas alternativas al mero disciplinamiento y control de sus
comportamientos. Eso exige un trabajo fuerte con una/o mismo/a en que los y las adultos/as nos
preguntemos permanentemente cómo los y las miramos y los integramos con sus opiniones y puntos de
vista.
Por otra parte, desde la lógica de los cuidados es importante que las juventudes identifiquen y visibilicen
prácticas de cuidados desde los propios territorios promoviendo estrategias colectivas, que
recompongan el lazo social basado en el respeto a las diversidades juveniles.
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c. Personas gestantes y en lactancia
Conceptos clave
Las respuestas de cuidados con perspectiva de género deben ser amplias y ofrecer alternativas
acordes a las situaciones de las personas y su entorno, teniendo en cuenta las condiciones
particulares en que sus vidas se encuentran, y haciendo hincapié en favorecer la accesibilidad
simbólica a las alternativas disponibles y garantizando ante todo el derecho a la salud y a no ser
estigmatizadas.
Las personas gestantes o que estén planificando un embarazo, deben evitar por completo el consumo de
bebidas alcohólicas. Es importante informarle que pequeñas cantidades de alcohol pueden tener efectos
negativos materno-fetales y/o neonatales. Los efectos maternos fetales negativos más comunes suelen
ser desprendimiento placentario, roturas prematuras de membranas (bolsa), parto prematuro,
hipertensión maternales (Cremonte, Lopez y Filippetti, 2015).
¿Sabías que?
• En el tercer trimestre el feto tiene una ganancia en talla y peso, por lo que la ingesta de alcohol
en este periodo generará recién nacidos o nacidas de bajo peso o pequeños/as.
Con respecto a la lactancia, recomendamos aconsejar que se evite el consumo de alcohol a las mujeres
que están amamantando. Sin embargo, y considerando los beneficios asociados a la leche materna como
única forma de alimentación durante los primeros 6 meses de vida, es importante intentar por todos los
medios, no interrumpir la lactancia. En caso de consumir alcohol ocasional y amamantar, se
recomienda no dar de mamar hasta 2 o 3 horas después de la última ingesta. Si el consumo fuese habitual
se indicará la inhibición de la lactancia y utilización de leche maternizada. Es importante considerar ante
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todo la situación integral de las personas en su contexto, y adecuar las intervenciones a la singularidad de
cada trayectoria subjetiva y a las condiciones de vida.
En el imaginario social se suele menospreciar a las mujeres que consumen sustancias tendiendo a
considerar que se está menoscabando su feminidad, como una desviación de lo que el sistema patriarcal
establece como estereotipo de “ser mujer”. Varios estudios sobre el tema sostienen que, por este motivo,
en las mujeres consumidoras recae un doble estigma: por romper con el modelo construido e idealizado
que le fue asignado socialmente y por ser consumidoras de drogas, lo que se traduce en una condena
social que genera vergüenza y culpa lo que provoca en ocasiones el ocultamiento de las prácticas de
consumo. Del mismo modo, las personas del colectivo LGTBI+ que crían niñes también son
estigmatizadas doblemente si además tienen problemas con los consumos de sustancias ya que como a
las mujeres forman parte de esas posiciones subalternas que sistema patriarcal condena por estar fuera
de la supuesta norma estereotipada.
Analizar esta mirada hacia las mujeres consumidoras desde el enfoque de la perspectiva de género, nos
permite complejizar la mirada y construir preguntas que nos permitan comprender mejor las situaciones
que atraviesan algunas personas por su condición de género, y preguntarnos, por ejemplo, por qué ante
los varones que consumen no aparece el estigma de mal padre, o la pregunta de por qué se desliga
fácilmente a los varones de esta tarea.
d. Adultos y adultas: la relación con los estereotipos de género y ciertos problemas de salud
Vemos cómo el sistema patriarcal organiza y estructura la vida política, económica, social y cultural. Es
decir, entre otras cosas, moldea y determina desde los roles de género, las relaciones sociales, los modos
de satisfacer las necesidades, la división del trabajo, etcétera, es un sistema que, como el capitalismo,
opera condicionando nuestras subjetividades, nuestros cuerpos, nuestras identidades y modos de
relacionarnos. Estos mandatos se cristalizan en estereotipos y, cuando esas expectativas son
transgredidas, se transforman en estigmas.
