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Impreso en agosto de 1999


en los talleres gráficos
Impresiones Sud América,
Andrés Ferreyra 3767/69.
Buenos Aires.
República Argentina.

Hecho el depósito de ley 11.723


Derechos reservados
Prohibida su reproducción total o parcial

Impreso en Argentina
Printed in Argentina

edición rústica
ISBN 950-741-073-2
edición encuadernada
ISBN 950-741-074-0
Enrique Bacigalupo
CATEDRÁTICO DE DERECHO PENAL. MAGISTRADO DEL TRIBUNAL SUPREMO DE ESPAÑA

Derechopenal
Partegeneral
2- edición totalmente renovada y ampliada

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J O S É L U I S D E P A L M A • EDITOR
Prólogo a la segunda edición

La sanción del nuevo Código Penal español ha sido, en realidad, el


pretexto para renovar totalmente el contenido teórico de este libro. Los
años transcurridos desde su primera edición fueron ricos en ideas inno-
vadoras que requerían ser consideradas en una nueva edición. Los cam-
bios, como verá el lector, no son pocos. Si bien se ha renunciado a las re-
ferencias a los códigos penales iberoamericanos, lo cierto es que el apor-
te conceptual sigue teniendo aplicación, «mutatis mutandis», en dichas
legislaciones penales.
En esta edición reitero mi agradecimiento a EDITORIAL HAMMURABI, y
a su director don JOSELUIS ÜEPALMApor su cuidadosa labor editorial.

ENRIQUE BACIGALUPO
Madrid, julio de 1999
12 PROLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

Antes de concluir estas palabras preliminares deseo agradecer a Jo-


SE Luis DEPALMA, director de EDITORIAL HAMMURABI, por el esfuerzo edi-
torial y a ERWIN GUERRERO, gerente de TEMIS, Bogotá, por su gentileza
de permitir la presente edición argentina.

ENRIQUE BACIGALUPO
Madrid, setiembre de 1987

Prólogo a la primera edición


La presente edición es para mí un motivo de inmensa satisfacción,
pues, en realidad, a pesar de la distancia, el lector argentino fue, desde
el primer momento de gestación de este trabajo, un destinatario espe-
cialmente tenido en cuenta. La aparición del libro en Buenos Aires es,
por lo tanto, una forma prácticamente natural de continuar un diálogo
científico para mí siempre enriquecedor.
Desde hace tiempo albergo el propósito de escribir una obra de las ca-
racterísticas de la presente, dedicada exclusivamente al derecho penal
argentino. No excluyo que ello pueda ocurrir en el futuro y que, en suce-
sivas ediciones, este derecho penal vaya contemplando, cada vez de una
manera más particularizada, el desarrollo doctrinario y la jurispru-
dencia argentinos.
Como es claro, en la elaboración de la parte general del derecho penal
se requiere una aproximación progresiva a sus objetivos. Este desarro-
llo, de todos modos, difícilmente alcanzaría conclusiones definitivas,
sobre todo cuando en la actualidad la ciencia del derecho penal atravie-
sa un momento de transición, caracterizado por un método muchísimo
más cercano a los casos individuales y a las diversas constelaciones de
ellos y, por eso mismo, por una dogmática orientada a la práctica de
una manera más directa que la de fases anteriores.
El texto de la presente edición reproduce, con mínimas variaciones,
el de la edición colombiana de 1984. Si bien es cierto que en los últimos
años han hecho su aparición obras importantes que merecerían ser con-
sideradas aquí, he creído que no ha llegado aún el momento para una
revisión de la obra como la que justificaría una nueva edición.
14 ÍNDICE GENERAL

§ 7. Los conocimientos empíricos sobre la criminalidad y la criminaliza-


ción 71
a) El derecho penal y la criminología orientada al autor del delito.. 72
b) El derecho penal y la moderna sociología criminal 74
§ 8. La reforma del derecho penal y la política criminal 75
a) Política criminal y dogmática penal en el marco del positivismo 76
b) Puntos de vista superadores del marco positivista 77

C—ESQ UEMA HISTÓRICO DE LOS FUNDAMENTOS


DE LAS LEGISLACIONES PENALES MODERNAS
Índice general
§ 9. LatradicióndelIluminismo:lasideasdeseguridadyhumanidad... 80
§ 10. La influencia del idealismo alemán: moralidad y talión 81
Prólogo a la segunda edición 9 §11. La influencia del positivismo: utilidad social y penalidad 84
Prólogo a la primera edición 11 § 12. Los recientes movimientos de reforma: resocialización y dignidad de
la persona 87
§ 13. La reforma de la reforma: el temor a la liberalización del derecho pe-
PARTE PRIMERA nal 88
§ 14. El derecho penal en la Unión Europea 89
INTRODUCCIÓN Y TEORÍA DE LA LEY PENAL § 15. Los códigos penales españoles 90
a) El Código Penal de 1822 90
b) El Código Penal de 1848 92
Capítulo I c) El Código Penal de 1870 93
CUESTIONES FUNDAMENTALES d) El Código Penal de 1928 94
e) El Código Penal de 1932 95
A—EL DERECHO PENAL. FUNCIÓN Y LEGITIMACIÓN f) El Código Penal de 1944 96
g) El texto refundido de 1973 y la reforma de 1983 97
§ 1. La función del derecho penal y las teorías de la pena 29
§ 16. Los distintos proyectos de Código Penal 97
a) Teorías absolutas 31
a) El Proyecto de 1980 97
b) Teorías relativas 33
b) La propuesta de Anteproyecto de 1983 99
c) Teorías de la unión 37
c) Los proyectos posteriores (1992 y 1994) 99
d) Teoría de la prevención general positiva 39
§ 2. ¿Estabilización de expectativas normativas, protección de valores §17. El Código Penal de 1995 100
ético-sociales de acción o protección de bienes jurídicos? 43
§ 3. La extensión de las funciones del derecho penal: el sistema de "doble
vía" 46 Capítulo 11
§ 4. El derecho penal en el sistema sancionatorio del derecho público 53 LOS PRINCIPIOS BÁSICOS

A—EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD


B—DOGMÁTICA PENAL, CRIMINOLOGÍA
Y POLÍTICA CRIMINAL § 18. Fundamentos del principio de legalidad 103
§ 19. Principio de legalidad y "rigurosa aplicación de la ley" en el sentido
§ 5. La dogmática penal , 55 del art.4°.3 del Código Penal español 108
§ 6. El método de la dogmática penal 56 § 20. Las consecuencias prácticas del principio de legalidad 126
ÍNDICE GENERAL 25 16 ÍNDICE GENERAL

a) Lex certa 126 a) El momento de comisión del delito 187


b) Lexstricta 128 b) El fundamento de la exigencia de ley previa 187
c) Lexscripta: la ley como única fuente del derecho penal 133
§30. Excepciones del principio fundamental 188
d) Lexpraeuia 134
a) Retroactividad de la ley más favorable 188
e) Cuestiones especialmente debatidas sobre el alcance del princi-
1. Determinación de la ley más favorable 189
pio de legalidad 136
2. Leyes intermedias más favorables 190
§21. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional español 140 3. Vigencia de la ley más favorable 191
§ 22. La problemática constitucional de las leyes penales en blanco 157 b) Excepciones a la retroactividad de la ley más favorable: ultraac-
a) Alcance y concepto 157 tividad de las leyes penales temporales y excepcionales 192
b) Significación constitucional 159
c) Efectos de la declaración de inconstitucionalidad del comple-
mento normativo 162 C — VALIDEZ PERSONAL DE LA LEY PENAL
d) ¿Causas de justificación en blanco? 165 §31. Excepciones para elJefe del Estado 194
§32. Inviolabilidad e inmunidad de diputados y senadores 194
B — EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD § 33. Privilegios acordados por el derecho internacional (diplomáticos y
tropas extranjeras) 195
§ 23. Fundamento, contenido y función del principio de culpabilidad 168
§ 24. Principio de culpabilidad y concepto jurídico-penal de culpabilidad. 171
§ 25. Críticas al principio de culpabilidad 171
PARTE SEGUNDA
TEORÍA DEL HECHO PUNIBLE
Capítulo III COMO TEORÍA DE LA IMPUTACIÓN
LA VALIDEZ DE LA LEY PENAL
Capítulo IV
A — VALIDEZ ESPACIAL DE LA LEY PENAL INTRODUCCIÓN
§26. Aplicación de la ley penal en el territorio del Estado 176 § 34. La teoría del delito o del hecho punible como teoría de la imputación.
a) Concepto de "territorio" 176 Evolución del concepto de imputación 197
b) Concepto de "lugar de comisión" 177 a) Orígenes del concepto de imputación 197
§ 27. Principios que justifican la aplicación de la ley penal a hechos come- 6) El concepto de imputación en la dogmática actual 201
tidos fuera del territorio del Estado 181 c) Críticas a la teoría de la imputación objetiva 202
a) Principio real o de defensa 181 § 35. La teoría del delito o del hecho punible como una teoría de la aplica-
b) Principio de la nacionalidad o de la personalidad 182 ción de la ley penal 203
c) Principio universal o del derecho mundial 182 a) Función de la teoría del delito 203
d) Principio del derecho penal por representación 184 b) Los elementos del delito 204
§ 28. La fundamentación de los principios del derecho penal internacio- c) La fundamentación de los elementos del delito 205
nal 185 d) Los modelos funcionalistas 206
e) Relatividad de los sistemas dogmáticos del delito 208
§ 36. Los puntos de partida para la elaboración de una teoría del hecho pu-
B—VALIDEZ TEMPORAL DE LA LEY PENAL nible (preconceptos hermenéuticos de la teoría del hecho punible)... 210
a) El delito como hecho consistente en la violación de deberes ético-
§ 29. El principio fundamental: aplicación de la ley vigente en el momen- sociales 211
to de la comisión del delito 186 b) El delito como hecho socialmente dañoso 211
ÍNDICE GENERAL 18 ÍNDICE GENERAL
1 7

c) El delito como expresión de un sentimiento jurídico depravado II. El principio de confianza 276
(derecho penal de autor) 214 ni. La prohibición de regreso y la posición de garante 276
rv. La realización del riesgo 280
§37. Los niveles de imputación 216
a) Lo ilícito 216 §45. La realización del tipo en los delitos de peligro 312
b) La culpabilidad 217 a) Delitos de peligro concreto y delitos de peligro abstracto 312
b) Eljuicio sobre el peligro 313
§ 46. La realización del tipo objetivo en los delitos de pura actividad 313
Capítulo V §47. El tipo subjetivo del delito doloso 314
EL TIPO Y LA TIPICIDAD EN GENERAL a) Eldolo 315
1. La discusión en torno a la esencia del dolo 315
§ 38. El tipo penal (supuesto de hecho típico del delito) en general 220
2. La noción del dolo 316
a) El tipo penal 220
3. Momento y modo del conocimiento requerido por el dolo 321
b) Conceptos de tipo penal 220
4. Las "formas del dolo" y su superación 323
§ 39. El tipo del delito doloso y el tipo del delito culposo o imprudente 224 5. La exclusión del dolo: el error sobre los elementos del tipo ob-
§40. El contenido genérico del tipo penal 225 jetivo 325
a) Elementos del tipo penal 225 I. El error sobre las circunstancias que agravan o atenúan
b) Elementos descriptivos y normativos 226 la pena 334
c) Referencias a los medios, al momento y al lugar de la acción 230 II. Las consecuencias jurídicas del error de tipo 335
§ 41. Las diferentes especies de tipos penales 230 b) Los supuestos elementos subjetivos de la autoría 336
a) Delitos de resultado (de lesión y de peligro) y delitos de actividad 231 c) Elementos del ánimo 337
b) Delitos comunes o generales y delitos especiales 237 § 48. El tipo subjetivo del delito imprudente 338
§42. La subsunción típica y las agravantes y atenuantes genéricas 239 a) El derecho vigente 338
b) Evolución de la dogmática de la imprudencia 339
c) La moderna concepción de la imprudencia 342
Capítulo VI d) Superación de la distinción culpa consciente/culpa inconsciente 344
LA IMPUTACIÓN EN LOS DELITOS DE ACTIVIDAD e) La noción de imprudencia en la jurisprudencia 344
f) ¿Equiparación de imprudencia y dolo eventual? 345
§ 43. Los elementos del tipo doloso de comisión: tipo objetivo y subjetivo.. 243 g) Los grados de culpa 346
§44. El tipo objetivo 244 h) La llamada imprudencia "profesional" 348
a) El autor de la acción. La posición de garante 244 i) ¿Tentativa de delito imprudente? 348
b) La acción 245 j) ¿Redefinición de las relaciones entre el dolo y la imprudencia?.. 349
1. Desarrollo histórico-dogmático 245
2. Los conceptos negativos de acción 247
3. La crítica de los conceptos negativos de acción 248 Capítulo VII
4. La acción como comportamiento exterior evitable 249 LAANTIJURIDICIDAD Y LA JUSTIFICACIÓN
5. El concepto de acción en la dogmática española 253 § 49. Los principios justificantes y la teoría clásica de la justificación 352
c) La realización del tipo objetivo en los delitos de resultado lesivo. 254 §50. La moderna problemática de las causas de justificación 356
1. Resultado, causalidad e imputación objetiva 254 a) ¿Exclusión de la antijuridicidad sólo en el ámbito penal? 356
2. Las teorías de la causalidad 256 6) Autorizaciones de acción y autorizaciones de intervención 358
i. La teoría de la equivalencia de condiciones 256 c) Justificación y reducción de la ilicitud 359
II. La teoría de la causalidad adecuada 269
ni. La teoría de la relevancia típica 270 §51. La defensa necesaria 359
3. La imputación objetiva 271 a) La agresión 360
i. El riesgo permitido 273 b) La actualidad e ilegitimidad de la agresión 363

2—DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


ÍNDICE GENERAL
19 ÍNDICE GENERAL
20

c) Necesidad de la defensa 369


d) Falta de provocación suficiente 369 CapítuloIX
e) Limitaciones del derecho de defensa necesaria 370 LA CULPABILIDAD
f) El elemento subjetivo de la defensa 371 §59. Introducción 413
g) Defensa propia y defensa de terceros 371 §60. Culpabilidad por el hecho y culpabilidad de autor 413
§52. El estado de necesidad 372 § 61. La evolución del concepto material de culpabilidad 415
a) Estado de necesidad por colisión de bienes o intereses 377 a) Teorías absolutas de la pena y culpabilidad de voluntad 415
b) Estado de necesidad por colisión de deberes. Cumplimiento del b) Teorías de la prevención especial y culpabilidad como actitud
deber y ejercicio de un derecho 380 asocial del autor 416
c) El estado de necesidad por colisión de bienes de igual jerarquía. 382 c) Las teorías de la unión y la función de la culpabilidad 417
§ 53. El error sobre las circunstancias de una causa de justificación 383 d) La teoría de la prevención general positiva y la función del con-
cepto de culpabilidad 418
§62. Evolución del concepto de culpabilidad 420
Capítulo VIII § 63. La estructura del concepto de culpabilidad 423
LA EXCLUSIÓN DE LA PUNIBILIDAD §64. Los elementos de la culpabilidad en particular 424
a) La posibilidad de conocer la desaprobación jurídico-penal del
POR LA REDUCIDA ILICITUD DE HECHO TÍPICO
acto 425
(A USENCIA DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO)
1. La conciencia de la desaprobación jurídico-penal 425
§ 54. La responsabilidad por el hecho como categoría dogmática 387 2. La duda sobre la desaprobación jurídico-penal 426
a) El problema dogmático 388 3. La conciencia de la desaprobación jurídico-penal es divisible
b) La posición sistemática de la "exigibilidad" 390 y potencial 428
c) Delimitación frente a otras propuestas teóricas 396 4. Los supuestos de error sobre la desaprobación jurídico-penal
(teoría del dolo y teoría de la culpabilidad) 428
§ 55. Los efectos prácticos de la exclusión de la responsabilidad por el he-
5. Las formas del error sobre la desaprobación jurídico-penal.. 429
cho 399
6. Error y eximentes incompletas 433
§56. Los casos individuales de la responsabilidad por el hecho 400
7. La evitabilidad del error de prohibición sobre la ilicitud 433
a) El estado de necesidad por colisión de intereses de igual jerar-
8. Las consecuencias jurídicas del error sobre la desaprobación
quía 400
jurídico-penal 445
1. La relación del estado de necesidad excluyente de la respon-
sabilidad por el hecho con el excluyente de la antijuridicidad 401 b) La capacidad de culpabilidad en el sentido estricto 447
2. Requisitos del estado de necesidad excluyente de la respon- 1. La minoría de edad 448
sabilidad por el hecho 402 2. Las anomalías o alteraciones psíquicas 448
b) El miedo insuperable 402 i. La exclusión de la capacidad de motivación por enferme-
c) Los supuestos de no punibilidad del aborto 405 dad mental 448
d) Los supuestos de colisión del derecho a la libertad de informa- II. La exclusión de la capacidad de motivación por insufi-
ción veraz y el derecho al honor 406 ciencia de desarrollo mental 452
e) Los conflictos entre la libertad de conciencia y el derecho penal. 407 ni. La exclusión de la capacidad de motivación por grave
/) La inviolabilidad parlamentaria 408 perturbación de la conciencia 452
g) La exclusión de responsabilidad penal del art. 268 del Código 3. La consecuencia normativa de las anomalías o alteraciones
Penal 409 psíquicas 453
4. Las alteraciones de la percepción 454
§ 57. Error sobre las circunstancias objetivas de las causas que excluyen 5. La capacidad de culpabilidad disminuida 455
la responsabilidad por el hecho 409 6. Casos de discrepancia entre el momento de la ejecución del
§ 58. Rechazo de las críticas contra la categoría de la responsabilidad por hecho punible y la capacidad de culpabilidad: actio libera in
elhechn 411 causa (arte. 20.1°.II y 20.2° del Código Penal) 456
ÍNDICE GENERAL 22 ÍNDICE GENERAL
21

Capítulo X c) La autoría mediata 504


LA EXTENSIÓN DE LA TIPICIDAD 1. Concepto de autor mediato 504
A LAS FORMAS IMPERFECTAS DE REALIZACIÓN DEL TIPO 2. Supuestos de autoría mediata 507
I. Instrumento que obra sin dolo 507
§ 65. Las etapas de realización del hecho punible doloso (iter criminis) .... 461 n. Instrumento que obra coaccionado 507
§66. Límites entre la punibilidad y la no punibilidad 462 ni. Instrumento que carece de capacidad para motivarse de
§ 67. Concepto y fundamentos de la punibilidad de la tentativa 463 acuerdo a la norma 508
a) Concepto 463 iv. Instrumento que no obra típicamente 509
b) El fundamento de la punibilidad de la tentativa 464 V. Instrumento que obra de acuerdo a derecho 509
c) Tentativa y delito putativo 471 vi. Instrumento que obra dentro de un aparato de poder 510
§68. Los elementos de la tentativa 471 § 77. La autoría en los delitos de infracción de deber 510
a) El dolo y los elementos requeridos por el tipo subjetivo en la ten- §78. Problemas particulares 512
tativa (tipo subjetivo del delito tentado) 472 a) La problemática de los delitos de propia mano 512
b) El comienzo de ejecución 472 b) Casos de utilización de un instrumento no cualificado 512
§ 69. El desistimiento del delito intentado 475 c) Casos de utilización de un instrumento que obra dolosamente,
§ 70. La distinción entre tentativa acabada e inacabada 478 pero sin elementos subjetivos de la autoría 515
§ 71. Requisitos del desistimiento según el grado de realización de la ten- §79. Participación en sentido estricto 517
tativa 479 a) Fundamento de la punibilidad del partícipe 517
a) Requisitos del desistimiento en la tentativa inacabada 479 1. Teoría de la culpabilidad de la participación 518
6) Requisitos del desistimiento en la tentativa acabada 480 2. Teoría de la causación 518
§72. Tentativa fracasada 481 3. Teoría de la participación en lo ilícito 519
§73. Tentativa de autor inidóneo 482 6) Accesoriedad de la participación 519
1. Dependencia del grado de realización 519
2. Dependencia de los elementos del hecho punible 520
Capítulo XI 3. La cuestión de la dependencia del dolo del hecho del autor
LA EXTENSIÓN DE LA TIPICIDAD principal 520
A LA PARTICIPACIÓN EN EL DELITO 4. La accesoriedad de la participación y la responsabilidad por
elhecho 521
§ 74. Introducción: diferenciación de las formas de participación o concep- 5. Las excepciones de la accesoriedad limitada (influencia de
to unitario de autor; concepto extensivo y concepto restrictivo de au- las "relaciones, circunstancias y calidades personales" o de
tor 485 las circunstancias agravantes o atenuantes que consisten en
§75. La autoría 489 la "disposición moral del delincuente") 522
a) La teoría formal-objetiva 490 §80. La inducción 526
b) La teoría subjetiva 492 §81. La cooperación y la complicidad 529
c) Teorías material-objetivas 494 a) Conceptos comunes 529
d) Límites explicativos de la teoría del dominio del hecho: La dis- b) El cooperador necesario 530
tinción entre delitos de dominio y delitos de infracción de deber 496 c) El cómplice (art. 29, Código Penal) 531
e) La teoría de la consideración total 498
/) La teoría dominante en España 499
§76. La autoría en los delitos de dominio 500 Capítulo XII
a) La autoría individual 500 LA IMPUTACIÓN EN LOS DELITOS OMISIVOS
b) La coautoría 501
1. Elementos y particularidades 501 § 82. Introducción 533
2. Coautoría sucesiva 504 §83. La distinción entre acción y omisión 534
ÍNDICE GENERAL 23 ÍNDICE GENERAL
24

§ 84. Las especies de la omisión: delitos propios e impropios de omisión... 537 § 93. El concurso de delitos 575
§ 85. La tipicidad objetiva de los delitos propios de omisión 538 a) Unidad de acción 582
a) La situación generadora del deber 538 1. Unidad de acción en sentido natural 582
b) La no realización de la acción que es objeto del deber 539 2. La unidad de acción en la pluralidad de actos 582
c) Capacidad o poder de hecho de ejecutar la acción 539 3. La unidad de acción en el "delito continuado" 584
§86. La tipicidad objetiva de los delitos impropios de omisión 540 I. Requisitos objetivos de la unidad de acción por continua-
a) La regulación legal 540 ción 585
b) El problema dogmático 541 II. Requisitos subjetivos de la unidad de acción por conti-
c) Crítica de la teoría formal de las fuentes del deber 544 nuación 587
d) La teoría funcional de las fuentes del deber 546 ni. Las consecuencias jurídicas del delito continuado 588
e) Las condiciones de la equivalencia entre la omisión y la acción.. 547 4. La unidad de acción en el llamado "delito masa" 589
f) Nuevos desarrollos dogmáticos 547 b) El concurso ideal 590
g) La interpretación del art. 11 del Código Penal 548 1. Unidaddeacciónypluralidadenencuadramientostípicos... 590
h) Las posiciones de garante 553 2. La consecuencia jurídica del concurso ideal 591
1. Posición de garante derivada de los peligros que generan la c) El concurso real 591
propia organización de la actividad del omitente 554
2. Posición de garante derivada de la posición institucional del
omitente 557
¿) Segundo criterio de equivalencia 561 PARTE TERCERA
§ 87. El tipo subjetivo de los delitos de omisión 562 LA CUANTIFICACIONDEL DELITO
§ 88. Antijuridicidad, responsabilidad por el hecho y culpabilidad en los
delitos de omisión 563
§89. Autoría, participación y tentativa 564 Capítulo XIV
a) Autoría y participación 564 TEORÍA DE LAS AGRAVANTES Y ATENUANTES
1. La participación mediante un comportamiento omisivo en § 94. Circunstancias modificativas déla responsabilidad criminal 595
un delito de comisión 564 — Consideraciones generales 595
2. La participación activa en un delito de omisión 566
b) La tentativa de un delito de omisión 567 § 95. Circunstancias atenuantes 598
a) Fundamento 598
§90. La llamada "omisión por comisión" 567 b) Circunstancias que reducen la reprochabilidad por el hecho 599
1. La imputabilidad disminuida 599
2. El arrebato, obcecación u otro estado pasional 601
Capítulo XIII 3. La minoría de edad 601
CONCURRENCIA DE LEYES PENALES c) Circunstancias que compensan la reprochabilidad por el hecho. 601
Y CONCURRENCIA DE DELITOS 1. La confesión 604
2. Reparación del daño ocasionado a la víctima o disminución
§91. Introducción 569 de sus efectos 604
§92. El concurso (aparente) de leyes penales 570 d) Las atenuantes de análoga significación 606
a) Especialidad: lexespecialisderogatlegigenerali (art. 8°.la, Cód. e) Las eximentes incompletas 610
Penal) 572 § 96. Circunstancias agravantes 612
b) Subsidiariedad: lex primaria derogat legi subsidiariae (art. a) Circunstancias que se fundamentan en el aprovechamiento o
8°.2a, Cód. Penal) 572 creación de situaciones que facilitan la comisión del delito 612
c) Consunción: lex consumens derogat legi consumptae (art. 8°.3a, 1. La alevosía (art. 22. Ia, Cód. Penal) 612
Cód. Penal) 573 — La cuestión de los elementos objetivos de la alevosía 618
ÍNDICE GENERAL 25

2. El uso de disfraz, el abuso de superioridad y el aprovecha-


miento de las circunstancias y de la participación de otras
personas (art. 22.2a, Cód. Penal) 619
3. Obrar con abuso de confianza (art. 22.6a, Cód. Penal) 621
4. Prevalerse el culpable de su carácter público (art. 22.7a, Cód.
Penal) 621
b) Circunstancias que se fundamentan en la especial reprochabili-
dad de los motivos 622
c) Circunstancias basadas en las necesidades de prevención espe-
cial (la reincidencia) 624
§97. Circunstancia mixta de parentesco 628
§ 98. El problema de la comunicabilidad de las circunstancias. Estudio es-
pecial del art. 65 del Código Penal 629

APÉNDICE I
Tabla comparativa de las disposiciones—de las partes generales de los
códigos penales argentino y español y leyes españolas que regulan la
materia—citadas en esta obra 633

APÉNDICE II
Legislación
A. Texto de la Parte General del Código Penal español 637
B. Ley Orgánica del Poder Judicial 6/1985, del 1 de julio (art. 23) 672
C. Ley de Enjuiciamiento Criminal (art. 104) 674
D. Texto de la Parte General del Código Penal argentino 674

PARTE PRIMERA
INTRODUCCIÓN Y TEORÍA DÉLA LEY PENAL
30 ENRIQUE BACIGALUPO

al servicio del valor justicia. Por el contrario, si se entiende que la jus-


Capítulo I ticia, en este sentido, no da lugar a una función del Estado, se recu-
Cuestiones fundamentales rrirá a otras concepciones del derecho penal, en el que éste será en-
tendido de una manera diferente. Por lo general, en este caso, se jus-
tificará el derecho penal como un instrumento socialmente útil. El
valor que se asigne a estas funciones será el fundamento de la legiti-
midad del derecho penal.

3. — El enfrentamiento radical de estos puntos de vista dio lugar,


a partir del último cuarto del siglo pasado, a la "lucha de escuelas",
que no es otra cosa que una disputa en torno a los principios legiti-
mantes del derecho penal. Mientras la Escuela Clásica mantuvo el
A-El derecho pena Función y legitimación criterio legitimante de la justicia a través de las "teorías" absolutas
de la pena, la Escuela Positiva proponía como único criterio el de la
-§i- utilidad, expresándolo por medio de las modernas "teorías relativas"
LA FUNCIÓN DEL DERECHO PENAL Y LAS TEORÍAS DE LA PENA de la pena.

1. — La primera cuestión que debe abordar el estudio del derecho 4. — Esta oposición de fundamentos legitimantes vincula la cues-
penal vigente, es decir, del que surge básicamente del Código Penal tión de la pena con la concepción del Estado y con los poderes penales
(LO 10/95, del 23 de noviembre), es la concerniente a la función de las de éste. En general, se puede decir que la Escuela Clásica concebía
normas que lo integran. Se trata de responder a la pregunta: ¿para los poderes del Estado de una manera más estrecha que la Escuela
qué establece la sociedad organizada en el Estado un conjunto de Positiva. La idea de "defensa social" permitía a esta última justificar
normas que amenazan con la aplicación de una pena la ejecución de la intervención del Estado con el poder penal allí donde los clásicos
determinadas conductas? En este sentido, función del derecho penal carecían de la posibilidad de hacerlo.
y teorías de la pena tienen una estrecha relación: toda teoría de la pe-
na es una teoría de la función que debe cumplir el derecho penal. De 5. — La tensión entre las ideas vinculadas con la justicia y las re-
una manera simplificada, en el pensamiento clásico existen dos lí- feridas a la utilidad social se han dado en distintos modelos de Esta-
neas de pensamiento que procuran una respuesta a estas cuestiones; do. No existe, por lo tanto, una correspondencia que permita asociar
por un lado se sostiene que el derecho penal tiene una función meta- las teorías fundadas en la justicia con el Estado liberal y las teorías
física, consistente en la realización de un ideal de justicia; por otro, utilitarias con el Estado social1. Histórica y teóricamente las teorías
que el derecho penal tiene una función social, caracterizada por la utilitarias fueron defendidas inclusive en el marco del llamado Esta-
prevención del delito con miras a proteger ciertos intereses sociales do liberal y no precisan de una concepción intervencionista del Esta-
reconocidos por el derecho positivo (bienes jurídicos). do. Prueba de ello es que las teorías de Kant, de Feuerbach y de Grol-
man se han formulado prácticamente al mismo tiempo —fines del si-
2. — La función del derecho penal está, a su vez, vinculada de una
manera muy estrecha a las concepciones sobre su legitimidad. Si se
piensa que es una función (legítima) del Estado realizar ciertos idea- 1
Así, sin embargo, Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 53 y si-
les de justicia, el derecho penal será entendido como un instrumento guientes.
32 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 31

glo XVIII— y todas ellas se han justificado en una concepción liberal pena necesaria, para estas teorías, será aquella que produzca al au-
tor un mal (una disminución de sus derechos) que compense el mal
del Estado.
que él ha causado libremente.
6. — En la actualidad, y en lo que va del siglo, la historia del dere-
cho penal se expresa en el intento de sintetizar los dos puntos de vis- 8.—La utilidad de la pena queda totalmente fuera del fundamen-
ta opuestos. El criterio utilitario es aceptado en lo que mitiga el rigor to jurídico de la misma. Sólo es legítima la pena justa, aunque no sea
del principio de justicia (por ejemplo, mientras se admite con dife- útil. De la misma manera una pena útil, pero injusta, carecerá de le-
rente intensidad —según los ordenamientos jurídicos— la agrava- gitimidad. Los representantes más caracterizados de esta concep-
ción de penas para el reincidente y habitual, no se da cabida a la sen- ción son Kant y Hegel4.
tencia indeterminada).
"Desde hace más de dos mil años se ha intentado responder a la 9. — Contra las teorías absolutas —o de la retribución— se argu-
pregunta sobre la naturaleza de la pena con un gran número de pun- menta básicamente que:
tos de vista, razón por la cual apenas resulta imaginable que puedan a) Carecen de un fundamento empírico y son, por lo tanto, irracio-
existir nuevas respuestas"2. Estas respuestas han sido formuladas nales.
como teorías de la pena. Sin embargo, cabe señalar que las "teorías" b) Que la supresión del mal causado por el delito mediante la apli-
de la pena sólo son tales en la medida en que la expresión "teoría" se cación de una pena es puramente ficticia porque, en realidad,
tome en sentido amplio. En realidad, no se trata de teorías, sino de el mal de la pena se suma al mal del delito.
principios o axiomas legitimantes, cuya función en la ciencia del de-
recho penal es la de fundamentarlo en último término. Por tanto, las 10.—En favor de las teorías absolutas se puede sostener, sin em-
"teorías" de la pena no responden a la pregunta ¿qué es la pena?, da- bargo, que impiden la utilización del condenado para fines preventi-
do que el "ser" de la pena depende de la naturaleza que se le atribu- vos generales, es decir, para intimidar a la generalidad mediante la
ya, sino a otra pregunta: ¿bajo qué condiciones es legítima la aplica- aplicación de penas ejemplares al que ha cometido un delito (finali-
ción de una pena? dad para cuya realización la pena no necesitaría guardar relación de
proporcionalidad con la gravedad del mismo) y que, por tanto, no de-
ben estar condicionadas por la tendencia general a delinquir a la que
a — Teorías absolutas el autor del delito es ajeno. En otras palabras, impiden sacrificar al
individuo en favor de la generalidad.
7. — Una primera respuesta a esta cuestión corresponde a las lla-
madas "teorías absolutas". La pena será legítima, según ellas, si es 11. — En la actualidad, las teorías absolutas sólo pueden ser de-
la retribución de una lesión cometida culpablemente. La lesión del fendidas sobre estas bases, es decir, por su sentido limitador de la
orden jurídico cometida libremente presupone un abuso de la liber- gravedad de la pena aplicable. La necesidad de ejecución de la pena
tad que es reprochable, y por lo tanto, culpable. El fundamento de la sin ninguna consideración de sus consecuencias sociales, por el con-
pena será exclusivamente la justicia o la necesidad moral3. Las teo- trario, choca con el sentimiento jurídico moderno.
rías absolutas, en consecuencia, legitiman la pena si ésta es justa. La

4
2 Kant, Die Methaphysik der Sitten, 1797, parte II, I, E; Hegel, Grundlinien der
Mayer, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1967, p. 24. Philosophie des Rechts, 1821, § 90.
3
Mayer, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1967, p. 26.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL ENRIQUE BACIGALUPO
33

b — Teorías relativas cuanto más grave sea el mal amenazado, más fuerte será el efecto in-
timidante. Por esto, la prevención general requiere, en todo caso, lí-
12. — Las "teorías relativas" procuran legitimar la pena median- mites que no se pueden extraer de su propia lógica y que deben ser,
te la obtención de un determinado fin, o la tendencia a obtenerlo. Su por decirlo así, externos (por ejemplo, la culpabilidad del autor).
criterio legitimante es la utilidad de la pena. Si estefinconsiste en la
intimidación de la generalidad, es decir, en inhibir los impulsos de- 15. — La prevención especial ha sido sostenida en diferentes mo-
lictivos de autores potenciales indeterminados, se tratará de una mentos de la historia del derecho penal. Su fundamento es siempre
"teoría" preventivo-general de la pena. Si, por el contrario, elfincon- el mismo: la comisión de un delito revela en el autor la amenaza de
siste en obrar sobre el autor del delito cometido para que no reitere futuras lesiones del orden jurídico; la pena debe servir para evitar
su hecho, estaremos ante una "teoría" preventivo-especial o indivi- esos futuros delitos, ya que el que se cometió no puede desaparecer
dual de la pena. del mundo. Los autores más antiguos7 sostuvieron que el mal de la
pena debía actuar sobre el autor para que su impulso delictivo se con-
13. — La prevención general no es cuestionada, bajo ciertas cir- virtiera en lo contrario, en la inhibición del impulso criminal8.
cunstancias, en el momento de la amenaza de la pena: por ejemplo, Lafisonomíade esta "teoría" cambió cuando el positivismo hizo de
cuando el Código Penal en su art. 138 amenaza con privación de li- ella su teoría de la pena. Con sus nuevas características, la "teoría"
bertad al que matare a otro. El problema es diferente en el momento preventivo-especial se convirtió en el siglo XX en el punto de partida
de la individualización de la pena, cuando se debe fijar la pena mere- de lo que se puede llamar el derecho penal moderno, pues sobre su
cida por el autor dentro del máximo y del mínimo; en este caso, las base se orientaron las reformas legislativas de los códigos penales
consideraciones preventivo-generales que conduzcan a una pena su- del siglo XLX.
perior a la que corresponda por la gravedad del hecho carecen de le-
gitimidad, según la opinión más acorde con los principios constitu- 16. — La moderna "teoría" de la prevención especial se caracteri-
cionales5. Por otra parte, la existencia empírica de un efecto preven- za por el desplazamiento del acento del derecho penal desde el hecho
tivo-general de las penas ejecutadas no ha sido hasta ahora compro- cometido al autor del mismo: "El punto de vista dominante —decía
bada convincentemente y, además, es difícil que pueda serlo en algún von Liszt en su famoso Programa de Marburgo en 1882— determina
momento. la pena en relación a un hecho que parece no haber sido cometido por
ningún autor...". "No es el concepto sino el autor lo que se debe san-
14.—El representante más caracterizado de las "teorías" preven- cionar". Esta, agregaba von Liszt, era la manera de concebir correc-
tivo-generales es Feuerbach, quien sostuvo que era "una preocupa- tamente la pena retributiva, pues "Represión y prevención no cons-
ción del Estado, que se hace necesaria por el fin de la sociedad, que tituyen oposición alguna"9.
aquel que tenga tendencias antijurídicas se vea impedido psicológi-
camente de motivarse según estas tendencias"6. La amenaza de la 17. — La pena, en consecuencia, "es prevención mediante repre-
pena tendría precisamente esta función de disuadir. Pero ello permi- sión"10. Pero la manera de llevar a cabo este programa requiere que
te, como se ha objetado, elevar las penas indefinidamente, pues, la finalidad preventivo-especial de la pena se investigue en función

7
5
Cfr. Hassemer, en Hassemer - Lüderssen - Naucke, Hauptprobleme der Gene- Por ejemplo, von Grolmann, Grundsatze der Criminalrechtswissenschaft.
8
ralpravention, 1979, p. 29 y siguientes. Grolmann, Grundsatze der Criminalrechtswissenschaft, 1798, § 15.
9
6
Feuerbach, Revisión der Grundsatze und Grundbegriffe des positiven peinli- Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905,1.1, p. 175.
10
chenRechts, 1799,1.1, p. 43. Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905,1.1, p. 176 y siguientes.

3 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


36 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL

de las distintas categorías de delincuentes y no, como hasta entonces, "corregibilidad" del delincuente)16, mientras lo verdaderamente im-
de manera uniforme para cualquier autor. Para ello, la ciencia del de- portante era una clasificación apoyada en el criterio genético.
recho penal debía atender a los resultados de las investigaciones an- Desde este punto de vista los delincuentes debían clasificarse en:
tropológicas y sociológicas referentes a los delincuentes. Si se parte a) Delincuentes natos o instintivos o por tendencia congénita.
de la base de que la protección de bienes jurídicos mediante la pena b) Delincuentes locos.
requiere tres finalidades diversas: corrección, intimidación e inocui- c) Delincuentes habituales.
zación11, cabría poner en relación estos fines con las tres diferentes d) Delincuentes ocasionales.
categorías de delincuentes que proporcionaba la antropología crimi- e) Delincuentespas¿o«.a/es.
nal, sobre todo a través de las investigaciones de Lombroso y Ferri12.
No es posible afirmar que entre la clasificación de Ferri y la de von
El resultado de esta combinación de los fines de la pena con la cla- Liszt existan diferencias sustanciales, ni que éstas sean consecuen-
sificación de los delincuentes en diversas categorías empíricamente cia de la aplicación del "criterio genético" propuesto por el primero.
formuladas fue que la pena debía servir para: En general, hay una amplia coincidencia.
a) Corrección del delincuente capaz de corregirse y necesitado de
corrección. 20. — A partir de la década de los '60 la prevención especial expe-
b) Intimidación del delincuente que no requiere corrección. rimentó una nueva transformación de sufisonomía.Las clasificacio-
c) Inocuización del delincuente que carece de capacidad de co- nes de delincuentes que habían guiado la definición de losfinespre-
rrección13. ventivo-individuales de la pena fueron abandonadas y dieron paso a
conocimientos pedagógico-sociales más evolucionados. En primer
18.—Por delincuentes que carecen de capacidad de corrección en- lugar, elfinde la pena se definió de una manera uniforme a través del
tendió von Liszt a los habituales14. Los delincuentes que requieren concepto de resocialización. Se procuró dar cabida, en segundo lugar,
corrección y que son susceptibles de ella son los "principiantes de la a las consideraciones que ponen de manifiesto la corresponsabilidad
carrera delictiva". Los que no requieren corrección son los delincuen- de la sociedad en el delito, abandonando el causalismo antropológico
tes ocasionales15. y biológico anterior, cuyo déficit de verificación empírica lo hacía
científicamente insostenible. En tercer lugar, se subrayó la impor-
19. — Bajo el influjo del positivismo las clasificaciones de delin- tancia de la ejecución penal basada en la idea de tratamiento.
cuentes respecto de los que se hacía necesario determinar las diver-
sas finalidades preventivo-individuales de la pena no fue uniforme. 21.—Los tres criterios orientadores de la moderna concepción de
Ferri, sin duda el que vislumbró antes que ninguno la posibilidad, la prevención especial están sometidos a fuertes discusiones, que
luego teorizada por von Liszt, proponía en 1878 una clasificación di- provienen tanto del pensamiento conservador como del más radical:
versa de la defendida por éste. Para Ferri, la clasificación de von a) Quienes parten de la corresponsabilidad social en el fenómeno
Liszt se habría basado sólo en un criterio descriptivo (básicamente la de la delincuencia niegan el derecho de la sociedad a "resociali-
zar" al autor y proponen la "resocialización de la sociedad".
11
Liszt, Strafrechtliche Vortrage und Aufsatze, 1905,1.1, p. 164 y siguientes. b) Quienes, por el contrario, representan puntos de vista conser-
12
Lombroso, L'Uomo delinquente, 1876; Ferri, Studi cutid suü'Uomo delinquen- vadores subrayan el fracaso de la idea de tratamiento y postu-
te di Lombroso, en "Revista Europea" (De Gubernatis), 1878, p. 283 y siguientes.
13
Liszt, Strafrechtliche Vortrage und Aufsatze, 1905,1.1, p. 166.
14 16
Liszt, Strafrechtliche Vortrage und Aufsatze, 1905,1.1, p. 166. Ferri, Principii di diritto crimínale, 1928, p. 264.
15
Liszt, Strafrechtliche Vortrage und Aufsatze, 1905,1.1, ps. 171 y 172.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 38 ENRIQUE BACIGALUPO
37

lan —generalmente con una retórica profundamente indivi- 24.—La segunda orientación de las "teorías" de la unión distribu-
dualista—un retorno a las ideas penales clásicas de las teorías ye en momentos distintos la incidencia legitimante de la utilidad y la
absolutas de la pena. justicia. La utilidad es el fundamento de la pena y, por lo tanto, sólo
es legítima la pena que opere preventivamente. Pero la utilidad está
De todos modos, es de señalar la frecuencia con que el argumento sujeta a un límite: por consiguiente, sólo es legítima mientras no su-
del fracaso del tratamiento es utilizado también para atacar la idea pere el límite de la pena justa.
de resocialización. En la práctica esto significa que la pena legítima será siempre la
necesaria según un criterio de utilidad, pero la utilidad dejará de ser
legitimante cuando la pena necesaria para la prevención supere el lí-
c — Teorías de la unión mite de la pena justa. Además, una pena inútil no podrá legitimarse
sólo por el hecho de ser cubierta por la culpabilidad del autor; es de-
22. — Un tercer grupo de teorías está compuesto por las llamadas cir, una pena socialmente inútil no puede ser legitimada aunque sea
"teorías de la unión". Estas tratan de combinar los principios legiti- proporcionada ala culpabilidad18.
mantes de las teorías absolutas y de las relativas en una teoría unifi- La segunda orientación tiene mejores perspectivas desde el punto
cadora. Por lo tanto, se trata de teorías que procuran justificar la pe- de vista de la política social y, por tanto, es preferible.
na en su capacidad para reprimir (retribución) y prevenir (protec-
ción) al mismo tiempo. Dicho en otras palabras, la pena será legíti- 25. —Una decisión en favor de una de las teorías o variantes de las
ma, para estas teorías, en la medida en que sea a la vez justa y útil. teorías que hemos presentado no es posible, pues (como hace notar
Los valores de justicia y utilidad, que en las teorías absolutas resul- Naucke19) los argumentos contradictorios "provienen de campos que
tan excluyentes y en las relativas son contemplados sólo a través de no resultan comparables". En la actualidad, los juristas del derecho
la preponderancia de la utilidad (social), resultan unidos en las "teo- penal, tanto en la teoría como en la práctica, sólo pueden trabaj ar con
rías" que estamos tratando. una serie de criterios justificantes o legitimantes de la pena en dis-
tintos momentos de su dinámica: el momento de la amenaza, de la
23. — Las "teorías" de la unión deben admitir que el fin represivo aplicación y de la ejecución.
y el preventivo de la pena pueden no coincidir e inclusive ser antinó- En este sentido, Roxin ha propuesto una concepción "dialéctica"
micos. La pena justa con respecto al hecho cometido puede ser insu- de la pena, "en la medida en la que acentúa la oposición de los dife-
ficiente con referencia al autor del mismo y las necesidades preven- rentes puntos de vista y trata de alcanzar una síntesis20 consiste, se-
tivas que éste plantea a la sociedad. Este conflicto definesy de crite- gún Roxin, en que, en el momento de la amenaza, elfinde la pena es
rios legitimantes se debe resolver, como es lógico, optando por uno de la prevención general; en el de la determinación de la pena, los fines
ellos, al que se otorga preponderancia sobre el otro. preventivos son limitados por la medida de la gravedad de la culpa-
Esto permite configurar dos orientaciones diversas de las "teo- bilidad; y en el momento de la ejecución, adquieren preponderancia
rías" de la unión en su versión moderna. La primera de ellas da pre- los fines resocializadores (prevención especial).
ponderancia a la justicia sobre la utilidad, es decir, a la represión so-
bre la prevención. De acuerdo con esto, la utilidad de la pena puede
contemplarse legítimamente siempre y cuando no se requiera ni ex-
ceder ni atenuar la pena justa17. Roxin, StrafrechtlicheGrundlagenprobleme, 1973, p. 1 y siguientes.
19
Naucke, Strafrechts, eineEinführung, 3aed., 1980, p. 55.
20
Roxin, Strafrechtliche Grundlagenprobleme, 1973, p. 28 y también p. 16; Zugal-
17
Maurach, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, 4a ed., 1971, p. 63. día Espinar, en "Revista del Poder Judicial", n° 13,1989, p. 83 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 39 40 ENRIQUE BACIGALUPO

d—Teoría de la prevención general positiva dor del contacto social" y que "el contenido de la pena, por tanto, es el
rechazo de la desautorización de la norma, llevado a cabo a costa de
26. — El panorama de las teorías de la pena se ha visto considera- quien la ha quebrantado" 25 .
blemente modificado en la actualidad por puntos de vista novedosos. La pena tiene, en este sentido, la función de ratificar las normas
Las teorías preventivas tradicionales se habían apoyado en consi- que han sido vulneradas y, de esta manera, reforzar la confianza ge-
deraciones empíricas que no han podido ser demostradas. La pre- neral en las mismas. Esta confianza, sin embargo, no consiste en la
vención por medio de la coacción psicológica, tanto como la resociali- creencia de que nunca más se cometerán hechos semejantes, pues
zación son fines que no se pueden verificar como verdaderamente al- "destinatarios de la pena, en primera línea, no son algunas personas
canzables y ello determina que "sus afirmaciones sobre situaciones y consideradas como autores potenciales, sino que todas las personas
desarrollos empíricos sean metodológicamente atacables21. "Las tienen que saber lo que deben esperar en estas situaciones"26. La
fundamentaciones referentes a intervenciones en la libertad y en el función de la pena es, resumiendo, "prevención general mediante
patrimonio, como las que ocasiona la pena, pierden, en caso de falta ejercicio del reconocimiento de la norma" 27 .
de base, no sólo su dignidad científica, sino también su legitimidad Con esta formulación del problema se obvian, sin duda, las obje-
práctico-normativa"22. ciones que, por lo general, han invalidado otras teorías de la pena, en
la medida en que éstas hacían referencia a ciertas consecuencias que
27.—Las teorías de la prevención especial fundadas en la resocia- requerían una verificación empírica.
lización, por otra parte, genera también —como se vio— críticas so-
bre la legitimidad ética de tal finalidad y sobre la posibilidad de un 29.—La teoría de la prevención general positiva, sin embargo, ha
tratamiento verdaderamente resocializador en el marco de los esta- sido criticada porque se considera que niega la ideología de la reso-
blecimientos carcelarios23. cialización sin acompañar su crítica "de la creación de instrumentos
alternativos a los del derecho penal que ataquen los conflictos de la
28. — Partiendo de estos puntos de vista se postula en la actuali- desviación en sus orígenes y que sean compatibles con la reintegra-
dad que la función de la pena es la prevención general positiva, es de- ción social del autor, de la víctima y del ambiente" 28 .
cir, "la reacción estatal a hechos punibles, que al mismo tiempo im- Esta crítica, de cualquier manera, no tiene en cuenta que la teoría
porta un apoyo y un auxilio para la conciencia normativa social", o de la prevención general positiva no impide, aunque no exija, un de-
sea, "la afirmación y aseguramiento de las normas fundamenta- sarrollo del tratamiento en la fase de la ejecución penal. Por otra par-
les"24. Esto mismo se sostiene también diciendo que la "tarea del de- te, la teoría de la prevención general positiva tiene el mérito de no ge-
recho penal es el mantenimiento de la norma, como modelo orienta- nerar falsos optimismos en relación a las posibilidades de la ejecu-
ción de la pena privativa de libertad y, de esta manera, origina, nece-
sariamente, una discusión sobre las alternativas reales a esta pena.
21
Hassemer, en Hassemer - Lüderssen - Naucke, Fortschritte ira Strafrecht durch
die Sozialwissenschaften, 1983, ps. 39 y ss. y 50. 30. — La teoría de la prevención general positiva tiene mucho a su
22
Hassemer, en Hassemer - Lüderssen - Naucke, Fortschritte im Strafrecht durch
die Sozialwissenschaften, 1983, p. 56. favor. Sin embargo, es preciso poner de manifiesto que la cuestión del
23
Así, por ejemplo, se considera totalmente utópica la posibilidad de una "terapia
social emancipadora" en la ejecución penal, como lo propone Haffke, en Lüderssen -
Sack, Seminar Abweichendes Verhalten, t. III, 2, p. 291 y siguientes. 25
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 7 y siguientes.
24
Hassemer, en Hassemer - Lüderssen - Naucke, Fortschritte im Strafrecht durch 26
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 9.
die Sozialwissenschaften, 1983, p. 64; ídem, Einführung in die Grundlagen des Stra- 27
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 9.
frechts, 1981, p. 296. 28
Baratta, en Dei delitti e dellepene, 1/84, p. 21.
42 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 41

fin de la pena y de su legitimación es realmente una cuestión última zando y castigando. El castigo entra en consideración cada vez que la
en la que prácticamente no es posible una respuesta que pueda resol- amenaza fracasa en su intención de motivar. Sería falso creer que só-
ver todos los problemas a la vez. Como en todos los problemas últi- lo se cometen aquellos delitos que se castigan. En realidad, es preci-
mos, se necesita una decisión en favor de alguno de los puntos de vis- so distinguir entre delitos cometidos y delitos sancionados. La suma
ta que aparezcan como suficientemente consistentes. Tal decisión se de delitos cometidos y la de los delitos sancionados no coincide. La di-
podrá admitir si con ella no se pretende cerrar la discusión sobre la ferencia es conocida como cifra negra de la delincuencia, expresión
misma y su contenido, es decir, si no se dogmatiza la decisión y se la con la que se quiere designar a los casos no descubiertos pero que se
sustrae definitivamente de los contenidos discutibles. sabe, con un grado plausible de seguridad, que han sido cometidos.
El problema de la cifra negra varía considerablemente de uno a otro
La decisión en favor de la prevención general positiva requiere por delito. La cifra negra del hurto o del aborto es generalmente muy al-
lo tanto que, al mismo tiempo, no se cierre la discusión sobre el pro- ta, mientras que en otros delitos no'lo es tanto.
greso de la idea de un derecho penal más humano.
El tema se vincula actualmente con el problema sociológico-crimi-
31.—El derecho penal, visto desde esta perspectiva, cumple (jun- nal de los mecanismos de selección. La interpretación del significado
to con otros ordenamientos normativos) una función reparadora del de este fenómeno de la cifra negra ofrece muy diversas alternativas
equilibrio de un sistema social perturbado por el delito, de la que va- en la actualidad, en la medida en que se parte de la base de que la ci-
mos a ocuparnos más adelante. fra negra no es una resultante casual del fenómeno criminal, sino
que tiene un significado más profundo e, inclusive, una función so-
cial específica.
32. — Delito, por lo tanto, entendido en el sentido más general de
la expresión, será una forma de comportamiento desviado que se
considera grave dentro de un sistema social y que es calificado como 35. — En resumen, cabe señalar que el derecho penal forma parte
tal por órganos legislativos con competencia para ello. Lo que carac- del "aparato de imposición" (Parsons) necesario para el manteni-
teriza a todo comportamiento desviado y, por consiguiente, también miento de la estabilidad de una sociedad. Se trata de la última ins-
al delito, es su divergencia respecto de los modelos aceptados de con- tancia de dicho aparato: la que "consiste en la utilización de fuerza fí-
ducta, es decir, de los comportamientos que cumplen con las expecta- sica para impedir acciones perturbadoras"29.
tivas sociales institucionalizadas. Estas expectativas se expresan en
normas, o sea, a través de la comunicación de deseos en la forma de 36.—Las siguientes palabras de Jakobs (1/3) permiten resumir el
órdenes o imperativos. punto de vista de la teoría de la prevención general positiva de mane-
ra adecuada: "lo ilícito es un mal y el deber de soportar el costo de es-
33.—Una norma, en este sentido, puede caracterizarse como una te mal que incumbe al autor es también un mal. Sin embargo, no es
orden que pone de manifiesto un comportamiento que no se debe rea- posible definir la pena como la aplicación de un mal por el mal come-
lizar o reclama la realización de un comportamiento necesario para tido: sería irrazonable 'pretender causar un mal simplemente por-
la conservación de un cierto estado social. Ejemplo de la primera va- que ya existe otro mal'; esta secuencia de los males sólo considera su
riante sería la norma que dice "no debes matar"; ejemplo de la segun- 'carácter superficial'. La pena debe ser definida positivamente: es
da, la que impone el pago de impuestos: "paga al Estado determina-
da cantidad de dinero en concepto de impuestos".
29
Parsons, "Recht und soziale Kontrolle", en Studien und Materialien zur Rechts-
34.—De esta forma, se puede afirmar que el derecho penal procu- soziologie, comp. por Hans Joachim Hirsch y Manfred Rehbinder, 1967, n° 28, p. 121 y
siguientes.
ra mantener un determinado equilibrio del sistema social, amena-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 43 44 ENRIQUE BACIGALUPO

demostración de la validez de la norma a cargo de quien era compe- nalidades de la sociedad que el legislador quiere proteger amenazan-
tente (para su cumplimiento). De esta manera salta a la vista un mal, do a quienes los ataquen con la aplicación de una pena; de esta forma,
pero la pena no cumple su función a través de este efecto, sino sólo tales intereses se convierten, a través de su reconocimiento en el or-
con la estabilización de la norma lesionada". den jurídico positivo, en bienes jurídicos. De la idea de protección de
bienes jurídicos se deducen en la teoría límites para el ius puniendi,
37. — Naturalmente, una teoría como ésta permite superar la crí- es decir para el derecho de dictar leyes penales que el art. 149.1.6a de
tica de las teorías absolutas basada en su irracionalidad, es decir, en la CE acuerda al Estado.
la ausencia de una finalidad social que justifique la aplicación de las En particular se sostiene que no protegen ningún bien jurídico las
penas. En efecto, en tanto la pena tiene la finalidad de estabilizar la amenazas penales arbitrarias, las normas que establecen finalida-
vigencia de la norma vulnerada por el autor, adquiere una función des puramente ideológicas o morales, crean desigualdades injustifi-
social utilitaria, consistente en la comunicación de un determinado cadas entre las personas o imponen penas a la expresión de opinio-
mensaje destinado a fortalecer la confianza en la vigencia de la nor- nes 32 . Al mismo tiempo se admite que no ha sido totalmente aclara-
ma infringida. Por ello, constituye un medio para lograr unfinsocial - do si "a través de la concreción del concepto material del delito alcan-
mente positivo. Todo esto no excluye, como es claro, la posibilidad de zada a través de la limitación a la protección de bienes jurídicos sólo
una articulación de la teoría de la prevención general positiva con tiene implicaciones político-criminales o también posee efecto jurídi-
teorías absolutas en la forma propia de las teorías de la unión30. De co-vinculante, con la consecuencia que una norma jurídico penal que
esta manera desaparecerían las razones para sostener que la teoría choque con ella carezca de validez"33.
de la prevención general positiva "carece de un criterio para la limi-
tación de la duración de la pena"31. 39. — La teoría del bien jurídico —sin embargo— no tiene en sí
misma las posibilidades de limitar el uso del derecho penal sólo a la
protección de bienes jurídicos.
En todo caso, en la medida en la que prácticamente todo interés,
- § 2 - toda finalidad o cualquier función del sistema social se puede consi-
¿ESTABILIZACION DE EXPECTATIVAS NORMATIVAS, derar un bien jurídico, la capacidad limitadora del concepto de bien
PROTECCIÓN DE VALORES ETICO-SOCIALES DE ACCIÓN jurídico es, en verdad, nula. Más aún, las limitaciones del ius punien-
O PROTECCIÓN DE BIENES JURÍDICOS? di no surgen de la reducción del concepto de delito a la protección de
bienes jurídicos en el sentido de la teoría expuesta, sino de los valo-
—a— res superiores del ordenamiento jurídico que establece el art. I o de la
38. — El derecho penal moderno (a partir de Binding) se ha desa- CE: la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son in-
rrollado desde la idea de protección de bienes jurídicos. De acuerdo herentes y el libre desarrollo de la personalidad.
con ella, el legislador amenaza con pena las acciones que vulneran (o
ponen en peligro) determinados intereses de una sociedad determi-
nada. La vida, la libertad, la propiedad, etcétera, son intereses o fi-
40. — Frente a este punto de vista (dominante en la doctrina ac-
tual) se sostiene que "la tarea del derecho penal consiste en la protec-
30
En este sentido: Neumann, Zurechnung und "Vorverschulden", 1985; sobre las
32
"teorías de la unión" vexsupra § 1, c). Cfr. Roxin, Strafrechtliche Grundlagenprobleme, 1973, § 2, IV.
31 33
Roxin, Strafrechtliche Grundlagenprobleme, 1973, ps. 3 a 31. Roxin, Strafrechtliche Grundlagenprobleme, 1973, § 2, IX.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 45 46 ENRIQUE BACIGALUPO

ción de bienes jurídicos a través de la protección de valores ético-so- mentales de ellos derivados, marcan los límites del legislador para la
ciales elementales de acción"34. En su limitación a los deberes ele- creación de normas penales (arts. Io, 10,14 y ss. y 53, CE).
mentales (afirma Welzel35) "el derecho penal cumple una significati-
va función, configuradora de las costumbres" (sittenbildende Funk- 43. — Un problema de difícil solución, vinculado a lo antedicho,
tion). El giro sugerido por Welzel es consecuencia de una concepción concierne a los límites hasta los que el derecho penal se extiende pa-
del derecho penal que puede ofrecer reparos en el marco de una Cons- ra sancionar acciones que pueden generar un peligro de infracción de
titución que garantiza el pluralismo y la libertad ideológica y religio- normas que protegen ciertos intereses importantes. Por ejemplo: el
sa, así como el libre desarrollo de la personalidad. delito de tenencia de armas (arts. 563 y ss., Cód. Penal español) im-
plica un adelanto de la protección de las normas que protegen, a su
— C — vez, la vida, la integridad corporal y, en ocasiones, la libertad de otro;
los delitos de falsedad documental (arts. 390 y ss., Cód. Penal espa-
41.—Desde la perspectiva del funcionalismo sistémico, la función ñol) también son un adelanto de la protección de las normas que pro-
del derecho penal no es la consolidación de un estado de cosas, sino la hiben la estafa (art. 248, Cód. Penal español), entre otros delitos. Con
configuración de la identidad de una sociedad; lo decisivo son las re- razón se ha señalado que "una totalización de la protección de bienes
glas que establecen esta identidad, y no los bienes o situaciones. Por particulares significa siempre, al mismo tiempo, una minimaliza-
ello, el derecho penal tiene la misión de garantizar normas. Las nor- ción de la libertad y de la privacidad"37.
mas, por su parte, autorizan la lesión de bienes y la modificación de
situaciones cuando ello es necesario para el desarrollo de la sociedad: En este sentido, los delitos de peligro abstracto pueden dar lugar a
se autoriza a producir ciertos peligros con el tráfico automotor y la una limitación incompatible constitucionalmente con la garantía de
concreción de estos peligros en daños no se imputa al autor que se derechos fundamentales, cuando impliquen una limitación, por
mantuvo dentro del límite del riesgo permitido. "Sociedad es la cons- ejemplo de la libertad, que afecte al "contenido esencial" (art. 53.1,
trucción de un nexo comunicativo, que, en todo caso, siempre puede CE) de este derecho38. En este punto es evidente la importancia del
ser configurado de una manera diferente a como se lo ha configurado modelo de una sociedad libre del que se parta: el contenido esencial
concretamente, de lo contrario no sería una construcción). Dado que de la libertad de acción está históricamente condicionado por el sen-
se trata de la configuración y no de la consolidación de un estado de timiento jurídico de una sociedad en un momento determinado.
cosas, la identidad de la sociedad se determina por las reglas que la
configuran, es decir, por las normas y no por los estados de cosas o los
bienes"36.
- § 3 -
LA EXTENSIÓN DE LAS FUNCIONES DEL DERECHO PENAL:
42. — En suma: las normas son el objeto de protección de las nor-
EL SISTEMA DE "DOBLE VIA"
mas penales. Los valores superiores del ordenamiento jurídico (liber-
tad, justicia, igualdad y pluralismo político), así como los llamados 44.—El derecho penal del siglo XX se ha caracterizado por una ex-
fundamentos del orden político y la paz social y los derechos funda- tensión de sus funciones.

34
Welzel,Das deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 5.
35
Welzel, Das deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 5. 37
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, nros. 2/25, b).
36 38
Jakobs, Gesellschaft - Norm - Person in einer Theorie funktionalen Strafrechts, Sobre los criterios materiales para resolver esta cuestión ver Jakobs, Strafrecht,
P-4. Allgemeiner Teil, 1983, nros. 2/25, c).
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 47 48 ENRIQUE BACIGALUPO

El derecho antiguo, nacido bajo la influencia de las teorías absolu-. siempre voluntarias, a no ser que conste lo contrario", es decir, que
tas (ver supra, § 1, a) no tenía a su cargo la prevención de los compor- contenía una presunción de la culpabilidad.
tamientos delictivos futuros de quien había cometido un delito. Su
función era la represión de los hechos punibles pasados, es decir, la 46. — El legislador se propuso en 1983 (LO 8/83) recomponer las
retribución de la culpabilidad exteriorizada por el autor en el delito relaciones entre el derecho vigente y el principio de culpabilidad, pe-
cometido. L&peligrosidad futura del autor era ajena a sus preocupa- ro la reforma sólo resolvió un aspecto de la cuestión, sin duda impor-
ciones. Desdefinalesdel siglo XIX, el derecho penal extendió su ám- tante, pero parcial. La LO 8/83 eliminó la presunción de la voluntad
bito de acción a la peligrosidad, para lo cual incorporó al sistema de e introdujo el art. 6 bis, a) del Cód. Penal (actual art. 14), que regula-
consecuencias jurídicas del delito las medidas de seguridad. El siste- ba el error de tipo y el de prohibición. Pero, en relación con la reinci-
ma resultante (penas-medidas de seguridad) se llamó de "doble vía". dencia, solamente mitigó el rigor de la pena aplicable excluyendo la
agravación prevista en el art. 61.6a (redacción de la ley 81/78) para
los casos de multirreincidencia, que permitía aplicar la pena supe-
—a— rior en grado en toda su extensión (la agravación podía alcanzar a los
45. — El derecho español, sin embargo, ha permanecido —lo mis- dos grados a partir de la segunda reincidencia en el Código de 1944).
mo que el francés— en cierto sentido ajeno a esta discusión, pues
mantiene un tratamiento separado de los problemas de la peligrosi- 41. — Los intentos de la jurisprudencia de entender la agravante
dad, según provengan de un incapaz de culpabilidad o de un sujeto de reincidencia de una manera adecuada al principio de culpabilidad
culpable (el caso del reincidente). El art. 8.1° del Cód. Penal español (SSTS del 6/4/90; 15/10/90; 5/11/90; 22/4/91) y otorgar, de esa mane-
de 1848 preveía ciertamente el internamiento de inimputables o in- ra, una base para un sistema de doble vía, no han sido aceptados de
capaces de culpabilidad, pero la reincidencia, que contemplaba en el manera unánime39. La STC150/91 tampoco aclaró convincentemen-
art. 10.16° y 17°, se contemplaba como una circunstancia agravante te el problema de la compatibilidad del tratamiento de la reinciden-
de la pena. Es claro que tanto los inimputables peligrosos como los cia con el derecho vigente, según el entendimiento clásico, y el prin-
reincidentes, que exteriorizaban una tendencia a la comisión de de- cipio de culpabilidad.
litos, representaban un problema único: la recaída en el delito en el
futuro, consecuencia de un impulso delictivo ya exteriorizado. La 48. — En consecuencia la evolución hacia un auténtico derecho
dualidad de tratamiento de ambas situaciones revelaba, por un lado, penal de culpabilidad se encuentra detenida por la férrea resistencia
una cierta incomprensión del fenómeno y, por otro, una concepción que opone una concepción monista del sistema de sanciones, que no
de la pena dudosamente compatible con elprincipio de la culpabili- ha puesto en duda la utilización de la pena para resolver el problema
dad por el hecho. En efecto, si la pena se emplea —aunque sólo sea en de la peligrosidad. Ello ha impedido también que la reforma del Có-
el caso de la reincidencia— para prevenir la comisión de hechos futu- digo Penal español de 1995 haya estructurado un auténtico sistema
ros en el caso de autores peligrosos, se da lugar a un sistema monista de "doble vía" tal como lo venían postulando las reformas penales eu-
de sanciones penales, que desconoce las conexiones entre la pena y la ropeas (por ejemplo, Código Penal alemán de 1969; italiano de 1930;
culpabilidad, sistema que, por lo demás, no era realizado coherente- suizo de 1937).
mente, dada la solución adoptada para los incapaces de culpabilidad.
Estas inconsecuencias del derecho penal de 1848 con el principio
de culpabilidad, por otra parte, no eran las únicas. También chocaba 39
con este principio el art. Io del Cód. Penal español de 1848 que esta- Cfr. Zugaldía Espinar, en "Revista del Poder Judicial", n° 13,1989, p. 85 y ss.;
Mir Puig, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", t. XLVI, 1993,p.ll39yss.;
blecía que "las acciones u omisiones penadas por la ley se reputan Diez Ripollés, en LLespañola, ejemplar del 30/4/93, p. 1 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 49 50 ENRIQUE BACIGALUPO

- 6 - tra en el terreno de la medida de seguridad"42. Este mismo pasaje de


49. — En el derecho penal moderno, por el contrario, se sostiene von Liszt explica por qué motivo las "teorías de la unión" encuentran
que "toda pena presupone la culpabilidad del autor en la comisión de dificultades conceptuales en fundamentar una distinción entre pe-
un hecho que pertenece al pasado; toda medida de seguridad —por el nas y medidas. En la teoría moderna, las "teorías de la unión" sólo
contrario— presupone una peligrosidad duradera del autor en rela- pueden diferenciar ambos conceptos mediante el criterio limitador a
ción al futuro"40. A partir de estas consideraciones se explica que las que responden pena y medida de seguridad: "Llamamos pena a la
medidas de seguridad no constituyan necesariamente una alternati- sanción que reprime comportamientos socialmente insoportables en
va a la pena, sino que "frecuentemente sean aplicadas junto con el- tanto está limitada por el principio de culpabilidad, y medida en tan-
las"41. Ello pone de manifiesto que un sistema de doble vía no se ca- to está limitada por el principio de proporcionalidad"43.
racteriza porque el ordenamiento prevé penas para capaces de culpa-
bilidad}/ medidas de seguridad para incapaces de culpabilidad, sino 52. — El criterio limitador de la gravedad de la intervención del
porque el sistema de reacciones penales prevé penas para los culpa- Estado en la forma de pena o medida deja de cumplir su muy preca-
bles y medidas para los peligrosos (capaces o no de culpabilidad). ria función si esta limitación se concibe de una manera unitaria en
base al principio de proporcionalidad44. Si no hay diferencia en la li-
— C —
mitación ni en el fundamento es evidente que no caben formas posi-
bles de distinción.
50. — La fundamentación de un sistema dualista no es obvia ni
mucho menos. Una estricta separación entre penas y medidas sólo es 53.—Desde otro punto de vista, la distinción parece altamente di-
posible en tanto la pena se entienda desde el punto de vista de las teo- ficultosa si se sostiene, como Welzel45, que el criterio utilitarista no
rías absolutas. Por el contrario, la fundamentación se torna especial- es suficiente para fundamentar las medidas de seguridad y "siempre
mente discutida cuando la pena se concibe según las "teorías de la habrá que investigar su admisibilidad moral frente al individuo".
unión". Sin embargo Welzel pretende que este fundamento moral sea lo que
legitima al Estado en la aplicación de la medida sin que implique, co-
51. — En efecto, las "teorías" relativas de la prevención especial a mo presupuesto, la reprochabilidad del autor: "Toda libertad exter-
partir de von Liszt carecían de la posibilidad conceptual de distin- na o social se justifica en última instancia a partir de la libertad inte-
ción, porque pena y medida tenían el mismofin:incidir sobre el au- rior o moralmente obligada. El que no es capaz de autodetermina-
tor para evitar la reincidencia. Desde este punto de vista es compren- ción por carecer de libertad (como el enfermo mental) o no es suficien-
sible que von Liszt afirmara que "si la medida de seguridad se conec- temente capaz como consecuencia de sus malas aptitudes, taras o
ta a la comisión de una acción punible, es posible que asuma en ella hábitos, no puede pretender una total libertad social"46. La argu-
la esencia de la pena (un mal vinculado a un juicio de disvalor), y es- mentación de Welzel dej a de todos modos muy poco margen para una
to inclusive desde el punto de vista de la teoría de la retribución. En
tanto esta teoría admite, aunque sólo sea secundariamente, la perse-
cución de la corrección y la seguridad, cabe afirmar que la pena pene-
42
Liszt, Lehrbuch des deutschenStrafrechts, 23a ed., 1921, p. 247.
43
Roxin, Strafrechtliche Grundlagenprobleme, 1973, p. 57.
44
Hassemer - Ellscheid, en Seminar Abweichendes Verhalten, 1975, t. II, p. 266 y
40
Roxin, Strafrechtliche Grundlagenpróbleme, 1973, § 3; en idéntico sentido Mir siguientes.
Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 8 y siguientes. 45
Welzel, Das deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 245.
41 46
Roxin, Strafrechtliche Grundlagenprobleme, 1973, § 3. Welzel, Das deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 245.

4 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 52 ENRIQUE BACIGALUPO
51

distinción satisfactoria, pues también las medidas operarían aquí punto de vista de la relación entre la medida y la finalidad del man-
represivamente47. tenimiento de la validez de la norma50. En este sentido distingue en-
tre medidas complementadoras de la pena (pues se aplican a perso-
54. — La distinción entre penas y medidas y, por lo tanto, la base nas que no han obrado culpablemente) y medidas impuestas en lu-
del sistema dualista, tiende a perder sostén legal en las legislaciones gar de una pena (que se ejecutan en su lugar). Esta clasificación de
modernas por la aceptación cada vez más difundida del llamado las medidas responde a un derecho positivo mucho más complejo que
principio vicarial, según el cual el tiempo de cumplimiento de una el español vigente en esta materia, como es el caso del derecho ale-
medida de seguridad privativa de libertad es compatible como cum- mán después de 1975. De todos modos, el punto de vista de Jakobs
plimiento de la pena privativa de libertad48. permite formular principios plausibles de legitimidad, que, por otra
parte, muestran hasta qué punto una separación total de penas y
55. — En razón de las dificultades teóricas y de las tendencias le- medidas acaso sólo sea posible en el supuesto de medidas de seguri-
gislativas apuntadas resulta en la actualidad muy problemático el dad que reemplazan una pena.
futuro del sistema dualista o de "doble vía". Sin embargo, no parece
que el sistema monista se vaya a imponer en forma inmediata. 58. — Como se verá, desde esta perspectiva la teoría de la preven-
ción general positiva parece hacer más una descripción de la situa-
56.—En la teoría española cabe destacar el intento de Antón One- ción legal actual que una legitimación de la misma. Sin embargo,
ca, quien propuso la creación de una "tercera vía". "Entre la pena re- una correcta caracterización de esta problemática pondrá de mani-
tributiva y orientada principalmente a la prevención general y la fiesto que se trata de una legitimación por la vinculación de las me-
medida de prevención individual para los irresponsables, quedaría didas con la estabilización de las normas.
la zona cubierta por las sanciones destinadas a aquellos imputables
en quienes se ha descubierto una peligrosidad grave, desproporcio- 59. — En el caso de las medidas complementadoras de la pena (so-
nada con la levedad del delito, y que no sería eficazmente combatida bre todo las que se aplican a reincidentes), tienen también una fun-
con una pena a éste proporcionada"49. El punto de vista de Antón ción vinculada con el mantenimiento de la validez de la norma; la
Oneca no permite, en realidad, superar los problemas teóricos ya se- medida tiene una función auxiliar similar a la de la pena51.
ñalados, pero preanunció hace casi medio siglo la configuración que
hoy presenta el derecho penal y que es, precisamente, la que ha mi- 60. — Esta conexión entre medida y validez de la norma ya no se
nado la consistencia del principio de "doble vía". daría en el caso de las medidas aplicadas en reemplazo de una pena
(art. 20. Io, Cód. Penal español), en cuyo caso "la meta (a diferencia de
51. — Prácticamente en esta dirección se orientan hoy, mutatis lo que ocurre en el caso de las complementadoras) no es la validez de
mutandis, los partidarios de la teoría de la prevención general posi- la norma, sino la eliminación del peligro"52. Aquí la medida asume
tiva. Jakobs ha formulado distintos criterios diferenciando desde el una función independiente dando una solución propia al conflicto.

47
Marquardt, Dogmatische und Kriminologische Aspekte des Vikarierens von 50
Strafe undMassregel, 1972, p. 31. Jakobs, Strafrecht, AUgemeiner Teil, 1983, p. 24 y siguientes.
51
48
Bacigalupo, en "Cuadernos de Política Criminal", 1977, n° 2, p. 18 y ss.; cfr. Quin- Aquí no es posible entrar en la naturaleza del efecto agravante de la pena previs-
tero Olivares, Introducción al derecho penal. Parte general, 1981, p. 28 y siguientes. ta en el derecho español, art. 22.8a, Cód. Penal, sin embargo ésta es una discusión que no
49
Antón Oneca, La prevención general y la prevención especial en la teoría de lape- se debe demorar. VerSTS del 6/4/90, rec. 3/17.
52
na, 1944, p. 115. Jakobs, Strafrecht, AUgemeiner Teil, 1983, p. 26.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 54 ENRIQUE BACIGALUPO
53

61. — Por último, en el supuesto de las medidas impuestas en lu- "alto grado de reprochabilidad de la actitud del autor"56. Por otro, se
gar de una pena (caso de aplicación del principio vicarial: art. 19, reconduce la distinción a la diferencia entre la infracción de normas
Cód. Penal español) se trata de estabilizar la norma quebrantada, que "definen la identidad de una sociedad, de un Estado, de perso-
"en tanto se elevan las posibilidades fácticas de su observancia"53. Se nas" y la de otras que no pertenecen a este núcleo de normas57.
procura mediante estas medidas asegurar la validez de la norma ac-
tuando sobre la tendencia lesiva del autor. 64. — El punto de apoyo constitucional de la distinción, de cual-
quier manera, se encuentra en el art. 25.3 de la CE que autoriza a la
Administración a imponer sanciones, siempre que éstas no impli-
quen, directa o subsidiariamente, privación de libertad. De esta ma-
- § 4 - nera desaparecen las dudas sobre la legitimidad de las sanciones ad-
EL DERECHO PENAL EN EL SISTEMA SANCIONATORIO ministrativas en el ordenamiento jurídico español58.
DEL DERECHO PUBLICO El precepto, cuyo contenido es correcto, no debe favorecer la erró-
nea creencia de que la pena privativa de la libertad es la que verda-
62. — El derecho penal sólo es una parte del sistema de sanciones deramente debe caracterizar al derecho penal criminal. Tal punto de
estatales. Además de las penas y las medidas el Estado dispone de vista se aleja de los postulados político-criminales hoy comúnmente
sanciones administrativas, establecidas en leyes especiales, cuya aceptados, de acuerdo con los cuales se tiende a reducir la aplicación
aplicación se regula en el Título LX de la ley 30/1992, de Régimen Ju- de la privación de libertad al mínimo imprescindible.
rídico de las AAPP y del Procedimiento Administrativo Común. Una
diferencia material entre las ilicitudes sancionadas administrativa- 65.—De todas formas, resulta claro que el derecho penal criminal
mente y los delitos del derecho penal criminal no ha sido hasta el mo- y el sancionatorio administrativo forman parte del sistema jurídico
mento convincentemente formulada. Los esfuerzos realizados en es- de sanciones estatales y que toda política criminal debe diseñar un
te sentido se han basado en distinciones carentes de operatividad. programa en el que se establezca con precisión qué conductas se pre-
Así, las distinciones entre "autorización de la voluntad" (Wollendür- tende sancionar criminalmente y cuáles, por el contrario, se conside-
fen) y "bienestar" (Wohlfahrt) propuesta por Goldschmidt54 o la dife- ran de un rango menor y sólo merecedoras de sanciones administra-
renciación entre "valores de justicia" y "valores de bienestar" sugeri- tivas. En el Código Penal vigente existen preceptos que, muy proba-
da por Erik Wolf55, no han podido determinar claramente el ámbito blemente, deberían ser trasladados al derecho sancionatorio admi-
correspondiente a las sanciones administrativas y el que es propio nistrativo, por ejemplo: los arts. 293 y 294 del Cód. Penal español.
del derecho penal.
66. — La materia propia de las sanciones administrativas no se
63. — Los autores modernos se limitan a establecer criterios de debe confundir con la correspondiente al Libro III del Código Penal,
distinción menos rígidos que los ya comentados. Por un lado, se sos- es decir, las faltas. Por regla éstas no son sino supuestos de delitos en
tiene que la diferencia reside en criterios referentes al merecimiento los que —por lo general por razones cuantitativas— se considera que
de pena, que requieren "un grado considerable de peligrosidad" y un
56
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1978, p. 58 y si-
guientes.
57
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 26. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 50 y siguientes.
58
Goldschmidt, Das Verwaltungsstrafrecht, 1902, p. 529 y siguientes. Bacigalupo, Sanciones administrativas, 1991, con una exposición de la discu-
Wolf, FestgabefürFrank, 1930, t. II, p. 516 y siguientes. sión al respecto.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 55 56 ENRIQUE B ACIGALUPO

la ilicitud es de menor gravedad y requiere sólo una pena (criminal) 70. — El interés del conocimiento dogmático se vincula a la tarea
atenuada especialmente. de la aplicación del derecho penal a los casos que juzgan o deben juz-
gar los tribunales. Por ello, con la ayuda de los instrumentos concep-
tuales de la dogmática, el jurista del derecho penal debe poder con-
testar de una manera técnicamente aceptable: 1) si el autor de un he-
cho es punible y, 2) cómo debe ser punible 60 .
B - Dogmática penal, criminología y política caminal
71.—Dado que la dogmática penal debe permitir contestar la pre-
67. — En principio, se puede afirmar que el delito y las institucio- gunta referente a si un hecho es o no delito, es preciso analizar sus re-
nes vinculadas a su control son objeto de consideración por parte del laciones con otros conocimientos que se ocupan del derecho penal.
derecho, de la criminología y de la política criminal. Las relaciones de Así, cabe buscar los límites de la dogmática en dos sentidos: respecto
los diversos modos de tratamiento han dado lugar a entendimientos de la criminología y de la política criminal. Estos límites no han sido
que no siempre son coincidentes. Resulta conveniente un análisis se- constantes en la historia científica del derecho penal, como se verá a
parado de las cuestiones que plantean la criminología y la política continuación. Pero la cuestión de los límites tiene importancia, pues
criminal en su relación con la dogmática penal. determina cuáles son los conocimientos o consideraciones que es le-
gítimo utilizar en la respuesta a las preguntas sobre el si y el cómo de
la punibilidad. Por ejemplo: la comprobación de que el autor de un
-§5- hecho reúne características personales que corresponderían al tipo
genérico de "hombre delincuente" tuvo en otra época el carácter de
LA DOGMÁTICA PENAL
un conocimiento científico; sin embargo, se trata de un conocimiento
68. — La presente exposición del derecho penal es una exposición que carece de legitimación a estos fines.
dogmática. Con esto se quiere decir, ante todo, que se tratará de los
conceptos y del sistema de los mismos mediante los cuales los juris-
tas del derecho penal aplican éste a los casos que lo requieren. Los - § 6 -
conceptos de la dogmática tienen, por ende, una finalidad práctica. EL MÉTODO DE LA DOGMÁTICA PENAL

69. — La dogmática procura una aplicación altamente objetiva 72. — En torno al problema del objeto de la dogmática penal y al
del derecho vigente. Sin embargo, no puede lograr una objetividad método de ésta se han discutido problemas mucho más amplios de la
total: la exclusión absoluta de puntos de vista del intérprete no es po- dogmática jurídica en general. Las características de esta discusión
sible. Toda aplicación del derecho requiere fijar puntos de partida han sido calificadas recientemente de caóticas, no sin razón 61 , y tal
que condicionan el proceso interpretativo posterior. Ejemplo de ello afirmación resulta perfectamente aplicable a la dogmática penal en
es ya la primera cuestión que debe resolver un dogmático: ¿se debe particular. Probablemente por este motivo pueda resultar útil tratar
investigar la voluntad del legislador o la "voluntad" de la ley? ¿debe los problemas fundamentales de la dogmática penal en relación a los
preferirse una interpretación amplia o restrictiva?59. ideales científicos que han dominado el desarrollo de la discusión.

60
59
Larenz, Methodenlehre der Rechtswissenschaft, 1960, p. 237 y ss., p. 259 y ss.; Naucke,Strafrechts,eineEinführung,3aed., 1980,p. 18yss.;Adomeit,i?ec/iísí-
Adomeit, RechtstheoriefürStudenten, 2a ed., 1981, p. 16; Baága\upo,Idogmidella dog- heoriefürStudenten,2?ed., 1981, p. 80 y siguientes.
61
mática pénale, en "Dei delitti e delle pene", t. II 1983. Bydlynsky, Juristische Methodenlehre und Rechtsbegriff, 1982, p. 4.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 58 ENRIQUE BACIGALUPO
57

73. — Tres son los problemas fundamentales de la dogmática pe- Esta cuestión no tuvo respuesta uniforme dentro del campo del
nal y pueden permitirnos desarrollar el tema propuesto: positivismo. La cientificidad de la dogmática penal o de la ciencia del
a) Los problemas referentes a la determinación del objeto de la derecho tradicional (ya que los positivistas prefieren no usar la ex-
dogmática penal: ¿Qué se quiere conocer? presión "dogmática") fue defendida, por lo menos, con dos tipos de ar-
gumentaciones que cabría calificar de "integradoras" (von Liszt y Fe-
b) Los problemas del conocimiento de ese objeto: ¿Cómo se puede rri) y de "desintegradoras". La diferencia reside en el tipo de reduc-
conocer el derecho penal? cionismo utilizado: las argumentaciones "integradoras" procuran
c) Los problemas de la sistematización de los conocimientos so- sumergir a la ciencia jurídico-penal tradicional en una ciencia empí-
bre el objeto: ¿Qué es y cómo se construye el sistema científico rica de las causas del fenómeno criminal; las "desintegradoras", por
del derecho penal? el contrario, trataron de reducir las explicaciones jurídico-penales al
esquema de las relaciones causa-efecto.
—a— 77. — En España ésta es la problemática metodológica dentro de
74. — Comencemos con el problema del objeto. En la actualidad el la cual se desarrolló la que José Antón Oneca llamó con acierto "ge-
problema de la determinación del objeto del conocimiento de la dog- neración española de la política criminal"62, Saldaña, Jiménez de
mática penal debería abordarse de una manera histórico-científica. Asúa y Cuello Calón. Sin embargo, la cuestión propiamente metodo-
Las discusiones actuales perderían prácticamente toda perspectiva lógica no tuvo un reflejo visible en la obra de esta generación.
si no se explicaran sus problemas en una forma dinámica. La cues- A mi juicio una prueba de peso en favor de esta afirmación se en-
tión del objeto de la ciencia del derecho penal no puede tratarse sino cuentra ya en la forma en que se produce su ruptura con el positivis-
dentro de un marco teórico determinado y tiene diferentes caracte- mo italiano orientado por Ferri. En el centro de esta disputa no se en-
rísticas según el contorno dentro del que se haga. cuentran afirmaciones referentes al método, sino que las argumen-
taciones centrales de Jiménez de Asúa, que fue quien llevó el mayor
75. — La cuestión del objeto del derecho penal como ciencia de los peso en la misma, se orientan hacia los aspectos político-institucio-
juristas surgió como problema explícito en el marco teórico de la filo- nales del programa político-criminal del positivismo de Ferri y su
sofía científica del positivismo y no sólo fue una discusión referente "retorno" a la dogmática postulado en la apertura del curso 1931-
al objeto de los conocimientos de los juristas, sino ante todo una dis- 1932 de la Universidad de Madrid, que se basa en la capacidad atri-
cusión relativa a la cientificidad de los mismos. buida a ésta para una mejor defensa de la libertad.
Como es sabido, para el positivismo, fuera de la lógica y de las ma-
temáticas sólo existen conocimientos científicos referentes a hechos 78. — Vista desde la moderna teoría de la historia de la ciencia de
sensiblemente perceptibles. Las normas del derecho penal, como ta- Kuhn63, cabe postular aquí la posibilidad de que la generación espa-
les y de la forma en que hasta entonces habían ocupado a los dogmá- ñola de la política criminal no haya sido protagonista de una revolu-
ticos, no eran ni formas lógicas, ni conocimientos matemáticos, ni he- ción científica, sino que se haya desarrollado dentro de lo que Kuhn
chos perceptibles por los sentidos: por ende, la ciencia jurídica tradi- denomina "ciencia normal", es decir, dentro del paradigma estabili-
cional no era tal ciencia o no podía serlo dentro de este marco teórico.

76. — Según el ideal científico del positivismo, la cientificidad de 62


Antón Oneca, Homenaje a Jiménez de Asúa, 1970, ps. 337 y siguientes.
la dogmática penal dependería de que el objeto de conocimiento fue- 63
Kuhn, Die Struktur wissenschaftlicher Revolutionen, I a ed. norteamericana,
ran hechos de la experiencia sensible (empíricos). 1962, citada según la ed. alemana de 1967, p. 25.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 60 ENRIQUE BACIGALUPO
59
zado y reconocido por la comunidad científica de la ciencia de su épo- "más amplio sentido de la misma"65. En más de una oportunidad y
ca. Los discípulos españoles de von Liszt, con la excepción probable- con muy diferentes imágenes literarias von Liszt no dejó de ocultar
mente de Saldaña, evolucionaron hacia posiciones neokantianas sin sus dudas respecto del carácter científico del conocimiento de las
una discusión metodológica expresa, como la que dieron en Alema- normas del derecho penal. Sin embargo, lo que debe subrayarse es
nia Radbruch y Grünhut. que en ningún momento postuló un reduccionismo a la sociología.
79.—Desde el ángulo de lo que se dio en llamar la "lucha de escue- 82.—La tercera y última de las respuestas que procuran adecuar
las" el problema del objeto de la ciencia del derecho penal no fue sino la ciencia jurídico-penal al ideal científico del positivismo es la de Ar-
una cuestión vinculada a la adaptación de aquélla al ideal científico turo Rocco. De ella hemos dicho que es desintegradora, porque re-
del positivismo. Analicemos ahora los tres mode los fundamentales chaza todo contacto con las ciencias sociales y con la filosofía, pero
de esta adaptación. que es —en sentido inverso a la teoría de Ferri— reduccionista, ya
que afirma que el pensamiento jurídico-penal tradicional podría ex-
80. — El modelo de la sociología criminal procura, en realidad, presarse en relaciones de causa a efecto. De esta manera se cumpli-
una alternativa no normativa a la ciencia clásica jurídico-penal. En ría con la principal exigencia del positivismo. Rocco creyó en un cono-
ello me parecen innegables sus contactos y su paralelismo con la éti- cimiento del derecho penal ajeno a todo presupuesto. El objeto no po-
ca de Schopenhauer, que intentaba fundamentar una alternativa no dría ser sino el derecho positivo carente de toda contaminación an-
normativa (no imperativa) a la ética kantiana. Así el desplazamien- tropológica, sociológica o política. El carácter causal explicativo de
to del derecho vigente a un segundo plano se justifica porque las con- este estudio, Rocco creyó encontrarlo en la relación que une al delito
clusiones jurídicas deben obtenerse —según Ferri— en primer tér- como causa, la pena como efecto66. De esta manera el "hecho" del de-
mino de la observación del fenómeno social de la delincuencia. La o- recho penal positivo se explicaba como una sucesión de causas (deli-
bra con la que el mismo dijo terminar su vida científica, los Principii tos) y efectos (penas).
di diritto crimínale (1928), responde a esta concepción científica. Globalmente consideradas, estas soluciones generan reparos que
difícilmente pueden superarse en el marco mismo del positivismo.
81. — Los fundamentos metodológicos de la "ciencia total del de-
recho penal" propugnada por von Liszt no afectaron, por el contrario, 83. — La sociología criminal de Ferri modifica sustancialmente el
a las concepciones de la ciencia penal clásica, pues dentro de este interés del conocimiento científico jurídico-penal: el jurista tiene un
marco la tarea primaria de la ciencia jurídico-penal no es sino el "co- interés primario en la aplicación del derecho vigente, aunque no se
nocimiento de las normas de acuerdo con un método lógico-jurídi- desinterese de la reforma del mismo. La sociología criminal presupo-
co"64. Sin embargo, ello no constituiría ni "la única ni la más alta ta- ne —a la inversa— un desplazamiento del interés de jurista a la re-
rea de la ciencia del derecho penal". Por encima del conocimiento de forma y un notable descuido de la aplicación del derecho. La realiza-
las normas está el "conocimiento científico independiente de los fe- ción de la tarea de reforma resulta inclusive poco factible sin el cono-
nómenos que constituyen su propio objeto: el delito y la pena". Tal co- cimiento técnico de la aplicación del derecho penal. La sociología cri-
nocimiento es el conocimiento del fenómeno en sus causas determi- minal no salva el carácter científico del derecho penal sino que modi-
nantes. Por lo tanto, von Liszt sólo consideró al estudio normativo del fica la función del jurista, y de una manera teóricamente objetable.
derecho penal como una ciencia, si esta expresión era tomada en el
65
Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, p. 289.
66
Rocco, Opere giuridiche. Scritti giuridici varii, Roma, 1933, t. III, p. 263 y ss. y
Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, p. 286. 289.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 62 ENRIQUE BACIGALUPO
61

84.—La "ciencia total del derecho penal" extiende el círculo de in- 87. — La posibilidad teórica del tratamiento de los problemas del
terés del jurista, tal vez allí reside su mérito, pero no logra salvar el objeto del derecho penal dentro del paradigma de las ciencias del es-
carácter científico del conocimiento de las normas del derecho penal. píritu se convirtió en un tema claramente metodológico en lo que po-
dríamos llamar el relevo generacional de la generación de la política
85. — La "Escuela Técnico-Jurídica" de Rocco nació prácticamen- criminal.
te muerta. Un año después de haberse pronunciado la famosa lección Aquí correspondería mencionar a dos autores que se pronuncia-
inaugural de la Universidad de Sassari, Hans Kelsen puso de mani- ron abiertamente sobre el particular.
fiesto que la relación entre el delito y la pena, entre el presupuesto y
la consecuencia jurídica no era una relación causal, sino de imputa- 88. — En primer término Juan del Rosal, sobre la base de puntos
ción, o sea "una conexión que tiene lugar en base a una norma y que de vista de Erik Wolf, postuló una ciencia penal "personalista y cul-
no es causal ni teleológica"67. Aun excluyendo la reforma del derecho turalista", primero en 1942 en su libro Nuevo sentido del derecho pe-
penal positivo del interés básico del jurista, Rocco no pudo salvar nal y más tarde en sus Principios de derecho penal (1948) donde su-
tampoco la cientificidad de la ciencia jurídico-penal en el marco del brayó la idea de persona y su significación en los problemas metodo-
positivismo. El golpe de gracia para esta concepción no se hizo espe- lógicos del derecho penal.
rar mucho más. En 1919 Max Weber demostraba que un conocimien-
to científico carente absolutamente de presupuestos no existe en 89.—En segundo lugar Stampa Braun, que en 1953 publicó su In-
ninguna ciencia: todo conocimiento científico presupone por lo me- troducción a la ciencia del derecho penal. Esta obra fue considerada
nos la lógica y el método. —incluso por discípulos de Stampa Braun— como una exposición del
pensamiento de Rocco. Sin embargo, tiene con ella una diferencia
86. — La cuestión de la determinación del objeto de la ciencia del fundamental: Rocco era un positivista (aunque no un seguidor de Fe-
derecho penal adquiere otras dimensiones totalmente diversas rri: no sólo hubo positivistas empiristas, sino que también los hubo
cuando se abandona el marco teórico del positivismo. Ello tiene lugar lógicos y Rocco estuvo, tal vez, más cerca de estos últimos), mientras
cuando la cuestión se plantea dentro de las ciencias del espíritu. En que Stampa no. La obra de Stampa Braun pertenece, por lo tanto, a
ellas el criterio de cientificidad ya no se reduce a la posibilidad de ex- este período, por su esfuerzo en la distinción entre interpretación y
plicaciones causales de fenómenos sensibles. El ideal científico de las crítica del objeto de la interpretación: un punto aprovechable de Roc-
ciencias del espíritu es "comprender el fenómeno mismo en su con- co, a pesar de su fracaso en otro aspecto.
creción única e histórica"68. El caso individual no interesa como cons-
tatación de una ley general, sino este hombre, esta sociedad, este Es- 90. — ¿Qué significa respecto del problema de la determinación
tado, etcétera69. La referencia común que reúne a estas ciencias es, del objeto de la ciencia del derecho penal el paradigma de las ciencias
dicho en palabras de Dilthey70: "determinar lo humano y diferen- del espíritu?
ciarlo de lo que corresponde a las ciencias naturales". Lo primero que cabe afirmar es que las normas del derecho penal
serán un objeto legítimo de la ciencia del derecho penal. La ciencia
del derecho penal es una ciencia hermenéutica porque su objeto es la
67
Kelsen, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, 2a ed., 1923, p. 27 y ss.; ídem, comprensión del derecho penal: la dogmática penal aclara y explica
Uber die Grenzen zwischenjuristischer und soziologischer Methode, 1911, p. 49. mediante la interpretación los textos del derecho penal positivo con
68
69
Gadamer, Wahrheit und Methode, 4" ed., 1975, p.2. miras a su aplicación en casos concretos y por tal razón participa de
Gadamer, Wahrheit und Methode, 4a ed., 1975, p. 2. los caracteres de todas las ciencias que tienen por finalidad compren-
70
Dilthey, Der Aufbau der geschichtlichen Welt in der Geisterswissenschaften,
1911, p. 91. der textos.
64 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 63

Sin embargo, la afirmación de que las normas del derecho positivo En la actualidad en la dogmática penal la expresión "norma" tie-
son un objeto legítimo del conocimiento hermenéutico parece arras- ne más de un significado: algunos designan —con pequeñas varieda-
trar reminiscencias positivistas y naturalistas. En la dimensión de des— simplemente los imperativos, mientras que otros se refieren a
un concepto en el que deben distinguirse dos momentos diferentes: la
las ciencias del espíritu —por lo menos, ya que no es éste el lugar pa-
norma objetiva de valoración y la norma subjetiva de determinación
ra preguntarse lo que ocurre en otras ciencias— el problema del ob-
o de motivación. Las consecuencias que se encadenan en el sistema
jeto tiene características diferentes a las que el tratamiento clásico
dogmático a cada una de estas definiciones son, como es sabido, muy
del tema les ha dado. Fundamentalmente los objetos de conocimien- diferentes: al lugar sistemático del conocimiento de la prohibición, al
to del jurista del derecho penal no se presentan con la separación conocimiento que presupone el dolo como forma más grave de la res-
más o menos clara con que se diferencian los objetos de la experien- ponsabilidad penal, etcétera.
cia sensible respecto del sujeto cognoscente. En las ciencias jurídi-
cas, como ciencias hermenéuticas, la participación del sujeto en la Por otra parte, y como prolongación de los problemas de definición
que acaban de exponerse, aunque se alcanzara un entendimiento to-
determinación del objeto tiene caracteres muy especiales.
tal respecto del concepto de norma, la moderna teoría de los sistemas
normativos ha puesto de manifiesto ciertos límites de las definicio-
91. — Cuando se afirma que la finalidad de la dogmática es la de
nes posibles de norma y ha deducido de allí que no todos los enuncia-
comprender el derecho positivo penal ya se choca con la primera
dos de un sistema normativo (como son los de la dogmática penal)
cuestión oscura. "La dificultad principal de una teoría de la dogmáti-
constituyennormas: también hay otras clases de enunciados que for-
ca jurídica —dice Ralf Dreier—71 consiste en que no existe completa
man parte del sistema sin reunir los caracteres de una norma.
unidad de pareceres sobre el concepto de derecho vigente y por lo tan-
to sobre el objeto de conocimiento de la dogmática jurídica". En el Estas reflexiones nos sirven para formular una tesis que se ha ido
campo de la dogmática penal este problema tiene hoy gran actuali- abriendo paso en la moderna teoría del método jurídico:
dad, ya que la cuestión de si el derecho consuetudinario penal debe
integrar o no el objeto de estudio de la dogmática penal es todo menos 93. — El verdadero objeto de la dogmática penal —como de las
una cuestión pacífica. dogmáticas jurídicas en general— son las cuestiones jurídicas del
A esto debe sumarse que tampoco hay unidad de pareceres en lo derecho penal y no en primer término las normas; éstas son ya una
referente a qué es una norma. La definición de norma forma parte de de las cuestiones que debe enfrentar el jurista73. En realidad, si bien
no se ha formulado de esta manera entre los juristas españoles del
las definiciones mediante las que se determina el significado que es-
derecho penal, parece posible detectar una atmósfera propicia a esta
ta expresión debe tener en el lenguaje de la dogmática penal (dentro,
concepción en la ciencia jurídico-penal española. Por ejemplo, Gim-
por lo tanto, de un lenguaje científico). Estas definiciones tienen fi-
bernat apoya toda la justificación de la dogmática penal en la seguri-
nes prácticos y su verdad o falsedad no puede comprobarse como la dad que brindan las teorías dogmáticas en la aplicación del dere-
verdad o falsedad de una afirmación referente a un objeto de la expe- cho74, y Mir Puig postula una dogmática "creadora", que sería con-
riencia sensible72. ceptualmente imposible si las normas fueran conceptosfijosy ajenos
a las definiciones del intérprete. O, por último, Rodríguez Ramos,
92. — Frente a tales definiciones sólo cabe preguntarse si alcan- que considera que el método no sólo debe adecuarse al objeto, sino
zan o no la finalidad para la que se les ha formulado.

71
Dreier, Recht, Moral, Ideologie, 1981, p. 88. Cfr. Adomeit, Retchstheorie fiir Studenten, 2a ed., 1981, p. 15.
72
Sobre esto cfr. Eike v. Savigny, Grundkurs im wissenschaftlichen Definieren, 5a Gimbemat Ordeig, Estudios de derecho penal, 1976, p. 79.
ed., 1980, p. 22 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 66 ENRIQUE BACIGALUPO
65

que supone "un elemento más a la hora de juzgar su idoneidad: el te- los valores o la verdad de los mismos, "sino que procura la compren-
leológicamente orientado renunciaad initio, con razón, ala existen- sión del sentido, de los límites y de las condiciones de nuestras afir-
cia de un concepto inmutable de norma"75. maciones, de nuestro pensamiento y lenguaje y que se verifican en su
comprensión y aplicación"79.
94. — Una consecuencia, a mi juicio inevitable, de lo antedicho es
que en el marco de una ciencia hermenéutica el problema del método 98. — La comprensión del derecho penal deberá llevarse a cabo
es necesariamente previo al problema del objeto, pues las cuestiones dentro de lo que se denomina "la experiencia hermenéutica" y en fun-
referentes a qué es y cómo se formula correctamente una definición ción de la estructura propia del proceso de comprensión estudiada
de las que están en la base de la dogmática penal, es una cuestión tí- por Heidegger y Gadamer.
picamente metodológica. Esto significa entonces una transformación considerable del pro-
blema de la interpretación de textos del derecho penal.
- 6 - Tradicionalmente, y bajo la influencia de la metodología de las
ciencias naturales la dogmática penal clásica vinculó la idea de segu-
95. — Si queremos ocuparnos ahora de las cuestiones referentes ridad jurídica con la distinción entre conocimiento y decisión, de
al conocimiento del objeto en el marco teórico de la hermenéutica de- acuerdo con lo cual sólo podía considerarse legítima una interpreta-
beríamos comenzar por una caracterización de ésta. ción que se redujera al conocimiento de la ley, y al mismo tiempo, ex-
En general, en el derecho penal son pocos los trabajos que se refie- cluyera totalmente las decisiones del intérprete.
ren a la hermenéutica. La conocida obra de Josef Esser tiene sus mi-
ras en el derecho civil y no en el penal76. 99. — Este esquema teórico del problema ya no es válido dentro de
En la ciencia española califican a la ciencia jurídico-penal expre- la experiencia hermenéutica. En primer lugar, porque dicho esque-
samente como una ciencia hermenéutica Cobo del Rosal y Vives An- ma presupone una concepción falsa del lenguaje y asigna a las pala-
tón apoyándose expresamente en la obra general de Gadamer y defi- bras significados unívocos y precisos, mientras lo característico del
niendo la situación hermenéutica como el enfrentamiento del juris- lenguaje es precisamente su "apertura significativa": "no hay dos
ta con un texto legal cuyo sentido debe establecer77. personas que atribuyan a la misma palabra precisamente el mismo
significado", recuerda Arthur Kaufmann80. En segundo lugar, las
96.—Afirmar que la ciencia del derecho penal es una ciencia her- posiciones superadoras de las concepciones tradicionales de la racio-
menéutica implica ante todo, como sostiene Gadamer, que su carác- nalidad (Popper, Hans Albert, o inclusive Norberto Bobbio) no esti-
ter se "comprende más por la tradición humanista que por la idea del man posible una distinción absoluta entre conocimiento y decisión (o
método de la ciencia moderna"78. valoración). Por lo tanto, una dogmática penal que quiera recoger en
serio el estado de la problemática hermenéutica deberá dar cabida a
97. — Desde el punto de vista de la tarea propia de la dogmática la cuestión de las decisiones previas en su temática científica.
penal, la hermenéutica no sirve para fundamentar ontológicamente
100. — Sólo con ánimo de ejemplificar, cabe señalar que los juris-
tas del derecho penal carecen totalmente de principios elaborados
75
Rodríguez Ramos, Apuntes de derecho penal. Parte general, 1978-1979,1.1, p.
45.
76
Esser, Methodenwahl und Vorverstandnis in der Rechtsfindung, 1972.
77 Esser, Methodenwahl und Vorverstandnis in der Rechtsfindung, 1972, p. 8.
Cobo del Rosal-Vives Antón, Derec/ioperaaZ. Parte general, t.I, p. 101.
78
Gadamer, Wahrheit undMethode, 4aed., 1975, p. 15. Kaufmann, Arthur, Die Parallelwertung in der Laiensphare, 1982, p. 82.

5 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 68 ENRIQUE BACIGALUPO
67

para orientar sus elecciones metodológicas. Desde Savigny los dog- camente un lugar común afirmar que la ciencia del derecho penal es
máticos utilizan en la interpretación de las leyes penales el método eminentemente sistemática. Existe además una difundida coinci-
gramatical, el histórico y el teleológico. No sólo se trata de métodos dencia en que los elementos que componen dicho sistema (dejando de
de estructura muy diferente, sino que frecuentemente conducen a lado las disputas en torno al contenido en particular de estos concep-
soluciones diversas respecto del texto. Sin embargo, las razones que tos y teorías) son la tipicidad, la antijuricidad y la culpabilidad82.
determinan la aplicación de uno u otro medio son totalmente oscu- La cuestión de las relaciones de este sistema con la ley penal se ha
ras. No hay método alguno para decidir entre los distintos métodos. convertido recientemente en un problema cuya discusión no ha al-
Como no hay tampoco método alguno para decidir entre las distintas canzado todavía resultados que permitan esperar una cierta estabi-
teorías de la pena. Como ha explicado Bobbio: no hay criterios para lidad más o menos inmediata en las respuestas. Los puntos en los
resolver antinomias últimas81. que las opiniones divergen van desde la fecha de nacimiento del sis-
tema hasta la función que realmente cumple, pasando por la pater-
101. — Un ejemplo tomado de la jurisprudencia del Tribunal Su- nidad del mismo.
premo lo pone de manifiesto:
El Tribunal Supremo entiende que el robo con fuerza en las cosas descrip- 104. — El problema hermenéutico del sistema puede resumirse
to en el precedente art. 500, Cód. Penal sólo se configura si de dan algunos de la siguiente manera:
de los supuestos del art. 504, Cód Penal {STS13/1/75). De esta manera no ¿Cómo se explica que se extraigan de él conclusiones que no están
realizan el tipo del robo muchos supuestos en los que la ejecución del apo- escritas en la legislación? Por ejemplo: ¿Cómo se explica que (ante el
deramiento va acompañada de alguna otra manifestación de fuerza. En silencio del Código Penal español) no todas las causas que, según el
éste, el Tribunal Supremo opera con un método gramatical estricto. Sin
embargo, cuando interpreta el n° 1 del precedente art. 504, es decir, el con-
art. 20 del Cód. Penal español excluyen la punibilidad tengan distin-
cepto de "escalamiento", el Tribunal (probablemente apoyándose en el tos efectos en el ámbito de la participación, del error y de la responsa-
método teleológico) incluye formas típicas que no representan de ningu- bilidad civil, según la categoría en la que se las clasifique?
na manera manifestaciones de fuerza en las cosas, pues aprecia la concu- Una primera respuesta posible es la del positivismo, tal como lo
rrencia de escalamiento cuando el autor se vale de "habilidad o destreza". entendió von Liszt. La legitimidad científica del sistema orgánico se-
ría consecuencia de su inducción del derecho positivo.
102. — En el estado actual de las investigaciones sobre estos as-
pectos del problema del método de la dogmática penal no es posible 105. — Desde este punto de vista la construcción del sistema dog-
avanzar mucho más. Simplemente cabe señalar la inminencia de la mático requería dos operaciones previas: la recolección del material
incorporación de una problemática nueva y hasta ahora ajena al con- normativo y el análisis exacto de las proposiciones. La construcción
tenido del discurso metodológico de la dogmática penal: la cuestión del sistema era —según von Liszt— la coronación de la tarea del ju-
de las decisiones previas, sus condiciones y sus límites. rista del derecho penal, pues "sólo el orden sistemático garantiza el
dominio total de lo particular"83. El sistema no sería, en consecuen-
— C — cia, sino la culminación de una serie de abstracciones comenzadas al
103. — Estrechamente vinculado con lo ya expuesto se encuentra nivel de la base real del fenómeno del delito84.
el tercer y último problema: se trata de la cuestión de la función y fun-
damentación del sistema dogmático de la teoría del delito. Es prácti- 82
Cfr. sin embargo, Viehweg, Topik und Jurisprudenz, 5a ed., 1974; críticamente
Núñez-Barbero, en Homenaje a Antón Oneca, 1982, p. 401.
83
Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, p. 215.
84
Bobbio, Contribución a la teoría del derecho, 1980, p. 349 y siguientes. Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, p. 215.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 70 ENRIQUE BACIGALUPO
69

Esta respuesta, que podríamos designar como inductiva, tiene 1939: "La teoría de la acción es la teoría del delito misma"88. Precisa-
una desventaja evidente: si el sistema presupone el conocimiento mente la comprensión de las estructuras ónticas previas a la ley mis-
exacto de las proposiciones y de las correspondientes definiciones, ma sería lo que preservaría a la aplicación del derecho de la casuali-
carecerá de toda función cognoscitiva, no permitirá conocer mejor lo dad y la arbitrariedad89.
particular, pues lo particular conocido con exactitud es previo a la
construcción del sistema. El sistema, en todo caso, solamente servi- 108.—El punto de vista "ontologicista" está en la actualidad cues-
ría afinesexpositivos pero no cognoscitivos. Por lo demás, una obser- tionado inclusive dentro del círculo de los discípulos de Welzel90.
vación detenida de los sistemas que se presentan como obtenidos de La más significativa de las objeciones contra el ontologicismo de
esta manera demuestra una considerable falta defidelidadal méto- Welzel es la proveniente en los '70 de parte de Roxin. La disputa me-
do inductivo85. todológica entre Welzel y Roxin no pone en absoluto en tela de juicio
la estructura de la comprensión hermenéutica. Lo que diferencia a
106,—La alternativa a esta posición parte del reconocimiento de Roxin de Welzel es que éste considera que no son las estructuras pre-
que "las cuestiones del sistema jurídico penal no pueden desarrollar- vias del objeto de regulación de las normas lo que legitima el sistema
se, como cree el 'puro' positivista, exclusivamente de la ley"86. Implí- en la aplicación de la ley, sino la coincidencia de sus soluciones con de-
citamente se reconocen al sistema funciones cognoscitivas del dere- terminados fines político-criminales, es decir, con losfinesde la pena:
cho positivo, en tanto mediante él es posible desarrollar el contenido en la medida en que el sistema garantice resultados conformes con la
de los textos legales y establecer su correcta interpretación. En este finalidad de la pena será el sistema de la ley. La pre-estructura de las
contexto una supuesta fundamentación en el método inductivo care- normas no estaría dada por la acción sino por los fines de la pena91.
ce totalmente de capacidad para legitimar la función del sistema en
la aplicación de la ley. 109. — La otra alternativa de fundamentación hermenéutica del
sistema dogmático del delito parte de la tradición del derecho natu-
107. — En el estado actual de las investigaciones sobre el tema es ral racionalista. De acuerdo con ello sostiene Naucke que el sistema
posible presentar, por lo menos, tres vías para la legitimación herme- de la teoría del delito no es una teoría del contenido de un derecho vi-
néutica de esta concepción del sistema. gente sino de un derecho que debe ser92. Este punto de vista afirma
En primer lugar podemos recurrir a la fundamentación "ontologi- que el sistema dogmático del derecho no está compuesto por "conoci-
cista" representada por Welzel. mientos científicos" sino por "reglas razonables para la discusión de
Aquí no es posible desarrollar el problema del círculo hermenéuti- conflictos"93. La función de este sistema, por lo tanto, no será sino dar
co que está implícito en el punto de vista de Welzel87. Pero sí es facti-
ble afirmar que de él se deduce que el sistema de la ley interpretada
no puede ser sino el sistema de las estructuras previas de la ley mis- 88
Welzel, en "ZStW", 58 (1939), p. 125.
ma, es decir, el del objeto regulado. En otras palabras: teoría de la ac- 89
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, 11a ed., p. 1; cfr. también Gadamer, Wahrheit
ción y teoría del delito no se diferencian. Así lo decía Welzel ya en und Methode, 4a ed., 1975, p. 250 y siguientes.
90
Cfr. Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1981; Zielinski, Han-
dungs und Erfolgsunwert im Unrechtsbegriff, 1973, p. 80 y ss.; Jakobs, Strafrecht, All-
gemeiner Teil, 1983, prólogo V.
91
85
Bacigalupo, Delito y punibilidad, 1983, p. 27. Welzel, Das Deutsche Strafrecht, 11a ed., p. 1; cfr. Gadamer, Wahrheit und Met-
86
Welzel, en "ZStW", 58 (1939), p. 491 y ss. (recogido enAbhandlungen zura Stra- hode, 4a ed, 1975, p. 250.
frechtundzurRechtsphilosopie, 1975, p. 122). Naucke, Grundlinien einer rechtsstaatlich-praktischen allgemeinen, 1979, p.
87
Heidegger, Sein und Zeit, 11a ed., 1967, p. 148 y ss.; Gadamer, Wahrheit und 14, nota 6.
93
Methode, 4 a ed., 1975, p. 250 y siguientes. Naucke, Grundlinien einer rechtsstaatlich-praktischen allgemeinen, p. 21.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 71 72 ENRIQUE BACIGALUPO

al proceso práctico de aplicación de la ley un orden racional. "La teo- a—El derecho penal y la criminología
ría general del delito prescribe a la ley, cuya aplicación está enjuego, orientada al autor del delito
un programa al que ésta debe adaptarse. La teoría general del delito
tiene la pretensión de lograr un más alto grado de razonabilidad me- 112.—La criminología tradicional es una ciencia que procura una
diante la adaptación del contenido de la ley a ella"94. La legitimación explicación causal del delito como la obra de un autor determinado.
científica de esta concepción del sistema provendría de su mayor ra- Por supuesto, existen diferencias de matices en el tratamiento y las
cionalidad frente a la ley. soluciones propuestas, pero a todas ellas es común el punto de vista
que se acaba de reseñar97.
110. — Por último, en el más moderno pensamiento penal tiende
a imponerse un punto del funcionalismo, que parte de "la función del 113. — La creencia en la posibilidad empírica de explicar las cau-
derecho penal y no de la esencia (o de la estructura) de los objetos de sas del delito, ya sea por la configuración antropológica o biológica
la dogmática jurídico penal y que conduce a una renormativización del autor o por el medio social en que vivía, generó un cambio en la
de los conceptos"95. "Estos conceptos no dan al derecho penal un mo- concepción teórica fundamental del derecho penal de fines del siglo
delo de reglas, sino que emergen en el contexto de las regulaciones ju- pasado: la pena no debía dirigirse entonces a reprimir justamente un
rídico-penales". hecho, sino a impedir que su autor reincidiera en el delito. Desde es-
Desde este punto de vista "la suposición de que el concepto se tie- te punto de vista, el derecho penal podía aprovechar los resultados de
ne que referir a un sustrato prejurídico homogéneo (causación, que- las investigaciones criminológicas para, mediante sus instrumentos
rer, conocimiento, etcétera) aparece como un mal entendido (natura- (la pena y las medidas), remover las causas que habían llevado al de-
lista)". Esta orientación es consecuencia de la crisis de la dogmática lincuente al delito, obrando sobre su peculiar personalidad para que
penal basada en lafilosofíadel sujeto como unidad autoconsciente y no reincidiera.
su reemplazo por otra que parte de los procesos comunicativos como
base de la explicación de la sociedad96. 114. — La coincidencia del interés del derecho penal, orientado a
Es difícil hacer hoy predicciones referentes a cuál será el punto en la prevención especial, con el de la criminología, preocupada por la
que se alcanzará una cierta estabilización. explicación causal del delito, resultaba evidente. ¿Qué conclusiones
debían extraerse de esta situación con respecto a las relaciones entre
ambas ciencias? En la época del positivismo se dieron dos respuestas
a esta pregunta.
- § 7 -
LOS CONOCIMIENTOS EMPÍRICOS SÓBRELA CRIMINALIDAD
115. — Para algunos autores, la articulación del derecho penal y
Y LA CRIMINALIZARON
la criminología en lo que se llamó lagesamte Strafrechtswissenschaft
111. — La problemática de las relaciones entre el derecho penal y (ciencia total de derecho penal), según la denominación que le dio
la criminología requiere un tratamiento diverso según el punto de von Liszt, no debía modificar la tradicional separación de la explica-
vista criminológico de que se parta. ción jurídica y normativa del derecho y la empírico-causal de la cri-
minología98. La justificación de una ciencia total del derecho penal
94
Naucke, Grundlinien einer rechtsstaatlich-praktischen allgemeinen, p. 14, nota
6.
95
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, VIL Cfr. Mannheim, Pioneers in criminology, 1960.
96
Ladeur, Postmoderne Rechtstheorie, 2a ed., 1995, p. 9 y siguientes. Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, p. 78.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 74 ENRIQUE BACIGALUPO
73

residiría en la considerable modificación de la función del jurista del b—El derecho penal y la moderna sociología criminal103
derecho penal, que no se agotaría en la dogmática clásica, es decir, en
la elaboración sistemática de los conceptos que sirven a la aplicación 117. — En la actualidad, la criminología atraviesa una transfor-
del derecho, sino que debería asumir también el papel de impulsor y mación significativa. La criminología "nueva" o "crítica" ha abando-
proyectista de la reforma del derecho penal. nado el punto de partida causal-explicativo y ha puesto en el centro
No se trata, por lo tanto, de una integración metodológica, sino de de su atención la reacción social y jurídico-penal contra el hecho. El
una simple reunión funcional vinculada con el rol social asignado al objeto primario de la investigación criminológica no es, por lo tanto,
jurista del derecho penal. el comportamiento del autor, sino el de los órganos de control social.
Esto no significa que los conceptos jurídico-penales no hayan su- Sus teorías no son teorías de la criminalidad, sino de la criminaliza-
frido considerables cambios. Pero estos cambios no son producto de ción104. En el marco del positivismo de von Liszt y Ferri, derecho pe-
las investigaciones criminológicas, sino de la vinculación de los con- nal y criminología eran disciplinas que tenían un mismo interés de
ceptos con los puntos de vista de la teoría de la prevención especial". conocimiento. En la actualidad, los conceptos de la dogmática penal
son parte del objeto de estudio constituido por la reacción social al de-
116. — Frente a esta forma de "integración", Enrico Ferri propuso lito. Una concepción de la integración a nivel metodológico carece,
una concepción de la misma totalmente opuesta100. En este sentido por lo tanto, de sentido: una dogmática penal orientada a la preven-
sostenía Ferri que "cuando se admite, como no puede ser de otra ma- ción especial y que, en consecuencia, da mayor relevancia al autor
nera, que los fenómenos jurídicos no son sino fenómenos sociales, que al hecho, podía plantearse la absorción de los conocimientos de
porque derecho y sociedad son términos inseparables y equivalen- una criminología cuyo objeto de estudio es el autor. Pero esto ya no es
tes, se hace evidente de inmediato la artificialidad de aquella sepa- posible cuando el autor deja de ser objeto de la criminología en el sen-
ración entre una ciencia que estudia el delito como fenómeno jurídi- tido de la criminología clásica.
co y otra que lo estudia como fenómeno social"... por lo que "es absur-
da la pretensión de separar el estudio del aspecto material y social 118. — Las relaciones entre derecho penal y criminología ya no
del aspecto jurídico". pueden entenderse según los modelos que proponían von Liszt y Fe-
Por eso Enrico Ferri entendió que el derecho penal se puede estu- rri. Si, en consecuencia, se renuncia a la idea de integración o unidad
diar "con el método inductivo, de observación de los hechos"101. Una propia del positivismo, parece necesario partir del distinto interés
verificación de esta idea metodológica en los trabajos jurídicos de Fe- que orienta ambos conocimientos. La dogmática penal, o simplemen-
rri da lugar a sospechar muy fundadamente que éste utilizó falsa- te, el derecho penal, dirige su interés a la aplicación del derecho, ga-
mente la noción de método inductivo102. Los principios de la cons- rantizando ciertos principios que dan legitimidad a la misma, y para
trucción de los conceptos jurídicos de Ferri son, como ya se vio en re- ello elabora los conceptos que son necesarios para cumplir esa fun-
ferencia a von Liszt, consecuencia de su orientación preventivo-es- ción: el derecho o la dogmática penal son un intento de racionalizar,
pecial, que no se puede obtener únicamente de la observación de los en función de ciertos principios, la reacción social formal al delito.
hechos y de la comprobación de su repetición. Por lo tanto, las relaciones entre la nueva criminología y el derecho

103
Bacigalupo, en "Nuevo Foro Penal" (Colombia), 1982, p. 396. Ver por todos García-Pablos de Molina, Criminología, 3 a ed., 1996, p. 182 y si-
Ferri, Sociología crimínale, 3 a ed., 1892, p. 771. guientes.
104
Ferri, Principü di diritto crimínale, 1928, p. 75. Sack, Handbuch der empirischen Forschung, comp. por Kónig, Rene, 1969, p.
Bacigalupo, en "Nuevo Foro Penal" (Colombia), 1982, p. 402. 961 y ss.; Aníyar de Castro, Criminología de la reacción social, 1977.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 75 76 ENRIQUE BACIGALUPO

penal sólo pueden ser fragmentarias105. Fundamentalmente, el es- también la cuestión de las posibilidades de incidir en la aplicación
tudio sociológico de la aplicación del derecho penal puede servir para del derecho penal vigente a través de una concepción de la política
poner de manifiesto las desviaciones de la práctica de la aplicación criminal. En gran medida esto despertó el temor de los autores con
del derecho penal respecto de los principios legitimantes de ésta. En puntos de vista más conservadores por la eventual desaparición del
realidad, más que incorporar a la dogmática la crítica del derecho vi- derecho penal108: "¿Qué queda del derecho penal?" fue la pregunta
gente106 y la proyección del derecho futuro, se trata de la crítica de los dirigida insistentemente y con preocupación a von Liszt109, acompa-
conceptos dogmáticos en base a los que se aplica el derecho vigente: ñada en oportunidades de "una advertencia respecto de la dirección
éste sería el punto de confluencia de dogmática penal y criminología. moderna del derecho", como se puede ver en el subtítulo del opúscu-
La transformación del derecho penal vigente no es objetivo de la dog- lo citado de Birkmeyer.
mática penal y, en consecuencia, no tiene cabida en la discusión de
las relaciones entre derecho penal y criminología. 121. — La cuestión planteada de las relaciones entre la aplicación
del derecho penal vigente y los postulados de la política criminal se
expresa, en otras palabras, en el conjunto de problemas que también
- § 8 - se conoce bajo la rúbrica de "relaciones entre dogmática y política cri-
minal"110. El tema ha merecido diversas soluciones que se analizan
LA REFORMA DEL DERECHO PENAL Y LA POLÍTICA CRIMINAL
a continuación.
119. — La importancia dada afinesdel siglo pasado a los resulta-
dos provenientes de las investigaciones sociológicas y antropológicas
por la Escuela Positiva (Ferri, Garófalo, en Italia), la Escuela Socio- a — Política criminal y dogmática penal
lógica o Moderna (von Liszt, en Alemania) y, aunque sólo en parte, por en el marco del positivismo
la Escuela Correccionalista (Dorado Montero, Jiménez de Asúa, Ber-
naldo de Quirós) convirtió a la reforma del derecho penal en una ocu- 122. — Para von Liszt la política criminal era "la idea fundamen-
pación legítima de los juristas del derecho penal. De esta manera la tal de los principios sobre la lucha contra el delito en la persona del
ciencia del derecho penal en la concepción de los positivistas asumía delincuente llevada a cabo mediante la pena y medidas análogas"111.
una nueva tarea, lo que, expresado en lenguaje metodológico, quiere De esta manera, surgió la problemática de las relaciones de la
decir que ampliaba su objeto. La política criminal que debía inspirar aplicación del derecho penal vigente con los postulados político-cri-
la reforma adquiría, por lo tanto, carácter de ciencia autónoma den- minales (dirigidos a su reforma), lo que dio lugar a una cuestión que
tro de la ciencia total del derecho penal: "La ciencia del derecho penal se intentó resolver dentro del marco de la estricta separación de po-
debe ser —decía von Liszt—107 la maestra del legislador penal, su lítica y derecho, que en su tiempo ya proclamaba la teoría jurídica. La
consejera cuidadosa y conductora en la lucha contra el delito". política criminal se debía apoyar necesariamente —tal como lo con-
cebía von Liszt— en las ciencias del ser, es decir, de la "realidad"; por
120. — Sin embargo, a pesar de la orientación de la política crimi- el contrario, la ciencia del derecho penal se debía ocupar de cuestio-
nal a la reforma del derecho vigente, se vio que era posible plantear

105
Cfr. Birkmeyer, Was Lasst von Liszt vom Strafrecht übrig?, 1907.
109
Bacigalupo, en "Nuevo Foro Penal" (Colombia), 1982, p. 408. Cfr. sus respuestas en Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, ps. 25
106
Baratta, en La questione crimínale, t. 2, p. 170; ídem, en "ZStW", 92,1980, p. y ss. y 75 y siguientes.
110
107y'siguientes. Bacigalupo, en "Révue Internationale de Droit Penal", 1978-1-15 y siguientes.
107 111
Liszt,Strafrechtliche Vortráge undAufsatze, 1905, t. II, p. 293. Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, p. 68.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 77 ENRIQUE BACIGALUPO
78

nes del deber-ser; si la diferencia básica de ambas formas de pensa- aislamiento de la ciencia jurídica respecto de lo político y social117.
miento hace aparecer "al ser y al deber-ser como dos mundos separa- Ello es posible en la medida en que se reconoce que los puntos de par-
dos"112, una introducción de la política criminal en la ciencia del de- tida para el conocimiento del derecho penal vigente requieren deci-
recho penal era totalmente impropia. Los que se mantuvieron firme- siones y se procura racionalizarlos en la medida de lo posible118.
mente en este punto de vista se redujeron a un formalismo cuyos fun-
damentos son más que dudosos113.
125. — Los postulados de la política criminal sirven entonces de
criterios de decisión respecto de los sistemas dogmáticos para la apli-
123. — Por el contrario, von Liszt distinguió —a losfinesque aquí cación del derecho penal. Los problemas teóricos implicados en la
nos importan, es decir, con relación a las vinculaciones entre la polí- nueva delimitación de lo jurídico no han sido todavía agotados ni mu-
tica criminal y la aplicación del derecho penal— dos momentos dife- cho menos. De todos modos es posible afirmar que los puntos de vis-
rentes: según se trate de la realización del principio nullum "crimen" ta político-criminales impregnan fuertemente la construcción del
sine lege o de su otro aspecto: nulla "poena"sine lege. El primero se re- sistema de conceptos de la dogmática penal y que, por lo tanto, cada
fería a la comprobación de la comisión de un hecho coincidente con el programa de política criminal tiene su sistema dogmático que fun-
presupuesto de hecho de un delito descrito en la ley: "un acto judicial ciona como instrumento adecuado para su realización. La idea de
exclusivamente resultante de la aplicación de principios jurídi- von Liszt, según la cual el sistema de conceptos de la dogmática no
cos"114. Aquí "la política criminal no tiene nada que hacer"115. El se- debía ser afectado por la política criminal, parte de la base falsa de
gundo aspecto de la máxima fundamental, sin embargo, se refería a que los sistemas tradicionales no contenían implícitamente decisio-
la determinación de la pena dentro de los marcos legales y a la selec- nes político-criminales119.
ción (cuando ello está previsto en la ley) de la especie de pena aplica-
ble. Para los partidarios de la "pena finalista" (Zweckstrafe) la deci-
sión judicial en este sentido se apoyaría en "consideraciones político-
criminales"116 (lo que, en verdad, en el lenguaje de von Liszt quería
decir "preventivo-especiales"). De esta manera se establecía una re- C - Esquema histórico úe ios fundamentos
lación, al menos parcial, entre la aplicación del derecho penal y la po-
lítica criminal. óe ias legislaciones penaies modernas
126.—El estudio de la historia del derecho penal español no se de-
b —Puntos de vista superadores del marco positivista be limitar, como es habitual, a exponer una mera descripción exter-
na sucesiva de las leyes que han regido en la que hemos llamado épo-
124. — En la actualidad la aplicación del derecho penal, o sea, la ca moderna. La evolución de nuestro derecho penal codificado se de-
perspectiva en la que trabaja la dogmática penal, tiende a romper el sarrolla en un contexto histórico europeo del que ha formado y forma
parte, y no puede ser entendido como un fenómeno cultural aislado

112
Kelsen, Über Grenzen zwischenjuristischer und soziologischer Methode, p. 6.
113
Rocco, Opere giuridiche. Scritti giuridici varii, 1933, t. III, p. 263 y ss., especial- Roxin,Kriminalpolitik undStrafrechtssystem, 1970, p. 7y ss.; Mir Puig, Intro-
mente ps. 273 y 274. ducción a las bases del derecho penal, 1976, p. 299 y siguientes.
114 I
Rocco, Opere giuridiche. Scritti giuridici varii, 1933, t. III, p. 69. Bacigalupo, Idogmi della dogmática pénale, en "Dei delitti e delle pene", n° 2,
115
Rocco, Opere giuridiche. Scritti giuridici varii, 1933, t. III, p. 69. 1983;.ídem, Delito y punibilidad, 1983, ps. 13 a 86.
116 II
Rocco, Opere giuridiche. Scritti giuridici varii, 1933, t. III, p. 70. Bacigalupo, en "Révue Internationale de Droit Penal", 1978-1-15.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 80 ENRIQUE BACIGALUPO
79

de los movimientos intelectuales europeos que está en la base de las - § 9 -


reformas penales de los últimos siglos. Los puntos de vista de la cien- LA TRADICIÓN DEL ILUMINISMO:
cia que se ha elaborado sobre los derechos positivos deben tomarse LAS IDEAS DE SEGURIDAD Y HUMANIDAD
también en consideración, porque han sido configuradores de la
práctica social del derecho penal vigente. Con esto no se quiere decir 129. — Las codificaciones penales del siglo XLX siguieron básica-
que la historia del derecho penal se deba reducir a una "historia de mente el modelo del Code Penal francés de 1810, que marca (simbó-
las ideas penales"; ello sería un enfoque igualmente falso y unilate- licamente) el momento de la superación de la tradición penal medie-
ral de la cuestión en estudio. Lo que aquí se propone es una historia val, representada en España por la Novísima Recopilación, los Fue-
que considere a la vez de la historia de las leyes y de las ideas que sir- ros y las Partidas.
vieron para su creación y aplicación. Las ideas que fueron la base de
la creación de la ley penal y aquellas que sirvieron de base a la apli- 130. — Los soportes ideológicos del derecho penal codificado des-
cación de la misma suelen no ser idénticas, sobre todo, cuando se tra- de principios del siglo XIX constituyen una redefinición de las rela-
ta de leyes que han tenido una muy larga duración; por ejemplo: el ciones entre los individuos y el Estado. Se puede afirmar que la base
Código Penal español de 1848-1850, el Código Penal austríaco de del sistema legal está dada por:
1803 o el Código Penal alemán de 1871, en Europa; el Código Penal 1. El principio nullum crimen, nulla poena sine lege.
boliviano de 1834 y el argentino de 1921, en América Latina. Estos
códigos fueron inspirados por conceptos que a lo largo de su aplica- 2. La fundamentación racional de la pena, de donde se dedujo la
ción fueron reemplazados por otros que, a su vez, configuraron una necesidad de proporcionalidad de la misma con la gravedad del
práctica del derecho penal de características diversas en sus distin- hecho cometido.
tas épocas de vigencia. 3. La concepción del delito como algo diferente del pecado y, con-
secuentemente, un tratamiento diverso de los delitos contra la
127. — Tampoco se quiere presentar aquí la situación actual del religión y contra la moral y las buenas costumbres.
derecho penal como un momento dominado por la "lucha de escue- 4. la humanización de las penas bajo la preponderancia de la pe-
las". Esa situación no existe desde la terminación de la Primera Gue- na privativa de la libertad121.
rra Mundial y la llamada "lucha de escuelas" no fue sino una polémi-
ca sobre los principios legitimantes de la pena. Su exposición, por lo 131. — Los autores que formularon los principios fundamentales
tanto, se confunde con la explicación de las "teorías" de la pena120. del derecho penal moderno122 tienen una preocupación común por la
superación de la arbitrariedad reinante en la práctica penal y por la
128. — La legislación penal de nuestros días corresponde a la idea crueldad de las penas que se aplicaban (aunque muchas penas crue-
legislativa que inspiró la codificación del derecho penal con posterio- les ya habían caído en desuso). En la legislación española la idea de
ridad a la Revolución Francesa de 1789. Concretamente se puede de- seguridad se manifiesta sobre todo en la minuciosa regulación de la
cir que el derecho penal moderno está edificado sobre la herencia del individualización de la pena con miras a una reducción del arbitrio
Iluminismo o la Ilustración y se presenta en la actualidad como la
condensación de diferentes corrientes intelectuales de signos opues-
tos que se han ido superponiendo a lo largo de su desarrollo. 121
Hippel, Deutsches Strafrecht, 1925,1.1, p. 286 y siguientes.
122
Beccaria, Dei delitti e dellepene, 1764, t. III; Feuerbach, Revisión der Grudsát-
ze und Grundbergriffe despositivenpeinlichenRechts, 1799,1.1; en España, Lardizabal,
120
Cfr.si/pra,Cap.I,§l. Discurso sobre las penas, 1782.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 82 ENRIQUE BACIGALUPO
81

judicial al mínimo posible, que puede verse tanto en el Código de 134. — La circunstancia de que la ley penal según Kant125 sea un
1822 como en el de 1848 y que ha llegado hasta nuestros días. imperativo categórico y que ésta sea la forma correspondiente a la
moral126 presuponía una fundamentación también moral del dere-
132. — La realización técnico-legislativa de la idea de seguridad cho penal. También Hegel trató el delito dentro del "sistema de la mo-
se concretó mediante la preponderancia de los aspectos exteriores ral"127.
del hecho (por ejemplo, condicionar las penas altiempode duración Sin embargo, no todos los idealistas alemanes profesaron una con-
de las lesiones o al valor en dinero de las cosas hurtadas o robadas, en cepción retributiva o absoluta de la pena. J.G. Fichte, por ejemplo,
la legislación española) y la máxima reducción del arbitrio judicial tendía a la prevención general128. Esta línea de pensamiento se per-
en las penas (caso extremo: el Código francés de 1791, que contenía cibe más tarde en Krause, Ahrens y Roder, cuya influencia en Espa-
penas fijas; estas penas se mantienen a veces hasta nuestros días, ña a través de los krausistas fue de singular importancia129. Karl
por lo menos para algunos delitos: art. 80 del Cód. Penal argentino de Christian Friedrich Krause130 concibió la pena como un medio edu-
1921, respecto del asesinato). La idea de humanización no pudo im- cativo y, por ello, sostuvo que no había derecho a aplicar un mal sólo
pedir, de todos modos, que se mantuviera la pena de muerte, que el para producir un dolor; el valor del individuo era el punto de partida
Código Penal francés de 1810 preveía frecuentemente. Pero, por lo de esta concepción. También Ahrens131 siguió este punto de vista,
demás, la pena privativa de libertad, configurada como reclusión o que Roder132 desarrolló en lo que puede llamarse la "función tutelar
como prisión, fue el núcleo central del sistema penal de aquellos de la pena". De aquí surgen los principios que más tarde configura-
tiempos. Los efectos infamantes de la reclusión y el grado extremo de ron en España la Escuela Correccionalista, cuyo principal represen-
aislamiento que solía implicar dejaban también mucho que desear tante fue Pedro Dorado Montero133. De todos modos, la base ética del
respecto de la humanización del derecho penal, aunque constituían derecho penal y el significado correspondiente de la libertad de vo-
un progreso en relación con el derecho penal anterior. luntad fueron tan subrayados por el Idealismo alemán que la idea de
culpabilidad —poco grata a los iluministas— adquirió un papel rele-
vante entre los presupuestos de la pena y en la determinación judi-
— §10 — cial de la misma, que hasta hoy no ha perdido.
LA INFLUENCIA DEL IDEALISMO ALEMÁN: Aunque esta evolución haya sido obra de los juristas que aplica-
MORALIDAD Y TALION ban el derecho penal y encuentre pocos puntos de apoyo positivos, su
133. — Sobre la base de la tradición iluminista se asienta a media-
dos del siglo XIX la influencia del idealismo alemán. El punto de vis-
125
ta central de esta corriente es la teoría retributiva de la pena que Kant, DieMethaphysik derSitten, 1797, parte II, I, E.
126
Kant, Grundlegung zur Methaphysik der sitien, 1785, citado según Reclam-
(apoyada en la idea del talión) procura establecer la medida justa de Universal-Bibliothek, n°4507 (2), p. 62.
la pena y, con ello, el límite de la legitimidad de la misma123. 127
Hegel, System der Sittlichkeit, ed. Georg Lasson, p. 38 y siguientes.
128
La pena debía despojarse, por lo tanto, de toda finalidad preventi- Fichte, Das System derRechtslehre, 1812, publicado en 1834 (citado según Aus-
va o correccional124. Moralidad y penalidad limitada por la idea del gewáhltepolitischeSchriften, ed. Batscha y Saage, 1977, p. 320).
129
Bacigalupo, Strafrechtsreform und Rechtsuergleichung, ed. por Lütger, 1978,
talión constituyen los elementos fundamentales de la influencia del p. 115 y siguientes.
idealismo alemán. 130
Krause, Das System derRechtsphilosophie, ed. por Karl Roder, 1874.
131
Ahrens, Naturrecht oder Rechtsphilosophie, 6a ed., 1871, t. II, p. 448.
132
Cfr. Roder, Zur Rechtsbgründung der Besserungstrafe, 1846.
133
123
Kant, DieMethaphysik derSitten, 1797, parte II, I, E. Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1964,1.1, n°
124
Hegel, Grundlinien der Philosophie des Rechts, § 82 y siguientes. 542.

6 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 83 84 ENRIQUE BACIGALUPO

fuerza no puede desconocerse, pues se ha hecho tan patente como si —§11-


perteneciera al derecho escrito. LA INFLUENCIA DEL POSITIVISMO:
UTILIDAD SOCIAL Y PENALIDAD
135. — La significación práctica de la idea de culpabilidad se ma-
nifestó ante todo en la importancia que adquirió, en la imputación de 137. — Desde mediados del siglo XIX las concepciones del Idealis-
un hecho punible, el elemento interno del comportamiento. El Códi- mo alemán, conocidas como el conjunto de ideas penales de la Escue-
go Penal español de 1848 lo presumía (art. 1) hasta la Reforma de la Clásica, fueron cuestionadas por una de las más influyentes co-
1983, invirtiendo de esa manera la carga de la prueba en contra del rrientes del pensamiento moderno: el positivismo. Los positivistas
acusado. Otros códigos (por ejemplo, el alemán de 1871, § 59) lo regu- pusieron en duda ante todo el punto de partida del Idealismo: la li-
laron indirectamente a través de disposiciones referentes al error so- bertad de la voluntad. Consecuencia de este cuestionamiento es la
bre los elementos del tipo o supuesto de hecho. Este elemento inter- nueva fundamentación de la pena sobre bases deterministas y la
no se extendió en la teoría, aunque no siempre, del mero conocimien- propuesta de la reforma del derecho penal vigente.
to de los hechos a la exigencia del conocimiento del derecho134. En la
práctica de los tribunales hubo, sin embargo, una considerable resis- 138. — El programa de reforma del derecho penal vigente fue con-
tencia a aceptar que el conocimiento del derecho (al que las leyes pe- cebido como un programa internacional auspiciado por la Asociación
nales no se referían expresamente) pudiera condicionar la imputa- Internacional de Criminalistas (IKV), que elaboró un catálogo de re-
ción (subjetiva) del hecho cometido. formas que daba contenido a las reformas nacionales. Estas modifi-
caciones no tenían la pretensión de cambiar la función de la ley penal
del derecho penal vigente, sino que, por el contrario, reforzaron el
136. — En lo que concierne a la determinación de la pena, la co-
significado de ésta como "carta magna del delincuente", es decir, su-
rrespondencia de ésta con la gravedad de la culpabilidad dentro del
brayaron la importancia del principio de legalidad.
marco penal establecido por la ley quedó librada a la intuición judi-
cial. Los códigos establecieron pocas (por ejemplo, el Código Penal 139. — Las transformaciones que se impulsaban adscribieron a la
austríaco, 1803-1852, § 32) o ninguna pauta (así, por ejemplo, el Có- pena una finalidad (von Liszt), es decir, un carácter "utilitario", por
digo alemán de 1871) al respecto. La cuestión de la medida de la pe- oposición a la concepción dominante de los "clásicos". Con ello se que-
na adecuada a la culpabilidad no sufría, en principio, limitaciones de ría señalar que la pena debía ser proporcionada, no únicamente a la
importancia cuando se exigía —como lo hacía el Código austriaco— gravedad del delito (del hecho), sino a la peligrosidad del autor. Así,
una consideración de la personalidad del autor, dado que el funda- podían fundamentarse por lo menos tres instituciones que eran des-
mento ético del derecho penal podía concebirse en relación con la re- conocidas en el siglo XIX: la condena condicional para las penas cor-
prochabilidad del hecho cometido —como pensaba Kant—, o en rela- tas privativas de libertad de delincuentes primarios; la libertad con-
ción con el carácter reprochable del autor (como entendía la ética de dicional, que autorizaba la suspensión del cumplimiento de la pena
Schopenhauer)135. En todo caso, al entenderse la determinación de privativa de libertad cuando, luego de la ejecución de un mínimo, por
la pena como un acto de intuición judicial se creyó que la decisión so- lo general de dos tercios, el autor demostrara que se había alcanzado
bre la pena no contenía una "infracción de ley" (arts. 849. Io, LEC) que el fin perseguido por la ejecución; la reclusión indeterminada para
pudiera fundamentar un recurso de casación. los multirreincidentes y (cuando esto no estaba ya previsto en el de-
recho vigente) el aumento de pena al reincidente. Como se vio136, to-

Binding, Die Normen undihre Übertretung, t. III, p. 147.


Cfr. Schopenhauer, Uberdie Grundlagender Moral, 1840. Cfr. supra, Cap. I, § 1, b.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 85
86 ENRIQUE BACIGALUPO

das estas instituciones estaban referidas a las distintas especies de


con la finalidad de prevenir la comisión de delitos por sujetos consi-
delincuentes.
derados peligrosos ("Ley de Vagos y Maleantes" del 4/8/33, reempla-
zada por la ley 16/1970 del 4 de agosto, sobre "Peligrosidad y Rehabi-
140.—La condena condicional y la libertad condicional fueron ab-
litación Social"). La constitucionalidad de este puro derecho penal de
sorbidas por los derechos positivos prácticamente en forma unánime
autor ofrecía serios reparos141 y fue derogada por la LO 10/95.
a lo largo de la primera mitad de este siglo en España desde la ley del
17/3/1908 sobre condena condicional (aunque como antecedente de
143.—Las concepciones penales del positivismo no sólo se concre-
la libertad condicional suele invocarse el Código español de 1822)137.
taron en reformas del derecho penal vigente, sino que influyeron
Lo mismo ocurrió en algunas legislaciones con la reclusión indeter-
considerablemente en la práctica. La legislación vigente pudo ser in-
minada para los multirreincidentes (art. 52, Cód. Penal argentino) y terpretada desde el punto de vista de las concepciones preventivo-es-
con la agravación de la pena para los reincidentes que en España tu- peciales. Ello introdujo los problemas del tipo de autor y de su peli-
vo especial acogida en el Código de 1928 (arts. 70,71,90.7ay 157), que grosidad dentro del concepto de culpabilidad y, correlativamente, en
previo para estos casos el internamiento por tiempo indeterminado la individualización judicial de la pena. Expresión de esta tendencia
como medida de seguridad. fue la regla 4a del art. 61 introducida en el Código de 1944, según la
Cabe hacer notar que, fuera de la libertad condicional y de la con- cual cuando no concurrieran circunstancias agravantes ni atenuan-
dena condicional, el derecho penal español no tenía grandes dificul- tes la pena se debía graduar según la gravedad del hecho y la perso-
tades teóricas para admitir el resto del programa de reformas, ya que nalidad del autor.
muchos estaban aceptadas en los códigos más antiguos —interna-
ción de inimputables; aumento de pena por la reincidencia—, como
el de 1822 (confr. arts. 24,116 y siguientes).
— §12 —
141. — Del programa de reformas quedó sin aceptación la institu- LOS RECIENTES MOVIMIENTOS DE REFORMA:
ción de la pena indeterminada138, que se consideró, en general, con- RESOCIALIZACION Y DIGNIDAD DE LA PERSONA
traria al principio de legalidad.
144. — Los movimientos de reforma modernos comienzan en la
En su realización práctica, el programa de reformas del positivis- década de los '60 y se desarrollan en ella. Su punto de partida es una
mo siguió un camino intermedio introduciendo, mediante un siste- crítica de la política criminal del positivismo, muchas de cuyas pro-
ma dualista o de "doble vía"139, junto a las penas las medidas de se- puestas se juzgaron contrarias a la dignidad humana. Este valor
guridad (sobre todo las destinadas a los inimputables). permitió dar nuevamente significación a la idea de culpabilidad, que
pasó a constituirse en el límite de la intervención penal del Estado
142. — En España se interpretó el sistema de "doble vía" en un (sea que se considere a la culpabilidad el fundamento o sólo un lími-
sentido muy amplio. Junto al Código Penal, dirigido a la peligrosidad te exterior de prevención). Los habituales y reincidentes deberían
revelada por el delito, se sancionó también un Código preventivo140 ser sometidos a medidas de seguridad consistentes en un verdadero
tratamiento. La idea de los institutos de terapia social concretó la
137 concepción de una idea preventivo-especial en la que la base de la eje-
Jiménez de Asúa, Códigos penales iberoamericanos, 1.1, p. 387.
138
Jiménez de Asúa, La sentencia indeterminada, 1913; 2a ed., 1947. cución penal debe ser básicamente terapéutica. El acento de la refor-
139
Cír.supra, Cap. I, §3, aps. 6ye.
140
Cfr. Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. II, nros. 565 y
566. Cfr. supra, Cap. I, § 3, aps. b ye.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 87 88 ENRIQUE BACIGALUPO

ma penal se puso en el fin resocializador de la pena, que en 1978 fue cia social (como los hurtos en supermercados) para reemplazar la re-
incorporado a la Constitución española en su art. 252, aunque sin presión penal por formas más eficaces, menos costosas y de menos
mayores consecuencias prácticas. consecuencias desocializadoras que las del derecho penal.

145. — Este programa de reformas se concretó en el Proyecto Al- 150. — Paralelamente se observa un proceso de penalización de
ternativo de Código Penal alemán (1966) y fue inspirador de la refor- ciertas formas de comportamiento socialmente muy dañosas que
ma penal alemana de 1969, que entró en vigor el 1/1/75. En la misma hasta ahora habían permanecido fuera del derecho penal, como la
fecha entró en vigor el nuevo Código Penal austriaco. Ambos códigos delincuencia económica. De esta manera, la legislación penal tiende
son sin duda más conservadores que el Proyecto Alternativo. —aunque no siempre lo logre—a una mejor realización de la garan-
tía constitucional de la igualdad ante la ley.
146. — En América Latina el Proyecto de Código Penal Tipo cons-
tituye, por el contrario, un modelo anticuado. Comenzó a redactarse 151. — En materia de penas cabe señalar en esta época la unifica-
en noviembre de 1963 con las buenas intenciones que se expresan en ción de las penas privativas de libertad en una única especie despo-
la Declaración de Principios Fundamentales y se publicó su Parte jada de los elementos desocializadores de la pena de reclusión (sobre
General en 1971. No es un modelo de reformas, pues, en realidad, de- todo la inhabilitación subsiguiente a la ejecución de la privación de
ja inalterado el sistema penal. En todo caso pretende tener una me- libertad). Al mismo tiempo se observa una tendencia a incrementar
jor calidad técnica en los conceptos jurídicos que define, cosa que ca- los sustitutivos de la pena privativa de libertad mediante una exten-
si nunca logra. sión de la condena condicional y nuevas formas de impedir la ejecu-
ción, como la "advertencia con reserva de pena", el "arresto definde
147. — Las nuevas legislaciones latinoamericanas (Colombia, semana" o el "servicio comunitario" (community service). Todo ello se
Costa Rica, Bolivia, El Salvador) no introducen una verdadera refor- complementa con una reducción del tiempo de ejecución para la ob-
ma penal, sino que, como el Código Penal Tipo, codifican una serie de tención de la libertad condicional. La tendencia a sustituir la pena
conceptos elaborados sobre las leyes anteriores y que no siempre son privativa de libertad ha sido compensada con un significativo incre-
teóricamente correctos. mento de la pena de multa142, que en gran número de delitos se pre-
senta como una pena alternativa a la privativa de libertad.
148. — Las reformas legislativas de los años '60 y comienzos de los
'70 se han caracterizado por una considerable liberalización, que se
manifestó en el ámbito de los delitos sexuales (por ejemplo, la despe- — §13 —
nalización de la homosexualidad en Alemania, la reforma del dere-
LA REFORMA DE LA REFORMA:
cho vigente en España a partir de 1978) y en las diversas tendencias EL TEMOR A LA LIBERALIZACION DEL DERECHO PENAL
a flexibilizar la legislación penal sobre el aborto.
152. — Desde la segunda mitad de los años '70 se percibe una ten-
149. — Asimismo, se ha puesto de manifiesto una fuerte tenden- dencia a limitar los efectos de la liberalización del derecho penal que
cia racionalizadora del fenómeno penal, que en primer lugar reserva se propuso a mediados de la década anterior. El temor al delito y el
el derecho penal a los casos en que el conflicto social no tiene posibi-
lidades de ser resuelto por otros medios de política social (el derecho
penal como ultima ratio de la política social). Dentro de este marco, Para su incremento en la práctica alemana, por ejemplo, cfr. Jescheck, Lehr-
se inserta también la despenalización de hechos de poca trascenden- buch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, p. 26.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 89 ENRIQUE BACIGALUPO
90
sentimiento de inseguridad se convirtieron en un tema político gene- comportamientos fraudulentos contra el presupuesto comunitario
ral, explotado sobre todo por los movimientos conservadores y el lla- (Bacigalupo, Grasso, Delmas-Marty, Smith, Tiedemann, Van den
mado movimiento por "la ley y el orden". Ciertas circunstancias ob- Wyngaerts) y sobre el espacio judicial europeo, en materia penal,
jetivas, como la desocupación laboral y el terrorismo, sirven de base (Bacigalupo, Grasso, Delmas-Marty, Spencer, Spinellis, Tiedemann,
para el desarrollo de esta tendencia. Se trata de una situación que se Van den Wyngert). En esta última propuesta se procura elaborar un
manifiesta no sólo en una reforma del derecho penal material sino corpus iuris para la protección penal de los intereses financieros de
también en el campo del proceso penal. la Unión Europea. Por ahora no es posible prever cuál será el futuro
en esta materia.
153. — Cabe señalar también que la corriente de reformas funda-
da en la ideología de la resocialización ha sido también atacada des-
de otros puntos de vista por quienes sostienen que no es legítima la -§15 —
resocialización, o que es imposible mediante la ejecución penal. Este
LOS CÓDIGOS PENALES ESPAÑOLES
ataque tiene un signo político totalmente diverso al anterior. Su de-
bilidad reside en que subestima las posibilidades de una reforma so- 156. — España se incorporó tempranamente al movimiento codi-
cial y sobreestima las perspectivas de las revoluciones sociales. ficador europeo. Pero no lo hizo en forma global. El derecho civil y el
derecho procesal se incorporaron a la codificación moderna mucho
154. — La reforma del Código Penal francés (1992) y del Código después que el Código Penal. El primer Código Penal fue consecuen-
Penal español (1995) no ofrecen nuevas orientaciones político-crimi- cia de un momento político muy especial en las luchas entre liberales
nales, a pesar de incorporar novedades relativas al desarrollo que y absolutistas, signado básicamente por el pronunciamiento de Rie-
respectivamente habían alcanzado las legislaciones penales de estos go (1/1/1820), que impuso a Fernando VII la Constitución de 1812 en
Estados. razón de "la voluntad general del pueblo" (decreto del 7/3/1820). Den-
tro de este "trienio liberal" se sancionó por las Cortes el primer Códi-
go Penal el 8 de junio de 1822, que el Rey mandó promulgar el 9 de ju-
— §14 — lio del mismo año.
EL DERECHO PENAL EN LA UNION EUROPEA

155. — La Comunidad Económica Europea (CEE) fundada en a—El Código Penal de 1822
1957 tuvo en sus inicios la pretensión de no incidir en el ámbito legis-
lativo penal. El derecho penal, por lo tanto, quedaba reservado a los 157. — El Código de 1822, redactado por una Comisión designada
Estados miembros. Sin embargo, a mediados de los años '70 comen- por las Cortes y presidida por José M. Calatrava, se estructuró en un
zó a comprobarse la existencia de bienes jurídicos comunitarios, por Título Preliminar, que contenía la Parte General y dos partes, dedi-
lo tanto, supranacionales, difícilmente protegibles por la gran diver- cadas la primera a los delitos contra la sociedad y la segunda a los de-
sidad de derechos penales de los Estados miembros. En este sentido litos contra los particulares.
se señala la protección del presupuesto comunitario, la libre circula- La estructura de la Parte General muestra ciertos resabios de las
ción de capitales, el medio ambiente, la función pública comunitaria, concepciones anteriores, pues incluye materias netamente procesa-
etcétera. Desde 1989 se han formulado diversas propuestas por gru- les (obligación de denunciar, derecho de acusar, ausencia y contuma-
pos de expertos convocados por la Comisión de la CEE en materia de cia) y propias del derecho de gracia (indulto), que en la tradición in-
sanciones administrativas (Bacigalupo, Grasso, Tiedemann), de telectual del liberalismo era totalmente impropia en el nuevo dere-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 92 ENRIQUE BACIGALUPO
91

cho, al mismo tiempo que mantiene una institución tan cuestionada También sorprende que la única circunstancia que excluye la pe-
como la absolución de instancia (art. 179) y la obligación del acusa- na que este Código regula sea la coacción irresistible (art. 21).
dor particular de indemnizar al que fuere declarado "absolutamente
inocente del delito de culpa". 161. — El Código de 1822 distinguió las penas en corporales
(muerte, trabajos perpetuos, deportación, presidio, reclusión en una
158. — El Código de 1822 muestra una fuerte influencia de la pre- casa de trabajo, ver ejecutar una sentencia de muerte, prisión en una
vención general (negativa), en el sentido de prevención-intimida- fortaleza, etcétera),penas no corporales (declaración de infancia, in-
ción: por un lado el ritual prolijamente regulado de la ejecución pú- habilitación, privación de empleo, honores, profesión o cargo público,
blica de las penas, sobre todo de la pena de muerte (arts. 40 y ss.). Las arresto, etcétera) y penas pecuniarias (multa y "pérdida de algunos
ejecuciones se celebraban "entre las once y las doce de la mañana" efectos"). Asimismo en el art. 27 reguló la responsabilidad civil.
(art. 39), se realizaban con garrote (art. 38) y se debían anunciar pú-
blicamente por carteles señalando día y hora de la ejecución (art. 37). 162. — El juicio global que mereció el Código de 1822 no fue posi-
Por otro lado, la influencia de prevención general se pone de mani- tivo. Pacheco lo definió como "algo de Fuero Juzgo y de las Partidas,
fiesto sobre todo en el art. 106, que contiene las circunstancias agra- envuelto en el Código de Napoleón". El Código cayó el Io de octubre de
vantes, entre las cuales en la segunda se prevé "la mayor necesidad 1823 con el establecimiento del antiguo régimen.
que tenga la sociedad de escarmientos, por la mayor frecuencia de los
delitos". Los arts. 2o, 108 y 110 establecen las consecuencias del prin-
cipio de legalidad (nullapoena sine lege, prohibición de la analogía in b — El Código Penal de 1848
malam partem).
163. — Este Código fue producto del ascenso al poder de los pro-
159. — La influencia de la prevención general no excluye comple- gresistas moderados. Joaquí M. López formó en 1843 una comisión
tamente la de laprevención especial, que inspira el Capítulo V del Tí- presidida por el abogado Manuel Seijas Lozano que redactó el ante-
tulo Preliminar, dedicado a la reincidencia, para la que el Código pre- proyecto que, tras el debate parlamentario, fue aprobado en 1848 y
vé fuertes aumentos de la pena, hasta el punto que la pena de traba- entró en vigor al año siguiente. Al parecer no es correcta la atribución
jos perpetuos se transforma en pena de muerte para la primera rein- de la autoría del Código a José Francisco Pacheco.
cidencia.
164. — En 1850 el Código sufrió una reforma que endureció el ré-
160. — En lo concerniente a los fundamentos de la responsabili- gimen penal, pero que no alteró sus ideas ni su estructura.
dad penal el Código de 1822 se basó en la idea del delito como volun-
tad individual contraria a la voluntad general, que también se perci- 165. — El Código de 1848 es técnicamente mucho más avanzado
be en el Código Penal francés de 1810 y en el Proyecto bávaro de que el de 1822, del que sin embargo no difiere en sus presupuestos
Feuerbachdel813. ideológico-penales básicos. Mantiene la presunción del dolo y la pu-
En este sentido distingue el "delito" de la "culpa" (art. Io), conside- nibilidad de las llamadas "resoluciones manifestadas" (arts. Io y 4o).
rando delito a la acción "libre y voluntaria y con malicia" (art. Io) y Establece el principio de legalidad e introduce la retroactividad de la
culpa a la acción ejecutada "libremente, pero sin malicia". El capítu- ley más favorable (arts. 2.19° y 20°).
lo dedicado a los autores y partícipes sorprende la inclusión de la fi-
gura del autor mediato (art. 13), que no fue incluida en los códigos 166. — Por otra parte contiene un catálogo moderno de eximentes
posteriores hasta el Código Penal de 1995. (causas de inimputabilidad, legítima defensa, estado de necesidad,
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL ENRIQUE BACIGALUPO
93 94

etcétera) en el art. 8o, que salvo algunas modificaciones ha permane- día siguiente Francisco Silvela lo llamó "Código de verano". Proba-
cido hasta la actualidad. Las infracciones se clasifican engraves, me- blemente la mayor profundidad de la reforma se alcanzó en la Parte
nos graves y faltas (art. 6o). Prevé un extenso catálogo de circunstan- Especial. El reconocimiento de la libertad de cultos hizo desaparecer
cias atenuantes (art. 9o) y agravantes (art. 10), en el que llama la los delitos contra la religión, que se reemplazaron por los "delitos re-
atención las agravantes de análoga significación, que se mantuvo lativos al libre ejercicio de los cultos" (art. 236 y ss.) dentro del título
hasta el Código de 1870. dedicado a los nuevos "delitos contra la Constitución" (art. 157 y si-
guientes).
167.—Laspersonas responsables se clasifican en autores, cómpli-
ces y encubridores, de una manera similar, aunque no igual, a la que 171. — La nueva Parte Especial comienza con los delitos contra la
rigió hasta 1995. seguridad exterior del Estado (arts. 136 a 155) y en ella se incorporan
los delitos contra las Cortes y sus individuos (art. 165 y ss.), contra la
168.—Se preveían/jercasaflictivas (muerte, cadena, reclusión, re- forma de gobierno (art. 181 y ss.), los delitos cometidos con ocasión
legación y extrañamiento perpetuos y temporales), penas correccio- del ejercicio de los derechos individuales garantizados por la Consti-
nales (presidio, correccional, prisión correccional, destierro, arresto, tución (art. 189 y siguientes: reuniones y asociaciones ilícitas y pu-
suspensión) y penas leves (arresto mayor). El art. 74 introdujo el sis- blicaciones prohibidas), así como los delitos cometidos por los funcio-
tema de reglas de individualización de la pena basado en las agra- narios públicos contra el ejercicio de los derechos individuales san-
vantes y atenuantes que se ha mantenido como característica del de- cionados por la Constitución (art. 204 y siguientes).
recho penal español hasta la actualidad. También ha sido este Códi-
go el que consideró comprendidas en la responsabilidad civil la resti-
tución, la reparación del daño y la indemnización de perjuicios (art. d—El Código Penal de 1928
115), de la misma manera que el art. 110 del Código Penal vigente.
172. — La dictadura de Primo de Rivera, instaurada en el año
169. — La Parte Especial colocó a la cabeza de los bienes jurídicos 1924, encomendó en marzo de 1926 a la Comisión Codificadora una
protegidos a la religión y a la seguridad del Estado, previendo para "nueva edición" del Código de 1870. Concluidas estas labores en ju-
los delitos respectivas penas de notoria severidad. nio de 1927 con un Proyecto de Código Penal, el Ministro de Justicia
Galo Ponte retocó el texto introduciéndole modificaciones que bási-
camente atenuaron las penas proyectadas. El Código, que Jiménez
c — El Código Penal de 1870 de Asúa llamó "el Código faccioso", fue promulgado por Real Orden
del 8/9/28 y entró en vigor el 1/1/29.
170. — Con razón dice José Antonio Escudero que el Código Penal El Código de 1928 fue objeto de las más ásperas críticas; el Colegio
de 1870 fue en realidad una profunda reforma del de 1848, del que de Abogados de Madrid solicitó en 1930 su desaparición, petición a la
conservó, como los de 1932 y 1944, las ideas básicas y su estructura que se unieron otros colegios de abogados.
técnico-legislativa. La reforma era necesaria para la adaptación del
Código Penal a la Constitución de 1869. Siempre se ha destacado la 173. — Jiménez de Asúa caracterizó las bases teóricas del Código
importancia de Groizard en su redacción, aunque hay quienes pien- de la siguiente manera: "El engendro de la dictadura, que se confie-
san que pudo ser obra del entonces Ministro de Gracia y Justicia Eu- sa ecléctico en la Exposición de Motivos, se define ya en el Dictamen
genio Montero Ríos. El Código fue convertido en ley el 17 de junio de de la Comisión de la Asamblea de un modo más preciso. Pertenece al
1870 y promulgado por el Regente del Reino, Francisco Serrano, al 'nuevo eclecticismo', a saber: doble criterio de la perversidad del de-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL ENRIQUE BACIGALUPO
95 96

lincuente y del peligro social; pero cuando se trata del libro segundo, man las accesorias y la privación subsidiaria de la libertad por falta
esos ingredientes pierden equilibrio y toma 'resuelta primacía' la de- de pago de la multa no se mide en razón de la cuantía de ésta"144. En
fensa social" (...). "Lo cierto es que el Proyecto —continúa— cuya Par- lo concerniente a la individualización de la pena, cabe agregar, "que-
te General parece compuesta con el deliberado designio de hacerla da notablemente ampliado el arbitrio del juez al rebajar o aumentar
inaplicable, no sabe a qué dirección se afilia. Al menos —concluye— la pena en caso de concurrir atenuantes".
el Código de 1870 fue más consciente en sus principios básicos"143. En la Parte Especial destacan la introducción del delito de usura,
Visto a distancia de los acontecimientos políticos que lo rodearon, la reducción de las penas de los delitos de falsedad documental, del
el Código de 1928 se caracteriza, sobre todo, por el rigor de sus penas. aborto y de los matrimonios ilegales.

e—El Código Penal de 1932 f— El Código Penal de 1944

174. — La instauración de la Segunda República determinó la de- 176. — Este Código, como es lógico, responde a la nueva situación
rogación del Código de 1928 el 15 de abril de 1931 y la puesta en vigor política originada por la instauración del régimen del General Fran-
del de 1870 en esa misma fecha. La Subcomisión Penal de la Comi- co. Tampoco en esta reforma se ponen en discusión las ideas básicas
sión Jurídica Asesora designada por el Gobierno provisional, presi- de los códigos de 1848 y 1870. Más que de un nuevo Código se trata de
dida primero por Luis Jiménez de Asúa y más tarde por José Antón un texto refundido del Código Penal reformado, publicado en el Bole-
Oneca, fue encargada por el Ministro Fernando de los Ríos de la re- tín Oficial del Estado del 3 de febrero de 1944. En el Preámbulo del
forma penal. La Subcomisión programó su tarea en dos fases: la pri- nuevo texto se aclara que "no es una reforma total, ni una obra nue-
mera se limitaba a una reforma de los aspectos más urgentes del Có- va, sino una sola edición renovada o actualizada de nuestro viejo
digo de 1870; en la segunda se proyectaría un nuevo Código Penal. Cuerpo de leyes penales que, en su sistema fundamental y en mu-
chas de sus definiciones y reglas, data del Código promulgado en 19
175. — El Código de 1932 fue publicado en la Gaceta de 5 de no- de marzo de 1948". Cuello Calón ha enumerado las reformas de la
viembre de 1932 y comenzó a regir el Io de diciembre de ese año. La Parte General, entre las que sólo algunas tienen verdadera trascen-
reforma no afectó las estructuras básicas del Código de 1870. Se limi- dencia, como la introducción de la regla 4a del art. 61, que permite
tó a las necesarias para armonizar la Constitución republicana con graduar la pena según la gravedad del hecho y la personalidad del
el ordenamiento penal y a errores materiales de técnica, así como a delincuente cuando no concurrieren circunstancias agravantes y
la incorporación de leyes complementarias (se suprimió la división atenuantes, cuya trascendencia respecto de las ideas penales de los
tripartita de las infracciones; se introdujo la circunstancia mixta de códigos anteriores es innegable, pues da cabida decididamente a la
parentesco, art. 11; se extrajo gran parte de las disposiciones peni- prevención especial, reforzada por la severidad en la sanción previs-
tenciarias; se cambió el título de "delitos contra las personas" por el ta para la reincidencia. Asimismo es importante el art. 52 que intro-
de "delitos contra la vida y la integridad corporal", etcétera). En rela- dujo la punibilidad del delito imposible. Desde otro punto de vista, el
ción a las penas Jiménez de Asúa sintetiza la reforma de 1932, si- rigor de las penas (especialmente graves en los delitos contra la pro-
guiendo la Exposición de Motivos de la siguiente manera: "se supri- piedad) se atemperó mediante la reducción de penas por el trabajo
men la de muerte, los castigos perpetuos y la degradación; se refor- (art. 100).

Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 1.1, n° 250. Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t.1, n° 256.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 98 ENRIQUE BACIGALUPO
97

177.—En la Parte Especial se incorporaron delitos políticos seve- exigencias sociales, políticas y técnico-jurídicas de hoy". Por ello el
ramente sancionados que provenían de la "Ley de Seguridad", así co- Proyecto "se inspira en los postulados de la moderna política crimi-
mo nuevos tipos penales referentes a la infracción de leyes laborales nal", se dice en la Exposición de Motivos, y reitera como base de ésta
que cause grave quebranto a la salud de los obreros, el abandono de la idea del principio de intervención mínima. Al mismo tiempo se se-
familia, etcétera. Juan Del Rosal subrayó el carácter político del Có- ñala que "la moderación de las penas que se ha llevado a cabo no su-
digo, en particular en los tipos que se refieren a la protección de las pone ningún reblandecimiento del sistema punitivo".
ideas políticas, religiosas y sociales.
181. — La Exposición de Motivos contiene también una clara de-
finición en favor de la concepción del delito como "lesión o efectivo pe-
g—El texto refundido de 1973 y la reforma de 1983 ligro de bienes jurídicos", lo que, sin embargo, no condujo a la elimi-
nación de los delitos de peligro abstracto. En lo referente a la pena el
178. — La ley 44/71 dispuso que el Gobierno publicaría en el pla- Proyecto mostró su preferencia por las teorías de la unión al sostener
zo de un año un texto del Código Penal que debía incluir un número que la entiende "como un castigo que ha de guardar proporción con la
limitado y reducido de modificaciones. En cumplimiento de esta ley gravedad del hecho cometido y que deberá orientarse, siempre que
se publicó un texto refundido aprobado por el decr. 3096/73, que, en sea posible a finalidades preventivas". Y agrega: "presupuesto de la
1983 sufrió una reforma urgente y parcial introducida por laLO 3/83, pena, así entendida, es la culpabilidad; el Código, concluye, consagra
en la que procuró ajustar el Código Penal a la Constitución de 1978. la rotunda declaración de que 'no hay pena sin culpabilidad'". De allí
surgió la eliminación de los delitos cualificados (objetivamente) por
179. — LaLO 3/83 puso especial énfasis en el principio de culpa- el resultado más grave, la responsabilidad objetiva y el reconoci-
bilidad, derogando la presunción de voluntariedad, regulando el er- miento de la relevancia del error.
ror de tipo y el error de prohibición, incluyendo la actuación en nom-
bre de otro y el delito continuado, reduciendo el catálogo de atenuan- 182. — En la sistemática de la Parte General la materia que le co-
tes y agravantes y, entre estas últimas, eliminando la multirreinci- rresponde se estructuró sobre el triple criterio de "la infracción pe-
dencia. En la Parte Especial son de destacar las reformas que ate- nal", "las personas responsables", "las penas" y "las medidas de segu-
nuaron las penas de los delitos contra la propiedad y en especial la ridad", que reprodujeron los proyectos posteriores y adoptó el Código
nueva redacción del art. 528, que abandonó el antiguo modelo fran- vigente.
cés de la estafa para dar paso al modelo ítalo-germano que se mantie-
ne en el derecho vigente. 183.—En materia de consecuencias jurídicas se introdujo la sus-
pensión del fallo y las formas sustitutivas de la pena de prisión, que
constituían verdaderas innovaciones político-criminales en España.
— §16 — Asimismo se introdujo un título expreso dedicado a las medidas de
seguridad.
LOS DISTINTOS PROYECTOS DE CÓDIGO PENAL
184. — En la Parte Especial destaca la creación de los delitos fi-
a—El Proyecto de 1980 nancieros, que dieron lugar al Título VIII de los "Delitos contra el or-
den socio-económico" y las modificaciones de los delitos sexuales, en
180. — El punto de partida de este Proyecto fue la constatación de los que "la protección se ha desplazado de la honestidad a la libertad
que el "sistema fundamental (del Código de 1848) no responde a las sexual".

7 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 99 100 ENRIQUE BACIGALUPO

b—Lapropuesta de Anteproyecto de 1983 — §17 —


EL CÓDIGO PENAL DE 1995
185. — La Comisión designada por el Ministro de Justicia Fer-
nando Ledesma formuló una Propuesta de Anteproyecto cuyos prin- 189. — El nuevo Código Penal vigente fue aprobado por el Pleno
cipales objetivos fueron dar relevancia al error sobre el tipo y sobre la del Congreso, luego de las reformas introducidas en el Senado, el
prohibición, la instauración del régimen de crimina culposa en sus- 8/11/95 y entró en vigor seis meses después de su publicación en el
titución del tradicional crimen culpae, la punición excepcional de la BOE el 24 de mayo de 1996. El Código representa una síntesis de las
conspiración, proposición y provocación, la introducción del sistema ideas político-criminales que orientaron el movimiento de reforma
de "días-multa", la supresión de las medidas de seguridad predelic- desde el Proyecto de 1980 y la Propuesta de Anteproyecto de 1983.
tuales y la creación de un catálogo de medidas post-delictuales, así En general se trata de una puesta al día de la legislación penal con
como la introducción de la autoría mediata y la supresión de la dis- las concepciones penales actuales.
tinción terminológica entre tentativa y delito frustrado, ya excluida Las reformas de la Parte General en el sistema de consecuencias
por el Proyecto 1980 (art. 25). jurídicas del delito son considerables en lo relativo a las medidas de
seguridad y en lo concerniente a las penas se materializó gran parte
186. — En la Parte Especial se perseguía, entre otros, el propósi- del programa de la Propuesta de 1983 (arresto definde semana, sus-
to de una adaptación del Código a la Constitución, se incrementó el titutivos de la prisión, "días-multa", etcétera). Se flexibilizó en parte
rigor represivo de los delitos de rebeldía y terrorismo, se introduje- el sistema de individualización de la pena y se redujo su complica-
ron los delitos contra la intimidad y la difamación y se reiteró un tí- ción, aunque en esta materia el legislador ha mantenido su apego a
tulo para los delitos socioeconómicos. las ideas tradicionales del Código de 1848.

190. — En Yaparte dogmática se concretó la eliminación termino-


c — Los proyectos posteriores (1992y 1994) lógica del delito frustrado, la regulación de la comisión por omisión,
mediante una norma muy criticada por la doctrina y que en la forma
187.—Ya el Proyecto de 1992 reconoció que el Proyecto de 1980 y actual carecía de precedentes en los proyectos, se modernizó en par-
la Propuesta de Anteproyecto de 1983 habían ejercido una visible te la autoría y la participación, aunque sin abandonar los antiguos
impronta en sus propios textos y reconoció un "visible parentesco" conceptos, se dio entrada al sistema de numerus clausus en los deli-
con los textos de 1980 y, especialmente, de 1983. tos culposos y en la punibilidad de la conspiración, la provocación y
El Proyecto del '92 incluyó la primera regulación de la comisión la proposición.
por omisión (art. 10) y, en lo demás, tuvo el propósito de simplificar
los textos de los anteriores, aunque manteniendo su orientación po- 191. — La nueva Parte Especial presenta nuevos bienes jurídicos
lítico-criminal. que han dado lugar a figuras penales novedosas como la manipula-
ción genética y las lesiones al feto (arts. 157 y 159), la "estafa" infor-
188. — Lo mismo cabe decir del Proyecto de 1994, que, en térmi- mática (art. 248.2o), los delitos societarios (arts. 290 y ss.), los delitos
nos generales, se redujo a correcciones más estilísticas que profun- contra la ordenación del territorio (arts. 319 y ss.) y contra los recur-
das del Proyecto de 1992, aunque en ellas se cometieron algunos fa- sos naturales y el medio ambiente (arts. 325 y siguientes).
llos notorios, por ejemplo: en la redacción de la fórmula del error (art.
14). Este Proyecto fue remitido a las Cortes y fue aprobado como Pro- 192. — Otros delitos como los sexuales, los delitos contra el honor
yecto de LO de Código Penal por el Pleno del Congreso el 5/7/95. y los de falsedad documental han sufrido notorias reformas, así como
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 101

en el caso de los delitos contra la vida se ha eliminado el parricidio y


se han reducido los supuestos de asesinato. También ha desapareci-
do la reducción de penas por el trabajo, lo que tiene una importante
incidencia en el rigor de las penas.
104 ENRIQUE BACIGALUPO

mal mayor que aquel que correspondería a la no satisfacción de la ne-


Capítulo II cesidad mediante la acción" (delictiva). De allí se deduce que "la co-
nexión del mal con el delito tiene que ser amenazada en una ley"2. "El
Los principios básicos fin de la ley y de la amenaza contenida en ella es, por tanto, la intimi-
dación dirigida al hecho condicionado por la pena" 3 .

195. — Previamente, sin embargo, Beccaria había fundamentado


el derecho de sancionar en el contrato social y deducía: "La prima
consequenza di questi principii, é che le solé leggipossono decretare la
pena su i deliti, e questa autoritá nonpuó risiedere chepresso il ligis-
latore che rappresenta tutta la societá unitaper un contratto sociale"^.

A-Bprincip¡odelegal¡dad 196. — De esta manera, el principio nulla poena sine lege o princi-
pio de legalidad adquirió carácter fundamental en el derecho penal
— §18- como principio constitucional y como principio propiamente penal,
independiente de cualquier teoría de la pena.
FUNDAMENTOS DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
La consecuencia práctica de este principio es la siguiente: ningu-
193. — La ley penal tiene una función decisiva en la garantía de la na sentencia condenatoria se puede dictar aplicando una pena que
libertad. Esa función suele expresarse en la máxima nullum crimen, no esté fundada en una ley previa, es decir, una ley en la que el hecho
nulla poena sine /ege.'Esto quiere decir que sin una ley que lo haya imputado al autor sea amenazado con pena. En otras palabras, el ra-
declarado previamente punible ningún hecho puede merecer una pe - zonamiento judicial debe comenzar con la ley, pues sólo de esa mane-
na del derecho penal. La jerarquía constitucional de este precepto es ra la condena se podrá fundar en la ley penal.
hoy en día indiscutida (art. 25.1, CE). No sólo rige respecto de las san-
ciones propiamente penales, sino de toda sanción (inclusive las ad- 197. — El principio tiene, entonces, dos partes, como hemos visto:
ministrativas y disciplinarias) que pueda aplicarse por una lesión nullum "crimen"sine lege y nulla "poena"sine lege. Tanto el delito co-
del ordenamiento jurídico (art. 9°.3, CE). mo la pena deben estar determinados en la ley previa.

194. — En sus primeras formulaciones, este principio estuvo vin- 198.—El Código Penal recoge ambas fases del principio de legali-
culado a la teoría de la pena como coacción psicológica (prevención dad en el art. I o (nullum "crimen"sine lege) y en el art. 2o. 1 (nulla "poe-
general) representada por Feuerbach: la ley penal debía preceder a na" sine lege)5. El art. I o limita el poder penal del Estado frente a la
la acción delictiva porque de esta manera podía la pena cumplir su
función preventiva, es decir, inhibidora del impulso delictivo. "Por lo 2
Feuerbach, Revisión der Grundsátze und Grundbegriffe des positiven peinli-
tanto —decía Feuerbach1— las transgresiones se impiden si cada chenRechts, 1799,1.1, p. 49.
ciudadano sabe con certeza que la transgresión será seguida de un 3
Feuerbach, Revisión der Grundsátze und Grundbegriffe des positiven peinli-
chenRechts, 1799,1.1, p. 49.
4
Beccaria, Dei delitti e delle pene, 1764, t. III, p. 15, citado según la edición de
1973, al cuidado de Gian Domenico Pisapia.
5
1
Feuerbach, Revisión der Grundsatze und Grundbegriffe des positiven peinli- Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, 1972,1.1, p.
chen Rechts, 1799,1.1, p. 45 y siguientes. 56 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 105 106 ENRIQUE BACIGALUPO

acción u omisión que "no esté prevista como delito o falta por la ley". rales), interpretada como una lex stricta —exclusión de la extensión
El art. 2o prohibe castigar delitos o faltas "con pena que no se halle analógica de la ley penal— (cfr. STC133/87).
prevista por ley anterior a su perpetración".
202. — El contenido correcto de estas prohibiciones, a las que el
199. — Qué se debe entender por fundar una condena en una ley principio de legalidad somete al legislador y a los tribunales, depen-
previa no es en absoluto un problema resuelto. En primer lugar, el de del fundamento que se asigne a este principio, pues vulnerar el
grado de vinculación de un fundamento de la condena con la ley pre- principio de legalidad significa, precisamente, contradecir su funda-
via puede ser de muy diversos grados: puede ser más o menos estre- mento.
cha. Así, por ejemplo, cuando a principios de siglo se comenzó a utili-
zar la energía eléctrica, se registraron casos de utilización fraudu- Las fundamentaciones intentadas en la teoría son diversas. Aquí
lenta delfluidoeléctrico modificando los aparatos contadores insta- sólo es preciso hacer referencia a las más importantes.
lados en cada casa para determinar el consumo del usuario. Hubo a) En primer lugar, se ha entendido que el principio de legalidad
países —por ejemplo, Alemania—6 en los que los tribunales enten- es un derivado del principio de culpabilidad9. Si la culpabili-
dieron que la electricidad no era una "cosa mueble" y que apoderarse dad requiere que el autor haya conocido (o al menos podido co-
de ella, por lo tanto, no constituía hurto. nocer) la norma vulnerada, ello sólo sería posible, se afirma, si
el hecho punible está contenido en una ley. Este criterio, sin
200. — Mientras en España se prefirió incorporar disposiciones embargo, ha sido criticado por quienes siguen el punto de vista
especiales (art. 255, Cód. Penal) para dicho caso, y otras similares, en dominante en lo referente al alcance del principio de culpabili-
Alemania la opinión hoy dominante no comparte ya el criterio juris- dad, pues se estima que mientras éste no requiere del conoci-
prudencial absolutorio del Tribunal del Imperio7 y se piensa que en miento de las consecuencias jurídicas, el principio de legalidad
verdad el parágrafo referente al hurto permitiría alcanzar una con- se extiende a éstas inclusive10. Por el contrario, el conocimien-
dena sin infringir el principio de legalidad8. Por lo tanto, cabe distin- to (potencial) de la punibilidad se debe considerar exigencia
guir entre aplicaciones más o menos estrictas de la ley. Establecer del principio de culpabilidad y ello priva de contenido a la críti-
cuál es el grado que constituye el límite mínimo de vinculación con el ca reseñada.
texto de la ley en su aplicación es una cuestión valorativa. Ello sólo b) También se ha sostenido que el principio de legalidad es con.se-
será posible en una consideración de cada caso individualmente. cuencia del principio democrático (art. Io, CE). La ley previa es,
según este principio, necesario presupuesto de toda interven-
201.—El principio de legalidad se expresa en exigencias dirigidas ción en derechos fundamentales de los ciudadanos por parte de
al legislador y a los tribunales. Una sanción penal se habrá aplicado los funcionarios que carecen de una legitimidad democrática
con arreglo al principio de legalidad si está establecida en una lex directa (como es el caso de la Administración y la Justicia)11.
praevia (exclusión de la aplicación retroactiva de las leyes penales) y Contra esta fundamentación se ha sostenido, con razón, que no
en una lex scripta (exclusión del derecho consuetudinario), que reú-
na las condiciones de una lex certa (exclusión de las cláusulas gene- 9
Sax, en Bettermann- Nipperdey-Scheuner,Z)¿e Grundrechte, 2aed., 1972, t. III,
p. 998 y siguientes.
10
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 53; Schünemann, ¿Nidiapoena si-
6
rte lege?, 1978, p. 15; Schreiber, Gesetz und Richter, 1976, p. 209 y ss.; Grünwald, en
Naucke, Strafrechts, eine Einführung, 3a ed., 1980, p. 74 y siguientes. "ZStW",76,1964,p.l2.
7 11
Cfr."RGSt"29,p.lll. Grünwald,en"ZStW",76,1964,p. lyss:,Schünemann,¿Nullapoenasinelege?,
8
Naucke, Strafrechts, eine Einführung, 3a ed., 1980, p. 74 y siguientes. 1978, p. 15.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 107 108 ENRIQUE BACIGALUPO

puede explicar la prohibición de aplicación retroactiva del de- destinatario de la protección del principio de legalidad; en conse-
recho penal ni la de leyes con contenido indeterminado12. cuencia, este principio se debe entender como la magna charta del
c) En España, el Tribunal Constitucional (STC133/87) ha enten- ciudadano y toda restricción de su contenido afectará esencialmente
dido que "el principio de legalidad penal es esencialmente una derechos fundamentales.
concreción de diversos aspectos del Estado de derecho" (...). "En El principio de legalidad, entendido como garantía de la objetivi-
este sentido —dice la sentencia citada— se vincula ante todo dad del juicio sobre el hecho y como magna charta del ciudadano, re-
con el imperio de la ley como presupuesto de la actuación del quiere de un análisis particularizado de sus diversos aspectos.
Estado sobre bienes jurídicos de los ciudadanos, pero también
con el derecho de los ciudadanos a la seguridad (STC 62/82)
(...), así como con la prohibición de la arbitrariedad y el derecho
a la objetividad e imparcialidad del juicio de los tribunales, que — §19-
garantizan los arts. 24.2 y 117.1 de la CE, especialmente cuan- PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y "RIGUROSA APLICACIÓN DE LA LEY"
do éste declara que los jueces y magistrados están sometidos EN EL SENTIDO DEL ART. 4o. 3 DEL CÓDIGO PENAL ESPAÑOL
únicamente al imperio de la ley".
205. — El art. 4o del Cód. Penal español establece en su tercer pá-
rrafo que los tribunales deben aplicar la ley en forma rigurosa. En
203. — Desde esta perspectiva el principio de legalidad aparece una primera lectura ello parece significar que el tribunal debe apli-
básicamente como una consecuencia del principio de culpabilidad, car la ley penal, aunque a su juicio el hecho no sea merecedor de pe-
que, además, garantiza la objetividad del juicio de los tribunales, na, y que, además, debe sancionar al autor en la forma establecida en
pues sólo con la distancia que da una ley previa es posible un enjui- la ley, aunque la pena resulte desproporcionada con "el grado de ma-
ciamiento objetivo de los hechos13. Ello permite explicar que la pro- licia y el daño causado por el delito". El párrafo fue introducido en la
tección se extienda tanto a las consecuencias jurídicas como a los pla- reforma de 1850 y al parecer no se supo, en su momento, por qué ra-
zos de prescripción, así como también la exclusión de la extensión zón. Pacheco dice en este sentido que "quizá lo inspiraron en aquella
analógica y la aplicación retroactiva de la ley penal. ocasión las acumulaciones de penas a que dio lugar el art. 76, ora sin
motivo, ora con motivo"16. El art. 76 del Cód. Penal de 1848 contenía
204, — Fuera del fundamento también se discute a quién protege una norma prácticamente idéntica a la del actual art. 73 del Cód. Pe-
el principio de legalidad. Afirmó von Liszt14, en este sentido, que el nal, es decir, una norma que establecía el principio de acumulación
principio de legalidad es la "magna charta del delincuente". En la ac- ilimitada de penas para el caso del concurso real, principio que no fue
tualidad esta concepción no goza, con razón, de la adhesión de la ma- modificado hasta que, en el Código de 1870, se introdujo el límite del
yor parte de la doctrina15. En un Estado democrático de derecho el triplo de la pena más grave (art. 89.2a), que todavía conserva el vi-
juez nunca tiene ante sí a un delincuente, sino a un ciudadano que es- gente art. 76.2a del Código Penal.
tá amparado por el derecho a la presunción de inocencia y que es el
206. — Las razones que inspiraron la introducción de esta dispo-
12 sición tampoco resultan claras desde una perspectiva político-crimi-
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 53.
13
Grünwald, en "ZStW", 76, 1964, p. 14; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, nal, pero no cabe duda de que expresan una idea de cuál es la vincu-
1983, p. 55; Schreiber, Gesetz una Richter, 1976, ps. 213 y siguientes. lación del juez a la ley penal.
14
Liszt, Strafrechtliche Vortrage undAufsatze, 1905, t. II, p. 75.
15
Naucke, Strafrechts, eine Einführung, 3 a ed., 1980, p. 80; Schünemann, ¿Nulla
poena sine lege?, 1978, p. 1.
Pacheco, El Código Penal, 2a ed., 1856, p. 87.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 109 110 ENRIQUE BACIGALUPO

Por un lado se establece que los jueces no pueden decidir sin un "interpretación" de la ley se convirtieron en el presupuesto objetivo
fundamento legal sobre la punibilidad o no de una conducta (algo que de la división de poderes. En este marco se explica que el Tribunal
ya surge del principio de legalidad); por otro, que deben aplicar la ley Supremo tuviera que: "oír las dudas de los demás tribunales sobre la
sin tomar en consideración el resultado (justo o injusto, útil o no) de inteligencia de alguna ley y consultar sobre ellas al Rey con los fun-
esta aplicación. La primera cuestión es, en principio, clara, si se la damentos que hubiere para que promueva la conveniente declara-
entiende desde el punto de vista de las competencias legislativas y ción en las Cortes" (art. 261.10°).
judiciales, pues para los jueces la aplicación del derecho es obligato-
ria. La disposición es menos clara, sin embargo, si lo que quiere decir 210. — Las constituciones de 1837 (art. 63), de 1845 (art. 66), de
es que los jueces deben aplicar la ley de una manera literal, o, dicho 1869 (art. 91) y de 1876 (art. 76) no volvieron a mencionar expresa-
con otras palabras, si el juez está vinculado por un texto legal que no mente la distinción entre aplicación e interpretación de las leyes, pe-
puede interpretar o que sólo puede interpretar en modo limitado. ro, en todo caso, sólo reconocieron a los tribunales la facultad de apli-
car las leyes. Esto es un síntoma claro de que en todas ellas el consti-
207. — Por otro lado, el art. 4°.3 del Cód. Penal establece que, en tuyente no dejó de lado la contraposición entre aplicación e interpre-
principio, los jueces no deberían considerar en sus decisiones si el re- tación y de que, cuando se introdujo el texto del actual art. 4°.3 del
sultado es justo en relación al caso concreto y, más específicamente, si Cód. Penal español, se pensaba que los tribunales sólo podrían apli-
la pena es o no proporcionada a la "malicia" o al daño causado. Ello es car la ley, aunque no interpretarla. Si se tiene en cuenta el trasfondo
como decir que las penas se deben aplicar sin considerar la gravedad de ideas políticas que orientaron la Constitución de 1845, se com-
del delito concreto, algo que choca con la exigencia de justicia y pro- prende fácilmente que el constituyente no trató de incrementar los
porcionalidad de las penas ya requerida por Montesquieu y Beccaria. poderes de los tribunales, sino reducir los de las Cortes en favor de la
Corona y, por lo tanto, mal podría entenderse que el horizonte cons-
208. — Una vinculación del juez a la ley como ésta es, ante todo, titucional de 1850 permitía suponer una ampliación de las funciones
explicable en el contexto de las concepciones constitucionales en las del Poder Judicial respecto de la Constitución de Cádiz. Aunque la
que surgió el párr. 2o del art. 2o del Cód. Penal en 1850 (actual art. Constitución de 1845 haya atemperado la idea tradicional de una
4°.3). A este respecto parece que tienen menos importancia los acon- monarquía que concentraba el poder sin división del mismo 17 , sólo
tecimientos políticos concretos que rodearon aquella reforma que las manifestó su propósito en la definición de las relaciones entre el Rey
ideas jurídicas que, con cierta independencia de tales sucesos, esta- y las Cortes. El Poder Judicial, como tal, no parece haber entrado en
ban en la base de la estructuración del Estado. Dicho de otra mane- consideración.
ra, no importa tanto que la reforma de 1850 haya sido consecuencia
de impulsos políticos conservadores posteriores al "bienio liberal" 211. — En consecuencia, el art. 4°.3 del Cód. Penal se debe enten-
que lo precedió, como que el pensamiento de la época sobre la división der, en primer lugar, a partir de su contexto histórico-constitucional,
de poderes estaba apoyado todavía en los conceptos teóricos que fue- como la expresión de la ideología jurídica dominante respecto de la
ron patrimonio de la ciencia jurídica de principios del siglo XLX. función del juez en el siglo XVIII y principios del siglo XIX. Si esta
concepción de los poderes del Estado se ejemplifica a través de uno de
209. — La expresión más precisa de estas ideas es, probablemen- sus máximos teóricos, Montesquieu, se comprueba que, en realidad,
te, la que se encuentra en la Constitución de Cádiz de 1812, que dis- el Poder Judicial no era un poder del Estado, en sentido auténtico.
tinguió entre la aplicación de las leyes y la interpretación de las mis-
mas, asignando la primera tarea a los tribunales (art. 242) y la se-
gunda a las Cortes (art. 131.1a). De esta manera la "aplicación" y la Jorge de Esteban (ed.), Las constituciones de España, 2a ed., 1980, p. 12.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 112 ENRIQUE BACIGALUPO
111

Ciertamente, decía Montesquieu que "todavía no habrá libertad si el 213.—A su vez Feuerbach reiteró estos conceptos en 1804 al sos-
poder de juzgar no está separado del legislativo y del ejecutivo" y que tener: "El juez está vinculado a la palabra estricta y desnuda de la
"si se encuentra junto con el legislativo, el poder sobre la vida y la li- ley" (...) "su tarea no debe ser otra que la de comparar el caso dado con
bertad de los ciudadanos será arbitrario: el juez sería el legislador. Si sus palabras y, condenar sin consideración del sentido y espíritu de
está junto al poder ejecutivo —agregaba— el juez podría tener la la ley, cuando el sonido de las palabras condena, y absolver, cuando
fuerza de un opresor"18. Pero también afirmaba pocas líneas más tar- ésta absuelve"23. Consecuencia de este punto de vista era la prohibi-
de que "el poder de juzgar, tan terrible entre los hombres, no estando ción de la interpretación sostenida por Feuerbach.
ligado ni a un cierto estado (se refiere a la nobleza, a los ciudadanos,
etcétera) ni a una determinada profesión, se convierte, por así decir- 214.—Con anterioridad a la Constitución de Cádiz en España, es-
lo, en invisible y nulo"19. Esta no es sino la consecuencia de que "los ta visión del problema no había estado exenta de discusión24. En lo
tribunales no deben estar constituidos en forma permanente" y de sustancial, sin embargo, la prohibición de la interpretación fue ad-
que "sus sentencias jamás deben ser otra cosa que un texto preciso de mitida con todas sus consecuencias. Prueba de ello es que el antece-
la ley; si fueran una opinión particular del juez, viviríamos en socie- dente más claro de la concepción de la Constitución de Cádiz de 1812,
dad sin saber precisamente cuáles son las obligaciones contraídas"20. en este punto, la obra de Lardizabal, sólo se distinguía aparentemen-
te de Beccaria. Lardizabal afirmaba: "No creo, pues, que sea tan pe-
212. — Este punto de vista tuvo una singular trascendencia en el ligroso, como pretende el Marqués de Beccaria el axioma común, que
ámbito del derecho penal europeo de aquel tiempo, como se observa propone por necesario consultar el espíritu de la ley"25, sin embargo,
en esta afirmación de Beccaria: "Ni siquiera en los jueces penales más adelante agregaba un matiz en esta discrepancia "quando la ley
puede residir la autoridad de interpretar las leyes penales, por la es obscura, quando atendidas las palabras, se duda prudentemente"
misma razón que éstos no son legisladores"21, que completaba su (...) "entonces no debe ni puede el juez valerse de su prudencia para
idea con palabras tajantes: "Nada es más peligroso que el axioma co- determinar, aunque parezca justo; sino ocurrir al Príncipe, para que
mún que indica que es necesario consultar el espíritu de la ley" (...). declare su intención, como se previene en nuestras leyes"26. Por lo
"El espíritu de la ley sería el resultado de una buena o mala lógica de tanto: "Si la ley es clara y terminante, si sus palabras manifiestan
un juez, de una digestión fácil o malsana; dependería de la violencia que el ánimo del legislador fue incluir o excluir el caso particular, en-
de sus pasiones, de la debilidad del que sufre, de las relaciones del tonces, aunque sea o parezca dura y contra equidad, debe seguirse li-
juez con el ofendido, y de todas aquellas pequeñas fuerzas que trans- teralmente"27. En otro caso, concluye la argumentación, el juez
forman las apariencias de todo objeto en el ánimo fluctuante del "usurparía los derechos de la soberanía"28.
hombre"22.

23
Feuerbach, Kritik des EJeinschrodischenEntwurfzueinenpeinlichenGesetzbu-
18
Montesquieu, De l'esprit des lois, ed. de la Librarie Garnier Fréres, 1748,1.1, p. che für die Chur-Pfalz-Bayerischen Staaten, 1804, Cap. 11/20. Similar era el punto de
152. vista de Filangeri, La scienza della legislazione. Opusculi scelti, 1822, t. VI, p. 314: "co-
19
Montesquieu, De l'esprit des lois, ed. de la Librarie Garnier Fréres, 1748,1.1, p. nocimiento del hecho, aplicación literal de la ley: he allí a qué se reducen los poderes de
153. unjuez".
24
20
Montesquieu, De l'esprit des lois, ed. de la Librarie Garnier Fréres, 1748,1.1, p. Lardizabal, Discurso sobre las penas, 1872, Cap. II, nros. 38 a 45, especialmen-
154. te, n° 39.
25
21
Beccaria, Del delitti e delle pene, 1764, Cap. IV, citado según la edición de Gian Lardizabal, Discurso sobre las penas, 1872, Cap. II, n° 39.
26
Domenico Pisapia, 1973, p. 17. Lardizabal, Discurso sobre las penas, 1872, Cap. II, n° 40.
27
22
Beccaria, Dei delitti e delle pene, 1764, Cap. IV, citado según la edición de Gian Lardizabal, Discurso so&re ¿aspereas, 1872, Cap. II,n°41.
28
Domenico Pisapia, 1973, p. 18. Lardizabal, Discurso sobre las penas, 1872, Cap. II, n° 42.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 113 114 ENRIQUE BACIGALUPO

215. — El concepto histórico, constitucional y teórico-jurídico que Código, no en los juicios particulares"31, con lo que implícitamente se
rodea la introducción de la disposición que hoy se encuentra en el art. afirmaba que la cuestión de la justicia y de la utilidad pública de las
4°.3 del Cód. Penal traduce pues una posición judicial de facultades penas era una cuestión exclusiva del Parlamento. Pero, sin perjuicio
limitadas, como consecuencia de una concepción de la división de po- de ello, en la época del Iluminismo el derecho de gracia era visto co-
deres basada en la distinción entre interpretación y aplicación de la mo una contrapartida de las leyes penales bárbaras, que carecería de
ley, en la que la interpretación del derecho se identificaba evidente- justificación en el Estado moderno y que tenía efectos disfuncionales
mente con su creación. para la prevención general32.
216. — El carácter limitado de la función judicial, esta "esclavitud 218.—En resumen, el art. 4o. 3 del Cód. Penal es la expresión de un
del juez"29 respecto del texto legal y sus palabras, se traduce prácti- sistema judicial limitado, que vincula al juez a las palabras del texto
camente en el sistema del art. 4o. 3 del Cód. Penal en una verdadera de la ley, impidiéndole tomar en consideración la justicia o la propor-
supervisión de la justicia penal por el Ejecutivo a través del indulto. cionalidad de la pena que resulte de su aplicación. Tales cuestiones
Es decir, el Poder Judicial aplica la ley, pero el Ejecutivo "juzga" so- quedan reservadas al Gobierno, que mediante el derecho de gracia
bre la equidad y la utilidad de la aplicación concreta de la ley. Dicho puede promover ante el Rey un indulto total o parcial de la pena.
de otra manera: el indulto aparece como una especie de "recurso" de
equidad, que puede promover inclusive el tribunal de la causa, ante 219. — Esta concepción es ajena al sistema constitucional vigente
el Ejecutivo. por varias razones. En primer lugar porque la Constitución ha defi-
En efecto, excluida de las facultades judiciales la posibilidad de in- nido en su art. Io el orden jurídico como algo más que un mero orden
troducir en la aplicación de la ley consideraciones de justicia y pro- legal. El orden jurídico español no sólo se compone de leyes, sino tam-
porcionalidad de la pena, esta materia queda en manos del Ejecuti- bién de valores superiores (la justicia, la igualdad y el pluralismo po-
vo, ni siquiera del Parlamento. El art. 11 de la ley de 18 de junio de lítico, del art. Io; la dignidad de la persona y el libre desarrollo de la
1870 muestra con toda claridad que el Ejecutivo puede ejercer el de- personalidad, del art. 10.1 de la CE). En la medida en la que a los jue-
recho de gracia cuando existan razones de justicia, equidad o utili- ces corresponde "la potestad jurisdiccional" juzgando y haciendo
dad pública, ajuicio del tribunal sentenciador30. cumplir lo juzgado (art. 117.3, CE) y en la que los poderes públicos es-
tán sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento —nó sólo de
217. — Un sistema de relaciones entre el Poder Judicial y el Eje- la ley— (art. 9o. 1, CE), es evidente que su misión consiste en realizar
cutivo de estas características es dudosamente compatible con la en sus juicios no sólo el sentido literal de las leyes, sino un sentido ca-
idea central de la división de poderes en un Estado democrático. En paz de materializar las finalidades y los valores del orden jurídico.
el Estado moderno el indulto, por otra parte, no es una institución Carecería de todo apoyo en la Constitución una distribución de las
que goce de especial prestigio. Ya inicialmente se ha cuestionado qué competencias de tal naturaleza que los jueces sólo pudieran aplicar
poder del Estado debe ser competente para ejercer el derecho de gra-
cia. En este sentido afirmaba Beccaria que "la clemencia es la virtud
del legislador y no del ejecutor de las leyes, debe resplandecer en el
31
Beccaria, Dei delitti e delle pene, 1764, Cap. IV, citado según la edición de Gian
Domenico Pisapia, 1973, p. 74.
32
Beccaria, Dei delitti e delle pene, 1764, Cap. XX, citado según la edición de Gian
29 Domenico Pisapia, 1973; Feuerbach, Kritik des Kleinschrodischen Entwurfzu einem
Kaufmann, Arthur, Beitraege zurjuristischen Hermeneutik, 1984, p. 134.
30 peinlichen Gesetzbuchefürdie Chur-Pfalz-Bayerischen Staaten, 1804, Cap. 11/20, p. 242
Sin embargo, las constituciones desde 1812 no han sometido el derecho de gra-
cia a ninguna condición. y ss.; Montesquieu, De l'espritdes lois, ed. de la Librarie Garnier Fréres, 1748,1.1, p. 91.

8 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 116 ENRIQUE BACIGALUPO
115

el orden legal, mientras que los valores superiores estuvieran fuera te— deben aplicar el derecho. Ello surge de estas sentencias sin lu-
de los objetivos que la Constitución atribuye al Poder Judicial. Bási- gar a dudas, pues en la STC 89/83 admitió que una figura, provenien-
camente no se correspondería con la visión actual de esta cuestión: te de una construcción que sólo se podía justificar a partir de princi-
"La justicia de la decisión del caso —dice Larenz33— es ciertamente pios muy generales del derecho penal, era compatible con la aplica-
un fin deseable de la actividad judicial". ción de una ley que guardaba silencio sobre ella. A la inversa, en la
STC 75/84 consideró vulnerado el principio de legalidad a pesar de
220. — El Tribunal Constitucional ha establecido claramente que que en la sentencia anulada se habían aplicado literalmente los arts.
el ordenamiento jurídico no sólo se compone de leyes en la STC 89/83, 339, LOPJ (entonces vigente) y 6°.4 del Cód. Civil. En suma: una
en la que dijo, a propósito de la figura del delito continuado, entonces aplicación de principios no explícitos en la ley es compatible con el
no contenida en la ley, que: "ni la garantía criminal ni la penal pue- principio de legalidad, mientras no lo es una aplicación literal de la
den ser entendidas, sin embargo, de forma tan mecánica que anulen ley que contradice los principios generales (implícitos) en la misma.
la libertad del juez para resolver, mientras no cree nuevasfigurasde- La doctrina de estas sentencias ha sido recogida más tarde en el
lictivas ni aplique penas no previstas en el ordenamiento, graduadas art. 5o de la LOPJ que impone a los jueces y tribunales "interpretar y
de acuerdo con reglas que también detrae de la ley". aplicar" las leyes y los reglamentos según los preceptos y principios
constitucionales.
221. — El Tribunal Constitucional aclaró asimismo que: "la facul-
tad de interpretar y aplicar la ley penal (...) corresponde a los tribu- 223. — La consecuencia lógica de todo lo anterior sería la deroga-
nales de ese orden (art. 117.3, CE)". De esta manera queda claro que ción del art. 4°.3 del Cód. Penal, pues, en verdad, contradice el siste-
la distinción entre aplicación e interpretación de la ley que caracteri- ma constitucional de división de poderes y reduce el orden jurídico
zó a las constituciones de 1812,1837,1845,1869 y 1876 ha sido en- penal a los textos legales en contra de lo que establece el art. Io de la
tendida como ajena a la Constitución vigente. CE. El juez no está vinculado sólo a la ley y a la Constitución, sino
Expresó conceptos similares en la STC 75/84, sosteniendo expre- también a los valores fundamentales que forman parte del orden ju-
samente que el objeto de su control constitucional en el caso era "la rídico y que la Constitución sólo enuncia. En este marco institucional
interpretación y aplicación que el juez ordinario ha hecho de la ley ¿qué puede significar todavía el art. 4o. 3 del Cód. Penal? Y en parti-
penal"34. En particular, el Tribunal Constitucional consideró en esta cular: ¿cuándo es legítimo que un tribunal se dirija al Gobierno en los
sentencia la corrección de la interpretación teleológica realizada por términos del art. 4°.3 del Código Penal?
los jueces a quibus.
—a—
222. — Ambas sentencias son importantes en lo que concierne a 224. — Lo primero que necesitamos aclarar es que el art. 4°.3 del
las cuestiones aquí tratadas, toda vez que el Tribunal Constitucional Cód. Penal no puede ser entendido como una norma que impida apli-
ha reconocido en ellas que los jueces no sólo deben interpretar y apli- car eximentes de responsabilidad no previstas expresamente en la
car un texto legal, sino que además —aunque no lo dice expresamen- ley. Se trata de una cuestión ya debatida antes de la entrada en vigor
de la Constitución vigente35 y que se desarrolló en el marco de la pro-

33 35
Larenz, Methodenlehre der Rechtswissenschaft (Studienausgabe), 1983, p. 223. Antón Oneca, Derecho penal, (editado por Hernández de Guijarro y Beneytez
34
Sobre las SSTC 89/83 y 75/84, en lo que concierne a los casos allí resueltos, ver, Merino), 2a ed., 1986, p. 123; Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Códi-
críticamente: Bacigalupo, en "Revista del Foro Canario", 87-1993, ps. 11 y ss. y 20 y si- go Penal, 1976,1.1, p. 58 y ss.; Cerezo Mir, Curso de derecho penal español. Parte gene-
guientes. ral, 1984,1.1, p. 206, con una completa información bibliográfica.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 118 ENRIQUE BACIGALUPO
117

blemática de la analogía in bonam partem. Las opiniones se dividie- cuenta la mayor o menor justicia de los resultados de su interpreta-
ron en favor y en contra de tal posibilidad, aunque la discusión se lle- ción. Por lo tanto, se trata de saber cómo pueden coexistir la obliga-
vó a cabo sólo sobre las posibles interpretaciones gramaticales del ción de aplicar la ley y la de tener en cuenta los valores fundamenta-
tercer párrafo del art. 4o del Cód. Penal y del argumento a contrario les del orden jurídico.
sensu. En dicho nivel, sin embargo, la cuestión no tiene una respues-
ta única totalmente satisfactoria. Por ello la pregunta debe ser res- 226.—La clave para la respuesta la proporciona la teoría de la in-
pondida a partir del significado dogmático del derecho fundamental terpretación de la ley. Hay un punto en el que en la actualidad existe
a la legalidad penal (art. 25.1, CE). Desde esta perspectiva es indu- una coincidencia generalizada: toda aplicación de la ley requiere un
dable que los derechos fundamentales son derechos de los ciudada- entendimiento de la misma y un entendimiento único del texto legal
nos y en ningún caso derechos de la sociedad o del Estado contra los está prácticamente excluido en la mayoría de los casos decisivos. Au-
ciudadanos, sea que se los conciba como derechos previos al Estado o tores de muy diversa orientación, como Kelsen y Larenz, permiten
como derechos garantizados por éste. En todo caso los derechos fun- documentar esta afirmación. El primero sostenía categóricamente
damentales son siempre un límite para el poder estatal, cuyo ejerci- que: "la cuestión de cuál es la posibilidad correcta dentro del marco
cio el ciudadano no debe justificar; es el Estado, por el contrario, del derecho aplicable, no es en absoluto una cuestión del conocimien-
quien debe justificar su limitación36. La analogía in bonam partem, to del derecho positivo" (...). "Si se debe caracterizar no sólo la inter-
así como la creación de causas supralegales de exclusión de la puni- pretación, sino, en general, la interpretación del derecho por los ór-
bilidad, basadas en principios generales del orden jurídico, por con- ganos de aplicación, es preciso señalar que en la aplicación del dere-
siguiente, no puede vulnerar nunca el principio de legalidad. cho por un órgano jurídico se entrelazan la interpretación, como co-
nocimiento del derecho aplicable, con un acto de voluntad, en el que
el órgano de aplicación del derecho debe elegir entre las distintas po-
—b— sibilidades puestas de manifiesto por la interpretación cognitiva"37.
225. — Resuelto este primer problema se presenta una segunda
cuestión. ¿Qué significa "rigurosa aplicación de las disposiciones de 227. — Larenz, por su parte, pone de manifiesto ideas similares:
la ley"? "El que exige de los métodos de la jurisprudencia que conduzcan a re-
Si el juez está vinculado al orden jurídico, y no sólo al orden legal, sultados absolutamente seguros en todos los casos, similares en la
la aplicación de la ley no se puede desentender de la significación que prueba y el cálculo a los matemáticos, confunde la esencia del dere-
la misma tenga respecto de los valores fundamentales del orden ju- cho y, al mismo tiempo, los límites que surgen para toda ciencia jurí-
rídico, particularmente de la justicia. Sin embargo, esta afirmación dica de la naturaleza de su objeto: certeza matemática no existe en
requiere ser precisada. El juez no puede hacer justicia con total inde- las cuestiones jurídicas"38, lo que quiere decir que, por regla, no hay
pendencia de la ley ni tampoco sólo según su particular percepción de un entendimiento único del texto legal.
la misma. Por ejemplo: un juez que entienda que la reincidencia (art.
22.8a del Cód. Penal), tal como está configurada en el texto de la ley,
no es compatible con su percepción de la justicia, está, de todos mo- 228. — De aquí surge sin fricción alguna que la ambigüedad del
dos, obligado a la aplicación de la agravante, aunque no deberá inter- lenguaje legal genera la posibilidad de diversos entendimientos y
pretar la agravante de reincidencia establecida en la ley sin tener en
37
Kelsen,Reine Rechtslehre, 2aed., 1960 (reimpresión de 1983), ps. 350 y 351 (las
bastardillas son nuestras).
Larenz, ÜberdieUnentbehrlichkeitderJurisprudenz ais Wissenschaft, 1966, p.
Pieroth - Schlink, Grundrechte-Staatsrecht, 3 a ed., 1987, t. II, p. 14 y siguientes. 15.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 119 ENRIQUE BACIGALUPO
120
que éstos, a su vez, son consecuencia de la diversidad de métodos con juzgar, moldeada sobre todo por la influencia del positivismo jurídi-
los que es posible interpretar una ley. Consecuentemente: la "aplica- co menos evolucionado, no permite admitir que la aplicación de las le-
ción rigurosa de la ley" en el sentido del art. 4°.3 del Cód. Penal es an- yes implique alguna clase de valoración, pues se pretende que esta
te todo un problema de interpretación, pues este artículo, como to- tarea se agote en una mera subsunción formal. Sin embargo, este mo-
dos, admite diversos entendimientos: si el art. 4o del Cód. Penal es delo de aplicación de la ley no responde a las concepciones actuales de
una ley, su sentido dependerá de su interpretación y no puede ser la metodología del derecho y oculta una buena parte de la realidad.
identificado, sin más, con el sentido de una interpretación literal,
mientras también otros métodos interpretativos tengan legitimidad 230.—La necesidad de valoración por parte del juez en el momen-
metodológica. La "aplicación rigurosa de la ley", por lo tanto, no pue- to de la aplicación de la ley ha sido reconocida ante todo como una
de ser hoy más que la interpretación de la ley basada en un método operación impuesta por las leyes mismas. ¿Cómo podría el juez de-
interpretativo reconocido. Ello es consustancial en un sistema en el terminar, sin valorar, la capacidad de culpabilidad, o la evitabilidad
que "la elección de las alternativas interpretativas es una parte de la del error, o la acusada brutalidad de las lesiones o la cantidad de no-
teoría práctica del derecho"39. En suma: interpretar el art. 4°.3 del toria importancia en el art. 369.3 del Cód. Penal? En todos estos ca-
Cód. Penal con el método gramatical, eliminando su significación en sos, como en muchos otros, la dificultad consiste en que ninguno de
el sistema jurídico vigente, no es más que una posibilidad. Toda ley, estos elementos legales se dan "en el mismo modo directo que los ob-
por lo tanto, entendida y aplicada según un método interpretativo jetos de una percepción sensorial"40. En estos casos es legítimo pre-
reconocido habrá sido aplicada rigurosamente. El art. 4°.3 del Cód. guntarse "¿cómo puede el juez fundamentar su juicio de valor?"41. La
Penal no puede escapar de la interpretación de su propio texto. respuesta no ofrece dudas: "Aquí sólo será de significación que el juez
no dependa sólo de su propia visión valorativa, sino que aplique los
229. — Se podría pensar que al exigir que el método interpretati- criterios valorativos elaborados y considerados vinculantes por la co-
vo sea reconocido, se impide que surjan nuevos modos de interpretar munidad, cuyo derecho el juez aplica como órgano"42.
las leyes. Aquí no es posible desarrollar esta cuestión, pero es facti- Pero, el desarrollo moderno de la hermenéutica va más lejos toda-
ble aclarar que no es éste el sentido que se quiere acordar a la tesis vía, pues ha permitido comprobar que los cánones interpretativos
sostenida. Que el método sea reconocido no quiere decir que sea do- tradicionales no pueden garantizar una completa exclusión de pre-
minante, sino que tenga la posibilidad de ser objeto de consenso cien- conceptos que, en principio, también se deberían excluir de la aplica-
tífico y que no sea una creación ad hoc para el caso que el juez tiene ción de la ley según el punto de vista recién expuesto de Larenz. La
que resolver. ciencia moderna del derecho, por el contrario, no ha podido permane-
Admitido que el párr. 3o del art. 4o del Cód. Penal no es una norma cer al margen de un desarrollofilosóficobasado en la "metáfora del
excluida de la interpretación, sino necesitada de interpretación, co- texto"43, precisamente porque la ciencia jurídica es, en su punto de
mo todas, y que los jueces están sujetos ala Constitución y al resto del partida, una ciencia estrechamente vinculada a la comprensión de
orden jurídico (art. 9o. 1, CE), se plantea una nueva cuestión. ¿Qué
significa que el juez está vinculado no sólo a las leyes sino a los valo-
40
res superiores del orden jurídico? Partiendo del modelo de un juez cu- Larenz, Methodenlehre der Rechtswissenschaft, 1960, p. 217; ídem, Methoden-
lehre der Rechtswissenschaft (Studienausgabe), 1983, p. 166 y siguientes.
ya función le impide (aparentemente) valorar, esta tarea parece di- 41
Larenz, Methodenlehre der Rechtswissenschaft, 1960, p. 218. En sentido simi-
rectamente incumplible. Una concepción formalista de la función de lar, Vallet de Goytisolo, Metodología jurídica, 1988, p. 398 y siguientes.
42
Larenz, Methodenlehre der Rechtswissenschaft, 1960, p. 218.
43
Albert, Kritik der reinen Hermeneutik, 1994, p. 36: "Se trata de un paso hacia
una filosofía, cuyo objeto no es ya el texto, sino en la que la metáfora del texto se extien-
Aarnio, Denkweisen der Rechtswissenschaft, 1979, p. 96. de a todo el mundo".
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 122 ENRIQUE BACIGALUPO
121

textos. En la medida en la que la comprensión del texto legal por el in- 233. — Estas conclusiones son aceptadas incluso por un crítico de
térprete se da no sólo como un comportamiento del sujeto que inter- la filosofía hermenéutica pura como Hans Albert48, que concibe la
preta, sino que tiene lugar en todo el contexto existencial del mismo, ciencia del derecho, antes que como una ciencia normativa, como una
es inseparable de su experiencia del mundo y puede ponerse en duda disciplina "tecnológico-social"49.
que algún método pueda modificar esta situación44. Sin embargo, esta tecnología social no elimina el elemento herme-
néutico50 ni tampoco "excluye los puntos de vista finalistas o valora-
231. — Los métodos clásicos de interpretación, por lo tanto, han tivos que pueden ser introducidos en la discusión de problemas jurí-
sufrido en los últimos tiempos una importante transformación. Josef dicos (...), pero estos puntos de vista (por ejemplo, las "exigencias de
Esser pone la nueva problemática de manifiesto cuando afirma que: justicia" mencionadas por Neumann) tienen que ser explicitados y
"los esfuerzos por limitar el entendimiento del derecho (Rechtsge- transpuestos en elementos operativos (leistungsmerkmale) para el
winnung), también en el derecho constitucional, a la interpretación sistema tecnológico correspondiente"51. De esta manera se explica,
lógica, histórica o sistemática de la ley y de disciplinarlo mediante según Albert, que la interpretación sea "productiva", en el sentido de
estos métodos, se enfrentan con las cuestiones justificadas de, por un poner enjuego nuevas normas, "sin exponerse al reproche de supe-
lado, si esto no es otra cosa que un desplazamiento hacia lo incons- rar los límites impuestos, dado que sus afirmaciones en este sentido
ciente o lo irreflexivo de las consideraciones excluidas, y, por otro, de tienen carácter cognitivo e hipotético y están al mismo tiempo some-
si no es preferible la contrapropuesta racional de disciplinar las con- tidas a las habituales comprobaciones críticas de la idea regulativa
sideraciones valorativas en sí mismas"45. de verdad"52.

232. — Esser admite que el reconocimiento de esta situación sue- 234.—Todo esto demuestra que un concepto realista de la "aplica-
le provocar reservas, pues se piensa que de esta manera se abre a ca- ción rigurosa de la ley" nunca podrá excluir las consideraciones pre-
da intérprete la posibilidad de presentar sus propias concepciones vias del juez referentes a la justicia, el orden, el deber, el sentido de la
como una racionalización de determinadas ideas político-jurídicas: ley, etcétera, pues incluso el juez que quiera limitarse a un entendi-
"Sin embargo —replica—, la transparencia y, con ella, la criticabili- miento literal de los textos legales hace ya una opción interpretativa
dad de tales actos valorativos es mayor cuando se los expone hones- que tiene implicaciones respecto de estos conceptos, y que no tiene su
tamente que cuando se reemplaza su exposición por su ocultamiento apoyo en la ley misma: "Sin un preconcepto sobre la necesidad del or-
o por giros dogmáticos de carácter formal"46. Y concluye: "el moni- den y la posibilidad de la solución, el lenguaje de la norma no puede
tum de la actitud conservadora-normativa, según el cual el juez, que expresar lo que se le pregunta, es decir, la solución correcta"53.
introduce sus propias valoraciones, necesariamente traiciona su Más aún, la propia interpretación gramatical o literal tiene una
función de aplicador del derecho, se apoya en la idea carente de rea- técnica expresada en diversos cánones interpretativos que, induda-
lidad de que las normas pueden ser aplicadas sin una valoración adi- blemente, operan también como preconceptos de la interpretación y
cional"47. que demuestran que no existe ningún método interpretativo que

44
Gadamer, Wahrheit und Methode, 4a ed., 1975, p. 250 y siguientes. Albert, Kritik der reinen Hermeneutik, 1994, p. 36.
45
Esser, Vorverstandnis und Methodenwahl in der Rechtsfindung, 1972, p. 36; Albert, Kritik der reinen Hermeneutik, 1994, p. 185 y siguientes.
también Larenz, Methodenlehre der Rechtswissenschaft (Studienausgabe), 1983, ps. Albert, Kritik der reinen Hermeneutik, 1994, p. 191.
302 y siguientes. Albert, Kritik der reinen Hermeneutik, 1994, p. 191.
46
Esser, Vorverstandnis und Methodenwahl in der Rechtsfindung, 1972, p. 36. Albert, Kritik der reinen Hermeneutik, 1994, p. 189.
47
Esser, Vorverstandnis und Methodenwahl in der Rechtsfindung, 1972, p. 36. Esser, Voruerstandnis und Methodenwahl in derRechtsfindung, 1972, p. 137.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 123 124 ENRIQUE BACIGALUPO

permita escapar a los preconceptos que orientan y definen la inter- rigir al Legislativo) promoviendo la desincriminación de una con-
pretación de un texto legal54. ducta. En estos casos se tratará siempre de una discrepancia frente
a la idea básica de la política criminal legal, dado que cuando el tri-
235. — Por lo tanto: el concepto de "aplicación rigurosa de la ley" bunal no discrepe respecto de la protección penal del bien jurídico,
no sólo no excluye la interpretación de la ley, sino que requiere una prácticamente siempre dispondrá de los poderes interpretativos pa-
consideración referente a los valores fundamentales del orden jurí- ra reducir teleológicamente el alcance de la ley a los casos en los que
dico, sin la que la interpretación no sería posible55. se evidencie el contenido criminal que justifique la aplicación de la
Esta conclusión demuestra que la cuestión de si el juez en el caso ley penal. Ejemplo de esta situación sería el caso de un tribunal que
concreto se debe limitar a una interpretación que deje en manos del pensara que el tráfico de ciertas drogas no debería ser punible. En tal
Ejecutivo una especie de corrección de equidad de su sentencia o si, supuesto cabría promover una reforma de la ley. Por el contrario, si
por el contrario, debe extremar las posibilidades interpretativas pa- el tribunal está de acuerdo con la punibilidad del hecho, pero cree que
ra lograr una solución justa del caso concreto, depende básicamente en el caso concreto éste no tiene el contenido de ilicitud necesario pa-
de un determinado preconcepto sobre la división de poderes y, por lo ra justificar la aplicación de una pena, debe elaborar los criterios in-
tanto, de los límites de las facultades del Poder Judicial en un marco terpretativos que permitan excluir la tipicidad, generalizándolos a
constitucional específico, lo que, a su vez, constituye un problema todos los casos similares o análogos. En esta interpretación del con-
hermenéutico, que también se apoyará en otros preconceptos nece- tenido de ilicitud requerido por la ley el tribunal debe tener en cuen-
sarios para la interpretación de la Constitución. ta la gravedad de la pena amenazada: una pena muy grave requiere
Todo lo dicho tiene consecuencias prácticas relevantes para la fun- en todo caso un ilícito muy grave, pues la ley está sujeta internamen-
ción del juez penal. te al principio de proporcionalidad, que es la consecuencia mínima
surgida del valor superior de la justicia.
—a—
236.—Al art. 4°.3 del Cód. Penal le queda, a la luz de nuestras con-
237. — En segundo lugar, del texto del art. 4°.3 del Cód. Penal, el
clusiones, un margen mínimo de aplicación, pues el juez sólo debe
tribunal se debe dirigir al Ejecutivo cuando la pena fuere notable-
hacer uso de estas facultades cuando ningún método interpretativo
mente excesiva atendiendo al grado de malicia y al daño causado por
de la ley le permita llegar a una solución compatible con los valores
el delito. En este supuesto cabe pensar en casos en los que el autor
superiores del ordenamiento jurídico56. En este sentido, el tribunal o
hubiera obrado de una manera poco reprochable y la pena aplicable
el juez se podrán dirigir al Poder Ejecutivo (en realidad se debería di-
debería superar la proporcionalidad debida respecto de la culpabili-
dad por el hecho. En tales supuestos, sin embargo, el tribunal no de-
54 be renunciar a sus facultades para determinar la pena adecuada a la
Schleiermacher, Hermeneutik und Kritik, 1838, ed. de N. Frank, 1977, p. 101 y
ss. donde se exponen los diferentes cánones clásicos de la interpretación gramatical. culpabilidad, pues ello es un presupuesto necesario de la vinculación
55
Cfr. en la doctrina española: Vallet de Goytisolo, Metodología jurídica, 1988; del juez al orden jurídico y a su valor superior de justicia. Dicho con
Bacigalupo, Idogmi de.Ua dogmática pénale, en "Dei delitti e delle pene", n° 2,1983, p. otras palabras: un tribunal sólo juzgará en el sentido del art. 117 de
245 y ss.; ídem, Delito y punibilidad, 1983, p. 13 y ss.; Atienza, en "Revista Española de la CE si aplica una pena justa (o sea, adecuada a la culpabilidad por
Derecho Administrativo", n° 85,1995, p. 5 y siguientes.
56
Cfr. STS del 21/4/92 (rec. 1514/88). Sin embargo, en los precedentes actuales del el hecho); por el contrario no lo hará cuando se limite y desplace la
Tribunal Supremo continúa el predominio del antiguo entendimiento del art. 2o. 2 del cuestión de lajusticia a una decisión discrecional del Ejecutivo, como
Cód. Penal, sobre todo en relación a la cuestión de la aplicación de la agravante de rein- si no existiera el art. 9o. 1 de la CE que lo vincula al orden jurídico y a
cidencia (art. 22.8a, Cód. Penal) y a los efectos de la vulneración del derecho a un juicio
sin dilaciones indebidas. sus valores superiores. Si el tribunal entiende que el sistema del art.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 125 ENRIQUE BACIGALUPO
126
66 del Cód. Penal le impide, agotadas todas las posibilidades inter- vigente, su contenido se adapte al sistema constitucional. Para ello
pretativas, aplicar una pena justa, en el sentido antes expuesto, de- existe la técnica de la interpretación "conforme a la Constitución",
be plantear la cuestión de inconstitucionalidad de este artículo y de que impone el art. 5o de la LOPJ.
todos cuantos se lo impidieran, pero en ningún caso remitir la cues-
tión a la discrecionalidad del Ejecutivo57.

238. — Consecuentemente, el supuesto de "pena notablemente -§20-


excesiva" por inadecuación a la reprochabilidad (malicia y daño cau- LAS CONSECUENCIAS PRACTICAS
sado) ha quedado, en realidad, derogado tácitamente por la Consti- DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
tución y su sistema de la división de poderes. Fuera de estos casos só-
lo cabría pensar en supuestos en los que el legislador, en abstracto, a — "Lex certa"
no hubiera respetado la proporcionalidad entre la gravedad del he-
cho y la pena amenazada. Por ejemplo: una ley que estableciera una 240. — El principio de legalidad impone sus exigencias no sólo al
pena idéntica para la realización dolosa de un tipo de lesión y para la juez que aplica la ley, sino también al Parlamento que la dicta. En o-
imprudente que sólo produjera un peligro abstracto para el bien pro- tras palabras: del principio de legalidad surgen consecuencias para
tegido. Pero, también, en este caso, antes de aplicar la ley el tribunal el dictado de la ley y para su aplicación. Las exigencias referentes al
deberá plantear la cuestión de inconstitucionalidad (art. 35 y ss., Parlamento tienen por objeto reducir al mínimo razonable la posibi-
LOTC), pues también el legislador está vinculado a los valores supe- lidad de decisión personal de los tribunales en la configuración con-
riores del orden jurídico (art. 9o. 1, CE)58. creta del hecho que se prohibe. El cumplimiento de estas exigencias
por parte de la ley dictada por el Parlamento es presupuesto de la efi-
239. — El resultado de la investigación se puede resumir de la si- cacia de la función garantizadora de la ley penal. En este sentido, la
guiente manera: los conflictos entre la ley penal y los valores superio- ley dictada por el Parlamento sólo cumplirá con el principio de lega-
res del orden jurídico constituyen una cuestión de constitucionali- lidad si contiene una descripción de las prohibiciones y de las sancio-
dad de la ley y no un problema que el Ejecutivo pueda resolver discre- nes previstas para su violación que pueda considerarse exhaustiva.
cionalmente mediante el uso del derecho de gracia. En tal contexto el En principio, serán exhaustivas aquellas disposiciones que conten-
art. 4o. 3 del Cód. Penal es indudablemente una pieza extraña al sis- gan todos los presupuestos que condicionan la pena y determinen la
tema constitucional vigente y su pervivencia en el Código Penal pue- consecuencia jurídica.
de tener por efecto, según se lo interprete, una inexplicable limita-
ción de las funciones judiciales en favor de poderes del Ejecutivo en 241. — La cuestión de cuándo un precepto contiene todos los pre-
materias que no le son propias. A los jueces corresponde interpretar supuestos que condicionan la pena puede ser contestada desde dos
el art. 4°.3 del Cód. Penal de tal manera que, si pervive en el derecho puntos de vista distintos, según que se piense que se trata de una
enumeración expresa de los elementos, o bien que se admita que és-
ta puede ser implícita. En este último caso estaría cumplida la exi-
57
Ver STC 65/86, en la que se establece que "las cuestiones relacionadas con la me- gencia del principio de legalidad siempre que la ley brindara los cri-
dida de la pena y la culpabilidad sólo se podrían plantear (...) cuando la gravedad de la terios que permitieran deducir el elemento de la infracción de que se
pena atribuida al condenado fuese superior a la legalmente imponible en relación a la trate. Así por ejemplo, está implícito en las leyes penales cuáles son
gravedad de la culpabilidad". En el mismo sentido: STC150/91.
58
Ver STC 65/86 referente a la diversidad de las penas conminadas por el Código los elementos del dolo y cuáles los conocimientos que debe haber te-
Penal después de la reforma de 1983 (LO 3/83). nido el autor. Bajo estas condiciones, la opinión dominante tiene por
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 127 128 ENRIQUE BACIGALUPO

cumplidas las exigencias del principio de legalidad cuando algunos 244. — El Tribunal Constitucional ha tratado el problema de las
elementos de la descripción de la infracción se dan sólo implícita- cláusulas generales, en relación al principio de legalidad penal, con
mente en el texto. referencia al art. 391.2 del Cód. de Justicia Militar (hoy derogado),
Asimismo se tienen por cumplidas las exigencias de exhaustivi- que sancionaba penalmente el "incumplimiento de deberes milita-
dad del principio de legalidad aunque el legislador utilice elementos res" sin más especificación. El Tribunal sostuvo al respecto (STC
normativos, es decir, elementos que requieren valoraciones judicia- 133/87) que no cabía apreciar en esta disposición una vulneración del
les. Por ejemplo: "obscenidad" en el art. 185 del Código Penal. principio de legalidad por dos razones: en primer lugar, porque dicho
artículo se puede aplicar determinando su contenido en el "contexto
242. — Se piensa que estos elementos, a diferencia de los descrip- legal y jurisprudencial"; en segundo lugar, porque no impedía al ciu-
tivos59, otorgan una mayor libertad al juez, "pues requieren de una dadano la programación de sus comportamientos sin temor a inje-
valoración para disponer de contenido aplicable"60, pero que el legis- rencias imprevisibles del ordenamiento sancionador del "Estado",
lador espera que el magistrado no aplique sus valores personales, si- dado que el deber infringido, en el caso concreto, estaba entre "los de-
no los generales morales de la sociedad. La cuestión es discutible. En beres más evidentes".
realidad, la distinción entre elementos normativos y descriptivos de- Esta argumentación ofrece múltiples reparos, pues toda cláusula
bería reemplazarse por otra en la que se reconociera que también los general puede ser aplicada mediante un proceso de concreción, pero
elementos descriptivos requieren valoraciones para su comprensión ello no garantiza la concreción previa al hecho que es la esencia del
y que, por lo tanto, la diferencia no es tan considerable como se pensó. principio de legalidad. Por otra parte, la categoría "deberes milita-
res" no resulta tan evidente como lo afirma el Tribunal Constitucio-
243. — La teoría admite también como compatible con el principio nal; por lo pronto, en el caso concreto juzgado por la STC 133/87, el
de legalidad un cierto grado de generalización del texto legal; no es deber infringido (deber de no cometer contrabando) es un deber ge-
necesario, para dar cumplimiento a la exigencia de determinación neral que nada tiene de específicamente militar.
legal, que la ley se mantenga en un casuismo estricto. Sin embargo,
el grado de generalización admisible reconoce límites a partir del 245. — Con mayor acierto se trató esta cuestión por el Tribunal
momento en que la disposición legal se convierte en una cláusula ge- Constitucional en relación al anterior art. 509 del Cód. Penal (STC
neral. La generalización se torna, por tanto, inadmisible cuando ya 105/88). En ella se afirmó que "el cumplimiento del mandato del art.
no permite al ciudadano conocer qué está prohibido y qué está permi- 25 de la CE exige una descripción de las conductas, acciones u omi-
tido. Tal es el caso de una disposición que dijera: "El que culpable- siones constitutivas del delito, que cumpla las exigencias del princi-
mente infringe los principios del orden social democrático o socialis- pio de seguridad jurídica, lo que impide considerar comprendidos
ta o comunista será sancionado"61. De esta manera, "ni el ciudadano dentro del citado precepto constitucional a los tipos formulados en
puede saber lo que debe hacer u omitir, ni el juez puede reconocer lo forma tan abierta que su aplicación o inaplicación dependa de una
que debe sancionar"62. decisión prácticamente libre y arbitraria, en el estricto sentido de la
palabra, de los jueces y tribunales".

59
6 — "Lex stricta"
Cfr.¿7i/ra,Cap.V,§40.
60
Jescheck, Lehrbuch desStrafrechts, Allgemeiner Teil, 3aed., 1978, p. 102. 246. — La teoría y la práctica admiten en forma generalmente
61
Welzel, Das neue Bild des Strafrechtssystems, 4a ed., Góttingen, 1961, p. 15 (hay
traducción española: El nuevo sistema del derecho penal, tr. José Cerezo Mir, 1964).
unánime que una consecuencia fundamental del principio de legali-
62
Welzel, Das neue Bild des Strafrechtssystems, 4a ed., 1961, p. 15. dad es la prohibición de la analogía.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 129 130 ENRIQUE BACIGALUPO

La analogía suele distinguirse de la interpretación extensiva; 248. — Pero, aun cuando se mantenga el principio de la prohibi-
mientras ésta importa la aplicación más amplia de la ley hasta don- ción de la analogía, hay diversidad de pareceres respecto de la distin-
de lo consiente el sentido literal de la misma, se entiende por analo- ción entre interpretación admitida y analogía prohibida. Dándose
gía la aplicación de la ley a un caso similar al legislado pero no com- primacía a la interpretación teleológica, se ha afirmado que la analo-
prendido en su texto (art. 4°.l, Cód. Penal). gía puede tener significación en forma indirecta en la fundamenta-
ción de la punibilidad67. Sin embargo, esta interpretación analógica
247.—Un amplio consenso científico estima que la prohibición de tolerada tendría sus límites en el "sentido literal posible del texto".
la analogía sólo rige cuando se trate de la llamada analogía "in ma-
lampartem", es decir, la que resulte extensiva de la punibilidad. La 249. — La fórmula del "sentido literal posible del texto" no resuel-
analogía in bonam partera, por el contrario, estaría legitimada en la ve el problema de forma totalmente satisfactoria. Así, partiendo de
interpretación de la ley penal. Ello es consecuencia de que el derecho que toda interpretación requiere analogía, se sostiene que "la analo-
fundamental a la legalidad (art. 25.1, CE) nunca puede resultar vul- gía no es sino un procedimiento habitual de discusión de la lógica ju-
nerado cuando se favorece al acusado. Por tanto, una interpretación rídica, que es utilizada en el derecho penal de la misma manera que
que extendiera analógicamente las circunstancias atenuantes o ex- en todo el derecho y no sólo in bonampartem"68.
cluyentes de la responsabilidad sería inobjetable. La teoría que con- De aquí que la prohibición de la analogía se debería entender co-
sidera que el error sobre los presupuestos de una causa de justifica- mo la exclusión de la analogía "con el fin de creación de nuevo dere-
ción es una especie de error que contiene elementos del error de tipo cho"69, con lo que la reducción del significado de la prohibición de la
y del error de prohibición, sin tener totalmente lo uno ni lo otro, pro- analogía es indudable.
pone actualmente la aplicación analógica a estos casos de las reglas
del error de tipo (que son más benignas), lo que es compatible con la 250. — Otros autores señalan la impotencia de la fórmula para li-
prohibición de la analogía sólo in malam partem63. Sin embargo, la mitar la discrecionalidad judicial70 y piensan que la prohibición de la
cuestión es discutida en la doctrina española, donde algunos autores analogía no es una garantía segura para el subdito de derecho71. Por
no reconocen la analogía in bonam parteme4:. lo tanto, la cuestión de la analogía no podría sino depender de la pro-
Por otra parte, es discutido el verdadero significado que se debe pia opinión del intérprete sobre el texto: "Donde el intérprete piensa
dar a la prohibición de la analogía. Se podría entender que, en reali- que ya no se trata de la interpretación de la ley sino de la analogía,
dad, la prohibición de la analogía impide un tratamiento igualitario tendrá que admitir la existencia de una laguna en la ley y, en conse-
de casos que presentan idéntico merecimiento de pena65. A esto se ha cuencia, opina, según su consciente convicción, que la vinculación a
respondido que el legislador sólo quiere un tratamiento igualitario la ley hace esta interpretación necesaria, entonces la proposición ju-
de las acciones que él declara punibles66. Esta última opinión es la rídica así entendida tendrá la consecuencia de que él (como juez) de-
que se ha impuesto. berá sancionar al autor"72.

67
63
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1971,1.1, n° 496 y siguientes. Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed, 1949, p. 84.
68
64
Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Jescheck, Lehrbuch des Strafechts, Mgemeiner Teil, 3a ed., 1978, p. 106.
69
Penal, 1972,1.1, p. 56 y siguientes. Jescheck, Lehrbuch des Strafechts, Mgemeiner Teil, 3a ed., 1978, p. 106.
70
65
Exner, Gerechtigkeit und Richteramt, 1922, p. 39 y ss.; Sax, Die strafrechtliche "Los ejemplos nos muestran que la jurisprudencia, también aquí, hace posible lo
Analogieverbot, 1953. imposible" (Schmidhauser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 112).
71
66
En este sentido, Schmidt, en Liszt, Lehrbuch des deutschen Strafrechts, 1932, Schmidhauser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 112.
72
26 a ed.,p.ll0. Schmidhauser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 112

9 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 131 132 ENRIQUE BACIGALUPO

251. — Los puntos de vista de Jescheck y Schmidháuser son evi- 254.—El Tribunal Supremo se ha referido a esta problemática en
dentemente realistas, en cuanto a las dificultades que la prohibición la sentencia del 7 de noviembre de 1987 en la que sostuvo que el ver-
de la analogía tiene para su realización práctica. Sin embargo, son bo "yacer" del antiguo art. 429 del Cód. Penal no alcanzaba al acceso
criticables en tanto eliminan toda posibilidad de control de la inter- carnal violento con mujer realizado "contra natura". Aplicarlo a tales
pretación de la ley por parte de los tribunales. Es preferible, por con- casos no resultaría, en consecuencia, cubierto por el texto legal del
siguiente, el punto de vista de Stratenwerth73 según el cual "sólo una art. 429 del Cód. Penal de 1973. Este punto de vista era sumamente
precisa descripción de la idea fundamental de la ley, orientada al co- discutible. No había en realidad razón gramatical alguna para limi-
rrespondiente hecho tipificado en su ilicitud y culpabilidad, puede tar el significado del verbo "yacer", que en principio no estaba utili-
definir los límites de la interpretación admisible". zado en sentido estricto en el texto legal, a una forma determinada de
yacimiento, excluyendo otras que desde el punto de vista de la pro-
252. — El Código Penal español contiene en su art. 4o. 1 una dispo- tección del bien jurídico eran igualmente merecedoras de pena.
sición cuya aplicación se podría vincular a la prohibición de la analo-
gía. En su primer apartado dice que las leyes penales no se aplicarán 255. — El Tribunal Supremo, por otra parte, no era tan estricto en
a casos distintos de los comprendidos expresamente en ellas. En el la limitación del sentido del texto en otros delitos. Así, por ejemplo,
art. 4°.2 agrega, en igual sentido, que "en el caso de que un tribunal en la interpretación del concepto "violencia" en el delito de coaccio-
tenga conocimiento de algún hecho que estime digno de represión y nes (art. 172, Cód. Penal). En este sentido, el Tribunal Supremo ex-
que no se halle penado por la ley, se abstendrá de todo procedimiento tiende el término "violencia" a la vis compulsiva ej ercida contra el su-
sobre él...". El Tribunal Supremo ha entendido en ocasiones que esta jeto pasivo de modo directo o indirecto a través de las cosas e, inclu-
disposición determina que "en materia de derecho penal, por su ca- so, de terceras personas (SSTS del 2/2/81; 25/5/82; 3/7/82 y 25/3/85).
rácter represivo, toda interpretación extensiva es arbitraria"74. Probablemente también se apoya en una generalización que excede
los límites del principio de legalidad la interpretación que hace el Tri-
253. — Desde nuestro punto de vista, el Código no se refiere en su bunal Supremo del "escalamiento" (art. 238.1°, Cód. Penal) en el de-
art. 4°.l y 2 a la interpretación extensiva sino, en todo caso, a la ana- lito de robo (cfr. SSTS del 15/2/58 y 29/1/76, en las que se estima la
lógica. Debe reconocerse, sin embargo, que esta disposición no es su- concurrencia de la circunstancia en casos de simple uso de "habili-
ficientemente clara y, al no referirse a la similitud (analogía) de los dad o destreza").
"hechos dignos de represión" con los contenidos en el Código, podría
entenderse también como referida a una situación ajena al problema 256. — Hay autores que consideran que se vulnera la prohibición
de la prohibición de la analogía. De todos modos, aunque se la refie- de la analogía cuando el legislador recurre a una tipificación casuís-
ra a la prohibición de la analogía, no aportaría nada a la solución del tica acompañándola de la fórmula "y casos análogos" o "y casos simi-
problema teórico de base, es decir, a una caracterización segura de lares"75. En tales casos, sin embargo, se trata de una cuestión que no
los límites de la interpretación aceptable en el derecho penal. se refiere técnicamente a la aplicación de la ley, sino al cumplimien-
to por parte del legislador del mandato de descripción precisa y ex-
haustiva del hecho punible, es decir, de determinación de la punibi-
73
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1981,1.1, n° 100. Cfr. tam- lidad(vers«pra § 18).
bién Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 73; Schünemann, ¿Nullapoena sine
lege?, 1978, p. 17; Bacigalupo, en "Anuario de Derechos Humanos", n° 2,1982, p. 11 y si-
guientes.
74
SSTS del 5/4/46; 22/6/34; 4/6/45; 6/3/65; 15/3/65; 22/2/66. Cfr. Córdoba Roda, en
Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, 1972,1.1, art. 2o. Fiandaca - Musco, Dirittopénale, 2a ed., 1989, ps. 89 a 90.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 134 ENRIQUE BACIGALUPO
133
c — "Lex scripta": la ley como única fuente buciones de la jurisprudencia y la ciencia al estado de validez fáctica
del derecho penal del derecho tienen poca calidad desde el punto de vista de su validez,
pues la jurisprudencia puede abandonarlas en cualquier momen-
257. — Otro aspecto del principio de legalidad es la prohibición de to"80. La cuestión se debe responder negativamente en relación a la
fundamentar la punibilidad en el derecho consuetudinario. Esto se Parte Especial, es decir, a la creación consuetudinaria de tipos pena-
puede expresar de otra manera, sosteniendo que la ley formal es la les no contenidos en la ley formal. Con respecto a la Parte General no
única fuente del derecho penal. Así se entiende el sentido de los arts. cabe admitir el derecho consuetudinario in malampartera81 pero, en
9°.3 y 25.1 de la CE. Las ambigüedades que podrían surgir del texto principio, será admisible in bonampartem.
de las disposiciones citadas se despejan en el art. 53.1, que establece
que los derechos y libertades que consagra el Capítulo Segundo del 260.—Vinculado a la cuestión de la ley como única fuente del de-
Título I (derechos fundamentales) sólo podrán regularse por ley, y en recho penal se encuentra el problema de la jerarquía normativa que
el art. 82.1, que determina la indelegabilidad de la potestad legisla- se requiere para las leyes penales en la Constitución española. Con
tiva sobre los derechos fundamentales y las libertades públicas76. la STC 140/86 quedó decidido que las leyes penales que impongan
penas privativas de la libertad deben tener el carácter de leyes orgá-
258. — La exclusión del derecho consuetudinario rige (como la nicas (art. 81.1, CE), pues esta materia constituye un desarrollo de
prohibición de la analogía) en la fundamentación de la punibilidad. derechos fundamentales, concretamente del derecho a la libertad
Su aplicación in bonam partera es reconocida, en principio, como le- (art. 17.1, CE). La tesis se debería haber extendido a todas las penas
gítima77. La cuestión del derecho consuetudinario es discutida, sin criminales, dado que, cuanto menos, todas afectan el derecho al ho-
embargo, en cuanto a su extensión. Hay una tendencia a limitar es- nor82. El Tribunal Constitucional, en realidad, al referir la cuestión
ta exclusión sólo a los tipos de la Parte Especial, pero a admitir el de- a los derechos afectados por las penas ha planteado el problema de
recho consuetudinario en toda su extensión (¡inclusive in malam una manera errónea, de modo que puede llegarse a limitaciones ina-
párteme en la Parte General78. En este sentido, la extensión de una decuadas del principio de legalidad. Lo aconsejable hubiera sido re-
eximente legal (su caracterización como causa de justificación, como conocer que el art. 25.1 de la CE contiene un derecho fundamental a
causa de inculpabilidad o como excusa absolutoria) se podría funda- no ser sancionado sino por hechos previamente sancionados en una
mentar suficientemente en el uso reiterado y constante que de ella ley y que toda ley que imponga penas afecta tal derecho.
haya hecho la jurisprudencia.

259.—En verdad, la Parte General del derecho penal, tal como ac- d—"Lexpraevia"
tualmente se la reconoce, se ha desarrollado como una verdadera
creación del derecho judicial79 y ello permite afirmar que las "contri- 261. — La tercera prohibición contenida en el principio de legali-
dad se refiere a la retroactividad de la ley penal. El principio de lega-
76
Cobo del Rosal - Boix Reig, en Comentarios a la legislación penal, Cobo del Ro- 80
sal (dir.), 1982,1.1, p. 151 y ss.; Rodríguez Ramos, Comentarios a la legislación penal, Schreiber,enSystematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 2aed., 1977, §1,
Cobo del Rosal (dir.), 1.1, p. 299 y siguientes. n°20.
81
77
Hirsch, enLeipzigerKommentar, 9a ed., § 51, nota previa n° 28. Schreiber, enSystema.tischerKommentarzumStrafgesetzbu.ch, 2a ed., 1977, § 1,
78
Welzel, Das deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 23; Eser, en Schónke - Schro- n°20.
82
der, Strafgesetzbuch, Kommentar, (18a ed., por Theodor Lenckner, P. Cramer, A. Eser y Cobo del Rosal - Boix Reig, en Comentarios a la legislación penal, Cobo del Rosal
W.Stree),1976,n°26. (dir.), 1982,1.1, p. 217 y ss.; sobre la STC 140/86 ver también Rodríguez Mourullo, en
79
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1981,1.1, n° 95 y siguientes. LLespañola, 1987-1-68 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 136 ENRIQUE BACIGALUPO
135

lidad prohibe una aplicación retroactiva. En la práctica, esta conse- En el derecho alemán, por el contrario, el § 2 del StGB establece que
cuencia del principio de legalidad conduce al problema de los límites las medidas de seguridad se aplicarán según la ley vigente en el mo-
de la ley penal. Concretamente se discute si las disposiciones refe- mento de dictarse la sentencia.
rentes a la prescripción están amparadas por la prohibición de apli-
cación retroactiva o si quedan fuera de ésta. La circunstancia de que
las reglas referentes a la prescripción estén incorporadas al texto del e — Cuestiones especialmente debatidas
Código Penal no brinda un criterio adecuado de distinción. La inclu- sobre el alcance del principio de legalidad
sión de una disposición en el Código Penal no determina su naturale-
za ni es suficiente indicio para establecer la voluntad del legislador. 264. — Así entendido el fundamento del principio de legalidad se
plantean algunas cuestiones que dividen las opiniones en cuanto al
alcance del mismo en las zonas límites del derecho penal.
262.—En principio, la prohibición de irretroactividad de la ley só-
lo requiere la existencia de una ley previa (art. Io, Cód. Penal). De allí
no se deduce indubitablemente si la garantía se refiere a la punibili- —a—
dad o incluye también a la perseguibilidad. La respuesta depende de 265. — En primer lugar, la cuestión referente al significado de los
la naturaleza jurídica que se otorgue a la prescripción. Los que la plazos de prescripción, respecto de los cuales se ha cuestionado la
conciben como una institución del derecho penal material83 se incli- aplicación de la prohibición de aplicación retroactiva84. La pertenen-
narán necesariamente por la vigencia de la garantía respecto de la cia de estos plazos a la ley penal o la ley procesal penal ha estado con-
prescripción y, por consiguiente, considerarán lesiva del principio de dicionada por la ambigüedad de su naturaleza jurídica. Como es sa-
legalidad la aplicación a un hecho de la extensión de los plazos de bido, la prescripción ha sido entendida, por una parte, como institu-
prescripción dispuestos en una ley posterior al mismo. Distinto será to del derecho penal material, pero también como propia del derecho
el parecer de quienes consideran a las reglas referentes a la prescrip- procesal o, por último, ha sido caracterizada también como mixta
ción como ajenas al derecho penal material: pueden admitir la apli- (penal-procesal). Sin embargo, la validez del principio de legalidad y,
cación retroactiva de nuevos plazos de prescripción. La cuestión es por lo tanto, de la prohibición de aplicación retroactiva de la ley pe-
muy debatida en la teoría. nal, no debe depender de estas clasificaciones, sino de su relación con
los fundamentos yfinesdel principio de legalidad. Desde esta pers-
263. — La prohibición de aplicación retroactiva de la ley penal al- pectiva es indudable que una ampliación de los plazos de prescrip-
canza no sólo a las penas, sino también a las medidas de seguridad ción vigentes en el momento del hecho por una ley posterior a éste no
(art. 1°.2, Cód. Penal). La cuestión parece clara en la Constitución, debe ser aplicada retroactivamente, pues ello afectaría de una ma-
que en su art. 25.1 se refiere a que "nadie puede ser condenado o san- nera decisiva la garantía de objetividad en la medida en la que impli-
cionado por acciones u omisiones que en el momento de producirse no ca, en la práctica, una ley destinada a juzgar hechos ya ocurridos,
constituyan delito". Al distinguir entre "condenar" y "sancionar" en ampliando para ello el poder penal del Estado85.
este artículo y reiterar en el art. 9o. 3 que "la Constitución garantiza...
la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables 84
Jakobs,Strafrecht,Allgemeiner Teil, 2aed., 1991, ps. 67 yss.; Roxin,Strafrecht,
o restrictivas de derechos individuales", queda despejada toda duda AllgemeinerTeil, 1992,1.1, p. 85 y ss.; Schreiber, Gesetz undRichter, 1975, p. 213; Schü-
respecto de la ley que debe regir en materia de medidas de seguridad. nemann,¿Nullapoena sine lege?, 1978, p. 25; Tiedemann, Verfassungsrecht undStra-
frecht, 1991, p.38yss.; Troend\e,enLeipzigerKommentarzumStrafgesetzbuch, 10a ed.,
§2,14.
85
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 68; similar Roxin, Stra-
Liszt - Schmidt, Lehrbuch des deutschen Strafrechts, 1932, ps. 451 y 452. frecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, p. 86. En los resultados coincide la teoría dominante.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 137 138 ENRIQUE BACIGALUPO

266.—El punto de vista contrario se apoya en otro entendimiento to se manifiesta en la solución de las cuestiones referentes al funcio-
del principio de legalidad, que pone en primera línea la protección de namiento de la prohibición de la analogía o de generalización en el
la confianza del autor potencial y excluye su significación como limi- ámbito de las causas de justificación. En la doctrina se ha subrayado
tación objetiva del poder del Estado86. A partir de tales premisas se que el reconocimiento de causas de justificación no escritas amplía la
justifica una aplicación retroactiva de la ley penal precisamente por- punibilidad para aquel que se opone al ejercicio de las mismas; para-
que la confianza en los límites de la perseguibilidad de un hecho pu- lelamente, la interpretación restringida más allá del texto de una
nible no sería merecedora de protección constitucional. Este punto de causa de justificación reconocida extiende la punibilidad de aquel
vista, sostenido por el Tribunal Constitucional Federal alemán87, que pretenda valerse de ella.
impone una relativización difícilmente tolerable de los principios del
Estado de derecho en función de una aplicación preponderante de ra- 269. — Esta materia forma parte de una cuestión más amplia: si
zones de justicia material, que podrían desplazar la seguridad jurídi- la prohibición de la analogía rige también para la parte general88. Se
ca hasta anularla. Ello se percibe en el pasaje de la sentencia del Tri- trata, como es sabido, de una problemática no definitivamente acla-
bunal alemán citada en la que se sostiene que "al Estado de derecho rada, y por ello los diferentes puntos de vista difieren considerable-
no sólo corresponde la seguridad jurídica, sino también la justicia mente. Así mientras Jakobs piensa que, dada la imprecisión inhe-
material (...). Si la seguridad jurídica choca con la justicia, es tarea rente a las causas de justificación, es admisible completarlas me-
del legislador decidirse por una u otra (...). Si ello tiene lugar sin arbi- diante causas no escritas o limitarlas mediante la interpretación,
trariedad, su decisión no puede ser objetada constitucionalmente". siempre y cuando ello sea posible mediante una deducción sistemá-
tica89, Roxin afirma que "está prohibido limitar por encima del texto
267. — Esta interpretación no resulta aceptable en el marco de la que las establece las causas de inculpabilidad, las de exclusión o de
Constitución española, toda vez que si bien la justicia es uno de los renuncia a la pena, así como las condiciones objetivas de punibili-
valores superiores del ordenamiento jurídico (art. Io. 1, CE), lo es jun- dad", pero da un tratamiento diferente a las causas de justificación.
to a la libertad. Esto significa que el valor justicia no puede reducir al Estas no constituyen, según Roxin, una materia especial del derecho
valor libertad de una manera tan considerable que éste resulte anu- penal, sino que provienen de todo el ordenamiento jurídico y, por lo
lado. Por este motivo, el art. 9°.3 de la CE establece de una manera tanto, pueden ser desarrolladas independientemente del texto se-
general que las disposiciones restrictivas de derechos individuales gún sus propios principios ordenadores90. Por el contrario, no faltan
no serán retroactivas, aunque, como es claro, por regla general tales autores que niegan toda posibilidad de una reducción teleológica del
restricciones podrán ser justas. El carácter limitativo de derechos alcance del texto de una causa de justificación escrita, pero no exclu-
fundamentales de las normas referentes a la prescripción, por lo de- yen la aplicación de la prohibición de la analogía en la creación de
más, no debería ser puesto en duda a partir del art. 9°.3 de la CE, da- causas de justificación supralegales91.
do que afectan por lo menos a la libertad.

- b - 88
Cfr. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, ps. 82 a 88 que admite una
268. — La garantía del origen democrático (parlamentario) del vigencia débil de la prohibición de la analogía; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, All-
derecho penal y de objetividad del mismo en el sentido antes expues- gemeiner Teil, 4a ed., 1988, p. 121; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, p. 81,
que reconoce la aplicación de la misma allí donde en la Parte General se establecen dis-
posiciones que amplían la punibilidad, en forma similar a Jescheck.
89
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 89
90
Cfr. al respecto: Tiedemann, Verfassungsrecht und Strafrecht, 1991, p. 39. Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, p. 81 y siguientes.
91
Cfr.Byer/G£25,p.269. Hirsch, en Gedachtnisschrift fiir Tjong, 1985, p. 50 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 139 140 ENRIQUE BACIGALUPO

270. — La cuestión planteada en primer lugar no puede ser re- tribunales tendrían prácticamente el poder de legislar95. En reali-
suelta sin tener en cuenta que la objetividad de la ley penal no resul- dad, los cambios jurisprudenciales sólo importan una corrección de
ta perjudicada cuando el reconocimiento de una circunstancia justi- la interpretación de una voluntad legislativa ya existente en el mo-
ficante no escrita rige para excluir la punibilidad, pero no tiene por mento del hecho96.
qué fundamentar la punibilidad de quien haya intentado impedir al
autor el ejercicio del derecho que de ella surge. Dicho de otra mane- 273.—El punto de vista contrario97 se apoya en la idea de "protec-
ra: el efecto expansivo sobre la punibilidad no es una consecuencia ló- ción de la confianza", que se vería afectada por un cambio jurispru-
gicamente necesaria para el que impide el ejercicio de una causa no dencial. Sin embargo, ello no requiere el reconocimiento de la prohi-
escrita de justificación, pues respecto de éste debe seguir rigiendo la bición de efecto retroactivo de la jurisprudencia, toda vez que es po-
prohibición de fundamentar la punibilidad en derecho no escrito. sible llevar a cabo la protección de la confianza precisamente en los
casos en los que ella haya existido realmente. Es decir, cuando el au-
271. — Por el contrario, una reducción teleológica del alcance de tor realmente se haya motivado por su confianza en lo decidido por
una causa de justificación expresamente reconocida por el ordena- los tribunales antes de ejecutar la acción, cabrá la apreciación de un
miento jurídico sólo resultará compatible con la prohibición de gene- error de prohibición disculpante y, en su caso, de tipo. Por lo tanto, no
ralización y con el respeto de la objetividad del derecho penal, si tal cabe suponer que la modificación de una interpretación jurispruden-
restricción del alcance se fundamenta —como propone Jakobs—92 cial afecta a la objetividad del derecho penal ni al principio de con-
en una "cultura interpretativa practicada", es decir, que recoge una fianza.
tradición interpretativa suficientemente estabilizada como para ga-
rantizar una aplicación objetiva del derecho.

— C — — §21 —
LA JURISPRUDENCIA
272. — La doctrina dominante excluye que la prohibición de re-
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ESPAÑOL
troactividad se pueda extender a las modificaciones de la jurispru-
dencia del Tribunal Supremo. Por ejemplo: las modificaciones refe- 274. — La realización de estos principios teóricos en la jurispru-
rentes al entendimiento que se debe dar a una "cantidad de notoria dencia del Tribunal Constitucional ha sido hasta ahora débil. El Tri-
importancia" en el art. 369.3° del Cód. Penal o a la "especial grave- bunal Constitucional se ha caracterizado en esta materia por el alto
dad" en los arts. 250.6°; 235.3° ó 241.1° del Cód. Penal93. En favor de grado de pragmatismo con que ha adoptado sus decisiones más im-
esta tesis se sostiene que una nueva jurisprudencia tiene indudable- portantes. Ello se percibe ya en la extensión realizada por el Tribu-
mente un efecto similar al de una nueva ley, pero que de allí no cabe nal Constitucional del principio de legalidad a la prohibición del non
deducir una idéntica función94. En efecto, la jurisprudencia no vin-
cula de la misma manera que la legislación, pues de lo contrario los

95
Jakobs, Strafrecht,Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991.
92 96
Jakobs, Strafrecht,AllgemeinerTeil, 2a ed., 1991, p. 85. Schünemann,¿Nullapoenasine lege?, 1978, p. 28; Roxin, Claus,Strafrecht,All-
93
Cfr. Cobos de Linares, Presupuestos del error sobre la prohibición, 1987, p. 269 y gemeiner Teil, 1992,1.1, p. 86 y ss.; Troendle, enLeipzigerKommentarzum Strafgesetz-
ss. quien propone lo contrario. En la misma línea recientemente teSTC del 29/9/97 (R. A. &uc/i,10 a ed.,§2,ps.l6a24.
3302/94), que atribuye efecto de la ley retroactiva a las decisiones del Tribunal Consti- 97
Cfr. por ejemplo, Cobos de Linares, Presupuestos del error sobre la prohibición,
tucional sobre la interpretación del derecho penal. 1987, p. 269 y ss.; Schónke - Schroder - Eser, Strafgesetzbuch, Kommentar, 24aed., 1991,
94
Jakobs,Strafrecht,Allgemeiner Teil, 2aed., 1991, p. 105. §2,9.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 141
142 ENRIQUE BACIGALUPO

bis in idem y a la "personalidad de las consecuencias penales"98. Es- nos, pero también con el derecho de los ciudadanos, a la seguridad así
tas decisiones, indudablemente plausibles y merecedoras de aproba- como con la prohibición de la arbitrariedad y el derecho a la objetivi-
ción, sólo eran posibles mediante una cierta disolución de los funda- dad e imparcialidad del juicio de los tribunales, que garantizan los
mentos del principio de legalidad aceptados en la ciencia del derecho. arts. 26.2 y 117.1 de la CE, especialmente cuando se declara que los
Es probable que el Tribunal Constitucional se haya orientado en es- jueces y magistrados están sometidos únicamente al imperio de la
tas sentencias por una estrategia apegada al texto constitucional y ley"99. En la misma sentencia el Tribunal Constitucional manifestó
no haya encontrado una manera mejor de fundamentar la proceden- que, en particular, el principio de legalidad importaba condicionar la
cia del amparo en estos supuestos, que encontrando el fundamento legitimidad del derecho penal a la existencia de una lex scripta, prae-
en el texto de un artículo (en este caso, el 25.1, CE) que los acogiera. via y certa (inexplicablemente se omite en esta clásica enumeración
La cuestión de si el camino elegido era el mejor está todavía abierta. la exigencia de lex stricta), pero estas exigencias no han sido clara-
mente establecidas en todos los casos.
275. — Sin perjuicio de ello, es lo cierto que la renuncia a estable-
cer de una manera más precisa fundamentos claros del principio de —a—
legalidad también ha conducido a soluciones que son debatidas en la
doctrina. Así, por ejemplo, en los autos 27/83 y 135/83, el Tribunal 277. — En la STC 89/83 el Tribunal Constitucional (caso del deli-
Constitucional excluyó las cuestiones referentes a la prescripción to continuado) consideró un problema evidentemente relacionado
del ámbito que garantiza el principio de legalidad con argumentos con la exigencia de lex scripta, es decir, con un caso en el que los tri-
dogmáticos de difícil aceptación. En este sentido se sostuvo allí que bunales podían haber resuelto sin apoyo en un texto legal la agrava-
la cuestión de la extinción de la responsabilidad por la prescripción ción de una pena, fundamentándose para ello solamente en sus pro-
no estaría alcanzada por el art. 25.1 de la CE, pues se trataría de un pios precedentes. Se trata de la cuestión del incremento de la pena
elemento ajeno al tipo penal que "constituye una cuestión de mera le- que se producía en delitos como el hurto, en los casos de concurso real
galidad propia de la apreciación judicial ordinaria" (ATC 27/83, fun- en los que el perjuicio causado por cada uno de los hechos no determi-
damento jurídico 4o). La confusión entre el "tipo garantía" y el "tipo naba la existencia de varias faltas de hurto; sin embargo, conjunta-
del error" o el "tipo sistemático" resulta aquí evidente y ello demues- mente, era suficiente para aplicar la pena correspondiente a un deli-
tra lo discutible de la decisión. to de hurto, lo que el Tribunal Supremo fundamentaba, antes de la
reforma del Código Penal por la LO 8/83, en la figura del "delito con-
tinuado". De esta manera, los tribunales podían también eludir el lí-
276. — De todos modos, el Tribunal Constitucional no ha dejado
mite previsto por el art. 70.2 del Cód. Penal (actual art. 76.1, Cód. Pe-
de hacer declaraciones referentes a los fundamentos del principio de
nal). El Tribunal Supremo había llegado a sostener que la doctrina
legalidad penal. En la STC133/87, por ejemplo, condensando puntos
del delito continuado podía ser aplicada "aunque falte algún requisi-
de vista expuestos en otros precedentes jurisprudenciales el Tribu-
to porfinesde justicia o de defensa social"100.
nal sostuvo que "el principio de legalidad penal es esencialmente una
concreción de diversos aspectos del Estado de derecho en el ámbito
del derecho estatal sancionador. En este sentido, agrega la senten- 278. —El Tribunal Constitucional decidió en la citada sentencia
cia, se vincula, ante todo, con el imperio de la ley como presupuesto 89/83 que el Tribunal Supremo, al aplicar la doctrina del delito con-
de la intervención del Estado sobre bienes jurídicos de los ciudada-

99
Cfr. SSTC 62/82; 53/85; 89/83; 75/84 y 159/86.
Cfr. SSTC 2/81 y 131787, respectivamente. 100
Cfr. SSTS del 22/3/66; 5/4/67; 16/7/70; 11/11/71; 17/3/72; 1/2/73.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 144 ENRIQUE BACIGALUPO
143

tinuado en este entendimiento101, no vulneraba el principio de lega- - 6 -


lidad pues se trata de una interpretación que se encuentra dentro del 279. — La problemática de la prohibición de la analogía, es decir,
margen de libertad que corresponde a los tribunales, "pues el juez ni de la lex stricta, fue motivo de diferentes resoluciones del Tribunal
crea nuevas figuras delictivas, ni aplica penas no previstas en el or- Constitucional105. A diferencia de lo que ocurre en el caso de la deci-
denamiento, graduadas de acuerdo con reglas que también detrae de sión sin apoyo en la ley, en estos casos se trata de decisiones fundadas
la ley" (sic). García de Enterria elogió, con razón, que en esta senten- en una ley que, sin embargo, es extendida por encima del sentido li-
cia se reconociese que la interpretación de la ley no importa una teral del texto. Tal fue el caso decidido en la STC 75/84 (caso del abor-
transgresión de la misma102. Sin embargo, no se puede ocultar que el to en el extranjero), que es especialmente interesante en este contex-
Tribunal Supremo nunca había explicado cómo era posible, a partir to, pues en ella se hace referencia también a la inaplicabilidad del
del silencio legal y de un texto que dispone lo contrario, deducir una art. 6.4 del Cód. Civil al derecho penal. El Tribunal Supremo había
autorización para acumular varios hechos leves en uno más grave decidido en su STS del 20/12/81 que la ley penal española era aplica-
con la consiguiente agravación de la pena. La STC 89/83, en verdad, ble a un delito de aborto cometido en el extranjero por españoles, apo-
tampoco explicó cómo esto era posible. En particular, si las senten- yándose para ello en el art. 6.4 del Cód. Civil, es decir, considerando
cias del Tribunal Supremo en materia de delito continuado son some- que en tales casos existía un fraude a la ley, consistente en trasladar-
tidas a las exigencias que establece el mismo García de Enterria103 se a un Estado en el que el aborto no era punible para cometer un he-
no es posible compartir la decisión del Tribunal Constitucional. En cho que el derecho español sancionaba como delito. De esta manera
efecto, si la creación jurídica no es libre, sino vinculada "a los valores era posible aplicar al caso el art. 339 de laLOPJde 1870, entonces vi-
jurídicos perfectamente objetivizados que el juez ha de manejar en la gente, sosteniendo que el nasciturus gozaba de la protección de la ley
labor interpretativa, comenzando por la obediencia y la fidelidad al española en el extranjero pues tenía nacionalidad española.
texto"104, resulta claro, a mi modo de ver, que la jurisprudencia del
Tribunal Supremo sobre el delito continuado, anterior a 1983, era in- 280. — El Tribunal Constitucional reiteró lo ya expuesto en la
compatible con la exigencia de lex scripta. En ella más que obedien- STC 89/83, sosteniendo nuevamente que "el principio de legalidad
cia al texto había una clara neutralización de una disposición legal no puede ser entendido de forma tan mecánica que anule la libertad
expresa sin ningún apoyo legal y, en lugar de ajustarse avalores per- del juez, cuando, en uso de ésta, ni se crean nuevas figuras delictivas,
fectamente objetivados, el Tribunal se apartaba de ellos, pues el le- ni se aplican penas no previstas en el ordenamiento". Pero aclaró que
gislador nunca había expresado que valoraba la reiteración de he- "si se produce una laguna, ésta no puede llenarse recurriendo a la
chos leves como uno grave, con el consiguiente aumento de la pena en analogía in malampartem". Asimismo aclaró, con razón, que el prin-
perjuicio del acusado. cipio de legalidad extiende sus efectos también a las normas que de-
terminan el ámbito de validez de las leyes penales, es decir, en parti-
cular al art. 339 de la antiguaLOPJ m .
101
Un entendimiento ciertamente incompatible con la teoría del delito continua-
do elaborada en la doctrina. Comentarios a la legislación penal, Cobo del Rosal (dir.), 1984, t. III, p. 233, donde se se-
102
García de Enterria, Reflexiones sobre la ley y los principios generales del dere- ñala que lafiguradel "delito continuado", tal como se utilizaba por la Sala Segunda del
cho, 1984, p. 85 y ss.; también en "Revista Española de Derecho Constitucional", n° 10, Tribunal Supremo antes de 1983, constituía una "pura creaciónjurisprudencial", p. 233.
1984. 105
103 ATC 29/10/86 (rec. 358/86);ATC 8/10/86 (rec. 266/86); SSTC105/83 (aunque só-
García de Enterria, Reflexiones sobre la ley y los principios generales del dere-
lo implícitamente); 75/84; 159/86, entre otras.
cho, 1984, ps. 132 y siguientes. 106
104
García de Enterria, Reflexiones sobre la ley y los principios generales del dere- De esta manera la STC 75/84 desautorizó, implícitamente, la criticable tesis de
cho, 1984. Confr. también la crítica a la STC 89/83 de Cobo del Rosal - Vives Antón, en los citadoSi4ATC 27/83 y 135/83, que excluyeron la prescripción del ámbito de protección
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 145 146 ENRIQUE BACIGALUPO

281. — Desde esta perspectiva el Tribunal Constitucional vino a del Cód. Civil) pero no a otros bienes jurídicos que no pertenecieran
sostener que las resoluciones impugnadas "se apoyan en una cons- a una persona. De allí se deduciría, según la sentencia, "la naturale-
trucción jurídica defectuosa que vicia la corrección de sus resulta- za analógica del razonamiento que lleva a atribuir nacionalidad es-
dos". Los fundamentos prácticos de la sentencia (especialmente 5o y pañola al feto" (fundamento jurídico 6o). Pero, es evidente que, si en
6o) no son suficientemente claros, pero, en definitiva, establecen que este caso se hubieran aplicado los mismos criterios que sirvieron de
el principio territorial no puede ser reemplazado por el personal (pa- fundamento a laya comentada STC 89/83 (cfr. supra n° 277, a), no pa-
sivo) sobre la base del fraude de ley, si la ley no lo autoriza expresa- rece posible sostener que aquí el entendimiento dado por el Tribunal
mente para el ámbito penal. Dicho de otra manera, el Tribunal deci- Supremo a las expresiones "otro español", contenidas en el art. 339
dió que el art. 6.4 del Cód. Civil no tiene aplicación general en el de- de la anterior LOPJ, haya superado "el marco de libertad que corres-
recho penal, pues ello vulnera la prohibición de la analogía in malam ponde a los tribunales" (cfr. fundamento jurídico 5o de la STC 75/84).
partera.
283. — En la STC 75/84, por otra parte, junto al tema de la analo-
282. — La solución puede ser político-criminalmente plausible. gía, tuvo una especial significación la tesis de la inaplicabilidad de la
Sin embargo, su fundamentación, como se dijo, es poco convincente. figura del fraude a la ley en el derecho penal. El Tribunal Constitu-
En efecto, los temas centrales que plantea la cuestión de la aplica- cional sostuvo, en este sentido, que en general no "cabe hacer uso de
ción del fraude a la ley en el ámbito del derecho penal no fueron tra- esta figura (del fraude de ley) en la aplicación de la ley penal". De es-
tados en la STC 75/84107. En realidad el Tribunal Supremo había re- ta manera, su tesis se puede formular de la siguiente manera: la fi-
suelto sobre la base de una ley que establece que "los actos realizados gura jurídica del fraude de ley no es aplicable en materia penal y, por
al amparo del texto de una norma que persigan un resultado prohi- lo tanto, no excluye la validez de la extensión analógica de la ley pe-
bido por el ordenamiento jurídico, o contrario a él (...) no impedirán nal si los tribunales recurren a ella. En este punto la argumentación
la debida aplicación de la norma que se hubiere tratado de eludir". de la sentencia es particularmente oscura. La exclusión del art. 6.4
Que estos elementos se daban en el caso que motivó la decisión del del Cód. Civil del ámbito de la ley penal se deduce del principio terri-
Tribunal Supremo era tan indudable, como que la sentencia no nece- torial que rige respecto de ésta, "pues —dice la sentencia— la terri-
sitó recurrir a la analogía para fundamentar el fallo condenatorio: no torialidad de ésta (art. 8.1, Cód. Civil) y la inexistencia en ella de nor-
es fácil afirmar, en consecuencia, que alguno de los elementos esta- mas disponibles a cuyo amparo puedan producirse consecuencias ju-
blecidos en la ley como condición de la aplicación de la norma del art. rídicas favorables, hacen resueltamente imposible extender a este
6.4 del Cód. Civil, ni que la norma penal que se quiso eludir, fueron sector del ordenamiento la figura del fraude de ley".
interpretados extendiendo su alcance a hechos meramente análo-
gos. No obstante, la ratio decisione de la sentencia parece haber sido 284. — Es claro que, si éste era el punto de partida, para nada im-
que, en el entendimiento del Tribunal Constitucional, el feto no era portaba si la interpretación del art. 339 de la LOPJ de 1870 implica-
protegible fuera del territorio español, pues el antiguo art. 339 de la ba una extensión analógica o no, pues, de todos modos, el recurso al
LOPJ sólo sería aplicable a personas (en el sentido de los arts. 29 y 30 fraude de ley no hubiera convertido en aplicable la ley española al he-
cho cometido en el extranjero para eludir las sanciones previstas en
las leyes nacionales. Pero, sin perjuicio de ello, no es cierto que la ley
del principio de legalidad, pues estas normas tampoco forman parte del tipo en el senti- penal española, bajo laLOPJde 1870, sólo fuera aplicable exclusiva-
do restringido en que lo consideraron los AATC mencionados. mente según el principio de territorialidad. Precisamente el art. 339
107
Tampoco en los dos votos particulares que se formularon se abordaron tales
cuestiones. Cfr. al respecto: Tiedemann, en "NJW", 1990, ps. 2226 y ss. y 2230 y siguien-
de dicha ley demuestra lo contrario: también cabía la aplicación se-
tes. gún el principio de la nacionalidad.

10 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 148 ENRIQUE BACIGALUPO
147

285. — Por otra parte, es erróneo creer que el aborto no se había mo un límite del derecho fundamental, se limitaba al alcance de este
realizado "al amparo del texto de una norma", como exige el art. 6.4 derecho como causa de justificación, lo que implicaba extender la pu-
del Cód. Civil, y que de ello se deriva la inaplicación al caso de las con- nibilidad infringiendo la prohibición de la analogía in malam par-
secuencias que este artículo prevé. Por el contrario, los autores del tem. En este sentido dice la sentencia que "al aplicar automática-
aborto habían pretendido actuar amparados por la norma del dere- mente las normas sobre autoría del Código Penal, sin tener en cuen-
cho inglés que autoriza, bajo ciertas condiciones, la práctica del abor- ta la específica naturaleza constitucional del hecho informativo, se
to en el territorio de Inglaterra108. ha producido una extensión de la ley penal mediante una interpreta-
ción analógica en contra del acusado".
286. — En consecuencia, los tres puntos de apoyo de la STC 75/84
son dudosos: a) Es difícil afirmar que la interpretación del art. 339 de 289. — En relación a esta sentencia es posible discutir si era nece-
la LOPJ de 1870 extendió analógicamente el texto de esta disposi- sario que el Tribunal Constitucional recurriera al argumento que se
ción; b) no es cierto que l&LOPJ sólo haya justificado la aplicación de fundamenta en la prohibición de la analogía, dado que era suficiente
la ley penal exclusivamente según el principio territorial; c) tampo- razón para anular la sentencia el incorrecto entendimiento con el
co es correcto afirmar que los procesados no hayan pretendido obrar que se había aplicado el art. 20.1. d) de la CE. Sin embargo, según
al amparo de una norma más favorable para eludir la aplicación del surge de los antecedentes de la sentencia, el recurrente también ha-
derecho español y deducir de ello que no se dieron en el caso los pre- bía alegado la vulneración del art. 25.1 de la CE.
supuestos que prevé el art. 6.4 del Código Civil.
290. — Más importante que las anteriores, pues implica un giro
287. — En suma: la aplicación del art. 6.4 del Cód. Civil en el ám- argumental considerable, es la STC 137/97, en la que se ha sosteni-
bito del derecho penal no parece excluida en general por el principio do que "desde el punto de vista constitucional cabe hablar de aplica-
de legalidad, ni tampoco resultaba inaplicable en el caso al que se re- ción analógica o extensiva in malam partera, vulneradora del princi-
fiere la STC 75/84, pues se daban los presupuestos que justificaban pio de legalidad, cuando dicha aplicación carezca de tal modo de ra-
aquélla109. zonabilidad que resulte imprevisible para sus destinatarios, sea por
apartamiento del tenor literal del precepto, sea por utilización de las
288. — La cuestión de prohibición de la analogía fue tratada con pautas interpretativas y valorativas extravagantes en relación al or-
más fortuna en la STC 159/86, en relación a la reducción del alcance denamiento constitucional vigente". En este sentido se subraya (re-
de una causa de justificación constitucional, en el caso el derecho a la cordando la STC 133/87, fundamento jurídico 5o) que el control cons-
libertad de información previsto en el art. 20.1. d) de la CE. En este titucional tiene la finalidad de asegurar que los ciudadanos puedan
caso, el Tribunal Constitucional entendió —correctamente— que, "programar sus comportamientos sin temor a posibles condenas por
afirmando la aplicación de la ley penal siempre y sin excepciones co- actos no tipificados previamente". La sentencia establece también
que la razonabilidad de la interpretación "habrá de ser analizada
desde las pautas axiológicas que informan nuestro texto constitucio-
108
nal (SSTC 159/86, 59/90 y 111/93) y desde modelos de argumenta-
Por ello es claramente erróneo que la sentencia comentada considere que la ción aceptados por la propia comunidad jurídica". Como consecuen-
"norma de cobertura" es el art. 399, LOPJ, pues es evidente que ésta no cubre la legiti-
midad del hecho (cfr. fundamento jurídico 5o, 2° párrafo de laSTC 75/84). cia de ello concluye el Tribunal Constitucional que "son también re-
109
No se puede considerar suficientemente estudiada la cuestión de si, desde otra chazables aquellas aplicaciones que por su soporte metodológico
perspectiva distinta de la del principio de legalidad, cabe excluir la aplicación del art. (una argumentación ilógica o indiscutiblemente extravagante) o
6.4 del Cód. Civil respecto de las leyes penales. En \aSTS 2756/92, del 28/1/93, se afir- axiológico (una base valorativa ajena a los criterios que informan
ma, aunque obiter dictum, la aplicación del fraude de ley en materia penal.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 149 150 ENRIQUE BACIGALUPO

nuestro ordenamiento constitucional) conduzcan a soluciones esen- 292.—El Tribunal Constitucional español ha formulado declara-
cialmente opuestas a la orientación material de la norma y, por ello, ciones abstractas al respecto que son notablemente positivas. Así,
imprevisible para sus destinatarios". Sobre estas bases y afirmando por ejemplo, en la citada STC 159/86 (fundamento jurídico 4o) en la
que el derecho de huelga no opera como causa de justificación respec- que sostuvo que "el principio de legalidad impone al legislador el de-
to del delito o la falta de coacciones (art. 585.4°, Cód. Penal de 1973), ber de conformar los preceptos legales que condicionan la aplicación
el Tribunal Constitucional denegó el amparo de un Secretario del Co- de sanciones, sobre todo cuando se trata de sanciones criminales, de
mité de Empresa que había sido condenado por tal hecho punible du- tal manera que de ellos se desprenda con la máxima claridad posible
rante una huelga en la que un piquete compuesto por unas doscien- cuál es la conducta prohibida o la acción ordenada". También en la
tas personas impedía la entrada y salida de vehículos de la fábrica STC 133/87 se afirmó que el principio de legalidad concreta aspectos
(fundamento jurídico 4°). En realidad, la cuestión planteada se refe- del Estado de derecho, en tanto éste supone para el ciudadano "la
ría más que a la extensión analógica in malampartem del tipo de las programación de sus comportamientos sin temor a interferencias
coacciones, a la limitación teleológica in malampartem de una cau- imprevisibles del ordenamiento sancionador del Estado". Conceptos
sa de justificación, cuestión que el Tribunal Constitucional dejó fue- similares se reiteraron en la STC 127/90. En los casos concretos, sin
ra de su argumentación sosteniendo simplemente que "el derecho de embargo, estas premisas tuvieron una reducida influencia sobre las
huelga no incluye la posibilidad de ejercer coacciones sobre terceros decisiones. El Tribunal Constitucional trató la cuestión por primera
porque ello afecta a otros bienes o derechos constitucionalmente pro- vez en la STC 62/82 (caso del escándalo público), en la que se discutió
tegidos, como la libertad de trabajar o la dignidad de la persona y su si el antiguo art. 431 del Cód. Penal (actual art. 185), en la redacción
derecho a la integridad moral". vigente entonces113, se ajustaba a las exigencias de determinación
legal que provienen del principio de legalidad. La respuesta fue posi-
— C —
tiva. En dicha sentencia el Tribunal dijo que "el legislador debe hacer
el máximo esfuerzo posible para que la seguridad jurídica quede sal-
291.—La exigencia de lex certa también ha sido motivo de decisio- vaguardada en la definición de los tipos. Pero, dicho lo anterior, ello
nes del Tribunal Constitucional. El tema es especialmente delicado no supone que el principio de legalidad quede infringido en los su-
pues se piensa que la legislación moderna se caracteriza por una "fu- puestos en los que la definición del tipo incorpore conceptos cuya de-
ga del legislador en las cláusulas generales"110 o de resignación tan- limitación permita un margen de apreciación, máxime en aquellos
to del legislador, como de la ciencia y la práctica frente a las dificulta- supuestos en que los mismos responden a la protección de bienes ju-
des que erosionan la realización de este aspecto del principio de lega- rídicos reconocidos en el contexto internacional en el que se inserta
lidad111. Una prueba de ello podrían ser la jurisprudencia constitu- la Constitución española con su art. 10.2 y en supuestos en que la
cional alemana y la española. Tiedemann ha comprobado que el Tri- concreción de tales bienes es dinámica y evolutiva, y puede ser dis-
bunal Constitucional Federal alemán (BVerfG) no ha declarado nin- tinta según el tiempo y el país de que se trate; ello sin perjuicio de que
gún tipo penal como insuficientemente determinado y preciso según la incidencia sobre la seguridad jurídica, en los casos en que se pro-
las exigencias del principio de legalidad112. Lo mismo ha ocurrido en duzca, deba tenerse en cuenta al valorar la culpabilidad y en la deter-
la jurisprudencia constitucional española. minación de la pena por el Tribunal".

110
Naucke, Uber Generalklauseln und Rechtsanwendugn im Strafrecht, 1973, p.
21. 113
111 El texto del antiguo art. 431 del Cód. Penal, establecía: "El que de cualquier mo-
Schünemann, ¿Nullapoena sine legel, 1978, p. 29; más pesimista aún Schmid-
háuser, Forra und Gestalt der Strafgesetze, 1988, p. 49. do ofendiere el pudor o las buenas costumbres con hechos de grave escándalo o trascen-
112
Tiedemann, en "NJW, 1990, p. 44. dencia incurrirá...".
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 151 152 ENRIQUE BACIGALUPO

293. — Como se ve, la STC 62/82 tiene dos aspectos distintos. Por 294. — Sin embargo, la STC 62/82 procuró señalar un camino pa-
un lado el Tribunal Constitucional admite una gran amplitud en la ra compensar la amplitud reconocida al legislador para la configura-
configuración de los tipos penales. Prácticamente el Tribunal no es- ción délos tipos penales, remitiendo ala valoración de la culpabilidad
tableció ningún límite para el "margen de apreciación" tolerable en y a la determinación de la pena. De todos modos, no se explicó en la
el marco de la obligación del legislador de determinar precisamente sentencia de qué manera esto podía ser llevado a la práctica. Pero,
el supuesto de hecho punible. La tarea era en realidad imposible, dado que la solución viene a coincidir con la sugerencia de Naucke117
pues, como ya lo había señalado la doctrina, la contrariedad a las resulta sumamente apropiado tomar en cuenta su propuesta. En es-
buenas costumbres es "inverificable"114. La referencia al reconoci- te sentido sostiene Naucke que en los supuestos de cláusulas genera-
miento del bien jurídico protegido en el contexto internacional y al les se debe, en primer lugar, ampliar el ámbito del error excluyente de
carácter dinámico y evolutivo que éste puede tener no constituye, en la culpabilidad, y además privilegiar al autor, en los casos de sanción,
realidad, límite de ninguna especie, pues se refiere claramente a un en el momento de la individualización de la pena o, por último, inter-
problema ajeno a la configuración formal del supuesto de hecho pu- pretar la cláusula general de una manera objetivamente restrictiva.
nible. En efecto, la cuestión sometida al Tribunal Constitucional no
consistía en saber si un texto legal como el del art. 431 del Cód. Penal 295. — Schünemann118 se ha mostrado escéptico con las posibili-
derogado (actual art. 185) protegía o no un bien jurídico determina- dades de realización de este punto de vista, a pesar de haber recono-
do, sino de si a través de su texto era posible saber con seguridad, an- cido que, de esta manera, era posible limitar los efectos perniciosos
tes de obrar, qué comportamiento estaba prohibido bajo amenaza de de las cláusulas generales, pues entiende que la determinación judi-
pena. De la imprecisión del objeto protegido, que la sentencia califi- cial de la interpretación suficientemente restrictiva daría lugar a va-
ca de "dinámico y evolutivo" lo único que surgía en este caso era la in- rias concepciones diferentes, que las reglas del error de prohibición
determinación del comportamiento que podía lesionarlo, el que al no conduciría en estos casos a resultados poco satisfactorios y, final-
estar caracterizado más que por el resultado lesivo sobre el bien jurí- mente, porque en la praxis de la individualización de la pena la de-
dico, también debía ser "dinámico y evolutivo", es decir cambiante, y terminación de ésta depende en forma decisiva del arbitrio judicial.
por lo tanto indudablemente indeterminado. Por otra parte, la refe-
rencia al contexto internacional resultaba totalmente inútil, dado 296. — No se puede negar que estas objeciones relativizan la efi-
que pocas líneas más adelante se reconoce que la dinámica y la evo- cacia de una solución compensatoria que ofrece en el plano de la cul-
lución puede ser "distinta según el tiempo y el país de que se trate"115. pabilidad y la individualización de la pena. Sin embargo, es altamen-
En suma: es evidente que el texto del antiguo art. 431 del Cód. Penal te positivo que se reconozca que cuanto más amplia sea una disposi-
(actual art. 185) no cumplía la exigencia de permitir al ciudadano ción y menor su posibilidad de comunicar cuáles son las conductas
programar sus comportamientos sin temor a interferencias imprevi- prohibidas (o, en su caso, exigidas), mayor debe ser la tolerancia res-
sibles del ordenamiento sancionador del Estado (SSTC 133/87 y pecto del error de prohibición y que, en todo caso, cabe una atenua-
127/90)116, pues la conducta prohibida se describía exclusivamente ción de la pena119.
sobre la base de su referencia a un concepto inverificable.
117
Naucke, Uber Generalklauseln undRechtsanwendugn im Strafrecht, 1973, p.
21yss.; cfr. al respecto: Schünemann, ¿Nullapoenasinelege?, 1978, p. 34.
114 118
Engisch, en Festschrift für Hellmuth Mayer, 1965, p. 400 y siguientes. Schünemann, ¿Nullapoena sine lege?, 1978, p 34 y siguientes.
115 119
La bastardilla es nuestra. En la STC 133/87 se hizo una nueva aplicación de los principios referentes a la
116
A la misma solución se llegaría aplicando el criterio del cincuenta por ciento de exclusión de cláusulas generales de una manera extremadamenteflexibleal declarar
determinación propuesto por Schünemann, ¿Nulla poena sine lege?, 1978, p. 35 y si- como inobjetable constitucionalmente el art. 391.1 del hoy derogado Código de Justicia
guientes. Militar.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 153 154 ENRIQUE BACIGALUPO

— d— 300. — Hasta ahora, como se dijo, el Tribunal Constitucional y el


297. — La debilidad de las exigencias de la jurisprudencia del Tri- Tribunal Supremo no han tenido ocasión de pronunciarse sobre si la
bunal Constitucional en materia de principio de legalidad se mani- norma complementaria debe contener una "cláusula de remisión in-
fiesta también en el derecho sancionatorio administrativo y, en con- versa", que permita a sus destinatarios saber que la infracción está
secuencia, en los casos de leyes penales en blanco y en la aceptación amenazada con una sanción, es decir, sobre las llamadas leyes pena-
de límites a derechos fundamentales sin reserva de ley en los casos les en blanco impropias.
de las llamadas "relaciones especiales de sujeción".
301. — Sobre la base de textos y principios constitucionales análo-
En relación a las leyes penales en blanco el problema de la seguri-
gos a los españoles, el Tribunal Constitucional Federal alemán ha de-
dad jurídica adquiere especial significación, toda vez que el ciudada-
cidido que "en los preceptos en blanco se ha hecho depender su aplica-
no no tiene una clara referencia sobre la norma complementaria de
ción de que el precepto complementador en la norma administrativa
la ley penal. En nuestro derecho esa situación es frecuente. remita a su vez a la ley que establece la multa administrativa por su
infracción (llamada cláusula de remisión inversa)". En el caso se tra-
298. — El Tribunal Constitucional se manifestó en esta materia
taba de una norma municipal que hacía referencia a las facultades
poco exigente en relación a la determinación estricta del comporta-
acordadas por una ley del Land, pero que, sin embargo, no remitía a
miento prohibido. En la STC 122/87, sostuvo que una ley penal en
la norma en blanco que contenía la sanción, lo que se consideró insu-
blanco (LO 40/79, de "Control de Cambios") que remite en forma ge-
ficiente. En la teoría se sostiene que la exigencia de una cláusula de
nérica a "disposiciones diseminadas en multitud de disposiciones re-
remisión inversa representa una "técnica para garantizar una mejor
glamentarias e incluso de simples instrucciones administrativas, al-
percepción de las normas en blanco y excluir de la ley en blanco las
guna ni siquiera publicada" puede cumplir con las exigencias del
normas complementadoras insuficientemente determinadas"122.
principio de legalidad. No debe llamar la atención que en materia de
infracciones administrativas la exigencia de certeza, que el Tribunal
Constitucional consideró siempre menos intensa que en el ámbito 302. — La necesidad de exigir al legislador, en España, la inclu-
penal120, haya desaparecido prácticamente en esta sentencia. sión en los preceptos complementadores de una cláusula de remisión
inversa se debe deducir de la vinculación del principio de legalidad
299. — En el campo de las leyes sancionatorias en blanco, por otra con el de seguridad jurídica que —con razón— ha establecido el Tri-
parte, la cuestión de la inseguridad derivada de las cláusulas gene- bunal Constitucional123 para garantizar que el ciudadano pueda
rales se acentúa porque la jurisprudencia no exige todavía una "cláu- programar su comportamiento "sin temor a injerencias imprevisi-
sula de remisión inversa", exigida, por el contrario, por el Tribunal bles del ordenamiento sancionador del Estado". Si esta afirmación se
Constitucional Federal alemán. En efecto, en la jurisprudencia-—y toma verdaderamente en serio no cabe duda de que tal programación
ello se puso de manifiesto en la STC 122/87 que se acaba de citar— se no quedará libre de temores mientras se admitan remisiones genéri-
considera suficientemente determinada una remisión que incluso cas a preceptos que se ignora dónde están y si no se exige que los pre-
sea tácita o producto de la apertura de la disposición sancionatoria ceptos complementadores, a su vez, sean claramente determinados.
(llamadas en la teoría auténticas leyes en blanco)121.
122
Cfr. BVerfG en "NStZ" 1990, p. 394, y en "NStZ" 1991, p. 73. Cfr. Rogall, en
120 o
Cfr. STC 2/87, fundamento jurídico 2 . OWiG, KarlsruherKommentar, 1989, vol. 1, n° 17; en el mismo sentido Tiedemann, Tat-
121
Cfr. Rogall, en OWiG, Karlsruher Kommentar, 1989, vol. 1, n° 16. Cfr. STC bestandsfunktionem im Nebenstrafrecht, 1969, p. 267; Gohler, Gesetz über OWiG, Kom-
122/87, fundamento jurídico 3o, en donde se habla, a propósito de la ley de "Control de rnentar, 8a ed., 1987, vol. 1, n° 18.
123
Cambios", de "normas penales en blanco o abiertas". Cfr. STC133/87, fundamentojurídico 7o.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 155 ENRIQUE BACIGALUPO
156
303. — También operan flexibilizando el principio de legalidad la se mantuvo durante la República de Weimar, sino todavía largo tiem-
significación general que el Tribunal Constitucional atribuye a las po después de la sanción de la GG, aunque la crítica crecía constante-
relaciones de sujeción especiales como fundamento de la limitación mente"125. El Tribunal Constitucional Federal alemán, sin embargo,
de derechos fundamentales. En la STC 2/87, afirmó que "la reserva quitó legitimidad a la teoría de las especiales relaciones de poder con
de ley en las sanciones administrativas (...) tiene un alcance diferen- sentencias que afectaban a dos de los ámbitos básicos en los que se le
te, al menos en lo que se refiere a la tipificación del ilícito cuando se asignaba validez: los establecimientos carcelarios y la escuela.
trata de la determinación de contravenciones 'faltas', en el seno de
una relación de sujeción especial". Más tarde, en la STC 219/89 el 305. — En la sentencia del 14/3/72126 el BVerfG sostuvo que "los
Tribunal acentuó su punto de vista diciendo que "dicha reserva de ley derechos fundamentales de los internos en un establecimiento peni-
pierde parte de su fundamentación en el seno de las relaciones espe- tenciario sólo pueden ser limitados mediante o en base a una ley"127.
ciales de sujeción"124. En la primera de las sentencias, así como en la Esta ley, admitió el Tribunal, si no puede renunciar a cláusulas gene-
STC del 2/7/90, se trataba de sanciones impuestas a detenidos en es- rales, deberá limitarlas de la manera más estrecha posible. En la
tablecimientos penitenciarios, mientras que en la STC 219/89 se tra- fundamentación de su sentencia dicho Tribunal hizo afirmaciones
taba "de la delegación de potestades públicas en entes corporativos que son aplicables al derecho español: "la ley fundamental (dice)
dotados de amplia autonomía para la ordenación y control del ejerci- constituye un orden vinculado a valores, que reconoce la protección
cio de actividades profesionales". En este último caso se pone de ma- de la libertad y la dignidad humana como el más alto fin de todo de-
nifiesto la amplitud excepcional que se le acuerda al concepto en la recho; su imagen del hombre no es la del individuo con autodominio,
jurisprudencia constitucional. sino la de una personalidad que está en la comunidad y a ella vincu-
lada por diversos deberes". De ello se deduce que la limitación de los
304. — Las relaciones especiales de sujeción constituyen un límite derechos fundamentales dentro de un establecimiento penitenciario
a los derechos fundamentales elaborado por la teoría del derecho pú- sólo entrará en consideración cuando "sea imprescindible para al-
blico de finales del siglo XIX, que hace referencia a relaciones estre- canzar uno de losfinescubiertos por el orden valorativo de la Consti-
chas entre el Estado y el ciudadano, y se refiere particularmente a las tución y relativos a la comunidad y en la forma constitucionalmente
que se dan en la escuela pública, los establecimientos penitenciarios prevista para ello"128.
y, en general, a las relaciones que se generan dentro de estableci-
mientos públicos, así como a las que existen entre el Estado y los fun- 306. — La comparación de las pautas establecidas por el Tribunal
cionarios o las personas sometidas a la prestación del servicio militar. Constitucional español y el alemán revela que en España se da una
La consecuencia de esta teoría es que "el ciudadano, que está en una reducida protección del principio de legalidad y de la exigencia de re-
especial relación de sujeción, es incluido en el ámbito administrativo serva de ley, dado que el primero admite una zona en las llamadas
con la consecuencia de que los derechos fundamentales y la reserva "relaciones especiales de sujeción", en la que aquellos principios,
de ley —que sólo determinan la relación genérica del Estado con el prácticamente, no rigen. Además, las "relaciones especiales de suje-
ciudadano— no tienen validez; la administración tiene en sus manos ción" tienen en la jurisprudencia española una extensión inusitada,
la regulación, mediante prescripciones administrativas (reglamen- que va mucho más allá de los límites que les reconoció la teoría.
tos internos del establecimiento), de las relaciones dentro de tales si-
tuaciones. Esta teoría —agrega Maurer en el mismo lugar— "no sólo
125
Maurer,Allegemeines Verwaltungsrecht, 5aed., 1986, p. 87.
126
BVerfGE 33, p. 1 y siguientes.
127
BVerfGE 33, p. 11.
Cfr. también STC 69/89; así como STC del 2/7/90. 128
BVerfGE 33,-p. 11.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 157 158 ENRIQUE BACIGALUPO

307. — En resumen: de la misma manera que ocurre en los Esta- prohibición o el mandato de acción se encuentra en disposiciones dis-
dos de derecho europeos, en España el principio de legalidad consti- tintas de la ley que contiene la amenaza penal. El Tribunal Su-
tuye una garantía fundamental, pero resulta ser también una meta premo129 ha afirmado que "son leyes penales en blanco aquéllas cu-
difícil de alcanzar. En su realización tienen un papel decisivo las ne- yo supuesto de hecho debe ser completado por otra norma producida
cesidades pragmáticas de la aplicación cotidiana de las leyes y la con- por una fuente jurídica legítima". A su vez el Tribunal Constitucio-
vicción de que la justicia material debe prevalecer sobre la seguridad nal ha dicho130 que es compatible con la Constitución "la utilización
jurídica en los casos extremos. La convicción social de que ciertas ac- y aplicación judicial de leyes penales en blanco, siempre que se dé la
ciones deben ser sancionadas aunque la técnica legislativa sea defec- suficiente concreción para que la conducta calificada de delictiva
tuosa es frecuentemente el fundamento del reproche de la opinión quede suficientemente precisada en el complemento indispensable
pública a los tribunales cuando éstos adoptan puntos de vista estric- de la norma a la que la ley penal se remite, resultando así salvaguar-
tos en relación a las exigencias del principio de legalidad. Por tal mo- dada la función de garantía del tipo con la posibilidad de conocimien-
tivo, el verdadero control de estas exigencias, en la medida en la que to de la actuación penalmente conminada".
ello sea posible, debe tener lugar por medio del control abstracto de
constitucionalidad, ya que de esa manera será posible decidir sin es- 310. — La discusión en esta materia, sin embargo, no había ocu-
tar bajo la impresión de casos concretos. Aquí se percibe la inestima- pado hasta ahora ni a la teoría ni a la jurisprudencia de una manera
ble labor que cumple desempeñar a las minorías parlamentarias y al especial. En general, las opiniones se dividen en torno a si el concep-
Defensor del Pueblo mediante los recursos de inconstitucionalidad to de ley penal en blanco puede alcanzar también a los supuestos en
(art.31,LOTC). los que la norma complementaria esté contenida en la misma ley o en
otra ley de la misma jerarquía. Dicho de otra manera: sólo se discute
308. — Por esta vía, como es lógico, no se podrán resolver las cues- si es o no acertado ampliar el concepto de ley penal en blanco alcan-
tiones que plantean las prohibiciones de la analogía y de la aplica- zando con él todos los supuestos en los que el legislador recurre a la
ción retroactiva de la ley, dado que éstas presuponen, en todo caso, la técnica de la remisión. La extensión del concepto de ley penal en
aplicación de la ley a un caso concreto. En esta materia, sin embargo, blanco, sin embargo, no parece tener la menor trascendencia prácti-
serán los propios tribunales quienes deben ejercer un estricto auto- ca, pues ninguno de los autores que toman parte en la discusión ex-
control que impida un desborde interpretativo de las leyes penales. trae de la ampliación del concepto de ley penal en blanco ninguna
En esta tarea tendrá, sin duda, un inestimable valor la labor de la consecuencia que esté vinculada con la discusión. La disputa resul-
teoría del derecho penal marcando los límites de los textos legales. ta, por lo tanto, puramente nominalista y de reducido interés dogmá-
tico. En Alemania lo había señalado Mezgerm : "jurídico-penalmen-
te la forma especial de la legislación mediante leyes penales en blan-
co carece de significación" (...) "la complementación necesaria es
— §22 — siempre parte esencial del tipo. El tipo complementado, sin embar-
LA PROBLEMÁTICA CONSTITUCIONAL go, cumple precisamente la misma función que cualquier otro ti-
DE LAS LEYES PENALES EN BLANCO po132". Si esto es así, las leyes penales en blanco no deben plantear

a—Alcance y concepto
129
STS del 20/9/90.
130
STC127/90.
309. — La teoría y la jurisprudencia españolas utilizan el concep- 131
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3 a ed., 1949, p. 196 y siguientes.
to de ley penal en blanco, entendiendo por tal los casos en los que la 132
Cfr. también Rengier, enKKOWiG, § 11, p. 24.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 160 ENRIQUE BACIGALUPO
159

problemas especiales respecto del error, ni respecto de la exigencia u otras disposiciones de carácter general protectoras del medio am-
de determinación estricta del comportamiento prohibido. La cues- biente", el art. 305 a los deberesfiscalesestablecidos en relación con
tión de si en las leyes penales en blanco la existencia de la norma la Hacienda Pública estatal, autonómica, foral y local; el art. 305.3 a
complementaria debe ser objeto de conocimiento del dolo no es pro- la infracción de deberesfiscales"contra la Hacienda de las Comuni-
ducto de la técnica de la remisión, sino de la estructura del tipo resul- dades"; el art. 310 a la "ley tributaria" y el art. 348 remite a las "re-
tante. Si éste se agota en la mera desobediencia de un deber impues- glas de seguridad establecidas", que, como parece claro, pueden pro-
to por la norma complementaria, su conocimiento será seguramente venir de decisiones sobre reglas técnicas de seguridad correspon-
necesario para el dolo133. Dicho de otra manera: las limitaciones que dientes a entidades privadas sin poder estatal. En la jurisprudencia
se quieran introducir respecto de la teoría estricta de la culpabilidad se ha considerado ocasionalmente que el delito de tráfico de drogas
en materia de error de prohibición no se deben deducir de la técnica (art. 368, Cód. Penal) contiene una ley penal en blanco que remite a
de la remisión, sino, en todo caso, de otras consideraciones (por ejem- la Convención Única de Naciones Unidas del 30/3/61, dando por su-
plo, la "indiferencia ética" de las reglas del derecho penal adminis- puesto que la remisión puede ser tácita. De estas remisiones parece-
trativo que, por lo general, complementan la ley penal en blanco, o ría surgir la conclusión de que el rango normativo del precepto com-
las dificultades que la técnica de la remisión puede ocasionar al ciu- plementador es indiferente. Sin embargo, cabe plantear una cues-
dadano en relación a su información sobre el derecho vigente). tión. ¿Bajo qué condiciones una norma sin jerarquía legal (leyes de
comunidades autónomas, reglamentos, ordenanzas municipales)
pueden complementar una ley penal en blanco? La respuesta que se
b — Significación constitucional da a la cuestión depende de cuáles son los derechos afectados por el
mandato o la prohibición.
311. — Las leyes penales en blanco pueden adquirir, sin embargo,
significación constitucional cuando la norma complementadora pro- 312. — Si se trata de leyes de las comunidades autónomas, regla-
viene de una instancia que carece de competencias penales. Esta si- mentos, etcétera, que contienen normas que afectan derechos funda-
tuación práctica es la que probablemente dio origen a las leyes pena- mentales, tales mandatos y prohibiciones deberán tener su funda-
les en blanco134. Por el contrario, si la autoridad que sancione la pro- mento en una ley orgánica. El Tribunal Constitucional estableció en
hibición o el mandato de acción complementario tiene competencia su STC 140/86 que las penas que afectan derechos fundamentales
penal, las leyes penales en blanco no deberían ofrecer más problemas tienen reserva de ley orgánica (art. 81, CE), aunque no se pronunció
que los propios de la remisión (por ejemplo, dificultades para el cono- sobre las exigencias que debe cumplir el precepto complementador.
cimiento de las leyes penales por parte de los ciudadanos). De todos modos, es evidente que si el precepto importa una limita-
Esta situación se puede presentar actualmente en España, donde ción de derechos fundamentales, serán de aplicación las mismas re-
la Administración, las comunidades autónomas y los municipios ca- glas y la limitación deberá ser autorizada por ley orgánica. La única
recen de competencia en materia penal (art. 149.1.6a, Ci£), peroel Có- diferencia que puede existir entre la pena y el precepto cuya trans-
digo Penal español utiliza la técnica de la remisión en diversas dispo- gresión se sanciona está dada por el art. 149.1.6a de la CE que decla-
siciones que se refieren a normas de distinta jerarquía normativa. ra de carácter exclusivo la competencia del Estado para establecer
Así, por ejemplo, el art. 363 remite a "leyes o reglamentos sobre cadu- las penas, dejando abierta la posibilidad de que sean las comunida-
cidad o composición (de productos alimentarios)", el art. 325 a "leyes des autónomas las que establecen los preceptos.

133
Jakobs,Strafrecht, AllgemeinerTeil, 2aed., 1991, p. 234.
313. — Si se trata de otros derechos constitucionales sólo se exige
134
Binding, Die Normen und ihre Übertretung, 4a ed., 1922,1.1, p. 164. una ley (art. 53.1, CE), que el Tribunal Constitucional ha entendido
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 162 ENRIQUE BACIGALUPO
161

puede ser la ley de una comunidad autónoma, pero siempre y cuan- preguntarse si decisiones normativas autonómicas o locales basadas
do no afecte "a las condiciones básicas que garanticen la igualdad de en autorizaciones genéricas y vagas pueden complementar leyes pe-
todos los españoles en el ejercicio de los derechos y en el cumplimien- nales en blanco. Concretamente: si una ley como la de la CAM sólo
to de los deberes constitucionales"135. En este caso, los reglamentos, fundada en el art. 12 de la LOFCA puede ser complemento del art.
disposiciones municipales, etcétera, deberán tener su respaldo en 349 del Cód. Penal (actual art. 305). La respuesta, negativa no pare-
una ley que podrá ser del Estado o de una comunidad autónoma. ce evitable, pues si bien la ley autonómica fiscal en cuestión puede
ser constitucional, lo cierto es que el precepto que complementaría la
314.—Las condiciones que a su vez debe respetar el reglamento o ley penal no parece provenir de una decisión del Parlamento del Es-
las otras disposiciones sin jerarquía legal no han sido hasta ahora es- tado, toda vez que éste no decidió sobre qué impuestos autorizaba el
tablecidas ni por el Tribunal Constitucional ni por el Tribunal Su- recargo ni qué porcentaje podía alcanzar.
premo de una manera estricta. El Tribunal Constitucional ha trata-
do la cuestión de cuál debe ser el grado de concreción de la norma le-
gal (orgánica) que autoriza legislación autonómica en materia fiscal. c —Efectos de la declaración de inconstitucionalidad
La cuestión tiene singular importancia respecto del delitofiscal(art. del complemento normativo
305, Cód. Penal). En la STC del 4/10/90 ha entendido que una auto-
rización genérica contenida en el art. 12 de la LOFCA respecto de la 316. — De singular interés resulta en la práctica la cuestión de los
facultad de las comunidades autónomas de establecer recargo sobre efectos de la declaración de inconstitucionalidad de las normas com-
impuestos estatales (similar a lo que establece el art. 157 de la CE) es plementarias de las leyes penales en blanco, en la medida en que mo-
suficiente fundamento para que una comunidad autónoma imponga difican la situación jurídica y pueden dar lugar a la aplicación del art.
un recargo impositivo equivalente al tres por ciento sobre el IRPF. El 24 del Cód. Penal (actual art. 2o), que establece la retroactividad de
Tribunal Constitucional estimó que no es necesario que la autoriza- las leyes más favorables al acusado. Tal problemática se ha plantea-
ción concedida por la Ley Orgánica deba contener una autorización do recientemente como consecuencia de las SSTC 209/88 y 45/89,
pormenorizada y, por lo tanto, si cuando la Ley Orgánica no señala lí- que declararon la inconstitucionalidad, por oposición a los arts. 14
mites a las facultadesfiscales,el legislador autonómico estará o no li- (principio de igualdad) y 31 de la CE (igualdad en la tributación), de
mitado en el ejercicio de las mismas. Sin embargo, tres magistrados las normas de la ley 44/78 (reformada por la ley 48/45) que imponían
sostuvieron en voto particular la necesidad de una autorización por- a los cónyuges tributar el IRPF en forma conjunta, lo que resultaba
menorizada contenida en la ley reguladora de cada impuesto. La te- perjudicial comparativamente frente a personas no casadas. El Tri-
sis de la minoría del Tribunal Constitucional en la STC del 4/10/90 bunal Constitucional entendió en estas sentencias que el matrimo-
tiene una notoria cercanía con la "teoría de la esencialidad" expues- nio no podía constituir un fundamento admisible del aumento de las
ta por el BVerfG (61/260), que exige una decisión del legislador sobre cargas fiscales.
todas las cuestiones esenciales que afecten ámbitos normativos bá-
sicos y sobre todo en materia de derechos fundamentales136. 317. — Como consecuencia de estos precedentes la Audiencia Pro-
vincial de Madrid137 y la Audiencia Provincial de Las Palmas138 es-
315. — Cualquiera que sea el entendimiento que se quiera dar a la tablecieron que, teniendo en cuenta que el Tribunal Constitucional
STC del 4/10/90 en el marco del derecho fiscal, lo cierto es que cabe había decidido que no era posible determinar la cuantía cuyo pago

137
135
STC 37/81. Sentencia del 27/3/89, LLespañola, 1989-2-326 y siguientes.
138
136
Cfr. Pieroth - Schlink, Grundrechte-Staatsrecht, 3a ed., 1987, t. II, p. 70. Sentencia del 14/12/89, LLespañola, ejemplar del 7/3/90, p. 3 y siguientes.

11 —DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 164 ENRIQUE BACIGALUPO
163

había sido eludido mientras que no se dictaran nuevas normas y que Si se admitieran estas limitaciones a la eficacia de la ley más favora-
las vigentes en el momento del cumplimiento del deberfiscalno eran ble, el Tribunal Supremo español debería decidir si la nulidad de las
aplicables, no existía la posibilidad de determinar el montante de la disposiciones de la ley del impuesto a la renta de las personas físicas
infracción y que ello excluía la posibilidad de aplicar el art. 349 (ac- afecta a la obligación de declarar los ingresos obtenidos o si, por el
tual art. 305 del Cód. Penal sobre delitofiscal)a los casos de elusión contrario, sólo ha resultado afectado un aspecto de la regulación le-
de impuestos cometidos por personas casadas antes de la declaración gal fiscal que no incide sobre el deber de declarar, sino sobre otros as-
de inconstitucionalidad, pues se debería dar preferencia a la ley más pectos de la regulación. En este contexto el Tribunal Supremo debe-
favorable al acusado (art. 24, Cód. Penal, actual art. 2o). La cuestión ría también decidir si la nulidad decretada por el Tribunal Constitu-
fue resuelta por el Tribunal Supremo en STS del 27/12/90 sin necesi- cional impide realmente calcular la cantidad del impuesto evadida y
dad de decidir sobre este aspecto, pues se entendió que en el caso con- especialmente si los efectos fiscales establecidos por la STC 45/89
creto a resolver la cuestión no tenía incidencia. son también vinculantes para la determinación de la condición obje-
tiva de punibüidad del art. 349 del Código Penal (actual art. 305).
318. — El problema del entendimiento del efecto retroactivo favo-
rable al acusado de las variaciones de las normas complementadoras 320. — La STC del 4/10/90 ha reiterado una cuestión que sin duda
de las leyes penales en blanco ha dado lugar en España a una juris- puede perturbar el panorama hasta ahora estabilizado respecto de la
prudencia cambiante del Tribunal Supremo: mientras la STS del aplicación del antiguo art. 24 del Cód. Penal, cuyo contenido aparece
31/1/1871 entendía que el art. 24 del Cód. Penal (actual art. 2o—efec- en el art. 2°.2 del Cód. Penal vigente. Esta sentencia ha insistido en
to retroactivo de la ley más beneficiosa—) no era aplicable más que que, como ya lo había declarado la STC 126/87, "no existe una prohi-
en los casos de modificación de la penalidad, las SSTS del 8/11/63, bición constitucional de la legislación tributaria retroactiva" (funda-
25/9/85 y 13/6/90 extendieron la aplicación de dicha disposición a los mento jurídico 8o). El Tribunal aclara, de todos modos, que esta pre-
preceptos administrativos y a la norma extrapenal complementado- misa encuentra sus límites allí donde resulte afectada la seguridad
res de una ley penal en blanco. La jurisprudencia española ha segui- jurídica. Cualquiera sea el entendimiento que quepa dar a esta afir-
do una evolución similar a la alemana, en la que hasta la sentencia mación en el derecho tributario, no parece discutible, sin embargo,
del Tribunal Constitucional Federal alemán contenida en BGHSt que la prohibición de retroactividad de las leyes penales, que el Tri-
20,178 y siguientes se sostuvo que en las leyes penales en blanco no bunal Constitucional ha considerado como expresión del principio de
cabía admitir una modificación de la ley penal cuando sólo se habían seguridad jurídica141, no permitirá extender la protección del art.
reformado normas extrapenales139. 305 del Cód. Penal a las leyes tributarias dictadas con posterioridad
al hecho que se pretende sancionar. En esta problemática parece cla-
319. — En la jurisprudencia y en la teoría española, sin embargo, ro que la prohibición de retroactividad no alcanza exclusivamente a
no se han planteado hasta ahora —como en la teoría alemana— pun- la norma (prohibición o mandato de acción), sino también a las cir-
tos de vista excluyentes de la aplicación retroactiva de la ley más fa- cunstancias que permitan determinar las condiciones de punibüidad
vorable en los casos en los que lo ilícito del hecho permanece intacto previstas por el art. 305 del Cód. Penal y que no forman parte de aqué-
lla (la cantidad de cinco millones de pesetas), pues el principio de le-
o en los que la norma modificada no afecte al deber de obediencia140.
galidad penal exige en todo caso la calculabilidad exacta de la punibi-
lidad y, como es obvio, también este límite afecta a la seguridad jurí-
139
Cfr.fíG31,225;BGH7,294y20,178.
140
Cfr. Eser, en Schonke - Schróder - Eser, Strafgesetzbuch, Kommentar, 18a ed.,
1976, § 2,26; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 84; Dreher - Trondle, Strafgesetz-
buch, Kommentar, § 2, n° 8; otro punto de vista Tiedemann, en "NJW", 86, p. 2476. SSTC 62/82 y 373/85.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 166 ENRIQUE BACIGALUPO
165

dica individual. Sin embargo, respecto a las condiciones de punibili- sultara preferente sobre el derecho al honor. Esta misma posición ha
dad, la solución podrá ser discutible si se considera que la expectati- sido expuesta por el Tribunal Supremo en diversas sentencias142.
va referente a estos últimos elementos no constituye un interés cons-
titucionalmente protegible, extendiendo a esta materia por analogía 324. — El mismo punto de vista ha sido sostenido, además, por el
el punto de vista que ocasionalmente ha sostenido el Tribunal Cons- Tribunal Supremo en relación al delito de desórdenes públicos143 en
titucional Federal alemán respecto de los plazos de prescripción. el que se planteó la posibilidad de invocar el derecho de reunión (art.
21, CE) como causa de justificación, cuando aparecía como preponde-
321. — El problema de la retroactividad también se puede plan- rante frente a otros derechos constitucionales o cuando sólo afectaba
tear respecto de las condiciones o límites exteriores de la perseguibi- de una manera no importante tales derechos144.
lidad de los ilícitosfiscales.Por ejemplo, en relación a hechos cometi-
dos bajo la vigencia del secreto bancario y descubiertos una vez deja- 325. — De esta manera, los derechos fundamentales de la libertad
do éste sin efecto. El merecimiento de protección de estos intereses es de expresión y de reunión y manifestación adquieren el carácter de
pequeño, pero ello no excluye la posibilidad de considerar que el se- causas de justificación en el ámbito del derecho penal cuando, como
creto bancario pueda haber tenido en su momento una cierta in- consecuencia de una ponderación de bienes, tienen preponderancia
fluencia sobre la intensidad de la pretensión imperativa de la norma sobre otros derechos constitucionales. Hasta ahora esta posibilidad
y que, por lo tanto, debería ser objeto de un estudio especial. de invocar derechos fundamentales como causas de justificación se
ha limitado a los mencionados derechos de la libertad de expresión e
información y de reunión y manifestación.
d — i Causas de justificación en blanco?
326. — En la teoría alemana este punto de vista ha sido ocasional-
322.—El derecho español conoce un fenómeno inverso al de las le- mente rechazado145. La cuestión se discute a propósito de la posibili-
yes penales en blanco: una "causa de justificación en blanco" conteni- dad de un concepto material de antijuridicidad. En este marco se
da en el art. 20.7° del Cód. Penal, según el cual obra justificadamen- considera que la caracterización del principio de ponderación de bie-
te el que lo hace "en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legíti- nes y deberes "como una causa supralegal de justificación podría po-
mo de un derecho, oficio o cargo". En este trabajo no es posible exami- ner en peligro la seguridad jurídica cuando tuviera lugar mediante
nar toda la problemática de esta disposición. Sin embargo, resulta puras cláusulas generales como la del 'medio justo para unfinjusto'
oportuno hacer referencia a la significación constitucional que este o la de 'más utilidad que daño' "146. Esta opinión se refuerza con la in-
artículo ha adquirido en relación al ejercicio de derechos fundamen-
tales. Es sabido, de todos modos, que en el ámbito de las causas de
justificación la reserva de ley carece de la significación que tiene res- 142
Cfr. SSTS del 2371/88,3/6/88,22/9/89,31/l/89y 24/7/89. En estas sentencias se
pecto del tipo penal. hace referencia al art. 8.11° del anterior Cód. Penal, cuyo contenido era idéntico al del
actual art. 20.7°.
143
Cfr. Jurisprudencia seleccionada del Tribunal Supremo, Sala 2a, 1989-1, S 60;
323. — El Tribunal Constitucional español ha admitido la invoca- 1989, II, SS 50 y 59.
ción de ciertos derechos fundamentales como causas de justificación. 144
Cfr. también STC 59/90.
145
En particular ha sostenido a partir de la STC 104/86 que el derecho Hirsch, Leipziger Kommentar, 10a ed., 1985,13, vor § 32; Jescheck, Lehrbuch
a la libertad de expresión e información (art. 20, CE) puede ser invo- des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 4a ed., 1988, p. 211; otro punto de vista Tiedemann, en
"JZ", 1969-721 y siguientes.
cado como causa de justificación por la vía del art. 20.7° del Cód. Pe- 146
Cfr. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 4a ed., 1988, p. 211;
nal en los delitos contra el honor, siempre que en el caso concreto re- en el mismo sentido; Hirsch, Leipziger Kommentar, 10a ed., 1985.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 167 168 ENRIQUE BACIGALUPO

necesariedad actual de ampliar el catálogo de causas de justificación tende ser la protección de derechos individuales". A ello se debería
luego de la incorporación del estado de necesidad justificante en el agregar que tales derechos sólo podrían ser invocados en el marco del
Código Penal (§ 34, StGB). art. 20.7° del Cód. Penal cuando acuerden una facultad de actuar
que, al colisionar típicamente con otro derecho público subjetivo, re-
327. — Si bien se mira, esta crítica no se dirige tanto a la posibili- sulte preponderante frente al vulnerado.
dad de invocar derechos fundamentales como causas de justifica-
ción, como a la creación de causas de justificación supralegales. En 329. — Así también puede adquirir especial significación el pro-
este sentido, está fuera de toda duda que los derechos fundamenta- blema del rango de la proposición permisiva. Binding148 sostenía
les no carecen de un apoyo expreso en el orden jurídico ni son simples que sólo por la ley general se podían crear las excepciones de las nor-
creaciones basadas en el interés preponderante. El reconocimiento mas creadas también por ley; "naturalmente —decía— que la fuen-
de sus efectos justificantes, por lo tanto, no proviene de una libre pon- te jurídica competente para la sanción de la norma también lo es pa-
deración de bienes y deberes, sino de su reconocimiento constitucio- ra establecer sus excepciones. Se debe considerar inadmisible la pe-
nal como derechos cuyo contenido esencial debe ser respetado por las netración de las normas del derecho común por excepciones del dere-
leyes ordinarias. Esto no excluye que el principio de la ponderación cho particular". La cuestión no ha sido hasta ahora tratada en la doc-
de bienes y deberes tenga una función legítima, no ya como funda- trina, probablemente porque el principio de legalidad no rige respec-
mento de la justificación, sino como instrumento para resolver los to de las causas de justificación en la misma forma en relación a los
conflictos entre derechos fundamentales o entre derechos constitu- tipos penales. Sin embargo, esta problemática no puede dejar de
cionales147. Por lo tanto, aun cuando el art. 20.7° del Cód. Penal no plantearse respecto a la posibilidad de invocar sobre la base del art.
formara parte del texto del Código, los derechos fundamentales po- 20.11° del Cód. Penal las reglas deontológicas instituidas por cole-
drían, en principio, ser invocados como causas de justificación. gios o asociaciones profesionales (por ejemplo, médicas): ¿es admisi-
ble que ciertos grupos creen sus propias causas de neutralización del
328. — De cualquier manera, es preciso señalar que, muy proba- derecho penal estatal?
blemente, no todos los derechos fundamentales tienen la estructura
de una proposición permisiva. Dicho de otra manera: es posible que
algunos derechos fundamentales no acuerden un derecho de acción.
Piénsese en este sentido en el derecho a la igualdad (art. 14, CE), en
el derecho "a la resocialización" (art. 25, CE), o en el derecho a la pre- B-EIprincipio de culpabilidad
sunción de inocencia. Estos derechos fundamentales imponen al Es-
tado obligaciones respecto del trato que se debe dar a las personas,
pero no parece que otorguen autorizaciones para la realización de ac- -§23 —
ciones que puedan producir peligro para bienes jurídicos ajenos. La FUNDAMENTO, CONTENIDO Y FUNCIÓN DEL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD
cuestión requiere, por lo tanto, profundizar en las relaciones entre
los derechos fundamentales y las causas de justificación y en la es- —a—
tructura de ambos. El Tribunal Supremo en la STS del 21/12/88 ha 330. — Los fundamentos del principio de culpabilidad son el dere-
sostenido que sólo pueden ser invocados con el alcance del art. 20.7° cho al libre desarrollo de la personalidad y la dignidad de la persona
del Cód. Penal, "los derechos subjetivos públicos cuya finalidad pre- (art. 10.1, CE). Su jerarquía constitucional deriva de esta vincula-

147 148
VerBGHSt. del 21/6/90, en "NStZ", 1990,12,586. Binding, DieNormen und ihre Übertretung, 4aed., 1922,1.1, p. 165.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 169 170 ENRIQUE BACIGALUPO

ción con las bases del orden político español y ha sido categóricamen- 334. — Por lo tanto, desde la primera perspectiva, es decir, desde
te reconocido en la STC 150/91, en la que, sin embargo, no se ha esta- la de los presupuestos de la pena, el principio de culpabilidad deter-
blecido claramente de dónde surge tal reconocimiento. mina las siguientes consecuencias:
a) No es admisible la responsabilidad por el mero resultado (res-
331. — El principio de culpabilidad excluye la legitimidad de toda ponsabilidad objetiva), sin que medie dolo o imprudencia (art.
pena que no tenga por presupuesto la culpabilidad del autor y que ex- 5o, Cód. Penal).
ceda la gravedad equivalente a la misma. De esta manera, el princi-
pio de culpabilidad se propone evitar que una persona pueda ser te- b) Se debe reconocer el error sobre los hechos y, al menos, sobre la
nida por un medio para la realización de algúnfin,es decir, se propo- antijuridicidad (art. 14, Cód. Penal).
ne evitar la vulneración de la dignidad de la persona. c) Sólo puede ser responsable quien tenga las condiciones espiri-
tuales para cumplir con el derecho (arts. 19y20, Io, 2°y3°, Cód.
332.—La esencia de la culpabilidad1^ no reside en el carácter del Penal).
autor, ni en la conducta de su vida, sino en la posibilidad de haber ac-
tuado de otra manera en el caso concreto (culpabilidad por el hecho). 335. — Desde la perspectiva de la individualización de la pena el
En este sentido dice la STC 150/91 que "la Constitución española principio de culpabilidad tiene dos consecuencias:
consagra sin duda un principio estructural básico del derecho penal a) La pena debe ser proporcionada a la gravedad de la culpabili-
de manera que no sería legítimo un derecho penal de autor, que de- dad.
terminara las penas en atención a la personalidad del reo y no según
la culpabilidad de éste en la comisión de los hechos". De estas consi- b) Las necesidades de prevención —especial o general— no pue-
deraciones de la STC 150/91 se deduce que, si la culpabilidad tiene den justificar una pena que supere en gravedad a la de la cul-
estos efectos en relación a la determinación de la pena, es porque, im- pabilidad.
plícitamente, se la reconoce también como un presupuesto de la pe-
na, es decir, como una condición de la responsabilidad penal150. 336. — El derecho vigente es sumamente defectuoso en la regula-
ción de la incidencia del principio de culpabilidad en el ámbito de la
determinación de la pena.
- 6 - En primer lugar, es defectuoso porque el Código de 1995 ha man-
333. — El principio de culpabilidad tiene una doble incidencia en tenido en su art. 66 el obsoleto sistema cuantitativo del antiguo art.
el sistema de responsabilidad penal: por un lado condiciona el si de la 61, sin establecer que la culpabilidad por el hecho es la base de la in-
pena; por el otro el cuánto de la misma. Dicho con otras palabras: só- dividualización de la pena.
lo es punible el autor, si ha obrado culpablemente; la gravedad de la En segundo lugar, porque el principio de culpabilidad, como se vio,
pena que se le aplique debe ser equivalente a su culpabilidad. puede ser desconocido en el derecho vigente por la aplicación auto-
mática de la agravante de reincidencia (art. 20.8a, Cód. Penal). Por
ello es necesario entenderla de manera conforme a la Constitución
(art. 5°.l, CE), es decir, al principio de culpabilidad151, dejando de la-
149
Cfr. Jescheck - Waigend, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 5a ed.,
do una aplicación automática cuando pueda vulnerar el principio de
1996, p. 23. culpabilidad.
150
Pronunciamientos semejantes ha tenido el Tribunal Constitucional Federal
alemán (BVerfG) en su sentencia del t. 25, p. 269 y ss. y la Corte Constituzionale italia-
na en la SCC 364/88. Así STS del 6/4/90, entre otras.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 172 ENRIQUE BACIGALUPO
171

— §24 — to la culpabilidad sólo puede ser demostrada mediante la com-


PRINCIPIO DE CULPABILIDAD Y CONCEPTO paración del autor con nuestra experiencia general sobre la li-
JURIDICO-PENAL DE CULPABILIDAD bre determinación.
b) Otro sector de la doctrina (Hassemer) ha propuesto el reempla-
337. — El principio de culpabilidad no es determinante en forma zo del principio de culpabilidad por el principio de proporciona-
absoluta del concepto de culpabilidad de la teoría del delito. Natural- lidad. Este punto de vista no tiene en cuenta que el principio de
mente influye en él, pero sin determinar su estructura. No obstante
culpabilidad, aunque no sólo, es en parte un principio de pro-
ello, de acuerdo con lo establecido en la STC 150/91, un concepto de
porcionalidad que establece la relación que debe existir entre
culpabilidad basado en la culpabilidad de carácter o en la culpabili-
la pena y determinados elementos de la conducta (los que fun-
dad por la conducta de la vida, es decir, en la "culpabilidad" de la per-
damentan la reprochabilidad).
sonalidad del autor, resultaría incompatible con la Constitución. Por
el contrario, cuestiones como si el dolo y la culpa son elementos del c) Finalmente se sostiene que la formulación actual del principio
concepto de culpabilidad o no, si la conciencia de la antijuridicidad de culpabilidad, que limita losfinespreventivos a la gravedad
debe ser actual o sólo potencial, si el estado de necesidad debe excluir de la culpabilidad es incompatible con la idea de que "una pena
la culpabilidad o la responsabilidad por el hecho, etcétera, no depen- inútil carece de legitimidad en un Estado secularizado"153. Si
den del principio de culpabilidad. En todo caso, la culpabilidad como se aceptara tal punto de vista resultaría que, paradójicamen-
presupuesto de la pena y la culpabilidad como fundamento de la de- te, "la pena adecuada para elfin(preventivo) sin la limitación
terminación cuantitativa de la pena aplicable difieren en su conteni- del principio de culpabilidad trataría a la persona como una co-
do de una manera clara. Mientras la primera tiene la misión de cons- sa, pero que la pena limitada más que marginalmente por me-
tatarlos elementos que fundamentan la reprochabilidad del autor, la dio de la culpabilidad perdería su idoneidad para alcanzar el
segunda tiene que establecer los criterios de la medición de la grave- fin"154. Dicho con otras palabras: cuando las necesidades pre-
dad del reproche. ventivas superen la pena adecuada a la gravedad de la culpa-
bilidad, la pena aplicable no será socialmente útil en relación a
la finalidad de la pena y no podría ser legítima.

