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83. H. Jonas - Técnica, ntedicina y ética
84. K. J. Gergen -Realidades y relaciones
85. J. S. Searle - La construcción de la realidad social Gerd Baumann
86. M. Cruz (comp.) - Tiempo de subjetividad
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88. T. Nagel - Igualdad y ,,Wcialido.d
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93. M. Gode!ier - El enigma del don
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97. J. Bestard -Parentesco v modernidad
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1OO. M. Foucault - Entre (llosofía y literatura. Obras esenciales, vol 1
101. M. Foucault - Estrategias de poder. Obras esenciales, vol. 2
102. M. Foucault - Estética, élica v hermenéutica. Obras esencia/es, vol. 3
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110. H. Arendt - La vida del espfritu
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112. A. Kuper - Cultura
113. J. Rawls - Lecciones sobre la historia de la filosoffa moral
l 14. T. S. Kuhn -El camino desde la «estmclura•
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116. H. Blumenberg-1Ya.baio sobl~ el mito
117. J. Elster - Alquimias de la mente
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120. H. Arendt - La tradición oculta
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122. H. Arendt - Un.a revisión de la historia judfa y otros ensayos
123. M.C. Nussbaum -El cultivo de la humanidad
124. L. S. Vygotsky- Psicologfa del arte
125. C. Taylor - Imaginarios sociales modernos
126. J. Habermas - Entre naturalismo .v religión
127. M. Cruz (comp.) - El siglo de Hannali Arendt
128. H. Arendt-Responsabilidady juicio
• ...... .... • ~- ,. - - _,_ ,_ - - - ' h ! - -
aportan una extraña luz sobre la afirmación de que los Estados-nación
son una empresa de carácter secular. Sin embargo, lo más importan-
te en este contexto es lo que hacen los proyectos del Estado para las
religiones en cuestión. Siguen manteniendo que los procesos de
registro, congregacionalización y devolución funcional deben cambiar
el concepto que tienen los creyentes de su propia religión, así como e enigma 7. la cultura: ¿se tiene, se crea o ambas cosas?
multicultural
la de Jos demás. la importancia práctica y simbólica de una mezquita Desde una perspectiva esencialista y luego
o de un templo se transforma fundamentalmente cuando asume el procesual hasta una construcción discursiva
papel de canalizador de los recursos y servicios del Estado.
Tal y como demuestran todas las pruebas, la religión no es un
equipaje cultural que uno se lleva envuelto, atado y etiquetado cuan-
do emigra. Aun cuando es así, no se puede desenvolver y pretender
que siga inmutable. Más bien la religión se podría comparar con una
brújula: proporciona un punto de orientación y siempre señala al
mismo polo objetivo. Pero el asunto es aún más complicado de lo
que esa metáfora alternativa podría sugerir. la brújula señala al norte,
estemos donde estemos. Sin embargo, el rumbo de la creencia y la Época de 'ªcomparación. Cuanto menos atados están los hombres a le
práctica religiosa cambiará cuando los propios usuarios cambien la tradición, tanto mayor es el movimiento de los motivos y tanto mayor es,
posición o cuando vean que han cambiado en su nuevo contexto. Por en consecuencia, la inquietud externa, el entrecruzamiento de Jos hom-
lo tanto, sería más apropiado entender la religión como un sextante, bres, la polifonía de los afanes. ¿Para quién hay en general todavía una

el instrumento que utilizan los marineros para calcular su posición en obligación estricta de encadenarse entre sí y a su descendencia a un
lugar? ¿Para quién hay en general todavía algo estrictamente vinculan~
relación con el firmamento cambiante. El sextante fue lo suficiente-
te? Así, como se reproducen toda clase de estilos artísticos unos junto
mente fiable para conducir a Colón hasta donde debería estar la
a otros, también todos los niveles y clases de moralidad, de costumbres,
India, según los mapas de la época, pero sus indicaciones siempre
de culturas. Una época como ésta recibe su significado del hecho de
incluirán el tiempo y el lugar relativos de los propios navegantes. Este
que en efra se pueden comparar y vivir unas junto a otras las distintas
punto de vista relacional, que ya hemos señalado en nuestro estudio
concepciones del mundo, costumbres, culturas; lo cual antaño, dado el
de la etnicidad, queda igualmente claro en el caso de la religión. dominio siempre localizado de cada cultura, no era posible debido a la
vinculación de todos los estilos artísticos a un lugar y a una época. [ ...]
¡Es la época de la comparaciúnl [...] Queremos más bien entender tan
Lecturas complementarias 104 generosamente como podamos la tarea que nos fija fa época: por ello
nos bendecirá la posteridad, una posteridad que se sabe por encima
Schiffauer, Werner, •Migration and Religiousness-, The New /slamic tanto de las cerradas culturas populares originales como de la cultura de
Presence in Western Europe, Londres, Mansell, T. Gerholm e Y. la comparación (Friedrich Nietzsche, [1878], 1968, pág. 45.'

Uthman {comps.), 1988, págs. 146-158.