Para los varones el modo en que se consume alcohol está fuertemente ligado y fomentado por el
paradigma hegemónico de masculinidad. Los usos de sustancias tradicionalmente se han asociado
con el riesgo y la trasgresión que son componentes centrales del estereotipo de masculinidad. El
consumo de alcohol en situaciones sociales como modo de fortalecer la “hombría” relacionado a la
llamada cultura del aguante, al valor de la exposición a riesgos y a la presión grupal por demostrar la
fuerza y la potencia.
Son lógicas propias de los estereotipos de masculinidad que desde muy pequeños a los varones se les
inculca de muy diferentes maneras que deben ser fuertes, valientes, agresivos, y ejercer el poder y
control en todos los ámbitos de la vida. Se aprende que ser un “verdadero” hombre es lo opuesto a lo que
la sociedad considera que es ser mujer: los varones no deben mostrar su fragilidad ni sus sentimientos y,
en muchos casos, tampoco expresar los afectos, ser prácticos y no tener miedo. Y es también un
estereotipo opuesto a ser homosexual, es decir que los varones deben manifestar en todo momento la
capacidad de conquistar a todas las mujeres, y a no establecer relaciones de cariño y afecto hacia otros
varones.
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Esos mandatos de género y heteronormatividad operan en los varones dificultando que puedan pedir
ayuda, que se realicen chequeos médicos cuando se sienten mal, que registren el dolor. También los
expone muchas veces a situaciones de riesgo y violencia, en las que deben demostrar que pueden con
todo. En ese marco es que consideramos importante incluir la perspectiva de género para revisar cómo el
consumo excesivo de alcohol puede asociarse a conductas temerarias y agresivas, que pueden derivar en
violencia, accidentes.
Alcohol y medicamentos
Otro efecto problemático posible del consumo de bebidas alcohólicas es que puede empeorar los estados
depresivos al interferir con las medicaciones antidepresivas prescriptas.
Asimismo, las cantidades pequeñas enlentecen los tiempos de reacción y dificultan la función
psicomotora, empobreciendo la capacidad de conducir, elevando las posibilidades de sufrir un accidente.
La mezcla de sustancias como alcohol y otros medicamentos es siempre una situación en la que tenemos
que estar atentos/as porque cambian los efectos.
Como decíamos, si bien los efectos del alcohol dependen de un cúmulo complejo de circunstancias
(cantidad, calidad, sentido del consumo) cada día se acumula más evidencia sobre el daño de beber
alcohol aún en cantidades moderadas. Si bien estudios de factores aislados han encontrado ciertos
efectos protectores en el consumo moderado, cuando estos se combinan con los riesgos asociados a su
consumo, se incrementan independientemente de cualquier cantidad de alcohol que se consuma.
Razones por lo cual al menos no debería promocionarse desde el punto de vista de beneficio para la salud
integral. El consumo perjudicial se define entonces como un patrón en el beber que produce daños a la
salud física y psíquica y está definido por la OPS como el consumo medio regular de 40 g diarios de
alcohol en mujeres, y más de 60 g diarios en varones (Anderson, Gual y Colon, 2008).
Si bien a nivel científico se prefiere hablar en términos de gramos de alcohol, en el ámbito de atención
primaria de la salud se habla de bebidas estándar. La Organización Mundial de la Salud (Babor y
Higgins-Biddle, 2001) propuso los siguientes valores equivalentes para las bebidas estándar:
• 330 ml de cerveza al 5%
• 140 ml de vino al 12%
• 90 ml de vinos fortificados (por ejemplo, jerez) al 18%
• 70 ml de licor o aperitivo al 25%
• 40 ml de bebidas espirituosas al 40%.
Para varones el límite es tres unidades diarias con un máximo de 15 unidades a la semana. Para mujeres
un máximo de dos unidades diarias y un máximo de 9 en la semana.
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También hay que tener en cuenta que es un grupo etario que casi no realiza tratamiento específico de
modalidad residencial por consumo de sustancias psicoactivas. Según el Estudio Nacional sobre Perfiles
de Pacientes en Tratamiento por Consumo de Sustancias Psicoactivas, los/as mayores de 60 años son
sólo el 1,8% del total de las personas internadas en dispositivos que brindan tratamientos residenciales
en todo el país (OAD-SEDRONAR, 2019).
