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BIOGRAPfA

DEL
ARCHIVO NACIONAL DE C U B A
ClONES DEL AR MAGIONAL DE CUBA
)[xxIIQ-

GR
DEL
ARCHIVO NACION
DE CUBA

CONFERBNCfA
LEIDA XN LA
UNNBRSIDN) DE XA HABANA
POR EL W I T A N
JOAQUIN LLAVERIAS Y MARTlNEZ
EL DIA 26 DE NOVIEMBRE DE 1954.

LA HABANA
1954
EL POR QUd DE ESTA CONFERENCIA
El ilustre profesor de la Cátedra de Historia de Cuba de la
Universidad de La Habana, Dr. Elías Entralgo, nos honró con su
visita a mediados del año en curso para entregarnos la grata mi-
siva que se copia a continuación:
ELIAS ENTRALGO
-
La Habana, 29 de julio de 1954.
Sr. Cap. Joaquín Llaverías, Director del Archivo Nacional.
Estimado amigo:
En el próximo curso académico 1954 - 55 de nuestra Universidad de
La Habana vamos a terminar la serie de conferencias sobre Siograftas de
Znstituciones Cubanas. Quiero incluir una sobre el Archivo Nacional, y a
ese efecto le escribo las presentes letras. Las condiciones que constituyen
como el marco de cada una de esas conferencias, son las que paso a expo-
nerle. No puedo ofrecer a nombre de la comisión de Extensión Cultural
de la Universidad sino el pago de cien pesos, cantidad seguramente inferior
al mérito del trabajo que va a escribirse, pero que es con la que podemos
contar para esos fines. La extensión del escrito debe ser alrededor de 25
hojas de papel de carta en máquina de escribir con interlíneas, que lleva
aproximadamente cincuenta minutos de lectura, es decir lo que debe durar
una de nuestras clases. Esas disertaciones se van a recoger en un volumen.
Las mismas tienen lugar en el anfiteatro del nuevo edificio de la Escuela
de Filosofía y Letras (esquina de la Avenida de la Universidad y Zapata)
los viernes a las 6 de la tarde. Hasta ahora las hemos comenzado con bas-
tante puntualidad. Como se c o € m por orden cronológico de fundación,
1á destinada al Archivb Nacional vendrá a ser el viernes 26 de Noviembre.
Si alguna circunstancia imprevista nos obligara a alterar la fecha se lo co-
municaremos con cierta antelación, y también con alguna anticipación le
entregaremos 25 invitaciones. Asisten a la lectura de esos trabajos los alum-
nos de la cátedra de Historia de Cuba.
Pidiéndole excusa por la molestia, y esperando su respuesta favorable,
se reitera su amigo y compañero,
(fdo.) Elías Entrdgo.
Al doctor Entralgo hubimos de expresarle en aquella ocasión
que aceptábamos con verdadero gusto la distinción de que se nos
hacía objeto, dirigiéndole a la terminación del trabajo de referen-
cia la carta siguente:
VI PUBLICACIONES DEL ARCHWO NACIONAL DE CUBA

REPUBLICA DE CUBA
CONSEJO DIRECTOR PERMANENTE
DE Los ARCHNOS DE LA REPUBUCA DE CUBA

ARCHIVO NACIONAL

P A R T I C U L A R

La Habana, 26 de octubre de 1954.


Dr. Elfas Entralgo, Profesor de Historia de Cuba de la Universidad
de La Habana.
Ciudad.
Mi querido amigo:
En relación con su grata misiva fecha 29 de julio último, en que me
honra designándome para leer una conferencia sobre el Archivo Nacional
en la serie de Biografías de Znstituciones Cubanas, que con el aplauso gene-
ral se están desarrollando en esa ilustre Alma Máter, me place informarle
que ya he terminado mi trabajo, que aunque algo más extenso de lo fijado,
prometo leerlo sólo en los cincuenta minutos a que alude su carta.
En cuanto a la remuneración de cien pesos ofrecidos a nombre de la
Comisión de Extensión Cultural de esa Universidad, me permito ratificar
lo que hube de manifestarle personalmente, es decir, que no la acepto para
mí, pero sí deseo que en la Cátedra que usted con tanta sapiencia explica
se instituya un premio por dicha cantidad, por una sola vez, durante el
actual curso, para el alumno que presente el mejor trabajo acerca del tema
ccImportanciade los Archivos para el estudio de la Historia”.
Le abraza su admirador y devoto affmo.,
(fdo.) Joaquín Llauerias
Capitán del Ejército Libertador.

Y como era nuestro deber, nos comunicamos por teléfono con


el Sr. Presidente del Consejo Director Permanente de los Archivos
de la República de Cuba, Dr. Emeterio S. Santovenia, a quien hi-
cimos saber el honor recibido y le consultamos, a la vez, si con-
sideraba oportuno que dicha Conferencia, ya que se trataba de
la Institución a nuestro cargo, se diese a la luz como una publi-
cación más del Archivo Nacional, recibiendo una contestación
afirmativa, autorización que ha sido ratificada en la sesión de
dicho Consejo celebrada el 30 de noviembre de 1954.
El Director.
Sr. Rector de la Universidad de La Habana,
Sres. Profesores,
Jóvenes Alumnos,
Señoras y Señores:

LA COLONIA.

ONOR muy grande considero ocupar esta tribuna en


que han hablado durante másLdeuna centuria las CA-
pacidades más selectas y brillantes de la intelectua-
lidad cubana y del extranjero, sintiendo sólo no pre-
sentarme como uno de los graduados en las aulas de esta Alma
Máter, tan querida para todos los cubanos, a causa de haber teni-
do que abandonar mis estudios para sumarme a nuestro Ejército
Libertador.
Pero en esta feliz ocasión deseo saludar con el mayor respeto
y simpatía a su benemérito Rector, mi excelente amigo, y a sus
distinguidos Profesores y Alumnos de quienes espera Cuba man-
tengan incólume el pabellón de la estrella solitaria, que tanta
sangre costó a las generaciones del 68 y del 95.
La idea magnífica de conocer por medio de conferencias
las Biografias de Instituciones Cubanas ha sido el motivo de que
ahora concurra a esta Casa, contando con la benevolencia de tan
. entendido auditorio, para relatar sucintamente el pasado y el pre-
sente de nuestro Archivo Nacional, considerado fuera de Cuba,
para orgullo nuestro, como uno de los más ricos y mejor organi-
zados de la América Latina.
No hay duda de que España tuvo siempre una constante
preocupación porque estos centros de cultura se hallasen bien
arreglados y sus documentaciones cuidadosamente conservadas,
siendo buena prueba de tal aserto el contenido del Manual con
la legislación referente a Archivos, Bibliotecas y Museos por D.
a PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

José Vila Serra publicado en Valencia en 1911, que contiene las


leyes de la novísima Recopilación hasta dicha fecha.
Muy bien escribió el ilustre prologuista de una obra nuestra,
el Dr. Francisco de Paula Coronado, que a “dos fuentes de infor-
mación, siempre próvid-as, siempre abundantes, las principales de
todas las conocidas, acuden en los países cultos los enamorados de
la historia, en busca de noticias ciertas para sus estudios o traba-
jos: son estas dos fuentes, casi no hay necesidad de decirlo, las bi-
bliotecas públicas y los Archivos Generales. En las primeras en-
cuentra el investigador el parecer ajeno, el fruto de las pesquisas
de los otros, las orientaciones señaladas por los grandes historió-
grafos, los puntos -de vista fijados por cada cual, la narración se-
gún la interpreta cada uno a través de su temperamento; en los
segundos hallan el dato escueto, el papel revelador, el expediente
que encierra la verdad desnuda, desgranadas las cuentas del collar
de la narración; en una palabra: el documento, que es el espinazo
de la historia. Conocer al dedillo el origen, la formación y el
desarrollo de estas bibliotecas y de estos archivos, las vicisitudes
de la vida de unas y de otros, es cosa que resulta interesante en
todo momento para el hombre que lee; pero saber, en cuanto cabe
en lo posible, lo que las bibliotecas y los archivos contienen, así co-
mo también lo que en ellos falta, las riquezas que atesoran y las
pobrezas que padecen, es en toda ocasión útil, más que útil, prove-
choso, y, en algunas, aún más que provechoso, indispensable, vital
acaso, para el hombre que produce”.
Muy lánguida ha sido la vida de los archivos de la isla de
Cuba, siempre a merced de innumerables vicisitudes por el poco
aprecio que les han debido a los que gobernaron este país durante
la época colonial. También han sufrido calamidades en épocas
posteriores y perjuicios no menos lamentables, si se calcula cuán-
to papel de interés para nuestra historia y para los particulares
ha podido desaparecer de esta manera. Muchos accidentes desas-
trosos los han perjudicado, pudiéndose citar como el primero, se-
gún nuestras noticias, el saqueo de La Habana por un corsario
francés el año de 1538, que destruyó con un incendio los archivos
que existían desde la fundación de la Ciudad.
Ya a mediados del siglo XVI se advierte que España se iba
dando cuenta del valor que tendrían los documentos antiguos de
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esta Isla; pues en 1569 aparecen las Ordenanzas del Rey Don
Felipe 11 por las que se disponía tratar bien los libros y demás
papeles y que se hiciera de la Contaduría un inventario jurado y
f u m d ~de sus nombres, con relación clara numerándolos y PO-
niéndoles su contenido.
De igual manera en las Ordenanzas del Rey Don Felipe 111
correspondientes al año de 1602, se recomendaba el cuidado de los
libros de relaciones y los demás de la Real Hacienda, que debían
estar bien guardados y custodiados, renovándolos a su vejez.
He aquí, señoras y señores, el origen de nuestros archivos, los
primeros gasos hada la formación de los fondos que más tarde
habían de constituir las grandes masas de documentos con que
hoy contamos, que parcialmente se fueron formando en distin-
tas dependencias del gobierno que nos regía, hasta llegar al nom-
brado Archivo General de Real Hacienda de la Isla de Cuba, que
más tarde fué Archivo General de la Isla de Cuba, después Archi-
vos Nacionales hasta convertirse en el actual Archivo Nacional
de la República de Cuba. I
El historiógrafo español D. Jacobo de la Pezuela refiere en el
tomo 111 de su Historia de la Zsla de Cuba (Madrid, 1878, ps. 50-
51) el estado de los papeles y documentos oficiales cubanos, des-
pués de la toma de La Habana por los ingleses, de este modo:
Hasta el fin del gobierno de'Ricla, la averiguacion de los hechos his-
tóricos de Cuba fué difícil y penosa; porque en la isla no habia mas archivos
que los libros de actas de los ayuntamientos y los cuadernos de la antigua
escribanía de gobierno de su capital; y aun esa escasa documentacion, co-
rroida de gusanos, estaba interrumpida en muchas épocas, habiendo en gran
parte desaparecido despues del sitio y toma de la Habana en 1762 Papeles
hubo que cerca de un siglo despues halló y rescató el autor en Londres.
Pero despues de ñicla vino h gobernar á Cuba en 1766 el Bailio y ge-
neral D.Antonio Bucarely, que desde sus primeros pasos y con su solo ayu-
dante el capitan Peramás, empezó á organizar la primera secretaría de la
capitanía general, en donde desde entonces hasta 1822, se despacharon in-
distintamente todos los asuntos de gobernacion civil lo mismo que los mili-
tares. La escribanía de gobierno ya no corrió mas que con los judiciales y
contenciosos. Lo singular de los principios de aquella secretaría fué que su
fundador, sin mas conocimientos que los propios de su carrera, apenas podia
escribir y lo que escribia, apenas se podia interpretar mas que por su secre-
tario y ayudante.
La secretaría ecabó de organizarse por el metódico marqués de la To-
4 PUBUCACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

rre, que trajo de Caracas como secretario suyo á un oficinista de gran expe-
dicion y despejo, D. Miguel José de Azanza, tan conocido despues en esferas
superiores, y sobre todo en una gran crisis polftica por sus servicios, sus vir-
tudes y sus desgracias. Azanza dejó completamente ordenada la secretaría
en 1776; y nada perdió con pasar despues á manos del teniente coronel D.
Antonio Remon Zarco del Valle, casado con una hija del ingeniero director
de la isla D.Luis Huet, y padre del sabio general de su mismo nombre arre-
batado hace algunos años á las ciencias. .
Constituida desde la época de Bucarely la secretaría del gobierno
general de Cuba con toda la documentacion que le era propia, ya no tuvo
el autor necesidad de recurrir á los archivos de la Penfnsula para la averi-
guacion de sucesos posteriores. Durante años enteros, y con la autorizacion
de los capitanes generales D. Gerónimo Valdés, D. Leopoldo O’Donnell y
D.Federico Roncali, tomó allf copia de todos los documentos útiles para su
objeto que se hallan en su coíeccion.
Por la Real Cédula de 7 de octubre de 1764 se resolvió que
con ningún pretexto se sacaran los libros y papeles que estuviesen
archivados en las oficinas, ni que los entregaran por ningún moti-
vo los funcionarios a cuyo cargo estuviesen, y solamente podrían
los Virreyes, Presidentes y Gobernadores enviar un Ministro de la
Audiencia del Distrito con el Escribano de Gobierno para que,
por testimonios, sacase la razón que necesitaran para satisfacer
los informes que pidieran, o para despachar o evacuar algún ex-
pediente que se considerase indispensable el tener presente.
También se prohibió por otra Real Cédula más antigua,
fechada en17 de noviembre de 1693, la extracción de papeles y
libros de los archivos de las oficinas de Cuba, aunque los pidieran
los jueces.
Con motivo de la creación de la Secretaría de la Intendencia
de Ejército y Real Hacienda de la isla de Cuba y Superintendencia
del Ramo de Tabaco que le era anexa, y en consecuencia con las
facultades conferidas por el Rey en Real Orden de 21 de noviem-
bre de 1791, se formó una Instrucción para el mejor régimen y
gobierno de dicha Secretarla en que se dictaban reglas para el
mejor cuidado y colocación de sus archivos. Fué esta medida un
gran adelanto y el Intendente José Pablo Valiente atendió con
verdadero interés lo que tocaba a la conservación de los papeles
públicos.
De la misma manera IalReal Cédula de 4 de abril de 1795
que erigió el Consulado de Agricultura, Industria y Comercio de
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La Habana ordenó la formación de un archivo para la guarda de


los manuscritos de tan importante centro.
Ya a comienzos del siglo XIX las autoridades españolas adop-
tan medidas de verdadera importancia a fin de reunir en uno
solo los distintos archivos que sin orden ni concierto se hallaban
disgregados en todas las oficinas de la Isla y a los cuales hemos
hecho referencia anteriormente, legislándose sobre la materia para
realizar algo provechoso, pero en la mayoría de los casos no se
cumplieron a cabalidad las disposiciones dictadas.
El Tribunal de Cuentas instituído con el propósito de que
a él se rindieran todos los comprobantes de gastos de las corpora-
ciones, autoridades y personas que manejaran caudales o efectos
de la Real Hacienda creó su archivo, dictando al efecto las reglas
para su manejo.
En igual forma procedió la Audiencia de Puerto Príncipe que
dió órdenes para el buen cuidado de sus fondos y de la misma
manera la Contaduría Mayor de Cuentas con arreglo al Decreto
de las Cortes de 7 de agosto de 1813, que fijaba las obligaciones de
su archivo para el mejor cuidado de los papeles.
El Secretario del Real Consulado de Agricultura, Industria y
Comercio y Junta de Fomento de La Habana Dr. Antonio del
Valle Hernández, se quejó en 26 de septiembre de 1815 de la im-
posibilidad de atender debidamente el archivo por falta de fondos
y personal competente, pero ya en 1846 habíase .terminado la or-
ganización de sus papeles y hoy se hallan en el Archivo Nacional
perfectamente catalogados.
Después de entregada la provincia de San Agustín de la Flo-
rida al gobierno de los Estados Unidos de América, fué comisiona-
do el Ministro Tesorero Sr. Gonzalo García de Pardo para con-
ducir a La Habana el archivo que existía en aquellas oficinas pú-
blicas, que llegaron en la goleta americana ccAdelinayy, caudal que
se depositó en la Contaduría de Cuentas, refiriendo el historiador
Pezuela (ob. cit., t. IV,ps. 117-119) acerca del particular, lo que
sigue:
t
No deja duda un testimonio tan antiguo y veraz como el de Mahy de
que la idea de la anexion de Cuba bullfa ya entonces en algunas caóezas
norteamericanas.
6 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

Ordenó aquel general á los coroneles D. José Callava y D. José Coppin-


ger, que preparasen y ejecutaran la entrega de las plazas que tenían á su
cargo en la Florida así que se les presentaran los jefes autorizados por el go-
bierno de los Estados Unidos para recibirlas. Pero aunque ningun obstáculo
se oponia ya á una cesion para ellos ventajosa, aun le reservaban á España,
tan impotente ,entonces en aquel rincon del mundo, nuevos agravios y vio-
lencias. El coronel Callava, despues de entregar con todas las formalidades
necesarias en 17 de julio al general Andrés Jackson la Florida occidental,
reducida al recinto de Panzacola y de sus fuertes, se negó á entregarle el
archivo de aquel gobierno, que era una propiedad exclusiva del de España,
por lo que nada se había considerado preciso advertir en el tratado de cesion
sobre tal punto. Muy hecho Jackson á atropellarlo todo cuando su posicion
y fuerzas se lo permitían, brutalmente arrestó entre bayonetas á Callava en-
viándole á la cárcel y precisamente cuando presidia un convite de jefes y
oficiales de las dos naciones; innoble accion que reprobaron hasta los mis-
mos subalternos del autor del hecho.
Semejante, aunque menos bárbara en el fondo y en la forma, fué la
conducta que, á instigacion del mismo Jackson, observó con el coronel Cop-
pinger en San Agustín el gobernador americano Wartington que, encargado
de aquella plaza por fines de setiembre, se apoderó por fuerza tambien de
los archivos. Publicaron á la sazon los diarios de la Habana la enérgica pm-
testa de Coppinger, y fué hecho pública que retó á Wartington á duelo y
no aceptó el americano. Pero tan fundada y vigorosa fué la reclamacion
entonces dirigida por Mahy al gabinete de Washington, muy sostenida por
el representante español cerca del mismo, que contra lo que se podia esperar
de sus habituales evasivas y de la imposibilidad de sostener con la fuerza
tan justa pretension, se apresuró á disponer que fuesen aquellos archivos re-
mitidos intactos á la Habana, Allí subsisten, y han servido para resolver
cuestiones de importancia, como tambien podrán servir un dia para revelar
con verdad é irrefutables pruebas la historia aun ignorada del dominio espa-
ñol en la region tres siglos antes descubierta por Ponce de Leon, y teatro
luego de muchos hechos heróicos de los españoles.