: ,~';~·-:_a:t.: :•De_l~s Cosas primeras y Ultimas .., Humano, demasiado humano, Madrid.
Resulta dificil creer que el filósofo alemán Nietzsche haya escrito dentes de Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda que buscan
este análisis cssi cien años antes de que ni siquiera se llegara a pen- sus antepasados en las listas del ordenador de la armada del British
sar en la palabra •multiculturalismo... A pesar de todos los errores, Public Record Office; observemos a los emigrantes hibernios que
Nietzsche fue capaz de ver a las personas como los activos nego- vuelan a Irlanda para ver sus casas tradicionales, pintadas de blan·
ciadores de la cultura y de la diferencia cultural. Su visión fue desoí- copara la ocasión por el lrish Tourist Board; o estudiemos los catá·
da cuando otros importantes pensadores sociales pretendieron El enigma La cultura: lagos de viales comerciales organizados para todos los que buscan
multiculiuraf ¿.se tiene,
estudiar las doctrinas •cientificasu de la dominación colonial y apun- se crea sus •raicesu en África occidental. Incluso la búsqueda consciente y
o ambas
talarlas con teorías racistas de dominación colonial de •culturas cosas? planificada de las •raíces culturales• es un fenómeno enteramente
superiores1~ y «culturas inf~riores». Probablemente Nietzsche reac- urbano, por no hablar de la definición de cultura reavivada en esta
cionaba a la urbanización de Occidente, donde las florecientes ciuda- ultramodema idea de •raíces". Esto lo hemos visto en el análisis de
des atraían a numerosos grupos nuevos, cada uno con sus propias McDonald (1989) de la nostalgia etnofolclórica entre los intelectua·
•culturas populares•. Lejos de pronosticar ingenuamente una visión les bretones. Los que sienten que poseen unas raíces no necesitan
acrisolada, Nietzsche predijo un periodo de comparación intercultu- buscarlas y muchos de los que las "poseen" quieren librarse de
raf que, si todo iba según lo previsto, daría lugar a una nueva forma ellas. Los desarraigados hablan de las raíces. La transformación del
de entender la cultura. Pero no todo salió bien en la historia de Occi· ·folclor cultural• desde un plano rural a la nostalgia urbana es un
dente e incluso muchos de los pensamientos multiculturales actua· fenómeno propio de una cultura urbana, tal y como señaló Mitchell
les no han ido más allá de fa fase de comparación de Nietzsche, en la sudafricana Ka/e/a Dance en 1956. Hago un especial hincapié
como veremos en los capítulos 8 y 9. A la nueva forma de entender en este punto porque puede servir como modelo en un marco mullí·
la cultura que predijo el vie¡o filósofo todavía le queda mucho cami- cultural.
no que recorrer pero, una vez pasados cien años, ya es hora de Hoy el multiculturalismo ya no se ocupa de •las culturas folclóri·
esbozar alguno de sus aspectos. caS» de campesinos blancos que acuden en masa a las ciudades
El punto de referencia de Nietzsche de las •culturas populares• dominadas por otros blancos que los desprecian y a menudo quie·
rurales de Europa unidas en los crecientes •nuevos• suburbios de ren expulsarlos otra vez. El problema en la actualidad, tanto política
Londres, Berlín y Nueva York, supone un perfecto punto de arran· como teóricamente, tiene otros tres aspectos. Los conflictos del
que: ¿quién sostendría en la actualidad que esas "culturas popula- triángulo mullicultural tratan sobre la nacionalidad como cultura, de
res• podrían seguir inmutables o que se fundirían en un mágico la etnicidad como cultura y de la religión como cultura. Todos ellos
crisol? Independientemente de la ciudad occidental en la que sus se desmigajan en cuanto alguien escarba un poco en la superficie:
habitantes tracen sus ancestrales costumbres rurales propias de su la nacionalidad como cultura no es postétnica ni posreligiosa; la etni·
folclcr, hoy en día todos estarán de acuerdo en que comparten la cidad como cultura se basa en una serie de compromisos cultural·
cultura de los londinenses, berlineses o neoyorquinos: es decir, son 106 107 mente fermentados, no en puros genes; y la religión como cultura no
urbanos pos•folclóricos•. Sus miembros pueden atender a sus •raí- es una cuestión de libros con normas sagradas sino de orientacio-
ces folclóricas-, por supuesto, pero las personas que las atienden nes dependientes de un contexto. Sin embargo, las tres versiones
son innegablemente urbanas: incluso cuando buscan sus propias de la cultura comparten la misma dicotomia: si la cultura se entiende
•raíces•, siguen las costumbres y métodos culturales urbanos, sus como algo que uno posee o como un proceso que uno moldea.
expectativas y sus teorías. Fijémonos en los anglosajones proce- Hasta ahora, la teoría más influyente de las dos es la esencialista,
que trata la cuestión de las culturas nacionales, las culturas étnicas ticular y a una categoría social como puede ser la de estudiantes
y las culturas religiosas como objetos finales. Se tiene la creencia de trabajadores, feministas o motoristas, surferos o punkies. La lista e
que sus caracterfsticas se han configurado a través de largos pro- interminable. En las sociedades urbanas de Occidente y, de hechc
cesos históricos y en la actualidad se piensa que inftuyen e incluso en todas las otras partes de nuestro mundo urbanizado, las distinta
dan fonna a los actos y a la manera de pensar de todos los llamados divisiones culturales no van en paralelo unas con otras. Al contrarie
miembros. Bajo este prisma, la cultura, ya sea nacional, étnica o reli- Benigma La cultura: se entrecruzan para formar un modelo sometido a cambios constar
mullicuttural .!,Stl tiene,
giosa, es algo que uno posee y de la que uno es miembro, y no algo tes de lo que se debería llamar •divisiones entrecruzadas• (Bac
"'"'"
o ambas
que uno crea y moldea a través de la constante actividad renovado-
ra. Este punto de vista esenciaHsta presenta dos ventajas en la vida
diaria. Al tratar con niños y con otros disidentes les ayuda a mante-
""- mann, 1996). Según el criterio 1 , uno pertenece a las categorías
y L; según el criterio 2, a las categorías B y K; según el criterio ~
uno es, por el momento, sólo un C. Sin embargo, esos criterios si
1