Hay que destacar que dosis bajas de alcohol pueden generar más problemas de salud física que
con el resto de la población, ya que se trata de un grupo de personas con mayores problemas de
salud en general. El consumo combinado de alcohol y medicamentos, con y sin receta, también es un
problema a considerar.
En cuanto a las personas mayores que viven solas, lejos de su familia y a veces aislados/as, el riesgo de
consumir alcohol en exceso es un tema a prevenir. Así como el metabolismo cambia con la edad, los y las
adultos/as mayores pueden reaccionar de manera diferente a las medicinas. Pueden estar
sobremedicados/as o sus medicinas pueden interactuar entre ellas o con el alcohol para producir una
aparente demencia u otros síntomas. La cantidad de alcohol que alguna vez tomaron siendo más jóvenes,
durante la vejez puede transformarse en excesiva y problemática.
Lo peor de todo es que estos problemas rara vez son evidenciados por los y las profesionales de la salud,
trabajadores/as sociales y otros que trabajan con los y las adultos/as mayores y pueden pasar
desapercibidos/as.
El disfrute de la vida y el bienestar social no se debe unir necesariamente con la ingesta de bebidas
alcohólicas. No se trata tan sólo de un tema de salud personal, sino también de uno de desarrollo social
de toda la comunidad. Se trata aquí de promover el pensamiento crítico sobre nuestros hábitos de
consumo y estilos de vida y de cuidar colectivamente a las y los adultos/as mayores. Los programas
preventivos deben poner a la vista estos problemas y abordarlos para ayudar a las personas a tener una
vida más larga, productiva y satisfactoria.
Para reflexionar
“Entre 2015 y 2050, el porcentaje de los habitantes del planeta mayores de 60 años casi se
duplicará, pasando del 12% al 22%. Para 2020, el número de personas de 60 años o más será
superior al de niños menores de cinco años. En 2050, el 80% de las personas mayores vivirá en
países de ingresos bajos y medianos. La pauta de envejecimiento de la población es mucho más
rápida que en el pasado. Todos los países se enfrentan a retos importantes para garantizar que
sus sistemas sanitarios y sociales estén preparados para afrontar ese cambio demográfico”
(OMS, 2018:S/D).
Por tal motivo “recomienda diseñar las políticas y programas desde el enfoque del envejecimiento activo
porque ofrece la posibilidad de afrontar la mayoría de los retos, tanto de las personas como de las
poblaciones que están envejeciendo. Cuando la salud, el mercado de trabajo, las políticas educativas y
sanitarias se desarrollen bajo la perspectiva del envejecimiento activo la tendencia será a un descenso de
muertes prematuras en las etapas más productivas de la vida, de discapacidad relacionadas con
enfermedades crónicas ligadas al envejecimiento, una reducción del gasto sanitario y farmacéutico y un
incremento de la participación social, económica y cultural”.
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Las personas mayores atraviesan un proceso de envejecimiento que conlleva, a nivel biológico, un
aumento de morbilidad y deterioro general progresivo, asociado muchas veces a una disminución
paulatina de independencia y empobrecimiento de relaciones afectivas, provocando situaciones de
aislamiento y exclusión social, relacionadas con el cambio de roles y posiciones sociales. Estas situaciones
pueden generar problemáticas de consumo que se naturalizan en este ciclo vital.
Desde esta perspectiva y para ello, Sedronar propone el diseño de estrategias de prevención y
cuidado hacia las personas mayores en un trabajo interdisciplinario e intersectorial con los
Organismos Públicos Nacionales, Provinciales y Municipales de todo el país, promoviendo, la
reflexión y las prácticas, la restitución de derechos sociales, culturales y económicos para esta
población.
Respecto a las condicionantes sociales hay que destacar como muy importante el ambiente laboral.
Sabemos que el trabajo interviene positivamente en la salud, generando en las personas un sentimiento
de identidad social llegando incluso a regular la socialización, pero, por otro lado, cuando el trabajo se
desempeña en condiciones de altos ritmos de trabajo, insatisfacción y precariedad, justamente estas
mismas condiciones pueden desencadenar y modular el consumo problemático de determinadas
sustancias como el alcohol.