— §25 — 339. — Esta crítica presupone que es posible determinar de una


CRITICAS AL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD manera exacta la idoneidad de la pena para alcanzar un determina-
dofin.Ello requeriría—al menos en relación a la prevención especial
338. — En la doctrina no faltan críticas al principio de culpabili- y la prevención general en sentido tradicional— una demostración
dad. empírica que la ciencia actual no ha podido proporcionar. Por lo tan-
a) Una buena parte de las críticas se han basado en la suposición to, en la medida en la que la idoneidad de la pena para alcanzar los fi-
de que la culpabilidad presupone libertad de voluntad y que és- nes preventivos tradicionales es altamente dudosa, la limitación de
ta es indemostrable 152 . Gran parte de esta crítica se responde la pena aplicable a una que equivalga a la gravedad de la culpabili-
con la comprobación de que tampoco está demostrado lo con- dad impide la utilización de las personas para obtener fines que no se
trario. De todos modos no se puede negar que en el caso concre- sabe si son alcanzables. De esta manera, lo que queda claro es que las

153
152 y e r p 0 r ejemplo Gimbernat Ordeig, Estudios de derecho penal, 3 a ed., 1990, p. Jakobs, Dos Schuldprinzip, 1993, p. 7 y siguiente.
154
140 y siguientes. Jakobs, Das Schuldprinzip, 1993, p. 8.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 173

teorías relativas de la pena sólo constituyen una racionalización


aparente del ius puniendi, pues su validez depende de una demos-
tración empírica de la que carecen.

340.—¿Vale esta respuesta también respecto de la prevención ge-


neral positiva? La prevención general positiva, en verdad, sólo pue-
de y pretende afirmar que la estabilización de la norma requiere la
aplicación de una pena. Pero respecto de la cantidad de la pena apli-
cable tampoco esta teoría puede establecer criterios más seguros que
las otras teorías preventivas. Por lo tanto, también respecto de ella
vale la respuesta antes formulada.
176 ENRIQUE BACIGALUPO

Capítulo III 344. — En tanto expresión de la soberanía, las reglas que estable-
cen la extensión del propio derecho penal no pueden conceder al Es-
La validez de la ley penal tado un derecho a intervenir dentro del ámbito propio de la sobera-
nía de otro Estado. De ahí que, cuando el autor del delito se encuen-
tre físicamente bajo la autoridad de otro Estado, se requiera un pro-
cedimiento especial para poder aplicarle la propia ley y juzgarlo an-
te los propios tribunales (extradición).
345. — La validez espacial de la ley se determina de acuerdo con
una serie de principios que, en distinta medida, conforman el siste-
ma de derecho penal internacional de cada legislación. En la actuali-
dad existe a este respecto un extendido consenso legislativo.
A - Validez espacial úe la ley penal
341. — La ley penal importa un ejercicio de la soberanía del Esta- — §26 —
do, lo mismo que el resto de la legislación estatal. Por ende, su validez
APLICACIÓN DE LA LEY PENAL EN EL TERRITORIO DEL ESTADO
aparece limitada en el espacio por la extensión dentro de la cual se re-
conoce en la comunidad internacional el ejercicio de la soberanía. 346. — La ley penal es aplicable a los hechos punibles dentro del
territorio del Estado, sin considerar de nacionalidad del autor. El art.
342. — Las reglas del derecho penal del Estado que establecen el 23.1 de la LOPJ establece el principio territorial como criterio básico
ámbito en el que las propias leyes penales son aplicables con exclu- para determinar la jurisdicción de los tribunales españoles. Pero, co-
sión de las de otros Estados son propiamente reglas del derecho in- mo se verá, este principio no es el único que rige en el derecho español
terno de aquél. Sin embargo, han sido designadas con frecuencia co- vigente. El art. 23.1 de laLOPJ dice: "En el orden penal corresponde-
mo "derecho penal internacional"1. rá a la jurisdicción española el conocimiento de las causas por delitos
y faltas cometidos en territorio español o cometidos a bordo de buques
343. — Se trata de disposiciones que se refieren a la aplicación del o aeronaves españolas, sin perjuicio de lo previsto en los tratados in-
derecho penal del Estado en casos en los que, por el lugar de comisión ternacionales en los que España sea parte". El art. 303delaL£Cr. es-
o por la nacionalidad o estatuto personal del autor o de la víctima, ca- tablece el principio territorial para determinar el juez competente.
bría la posibilidad de aplicar el derecho penal de otro Estado. En es-
te sentido pueden ser consideradas normas para resolver la colisión 347. — Dos problemas deben solucionarse para llevar a la prácti-
de diversos derechos penales aplicables a un caso, aunque ambas ca- ca el principio territorial: establecer qué debe entenderse por territo-
racterizaciones se han calificado frecuentemente como excluyentes: rio del Estado y definir qué debe entenderse por lugar de comisión.
o es derecho de aplicación o es derecho de colisión2.

a — Concepto de "territorio"
1
Confr. por ejemplo, Liszt - Schmidt, Lehrbuch de deutschen Strafrechts, 1932, p.
121; Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3 a ed., 1949, p. 57; Quintano Ripollés, Tratado
del derecho penal internacional e internacional penal, 1957.
348. — El concepto de territorio al que aquí nos referimos viene
2
Jescheck, en Strupp - Schlohaner, Wórterbuch des Vólkerrechts, t. III, p. 396. definido por el derecho internacional. El derecho penal no introduce
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 178 ENRIQUE BACIGALUPO
177

en este concepto ninguna particularidad3. Este concepto se comple- torio del Estado "B", y que resulta muerto; la ley aplicable sería la del
menta en el art. 23.1 de laLOPJ mediante la teoría del territorio flo- Estado "A". Los fundamentos de esta teoría son los siguientes: en pri-
tante o principio de la bandera, según el cual la ley del Estado es apli- mer lugar, se afirma, tomar en cuenta el resultado no permitiría una
cable también a los hechos cometidos en buques o aeronaves que lle- solución uniforme porque hay delitos sin resultado (delitos de pura
ven su bandera. La circunstancia de que normalmente los buques o actividad); en segundo lugar, una teoría basada en el resultado de-
aeronaves sólo sean portadores de una bandera elimina todo posible terminaría soluciones insatisfactorias cuando, por ejemplo, el autor
conflicto (para las aeronaves lo dispone así la Convención de Chica- realiza la acción en un estado de incapacidad de culpabilidad (inim-
go de 1944). En caso de conflicto entre el principio territorial y el de putabilidad) y el resultado se produce cuando ya ha recuperado la
la bandera se otorga primacía a este último (por ejemplo: cuando un normalidad5. En este caso habría que sancionar, lo que se considera
delito se comete a bordo de una aeronave dentro del territorio de otro una solución inadecuada. Otros ejemplos aluden a los cambios legis-
Estado distinto del de su bandera, debe prevalecer la jurisdicción del lativos que podrían haber tenido lugar en el tiempo que va, por ejem-
Estado de ésta). Este criterio está establecido positivamente en el plo, desde el envío de una carta injuriosa hasta su percepción por el
Convenio de Tokio de 1963 (art. 3o, III). destinatario6. En tercer lugar, se alude a las dificultades para deter-
minar el lugar del resultado7. La teoría de la acción fue recomenda-
da en 1932 por la 4a Sección del Congreso Internacional de Derecho
Comparado (La Haya)8.
b — Concepto de "lugar de comisión"

349. — Dado que el delito tiene diversos elementos que pueden se- 351. — El punto de vista contrario fue defendido por el propio von
pararse conceptualmente, la definición del lugar de comisión del de- Liszt en las primeras ediciones de su libro Das Reichsstrafrecht^.
lito puede, en principio, vincularse al lugar en el que se haya produ- Teóricamente se afirma que "las fuerzas naturales que operan según
cido alguno de esos elementos. Así surgieron la teoría de la acción y la ley de causalidad son la herramienta en la mano del hombre, el
la del resultado. medio para realizar su objetivo. El hombre obra mientras estas fuer-
zas operan; ha obrado tan pronto como éstas han alcanzado su me-
350. — Los defensores de la teoría de la acción consideran que la ta"10. El lugar de comisión debe ser, por lo tanto, aquel en que "la se-
cuestión se vincula con la del tiempo de comisión y que ambas recla- rie causal en curso alcanza el objeto amenazado"11. Por otra parte, se
man una respuesta unitaria4. De acuerdo con esta teoría la cuestión agrega, el Estado donde se produce el resultado debe poder sancio-
debe resolverse afirmando que el lugar de comisión es el de la actua- nar la perturbación del orden que ha sufrido12. En realidad, esta teo-
ción de la voluntad. De esta manera, en los llamados delitos a distan- ría difícilmente puede superar las objeciones que se le hicieron des-
cia, es decir, en aquellos en los que la actuación de voluntad tiene lu- de el punto de vista contrario.
gar en una jurisdicción y el resultado en otra, debe aplicarse la ley del
Estado donde tuvo lugar aquélla. Por ejemplo: alguien dispara des- 5
Frank, Das Strafgesetzbuch für das Deutsche Reich, 18a ed., 1931, § 3, IV.
de el Estado "A" sobre otro que está más allá de la frontera, en terri- 6
Liszt, Lehrbuch des deutschen Strafrechts, p. 138.
7
Frank, Das Strafgesetzbuch für das Deutsche Reich, 18a ed., 1931, § 3, IV.
8
Oehler, Internationales Strafrecht, 1973, p. 206; Jiménez de Asúa, Tratado de
derecho penal. Parte general, t. II, p. 844.
3 9
En detalle sobre España, Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Partege- Liszt, Das Reichsstrafrecht, 1881, p. 74.
10
neral, t. II, p. 771 y siguientes. Liszt, Das Reichsstrafrecht, 1881, p. 74.
4 11
Frank, Das Strafgesetzbuch für das Deutsche Reich, 18a ed., 1931, § 3, IV; Liszt, 12
Liszt, Das Reichsstrafrecht, 1881, p. 74.
Lehrbuch des deutschen Strafrechts, p. 137. Oehler, Internationales Strafrecht, 1973, p. 207.

12 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 180 ENRIQUE BACIGALUPO
179

352.—Durante la vigencia del art. 335 de laLOPJ de 1870 corres- 354. — En la actualidad puede considerarse dominante la teoría
pondía a los jueces españoles "el conocimiento de los delitos comen- de la ubicuidad18. Según ella el delito debe reputarse cometido tanto
zados a cometer en España y consumados o frustrados en países ex- donde se produce el resultado como allí donde se ha ejecutado la ac-
tranjeros.. . en el caso de que los actos perpetrados en España consti- ción. Precursor de esta teoría ha sido sobre todo Binding19. El funda-
tuyan por sí delitos y sólo respecto a éstos". La interpretación de este mento teórico de la teoría de la ubicuidad reside en la unidad que
precepto dio lugar a distintos puntos de vista. La fórmula de laLOPJ constituyen, típicamente considerados, la acción y el resultado, lo
—art. 335— fue adoptada también en el Código de Derecho Interna- que impediría su separación y consideración aislada.
cional Privado de Bustamante —art. 302—. En este sentido, James La teoría de la ubicuidad establece que los delitos de omisión se de-
Goldschmidt13 entendió que esta disposición consagraba la teoría ben reputar cometidos en el lugar en el que se hubiera debido ejecu-
del resultado. Conforme a esto la opinión mayoritaria estimó que re- tar la acción. Esta teoría es también de aplicación a los efectos del art.
gía esta última14. Sin embargo, la teoría del resultado conduce a so- 65.1°.3 de la LOPJ, es decir para determinar si un delito, cuyo cono-
luciones sumamente insatisfactorias en la práctica: si alguien hiere cimiento es de la competencia de los tribunales españoles, ha sido co-
en España a otro que es trasladado a Francia, donde muere, los tri- metido fuera del territorio. En este caso, sólo se entenderán cometi-
bunales españoles sólo podrían juzgarle por el homicidio frustrado, dos fuera del territorio español aquellos hechos en los que ninguno de
que es hasta donde el hecho se realizó en España15. sus elementos hayan tenido lugar en territorio nacional.
Excepcionalmente Jiménez de Asúa16 pensó que tal interpreta-
ción era incorrecta y que el art. 335 de la LOPJ debía entenderse se- 355. — En cierto sentido es inexplicable que el Código Penal de
gún la teoría de la acción, corrigiéndose de esta manera el texto me- 1995 no contenga un criterio respecto del lugar de comisión del deli-
diante una interpretación teleológica, aunque reconocía la debilidad to. De esta manera se perdió la oportunidad de subsanar la omisión
de esta solución. También excepcionalmente, Rodríguez Devesa es- en la que ya se había incurrido al sancionar la LOPJ (LO 1/85). El va-
timó aplicable la teoría de la ubicuidad17. cío del derecho vigente se debe resolver en el sentido de la teoría de la
ubicuidad, que es absolutamente predominante en el derecho penal
353. — Por otra parte, el art. 14 de la LECr. hace referencia al lu- europeo (Cód. Penal alemán, § 9; Cód. Penal austríaco, § 67; Cód. de
gar donde el delito se haya cometido. Esta fórmula ha sido frecuente- Proc. francés, art. 693; Cód. Penal griego, art. 1.6; Cód. Penal italia-
mente interpretada como expresión de la teoría del resultado. Sin no, art. 6). '
embargo, el art. 14 no dice nada respecto a dónde debe entenderse co-
metido el delito. Deja la cuestión abierta a la respuesta que se dé so- 356. — En la jurisprudencia la teoría de la ubicuidad ha sido aco-
bre la teoría del resultado, de la acción o de la ubicuidad. gida en la STS del 13/11/92. Sin embargo, en los delitos de omisión la
jurisprudencia se ha inclinado por considerar como lugar de comi-
sión el del domicilio del omitente. Este punto de vista es claramente
13
Goldschmidt, Metodología jurídico-penal, Madrid, 1935, p. 17. erróneo, dado que cuando el omitente tenga el domicilio fuera del te-
14
Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1, p. 159; Gimbernat Or- rritorio español será imposible aplicarle la ley española. Piénsese en
deig, Introducción a la parte general del derechopenal español, Madrid, 1979, p. 27; Ce- el español que omite incorporarse a filas (art. 604, Cód. Penal) y tie-
rezo Mir, Curso de derechopenal español, p. 229 y ss.; Cobo del Rosal - Vives Antón, De-
rechopenal. Parte general, 1980,1.1, p. 192.
15
Rodríguez Mourullo, Derechopenal. Parte general, 1.1, p. 159. 18
16
Jiménez de Asúa, Tratado de derechopenal. Parte general, t. II, p. 845. Oehler, Internationales Strafrecht, 1973, p. 208; Jiménez de Asúa, Tratado de
17
Rodríguez Devesa, Derecho penal español. Parte general, 5 a ed., 1976, p. 384, lo derecho penal. Parte general, t. II, p. 829.
19
mismo que Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal espa- Binding, Handbuch des Strafrechts, 1885,1.1, ps. 414 a 423; ídem, Grundriss
ñol, Madrid, 1979, p. 27. des Deutschen Strafrechts, Allgemeiner Teil, 8a ed., 1913, p. 82.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 182 ENRIQUE BACIGALUPO
181

ne domicilio fuera del territorio nacional. En algunas resoluciones, ción de moneda española y su expedición, así como cualquier otra fal-
de todos modos, el Tribunal Supremo ha hecho constar que el criterio sificación que perjudique directamente al crédito o interés del Esta-
aplicado no sería aplicable si el omitente tuviese domicilio fuera del do; de atentado contra autoridades o funcionarios públicos españo-
territorio nacional. les; los delitos perpetrados por funcionarios públicos españoles en el
ejercicio de sus funciones, si tuvieran residencia en el extranjero; los
cometidos contra la Administración Pública española y los relativos
al control de cambios.
-§27 —
PRINCIPIOS QUE JUSTIFICAN LA APLICACIÓN
DE LA LEY PENAL A HECHOS COMETIDOS b —Principio de la nacionalidad
FUERA DEL TERRITORIO DEL ESTADO o de la personalidad

357. — La pretensión del Estado de aplicar las propias leyes no 360. — Es el principio que justifica la aplicación de la ley penal a
termina en los límites de su territorio. En las legislaciones vigentes hechos cometidos fuera del territorio del Estado en función de la na-
y en la teoría se encuentran extensiones del ámbito de aplicación de cionalidad del autor (principio de la nacionalidad activo) o del titular
la ley penal a hechos cometidos fuera del territorio. Dichas extensio- del bien jurídico lesionado o puesto en peligro por el delito (principio
nes se justifican sobre la base de principios diversos del territorial. de la nacionalidad pasivo). La idea fundamental del principio en su
aspecto activo es la obediencia exigida al subdito de un Estado res-
pecto de la legislación de éste, cualquiera sea el lugar en que se en-
a—Principio real o de defensa cuentre. Por lo general, el principio de la nacionalidad o personali-
dad tiene en la actualidad una vigencia muy reducida.
358.—Este principio afirma la aplicación de la ley del Estado a he-
chos cometidos fuera del territorio nacional pero que se dirigen a bie- 361. — En España el principio personal de la nacionalidad está
nes jurídicos que se encuentran en él. Básicamente se considera que consagrado en el art. 23.2 de la LOPJ. La aplicación de la ley penal
este principio se refiere a la protección de bienes jurídicos del propio española al nacional que ha cometido el hecho fuera del territorio es-
Estado y que afectan a su integridad como tal (delitos de alteración pañol requiere:
del orden público, traición a la patria, moneda y de documentos na- a) El hecho debe ser punible en el lugar de ejecución.
cionales, etcétera). Si, por el contrario, el hecho cometido en el ex- b) El agraviado o el Ministerio Fiscal deben haber formulado de-
tranjero, es decir, fuera del territorio del Estado, se dirige contra bie- nuncia o querella ante los tribunales españoles.
nes jurídicos individuales que merecen la protección del derecho pe- c) El acusado no debe haber sido condenado, absuelto o indultado
nal nacional, la extensión de su aplicación se justifica sobre la base en el extranjero. En este caso cabe la aplicación de la ley espa-
del principio de la nacionalidad (principio pasivo de la nacionalidad). ñola si el nacional, que ha sido condenado, todavía no ha cum-
plido la condena o no la hubiera cumplido totalmente.
359.—El principio real o de defensa está recogido en España en el
art. 23.2 de laLOPJy rige con relación alos delitos de traición y con-
tra la paz o la independencia del Estado; contra el Titular de la Coro- c —Principio universal o del derecho mundial
na, su consorte, su sucesor o el Regente; de rebelión y sedición; de fal-
sificación de la firma o estampillas reales, del sello del Estado, de las 362. — Este principio fundamenta la aplicación del derecho de
firmas de los ministros y de los sellos públicos u oficiales; de falsifica- cualquier Estado independientemente del lugar de comisión y de la
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 184 ENRIQUE BACIGALUPO
183

nacionalidad del autor. Sin embargo, en el derecho internacional no español, por su parte, hace uso del principio universal en los arts.
se lo reconoce con esta extensión. La aplicación de la propia ley a he- 288,488 y 452 bis, a), Io24.
chos cometidos por extranjeros fuera del propio territorio depende de
que los hechos que entran en consideración afecten "bienes cultura- 364. — Entre las convenciones internacionales que adoptan el
les supranacionales cuya protección interesa a todos los Estados en principio universal cabe mencionar la de La Haya del 16/12/70 (art.
común"20 o "cuyos autores sean peligrosos para todos los Estados ci- 4°.2) sobre apoderamiento ilícito de aeronaves (rige en España desde
vilizados, sea por la finalidad perseguida como por la forma de ejecu- 1972) y la de Montreal del 23/11/71 (art. 5°.2) de represión de actos ilí-
ción"21. Ambas caracterizaciones difieren en que la primera pone el citos contra la seguridad de la aviación civil25.
acento en el bien jurídico protegido, mientras la segunda lo hace en
la peligrosidad del autor. Se trata de concepciones distintas del dere-
d—Principio del derecho penal por representación
cho penal: una que protege bienes jurídicos amenazando con la san-
ción penal y otra que los protege sancionando a los autores peligro- 365. — Se trata de un principio que tiene carácter subsidiario: in-
sos. Ambos puntos de vista fundamentan este principio de la solida- terviene cuando, cualquiera que sea la razón, no tiene lugar la extra-
ridad de los Estados en la lucha contra el delito. Este principio se en- dición, y autoriza que el Estado que tiene al autor en su poder lo juz-
cuentra en algunas convenciones internacionales en las que los Es- gue aplicándole su ley penal. En este sentido es frecuente la aplica-
tados que las suscriben se reconocen el derecho de aplicar su derecho ción del principio del derecho penal por representación cuando un
penal, aunque no suele imponerse obligatoriamente a los Estados el Estado deniega la extradición de un nacional reclamado por otro Es-
uso de esa facultad22. Este principio encuentra en la práctica dificul- tado competente en razón del principio territorial.
tades en lo referente al límite de no intervención de un Estado en las
cuestiones interiores de otro. La declaración de un Estado en forma 366. — Con respecto a su fundamento hay discrepancias, aunque
unilateral de aplicar su derecho penal sobre la base del principio uni- predomina el criterio según el cual el derecho penal por representa-
versal se considera como "jurídicamente infundada"23. ción se funda en la solidaridad interestatal26. Esta solidaridad se da
por supuesta aunque el Estado que debería reclamar al autor del de-
363. — El principio universal ha sido recogido por el art. 23.4 de la lito no lo hiciera por carecer de interés en aplicar su propio derecho
LOPJ que atribuye competencia a la jurisdicción española para co- penal. Asimismo se estima que su realización práctica requiere re-
nocer de los hechos cometidos por españoles o extranjeros fuera del ducir su aplicación a los bienes jurídicos más importantes.
territorio nacional, si constituyen, según la ley española, delitos de:
genocidio, terrorismo, piratería y apoderamiento ilícito de aeronave; 367.—El mismo principio rige en España27. La ley 4/85, de Extra-
falsificación de moneda extranjera; vinculados con prostitución; trá- dición Pasiva, hace aplicación del principio en el art. 3.2, que estable-
fico ilegal de drogas psicotrópicas, tóxicas y estupefacientes, así co-
mo cualquier otro que, según los tratados o convenios internaciona-
24
les deba ser perseguido en España. Se estima además que el Código Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1, p. 166; Cerezo Mir, Cur-
so de derecho penal español, p. 206; Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho penal. Parte
general, 1980,1.1, p. 196.
25
Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, p. 207.
20 26
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, p. 135. Oehler, Internationales Strafrecht, 1973, p. 145; Jiménez de Asúa, Tratado de
21 derecho penal. Parte general, t. II, p. 761.
Oehler, Internationales Strafrecht, 1973, p. 147. 27
22 Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1, p. 180; Cerezo Mir, Cur-
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. II, p. 706.
23 so de derecho penal español, p. 221; Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte
Oehler, Internationales Strafrecht, 1973, p. 147; también Cobo del Rosal - Vives
Antón, Derecho penal. Parte general, 1980,1.1, p. 196. general, t. II, p. 969.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 185 186 ENRIQUE BACIGALUPO

ce que cuando se deniegue la extradición de españoles o extranjeros tableciera el derecho aplicable al caso que se juzga, lo que acercaría
por delitos de los que corresponda conocer a los tribunales españoles, el derecho penal internacional al derecho internacional privado.
"el Gobierno español dará cuenta del hecho que motivó la demanda
al Ministerio Fiscal afinde que se proceda judicialmente, en su caso, 370.—Por el contrario, hay quienes piensan que los principios del
contra el reclamado", cuando lo haya solicitado el Estado requirente. derecho penal internacional se fundamentan en dos fenómenos jurí-
dicos: la autoprotección del Estado (principio real o de defensa y prin-
cipio pasivo de la nacionalidad) y la solidaridad entre los Estados
(principio de la distribución de competencias, principio activo de la
—§28- nacionalidad o personalidad, principio del derecho penal por repre-
LA FUNDAMENTACION DE LOS PRINCIPIOS sentación, principio de la jurisdicción mundial, principio de la pro-
DEL DERECHO PENAL INTERNACIONAL tección de bienes comunitarios)30. Una decisión referente a estas dos
diferentes posiciones depende en una gran medida de la teoría de la
368.—Tradicionalmente los principios del derecho penal interna- norma que se tenga por fundamento.
cional han sido expuestos como principios de la misma especie. Su es-
tructuración, sin embargo, no deja de ofrecer dificultades. En princi-
pio se ha reconocido desde hace ya mucho tiempo una cierta especia-
lidad en el principio del derecho penal por representación.
B - Validez temporal de la ¡ey penal
369. — La cuestión se presenta fundamentalmente para quienes
parten de la teoría de los imperativos, pues para ella sólo es legítima
la aplicación de una pena al que ha violado un deber impuesto por — §29-
una norma. Es decir: la aplicación de la ley penal presupone ya una EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL: APLICACIÓN DE LA LEY VIGENTE
determinada relación entre el Estado y el autor. Esta relación se pue- EN EL MOMENTO DE LA COMISIÓN DEL DELITO
de encontrar, lógicamente, como presupuesto del principio territo- 371. — La ley aplicable al delito desde el punto de vista temporal
rial, del personal o del de la nacionalidad, e inclusive del principio es la vigente en el momento de su comisión. Se trata de una regla que
real o de defensa. Pero esa relación no se encuentra ni en el principio se deriva del principio de legalidad que, como vimos, prohibe la apli-
pasivo de la nacionalidad o personalidad, ni en el del derecho mun- cación retroactiva de la ley. Es decir, las leyes penales sólo alcanzan
dial o universal, ni en el del derecho penal por representación. Mien- a los hechos cometidos después de su entrada en vigor. Es un princi-
tras estos dos últimos suelen fundamentarse en la solidaridad inte- pio sobre el que existe el más completo acuerdo en las legislaciones
restatal, el principio pasivo de la nacionalidad tampoco encuentra modernas. Por este motivo, las diferentes leyes penales establecen el
fundamento en ésta28. Por este motivo se sostiene que debería consi-
requisito de una ley previa como justificante de la reacción penal
derarse a estos tres principios "comp competencias para juzgar. Son (arts. 9°.3 y 25.1, CE y 2o, Cód. Penal). La exigencia de ley previa, por
subsidiarios del ejercicio de la autoridad penal del Estado del lugar lo tanto, tiene jerarquía constitucional.
del hecho o de la nacionalidad y, por lo tanto, de la extradición"29. En
consecuencia, deberían ser complementados por una norma que es- 372.—Tal exigencia, por lo demás, se refiere tanto a la tipificación
del hecho punible como a la amenaza de pena, a las medidas de segu-
28
Oehler, Internationales Strafrecht, 1973, p. 146.
29
Schultz, en Festschrift für Hellmuth von Weber, 1963, ps. 305 y ss. y 312. Oéh\er,InternationalesStrafrecht, 1973, p. 133.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 187 188 ENRIQUE BACIGALUPO

ridad y a las consecuencias accesorias del delito. Por el contrario, la chos punibles imponiendo deberes y amenazando su incumplimien-
opinión dominante entiende que las disposiciones de carácter proce- to con la aplicación de una pena. Por lo tanto, la ley quiere, ante todo,
sal pueden aplicarse a hechos cometidos con anterioridad a su entra- motivar al autor y esto sólo podría hacerlo una ley preexistente a la
da en vigor. Sin embargo, el Tribunal Constitucional ha reconocido la decisión de éste.
aplicación del principio de irretroactividad a las leyes procesales que
regulan la prisión provisional (SSTC 32/87 y 33/87). 375.—Pero, a la vez, el principio de ley previa (de irretroactividad
de la ley penal) tiene un fundamento constitucional: la seguridad ju-
rídica (art. 9o.3, CE) y la libertad (art. 17.1, CE) requieren la posibili-
a—El momento de comisión del delito
dad de conocer qué acciones están prohibidas y cuáles permitidas y
373.—Así como el principio territorial requería determinar el lu- esto sólo es posible con respecto a las leyes vigentes en el momento de
gar de comisión, la exigencia de la ley previa sólo puede llevarse a la decidir la acción.
práctica estableciendo el tiempo de comisión de ejecución de la ac-
ción, en el momento en que debía realizarse la acción omitida o en el
del resultado no impedido31. — §30 —
De este criterio general se deducen distintas consecuencias según EXCEPCIONES DEL PRINCIPIO FUNDAMENTAL
la estructura del delito concreto:
a) El autor mediato realiza la acción en el momento en que co- a—Retroactividad de la ley más favorable
mienza la utilización del instrumento.
376. — Una larga tradición determina que el principio de irre-
b) El coautor y el cómplice, en el momento de hacer su primer troactividad de la ley sufra una excepción respecto de las leyes pena-
aporte al último hecho. les posteriores al momento de comisión del delito pero más favora-
c) En los delitos continuados la acción se realiza desde el primero bles al acusado.
hasta el último hecho. Se trata de una excepción con un fundamento político-social, dado
d) En los delitos permanentes, desde el momento en que se crea el que carece de sentido dictar o mantener la ejecución de penas por he-
estado típico constitutivo del delito32. chos que ya no se consideran delitos o cuando la gravedad de aquéllas
aparece como desproporcionada. Desde otro punto de vista, es una
consecuencia del hecho de que las garantías constitucionales, es de-
b—El fundamento de la exigencia de ley previa cir, la prohibición de retroactividad de la ley penal, sólo se instituyen
para proteger al acusado frente al endurecimiento de las penas, pero
374. — La exigencia de ley previa a la comisión del hecho tiene un no para impedir que se beneficie con una nueva situación legal más
fundamento penal: la ley penal quiere prevenir la comisión de he- favorable.
No faltan opiniones que han cuestionado la constitucionalidad de
31
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, p. 109; Sch-
la retroactividad de la ley más favorable33. Esta tesis hace una sim-
midháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 130. Otro punto de vista, Rodrí-
guez Mourullo, Derecho penal. Parte general, t.I, p. 125.
32
Cfr. sobre todos estos aspectos Casabó Ruiz, Comentarios al Código Penal,}.. II,
33
p. 41 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, p. 109; Ro- Sobre esta discusión, cfr. Casabó Ruiz, Comentarios al Código Penal, t. II, p. 46,
dríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1, p. 126 y siguientes. con indicaciones bibliográficas.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 189 190 ENRIQUE BACIGALUPO

pie aplicación formal de las consecuencias de la jerarquía normativa: 380. — En general se considera que la pena privativa de libertad
la Constitución está por encima del Código Penal y por lo tanto toda es más grave que las otras especies de penas34. Sin embargo, es du-
contradicción con ella sería ilegítima. Pero este punto de vista es doso que una determinación in abstracto sea la correcta; ¿la priva-
erróneo, pues entre la Constitución y el Código Penal esa relación só- ción de libertad de dos meses es más grave que cinco años de inhabi-
lo rige cuando se trata de reducir las garantías que aquélla contiene litación para desempeñar un cargo público? Por eso parece razonable
y no cuando se trata de ampliarlas. el criterio seguido por la legislación española en 1928 y luego en 1944
Las garantías constitucionales del derecho penal no son, en este (Código de 1928, art. 8o y decr. del 23/12/44, art. 4o) al establecer que
sentido, una fuente de potestades del Estado sino una limitación de "en caso de tratarse de penas de distinta naturaleza deberá oírse al
las mismas. reo"35 (en el mismo sentido laLO 10/95, nuevo Código Penal, D.T. 2a).
La opinión dominante recurre a la comparación de las penas acce-
377.—La retroactividad de la ley más favorable está ordenada en sorias cuando no es posible lograr una determinación de la ley más
el art. 2°.2 del Cód. Penal. En este punto el derecho español se sepa- favorable comparando las penas principales.
ra de lo que establecen otros derechos penales europeos que —en ge-
neral— sólo reconocen la aplicación de la mera ley más favorable
2 — Leyes intermedias más favorables
hasta el momento de la firmeza de la sentencia.
381. — A los efectos de considerar qué ley es más favorable debe
1 —Determinación de la ley más favorable tenerse en cuenta también la ley intermedia. Se denomina así a la
que entra en vigor después de la comisión del hecho, pero es modifi-
378. — Requiere una comparación concreta de las dos situaciones cada nuevamente antes de la sentencia definitiva de última instan-
legales surgidas de la reforma legal posterior a la comisión del hecho: cia por otra ley más rigurosa.
debe compararse la aplicación al caso de la situación legal vigente en
el momento de comisión con la que resultaría como consecuencia de 382. — Si la ley intermedia resulta más favorable que la vigente
la reforma. Esta comparación es concreta porque debe referirse al ca- en el momento de la comisión del delito habrá que aplicarla aunque
so que se juzga. En esta comparación deben tomarse en cuenta, en haya dejado de regir en el momento de la sentencia definitiva, por-
primer lugar, las penas principales y luego la ley en su totalidad (pe- que así lo establece el principio de retroactividad de la ley más favo-
nas y consecuencias accesorias y modificaciones del tipo penal y de rable (doctrina dominante). Por ejemplo: en el momento de cometer-
las reglas de la Parte General referentes, por ejemplo, a la capacidad se el hurto el Código Penal prevé para el delito una privación de liber-
de culpabilidad, a las causas de justificación, a las de inculpabilidad, tad de hasta dos años; durante el proceso, una ley "X" modifica como
etcétera). pena alternativa la pena de multa; antes de dictarse la sentencia de-
finitiva, la ley "X" es derogada y rige nuevamente el Código Penal en
379. — La comparación referida a las penas principales no es pro- su redacción originaria, es decir, la que sanciona el hurto sólo con pe-
blemática cuando se trata de penas de la misma especie (por ejemplo, na privativa de libertad. El Tribunal debe aplicar la ley que prevé la
privación de libertad y multa o multa e inhabilitación). Esta situa-
ción se presenta también para las legislaciones que distinguen den-
tro de un género común distintas especies de pena: en estos casos ha- 34
Eser, en Schonke - Schroder,Strafgesetzbuch, Kommentar, 24aed., 1991, § 2, n°
brá que considerar no sólo el máximo y el mínimo, sino también^os 29; Schreiber, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 2a ed., 1977, § 2, n°
10.
elementos diferenciales de ambas penas y deducir de ellos cuál es 35
Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1, p. 140; Cerezo Mir, Cur-
más favorable al acusado o condenado. so de derecho penal español, p. 183.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 192 ENRIQUE BACIGALUPO
191

alternativa de la pena de multa. La cuestión puede presentarse in- de la retroactividad de la ley más favorable: si lo decisivo es la ade-
clusive una vez dictada la sentencia definitiva y durante el tiempo de cuación de las sentencias penales a las nuevas valoraciones sociales
ejecución (art. 2°.2, Cód. Penal). expresadas por el legislador, será suficiente con la publicación de la
ley más favorable para que corresponda su aplicación.
383. — El texto del art. 2°.2 del Cód. Penal no impide que se tome
en consideración la ley penal intermedia, pues no impone que sólo
pueda considerarse la ley del momento del juicio36. Sin embargo, la b—Excepciones a la retroactividad
doctrina define, en ocasiones37, la ley intermedia de una manera de la ley más favorable: ultraactividad
más restringida, pues sólo considera tal la que rige entre el momen- de las leyes penales temporales y excepcionales
to de comisión y el del juicio (no el de la sentencia definitiva)38.
385. — Se denominan leyes penales temporales a aquellas que tie-
nen prefijado en su texto el tiempo de su vigencia. Por ejemplo: una
3 — Vigencia de la ley más favorable ley dictada para lograr un ahorro de energía prohibe bajo pena circu-
lar con automóviles determinados días a la semana durante un año
384. — El art. 2.1 del Cód. Civil dispone que "las leyes entran en a partir de su entrada en vigor. Estas leyes se designan también co-
vigor a los veinte días de su completa publicación en el Boletín Oficial mo leyes temporales en sentido estricto. La limitación temporal pue-
del Estado, si en ellas no se dispone otra cosa". El art. 2°.2 del Cód. Pe- de indicarse estableciendo el tiempo-calendario de vigencia o seña-
nal, por su parte, establece que las leyes penales más favorables tie-
lando el suceso que determinará la pérdida de ésta41.
nen efecto retroactivo "aunque al publicarse hubiere recaído senten-
ciafirmey el condenado estuviere cumpliendo condena". De la com- Asimismo se denominan leyes penales excepcionales a las que en
paración de ambas disposiciones se deduce que el legislador, al intro- forma no expresa hacen depender su vigencia de situaciones que por
ducir la reforma del art. 2.1 del Cód. Civil no quiso a la vez modificar su naturaleza son temporales o transitorias. Estas leyes se denomi-
el Código Penal y por lo tanto nada dijo respecto del art. 24 de éste. nan también leyes penales temporales en sentido amplio.
En consecuencia, la ley penal más favorable puede aplicarse aunque
no haya entrado en vigor según el art. 2.1 del Cód. Civil39. Esta inter- 386.—La circunstancia de que estas leyes sean dictadas por lo ge-
pretación no importa una "intromisión del poder judicial en las facul- neral para reforzar, en situaciones de excepción, la protección de
tades del legislativo"40 porque, en la medida en que el legislador no ciertos bienes jurídicos y, por lo tanto, contengan agravaciones de las
modificó el texto del Código Penal expresamente, nada autoriza a su- penas o incriminaciones excepcionales, determina que se plantee la
poner que lo modificó tácitamente. Lo que importa es el fundamento cuestión de la aplicación del principio de retroactividad de la ley más
favorable. Y ello porque, de ser así, en la medida en que estas leyes
cederán a plazofijoante otras, por lo regular más favorables, su au-
36
Otra opinión: Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, p. 184. toridad, es decir, su capacidad intimidatoria, se vería anulada o se-
37
Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, p. 184; Rodríguez Mourullo, Dere- riamente afectada. En tal sentido, quienes excluyen la aplicación de
cho penal. Parte general, t.1, p. 136; Casabó Ruiz, Comentarios al Código Penal, t. II, p. tal principio hablan de ultraactividad de las leyes temporales.
53.
38
Como aquí, sin embargo, Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte ge-
neral, t. II, p. 651; también el Tribunal Supremoen sentencias de fechas 5/7/35,7/10/46, 41
30/10/46 y 30/5/70; cfr. Casabó Ruiz, Comentarios al Código Penal, t. II, p. 53. Schreiber, eaSystematischerKommentarzumStrafgesetzbuch, 2a ed., 1977, § 2,
39
Otro punto de vista, Tribunal Supremo, sentencias del 20/1/66,4/2/66,17/2/66; n° 11; Eser, en Schónke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, 24a ed., 1991, § 2, n°
cfr. Casabó Ruiz, Comentarios al Código Penal, t. II, p. 7 y ss.; Rodríguez Mourullo, Ve- 35; Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. II, p. 641; Casabó Ruiz,
rechopenal. Partegeneral, 1.1, p. 139. Comentarios al Código Penal, t. II, p. 54; Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte ge-
40
Casabó Ruiz, Comentarios al Código Penal, t. II, p. 53. neral, 1.1, p. 137; Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, p. 226.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 194 ENRIQUE BACIGALUPO
193

387. — En la teoría española se sostenía que el art. 24 del Cód. Pe- de la ley penal respecto de ciertas personas45. Estos límites están fi-
nal de 1973 no contenía excepciones y que, por lo tanto, la retroacti- jados por el derecho constitucional o por el derecho internacional46.
vidad de la ley más favorable se aplica también en el caso de las leyes
temporales en sentido estricto o amplio42. También se afirmaba que
el art. 24 se aplicaba sin restricciones a las leyes temporales en sen- — §31 —
tido amplio, pero no a las leyes temporales en sentido estricto43. EXCEPCIONES PARA, EL JEFE DEL ESTADO
La interpretación que no admite excepciones al principio del ac-
tual art. 2°.2 del Cód. Penal parte de una consideración gramatical 389.—De acuerdo con el art. 56.3 de la CE, la persona del Rey, que
del mismo. La otra, por el contrario, toma como punto de partida el es el Jefe del Estado, es "inviolable y no está sujeta a responsabili-
método teleológico44. Ambos métodos interpretativos son aceptados dad". Desde el punto de vista penal se discute sobre el significado de
por la ciencia jurídica actual y desde este punto de vista también am- esta exclusión de la responsabilidad. Una parte de las opiniones con-
bos resultados de la interpretación son "posibles". Por lo tanto, la sidera que esta disposición sólo puede significar un impedimento
cuestión se resolverá adoptando alguno de los dos criterios en fun- procesal, reviviendo la responsabilidad en el momento en que el Mo-
ción de una ponderación de sus resultados. Desde este punto de vis- narca deja de ostentar la Corona47. Por el contrario, otro punto de
ta, debe darse preferencia al criterio que excluye la aplicación del art. vista estima que se trata de "causas de exclusión de la pena", es de-
2°.2 del Cód. Penal a las leyes temporales, pues permite llevar a cabo cir, que tienen naturaleza material y que, por lo tanto, excluyen la
la finalidad perseguida por ellas. Por este mismo fundamento no es punibilidad de los hechos "punibles" que pueda haber cometido el
recomendable distinguir entre leyes penales temporales y leyes pe- Monarca48. Es preferible el criterio que entiende que tal exclusión
nales excepcionales, pues ambas plantean idéntico problema para la sólo significa que el Rey no puede ser juzgado, dejando intacto el de-
realización de la ley penal excepcional. Por lo tanto, la ultraactividad recho penal material, pero las diferencias prácticas entre ambas po-
de las leyes penales temporales es una excepción del principio de re- siciones son insignificantes49.
troactividad de la ley más favorable, que, a su vez, es una excepción
del principio de irretroactividad de las leyes penales.
— §32 —
INVIOLABILIDAD E INMUNIDAD DE DIPUTADOS Y SENADORES

390.—El art. 71.1 de la CE declara que los "diputados y senadores


C- Validez personal de la ley penal gozarán de inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejer-
388.—La ley penal se aplica en principio a todos por igual. Esto es
una consecuencia de la garantía de igualdad, cuyo rango constitucio- 45
Otro parecer, Muñoz Conde, adiciones de derecho español, en Jescheck, Trata-
nal es, por lo general, expreso (art. 14; CE). Sin embargo, hay excep- do de derecho penal. Parte general, p. 252.
ciones de carácter personal que determinan un límite de la vigencia 45
En contra de esta distinción del origen de los fundamentos, Jiménez de Asúa,
Tratado de derecho penal. Parte general, t. II, p. 1294.
47
JiménezdeAsúa.,Tratado de derecho penal. Parte general, t. II, p. 1300yss.; Jes-
42
Casabó Ruiz, Comentarios al Código Penal, t. II, p. 55; Ferrer Sama, Comenta- check, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, p. 147.
48
rios al Código Penal, t. II, p. 169 y ss.; Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Par- Muñoz Conde, adiciones de derecho español, en Jescheck, Tratado de derecho
te general, t. II, p. 646 y siguientes. penal. Parte general, p. 252.
49
43
Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1, p. 137. Cfr. también Rodríguez Ramos, en Comentarios a la legislación penal, Cobo del
44
Rodríguez Mourullo, Derec/íopenaZ. Parte general, t.1, p. 137. Rosal (dir.), 1.1, p. 281 y siguientes.

13 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 196 ENRIQUE BACIGALUPO
195

cicio de sus funciones". Se trata de la exclusión de toda responsabili- eos, así como a tropas estacionadas en territorio nacional. El art. 334
dad por los hechos punibles que hubieran podido cometer con dichas de laLOPJde 1870 establecía que: "Los príncipes de las familias rei-
manifestaciones. No sólo entran en consideración las vertidas en el nantes, los presidentes o jefes de otros Estados... cuando delinquie-
pleno de la Cámara, sino también las que impliquen ejercicio de fun- ren serán puestos a disposición de sus gobiernos respectivos". Idén-
ciones (en comisiones, etcétera). El efecto de esta inviolabilidad es tico criterio adoptaba con respecto a "los ministros plenipotenciarios
permanente, o sea, que se mantiene una vez terminado el mandato. y los ministros residentes, los encargados de negocios y los extranje-
ros empleados de planta en las legaciones".
391. — La opinión dominante entiende que los efectos de la invio- La LOPJvigente, por el contrario, no contiene una norma similar.
labilidad no se extienden a los partícipes, ya sea que se piense que El art. 21.2 de laLOPJse limita a establecer que se exceptúan del co-
ésta es una "causa temporal de exclusión de la pena"50 o bien que se nocimiento de los tribunales españoles "los supuestos de inmunidad
la califique como "causa de justificación"51 a la que, sin embargo, no de jurisdicción y ejecución establecidos por las normas de derecho in-
se le reconocen efectos respecto de ellos. Bajo estas condiciones tiene ternacional público".
también muy poca importancia el rótulo con que se designa la exen-
ción penal prevista en el art. 71.1 de la CE: una causa de justificación 394. — Las tropas extranjeras gozan de privilegios cuando pasan
que carece de efectos respecto de los partícipes no se diferencia en la con consentimiento del Estado, mientras que cuando están ocupan-
práctica de una causa personal de exclusión de la pena. En todo caso, do territorio enemigo se aplican las leyes de guerra53. Con respecto a
es preferible considerar aquí el ejercicio de un derecho52. las infracciones de las convenciones de Ginebra de 1949 referentes al
tratamiento de heridos, enfermos y prisioneros de guerra en conflic-
392. — El art. 71.2 de la CE declara que los diputados y senadores tos armados en campaña y en el mar y a la protección de personas ci-
gozarán de inmunidad "y sólo podrán ser detenidos en caso de fla- viles, se establece que "cada parte contratante tendrá la obligación
grante delito". Se trata de un impedimento procesal que se completa de investigar a las personas prevenidas por la comisión o por haber
con la declaración de que diputados y senadores "no podrán ser incul- ordenado cometer una u otra de las infracciones graves y deberá re-
pados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara respec- mitirlas a sus propios tribunales, cualquiera que sea su nacionali-
tiva". Las prerrogativas frente a la ley penal de los miembros de las dad" (art. 50 de la Convención Sobre Heridos y Enfermos).
comunidades autónomas deberán regularse en los respectivos esta-
tutos (arts. 147 y 148.1, CE).

— §33 —
PRIVILEGIOS ACORDADOS POR EL DERECHO INTERNACIONAL
(DIPLOMÁTICOS Y TROPAS EXTRANJERAS)

393.—Estas inmunidades frente a la ley penal corresponden a los


jefes de Estado extranjeros y a los embajadores y agentes diplomáti-

50
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, p. 147.
51
Muñoz Conde, adiciones de derecho español, en Jescheck, Tratado de derecho 53
penal. Parte general, p. 252. Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. II, p. 1355; Rodrí-
52
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. II, p. 1316. guez Devesa, Derecho penal español. Parte general, 5 a ed., 1976, p. 630.
PARTE SEGUNDA

ÍEORIA DEL HECHO PUNIBLE


COMO TEORÍA DE LA IMPUTACIÓN
200 ENRIQUE BACIGALUPO

Capítulo IV tas nociones es innegable. En la introducción a su Metafísica de las


costumbres4, dice Kant: "Imputación (imputatio) en sentido moral es
Introducción el juicio mediante el cual alguien es visto como el autor (causa libera)
de una acción, que entonces se denominaba hecho (factum) y está ba-
jo las leyes".

397. — El concepto de imputación tomó un nuevo giro cuando en


1911 Kelsen5 afirmaba: "La imputación es la conexión, realizada en
base a una norma, entre un hecho (el objeto de la norma) y una per-
sona (el sujeto de la norma). Tiene la mayor significación poner en
claro que esta conexión realizada sobre la base de una norma que lla-
-§34- mamos imputación no es de naturaleza causal ni teleológica, sino
LA TEORÍA DEL DELITO O DEL HECHO PUNIBLE
una conexión específica, que podemos llamar normativa, dado que
COMO TEORÍA DE LA IMPUTACIÓN. tiene lugar en base a una norma.
EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE IMPUTACIÓN En efecto, pues las normas son creadas por los hombres y la vincu-
lación entre el sujeto de una norma y el objeto de la misma es, por lo
395. — La teoría del delito es, en primer lugar, el medio técnico ju- tanto, completamente arbitraria". Desde este punto de vista se tra-
rídico para establecer a quién se deben imputar ciertos hechos y ta, por consiguiente, de la atribución de un hecho a una persona con
quién debe responder por ellos personalmente. Este punto de vista fundamentos normativos.
no es nuevo, pero ha sido desarrollado en diversas formas que es con-
veniente aclarar. 398. — La concepción hegeliana, sin embargo, fue retomada por
Larenz en 1927. Desde esta perspectiva sostuvo Larenz que "la im-
putación no significaba otra cosa que el intento de diferenciar elpro-
a — Orígenes del concepto de imputación pio hecho de los sucesoscaswa/es. Cuando yo afirmo que alguien es el
autor de un suceso, quiero decir que este suceso es su propio hecho,
396. — "Imputar significa, se puede decir provisoriamente, poner con lo que quiero decir que para él no es la obra de la casualidad, sino
en la cuenta de un sujeto algo objetivo", afirmaba Berner hace más de de su propia voluntad"6. En este sentido "el hecho es la autorrealiza-
un siglo y medio1. En la concepción de Berner y de otros hegelianos2 ción de la voluntad y la imputación el juicio que relaciona el hecho
la imputación se agotaba en la determinación de una acción, es decir, con la voluntad"7. Como tal se trata de un juicio teleológico en el que,
en la comprobación de que lo ocurrido era querido por el sujeto: "El sin embargo, "el concepto defin(...) tiene que ser considerado objeti-
concepto de acción agota toda la esencia de la imputación. Por lo tan- vamente", es decir que no sólo se imputa lo sabido y lo querido, sino
to podemos decir simplemente: la imputación consiste en un juicio
que afirma la existencia de una acción real"3. La raíz kantiana de es-
4
Kant, DieMetaphysik der Sitien, I a ed., 1797,2a ed., 1798, ps. 29 y 30, citado se-
gún Werke in zwolfBánden, t. VIII, ed. por W. Weischedel, 1956, p. 334.
Kelsen, Uber die Grenzen zwischenjuristischer und soziologischer Methode, p.
1
Berner, Imputationslehre, 1843, p. 39. 49.
2 6
También Abegg, Lehrbuch der Strafrechtswissenschaft, p. 123 y siguientes. Larenz, Hegels zurechnungslehre, 1927, p. 61.
7
3
Berner, Imputationslehre, 1843, p. 41. Larenz, Hegels zurechnungslehre, 1927, p. 68.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 202 ENRIQUE BACIGALUPO
201
de tener diversos fundamentos). La teoría de la imputación desarro-
"lo sabido que pudo ser alcanzado por la voluntad"8. Es aquí donde lla los conceptos utilizados: conducta del sujeto, quebrantamiento de
aparece la noción de imputación objetiva, como se ve, destinada a se- la norma, culpabilidad"10.
ñalar que la imputación del hecho objetivo no se refiere a la voluntad
psicológicamente considerada de su autor, sino a una voluntad obje- 402. — De esta teoría de la imputación, que alcanza a toda la teo-
tiva de un autor en general. ría del delito en sentido tradicional11, se debe distinguir la teoría de
la imputación objetiva, en la que "se trata de la determinación de las
399. — En la misma línea argumental de Larenz se llevó a cabo el propiedades objetivas de una conducta imputable". Este aspecto de
primer intento de introducir la teoría de la imputación objetiva en el la imputación, es decir, la imputación objetiva, se vincula fundamen-
sistema conceptual del derecho penal realizado por Honig9: "Dado talmente con la conexión entre la conducta y el resultado por ella pro-
que la intervención final en los sucesos naturales constituye la esen- ducido. Dicho con otras palabras: con la limitación de la causalidad
cia de la conducta humana, la finalidad objetiva es el criterio para la (natural) sobre bases normativas12.
imputación de un resultado y, a la vez, para su delimitación respecto
de los sucesos casuales. Imputable, de acuerdo con ello, es aquel re-
sultado que puede ser pensado comofinalmenterealizado". c — Críticas a la teoría de la imputación objetiva

400. — La teoría de la imputación, por lo tanto, no abandonó su 403. — La teoría de la imputación objetiva en el sentido de la dog-
concepto inicial, que la identificaba con una teoría de la acción (salvo mática moderna, como el juicio sobre la cuestión de si un resultado
en la formulación que de ella hizo Kelsen). La objetividad, a su vez, puede ser considerado como el "hecho" de una determinada perso-
es el producto de un desarrollo que reemplazó la vinculación del he- na13, ha sido criticada por Armin Kaufmann14, por prácticamente
cho objetivo con la voluntad real por una vinculación con una volun- innecesaria. En suma, Armin Kaufmann viene a sostener que su
tad objetivada, es decir, generalizada a partir de la experiencia. contenido se reduce a "conjunto de tipos, útil para la interpretación
de algunos tipos, aveces inclusive para grupos de tipos", pero sin que
ello permita hablar de un nexo especial distinto de la causalidad. De
b—El concepto de imputación en la dogmática actual ello se deduciría que los criterios de la imputación objetiva no serían
sino "principios interpretativos" válidos en la Parte Especial. Este
401. — En la dogmática actual la teoría de la imputación ha toma- punto de vista no afecta a la teoría del delito como una teoría de la im-
do un giro diferente, acaso más cercano a Kelsen, aunque sin perder putación, sino solamente a la teoría de la imputación objetiva y, por
su conexión con la teoría de la acción, concebida ésta como "parte de lo tanto, será tratado conjuntamente con la misma.
la teoría de la imputación". En este sentido afirma Jakobs que "la mi-
sión de la imputación surge de la función de la pena"; "la imputación
establece qué persona debe ser penada con elfinde estabilización de 10
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 6/1 y siguientes.
la validez de la norma. El resultado es el siguiente: se debe penar a 11
Tanto la imputación como ilícito, es decir, el quebrantamiento de la norma, co-
un sujeto que ha obrado de manera contraria a la norma y en forma mo la imputación como culpabilidad, Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 6/4.
12
culpable (siempre y cuando la ley no renuncie a la pena, algo que pue- En sentido similar: Jescheck - Waigend, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner
Teil, 5a ed, 1996, ps. 275y ss.; Rudolphi, enSystematischerKommentarzumStrafgesetz-
buch, 6a ed., 1995, vor § 1,57 y siguientes. -
13
Jescheck - Waigend, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 5a ed, 1996, p.
8
Larenz, Hegels zurechnungslehre, 1927, p. 68. 284 y siguientes.
14
9
Honig, Festgabe für Frank, 1.1,1930, ps. 174 y 184. Kaufmann, Festschrift für Jescheck, 1985,1.1, p. 251 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 203 204 ENRIQUE BACIGALUPO

— §35 — ponsabilizarlo por la conducta ejecutada. De esta tripartición pro-


LA TEORÍA DEL DELITO O DEL HECHO PUNIBLE blemática de la aplicación de la ley penal surgieron las conocidas ca-
COMO UNA TEORÍA DE LA APLICACIÓN DE LA LEY PENAL tegorías de la teoría del delito de origen alemán que hoy designamos
como acción, tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad.
a —Función de la teoría del delito
404. — El sistema de la teoría del delito es un instrumento concep- 6 — Los elementos del delito
tual que tiene la finalidad de permitir una aplicación racional de la
ley a un caso. En este sentido, es posible afirmar que la teoría del de- 407. — El sistema actual de la teoría del delito está integrado
lito es una teoría de la aplicación de la ley penal. Como tal pretende prácticamente por las mismas categorías que en su origen, en el últi-
establecer básicamente un orden para el planteamiento y la resolu- mo cuarto del siglo XLX. La acción, la tipicidad, la antijuridicidad y la
ción de los problemas que implica la aplicación de la ley penal, va- culpabilidad son desde hace un siglo las categorías básicas del siste-
liéndose para ello de un método analítico, es decir, que procura sepa- ma. De todos modos, la discusión y la polémica en torno a la teoría del
rar los distintos problemas en diversos niveles o categorías. delito es y ha sido continua. Sin embargo, no se discute el orden de las
categorías, pues éste procede del fundamento lógico-normativo de
405. — Desde este punto de vista, la teoría del delito cumple con los problemas generados por la aplicación de la ley penal, respecto
una doble función mediadora. Por un lado, media entre la ley y la so- del que el acuerdo es muy estable. Lo que se discute se refiere preci-
lución del caso concreto, es decir, entre la norma general, que expre- samente a la cuestión de la mediación entre la ley y los hechos que son
sa la valoración del legislador, y la concreción de éste en una norma objeto del juicio. La razón que explica esto es sencilla: aplicar la ley a
particular que decide sobre el caso concreto. Por otro lado, existe un caso significa poner en relación un pensamiento abstracto (la ley)
también una mediación entre la ley y los hechos objeto del juicio, y un suceso real determinado. En consecuencia, se discute sobre có-
pues cada una de las categorías de la teoría del delito hacen referen- mo se debe establecer el material de hecho que es preciso considerar
cia a determinados aspectos del hecho que constituyen el material en la comprobación de cada categoría y cómo se lo debe configurar.
objetivo al que se debe aplicar la ley. El ejemplo más elemental en es-
te sentido es el que se refiere a los elementos objetivos o a los elemen- 408. — Por ejemplo: para verificar si el hecho constituye el su-
tos subjetivos del hecho que deben ser considerados para la decisión puesto prohibido por la norma, o dicho técnicamente: la tipicidad, ¿se
de un aspecto determinado del problema —por ejemplo, el comienzo debe tomar en cuenta sólo el aspecto formal exterior de su comporta-
de ejecución de la tentativa se debe fijar atendiendo a elementos ob- miento, es decir, su vinculación causal con un determinado suceso o,
jetivos del hecho o a aspectos subjetivos del autor, o a ambos y, en es- por el contrario, es preciso considerar también lo que el autor supo y
te caso, en qué medida se debe considerar cada uno—. la dirección de su voluntad? Esta cuestión estuvo en la base de las
discusiones que nutrieron la polémica entre finalistas y causalistas
406. — Los distintos conceptos o categorías que componen la teo- que ocuparon el centro de la atención científica en los años '50 y co-
ría del delito provienen de una selección y generalización de los ele- mienzos de los '60. Pero, aun cuando se respondiera esta pregunta en
mentos que se repiten en la aplicación de cada disposición legal que alguno de los sentidos posibles, siempre quedaría en pie un segundo
establece un delito. En todo caso es preciso comprobar que alguien se problema: ¿cómo se deben configurar estos elementos del caso que es
comportó de la manera prevista en la ley, que este comportamiento preciso considerar en la aplicación de la ley penal al caso concreto?
no estaba autorizado en las circunstancias en las que tuvo lugar y ¿Se debe operar con conceptos que recepten el ser, en sentido ontoló-
que su autor tenía las condiciones personales requeridas para res- gico, de los elementos del hecho o, por el contrario, es necesario un
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 205 206 ENRIQUE BACIGALUPO

proceso de selección de los elementos previamente dados desde al- vista son los conocidos sistemas del causalismo y del finalismo,
gún punto de vista normativo? Esta cuestión es la que ha permitido que difieren, en realidad, no en el método, sino en la concepción
a Armin Kaufmann titular el libro en el que reúne las obras menores de la configuración de un concepto ontológico de acción: el cau-
de su vida como La dogmática penal entre el ser y el valor y es la que salismo se fundamenta en una identificación de la acción hu-
en la actualidad da lugar a la polémica entre una dogmática "ontolo- mana con sus aspectos causales naturales, mientras el finalis-
gicista" y otra "normativizante" del derecho penal. mo considera la acción humana en un contexto social en el que
la significación de la misma adquiere una especial relevancia^
Dicho de otra manera: la teoría final de la acción no aceptó la
c — La fundamentación de los elementos del delito
identificación de la sociedad con una serie de relaciones causa-
409. — La respuesta a estas cuestiones proviene de lo que pode- les entre actos humanos y objetos u otras personas que propo-
mos llamar las referencias externas del sistema de la teoría del deli- nían los defensores de la teoría causal.
to. El sistema no puede ser una creación arbitraria, pues su función b) Las teorías de la pena que le asignan a ésta la función de alcan-
está determinada por los principios del Estado de derecho y, por lo zar determinados fines establecen una determinada conexión
tanto, la configuración de sus conceptos requiere un fundamento ob- entre el sistema dogmático y el sistema social. Desde esta pers-
jetivo. Dicho de otra manera: los conceptos del sistema se tienen que pectiva nos encontramos con los sistemas funcionalistas, en los
referir a estructuras de pensamiento que permitan una justificación que el contenido de las categorías del sistema dogmático se se-
racional de su contenido. lecciona en función de las necesidades del sistema social. El sis-
tema puede ser referido al sistema social general —como en el
410. — ¿Cuáles son estas referencias externas u objetivas del sis- caso de la teoría de la prevención general positiva— o a aspec-
tema? En la ciencia penal moderna las referencias del sistema han tos parciales del sistema o subsistemas, es decir, al individuo
sido, por un lado, la esencia del delito y, por otro lado, la teoría de los en el sentido de la teoría de la prevención especial o individual.
fines de la pena. La elección de uno u otro punto de vista depende de En todo caso, funcional es todo lo que sirva al mantenimiento
la teoría de la pena que se adopta. del sistema social. Pero, se debe subrayar de inmediato, no to-
a) Si se parte de una teoría absoluta de la pena, en la que la san- do lo funcional es legítimo, dado que funcionalidad y legitimi-
ción es un fin en sí mismo, no es posible considerar losfinesde dad son magnitudes diferentes, referidas, a su vez, a puntos de
la pena como un punto de referencia objetivo. Por lo tanto, el vista distintos.
sistema de la teoría de delito se deberá apoyar en la esencia del En la actualidad se proponen dos modelos funcionalistas di-
delito como acción humana que infringe una norma y requiere versos.
una pena justa. Ello da lugar a los sistemas "ontologicistas",
que deben recurrir al objeto de las normas y a su "naturaleza
prejurídica" para determinar el contenido de los conceptos del d—Los modelos funcionalistas
sistema pues, "la esencia del conocimiento no es la producción *
del objeto, sino la aprehensión de un ser previo —e indepen- —a—
diente— del objeto conocido"15. Exponentes de este punto de 411.—Por una parte, se ofrece el denominado sistema racional-fi-
nal o modelo funcionalista de la unidad sistemática entre política cri-
15
Hartmann, Zur Grundlegung der Ontologie, 4a ed., 1965, p. 139 y ss. (1° ed.,
minal y derecho penal, cuyos principales representantes son Roxin y
1934). Schünemann. Se trata de un sistema adecuado a la prevención espe-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 207 208 ENRIQUE BACIGALUPO

cial, es decir, a una teoría de la pena que —sin excluir otros fines— ción—" (...) "Un sujeto, desde este punto de vista, no es quien puede
privilegia la finalidad de la pena de impedir la reincidencia median- causar o impedir un suceso, sino quien resulta obligado a ello. De la
te su incidencia en el autor del delito. En la formulación inicial (1970) misma manera, conceptos como causalidad, poder, capacidad, culpa-
de este sistema la teoría de losfinesde la pena repercutía básicamen- bilidad, etcétera, pierden su contenido prejurídico y se convierten en
te en la categoría de la responsabilidad. En su versión más recien- conceptos relativos a niveles de competencia"17. La distancia entre
te16, la teoría de losfinesde la pena adquiere una incidencia diferen- los conceptosjurídicos del sistema y la "realidad ontológica" resulta
ciada en las distintas categorías de la teoría del delito: la prevención aquí máxima. Ello se percibirá con mayor nitidez en la teoría de la ac-^
general acompañada por el principio de culpabilidad tiene el carác- ción, que se debe convertir, en realidad, en una teoría del sujeto res-
ter de principio de política criminal rector del tipo penal; las necesi- ponsable, lo que permite no reducir el derecho penal a sujetos indivi-
dades de la prevención especial, por su parte, impregnan totalmente duales, y en la teoría de la culpabilidad, en la que ya no se tratará de
la responsabilidad, de la que la culpabilidad es un presupuesto. fundamentar un reproche al autor, sino de "limitarse a asegurar el
orden social", razón por la cual no se trata de comprobar si el autor
- 6 - tuvo una alternativa de comportamiento, es decir, si tuvo real capa-
cidad para comportarse de otra manera, sino de si en la sociedad
412. — Como alternativa al modelo de la unidad sistemática de existe una alternativa para la elaboración del conflicto diferente de
derecho penal y política criminal, se presenta el modelo funcionalis- la imputación del delito al autor.
ta de la teoría de sistemas —Jakobs—. El punto de partida de esta vi-
sión del sistema de la teoría del hecho punible es la teoría de preven-
ción general positiva, es decir, aquella que sostiene que la finalidad
e —Relatividad de los sistemas dogmáticos del delito
de la pena es el mantenimiento estabilizado de las expectativas so-
ciales de los ciudadanos. Estas expectativas son el fundamento de
las normas, o sea, de los modelos de conducta orientadores del con- 414. — Sin embargo, ninguno de los sistemas tiene validez absolu-
tacto social. La pena, consecuentemente, tiene la función de contra- ta. En la medida en la que ninguna de las teorías de la pena la tiene,
decir y desautorizar la desobediencia de la norma. El derecho penal, tampoco podrían tenerla los sistemas dogmáticos conectados con el-
por lo tanto, protege la validez de las normas y esta validez es "el bien las. Lo que, por el contrario, parece seguro es la dependencia de los
jurídico del derecho penal". sistemas dogmáticos de una decisión sobre la teoría de la pena, es de-
cir, sobre la función social del derecho penal y de algo que, general-
413. — Este punto de vista se opone totalmente al "ontologicis- mente, no se tiene en cuenta: una teoría de la sociedad. La evolución
de la teoría del delito en el siglo XX ha sido paralela a diversas con-
mo", pues postula una normativización total del contenido de las ca-
cepciones de la pena —la prevención especial del positivismo, el re-
tegorías, es decir, una funcionalización de las mismas, de tal manera
torno a una teoría absoluta del finalismo y el nuevo entendimiento
que "no sólo los conceptos de culpabilidad y acción, a los que la dog-
de la prevención especial y general del funcionalismo— y a su inser-
mática penal les ha reconocido, de todos modos, en forma expresa
ción en distintas nociones de la sociedad —la sociedad como un con-
una esencia o una estructura lógico-objetiva o prejurídica, devienen junto de intervenciones causales de los sujetos en objetos valiosos o
conceptos de los que nada es posible decir sin tomar en consideración en otros sujetos del positivismo, la sociedad entendida como inter-
la función del derecho penal, sino también, inclusive, el concepto de venciones de valor ético-social de los sujetos con respecto a la esfera
sujeto, al que se le atribuye —la culpabilidad y la realización de la ac-

16
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, p. 124 y siguientes. Jakobs, Strafrecht,Allgemeiner Tal, 2a ed., 1991, prólogo de la I a edición.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 210 ENRIQUE BACIGALUPO
209

de bienes de otros sujetos delfinalismoy la sociedad como un conjun- ción especial no es consecuencia de la idea de Estado social, sino muy
to de sujetos interrelacionados sobre la base de expectativas estabi- anterior a él; las teorías absolutas de la pena, por su parte, no son in-
lizadas en normas de conducta del funcionalismo—. compatibles con el Estado social y democrático de derecho, dado que
se orientan a la idea de justicia y ésta es consustancial con el Estado
415. — Finalmente, conviene hacer referencia a algunas posicio- social de derecho.
nes que pretenden fundamentar el sistema en referencias completa-
mente inadecuadas para explicarlo. (
En primer término, debería quedar claro que ni la estructura del
sistema ni el contenido de sus categorías surge del texto de la ley, co- — §36 —
mo muy probablemente creyeron los positivistas puros. Por su natu- LOS PUNTOS DE PARTIDA PARA LA ELABORACIÓN
DE UNA TEORÍA DEL HECHO PUNIBLE
raleza, el texto es ambiguo y no permite fijar adecuadamente ni la es-
(PRECONCEPTOS HERMENEUTICOS DE LA TEORÍA DEL HECHO PUNIBLE)
tructura ni las categorías del sistema. Es inútil, por lo tanto, querer
deducir de las palabras de la ley el momento en el cual se deben tra- 417. — La definición del delito en un sistema de derecho penal de
tar los problemas que suscita la comprobación del dolo o si la autoría hecho podría encararse, en principio, desde dos puntos de vista. Si lo
depende exclusivamente de las representaciones que el partícipe que interesa es saber lo que el derecho positivo considera delito (pro-
tenga de su aporte al hecho común. Por otra parte, la falsedad de la blema característico del juez), la definición podría lograrse recu-
tesis que pretende demostrar la dependencia del sistema del texto le- rriendo a la consecuencia jurídica del hecho concreto; en este senti-
gal —generalmente expresada en argumentos que responden, por do, será delito todo comportamiento cuya realización tiene prevista
ejemplo, a la forma: "el Código Penal español no ha receptado la teo- una pena en la ley. Por el contrario, si lo que interesa es saber si de-
ría de la acciónfinalista"—puede ser demostrada mediante dos com- terminado hecho debe prohibirse bajo la amenaza de una pena (pro-
probaciones empíricas: en primer lugar, aunque los textos cambien, blema característico del legislador), esa definición no servirá, pues
los sistemas no cambian—por ejemplo, las reformas penales alema- no podrá referirse a la pena, sino que deberá hacerlo al contenido de
na y austríaca que entraron en vigor en 1975—•; en segundo lugar, la la conducta19. Dicho de otra manera: la definición del delito depende-
internacionalidad del sistema —por ejemplo, el sistema elaborado rá, en principio, de si lo que quiere caracterizarse son los comporta-
para la aplicación del Código Penal alemán de 1871 fue adoptado sin mientos punibles o los que son merecedores de pena. El primer con-
dificultad alguna en los países de habla castellana, italiana, griega, cepto dio lugar a un llamado concepto "formal" del delito, mientras el
portuguesa, japonesa, etcétera—. segundo fue designado como concepto "material" del mismo. Sobre
todo bajo el imperio del positivismo legal, ambos conceptos se man-
416.—En segundo lugar, es preciso señalar que tampoco resultan tuvieron estrictamente separados en razón de la particular distin-
un fundamento objetivo adecuado del sistema las definiciones cons- ción de aquél entre la aplicación del derecho y la creación del derecho,
titucionales del Estado —por ejemplo, la idea del "Estado social y de- es decir, entre la dogmática jurídica y la política20.
mocrático de derecho"— que, por lo general, son ambiguas por natu-
raleza18. Ante todo porque ello sólo sería posible si el Estado social y 418. — Sin embargo, en la medida en la que se impuso el método
democrático de derecho admitiera una única teoría de la pena. Pero
teleológico, la línea divisoria dejó de tener la significación atribuida
esto no es así y se demuestra históricamente: la teoría de la preven-

18 Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Te.il, 1.1, n° 49, p. 34 y siguientes.


Cfr., por ejemplo: Hesse, Gründzüge des Verfassungsrechts der Bundesrepublik
Deutschland, 16a ed., 1988, p. 19 y siguientes. Kelsen, Hauptprobleme der Staatsrechtslehre, 2a ed., 1923, p. 84 y siguientes.

14 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


212 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 211

y las cuestiones del comportamiento punible y del merecedor de pe- moderna cree resolver el problema definiendo el delito desde el pun-
na se relacionaron estrechamente en el campo de la dogmática jurí- to de vista de su dañosidad social. Los comportamientos merecedo-
dica (o sea, en el momento de la aplicación de la ley). res de pena serían aquellos que produjeran daño social. Pero esta fór-
Por lo tanto, en la dogmática orientada por el método teleológico mula es excesivamente amplia, tanto que ni siquiera es totalmente
de interpretación de la ley, una caracterización de los hechos merece- opuesta a la anterior, pues siempre cabría la posibilidad de conside-
dores de pena resulta un presupuesto inevitable para la interpreta- rar como socialmente dañoso a lo que represente una lesión de "valo-
ción del derecho vigente, pues la ley no tiene lafinalidadde punir he- res ético-sociales elementales". (
chos que no sean merecedores de pena.
421. — Sin embargo, la teoría, en su afán de mantener una estric-
ta separación de derecho y moral, quiere referirse fundamentalmen-
a —El delito como hecho consistente te a la lesión de bienes jurídicos. La lesión de un bien jurídico sería,
en la violación de deberes ético-sociales entonces, contenido esencial de la infracción del orden jurídico que se
caracteriza como delito. De ello se ha deducido que un principio fun-
419. — ¿Qué determina que un hecho sea merecedor de pena? La damental del derecho penal es la exigencia de que todo delito consti-
respuesta a esta pregunta ocupa desde hace poco tiempo a la ciencia tuya por lo menos la lesión de un bien jurídico. Pero tal concepto es
penal21 y, en consecuencia, es muy poco lo que hoy es posible decir al particularmente discutido. En la medida en que bienes jurídicos
respecto. Sin embargo, parece claro que una primera respuesta con- sean todas aquellas situaciones o valores que el legislador quiera
siste en referir el hecho a un orden de valores diverso del jurídico, en- proteger, prácticamente todo delito, es decir, toda amenaza de pena
tendiendo, por ejemplo, que el orden estatal se compone de dos orde- referida a un comportamiento determinado, protegerá un bien jurí-
namientos jurídicos: uno, el social, compuesto de las ideas morales dico que será, lisa y llanamente, la finalidad perseguida por el legis-
generales, de las que surgen las exigencias fundamentales de la vida lador23. Bajo estas condiciones, el principio fundamental pierde evi-
social, y otro, el estatal, que es su expresión22. El delito, en el sentido dentemente todo significado, pues requiere, lo mismo que el concep-
de comportamiento "merecedor de pena", consistiría en la infracción to de delito que estamos tratando, una determinación del concepto de
de ciertos deberes ético-sociales. bien jurídico que no haya sido deducida del derecho positivo24. Dicho
en otras palabras: la teoría del bien jurídico cumpliría una función
"dogmática" (en la interpretación de la ley) y otra "crítica" (cuando se
6 — El delito como hecho socialmente dañoso
trata de identificar el objeto de la lesión constitutiva de un delito). Sin
embargo, esta aclaración no logra resolver todos los problemas, aun-
420. — Para un derecho penal que deba respetar una estricta se- que impide, al menos provisionalmente, el aumento de la confusión.
paración de derecho y moral —como no solamente el positivismo ju-
rídico exige— el punto de vista señalado anteriormente (supra, nros. 422. — En este sentido, "bien jurídico" ha sido entendido como "el
417 a 419) no resulta el más adecuado. Por ese motivo, la orientación interés protegido jurídicamente". "Todos los bienes jurídicos —agre-
ga von Liszt— son intereses vitales, intereses del individuo o de la co-
munidad: los intereses no los crea el ordenamiento jurídico sino la vi-
21
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, Ia ed., 1971; 2a ed., 1975, p. 27 y si-
guientes.
22
Así, Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 8; también, aunque con otra
formulación, Welzel, Das deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 5: el delito sería una con- Así, Honig,Díe Einwüligung des Verletzten, 1919,1.1.
tradicción de deberes ético-sociales elementales. Cfr. Hassemer, Theorie und Soziologie des Verbrechens, 1973.
214 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 213

da; pero la protección jurídica eleva el interés vital a bien jurídico"25. nal-socialismo28. En la defensa de la concepción del delito como le-
En las consecuencias, de todos modos, referir el daño social a la lesión sión de un bien jurídico se exageró, sin duda, el valor de esta teoría y
del bien jurídico no logra grandes progresos en relación con el proble- su capacidad para preservar una sociedad liberal. Esto fue, en ver-
ma de la estricta separación entre el derecho penal y la moral. Pues dad, consecuencia de haberse soslayado lo referente a la selección y
la determinación de qué intereses merecen protección proviene de atribución del rango jerárquico de bienes jurídicos, es decir, al proce-
concepciones de la vida social, cuyas vinculaciones con la ética o la so de criminalización de los comportamientos lesivos de aquéllos.
moral son innegables. El propio von Liszt lo reconocía: "La necesidad
—decía— crea la protección, y con el cambio de intereses cambian c —El delito como expresión de un sentimiento jurídico depravado
también el número y la especie de los bienes jurídicos. Por ello, las (derechopenal de autor)
normas jurídicas están enraizadas, en última instancia, tanto en la 425. — Los conceptos fundamentales del derecho penal dependen
sabiduría como en las concepciones religiosas, éticas y estéticas del básicamente de que éste quiera referirse a hechos, descalificados de
pueblo y del Estado; ellas encuentran allí su sostén firme y apoyado alguna manera, o bien a los autores de ciertos hechos. Según esta
en la tierra y de allí reciben el impulso para su desarrollo". oposición, es posible estructurar el derecho penal sobre el "principio
del hecho" y sobre el "principio del autor"29. En ambos casos, tanto el
423. — Toda selección y ordenamiento jerárquico de bienes jurídi-
concepto de delito como el de pena sufrirán modificaciones paralelas.
cos, por tanto, presupone una concepción social y, consecuentemen-
Sin embargo, no se trata de una oposición excluyente: en la historia
te, también ética. La decisión del legislador de penalizar ciertos com-
del pensamiento penal se han dado diferentes intentos de síntesis,
portamientos lesivos de intereses sociales presupone que él mismo
que difieren entre sí por la intensidad relativa que se atribuye a ca-
considera positivamente éstos, es decir, los reputa merecedores de
da principio en la elaboración del sistema penal.
tutela y, además, les asigna un rango de importancia en el orden de
intereses, rango del que deduce la legitimidad de protegerlos me- En el derecho penal de hecho, éste es contemplado en primer tér-
diante una amenaza penal. "La respuesta a la pregunta referente a mino: lo primario es la lesión del orden jurídico o del orden social; el
qué es lo que en una sociedad debe tenerse por socialmente dañoso no autor, es decir, sus características personales, sólo entran en conside-
queda reservada, ciertamente, al puro arbitrio, pero la dañosidad so- ración en forma secundaria. Ello significa que las características
cial concreta de un fenómeno social sólo puede definirse en forma re- personales del autor carecen por sí solas de entidad para dar por
lativa, con referencia a decisiones estructurales previas"26. cumplidos los presupuestos para la aplicación de una pena. Por lo ge-
neral, dichas características personales se toman en cuenta (si es que
424. — La discusión relativa a la teoría del bien jurídico adquirió se las toma en cuenta) en el momento de la individualización de la pe-
significación política inmediata cuando el punto de vista tradicional na aplicable por el hecho cometido. En el derecho penal de autor el
que, desde Binding y von Liszt, concebía el delito como lesión de un hecho tiene solamente una función sintomática30 y los tipos penales
bien jurídico, fue considerado como "un producto característico de la legales requieren ser complementados por un tipo judicial de autor.
ideología del Estado del liberalismo clásico"27. La teoría del bien ju-
rídico y la concepción del delito que en ella se apoyaba fueron enton- 28
Confr. Schaffstein - Dahm, Liberales oder autoritáres Strafrecht?, 1933, p. 24 y
ces atacadas en nombre de la ideología anti-individualista del nacio- ss.; Gallas, "Zur Kritik der Lehre vom Verbrechen ais Rechtgutsverletzung", enFestsch-
riftfür Gleispach, 1936, p. 50 y ss.; Wolf, Vom Wesen des Taters, 1932, p. 34 y siguientes.
29
Bockelmann, Studien zura Taterstrafrecht, t.1,1939,1940.
30
25
Ambas citas en Liszt, Lehrbuch des deutschen Strafrechts, 23a ed., 1921, p. 4. Tessar, Die Symptomatische Bedeutung des verbrecherischen Verhaltens, 1904;
26
Amelung, Rechtsgüterschutz und Schutz der Gesellschaft, 1972, p. 368. también Kollmann, "Der symptomatische VerbrechenbegrifF, en "ZStW", 28,1908, p.
27 449 y siguientes.
Schaffstein, Das Verbrechen ais Pflichtverletzung, 1935, p. 9.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 216 ENRIQUE BACIGALUPO
215

426. — Tanto la concepción del delito como "infracción de deberes — §37 —


ético-sociales" como la que lo considera una acción "socialmente da- LOS NIVELES DE IMPUTACIÓN
ñosa", entendiendo por tales las que lesionan bienes jurídicos, son
puntos de vista que vinculan la definición del delito a la comisión de 428.—Desde un punto de vista sociológico un delito es unapertur-
un hecho (y eventualmente a la omisión de un comportamiento). bación grave del orden social. Jurídicamente un delito es una acción
Frente a ellas se ha procurado desplazar el centro de gravedad de la ilícita y culpable. La imputación a un autor de la realización de esta
definición desde el hecho al autor o, dicho de otra manera, a la acti- grave perturbación del orden social tiene lugar en dos niveles dife^
tud del autor31. Para este punto de vista, "según su esencia el autor rentes. En primer lugar, es preciso que el hecho pueda ser considera-
es un miembro personal de la comunidad jurídica con un sentimien- do como tal, es decir, como una perturbación grave del orden social.
to jurídico depravado"32. Pero además, todo "hecho legalmente tipi- Esta es la materia propia del primer nivel de imputación: la imputa-
ficado no puede comprobarse si no se lo complementa mediante una ción como ilícito. En segundo lugar se requiere la imputación del he-
tipificación judicial del autor". Estos tipos no deben ser descripciones cho como culpable. Ambos niveles tienen una relativa independen-
empíricas (biológicas, psicológicas o sociológicas)33. Tales aspectos cia, de tal manera que es posible la imputación de un hecho como ilí-
sólo deberían tomarse en cuenta en el momento de la individualiza- cito, que, sin embargo, no sea imputable como culpable: por ejemplo,
ción de la pena. Por una parte, la base irracional de este punto de vis- el homicidio cometido por un enfermo mental se imputa como ilícito,
ta y, por otra, su innegable cercanía con la ideología del nacional-so- pero no puede ser imputado como culpable, pues la enfermedad men-
cialismo o con corrientes autoritarias afines, han hecho caer esta tal excluye la culpabilidad.
tendencia en cierto descrédito científico. Fue abandonada en los
años posteriores ala Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ciertas 429. — La diferenciación de la imputación en dos niveles es una
referencias a la actitud del autor se perciben todavía en la teoría de necesidad resultante del sistema de "doble vía", que prevé medidas
la culpabilidad, aunque no en todos los autores. de seguridad para incapaces de culpabilidad. Conceptualmente, en
un sistema de "única vía", nada impediría que la imputación se lleva-
427. — Como conclusión de esta exposición cabe ahora referirse a ra a cabo en un único nivel en el que sólo cupiera hablar de ilícito
la elección de uno de los puntos de partida del derecho penal. Se tra- cuando éste fuera culpable.
ta de puntos de vista primeros que no es posible fundamentar sino en Estos niveles de imputación rigen tanto para los hechos activos co-
una decisión. Para una aclaración de este proceso de decisión, sin mo para los omisivos.
embargo, cabe señalar que los puntos de vista del derecho penal de
hecho no garantizan, pero permiten desarrollar los principios del de-
recho penal liberal. Por el contrario, el derecho penal de autor, sobre a—Lo ilícito
todo en la forma en que fue concebido por Erik Wolf y otros autores,
pone seriamente en peligro tales principios, cuando no los anula. 430. — El nivel correspondiente a lo ilícito, a su vez, se desarrolla
El último resabio del derecho penal de autor que quedaba en la le- en dos momentos diferentes que responden al doble juego de normas
gislación española, la ley 16/70, sobre Peligrosidad y Rehabilitación penales: las prohibiciones (o mandatos) y las autorizaciones: la com-
social, ha sido finalmente derogado por la LO 10/95. probación de que el hecho ejecutado es el hecho prohibido por la nor-
ma y, una vez establecido que es el hecho prohibido por la norma, la
31
comprobación de que la ejecución del mismo no está autorizada por
Wolf, Vom Wesen des Táters, 1932, p. 34 y siguientes. el ordenamiento jurídico. Por ejemplo: "A" dispara su revólver sobre
32
Wolf, Vom Wesen des Táters, 1932, p. 34 y siguientes.
33
Wolf, Vom Wesen des Táters, p. 26.
"B"; éste muere; en primer lugar, es necesario verificar que "A" mató
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 217 218 ENRIQUE BACIGALUPO

a "B", que es el hecho prohibido por el art. 138 del Cód. Penal; en se- mos —como se dijo— la opinión general es prácticamente unánime.
gundo lugar, que la muerte no ocurrió como consecuencia de la res- El sistema aquí presentado difiere del que sigue la opinión dominan-
puesta a una agresión antijurídica (legítima defensa —art. 20.4°, te en la inclusión dentro de lo ilícito de la cuestión de su magnitud, o
Cód. Penal—). La primera comprobación precede necesariamente a expresado a la inversa, los efectos excluyentes de la punibilidad de la
la segunda; no es posible plantear la cuestión de la legítima defensa, disminución de la ilicitud (responsabilidad por el hecho).
es decir de la autorización para realizar la acción, sin antes haber es-
tablecido que la acción realizada estaba prohibida por la ley.
La comprobación del carácter de prohibida de la acción se lleva a
cabo por medio de la teoría de la tipicidad. La de la ausencia de auto-
rización por medio de la teoría dejustificación o de la antijuridicidad.

431. — En un tercer momento se trata de la comprobación de si el


hecho prohibido y no autorizado tiene la magnitud necesaria que jus-
tifique una pena. Por ejemplo: En un naufragio "A" mata a "B" para
poder salvarse. El hecho está prohibido y no está justificado por el es-
tado de necesidad (justificante) porque el bien jurídico salvado (la vi-
da de "A") es de la misma jerarquía que el sacrificado (la vida de "B");
el estado de necesidad sólo es justificante, por el contrario, cuando el
bien salvado es esencialmente más importante que el sacrificado
(art. 20.5°, Cód. Penal). En estos casos el hecho constituye una ilici-
tud reducida que resulta insuficiente para justificar la aplicación de
una pena. La comprobación de la magnitud de la ilicitud tiene lugar
por medio de la teoría de la responsabilidad por el hecho.

b — La culpabilidad

432. — El nivel correspondiente a la culpabilidad se desenvuelve


en dos momentos: la comprobación de si el autor de lo ilícito pudo co-
nocer o no que el hecho estaba jurídico-penalmente desaprobado
(problemática del error de prohibición). Una vez afirmado esto se de-
be verificar si el autor podía comprender la antijuridicidad de su ac-
ción y comportarse de acuerdo con esa comprensión (problemática de
Incapacidad de culpabilidad). Ambos momentos se llevan a la prác-
tica mediante la teoría de la culpabilidad.

433. — Sobre el contenido de los distintos niveles de imputación


existen divergencias en la teoría. Sin embargo, sobre los niveles mis-
220 ENRIQUE BACIGALUPO

Si un comportamiento es "típico" (ha violado la norma, coincide


Capítulo V con el supuesto de hecho del delito) entonces surge el problema de su
"antijuridicidad", es decir, de su eventualjustificación. Se tratará de
El tipo y la tipicidad en general saber si el autor realizó el hecho típico autorizado por la ley o no. Si
careció de tal autorización (por ejemplo, la legítima defensa) el hecho
típico será, además, antijurídico.

- § 3 8 -
EL TIPO PENAL (SUPUESTO DE HECHO
TÍPICO DEL DELITO) EN GENERAL

434. — La exposición de la teoría del hecho punible como teoría de a—El tipo penal
la imputación tiene lugar tradicionalmente en dos partes: la de los
delitos caracterizados por la ejecución de una acción y aquella de los 436. — Que una acción es "típica" o "adecuada a un tipo penal"
delitos caracterizados por la omisión de una acción ordenada por el quiere decir que esa acción es la acción prohibida por la norma. La
ordenamiento jurídico. Los primeros implican la infracción de una teoría del tipo penal es, consecuentemente, un instrumento concep-
prohibición, mientras los segundos la desobediencia de un mandato tual para la identificación del comportamiento prohibido. La acción
de acción. ejecutada por el autor es la acción prohibida por la norma cuando se
El presente capítulo se refiere, consecuentemente, a la imputa- subsume bajo un tipo penal.
ción de delitos activos.
En la actualidad, se debe señalar, existe una considerable tenden- 437. — El tipo penal en sentido estricto es la descripción de la con-
cia a reducir la significación de la diferencia entre la realización acti- ducta prohibida por una norma; "matar a otro" (art. 138, Cód. Penal),
va y la omisiva del tipo penal1 y ello tiene consecuencias en la estruc- por ejemplo, es la descripción de la acción que infringe la norma que
tura teórica del delito. prescribe "no matarás". Realizar un tipo penal significa, por ende,
llevar a cabo la conducta por él descripta como lesiva de la norma.
435. — La afirmación de que un hecho constituye un ilícito (la vio-
lación del orden jurídico) requiere, como vimos, la comprobación de 438. — En general, "tipo" es una expresión que designa todo con-
que el hecho importa, en primer término, la infracción de una norma junto de elementos unidos por una significación común. El tipo pe-
y, en segundo lugar, la verificación de que esta infracción no está au- nal, por lo tanto, es el conjunto de elementos que caracteriza a un
torizada. La primera comprobación es la materia propia de la "tipici- comportamiento como contrario a la norma.
dad", es decir, de la coincidencia del hecho cometido con la descrip-
ción abstracta, que es presupuesto de la pena, contenida en la ley.
b — Conceptos de tipo penal

1
Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung von Tun und Unterlassen, 1996; Otto, 439. — Es posible distinguir, por lo menos, dos conceptos de tipo
Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Stmfrechtskhre, 1.1,1976, p. 62 y siguientes, entre según su contenido:
otros.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 222 ENRIQUE BACIGALUPO
221

a) Tipo garantía: contiene todos los presupuestos que condicio- 442.—Las dos concepciones del tipo que acabamos de reseñar son
nan la aplicación de la pena y responde al principio de legali- lógicamente posibles. Sus diferencias prácticas se perciben en el ám-
dad. bito del error: la primera, la que reduce los elementos del tipo a los po-
b) Tipo sistemático: es el tipo en sentido estricto, el que describe la sitivos, juzga el error sobre los presupuestos de una causa de justifi-
acción prohibida por la norma. El tipo sistemático coincide con cación (por ejemplo: sobre la existencia de una agresión antijurídica
o sobre la necesidad de defensa) con reglas más estrictas (las del er-
el tipo de error: los elementos objetivos de este tipo son los que,
ror de prohibición o sobre la antijuridicidad); la teoría de los elemen-
en su caso, debe haber conocido el autor para que pueda afir-
tos negativos del tipo, por el contrario, aplica en estos casos reglas
marse que obró con dolo; el error sobre uno de esos elementos
menos estrictas (las del error de tipo) y excluye, en consecuencia, la
excluye el dolo y, consecuentemente, la tipicidad (del delito do-
pena del delito doloso, aunque deje subsistente la del delito culposo.
loso).
Una decisión en favor de una u otra teoría depende, por tanto, de la
440. — El tipo sistemático, del que se trata aquí, se obtiene me- teoría del error que se adopte. Nuestro punto de vista parte de consi-
diante una delimitación de sus elementos respecto de los de la anti- derar que el comportamiento del que "no sabe lo que hace" (por ejem-
juridicidad. Si una acción es contraria al orden jurídico bajo dos con- plo, cree que dispara contra un animal y, en realidad, lo hace contra
diciones —infracción de una norma (tipicidad) y no autorización de un hombre que dormía bajo las matas) debe tratarse con reglas me-
la misma por dicho orden jurídico (antijuridicidad)—, la delimita- nos estrictas que el de aquel que "sabe lo que hace" (por ejemplo: ma-
ción de los elementos del tipo requiere excluir del concepto de éste los tar a otro), pero por error cree hacerlo de forma justificada (por ejem-
elementos de la antijuridicidad: la falta de antijuridicidad no exclu- plo: en una situación de defensa necesaria). La relación entre tipo y
ye la tipicidad. La distinción entre antijuridicidad y tipicidad es par- antijuridicidad está condicionada, por lo tanto, por la teoría del er-
ticularmente problemática respecto de las circunstancias de las cau- ror: si se quiere considerar al error sobre los presupuestos de una
sas de justificación: al tipo penal del homicidio es ajeno, desde nues- causa de justificación con idénticas consecuencias que al error de ti-
tro punto de vista, que la acción no haya sido realizada en una situa- po, la teoría del tipo adecuada será la teoría de los elementos negati-
ción de legítima defensa. Nuestra concepción presupone que la rela- vos del tipo; si —como nosotros— se estima más razonable aplicarle
ción existente entre la tipicidad y la antijuridicidad se expresa en las reglas del error sobre la antijuridicidad, la teoría preferible será
que la primera es sólo un indicio de la segunda. En otras palabras: la la que sólo admite elementos positivos del tipo. En la teoría existen,
conducta típica sólo es "sospechosa" de ser antijurídica y, por lo tan- de todos modos, puntos de vista intermedios (por ejemplo, la llama-
to, requiere una comprobación expresa de si está justificada o no. da teoría "limitada" de la culpabilidad).

441. — Contra esta opinión se alza la teoría de los elementos nega- 443. — En la actualidad la discusión en torno a la teoría de los ele-
tivos del tipo. Según ella no debe admitirse una diferencia valorativa mentos negativos del tipo ha perdido prácticamente todo su significa-
entre la comprobación de la tipicidad y de la antijuridicidad: la con- do. Originariamente se pensó que si se incluían en el tipo, como ele-
ducta es típica si es antijurídica. El tipo penal no estaría compuesto mentos negativos, los presupuestos de una causa de justificación, se
solamente por elementos "positivos" (que deben concurrir), como, podría acordar relevancia al error sobre esos elementos. El argu-
por ejemplo, en el homicidio, la acción de matar, la imputación obje- mento era sencillo: la ley dice que el error es relevante si recae sobre
tiva y el resultado de muerte, sino también por elementos "negati- los elementos del tipo; el contenido de éste no estáfijadoen la ley de
vos" (que no deben concurrir), como por ejemplo: que la acción de ma- forma tal que excluya toda interpretación; si los presupuestos de la
tar no haya sido la acción necesaria para defenderse de una agresión justificación son elementos (negativos) del tipo, el error sobre ellos
antijurídica actual o inminente. será relevante. Actualmente se piensa, por el contrario, que los pre-
224 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 223

supuestos de una causa de justificación contienen elementos que co- — §39 —


rresponden a la tipicidad y a la antijuridicidad y que por ello no pue- EL TIPO DEL DELITO DOLOSO
den considerarse enteramente como elementos del tipo, ni tampoco Y EL TIPO DEL DELITO CULPOSO O IMPRUDENTE
enteramente como elementos de la antijuridicidad. La solución al
445. — El tipo penal de los delitos dolosos contiene básicamente
problema del error sobre los presupuestos de una causa de justifica-
una acción dirigida por el autor a la producción del resultado. El tipo
ción se debe encontrar, según la doctrina dominante, aplicando de
forma analógica las reglas del error de tipo2. La aplicación analógica penal de los delitos culposos, por el contrario, contiene una acción
de las reglas del error de prohibición, sin embargo, también es posi- que no se dirige por el autor al resultado. En el primer caso se requiec
ble si se demuestra que la analogía más cercana es ésta. En tal con- re, por lo tanto, una coincidencia entre el aspecto objetivo y el subje-
texto, la teoría de los elementos negativos del tipo es evidentemente tivo del hecho: lo ocurrido tiene que haber sido conocido por el autor.
innecesaria. Esto permite distinguir entre un tipo objetivo, que contiene los as-
pectos objetivos del hecho, y un tipo subjetivo, que contiene los aspec-
tos subjetivos (conocimiento) del mismo. Ambos tipos deben ser coin-
444. — La teoría dominante practica una distinción adicional. No cidentes, como se dijo.
solamente separa del tipo penal los elementos de la antijuridicidad,
sino también los que pertenecen a \a. punibilidad. Es decir: las condi-
446. — En el tipo de los delitos culposos esta coincidencia entre lo
ciones objetivas de punibilidad y las excusas absolutorias. Esta dis-
ocurrido y lo conocido no existe: el autor quiere llegar a un lugar
tinción entre elementos del tipo y elementos de la punibilidad provie-
preestablecido con su automóvil antes de una hora determinada y
ne de la aceptación de una regla no escrita en la ley, que establecería
para ello acelera su marcha; no quiere, por el contrario, matar al pea-
la irrelevancia del error sobre los elementos, ajenos a la infracción de
tón que cruza la calle cuya presencia no previo, debiendo haberlo he-
la norma, que condicionan la punibilidad (el iuspuniendi) pero no la
cho. Aquí la distinción entre el tipo objetivo y el tipo subjetivo no tie-
existencia de delito. Por ejemplo: la norma del delito de hurto se in-
ne mayor significación práctica y por ello no se utiliza en el sentido de
fringe cuando alguien se apodera de una cosa mueble ajena con áni-
una coincidencia entre el saber y lo ocurrido. Excepcionalmente, sin
mo de lucro y sin consentimiento del dueño; esta infracción de la nor-
embargo, se afirma la existencia de un "tipo subjetivo del delito cul-
ma que prohibe hurtar sólo es punible a condición de que el autor no
poso"4 que estaría compuesto por la "posibilidad de conocer el peligro
sea cónyuge, ascendiente o descendiente (art. 268, Cód. Penal). La
que la conducta crea para los bienes jurídicos ajenos". Por lo tanto, es
calidad personal de pariente del perjudicado es considerada como
posible hablar, de todos modos, de un tipo subjetivo en el delito im-
una condición de la punibilidad ajena a la infracción de la norma y
prudente en el sentido del conjunto de elementos individuales del ti-
que, por lo tanto, ni requiere el conocimiento por parte del autor, ni
po imprudente5.
su suposición errónea tiene relevancia alguna; se trata de una cir-
cunstancia que nada quitaría al delito de hurto en sí mismo, pero que
impediría su punibilidad. Si no se acepta la regla no escrita que le 447. — Los tipos penales, además, presentan una estructura dife-
quita relevancia al error sobre la "punibilidad" del delito, la catego- rente según que describan hechos comisivos o comportamientos omi-
ría de las excusas absolutorias y las condiciones objetivas de punibi- sivos. Por lo tanto, es posible ofrecer las siguientes variedades:
lidad deja de tener sentido3.

2
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1981, n° 499 y siguientes. 4
3 Zaffaroni, Manual de derecho penal. Parte general, 1977, ps. 368 y siguientes.
Bacigalupo, en "Cuadernos de Política Criminal", n° 6,1978, p. 3 y ss.; ídera,De- 5
Jakobs,Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2aed., 1991, n° 9/4.
lito y punibilidad, 1983 ipassim).
226 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 225

449. — La descripción de la situación de hecho en la que el autor


dolosos realiza la acción se lleva a cabo por el legislador mencionando los dis-
• Tipos de comisión tintos elementos que la componen. Estos elementos pueden clasifi-
culposos
carse según la repercusión que deban tener en el autor: dado que el
mismo debe conocer las circunstancias del presupuesto de hecho y
dolosos que éste está compuesto por elementos fácticos y otros que no lo son,
• Tipos de comisión por omisión el conocimiento requerido por el dolo es diferente según se trate de
—art. 11, Cód. Penal— elementos descriptivos o normativos.
culposos

b —Elementos descriptivos y normativos


dolosos
• Tipos de omisión 450.—Elementos descriptivos son aquellos que el autor puede co-
culposos
nocer y comprender predominantemente a través de sus sentidos;
puede verlos, tocarlos, oírlos, etcétera. Ejemplo de elemento descrip-
tivo es "cosa mueble" en el delito de hurto (art. 234, Cód. Penal).

451. — Elementos normativos son aquellos en los que predomina


— §40 — una valoración y que, por lo tanto, no pueden ser percibidos sólo me-
diante los sentidos. Por ejemplo: puros conceptos jurídicos, como el
EL CONTENIDO GENÉRICO DEL TIPO PENAL
de "documento" (art. 390 y ss., Código Penal). Se trata de elementos
cuyo conocimiento no se exige de una manera técnico-jurídica: para
a —Elementos del tipo penal el dolo es suficiente con la "valoraciónparalela en la esfera del lego".
Asimismo pertenecen a la categoría de los elementos normativos
448. — El contenido de todas las especies de tipos penales está da- aquellos que requieren una valoración empírico-cultural del autor,
do por tres elementos: a) El autor, b) la acción, y c) la situación de he- como el carácter "obsceno" de la exhibición (art. 185, Cód. Penal).
cho. Los tipos del derecho penal hoy conocido y vigente son básica-
mente tipos de acción y el derecho penal actual es por eso un derecho 452. — Tratándose de elementos normativos el autor debe hacer
penal de acción. El punto de vista contrario, el de un derecho penal de una valoración de las circunstancias en las que actúa y esa valoración
autor, no ha llegado a imponerse. Esta postura consiste en una fuer- debe ajustarse a la del término medio de la sociedad. Los márgenes
te acentuación de la idea de prevención especial; bajo tales circuns- para el error son sumamente amplios y los problemas que de allí se
tancias —como se vio— la acción queda reducida a un elemento me- pueden derivar extremadamente complejos. La distinción no es abso-
ramente sintomático de la personalidad del autor. Un derecho penal luta. No faltan casos en los que el componente descriptivo requiere al-
que estructure sus supuestos de hecho sobre estas bases no ha llega- guna referencia normativa y viceversa. Lo decisivo para determinar
do a desarrollarse6. la naturaleza de un elemento es cuál es su aspecto preponderante.

453. — Respecto de los elementos normativos no siempre es posi-


6
Cfr.supra,§36,c. ble hablar de subsunción bajo una definición. Por lo tanto, la motiva-

15 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 228 ENRIQUE BACIGALUPO
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ción de la sentencia en lo que se refiere a los elementos normativos normativos que requieren una valoración judicial, pues aquellos que
debe adoptar ciertas particularidades que son consecuencia de la es- ya contienen una valoración jurídica (por ejemplo: "ajena", referido a
tructura conceptual de los mismos. "Al Estado de derecho le corres- la cosa en el hurto) no son conceptos empíricos, pero, por regla, se de-
ponde una preferencia por la construcción de conceptos fácticos. El- terminan mediante una aplicación de normas en forma silogística.
los determinan una actividad judicial puramente intelectual: com- En los conceptos que requieren una valoración judicial, como lo seña-
probación y subsunción de hechos. En estos casos las decisiones judi- laE. Wolf10, se exige "una valoración más o menos subjetiva". Pero la
ciales toman parte de la calculabilidad y objetividad de las conclusio- teoría, de todos modos, ha tratado de objetivizar al máximo esta va-
nes lógicas". Por el contrario, los elementos normativos no requieren loración judicial. Mezger ha sostenido en esta línea que en el caso de
"una comprobación de hechos, sino un juicio judicial de valor"7. los "elementos con valoración cultural, la valoración tiene lugar
Ejemplo claro de estos elementos es el carácter "obsceno" de la ex- igualmente sobre la base de normas y criterios vigentes, pero que no
hibición en el art. 185, la cantidad de "notoria importancia" de droga pertenecen al ámbito jurídico"11.
en el art. 369.3°, la"especial gravedad" del daño en el art. 250.6°, "ins-
trumento peligroso" del art. 148.1°, todos del Código Penal. 455.—En idéntica dirección dice Jescheck que la "vinculación del
juez a la ley en estos supuestos se manifiesta en que el legislador no
454. — Para la comprobación de elementos normativos el juez tie- admite una valoración personal, sino que parte de la existencia de
ne que valorar y expresar su valoración. "Allí donde los juicios de va- valoraciones ético-sociales, a las que el juez está subordinado"12.
lor son ineludibles para establecer la acción típica, es preciso tener el
valor de valorar y no esconderse detrás de imágenes criptonormati- 456.—Hassemer, por último, señala que cuando el legislador em-
vas", afirmaba Mezger8. De todos modos, no todos los elementos nor- plea elementos normativos, como, por ejemplo, "buenas costum-
mativos implican una idéntica valoración. En la teoría se ha distin- bres", "no ha querido librar al juez de la vinculación a la ley" (...). "La
guido, con razón, entre los elementos que contienen una valoración y cuestión del alcance (del significado) de los conceptos que requieren
los que requieren (del juez) una valoración9. Ambas especies de ele- una valoración judicial (por lo tanto) no se dirige a la voluntad del
mentos normativos tienen en común una característica negativa: no juez penal, sino a la voluntad del legislador y de la ley penal"13.
tienen carácter empírico (no son elementos del hecho que el autor o
el juez puedan conocer mediante sus sentidos). Sin embargo, esta ca- 457. — Por lo tanto, el juez, aplicando estos criterios, debería mo-
racterística sólo es, en principio, relevante a los efectos del error del tivar su valoración mediante una expresa referencia a normas socia-
autor, dado que desde este punto de vista se plantea la cuestión de les (no jurídicas), a criterios éticos-sociales o standards de comporta-
cuándo es posible aceptar que ha obrado con un error sobre un ele- miento reconocidos socialmente. Las opiniones citadas parten, indu-
mento cuyo conocimiento no sólo requiere una percepción sensorial. dablemente, de que tales normas, criterios y standards tienen un re-
Por el contrario, desde la perspectiva de la motivación de la senten- conocimiento social que el juez puede conocer inmediatamente por
cia solamente ofrecen una problemática diferenciada los elementos su carácter "público y notorio". Pero este punto de vista no parece, sin

10
Grünhut, Begriffbildung undRechtsanwendung im Strafrecht, 1926, p. 7y ss.; Wolf, Die Typen der Tatbstandsmassigk eit, 1931, nota 34, p. 58.
11
similar: Wolf, Die Typen der Tatbstandsmassigk eit, 1931, p. 57; Engisch, enFestschrift Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 192; en el mismo sentido: Tie-
ftir Mezger, 1954, ps. 127 y ss. y 136. demann, Die Zwischenprufung im Strafrecht, 1987, p. 114; Jakobs, Strafrecht, Allge-
8
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 191. meiner Teil, 2a ed., 1991, p. 52 y ss. (con diversa terminología).
12
9
Así desde la obra de Wolf, Die Typen der Tatbstandsmassigk eit, 1931, nota 34, Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, Allgemeiner Teil, 4a ed., 1988, p. 116.
13
p.58. RassenieT,EinfuhrungdiegrundlagendesStrafrechts, 1981,p. 180.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 229 230 ENRIQUE BACIGALUPO

embargo, fácil de confirmar sociológicamente: la cuestión de qué nor- la premisa mayor del silogismo (la ley aplicable) se debe integrar con
mas ético-sociales o qué standards de conducta se pueden considerar la norma legal y la norma ético-social que la complementa14.
"vigentes" en una sociedad pluralista, es decir, que admite la legiti-
midad de diversas concepciones ético-sociales y de distintos criterios
morales, constituye casi un enigma. ¿Cuáles son los criterios "vigen- c —Referencias a los medios,
tes" para determinar lo que hoy se debe considerar "obsceno"? En al momento y al lugar de la acción
realidad, mediante estas teorías se procura legitimar la decisión ju-
dicial a través de un criterio similar al de las leyes penales en blanco 459. — También pertenecen al tipo objetivo las referencias a los
(es decir, por la remisión a otra norma no perteneciente al ordena- medios (instrumentos) utilizados por el autor para la comisión del
miento legal y que lo completa); en la medida en la que el propio legis- delito. En estos casos la sola lesión del bien jurídico por el comporta-
lador ha realizado (tácitamente) la remisión, la aplicación de la nor- miento del autor no fundamenta la adecuación típica; se requiere
ma ético-social no implicaría creación judicial del derecho. Pero, en que la agresión haya sido emprendida con medios determinados. Por
tanto no sea claro a qué norma ético-social o cultural entre las que lo general, la utilización de tales medios determina la subsunción en
tienen reconocimiento social el legislador remite, quedará siempre un tipo agravado. Por ejemplo: la utilización de armas en el robo (art.
un margen de creación judicial ineludible, al menos en lo referente a 242.2°, Cód. Penal).
la elección de la norma aplicable entre las socialmente aceptadas.
460. — Las referencias al momento de la acción son igualmente
458. — En suma, la motivación de la comprobación de los elemen- elementos del tipo objetivo. Por ejemplo: durante "un conflicto arma-
tos normativos no es en todos los casos igual. Cuando el tribunal de- do", del art. 609 del Cód. Penal.
ba verificar la existencia de un elemento normativo que contiene una
valoración jurídica (por ejemplo: "cosa ajena", "documento", "tribu- 461. — Son también elementos del tipo objetivo las referencias al
to", "pariente", etcétera) el razonamiento silogístico en nada diferirá lugar en que se comete la acción. Así el robo resulta más grave en el
de los ya expuestos en relación a los elementos descriptivos. A la in- Código Penal cuando se verifica en casa habitada o edificio abierto al
versa, cuando el tribunal deba motivar la existencia de un elemento público (art. 241.1°, Cód. Penal).
normativo que requiere una valoración judicial, la argumentación
será más compleja. Comenzará con una justificación de la elección de
la norma ético-social, del standard o del criterio en el que se basa la — §41 —
valoración judicial (por ejemplo, deberá explicar —si lo hace— por
qué aplica una norma ético-social que establece que una mujer que se LAS DIFERENTES ESPECIES DE TIPOS PENALES
presenta en una playa "top-less" realiza una exhibición obscena, dán- 462. — Según las características de la acción o las exigencias refe-
dole preferencia sobre otras normas de la misma especie que estable- ridas al autor, los tipos penales pueden distinguirse en delitos de re-
cen lo contrario). A partir de ese momento, el razonamiento de la mo-
tivación no difiere de los restantes casos. En suma: la diferencia ra- 14
dica en que cuando se valora sobre la base de normas jurídicas vigen- En forma paralela se ha sostenido que la ley general de causalidad, que permite
explicar en el caso concreto la conexión causal entre acción y resultado, se debe integrar
tes el tribunal o el juez no necesita justificar la existencia de la mis- en la ley (jurídica) que contiene el tipo penal (cfr. Kaufmann, Armin, en "JZ", 1971, p.
ma, mientras que cuando la valoración se apoya en una norma extra- 569 y ss., reproducido en Strafrechtsdogmatik Zwischen Sein und Wert, 1982, p. 173 y
jurídica la justificación de ésta es imprescindible. Dicho de otra ma- ss.; ver referencias al respecto en STS de 23/4/92). En un sentido similar también habla
nera, en los llamados "elementos normativos de valoración cultural" Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 293, de "una contrariedad a la nor-
ma como presupuesto de la tipicidad".
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 232 ENRIQUE BACIGALUPO
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sultado, (de lesión y de peligro) y depura actividad, por un lado, y, por delitos de peligro abstracto cuando se comprueba una absoluta im-
otro, en delitos comunes y especiales. posibilidad de surgimiento del peligro.

466.—En los delitos de actividad, al contrario de los de resultado,


a—Delitos de resultado (de lesión y de peligro) el tipo se agota en la realización de una acción que, si bien debe ser
y delitos de actividad (idealmente) lesiva de un bien jurídico, no necesita producir resulta-
do material o peligro alguno. La cuestión de la imputación objetiva
463. — El tipo, tanto de un delito doloso como de uno culposo, de un resultado a la acción es, por consiguiente, totalmente ajena a
adopta dos estructuras diversas según que se trate de delitos de re- estos tipos penales, dado que no vinculan la acción con un resultado
sultado (que producen una lesión o el peligro de la misma) o de acti- o con el peligro de su producción.
vidad o predominante actividad (que se agoten en el movimiento cor-
poral del autor). 467.—La distinción de los delitos de actividad y los de peligro abs-
tracto es difícil. La clasificación de los tipos penales en delitos de re-
464. — Los primeros están integrados básicamente por la acción, sultado y de actividad (según la existencia o no de un resultado o pe-
la imputación objetiva y el resultado. Este último consiste, ante todo, ligro sobre un objeto material) y en delitos de lesión o peligro (según
en la lesión de un determinado objeto (por ejemplo, la cosa en el deli- el grado de intensidad del resultado sobre el objeto) es cuestionable,
to de daños, art. 263 y ss., Cód. Penal). Este objeto se denomina obje- ya que hay delitos de peligro (abstracto) que, en verdad, difícilmente
to de la acción y no se debe confundir con el objeto de protección o bien pueden diferenciarse de los de actividad.
jurídico; aun los delitos que no requieren un resultado material im-
portan una lesión de un bien jurídico (por ejemplo: el delito de injuria Las penas amenazadas para algunos delitos de peligro abstracto (por
—art. 208, Cód. Penal— o el de allanamiento de morada—art. 203 y ejemplo, tráfico de drogas —art. 368, Cód. Penal—) no se pueden conside-
rar insignificantes y, sin embargo, desde el siglo pasado por lo menos, la
ss., Cód. Penal—). En otras palabras, todos los delitos importan —en teoría ha entendido que tales delitos sólo constituyen ilícitos menores que
principio— una lesión inmaterial (la del bien jurídico); sólo un núme- cabrían dentro de la especie de las "puras desobediencias" y que "la san-
ro determinado de ellos requiere una lesión material (la del objeto de ción de las verdaderas desobediencias puras, que no contienen de ningu-
la acción). na manera una puesta en peligro de los bienes jurídicos, sería un desca-
rrilamiento del legislador"15.
Esta posición recogía un punto de vista clásico, según el cual, "la infrac-
465. — Junto a los delitos de resultado material o de lesión, se en- ción de una ley es ya un mal en sí misma; pero la ley de cuya infracción no
cuentran los de peligro. En estos tipos penales no se requiere que la surgiera ningún otro mal que el de la propia infracción sería ella misma
acción haya ocasionado un daño sobre un objeto, sino que es suficien- un mal"16. En la dogmática penal fue Binding quien objetó en forma seria
te con que el objeto jurídicamente protegido haya sido puesto en pe- esta categoría de delitos, que consideró como de pura desobediencia. Las
ligro de sufrir la lesión que se quiere evitar. El peligro puede ser con- objeciones de Binding atacaron en primer término la presunción de peli-
creto, cuando se requiere realmente la posibilidad de la lesión, o abs- gro contenida en los delitos de peligro abstracto. "La puesta en peligro se-
ría a menudo —señalaba Binding— difícil de probar, por lo cual el legis-
tracto, cuando el tipo penal se reduce simplemente a describir una
forma de comportamiento que según la experiencia general repre-
senta en sí misma un peligro para el objeto protegido (ejemplo de de- 15
Hippel, Deutsches Strafrecht, 1930, t. II, p. 101; véase también, en sentido simi-
lito de peligro concreto: art. 341 del Cód. Penal; ejemplo de delito de lar, Kaufmann, Aimin, Strafrechtsdogmatikzwischen, Sein und Wert, 1982, p. 193.
16
peligro abstracto: art. 368, Cód. Penal) sin necesidad de que ese peli- Brinz, Pandekten, t. II, p. 152, citado por Binding, Die Normen und ihre Übertre-
tung, 4a ed., 1922,1.1, p. 398; también, Jhering, DerZweckimRecht, 3a ed., 1983,1.1, ps.
gro se haya verificado. Parte de la teoría excluye la tipicidad en los 484 y 485, citado igualmente por Binding.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 234 ENRIQUE BACIGALUPO
233

lador vería siempre la existencia de peligro como acciones normalmente Estos cuestionamientos no han cesado en la dogmática moderna de los
peligrosas; el legislador en tales casos emplearía una praesumtiojuris et delitos de peligro abstracto.
dejure respecto de la peligrosidad del comportamiento: éste no sería peli- En primer lugar, se postula la incompatibilidad de los delitos de peligro
groso en concreto, sino abstractamente"17. Si este punto de vista fuera co- abstracto con el principio de culpabilidad25. La argumentación con la que
rrecto, pensaba Binding, "mediante la presunción, un gran número de sostiene este punto de vista Arthur Kaufmann parte de la comprobación
hechos no delictivos terminaría incluso en el ámbito de lo delictivo"18. —ya señalada, como vimos, por Beling— de la falta de relevancia del pe-
La crítica de Binding fue todavía más lejos. Ante todo, afectó aspectos ligro para decidir sobre la tipicidad del comportamiento. "Esto tiene por
vinculados con la consistencia dogmática de los delitos de peligro abs- consecuencia que no beneficia al autor suponer —correcta o erróneamen-
tracto: "Lo que sería correcto respecto de la puesta en peligro tendría que te—que su acción no representa peligro alguno. De esta manera también—
serlo, análogamente, en relación a los resultados de lesión. También pa- la culpabilidad se presume sin prueba en contrario o, inclusive, es fingi-
ra éstos tendría que ser suficiente con la lesión general"19. Por otra par- da"26. Consecuentemente, Arthur Kaufmann critica la posición de los
te, continúa diciendo, "el supuesto de hecho expresado en las leyes contie- que sostienen que en el delito de incendio, del § 306 del Cód. Penal ale-
ne dos elementos de la acción delictiva concreta. En los delitos, por tanto, mán, la conciencia de peligro de la acción para vidas humanas no es ele-
en los que la ley requiere expresamente la lesión o el peligro esto tiene lu- mento del dolo, por lo que, aun cuando el autor se haya asegurado de que
gar sin excepciones, en el sentido de que en el caso concreto los delitos tie- tal peligro no podría producirse con su acto, el hecho resultará punible
nen que producir la lesión o el peligro. La subsunción de una acción no pe- por incendio doloso.
ligrosa bajo tal concepto de delito choca contra todas las reglas de la co- Contra esta argumentación podría quizá alegarse que todo el problema
rrecta aplicación de la ley"20. Finalmente, Binding criticó la interpreta- reside en lapraesumtiojuris et de jure de la peligrosidad de la acción. La
ción que tiene como resultado la admisión de un delito de peligro abstrac- objeción podría superarse si se admitiera sencillamente la prueba en
to: "A la teoría del peligro general o abstracto hay que formularle la pre- contrario del peligro representado por la acción. De esta forma podría ex-
gunta respecto de si la carencia de peligro concreto que postula para un cluirse la tipicidad en los casos en los que la acción no hubiera represen-
determinado delito de peligro afecta realmente a ese delito"21. Con ello tado en absoluto un peligro para el bien jurídico protegido.
quiso significar Binding lo poco segura que era la afirmación según la Este es el camino que transita el punto de vista defendido por Schroder27.
cual un determinado delito no requiere la producción del peligro para el De acuerdo con él, "tendrá que admitirse que en ciertos casos la presun-
bien jurídico. ción legal de peligrosidad no se destruye, aunque, en casos concretos, el
De este análisis dogmático de los llamados delitos de peligro abstracto no tribunal estará facultado para admitir la prueba contra el carácter peli-
se aparta Beling, para quien tales delitos "carecen de toda existencia jus- groso de la acción y, en consecuencia, para no aplicar el tipo penal cuan-
tificada"22. Habrá un delito de peligro abstracto, en la opinión de Beling, do pueda comprobarse que el hecho no ha constituido ningún peligro
"cuando la ley penal sanciona una acción en virtud del peligro que ésta imaginable para la vida humana" (se refiere al citado § 306 del Cód. Pe-
normalmente representa, incluso en el caso de que no haya sido peligro- nal alemán)28.
sa in concreto, de tal manera que el juez, naturalmente, no necesita com- De todos modos, la solución propuesta por Schroder no se postula con ca-
probar una puesta en peligro, e inclusive la clara prueba de la carencia de rácter general para todos los delitos de peligro abstracto. Schroder dis-
peligrosidad de la acción no excluirá la aplicación de la ley penal"23. De tingue, en realidad, dos categorías de delitos de peligro abstracto: unos,
ello deduce Beling que los delitos de peligro abstracto no serían sino "ti- que podríamos llamar de peligro abstracto determinado29, como el incen-
pos sin lesión y sin peligro"24. dio agravado del § 306 del Cód. Penal alemán, y otros que cabría designar
como de peligro abstracto indeterminado, entre los que contarían las in-

Binding,DieNormen und ihre Übertretung, 4a ed., 1922,1.1, p. 380. 25


Binding, Die Normen und ihre Übertretung, 4a ed., 1922,1.1, p. 381. Kaufmann, Arthur, Schuld und Strafe, 1966, p. 283 y ss.; también, Baumann,
Binding, Die Normen und ihre Übertretung, 4a ed., 1922,1.1, p. 383. Strafrecht, Allgemeiner Teil, T ed., 1975, p. 135; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemei-
Binding, Die Normen und ihre Übertretung, 4a ed., 1922,1.1, p. 383. ner Teil, 2a ed., 1975, p. 255, nota 74.
26
Binding, Die Normen und ihre Übertretung, 4a ed., 1922,1.1, p. 383. Kaufmann, Arthur, Schuld und Strafe, 1966, p. 287.
27
Beling, Die Lehre vom Verbrechen, 1906, p. 217. Schroder, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, nota 3.
28
Beling, Die Lehre vom Verbrechen, 1906, p. 217. Schroder, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, p. 16.
Beling, Die Lehre vom Verbrechen, 1906, p. 217. 29
Esta terminología no es utilizada por Schroder.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 236 ENRIQUE BACIGALUPO
235

fracciones punibles de las prescripciones del tráfico, la tenencia no auto- so concreto, ello se debe a que el peligro concreto es un elemento del tipo.
rizada de armas y explosivos y el tráfico de drogas prohibidas30. Estos úl- La exclusión de la tipicidad por falta de un elemento que no es del tipo es,
timos serían delitos en los "que la dirección en la que puede producirse el sin duda, una figura de poca consistencia lógica.
peligro captado por la ley es tan poco determinada que su prueba no pue- El resultado perseguido por Schroder se fundamenta desde otra perspec-
de admitirse"31. La cuestión de cuándo se justifica una aplicación res- tiva por Horn37. Según Horn, los delitos de peligro abstracto no serían si-
tringida de los delitos de peligro abstracto en este sentido es, por lo de- no modos del delito culposo, que "sólo se diferencian de los restantes tipos
más, un problema de interpretación de cada tipo particular32. culposos porque en ellos no se exige la producción concreta de una lesión
La solución propuesta por Schróder es en principio rechazada por la teo- del bien jurídico"38. De esta manera, el problema se resolvería sin retor-
ría33, aunque, justo es decirlo, sin una argumentación convincente. Ello nar a la presunción/am et de jure del peligro, puesto que, si se entienden
no impide que se la acepte parcialmente sólo con respecto al delito de in- los delitos de peligro abstracto como "delitos de acción peligrosa" (Ge-
cendio del § 306 del Cód. Penal alemán, por un lado, y, por otro, para fahr-Handlungsdelikte), no cabría en el momento de la tipicidad "ni más
aquellos casos en los que (también en el Código Penal alemán) la pena mí- ni menos comprobación de un peligro que la necesaria para la verifica-
nima resulta inadecuada para la poca gravedad del caso34. Desde otro ción de una infracción del cuidado debido"39.
punto de vista, se afirma que en estos casos (especialmente en el ya men- Pero la solución de Horn, al hacer depender la tipicidad de una infracción
cionado del incendio) la tipicidad debe depender de que la conducta haya del cuidado debido respecto del bien jurídico, no escapa totalmente a la
sido contraria al deber de cuidado respecto del bien jurídico protegido35. crítica. ¿Qué significa haber tenido cuidado respecto de un bien jurídico
Implícitamente, estos conceptos aceptan que los resultados de la solu- que la acción no ha puesto en peligro? ¿Tiene algún sentido político crimi-
ción postulada por Schróder es correcta, aunque se difiera en la funda- nal hacer depender la tipicidad de que el autor de una acción que no ha
mentación. puesto en absoluto en peligro el bien jurídico haya tomado medidas de
Desde nuestro punto de vista, la solución de Schróder es objetable por los cuidado para que aquélla no cree un peligro real o lesione el bien jurídi-
límites a que está reducida. No hay razón que explique que la prueba en co? Parece claro que la exigencia de cuidado tiene sentido cuando se rea-
contrario de la presunción de peligro sólo deba admitirse cuando la direc- liza una acción que concretamente puede poner en peligro un bien jurídi-
ción en la que puede producirse el peligro es determinada. La limitación co. Pero cuando el autor ejecuta una acción que, en particular, no reviste
presupone que hay tipos penales que protegen bienes jurídicos que pue- la peligrosidad expresada por la ley en forma general, la exigencia de cui-
den ponerse en peligro de una manera indeterminada. Pero tales tipos dado no parece justificable40. La solución ofrecida por Horn no tiene los
serían difícilmente compatibles con el principio de legalidad: peligro in- inconvenientes lógicos que presentaba la postulada por Schroder, pero
determinado significa también tipo indeterminado. Esta indetermina- no resulta satisfactoria político-criminalmente. Es claro, por otra parte,
ción legislativa no puede compensarse mediante una presunciónjuns et que se trata de una solución que presupone que lo ilícito se fundamenta
de jure contra el autor. exclusivamente en el disvalor de acción y que, por tanto, una falta de cui-
Por otra parte, se ha objetado a la tesis de Schróder que, de acuerdo con dado, concretamente una verificación de la eventual peligrosidad concre-
ella, los delitos de peligro abstracto (al menos en ciertos casos) se conver- ta de una acción que se estima ex ante como no peligrosa para el bien ju-
tirían en delitos de peligro concreto36. Si se puede admitir la prueba en rídico, es ya suficiente motivo para la intervención del Estado mediante
contrario de peligro representado en general por la acción respecto del ca- el derecho penal41.

37
Schróder, en Schonke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, p. 17. Horn, Konkrete Gefahrdungsdelikte, 1973, p. 22 y ss.; véase también, en la mis-
31
Schróder, en Schonke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, p. 17. ma dirección, Rudolphi, enFestschriftfürMaurach, 1972, ps. 51yss. 151 y siguientes.
38
32
Schróder, en Schonke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, p. 17 Horn, Konkrete Gefahrdungsdelikte, 1973, pág. 23.
39
33
Blei, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 18a ed., 1983, p. 108; Jescheck, Lehrbuch des Horn, Konkrete Gefahrdungsdelikte, 1973, pág. 28.
40
Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1978, p. 212; con reservas, Horn, en Systematis- Precisamente, Schroder, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar,
cher Kommentar zum Strafgesetzbuch, 1980, t. II, vor § 306,15 y siguientes. p. 15, pone de manifiesto que el ámbito de los delitos de peligro abstracto "es fácil de ima-
34
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 146. ginar casos en los que el juicio de experiencia en el supuesto particular es incorrecto, y
35 ello puede comprobarse ya en el momento en el que se produce la infracción del autor".
Horn, Konkrete Gefahrdungsdelikte, 1973, ps. 22,28 y 84. 41
Desde otro punto de vista, la crítica de Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil,
Horn, Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, vor § 306, 17; ídem, 1983, p. 148, nota 177, a la solución de Horn por qué "la carencia de una referencia sub-
Konkrete Gefahrdungsdelikte, 1973, p. 25 y ss., con otras críticas.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 237 238 ENRIQUE BACIGALUPO

Como es obvio, no es posible solucionar aquí los problemas de la dogmá- nada calificación del autor, se denominan delitos especiales43. Estos
tica de los delitos de peligro abstracto. Sin embargo, la discusión en tor-
no a ellos, que ha sido esquemáticamente reseñada, permite deducir que pueden ser a su vez de dos clases:
las críticas fundadas en el principio de culpabilidad no han encontrado
hasta ahora una solución adecuadamente formulada. Gran parte de es- 469. — Delitos especiales propios son tales como la prevaricación,
tos problemas se presentan en el delito del art. 368 del Cód. Penal espa- porque sólo pueden ser cometidos por quien es juez o funcionario,
ñol de una manera especial: la entidad de lo ilícito de los delitos de peli- quedando impune si la cometiera alguien que careciera de esa califi-
gro abstracto no se corresponde con la pena amenazada en dicha disposi- cación. Si la calidad de "juez" es considerada un elemento del tipo, el
ción legal. Como delito de peligro abstracto, el delito de tráfico de drogas sujeto que, sin tener dicha calificación, cree poseerla y dicta una sen-
se sitúa en una zona en la que se duda del merecimiento de pena o se lle-
ga a la conclusión de que sólo es un delito culposo. Bajo tales condiciones tencia prevaricante, comete tentativa de prevaricación. En conse-
es evidente que resulta de difícil justificación que un hecho que sólo re- cuencia, bajo tales condiciones la tentativa de delitos especiales pro-
presenta un peligro más o menos remoto para la salud individual resulte pios dolosos es posible para los sujetos no cualificados; la consuma-
en múltiples situaciones más severamente penado que el que directa- ción no. La solución será diversa si los elementos del autor no se con-
mente causa un mayor peligro del mismo bien jurídico. Basta para veri- sideran parte del tipo44, pues en tal caso el error sería un error de pro-
ficar lo antedicho con comparar las penas del art. 368 con las del art. 147
del Código Penal español.
hibición al revés, es decir, un delito putativo, como tal no punible. Los
delitos especiales propios se clasifican entre los llamados "delitos de
infracción de deber", caracterizados por la relación entre el autor y el
bien jurídico, que es independiente de la ejecución personal de la ac-
b —Delitos comunes o generales ción y que surge de una posición estatutaria del sujeto activo.
y delitos especiales

468. — Los tipos penales se distinguen, desde otro punto de vista, 470. — Delitos especiales impropios son aquellos en los que la ca-
según que requieran un autor que ostente determinadas calificacio- lificación específica del autor opera como fundamento de agravación.
nes o puedan ser realizados por cualquiera. Por lo general, sólo se re- Por ejemplo: la agravación de la pena de apropiación indebida pre-
quiere para ser autor de un delito tener capacidad de acción (delitos vista para el funcionario en el art. 432 del Código Penal45.
comunes). Esto ocurre en el homicidio o en el hurto, delitos que no
471. — Es discutida la cuestión de si los elementos objetivos que
mencionan para nada una calificación especial del autor. General-
mente las leyes penales designan esta falta de características espe-
califican al autor deben incluirse o no en el tipo penal. Si se los inclu-
cíficas cuando se refieren a aquél en forma genérica: "el que...". Hay,
ye en éste, su suposición errónea dará lugar a tentativa punible y la
sin embargo, ciertos delitos que solamente pueden ser cometidos por
creencia errónea de que no concurren eliminará el dolo. Si, por el con-
trarío, se sostiene que son elementos del deber jurídico, su suposición
un número limitado de personas: aquellas que tengan las caracterís- '
ticas especiales requeridas por la ley para ser autor. Se trata de deli-
errónea tendrá por resultado un delito putativo (no punible), así co-
tos que importan la violación de una norma especial 42 (por ejemplo,
mo la creencia errónea de que no concurren no eliminará el dolo y se
el art. 404, Cód. Penal). Estos delitos que no solamente establecen la
deberá tratar con las reglas del error sobre la prohibición (art. 14.3°,
prohibición de una acción, sino que requieren además una determi-
Cód. Penal español).

43
En detalle sobre estos delitos, Langer, Das Sonderverbrechen, 1972.
44
jetiva respecto de la infracción del cuidado debido conduce a una condición objetiva de Cfr. infra, Cap. X,§ 73.
45
punibilidad". Silva Castaño, La apropiación indebida y la administración desleal, Madrid,
Kaufmann, Armin, Normentheorie, p. 138 y siguientes. 1997.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 239 240 ENRIQUE BACIGALUPO

472.—La opinión dominante incluye los elementos objetivos de la 476. — La estructura del Código Penal español, sin embargo es
autoría en el tipo penal, distinguiendo entonces entre estos elemen- más complicada, dado que en la Parte General se encuentran tam-
tos y el deber jurídico que de su posesión por el autor se deriva para bién las circunstancias agravantes y atenuantes, que constituyen
éste. Dicho deber jurídico no es elemento del tipo: el error sobre el elementos que, accidentalmente, completan la descripción del tipo
mismo se rige con las reglas del error de prohibición. Por ejemplo: el penal agregándole circunstancias que hacen referencia a la grave-
funcionario que sabe que lo es, obra con dolo en la aceptación de un dad de la ilicitud o de la culpabilidad. De esta manera el legislador ha
regalo en razón de sus funciones (cohecho), pero podría obrar con er- pretendido —ingenuamente— convertir los problemas valorativos
ror (evitable o no) sobre la prohibición si ignora que ese hecho le está de la gravedad del delito en cuestiones de subsunción, suponiendo
prohibido o si supone que lo queha recibido no es una dádiva46. que de esta manera se ganaría en seguridad jurídica. La práctica de-
muestra que esto no es así.

477. — En principio, las circunstancias agravantes tienen una do-


— §42 — ble estructura típica, pues presentan elementos objetivos que deben
LA SUBSUNCION TÍPICA ser abarcados por el dolo del autor. Hay circunstancias agravantes
Y LAS AGRAVANTES Y ATENUANTES GENÉRICAS117 que se relacionan directamente con la gravedad de la ilicitud (por
ejemplo, la alevosía, el abuso de superioridad, el aprovechamiento
473. — La relación entre un hecho y un tipo penal que permite de ciertas circunstancias favorecedoras, el prevalerse del carácter
afirmar la tipicidad del primero se denomina subsuncion. Un hecho público del autor). Otras, por el contrario, conciernen directamente
se subsume bajo un tipo penal cuando reúne todos los elementos que a la culpabilidad y, más concretamente, a la reprochabilidad de la
éste contiene. En la práctica, la subsuncion se verifica comprobando motivación (obrar por precio, recompensa o promesa, por motivos es-
si cada uno de los elementos de la descripción del supuesto de hecho pecialmente reprochables—racismo, antisemitismo, etcétera—, au-
se da en el hecho que se juzga. mentando deliberadamente el sufrimiento de la víctima o con abuso
de confianza). Es dudoso por qué razón el uso de disfraz o el aprove-
474. — En los delitos dolosos la tipicidad depende de la comproba- chamiento de circunstancias que favorezcan la impunidad del delin-
ción de los elementos del tipo objetivo y de los elementos del tipo sub- cuente han sido considerados circunstancias agravantes, dado que
jetivo (dolo y demás elementos subjetivos de la autoría). nadie tiene la obligación de contribuir a su punibilidad. Totalmente
diversa es la estructura de la reincidencia (art. 22.8a, Cód. Penal es-
475. — En los delitos culposos la tipicidad depende de la compro- pañol), pues no se refiere a circunstancias del hecho, sino a una ten-
bación de una acción que ha producido un peligro jurídicamente de- dencia de la personalidad del autor.
saprobado y de la producción del resultado o peligro requerido para
su punibilidad. 478. — Las circunstancias atenuantes (art. 21, Cód. Penal espa-
ñol) también presentan una doble configuración. Por un lado, apare-
cen las llamadas eximentes incompletas (art. 21. Ia, Cód. Penal), una
institución propia de un sistema en el que el error es irrelevante. Una
46
Kaufmann, Armin, Normentheorie, p. 141 y ss.; Roxin, Offene Tabestande und vez introducida por la reforma de 1983, su único significado se debe
Rechtspflichtmerkmale, 2a ed., 1970, ps. 5 y siguientes. reducir a los casos de capacidad de culpabilidad disminuida (art.
47
Cfr. Álamo, El sistema de las circunstancias del delito, 1982; González Cussac,
Teoría general de las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal,
20.1a, Cód. Penal), toda vez que los restantes casos (por ejemplo legí-
1988. tima defensa incompleta, estado de necesidad incompleto) son en
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 241 242 ENRIQUE BACIGALUPO

realidad supuestos de error de prohibición evitable, que se deben tra-


tar según el art. 14 del Cód. Penal español48. De todo ello se deduce tos en los que tiene sentido su concurrencia (es evidente que carece
que estas atenuantes son ajenas a los problemas del tipo penal. de sentido aplicar el art. 22.2a del Cód. Penal español en un caso de
injurias cometido en un baile de máscaras, simplemente porque el
479. — Por otro lado, están las restantes atenuantes que en todos autor estaba disfrazado).
los casos afectan directamente a la gravedad de la culpabilidad y
también son, por ello, ajenos al tipo penal. A diferencia de lo que ocu- 482.—Las agravantes y atenuantes generan también problemas
rre con las agravantes, las atenuantes constituyen un catálogo en el ámbito de la participación de varios en la realización del delito.
abierto, pues cualquier circunstancia de análoga significación a las Concretamente se trata de si las circunstancias que concurren en
enumeradas en el art. 21.2a a 5a deiCód. Penal, es decir, que signifi- uno de los partícipes se trasmiten (en sus efectos) a los otros o no. El
art. 65 del Cód. Penal español establece un criterio para resolver es-
que una disminución de la culpabilidad o de lo ilícito, debe ser apre-
tos problemas, provenientes del antiguo art. 60 del Cód. Penal de
ciada como atenuante.
1973, cuya idoneidad a estos fines es extremadamente dudosa. Nos
ocuparemos de la cuestión en el capítulo destinado a la accesoriedad
480. — La técnica legislativa moderna trata los problemas de la
de la participación. En el derecho comparado europeo el sistema del
gravedad de la ilicitud y de la culpabilidad en el marco de la indivi-
Código Penal es seguido también por el derecho alemán. Por el con-
dualización de la pena, estableciendo una serie de factores sobre cu-
trario, el derecho italiano y el derecho austríaco mantienen un crite-
ya base se debe realizar el juicio correspondiente (llamados factores
rio generalizador que tiene un funcionamiento diverso del nuestro.
de la individualización). Por el contrario, el Código Penal español de
1995 ha quedado en este punto —como en otros— anclado en las
ideas de 1848.

481. — En la medida en la que describen circunstancias objetivas


y subjetivas, las circunstancias agravantes forman parte (acciden-
tal) del tipo objetivo o del subjetivo y, por lo tanto, están regidas por
las mismas reglas de la tipicidad que el resto de los elementos del ti-
po, sobre todo en lo que respecta al error de tipo. El estudio de estas
circunstancias —que carecen de la generalidad que les ha supuesto
el legislador— se debe estudiar en la Parte Especial en aquellos deli-

48
La cuestión tiene poca relevancia práctica, dado que la consecuencia jurídica es
la misma, a pesar de la apariencia que sugieren los textos legales de los arts. 14 y 68 del
Cód. Penal. Es evidente que, aunque el art. 68 sólo diga que "los jueces o tribunales po-
drán imponer (...) la pena inferior, en uno o dos grados", no se trata de una mera facul-
tad, ya que si la situación tiene un menor contenido de ilicitud o el autor es menos repro-
chable la pena debe ser correspondientemente atenuada. En este sentido es errónea la
respuesta dada por la Fiscalía General del Estado en la Consulta 1/97 que sólo conside-
ra "conveniente" que de ordinario se atenúe la pena, pues a menor ilicitud o a menor cul-
pabilidad la degradación de la pena es obligada. Cfr. Choclán Montahojndividualiza-
ción judicial de la pena, Madrid, 1993, p. 137.

16 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


244 ENRIQUE BACIGALUPO

— §44 —
Capítulo VI EL TIPO OBJETIVO

La imputación a—El autor de la acción. La posición de garante


en los delitos de actividad 486. — Como se ha visto {supra 41, b) los tipos penales pueden ser
tipos comunes Y tipos especiales (propios). En los primeros no se esta-
blece una especial caracterización del autor; la ley simplemente se
refiere "al que..." realizare una determinada acción. Por el contrario,
en los delitos especiales (propios), en los que la realización del tipo só-
lo puede ser llevada a cabo por una persona especialmente cualifica-
da por su relación con el bien jurídico, es decir por su posición estatu-
— §43 — taria, el tipo penal describe también esta cualificación del autor. Una
parte de la doctrina admitió que en estos últimos delitos era también
LOS ELEMENTOS DEL TIPO DOLOSO DE COMISIÓN:
de significación el deber de garantía, que se venía utilizando, en la
TIPO OBJETIVO Y SUBJETIVO
práctica y en la teoría, sólo en el marco de los delitos de omisión para
483. — La primera de las formas de lo ilícito que se expondrá es la caracterizar al autor de los mismos2. De esta manera es posible reco-
del delito doloso de comisión. Se puede decir que éste ha constituido nocer en el delito del art. 295 del Cód. Penal (administración desleal)
hasta ahora el prototipo del delito desde el punto de vista dogmático. un tipo en el que sólo puede ser autor quien sea garante en los térmi-
Las restantes formas (delitos de omisión o culposos) suelen estudiar- nos que allí se establecen.
se en relación con él.
487. — En la actualidad se abre camino un punto de vista que ex-
484. — Como ya hemos adelantado, los delitos dolosos se caracte- tiende laposición de garante a todos los tipos penales, sean éstos omi-
rizan por la coincidencia entre lo que el autor hace y lo que quiere. sivos o activos, especiales o comunes. La posición de garante resulta
Ello nos permite afirmar que resulta adecuado (como hemos visto) de esta manera un elemento general de la autoría también en los de-
analizar separadamente el aspecto objetivo del comportamiento (ti- litos activos de resultado3. La posición de garante en los delitos co-
po objetivo) y el subjetivo (tipo subjetivo). munes activos se fundamenta en la realización misma de la acción,
dado que todo ciudadano debe responder como garante de que sus ac-
485. — Actualmente, como se dijo, existe una clara tendencia a no ciones no producirán lesiones en los bienes de otros ciudadanos. En
tomar como punto de partida la distinción entre comportamiento ac- los delitos especiales (delitos de infracción de deber), como se dijo, se
tivoy omisivo, sino a reemplazarla por otra; la de la "responsabilidad fundamenta en el deber emergente de la posición estatutaria del au-
por la libertad de organización", en cuyo marco la distinción entre ac- tor (por ejemplo, funcionario, administrador, etcétera)4. En un senti-
ción y omisión tiene reducida trascendencia, y "la responsabilidad
por incumplimiento de deberes institucionales"1. 2
Schmidháuser, Strafrecht,Allgemeiner Teil, 2aed., 1975, n° 8/85.
3
Jakobs,Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2aed., 1991, n°7/56yss., Sánchez-Vera, en
"Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", t. XLVIII, 1995, p. 187 y siguientes.
4
Pérez del Valle, LLespañola, ejemplar del 15/4/97, p. 1 y ss., en relación con la
prevaricación del abogado.
Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung vori Tun und Unterlassen, 1996.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 246 ENRIQUE BACIGALUPO
245

do acaso similar otros autores incluyen en todos los tipos de ilicitud 491. — Durante varias décadas la teoría de la acción fue el centro
un elemento caracterizado como "la lesión de un deber de evitar", que de las discusiones relativas a la estructura del delito. El enfrenta-
también alcanzaría a los tipos activos5. miento entre los partidarios de las teorías causal y finalista de la ac-
ción terminó con la imposición de las transformaciones sistemáticas
488. — Asimismo en la teoría "negativa de la acción"6 la posición propugnadas por la última. Desde el punto de vista más superficial
de garante es un elemento esencial de la imputación. De una mane- la polémica se manifestaba en el lugar sistemático del dolo, que la
ra implícita también Roxin admite alguna función para la posición teoría causal consideraba como una forma de la culpabilidad, mien-
de garante en los delitos activos cuando considera los casos de impu- tras la teoría finalista proponía su incorporación (como simple dolo
tación a un ámbito ajeno de responsabilidad1. de hecho, es decir, sin incluir en el concepto de dolo la conciencia de la
antijuridicidad) a lo ilícito. Por otro lado, también un aspecto de la
489. — En todo caso, sólo forman parte del tipo penal lascircuns- imprudencia (la infracción de un deber objetivo de cuidado) debía
tancias que determinan el surgimiento del deber (por ejemplo, el ocupar su lugar en lo ilícito, permitiendo así que el dolo y la culpa (así
nombramiento del funcionario, no los deberes que se vinculan al entendidos) dieran lugar a dos formas diversas de lo ilícito en lugar
ejercicio del cargo; el nombramiento como administrador, pero no los de a dos formas de la culpabilidad, como lo sostenía la teoría causal.
deberes que de él surgen).
492. — Desde un punto de vista profundo esta discusión se refería
al problema del sentido de los comportamientos humanos. Mientras
6 — La acción la teoría causal identificaba la acción humana con su aspecto causal
naturalístico, la teoría final de la acción se desarrolló en un contexto
1—Desarrollo histórico-dogmático® científico-social en el que el sentido social de la acción dependía de la
dirección dada por el autor a su acción y, por lo tanto, de la dirección
490. — El concepto de acción tiene la función de establecer el mí- subjetiva de la misma.
nimo de elementos que determinen la relevancia de un comporta-
miento humano para el derecho penal. Dicho con otras palabras, la 493.—La disputa entre ambos conceptos desembocó en el concep -
caracterización de un comportamiento como acción o como no acción to social de acción que procuró sintetizar aspectos de los otros dos. De
determina si el comportamiento es o no relevante para el derecho pe- acuerdo con éste "acción es conducta humana socialmente relevan-
nal. En este sentido, el concepto de acción se debe referir a comporta- te"10, es decir que la acción puede consistir tanto en el ejercicio de una
mientos de los que eventualmente se pueda predicar la culpabilidad actividad final, según postulaban los finalistas, como en la causa-
del autor (si concurren los elementos que la fundamentan9. ción de determinadas consecuencias (de acuerdo con los causalistas),
en la medida en la que el suceso hubiera podido ser conducido de
acuerdo con la finalidad del autor. Pero este concepto ha sido tam-
5 bién fuertemente criticado por su carencia de contenido: una conduc-
Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1976, p. 55 y ss., aun-
que con alcances diferentes en una estructura de la teoría del delito de dos niveles. ta —se dice en este sentido— es socialmente relevante o no, si se sub-
6
Herzberg, Die Unterlessung ¿m Strafrecht und das Garanten prinzip, 1972, p. sume o no bajo un tipo penal11.
169 y siguientes.
7
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, § 11/104.
8
Cfr. Jaén Vallejo, El concepto de acción en la dogmática penal, 1994; Vives An- 10
tón, Fundamentos del sistemapenal, 1996. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, § 23-IV, con
9 amplia indicación bibliográfica.
Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 113; Jaén Vallejo, El 11
concepto de acción en la dogmática penal, p. 93. Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1976, p. 62.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 248 ENRIQUE BACIGALUPO
247

494. — Paralelamente, se ha desarrollado una tendencia que con- 496.—De ello se deduce que "también el autor activo tiene que ser
sidera que el concepto de acción tiene "un papel completamente se- tratado como garante, pues la caprichosa ejecución de una conducta
cundario"12 o que niega toda función al concepto de acción en la es- nada modifica respecto del hecho de la actualización de la persona co-
tructura de la teoría del delito13. Estos criterios, en realidad, operan mo fuente de peligros potencial que se da en el movimiento corporal
con un concepto ingenuo de conducta humana, pues consideran que delictivo"17. Si quien sufre una hemorragia nasal no impide a sabien-
no se necesita una teoría de la acción, dado que es suficiente con com- das la mancha del tapizado de un sillón o si lo hace voluntariamente,
probar "la posibilidad de la persona de evitar la conducta prohibida". es, desde esta perspectiva, jurídicamente indiferente18.

497. — Por otra parte, procurando reducir los momentos normati-


2 —Los conceptos negativos de acción
vos de los conceptos de acción y dando mayor relevancia a los elemen-
495. — Una opinión minoritaria, pero cuya influencia en el mo- tos empíricos (básicamente psicoanalíticos), se ha propuesto excluir
derno concepto de acción es difícilmente ocultable, pone en duda el del concepto negativo de acción la posición de garante19. De acuerdo
punto de partida tradicional, según el cual el omitente debe ser con- con ello, el concepto negativo de acción debe reemplazar la posición
cebido según los criterios existentes para el autor activo14. El cami- de garante por el elemento peligro. Consecuentemente "se dará una
no correcto, desde esta perspectiva, es el contrario: "hay que partir de acción cuando el autor, a la vista de una situación de peligro, no eje-
la omisión y ésta debe ser buscada también en el hecho activo". Por lo cuta la acción que lo evite a pesar de su capacidad de acción"20. El pe-
tanto, lo decisivo no consistiría en el momento en el que un sujeto da ligro al que aquí se hace referencia es el "impulso de destrucción"21.
una puñalada a otro causándole la muerte, sino en no haberlo omiti-
do en el momento decisivo. Así, al autor se le imputará un resultado 3 —La crítica de los conceptos negativos de acción
cuando no lo haya evitado, habiendo podido hacerlo y estando ello
impuesto por el derecho. El fenómeno de la acción se debe expresar, 498.—En primer lugar, se ha sostenido que "el 'no-evitar evitable'
por lo tanto, en forma negativa, de tal forma que en todo comporta- en sí mismo carece de sustancia"22, pues se puede referir tanto a la
miento activo se verá "un no-evitar evitable en posición de garante"15. mera decisión de la que proviene el suceso, como al resultado exterior
En este sentido se señala que "el hombre se encuentra en el centro de del mismo. En la medida en la que se trata de algo evitable, sería cla-
un círculo de dominio, que, al mismo tiempo, es una esfera de respon- ro que "también los meros pensamientos son evitables, por lo que el
sabilidad. Cuanto más se extiende al exterior, menor es la intensidad concepto negativo de acción no permitiría distinguir entre las con-
de dominio y más dudosa es la responsabilidad del garante (...). Por ductas penalmente relevantes y las que no lo son. La crítica no resul-
el contrario, cuanto más se acerca al centro, más obvia resulta la po- ta convincente si se tiene en cuenta que Stratenwerth, mal que le pe-
sición de garante. Y cuanto más se replega a su interior constituye se, también propone un concepto negativo de acción cuando recono-
sin duda la persona misma, en su unidad de cuerpo y alma"16. ce el carácter de acción a "laposibilidad de conexión consciente en la

17
12
Schmidháuser, Strafrecht,Allgemeiner Teil, 2aed., 1975, n° 8/20. Herzberg, Die Unterlessung im Strafrecht und das Garanten prinzip, 1972, p.
13
Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1976, p. 63. 173.
18
14
Herzberg, Die Unterlessung im Strafrecht und das Garanten prinzip, 1972, p. Herzberg, Die Unterlessung im Strafrecht und das Garanten prinzip, 1972, p.
170 y siguientes. 170 y siguientes.
19
15
Herzberg, Die Unterlessung im Strafrecht und das Garanten prinzip, 1972, p. Cfr. Behrendt, Die Unterlassung im Strafrecht, 1979.
20
172 y siguientes. Behrendt, Die Unterlassung im Strafrecht, 1979, ps. 130 y 143-144.
16 21
Herzberg, Die Unterlessung im Strafrecht und das Garanten prinzip, 1972, ps. Behrendt, Die Unterlassung im Strafrecht, 1979, p. 121.
22
170 y 173. Stratenwerth, Festschrift für Hans Welzel, 1974, p. 297.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 250 ENRIQUE BACIGALUPO
249

propia conducta que se desarrolla inconscientemente". Es claro que exclusión de la culpabilidad), como ocurre con el art. 14 del Cód. Pe-
a partir de estas consideraciones serán acciones las omisiones de co- nal. Es decir, al menos resulta impuesta por el legislador; si además
nectar un mecanismo consciente de dirección de la acción cuando ello responde a una distinción objetiva es, evidentemente una cuestión
era posible. El carácter negativo del concepto no parece discutible. muy problemática.
En realidad, la tesis de Stratenwerth también podría ser expresada
como "lo conducíble no conducido". 500. — La acción, por lo tanto, es todo comportamiento exterior
evitable, es decir, un comportamiento que el autor habría podido evi-
4—La acción como comportamiento exterior evitable tar si hubiera tenido un motivo para hacerlo. Por ejemplo: el autor
que dispara sobre su víctima y le produce la muerte habría podido
499. — En la medida en la que el concepto de acción se limita a es- evitar esa acción si hubiera querido; el que, como consecuencia de
tablecer el mínimo común denominador de todas las formas de deli- una fuerza irresistible (por ejemplo, una avalancha de personas) que
tos (dolosos y culposos, activos y omisivos) su contenido no abarca to- lo empuja contra otra persona, le causa lesiones, no hubiera podido
dos los elementos de un comportamiento humano, sino sólo aquellos evitar lesionar a otro. En el primer caso existe una acción; en el se-
que sirven a su función como elemento del delito. En este sentido la gundo no. Sólo una conducta evitable puede ser expresiva del sentido
teoría de la acción parte de una distinción esencial: la dirección o di- social que interesa al derecho penal.
rigibilidad de la acción y la dirección o dirigibilidad de los impulsos.
Dicho con un ejemplo: la posibilidad o imposibilidad del autor de mo- 501. — La evitabilidad no tiene que ser conocida por el agente pe-
tivarse según las normas del derecho no es una cuestión que tenga ro sí debe referirse a sus concretas capacidades de acción. Por tales
relevancia en el marco de la teoría de la acción. Esta distinción fue razones no parecen acertadas las críticas que el criterio de la evitabi-
formulada inicialmente como consecuencia del concepto "ontológico" lidad ha merecido de parte de la doctrina española26, en la que se con-
de acción (Welzel). Pero en la actualidad este punto de vista no es funde la evitabilidad con la motivación del sujeto. Por ejemplo: el au-
aceptado y la distinción tiene una fundamentación diversa. Por un tor que comprueba que su vehículo no responde al freno, pero ignora
lado, se sostiene que "es el resultado del intento de formular la espe- que el mismo está equipado con un freno de emergencia que, si hubie-
cie de las expectativas jurídico-penalmente relevantes y sus garan- ra sido accionado, habría podido evitar atropellar a un peatón, ejecu-
tías en el contacto social"23. Por otro, se afirma que la distinción sólo ta una acción individualmente evitable, pues hubiera podido dete-
tiene su fundamento en la decisión del legislador24. Finalmente, ner el vehículo y no atropellar al peatón. Por el contrario, si el autor
también se piensa que se trata de una distinción paralela a la exis- enciende fuego sin poder calcular que una tormenta inesperada lo
tente entre el contenido descriptivo de la norma y el de la vinculación desviará hacia unas casas que luego se incendian, no habrá acción,
al valor motivadora de la imposición de la norma que en cada caso se pues su capacidad individual de detener el viento es nula.
debe determinar interpretativamente25. En todo caso esta distin-
ción —cualquiera sea su fundamento último— es necesaria en un 502. — Este concepto de acción tiene la función principal de elimi-
sistema en el que se reconocen dos especies de error (de tipo y de pro- nar del ámbito del derecho penal todo hecho totalmente irrelevante.
hibición) con diferentes consecuencias jurídicas (exclusión del dolo y
503. — Es opinión dominante —cualquiera sea la fundamenta-
23
ción del concepto de acción que se adopte— que no hay acción cuando
Jakobs.Strafrecht.AllgemeinerTeil^ed., 1991,n°6/22.
24
Roxin, en "ZStW", 74, p. 515 y siguientes.
25
Zielinski, Handlungs-und Erfolgsunwert ira Unrechtsbegriff, 1973, p. 114 y si-
guientes. Paredes Castañón, El riesgo permitido en el derecho penal, 1995, p. 297.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 251 252 ENRIQUE BACIGALUPO

se da alguna causa de exclusión de la misma. Las causas de exclusión dormir o —para usar el ejemplo de Kaufmann—30 que no deba to-
de la acción serían: marse en cuenta que "el epiléptico fue por sí mismo al lugar en el que
a) Los actos reflejos (por ejemplo, las reacciones producidas por tuvo el ataque que produjo el daño".
un estornudo, que hacen imposible controlar el movimiento
corporal como consecuencia del cual se lesiona a otro). 505.—La exclusión de la acción, por tanto, en los supuestos de las
b) La fuerza física irresistible (ejemplo: el caso ya analizado del llamadas "causas de exclusión de la acción" no puede afirmarse sin
que se deriva la muerte de un niño, al ser violentamente despe- verificar previamente si la acción inmediatamente anterior es rele-
dido por una avalancha incontenible de personas)27. vante para el derecho penal, es decir, si fue evitable. La acción de la
madre de poner al niño a su lado para dormir con él es evitable y por
c) Los estados de inconsciencia absoluta (el supuesto de la madre ende relevante para el derecho penal. Por el contrario, el hecho debe-
que, dormida, ahoga con su cuerpo al niño que duerme a su la- ría juzgarse de otra manera (excluyendo la acción de la madre) si el
do)28. niño hubiera sido puesto al lado de la madre ya dormida por el padre
o por un tercero. En este último supuesto es la acción del que puso al
504. — Debe advertirse, sin embargo, que la función atribuida a niño junto a la madre dormida la que constituiría el fundamento de
las "causas de exclusión" de la acción por la teoría dominante no tie- la tipicidad.
nen carácter absoluto. La denominación que se les da induce eviden-
temente a la falsa creencia de que en estos supuestos la acción resul- 506. — Problemáticos resultan también los casos en que el autor
ta excluida en todos los casos. En realidad, lo único que quiere decir- obra en un estado de alta excitación emocional, en los supuestos de
se es que, a los efectos de la tipicidad, no puede tomarse en cuenta el las llamadas acciones en "corto circuito"31; aquí el elemento volunta-
movimiento reflejo o el acto realizado en estado de inconsciencia ab- rio se mantiene, pero se ejecuta a una velocidad tal que el agente ca-
soluta aisladamente y por sí mismos: no puede fundarse la tipicidad rece de la posibilidad de movilizar reacciones inhibidoras del com-
de la muerte del niño en el movimiento con el que la madre dormida portamiento. O en el de los comportamientos automatizados, sobre
lo ahoga29. Pero ello no quiere significar que sea irrelevante para el todo los que tienen lugar en el tráfico rodado. En estos supuestos la
derecho penal la acción de la madre de poner al niño a su lado para opinión dominante admite el carácter de acciones de estos comporta-
mientos, sobre la base de que es posible que tengan lugar en forma
consciente32 o bien de que es posible interponer la voluntad conscien-
27
Correctamente eliminado del Código Penal, al ser considerada innecesaria la es- te orientadora del comportamiento33.
pecífica regulación del antiguo art. 8.9°; cfr. Silva Castaño, Código Penal comentado,
coordinado por L. Rodríguez Ramos y J. López Barja de Quiroga, 1990, p. 46 y siguien-
tes. 507. — La circunstancia de que entre las llamadas "causas de ex-
28
Cerezo Mir, Curso de derecho penal español. Parte general, 1984,1.1, p. 355 y ss.; clusión de la acción" y las "causas de inimputabilidad" o de "exclusión
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, t. II, p. 216 y ss.; Gimbernat de la capacidad de culpabilidad" (como es preferible denominar a es-
Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, 1979, p. 38; Jiménez
de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1965, t. III, p. 709 y ss.; Jimé-
nez de Asúa, La ley y el delito, p. 219 y ss.; Quintero Olivares, Introducción al derecho pe-
30
nal. Parte general, 1981, p. 184 y ss.; Sainz Cantero, Lecciones, t. II, p. 255 y ss.; Rodrí- Kaufmann, Armin, enFestschriftfürHans Welzel, 1974, p. 394.
guez Devesa, Derecho penal español. Parte general, 5a ed., 1976, p. 478 y ss.; Rodríguez 31
Maurach, DeutschesStrafrecht,AllgemeinerTeil,4Red., 1971, p. 188.
32
Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1, p. 231 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des Stra- Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1981, nros. 148 y 150.
33
frechts, Allgemeiner Teil, p. 178 y siguientes.
29
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995,
Otter, ¿Funktionen des Handlungsbegriffs im Verbrechensaufbau?, 1973, p. previo al § 1, nros. 19 y 20; Krümpelmann, en Festschrift für Hans Welzel, p. 336 ss.;
180. Schewe, Reflexbewegung-Handlung-Vorsatz, 1972.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 253 254 ENRIQUE BACIGALUPO

tas últimas) haya sólo una diferencia de grado o de intensidad, hace mana38. Asimismo también se encuentran representantes de la teo-
suponer que la teoría de la acción está estrechamente vinculada a la ría social de la acción39. Desde otro ángulo se niega también el inte-
idea de culpabilidad y que, en verdad, representa ante todo un avan- rés de un concepto de "comportamiento en abstracto o general" y se
ce de problemas de ésta en el ámbito de lo ilícito34. propone reemplazarlo por el bien jurídico "como concepto general y
vinculante para el injusto"40.
508. — Como se ha visto, la discusión en torno a la teoría de la ac-
ción no tiene incidencia respecto de las causas que la "excluyen",
pues en cualquiera de los sistemas éstas son las mismas. Ello pone de c —La realización del tipo objetivo
manifiesto que en la resolución de casos la toma de posición respecto en los delitos de resultado lesivo
de la acción no tiene trascendencia en este aspecto concreto, es decir,
en la comprobación de si hubo o no una acción. Por lo tanto, es conve- 1 —Resultado, causalidad e imputación objetiva
niente no confundir el concepto de acción como base del sistema dog- 511.—La adecuación típica en los delitos de lesión depende de que
mático de la teoría del delito, y la comprobación de la acción típica en la realización de la acción haya producido un resultado lesivo que le
la resolución de los casos. sea objetivamente imputable. En estos delitos el juez debe compro-
bar, para dar por acreditada la realización del tipo objetivo, no sólo la
5—El concepto de acción en la dogmática española realización de la acción, sino también la producción de un resultado
de lesión y la existencia de una relación específica entre éste y aqué-
509. — En lo que concierne a la caracterización de la acción en la lla (imputación objetiva). Estos delitos están en las antípodas de los
dogmática española, reina una notoria falta de consenso teórico. En que se agotan en la sola realización de una acción (delitos de pura ac-
las consecuencias prácticas, por el contrario, existe una considerable tividad: por ejemplo, la injuria —art. 208, Cód. Penal—); los delitos
unidad, aunque no faltan voces discrepantes. de lesión presuponen el resultado de lesión de un objeto determina-
do. Este objeto se denomina objeto de la acción y puede ser una cosa
510. — Respecto del concepto de acción se sostienen puntos de vis- o una persona: es una cosa, por ejemplo, en el delito de daños (art.
ta semejantes a los de la teoría finalista de la acción, aunque, en par- 263, Cód. Penal); es una persona, en el de lesiones (art. 147, Cód. Pe-
te, con diversa fundamentación35. Por otra parte, se defiende el con- nal). En este último caso puede también consistir en la creación de
cepto causal de acción con ciertas modificaciones en lo relativo a exi- un determinado estado interno de la persona41.
gencia de voluntariedad36 o en su sentido tradicional37. Otra varia-
ción del concepto causal de acción ha sido propuesta desde la pers- 512. — El resultado en sentido estricto importa, por lo tanto, una
pectiva del control del movimiento o inmovilidad por la voluntad hu- lesión del objeto de la acción y no cualquier consecuencia vinculada a
ésta (por ejemplo, no es resultado del delito de homicidio el dolor oca-
sionado a los familiares de la víctima)42. Esta lesión del objeto de la
34
Bacigalupo, en "Cuadernos de Política Criminar, 1980, p. 150 y ss., n° 11.
35
Cfr. Jaén Vallejo, El concepto de acción en la dogmática penal, 1994; Cerezo Mir,
38
Curso de derecho penal español. Parte general, 1984,1.1, p. 336 y ss.; Mir Puig, Derecho Luzón Peña, Curso de derecho penal, 1996,1.1, p. 265 y siguientes.
penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 173, partiendo de la idea de Estado social y demo- 39
Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, 1.1,1978, p. 211y siguientes.
crático de derecho. 40
Bustos - Hormazábal, Manual de derecho penal, 4a ed., 1994, p. 239.
36
GimbematOTdeig,enGedachtnisschriftfiirArminKaufmann, 1989,p. 159ysi- 41
Blei, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 18a ed., 1983,1.1, p. 70 y siguientes.
guientes. 42
Cfr. Laurenzo, El resultado en derecho penal, 1992, que distingue acertadamen-
37
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 292 y siguientes. te resultado y disvalor de resultado.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 256 ENRIQUE BACIGALUPO
255

acción debe distinguirse de la lesión del objeto de protección, que es- comportamientos no interesan al derecho penal. La teoría de la im-
tá constituida por la lesión del bien jurídico. Todo delito (inclusive los putación objetiva procura, por el contrario, determinar el fundamen-
de pura actividad) se puede caracterizar como lesión de un bien jurí- to y el lugar donde debe llevarse a cabo una corrección de los resulta-
dico (la injuria, por ejemplo, lesiona el bien jurídico del honor), pero dos de las teorías naturalistas de la causalidad, sobre la base de prin-
no todo delito requiere la lesión de un objeto determinado. Los deli- cipios deducidos de la naturaleza de la norma y del fin de protección
tos de lesión serían, entonces, aquellos en los que la lesión del bien ju- del derecho penal.
rídico tiene lugar a través de la lesión de un objeto protegido.
2 — Las teorías de la causalidad
513. — La tipicidad de una acción respecto del tipo penal de un de-
lito de resultado requiere la comprobación de que el resultado típico 516.—En el desarrollo de la dogmática penal han sido muchas las
se encuentra en una relación tal con respecto a aquélla, que permite teorías que han intentado responder a la pregunta por la relación de
afirmar que es la concreción de la misma; que es —en otras pala- causalidad43. De ellas sólo han subsistido en la práctica dos: la teoría
bras— producto de ella. De lo dicho se deduce que en los delitos de ac- de la equivalencia de las condiciones (conditio sine qua non) y la teo-
tividad este problema no se presenta: por ejemplo, en la injuria no se ría de la causalidad adecuada. Lo que diferencia un punto de vista
requiere un resultado material y, por lo tanto, la cuestión de la rela- del otro es que, mientras la primera postura considera como relevan-
ción entre la acción y el resultado no puede presentarse. te para el derecho penal una conexión causal concebida en el sentido
de las ciencias naturales, la segunda trata de limitar los resultados
514. — Las teorías clásicas afirmaron que la relación que permite de una consideración meramente natural incluyendo puntos de vis-
considerar un resultado acaecido como producto de la acción es una ta valorativos que restringen el concepto de causalidad a la causali-
relación de causalidad, es decir, una relación de causa a efecto idén- dad jurídico-penalmente relevante.
tica a la de los sucesos de la naturaleza. Sin embargo, se distinguió
con precisión entre ser causal y ser responsable por la producción del I—La teoría de la equivalencia de condiciones
resultado: ambas categorías no se superponen. Puede afirmarse que
la causalidad establece un límite mínimo de la responsabilidad, pe- 511. — Esta teoría renuncia a la determinación de una causa del
ro no toda causalidad implica, sin más, responsabilidad. La causali- resultado y afirma que todas las condiciones de éste tienen idéntica
dad requiere una limitación: entre los comportamientos causales de y equivalente calidad causal. Causa del resultado de muerte de la
un resultado típico sólo algunos culminan en la responsabilidad pe- víctima es tanto la acción que le produjo una lesión leve como el in-
nal. La teoría de la causalidad se completa mediante correctivos de cendio del hospital en el que murió mientras se hacía curar.
naturaleza no causal, sino normativa, es decir, correctivos que se de-
ducen de la naturaleza de lo ilícito penal. Este conjunto de correcti- 518.—Partiendo de esta concepción de la causalidad se elaboró la
vos de la causalidad da lugar a la teoría de la imputación objetiva. El llamada fórmula de la teoría de la condición, cuya finalidad es la de
desarrollo de la cuestión muestra que gran parte de los problemas permitir una aplicación práctica sencilla de los principios causales
que se presentan se relacionan con el lugar sistemático en el que de- de ésta. Para ello es preciso distinguir las condiciones positivas (ac-
be practicarse la corrección de la causalidad (en el momento de la ciones en sentido estricto) de las negativas (omisiones).
adecuación al tipo objetivo, en el del dolo o en el de la culpabilidad).