nerse por el buen camino: •Haz lo que te diga tu cultura•, advierte, entrecruzan y, consecuentemente, las categorías que definen y lo:
«porque si no, serás un mal miembro o, incluso, no serás uno de los grupos que la gente puede formar también se entrecruzarán. A la'
nuestros•. Al tratar a los extranjeros, ayuda a estereotiparlos sin difi- personas que poseen distintos puntos en común se las considen
cultad y a verter las habituales opiniones sobre cómo esos otros excéntricas: estas personas suponen un desafío a la mentalidac
deberian pensar y qué deberían hacer a continuación. Un norteame- común sobre qué criterios van junto a otros. Sin embargo, por mu~
ricano se comportará como un norteamericano, un miembro de una entretenidos que puedan ser los excéntricos, el resto de nosotroi
etnia como un miembro de una etnia, un musulmán como un musul- somos el doble de pluricéntriccs si tenemos en cuenta algunas dE
mán. No es necesario preguntar quiénes son si uno sabe lo que son. las habituales y cotidianas rutinas. Fijémonos por un momento en le
Sólo hay un problema: ¿cómo predecimos la opinión de los que tie- que es una mañana de las múltiples identidades del señor Esencia
nen una identidad mi~ta o multidimensional? ¿Un afroamericano lista. A las nueve, cuando está en su oficina, el señor Esencialist~
musulmán se comportará y pensará como un norteamericano, como dice •hola• a un colega de clase inferior nacido en la misma regiór
un negro norteamericano o como un musulmán? ¿Cómo se com- del interior. En lugar de insistir en su distinción de clase, cuenta ur
portarán los musulmanes albaneses en Bosnia a diferencia de los de chiste sobre sus colegas capitalinos nacidos en la ciudad. A la~
Serbia? ¿y qué ocurre con los holandeses de origen turco que, al diez1 el seilor Esencialista se encuentra con un compañero que es
igual que muchas otras minorías, acuden a colegios católicos ro· un predicador laico, pero de una religión distinta. Quieren hacer
manos? negocios, así que trata de despertar las simpatías de los colegas del
Este prisma esencialista de la cultura tal vez no sirva para cual- predicador laico. A las once se reúne con una mujer de aspecto
quier clase de futuro multicultural o incluso para poder hacer un aná· extranjero a la que recuerda haber visto en su campaña local •Lim·
lisis: convierte a los niños en fotocopias culturales y a los adultos en pia las calles•. Su malestar habitual con los que tienen aspecto
víctimas culturales. El error es el mismo en los dos casos: no se 1os 109 extranjero da paso al calor de dos compañeros de campaña y, a las
tiene en cuenta el hecho de que todos practicamos más de una cul· doce, conoce al señor Sólo Esencialista que es como él, pero tam·
tura. Todos participamos en el mantenimiento, por no hablar de la bién es esencialista de los Masones Libres. No hacen buenas
difusión, de una cultura nacional, de una cultura étnica y de una cul- migas. En cada una de esas horas, el señor Esencialista negocia
tura religiosa y probablemente participamos también en la cultura con dos divisiones entrecruzadas: la clase social frente a la religión,
:i~c:i;:ida a una reaión o a una ciudad, a una lengua comunitaria par· la religión frente a la fe cerno tal, el fenotipo frente al compromiso
vecinal, la similitud y la sospecha (en otras palabras, la identidad y Olímpicos como nacionales, combatimos la discriminación como

la diferencia). Si esto es una mañana normal de las identidades múJ.. miembros de una etnia y debatimos los asuntos morales como miem-

tiples, entonces los multiculturalistas deberían tratar de encontrar bros de comunidades religiosas o antirreligiosas. Ahí es precisamen-

un proyecto de estudio más interesante. El multiculturalismo no te cuando todas esas claras separaciones entran en desacuerdo sobre

consiste en diferencias culturales absolutas porque las identidades la naturaleza absoluta de una u otra cultura reificada: cuando los gru-

cruzadas son omnipresentes incluso para los esencialistas. Por el él enigma la cullUra: pos religiosos presentan objeciones a las leyes o a la política de su
mullicu!Mal ¿se tie11e,
contrario, se trata de tener un conocimiento proactivo de esas divi· se crea Estado-nación, cuando los representantes de un grupo étnico ape-
oaonbas
siones culturales interrelacionadas y un concepto cultural que las cosas? lan a la secesión del Estado en términos religiosos, o cuando los na-

solucione. cionalistas declaran que la disidencia étnica o religiosa es un acto

Así, el problema no es tanto el propio señor Esencialista, ya que de traición. Precisamente entonces las distintas demandas cultura-