Hasta el 31 de julio de 1835 no se devolvió al Cónsul de los


Estados Unidos de América en La Habana el duplicado del índice
de los documentos de Las Floridas. y
Sin embargo, más antes, al-finalizar el año de 1830, resultaba
de todo punto imposible continuar admitiendo más papeles en los
distintos archivos de que hemos hecho mención, por lo que se
pensó en reunirlos todos en uno solo, proyecto provechoso que fué
aprobado en principio por el Gobernador General de la Isla, quien
dispuso en los primeros meses de 1831 la creación del Archivo
, único, ingresándose en el establecimiento los fofidos del Tribunal
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de Cuentas, Contaduría y Tesorería Generales, Audiencia de San-


to Domingo, provincia de la Luisiana, Las Floridas, etc. etc., en-
cargándose de su revisión y arreglo al Sr. Juan Agudo e instalán-
dose en una pieza del edificio de la extinguida Real Factoría, si-
tuada en el barrio de Jesús María en la ciudad de La Habana, de-
bido cuanto se ha expresado a las iniciativas del habanero Claudio
Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, gran estadista, econo-
mista e intendente, quien prestó relevantes servicios a Cuba.
La mucha importancia y extensión que adquiría diariamen-
te la Real Hacienda y el crecido número de expedientes que se for-
maban para resolver asuntos de verdadero interés por la nota-
ble influencia en la prosperidad de este país, obligaron al citado
Conde de Villanueva a organizar un Archivo General para custo-
dia y guarda de tan útiles documentos, toda vez que el estableci-
do en la Factoría, provisionalmente, sólo podía considerarse como
un almacén de papeles por su antigüedad y poco uso, colocados en
un entresuelo lóbrego y sucio, hallandose muchos legajos en el
suelo por falta de adecuadas estanterías.
A fin de evitar dicho tremendo desbarajuste fueron construí-
dos nuevos armarios de cedro y se destinaron en el propio edificio
de la Factoría más salones para colocar debidamente los miles
de legajos que la polilla estaba consumiendo, procediéndose en
seguida a la organización de los documentos y confección de sus
índices.
Acto seguido se dió comienzo por el Intendente honorario de
provincia D. Ignacio González Cadrana a la redacción del proyec-
to de regIamento para el Archivo General de Real Hacienda de
la Isla de Cuba, aprobando la Junta Superior Directiva de dicha
Real Hacienda en sesión celebrada el 5 de septiembre de 1839
cuanto se había realizado hasta entonces para la creación del in-
dicado Archivo, remitiendo el Gobernador General a España el
expediente formado al efecto para lo que los gobernantes superio-
res del Reino tuviesen a bien resolver en relación con tan plausi-
ble iniciativa.
E1 gobierno español como era de esperar dió su asentimiento
a todo lo efectuado por las autoridades de Cuba y devolvió el ex-
pediente con la Real Orden número 531, fechada en Madrid a
28’de enero de 1840, que se refiere a la erección del Archivo Ge-
PUBLICACIONES DEL ARCHIW) NACIONAL DE CUBA

neral de la Isla de Cuba, convertido después en el Archivo Na-


cional de la República, y cuya pragmática dice así:
1
MINISTERIO DE HACIENDA
5' SECCXON
-
Escmo. sor.
He dado cuenta á S. M. la Reina Gobernadora de una carta de esa
Superintendencia fha 19 de Setiembre último, N* 348 manifestando, qe.
atendidos los muchos inconvenientes qe. se ofrecen en esos paises p* la con-
servacion de documentos antiguos, y otros papeles interesantes, se dispuso
la organizacion de un archivo general, p* reunir y custodiar en él todos los
espedientes fenecidos del ramo de hacienda y Junta de fomento, pr. lo res-
pectivo á esa provincia, la de Cuba y Pto. Principe, con cuyo motivo se ins-
truyó espediente de qe. se acompaña copia; y en vista de él acordó la Junta
superior directiva de Hacienda; el establecimiento del espresado archivo, y
la creacion p8 su servicio de un oficial archivero con novecientos pesos anua-
les, un oficial primero con setecientos cincuenta, un segundo con seiscientos,
y dos porteros, uno con cuatrocientos pesos y el otro con trescientos cincuen-
ta; debiendo recaer estas plazas en cesantes útiles. Asimismo he puesto en
conocimiento de S.M. otra carta de la preferida Superintendencia y fha. NQ
349, en la qe. consiguiente al acuerdo citado en su anterior, participa- los
nombramientos, qe. de conformidad con la propuesta del contador decano
del Tribunal de Cuentas, ha hecho p8 la provision de las plazas de qe. se
compone el nuevo archivo, encareciendo su confirmacion. Enterada de todo
S.M.se ha servido aprobar la creacion de dicha oficina en los términos acor-
dados pr. la Junta superior directiva; habiendo nombrado al mismo tiempo
p* la plaza de archivero á D. José del Rosario Nattes, escribiente primero
cesante de las oficinas de hacienda de esa Ciudad; p* oficial primero á D.
Juan Bta. Tamariz, qe. fué propuesto pa archivero pr. el contador decano:
p@oficial segundo al qe. lo fué igualmte. p* primero D. Plácido Marinas
Hévia; y para porteros á los qe. lo están ya por la Superintendencia D. Juan
Agudo y D. Ignacio Posada; pero debiendo tenerse presente qe. esta dispo-
sicioqtiene el concepto de provisional, hasta qe. incluyendose como adicio-
nal al presupuesto qe. debe presentarse á las Cortes el costo qe. eroga el
espresado archivo, obtenga la sancion de los cuerpos colegisladores. De Real
órden lo comunico á V.E. p* su inteligencia y efectos correspondiente.-Dios
guarde á V.E. muchos años.Madrid 28 de Enero de 1840.- José de San
Millán.Cr. Intendente de la Habana.

Muy acertada estuvo la designación de p. José del Rosario


Nattes para el cargo de primer Archivero, pueise trataba de un
viejo funcionario que conocía a perfección la arquivonomía o cien-
cia de archivos y que dejó una estela a su cese que no podrá olvi-
BIOGRAFÍA 9

darse, ya que se dedicó por completo a reorganizar el nuevo esta-


blecimiento, dotándolo de índices y procurando su eficiencia para
el mejor servicio público.
En las nuevas salas tomadas del edificio de la Factorfa por
disposición del Conde de Villanueva fueron colocándose ordena-
damente los fondos que iban recibiéndose procedentes del extin-
guido ejército de Costa Firme, Contaduría General, ambas Flori-
das, Audiencia de Santo Domingo, cajas de Caracas, como además
los papeles que databan desde época muy próxima al descubri-
miento de esta Isla, siendo oportuno declarar que toda esa enorme
cantidad de papeles, cuya conservación tanto interesaba al go-
bierno y a los particulares, se hallaba casi a granel, sin que con-
tase siquiera con un solo índice o inventario.
La primera orden oficial que llegó a manos del archivero se-
ñor Nattes, se refería a la prohibición de extraerse los compro-
bantes presentados al Tribunal de Cuentas, no permitiendo llevar
a nadie los documentos originales e igual recomendación se le
hizo en cuanto a los papeles procedentes de las Floridas.
A partir de entonces a diario fueron aumentando los fondos
de la reciente creada Institución con los archivos de Puerto Cabe-
llo, Audiencia de Puerto Príncipe, Real Consulado y Junta de Fo-
mento, islas de Santo Domingo y Puerto Rico, Real Factoría de
Tabacos, Real Compañía de Filipinas, Realengos, Ministerio de
Intervención, Contaduría General de Ejército, Administraciones
principales de Cuba, Puerto Príncipe y La Habana, Administra-
ciones subalternas de toda la Isla, Tribunal Superior Territorial,
Cuentas del Tribunal Mayor correspondientes a los años de 1731
a 1839 en que se incluían las relativas al Almacén General, Bom-
beros, Banco de Fernando VII, Colegio Seminario de San Carlos,
Convento de Belén de La Habana y de Santiago de Cuba, Divi-
sión Pacificadora de Cuba, Indios del Caney, Propios de la Isla,
Real Compañía de La Habana, Floridas Oriental y Occidental,
provincias de la Louisiana y otras de las de Costa Firme, Escriba-
nía Mayor de Hacienda, Escribanía de Diezmos, Administración
General de Correos, Escribanía de Cámara, Administración Gene-
ral de Rentas Terrestres, Aduana de La Habqna, Comisarías y
Capitanías Pedáneas, Delegación de la Inspección de Vigilancia,
Contaduría General de Hacienda, Aduana Marítha, Escribanía
_ -

10 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

y Registros de 14 plaza de La Habana, Ministerio de Intervención


Casas de Comercio de Santa María y Cuesta y de Hernández Var-
gas, Secretaría de la Intendencia y Superintendencia General De-
legada, Cuentas del Tribunal Superior Territorial que compren-
dían las de la Real Marina, de Propios de toda la Isla, de la Casa
de Beneficencia, de Instrucción Pública, de la Sociedad Patriótica
de La Habana, de Bienes de Regulares, de Fábricas de Parroquias,
de la División Pacificadora de Cuba, Escribanía General de Real
Hacienda, Intendencia del Departamento Oriental, Comisarías
y Capitanías Pedáneas, Intendencia General de Hacienda, Go-
bierno Político, Secretaría de la Comisión Central de Colonización,
Gobierno Civil de la Provincia de La Habana, Negociados de Ins-
trucción Pública, Orden Público, Personal, Gracia y Justicia, Po-
lática, Cárceles y Presidios e impresos que procedían del Gobier-
RO General, Consejo de Administración, etc., como de igual modo
infinidad de expedientes de distintos centros del Estados, sin orden
ni concierto alguno.
A consecuencia de la aglomeración de la cantidad de papeles
expresados, se hizo necesario proceder a la separación urgente de
cuanto se consideró entonces innecesario para la tramitación de
bs asuntos de primordial importancia, procediéndose a la destruc-
ción por el fuego de esos papeles y de otros inútiles, quedando el
Archivo expedito para recibir los que remitieran las demás ofici-
nas, disponiendo el intendente Conde de Villanueva en ‘octubre
de 1840, que las dependencias de Real Hacienda efectuaran el en-
vío de todos los expedientes concluidos anteriores al último dece-
*
nio.
Un año después, en 1841, fué terminada otra relación de los
papeles que por su pésimo estado y estar totalmente destruídos
por la polilla debían incinerarse, contándose entre ellos listas de
asientos de tropas, de tripulantes de buqpes, de operarios de obras
de fortificación, guías de tráfico, cuentas terminadas, comproban-
tes de consumo, pólizas de cargamento-s. de buques de guerra y
particulares, condenas de penados, constancia de compradores de
negros bozales, asientos de intérpretes, certificaciones de bautis-
mos, matrimonios, enfermos y fallecidos de los floridanos, cuentas
de Panzacola, Louisiana, etc., correspondientes al siglo WIII,
BIOGRAPfh 11

acto de la quema efectuado al otro lado de la bahía, cerca de la


fortaleza de la Cabaña.
En 1844 se verificó también la destrucción por el fuego de 70
sacos de papeles y 207 legajos considerados como inútiles por el
sustituto del señor Nattes nombrado Mariano Torrente, protestan-
do el primero ante el Conde de Villanueva, ya que estimaba que
se habían incluido documentos y libros pertenecientes al archivo
de la Real Factoría de Tabacos y a otras oficinas de Hacienda, sin ~

preceder examen ni clasificación alguna. Nosotros hemos justifi-


cado con infinidad de datos la razón que asistía al señor Nattes,
pues el señor Torrente llegó al Archivo General sin conocer los
tesoros que allí se guardaban y con un criterio cerrado sobre la
nulidad de los papeles, sin experiencia en la materia, toda vez que
no hay hombre de tan singular talento que pueda graduar el va-
lor de un manuscrito cualquiera, tomando sólo por base su anti-
güedad y mal estado. Este problema se resolvió después de oido
el parecer del Fiscal de Hacienda favorable a que se destruyeran
aquellos papeles que habiendo surtido su efecto de actualidad no
debían conservarse perpetuamente, arrojándose entonces al mar.
He ahí una demostración plena del inconveniente de estar
dirigidos centros de carácter técnico, como son los Archivos, por
personas sin práctica en manejar papeles de tantas y tan diversas
naturalezas como radican en establecimientos de esta clase. En
relación con el particular podemos citar las opiniones de dos pu-
blicistas que aparecen en la Reuista de Archivos, Bibliotecas y
Museos (Madrid, 1910, p. 231 ):
La guarda de los Archivos, Bibliotecas y Museos no debe considerarse
como plantel de sinecuras en provecho de literatos, sino como empleos en-
cargados\de poner á disposicion de los sabios verdaderos laboratorios para
sus investigaciones.
Como obreros de los Archivos y Bibliotecas, los Archiveros y Bibliote-
carios deben conocer su oficio, lo que excluye á los incompetentes; deben
vivir del ejercicio de su profesión, lo que excluye los empleos no retribuidos;
deben vivir del ejercicio de su trabajo, lo cual exige la aplicacion combina-
da del ascenso por antigüedad y por méritos, del' ascenso en el m i s m o esta-
blecimiento en que sirven ó en localidad distinta; emfin, así como los obre-
ros de cualquier industria no tolerarían jamás estar á las órdenes de un
maestro incapaz de sustituirlos en la fábrica y en el manejo de las herra-
mientas del oficio, así tampoco deben los Archiveros y Bibliotecarios estar
jamás subordinados sino á jefes que, por lo menos? sean SUS iguala,
12 PUBLICACIONES DEL A R C H W NACIONAL DE CUBA

Hasta 1856, a fin de cumplimentar un decreto del Intenden-


te de Ejército, no se reunió una comisión de funcionarios de las
respectivas oficinas de donde procedían los papeles para exami-
*

nar lo que debía destruirse, según lo ordenado por el Gobernador


General, declarándose inservibles 560 legajos que pertenecían a
la Administración General de Rentas Marítimas, 100 paquetes de
rezagos y facturas de la Administración General de Correos, 400
legajos del Tribunal de Cuentas, destrucción que por medio del
fuego se efectuó en el campo de la Punta.
En un buque de guerra llegaron a La Habana en julio de
1858 y se depositaron en el Archivo General, dos cajas de docu-
mentos, que después de comprobado su mal estado, fueron igual-
mente quemados por mandato de la primera autoridad de la Isla
en el mismo lugar, o sea en el campo de la Punta.
De igual manera el Gobernador General aprobó que fuesen
incinerados, previas las formalidades requeridas, incoándose el
expediente debido en marzo de l889, reuniéndose al efecto a las
seis de la mañana de los días 15, 16 y 17 del mes y año citados en
el placer de Peñalver en La Habana el Notario de Gobierno Dr.
Francisco de Castro, hallándose presentes los Sres. Nemesio Cor-
nejo de Villarroel, Ramón Montalvo, Eduardo Martínez Cadrana,
Archivero General entonces, Juan Gafas y los vecinos del barrio
Benito Broces y Andrés Alonso, C O ~ Qtestigos, descargándose va-
rios carros que conducían rollos de cinta de telégrafos de 1873 a
1876, listas de emancipados y partes de policía de los siglos XVIII
y XIX, pólizas antiguas de la Aduana de La Habana y talonarios
de cédulas de personas de color libres y esclavas, y entonces, ro-
ciandq dichos papeles con petróleo, se les dió fuego por los indivi-
duos del batallón de Bomberos Municipales.
Y en las estanterías que fueron dksocupándose se colocaron
en depósito 442 libros a la rústica del Diccionario Geográfico de
España y Portugal por Miñano; 126' libros del Diccionario de
Hacienda por José de Canga y Argüelles y 668 mapas pertene-
cientes a la obra del indicado Miñano.
Ya habéis oido, señoras y señores, los procedimientos de las
autoridades del régimen colonial para deshacerse de los papeles
que ellos consideraban no tener valor permanente ni interés his-
BIOGRAFfA 13

tórico, sin someterlos antes a un riguroso examen hasta llegar a


la conclusión de su inutilidad.
El archivero señor Nattes concibió en mayo de 1840 un
66
Prontuario o Instrucción para la mejor inteligencia del registro
y el más fácil manejo del Archivo General de Real Hacienda de
la Isla de Cuba”, que resultó de suma importancia porque cuida-
dosamente detallaba cada uno de los fondos existentes y regulaba
la forma de su conservación y mejor ordenamiento.
También sugirió en 1841 el citado jefe acerca de la necesidad
de ingresar en el Establecimiento los papeles de las Floridas que
se encontraban aglomerados y en el suelo en uno de los almacenes
del edificio de la Factoría a fin de precaver la total destrucción
de aquellos con perjuicio de los intereses comunes. Por cierto que
refiriéndose a esos papeles el historiador Pezuela escribe:
Estos documentos y otros vanos acumulados á nuestra coleccion, se ha-
llaban en 1841 abandonados entre muchos papeles de todas clases y proce-
dencias en una de las salas del piso superior de la factoría de tabacos de la
Habana que luego se destinó á Hospital militar de la plaza (Ob. cit., t. 111,
p. 32).