Cabe señalar que partimos de la consideración de la persona en forma integral, en relación permanente
con sus condiciones personales, sociales, afectivas y laborales; es precisamente en este marco donde
definimos el problema del consumo de alcohol. El uso nocivo de alcohol es uno de los factores de riesgo
de enfermedades no transmisibles importantes que son susceptibles de modificación y prevención.
• Disponibilidad de bebidas.
• Pautas sociales preestablecidas en determinados sectores.
• Reuniones de trabajo con amplio grupo de personas que acompañan la ingesta de alcohol
• Trabajos que exigen condiciones físicas o psíquicas de especial resistencia (intemperie, temperaturas
extremas, lugares con toxicidad del medio ambiente circundante, sin horario fijo o rotatorios).
• Condiciones subjetivas que pueden asociarse al consumo problemático como: falta de motivación,
carencia de promociones, exceso de trabajo, monotonía, sentimiento de infravaloración.
Todo ello conlleva a una situación de estrés de las y los trabajadores que, para combatirlo, pueden utilizar
diversos mecanismos de afrontamiento, en la medida y manera de que disponga de ellos. El estrés puede
favorecer tanto el inicio del consumo problemático de alcohol como el retorno a situaciones anteriores en
su trayectoria subjetiva donde tenían un uso excesivo de alcohol.
En tareas que implican el desarrollo de las mismas en altura, los casos de actividades laborales que
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implican un contacto estrecho con electricidad, o el manejo de maquinaria peligrosa o pesada por
trabajadores/as que presentan un consumo problemático o adictivo de alcohol, conlleva siempre un
peligro que se potencia si además hubiera turnos prolongados, rotaciones horarias y/o fenómenos de
monotonía y tedio en las tareas laborales. También en los y las trabajadores/as del transporte público y
de carga, el riesgo se ve incrementado por la fatiga, el sueño o la soledad en las rutas.
Es importante considerar la disminución de la propia responsabilidad que hace desestimar ciertos riesgos
que dan lugar a situaciones de peligrosidad en determinados trabajos (construcción, conducción de
vehículos, fuerzas de seguridad, etc.) y olvidar medidas de protección mínimas. Todo esto hace que la
educación preventiva y la prevención de accidentes sea importante a estos niveles y obliguen a la
adopción de medidas que mejoren la relación del trabajador y la trabajadora con su situación laboral
reconociendo los riesgos que se implican con su actitud. Es necesario la elaboración y puesta en marcha
de certificaciones capaces de permitirnos alcanzar mayores y mejores niveles de prevención.
En esta línea, la Organización Internacional del Trabajo, OIT, propone ciertas medidas a aplicar en los
lugares de trabajo:
• Carteles, anuncios y material impreso y audiovisual que alerte sobre la importancia de la prevención.
• Programas de información y capacitación para la orientación de los y las trabajadores.
• Reuniones para trabajo grupal con los y las trabajadores/as afectados/as.
• Coordinación de recursos entre efectores de salud pública y organizaciones laborales y empresas.
Para que también se sientan acompañados, es necesario brindar herramientas, guías y recursos para los
familiares y entornos afectivos que contribuyan de manera positiva en los procesos que atraviesan las
personas con consumos problemáticos.
La idea de familia puede entenderse más allá de los lazos de sangre, y eso hace que deba ponerse el
acento en la “jerarquización de los contextos afectivos de las personas” que “hacen de familia” respecto
a su función, constituyéndose en referentes afectivos. Por función nos referimos al tipo de vínculo que,
basado en una acción hacia el otro, posibilita un proceso, dejando de lado las ideas estereotipadas sobre
quien supuestamente debería realizar los cuidados.
Por eso puede ser una estrategia preventiva eficaz el intervenir con la red afectiva primaria de las
personas, es decir con sus familiares en un sentido amplio entendiendo a aquellos con quienes las
personas tengan vínculos de confianza y cuidado.