él al menos sabe cuándo puede rebasar las llamadas diferencias les entran en conflicto entre sí. Por lo tanto, los argumentos más

absolutas; sino que el problema está en el tipo que escribe libros comunes tratan de las líneas divisorias que existen entre la esfera

sobre él, el Profesor •Sentar Cátedra., catedrático de Ciencias pública y la privada, entre la libertad de expresión y el monopolio
Sociales Esencialistas. Éste sigue reproduciendo la rancia ciencia estatal de la fuerza coercitiva, y entre la legitimidad democrática y

social que no es capaz de ver lo pluralmente idénticos que son los los derechos de los grupos minoritarios. Como se podrá ver, siem-

"simples esencialistas•. Lo que impide que esos científicos sociales pre son las (generalmente autoinvestidas) élites de los tres campos

vean la flexibmdad que hay a su alrededor es su propia visión estre- culturales las que siguen intentando remarcar las llneas divisorias.

cha de la cultura. Si fuera correcto considerar alguna cultura reifica- Una segunda razón por la cual las tres visiones esenciaMstas de

da como el límite de los horizontes de los demás y como la fuerza la cultura mantienen su apariencia como identidades objetivamente

determinante que empuja los actos del hombre, la vida urbana tal y dadas estriba en su función para luchar por los derechos. Las per-

como la conocemos sería impensable desde el punto de vista socio- sonas apelan a la nacionalidad para promocionar sus derechos de

lógico y completamente imposible desde el punto de vista conduc- igualdad civil, se refieren a las culturas religiosas para reclamar su

tista. Seria como si Galileo midiera el universo en expansión pero libertad de conciencia y su derecho a la disidencia moral; e invocan

insistiera en que habían situado a Roma en el centro del mismo. Al las culturas étnicas para protestar contra la discriminación o para
contrario, cabe preguntarse por qué las personas, incluyendo a los demandar una acción afirmativa. Convertir en esencial una u otra de

propios investigadores, con tanta frecuencia hablan y se comportan esas culturas es una estrategia que se puede emplear para luchar

como si las cosas fueran más simples de lo que san, o incluso de lo por los derechos y exenciones, por las demandas colectivas e inclu-

que eran en la época de Nietzsche. Sin embarga, el concepto esen- so para los privilegios de grupo. Sin embargo, la concepción esen-

cialista de la cultura no se puede desechar como si no fuera más cialista de la cultura crea más problemas de los que resuelve y,

que basura. Precisamente porque hay tanta gente adherida a él, ése 110 111 como estudioso de las ciencias sociales que soy, debo de decir esto
es nuestro principal problema analitico. muy claramente.
Una de las razones por las que la cultura, ya sea nacional, étni- Hablando desde el punto de vista analítico, la filosofía esencia-

ca o religiosa, todavía puede aparecer como algo absoluto es que lista de la cultura no puede explicar por qué las culturas cambian

cada uno de esos principios se repiten en un contexto de naturaleza alguna vez o por qué, de hecho, todas las cutturas que conocemos