El archivero señor Nattes que tiene en su haber la realiza-


ción de una meritísima labor en pro del Establecimiento a su car-
go, redactó un minucioso informe al tercer año de su creación con
noticias de los papeles que existían y de los recibidos, compren-
diendo también el sistema y organización bajo los cuales estaba
regida la mencionada dependencia.
Deseoso el Intendente General de premiar de alguna manera
los buenos servicios del señor Nattes propuso al gobierno español
su ascevso, con el acuerdo unánime de la Junta Superior Directiva
de Real Hacienda, siendo aceptado-por Real Orden fecha Madrid
23 de noviembre de 1842.
En los primeros días del año ‘1844 el contador Sr. Ramón
González informaba al Superintendente General Subdelegado de
Hacienda de los adelantos en las tareas del Archivo General de
Real Hacienda, pues llegaban a 8.568 legajos perfectamente orga-
nizados, encarpetados y conservados convenientemente, habién-
dose, además, copiado y legalizados muchos documentos de impor-
tancia próximos a desaparecer por el deterioro a que hubieron de
14 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

estar sometidos con el transcurso del tiempo, dotándose ese cau-


dal de registros o índices con el propósito de que cesara el riesgo
de sustracciones o extravíos.
Como desde 1846 había sido aceptada la idea de establecer
un sólo Archivo General y justificados también los esfuerzos he-
chos para lograr su instalación, el Jefe del Archivo General de
Real Hacienda señor Nattes propuso la modificación del Regla-
mento en el sentido expresado; pero la Junta Superior Directiva
de Real Hacienda en sesión de 30 de junio de 1847, después de
oido el informe del Tribunal Mayor de Cuentas y la consulta del
Asesor General, y juzgando que no era de absoluta necesidad alte-
rar lo existente, puesto que de la observancia del antiguo Regla-
mento no se notaban inconvenientes, acordó que no se hiciera en
el mismo modificación alguna, resolución que contrarió bastante
al señor Nattes.
Hasta el año 1851, en que por su grave enfermedad el Inten-
dente de Hacienda juzgó necesario la sustitución del señor Nattes,
fueron muchos los documentos crasificados e inscriptos en los li-
bros correspondientes, alcanzando a 4.520 legajos, siendo enton-
ces designado por Real Orden de 12 de septiembre del propio
año el Sr. Blas María de San Millán para ocupar el cargo de re-
ferencia.
Poco después, en 20 de enero de 1855, fué nombrado escri-
biente un cubano muy trabajador e inteligente y que llegó a dedi-
car el resto de su vida a la mejor organización del Archivo Gene-
ral de Real Hacienda, por cuya razón no debemos olvidarlo en
esta conferencia. Se nombraba Vicénte Barrutia, que desempeñó
la Secretaría del Establecimiento hasta el año de 1900 y de quien
tuvimos el honor de que nos guiara en nuestros primeros pasos
cuando al terminar la guerra de independencia en 189g fuimos
designados, como él, para una plaza de poca importancia.
Para el gobierno resultaba un grave problema en el año de
1856 la continuación del Archivo General de Real Hacienda en
el edificio que ocupaba en la Factoría, pues no se podía trabajar
en la reorganización de los documentos por no haber un solo es-
pacio disponible.
El Gobernador General de la Isla ordenó la búsqueda de un
BIOGRAPfA 15

lugar que reuniese condiciones de amplitud suficiente, hallándose


únicamente la parte alta del extinguido Convento de San Fran-
cisco, situado en la calle de los Oficios y en donde hoy se halla el
Ministerio de Comunicaciones.
Se hicieron las obras más urgentes a fin de adaptarlo en lo
posible al objeto a que se destinaba, procediéndose en seguida a
la mudanza, que fué hecha en carros por la agencia “El Castillo”,
propiedad de Bernardo Sandoval, cargándose en serie o paquetes
de legajos atados con cuerdas y colocados en las estanterías en el
mismo orden y numeración con el propósito que aun en el mismo
momento del traslado no fuera difícil dar alguna noticia urgente
de cualquier asunto, siendo conducido el mobiliario del estableci-
miento en los vapores de Tallapiedra por cuadrillas de presidia-
rios.
Se terminó la instalación el 31 de julio de 1856, experimen-
tando bastante daño el mueblaje, pero no los legajos y libros que
sufrieron poco desorden a pesar de ascender entonces a quince
mil los bultos y tener que ser subidos hasta un tercer piso, rea-
lizándose trabajo tan difícil bajo la dirección del señor San Millán,
quien todavía desempeñaba la jefatura del Archivo de que habla-
mos.
Una vez colocados los legajos y libros en sus respectivos ana-
queles fué cuando hubo de notarse que el nuevo departamento
no resultaba tan amplio como se h&ía supuesto y que era imposi-
ble admitir más papeles, disponiendo el Intendente de Ejército
que una comisión de funcionarios elegidos por las respectivas ofi-
cinas dictaminaran acerca de lo que debía destruirse, ocupando
las estanterías que quedasen vacías con los envíos de papeles con-
siderados de más valor que los desechados por la mencionada co-
misión.
Después por Real Orden fecha Madrid 31 de octubre de 1857
se dispuso cuanto se expresa a continuación:
Primera Secretaria de Estado-Ultramar-Nq 1199-La Reina (4. D.
g.) tomando en consideracion lo espuesto por V. S. acerca de la mas con-
veniente organizacion de los Archivos de Hacda. de esa Isla en carta no 1371
de 16 de Mzo. ÚItq, se ha servido resolver lo siguiente:
Primero. Se suprime el Archivo gral. de Hacda.
Segundo. En su lugar se crea otro que se denominará Archivo gral.
16 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

de la isla de Cuba con los espedientes y documentos innecesarios para el


despacho de lo comente ó que ya no fuese preciso consultar, correspondien-
tes á los ramos de Gobernacion, Hacienda, Guerra y Marina.
Tercero. El Archivo mmun á la Superintendencia y la Intendencia
pasará á serlo esclusivo de esta última, trasladándose al del Gbno. Superior
Civil donde hoy se hallan refundidos los trabajos de la primera, los papeles
necesarios para desempeñar sus actuales atribuciones en materia de Hacda.
Cuarto. Cada oficina conservará su archivo particular para los espe-
dientes y documentos que conviniesen al despacho de lo corriente, pasando
periódicamente al gral. los que vayan siendo innecesarios con las formali-
dades que V. E. determine.
De Real órden lo digo á V. E. para su inteligencia y efectos consiguien-
tes. Dios gue. á V. E. muchos años. Madrid 31 de Octubre de 1857.-Fran-
cisco Martínez de la Rosa.
Y en noviembre de 1857 se comenzó a pensar en la amplia-
ción del local ocupado por el Archivo General de la Isla de Cuba,
tomando al efecto la parte del citado Convento de San Francisco
que daba al Norte y un espacio de 35 varas aproximadamente de
la parte de Este a Oeste, como también todo el lado del Claustro
frente a la parte del Coro, quedando aprobado por las autorida-
des superiores.
A partir de marzo de 1858 se dió cumplimiento a lo prevenido
en la Real Orden anterior, quedando por consiguiente el Archivo
General de la Isla de Cuba independiente de la Intendencia y con
sus atribuciones propias.
Bueno es que nuestros oyentes fijen su atención en cuanto
llevamos relatado referente a las vicisitudes de la Institución de
que nos ocupamos, ya en su instalación, ya en su personal, ya por
último en el cúmulo de disposiciones que influían poderosamente
en su marcha, lo que impedía consolidarse sobre sólidas bases,
ni a pkstar todos los servicios que debiera.
Al ser designado para el cargo de Jefe del Archivo General
de la Isla de Cuba el Sr. Rafael Barhen y Acosta por Real Orden
de 5 de julio de 1858, dispuso en seguida la confección del primer
sello de que carecía la Institución para estamparlo en las comuni-
caciones oficiales, colocándose en el mismo en 1863 el escudo de
España. A la mitad del año de 1860 el gobierno de Madrid ideó
un proyecto laudable, que por causas desconocidas no llegó a
realizarse, y el cual consistía en la fabricación de un edificio para
instalar los archivos de todas las,oficinas dependientes del Esta-
BIOGRAPfA 17

do, levantándose un plano &ñido a la técnica exigida, como son


capacidad, luz, ventilación y seguridad, que resultan indispensa-
bles en los establecimientos destinados para tal objeto.
Tan invadido por la terrible polilla y el comején se hallaba
el Archivo General de la Isla de Cuba en 1862, que el Goberna-
dor Superior Civil dispuso que el experto Sr. Esteban Granadillo,
examinara las estanterías y papeles y después de un prolijo reco-
nocimiento administró los ingredientes adecuados, deteniendo por
el momento el mal, que revivió años después.
Con motivo de haberse negado el Archivero a expedir certi-
ficaciones de los fallos de unas cuentas, se resolvió para evitar
obstáculos iguales en lo sucesivo, dictar unas reglas acordadas en
28 de abril de 1870, que se expresan a continuación:
I* Los documentos que custodia el Archivo General de esta Isla
están siempre á disposicion de las diferentes dependencias centrales y gene-
rales de Hacienda de donde emanasen 6 de las que las hayan reemplazado
en sus funciones.
2* Cuando algunos de los Jefes de las Oficinas generales 6 centrales
de Hacienda necesiten algun documento de los que como terminados 6 in-
necesarios han pasado al Archivo General, podrá pedirlos al mismo, el que
se lo remitirá recogiendo recibo en la forma que dispone el art. 11 del Re-
glamento aprobado por la Junta Directiva de Hacienda en 14 de Septiem-
bre de 1839.
38 Si alguno de los expedientes que se pidan debe acumularse 6
continuarse por no estar terminado, dará/aviso de ello al Jefe que lo haya
reclamado, para que se haga la anotacion codpondiente en el índice, que-
dando la comunicacion en el lugar que ocupa el documento.
4 s Si transcurrido un término prudencial no se devolviese, 6 no se
diese el aviso á que se refiere el art. anterior, recordará el Archivo General
la devolucion, para lo cual llevará un libro de registro en que consten los
documentos que salen de su Oficina y fecha en que se restituyen, devolvien-
do el documento que acredite la salida.
5* Chando alguna Oficina subalterna necesite algun documento para
su exámen, hará el pedido por conducto del Centro de que dependa, el que
hará constar en el expediente que al efecto se instruya, la entrega hecha á
su subalterno con el acuse de recibo.
6+ El Archivo General dará cumplimiento á los acuerdos de la In-
tendencia General que le comuniquen los Jefes Centrales de Hacienda con
arreglo al art. 19 apéndice número 19 del Real Decreto de 25 de Noviembre
de 1863: en su consecuencia, cuando necesiten copia autorizada para ins-
truir 6 continuar algun expediente, deberá facilitársela al comunicarle el
acuerdo de la expresada Intendencia que lo disponga.
18 PUBLICACIONES DEL ARCHnrO NACIONAL DE CUBA

76 El Archivo General no 4xpedirá atestados á peticion de partes de


los documentos que custodia de l& Oficinas de Hacienda que puedan pro-
ducir reclamaciones contra el Estado, sin previo acuerdo de la Intendencia
general, la que podrá comisionar al empleado que tenga por conveniente
para que asista al reconocimiento por si hubiere alguno favorable al fisco,
ó que contradiga el hecho que se quiere acreditar.
88 En el caso de que las Oficinas de Hacienda necesiten algun atesta-
do de documentos ó examinar algun expediente correspondiente á otros mi-
nisterios, la Intendencia general hará el pedido al Exmo. Sr. Gobernador
Superior Politico ó á quien corresponda, para que se sirva disponer su entre-
ga ó que se expida la copia de lo que fuese necesario.
96 Estando facultada la Contaduría general por el Inciso 8 9 Art. 3 9
de su Reglamento de 11 de Septiembre de 1867 para pedir á las dependen-
cias generales de todos los ramos, cuantos informes, datos y noticias necesite,
y estando á su disposicion todo lo concerniente al suprimido Tribunal de
Cuentas, el Archivo General le suministrará los atestados y enviará los do-
cumentos que le reclame con dicho fin en los términos que marca el art. 2Q.
108 Cuando para el despacho de algun asunto necesitasen las depen-
dencias de Hacienda comisionar algun empleado para examinar cualquier
documento en el Archivo General, lo comunicará al Jefe del mismo, el que
le facilitará los que necesite reconocer, dentro de la Oficina.
Por Real Orden de 25 de mayo de 1871 fué nombrado para
la Jefatura del Archivo General el Sr. Francisco de Arteaga y Ló-
pez de Ayala, quien informó al gobierno que no había sido posi-
ble a su antecesor entregarle con las formalidades debidas, ya que
tampoco ese requisito lo observaron los anteriores archiveros a
causa del desbarajuste que había sufrido el Establecimiento por la
informalidad con que se remitieron infinidad de papeles y care-
cer de empleados capacitados para confeccionar los índices o in-
ventarios, llegando al extremo que todavía en octubre de 1874
se hallaban en el suelo, por falta de local y estanterías, más de
20.500 legajos expuestos a la humedad, el polvo y los insectos y
lo cual ,constituía evidentemente un atentado.
No obstante, continuamente recibía el Archivero órdenes pe-
rentorias para la admisión de más papeles, que se veía en la pre-
cisión de colocarlos también en el piso, aumentando el deterioro
de los preciosos datos contenidos en los mismos el huracán que
azotó a La Habana el 18 de octubre de 1878, que dejó sin un solo
cristal, ni puertas el edificio, desperfectos de mucha consideración
que destruyeron por el agua caída una gran cantidad de docu-
mentos.
BIOGRAPÍA 19

Dentro de esta situación hubo de llegarse al año de 1879 en


que el Gobernador General de la Isla se vió forzado a disponer
que no se recibiera ni un papel más hasta que el edificio no fuese
reparado convenientemente y con las ampliaciones del local in-
dispensables; pues el arquitecto nombrado para hacer un recono-
cimiento general del mismo había informado de la manera más
triste y deplorable acerca de su estado.
Empero, un año y dos meses después, aún no se había dado
comienzo a la obra, lo que permite suponer el empeoramiento del
daño que se venía experimentando.
Uno de los materiales que destruyó el ciclón antes citado, fué
el pequeño taller de imprenta en que se imprimían las carátulas
de los legajos, renovación de portadas de expedientes y otros tra-
bajos análogos.
Años hacía que el gobierno de España proyectaba llevarse de
Cuba la valiosa documentación que radicaba en el Archivo Ge-
neral correspondiente a Las Floridas, Tierra Firme y Capitanías
Generales de Guatemala y Venezuela; pero resulta cierto que siem-
pre encontró alguna oposición por parte de los gobernadores de
la Isla, según hemos podido comprobar; mas a pesar de ello se
dió el primer paso en la vía del lamentable despojo con la Real
Orden fechada en Madrid a 27 de marzo de 1883, que reza de este
modo:
MINISTERIO DE ULTRAMAR
NÚMERO 655.
Excmo. Sor.
Dispuesto el Gobierno de S. M. á completar la rica coleccion de docu-
mentos del Archivo de Indias, piensa ordenar la traslacion á dicho Estable-
cimiento defodos los papeles relativos á nuestra historia en América que se
hallen en el Archivo de Simancas ó en otros depósitos de la Península. Con
el mismo objeto y de órden de S. M. el Rey (9. D. g.) me dirijo á V. E. á
fin de que se sirva disponer lo conveniente para que se extraigan del Con-
vento de San Francisco, de esa Capital, el Archivo completo de la Florida,
que ahí existe, los papeles de Tierra-firme, que comprenden los correspon-
dientes á las Capitanias Generales de Guatemala y Venezuela y los de his-
toria hasta mediados del siglo pasado y entre ellos los relativos á las Capita-
nias Generales y á espediciones piráticas y filibusteras &. &. Puede V. E.
encargar este trabajo á los Sres. Prieto y Cantero, que con su celo é inteli-
gencia lo llevarán á cabo con el esmero debido, recomendándoles que, á ser
20 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

posible, formen un índice ordenado de todos los documentos que saquen;


que empaqueten estos de un modo seguro en fuertes cajas precintadas y se-
lladas y que los entreguen, con las formalidades correspondientes, á los Ca-
pitanes de los Vapores Correos, para que, en igual forma, lo pongan estos á
su llegada á la Península á disposicion del Gobierno. Es también la volun-
tad del Rey que V. E. mande que por esas oficinas generales de Hacienda
se abra el crédito necesario para todos los gastos que ocasionen con motivo
de lo que en la presente disposicion se ordena.-De Real órden lo digo á
V. E. para su más exacto y breve cumplimiento.-Dios gue. á V. E. ms.
años.-Madrid 27 de Marzo de 1883.-Nuñez de Arce.Cor. Gobernador
Gral. de la Isla de Cuba.-Habana 17 de Abril de 1883.4úmplase lo man-
dado por S. M.-Prendergast.

Pero como no se había cumplimentado lo mandado en dicha


pragmática, nueva Real Orden de 8 de junio de 1884 reiteró lo
prescrito en la primera, designando el Gobernador General de la
Isla una comisión para formular el presupuesto con el fin de tras-
ladar al Archivo de Indias, en Sevilla, los documentos relativos a
la historia de América que se conservaban en el Archivo General
de Cuba.
A mediados del año de 1886 fué tanta la insistencia del archi-
vero Sr. Eduardo Martínez Cadrana que el Gobernador General
de la Isla Sr. Emilio Calleja, acompañado del 2Q Cabo general
Sabas Marín y de otros altos jefes, visitaron el Archivo General
con la intención de comprobar el estado del Establecimiento, con-
viniendo todos de que era de necesidad imperiosa la ampliación
del local que ocupaba y proceder a organizarlo totalmente de nue-
vo, pero como sucedía siempre, llegó la fecha del término del man-
do en sus respectivos cargos de esas autoridades y las reformas no
pasaron de proyectos.
La tenacidad de España quedó una vez más demostrada en
su empeñp de extraer de Cuba la rica documentación relaciona-
da con la historia de América, procediendo a reiterar por Real Or-
den de 19 de abril de 1888 lo dispuesto en las anteriores de 27 de
marzo de 1883 y 8 de junio de 1884, ya que no se había dado cum-
plimiento a lo mandado y fijando el término de su ejecución en
el más breve plazo posible.
Para tal propósito aprovechó el Gobernador General de la
Isla que se encontraba accidentalmente en La Habana el Archi-
vero-Bibliotecario y Abogado del Colegio de Madrid Dr. Nemesio
BIOGRAFÍA 21

Cornejo de Villarroel a quien designó para que sin pérdida de


tiempo comenzase a preparar el envío al Archivo de Indias de los
importantes papeles en cuestión por conducto del Gobernador de
Cádiz.
La impresión del señor Cornejo de Villarroel fué desastrosa
al entrar en el Archivo General de la Isla de Cuba y observar los
montones de documentos que en el mayor desorden ocupaban
todo el piso y las estanterías repletas de legajos y cubiertas de
polvo, telarañas e insectos.
No obstante, su amor a los papeles viejos y bastante abnega-
ción, como también la buena voluntad del escaso personal que lo
ayudó, dió principio a la separación de cuanto debía remitir-
se, cuyo inventario publicamos por primera vez en 1912 en nues-
tro libro Historia de los Archivos de Cuba, que repetimos en la
segunda edición dada a la luz el año de 1949.
Ahora sólo podemos manifestar que el total de lo extraído
ascendió a 2.300 legajos en once remesas durante los meses com-
prendidos del 25 de junio de 1888 al 5 de abril de 1889, conduci-
dos en vapores del correo español.
Muy acertadamente escribió el doctor Coronado en el prólo-
go del citado libro que “iCuántos papeles de gran valor para la
historia política de este país, como colonia española que fué, sa-
lieron de nuestro territorio en esas fatídicas remesas, para sumir-
se - q u i é n sabe si a perpetuidad- en las sombras cada vez más
densas de lo inédito!”
No se sintió satisfecho el gobierno de España con la extrac-
ción de los papeles a que acabamos de referirnos, sino que solicitó
de la primera autoridad de la Isla en 1890 que se le informase lo
que todavía existía en el Archivo General que representara algún
valor hisdrico, manifestando el archivero señor Martínez Cadra-
na que lo único que podía llenar esas condiciones eran unos le-
gajos de correspondencia de los gobernadores de Cuba con los de
Yucatán y las consultas de Real Hacienda de los años de 1746 a
1856 enviadas por los Intendentes de Hacienda al Marqués de la
Ensenada y demás Ministros que le sucedieron, junto con otras
consultas reservadas remitidas al Secretario de Estado y del Des-
pacho Universal de Indias desde 1776 hasta 1813.
En seguida el capitán general recibió la Real Orden de 4 de
22 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

junio de 1890, que disponía que para el enriquecimiento del Mu-


seo y de la Biblioteca de Ultramar radicada en Madrid y con el
deseo de que figurasen como la base del centro científico colonial
de España con motivo del Centenario del Descubrimiento de Amé-
rica, fuesen mandados los papeles descritos anteriormente, cuyo
inventario consta igualmente en la Historia de los Archivos de
Cuba.
De la propia manera al cesar la soberanía de España en Cuba
el gobierno que por suerte se fué, llevose, como botín de despedi-
da, 500 cajas repletas de papeles que fueron ingresadas en cali-
dad de depósito en el Archivo Histórico Nacional y más tarde
hubieron de ser trasladadas al Archivo Histórico de Guerra, que
radica en Segovia.
Asimismo consta que por funcionarios españoles se vendieron
en diciembre de 1898 a la fábrica de papel de Puentes Grandes
más de 150 toneladas de documentos, cuya clase y procedencia se
ignora, como tampoco se conoce la ascendencia del producto de
esa venta, toda vez que no aparecen antecedentes en los libros de
ingresos de la Tesorería General de la Isla de Cuba.
Pero todavía ocurrió algo más escandaloso que tenemos el
deber de exponer a este selecto auditorio, como una prueba más
de la anarquía que tanto hubo de prevalecer en el Archivo General.
Un ordenanza en dicho mes de diciembre de 1898 sustrajo los
sellos de correo que contenían los papeles y después de llenar con
ellos dos sacos los vendió en cerca de tres mil pesos a una sociedad
filatélica, encontrándonos actualmente que muchos de esos pa-
peles, no pocos de importancia, se hallan mutilados.
Después de la extracción de los papeles hechos en 1888 a
que h y o s aludido, la primera autoridad de Cuba que lo era en-
tonces el general Sabas Marín comisionó al señor Cornejo de Vi-
llarroel para que utilizando los trabajos que ya se habían llevado
a efecto, procediera a la reorganización del Archivo General.
Como resultado de la clasificación realizada fueron numero-
sos los manusc?itos hallados de suma importancia histórica, que
también se remitieron a España en cumplimiento de la Real Orden
de 10 de mayo de 1890.
Cuando las obras del Archivo estuvieron completamente ter-
BIOGRAPÍA 23

minadas efectuó otra visita el general Marín, quien dió cuenta al


gobierno de Madrid en esta forma:
GOBIERNO GENERAL
DE LA
ISLA DE CUBA
-
SECRETARIA

Exmo. Sor. Ministro de Ultramar.