Además, nuestras intervenciones con personas a menudo operan fortaleciendo los vínculos, apoyo y
sostén para paliar el aislamiento y la fragmentación. Y en otros momentos en la puesta de límites. Así se
habilita la subjetivación y discriminación en la dimensión simbólica. Un límite cuidadoso es justamente
un acto de cuidado y de amor, es aquello que nos resguarda (como el ejemplo de la baranda de la
escalera que te cuida para que no te caigas). En la actualidad es muy frecuente asociar el límite con el
enojo, el castigo o todo lo que no se puede hacer. Sin embargo, el límite es habilitante, habilitante de todo
lo que sí se puede.
Hay que tener en cuenta que lo que debemos considerar es la realidad subjetiva de la persona, es decir lo
que la propia persona considera desde su perspectiva singular, independientemente de lo que
entendemos por realidad.
Reflexión final
15
3. MARCO REGULATORIO
Conceptos clave
Los marcos regulatorios son una compleja combinación de estatutos y regulaciones judiciales y
la práctica real. Proporciona las bases sobre las cuales las instituciones construyen y determinan
el alcance y naturaleza de la participación en la sociedad.
La Nación, como las provincias y los municipios tienen marcos regulatorios que afectan la
temática de la producción, comercialización y consumo de bebidas alcohólicas.
Se reconocen y establecen toda una serie de derechos que, si los pensamos para las personas con
problemas de consumo de sustancias, resultaron totalmente innovadoras. La Ley, en su artículo 7°
establece: — “…El Estado reconoce a las personas con padecimiento mental los siguientes derechos: a)
Derecho a recibir atención sanitaria y social integral y humanizada, a partir del acceso gratuito, igualitario
y equitativo a las prestaciones e insumos necesarios, con el objeto de asegurar la recuperación y
preservación de su salud (…) c) Derecho a recibir una atención basada en fundamentos científicos
ajustados a principios éticos; d) Derecho a recibir tratamiento y a ser tratado con la alternativa
terapéutica más conveniente, que menos restrinja sus derechos y libertades, promoviendo la integración
familiar, laboral y comunitaria; e) Derecho a ser acompañado antes, durante y luego del tratamiento por
sus familiares, otros afectos o a quien la persona con padecimiento mental designe;(…) h) Derecho a que
en el caso de internación involuntaria o voluntaria prolongada, las condiciones de la misma sean
supervisadas periódicamente por el órgano de revisión; j) Derecho a ser informado de manera adecuada
y comprensible de los derechos que lo asisten, y de todo lo inherente a su salud y tratamiento, según las
normas del consentimiento informado, incluyendo las alternativas para su atención (…) k) Derecho a
poder tomar decisiones relacionadas con su atención y su tratamiento dentro de sus posibilidades; l)
Derecho a recibir un tratamiento personalizado en un ambiente apto con resguardo de su intimidad,
siendo reconocido siempre como sujeto de derecho, con el pleno respeto de su vida privada y libertad de
comunicación…”
16
3. Se prohíbe la creación de instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. En el
caso de los ya existentes se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos. Esta idea no solo refleja
una realidad superadora, sino que además define las intervenciones en salud mental como
interdisciplinarias e intersectoriales.
La Ley Nº 26657 y su Decreto 603/13 regula la protección de los derechos de las personas con
padecimientos mentales. Plantean un nuevo paradigma, que permite pasar de un modelo centrado en la
exclusión a otro basado en la integración, del espacio institucional cerrado al espacio comunitario abierto,
del enfoque basado en la enfermedad y la peligrosidad a otro basado en el concepto de sujeto de derecho
en su proceso de integración social, fundado en el resguardo o restitución de sus derechos.
La Ley Nº 24.788/1997 llamada en ese momento de “Lucha contra el Alcoholismo” recién se pudo
reglamentar en 2009 (12 años después) con los decretos 149 y 688. Tiene como objetivos la prohibición
de la venta de bebidas alcohólicas a personas menores de 18 años, la generación del Programa Nacional
de Prevención de alcohol, además de que se considera que es una bebida alcohólica, la regulación en la
publicidad, y de la promoción del trabajo tripartito entre la Sedronar, el Ministerio de Salud y Educación
en relación a la prevención y asistencia de la temática.