muy previsible. Declaramos Ja guerra y participamos en los Juegos están sometidas a un constante proceso de cambio. A menudo los
esencialistas ni siquiera advierten cuándo las culturas lo hacen. Por ralismo, la versión negativa, aparta el fenómeno cultural de su flexibili·
esa razón hay tantos antropólogos que han renovado recientemente dad social, polltica y económica; lo congela en una serie de rasgos
su consenso contra la concepción esencialista de la cultura.' Las estables, normalmente de carácter étnico y, de ese modo, convierte
antropólogas norteamericanas Catherine Lutz y Lila Abu-Lughod todos esos llamados límites culturales en fetichismo. Fuera de esos
{1990) han llegado incluso a sugerir que se debería borrar la pala- límites. asume la retórica del relativismo cultural: cada grupo posee su
bra cultura del vocabulario de todos los científicos sociales debido a B enigma l.Bcti!Ma: propio universo moral y cada persona está encerrada en el universo
mufticultura1 ¿se tiene,
este frecuente uso incorrecto en la retórica pública: •Para muchos se c:rea de su grupo. Dentro de los limites, asume el poder de formular una
o ambas
[actualmente], [ ...] el término [cultura] parece connotar [ .•. ] cohe- cosas? serie de reglas y cánones vinculantes para todos. La falta de libertad
rencia, uniformidad e intemporalidad en los códigos de significación a la que somete se puede observar en la atención que presta a las éli-
de un grupo dado y, parece funcionar en gran medida como el pri- tes y en su preocupación por encontrar la conformidad. De su aten-
mer concepto de "raza' al identificar a unidades sociales fundamen- ción a las élites se observa una forma de imperialismo cultural inverso:
talmente diferentes, esenciales y homogeneizadas. [ ... ] [por lo no es Su grupo, sino Nuestro grupo el que inventó la civilización,
tanto] marca de forma totalmente absoluta y artificial los límltes entre desarrolló las primeras matemáticas y ciencias, escribió la mejor lite-
grupos a partir de falsos criterios» (pág. 9). ratura, descubrió a todos los demás y sacó a la luz las úmmas verda-
Sin embargo, no podemos prohibir las palabras. Incluso si cam- des. Para tomar un ejemplo que no menciona Turnar, uno puede
biamos la palabra •cultura• por la palabra •discurso•, todavía nos pensar en el pensamiento de Martin Bemal (1987) recogido en su
seguiremos refiriendo a la misma cosa y, por tanto, nos estaremos obra Black Athena: The Afroasiatic Roots of C/assica/ Civilization.
enfrentando al mismo problema. Necesitamos replantearnos el tér- los antiguos griegos, declara Bernal, crearon su civilización de las
mino en lugar de desecharlo. Del mismo modo, éste es un imperativo repetidas invasiones realizadas por los asiáticos occidentales y los
político, ya que reducir la cultura de las personas a su nacionalidad, egipcios quienes, reclama, eran africanos negros. La creación de la
etnia o religión es un acto intrínsecamente normativo. Incluso cuan- versión occidental dominante de la •cultura elevada» se basaba, pues,
do declara liberar al pueblo, se comporta de forma profundamente en el robo y la consiguiente negación del robo, de la cultura africana
autoritaria. Aunque no se puede repudiar ni desechar, todas las per· negra. La prueba empírica es (Bernal, 1987, 1gg1), por no decir otra
sonas que trabajan en pro del proyecto multicultural deberían cosa, muy dudosa (Lefkowitz y Rogers, 1996; Lefkowltz, 1996), pero
enfrentarse a él. no es el tema que debemos tocar aquí. Por el contrario, reescribir la
El más sutil y relevante de los desafíos lo formuló el antropólogo historia como lo ha hecho Bernal es tan etnocentrista como el propio
de Chicago Terence Turner (1993). Turner distingue la buena ciencia eurocentrismo e igualmente elitista en su concepción de lo que es la
social de la cultura de la mala y, de igual modo, el buen multicultura- cultura. No se ocupa de la vida diaria y las preferencias individuales,
lismo del malo. Todos ellos se basan en el mismo criterio: si entienden sino de grandes logros pasados, de ideas de •culturas superiores•
o no Ja cultura desde un punto de vista esencialista. El otro mumcultu- 112 113 frente a las •inferiores• y sobre el orgullo étnico que se supone que
engendran los •poderosos•. A todos aquellos que no comparten este
orgullo, o incluso esta forma de ver la cultura, se les puede tildar de
1. Los análisis y fos rechazos actuales del esencialismo cultllral se han mostrado de
manera más convincente en los escritos etnográficos de Avtar Brah (19S7), Thomas miembros •negativos• del grupo e incluso excluir del mismo. En este
Eriksen {1998), Bruce Kapferer (1998) y Ann Phoenix (198B); se han consagrado como
punto, el multiculturalismo diferente se convierte en un instrumento de
un renovado consenso por lk:leres teóricos como Barth (1994b), Keesing (1994), Sah-
lins (1994), Vayda (1994). Van dar Veer (1995) y Vertovec {1995). represión más que de liberación.
La mejor manifestación que he escuchado de la realidad no pro- tiempo histórico y en el espacio político. Ahora podemos definir
cede de ningún cientilico social, sino de mi hermano Ralf Baumann, nuestro enfoque hacia las dos teorías sobre la cultura que están en
un médico que hizo esta observación en el pabellón de mujeres de un juego y podemos ver cómo se relacionan entre sí. Hemos distinguido
hospital de Berlín: •Un gueto vivido desde dentro es un Estado totali- dos teorías sobre la cultura. Una de ellas, esencialista, es muy popu-
tarista•. Por lo tanto, no importa demasiado quién crea el gueto: si son lar entre los medios de comunicación y en gran parte de la retórica
nacionalistas culturales que excluyen a otros por ser ..éfnicos•, élites 8 et\fgma la cullura~ política, tanto cuando habla sobre las minorías como en su relación
