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Se incluye apéndice con las Leyes 21.218, 21.225 y 21.227 sobre protección al
empleo, dictadas por el gobierno producto de la pandemia sanitaria que afecta al
mundo y a Chile.
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ADVERTENCIA. Las modificaciones, correcciones y actualizaciones de las
diferentes leyes, se incluyen con un sombreado, para reconocerlas en forma
inmediata en el texto.
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trabajo manual, es regulado de modo incidental y accesorio, casi de pasada,
cuando se dictan normas dirigidas básicamente a ordenar otras realidades."
Manifestación de ello, lo constituye el que el régimen jurídico del esclavo en
Roma se inscribiera en el contexto de las relaciones de propiedad, así como
el régimen del siervo medieval quedará absorbido en el marco de las
relaciones señoriales, atinentes más al Derecho Público que al privado, según
afirma el mismo autor".
Quienes se han dedicado al estudio del trabajo en la historia, tienden
a coincidir a que en las antiguas civilizaciones griega y romana, el trabajo fue
advertido como una actividad servil e indigna, en contraste con otras
actividades, como la política, el sacerdocio o la militar."
Pero no todas las civilizaciones de la antigüedad tuvieron respecto del
trabajo una visión similar a la de griegos y romanos."
Una de las explicaciones advertidas por la doctrina para el
menosprecio del trabajo en las referidas culturas es que "la división del
trabajo que desarrolló la civilización helénica no tuvo paralelo entre los
caldeos y hebreos, cuya existencia se mantuvo ligada a las actividades
agrícolas y cuya modalidad social no trascendió el ámbito de clan familiar o
de pequeña comunidad."
En el caso de los hebreos, "la valoración del trabajo estaba teñida de
ambivalencias que lo situaron a mitad de camino entre la exaltación de los
caldeas y el menosprecio de los atenienses. Como los griegos, los hebreos
veían en el trabajo un mal necesario, una actividad sacrificada y fatigosa,
pero no por ello desprovista de sentido ético. El hebreo creía conocer la
causa de esta obligación de trabajar, pues sentía como deber de cada cual
expiar el pecado cometido por sus antepasados en el paraíso perdido".
Volviendo a las culturas que más atención hemos dedicado, no debe
perderse de vista, en todo caso, que en Grecia como en Roma, fue mucho
más difundida la esclavitud que el trabajo libre. En ambas existió, junto al
régimen de la esclavitud, un tipo de trabajo caracterizado por desenvolverse,
pese a su naturaleza manual, en régimen de libertad o voluntariedad; se
trataba del trabajo de los artesanos. Estos actuaban como verdaderos
trabajadores autónomos o por cuenta propia, vendiendo sus productos a una
clientela y haciendo suya la utilidad de su trabajo”.
Desde el punto de vista del Derecho, resultó decisiva, por su
importancia económica, la contribución que hicieron los juristas romanos en
el ordenamiento de las relaciones económicas, al legitimar los derechos de la
propiedad privada "casi sin límites", garantizando "la libertad contractual en
una medida que parece rebasar las condiciones de aquel tiempo". El
individualismo jurídico, consecuente con el individualismo económico, no
consideró como parte de las relaciones de trabajo la trata de esclavos pues,
como los griegos, los romanos consideraban al esclavo una cosa, desprovista
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de personalidad jurídica. No hay relación de trabajo entre el esclavo que
realiza una labor manual y su dueño, pues semejante relación es parte del
derecho de propiedad individual que un ciudadano puede ejercer.