515. — Desde un punto de vista puramente causal, también los 43


Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general,t. III, p.510yss.; An-
padres del homicida serían causa del resultado de muerte, pero sus tolisei, II rapporto di causalitá nel diritto pénale, 1934.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 258 ENRIQUE BACIGALUPO
257

519. — En el primer caso, cuando se trata de condiciones positi- 522. — En segundo lugar, se debe tener en cuenta que, una vez
vas, la fórmula establece que una acción es causa del resultado si, su- puesta una condición por un sujeto, puede intervenir otro u otros. Si
primida mentalmente su realización, aquél no se hubiera producido. la intervención del tercero no es intencional, será causa del resulta-
Por ejemplo: "A" dispara un arma de fuego contra "B" y éste muere; do la acción del que puso la primera condición tanto como la del que
si se suprime mentalmente (hipotéticamente) la acción de "A", "B" no puso las restantes. Por ejemplo: "A" deja un arma de fuego cargada
moriría de esa manera y en ese momento; por tanto, la acción "A" es sobre una mesa; "B" toma el arma y comienza a jugar con ella; el ar-
causa de la muerte de "B". ma se le dispara y mata a "C". Las acciones de "A" y "B" son causa del
resultado de muerte de "C" porque, suprimida mentalmente cada
520. — En el segundo supuesto, el de las llamadas condiciones ne- una de ellas en forma alternativa, la muerte de "C" no se hubiera pro-
gativas, la fórmula prescribe un procedimiento inverso de verifica- ducido. Las opiniones no son unánimes, sin embargo, cuando la in-
ción de la causalidad. Según éste, una omisión sería causa de un re- tervención del tercero es intencional. Los partidarios de la "teoría de
sultado si, supuesta mentalmente la realización de la acción omiti- la prohibición de regreso"44 estiman que, si la condición ha sido pues-
da, aquél hubiera sido evitado. Por ejemplo: "X", que es un buen na- ta en forma libre y consciente por el tercero, no deben tomarse en con-
dador y no tiene impedimento alguno para salvar a "Y", que no sabe sideración las condiciones anteriores a tal acción libre y consciente.
nadar y ha caído en la parte más profunda de la piscina, no realiza el En el ejemplo anterior, entonces, si "B" toma el arma y mata intencio-
menor intento de salvarlo, por lo que "Y" muere ahogado. Si se supo- nalmente a "C", la acción de A no debería tomarse en cuenta desde el
ne mentalmente la acción de salvamento omitida por 'X-', "Y" no hu- punto de vista causal45.
biera muerto, razón por la cual la omisión de "X" sería causal de la
muerte de'T'. 523. — La teoría de la condición o de la equivalencia de condicio-
nes tiene dificultades para separar, como irrelevantes, las contribu-
521. — La aplicación de esta fórmula requiere tomar en cuenta ciones al hecho que están muy alejadas del momento de la acción (por
ciertas advertencias. En primer lugar, es necesario no suponer he- ejemplo, el obrero que interviene en la fabricación del arma resulta-
chos no ocurridos realmente (nexos causales hipotéticos). Por ejem- ría también causa del homicidio cometido con ella). Por ese motivo,
plo: "A" y "B" dejan cada uno su bastón en el perchero de una taberna quienes parten de esta teoría restringen luego la punibilidad a los ne-
en la que desean beber algo; más tarde, "C" y "D" comienzan una a- xos "relevantes jurídicamente"^.
gria disputa, en la que "C" echa mano al bastón de "A" y golpea con és-
te a "D" causándole heridas de consideración. Una correcta aplica- 524. — La fórmula de la teoría de la condición, es decir, la fórmula
ción de la fórmula sería la siguiente: si "A" no hubiera dejado el bas- de la supresión hipotética de la acción, es en realidad engañosa. En
tón allí, "C" no hubiera podido golpear a "D" con él; por tanto, la ac- verdad, sólo es posible saber si con la supresión hipotética de la ac-
ción de "A" es causa (¡lo que no significa todavía que "A" sea respon- ción desaparecería el resultado, si se conoce ya de antemano la cau-
sable!) de la lesión sufrida por "D", en forma equivalente a la acción salidad. En otras palabras, para responder a la pregunta de si el re-
de "C". Por el contrario, sería incorrecto afirmar que "A" no sería la sultado no habría tenido lugar en caso de suprimirse mentalmente la
causa toda vez que, suprimida mentalmente su acción de dejar el
bastón, el resultado no desaparecería, ya que "C" hubiera tomado el
44
bastón de "B" y producido el mismo resultado de lesiones a "D". La in- Frank, Das Strafgesetzbuch für das Deutsche Reich, p. 16 y siguientes.
corrección de esta última aplicación de la fórmula de la teoría de la En contra de esta distinción y consecuentemente de la teoría de la prohibición de
regreso: Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 465.
condición se funda en que se supone una condición meramente hipo- 46
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 122 y ss.; Jiménez de Asúa,
tética (que "C" hubiera utilizado el bastón de "B"). Tratado de derecho penal. Parte general, 3a ed., 1965, t. III, n° 1095 y siguientes.

7 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 259 260 ENRIQUE BACIGALUPO

acción realizada es preciso saber previamente si la acción ha causa- sostenido anteriormente en la STS 693/86, del 12/5/86, en la que, a
do el resultado. Quien no sepa que el disparo de un arma de fuego propósito de los allí llamados "cursos causales no verificables", se
puede producir la muerte de una persona no puede saber tampoco si, afirmaba que la "demostración propia del derecho "es distinta de la
al suprimirse mentalmente la acción de disparar, el resultado no se científico-natural en tanto no supone una certeza matemática y una
habría producido. La fórmula de la teoría de la condición, por lo tan- verificabilidad excluyente de la posibilidad de lo contrario, sino sim-
to, no resulta apta para investigar la existencia de la causalidad. plemente la obtención de una certidumbre subjetiva". Asimismo el
Tribunal Supremo se distanció de los criterios aplicados para la de-
525. — Por esta razón, en la actualidad las preferencias se incli- terminación de la ley natural de causalidad en la STC 105/83, al se-
nan por la llamada teoría de la ley de la causalidad natural. Según ñalar que ésta no se podía fundamentar en el "común sentir de las
ella, la causalidad de una acción respecto del resultado depende de gentes", y el error de concepto que subyace en esta sentencia (y en la
que la conexión de ambos esté respaldada por la existencia de una ley STS del 29/2/83) al confundirse un problema de motivación con una
causal natural general, de la que el caso concreto sea una expresión cuestión de causalidad material47.
particular. Ambos problemas deben mantenerse estrictamente in-
dependientes uno del otro. Debe afirmarse en primer término una 528. — Resulta conveniente transcribir parcialmente el funda-
ley causal natural general (por ejemplo, que las heridas en el cuerpo mento jurídico primero de la STS del 23/4/92 en el que —como se di-
bajo ciertas condiciones producen infecciones, que a su vez pueden jo— se exponen las razones de la decisión de una manera detallada:
conducir a la muerte de la víctima) y luego que el caso que se juzga se
subsume bajo ella (por ej emplo, que la víctima haya sido herida y que c) El recurrente ha sido condenado por "un delito de imprudencia teme-
la herida haya producido la muerte). Cuando se dice "ley causal na- raria profesional del artículo 565, en relación con los artículos 407,420,
tural" quiere significarse que se ha comprobado un número estadís- 422 y 528" (fundamento jurídico 3.1 de la sentencia recurrida). Tanto el
ticamente representativo de casos en los que se repite el mismo re- homicidio como las lesiones imprudentes requieren que la acción haya
sultado y que permite, en consecuencia, suponer una relación causal producido causalmente los resultados de muerte o de lesiones. La doctri-
na y la jurisprudencia coinciden ampliamente en la actualidad en esta-
general. blecer que la relación de causalidad se debe admitir sólo si se ha compro-
bado una ley causal natural y el hecho concreto se puede subsumir bajo
526. — La cuestión referente a la existencia de esta ley causal na- esta ley causal natural. No falta en este sentido un difundido punto de
tural no es susceptible de ser apreciada "según la conciencia" del tri- vista según el cual los delitos de resultado comportan una especie de "le-
yes penales en blanco" que se deben completar con otra "ley", la ley natu-
bunal (art. 741, LECr.), sino que requiere una constatación pericial ral de causalidad. Por tanto, la comprobación de una ley natural de esta
fundada en conocimientos especializados. clase sería presupuesto de la aplicación de la ley penal.
La exigencia de la causalidad natural no se ve afectada por la teoría de la
527. — El Tribunal Supremo en su sentencia del 23/4/92 (caso del imputación objetiva a la que con frecuencia ha recurrido ía jurispruden-
"síndrome tóxico" o del envenenamiento masivo con aceite de colza cia, pues los criterios que proporciona esta teoría no reemplazan, sino
que limitan la causalidad jurídico-penalmente relevante.
desnaturalizado) ha discutido las diferentes posiciones que existen Cualquiera que sea el punto de vista que se profese sobre el significado
respecto de la significación normativa de la ley natural de causali- dogmático de la exigencia de la causalidad, lo cierto es que tanto la doc-
dad. En ella (fundamento jurídico Io) se ha establecido que "existe
una ley natural de causalidad cuando, comprobado un hecho en un
47
número muy considerable de casos similares, sea posible descartar Sobre estas cuestiones ver: Torio López, en "Anuario de Derecho Civil y Ciencias
Penales", t. XXXVI, 1989, p. 489 y ss.; de la Cuesta Aguado, Causalidad de los delitos
que el suceso haya sido producido por otras causas". Al mismo tiem- contra el medio ambiente, 1995; Gómez Benítez, Causalidad, imputación y cualifica-
po, el Tribunal Supremo tomó distancia respecto del punto de vista ción por el resultado, 1988.
262 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 261
De todos modos, quienes siguen este punto de vista no llegan a una con-
trina como la jurisprudencia en Europa se han tenido que plantear la secuencia práctica diversa. También aquí los jueces carecerían de la fa-
cuestión de las condiciones bajo las cuales los tribunales pueden tener cultad procesal de establecer cuál es el dictamen de mayor plausibilidad,
por probada la relación de causalidad. En particular, el tema adquiere pues carecerían de los conocimientos necesarios para hacerlo. La deci-
especial significación en los casos en los cuales la existencia de una ley sión judicial en una situación semejante privaría a la sentencia de acep-
causal natural no es aceptada de una manera general por los científicos. tabilidad, pues la cuestión de la causalidad habría sido decidida sin los
Dicho con palabras de uno de los autores de mayor peso en esta materia: conocimientos necesarios. En tales casos, por tanto, el Tribunal sólo po-
"¿Conduce el non liquet de las ciencias naturales a la libertad del juez pa- dría aplicar el principio in dubiopro reo.
ra afirmar o negar la existencia de una ley natural?".
Las respuestas a esta cuestión son diversas. ce) La tesis, que postula una limitación de la decisión judicial sobre los
hechos cuando existen discrepancias entre los peritos sobre la existencia
aa) Por un lado, se sostiene que la certeza subjetiva del juez no puede de una ley general de causalidad, ha sido contestada en los últimos tiem-
reemplazar el reconocimiento general del que carece una determinada pos desde distintas perspectivas, tanto teóricas como prácticas. Por un
proposición científica entre los especialistas. Por tanto, las proposiciones lado, se ha sostenido que "el apartamiento de la opinión de unos peritos y
generales de las ciencias naturales sólo pueden fundamentar una deci- la aceptación de otros depende de que el Tribunal haya tenido razones
sión cuando gozan de un reconocimiento general entre los especialistas. plausibles para no tomar en cuenta a ciertos especialistas", aunque se es-
Una distinción entre "prueba jurídico-penal" y "prueba científico-natu- tima difícil que tales razones puedan aparecer en el "ámbito nuclear de
ral" de la causalidad no sería procedente según este punto de vista. En las ciencias naturales".
consecuencia, la formación de la convicción de los jueces se debería limi- Por otra parte, se sostiene que los tipos de resultado de lesión no están
tar a la cuestión del reconocimiento de afirmaciones empírico-científicas. constituidos por proposiciones sobre la causalidad y que éstas no son re-
Desde esta perspectiva, la "causación" resulta ser un elemento típico que quisitos típicos. Lo que estos tipos penales requieren es la causalidad
integra en la norma jurídica las leyes causales, razón por la cual éstas misma en el caso concreto. De acuerdo con ello, la causalidad, como tal, es
pertenecen, en el silogismo clásico de la subsunción, a la premisa mayor, el objeto tanto de la prueba como de la convicción del Tribunal. Por tanto,
bajo la cual se debe subsumir, elemento por elemento, el hecho concreto, los jueces podrán admitir determinadas proposiciones sobre la causali-
es decir, la premisa menor. De allí se deduce que la existencia de la ley dad en la medida en que su convicción sobre las mismas se mantenga
causal natural debe ser "objetivamente segura", dado que de lo contrario dentro de los límites que se han establecido para la formación de la con-
nada se podría subsumir bajo la misma. Consecuentemente, en este con- vicción en conciencia. Cuando en el proceso no se ha podido alcanzar por
texto non liquet significa que no existe una ley causal reconocida bajo la los peritos un consenso, pero no obstante ello el Tribunal tiene la convic-
que se pueda practicar la subsunción. En opinión de quienes defienden ción de la existencia de la causalidad, es indudable, se afirma, que no se
este criterio, de todos modos, son aplicables las "leyes causales incomple- puede suponer una vulneración del principio in dubiopro reo, pues éste
tas", entendiendo por tales aquellas en las que está experimentalmente sólo exige que el juez no haya tenido dudas. Consecuentemente, si el Tri-
demostrado que un determinado factor produce una determinada conse- bunal no tiene dudas será libre de aceptar la causalidad, sobre la que los
cuencia bajo ciertas circunstancias, pero éstas no son conocidas en su to- peritos no han logrado aunar sus opiniones, en la medida en que ello no
talidad. Sin embargo, se postula que la estadística no constituye una implique apartarse de conocimientos científicos o principios generales
prueba suficiente de una ley causal abstracta. En todo caso, el resultado de la experiencia. Naturalmente que si no existe una tesis reconocida co-
último de estas consideraciones, "la ley natural temporal, se sustrae a la mo válida por los especialistas será indudable que el juez que admita la
formación de la convicción judicial". causalidad en el caso concreto no habrá ignorado conocimientos científi-
cos reconocidos ni principios generales de la experiencia. La aceptación
bb) La cuestión de la diversidad de opiniones entre los especialistas ha si- de la causalidad dependerá, en realidad, de la mayor o menor capacidad
do analizada también desde otro punto de vista que rechaza la explica- explicativa que tengan las diferentes propuestas de los especialistas, es
ción normológica que se acaba de exponer. En este sentido se afirma, en decir, de estándares que pueden diferir en las ciencias naturales y en el
primer lugar, que si las leyes naturales de causalidad fueran elementos proceso penal, aun cuando, de todos modos, no se considera adecuada
del tipo penal, no se podría explicar por qué razón los jueces deberían re- una distinción entre "prueba científico-natural" y "conocimiento de las
mitirse a la opinión de peritos, dado que —como elementos de una forma ciencias del espíritu". Cuando —se concluye— la diferencia de opiniones
jurídica— se trataría de componentes normativos sometidos al principio entre el Tribunal y los peritos no tiene fundamentos empíricos, sino que
iuranovit curia.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 263 264 ENRIQUE BACIGALUPO

radica en la utilización de distintos criterios respecto de lo adecuado de co-naturales, el fundamento último de esa causalidad". Sin embargo, se
un tipo de explicación, el juez que admite una determinada explicación ha exigido que, en el caso en el que no se pueda determinar de esta mane-
causal según sus criterios no decide sobre cuestiones para las que carece ra, o sea, de acuerdo con métodos y conocimientos científico-naturales, el
de conocimientos específicos. desarrollo del mecanismo causal, los tribunales "tendrán que haber po-
dido excluir toda otra causa del daño que entre en consideración median-
dd) En términos generales, un estudio comparado de la jurisprudencia te una ponderación de la prueba jurídicamente inobjetable".
europea permite afirmar que los tribunales han seguido criterios simila- Desde esta perspectiva "el nexo causal entre la composición de un produc-
res a los expuestos en el último párrafo. to y el daño a la salud de sus consumidores se debe considerar comproba-
Prácticamente en todos los casos conocidos de caracteres similares al que do de manera jurídicamente inobjetable, aunque quede abierta la cues-
aquí se debe resolver los tribunales se han encontrado con el problema de tión de cuál es la sustancia que ha desencadenado los daños, siempre y
las dificultades de determinación de los mecanismos causales y de la sus- cuando quepa excluir otras causas de éstos que entren en consideración".
tancia que en concreto produjo el resultado típico.
En este sentido se percibe, en los aproximadamente veinte años que han ee) La jurisprudencia de esta Sala ha hecho referencia también a la cues-
transcurrido desde la aparición de esta problemática, un cierto acerca- tión de la prueba de los llamados "cursos causales no verificables" (no
miento entre los puntos de vista defendidos en la teoría y los sostenidos susceptibles de demostración científico-natural) en la STS del 12 de ma-
por los tribunales. Inicialmente la jurisprudencia distinguió radical- yo de 1986 (n° 693/86). En este pronunciamiento la Sala ha sostenido que
mente entre la prueba "en sentido jurídico" y la llamada prueba en el sen- "la demostración propia del derecho" es "distinta de la científico-natural
tido de las ciencias naturales, que presupone un conocimiento de certeza en tanto no supone una certeza matemática y una verificabilidad exelu-
matemática, excluyente de toda posibilidad contraria, es decir, un cono- yente de la posibilidad de lo contrario, sino simplemente la obtención de
cimiento absolutamente seguro. La única prueba decisiva en materia ju- una certidumbre subjetiva". Pero precisando este punto de vista sostuvo
rídico-penal —se dijo— se tendrá por acreditada cuando el Tribunal, se- la Sala que "en todo caso se requiere una actividad probatoria que con-
gún el contenido del juicio oral, tenga completa convicción respecto de duzca racionalmente a dar por ciertos unos hechos determinados (...) que
ella. De acuerdo con este criterio se entendió que la prueba de la causali- no sean simples sospechas o datos de los que no se desprenda otra cosa
dad en el proceso penal se rige por los principios del conocimiento propio que vicios o apariencias más o menos acusadoras de que una persona ha
de las ciencias del espíritu, razón por la cual se apoya "en el peso del jui- cometido un delito". Por tanto, habrá que admitir la prueba cuando se ha-
cio sobre el contexto general del suceso obtenido ponderando los elemen- ya logrado "la obtención de la nota de probabilidad propia de las ciencias
tos fundamentales" (confr. Landgericht Aachen —Tribunal de Aquis- del espíritu, con deducción que se muestre (...) como la racional y las rela-
grán—, auto de 18 de diciembre de 1970, "caso Contergan"). ciones de causalidad de estructuras sencillas y cotidianas respecto de las
Sobre estas bases, el Tribunal de Aquisgrán concluyó que "para la prue- que existe un importante material empírico conocido por la generalidad
ba de la causalidad carece de influencia que el mecanismo causal de la de las personas (por ejemplo, relación de causalidad entre el hematoma
thalidomida (...) en particular no sea conocido". producido y la acción de golpear a otro con los puños), constituyen una
La diferenciación de una prueba científico-natural y una prueba jurídi- materia que los tribunales pueden apreciar sobre la base de los principios
co-penal, sin embargo, chocó con un rechazo generalizado de parte de la de la experiencia, según las reglas habituales en materia de prueba". Tal
doctrina. En la actualidad esta fundamentación no resulta apoyada por ha sido el caso en la STS del 12 de mayo de 1986, en la que la relación de
el consenso científico, pero ello no ha significado la puesta en duda de la causalidad se refiere al nexo existente entre la acción de prender fuego a
tesis fundamental en referencia a lo innecesario de aclarar el mecanismo pocos metros de un bosque y el incendio provocado en el mismo.
causal preciso. En este sentido, el Tribunal Supremo alemán (BGH) ha Distinta es la cuestión en la STS del 29/2/83 y en la STC105/83. En ellas
sostenido en una reciente sentencia de 6 de julio de 1990, confirmatoria se trata, en verdad, de un problema ajeno a la causalidad natural, pues se
en este aspecto de una decisión del Landgericht Mainz —Tribunal de discute la relación existente entre las publicaciones de un periodista y las
Maguncia— (caso "Erdal" o "Lederspray"), que "si se ha comprobado de motivaciones que la conducta de éste pudo haber generado en sus lecto-
una manera jurídicamente inobjetable que la composición del contenido res. Es evidente que este último supuesto no puede ser considerado den-
de un producto —aunque no sea posible una mayor aclaración— es cau- tro de la problemática de la relación de causalidad, pues ésta se refiere a
sante de los daños, no será requisito para la prueba de la causalidad que las relaciones que explican los fenómenos del mundofísico,propias de los
además se compruebe por qué dicho producto pudo ser causal de los da- objetos, pero en modo alguno, a los efectos motivadores de las conductas
ños, es decir, cuál ha sido, según un análisis y los conocimientos científi- de unas personas sobre otras que obran libremente. Sólo dándole a la
266 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 265

tas de un determinado ámbito científico, será preciso admitir que, al me-


causalidad una extensión extraordinariamente amplia es posible hablar
nos respecto de la cuestión normativa implícita en la ley natural de cau-
en tales circunstancias de un nexo causal natural (cfr. STS del 30/9/91,
salidad, no es posible excluir la tarea interpretativa de los tribunales co-
rec. n° 6154/88). Tal amplitud, sin embargo, no resulta plausible, pues
mo una auténtica cuestión de derecho, dado que este aspecto normativo
importa una generalización de fenómenos y situaciones que no parece
admite muy diversas determinaciones en las ciencias naturales.
adecuado tratar con idénticos criterios. Por ello, en estos casos es preferi-
En la doctrina este punto de vista ha sido, sin embargo, cuestionado afir-
ble hacer referencia a relaciones de motivación (cfr. STS del 30/9/91, rec.
mando que de la conexión de la ley causal con la norma jurídica surge que
n° 1645/89). Consecuentemente, dada la diferencia esencial entre las
ésta se sustrae a una disponibilidad según la convicción subjetiva, dado
cuestiones tratadas en la STC105/83 y en la STS del 29/1/83 y las que se
que "su existencia tiene que ser objetivamente cierta, pues de lo contra-
plantean en el marco de la causalidad, resulta claro que los principios que
rio nada se podría subsumir bajo ella". Pero, en realidad, no se trata de
éstas establecen respecto de la prueba no se deben extender a los supues-
una cuestión de pura convicción en conciencia, sino de una tarea herme-
tos de la causalidad en sentido estricto.
néutica en la que se debe establecer fundadamente qué exigencias debe
El problema, de todos modos, adquiere otra dimensión cuando el tribunal cumplir una conexión para ser considerada causal. Por otra parte, este
debe resolver la prueba de nexos causales complicados, respecto de los criterio presupone que el concepto de la ley causal natural, como tal, es
que, en principio, son insuficientes los conocimientos empíricos genera- único, cognoscible y cierto. Por el contrario, la realidad de las ciencias na-
les y se requieren conocimientos especiales que el tribunal no puede ad- turales demuestra que ello no es así. Más aún: en la medida en que el ele-
quirir por sí mismo. En casos de estas características se requerirá la ayu- mento genético del antecedente causal no se puede percibir sensorial-
da de peritos en la materia. Pero no es difícil que en tales casos las opinio- mente, empíricamente sólo es posible establecer correlaciones de suce-
nes de los científicos difieran considerablemente, sobre todo porque no sos. Si esta conexión es o no causal depende de las condiciones que se es-
existe un consenso científico total sobre el concepto de ley causal natural tablezcan como presupuesto de tal afirmación. Por tanto, "explicar un su-
ni sobre las condiciones de su formulación. En las ciencias naturales se ceso como causal significa deducir de leyes y condiciones marginales
puede comprobar la existencia de opiniones muy diversas que llegan in- (causas) una proposición" en la que esto se exprese, pero ello presupone
cluso a afirmar que no es en modo alguno claro, dentro de su propio ám- establecer cuándo una correlación permite creer en una "ley" de causali-
bito, cómo se decide cuándo se está ante una ley natural y cuándo no. Por dad. Esta situación posibilita, inclusive, que se formulen con indudable
tanto, sin un concepto de "ley natural" y de "ley general de causalidad" no seriedad científica tesis según las cuales "la causalidad es algo inaccesi-
será posible resolver el problema planteado. Este concepto de ley natural ble al conocimiento humano" o que afirman que "la idea de causalidad es-
de causalidad abstracta debe completar el tipo penal de los delitos de re- tricta se debe abandonar y las leyes de la probabilidad deben pasar a to-
sultado, pues bajo dicho concepto abstracto de ley causal natural se debe- mar el lugar que alguna vez ocupó la causalidad". En los nexos causales
rá subsumir la ley causal concreta postulada por los científicos, y a través de cierta complejidad siempre existe la posibilidad de aumentar las exi-
de ésta, la causalidad del caso concreto. De todo lo anterior, es posible de- gencias de los presupuestos de formulación de una ley causal natural
ducir que en el marco de las ciencias naturales la cuestión de cuáles son hasta límites que prácticamente hagan imposible superar el non liquet.
los mínimos requeridos para que una sucesión temporal y reiterada de En este contexto se debe considerar que existe una ley causal natural
hechos similares pueda ser considerada como una ley causal natural es cuando, comprobado un hecho en un número muy considerable de casos
una cuestión normativa sobre la que no existe unanimidad. La determi- similares, sea posible descartar que el suceso haya sido producido por o-
nación del concepto de ley natural que integra el tipo penal, en conse- tras causas. Tales condiciones son suficientes para garantizar una deci-
cuencia, requiere una operación hermenéutica. sión racional del caso desde el punto de vista del derecho penal.
La existencia de una ley causal natural en general, es decir, las condicio- Por el contrario, resultan criterios claramente insuficientes el "común
nes que se deben dar para su formulación aceptable, depende de las exi- sentir" de las gentes (STC 105/83) o la simple "posibilidad científico na-
gencias bajo las que sea posible excluir una atribución arbitraria del re- tural del nexo causal" postulada aisladamente en la doctrina. Es induda-
sultado de la acción del autor. ble que los sentimientos, por generales que sean, no constituyen una
A estos efectos se debe distinguir entre la cientificidad natural de los da- fuente de racionalidad aceptable, así como que la "posibilidad científico-
tos y la cuestión normativa de las condiciones bajo las cuales es posible natural" es un concepto que nada puede aportar a la solución del proble-
admitir que la ley causal ha sido correctamente formulada. Si se admite ma planteado, dado que no explica cuáles son las condiciones de la posi-
que los tipos penales de los delitos de resultado constituyen una especie bilidad, ni qué se debe entender por "posibilidad científico-natural".
de "ley en blanco" que se debe completar con la opinión de los especialis-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 267 268 ENRIQUE BACIGALUPO

Tampoco la reproducción experimental del fenómeno es decisiva cuando


e) En el caso que ahora se juzga la afirmación de la relación causal por existen comprobaciones cuya fuerza de convicción no puede ser conmovi-
parte de la Audiencia satisface aquellos requisitos, pues permite descar- da por la sospecha de otras causas posibles del resultado. Por otra parte,
tar que los resultados típicos hayan sido producidos por otras causas di- en este caso no sólo se ha verificado la producción de numerosos sucesos
versas de la acción del recurrente. similares con resultados básicamente semejantes. Se ha podido compro-
aa) La Audiencia ha podido comprobar mediante la prueba pericial un bar, además, que la interrupción del envío del aceite al mercado ha coin-
número importante de casos de caracteres similares: 330 muertos y más cidido con la desaparición de casos de síndrome tóxico. El valor experi-
de 15.000 afectados en los que ha sido posible constatar la similitud de mental del crecido número de casos ocurridos y la significativa coinciden-
síntomas y la ingestión del aceite. La Audiencia ha entendido (cfr. funda- cia de la supresión real del aceite de consumo con la no reproducción de
mentos jurídicos 2.3.1) que estos hechos han quedado acreditados en el los síntomas y las lesiones en nuevos casos, por tanto, refuerza de una
proceso por las declaraciones testificales. La objeción del recurrente res- manera esencial la exclusión de toda sospecha respecto de otras posibles
pecto de esta prueba no puede prosperar en el marco de la casación, toda causas.
vez que su valoración se apoya en la percepción directa de los testimonios La tesis defendida por el recurrente, al exigir el descubrimiento de la
que sólo permite la inmediación. En numerosos precedentes esta Sala ha "molécula de significación toxicológica" y la reproducción experimental
establecido que no puede juzgar la credibilidad de la prueba testifical que del fenómeno, se basa en exigencias propias de especialidades científicas
no ha visto con sus ojos ni oído con sus oídos y sobre la que sólo existen cuyo principal interés es la reproducción de los fenómenos, con miras a su
constancias en las actas del proceso. utilización práctica, y no simplemente la causalidad. Si lo que un cientí-
fico natural persigue como interés fundamental de su investigación es la
bb) Esta comprobación, por otra parte, ha sido obtenida mediante prue- reproducción del fenómeno, pues ello es condición esencial de la utiliza-
ba pericial que, en lo referente a la correlación existente entre el antece- ción práctica del conocimiento expresado en la "ley natural de causali-
dente de la ingestión y las consecuencias de la muerte o las lesiones, no dad", es indudable que sólo encontrará una explicación satisfactoria con
ha sido puesta en duda. En todo caso, los peritos que han negado la rela- el conocimiento detallado del mecanismo causal. Ello demuestra que, en
ción de causalidad no han cuestionado, en general, la correlación misma. realidad, ninguna de las dos exigencias son esenciales para una demos-
Pero, además, si se prescinde de alguna hipótesis aislada que el recu- tración de la causalidad (requerida por una aplicación no arbitraria de la
rrente no defiende como alternativa cierta, no han podido proponer nin- ley penal) entre la acción de introducir en el consumo un determinado
guna causa alternativa que explique razonablemente el suceso. Por el producto y el resultado que su ingestión ha tenido para las personas.
contrario, en verdad, la discusión gira en torno a las condiciones de la ley Naturalmente, si fuera posible la identificación de la molécula y la repro-
de causalidad natural abstracta, que algunos peritos conciben de una ducción experimental del fenómeno tendríamos una prueba última del
manera extremadamente rigurosa y sobre la base de exigencias que qui- mecanismo causal. Pero ni siquiera en todas las concepciones existentes
zá difícilmente cumplirían la mayoría de las leyes causales aceptadas. en las ciencias naturales sobre las condiciones conceptuales de las leyes
El cuestionamiento del recurrente, por el contrario, considera que dicha naturales la existencia de éstas depende de la posibilidad de su utiliza-
correlación es insuficiente para demostrar la existencia de una ley cau- ción como fundamento de la predicción del resultado de los experimen-
sal natural, dado que no se ha podido demostrar la existencia de ninguna tos. Tal utilización de los conocimientos en la predicción de sucesos futu-
"molécula con significación toxicológica" y los resultados de las experi- ros, probablemente, no sea la única posibilidad de alcanzar una "explica-
mentaciones realizadas han sido negativos. Ambas exigencias son, en ción satisfactoria" de la realidad empírica. Por lo pronto, como es sabido,
realidad, sólo dos maneras diferentes de expresar la misma idea, según en la epistemología de estas ciencias es por lo menos discutible que la
la cual no existe causalidad mientras no se conozca el mecanismo causal. simple repetición de la percepción de un fenómeno pueda ser el único fun-
Pero ninguna de estas objeciones es decisiva. Para la determinación de damento de la formulación de una ley natural de causalidad. Así lo reco-
una ley causal natural, al menos en el sentido del derecho penal (es decir, noce el propio recurrente cuando afirma que las asociaciones de fenóme-
en la premisa mayor del silogismo), no es necesario —como se dijo— que nos comprobados no tienen suficiente fuerza de convicción. Los criterios
se haya podido conocer el mecanismo preciso de la producción del resul- de los que se deriva esta fuerza de convicción, como es claro, no se
tado (en este caso la toxina que ha producido los resultados típicos) en "leen"en la repetición percibida de los fenómenos. Por ello, indudable-
tanto se haya comprobado una correlación o asociación de los sucesos re- mente, se ha podido afirmar en la ciencia del derecho penal que la exigen-
levantes y sea posible descartar otras causas que hayan podido producir cia de fundamentar la legalidad causal de la sucesión de los fenómenos
el mismo.
270 ENRIQUE BACIGALUPO
DEKECHO PENAL. PARTE GENERAL 269

"en los hechos" requiere "que éstos no sólo se den como adecuados a la per- sangre de efecto letal, este resultado no podría considerarse, según
cepción, sino como adecuados a la experiencia". la teoría de la causalidad adecuada, como causado por aquélla. La
La sola repetición experimental, por otra parte, no puede proporcionar teoría de la equivalencia de las condiciones admitiría la relación cau-
todos los casos posibles en el tiempo y, fundamentalmente, sólo puede sal inclusive en el caso del hemofílico que acabamos de considerar.
proporcionar una "repetición aproximativa" o "más o menos similar", co- Con el criterio de que sólo son causas las que habitualmente produ-
mo han hecho notar autores de gran significación en la materia. La pre-
tensión del recurrente, por tanto, de hacer depender la existencia de una
cen el resultado según la experiencia general, la acción de dar la bo-
ley natural de causalidad del resultado de experimentos basados en la re- fetada sólo es causa de lesiones, pero no del resultado de muerte.
petición, en circunstancias diversas de las de los casos que dieron lugar a
este proceso, no aparece como una exigencia adecuada para conmover la 531. — La teoría de la causalidad adecuada es criticable primera-
fuerza explicativa de las correlaciones comprobadas y la ausencia de o- mente porque, para juzgar sobre la adecuación de la causa, parte del
tras causas que hayan producido el resultado. conocimiento general. Por lo tanto, cuando el conocimiento del suje-
to concreto es más amplio que el conocimiento general (por ejemplo,
529. — En la doctrina se hanexpresado algunas reservas respec- un químico que ha descubierto propiedades de una sustancia que no
to de la STS del 23/4/92, aunque sin ver "inconvenientes en aceptar son generalmente conocidas) debería negarse la causalidad.
esta tesis" para la determinación de la causalidad 48 . Las reservas se
refieren en realidad más que a la causalidad y su determinación, a la 532. — Sin embargo, la teoría de la causalidad adecuada puede
atribución de responsabilidad por el resultado realizada en la sen- responder a esta crítica admitiendo la relevancia del conocimiento ex
tencia. Las razones expuestas para esta crítica, de todos modos, no ante de la situación por parte del autor. Tal es el caso cuando se toma
son claras, pero, en todo caso, parece que se refieren al problema de en cuenta la posesión por el sujeto de la acción de conocimientos es-
la aplicación del art. 348 del Cód. Penal de 1973 y que carecen de ge- peciales sobre una cierta materia, que no pertenecen a la generali-
neralidad. dad. Por ejemplo: una bofetada sería causalmente adecuada para
producir la muerte si el autor supiera que el agredido es hemofílico.
II—La teoría de la causalidad adecuada
533. — Pero, de todos modos, la teoría de la adecuación no puede
530. — El intento más difundido de neutralizar la amplitud de los superar otras críticas que son suficientes para invalidarla. Ante to-
resultados a que conduce la aplicación estricta de la teoría de la con- do, a partir de su premisa básica, según la cual la condición de causa
ditio sine qua non es la teoría de la causalidad adecuada. Para ella no depende de nuestra experiencia, de la experiencia general, no es po-
toda condición es causa, en el sentido del derecho penal, sino sola- sible eliminar los nexos causales no adecuados, dado que según di-
mente aquellas que, de acuerdo con la experiencia general, habitual - cha experiencia general los resultados son también producidos por
mente producen el resultado. Por ejemplo: una dosis de arsénico es nexos causales inadecuados: se sabe que bajo ciertas circunstancias
causa del resultado de muerte porque, habitualmente y según la ex- también una bofetada o un grito pueden producir la muerte de otro.
periencia general, tal dosis de arsénico causa la muerte. Por el con- En consecuencia, la teoría de la causalidad adecuada no debería con-
trario, una bofetada no es adecuada para producir el resultado de ducir a soluciones más limitadas que la teoría de la condición.
muerte; si como consecuencia de ella se deriva la muerte de la vícti-
ma porque ésta es hemofílica y la bofetada produjo una pérdida de
III—La teoría de la relevancia típica
534.—La corrección de la causalidad natural para adaptarla a las
48
Así, Muñoz Conde, en Hassemer - Muñoz Conde, La responsabilidad por el pro- necesidades del derecho penal fue intentada por la llamada teoría de
ducto en derecho penal, 1995, p. 93 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 272 ENRIQUE BACIGALUPO
271

la relevancia. De acuerdo con ella, una vez comprobada la causalidad 537. — Ambos juicios son deducidos de la función del derecho pe-
natural es preciso verificar la relevancia típica de dicho nexo causal nal. Este sólo tiene por objeto acciones que crean para el bien jurídi-
a partir de "una correcta interpretación del tipo penal"49. "Sólo cuan- co un riesgo mayor que el autorizado y la producción de un resultado
do la causalidad y la relevancia están comprobadas, es decir, cuando que se hubiera podido evitar. De ello se pueden deducir criterios que
consta la tipicidad de la acción, puede plantearse la cuestión de la permiten eliminar, ya en el nivel de la tipicidad, comportamientos
culpabilidad por el resultado"50. que son irrelevantes para el derecho penal.

535.—Esta teoría es correcta en su punto de partida, en tanto pro- 538. — Como es claro, no toda creación de un riesgo del resultado
pone reemplazar la causalidad por la imputación objetiva a los efec- puede ser objeto de una prohibición del derecho penal, pues ello sig-
tos de verificar la tipicidad en los delitos de resultado, es decir, en nificaría una limitación intolerable de la libertad de acción51. Por
tanto propone decidir la vinculación entre la acción y el resultado so- ello existen riesgos permitidos, que excluyen la tipicidad de la con-
bre la base de criterios de imputación que se derivan del concepto de ducta que los crea, aunque de ellos se pueda derivar un resultado tí-
ilícito (injusto) penal. El desarrollo de estos criterios, sin embargo, es pico. Por ejemplo: el que conduce un coche dentro de los límites de ve-
de muy reciente elaboración y da lugar a la teoría de la imputación locidad y con respeto de las demás reglas del tráfico crea un peligro,
objetiva. pero permitido. Si como consecuencia de ello, porque un peatón ines-
peradamente se cruza por un lugar no autorizado, éste resulta con le-
siones (resultado del delito del art. 147, Cód. Penal), no habrá dudas
3 — La imputación objetiva de que se ha causado el resultado, pues si el conductor no hubiera cir-
536. — Esta teoría, que tiende a imponerse ampliamente en la ac- culado por ese lugar, no se habría producido el mismo, pero ese resul-
tualidad, reconoce sus orígenes —como acaba de verse— en la teoría tado no será objetivamente imputable. La suposición de que el ries-
de la relevancia. Su punto de partida es el reemplazo de la relación de go permitido sólo podría operar como una causa de justificación, im-
causalidad, como único fundamento de la relación entre la acción y el plícita en la tesis de quienes piensan que el riesgo permitido no exclu-
resultado, por otra relación elaborada sobre la base de consideracio- ye la imputación objetiva52, implica una extensión del tipo penal de
nes jurídicas y no naturales. En este marco la verificación de la cau- una manera intolerable para la libertad.
salidad natural será un límite mínimo, pero no suficiente para la
atribución del resultado. 539. — Lo mismo ocurre con la realización del riesgo en el resulta-
Por lo tanto: comprobada ya la causalidad natural, la imputación do producido, que no se debe confundir con el nexo causal, pues se
del resultado requiere además verificar: trata de una exigencia adicional a la causalidad, de acuerdo con la
cual "en el resultado se debe actualizar aquel riesgo que es la razón
1. Si la acción del autor ha creado un peligro jurídicamente desa- de la prohibición de la conducta"53.
probado para la producción del resultado;
2. Si el resultado producido por dicha acción es la realización del
mismo peligro —jurídicamente desaprobado— creado por la
acción. Frisch, Tatbestandsmafiiges Verhalten und Zurechnung des Erfolgs, 1988, p. 72
y siguientes.
52
Así, Luzón Peña, Curso de derecho penal, 1996,1.1, p. 382.
53
Frisch, Tatbestandsmáfiiges Verhalten und Zurechnung des Erfolgs, 1988, p.
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 124. 55; en igual sentido: Coreoy Bidasolo, El delito imprudente, 1989, p. 379 y ss.; Martínez
Mezger,Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 126. Escamilla, La imputación objetiva del resultado, 1992, p. 165 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 274 ENRIQUE BACIGALUPO
273

540. — Los principios de la imputación objetiva surgen —como se del orden social. La instalación de un reactor atómico conlleva serios
dijo— en primer lugar del fin del derecho penal, de garantizar espec- riesgos, pero en modo alguno puede ser considerada una acción típi-
ia tivas normativas. De aquí se deduce que las conductas socialmen- ca, dado que la sociedad (a pesar de todas las polémicas al respecto)
te adecuadas, es decir, que se desarrollan dentro del orden social, no las considera necesarias para su desarrollo55.
pueden ser alcanzadas por el tipo penal o, con otras palabras, nunca
serán típicas. Delfindel derecho penal se deducen especialmente los 543.—El riesgo permitido puede ser una consecuencia de las ven-
criterios del riesgo permitido, el principio de confianza, la prohibi- tajas que de todos modos produce, aunque no necesariamente. Una
ción de regreso y la comisión en posición de garante. La otra fuente de gran parte de los riesgos actualmente permitidos sólo tienen una le-
los principios de la imputación objetiva concierne a la realización del gitimación tradicional, dado que no es posible asignarles un carácter
riesgo creado por la acción en el resultado producido y proviene de la realmente positivo para el desarrollo social (por ejemplo, ciertas fies-
estructura de los tipos de resultado, que requieren que sólo el resul- tas populares que importan considerables riesgos para la vida de las
tado que sea la concreción del peligro creado por la acción dé lugar a personas o para los bienes, como incendios, etcétera).
la consumación del delito54.
544. — En ocasiones el riesgo permitido está normativamente re-
541. — En todo caso es necesario subrayar que la secuencia de la gulado (por ejemplo, las reglas legales sobre circulación de vehículos
comprobación de la imputación objetiva requiere que en primer lu- de motor; las referidas a la seguridad en el trabajo, etcétera). Las re-
gar se establezca una relación de causalidad entre un resultado típi- glas contenidas en estos reglamentos son, de todos modos, criterios
co (por ejemplo, interrupción del estado de embarazo, en el delito de orientadores para la ponderación de los límites del riesgo autorizado.
aborto del art. 144, Cód. Penal) y una determinada acción. A conti- En todo caso, la determinación del riesgo permitido, cuando no
nuación se debe verificar 1 °) si esta acción en el momento de su ejecu- existe una autorización reglamentaria expresa, proviene de una
ción constituía un peligro jurídicamente desaprobado (si era social - ponderación de bienes^, es decir de un juicio por el cual "no sólo es
mente inadecuada) y 2o) si ese peligro es el que se ha realizado en el calculable la magnitud del riesgo, sino también la utilidad o daño co-
resultado típico producido. mo ventaja o pérdida según criterios jurídicamente vinculantes"57.

545. — Dentro de la problemática del riesgo permitido se deben


I—El riesgo permitido
tratar también los casos de disminución del riesgo58, en los que el au-
542. — La imputación objetiva se excluye cuando la acción que tor obra causalmente respecto de un resultado realmente ocurrido,
causalmente ha producido el resultado no supera los límites del ries- pero evitando a la vez la producción de un resultado mayor. Por ejem-
go permitido. Ello significa que tales acciones no son típicas. Riesgos plo: "A" desvía un vagón que, de seguir su trayectoria, podría matar
que una sociedad tolera porque los considera necesarios para su de- a varios trabajadores; como consecuencia del desvío el vagón se es-
sarrollo social no pueden ser alcanzados por la tipicidad, que implica
un primer elemento que caracteriza una perturbación intolerable
55
Sobre las relaciones de riesgo permitido y la adecuación social, ver Cancio Me-
liá, Los orígenes de la teoría de la adecuación social, 1995, p. 415 y siguientes.
56
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/35; Martínez Escamilla,
54
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/4, b; Reyes, Imputación La imputación objetiva del resultado, 1992, p. 128 y ss.; Paredes Castañón,£Z riesgoper-
objetiva, 1994, p. 50y ss.; López Díaz, Introducción a la imputación objetiva, 1996; Mon- mitido en el derecho penal, 1995, p. 415 y siguientes.
57
tealegre Lynett, La culpa en la actividad médica (Imputación objetivay deber de cuida- Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/35.
58
do), 1988. Otro punto de vista: Reyes, Imputación objetiva, 1994, p. 370 y siguientes.

18 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


276 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 275

27—El principio de confianza


trella contra varios coches a los que produce considerables daños. En
este caso el resultado de daño no es imputable al que ha creado un 549. — De acuerdo con este principio no se imputarán objetiva-
riesgo menor que el originariamente amenazante. mente los resultados producidos por quien ha obrado confiando en
que otros se mantendrán dentro de los límites del peligro permitido.
546.—La cuestión de la exclusión de la imputación objetiva en los Por ejemplo: "A" atraviesa un cruce con el semáforo en verde, sin to-
casos de disminución del riesgo es problemática. Fundamentalmen- mar medidas de precaución para el caso en que alguno de los que cir-
te se hace referencia en este contexto a los casos en los que el autor culan en la otra dirección de cruce no respete el semáforo rojo que le
conscientemente no ha reducido el riesgo todo lo que para él era posi- cierra el paso, produciéndole la muerte en la colisión; este resultado
ble (Por ejemplo: "X" tiene la posibilidad de evitar que <fY" sufra algu- no se imputa objetivamente por efecto del principio de confianza61.
na lesión, pero, dada la poca simpatía que le tiene, reduce el riesgo só-
lo en parte para que, de todos modos, el resultado se produzca aunque 550. — La suposición de que el principio de confianza sólo opera-
resulte con una lesión más leve). En tales supuestos el autor ha omi- ría en los delitos imprudentes62, limitando el deber de cuidado, es
tido optimizar sus posibilidades de protección59. Es preciso hacer al- producto de la concepción del tipo penal ya criticada más arriba, que
gunas distinciones. La imputación del resultado precisamente por se satisface a los efectos de la tipicidad en los delitos de resultado con
esta omisión, cuando el autor no es garante, de la protección del bien la sola causalidad de éste. A la crítica formulada se debe agregar aho-
jurídico, no parece la solución más adecuada, pues no existe un fun- ra que la moderna teoría del tipo penal reconoce que también en el
damento para exigir tal optimización. Si el autor, por el contrario, es delito doloso se dan los elementos del delito culposo, en tanto se re-
garante, la solución sería diversa, dado que el deber de garantía se quiere una acción que realice un peligro jurídicamente desaprobado.
extiende a todos los daños que puede sufrir el bien protegido o que Gráficamente lo dicen inclusive quienes cuestionan la teoría de la
pueda causar la fuente de peligros que asegura. Por lo demás, en los imputación objetiva de manera radical: "no hay dolo sin culpa"63, es
casos en los que se imputara el resultado, de todos modos, debería decir, sin infracción de un deber de cuidado o, lo que es lo mismo, no
operar el consentimiento presunto. hay dolo sin la producción de un riesgo desaprobado.

547.—El juicio sobre el carácter permitido del riesgo se debe prac- 551. — El principio de confianza es necesario "cuando el que con-
ticar ex-ante, es decir, en el momento en el que el autor emprende la fía debe responder por un desarrollo causal aunque otro sea el que
acción riesgosa. Este juicio será objetivo y, por lo tanto, no depende mediante un conocimiento incorrecto lo ha dirigido al resultado da-
del juicio del autor. ñoso"64.

548. — Quienes piensan que estos casos se deberían resolver en el III—Laprohibición de regresoy la posición de garante
nivel de justificación60 se ven obligados a extender, como se dijo, el 552. — La prohibición de regreso es un criterio para limitar la im-
ámbito de la tipicidad hasta extremos, formalmente posibles, pero putación de un resultado a ciertos comportamientos que pueden ha-
materialmente incompatibles con el derecho a la libertad.

61
Martínez Escamilla, La imputación objetiva del resultado, 1992,p. 333yss.,con
reservas; Corcoy Bidasolo, El delito imprudente, 1989, p. 327 y siguientes.
62
59
Cfr. sobre estas cuestiones Kaufmann, Armin, Festschriftfür Jescheck, 1985, p. Martínez Escamilla, La imputación objetiva del resultado, 1992, p. 333.
63
251 y siguientes. Marinucci, en Studi in memoria di Pietro Nuvolone, 1.1,1991, ps. 331 y ss. y 360.
64
60
Luzón Peña, Curso de derecho penal, 1996,1.1, p. 382. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/52.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 278 ENRIQUE BACIGALUPO
277

ber resultado causales, pero que están fuera del interés del derecho con las correspondientes licencias, un muro dentro de su
penal. Inicialmente se sostuvo que "no son causas las condiciones propiedad, que amparaba del sol a ciertas mercancías de su
previas de una condición"65. En su versión moderna la teoría de la vecino "B"; el daño (resultado del delito del art. 263 del Cód.
prohibición de regreso ya no se formula como una negación del carác- Penal) que el sol luego produzca sobre las mercancías no le
ter causal de las "precondiciones de una condición", dado que en es- es imputable a "A", pues no tenía obligación de impedir
tos casos la causalidad es innegable. Ahora se trata de excluir la im- (manteniendo el muro) daños sobre las mercancías de "B".
putación en aquellos casos en los que la causa (o la "precondición" en En todo caso el daño sería imputable al propio "B", que de-
el sentido de Frank) ha sido puesta por alguien que no tiene por qué bía cubrirlas del sol si quería evitar los daños.
responder por el resultado que produce directamente un tercero o b) Casos en los que el autor retracta una acción de salvamento
que es imputable a la propia víctima. Dicho con otras palabras: la im- que la víctima ya podría utilizar para salvarse. En tales su-
putación sólo alcanza a quien es garante de la evitación del resultado puestos, el autor que retira a la víctima el salvavidas que
(se trate de un autor activo u omisivo; ver supra, § 44)66. previamente le arrojó y que ésta estaba por alcanzar, oca-
sionándole la muerte, respondería según los principios de
553. — En particular, las consecuencias que surgen de este punto los delitos activos como autor de ésta, según el art. 138 del
de vista se manifiestan en los siguientes supuestos67: Cód. Penal (homicidio) y no de acuerdo con el art. 195.1 de
1. La imputación de un resultado se excluye en relación a las ac- dicho cuerpo legal (omisión del socorro debido). Algunos au-
ciones de un autor que son causales del mismo por mediación tores para suavizar esta solución proponen aplicar las re-
de un tercero que no obra conjuntamente con el autor. Por ejem- glas de los delitos omisivos, lo que les permitiría aplicar el
plo: el vendedor legalmente autorizado de armas que vende al art. 195.1 en todos los casos en los que el agente no fuera ga-
autor el revólver con el cual éste mata a otro pone una condi- rante (por ejemplo, no estuviera cubriendo la función del so-
ción del resultado sin la cual éste no se habría producido (por lo corrista en una playa). Se piensa que, en realidad, sin per-
tanto, es causa del mismo). Sin embargo, en la medida en la juicio de la acción previa de arrojar el salvavidas, el autor
que no le incumbía custodiar que los compradores de las ar- sólo omitió, en última instancia, prestar auxilio en el senti-
mas, para cuya venta está autorizado, no cometan con ellos de- do del art. 195.1. Pero esta solución, así fundamentada, es
litos, no es garante y no cabe la imputación del resultado direc- obviamente inconsistente porque el autor que retira el sal-
tamente ocasionado por el tercero. vavidas realiza un comportamiento activo y no uno omisi-
vo. Sin embargo, la extensión de la posición de garante a los
2. También se excluye la imputación del resultado cuando éste es delitos activos permite en estos casos llegar a la misma so-
consecuencia de la conducta o de la situación de la propia vícti- lución, y aplicar el art. 195.1 pues el autor no estaba obliga-
ma. Al respecto caben varios ejemplos: do más que al socorro, es decir, no era garante más que del
a) Casos en los queel autor interrumpe acciones que permitían socorro, no de la vida (solución discutible que depende de la
mantener intacto un bien jurídico, pero que no estaba jurí- indiferencia del comportamiento activo u omisivo)68.
dicamente obligado a mantener. Por ejemplo: "A" derriba,
c) Casos en los que el agente incumple un deber de tolerar
emergente de la situación de necesidad de un tercero. Por
65
Frank, Das Strafgesetzbuch fiir das Deutsche Reich, 17a ed., 1926, p. 16. ejemplo: "A" impide el uso de su coche para trasladar al hos-
66
Cfr. con reservas: Frisch, Tatbestandsmafiiges Verhalten und Zurechnung des
Erfolgs, 1988, p. 233 y siguientes.
67
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/59 y siguientes. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Tal, 2a ed., 1991, n° 7/62.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 280 ENRIQUE BACIGALUPO
279

pital al enfermo "B", que no puede ser trasladado de otra de omisión por comisión), sólo cabe si éste se encontraba en po-
manera, lo que determina una agravación de su estado. "A" sición de garante de la no producción de tal resultado. Por
realiza un comportamiento omisivo que no impide una le- ejemplo: el guarda de seguridad se pone en un estado de in-
sión, aunque no está obligado a prestar auxilio en los térmi- consciencia total ingiriendo alcohol y no puede evitar, llegado
nos del art. 195.1 del Cód. Penal. Sin embargo, la posición el momento, que se introduzca en la casa un terrorista que ma-
de garante de "A" proviene de su deber de tolerar la acción ta al dueño de la misma. La doctrina coincide en que en estos
en estado de necesidad (art. 20.5°, Cód. Penal). Por lo tanto, casos el autor realiza un comportamiento activo (ingestión del
debe responder de las lesiones (art. 147.1, Cód. Penal), aun- alcohol) que es una condición del resultado (si hubiera estado
que, en el caso concreto no se dieran las condiciones del art. consciente habría podido impedir que el terrorista actuara, et-
195.1 (omisión del socorro debido), que hubieran obligado a cétera). Este resultado sólo será imputable si —como ocurre en
prestar ayuda69. este ejemplo— el agente era garante de su no producción. Di-
versa es la situación si el agente ingiere tanto alcohol que le im-
d) Caso del médico que desconecta un respirador cuando ya no pide escuchar que unos vecinos van a matar a un tercero y, por
existe un deber de continuar el tratamiento intensivo. Aun- lo tanto, denunciar el hecho a las autoridades, que lo hubieran
que esta acción cause previsiblemente la muerte del pa- podido impedir. También aquí su acción es una condición de la
ciente, este resultado no es imputable al médico, dado que muerte ejecutada por los vecinos, pero el autor no estaba en po-
en el estado del paciente ya no es indicado continuar el tra- sición de garante y, consecuentemente, el resultado no le es im-
tamiento (por ejemplo, porque la lesión cerebral que priva putable.
al paciente de todo contacto consciente con su mundo exte-
rior es irreversible), su posición de garante se ha extingui-
do y el resultado de su comportamiento activo no le es impu- TV—La realización del riesgo
table por aplicación de la prohibición de regreso. 554.—El segundo de los niveles en el que se trata la cuestión de la
3. La imputación del resultado se excluye cuando el peligro de su imputación objetiva es el de la exigencia de que elriesgo(no permiti-
producción ha sido creado por un tercero (sin participación del do) creado por la acción sea el que se realiza en el resultado. Esta
agente). Por ejemplo: un terrorista instala un dispositivo ex- cuestión es problemática cuando el resultado aparece como el pro-
plosivo que estallará cuando un vecino abra la puerta de su pro- ducto de riesgos concurrentes. Por ejemplo: "A" produce una lesión a
pio piso. Al vecino que abre la puerta —sin haber tomado la pre- "B"; éste es trasladado a un hospital (al que no habría ido si "A" no le
caución de comprobar la posibilidad de que se produzca la ex- hubiera lesionado) en el que muere a causa de un incendio. La muer-
plosión— no le es imputable el resultado, toda vez que no es ga- te ¿debe ser atribuida a la lesión o al incendio? ¿cuál es el peligro que
rante respecto de su no producción. La cuestión tiene cierta si- se ha realizado en este resultado en el que han concurrido el riesgo de
militud con el principio de confianza, aunque en estos casos no la acción de "A" y el incendio? La experiencia demuestra que, en ge-
es el que infringe el cuidado debido el que sufre el resultado70. neral, todos los sucesos obedecen a un complejo de condiciones. En el
ejemplo propuesto la muerte está condicionada por la lesión sufrida,
4. La imputación del resultado que es consecuencia de la pérdida que le obliga a ir al hospital, tanto como por el incendio.
de capacidad de actuar ocasionada por el propio agente (delitos
—a—
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/63.
555.—En la realización delriesgono se debe tomar en considera-
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/65, a. ción la hipotética producción del resultado por la amenaza de otro
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 282 ENRIQUE BACIGALUPO
281

riesgo distinto del que inmediatamente lo provocó. Dicho de otra ma-


nera, la pérdida del bien jurídico que hipotéticamente habría tenido
—c—
lugar, si el autor no hubiera causado el resultado, no debe ser tenida 557. — El riesgo no permitido no se realiza en el resultado cuando
en cuenta. Por ejemplo: "A" dispara un tiro mortal sobre "B" que ya la víctima contribuye decisivamente a su producción por su compor-
estaba herido de muerte por "C" —caso de la STS 666/88, de fecha tamiento contrario al deber o a sus intereses. Por ejemplo: la víctima
22/11/88; aunque en ella se reconoce que "no es posible determinar la de una herida no cumple con el tratamiento para prevenir una infec-
precisa incidencia que en el fallecimiento (de la víctima) pudo tener ción y muere de septicemia. El resultado de muerte, que no se habría
el primer disparo"—. En este caso no cabría excluir la imputación producido sin la causación de la herida, no es objetivamente imputa-
sosteniendo que "B" habría muerto de todos modos, toda vez que las ble al autor de ésta, pues suposición de garante no se extiende al com-
normas no limitan su pretensión de validez a los casos en los que el portamiento de la víctima.
bien jurídico no se encuentre ya perdido71.
De cualquier manera, en los casos en los que el bien protegido es-
-d—
taba irremediablemente perdido el hecho tiene la estructura de un 558. — Tampoco se realiza en el resultado el riesgo no permitido
delito de peligro abstracto. Ello debería conducir a la correspondien- cuando se produce más tarde sobre una víctima que en el momento
te atenuación de la pena en el momento de la individualización72. Tal de la creación del riesgo no estaba amenazada. Por ejemplo: "A" atra-
atenuación se fundamentará en el art. 21.6a del Cód. Penal, pues el viesa un cruce con el semáforo en rojo; quinientos metros más ade-
contenido de la ilicitud será en estos casos menor. lante atrepella a "B" causándole lesiones, cuando conducía en forma
reglamentaria. Si se hubiera detenido en el semáforo el resultado no
se habría producido, pues al llegar al lugar de la colisión la víctima ya
- b - habría pasado por el lugar. Sin embargo, en el momento en el que la
556. — El riesgo no permitido no se realiza en el resultado cuando víctima es atropellada el riesgo jurídicamente desaprobado de cru-
éste se produce por un riesgo general normal, es decir, de una mane- zar con el semáforo en rojo ya se había agotado sin concretarse en re-
ra sorprendente. Se trata de situaciones en las que el resultado se sultado alguno. También en estos casos se suele recurrir a la termi-
produce fuera del ámbito de dominio del autor. Por ejemplo: la vícti- nología del ámbito de protección o delfinde protección de la norma.
ma de las lesiones del ejemplo propuesto (supra, n° 554) que muere
en el incendio del hospital. Este resultado es consecuencia de un ries- —e—
go general normal para todo el que se encuentra en un edificio. Esta 559. — Existe desacuerdo sobre la solución de casos de consecuen-
constelación de casos se resuelve también recurriendo al ámbito de cias tardías. Por ejemplo: "A" produce a "B" una lesión que le ocasio-
protección de la norma, sosteniendo que la norma sólo extiende su na a éste la pérdida de una pierna; varios años más tarde "B" no pue-
protección al primer resultado ocasionado73. de huir, por la dificultad que le produce la amputación de la pierna,
de unos asaltantes que lo matan. Si "A" no lo hubiera lesionado, "B"
habría podido escapar y no hubiera muerto a manos de sus agresores.
71
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/74; Frisch, Tatbestands-
mafiiges Verhalten undZurechnungdesErfolgs, 1988, p. 563. 560. — En estos supuestos la doctrina se divide. Por un lado se
72
En este sentido: Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/92 y si- propone una solución en el marco del derecho material y se sostiene
guientes. que, en estos casos, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en los
73
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 11/68 y ss. críticamente respecto de esta
terminología: Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/79; Frisch, Tatbes- riesgos de infección, el segundo resultado no debe ser imputado al au-
tandsmafiiges Verhalten und Zurechnungdes Erfolgs, 1988, p. 80 y siguientes. tor del primero, pues se produce "después de haber concluido el tra-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 283 284 ENRIQUE BACIGALUPO

tamiento curativo"74. A ello se agrega que la pena que se aplique por trataba como supuestos de error (irrelevante) sobre el nexo causal.
la primera lesión lleva en sí la retribución de los riesgos futuros que Por ejemplo: "A" arroja a "B" desde un puente al río para que éste
la víctima debería afrontar como consecuencia de la misma75. Esta muera ahogado; "B" muere, pero como consecuencia de haberse gol-
última solución podría ser apoyada en el derecho español en la fuer- peado con la cabeza en uno de los pilares de piedra del puente. En es-
te agravación de la pena de las lesiones que prevé el art. 150 del Cód. tos casos la cuestión no afecta, en realidad, al error, sino a la realiza-
Penal para las lesiones que producen amputación. Sin embargo, se ción del riesgo en el resultado. Lo que importa, por ello, es si el suce-
debe advertir que por este camino sólo se resolverían los casos de le- so se desarrolló dentro de los márgenes del riesgo que objetivamente
siones con pérdida de un miembro, pero no otros casos imaginables. existían en el momento de realizar la acción, no lo que haya imagina-
do el autor sobre el futuro desarrollo del suceso. Inclusive la solución
561. — Por otro lado se sostiene que, desde el punto de vista del de- tradicional recurría a este criterio, a pesar de considerar estos casos
recho material, el transcurso de un largo tiempo entre la realización como supuestos de error irrelevante sobre el desarrollo causal, pues
de la acción que produjo el primer resultado y la realización del se- excluía la relevancia del error cuando objetivamente el suceso había
gundo es totalmente irrelevante. Por lo tanto, se afirma, el médico discurrido dentro de un nexo causal adecuado (lo que quiere decir se-
que infecta al paciente con el virus del sida en una transfusión de gún la experiencia).
sangre, responderá de la muerte de éste aunque ésta se produzca seis
meses o doce años después. Sin embargo, se sostiene que práctica- 564. — También se deben resolver con el criterio de los márgenes
mente esta responsabilidad no se podrá efectivizar porque, por regla, normales de riesgo los casos de extrema rareza del acontecer, como el
la sentencia condenando por el primero de los resultados habrá ad- de un veneno que debía hacer efecto ya en el estómago, pero, dadas
quirido fuerza de cosa juzgada76. las características del sujeto pasivo, sólo lo hace en el intestino77. En
efecto, en estos supuestos se trata de un desarrollo causal que trans-
562. —Lo correcto es excluir la imputación en los casos de conse- curre dentro de los márgenes de riesgo creados por el autor con su ac-
cuencias tardías del hecho cuando éstas no sean percibidas como ción.
parte del conflicto social generado por la primera lesión y, consecuen-
temente, no conmuevan la confianza en la norma que prohibe el se- —8—
gundo resultado. Ello no debe excluir, sin embargo, la consideración 565. — El peligro no se realiza en el resultado cuando otro suceso
en la individualización de la pena de las consecuencias futuras posi- acelera la producción del mismo. Por ejemplo: "A" da a "B" un veneno
bles que tendrá la lesión. La solucióin es, de todos modos, discutible. que le producirá la muerte en unas horas; inmediatamente después
"B" es atropellado por un coche que le ocasiona la muerte. El peligro
~f- de la acción de envenenamiento, es decir, la muerte por veneno, no ha
563. — No impiden la realización del peligro los llamados nexos llegado a realizarse. El autor sólo será punible por tentativa (art. 16,
causales desviados. Se trata de supuestos que la teoría tradicional Cód. Penal). Estos casos se diferencian de los tratados (ver supra, n°
555), porque en aquéllos el resultado de la primera acción ya no pue-
74 de ser evitado por alguna circunstancia, mientras que en éstos toda-
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995, §
1/77; Roxin, Festschrift für Gallas, 1973, p. 253 y siguientes. vía es posible evitar la muerte por el veneno (por ejemplo, por un tra-
75
Schünemann, Juristische Arbeitsblatter, 1975, p. 720; Stratenwerth, Stra- tamiento especial, un antídoto, etcétera).
frecht, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1981, n° 349; Frisch, Tatbestandsma/liges Verhalten
undZurechnungdesErfolgs, 1988, p. 494 y siguientes.
76
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/81. 77
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/85.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 286 ENRIQUE BACIGALUPO
285

—h— do no se habría producido si el autor hubiera actuado de acuerdo con


su deber. Con este fundamento el Tribunal Supremo Federal alemán
566. — No resultan de fácil solución los casos de sobredetermina- excluyó la imputación del resultado de muerte del ciclista en el caso
ción del resultado. Son supuestos en los que coinciden varias condi- antes expuesto, pues no era posible determinar si un adelantamien-
ciones que, por sí solas, hubieran producido el resultado. Por ejem- to correcto no hubiera producido el mismo resultado80. Ello se funda-
plo: "A" carga un montacargas muy por encima del límite de peso au- menta en el principio in dubiopro reo81. Por otro, se afirma la posibi-
torizado, lo que en cualquier caso produciría su caída y las lesiones lidad de imputar el resultado en casos de dudas sobre si éste no se hu-
del operario "B", que acompaña la carga; de todos modos, aunque hu- biera producido con un comportamiento adecuado a derecho, siem-
biera respetado el límite de seguridad el montacargas habría caído, pre y cuando el autor hubiera aumentado el riesgo con su comporta-
pues, dado el mal estado en el que se encontraba, sólo habría podido miento82. Contra el primero de los criterios se sostiene que, en reali-
transportar la mitad del peso autorizado78. La cuestión tiene eviden- dad, en todo caso de riesgo permitido (por ejemplo, una maniobra de
te relevancia práctica cuando las personas competentes para cada adelantamiento) queda un resto de riesgo. Por ende, el criterio de la
uno de los riesgos (el mal estado del montacargas y la sobrecarga del teoría de la elevación del riesgo es preferible, dado que mientras exis-
mismo) no coinciden. te la posibilidad de que el resultado no se produzca, toda contribu-
ción al peligro existente perjudica la situación del objeto de la acción.
567. — Por un lado se sostiene que la acumulación no es admisi-
ble, dado que cuando un riesgo ya es perfecto (es decir, es suficiente
para producir el resultado antes de la producción del segundo), "las —j —
normas destinadas a impedir el otro riesgo pierden su sentido: un 570. — Tampoco se concreta en el resultado (jurídicamente rele-
mandato de no superar el límite de seguridad sería absurdo, desde el vante), ni crea un peligro jurídicamente desaprobado, la acción cu-
momento en el que ese límite ya carece de eficacia"79. bierta por el consentimiento del titular de un bien jurídico disponi-
ble83.
568. — Sin embargo, la acumulación no se debería excluir, dado
que el cumplimiento de las normas tiene sentido, inclusive cuando 571. — El derecho penal español carece de una disposición gene-
no ponen en peligro bienes jurídicos (como en el caso de los delitos de ral referente a la eficacia del consentimiento. En particular, el art. 20
peligro abstracto o en las tentativas inidóneas).
80
BGHSt 11, p. 4 y siguientes.
— /— 81
Schónke - Schroder - Cramer, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 15, n° 171.
82
569.—También existen diversos puntos de vista respecto de la so- Teoría del aumento del riesgo: Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 11/72 y ss.;
lución que se debe dar a los casos en los que existen dudas respecto a críticamente sobre esta teoría: Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/98
y ss.; Frisch, Tatbestandsmáfiiges Verhalten und Zurechnung des Erfolgs, 1988, p. 537
si una conducta alternativa adecuada al deber habría impedido que y siguientes.
83
se produjera el resultado. Por ejemplo: el famoso caso del ciclista e- Sobre estas cuestiones cfr.: Bacigalupo, "Poder Judicial", fascículo especial so-
brio que cae bajo las ruedas de un camión que se le adelanta sin dejar bre la reforma penal de 1989(1990), p. 147 y ss.; Berdugo, en"CPCr.", 14(1981); Casas
Barquero, El consentimiento en el derecho penal, 1987; Barreiro, en "CPCr.", 16 (1982),
la distancia reglamentaria. Por una parte, se exige para la imputa- p. 5 y ss.; García Aran, Homenaje al Profesor Sainz Cantero, en "Revista de la Universi-
ción del resultado que exista lapráctica seguridad de que el resulta- dad de Granada", 12 (1987), p. 81 y ss.; Gimbernat Ordeig, Homenaje al Profesor Sainz
Cantero, en "Revista de la Universidad de Granada", n° II (1987), p. 107; Romeo Casa-
bona, en "CPCr.", 17 (1982), p. 263 y ss.; Zugaldía Espinar, Homenaje al Profesor Sainz
78
Jakobs,Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2aed., 1991, n°7/83, a. Cantero, en "Revista de la Universidad de Granada", n° II (1987), p. 281; de la Gándara
79
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, n° 7/83, a. Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputación objetiva, 1995, p. 67 y siguientes.
288 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 287

del Cód. Penal, que contiene los supuestos generales de exclusión de nada por un sector de la teoría 84 . Este punto de vista y el anterior se
la punibilidad (causas de justificación, de exclusión de la culpabili- diferencian, en realidad, en la concepción del bien jurídico. Quienes
dad) no hace referencia al consentimiento del lesionado. Por el con- distinguen entre el valor protegido y el sustrato material pueden ad-
trario, desde la introducción del texto del art. 428 del Cód. Penal por mitir que hay ya lesión del bien jurídico cuando la acción recae sobre
la ley de 28 de marzo de 1963, el Código Penal contiene una disposi- el sustrato material de éste: por ejemplo, cuando se hubiese dañado
ción específica en relación al delito de lesiones dolosas, que ha sufri- una cosa ajena se habría realizado la acción típica, por lo que cabría
do diversas modificaciones por las leyes 8/83 y 3/89. preguntar a continuación por el consentimiento del titular de la cosa.
Los proyectos de reformas no han innovado en esta materia. Pero
tanto el Proyecto de 1980 como la Propuesta de Anteproyecto de 1983 576. — Diversa es la postura de quienes entienden que, en reali-
procuraron dar relevancia al consentimiento en las lesiones, aunque dad, en los bienes jurídicos disponibles, es decir, respecto de los que
con diversa amplitud. El art. 177 del Proyecto de 1980 sólo excluyó la el consentimiento puede excluir la imputación, la acción sólo realiza
relevancia del consentimiento en las lesiones cuando éstas fueran el tipo en la medida en que importe una lesión del ámbito de dominio
"socialmente reprochables". El art. 157 de la Propuesta de 1983 fue autónomo del sujeto pasivo: la lesión de su voluntad respecto de la
más lejos, dando en principio relevancia al consentimiento, salvo conservación del bien jurídico. Desde este ángulo la lesión del sustra-
cuando éste estuviere afectado por haber sido obtenido viciadamen- to material del mismo es, como tal, irrelevante. En consecuencia, el
te (precio, promesa, recompensa o incapacidad). El Código Penal vi- consentimiento, si tiene relevancia (lo que depende del poder de de-
gente reitera en sus arts. 155 y 156 el contenido del antiguo art. 428 cisión sobre el mantenimiento del bien que el orden jurídico otorgue
del Código de 1973, con leves modificaciones de estilo. al particular), excluirá en todos los casos el tipo penal.
Es preferible el segundo criterio, es decir, aquel que en todos los ca-
572. — Es discutido, ante todo, cuál es el ámbito en el que debe sos excluye la tipicidad.
operar el consentimiento. Un sector de la teoría distingue entre el
consentimiento que excluye la tipicidad y el que excluye la antijuri- En los comienzos de lo que podríamos llamar la dogmática española mo-
dicidad, estableciendo diversos presupuestos para la eficacia de ca- derna, la teoría había señalado que el problema del consentimiento sólo
se planteaba en diversos tipos penales que hacían referencia expresa a
da uno de ellos. esta cuestión (particularmente, los arts. 361,450, II y 490 del Cód. Penal
en su versión de 1944) y por lo tanto, como una circunstancia excluyente
573. — El consentimiento excluirá ya la tipicidad cuando el tipo de la tipicidad85. Las cuestiones referentes al tratamiento médico-qui-
describe una acción cuyo carácter ilícito reside en el obrar contra la rúrgico y las lesiones deportivas constituirían en este marco problemas
voluntad del sujeto pasivo: por ejemplo, en el allanamiento de mora- que se deberían tratar en el ámbito de la justificación supralegal o de la
interpretación "teleológica y progresiva del concepto del delito"86.
da del art. 202 del Cód. Penal ("mantenerse contra la voluntad del Más tarde, con miras a ensanchar el ámbito de eficacia del consentimien-
morador en morada ajena"). to, principalmente en relación con el tratamiento médico y con las lesio-

574.—El consentimiento excluiría, por el contrario, la antijuridi-


cidad cuando el comportamiento del autor importe ya una lesión de
84
un bien jurídico. Por ejemplo en el caso del delito de daños (art. 263 y Por todos: Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 268 y si-
guientes.
ss., Cód. Penal). 85
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1976, t. IV, n°
1434, con indicaciones bibliográficas.
86
575. — La distinción entre un consentimiento que excluye la tipi- Jiménez de Asúa, La ley y el delito, I a ed., citado según la 5 a edición de 1967, p.
cidad y otro que excluiría la antijuridicidad es, sin embargo, cuestio- 313 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 290 ENRIQUE BACIGALUPO
289

rigen para éste en el derecho privado, quedó abierta, ya que, inicialmen-


nes deportivas87, se ha desarrollado una teoría diferenciadora, que lo re-
te, este tema no fue tratado expresamente. A pesar de ello no parece que
conoció también como presupuesto de la autorización legal de acción ge-
se pueda negar que recurrir al ejercicio de un derecho para resolver aque-
nérica que contiene el art. 20.7° del Cód. Penal, por lo tanto, como causa
llos casos en los que la justificación del autor requiera una autorización
de justificación.
del sujeto pasivo, implicaba necesariamente adoptar también como con-
Este tratamiento del consentimiento tuvo una doble fundamentación diciones de validez del consentimiento las impuestas por el derecho (pri-
teórica, decidida, en principio, por el texto de la ley. En todo caso, en los vado) para los negocios jurídicos que fundamentan la autorización. Ello
supuestos en los que la actuación contra la voluntad del sujeto pasivo no se pone de manifiesto ahora cuando los representantes de este punto de
estuviera expresa en el texto, sólo sería posible tomar en cuenta la rele- vista admiten que si "la renuncia y la correlativa adquisición del derecho
vancia del consentimiento como resultado de una estricta interpretación se encuentran reguladas por el derecho privado, será necesario que con-
de las disposiciones legales en cuestión. Consecuentemente, el consenti- curran en el titular y en el acto las condiciones esenciales que el ordena-
miento sólo se debería considerar como una circunstancia excluyente de miento requiere para otorgarle validez"91, aunque nieguen, al mismo
la tipicidad expresamente establecida por el legislador88. tiempo, el carácter de negocio jurídico de la autorización92.
Por otro lado, se recurrió a la autorización genérica del art. 8°. 11 (= art. Estos puntos de vista se han mantenido prácticamente inalterados has-
20.7° del Cód. Penal vigente) con el objeto de resolverla cuestión de la re- ta ahora, aunque con algunas modificaciones en su fundamentación.
levancia del consentimiento, particularmente en materia de tratamien- La concepción que entiende al consentimiento como una circunstancia
to médico y lesiones deportivas, así como en todos los casos en los que la que sólo excluye la tipicidad se apoya, por una parte, en meros argumen-
legitimidad del ejercicio de un oficio requiriera una autorización de ac- tos exegéticos93, mientras que, por otra, se fundamenta en una diferente
tuar del sujeto pasivo89. En tales casos el médico, el abogado, el deportis- concepción de los bienes jurídicos protegidos en los supuestos de relevan-
ta, etcétera, obtendrían, mediante la expresión del consentimiento, un cia del consentimiento94.
derecho subjetivo de actuar, cuyo ejercicio legítimo operaría como una
causa de justificación, dado que el consentimiento sería fuente de una au- El punto de vista exegético tiene su punto de partida probablemente en
torización con fuerza para levantar una prohibición de intervenir en una el entendimiento del Tribunal Supremo del texto del art. 4°.3 del Cód. Pe-
esfera de derechos propia del sujeto que consiente, es decir, dentro de la nal español {STS del 15/3/56) que, interpretado de forma paralela al art.
cual éste puede configurar libremente sus relaciones jurídicas90. 65 del Code Penal francés o al 78 del Code Penal belga, excluiría la posi-
De una manera implícita este punto de vista se apoyó en la llamada "teo- bilidad de recurrir a causas de justificación no previstas por el art. 20 del
ría del negocio jurídico". Sin embargo, la cuestión de los requisitos del Cód. Penal. Según Mir Puig95, "el art. 2, II (= art. 4°.3 vigente) del Cód. Pe-
consentimiento, que la teoría del negocio jurídico extrae de las reglas que nal impide dejar sin castigo a los hechos que resultasen penados en base
a la rigurosa aplicación de las disposiciones de la ley, aun cuando ajuicio
del Tribunal no debería serlo". Tal disposición impediría, entonces,
"crear eximentes para las que ni siquiera la analogía con otras ofrece una
87
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1965, t. III, n°
base legal"96.
1421; Antón Oneca, Derecho penal. Parte general, (l a ed., 1949), 2a ed., invariada, 1986.
p. 287 y ss.; Cuello Calón, Derecho penal; Cobo del Rosal, en "Anuario de Derecho Penal
y Ciencias Penales", 1964, fascículo II; Cobo del Rosal - Rodríguez Mourullo, Derecho
91
penal español. Parte especial, 1962, p. 437. Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1987, p. 338.
88 92
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1965, t. III, n° Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 339, nota 3. Por el
1428. contrario adhiere a la teoría del negocio jurídico sin reservas la Fiscalía General del Es-
89 tado, cfr. Memoria del Fiscal General del Estado, 1986, p. 439 y siguientes.
Así, implícitamente: Cobo del Rosal, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias 93
Penales", 1964, fascículo II; Cobo del Rosal - Rodríguez Mourullo, Derecho penal espa- Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 1984, p. 448 y siguientes.
94
ñol. Parte especial, 1962, p. 437; probablemente también Rodríguez Ramos, Compendio Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 82 y ss.; Gómez Bení-
de derecho penal, 4a ed., 1988, p. 189. tez, Teoría jurídica del delito, 1984, p. 422 y ss.; Bustos, Manual de derecho penal. Par-
90
Paralelamente en Alemania, aunque con diferencias en lo referente a las condi- tegeneral,3aed.,í989,p.í94;de\aGáadaraVa\\ep,Consentimiento,bienjurídicoe im-
ciones del consentimiento válido, Zitelmann, Ausschlufi der Widerrechtlichkeit, en putación objetiva, 1995, p. 100 y siguientes.
95
"AcP", 99 (1906), p. 11 y ss.; Yisáist,DieRechtswidrigkeü mit besonderer Berücksichti- Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 1984, p. 449; otro punto de vista Cerezo
gung des Privatrechts, 1911, p. 271 y ss. En Italia, Manzini, Trattato di diritto pénale Mir, Festschriftfur Jescheck, 1.1,1985, ps. 441 y ss. y 442 y siguientes.
96
italiano (1948-1952), 1.1, p. 517; Carnelutti, Lezioni di diritto pénale, 1943, p. 55. Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 1984, p. 449.

19 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 292 ENRIQUE BACIGALUPO
291

Por lo tanto, "en el derecho español el consentimiento sólo podrá resultar les supuestos los bienes jurídicos están a disposición de su titular y, dado
eficaz en cuanto pueda entenderse que impide la realización del tipo de la el acuerdo de éste para su menoscabo, no cabe pensar en una lesión nece-
Parte Especial"97. sitada de justificación.
En realidad, el aporte de este punto de vista a la concepción del consenti- Contra la posibilidad de aplicación de este punto de vista en el derecho es-
miento como circunstancia que en todos los casos excluye la tipicidad es pañol se ha pronunciado recientemente Cerezo Mír101. El argumento
muy discutible, dado que se apoya en dos conceptos necesariamente im- central de su opinión se apoyaba en los arts. 562 (= art. 289 del Cód. Pe-
precisos: la analogía y la "aplicación rigurosa de la ley". La cuestión de si nal vigente) y 428 (= art. 156 del Cód. Penal vigente) del Código penal. Es-
el consentimiento es o no análogo a las otras causas de justificación de- tos demostrarían que no siempre que el consentimiento es eficaz, el bien
pende del punto a partir del cual se realice la comparación: si ésta se ha- jurídico protegido será la libertad de disposición, pues de acuerdo con el
ce, como parece más aconsejable, a partir de los principios justificantes, art. 562 del antiguo Cód. Penal el daño de la cosa propia es punible, cuan-
entendiendo que entre éstos se encuentra el principio de la ausencia de do ésta es de utilidad social. Asimismo, se sostiene, en los delitos de lesio-
interés (Mezger), o el de la definición del interés por la víctima (Jakobs), nes corporales el consentimiento sólo exime de responsabilidad de un
o de la justificación según la valoración del lesionado (Noli), es indudable modo excepcional, lo que se deduciría del art. 428 del antiguo Cód. Penal
que el consentimiento tendrá con las otras causas de justificación en co- (= art. 156 del Cód. Penal vigente).
mún una analogía fundamental: el efecto justificante. Por otra parte, la Ninguno de estos argumentos afectan, a mi modo de ver, la tesis del con-
aplicación rigurosa de las disposiciones de la ley no se debería identificar sentimiento como circunstancia que excluye en todos los casos la tipici-
con la aplicación de la ley sobre la base de una interpretación gramatical dad. El art. 562 del antiguo Cód. Penal, como es claro, no protege la auto-
de los textos, como lo propone Mir Puig en relación al consentimiento. De determinación del autor en el ejercicio de la propiedad, sino precisamen-
hecho, si se acepta, por ejemplo, que la adecuación social no afecta la apli- te lo contrario: la observancia de los límites a la libre disposición de las co-
cación rigurosa de la ley98 no parece que admitir el consentimiento como sas propias. Por otra parte, si se admitiera que en las lesiones el consen-
causa de justificación pueda contradecir el art. 4°.3 del Cód. Penal. El art. timiento puede tener un rol sólo excepcional, lo cierto es que de esta pre-
4o del Cód. Penal, por lo demás, no ha impedido que el Tribunal Supremo misa no se deduce nada respecto del significado sistemático del consenti-
reconozca la posibilidad de invocar el consentimiento como causa de jus- miento en el ámbito en el que éste es eficaz.
tificación99. Cerezo Mir102 estima, por otra parte, que la exclusión de la tipicidad en
En suma: este punto de vista, más que una posición favorable al trata- todos los casos en los que el consentimiento es relevante se apoya en una
miento unitario del consentimiento como circunstancia que excluye la concepción insostenible del bien jurídico. La idea de que en tales supues-
adecuación típica, constituye una fundamentación de la exclusión del tos se protege la autodeterminación del titular del bien jurídico es consi-
consentimiento como causa de justificación. derada por Cerezo Mir incompatible con un derecho penal en el que se es-
Desde otra perspectiva metodológica, la concepción del consentimiento tablecen límites a la eficacia del consentimiento, como es el caso del art.
como una causa que excluye en todos los casos la tipicidad (Bacigalupo, 428 del antiguo Código Penal.
Bustos, García Vitoria, Gómez Benítez) se apoya, por el contrario, en una Sin embargo, el concepto de bien jurídico, en sí mismo, no depende en na-
diferente concepción del bien jurídico protegido postulada en Alemania da de la protección penal del mismo ni tampoco, por lo tanto, del alcance
por Roxin, entre otros100. De acuerdo con este punto de vista el consenti- con que el titular pueda disponer sobre ella. Hay bienes jurídicos que ca-
miento eficaz excluye en todos los casos la adecuación típica, pues en ta- recen de protección penal y además casi todos los bienes jurídicos tienen
una protección penal limitada. Por ende, no es posible derivar de los lími-
tes de la disponibilidad sobre la protección penal ningún argumento con-
tra el concepto de bien jurídico. Quienes proponen que el consentimiento
97
Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 1984, p. 449. eficaz debe excluir en todos los casos la tipicidad, en realidad, no preten-
98
Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 1984, p. 460; otro punto de vista: Baci-
galupo, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", 1995, p. 849 y siguientes.
99
Así expresamente, STS del 27/3/90 (rec. 1766/87).
100
Roxin, Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, 1970, p. 25, nota 57; ídem, 101
"ZStW" 85 (1973), 101; Estudosem homenagem aoProf. Doutor Eduardo Correia, 1984, Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez
p. 37 y ss.; Festschrift fiir Hans Welzel, 1974, p. 449; Schmidháuser, Strafrecht, Allge- Deuesa, 1989, t.l,p. 210.
meiner Teil, 2a ed., 1975, p. 268 y ss. Cfr. también Kaufmann, Armin, enFestschrift fiir Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez
Hans Welzel, 1974, p. 397, nota 9, y en Festschrift fürKlug, 1983, t. II, p. 282.
Devesa, 1989,1.1, p. 212.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 293 294 ENRIQUE BACIGALUPO

den modificar el concepto de bien jurídico, sino extraer de la disponibili- rante a la libre determinación y, en consecuencia, ya es dudoso que en el-
dad un criterio para establecer en qué nivel de la estructura del delito de- los se pueda hablar de una colisión entre la libre disposición y el supues-
be tener eficacia la renuncia del titular a la protección jurídico-penal. to sustrato material del bien jurídico protegido, en la que tenga prepon-
La teoría diferenciadora mantiene, por su parte, la vinculación del con- derancia el valor de la libre determinación sobre el interés social en el
sentimiento justificante con el art. 20.7° del Cód. Penal. Sin embargo, sus mantenimiento de dicho sustrato material. En realidad, la existencia del
representantes procuran ahora distanciarse de la teoría del negocio jurí- consentimiento excluye, desde el principio, una intervención ajena en la
dico, que era —como se dijo— el soporte teórico implícito para explicar esfera de los bienes jurídicos protegidos del que ha consentido, dado que
que "el consentimiento otorga a quien realiza el hecho típico un derecho la decisión libre sobre bienes jurídicos propios excluye una intervención
para obrar de este modo103. En este sentido se sostiene que "el consenti- ajena. De todos modos, ello no excluye que el criterio de la ponderación de
miento justificante no es un negocio jurídico, ni precisa de una expresa bienes se pueda emplear correctamente en el derecho español para esta-
declaración para surtir efectos, a menos que la ley así lo requiera", aun- blecer el límite de la libre autodeterminación en los casos en los que la dis-
que se reconoce, al mismo tiempo, su calidad de "acto jurídico"104. La fi- ponibilidad sobre el bien jurídico no es ilimitada (por ejemplo, en el delito
nalidad perseguida con esta nueva configuración teórica del problema de lesiones —art. 155 del Cód. Penal—), pero esta cuestión es diferente.
del consentimiento es la de reforzar el carácter obj etivo de la exclusión de
la antijuridicidad, que estos autores hacen depender exclusivamente de
(1)
la voluntad unilateral del que consiente la lesión de sus bienes jurídicos.
Pero el carácter objetivo de la exclusión de la antijuridicidad depende de 577. — Ámbito de eficacia del consentimiento. El consentimiento
la significación que se atribuya al disvalor del resultado en el concepto de no tiene eficacia general. Esta depende —como se adelantó— del po-
lo ilícito. Sobre esta cuestión nada dice la teoría del negocio jurídico que, der de decisión que el orden jurídico otorgue sobre el mantenimiento
en realidad, pretende explicar la naturaleza jurídica del consentimiento,
del bien jurídico al particular que es titular del mismo. En principio
cualquiera que sea el concepto de lo ilícito105.
este poder de decisión sólo se le reconoce al particular con respecto a
La teoría diferenciadora es sostenida en España también sin referencia
al art. 20.7° del Cód. Penal y a partir de una concepción material de la jus- la posesión, la propiedad y el patrimonio en general, la libertad per-
tificación apoyada en la ponderación de bienes106. Desde este punto de sonal y la integridad corporal (en el sentido del delito de lesiones). El
vista se afirma, con apoyo en la opinión de Noli107, que "el consentimien- art. 155 del Cód. Penal otorga al consentimiento en el delito doloso de
to opera como causa de justificación cuando el derecho conceda prelación lesiones sólo un efecto atenuante. Mientras la disponibilidad de los
al valor de la libertad de actuación de la voluntad frente al desvalor de la bienes de contenido patrimonial en general no tiene límites, en el ca-
acción y del resultado de la agresión o lesión del bien jurídico"108.
so de la libertad personal y de la integridad corporal aquélla depen-
Pero precisamente el principio de la ponderación de bienes no resulta ser
una base sólida para mantener la teoría diferenciadora del consenti- de de que el consentimiento no implique acuerdo en la tolerancia de
miento, dado que, en estos casos, el orden jurídico otorga valor preponde- acciones lesivas de la dignidad de la persona (art. 10.1, CE). Esta no
es renunciable y está íntimamente ligada con la libertad y el respeto
del cuerpo. No es válido el consentimiento, por ejemplo, para ser tor-
103 turado por funcionarios policiales.
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1987, p. 335.
104
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 339, nota 3.
105
Honig, Die Einwilligung des Verletzten, 1919, ps. 139 y ss. y 158 y ss.; Zitel- (2)
mann, Ausschlu/3 der Widerrechtlichkeit, en "AcP", 99 (1906), nota 1.
106
Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez 578. — Requisitos del consentimiento eficaz. Cuando se trata de
Devesa, 1989, p. 211 y ss.; Romeo Casabona, El médicoy el derechopenal, 1.1, p. 307; pro- alguno de los bienes jurídicos que admiten la disponibilidad por par-
bablemente también Muñoz Conde, Teoría general del delito, 2a ed., 1989, ps. 90,114 y
te de su titular, la eficacia del consentimiento dependerá de los si-
siguientes.
107
Noli, Tatbestand und Rechtswidrigkeit: Die Wertabwagung ais Prinzip der guientes requisitos:
Rechtfertigung, en "ZStW" 77 (1965), ps. 1 y ss. y 19 y siguientes.
108 a) Capacidad del sujeto pasivo de comprender la situación en la
Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez
Devesa, 1989, p. 213. que consiente. El sujeto debe poder comprender la significa-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 296 ENRIQUE BACIGALUPO
295

ción de su consentimiento respecto de la acción que lesionará el ral, asimismo, se entiende, de una manera uniforme, pero con diferentes
objeto de la misma. No se requiere la capacidad establecida por formulaciones, la capacidad para comprender la trascendencia de la de-
cisión por medio de la cual se renuncia a la protección penal del bien jurí-
el derecho civil para realizar negocios jurídicos. Es suficiente dico, que no debe coincidir con la capacidad exigida por el derecho civil
con la "capacidad natural de comprender o juzgar". para la celebración de negocios jurídicos.
b) El consentimiento debe ser anterior a la acción. Un "consenti- Un punto de vista diferente adoptan, consecuentemente, los que postu-
miento" aposteriori sólo es perdón. El consentimiento, por otra lan la aplicación del art. 20.7° del Cód. Penal como fundamento de lafuer-
za justificante del consentimiento (especialmente en relación a las inter-
parte, se debe haber mantenido hasta el momento de la acción, venciones médicas).
es decir, es retractable. En tanto el que consiente debe trasmitir al autor un derecho, "es preciso
c) El consentimiento no debe provenir de un error ni haber sido —afirman— que concurran todas las condiciones necesarias para trans-
ferir, a quien realiza el tipo, el derecho a ejecutarlo"112. De todos modos,
obtenido mediante amenaza. Sólo bajo esta condición el con-
no parece que con ello se quiera hacer referencia a las exigencias estable-
sentimiento es un acto autónomo y, por lo tanto, sólo de esta cidas en el derecho privado o en el derecho público, dado que, al mismo
manera elimina la lesión del bien jurídico. tiempo, se sostiene que el derecho, a cuyo ejercicio se refiere el art. 20.7°
del Cód. Penal, "se halla configurado a la medida de las necesidades de la
579. — La eficacia del consentimiento depende, por lo tanto, ante materia punitiva en la que surte efecto"113. Parece, sin embargo, que si el
todo, del conocimiento correcto del que consiente respecto de la ex- mencionado art. 20.7° hace referencia a derechos que provienen de ámbi-
tos no penales del ordenamiento jurídico, el consentimiento debería es-
tensión del daño. Ello tiene singular importancia en el caso de la in- tar condicionado por las reglas propias del sector de derecho privado o pú-
tervención médico-quirúrgica y en el tratamiento médico en general, blico del que surge el derecho acordado. En la medida en que ésto no sea
pues es el fundamento del deber del médico de informar al paciente así—como lo proponen Cobo - Vives— es indudable que no será fácil con-
sobre el tratamiento o intervención y sus consecuencias. cretar las diferencias con respecto a los otros puntos de vista basados en
la capacidad natural.
En principio, los requisitos del consentimiento eficaz se deberían relacio- Sólo Jiménez de Asúa114 sostiene una posición según la cual el consenti-
nar con los puntos de vista dogmáticos sostenidos sobre la naturaleza del miento referente a bienes patrimoniales debería requerir —a diferencia
consentimiento. La clasificación sistemática del consentimiento, sin em- del referido a otros bienes j urídicos— la capacidad exigida por el derecho
bargo, no incide en estos requisitos. Así, quienes admiten la distinción privado.
entre consentimiento excluyente del tipo y consentimiento de efecto jus- A diferencia de lo que ocurre en una parte considerable de la dogmática
tificante coinciden en que ambas formas del consentimiento dependen de alemana, en la española no se admite que en los casos del consentimien-
idénticos requisitos109. A su vez, quienes sostienen que el consentimien- to que excluye sólo la tipicidad (Einverstándnis) sea suficiente una con-
to sólo excluye la adecuación típica entienden los requisitos del consenti- formidad puramente fáctica en los tipos penales en que la consumación
miento de forma similar a los que representan el otro punto de vista110. requiere obrar contra o sin la voluntad del lesionado (por ejemplo: allana-
miento de morada —art. 202—; violación —art. 179—; hurto —art. 234,
a) La capacidad de consentir eficazmente es identificada por la opinión
dominante con la llamada "capacidad natural"111. Por capacidad natu-
1989, p. 207; Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 455; implícitamen-
te, Bustos, Manual de derecho penal. Parte general, 3a ed., 1989, p. 195; Jiménez de
109
Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. IV, n° 1429; Muñoz Conde, Teoría ge-
Deuesa, 1989, p. 213; Muñoz Conde, Teoría general del delito, 1989, p. 115. neral del delito, p. 115; de la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputa-
110
Bacigalupo, Principios de derecho penal español, p. 84; Bustos, Manual de de- ción objetiva, 1995, p. 114.
112
recho penal. Parte general, p. 195; Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Partege- Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 338.
neral, t. IV, n° 1429; Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 455. 113
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, ps. 335 y 339, nota
111
Expresamente, Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 84; 3.
114
Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez Devesa, Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. IV, n° 1429.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 297 298 ENRIQUE BACIGALUPO

Cód. Penal—, etcétera)115. Más aún, en la dogmática española predomi- la subsunción del hecho bajo el tipo del hurto presupone una distinción
na la opinión que excluye en general la eficacia del consentimiento o la extremadamente dudosa entre este delito y el de estafa (art. 248 del Cód.
conformidad cuando ha mediado engaño o coacción116. Penal). La cuestión de la influencia de las amenazas sobre el consenti-
A pesar de la generalidad de la afirmación, es claro entonces que esta pre- miento o la conformidad, por su parte, ha tenido especial trascendencia
misa no puede tener valor absoluto, pues no en todos los casos en los que en el delito de violación (art. 179, Cód. Penal)120. En la jurisprudencia se
el consentimiento o la conformidad sean producto de engaño, aquél resul- ha considerado, en general, que las amenazas pueden no excluir la con-
tará totalmente irrelevante. En este sentido, el consentimiento o la con- formidad referente al acceso carnal, cuando no sean suficientes para
formidad, aunque sean obtenidos por engaño, excluirán en todos los ca- cumplir con las exigencias del concepto de intimidación, es decir, cuando
sos la violencia y, por lo tanto, la realización de los tipos penales que la re- no sean graves121. En los casos en que se ha considerado que la amenaza
quieran (por ejemplo, violación—art. 179—; coacciones —art. 172—; ro- no tuvo entidad suficiente para excluir la conformidad, sin embargo, el
bo—art.237-) 1 1 7 . Tribunal Supremo no ha aplicado los arts. 169 ó 171 del Cód. Penal, como
Mayores discusiones generará en España la cuestión de si la conformi- probablemente hubiera correspondido.
dad obtenida mediante engaño excluye la tipicidad en los casos en los que b) En la dogmática española existe un acuerdo muy difundido respecto
el tipo penal exige que el autor haya obrado contraía voluntad del titular de la caracterización general de los bienes jurídicos sobre los que al titu-
(por ejemplo, arts. 202 y 234 del Cód. Penal). En tales supuestos, aunque lar se le reconoce un poder de disposición. Prácticamente se sostiene, de
el consentimiento se haya obtenido mediante engaño, en realidad, el au- una forma unánime, que el consentimiento, en principio, sólo puede afec-
tor podría no haber obrado contra la voluntad del titular del bien jurídi- tar a bienes jurídicos cuyos titulares sean particulares, quedando exclui-
co en la forma exigida por el tipo penal. El Tribunal Supremo no exclui- dos aquellos que pertenecen a la sociedad o al Estado o tienen carácter
ría, probablemente, la tipicidad en los casos de allanamiento de morada, supraindividual122. Esta cuestión tiene carácter polémico, sin embargo,
ya que ha admitido que el delito de allanamiento de morada se consuma principalmente en los delitos de homicidio y en los de lesiones, en los que
también actuando contra la voluntad presunta del titular 118 . En el mis- son particularmente discutidos los alcances posibles de la disponibilidad
mo sentido, en el delito de hurto (art. 234 del Cód. Penal) el Tribunal Su- del bien jurídico en relación al tratamiento médico, respecto del cual sólo
premo ha entendido que la apropiación de dinero, cuya entrega está mo- una opinión minoritaria ve en el consentimiento del paciente el funda-
tivada por el engaño del autor, es contraria a la voluntad del sujeto pasi- mento de la ausencia de la tipicidad o, en su caso, de la antijuridicidad del
vo119. Sin embargo, esta última decisión es muy problemática, dado que mismo. En el delito de lesiones, por otra parte, la nueva regulación del
art. 155 del Cód. Penal permite, acaso, sostener que la no disponibilidad
sólo tendría carácter excepcional123.
115
Geerds, en Goltdammer's Archiv fiir Strafrecht, 1954, p. 262 y ss.; ídem, en
"ZStW" 72 (1909), p. 42y ss.; críticamente, Eirsch,LeipzigerKommentar, 10a ed., 1985,
vor § 32, n° 100, con indicaciones bibliográficas.
116 120
Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 84; Bustos, Manual Cfr. SSTS del 17/11/56; 17/10/61; 18/2/83; 19/2/84; 2/7/84; 12/6/85; 3/1/86;
de derecho penal. Partegeneral, 3 a ed., 1989, p. 195; Cerezo Mir, Estudios de derecho pe- 17/3/87; 11/3/88; 24/10/88.
121
nal y criminología en homenaje a Rodríguez Devesa, 1989, p. 207; Cobo del Rosal -Vives Cfr. SSTS del 12/6/85; 33/1/86; 10/12/86; 17/3/87. La jurisprudencia más recien-
Antón, Derecho penal. Parte general, p. 338; Jiménez de Asúa, Tratado de derecho pe- te ha reducido considerablemente las exigencias de la violencia en el delito del actual
nal. Partegeneral, t. IV, n° 1429; Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. art. 179 del Cód. Penal (violación).
122
456. Diferenciando según se trate de coacción o error y engaño; Muñoz Conde, Teoría ge- Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 83 y ss.; Bustos, Ma-
neral del delito, 2a ed., 1989, p. 115; Casas Barquero, El consentimiento en el derecho pe- nual de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1989, p. 194; Cerezo Mir, Estudios de dere-
nal, 1987, p. 71 y ss.; Romeo Casabona, El médico y el derecho penal, 1.1,1981, p. 308 y cho penal y criminología en homenaje a Rodríguez Devesa, 1989, p. 202; Cobo del Rosal -
ss.; de la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputación objetiva, 1995, p. Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 336; Gómez Benítez, Teoría jurídica, p.
131 y siguiente. 422; Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. IV, n° 1429; Mir Puig,
117
En el resultado también Mir Puig, Derecho penal. Partegeneral, 4a ed., 1996, p. Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, ps. 450 y 451; de la Gándara Vallejo, Consen-
457, y Romeo Casabona, El médico y el derecho penal, nota 32, p. 308; de la Gándara Va- timiento, bien jurídico e imputación objetiva, 1995, p. 111; probablemente, también Mu-
llejo, Consentimiento, bien jurídico e imputación objetiva, 1995, p. 131. ñoz Conde, Teoría general del delito, 2a ed., 1989, p. 114 y siguientes.
118 123
STS del 15/6/57. Bacigalupo, en "Poder Judicial", fascículo especial sobre la reforma penal de
119
STS del 23/3/68. 1989-1990, nota 1, con indicaciones bibliográficas.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 300 ENRIQUE BACIGALUPO
299

c) Por el contrario hay diversidad de opiniones en lo referente a si el efec- permitido, dado que la falta del consentimiento real impide la exclu-
to excluyente de la punibilidad del consentimiento (sea por falta de tipi- sión de la tipicidad.
cidad o por justificación) depende del conocimiento que el autor haya te-
nido de él. Las discrepancias no sólo afectan a la exigencia del conoci-
miento, sino también a las consecuencias de la ausencia. 581.—El consentimiento es presunto cuando no es expreso, es de-
Una parte de la teoría sostiene que los efectos del consentimiento no de- cir, cuando el titular del bien jurídico no ha podido emitirlo o no es po-
penden de que el autor tenga conocimiento del mismo124. Mientras la sible recabárselo.
mayoría de quienes participan de este punto de vista se pronuncian por
la exclusión de la adecuación típica sin más, Mir Puig sostiene también 582.—Los requisitos de eficacia del consentimiento presunto son
que "no es preciso que el autor tenga conocimiento del consentimiento", los siguientes:
pero propone, de todos modos, que en tales casos el autor que no supo del
mismo sea sancionado "por tentativa inidónea" (art. 52, Cód. Penal). Es- La acción debe ser realizada en interés del titular del bien jurídico.
ta solución de Mir Puig resulta, sin embargo, difícilmente compatible con Por ejemplo: es preciso que la violación del domicilio en ausencia del
su punto de partida, dado que la sanción de este hecho como tentativa ini- titular haya sido para reparar la tubería del agua y evitar una inun-
dónea sólo sería posible precisamente si se exige que el autor haya debi-
dación. Por el contrario, hay autores que piensan que, cuando el con-
do conocer el consentimiento como condición para la exclusión de la tipi-
cidad. sentimiento esperado y el interés pudieran no coincidir, debe darse
Por el contrario, otro sector de la teoría hace depender el efecto excluyen- prioridad al primero. Además deben concurrir las restantes condicio-
te del conocimiento del consentimiento por parte del autor125. Desde es- nes del consentimiento. Para la determinación del consentimiento
te punto de vista es consecuente considerar que el consentimiento o la presunto es decisivo que, según un juicio objetivo, el consentimiento
conformidad no conocidos por el autor no excluyen la punibilidad y dej an hubiera sido de esperar en el momento de la acción (ex-ante). Tal jui-
subsistente el carácter de tentativa inidónea de la realización del tipo. cio objetivo se refiere al de un tercero razonable en el lugar del autor.

583. — En la doctrina las opiniones no son unánimes respecto de


(3) la posibilidad de acordar efecto justificante al consentimiento pre-
580. — El problema del consentimiento presunto. También con sunto cuando éste opere en favor del autor o de un tercero y no en fa-
fundamento en el derecho consuetudinario, se reconoce el mismo vor del titular del bien jurídico.
efecto al consentimiento presunto que al consentimiento. Natural-
mente, ello sólo rige en el ámbito dentro del cual el consentimiento es La opinión prácticamente unánime en la dogmática española reconoce la
jurídicamente eficaz. Sin embargo, el consentimiento presunto sólo necesidad de una solución diferenciada en un grupo de casos en los que no
puede ser una causa de justificación apoyada en la idea del riesgo existe un consentimiento real del afectado, pero en los que la acción ha sido
ejecutada en interés del mismo, loque hace presumir que, de haber conoci-
do la situación, éste habría consentido en la lesión del bien jurídico.
En tales casos se da, sin duda, un amplio acuerdo respecto del inmereci-
miento de pena, pero también una considerable divergencia en la funda-
124
Bustos, Manual de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1989, p. 195; Cerezo mentación de la impunidad de estos comportamientos. Como es claro, el
Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez Deuesa, 1989, consentimiento presunto sólo puede ser considerado como causa de jus-
p. 207, respecto del consentimiento que excluye el tipo, pero al contrario respecto del tificación, dado que, en principio, la conformidad excluyente de la tipici-
consentimiento justificante (p. 214); Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte
dad debe ser real126.
general, p. 339; Mir Puig, Derecho penal. Partegeneral, 4a ed., 1996, p. 456.
125
Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 84; Jiménez de Asúa,
Tratado de derecho penal. Partegeneral, t. IV, n° 1429; Muñoz Conde, Teoría general del
delito, 2a ed., 1989, p. 115; de la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e impu- 126
Sin embargo, en la jurisprudencia, como se vio, no siempre es así; verSSTS del
tación objetiva, 1995, p. 115 y siguientes. 15/6/57 y 23/3/68.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 301 ENRIQUE BACIGALUPO
302

Desde un primer punto de vista se niega directa y expresamente la posi- "los supuestos comprendidos en esta causa de justificación son intras-
bilidad de admitir un consentimiento presunto como fundamento de la cendentes y no compensan los riesgos que para la seguridad jurídica su-
exclusión de la punibilidad127. Consecuentes con su punto de partida, pone la presunción del consentimiento"; "la causa de justificación podría
Cobo - Vives afirman que en el consentimiento presunto no se puede fun- dar lugar", agrega Cerezo Mir, "a abusos"132.
damentar "la trasferencia de derechos operada por la voluntad del titu- Este punto de vista es una consecuencia de dos suposiciones: que el reco-
lar" y que no es posible en el derecho español una causa de justificación nocimiento de causas de justificación no escritas pone en peligro la segu-
supralegal128. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la no punibilidad de ridad jurídica y que los casos relevantes para el consentimiento presun-
los casos de consentimiento presunto se deberían resolver por medio de to se pueden resolver mediante el estado de necesidad. Pero, en realidad,
las reglas del error sobre la existencia del consentimiento real, lo que, en no se percibe de qué manera el reconocer el consentimiento presunto co-
el sistema clásico seguido por Cobo - Vives, significa mediante la exclu- mo causa de justificación podría afectar a la seguridad jurídica y dar lu-
sión de la culpabilidad129. gar a abusos. Ello sólo sería de temer si los presupuestos de la justifica-
La propuesta de solución de Cobo - Vives puede resultar muy estrecha ción no se pudieran determinar con la precisión dogmática deseable. No
para las necesidades de la práctica, pues los casos que han generado la habiendo reservas en este sentido, la seguridad jurídica no se verá ni más
teoría del consentimiento presunto se caracterizan porque en ellos el au- ni menos afectada que en cualquiera de las otras causas de justificación.
tor tiene un conocimiento seguro de la ausencia del consentimiento real En este punto es sumamente útil la comparación con la situación alema-
del lesionado. Por ello no se trata en tales casos de si hubo o no consenti- na. El reconocimiento del consentimiento presunto desde los años '20 133
miento, sino de si el titular de los bienes jurídicos que colisionan hubiera no parece haber desembocado en una situación de inseguridad jurídica,
consentido. Quizá por estas razones Cobo - Vives no parecen excluir to- ni que se hayan registrado abusos.
talmente la aplicación de la "gestión de negocios ajenos" (art. 1888, Cód. La otra suposición que explica el rechazo del consentimiento presunto es
Civil español) o del estado de necesidad130. La opinión quizá dominante, la referida a la posibilidad de aplicación del estado de necesidad en los ca-
por el contrario, se inclina por la solución de esta problemática a través sos relevantes en este marco. De esta manera, prácticamente todos los
del estado de necesidad (art. 8°.7, Cód. Penal)131. supuestos que generaron la figura del consentimiento presunto tendrían
Cerezo Mir ha condensado recientemente los argumentos en favor de es- una solución adecuada en el ámbito de la justificación. Sin embargo, hay
ta posición ya postulada por Antón Oneca. Por un lado se sostiene que por lo menos dos razones que impiden la aplicación del estado de necesi-
dad. En primer lugar, se debe señalar que el estado de necesidad no tiene
la función de una cláusula general que neutralice las reglas de la justifi-
127
Cerezo Mir, José, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Ro- cación previstas legalmente para la solución de conflictos particulares.
dríguez Devesa, 1989, p. 236; Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte gene- Consecuentemente, en aquellos casos en los que colisionan intereses ju-
ral, p. 339; Gómez Benítez, Teoría jurídica del delito, 1984; Jiménez de Asúa, Tratado rídicos disponibles pertenecientes a un mismo titular —que son los casos
de derecho penal. Parte general, t. IV, n° 1429; prácticamente, en el mismo sentido, An- de mayor trascendencia— las reglas del consentimiento (real o presunto)
tón Oneca, Derecho penal, 2a ed., 1986, p. 292. tienen preferencia, en principio, sobre las del estado de necesidad134. Se
128
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 339. trata de conflictos en los que el ordenamiento jurídico debe respetar la
129
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1987, p. 339. decisión libre del titular, sin asumir la tutela de una decisión "correcta"
Parece, sin embargo, que Cobo del Rosal y Vives Antón admitirían también el estado de
necesidad en los casos en los que se diera una gestión de negocios ajenos. En el mismo
sentido Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. IV, n° 1429 y An-
tón Oneca, Derecho penal, 2a ed., 1986, p. 292.
130
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1987, p. 341, 132
Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez
nota 26. Devesa, 1989, p. 236.
131
Cerezo Mir, Estudios de derecho penal y criminología en homenaje a Rodríguez 133
Mezger, Die subjektiven Unrechtselemente, en "GS", 89 (1924), ps. 207 y ss. y
Devesa, 1989, p. 236 y ss.; Muñoz Conde, Teoría general del delito, 2a ed., 1989, ps. 114 287 y siguientes.
y 115; probablemente también Octavio de Toledo - Huerta Tocildo, Derecho penal. Par- 134
Seelmann, Das Verhaltnis vor § 34 StGB zu anderen Rechtfertigungsgründen,
te general, 2a ed., 1986, p. 225 (aunque sólo mencionan el problema del tratamiento mé- 1978, p. 69 y ss.; Schonke - Schroder - Cramer, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 34, nros.
dico sin consentimiento); implícitamente Antón Oneca, Derecho penal, 2a ed., 1986, p. 6 y 8; Samson, SystematischerKommentarzum Strafgesetzbuch, § 34,6; Lackner, Straf-
292; Bustos, Manual de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1989, p. 196, dado que re- gesetzbuch, Kommentar, § 34,2, c; Stratenwerth, Síra/rec/ít, Allgemeiner Teil, 1.1,3a ed.,
mite a la ponderación de bienes en conflicto. 1981, n° 450.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 304 ENRIQUE BAC1GALUPO
303

externa sobre ámbitos reservados al libre desarrollo de la personali- La cuestión no resulta diferente en los casos en los que el autor obra en
dad 135 . En segundo lugar, en estos casos resultaría claramente inexpli- propio interés o en el de un tercero, casos que una parte de la doctrina ale-
cable una justificación apoyada en el principio de solidaridad pues no ca- mana incluye en el ámbito de relevancia del consentimiento presunto142.
be hablar de solidaridad, con uno mismo136. En este grupo de casos se suelen citar como ejemplos el de quien toma la
En suma, no parece adecuado tratar estos casos del consentimiento pre- bicicleta de un amigo sin autorización para alcanzar el tren que debe to-
sunto en el ámbito del estado de necesidad, dado que en dichos supuestos mar para poder cumplir una importante actividad, el de quien rompe el
no estamos frente a situaciones de conflictos ineludibles en los que se sal- botiquín de un amigo para tomar un medicamento (sin estar en un esta-
va el bien que el orden jurídico declara más valioso a costa del menos im- do de necesidad), el de quien en un año de abundante cosecha se apodera
portante 137 . Por el contrario, en estos casos el autor asume el riesgo de re- de frutas caídas de árboles ajenos y el de la empleada que regala a un
solver el conflicto de los intereses del afectado según la hipotética volun- mendigo un traje viejo del dueño de la casa143. Aquí es posible, natural-
tad de éste 138 y ello requiere reglas específicas. Cualquiera que sea la mente, negar la posibilidad de la justificación en sí misma de estos su-
amplitud que se quiera dar a la fórmula legislativa del art. 20.5° del Cód. puestos por la vía del consentimiento presunto 144 , pero, en todo caso, no
Penal, es indudable que estos supuestos no se podrían resolver por la vía parece que se pueda aplicar el estado de necesidad, dado que en estos ca-
del estado de necesidad. sos o el autor no es ajeno a la creación del conflicto de intereses, o bien no
En este contexto serán sin duda problemáticos, desde el punto de vista se da una situación de verdadera necesidad, con lo que desaparece la po-
del consentimiento, los casos en los que colisionen la vida (bien no dispo- sibilidad de aplicar el art. 20.5° del Cód. Penal. A ello se debe agregar que
nible) con la integridad corporal (bien disponible dentro de ciertos lími- tampoco aquí se percibe que sea posible apoyar la justificación en el prin-
tes), que serán frecuentes en el ámbito de la actividad médica. cipio de solidaridad en el que se basa el estado de necesidad.
Pero, ni siquiera en estos casos es posible una aplicación del estado de ne- La justificación de estos casos de consentimiento presunto en los que el
cesidad sin más, pues en la medida en que se trata de colisiones de bienes autor obra en propio interés o en el de un tercero puede encontrar, sin em-
jurídicos altamente personales, la justificación por medio del estado de bargo, una explicación adecuada en el derecho español admitiendo que el
necesidad dependerá no sólo de la jerarquía abstracta de tales bienes (co- consentimiento presunto reconoce la estructura de una causa de justifi-
mo lo sostiene en general la dogmática española), sino, y muy especial- cación fundada en el riesgo permitido, de la misma manera en que se pro-
mente, del interés individual del afectado139. En estos casos, una deci- pone en Alemania145. Ello tendría consecuencias en relación al error y al
sión sin tomar en cuenta el interés del titular en la protección o su "volun- derecho de defensa de la persona cuyos bienes jurídicos son afectados.
tad de tolerar"140 no resultaría amparada por la justificación. Por lo tan- Sin embargo, este punto de vista encontrará seguramente el rechazo de
to, cabe preguntar si en la colisión de bienes personales pertenecientes al los que suponen que los casos de riesgo permitido también tendrían solu-
mismo titular no se debería dar directamente preferencia a las reglas del ción por medio del estado de necesidad146. Esta opinión se funda, nueva-
consentimiento presunto inclusive cuando colisionan bienes jurídicos
disponibles y no disponibles. Este punto de vista sería aceptable para
quienes en España subrayan la significación que tiene en este ámbito el
derecho constitucional al libre desarrollo de la personalidad141. "CPCr." 30 (1986), p. 603 y ss.; déla Gándara Vallejo, Consentimiento, bienjurídico e im-
putación objetiva, 1995, p. 198 y siguiente.
142
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 4a ed., 1988, p. 347.
143
El ejemplo de la bicicleta carece de relevancia en el derecho español, pues el art.
135
Cfr., en el mismo sentido, Roxin, Festschrift für Hans Welzel, 1974, p. 451; otro 244 del Código Penal —a diferencia del § 248,6, StGB— no se refiere a las bicicletas.
144
punto de vista, Antón Oneca, Derecho penal, p. 292, nota 39. Así, Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 318; Jakobs,
136
Jakobs, Strafrecht,Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, ps. 287,370. Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 370, notas 18 y 371.
145
137
Roxin, Festschrift für Hans Welzel, p. 453. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 360 y ss.; Lenckner, en
138
Roxin, Festschrift für Hans Welzel, p. 453; Lenckner, Festschrift für H. Mayer, Schonke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, 23a ed. (1988), § 32, 56; Roxin,
1966, p. 181; confr. también ps. 175,177 y siguientes. Festschrift fiir Hans Welzel, p. 447 y ss. Críticamente al respecto, Hirsch, Leipziger
139
Lenckner, Der rechtfertigende Notstand, 1965, p. 98 y ss.; Bacigalupo, Princi- Kommentar, 10a ed., § 32,30,50 y 132; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a
pios de derecho penal español, 1985, p. 80. ed., 1975, p. 318. Especialmente sobre el riesgo permitido, Mama\d,Festschriftfür Jes-
140
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 358. check, 1.1,1985, p. 405 y siguientes.
146
141
Berdugo, en "CPCr." 14 (1981), p. 203 y ss.; Cobo del Rosal - Carbonell, en Cobo Mir Puig, adiciones a la traducción española de Jescheck, Tratado de derecho
del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte especial, p. 539 y ss.; Diez Ripollés, en penal. Parte general, 1.1,1981, p. 557 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 306 ENRIQUE BACIGALUPO
305

mente, en la amplitud que tendría el estado de necesidad en la legislación rabie en bienes ajenos 149 . Fuera de ello sería deseable también una dis-
española. Pero lo cierto es que esa "amplitud" no es tal, dado que sólo se cusión relativa a la función dogmática del riesgo permitido, que posible-
manifiesta en la no punibilidad de los casos de conflicto de bienes de igual mente no sería una figura inútil en el derecho penal español, si se admi-
jerarquía, lo que, en la opinión mayoritaria, tiene lugar en la forma de ex- te que el estado de necesidad no puede ser la solución para todo.
clusión de la culpabilidad, junto al estado de necesidad justificante, en el
que, por el contrario, se requiere salvar un bien de mayor jerarquía que
el sacrificado. —k—
En lo demás el estado de necesidad regulado por el art. 20.5° del Cód. Pe- 584. — Las situaciones en las que la víctima no se expone consin-
nal requiere en todos los casos —como se vio— que haya un conflicto de tiendo al peligro de la acción de otro (casos donde se discute la cues-
intereses que exija necesariamente el sacrificio de uno de ellos, para sal-
var el restante, y que el autor haya sido ajeno a la creación del conflicto tión del consentimiento), sino en las que aquélla se expone a un peli-
(art. 20.5°.2). Ninguno de estos extremos se presentan en las causas de gro que proviene directamente de su propia acción, deben ser trata-
justificación estructuradas sobre el principio del riesgo permitido, pues das separadamente, pues el resultado producido se imputará según
éstas se vinculan con casos en los que el autor, por regla, crea el peligro el "principio de la autorresponsabilidad del lesionado" o de la "auto-
con una acción que no es necesaria, pero que está autorizada147. Por lo de- puesta en peligro" o "principio de la propia responsabilidad". Se tra-
más, en casos muy significativos, el riesgo permitido autoriza, inclusive,
a poner en peligro bienes jurídicos de mayor importancia que los intere-
ta de establecer los casos en los que la participación (causal) en la pe-
ses implicados en las acciones peligrosas autorizadas (por ejemplo, auto- ligrosa conducta de la propia víctima no resulta imputable al autor
riza el tráfico automotor que crea peligros para la vida y la integridad cor- (meramente partícipe), sino a la situación, pues ésta ha tenido una
poral de los ciudadanos). Ello impide ya inicialmente la aplicación del intervención decisiva150. Los casos que ponen de manifiesto estos
art. 20.5° del Código Penal. problemas se refieren a la imputación de las lesiones o la muerte al
De todos modos, el recurso a la figura del riesgo permitido no permite, da- que entregó un estupefaciente a una persona plenamente responsa-
do su carácter formal, explicar si el consentimiento presunto debe excluir ble de los daños, lesiones o muerte que haya sufrido el que, con pleno
la pena como consecuencia de una auténtica aprobación del orden jurídi-
co o simplemente de una atenuación de lo ilícito. En este último caso su conocimiento acepta viajar en un coche conducido por otro que está
clasificación podría tener lugar fuera del ámbito de la justificación148. visiblemente alcoholizado, o de las lesiones consecuencia de relacio-
Pero no es posible tratar aquí este aspecto de la cuestión, pues su exten- nes sexuales llevadas a cabo con otra persona infectada por el virus
sión va más allá de los límites de este trabajo. del sida, etcétera.
Todo esto demuestra, a mi modo de ver, que en la dogmática española el
reconocimiento del consentimiento presunto como causa de justificación
específica requiere, en primer lugar, aclarar ciertos puntos referentes a 585. — En lajurisprudencia esta problemática ha tenido un plan-
la dogmática del estado de necesidad. Es necesario realizar una profun- teamiento muy limitado a través de la figura de la "compensación de
da discusión sobre las relaciones del estado de necesidad y las otras cau- culpas", que sólo opera, como es obvio, en los delitos imprudentes. La
sas de justificación, sobre los elementos particulares del estado de nece- cuestión tiene, de todos modos, antiguo reconocimiento en lajuris-
sidad y especialmente sobre la exigencia de que la justificación basada en
el estado de necesidad dependa de la adecuación de la acción de salva-
prudencia del Tribunal Supremo —ver, por ejemplo, la STS del
mento a las concepciones de la generalidad sobre una intervención tole- 26/9/1884, en la que se excluye la responsabilidad del dueño de un pe-

149
Cfr., en este sentido, Gimbernat Ordeig, Homenaje al profesor Sainz Cantero,
147
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 361; Jakobs, Stra- en "Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada", n° I (1987), ps. 107
frecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 170; Lenckner, en Schónke - Schróder, Strafge- y ss. y 109 y siguientes.
150
setzbuch, Kommentar, § 32,107, a. De la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputación objetiva,
148
Bacigalupo, GedachtnisschriftfurArmin Kaufmann, 1989, p. 459 y ss.; Günt- 1995, p. 133 y ss.; Cancio Meliá, Conducta de la víctima e imputación objetiva en el dere-
her, Strafrechtswidrigkeit und Strafunrechtsausschluss, 1983, p. 351 y siguientes. cho penal (tesis doctoral, UAM, 1997).

20 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 308 ENRIQUE BACIGALUPO
307

rro que mordió a una persona que "inadvertidamente" pisó al ani- rio al invadir el carril de éste, demuestran la gran inseguridad que
mal—. En este sentido la STS del 5/11/90 establece que "para cali- caracteriza la solución. En ambos casos se percibe que en el marco de
brar la respectiva relevancia de las conductas intervinientes (...) ha- la llamada compensación de culpas no existen criterios claros que
brá de tenerse en cuenta que si uno de los factores o condiciones se justifiquen la determinación del quantum de la culpa de cada inter-
muestra como causa decisiva y eficiente del resultado, habrá de re- viniente. Al menos ninguna de las dos sentencias hace la menor refe-
putarse la actuación de los demás intervinientes como accidental y rencia a las bases del juicio sobre la magnitud de la culpa de cada uno
fortuita, como igualmente, si ambas conductas se manifiestan con la de los intervinientes.
misma potencia y virtualidad causativa, habrá lugar a imputar co-
mo imprudentes las dos, si bien adecuando el grado de culpa a la ma- 587.—Algunos autores piensan que en los casos en los que la víc-
yor o menor eficacia de la intervención de cada uno (imprudencia te- tima debe responder por su autolesión no se trata de la exclusión de
meraria o simple) —en el mismo sentido: SSTS del 19/4/72; 24/3/82; la imputación objetiva, sino de supuestos de "conductas que ya ini-
24/3/83; 28/5/84; 18/2/86; 25/10/88; 24/5/91—. En forma similar se cialmente están excluidas del tipo penal", pues en tales supuestos el
manifiesta la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo en la aplicación orden jurídico ya no protege los bienes de la víctima151.
del art. 1103 del Cód. Civil (cfr. STS (Ia) del 12/7/89 con cita de otros
precedentes). De todos modos, en la STS del 17/7/90 se sostuvo que 588. — En la doctrina se distinguen supuestos diferentes, pero en
"no cabe establecer una total equivalencia entre la autopuesta en pe- los que cabe aplicar los mismos principios para distinguir los casos
ligro y el consentimiento de la acción peligrosa ajena". En la misma en los que la víctima se autolesiona y los que constituyen una lesión
línea, aunque recurriendo al confuso argumento de la compensación imputable al tercero, a pesar de la acción causal de la víctima.
de culpas, la STS del 20/2/93 excluyó la imprudencia (?!) del autor
porque la víctima (que murió por sobredosis de heroína) asumió "el a) Casos de participación en la autopuesta en peligro voluntaria
riesgo previsible en el consumo de drogas, en una imprudencia no de otro. Por ejemplo: "A" entrega a "B", para que éste se aplique
grave, pero próxima a la del autor". a sí mismo una dosis de estupefaciente que produce la muerte
de "B" cuando él mismo se la aplica ("A" no engaña a "B" sobre
la cantidad de droga que le entrega); "X" convence a "Z" de es-
586.—Es evidente que en los casos de autopuesta en peligro y, por calar un monte muy peligroso; "Z", que no es lo suficientemen-
consiguiente, de autorresponsabilidad del lesionado, la participa- te experto, cae y sufre lesiones graves.
ción de un tercero no debe ser punible, aunque no se den las condicio- En los casos en los que el propio tipo penal requiere una hetero-
nes del consentimiento y, en ese sentido, la cuestión tiene un ámbito lesión (por ejemplo, en el delito de lesiones: el art. 147.1 del Cód.
mucho mayor que el que le proporciona la compensación de culpas. Penal requiere "causar a otro una lesión") la autolesión exclui-
Por lo demás, la solución de esta problemática por la vía de la "com- rá la relevancia jurídica de la participación, pues toda partici-
pensación de culpas" puede ser adecuada, acaso, en el ámbito de la pación presupone que el autor directo haya obrado al menos tí-
responsabilidad civil, donde se pueden justificar ciertos juicios de picamente, cosa que no ocurre en los casos de autolesión corpo-
equidad, pero carece del rigor conceptual necesario para distinguir ral, porque no son típicas. De una autolesión cabe hablar siem-
una conducta típica de la que no lo es. En efecto, tanto la citada STS pre que el que sufre la lesión haya sido el que puso la última
del 20/3/93, como también la STS 1961/91 del 24/5/91, que declara condición para la producción del resultado —criterio de la co-
equivalente la culpa del que enciende un fuego cuyo humo impide la
visibilidad en una carretera y la culpa de la conductora de un turis-
mo que se interna en la humareda a 70 Km/h., a pesar de no poder
ver, estrellándose contra un camión que circulaba en sentido contra- Frisch, en "NStZ", 1992, p. 5 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 310 ENRIQUE BACIGALUPO
309

misión en último lugar—152. Dicho con palabras de Jakobs: "se torresponsable155y se limita sólo a aquellos en los que el suici-
tratará de una autolesión siempre cuando la responsabilidad da obra con una cierta disminución de su capacidad de decisión
de la víctima respecto de su autoprotección no surja antes de la de acuerdo al sentido, la aplicación del art. 143 del Cód. Penal
fundamentación de la responsabilidad de otros partícipes; quedaría limitada a estos últimos casos. Con esta interpreta-
pues en estos casos la víctima decide sobre el si de la realización ción las objeciones a la constitucionalidad de este artículo156
del hecho"153. quedarían completamente desvanecidas, aunque resultaría
Naturalmente este criterio no puede ser aplicado en los tipos muy difícil justificar la exclusión de la autoría mediata.
penales que por sí mismos sancionan la inducción a la autole- b) Casos de exposición voluntaria a un peligro proveniente de la
sión (por ejemplo: art. 143.1, Cód. Penal —inducción y ayuda al acción de otro. En estos supuestos el lesionado ha consentido en
suicidio—; art. 248, Cód. Penal—estafa—). la exposición al peligro, pero, en modo alguno en el resultado.
La autolesión, sin embargo, no excluirá la responsabilidad del Consecuentemente, por la vía del consentimiento no es posible
partícipe (por regla como autor mediato) cuando éste tenga un excluir la tipicidad de la acción del que realizó la acción riesgo-
conocimiento completo o más completo que la víctima del peli- sa con el resultado no deseado, dado que la víctima no ha con-
gro al que ésta se expone o cuando la víctima esté personalmen- sentido en el resultado(!)157. Por ejemplo: "A" acepta que "B",
te incapacitada para decidir responsablemente (en los casos de que dice manejar con especial destreza su revólver, demuestre
los arts. 20.1a, 2a y 3 a y 19 del Cód. Penal). que es capaz de dar, desde una cierta distancia, en la botella de
Hasta qué punto es posible admitir unprincipiogeneral de au- cerveza que él mantiene en su mano. "B" dispara y da en el pe-
torresponsabilidad del lesionado que el orden jurídico debe re- cho de "A", provocándole la muerte (STS del 17/7/90))158. En di-
conocer en razón de la significación institucional de la liber- cha sentencia el Tribunal Supremo consideró que la exposición
tad154, es todavía una cuestión discutida. Se trata de si en todos consciente a un peligro proveniente de la acción peligrosa de
los tipos penales —inclusive en aquellos en los que la heterole- otro excluye la imputación objetiva del resultado al autor de di-
sión no es un requisito expreso— es posible excluir la imputa- cha acción peligrosa cuando esta exposición es equivalente a la
ción objetiva cuando el resultado es consecuencia de la acción autolesión159. La autonomía conceptual de estos casos ha sido
de la víctima. La cuestión puede adquirir especial relevancia puesta en duda160 con cierta razón. En realidad se trata de ca-
práctica en el caso del controvertido art. 143 del Cód. Penal (in-
ducción y ayuda al suicidio).
155
En efecto, si se admite el principio general de autorresponsabi- Así con respecto a la participación omisiva: Bacigalupo, en Omisión e imputa-
lidad del lesionado, este tipo penal no alcanzaría a los supues- ción objetiva en el derecho penal, ed. por Gimbernat - Schünemann - Wolter, 1994, p. 25
y ss. Una solución similar probablemente, aunque desde otra perspectiva: Silva Sán-
tos en los que el suicida toma y ejecuta la decisión en forma au- chez, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", 1987.
156
Carbonell, en Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte especial, 1993,
p. 557 y siguientes.
152 157
De la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputación objetiva, Cfr. Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 11/98 y ss.; Zaczyk, Strafrechtliches
1995, p. 153 y siguientes. Unrecht und die Selbsverantwortung des Verletzten, 1993.
153 158
Jakobs, Die Organisation von Selbst und Fremdverletzung, insbesondere bei Críticamente sobre la solución de esta sentencia: de la Gándara Vallejo, Con-
Tótung, manuscrito de la conferencia sostenida en la Universidad Autónoma de Madrid sentimiento, bienjurídicoe imputación objetiva, 1995,p. 143; sin embargo, la crítica con-
el 14/5/92; cfr. también de la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputa- tradice su propio punto de vista basado en el criterio del que obró en último término: no
ción objetiva, 1995, p. 155. cabe duda que ese fue el que disparó.
154 159
Cfr. Zaczyk, Strafrechtliches Unrecht und die Selbsverantwortung des Verletz- En igual sentido que Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 11/100.
160
ten, 1993, p. 18 y ss.; críticamente al respecto Cancio Meliá, Conducta de la víctima e im- De la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputación objetiva,
putación objetiva en el derecho penal (tesis doctoral, UAM, 1997), p. 451 y siguientes. 1995, p. 145.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 311 312 ENRIQUE BACIGALUPO

sos en los que se debe distinguir entre la autolesión y la hetero- proporcione los elementos para quitarse la vida; en tal caso
lesióniei. Dicho de otra manera: la imputación objetiva del re- el resultado de muerte no se imputará conjuntamente (co-
sultado que afecta al que se expuso al peligro voluntariamente mo coautoría) al que participa y al que se autocausa la
depende de si su lesión puede serle imputada a él mismo o si, muerte, según el art. 143.4, sino al que engañó a la víctima,
por el contrario, constituye un caso de autoría mediata de la le- por lo que será aplicable el art. 138 del Cód. Penal (homici-
sión, puesto que, en verdad, el autor mediato actúa en último dio, eventualmente art. 139.1a—asesinato—).
término y, en todo caso, responde por su posición de superiori- 3. Cuando la víctima carezca de la capacidad de motivación
dad en la dirección del suceso. propia de una conducta autorresponsable163.
Esta autoría mediata se puede apreciar aunque la propia vícti-
ma haya obrado en último término, en los siguientes supues-
tos:
1. Cuando la víctima desconocía la existencia del peligro al — §45 —
que se exponía (instrumento que obra de manera cuasi no- LA REALIZACIÓN DEL TIPO EN LOS DELITOS DE PELIGRO
dolosa). Particularmente discutido en este marco es el de la 589.—En estos delitos no sólo se debe comprobar la realización de
víctima que tiene relaciones sexuales con una persona igno- una acción que supere los límites del peligro permitido. Además se
rando que ésta está infectada con sida. Se sostiene que no requiere que la acción haya representado un peligro para un deter-
habrá autoría mediata, aunque el infectado no haya dado minado bien jurídico. Este peligro —como se ha visto— puede ser
razones para confiar en que no lo estaba, pues una relación concreto o bien abstracto.
como ésta no genera obligaciones de cuidado recíproco ha-
cia el otro: el que mantiene relaciones sexuales ocasionales
no depende de la aclaración de riesgos que el otro le propor-
a —Delitos de peligro concreto
cione162. En todo caso, lo que debe haber conocido el lesiona- y delitos de peligro abstracto
do para que el resultado le sea imputable a él es la lesión del
bien jurídico. A la inversa, el resultado será imputable al 590. — La teoría ha distinguido tradicionalmente entre delitos de
otro cuando el lesionado desconozca dicha lesión. peligro concreto, en los que el bien jurídico debe haber sufrido un
2. Cuando la víctima, por engaño, renuncia a determinados riesgo real de lesión, y delitos de peligro abstracto, en los que ese ries-
bienes de manera irrazonable. Por ejemplo: el resultado de go real no es necesario. La realización del tipo objetivo en los delitos
muerte será exclusivamente imputado al que engaña a otro de peligro concreto requiere, además de la acción, el peligro real su-
sobre su estado de salud y logra que éste le ruegue que le frido por el bien jurídico protegido. Por el contrario, en los delitos de

161 163
Jakobs, Die Organisation von Selbst und Fremdverletzung, insbesondere bei Zaczyk, Strafrechtliches Unrecht und die Selbsuerantwortung des Verletzten,
Tótung, manuscrito de la conferencia sostenida en la Universidad Autónoma de Madrid 1993, p. 43; Jakobs, Die Organisation von Selbst und Fremdverletzung, insbesondere bei
el 14/5/92. Totung, manuscrito de la conferencia sostenida en la Universidad Autónoma de Madrid
162
Cfr. Zaczyk, Strafrechtlich.es Unrecht und die Selbsuerantwortung des Verletz- el 14/5/92, p. 18. Cancio Meliá ha presentado recientemente el criterio según el cual en
ten, 1993, p. 58 y ss.; Jakobs, Die Organisation von Selbst und Fremdverletzung, insbe- los casos de organización conjunta delriesgola imputación del resultado debe recaer en
sondere bei Tótung, manuscrito de la conferencia sostenida en la Universidad Autóno- la víctima (p. 481); la solución coincide, en términos generales, con la sostenida aquí y
ma de Madrid el 14/5/92, p. 15; de la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e con la ya expuesta por de la Gándara Vallejo, Consentimiento, bienjurídico e imputación
imputación objetiva, 1995, p. 145; Roxin, Strafrecht.AllgemeinerTeil, § 11. objetiva, 1995, p. 156.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 314 ENRIQUE BACIGALUPO
313

peligro abstracto es suficiente la comprobación de la acción. Por este 202.1, Cód. Penal.) sólo es preciso verificar que el autor se ha intro-
motivo, estos últimos no se diferencian de los delitos de pura activi- ducido contra la voluntad del morador o que permanece indebida-
dad. La distinción entre delitos de peligro abstracto y concreto resul- mente en el domicilio o morada ajeno. Lo mismo ocurre en los delitos
ta acaso superflua: sólo interesan los delitos de peligro concreto164. en que la acción consiste en tener algún objeto prohibido (por ejem-
plo, art. 563 y ss. del Cód. Penal —armas o explosivos—) o en atri-
buirse una dignidad o título que no se posee o funciones que no com-
b—Eljuicio sobre el peligro peten al sujeto (art. 403, Cód. Penal).
Esto rige también para los delitos llamados de peligro abstracto
591. — La realización del tipo objetivo en los delitos de peligro que —como vimos—166 no se diferencian de los de pura actividad.
(concreto) requiere la comprobación, como se dijo, de que la acción ha En estos delitos no es necesario verificar la existencia de un resul-
puesto en peligro un bien jurídico, o aumentado el peligro corrido por tado (de lesión o de peligro) y, por tanto, tampoco cabe plantear la
éste. El peligro corrido por el bien jurídico como consecuencia de la cuestión de la imputación objetiva.
ejecución de la acción es un estado que debe ser verificado expresa-
mente por el juez. El momento en el que debe hacerse el juicio sobre
el peligro es aquel en el que el autor ha obrado (juicio ex-ante). En tal
juicio deben tomarse en consideración los conocimientos del agente, — §47-
ya que en el momento de la acción hay una parte de las condiciones EL TIPO SUBJETIVO DEL DELITO DOLOSO
que no son conocidas por el autor (toda vez que si el resultado no lle- 593. — La tipicidad del delito doloso depende no sólo de la realiza-
ga a producirse, es decir, si el peligro no se concreta en una lesión, no ción del tipo objetivo, sino, además, de la realización del tipo subjeti-
hubo riesgo, pues el conocimiento ex-post de todas las circunstancias vo, es decir, fundamentalmente del dolo del autor. Se trata del com-
demuestra en estos casos que el bien jurídico no corrió peligro). plemento que permite imputar el hecho no sólo objetivamente, sino
El peligro como tal no depende de que el autor o alguien haya po- también subjetivamente. Es claro que en la acción se dan elementos
dido conocerlo, ni de que el autor o alguien haya podido tener por se- exteriores (objetivos) y elementos interiores (subjetivos). Este aspec-
gura la producción del resultado165. to subjetivo constituye el "tipo subjetivo". Sin embargo, los elementos
subjetivos no son cognoscibles directamente, sino a través de los ele-
mentos externos que objetivan un contenido psíquico del comporta-
— §46 — miento. Al respecto es muy ilustrativa la elaboración jurisprudencial
del llamado animus neccandi (dolo del homicidio). El Tribunal Su-
LA REALIZACIÓN DEL TIPO OBJETIVO
premo ha establecido en múltiples precedentes167 que el que el autor
EN LOS DELITOS DE PURA ACTIVIDAD
dirigiese su acción a producir la muerte o sólo a lesionar a la víctima
592. — En los delitos de pura actividad sólo se debe comprobar la depende de una serie de factores externos que acompañan la realiza-
realización de la acción típica. En el "allanamiento de morada" (art. ción del hecho (por ejemplo: si el autor dirigió el disparo a una zona vi-
tal de la víctima cabe inducir que su propósito era matarla).
164
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 154 y ss.; Straten-
werth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 3a ed., 1981, n° 212, quienes señalan las dificulta- 166
des de la distinción entre delitos de peligro abstracto y de pura actividad; prácticamen- Cfr.si¿pra,§45,a).
167
te como aquí, Horn, Konkrete Gefahrdungsdelikte, 1973, p. 27 y siguientes. Cfr. entre muchas otras: SSTS del 21/2/94; 19/5/94 con mayores indicaciones
165
Así, Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 208. jurisprudenciales.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 315 316 ENRIQUE BACIGALUPO

594. — En el delito doloso el elemento subjetivo más importante Unitariamente o no (es decir, dolosamente o no). La teoría de la volun-
es el dolo. Pero el tipo subjetivo no se agota necesariamente en él, tad recurrió para ello a diversas exigencias (la ratificación del resul-
pues hay tipos penales que requieren además del dolo alguna finali- tado, el asentimiento, el consentimiento, la indiferencia, etcétera).
dad trascendente de la realización de la acción —el propósito de ob- Las dificultades de probar estas exigencias se pusieron rápidamente
tener una ventaja patrimonial antijurídica en la estafa (art. 248, de manifiesto en la jurisprudencia, que durante largo tiempo partió
Cód. Penal); el autor engaña a la víctima/jara obtener la ventaj a que de esta teoría, aunque fue reduciendo cada vez más las exigencias de
no le corresponde; tiene dolo respecto del engaño y además un propó- los elementos que debían demostrar la existencia de la voluntad170.
sito que trasciende el engaño mismo—.
598. — La teoría de la representación, por el contrario, considera
595. — El delito doloso se caracteriza por una coincidencia entre que la esencia del dolo radica en la "no motivación del autor por la re-
el tipo objetivo y el tipo subjetivo: la representación del autor propia presentación de la realización del tipo"171. A su vez esta teoría ha te-
del tipo subjetivo debe alcanzar a los elementos del tipo objetivo. En nido problemas para determinar el grado de probabilidad con el que
este sentido es posible afirmar que en el delito doloso el autor obra sa- el autor se ha tenido que representar la realización del tipo para po-
biendo lo que hace. De esta coincidencia entre lo que se ejecuta y lo der afirmar que ha obrado con dolo.
que se sabe que se ejecuta surge la forma más grave de ilicitud: la del
delito doloso, frente a la menos grave: la del delito imprudente. 599.—Ambas teorías han terminado coincidiendo prácticamente
en sus resultados prácticos y por ello la discusión ha perdido gran
parte de su significación172. Una demostración de ello se percibe en
a—El dolo la jurisprudencia del Tribunal Supremo173.
1 —La discusión en torno a la esencia del dolo
2—La noción del dolo
596. — Tradicionalmente las explicaciones referentes al dolo se
600. — El Código no contiene una definición directa del dolo. Sin
han polarizado en las llamadas teoría de la voluntady teoría de la re-
embargo, se puede afirmar que las reglas del error de tipo contienen,
presentación168. La discusión afecta en primer lugar a la esencia del
de una manera indirecta, una definición del dolo; en tanto el error ex-
dolo y en segundo lugar a la cuestión práctica de la distinción entre el cluye el dolo, un concepto es la contrapartida del otro174. Por lo tan-
dolo y la culpa (especialmente entre el dolo eventual y la culpa cons- to, una correcta comprensión de los problemas del error es imposible
ciente)169. sin considerar previamente la noción de dolo. El dolo se caracteriza
básicamente por el conocimiento de los elementos del tipo objetivo, es
597. — La teoría de la voluntad entendía que la esencia del dolo decir, de los elementos que caracterizan la acción como generadora de
era la voluntad de realización del hecho; su principal problema con-
sistía en determinar cuándo el autor que se había representado el re-
sultado y que había actuado con esta representación había obrado vo- 170
Sobre la jurisprudencia más antigua del Tribunal Supremo ver Jiménez de
Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. V, n° 1553.
171
Frank, en "ZStW" 10 (1890), p. 189 y siguientes.
172
168
Engisch, Untersuchungen über Vorsatz und Fahrlassigkeit im Strafrecht,
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. V, n° 1558 y si- 1930, p. 140 y ss.; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, n° 61, Ia.
guientes. 173
169
Cfr. STS del 23/4/92 (caso del "aceite de colza").
Engisch, Untersuchungen über Vorsatz und Fahrlassigkeit im Strafrecht, 174
Cfr. en este sentido una justificación en las reglas de la prueba, Pérez del Valle,
1930, p. 126 y siguientes. en "Revista de Derecho Procesal", 1994 (2), p. 413 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 317 318 ENRIQUE BACIGALUPO

un peligro jurídicamente desaprobado que afecta de manera concre- cuando el autor no había estado sometido a "causas que eliminen la
ta un determinado objeto protegido. Quien conoce el peligro concreto soberana decisión del agente" (STS del 8/2/88) y que "voluntaria es
generado por su acción riesgosa para otra persona, obra con dolo, toda acción espontánea, no determinada por fuerza o coacción exte-
pues sabe lo que hace. Por el contrario, si ignora la creación de este rior" (STS del 30/3/88). Así el elemento volitivo del dolo se redujo al
peligro concreto de realización del tipo objetivo o tiene un error sobre máximo: voluntad habrá siempre que el autor no haya obrado coac-
el mismo obrará imprudentemente (ver art. 14). En la dogmática es- cionado. Dicho de otra manera, en la jurisprudencia la distinción en-
pañola este punto de vista reconoce antecedentes sobre todo en el tre dolo y culpa ya no depende de la comprobación de la voluntad; só-
concepto de dolo propuesto por Jiménez de Asúa ya en 1929, refor- lo puede depender del conocimiento o desconocimiento del autor.
mulada luego en su Tratado175: "Es dolosa la producción de un resul-
tado típicamente antijurídico (...) cuando se realiza con conocimien- 602. — Estos precedentes se concretaron en la STS del 23/4/92
to de las circunstancias de hecho que se ajustan al tipo y del curso (síndrome tóxico), en la que, sobre la base de ellos, se afirmó que
esencial de la relación de causalidad existente entre la manifesta- "obrará con dolo el autor que haya tenido conocimiento de dicho peli-
ción de voluntad y el cambio en el mundo exterior (o de su mutación)". gro concreto jurídicamente desaprobado para los bienes jurídicos,
Jiménez de Asúa agregaba, como se sabe, el conocimiento de la anti- pues habrá tenido el conocimiento de los elementos del tipo objetivo,
juridicidad; pero actualmente el texto del art. 14.3 del Cód. Penal ex- que caracterizan, precisamente, al dolo" (fundamento jurídico 3.a).
cluye este elemento del concepto de dolo176. Asimismo, en esta sentencia se sostuvo en relación al dolo eventual
que "la jurisprudencia de esta Sala permite admitir la existencia del
601. — En la jurisprudencia esta noción ha sido ya implícitamen- dolo cuando el autor somete a la víctima a situaciones peligrosas que
te aplicada en la STS del 27/12/82 (caso "Bulto"), en la que, induda- no tiene la seguridad de controlar, aunque no persiga el resultado tí-
blemente, el Tribunal Supremo apreció la concurrencia de dolo, dado pico". En conclusión, afirma la sentencia comentada, "el dolo even-
que los autores eran conscientes del peligro concreto que generaban tual no se excluye simplemente por la esperanza de que no se produ-
con su acción177. El conocimiento del peligro concreto de la acción im- cirá el resultado o porque éste no haya sido deseado por el autor" (...)
porta, al menos, una muestra de la indiferencia del autor. En la STS pues "en tales supuestos, en realidad, su acción no es sino una mani-
del 26/12/87 se estableció también que tal indiferencia del autor fun- festación de su indiferencia respecto de unos resultados, cuya pro-
damentaba el dolo sin más, cuando éste había conocido el peligro ge- ducción se ha representado como no improbable".
nerado por su acción. Este punto de vista se consolidó especialmente
en la STS del 24/10/89 en la que claramente se habla de la "teoría que 603. — La misma evolución mutatis mutandis ha seguido la doc-
podríamos denominar de la peligrosidad (...) que distingue entre pe- trina, en la que se percibe un notorio alejamiento de la teoría del con-
ligro representado 'en abstracto' y peligro representado 'en concreto', sentimiento o asentimiento (es decir, de la concepción del dolo de la
pudiéndose hablar en el primer supuesto de simple acción culposa y teoría de la voluntad). También en ella se ha partido de la teoría de la
en el segundo de delito con dolo...". En las STS del 8/2/88 y 30/3/88 el voluntad y del consentimiento, excluyendo el dolo por la simple "es-
Tribunal precisó que el elemento volitivo del dolo era de apreciar peranza" del autor en que el resultado no se produzca178. A lo largo
del desarrollo dogmático se percibe en la actualidad una considera-
ble tendencia a reducir al máximo, y, en realidad, prácticamente a
175
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1976, t. V, p. excluir, el elemento volitivo del dolo. Por un lado, se ha postulado la
417.
176
Otro punto de vista Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 565.
177
Coincidentes con el punto de vista del Tribunal Supremo, Muñoz Conde - Gar-
cía Aran, Derecho penal. Parte general, 1993, p. 251. Antón Oneca, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1986, p. 227 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 320 ENRIQUE BACIGALUPO
319

teoría de la probabilidad, que presupone un dolo reducido a la repre- su intervención. En el delito activo el elemento volitivo (el querer del
sentación del sujeto179. Por otro, se propuso dar por cumplidas las autor del hecho que se representa) resulta, en realidad, superfluo,
exigencias del momento volitivo cuando el autor simplemente haya dado que es evidente que quien conoce el peligro concreto generado
sido indiferente frente a la representación de la producción del resul- por su acción y actúa es porque, al menos, tiene una clara actitud de
tado180. Otros autores, en la misma línea, sugieren mantener la teo- menosprecio por la seguridad del bien amenazado186.
ría de la voluntad, pero en una versión denominada "teoría restringi-
da del consentimiento o aceptación" que viene a considerar, como la 605. — Una cuestión diversa es la que se refiere a si el autor que
STS del 23/4/92 (síndrome tóxico), que "la restricción más usual e im- aprecia erróneamente el peligro y su carácter concreto obrará con do-
portante consiste en considerar que la aceptación (o consentimiento lo187. "El autor que, para sí, parte de que nada podría pasar, se deci-
o similares) no se excluye por una confianza irracional e infundada de por una conducta (subjetivamente) no peligrosa"188. Lo mismo
en la no producción del hecho"181. También, en la misma dirección de ocurre con el autor que piensa que la producción del resultado es im-
la STS del 23/4/92, se encuentra el punto de vista que considera que probable, dado su acostumbramiento al riesgo. Es evidente que en
el dolo (eventual) requiere un "querer" o "aceptar", pero que "dicha tales situaciones se deben aplicar las reglas del error de tipo.
forma de querer concurre necesariamente siempre que se impulsa o
mantiene voluntariamente (...) la conducta que se advierte como su- 606. — En suma: obra con dolo el que sabe lo que hace, conociendo
ficientemente peligrosa en el caso concreto"182 y que "el dolo exige co- el peligro concreto que genera su acción. Dicho de otra manera: obra
nocimiento de la concreta capacidad de la conducta para producir el con dolo el que conoce la acción que realiza y sus consecuencias. El
resultado típico fuera del marco del riesgo permitido"183. dolo, por lo tanto, sólo depende del conocimiento del autor de la peli-
grosidad concreta de la realización del tipo.
De ello se deduce que el dolo no requiere conocimiento de lapuni-
604. — La tradicional definición del dolo que requería para éste, bilidad. El autor no necesita haber obrado con conciencia de la puni-
además de la representación o el conocimiento de la realización del bilidad de la acción que realiza, es decir, no es necesario que haya sa-
tipo (elemento cognitivo), también un elemento volitivo (la voluntad) bido que la acción que realiza está amenazada con una pena en la ley.
ha sido puesta en duda en la dogmática más moderna184. La evolu- El que ignora que no pagar los tributos fiscales está amenazado con
ción en este sentido ya había comenzado en el ámbito de los delitos de pena en el art. 305 del Cód. Penal, obra sin embargo con dolo, si sabe
omisión, en el que se consideraba que la forma más grave de éstos no que no satisface la deuda fiscal.
se podía apoyar en una inexistente voluntad de realización185: el que
omite no quiere realizar algo; deja que los hechos sigan su curso sin 607. — El dolo tampoco requiere que el autor haya conocido la an-
tijuridicidad. Ello surge con claridad del propio art. 14 del Cód. Pe-
179
En este sentido Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho
nal, en el que se establece que el autor que ha obrado sin conocer la
penal español, 1979, p. 46. ilicitud del hecho, es punible con la pena prevista para el delito dolo-
180
181
Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 135. so (aunque atenuada)189.
Luzón Peña, Curso de derecho penal. Parte general, 1996,1.1, p. 426.
182 MU. Puig, Derecho penal. Parte general, 4 a ed., 1996, p. 248.
183 jy[¡ r p u j g > Derecno penal. Parte general, 4 a ed., 1996, p. 247. 186
184
Cfr. Frisch, Vorsatz und Risiko, 1983; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2 a Crítico con estas conclusiones: Frisch, Vorsatz und Risiko, 1983, p. 484.
187
ed., 1991, p. 264 y ss.; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2 a ed., 1975, p. 394 y Sobre esta cuestión Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, p. 371 y ss.;
ss.; críticamente, por el contrario, Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992,1.1, § 12,49 Frisch, Vorsatz und Risiko, 1983, p. 197.
188
y ss.; Kóhler, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1997, p. 164 y siguientes. Frisch, Vorsatz und Risiko, 1983, p. 197.
189
185
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, 1959, p. 66 y si- Un punto de vista diverso sostiene Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a
guientes. ed., 1996, p. 561 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 321 322 ENRIQUE BACIGALUPO

3 —Momento y modo 611. — Se trata de elementos (elementos de valoración total) que


del conocimiento requerido por el dolo tienen una doble faz: "por un lado describen el hecho, pero por otro
608.—El elemento cognitivo del dolo debe darse en el momento de alojan en sí, al mismo tiempo, un juicio sobre la antijuridicidad"190.
la comisión del hecho y requiere un conocimiento actual, es decir, Aquí es preciso verificar si el autor ha tenido conocimiento del signi-
presente. No importa, y es insuficiente para acreditar el dolo, que el ficado del hecho para el pudor, sin que importe el conocimiento del
autor, con anterioridad a la realización del hecho, haya sabido, por autor acerca del carácter prohibido de la acción. Por ejemplo: si el au-
ejemplo, que en el lugar donde ahora cree que hay una liebre —sobre tor sabe que un determinado tocamiento de una parte del cuerpo de
la que quiere disparar— había otra persona. Si en el momento del una mujer es percibido, en general, como un atentado al pudor, se ha-
disparo creyó que lo hacía sobre una liebre no habrá dolo. Natural- brá cumplido con la exigencia del conocimiento de los elementos del
mente que ello no implica nada todavía sobre la eventual responsa- tipo objetivo; si el autor no reconoció este carácter a su acción (lesiva
bilidad culposa, cuyo análisis presupone la ausencia de dolo. del pudor) faltará el conocimiento necesario para el dolo191 de las
agresiones sexuales (art. 178, Cód. Penal).
609. — El modo de conocimiento de los elementos del tipo objetivo
depende, en cierto sentido, de su naturaleza. El conocimiento de los 612. — En general se puede decir que, en la realización de un he-
elementos descriptivos del tipo requiere, como es claro, que éstos ha- cho típico, el autor no dirige su conocimiento a todas las circunstan-
yan sido percibidos por los sentidos del autor. Los elementos norma- cias del tipo con igual intensidad. Por ejemplo: el art. 241.1° del Cód.
tivos, por el contrario, no se captan por los sentidos, sino que se com- Penal establece una agravación del robo cuando éste "se verifica en
prenden en su significación. El concepto de "documento" no se puede casa habitada, edificio o local abiertos al público, o en cualquiera de
identificar con la percepción sensorial del papel en el que se hacen sus dependencias". En estos casos estamos en presencia de un tipo
constar las cláusulas de un contrato. El autor debe tener conciencia agravado del robo y la referencia al lugar es un elemento del mismo
de que se trata de un instrumento destinado a probar una relación que, consecuentemente, debe ser alcanzado por el elemento cogniti-
jurídica determinada. Este conocimiento no debe ser técnico-jurídi- vo del dolo (es decir, conocido por el autor); el autor tiene en el centro
co; de lo contrario, sólo los juristas (y como alguien dijo, sólo algunos) de su conciencia aquello a lo que dirige primariamente su atención
podrían obrar con dolo. Se trata de lo que ha dado en llamarse "cono- (el apoderamiento de la cosa y la fuerza que ejerce para lograrlo),
cimiento paralelo en la esfera del lego". Otros elementos normativos mientras que la circunstancia de que su acción se lleve a cabo en una
que no implican una referencia a un concepto jurídico como, por "casa habitada" sólo entra en su atención en forma secundaria, es de-
ejemplo, la obscenidad en el art. 185 del Cód. Penal, se denominan cir, en un contexto inmediato, pero al margen del foco principal de
"empírico-culturales" y requieren una valoración por parte del autor. aquélla. Este conocimiento, caracterizado por estar inmediatamen-
te implícito en el contexto de la acción, aunque fuera del foco princi-
610.—En algunos casos estos elementos presentan serias dificul- pal de la atención en el momento del obrar, es suficiente para el dolo
tades para distinguir entre el conocimiento de los elementos del tipo respecto de las circunstancias típicas acompañantes del hecho y que
y el de la antijuridicidad del hecho. Por ejemplo, nuevamente, en las operan como agravantes. Para esta forma de conciencia o conoci-
exhibiciones obscenas del art. 185 del Cód. Penal es altamente difícil miento del dolo se ha impuesto el nombre de co-conciencia192 o de
establecer si el que entiende no ofender el pudor o las buenas costum-
bres (aun sabiendo qué acto realiza) tiene conocimiento de los ele-
mentos del tipo, pero carece de conciencia de la antijuridicidad o de 190
Roxin, Offene Tatbestánde und Rechtspflichtmerkmale, 2a ed., 1970, p. 82.
la prohibición, o si en él ya falta el conocimiento de los elementos del 191
Cfr. además: Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 343.
192
tipo que pertenece al dolo. Bacigalupo, Lineamientos de la teoría del delito, p. 49.