Exmo. Sor. Tengo el honor de poner en conocimiento de V. E. que
en la mañana de hoy he visitado el Archivo Gral. de esta Isla, con motivo
del arreglo hec'io en su documentacion y de las obras de reparacion que
en el mismo acaban de efectuarse. El desorden en que se hallaba desde
tiempo inmemorial, la citada oficina, reclamaba ya un pronto remedio, y
por lo tanto desde que me encargué de este Gobierno General, dediqué al
asunto preferente atencion dictando las disposiciones convenientes para
que se activasen todo lo posible los trabajos de organizacion de la citada
oficina, en cuyas circunstancias se ofreció el Archivero Bibliotecario Dn.
Nemesio Cornejo, accidentalmente en esta Isla para asuntos particulares.
-Acepté sus servicios y hoy me congratulo de ello. Con inteligencia poco
común, con actividad asombrosa, sin más auxilios que su buena voluntad y
el personal del Archivo, ha realizado en este, en breve tiempo una transfor-
macion completa. Se ha remitido al Archivo de Indias la documentacion re-
ferente á la Florida, servicios distintas veces reclamados y nunca consegui-
dos; se han establecido nuevas salas, ordenando y separando en ellas, por
procedencia y concepto, 10s miles de legajos que antes constituían un mon-
tón informe, reorganizando en fin el Archivo, con imprenta para los rotu-
Iarios é fndices y taller de encuademacion é inventariado libros, legajos, cuen-
tas &e que permiten hoy preste el Archivo el servicio que las necesidades de
esta administracion reclamaban, El Sor. Cornejo ha realizado este impor-
tante servicio sin recompensa ni remuneracion ninguna, honrando con su
inteligencia, desinterés y celo el Cuerpo de Archiveros-Bibliotecarios de que
procede. Un deber de gratitud y justicia me obliga á proponer á la conside-
racion de V,E. y del Gobierno, para la recompensa de que le juzgue digno,
al Sor. Dn. Nemesio Cornejo.-Habana 5 de Mayo de 1889.-Exmo. Sor.
Sabas Marín.
Sin embargo, no podía nunca dejar de lamentarse que por
ser entonces la Isla una colonia de España, preciso le fuera some-
terse al señor Cornejo de Villarroel a una superior disposición por
medio de la cual se despojó a Cuba de un gran tesoro de docu-
mentos históricos que siempre hubieran constituído una riqueza
más para nuestra patria.
Pero no fué este el único buen servicio prestado al Archivo
24 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

General por el señor Cornejo de Villarroel, pues además dispuso


la colocación sobre la puerta de entrada del mismo de una lápida
de mármol blanco conmemorativa, y cuya inscripción dice así:

ARCHIVO GENERAL DE LA ISLA DE CUBA


CREADO POR REAL ORDEN EN 28 DE ENERO DE 1840,
REORGANIZADO EN 1888, SIENDO GOBERNADOR GENERAL EL
EXMO. SOR. DN. SABAS MARIN Y GONZALEZ,
Y SECRETARIO DEL GOBIERNO GENERAL EL
EXMO. SOR. DN. ALBERTO DE QUINTANA

Esta lápida que se hallaba abandonada y que se hubiera per-


dido después que el Archivo General fué sacado del lugar que
ocupaba en el extinguido Convento de San Francisco, fué recu-
perada por gestión del Dr. Emeterio S. Santovenia cuando ocupó
la Secretaría de la Presidencia, hallándose colocada hoy como
recuerdo histórico en la parte interior de la entrada del mismo
edificio del Archivo Nacional, construído por la República de
Cuba para la conservación de las fuentes de su glorioso pasado.
Como la Real Orden de 19 de abril de 1888 no hacía referen-
cia a muchos documentos de verdadero valor histórico, no se re-
mitieron los relativos a las consultas de los Intendentes de Ha-
cienda, bastantes de Las Floridas, correspondencias de los Capi-
tanes Generales y otras que constituyen la enorme riqueza del
actual Archivo Nacional.
Al quedar instituído el Régimen Autonómico en enero de
1898 pasó el Archivo General a ser dependencia de la Secretaría
de Gracia y Justicia y Gobernación, designándose nuevo jefe y
empleadas subalternos.
La desgraciada explosión a bordo del crucero acorazado “Mai-
ne” de la Marina de Guerra de los Estados Unidos de Norte Amé-
rica ocurrida en la noche del 15 de febrero del año acabado de
citar, causó daños de extraordinaria consideración en el edificio
que entonces ocupaba el Archivo General, situado contiguo a los
muelles de San Francisco a poca distancia de donde sucedió el
fatal accidente.
Durante el período colonial ocuparon la Jefatura del Archi-
vo General de Real Hacienda y después del Archivo General de
B I O G R A F ~ A 25

la Isla de Cuba, los Sres. José del Rosario Nattes, Mariano Torren-
te, Blas María de San Millán, Rafael Barhen y Acosta, Manuel G.
Chaple, Nicolás de Cárdenas y Rodríguez, Manuel Bulnes, Anto-
nio María de Capetillo, Cosme Gómez de la Mata, Francisco Fer-
nández de Rodas, Francisco de Ortega y López de Ayala, Avelino
Batanero, Rafael Eguileor, Eduardo Martínez Cadraria, Alvaro
de Undabeytia, Ignacio de Cárdenas y O'Farrill, Adolfo Cao-
Cordido, Manuel Díaz y Díaz y Manuel Fernández Linero.
Los servicios prestados a la Administración Pública por h
Institución de que hablamos han sido espléndidos en todos los
tiempos, si nos contraemos a sus libros registros que hemos exa-
minado 'prolijamente y los cuales se conservan en admirables con-
diciones desde su fundación. De igual manera los intelectuales
extranjeros y cubanos han recibido la mejor ateiición, debiendo
citarse entre los más significados al Sr. Mariano Torrente quien
en 1852 se le permitió consultar cuantos datos necesitara para su
obra Bosquejo Económico de la isla de Cuba; al Sr. Manuel Zapa-
tero en 1856 para tomar antecedentes para imprimir un periódi-
co titulado Archivo de la Habana; en 1859 al Sr. Ramón de la
Sagra sobre lo que oficialmente hubiese para la redacción de un
suplemento complementario de su obra Historia Física, Política
y Natural de la isla de Cuba; en el propio año a los Dres. José
Silverio Jorrín, Antonio-Bachiller y Morales, Gabriel de Cárdenas
y Cárdenas, Francisco J. Saravia y al Marqués de Aguas Claras
para seleccionar materiales para un luminoso informe que pre-
sentaron acerca del Ayuntamiento de La Habana; en 1879 tam-
bién fué autorizado el escritor público Sr. Manuel Villanova para
consultar, extractar y transcribir los expedientes relativos al sistema
monetario con el propósito de reunir datos de carácter histórico
para un estudio referente a asunto de tanto interés, material que
en colecciones facticias existen hoy en nuestro Archivo Nacional;
en 1882 el ilustre historiador Dr. Vidal Morales y Morales recibió
permiso para tomar apuntes y notas de aquellos documentos que
pudieran serle necesarios para la obra que escribía denominada
Historia de las Américas; en 1883 a virtud de una Real Orden se
consintió al Sr. Salvador Vidal para que recogiera lo que le fuese
de utilidad para publicar una serie de biografías de hombres de
la Administración Civil y Militar que por sus actos y servicios
26 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

merecieran figurar en dicha serie; antes de 1889 ya concurría al


Archivo General con los mismos fines de investigación el escritor
y periodista Lcdo. Francisco de Paula Coronado quien después en
la República desempeñó con acierto la dirección de nuestra Bi-
blioteca Nacional, y finalmente, en 1896, a consecuencia de nota
del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, el Goberna-
dor General de la Isla concedió permiso a los Sres. H. Piñango
Lara, Cónsul de la citada República en La Habana y al súbdito
de esa nación Sr. Francisco Antonio Silva, para que procedieran
al estudio de los documentos existentes relacionados con la cues-
tión de límites planteada entre Venezuela y la Colonia Británica
de Guayana. Después del cese de la soberanía de España son
innumerables los investigadores que han utilizado el Archivo Na-
cional para tomar antecedeñtes con destino a la confección de sus
proyectadas obras, ya de carácter histórico o de cualquier otra ma-
teria.
Empero, en 1852, se le negó al Secretario de la Sección de
Historia, Ciencias y Bellas Artes de la entonces Real Sociedad
Económica de La Habana por el Gobernador General José Gu-
tiérrez de la Concha la autorización correspondiente para extraer
noticias acerca de los ramos militar, civil, eclesiástico, municipal
y de fomento para la organización de los trabajos con que escri-
bir la Historia de la Isla de Cuba.

LA I N T E R V E N C I ó N .

ERMINADO el régimen de España nos encontramos que


se declara cesante a todo el personal del Archivo Ge-
neral en 10 de enero de 1899 y por una información
errónea, rectificada después, se mantiene en la plaza
de Jefe interino al español Sr. Manuel Fernández Linero en vez de
haberse designado al Sr. Vicente Barrutia, cubano dignísimo que
había dedicado la mayor parte de su vida a la atención y cuidado
de los fondos del Establecimiento.
Mas una nueva catástrofe acabó de desorganizar lo poco
que se habia logrado arreglar del antiguo Archivo General. El
Gobernador Militar atendiendo una petición del Administrador
de la Aduana ordenó que fuesen trasladados sus fondos al Cuar-
BIOGRAPfA 27

te1 de la Fuerza, antigua fortaleza que como ustedes saben comen-


zó a construirse en tiempos del adelantado D. Hernando de Soto,
por el capitán Mateo Aceituno, terminándose en 1544.
La mudanza se efectuó sin plan alguno, pues los legajos se
arrojaron desde el tercer piso del viejo Convento de San Francisco
a los carros situados en la calle de los Oficios, llegando a granel
a causa de las roturas de sus amarras y esparciéndose, colocándo-
se más tarde en las estanterías en completa confusión y desorden.
Pero por suerte el Gobierno Interventor por la orden número
167 de 14 de septiembre de 1899 creó una nueva plaza en el De-
partamento de Estado y Gobernación con el fin de coleccionar,
restaurar, poner en orden y cuidar debidamente los Archivos Ge-
nerales de la Isla de Cuba y nombrando para desempeñarla a un
cubano de aptitudes no comunes, revolucionario, consagrado a las
letras y a la historia de su país, autor de varias obras, que había
permanecido exilado en Nueva York desde sus años mozos, el Dr.
Néstor Ponce de León, ganando por ello la Institución una com-
pleta autonomía e importancia, que son sin duda condiciones in-
dispensables de los centros análogos en todos los países cultos.
El doctor Ponce de León informó a la primera autoridad de
la Isla respecto al estado desastroso en que había encontrado el
Archivo, no sólo en su instalación, ya que todas las estanterías
muy viejas y construidas de madera de pino de inferior clase esta-
ban invadidas por el comején, sino que también las documenta-
ciones en su mayor parte se hallaban destruídas por los insectos,
agregando que consideraba oportuno la creación de un Museo His-
tórico Cubano y la fundación de una Biblioteca Nacional.
Durante el corto período que estuvo al frente de la jefatura
el doctor Ponce de León, no resolvió el gobierno interventor nin-
guna de sus atinadas recomendaciones, sólo abrió al público las
puertas del Archivo, según reza el siguiente decreto:
SECRETARIA DE ESTADO Y GOBERNACION
ASUNTOS GENERALES

Con objeto de facilitar el despacho de las certificaciones que en lo ade-


lante se soliciten del Archivo General de la Isla, y á fin de ahorrar molestias
innecesarias á los interesados, se dispone por la presente:
1Q.-Que toda instancia en solicitud de copias certificadas de documen-
28 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

tos que obren en el Archivo General de esta Isla, se dirija al Director del
mismo para que la expida sin intervencion de esta Secretaria; y
2P.-Que en dichas instancias los solicitantes expresen con claridad el
lugar de su domicilio para que les sean remitidas las certificaciones que in-
teresen, corriendo á su cargo el costo del Canqueo. Esto se entenderá en
casos en que los interesados no deseen recogerlas personalmente.
Lo que se hace público por este medio para general conocimiento.
Habana, 21 de Octubre de 1899.
Domingo Méndez Capote,
Secretario de Estado y Gobemacion.

Por desgracia el doctor Ponce de León, que con extraordina-


rio entusiasmo' y complacencia comenzó a trabajar para encausar
debidamente el Archivo, falleció el 17 de diciembre de 1899.
En seguida por la Orden Militar número 140 de 25 de enero
de 1900 el Gobernador Militar nombró al historiador y publicista
Dr. Vida1 Morales y Morales para el cargo de Jefe de los Archivos
de la Isla de Cuba y Auxiliares a los Sres. José Dolores Poyo, Nés-
tor L. Carbonell y Julio C. Ponce de León, quienes habían servi-
do a la causa de la independencia desde el extranjero con tesone-
ro patriotismo.
Después de su toma de posesión el doctor Morales y Morales
informó que dedicaría su tiempo a la buena organización y cuida-
do de los documentos y en particular a la clasificación por mate-
rias de los mismos, advirtiendo lo escaso del personal para tales
fines, aumentándose entonces la plantilla de acuerdo con su pe-
tición. Además expuso que había tenido ocasión de observar que
reinaba lamentable desorden ocasionado por la traslación preci-
pitada del Archivo al Cuartel de la Fuerza y recomendaba la ur-
gencia en construir estanterías de acero a donde colocar, según
sus cálculos, más de cien mil legajos.
Solicitó a su vez el doctor Morales y Morales una debida in-
terpretación de la Orden Militar número 140 para conocer si el
Archivo continuaba dependiendo de la Secretaría de Estado y
Gobernación a los efectos del pago de sus empleados, contestándo-
sele afirmativamente, no así en cuanto a las nóminas que se le
autorizaba para confeccionarlas separadamente.
Y por la Orden Militar número 74 de 16 de febrero de 1900
quedaban autorizedos los encargados de oficinas públicas en don-
BIOGRAPfA 29

de se guardasen fondos o archivos para tener en ellas las armas y


municiones que fueren necesarias para la debida protección de las
propiedades bajo su custodia.
Gestionó el doctor Morales y Morales, quien tanto se intere-
saba por aquellos documentos que tuvieran interés para la histo-
ria patria, que la Audiencia de La Habana remitiese al Archivo
General los 104 paquetes conteniendo procesos políticos incoados
por la extinguida Comisión Militar de la época de España, figuran-
do entre ellos los seguidos por la Conspiración de los Rayos y So-
les de Bolívar, del Aguila Negra, el de Plácido o sea la llamada
Conspiración de la Escalera, el del general Narciso López, Del
Cristo, Armenteros, Agüero, Estrampes, Pintó, Gener y otros pa-
triotas, material éste que le sirvió mucho para su brillante libro
Zniciadores y Primeros Mártires de la Revolución Cubana.
El doctor Morales y Morales se interesó también porque se
enviaran al Archivo General los manuscritos o expedientes de
valor histórico o administrativo anteriores a los últimos diez años,
fundándose en que frecuentemente el público solicitaba datos de
asuntos que existían en -otras dependencias del Estado, accedien-
do en parte el gobierno, a cuyo efecto se designó al Auxiliar Sr.
José Dolores Poyo en octubre de 1901 para que girase una visita
de inspección a los Archivos de la Isla con el fin de estudiar sus
organismos y cuanto más creyese necesario para la formación de
un plan general de organización y conocer la realidad de lo que
hubiese entre sus fondos de carácter permanente o interés histó-
rico, informando el indicado funcionario a cabalidad sobre el re-
sultado de la misión que se le encomendó.
Un principio de incedio ocurrió en 1902 en la Sección Judi-
cial del Archivo General, que de no haberse notado oportuna-
mente los resultados hubiesen sido desastrozos, quemándose sólo
las fojas 1 a la 24 de una causa seguida contra José Gutiérrez
por estafa, accidente que se debió a una chispa salida de la planta
eléctrica del gobierno instalada en el patio del Castillo de la Fuerza.
Fué precisamente en el citado año de 1902 cuando quien os
habla dirigió un escrito al doctor Morales y Morales manifestán-
dole que había recibido una publicación belga relativa a Archivos,
Wnteniendo trabajos históricos e índices e inventarios y propo-
30 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

niendo la publicación de un Boletín análogo para difundir las


existencias de la Institución.
El ilustre historiógrafo acogió con entusiasmo el proyecto y
se comenzó la publicación bimestral del Boletin de los Archivos de
la Zsla de Cuba en marzo-abril de 1902, cambiándose su título
después por Boletín de los Archivos de la República de Cuba
(Año 1, número 2, mayo-junio 1902 hasta año 111, número 4,
julio-agosto 1904 inclusive), Boletin de los Archivos Nacionales
(Año 111, número 5, septiembre-octubre 1904), y Boletin del Ar-
chivo Nacional hasta el día en que ininterrumpidamente, con bas-
tantes contrariedades a veces, hemos llegado a los tomos LI y LII
(años de 1952 y 1953).