Los romanos, quienes no desarrollaron un concepto para referirse
específicamente al trabajo, aplicarán a la situación del dueño que, no
ocupando a su esclavo, lo alquilaba a un tercero, la forma jurídica del
arrendamiento de cosas, sustentándose en la calidad de cosas que
revestían los esclavos, para los romanos. De esta forma, "por una pendiente
insensible que se inicia con esta construcción jurídica, en el espíritu de los
jurisconsultos romanos, el esclavo empieza a comunicar su calidad
jurídica de cosa a la actividad de trabajo que ejecuta. Asimismo, los
mismos términos jurídicos ocupados para el caso de arrendamiento de
esclavos, se desplazaron a trabajos que no eran ejecutados por éstos, donde
el trabajador no actuaba como comerciante sino como objeto del contrato,
como una cosa cuya actividad constituye la materia del contrato. El
trabajador quedó excluido de la participación en el contrato y esta
materialización del trabajo como objeto de derecho fue haciéndose cada vez
más extensiva, alcanzando al hombre libre que por decisión propia se somete
a ejecutar un trabajo por cuenta ajena." Se daba, así, en Roma más
importancia a la "obra" que al que la hacía.
Posteriormente, con el desarrollo del trabajo libre, el Derecho
Romano fue perfeccionando sus conceptos, pasando de las normas
meramente patrimoniales, que regían el trabajo esclavo y sus asimilaciones, a
un derecho obligacional, que distinguía entre la locatio- conductio-
operarum, en que el arrendador de servicios asumía los riesgos del negocio,
disponiendo de los frutos del trabajo, y la locatio-conductio-operis, que
corresponde al actual contrato de confección de obra por suma alzada que
prácticamente se vende una vez terminada y soportando los riesgos el
trabajador."
“La decadencia de Roma y la disolución de la producción destinada al
intercambio mercantil llevaron a recrear el trabajo. Si en Grecia y en Roma el
objetivo era producir mercancías que poseyeran un valor de cambio en el
mercado, la caída de Roma fue, en cierta medida, el comienzo de - o el
regreso a- unidades económicas que se autoabastecían y para las cuales el
trabajo estaba consagrado a producir para el consumo y no para el
intercambio”.
Corresponde examinar ahora, brevemente, la influencia del
cristianismo en la concepción del trabajo.
Las raíces históricas del cristianismo, en su contenido social, son
indiscernibles de una reacción crítica de las "colonias" ante el individualismo
clasista del Imperio Romano y sus implicaciones en la desvalorización del
trabajo manual. Como reacción al Imperio y a su estructura clasista, el
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cristianismo rechazó la riqueza y el ahorro, pues, el orden providencial no
exige acumulación en la vida terrena... “Esta búsqueda en la interioridad y en
la experiencia íntima y emocional pareció minimizar el peso del trabajo en la
vida terrena. En contraste con el reino por venir, el trabajo poco podría
aportar, pues, lo decisivo es la fe, la claridad y el amor. Pero esta primacía de
la actitud contemplativa se vio a su vez negada por el concepto de
encarnación, por el rechazo a la fe sin obras y por la exigencia de servicio y
de caridad desde las fuentes mismas del cristianismo."
EI cristianismo primitivo conservó, en lo que respecta a la noción de
trabajo, la ambivalencia hebrea y la visión del trabajo como castigo impuesto
al hombre por Dios a causa del pecado original. Pero le asignó un nuevo
valor, aunque siempre en tanto medio para un fin virtuoso: el trabajo, para el
cristiano, no sólo se destinaba a la subsistencia sino sobre todo a producir
bienes que pudieran compartirse fraternalmente. En el carácter moral
atribuido al trabajo el cristianismo primitivo difiere de la concepción hebrea,
pero mantiene el rango de medio para un fin moral”.
"El universalismo del mensaje de Cristo era incompatible con la
esclavitud, que los filósofos griegos justificaron. La solidaridad genérica y la
igualdad de todos ante Dios exige valorar indistintamente a todos los
hombres y a todos los trabajos".
"La influencia del Cristianismo fue extraordinaria, impulsando la
manumisión de esclavos y, sobre todo, la humanización, espiritualización y
dulcificación de las relaciones de trabajo". Lo anterior, en todo caso, no fue
óbice para que la esclavitud subsistiera por largos siglos más, al punto que,
en la actualidad, no pueda afirmarse su abolición real en el mundo.