mullicultura! ¿se tiene,
religiosas que excluyen a los que tienen dudas por ser •herejes y se crea entre ellas. La otra, la teoria procesual, es mucho menos popular
o ambas
apóstatas.. , o algunos líderes afroamericanos que excluyen a los disi- cosas? pero es la única teoria que puede resultar útil tanto a los estudiantes
dentes por ser como •cocos: marrones por fuera y blancos por den- de las ciencias sociales como a los multiculturalistas comprome·
tro... Todas estas estrategias son represivas y el multiculturalismo que ti dos.
crean será la única propiedad que posean esas élites que abusan de Hasta ahora, el asunto parece como si fuera cuestión de elegir
su poder para definir la forma en que los demás deben ver el mundo. entre una falsa pero popular teoría sobre la cultura y una cultura
Las cuestiones que debería plantear un multiculturalismo crítico impopular pero científicamente productiva. Sin embargo, sería una
son menos étnicas, exclusivistas y elitistas en sus supuestos y Tur- decisión e11ormemente equivocada dejarla en ese punto y existen
nar (1993) desarrolla este punto de forma muy lúcida Dado que dos razones convincentes por las que podemos decir que no se trata
sabemos sin ninguna duda que la cultura no es el producto de algu- de escoger entre dos teorías opuestas. La primera razón se basa en
na forma de evolución desde lo primitivo a lo refinado, ¿a qué nos la regla de oro de cada cientffico social empírico: los informantes
referimos, entonces, cuando usamos el ténnino civilización: al avan- nunca se equivocan. Tienen razones para pensar lo que piensan. En
ce de la ciencia y la tecnología, a la grande y pequeña literatura, a la la práctica eso significa que necesitamos estudiar sus posturas
moralidad y la polttica de los descubrimientos y a las llamadas útti- hasta que comprendamos los contextos de los temas sobre los que
mas verdades? Una teoría libertaria de la cultura y del multicultura- hablan. La teoría esencialista forma parte de las realidades que los
lismo es, principalmente, una nueva teoría y una práctica de cultura. científicos sociales deben examinar y con las que los multiculturalis-
Las distinciones de Turner dejan muy claro este punto y en este libro tas deben encajar. Si tas personas que estudiamos manejan teorías
ya hemos avanzado algo hacia este objetivo. De ese modo, tenemos que encontramos falsas, no podemos tildarlas de .falsa ideología• o
en nuestra mano los adecuados puntos de partida. Ya no nos con- de •falsa conciencia... Forman parte de las distintas realidades que
formamos con ver los Estados-nación como si no tuvieran conse- estudiamos y debemos entender cómo funcionan, por qué la gente
cuencias étnicas o religiosas. Por el contrario, se puede considerar las usa y qué pretenden lograr con ellas. Con mucha frecuencia, lo
que pretenden crear tribus superiores y desarrollar religiones civiles que quieren conseguir es un sentimiento de continuidad cultural, un
y culturas cívicas cuasireligiosas. Ya nadie pretende poder desen- firme sentimiento de identidad o de unidad cultural y una reivindica-
trañar el posible significado del término •étnico•. A cambio, hemos 114 115 ción más fuerte de los derechos comunitarios. La tarea del científico
visto la etnicidad como una construcción social que malinterpreta la social no es rebatir esos objetivos, sino comprender por qué y bajo
diferencia relacional y la convierte en diferencia absoluta y natural. qué condiciones las personas utilizan una teoría esencialista para
Ya no creemos que las religiones sean un equipaje cultural de ver- conseguir sus metas. Ésa es la razón principal por la que hay que
dades inmutables y las hemos identificado como una serie de siste- tomarse en serio la popular teoría esencialista de la cultura: porque en
mas de navegación que dependen de la posición del usuario en el parte configura las realidades que neces~amos comprender.
Sin embargo, al comprender todas esas realidades nos encon- plandecientes en el futuro, hasta los más revolucionarios creadora
traremos con algo sorprendente: las mismas personas que a menu- de una nueva identidad cultural que satisface la olvidada capac
do profesan la teoría esencialista de la cultura utilizarán, en muchos dad de su fe a lo largo de un injusto pasado histórico. Se puede apl
de sus actos, la teoría procesual de la cultura. Tomemos, por ejem- car la misma dialéctica si pensamos en los líderes fundamentalista
plo, el siguiente caso. Un hombre o una mujer que tenga una gran que nre-,.inventan una ortodoxia que nunca existió o en los emerger
capacidad de liderazgo pretende fortalecer el sentimiento de solida- El enigma La cultura: tes revolucionarios proféticos que se congregan para realizar carr
mumcult1.1rel ¿setieria,
ridad y unidad entre un grupo de seguidores. Lo que debe hacer es se Cn;lil bios masivos en el nombre de una tradición que ha permanecido
convencerlos de la unidad de su cultura y presentar esa unidad º"""''
cosas? latente y que ahora necesita satisfacerse. Desde el ayatolah Jomeir
como una herencia del pasado. En el pasado, se dirá, esta herencia en el lado conservador hasta Louis Farrakhan en el lado revolucio
de la unidad estaba latente: estaba ahí pero nadie la reconocía. En nario, el discurso es el mismo de principio a fin: los que predicar
el presente, se dirá, esta latente herencia de unidad se despierta una teorla cultural esencialista se basan en la precisión de la teorí•
para convertirse en algo real y poderoso, satisfactorio y liberador. cultural procesual. Si ésa no fuera la forma en que funciona la cultu
Para convencer a los seguidores de que este gran despertar histórí· ra, ¿cómo se podría tener esperanzas de poder llevar a cabo cam