21 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 324 ENRIQUE BACIGALUPO
323

cia accesoria es necesaria aunque no querida. En tanto conocida co-


conciencia acompañante193. En todo caso, se trata de un concepto cu- mo necesaria, sin embargo, es suficiente para considerar que ha sido
ya elaboración se debe a Platzgummer194. dolosamente producida.
613. — Es claro que los elementos objetivos de las circunstancias 627. — En el dolo eventual las consecuencias de la acción no per-
agravantes, dado que integran el tipo objetivo (sean genéricas —art. seguidas intencionalmente por el autor son, al menos, posibles. Sin
22, Cód. Penal— o específicas —por ejemplo, la citada del art. 241, Io embargo, posibles son múltiples consecuencias de una acción y, por
del Cód. Penal—, deben ser conocidos por el autor195.
lo tanto, la teoría y la jurisprudencia han tratado de delimitar los ca-
sos en los que se debe apreciar el dolo. Los criterios que se proponen,
4 —Las "formas del dolo"y su superación como se vio, tienden en la actualidad a dejar de lado las exigencias
614. — Tradicionalmente se reconocen tres formas de dolo: el dolo que imponía la teoría de la voluntad. Por lo tanto, el autor habrá
directo (o intención), el dolo indirecto (o de consecuencias necesarias) obrado con dolo eventual cuando haya sabido que las consecuencias
y el dolo eventual. Las distintas formas tienen relación con la distin- accesorias posibles de su acción no son improbables196.
ción entre consecuencias principales y accesorias de la acción. En las
tres formas el autor debe haber tenido conocimiento del peligro con- 618. — La teoría de las formas del dolo puede considerarse supe-
creto creado por su acción para la realización del tipo. rada una vez que se ha eliminado el llamado "elemento volitivo" del
dolo197. En efecto, las distintas formas del dolo se basaban en dicho
615. — En el caso del dolo directo las consecuencias de la acción, elemento volitivo. En la medida en la que todas las "formas de dolo"
además de conocidas, constituyen la meta del autor, es decir, el pro- tienen el denominador común del conocimiento del peligro concreto
pio autor las quiere como consecuencias principales de su acción. El ya no tiene razón de ser más que una única forma de dolo.
dolo directo o intención, por lo tanto, es la única forma de dolo que re-
quiere un complemento volitivo o una relación volitiva del autor con 619. — Desde la perspectiva de este concepto de dolo resulta su-
las consecuencias de su acción. Es discutible si esta forma de dolo es mamente simple la distinción entre dolo y culpa. Las teorías tradi-
la única típicamente relevante cuando la ley exige que el autor haya cionales del dolo se planteaban este problema al delimitar el dolo
obrado "a sabiendas" (por ejemplo, arts. 404 y 446, Cód. Penal). eventual de la llamada culpa consciente o con representación, es de-
cir, los casos en los que el autor obra teniendo conocimiento del peli-
616. — Distinta es la situación en el dolo de consecuencias necesa- gro de su acción, pero confiando en que el resultado no se produciría.
rias. El autor en estos casos no dirige su voluntad a las consecuencias A partir de la concepción del dolo eventual como conocimiento de que
accesorias de su acción (Por ejemplo: un terrorista quiere matar al el resultado no es improbable, sólo cabe admitir como culpa la in-
funcionario en cuyo coche ha puesto un explosivo; sabe que en la ex- consciente, es decir aquella en la que el autor no tuvo ese conocimien-
plosión morirá también el chófer que siempre debe acompañar a la to198. Como se ha visto, la distinción entre dolo y culpa no se debe bus-
víctima; no quiere matarlo, pero, de todos modos, ejecuta su plan sa- car en la antinomia "voluntario/involuntario", sino en el par de con-
biendo que también el chófer morirá). Como se ve aquí, la consecuen- ceptos "conocimiento/desconocimiento".

Cerezo Mir, Curso de derecho penal español. Parte general, 1984,1.1, p. 428. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 268 y siguientes.
Platzgummer, Die Bewusstseinsform des Vorsatzes, 1964, p. 81 y siguientes. En este sentido Frisch, Vorsatz und Risiko, p. 496 y siguientes.
Cerezo Mir, Curso de derecho penal español. Parte general, 1984,1.1, p. 426. Cfr. Bacigalupo: en CP., Doctrina y Jurisprudencia, 1997, art. 12, p. 447.
326 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 325

5 — La exclusión del dolo: mente. Por ejemplo: supone que dispara sobre una cosa, cuando, en
el error sobre los elementos del tipo objetivo realidad, lo hace sobre una persona. (En el presente ejemplo se pone
de manifiesto hasta qué punto una distinción precisa entre elemen-
620. — El dolo se excluye cuando el autor ha obrado con un error tos descriptivos y normativos es en sí misma problemática). El error
sobre los elementos del tipo objetivo, es decir, sobre la concurrencia sobre los elementos normativos, por el contrario, se da cuando el au-
de circunstancias y elementos que permiten conocer la existencia de tor ha carecido de una valoración que le haya permitido comprender
un peligro concreto de realización del tipo. Si el autor ignora que de- el significado del elemento correspondiente. En estos casos se habla
trás de una mata, sobre la que dispara con el propósito de probar el del conocimiento paralelo en la esfera del lego. Por ejemplo: el autor
funcionamiento del revólver, hay un vagabundo durmiendo y lo ma- supone que un documento sólo puede ser un escrito firmado; en tal
ta, no habrá obrado con el dolo del homicidio, y eventualmente sólo caso no se excluye el dolo, dado que no se requiere una subsunción
podrá ser responsabilizado por un homicidio imprudente (art. 142, técnico-jurídicamente correcta, sino sólo que un determinado ins-
Cód. Penal). Por lo tanto, el dolo resulta excluido por un error que im- trumento pueda ser utilizado como medio de prueba. Los errores de
pida al autor conocer el peligro concreto de realización del resultado. subsunción, por lo tanto, no excluyen el dolo. Un error de subsunción
Al respecto, carece de importancia que el error sea producto.de una se dará cuando el autor haya subsumido los hechos erróneamente
negligencia del autor: de todos modos excluye el dolo (aunque deje desde el punto de vista jurídico, pero habiendo tenido el conocimien-
subsistente la responsabilidad por la imprudencia). Dicho con otras to propio de un lego respecto del elemento concreto.
palabras: la razón del error es irrelevante, en todo caso excluye el do-
lo. Esta irrelevancia de las razones del error sobre los elementos del
tipo es considerada axiológicamente, al menos, discutible199. 623. — De todos modos, el error de subsunción puede asimismo
ser el origen de un error de prohibición, si el autor supone que el he-
cho que subsume incorrectamente no está prohibido por norma algu-
621. — El error sobre los elementos del tipo objetivo está regulado na. Por ejemplo: el autor piensa que quitar el aire de los neumáticos
en el art. 14.1 y 2 del Cód. Penal. La primera parte del texto legal se de un coche no constituye daño (art. 625, Cód. Penal), y que por esa
refiere al error sobre "los hechos constitutivos de la infracción"; la se- razón no está prohibido bajo amenaza de pena. La distinción entre
gunda concierne a los hechos cualificantes o circunstancias agravan- error de subsunción y error de prohibición es, por regla, difícil. Con
tes. La distinción —como hemos visto al tratar de las circunstan- razón dice Roxin que los errores de subsunción "se pueden dar prác-
cias— carece de toda relevancia dogmática, dado que los hechos cua- ticamente respecto de todas las circunstancias normativas del tipo,
lificantes son elementos del tipo penal. Sorprendente, aunque, por toda vez que el no-jurista casi nunca logra una subsunción jurídica-
las mismas razones, carente de significación, es la omisión de las ate- mente exacta"200.
nuantes.
624.—El problema del error sobre los elementos normativos del ti-
—a— po ha perdido claridad con la nueva redacción del Código Penal, pues
622.—En primer lugar el error puede recaer sobre elementos des- en ésta se ha mezclado terminológicamente el error de hecho (art.
criptivos o elementos normativos del dolo (ver art. 10, Cód. Penal). El 14.1) con el error de prohibición (art. 14.3). En la medida en la que los
error sobre los elementos descriptivos (por ejemplo, cosa, arma, etcé- tipos penales contienen elementos normativos, que no son, como es
tera) se da cuando el autor percibe (con sus sentidos) equivocada- obvio, elementos de hecho, ni lo son tampoco de la ilicitud en sentido

Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, t.1,20 a ed., 1994, p. 391.


Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 258 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 327 328 ENRIQUE BACIGALUPO

estricto, cabe preguntarse con arreglo a qué reglas se debe tratar el 628.—Ante tal situación caben dos soluciones:
error sobre los elementos normativos. 1. Considerar que el legislador ha entendido irrelevante el error
625. — Si la expresión "ilicitud" del art. 14.3 del nuevo Código Pe- sobre los elementos normativos. Pero esto sería evidentemen-
nal se entiende como comprensiva de la tipicidad y la antijuridicidad te absurdo: ¿por qué razón iba el legislador a excluir la relevan-
(en el sentido de "injusto" = Unrecht)201, entonces nuevamente se ha- cia del error sobre los elementos normativos? Nadie ha postu-
brá elegido una distinción inadecuada para los objetos posibles del lado este punto de vista, pues no existe una razón objetiva que
error relevante en el derecho penal. En efecto, desde este punto de legitime la exclusión de la relevancia del error sobre los ele-
vista todos los elementos del tipo y de la antijuridicidad son elemen- mentos normativos: el autor que no sabe que se apodera de un
tos de lo ilícito, con lo cual el error del párrafo tercero se superpondría objeto material está en la misma situación que el que ignora
con el error sobre los hechos del párrafo primero, dado que éstos per- que ese objeto es ajeno.
tenecen a lo ilícito. Consecuentemente, "ilicitud", en el sentido del 2. Aplicar por analogía al error sobre los elementos normativos
art. 14.3 del nuevo Cód. Penal, se debe entender como sinónimo de las reglas del error de tipo o las del error de prohibición. Es in-
antijuridicidad, pues de lo contrario no sería posible distinguir dos necesario aclarar que tal analogía no está prohibida por el
especies de error con distintas consecuencias jurídicas, como ha pre- principio de legalidad (art. 25.1, CE), pues opera in bonampar-
tendido el legislador. Ello impide, al mismo tiempo, considerar el er- tera204. Lo problemático es deducir cuál de las dos analogías po-
ror sobre los elementos normativos como un error sobre la "ilicitud". sibles es la correcta, pues los elementos normativos son, como
su nombre lo indica, normativos, como la ilicitud, pero también
626. — Tampoco resolvería el problema retornar a la superada son elementos del tipo como los elementos descriptivos, es de-
distinción error de hecho/error de derecho: no todos los elementos cir, los hechos.
normativos son conceptos jurídicos2®2. Sin perjuicio de ello, retomar
dicha distinción implicaría desconocer que "la distinción decisiva de 629.—La solución depende de la incidencia del error sobre los ele-
ambas especies de error no se refiere a la oposición hecho-concepto mentos positivos del delito. En este sentido, es claro que quien tiene
jurídico, sino a la distinción tipo-antijuridicidad"203. un error sobre un elemento normativo no tiene el conocimiento de to-
dos los elementos del tipo y, por lo tanto, la analogía se da con el error
627. — Por lo tanto, es claro que el art. 14 del nuevo Cód. Penal de tipo y no con el error de prohibición, dado que el error del autor no
guarda silencio sobre el tratamiento que se debe dar a los elementos afecta a su conocimiento de la relación entre el hecho y el derecho.
normativos del tipo (por ejemplo: "ajenidad" de la cosa en el art. 234
del nuevo Cód. Penal; "dignidad de la persona", "fama", "propia esti- 630. — Esta tesis se confirma por el propio texto legal. El art. 14
mación" en el art. 208; "exhibición obscena", en el art. 185). del nuevo Cód. Penal en su párr. 2 establece que el error sobre "una
circunstancia agravante" impedirá su apreciación. Esto demuestra
201
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 48 y ss.; Bacigalupo, Princi- que el legislador ha considerado relevante como error de tipo tam-
pios de derecho penal, 3 a ed., 1994, p. 90 y ss.; Cerezo Mir, Curso de derecho penal espa- bién el que recae sobre los elementos normativos del tipo, pues las
ñol. Parte general, 2a ed., 1984,1.1, p. 390 y siguientes. agravantes forman parte (accidental) del mismo y contienen, por lo
202
Cfr. Mezger, Strafrecht, ein Lehbuch, 3 a ed., 1949, p. 192, donde distingue tres
clases de elementos normativos: "elementos de juicio de sentido judicial", "elementos general, elementos normativos (por ejemplo: "aumento inhumano
con valoración judicial" y "elementos de valoración cultural". Estos últimos no son jurí-
dicos en sentido estricto.
203 204
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 166; sin embargo: Kuhlen, Die Unterschei- Cfr. por todos Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, 4a ed.,
dung von vorsatzausschliefienden und nichtvorsatzausschliefienden Irrtum, 1987. 1964, t. II, p. 522 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 330 ENRIQUE BACIGALUPO
329

del sufrimiento de la víctima", "reincidencia", "precio, recompensa, 633.—En los demás supuestos, la cuestión ha adquirido una nue-
promesa"). No existe ninguna razón para admitir el error sobre los va orientación. Tradicionalmente, la excesiva extensión del nexo
elementos normativos cuando forma parte de los complementos ac- causal, determinado a través de la teoría de la equivalencia de condi-
cidentales del tipo y no cuando pertenecen a la estructura perma- ciones, encontró sus límites en el dolo (al menos, por lo general). La
nente del mismo. En suma: la falta de concepto con la que ha opera- causalidad material entre un puñetazo y el resultado de muerte ocu-
do el legislador en relación al error de tipo no debe producir ningún rrido como consecuencia del incendio del hospital en que se practica-
cambio fundamental en relación a la aplicación del art. 6 bis a) del ba a la víctima una sencilla curación, no ofrecía dificultad alguna pa-
anterior Código. ra afirmar la causalidad desde el punto de vista de la conditio sine
qua non. Sin embargo, la responsabilidad dolosa se limitaba a las le-
- b - siones causadas por el puñetazo, pues el resultado de muerte repre-
sentaba una desviación esencial del nexo causal. La esencialidad de
631. — También son cuestiones especiales del error sobre los ele- la desviación de la causalidad ocurrida con relación a la pensada por
mentos del tipo los que se refieren a la desviación del desarrollo del el autor se debía comprobar según el criterio de la causalidad ade-
suceso (error in personara, aberratio ictus, dolus generalis). En todos cuada. Por tanto, el dolo alcanzaba a los resultados producidos "den-
estos supuestos se da una divergencia entre el curso causal que el au- tro del marco de lo previsible según la experiencia vital general"207.
tor se representó en el momento de la acción y el que realmente ocu-
rrió: en la medida en la que la producción causal del resultado sea un
elemento del tipo, la causalidad debe ser objeto del conocimiento del 634. — Este esquema sufre modificaciones, o por lo menos puede
dolo (por tanto, esta cuestión sólo se presenta en delitos de resultado sufrirlas, si se parte de la teoría de la imputación objetiva, que —co-
de lesión). mo se sabe— reemplaza el criterio de la causalidad por el de la atri-
bución del resultado a la acción en función de criterios de selección
normativos. En otras palabras: de las relaciones causales sólo se ad-
632. — Los casos de error inpersonam no constituyen verdaderos miten como relevantes para la tipicidad aquellas que son compati-
casos de error sobre el desarrollo del suceso y, por tanto, no deberían bles con la naturaleza de lo injusto (personal) y losfinesdel derecho
tratarse como tales205, pues en ellos no hay desviación alguna. Una
penal. La imputación objetiva, en consecuencia, requiere la verifica-
desviación del desarrollo del suceso presupone que el objeto alcanza- ción de que el resultado sea la realización del peligro jurídicamente
do por la acción no sea aquél sobre el que se dirige la misma. Esto no desprobado creado por la acción208; el problema de la desviación
es lo que ocurre en el error inpersonam, que, como es sabido, sólo es esencial del curso del suceso, por lo tanto, tendrá lugar ya en el tipo
un error sobre la identidad (sobre el nombre) del sujeto pasivo. "Aquí objetivo y se debería resolver en el momento de establecer la imputa-
—dice acertadamente Stratenwerth206— el desarrollo del suceso se ción objetiva209.
corresponde totalmente con el esperado". En efecto, el autor dirige su
acción sobre una persona y alcanza a una persona de la manera en la
que quiere hacerlo. El error sobre la identidad es irrelevante porque 207
Rudolphi, enSystematischer Kommentar zura Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995, §§
la identidad de la víctima no es, por regla, elemento del tipo. 16 y 31; Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 73 y siguientes.
208
Rudolphi, enSystematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995, § 1,
nros. 38 y ss.; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 220 y ss.; Ja-
kobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 155 y siguientes.
209
205
Cfr., sin embargo, Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 247; Ru- Rudolphi, en Systernatischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995;
dolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995, §§ 16,29 y si- Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 278; sobre todo, Wolter, en "ZStW, 89
guientes. (1977), p. 702; otro criterio, Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 241, no-
206
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 286. ta 139. En España, Torio López, en "Anuario de Derecho Civil y Ciencias Penales", 1983.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 331 332 ENRIQUE BACIGALUPO

635. — Según algunos autores210, el tratamiento de estos casos en tor con su conocimiento de la posibilidad del resultado proveniente
el tipo objetivo o en el tipo subjetivo (como problema de error sobre el de su experiencia: debe preferirse, en consecuencia, la solución que
nexo causal) suele no conducir a soluciones diferentes. Sin embargo* sanciona, en los casos similares al ejemplo propuesto, con la pena del
no parece (aunque sea tal vez prematuro dar una opinión definitiva) delito doloso.
que se trate de una discusión sin trascendencia práctica. Contra esta solución se objeta que el autor no tuvo, en tales su-
puestos, "una voluntad general de matar a alguien"213. Pero este ar-
636. — En lo referente a los casos de aberratio ictus existe acuer- gumento es más aparente que real: para el dolo basta con la voluntad
do en considerar que en estos supuestos el autor proyecta una acción de matar a alguien, pues es ya voluntad de matar a otro.
sobre un objeto determinado, pero, a causa de la deficiente realiza-
ción de la misma, ésta recae sobre otro objeto de la misma especie. 638. — En la doctrina española se han defendido las dos solucio-
Por ejemplo: "A" quiere matar a "B", pero como consecuencia de su nes214. También se sostiene que en los casos de aberratio ictus debe-
mala puntería la bala da en "C", a quien no quería matar. En estos ca- ría distinguirse según que el resultado realmente producido sea
sos, la opinión dominante sostiene que "A" debe responder por tenta- igual al querido o más grave que éste (en su caso, menos grave)215.
tiva de homicidio respecto de "B", en concurso ideal con homicidio Tal distinción no parece acertada, pues en los casos en los que el au-
culposo respecto de "C". De esta solución se apartan pocos autores; tor produce un resultado de diferente gravedad no se presentan los
éstos proponen incluir el resultado de muerte de "C" en el dolo de "A", problemas propios de los de aberratio ictus. En tales supuestos esta-
por estimar que la desviación del desarrollo de los hechos está dentro mos, en realidad, ante un error sobre una circunstancia modificado-
del marco de la causalidad adecuada211. Frente a este punto de vista ra de la punibilidad (agravante o atenuante) para el que deben regir
se propone distinguir los casos de aberratio ictus de los de dolo alter- las reglas generales referentes a tales circunstancias.
nativo, según que el resultado se haya producido sobre un segundo
objeto que el autor no tenía a la vista (aberratio ictus = tentativa y de- 639. — Otro supuesto que se debe considerar aquí es el de la con-
lito imprudente) o que el resultado haya tenido lugar en un objeto sumación anticipada, junto al que también cabe hacer referencia al
que también tenía a la vista. En este último caso se debe admitir el del llamado dolusgeneralis. Se trata, en verdad, de hipótesis, en un
llamado dolo alternativo cuando el desarrollo causal no era improba- cierto sentido, inversas. Hablamos de consumación anticipada cuan-
ble212. En este sentido se ha pronunciado la STS del 14/2/93. do la desviación entre el desarrollo producido y el pensado por el au-
tor consiste en que el resultado se produce antes del momento en que
637. — La cuestión depende, como se ve, de si el autor ha tenido o el autor planeaba producirlo; por ejemplo: la enfermera "X" quiere
no un conocimiento del desarrollo del suceso que sea suficiente como matar al inválido "Z", poniéndolo previamente en estado de incons-
para permitir afirmar que el resultado acaecido sobre un objeto simi- ciencia, para lo cual le aplica una inyección con un fuerte somnífero;
lar, pero que no es la meta de su acción, debe imputársele a título de "Z" muere a consecuencia de un shock que le produce el somnífero y
dolo. En este sentido, resulta sin duda suficiente para el dolo del au-
213
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995, §
210 16,33.
Por ejemplo, Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 276; sobre el esta- 214
Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español,
do de la discusión, ver también Maiwald, en "ZStW" 85 (1973), p. 867 y siguientes. 1979, p. 50, con indicaciones bibliográficas.
211
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 73; también Herzberg, Die Unterlessung 215
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1987, p. 245;
im Strafrecht und das Garanten prinzip, 1972, p. 877, piensa que es suficiente la "con- Mir Puig, Lecciones, p. 68 y ss.; Gómez Benítez, Lecciones, p. 244. Por el contrario, no dis-
ciencia acompañante" para el dolo respecto del resultado realmente producido. tinguen, Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Partegeneral, 4a ed., 1964, t. II; Ro-
212
Cfr. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 269 y siguientes. dríguez Devesa, Derecho penal español. Partegeneral, 5 a ed., 1976, p. 597.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 333 334 ENRIQUE BACIGALUPO

antes de que "X" lo estrangule como pensaba. Por una parte se sostie- 641.—Este mismo punto de vista ha sido expuesto por la STS del
ne que si el resultado ha sido producido por una acción que, por lo me- 14/11/80, en la que se juzgó el supuesto de hecho que nos ha servido
nos, constituye comienzo de ejecución de la acción típica, se debe de ejemplo. En ella se afirma que, dada "la creencia de que actuaba
apreciar una desviación no esencial del desarrollo del suceso216. En sobre una persona muerta, es claro que debe ser excluida su respon-
contra, se sostiene que "el autor no conoce en esos casos ni siquiera sabilidad a título de dolo, pero no eximido de 'toda' responsabilidad
las condiciones del resultado, por lo que realiza un riesgo que no le es porque su error ha sido consecuencia de grave imprevisión al no to-
conocido"217. La primera posición merece preferencia, porque una mar las elementales precauciones para cerciorarse de la muerte de
vez que el autor puso en acción su voluntad de realizar el tipo, la con- la víctima que pertenecen a la común experiencia, imprevisión de la
sumación ocurrida antes de lo previsto es, por regla general, irrele- que arranca su responsabilidad por culpa de un error vencible".
vante, inclusive para el propio autor. La pérdida de la posibilidad de
desistir en contra del autor no es merecedora de protección.
7—El error sobre las circunstancias
que agravan o atenúan la pena
640. — Diversa es la cuestión en los llamados casos de dolusgene-
ralis. En ellos el autor cree haber consumado ya el delito que quería 642. — Si el autor obra desconociendo una circunstancia cuya con-
consumar, cuando en realidad ello no ha ocurrido todavía; la consu- currencia determina una agravación de la pena, la agravación no
mación tiene lugar posteriormente, cuando el autor realiza una nue- tendrá lugar. Así lo dispone el art. 14.2 del Cód. Penal. Las circuns-
va acción en la que no sabe que está consumando el delito. Por ejem- tancias agravantes a las que se refiere esta disposición pueden estar
plo: "A" golpea muy fuertemente a "B" en la cabeza y cree haberlo ma- previstas en forma expresa en el tipo del delito particular (por ejem-
tado; luego trata de simular un suicidio anudándole un cable en el plo, las circunstancias que agravan las lesiones del art. 148, o las cir-
cuello; la autopsia determina que la muerte fue causada por el es- cunstancias que agravan el robo —art. 242.2—) o en forma genérica
trangulamiento y no por los golpes iniciales, como lo creyó "A". Los en la parte general del Código Penal (art. 22). En esta última catego-
partidarios del dolus generalis (un dolo cuya amplitud permitiría ría entran naturalmente en consideración aquellas en las que el efec-
abarcar todo el suceso) suponen en estos casos la existencia de un to agravante depende de circunstancias objetivas que deben haber
único delito consumado doloso. Sin embargo, la mayoría piensa que sido conocidas por el autor. El texto no ha regulado —como lo hace el
se debe apreciar una tentativa de homicidio en el primer tramo (por- § 16.2° del Cód. Penal alemán— la cuestión que plantea el error con-
que el autor dirige su acción a lograr la muerte, resultado que no se sistente en la falsa suposición de un elemento con efectos atenuan-
produce por razones ajenas a él), mientras que en el segundo tramo tes. Por ejemplo: el autor supone erróneamente las causas objetivas
se responsabiliza al autor por homicidio culposo (ya que produce la que generan su estado pasional (la mujer cree haber visto a su mari-
muerte sin saberlo, y ésta era evitable si hubiera observado el cuida- do con otra mujer y lo agrede en una reacción producida por los celos),
do exigido frente al bien jurídico). La tentativa de homicidio y el ho- art. 21.3a, Cód. Penal español.
micidio imprudente concurren materialmente (concurso real). Esta
solución es la preferible, ya que en el momento de producir el resulta- 643. — En estos casos, se debe sancionar por la realización del de-
do el autor no dirige a él su acción y no sabe de la realización del tipo. lito doloso atenuado, es decir, por el que el autor creyó cometer, pues
sólo al tipo de este delito se extiende el dolo del autor (así, el § 16.2°
del Cód. Penal alemán).
216
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zurn Strafgesetzbuch, 6a ed., 1995, § Pero además debe sancionárselo por la realización imprudente
16,34; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 283.
217
del delito no atenuado, cuyo tipo objetivo se ha cumplido íntegra-
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 245; Herzberg, Die Unter-
lessung im Strafrecht und das Garantenprinzip, 1972, p. 883.
mente: a la mujer del ejemplo propuesto debería sancionársela con la
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 336 ENRIQUE BACIGALUPO
335

pena del delito de lesiones atenuadas en concurso ideal con lesiones Penal). El error sobre los elementos del tipo es evitable cuando el au-
imprudentes (arts. 147 y 152, Cód. Penal español)218. tor, observando el cuidado exigido, hubiera podido conocer correcta-
mente las circunstancias ignoradas o falsamente representadas. La
644. — Si se produjera la situación inversa, es decir, que el autor relación entre observancia del cuidado y conocimiento o correcto co-
supone cometer el tipo básico, pero realiza el atenuado, la solución nocimiento debe ser prácticamente segura. Por otra parte, la deter-
requiere tener presente que aquél sólo ha cometido el tipo objetivo minación del cuidado exigido debe hacerse en función de la capaci-
del tipo atenuado y, por tanto, éste debe ser el único fundamento de dad individual en las circunstancias concretas de la acción, pues el
su responsabilidad. Si se admite, al menos a los efectos de la ejempli- texto legal dice que a tales fines deberá atenderse a las "circunstan-
ficación, que el delito de hurto en su configuración actual distingue cias del hecho y (a) las personales del autor". Así se ha dado paso en
un tipo básico (art. 234), uno agravado (arts. 234 y 235.3), en el que la la ley a un significativo apoyo al punto de vista que exige en el delito
agravación depende del valor del objeto de la acción, y uno privilegia- culposo un deber individual de cuidado (determinado por las capaci-
do (la falta de hurto del art. 623.1 del Cód. Penal), podría darse el si- dades y conocimientos del autor), por oposición a un deber objetivo de
guiente ejemplo: "A" cree apoderarse de una pieza de arte que supo- cuidado. La referencia a las circunstancias personales en el art. 14
ne de un valor de 500.000 pesetas, pero en realidad se apodera de un del Cód. Penal tiene una importante significación dogmática en el
objeto que no llega a las 50.000 pesetas; el tipo objetivo realizado es ámbito del delito imprudente (ver comentario al art. 12).
la falta: "A" se apoderó de un objeto de valor que no supera las 50.000
pesetas, y lo hizo sabiendo lo que hacía, por lo cual se da también el
tipo subjetivo de la falta de hurto (art. 623, Cód. Penal). Por otra par- b —Los supuestos elementos subjetivos de la autoría
te, quiso realizar el tipo del art. 234 del Cód. Penal, pues tenía en mi-
ras apoderarse de una cosa de valor superior a las 50.000 pesetas; en 646.—El disvalor de la acción del delito doloso, que brinda la ma-
consecuencia, este delito no se consumó por razones que no son su teria del tipo subjetivo de estos ilícitos penales, puede no agotarse en
propio y voluntario desistimiento (art. 16, Cód. Penal), por lo cual de- el dolo. En ciertos casos se requiere, además del conocimiento y vo-
be admitirse tentativa del delito básico en concurso ideal con el deli- luntad de la realización del tipo, que el autor haya realizado el hecho
to privilegiado consumado219. típico con una determinada intención, una determinada motivación
o un determinado impulso220.
II—Las consecuencias jurídicas del error de tipo
647. — La aparición en el momento de la tipicidad de elementos
645. — El error sobre los elementos del tipo excluye el dolo en to- subjetivos de esta naturaleza corresponde a un desarrollo de la cien-
dos los casos, ya que éste requiere el conocimiento de los elementos cia jurídico-penal alemana221, que, introducida en la ciencia hispa-
del tipo objetivo. Por tanto, un error de tipo tendrá en todos los casos,
por consecuencia, la exclusión de lapena del delito doloso. Si el error
220
sobre los elementos del tipo hubiera sido vencible (evitable), "la in- CevezoMir,Cursodederechopenalespañol. Parte general, 1984,t.I,p.408yss.;
Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, 1979, p.
fracción será castigada, en su caso, como imprudente" {art. 14.1, Cód. 47; Rodríguez Mourullo, Derecho penal. Parte general, t.1, p. 254 y ss.; Rodríguez Deve-
sa, Derecho penal español. Parte general, 5a ed., 1976, p. 391; Cobo del Rosal -Vives An-
tón, Derechopenal. Parte general, 2a ed., 1987, t. II, p. 65; Jiménez de Asúa,La ley y el de-
218
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 249; Schónke - Schrbder - lito, p. 255; Polaino Navarrete, Los elementos subjetivos de lo injusto en el Código Penal
Cramer, Strafgesetzbuch, Komtnentar, § 16, n° 27; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, español.
221
Allgemeiner Teil, p. 231. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 253 y ss., con referen-
219 cias histórico-dogmáticas.
Ver nota anterior.
338 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 337

noparlante por Jiménez de Asúa222, es compartida en forma prácti- rior, de la situación de la acción y de los fines de la acción"225, Jes-
camente unánime223. check estima que "no consisten en un juicio de valor ético-social, sino
en el aspecto subjetivo de elementos especiales de lo ilícito"226. Por su
648. — En un primer supuesto estos elementos subjetivos consis- parte, Schmidháuser227 distingue en estos elementos unos que sólo
ten en una intención especial. En este caso se trata de una meta per- modifican la culpabilidad y otros que ya modifican lo ilícito. Se trata-
seguida por el autor que está más allá de la realización del tipo obje- ría, a su juicio, de "elementos del hecho punible, que denotan directa-
tivo. Por ejemplo: en el delito de falsificación de documentos (art. 302 mente un comportamiento del autor contrario a los valores morales
y ss., Cód. Penal) no sólo se requiere que el autor haya tenido conoci- autor en relación al hecho ilícito". Dicho de otra manera: estamos en
miento y voluntad de falsificar el documento, sino que, además, es presencia de la lesión de un valor que se suma a la del bien jurídico.
preciso que lo haya hecho con intención de engañar. Lo que diferen-
cia estas intenciones especiales del dolo directo es que aquí son rele-
vantes para lo ilícito penal aquellos objetivos que el autor quiere al- — §48 —
canzar mediante la realización del tipo, mientras que en el dolo di- EL TIPO SUBJETIVO DEL DELITO IMPRUDENTE
recto el único fin relevante para el derecho penal es la realización del
tipo mismo. Por ejemplo: no es relevante para lo ilícito del homicidio 652. — Como se ha visto, el tipo subjetivo reúne los elementos per-
que el autor haya matado a la víctima para privar de un buen ele- sonales, correspondientes al sujeto, de la infracción penal. En este
mento a una empresa competidora. sentido, es posible hablar de un tipo subjetivo del delito imprudente
en la medida en la que la imprudencia tiene un carácter individual.
649. — En otros casos la ley requiere un especial motivo del autor, La distinción entre tipo objetivo y tipo subjetivo no tiene aquí la mis-
lo que es difícilmente diferenciable de una especial intención224 (por ma significación que en el delito doloso, pues mientras en éste debe
ejemplo, art. 139.2 del Cód. Penal). existir una correspondencia entre lo ocurrido y lo que el autor sabía
que ocurriría, en el delito imprudente el autor ignora negligente-
mente que realiza el tipo. El fundamento de la punibilidad del delito
c —Elementos del ánimo es el desprecio que el autor demuestra respecto de los bienes jurídi-
cos ajenos, sea que no ha pensado en la lesión que causa o porque su-
650. — La teoría distingue estos especiales elementos subjetivos pone falsamente que su acción no causará lesión alguna.
de la autoría de los llamados del ánimo o de la actitud. Como ejemplo
de ellos se menciona la "crueldad" (art. 406.5°, Cód. Penal).
a—El derecho vigente
651. — Las definiciones dadas en la teoría a este respecto difieren 653. — El nuevo art. 12 del Cód. Penal introduce una innovación
sustancialmente. Mientras Stratenwerth piensa que se trata de un necesaria en el sistema penal del delito imprudente o culposo. El an-
"juicio de valor general sobre el conjunto del suceso exterior e inte- terior Código preveía un sistema de numerus apertus, que, en princi-

225
Cfr. Jiménez de Asúa, La ley y el delito.
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 322; en sentido análogo, Welzel:
Cfr. Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal espa- Das deutsche Strafrecht, p. 79.
226
ñol, 1979. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 257.
227
224
Stratenwerth,Strafrecht,AllgemeinerTeil,n"325. Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 246 y siguientes.

2 2
— DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 340 ENRIQUE BACIGALUPO
339

pió, permitía sancionar como imprudente cualquier delito. Ya al ser teoría psicológica de la culpabilidad, como una relación psíquica del
sancionado el Código de 1848 este sistema legislativo del delito cul- autor con su hecho dañoso. Desde esta perspectiva, vinculada estre-
poso estaba desacreditado. Como prueba basta mencionar la nota V chamente con el axioma "toda culpabilidad es culpabilidad de volun-
de Mittermaier al § 55 áelLehrbuch de Feuerbach228, en la que se ha- tad", sólo cabía, sin embargo, sancionar como imprudencia la llama-
ce constar que nunca se ha podido demostrar que en el derecho co- da culpa consciente, pues en la inconsciente no era posible demostrar
mún la culpa haya sido en todos los casos suficiente fundamento pa- la existencia de relación psicológica alguna entre el sujeto y un resul-
ra la punibilidad y que tal punto de vista no sería correcto, como lo de- tado que éste no se había representado (en este sentido, la primitiva
mostraba entonces la opinión científica dominante. Con esta deci- teoría de la culpa de Feuerbach). Sin embargo, la necesidad de san-
sión el legislador ha hecho ingresar el derecho penal español en el de- cionar también la culpa inconsciente, es decir aquella en la que el au-
recho penal moderno y homologándolo al derecho europeo vigente en tor no se ha representado la creación del peligro que generó el resul-
materia de delitos imprudentes229. tado, convirtió al propio Feuerbach en el fundador de la distinción
entre culpa consciente y culpa inconsciente.
654. — A diferencia de otros derechos europeos (Cód. Penal aus- A partir de entonces los esfuerzos por explicar la culpa (como con-
tríaco, § 6; Cód. Penal italiano, art. 43; Cód. Penal portugués, art. 15) cepto común abarcador de la culpa consciente e inconsciente) como
el legislador español, con buen criterio, no ha definido la impruden- una forma de culpabilidad (psicológica) ofreció toda clase de dificul-
cia. Sin embargo, el art. 14 establecía un punto de partida para la tades teóricas, pues la única solución que parecía consecuente era la
comprensión del concepto de imprudencia, dado que allí se prevé que de identificar culpabilidad con dolo y considerar que la culpa no era
la infracción será castigada como imprudente cuando, "atendidas las una forma de culpabilidad, o bien, lo que finalmente ocurrió, modifi-
circunstancias del hecho y las personales del autor", el error de ti- car el concepto de culpabilidad, dando cabida a consideraciones de
po230 fuera evitable. De aquí es posible deducir que —como lo sostie- prevención especial y definiendo la imprudencia como un "defecto de
ne una pujante tendencia de la dogmática actual— la imprudencia comprensión"232, que debe operar como fundamento para la aplica-
es básicamente un supuesto de error de tipo. Este punto de vista se ción de una pena que tenga la función de prevenir nuevos ilícitos im-
sostiene desde antiguo en la dogmática de la culpa y fue defendido ya prudentes.
por von Liszt (ver más adelante). En la actualidad es sobre todo re-
presentado por Jakobs231 y es consecuencia de un largo desarrollo 656.—La punibilidad de la culpa sin representación (o impruden-
histórico dogmático del concepto de culpa. cia inconsciente) fue resuelta, por lo tanto, con el abandono de la pre-
misa de la culpabilidad de voluntad que se consolidó con el dominio
de la teoría de la prevención especial. Desde esta perspectiva se pu-
b —Evolución de la dogmática de la imprudencia do sostener que el contenido material de la imprudencia como espe-
cie de la culpabilidad debía consistir en "que el autor, como conse-
655. — La imprudencia se caracterizó, en primer lugar, como una cuencia de su indiferencia frente a las exigencias de la vida común so-
forma de culpabilidad y, por lo tanto, bajo la influencia de la llamada cial, no ha reconocido el sentido antisocial cognoscible de su he-
cho"233. Aclarado lo anterior, que permitía considerar la impruden-
228
cia como una especie de culpabilidad, se la definió como un supuesto
Mittermaier, notas a Feuerbach, Le^r&uc/i des gemeinenin Deutschlandgulti-
genpeinlichenRechts, 14a ed., 1847, p. 104, § 55.
229
Cfr. Código Penal alemán § 15; austríaco, § 7.1; francés, art. 121-3,2o párrafo;
italiano, art. 42,2o párrafo; portugués, art. 13; suizo, art. 18.
230 Almendigen, Untersuchungen über das culpóse Verbrechen, 1804.
Ver¿n/ra§64,ap.7.
231
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1994, p. 315 y siguientes. Liszt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, 23a ed., 1921, p. 186.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 341 342 ENRIQUE BACIGALUPO

de "error sobre la causalidad de la acción"23^, y más precisamente co- 658.—Alcanzado este momento resultaba evidente que la impru-
mo "un error sobre el carácter causal o no evitador del resultado de la dencia era algo diverso de una forma o especie de culpabilidad240. La
actuación de la voluntad", o sea como "carencia de conocimiento de teoría de la acción finalista dio el paso siguiente y desplazó a la tipi-
los elementos del tipo"235. cidad el elemento de la infracción del deber objetivo de cuidado,
mientras otra cuestión, la referente a si el autor ha conocido o podido
conocer la contrariedad al deber, fue mantenida en el marco de la cul-
657. — Resuelta la cuestión del fundamento de la punibilidad de
pabilidad241. La imprudencia, por lo tanto, se convirtió de esta mane-
la culpa inconsciente, la teoría pudo reelaborar la noción de impru-
ra en una forma de realización del tipo y dejó de ser una especie de la
dencia. Singular importancia debió tener en este sentido la defini-
culpabilidad. El tipo del delito imprudente o culposo se caracterizó
ción de culpa introducida en el BGB (Código Civil alemán, 1896,
como un tipo abierto o necesitado de una complementación judicial.
1900) en el § 276: "obra imprudentemente el que no presta atención
Ello significa que el juez debe determinar, en primer lugar, el deber
al cuidado exigido en el tráfico". A partir de entonces el concepto de
objetivo de cuidado exigido en el tráfico (que se debe establecer según
imprudencia se estructura básicamente sobre la infracción de un de-
las circunstancias del caso) para luego verificar si ha tenido lugar
ber de cuidado236. Como ejemplo de este giro teórico (implícito en las
una infracción de ese deber de cuidado y, finalmente, si de ella se de-
antiguas nociones) es ilustrativa la definición de Mezger237: "obra
riva el resultado (de lesión o de peligro). El deber objetivo de cuidado,
imprudentemente el que infringe un deber de cuidado que le incum-
por su parte, se debe fijar, según Welzel, sin recurrir a prescripciones
be personalmente y pudo haber previsto el resultado". De esta mane-
del derecho de policía ni a reglas o máximas de la experiencia, sino
ra, en la culpa o imprudencia se daban dos elementos claramente di-
"únicamente a partir del principio metódico: qué acción habría reali-
ferenciados: a) la infracción de undeber individual de cuidado238 yb)
zado en la situación del autor una persona comprensiva y sensata".
una "relación anímica general del autor con el resultado", es decir, la
previsibilidad del mismo. Ambos elementos constituyen la base del
concepto dogmático moderno de culpa o imprudencia.
c —La moderna concepción de la imprudencia
De acuerdo con este punto de vista, la comprobación de la impru-
dencia requiere establecer, en primer término, si al autor le incum- 659. — La más moderna estructura del delito culposo se corres-
bía un determinado deber de cuidado y, en segundo lugar, si un com- ponde perfectamente con la estructura general que actualmente tie-
portamiento adecuado al deber hubiera permitido al mismo prever el ne la teoría de la imputación objetiva, dado que la acción impruden-
resultado de su acción. En la dogmática española estos puntos de vis- te debía ser aquella que constituyera un peligro jurídicamente desa-
ta fueron introducidos por Antonio Quintano Ripollés239. probado, y el resultado sólo sería imputable a ella si fuera la realiza-
ción de dicho peligro. La evolución sufrida por la teoría del delito en
su conjunto no es, en realidad, sino una evolución que partió de una
234
Liszt, ya en la Ia ed. del Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, 1881, p. 119. concepción que consideraba el delito doloso como prototipo de todo
235
Liszt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, 23a ed., 1921, p. 186. En el mismo delito y que obligaba, por ello, a encontrar el "elemento doloso" en la
sentido, Hippel, Deutsches Strafrecht, t. 2,1930, p. 359; Liszt - Schmidt, Lehrbuch des
Deutschen Strafrecht, t.1,26a ed., 1932, p. 273y ss.; FTank,DasStrafgesetzbuchfürdas culpa, y terminó en otra concepción que extendió, en sentido inverso,
Deutsche Reich, 17a ed., 1926, p. 186; Engisch, Untersuchungen über Vorsatz undFahr- las estructuras del delito imprudente al delito doloso.
lassigkeit, 1930, p. 277.
236
Cfr. sobre todo Engisch, Untersuchungen über Vorsatz und Fahrlássigkeit,
1930, p. 306 y siguientes.
237 240
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 349. Otro punto de vista: Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general,
238
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 358. 4a ed., 1995, p. 569 y siguientes.
241
239
Quintano Ripollés, Derecho penal de la culpa, 1958, p. 183 y siguientes. Welzel, Das Deutsche Strafrecht, ll a ed., 1969, p. 130.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 343 344 ENRIQUE BACIGALUPO

660.—La diferencia entre la visión del problema de la impruden- actual de lo que se debe evitar"2115, es decir, que se debe apreciar im-
cia como una especie de la culpabilidad y la moderna concepción de prudencia cuando un resultado típico es objetivamente imputable y
aquélla como cuestión de tipicidad ha sido gráficamente señalada el autor ha tenido un error sobre el riesgo de su producción, a pesar de
por Roxin242: "Si un joven cita a su novia en un lugar determinado, en la posibilidad de conocer tal riesgo.
el que ésta casualmente es alcanzada por un meteorito que la mata,
según la antigua teoría se debía apreciar la producción de una muer-
te típica y antijurídica, que sólo resultaba impune por ausencia de d — Superación de la distinción
culpabilidad; según la moderna concepción, por el contrario, se trata culpa consciente/culpa inconsciente
de una conducta inobjetable del causante de la muerte, dado que no
se subsume bajo el tipo del homicidio imprudente", pues la acción no 663. — Desde este punto de vista se deduce una consecuencia cla-
generó ningún peligro jurídicamente desaprobado. ra: no cabe admitir que la llamada culpa consciente sea una forma de
la imprudencia; sólo habrá culpa inconsciente, dado que cuando el
661. — En la dogmática de nuestros días el impacto de la teoría de autor se haya representado la realización del tipo como no improba-
la imputación objetiva sobre el delito imprudente ha conmovido al- ble, se estará en todos los casos ante supuestos de dolo eventual246.
gunos elementos del paradigma elaborado por la teoría finalista de Dicho de otra manera, si el autor conoció el peligro no permitido ge-
la acción de una manera decisiva. En particular, se ha puesto de ma- nerado por su acción, se dará dolo eventual; si, por el contrario, no co-
nifiesto que "detrás del elemento infracción del deber de cuidado se noció el peligro no permitido proveniente de su conducta, habrá im-
ocultan diversos elementos de la imputación, que caracterizan de prudencia cuando hubiera podido conocer el peligro.
una manera más precisa los presupuestos de la imprudencia que De todos modos es posible mantener la terminología tradicional
aquella cláusula general"243. Dicho con otras palabras, el concepto haciendo alguna precisión. Será de apreciar culpa consciente cuando
general de infracción del deber de cuidado ha sido disuelto en una se- el error del autor recaiga sobre el carácter concreto del peligro y cul-
rie de criterios de imputación. Por esta razón afirma Jakobs que en pa inconsciente cuando el error recaiga sobre la existencia misma del
el delito imprudente no es correcto hablar de un deber de cuidado dis- peligro.
tinto del emergente de la norma que prohibe la conducta y que no to-
da previsibilidad del resultado es jurídico-penalmente relevante co-
mo imprudencia. Dice Jakobs244, "sólo es relevante la previsibilidad e —La noción de imprudencia en la jurisprudencia
de un riesgo, que está fuera del riesgo permitido y que además es ob-
jetivamente imputable". 664. — La. jurisprudencia del Tribunal Supremo tiende hacia es-
tos modernos conceptos, sobre todo después de la STS del 23/4/92
662. — En suma: el moderno concepto de culpa o imprudencia se (caso del aceite de colza). Esta sentencia vino a resumir una línea ju-
ha simplificado al máximo. La imprudencia se caracteriza como una risprudencial, ya detectada por la doctrina, en la que el apego a la
"forma de evitabilidad, en la que el autor carece de un conocimiento teoría del dolo como voluntad había quedado reducida en la práctica
a una mera retórica247. Previamente a la STS del 23/4/92 se habían
242
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1.1,2a ed., 1994.
243 245
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1.1,2a ed., 1994, p. 892; en el mismo senti- Jakobs,Strafrecht,AllgemeinerTeil,Ted., 1991,p.317.
246
do, Zielinski, en AK-StGB, 1990, §§ 15,16/99 y ss.; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, Jakobs,Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2aed., 1991, p. 317.
2 a ed., 1991, p. 319. 247
Cfr. Gimbernat Ordeig, en Estudios de derecho penal, 3a ed., 1990, p. 263 y ss.;
244
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 319. ídem, Delitos cualificados por el resultado y causalidad, 1966, p. 159 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 345 346 ENRIQUE BACIGALUPO

dictado sentencias que predeterminaban esta evolución. Así, la del por el texto legal vigente hasta el 25 de mayo de 1996, dado que el an-
2/12/67, estudiada por Gimbernat, en la que se decidió que el autor, tiguo art. 565 del Cód. Penal parecía distinguir entre hechos ejecuta-
que había omitido socorrer a la víctima que él mismo había atropella- dos con "malicia", vocablo que se entendía como sinónimo de inten-
do, aunque sin haberse percatado de ello, debe ser condenado por el ción y de voluntad, y hechos realizados "sin malicia". La reforma in-
delito doloso dado que, por los ruidos oídos durante la marcha así co- troducida por la LO 8/83, que ya no habla en el art. 565 del Cód. Pe-
mo de las dificultades que inmediatamente tuvo para controlar el ve- nal de "malicia", sino de dolo, y que en el art. Io lo hace de "acciones y
hículo, tuvo que haber deducido la probabilidad de que el accidente omisiones dolosas o culposas", quitó a esta tesis su punto de apoyo en
había tenido lugar. También la STS del 27/12/82 (conocida como "ca- la letra de la ley. Desde el punto de vista dogmático, la reducción de
so Bulto") puso de manifiesto que el Tribunal Supremo no seguía de los casos de dolo eventual a supuestos de culpa no ha llegado a impo-
una manera estricta la teoría del consentimiento y que el dolo era de nerse, pues como ya lo señalaba Antón Oneca249 "este concepto del
apreciar en los casos en los que el autor conocía el peligro concreto al dolo sería demasiado estrecho y contrario a las exigencias tanto de la
que sometía a la víctima o cuando el autor toma medidas poco serias justicia como de la defensa social".
para eliminar un peligro que conoce como tal. En otras sentencias el
Tribunal Supremo sostuvo que la indiferencia del autor respecto de
la realización del tipo fundamentaba el dolo del autor y no solamen- g — Los grados de culpa
te culpa.
667. — La cuestión de los grados de culpa ha adquirido una signi-
665. — En conclusión: la jurisprudencia se orienta hacia la acep- ficación especial en el sistema actual de la culpa, dado que la línea di-
tación de una concepción de la imprudencia según la cual ésta se de- visoria entre delitos y faltas es paralela a la existente entre impru-
be apreciar en los casos en los que el autor no conoció el peligro con- dencia grave y no grave250. "Hasta ahora no se ha logrado una con-
creto de realización del tipo creado por su acción, dado que en los ca- creción de la gravedad de la imprudencia generalmente acepta-
sos en los que el agente tuvo ese conocimiento ha estimado, por regla, da"251. En igual sentido dice Roxin que "es poco claro cuándo es de
la existencia de dolo. apreciar una culpa grave"252. La jurisprudencia del Tribunal Supre-
mo suele considerar grave la imprudencia cuando se han infringido
deberes elementales que se pueden exigir al menos diligente de los
f— ¿Equiparación de imprudencia y dolo eventual? sujetos. Tal criterio tiene, sin embargo, poco respaldo en la doctrina,
pues reemplaza un concepto sumamente impreciso por otro cuya im-
666. — Una parte de la doctrina248 estima que los casos de dolo precisión no es menor. Pero una caracterización conceptualmente ce-
eventual y culpa con representación o culpa consciente deben ser tra- rrada es difícilmente posible. Así, por ejemplo, en la STS del 15/1/90
tados de la misma manera (Ferrer Sama) o de manera aproximada- se puede ver una noción que se repite habitualmente en las senten-
mente igual, que en todo caso importa una atenuación de la pena del cias del Tribunal Supremo: la culpa o imprudencia es temeraria
dolo eventual por la vía del art. 9.4 del Cód. Penal derogado en 1995. cuando supone "un olvido total y absoluto de las más elementales
Estos puntos de vista estaban muy estrechamente condicionados

248 p e r r e r Sama, Comentarios al Código Penal, 1.1,1944, p. 34; similar Bustos Ra- Antón Oneca, Derecho penal, 2a ed., 1986, p. 231.
mírez - Hormazábal, Manual de derecho penal, 4a ed., 1994, p. 290 y ss.; críticamente, Cfr. arts. 142.1,152.1,158,267, Cód. Penal, etcétera.
Antón Oneca, Derecho penal, 2a ed., 1986 (al cuidado de Hernández de Guijarro - Beney- Jakobs, Strafrecht,AllgemeinerTeü, 2a ed., 1991, p. 326.
tez Merino), p. 230 y siguientes. Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1.1,2aed., 1994, p. 916.
348 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 347
h—La llamada imprudencia "profesional"
normas de previsión y cuidado"253. Cuándo se debe entender que se
dan estos presupuestos es una cuestión que los tribunales definen 670. — La imprudencia profesional (arts. 142.3, 146, II, 152.3,
caso por caso. Cód. Penal) es una figura que expresa una cierta confusión entre la
función de las penas y las medidas de seguridad. En efecto, es claro
668.—En la doctrina se tiende a vincular la gravedad de la impru- que cuando el autor imprudente es un profesional puede ser necesa-
dencia con la importancia del bien jurídico254 que resulte lesionado. rio aplicarle una medida de seguridad que lo aparte preventivamen-
Tal criterio, en realidad, más que caracterizar la gravedad de la im- te del ejercicio de su profesión. El legislador, en lugar de concebir una
prudencia, la reemplaza por la gravedad del hecho255. Otro criterio solución dentro del sistema de doble vía que pretendió adoptar, ha
se refiere a la creación de un peligro elevado no seguido del empleo de preferido, erróneamente, incorporar estas necesidades a la pena y
suficientes medidas de control256. Se trata en realidad de un único recurrir a una agravación de la misma.
elemento, la creación de un peligro elevado, dado que la insuficiencia La solución es legislativamente discutible y su compatibilidad con
del control es, precisamente, lo que define la imprudencia como tal. el principio de culpabilidad es dudosa. La imprudencia profesional
será de apreciar cuando el autor haya creado un peligro que exceda
669. — Probablemente se debería intentar una caracterización de los límites admisibles según la lex artis.
la gravedad de la imprudencia desde perspectivas relacionadas con
la prevención especial, es decir, a partir del grado de desinterés reve-
lado por el autor respecto de los bienes ajenos. De esta forma no se al- i—¿Tentativa de delito imprudente?
canzará un concepto preciso, pero, al menos, podrá situarse la cues-
tión en el lugar que le corresponde sistemáticamente. 671. — Desde antiguo se discute si es posible una tentativa de de-
De todo lo anterior se deduce que en los casos de imprudencia se- lito imprudente. La opinión de la doctrina dominante es contraria a
rán necesarios: la aceptación de tal figura257 dado que, en general, el propio derecho
positivo requiere dolo en forma expresa. El nuevo art. 16 del Cód. Pe-
a) La causalidad entre la acción ejecutada y el resultado tipo pro-
nal, sin embargo, no lo establece de forma categórica, pero, en tanto
ducido.
tampoco establece de manera expresa la punibilidad de los hechos
b) La comprobación de la creación por el autor de un peligro jurí- imprudentes que no hayan culminado en el resultado, es también
dicamente desaprobado (superior al peligro permitido). claro que la "tentativa" de delitos imprudentes no es punible.
c) La realización de este peligro en el resultado causado.
d) El error (evitable) del autor respecto del peligro concreto gene- 672. — De todos modos es necesario dejar claro que la posición del
rado por su acción para el objeto de protección sobre el que se resultado en el delito culposo ofrece no pocas dificultades en el mar-
produjo el resultado. co de la teoría de los imperativos y en el de la teoría de lo ilícito o in-
justo personal. En estos contextos se sostiene, por lo general, que el
resultado de la acción imprudente constituye una condición objetiva
de punibilidad, dado que el autor no necesita haber tenido ninguna
253 y e r j u r i S p r u d e n c i a Seleccionada de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo
conciencia de su realización.
(I°semestrel990),p.l8.
254 MirPuig, Derecho p e n a l Parte general, 4 a ed., 1996, p. 271.
255
Una objeción semejante cabe al criterio ofrecido por Jakobs.
256
Luzón Peña, Curso de derecho penal, 1996,1.1, p. 517. Cfr. Quintano Ripollés, Derecho penal de la culpa, 1958.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 349

j—¿Redefinición de las relaciones


entre el dolo y la imprudencia?

673. — En los últimos tiempos se ha propuesto redefinir las rela-


ciones entre el dolo y la imprudencia introduciendo entre ambas ca-
tegorías una tercera que agruparía conceptualmente los casos de do-
lo eventual y culpa consciente258.

674. — Se trataría, por lo tanto, de limitar el dolo a los casos del do-
lo directo y del de consecuencias necesarias, agrupando en otra nue-
va categoría, diversa del dolo y la imprudencia, los supuestos de dolo
eventual y culpa consciente. La imprudencia quedaría, finalmente
reducida a la culpa inconsciente.
La doctrina ha rechazado esta tendencia259. Se trata, en todo ca-
so, de una cuestión que tiene importancia de lege ferenda.

258
Cfr. Schünemann, en "GA" 85, p. 363 y ss.; ídem, Festschrift für R. Schmitt,
1992, p. 131; ídem, "ADCP" 91, p. 707 y ss.; Waigend, en "ZStW" 93, p. 687 y siguientes.
259
Cfr. Díaz Pita, en "ADCP" 95, p. 3 y ss.; Feijoo Sánchez, en "Cuadernos de Polí-
tica Criminar 62 (1997), ps. 303 y ss. y 347 y siguientes.
352 ENRIQUE BACIGALUPO

se debe confundir con la ilicitud (hecho típico y antijurídico) que, por


Capítulo Vil el contrario, es cuantificable, dado que un hecho típico y antijurídico
La antijuridicidad y la justificación puede ser más o menos grave, o sea: más o menos ilícito.

-§49-
LOS PRINCIPIOS JUSTIFICANTES
Y LA TEORÍA CLASICA DE LA JUSTIFICACIÓN

678. — Es opinión generalizada en la teoría que las causas o fun-


damentos de justificación se encuentran en todo el ordenamiento ju-
rídico: es indiferente que la realización de una acción típica esté au-
675. — La teoría de la antijuridicidad tiene por objeto establecer torizada por el derecho civil, por el derecho administrativo o por el
bajo qué condiciones y en qué casos la realización de un tipo penal (en derecho penal. En este sentido, el que detiene a un sospechoso bajo
forma dolosa o no; activa u omisiva) no es contraria al derecho, es de- las condiciones que establecen las leyes procesales lo priva de su li-
cir, el hecho no merece una desaprobación del orden jurídico. Es, por bertad, o sea, realiza una acción típica (art. 163, Cód. Penal), pero la
lo tanto, una teoría de las autorizaciones para la realización de un misma no es antijurídica si se mantiene dentro de la autorización
comportamiento típico. Decir que un comportamiento está justifica- que le acuerdan aquéllas. Lo mismo ocurre con el derecho de reten-
do equivale a afirmar que el autor de la acción típica dispuso de un ción establecido en ciertos casos por el derecho civil (arts. 1730,1780,
permiso del orden jurídico para obrar como obró. etcétera, Cód. Civil). La retención de una cosa mueble bajo esas con-
diciones excluye la antijuridicidad de la acción de apropiación inde-
676. — Una acción típica, por lo tanto, será también antijurídica bida o abuso de confianza (art. 252, Cód. Penal).
si no interviene en favor del autor una causa o fundamento de justi-
ficación. La tipicidad de una acción es, consecuentemente, un indicio 679. — La característica fundamental de una causa de justifica-
de antijuridicidad. Precisamente porque aquélla señala la posibili- ción es la de excluir totalmente la posibilidad de cualquier conse-
dad de ésta debe verificarse si existe o no una causa o fundamento de cuencia jurídica: no sólo penal, sino también civil, administrativa,
justificación. Esta verificación es una tarea independiente de la com- etcétera; y no sólo respecto del autor, sino también de quienes lo ha-
probación de la tipicidad y en cierto sentido inversa. Es independien- yan ayudado o inducido. En el ordenamiento jurídico, sin embargo, el
te porque sólo cabe plantearse la cuestión de la antijuridicidad cuan- único dato con el que se puede identificar una causa de justificación
do se ha llegado a la conclusión de que la acción es típica, es decir, que es la exclusión de la pena. Pero esta característica es compartida por
se subsume bajo un tipo penal. Ala vez es inversa porque consiste en las causas de justificación con las que excluyen la responsabilidad
la verificación de que el caso no se subsume bajo el supuesto de hecho por el hecho1, que no benefician a los partícipes y que no eliminan la
de una causa de justificación (por ejemplo, defensa necesaria, estado responsabilidad civil, así como con las llamadas excusas absoluto-
de necesidad, consentimiento presunto). rias, que, según la teoría dominante, sólo afectan a la punibilidad2.

677.—En tanto relación de contrariedad al derecho, la antijuridi-


cidad no es cuantificable: un hecho es o no antijurídico, pero no pue- 1
Ver infra, Cap. VIII, §54.
de ser más o menos antijurídico. En este aspecto la antijuridicidad no 2
Ver infra, Cap. XI, §76.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 354 ENRIQUE BACIGALUPO
353

680. — Esto plantea la cuestión de cómo sabe el intérprete que 683.—Las teorías monistas tienen que recurrir a un alto grado de
una determinada circunstancia es una autorización o permiso para abstracción para poder incluir los supuestos que estiman justifican-
realizar un hecho típico y no simplemente una disculpa o una exen- tes. En este sentido, se ha sostenido que son causas de justificación
ción de la pena. Esta situación conforma el trasfondo de toda la dis- las que responden a la idea de "más utilidad que daño social"6, o de
cusión relativa a si el estado de necesidad es una causa de justifica- "utilización de un medio adecuado para alcanzar un fin reconocido
ción o de inculpabilidad o simplemente una excusa absolutoria, si el por el orden jurídico"7. Estos criterios se muestran como excesiva-
"miedo insuperable" del art. 20.6° del Cód. Penal se debe considerar mente amplios para permitir una distinción entre las causas de jus-
una causa de justificación3, o si la legítima defensa es causa de justi- tificación y las que no lo son: todo depende de lo que se considere co-
ficación o de inimputabilidad4. mo socialmente útil, o como adecuado alfinreconocido por el derecho.

681.—Ante todo resulta insuficiente recurrir a un criterio estruc- 684. — Sobre estos puntos hay pocas posibilidades de una única
tural, pues todas las causas justificantes del art. 20 del Cód. Penal respuesta. La creencia de que el orden cultural previo al jurídico per-
tienen una estructura idéntica: "dadas ciertas circunstancias, la pe- mitiría tal respuesta única8 soslaya la cuestión de que el "orden cul-
na no es aplicable". tural" no es un orden único de concepciones jurídicas, sino que es un
Tampoco resulta adecuado remitirse a la rotulación en su caso conjunto de órdenes que caben, en su diversidad, dentro del orden
realizada por el legislador (francamente impropia de una ley penal, constitucional que garantiza la pluralidad (art. Io, CE). De esta ma-
pues no se puede elaborar un catálogo definitivo de causas de justifi- nera, el problema interpretativo solamente se desplaza a otro ámbi-
cación)5. to: se trata de interpretar lo que estima justificado el orden cultural
y así sucesivamente.
682. — La única manera de establecer una distinción es recu-
rriendo a un principio o a varios principios de justificación, es decir, 685. — Las teorías pluralistas, por el contrario, proceden de ma-
principios "pre-legales" que determinan cuáles son las circunstan- nera distinta: deducen de la naturaleza de lo ilícito una pluralidad de
cias que tienen carácter justificante. Se trata de principios "pre-lega- principios que, en realidad, pretenden explicar por qué ciertos casos
les" porque son necesarios para interpretar la ley y no sería posible, deben considerarse causas de justificación9. De esta forma se afirma
por lo tanto, deducirlos de ella. que, considerando la esencia de lo ilícito como una lesión de intere-
Estos principios han dado lugar a dos teorías: la teoría monista de ses, sólo cabe aceptar dos principios justificantes: el principio de la
la justificación y la teoría pluralista de la justificación. La primera ausencia de interés y el principio del interés preponderante. El pri-
opera con un único principio, mientras que la segunda opera con más mero de ellos hace referencia al consentimiento del ofendido. El se-
de uno. gundo procura dar cuenta del fundamento justificante del ejercicio
de deberes especiales y de los llamados "derechos de necesidad" (es-
tado de necesidad y defensa necesaria o legítima). En estos casos se

3
Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español,
1979, p. 65 y siguientes. 6
4
Lilienthal, en Vergleichende Darstellung des deutschen und ausl. Strafrechts. Sauer, Allgemeine Strafrechtslehre, 3a ed., 1955, p. 56 y siguientes.
7
Allgemeiner Tal, t. V, p. 3. Dohna, DerAufbau der Verbrechenslehre, 4a ed., 1950, p. 28 y ss.; del mismo au-
5
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 359; Jescheck, Lehrbuch des tor: Die Rechtswidrigkeit, 1905, p. 48 y siguientes.
8
Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 262; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. Así, Dohna, DerAufbau der Verbrechenslehre, p. 30.
9
290. Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, p. 204 y siguientes.

23 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 356 ENRIQUE BACIGALUPO
355

afirma que el orden jurídico da preeminencia a un bien jurídico sobre — §50-


otros y, por lo tanto, la lesión producida en esas circunstancias debe LA MODERNA PROBLEMÁTICA
ser justificada. DE LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN
Sin embargo, no puede dejar de señalarse que el principio del inte-
rés preponderante se interpreta de manera diversa en cada caso: en a — ¿Exclusión de la antijuridicidad sólo en el ámbito penal?
uno es preponderante la salvación de un bien jurídico de más valor
que el que se sacrifica (estado de necesidad); en los otros, prepondera 688. — En la teoría actual de la justificación se pone en duda el
un interés que es independiente del valor de los bienes jurídicos en postulado de la unidad del orden jurídico y de ello se deduce que es
juego (cumplimiento de un deber, defensa necesaria). posible admitir una antijuridicidad específicamente penal con la
contrapartida de una justificación específicamente penal (es decir,
686.—La tendencia actual es la de reducir sensiblemente el valor que no tiene efectos justificantes en otras ramas del derecho, por
explicativo acordado a los principios de la justificación. Así se afir- ejemplo, civil o administrativo13). El postulado de la unidad del or-
ma, por ejemplo, que "como consecuencia de la intervención de una den jurídico conducía a la unificación de los efectos de las causas de
contranorma debe caer o eliminarse tanto lo ilícito del resultado co- justificación en todo el orden jurídico: así, por ejemplo, el autor que o-
mo lo ilícito de la acción; pero no es posible decir esto de todas las cau- bra en un estado de necesidad justificante no debería responder civil-
sas de justificación, dado que en particular éstas se basan en muy di- mente por el daño sufrido por el titular del bien sacrificado, dado que
versas combinaciones de factores justificantes"10. su acción no sólo estaría justificada en el derecho penal, sino también
en el civil. Este punto de vista fue totalmente dominante hasta hace
687.—Este panorama de la evolución de la cuestión de los princi- algunos años.
pios justificantes se debe completar con la afirmación generalizada
de que el "catálogo de las causas de justificación no quedará nunca 689. — En la actualidad, por el contrario, se tiende a sostener que
cerrado"11 o de que "el número de causas de justificación no puede de- no toda causa de justificación puede ser trasladada sin más de un
terminarse definitivamente"12 o de que "el proceso de concreción y ti- ámbito jurídico a otro14. Por lo tanto, la cuestión requiere una acla-
pificación de los principios de la justificación ha sido reemplazado ración de los criterios sobre cuya base se debe decidir la extensión de
por una decisión referente a los casos que deben regirse por las reglas las causas de justificación no penales al ámbito del derecho penal.
que gobiernan esta categoría". En otras palabras: lo que fundamen-
ta la calidad de una circunstancia como causa de justificación es la 690. — El derecho español vigente tiene dos disposiciones que se
decisión referente a que esa circunstancia se debe tratar de acuerdo relacionan con esta problemática: los arts. 20.7°y 118 del Cód. Penal.
con las reglas de la justificación. De acuerdo con el primero parece que toda autorización del orden ju-
Esta tesis es más o menos compartida por la teoría y la práctica en rídico, que surja de un deber de actuar, o una autorización general
lo referente a los casos principales del ejercicio de un derecho espe- prevista para el "oficio o cargo del autor", tendría efecto justificante
cial, la defensa necesaria y el estado de necesidad (justificante).

13
Günther, Strafrechtswidrigkeit und Strafunrechtsausschluss, 1983, (passim);
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 11/4 y ss.; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teü, §
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 261. 14/32.
14
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 262. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 11/6; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil,
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 358. § 14/36.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 358 ENRIQUE BACIGALUPO
357

en el derecho penal. El art. 118, por su parte, regula la extensión al tijuridicidad específicamente penal, pues reducen el contenido de ili-
derecho civil de los fundamentos que eximen de responsabilidad por citud por debajo del mínimo que exige el principio constitucional de
exclusión de la antijuridicidad. Ambas disposiciones deben ser inter- proporcionalidad para legitimar una sanción penal: dada la grave-
pretadas de acuerdo con los principios que deben regir esta materia dad de la sanción penal, es necesario que la conducta típica tenga un
y de acuerdo con exigencias practicadas. En primer lugar, cabría du- alto grado de ilicitud, pero esta intensidad no es necesaria en el dere-
dar de que cualquier autorización de actuar deba conducir en todo ca- cho administrativo o civil. La consecuencia práctica sería: una con-
so a una autorización para realizar un tipo penal. La doctrina, sin ducta penalmente justificada, que, sin embargo, no lo está en el ám-
embargo, responde afirmativamente15. En segundo lugar, el art. 118 bito civil, en el cual el deber de indemnizar el daño causado seguiría
no debería ser entendido con total generalidad, de modo tal que, por subsistente17. Frente a tales causas de justificación específicamente
ejemplo, el estado de necesidad (art. 20.5°, Cód. Penal) careciera en penal se deben distinguir, según la tesis de Günther, las que tienen
todo caso de efectos justificantes. En este sentido se debe distinguir, un carácter general porque extienden sus efectos a todo el ordena-
dentro del estado de necesidad justificante (aquél en el que el bien sa- miento jurídico (por ejemplo, la legítima defensa o el estado de nece-
crificado es esencialmente menor que el que se salva) dos situacio- sidad).
nes: el art. 118 del Cód. Penal no será aplicable en los casos de estado
de necesidad defensivo (casos en los que la necesidad proviene del pe-
ligro que generan los bienes ajenos sobre los defendidos), pues en ta- b —Autorizaciones de acción
les supuestos el efecto justificante debe extenderse a todo el ordena- y autorizaciones de intervención
miento, en particular al derecho civil, dado que en estas situaciones
nadie está obligado por un especial deber a soportar los daños que 692. — Otro sector de la doctrina llega a ciertas consecuencias si-
provienen de una organización defectuosa ajena. Por lo tanto, el art. milares distinguiendo entre autorizaciones de acción y autorizacio-
118 sólo excluirá el efecto justificante en el ámbito del derecho civil en nes de intervención18. Las primeras sólo justifican la realización de
los casos de estado de necesidad agresivo (casos en los que se salva un la acción, pero no imponen al afectado por la autorización de la acción
bien jurídico esencialmente superior a costa de bienes que no genera- el deber de tolerar una lesión en sus bienes jurídicos (Por ejemplo:
ron el peligro de daño), que, consecuentemente, sólo tendrán el ca- "X" tiene decidido publicar una imputación que afecta el derecho a la
rácter de una causa de justificación exclusivamente penal. Dicho en intimidad y el honor de "Y'; éste le sustrae los documentos para sal-
otras palabras, el art. 118 sólo se refiere al estado de necesidad agre- vaguardar su honor; esta última acción no estará cubierta por una le-
sivo y al que excluye la responsabilidad por atenuación de la ilicitud gítima defensa, pero sí —en opinión de estos autores— por un estado
(exclusión de la responsabilidad por el hecho o de la exigibilidad). de necesidad, dado que el art. 20 de la CE sólo otorga una autoriza-
ción de acción, pero no un derecho a lesionar bienes jurídicos ajenos).
691. — De gran interés es la tesis desarrollada por Günther16 que Por el contrario, las autorizaciones de intervención imponen al
distingue entre causas de justificación específicamente penales (por afectado el deber de soportar en sus bienes jurídicos las consecuen-
ejemplo: el derecho a la libertad de expresión e información del art. cias de la acción justificada (no cabe legítima defensa contra quien se
20 de la CE en relación a los delitos de injurias), que excluyen la an- defiende legítimamente).

15 17
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 11/6; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, Cfr. Jaén Vallejo, Libertad de expresióny delitos contra el honor, 1992.
18
§ 14/31, aunque con diversa fundamentación. Lenckner, en Schónke - Schioder, Strafgesetzbuch, Kommentar, 25a ed., 1997, §
16
Günther, Strafrechtswidrigkeit und Strafunrechtsausschluss, 1983 (passim). 32,9 y ss.; Haft, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1984, p. 70.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 360 ENRIQUE BACIGALUPO
359

c —Justificación y reducción de la ilicitud damento de la defensa necesaria se encuentra en la responsabilidad


en la que incurre el agresor que obra sin derecho21.
693. — Los problemas que se plantean como punto de partida de La condición fundamental de la legitimidad de la defensa—como
estas soluciones tienen una relación directa con la cuestión de la re- se dijo— es la necesidad de la misma. En principio, no se requiere que
ducción de la ilicitud19 en los casos en los que el legislador renuncia haya proporcionalidad entre el daño que se causa con la defensa al
a la pena, sin justificar el hecho cometido (supuesto de las causas de agresor y el daño que hubiera causado la agresión22. De todos modos,
no punibilidad del aborto; de la no punibilidad de informaciones no como veremos más tarde, este principio no rige sin excepciones.
veraces realizadas en ejercicio del derecho del art. 20 de la CE, de las
Los requisitos de la defensa necesaria son:
llamadas excusas absolutorias). La cuestión será tratada, por lo tan-
to, en el apartado dedicado a esta problemática. a) Agresión (actual o inminente) ilegítima.
b) Necesidad racional del medio empleado.
c) La falta de provocación suficiente (art. 20.4°, Cód. Penal.).
— §51 — Estos requisitos se deben estudiar separadamente.
LA DEFENSA NECESARIA

694. — El Código Penal regula en forma expresa la defensa nece- a—La agresión
saria (art. 20.4°). Pese a ciertas diferencias en la formulación, hay
también una evidente coincidencia en lo que se refiere a sus requisi- 696. — La agresión debe haber partido de un ser humano. La de-
tos con el resto del derecho europeo. Por lo general, se designa a esta fensa frente a animales, etcétera, no está regulada por la defensa ne-
causa de justificación como "legítima defensa". Esta terminología es cesaria, sino por el estado de necesidad. Por otra parte, la agresión
sin duda correcta, aunque sea preferible la que aquí se propone (por- puede tener lugar en forma activa (acción) o pasiva (omisión). La ju-
que tiene en cuenta que la defensa sólo es legítima si es necesaria; es- risprudencia exige que la agresión sea de carácter violento, aunque
to debe quedar claro ya en la designación). tiende a mitigar esta exigencia23.

695. — El fundamento de la defensa necesaria (propia o de un ter- 697. — Problemático es saber si se puede considerar agresión la
cero) se ve en el principio según el cual "el derecho no necesita ceder acción de un incapaz de culpabilidad o inimputable o del que obra por
ante lo ilícito"; de éste surge una doble consecuencia: no sólo se acuer- error. Un sector minoritario piensa que en estos casos falta ya la
da un derecho de defensa individual, sino también de ratificación del agresión24. Otro sector piensa que en el supuesto de un enfermo
orden jurídico como tal. Por este motivo, el agredido no está obliga-
do, en principio, a evitar la agresión mediante un medio distinto de
Parte general, p. 59 y ss.; Jiménez de Asúa,La ley y el delito, p. 290; Quintero Olivares,
la defensa, por ejemplo, huyendo20. Con razón, se sostiene que el fun- Introducción al derecho penal. Partegeneral, p. 191; Rodríguez Devesa, Derecho penal
español. Partegeneral, p. 532 y siguientes.
21
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 349 y siguientes.
19 22
Bacigalupo, en GedáchtnisschriftfurArmin Kaufmann, 1989, ps. 459 y ss.; Lau- Otro punto de vista: Quintero Olivares, Introducción al derecho penal. Partege-
renzo Copello, El aborto no punible, 1990; Jaén Vallejo, Libertad de expresión y delitos neral, p. 192; Rodríguez Devesa, Derecho penal español. Partegeneral, p. 535, quien re-
contra el honor, 1992; Pérez del Valle, Conciencia y derecho penal, 1994; conf. al respec- conoce en la defensa necesaria un caso de estado de necesidad.
23
to Lenckner, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, 25a ed., 1997, §§ 32 y Cfr. acertadamente Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Co-
ss. y 10 y siguientes. mentarios al Código Penal, 1972,1.1, p. 238 y ss., con referencias jurisprudenciales.
20 24
Ver infra § 51, c). Doctrina generalizada, cfr. en España: Luzón Peña, El doble Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1.1, p. 120; Mayer,
fundamento de la legítima defensa, 1978; Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho penal. Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 98.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 362 ENRIQUE BACIGALUPO
361

mental, de un niño, etcétera, se restringe la amplitud de la defen- es explicable en tanto, implícitamente, se admita la posibilidad de
sa25, dado que, frente a tales sujetos, carece de sentido la ratificación negar este carácter a algunos bienes jurídicos, aunque —como lo se-
del orden jurídico como tal y sólo queda un derecho individual de de- ñala con razón Córdoba Roda29— la limitación del campo de aplica-
fensa si no era posible eludir la agresión. En la práctica los resulta- ción de la legítima defensa provenga, sobre todo, de la exigencia de
dos son similares. La doctrina española considera suficiente la anti- acometimiento. El punto de vista de la jurisprudencia tiene un apo-
juridicidad formal y puramente objetiva26. yo difícil de negar en los arts. 337 del anterior Cód. Penal, y 455 del
La agresión, además, puede ser intencional tanto como provenir vigente, al excluir este último la defensa (violenta) de los derechos de
de una acción realizada sin la debida diligencia27. crédito, considerándola delictiva.

698. — Cualquier bien jurídico puede ser objeto de una agresión y, 700. — Sin embargo, la doctrina tiende a dar al texto una ampli-
por lo tanto, defendible (art. 20.4°, Cód. Penal). La defensa de bienes tud mayor que la reconocida por la jurisprudencia30, aunque exclu-
del Estado (defensa necesaria del Estado) está excluida, sin embar- yendo bienes jurídicos como el "orden público" y "el Estado".
go, de la defensa necesaria salvo que se trate de bienes individuales Una excesiva extensión de los bienes defendibles conduciría a que
(por ejemplo: habrá agresión, y por tanto será posible, si concurren "cada ciudadano —como dice Roxin31— se constituyera en un poli-
los demás elementos, defensa necesaria, cuando alguien atente con- cía, eliminando de este modo el monopolio estatal de la coacción". Por
tra la propiedad del Estado; no la habrá en el sentido de esta disposi- este motivo una nueva regulación del derecho de defensa necesaria
ción si se trata de ataques al orden público en general, o a la "esencia debería comenzar por establecer con claridad que, en todo caso, sólo
de la patria", o al "ordenamiento constitucional": el art. 8o. 1 de la CE se autoriza la defensa de los bienes de la persona, preferentemente
no otorga un derecho activo de defensa, sino un derecho de resisten- siguiendo el modelo enunciativo del Código Penal austríaco de 1975,
cia frente a órdenes contrarias a la Constitución). que impide cualquier clase de confusión respecto de los bienes jurídi-
cos defendibles y que incluye todos los casos en los que la legítima de-
699. — La fórmula legislativa del actual art. 20.4° del Cód. Penal fensa está justificada. Con respecto a los bienes jurídicos defendibles
requiere una reflexión respecto de la amplitud de los bienes jurídicos que ha reconocido la jurisprudencia del Tribunal Supremo, el catálo-
defendibles. Es indudable que el texto vigente permite limitar la le- go del Código austríaco sólo difiere en lo que concierne a la honesti-
gítima defensa a los derechos de la persona, es decir, a los derechos dad y al honor. Pero lo cierto es que la diferencia es más aparente que
individuales, y sobre esta base ha operado la jurisprudencia del Tri- real, dado que los ataques a la honestidad son entendidos, en verdad,
bunal Supremo, que, en general, no ha hecho un reconocimiento de como agresiones dirigidas contra la libertad, que como tal está in-
extensión ilimitada28. Por el contrario, los precedentes de la Sala de cluida en la enumeración del § 3 del ÓStGB. Por lo que se refiere al
lo Penal han hecho, con alguna excepción ya señalada, un reconoci- honor, no es posible dejar de considerar que, por regla, la aplicación
miento casuístico de bienes susceptibles de ser defendidos, que sólo de las disposiciones de la defensa legítima fracasarán básicamente
por falta de actualidad de la agresión contra la cual se reacciona, sin
perjuicio de que el ordenamiento jurídico establece suficientes me-
5
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 435; Jescheck, Lehrbuch des
Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 277.
26
Cobo del Rosal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, t. III, p. 65; Córdoba
29
Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, p. 241; Córdoba Roda, Comentarios al Código Penal, 1.1,1972, p. 245.
30
Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, p. 56. Por todos: Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1990, p. 467 y ss., con
27 mayores indicaciones bibliográficas.
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 271.
28 31
Cfr, sin embargo, la STS del 19/12/75. Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 531.
364 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 363

dios para la defensa de este bien jurídico. En particular, basta recor- la agresión sea consciente o proveniente de un capaz de culpabilidad
dar aquí las medidas judiciales preventivas previstas en el art. 9.2 de o imputable35, se suele restringir la defensa contra los que obran sin
la LO 1/82 (de Protección Civil del Derecho al Honor, la Intimidad conciencia de lo que hacen, pues frente a ellos no cabe la ratificación
Personal y Familiar y la Propia Imagen). del orden jurídico36. Por lo tanto, en estos casos sólo cabe la defensa
necesaria si el autor no tiene posibilidad de evitar la agresión por
702. — Una segunda cuestión, vinculada con la anterior, se refie- otros medios.
re a la ayuda necesaria a la defensa. En el actual art. 20.4° del Cód.
Penal se prevé la posibilidad de la defensa de un tercero, pues la de- 704. — Un sector de la doctrina define la antijuridicidad de la
fensa puede ser de la "persona o derechos, propios o ajenos". Sin em- agresión sosteniendo que cumple con este requisito toda acción que
bargo, la defensa del tercero presupone que éste quiera ser defendi- recae sobre los bienes de quien "no tiene obligación de tolerar" dicha
do32. El derecho de legítima defensa no se extiende por ejemplo al ca- acción37. Desde otro punto de vista se sostiene que es antijurídica la
so del que, considerando que los espectadores de un cine son agredi- agresión en la medida en que sea una acción no autorizada (justifica-
dos en su sentido del pudor por las escenas de una película, alega la da)38. Esta discusión puede tener alguna consecuencia práctica sólo
legítima defensa de terceros para justificar la interrupción violenta en la medida en que la obligación de tolerar por parte del agredido y
de la exhibición, cuando ninguno de los presentes tenía el menor in- la autorización de obrar del agresor sean definidas de tal forma que
terés en la "defensa"33. Por esta razón sería conveniente una nueva no tenga un contenido recíproco (el "agredido" debe tolerar el ejerci-
redacción que estableciera que la justificación sólo corresponde al cio del derecho del "agresor").
que presta ayuda al que se defiende o que, en todo caso, defiende a
otro que pretende defenderse. 705. — Especialmente criticable parece el mantenimiento en el
derecho vigente de un derecho ilimitado de defensa de la morada con-
tra cualquier entrada indebida en la misma o en sus dependencias,
b—La actualidad e ilegitimidad de la agresión
mantenida en el art. 20.4° del Cód. Penal. Mediante esta autoriza-
ción genérica se justifica todo caso de error del que se defiende, pues
702. — La agresión es actual mientras se está desarrollando. La mediante esta presunción de agresión se permite la defensa inclusi-
inminencia de la agresión, es decir, la decisión irrevocable del agre- ve frente a una persona que por equivocación o por extrema necesi-
sor de dar comienzo a aquélla, es equivalente a la actualidad. En al-
gunos casos la ley lo dice expresamente; en otros esto está implícito 35
en el texto legal cuando autoriza la defensa para impedir o repeler la Versupra, §49.
36
Confr. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 275 y ss.; Otto,
agresión (art. 20.4°, Cód. Penal)34. Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, t. I, p. 121; Samson, Systematis-
cher Kommentar zura Strafgesetzbuch, § 32, n° 14; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemei-
703. — La agresión es ilegítima cuando es antijurídica. No es ne- ner Teil, p. 348. Otro punto de vista: Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mou-
rullo, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 240 y ss.; Cobo del Rosal - Vives Antón, Dere-
cesario que, a su vez, constituya un delito (salvo en el caso de defen- cho penal. Parte general, p. 64; probablemente también: Díaz Palos, La legítima defen-
sa de los bienes en el art. 20.4° del Cód. Penal). Si no se requiere que sa, p. 59; sobre la jurisprudencia española ver: Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodrí-
guez Mourullo, Comentarios al Código Penal, quien señala que las sentencias del
28/1/27 y del 26/02/58 requieren finalidad lesiva por parte del agresor.
37
Binding, Handbuch des Strafrechts, 1.1, p. 735.
38
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 531. Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 85; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, All-
Cfr. BGHSt 5,245 y ss. (sobre todo ps. 247 y 248). gemeiner Teil, p. 273; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 424; Samson, Sys-
Jiménez de Asúa, La ley y el delito, p. 294. tematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 32, n° 12.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 365 ENKIQUE BACIGALUPO
366

dad entra indebidamente en la morada, aunque, en realidad no pre-


tenda atentar contra ningún bien jurídico del titular de la misma. fo primero del art. Io del Cód. Penal40, por lo tanto, será suficiente con
Una presunción de agresión como ésta tiene el efecto práctico de eli- la "tipicidad y antijuridicidad" de un delito contra la propiedad41.
minar la exigencia de la evitabilidad del error para excluir la respon- Por el contrario, dado el punto de vista que hemos adoptado42, esti-
sabilidad del autor y, por ello, constituye un estímulo a la violencia mamos que se deberá requerir también la capacidad de culpabilidad
que no es fácil justificar en el actual estado de la evolución jurídica. (imputabilidad y la conciencia del autor de la agresión) para que se
En efecto, una vez introducido el error sobre la antijuridicidad en la pueda admitir un derecho pleno de defensa. De lo contrario, no se lo
reforma de 1983, carece de todo sentido renunciar a su aplicación en concederá cuando la agresión no se pueda evitar de otra manera.
los casos que, posiblemente, constituyen uno de sus ámbitos de inci-
dencia más genuinos, cualquiera sea el entendimiento dado al error 709. — No se puede considerar satisfactorio el requisito del carác-
sobre los presupuestos de la justificación. ter delictivo de la agresión en el caso de la defensa de los bienes. Aquí,
sin embargo, no se trata de una objeción valorativa, como en el caso
706.—Por otra parte, si bien es cierto que en la doctrina dominan- de la presunción de agresión en la defensa de la morada. La decisión
te se rechaza la exigencia de un presupuesto general de la justifica- de exigir una cierta gravedad de la agresión para justificar la defen-
ción consistente en un deber de cuidadosa comprobación de las cir- sa de la propiedad no es en modo alguno incorrecta desde el punto de
cunstancias justificantes y, en particular, no se la requiere para la le- vista de los valores superiores del ordenamiento jurídico (art. Io,
gítima defensa39, no cabe duda de que, de allí a eliminar totalmente CE). Pero su articulación técnico-legislativa es deficiente vista des-
la responsabilidad en los casos de error evitable en relación a bienes de el ángulo de las concepciones dogmáticas actuales.
jurídicos como la vida, la salud y la integridad corporal, importa,
cuanto menos, una distribución de los riesgos del error seriamente 710. — En efecto, el problema de una corrección de ciertos excesos
cuestionable. a los que pueden llevar los principios de la defensa necesaria y la má-
xima según la cual "el derecho no debe ceder ante lo injusto" es una
707.—El Código Penal (art. 20.4°, Io) establece que "en caso de de- parte sustancial de la historia de la legítima defensa43. Como es sa-
fensa de los bienes se reputará agresión ilegítima el ataque a los mis- bido, una rígida interpretación de esta máxima ha conducido a solu-
mos que constituya delito o falta y los ponga en grave peligro de dete- ciones dudosamente justas. Un ejemplo claro de ello es el punto de
rioro o pérdida inminentes". En este párrafo se hace referencia a dos vista de von Liszt44, que entendía que la defensa necesaria de cual-
problemas: la cuestión de la interpretación de la antijuridicidad de la quier bien (sin tomar en consideración la ponderación de bienes) era
agresión en los ataques contra los bienes, que es la que aquí interesa, admisible contra menores, personas enfermas mentales o que obra-
y la de los límites del derecho de defensa en estos casos, que tratare- ban con error sobre la antijuridicidad, pero no contra un animal,
mos más adelante. frente a cuyo ataque debían regir las reglas (más estrictas) del esta-

708. — Córdoba Roda estima que no se requiere que dicho ataque 40


Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código
represente un delito según el sentido completo de la noción del párra- Penal, t.l,p. 237.
41
Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código
Penal, t.1, p. 238.
42
Ver s«pra,§ 49.
43
39
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 362 y ss. con matizaciones sobre la teo- Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 309.
44
ría dominante; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 514 y ss., claramente en contra de Liszt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, 23a ed., 1921, p. 145; otro punto de
tal exigencia. vista: Frank, Das Strafgesetzbuchfür das Deutsche Reich, 17a ed., 1926, p. 153; Mezger,
Strafrecht, ein Lehrbuch, 3aed., 1949, p. 233.
368 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 367

do de necesidad, es decir, básicamente la ponderación de bienes. El dido tenga una cierta relevancia y, por otro, la exclusión de la misma
mejor tratamiento previsto por tal punto de vista para los animales cuando requiera daños notoriamente desproporcionados respecto
(o, lo que es lo mismo, para la propiedad) que para las personas es tan del interés defendido, es un problema general, que no se debe limitar
evidente como injustificado. a la defensa de los bienes. Sobre todo cuando la cláusula prevista en
el actual art. 20.4°,Io del Cód. Penal solamente contempla un aspec-
711. — Sin embargo, la solución de estos problemas no consiste en to de la cuestión, dado que, si bien es cierto que requiere una agresión
convertir a la legítima defensa en un estado de necesidad o, dicho de delictiva, no lo es menos que permite responder a tal agresión sin lí-
otra manera, en legitimar la defensa no sólo cuando sea necesaria, si- mite alguno. Con este precepto en la mano cabe pensar en la defensa
no cuando, además, sea proporcionado el daño causado al agresor legítima de un objeto de treinta mil pesetas a costa de graves lesiones
con el que éste quería causar. En la jurisprudencia se hace referencia irreversibles del autor de la tentativa de una falta de hurto, algo que
a una cierta semejanza en los medios empleados por el que se defien- choca con la conciencia jurídica de nuestros días.
de y los del atacante45. Pero, este criterio no resulta adecuado, pues
la defensa es una respuesta a una intervención ilegítima en la esfera 713. — En suma: es preciso introducir una cláusula atemperado-
de derechos del que se defiende con la finalidad de lograr la protec- ra de los efectos del principio básico de la defensa legítima, según el
ción de intereses legítimos. La legitimidad de la defensa de tales in- cual "el derecho no debe ceder ante lo injusto", aunque ello no debe
tereses del que soporta la agresión antijurídica, como es claro, no de- conducir a dar cabida en forma general a una ponderación de bienes
be depender, en principio, de límites establecidos para la protección o intereses en el marco de la legítima defensa similar a la que es ca-
del agresor que ha generado el conflicto y, consecuentemente, la pon- racterística del estado de necesidad; lo recomendable, en definitiva,
deración de intereses carece en este marco de razón de ser: el agresor es una cláusula limitadora como la prevista en el § 3 del Código Pe-
no es merecedor de una protección general en detrimento de la vigen- nal austríaco, sin llegar a una identificación conceptual de la legíti-
cia del derecho que se proponía vulnerar. En la legítima defensa es el ma defensa y del estado de necesidad.
agresor el que debe cargar con la responsabilidad del hecho. Pero, na-
turalmente, ello no puede conducir a una autorización de la defensa 714. — Una cláusula como ésta tendría la virtud de permitir re-
totalmente desconectada de sus consecuencias. El § 3 del Código Pe- sultados más justos sin el riesgo de vulnerar el principio de legalidad
nal austríaco es también en este sentido un modelo adecuado cuando por una restricción teleológica del texto legal. En efecto: una reduc-
establece que: "La acción, sin embargo, no será justificada cuando re- ción de los casos alcanzados por el texto de una causa de justificación
sulte evidente que el agredido sólo estaba amenazado por un daño es equivalente a la extensión del precepto legal, que contiene los ele-
pequeño y la defensa sea desproporcionada, especialmente por la mentos del tipo, por encima de los límites del texto legal, dado que
gravedad de los daños que a causa de ella tenga que sufrir el agresor". tiene el efecto de ampliar la punibilidad sin el respaldo de la ley es-
crita y, por lo tanto, vulnerará uno de los requisitos que surgen del
principio de legalidad, particularmente de la lex stricta o, lo que es lo
712. — Lo importante de todo cuanto se ha dicho es que, por un la-
mismo, la prohibición de extensión analógica de la punibilidad a ca-
do, el problema de legitimar la defensa sólo cuando el interés defen-
sos no contemplados en la ley46.

45
Cfr. entre otras las SSTS del 10/6/92,6/10/92,30/10/92, por citar las más recien-
tes. En la doctrina no faltan puntos de vista semejantes que recogen la proporcionali-
dad como requisito general en el sentido del Código Penal italiano: Cfr. Córdoba Roda, 46
Comentarios al Código Penal, p. 247; Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, t. IV, Cfr. Hirsch, Leipziger Kommentar, 10a ed., 1985, §§ 32,35 y ss. con mayores in-
3a ed., 1976, p. 215 y siguientes. dicaciones bibliográficas; el mismo en Gedachtnisschrift für Tjong, 1984, p. 62.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 370 ENRIQUE BACIGALUPO
369

c —Necesidad de la defensa agresión por parte del que se defiende. La interpretación de este re-
quisito produce serias dificultades en la teoría y en la práctica48.
715. — La defensa es necesaria si la acción del agredido es la me- En la teoría se discute si la provocación debe ser intencional o si es
nos dañosa de cuantas estaban a su disposición para rechazar la suficiente cuando ha ocurrido por descuido49. Asimismo hay quienes
agresión en la situación concreta. La exigencia de que la necesidad han interpretado la provocación como una agresión ilegítima, al en-
sea racional se explica dentro de este marco: la necesidad de la acción tender por tal la acción que justifique la agresión, con lo que el requi-
de defensa es racional cuando ésta es adecuada para impedir o repe- sito sería superfluo50. Las interpretaciones son, en general, insatis-
ler la agresión. La relación entre la agresión y la acción necesaria pa- factorias.
ra impedirla o repelerla, por tanto, debe ser tal que se pueda afirmar
que, de acuerdo con las circunstancias del hecho, la acción concreta 718. — La pérdida del derecho de defensa por parte del que es
de defensa era adecuada para repeler o impedir la agresión concreta. agredido ilícitamente está condicionada por una provocación que no
No se debe confundir la relación que debe haber entre agresión y de- necesita ser antijurídica pero sí "suficiente". Ello significa que debe
fensa y la proporción entre el daño que hubiera causado la agresión consistir en un estímulo de una agresión antijurídica, pero no produ-
y el causado por la defensa. La racionalidad de la necesidad de la de- cida totalmente sin responsabilidad del agredido antijurídicamente.
fensa sólo se vincula con la primera cuestión. Bajo tales circunstancias es lógico que se excluya en estos casos un
derecho de defensa completo, tanto como frente a ebrios, enfermos
716.—Para determinar la necesidad de la acción es preciso tomar mentales, niños, etcétera, por ser innecesaria la ratificación del or-
en consideración las acciones que el autor tenía a su disposición pa- den jurídico. Desde este punto de vista es indiferente que la provoca-
ra impedir o repeler la agresión antes de comenzar la defensa y esta- ción sea intencional o no.
blecer si la emprendida es realmente la que hubiera impedido la le-
sión amenazada por la agresión causando menos daño. Por ejemplo:
"A" tiene la posibilidad de impedir que "B" se apodere de una joya de e—Limitaciones del derecho de defensa necesaria
su propiedad golpeándolo con un paraguas que tiene a mano pero,
sin embargo, dispara con un arma de fuego que lleva consigo: la ac- 719. — Como se desprende del fundamento de la defensa necesa-
ción no es necesaria, pues cabría realizar otra menos dañosa. ria, no es exigible, en principio, que haya proporcionalidad entre el
En principio no es exigible al agredido que evite la agresión hu- daño que hubiera causado la agresión y el daño causado por la defen-
yendo. Sólo en casos en que ésta provenga de un niño, de un enfermo sa, sino simplemente la necesidad de ésta respecto delfinde impedir
mental, etcétera, como vimos, se debe exigir evitar la agresión por un la agresión (racionalidad).
medio distinto de la defensa47. Sin embargo, la proporcionalidad del daño que causaría la defen-
sa respecto del daño amenazado por la agresión determina la exclu-
d —Falta de provocación suficiente
48
717. — El derecho español ha requerido tradicionalmente como Jiménez de Asúa, La ley y el delito, p. 297; Gimbernat Ordeig, Introducción a la
parte general del derecho penal español, p. 59.
presupuesto de la defensa necesaria la falta de provocación de la 49
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. IV, p. 204.
50
Jiménez de Asúa, La ley y el delito, p. 208; Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Ro-
dríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, t.1, p. 252; Cobo del Rosal - Vives An-
47 tón, Derecho penal. Parte general, t. III, p. 58; Zaffaroni, Manual de derecho penal. Par-
En este sentido el Tribunal Supremo, SSTS del 21Á0/1889 y 20/10/44; relativi-
zando su punto de vista en las SSTS del 13/1/47 y 22/12/47. te general, p. 422.

24 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


372 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 371

-§52-
sión del derecho de defensa si la desproporción es exagerada51. Por
ejemplo: la defensa de una manzana no autoriza a privar de la vida EL ESTADO DE NECESIDAD
al que se apodera de ella para hurtarla. 723. — El estado de necesidad ha merecido reconocimiento expre-
so tanto en el derecho vigente (art. 20.5°) como en el anterior.
720.—Asimismo se excluye el derecho de defensa necesaria en los El fundamento justificante del estado de necesidad es en la opi-
casos de estrechas relaciones personales (padres-hijos; esposos; co- nión de la mayoría el interés preponderante54. Lo que determina la
munidad de vida, etcétera). Ello sólo significa que en estos casos de- exclusión de la antijuridicidad es, según este punto de vista, la nece-
be recurrirse, ante todo, al medio más suave, aunque sea inseguro. sidad de la lesión unida a la menor significación del bien sacrificado
Por ejemplo: el marido no tiene derecho a matar a su mujer para im- respecto del salvado. La necesidad de la lesión, por sí misma, sólo de-
pedir que ésta lo abofetee52. terminaría, bajo ciertas circunstancias, la exclusión de la culpabili-
dad55. La contrapartida de la justificación otorgada al autor es, na-
turalmente, el deber de tolerar impuesto al titular del bien sacrifica-
f—El elemento subjetivo de la defensa do, que se ha denominado también "deber de solidaridad recípro-
ca"56. De todos modos, es conveniente distinguir dos fundamentos di-
721. — La exigencia de que el que se defiende haya obrado cono- versos, según que se trate de un estado de necesidad defensivo o
ciendo las circunstancias de la agresión ilegítima de la que era obje- agresivo. El primero se justifica por la responsabilidad del titular de
to y con intención de defenderse (animus defendendi) puede conside- los bienes afectados en la generación de la situación de peligro. El se-
rarse hoy opinión dominante53. gundo responde directamente al deber de solidaridad que el ordena-
miento jurídico impone en ciertos casos.

g—Defensa propia y defensa de terceros 724.—El estado de necesidad se presenta en dos formas distintas:
o colisión de bienes y colisión de deberes. En principio, son suscepti-
722. — El Código Penal (hasta la reforma de 1983, art. 8 , núme- bles de ser salvados de esta manera todos los bienes jurídicos. Estu-
ros 5 y 6) se refería a la defensa de terceros (sean parientes o extra- diaremos a continuación los requisitos de esta causa de justificación.
ños), que tiene el mismo fundamento que la defensa propia. Aunque
el texto vigente no haga referencia a la defensa de terceros la justifi- 725. — La primera cuestión que plantea el estado de necesidad
cación de estos casos no ofrece dudas. concierne precisamente a su carácter justificante. El art. 20.5° del
Cód. Penal contiene una disposición proveniente de la reforma de
1944, que amplió el estado de necesidad considerablemente, pues

51
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 276 y ss.; Lenckner, en 54
Schónke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 32, n° 50; Samson, Systematischer Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 283; Lenckner, en
Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 32, n° 22; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Schónke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 34, n° 3; Samson, Systematischer
Teil, n° 435. Kommentarzum Strafgesetzbuch, § 34, n°3; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil,
52
Con reservas: Samson, Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 32, n°453.
55
n°23-a). Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, p.
53
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 275, con indicaciones 62, con indicaciones bibliográficas.
56
bibliográficas; respecto de la dogmática española: Gimbernat Ordeig, Introducción a la Samson, Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 34, n° 2; Jakobs,
parte general del derecho penal español, p. 51 y siguientes. Strafrecht, Allgemeiner Teil.
374 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 373

reemplazó la fórmula "que el mal causado sea menor", por otra según considera, en general, como inherente a toda causa de justificación.
la cual es suficiente con "que el mal causado no sea mayor". En la doc- Las opiniones que en la doctrina consideran que ello no impide reco-
trina existe un amplio consenso sobre el carácter justificante del es- nocer el carácter justificante al estado de necesidad, porque esta dis-
tado de necesidad penal, aunque en lo referente a la extensión de es- posición se basa en la gestión de negocios ajenos o el enriquecimien-
te carácter las opiniones se dividen. Por un lado están los que consi- to injusto60, no proporcionan una respuesta convincente, pues no tie-
deran que el art. 20.5° contiene, a la vez, una causa de justificación, nen en cuenta que quien obra en estado de necesidad gestiona sus
cuando el bien jurídico salvado es mayor que el sacrificado, y otra de propios negocios y no los de otro, por lo que el art. 1888 del Cód. Civil
exclusión de la culpabilidad, cuando el bien salvado y el sacrificado ya no sería aplicable, ni parece razonable que la salvación de un bien
son de igual jerarquía57. Por otro, los que estiman que el art. 20.5o só- jurídico propio pueda constituir un enriquecimiento injusto cuando
lo contiene una causa de justificación58. Estas diferencias en la natu- es consecuencia de un acto justificado.
raleza del estado de necesidad dependen del criterio con el cual los
distintos autores establecen la distinción entre causa de justifica- 727. — El art. 118.1 del Cód. Penal, sin embargo, no es incorrecto,
ción y causas de exclusión de la culpabilidad. El primero de los pun- pero es poco preciso a causa de su generalidad. Por ello es imprescin-
tos de vista parte de que la justificación se debe entender según el dible que no se lo interprete sin diferenciaciones. La obligación de re-
"principio del interés preponderante", mientras el segundo las dife- parar o indemnizar que allí se dispone en favor del que debe soportar
rencia de una manera formal según que el autor sea motivable por el el estado de necesidad de otro, debe regir sólo para el estado de nece-
derecho, en cuyo caso admite la justificación, o que no lo sea, supues- sidad agresivo61, pero no para el defensivo62. La diferencia se justifi-
to en el que se tratará de una causa de exclusión de la culpabilidad59. ca en la medida en la que en el estado de necesidad defensivo el peli-
gro de daño es consecuencia de cosas pertenecientes al que tiene que
soportar la acción defensiva y ello justifica un tratamiento diverso en
726. — De todos modos, el estado de necesidad justificante, sea
la ley penal, dado que la civil guarda silencio al respecto.
que reúna los caracteres de la justificación que surgen del principio
del interés preponderante o sea considerado como causa de justifica-
ción a partir de cualquier otro criterio, ya tiene una fisonomía des- 728. — De todo ello surge que la regulación vigente del estado de
concertante como consecuencia del art. 118.1 del Cód. Penal. Esta necesidad, lo mismo que la más confusa que se introduce ahora en el
disposición no le reconoce efecto justificante en el ámbito de la res- art. 118.1.3a del Cód. Penal, adolecen de una extrema simplificación.
ponsabilidad civil, privándolo de una consecuencia que la doctrina En primer lugar, es preciso establecer reglas diversas para el estado
de necesidad defensivo y el agresivo. En segundo lugar, es preciso
distinguir entre el estado de necesidad justificante y el estado de ne-
57
Antón Oneca, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1986, p. 296, exigiendo para cesidad en el que colisionan bienes cuya diferencia jerárquica no es
la causa de justificación "notoria superioridad del mal evitado sobre el causado"; Rodrí- esencial.
guez Muñoz, notas a la trad. del Tratado de Mezger, 1.1,1955, ps. 450 y ss.; Cerezo Mir,
Curso de derecho penal español. Parte general, t. II, 1990, p. 31 y ss., con matices; Baci-
galupo, Principios efe derec/iopenaZ, 2a ed., 1990, p. 189 y siguientes. 60
Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, p. 25, con mayores indicaciones bi-
58
Así: Gimbernat Ordeig, en Estudios de derecho penal, 3 a ed., 1990, p. 218 y ss.; bliográficas.
Mir Puig, Derecho penal. Partegeneral, p. 483 y siguientes. 61
59 Así ocurre en el derecho alemán, BGB § 904; cfr. al respecto Brox, Allgemeines
Cfr. Gimbernat Ordeig, en Estudios de derecho penal. Este punto de vista no es
Schuldrecht, 15a ed., 1987, p. 180; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 495 y siguien-
convincente, pues está obligado a considerar como causas de justificación supuestos de
tes.
exención de pena como el del anterior art. 564 del Código Penal, que evidentemente no 62
podría serlo pues los efectos de los casos allí previstos no se extienden a los partícipes, Recientemente ha destacado la diversidad de ambos supuestos de estado de ne-
ni eliminan la responsabilidad civil; ver al respecto: Bacigalupo, Delito y punibilidad, cesidad la meritoria monografía de Baldo Lavilla, Estado de necesidady legítima defen-
1983, p. 96 y siguientes.
sa, 1994, p. 168 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 376 ENRIQUE BACIGALUPO
375

729. — Una segunda cuestión que resulta discutible en la regula- Por otro lado se sostiene que la diferencia de jerarquía de los bie-
ción vigente sobre el estado de necesidad es la amplitud de la justifi- nes jurídicos (en particular, vida - integridad corporal) no es suficien-
cación a todas las formas de ataque a todos los bienes jurídicos posi- te para justificar la acción cuando se instrumentaliza la integridad
bles, o, mejor dicho, a la colisión de cualquier bien jurídico con otro. física de una persona, que es un "fin en sí mismo", aunque sea para
salvar la vida de otro. Por ello "no cabría admitir que obra en estado
730. — En los derechos penales europeos la extensión del estado de necesidad el cirujano que extrae un órgano no principal de alguien
de necesidad aparece limitada por tres vías diferentes: sin su consentimiento para salvar la vida" de otro65.
a) Limitando los bienes jurídicos salvables en estado de necesi- Finalmente se sostiene que "el estado de necesidad será una cau-
dad (arts. 54, Cód. Penal italiano; 2045, Cód. Civil italiano: sa de justificación cuando el mal causado sea menor que el que se tra-
"peligro actual de grave daño a la persona"; art. 34, Cód. Penal taba de evitar, siempre que la conducta realizada no implique una in-
suizo: "vida, cuerpo, libertad, honor, patrimonio"). fracción grave del respeto debido a la dignidad de la persona huma-
na"66. En los casos en que se haya procedido con infracción grave de
b) Exigiendo una desproporción cualificada entre el bien jurídico la dignidad de la persona se admite que el estado de necesidad sólo
salvado y el sacrificado (§ 34, Cód. Penal alemán: "el interés operará como "causa de inculpabilidad"67, pero si además se da en el
protegido supera esencialmente al dañado"; art. 34, Cód. Penal sujeto "una exclusión o considerable disminución de la capacidad de
portugués: "sensible superioridad del interés a salvaguardar obrar conforme a la norma"68.
en relación al interés sacrificado").
c) Estableciendo una cierta exigencia de proporcionalidad de los 732.—Estos distintos criterios, con los que la doctrina se hace car-
medios utilizados para salvar el bien jurídico § 34, Cód. Penal go de una manera general y puntual de los límites del estado de ne-
alemán: "en tanto el hecho sea un medio adecuado"; Cód. Penal cesidad, demuestran que la fórmula tradicional del estado de necesi-
francés, "salvo si existe desproporción entre los medios em- dad justificante requiere una revisión, pues las condiciones estable-
pleados y la gravedad de la amenaza")63. cidas por el art. 20.5° del Cód. Penal no cumplen con las exigencias
que requiere la conciencia jurídica actual. Con razón ha sostenido úl-
732. — Por su parte, en la doctrina han comenzado a plantearse timamente Jakobs, en el mismo sentido que las opiniones antes rese-
interpretaciones restrictivas del estado de necesidad mediante pro- ñadas, que "un saldo positivo de intereses no es suficiente para la jus-
cedimientos hermenéuticos diversos, al dar respuesta al caso de co-
lisión entre la integridad corporal y la vida de una persona, en oca-
sión del supuesto del médico que extrae un riñon a un paciente salu-
65
dable para transplantarlo a otro al borde de la muerte, al que le sal- MirPuig, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1984, p. 402; 3 a ed., 1990, p. 502.
En estos casos, en realidad, el estado de necesidad se excluye ya porque no existe colisión
va la vida. Unas opiniones requieren que la relación jerárquica entre de bienes, es decir, porque el órgano que se extirpa a una persona para salvar a la otra
los bienes que colisionan sea "esencial" y que el medio empleado sea no genera el peligro que amenaza a ésta.
"socialmente adecuado"64. 66
Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, p. 32; en el mismo sentido: Cobo del
Rosal- Vives Antón, Derecho penal. Parte general, 3 a ed.; 1990, p. 396; Bajo Fernández,
Manual de derecho penal. Parte especial, "Delitos contra las personas", 2a ed., 1991, p.
154.
63 67
En el derecho belga no existe una disposición expresa sobre el estado de necesi- Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, ps. 32 y 33.
68
dad y en el derecho austríaco se reconoce un estado de necesidad disculpante (Cód. Pe- Cerezo Mir, Curso de derecho penal español, p. 35. En estos casos, sin embargo,
nal austríaco, § 10; la doctrina admite un estado de necesidad justificante supralegal). es claro que la exclusión de la culpabilidad surge de la ausencia de capacidad de culpa-
64
Bacigalupo, Principios de derecho penal español, 1985, p. 80; Principios de dere- bilidad y no de un supuesto estado de necesidad disculpante, como lo propone Cerezo
cho penal, 2aed., 1990, p. 152;3aed., 1994, p. 152. Mir.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 378 ENRIQUE BACIGALUPO
377

tificación, cuando la solución del conflicto está canalizada por un pro- necesaria si el peligro podía evitarse de otro modo, es decir, sin
cedimiento específico o en general excluida"69. Los esfuerzos inter- lesionar el bien jurídico.
pretativos de la doctrina orientados a reducir el ámbito del texto ac-
tual del art. 20.5°, por otra parte, tienen las mismas dificultades que 734. — El bien salvado debe ser de mayor jerarquía que el sacrifi-
ya han sido analizadas en relación a la legítima defensa, pues impli- cado, de lo contrario faltará el efecto justificante. La determinación
can reducciones teleológicas de la amplitud del texto de una causa de de la mayor jerarquía es problemática. En primer término se formu-
justificación, cuya compatibilidad con la exigencia de la lex stricta ló el principio de la ponderación de bienes, según el cual debía estar-
(prohibición de la analogía) ofrece serias dudas. En última instancia, se a la comparación de la jerarquía de los bienes jurídicos en colisión
estamos ante una redefinición del deber de solidaridad dentro de (por ejemplo: vida y propiedad; propiedad e integridad corporal; ho-
una sociedad libre e igualitaria, en la que los bienes más importan- nor y libertad, etcétera). Contra este principio se sostiene que "limi-
tes no necesariamente pueden ser salvados sin más consideraciones ta la ponderación a bienes jurídicos considerados como si fueran una
a costa de los menos significativos. necesidad estática, aunque el conflicto que caracteriza un estado de
necesidad está determinado por numerosos otros factores"71. Por lo
tanto, se ha propuesto un punto de vista más amplio: el principio de
a—Estado de necesidad por colisión de bienes o intereses la ponderación de intereses, cuya misión sería la de permitir conside-
rar la totalidad de las circunstancias relevantes para la situación72.
733. — A diferencia de la colisión de deberes, hay aquí un conflic-
to entre dos bienes de dispar valor. 735. — Este principio de la ponderación de intereses no ofrece di-
ficultades respecto del texto del Código Penal, que hace referencia a
1. Situación de necesidad. La base del estado de necesidad está
la comparación entre el "mal" evitado y el "mal" causado.
dada por la colisión de bienes, es decir, por el peligro inminen-
te de pérdida de un bien jurídico y la posibilidad de su salvación
lesionando otro bien jurídico de menor valor relativo. 736. — En concreto, es posible afirmar que, partiendo del estado
Habrá peligro inminente cuando la pérdida de un bien jurídico de necesidad como un conflicto de intereses y no sólo como un conflic-
aparezca como segura o muy probable. to de bienes jurídicos, la ponderación de los intereses enjuego requie-
re tomar en cuenta otros factores que rodean al conflicto de bienes.
La situación de necesidad no debe haber sido creada por el titu-
En este sentido, cabe señalar las siguientes reglas referentes a la
lar del bien jurídico amenazado. Por lo demás, es indiferente si
ponderación de la total situación que forma la base del estado de ne-
proviene de la acción (antijurídica o no) de una persona o de
cesidad.
fuerzas naturales.
2. Acción necesaria. La justificación requiere en primer lugar que 737. — Debe partirse de la relación jerárquica de los bienes jurídi-
la acción sea necesaria. La necesidad se debe apreciar de cos enjuego, es decir, de los bienes jurídicos que colisionan. El orden
acuerdo con los mismos criterios que fueron expuestos respec- valorativo de estos bienes debe deducirse de la totalidad del ordena-
to del mismo requisito en la defensa necesaria70; la acción no es

71
Lenckner, Der rechtfertigende Notstand, 1965, p. 94 y siguientes.
72
Lenckner, Der rechtfertigende Notstand, ps. 94 y ss.; Bockelmann, Strafrecht,
69 Allgemeiner Teil, p. 99; Samson, SystematischerKommentarzum Strafgesetzbuch, § 34,
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 427, donde subraya la importancia de
una "cláusula de adecuación". n° 10; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n°453; Hirsch, enLeipziger Kommen-
70
Ver, supra,§ 51, c). íar,10aed.,1985,§51,n°64.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 379 380 ENRIQUE BACIGALUPO

miento jurídico; las penas amenazadas en la legislación penal para so, la diferencia valorativa de los intereses enjuego debe ser esencial.
la violación de los mismos no son sino un indicio a efectos de la deter- En el supuesto del trasplante que hemos analizado antes ya faltaría
minación de la jerarquía de los bienes. Sin embargo, debe quedar cla- esta característica.
ro que, en principio, queda excluida la justificación mediante el esta-
do de necesidad de acciones que importen la muerte de otro73. 742.—No puede invocar el estado de necesidad quien está obliga-
do a soportar el peligro por su función social; por ejemplo, un bombe-
738. — Lo decisivo será, sin embargo, no la relación jerárquica de ro no se puede amparar en el estado de necesidad para salvar un bien
bienes, sino el merecimiento de protección de un bien concreto en propio a costa de otro que desaparecería en el incendio; un militar no
una determinada situación social. En este sentido, pueden conside- podría invocar el estado de necesidad porque su vida corre peligro en
rarse inclusive los intereses individuales del afectado o afectados por un combate, etcétera.
la acción de estado de necesidad: no es posible justificar el aborto con-
tra la voluntad de la embarazada, aunque de esta manera se le salve 742. — Tampoco puede invocar el estado de necesidad quien ha
la vida. provocado por sí o en forma culpable la situación de necesidad75.
Ciertamente la justificación se excluye también cuando la provoca-
739. — La acción realizada en estado de necesidad sólo resultará ción del estado de necesidad es intencional.
justificada cuando la desproporción entre el interés que se salva y el
que se sacrifica sea esencial. En otras palabras, tiene que haber una
marcada diferencia en favor del interés que se salva. b —Estado de necesidadpor colisión de deberes.
Cumplimiento del deber y ejercicio de un derecho
740. — La comparación de bienes o intereses no autoriza, sin em-
bargo, la realización de acciones que afecten bienes individuales, co- 743. — Las mismas pautas querigenla solución de los casos de es-
mo, por ejemplo, extraer un riñon a una persona para trasplantarlo tado de necesidad por colisión de intereses son aplicables al caso de
a otra a quien se salva la vida. En este caso la vida salvada es de ma- la colisión de dos deberes que imponen al obligado, al mismo tiempo,
yor jerarquía que la integridad corporal, pero el límite frente a los comportamientos contradictorios y excluyentes, de forma tal que el
bienes individuales excluye la posible aplicación del estado de nece- cumplimiento de un deber determina la lesión del otro. La teoría se
sidad justificante74. La razón de esta limitación reside en que la ac- divide entre los que consideran que un estado de necesidad propio
ción necesaria, en el estado de necesidad, debe constituir "un medio por colisión de deberes sólo se da cuando colisionan dos deberes de ac-
adecuado socialmente" para la resolución del conflicto. En otras pa- tuar76 y los que también aceptan un estado de necesidad por colisión
labras: la sola preponderancia de un interés no es suficiente para la de deberes cuando colisionan un deber de actuar y otro de omitir77.
justificación; se requiere además un juicio sobre la adecuación social
del medio utilizado para resolver el conflicto de intereses. En todo ca- 744. — La diferencia fundamental que existe entre la colisión de
deberes y la colisión de bienes o intereses reside en que, en la colisión
de deberes de igual jerarquía, el cumplimiento de uno de ellos tiene
73
Lenckner, en Schónke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 34, n° 23.
74 75
Samson, Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 34, 16; Straten- Hirsch, en Leipziger Kommentar, § 51, n° 63.
werth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 462; Bockelmann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 76
Samson, Systematischer Kommentarzum Strafgesetzbuch, § 34, n° 27.
p. 99 y ss.; Blei, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1.1, p. 148; Gallas, enFestschriftfürMez- 77
Así, Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 293; Schmidháu-
ger, 1954, p. 325; Hirsch, enLeipzigerKomentar, n°75. ser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 476.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 381 382 ENRIQUE BACIGALUPO

efecto justificante, aunque al mismo tiempo se lesione el otro: en to- piación indebida (art. 252, Cód. Penal). De aquí se deduce que el lla-
do caso se ha cumplido con un deber y el comportamiento no debería mado ejercicio de un derecho sólo opera como causa de justificación
ser antijurídico78. cuando recae sobre bienes o derechos ajenos. En estos casos se trata-
Este punto de vista no es compartido, sin embargo, por un sector rá invariablemente de una autorización particular y específica para
considerable de la teoría, que, ante la colisión de deberes de igual je- la realización de un tipo penal, con lo que no se diferenciará en nada
rarquía, sólo reconoce al que cumple con uno de ellos, lesionando el de cualquier causa de justificación. De allí que las disposiciones que
otro, una causa de exclusión de la culpabilidad79. Esta posición, sin regulan expresamente el ejercicio de un derecho como una causa que
embargo, no resulta convincente, pues el orden jurídico no puede po- excluye la antijuridicidad son totalmente superfluas.
ner a una persona ante el dilema de obrar de una forma u otra bajo la
amenaza de que, de todos modos, lo hará antijurídicamente.
c — El estado de necesidad por colisión de bienes
745. — Pertenece en realidad a este ámbito la problemática del de igual jerarquía
cumplimiento de un deber (art. 20.7°). Este sólo entrará en conside-
ración como causa de justificación en tanto colisione con otro deber y, 747. — El estado de necesidad es también posible cuando colisio-
en este caso, la colisión se regirá por las reglas del estado de necesi- nan intereses de igual jerarquía. Esto está expresamente contem-
dad por colisión de deberes. Por este motivo su legislación en disposi- plado en el art. 20.5° del Cód. Penal, dado que la exclusión de respon-
ciones autónomas es totalmente superflua. Naturalmente que el sabilidad allí prevista sólo requiere, en este sentido, "que el mal cau-
ejercicio de "oficio o cargo" seguirá también estas reglas (a pesar de sado no sea mayor que el que se trate de evitar". En estos casos la teo-
que el Código Penal español parece considerarlos casos de ejercicio ría dominante considera que sólo se dará una causa de exclusión de
de un derecho). El "oficio o cargo" sólo tiene efecto justificante en la la culpabilidad80.
medida en que impone un deber específico al que lo desempeña.

746.—Por el contrario, no pertenece a este ámbito el llamado ejer-


cicio de un derecho. Este, en verdad, importa la realización de un ac- — §53 —
to no prohibido: por lo tanto, en principio, el que toma una cosa mue- EL ERROR SOBRE LAS CIRCUNSTANCIAS
ble propia (en ejercicio del derecho de propiedad) no realiza un hurto DE UNA CAUSA DE JUSTIFICACIÓN
justificado; tampoco comete allanamiento de morada (o violación de
domicilio) el que entra en su propia casa, ni viola secretos ajenos el 748. — La situación inversa a la anterior es la de la suposición
que lee sus propias cartas. Sin embargo, hay excepciones: la reten- errónea por el autor de circunstancias objetivas que, de haber concu-
ción de cosas muebles autorizada por el Código Civil en el contrato de rrido, habrían justificado el hecho. Por ejemplo: el autor supone una
depósito, por ejemplo, es causa de justificación respecto de la apro- colisión de bienes jurídicos que en verdad no se da, pues era posible
salvar el bien mayor sin lesionar el menor.

78
Samson, en Systematischer Kommentar zura Strafgesetzbuch, § 34, n° 2; Stra- 749. — Las soluciones son aquí sumamente controvertidas. Una
tenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 471; Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der primera posición sostiene que debe excluirse el dolo, pues a él perte-
Unterlassungsdelikte, 1959, p. 137; Otto, Pflichtenkollision und Rechtswidrigkeitsur-
teil, 1965; 2a ed., 1974.
79
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 295; Gallas, Beitrage
zur Verbrechenslehre, p. 59 y ss.; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 476 y 80
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal. Parte general, t. IV, p. 348 y ss., con
siguientes. amplia información bibliográfica.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 384 ENRIQUE BACIGALUPO
383

nece la no suposición de circunstancias justificantes; si el error es 752. — La decisión en favor de una u otra de estas posiciones de-
producto de un comportamiento descuidado del autor cabe aplicar la pende de los resultados a que conducen. La teoría de la culpabilidad
pena del delito culposo, si éste es punible81. (estricta), al considerar el error sobre los presupuestos de una causa
de justificación como un error de prohibición y excluir la pena sólo en
750. — Otro punto de vista sostiene que esta solución es correcta los casos de errores inevitables, permite una mejor protección de los
en sus resultados pero no en su fundamentación, pues no se trata de bienes jurídicos y exige un mayor esfuerzo por parte de quienes creen
un error sobre elementos del tipo sino de un error de prohibición que, obrar en una situación justificada.
por lo tanto, no excluye el dolo. Para alcanzar los mismos resultados
se propone que se apliquen en forma analógica las reglas del error de 753. — De todos modos, las diferencias entre una y otra teoría se
tipo, castigando así este error sui generis como si de aquél se trata- pueden reducir si se tiene en cuenta que, para juzgar sobre la necesi-
ra82. Esta forma de resolver el problema permite no excluir el dolo y, dad de la acción, es preciso ponerse en el momento en que el autor ac-
por lo tanto, tampoco la punibilidad de los partícipes, lo que no sería túa84. Es decir, la situación objetiva se debe juzgar ex-ante y no ex-
posible si en el hecho del autor faltara aquél. post. Por ejemplo: cuando "A" ve aparecer a un encapuchado con un
arma de fuego en una calle oscura y comprueba que se le acerca en
751. — De estas posiciones se separa la teoría de la culpabilidad, forma amenazante, habrá obrado justificadamente si se defiende
para la cual estos casos presentan un error de prohibición y, dado que con su arma y le causa la muerte, aunque posteriormente se pruebe
sólo pueden afectar a la conciencia de la antijuridicidad, no excluyen que era una broma preparada por un grupo de amigos y que la vícti-
el dolo, debiendo ser tratados según las reglas de aquél83. ma sólo llevaba un revólver de juguete. La consideración ex-ante de-
En consecuencia estaremos ante un delito doloso, que no será cul- termina que la situación de legítima defensa se deba tener por acre-
pable si el error sobre las circunstancias objetivas de la causa de jus- ditada, aunque la consideración ex-post (fundada en el conocimiento
tificación fue inevitable, pero que será punible con la pena del delito que es posible tener una vez ocurrido el hecho) indique que la acción
doloso en forma atenuada si tal error era evitable. de defensa no era necesaria (en el ejemplo propuesto porque, tratán-
dose de una broma, el autor no corría peligro alguno que reclamara
Dentro de esta teoría hay un sector que sigue la llamada teoría li-
mitada de la culpabilidad, que entiende que en estos casos faltará el la acción de defensa con resultado mortal). De esta forma, las causas
disvalor de acción, pues el autor quiere obrar en la forma en que lo de justificación imponen al que quiere obrar amparado en ellas com-
permite el orden jurídico, y ello determina que no corresponda apli- portarse en la situación concreta como lo hubiera hecho "una perso-
na razonable"85.
car la pena del delito doloso sino, eventualmente, la del culposo.
De esta manera, igualmente, muchos casos de error sobre las cir-
cunstancias objetivas de una causa de justificación serían directa-
mente justificantes.

81
Roxin, Strafrechtliche Grundlagenprobleme, p. 98 y ss.; Rudolphi, en Systema- 754. — El art. 14.3 del Cód. Penal regula el error de prohibición o
tischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 16, n° 10; Gimbernat Ordeig, Introducción sobre la antijuridicidad y es inmediatamente aplicable a los errores
a la parte general del derecho penal español, p. 77; Torio López, La reforma penal y pe- sobre las circunstancias objetivas de una causa de justificación. En
nitenciaria, 1980, p. 247.
82
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 499 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des
Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 266.
83
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 168 y ss.; Hirsch, Negative Tatbestands-
merkmale, p. 314; Maurach, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 475 y ss.; Kauf- Kaufmann, Armin, en Festschrift fiir Welzel, p. 400 y siguientes.
mann, Armin, en "JZ", 1955, p. 37. Kaufmann, Armin, en Festschrift fiir Welzel, p. 402.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 385

efecto, tal disposición se refiere a los casos en que el autor ha actua-


do con la creencia errónea... de estar obrando lícitamente y no cabe
duda de que quien supone erróneamente la concurrencia de circuns-
tancias justificantes obra en la citada creencia.
El nuevo texto es —de todos modos— criticable porque también el
que ignora una circunstancia del tipo —por ejemplo, cree disparar
sobre una pieza de caza y lo hace sobre una persona escondida bajo
una mata— cree obrar lícitamente, pues ni tiene ocasión de pensar
en la ilicitud. El legislador ha incurrido en la falta de definir el error
del primer párrafo del artículo con referencia al objeto del mismo,
mientras en el párrafo segundo se hace la definición en relación con
el aspecto subjetivo del autor, sin reparar en que este último elemen-
to no permite una distinción adecuada porque alcanza a todas las es-
pecies de error86.

6
Bacigalupo, en LLespañola, 1981, p. 919 y siguientes.

25 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


388 ENRIQUE BACIGALUPO

dependiente de la concepción material de la culpabilidad de la que se


Capítulo VIII parta.
La exclusión de la punibilidad
a —Elproblema dogmático
por la reducida ilicitud de hecho típico
757. — Si se echa una mirada a la literatura jurídico-penal se per-
(ausencia de responsabilidad por el hecho) cibirá de inmediato hasta qué punto se produce un fenómeno dogmá-
tico por el que los límites entre causas que excluyen lo ilícito y causas
que excluyen la culpabilidad comienzan a no ser tajantes. Tales fenó-
menos sugieren que los presupuestos valorativos de las causas tradi-
cionales de justificación y de inculpabilidad se habrían modificado, o
inclusive, que continúan modificándose. Las tesis de Armin Kauf-
— §54 — mann relativas a la disminución de la ilicitud y a la cuantificación de
LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO la culpabilidad han contribuido a esta evolución de una manera sig-
COMO CATEGORÍA DOGMÁTICA nificativa2.
755. — Junto a las causas de justificación, que expresan la apro-
bación del orden jurídico respecto del hecho típico, existen otros su- 758. — En la literatura jurídico-penal actual se encuentran diver-
puestos en los que el Estado renuncia a la aplicación de una pena por sos puntos de partida que tienden a reducir los efectos de ciertas cau-
la insuficiencia de la gravedad de la ilicitud para justificar la aplica- sas de justificación, de tal manera que se las acerca a las causas que
ción de una pena. Una cosa es que el orden jurídico apruebe la reali- excluyen la culpabilidad. Entre éstas destacan, sobre todo, los casos
zación de una acción (la justifique) y otra es que la gravedad de la ili- en los que la exclusión de la ilicitud deja, sin embargo, subsistente el
citud sea insuficiente para legitimar el ejercicio del jus puniendi. derecho de defensa del afectado; es decir: las llamadas "simples au-
Desde el punto de vista de la confianza en la vigencia de las normas torizaciones de acción" propuestas por Lenckner. En tales supuestos
ambas cuestiones son diversas. se reconoce a aquel que debe soportar la acción autorizada un dere-
cho de defensa. Se trata de situaciones en las que la acción está justi-
756. — Los problemas de la disminución de la ilicitud han sido tra- ficada, pero no su resultado, dado que el bien jurídico no habría per-
tados tradicionalmente como cuestiones de exclusión de la culpabili- dido la protección del orden jurídico (por ejemplo, en el ejercicio del
dad, más concretamente como supuestos de exclusión de la exigibili- derecho de información del art. 20 de la CE)S.
dad, admitiendo, prácticamente, una presunción de exclusión de la
culpabilidad entendida como la posibilidad de obrar de otra mane- 759. — Por otra parte, en la teoría existen propuestas según las
ra1. Sin embargo, una vez comprobado que, en realidad, la exclusión cuales en los casos de inexigibilidad los resultados se completan al
de la pena sólo tenía como fundamento la reducida significación de la menos con algunos efectos propios de las causas de justificación. En
ilicitud, una solución como la que aquí se propone es totalmente in- este sentido cabe mencionar la tesis de Maurach de la responsabili-

2
Günther, Strafrechtswidrigkeit und Strafunrechtsausschluft, 1983, p. 114 y si-
1 guientes.
Bacigalupo, en Gedachtnisschrift für Armin Kaufmann, p. 459 y ss. y 463 y si- 3
Cfr. Bacigalupo, en Estudios sobre el Código Penal de 1995.
guientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 390 ENRIQUE BACIGALUPO
389

dad por el hecho. Asimismo cabe hacer referencia en este contexto a sables8 pone en tela de juicio la "disyunción exclusiva" adecuado a
las opiniones que consideran que el llamado estado de necesidad dis- derecho/contrario a derecho9.
culpante extiende sus efectos a los partícipes como consecuencia de
su menor contenido de ilicitud4. En la misma dirección es de conside- 761. — Es verdad que no faltan voces que alertan respecto de es-
rar el punto de vista que no admite la legítima defensa contra un es- tas tendencias, dado que las causas de justificación que dejan subsis-
tado de necesidad sólo disculpante, es decir, que rechaza la equipara- tente el derecho de legítima defensa del afectado, de facto —opina
ción de la agresión antijurídica como presupuesto de la defensa nece- Roxin—10 esfuman la distinción entre ilícito y culpabilidad. Ante es-
saria y de la acción (en sí antijurídica) ejecutada bajo el amparo de un ta situación es legítimo formularse la pregunta sobre la necesidad de
estado de necesidad "disculpante". La consecuencia a la que este cri- una categoría de eximentes intermedia entre la justificación y la ex-
terio conduce es que "quien es afectado por el estado de necesidad de clusión de la culpabilidad. Esta solución, de todos modos, ha sido
otro tiene que eludirlo y que a su favor sólo se da un estado de necesi- hasta ahora rechazada por la doctrina dominante.
dad disculpante, sin que entre en consideración una defensa justifi-
cante"5.
b — La posición sistemática de la "exigibilidad"
760. — Incluso en el ámbito de las excusas absolutorias o funda-
mentos que excluyen la punibilidad se encuentran puntos de vista 762. — Si consideramos ahora la propuesta más significativa de
que reúnen elementos de las causas de justificación y de las de incul- una categoría intermedia, es decir, la de la responsabilidad por el he-
pabilidad. En este sentido, se reconocen las llamadas excusas abso- cho, presentada por Maurach en Alemania y más tarde introducida
lutorias objetivas, que ciertamente no contienen un derecho a obrar por Jiménez de Asúa en España, se comprobará que el punto de par-
de determinada manera, pero que en el marco de la participación tida de Maurach es que la culpabilidad contiene un reproche, pero
operan como una causa de justificación respecto de todos los partíci- que la reprobación del hecho no significa todavía un reproche (del au-
pes, dado que "rigen ilimitadamente"6. La única diferencia que exis- tor)11. El primer nivel de la imputación, por lo tanto, debe ser la res-
te entre las "excusas absolutorias objetivas" y las "simples autoriza- ponsabilidad por el hecho12. El contenido de ésta está formado por
ciones de acción" sólo se manifiesta en que en las primeras el error es las llamadas causas que excluyen la culpabilidad, dado que la teoría
irrelevante (como error sobre la punibilidad), mientras que en las se- de la responsabilidad por el hecho es, materialmente, una teoría de
gundas se aplican las reglas del error de prohibición en lo que sea los fundamentos que excluyen la responsabilidad. Por lo tanto, el
pertinente —una diferencia altamente problemática7—. Por último, punto de vista de Maurach resulta estar fuertemente influido por la
no cabe duda de que el intento de aplicar la teoría del ámbito libre de idea básica que informa las causas de exclusión de la culpabilidad, es
derecho en relación a la problemática de las decisiones autorrespon- decir, que éstas se estructuran sobre la posibilidad de motivación del

4 8
Rudolphi, en"ZStW" 78 (1966), p. 66 y ss.; ídem, enSystematischer Kommentar Kaufmann,AiÜiur, Festschrift für Maurach, 1972,p. 327yss.; Otto,Rechtauf
zura Strafgesetzbuch, 5a ed., 1987, § 35, n° 21. den eigenen tod"? Strafrecht im Spannungsverhaltnis zwischen Lebenserhaltung und
5
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 467. Selbstbestimmung, 1986, p. 21.
9
6
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 3 a ed., 1978, p. 148; Mau- Cfr. también E. Larrauri en Hassemer - Larrauri, Justificación material y justi-
rach - Zipf, Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 35, VB 46; Roxin, en "JuS", 1988, p. 431 y ss.; ficación procedimental en el derechopenal, 1997, p. 65.
10
Schónke - Schróder - Lenckner, Strafgesetzbuch, Kommentar, 23a ed., 1988, §§ 32 y ss., Roxin, Festschrift für Oehler, p. 195.
11
n°131. Maurach, Schuld und Verantwortung im Strafrecht, 1948, p. 36.
7 12
Cfr. Bacigalupo, Delito y punibilidad, 1985. Maurach, Schuld und Verantwortung im Strafrecht, 1948, p. 44.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 391 ENRIQUE BACIGALUPO
392

término medio de las personas13. Por el contrario, la culpabilidad y 765. — En primer lugar, ha sido Armin Kaufmann16 quien ha
la exclusión de la culpabilidad presuponen una extrema individuali- comprobado que el juicio de culpabilidad puede ser formulado "aun-
zación. que no se den los demás presupuestos de la exigibilidad". Consi-
La dicotomía responsabilidad por el hecho/culpabilidad se basa, guientemente, la exigibilidad no sería un presupuesto de la repro-
por lo tanto, para Maurach, en un diverso nivel de individualización chabilidad. Las causas que excluyen la culpabilidad —concluye Ar-
que se percibe en las auténticas causas de exclusión de la culpabili- min Kaufmann— "no serían, en verdad, un problema de la funda-
dad (imputabilidad) y en los casos no-exigibilidad. mentación de la reprochabilidad, sino de la cuantificación del repro-
che de culpabilidad"17. Especialmente ilustrativa es la fundamenta-
763. — Con razón ha criticado Armin Kaufmann la teoría de Mau- ción de este punto de vista: "La comprobación de que la no-exigibili-
rach, señalando que la generalización también es posible en relación dad se compone de disminución de la ilicitud, carece por sí sola de to-
a los casos de inimputabilidad. Stratenwerth y Roxin han agregado do efecto dogmático-sistemático. Pues obviamente no se trata de una
que una extrema generalización ni siquiera sería posible en el caso causa de justificación y, por ello, los fundamentos de reducción del
de la inimputabilidad, por lo que la generalización es también nece- contenido de ilicitud no tienen una posición propia en la estructura
saria en estos supuestos14. Con estos argumentos la responsabilidad del delito. Lo decisivo es el efecto de la disminución de la ilicitud en
por el hecho, en la versión de Maurach, pierde prácticamente todos espera de la culpabilidad: disminución de la ilicitud significa siem-
sus fundamentos. pre al mismo tiempo también disminución de la culpabilidad"18. De
allí deduce Armin Kaufmann que si las causas que excluyen la exigi-
764. — Sin embargo, la cuestión de una categoría intermedia en- bilidad deben ser consideradas elementos de la cuantificación de la
tre la justificación y la exclusión de la exigibilidad no está fuera de culpabilidad, resultará claro que la teoría de la responsabilidad por
cuestión a través de estas argumentaciones, toda vez que la vincula- el hecho trastoca el orden lógico de las valoraciones: la comprobación
ción de las causas que excluyen la exigibilidad y la culpabilidad con- razonable de la exigibilidad —opina—19 presupone que previamen-
tinúa siendo problemática. Tan pronto como el llamado estado de ne- te se haya comprobado la reprochabilidad.
cesidad es reconocido como un caso de disminución de la ilicitud15 y
la exigibilidad no puede ser tratada como presupuesto de la culpabi- 766. — También Rudolphi20 entiende que el estado de necesidad
lidad ni como elemento de la reprochabilidad, la cuestión de su clasi- (disculpante o excluyente de la exigibilidad) no es sino un caso de re-
ficación dogmática se convierte en poco clara. La opinión dominante ducción de la ilicitud tipificado, pero, no obstante ello, estima que el
concibe el llamado estado de necesidad disculpante, de todos modos, efecto propio del estado de necesidad tiene lugar en el marco de la
como un elemento de la culpabilidad, lo que no aclara la situación, y culpabilidad, dado que las raíces disculpantes del estado de necesi-
consecuentemente, una discusión de las razones que podrían existir dad y no su reducido contenido de ilicitud tienen que ser decisivos pa-
para ello. ra su clasificación sistemática21. De otra manera, piensa Rudolphi,
no se podría aclarar que el legislador sólo dispense impunidad a los
13
Maurach, DeutschesStrafrecht, Allgemeiner Teil, 4aed., 1971, p. 377.
14
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 3aed., 1981, n° 513; Roxin,Festsch- 16
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 155.
riftfürHenkel, 1974, p. 180; Kirsch, LeipzigerKommentar, 10aed.,§32,n°174. 17
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 158.
15
Kaufmann, Armin, Lebendiges und Totes in Bindings Normentheorie, 1954, p. 18
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 157.
194 y ss.; ídem, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, 1959, p. 151 y ss.; ídem, "ZStW" 19
80(1968), p. 34 y ss.; ídem, Strafrechtsdogmatik zwischen Sein und Wert, 1982, p. 229 y Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 161.
20
ss.; de manera similar, Rudolphi, en "ZStW" 78 (1966), p. 86. Rudolphi, en "ZStW 78 (1966), p. 67 y siguientes.
21
Rudolphi, en "ZStW" 78 (1966), p. 87.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 394 ENRIQUE BACIGALUPO
393

parientes del afectado por la situación de necesidad, pero no lo haga de la responsabilidad por el hecho no son lógicas, sino axiológicas.
respecto de los extraños. "La consideración del estado de necesidad Ello se demuestra claramente a través de la exclusión de todo com-
jurídico-penal en el marco de la teoría de la culpabilidad permite no promiso que Kaufmann postula en relación a la teoría de la neutrali-
sólo una correcta ponderación de su segundo fundamento y propor- dad del estado de necesidad, cuando afirma: "si el estado de necesi-
ciona de esta manera una correcta explicación de su limitado ámbito dad legalmente regulado en el § 54 del StGB (versión anterior a
de aplicación, que no resulta justificado en la teoría de lo ilícito"22. 1975) no justifica, es decir, no contiene ninguna autorización de ac-
Por consiguiente, la reducción de lo ilícito propia del estado de nece- tuar, es claro que el autor que obra en estado de necesidad infringe un
sidad tiene que ser entendida como una "tipificación de una atenua- deber jurídico y su conducta no puede ser 'no prohibida' "25. Pero,
ción de la culpabilidad en el ámbito de ésta"23. nuevamente, es claro que de aquí no es posible todavía deducir nada
que anule la posibilidad de una categoría propia de eximentes basa-
767. — Ambos puntos de vista no pueden explicar por qué razón das en la disminución de la ilicitud. En efecto, la consecuencia dog-
una real disminución de la ilicitud tiene mayor peso en la decisión so- mática de la disminución de la ilicitud puede ser mejor explicada an-
bre la posición sistemática del estado de necesidad que una presión tes de formular un juicio sobre la culpabilidad que luego de un desvío
sobre la motivación del autor que, en realidad, sólo se presume. Los a través de esta última, en la cual —como lo señalara el propio Kauf-
casos de no exigibilidad, cuyo efecto eximente prácticamente sólo se mann— la capacidad de motivación, por regla, permanece a pesar de
fundamenta en la disminución de la ilicitud, en verdad, deberían ser la presión sufrida por el autor. Esto tiene mucha mayor significación
tratados como elementos de la cuantificación de la ilicitud. A una si se toma en cuenta que la presión sobre la motivación "ni siquiera
conclusión similar ya había llegado Beling al principio de este siglo necesita haber existido in concreto"26. De esta manera, el compromi-
cuando señalaba, criticando el concepto de reprochabilidad de la teo- so con la teoría de la neutralidad es innecesario. Por lo tanto, si el lla-
ría normativa de la culpabilidad, que aquél conducía a una superpo- mado estado de necesidad "disculpante" no puede justificar, siempre
sición de los problemas de lo ilícito y la culpabilidad24. queda abierta la posibilidad de considerar que desaparece el mereci-
miento de pena a causa de la disminución de la ilicitud, sin necesidad
768. — El resultado al que llegaba Armin Kaufmann sólo era ine- de recurrir a una disminución de la culpabilidad solamente presumi-
xorable si desde el principio se excluía la posibilidad de que la cuan- da. Contra esta solución no existe ningún impedimento lógico.
tificación de la ilicitud tuviera algún efecto en el ámbito de lo ilícito.
Dicho con otras palabras, sólo mediante lapetitioprincipü de supo- 769. — Por el contrario, contra las objeciones lógicas de Kauf-
ner que la reducción de la ilicitud sólo puede ser un elemento de la mann, por otra parte, hablan otros argumentos sistemáticos. La dis-
cuantificación de la culpabilidad, será lógicamente incorrecto ade- minución de lo ilícito no depende de la culpabilidad, es decir, tendrá
lantar las consecuencias de la disminución de lo ilícito al ámbito de sus efectos eximentes incluso para el autor que haya obrado en esta-
esta categoría dogmática. Es decir: la argumentación de Armin do de incapacidad de culpabilidad. En estos casos la aplicación de
Kaufmann da por probado lo que, en realidad, hay que probar. En una medida de seguridad resulta desproporcionada, dado que no es
realidad, el verdadero punto de partida de la argumentación de posible apoyar la imposición de la misma en consideraciones preven-
Kaufmann es, por el contrario, el rechazo de la teoría de la neutrali- tivo-especiales27. De ello se deduce que las llamadas "causas tácticas
dad del estado de necesidad; por ello sus objeciones contra la teoría

25
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 156.
22 26
Rudolphi, en "ZStW 78 (1966), p. 87. Kaufmann, Armin, en "ZStW" 80 (1968), p. 45.
27
23
Rudolphi, en "ZStW" 78 (1966), p. 89. Otra opinión: Jescheck,LehrbuchdesStrafrechts,AllgemeinerTeil, 3a ed., 1978,
24
Cfr. Beling, Schuld, Unschuld und Schuldstufen. p. 348; Hirsch, Leipziger Kommentar, 10a ed., § 32, n° 174; Roxin, en Esser - Fletcher
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 395 396 ENRIQUE BACIGALUPO

de inculpabilidad" nada tienen que ver con la cuantificación de la cul- pendiente de la culpabilidad29. La posibilidad teórica de responsabi-
pabilidad, pues deben operar inclusive cuando el autor no es culpa- lidad por el hecho, como una categoría de eximentes basada en el re-
ble y, por ello, no existe ninguna culpabilidad que cuantificar. ducido contenido de ilicitud, resulta, por lo tanto, consistente.
770. — Estas críticas se pueden extender también al punto de vis-
ta de Rudolphi. Si se acepta el punto de partida del mismo, que ex- c —Delimitación frente a otras propuestas teóricas
tiende la impunidad al partícipe en un hecho cubierto por un estado
de necesidad disculpante, aunque dicho partícipe no haya obrado 772. — Como Roxin30 ya lo ha señalado, la teoría de la responsabi-
presionado en su motivación ni sea pariente del afectado por la nece-
lidad por el hecho tiene una amplia relación con la categoría de la res-
sidad, se pone nuevamente de manifiesto que la exclusión de la cul- ponsabilidad que él ha diseñado. De todos modos, Roxin no cree ne-
pabilidad no brinda un fundamento suficiente para la no punibilidad cesario que los casos de estado de necesidad ("disculpante") y los de
del partícipe ni para la clasificación sistemática del estado de necesi-
exceso en la legítima defensa deban ser agrupados en una categoría
dad llamado disculpante. independiente de eximentes. Entendiendo la antijuridicidad, como
Roxin31, en el sentido del "ámbito de solución de los conflictos socia-
772. — Es, en consecuencia, claro que una inculpabilidad mera- les" y la culpabilidad (es decir, la responsabilidad), en lo esencial, co-
mente presumida, dado que no necesita existir realmente, difícil- mo una cuestión de la necesidad de la sanción, cuestión que se debe
mente puede operar como fundamento de la clasificación de una exi- responder de acuerdo con la teoría de losfinesde la pena, podría sur-
mente en la estructura de la teoría del delito. Por el contrario, exi- gir la apariencia de que para una categoría intermedia no existe el
mentes que no excluyen completamente la ilicitud ni son explicables espacio teórico necesario. Es una consecuencia de este modelo que to-
convincentemente por medio de la exclusión de la culpabilidad, bien dos aquellos casos en los que se ha comprobado la antijuridicidad só-
pueden constituir una categoría intermedia en la que la renuncia a lo pueden ser considerados desde el punto de vista de la necesidad de
la punibilidad no implica la renuncia a la ratificación de la norma in- la sanción32. Esto debería regir también para los supuestos de reduc-
fringida. De esta forma, en los casos de no punibilidad basada en el ción de la ilicitud, en la medida en la que no se les reconozca —como
reducido contenido de ilicitud, la figura de la inculpabilidad presu- Roxin—33 ninguna consecuencia en el ámbito de la solución del con-
mida es, evidentemente, prescindible. Por ello también es claro que flicto social, es decir, de lo ilícito. En este sentido piensa Roxin que en
carece de toda legitimidad para fundamentar una decisión sobre una el estado de necesidad llamado "disculpante" la renuncia a la pena no
posición sistemática de ciertas eximentes que, en verdad, aparece co- se fundamenta en la disminución de la ilicitud, sino en la ausencia de
mo previamente adoptada. Brevemente: si se acepta el punto de vis- razones preventivas que la impongan34.
ta de Armin Kaufmann, que considera el estado de necesidad ("dis-
culpante") como una eximente que sólo se basa en la disminución de
la ilicitud, ya no se tratará de "un escalón previo a la culpabilidad"28,
sino de una situación intermedia posterior a la justificación e inde- 29
Así también Amelung, en Schünemann (eds.), Grundfragen des modernen Stra-
frechtssystems, 1984, p. 85 y ss. y p. 102.
30
Roxin, en Eser - Fletcher (eds.),Rechtfertigung undEntschuldigung, 1.1, p. 229
yss. yp. 246.
31
Roxin, Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, 1970, p. 515 y siguientes.
(eds.), Rechtfertigung und Entschuldigung, 1987,1.1, p. 242; como aquí Jakobs, Stra- 32
Roxin, Festschrifl für Oehler, 1985, p. 181 y siguientes.
frecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 404; Amelung, en Grundfragen des modernen Stra- 33
Roxin, Festschrifl für Oehler, 1985,p. 195;ídem,enEser-Fletcher(eds.),i?ec/ií-
frechtssystems, ed. por von Schünemann, 1984, p. 101 y siguientes. fertigung und Entschuldigung, 1.1, p. 246; ídem, en "JuS", 1988, p. 425 y siguientes.
28
Maurach - Zipf, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 411. 34
Roxin, en Eser -Fletcher (eds.), Rechtfertigung und Entschuldigung, 1.1, p. 246.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 397 398 ENRIQUE BACIGALUPO

773. — También Jakobs35 sigue un punto de vista semejante, sión político-criminal38. Este punto de vista puede ser desarrollado
aceptando que la necesidad de la reacción penal es un problema de la en el sentido de que la prevención general tampoco es algo específico
culpabilidad, en cuyo ámbito debe tener lugar la "sistematización de de la culpabilidad. La solución del conflicto sin la aplicación de una
la importancia de la infracción de la norma". La explicación de la dis- pena 39 también puede tener lugar fuera del ámbito de la culpabili-
culpa fundada en el estado de necesidad (del § 35 del StGB) se debe dad, cuando la renuncia a la pena tiene lugar por razones preventi-
deducir, piensa Jakobs, "observando elfinde la pena". vo-generales, que tienen más relación con el hecho que con el autor.
Manteniéndonos dentro del paradigma de Roxin, inclusive podría
774. — Esta tesis resulta problemática, sobre todo, porque pre- plantearse la cuestión de si el exceso en la legítima defensa— a la luz
tende reunir en una única categoría eximentes que se fundamentan de estas correcciones— también podría llegar a formar parte de la
en la disminución de lo ilícito con otras que para nada afectan la ili- exclusión de la responsabilidad por el hecho, dado que también en el-
citud: también aquí la "presunción de una coacción espiritual"36 es el los se registra una disminución de la ilicitud. La cuestión puede que-
fundamento de una clasificación sistemática que, en realidad, no es dar, por ahora, de lado, pues se refiere a un problema particular que
sino la consecuencia de un sistema que no puede ofrecer mejores so- no afecta la cuestión de la categoría de la responsabilidad por el he-
luciones. cho como tal.

775. — Sin perjuicio de lo anterior, los casos de disminución de la 777. — El resultado de estas consideraciones sobre la tesis pro-
ilicitud tienen, además, una significación que los vincula con el ám- puesta por Roxin demuestra que sus puntos de partida deberían con-
bito de la solución del conflicto social, en el sentido de Roxin. En efec- ducir antes a la aceptación que al rechazo de la responsabilidad por
to, se encuentran más cerca de esta zona del sistema que de la cues- el hecho en la forma con la que aquí se la propone.
tión de si el autor, individualmente considerado, debe ser responsa- La categoría dogmática de la responsabilidad por el hecho se fun-
bilizado desde la perspectiva de la teoría de los fines de la pena. Es damenta, por un lado, en la diferencia que existe entre la exclusión
claro que el autor, como tal, no tiene ningún papel en el marco de la de la pena proveniente de la ausencia de antijuridicidad, que impli-
renuncia a la pena en el llamado estado de necesidad disculpante, ca una falta total de desaprobación por parte del orden jurídico, y la
por lo que sólo cabría remitirse a consideraciones preventivo-gene- exclusión de la pena resultante de la falta de desaprobación jurídico-
rales37. Pero las cuestiones de la prevención general también tienen penal, es decir, la que se expresa en la renuncia del Estado a sancio-
efecto fuera de la culpabilidad y, sobre todo, en el ámbito de la solu- nar una acción típica y antijurídica aunque haya sido realizada cul-
ción del conflicto social al que se refiere Roxin. pablemente. Por otro lado, se fundamenta en la diferencia que existe
entre los supuestos que componen esta categoría y las causas que ex-
776. — Precisamente ha sido Amelung quien ha señalado que la cluyen la culpabilidad en sentido estricto (causas que excluyen la ca-
solución del conflicto por sí misma ya no sería algo "específico de las pacidad de motivación o la imputabilidad y el error de prohibición).
causas de justificación", dado que el tipo penal también tiene tal mi-
778. — La falta de desaprobación jurídico-penal no depende, como
se ha dicho, de la falta de culpabilidad. Por este motivo no tiene sen-
35
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 8.
36
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1983, p. 471.
37
Así también en los resultados Jakobs, Schuld und Pravention, p. 21; otro más
Roxin, Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, p. 33; el mismo, Festschrift für Henkel, 38
Amelung, en Schünemann (eds.), Grundfragen des modernen Strafrechtssys-
p. 183; el mismo en: Esser - Fletcher (eds.), Rechtfertigung und Entschuldigung, 1.1, p. tems, 1984, ps. 89 y 92.
244 y siguientes. 39
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 8.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 400 ENRIQUE BACIGALUPO
399

tido práctico hacer su análisis una vez comprobada ésta. De la mis- a) Excluye la aplicación de la pena o la medida de seguridad res-
ma manera, no tiene ningún sentido práctico comprobar la culpabi- pecto del autor.
lidad una vez establecido que el hecho típico y antijurídico no mere- b) La no punibilidad se extiende, en principio, a los partícipes.
ce desaprobación jurídico-penal.
781. — La primera de estas consecuencias prácticas ya ha sido ex-
779. — Las diferencias respecto de las causas que excluyen la an- plicada: el incapaz de motivación no puede ser puesto en peores con-
tijuridicidad y las que excluyen la culpabilidad en sentido estricto, diciones que el capaz de ella.
por una parte, y las razones prácticas que acaban de señalarse brin- La segunda se explica por las siguientes razones: las causas que
dan el fundamento conceptual de esta categoría. Ello permite agru- excluyen la responsabilidad por el hecho no tienen un efecto unifor-
par tanto las llamadas causas de "inculpabilidad" (el estado de nece- me respecto de los partícipes; mientras el estado de necesidad discul-
sidad disculpante, el miedo insuperable y el exceso en los límites de pante puede extenderse a todos los que toman parte en la comisión
una causa de justificación) como, probablemente, algunas excusas del hecho, ello no se justifica en el caso del miedo insuperable o de la
absolutorias, así como las causas que excluyen la punibilidad del exclusión de la pena para los parientes próximos en los delitos contra
aborto y en ciertos conflictos de derechos fundamentales (libertad de la propiedad (en este último supuesto ello está, aveces, expresamen-
expresión y derecho al honor). Ni unas ni otras eliminan la antijuri- te determinado en la ley: art. 268 del Cód. Penal).
dicidad ni la culpabilidad. El elemento aglutinante de estas causas
en la categoría de la responsabilidad por el hecho reside en la exclu-
sión de la desaprobación jurídico-penal y en su ineficacia para ex-
cluir la desaprobación del orden jurídico: el hecho es contrario a este - § 5 6 -
último, pero no es sancionado penalmente aunque el autor hubiera LOS CASOS INDIVIDUALES
podido comportarse de otra manera (hubiera sido capaz de motiva- DE LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO
ción y tenido conciencia de la desaprobación del orden jurídico). Por
lo demás, tanto en las llamadas causas de "inculpabilidad" como en a—El estado de necesidad por colisión
los otros supuestos mencionados se reconoce una atenuación del dis- de intereses de igual jerarquía
valor de lo ilícito40.

782. — Como hemos visto, el estado de necesidad por colisión de


intereses de igual jerarquía no excluye la antijuridicidad. Su efecto
— §55 — es considerado en la opinión dominante como excluyente de la culpa-
LOS EFECTOS PRÁCTICOS DE LA EXCLUSIÓN bilidad; por tal motivo se lo designa como estado de necesidad discul-
DE LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO pante. De acuerdo con el punto de vista aquí sostenido se trata de una
causa que excluye la responsabilidad por el hecho.
780. — La falta de responsabilidad por el hecho determina los si- 783. — El Código Penal hace referencia al estado de necesidad por
guientes efectos prácticos: colisión de intereses de igual jerarquía, pues requiere "que el mal
causado no sea mayor que el que se trata de evitar" (art. 20.5°). En
40 forma mayoritaria la teoría española ha entendido que cuando se
Cfr. Bacigalupo, en "Cuadernos de Política Criminal", n° 6, p. 14; del mismo: Ge-
dachtnisschrift fürArmin Kaufmann, ps. 459 y ss. y 465. salva un interés de mayor jerarquía habrá justificación y que cuando
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 402 ENRIQUE BACIGALUPO
401

el interés salvado sea de igual jerarquía sólo podrá excluirse la culpa- 2 — Requisitos del estado de necesidad excluyente
bilidad (o la responsabilidad por el hecho, como sostenemos aquí)41. de la responsabilidad por el hecho
El problema de la colisión de intereses de igual jerarquía, por el 786. — El estado de necesidad que excluye la responsabilidad por
contrario, no aparece expresamente resuelto en otros códigos. Sin el hecho coincide en sus requisitos con el estado de necesidad justifi-
embargo, se sostiene que estos casos se deben tratar por medio de cante, a excepción de la diferencia esencial de jerarquía entre el inte-
una causa supralegal (no escrita) de exclusión de la culpabilidad o rés jurídico que se salva y el que se sacrifica.
por medio de la causa genérica de exclusión de la culpabilidad de la
"no exigibilidad de otra conducta"42. 787. — El Código Penal (art. 20.5°) no reconoce ninguna limita-
ción respecto de los bienes o intereses jurídicos que pueden ser salva-
784. — El estado de necesidad por colisión de intereses de igual je- dos en una situación de necesidad en la que no entra en considera-
rarquía da lugar a una causa que no excluye la antijuridicidad sino ción la exclusión de la antijuridicidad. Desde el punto de vista políti-
la responsabilidad por el hecho, como hemos expresado más arriba. co-criminal, esta extensión no es aconsejable y lo correcto sería redu-
cirla a la salvación de bienes o intereses de singular importancia.
Así, por ejemplo, el Código Penal alemán (§ 35) se limita en esta es-
1 — La relación del estado de necesidad excluyente
de la responsabilidad por el hecho con el excluyente de la antijuridicidad
pecie del estado de necesidad a la salvación de la vida, la integridad
corporal o la libertad, personales o pertenecientes a un pariente o a
785. — Como vimos, el estado de necesidad justificante requiere una persona cercana.
que la diferencia entre el interés salvado y el interés sacrificado sea
esencial. Esta exigencia no está expresa en la ley penal, pero se deri-
va de la naturaleza y del fundamento justificante del estado de nece- b —El miedo insuperable
sidad.
La línea divisoria entre el estado de necesidad excluyente de la 788. — El miedo insuperable (art. 20.6°, Cód. Penal) es en realidad
responsabilidad por el hecho y el excluyente de la antijuridicidad no un caso particular del estado de necesidad excluyente de la respon-
corre, en razón de lo expuesto, por la demarcación de una estricta sabilidad por el hecho. Ello justifica la opinión de una parte de la doc-
igualdad o desigualdad de los intereses en conflicto. El estado de ne- trina española, que considera superflua una regulación expresa de
cesidad que excluye la responsabilidad por el hecho alqanza también esta circunstancia43. El miedo o la situación coactiva generada por
a todos los casos en que la diferencia valorativa de los intereses en una amenaza no son sino la consecuencia subjetiva que proviene de
conflicto no sea esencial. la situación de necesidad en la que hay que elegir entre sufrir un mal
En suma: la responsabilidad por el hecho se excluye en los casos en o causarlo: allí colisionan el bien jurídico amenazado y el que es ne-
que los intereses son de igual jerarquía o en los que se salva un inte- cesario lesionar para evitar tal amenaza. Por tanto son aplicables
rés de mayor jerarquía que el sacrificado pero la diferencia jerárqui- aquí las reglas del estado de necesidad, tanto del que excluye la anti-
ca no es esencial. juridicidad como del que excluye la responsabilidad por el hecho44.

43
Ferrer Sama, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 228 y ss.; Quintano Ripollés,
41
Otro punto de vista: Gimbernat Ordeig, Estudios de derecho penal, p. 107, don- Curso de derecho penal, 1963,1.1, p. 352.
44
de se sostiene el carácter justificante para todos los casos de estado de necesidad. Coincidente Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho pe-
42
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, t. V, n° 1891 y ss.; Bacigalupo, Cul- nal español, p. 66, quien de otra manera no podría considerar, como lo hace, que el mie-
pabilidad, dolo y participación, 1966, p. 59 y siguientes. do insuperable es una causa de justificación.