"En la Edad Media el régimen de trabajo en las ciudades, se
caracterizaba por la corporación formada por los artesanos de un mismo
oficio, residentes en una misma localidad, que está investida del privilegio de
la fabricación y venta de los respectivos artículos o mercaderías de su
especialidad y cuyos estatutos son aprobados por los municipios o la
autoridad real. En el campo, el sistema de trabajo era la servidumbre, en
conformidad a la cual el siervo pertenecía a la tierra en que trabajaba, era
transferido con ésta y debía pagar un tributo al señor".
"EI régimen corporativo comienza en el siglo XI y tuvo su auge en el
siglo XIII y XIV. Bajo su imperio, el trabajo no era libre, puesto que estaba
monopolizado por la corporación."
"Los reglamentos de las corporaciones regulaban minuciosamente las
condiciones de trabajo, entre otras, la duración de éste, los salarios, los
precios y los procedimientos técnicos de fabricación.”
En cuanto a la percepción del trabajo en la Edad Media, se sostiene
que "el concepto de trabajo latente en el pensamiento social de los filósofos
medievales suponía la plena aceptación de la fe cristiana y del dogma de la
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Iglesia. Dicho concepto adoptó connotaciones ambivalentes: por un lado se
exaltó el trabajo como deber natural del hombre y como medio para la
práctica de la caridad; por otro lado, se lo mantuvo a distancia respecto del
sentido de la vida: el trabajo es un medio, y en sí mismo carece de valor.
En el pensamiento medieval se vuelve a hallar la separación que
griegos y romanos habían establecido entre trabajo intelectual y trabajo
manual, aunque la mayor jerarquía atribuida al primero aparece atemperada
por la consideración cristiana de la dignidad de todo trabajo y del derecho y
deber de trabajar.
"El crecimiento general de las fuerzas productivas de las que
disponían campesinos y artesanos individuales, entre los siglos IX y XIII, dio
origen a un cambio en el modo feudal de producción y explotación. La
apropiación de excedentes, a la vez que enriquecía al señor feudal, otorgaba
mayor movilidad y perspectiva al pequeño campesino-artesano, lo cual
estimuló la formación de pequeñas ciudades o burgos donde se
intercambiaban los productos. En los dos siglos siguientes, la presión por
superar las limitaciones del feudalismo condujo a una ruptura del sistema.
Esta etapa de transición fue vital para el desarrollo del trabajo, pues condujo
a la creación de gremios corporativos, a los que ya hemos hecho referencia.
Manteniendo la continuidad entre la familia y la profesión, tales organismos
nuclearon a los artesanos en torno de un trabajo considerado socialmente
digno útil, a la colectividad y provisto de un valor moral.
"Los gremios se regían por estatutos propios, gozaban de privilegios y
monopolios, reales o municipales, y podían asociarse entre sí, formando las
federaciones poderosas de carácter internacional, llamadas Universitate
Mercatorum.
"EI gremio alcanzó un gran éxito debido a que aseguraba el
trabajo permanente a sus asociados, ya que gracias a los monopolios y
privilegios de que gozaba podía regular el mercado en el cual coloca sus
productos, mercado que, por lo demás, en la época de auge de los gremios,
era reducidísimo.?"
Se atribuye la decadencia de los gremios al hecho que desaparecen
los principios que los habían inspirado: se olvidan los sentimientos religiosos
y de fraternidad; los maestros pretenden conservar para su familia la
dirección de la asociación; comienzan las luchas entre gremios competidores
y los gremios demuestran una desmedida ambición política, así como otras
causas externas locales o internacionales de mayor gravedad, como el
cercado de los campos libres y comunales, la confiscación de las haciendas
monásticas, la revolución comercial, la política mercantilista de las potencias
europeas, la revolución agrícola, la época de la Ilustración, la creación de las
primeras manufacturas reales, etc.
"Con el tiempo, las corporaciones decayeron y se corrompieron. Las
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corporaciones se trabaron entre sí en odiosas luchas por mantener sus
monopolios y privilegios. Además, las condiciones económicas y del trabajo
variaron grandemente desde el siglo XVI a consecuencia de los
descubrimientos geográficos, del desarrollo de las comunicaciones en
América y las Indias, del crecimiento del comercio y del nacimiento de la
industria manufacturera. Las corporaciones no satisfacían las necesidades
creadas por estas nuevas circunstancias y pasaron a constituir un grave factor
retardatario del progreso de la economía."