LA R E P ~ B L I C A .

L 20 de mayo de 1902 al constituirse la República y di-


vidirse la Secretaría de Estado y Gobernación en dos
departamentos, el Archivo General pasó a depender
de la de Gobernación.
Periódicamente el doctor Morales y Morales informaba a la
Superioridad de los trabajos que se realizaban en pro del mejora-
miento de la Institución a su cargo; pero en el último insistía en
la reunión en el Archivo General de todos aquellos archivos par-
ciales que se hallaban repartidos en distintas dependencias del
Estado por considerarlo de vital importancia, constándonos que
al ocurrir su lamentable fallecimiento tenía redactado un proyecto
de ley, muy bien fundamentado, para entregarlo a dos Represen-
tantes a la Cámara que le habían prometido someterlo a la con-
sideración del respetable Cuerpo. -

El doctor Morales y Morales no cejaba en su empeño de en-


caminar el Archivo General por un sendero de bienestar para el
mejor servicio público, y al efecto propuso al gobierno la adop-
ción de algunas medidas, entre ellas, muy especialmente, como
había pertenecido al Poder Judicial, la investigación de miles de
causas criminales por delitos comunes de los años más remotos
hasta la mitad de la pasada centuria, que ocupaban un gran es-
pacio y que todavía resultan un estorbo, ya que nunca han sido
necesarias para el procomún, IIQ recibiendo contestación alguna
BIOGRArPfA 31

y lo cual produjo marcada pena al mencionado jefe que se abstu-


vo de ninguna otra iniciativa por su parte.
En ocasión de haberse creado en los presupuestos del Estado
del año de 1903 la plaza de Subjefe, precisamente por sugestión
del doctor Morales y Morales, quien se rebajó de su haber 700
pesos, fué ascendido el Auxiliar señor Poyo.
El 27 de agosto de 1904 falleció desgraciadamente el doctor
Morales y Morales y el gobierno por Decreto número 258 de-
signó al eximio patriota José Dolores Poyo, Subjefe del estableci-
miento, cubano dignísimo que desde 1869, enamorado de la eman-
cipación de su patria, había emigrado a Cayo Hueso en donde
fundó El Republicano, La Igualdad, El Patriota y El Yara y en
cuyos periódicos defendió valerosamente los principios de libertad
absoluta, ayudando a nuestro José Martí en la formación del Par-
tido Revolucionario Cubano, sustituyéndole en el cargo que de-
sempeñaba otro revolucionario, el coronel Ramón Rsa, autor del
famoso libro A pie y descalzo.
El señor Poyo redactó en seguida unas reglas interiores pro-
visionales, que comprendía el número de‘ Secciones, organización
de las mismas, distribución de trabajos, designación de sus jefes,
horas de oficinas, ausencias, faltas de asistencia, solicitudes de
particulares, búsqueda de asuntos urgentes, formación de índices
y faltas y penas, no recibiendo por inventario el establecimiento,
ya que conocía lo imposible de esa formalidad por carecerse de ín-
dices o catálogos en aquella época.
También propuso al gobierno la variación del sello oficial
en forma ovalada con esta leyenda “República de Cuba. Jefatura.
Archivo Nacional”, con el escudo cubano al centro.
Como el distinguido auditorio habrá observado la Institu-
ción tuvo diferentes denominaciones, primero Ilamóse “Archivo
General de Real Hacienda” y después “Archivo General de la Isla
de Cuba” en el período Colonial, variándose al cese del gobier-
no español por “Archivo General”, “Archivos Nacionales”, como
rezaba el nombramiento del señor Ponce de León, quien ordenó
que el papel oficial llevara este membrete “Archivo, Bibliotecas
y Museo Nacionales” y por su parte la Secretaría de Estado y
Gobernación de que dependfa el establecimiento enviaba sus co-
32 PUBLICACIONES DEL ARCHNO NACIONAL DE CUBA

municaciones al “Director de los Archivos y Museos Nacionales”,


apareciendo el nombramiento del doctor Morales y Morales para
el cargo de “Jefe de los Archivos de la Isla de Cuba”, colocándose
en la puerta de entrada esta inscripción “Archivos Naciona-
les”.
En vista de tal anormalidad el gobierno, por Decreto núme-
ro 386 de 20 de diciembre de 1904, dispuso que se llamase única-
mente “Archivo Nacional” en cuantos actos y documentos ofi-
ciales tuviesen relación con e1 Establecimiento.
Para evitar la concurrencia de agentes oficiosos en solicitud
del examen de actuaciones judiciales, sin tener derecho para hacer-
lo, exigiendo de las personas interesadas retribuciones, el señor
Poyo dictó una circular a los Jefes de Secciones para salvar el buen
nombre del Archivo Nacional.
A mediados del mes de noviembre de 1905 comenzó el vía
crucis de la Institución a virtud de haberse presentado una com-
pañía de infantería de la Guardia Rural ocupando una parte de
la planta baja del Cuartel de la Fuerza donde se hallaba instalada
la Sección Judicial; pues aunque los oficiales y soldados con el
mayor respeto y consideración trataron a los jefes y empleados
del departamento y a la documentación que llenaba las estante-
rías, por necesidades del servicio fueron instalándose en los de-
más locales hasta determinarse por el gobierno la traslación del
Archivo Nacional a una parte del viejo Cuartel de Artillería, si-
tuado en la calle de Compostela, en la forma incalificable que más
adelante reseñaremos. Además, en la antigua Fortaleza resultaba
imposible continuar por el peligro que amenazaba constantemen-
te la planta eléctrica instalada en el patio del Castillo.
Por ello el gobierno resolvió en 23 de julio de 1906 por De-
creto número 302 que el Archivo Nacional se trasladara dentro
del más breve tiempo posible al edificio antes mencionado, lugar
que antiguamente se llamaba “El Palenque” por ser el depósito
de los negros esclavos pertenecientes al Estado y que se ocupaban
en trabajos oficiales.
Se concedió al efecto un crédito de tres mil pesos para los
gastos de la mudanza y se comisionó al Jefe señor Poyo y al coro-
nel Francisco Díaz Silveira, Jefe de Sección de la Secretaría de
BIOGRAPfA 33

Gobernación, para la ejecución de lo mandado en la disposición


a que hemos aludido.
Sin dar tiempo a preparación alguna el gobierno ordenó el
comienzo inmediato de la mudanza, adoptándose el método de
conducir los legajos en sacos sin que sufrieran deterioro ni confu-
sión su contenido, los cuales eran colocados a su llegada al nuevo
local en el sitio que tenían destinado, marchando todo muy bien
hasta la tarde del 9 de agosto que llegó el entonces Secretario de
Obras Públicas y manifestó al Jefe del Archivo que la mudanza
se realizaba con mucha lentitud y que era el propósito de la supe-
rioridad que aquélla se concluyera “antes de cuarenta y ocho
horas”.
A los pocos momentos se presentaron los recogedores de ba-
suras con sus carros y varias cuadrillas de peones, que venían des-
tinados nada menos que a manejar los papeles públicos, únicos y
de interés indiscutible, comenzando el atentado colocando una gran
canal de madera en el hueco de una de las ventanas del piso alto
del Castillo y fijando el otro extremo en la calle, y por dicha canal,
en el desorden más completo, se fueron arrojando libros de admi-
nistración, cuadernos, expedientes, legajos y más legajos, todo en
confusión horrible, rompiéndose las cuerdas y mezclándose unas
piezas con otras, llegando a formar montañas de papel en el pa-
vimento.
Ninguna responsabilidad tuvo en ello el íntegro patriota se-
ñor Poyo, quien con valor hizo las observaciones pertinentes a
fin de evitar el desastre. Por su parte el Secretario de Goberna-
ción en aquel tiempo hizo dejación de sus derechos, ya que nin-
guna medida tomó para proteger los intereses del procomún y de
la historia de Cuba vinculados en aquel Centro de cultura, aban-
donados en manos inexpertas y violentas, y cuya desventura aún
después de los años transcurridos se observan todos los días.
Ya hemos hablado, señoras y señores, de la salida de los pa-
peles del Castillo de la Fuerza. Ahora sucintamente relataremos
su entrada en el Cuartel de Artillería. Al extenso patio de este
edificio llegaban los carretones, desganchaban las mulas, echaban
atrás las cajas de los vehículos y al suelo caían formando confusos
montones los legajos y libros, alcanzando a cuatro metros de ele-
34 PUBLICACIONES DEb AkCHHO NACIONAL DE CUBA

vación y recibiendo un temporal de agua que duró más de cuatro


días.
1 El sello de la oficina hubo necesidad de ajustarlo a los requi-
sitos dispuestos en los artículos V y VI del Decreto número 154 de
24 de abril de 1906, dictado de acuerdo con la autorización con-
cedida al Sr. Presidente de la República en la Ley de 6 de enero
del propio año, quedando en esta forma: “Archivo Nacional. Je-
fatura” y al centro el escudo oficial.
Para resolver de una vez sobre las certificaciones de las actua-
ciones judiciales llegadas al Archivo Nacional conforme a lo pre-
visto en la Orden número 194 del gobierno interventor de 11 de
mayo de 1900 y a propuesta del Departamento de Justicia, se
dictó el Decreto número 140 de 5 de febrero de 1907, donde se
autorizó al Jefe de la Institución para expedir atestados o copias,
que se considerarían oficialmente como auténticas en todo el terri-
torio de la República, con las condiciones señaladas en la citada
disposición, quedando el Jefe del establecimiento investido no
sólo de mayor autoridad, sino de facultades muy beneficiosas pa-
ra el servicio público.
No se habían terminado los trabajos de la instalación del
Archivo cuando por sorpresa se presentaron en el patio del edifi-
cio -una serie de carros conduciendo maquinarias pertenecientes
a la Armería Nacional ocupando una parte del local, protestando
en seguida el señor Poyo ante el Secretario de Gobernación por el
evidente y grave peligro que amenazaba a los documentos, sin que
se prestara atención alguna a lo manifestado por el excelente pa-
triota, toda vez que nadie podía asegurar que en hora infausta
reventase una caldera o hiciera explosión la pólvora y dinamita
que en varias ocasiones se guardaban a veces en más o menos can-
tidad, reduciendo a cenizas las fuentes únicas y verdaderas que
existían en el histórico centro de estudios, catástrofe que casi ocu-
rre en los últimos días del régimen del Presidente general Gerar-
do Machado en que un enemigo de la situación prendió fuego en
el cuarto donde se encontraban esos depósitos de explosivos, no
sucediendo así gracias a que la mecha se apagó y que fueron avisa-
dos en el acto los bomberos que acudieron a tiempo para evitar la
calamidad.
No vamos a cansar al distinguido auditorio relacionándole
BIOGRAPfA 35

la enorme cantidad de magníficas documentaciones que llegaron


al Archivo Nacional después del l9 de enero de 1899, ya que las
mismas figuran en las dos ediciones publicadas de la Historia de
los Archivos de Cuba; pero si queremos hacer un aparte sobre los
valiosísimos fondos de la Delegación del Partido Revolucionario
Cubano en Nueva York durante la guerra de independencia de
’1895 a 1898, fundado por nuestro José Martí, que entregó poco
antes de abandonar Palacio el expresidente de la República D.
Tomás Estrada Palma, consistente dicho fondo en 16 cajas, 5 bau-
les, más once libros sueltos, sin inventario alguno, y que hoy se
encuentran debidamente catalogados.
En ocasión de una visita hecha al Archivo Nacional por el
Supervisor de Gobernación coronel Greeble durante la segunda
intervención americana en Cuba, hubo de sugerir la convenien-
cia de que se implantase el sistema de la catalogación por tarje-
tas, las que se colocarían en ficheros ad hoc. El Jefe del estableci-
miento aceptó incontinenti la idea y comisionó al que os habla para
confeccionar la “Instrucción para la clasificación de los documen-
tos existentes en las diversas secciones que forman el Archivo Na-
cional”, que fué aprobada por el Supervisor de referencia en sep-
tiembre de 1907, quien facilitó los recursos necesarios para Ile-
var a vías de hecho el nuevo plan, significando que para redactar
la citada Instrucción fué consultada la Metodologia diplomática
o Manual de Arquiuonomía por D. José Morón y Liminiana (Va-
lencia, 1879) y otras obras sobre ciencias de archivos.
A partir de aquella fecha principió el Archivo Nacional a
conocer sus riquezas y actualmente tiene catalogados por orden
de materias y cronológico más de un noventa por ciento de sus
fondos de valor permanente o interés histórico.
Con noticias el diario La Discusión de La Habana de pérdi-
das de documentos de inapreciable valor que existían en el Ar-
chivo Nacional, contándose entre ellos /el manuscrito del famoso
“Himno del Desterrado” de José María Heredia, comisionó a uno
de sus redactores para que investigara lo que hubiese de cierto en
este alarmante acontecimiento, informando detalladamente el jefe
señor Popo acerca de la manipulación que se observaba para la
entrada y salida de papeles, como de la mala costumbre de orde-
nar la Superioridad la entrega a legisladores o particulares de pie-
36 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

zas que por ser únicas resultaba de suma gravedad su desaparición,


no habiendo legislación en vigor para impedir tal desacato, reco-
mendando finalmente la adopción de enérgicas medidas para evi-
tar en el futuro continuaran esas extracciones y obligar a que
fuera devuelto cuanto había sido sacado.
Todos los periódicos de La Habana dedicaron sendos edito-
riales al particular y la opinión pública alarmada por tan insólito
procedimiento reclamó de las autoridades alguna pragmática con-
cerniente a salvar las reliquias históricas que serían necesarias a
los investigadores para reseñar nuestro pasado.
Fué por esa moralizadora campaña que el gobierno provisio-
nal de Cuba resolvió publicar en la Gaceta Oficial el Decreto nú-
mero 900 de 18 de agosto de 1907, y en el cual se prohibía, entre
otras cosas, la extracción de documentos del Archivo Nacional.
Muy provechosa resultó la indicada disposición, pues con su
aplicación se cortó radicalmente el escandaloso abuso de sacar do-
cumentos, sin que hayan sido devueltos hasta ahora todos los pa-
peles que antes habían sido entregados a personas prominentes, y
sin que se conozca todavía el paradero del Himno del Desterrado.
Poco tiempo después por otro Decreto número 502 de 12 de
mayo de 1909 quedó modificado el artículo 1 del anterior número
900, en el sentido de exceptuar de la prohibición de extraer docu-
mentos las causas criminales en las cuales no hubiese recaído re-
solución definitiva, las cuales podían ser entregadas inmediata-
mente mediante recibo, a los tribunales o jueces competentes que
las reclamaran, para su continuación.
Al establecerse de nuevo el gobierno de la República en 28
de enero de 1909, fué promulgada la Ley Orgánica del Poder
Ejecutivo, disponiendo el artículo 270 que el Archivo Nacional
pasase a ser una dependencia de la Secretaría de Instrucción Pú-
blica y Bellas Artes, organismo éste que podía conceder autoriza-
ción para examinar, tomar notas y sacar copias de documentos
cuya divulgación no se estimase inconveniente.
Los artículos 491 y 493 fijaban la forma de cobrar los dere-
chos por sacar y autenticar copias de documentos o expedientes
a las personas que los solicitaren. Como de igual modo el artícu-
lo 490 determinaba la forma de conocer cuáles documentos que
BIOGRAF~A 37

por no tener valor permanente o interés histórico podían ser des-


trufdos o vendidos por su inutilidad.
Y la Ley de 6 de mayo de 1909 derogó el Decreto número
502 y modificó el artículo 1 del Decreto número 900, prohibiendo
la extracción de toda clase de documentos del Archivo Nacional,
con excepción de las actuaciones judiciales, así civiles como crimi-
nales, que se entregarían, previo recibo, a los juzgados y tribuna-
les que las reclamasen.
Desde entonces todos los jefes del Archivo han cumplimenta-
do exactamente lo estipulado en esa protegedora Ley, negándose
en absoluto a entregar ningún documento no comprendido en la
misma.
Débese a dos libertadores, los coroneles Orencio Nodarse y
Francisco Díaz Silveira, Director y Subdirector respectivamente
del Departamento de Correos, la Orden número 8 de 21 de abril
de 1909, que concedió al Archivo Nacional el libre franqueo para
su correspondencia oficial.
La Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes en 22 de
mayo de 1911 dictó una disposición regulando el movimiento del
Archivo Nacional en lo que respecta a la mejor inteligencia en el
cumplimiento de las órdenes, decretos y leyes existentes en vigor
hasta dicha fecha.
Los representantes a la Cámara Dres. Ezequiel García En-
señat, Orestes Ferrara y Roque E. Garrigó presentaron en épocas
diferentes proyectos de leyes que nunca fueron discutidas en pro-
vecho del Archivo Nacional, que estamos en el deber de recordar
ahora por la buena intención que tuvieron al inspirarlas.
El 26 de octubre de 1911 se produjo el lamentable deceso del
íntegro cubano D. José Dolores Poyo, Jefe del Archivo Nacional,
siendo sustituído por el escritor y periodista Sr. Antonio Miguel
Alcover por Decreto número 972 de fecha 30 del citado mes y
año, quien después de su toma de posesión dictó diferentes instruc-
ciones encaminadas a mantener el buen orden interior bajo sus
diferentes aspectos, logrando que el Secretario de Justicia aten-
diera una consulta que le fué hecha acerca de la expedición de
copias certificadas de hechos que no constasen en los documentos
al cuidado del Establecimiento a su cargo, resolviendo en el sen-
38 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