co es algo creíble, el líder necesita predicar una teoría esencialista bias culturales?
de la cultura: •Nuestro grupo actuará y estará unido, y en el fondo Hasta ahora el razonamiento es simple. Pero ¿qué pasa con la;
siempre lo ha estado, en su pensamiento e identidad•. Sin embargo, personas que no poseen la capacidad de liderar a las masas? Des·
utilizar esta retórica esencialista es, de hecho, un acto creativo. El pués de todo, son mayoría en todo tipo de grupos y es a ellas a
líder propaga una unidad que, empíricamente, nunca ha existido en quienes los lideres introducen en la teoría esencialista de la cultura.
el pasado. La retórica es esencialista, aunque la actividad es proce· Y con mucha frecuencia en las ciencias sociales el mayor nivel de
sual. Ese líder dirá que la cultura está enraizada en un pasado inmu- sofisticación se encuentra entre los que parecen ser los menos
table, aunque sólo puede tener esperanzas en crearla porque sabe sofisticados a ojos de los más irreflexivos. En resuman, lo que quie-
que la cultura es maleable y flexible, abierta al cambio y a una nueva ro decir es que se puede ver que personas perfectamente normales
conciencia. Lo que predica el líder forjador de una cultura es la tea· encabezan una doble capacidad discursiva cuando exponen sus
ria esencialista, pero lo que practica es la teoría procesual. Lo que teorías sobre la cultura y desarrollan esta doble capacidad discursi-
esos líderes denominan como diferencias culturales ancestrales va con más vehemencia cuanto más se exponen a la práctica multi-
son, en realidad, actos conscientes de d~erenciación y lo que llaman cultural de cada día. ¿Qué se pretende, por tanto, con esta doble, o
identidades esenciales son, en realidad, identificaciones procesua- dual, capacidad discursiva?
les. Toda •posesión• de cultura es una creación de cultura, aunque Como hemos visto, las dos teorías sobre la cultura no son dos
toda creación de cultura se expresará como un acto de confirmación alternativas iguales, en la que a una se la tilda de falsa y a la otra se
de un potencial ya existente. 116 117 la considera correcta desde el ámbito local. Las cosas serían muy
Por lo tanto, las dos teorías no son opuestas. Al contrario, la tea· simples si ése fuera el caso pero, desafortunadamente, la realidad
ría procesual está implícita en toda la retórica esencialista. Para no es asf. Esto nos plantea un problema de lenguaje cuando usamos
visualizar este punto se puede pensar en todas las clases de lideres la palabra •teoría•. Todos estamos influidos por el prisma da las
creadores de cultura: desde los evangelistas de una unidad étnica o ciencias naturales de que dos teorías opuestas no pueden ser a la
religiosa más conservadores, oscurecidos en el pasado pero res- vez correctas. No se ouec1A m;inh~n~r n11t:io 1~ r..o.~r!:I .o.~ r>r.. ,. ... ., ,..r. ..
mar también que es redonda. Tampoco se puede sostener que la sideran como propia con la misma facilidad con que lo hacen con las
teoría de Ja Tierra plana es una subteoría de la teoría de la Tierra culturas que consideran extrañas. Sin embargo, en otras situaciones
redonda, como hemos hecho al afirmar que la teoría esencialista de pueden hablar y tratar de su propia cultura o de la de las demás
la cultura implica Ja teoría procesual de la misma Por lo tanto nece- como si fuera dúctil y maleable, algo que se debe moldear en lugar
sitamos dejar de utilizar la palabra "teoría• cuando descríbamos las de ser algo ya moldeado, algo que uno crea en lugar de ser algo que
dos interpretaciones. Afortunadamente, podemos usar una palabra El eni9ma la cultura: se tiene.
mu!ticul!ural ¿se liene,
todavía mejor. Podemos considerar ambas teorías sobre la cultura se crea Por lo tanto, no podemos avanzar una interpretación multicultu-
como dos discursos que lra1an de y sobre la cultura. Por discurso o'"'"'" ral de la cultura si tratamos la perspeotiva esencialista y la procesual
queremos decir una forma de hablar en una alocución y, lo que es
"'"''
como dos teorías opuestas y decimos que una es la verdadera y la
igualmente importante, una forma de acción social. El mejor análisis otra es falsa. Eso nos daría como resultado Ja suprema arrogancia
del término Jo contiene el libro que hemos mencionado anteriormen- de una ciencia social sumamente descabellada, como si las perso-
te sobre las emociones escrito por las antropólogas Catherine Lutz nas que estudiamos fueran esquizofrénicas que sostuviesen que la
Y Lila Abu-Lughod (1990). De todos los usos de la palabra •díscur- Tierra es plana y a la vez redonda. Tendremos mucho terreno gana-
so11, podemos destacar dos en particular. Uno se centra en el anáU- do en cuanto teoricemos Jo que la gente dice y hace sobre la cultura
sis del lenguaje y de Ja acción en la práctica, en lugar de en la como dos discursos, ambos racionales en sus distintos contextos.
semántica En otras palabras, uno no se ocupa de los inmutables Esto nos abre las puertas de todo un universo de estudio. Al ver la
significados semánticos encerrados en Jo que dice y hace la gente, cultura como e! objeto de dos capacidades discursivas, una esen-
sino que se ocupa de comprender lo que dicen y hacen de acuerdo cialista y la otra procesual, podemos estudiar y apreciar con total
con sus intenciones prácticas. El segundo uso de Ja palabra •dis- precisión la compleja creación de la cultura que describen esas per-
curso• relaciona esa •práctica a gran escala- con las estructuras de sonas a las que normalmente se las considera las víctimas de c1susl1
poder con las que deben tratar las personas (Lutz y Abu-Lughod, culturas re~icadas.