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Ver “EL TELETRABAJO. HACIA UNA NUEVA FORMA DE TRABAJO EN CHILE”, Rodrigo Alejandro Ruiz Godoy y
Marco Antonio Campos Carvajal, 1ª Edición, 2018, Ediciones Jurídicas de Santiago.
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4.- EL TRABAJO Y SU EVOLUCIÓN LEGISLATIVA EN CHILE.
a) PRIMERAS MANIFESTACIONES LEGISLATIVAS AISLADAS.
Con la llegada del siglo XX comienza a cambiar la reglamentación
casi inexistente que hasta ese entonces dominaba las relaciones laborales,
siendo la autonomía de la voluntad, el principio inspirador que entonces las
regulaba. En nada se altera dicha realidad con la promulgación del Código
Civil en el año 1855, que trata el trabajo sólo en relación al arrendamiento de
servicios de criados domésticos, usando los conceptos de "criados" y "amos",
por lo que no es posible encontrar en este cuerpo legal una regulación
concreta y específica que esbozara un inicio real de reglamentación dirigida
hacia el trabajo.
En la primera década del siglo XX, siguiente de la década en que se
publicó la Encíclica Rerum Novarum y en la que han quedado diversos
testimonios de movimientos sociales que perseguían mejoras en las
condiciones de vida y de trabajo, sin limitarse ya a organizaciones con meros
fines mutualistas (como aquellas nacidas de la mano de Luis Pinuer y Fermín
Vivaceta a partir de la década del 50 del siglo XIX) comienzan a dictarse las
primeras leyes con contenido laboral, paliando así, la desregulación y la falta
de preocupación estatal por la protección del trabajo desarrollado hasta ese
entonces desde el nacimiento de la República.
La primera de ellas fue la Ley N°1.990, promulgada el 29 de agosto de
1907, primera ley sobre descanso dominical, que impuso a los dueños,
gerentes, administradores de fábricas, oficinas, casas de comercio, etc., la
obligación de dar un día de descanso a los individuos que hubieren trabajado
todos los días hábiles de la semana. Sin embargo, no se establecía la
irrenunciabilidad de este derecho, puesto que en la historia de la ley se dejó
establecido que si los empleados u obreros tenían vigor físico suficiente o
deseaban adquirir mayor cantidad de dinero podrían también trabajar el
séptimo día. El descanso sólo era obligatorio e irrenunciable para los
menores de 16 años y para las mujeres. No incluía entre los beneficiados a los
empleados domésticos ya los obreros agrícolas."
El 7 de diciembre de 1914 fue promulgada la Ley N°2.951, denominada
"Ley de la Silla", por la cual se obligaba a los establecimientos comerciales
mantener el número suficiente de sillas a disposición de los dependientes o
empleados, estableciendo que éstos tendrían derecho a un descanso diario a
lo menos de hora y media para almorzar.
Motivado por un proyecto de ley presentado por el diputado Alfredo
Barros Errázuriz, se dictó el 30 de diciembre de 1916 la Ley de Accidentes del
Trabajo, numerada con el 3.170. Adoptó la doctrina del riesgo profesional,
estableciendo el derecho de indemnización a cargo del patrón o jefe de la
empresa, por los accidentes ocurridos a los obreros o empleados en el
trabajo, en provecho de la víctima, del cónyuge sobreviviente y de los hijos
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legítimos, naturales o ilegítimos ya reconocidos, exceptuándose los
accidentes debidos a fuerza mayor extraña y sin relación directa con el
trabajo del obrero o empleado o los producidos intencionalmente por éstos".
El 13 de enero de 1917 fue promulgada la Ley N°3.185, sobre salas cunas
en establecimientos industriales, estableciéndose que toda fábrica, taller o
establecimiento industrial que ocupara 50 o más mujeres mayores de 18 años,
debería disponer de una sala especialmente acondicionada para recibir en las
horas de trabajo a los hijos de las obreras, durante el primer año de edad,
teniendo las madres el derecho para atender a sus hijos una hora diaria sin
que se pudiera descontar por este concepto, parte alguna de su salario,
siendo un beneficio irrenunciable.