tido que no podía ni debía el Jefe del Archivo Nacional expedir do-
cumentos explicativos, ni comprobatorios, ni negativos, de los
documentos allí existentes y que mero custodio de ellos había 'de
limitarse a expedir copias o certificaciones concretas de lo que se
le pidiera, pues toda otra práctica, entronizaría la confusión en
las distintas funciones del servicio público, agregando que una
certificación del Archivo debía ser siempre un traslado literal, de
la totalidad o bien de parte, explicándolo así, del documento allí
existente.
Efímero puede considerarse el paso por la Jefatura del Ar-
chivo Nacional del señor Alcover, quien por motivo de una de-
nuncia hecha a la Comisión del Servicio Civil por un empleado
poco escrupuloso en el cumplimiento de su deber, que lo acusó
de no haber sido nombrado observándose los preceptos de la Ley
citada que creó dicho organismo, se dispuso por el gobierno en
cumplimiento de un acuerdo de la propia Comisión, su cese en el
expresado cargo, designándose en igual forma que a su antecesor
al Sr. Julio C. Ponce de León, quien ya había ocupado antes una
de las plazas de Auxiliar, entonces ya suprimidas.
El nuevo jefe continuó la labor eficiente de reorganización
que se venía realizando a tenor de lo dispuesto en las Instruccio-
nes en vigor desde septiembre de 1907, firmando los informes que
periódicamente eran enviados a la Superioridad sobre adelantos
de los trabajos efectuados.
El Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes nos desig-
nó para ocupar en comisión el cargo de Jefe del Archivo Nacional
en 7 de noviembre de 1921, habiendo ejecutado hasta esa fecha
las funciones de Oficial encargado del Despacho.
Un año después por Decreto número 1595 de 3 de noviem-
bre de 1922, fué ascendido quien tiene el honor de hablaros por el
Sr. Presidente de la República para desempeñar la Jefatura del
Archivo Nacional por haber promovido el señor P o n e de León
su expediente de jubilación, y que aceptamos a condición de que
fuesen trasladados a otros lugares dos empleados de mala repu-
tación, uno de ellos el que denunció al señor Alcover, y que se
nos diese completa autonomía para terminar de una vez y para
siempre con los dialos procedimientos hasta aquel momento exis-
tentes. Complacidos nos encontramos por que aquel gobierno
BIOGRAPiA 39

accedió a cuanto habíamos solicitado y de igual manera los que


lo han sucedido, logrando que el Archivo Nacional ocupe promi-
nente nombradía por la honradez de sus procedimientos y su bri-
llante organización.
Pero a fin de evitar que se procediera con nosotros lo mismo
que con el señor Alcover, solicitamos en seguida de la Comisión
del Servicio Civil nuestro examen de suficiencia de acuerdo con
la Ley de la materia.
Cumplido ese requisito el Sr. Presidente de la República por
Decreto número 1053 de 20 de julio de 1923 a virtud de un acuer-
do de la indicada Comisión en que expresaba que dada “cuenta
con el expediente relativo al examen individual efectuado por el
expresado señor Joaquín Llaverías y Martínez, para cubrir el cargo
de Jefe del Archivo Nacional, y que vistos que los ejercicios verifi-
cados por el candidato fueron aprobados por el Tribunal Califi-
cador, alcanzando una graduación de cien puntos”, encontrán-
dose por lo tanto capacitado y con derecho para servirlo, resolvía
nombrarnos definitivamente para el cargo de referencia.
La primera iniciativa nuestra fué aplicar aquellos acuerdos
del Congreso de Archiveros y Bibliotecarios celebrado en Bruse-
las en 1910, que pudieran adaptarse al Archivo Nacional sobre
catálogos o índices por papeletas, colocadas en cajas de cedro o
metálicas y clasificadas por orden alfabético de apellidos, mate-
rias y cronológicamente, según la clase de la documentación ob-
jeto del arreglo, perfeccionando lo más posible las Instrucciones
que desde hacía tiempo se venían aplicando.
Incontinenti elevamos a la Superioridad un sucinto historial
de los fondos radicados en la Institución y el plan que seguiría-
mos en el futuro hasta su total reorganización.
Como nuestra aspiración más grande fué siempre dotar al
Archivo Nacional de un catálogo de cuantos planos o mapas apa-
reciesen unidos a las actuaciones civiles o a los expedientes admi-
nistrativos que permanecían ignorados, comenzamos en el acto,
personalmente, a confeccionar tan útil trabajo, sin omitir detalle
alguno, logrando hasta el momento poner al servicio público más
de 10.000 piezas desconchdas y publicar tres volúmenes del men-
cionado catálogo, que alcanzan hasta la letra H, constando en
40 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

los Prefacios de cada uno de esos tomos los juicios u opiniones fa-
vorables recibidas de ingenieros, arquitectos, delineantes y del pú-
blico en general.
Además hemos formado un nuevo fondo denominado “Asun-
tos Políticos” para los que deseen escribir, basados en datos verí-
dicos, los acontecimientos pretéritos y cosas memorables encuen-
tren la autenticidad documental de los tópicos de distintas épocas
y que alcanza a todos los sectores de nuestra historia, como tam-
bién de la de España en relación con Cuba y el resto de la Amé-
rica, que abarca los siglos XVIII, XIX y XX, agregándose a este
archivo los valiosos papeles de la colección manuscrita e inédita
dejada a su muerte al Establecimiento por el notable periodista y
economista D. Manuel Villanova, quien como hemos expresado
antes, tuvo acceso al antiguo Archivo General de la Isla de Cuba
durante el período de la dominación de la Metrópoli.
Hemos formado una Biblioteca de consulta que comprende
cuanta publicación ha hecho el gobierno, como son la Gaceta
Oficial, informes, estadísticas, aranceles, boletines, colecciones le-
gislativas, periódicos varios, presupuestos, etc. y una cantidad de
obras sobre la historia de Cuba, que resultan de suma utilidad
para consulta de los investigadores, fondo que ha sido aumentado
considerablemente con el magnífico donativo hecho al Archivo
por la Sra. Terina Souza de del Valle y su hermano el coronel del
ejército americano Dr. Pedro Manuel Souza al fallecer su padre
el cultísimo historiador y sobresaliente médico Dr. Benigno Souza
y Rodríguez y cuyo provisional “Catálogo Diccionario” está muy
adelantado.
De la propia manera hemos constituido un fondo especial con
las actuaciones civiles recibidas por diferentes donantes, que se
denominan “Varios-Judicialyy.
Y, recientemente, se ha principiado el fomento de otro fondo
llamado “Benigno Souza y Rodríguez”, compuesto de fotografías,
láminas, etc. y que ha engrosado muchísimo el donativo de los
papeles del meritísimo cubano cuyo nombre lleva.
Ahora antes ‘de proseguir, debemos continuar relatando que
el Presidente de la Comisión de Cooperación Intelectual de la
Sociedad de las Naciones remitió un cuestionario referente a las
BIOGRAFfA 41

condiciones del Archivo Nacional, habiéndose contestado certe-


rarnente cuanto inquiría.
Los servicios numerosos prestados por el Archivo Nacional
no sólo a los departamentos del Estado, sino al público en general,
resulta imposible detallarlos en esta conferencia, toda vez que
lo hemos hecho en otra ocasión en nuestra Historia; pero si repe-
timos que los Veteranos de nuestra gloriosa guerra de Indepen-
dencia siempre han sido servidos con verdadero amor en sus miles
de peticiones de certificaciones para justificar sus expedientes de
pensión o jubilación.
En cuanto a la legislación posterior a 1912, recordamos aho-
ra el Decreto número 971 de 22 de octubre de 1913, que se con-
trae al no cobro de derechos por el Archivo Nacional a las copias
que se expidan o autenticaciones que se practiquen por disposición
de cualquier tribunal o juzgado de la República.
También durante la presidencia del mayor general Mario G.
Menocal, se dictó el Decreto número 1233 de 19 de diciembre del
último año citado, mandando que las oficinas públicas devolvieran
al Archivo Nacional los documentos que en cualquier época hu-
biesen sido extraídos, sin que hasta hoy se haya cumplido cabal-
mente lo antes dispuesto.
J' Ya a mediados de 1937 nos comenzó a preocupar 1a.malísima
instalación del Archivo Nacional en el vetusto Cuartel de Artille-
ría junto a una Armería, según hemos contado anteriormente, y
aprovechando la circunstancia de que muy pronto llegaría la Insti-
tución a su primer siglo de existencia, solicitamos en el Boletin del
Archivo Nacional la cooperación de las autoridades, congresistas,
intelectuales, prensa periódica y aérea y de nuestros amigos para
celebrar suceso tan significativo para la historia patria, por tra-
tarse de un Centro de Cultura que conserva en sus estantes los
únicos materiales positivos con que estudiar debidamente el pasa-
do de nuestro país, con mucha más razón puesto que la Real Or-
den de 28 de enero de 1840 coincidía con el día y mes del natali-
cio del grandioso José Martí y Pérez.
No podemos quejahos. Un hermoso artículo publicado por
el reputado historiógrafo Dr. Emilio Roig de Leuchsenring en la
revista Carteles el 7 de agosto de 1938, fué el'toque de alerta que
42 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

movilizó a la opinión pública y que contribuyó de manera efecti-


va al resultado halagüeño del proyecto ideado por msotros, que
también incluía la fabricación de un edificio ad hoc para el Archivo
Nacional.
, La Academia de la Historia de Cuba y la Sociedad Colombis-
ta Panamericana, dos instituciones de enorme arraigo que hon-
ran a la República por su beneficiosa actuación, fueron intérpre-
tes del sentir general y sus patrióticos acuerdos alcanzaron los
frutos apetecidos, contándose en primer lugar la notable mocián
redactada por su connotado Presidente el Dr. Emeterio S. Santo-
venia y que suscribieron los académicos Dres. José Manuel Pérez
Cabrera, Tomás de Jústiz, René Lufriú y Diego González, apro-
bada por unanimidad, y que consistía en dirigirse al Poder Ejecu-
tivo, al Senado, y a la Cámara de Representantes de la República
en solicitud de que por medio de una ley se concedieran los cré-
ditos necesarios para la construcción de un edificio destinado al
Archivo Nacional en los terrenos que hoy ocupa, todo en conme-
moración de sus primeros cien años de fundado.
Y en ocasión de la Primera Reunión Interamericana del Ca-
ribe efectuada en La Habana el prestigioso jurisconsulto Dr. Gui-
llermo de Zéndegui presentó a la Asamblea una proposición bri-
llantemente concebida solidarizándose en cuanto hemos expuesto
y que aprovechándose tan fausta efemérides de reunir en La Haba-
na las delegaciones tanto americanas como europeas, investidas de
la representación de los más notables archiveros de la historia co-
mún de nuestros pueblos de América, conozcan y resuelvan sobre
las necesidades de una acción conjunta de cooperación armónica.
De inmediato un trabajador incansable, inteligente, tesonero,
que desempeñaba el alto cargo de Director de la Sociedad Colom-
bista Panamericana, el Dr. Julián Martínez Castells, desgracia-
damente ya fallecido no hace mucho, repartió profusamente una
circular calzada con tres firmas conocidas en todo Cuba por su
dedicación al mejoramiento de la cultura, nos referimos a los Dres.
Elena López Hernando, Emeterio S. Santovenia y Herminio Por-
te11 Vilá, documento provisto de razonamientos de tanta solidez
y con antecedentes hasta entonces desconocidos para muchos
acerca de la importancia de los Archivos en el Mundo, y cuya lec-
tura sirvió para sumar prosélitos a fin de conseguir que fuera CQ-
BIOGRAPfA 43

lebrado dignamente el primer centenario de la fundación del Ar-


chivo Nacional, dotándolo, además, de un edificio propio y ade-
cuado, no siendo posible por la extensión de este trabajo dar lec-
tura a la magnífica circular que fué insertada íntegramente en el
Boletin del Archivo Nacional (La Habana, t. XXXIX, ps. 326-
329 1.
Las adhesiones recibidas fueron meritísimas y numerosas de
toda la República, celebrándose el acto con extraordinario lucimien-
to en el salón de recepciones del Palacio Municipal de La Habana
el 28 de enero de 1940, coadyuvando para el mejor éxito de la sig-
nificativa efemérides la Academia de la Historia de Cuba y la
Sociedad Colombista Panamericana, siendo homenajeado al mis-
mo tiempo el Director del Archivo Nacional a quien le fué entre-
gado un simbólico pergamino suscrito por las más valiosas repre-
sentaciones de todos los organismos vinculados a las distintas acti-
vidades cubanas en reconocimiento del país por la ejemplar obra
realizada como funcionario y ciudadano en beneficio de una insti-
tución que era orgullo de Cuba.
Hicieron uso de la palabra en aquella memorable noche el
Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, Historiador de la ciudad de La
Habana, el Dr. Herminio Porte11 Vilá, Profesor de Historia de
América de la Universidad de La Habana, el Dr. Miguel Angel
Campa, Secretario de Estado entonces y Presidente de la Sociedad
Colombista Panamericana, en representación del Sr. Presidente
de la República, coronel Dr. Federico Laredo Bru, y cerró la ve-
lada el Director del Archivo Nacional para expresar su hondo agra-
decimiento por cuanto se había realizado y dicho en su honor por
los oradores eminentes y cultísimos en aquella fiesta inolvidable,
que amenizó la banda municipal dirigida por su insustituible di-
rector el Prof. Gonzalo Roig.
La Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, desem-
peñada en aquella fecha por un sobresaliente erudito, literato e
historiador, el Dr. José María Chacón y Calvo, y el Club de Leo-
nes de La Habana, prestaron su concurso para la celebración del
acto y se adhirieron a cuanto se había efectuado, como también
otras corporaciones de la República.
Se realizó también un Concurso Literario Nacional para ce-
lebrar el Centenario del Archivo Nacional y estimular a la juven-
44 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

tud cubana y recompensar de alguna manera la desinteresada


ayuda recibida de la prensa en general para el mayor auge de los
festejos organizados al efecto por la Sociedad Colombista Paname-
ricana.
En la mañana del 14 de abril de 1940, “Día de las Américas”,
se efectuó en el salón principal del Archivo Nacional el acto de
entrega de los premios otorgados, recibiendo el primero un distin-
guido intelectual, el hoy Dr. Julio Le Riverand por los estudiantes,
el Dr. Guillermo de Zéndegui el premio ccAméricayy y el Sr. Jesús
González Scarpetta, redactor del diario El Mundo, el destinado
a la prensa, siendo igualmente puesto en manos de los Sres. Ro-
berto Pérez de Acevedo, Guillermo Herrera, José Sánchez Arcilla,
Pedro Marinello Vidaurreta, Ernesto Ardura Pardal, Enrique H.
Moreno, Gustavo Torroella, Lydia Fernández Muñiz y Enrique
Delahoza los premios y diplomas correspondientes por los trabajos
muy interesantes que presentaron, abriendo el acto el Dr. Aurelio
Fernández Concheso, Presidente del Jurado y cerrándolo el Direc-
tor del Archivo Nacional, hablando en nombre de los estudiantes
el insigne profesor de la Universidad Dr. Juan Miguel Dihigo.
El dinamismo del doctor Martínez Castells continuó después
de los actos que hemos reseñado con el propósito de aprovechar
la simpatía favorable de la opinión pública a fin de que la ley
acerca de la construcción del edificio del Archivo Nacional no
perdiera el ambiente ganado a consecuencia de los artículos que
a diario veían la luz en todos los periódicos de la capital o del in-
terior de la República.
Se redactó el proyecto de ley relativo al mejoramiento del
Archivo Nacional y el único legislador que voluntariamente se
comprometió a firmarlo y responsabilizarse presentándolo para
conocimiento de la Cámara baja fué el excelente líder obrero Sr.
Ramón León RGntería, Representante procedente de las capas
humildes de la Población cubana, quien logró su aprobación por
unanimidad en la madrugada del 12 de septiembre de 1940.
En el Senado fué incansable defensor del citado proyecto
el sapiente historiógrafo Dr. Emeterio S. Santovenia, quien cono-
ciendo a fondo las necesidades del Archivo Nacional le resultó fá-
cil llevar al ánimo de sus compañeros el beneficio que resultaría a
la República la aprobación de esa ley por el Congreso, que regula-
BIOGRAF'fA 45

ba su funcionamiento y protegía la conservación de documentos


históricos, sin que pudieran transportarse fuera del país, pasando
también en dicho Cuerpo unánimemente el 22 de abril de 1942.
Es preciso destacar en este punto que, si bien año y medio
después de aprobada por la Cámara de Representantes, lo fué por
el Senado, en todo ese tiempo no decayeron un solo instante las
gestiones en pro de la ley, llevada hasta su final por una institu-
ción y un cubano que honran a la patria: la Sociedad Colombista
Panamericana y el Dr. Emeterio S. Santovenia y Echaide, enton-
ces Senador de la República.
No resultó difícil tampoco su sanción por el entonces Presi-
dente de la República Mayor General Fulgencio Batista y Zaldí-
var, quien se ofreció firmarla en la propia mesa del director de la
Institución a donde fué acompañado de los miembros de su go-
bierno, el día 7 de mayo de 1942, acto insólito que presenció albo-
rozado una multitud de profesores, estudiantes, intelectuales, his-
toriadores, políticos, periodistas y todas las clases sociales de Cuba,
conocedores de la importancia de las ricas fuentes que se conserva-
ban en el viejo edificio que en aquella fecha ocupaba el Archivo
Nacional.
No podemos transcribir dicha pragmática por su extensión
y hallarse íntegramente transcrita en la Historia de los Archivos
de Cuba, mas sí debemos dar una idea a los amables oyentes que
no la conocen, informándoles que en ella se relacionan los docu-
mentos de utilidad pública, considerándolos como parte del pa-
trimonio nacional, a los efectos de impedir su indebido comercio
y evitar su destrucción o salida del territorio del Estado; ordenán-
dose que para la construcción de un edificio para el Archivo Nacio-
nal se hiciera por una sola vez una emisión de estampillas de diez
centavos moneda nacional de valor facial cada una, las cuales se
fijarían obligatoriamente en cuantas solicitudes, testimonios y
certificaciones se expidieran por los departamentos del gobierno,
sin que su costo pudiese exceder de la cantidad de trescientos mil
pesos, impuesto que no llegó a los dos años de su implantación,
ya que se cubrió antes la suma fijada para la edificación del her-
moso Palacio en que actualmente se halla instalada la Institución
de que hablamos. Pero como hubo necesidad de aumentar la ex-
presada cantidad por no cubrir los gastos del mobiliario y otras
46 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

urgentes atenciones, el doctor Santovenia presentó al Senado un


proyecto al efecto que fué aprobado y convertido en la Ley núme-
ro 3 de 1943.
Al notable artista cubano Sr. Diego L. Guevara se le enco-
mendó para que ejecutase el “sketch” del sello establecido por la
Ley, confeccionando el grabado en que supo interpretar fielmen-
te la idea concebida por el Director del Archivo Nacional.
El Consejo de Ministros dictó el Decreto número 1780 regla-
mentando la Ley número 6 de 7 de mayo de 1942, que se publicó
en la Gaceta Oficial y en el cual se hacía mención de la formación
de un Consejo Director Permanente de los Archivos de la República
de Cuba de acuerdo con el artículo 25 de la citada Ley para ase-
sorar al Sr. Presidente de la República en todo cuanto por la mis-
ma se disponía, compuesto de representaciones de la Academia
de la Historia de Cuba, Sociedad Colombista Panamericana, Di-
rección de Cultura del Ministerio de Educación y el del Archivo
Nacional
’ Para completar la legislación de referencia, hubo necesidad

de confeccionar el Reglamento General e Interior del Archivo Na-


cional, cuya redacción se encomendó al actual Director del Esta-
blecimiento y aprobado por el Consejo Director, se elevó al Sr.
Presidente de la República, quien con la venia del Consejo de Mi-
nistros lo firmó y mandó publicarlo en la Gaceta Oficial corres-
pondiente al 19 de septiembre de 1944. El indicado Reglamento
dividido en Títulos y Capítulos comprende las siguentes operacio-
nes:
Régimen y contenido del Archivo; Gobierno del Archivo; Secciones
$4 Archivo y distribución de sus fondos; Indices e Inventarios; Registros;
Personal; Personal Técnico; Personal Administrativo; Reglamento Interior;
Registros; Biblioteca del Archivo; Del Público; Del Taller de Imprenta y
Encuadernación; De las operaciones que comprende la organización técni-
ca; De la clasificación de documentos y libros manuscritos y de la repara-
ción de los mismos; De la colocación de los documentos y libros en los es-
tantes; De la redacción de los catálogos, inventarios, registros, etc.; Exhibi-
ción de fondos y expedición de copias y certificaciones; Del movimiento de
fondos; Entrada de fondos; Salida de fondos; Donativos; Depósitos; Del per-
sonal; Del Director-Jefe del Archivo; Del Secretario; De los’ Encargados de
Secciones; De los Oficiales, Escribientes y Mecanógrafos; De los Celadores;
Del & m e ; 10s Serenos; Disposiciones finales.
BIOGRAPÍA 47