26 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


404 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 403

789. — De esta manera el legislador ha creado un supuesto res- 791. — La solución preferible no debe eliminar el significado obje-
tringido de estado de necesidad, pues le agrega la condición de que el tivo de la relación entre el mal causado y el que se quiere evitar, pues,
autor haya sido impulsado por el miedo. En consecuencia, en los ca- si es suficiente con un mal imaginario, es evidente que entonces ca-
sos en que sólo concurra la relación entre el mal causado y el que se rece de sentido que ambos guarden una determinada proporción:
evita será siempre aplicable el art. 20.5° y sólo cuando además concu- cualquier amenaza real o imaginaria que produzca miedo debería
rra el efecto subjetivo del miedo será aplicable el art. 20.6°. La signi- excluir la responsabilidad si aquél alcanza la profundidad que se es-
ficación práctica del miedo y, naturalmente, de esta eximente queda, tima requerida. Pero se debe tener en cuenta que, una vez interpre-
por lo tanto, totalmente anulada: habiendo ya una eximente que ex- tada en sentido objetivo aquella relación, el miedo se convierte, prác-
cluye la pena con menos requisitos carece de sentido otra que hace ticamente, en un elemento superfluo. En verdad, si alcanza la inten-
depender el mismo efecto de un mayor número de aquéllos. sidad que exige la jurisprudencia, el miedo no será sino una especie
de alteración psíquica (art. 20.1°, Cód. Penal) y, si no alcanza esa en-
790. — La cuestión fundamental planteada por el art. 20.6° del tidad, solamente podrá considerarse como una fuente del error del
Cód. Penal reside en la decisión de si se da más preponderancia al as- autor en la apreciación de las circunstancias objetivas del estado de
pecto subjetivo (el miedo) o al objetivo (la relación entre el mal causa- necesidad excluyente de la responsabilidad por el hecho51.
do y el evitado)45. Los que acentúan el primer aspecto entienden que
en la relación entre el mal causado y el evitado, no importa la existen- 792. — La conclusión que se debe extraer del estudio dogmático
cia real del mal amenazado y consideran suficiente su existencia del 20.6° del Cód. Penal es que la legislación debería eliminar esta
imaginada46. Por el contrario, la jurisprudencia del Tribunal Supre- causa de exclusión de la responsabilidad criminal por innecesaria.
mo requiere que el mal amenazado sea real, acentuando así el aspec- Probablemente el legislador debería haber reemplazado este pre-
to objetivo de la eximente47. Este punto de vista resulta incompati- cepto general del miedo, por la eximente de exceso en la defensa cau-
ble con las extremadas exigencias de la jurisprudencia del mismo tri- sado por miedo. En este sentido se debe señalar que el que se excede
bunal en relación a los efectos del miedo ("requiere que el agente se en la acción necesaria para el ejercicio de una causa de justificación
halle bajo amenaza o intimidación de tal gravedad que produzcan en no es punible si lo hace ignorando en forma inevitable este exceso, es
su ánimo tan honda perturbación que de modo invencible le conduz- decir, creyendo en forma invencible que su acción es necesaria, cual-
can contra su voluntad a realizar el hecho")48 y a la exclusión del efec- quiera que sea el origen de su error (miedo, etcétera). Para estos ca-
to eximente cuando el miedo no es el único móvil49. El miedo no tiene sos rigen las reglas del error sobre la prohibición52.
por qué excluir la capacidad de motivación (imputabilidad)50.
793. — El exceso cometido con un error evitable o vencible sobre la
necesidad también se rige por las reglas del error de prohibición y só-
45
46
Rodríguez Ramos, Apuntes de derecho penal. Parte general, t. II, p. 409. lo dará lugar a una atenuación de la pena (art. 14.3, Cód. Penal).
Ferrer Sama, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 231; Córdoba Roda, en Cór-
doba Roda-Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 351.
47
Cfr. SSTS del 12/3/41; 15/3/47; 23/3/55; 8/6/51; 27/2/54; 20/4/59; 23/1/67; 794. — El exceso cometido con conciencia del mismo no tiene nin-
28/3/68; 14/4/70, entre otras; más recientemente insiste en este punto de vista la STS gún efecto atenuante ni excluyente de la responsabilidad.
del 1524/94, del 19/7/94; en el mismo sentido: Quintano Ripollés, Curso de derecho pe-
nal, 1.1, p. 353; Rodríguez Devesa, Derecho penal español, p. 619.
48
SSTS del 10/1/1877; 29/12/30; 1176/66.
49
SSTS del 10/5/1892; 9/7/06; 30/4/29; 16/3/73.
50
Rodríguez Devesa, Derecho penal español. Parte general, p. 619; Jiménez de
Asúa, Tratado de derecho penal, 1.1, p. 906; Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Así también excepcionalmente, SSTS del 18/4/72.
Mourullo, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 337. Cfr. infra, § 64, a, 4; Bacigalupo, Tipoy error.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 406 ENRIQUE BACIGALUPO
405

795. — Los casos de exceso, por lo tanto, se deben tratar como d—Los supuestos de colisión del derecho
cuestiones relativas al error sobre la desaprobación jurídico-penal y a la libertad de información veraz y el derecho al honor55
no como causas que excluyen la responsabilidad por el hecho (o la cul-
797. — La colisión del derecho a la libertad de información veraz,
pabilidad). garantizado por el art. 20.1 y 3 de la CE, y el derecho al honor consti-
tuye otro supuesto en el que entra en consideración la responsabili-
dad por el hecho. En particular, se deben tener en cuenta aquí los ca-
c —Los supuestos de nopunibilidad del aborto sos en los que, no obstante que ex-ante el que ejerce el derecho a la in-
formación haya realizado todas las comprobaciones necesarias para
796. — De acuerdo con la Disposición derogatoria 1, letra a) de la garantizar la veracidad de la información, la información difundida
LO 10/95 (nuevo Código Penal), el precedente art. 417 bis mantiene no lo es y afecta el honor de otro en forma adecuada a los tipos de los
su vigencia. Se trata de los tres supuestos de aborto que no son puni- arts. 205 ó 208 del Cód. Penal. En estos casos faltará un elemento
bles (aborto terapéutico, aborto criminológico y aborto eugenésico). esencial de la justificación: la veracidad; aunque, dada la naturaleza
En la doctrina existe diversidad de opiniones respecto de la ordena- del derecho a la libertad de información y a su carácter estructural en
ción sistemática que se debe acordar a estos supuestos53. Sin embar- una sociedad democrática, el hecho no será punible, es evidente que
go, es claro que se trata de colisiones de intereses que no difieren tampoco puede merecer aprobación del orden jurídico56.
esencialmente en su valor. En efecto, inclusive en el caso de la coli-
sión de la vida de la madre con la del niño concebido la diferencia no
es esencial, toda vez que se trata de vidas humanas sólo diferencia- 798. — El derecho de información veraz tiene, por lo tanto, la es-
das porque una es posterior al nacimiento y la otra es previa a éste. tructura de una causa que elimina la responsabilidad por el hecho en
Es evidente que el nacimiento no modifica esencialmente el valor de todos aquellos casos en los que ex-post se comprueba que, a pesar de
la vida humana y que, por lo tanto, no es posible considerar aplicable la diligencia en la comprobación de la veracidad, la información no es
a estos casos el estado de necesidad justificante54. Los otros dos su- veraz. Estos efectos se producen en relación a los delitos de calumnia
puestos de no punibilidad (aborto criminológico = embarazo prove- (art. 205) y de injuria (art. 208) bajo las siguientes condiciones57:
niente de un delito de violación; aborto eugenésico = por malforma- a) En primer lugar, es necesario, en el caso concreto, que el dere-
ción del embrión o feto) tampoco pueden ser explicados por los crite- cho a la libertad de información veraz aparezca, ponderadas
rios del estado de necesidad por colisión de bienes de igual jerarquía, todas las circunstancias, como preferente frente al derecho al
toda vez que la vida humana sacrificada en todos los casos tiene una honor. Ello será de apreciar cuando el ejercicio del derecho a la
jerarquía superior a los otros bienes protegidos y la renuncia a la pu- libertad de información veraz tenga por objeto la participación
nibilidad se fundamenta en los límites de la exigibilidad individual en la formación de opinión pública en asuntos del Estado, de la
que cabe frente a una mujer que ha sido violada o que debe sacrificar
de manera decisiva su derecho al libre desarrollo de la personalidad
(art. 10.1, CE). 55
Bacigalupo, en "Revista Española de Derecho Constitucional", n° 20 (1987), p. 83
y ss.; Jaén Vallejo, Libertad de expresióny delitos contra el honor, 1992, p. 251.
56
Cfr. Bacigalupo, en "Revista Española de Derecho Constitucional", n° 20 (1987);
Jaén Vallejo, Libertad de expresión y delitos contra el honor, aunque recurriendo a las
"meras autorizaciones de acción. Expresamente refiriéndose a este caso como un su-
puesto de exclusión de la responsabilidad por el hecho, Batista González, Medios de co-
53 municación social y responsabilidad penal, 1995, Tesis doctoral (inédita), p. 279.
Laurenzo Copello, El aborto no punible, 1990, p. 143 y siguientes. 57
54 Bacigalupo, en "Revista Española de Derecho Constitucional", n° 20 (1987), p. 94
Otro parecer, muy fundamentado, Laurenzo, El aborto no punible, p. 189 y si-
guientes. y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 407 408 ENRIQUE BACIGALUPO

comunidad social o de interés público general. Este requisito pañoles. Así, puede garantizarse la libertad de conciencia en los ca-
tiene su origen,pero también sus límites, en la posición institu- sos en los que el ejercicio de este derecho lleve a la comisión de un de-
cional que la opinión pública libre tiene en el Estado democrá- lito que no afecte los principios constitucionales ni niegue derechos
tico de derecho58. Por el contrario, el derecho a dar información fundamentales de otro. Se trata de casos en los que el autor ha obra-
veraz cederá siempre frente al derecho al honor cuando se trate do en un verdadero y serio conflicto entre sus deberes de conciencia y
de acciones privadas del afectado que carezcan de vinculación el cumplimiento de la ley penal, cercano a la situación de un estado
con los asuntos de Estado, con la comunidad social o con un in- de necesidad por conflicto de deberes. En tales supuestos, "si la dis-
terés público general. minución de la ilicitud es considerable en atención a la gravedad del
b) Se requiere, asimismo, que quien ejerce el derecho de informa- conflicto de conciencia (en este aspecto, disminución del disvalor de
ción proporcione una información veraz. La veracidad, de to- acción) y a la relevancia ponderada de los resultados valiosos y disva-
dos modos, se debe comprobar ex-ante. Es decir, que veraz será liosos provocados con el comportamiento (de este modo, disminución
toda información que haya sido cuidadosamente contrastada y del disvalor del resultado) podría admitirse la exclusión de la respon-
verificada antes de ser publicada. La comprobación posterior sabilidad por el hecho, y, por lo tanto, la no imposición de la pena"60.
de la inveracidad de la información deja subsistente la antiju-
ridicidad de la acción, pero excluye la sanción jurídico-penal, 800. — En realidad, la renuncia a la pena sólo se debería funda-
dado que la ilicitud reduce su contenido por el esfuerzo de com- mentar mediante la aplicación analógica del estado de necesidad
probación realizado por el autor. (art. 20.5°, Cód. Penal.). Se trata de un conflicto de deberes internos,
semejante al conflicto de deberes externos que regula expresamente
c) En tercer lugar, se requiere para el legítimo ejercicio del dere- el art. 20.5° con los límites que surgen del propio art. 16.1 de la CE61.
cho del art. 20.1°, d) de la CE que la realización del tipo del de-
Las condiciones de las que depende la no punibilidad en estos ca-
lito contra el honor (calumnia-injuria) sea necesaria para el
ejercicio del derecho a la libertad de información veraz. sos requieren, de todos modos, ser cuidadosamente precisadas62.
d) Por último, se requiere que la expresión de la opinión o de la in-
formación, por su forma misma, no sea manifiestamente inju- f—La inviolabilidad parlamentaria
riosa o calumniosa (por ejemplo, la expresión lisa y llana de un
juicio de valor peyorativo e insultante). 801. — El art. 71.1 de la CE concede a los diputados y senadores
inviolabilidad por las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus
funciones. De aquí se deduce que diputados y senadores no pueden
e—Los conflictos entre la libertad de conciencia ser punibles por la comisión de ningún delito cuyo contenido de ilici-
y el derecho penafó

799. — El art. 16.1 de la CE garantiza la libertad de conciencia y el


60
art. 30 hace una aplicación implícita de este derecho al reconocer la Pérez del Valle, Concienciay derecho penal, p. 301.
61
objeción de conciencia respecto de las obligaciones militares de los es- Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1.1, p. 840, aunque rechazando la aplicación
del § 35 StGB (estado de necesidad disculpante), por razones que, en verdad, no tienen
paralelo en el derecho español, donde el estado de necesidad carece de los límites que le
58
impone el derecho alemán. Cfr. también Pérez del Valle, Concienciay derecho penal y
SSTC104 y 159/86. Kohler, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1997, p. 334, en sentido similar al del texto.
59
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1.1,2a ed., 1994, p. 840 y siguientes; Pérez 62
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1.1, p. 841 y ss. con mayores indicaciones bi-
del Valle, Concienciay derechopenal, 1994. bliográficas.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 410 ENRIQUE BACIGALUPO
409

tud esté configurado como delito de expresión. Básicamente se trata ba, la representación errónea del autor sobre la existencia de la si-
de opiniones que afecten a otras personas o a instituciones, que no es- tuación objetiva (sobre la existencia de la amenaza o de la colisión de
tén amparadas plenamente por los derechos del art. 20.1, a) y d) de intereses, etcétera) era equivalente en sus efectos a la existencia real
la CE. En los supuestos de inviolabilidad el Estado renuncia a la pe- de la misma.
na por la menor ilicitud, dado que, si bien se produce la lesión de una El fundamento de esta posición fue expuesto ante todo por Rad-
norma, lo cierto es que también se trata de no reducir la libertad ne- bruch63: "En verdad que no es el estado de necesidad el fundamento
cesaria de los parlamentarios para el ejercicio de sus funciones cons- de la exclusión de la culpabilidad, sino la suposición del mismo. El es-
titucionales. tado de necesidad realmente existente no es fundamento de la exclu-
La participación de un extraneus en el hecho del diputado o sena- sión de la culpabilidad si el autor no ha tenido conocimiento de él y, a
dor es punible, dado que éste no cumple con ninguna función consti- la inversa, lo es si este estado no se da en la realidad y es supuesto;
tucionalmente reconocida. habrá una exclusión de la culpabilidad, y no porque excluiría el dolo,
sino porque en verdad el llamado estado de necesidad putativo es un
auténtico estado de necesidad"64.
g—La exclusión de responsabilidad penal
del art. 268 del Código Penal 804. — Esta posición no es compartida en la actualidad por la ma-
yoría de la teoría, que considera prácticamente equivalente el error
802. — El art. 268.1 establece que: "Están exentos de responsabi- sobre las circunstancias objetivas de una causa de exclusión de la re-
lidad criminal y sujetos únicamente a la civil los cónyuges que no es- prochabilidad por el hecho (o inculpabilidad) al error sobre las cir-
tuvieren separados legalmente o de hecho o en proceso judicial de se- cunstancias objetivas de una causa de justificación65.
paración, divorcio o nulidad de su matrimonio y los ascendientes,
descendientes y hermanos por naturaleza o adopción, así como los 805. — Desde nuestro punto de vista, la sola suposición de la si-
afines en primer grado si viviesen juntos, por los delitos patrimonia- tuación objetiva que excluye la responsabilidad por el hecho carece
les que se causaren entre sí, siempre que no concurra violencia o in- de fuerza excluyente de la pena cuando es consecuencia de un error
timidación". Sin embargo, los partícipes extraños son punibles (art. evitable. La exclusión de la pena es, sin embargo, la consecuencia ne-
268.2). La reducción de la ilicitud en estos casos proviene de la menor cesaria cuando el error haya sido inevitable. En realidad, se trata de
conmoción de la confianza general en la vigencia de la norma vulne- un error sobre circunstancias que excluyen la desaprobación jurídi-
rada. En efecto: las normas que establecen el derecho de propiedad co-penal del hecho y, por lo tanto, debe tratarse según las reglas del
tienen un efecto menos intenso en relación a las personas unidas por error sobre la punibilídad o sobre la desaprobación jurídico-penal del
vínculos personales estrechos con el titular del dominio. hecho.

-§57-
63
ERROR SOBRE LAS CIRCUNSTANCIAS OBJETIVAS Radbruch, Festgabe für Frank, 1930,1.1, p. 166.
64
DE LAS CAUSAS QUE EXCLUYEN Cfr. también Zimmel, Zur Lehre vom Tatbestand, 1928, p. 68; Schmidháuser,
Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 470.
LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO 65
Confr. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 410 y ss.; Ru-
dolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 35, n° 19; Otto, Grund-
803. — Una parte de la teoría considera que, en los casos de exclu- kurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1.1, p. 216; Hirsch, en Leipziger Kommen-
sión de la responsabilidad por el hecho que hemos expuesto más arri- tar, §51,n° 169.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 411 412 ENRIQUE BACIGALUPO

— §58 — de la punibilidad, en realidad, nada tiene que ver con las eximentes
RECHAZO DE LAS CRITICAS CONTRA LA CATEGORÍA aquí consideradas69.
DE LA RESPONSABILIDAD POR EL HECHO
810. — Por último, se sostiene que al inimputable que obró en es-
806. — Contra la categoría de eximentes basada en la reducción tado de necesidad se le debe aplicar una medida de seguridad70. Sin
de la ilicitud, como la aquí expuesta, se han hecho críticas que es ne- embargo, como ya se ha visto, un inimputable que obra en estado de
cesario considerar. Ninguna de ellas es decisiva. necesidad no demuestra la peligrosidad que requieren las medidas
de seguridad del derecho penal71.
807. — En primer lugar se ha sostenido que el efecto atenuante de
la ilicitud sólo puede tener significación en el ámbito de la individua-
lización de la pena66. Este argumento no es convincente: el conteni-
do de ilicitud que determina la exclusión de la punibilidad —como los
casos aquí establecidos— no puede ser considerado en el ámbito de la
individualización de la pena, dado que lo que excluyen es la punibili-
dad y, por lo tanto, no dan lugar a ninguna individualización.

808. — También se ha sostenido que, sobre todo en el caso del es-


tado de necesidad llamado "disculpante", la reducida ilicitud no pue-
de ser el único fundamento de la exclusión de la pena porque no per-
mite explicar que en el § 35,1,1 del Cód. Penal alemán sólo se puedan
beneficiar de él los parientes del que sufre la necesidad67. Tampoco
esta cuestión es decisiva, pues en todo caso, no afecta en modo algu-
no al derecho español, en el que el estado de necesidad llamado dis-
culpante no tiene las limitaciones que caracterizan al derecho ale-
mán.

809. — Asimismo, no es posible sostener que los problemas de la


disminución de la ilicitud sólo pueden ser solucionados por la vía del
art. 21.1a del Cód. Penal68. En efecto, los casos aquí tratados no tie-
nen explicación ni por la exclusión de lo ilícito ni por medio de la ex-
clusión de la culpabilidad, pero, en todo caso, excluyen la punibili-
dad. Por lo tanto, una disposición que sólo determina la atenuación

69
66
Cfr. también la crítica de Pérez del Valle, Concienciay derecho penal, p. 288 y si-
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., p. 723 y ss. y nota 100. guientes.
67 70
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil; similar, Lenckner, en Schónke - Schróder, Cfr. Schünemann, Funktion und Abgrenzung von Umrecht und Schuld (Ponen-
Strafgesetzbuch, Kommentar, 25a ed., 1996, §§ 13,21 y siguientes. cia del seminario celebrado en Coimbra en ocasión de la investidura del profesor doctor
68
En este sentido Diez Ripollés, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Pena- Claus Roxin como doctor honoris causa).
les", 1991, ps. 715 y ss. y 743 y siguientes. 71
Cfr. también la crítica de Pérez del Valle, Conciencia y derecho penal, p. 292.
414 ENRIQUE BACIGALUPO

Capítulo IX ve, posterior. De acuerdo con ello, no importa una mayor culpabili-
dad la conducta socialmente incorrecta del autor antes del hecho
La culpabilidad (por ejemplo, desarreglo, ebriedad, vagancia, etcétera) ni, en princi-
pio, tampoco la circunstancia de haber sido ya condenado con ante-
rioridad (reincidencia).

814. — La culpabilidad de autor (en la forma, por ejemplo, de la


culpabilidad de carácter) parte de otras consideraciones: el hecho tí-
pico y antijurídico abre la posibilidad de un juicio sobre el comporta-
miento social del autor en general, antes y después del hecho. La rea-
lización de la acción típica permitirá juzgar la conducta del autor en
-§59- forma total para explicar el hecho delictivo como un producto de su
INTRODUCCION
personalidad1.

811. — La comprobación de la realización de una acción típica y 815. — El presupuestofilosóficode la primera posición es la liber-
antijurídica en la que no se renuncia a la punibilidad por la irrele- tad de voluntad: todos los hombres son libres de decidir según o con-
vancia del contenido de ilicitud, no es suficiente para responsabilizar tra el derecho; la decisión contra el derecho es la base del juicio sobre
penalmente a su autor. La responsabilidad penal o responsabilidad la culpabilidad. Por el contrario, quienes prefieren el segundo crite-
criminal depende de que aquél haya obrado culpablemente. rio suelen partir de una premisa determinista: el hecho se explica por
la personalidad del autor y como síntoma de ella. Mientras el primer
812. — La culpabilidad, por tanto, constituye el conjunto de condi- punto de vista está vinculado alas teorías retribucionistas, el segun-
ciones que determinan que el autor de una acción típica y antijurídi- do se adecúa a las exigencias de la prevención especial. Estos presu-
ca sea criminalmente responsable de la misma. La cuestión de cuá- puestos no admiten prueba en su favor: ni la libertad de voluntad ni
les son esas condiciones dependerá del punto de vista que se adopte el determinismo pueden alegar una prueba en el sentido del princi-
respecto de la pena. pio de razón suficiente; se trata de axiomas que conducen, como es ló-
gico, a soluciones bien diferentes en la práctica del derecho penal.

-§60- 816. — Las teorías de la unión procuran una síntesis que, natural-
CULPABILIDAD POR EL HECHO Y CULPABILIDAD DE AUTOR mente, se reproduce en el ámbito de la culpabilidad. Tal síntesis se
presenta aquí como una determinada articulación de elementos que
813. — Desde todos los ángulos teóricos de enfoque del problema provienen de un concepto de culpabilidad por el hecho y otro de la cul-
es posible preguntarse si la culpabilidad ha de referirse a un hecho o pabilidad del autor2.
a la total personalidad del autor.
Desde el primer punto de vista se tomará en cuenta para la culpa-
1
bilidad sólo la actitud del autor respecto de la acción típica y antiju- Cfr. Engisch, Die Lehre von der Willensfreiheit in der strafrechtsphilosophis-
rídica cometida: entonces se hablará de culpabilidad por el hecho y chen Doktrin der Gegenwart, 1963.
2
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 342; Roxin, Strafrech-
ello significará que deberá considerarse únicamente el hecho delicti- tliche Grundlagenprobleme, p. 1 y ss.; ídem, Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, p.
vo, pero no el comportamiento del autor anterior al mismo o, inclusi- 33 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 415 416 ENRIQUE BACIGALUPO

817. — La cuestión de la elección entre la culpabilidad por el he- tarde esta idea de una manera que ejerció una enorme influencia en
cho y la culpabilidad del autor depende de los axiomas del sistema la dogmática penal posterior: "El hecho sólo puede ser imputado co-
dogmático. Lo importante no será, a los efectos de esta decisión, el mo culpabilidad de la voluntad"4. A partir de entonces en el derecho
mayor fundamento "empírico" de las premisas, dado que ninguna de penal se habló de la culpabilidad como culpabilidad de la voluntad:
ellas es "probada" o "probable". La racionalidad de esta decisión es- "Toda culpabilidad es culpabilidad de voluntad" sostuvo Binding5.
tará, por el contrario, condicionada por el mayor grado de controlabi-
lidad judicial que el criterio adoptado ofrezca. En este sentido, la 820. — La expresión dogmática de esta noción de culpabilidad ha
"culpabilidad por el hecho" es la que brinda mayores garantías. sido tanto el concepto psicológico como el normativo de culpabilidad
o la noción "finalista" de la culpabilidad. Ambas nociones se han ba-
sado en la existencia de la voluntad (teoría psicológica) o en un juicio
de valor sobre la voluntad (teoría normativa), pero, en todo caso, so-
— §61 —
bre la voluntad.
LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO MATERIAL DE CULPABILIDAD

818. — La historia dogmática del concepto material de culpabili- 821. — También la teoría finalista ha mantenido la culpabilidad
dad demuestra que éste ha estado ligado a una determinada concep- como culpabilidad de voluntad, pues también ha partido de una teo-
ción de la pena y que ha dependido, por lo tanto, de si ésta se entien- ría absoluta de la pena: "La pena —sostenía Welzel6— se justifica co-
de según las teorías absolutas o según las teorías relativas. En conse- mo retribución adecuada al grado de culpabilidad". En este contexto
cuencia, las diversas nociones de la culpabilidad han oscilado perma- la culpabilidad se definió como "reprochabilidad de la configuración
nentemente entre un concepto de culpabilidad referido a la voluntad de la voluntad" y, por lo tanto, "toda culpabilidad, de acuerdo con ello,
libre, propio de las teorías absolutas y otro que reemplaza la volun- es culpabilidad de voluntad"7.
tad (libre) por el carácter del autor o por la conducta de su vida y la
tendencia que se expresa en el hecho realizado, que se corresponde
con las teorías preventivo-especiales. En la actualidad desde la pers- b — Teorías de la prevención especial
pectiva de la prevención general positiva se sugiere un concepto de y culpabilidad como actitud asocial del autor
culpabilidad que no se basa ni en la libertad ni en el carácter del su-
jeto, sino en las alternativas sociales a la solución penal del conflicto. 822. — Mientras en las teorías absolutas la culpabilidad tiene la
misión de establecer que el autor en el momento del hecho ha podido
obrar de otra manera, en el marco de las teorías relativas basadas en
a — Teorías absolutas de la pena y culpabilidad de voluntad la prevención especial, la culpabilidad tiene un sentido sintomático
respecto de la especie de autor8. El objeto de la culpabilidad, por lo
819. — La culpabilidad como fundamento legitimante de la pena
y, por ello, como presupuesto de la misma constituye un concepto que
proviene de la ética y de la teoría del derecho del idealismo alemán.
Kant sostuvo que la pena requería como presupuesto un demeritum, parte del capítulo sobre la moralidad, ver Grundlinien derPhilosophie desRechts, 1821,
considerado como una "culpabilidad moral"3. Hegel expresó más §§105 y 117.
4
Hegel, Grundlinien der Philosophie des Rechts, § 117.
5
Binding, Die Normen und ihre Ubertretung, t. II, 2a ed., 1914, p. 294.
6
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, ll a ed., 1969.
3 7
Kant, Metaphysik der Sitten, 1797, p. 29 (citado según la edición de Kant-Wer- Welzel, Das Deutsche Strafrecht, 11 a ed., 1969.
8
ke de W. Weischedel, 1956, p. 334). Hegel, a su vez, dedicó a la culpabilidad la primera Liszt,LehrbuchdesdeutschenStrafrechts,23*ed., 1921, p. 160.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 417 418 ENRIQUE BACIGALUPO

tanto, es la actitud asocial del autor, que surge de la ejecución de una cepto de culpabilidad tiene las mismas funciones que en un derecho
conducta antisocial9. penal basado en las teorías absolutas de la pena, sólo que, en lugar de
estar referido a la constatación de la voluntad libre del autor, preten-
823. — El concepto de culpabilidad de las dogmáticas basadas en de comprobar que éste "en la concreta situación pudo ser alcanzado
la prevención especial se alejó de la idea de libertad de la voluntad por el efecto convocante (Appellwirking) de la norma"12. Pero la cul-
que presuponía ese mismo concepto en el marco de las teorías abso- pabilidad no determina por si misma la responsabilidad penal, para
lutas, pero no introdujo modificaciones de consideración en las for- ello es necesario comprobar si no existen causas que excluyan la cul-
mas de la culpabilidad (que eran entonces el dolo y la culpa). pabilidad o que determinan la inculpabilidad del autor. Es en el ám-
bito de éstas en el que opera una comprobación de la necesidad de
prevención13. La consecuencia práctica de este punto de vista se ma-
c —Las teorías de la unión nifiesta en la desvinculación de las causas de inculpabilidad y de ex-
y la función de la culpabilidad clusión de la culpabilidad, del concepto de culpabilidad, y en las con-
siguientes referencias de aquéllas a los fines de la pena14.
824. — Como ya se ha expuesto en el lugar correspondiente, las
teorías de la unión procuraron sintetizar la función represiva y la
función preventiva del derecho penal. De esta manera se entendía d — La teoría de la prevención general positiva
posible superar la disputa entre las teorías absolutas (de la llamada y la función del concepto de culpabilidad
Escuela Clásica) y las teorías relativas mediante una síntesis de am-
bas, por un lado, mientras, por el otro lado, se resolvía el problema 826. — En la teoría de la prevención general positiva, en la versión
práctico presentado por los autores peligrosos, recogiendo finalida- elaborada por Jakobs, se produce un giro decisivo en la teoría de la
des preventivas al lado de la función represiva de la pena. En el mar- culpabilidad. En efecto, la culpabilidad se dará no sólo cuando el au-
co de estas teorías la culpabilidad debe asumir la función de un con- tor no se ha motivado por la norma, sino cuando, además, estuviera
cepto que constate tanto la libertad del autor como su peligrosidad. obligado a ello, es decir, cuando fuera competente por su falta de mo-
Por este motivo se ha propuesto sumar a los elementos clásicos del tivación. La competencia del autor respecto de su falta de motivación
concepto de culpabilidad un elemento caracterológico que permita por la norma se dará siempre que el hecho antijurídico no pueda ser
referir la acción del autor a la total personalidad del autor10. explicado por razones que no afecten la confianza general en la vi-
gencia de la norma. "La competencia por la carencia de motivación
825. — Una variedad especial de estas teorías es la teoría dialéc- jurídica dominante en un comportamiento antijurídico es la culpabi-
tica de la unión11, que fundamenta la pena en su finalidad preventi- lidad", es decir, culpabilidad significa "deslealtad al orden jurídi-
va, excluye toda referencia a la retribución y otorga al principio de co"15. El contenido de la culpabilidad, por otra parte, no sólo es resul-
culpabilidad una función limitadora de la punibilidad (la gravedad tante de la teoría de losfinesde la pena, sino de ésta y de la constitu-
de la pena debe ser proporcionada a la gravedad de la culpabilidad y ción de la sociedad, que se deben adaptar recíprocamente. Para la de-
no puede superarla por razones preventivas). En este marco el con- terminación de la culpabilidad es preciso ponderar qué coacciones

12
9
Liszt,Lehrbuch desdeutschen Strafrechts, 23aed., 1921, p. 160. Roxin, Strafrecht,Allgemeiner Teil, 2aed., 1995, § 19,1,3.
13
10
Cfr. Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3 a ed., 1949; en el mismo sentido Jiménez Cfr. Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1995.
14
de Asúa, Tratado de derecho penal, t. V, 3 a ed., 1976, p. 239 y siguientes. Cfr. López Barja de Quiroga, en T J " 46 (1997).
15
11
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1995, § 3,36 y siguientes. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 469.

27 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 420 ENRIQUE BACIGALUPO
419

sociales el autor debe superar por su cuenta y qué características individual del autor de una manera sólo normativa y determinada
perturbadoras del autor tienen que ser aceptadas por el Estado y por desde puntos de vista relativos a la seguridad del orden social nor-
la sociedad o ser soportadas por terceros. "El resultado de esta pon- mativo.
deración se rige por la imagen dominante de aquellas condiciones,
que deben ser consideradas irrenunciables para el mantenimiento
del sistema y de sus subsistemas esenciales"16. Consecuentemente,
— §62-
la culpabilidad se concibe a partir de la función preventivo-general
de la pena, es decir, en función de la seguridad del orden social. Por EVOLUCIONDEL CONCEPTO DE CULPABILIDAD
ello, en la culpabilidad no se trata de si el autor tiene una alternativa 828. — La concepción material de la culpabilidad de la que se par-
real de realización de la conducta, sino de si existe una alternativa de
ta ejerce una cierta influencia sobre la configuración del concepto
organización que fuera preferible a la imputación del hecho al autor. dogmático de culpabilidad. De cualquier manera, esa influencia no
La alternativa de otra conducta, por lo tanto, se determinará norma- suele afectar a los elementos que configuran el concepto de culpabi-
tivamente. "Las famosas palabras de Kohlrausch —dice Jakobs17—• lidad, pues prácticamente todos los sostenidos en la ciencia penal ac-
sosteniendo que la capacidad individual en el marco de la culpabili- tual tienen los mismos elementos: capacidad de culpabilidad, con-
dad es una 'ficción necesaria para el Estado', deben ser transforma- ciencia de la antijuridicidad y exigibilidad. Sin embargo, el concepto
das para explicar que la capacidad, si se quiere hacer referencia a material de culpabilidad determina el contenido de cada uno de esos
ella, es una construcción normativa"18. En consecuencia la capaci- elementos y su caracterización. En todo caso, los conceptos de culpa-
dad de culpabilidad "no es una calidad que el autor tiene o no y que
bilidad procuran dar una respuesta a la cuestión de las condiciones
se puede comprobar con ayuda de la psicología o de la psiquiatría, si- bajo las cuales un autor puede ser considerado culpable de su acción
no una capacidad que se atribuye al autor y que, por lo tanto, está típica y antijurídica.
orientada normativamente"19. En los casos de no exigibilidad tam-
bién la determinación es normativa, pero en ellas no es necesario ha-
cer consideraciones psicológicas o psiquiátricas20. 829. — La primera respuesta corresponde a la teoría psicológica
de la culpabilidad. Para ella, la afirmación de esta última importa la
comprobación de que la voluntad del autor es causal del hecho ilíci-
827. — La historia dogmática del concepto de culpabilidad y sus to21. De acuerdo con esto, la culpabilidad implica un juicio sobre tres
relaciones con la teoría de la pena ponen de manifiesto que el derecho diversos aspectos:
penal ha oscilado permanentemente entre un ctíncepto de culpabili-
dad referido a la voluntad libre y otro que reemplaza la voluntad por a) Relación causal entre la voluntad de una persona y un suceso.
el carácter del autor o por su tendencia. Este ir y venir de las teorías b) Desaprobación del hecho (su carácter indeseable o dañoso).
se rompe con la propuesta del funcionalismo de concebir la capacidad c) Conciencia de la contrariedad al deber en el autor22.
La voluntad es causal del hecho ilícito, según esta teoría, en dos
casos: el dolo y la culpa. Ambos son especies de la culpabilidad y pre-
16
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed, 1991, p. 483. suponen la imputabilidad del autor.
17
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 485.
18
Otros autores que parten de la prevención general positiva no llegan, sin embar-
go, a estas conclusiones, introduciendo el correctivo de la "concepción cotidiana de la 21
moralidad", cfr. Neumann, Zurechnung und Vorverschulden, 1985 (passim). Finger, Das Strafrecht, 1902,1.1, p. 164; Meyer - Allfeld, Lehrbuch des Deuts-
19
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 534. chen Strafrechts, T ed., 1912, p. 133 y siguientes.
22
20
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed, 1991, p. 535. Cfr. Finger, Das Strafrecht.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 421 422 ENRIQUE BACIGALUPO

830. — De esta manera, la culpabilidad requiere una determina- c) Ha obrado en circunstancias normales (sin estar bajo la pre-
da vinculación psicológica entre el autor y su hecho, sin la cual es im- sión de una situación de una causa de inculpabilidad).
posible afirmar la relación causal de la voluntad con el hecho ilícito.
Precisamente contra esta tesis se dirigen las críticas que mereció es- 832. — El concepto normativo de la culpabilidad fue completado
ta teoría y que generaron más tarde su abandono. En efecto: por un por una construcción teórico-normativa efectuada por Goldsch-
lado se verifica que hay una relación causal entre voluntad y hecho midt26, quien entendió que la reprochabilidad implicaba un compor-
cuando el autor ha querido su realización pero ha obrado amparado tamiento interior opuesto a una norma de deber, que se encontraría
por una causa de inculpabilidad (por ejemplo, estado de necesidad junto a la norma jurídica, cuya lesión importa la antijuridicidad27.
disculpante); aquí faltará la culpabilidad y se dará, sin embargo, la
relación que la teoría psicológica estima que la fundamenta. Por otro 833. — La teoría normativa de la culpabilidad permitió la evolu-
lado puede verificarse que en los casos de culpa falta dicha relación, ción posterior de este concepto bajo la influencia de la teoría finalis-
ya que el autor no ha querido la realización del hecho típico y antiju- ta de la acción. Al reconocerse que el dolo y la culpa no eran especies
rídico; aquí, sin embargo, se admite la existencia de la culpabilidad23. de la culpabilidad, quedaba abierta la posibilidad de desplazar estos
conceptos fuera de ella. El concepto de culpabilidad delfinalismo,sin
831. — La teoría psicológica fue reemplazada por la teoría norma- embargo, no es un concepto normativo en el sentido de Frank ni en el
tiva de la culpabilidad. El punto de partida de esta teoría es la com- de Goldschmidt.
probación de que "la teoría dominante define el concepto de culpabi- Para la teoría finalista de la acción la reprochabilidad presupone
lidad de tal manera que sólo incluye en sí los conceptos de dolo y cul- la capacidad de motivarse por la norma. El que realizó una acción tí-
pa; por el contrario, es necesario concebirlo teniendo en cuenta tam- pica y antijurídica será culpable si podía motivarse por la norma, es
bién las circunstancias relevantes que acompañan al hecho y la ca- decir, si podía "obrar de otra manera"28. Desde este punto de vista,
pacidad de imputación"24. La teoría normativa redefine, además, las las "causas de inculpabilidad" carecen de fuerza para excluir la cul-
relaciones entre la culpabilidad, como concepto genérico, y el dolo y pabilidad y sólo constituyen "causas generales de no formulación del
la culpa, que la teoría psicológica concibió como especies de aquélla. reproche de culpabilidad"29. Fundamento de ello es la comprobación
De esta manera el dolo y la culpa no necesitan ser especies de la cul- empírica de que, en las situaciones que caracterizan las causas de in-
pabilidad y cada uno de ellos no debe contener los elementos que ca- culpabilidad, no se elimina la capacidad de obrar de otra manera: en
racterizan al concepto genérico. Lo decisivo del concepto normativo un estado de necesidad disculpante siempre es posible cumplir con el
de culpabilidad es, en consecuencia, la reprochabilidad25: "una con- derecho y asumir el daño sobre los propios bienes jurídicos; sólo que,
ducta culpable es una conducta reprochable". Y un comportamiento en tales casos, el derecho no formula reproche alguno30.
antijurídico es reprochable si el autor:
a) Es "espiritualmente normal" (capaz de imputación).
26
b) Ha tenido una cierta relación concreta con respecto al hecho o Goldschmidt, Oesterr, Zeitschrift für Strafrecht, 1913, t. IV, p. 144 y siguientes.
27
Cfr. también Goldschmidt, Festgabe für Frank, 1930,1.1, p. 428 y ss.; y crítica-
la posibilidad de tenerla (dolo o culpa). mente: Kaufmann, Armin, Lebendiges und Totes in Bindings Normentheorie, p. 160.
28
Kaufmann, Armin, Lebendiges und Totes in Bindings Normentheorie, p. 176 y
ss.; cfr. también sus precisiones enFestschrift für Eberhard Schmidt, 1961, p. 320, no-
23
Dohna, DerAufbau der Verbrechenslehre, p. 39. ta 6.
24 29
Frank, "Über den Aufbau des Schuldbegriffs", en Festschrift fürjuristische Fa- Kaufmann, Armin, Lebendiges und Totes in Bindings Normentheorie, p. 202 y
kultat Uniuersitat Giessen, 1907, ps. 9 y 10. siguientes.
25 30
Frank, "Über den Aufbau des Schuldbegriffs", en Festschrift fürjuristische Fa- También así Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 386; Sch-
kultat Universitat Giessen, 1907, p. 11. midháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 460.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 423 424 ENRIQUE BACIGALUPO

La misma comprobación ha servido para cuestionar íntegramen- b) Posibilidad de conocimiento de la ilicitud (conciencia —poten-
te el concepto de culpabilidad delfinalismo.Así, por ejemplo, la en- cial— de la antijuridicidad y del error de prohibición).
contramos en Bockelmann31 y más tarde en Roxin32. De acuerdo con c) Exigibilidad (circunstancias que excluyen el reproche de cul-
ello la esencia de la culpabilidad no debería ser el "haber podido pabilidad).
obrar de otra manera". Poniendo en duda este punto de vista, en rea-
lidad, es posible cuestionar la teoría del error de prohibición defendi- 837. — Por lo tanto, culpable es el autor de un ilícito si ha podido
da por elfinalismo,es decir, la "teoría estricta de la culpabilidad". comprender la ilicitud y comportarse de acuerdo con esa compren-
sión, si ha podido saber de la ilicitud y si no ha obrado en un contexto
834. — Frente a la posición delfinalismoestánn quienes piensan en el que se excluye su reprochabilidad. El orden en el que estos ele-
que la culpabilidad debe tratar de la cuestión referente a si un com- mentos se presentan tiene consecuencias prácticas: la exclusión de
portamiento típico y antijurídico merece pena, la cual debería res- la capacidad de culpabilidad elimina la punibilidad, pero determina
ponderse desde puntos de vista político-criminales (preventivos)33. de por sí la posibilidad de aplicar al autor una medida de seguridad,
aunque éste haya obrado con un error de prohibición inevitable, no
835. — Como se ha visto, supra en c), el concepto funcionalista de obstante que en tales supuestos el autor no debería ser considerado
la culpabilidad se caracteriza básicamente por su determinación peligroso. Para evitar estas consecuencias Armin Kaufmann ha pro-
normativa, desde el punto de vista de la prevención general positiva puesto, con acierto, invertir el orden de los problemas: tratar en pri-
y de la configuración de la sociedad. Jakobs propone en este sentido mer término la cuestión de conciencia (potencial) de la ilicitud y lue-
distinguir entre un tipo positivo de la culpabilidad, dirigido a com- go la cuestión de la capacidad de culpabilidad34.
probar la capacidad de imputación del autor, su conocimiento de la
ilicitud y especiales elementos de la culpabilidad. Asimismo propone 838. — Como se ha visto en el capítulo anterior, la cuestión de la
un tipo negativo de la culpabilidad en el que se establecen las condi- exigibilidad (básicamente el estado de necesidad disculpante) es, en
ciones de la exclusión de la culpabilidad cuando el autor ha obrado en realidad, una cuestión que pertenece sistemáticamente al ámbito de
casos en los que no le es exigible el cumplimiento de la norma. lo ilícito (casos de reducción del contenido de ilícito), por lo tanto, es
ajena al concepto de culpabilidad.

- § 6 3 -
LA ESTRUCTURA - § 6 4 -
DEL CONCEPTO DE CULPABILIDAD LOS ELEMENTOS DE LA CULPABILIDAD EN PARTICULAR

836. — Tradicionalmente, como se vio, el concepto de culpabilidad 839. — Como hemos dicho, la exposición de los elementos de la cul-
se estructura sobre la base de tres elementos: pabilidad en particular debe comenzar por la cuestión del conoci-
a) Capacidad de comprender la ilicitud y de comportarse de miento de la desaprobación jurídico-penal del acto, a diferencia de lo
acuerdo con ella (capacidad de culpabilidad o imputabilidad). que es habitual. Por lo general se expone previamente la capacidad
de motivación en sentido estricto (la imputabilidad), pero es claro
31
Bockelmann, StrafrechtlicheUntersuchungen, 1957, p. 84 y siguientes.
32 34
Roxin, Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, p. 34. Kaufmann, Armin, Lebendiges und Totes in Bindings Normentheorie, p. 162 y
33
Roxin, Kriminalpolitik und Strafrechtssystem, p. 33. siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 425 426 ENRIQUE BACIGALUPO

que, si un incapaz de motivarse en este sentido ni siquiera pudo co- 842. — Tener la posibilidad de conocer la punibilidad es tener la
nocer la desaprobación jurídico-penal del acto, el análisis de su inca- posibilidad de conocer que el hecho es punible, pero no significa que
pacidad será superfluo, pues con respecto a él se excluirá también la se requiera también el conocimiento de la gravedad de la amenaza:
posibilidad de aplicar una medida de seguridad (!). Por lo tanto, en la es suficiente que el autor pueda saber que realiza un hecho que está
medida en la que un error de prohibición no evitable excluye también amenazado con pena; su error sobre la cuantía de la pena no es rele-
la peligrosidad, es innecesario establecer previamente la capacidad vante. La razón que explica la irrelevancia del hecho sobre la grave-
de culpabilidad. dad de la pena, sin embargo, reside en que lo que el autor debe haber
podido conocer es la desaprobación jurídico-penal y ésta depende de
la punibilidad, no de la gravedad de la pena.
a—La posibilidad de conocer
la desaprobación jurídico-penal del acto 843. — El error sobre la prohibición del hecho excluye ya la posibi-
lidad del conocimiento de la punibilidad, pues el mínimo presupues-
1 —La conciencia de la desaprobación jurídico-penal to de ésta es la prohibición. A su vez el conocimiento de la prohibición
840. — La primera condición de la capacidad de motivarse por el (en el sentido de la antijuridicidad material) puede permitir al autor
derecho (penal) es la posibilidad de conocer la desaprobación jurídi- deducir la punibilidad del hecho. Esta problemática tiene significa-
co-penal del hecho cometido. ción sobre todo en relación con la evitabilidad del error sobre la puni-
Las teorías tradicionales consideran aquí la cuestión del conoci- bilidad.
miento de la antijuridicidad, con lo cual la culpabilidad desaparece
sólo cuando el autor ha obrado con un error sobre aquélla, es decir, so- 2 —La duda sobre la desaprobación jurídico-penal
bre la prohibición del hecho, para lo cual únicamente se requiere el
error sobre la antijuridicidad material35. 844. — Sin embargo, el problema de la duda sobre la desaproba-
ción jurídico-penal requiere un tratamiento especial.
841. — Desde nuestro punto de vista, la antijuridicidad material La relevancia acordada por la ley penal al error sobre la prohibi-
resulta insuficiente para la caracterización de la desaprobación jurí- ción es consecuencia del reconocimiento de la conciencia de la antiju-
dico-penal del hecho. Esta depende sustancialmente de la amenaza ridicidad (potencial) como presupuesto de la pena.
penal prevista para la realización del hecho punible, es decir, de su
punibilidad. En consecuencia, el autor debe haber podido conocer la 845. — Es claro que no habrá lugar para un error de prohibición si
punibilidad, y el error sobre ésta no sólo atenúa la gravedad de la cul- el autor tiene seguridad respecto de la antijuridicidad de su acción,
pabilidad36 sino que —cuando es inevitable— la excluye. Conse- ya que el error requiere una falsa representación de la antijuridici-
cuencia práctica inmediata de este punto de vista es que el error so- dad. La cuestión es menos clara cuando el autor ha obrado con dudas
bre cualquier circunstancia que excluya la punibilidad (sea una cau- sobre la antijuricidad (conciencia condicionada de la antijuridici-
sa de justificación, de "inculpabilidad" o una excusa absolutoria en la dad). Es una figura similar a la que tradicionalmente se conoce como
terminología tradicional) deberá regirse por las mismas reglas. dolo eventual, pero, en lugar de estar referida a la conciencia de los
hechos, se vincula con la conciencia sobre la antijuridicidad37.

37
Cfr. Kaufmann, Armin, en "ZStW", 70 (1958), p. 64 y ss.; Schmidháuser, Stra-
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 366. frecht, Allgemeiner Teil, p. 419; Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafge-
Como sostiene Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 563. setzbuch, § 17, n° 12; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 417 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 427 428 ENRIQUE BACIGALUPO

846. — Por una parte, se sostiene que la suposición de una alta nuante sobre la pena prevista en el art. 14 del Cód. Penal, dado que
probabilidad de la antijuricidad es equivalente a la certeza38. Conse- no puede excluir la culpabilidad como lo hace el error inevitable. Por
cuentemente, no sólo no debería apreciarse en estos casos un error un lado, cabe pensar en la aplicabilidad supletoria del art. 21.1a del
sobre la prohibición, sino que tampoco cabría una atenuación de la Cód. Penal, dado que el error inevitable de prohibición es una "causa
pena (como consecuencia de una menor reprochabilidad)39. que exime de la responsabilidad criminal" y que, por lo tanto, debe-
Desde otra perspectiva se sostiene que la duda sobre la antijuridi- ría estar legislado en el art. 20 del Cód. Penal. Si no lo está, ello no
cidad debería contemplarse, bajo ciertas circunstancias, como un tendría que incidir en una consecuencia que se debería aplicar por
fundamento para atenuar la pena40. La menor reprochabilidad, sin analogía (in bonam partem), dada la identidad de la cuestión: la du-
embargo, no se conecta en forma automática con la duda, sino que re- da determina que no concurran todos los requisitos necesarios para
quiere un examen de las circunstancias en las que la duda tiene lu- eximir de responsabilidad en el caso del error de prohibición. Cierta-
gar. mente, el nuevo art. 68 del Cód. Penal, que establece la consecuencia
jurídica de los casos de eximentes incompletas, parece no imponer
847.—La solución dogmáticamente más correcta es la que permi- una atenuación obligatoria de la pena. Pero ello no es más que una
te admitir la posibilidad de atenuar la pena. El criterio para llevar a apariencia, toda vez que dicha disposición debe ser entendida desde
la práctica esta solución puede concretarse de la siguiente manera: la perspectiva del art. Io de la CE y, por lo tanto, según los valores su-
si en caso de faltar totalmente la conciencia de la antijuridicidad el periores del orden jurídico, en particular, la justicia. Esta impone
error hubiera sido inevitable, la atenuación de la pena se podría con- que si el contenido de ilicitud o de culpabilidad del hecho es menor, la
siderar obligatoria41. pena sea obligatoriamente atenuada.
La justicia de esta solución parece estar fuera de toda duda. La
instrumentación dogmática no es, sin embargo, obvia. La atenua-
ción prevista en el art. 14 del Cód. Penal presupone que el autor ca- 3 — La conciencia de la desaprobación jurídico-penal
es divisible y potencial
reció (totalmente) de la conciencia de la antijuridicidad, lo que, en es-
tos casos, en los que obró con dudas sobre ella, no se cumple. Para de- 849. — En los casos de concurso ideal de delitos, por lo tanto, se re-
cirlo consecuentemente con el punto de partida: no se puede equipa- quiere el conocimiento de las diversas desaprobaciones que afectan
rar la duda sobre la antijuridicidad con la falta de ella. al hecho. La conciencia de la desaprobación no debe ser actual. Es su-
ficiente con la posibilidad de haber conocido la amenaza penal. Gene-
848. —Ante la nueva ley penal cabe preguntarse si es posible que ralmente, el autor habrá tenido esta posibilidad de haber conocido la
la duda sobre la desaprobación jurídico-penal tenga un efecto ate- amenaza penal. Por regla general el autor habrá tenido esta posibi-
lidad cuando, del conocimiento de la antijuridicidad material de su
38 hecho, haya deducido por lo menos la posibilidad de que el mismo sea
Kohlrausch - Lange, Strafgesetzbuch, 43a ed., 1961, p. 219; Rudolphi, en Syste-
matischer Kommentar zum Strafgesetzbuch; Schmidáuser, Strafrecht, Allgemeiner punible.
Teil, p. 422; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 367 (con algunas
excepciones).
39
Rudolphi, Unrechtsbewusstesein, Verbotsirrtum und Vermeidbarkeit des Ver- 4 —Los supuestos de error sobre la desaprobación
botsirrtums, 1969, p. 129. jurídico-penal (teoría del dolo y teoría de la culpabilidad)
40
Kaufmann, Armin, en "ZStW", 70 (1958); Warda, enFestschriffür Welzel, 1974,
p. 499 y ss. (con abundante casuística); Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 850. — Naturalmente, la cuestión del conocimiento del deber im-
586; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 458.
41
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 458; Stratenwerth, Strafrecht, Allge-
puesto por la norma era una condición de su infracción en el marco de
meiner Teil, n° 586 y siguientes. la teoría de los imperativos. Por ello, la conciencia de la infracción del
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 430 ENRIQUE BACIGALUPO
429

deber fue considerada en un primer momento, aun cuando no se si- bida por la ley (en su caso: no haya obrado en la creencia de que la rea-
guiera la teoría de los imperativos, como un elemento del dolo: junto lización de la acción no estaba ordenada por la ley).
al conocimiento de las circunstancias del tipo objetivo, el dolo reque-
ría que el autor hubiera tenido un conocimiento (actual) de la ilici- 854. — Bajo estas condiciones, la creencia errónea de estar obran-
tud. Todo error (evitable o no) sobre la ilicitud debía excluir el dolo, do lícitamente puede asumir diversas formas:
aunque dejando subsistente la responsabilidad por el delito impru- a) En primer lugar, puede provenir del desconocimiento de la
dente. Esta teoría, que considera que la conciencia de la ilicitud debe existencia de la prohibición o del mandato de acción (error de
formar parte del dolo, se denomina "teoría del dolo". prohibición directo). Por ejemplo: un turista norteamericano
supone que en España no se prohibe la portación de armas de
851. — Frente a ella es hoy dominante la teoría que propone que fuego. Los errores de esta especie son más frecuentes, como es
la conciencia de la ilicitud es un elemento de la culpabilidad distinto lógico, en el derecho penal especial, al que son aplicables las
del dolo e independiente de éste. Es la "teoría de la culpabilidad", que disposiciones previstas en el art. 14 del Cód. Penal en forma su-
en lugar de requerir un conocimiento actual de la ilicitud sólo exige pletoria (art. 9o, Cód. Penal). En el derecho penal convencional
que el autor haya podido conocer dicha ilicitud. (delitos contra las personas, la propiedad, el honor, la libertad,
Este último punto de vista se adapta mejor que el de la teoría del etcétera) estos errores serán poco frecuentes. Cabe suponer
dolo al derecho vigente42. que pueden producirse cuando se den modificaciones legales
que redefinan el ámbito de las acciones punibles (por ejemplo,
5—Las formas del error como consecuencia de la introducción en la ley penal de delitos
sobre la desaprobación jurídico-penal completamente nuevos como el del art. 291, Cód. Penal).
852. — Mientras el error de tipo ha sido definido por el legislador b) La creencia errónea de obrar lícitamente puede provenir tam-
en relación al objeto sobre el que debe recaer el error, el de prohibi- bién de una apreciación errónea del alcance de la norma (pro-
ción ha sido caracterizado en relación a la creencia del autor en la ili- hibición o mandato). Este supuesto no es sino una variedad del
citud del hecho. En este sentido, la nueva redacción del art. 14.3 del anterior. Por ejemplo, el autor cree que la prohibición de matar
Cód. Penal no tiene consecuencia alguna respecto de la caracteriza- no alcanza a los casos de eutanasia.
ción del error de prohibición: el error supone en todos los casos una c) La creencia errónea de obrar lícitamente puede provenir, por
creencia errónea. otra parte, de la suposición de una causa de justificación que,
en realidad, el ordenamiento jurídico no prevé (error de prohi-
853. — Para una correcta interpretación del párrafo 3o del art. 14 bición indirecto). Por ejemplo, el autor cree que el ordenamien-
del Cód. Penal habrá que entender, por tanto, como casos de error so- to jurídico autoriza a los maestros a aplicar castigos físicos a los
bre la prohibición aquellos en los que el autor haya tenido un conoci- alumnos con fines educativos, cuando tal autorización no está
miento correcto de las circunstancias determinantes de la ilicitud, prevista en las leyes vigentes.
pero ha obrado creyendo que la realización del tipo no estaba prohi-
d) Por último, la creencia errónea de obrar lícitamente puede pro-
venir de la suposición de los presupuestos de una causa de jus-
tificación prevista por el ordenamiento jurídico43. Por ejemplo,
42
Otro punto de vista Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 565 y
ss.; Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 557 y si-
guientes. 43 Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 301.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 431 432 ENRIQUE BACIGALUPO

el autor supone erróneamente la necesidad de sacrificar un a un error de tipo que, como es lógico, excluiría el dolo46. Aquí no es
bien jurídico para salvar otro de mayor jerarquía (art. 20.5°, posible llevar a cabo una discusión pormenorizada de la teoría de los
Cód. Penal) o cree ser agredido en forma antijurídica, cuando elementos negativos del tipo. Pero hay por lo menos dos razones que
en verdad sólo se trata de una broma y repele lo que cree una no recomiendan su adopción.
agresión (art. 20.4°, Cód. Penal).
858. — En primer lugar, la teoría de los elementos negativos del ti-
855. — En los últimos tiempos se abre paso una tendencia que po, suele ser justificada con base en el excesivo rigor al que conduci-
considera que el caso del error sobre los presupuestos de una causa ría la tesis aquí defendida. Sin embargo, no parece necesaria en un
de justificación constituye una hipótesis sui generis de error, en la sistema en el que el error evitable de prohibición se debe atenuar
que se reúnen tanto elementos del error de prohibición como del er- obligatoriamente y en una extensión considerable (uno o dos gra-
ror de tipo44 y que propone que se trate esta forma de error como si dos). Los resultados a que conduciría la teoría de los elementos nega-
fuera un error de tipo en base a la aplicación analógica de las reglas tivos del tipo en este sistema legal no serían más justos ni de mayor
de éste (es decir, según el art. 14.1). efecto preventivo que los que se obtendrían con los criterios propues-
tos aquí.
856. — El texto del art. 14 del Cód. Penal no parece dar base para
una solución semejante. El legislador ha unificado todos los supues- 859. — Por otra parte, la teoría de los elementos negativos del ti-
tos en los que el autor ha creído obrar lícitamente (sea porque el he- po, al excluir el dolo en los casos de error sobre las circunstancias de
cho no está prohibido o porque supone estar autorizado para obrar una causa de justificación, tiene el efecto (no deseado) de impedir la
como lo ha hecho). Tanto cree obrar lícitamente el que supone que el punibilidad del partícipe que hubiera obrado sin error, ya que, en ra-
hecho no está prohibido por una norma, como el que supone que el or- zón de la accesoriedad de la participación, no permitiría la sanción de
denamiento jurídico lo autoriza a realizar la acción típica, como el los cómplices ni de los inductores47. Esta crítica vale también para la
que actúa en la creencia de que se dan las circunstancias en la que su llamada "teoría del dolo".
acción está autorizada.
860. —Aunque la teoría de los elementos negativos del tipo no sea
insostenible, pues el concepto de tipo requiere una definición que no
857. — Contra esta argumentación no cabría replicar sobre la ba- está legalmente establecida y dicha teoría ofrece una carente de con-
se de la teoría de los elementos negativos del íipo45. Según esta teoría, tradicciones lógicas48, lo cierto es que las consecuencias a las que ne-
las circunstancias que de concurrir justifican la realización del tipo
formarían parte del supuesto de hecho típico del delito, como elemen-
tos negativos del mismo. Consecuentemente, desde este punto de 46
Sobre la teoría de los elementos negativos del tipo, ver Hirsch, Leipziger Kom-
vista, la suposición errónea de estos elementos negativos daría lugar mentar; más recientemente, con serias reservas, Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil,
p. 131 y ss.; Jescheck, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 199 y siguientes.
47
Cfr. Dreher, Festschrift für Heineitz; Jescheck, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p.
374; para evitar esta consecuencia propone Rudolphi, en Systematischer Kommentar
zum Strafgesetzbuch, § 16,12, mantener la teoría de los elementos negativos del tipo,
44
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 496 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des pero entender el dolo en el sentido de la teoría de la participación según la ratio de los
Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 373 y ss.; Dreher, enFestschriftfürHeineitz, ps. 207, preceptos que la regulan, con lo que se evitaría la impunidad de los partícipes; una cons-
223 y ss.; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 309; Roxin, en Roxin - Stree - Zipf- trucción tan complicada es totalmente innecesaria en razón de la amplia atenuación
Jung, Einführung in das neue Strafrecht, 1974, p. 12 y siguientes. que prevé el art. 14 del Cód. Penal; críticamente sobre el punto de vista de Rudolphi,
45
Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, Schmidhauser, en"NJW", 1975,1809.
48
ps. 51 y ss. y 76 y siguientes. Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 178.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 433 434 ENRIQUE BACIGALUPO

cesariamente conduce en el ámbito de la participación aconsejan su ro, en todo caso, dogmáticamente la nopunibilidad será siempre con-
rechazo49. secuencia de la eliminación de la culpabilidad. Sea porque cuando el
error es inevitable el autor no ha podido obrar de otra manera51, sea
6—Error y eximentes incompletas porque el autor no tiene a su cargo la evitabilidad52, sea porque
quien no ha tenido la posibilidad de conocer la ilicitud no puede ser
861. — El art. 21. I a establece lafigurade las eximentes incomple- alcanzado por el mandato normativo53, o sea, finalmente, porque el
tas. Esta disposición, una vez introducida la disciplina del error en la autor no ha podido conocer la ilicitud a pesar de haber empleado su
ley penal, es superflua, salvo en lo que se refiere a los casos del art. capacidad para ello54, en todo caso, la exclusión de la punibilidad se
20. Io y 2o del Cód. Penal. En efecto, una atenuación de la pena como basa en la ausencia de culpabilidad. Sólo excepcionalmente se pos-
la prevista para las eximentes incompletas sólo es razonable cuando tula que el error inevitable de prohibición debe operar como una cau-
el autor haya supuesto erróneamente y en forma evitable el elemen- sa de justificación55.
to de la circunstancia eximente. En la actualidad, con el desarrollo
alcanzado por la teoría del error es técnicamente inadecuado el man- 864. — Esta dependencia de la no punibilidad del error de prohi-
tenimiento de una disposición que, en realidad, no hace sino crear bición de su inevitabilidad tiene también una significación político-
una seria perturbación del sistema del error50. criminal. En esta materia el legislador ha tenido que optar por el
principio del conocimiento o por el principio de la responsabilidad co-
7—La evitabilidad del error de prohibición mo punto de partida y lo ha hecho por el último: la responsabilidad
sobre la ilicitud penal no dependerá del conocimiento de la antijuridicidad, como lo
postula la "teoría del dolo"56, sino sólo de laposibilidad de su conoci-
862. — La evitabilidad del error de prohibición tiene una función miento, en el sentido de la llamada "teoría de la culpabilidad". En o-
decisiva en el régimen establecido en el art. 14 del Cód. Penal. De tras palabras: el principio de la responsabilidad establece que las
acuerdo con éste, el error sobre la antijuridicidad excluirá la punibi- personas serán responsables por la corrección de sus decisiones den-
lidad cuando haya sido invencible. "Invencible" es el error cuando el tro de los límites de su capacidad ético-social57. De esta manera, la
autor no hubiera podido evitarlo. Por lo tanto, la inevitabilidad se punibilidad del error evitable tiene lugar porque el autor pudo haber
convierte en un presupuesto de la exclusión de la punibilidad por er- tenido la conciencia de la antijuridicidad que realmente no tuvo al
ror de prohibición. La evitabilidad del error de prohibición, por el ejecutar el hecho, es decir, porque pudo obrar de otra manera.
contrario, determina la punibilidad del hecho típico, antijurídico y
culpable, con la pena del delito doloso, aunque con una pena atenua-
da según el art. 14.3 del Código Penal.
51
863. — La dependencia de la exclusión de la punibilidad de la ine- Welzel, Das Deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 171 y siguientes.
52
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 557; Neumann, en AK-
vitabilidad del error es explicable desde diversos puntos de vista. Pe- StGB, 1,1990, § 17,51.
53
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1992, p. 597.
54
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, 2a ed., 1977, §
17,24.
49 55
Otras críticas, referidas al concepto de dolo, en Kaufmann, Armin, en "JZ", Zielinski, Handlungs-und Erfolgsunwert im Unrechtsbegriff, 1973, p. 266 y ss.;
1955, p. 37 y ss. (ahora también enStrafrechtsdogmatik, p. 47 y ss.); Jakobs, Strafrecht, en la misma dirección Mir Puig, enLLespañola, p. 1 y ss.; Sancinetti, Teoría del delito y
Allgemeiner Teil, p. 132 y siguientes. disvalor de acción, 1991, p. 524 y siguientes.
50 56
Bacigalupo, en CGPJ, Estudios sobre el Código Penal de 1995,1.1,1995, ps. 123 Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3 a ed., 1949, p. 325 y siguientes.
57
y 124. Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 162 y siguientes.

28 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 435 436 ENRIQUE BACIGALUPO

865. — Desde una perspectiva procesal la inevitabilidad del error ta para la teoría de la culpabilidad consiste en determinar su evita-
de prohibición tiene una notable influencia sobre las exigencias de bilidad o inevitabilidad, con lo que la fundamentación de la decisión
motivación de la sentencia. La teoría estricta del dolo, es decir aque- se relaciona con el conjunto de circunstancias, en principio objetivas,
lla que excluye el dolo cuando el autor ha desconocido la prohibición, en las que el autor ejecutó la acción, y no ya con la comprobación del
pone al tribunal ante la difícil tarea de demostrar que el acusado que contenido de su conciencia en el momento del hecho.
alega un error sobre la antijuridicidad, por absurdo que esto resulte,
no dice la verdad58. Para evitar estas dificultades el programa inicial 867. — A partir de estos problemas prácticos se demuestra que
de la teoría estricta o rígida del dolo59 fue reducido mediante la teo- tanto la teoría "del dolo" como la teoría "de la culpabilidad" han in-
ría limitada del doloeQ, que introdujo el límite de la "ceguera jurídi- troducido diversas limitaciones, cuya finalidad coincidente es la de
ca". De acuerdo con esta variedad de la teoría del dolo, la actitud des- reducir las absoluciones fundadas en el error de prohibición sólo a los
viada del que no reconoce el derecho o no lo quiere reconocer, es decir, casos en los que ésta aparezca como merecida por el autor. Ambas
del que padece una "ceguera jurídica", producto de una actitud in- teorías difieren, sin embargo, en la caracterización de los casos de ab-
compatible con el orden jurídico, determinaría que el autor, "en ver- solución merecida.
dad, no haya infringido el derecho, no obstante lo cual se lo sanciona
en todo caso como un agente doloso"61. De esta manera, también la 868. — Esta problemática ha sido mal resuelta por el art. 14 del
teoría limitada del dolo lograba desplazar el problema de la funda- Cód. Penal. En efecto, al haber extendido al error de prohibición evi-
mentación de la prueba de un elemento subjetivo, que precisamente table el régimen de consecuencias jurídicas previstas para las exi-
por su naturaleza, es de difícil acceso a la comprobación de una acti- mentes incompletas, el legislador ha olvidado que el problema que se
tud del autor incompatible con el orden jurídico62. debe resolver no es idéntico. La atenuación obligatoria en uno o dos
grados que prevé el art. 14.3 del Cód. Penal puede resultar, a menu-
866. — También parte del mismo problema práctico la llamada do al menos, una atenuación excesiva, es decir, inmerecida. Por lo
teoría de la culpabilidad, que considera que la conciencia de la culpa- tanto, los tribunales se verán con frecuencia tentados de evitar una
bilidad es un elemento ajeno al dolo y que, por lo tanto, su ausencia, atenuación excesiva sosteniendo que el autor no los ha convencido de
causada por un error de prohibición, no excluye el carácter doloso de su alegación de error. Ello determina que el problema práctico que
la acción típica63. Para ello se vale de la evitabilidad del error. Com- pretende resolver la teoría de la culpabilidad con un texto como el del
probado (o alegado) el error por el acusado, la cuestión que se presen- art. 14.3 del Cód. Penal sólo pueda serlo a medias en el derecho vigen-
te. La necesidad de reforma, en consecuencia, era urgente, pero el le-
gislador no ha entendido el sentido de la reforma necesaria. Más
58
aún: ha agravado la situación al excluir al error de prohibición del ré-
Sobre esta problemática ver: Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a gimen de atenuación facultativa del art. 68 del Código Penal.
ed., 1975, p. 417 y siguiente.
59
Así en la terminología de Jakobs.
60
Cfr. Mezger, enLeipzigerKommentar, 7a ed., 1954,1.1, § 59, II, B, 17.b, p. 454. 869. — En la doctrina española la cuestión de la evitabilidad del
61
Mezger, en "Probleme der Strafrechtserneurung", en Festschrift für Kohl-
rausch, 1944, ps. 180 y ss. y 184.
error no ha merecido hasta ahora una atención especial. Un número
62
No se puede negar que este punto de vista debió cargar con el descrédito de ha- importante de autores no trata el tema64. En consecuencia, sólo ex-
ber sido adoptado por los Proyectos alemanes de 1936 y 1939, que caracterizaron la ac-
titud incompatible con el orden jurídico como una "actitud incompatible con una sana
concepción popular del hecho y de la ilicitud", cfr. Mezger, en "Probleme der Strafrecht-
64
serneurung", en Festschrift für Kohlrausch, 1944, p. 184. Bustos Ramírez, Manual de derecho penal. Parte general, 3 a ed., 1989, p. 346 y
63
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 416 y siguientes. ss.; Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 510 y ss.; Mir Puig, De-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 437 438 ENRIQUE BACIGALUPO

cepcionalmente se ha prestado atención a la cuestión de la evitabili- conducta, no lo ha conocido, sin embargo, por causas a él achacables
dad del error de prohibición65, a pesar de su extraordinaria significa- (descuido, indiferencia, desidia, precipitación, etcétera)". Asu vez, el
ción en la aplicación del antiguo art. 6 bis a) y del actual art. 14.3 del "error inevitable de prohibición será aquella hipótesis en la que el su-
Código Penal. jeto no ha podido acceder a la motivación derivada del mensaje nor-
El sector de la doctrina española que aborda el tema expresamen- mativo porque no se encontraba en condiciones de captarlo ni siquie-
te ofrece distintas respuestas. ra potencialmente"67. Esta escueta formulación no es incorrecta, pe-
ro, muy probablemente, no permitirá diferenciar adecuadamente
—a— entre el problema de la inevitabilidad y el de la inimputabilidad,
870. — Gómez Benítez coincide explícitamente con el llamado cri- pues, si se vincula la primera con el "acceso a la motivación" sin más,
terio objetivo. A su modo de ver, el juicio sobre la evitabilidad del er- es indudable que se superpondrá con la cuestión de la imputabilidad
ror debe ser objetivo: "teniendo en cuenta la situación concreta del o capacidad de culpabilidad en sentido estricto. La conocida senten-
sujeto, cualquier persona que se encontrase en la misma situación cia del BGHSt 2, p. 194 y siguientes muestra esta diferencia con cla-
podría haber realizado —antes de actuar típicamente— una serie de ridad: en los estados psicológicos que determinan la inimputabili-
comprobaciones que habrían esclarecido el carácter contrario al de- dad, el desconocimiento de la antijuridicidad es "consecuencia de un
recho del hecho. Este baremo objetivo no coincide con el que mide si destino inevitable del autor" y no puede fundamentar el reproche de
una conducta ha sido imprudente"66. Las críticas que se formulan al culpabilidad68 y esto los diferencia de los propios del error de prohibi-
criterio objetivo son, naturalmente, aplicables aquí en forma directa ción. Esta observación no significa negar, como es claro, que el cono-
a la posición de Gómez Benítez, que —como se vio— coincide total- cimiento (potencial) de la prohibición y la capacidad de culpabilidad
mente con él: la culpabilidad es un elemento individual. en sentido estricto sean supuestos especiales de la capacidad de mo-
tivarse de acuerdo con el deber jurídico, constitutivos del núcleo de la
responsabilidad que fundamenta la culpabilidad69. Sin embargo, es
- b - indudable la necesidad de una diferenciación más rigurosa de los
871. — Por su parte, Octavio de Toledo - Huerta vinculan la cues- presupuestos de la evitabilidad y de la capacidad de culpabilidad, to-
tión de la evitabilidad con la capacidad del autor. De acuerdo con su da vez que la inevitabilidad del error constituye un problema diferen-
punto de vista, "el error evitable de prohibición podría definirse como ciado, en la medida en la que se presenta cuando el autor del hecho tí-
aquella situación en la que el sujeto, hallándose en condiciones de co- pico y antijurídico tiene, además, capacidad de comprender la norma
nocer —al menos potencialmente— el carácter antijurídico de su y de obrar según esta comprensión, es decir, cuando es imputable y se
encuentra, por lo tanto, en condiciones (psíquicas) de captar el senti-
do de la norma y de motivarse por ella. Dicho con otras palabras, la
cuestión de la inevitabilidad del error requiere establecer qué ele-
recho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 659 y ss.; Muñoz Conde, Teoría general del de-
lito, 2a ed., 1989, p. 144 y ss.; Muñoz Conde -García Aran, Derecho Penal. Parte general,
mentos específicos permiten su determinación con independencia de
1993, p. 345 y ss.; Quintero Olivares - Morales Prats - Prats Camit,Derechopenal. Par- la capacidad de culpabilidad o imputabilidad en sentido estricto.
te general, 1996, p. 351 y ss.; Rodríguez Ramos, Compendio de derecho penal, 1988, p.
221 y siguientes.
65
Bacigalupo, Principios de derecho penal, 2a ed., 1990, p. 181 y ss.; ídem, Comen-
tarios a la legislación penal, 1985, V-l, p. 53 y ss.; Gómez Benítez, Teoríajurídica del de- 67
Octavio de Toledo- Huerta, Derecho penal. Parte general, p. 315.
lito, 1984, p. 487 y ss.; Octavio de Toledo - Huerta, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 68
Cfr. también Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, p.
1986, p. 314y ss.; Zugaldía Espinar, en Código penal comentado, 1990, p. 30y siguien- 200 y siguientes.
tes. 69
Kaufmann, Armin, FestschriftfürEberhard Schmidt, p. 322; Bacigalupo, Prin-
66
Gómez Benítez, Teoríajurídica del delito, nota 24, p. 487. cipios de derecho penal, p. 175.
440 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 439

— C —
damentó este punto de vista de la siguiente manera: "no todo error de
prohibición excluye el reproche de culpabilidad. Las carencias de co-
872. — El resto de los autores que tratan la cuestión de la evitabi- nocimiento son en cierta medida subsanables. Las personas, en tan-
lidad del error de prohibición70 han seguido los desarrollos de la dog- to están estructuradas sobre su autodeterminación moral libre, es-
mática alemana, estableciendo que la evitabilidad presupone que el tán en todo momento llamadas, como partícipes de una comunidad
autor haya tenido: jurídica, a comportarse de acuerdo al derecho y a evitar lo ilícito. Es-
1. Razones para pensar en la antijuridicidad, es decir, que las cir- te deber no se satisface si ellas sólo dejan de hacer aquello que resul-
cunstancias sean tales que haya cabido preguntarse por la in- ta a sus ojos claramente ilícito. Por el contrario, las personas tienen
fracción de la norma. que tomar conciencia, ante todo lo que piensan hacer, de si ello está
en consonancia con los principios del deber jurídico. Las dudas se de-
2. La posibilidad de obtener una correcta información sobre el
ben despejar mediante reflexión o informándose". Este criterio, vin-
derecho, que le hubiera permitido comprender la ilicitud de su
culado, como se ve, a la concepción de la evitabilidad del error como
comportamiento. infracción de un deber de información que existiría en todos los ca-
De estos elementos se tratará en los siguientes apartados. sos, ha merecido fuertes objeciones72. Se entiende que si se partiera
de una exigencia tan rígida la "vida social se paralizaría".
873. — Como se vio, la evitabilidad del error depende, según la
opinión generalizada en la doctrina alemana y en la seguida por par- (II)
te de la española, de dichas condiciones: el autor debe haber tenido
razones para pensar en la antijuridicidad y la posibilidad de esclare- 876. — Un sector de la doctrina actual sostiene que la capacidad
cer la situación jurídica. ¿Cómo se establecen ambos elementos que de comprobar la situación jurídica no sólo se da cuando el autor ha te-
fundamentan el juicio sobre la evitabilidad del error? nido una duda sobre la antijuridicidad, sino también cuando el autor
no tiene dudas, pero sabe que actúa en un ámbito en el que existe una
regulación específica y cuando el autor es consciente de producir un
(1) daño a otro o a la comunidad. "Si no se da ninguna de estas situacio-
874. — Las razones para pensar en la antijuridicidad se deben re- nes, se debe reconocer, en favor del autor que no ha sabido de la ilici-
ferir a circunstancias del hecho que proporcionan al autor un indicio tud de su acción, un error de prohibición inevitable"73.
de posible antijuridicidad. La cuestión de cuáles son estas circuns-
tancias es discutida. 877. — Similar es el punto de vista de Rudolphi, que excluye la dis-
culpa del error inevitable en los casos de acciones realizadas dentro
(I) de un ámbito de actividades especialmente reguladas o en supuestos
875. — El Tribunal Supremo Federal Alemán71 ha sostenido un de normas fundadas en valores fundamentales del orden jurídico so-
punto de vista extremo: todas las circunstancias de todos los hechos bre la base de la "culpabilidad por la conducta vital" o de un "repro-
constituyen razones para pensar en su antijuridicidad. Es decir, ac-
tuar es ya una razón para pensar en la antijuridicidad. El BGH fun-
72
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 601 y ss.; F-Chr. Schróder, en Leipziger
™ Bacigalupo, Principios de derecho penal, y especialmente, en Comentarios a la Kommentar, 10a ed., 1985, § 17,29.
73
legislación penal, V-l", 1985, ps. 53 y ss. y 83 y ss.; Zugaldía Espinar, en Código Penal Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 602; en parte también F-Chr. Schróder,
comentado. Leipziger Kommentar, 10a ed., 1985, § 17, 30; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner
71 Teil, 3 a ed., 1981, n° 586, Rudolphi, en Systematischer Kommentarzum Strafgesetzbuch.
BGHSt,t.2,p.201.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 441 442 ENRIQUE BACIGALUPO

che mediato de la culpabilidad por el hecho"74. Estos puntos de vista 879. —Apartir de estas premisas, la evitabilidad del error de pro-
tienen, sin duda, notorias ventajas prácticas, pues permiten, en re- hibición depende de si el autor es o no competente (responsable) res-
lación al punto de vista de Horn, una razonable limitación de los ca- pecto del defecto de conocimiento de la antijuridicidad. La cuestión
sos de inevitabilidad del error de prohibición. Sin embargo, no se tendrá diferentes respuestas según que el error recaiga sobre nor-
puede negar que, en realidad, no son totalmente consecuentes con su mas fundamentales (Grundlageirrtum) o sobre normas de un ámbi-
punto de partida. En efecto, si se pretende fundamentar la reprocha- to "disponible", es decir, normas cuyo contenido no es, en una socie-
bilidad del error de prohibición en la capacidad (no empleada) del au- dad determinada, "evidente". En el campo de las normas fundamen-
tor, lo cierto es que de esta manera no se lo logra, pues al extender los tales la competencia del autor, es decir, las razones para pensar en la
casos en los que el autor no ha tenido una duda sobre la antijuridici- antijuridicidad, sólo puede faltar si éste presenta un "déficit de socia-
dad (o sea al reducir el componente individual de la evitabilidad del lización" (por ejemplo, porque pertenece a una cultura diversa, en la
error) se aparta de la cuestión de la capacidad personal del autor, pa- que tales normas no son reconocidas); en tales casos se trata de una
ra retornar, calladamente, al criterio de la evitabilidad muy cercano situación similar a la de la inimputabilidad78. A las normas funda-
al de la infracción del deber de informarse sobre la antijuridicidad75. mentales pertenecen, además, las que regulan un ámbito vital en el
En otras palabras: introducen algo muy cercano al "deber de dudar". que el autor ha actuado un tiempo considerable, por ejemplo, las que
regulan el ejercicio de su actividad profesional79. En el ámbito de las
normas "disponibles", por el contrario, el autor no puede invocar en
(III)
su descargo un déficit real de conocimiento jurídico, si la norma hu-
878. — Un punto de vista diverso, aunque orientado en el mismo biera entrado en su conciencia, en el caso de que hubiera tenido una
sentido, es el que ha propuesto Jakobs76, que no se refiere a la capa- suficiente disposición de cumplir la norma. Ello es consecuencia de
cidad del autor sino que determina la evitabilidad según el fin pre- que el derecho penal debe garantizar que no se pueda contar con tal
ventivo-general (positivo). Desde esta perspectiva, el concepto de déficit para merecer una disculpa, pues, de otra manera, "no se po-
evitabilidad habría sido concebido de forma doblemente errónea. De dría proteger la confianza en que toda persona capaz de culpabilidad
una parte, la evitabilidad no es un fin en sí mismo, dado que si el au- (imputable) no permitirá que se produzca dicha situación"80. En su-
tor evita el error, dice Jakobs, habría tenido conciencia de la antiju- ma: Jakobs entiende que el autor debe responder por su error si de su
ridicidad, pero ello no significa que se lo debe disculpar, sino todo lo comportamiento surge un reconocimiento insuficiente del derecho
contrario. De otra parte, el concepto de evitabilidad conduce a una positivo81 y considera que existen razones para pensar en la antiju-
inadecuada asociación con el concepto psicológico de "capacidad", tal ridicidad "cuando la conducta del autor es incompatible con la vali-
como éste es entendido en el marco de la imputabilidad. Por el con- dez del orden jurídico positivo y el error no es casual ni puede ser im-
trario, la evitabilidad no debe constituir un problema psicológico si- putado a otro sistema"82.
no normativo: se trata de la respuesta a la pregunta sobre cuáles son
los factores psíquicos del error que el autor puede invocar en su bene-
ficio y cuáles son aquellos por los que él mismo tiene que responder77. 78
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, ps. 557,545. En gran medida
este punto de vista ha sido expuesto en la jurisprudencia, en numerosas sentencias en
las que se sostiene que no cabe reconocer el error de prohibición cuando éste se refiere a
74
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 17, 44 y si- normas elementales del ordenamiento jurídico.
79
guientes. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 546.
75 80
Cfr. sobre esta problemática: Bacigalupo, en Comentarios a la legislación penal, Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 558.
81
V-l°,p.86.
76
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 560.
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 556 y siguientes. 82
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 561. La palabra "sistema" en
77
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 558. la terminología de Jakobs se puede entender provisionalmente como sinónimo de "suje-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 443 444 ENRIQUE BACIGALUPO

(2) rea de verificar la corrección del consejo jurídico, pues ello lo llevaría
880. — Si el autor tuvo razones para pensar en la antijuridicidad, a una cadena interminable de comprobaciones que prácticamente
tendrá que cerciorarse respecto del significado jurídico de su conduc- impediría todo comportamiento86 lo que resultaría incompatible con
ta83. Los medios señalados en la doctrina como idóneos para despe- el derecho genérico a la libertad de acción que se deduce de la digni-
jar la incógnita a este respecto son la autorreflexión y la información dad de la persona y del derecho al libre desarrollo de la personalidad
que le es inherente (art. 10.1, CE).
en una fuente jurídica confiable. Ambos han sido señalados por la ci-
tada sentencia del BGHSt84, en la que —como se vio— se dijo que un
sujeto responsable debe despejar las dudas sobre la antijuridicidad 883. — En la teoría se asigna una gran importancia como fuente
mediante autorreflexión o información. de información a lajurisprudencia. Cuando el autor ha proyectado su
acción sobre la base de decisiones judiciales conocidas, su error sobre
la antijuridicidad será, por regla general, inevitable87. Problemática
(I) puede resultar en este sentido lajurisprudencia contradictoria. Pero
881. — La autorreflexión se caracteriza por un esfuerzo de con- en tales casos es evidente que no cabe exigir al autor alcanzar un co-
ciencia para comprender la significación jurídica de la acción. Pero, nocimiento que los propios tribunales no han podido establecer. En
es evidente que se trata de un medio totalmente condicionado por los estos casos, si el autor se ha comportado en uno de los sentidos admi-
contenidos de conciencia que son producto del proceso de socializa- tidos por la jurisprudencia, su error debe ser declarado inevitable. De
ción, y que sólo puede alcanzar su objetivo cuando se trata de normas aquí se deduce una razón más para lograr una verdadera unificación
ético-sociales generalmente reconocidas, es decir, en la terminología de la jurisprudencia, a través del Tribunal Supremo.
de Jakobs, pertenecientes al núcleo fundamental del derecho pe-
nal85. Es claro que si se trata de personas de una fuerte conformación 884. — La aplicación práctica de estas teorías requiere, como con-
religiosa o ideológica, es posible que el esfuerzo de conciencia no les secuencia de la errónea elaboración legislativa del texto del art. 14
permita llegar precisamente al contenido de las normas del orden ju- del Cód. Penal, distinguir claramente entre los problemas de prueba
rídico. del error o la ignorancia de la antijuridicidad y el problema de su evi-
tabilidad. En este sentido, se debe tener presente que el error de pro-
(II) hibición o sobre la antijuridicidad sólo puede ser considerado cuando
882. — La información, por el contrario, ofrece mejores posibilida- el acusado, de una manera explícita o implícita, lo haya alegado en su
des, siempre y cuando provenga de una fuente confiable. Normal- defensa. Si el tribunal entiende que esta alegación es veraz o puede
mente ésta será un abogado, pero también los notarios, procuradores serlo, el error o la ignorancia se tendrán por probados. Cuando, por el
y los funcionarios competentes en el ámbito en el que se debe desa- contrario, el tribunal estime que puede fundamentar racionalmente
rrollar el proyecto de acción. El ciudadano no debe cargar con la ta- la no veracidad de la alegación, deberá rechazarla motivando su de-
cisión (art. 120.3, CE)88.

to", pero teniendo en cuenta que, en todo caso, no se refiere sólo a sujetos psico-físicos,
es decir, a personas individuales.
83 86
Doctrina dominante: ver Bacigalupo, Comentarios a la legislación penal, V. Io, Cfr. Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 604.
87
p. 87 y siguientes. Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 605; Schroder, en Leipziger Kommentar,
84
BGHST, t. 2, p. 194 y siguientes. § 17,32 y ss. En la doctrina española: Cobos Gómez de Linares, Presupuestos del error
85
Cfr. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 545; Bacigalupo, Co- sobre la prohibición, 1987.
88
mentarios a la legislación penal, V. Io, p. 87. Cfr. SSTS del 15/4/89, Rec. n° 753/86; 3/5/89, Rec. n° 1452/87.
446 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 445

885. — Resumiendo: probada la ignorancia o el error sobre la an- art. 68 del Cód. Penal contiene un principio que permitirá dejar de la-
tijuridicidad se debe plantear la cuestión de si eran o no evitables. El do una jurisprudencia extremadamente discutible. En efecto, hasta
juicio sobre la evitabilidad se debe realizar separando dos momentos: ahora era dominante la jurisprudencia que entendía que cuando la
o) La cuestión de si el autor tuvo razones para suponer la antiju- ley autorizaba la atenuación de la pena en uno o dos grados, si se des-
ridicidad. cendía uno en éste eran aplicables las reglas que debían ser aplica-
b) Si tuvo a su disposición la posibilidad de aclarar la situación j u- das si se rebajaba la pena hasta el segundo grado89. Este criterio no
rídica. tenía un fundamento claro en el texto de la ley y sólo podía ser dedu-
cido de la preferencia que se acordaba a la disminución del grado de
la pena, aunque su aplicación no era luego totalmente consecuente.
8—Las consecuencias jurídicas del error
sobre la desaprobación jurídico-penal 888. — En la actualidad, el art. 68 del Cód. Penal libera a los tri-
886. — El art. 14.3 del Cód. Penal prevé una atenuación obligato- bunales de aplicar las reglas del art. 66 del Cód. Penal {mutatis mu-
ria de la pena del delito doloso. Se trata de la imposición de una ate- tandis, el antiguo art. 61, Cód. Penal) tanto en la reducción de uno co-
nuación exagerada de uno o dos grados de la pena. Esto ya es grave mo de dos grados, pues los faculta a imponer la pena inferior en uno
en el Código vigente, donde el error vencible de prohibición es consi- o dos grados "aplicándola en la extensión que estimen pertinente" (en
derado como una eximente incompleta. En el nuevo Código Penal se igual sentido, el art. 62 del Cód. Penal). Esta regla se debe aplicar
da una situación en la que es evidentemente difícil saber qué idea ha también en el caso del art. 14.3 del Cód. Penal, dado que no existen
tenido el legislador, pues ha modificado la consecuencia jurídica de razones para que el régimen de la atenuación sea diverso en el su-
las eximentes incompletas, convirtiendo la atenuación en meramen- puesto del error. Más aún, ya se ha puesto de relieve la comunidad
te facultativa —el art. 68 del nuevo Cód. Penal dice:"(...) los jueces o conceptual que existe entre el error y las eximentes incompletas.
tribunalespodrátt imponer (...) la pena inferior en uno o dos grados a
la señalada por la ley"—, mientras ha mantenido la misma atenua-
ción para el error vencible de prohibición, pero con carácter obligato- b —La capacidad de culpabilidad
rio. Cualquiera que sea la solución que se hubiera querido dar a las en el sentido estricto
consecuencias jurídicas de las eximentes incompletas, lo cierto es
que no se entiende qué razones existen para no haber adoptado el 889. — En la terminología tradicional se designa a este elemento
mismo criterio respecto del error de prohibición evitable. En todo ca- como "imputabilidad", queriéndose hacer referencia con ello a las
so, lo que era necesario era reducir los efectos de la obligatoriedad de condiciones para la imputación subjetiva de un hecho determinado,
la atenuación establecida para estos supuestos. Ello se podría haber es decir, a la atribución de una acción a un sujeto como su acción. Es-
llevado a cabo eliminando el vínculo de la atenuante con una medida ta terminología tradicional es, en realidad, poco práctica, porque no
mínima tan amplia como la prevista en el nuevo Código Penal. Una señala el elemento que realmente importa, sino el problema, en for-
formulación que permitiera la atenuación dentro del marco penal es- ma muy general, que se quiere resolver. Al reemplazarse esa termi-
tablecido para el delito —como una atenuación ordinaria— hubiera nología por la de "capacidad de motivación" o "capacidad de culpabi-
cumplido acabadamente con los objetivos político-criminales que lidad" se logra un mayor acercamiento al núcleo del problema dentro
aquí se postulan en esta materia. de la sistemática moderna.

887. — De cualquier manera, la nueva situación legal permite pa-


89
liar en alguna medida las equivocaciones del legislador, dado que el Cfr. SSTS del 14/4/89; 27/9/91; 19/2/92; 8/4/92; 21/11/93.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 447 448 ENRIQUE BACIGALUPO

890. — La cuestión de la capacidad de motivación es de naturale- psíquico permite "suponer una pérdida de la subjetividad" requerida
za eminentemente normativa: no debe confundirse, por lo tanto, con por el derecho penal91. En otras palabras: se trata de si el derecho vi-
una cuestión médica o psiquiátrica, aunque sea necesario determi- gente considera que el hecho punible ejecutado proviene de un suje-
nar algunos aspectos mediante la ayuda de conceptos médicos. to o si lo considera como un hecho de la naturaleza, que no se debe im-
La capacidad de motivación es la capacidad de determinarse por putar a ningún sujeto, aunque provenga de un ser humano.
el cumplimiento del deber, que requiere:
a) La capacidad de comprender la desaprobación jurídico-penal. 1 —La minoría de edad
b) La capacidad de dirigir el comportamiento de acuerdo con esa 893. — Los códigos penales excluyen de forma genérica la respon-
comprensión. sabilidad de los menores de cierta edad. En el español esta exclusión
891. — El Código vigente ha introducido en el art. 20.1° una nue- se establece para los menores de dieciocho años en el art. 19.
va fórmula legislativa respecto de la capacidad de culpabilidad, o
más concretamente de los estados personales que, bajo ciertas condi- 894. — En realidad, la exclusión de la responsabilidad de los me-
ciones, excluyen la capacidad de culpabilidad, que responde al lla- nores de cierta edad se apoya en la presunción juris et de jure de que
mado método biológico-psicológico o biológico-normativo. Se trata de aún no han alcanzado la madurez necesaria para comportarse de
una estructura de dos niveles: el correspondiente a los estados perso- acuerdo con su comprensión del derecho. Por este motivo tal vez de-
nales del sujeto y el que se refiere a los efectos de tales estados sobre la bería tratarse esta circunstancia fuera del capítulo correspondiente
capacidad de autoconducción del sujeto. Sin embargo, a pesar de la a las causas que excluyen la capacidad de motivación. La mayor par-
aparentemente diversa naturaleza de cada uno de los niveles, lo cier- te de los menores de dieciocho años tienen ya capacidad para compor-
to es que se trata de una "construcción normativa"90. Por lo tanto, en tarse de acuerdo con su comprensión de la desaprobación jurídico-
el art. 20. Io del Cód. Penal se deben distinguir, por un lado, las ano- penal del hecho; por esta razón, la edad menor de dieciocho años se
malías o alteraciones psíquicas que se deben comprobar como presu- debería considerar como una excepción personal al régimen del dere-
puesto y, por otro, la exclusión de laposibilidad del autor de compren- cho penal común.
der la ilicitud del hecho o de actuar conforme a esa comprensión, que
se debe verificar como consecuencia de aquellas anomalías. 895. — El momento de consideración de la edad es el de la comi-
sión del hecho, no el de la sentencia. Por tal debe entenderse, a su vez,
892. — Una explicación tradicional de esta fórmula de dos niveles el de la realización de la acción, sea que se trate de una acción de au-
afirma que debe existir una relación de causalidad entre las anoma- toría o de participación (complicidad o inducción).
lías o alteraciones psíquicas y la capacidad de autodeterminación.
Sin embargo, este punto de vista ha sido puesto en duda. No se trata 2 —Las anomalías o alteraciones psíquicas
de comprobar una relación de causalidad real, sino de establecer
normativamente si el sujeto se encontraba en una situación personal I—La exclusión de la capacidad de motivación
que le permitiera determinarse por la norma que vulneró. En este por enfermedad mental
sentido, no se trata de explicar la situación en la que el sujeto se ha 896. — Una anomalía o alteración psíquica se debe admitir sobre
motivado mediante un estado orgánico cerebral, sino de si ese estado todo en los casos de enfermedades mentales. El concepto de enferme-

90
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 522; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner 91
Teil, T ed., 1994, p. 729 y siguientes. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, ps. 495,522 y siguientes.
450 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 449

dad mental no se superpone con el concepto médico de la misma. Des- modificación enfermiza del cuerpo"96. Sin embargo, en las propias
de el punto de vista jurídico, con el que se debe interpretar estas ex- enfermedades mentales como la esquizofrenia y la manía depresiva
presiones, deben incluirse aquí, en primer lugar, las psicosis en sen- o circular estas transformaciones del cuerpo no han sido comproba-
tido clínico, tanto de origen exógeno como endógeno. Entre las exóge- das97. "La suposición de que la ciclotimia y la esquizofrenia provie-
nas se cuentan los delirios condicionados por parálisis esclerótica, el nen de enfermedades (corporales) es un puro postulado, si bien muy
delirium tremens, los que tienen sus orígenes en intoxicaciones y los probable y casi fundadamente constructivo"98. Las personalidades
estados psicóticos provenientes de tumores o lesiones cerebrales. La psicopáticas, en cambio, "no se refieren a una enfermedad" (corpo-
ebriedad puede ser considerada como enfermedad mental cuando ral)99. De manera que el límite entre enfermedad y simple anormali-
haya alcanzado un grado considerable (3700 de alcohol en la san- dad está basado en la pura postulación de una suposición no compro-
gre)92 capaz de excluir la capacidad de comprender y de comportarse bada experimentalmente. Es evidente que metodológicamente un
de acuerdo con esa comprensión. concepto semejante queda invalidado. Pretender establecer la línea
Las psicosis endógenas son fundamentalmente la esquizofrenia y divisoria de imputabilidad y no imputabilidad en base a él es por de-
la locura maníaco-depresiva. más criticable100.

897. —Las enfermedades mentales, además de ser agrupadas se- 900. — Una diferencia entre el concepto médico o psiquiátrico de
gún sus causas, como acabamos de ver, lo son también según sus sín- enfermedad mental y el concepto jurídico permite considerar como
dromes93. Desde este punto de vista, se distingue entre "el tipo de supuestos de enajenación o de perturbación de las facultades menta-
reacción aguda exógena", "el síndrome orgánico en sentido estricto" les, etcétera, a casos que, desde el punto de vista de sus efectos sobre
y "el síndrome psíquico cerebral local". la capacidad de motivación, tienen idénticas características. Se tra-
ta de situaciones en las que se comprueba una grave perturbación
898. — La epilepsia es considerada una enfermedad mental des- del "núcleo de la personalidad y de la capacidad de actuar de acuerdo
de el punto de vista jurídico, aunque en parte se rechaza su carácter con el sentido"101.
de psicosis endógena94.
901. — Aquí entran en consideración, en primer lugar, las psico-
899. — Es preciso señalar que el concepto de enfermedad mental patías. Ciertamente, los fundamentos mismos de éstas están hoy
de Kurt Schneider, al que tan frecuentemente se recurre en la prác- cuestionados, pues no puede demostrarse una distinción adecuada
tica, no es hoy en día admisible en la interpretación de las disposicio- entre las perturbaciones condicionadas por el desarrollo y las condi-
nes sobre exclusión de la capacidad de motivación95. En ello no deja cionadas por la disposición. El criterio del que deberá partir aquí el
de tener influencia el medio siglo de antigüedad de tal concepto. Pa- tribunal es el de si la gravedad de la perturbación la hace compara -
ra Schneider "sólo hay enfermedad en lo corporal, y un fenómeno es-
piritual morboso requiere ser condicionado por la existencia de una 96
Schneider, DiephsychopathischenPersónlichkeiten,p. 10.
97
Cfr. Schneider, Die psychopathischen Personlichkeiten; del mismo autor, Die
Beurteilung der Zurechnungsfahigkeit, 2a ed., 1953, p. 8.
98
Schneider, Die Beurteilung der Zurechnungsfahigkeit, p. 9.
99
92 Schneider, Die Beurteilung der Zurechnungsfahigkeit, p. 10.
Rudolphi, enSystematischerKommentarzumStrafgesetzbuch, § 20,7. 100
93 Cfr. Kaufmann, HMe,Kriminologie, p. 20; también Cabello, Psiquiatría foren-
Kaufmann, Hilde, Kriminologie, 1971,1.1, p. 21 y siguientes. se en el derecho penal, 1981, t. I,p. 167 y siguientes.
94
Cfr. Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Có- 101
Rudolphi, enSystematischerKommentarzum Strafgesetzbuch, § 20,14; Lenck-
digo Penal, p. 216; Kaufmann, Hilde, Kriminologie, p. 33 y siguientes. ner, en Schónke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, §§ 20,19 y 23.
95
Sctineider,DiepsychopathischenPersonlichkeiten,9aed., 1950; Iaed., 1923.

29 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 452 ENRIQUE BACIGALUPO
451

ble en sus efectos a una psicosis en sentido clínico, tomando en cuen- transitorio, sobre el que hubo diversidad de opiniones en la teoría es-
ta el caso concreto. En la psiquiatría moderna no pueden desconocer- pañola104.
se las tendencias que procuran prescindir de este concepto por care-
cer de una comprobación convincente. Desde nuestro punto de vista, 77—La exclusión de la capacidad de motivación
lo que se requiere es una perturbación permanente de la personali- por insuficiencia de desarrollo mental
dad que se exprese en la reacción concreta y de manera grave.
905. — Principalmente caen en este grupo los casos de oligofrenia,
"que sin embargo no expresan una unidad gnoseológica, sino que,
902. — En opinión de algunos tribunales, las psicopatías serían
desde un punto de vista etiológico, toman en cuenta las diversas cau-
siempre insuficientes para determinar la inimputabilidad. El fun-
sas, que en parte caen bajo conceptos somáticos de enfermedad, de
damento residiría en que no registran una base somática, según lo
tal forma que en estricta sistemática deberían tratarse bajo la psico-
requerido por el concepto de Schneider. Pero precisamente en una
importante clase de psicosis, como se demostró más arriba, tampoco sis"105.
se ha podido comprobar una base patológica corporal (psicosis endó-
genas). Ello demuestra que en definitiva no hay ningún apoyo cien- 906. — Se trata de personas cuya inteligencia no rinde en la medi-
tífico para negarles, en principio, a las psicopatías o a las personali- da suficiente como para servir a su organismo frente al mundo cir-
dades psicopáticas la calidad de situaciones equivalentes alas enfer- cundante106.
medades mentales. En definitiva, todo se apoya en una mera suposi- Las oligofrenias se distinguen, según el grado alcanzado por la
ción que, a su vez, descansa en otrano menos cuestionable: que la vi- afección, en debilidad mental, imbecilidad e idiocia. Sus causas sue-
da espiritual es un producto mecánico de la causalidad natural. len comprobarse como hereditarias, lesiones durante el embarazo e
inmediatamente después del nacimiento y en la temprana edad107.
La relevancia jurídico-penal de la insuficiencia intelectual está con-
903. — El concepto de enfermedad mental a que responde el ela-
dicionada por el efecto excluyente de la posibilidad de comprender la
borado por Schneider102 proviene de la concepción positivista natu-
criminalidad del acto y de dirigir las acciones.
ralista de la segunda mitad del siglo XIX. Este concepto médico, sin
embargo, atraviesa hoy dificultades103. La jurisprudencia más tradicional había considerado estos casos
Los tribunales, en consecuencia, deben reconocer este estado de la dentro del concepto de enajenación, aunque con excepciones108.
ciencia como condicionante de sus resoluciones y no decretar tam-
bién qué criterio tiene valor. 777—La exclusión de la capacidad de motivación
El carácter permanente o transitorio del trastorno mental no es, por grave perturbación de la conciencia
en realidad, esencial. La ley sólo quiere extender el concepto de en- 907. — Estos casos deben distinguirse de aquellos que importan
fermedad relevante para excluir la capacidad de culpabilidad a los una pérdida total de la conciencia y que tienen el efecto de excluir ya
casos en los que se trata de episodios no permanentes.

904. — Dado el concepto de enfermedad mental que hemos soste- 104


Jiménez de Asúa, La ley y el delito, p. 346 y ss.; Córdoba Roda, en Córdoba Roda
nido y que no se reduce al concepto positivista de la misma, no es pro- - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 218 y siguientes.
105
blemática la cuestión del "fondo patológico" del trastorno mental Kaufmann, Hilde, Kriminologie, p. 41.
106
Busemann, Psychologie der Intelligenzdefekte, 1959, p. 120.
107
Kaufmann, Hilde, Kriminologie, p. 42.
108
Weitbrecht, Psychiatrie ira Grundriss, 2a ed., 1968, p. 64. Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código
Kaufmaim, Hilde, Kriminologie, p. 20. Penal, 1.1, p. 214.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 453 454 ENRIQUE BACIGALUPO

la realización de una acción. "Perturbación de la conciencia es per- cer una delimitación normativa. En cambio, las dificultades no serán
turbación de la relación normal entre la conciencia del yo (autocon- excesivas cuando se cuente con un diagnóstico concluyente de enfer-
ciencia) y la conciencia del mundo exterior y, por lo tanto, una lesión medad mental, en cuyo caso podrá, por regla, asegurarse la inimpu-
de la autodeterminación"109. tabilidad. Hellmuth Mayer112 propone como fórmula la comproba-
ción de si el autor, en su hecho, "es todavía en esencia razonable".
908. — Hay acuerdo con respecto a que las perturbaciones no ne-
cesitan ser patológicas y a que, en consecuencia, pueden ser también 910. — La posibilidad de responder en forma médica a la pregun-
fisiológicas, como el sueño, etc. También se consideran aquí los casos ta por la posibilidad de comprensión y de dirección ha sido cuestiona-
de hipnosis o de estados posthipnóticos y los estados crepusculares da desde hace mucho. Alexander y Staub lo negaron en la década de
hípnicos. los '20 y más recientemente Kurt Schneider113 afirmaba que la "pre-
Por el contrario se discute en este contexto hasta qué punto la com- gunta por la capacidad de comprensión y dirección según esta com-
probación de un estado emocional de alto grado es suficiente, para te- prensión es objetivamente irrespondible; sobre todo, lo referente a la
ner por acreditados los presupuestos de la exclusión de la capacidad posibilidad de obrar de acuerdo a la comprensión"114. El propio Sch-
de motivación. En principio es admisible110, pero se percibe una ten- neider explica que, médicamente, sólo se podría responder a las cues-
dencia restrictiva respecto de las exigencias que debe cumplir. En tiones planteadas por la primera parte de la fórmula. "Casi nunca di-
parte se sostiene que en el momento del hecho el autor puede haber ferenciamos (los psiquiatras) en nuestras respuestas estas últimas
obrado sin capacidad de motivación, pero que es necesario analizar cuestiones (de la capacidad de comprender y dirigir); tan lejos, en
si en el momento de su producción, anterior a la realización del he- cierto modo, no llegamos"115.
cho, el estado emocional era inevitable al autor111.
4 —Las alteraciones de la percepción
3 — La consecuencia normativa
911. — El antiguo art. 8°.3 del Cód. Penal contenía una regla espe-
de las anomalías o alteraciones psíquicas
cial que excluía la responsabilidad penal para el sordomudo de naci-
909. — Esta verificación es lo que hemos designado como compo- miento o desde la infancia. Esta regla fue considerada, con razón, por
nente normativo de la fórmula legal. Se trata de un juicio valorativo muchos autores como superflua, pues estos casos cabían ya en las ca-
que debe realizar el juez. tegorías del art. 8o. I116.
Las reglas en base a las cuales debe realizarse la determinación
variarán según los casos. Principalmente las psicopatías y las neuro- 912. — La nueva redacción del art. 20.3°, que reproduce la intro-
sis crearán dificultades especiales pues, aun cuando se tenga a ma- ducida por la ley 8 de 1983, del 25 de junio, dice ahora: "...el que por
no un diagnóstico concluyente de ellas, su relevancia jurídico-penal sufrir alteración en la percepción desde el nacimiento o desde la in-
dependerá de la intensidad que hayan alcanzado. En estos casos se fancia, tenga alterada gravemente la conciencia de la realidad".
requiere ponderar cuidadosamente la situación procurando estable- Tampoco en este caso se puede decir que la redacción sea afortunada.

112
109
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 20, n° 10. Mayer, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 110.
110 113
Jescheck,LehrbuchdesStrafrechts,AllgemeinerTeil, p. 355; Rudolphi, enSys- Cfr. Schneider, Die Beurteilung der Zurechnungsfahigkeit.
114
tematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 20, n° 10; Lenckner, en Schónke - Sch- Schneider, Die Beurteilung derZurechnungsfahigkeit, p. 17.
115
róder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 20, n° 14. Schneider, Die Beurteilung der Zurechnungsfahigkeit, p. 17.
116
111
Cfr. Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 20, n° 12. Cfr. Díaz Palos, Teoría general de la imputabilidad, 1965, p. 222 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 455 456 ENRIQUE BACIGALUPO

Pero, dejando ello de lado, no cabe duda de que la nueva regulación acuerdo con él. En los casos de drogadicción que disminuye la capa-
es tan superflua como la anterior y que no requiere un tratamiento cidad de culpabilidad, la jurisprudencia suele aplicar el art. 21.6a del
específico. Sin embrago, gran parte de las críticas que merecía el an- Cód. Penal, en relación al 21. I a del mismo, como una atenuante sim-
tiguo texto117 se reproducirán con el nuevo. ple, es decir, sin los efectos previstos en el art. 68 del Cód. Penal. Tal
solución no deja de ofrecer dudas, dado que, si son análogos los pre-
913. — Lo aconsejable sería la derogación de esta disposición. Sin supuestos, deberían ser también análogas las consecuencias jurídi-
embargo, el legislador desoyó este punto de vista y no comprendió cas, lo que exigirá la aplicación del art. 68 del Código Penal118.
que agravaba la situación legal. En efecto, el antiguo art. 8°.3 del
Cód. Penal de 1973 estaba referido a una fórmula de la capacidad de 6 — Casos de discrepancia entre el momento de la ejecución
culpabilidad que no especificaba ninguna consecuencia normativa del hecho punible y la capacidad de culpabilidad: "actio libera in causa"
de los estados psíquicos que la excluían. Al cambiar la fórmula en el (arts. 20.r.IIy20.2°, CódigoPenal)
nuevo art. 20.1° del Cód. Penal cabe preguntar qué razón existe para
que en estos casos el legislador no requiera expresamente que el au- 915. — La nueva redacción del art. 20.1°.II del Cód. Penal estable-
tor no haya podido comprender la ilicitud del hecho o actuar confor- ce una regla que viene a resolver la polémica relativa a la llamada ac-
tio libera in causa, es decir, a los supuestos en los que el autor libre-
me a esa comprensión. Evidentemente ninguna. Por lo tanto, aun-
que el art. 20.3° del Cód. Penal no lo exija expresamente, a los efectos mente ha causado su propio estado de incapacidad y, luego, sin capa-
de la exclusión de la capacidad de culpabilidad se debe requerir que cidad de culpabilidad, comete el delito. En estos casos excepcional-
el autor no haya podido comprender la ilicitud ni comportarse de mente se dispone que "el trastorno mental transitorio no eximirá de
acuerdo con ella. pena cuando hubiese sido provocado por el sujeto con el propósito de
cometer el delito o hubiera previsto o debido prever su comisión". De
igual manera se establece en el art. 20.2° del Cód. Penal, como condi-
5—La capacidad de culpabilidad disminuida ción de la no punibilidad de los hechos cometidos en estado de intoxi-
cación plena por el consumo de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas,
914. — El art. 21.1a del Cód. Penal permite considerar como cir-
etcétera, que dicho estado "no haya sido buscado con el propósito de
cunstancia atenuante que el grado de los presupuestos o de las con-
cometerlo o no se hubiese previsto o debido prever su comisión".
secuencias de ellos no haya alcanzado la medida requerida para ex-
cluir la capacidad de motivación.
Ello es factible cuando la capacidad de motivación del autor se ha- 916. — De esta manera el legislador ha decidido una cuestión que
ya visto considerablemente reducida. Dada la gran diversidad de su- preocupó a la doctrina en los últimos tiempos119. También en la juris-
puestos, es posible admitir aquí la imposibilidad de señalar reglas prudencia se ha planteado la cuestión del fundamento de la respon-
generales precisas. El tribunal, sin embargo, deberá establecer por sabilidad en los casos de actio libera in causa120.
lo menos la existencia de una anormalidad del autor que incida en su
capacidad de motivación y que haya disminuido su entendimiento de
la desaprobación jurídico-penal o su posibilidad de comportarse de 118
Cfr. SSTS del 10/10/84; 26/6/85; 15/1/86; 29/3/86 y 23/3/87, entre otras.
119
Cfr. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 500 y ss.; Roxin, Strafrecht, Allge-
meiner Teil, p. 754; Neumann, Zurechnung und "Vorverschulden", 1985; Hruschka, en
117
Cfr. Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Có- "JuS" (1968), p. 554 y ss.; Joshi Jubert, La doctrina de la "actio libera in causa" en dere-
digo Penal, 1.1, p. 232 y ss. Críticamente también: Mir Puig, Derecho penal. Parte gene- cho Penal, 1992.
120
a
ral, 4 ed. ,1996, p. 604 y ss.; Muñoz Conde - García Aran, Derecho penal. Parte general, Cfr. STS del 31/3/93; en relación a lajurisprudencia sobre los delitos cometidos
1993, p. 330. bajo la influencia de drogas ver Joshi Jubert, en LLespañola, XV (N° 3475) del 11/3/94.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 457 458 ENRIQUE BACIGALUPO

917. — La nueva disposición no deja, de todos modos, de plantear tado de incapacidad, que eliminar la propia capacidad de motivación
dudas respecto del fundamento de esta decisión legislativa121. En es- no constituye todavía un acto típico, que con esta solución se priva al
te sentido cabe preguntar: ¿se establece un tipo penal autónomo me- inimputable de la posibilidad de desistimiento, etcétera. Si estas crí-
diante el que se sanciona el ponerse en estado de incapacidad para ticas prosperan, la regla del art. 20. Io. II del Cód. Penal sería impug-
cometer un delito o sin el cuidado debido al respecto? Si se adopta el nable desde la óptica del principio de culpabilidad.
segundo criterio (tipo independiente en el que se sanciona el haberse
puesto en un estado generador del peligro de un hecho punible), ya no 919. — Como alternativa a esta fundamentación se ha sostenido
quedarán prácticamente casos en los que sea necesario recurrir a la que, en realidad, la figura de la actio libera in causa constituye una
actio libera in causa. Sin embargo, esta interpretación obligaría a excepción de las reglas de la capacidad de culpabilidad, según las
considerar que el hecho cometido en el estado de incapacidad debería cuales el momento en el que se debe dar la capacidad de culpabilidad
ser considerado como una mera condición objetiva de punibili- es el de la ejecución del hecho (teoría de la excepción)125.
dad122. Es decir, si no se quiere vulnerar el principio de culpabilidad,
el autor debería ser punible con una pena distinta de la prevista pa- 920. — Desde el punto de vista del modelo dialogal de la imputa-
ra el hecho cometido en estado de incapacidad, dado que respecto de ción jurídico-penal se ha propuesto que estos casos sean considera-
éste no puede ser culpable. Pero, en la medida en la que la ley exige dos de la misma manera que los del provocador de la agresión, al que
que el dolo o la culpa del autor que creó su propia incapacidad se ex- se priva del derecho de legítima defensa. Por lo tanto, el que provoca
tienda a los hechos cometidos, parece que el legislador se ha inclina- su propia incapacidad de culpabilidad no puede invocar en su favor
do por la llamada "solución del tipo", ya postulada por la jurispruden- la regla del art. 20.1°.I del Código Penal126.
cia123. De acuerdo con esta solución, se considera que la conducta en
estado de incapacidad no es el fundamento de la punibilidad, sino el 921. — La solución del tipo es la correcta y, consecuentemente, las
haber determinado dicho estado, dado que este comportamiento an- propuestas alternativas son innecesarias. En efecto, la "solución de
terior es causal de la realización del tipo124. En este sentido se trata la excepción" se basa, sobre todo, en que dicha excepción no tiene res-
de un supuesto de autoría mediata en el que el propio sujeto actúa co- paldo legal, sino que encuentra su fundamento en el derecho consue-
mo instrumento de sí mismo. tudinario. Como es claro, ésta ya no es la situación del derecho vigen-
te, pues la excepción está expresa en la ley penal. La solución dialo-
918. — La construcción basada en la solución del tipo ha sido ata- gal propuesta por Neumann, a su vez, sólo sería necesaria si no fue-
cada desde diversos puntos de vista, sobre todo en lo que se refiere al ra posible considerar que la provocación de la propia incapacidad no
delito doloso. En este sentido se ha sostenido que es dudoso que el ac- puede ser considerada como la acción típica del delito cometido en di-
to previo sea causal de la acción formalmente típica cometida en es- cho estado. Pero, la similitud de esta situación con la de la autoría
mediata quita toda fuerza de convicción a este argumento, dado que
el que dolosamente se pone en estado de incapacidad de culpabilidad
121
Cfr. sobre el nuevo texto: González - Cuéllar, en Código Penal, doctrina y juris- se utiliza a sí mismo como instrumento. En el delito culposo, donde la
prudencia, Conde-Pumpido Ferreiro (dir.), 1.1,1997, art. 20, p. 592 y ss.; Morales Prats, autoría mediata no puede ser tomada como referencia, tampoco exis-
en Comentarios al Código Penal, Quintero Olivares (dir.), 1996, p. 139.
122
Cfr. Dreher - Tróndle, Strafgesetzbuch undNebengesetze, 43a ed., 1986; § 323 a,
9; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 503.
123
Cfr. SSTS del 31/3/93 y del 16/3/95; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed.,
125
1994, p. 755. Cfr. Hruschka, en "JuS" (1968), p. 554 y en "SchwZStr" 90,48.
124 126
Es claro que en este marco se pueda pensar en la inutilidad de estafigura:así Neumann, Zurechnung und Vorverschulden, 1985, ps. 176 y ss. y 178 y siguien-
Horn,en"GA''69,p.289. tes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 459

te ningún problema, dado que los esfuerzos por negar la relación de


causalidad de la acción de ponerse en estado de incapacidad respec-
to del delito luego ejecutado, tampoco merecen ser acogidos127.

127
Cfr. en el sentido de una negación de la causalidad: Puppe, en "JuS" 1980, p.
348; Neumann, Zurechnung und Vorverschulden, p. 26 y ss.; por todos ver la réplica de
Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 756.
462 ENRIQUE BACIGALUPO

b) Preparación. Es el proceso por el cual el autor se procura los


Capítulo X medios elegidos, con miras a crear las condiciones para la ob-
La extensión de la tipicidad a las formas tención del fin.
c) Ejecución. Es la utilización concreta de los medios elegidos en
imperfectas de realización del tipo la realización del plan. Las zonas correspondientes a la prepa-
ración y ejecución resultan de difícil determinación. Su distin-
ción sólo tiene sentido a partir del límite trazado por el legisla-
dor entre lo punible y lo no punible, es decir, en relación a los ti-
pos penales individuales de la ley penal.
Dentro de la ejecución es posible distinguir dos niveles de desa-
rrollo: uno en el que el autor no ha dado término todavía a su
plan (tentativa inacabada) y otro en el que ya ha realizado to-
922. — La acción es punible no solamente cuando concurren todas do cuanto se requiere según su plan para la consumación (ten-
las circunstancias que comportan el tipo objetivo y el subjetivo, con- tativa acabada).
sumación, (suponiendo que el autor sea culpable), sino también (ba-
d) Consumación. Es la realización de todos los elementos del tipo
jo ciertas circunstancias) cuando falte algún elemento requerido por
objetivo a través de los medios utilizados por el autor.
el tipo objetivo (tentativa). De esta forma entraremos en la cuestión
de la delimitación del comienzo de la punibilidad. En otras palabras,
y dado que un hecho punible tiene distintas etapas de realización, es
preciso delimitar en qué momento el autor ingresa en el límite mis- -§66-
mo de lo punible y cuándo se ha alcanzado la etapa que permite lle- LlMITES ENTRE LA PUNIBILIDAD
gar al máximo de punibilidad prevista. Y LA NO PUNIBILIDAD

924. —De estas etapas sólo pertenecen al ámbito de lo punible las


de la ejecución y la consumación. Tanto la ideación como la prepara-
— §65 — ción son penalmente irrelevantes. Esto surge del propio texto del art.
LAS ETAPAS DE REALIZACIÓN 3o del Cód. Penal, que adopta la fórmula del "principio de ejecución"
DEL HECHO PUNIBLE DOLOSO ("ITER CRIMINIS") para deslindar las zonas de la punibilidad y la no punibilidad.
923. — El hecho punible doloso se desarrolla en cuatro etapas: 925. — Es frecuente afirmar que "excepcionalmente" la ley casti-
ideación, preparación, ejecución y consumación. ga también actos preparatorios2. Tal afirmación es, por lo menos, su-
a) Ideación. Se trata de un proceso interno en el que el autor ela- perflua y quizás errónea. Preparación y ejecución son conceptos rela-
bora el plan del delito y propone los fines que serán meta de su tivos que dependen del punto en el quefijeel legislador el comienzo
acción, eligiendo a partir delfinlos medios para alcanzarlo. Es- de la protección penal del bien jurídico. En consecuencia, no hay "ac-
ta etapa está regida por el principio cogitationem poena nemo tos preparatorios" en sí, ni "actos de ejecución" en sí. La tenencia de
patitur1, que tiene jerarquía constitucional (art. 16, CE). instrumentos para falsificar, incriminada en el art. 400 del Cód. Pe-

1 2
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, t. VII, n° 1986. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 423 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 463 464 ENRIQUE BACIGALUPO

nal no representa un acto preparatorio "excepcionalmente" penado, cepto es común a los casos en que, a pesar de la falta de consumación
sino un acto auténtico de ejecución, porque el legislador ha desplaza- del delito, la acción era adecuada para alcanzarla (tentativa idónea)
do hasta esas acciones la protección del bien jurídico correspondien- y a los casos en que la acción carece de aptitud para alcanzar la con-
te. Desde el punto de vista del apoderamiento tenido en mira por el sumación (tentativa inidónea).
autor, la muerte del custodio de la cosa no es sino un acto preparato-
rio, pero nadie discutiría que no se trata de actos preparatorios ex-
cepcionalmente penados. La afirmación de que son punibles "sólo b—El fundamento de lapunibilidad de la tentativa
por especiales motivos político-criminales"3, con que aquella conclu-
sión suele ir acompañada, es la prueba de que en definitiva no hay ex- 928. — El entendimiento de los problemas que plantea el art. 16
cepción alguna, pues todos los delitos del Código están incriminados del Cód. Penal, requiere, previamente, establecer el fundamento de
por especiales motivos de política criminal. lapunibilidad de la tentativa. En la actualidad rivalizan por lo me-
nos cuatro teorías sobre esta cuestión:
926. — Tampoco tendría nada que ver con el tema, a nuestro jui-
cio, la cuestión de las "resoluciones manifestadas"4, que se refiere a —a—
la proposición y la conspiración (arts. 17 y 18, Cód. Penal). Estas for-
929. — La llamada teoría objetiva considera que la tentativa es
mas no son sino tipos penales de delitos autónomos. El legislador fi-
punible por el peligro que ha corrido el bien jurídico protegido. Esta
ja el límite a partir del cual protege un bien jurídico y con respecto a
teoría no puede admitir la punibilidad de la tentativa absolutamen-
este límite se podrá entonces decir qué es ejecución y qué es prepara-
te inidónea, es decir, aquella que de ninguna manera tenía aptitud
ción. La proposición y la conspiración resultarán, por regla, un acto
para producir la consumación6. Sin embargo, la teoría objetiva pudo
preparatorio de otro hecho punible en los códigos que no las incrimi-
ser extendida a la tentativa inidónea reconociendo que no sólo entra-
nan expresamente; cuando estén incriminadas serán ya, sin duda,
ría en consideración el peligro corrido por el bien jurídico, sino tam-
un delito autónomo5.
bién la peligrosidad exteriorizada por el autor. Esto sólo resultó posi-
ble en la medida en que la pena se fundamentó en la prevención es-
pecial7. "La relación tiene que darse en un doble sentido: en la peli-
— §67 — grosidad del hecho y en la peligrosidad del autor"8. La teoría objetiva
CONCEPTO Y FUNDAMENTOS es mayoritaria en la dogmática española9.
DE LA PUNIBILIDAD DE LA TENTATIVA
- 6 -
a — Concepto 930. — La teoría subjetiva, por el contrario, toma como punto de
partida, no ya la puesta en peligro del bien jurídico, sino la compro-
927. — Hay tentativa cuando el autor, con elfinde cometer un de-
lito determinado, comienza su ejecución, pero no lo consuma por cir-
cunstancias ajenas a su voluntad (art. 16.1, Cód. Penal). Este con- 6
Feuerbach, Lehrbuch des germinen in Deutschland geltenden peinlichen
Rechts, 4a ed., 1808, p. 43; Liszt - Schmidt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, p. 301 y
siguientes.
7
3
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 423 y siguientes. Liszt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, 16/17aed., 1908, § 46, n° 2; ampliado
4 en Liszt - Schmidt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, ps. 301,313 y siguientes.
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, t. VII, n° 2000. 8
5 Cfr. Liszt - Schmidt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts.
En detalle respecto del Código español: Cuello Contreras, La conspiración para
9
cometer el delito, 1978. Mir Puig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 329.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 465 466 ENRIQUE BACIGALUPO

bación de una voluntad hostil al derecho. Esta teoría permite conce- cho sólo será admitido cuando conmueva la confianza de la generali-
bir la punibilidad de toda tentativa, inclusive la inidónea, pues den- dad en la vigencia del orden jurídico y, de esta manera, pueda ser da-
tro de su esquema una distinción entre tentativa inidónea e idónea ñada la paz jurídica"13. Esta teoría ha sido criticada con razón por Ja-
no tiene sentido: toda tentativa es inidónea pues, de haber sido idó- kobs, pues sitúa erróneamente la problemática. No se trata de la
nea, se hubiera consumado el delito10. El fundamento de esta teoría "conmoción de la confianza de una pretendida generalidad" —que
está dado por la teoría de la equivalencia de las condiciones: si todas puede ser demostrada empíricamente para cada caso en el que se de-
las condiciones son equivalentes para el resultado, no hay distinción be aplicar la norma que sanciona la tentativa— sino de la "legitimi-
posible en el plano objetivo; es preciso entonces recurrir al subjetivo. dad de la intervención antes de la realización del tipo"14. A ello se de-
"En sentido estricto es inclusive inadecuado hablar de un medio ini- be agregar que desde el punto de vista de esta teoría la preparación
dóneo, porque la inidoneidad es lo opuesto al medio"11. del delito (sobre todo si es un delito grave) también debería conmover
la confianza de la generalidad y, por lo tanto, no justificaría la no pu-
931. — La teoría subjetiva, de cualquier manera, requiere tam- nibilidad de los actos preparatorios.
bién la existencia de una acción objetiva que haya comenzado la eje-
cución del hecho. Mientras las teorías objetivas no permiten alcan- — d-
zar las tentativas inidóneas, es decir, tienen un fundamento insufi-
ciente para quienes consideran político-criminalmente necesaria la 933. — En la moderna dogmática funcionalista el fundamento de
punibilidad de éstas, las teorías subjetivas ofrecen dificultades para la punibilidad de la tentativa consiste en que a través de su intento el
excluir de la punibilidad las tentativas irreales (supersticiosas: el autor expresa su desobediencia a una norma realmente existente15.
autor cree por medios supersticiosos poder consumar el delito), de las Se trata, por lo tanto, del carácter expresivo de la negación de una
que se postula la innecesariedad político-criminal de su punibilidad. norma. De esta manera se excluye de la punibilidad las tentativas
supersticiosas, en las que el autor recurre a fuerzas sobrenaturales
Resumiendo: las teorías objetivas fijan el comienzo de la punibili- (dado que tal recurso no está prohibido por norma alguna) o en los
dad en el peligro recorrido por el bien jurídico, mientras las subjeti- que se dirige contra objetos sobrenaturales (lo que tampoco prohibe
vas lo hacen en la exteriorización de la voluntad de lesionarlo, aun- norma alguna). Asimismo resultarán irrelevantes para el derecho
que no lo ponga concretamente en peligro.
penal, porque no se dirigen contra ninguna norma, los intentos basa-
Ambas teorías han sido abandonadas desde hace tiempo en la dog- dos en "conocimientos logrados a partir de una fuente, en principio
mática alemana y probablemente también en la italiana12. inadecuada (sueño, sentimiento intuitivo, sugestión)"16. Lo decisivo,
en todo caso, es si el autor obró o no según un juicio racional, es de-
— C —
cir, expresando desde su perspectiva un proceder que racionalmente
932. — Un punto de vista distinto representa en la actualidad la hubiera podido vulnerar la norma. Por ejemplo: el que piensa que po-
teoría de la impresión, de acuerdo con la cual "elfundamento de lapu- ne una dosis mortal de veneno en la sopa de su víctima, pero por er-
nibilidad de la tentativa es la voluntad activa contraria a una norma ror sólo ha puesto azúcar ha obrado según un juicio racional, pues si
de conducta, pero el merecimiento de pena de la acción dirigida al he- no se hubiera equivocado habría podido realizar su propósito. Este

10
Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 8a ed., con la colaboración de Weber, 13
Jescheck - Waigend, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, 5a ed., 1996, p.
1977, § 26,3, II, p. 490; Bockelmann, Strafrechtliche Untersuchungen, p. 138. 514.
11
Buri, Ueber die sog. untauglichen Versuchshandlungen, en "ZStW 1,1881, p. 14
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., p. 712.
185 y siguientes. 15
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., p. 712.
12
Fiandaca - Musco, Diritto Pénale. Parte genérale, 1990, p. 233 y siguientes. 16
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., p. 714.

30 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 468 ENRIQUE BACIGALUPO
467

caso se diferencia claramente del que cree que puede matar a otro in- berían producir el resultado". En la dogmática italiana, interpretan-
vocando fuerzas sobrenaturales. El primero expresa y comunica su do un texto más claro que requiere expresamente idoneidad, se afir-
desconocimiento de la norma; el segundo no, pues tales irracionali- ma en la actualidad que "la idoneidad para producir el resultado no
dades no están prohibidas por ninguna norma17. puede ser entendida en sentido estrictamente causal"21. Esto tam-
bién vale para el derecho español: "Objetivamente" no significa lo que
—e— la ley no dice, es decir, peligro real de producción causal del resulta-
do. Ni siquiera recurriendo al art. 62 es posible sostener lo contrario,
934. — El nuevo texto del art. 16 del Cód. Penal ha dado lugar a toda vez que esta disposición sólo dice que la pena del delito tentado
distintos entendimientos respecto del fundamento de la punibilidad se debe graduar "atendiendo al peligro inherente al intento y al gra-
de la tentativa, lo que prácticamente se manifiesta en diversas opi- do de ejecución alcanzado". Estas expresiones no significan que sin
niones respecto de la punibilidad de la tentativa inidónea. La cues- peligro no hay punibilidad, sino que la ausencia de peligro permite
tión proviene del giro redaccional que ha dado el legislador a los ac- reducir al máximo la pena. El "peligro inherente al intento" se refie-
tos ejecutivos, que, de acuerdo con el nuevo texto del art. 16, "objeti- re al que corresponde al caso concreto, no a un peligro esencial para
vamente deberían producir el resultado". Asimismo, el art. 62 prevé la existencia de cualquier intento.
que la pena se aplicará "atendiendo al peligro inherente al intento y
al grado de ejecución alcanzado". Por lo tanto, "objetivamente", quiere decir que la producción del re-
sultado no puede depender sólo de la imaginación del autor, sino que
Sobre la base de estos textos se sostiene que "ya (no) sólo se descar- el plan de éste debe tener un fundamento racional.
ta (...) que la tentativa absolutamente inidónea pudiera ser castiga-
da, sino también la de supuestos de inidoneidad relativa"18.
937. — De esta manera, como lo sostiene Jakobs, dentro de los
935. — Pero, a la vez se afirma que el adverbio "objetivamente" ex- comportamientos comunicativamente relevantes, es decir, de aque-
cluye la punibilidad de la tentativa irreal, pero subrayando que "ello llos en los que el plan del autor objetivamente considerado es racio-
no impide, sin embargo, la punición de la tentativa (o "delito imposi- nalmente apto para causar el resultado, "no hay ninguna diferencia
ble") no irreal"19. Desde este punto de vista, "peligrosidad objetiva no entre tentativa idónea e inidónea: más aún, toda tentativa que no se
significa que, tal como han ido las cosas en el caso concreto, los actos extiende a la consumación, vista desde su conclusión (ex-post) es ini-
preparatorios o ejecutivos hayan podido producir la consumación, dónea, de la misma manera que desde la perspectiva de quien la em-
pero sí que en otras circunstancias hubieran podido conducir a prendió (subjetivamente ex-ante) es idónea"22.
ella"20.
938. — El punto de vista aquí sostenido tiene una clara justifica-
936. — Lo primero que se debe señalar es que el texto no habla de ción político-criminal. En primer lugar, porque toda tentativa impli-
"peligro objetivo", sino de hechos exteriores "que objetivamente de- ca un error del autor sobre la idoneidad de su acción (ex-post conside-
rada). Desde este punto de vista, no existe diferencia alguna entre la
acción del campeón de tiro que, ignorando que otro descargó el arma
17
Probablemente en sentido similar Muñoz Conde - García Aran, Derecho penal. con el que dispara para matar a otro, realiza una acción peligrosa, y
Parte general, 1993, p. 378, aunque haciendo referencia a la distinción entre tentativa
absoluta y relativamente inidónea.
la del pésimo tirador que, con un revólver cargado y gran nerviosi-
18
Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho Penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 656,
donde hacen referencia al mismo tiempo a inidoneidad abstracta, concreta y la inido-
neidad absoluta y relativa.
19
Mir ¥mg, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 329. Fiandaca - Musco, Diritto Pénale. Parte genérale, 1990, p. 233.
20
Mir ~P\iig, Derecho penal. Parte general, 4a ed., 1996, p. 329. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., p. 720.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 470 ENRIQUE BACIGALUPO
469

dad, apuntando mal quiere matar a otro que está a considerable dis- pío, una persona que ya ha muerto) —es decir: no es un torpe, sino un
tancia de él. Es evidente que tanto da que el arma esté descargada o descuidado—. En suma: No se debe tratar de la misma manera al au-
que con el arma cargada no se apunte correctamente. En ambos ca- tor torpe, que cree en medios que nunca producirían racionalmente
sos el autor ha tenido un plan que, objetivamente considerado, es ra- el resultado, y al autor que no consumó el delito sólo por descuido, pe-
cionalmente apto para causar el resultado, pues intentar matar con ro que lo hubiera hecho prestando más atención. El primero está
un arma tiene la posibilidad racional de causar el resultado y expre- muy cerca de ser un delincuente sólo con el pensamiento (cogitatio-
sa, por lo tanto, la negación de la norma que fundamenta la punibili- nempoena nemopatitur). La teoría subjetiva tradicional había seña-
dad de la tentativa. lado ya estas diferencias distinguiendo entre errores nomológicos
(errores sobre las leyes del suceso), que darían lugar a tentativas
939. — En segundo lugar, es preciso tener en cuenta que las expre- irreales (impunes) y errores ontológicos (de percepción), que sólo
siones "peligro inherente al intento" del art. 62 del Cód. Penal no pue- conducirían a una tentativa inidónea (punible)24. Sin embargo, con
den perjudicar en modo alguno la interpretación realizada. En efec- razón ha criticado Jakobs la distinción entre errores nomológicos y
to, ex-post toda tentativa no es peligrosa, es decir, no es causalmente ontológicos, dado que los límites entre unos y otros errores son abso-
peligrosa, pues la acción no hubiera podido producir el resultado; por lutamente imprecisos25. En efecto, un error referente a la existencia
lo tanto, el único sentido razonable que cabe darles es el del peligro de la víctima es tanto un error de percepción (ontológico), dado que
inherente al intento ex-ante, desde la perspectiva del autor (pues, ésta no está en el lugar, como un error sobre las leyes del suceso (no-
desde la perspectiva ex-ante de un tercero que supiera lo que el autor mológico), ya que según éstas es imposible matar en un lugar deter-
no sabe, la tentativa tampoco sería peligrosa). Se trata, por lo tanto, minado a quien no se encuentra en el mismo.
de la peligrosidad supuesta por el autor: los casos de tentativa son su-
puestos de error de tipo al revés, dado que el autor supone una idonei- 941. — Por último es necesario subrayar que estas consideracio-
dad que no se da. nes permiten superar definitivamente la supuesta distinción entre
tentativas absolutamente inidóneas y relativamente inidóneas, que
940. — En tercer lugar, el criterio aquí propuesto tiene una base ha sido desde antiguo rechazada en la doctrina por ser prácticamen-
criminológica adecuada, ya que no permite confundir las tentativas te irrealizable. Se trata de la misma cuestión que la referente a los
"inidóneas" con las "irreales" o "supersticiosas"23. Es claro que el au- errores nomológicos y ontológicos: tampoco aquí es posible una dis-
tor de una tentativa irreal o supersticiosa sabe qué medios utiliza tinción precisa entre ambas formas de inidoneidad de la tentativa.
(ruegos, sustancias a las que asigna poderes sobrenaturales, etcéte- Jiménez de Asúa es categórico en el rechazo de esta distinción cuan-
ra), pero cree que tienen una capacidad causal que carece de todo do dice: "En suma, esta fórmula de la inidoneidad absoluta, que aca-
fundamento en el contexto cultural en el que tiene lugar la acción (es rreaba la impunidad, y de la inidoneidad relativa, que se considera-
decir: el autor es un torpe). En la tentativa inidónea el autor supone ba punible, es la que se llama 'antigua teoría objetiva' por Mezger y
que realiza una acción idónea con medios aptos (por ejemplo, veneno) por Welzel y que, como se ha dicho, considérase hoy derrumbada"26.
o sobre un objeto realmente protegido (una persona viviente), pero
por su falta de cuidado emplea otros que frustran su plan (por ejem- 24
plo, azúcar) o dirige su acción sobre un objeto no protegido (por ejem- Cfr. por todosFmnk, Das Strafgesetzbuchfür das Deutsche Reich, 17aed., 1926,
p. 89 y ss.; un cierto paralelo ha propuesto Struensee, en "ZStW" 102 (1990), ps. 21 y ss.
y 31 y siguientes.
25
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 720, nota 56.
26
23
Así, sin embargo, Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. JiménezdeAsúa,Tratadodederechopenal,t. VTI, 1970, p. 696; en el mismo sen-
656; más claramente aun: Ma Rosa Moreno-Torres Herrera,La tentativa punible; su de- tido en la dogmática alemana Nagler - Jagusch, Leipziger Kommentar, T ed., 1954, p.
limitación frente al delito irreal, tesis doctoral, Granada, 1996. 191.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 471 472 ENRIQUE BACIGALUPO

El famoso ejemplo del carterista que introduce la mano en un bolsi- que en esta última el tipo objetivo no está completo, a pesar de estar-
llo vacío es una demostración de la no practicabilidad de la delimita- lo el tipo subjetivo28.
ción de ambas formas de tentativas inidóneas. Es evidente que la ac- En consecuencia, son elementos del tipo de la tentativa: el dolo del
ción no hubiera podido conducir en forma alguna a la consumación: autor (y los demás elementos del tipo subjetivo) y el comienzo de eje-
sin embargo, hay quienes sostienen que si la víctima del hurto care- cución de la acción típica (tipo objetivo). Por razones exclusivamente
cía completamente de dinero la tentativa era absolutamente inidó- prácticas la exposición comienza por el tipo subjetivo.
nea, mientras que la inidoneidad sólo sería relativa si el dinero esta-
ba en otro bolsillo.
a—El dolo y los elementos requeridos por el tipo subjetivo
en la tentativa (tipo subjetivo del delito tentado)
c — Tentativay delito putativo
944. — Solamente existe tentativa del delito doloso29. En España
942. — La tentativa se debe diferenciar del delito putativo. La doc- se ha tendido a excluir la punibilidad de la tentativa "culposa" soste-
trina dominante considera que la tentativa es un error de tipo al re- niéndose que, según el antiguo art. 565, se requería para la pena la
vés (el autor supone erróneamente la existencia de un elemento del producción del resultado típico, es decir, la consumación30.
tipo que no se da), mientras el delito putativo es considerado un error Si para la consumación es suficiente con el dolo eventual, también
de prohibición al revés (el autor supone que su conducta está prohi- lo será para la tentativa31.
bida por una norma que, en realidad, no existe). Un delito putativo
existirá también en los casos de error de subsunción al revés; a pesar
de que en estos casos el autor tiene un error al revés sobre un elemen- b—El comienzo de ejecución
to normativo, cuando supone que un hecho que comprende correcta-
mente constituye un elemento normativo, en realidad, supone erró- 945. — Aclarado el fundamento de la punibilidad de la tentativa y
neamente la antijuridicidad. Por ejemplo: el autor supone que un es- la cuestión de la tentativa inidónea, es preciso abordar la de la distin-
crito que no puede ser atribuido a ninguna persona tiene el carácter ción entre actos preparatorios y de ejecución. Dicho en otros térmi-
de documento; su error conduce a suponer que una norma prohibe la nos: la determinación del momento en el que comienza la tentativa
alteración de tal escrito, cuando ésta, en verdad, no existe27. punible, dado que la preparación del delito no es punible, mientras la
ejecución, desde su comienzo, lo es.

— §68 —
LOS ELEMENTOS DE LA TENTATIVA 28
Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 511 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des
Strafrechts, Allgemeiner Teil, n° 660 y siguientes.
943. — La tentativa se caracteriza por la falta de algún elemento 29
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 661; Rudolphi, en Systematischer
del tipo objetivo; por lo tanto, en ella el tipo subjetivo —dolo, elemen- Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 22, n° 1; Maurach - Gossel - Zipf, Deutsches Stra-
tos subjetivos, etcétera— permanece idéntico a la consumación. La frecht, t. II, p. 22; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 417; otro pun-
to de vista Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 620.
distinción entre el delito consumado y la tentativa reside, pues, en 30
Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al
Código Penal, t.1, p. 148 y siguientes.
31
Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 721, con diversas distinciones. Código Penal, 1.1, ps. 95 y 125.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 474 ENRIQUE BACIGALUPO
473

946. — La doctrina tradicional ha recurrido a criterios que permi- ne Jakobs distinguir entre criterios obligatorios (negativos) y crite-
ten fijar el comienzo de ejecución desde una perspectiva objetiva, rios variables (positivos).
desde una subjetiva o recurriendo a criterios mixtos. En todo caso A los primeros, (criterios negativos), pertenecen los siguientes:
siempre se ha reconocido que "no es fácil encontrar una fórmula de a) No será de apreciar comienzo de ejecución cuando la situación,
validez general para la delimitación de ambos grupos de acciones"32, según la representación del autor, no sea cercana a la consu-
llegando inclusive a afirmarse que una segura delimitación "proba- mación. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que, aunque
blemente no es siquiera posible"33. Entre nosotros también existe el la ley diga que los actos ejecutivos deben dar comienzo directa-
mismo escepticismo34. En la dogmática española este último ha sido mente a la ejecución, ello no puede entenderse de una manera
el punto de vista defendido por Jiménez de Asúa35. En la búsqueda literal, como "ausencia de toda fase intermedia"40. En efecto, el
de una solución, se ha propuesto recurrir a una determinada cerca- autor que conecta un explosivo que debe ser operado por un ter-
nía de los actos con la acción ejecutiva del delito al peligro corrido por cero inocente (casos de autoría mediata), da sin duda comienzo
el bien jurídico (puntos de vista objetivos) o bien se ha intentado apo- a la ejecución, pues su acción es cercana a la consumación, aun-
yar la decisión en el propio juicio del autor (puntos de vista subjetivos que no lo sea desde un punto de vista temporal o espacial.
basados en el plan del autor).
b) Los comportamientos socialmente habituales para el ejercicio
947. — Ejemplo claro de la primera dirección es la conocida fórmu- de un derecho o considerados un uso social habitual no consti-
la de Frank, según la cual el comienzo de ejecución es de apreciar tuyen comienzo de ejecución. Por tal motivo se deben excluir,
en principio, del ámbito de la punibilidad acciones como diri-
cuando los "actos, dada su necesaria pertenencia a la acción típica,
aparecen como parte de ella según una concepción natural"36. En Es- girse al lugar del hecho, ingresar en un lugar público, etcétera.
paña Rodríguez Mourullo37 recomienda la adopción de esta fórmula Los criterios de decisión variables se concretan de la siguiente ma-
junto al "criterio del peligro directo". Desde un punto de vista subje- nera:
tivo se sostiene que se da un acto de ejecución cuando el autor toma a) Se requiere, en principio, una cierta cercanía temporal con la
la decisión definitiva de cometer el delito y desde el punto de vista ob- acción típica misma, en el sentido de la fórmula de Frank.
jetivo o subjetivo pone al bien jurídico en peligro38.
b) El comienzo de ejecución se debe admitir cuando el autor se in-
948. — La improbabilidad de lograr una fórmula general ha con- troduce en la esfera de protección de la víctima o actúa sobre el
ducido en las tendencias más modernas a la elaboración de un catá- objeto de protección (por ejemplo, se introduce en la casa donde
logo de criterios orientadores de la decisión39. En este sentido propo- va a robar o tiene en sus manos el documento que ha decidido
falsificar en ese momento).
32
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 383. 949. — La jurisprudencia del Tribunal Supremo en esta materia
33
Frank, Das Strafgesetzbuch für das Deutsche Reich, p. 85. tiende a operar con un catálogo de criterios semejante al que se aca-
34
Rodríguez Mourullo en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Có-
digo Penal,t.l, 1972, p. 116. ba de exponer41. Sin embargo, en la jurisprudencia más antigua se
35
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, t. VII, p. 551 y siguientes.
36
Frank, Das Strafgesetzbuch für das Deutsche Reich, p. 86.
37
Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al 40
Así, Mir Puig, Derecho penal. Parte general, p. 340.
Código Penal, t.1, p. 117. 41
En el mismo sentido Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mouru-
38
Vreher-Trondie, Strafgesetzbuch undNebengesetze,Uaed., 1988,§22, 11; Ot- 11o, Comentarios al Código Penal, t.1,1972, p. 117 y ss., con un estudio completo de la ju-
to, Grundkurs Strafrecht, Allgemeine Strafrechtslehre, 3a ed., 1988, p. 266. risprudencia.
39
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 729 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 475 476 ENRIQUE BACIGALUPO

encuentran sentencias que estiman el comienzo de ejecución cuando La más antigua de las fundamentaciones es la denominada teoría
se realizan actos que inmediatamente, según el plan del autor, de- de la política criminal, llamada también teoría del premio, que pro-
sembocarán en la realización de la acción típica42. Con razón esti- pugnó Feuerbach. Según esta posición la ley ha querido crear un mo-
man Rodríguez Mourullo y Cerezo Mir43 que resoluciones de esta ín- tivo para que, envista de la exención de la pena, el autor desista de su
dole entrañan un quebranto del principio de legalidad. Un criterio hecho. Muchos autores han seguido esta posición recordando la fra-
tan genérico, que no tiene en cuenta la cercanía del acto con la consu- se de von Liszt de que la ley otorgaba "un puente de oro" al delincuen-
mación en la representación del autor, ni una cierta cercanía tempo- te que se retiraba de la comisión del delito.
ral, etcétera, extiende el comienzo de ejecución exageradamente. Sin embargo, la teoría ha sido criticada con razón ya por M.E. Ma-
yer, dado que, en la medida en que la mayoría de los autores no tiene
950. — La jurisprudencia más reciente44 tiende a exigir una ma- conocimiento de este "puente de oro", mal puede constituirse en mo-
yor cercanía entre la acción realizada y la consumación, de la misma tivo de desistimiento46.
manera que ya lo habían hecho otras sentencias (por ejemplo, la del
3/12/47, aunque sobre la base de la no punibilidad de la conspiración 953. — Más modernamente, se ha entendido que se trata de un ca-
en el Código Penal de 1932). so de eliminación de la pena fundado en la circunstancia de que el au-
tor, con su desistimiento, ha demostrado que su voluntad criminal no
era suficientemente fuerte o intensa, por lo que, tanto desde un pun-
to de vista preventivo-especial como preventivo-general, la pena
— §69 — aparece como innecesaria47.
EL DESISTIMIENTO DEL DELITO INTENTADO

951. — Como se dijo, el art. 16.2 del Cód. Penal regula el desisti- 954. — La teoría de la culpabilidad insignificante48 entiende que
miento. El texto del anterior Código (art. 3o) era poco claro al respec- el fundamento reside precisamente en la reducción de la culpabili-
to, pues, aunque la teoría y la jurisprudencia no lo entendieron así, dad hasta lo insignificante, pues se apoya en una compensación ba-
cabía entender que el desistimiento sólo excluía la punibilidad de la sada en un actus contrarius.
tentativa, pero no la del delito frustrado45. Por otra parte, la no puni-
bilidad sólo se podía deducir a contrario sensu del art. 3.3 del Cód. Pe- 955. — La más correcta justificación parece ser la que proponen
nal, dado que no aparecía expresa en la ley. El nuevo texto contiene, Stratenwerth49, Jakobs50 y otros autores que afirman la coinciden-
en este sentido, una disposición necesaria y acertada. cia de varios fundamentos. En principio, hay razones de política cri-
minal que tienden en lo posible a facilitar y estimular un desisti-
952. — Sobre el fundamento de una disposición como ésta no exis-
te unidad. 46
Mayer, Strafrecht, Allgemeiner Teü, p. 370, nota 7; también en contra: Jescheck,
Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teü, p. 438; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemei-
ner Teil, n° 705; Welzel; Das Deutsche Strafrecht, p. 196. La teoría fue sostenida por Hip-
pel, Das Verbrechen. Allgemeine Lehren, t. II, p. 411; Kohlrausch - Lange, Strafgesetz-
42
Cfr. SSTS del 23/4/1896; 11/12/47; 7/5/1897; 13/7/1886; 3/5/1897. buch mit Erlauteru ngen undNebengesetzen, 43a ed., 1961, § 46, n° 1; Mezger, Strafrecht,
43
Cerezo Mir, Lo objetivo y lo subjetivo en la tentativa, 1964, p. 22 y siguientes. ein Lehrbuch, p. 403; Liszt - Schmidt, Lehrbuch des Strafrechts, p. 315.
44 47
Ver principalmente las SSTS del 24/1/80 y 25/10/89, aunque en un obiter dic- Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 438.
tum. 48
45
Welzel, Dos Deutsche Strafrecht, p. 196.
Así, Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios 49
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 706.
al Código Penal, 1.1,1972, p. 126. 50
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 742 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 477 478 ENRIQUE BACIGALUPO

miento. Pero también se debe considerar que el autor resulta menos — §70 —
culpable en la consideración global del hecho como consecuencia de LA DISTINCIÓN ENTRE TENTATIVA ACABADA E INACABADA
una cierta compensación sobre un disvalor inicial del acto y un acto
posterior positivo. 958. — La doctrina entiende de manera prácticamente unánime
que el desistimiento sólo tiene eficacia en la tentativa inacabada
956. — Con el argumento de que los actos cumplidos y que consti- (tentativa en el sentido del art. 3o del Cód. Penal derogado), mientras
tuyen delito son punibles, lo que presupone que son típicos, sostiene que el arrepentimiento es una condición ineludible de la no punibili-
Latagliata51 que la única explicación admisible es que el delito desis- dad en los supuestos de tentativa acabada (delito frustrado en el sen-
tido ha dejado de ser típico. tido del mismo art. 3o del Cód. Penal derogado)54. La aplicación de
Ciertamente que no realiza el tipo de la tentativa, pero el comien- una u otra regla presupone, por lo tanto, la distinción entre tentativa
zo de ejecución del delito en cuestión permanece inalterado y es típi- acabada e inacabada.
camente un comienzo de ejecución. La no punibilidad no depende ex-
clusivamente de la falta de adecuación típica, pues puede provenir 959. — A tales fines la doctrina mayoritaria señala con razón que
de otras circunstancias que dejan inalterada la tipicidad (justifica- sólo es posible recurrir a criterios subjetivos55.
ción). En otras palabras: que una conducta no sea punible no permi- Desde este punto de vista la tentativa será inacabada cuando el
te afirmar que lo que falta es la adecuación típica, pues ésta no es el autor no ha ejecutado todavía todo lo que, según su plan, es necesa-
único presupuesto de la punibilidad. En la solución de Latagliata rio para la producción del resultado y desde un punto de vista objeti-
subyace una confusión del tipo de la tentativa (como presupuesto pa- vo no existe peligro de que ésta tenga lugar56.
ra la punibilidad de la tentativa) y la adecuación típica del comienzo La tentativa, por el contrario, será acabada cuando el autor duran-
de ejecución52. te la ejecución, al menos con dolo eventual, puede juzgar que la con-
secución ya puede producirse sin necesidad de otra actividad de su
957. — El nuevo derecho deja claro que quien haya dado comien- parte.
zo a la ejecución de un delito, según el art. 16.2 del Cód. Penal, que-
dará exento de pena si desiste de la ejecución o impide la producción 960. — Especiales dificultades generan los casos en los que el au-
del resultado. La ley distingue, por lo tanto, dos supuestos que tienen tor en el momento de interrumpir la ejecución conoce la posibilidad
diversas configuraciones: el desistimiento, que consiste en el simple de continuar su acción y sin embargo no lo hace. Por ejemplo: el au-
abandono de la acción cuyo comienzo de ejecución ya tuvo lugar y el tor piensa matar a la víctima con el primer disparo; sin embargo, no
arrepentimiento activo^, caracterizado porque el autor, que realizó lo logra y a pesar de tener más balas en el revólver no continúa la ac-
todo lo que debía, según su plan, para la producción del resultado,
impide activamente que el mismo tenga lugar.
54
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, p. 847; Bacigalupo, Principios de
derecho penal, p. 203 y ss.;Mir Puig, Derecho penal. Parte general, p. 353; Cobo del Ro-
sal -Vives Antón, Derecho penal. Parte general, p. 658; Octavio de Toledo - Huerta Tocil-
51
do, Derecho penal. Parte general, 2a ed., 1986, p. 455 y ss.; otro punto de vista: Muñoz
Latagliata, La desistenza voluntaria, 1964, ps. 202 a 208. Conde - García Aran, Derecho penal. Parte general, p. 378 y siguientes.
52
La crítica vale también para Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez 55
Jescheck - Waigel, Lehrbuch des Strafrechts, 5a ed., 1996, p. 541; Jakobs, Stra-
Mourullo, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 224, y Mir Puig, Derecho penal. Parte ge- frecht, Allgemeiner Teil, p. 747 y ss.; Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Stra-
neral, p. 350, que entienden que el texto legal impone esta solución. frechslehere, 1.1, p. 289; Rudolphi, enSystematischer Kommentar zurn Strafgesetzbuch,
53
Según la terminología de Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, p. 846 y 6a ed., 1995, § 24,15 y siguientes.
siguientes. 56
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 747.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 480 ENRIQUE BACIGALUPO
479

ción. Una parte —cada vez menor— de la doctrina propone la teoría a) Omitir continuar las acciones tendentes a la consumación.
de la consideración total, de acuerdo con la cual en estos casos se de- b) Voluntariedad. En general, se acepta que ésta puede ser com-
be admitir una tentativa inacabada siempre que los actos realizados probada en base a la fórmula de Frank59: "no quiero, aunque
y los que el autor ha dejado de ejecutar constituyan un suceso vital puedo" (voluntario); "no puedo, aunque querría" (no volunta-
unitario^. Esta doctrina ha sido fuertemente criticada por favorecer rio). En principio, el desistimiento es voluntario en la medida
de una manera exagerada la eficacia del simple desistimiento. Por en la que provenga de la propia decisión del autor y no de cir-
esta razón se le opone la teoría de la consideración individualizada58 cunstancias exteriores. De cualquier modo, no se requiere un
que toma en cuenta si el autor ha considerado los actos realizados co- determinado valor ético altruista del motivo del autor.
mo adecuados para la producción del resultado o no. Si el autor rea- Faltará, por lo tanto, la voluntariedad cuando objetivamente
liza el acto juzgándolo adecuado de por sí para consumar el delito, la el autor no tenga posibilidad de consumar el hecho porque las
tentativa será acabada. En el ejemplo propuesto, si el autor ha dis- circunstancias se lo impiden, pues en este caso no se trata de la
parado a una zona vital del cuerpo, la tentativa se reputará acabada, decisión de su voluntad, o cuando la consumación "ha perdido
aunque disponga todavía de más balas en la recámara de su arma. su sentido ante los ojos del autor": por ejemplo, el importe ha-
Por el contrario, la tentativa será inacabada, si el disparo se dirigió llado en la caja es insignificante.
a zonas no vitales, como parte de un plan para matar a la víctima lue-
El desistimiento voluntario es posible también en la tentativa
go de impedir su huida.
inidónea en tanto el autor no conozca la inidoneidad.
c) Carácter definitivo. Para un sector de la teoría la renuncia es
ya definitiva cuando el autor desiste de continuar con la ejecu-
— §71 — ción concreta iniciada, aunque piense proseguir en otro mo-
REQUISITOS DEL DESISTIMIENTO SEGÚN EL GRADO mento60. Sin embargo, estos casos sólo permiten hablar de una
DE REALIZACIÓN DE LA TENTATIVA postergación sin renuncia. Otro sector doctrinal por ello re-
quiere una renuncia completa a la ejecución, sin reservarse la
continuación61.
961. — Los requisitos del desistimiento, como se dijo, varían en la
tentativa acabada y en la inacabada.
b—Requisitos del desistimiento en la tentativa acabada

a —Requisitos del desistimiento en la tentativa inacabada


963. — En la tentativa acabada, o sea, cuando el autor ha realiza-
do todos los actos que según su plan deben producir la consumación,
962. — Si el autor no ha llevado todavía a cabo todos los hechos de
el desistimiento exige un requisito más: que el autor impida por los
los que depende, según su plan, la producción del resultado, sólo se
medios a su alcance la producción del resultado. Dado el supuesto de
precisan tres requisitos:

57 59
Así el TS alemán, BGHSt 21, p. 322; 34, 57; Dreher - Tróndle, Strafgesetzbuch Frank, Das Strafgesetzbuchfür das Deutsche Reich, § 46, n° 11.
60
und Nebengesetze, § 24.4; Jescheck - Waigel, Lehrbuch des Strafrechts, p. 542; Rudolp- Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 631; Otto, Grundkurs Stra-
hi,ea SystematischerKommentarzum Strafgesetzbuch, § 24,15a. frecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1.1, p. 240.
58 61
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 748 y ss.; Eser, en Schónke - Schroder, Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, p. 439; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemei-
Strafgesetzbuch, Kommentar, 24a ed., § 24,20. ner Teil, n°714.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 482 ENRIQUE BACIGALUPO

hecho de la tentativa acabada, no cabe otra posibilidad para la mate- exigencia de voluntariedad del desistimiento, que sólo es de apreciar
rialización del desistimiento que impedir la producción del resulta- cuando el autor piensa que es posible continuar o impedir la consu-
do: el requisito proviene así de la propia materia regulada. mación. En esta medida rigen aquí las mismas razones que explican
el desistimiento en la tentativa inidónea.
964. — También este desistimiento tiene que ser voluntario. En
este sentido rigen las normas generales para la tentativa inacabada.
De esta exigencia —contenida en la ley— surge una limitación evi-
dente: sólo puede haber desistimiento voluntario hasta que el hecho — §73 —
sea descubierto; a partir de ese momento no puede haber voluntarie- TENTATIVA DE AUTOR INIDÓNEO
dad en el desistimiento. Sin embargo, la voluntariedad sólo quedará
excluida por el conocimiento que el autor tenga del descubrimiento 966. — Un caso especial de tentativa inidónea es el caso del autor
del hecho. Paralelamente, si el autor supone haber sido descubierto, inidóneo, que se plantea cuando un sujeto sin la calificación jurídica
el desistimiento no será voluntario. Por el contrario, el que no se sa- que condiciona legalmente su calidad de autor da comienzo a la ac-
be descubierto puede aún desistir voluntariamente62. Se ha exigido ción típica (por ejemplo, el del sujeto que, en la creencia de ser funcio-
(aun sin hacer una distinción entre tentativa acabada e inacabada) nario, acepta una dádiva sin ser en realidad funcionario —art. 419,
que el autor, además, haya impedido el resultado63. Cód. Penal—).

967. — La decisión de la cuestión es muy discutida. Parte de los


autores se inclinan por no admitir aquí tentativa sino sólo un delito
— §72 — putativo, por lo tanto, impune66. El argumento con que se sostiene
TENTATIVA FRACASADA esta posición es: la calidad de autor en los delitos especiales determi-
na la existencia de un deber especial que incumbe al sujeto. La supo-
965. — En la teoría se diferencia de la tentativa acabada y la ina- sición de un deber es, en realidad, la suposición de una antijuridici-
cabada la llamada tentativa fracasada64. La tentativa se considera dad que no existe y, por lo tanto, es la suposición de un delito que no
fracasada cuando el autor piensa que el objetivo de su acciónya no se existe. Este supuesto, en consecuencia, es el de un delito putativo. Ji-
puede alcanzar con los medios que tiene a su disposición. En tales ca- ménez de Asúa llega a la misma solución de la impunidad mediante
sos el desistimiento pierde toda su eficacia. Dicho de otra manera: "el la teoría de la carencia de tipo67.
desistimiento de la tentativa presupone que el autor piense que la
consumación es todavía posible65. Esta consecuencia se deriva de la
968. — La posición contraria ve en estos supuestos tentativas ini-
dóneas punibles68. El argumento, en este caso, es el siguiente: el de-

62
Más restrictivo, Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, p. 442.
63 66
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, t. VII, n° 2280; Jescheck, Lehrbuch Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 194; Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der
des Strafrecht, p. 441; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 724. Unterlassungsdelikte, p. 306; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 690; Baci-
64
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1975, p. 627 y ss.; Jakobs, galupo, Delitos impropios de omisión, 2a ed., 1983, p. 105; Romero, en Homenaje a Jimé-
Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 753 y ss.; Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Stra- nez de Asúa, 1970, p. 233 y siguientes.
frechslehere, 1.1, ps. 289 y ss. y 293; Rudolphi,en Systematischer Kommentarzum Straf- 67
Jiménez de Asúa, Tratado de derecho penal, t. VII, n° 2248.
gesetzbuch, § 24,30; Jescheck - Waigel, Lehrbuch des Strafrecht, p. 542 y siguientes. 68
Bruns, Der untaugliche Tater im Strafrecht, 1955; Maurach - Góssel - Zipf,
65
Jescheck - Waigend, Lehrbuch des Strafrecht; en el mismo sentido: Jakobs, Deutsches Strafrecht, p. 33; Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, p. 433 y ss.; Rudolphi, en
Strafrecht, Allgemeiner Teil. Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 22,26 y siguientes.

31 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 483

ber especial que se funda en la calidad de autor en los delitos especia-


les es un auténtico elemento del tipo. Luego se da aquí el comienzo de
ejecución de una acción, suponiendo que existe un elemento del tipo
que falta en la realidad, lo que debe considerarse igual que si se su-
pusiera cualquier otro elemento del tipo: tentativa inidóneapunible.
Para estos autores, por lo general, no debe distinguirse entre los ele-
mentos del tipo y los de la antijuridicidad.

969. — Existe una posición intermedia que distingue entre el er-


ror sobre la existencia de un deber y el caso del error sobre las cir-
cunstancias que fundamentan el deber concreto. Por ejemplo: el au-
tor presupone que, en su posición de empleado de limpieza, le alcan-
za el deber que compete a los funcionarios de no aceptar dádivas, por
oposición al que erróneamente cree que se dan las circunstancias fác-
ticas que determinan su calidad de testigo (que declara sobre hechos
que fundamentan responsabilidad ajena y lo hace ante autoridad
competente) y en virtud de esto cree que lesiona el deber de decir ver-
dad. Sólo el primer caso sería un delito putativo impune. En el segun-
do habría una tentativa inidónea69.

970. — El deber que incumbe al autor no es elemento del tipo sino


elemento de la antijuridicidad; por tanto, su suposición errónea da
lugar a un delito putativo, sin que se deba distinguir entre error so-
bre las circunstancias que fundamentan el deber y error sobre el de-
ber mismo. En ambos casos la tentativa no será punible. El Código
Penal austríaco adopta expresamente este punto de vista (§ 15,3).