El 17 de noviembre de 1917 se dictó la Ley N°3.321, estableciendo la
obligatoriedad e irrenunciabilidad del domingo como día de descanso,
derogando la Ley 1.990 y concordando con la Ley N°2.977 de 28 de enero de
1915, imponiendo la obligación de descanso en los días festivos.
Estas primeras leyes dictadas dentro del período denominado
Parlamentario, marcan una limitada intervención del Estado en el ámbito de
la regulación de específicos ámbitos protectores, al tiempo no se advierte una
preocupación por el establecimiento de mecanismos destinados a asegurar la
eficacia de las mismas.
Mediante la Ley N°3.557 de 1919 Chile se afilia a la Organización
Internacional del Trabajo.
b) LAS LEYES DE 1924 A 1973: INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN MATERIA
LABORAL, FUNDAMENTALMENTE A TRAVÉS DE LA LEY Y LA ADMINISTRACIÓN.
De acuerdo a la doctrina, las numerosas huelgas que se produjeron en
la zona salitrera fueron produciendo en el Gobierno y en el Parlamento,
conciencia de que era necesario estudiar las causas de estos movimientos
sociales y solucionar dichos problemas mediante la dictación de una
adecuada legislación especial. Con ese objeto se creó en 1918 una comisión
de parlamentarios, que informó la necesidad de dictar leyes relativas al
contrato de trabajo y materias conexas. En julio del año 1921 el Presidente de
la República, ARTURO ALESSANDRI PALMA envió al Congreso Nacional
un proyecto completo de Código de Trabajo y de la Previsión Social,
redactado por el mencionado MOISES POBLETE TRONCOSO. Dicho
proyecto se inspiró en muchos puntos, en los convenios de las primeras
conferencias de la naciente Organización Internacional del Trabajo, y en los
postulados generosos de la Carta del Trabajo del Título XIII del Tratado de
Paz de Versalles.
Se inicia, así, un período auspicioso en materia de la legislación
laboral y social, coincidente con la incorporación de Chile a la Organización
Internacional del Trabajo ocurrida el año 1919 y reflejo de las expectativas
generadas particularmente en la clase trabajadora de cambio en las
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condiciones de trabajo, a través de la ley.
El primer intento por dar vida a una legislación laboral ya no aislada,
sino cubriendo diversos ámbitos del derecho individual y colectivo del
trabajo, fruto de la labor de don Moisés Poblete Troncoso, no verá su luz en el
Parlamento (a pesar de las reiteradas insistencias presidenciales reflejadas en
los Mensajes de 1922, 1923 y 1924) aunque sí parte del proyecto de ley en que
materializó tal intento, se plasmará en algunas de las siete leyes aprobadas
prestamente luego del pronunciamiento militar de septiembre de 1924, a
saber, la N°4.053 sobre contrato de trabajo obrero, la N°4.054 de seguro
social obligatorio de enfermedad, invalidez y vejez, obra del diputado
Ezequiel González Cortés, la N°4.056 de tribunales de conciliación y arbitraje
para conflictos entre el capital y el trabajo, la N°4.057 de organización
sindical, la N°4.058 sobre sociedades cooperativas, y la N°4.059 sobre
empleados particulares.
Con fecha 13 de mayo de 1931 se dictó el D.F.L. N°178, publicado en el
D.O., el 28 de mayo de 1931 y vigente desde el 28 de noviembre del mismo
año, conocido como el Código del Trabajo de 1931, siendo una recopilación
de las leyes sociales de 1924 ya referidas, complementada con otros puntos
no legislados como el caso del trabajo de los empleados domésticos y el de
los obreros agrícolas. Se diferenciarán las calidades de obrero y de empleado,
lo que tendrá su efecto no sólo en el ámbito del derecho individual del
trabajo, sino también en el ámbito colectivo y de la seguridad social.
Previamente, se había dictado con fecha 18 de marzo de 1925 el D.L.