Este Reglamento fué modificado a consecuencia de haber si-


do creada en los Presupuestos Generales de la Nación la plaza de
Jefe Superior de Administración, Investigador del Archivo Nacio-
nal, a fin de fijar las atribuciones inherentes a dicho cargo, y el
cual desempeña en la actualidad el escritor y decano provincial
de los periodistas Sr. Jorge Quintana.
Llegamos, señoras y señores, al emocionante acto de la colo-
cación de la primera piedra del nuevo edificio del Archivo Nacio-
nal, ya en vías de realidad. Se aprovechó al efecto la celebración
en La Habana del Primer Congreso de Archiveros, Bibliotecarios
y Conservadores de Museos del Caribe, siendo escogido el 12 de
octubre de 1942.
El acto revistió caracteres de fiesta, habiendo concurrido el
Sr. Presidente de la República general Fulgencio Batista y Zaldí-
var, el Dr. Emeterio S. Santovenia, Presidente del Consejo de Ar-
chivos, el Ministro de Educación Dr. Ramón Vasconcelos, el Dr.
Miguel Angel Campa, Presidente de la Sociedad Colombista Pan-
americana, y distintas representaciones de las clases sociales e in-
telectuales de la Nación, no faltando tampoco la asistencia de los
Delegados de las naciones americanas miembros del Congreso
que acabamos de mencionar.
Después de entregados los premios a los arquitectos Luis G.
Dauval, Angel de Zárraga y Angel Cano, autores de los proyectos
presentados, hablaron brillantemente el Sr. Ministro de Educa-
ción, el doctor Santovenia y el Sr. Presidente de la República, quien
nos honró dedicándonos este párrafo que siempre le hemos agra-
decido:
“Yo me imagino con cuanta alegna contempla esta ceremonia el ca-
pitán Llaverías, y cómo debe latir su corazón de patriota; porque para él,
como para mí, como para todos los que hemos ansiado por largo tiempo esta
obra, la construcción de este edificio que hoy eomienza a levantarse, repre-
senta la satisfacción de un profundo y dilatado anhelo patriótico y cultural
por todos acariciado”.

Se comenzó incontinenti el derribo del inmenso caserón cons-


truido hacía más de un siglo para alojar artilleros y se inició la
mudanza de los documentos y libros con extraordinarias precau-
ciones, siendo trasladadas a las habitaciones de los costados, sin
da PUBLICACIONES D8L ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

que el servicio público fuese interrumpido durante el tiempo que


duró la fabricación.
El proyecto primitivo fué el de dotar al nuevo edificio de
muebles y estanterías de acero; pero las circunstancias bélicas que
se estaban atravesando a causa de la segunda guerra mundial y
el fracaso de las gestiones para conseguir de las Repúblicas herma-
nas del Continente el material referido, obligó al Consejo Direc-
tor Permanente a resolver el problema utilizando las maderas de
caoba, cedro y otras duras de magnífica calidad e inestimable va-
lor que se habían obtenido de la demolición de las viejas naves
que sirvieron de sostén a los techos del antiguo Cuartel de Arti-
llería y las cuales han resultado admirables en la práctica, ya que
son inmunes a los insectos.
Con respecto al mobiliario de las oficinas, se dió orden al In-
geniero Asesor del Consejo del Archivo Sr. Enrique Gil para adqui-
rirlas en plaza de superior calidad, construyéndose los ficheros pa-
ra la colocación de las papeletas de los catálogos de cedro de pri-
mera clase.
El Archivo Nacional al terminarse el nuevo edificio construí-
do ad hoc por el ingeniero Sr. Francisco Pujals, contaba con equi-
pos para Fumigación que libra a los documentos de insectos que
los dañan y acaban por destruirlos; de Laminación para restaura-
ción de expedientes, manuscritos, etc., diseñado de acuerdo con el
que posee el Archivo Nacional de Wáshington; para el departa-
mento Fotográfico se adquirió una cámara Photostat en los Esta-
dos Unidos de América con todo lo necesario para sacar copias
fotostáticas, microfilms, etc.; el de la Imprenta con su linotipo del
último modelo, máquina de rotación y demás útiles que han ser-
vido hasta ahora para la impresión de las publicaciones editadas
por la Institución y de Encuadernación compuesto del material
necesario para esos trabajos.
Cuenta el Archivo Nacional con apropiada instalación eléc-
trica del sistema que pudiéramos llamar mixto o sea de luz fría y
bombillos del sistema antiguo, colocados en su Salón de Recep-
ciones nombrado cCMartf”,Salas de Investigaciones, Biblioteca,
Museo, Planos, Oficinas, Imprenta y Encuadernación, Fotografía,
Laminación y depósitos de documentos.
BIOGRAFfA 49

Terminadas las obras de la construcción del nuevo edificio y


colocados en sus salas respectivas los fondos del Archivo Nacional
en el mejor orden, se acordó por el Consejo Director Permanente
efectuar la inauguración oficial el 23 de septiembre de 1944, re-
solviéndose, asimismo, revestir el acto de la mejor solemnidad en
vista de la importancia que tenía no sólo para la República, sino
para todo el Continente.
Se invitaron a los archiveros de los distintos países de Amé-
rica, asistiendo los Dres. Solon J. Buck y Roscoe R. Hill por los
Estados Unidos de Norte América; Lic. Julio Jiménez Rueda, Dr.
José A. Vivó y Sr. Agustín Hernández por la República de México;
Dr. Emilio Rodríguez Demorizi por la República Dominicana; Sr.
Ernesto Quirós por la República de Costa Rica; Dr. Joaquín Par-
do por la República de Guatemala; Dr. Enrique Ortega Ricaurte
por la República de Colombia; Sr. J. A. Susto por la República de
Panamá; Sr. José María Gavidia por la República de El Salvador;
Sr. Luis Cuadra Cea por la República de Nicaragua y el Dr. Mac
Bissainthe por la República de Haití.
A las diez de la mañana del citado día 23 de septiembre de
1944 fué abierto al público en el Salón ccMartí’yel nuevo edificio
del Archivo Nacional de Cuba, con la asistencia del Sr. Presidente
de la República y a presencia de una extraordinaria concurrencia
compuesta del Cuerpo Diplomático, Archiveros extranjeros, Mi-
nistros y altos funcionarios del gobierno, Congresistas, periodistas
y representaciones de todas las instituciones del país, comenzando
el acto a los acordes del Himno Nacional, ejecutado por la banda
de música del Estado Mayor del Ejército.
En primer lugar usó de la palabra el Mayor General Fulgen-
cio Batista y Zaldívar, siguiéndole el Presidente del Consejo Di-
rector Permanente de los Archivos de la República de Cuba Dr.
Emeterio S . Santovenia, y, por último, el Director del Estableci-
miento, firmándose a continuación el Acta en que quedó cons-
tancia de tan fausto acontecimiento, y la cual fué suscrita por casi
todos los presentes, recorriendo la concurrencia los diferentes lo-
cales de la Institución y deteniéndose para admirar la exposición
que al efecto se había organizado de Cartografía, Numismática y
Grabados antiguos de Cuba.
En honor de los excelentes compañeros de los Archivos ame-
50 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

ricanos se preparó un programa que fué desenvuelto satisfacto-


riamente, resaltando por lo suntuoso el banquete que se les ofre-
ció en el Hotel Nacional, con la asistencia de autoridades, perio-
distas y representación de la sociedad habanera, donde el Direc-
tor del Archivo Nacional brindó a los ilustres visitantes aquel acto,
contestándole con un elocuente discurso el Lic. Julio Jiménez Rue-
da, Jefe del Archivo de la Nación de la República de México.
El Director del Archivo Nacional prometió entonces a sus
colegas de América enviarles copias fotostáticas de cuantos docu-
mentos políticos o de algún interés tuvieren relación con SUS res-
pectivos países y que se hallaren en el Establecimiento, habiéndose
cumplido hasta ahora lo ofrecido cabalmente con el Archivo de
Wáshington y con los de México, República Dominicana, Guate-
mala y hallándose terminado para su pronta entrega con lo relati-
vo a Venezuela.
En los días sucesivos recibió el Archivo Nacional la gentil
visita del pueblo de La Habana, alumnos de las escuelas públicas
y privadas con sus profesores, de la Universidad, etc., que desea-
ban conocer el edificio interiormente.
El Archivo Nacional es, pues, de acuerdo con su Reglamento
General e Interior un Establecimiento Oficial de la República,
cuyos fondos están integrados por las documentaciones dejadas
en Cuba en 1898 por el gobierno de España al cesar su soberanía
sobre la Isla, por las actuaciones judiciales que existían en poder
de los escribanos de la ciudad de La Habana que se recibieron
cumpliendo lo dispuesto en las Ordenes Militares números 194
y 222 de 11 y 30 de mayo de 1900, por los papeles que posterior-
mente han ingresado de los diferentes departamentos del Estado
y por los declarados de utilidad pública y que detalladamente se
especifican en el artículo primero de la Ley número 6 de 7 de ma-
yo de 1942.
La colocación de los fondos en los nuevos locales fué efectua-
da teniéndose en cuenta no sólo el orden histórico, sino también
el cronológico de los mismos, ocupando la primera nave lo corres-
pondiente al Real Consulado de Agricultura y Comercio y Junta
de Fomento de la Isla de Cuba, Gobierno Superior Civil y Gobier-
no General y a continuación en los demás salones, que se cono-
cen por los nombres de historiadores ya fallecidos de España y de
BIOGRAPfA 51

Cuba, los fondos del Gobierno Autonómico, Gobierno Civil de La


Habana, Consejo de Administración, Secretaría de Gobernación,
Instrucción Pública, Liceo de La Habana, Jefatura de Policía de
La Habana, Correspondencia de los Capitanes Generales, Junta
Superior de Sanidad de la Isla de Cuba, Obras Públicas, Licencias
para Fábricas, Reales Decretos y Ordenes, Audiencia de Santo
Domingo, Floridas, Intendencia General de Hacienda, Adminis-
tración General Terrestre, Indices de Protocolos, Realengos, Bienes
del Estado, Ordenación General de Pagos, Tribunal de Cuentas,
Secretaría de Hacienda (remisiones de 1899 a 1928), Sección de
Atrasos, Junta de Subsistencia, Aduana de Cárdenas, Miscelánea,
Reales Ordenes (tomos empastados de 1593 a 1863), Comisión
Militar Ejecutiva y Permanente de la Isla de Cuba, Bienes Em-
bargados a infidentes (1868 a 1878), Archivo de Roloff, Revolu-
ción de 1895, Asuntos Políticos, Convención Constituyente de
1901, Convención Constituyente de 1928, Convención Constitu-
yente de 1940, Fotografías, Donativos y los archivos de la Sección
Judicial que están distribuídos por orden alfabético de los apelli-
dos de los escribanos que las sirvieron, como también las actua-
ciones civiles enviadas por la Audiencia de Santiago de Cuba.
Por su extraordinaria importancia, desde el punto de vista
histórico, los fondos correspondientes al gobierno de la Guerra de
Independencia de 1895 a 1898, así como los pertenecientes a la
Delegación en Nueva York del Partido Revolucionario Cubano
fundado en 1892 por José Martí, Agencias de México y Nueva
Orleans de dicho Partido y los de las tres Convenciones Constitu-
yentes de 1901, 1928 y 1940, se exhiben en las vitrinas del Museo
del Archivo Nacional.
También figuran expuestos en ese Museo una colección nu-
mismática valiosísima y muy rara adquirida con fondos del Archi-
vo Nacional, que comprenden piezas de los siglos XVI al XX.
El gobierno interior del Archivo Nacional está a cargo de
un Director General que a su vez forma parte del Consejo Direc-
tor Permanente de los Archivos de la República de Cuba, organis-
mo que como hemos expresado antes fué creado por Decreto Pre-
sidencial número 1780 de fecha 17 de junio de 1942.
El Archivo Nacional está dividids en dos Seccicmes denomina-
52 PUBLICACIONES DEL ARCHNO NACIONAL DE CUBA

das ccAdministrativayy y ccJudicialyy,


con los deberes y facultades
previstas en su Reglamento General e Interior.
A poco de inaugurarse el nuevo edificio se procedió a prepa-
rar un Currículum de Arquivonomía (ciencia de archivos), que
fué convocado por el Consejo Director Permanente de los Archi-
vos de la República de Cuba de acuerdo con lo dispuesto en el
Título VI del Reglamento General e Interior del Archivo Nacional
a fin de que todos sus funcionarios y empleados y los de las demás
dependencias oficiales y organismos privados asistiesen y poder
formar un cuadro o lista de técnicos elegibles.
Al efecto el 14 de abril de 1945, “Día de las Américas”, co-
menzó el curso, explicándose Paleografía y Diplomática, Arquivo-
nomía, Historia de Cuba, Administración y Bibliografía, lográndo-
se al finalizar un buen número de asistentes, cuyas pruebas fue-
ron aprobadas por los profesores que tuvieron a su cargo la expli-
cación de cada una de las asignaturas de que constaba.
El acto efectuado después de inaugurar la planta para lami-
nación de documentos adquirida de R. D. Wood Company de
Filadelfia, revistió los caracteres de un sobresaliente acontecimien-
to, habiéndose verificado la primera prueba a presencia de los De-
legados asistentes a las sesiones de la Primera Reunión del Comi-
té Interamericano de Archivos de la Comisión de Historia del
Instituto Panamericano de Geografía e Historia celebrado en La
Habana del 18 al 23 de septiembre de 1950.
Hicieron uso de la palabra aquel día ante una selecta con-
currencia el Presidente del Consejo Director de los Archivos Dr.
Emeterio S. Santovenia, quien en hermosos conceptos expuso la
significación que tenfa para Cuba y para el resto de las Américas
la presentación de esa obra, cuya consecución hubiera sido impo-
sible ver reaIizada sin la constancia, el tesón inquebrantable y la
fe de un cubano.
A continuación del brillante y generoso discurso del doctor
Santovenia habló el Profesor Dr. Roscoe R. Hill, Asesor del Comi-
té y Delegado de los Estados Unidos de América, quien explicó
el primer paso para realizar iniciativa tan feliz, que consistió que
por su conducto el Director del Archivo Nacional lograse una beca
en el Archivo de Wáshington para que el empleado Mario López
Feliúi adquiriera 19s conocimientos necesarios con el propósito de
BIOCRAFfA 53

perfeccionarse en el manejo de dicho equipo, que salvaría para


la posteridad valiosos documentos históricos y administrativos.
El director del Archivo en breves frases agradeció a los doc-
tores Santovenia y Hill cuanto habían manifestado acerca de su
persona en aquellos momentos tan felices para él.
Pocos días después el Ministro de Educación Dr. Aureliano
Sánchez Arango, acompañado de altos funcionarios del Departa-
mento, visitó el Archivo Nacional para conocer el equipo de la-
minación, manifestando en aquella ocasión su gran satisfacción
por el adelanto que representaba para la Institución y para Cuba
la instalación de una máquina de tanta utilidad para la salvación
de las fuentes de nuestra historia.
Parece que ha servido de estímulo a las personas que conser-
van documentos o manuscritos raros la fabricación a prueba de
incendio y de otros accidentes del edificio para el Archivo Nacio-
nal, dotado con los últimos adelantos modernos para conservar
y asegurar la guarda en debida forma de reliquias pretéritas, pues
a partir de la inauguración de la nueva casa se han recibido mag-
níficos donativos, que si bien resulta imposible relacionarlos todos
en esta sucinta conferencia, si debemos destacar, entre los más
sobresalientes, los hechos por la Sra. María JaCn quien envió
la papelería de su esposo el Dr.Alfredo Zayas, expresidente de la
República, perfectamente inventariada y conteniendo multitud
de datos inéditos relativos a Cuba; las cartas conservadas por el
patriota D. Leandro Colina Rodríguez que entregó el Sr. Rubén
Soto y Núñez, acerca de la Guerra Chiquita, que han sido publi-
cadas en tres volúmenes por la Institución a nuestro cargo; los
libros y cartas pertenecientes a la Junta Revolucionaria de Nueva
York durante el período de 1868 a 1878, que conservaba el meri-
tísimo cubano Lcdo. Néstor Ponce de León y que ha cedido su
nieta la Srta. Luisa Carlota Párraga; cuanto se relaciona con la
toma de La Habana por los Ingleses en 1762 debido a la genero-
sidad del Archivo de la Nación de México, de un descendiente del
Conde de Albemarle, y del excelente diplomático cubano Dr. Gui-
llermo de Blanck, igualmente dados a la luz por el Archivo Nacio-
nal; la Cámara de Representantes remitió encuadernado un volu-
men de cartas del inolvidable publicista José Antonio Saco; el nie-
to del historiógrdo Dr, Vidal Morales y Morales mandó los pape-
54 PUBLICACIONES DEL ARCHXVO NACIONAL DE CUBA