1990, págs. 9-10). Este cambio hacia el hecho de ver la cultura como una construc-
Al usar estos dos modelos, nos resultará más fácil hacer justicia ción discursiva doble ~ene una serie de consecuencias políticas
con ambas teorías sobre la cultura (la esencialista, parcial, y Ja pro- inmediatas. A mi modo de ver, es una herramienta liberadora de
cesual, exhaustiva) si no las "3mamos teorías, sino discursos sobre carácter polltico-cultural. Podemos dejar de ver a las personas como
la cuttura. Ahora el punto sobre el que me gustaría analizar Ja capa- las víctimas de sus propias reificaciones o de las de los demás y
cidad discursiva doble es muy sencillo: la mayoría de las personas empezar a estudiar también cómo, en realidad, son los arquitectos
practican una capacidad discursiva doble cuando exponen sus dis- del futuro multicultural.
cursos sobre la cultura y desarrollan esta capacidad discursiva dual En este capitulo hemos realizado un gran progreso desde el
con más fuerza cuanto más se exponen a la práctica multicultural. 11 B 119 punto de vista teórico. Intentaré resumirlo de la mejor forma posible.
En algunas situaciones, pueden hablar o tratar a su cultura o la de Existe un discurso esencialista sobre la cultura que se aplica tanto a
los demás como si fuera un grupo cerrado de carácter nacional, las minorías como entre ellas. No podemos tildarlo de equivocado, ya
étnico o religioso. De ese modo, pueden dar un giro esencialista a que las mismas personas que tratamos de comprender también Jo
su discurso sobre la cultura hasta el punto de crear una serie de este- utilizan. Existe también un discurso metódico sobre la cultura, que es
reotipos estáticos y esto lo pueden hacer sobre la cultura a la que con- más útil para los científicos sociales, pero que utilizan asimismo los
líderes y la mayoría de las bases de los grupos minoritarios. Cada reconocer que tienen la capacidad de manejar una complejidad cu
uno de estos discursos tiene sus propios propósitos. Uno de ellos tura! que los científicos sociales han tardado en reconocer. Afronte
sirve a la reificación de la cultura, algo deseado por la mayoría de los mos ahora el problema de hacer dos cosas a la vez: reconocer qu.
medios de comunicación, por la mayoría de los políticos, por muchos el esencialismo cultural es un fenómeno generalizado y comprensibl
de los lideres de minorías y, por ejemplo, por algunos padres que y exigir que no sea la única base sobre la que los cientfficos sociale
desean dar a sus hijos un sentido de identidad y pertenencia cuttural. Benigma La cullura: entiendan la naturaleza de la cultura.
muJHcultural ¿se tiene,
El otro discurso sirve para el comentario metódico de la cultura, 5e crea ¿Se puede resolver el enigma multicultural incluyendo esta natu
o ambas
deseado por todos aquellos que, en una situación o en otra, desean ooeas? raleza discursiva de la cultura? Ésa debe ser la cuestión princip'
apartarse de los estereotipos y de la reificación del discurso. La cul- ' se debe plantear tanto el multiculturalista comprometido come
que
tura, por lo tanto, no es un bagaje inmutable que pertenece a un el estudioso de las ciencias sociales. Si el multiculturalismo es urn
grupo nacional, étnico o religioso, ni tampoco es fruto de una impro- nueva forma de entendimiento de la cultura como un proceso día
visación sin raíces o reglas. La cultura es ambas cosas a la vez, es léctico y discursivo, debenamos tratar de examinar de manera alter
decir1 una construcción discursiva doble. Es la reconstrucción con- nativa la teoría multicultural en esa línea. Para hacerlo con justicia
servadora de una esencia reificada en un primer momento y una pos- no empezaremos los dos próximos capítulos con adecuadas cita•
terior nueva construcción exploratoria de una instancia procesual. La históricas sino con extensas citas procedentes de las fuentes qu•
cultura vacila entre los dos polos y en eso consiste la complejidad y queremos evaluar y ampliar.
la belleza dialéctica del concepto. Sin embargo, al final todas las
comodidades que proporciona tener una cultura dependen de la
observación de la misma. Por esa razón, el discurso sobre la cultura lecturas complementarias
dominante como una herencia inmutable sólo es un subcomponente
conservador de la verdad procesual: toda cultura que se posea es Tumer, Terence, •Anthropology and Multiculturalism: What Is Anth-
cuttura en creación, todas las diferencias culturales son actos de ropology that Multiculturalists Should Be Mindful of lt?•, Cultura
diferenciación y todas las identidades culturales son actos de identi- Anthropology, 1993, 8 (4), págs. 411-429.
ficación cultural. Al mismo tiempo, debemos tener cuidado de admi- Baumann, Gerd, •Dominan! and Demotic Discourses of Culture:
tir los auténticos puntos de vista de las personas cuyas vidas Their Relevance to Multi-Ethnic Alliances•, Debating Cultural Hybri'
tratamos de entender. Puede que no haya mucha lógica en ver la cul- dity: Mu/ti-Cultural ldentíties and the Palitics af Racism, Londres, Zed
tura como una entidad o una identidad fijada de una vez para siem- Books, P. Werbner y T. Modood (comps.), 1997, págs. 209-225.
pre. Pero existe una gran lógica en tener también en cuenta esa
verdad parcial. Es arduo emancipar a los hijos, y más aún a personas
privadas de derechos civiles igualitarios, sin educarlos en función de 120 121
una identidad cultural: •Esto es lo que Nosotros hacemos y ésta es
Nuestra cultura; y eso es lo que hacen Ellos, así que eso es Suyo•.
Las personas a las que tratamos de comprender no siempre se equi-
vocan por la sencilla razón de que no estemos de acuerdo. Al con-
trario. tal v como veremos en el capítulo 1O, podemos y debemos

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