Principios para
Declaración Resolución la protección Consenso de
Universal de de de enfermos Panamá
Derechos ALMA-ATA mentales y para
el mejoramiento
de la atención
de la salud
mental
Instrumentos para la defensa efectiva de los derechos de las personas en condición de vulnerabilidad
17
Comenzaremos nuestro recorrido histórico citando a “La Declaración Universal de los Derechos
Humanos, que marca un hito en la historia de los derechos humanos. Elaborada por representantes de
todas las regiones del mundo, fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París,
en 1948.
En 1978 la Declaración de Alma-Ata definió la atención primaria de salud como un conjunto de valores
rectores para el desarrollo sanitario, un conjunto de principios para la organización de servicios de salud
y una variedad de criterios para abordar las necesidades sanitarias prioritarias y los determinantes
fundamentales de la salud. La meta de Alma–Ata es salud para todos.
En el año 1991, la ONU emite la Resolución 46/119, que aprueba los Principios para la protección de los
enfermos mentales y para el mejoramiento de la atención a la salud mental.
En el año 2005, en Conferencia Regional para la Reforma de los Servicios de Salud Mental se establecen
los principios Rectores para el Desarrollo de la Atención en Salud Mental en las Américas. Los principios
de Brasilia son una actualización de la Declaración de Caracas, a la vista de los limitados avances, sobre
todo en materia de desmantelamiento de hospitales psiquiátricos y de creación de dispositivos
asistenciales comunitarios
Finalmente, en 2010, la OPS y la OMS, con el auspicio del Gobierno de Panamá, convocó la Conferencia
Regional de Salud Mental, la cual se instó a que se incluya la salud mental como una prioridad dentro de
las políticas nacionales de salud, mediante la ejecución de planes que estén acordes con las diversas
problemáticas y prioridades de los países, promoviendo el acceso universal y equitativo a la atención de
salud mental.
A los efectos de contextualizar el momento socio histórico en el que se crea la ley de Salud Mental, hará
mención a la creación de leyes cuya finalidad es la protección de los derechos de las personas.
2010
Ley 26.657
Salud mental
2010 2012
Ley 26.618 Ley 26.734
Matrimonio igualitario Identidad de género
2009 2009
Ley 26.529 Ley 26.061
Derechos del paciente en su De protección integral de
relación con los profesionales de los derechos de las niñas,
instituciones de la salud niños y adolescentes
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En el año 1988 se firmó en Viena la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicos. Este instrumento señalaba al “tráfico ilícito” como una
amenaza a “la estabilidad, y la soberanía de los Estados” y tuvo un amplio consenso en casi todos los
países bajo la influencia de Naciones Unidas.
1º: Todas las Obras Sociales y Asociaciones de Obras Sociales del Sistema Nacional incluidas en
la Ley 23.360, recipiendarias del fondo de distribución de la Ley Nº 23.361, deberán incorporar como
prestaciones obligatorias, la cobertura para los tratamientos médicos, psicológicos y farmacológicos de
las personas que dependen físicamente del uso de estupefacientes.
2°: Los tratamientos de desintoxicación y rehabilitación mencionados en los artículos 16, 17, 18 y
19 de la Ley Nº 23.737 deberán ser cubiertos por la Obra Social de la cual es beneficiaria la persona a la
que se le aplica la medida de seguridad curativa.
El verdadero cambio paradigmático no ocurre hasta 2014, cuando a través del Decreto 518/14, se
transfieren las competencias de control del tráfico ilícito de estupefacientes al Ministerio de Seguridad
en concordancia con la nueva visión que entiende que las tareas de reducir la oferta y la demanda son
competencias de organismos diferentes.
Se crea el Programa Nacional de Abordaje Integral para la Prevención, Capacitación y Asistencia de las
Adicciones. El mismo tiene como objetivo profundizar las políticas públicas de inclusión social,
contención y protección de personas, en situación de riesgo frente al consumo de estupefacientes y
alcohol, que permitan realizar tales acciones en todo el territorio nacional articuladamente con los
gobiernos provinciales, municipales y las organizaciones civiles.
En el año 2017 Sedronar cambió su nombre, aunque mantuvo la sigla. Pasó a llamarse Secretaría de
Política Integral Sobre Drogas de la Nación Argentina Este evento obedece a la lógica de la separación
de competencias, eliminando de su nombre la función de “lucha contra el narcotráfico”.
Luego, en 2019, se modificó su carácter de Secretaria de Estado para pasar a ser una Secretaría
dependiente de Jefatura de Gabinete de Ministros de la Presidencia de la Nación.