les, casi todos inéditos y de mucho valor, de su abuelo; los perte-


necientes al titán de bronce general Antonio Maceo que dejó
el talentoso escritor Lcdo. Francisco de Paula Coronado; del coro-
nel Federico Pérez Carbó y comandante Rafael Pérez Rosell sobre
expediciones y otros antecedentes de la epopeya de 1895 a 1898;
acerca del ídolo de los buenos cubanos, nuestro incomparable
José Martí y Pérez, han llegado muchísima correspondencia lega-
da por la Embajada de Cuba en México, Dr. Luis Rodríguez Em-
bil, Sra. María Mantilla, Srta. Francis Guerra, hija del honesto
Tesorero del Partido Revolucionario Cubano Dr. Benjarnín Gue-
rra, y, últimamente, la Sra. Terina Souza de del Valle y teniente
coronel Dr. Pedro Manuel Souza, herederos del sapiente médico
e historiador Dr. Benigno Souza y Rodríguez, generosamente han
puesto en nuestras manos el riquísimo archivo que poseía su in-
fortunado padre. Todos los que ceden graciosamente a la Insti-
tución cualquier documento se les entrega anualmente un Diplo-
ma acreditativo declarándolos “Benefactor del Archivo”.
En cuanto a las adquisiciones, el gobierno de la República
ha contribuído al enriquecimiento del Archivo Nacional sancio-
nando las Leyes que propugnó el Presidente de la Academia de
la Historia Dr. Emeterio S. Santovenia, cuando formó parte del
Senado de la República, papeles referentes al general Antonio
Maceo, y poco después los del archivo privado del notable escri-
tor y entusiasta colaborador de Martí el nunca olvidado Juan Gual-
berto Gómez. Y la Institución que regenteamos ha comprado con
sus fondos particulares colecciones de cartas del Apóstol; acerca de
la conspiración de la Vuelta Abajo y del comercio en la Isla de
Cuba a fines del siglo XVIII y recientemente los papeles que con-
servaba en Lisboa, Portugal, el Sr. José Morales de los Ríos, que
se contraen a la guerra de los Diez Años.
Y no debemos de olvidar, ni dejar de agradecer, el gesto del
Dr. Fermín Peraza, Director de la Biblioteca Municipal de La
Habana, quien halló en uno de los calabozos del antiguo Castillo
del Príncipe, donde hoy se encuentra la Cárcel de la Capital, unos
libros de entrada de presos en que figuran nuestro José Martí y
otros distinguidos cubanos acusados de delitos políticos, valiosos
libros que fueron ingresados en el Archivo Nacional.
En cumplimiento de la Resolución XXXIV - inciso E, apar.
BIOCRAPf A 55

tado IV - de la Primera Reunión de Consulta de la Comisión de


Historia, México, 1947, el Comité de Archivos del Instituto Pan-
americano de Geografía e Historia de la Organización de los
Estados Americanos, se reunió en el Archivo Nacional de Cuba,
su sede, en forma de mesa redonda en los días csmprendidos entre
el 18 y el 25 de septiembre de 1950.
Asistieron dignas representaciones de Guatemala, México,
Estados Unidos de América, República Dominicana, Colombia,
Brasil, ‘Cuba y distinguidas personalidades a nombre de Institu-
ciones extranjeras, concurriendo como asesor técnico el conocido
archivero e historiador americano Dr. Roscoe R. Hill, leyendo el
discurso de apertura el Dr. Emeterio S. Santovenia en su carácter
de Presidente del citado Comité de Archivos, y el Dr. Edmundo
O’Gorman en representación del Instituto Panamericano de Geo-
grafía e Histaria de México habló a continuación, publicándose
el Acta final que condensa cuanto se discutió y acordó en el no-
table evento en la Memoria correspondiente al año de 1950 del
Archivo Nacional de Cuba.
La Institución objeto de esta Conferencia ha sido favorecida
con varios premios con motivo del “Día del Libro Cubano” que
celebra la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, co-
mo también por la festividad del Centenario de la Bandera Cuba-
na, cuyo acto organizó perfectamente el actual Director de la So-
ciedad Colombista Panamericana Sr. Francisco Calderón, de las
exposiciones celebradas en Matanzas y no hace mucho el gobier-
no de la RepúbIica le otorgó la Medalla de la Orden de Carlos Ma-
nuel de Céspedes, alta distinción que ha sido colocada con su di-
ploma en lugar de honor.
A juicio nuestro la labor más extraordinaria, eficaz y fecun-
da realizada por el Archivo Nacional puede considerarse los 52
tomos dados a la luz de su Boletin desde 1902 hasta 1953, cuyas
páginas contienen miles de manuscritos inéditos, acerca de asuntos
históricos, administrativos y judiciales de suma utilidad. Y a par-
tir de 1944 en que su presupuesto fué aumentado, contando con
más recursos, se han publicado 37 volúmenes correspondientes a
las materias que figuran a continuación:
Boletin de los Archivos de la Isla de Cuba. (Tomo 1, núm. 1, m m o -
abril, 1902).
56 PUBLICACIONES DEL ARCHIVO NACIONAL DE CUBA

Boletín de los Archivos de la República de Cuba. (Tomo 1, núm. 2,


mayo-junio, 1902, hasta el tomo 111, núm. 4, julio-agosto, 1904).
Boletín de los Archivos Nacionales. (Tomo 111, núm. 5, septiembre-
octubre, 1904).
Boletín del Archivo NuchuZ. (Tomo 111, núm. 6, noviembre-diciem-
bre, 1904, hasta los tomos LI y LII, enero-diciembre, 1952 y 1953).
Znventario General del Archivo de la Delegación del Partido Revolu-
cionario Cubano en N u e w York (1892-1898). Tomo 1, La Habana, 1921.
(En publicación).
Catálogo de los fondos del Real Consulado de Agricultura, Industria y
Comercio y de la ]unta de Fomento. La Habana, 1943.
Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva
York durante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo 1, La Ha-
bana, 1943.
Catálogo de los fondos de Ias Floridas. La Habana, 1944.
Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva
York durante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo 11, Argen-
-
tina Brasil - Paraguay - Uruguay - Bolivia - Chile - Ecuador - Perú -
Colombia - Costa Rica - San Salvador. La Habana, 194.4.
Inauguración del Edificio del Archivo Nacional. Exposición de Car-
tografía, Numismática y Grabados antiguos de Cuba. En La Habana, a
23 de septiembre de 1944.
Reglamento general e interior del Archivo Nacional de la República
de Cuba publicado en la “Gaceta Oficial” del 19 de septiembre de 1944.
La Habana, 1944.
Catálogo de los fondos del Liceo Artístico y Literario de la Habana.
La Habana, 1944.
Curso Oficial de Arquivonomia. Consejo Director Permanente de los
Archivos de la República de Cuba. La Habana, 1945.
Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva
York durante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo 111. Fran-
cia. La Habana, 1945.
Antonio Maceo. Documentos para su vida. La Habana, 1945.
Catálogo de los fondos de la Comisión Militar, Ejecutiva y Permunen-
te de la Zsla de Cuba. La Habana, 1945.
Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva
York durante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo IV. Gua-
temala - Haití - Honduras - Nicaragua - Inglaterra - Santo Domingo -
Venezuela. La Habana, 1946.
BIOGRAPf A 51

Memoria correspondiente al año de 1945. La Habana, 1946.


Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva
York durante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo V. WA-
shington. La Habana, 1946.
Exposición de Documentos y Fotografías de la Victoria de las Nacio-
nes Unidas en la segunda guerra mundial. En La Habana, a 17 de noviem-
bres de 1946.
lndice del “Boletín del Archivo Nacional”. (1902-1944). La Haba-
na, 1946.
Catálogo de los fondos de la Junta Superior de Sanidad de la Isla de
Cuba. La Habana, 1947.
Martí. Documentos para su vida. La Habana, 1947.
Política Continental Americana de España en Cuba. 1812-1830. La
Habana, 1947.
Las Claves de Martí y el Pkan de Alzamiento para Cuba. La Habana,
1948.
Memorias correspondientes a los años de 1946 y 1947. La Habana,
1948.
Papeles sobre la toma de La Habana por los Ingleses en 1762. La
Habana, 1948.
Los Archivos Nacionales de ka América Latina. La Habana, 1948.
Catálogo de los fondos del Consejo de Administración de la Isla de
Cuba. Tomo 1. La Habana, 1948.
Memoria correspondiente al año de 1948. La Habana, 1949.
Documentos para servir a la Historia de la Guerra Chiquita. Tomo 1.
La Habana, 1949.
Guía del Archivo del antiguo Ayuntamiento de la Ciudad de México.
La Habana, 1949.
Historia de los Archivos de Cuba. (Segunda edición). La Habana,
1949.
Catálogo de los fondos del Consejo de Adminhtraciún de la Isla de
Cuba. Tomo 11. La Habana, 1949.
Memoria correspondiente al año de 1949. La Habana, 1950.
Documentos para servir a la Historia de la Guerra Chiquita. Tomo
11. La Habana, 1950.
Catálogo de los fondos del Consejo de Administración de la Isla de
Cuba. Tomo 111. La Habana, 1950.
Documentos para servir a la Historia de la Guerra Chiquita. Tomo
111. La Habana, 1950.
José Martí.-Apuntes Inéditos. La Habana, 1951.
Memoria correspondiente al año de 1950. La Habana, 1951.
58 PUBLICACIONES DEL ARCHWO NACIONAL DE CUBA

Catálogo de los-Mapas, Planos, Croquis y Arboles Geneulógicos exis-


tentes en el Archivo Nacional de Cuba. Tomo 1. La Habana, 1951.
Nuevos papeles sobre la toma de La Habana por los Ingleses en 1762.
La Habana, 1951.
Catálogo de 10s Mapas, Planos, Croquis y Arboles Genealógicos mis-
tentes en el Archivo Nacional de Cuba. Tomo 11. La Habana, 1952.
Indice de Extranjeros en el Ejército Libertador de Cuba, (1895 - 1898).
Tomo 1. La Habana, 1953.
El Archivo Nacional en la Conmemoración del Centenario del Natali-
cio de losé Martí y Pérez (1853 - 1953). La Habana, 1953.
Documentos para la Historia de Haití en el Archivo Nacional. La Ha-
bana, 19%.
Catálogo de los Mapas, Planos, Croquis y Arboles Genealógicos exis-
tentes en el Archivo Nacional de Cuba. Tomo 111. La Habana, 1954.
Biografía del Archivo Nacional de Cuba. La Habana, 1954.

La dirección del Archivo Nacional siempre en atención para


celebrar debidamente las fechas patrias, ha efectuado dos exposi-
ciones de reliquias históricas en conmemoración de los centena-
rios de los natalicios de José Martí y Pérez y Juan Gualberto Gó-
mez en los años de 1953 y 1954 respectivamente.
Y para terminar, señoras y señores, permítanme daros cuenta
de dos disposiciones, bastante recientes, que afectan al Archivo
Nacional y de que no debemos prescindir en esta biografía.
La primera, la Ley-Decreto número 62 fechada en 9 de ma-
yo de 1952, que la conocimos después de publicada en la Gaceta
Oficial. Por su artículo primero se reconoce como persona jurídiea
a tenor de lo preceptuado en el artículo 35 del Código Civil, y
como Organismo Autónomo, de acuerdo con lo que dispone el
artículo 228 de la Ley Constitucional de la República, al Consejo
Director Permanente de los Archivos de la República de Cuba,
que continuará organizado conforme se dispone en la Ley núme-
ro 6 de 7 de mayo de 1942 y el artículo 31 del Decreto Presiden-
cial número 1780 de 17 de junio del mismo año que reglamentó
dicha ley, fijándose, además, las funciones del precitado Consejo.
Se manda, igualmente, que los derechos señalados en la Ley
Orgánica del Poder Ejecutivo para la expedición de certificaciones,
copias de planos, fotostáticas, etc. en el Archivo Nacional, se co-
brarán directamente en lo sucesivo por la propia Institución y
BIOGRAPfA 59

su importe pasará a ser parte de los fondos del Consejo Director


Permanente de los Archivos de la República de Cuba, preceptuán-
dose, también, que los Archivos Notariales después del tiempo
fijado pasen a engrosar los fondos documentales del propio Archi-
vo Nacional, no habiéndose cumplido esto último hasta el actual
momento, como tampoco lo que respecta a la franquicia de certi-
ficaciones y telegráfica, aunque si lo tocante a la postal.
Y no hace mucho que por el Decreto-Ley número 1300 de este
año, se ha modificado el artículo 490 de la Ley del Poder Ejecu-
tivo, disponiéndose la tramitación para conocer los expedientes o
documentos que no siendo útiles ni necesarios y aun careciendo
de vigencia, tienen valor permanente o interés histórico, siendo
estos últimos los que deberán remitirse al Archivo Nacional a
fin de no convertirlo en un almacén de papeles inútiles, perdien-
do la fama ganada no sólo en el extranjero, sino en Cuba, por la
importancia y valor histórico de sus papeles.
Hasta aquí, señoras y señores, aunque suprimiendo todavia
algunos pormenores, hemos tratado de complacer a esta querida
Alma Máter que nos ha distinguido y honrado para ocupar esta
tribuna tan prestigiada por mis antecesores.

Muchas gracias.
INDICE GENERAL

El por qué de esta Conferencia................................. v


La Colonia..................................................... 1

La Intervención ................................................ 26

La República ................................................... 30
O B R A S P U B L I C A D A S

Boletín de los Archivos de la lsla de Cuba. (Tomo 1, núm. 1, marzo-abril,


1902).
Boletín de los Archivos de la República de Cuba. (Tomo 1, núm. 2, mayo-
junio, 1902, hasta el tomo 111, núm. 4, julio-agosto, 1904).
Boletín de los Archivos Nacionales. (Tomo 111, núm. 5, septiembre-octubre,
1904).
Boletín del Archivo Nacional. (Tomo IiI, núm. 6, noviembre-diciembre,
1904, hasta los tomos LI y LII, enero-diciembre, 1952 y 1953).
Inventario General del Archivo de la Delegación del Partido Reoolucionario
Cubano en Nueva York (1892-1898). Tomo 1, La Habana, 1921. (En
publicación).
1 Catálogo de los fondos del Real Consulado de Agricultura, lndustria y Co-
mercio y de la Junta de Fomento. La Habana, 1943.
11 Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York du-
rante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo 1, La Haba-
na, 1943.
111 Catálogo de los fondos de las Floridas. La Habana, 1944.
Iv Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York du-
rante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo Ii, Argentina -
-
Brasil - Paraguay Uruguay - Bolivia - Chile - Ecuador - Perú - Co-
-
lombia Costa Rica - San Salvador. La Habana, 1944.
lnauguración del Edificio del Archivo Nacional. Exposición de Cartografía.
Numismática y Grabados antiguos de Cuba. En la Habana, a 23 de
septiembre de 1944.
Reglamento general e interior del Archivo Nacional de la República de
Cuba publicado en la “Gaceta Oficial” del 19 de septiembre de 1944.
La Habana, 1944.
V Catálogo de los fondos del Liceo Artístico y Literario de la Habana. La Ha-
bana, 1944.
Curso oficial de Arquivonomía. Consejo Director Permanente de los Ar-
chivos de la República de Cuba. La Habana, 1945.
VI Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York du-
rante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo 111. Francia.
La Habana, 1945.
VI1 Antonio Maceo. Documentos para su vida. La Habana, 1945.
VI11 Catálogo de los fondos de la Comkión Militar Ejecutiva y Permanente de
la lsla de Cuba. La Habana, 1945.
Ix Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York du-
rante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo IV. Guate-
mala - Haití - Honduras - Nicaragua - Inglaterra - Santo Domingo -
Venezuela. La Habana, 1946.
X Memoria correspondiente al año de 1945. La Habana, 1946.
XI Correspondencia Diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York du-
rante la guerra de independencia de 1895 a 1898. Tomo V. Wáshing-
ton. La Habana, 1946.
Exposición de Documentos y Fotografías de la Victoria de la Naciones Uni-
das en la segunda guerra mundial. En La Habana, a 17 de noviembre
de 1946.
xn lndice del “Boletín del Archivo Nacional”. (1902-1944). La Habana, 1946.
XIII Catálogo de los fondos de la Junta Superior de Sanidad de la Isla de Cuba.
La Habana, 1947.
xnr Marti. Documentos para su vida. La Habana, 1947.
xv Política Continental Americuna de EspaFia en Cuba 1812-2830. La Haba-
na, 1947.
m úrs Claves de Martí y el Plan de A l m i e n t o para Cuba La Habaha, 1948.
xw Memorias correspondientes a los años de 1946 y 1947. La Habana, 1948.
m Papeles sobre la toma de La Habana por los Ingleses en 1762. La Habana,
1948.
XIX Los Archivos Nacionales de la M i c a Latina. La Habana, 1948.
xx Catálogo de los fondos del Consejo de Administración de la Isla de Cuba.
Tomo 1, La Habana, 1948.
XXI Documentos para servir a la Historia de la Guerra Chiquita. Tomo 1, La
Habana, 1949.
Memoria correspondiente al año de 1948. La Habana, 1949.
Guía del Archivo del antiguo Ayuntamiento de la Ciudad de México. La
Habana, 1949.
Historia de los Archivos de Cuba. (Segunda edidón). La Habana, 1949,
Catálogo de los fondos del Consejo de Administración de la Isla de Cuba.
Tomo Ii. La Habana, 1949.
Memoria correspondiente al año de 1W. La Habana, 1950.
Documentos para servir a la Historia de la Guerra Chiquita. Tomo ii. La
Habana, 1950.
Xxvm Catálogo de los fondos del Consejo de Administración de la Isla de Cuba.
Tomo III. La Habana, 1950.
XXIX Oocumentos para servir a la Historia de la Guerra Chiquita Tomo IiL La
Habana, 1950.
XMC José Martí.-Apuntes Idditos. La Habana, 1951.
XXXI Catálogo de los Mapas, Planos, Croquis y Arboles GenwMgicos existentes
en el Archivo Nacional de Cuba. Tomo 1. La Habana, 1951.
Memoria correspondiente al año de 1950. La Habana, 1 S 1 .
Nuevos papeles sobre la toma de La Habana por los Ingleses en 1762. La
Habana, 1951.
Catálogo de los Mapas, Planos, Croquis y Arboles Genealógicos existentes
en el Archivo Nacional de Cuba. Tomo iI. La Habana, 1952.
Indice de Extranjeros e n e l Ejército Libertador de Cuba, (2895-1898). Tomo
1. La Habana, 1953.
El Archivo Nacional en la Conmemoración del Centenar& del Natdicio de
José Martí y Péra, (2853-1953). La Habana, 1953.
Documentos para la Historia de Haiti en el Archivo Nacional. Le Habana,
1954.
Catciiogo de lor Mapas, Planos, Croquis y Arboles Genealógicos existentes
en el Archivo Nacional de Cuba. Tomo III. La Habana, 1954.
Biografia del Archivo Nacional de Cuba. La Habana, 1954

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