69
Así Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, p. 433; Rudolphi, en Systematischer
Kommentarzum Strafgesetzbuch, § 22,28.
486 ENRIQUE BACIGALUPO

toría, la participación y las demás formas de efecto conjunto sobre un


Capítulo XI hecho punible, a saber, el tomar parte3. Dentro de la participación en
La extensión de la tipicidad general es preciso, sin embargo, distinguir entre los autores y los
partícipes en sentido estricto (cómplices e inductores).
a la participación en el delito 973. — La teoría de la autoría y la participación tiene la finalidad
de diferenciar en el nivel de la tipicidad diversas formas de participa-
ción de más de una persona en un hecho punible. Estas formas deter-
minan, o pueden determinar, también diversas consecuencias jurí-
dicas, dado que algunas son más punibles que otras. Es obvio que es-
ta teoría presupone la necesidad dogmática de tal distinción y, por lo
— §74 — tanto, depende, en principio, de la configuración del derecho positi-
INTRODUCCIÓN: DIFERENCIACIÓN DE LAS FORMAS
vo. Si el derecho positivo unifica todas las formas de participación la
DE PARTICIPACIÓN O CONCEPTO UNITARIO DE AUTOR;
delimitación de partícipes principales y partícipes secundarios, es
CONCEPTO EXTENSIVO Y CONCEPTO RESTRICTIVO DE AUTOR1 decir entre autores y simples partícipes (inductores y cómplices), se-
rá prescindible. Este es el caso en el derecho penal de Noruega (art.
971. — Normalmente los tipos contenidos en el derecho penal se 58, Cód. Penal noruego)4, que en ciertos delitos (por ejemplo, contra
refieren a la realización del hecho punible por una única persona. Sin la vida) equipara a los autores y los partícipes en el derecho penal ita-
embargo, cada tipo de la Parte Especial aparece complementado por liano (art. 23.1, Cód. Penal italiano)5, en el austríaco (§ 12, Cód. Pe-
las prescripciones contenidas en la Parte General, que extienden la nal austríaco) y probablemente en el derecho penal francés (art. 121,
pena a casos en que el hecho es obra de más de una persona. De allí IV y VII, Cód. Penal francés de 1992)6.
surgen los problemas de diferenciación, que sólo se presentan en la
medida en que varios concurren al mismo hecho; pues, donde alguien 974. — En el derecho vigente, el art. 28 del Cód. Penal es poco cla-
ha realizado por sí solo la acción típica, no hay problema alguno en ro, dado que "considera" autores a los inductores y a los partícipes ne-
distinguir entre quien ha cumplido el papel protagonista y aquel que cesarios. Sin embargo, hay tres razones para sostener un criterio di-
sólo ha tenido una función secundaria. ferenciador en el derecho vigente. En primer lugar, es evidente que
cuando la ley dice "se consideran autores", gramaticalmente dice
972. — Todas las cuestiones que se estudian aquí, en la medida en también que no son autores. Por lo tanto, son considerados autores o
que se refieren a la participación de más de una persona en uno o más los efectos de lapunibilidad. En segundo lugar, el propio texto legal
hechos punibles, pueden ser consideradas como formando parte del distingue los cooperadores necesarios y los inductores de los autores
concepto amplio y general de participación, pues tanto participan o
toman parte en el hecho los que son autores como los que ayudan a és-
3
tos 2 ; Maurach recalcó que el nuevo Código Penal alemán, en sus §§ 4
Maurach, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 619.
Getz, De la soi-disantparticipation au crime, 1876, en Mitterlungen der IKV, t.
28,2 y 31, hace referencia a un "concepto superior" que alcanza la au-
V, p. 384 y siguientes.
5
Bettiol,Dirittopénale, ll a ed., 1982,p.584yss.;Fiandaca-Musco, Dirifíopéna-
le. Parte genérale, 1990, p. 259 y ss.; Mantovani, Diritto pénale, 1979, p. 464 y siguien-
tes.
6
Bacigalupo, en "Chengchi Law Review", 50 (1994), p. 397 y siguientes. Jacques - Henri, Droit penal general, 2a ed., 1992, p. 363; Michéle - Laure Ras-
Bacigalupo, La noción de autor en el Código Penal, 1965, p. 25. sat, Droit penal, 1987, p. 426.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 488 ENRIQUE BACIGALUPO
487

y de los simples cómplices (art. 29, Cód. Penal). Por último, el art. 65 ser responsable de éste como causante del mismo, entonces autoría y
distingue a los partícipes, a los efectos de aplicación de agravante y causación serían conceptos idénticos, la teoría de la participación no
atenuante, entre los que tienen carácter individual (sólo se aplican a tendría lugar, o sólo tendría una posición subordinada, en el sistema
aquel en el que concurren) y general (comunicables a todos los partí- del derecho penal. Pero el derecho positivo (...) ha quebrado este prin-
cipes). Precisamente el art. 65 del Cód. Penal viene a establecer una cipio con una excepción muy importante". Las dudas no se disiparon
regla que es característica de los sistemas diferenciadores7, dado que con el abandono de concepción estrictamente naturalista de la auto-
los unitarios consideran que las circunstancias se comunican a todos ría cuando el concepto puramente causal fue reemplazado por la idea
los partícipes en todos los casos8. de la acción que lesione un bien jurídico típicamente protegido10.

975. — Una vez que se ha comprobado que el legislador se ha deci- 976. — Por lo tanto, no debe sorprender que, partiendo de posicio-
dido por un sistema diferenciador de las formas de participación, es nes escépticas sobre la posibilidad de la diferenciación de la dogmá-
preciso aclarar cuál es la naturaleza dogmática de las normas que tica apoyada en la oposición sobre contenido normativo y estructura
imponen el tratamiento diferenciado de las mismas. La evolución de de la realidad se haya desembocado en el llamado concepto extensivo
las soluciones dogmáticas en relación a esta cuestión demuestra que de autor, cuya principal función fue justificar la llamada autoría me-
durante mucho tiempo se ha considerado esencial que el contenido diata. De acuerdo con este concepto, tanto desde la perspectiva de la
normativo de las disposiciones legales sobre las formas de participa- causación del resultado como desde el punto de vista de la lesión del
ción se corresponda con las estructuras reales del objeto regulado por bien jurídico, toda aportación será básicamente equivalente y, por lo
la norma, pero que, al mismo tiempo, se ha entendido que ello no ocu- tanto, fundamentadora de autoría. Sólo por así imponerlo el derecho
rría en el caso del derecho vigente en materia de autoría y participa- positivo (arts. 28, 29, 63 y 65, Cód. Penal) se deben reconocer —se
ción. Esto explica por qué razón la teoría de la participación no ha lo- afirma— la existencia "causas limitadoras de la punibilidad", que
grado despejar las dudas básicas sobre la posibilidad dogmática de permiten reducir la pena de algunos partícipes11. Para ello la induc-
una delimitación entre autoría y participación. Dicho con otras pala- ción fue considerada como un "minus normativo"12, dado que se la
bras: la dogmática de las formas de participación se ha desarrollado amenaza en la ley con la misma pena que la autoría. La función de las
sin convicción respecto de una diferenciación plausible de las mis- teorías de la autoría y la participación en este contexto fue la de esta-
mas. En este sentido, se deben recordar las palabras de von Liszt rei- blecer qué aportaciones de los partícipes son merecedoras de una
teradas durante más de medio siglo en diversas ediciones de su tra- atenuación de la pena.
tado9: "Si pudiéramos desarrollar consecuentemente el único princi-
pio teóricamente correcto, según el cual todo el que ha puesto una 977. — Por el contrario, en la actualidad es dominante el concepto
condición para la producción del resultado en forma culpable debe restrictivo de autor, que parte de la idea de que los tipos de la Parte
Especial sólo describen el comportamiento del autor. Consecuente-
mente, la responsabilidad de los partícipes en el hecho cometido por
7
Cfr. p. ej. § 28 del Cód. Penal alemán. el autor se caracterizan como "causas de extensión de la punibili-
8
9
Cfr. art. 117 del Cód. Penal italiano. dad". En este marco, las teorías de la autoría y la participación tienen
Liszt, Deutsches Reichsstrafrecht, 1881, p. 146 y ss.; Liszt - Schmidt, Lehrbuch una función diferente: deben caracterizar la figura nuclear del suce-
des Deutschen Strafrechts, 26a ed., 1932, p. 320; semejante también Allfeld, Lehrbuch
des Deutschen Strafrechts, Allgemeiner Teil, 9a ed., 1934, p. 206, n° 5, así como en Meyer
- Allfeld, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts, Allgemeiner Teil, T ed., 1912, p. 226, n° 10
5; ver además Hippel, Deutsches Strafrecht, 2a ed., 1930, p. 439 y ss.; M.E. Mayer, Der Cfr. Schmidt, en Festgabe für Frank, t. II, 1930, p. 117.
11
Causalzusalmmenhangzwischen Handlung und Erfolg im Strafrecht, 1899, p. 108 y si- Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, 3a ed., 1949, p. 416.
12
guientes. Sauer, Grundlagen des Strafrechts, 1921, p. 471 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 489 490 ENRIQUE BACIGALUPO

so (el autor) y además describir los fundamentos que permiten una de ser autor quien no haya realizado la acción descrita en el tipo (así
extensión de la punibilidad a personas que no han realizado acciones la teoría subjetiva).
de autoría, sino, simplemente, tomado parte en el hecho del autor.

o — L a teoría formal-objetiva

— §75 —
980. — Para la teoría formal-objetiva "autor" es el sujeto que eje-
LA AUTORÍA cuta la acción expresada por el verbo típico. La doctrina proviene de
978. — El Código Penal no define al autor. El art. 27 se limita a la dogmática alemana y tuvo numerosos partidarios ya en el siglo
afirmar que "son criminalmente responsables de los delitos y las fal- XIX15. Fue dominante en Alemania entre 1915 y 1933 y seguida por
tas los autores y los cómplices", algo que de inmediato desmiente el autores de significación16; a pesar de ello hoy ha sido abandonada17.
art. 28, pues éste establece que también lo son los inductores y los Sin embargo, es la teoría dominante en España18.
cooperadores necesarios. Por el contrario, la ley establece en el art.
28 las formas que puede adoptar la autoría: autoría individual 981. — Un sector considerable de la teoría19 piensa que el concep-
("quienes realizan el hecho por sí solos"), coautoría ("conjuntamen- to de autor en el sentido de la teoría formal-objetiva se infiere de los
te" con otros) y autoría mediata ("por medio de otro del que se sirven respectivos tipos de la Parte Especial. Pero este criterio no brinda si-
como instrumento"). no una solución aparente, pues en el delito de homicidio, por ejemplo,
La reforma de 1995 ha dado un paso significativo al eliminar la se dice que realiza el tipo el que mata a otro, pero de allí no es posible
vieja fórmula del art. 14.1 del Cód Penal de 1973 de "los que toman deducir quién es el que mata a otro cuando son varios los que toman
parte directa en la ejecución del hecho", favorecedora de conceptos parte en el hecho. Sobre todo cuando se reconoce que los tipos de la
extensivos de autor13. Parte Especial están concebidos sin tomar en cuenta más que un úni-
co autor, es decir, un supuesto en el que no se presenta el problema de
979. — La tarea dogmática que requiere la nueva redacción se la distinción entre autores y otros partícipes.
concreta en la formulación de criterios dogmáticamente operativos,
que posibiliten decidir sobre la significación de las respectivas apor-
taciones de hecho de cada uno de los que toman parte en la ejecución 15
Birkmeyer, Vergl. Darst, Allgemeiner Teil, 1908, t. II, ps. 21 y siguientes.
del delito. Al respecto existen diversas concepciones teóricas. Todas 16
Entre otros, por Beling, Die Lehre uom Verbrechen, 1906, p. 408 y ss.; Mayer, Der
ellas tienen el propósito común de responder a la pregunta ¿quién es Allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, 1915, p. 380 y ss.; Liszt, Lehrbuch des Deuts-
chen Strafrechts, 22a ed., p. 211; Liszt - Schmidt, Lehrbuch des Deutschen Strafrechts,
autor y quién es partícipe? Todas ellas parten del mismo punto: autor 22a ed., p. 334y ss.; Mezger, Strafrecht, einLehrbuch, 2a ed., 1943, p. 44; Dohna,DerAuf-
es el que ha ejecutado la acción típica. Sin embargo, las respuestas no bau derVerbrechenslehre, p. 59.
17
son coincidentes; difieren en lo que se debe considerar realización de Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, 1963; 6aed., 1994, p. 34.
18
la acción típica. Las diferencias son tan notorias en este aspecto que Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, p.
142; Díaz y Ga Conlledo, La autoría en derecho penal, Barcelona, 1991, p. 444; Moreno y
mientras unos piensan que el autor debe realizar la acción que des- Bravo, Autoría en la doctrina del Tribunal Supremo (coautoría, autoría mediatay deli-
cribe el tipo penal14, otros piensan que ello no es necesario y que pue- tos impropios de omisión), Madrid, 1997, p. 47 y ss.; Jaén Vallejo, en López Barjade Qui-
roga - Rodríguez Ramos, Código Penal. Comentado, 1990, p. 116 y siguientes.
19
Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, p.
749; Quintero Olivares, Introducción al derecho penal. Parte general, p. 248; Rodríguez
13
Bacigalupo, en "Poder Judicial", n° 31 (1993), p. 31 y ss. y p. 34. Devesa, Derecho penal español. Parte general, p. 749; Rodríguez Mourullo, en Córdoba
14
Beling, Die Lehre vom Verbrechen, 1906, p. 397. Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 802.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 491 492 ENRIQUE BACIGALUPO

982. — La teoría formal-objetiva ha estado, en los precedentes de la teoría objetiva debieron relativizarse. Consecuencia de ello es
doctrinales que la informan, ligada al concepto restrictivo de autor, el punto de vista expuesto por Mezger, para quien, si bien la teoría
por oposición a un concepto extensivo20. Sin embargo, en la variedad formal-objetiva es básicamente correcta, "también la realización de
representada por quienes piensan que su fundamento reside en "to- los elementos subjetivos de la ilicitud fundamentan la autoría". Con-
mar parte directa en la ejecución del hecho", ha dado fundamento a secuentemente, en relación al delito de hurto, afirma que "es coautor
un concepto extensivo de autor, dada la imposibilidad de diferenciar (de este delito) el que comienza a relajar la custodia del sujeto pasi-
a los autores de los cómplices o cooperadores, ya que éstos también vo, cómplice el que proporciona al autor un medio para llevarlo a ca-
toman parte en la ejecución. Del "tomar parte" no es posible deducir bo; pero también puede ser autor el que tiene el propósito de apropia-
todavía quién es autor y quién es cómplice o cooperador. ción24. Por lo tanto, una vez reconocidos los elementos subjetivos de
la tipicidad, la teoría "formal-objetiva" ya no reflejaba una noción de
983. — La teoría formal-objetiva distingue el autor del partícipe autor formalmente objetiva25.
según el aspecto exterior de los respectivos comportamientos, es de-
cir según si la acción se puede subsumir (lógico-)formalmente bajo el 985. — La teoría formal-objetiva, por otra parte, no puede propor-
tipo penal. Esto significa que es necesario comprobar si la acción rea- cionar una solución plausible a los casos en los que una persona (no
lizada puede ser considerada la mencionada en el texto legal hacien- inductor) se vale de otra para ejecutar la acción típica (autoría me-
do un "uso sencillo del lenguaje de la vida"21. Esta noción de autor es- diata). En este sentido cabe señalar que, admitida la autoría media-
taba fuertemente condicionada por el contexto sistemático en el que ta en forma expresa en el art. 28 del Cód. Penal, la teoría formal-ob-
se desarrolló. En efecto, en el nivel de la tipicidad no era posible intro- jetiva, en realidad, choca con el texto legal. Además genera proble-
ducir elementos subjetivos, pues en el sistema de la época estos ele- mas conceptuales en los delitos especiales propios, en los que la rea-
mentos pertenecían exclusivamente a la culpabilidad. Por lo tanto, lización corporal de la acción típica no es suficiente para la tipicidad
la teoría se desarrolló intentando distinguir conceptualmente entre de la acción y, por lo tanto, para la autoría. Precisamente la necesi-
"causa" y "condición"22 o entre "ejecución" y "cooperación o apoyo"23. dad de superación de estos problemas fue la que condujo al concepto
extensivo de autor, que considera autor a aquel "a cuyo comporta-
984. — El desenvolvimiento de la teoría del delito terminó, en cier- miento se reconduce una lesión de intereses típicos, cualquiera sea la
ta forma, con la posibilidad de una concepción puramente objetiva de configuración exterior de su conducta"26.
la autoría, dado que dio lugar en el tipo penal a los elementos subjeti-
vos del tipo. En la medida, entonces, en la que la acción ejecutiva ya
no era concebida de forma exclusivamente objetiva, los postulados b —La teoría subjetiva

986. — Quienes no creen posible una delimitación de las formas de


20
Beling, Die Lehre vom Verbrechen, p. 250; Dohna, DerAufbau der Verbrechens- participación sobre la base de la teoría formal-objetiva proponen, en
lehre, p. 59; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, §61, III; Roxin, Ta- primer término, una teoría subjetiva, es decir, una teoría basada en
terschaft und Tatherrschaft, 1963; 6a ed., 1994, p. 35; Zimmerl, Gründsatzliches zur
Teilnahmelehre, en "ZStW", 49 (1929) p. 41. la dirección de la voluntad del partícipe.
21
Beling, Grundzüge des Strafrechts, 1930, § 18, V.
22
Birkmeyer, Vergleichende Darstellung des deutschen und auslandischen Stra-
frechts, Allgemeiner Teil, t. II, 1908, p. 23 y ss.; Frank, Das Strafgesetzbuch für das 24
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, p. 444; ídem, en Strafgesetzbuch Leipziger
Deutsche Reich, 17a ed., 1926, p. 102 y siguientes. Kommentar, T ed., 1954, § 47.
23 25
Mezger, Strafrecht, ein Lehrbuch, p. 444 y ss.; semejante Beling, Die Lehre vom Roxin, Táterschaft und Tatherrschaft, 1963; 6a ed., 1994, p. 35.
Verbrechen, p. 397 y ss.; Hippel, Deutsches Strafrecht, p. 454 y siguientes. 26
Schmidt, FestgabefürFrank, t. II, 1930, p. 117.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 493 494 ENRIQUE BACIGALUPO

Estas teorías se apoyan, por un lado, en un concepto especial de 988. — En la práctica, en particular en la jurisprudencia del Tri-
dolo, en concreto, una específica voluntad de ser autor (animus auc- bunal Supremo Federal alemán (BGH), que mantiene su adhesión a
toris) —que permitiría distinguir al autor del partícipe, que sólo ac- la teoría subjetiva, ésta ha evolucionado hacia una "teoría subjetiva
tuó con animus socii—. En otra variante se recurre al criterio del in- con incrustaciones de elementos objetivos". De esta manera es posi-
terés, según el cual la voluntad de autor se identifica con el interés en ble, en la práctica, llegar a considerar en ciertos casos que un partíci-
la ejecución del delito. El punto de partida de esta concepción subje- pe no es autor, aunque haya realizado la acción típica por sí mismo32.
tiva de la autoría es la teoría de la equivalencia de las condiciones, en En su versión moderna, el BGH ha fundamentado la teoría subjeti-
cuyo contexto no cabe una distinción entre causas y condiciones27. va en la necesidad de tomar en consideración en esta materia los im-
De esta manera la teoría subjetiva no era sino una consecuencia de pulsos especiales reconocidos por la criminología, de tal manera que
la concepción que sólo atribuía al comportamiento humano una ma- una teoría objetiva sólo resultaría preferible si constara que los par-
nifestación causal naturalística en el mundo exterior. En la medida tícipes actúan por impulsos criminológicamente reconocidos. Desde
en la que la reducción de la realidad social a categorías naturalísti- esta perspectiva fue posible al BGH considerar que un agente ex-
cas fue puesta en duda, y en el concepto de ilícito se introdujeron ele- tranjero que cometió un delito de homicidio debía ser considerado co-
mentos valorativos, la equivalencia valorativa ya no pudo ser dedu- mo un partícipe, dado que sólo había cumplido órdenes de un Estado
cida sin más de la equivalencia causal28. Como consecuencia de ello que se había servido de una propaganda masiva33.
la teoría subjetiva ha sido rechazada en la teoría y, salvo pocas excep-
ciones, no ha merecido la consideración de la jurisprudencia29. 989. — En suma: la teoría subjetiva ha realizado un considerable
acercamiento a las teorías material-objetivas (ver infra, c) introdu-
987. — En la doctrina se admite de manera casi unánime que el ciendo el concepto de voluntad de dominio del hecho y apreciando en
criterio del interés está condenado al fracaso en los que el principal los casos concretos que quien objetivamente tiene el dominio del he-
partícipe actúa con motivos altruistas30. Por lo tanto, los modernos cho, por regla, tendrá también la voluntad de poseerlo34.
partidarios de la teoría subjetiva consideran que la voluntad de do-
minio del hecho es un indicio eficaz de la existencia de interés en el
resultado. Por consiguiente, se afirma, que debe ser considerado c — Teorías material-objetivas
coautor el que quiere dominar el hecho, aun cuando carezca de inte-
rés en el resultado, así como el que tiene interés en el resultado, aun 990. — Las teorías material-objetivas se orientan, en general, por
cuando su contribución al hecho no sea esencial. Por el contrario, se- pautas objetivas, pero procuran establecer el sentido de la interven-
rá cómplice o cooperador el que no quiere dominar el hecho ni tiene ción de varias personas atendiendo a criterios de contenido, es decir,
interés en el resultado, o el que no tiene interés en el resultado y sólo que van más allá de la forma misma del comportamiento. Las teorías
contribuye de manera no esencial al hecho, así como el que tiene un material-objetivas más antiguas han procurado una distinción ba-
reducido interés en el resultado y sólo realiza una aportación no sada en diferenciaciones dentro de la causalidad (teoría de la necesi-
esencial al hecho31. dad de la aportación causal, cuya influencia en el derecho español vi-
gente no ha podido ser totalmente eliminada; teoría de la interven-
27
Buri, Die Causalitat und ihre strafrechtliche Beziehungen, 1885, p. 38.
28
Hippel,DeutschesStrafrecht, p. 455; Mezger,Strafrecht, einLehrbuch, p. 443.
29 32
Cfr. SSTS del 21/2/89; 24/2/89; 20/1/90; 6/4/90; 8/10/90; 9/10/90; 12/6/92. Ver, por ejemplo el conocido caso "Staschinski" (BGHSt 18,87).
30 33
Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, T ed., 1975, p. 559. BGHSt 18,87 y 93.
34
31
Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 559. Baumann - Weber, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 9a ed., 1985, p. 537.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 495 496 ENRIQUE BACIGALUPO

ción antes y durante la ejecución, que también ha influido en el dere- tad tenga lugar mediante coacción, por aprovechamiento del error
cho español—art. 14.1, Cód. Penal anterior—; etcétera)35. del otro, por la incapacidad de culpabilidad del que actúa inmediata-
mente, sea porque se utiliza un aparato de poder, etcétera. Por últi-
991. — En la doctrina moderna, sin embargo, la teoría material- mo, el dominio del hecho puede asumir la forma de un dominio fun-
objetiva más significativa es la teoría del dominio del hecho. El con- cional del hecho en los supuestos en los que varios partícipes dividen
cepto ha sido empleado en la dogmática por diversos autores36. En es- funcionalmente entre sí la ejecución del delito según un plan común
te sentido, la teoría del dominio del hecho presupone una concepción (los que realizan el hecho conjuntamente con otros).
de la relación de los partícipes con su mundo exterior que se diferen-
cia básicamente de la que parten las otras teorías. La moderna teoría 993. — De manera similar, Jakobs ha propuesto también distin-
entiende que no se trata de la causación de efectos en el mundo exte- guir tres formas de dominio del hecho: el dominio formal, vinculado
rior, sino de la realización de un fin, que es el resultado de una elec- a la realización personal de la acción típica, el dominio material co-
ción entre diversas alternativas y posibilidades de acción en relación mo dominio de la decisióny el dominio como dominio configurador39.
al fin que el agente se propone. La concepción moderna del dominio
del hecho ofrece diversas posibilidades de articulación teórica de los
aspectos objetivos y subjetivos del comportamiento, pero, en general, d —Límites explicativos de la teoría del dominio
la fórmula más aceptada se expresa de la siguiente manera: el domi- del hecho: La distinción entre delitos de dominio
nio del hecho se debe manifestar en una configuración real del suceso y delitos de infracción de deber
y quien no sabe que tiene tal configuración real en sus manos carece
del dominio del hecho. Sin embargo, es necesaria una mayor concre- 994. — En los últimos decenios se ha comprobado que no todos los
ción del dominio del hecho para lograr un concepto más operativo37. tipos de delito tienen una estructura que permite explicar las cues-
tiones de la autoría a través de la teoría del dominio del hecho. En
992. — Esta concreción ha sido emprendida, en primer lugar, por 1963 Roxin propuso, en este sentido, distinguir los delitos de dominio
Roxin38. El dominio del hecho, de acuerdo con su formulación de la del hecho de los delitos de infracción de deber^. En su versión origi-
teoría, se manifiesta, ante todo, en el dominio de la propia acción tí- naria los delitos de infracción de deber se caracterizan porque la au-
pica ("los que realizan el hecho por sí solos"). Este dominio no se pier- toría de la realización del tipo penal no depende del dominio del he-
de ni por la existencia de una coacción ni por la concurrencia de cir- cho, sino de la infracción de un deber que incumbe al agente. Los de-
cunstancias que excluyan la culpabilidad. El dominio del hecho se litos de infracción de deber, por lo tanto, se dan en tipos penales en los
manifiesta también cuando el partícipe domina la voluntad de otro, que la autoría se encuentra reducida a quienes les incumbe un deter-
que realiza la acción típica (los que realizan el hecho sirviéndose de minado deber. Por lo tanto, en estos delitos de infracción de deber es
otro que actúa como instrumento). Sea que este dominio de la volun- factible que quien domina la acción no sea el autor ni tampoco el coau-
tor, pues la autoría se define por la infracción del deber y no por el do-

35 39
Sobre las teorías material-objetivas en detalle cfr. Roxin, Taterschaft und Tat- Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 613.
herrschaft, 6a ed., 1994, p. 38 y siguientes. 40
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, 1963; 6a ed., 1994, p. 352 y ss.; en el mis-
36
Hegel, en "ZStW" 58 (1939), p. 491 y ss. Sin embargo, hay quienes piensan que mo sentido: Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 655 y ss.; cfr. también al respecto
la teoría del dominio del hecho no se deduce de la teoríafinalistade la acción: cfr. Stein, Stein, Die Strafrechtliche Beteiligungsformenlehre, 1988, p. 209 y ss.; Lesch, Das Pro-
DiestrafrechtlicheBeteiligungslehre, 1988, p. 188 y siguientes. blem der sukkzessiven Beihilfe, 1992, ps. 126 y ss. y 268 y ss. En la dogmática española
37
Engisch.,FestschriftfürEberhardSchmidt, 1961.ps. 90 y ss. y 114. ver: Bacigalupo, en "ChengchiLaw Review", 50 (1994), p. 406 y ss.; López Barja de Qui-
38
Cfr. Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, 1963; 6aed., 1994. roga, Autoríay participación, Madrid, 1996, p. 159 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 498 ENRIQUE BACIGALUPO
497

minio del hecho. Por ejemplo: el no funcionario documenta una cons- también a partir de la concepción del derecho penal como defrauda-
tatación falsamente, que el funcionario competente para la expendi- ción de espectativas44. La distinción entre delitos de dominio y deli-
ción del documento conoce y autoriza: sólo el funcionario es autor de tos de infracción de deber, sin embargo, ha sido mantenida por Ja-
un delito de falsedad documental del art. 390 del Cód. Penal, aunque kobs sobre la base de la ya mencionada diversidad entre los deberes
no haya tenido el dominio del hecho en la confección del documento. que provienen de la organización de la propia actividad y los que se
derivan de una institución45.
995. — La teoría de los delitos de infracción de deber se refiere, en
la formulación de Roxin, a los delitos especiales y los delitos de omi-
sión y tiene importantes consecuencias en lo referente a la accesorie- e—La teoría de la consideración total
dad (mientras en los delitos de dominio la participación requiere un
autor principal que obre dolosamente, ello no es necesario en los de- 998. — Esta teoría ha sido formulada por Schmidháuser46 y fun-
litos de infracción de deber, en los que el partícipe es quien participa damentalmente propone una determinación puramente intuitiva
sin lesionar un deber especial, aunque el autor haya obrado sin do- del autor y los partícipes. Partiendo de la naturaleza de "concepto
lo)41. empírico", es decir, que no puede reducirse a una definición, se sostie-
ne que hay un gran número de casos que no son problemáticos y que
996. — La caracterización de los delitos de infracción de deber su- aquellos que lo son deben resolverse mediante "una consideración
fre una considerable modificación en la propuesta de Jakobs, como total". De esta manera será autor "el que de acuerdo con el respecti-
consecuencia de que éste no elabora la teoría del delito sobre la base vo tipo de ilícito sea autor del mismo en una consideración total; y
de la distinción entre acciones y omisiones, sino entre deberes que partícipe (inductor o cómplice) el que, de acuerdo con los elementos
provienen de la organización de la intervención del agente y deberes de una inducción y la complicidad en relación al correspondiente ti-
que provienen de laposición institucional de éste. Por lo tanto, los de- po de ilícito, es partícipe en una consideración total"47.
litos de dominio se corresponden con el ámbito de la organización
(donde es irrelevante que se trate de una acción o de una omisión) y 999. — En la práctica esta teoría procede de la siguiente manera:
los delitos de infracción se refieren al ámbito institucional42. Desde en los casos en que es claro quién es autor y quién es partícipe estima
el punto de vista de Jakobs, en los delitos de infracción de deber la innecesaria cualquier fundamentación teórica. Pero, cuando es difí-
competencia del autor se encuentra fundada en la lesión de deberes cil una distinción intuitiva, se requerirá una consideración total de
protegidos institucionalmente. los diversos momentos decisivos del hecho48. Tales momentos se re-
fieren "más al aspecto objetivo-exterior del suceso" (presencia en el
997. — Contra la teoría de los delitos de infracción de deber se ha lugar del hecho, cercanía temporal de la contribución al resultado,
sostenido que, en la medida en la que todas las normas imponen de- importancia de la misma para la realización de éste, la configuración
beres y todos los delitos consisten en la infracción de una norma, se
debería deducir que todos los delitos tendrían el carácter de delitos
de infracción de deber43. Este punto de vista ha sido desarrollado 44
Lesch, Das Problem der sukkzessiven Beihilfe, p. 133 y siguientes.
45
En contra de la teoría de los delitos de infracción de deber: Stratenwerth, Stra-
frecht, Allgemeiner Teíl, 3a ed., 1981, p. 219; Jescheck - Waigend, Lehrbuch des Stra-
41
Roxin, TaterschaftundTatherrschaft,p. 384 y ss.; 367 y ss.; 459y siguientes. frechts, Allgemeiner Teil, 5a ed., 1996, p. 652, nota 30.
42 46
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 655 y siguientes. Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 498 y siguientes.
43 47
Maurach - Góssel - Zipf, Strafrecht, Allgemeiner Teil, t. II, T ed., 1989,42/10 y Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 498.
48
siguientes. Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 572.
500 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 499
solutamente nada sobre el criterio que permitiría distinguir, entre
del suceso en el lugar y en el tiempo, la necesidad de la colaboración diversos aportes al hecho, cuál es determinante de la autoría y cuál
y su reemplazabilidad) o bien "más al aspecto anímico-subjetivo" (in- sólo debe considerarse secundariamente como complicidad o coope-
terés mediato o inmediato en el hecho, planeamiento y elección del ración necesaria.
objeto del mismo, la importancia personal en relación con los demás En suma, en el Código Penal la caracterización de la autoría re-
colaboradores, etcétera)49. quiere una definición previa de este concepto que posibilite una solu-
ción de los problemas de la participación.
1000. — Consideración total no quiere decir, en esta teoría, indife- A diferencia de lo que ocurre en la teoría, la jurisprudencia tiende
renciación y, por lo tanto, no importa una renuncia a contornos pre- de una manera cada vez más clara a dar fundamento a sus decisiones
cisos en la distinción del autor respecto de los partícipes. Sin embar- con apoyo en la teoría del dominio del hecho50.
go, la consideración total de los momentos decisivos puede arrojar en
cada caso resultados diversos.

1001. — El punto de vista de Schmidháuser es objetable, en pri- — §76 —


mer lugar, porque supone que existen casos "claros" para cuya carac- LA AUTORÍA EN LOS DELITOS DE DOMINIO
terización no brinda ningún criterio. Pero además tampoco brinda
criterio alguno para decidir el resultado de la consideración total.
Precisamente en esto se diferencia de la teoría del dominio del hecho, a —La autoría individual
que, partiendo indudablemente de una consideración total, ofrece
un criterio (el dominio del hecho) en función del cual es posible obte- 1003. — La autoría individual es la del que "realiza el hecho por sí
ner la decisión respecto de la autoría en todos los casos. solo", por lo tanto, sin la participación de otros que hagan contribu-
ciones a la ejecución de la acción. Se trata de supuestos en los que la
ejecución se realiza de propia mano, dado que no necesita de otros51.
/—La teoría dominante en España En tales supuestos el dominio de la propia acción es indudable si el
agente ha obrado con dolo y han concurrido los elementos objetivos y
1002. — En la dogmática española, como vimos, predomina el subjetivos (especial cualificación del autor y especial propósito del
punto de vista según el cual el concepto de autor en sentido jurídico- autor) requeridos por el tipo.
penal debe inferirse de cada uno de los tipos de la Parte Especial. Las En este caso la autoría es particularmente simple, dado que al ha-
posibilidades de esta inferencia son, como se dijo, prácticamente ine- ber un único sujeto agente, si su acción es típica, no se presentará la
xistentes si no se recurre a un criterio para distinguir al autor (al que cuestión de distinguir su comportamiento del de otros partícipes. Di-
realiza la acción típica) de quienes sólo toman parte de otra manera cho en otras palabras: si la acción es típica el único agente será nece-
diversa de la autoría. Precisamente este criterio es lo que no propor- sariamente autor.
cionan los tipos de la Parte Especial, pues nada indican sobre las dis-
tintas formas de colaboración en la realización del tipo. Los tipos del
homicidio, lesiones, hurto, etcétera, sólo dicen que al que realice la
acción se le aplicará la pena allí conminada, pero sin especificar ab- 50
Cfr. SSTS del 1/7/63; 10/1/87; 11/5/87; 9/10/87; 15/4/88; 21/12/88; 21/2/89; 9/5/90;
8/2/91; 20/11/91; 25/11/92; 7/6/93; 14/6/93; 14/7/95.
51
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 615; en el mismo sentido: Roxin, Taters-
chaft und Tatherrschaft, p. 129.
Schmidhauser, Strafrecht, AUgemeiner Teil, p. 576.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 501 502 ENRIQUE BACIGALUPO

b —La coautoría nectada a la otra mediante la división de tareas acordada en la deci-


sión conjunta.
1004. — Son coautores los que toman parte en la ejecución del de-
lito co-dominando el hecho. Como ya se dijo, el derecho vigente no da 1008. — Problemático es distinguir esta decisión común que fun-
una regla expresa sobre la coautoría. Sin embargo, ésta no depende damenta la coautoría de la división de tareas acordada de ordinario
en su existencia dogmática de un reconocimiento legal explícito, entre autor y cómplice o cooperador. Las opiniones están divididas55.
pues está (como la autoría mediata) implícita en la noción de autor. El criterio correcto de distinción debe establecer si la división de ta-
reas acordada importa o no subordinación de unos respecto de otro o
1 —Elementos y particularidades
de otros. Para la existencia de coautoría es necesario que no haya su-
bordinación a la voluntad de uno o de varios que mantengan en sus
1005. — La coautoría es propiamente autoría. Por lo tanto, los ele- manos la decisión sobre la consumación del delito.
mentos de esta última deben ser compartidos por el coautor. En este
sentido el coautor debe tener en primer lugar el co-dominio del hecho 1009. — La jurisprudencia del Tribunal Supremo ya no considera
(elemento general de la autoría) y también las calidades objetivas que el acuerdo previo sin más es suficiente para la coautoría. Tal pun-
que lo constituyen en autor idóneo (delitos especiales), así como los to de vista, unánimemente criticado por la doctrina, ha cedido el pa-
elementos subjetivos de la autoría (o de lo injusto) requeridos por el so a un punto de vista que lo considera, en todo caso, una condición,
delito concreto. Coautoría, en el sentido de co-ejecución de la acción pero no la única, de la coautoría.
típica, sólo es posible en los delitos dolosos de comisión52.
-b~
—a— 1010. — Para la coautoría es decisiva una aportación objetiva al
1006. — El elemento esencial de la coautoría es el co-dominio del hecho por parte del coautor. Sólo mediante esta aportación se puede
hecho. Este elemento ha sido caracterizado por Roxin53 como un do- determinar si el partícipe tuvo o no el dominio del hecho y, en conse-
minio funcional del hecho, en el sentido de que cada uno de los coau- cuencia, si es o no coautor. La aportación objetiva que determina la
tores tiene en sus manos el dominio del hecho a través de la parte que existencia de un co-dominio del hecho puede resumirse en una fór-
le corresponde en la división del trabajo54. mula de utilización práctica: habrá co-dominio del hecho cada vez
que el partícipe haya aportado una contribución al hecho total, en el
1007. — El co-dominio del hecho requiere una decisión conjunta al estadio de la ejecución, de tal naturaleza que sin ella aquél no hubie-
hecho. Mediante esta decisión conjunta o común se vinculan funcio- ra podido cometerse56. Para el juicio sobre la dependencia de la con-
nalmente los distintos aportes al mismo: uno de los autores sostiene sumación del hecho de la aportación del partícipe es decisivo el plan
a la víctima y el otro la despoja de su dinero; cada aportación está co- de realización tenido en cuenta por los autores.

52 55
Sobre la imposibilidad de una coautoría de delitos de omisión, cfr. Kaufmann, Cfr. por la teoría subjetiva: Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 565 y ss.;
Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 204; Bacigalupo, Delitos impropios por un criterio formal-objetivo: Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 815;
de omisión, ps. 173 a 175. igualmente: Samson, ea.SystematischerKommentarzum Strafgesetzbuch, § 25,43; Jes-
53
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 275 y ss.; ídem, en Homenaje a Jimé- check, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 549; otro punto de vista Straten-
nez deAsúa, p. 55 y siguientes. werth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 506.
54 56
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 275 y ss.; ídem, en Homenaje a Jimé- Cfr. en general, López Barja de Quiroga, Autoría y participación, p. 66; Moreno
nez deAsúa, p. 55 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 549; y Bravo, Autoría en la doctrina del Tribunal Supremo (coautoría, autoría mediatay de-
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 807. litos impropios de omisión), p. 59 y ss.; Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 280;
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 503 504 ENRIQUE BACIGALUPO

1011. — Esta fórmula tiene una base legal directa en el art. 28.2, 1013. — Para determinar cuándo hay un aporte sin el cual el he-
b del Cód. Penal. En efecto, el significado de la expresión "tomar par- cho no se hubiera podido cometer es de utilidad el criterio de la fórmu-
te en la ejecución" sólo de esta manera adquiere un adecuado valor la de la supresión mental de la teoría de laconditio sine qua non. Si se
dogmático en lo referente a la coautoría, pues señala precisamente el suprime mentalmente la aportación y la ejecución no se puede llevar
momento que va desde el comienzo de ejecución hasta la consuma- a cabo, es evidente que se trata de un aporte necesario. Sin embargo,
ción, período en el que prestar una colaboración sin la cual el hecho es preciso tener en cuenta que no se debe requerir una necesidad ab-
"no se habría podido cometer" implica un aporte que revela el co-do- soluta, sino que es suficiente con que la aportación sea "difícilmente
minio del hecho. "Es evidente que el sujeto que presta una colabora- reemplazable" en las circunstancias concretas de la ejecución59.
ción sin la cual el hecho no habría podido cometerse decide sobre la
consumación"57 y, por lo tanto, co-domina el hecho.
2 — Coautoría sucesiva

1012. — El art. 28.2, b del Cód. Penal ha sido entendido exclusiva- 1014. — Se designa como coautoría sucesiva el caso consistente en
mente como una forma de cooperación necesaria58. Desde nuestro que alguien participa co-dominando el hecho en un delito que ya ha
punto de vista, por el contrario, es preciso diferenciar: el art. 28.2, b comenzado a ejecutarse. Por ejemplo: "A" y "B" penetran con violen-
se refiere a los coautores como aquellos que hayan prestado durante cia en una tienda, donde se apoderan de mercancías que llevan a ca-
la ejecución una contribución al hecho sin la cual éste no se hubiera sa de "C"; éste, enterado del hecho ya realizado por "A" y "B", concu-
podido cometer. Por el contrario, aquellos que hubieran prestado rre con ellos al local y se apoderan juntos del resto de la mercadería.
una colaboración semejante en la etapa de la preparación, previa al La coautoría sucesiva es posible sólo hasta la consumación del plan
comienzo de la ejecución, no han podido dominar el hecho. Esto pue- delictivo.
de aclararse aún más con el siguiente cuadro: La regla para la decisión de estos casos es que el coautor sucesivo
no responde por el hecho ya realizado cuando comienza su participa-
A) Partícipes que realizan un Durante la ejecución ción, pues ello implicaría el reconocimiento de un dolo subsequens60.
aporte sin el cual el hecho = coautores
no hubiera podido cometerse ,-. , ,
c
Durante la preparación c —La autoría mediata
= cooperadores necesarios
B) Partícipes que realizan = Cómplices (sea durante 1 — Concepto de autor mediato
cualquier otra aportación la ejecución o la preparación)
del art. 29 del Código Penal. 1015. — Autor mediato es el que, dominando el hecho y poseyen-
do las demás características especiales de la autoría, se sirve de otra
persona (instrumento) para la ejecución de la acción típica.
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 820 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des Stra-
59
frechts, Allgemeiner Teil, § 63, III; Samson, enSystematischer Kommentar zum Straf- Gimbernat Ordeig, Autor y cómplice en el derecho penal, p. 157 y ss.; Roxin, en
gesetzbuch, §§ 25,44 y ss.; otro punto de vista: Jakobs, Systematischer Kommentar zum Homenaje a Jiménez deAsúa, p. 67; Bacigalupo, Notas sobre la banday la distinción en-
Strafgesetzbuch, p. 621 y siguientes. tre auxiliador necesarioy la participación secundaria, en LL, 123-1311.
57 60
Bacigalupo, La noción de autor..., p. 47; Roxin, en Homenaje ajiménez deAsúa, Stratenwerth, Strafrechts, Allgemeiner Teil, n° 817; Roxin, Taterschaft und Tat-
p. 66 refiriéndose al art. 45 del Código Penal argentino; ídem, Táterschaft und Tatherrs- herrschaft, p. 290; Schmidháuser, Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 520; en contra, Jes-
chaft, p. 40. check, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 552 y ss.; Maurach, Deutsches
58
Cfr. por todos Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Co- Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 49, III; Samson, en Systematischer Kommentar zum
mentarios al Código Penal, 1.1, p. 871 y siguientes. ' Strafgesetzbuch.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 505 506 ENRIQUE BACIGALUPO

1016. — La teoría del autor mediato no ha merecido siempre acep- (instrumento); y lo que caracteriza el dominio del hecho es la subor-
tación fuera de Alemania: En España ha sido considerada superflua dinación de la voluntad del instrumento a la del autor mediato.
por algunos autores61 y en Italia ha sido también cuestionada su ne-
cesidad, no sólo porque el art. 111 del Cód. Penal italiano establece 1019. — Los casos en que falte la acción del instrumento, porque
que "quien ha determinado a cometer un delito a una persona no im- se lo utiliza mediante fuerza física irresistible o de una forma análo-
putable o no punible a causa de la ausencia de una condición o cuali- ga, no dan lugar a autoría mediata sino a autoría directa. Por ejem-
dad personal, responde del delito cometido por ésta", sino también en plo: el que, atropellado por un automóvil, da contra un escaparate y
razón de sus fundamentos62. rompe el cristal o el que rompe el jarrón ajeno como consecuencia de
un acto reflejo que le provoca el médico no son instrumentos de un
1017.— La teoría del autor mediato se ha ido desprendiendo de la autor mediato, sino que quienes ocasionaron el desplazamiento vio-
figura del Mandat, desarrollada afinesde la Edad Media por la cien- lento del cuerpo o el acto reflejo resultan autores inmediatos.
cia italiana del derecho penal. Pero un concepto de autoría mediata
no aparece hasta Stübel (1828) en reemplazo del de "causante inte- 1020. — La autoría mediata sólo adquiere —como se vio— una
lectual". La fundamentación moderna comienza con los hegelianos: fundamentación adecuada a través de la teoría del dominio del he-
Luden, Kostlin, Berner, Hálschner. En gran medida la teoría se de- cho. La teoría formal-objetiva no puede alcanzar tal fundamentación
sarrolló como consecuencia de la accesoriedad extrema63, que exigía especialmente, ya que su punto de partida es demasiado estrecho y,
en el autor inmediato también el requisito de la culpabilidad; por lo en realidad, reduce todos los delitos a delitos de propia mano. Sin em-
tanto, los que inducían a autores inculpables resultaban impunes. bargo, trató de superar el punto de partida sin contradicción median-
Precisamente para evitar esta impunidad se forjó la figura del autor te la llamada "teoría de la preponderancia"66, que procura reempla-
mediato. Sin embargo, introducida la accesoriedad limitada64, se zar la falta de la acción personal de ejecución mediante una amplia-
mantuvo, porque ha quedado demostrado que esencialmente se tra- ción del concepto de autor para los casos de autoría mediata. De esta
ta de casos de autoría65. forma la falta de autoría directa resultaría compensada por otros ele-
mentos del delito, que son presupuestos de la punibilidad, que resi-
1018. — El autor mediato debe reunir todas las características es- den en el ámbito de la culpabilidad y sólo concurren en el autor.
peciales de la autoría (objetivas y subjetivas) en la misma medida re-
querida para el autor inmediato.
1021. —Así, por ejemplo, en el caso de producción de un resultado
El rasgo fundamental de la autoría mediata reside en que el autor
mediante un instrumento que obra de acuerdo a derecho, porque lo
no realiza personalmente la acción ejecutiva, sino mediante otro
ampara una causa de justificación, la autoría mediata resulta funda-
mentada porque el que obra detrás del instrumento tiene una "pre-
61
ponderancia en el ámbito de la antijuridicidad"67. Con acierto ha cri-
Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al
Código Penal, 1.1, p. 803; Cerezo Mir, enFestschriftfür Welzel, p. 635 y siguientes.
62
Bettiol, Diritto pénale, p. 594; Mantovani, Diritto pénale, 1979, p. 462; afirmati-
vamente: Riccio, L'autore mediato, 1939; Pannain, Manuale di diritto pénale, 1962,1.1,
66
p. 802; Latagliata, Iprincipi del concorso dipersone nel reato. Hegler, "Das Wesen der mittelbaren Táterschaft", en Die Reichsgerichtspraxis
63
Cfr.¿n/ra,§79,¿>,2. im deutschen Rechtsleben, Besonderer Teil, t. V, 1929, p. 355; ídem, "Mittelbare Táters-
64
Cfr.in/ra,§79,¿>,2- chaft bei nicht rechtswidrigem Handeln der mittelsperson", en Festgabe für Richard
65
Cfr. Schróder, Der Tater hinter dem Tater, 1965, p. 13 y ss.; Roxin, Táterschaft Schmidt, 1932.
67
und Tatherrschaft, p. 141 y ss.; sobre la necesidad de la figura de la autoría mediata, Hegler, "Mittelbare Táterschaft bei nicht rechtswidrigem Handeln der Mittels-
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 101. person", en Festgabe für Richard Schmidt, p. 71 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 507 508 ENRIQUE BACIGALUPO

ticado Grünhut68 que sólo se trata de una correcta caracterización de tanto, dominio de la acción para cuya ejecución se lo coacciona y con-
la autoría mediata, pero no de una fundamentación dogmática. secuentemente también la posibilidad de obrar de otra manera. Por
ello se piensa que el que coacciona será en todo caso un inductor, pues
ha creado en el autor el dolo, no importando para nada que lo haya
2—Supuestos de autoría mediata
hecho mediante coacción o persuasión71.
I— Instrumento que obra sin dolo
1025. — Desde otro punto de vista se sostiene que podrá admitir-
1022. — La primera hipótesis de autoría mediata se da en el caso se autoría mediata en los casos en que el coaccionado haya perdido,
del que utiliza, como medio para alcanzar elfinpropuesto, a otro cu- por la intensidad del efecto de la coacción, "la última y relevante de-
ya acción —por el contrario— no se dirige al mismofindel autor me-
cisión sobre lo que ocurrirá", de tal forma que ésta se traslada a las
diato sino a uno distinto cualquiera69. Por ejemplo: la utilización de
manos del que ejerce la coacción72.
un mensajero que ignora el contenido del paquete para entregar una
bomba que estallará al ser recibida por el destinatario; la utilización
1026. — La cuestión planteada no tiene, en principio, mayor efec-
de una enfermera ignorante del contenido de una jeringuilla para in-
to práctico en el derecho español, por la equiparación de pena dis-
yectar a otro una dosis mortal. El dolo del instrumento faltará siem-
puesta en el art. 61 del Cód. Penal. Desde el punto de vista del exce-
pre que éste obre con error o ignorancia sobre las circunstancias del
so del autor inmediato el resultado también se mantiene inalterable.
tipo. En estos casos el dominio de la voluntad se funda en el mayor co-
Si lo consideramos un caso de inducción, el exceso del autor inmedia-
nocimiento que tiene el autor mediato de las circunstancias del tipo
to no le será imputable por los principios generales. Si se lo conside-
con respecto al instrumento.
ra un caso de autoría mediata, el exceso del autor inmediato será sin
duda una hipótesis en la que el autor mediato ya no tiene el dominio
1023. — Cuando ambos conocen las circunstancias en igual medi-
del hecho, pues en esa parte no habrá dominado el hecho del autor in-
da no hay posibilidad de dominio de la voluntad del otro (a no ser que
mediato. No obstante si conoce el riesgo del exceso, el autor mediato
concurran otros factores que permitan establecerlo). Por ejemplo:
habrá obrado con dolo eventual respecto del mismo.
"A" incita a "B" a que pruebe su habilidad quitando un cigarrillo de la
boca a "C" —que está de acuerdo con la prueba— por medio de un dis-
paro de revólver. "B" acepta con idea de ganar la apuesta, dispara y 777—Instrumento que carece de capacidad
mata a "C". Por lo menos ha obrado con culpa y, en su caso, con dolo para motivarse de acuerdo a la norma
eventual. Pero, de todos modos, "B" ha tenido el dominio del hecho: 1027. — Aquí debemos distinguir dos supuestos: a) Que el instru-
"A" no es autor mediato70. mento actúe en estado de incapacidad de culpabilidad (inimputabi-
lidad). b) Que el instrumento obre con error de prohibición.
II—Instrumento que obra coaccionado a) El caso del instrumento que obra en estado de necesidad de cul-
1024. — Este caso no ofrece respuestas unánimes. El que obra pabilidad (inimputabilidad) —por ejemplo, enfermo mental—
coaccionado lo hace, sin duda, con dolo: coactus voluit. Tiene, por lo no ofrece, en principio, problemas. Admitida la accesoriedad li-
mitada, puede resolverse también como un supuesto de induc-
68
Grünhut, Grenzen strafbarer Taterschaft und Teilnahme, en "JW" 1932, p. 366.
69 71
Cfr. SSTS de 28/10/78; 23/5/81; 22/4/88; 8/10/92. Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 165, nota 187.
70 72
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 764 y ss.; Roxin, Taterschaft und Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 144; Stratenwerth, Strafrecht, Allge-
Tatherrschaft,p. 189 y siguientes. meiner Teíl, n° 768 y ss.; Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 102.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 509 ENRIQUE BACIGALUPO
510

ción73, si bien el auténtico sentido del hecho lo da la calificación VI—Instrumento que obra dentro de un aparato de poder
de autoría mediata. Sin embargo, si el inimputable ha conser- 1030. — Roxin77, Stratenwerth78, Samson79 y Schmidháuser80
vado el dominio del hecho a pesar de su inimputabilidad, sólo consideran que se da autoría mediata en el caso del sujeto que forma
habrá inducción74. parte de una organización de poder y que es un intermediario en la
b) En el caso del instrumento que obra con error de prohibición ejecución de una decisión delictiva determinada. Por ejemplo: el
inevitable la solución es la misma, pues le ha faltado a aquél la agente de un servicio secreto que cumple una orden de matar a un di-
capacidad para obrar de otra manera, mientras el autor me- plomático extranjero; el funcionario de un Estado ilegítimo que pone
diato es tal precisamente porque se ha servido de esa incapaci- en marcha en una etapa intermedia de realización una operación de
dad del instrumento, similar en sus efectos a la incapacidad de exterminio o privación de libertad de un grupo de personas .Los "fun-
culpabilidad. Si el error de prohibición es evitable puede darse cionarios" o el agente del servicio de los casos propuestos no obran ni
también autoría mediata75. coaccionados ni por error. Sin embargo, dada la fácil fungibilidad del
sujeto, que podría ser reemplazado en el trámite por otro cualquiera,
se admite la autoría mediata para los miembros superiores del "apa-
TV— Instrumento que no obra típicamente rato de poder". Por supuesto, la punibilidad del "instrumento" como
1028. — Se trata, por ejemplo, del caso de las autolesiones, que no autor inmediato no es discutida. Para otros autores estos casos se de-
son típicas, pues el art. 147.1 del Cód. Penal requiere causar lesión "a ben considerar según las reglas de la coautoría81.
otro" ("A" engaña a "B" haciéndole creer que el revólver está descar-
gado; "B" se dispara sobre un pie y se produce una herida; "A" es au-
tor mediato de las lesiones).
— §77 —
LA AUTORÍA EN LOS DELITOS
V— Instrumento que obra de acuerdo a derecho DE INFRACCIÓN DE DEBER
1029. — El caso se presenta con toda claridad en los supuestos de 1031. — Como hemos visto (supra, § 75, d) a los efectos de la dis-
estafa procesal. Una de las partes hace valer documentos falsos, con tinción entre autoría y participación se debe distinguir entre delitos
lo que determina una decisión falsa del juez que perjudica a la otra de dominio, en los que el dominio del hecho permite decidir sobre la
parte. El juez que dicta la sentencia, ignorando la falsedad, obra de autoría del agente, y delitos de infracción de deber. Entre estos se en-
acuerdo a derecho. cuentran los delitos especiales, algunos delitos societarios (adminis-
Pero el que obra detrás es autor mediato de estafa porque, en base tración desleal —art. 295, Cód. Penal—) y los delitos de omisión82.
a su mayor conocimiento de la verdad de los hechos, ha mantenido el
dominio del hecho76.
77
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 341 y siguientes.
78
Stratenwerth, Strafrecht, AUgemeiner Teil, n° 790 y siguientes.
79
Samson, en Systematíscher Kommentar zura Strafgesetzbuch, §§25,36.
80
73 Schmidháuser, Strafrecht, AUgemeiner Teil, p. 527.
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 544. 81
74 Cfr. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, AUgemeiner Teil, p. 546; Samson, en
López Barja de Quiroga, Autoría y participación, p. 51. Systematíscher Kommentar zum Strafgesetzbuch, §§ 25,36; también Jakobs, que recha-
75
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 103; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner za enérgicamente la autoría mediata, Strafrecht, AUgemeiner Teil, p. 649.
Teil, n° 779 y ss.; otra solución: Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 197. 82
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 352 y ss.; el mismo: Leipziger Kommen-
76
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 341 y ss.; Maurach, Deutsches Stra- tar, §§ 25,29 y ss.; Jakobs, Strafrecht, AUgemeiner Teil, p. 655 y ss. con ciertas variacio-
frecht, Allgemeiner Teil, § 48, II, B. Cfr. STS del 22/4/88. nes.
512 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 511

1032. — El deber que constituye la materia de la lesión jurídica en nistrado86. Sin embargo, el ejemplo propuesto pone por sí solo de re-
estos tipos penales no es el deber genérico que surge de toda norma y lieve que lafigurade la autoría mediata es innecesaria: el que infrin-
que alcanza también la de los partícipes. Se trata, por el contrario, de ge el deber especial que le incumbe induciendo a otro a producir el da-
un deber extra-penal, que no alcanza a todo partícipe, sino a quienes ño ya es autor (directo o inmediato), dado que el deber lo infringe al
tienen una determinada posición respecto de la inviolabilidad del poner en marcha el suceso que producirá el daño patrimonial.
bien jurídico (funcionarios, administradores, garantes en los delitos
de omisión).
En este sentido se afirma que delitos de infracción de deber "son — §78 —
todos aquellos cuyos autores están obligados institucionalmente a PROBLEMAS PARTICULARES
un cuidado del bien"83.

1033. — En los delitos de infracción de deber el criterio determi- a — La problemática de los delitos de propia mano
nante de la autoría es únicamente la infracción del deber especial
que incumbe al agente, con total independencia de si tuvo o no domi- 1036. — En la doctrina y en la jurisprudencia se designan como
nio del hecho. Por ejemplo: el administrador de hecho o de derecho, delitos de propia mano aquellos en los que la autoría depende de la
que aconseja a un tercero cómo sustraer ciertos bienes del activo del realización corporal de la acción, dado que lo reprochable del acto es
patrimonio que administra, es autor del delito de administración precisamente su ejecución corporal. En estos delitos se excluye la
desleal aunque no haya tenido dominio del hecho en la sustracción coautoría y la autoría mediata87.
del tercero que perjudica el patrimonio84. La categoría en sí misma no es discutida, pero es problemático es-
tablecer en que tipos se debe admitir un delito de propia mano. En es-
1034. — En los delitos de infracción de deber la coautoría se da en te sentido la jurisprudencia muestra hasta qué punto se ha produci-
los casos de vulneración en común del deber especial, sin tomar en do un cambio de puntos de vista respecto de delitos concretos. El Tri-
consideración ninguna otra circunstancia, en particular la especie bunal Supremo consideró inicialmente que el delito de tenencia de
de aportación de cada uno de los agentes85. armas (art. 563, Cód. Penal)88 y el de violación (art. 179, Cód. Penal)
eran delitos de propia mano. Sin embargo, en ambos ha admitido
1035. —Asimismo se postula en los delitos de infracción de deber más tarde la posibilidad de la coautoría y, en el caso de la violación,
la admisión de laautoría mediata. En el caso del art. 295 del Cód. Pe- inclusive, la autoría mediata89.
nal (administración desleal) se daría autoría mediata del adminis-
trador que aconseja a un tercero para que éste obtenga una ventaja 1037. — Para la determinación de cuáles son los tipos en los que se
patrimonial causando un perjuicio antijurídico al patrimonio admi- debe admitir un delito de propia mano se han propuesto diversos cri-

83 86
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 655 y ss. Sin embargo, no se debe con- En este sentido Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 360.
fundir la extensión que se otorga a los delitos de infracción de deber en la teoría, según 87
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 401; Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner
se parta de la distinción esencial entre acción-omisión o entre organización de la propia Teil, p. 604 y ss.; Maqueda Abreu, Los delitos de propia mano, 1992; Choclán Montalvo,
acción/deberes institucionales. La cuestión es decisiva para aplicar las consecuencias en "AP" 1996 (n° 3), p. 39 y siguientes.
que estos delitos tienen en lo referente a las relaciones que se deben exigir entre el he- 88
Hasta la STS del 25/1/85.
cho del autor y los hechos de los partícipes (es decir, respecto de la accesoriedad). 89
Cfr. STS del 2/11/94; considerando la violación como delito de propia manoSSTS
84
Ejemplo adaptado de Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 655 y siguientes. del 31/1/92 y 22/6/94; admitiendo la coautoría las SSTS del 14/4/87 y de 11/7/87.
85
Cfr. Roxin, Leipziger Kommentar, § 25,111.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 513 ENRIQUE BACIGALUPO
514

terios 90 —la "teoría del texto"91, que considera posible deducirlo del cepto de dominio del hecho. La cuestión se presenta en los delitos es-
texto legal; la "teoría del movimiento corporal92, que no se diferencia peciales, en los que sólo puede ser autor un sujeto que tenga la califi-
básicamente de la anterior—. En la actualidad se sostienen diversos cación exigida para el delito (por ejemplo, art. 390, Cód. Penal). Quie-
criterios: nes poseen tal calificación se designan intraneus y los que no la po-
1. Según un punto de vista se trata de delitos configurados según
seen extraneus.
el criterio del derecho penal de autor o de delitos en los que la
autoría está estrechamente vinculada con la realización de la
1040. — La utilización de un no calificado (extraneus), que obra
acción y que no implican la lesión de un bien jurídico9^. En es-
con dolo, por un calificado (intraneus) determina un problema de
te sentido se considera que la mayoría de los delitos que actual-
gran complejidad. Por ejemplo: el funcionario que por medio de un no
mente se consideran de propia mano son, en realidad delitos de
funcionario hace documentar una constatación falsa. Puede afir-
infracción de deberes altamente personales (falso testimonio;
marse que existe acuerdo respecto de la punibilidad del cualificado
abandono del servicio militar, etcétera) 94 .
como autor mediato, que realiza la acción de ejecución por medio de
un no-cualificado que obra con dolo, y del "instrumento" que realiza
2. También Jakobs estima que son aplicables a estos delitos las la acción de ejecución en forma directa como partícipe.
consecuencias de los delitos de infracción de deber. Desde esta
perspectiva se deben considerar delitos de propia mano aque- 1041. — El problema se presenta aquí para la teoría del dominio
llos "cuyo disvalor de acción no se deduce de la modificación del hecho, pues el no calificado que obra con dolo y libertad tendría,
(imputable) que pueden producir, sino de la insuficiencia per- en principio, el dominio del hecho y sin embargo no puede ser autor
sonal del autor expresada en el acto delictivo"95. por falta de la cualificación legal. La cuestión tiene su repercusión
fundamentalmente en materia de accesoriedad. Si ésta depende del
1038. — En el derecho vigente sólo parece estar fuera de duda co- dominio del hecho del autor principal, parecería no haber en el caso
mo delito de propia mano el de falso testimonio (art. 458 y ss., Cód. otra solución que la impunidad, ya que el no cualificado no puede ser
Penal), que puede ser entendido como un delito de infracción de un autor por falta de la cualificación y el cualificado no puede ser induc-
deber personal95. tor porque la inducción supone la autoría en el inducido.

1042. — Las soluciones actuales son muy variadas en sus funda-


b — Casos de utilización de un instrumento mentos. Welzel, por ejemplo, explica el dominio del hecho mediante
no cualificado
el concepto de "dominio social" derivado de la cualificación del que o-
bra detrás del instrumento97. Gallas dice que el cualificado "no tiene
1039. — Estos casos se han considerado tradicionalmente como dominio sobre la persona del que obra inmediatamente, pero proba-
supuestos de autoría mediata y para ello se modificaba ad hoc el con- blemente sí sobre el hecho como totalidad en la medida en que el ca-
rácter de delito depende de la cualificación que él posee y del impul-
90
Un resumen de los mismos en Maqueda Abreu, Los delitos de propia mano. so que ha dado al no cualificado"98. Jescheck, por su parte, entiende
91
Binding, Strafrechtliche und strafprozessualeAbhandlungen, 1.1,1915, p. 268. que aquí el dominio del hecho debe construirse normativa y no psico-
92
Beling, Die Lehre vom Verbrechen, 1906, p. 234 y siguientes.
93
Roxin, enLeipzigerKommentar, 10a ed., 1985, §§ 28,29 y siguientes.
94
Roxin, enLeipzigerKommentar, 10aed., 1985, §§ 25,36. 97
95
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 605. Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 104.
98
96
Otro punto de vista Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 605. Gallas, Verbrechenslehre, p. 102.

33 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 515 ENRIQUE BACIGALUPO
516

lógicamente", recurriendo en forma implícita a la teoría de la pre- elemento subjetivo requerido por el tipo (por ejemplo, ánimo de lucro
ponderancia de Hegler: "El influjo jurídicamente dominante del que en el hurto —art. 234, Cód. Penal—), mientras que el que obra por
obra por detrás es decisivo para la autoría". Stratenwerth piensa que detrás lo hace con ese elemento subjetivo. Por ejemplo104: el dueño de
se trata de una "forma mixta de roles de participación impune en la un campo, con ánimo de apropiación de cosas ajenas, deja que su
que se suman elementos de la autoría y de la inducción"100. criado, que obra conociendo todas las circunstancias de hecho, im-
pulse hacia su corral junto con las propias gallinas las de su vecino
1043. — Todas estas propuestas han quedado fuera de considera- (¿hurto del criado e inducción del titular del campo o hurto en auto-
ción como consecuencia del desarrollo dogmático de los delitos de in- ría mediata del dueño?).
fracción de deber101. En estos delitos se modifica el régimen de la ac-
cesoriedad, de tal manera que la acción del partícipe no depende del 1045. — Desde el punto de vista de la teoría del dominio del hecho,
dominio del hecho y del dolo del autor (en estos casos, el cualificado), estos casos ofrecen la siguiente dificultad: el que obra con dominio
sino de la infracción del deber del cualificado, cualquiera que sea la del hecho (dolosamente) carece del elemento subjetivo de la autoría
posición en la que éste actúe, dado que toda actuación que signifique (voluntad de apropiarse = ánimo de lucro), razón por la cual no pue-
infracción de deber es suficiente para la autoría. En el ejemplo del de ser autor. El que obra por detrás tiene el elemento subjetivo de la
funcionario que hace documentar una constatación falsa por un no- autoría, pero carece del dominio del hecho. Si la autoría depende de
funcionario (por ejemplo, una inscripción falsa en el Registro de la la conjunción de ambos elementos en la misma persona, parecería
Propiedad), el hecho principal es la infracción del deber del funciona- que ninguno de los dos ha obrado como autor. La inducción del que o-
rio y el accesorio el del no-cualificado. Aceptado este criterio, sin em- bra por detrás queda a su vez excluida porque el otro no es autor.
bargo, las opiniones no son coincidentes. Por un lado se sostiene que
el funcionario es autor mediato, dado que infringe su deber102. Por 1046. — La teoría ha dado aquí soluciones muy diferentes. Por un
otro, sin embargo, se piensa que "el extraneus (...) ejecuta la acción, lado se equipara este caso al de los delitos especiales que acabamos
pero no es autor de un delito a causa de su carencia de cualificación, de tratar, sea afirmando un "dominio social" del hecho en el que obra
y el intraneus (...) no lo comete como autor, sino que simplemente par- por detrás con el elemento subjetivo105, sea postulando la no punibi-
ticipa"103. El primer punto de vista es el correcto, dado que la infrac- lidad de estos hechos por constituir "formas mixtas de participación"
ción del deber determina la autoría del cualificado. no punibles106.

c — Casos de utilización de un instrumento que obra


2047. —Porotra parte, se rechaza la autoría mediata por estimar-
dolosamente, pero sin elemento subjetivo de la autoría se que en este supuesto no hay hurto sino apropiación indebida107;
esta solución no es compatible con el derecho español, porque carece
1044. — Se trata de una problemática considerada similar en el de un texto similar al del § 246 del Cód. Penal alemán. Sin embargo,
caso del que realiza la acción ejecutiva dolosamente pero sin tener el

104
99 Cfr. Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 800; Welzel, Das Deutsche
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, § 62, II, 7. Strafrecht, p. 104; Samson, enSystematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, §§ 25,
100
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 793 y siguientes. 34.
101
Cfr. Roxin, enLeipzigerKommentar, §§ 25, 91 y ss.; Jakobs, Strafrecht, Allge- 105 Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 105; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts,
meiner Teil, p. 650. Allgemeiner Teil, p. 545: "dominio del hecho normativo".
102
Roxin, en Leipziger Kommentar, §§ 25,91. 106
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil,rí>801.
103 107
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 650. Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 528.
518 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 517
nico que proporcionan las reglas referidas a la participación en sen-
también se admite autoría por parte del que obra dolosamente sobre tido estricto (inducción y complicidad).
la base del principio del dominio del hecho en virtud de una interpre- De esta manera se rechazan las teorías que tienden a concebir la
tación del elemento subjetivo del hurto; a su vez, el que obra por de- participación con una cierta autonomía110.
trás sería inductor108. En la adopción de una u otra tesis está enjuego el fundamento que
se otorgue a la participación.
1048. — En realidad, la solución del problema depende de la inter-
pretación de los elementos subjetivos del hurto. Si se admite el crite-
1 — Teoría de la culpabilidad de la participación
rio de la jurisprudencia, que identifica el ánimo de lucro con el ani-
mus rem sibi habendi, de apreciar cuándo el agente quiere las cosas 1051. — Para ella el fundamento de la punibilidad de la participa-
para entregarlas a otro, la cuestión deja de ser problemática109. ción reside en la culpabilidad del partícipe respecto de la corrupción
del autor, en otras palabras, en la influencia de aquél en éste, de lo
que se deriva su culpabilidad y su pena111. De esta manera la medi-
da de la culpabilidad del partícipe depende de la existencia y medida
— §79- de la culpabilidad del autor.
PARTICIPACION EN SENTIDO ESTRICTO La teoría es comúnmente rechazada en la medida en que no se
compagina con un sistema legislativo en el que la culpabilidad del
a —Fundamento de lapunibilidad del partícipe partícipe es independiente de la del autor112.

1049. — Condición esencial de la participación es que el partícipe 2 — Teoría de la causación


no haya realizado la acción típica. Esta delimitación negativa no de-
be entenderse en un sentido formal, sino material: es preciso que el 1052. — El punto de partida de esta teoría es la incidencia causal
partícipe no haya tenido el dominio del hecho o no haya estado obli- del partícipe en la realización del hecho. La circunstancia de que el
gado por el deber especial en los delitos de infracción del deber. aporte causal de aquél se analice a través del autor determina su ma-
yor distancia respecto del resultado y, por lo tanto, su menor punibi-
1050. — Las formas, como se vio, fueron caracterizadas como lidad. Si lo esencial es el aporte causal, la tipicidad de la conducta del
"fundamentos de extensión de la pena" (M. E. Mayer) o del tipo penal autor desaparece como requisito y, en consecuencia, la participación
(Zimmerl). Esto significa que la participación no da lugar a un tipo se convertiría en un delito autónomo, es decir, perdería su naturale-
• 113
autónomo, a un delito en sí, sino a un "tipo de referencia" o "concepto za accesoria .
de referencia". No es posible la participación si no se la conecta a un
hecho punible cuyo autor es otro, distinto del partícipe. La extensión 110
Cfr. Massari, II momento esecutivo del reato, § 70; y en la dogmática alemana:
de cualquiera de los tipos de la Parte Especial a otras conductas que Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 497 y ss.; Lüderssen, Zum Strafgrund
no son su comisión misma sólo es posible mediante el dispositivo téc- derTeilnahme, 1967.
111
Mayer, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 1967, p. 155.
112
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 557; Stratenwerth,
Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 850; Rudolphi, en "ZStW" 78, p. 94; Samson, enSystema-
tischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 26, n° 5; Schmidháuser, Strafrecht, Allge-
108
Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 341 y siguientes. meiner Teil, p. 534.
109 113
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 649, que considera que si uno de los Lüderssen, Zum Strafgrund der Teilnahme, p. 119 y ss.; Maurach, Deutsches
partícipes conoce que otro actúa con el elemento subjetivo de la autoría, debe ser consi- Strafrecht, Allgemeiner Teil, § 50, III, D.
derado autor.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 519 520 ENRIQUE BACIGALUPO

También esta teoría es insostenible en el derecho vigente porque 1056. — El desistimiento de la tentativa no afecta a la punibilidad
choca con el requisito de la dependencia o accesoriedad del hecho del del partícipe que no haya desistido (art. 16.3, Cód. Penal). Esto es
partícipe de otro principal114. consecuencia del carácter personal de la excusa absolutoria sobrevi-
niente de desistimiento.
3 — Teoría de la participación en lo ilícito
1053. —La participación consiste, según ella, en la violación de la 2 —Dependencia de los elementos del hecho punible
prohibición de impulsar o apoyar otro hecho prohibido. Tal prohibi- 1057. — El grado de dependencia de los elementos del hecho puni-
ción está contenida en las disposiciones particulares de la participa- ble del delito ejecutado por el autor principal da lugar a distintas po-
ción y no en las normas de la Parte Especial. La participación está di- sibilidades117:
rigida a la lesión del mismo bien jurídico que el hecho principal116.
a) Accesoriedad mínima. El hecho principal sólo requiere ser típi-
camente adecuado.
b) Accesoriedad limitada. El hecho principal debe ser típico y an-
b —Accesoriedad de la participación
tijurídico.
c) Accesoriedad extrema. El hecho principal debe ser típico, anti-
1054. — La accesoriedad de la participación presupone tomar par-
jurídico y culpable.
te en un hecho ajeno. Por ello, tiene carácter accesorio. Accesoriedad
d) Hiperaccesoriedad. Las circunstancias personales agravantes
de la participación quiere decir, entonces, dependencia del hecho de
o atenuantes del autor del hecho principal también benefician
los partícipes respecto del hecho del autor o los autores. La cuestión
o perjudican al partícipe.
requiere ser analizada en dos sentidos distintos: en primer lugar,
desde el punto de vista del grado de realización que debe haber alcan-
zado el hecho principal; en segundo lugar, desde el punto de vista de 1058. — La opinión dominante entiende que debe regir el sistema
los elementos del hecho punible que se deben dar en este último. de accesoriedad limitada: el hecho principal debe ser típico y antiju-
rídico; la culpabilidad de cada partícipe, en cambio, es individual.

1 —Dependencia del grado de realización 1059. — En principio, la accesoriedad mínima está excluida, pues
1055. — La participación punible presupone que el hecho princi- un hecho típico solamente no es antijurídico cuando concurre una
pal haya alcanzado, por lo menos, el nivel de la tentativa, es decir, al causa de justificación y ello excluye toda consecuencia jurídica del
menos el principio de ejecución. Por esta razón la conspiración, pro- hecho. Por lo tanto, un hecho justificado pero típico no puede dar lu-
posición y provocación del art. 17 del Cód. Penal son, en realidad, ti- gar a una participación punible.
pos penales independientes, en los que se sancionan actos prepara-
torios de otros delitos. 3 —La cuestión de la dependencia del dolo
del hecho del autor principal
1060. — Una de las cuestiones más debatidas de la accesoriedad
114
es la de la dependencia del hecho del partícipe del dolo del autor del
Samson, en SystematischerKommentarzum Strafgesetzbuch, § 26, n° 8.
115
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 112; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemei-
nerTeil,n" 858. 117
Mayer, Der Allgemeine Teil des deutschen Strafrechts, p. 391; Bockelmann,
116
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 858. Strafrechtliche Untersuchungen, p. 31.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 522 ENRIQUE BACIGALUPO
521

hecho principal. Este punto no depende de la forma en que se funda- nen, consecuentemente, incidencia en la responsabilidad individual
menta la accesoriedad limitada ni tampoco de la fundamentación de de cada partícipe: la inducción o la complicidad en un hecho principal
la punibilidad de la participación stricto sensu. La cuestión es inde- cometido por el autor en una situación de necesidad en la que colisio-
pendiente inclusive del concepto de acción (finalista o no)118. nan intereses de igual jerarquía, por ejemplo, sería punible, a pesar
de la no punibilidad del autor por hallarse excluida su culpabilidad.
1061. — La dependencia del dolo del autor del hecho principal en
la instigación o inducción está impuesta por la propia naturaleza de 1063. — De la teoría de la responsabilidad por el hecho se dedujo
ésta. Instigar o inducir es crear en otro la decisión al hecho antijurí- que, siendo las llamadas por la doctrina dominante causas de incul-
dico: "inducir" (art. 28.2,a, Cód. Penal) directamente a otro a la comi- pabilidad ajenas al concepto de culpabilidad, la participación en los
sión119. Lo mismo ocurre con la cooperación y la complicidad. Sólo es casos en que se excluye la responsabilidad por el hecho no debía ser
posible en relación con un hecho principal en el cual el autor tenga el punible123.
dominio del hecho, lo que sin dolo no es posible120. 1064. —Desde el punto de vista que hemos sostenido, las causas
En la dogmática española requieren también el dolo en el hecho de que excluyen la responsabilidad por el hecho no tienen una exten-
autor principal: Cerezo Mir, Córdoba Roda, Suárez Montes y Gim- sión uniforme respecto de los partícipes. En consecuencia, sólo el es-
bernat Ordeig121. La exigencia de un hecho principal doloso es cues- tado de necesidad (no justificante) debe extenderse también a ellos,
tionada en el marco de los delitos de infracción de deber, pues se pien- siempre y cuando la acción del partícipe revele un grado de solidari-
sa que el dolo del que infringe el deber es irrelevante122. dad socialmente comprensible con respecto al autor. Este grado de
solidaridad sólo deberá apreciarse cuando los bienes jurídicos afec-
4—La accesoriedad de la participación tados del tercero no sean fundamentales. En este sentido, el estado
y la responsabilidad por el hecho de necesidad debe experimentar una considerable limitación respec-
1062. — La accesoriedad limitada requiere como hecho principal to de los bienes jurídicos. Por lo tanto, el estado de necesidad exclu-
una acción típica (dolosa) y antijurídica, sin exigir que sea culpable; yente de la responsabilidad por el hecho sólo deberá extenderse a los
la culpabilidad del autor y la de cada partícipe son individuales e in- casos en que el bien jurídico de un tercero afectado por el mismo no
dependientes. La teoría dominante deduce de aquí que las causas de sea ni la vida, ni el cuerpo, ni la libertad.
inculpabilidad, que son parte del concepto de culpabilidad, sólo tie-
5—Las excepciones de la accesoriedad limitada
(influencia de las "relaciones, circunstancias y calidades personales"
118
Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho penal español, o de las circunstancias agravantes o atenuantes que consisten
p. 148. en la "disposición moral del delincuente")
119
Cfr. Bacigalupo, Culpabilidad, dolo y participación; López Barja de Quiroga,
Autoría y participación, p. 135. No tiene en cuenta el texto legal la elaborada propuesta 1065. — El art. 65 del Cód. Penal establece que las agravaciones o
de B. Feijoo Sánchez, en "CPCr." 62 (1997), ps. 303 y ss. y 319y siguientes).
120 Weize^ Das Deutsche Strafrecht, p. 119; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemei- atenuantes de la pena que provengan de circunstancias especiales
ner Teil, n° 895; Otto, Grundkurs Strafrecht, Allgemeine Strafrechslehe, 1.1, p. 268; Boc- del autor no se extienden a los partícipes. A tal fin, el legislador ha
kelmann, Strafrechtliche Untersuchungen, p. 39; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, distinguido entre circunstancias agravantes y atenuantes que "con-
Allgemeiner Teil, ps. 534 y 562; Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 534.
121
Cfr. Gimbernat Ordeig, Introducción a taparte general del derecho penal espa- sistieren en la disposición moral" del autor, "en sus relaciones parti-
ñol; probablemente también Quintero Olivares, Introducción al derecho penal. Parte
general, p. 260; otro punto de vista: Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho penal, t. III,
123
p. 344. Maurach, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, ps. 381 y 721; en idéntico sen-
122 tido: Maurach - Góssel - Zipf, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, t. II, p. 284.
Roxin, Táterschaft und Tatherrschaft, p. 367 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 524 ENRIQUE BACIGALUPO
523

culares con el ofendido o en otra causa personal", de efecto puramen- defensión, por lo que afecta también a la "ejecución material". Aquí
te personal, y las que "consistieren en la ejecución material del hecho cabría recurrir, con toda la inseguridad que la fórmula tiene, a la dis-
o en los medios empleados para realizarla", que sólo tienen efecto tinción entre elementos vinculados al hecho y elementos vinculados
agravante o atenuante si son conocidas por el partícipe. al autor, limitándose la aplicación del art. 65.1, a los segundos. Es de-
cir: en cada circunstancia habrá que decidir si se trata de una cir-
1066. — Como se ve, el Código Penal no hace referencia a las cir- cunstancia que revela predominantemente una disposición del au-
cunstancias que fundamentan la punibilidad. En la jurisprudencia tor o una mayor o menor gravedad del hecho.
esta cuestión ha sido planteada por los delitos especiales propios. El
Tribunal Supremo ha considerado en su jurisprudencia más moder- 1069. — La jurisprudencia ha operado, en este sentido, con la dis-
na que el partícipe no cualificado en un delito especial propio (por tinción entre circunstancias objetivas y subjetivas, que en los resul-
ejemplo, prevaricación) es punible con una pena de dicho delito ate- tados vienen a significar lo mismo que la distinción entre circunstan-
nuada por la vía del art. 21. 6a124. cias vinculadas al autor y vinculadas al hecho. En efecto, las circuns-
La jurisprudencia ha entendido —con razón— que el precepto del tancias objetivas se deben regir por el art. 65.2 y, por lo tanto comu-
art. 65 se refiere tanto a las circunstancias genéricas (arts. 21 y 22, nican sus efectos al partícipe que las conoce, mientras las subjetivas
Cód. Penal) como a las contenidas en los delitos particulares125. sólo son de apreciar en aquel en el que concurren (no se comunican al
partícipe, aunque las haya conocido). Sin embargo, lo cierto es que la
1067. — Por otra parte, el citado precepto rige para elementos que distinción de las circunstancias en objetivas y subjetivas es concep-
no correspondan a la culpabilidad, ya que éstos están excluidos de la tualmente confusa, dado que la mayoría de las circunstancias tie-
accesoriedad por el principio de la accesoriedad limitada. El párr. 2° nen, en principio, elementos objetivos y subjetivos. La decisión, por
del art. 65, que se refiere a las "circunstancias agravantes y atenuan- ejemplo, sobre si la circunstancia agravante del art. 22.3a ("ejecutar
tes que consistieren en la ejecución material del hecho", no distingue el hecho mediante precio, recompensa o promesa") es objetiva o sub-
entre las que fueran de carácter personal y las que no tuvieran esa jetiva (apoyada en la motivación que dichos elementos revelan) es
naturaleza. Por lo tanto, no hace sino repetir una regla referente al prácticamente irrealizable. Ejemplo acabado de estas dificultades se
dolo, es decir, al conocimiento de los elementos del tipo objetivo. Co- percibe también en el caso de la alevosía (art. 22. Ia, Cód. Penal) en el
mo tal, es una disposición superflua. que la jurisprudencia ha terminado (luego de inclinarse alternativa-
mente por el carácter objetivo y subjetivo) por afirmar su "naturale-
1068. — La distinción requerida por la aplicación del párr. Io del za mixta", pero destacando un predominio del aspecto objetivo, del
art. 65 no es en modo alguno fácil: la alevosía, por ejemplo, se refiere que se ignora en qué se fundamenta126.
tanto a la disposición moral del autor como a la ejecución, pues im-
porta el quebrantamiento de una relación especial de confianza que 1070. —En lo que se refiere a las relaciones personales con el ofen-
es la base del tipo penal, pero también un aprovechamiento de la in- dido que agravan o atenúan la penalidad, su aplicación ofrece menos
dificultades; en realidad, "el ofendido" es siempre el titular del bien
jurídico y ello determina que, en los delitos especiales impropios en
124
Choclán Montalvo, Individualización judicial de la pena, 1997, p. 123 y ss. con los que el fundamento de la agravación es la relación personal con
una reseña amplia de las SSTS; Moreno y Bravo, Autoría en la doctrina del Tribunal aquél, la consecuencia práctica sea que el partícipe no cualificado de-
Supremo (coautoría mediatay delitos impropios de omisión), p. 93 y siguientes.
125
STSS del 5/10/12; 21/1754; 16/6/55; cfr. Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, ba ser punible por el delito común (por ejemplo: el autor de lesiones
Comentarios al Código Penal, t. II, p. 251 y ss. Otro punto de vista, al menos para el n° 1
del art. 65, Peñaranda Ramos, La participación en el delito y el principio de accesorie-
dad, 1990, p. 349 y siguientes. Cfr. SSTS del 28/2/90 y 12/7/90 entre muchas otras.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 525 526 ENRIQUE BACIGALUPO

del art. 153 será punible con la pena prevista por este artículo, mien- — §80 —
tras que el que no es cónyuge o padre —en su caso, madre— que ha- LA INDUCCIÓN
ya intervenido en el hecho será sancionado por el delito o la falta co-
mún), lo que es una solución correcta. 1074. — Inductor es el que determina directamente a otro a come-
ter un hecho punible. En otras palabras, instigar es crear en otro (el
1071. — Poco claro es el significado de la expresión "otra causa autor) la decisión de cometer el hecho punible (dolo). Esto significa
personal", que en realidad no quiere decir sino que toda agravación o que el instigado debe haber formado su voluntad de realizar el hecho
atenuación con fundamento personal (como los dos supuestos ante- punible como consecuencia directa de la acción del inductor. La in-
riores) debe considerarse de efecto exclusivamente personal. ducción a un delito que el autor ya decidió cometer (omnímodo factu-
ras) es, por lo tanto, imposible. En tal caso sólo queda por analizar si
2072. — Las opiniones se dividen respecto de lo que debe enten- puede tratarse de una tentativa punible de instigación.
derse por "culpables en quienes concurran". La cuestión tiene impor-
tancia, sobre todo, en los delitos especiales impropios en los que el 1075. — Los medios por los cuales se crea en otro el dolo del hecho
cualificado (intraneus) se vale de un no cualificado (extraneus) que son indiferentes. Son medios adecuados tanto los beneficios prometi-
realiza el hecho de propia mano. El Tribunal Supremo considera que dos o acordados al autor como la coacción u otra amenaza, mientras
"culpable" no se debe entender como 'autor' en sentido estricto sino el autor, naturalmente, no pierda el dominio del hecho, pues en este
como 'partícipe' en general127. Probablemente llegaría al mismo caso estaríamos ante un supuesto de autoría mediata. De cualquier
punto de vista Córdoba Roda128. Por el contrario hay quienes sostie- modo, se requiere en todos los casos una concreta influencia psicoló-
nen que esta solución no es correcta129 y se pronuncian en contrario. gica. El simple crear una situación exterior para que otro se decida al
delito no es suficiente.
2073. — Ambos criterios disputan en torno al alcance del art.
1076. — La inducción requiere siempre una conducta activa; la in-
65130 y, en verdad, todo depende de lo que debe entenderse por la ex-
ducción por omisión no es en general admisible131. No se requiere,
presión "culpables". Quienes rechazan el punto de vista del Tribunal
por lo demás, que el inductor haya tenido que vencer una determina-
Supremo presuponen que "culpables" debe significar autores en sen-
da resistencia por parte del autor132.
tido estricto. A nuestro modo de ver el criterio del Tribunal Supremo
es preferible, pues permite una aplicación sin fricciones del art. 65, 1077. — El instigador debe obrar dolosamente; el dolo eventual es
en la medida en la que deja abierta la cuestión de si la circunstancia suficiente. Vinculado con esa cuestión se encuentra el problema del
concurrente en el partícipe es personal o no; esto sólo puede ser deci- llamado "agenteprovocador": el que induce con el objeto de hacer in-
dido a la luz del caso concreto. currir a otro no en la consumación, sino sólo en tentativa, es conside-
rado como no punible, pues la inducción —se dice— requiere una vo-
127 luntad dirigida a la lesión del bien jurídico. En la doctrina esta exi-
Cfr. SSTS del 18/5/1894; 18/11/30; 25/10/54.
128
Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código gencia se manifiesta en el llamado doble dolo de la inducción, por el
Penal,t.ll,p.255.
129
Gimbernat Ordeig, Autor y cómplice en el derecho penal, ps. 272, 291 y ss.;
131
Quintero Olivares, Los delitos especiales y la teoría de la participación, 1974, p. 49 y si- Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 578; Kaufmann, Armin, Die Dogma-
guientes. tik der Unterlassungsdelikte, p. 291 y ss.; Roxin, Taterschaft und Tatherrschaft, p. 484;
130
Rodríguez Devesa, Derecho penal español. Parte general, p. 771. Asimismo: Pe- Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 562; Samson, en Systematis-
ñaranda, La participación en el delito y el principio de accesoriedad, 1990, p. 336 y si- cherKommentarzumStrafgesetzbuch, § 26,40.
132
guientes. Cfr. Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 527 528 ENRIQUE BACIGALUPO

cual el inductor debe haber querido no sólo la realización de la acción, cuando puedan presentarse variedades en la modalidad de ejecución
sino la consumación del hecho. En los delitos de tenencia (de armas o no previstas por aquél.
de drogas) se requiere que el "segundo" dolo alcance al agotamiento
del delito. Consecuentemente, si el agente provocador contempla la 1080. — El dolo del inductor debe estar dirigido también a uno o
posibilidad de que la acción del provocado alcance la consumación e, varios sujetos asimismo determinados. Es admisible una cadena de
inclusive, una irreparable lesión del bien jurídico, habrá que admitir inducciones. Por ejemplo: "A" se dirige a "B" para que éste determine
inducción punible133 pues habrá existido, al menos, dolo eventual. a "C" a matar a "D".
Por ejemplo: "A" induce a "B" para que presente al banco "X", del que
el mismo "A" es gerente, una solicitud de crédito en la que "B" hace 1081. — El autor principal debe por lo menos haber comenzado la
una afirmación de bienes que es falsa; cuando "B" realiza la tentati- ejecución del hecho. De no ser así la inducción permanece impune co-
va de estafa, "A" lo denuncia. No importa la manera en que "A" llegó mo tal, aunque cabe su punibilidad como tentativa de inducción se-
a tener conocimiento de los planes de "B"; incluso se pudo haber en- gún el art. 17.2 y el art. 18.2 del Código Penal.
terado de la preparación del hecho por el mismo "B". Sólo es esencial
que "B" se haya decidido por la inducción de "A", o que no haya esta- 1082. — El inductor no responde por el exceso en que incurra el
do decidido antes. El agente provocador no es, por tanto, punible. La instigado, lo cual se deriva del principio de culpabilidad. La opinión
punibilidad del agente provocador sólo se podría fundamentar en la contraria sólo puede fundamentarse en el versare in re illicita, es de-
teoría de la participación en la culpabilidad. cir, en una violación del principio de culpabilidad.

1083. — En relación con el exceso del autor inducido es convenien-


2078. — En un delito como la estafa (art. 248, Cód. Penal) la induc- te tratar aquí tres supuestos diferentes:
ción podría determinar un supuesto de tentativa inidónea por parte
del instigado. Pero, dado que ésta es punible, no se explica modifica- a) El autor realiza un tipo penal que contiene los mismos elemen-
ción alguna respecto de la solución propiciada134. tos que el delito inducido, pero además otros que determinan
una mayor punibilidad (llamado exceso intensivo o cualitati-
2079. — La voluntad del inductor debe estar dirigida a la provoca- vo). Por ejemplo: "A" induce a "B" a apoderarse de una cosa
ción de un delito concretamente determinado; una inducción inde- mueble de "C". Cuando "B" concurre a ejecutar el hecho se en-
terminada es insuficiente para justificar la punibilidad. Sin embar- cuentra con que la cosa ha sido guardada bajo llave: rompe la
go, no se requiere una total precisión jurídica del hecho. Basta con cerradura y se apodera de aquélla (inducción a un hurto —art.
que el inductor haya determinado dentro de sus rasgos fundamenta- 234, Cód. Penal—y comisión de un robo—arts. 237 y 238, Cód.
les el hecho al que induce. Las conductas que realizan el tipo de deli- Penal—). La fuerza en las cosas no es imputable al inductor,
to al que indujo el inductor son, en este sentido, suficientes, aun que responde solamente por inducción al hurto135.

133 135
Así, Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 577; Maurach, Deutsches Stra- Sobre estos casos existen diversas fundamentaciones en la doctrina española.
frecht, Allgemeiner Teil, p. 686; Maurach - Góssel - Zipf, Deutsches Strafrecht, Allgemei- Peñaranda, Concurso de leyes, error y participación en el delito, 1990, p. 162, entiende
ner Teil, t. II, p. 240; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 560; Otto, que una fundamentación de la solución que se expone en el texto (con la que su solución
Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechtslehre, t.1, p. 267; Schmidháuser, Stra- coincide), se puede extraer de las reglas del concurso de leyes, a las que asigna una na-
frechts, Allgemeiner Teil, p. 155 y ss.; Stratenwerth, Strafrechts, Allgemeiner Teil, n° turaleza personal. Gimbernat, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", 1992,
839; Jiménez de Asúa, La ley y el delito, p. 508. estima que la solución es posible a través de las reglas del error. Prácticamente en el sen-
134
Otro punto de vista: Rodríguez Mourullo, en Córdoba Roda - Rodríguez Mouru- tido de Gimbernat - Gómez Rivero, La inducción a cometer delito, 1995, p. 483 y ss. La
11o, Comentarios al Código Penal, 1.1, p. 855. discusión entre Peñaranda y Gimbernat tiene como telón de fondo la cuestión de si el ro-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 529 530 ENRIQUE BACIGALUPO

b) Distinta es la hipótesis cuando no existe entre el delito instiga- 2087. — La cooperación debe ser dolosa. El cómplice debe saber
do y el delito cometido una relación minus-plus, pero sí una que presta una aportación a la ejecución de un hecho punible.
cierta semejanza. Esta puede provenir del modo de comisión o Dicha aportación debe ser "co-causal" respecto del hecho del autor
del bien jurídico protegido136. Por ejemplo: se induce a la comi- principal. Sin embargo, no se trata, como se dijo, de una causalidad
sión de una estafa (arts. 248 y ss., Cód. Penal) mientras el au- en el sentido de la teoría de la condición: rigen aquí las reglas de la
tor comete una extorsión (art. 243, Cód. Penal). También aquí imputación objetiva y ello da lugar al problema de si deben imputar-
el autor será punible por el delito cometido y el inductor por el se objetivamente al cómplice las circunstancias causadas antes de su
que instigó. participación137. En consecuencia, una complicidad por omisión no
c) Si el delito que resulta cometido por el autor es sustancialmen- podría darse si se sostiene que el omitente no es causal respecto del
te diverso del inducido, el inductor no es responsable por él. resultado138. Sin embargo, teniendo en cuenta que la co-causación
no se debe juzgar desde puntos de vista estrictamente causales, la
1084. — Lo contrario del exceso es el caso en que el autor cometa omisión también puede ser una forma de cooperación cuando haya
un hecho menos grave que el inducido. Se instiga un robo y se come- tenido por efecto facilitar la comisión del hecho.
te un hurto, o un homicidio y se cometen unas lesiones. En estos su-
puestos debe beneficiarse al inductor reduciendo su responsabilidad 1088. —La diferente importancia al hecho principal determina, a
al hecho realmente realizado por el autor. su vez, diferencias en el grado de responsabilidad del partícipe (arts.
28.6 y 29, Cód. Penal). El límite de tal responsabilidad está dado por
el alcance del dolo. El cooperador responde hasta donde se extiende
su voluntad. Por último, el hecho en el que el cooperador colabora de-
— §81 — be ser doloso: no hay cooperación punible en los delitos culposos.
LA COOPERACIÓN Y LA COMPLICIDAD

1085. — Cooperador o cómplice, en sentido amplio, es el que dolo- b —El cooperador necesario
samente coopera en la realización de un delito doloso. Como se ha vis-
to, el Código Penal distingue entre cooperadores necesarios (art. 28, 1089. — El cooperador necesario es el que en la etapa de prepara-
b) y cómplices en sentido estricto (art. 29), según que la aportación al ción del hecho principal aporta al mismo una contribución sin la cual
hecho sea necesaria o no para su realización. el delito no hubiera podido cometerse (art. 28,6, Cód. Penal).

1090. — Dos elementos caracterizan esta forma de complicidad:


a — Conceptos comunes
1. La intensidad objetiva de su aportación al delito: sin él el hecho
1086. — La cooperación prestada puede consistir tanto en hechos no se hubiera podido cometer.
como en consejos. La aportación, en consecuencia, no debe ser de ma- 2. El momento en que realiza la contribución: quien pone una
nera necesaria materialmente causal. condición sin la cual el delito no hubiera podido cometerse sólo

137
Samson, en Systematischer Kommentarzum Strafgesetzbuch, §§ 26,32.
138
bo y el asesinato son o no tipos autónomos o si respecto de los elementos que los diferen- Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 291 y ss.; Wel-
cian se deben aplicar las reglas del art. 65 CP. zel, Das Deutsche Strafrecht, p. 119; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner
136 TeiZ,p.566.
Baumann, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 581 y siguientes.

34 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 531

será punible según los arts. 28,6) y 62 del Cód. Penal si no to-
ma parte en la ejecución, sino sólo en la preparación del hecho.
Si intervino en la ejecución sería coautor pues, con una aporta-
ción decisiva, hubiera tenido el dominio del hecho. Por ejem-
plo: el director de un banco que brinda a los autores antes de la
ejecución la combinación de la caja fuerte, que éstos utilizarán
en la ejecución del asalto, es cooperador necesario. Si, en cam-
bio, el gerente concurre con los autores a la ejecución del hecho
y abre la caja, aprovechando su conocimiento de la clave, será
coautor, pues habrá tenido el dominio del hecho hasta el final.

c—El cómplice (art. 29, Cód. Penal)

1091. — El cómplice (art. 29, Cód. Penal) sólo es caracterizable ne-


gativamente; es el que ha prestado una colaboración que no es indis-
pensable para la comisión del delito.

1092. — La única distinción que corresponde hacer entre los cóm-


plices es la relativa a su aportación al hecho principal y al momento
de la participación, que son presupuestos para determinar la pena
aplicable.
Desde el punto de vista del momento de la aportación de los cóm-
plices, sólo cabe señalar que puede darse tanto en la etapa de prepa-
ración como en la etapa de ejecución. No hay —como se dijo— una
complicidad posterior a la consumación, ni siquiera cuando se cum-
ple una promesa anterior al delito: lo que determina la complicidad
es la promesa anterior. Si esta promesa no tuvo incidencia en el he-
cho no habrá complicidad, pero si la tuvo habrá complicidad, aun
cuando luego no se cumpla. El que promete asegurar y guardar el bo-
tín a quienes han decidido un robo es cómplice si los autores han con-
tado con esa ayuda para la comisión del hecho, aun cuando éste que-
de en tentativa y no haya luego botín a asegurar y, por lo tanto, falte
la posibilidad de cumplir la promesa.
534 ENRIQUE BACIGALUPO

Capítulo XII sión); en el mandato de acción, a lo que al comportamiento que debe-


ría haber tenido lugar (delitos de omisión)2.
La imputación en los delitos omisivos 1094. — Los códigos penales contienen delitos que sólo se pueden
cometer omitiendo la realización de una acción, o sea, realizando un
comportamiento distinto del ordenado por la norma —por ejemplo,
la omisión de denunciar ciertos delitos (art. 450, Cód. Penal); la omi-
sión de socorro (art. 195, Cód. Penal)—.
Sin embargo, contienen además preceptos que equiparan en su
texto la realización de un hecho con la omisión de otro —por ejemplo,
el delito de colaboración en el quebrantamiento de condena (arts. 470
y 471, Cód. Penal)—.
— §82 —
INTRODUCCIÓN
1095. — Fuera de estos casos la teoría y la jurisprudencia recono-
cían una categoría de omisiones que no estaba tipificada expresa-
1093. — El derecho penal distingue los tipos penales según que se mente y que consistía en la no evitación de una lesión de un bien ju-
expresen en la forma de infracción de una prohibición de hacer o en rídico cuya vulneración estaba sólo protegida frente a acciones posi-
la forma de desobediencia a un mandato de acción. En el primer caso tivas (por ejemplo, delito de homicidio). Estos casos se designaron co-
se trata de delitos de comisión; en el supuesto segundo, de delitos de mo delitos impropios de omisión o de comisión por omisión y se san-
omisión. Lógicamente, es posible que todos los delitos de comisión se cionaban según las penas previstas para el correspondiente delito de
expresen en la forma de delitos de omisión, así como también que es- comisión. La constitucionalidad, es decir, la compatibilidad de esta
tos últimos sean expresados en forma de prohibición de acciones; en categoría con el principio de legalidad, no estaba totalmente fuera de
los delitos de comisión se sanciona la omisión de otras acciones que duda3. Para resolver esta cuestión se introdujo el art. 11 del Código
hubieran sido las adecuadas al derecho y asimismo en los de omisión Penal.
se sanciona la realización de una acción que no es la ordenada por el
derecho.
Si el legislador expresa su voluntad en una forma u otra es por ra- — §83-
zones prácticas, pero no por fundamentos que vayan más allá1. En
Lk DISTINCIÓN ENTRE ACCIÓN Y OMISIÓN
verdad, tanto en los delitos de comisión como en los de omisión se tra-
ta del sentido que tiene un determinado comportamiento; la prohibi- 1096. — La circunstancia de que todo el que omite cumplir un
ción y el mandato de acción se refieren por razones prácticas a distin- mandato de acción a la vez realiza otro comportamiento da lugar a la
tos aspectos del hecho que expresan su sentido en relación al orden problemática de la distinción entre acción y omisión. Los ejemplos
jurídico: en la prohibición, al comportamiento activo (delitos de comi- son clásicos: el fabricante de pinceles que entrega pelos de cabra a

2
Bacigalupo, Delitos impropios de omisión, p. 110 y ss.; Silva Sánchez, Delito de
1 omisión. Concepto y sistema, 1986.
Bacigalupo, Delitos impropios de omisión, 1970, p. 110 y ss.; otro punto de vista: 3
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, 1970, p. 3 y ss.; Jakobs, Naucke, Strafrechts, eine Einführung, p. 290 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des Stra-
Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed, 1991, p. 776. frechts, Allgemeiner Teil, p. 493.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 535 536 ENRIQUE BACIGALUPO

sus obreros sin desinfectarlos, o el farmacéutico que expende un me- ra intervenir en un nexo causal no creado por él. En el primer caso
dicamento sin requerir la receta médica4. Desde un primer punto de habrá comisión; en el segundo, omisión.
vista, no importa la configuración exterior del hecho sino la dirección
del reproche jurídico. Pero este criterio resulta evidentemente falso: 1099. — En la práctica este criterio debe aplicarse mediante tres
para poder saber qué dirección tiene el reproche jurídico es preciso comprobaciones diferentes. En primer lugar, debe establecerse si el
interpretarlo; pero para aplicarlo, y de ello se trata aquí, es necesario autor ha dado impulso a la cadena causal que llevó al resultado. En
saber si el hecho es una acción o una omisión. La dirección del repro- segundo lugar, habrá que verificar si este impulso es típico, antijurí-
che jurídico, por lo tanto, dirá si una disposición penal se refiere a dico y culpable. Por último, y siempre y cuando no se trate de un he-
una acción o a la omisión de la misma, con lo que no se habrá rozado cho activo típico, antijurídico y culpable, cabrá preguntarse si, ha-
siquiera el problema de si el farmacéutico del ejemplo realizó un ac- ciendo lo que le era posible, el autor hubiera evitado el resultado9.
to positivo (la entrega del medicamento) o una omisión (no exigir la Una posición diversa sostiene Otto10, para quien la distinción entre
receta que le hubiera permitido saber del respaldo del médico)5. acción y omisión tiene rango secundario. Lo decisivo en la resolución
de un caso es, según este autor, establecer si alguien ha creado, me-
2097. — En la actualidad se ha impuesto un criterio diverso. Jes- diante "liberación de energías", un peligro para el bien jurídico, pues
check lo denomina criterio de la causalidad: "Si alguien ha causado todo el que lo haya hecho responderá por la concreción del peligro en
el resultado mediante un hecho positivo objetivamente adecuado al resultado, tal como requiere el "principio de la elevación del riesgo".
tipo, éste será el punto de vinculación decisivo para el derecho pe- De acuerdo con ello, la verificación del hecho positivo antes que la
nal"6. Sólo en la medida en que se pueda descartar la antijuridicidad omisión tiene el carácter de una recomendación práctica.
(por la justificación) y la culpabilidad (por cualquiera de los funda-
mentos que la excluyen) cabrá preguntarse si el autor "ha omitido un 1100. — Desde otra perspectiva, Jakobs plantea la cuestión como
hecho positivo esperado mediante el cual hubiera evitado el resulta- problema de motivación. "El que actúa cuando no lo debe hacer tiene
do"7. En los ejemplos de los que hemos partido, la aplicación de este un motivo de más para un movimiento corporal. La proposición se
criterio conduce a la afirmación de una acción. El entregar pelos de puede invertir: el que omite, cuando debe actuar tiene un motivo de
cabra a los obreros y el expender el medicamento son causa del resul- menos para un movimiento corporal"11.
tado porque, suprimiendo estas acciones mentalmente, aquél no se Este punto de vista no se superpone al criterio que diferencia en-
hubiera producido (conditio sine qua non). tre causalidad (acción) y no-causalidad (omisión) de la conducta, "si-
no que caracteriza de una manera más precisa el comienzo de la cau-
1098. — Similar es el punto de vista de Rudolphi8. La distinción salidad: éste no se encuentra en el cuerpo (el cuerpo del que yace de-
dependerá de si el agente ha impulsado mediante una energía posi- lante de un garaje, es una condición de la obstrucción del acceso al
tiva el curso causal o si ha dejado de emplear la energía necesaria pa- mismo, pero —mientras yace— no es su motivación) o en el movi-
miento corporal, sino en la motivación"12.
4
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 489, con ejemplos; Ru-
dolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 13,6.
5
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 13, 6; Jes-
check, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil; Engisch, en Festschrift für Gallas,
1973, p. 171 y siguientes. 9
Cfr. Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch.
6 10
Cfr. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil. Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechtslehre, p. 166.
7 11
Cfr. Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 776.
8 12
Cfr. Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch. Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 777.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 537 538 ENRIQUE BACIGALUPO

— §84 — pertenece a un delito de comisión y son, por lo tanto, equivalentes a


LAS ESPECIES DE LA OMISIÓN: los delitos de comisión. Los delitos propios de omisión sólo requieren
DELITOS PROPIOS E IMPROPIOS DE OMISIÓN la realización de una acción, y su punibilidad no depende de la exis-
tencia de un delito activo.
1101. — Los delitos de comisión reconocen dos especies: delitos ac-
tivos y delitos impropios de omisión. Existen diversas opiniones re-
ferentes a la forma en que se debe caracterizar cada una de ellas. An-
tes de la reforma de la LO 10/95 se consideraba que la impropiedad — §85 —
de los delitos impropios de omisión residía en la falta de tipificación LA TIPICIDAD OBJETIVA
en la ley penal de la llamada comisión por omisión13. DE LOS DELITOS PROPIOS DE OMISIÓN

1102. — En la nueva situación legal, sin embargo, se considera 1105. —La comprobación de la tipicidad de una conducta respec-
que los delitos propios de omisión contienen un mandato de acción, to del tipo de un delito propio de omisión (por ejemplo, arts. 195 o
sin tomar en cuenta, a los efectos de la tipicidad, si la acción ejecuta- 450.2, Cód. Penal) requiere la verificación de tres elementos:
da evitó o no la lesión del bien jurídico. Los delitos impropios de omi- a) Situación típica generadora del deber.
sión, por el contrario, requieren evitar la producción de un resultado: b) No realización de la acción mandada.
la realización del tipo depende, por lo tanto, de esto último14, es decir, c) Poder de hecho de ejecutar la acción mandada.
de la evitación del resultado. En este sentido, estaríamos ante un de-
lito impropio de omisión en el caso del art. 450.1, que impone el deber 1106. — Los tres elementos del tipo objetivo del delito propio de
de evitar un resultado ("impedir la comisión de un delito contra la vi- omisión deben analizarse a continuación por separado. Tienen la fi-
da, etcétera"), mientras el art. 450.2, que sólo obliga a denunciar a nalidad de permitir comprobar que la acción realmente realizada por
las autoridades determinados hechos delictivos, sería un delito pro- el omitente no es la mandada. La verificación de la tipicidad de los de-
pio de omisión. litos de omisión es, en cierto modo, una operación inversa a la que co-
rresponde llevar a cabo en los delitos de comisión: en éstos es preciso
1103. — Los delitos impropios de omisión son la contrapartida de subsumir la acción realizada bajo la descripción contenida en el tipo;
los delitos de comisión de resultado de lesión: su problemática sus- en los delitos de omisión la tipicidad se verifica demostrando que la
tancial consiste en establecer cuándo no evitar el resultado es puni- acción realizada no se subsume en el modelo o esquema de la acción
ble, pues equivale a la producción activa del mismo. En los delitos que requiere el ordenamiento jurídico (la acción puede agotarse en
propios de omisión esta equivalencia está expresamente establecida un determinado comportamiento —por ejemplo, denunciar— o,
en la ley. En los impropios lo está de una forma general en el art. 11 también, ser un comportamiento que evite un resultado —por ejem-
del Código Penal. plo, impedir la comisión de un delito de determinada especie—).
1104. — Resumiendo: los delitos impropios de omisión son aque-
llos en los que el mandato de acción requiere evitar un resultado que a — La situación generadora del deber

13
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 277. 1107. — El primer elemento del tipo objetivo de los delitos propios
14
Schóne, UnterlasseneErfolgsabwendugen undStrafgesetz, 1979, p. 58 y ss.; Ru- de omisión es la situación de hecho de la que surge el deber de reali-
dolphi, enSystematischerKommentarzum Strafgesetzbuch, n° 10; Jescheck, Lehrbuch
des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 491.
zar una determinada acción. Esta situación representará en todos
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 539 540 ENRIQUE BACIGALUPO

los casos un peligro para un bien jurídico. Por lo general, la misma es- jetivo del delito propio de omisión. Se trata, por lo tanto, de un ele-
tá íntegramente descrita en la ley: "hallar a una persona desampa- mento individual.
rada y en peligro manifiesto y grave" (art. 195, Cód. Penal). En estos Este elemento puede definirse de dos maneras diferentes. En pri-
supuestos, se genera un deber de actuar para cualquiera que se en- mer lugar, es posible considerar que la capacidad de ejecutar la ac-
cuentre con la persona necesitada de auxilio. ción o de evitar el resultado debe evaluarse sin tomar en considera-
ción el conocimiento que el autor tenga de ella15: tiene capacidad el
1108. — Forma parte también de la descripción de la situación la que no sabe nadar pero tiene la posibilidad de arrojar al que ha caído
circunstancia de que prestar el auxilio no dé lugar, a su vez, a un pe- al agua un salvavidas, que no ve y que podría haber visto. Desde otro
ligro para el omitente. El Código Penal toma en consideración no só- punto de vista, se requiere que el obligado haya "podido tomar la de-
lo el riesgo personal sino también el que podría ocasionar a un terce- cisión de la acción mandada y de realizarla"16, por cuya razón se re-
ro la prestación del auxilio. Tanto en el primer caso como en el segun- quiere como elemento esencial de la capacidad tanto el conocimiento
do debe entenderse que se trata de un riesgo que la persona no está de la situación generadora del deber como la cognoscibilidad de los
obligada a soportar. De lo contrario, estaríamos ante un claro indicio medios para realizar la acción y el conocimiento del fin de esta últi-
de que el deber tiene por objeto evitar la producción de un resultado ma17. Finalmente, se requiere, por Jescheck18, el conocimiento de la
y no simplemente la realización de una acción que contribuya a que situación típica, la existencia de los "presupuestos exteriores" (cer-
otros puedan evitarlo. canía, medios) para la realización de la acción, así como las fuerzas
físicas y capacidades técnicas del omitente. Por encima de estos ele-
mentos exige Jescheck que el omitente se haya representado o podi-
b —La no realización de la acción que es objeto del deber do representar elfinde su acción posible. Unas posiciones se diferen-
cian de otras en matices poco significativos.
1109. — La comprobación de este extremo se logra mediante la
comparación de la acción que realizó el obligado y la que requiere el
cumplimiento del deber de actuar. Por lo general, esta última está -§86 —
descrita ("demandar con urgencia auxilio ajeno", en el art. 489 ter, II LA TIPICIDAD OBJETIVA
del Cód. Penal) cuando la ley sólo exige la realización de una acción. DE LOS DELITOS IMPROPIOS DE OMISIÓN
Por el contrario, no lo está, por lo general, cuando el deber requiere
evitar el resultado, pues en tales casos la acción exigida es la que téc-
nicamente impediría la producción del mismo y en las diversas situa- a — La regulación legal
ciones en las que el resultado corre el peligro de producirse es suma-
mente difícil establecer qué acción debe realizar el obligado. La ac- 1111. — La regulación introducida por el art. 11 del Cód. Penal de
ción mandada se tendrá por cumplida cuando el obligado haya inten- la comisión por omisión o de los delitos omisivos equivalentes a la co-
tado seriamente su realización. misión activa del delito, como la moderna terminología dogmática
denomina esta cuestión, era una necesidad evidente. La ley no con-

c — Capacidad o poder de hecho de ejecutar la acción 15


Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 680 y siguientes.
16
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 99.
17
1110. — La capacidad del obligado de realizar la acción mandada Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, ps. 41 y ss. y 106;
Bacigalupo, Delitos impropios de omisión, p. 150 y siguientes.
o de, en su caso, evitar el resultado es el tercer elemento del tipo ob- 18
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 501.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 541 542 ENRIQUE BACIGALUPO

tenía una disposición que estableciera el complemento normativo de ca desde antiguo. Se trata de establecer los criterios que determinan
todos los delitos activos mediante la realización omisiva del tipo y las condiciones que permiten afirmar que no impedir un resultado es
ello podría haber permitido cuestionar la utilización de esta catego- equivalente a su producción activa. Para decirlo con un conocido
ría a partir del principio de legalidad. ejemplo: que permiten condenar como autora de homicidio (causar la
muerte a otro) a la madre que omite alimentar a su niño (es decir, que
1112. — El Tribunal Supremo admitía, de todos modos, esta forma no impidió que muriera de hambre) o a la esposa que abandona a su
de tipicidad en los delitos activos, a pesar de la inexistencia de un suerte a su marido inválido e incapaz de alimentarse por sí mismo.
precepto especial que lo autorizara era una exigencia del principio de En tales supuestos aplicar la pena de la omisión del socorro debido
legalidad que, al menos en parte, la doctrina había reclamado enér- resulta, ante todo, injusto. El sentimiento de justicia señala estos he-
gicamente. Por esta razón resultó sorprendente que en la reforma in- chos con una carga de ilicitud semejante a la del homicidio y la doc-
troducida por la LO 8/83, destinada a una adaptación urgente del trina debe reflejar estas diferencias valorativas. El problema teórico
Cód. Penal a la Constitución de 1978, se omitiera una disposición consiste, por lo tanto, en cómo llevar a cabo esta diferenciación.
respecto de la comisión por omisión, similar a la incorporada en las
reformas penales modernas de Alemania (§ 13), Austria (§ 2), Portu- 1114. — Inicialmente se pensó que no existía ninguna dificultad
gal (art. 10) y Grecia (art. 15). El art. 40, II del Cód. Penal, italiano de para establecer la equivalencia entre producir (activamente) un re-
1930 ya contenía una regulación de la comisión por omisión, aunque sultado y no impedirlo, pues se entendió que la omisión podía ser una
técnicamente muy discutible. Estas legislaciones europeas eran an- causa del resultado y, consiguientemente, no impedir la muerte, la
teriores a la LO 8/83, no obstante lo cual no hubo explicación alguna interrupción del estado de embarazo (con muerte del nasciturus), las
de qué razones tuvo el legislador para no hacerse cargo de este pro- lesiones corporales, etcétera, realizaría el tipo del homicidio o del
blema. El Código Penal de 1995, al contrario, ha introducido una nor- aborto de la misma manera que un comportamiento activo que cau-
ma específica que tiene una cierta similitud estructural con el anti- sara el resultado. Lo que reclama la justicia, por lo tanto, se podría
guo art. 565 del Código derogado: mientras éste permitía (en deter- expresar técnicamente a través de la idea de causalidad. Sin embar-
minadas condiciones) convertir todo tipo penal activo de resultado go, desde el punto de vista de la causalidad, no es lo mismo causar
de lesión en otro comisible omisivamente, el art. 11 vigente permite que no impedir o, dicho de otra manera, no es lo mismo matar que no
convertir todo delito activo en un delito de comisión. En la doctrina se impedir morir. Con la premisa "de la nada, nada surge" desaparece
ha criticado esta técnica y se ha sugerido la conveniencia de adoptar toda posibilidad de equivalencia causal entre causar y no impedir y
un sistema de "numerus clausus" en materia de tipos penales omisi- en la medida en la que el texto legal requiera causalidad de una ma-
vos, pero las legislaciones modernas han seguido otro rumbo19. nera explícita o implícita20 la solución causal resulta totalmente ini-
dónea.

b —El problema dogmático 1115. — Por otra parte, la causalidad de la omisión tampoco podía
resolver todo el problema, dado que no toda omisión de evitar un re-
1113. — El problema que el legislador quiso regular mediante el sultado debía ser penalmente relevante. En efecto; si toda omisión
art. 11 del nuevo Cód. Penal es conocido en la doctrina y en la prácti- fuera causal, todo omitente sería causante del resultado; no sólo la

19
Ver Rodríguez Mourullo, en Homenaje a J. del Rosal, 1993, p. 915 y ss.; Huerta
20
Tocildo, Problemas fundamentales de los delitos de omisión, 1987, p. 160 y ss.; otro pun- Así, por ejemplo: art. 147 "causare lesiones"; art. 138 "matar" (= causar la muer-
to de vista: Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 29/4. te); art. 144 "produzca el aborto"; art. 157 "causare lesiones al feto", etcétera.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 543 544 ENRIQUE BACIGALUPO

madre que no alimenta a su niño, sino también los vecinos que no lo tesis de Luden fue generalmente rechazada: resultaba evidente que
hicieron serían causantes de la muerte de aquél al igual que, en ge- si la otra acción era suprimida mentalmente, según la fórmula de la
neral, toda persona que no le proporcionó alimento. La exigencia de teoría de la condición, el resultado se hubiera producido de todos mo-
una pena justa, sin embargo, no llega hasta esos extremos. Sólo las dos. Apartir de entonces, el problema de los casos de injerenciano en-
omisiones que implicaran la infracción de un determinado deber de contró ninguna solución plausible en el marco de la teoría formal de
actuar deberían ser típicas. De allí que, si se debía renunciar a la cau- las fuentes del deber. En realidad, puso en tela de juicio la premisa
salidad de las omisiones, se haya pretendido reemplazar la causali- básica de la teoría formal de las fuentes del deber formulada por
dad por la antijuridicidad de la omisión como elemento decisivo de la Feuerbach. En la dogmática española, de todos modos, es de destacar
equivalencia entre causación y no evitación del resultado. el punto de vista de Gimbernat Ordeig25, que viene a sostener que la
injerencia es, prácticamente, la única fuente del deber que podría
1116. — De esta nueva forma de ver el problema surgió la teoría fundamentar la comisión por omisión de un delito imprudente26.
formal de las fuentes del deber, para la cual una omisión de impedir
el resultado se debía considerar equivalente a causarlo cuando impe-
dir el resultado provenía de una ley, un contrato (que es también ley c — Crítica de la teoría formal de las fuentes del deber
entre las partes) o el peligro de producción del resultado fuera conse-
cuencia de un hecho anterior del omitente (casos estos últimos llama- 1118. — La teoría formal de las fuentes del deber, de todos modos,
dos de injerencia). no resultó convincente, pues resultó demasiado estrecha. En primer
lugar, porque si bien permitía explicar los deberes de protección que
1117. — El origen de esta teoría se encuentra básicamente en existen en el núcleo familiar más estrecho entre los padres y los hi-
Feuerbach21 y en la concepción liberal del derecho cuyo punto de par- jos, chocaba contra el sentido de justicia cuando se comprobaba que,
tida suponía que "el ciudadano no está originariamente obligado a por ejemplo, el sobrino huérfano, criado por su tía y que había creci-
omitir, razón por la cual un delito de omisión presupone siempre un do en casa de ésta no tenía hacia ella, por imperio de la ley, los debe-
fundamento jurídico (ley o contrato), mediante el cual se fundamen- res que le incumbían respecto de sus padres. Paradigmática resulta
ta la obligación de actuar. Sin éste no se llega a ser delincuente por en este sentido la sentencia del OGH (Tribunal Supremo austría-
omisión"22. La incorporación de los casos de injerencia es posterior23 co)27 de 1934 en la que se rechazó la condena por homicidio del novio
y sólo pudo encontrar un fundamento que permitiera afirmar su que no impidió el suicidio de la novia, pues un deber semejante entre
equivalencia con la acción mediante la "teoría de la causalidad de la novios no surge de la ley ni del contrato. El mismo OGH rectificó es-
acción ejecutada en lugar de la omitida", de Luden24, pues ésta afir- te punto de vista en 196028. Lo mismo ocurría respecto del negocio ju-
maba que la acción positiva realizada en lugar de la impuesta por el rídico (especialmente del contrato): la nulidad del contrato elimina-
orden jurídico era la causa del resultado (teoría del aliud agere). La bala fuente del deber de actuar. El fundamento legal de la inj erencia,
por lo demás, tampoco era claro, si se requería un fundamento legal

21 25
Feuerbach, Lehrbuch des gemeineninDeutschlandgültigenpeinlichenRechts, Gimbernat Ordeig, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", t. XLVII,
14 a ed.,1847(l a ed,1801),§24. 1994, p. 5 y siguientes.
22 26
Feuerbach, Lehrbuch desgemeinen in Deutschland gültigen peinlichen Rechts, Probablemente en el mismo sentido Mir Puig, Derecho Penal. Parte general, p.
§ 24 desde la edición de 1803. 334, cuando propone de manera general que la posición de garante dependa en primer
23
Stübel, Uberdie Teilnahme mehrerer Personen an einem Verbrechen, 1828, p. 58 término de la "creación o aumento de un peligro atribuible a su autor".
27
y siguientes. SSt XIV, n° 20.
24 28
Luden, Abhandlungen, t.1,1836, p. 467 y siguientes. SSíXXI,n°l.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 545 546 ENRIQUE BACIGALUPO

expreso, pues, en realidad, tal fundamento no aparecía en la ley po- 1121. — El principal problema de esta nueva visión de la cuestión
sitiva, y sólo podía ser deducido del principio general neminem laede- fue élprincipio de legalidad (art. 25.1, CE), pues su fundamento ju-
re. Sin perjuicio de todo ello, esta teoría no permitía explicar la dife- rídico no provenía de una lex scripta, como lo exige este principio, si-
rencia entre la omisión de auxilio (art. 195, Cód. Penal) y la comisión no, en todo caso, del derecho consuetudinario.
por omisión de lesiones u homicidio (arts. 147 y 138, Cód. Penal).

1119. — La teoría formal, por lo tanto, tuvo que ser ampliada para d—La teoría funcional de las fuentes del deber
permitir soluciones adecuadas al sentido de justicia. Por un lado, se
extendieron los deberes de solidaridad a las "estrechas comunidades 1122. — La teoría de las fuentes formales del deber fue práctica-
de vida", lo que permitía superar la estrechez de los meros deberes le- mente abandonada31 y reemplazada por una teoría funcional de las
gales. Por otro, se prescindió del negocio jurídico en el sentido de la posiciones de garante, que procura explicar materialmente los fun-
ley civil y se estableció como fuente del deber la simple "libre acepta- damentos de la posición de garante. "Ciertamente la infracción de un
ción" de un deber de actuar. La corrección practicada de esta forma mandato para la defensa de lesiones o peligros de un bien jurídico es
en la teoría formal de las fuentes del deber legal, sin embargo, puso constitutiva de los delitos impropios de omisión; pero no toda lesión
de manifiesto que ya ninguna de las fuentes del deber de actuar pro- de tal mandato realiza el tipo de estos delitos, sino sólo la infracción
venían exclusivamente de una ley formal, pues ésta nada decía sobre de un garante"^2. En consecuencia la determinación del tipo del deli-
las "relaciones de estrecha convivencia", la "libre aceptación" o "el to impropio de omisión dependerá de tres consideraciones axiológi-
hecho anterior". La necesidad de encontrar un fundamento a estos cas: "a) la existencia de un tipo comisivo, que penalice la realización
criterios de los que dependía la equivalencia entre acción y omisión de la lesión o puesta en peligro de un bien jurídico; b) la existencia de
era evidente. un mandato, que tenga por contenido la evitación de esa lesión o
puesta en peligro del bien jurídico; c) la lesión de este mandato tiene
1120. — El nuevo punto de apoyo teórico para la equivalencia en- que igualar, por lo menos aproximadamente, en contenido de ilicitud
tre la causación del resultado y la omisión de la acción que lo hubiera y en la magnitud del reproche de culpabilidad y, por lo tanto, en me-
evitado fue la estrecha relación del omitente con el bien jurídico, es recimiento de pena, al delito de comisión"33.
decir, su posición de garante ante el orden jurídico de la no produc-
ción del resultado. "La posición de garante contiene el elemento deci- 1123. — La posición de garante se caracteriza en la moderna teo-
sivo de la autoría, que convierte a aquellos que omiten impedir un re- ría funcional según la función defensiva o protectora del omitente
sultado en autores de la omisión en el sentido del tipo de un manda- respecto del bien jurídico. Por un lado, el sujeto omitente debe ocupar
to de garantía equivalente al delito comisivo"29. Dicho con otras pa- una posición de protección de un bien jurídico contra todos los ata-
labras: la posición de garante es el fundamento del deber cuya infrac- ques (función de protección de un bien jurídico) que pudiera sufrir,
ción determina la equivalencia entre el comportamiento típico acti- cualquiera sea el origen de los mismos. Por otra parte, la posición de
vo y la no evitación del resultado. De esta manera tuvieron entrada garante puede consistir en la vigilancia de una determinada fuente
en la posición de garante los deberes ético-sociales (pero no los mera-
mente morales)30.
31
Se mantienen en ella, sin embargo, Cobo del Rosal - Vives Antón, Derecho penal.
29
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, 11a ed., 1969, p. 213. Parte general, 3 a ed., 1990, p. 304.
30 32
Nagler, "GS" 111, p. 1 y ss.; Mezger, Strafgesetzbuch Leipziger Kommentar, T Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Untelassungsdelikte, 1959, p. 284.
33
ed.,1959,p.36. Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Untelassungsdelikte, 1959, p. 284.

35 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 547 548 ENRIQUE BACIGALUPO

de peligro en relación a cualquier bien jurídico que pueda ser amena- mer lugar, por las llamadas "teorías negativas de la acción"^, que si
zado por ella (función de vigilancia de una fuente de peligro)34. bien no se impusieron han dado lugar a plantear la cuestión de la po-
sición de garante como un elemento común de los delitos activos y
e —Las condiciones de la equivalencia
omisivos, lo que ha relativizado considerablemente la distinción en-
entre la omisión y la acción tre delitos de comisión y de omisión. En segundo lugar, el moderno
desarrollo de la teoría del tipo penal y de la teoría de la imputación
1124. — Este nuevo planteamiento del problema de la equivalen- objetiva han permitido que para algunos autores la infracción de un
cia entre acción de causar y omisión de impedir el resultado dio lugar deber de evitar la producción del resultado se convierta en un ele-
a la elaboración de dos criterios que sirven de base a la cuestión dog- mento general de todo tipo penal37, que la posición de garante sea un
mática planteada: elemento del tipo también en los delitos activos vinculado especial-
a) El primer criterio de equivalencia está dado por la posición de mente a la prohibición de regreso38, o que lo sea implícitamente
garante, es decir: sólo puede haber una omisión de impedir el cuando se admite que la "adscripción del resultado a un ámbito de
resultado típico equivalente a la acción de causarlo cuando el responsabilidad ajena" opera como un límite del tipo penal39.
omitente incumple un deber (jurídico, no sólo legal) de cierta
1126. — La situación dogmática actual tiende, por lo tanto, a un
intensidad.
cierto aflojamiento de los límites entre comportamientos activos y
b) El segundo criterio requiere que, además, el incumplimiento omisivos, de tal manera que la exposición misma del derecho penal
del deber de actuar surgido de la posición de garante se corres- no se estructura ya necesariamente sobre la base de la distinción en-
ponda con las modalidades de la conducta típica activa. Se tra- tre tipos activos y tipos omisivos, es decir, según el sentido positivo o
ta de una equivalencia valorativa, especialmente operativa en negativo de la conducta desde el punto de vista de su manifestación
aquellos delitos en los que no cualquier acción es apta para la natural. La propuesta más radical en este sentido proviene de Ja-
producción del resultado típico, sino sólo una acción de carac- kobs, que distingue los problemas de la imputación de las acciones
terísticas específicas descritas en el tipo penal. Por lo tanto, es- positivas y las omisiones según que se trate de obligaciones que pro-
te segundo criterio sólo es operativo en delitos cuyos tipos re- vienen de la organización de la actividad personal o de la posición
quieren una acción de determinado perfil (por ejemplo: el deli- institucional del sujeto^®.
to de estafa, que requiere una acción de engaño exige una com-
probación de la equivalencia entre la omisión de informar del
agente y la acción de generar en el sujeto pasivo un error35). g—La interpretación del art. 11 del Código Penal

1127. — Como se ve en el desarrollo realizado, el legislador, sin ne-


cesidad de entrar en los problemas más modernos, tenía dos alterna-
f—Nuevos desarrollos dogmáticos

1125. — Este panorama dogmático, estabilizado durante más de 36


Herzberg, Die Unterlassung im Strafrecht und das Garantenprinzip, 1972;
treinta años, ha sido puesto en duda en los últimos tiempos. En pri- Behrendt, Die Unterlassung im Strafrecht, 1979, desde una perspectiva psicoanalítica.
37
Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechtslehre, 3a ed., 1988, p. 55.
38
34
Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, 2a ed., 1991, p. 212 y siguientes.
39
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Untelassungsdelikte, 1959, p. 283; Baci- Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, t.1,2a ed., 1994, p. 332.
galupo, Delitos impropios de omisión, 1970,p.ll9yss.; Mir Puig, Derecho Penal. Parte Ver Jakobs, Die strafrechtliche Zurechnung von Tun und Unterlassen, 1996; en
general, 3a ed., 1990, p. 335 y siguientes. España: Sánchez-Vera - Gómez Trelles en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Pena-
35
Cfr. Pérez del Valle, CPC 59 (1996), p. 373 y siguientes. les", t. XLVIII, 1995, p. 187 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 549 550 ENRIQUE BACIGALUPO

tivas teóricas. O bien establecía, en el sentido de la teoría formal de sultados idénticos a los de la teoría funcional, la cuestión pierde gran
las fuentes del deber, que toda infracción de un deber de evitar el re- parte de sus dificultades. En efecto, el art. 40, II del Cód. Penal italia-
sultado típico de un delito de acción, proveniente de una ley, un con- no es entendido por la moderna doctrina italiana en el sentido de la
trato o un hecho anterior era equivalente a su causación41. O, por el teoría funcional de la posición de garante, con expreso rechazo de la
contrario, adoptaba el punto de vista de las teoría funcional de la po- teoría formal de las fuentes del deber43.
sición de garante y establecía la equivalencia en dos niveles:
a) Comprobación de que el omitente tenía que responder jurídi- 1130. — Por lo tanto, la mezcla incomprensible y carente de todo
camente de la no producción del resultado (posición de garan- respaldo científico que ha realizado el legislador puede ser entendi-
te). da en el sentido de la doctrina moderna de la comisión por omisión,
b) Comprobación de que la omisión tuvo un contenido de ilicitud dado que, en realidad, más que contradictorio (como lo demuestra la
correspondiente a la realización activa del tipo comisivo42. evolución de la interpretación del art. 40, II del Cód. Penal italiano)
el art. 11 del Cód. Penal español es repetitivo: en el segundo párrafo
1128. — Es indudable que el art. 11 del Cód. Penal optó por este úl- repite parte de lo que se establece en el primero.
timo modelo, pues estableció un primer requisito consistente en la
infracción de un deber jurídico de evitar el resultado; a ello agregó 1131. — En consecuencia: según el art. Illa imputación de un de-
que esta infracción debía ser equivalente, "según el sentido del texto lito activo fundada en la omisión de evitar el resultado del mismo de-
de la ley", a la causación del resultado del tipo de comisión. Sin em- penderá de los siguientes elementos:
bargo, la realización técnica es sumamente deficiente, pues, luego de a) Laproducción de un resultado (de lesión o peligro pertenecien-
establecer los dos niveles determinantes de la equivalencia, en el se- te al tipo penal de un delito o de una falta activamente formu-
gundo párrafo del artículo se precisa que la equiparación de la acción lados en una ley penal).
y la omisión tendrá lugar en los casos de la versión más antigua ima- b) La calificación del autor requerida por el tipo activo (por ejem-
ginable de la teoría formal de las fuentes del deber (ley, contrato y he- plo, un delito de prevaricación sólo puede ser cometido por omi-
cho anterior). El problema que presenta esta defectuosa compren- sión por un funcionario o un juez) se debe dar también en el
sión de la cuestión regulada requiere una decisión sobre si se debe omitente.
atender al primer párrafo, orientado a la teoría funcional, o al segun-
do párrafo, inspirado en la teoría formal de la fuente de los deberes. c) La capacidad del omitente de realizar la acción desde un pun-
to de vista abstracto, es decir, se trata de saber si el autor hu-
1129. — Este problema hermenéutico, de todos modos, puede re- biera podido realizar voluntariamente la acción que hubiera
sultar sumamente complejo abstractamente considerado. Pero, si se impedido la producción del resultado. En la doctrina se discu-
tiene en cuenta que actualmente la interpretación del modelo legis- te si se debe requerir el conocimiento de la posibilidad física de
lativo de la teoría de las fuentes formales del deber ha conducido a re- realizar el mandato de acción, o si, por el contrario, es suficien-
te con la cognoscibilidad de los medios para evitar el resultado.

41
Modelo del art. 40, II del Cód. Penal italiano: "no impedir un evento que se tenía
43
la obligación de impedir equivale a ocasionarlo"; la fórmula ha sido abandonada en el Romano, Commentario Sistemático del Códice Pénale, t.1,1987, art. 40; Fianda-
art. 11 del Schema di disegno di legge-delega al Gobernó, 1992, en favor de la teoría fun- ca - Musco, Diritto Pénale. Parte genérale, 1990, p. 335 y ss.; ¥iore,Diritto pénale. Parte
cional. genérale, t.1,1993, p. 237 y ss.; Fiandaca, II reato commisivo mediante omissione, 1979;
42 Grasso, II reato omissivo impropio, 1983, Sgubbi; Responsabilitá pénale per omesso im-
ModelodelSíGB alemán (§ 13), delStGB austríaco (§ 2), delDisigno di legge-de-
lega italiana de 1992 (art. 11). pedimento dell'evento, 1975.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 552 ENRIQUE BACIGALUPO
551

Este último punto de vista es el correcto, pues no genera confu- Gimbernat47 tiene un punto de partida discutible: la omisión
sión alguna con el dolo de los delitos impropios de omisión. de impedir que el riesgo permitido se convierta en no permitido
d) La causalidad hipotética de la acción omitida respecto de la no garantiza la seguridad de la causalidad del comportamien-
evitación del resultado. En la medida en la que las omisiones to omitido, pues siempre se trata de lo mismo: ¿cómo es posible
no son causales del resultado, la imputación requiere que la saber si la realización de la acción omitida hubiera impedido el
omisión equivalga, según el sentido de la ley, a la causación. resultado causado por la fuente de peligro, no por la omisión?
Esta relación entre la omisión de la acción y el resultado se da- En la formulación de Gimbernat es seguro que una fuente de
rá cuando se compruebe que si el autor hubiera realizado la ac- peligro (activo) ha producido el resultado pero con ello no se di-
ción, habría sido causa de la no producción del resultado, con ce nada sobre la seguridad causal de la acción omitida.
una probabilidad rayana en la certeza (doctrina dominante). Tampoco es convincente el criterio propuesto por Luzón Peña,
Otro punto de vista considera que es suficiente con que la rea- según el cual "sólo hay comisión por omisión cuando es la omi-
lización de la acción hubiera disminuido el riesgo de produc- sión misma la que crea el riesgo de lesión"48.
ción del resultado44. Las razones que permiten rechazar la teo- En la medida en la que las omisiones no son causales (doctrina
ría del aumento del riesgo, de la que se deriva este criterio, son absolutamente mayoritaria) es claro que no pueden crear nin-
también suficientes en este caso. Es claro que el garante debe gún riesgo de lesión. El fundamento de la tesis consiste en pos-
obrar en el sentido del mandato de acción, aunque (ex-ante) no tular la necesidad de una "equivalencia exacta o identidad es-
exista seguridad de la evitación del resultado. Pero, ésto que es tructural y material con la comisión activa"49. Pero es eviden-
suficiente para la tentativa, no debe predeterminar la cuestión te que como demostró Radbruch50: "la omisión no sólo no tiene
de la imputación del resultado. con la acción en común los elementos voluntad, hecho y causa-
lidad, sino que ella se agota en la negación de los mismos".
En la dogmática española tiende a generalizarse la opinión que Por otra parte, exigir identidad para afirmar la equivalencia
requiere que la acción omitida hubiera impedido con absoluta exigida para la imputación del resultado a la omisión es tanto
seguridad la producción del resultado. En este sentido dice como negar la posibilidad de la comisión por omisión, dado que
Gimbernat que "como en el tipo objetivo de acción exige la segu- según el principio de identidad (ontológico o lógico), un objeto
ridad de que el comportamiento activo haya causado el resulta- sólo es idéntico a sí mismo, o dicho de otra manera: una acción
do, por ello no puede serle equivalente una omisión de la que lo sólo es estructural y materialmente idéntica a otra acción, pe-
más que puede decirse es que habría evitado el resultado con ro no lo será nunca de su negación51. La tesis de la identidad52,
una probabilidad rayana en la seguridad"45. De todos modos, la por lo demás, no es una exigencia del derecho positivo, que se
comisión por omisión imprudente "vendrá caracterizada por-
que el resultado ha sido causado con toda seguridad por un fo-
co de peligro que, como consecuencia de una omisión impru-
dente se ha transformado de permitido en ilícito"46. La tesis de 47
En el mismo sentido Torio, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales",
1984, p. 699 y ss.; Gracia Martín, en "Actualidad Penal", 38-1995-711.
48
Luzón Peña, Derecho de la circulación, 2a ed., 1990, p. 176.
44 49
Cü.Rudolphi,enSystematischerKommentarzutnStrafgesetzbuch,§§13,16;en Luzón Peña, en "Revista del Poder Judicial", 1986/2, p. 80.
50
contra Schünemann, "JA" 1975, Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 29/20. Radbruch, Der Handlungsbegriff in seiner Bedeutung für das Strafrechtssys-
45 tem, 1904, p. 140.
Gimbernat Ordeig, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", t. XLVII, 51
1994,ps.5yss.y29. Cfr. Bacigalupo, en Gimbernat - Schünemann - Wolter (eds.), Omisión e impu-
46 tación objetiva en derecho penal, 1994, p. 31.
Gimbernat Ordeig, en "Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales", t. XLVII, 52
1994, p. 38. Seguida también por Gracia Martín, en "Actualidad Penal", 38-1995-711.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 553 554 ENRIQUE BACIGALUPO

limita a condicionar la imputación a la equivalencia, no a la de la equivalencia entre la realización activa del tipo y la omisión del
identidad. cumplimiento de los deberes que emergen de la posición de garante,
e) La posición de garante del omitente, que requiere un estudio dado que la libertad de organización de las libertades personales ri-
particularizado (ver infra, ap. h). ge no sólo para los comportamientos omisivos, sino también para los
activos. Por esta razón resulta más preciso plantear la cuestión de la
f) La equivalencia de la ilicitud omisiva con la del delito de comi- equivalencia de acciones y omisiones en relación a los delitos activos
sión, que también se debe estudiar a parte (ver infra, ap. i). teniendo en cuenta si éstos son delitos de dominio (que se correspon-
derán con la posición de garante que surge de la organización de las
propias actividades) o delitos de infracción de deber (que se corres-
h—Las posiciones de garante
ponderán con los casos en los que la posición de garante proviene de
1132. — La posición de garante, como se dijo, se puede caracteri- la posición institucional del omitente). Es obvio que la equivalencia
zar materialmente por una especial cercanía entre el omitente y el entre la realización activa y la omisiva del tipo —que yace en la base
bien jurídico afectado. La caracterización de esta cercanía se mani- de la problemática de la posición de garante— depende de la estruc-
fiesta cuando el omitente tiene deberes que le imponen cuidar que los tura normativa de los delitos activos con los que se debe realizar la
peligros que se derivan de la propia organización respecto de los bie- comparación. Desde estaperspectiva normativa, la comparación—a
nes jurídicos que el derecho protege, o bien, cuando esos deberes le la inversa de una comparación a nivel naturalístico— no se debe lle-
son impuestos por la posición que ocupa dentro de un marco institu- var a cabo buscando una similitud o, inclusive, identidad fenoméni-
cional determinado (padre, hijo, funcionario, etcétera). Ambos gru- ca (por ejemplo, en la causalidad de la omisión), sino en el sentido so-
pos de situaciones requieren un estudio pormenorizado. cial de la conducta.
El problema central, de todos modos, sigue siendo la vinculación
1133. — Esta doble clasificación de los deberes que fundamentan de los criterios axiológicos de la equivalencia con "las valoraciones
una posición de garante guarda un cierto paralelismo con la tradicio- previas jurídico-penales"54.
nal, es decir, con aquella que distingue entre la posición de garante
que surge de l&protección de un bien jurídico frente a los peligros que 1 — Posición de garante derivada de los peligros
puedan acecharlo y la que se deduce del cuidado de una fuente de pe- que genera la propia organización
ligros frente a todos los bienes jurídicos que podrían resultar afecta- de la actividad del omitente
dos. La distinción clara entre estas dos últimas formas de la posición
de garante ha sido puesta en duda porque el cuidado de una fuente
—a—
de peligros también es una manera de proteger bienes jurídicos, y la 1135. — En esta categoría entran en consideración los deberes
protección de éstos, una manera de cuidar fuentes de peligros53. surgidos del propio texto del art. 11, segundo párrafo, b) del Cód. Pe-
nal. Es decir, se trata en primer lugar de la vigilancia de los peligros
1134. — La nueva clasificación puede no estar exenta de inseguri- creados por las propias acciones u omisiones ("acción u omisión pre-
dades, pues siempre cabe pensar que también la responsabilidad cedente" dice la ley). Estos supuestos se conocen como casos de "inje-
que surge de la libertad de organizarse tiene una base institucional. rencia" y tienen su fundamento en el principio neminem laedere es
Sin embargo, como se verá, permite establecer una base más firme
54
53
Freund, Erfolgsdelikt und Unterlassen, 1992, p. 25 y ss., quien realiza, además
Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/27. una crítica del criterio tradicional con una propuesta similar a la que aquí se propone.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 556 ENRIQUE BACIGALUPO
555

decir, del principio que establece que todos los ciudadanos son libres tamente por el que omitió el auxilio". Indudablemente este supuesto
de configurar sus propias actividades y tareas personales, con la con- pone de manifiesto que un deber de prestar auxilio existe aun cuan-
trapartida de responder por los daños que ello cause a los demás. Por do el peligro del sujeto pasivo no sea imputable al omitente. La situa-
ejemplo: no impedir que una persona, a la que se sirvió alcohol en ción no difiere en nada del caso del art. 195.1, razón por la cual el ver-
cantidad y que no está en condiciones de hacerlo, conduzca su coche; dadero problema que esta disposición plantea es la injustificada
no prestar ayuda a la persona que es víctima de un accidente causa- agravación de la pena, cuando el peligro que amenaza a la víctima no
do por el propio omitente, impidiendo que se agraven sus lesiones o es imputable (caso fortuito) al omitente, dada la identidad jurídica
muera. Se trata, por lo tanto, del deber que surge de la obligación de de las situaciones del art. 195.1 y 195.3 (caso fortuito). Por lo tanto,
tomar determinadas medidas de seguridad en el tráfico, destinadas es claro que en la ley vigente los deberes de auxilio y salvamento no
a que la fuente de peligro no lesione bienes ajenos. Cuando por au- están condicionados por la antijuridicidad del comportamiento ante-
sencia de estas medidas la fuente de peligro produzca un resultado rior55. Pero, dicho esto se debe advertir que no toda acción previa
típico, la omisión cumplirá con el primero de los criterios de equiva- dentro de los límites del riesgo permitido genera, sin más, una posi-
lencia con la realización activa del tipo. ción de garante en el sentido del art. 11 del Cód. Penal. Sólo en aque-
llos casos en los que se trate de un riesgo especialmente elevado, su-
1136. — Este deber de seguridad no se extiende sólo a las cosas, si- perior a los riesgos permitidos cotidianos y respecto de los que el afec-
no también a las personas que se encuentran a cargo del omitente tado por el peligro haya, en su caso, tomado las medidas de seguridad
(por ejemplo, el maestro debe tomar medidas para impedir que sus necesarias que le incumban en relación a su autoprotección, se podrá
alumnos cometan delitos; lo mismo rige para los encargados de la or- admitir una posición de garante.
ganización de un hospital, etcétera). Sin embargo, la doctrina recha-
za, con razón que el marido (o la mujer) deban tomar medidas para 1138. — La doctrina está dividida respecto de los deberes de auxi-
que el cónyuge no delinca. Asimismo, en principio, el titular de un lio que surgen de un hecho previo justificado. Por un lado, se sostiene
ámbito cerrado abierto al público no tiene por qué responder por los que tales deberes sólo surgen cuando el afectado tiene que soportar
delitos que allí se cometan contra personas que entran al lugar vo- un peligro o un daño sin ser responsable de la situación en la que el
luntariamente (por ejemplo, el titular de un gran almacén que no ha otro causó el peligro o el daño. Por lo tanto, desde este punto de vista
tomado medidas para impedir la entrada de carteristas no responde- se excluye una posición de garante respecto del que ha soportado un
rá del hurto de éstos). estado de necesidad defensivo o una legítima defensa56. Por otra par-
te, se piensa que el agresor sobre el que recae una acción de defensa
sólo tiene que soportar lo que es necesario para la defensa; lo que va-
- b - ya más allá ya no está justificado, y la posición de garante se funda
1137. — Las acciones peligrosas realizadas también pueden gene- también en un hecho anterior de acuerdo a derecho57. Este último
rar deberes de auxilio o salvamento, cuando los peligros generados ya punto de vista es, en principio, el correcto, puesto que excluye toda
han alcanzado o están cerca de alcanzar los bienes de otro. Es discu- desconsideración del agresor como persona. Sin embargo, la protec-
tido si estos deberes de auxilio o salvamento se generan sólo cuando
el comportamiento previo es antijurídico o si también surgen en los
casos de una actuación previa que se mantiene dentro del peligro 55
En este sentido también, con otros fundamentos, Jakobs, Strafrech, Allgemeiner
permitido. En favor de este último criterio se puede señalar que el Teil,n° 29/39.
56
Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/40 y siguientes.
art. 195.3 del Cód. Penal ya obliga a intentar el salvamento cuando 57
Welp, Vorangegangens Tun ais Grundlage einer Handlungsaquivalenz der Un-
el peligro de la víctima proviene de un "accidente ocasionado fortui- terlassung, 1968, p. 271 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 558 ENRIQUE BACIGALUPO
557

ción del carácter personal del agresor no necesita del art. 11, pues de- la posición institucional del omitente no es totalmente posible sin
be tener lugar por la vía del art. 195 del Código Penal58. precisar qué se entiende por institución, dado que también la respon-
sabilidad por la propia organización (neminem laedere) tiene una ra-
— C — zón de ser institucional. Jakobs60 ha intentado una fuerte limitación
1139. — También se fundamenta la posición de garante en la libre de los deberes de protección y salvamento que surgen de la posición
aceptación de una función de protección o de seguridad por parte del institucional del omitente afirmando que "los deberes provenientes
omitente. Es claro que quien asume la obligación de organizar su ac- de tales instituciones sólo pueden ser equivalentes a la comisión
tividad para proteger un bien jurídico, determina que el titular del cuando la institución es del mismo peso elemental para la existencia
mismo confíe en su protección y lo deje en manos del que aceptó pro- de la sociedad que tiene en ésta la libertad de organización y la res-
tegerlo. El art. 11 del Cód. Penal se refiere sólo al contrato, pero no es ponsabilidad que es su consecuencia"61. Por lo tanto, sólo fundamen-
posible que este término sea entendido en el sentido estricto de los tarán posiciones de garante en este sentido las relaciones entre pa-
arts. 1254 y 1261 del Cód. Civil, sino como acuerdo natural de volun- dres e hijos, el matrimonio, las especiales relaciones de confianza y
tades. De lo contrario, la posición de garante quedaría neutralizada los genuinos deberes estatales.
por todas las causas que afectan la validez del contrato como negocio
jurídico. —a—
1143. —Los deberes de garante que surgen de una posición fami-
1140. — La posición de garante fundada en la libre aceptación de liar están establecidos, en primer término, en la ley. En particular la
la función protectora/)uede ser delegada. existencia de una posición garante es clara en las relaciones entre los
cónyuges, dado que los arts. 67 y 68 del Cód. Civil establecen deberes
1141. — El contenido de la función de protección puede ser impe- de "socorrerse mutuamente" y de "ayudarse mutuamente". Asimis-
dir que otro se autolesione. La opinión contraria en la doctrina quie- mo, una posición de garante surge claramente entre padre e hijos del
re excluir la posición de garante cuando el peligro provenga de la pro- deber que tienen los primeros de velar por ellos y alimentarlos (art.
pia víctima59. Una limitación de esta magnitud no tiene en cuenta 154, Cód. Civil), así como de diligencia respecto de la administración
que para la equivalencia entre la omisión y la acción no tiene impor- de los bienes de los hijos (art. 164, Cód. Civil). Por el contrario no es-
tancia el origen causal del resultado, sino la infracción del deber de tán expresos en la ley los deberes de los hijos hacia los padres que po-
impedirlo. Por eso, prácticamente, desemboca en una única posición drían fundamentar una posición de garante, ya que el art. 155 sólo
de garante: la injerencia, que en el derecho anterior al vigente care- habla de un deber de obediencia y de otro —sólo exigible cuando con-
cía del apoyo legal que ahora tiene. vivan con sus padres— de contribuir al levantamiento de las cargas
de la familia. Sin embargo, la posición de garante de los hijos respec-
2—Posición de garante derivada to de los peligros que puedan acechar a sus padres tienen, en todo ca-
de la posición institucional del omitente so, fundamento en la especial relación de confianza, que será anali-
zada a continuación. Lo mismo ocurre en relación a los deberes de ga-
1142. —Una distinción conceptual exacta entre la posición de ga- rante de los hermanos, respecto de los cuales el art. 143 del Cód. Ci-
rante derivada de la organización de la actividad y la proveniente de vil es extraordinariamente parco.

58
Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 290/43 (nota 96).
59 60
Luzón Peña, en "Revista del Poder Judicial", 1986/2, p. 73 y ss.; Gracia Martín, Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/57 y siguientes.
61
en "Actualidad Penal", 38-1995-698. Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/58.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 559 560 ENRIQUE BACIGALUPO

- 6 - tructurada sobre la base de una ayuda mutua en situaciones de ne-


1144. —También surgen posiciones de garante de una especial re- cesidad, como en los supuestos de relaciones que tienen la forma ex-
lación de confianza. Esta puede fundamentar una posición de garan- terior de los familiares o parentales asimilables a las que se prevén
te cuando la confianza del titular de bienes jurídicos es depositada en expresamente en la ley civil (por ejemplo: las relaciones del sobrino
otro, que la acepta, al que se desplazan funciones de seguridad de un huérfano que vive con su tío son asimilables a las de los hijos con sus
bien o de cuidado de una fuente de peligros. padres y los de éstos, que, a su vez, no surgen de la ley de manera ex-
presa).
1145. — Naturalmente, la relación especial de confianza se deriva
de principios generales del ordenamiento jurídico y no aparece ex- 1148. — La confianza tiene singular importancia en relación a de-
presa en un texto legal. Por ello, es preciso tener presente que el art. terminadas actividades profesionales63 como la actividad médica.
11 del Cód. Penal se refiere a deberes jurídicos y no sólo a deberes le- En efecto, la posición de garante del médico no proviene de la ley ni
gales, aunque como es lógico éstos sean una especie de los deberes ju- del acto anterior y en muchos casos tampoco puede tener su funda-
rídicos. El segundo párrafo del art. 11, cuando señala las tres fuentes mento en un contrato, dado que en muchos casos el paciente mayor
formales clásicas del deber de actuar, sólo establece que en todo caso de edad no podrá prestar su consentimiento válidamente y quienes
se debe reconocer la existencia de un deber jurídico cuando se dan di- lo prestan por él carecen de mandato. Sería verdaderamente absur-
chas fuentes, pero no limita los "especiales deberes jurídicos" a la do que cuando el paciente más lo necesita, menores sean las obliga-
obligación legal, el contrato o el hecho anterior riesgoso. ciones del médico.

— C —
1146. — En estos casos el titular de los bienes jurídicos pone en
manos de otro la defensa de los mismos o bien acepta que sus bienes 1149. — En el ámbito de los deberes estatales cabe destacar, como
jurídicos sean introducidos en el ámbito espacial de organización de ejemplo los de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
otro que tiene el dominio del mismo, en la confianza de que en una si- que deben "impedir prácticas abusivas, arbitrarias o discriminato-
tuación de necesidad para los mismos, éstos contarán con la defen- rias que impliquen violencia física o moral" (art. 5.2.a, LO 2/86) y
sa y la ayuda del titular de dicho ámbito62. En esta última categoría "evitar un daño grave, inmediato e irreparable" (art. 5.2.e, LO 2/86).
se encuentran los titulares de lugares abiertos al público, que aun- Asimismo, la Ley Penitenciaria prevé en el art. 3.4 que "la adminis-
que no sean garantes, en general, de que los concurrentes al lugar no tración penitenciaria velará por la vida, integridad y salud de los in-
serán objeto de acciones delictivas, están obligados a comunicar los ternos". Esta disposición fue utilizada por el Tribunal Constitucional
peligros que conozcan (por ejemplo, el dueño de un supermercado (SSTC120/90 y 137/90) para justificar la intervención de la adminis-
que recibe una amenaza de bomba debe comunicarlo a los clientes tración para interrumpir la huelga de hambre de reclusos, exageran-
que están en sus dependencias). do el alcance de la posición de garante de una manera sumamente
discutible64.
1147. — También se debe estimar la existencia de una posición de
garante fundada en la confianza en los casos de comunidad de peli-
gro, así como en los casos en los que existe una comunidad de vida es-
63
Cfr., en relación con el abogado, Pérez del Valle, LL, ejemplar del 15/4/97.
De la Gándara Vallejo, Consentimiento, bien jurídico e imputación objetiva,
Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/70. 1995, p. 207 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 561 562 ENRIQUE BACIGALUPO

t—Segundo criterio de equivalencia ran también problemas especiales. Se trata sobre todo de delitos de
expresión como la injuria (art. 208, Cód. Penal) o la estafa (art. 248,
1150. — Como se ha visto existe un segundo criterio de equivalen- Cód. Penal), en los que la omisión será equivalente a la comisión ac-
cia: la omisión debe corresponder a la producción activa del resulta- tiva cuando el omitente no haya impedido que el engaño llegue a su
do que no se evitó. Esto significa que cuando la acción típica tiene de- destinatario. Jakobs pone el ejemplo del jefe que no impide que el
terminadas características o modalidades, la omisión debe ser el co- proyecto de carta injuriosa o engañosa, redactada sólo como proyec-
rrelato de esa acción65. A esta equivalencia se refiere el texto legal to, llegue al destinatario67.
cuando exige que, además de la infracción de un especial deber jurí-
dico, se requiere que la omisión "equivalga, según el sentido de la ley, 1154. — En todo caso es preciso tener en cuenta que la correspon-
a su causación". Es obvio que, si las omisiones no son causales, la dencia con las modalidades del comportamiento activo no se deben
equivalencia sólo puede tener lugar en el marco de la ilicitud. convertir en una valoración general del contenido de ilicitud de la
omisión en relación a la realización activa del tipo68.
1151. — La correspondencia no genera problemas cuando la ac-
ción que debe causar el resultado es indiferente y el tipo objetivo se
agota en la causación (por ejemplo, no impedir la muerte de otro se
corresponde con su causación). Pero en otros delitos, en los que el re- — §87 —
sultado debe ser producido por una acción especial (coacción, enga- EL TIPO SUBJETIVO DE LOS DELITOS DE OMISIÓN
ño, utilización de medios determinados, etcétera) la respuesta pue-
de no ser tan clara: ¿se corresponde "ejercer violencia" a "permitir que 1155. — El tipo subjetivo de los delitos de omisión es idéntico en
otros la ejerzan"!; ¿se corresponde "engañar" a "no informar"?; ¿"uti- ambas variedades, es decir, en los propios y en los impropios.
lizar armas" a "no impedir que otros las usen"?; ¿"tener acceso carnal" 1. En los delitos propios de omisión dolosos el dolo requiere cono-
que "no impedir que otro lo tenga"? cimiento de la situación generadora del deber de actuar y de las
circunstancias que fundamentan la posibilidad de la realiza-
1152. — En principio, los delitos de propia mano sólo restringida- ción de la acción.
mente pueden ser cometidos por omisión (por ejemplo, el falso testi- 2. En los delitos impropios de omisión dolosos el dolo requiere co-
monio —art. 458: testigo que faltare a la verdad—), pero, en todo ca- nocimiento de la situación generadora del deber de actuar (lo
so, queda abierta la posibilidad de la participación en ellos para el que aquí significa básicamente conocimiento de la amenaza de
que —siendo garante— no ha impedido su realización (por ejemplo: producción del resultado), conocimiento de las circunstancias
el que permite a una persona alcoholizada conducir su propio coche, que fundamentan la posición de garante y de las que funda-
no será autor del delito del art. 379 del Cód. Penal, pero será un par- mentan la posibilidad de actuar.
tícipe en el mismo)66.
3. En los delitos de omisión culposos o imprudentes el autor des-
1153. — Los delitos que se cometen mediante determinadas ma- conoce, aunque hubiera podido conocer, las circunstancias que
nifestaciones o proporcionando determinadas informaciones gene-

67
Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/80.
68
Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/78. Stree, en Schónke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, 24aed., 1991, § 13,
Jakobs, Strafrech, Allgemeiner Teil, n° 29/79. 187; Jescheck - Weigend, Lehrbuch des Strafrechts, 5a ed., 1996, p. 630.

36 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


564 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 563

fundamentan el deber de actuar, su posición de garante o su po- ción de la pena. En el nivel de la culpabilidad como presupuesto de la
sibilidad de obrar en el sentido requerido por el mandato de ac- pena (es decir, en la teoría del delito) no hay diferencia sustancial70.
ción. La responsabilidad por el hecho no ofrece en el delito de omisión
diferencias respecto del delito de comisión.

-§88- — §89 —
ANTIJURIDICIDAD, RESPONSABILIDAD POR EL HECHO AUTORÍA, PARTICIPACIÓN Y TENTATIVA
Y CULPABILIDAD EN LOS DELITOS DE OMISIÓN

1156. — La antijuridicidad de un comportamiento típico se define a —Autoría y participación


como la realización del tipo no amparada por causas de justificación: 1158. — La autoría del delito de omisión depende de la infracción
todo comportamiento típico será antijurídico a menos que esté auto- del deber de actuar o de impedir el resultado que sea equivalente a su
rizado por una causa de justificación. Esto rige tanto para un delito producción activa. La coautoría no es posible ya que, al no darse en
de comisión como para uno de omisión. En la práctica se presentarán los delitos de omisión un dolo en el sentido de los delitos de comisión,
con mayor frecuencia casos de estado de necesidad por colisión de de- no es posible una "decisión común al hecho"71.
beres: el deber de garante (que impone la realización de la acción ten-
Tampoco es posible hablar de una "autoría mediata omisiva". En
dente a evitar el resultado) y otro deber que en el mismo momento
el caso en que uno, mediante fuerza irresistible, impide que otro rea-
imponga al autor otro comportamiento excluyente de aquél. A tal
lice la acción mandada, no se da sino la acción positiva del que impi-
respecto sólo cabe apuntar al margen que la teoría más moderna ad-
de realizar la acción y produce la lesión del bien jurídico.
mite la existencia de un estado de necesidad justificante en los casos
de colisión de deberes de igual jerarquía, pues se afirma, con razón,
que quien de todos modos cumple con un deber no obra antijurídica- 1159. — La participación debe tratarse en dos formas distintas: la
mente. Este punto de vista es válido inclusive en aquellos códigos pe- participación mediante un comportamiento omisivo y la participa-
nales que regulan el estado de necesidad por colisión de bienes, atri- ción activa en un delito de omisión.
buyéndole efecto justificante sólo a la acción que sacrifica el bien me-
nor para salvar al mayor. La diferencia de soluciones radica en la na- 1 —La participación mediante un comportamiento
turaleza de la colisión de deberes. omisivo en un delito de comisión
1160. — La participación omisiva en un delito de comisión podría
1157. — También la culpabilidad del delito de omisión coincide adoptar la forma de inducción o de complicidad (necesaria o no).
sustancialmente con la de los delitos de comisión. En la teoría domi- La teoría dominante rechaza la posibilidad de inducción por omi-
na el punto de vista de que la gravedad de la culpabilidad de una co- sión72. El fundamento de este punto de vista consiste en que el induc-
misión por omisión es menor que la de la realización activa del tipo69.
Esto tiene naturalmente incidencia en la graduación de la pena. El
nuevo texto del Código Penal no prevé la posibilidad de una atenua- Mir Puig, adiciones a la traducción española de Jescheck, Tratado de derecho pe-
nal. Parte general, t. II, p. 846.
71
Kaufrnann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 189; otro punto
de vista, Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 521.
72
Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 562.
Mezger, Srafrecht, ein Lehrbuch, p. 148.
566 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 565

tor debe crear el dolo del delito en el autor, es decir, la decisión del he- te omite impedir que un tercero realice la acción delictiva y el delito
cho. Mediante omisión no se crea la decisión sino que sólo no se impi- no es comisible omisivamente. Por ejemplo: cuando omite impedir,
de que ésta surja73. Por el contrario, se piensa que no impedir que el infringiendo el deber emergente de su posición de garante, un delito
autor tome la decisión del hecho debe sancionarse en la forma corres- de propia mano o cuando carece de un especial elemento subjetivo de
pondiente al acto positivo de inducir o instigar si el omitente era ga- la autoría, como es el ánimo de lucro en el hurto. En estos casos in-
rante del no surgimiento de la decisión74. El fundamento de esta po- fringe el deber de impedir el resultado pero no puede ser autor, por lo
sición reside en que la inducción o instigación no requiere expresa- que debería ser condenado como cómplice78. A ello debería agregar-
mente una forma activa, por cuya razón sería posible aceptarla tam- se, según esta opinión, el supuesto del garante que omite impedir
bién omisivamente. De esta manera, si se aceptara que el abogado es una acción de complicidad de un tercero: el padre que omite impedir
garante de que el testigo no cometa falso testimonio, el no impedir que su hijo menor preste un arma de fuego a los autores del homici-
que en este último surja la decisión de declarar falsamente sería su- dio79. Esta forma de resolver el problema cubre, indudablemente, las
ficiente para condenarlo como inductor de tal delito (art. 458, Cód. lagunas de punibilidad que deja abierta la solución que niega la po-
Penal). La posición de Schmidháuser debe rechazarse, pues importa sibilidad de complicidad omisiva en un delito de comisión. Sin em-
una aplicación analógica de la ley. Rudolphi75 admite una inducción bargo, se trata de una solución que extiende los límites de la compli-
o instigación por omisión cuando el garante no impide, por ejemplo, cidad por encima de los que marca el principio de legalidad.
que un tercero induzca al autor en forma activa.
2 — La participación activa en un delito de omisión
1161. — La cuestión de si es posible una complicidad omisiva (ne- 1163. — La instigación o inducción no es una forma admisible de
cesaria o no) en un delito de comisión es discutida. Una parte consi- participación en un delito de omisión. En verdad, dadas las particu-
derable de la teoría considera que habría complicidad si al omitente laridades que hemos visto del mismo, lo que se debería considerar co-
le incumbe un deber de garantía76. mo inducción es la disuasión de actuar en cumplimiento del deber: en
Por el contrario, se sostiene que "el hombre no puede ser causal y otras palabras, la neutralización de una acción positiva que impedi-
por tanto no es posible favorecer por omisión un delito de comi- ría la producción del resultado. Este hecho es equivalente a la acción
sión"77. Si el garante omite impedir el resultado será autor si podía típica de un delito de comisión80.
evitar este último, pero no cómplice.
A su vez, una complicidad activa en un delito de omisión no sería
concebible sino como una "ayuda psíquica" para la omisión de la ac-
1162. — Desde otro punto de vista se mantiene que la complicidad ción que hubiera evitado el resultado. Por lo tanto, valen aquí las
por omisión es posible cuando la omisión del garante no es equivalen- mismas conclusiones que respecto de la inducción81.
te a la autoría de un delito de comisión y, por lo tanto, no fundamen-
ta una autoría por omisión. Se trata de los casos en los que el garan-

77
73
Cfr. Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, Allgemeiner Teil. Roxin, Táterschaft und Tatherrschaft, p. 477 y ss.; Rudolphi, en Systematischer
74
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 707.
Kommentarzum Strafgesetzbuch, § 13,41.
79
75
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 13,42. Rudolphi, en. Systematischer Kommentarzum Strafgesetzbuch, § 13,42.
80
76
Maurach, Deutsches Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 693; Jescheck, Lehrbuch Cfr. Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 193 y ss.;
des Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 566. Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 297.
81
77
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 295; Welzel, Das Otro punto de vista: Roxin, Táterschaft und Tatherrschaft, p. 510y ss.; Rudolp-
Deutsche Strafrecht, p. 207. hi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 13,44 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 567 ENRIQUE BACIGALUPO
568

b —La tentativa de un delito de omisión


ejemplo: el cajero de un banco se pone en estado de ebriedad pa-
ra no impedir que otro compañero se apodere del dinero que
1164. — Lo que se llama tentativa en los delitos de omisión es la tiene a su cuidado.
"omisión de intentar cumplir con el mandato de acción"82. La punibi-
lidad de la omisión del intento de cumplir el deber sólo es posible si se b) Los casos en que el obligado a realizar la acción da comienzo a
toma en cuenta un punto de vista subjetivo, de acuerdo con el cual "la la acción debida, pero en un determinado momento la abando-
tentativa omisiva comienza (y acaba) en el último momento en el que na o la interrumpe: el que arroja un salvavidas a otro pero lue-
el obligado tendría que haber realizado eficazmente la acción según go se arrepiente y lo retira antes de que la víctima se haya ser-
su representación"83. En este sentido sería sancionable como tenta- vido de él y logrado salvarse87.
tiva acabada (delito frustrado)84. c) Los casos en los que uno —no obligado a obrar— impide que lo
haga el obligado a hacerlo88.