442 sobre protección a la maternidad obrera y con fecha 31 de diciembre de
1927 mediante el D.L. N°2.100 se crearon los Tribunales del Trabajo.
EI16 de mayo de 1942 se dicta la Ley N°7.173 sobre jornada única de
trabajo.
El 22 de octubre de 1942 mediante la Ley N°7.295 se fija el texto
definitivo de leyes que mejoran la condición económica de los empleados
particulares, a la vez que implanta el sueldo vital, reajustes de sueldo,
asignación familiar entre otros beneficios.
En general, durante el período que media entre la dictación del
Código del Trabajo de 1931 y 1973 se dictan numerosas leyes referidas a
actividades laborales específicas, limitándose no pocas veces, a determinar la
calidad de ciertos trabajadores, fundado ello en la distinción estatutaria entre
aquellos trabajadores definidos como obreros o empleados por la legislación
de 1931.
Las demandas sociales, particularmente durante la década del sesenta
del siglo pasado, tendientes, entre otras finalidades, a dar mayor
participación a sectores postergados, como el de los trabajadores agrícolas,
tuvieron como uno de sus efectos, en el ámbito legislativo-laboral, la
dictación de la Ley Nº16.625, sobre sindicación campesina, con fecha 29 de
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abril de 1967.
En el mismo mes de abril de 1967 se dictó una Ley, la Nº16.455, de
gran importancia en el ámbito laboral al fijar las normas para la terminación
del contrato de trabajo, tributarias del principio de estabilidad relativa en el
empleo.
El 29 de septiembre de 1967 se publica en el Diario Oficial el D.F.L.
N°2 que reestructura y fija funciones de la Dirección del Trabajo.
El 1° de febrero de 1968 se dicta la Ley N°16.744 sobre Accidentes del
Trabajo y Enfermedades Profesionales.
Con fecha 31 de diciembre de 1968 se dicta la Ley N°17.074,
estableciendo remuneraciones, legislando sobre reanudación de faenas y
creando las comisiones tripartitas.
c) DECRETOS LEYES DE 1973 HASTA 1990.
Durante el gobierno militar, según aprecia el profesor Francisco
Walker Errázuriz, nos encontramos con dos períodos bastantes definidos de
lo que será la labor legislativa de esos años: un primer período de
mantención con restricciones de la legislación anterior (1973-1978) y una fase
de consolidación de la nueva institucionalidad laboral (1978-1987).
Dentro de las restricciones y limitaciones del primer período, en el
ámbito colectivo se encuentra el Bando de Gobierno N°36 de 18 de
septiembre de 1973 que declaró en receso las Juntas de Conciliación y
suspendió la presentación y tramitación de pliegos de peticiones y conflictos
colectivos, prorrogando los efectos de las actas de avenimiento, fallos o
resoluciones de las comisiones tripartitas vigentes.
Dentro de las restricciones en el ámbito individual en el mismo
período, se dicta, el 29 de septiembre de 1973, el D.L. N°43, suspendiendo
transitoriamente todas las normas relativas a determinación o reajustes de
sueldos y salarios.
A partir del año 1978 se materializan las normas (D.L.) fundantes de
un modelo neo liberal, que dará cuenta de una desregulación en el ámbito
individual de trabajo unida, en el ámbito colectivo de una delimitación
detallada (con los efectos que ello implica en el ámbito de la vigencia de la
libertad sindical), tanto de la actividad de las organizaciones sindicales,
como de la negociación colectiva.
Manifestación de lo anterior lo encontramos en el D.L.Nº2.200, de 15
de junio de 1978, por medio del cual se fijaron normas sobre el contrato de
trabajo, derogando toda otra norma contraria o incompatible con tal D.L. y,
en especial, los Libros I y II del Código del Trabajo, quedando vigentes las
disposiciones de los Libros III y IV referidos a las asociaciones sindicales y a
los Tribunales del Trabajo, hasta la dictación de los D.L. N°2.756, publicado
en el Diario Oficial el 3 de julio de 1979 sobre Organización Sindical y el D.L.