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Para concluir, queremos mencionar dos organismos estatales que trabajan históricamente en la temática: El
Hospital Nacional en Red de Salud Mental Laura Bonaparte (ex CENARESO), creado en 1973, y el Instituto
Provincial de Alcoholismo y Drogadicción de Córdoba, fundado en 1981, pero con antecedentes en la
atención de los problemáticas ocasionadas por el consumo excesivo de alcohol desde 1960.
Las barreras impuestas por los entornos generan desigualdades, enfermedades o bien la discapacidad a
determinadas personas en razón de su singularidad. Un antecedente relevante es la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPCD), en su artículo 1°, define:
“…Las PERSONAS con discapacidad INCLUYEN a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales
intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su
participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.
Siguiendo el mismo orden de ideas, se logró un espacio propicio para la regulación de Leyes Nacionales
que debieron acompañar los lineamientos que, como país, nos comprometimos a implementar en
nuestra legislación local. Así es que nació La Ley de Salud Mental, Ley Nº 26.657 y su decreto
reglamentario.
Otras dos normativas que ampliaron derechos en el mismo sentido fueron la Ley Nº 26.529 de
Derechos del Paciente en relación con los Profesionales e Instituciones Médicas, y luego la
reforma del Código Civil y Comercial de la Nación Ley Nº 26.994.
Este marco normativo plasma la nueva mirada y el nuevo lugar que se le reconoce a la persona con
padecimiento mental y los nuevos lineamientos para la intervención por parte del Estado.
Si partimos de la base de que es la sociedad quien impone las barreras que limitan la igualdad de
condiciones para el ejercicio de los derechos, será entonces las intervenciones dentro de las
comunidades las que deberán ser modificadas, las que igualen/ restituyan condiciones, las que brinden
los apoyos necesarios y diseñen sus dispositivos dentro del respeto a las singularidades fácticas y
subjetivas de cada persona.
Cada persona, dependiendo de sus necesidades, elabora sistemas de apoyos que lo asisten en su
autonomía, cuidados, elecciones y autodeterminación.
Como contexto hay que resaltar qué recomendaciones Internacionales y experiencias en países como
Francia, Irlanda, Escocia, Uruguay y Finlandia, entre otros, se orientaron hacia una búsqueda del pleno
goce y ejercicio del derecho a la salud.
Reflexión final
Llegamos hasta aquí luego de recorrer tres grandes temas: la intervención estatal en el
consumo de alcohol con las líneas estratégicas de Sedronar para la prevención y cuidados, las
particularidades de los problemas del consumo de alcohol en poblaciones específicas con sus
ámbitos de intervención específicos, y los marcos regulatorios como contextos y herramientas
de transformación.
• La prevención en el marco de políticas públicas, requiere priorizar estar ahí, y no sólo llegar antes. Se
trata de que como Estado nuestra idea central sea el acompañamiento, el estar presente como tal,
como comunidad organizada, con las organizaciones sociales y las instituciones, para poder juntos
interrogarnos sobre cómo queremos vivir, interpelar las prácticas y representaciones sobre los
consumos y en especial el del alcohol, y desarrollar estrategias de cuidados.
21
• Se resalta que la importancia y disposición a acompañar a la persona en situación, orientando nuestra
intervención siempre situada y contextualizada en un tiempo y lugar concreto. Es necesario comprender
cómo viven y cómo desean vivir todos y todas las personas, en diálogo con su red de relaciones y en
todo el territorio.
• Contemplar que las respuestas de cuidados contengan una perspectiva de género, ofreciendo
alternativas posibles acordes a las situaciones de las personas y su entorno, capaces de tener en cuenta
las condiciones particulares. Se destaca la importancia de hacer hincapié en favorecer la accesibilidad
simbólica a las alternativas disponibles.
• Resaltamos la reflexión respecto a las carencias en el cuidado (abrigo, alimento, cariño), que afectan la
constitución subjetiva en su dimensión ética y pueden favorecer la violencia y la impulsividad. Estas
funciones de contención, amparo y cuidado precisan de ser fortalecidas por distintos medios, algunos
muy propios de la tarea del preventor y su red comunitaria.
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