— §90- 1167. — Por un lado, se niega a la categoría de la omisión por co-


LA LLAMADA "OMISIÓN POR COMISIÓN" misión toda autonomía conceptual y se afirma rotundamente que
"no existe"89, pues en estos casos se trata de verdaderos delitos de co-
1165. — La categoría de la omisión por comisión ha adquirido en misión realizados en autoría mediata (cuando se impide obrar a un
los últimos tiempos una cierta relevancia, luego de haber sido prác- tercero obligado). Sin embargo, la autoría mediata activa no resulta
ticamente olvidada desde que se la introdujo en la discusión85. adecuada cuando el propio obligado se pone en condiciones que le im-
La teoría distingue aquí diversos grupos de casos, en los que la ca- piden cumplir con el deber impuesto. En estos supuestos, sin embar-
racterística común consiste en que el obligado a actuar interviene ac- go, tampoco podrá hablarse de una categoría específica. Ello resulta
tivamente en el suceso para impedir que la acción alcance el objetivo claro en el caso del desistimiento: si el autor estaba obligado a cum-
de salvación del bien jurídico. plir una acción y no la ha cumplido, el comienzo de cumplimiento es
irrelevante para la valoración jurídica del hecho, por lo tanto habrá
1166. — En este sentido se presentan tres grupos de supuestos que apreciar lisa y llanamente una omisión. Lo mismo cabe afirmar
que ejemplifican el concepto de omisión por omisión: respecto del que se pone en condiciones de no poder realizar la acción;
a) Los casos en los que el obligado a obrar se pone voluntariamen- aquí el obligado obra respecto de sí mismo como si él fuera un tercero
te en condiciones que le impiden realizar la acción debida —ca- y, por lo tanto, debe apreciarse un acto positivo sin más.
sos que Rudolphi86 denomina de ommissio libera in causa—; Distinto es el punto de vista de Roxin90, quien piensa que en los ca-
sos en que se desiste activamente de la acción debida ya iniciada ha-
brá que considerar la comisión de un hecho activo cuando la acción ya
82
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 221 y ss.; Welzel, ha llegado a manos de la víctima, pero no en los otros supuestos.
Das Deutsche Strafrecht, p. 221.
83
Welzel, Das Deutsche Strafrecht, p. 221.
84
Bacigalupo, Delitos impropios de omisión, p. 187 y siguientes. 87
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 195; Roxin, en
85
Overbeck, en "GS" 88 (1922), p. 319 y ss.; Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Festschrift für Engisch, p. 382; Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafge-
Unterlassungsdelikte, p. 195y ss.; Roxin, en Festschrift für Engisch, 1969, p. 380y ss.; setzbuch, § 13,47.
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 13,46 y ss.; Samson, 88
Cfr. en general Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch,
en Festschrift für Welzel, p. 579 y siguientes. §13,47.
86
Rudolphi, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 13, 46 y si- 89
Kaufmann, Armin, Die Dogmatik der Unterlassungsdelikte, p. 203.
guientes. 90
Roxin, en Festschrift für Engisch, p. 385 y siguientes.
570 ENRIQUE BACIGALUPO

ciones y varias lesiones de la ley penal (concurso real). En otras pala-


Capítulo XIII bras: ¿qué pena es aplicada si una única acción se adecúa a más de un
tipo penal? (por ejemplo: la acción de robo con violencia en las perso-
Concurrencia de leyes penales nas produce también lesiones corporales; se plantea entonces la
cuestión de si debe aplicarse sólo la pena del robo o es posible tam-
y concurrencia de delitos bién aplicar la de las lesiones); si el autor ha realizado varias accio-
nes que independientemente unas de otras se adecúan a más de un
tipo penal (por ejemplo: el autor mata al guardia y luego realiza las
acciones de un robo), la cuestión consiste en saber de qué manera se
deben aplicar las distintas penas (simple acumulación aritmética,
acumulación limitada, etcétera).
Por lo tanto, mientras en los casos de concursos aparentes se dis-
cute sobre la relación de tipos entre sí, en los supuestos de concurso
— §91 — de delitos (ideal o real) se trata de una relación entre varios tipos pe-
INTRODUCCIÓN nales y una o varias acciones.
1168. — La cuestión de la aplicación de la ley penal a un hecho de- 1171. — La cuestión del concurso tiene una incidencia directa en
lictivo requiere con frecuencia resolver, en primer lugar, el problema la determinación del marco penal aplicable (es decir, para la deter-
de la relación existente entre los posibles tipos penales aplicables minación del máximo y mínimo de la pena: la solución de un concur-
(concurrencia aparente de leyes) y, en segundo lugar, la determina- so aparente de leyes importa la exclusión de las penas que serían
ción de la unidad o pluralidad de acciones ejecutadas por el autor consecuencia de los tipos penales excluidos. A su vez la determina-
(concurso de delitos). Es claro que estas problemáticas son esencial- ción de si una acción se adecúa a un tipo o a más de uno, o si varias ac-
mente distintas. ciones realizan diversos tipos (o más de una vez el mismo tipo) gene-
ra la cuestión de si es suficiente sanción la pena de un delito para una
1169. — La cuestión de la concurrencia aparente de leyes (es decir, acción de múltiple adecuación o de si la pluralidad de acciones típi-
de tipos penales aplicables) se desenvuelve en un plano en el que só- cas debe sancionarse mediante la acumulación de las penas previs-
lo entra en consideración una relación de tipos penales entre sí; por tas para cada delito y, en este caso, hasta dónde puede alcanzar tal
ejemplo: se trata de saber si el uso de documento falsificado (art. 393, acumulación (¿es indefinida o tiene un límite?).
Cód. Penal.) en una estafa (art. 248, Cód. Penal.) se debe juzgar sólo
como estafa porque este tipo excluye al otro o si, por el contrario, es
posible aplicar ambos tipos penales al mismo hecho; si el robo exclu-
ye la aplicación del hurto o si ambos tipos pueden aplicarse al mismo — §92 —
hecho en razón de que la acción de robo realiza también todos los ele- EL CONCURSO (APARENTE) DE LEYES PENALES
mentos del hurto.
1172. — Como hemos visto, habrá un concurso (aparente) de leyes
1170. — El problema del concurso de delitos presupone, por el con- penales cuando el contenido de ilícito de un hecho punible ya está
trario, que ya se ha resuelto la relación de los tipos entre sí y de lo que contenido en otro y, por lo tanto, el autor sólo haya cometido una úni-
se trata es de saber si la acción se subsume bajo un tipo penal o bajo ca lesión de la ley penal. Esta situación se da cuando entre los tipos
varios (concurso ideal) y, además, si el autor ha realizado varias ac-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 571 572 ENRIQUE BACIGALUPO

penales que serían aplicables al caso concreto exista una relación de dor ha expresado estas condiciones al revés. En efecto, son las reglas
especialidad, de subsidiariedad o de consunción. La caracterización del concurso de delitos (arts. 73 a 77, Cód. Penal), las que son aplica-
de las diferentes formas que pueden alcanzar las relaciones entre los bles cuando no lo sean las del art. 8o del Cód. Penal. Esto significa que
tipos penales en el caso de concurso de leyes es considerada, lo mis- las reglas del concurso de delitos se deben aplicar cuando no inter-
mo que la delimitación de uno y otro supuesto, como "discutida y sin venga ninguno de los criterios de exclusión que expone el art. 8o del
ninguna esperanza"1. La consecuencia práctica del concurso de leyes Cód. Penal (especialidad, subsidiariedady consunción). En la prác-
reside en que sólo es aplicable la pena del delito que desplaza a los tica las reglas del art. 8o del Cód. Penal se deben aplicar cuando se
otros y, además, en la determinación de esa pena no se deben compu- comprueba que un hecho se subsume bajo más de un tipo penal.
tar otras violaciones de la ley, dado que sólo se ha infringido una de
las normas aparentemente concurrentes. Esto último marca una di- a — Especialidad: "lex specialis derogat legi generali"
ferencia fundamental con la consecuencia jurídica del concurso (art. 8".r, Cód. Penal)
ideal, en el que, como veremos, de acuerdo con el principio de absor-
ción se aplica la pena del delito más grave, pero teniendo en cuenta 1176. — La opinión generalizada considera que la relación de es-
que el autor también ha cometido otras violaciones de la ley penal2. pecialidad es la que ofrece menos dificultades teóricas. La misma se
dará cuando un tipo penal tenga todos los elementos del otro pero,
1173. — El texto legal que regula estas cuestiones ha sido introdu- además, algún elemento que demuestra un fundamento especial de
cido por la nueva redacción (LO 10/95) del Código Penal. Anterior- la punibilidad. En verdad, la realización del tipo especial no es sino
mente los problemas del concurso aparente de leyes o de normas, ca- una forma específica de lesión de la ley (del tipo) más general. Por
recían de una regulación legal expresa. El art. 8o del Cód. Penal es, en ejemplo: el asesinato (art. 139, Cód. Penal) es especial respecto del
este sentido, una disposición no habitual en las legislaciones euro- homicidio (art. 138, Cód. Penal). Consecuentemente, la aplicación
peas, aunque viene a codificar soluciones dogmáticas ya admitidas del tipo del art. 139 excluye la del contenido en el art. 138. La relación
por la práctica. de especialidad se da en todos los casos en que los tipos guardan la re-
lación de cualificado o privilegiado con respecto al tipo básico. La de-
1174. — La aplicación de las reglas del art. 8o del Cód. Penal de- terminación de si un delito representa una hipótesis especial del ti-
pende según el texto legal de dos circunstancias: po básico o si, por el contrario, constituye a su vez un tipo autónomo,
a) Que el hecho sea subsumible (aunque sea parcialmente) bajo es decir, otro tipo básico, puede ser discutida.
más de un tipo penal ("susceptible de ser calificado con arreglo
a dos o más preceptos de este Código"). b — Subsidiariedad: "lexprimaria derogat legi subsidiariae"
b) Que el hecho no esté comprendido en los supuestos de concur- (art. 8°.2a, Cód. Penal)
so de delitos ("no comprendidos en los arts. 73 a 77"). 1177. — Con referencia a la subsidiariedad ya no es posible esta-
o blecer un único punto de vista en su fundamentación3. Se dará esta
1175. —Aparentemente las reglas del art. 8 del Cód. Penal serían
aplicables cuando, siendo el hecho subsumible bajo más de un tipo
penal, no lo sean las del concurso de delitos. Sin embargo, el legisla- mente de otra opinión: Gimbernat Ordeig, Introducción a la parte general del derecho
penal español, p. 153; Rodríguez Devesa., Derecho penal español. Parte general, p. 191;
Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, t.
1
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1117. II, p. 327.
2 3
Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 28; otro Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 62 y ss.;
punto de vista: Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 604; probable- Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1191.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 573 574 ENRIQUE BACIGALUPO

relación cuando un tipo penal sólo sea aplicable en tanto no resulte palabras, cuando "la realización de un tipo (más grave), por lo menos
aplicable otro. La subsidiariedad puede ser expresa o tácita, según por regla general, incluye la realización de otro (menos grave)"7. La
esté ordenada en la ley o deba ser deducida de ésta por interpreta- relación no es de naturaleza solamente lógica.
ción.
1180. —Aunque pueda considerarse que en la definición de la con-
1178. —Los casos de subsidiariedad expresa se dan cuando el tex- sunción existe, en principio, acuerdo, no lo hay respecto de los su-
to legal indica que el precepto es aplicable, siempre que no lo fuera puestos que corresponde tratar en esta categoría. Mientras unos au-
otro más grave. tores incluyen dentro de ella los hechos posteriores copenados8, otros
Los supuestos de subsidiariedad tácita deben deducirse por vía in- los tratan en forma independiente9.
terpretativa. Para ello es preciso tener en cuenta que la relación en- Puede constatarse un acuerdo en los casos en que se trata de "he-
tre un tipo penal y otro debe ser de tal naturaleza que la relación de chos acompañantes característicos"10. Ejemplos de ellos son el uso
ambos mediante una única acción no debería dar lugar a la aplica- ilegítimo de vehículo de motor (art. 244, Cód. Penal) y el hurto del
ción de las reglas del concurso ideal. Tal situación es de apreciar combustible que se consume en la realización de la acción de uso ile-
cuando uno de los tipos penales no implique sino una ampliación de gítimo; el aborto y las lesiones que con él se causan11. En la jurispru-
la protección penal de un bien jurídico a estadios previos respecto de dencia más reciente el Pleno de la Sala 2a del Tribunal Supremo ha
la lesión del mismo. Ello resultará claro, por ejemplo, entre la tenen- recurrido al concepto de "hechos acompañantes característicos", en
cia de instrumentos para la falsificación (art. 400 y ss., Cód. Penal) y laSrS 1088/97, de 1/12/97, la Sala de lo Penal consideró que la intro-
el delito de falsificación, o entre los delitos de peligro y de resultado ducción de droga en España está consumida en la pena prevista pa-
contra un mismo bien jurídico (por ejemplo, lesiones corporales me- ra el tráfico de drogas (art. 368, Cód. Penal) y excluye la aplicación de
nos graves son subsidiarias de las más graves). Este punto de vista la pena de contrabando {LO 12/95).
sobre la subsidiariedad puede considerarse como un criterio estre-
cho, frente a otros más amplios4: "la subsidiariedad puede derivarse 1181. — La consunción alcanza también a los actos posteriores co-
delfiny la conexión de los preceptos. Significa, por tanto, que según penados, que son los que constituyen la realización de un nuevo tipo
la voluntad de la ley un tipo contiene en forma exclusiva la califica- penal cuyo contenido es el aseguramiento o la utilización de la cosa
ción del hecho". La mayor o menor amplitud con que se considere la adquirida delictivamente12. Genéricamente puede sintetizarse la
subsidiariedad tiene su contrapartida, por lo general, en la que se idea fundamental de este supuesto de la siguiente manera: son casos
acuerde a la consunción5.
6
Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 71; Jes-
c — Consunción: "lex consumens derogat legi consumptae" check, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 602.
7
(art. 8°.3a, Cód. Penal) Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 1187.
8
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 602; Samson, enSyste-
matischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52,72 y siguientes.
1179. — La relación de consunción se da cuando el contenido de ilí- 9
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n" 11%.
cito y la culpabilidad de un delito están incluidos en otro6; en otras 10
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 603; Schmidháuser,
Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 734 y ss.; Samson, en Systematischer Kommentar zum
Strafgesetzbuch, § 52,76.
11
4 Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1188.
Stree, en Schónke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, previo al § 52 y ss., 12
Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil, p. 602; Samson, en Syste-
107. matischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52,74; Stratenwerth, Strafrecht, Allge-
5
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 733. meiner Teil, n° 1195 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 575 576 ENRIQUE BACIGALUPO

en los que la interpretación permite afirmar que la relación existen- ralidad de lesiones de la ley penal (lesión repetida de una o de varias
te entre la realización del delito principal y el posterior constituye leyes) recibe el nombre de concurso real o material.
una unidad tal que la ley la considera alcanzada por la pena del pri-
mero13. 1185. —Las consecuencias jurídicas de ambas formas de concur-
sos se determinan por distintos principios. En los casos de unidad de
1182. — El tratamiento de estos hechos como supuestos de con- acción con pluralidad de lesiones (concurso ideal) las leyes suelen
sunción se basa en que "los delitos de aseguramiento y utilización re- aplicar el principio de absorción, según el cual debe imponerse la pe-
troceden ante el delito cometido para la adquisición de la cosa, que es na en su mitad superior, "sin que pueda exceder de la que represente
el propio centro de gravedad del ataque criminal, en tanto no ocasio- la suma de las que correspondería aplicar si se penan separadamen-
nen al afectado un nuevo daño o no se dirijan contra un nuevo bien ju- te las infracciones" (art. 77, Cód. Penal). La pluralidad de acciones
rídico"14. con pluralidad de lesiones (concurso real) se rige, en general, por el
principio acumulativo, que establece la aplicación de penas indepen-
1183. — Ejemplo de hechos posteriores copenados sería el uso del dientes para cada delito y la acumulación de las mismas (art. 73,
documento por quien lo ha falsificado15. Por el contrario, no serían Cód. Penal, con el límite previsto en el art. 76).
hechos posteriores copenados la destrucción (delito de daños) o la
venta posterior de la cosa hurtada engañando a un tercero sobre la 1186. — El tratamiento del tema de las formas de concurso requie-
propiedad de la misma, pues ocasionan un nuevo daño o se dirigen re previamente definir los criterios sobre la unidad y pluralidad de
contra un nuevo bien jurídico respectivamente. acciones.
Desde el punto de vista terminológico hay quienes designan estos En la teoría y en cierta jurisprudencia se ha confundido la cues-
supuestos como "actos posteriores impunes"16. tión de la unidad de acción con la unidad o pluralidad de resultados.
Este punto de vista ha sido ya antiguamente criticado, con razón,
porque es indudable que las normas sólo pueden dirigirse a prohibir
o a ordenar acciones, no resultados17. La jurisprudencia había teni-
— §93 — do en cuenta el principio de la unidad de acción en el caso del delito
EL CONCURSO DE DELITOS imprudente, respecto del cual decide la cuestión de la unidad de ac-
ción sin tomar en consideración los resultados producidos por aqué-
1184. — La legislación y la teoría distinguen entre los casos en que lla. Últimamente este criterio —que, en principio, sólo parecía regir
una acción realiza más de un tipo penal y los de varias acciones que para el delito imprudente— ha sido extendido también a los casos de
realizan más de un tipo penal, o más de una vez el mismo tipo penal. dolo en la STS 1335 bis/92, y en la STS 861/97 expresamente respec-
La unidad de acción con pluralidad de lesiones de la ley penal se de- to del dolo eventual. De esta manera, se viene a decir que el número
nomina concurso ideal de delitos. La pluralidad de acciones con plu- de resultados no es el número de acciones, ni en el delito imprudente
ni en el delito doloso, dado que lo que vale para el dolo eventual no tie-
ne por qué no valer para otras formas de dolo.
13
Stree, en Schonke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, previo al § 52 y ss.,
112.
14
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1195. 17
15
Rodríguez Devesa, Derecho penal español. Parte general, p. 190. Cfr. STS 1335 &ts/92, del 23/4/92 (caso del síndrome tóxico) con referencias a la
16
Rodríguez Devesa, Derecho penal español. Parte general, p. 190; Stratenwerth, jurisprudencia anterior del Tribunal Supremo. Ver también STS 861/97, del 11/6/97;
Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1195, que utiliza a la vez la terminología que hemos em- cfr. sobre esta problemática, Choclán Montalvo, El delito continuado, Madrid, 1997, p.
pleado aquí. 84 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 577 578 ENRIQUE BACIGALUPO

1187. — En la STS 1335 bis/92, del 23/4/92, el Tribunal Supremo cidio y daños; 2/4/32, n° 126, homicidio y daños; 11/5/40 [A. 487], lesiones
dedicó un extenso fundamento jurídico a esta cuestión: y daños; 11/6/49 [A. 854], daños; 8/11755 [A. 1989], lesiones y daños).
También las SSTS del 14/12/31 y 11/4/72 afirmaron que "un solo hecho
La segunda cuestión presentada por la tesis defendida por el represen- imprudente, aunque origine diversos males, constituye un solo delito".
tante del Ministerio Público se refiere, en verdad, a la pena aplicable, es Por su parte, la STS del 18/1/72 subrayó que aunque existieran tantos
decir, está más vinculada con la relación concursal que existe entre los delitos como resultados típicos, a efectos de punición se los debe agluti-
distintos hechos que la Audiencia le imputa a Juan Miguel Bengoechea nar en un solo delito, teniendo en cuenta el resultado más grave.
Calvo, que con el dolo en sí mismo, pues tiene que ver con el número de he- La solución dada a esta cuestión, sin embargo, no es aparentemente tan
chos y, por tanto, con el de penas que corresponde aplicar al procesado uniforme en la jurisprudencia respecto de los delitos dolosos.
Juan Miguel Bengoechea. La Audiencia entendió en su apretada motiva- En los más antiguos precedentes de esta Sala se consideró que para de-
ción (cfr. fundamento jurídico 3.1) que "las muertes y las lesiones deben terminar la diferencia entre el concurso ideal y el real lo decisivo es la uni-
atribuirse a la culpa temeraria y profesional" y entendió que el procesa- dad o la pluralidad de acciones, sin tomar en cuenta el número de resul-
do Juan Miguel Bengoechea "no parece que quiera directa o indirecta- tados. Así, la Sala consideró en el caso de una misma acción dolosa que
mente matar o lesionar". De ello dedujo que su comportamiento se debía produjo dos muertes que "cuando un solo hecho constituye dos o más de-
subsumir en el art. 348 del Cód. Penal (en relación con el art. 346 del Cód. litos, como sucede en el presente caso, no deben penarse éstos separada-
Penal). Pero dado que para ello sólo era preciso un resultado de muerte, mente" (STS del 18/6/72). Asimismo, la STS del 7/7/09 estableció que no
las restantes muertes (329, que el Fiscal denomina "muertes restantes") se debían penar separadamente los delitos de asesinato y aborto, por los
se debían sancionar como un delito culposo o imprudente, único en rela- que se había condenado a la procesada, "por haberse realizado en un solo
ción con los arts. 407, 420,422 y 528. Estos hechos, según el Tribunal a acto los expresados delitos". Dicho de otra manera: la antigua jurispru-
quo, no dan lugar a una pluralidad de hechos, es decir, a un concurso real, dencia de esta Sala atendió a idénticos criterios en los delitos dolosos y en
"habida cuenta que la relación fáctica no permite definir, en el orden que los culposos.
ahora nos ocupa, otras acciones nítidamente separables que constituyan Por el contrario, en la jurisprudencia más moderna, se debe reconocer, la
sendas unidades delictivas". situación no resulta tan clara, aunque en verdad los precedentes no se
Precisamente contra esta afirmación se dirige la argumentación del Mi- han apartado nunca categóricamente del criterio de la unidad o plurali-
nisterio Fiscal, pues entiende que si se afirmara la existencia de dolo res- dad de acciones. Por un lado, en algunos de estos precedentes (por ejem-
pecto de los resultados de muerte se debería estimar la pluralidad de he- plo, STS del 17/6/88) se hace referencia a las acciones perfectamente di-
chos que la Audiencia ha rechazado. Implícitamente el Fiscal se apoya en ferenciadas, sobre todo cuando se trata de acciones correspondientes a
una doctrina para la cual la realización de una acción dolosa con varios delitos en los que prácticamente no existe una distinción entre el compor-
resultados importa tantos hechos como resultados, mientras que si la ac- tamiento y sus efectos (quebrantamiento de condena, robo, depósito de
ción es imprudente sólo constituiría un hecho. armas y hurto de vehículo en la mencionada sentencia). En otros prece-
Los efectos prácticos de la tesis del Fiscal dependen, en primer lugar, de dentes, referidos a delitos con resultado material claramente diferencia-
si es correcto que la pluralidad de resultados deba ser considerada como ble en la acción de la Sala, pareciera adoptar otro criterio, pues se sostie-
el criterio determinante de una pluralidad de acciones dolosas, aunque ne que lo determinante es la variedad de los sujetos pasivos sobre los que
no mereciera igual consideración en el delito culposo, respecto del cual el recaen los efectos de la acción (por ejemplo, STS del 20/12/88). "Por ello
desiderátum sería la unidad de acción. En este caso la cuestión, de todos —afirma la STS del 20/12/88— matar a varias personas o violar a varias
modos, sólo tiene trascendencia teórica, dado que, admitida la existencia mujeres o lesionar dolosamente a dos o más sujetos no constituye una
de dolo, operarán los límites del art. 70.2° del Código Penal. modalidad de concurso ideal de delito, ni siquiera cuando las muertes (...)
Las SSTS del 8/11/55 y 21/2/66 establecieron (entre otras) que todos los responden a una identidad de acción". Consecuentemente, la STS del
resultados de la imprudencia dan lugar a un solo delito culposo. Este 29/4/81 entiende que la unidad de sujeto pasivo de varias lesiones se de-
punto de vista tiene una larga tradición en la jurisprudencia de esta Sa- be considerar como un solo hecho (en igual sentido la antigua STS del
la, en la que se sostiene en forma reiterada que siendo la única acción se 16/11/1889). Este criterio, sin embargo, no contradice en principio la te-
deben aplicar las reglas del concurso ideal aunque sean varios los resul- sis de la unidad o pluralidad de acciones como fundamento del concurso
tados producidos (cfr. las SSTS del 18/10/27, n° 54, lesiones y daños; de delitos, dado que, aplicado —sobre todo— al delito de violación, no ha-
12/12/31 [A. 1751], homicidio, lesiones y daños; 14/12/31 [A. 1753], homi- ce otra cosa que tomar en cuenta la reiteración del ataque a una diversi-

37 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


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DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 579
fringe el cuidado debido, a pesar de la pluralidad de resultados, mientras
dad de sujetos atacados para deducir de ello la existencia de otras tantas en los dolosos, por regla general, se requiere una comprobación más com-
decisiones independientes del autor de realizar el tipo penal. Dicho de pleja.
otra manera: la renovación del ataque ante suj etos diferentes demuestra La diversidad de soluciones según el carácter doloso o imprudente de la
una pluralidad de acciones naturales. Es evidente que con una única ac- acción, por otra parte, no parece ser la más adecuada. Partiendo del ca-
ción natural (con la misma decisión y el mismo movimiento corporal) no rácter personal de lo ilícito penal es evidente que la pena se dirige contra
es posible violar a dos personas y —por regla general— tampoco lesionar la acción y no contra el resultado. La norma sólo puede ser vulnerada por
dolosamente a dos sujetos pasivos. Estas consideraciones son también la acción y, consecuentemente, no se justifica en modo alguno que en los
trasladables al homicidio de varios sujetos, como es claro, cuando el ata- delitos dolosos se considere que la unidad o pluralidad de hechos depen-
que a cada uno de ellos requiere la renovación de la decisión de matar. da de los resultados producidos, pues "el delito —decía ya en los primeros
En otras ocasiones la jurisprudencia ha hecho referencia a los bienes ju- años de este siglo quien puede ser considerado uno de los padres de la
rídicos protegidos. Así, por ejemplo, lo sugiere la STS del 14/3/88, en la dogmática penal moderna— es acción, es decir, una modificación en el
que se sostiene, sin mencionar la independencia de las acciones ejecuta- mundo exterior reconducible a un querer humano". Es indudable que si
das por el autor, que la acción de presentar juntamente al cobro dos talo- sólo las acciones pueden infringir una norma de infracciones de la norma
nes en los que previamente se falsificó la firma del titular "incide en el de- dependerá del número de acciones. El punto de vista contrario, defendi-
lito de falsificación de documentos mercantiles, por un lado, y en el de es- do ocasionalmente en el siglo XIX, antes de 1880, bajo el influjo acentua-
tafa, por otro, en cuanto cada uno ofende bienes j urídicos distintos". Este do del principio de causalidad, se fundamentaba en la concepción de de-
criterio ha sido también frecuentemente utilizado por la Sala, pero para lito como causalidad: La acción, se decía aisladamente, es causalidad, va-
excluir al concurso de normas (o aparente) entre el art. 344 del Cód. Pe- rios resultados requieren plurales causalidades; por tanto, existen va-
nal y los delitos de contrabando. rias acciones cuando se dan varios resultados. Tal criterio no mereció
El criterio de la unidad y pluralidad de acciones, por lo demás, se ratificó aprobación de parte de la teoría. Más aún, inclusive los representantes
recientemente en la STS del 15/3/88, en la que la Sala recurrió expresa- de las teorías causales de la acción lo rechazaron, considerándolo erróneo
mente al criterio de la unidad de acción afirmando que "la base estructu- por identificar acción y resultado. Sin perjuicio de lo cuestionable que re-
ral de concurso ideal radica en la unidad de acción, pese a su proyección sulta afirmar que cada resultado presupone una causalidad indepen-
plural en el área de la tipicidad penal. Si se acusa la presencia de dos o diente cuando la única causa es una única acción (por ejemplo, un dispa-
más acciones, constitutiva cada una de un delito (...), se trata de una mo- ro que mata a más de una persona), lo cierto es que, si se admitiera tal cri-
dalidad o subforma de concurso real (...)". terio, el distinto tratamiento de la pluralidad de resultados en el delito
La idea de la unidad de acción en los supuestos de delitos dolosos con plu- doloso y en el culposo sería una inconsecuencia difícil de explicar. Inclu-
ralidad de resultados, por otra parte, se percibe de una manera clara en sive partiendo del llamado crimen culpae, para el que la letra del art. 565
los casos de la unidad de acción por continuación —delito continuado—. del Cód. Penal podría ser un fundamento, no resultaría adecuado consi-
Aquí la pluralidad de resultados no impide la unidad de hecho, como se derar que en el delito doloso y en el culposo la diversidad de resultados de-
observa en la copiosa jurisprudencia que existe en materia de delito con- ba ser tratada de forma diversa, pues si el fundamento de la pluralidad
tinuado, figura que, como es claro, sólo se configura en presencia de dolo. de acciones es la supuesta pluralidad de causalidades, ello obligaría a ad-
En tal sentido, las SSTS del 16/1781,16/2/82 y 26/10/82 —entre otras— mitir tantos hechos punibles como causalidades, también en delito im-
señalan categóricamente que se apreciará unidad delictiva cuando con- prudente.
curra un único acto de voluntad encaminado a la realización del delito, De todos modos, se debe señalar que la extensión del criterio del resulta-
aunque, como es lógico, éstos tengan pluralidad de resultados. De todo do al delito culposo —como algunos autores han propuesto— tampoco pa-
ello surge que la jurisprudencia ha tratado la cuestión de la unidad o plu- rece ser la solución más adecuada para lograr un desarrollo consecuente.
ralidad de delitos sobre la base de criterios cuya diversidad es sólo apa- No se puede olvidar en este sentido que el criterio del resultado en rela-
rente en lo referente a los elementos que determinan la unidad de acción, ción al concurso de delitos ha sido considerado, por un lado, como una for-
pero sin haber rechazado esta tesis en forma expresa y categórica en nin- ma de la responsabilidad que corresponde "al período cultural de la res-
gún momento. En realidad, sólo cabe afirmar que la discrepancia entre el ponsabilidad por el resultado". Por otro lado, se trata de un criterio que
tratamiento dado a la pluralidad de resultados en el delito culposo y en el conduce a intolerables conclusiones si se aplica en forma estricta, pues
delito doloso es más aparente que real, puesto que es normal que en los resultaría, por ejemplo, que quien da varios puñetazos y produce varias
delitos imprudentes, en general, sea claro que es única la acción que in-
582 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 581

lesiones debería ser considerado autor de tantas lesiones dolosas como


va la unidad de acción" y que "si la unidad de acción viene determina-
golpes ha recibido la víctima, lo que la jurisprudencia no parece haber da, en último término, por el acto de voluntad y no por los resultados,
aceptado en ningún caso. Precisamente, para no llegar a esta solución se habrá que determinar en cada caso cuál es el contenido del acto de vo-
necesita recurrir, como es claro, al criterio de la unidad del sujeto pasivo; luntad del sujeto" (fundamento jurídico 3o).
pero ello no es sino una demostración de la ineptitud del criterio del re-
sultado para posibilitar soluciones adecuadas, dado que en el caso del de-
lito continuado el criterio de la unidad del sujeto ya no es utilizable, pues
lo excluye el propio texto legal según el cual es indiferente que se ofenda a — Unidad de acción
a "uno o varios sujetos". Sin perjuicio de lo anterior, además, el resultado
no podría servir de criterio general, pues no todos los delitos tienen resul- 1 — Unidad de acción en sentido natural
tado material ni un resultado claramente diferenciado de la acción, ello
sin perj uicio de que en la tentativa y frustración tampoco los delitos de re- 1189. — La cuestión de la unidad de acción no es problemática
sultado requieren la producción del mismo. Un criterio que requiere tan- cuando el autor con una decisión única de acción realiza un único mo-
tas excepciones en relación a situaciones particulares, en consecuencia, vimiento corporal que resulta típico; por ejemplo: el autor decide ma-
no resulta plausible para explicar de una manera razonable la aplicación tar a otro y lo hace disparando un arma de fuego (unidad de acción en
de la ley.
sentido natural, que no debe confundirse con la "unidad natural de
El criterio del resultado, por lo demás, no está impuesto por el legislador,
dado que no es una consecuencia de que uno de los textos legales haga re-
acción").
ferencia al "hecho" (art. 68) como se pudiera creer. En realidad, los otros
textos se refieren también a "dos o más delitos o faltas" (arts. 69 y 69 bis, 2 —La unidad de acción en la pluralidad de actos
Cód. Penal). Una razón que explique la preferencia de la palabra "hecho"
respecto de las otras expresiones utilizadas por el legislador no surge de 1190. — Por el contrario, resulta problemático establecer cuándo
los textos ni del contexto de la ley. Pero, aunque se entendiera que la ley una pluralidad de actos que pueden responder a varias decisiones de
se quiso referir exclusivamente a "hechos" por oposición a "acciones", es acción constituyen una unidad, es decir, un objeto único de valora-
indudable que, desde el punto de vista de una interpretación gramatical,
tal entendimiento no parece adecuado para apuntalar el criterio del re-
ción jurídico-penal.
sultado, dado que el "hecho" que es objeto de una norma se compone ne- Parte de la teoría ha sostenido el concepto de la unidad natural de
cesariamente de una acción, mientras el resultado material es mera- acción18. De acuerdo con éste habrá una única acción cuando el hecho
mente contingente y, en consecuencia, puede formar parte o no del mis- se presenta objetivamente como plural pero, desde un punto de vista
mo. Por otra parte, si el criterio del resultado estuviera impuesto por el valorativo, resulta ser una única acción a los ojos del autor19. En un
texto de la ley, se lo tendría que aplicar también en el caso del delito im- sentido semejante —pero objetivamente orientado— se estima que
prudente, pues el art. 68 y ss. del Cód. Penal no distingue entre delitos do-
losos e imprudentes. habrá una unidad natural de acción "cuando se dé una conexión tem-
De acuerdo con todo lo anterior, se debe concluir que la pretensión del poral y espacial estrecha de una serie de acciones u omisiones que
Fiscal no puede ser acogida en toda su extensión, dado que, aunque se ad- fundamenten una vinculación de significado de tal naturaleza que
mite la existencia de dolo respecto de los resultados de muerte, las penas también para la valoración jurídica sólo pueda aceptarse un único
aplicables dependerán del número de acciones realizadas y no de los re- hecho punible, y esto aunque cada acto individualmente considera-
sultados producidos y, en todo caso, con los límites del art. 79.2° del Códi- do realice por sí solo el tipo de ilicitud y fundamente ya de esta mane-
go Penal.

1188. — En la STS 861/97 el Tribunal Supremo, reiteró el funda-


18
mento jurídico 17, b de la anterior sentencia, agregando que "la base Otto, Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, t.1, p. 274; Schmid-
del concurso ideal la constituye la identidad del hecho y, en definiti- háuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 724.
19
Cfr. Schmidhauser, Strafrecht, Allgemeiner Teil.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 583 584 ENRIQUE BACIGALUPO

ra el hecho punible"20. La aplicación de este punto de vista permite En todo caso se requiere "una cierta continuidad y una vincu-
sostener que el que produce a otro lesiones dándole una paliza come- lación interna de los distintos actos entre sí; si los actos respon-
te un hecho de lesiones, lo mismo que el que se apodera de los distin- den a una nueva decisión y carecen de vinculación interna res-
tos frutos de un árbol ajeno sólo comete un hurto. pecto de las acciones típicas anteriores, no habrá unidad de ac-
ción"25. Sin embargo, esta cierta vinculación interna no debe
1191. — El criterio de la "unidad natural de acción" es considera- entenderse como la exigencia de un "dolo general", mediante el
do poco preciso por gran parte de la teoría21 y, por lo tanto, inadecua- cual el autor deba haber querido ya inicialmente la pluralidad
do para losfinesque debe alcanzar. Sus defensores estiman que no es de actos26.
posible lograr un mayor grado de precisión22. La jurisprudencia del c) La unidad típica de acción resulta clara en los delitos perma-
Tribunal Supremo, sin embargo, aplica este criterio repetidamente nentes (por ejemplo: privación ilegal de libertad), en los que se
(cfr. STS del 22/4/92). mantienen los efectos de la acción ejecutada.

1192. — El punto de vista alternativo no ofrece mayores segurida- 3 —La unidad de acción en el "delito continuado"
des. Según éste la unidad de acción será producto del tipo penal: "uni-
dad típica de acción" o "unidad jurídica de acción". Una unidad de es- 1193. — Fundamentalmente razones prácticas han dado lugar a
ta clase se da cuando varios actos son unificados como objeto único de la construcción del delito continuado, que el Código regula en el art.
valoración jurídica por el tipo penal23. La unidad típica de acción se 74.1. Con él se quiere evitar la investigación del momento y la exten-
percibe en diversos supuestos: sión de los hechos individuales.
La conexión de continuidad determina la existencia de una única
a) En los delitos compuestos de varios actos o en delitos que reú- acción, aunque no exista entre las acciones individuales una unidad
nen más de un delito autónomo; por ejemplo, la violación y las en sentido natural o jurídico27.
coacciones (arts. 179 y 172, Cód. Penal).
b) También se aprecia unidad típica de acción en los supuestos en 1194. — El delito continuado opera impidiendo la aplicación de las
los que el sentido del tipo penal alcanza en forma global una consecuencias previstas para el concurso real reguladas en el art. 73
pluralidad de actos (por ejemplo, art. 493, Cód. Penal). Esta del Código Penal.
unidad típica de acción puede surgir directamente del texto le-
gal o de la interpretación del mismo24. 1195. — La admisibilidad político-criminal de esta figura ha sido
puesta seriamente en duda28. El problema fundamental, desde este
20
Cfr. Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil.
21
Jescheck,Lehrbuch des Strafrechts, Allgemeiner Teil,p.519;Samson,enSyste-
matischerKommentarzumStrafgesetzbuch, previoal § 52,18yss.; Stratenwerth,Síra- 25
Stree, en Schónke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52,19.
frecht, Allgemeiner Teil, n° 1217; Stree, en Schónke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kom- 26
Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, previo al § 52,30,
mentar, previo al § 52 y ss., 22. quien considera suficiente la "unidad de la situación de motivación".
22
Schmidháuser, Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 725. 27
Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 33; Otto,
23
Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1210; Samson, en Systematis- Grundkurs Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1.1; Stree, en Schónke - Schroder,
cher Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 22 y ss.; Stree, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52,31, estima que es un caso de unidad jurídica. En el
Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52,12 y ss.; Jescheck, Lehrbuch des Strafrechts, Allge- mismo sentido, Choclán Montalvo, El delito continuado, p. 131 y siguientes.
meiner Teil, p. 580. 28
Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código
24
Stree, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52,16 y siguien- Penal, t. II, p. 325; Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52,
tes. 33; Schmidháuser, Strafrecht, Mlgemeiner Teil, p. 728 y ss.; Stratenwerth, Strafrecht,
586 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 585

punto de vista, consiste en que dogmáticamente se "unifican" una se- hurto (art. 234, Cód. Penal) y la apropiación indebida (art. 252, Cód.
rie de hechos que cumplen con todos los presupuestos de hechos pu- Penal). Aquí es precisa una definición de los tipos en cuestión y la de-
nibles individuales que se deberían sancionar según las reglas del terminación de su igualdad o no. Se admite en teoría que es posible la
concurso real. continuación entre delitos de lesiones de diferente gravedad30.

1199. — En lo que toca a la igualdad del bien jurídico se distingue


I—Requisitos objetivos de la unidad entre bienes jurídicos altamente personales y aquellos que no lo son.
de acción por continuación
Si se trata de los primeros sólo podrá admitirse continuación cuando
1196. — Los requisitos objetivos y los subjetivos del delito conti- se lesione al mismo titular, es decir, si se da igualdad de sujeto pasi-
nuado son producto de una elaboración dogmática que carece de to- vo. El Tribunal Supremo antes de la reforma introducida por la LO
do apoyo en la ley. Ello determina una gran inseguridad en la deter- 8/83 había exigido, en ocasiones, la igualdad de sujeto pasivo con ca-
minación de los mismos. Parte de la teoría se limita a establecer re- rácter general31. Sin embargo, también en forma general, se ha acep-
quisitos subjetivos29; sin embargo, predominan los criterios objeti- tado que la teoría del delito continuado puede aplicarse, aunque fal-
vo-subjetivos. te algún requisito, porfinesde justicia o defensa social32. De esta ma-
nera debería excluirse la continuidad de los casos de lesiones avarias
1197. — Los hechos individuales deben haber realizado el mismo personas, de robo con violencia a distintas personas, etcétera. Este
tipo básico o tipos semejantes y haber lesionado el mismo bien jurídi- criterio no ha dejado de suscitar opiniones contrarias33, que no en-
co. Al requerirse identidad de tipo básico se permite que las reglas cuentran fundamento alguno en la exclusión de la continuidad en ra-
del delito continuado sean aplicables aunque los hechos individuales zón de la calidad especial del bien jurídico. Sin embargo, es preferi-
puedan diferenciarse entre sí por la concurrencia de alguna circuns- ble la posición restrictiva porque limita los efectos de institución que,
tancia agravante o atenuante (en lo que no tiene importancia alguna como hemos visto, resulta difícilmente legitimable.
que se trate de agravantes o atenuantes genéricas o no, es decir, le-
gisladas en la Parte General de la ley penal o en los tipos concretos). 1200. — Además, es preciso que los diversos hechos tengan una
Este punto de vista encuentra, sin embargo, un límite: la realización cierta similitud exterior. Es posible, por lo tanto, que entre ellos ha-
del tipo debe atentar en todos los casos contra el mismo bien jurídico. ya diferentes modalidades, mientras por lo menos haya una cierta
Por lo tanto, queda excluida la continuación entre hurto y robo con cercanía temporal y espacial34. Mucho más estrecho es el criterio del
violencia o con intimidación en las personas (arts. 234 y 237, Cód. Pe-
nal), ya que, a pesar de tratarse del mismo tipo básico, en el robo no
se atenta sólo contra la propiedad. Por el contrario, no afecta a la con- 30
tinuación el que alguno o algunos de los delitos individualmente con- Stree, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52, 38; Samson,
en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 36.
siderados no hayan superado el estadio de la tentativa. 31
Cfr. SSTS 19/1/40; 10/2/60; 15/2/61; 22/5/62; 24/4/63; 24/11/69; 14/12/72;
18/10/74; 12/11/75; 3/12/75.
32
Cfr. SSTS 22/3/66; 5/4/67; 16/4/70; 11/11/71,17/3/72; 1/2/73.
1198. — La cuestión de la unidad o semejanza del tipo básico no de- 33
Samson, Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 36; Straten-
jará de ofrecer problemas en algunos casos, como cuando se trata del werth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1223; Stree, en Schonke - Schroder, Strafgesetz-
buch, Kommentar, § 44. En el mismo sentido, Choclán Montalvo, El delito continuado,
p.266yss.,para quien no hay justificación material para someter a distinto tratamien-
to la unidad natural de acción y la unidad de acción por continuación.
Allgemeiner Teil, n° 1236. Recientemente: Choclán Montalvo, El delito continuado, p. 34
Cfr. Stree, en Schonke - Schroder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 41; Samson,
423 y siguientes.
29 en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52,39.
Por ejemplo, Rodríguez Devesa,Derec/iopenal español. Partegeneral, p. 809.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 587
588 ENRIQUE BACIGALUPO

Tribunal Supremo, que ha requerido "identidad de objeto material y


de medios delictivos"35, aunque luego admita la continuidad a pesar 1203. — Por otra parte sólo se requiere un dolo de continuación,
de que no se dé en el caso unidad de lugar y tiempo36 o que pueda fal- según el cual cada acto parcial sea una continuación de la "misma lí-
tar la unidad de sujeto pasivo37. La relativización de las exigencias nea psíquica" del dolo anterior41. La opinión dominante se inclina
objetivas que con frecuencia se percibe en la jurisprudencia del Tri- por este último criterio.
bunal Supremo tiene su origen en la acentuación que dispensa al ele-
mento subjetivo, con lo que, en la práctica, el delito continuado de- 1204. — En general se rechaza la posibilidad de un delito culposo
penderá esencialmente de lo que haya pensado el autor. continuado, ya que un "dolo de continuación" no se podría fundamen-
tar en un hecho de esta naturaleza42. También se rechaza la conti-
1201. — A pesar de la importancia que el Tribunal Supremo nuación entre hechos dolosos y culposos.
acuerda al dolo del delito continuado, en reiteradas oportunidades
ha exigido un elemento objetivo de dudosa fundamentación: la cir- III—Las consecuencias jurídicas
cunstancia de que las acciones cometidas no estén perfectamente in- del delito continuado
dividualizadas38. Si las acciones no están perfectamente individua- 1205. — La teoría y la práctica distinguen entre las consecuencias
lizadas es porque no se las habrá probado y, por lo tanto, no pueden jurídicas de carácter material y las de carácter procesal.
ser objeto de subsunción39. Con respecto a las primeras el delito continuado se sanciona con
una pena como un solo hecho. La cuestión será problemática cuando
II—Requisitos subjetivos de la unidad algunos hechos sean agravados, otros atenuados, algunos hayan
de acción por continuación quedado en tentativa y otros realicen lisa y llanamente el tipo bási-
1202. — Se discute qué grado de representación debe haber teni- co. En supuestos similares a éste se discutirá qué marco penal es el
do el autor respecto de la continuación, es decir, qué intensidad adi- aplicable: ¿el del delito tentado?, ¿el del delito consumado?, ¿debe
cional debe haber tenido el dolo de cada hecho particular. considerarse la agravante de alguno de los hechos o no?, ¿debe consi-
Por un lado se exige un dolo total o general que abarque todos los derarse la atenuante o no? La opinión dominante reconoce aquí una
hechos, es decir "el resultado total del hecho en sus rasgos esenciales, de las más dificultosas cuestiones que plantea el delito continuado43.
en lo referente al lugar, el tiempo, persona lesionada y forma de comi- La solución más adecuada es la que toma como marco penal para la
sión, de tal manera que los actos individuales se expliquen sólo como determinación de la pena aquel que corresponda al hecho individual
una realización sucesiva del todo querido unitariamente"40. más grave.

41
Cfr. Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52, 43;
35 Stree, en Schónke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52; Otto, Grundkurs
STS19/1/40.
36 Strafrecht. Allgemeine Strafrechslehere, 1.1, p. 275; Stratenwerth, Strafrecht, Allgemei-
STS 20/2/73.
37 nerTeil, n° 1231.
SSTS12/2/69; 5/4/74; 10/6/75. 42
38 Contrariamente, Stratenwerth, Strafrecht, Allgemeiner Teil, n° 1230; Choclán
SSTS 23/2/46; 23/5/55; 15/11/61; 15/1/62; 9/10/63; 16/11/68; 29/5/71. Incluso re-
cientemente: 24/2/84; 28/1/93; 28/10/93; contrariamente, 28/10/88,20/9/93. Montalvo, El delito continuado, p. 259.
39 43
Cfr. críticamente Rodríguez Devesa, Derecho penal español. Parte general, 1.1, Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52,43; Stree, en
p. 813 y ss.; Córdoba Roda, en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Có- Schonke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52; Stratenwerth, Strafrecht, All-
digoPenal,t.Il,p.325. gemeiner Teil, if 1234. Un análisis de los supuestos problemáticos de la acción continua-
40 da, puede verse en Choclán Montalvo, El delito continuado, p. 385 y ss., en particular,
Jescheck, Lehrbuch des Strafrecht, Allgemeiner Teil, p. 583 y siguientes.
sobre los problemas de derecho procesal, p. 411 y siguientes.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 590 ENRIQUE BACIGALUPO
589

4—La unidad de acción en el llamado "delito masa" ta disposición la unidad por continuación depende de que se trate de
1206. —El Tribunal Supremo ha considerado que existe una úni- la "ejecución de un plan preconcebido" o del aprovechamiento de
ca acción de estafa o de defraudación cuando la acción del autor se di- "idéntica ocasión", de la realización de "varias acciones y omisiones"
rige a sujetos indeterminados44. De esta manera, renunciando a la que ofendan a uno o varios sujetos e infrinjan "el mismo o semejantes
unidad de sujeto pasivo que en ocasiones requirió para el concurso preceptos penales".
ideal, evitaba aplicar la regla segunda del art. 70 del Cód. Penal, que El tercer párrafo del art. 74 del Cód. Penal excluye lo dispuesto en
limita la suma aritmética de las penas correspondientes a cada deli- su primera parte a los hechos que ofenden bienes jurídicos eminen-
to (en el concurso real) al triplo del tiempo correspondiente a la más temente personales, salvo que se trate de delitos contra el honor y la
grave. Esta construcción se denominó "delito masa". libertad sexual.

1207. — La cuestión tenía especial interés práctico en los delitos 1210. — La regulación no se puede considerar afortunada. Ante
en los que el Código Penal determinaba penas dependientes de la todo porque el legislador no ha reparado en que la ejecución de un
plan preconcebido, sin más, no tiene por qué eliminar la pluralidad
cuantía (sustancialmente la estafa y la apropiación indebida hasta
la reforma de la LO 8/83, de 25/6/83). Considerando que la identidad de acciones. Piénsese, por ejemplo, en el que planea dos distintos ro-
del sujeto pasivo era una condición esencial del delito continuado, el bos a distintos bancos. Por otra parte, es dudoso saber qué ha queri-
do expresar el legislador cuando dispone que, si se trata de hechos
Tribunal Supremo se hubiera visto obligado a aplicar aquí las reglas
del concurso real y estaría limitado, por lo tanto, por la regla segun- que constituyen infracciones contra el honor y la libertad sexual, ha-
da del art. 70. De esta forma, la comisión de múltiples estafas dirigi- brá que atender a "la naturaleza del hecho y del precepto (?) infringi-
do para aplicar o no la continuidad delictiva". Con esta regla lo único
das a sujetos indeterminados sólo sería sancionable con la pena co-
rrespondiente al triplo y no con la pena correspondiente al daño to- que se consigue es rebajar la importancia de bienes jurídicos como el
tal, es decir, la suma de los daños causados a todos los damnificados. honor y la libertad sexual, abriendo la posibilidad de que se los trate
como si no fueran eminentemente personales. Cuándo el honor y la
libertad sexual merecerán esta degradación es una cuestión no acla-
1208. — La LO 8/83 del 25/6/83, resolvió la cuestión de la falta de rada por el legislador y, por lo tanto, la única consecuencia previsible
base legal, de la que adolecía la construcción del Tribunal Supremo, de este precepto es una considerable inseguridad jurídica45.
con la incorporación del art. 69 bis, que el Código vigente reitera casi
literalmente en el art. 74.2, que dice: "...Si se tratare de infracciones
contra el patrimonio se impondrá la pena teniendo en cuenta el per-
b —El concurso ideal
juicio total causado. En estas infracciones el Juez o Tribunal impon-
drá, motivadamente, la pena superior en uno o dos grados, en la ex-
1 — Unidad de acción y pluralidad
tensión que estime conveniente, si el hecho revistiere notoria grave-
en encuadramientas típicos
dad y hubiere perjudicado a una generalidad de personas".
1211. — El concurso ideal requiere dos elementos: unidad de ac-
1209. — El Código Penal vigente en su art. 74 ha reiterado, como ción y lesión de varías leyes penales (realización simultánea de va-
se dijo, la regulación del antiguo art. 69 bis del Cód. Penal. Según es-
45
Cfr. sobre esta crítica Choclán Montalvo, El Mito continuado, p. 270 y ss., para
44 quien la fórmula empleada por el legislador es una fórmula vacía de contenido, propo-
SSTS 2/10/54; 17/12/56; 3/2/58; 2176/65; 22/3/66; 12/2/69; 6/2/70; 31/5/74, entre
otras. niendo estar al sentido del tipo penal.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 592 ENRIQUE BACIGALUPO
591

rios tipos penales). La unidad de acción es un presupuesto del con- ción de esta pluralidad tiene lugar en forma negativa: habrá plurali-
curso ideal, pero no es suficiente; la acción única debe haber realiza- dad de acciones si se descarta la unidad de acción47.
do dos o más tipos penales. Es decir que queda excluido el concurso En segundo lugar, se requiere una pluralidad de lesiones de la ley
ideal cuando se ha realizado un tipo que excluye a otros por especia- penal, lo que (como en el concurso ideal) presupone que los delitos
lidad, consunción, etcétera (casos de concurso aparente de leyes). La realizados son también independientes.
realización de dos o más tipos penales presupone que éstos no se ex-
cluyen entre sí. Puede darse concurso ideal en el caso de varios deli- 1215. —El problema principal que ofrece el concurso real es la de-
tos de omisión. Por el contrario, la opinión dominante excluye un con- terminación de la pena aplicable.
curso ideal entre delitos de comisión y de omisión. El Código Penal establece en el art. 73 el principio de la acumula-
ción y el art. 76 regula el límite que la acumulación de las diversas pe-
nas puede alcanzar. El límite será el triplo más grave de las penas en
2 — La consecuencia jurídica del concurso ideal
que se haya incurrido48.
1212. — La comprobación de un concurso ideal determina que só-
lo deba aplicarse una pena, que debe extraerse de la amenaza penal
más grave. El Código Penal (art. 77) sigue este criterio; sin embargo,
deja sin respuesta el problema que se da cuando el delito tiene la pe-
na máxima más grave y tiene, a la vez, la pena mínima menos grave
que el otro delito. En este supuesto debe tenerse en cuenta que la plu-
ralidad de lesiones no puede tener un efecto beneficiante del autor y,
por lo tanto, debe asignarse al mínimo más alto una función de clau-
sura, según la cual el autor no puede ser sancionado a una pena me-
nos grave que la que le hubiera correspondido si hubiera violado só-
lo una ley (la del mínimo más alto).

1213. — Desde el punto de vista procesal la sentencia que aplica


las reglas del concurso ideal tiene efectos de cosa juzgada para todas
las violaciones de la ley penal que concurran idealmente.
La unidad de acción no se satisface con la identidad del tipo subje-
tivo; se requiere coincidencia del tipo objetivo46.

c —El concurso real

1214. — La existencia de un concurso real presupone, en primer


término, la existencia de una pluralidad de acciones. La comproba-
47
Stratenwerth, Strafrecht, Aügemeiner Tal, n° 1257.
48
En detalle sobre la acumulación en el Código Penal español, cfr. Córdoba Roda,
46
Samson, en Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, § 52,7; Stree, en en Córdoba Roda - Rodríguez Mourullo, Comentarios al Código Penal, t. II, p. 336 y si-
Schonke - Schróder, Strafgesetzbuch, Kommentar, § 52,6. guientes.
PARTE TERCERA
ÍACÜANTIFICACIOÑ DEL DELITO
38 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL
596 ENRIQUE BACIGALUPO

Capítulo XIV y subjetivos que, en la medida en la que están especificados en la ley,


Teoría de las agravantes y atenuantes completan, cuando es el caso, la descripción típica del hecho, sea in-
corporándose al tipo objetivo (por ejemplo, la situación de inferiori-
dad de la víctima en el abuso de superioridad, art. 22.2a, Cód. Penal),
sea describiendo una particularidad subjetiva (cometer el delito por
motivos racistas, etcétera). De esta manera es posible decir que las
circunstancias agravantes y atenuantes completan accidentalmen-
te la descripción típica y, consecuentemente, se rigen por las reglas de
la tipicidad en lo referente a la subsunción y a la conexión que debe
existir entre el tipo objetivo y el subjetivo. Dicho con un ejemplo: en el
caso de la agravante de disfraz, el tipo objetivo del robo (art. 247, Cód.
— §94 — Penal), se debe completar la acción de apoderamiento violento de la
cosa mueble con el uso de máscara por parte del autor. Así también,
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATIVAS
el tipo subjetivo del mismo delito se debe incrementar con el conoci-
DE LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL
miento del autor del uso de dicha máscara. De ello se deduce que un
error sobre elementos objetivos de una circunstancia agravante de-
Consideraciones generales be ser considerado un error de tipo, tal como lo establece el art. 14.2
del Cód. Penal cuando dice que "el error sobre un hecho que cualifi-
1216. — El delito es una entidad jurídica cuantificable: no todos que la infracción o sobre una circunstancia agravante impedirá su
los delitos de homicidio tienen la misma gravedad, dado que ella de- apreciación".
pende de las circunstancias de cada hecho y de cada autor. El Código
Penal ha tomado en cuenta esta comprobación y ha establecido, con-
tinuando una tradición que viene del Código de 1848, un sistema de 1218. — En el caso de las circunstancias atenuantes, la cuestión
reglas que regulan la graduación de la gravedad relativa de los deli- del error no ha sido regulada expresamente, pues prácticamente el
tos. Se trata de normas que: problema del error no existe en estas circunstancias, dado que las
que contiene el art. 21 del Cód. Penal son puramente subjetivas. El
1. Recogen los factores accidentales del delito determinantes de la error sería imaginable, por ejemplo, en el caso del art. 21.3a del Cód.
mayor o menor gravedad (arts. 21,22 y 23, Cód. Penal). Penal, si el autor ha supuesto que existen causas o estímulos podero-
2. Establecen la manera en que inciden en la determinación del sos que, en realidad, no existen, y como consecuencia de esta suposi-
marco penal (art. 66, Cód. Penal). ción, sufre un arrebato u obcecación. Pero, lo cierto es que el efecto
3. Especifican su repercusión en la responsabilidad de los partíci- atenuante resulta ser consecuencia del arrebato, obcecación o esta-
pes (art. 65). do pasional, y éste se da tanto cuando las causas o estímulos externos
son reales, como cuando éstos son meramente supuestos. Algunos
1217. — El catálogo de agravantes y atenuantes, por lo tanto, per- autores sostienen respecto del error sobre elementos objetivos de
tenece sistemáticamente más al ámbito de individualización de la una circunstancia atenuante que, si bien se debe aplicar la pena del
pena que al de la teoría del delito, como ya lo han hecho notar Cobo delito cometido en estado pasional, hay que considerar también el
del Rosal y Vives Antón. Pero, de todos modos, se trata de circunstan- delito imprudente en concurso ideal. Así, por ejemplo, según esta
cias que requieren, por regla, la concurrencia de elementos objetivos opinión, en el caso de la mujer que supone erróneamente que su ma-
rido tiene una amante y lo agrede impulsada por un ataque de celos,
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 598 ENRIQUE BACIGALUPO
597

es aplicable la pena atenuada por la concurrencia de la circunstancia mente reparado) el error sobre ellos se debería considerar irre-
del art. 21.3a del Cód. Penal, de las lesiones dolosas, en concurso ideal levante; si por el contrario, lo decisivo fuera el propósito de re-
con lesiones imprudentes. parar, no se plantearía problema alguno de error, bastaría con
que éste se diera y, si el autor repara realmente o no el daño, se-
1219. — De todos modos, la problemática del error en las circuns- ría una cuestión prácticamente irrelevante.
tancias atenuantes requiere ciertas distinciones, toda vez que, como
lo hemos dicho, un error presupone que el conocimiento de elementos
objetivos sea relevante: si carece de importancia que la situación ex- -§95-
terior haya existido, no se genera problema alguno de error. ClRCUNSTANCIAS ATENUANTES
En efecto: se deben distinguir tres supuestos diversos. En primer
lugar, el caso de las eximentes incompletas (art. 21.1a). En segundo
lugar, el de circunstancias preexistentes o concomitantes con la rea- a —Fundamento
lización del delito (art. 21.2a y 3a). En tercer lugar, el supuesto de ate-
nuantes posteriores a la realización del delito (art. 21.4a y 5a). 1220. — El fundamento común de las circunstancias atenuantes
contempladas en el derecho vigente (art. 21, Cód. Penal) es la menor
a) Las eximentes incompletas son en realidad casos especiales de culpabilidad del autor. Cuando concurre una de estas circunstan-
error sobre circunstancias objetivas de una causa de justifica- cias el autor del delito merece un menor reproche por su culpabilidad
ción o de exclusión de la culpabilidad, dado que sólo se pueden y, como consecuencia de ello también una menor pena. Las atenuan-
aplicar si el autor hasupuestoerróneamente la concurrencia de tes operan, por lo tanto, como una consecuencia del principio de cul-
un requisito necesario de la eximente. Por ejemplo: el autor pabilidad.
cree que obra dentro de los límites de la necesidad racional; co-
mo es claro si el autor sabe que excede tales límites, la atenua- 1221. — En el pensamiento penal moderno, la concepción de la
ción carece de toda justificación. En este sentido, la aplicación
culpabilidad como una entidad cuantificable reconoce un punto de
del art. 21. Ia del Cód. Penal a estos casos es desplazada por la partida básico en Kant, que definió la culpabilidad como demeritum
del art. 14.3 del Cód. Penal., que tiene carácter especial. Con- y señaló que éste podía tener diversos grados: "subjetivamente el
secuencia de ello es que el art. 21.1a del Cód. Penal —como lo grado de la capacidad de imputación (imputabilitas) de las acciones
sostiene un sector de la doctrina— sólo es aplicable a los casos
es de apreciar según la magnitud de los obstáculos, que hubieron de
de imputabilidad disminuida, que, como es obvio, no pueden ser superados en su realización" (...) "cuanto menor es el obstáculo
generar ningún problema de error, pues la atenuación, en es- natural, cuanto mayor es el obstáculo fundado en el deber, mayor se-
tos casos, depende de causas o estados puramente subjetivos rá la imputación de la infracción (como culpabilidad)".
del autor.
b) Las circunstancias atenuantes preexistentes o concomitantes 1222. — La doctrina posterior llegó a considerar que la cancela-
de las reglas 2a y 3a del art. 21 del Cód. Penal, también son pu- ción de la culpabilidad merecía un capítulo especial dentro de la teo-
ramente subjetivas y no generan problemas de error. ría del delito. En la doctrina moderna de la individualización de la
c) Las circunstancias atenuantes posteriores (art. 21, reglas 4a y pena, la posible compensación de la culpabilidad (al menos en parte)
5a) podrían dar lugar a problemas de error, pero ello depende de es el fundamento de la relevancia de ciertos aspectos de la conducta
cómo se las interprete: si se las considera dependientes de los del autor posterior al hecho, sobre todo de la reparación, en la deter-
elementos objetivos (por ejemplo que el daño haya sido real- minación de la pena.
600 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 599
atenuación de la culpabilidad. Por lo tanto, el que obra con una dis-
En particular, afirma Jescheck en este sentido, que "también la
conducta posterior del autor puede permitir sacar consecuencias minución de su imputabilidad, es imputable. Sin embargo, dado que
respecto de su culpabilidad (...)" y que "la reparación del daño y los es- las anomalías y alteraciones psíquicas pueden aparecer en una for-
fuerzos de un acuerdo con el lesionado pueden operar como atenuan- ma más débil, su culpabilidad es menor, dado que no se habrá podido
te". El Código Penal ha recogido esta idea en las atenuantes del art. motivar por la norma en forma plena.
21.4a y 5a. Las anomalías y alteraciones psíquicas no deben alcanzar la gra-
Desde este punto de vista, las circunstancias atenuantes que con- vedad requerida para la exclusión de la imputabilidad. Por su parte,
tiene el Código vigente se pueden clasificar en dos categorías: la capacidad de comprender la ilicitud y de conducirse de acuerdo con
esta comprensión no debe haber desaparecido completamente, sino
1. Circunstancias que reducen la reprochabilidad por el hecho sólo estar seriamente disminuida.
(imputabilidad disminuida, art. 21.1a, como eximente incom-
pleta de inimputabilidad; la grave adicción al alcohol, drogas 1225. — La imputabilidad disminuida ha sido considerada en la
tóxicas, etcétera, art. 21.2a; el arrebato y los estados pasiona- jurisprudencia en los casos de oligofrenia cuando el coeficiente de in-
les, art. 21.3a). teligencia va del 51 al 70% y se corresponde con una edad de ocho a
2. Circunstancias que compensan la culpabilidad por el hecho once años. También en casos de drogadependencia expresamente
(confesión, art. 21.4a; reparación total o parcial del daño, art. previstos en el nuevo Código en el art. 20.2°, la jurispreudencia ha ve-
21.5a). nido aplicando esta atenuante cuando se trata de una adicción de
cierto tiempo a drogas "duras", y no se haya excluido completamente
1223. — El catálogo del art. 21 del Cód. Penal se completa con las la capacidad de culpabilidad.
atenuantes analógicas (art. 21.6a, Cód. Penal) y con las eximentes in- En todo caso, repetidamente, el Tribunal Supremo ha dicho que la
completas (art. 21. Ia, Cód. Penal) que requieren un tratamiento par- drogadependencia no es por sí misma un factor de atenuación, ni de-
ticularizado. terminante de la imputabilidad disminuida. En ciertos supuestos de
neurosis y psicopatías también se ha aplicado la imputabilidad dis-
minuida por la jurisprudencia, cuando la alteración no excluye la im-
b — Circunstancias que reducen putabilidad, pero la reduce seriamente.
la reprochabilidad por el hecho
1226. — El art. 104 del Cód. Penal prevé que en los casos de exi-
1 — La imputabilidad disminuida
mente incompleta en relación con los nros. Io, 2o y 3o del art. 20 (= im-
1224. — El art. 21.1a (eximentes incompletas) puede ser aplicado putabilidad disminuida) el juez o tribunal podrá imponer, además de
en primer lugar respecto del art. 20.1° del Cód. Penal, es decir, res- la pena correspondiente, las medidas de internamiento previstas en
pecto de las causas de imputabilidad. Esta posibilidad —como se ve- los arts. 101,102 y 103. Esta medida "sólo será aplicable cuando la
rá—se debe considerar independientemente de la posible referencia pena impuesta sea privativa de la libertad y su duración no podrá ex-
a la legítima defensa, el estado de necesidad y el ejercicio de un dere- ceder de la de la pena prevista por el Código para el delito". De acuer-
cho o cumplimiento de un deber. En tales casos se trata de los supues- do con el art. 99, para estos casos rige el llamadoprincipio vicarial, de
tos conocidos como de imputabilidad o capacidad de culpabilidad acuerdo con el cual las medidas: Io) se deben cumplir antes de la pe-
disminuida y tiene una notable importancia numérica en la prácti- na, 2o) el tiempo de cumplimiento se abonará para el de la pena y 3o)
ca. La doctrina ha señalado que no se trata de una categoría interme- se puede suspender la ejecución del resto de la pena, si de lo contrario
dia entre la imputabilidad y la inimputabilidad, sino de una causa de se pusieran en peligro los efectos conseguidos a través de la medida.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 602 ENRIQUE BACIGALUPO
601

2—El arrebato, obcecación u otro estado pasional cho. Se trata de actos que demuestran ex-post un reconocimiento del
autor de la vigencia de la norma infringida por el delito y que, como
1227. — Son casos de reacciones emocionales violentas en las que tales, constituyen un actus contrarius, es decir, de negación del deli-
por regla no se debe excluir la imputabilidad. Algunos autores, como to. Este reconocimiento tiene un signo positivo, que, frente al negati-
Mir Puig, consideran que su fundamento es "una disminución de la vo del delito, genera un efecto compensador de la culpabilidad por el
imputabilidad" y admiten que, en su caso, pueden dar lugar a una hecho. Esta compensación se manifiesta en la individualización de la
eximente incompleta en relación con el art. 20.1° del Cód. Penal. Se pena, dado que la compensación de la culpabilidad se debe traducir
trata de casos en los que el autor ha obrado como reacción por "justo en una reducción de la pena. Todo ello es consecuencia del principio
dolor" y en los que la jurisprudencia repetidamente ha exigido una de culpabilidad, en tanto éste requiere que la pena sea proporciona-
cierta proporcionalidad entre la causa del estado pasional y la reac- da a la gravedad de la culpabilidad.
ción emocional del autor, así como que ésta proceda de un comporta-
miento precedente de la víctima. Alguna STS (n° 554/94) exige que 1230. — La fundamentación de estas circunstancias atenuantes
los estímulos y las causas a las que obedece el estado pasional sean en la compensación de la culpabilidad ha sido postulada ya por An-
socialmente aprobados. No obstante la STS de 27/3/90 apreció esta tón Oneca. De cualquier manera, también hay otros autores que sos-
atenuante en el caso de un testigo de Jehová que produjo la muerte tienen que el fundamento de la atenuación por una conducta poste-
de otro desconectando el aparato de transfusión. rior al hecho sólo tendría un fundamento político-criminal. Pero, lo
cierto es que, en un derecho penal de culpabilidad, la compensación
de la culpabilidad por el hecho es también una cuestión de política
3 — La minoría de edad criminal. Precisamente, el Tribunal Constitucional ha sostenido en
la STC150/91, que el principio de culpabilidad tiene jerarquía cons-
1228. — La disposición derogatoria de la LO 10/95 (del nuevo Có- titucional y opera, por lo tanto, como un límite y un imperativo fren-
digo Penal) ha mantenido en vigor la atenuante prevista en el anti- te a losfinesde política criminal.
guo art. 9°.3 del Cód. Penal de 1973, para los menores de dieciséis
años o que no hayan alcanzado los dieciocho. Se trata de una atenua- 1231. — En la moderna doctrina penal la compensación de la cul-
ción basada en una disminución de la culpabilidad por la inmadurez pabilidad puede tener lugar en dos sentidos diversos: cabe hablar an-
del autor. Los efectos son similares a los de las eximentes incomple- te todo de una compensación socialmente constructiva de la culpabi-
tas, con las que guarda cierta analogía, dado que el autor tiene una lidad, que tiene lugar cuando el autor del delito, mediante un actus
edad que permite responsabilizarlo, pero reconociendo que todavía contrarius, reconoce la vigencia de la norma vulnerada, como en el
su madurez no es total y que, consecuentemente, se debe considerar caso del art. 21.4a y 5a del Cód. Penal, ya citados. Pero también cabe
como un factor de atenuación del reproche en el que se basa la culpa- hablar de una compensación destructiva, que tiene lugar cuando el
bilidad. autor recibe, como consecuencia del delito, un mal que compensa to-
tal o parcialmente su culpabilidad: el prototipo de la compensación
destructiva de la culpabilidad es la pena, cuyo cumplimiento extin-
c — Circunstancias que compensan gue la culpabilidad por compensación total. La idea de compensación
la reprochabilidadpor el hecho de la culpabilidad en un sentido destructivo ha sido tenida en cuenta
por el legislador al ordenar, en los arts. 58 y 59, el abono para el cum-
1229. — Las reglas 4a y 5a del art. 21 prevén circunstancias ate- plimiento de la pena de todas las privaciones de derechos que haya
nuantes que dan relevancia a la conducta del autor posterior al he- sufrido el acusado durante el proceso (privación de la libertad, art.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 603 604 ENRIQUE BACIGALUPO

58.1; privación de derechos, art. 58.2). Expresamente el legislador se nominaba "pena divina": "Dado que ciertas acciones, decía Hobbes,
ha referido a la compensación (en sentido parcial) en el art. 59 del están conectadas por su naturaleza con diversas consecuencias per-
Cód. Penal, en los casos de distinta naturaleza de las medidas caute- judiciales, como cuando, por ejemplo, una persona al atacar a otra se
lares sufridas y la pena impuesta. golpea o lesiona a sí mismo, o cuando alguien contrae una enferme-
dad al ejecutar una acción contraria a la ley, tales perjuicios en rela-
1232. — La compensación socialmente constructiva, por su parte, ción a la persona no integran el concepto de 'pena', ya que no es infli-
de la culpabilidad, se manifiesta especialmente en los casos de la gida por una autoridad humana, aunque, en relación a Dios, el SE-
conducta posterior del autor prevista en las reglas 4a y 5a del art. 21 ÑOR de la naturaleza, es posible hablar de aplicación y por lo tanto de
del Cód. Penal. La STS del 23/3/93 ha establecido en este sentido que una pena divina". Kant, por su parte, aclaraba que ni lapoena foren-
dichas atenuantes tienen su fundamento en el arrepentimiento y la sis ni lapoena naturalis "pueden ser impuestas como mero medio pa-
reparación. La jurisprudencia había eliminado las exigencias relati- ra favorecer otros bienes, en favor del propio delincuente o en favor
vas a la contricción del autor (cfr. SSTS del 22/4/94 y 8/11/95, entre o- de la sociedad civil, sino que se infligen porque se ha delinquido; pues
tras), pero mantuvo el punto de vista de la compensación de la culpa- la persona no puede nunca ser manipulada como mero medio para los
bilidad (STS del 3/11/88). En estos casos el autor reconoce la vigencia propósitos de otro y mezclada con los objetos de los derechos reales".
de la norma vulnerada reparando el daño causado o favoreciendo su
propia persecución y ello determina ya una ratificación de la misma
que permite compensar una parte de su culpabilidad. Dicho en ter- 1 — La confesión
minología kantiana: el autor ha hecho más de lo que el derecho le exi- a
1235. — El art. 21.4 establece como atenuante "haber procedido
ge, pues la reparación espontánea del mal no constituye un deber an- el culpable, antes de conocer que el procedimiento judicial se dirige
tes de la condena, y, por lo tanto, su acción constituye un meritum, contra él, a confesar la infracción a las autoridades". Desde el punto
que reduce, por compensación, el demeritum de la culpabilidad. de vista del reconocimiento de la norma, es indudable que la confe-
sión representa un acatamiento de las consecuencias jurídico-pena-
1233. — La compensación destructiva de la culpabilidad tiene lu- les del hecho que contribuye a la reparación de la lesión jurídica.
gar cuando el autor recibe como consecuencia de la comisión del deli-
to un mal grave que se debe abonar en el cumplimiento de la pena. 1236. — La confesión debe prestarse antes del conocimiento de
Estos males pueden ser jurídicos o naturales. Los últimos dan lugar que el procedimiento se dirige contra el autor. Sin embargo, en los ca-
a la figura de la poena naturalis (el ladrón que al huir cae del tejado sos en los que la confesión tiene lugar después de haber tenido este
y queda tetrapléjico o el conductor ebrio que produce un accidente en conocimiento, no carece completamente de significación. En efecto,
el que muere su hijo). "En estos casos, dicen Jescheck-Waigend, se siempre cabe la posibilidad de una atenuación fundada en el art.
prescinde de la pena, por un lado, porque la culpabilidad del autor ha 21. I a del Cód. Penal, cuando las circunstancias del caso demuestran
sido compensada por las graves consecuencias del hecho, que para él una actitud del autor tendente a colaborar en la reparación de la le-
tienen efectos similares a una pena (poena naturalis) y porque, por sión producida por su comportamiento anterior.
otro lado, por dicha razón no se reconoce ninguna necesidad preven-
tiva". En tales supuestos, la sanción sería una "tortura sin sentido
que inclusive vulneraría el art. 2.1 de la Ley Fundamental". 2—Reparación del daño ocasionado a la víctima
o disminución de sus efectos
1234. — La idea de una distinción entre poena forensis y poena na- 1237. — El art. 21.5a considera también atenuante que el culpable
turalis proviene de Kant, aunque ya aparecía en Hobbes, quien la de- haya procedido a "reparar el daño ocasionado a la víctima o (a) dismi-
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 605 606 ENRIQUE BACIGALUPO

nuir sus efectos, en cualquier momento del procedimiento y con an- ción de los efectos. Pero la exigencia moderna de dar cabida a los in-
terioridad a la celebración del acto del juicio oral". De esta forma se tereses de la víctima en el conflicto penal debe ser tenida en cuenta
ha dado cabida a una circunstancia atenuante en la que se toma es- para pensar en una respuesta positiva. En todo caso, la reparación
pecialmente en consideración la situación de la víctima. Precisa- simbólica puede ser considerada por la vía del art. 21.6a como ate-
mente para favorecer el interés de la víctima en la reparación del da- nuante de análoga significación.
ño o en la reducción de los efectos negativos para ella del delito, el le-
gislador ha querido estimular al autor del delito a reparar el daño, 1240. — En la doctrina se sostiene, además, que en los delitos de
considerando la acción de reparación como un actus contrarius que poca gravedad (que la pena privativa de la libertad no supere el año
demuestra el reconocimiento de la vigencia de la norma y, consecuen- de duración) y, sobre todo en las faltas, una reparación total pueda
temente, reduce el reproche de culpabilidad, por la compensación compensar totalmente la culpabilidad y determinar no ya la atenua-
que es consecuencia de esta acción posterior al delito. ción de la pena, sino la no punibilidad. La cuestión no ha sido aún
motivo de discusión en la jurisprudencia, pero en breve podrá serlo si
1238. — El límite temporal fijado por el texto del art. 21.5° del Cód. continúa el desarrollo del derecho penal de culpabilidad, toda vez
Penal (con "anterioridad a la celebración del juicio oral") no impide que una culpabilidad enteramente compensada por la reparación no
que por la vía del art. 21.1a del Cód. Penal, se dé relevancia ala repa- necesita ser compensada adicionalmente por el sufrimiento de una
ración posterior, pero anterior a la sentencia. En efecto, la razón po- pena.
lítico-criminal de esta disposición sigue teniendo validez inclusive
después de la apertura del juicio oral, pues el interés de la víctima en
la reparación continúa existiendo. De todos modos es indudable que d—Las atenuantes de análoga significación
cuanto más tiempo demore el acusado la reparación, menor será su
efecto atenuante y, en este sentido, una reparación posterior al co- 1241. — El art. 21.6a, al que hemos hecho diversas referencias en
mienzo del juicio oral debe disminuir el efecto atenuante. lo anteriormente dicho, concede el carácter de atenuante a "cual-
quier otra de análoga significación que las anteriores". Como lo des-
1239. — Una cuestión importante es la concerniente a cómo debe taca Cerezo Mir "la apreciación de atenuantes por analogía no plan-
ser la reparación. El reciente Proyecto Alternativo sobre Reparación tea problemas desde el punto de vista del principio de legalidad de los
para la República Federal Alemana de 1992, propone que no sólo se delitos y de las penas, pues se trata de una analogía favorable para el
dé valor a la reparación material real, sino que también se debe per- reo (analogía in bonampartem), que no supone un menoscabo de la
mitir una reparación simbólica en aquellos casos en los que la repa- seguridad jurídica".
ración material no es posible y el delito no es grave. Por ejemplo: en
el caso en el que el acusado ha quemado un recuerdo de familia de un 1242. — La analogía se debe referir a la razón de ser de las ate-
amigo, que sólo tiene valor afectivo para éste, es evidente que no exis- nuantes contenidas en los números anteriores del art. 21. Conse-
te una reparación posible desde el punto de vista material. En tales cuentemente, en la doctrina, ya Antón Oneca sostuvo que era posible
casos, cabe preguntarse, si nuestro derecho vigente admitiría una admitir como atenuante cualquier circunstancia que disminuya la
reparación simbólica: la donación de una importante cantidad de di- gravedad de la culpabilidad o de la ilicitud. En este sentido se afirma
nero a una institución de caridad, el ofrecimiento de trabajos socia- que la analogía no se debe referir al sustrato fáctico de la circunstan-
les no remunerados, etcétera. La jurisprudencia todavía no ha teni- cia, sino a la idea que ellas expresan, dado que la ley misma señala
do ocasión de pronunciarse sobre la posibilidad de una reparación que se trata de una analogía de la significación. No obstante, no es
simbólica que, al menos, pueda ser considerada como una disminu- posible negar que en la jurisprudencia existen también, junto a las
608 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 607

que sostienen este punto de vista, sentencias del Tribunal Supremo 1245. — A ello se agrega que no es convincente que se excluya la
que tienden a acentuar como decisivo el parecido con el sustrato fác- atenuación de la pena en uno o dos grados prevista por el art. 68 del
tico (por ejemplo, SSTS del 9/2/93 y 21/7/93) de las enumeradas en el Cód. Penal, pero no la posibilidad de aplicar las medidas de seguri-
art. 21 del Código Penal. dad previstas en el art. 104 del mismo Código. En realidad, se afirma,
De cualquier manera es posible sostener, como lo hacen las SSTS que si cabe la aplicación de medidas de internamiento, se debería po-
del 22/2/88 y 15/9/93, que el art. 21.6a del Cód. Penal es una cláusula der reducir la pena, porque, de todos modos, se podrían cumplir los fi-
general que permite adecuar la gravedad de la pena a la mayor o me- nes preventivos. En efecto, la medida de internamiento puede durar,
nor gravedad de la culpabilidad. según lo establece el art. 104 infine del Cód. Penal, el tiempo de la pe-
Si se admite este punto de vista, las circunstancias atenuantes de na prevista en el Código para el delito.
análoga significación serán todas las que determinen una reducción
de la gravedad de la culpabilidad o una compensación de la culpabi- 1246. — Por esta razón es posible que en lo sucesivo la nueva re-
lidad por un actus contrarius, o porque el autor ya ha sufrido, como dacción del Código, que amplía considerablemente la duración de la
consecuencia del delito, un mal que se debe descontar de la pena apli- medida de internamiento en los casos de eximentes incompletas re-
cable por imperio del principio de culpabilidad. lativas a los nros. Io, 2o y 3o del art. 20 del Cód. Penal, haga innecesa-
ria la interpretación restrictiva de los efectos de su art. 68 en el caso
1243. — La jurisprudencia no ha hecho un uso extensivo de las de las eximentes de análoga significación en los supuestos de droga-
atenuantes analógicas. Sin embargo, hay dos cuestiones que han da- dicción. En la actualidad el legislador ha eliminado las razones prag-
do lugar a su aplicación en la jurisprudencia, que a su vez han gene- máticas que son el único fundamento por el que en la jurisprudencia
rado una cierta polémica doctrinal. se excluía la atenuación extraordinaria del citado art. 68, dado que la
duración de la medida ya no está limitada, como en el art. 9o. 1 del
Cód. Penal de 1973, a la duración de la pena privativa de la libertad
—a— impuesta. El nuevo texto del art. 104 del Cód. Penal permite que la
1244. — En primer lugar, en los casos de disminución de la impu- medida de seguridad dure más tiempo que la pena privativa de la li-
tabilidad por adicción a drogas tóxicas, la jurisprudencia suele apli- bertad impuesta, dado que puede extenderse a toda la duración de la
car la atenuación por analogía cuando el autor no estuvo en el mo- pena abstractamente prevista, sin sujeción a la pena concretamente
mento del hecho afectado, hasta tal punto que sea aplicable la ate- impuesta. Dicho con otras palabras: ya no existe el peligro de que la
nuante de la eximente incompleta en relación al art. 20.1° del Cód. atenuación de la pena impida una medida de seguridad de duración
Penal. De esta manera es posible una atenuación de la pena como la suficiente para cubrir las necesidades preventivo-especiales.
prevista en el art. 66.2a del Cód. Penal, excluyendo la atenuación ex-
traordinaria que prevé el art. 68 del mismo Código para las eximen- -b~
tes incompletas. La jurisprudencia ha admitido en las SSTS de
8/2/90; 5/12/91; 15/9/93 y 25/10/94 que en tales casos, cuando se apli- 1247. — La posibilidad de aplicar la atenuante analógica en los
que una atenuante de análoga significación, cabe, sin embargo, apli- casos de infracción del derecho fundamental a ser juzgado sin dila-
car, junto a la pena, las medidas de seguridad previstas en el art. 104 ciones indebidas (art. 24.2, CE) ha sido objeto de amplia discusión en
del Código Penal. Este punto de vista ha sido objetado desde distin- la doctrina y en la jurisprudencia. La tesis fue desarrollada en la doc-
tos ángulos. Ante todo se ha señalado que si existe analogía en el pre- trina especialmente por Jescheck, que recientemente ha dedicado
supuesto, por su significación análoga, no se entiende por qué no de- un capítulo especial a las vulneraciones de derechos fundamentales
bería existir analogía respecto de la consecuencia jurídica. en el proceso, que tienen un efecto compensador de la culpabilidad.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 609 610 ENRIQUE BACIGALUPO

El Tribunal Supremo Federal alemán (BGH) mantiene este punto de nes indebidas tiene lugar por la duración no razonable del proceso,
vista y atenúa la pena aplicable en los casos en los que la duración del pero no por la ejecución de la pena. Por lo tanto, el art. 4°.4 del Cód.
proceso ha superado el tiempo razonable para su desarrollo. Penal no ha alterado las bases de la discusión sobre si la atenuante
analógica puede resultar un camino dogmáticamente adecuado o no
1248. — Nuestro Tribunal Supremo admitió la tesis en las SSTS para decidir sobre la reparación judicial de la vulneración del dere-
del 14/12/91 y de 2/4/93, pero en general la jurisprudencia se ha incli- cho a ser juzgado sin dilaciones indebidas.
nado por considerar que no es el poder judicial, sino el ejecutivo, me-
diante el indulto, el que debe reparar la lesión del derecho funda- 1251. — El fundamento de la aplicación de la atenuante analógi-
mental. El punto de vista de la mayoría del Tribunal Supremo ha si- ca en estos casos consiste en que la vulneración del derecho funda-
do en parte receptado por el Tribunal Constitucional, aunque sólo en mental del acusado se debe tomar en cuenta como una compensa-
un obiter dictum de la STC 35/94 del 31/1/94. Por el contrario, el cri- ción, al menos parcial, de su culpabilidad, que es consecuencia de un
terio de la atenuación de la pena como compensación de la culpabili- hecho posterior al delito. La lesión del derecho fundamental es una
dad por el hecho fue considerado por el Tribunal Europeo de Derechos circunstancia posterior análoga a otras circunstanciasposíeriores al
Humanos (TEDH), apropiado para la reparación de la infracción del hecho, como las de las reglas 4ay 5a del art. 21, que tienen un signifi-
derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas en el caso Eckle, del 15 cado similar a éstas, pues implica una compensación parcial de la
de julio de 1982, que nuestro Tribunal Constitucional no tomó en culpabilidad en tanto la vulneración de derecho fundamental a ser
consideración. La jurisprudencia mayoritaria del Tribunal Supremo juzgado sin dilaciones indebidas ya es un mal recibido por el autor co-
considera, de todas maneras, que la solución de la STS del 14/2/91 es mo consecuencia de la comisión del delito, y se debe descontar de la
correcta de lege ferenda, pero que no resulta posible de lege lata (cfr. pena, de la misma manera que se descuenta el tiempo de la posición
STS del 1/10/92). provisional y otras privaciones de derechos en la forma prevista en
los arts. 58 y 59 del Código Penal.
1249. —Algunas audiencias provinciales se inclinan por disponer
la no ejecución de la sentencia condenatoria cuando el proceso tuvo
dilaciones indebidas. Pero esta solución, que se basó en el derecho a e—Las eximentes incompletas
la tutela judicial efectiva (art. 24.1, CE), fue expresamente desauto-
rizada por la citada STC 35/94, en la que se sostuvo que "la dilación 1252. — El art. 21.1a del Cód. Penal establece: "Son circunstan-
indebida del proceso no puede traducirse en la inejecución de la sen- cias atenuantes las causas expresadas en el capítulo anterior, cuan-
tencia" (fundamento jurídico 5o). do no concurrieren todos los requisitos necesarios para eximir de res-
ponsabilidad en sus respectivos casos".
1250. — El art. 4°.4 del Cód. Penal parece haberse hecho eco del
criterio de la suspensión de la condena que el Tribunal Constitucio- 1253. —La jurisprudencia consideró inicialmente que sólo cabía
nal ha censurado, pues dice que "si mediara petición del indulto y el aplicar esta disposición en los casos de eximentes que contuvieran
juez o tribunal hubiere apreciado en resolución fundada que por el varios requisitos y alguno de ellos no concurriera (ejemplos: legítima
cumplimiento de la pena puede resultar vulnerado el derecho a un defensa y estado de necesidad). Pero, es evidente, que no cualquier
proceso sin dilaciones indebidas, suspenderá la ejecución de la mis- requisito que faltase debía tener el mismo efecto atenuante. Por el
ma hasta tanto no se resuelva sobre la petición formulada". La doc- contrario, tanto en la legítima defensa como en el estado de necesi-
trina ha criticado con razón este artículo porque es evidente que lo dad se dan elementos que en todo caso se deben dar y que tienen, por
que determina la vulneración del derecho a ser juzgado sin dilacio- ello, un carácter esencial. En este sentido, por ejemplo, no puede ha-

39 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


612 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 611

ber una legítima defensa incompleta sin que se haya comprobado, al 1256. —En el caso del miedo insuperable (art. 20.6°, Cód. Penal)
menos, una agresión ilegítima, ni un estado de necesidad incomple- también cabe la aplicación de la eximente incompleta. Como vimos
to si, por lo menos, no concurre una colisión de bienes o de deberes ju- se trata de casos especiales de estado de necesidad excluyente de la
rídicos. La consecuencia que de esto se deriva es clara: en realidad los culpabilidad y, por lo tanto, rigen al respecto las mismas considera-
casos de legítima defensa y estado de necesidad, ejercicio de un dere- ciones que para el estado de necesidad.
cho o cumplimiento de un deber incompletos constituyen casos de ex-
ceso del autor y, en tal sentido, como se vio, se deben tratar como su-
puestos de error, dado que la atenuación sólo se justifica si el autor ig- — §96 —
noraba que obraba sin el amparo objetivo de la eximente. Este punto
CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES
de vista es consecuencia, en verdad, de la exigencia en las causas de
justificación de un ánimo de defensa (propia o de terceros en la legíti- 1257. —La variedad de las razones que fundamentan las circuns-
ma defensa, y uno de los bienes jurídicos que colisionan en el caso del tancias agravantes han dificultado una sistematización que las re-
estado de necesidad). Por ello se explica que en la más antigua con- conduzca a uno o varios principios aceptados por la doctrina y la ju-
cepción, que consideraba las eximentes, y sobre todo las causas de risprudencia. Así, mientras algunos autores como Cerezo Mir consi-
justificación, como puramente objetivas, la cuestión del error ni si- deran que las circunstancias agravantes no tienen relación con la
quiera se planteara. En la actualidad, en tanto se ha reconocido que culpabilidad, sino con lo injusto (el desvalor de la acción y el desvalor
la ilicitud se configura no sólo por el disvalor del resultado, sino tam- del resultado), Mir Puig las clasifica en objetivas (que denotan mayor
bién por el disvalor de acción, en la justificación se requiere además peligrosidad del hecho o un ataque más extenso) y subjetivas (referi-
de la justificación del resultado, también la de la acción, que depen- das al móvil, a los motivos y a la reincidencia).
de del propósito perseguido por el autor.
1258. — La cuestión tiene especial importancia en los casos de
1254. — En la doctrina y en la jurisprudencia se discute sobre el participación de varias personas en el delito, pues las circunstancias
alcance del texto cuando dice "las causas expresadas en el capítulo operarán en unos casos respecto de todos los partícipes y en otros só-
anterior". Por un lado se sostiene que sólo pueden ser aplicadas como lo en relación a quienes concurran (art. 65, Cód. Penal). Se impone
incompletas, con la correspondiente atenuación, las causas que ex- una clasificación de las circunstancias según que su concurrencia en
presa el art. 20 del Cód. Penal. Por el contrario, otras, como el consen- un partícipe pueda ser extendida a los que la conocieron o que la cir-
timiento, al no estar expresamente mencionadas en el art. 20 del Có- cunstancia sólo opere sus efectos agravantes en quien concurre sin
digo citado, no serían susceptibles de ser aplicadas como incomple- posibilidad de extensión a otros, aunque éstos la hayan conocido.
tas. Por otro lado, se afirma que las causas que no tienen varias con-
diciones (minoría de edad) no serían susceptibles de apreciación co-
mo incompletas; la jurisprudencia actual, sin embargo, no excluye a— Circunstancias que se fundamentan en el aprovechamiento
ninguno de los casos expresamente tipificados en el catálogo del art. o creación de situaciones que facilitan la comisión del delito.
20 del Código Penal.
1—La alevosía (art. 22.1a, Cód. Penal)
1255. — Las eximentes incompletas tienen especial relevancia, 1259. — Fue tradicionalmente definida como el obrar a "traición y
como hemos visto, en relación a las causas que excluyen la imputabi- sobre seguro" (art. 10.2a, Cód. Penal de 1848). El Código de 1870 en su
lidad o capacidad de culpabilidad (art. 20.1°, 2o y 3o, Cód. Penal), es art. 10.2a introdujo una definición según la cual "hay alevosía cuan-
decir, en los casos de "imputabilidad disminuida".
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 614 ENRIQUE BACIGALUPO
613

do el culpable comete cualquiera de los delitos contra las personas la mitad superior del marco penal; en el caso del asesinato la concu-
empleando medios, modos o formas en la ejecución que tiendan di- rrencia de la alevosía determina un aumento de cinco años tanto del
recta y especialmente a asegurarla, sin riesgo para su persona, que mínimo como del máximo de la pena (art. 140, Cód. Penal).
procediera de la defensa que pudiera hacer el ofendido". Esta defini-
ción se mantiene en las sucesivas redacciones del Código y ha llega- 1262. — Para justificar este efecto de "superagravante" de la ale-
do hasta el vigente art. 22. I a prácticamente sin modificaciones. vosía en el asesinato es preciso contar con elementos extraordinarios
Sobre la base de esta definición la jurisprudencia del Tribunal Su- que permitan una clara diferenciación de la alevosía respecto del
premo ha entendido que es posible admitir la alevosía en los siguien- abuso de superioridad, que la jurisprudencia considera como una
tes casos: "alevosía de segundo grado" (cfr. por todas STS 619/94 del 18/3/94).
De lo contrario se infringiría el principio de proporcionalidad, dado
a) Supuestos en los que el autor obra a traición, o sea aprovechan- que el abuso de superioridad siempre significa que la víctima tiene
do la confianza que la víctima le tiene (proditorio). seriamente reducida su capacidad de defensa. Por lo tanto, no se jus-
b) Supuestos en los que el ataque que produce el resultado se rea- tificaría —se sostiene— que una forma del abuso de superioridad
liza en forma súbita e inopinada. tenga la entidad agravante que se constata en el art. 139 del Cód. Pe-
c) Supuestos en los que el autor aprovecha una situación de espe- nal. Dicho con un ejemplo: no se considera compatible con el princi-
cial desvalimiento de la víctima (ancianos débiles, niños, per- pio de proporcionalidad que si se aprecia un abuso de superioridad la
sonas impedidas o dormidas, etcétera). Sin embargo, la juris- pena a imponer no pueda superar los quince años, mientras que si
prudencia ha considerado en ciertos casos (STS 756/93, del concurre una forma del mismo abuso de superioridad, la alevosía, la
2/4/93) que la alevosía no debe ser apreciada en el caso de los re- pena mínima sea la de quince años.
ción nacidos que son víctimas de homicidio, por entender que
en tales casos la imposibilidad de defensa es inherente al niño 1263. — Los criterios que se han propuesto para distinguir la ale-
y no se da el aprovechamiento propio de la agravante. vosía del abuso de superioridad, por otra parte, no resultan satisac-
d) Supuesto en los que el ataque se produce "por la espalda". torios para quienes critican la interpretación jurisprudencial. Así,
por ejemplo, cuando se sostiene que en el empleo de medios que debi-
1260. — La jurisprudencia admite también que la alevosía puede liten la defensa se debe apreciar abuso de superioridad porque, aun-
ser apreciada cuando sea sobrevenida, es decir, después de haber co- que ello asegure la ejecución, no importaría el "propósito de evitar
menzado la acción en forma no alevosa. riesgos personales" (Rodríguez Devesa). Sin embargo, parece claro
En todo caso, según la doctrina jurisprudencial, se debe excluir la que cuando el autor elige conscientemente un medio que le propor-
alevosía cuando la víctima es advertida del ataque o tiene suficientes cione superioridad ante la víctima, es porque a la vez tiene el propó-
razones para suponerlo (por ejemplo, en los casos de riña). sito de evitar riesgos personales, pues todo medio que proporciona
superioridad asegura la ejecución y elimina el riesgo de la defensa.
1261. — En la doctrina, la interpretación literal del art. 22.1a del
Cód. Penal que realiza la jurisprudencia, ha sido considerada inade- 1264. — No es mejor la diferenciación que se funda en una distin-
cuada para justificar el efecto agravante que tiene en el delito de ase- ción de los orígenes de la superioridad. En la alevosía ésta proven-
sinato (art. 139, Cód. Penal). Como se sabe, mientras en los delitos de dría de los medios empleados, mientras que en el abuso de superiori-
lesiones (arts. 147 y ss., Cód. Penal) la alevosía opera como una agra- dad el origen de la ventaj a provendría de la inferioridad de la víctima
vante genérica más, con el efecto previsto en el art. 66.3a del mencio- (Antón Oneca). Está claro que esta solución es sólo aparente. La si-
nado cuerpo legal, o sea determinando que la pena sea impuesta en tuación de superioridad depende siempre de una relación entre el
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 615 616 ENRIQUE BACIGALUPO

agresor y el agredido. Cuando el agresor disponga de medios contun- de defensa. Por último cabe señalar que una persona está incapaci-
dentes y el agredido no, se dará en todo caso, junto a la superioridad tada para la defensa a partir del momento en que tiene una conside-
del agresor la inferioridad de la víctima. A su vez, toda víctima en es- rable reducción de su capacidad para rechazar la agresión.
tado de inferioridad convertirá a los medios de que dispone el agre-
sor en medios ventajosos. 1267. — De todo ello se deduce que la indefensión (art. 20. Ia, Cód.
Penal) de la víctima no proporciona un concepto de alevosía con sufi-
1265. — Por último, tampoco es convincente el criterio "cuantita- ciente fuerza explicativa como para dar cuenta de la especial repro-
tivo" propuesto por Quintano Ripollés: "En tanto que la agresión ale- chabilidad de la misma frente al abuso de superioridad. El concepto
vosa busca la indefensión total y plena de la víctima, la de abuso de del texto debería completarse, en consecuencia, con otros elementos
superioridad se conforma con debilitarla, sin anularla". Este punto diferenciales. La cuestión trasciende la pura interpretación del dere-
de vista ha sido adoptado frecuentemente por la jurisprudencia. Es cho penal y tiene, inclusive, relevancia constitucional.
un criterio que resulta en la práctica de dudosa utilidad y por lo tan-
to su aplicación importará una gran inseguridad. Piénsese que el 1268. — En este sentido se sostiene que la gravedad de la alevosía
Tribunal Supremo ha resuelto que un ataque con arma de fuego a deriva del hecho de que la indefensión de la víctima es producto de la
una persona desarmada no constituye alevosía sino abuso de supe- confianza que ella depositó en el autor. De esta manera en la alevo-
rioridad (SSTS del 12/2/75 y 17/1/77), cuando es impensable que al sía concurrirían el abuso de superioridad junto al abuso de confian-
desarmado le quede aún alguna posibilidad de defensa. za. El que obra con alevosía no solamente aprovecha la indefensión
de la víctima sino que quebranta la confianza especial que ésta le
1266. — Otras decisiones del Tribunal Supremo, al aplicar este proporcionó poniéndose "prácticamente en sus manos". De esta do-
criterio, han sido criticadas por el altísimo grado de inseguridad que ble concurrencia de las agravantes del art. 20 reglas 2a y 6a del Cód.
existe respecto del lugar por donde debe pasar la línea que separa la Penal surgirá la especial reprochabilidad que el legislador ha seña-
disminución de la capacidad defensiva de su total anulación. Así, por lado para la alevosía.
ejemplo, se apreció abuso de superioridad en un caso en que "el agre- Si se admite este punto de vista se producen cambios importantes
sor en posición privilegiada al estar en un plano muy superior prote- respecto de la jurisprudencia del Tribunal Supremo. En efecto, la es-
gido por la ventana desde donde hizo el disparo" mató a la víctima, pecial relación de confianza requiere que la víctima haya podido te-
STS 14/2/60 y en otro caso en el que el autor llevó a la víctima veinte nerla respecto del autor. Tal posibilidad es ajena a un niño pequeño y
metros sobre el capó de su coche "hasta que cayó luego al camino y le ello excluye en este caso la alevosía, tanto como en el de las personas
pasó por encima" porque se consideró que tal comportamiento sólo desvalidas no vinculadas al autor por una especial relación de con-
redujo la defensa de la víctima sin excluirla totalmente, STS del fianza. Asimismo un ataque por la espalda o súbito e inopinado no
4/11771 (similar la. STS del 8/7/92). Reiteradamente se ha sostenido, daría lugar necesariamente a la alevosía.
además, que la muerte producida mediante armas de fuego no da lu- En el caso del niño pequeño algunos autores, como Quintano Ripo-
gar a un asesinato cuando la víctima está desarmada, sino a un ho- llés y Muñoz Conde, también excluyen la alevosía, pero basándose
micidio con abuso de superioridad (por ejemplo, SSTS del 10/3/69; en que en tales supuestos la indefensión de la víctima no ha sido
6/3/85; 21/5/90). Estas soluciones contradicen tanto la definición de "buscada de propósito".
la alevosía sobre la exclusiva base de la indefensión, como el criterio
de delimitación que se funda en la exclusión o reducción de la capaci- 1269. —Además del quebrantamiento de una relación de confian-
dad defensiva de la víctima. Pues resulta claro que quien es agredi- za, la alevosía debería requerir que el autor haya obrado con una vo-
do por otro que dispone de un arma de fuego carece de toda capacidad luntad hostil a la víctima. El que desesperado ante los sufrimientos
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 618 ENRIQUE BACIGALUPO
617

de su amigo por una enfermedad incurable espera que éste se duer- su administración es violenta y no subrepticia" (STS del 17/6/53). En
ma para matarlo y liberarlo definitivamente de sus dolores, comete- la teoría este punto de vista es representado con toda claridad por
rá sin duda un homicidio y no un asesinato, porque a pesar de la in- Quintano Ripollés, quien estima que "la tesis de la absorción de la
defensión de la víctima y del quebrantamiento de la confianza que circunstancia de veneno por la alevosía es en sí absolutamente co-
ella depositó en el autor, éste perseguía con su acción una finalidad rrecta".
que no se puede considerar hostil a la víctima. Este elemento exige La constitución del veneno como un elemento del asesinato no ten-
una comprobación expresa, en todos los casos, pero especialmente en dría en la actualidad justificación alguna si se lo entendiera fuera del
los casos en que la muerte se produce por sorpresa, ya que el autor no contexto de la alevosía y simplemente como una agravación prove-
siempre ha obrado de esa manera por hostilidad a la víctima, sino niente del uso de un medio determinado. ¿Qué razón habría para que
que es posible que también lo haya hecho para ahorrarle parte de sus el arsénico fuera una manera más reprochable de matar que un dis-
sufrimientos. En general no deberá apreciarse alevosía cuando la paro de arma de fuego que se da en la cabeza o en el corazón?
forma de ejecución del hecho haya sido, de alguna manera, expresión Sobre todo carecería de fuerza explicativa para otorgar una posi-
de que el autor tomó a la víctima "en consideración". De esta forma no ción autónoma al veneno el antiguo argumento de la dificultad de
puede alegarse, como lo hace Eser, que "la voluntad hostil" carecería descubrimiento del hecho cometido de esta manera. En principio
de todo significado en el contexto de la alevosía porque toda muerte porque ya no es difícil su descubrimiento, pero además porque resul-
dolosa de otro importa siempre la existencia de hostilidad. En efecto, ta injustificado atribuir a tales dificultades un efecto agravante de la
la voluntad hostil será de apreciar si concurre la actitud hostil espe- ilicitud o de la culpabilidad.
cialmente elevada que requiere el asesinato.
Resumiendo, la comprobación de la alevosía requiere la verifica- — La cuestión de los elementos objetivos de la alevosía
ción de tres elementos:
1271. — El problema referente a si la pena por el asesinato requie-
a) Indefensión de la víctima. re que el autor haya tenido conocimiento de circunstancias objetiva-
b) Abuso de confianza. mente dadas o si es simplemente suficiente con que se las haya repre-
c) Expresión de una actitud elevada de hostilidad a la víctima. sentado, aunque éstas no tengan realidad, merece un tratamiento
Aisladamente ninguno de estos elementos tiene fuerza agravante particular. Se trata de casos tales como el de quien supone que la víc-
suficiente como para convertir el homicidio en asesinato. Queda cla- tima no tenía ninguna confianza o simplemente hizo como que dor-
ro, entonces, que, dada la alevosía, no pueden operar como agravan- mía, pero está pronta a defenderse.
tes genéricas no el abuso de superioridad, ni el abuso de confianza.
1272. — La jurisprudencia se ha orientado en el sentido de reque-
2270. — Un caso especial de alevosía es el veneno, al que se refe- rir la concurrencia de elementos objetivos y subjetivos. En los ejem-
ría el art. 406 del Cód. Penal de 1973. La jurisprudencia del Tribunal plos propuestos, ello debería conducir a negar la alevosía, pues la in-
Supremo señalaba con frecuencia las relaciones entre la utilización defensión sólo se daría en la creencia del autor y no objetivamente
de veneno y la alevosía. Así se ha dicho, por ejemplo, en la instructi- (cfr. SSTS del 15/6/50 y 15/11/56, acentuando el carácter "objetivo";
va sentencia del 5/11/77, que el uso del veneno es "la más cobarde de 30/10/75; 11/7/81; 24/1/83; 10/2/83; 5/5/83).
las alevosías" (con palabras de Pacheco) y se rechazó la existencia de
asesinato cuando este medio no fue utilizado de manera "insidiosa y 1273. — En la teoría, Quintano Ripollés piensa que se trata de una
cobarde contra el que no cabe normalmente reacción defensiva algu- agravante que opera objetivamente, lo que significa que "el acto es lo
na". Por esta razón se ha sostenido que no opera como agravante "si aleve, no la persona". Por el contrario, Cobo del Rosal y Rodríguez
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 619 ENRIQUE BACIGALUPO
620

Mourullo sostienen que la alevosía "supone no sólo una específica cuando no prácticamente impedida, de defenderse. Como se ha visto
forma de comisión externa, sino también la consagración de un ele- al tratar de las diferencias con la alevosía, la jurisprudencia conside-
mento típico subjetivo". ra que si la superioridad elimina la posibilidad de defensa de la vícti-
ma se debería aplicar la alevosía (art. 22. Ia, Cód Penal). Pero lo cier-
1274. — En la dogmática moderna se exige, por parte de la teoría, to es que el abuso de la superioridad se ha aplicado en muchos casos
congruencia entre los elementos objetivos y el conocimiento de los en los que las posibilidades de defensa de la víctima son, en verdad,
mismos: "el aprovechamiento... consiste ya en que el autor conoce la inexistentes, dado que es casi imposible fijar un límite preciso entre
situación y obra dirigiendo su acción en ese sentido. No se requiere la disminución y la anulación de la capacidad de defensa. En las sen-
una intención reprochable". Desde otro punto de vista se sostiene que tencias del Tribunal Supremo se destacan los casos de pluralidad de
"la suposición errónea de las circunstancias objetivas de la alevosía, atacantes a víctimas de avanzada edad o de pluralidad de atacantes
no excluye la pena por la consumación" porque "los elementos objeti- armados con armas blancas o, como dijimos, de atacante individual
vos y subjetivos que componen el concepto de alevosía están entrela- con arma de fuego frente a una persona desarmada (cfr. SSTS del
zados de tal manera que una separación en un suceso objetivo y un 18/65/87; 22/11/85; 25/10/88; 21/5/90; 8/7/92 entre muchas otras).
dolo dirigido a él carece de sentido". Para este punto de vista "lo deci-
sivo es la representación del autor correspondientemente orientada; 1277. — La agravante descripta en el art. 22.2a del Cód. Penal es
si ella coincide o no con la realidad, no tiene significación alguna". en realidad repetitiva, dado que la situación de superioridad, el apro-
vechamiento de circunstancias que debiliten la defensa del ofendido
1275. — El primer punto de vista ha merecido mayores adhesio- y el auxilio de otras personas que tengan idéntica consecuencia, no
nes. Fundamentalmente se sostiene que la alevosía es un elemento son otra cosa que formas de abuso de superioridad que la jurispru-
específico del ánimo que da lugar a un "elemento complejo de la cul- dencia había establecido al interpretar el antiguo art. 10.8a del Cód.
pabilidad con parte en lo ilícito" o que "tiene un ilícito de acción espe- Penal de 1973.
cial que pertenece al tipo de lo ilícito y que sólo describen el ánimo en En todo caso el Tribunal Supremo consideró que eran necesarias
forma mediata". La teoría mayoritaria es también preferible: la pe- dos condiciones:
na agravada del asesinato por alevosía requiere que este elemento
tenga una base real y no sólo que el autor se la haya representado. 1. En elplano objetivo, que exista un desequilibrio de poder físico
Ello es consecuencia de una concepción que reduce al mínimo los o anímico del agresor respecto de la víctima.
componentes del derecho penal de autor o, dicho de otra manera, una 2. En elplano subjetivo, se requiere pues, que exista un aprove-
concepción que entiende la posición que se da por satisfecha con la re- chamiento abusivo de dicho desequilibrio, de tal manera que si
presentación del autor de los elementos de la alevosía, como una la superioridad no ha sido buscada de propósito o "intencional -
acentuación no plausible de los componentes del autor. mente" {SSTS del 23/11/91 y 26/2/94) no debe ser apreciada
(STS del 4/2/91).
2 — El uso de disfraz, el abuso de superioridad Por regla la jurisprudencia ha rechazado la aplicación de esta
y el aprovechamiento de las circunstancias agravante en delitos para los que la violencia es inherente, en espe-
y de la participación de otras personas (art. 22.2a, Cód. Penal) cial en la violación o en el robo con violencia o intimidación.
1276. — En esta agravante, que se puede considerar múltiple, el 1278. — En el contexto del abuso de superioridad es difícil expli-
legislador ha reunido diversas formas de aprovechamiento de una car la presencia del disfraz que el legislador ha incluido en el art.
posición frente a la que la víctima se ve considerablemente reducida, 22.2a del Cód. Penal. El Código anterior preveía el disfraz en el art.
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10.7a con carácter autónomo. El enmascaramiento, por lo general en to. Por tal motivo se considera que esta circunstancia es inaplicable
casos de robo, más que facilitar la ejecución del delito, dificulta la en los delitos especiales propios de funcionarios (por ejemplo: preva-
identificación del autor y, por tanto, su persecución y punibilidad. ricación del art. 404 del Cód. Penal).
Aunque Cerezo Mir considera que el disfraz determina una "mayor
gravedad de lo injusto" no cabe duda de que es difícil saber por qué
debería aumentar la ilicitud, toda vez que el enmascaramiento no in- b — Circunstancias que se fundamentan
cide para nada en el aumento de la lesión del bien jurídico. Por su par- en la especial reprochabilidad de los motivos
te Mir Puig estima que es una circunstancia que "eleva la intensidad
de la prohibición (del injusto penal) por cuanto facilita la impuni- —a—
dad". Sin embargo, por regla, en el derecho penal los actos de autoen- 1282. — Los casos de las reglas 3a y 4a del art. 22 del Cód. Penal son
cubrimiento suelen ser considerados no punibles. Las razones que casos particulares de motivaciones especialmente reprobables del
mantiene esta circunstancia como agravante, son por lo tanto, oscu- autor. En este sentido hubiera sido preferible que el legislador hubie-
ras, aunque en forma provisional se puede considerar que se trata de ra seguido el ejemplo del § 211 del Cód. Penal alemán y hubiera he-
una circunstancia que agrava el delito porque favorece su comisión. cho referencia en un solo supuesto a los motivos abyectos. El Tribunal
Supremo ha considerado en sus SSTS del 24/6/91 y 28/10/91 que el
1279. — La distinción entre violencia o intimidación y abuso de disvalor de la motivación del autor es una circunstancia que agrava
superioridad será particularmente difícil en el caso de los delitos de su culpabilidad por el hecho, y consiguientemente la pena que se de-
agresiones y abusos sexuales de los arts. 179 y 182 del Código Penal. be aplicar, y el legislador se ha hecho cargo de este punto de vista.

3 — Obrar con abuso de confianza - b -


(art. 22.6a, Cód. Penal)
1283. — En el caso del que se motiva por el precio, recompensa o
1280. — El autor aprovecha el acceso a los bienes jurídicos que le promesa (art. 22.3a, Cód. Penal) la motivación es indudablemente
proporciona la confianza que le dispensa la víctima; también aprove- abyecta en la medida en que revela un especial desprecio por los bie-
cha una situación que facilita la comisión del delito (cfr. STS del nes jurídicos afectados. La jurisprudencia había rechazado la aplica-
20/10/88). Se trata de una agravante que tiene especial campo de ción de esta agravante en casos de aborto en los que se había aprecia-
aplicación en los delitos contra la propiedad o que pueden ser come- do el abuso profesional del médico. Sin embargo, hay quienes sostie-
tidos en el marco de relaciones laborales, profesionales, de comuni- nen que, al haber desaparecido del Código vigente una disposición si-
dad, etcétera. milar a la que sirvió de apoyo esta decisión, en el supuesto del art. 145
del Cód. Penal, no se debería aplicar esta agravante. Pero, de todos
modos, en la doctrina se piensa que no existen razones para que la
4 — Prevalerse el culpable de su carácter público agravante no sea aplicada al médico que practica un aborto movido
(art. 22.7a, Cód. Penal)
por la recepción de un precio, recompensa o promesa, dado que su ca-
1281. — Cuando el cargo público ocupado por el agente facilita la rácter profesional no excluye la especial reprochabilidad de su moti-
comisión del delito, se debe apreciar esta circunstancia agravante. vación.
En general la jurisprudencia entiende la misma con una cierta ten-
dencia subjetiva, es decir, basándose en la mayor reprochabilidad 1284. — El texto legal permite plantear la cuestión de si la "recom-
que entraña el abusar del ejercicio de un cargo para cometer un deli- pensa" y la "promesa", que, literalmente consideradas, no tienen por
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 623 624 ENKIQUE BACIGALUPO

qué tener exclusivamente un contenido económico, deben entender- currir post-mortem". De esta manera queda claro que no debe apli-
se de esta manera. La respuesta de la teoría es mayoritaria en favor carse esta agravante en los casos en que, una vez lograda la muerte,
de considerar esta circunstancia como referida a una motivación el autor, por ejemplo, descuartiza el cadáver para facilitar su oculta-
análoga a la del precio, por lo que la recompensa o la promesa deben miento.
ser apreciables en dinero. Por lo tanto, en el caso del que comete un
delito de lesiones inducido por la promesa de una recompensa mera- 1288. — La agravante se debe apreciar tanto cuando el dolor es fí-
mente honorífica no será de apreciar la agravante del art. 22.3a del sico, como cuando se trata de un dolor psicológico. Pero no debe apre-
Cód. Penal. ciarse cuando la víctima, por su estado de inconsciencia, por ejemplo,
no puede sufrir el dolor. El asesinato por ensañamiento es comisible
—c— también por omisión, ya que el dejar morir a otro de hambre o de sed
a
1285. — El art. 22.4 se considera agravantes los "motivos racis- importa un aumento deliberado e inhumano del dolor.
tas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideolo- Qué debe entenderse por "inhumano", depende de las representa-
gía, la religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la ciones culturales del término medio que el tribunal debe interpretar
que pertenezca, su sexo u orientación sexual o minusvalía que padez- en cada caso. En general puede decirse que, toda vez que el autor ha-
ca". La ley penal ha querido responder de esta manera a un fenóme- ya querido producir a la víctima un dolor que no es necesario para lo-
no criminológico que ha conmovido durante este siglo y no sólo en Eu- grar su muerte, se dará por lo menos, un indicio de ensañamiento.
ropa. El holocausto antisemita ocurrido en la Segunda Guerra Mun-
dial (1939/1945) ha tenido una fuerte influencia en el desarrollo del
c — Circunstancias basadas en las necesidades
derecho penal de post-guerra y esta agravante es una de sus conse- de prevención especial (la reincidencia)
cuencias.
1289. — El principio de culpabilidad requiere que la pena sea pro-
— d- porcionada a la culpabilidad del autor en el hecho concretamente co-
1286. —Elensañamiento está previsto en el art. 22.5a del Cód. Pe- metido. Con la culpabilidad por el hecho no es compatible la llamada
nal, que dice: "aumentar deliberada o inhumanamente el sufrimien- "culpabilidad de carácter" o la "culpabilidadpor la conducta de la vi-
to de la víctima causando a ésta padecimientos innecesarios para la da", que tratan de responsabilizar al autor de un delito, no sólo por la
ejecución del delito". En realidad se trata de un supuesto en el que el culpabilidad del hecho cometido, sino también por su conducta ante-
autor ha provocado a la víctima daños inmotivados. La circunstancia rior, es decir, por su forma de ser peligrosa para la sociedad.
pone de manifiesto que los motivos especialmente reprochables tie-
nen un valor agravante semejante a la carencia de motivos para pro- 1290. — Como es claro, el derecho penal moderno a la vez que afir-
ducir un padecimiento injustificado a la víctima. Como es claro, se ma el principio de culpabilidad por el hecho, no quiere desentender-
trata de un supuesto especialmente relevante en el delito de asesina- se del problema de lapeligrosidad del autor por su tendencia a la vul-
to, donde se lo designa como ensañamiento, y en el de lesiones, pero neración delictiva de bienes jurídicos. Precisamente para ello se ha
también en otros en los que la acción del autor pueda producir a la edificado el llamado sistema de doble vía, que procura responder con
víctima un sufrimiento personal (por ejemplo, la violación). la pena a los hechos culpables y cubrir con las medidas de seguridad,
de fuerte acento pedagógico y resocializador, las necesidades de pre-
1287. — En la problemática jurisprudencial este elemento ha si- vención especial que la pena, proporcionada a la culpabilidad, no
do estudiado principalmente respecto de sus límites: "no puede con- pueda cumplir por sus limitaciones frente al reincidente.
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 625 626 ENRIQUE BACIGALUPO

1291. — El Código vigente, continuando con el criterio del Código 1293. —La agravante de reincidencia ha dado lugar recientemen-
de 1848 y los que le siguieron, ha mantenido entre las agravantes de te a un debate jurisprudencial sobre su constitucionalidad. Básica-
la pena, la reincidencia, en el art. 22.8a, que dice: "Hay reincidencia mente quienes objetaron la compatibilidad de la agravante de rein-
cuando, al delinquir, el culpable haya sido condenado ejecutoria- cidencia con el principio de culpabilidad sostuvieron que, en la medi-
mente por un delito comprendido en el mismo título de este Código, da en la que dicho principio tenía jerarquía constitucional, la agra-
siempre que sea de la misma naturaleza. A los efectos de este núme- vante, cuyo fundamento sintomático-caracterológico era ajeno a la
ro no se computarán los antecedentes penales cancelados o que de- culpabilidad por el hecho, debía ser eliminada del ordenamiento ju-
bieran serlo". La nueva redacción dada a la disposición que regula es- rídico-penal.
ta agravante reduce el ámbito de aplicación de la misma respecto de En este sentido se partía de que el Tribunal Constitucional en su
los códigos anteriores, dado que en la actualidad sólo operará como STC 65/86 había afirmado que: "las cuestiones relacionadas con la
agravante de la pena cuando se dé una reincidencia específica, es de- medida de la pena y la culpabilidad sólo se podrían plantear cuando
cir cuando el autor ya condenado ejecutoriamente: la gravedad de la pena atribuida al condenado fuese superior a la le-
1. Cometa un nuevo delito. galmente imponible en relación con la gravedad de la culpabilidad".
2. Que el nuevo delito esté previsto en el mismo título del Código. Por lo tanto, se sostenía, cuando la pena por el hecho anterior ya
3. Que el nuevo delito sea "de la misma naturaleza" que el ante- ha sido cumplida, la culpabilidad ha quedado cancelada y al ser to-
rior. mado en cuenta nuevamente ese hecho para incrementar la pena por
4. Que el antecedente no deba ser cancelado según lo establecido el nuevo delito, es evidente que tal aumento punitivo vulnera el prin-
en el art. 136 y siguientes del Código Penal. cipio "ne bis in idem". Sobre éstos y otros argumentos de menor im-
portancia, algunos jueces plantearon al Tribunal Constitucional la
De los cuatro requisitos sólo uno es de carácter material: "la mis- cuestión de inconstitucionalidad (art. 35, LOTO de la agravante de
ma naturaleza" del nuevo delito. Al respecto se debe entender que un reincidencia.
delito es de la misma naturaleza que otro cuando:
1. Vulnera bienes j urídicos similares. 1294. — Paralelamente, la cuestión fue abordada por el Tribunal
2. Cuando el autor lo hace con medios que expresan una misma Supremo en diversas sentencias (cfr. SSTS del 6/4/90; 5/10/90;
tendencia criminológica. 26/12/90; 22/4/91; 6/5/91). El Tribunal Supremo no mantuvo una ar-
gumentación unitaria. En algunas sentencias tuvo directamente
1292. — Es conveniente no confundir este elemento de la reinci- por compatible con el principio de culpabilidad por el hecho, la agra-
dencia con la cuestión de la homogeneidad de los delitos tal como se vación fundada en la peligrosidad del autor, lo que más tarde no
la concibe en contexto del principio acusatorio, dado que ambos con- aceptó el Tribunal Constitucional. En otras estableció que la agra-
ceptos tienen un sentido teleológico diverso. Por ejemplo: el hurto vante de reincidencia era compatible con el principio de culpabili-
(art. 234, Cód. Penal) y el robo (art. 237, Cód. Penal) no son de la mis- dad, pero sólo si no se la entendía como de aplicación automática. En
ma naturaleza, dado que el robo expresa una tendencia criminológi- este sentido se sostuvo que el efecto agravante previsto en la regla 3a
ca violenta que es ajena al hurto; por el contrario la estafa (art. 248, del art. 66 del Cód. Penal sólo debía operar en el caso en el que la pe-
Cód. Penal) y la apropiación indebida (art. 25, Cód. Penal), que no na resultante no excediera la correspondiente a la gravedad de la
son delitos homogéneos a los efectos del principio acusatorio, resul- culpabilidad por el hecho. De acuerdo con esto cabría aplicar la pena
tan ser de la misma naturaleza porque vulneran bienes jurídicos si- en su mitad inferior, no obstante la concurrencia de la reincidencia,
milares (patrimonio y propiedad respectivamente) y revelan una si la gravedad de la culpabilidad era reducida en el caso concreto. Así,
misma tendencia criminológica del autor: su actitud defraudadora. por ejemplo, si el autor anteriormente condenado por un delito de

40 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


628 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 627

aporpiación indebida (art. 252, Cód. Penal) cometía nuevamente — §97 —


otro delito de apropiación indebida, pero en una situación en la que CIRCUNSTANCIA MIXTA DE PERENTESCO
le resultaba extremadamente difícil, pero no imposible, obtener el
1298. — El art. 23 del Cód. Penal establece que: "Es circunstancia
dinero necesario para pagar los honorarios médicos requeridos para
una intervención quirúrgica grave y urgente de un hijo. En un caso que puede atenuar o agravar la responsabilidad según la naturale-
como éste la reprochabilidad es considerablemente reducida y, por lo za, los motivos y los efectos del delito, ser el agraviado cónyuge o per-
tanto, la pena también debe serlo. sona a quien se halle ligado de forma estable por análoga relación de
afectividad, ascendiente, descendiente o hermano por naturaleza,
por adopción o afinidad en los mismos grados del ofensor".
1295. — En la STC 150/91 el Tribunal Constitucional estableció
como premisa que "no es constitucionalmente legítimo un derecho
1299. — El parentesco es un factor ambiguo de la gravedad del de-
penal de autor que determinara las penas en atención a la personali-
lito. Tanto puede ser considerado agravante como atenuante. En el
dad del reo y no según la culpabilidad de éste en la comisión de los he-
caso de lesiones provocadas a una persona con la que se convive, el
chos". No obstante concluyó que no se vulnera el principio "ne bis in
parentesco puede ser agravante si ellas han sido producidas en una
idem", pues "con la apreciación de la agravante de reincidencia (...)
disputa normal, pues la cercanía afectiva determina que el hecho sea
no se vuelve a castigar el hecho anterior, o los hechos anteriores (...),
más reprochable que si no existiera con la víctima la especial rela-
sino única y exclusivamente el hecho posterior".
ción personal que es propia de la relación afectiva de la convivencia.
Por el contrario, si se trata de unas lesiones que son producto de una
1296. — La STC 150/91 ha sido aplaudida en la doctrina por su reacción de dolor provocada por la conducta del cónyuge, la misma
premisa básica, que excluye la determinación de la pena en atención relación personal será el fundamento de la atenuación.
a la personalidad, pues se piensa que nadie puede ser culpable jurí-
dicamente por su forma de ser. Sin embargo ha merecido críticas por
su conclusión referente al "ne bis in idem", dado que al incrementar 1300. — Algunos autores, como Cerezo Mir o Mir Puig piensan
la pena del nuevo hecho por los anteriormente castigados lo que se que al haber sido ampliado el texto legal del art. 11 del Cód. Penal de
hace es, en realidad, "castigar nuevamente una culpabilidad ya ex- 1973 por la LO 8/33, incluyendo las relaciones afectivas análogas al
tinguida por la pena sufrida". matrimonio, se infringe el principio de legalidad si se aplica este ar-
tículo como agravante, pues se trataría de una analogía in malam
La cuestión de si el efecto agravante debe operarse automática-
partera. Sin embargo, este punto de vista es erróneo, dado que cuan-
mente o no, en el sentido de la jurisprudencia del Tribunal Supremo
do el caso está contemplado expresamente en el texto no cabe hablar
antes citada, ha quedado abierta, toda vez que no ha sido ratio deci-
de analogía. El principio de legalidad lo que excluye es la extensión
sionis de la STC 150/91, ni tampoco objeto de ningún obiter dictum
de la ley penal a casos no contemplados expresamente en el texto le-
de la misma.
gal (!).
2297. — La afirmación tan rotunda del Tribunal Constitucional
1301. — La jurisprudencia ha exigido, por regla, para la aplica-
en el sentido de excluir la legitimidad constitucional de la pena fijada
en atención a la personalidad (peligrosa) del autor, se piensa en la ción de esta circunstancia, no sólo "el vínculo parental, sino también
de la afectividad" (STS1433/94 del 12/7/94).
doctrina, quita, por el contrario, todo apoyo a las sentencias del Tri-
bunal Supremo que hablan de la "personalidad del delincuente" En los delitos de tráfico de drogas la jurisprudencia ha negado la
(SSTS del 5/11/90 y 5/12/90) o de una "mayor peligrosidad social" aplicación de la atenuante de parentesco sosteniendo en la STS del
(STS del 13/11/90) como fundamento de la agravante de reincidencia. 6/7/92 que no concurre en el caso de una mujer que entregó a su hijo
630 ENRIQUE BACIGALUPO
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 629
comunican al partícipe, aunque la haya conocido). Sin embargo, lo
preso una cantidad de hachís, dado que el hijo no podía ser conside- cierto es que la distinción de las circunstancias en objetivas y subje-
rado como agraviado por el delito del art. 368 del Cód. Penal. En la tivas es conceptualmente confusa, dado que la mayoría de las cir-
STS 887/93 del 20/4/93, sin embargo, se aplicó la atenuante al que cunstancias tienen, en principio, elementos objetivos y subjetivos.
había entregado una dosis de heroína a su compañera, encerrada en La decisión, por ejemplo, sobre si la circunstancia agravante del art.
casa de sus padres, sin tener en cuenta que la relación no se daba con 22.3a ("ejecutar el hecho mediante precio, recompensa o promesa") es
el agraviado por el delito. objetiva o subjetiva (apoyada en la motivación que dichos elementos
En todo caso, en la jurisprudencia se sostiene que la circunstancia revelan) es prácticamente irrealizable. Ejemplo acabado de estas di-
mixta de parentesco "se funda en el incremento o disminución del ficultades se percibe también en el caso de la alevosía (art. 22. Ia, Cód.
desvalor de la conducta del acusado". Penal) en el que la jurisprudencia ha terminado (luego de inclinarse
alternativamente por el carácter objetivo y subjetivo) por afirmar su
"naturaleza mixta", pero destacando un predominio del aspecto ob-
-§98- jetivo.
EL PROBLEMA DE LA COMUNICABILIDAD DE LAS CIRCUNSTANCIAS.
1304. — En lo que se refiere a las relaciones personales con el ofen-
ESTUDIO ESPECIAL DEL ART. 65 DEL CÓDIGO PENAL
dido, que agravan o atenúan la penalidad, su aplicación ofrece me-
1302. — Cuando en un hecho concurren varias personas (como au- nos dificultades; en realidad "el ofendido" es siempre el titular del
tores, cooperadores, cómplices o inductores) y se dan circunstancias bien jurídico y ello determina que, en los delitos especiales impropios
modificativas de la responsabilidad, sólo en alguna de ellas se pre- en los que el fundamento de la agravación es la relación personal con
senta el problema de si las circunstancias de uno se pueden extender aquél, la consecuencia práctica sea que el partícipe no cualificado de-
a los otros, en quienes no concurren. Esta cuestión la resuelve el art. ba ser punible por el delito común (por ejemplo: el autor de lesiones
65 del Cód. Penal, que establece: "i. Las circunstancias agravantes o del art. 153 será punible con la pena prevista por este artículo, mien-
atenuantes que consistan en la disposición moral del delincuente, en tras que el que no es cónyuge o padre —en su caso madre— que haya
sus relaciones particulares con el ofendido o en otra causa personal, intervenido en el hecho será sancionado por el delito o la falta co-
servirán para agravar o atenuar la responsabilidad sólo de aquellos mún), lo que es una solución correcta.
en quienes concurran. 2. Las que consistan en la ejecución material
del hecho o en los medios empleados para realizarla, servirán única- 1305. — Poco claro, por el contrario, es el significado de la expre-
mente para agravar o atenuar la responsabilidad de los que hayan sión "otra causa personal", que en realidad no quiere decir sino que
tenido conocimiento de ellas en el momento de la acción o de su coo- toda agravación o atenuación con fundamento personal (como los dos
peración para el delito". supuestos anteriores) debe considerarse de efecto exclusivamente
personal.
1303. — La jurisprudencia ha operado, en este sentido, con la dis-
tinción entre circunstancias objetivas y subjetivas, que en los resul- 1306. — Las opiniones se dividen respecto de lo que debe enten-
tados vienen a significar lo mismo que la distinción entre circunstan- derse por "culpables en quienes concurran". La cuestión tiene impor-
cias vinculadas al autor y vinculadas al hecho. En efecto, las circuns- tancia sobre todo en los delitos especiales impropios en los que el cua-
tancias objetivas se deben regir por el art. 65.2 del Cód. Penal, y por lificado (intraneus) se vale de un no cualificado (extraneus) que reali-
lo tanto, comunican sus efectos al partícipe que las conoce, mientras za el hecho de propia mano. El Tribunal Supremo considera que "cul-
las subjetivas sólo son de apreciar en aquel en el que concurren (no se pable" no se debe entender como autor en sentido estricto sino como
DERECHO PENAL. PARTE GENERAL 631

partícipe en general. Probablemente llegaría al mismo punto de vis-


ta Córdoba Roda. Por el contrario hay quienes sostienen que esta so-
lución no es correcta y se pronuncian por un punto de vista opuesto.

1307. —Ambos criterios disputan en torno al alcance del art. 65 y


en verdad todo depende de lo que debe entenderse por la expresión
"culpables". Quienes rechazan el punto de vista del Tribunal Supre-
mo presuponen que "culpables" debe significar autores en sentido es-
tricto. El criterio del Tribunal Supremo es preferible, pues permite
una aplicación sin fricciones del art. 65 del Cód. Penal, en la medida
en que deja abierta la cuestión de si la circunstancia concurrente en
el partícipe es personal o no; esto sólo puede ser decidido a la luz del
caso concreto.
634 APÉNDICE I

Arts. 80 a 87. —[Título III: De las pe- Arts. 26 a 28.


nas. Capítulo III: De las formas sustitu- [Título III: Condenación condicional].
APÉNDICE I. Tabla comparativa de las disposiciones—délas tivas de la ejecución de las penas privati-
partes generales de los códigos penales argentino y español y vas de libertad. Sección Ia].
Art. 87. — [Título III: De las penas. Arts. 26 a 28.
leyes españolas que regulan la materia—citadas en esta obra Capítulo III: De las formas sustitutivas [Título III: Condenación condicional].
de la ejecución de las penas privativas de Arts. 50 a 53.
libertad. Sección Ia]. [Título VIII: Reincidencia]
Art. 94. — [Título III: De las penas. Arts. 50 a 53.
Capítulo III: De las formas sustitutivas [Título VIII: Reincidencia].
de la ejecución de las penas privativas de
libertad. Sección 4a].
Arts. 109 a 115. —[Título V:De la res- Arts. 29 a 33.
Código Penal español ponsabilidad civil derivada de los deli- [Título IV: Reparación de perjuicios].
tos y faltas y de las costas procesales.
Art. 14. —[Título I: De la infracción pe- Arts. 34/35. Capítulo I: De la responsabilidad civil y
nal. Capítulo I: De los delitos y faltas]. [Título V: Imputabilidad]. su extensión].
Arts. 116 a 122. —[Título V: De la res-Arts. 29 a 33.
Art. 16. —[Título I: De la infracción pe- Arts. 42 a 44.
ponsabilidad civil derivada de los deli- [Título TV: Reparación de perjuicios].
nal. Capítulo I: De los delitos y faltas]. [Título VI: Tentativa].
tos y faltas y de las costas procesales.
Arts. 19120. —[Título I: De la infracción Arts. 34/35. Capítulo II: De las personas civilmente
penal. Capítulo II: De las causas que exi- [Título V: Imputabilidad]. responsables].
men de la responsabilidad criminal]. Arts. 123 a 124. —[Título V:De la res- Arts. 29 a 33.
a
Art. 22.8 . — [Título I: De la infracción Arts. 50 a 53. ponsabilidad civil derivada de los deli- [Título TV: Reparación de perjuicios].
penal. Capítulo TV: De las circunstan- [Título VIII: Reincidencia]. tos y faltas y de las costas procesales.
cias que agravan la responsabilidad cri- Capítulo III: De las costas procesales].
minal]. Arts. 125 a 126. — [Título V: De la res-Arts. 29 a 33.
Arts. 27a31. —[Título II: De las perso- Arts. 45 a 49. ponsabilidad civil derivada de los deli- [Título TV: Reparación de perjuicios].
nas criminalmente responsables de los [Título VII: Participación criminal]. tos y faltas y de las costas procesales.
delitos y faltas]. Capítulo IV: Del cumplimiento de la res-
ponsabilidad civil y demás responsabi-
Arts. 32 a 60. — [Título III: De las pe- Arts. 5o a 25. lidades pecuniarias].
nas. Capítulo I: De las penas, sus clases [Título II: De las penas].
Arts. 130 a 135. —[Título VII: De la ex- Arts. 59 a 70.
y efectos. Secciones Ia a 6a].
tinción de la responsabilidad criminal y [Título X: Extinción de acciones y de pe-
Arts. 61 a 71. — [Título III: De las pe- Arts. 40/41. sus efectos. Capítulo I: De las causas quenas].
nas. Capítulo II: De la aplicación de las [Título V: Imputabilidad]. extinguen la responsabilidad criminal].
penas. Sección Ia]. Art. 136. —[Título VII: De la extinción Arts. 50 a 53.
Arts. 73 a 79. — [Título III: De las pe- Arts. 54 a 58. de la responsabilidad criminal y sus [Título VIII: Reincidencia].
nas. Capítulo II: De la aplicación de las [Título IX: Concurso de delitos]. efectos. Capítulo II: De la cancelación de
penas. Sección 2a]. antecedentes delictivos].
APÉNDICE I 635

Art. 137. —[Título VII: De la extinción Arts. 50 a 53.


de la responsabilidad criminal y sus [Título VIII: Reincidencia],
efectos. Capítulo II: De la cancelación de
antecedentes delictivos].

Art. 23. — LEY ORGÁNICA DEL PODER Arts. Ioa4o.


JUDICIAL. [Título I: Aplicación de la ley penal].

Art. 104. — LEY DE ENJUICIAMIENTO Arts. 71 a 76.


CRIMINAL. [Título XI: Del ejercicio de las acciones].
638 APÉNDICE II

2. En el caso de que un Juez o Tribunal, en el ejercicio de su jurisdicción,


APÉNDICE II. Legislación tenga conocimiento de alguna acción u omisión que, sin estar penada por la
Ley, estime digna de represión, se abstendrá de todo procedimiento sobre ella
y expondrá al Gobierno las razones que le asistan para creer que debiera ser ob-
jeto de sanción penal.
3. Del mismo modo acudirá al Gobierno exponiendo lo conveniente sobre la
derogación o modificación del precepto o la concesión de indulto, sin perjuicio
de ejecutar desde luego la sentencia, cuando de la rigurosa aplicación de las dis-
posiciones de la Ley resulte penada una acción u omisión que, ajuicio del Juez
-k- o Tribunal, no debiera serlo, o cuando la pena sea notablemente excesiva, aten-
Texto de la Parte General del Código Penal español didos el mal causado por la infracción y las circunstancias personales del reo.
4. Si mediara petición de indulto, y el Juez o Tribunal hubiere apreciado en
resolución fundada que por el cumplimiento de la pena puede resultar vulnera-
do el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, suspenderá la ejecución de
Título Preliminar la misma en tanto no se resuelva sobre la petición formulada.
DE LAS GARANTÍAS PENALES Y DE LA APLICACIÓN DE LA LEY PENAL También podrá el Juez o Tribunal suspender la ejecución de la pena, mien-
tras no se resuelva sobre el indulto cuando, de ser ejecutada la sentencia, la fi-
Artículo Io. — 1. No será castigada ninguna acción ni omisión que no es- nalidad de éste pudiera resultar ilusoria.
té prevista como delito o falta por Ley anterior a su perpetración.
2. Las medidas de seguridad sólo podrán aplicarse cuando concurran los Art. 5o. — No hay pena sin dolo o imprudencia.
presupuestos establecidos previamente por la Ley.
o
Art. 6o. — 1. Las medidas de seguridad se fundamentan en la peligrosidad
Art. 2 . — 1. No será castigado ningún delito ni falta con pena que no se ha- criminal del sujeto al que se impongan, exteriorizada en la comisión de un he-
lle prevista por Ley anterior a su perpetración. Carecerán, igualmente, de efec- cho previsto como delito.
to retroactivo las leyes que establezcan medidas de seguridad. 2. Las medidas de seguridad no pueden resultar ni más gravosas ni de ma-
2. No obstante, tendrán efecto retroactivo aquellas leyes penales que favo- yor duración que la pena abstractamente aplicable al hecho cometido, ni exce-
rezcan al reo, aunque al entrar en vigor hubiera recaído sentencia firme y el su- der el límite de lo necesario para prevenir la peligrosidad del autor.
jeto estuviese cumpliendo condena. En caso de duda sobre la determinación de
la Ley más favorable, será oído el reo. Los hechos cometidos bajo la vigencia de Art. T. — A los efectos de determinar la Ley penal aplicable en el tiempo,
una Ley temporal serán juzgados, sin embargo, conforme a ella, salvo que se los delitos y faltas se consideran cometidos en el momento en que el sujeto eje-
disponga expresamente lo contrario. cuta la acción u omite el acto que estaba obligado a realizar.

Art. 3o. — 1. No podrá ejecutarse pena ni medida de seguridad sino en vir- Art. 8o. — Los hechos susceptibles de ser calificados con arreglo a dos o más
tud de sentencia firme dictada por el Juez o Tribunal competente, de acuerdo preceptos de este Código, y no comprendidos en los artículos 73 a 77, se castiga-
con las leyes procesales. rán obserbando las siguientes reglas:
2. Tampoco podrá ejecutarse pena ni medida de seguridad en otra forma
que la prescrita por la Ley y reglamentos que la desarrollan, ni con otras cir- Ia. El precepto especial se aplicará con preferencia al general.
cunstancias o accidentes que los expresados en su texto. La ejecución de la pe- 2a. El precepto subsidiario se aplicará sólo en defecto del principal, ya se de-
na o de la medida de seguridad se realizará bajo el control de los Jueces y Tri- clare expresamente dicha subsidiariedad, ya sea ésta tácitamente deducible.
bunales competentes. 3 a . El precepto penal más amplio o complejo absorverá a los que castiguen
las infracciones consumidas en aquél.
Art. 4o.— 1. Las leyes penales no se aplicarán a casos distintos de los com- 4a. En defecto de los criterios anteriores, el precepto penal más grave ex-
prendidos expresamente en ellas. cluirá los que castiguen el hecho con pena menor.
640 APÉNDICE II
APÉNDICE II 639

2. El error sobre un hecho que cualifique la infracción o sobre una circuns-


Art. 9o. — Las disposiciones de este Título se aplicarán a los delitos y faltas
tancia agravante, impedirá su apreciación.
penados por leyes especiales. Las restantes disposiciones de este Código se apli-
3. El error invencible sobre la ilicitud del hecho constitutivo de la infracción
carán como supletorias en lo no previsto expresamente por aquéllas.
penal excluye la responsabilidad criminal. Si el error fuera vencible, se aplica-
rá la pena inferior en uno o dos grados.
LIBRO PRIMERO
Art. 15. — 1. Son punibles el delito consumado y la tentativa de delito.
DISPOSICIONES GENERALES SOBRE LOS DELITOS Y LAS FALTAS, 2. Las faltas sólo se castigarán cuando hayan sido consumadas, excepto las
LAS PERSONAS RESPONSABLES, intentadas contra las personas o el patrimonio.
LAS PENAS, MEDIDAS DE SEGURIDAD
Y DEMÁS CONSECUENCIAS DE LA INFRACCIÓN PENAL Art. 16. — 1. Hay tentativa cuando el sujeto da principio a la ejecución del
Título Primero delito directamente por hechos exteriores, practicando todos o parte de los ac-
tos que objetivamente deberían producir el resultado, y sin embargo éste no se
DE LA INFRACCIÓN PENAL
produce por causas independientes de la voluntad del autor.
Capítulo Primero 2. Quedará exento de responsabilidad penal por el delito intentado quien
DE LOS DELITOS Y FALTAS evite voluntariamente la consumación del delito, bien desistiendo de la ejecu-
ción ya iniciada, bien impidiendo la producción del resultado, sin perjuicio de la
Art. 10. — Son delitos o faltas las acciones y omisiones dolosas o impruden- responsabilidad en que pudiera haber incurrido por los actos ejecutados, si és-
tes penadas por la Ley. tos fueren ya constitutivos de otro delito o falta.
3. Cuando en un hecho intervengan varios sujetos, quedarán exentos de
Art. 11. — Los delitos o faltas que consistan en la producción de un resulta- responsabilidad penal aquel o aquellos que desistan de la ejecución ya iniciada,
do sólo se entenderán cometidos por omisión cuando la no evitación del mismo, e impidan o intenten impedir, seria, firme y decididamente, la consumación,
al infringir un especial deber jurídico del autor, equivalga, según el sentido del sin perjuicio de la responsabilidad en que pudieran haber incurrido por los ac-
texto de la Ley, a su causación. A tal efecto se equiparará la omisión a la acción: tos ejecutados, si éstos fueren ya constitutivos de otro delito o falta.
a) Cuando exista una específica obligación legal o contractual de actuar.
b) Cuando el omitente haya creado una ocasión de riesgo para el bien jurí- Art. 17. — 1. La conspiración existe cuando dos o más personas se concier-
dicamente protegido mediante una acción u omisión precedente. tan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo.
2. La proposición existe cuando el que ha resuelto cometer un delito invita
Art. 12. — Las acciones u omisiones imprudentes sólo se castigarán cuan- a otra u otras personas a ejecutarlo.
do expresamente lo disponga la Ley. 3. La conspiración y la proposición para delinquir sólo se castigarán en los
casos especialmente previstos en la Ley.
Art. 13. — 1. Son delitos graves las infracciones que la Ley castiga con pe-
na grave.
Art. 18. — 1. La provocación existe cuando directamente se incita por me-
2. Son delitos menos graves las infracciones que la Ley castiga con pena me- dio de la imprenta, la radiodifusión o cualquier otro medio de eficacia semejan-
nos grave. te, que facilite la publicidad, o ante una concurrencia de personas, a la perpe-
3. Son faltas las infracciones que la Ley castiga con pena leve. tración de un delito.
4. Cuando la pena, por su extensión, pueda incluirse a la vez entre las men- Es apología, a los efectos de este Código, la exposición, ante una concurren-
cionadas en los dos primeros números de este artículo, el delito se considerará, cia de personas o por cualquier medio de difusión, de ideas o doctrinas que en-
en todo caso, como grave. salcen el crimen o enaltezcan a su autor. La apología sólo será delictiva como
Art. 14. — 1. El error invencible sobre un hecho constitutivo de la infrac- forma de provocación y si por su naturaleza y circunstancias constituye una in-
ción penal excluye la responsabilidad criminal. Si el error, atendidas las cir- citación directa a cometer un delito.
cunstancias del hecho y las personales del autor, fuera vencible, la infracción 2. La provocación se castigará exclusivamente en los casos en que la Ley así
será castigada, en su caso, como imprudente. lo prevea.
APÉNDICE II 641 APÉNDICE II
642

Si a la provocación hubiese seguido la perpetración del delito, se castigará nadamente por el sujeto. Tercero.— Que el necesitado no tenga, por su oficio o
como inducción. cargo, obligación de sacrificarse.
6o. El que obre impulsado por miedo insuperable.
7o. El que obre en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un
Capítulo Segundo
derecho, oficio o cargo.
DE LAS CAUSAS QUE EXIMEN DE LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL En los supuestos de los tres primeros números se aplicarán, en su caso, las
medidas de seguridad previstas en este Código.
Art. 19. — Los menores de dieciocho años no serán responsables criminal-
mente con arreglo a este Código.
Cuando un menor de dicha edad cometa un hecho delictivo podrá ser res- Capítulo Tercero
ponsable con arreglo a lo dispuesto en la ley que regule la responsabilidad pe- DE LAS CIRCUNSTANCIAS
nal del menor. QUE ATENÚAN LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL

Art. 20. — Están exentos de responsabilidad criminal: Art. 21. — Son circunstancias atenuantes:
Io. El que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier I a . Las causas expresadas en el capítulo anterior, cuando no concurrieren
anomalía o alteración psíquica, no pueda comprender la ilicitud del hecho o ac- todos los requisitos necesarios para eximir de responsabilidad en sus respecti-
tuar conforme a esa comprensión. vos casos.
El trastorno mental transitorio no eximirá de pena cuando hubiese sido pro- 2a. La de actuar el culpable a causa de su grave adicción a las sustancias
vocado por el sujeto con el propósito de cometer el delito o hubiera previsto o de- mencionadas en el número 2o del artículo anterior.
bido prever su comisión. 3 a . La de obrar por causas o estímulos tan poderosos que hayan producido
2o. El que al tiempo de cometer la infracción penal se halle en estado de in- arrebato, obcecación u otro estado pasional de entidad semejante.
toxicación plena por el consumo de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas, estupe- 4a. La de haber procedido el culpable, antes de conocer que el procedimien-
facientes, sustancias psicotrópicas u otras que produzcan efectos análogos, to judicial se dirige contra él, a confesar la infracción a las autoridades.
siempre que no haya sido buscado con el propósito de cometerla o no se hubiese 5a. La de haber procedido el culpable a reparar el daño ocasionado a la víc-
previsto o debido prever su comisión, o se halle bajo la influencia de un síndro- tima, o disminuir sus efectos, en cualquier momento del procedimiento y con
me de abstinencia, a causa de su dependencia de tales sustancias, que le impi- anterioridad a la celebración del acto del juicio oral.
da comprenderla ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión. 6a. Cualquier otra circunstancia de análoga significación que las anterio-
3o. El que, por sufrir alteraciones en la percepción desde el nacimiento o res.
desde la infancia, tenga alterada gravemente la conciencia de la realidad.
4o. El que obre en defensa de la persona o derechos propios o ajenos, siem- Capítulo Cuarto
pre que concurran los requisitos siguientes: DE LAS CIRCUNSTANCIAS
Primero.—Agresión ilegítima. En caso de defensa de los bienes se reputará QUE AGRAVAN LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL
agresión ilegítima el ataque a los mismos que constituya delito o falta y los pon-
ga en grave peligro de deterioro o pérdida inminentes. En caso de defensa de la Art. 22. — Son circunstancias agravantes:
morada o sus dependencias, se reputará agresión ilegítima la entrada indebi- I a . Ejecutar el hecho con alevosía.
da en aquélla o éstas. Segundo.—Necesidad racional del medio empleado para Hay alevosía cuando el culpable comete cualquiera de los delitos contra las
impedirla o repelerla. Tercero.— Falta de provocación suficiente por parte del personas empleando en la ejecución medios, modos o formas que tiendan direc-
defensor. ta o especialmente a asegurarla, sin el riesgo que para su persona pudiera pro-
5o. El que, en estado de necesidad, para evitar un mal propio o ajeno lesione ceder de la defensa por parte del ofendido.
un bien jurídico de otra persona o infrinja un deber, siempre que concurran los 2a. Ejecutar el hecho mediante disfraz, con abuso de superioridad o aprove-
siguientes requisitos: chando las circunstancias de lugar, tiempo o auxilio de otras personas que de-
Primero.— Que el mal causado no sea mayor que el que se trate de evitar. biliten la defensa del ofendido o faciliten la impunidad del delincuente.
Segundo.— Que la situación de necesidad no haya sido provocada intencio- 3 a . Ejecutar el hecho mediante precio, recompensa o promesa.

41 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


644 APÉNDICE II
APÉNDICE II 643
Art. 26. — A los efectos de este Código se considera documento todo sopor-
4a. Cometer el delito por motivos racistas, antisemitas u otra clase de dis- te material que exprese o incorpore datos, hechos o narraciones con eficacia
criminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, probatoria o cualquier otro tipo de relevancia jurídica.
raza o nación a la que pertenezca, su sexo u orientación sexual, o la enfermedad
o minusvalía que padezca.
5a. Aumentar deliberada e inhumanamente el sufrimiento de la víctima, Título Segundo
causando a ésta padecimientos innecesarios para la ejecución del delito. DE LAS PERSONAS CRIMINALMENTE RESPONSABLES
6a. Obrar con abuso de confianza. DE LOS DELITOS Y FALTAS
7a. Prevalerse del carácter público que tenga el culpable.
8a. Ser reincidente. Art. 27. — Son responsables criminalmente de los delitos y faltas los auto-
res y los cómplices.
Hay reincidencia cuando, al delinquir, el culpable haya sido condenado eje-
cutoriamente por un delito comprendido en el mismo título de este Código, Art. 28. — Son autores quienes realizan el hecho por sí solos, conjuntamen-
siempre que sea de la misma naturaleza. te o por medio de otro del que se sirven como instrumento.
Alosefectosdeeste número no se computarán los antecedentes penales can- También serán considerados autores:
celados o que debieran serlo. a) Los que inducen directamente a otro u otros a ejecutarlo.
b) Los que cooperan a su ejecución con un acto sin el cual no se habría efec-
tuado.
Capítulo Quinto
DE LA CIRCUNSTANCIA MIXTA DE PARENTESCO Art. 29. — Son cómplices los que, no hallándose comprendidos en el artícu-
lo anterior, cooperan a la ejecución del hecho con actos anteriores o simultáneos.
Art. 23. — Es circunstancia que puede atenuar o agravar la responsabili-
dad según la naturaleza, los motivos y los efectos del delito, ser el agraviado Art. 30. — 1. En los delitos y faltas que se cometan utilizando medios o so-
cónyuge o persona a quien se halle ligado de forma estable por análoga relación portes de difusión mecánicos no responderán criminalmente ni los cómplices ni
de afectividad, ascendiente, descendiente o hermano por naturaleza, por adop- quienes los hubieren favorecido personal o realmente.
ción o afinidad en los mismos grados del ofensor. 2. Los autores a los que se refiere el artículo 28 responderán de forma esca-
lonada, excluyente y subsidiaria de acuerdo con el siguiente orden:
Io. Los que realmente hayan redactado el texto o producido el signo de
Capítulo Sexto que se trate, y quienes les hayan inducido a realizarlo.
DISPOSICIONES GENERALES 2o. Los directores de la publicación o programa en que se difunda.
3o. Los directores de la empresa editora, emisora o difusora.
Art. 24. — 1. A los efectos penales se reputará autoridad al que por sí solo 4o. Los directores de la empresa grabadora, reproductora o impresora.
o como miembro de alguna corporación, tribunal u órgano colegiado tenga
mando o ejerza jurisdicción propia. 3. Cuando por cualquier motivo distinto de la extinción de la responsabili-
En todo caso, tendrán la consideración de autoridad los miembros del Con- dad penal, incluso la declaración de rebeldía o la residencia fuera de España, no
greso de los Diputados, del Senado, de las Asambleas Legislativas de las Comu- pueda perseguirse a ninguna de las personas comprendidas en alguno de los
nidades Autónomas y del Parlamento Europeo. Se reputará también autori- números del apartado anterior, se dirigirá el procedimiento contra las mencio-
dad a los funcionarios del Ministerio Fiscal. nadas en el número inmediatamente posterior.
2. Se considerará funcionario público todo el que por disposición inmediata Art. 31. — El que actúa como administrador de hecho o de derecho de una
de la Ley o por elección o por nombramiento de autoridad competente participe persona jurídica, o en nombre o representación legal o voluntaria de otro, res-
en el ejercicio de funciones públicas. ponderá personalmente, aunque no concurran en él las condiciones, cualidades
o relaciones que la correspondiente figura de delito o falta requiera para poder
Art. 25. — Alos efectos de este Código se considera incapaz a toda persona, ser sujeto activo del mismo, si tales circunstancias se dan en la entidad o perso-
haya sido o no declarada su íncapacitación, que padezca una enfermedad de ca- na en cuyo nombre o representación obre.
rácter persistente que le impida gobernar su persona o bienes por sí misma.
APÉNDICE II 645
646 APÉNDICE II

Título Tercero
b) La privación del derecho a la tenencia y porte de armas de tres meses
DE LAS PENAS a un año.
Capítulo Primero c) La multa de cinco días a dos meses.
DE LAS PENAS, SUS CLASES Y EFECTOS d) El arresto de uno a seis fines de semana.
e) Los trabajos en beneficio de la comunidad de dieciséis a noventa y seis
Sección 1a. De las penas y sus clases horas.
Art. 32. — Las penas que pueden imponerse con arreglo a este Código, bien 5. La responsabilidad personal subsidiaria por impago de multa tendrá na-
con carácter principal bien como accesorias, son privativas de libertad, privati- turaleza menos grave o leve, según la que corresponda a la pena que sustituya.
vas de otros derechos y multa. 6. Las penas accesorias tendrán la duración que respectivamente tenga la
Art. 33. — 1. En función de su naturaleza y duración, las penas se clasifi- pena principal.
can en graves, menos graves y leves. Art. 34. — No se reputarán penas:
2. Son penas graves:
1. La detención y prisión preventiva y las demás medidas cautelares de na-
a) La prisión superior a tres años.
turaleza penal.
b) La inhabilitación absoluta.
2. Las multas y demás correcciones que, en uso de atribuciones gubernati-
c) Las inhabilitaciones especiales por tiempo superior a tres años.
vas o disciplinarias, se impongan a los subordinados o administrados.
d) La suspensión de empleo o cargo público por tiempo superior a tres
3. Las privaciones de derechos y las sanciones reparadoras que establezcan
años.
las leyes civiles o administrativas.
e) La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores
por tiempo superior a seis años.
f) La privación del derecho a la tenencia y porte de armas por tiempo su- Sección 2a. De las penas privativas de libertad
perior a seis años.
g) La privación del derecho a residir en determinados lugares o acudir a Art. 35. — Son penas privativas de libertad la prisión, el arresto de fin de
ellos por tiempo superior a tres años. semana y la responsabilidad personal subsidiaria por impago de multa.
3. Son penas menos graves:
Art. 36. — La pena de prisión tendrá una duración mínima de seis meses y
a) La prisión de seis meses a tres años.
máxima de veinte años, salvo lo que excepcionalmente dispongan otros precep-
b) Las inhabilitaciones especiales hasta tres años.
tos del presente Código.
c) La suspensión de empleo o cargo público hasta tres años.
Su cumplimiento, así como los beneficios penitenciarios que supongan acor-
d) La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores
tamiento de la condena, se ajustarán a lo dispuesto en las Leyes y en el presen-
de un año y un día a seis años.
te Código.
e) La privación del derecho a la tenencia y porte de armas de un año y un
día a seis años. Art. 37. — 1. El arresto de fin de semana tendrá una duración de treinta y
f) La privación del derecho a residir en determinados lugares o acudir a seis horas y equivaldrá, en cualquier caso, a dos días de privación de libertad.
ellos de seis meses a tres años. Tan sólo podrán imponerse como máximo veinticuatro fines de semana como
g) La multa de más de dos meses. arresto, salvo que la pena se imponga como sustitutiva de otra privativa de li-
h) La multa proporcional, cualquiera que fuese su cuantía. bertad; en tal caso su duración será la que resulte de la aplicación de las reglas
i) El arresto de siete a veinticuatro fines de semana. contenidas en el artículo 88 de este Código.
j) Los trabajos en beneficio de la comunidad de noventa y seis a tres- 2. Su cumplimiento tendrá lugar durante los viernes, sábados o domingos,
cientas ochenta y cuatro horas. en el establecimiento penitenciario más próximo al domicilio del arrestado.
4. Son penas leves: No obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, si las circunstancias lo acon-
a) La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores sejaran, el Juez o Tribunal sentenciador podrá ordenar, previo acuerdo del reo
de tres meses a un año. y oído el Ministerio Fiscal, que el arresto de fin de semana se cumpla en otros
APÉNDICE II 647 648 APÉNDICE II

días de la semana, o de no existir Centro penitenciario en el partido judicial Art. 42. — La pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público
donde resida el penado, siempre que fuera posible, en depósitos municipales. produce la privación definitiva del empleo o cargo sobre el que recayere y de los
3. Si el condenado incurriera en dos ausencias no justificadas, el Juez de Vi- honores que le sean anejos. Produce, además, la incapacidad para obtener el
gilancia, sin perjuicio de deducir testimonio por el quebrantamiento de conde- mismo u otros análogos, durante el tiempo de la condena. En la sentencia ha-
na, podrá acordar que el arresto se ejecute ininterrumpidamente. brán de especificarse los empleos, cargos y honores sobre los que recae la inha-
4. Las demás circunstancias de ejecución se establecerán reglamentaria- bilitación.
mente de acuerdo con lo dispuesto en la Ley penitenciaria, cuyas normas se
aplicarán supletoriamente en lo no previsto expresamente en este Código. Art. 43. — La suspensión de empleo o cargo público priva de su ejercicio al
penado durante el tiempo de la condena.
Art. 38. — 1. Cuando el reo estuviere preso, la duración de las penas em-
pezará a computarse desde el día en que la sentencia condenatoria haya que- Art. 44. — La inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo pri-
dado firme. va al penado, durante el tiempo de la condena, del derecho a ser elegido para
2. Cuando el reo no estuviere preso, la duración de las penas empezará a cargos públicos.
contarse desde que ingrese en el establecimiento adecuado para su cumpli-
miento. Art. 45. — La inhabilitación especial para profesión, oficio, industria o co-
mercio o cualquier otro derecho, que ha de concretarse expresa y motivada-
Sección 3a. De las penas privativas de derechos mente en la sentencia, priva al penado de la facultad de ejercerlos durante el
tiempo de la condena.
Art. 39. — Son penas privativas de derechos:
a) La inhabilitación absoluta. Art. 46. — La inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad,
b) Las de inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión, ofi- tutela, cúratela, guarda o acogimiento, priva al penado de los derechos inheren-
cio, industria o comercio, o de los derechos de patria potestad, tutela, guarda o tes a la primera, y supone la extinción de las demás, así como la incapacidad pa-
cúratela, derecho de sufragio pasivo o de cualquier otro derecho. ra obtener nombramiento para dichos cargos durante el tiempo de la condena.
c) La suspensión de empleo o cargo público.
d) La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores. Art. 41. — La imposición de la pena de privación del derecho a conducir ve-
e) La privación del derecho a la tenencia y porte de armas. hículos a motor y ciclomotores, inhabilitará al penado para el ejercicio de am-
/) La privación del derecho a residir en determinados lugares o acudir a bos derechos durante el tiempo fijado en la sentencia.
ellos. La imposición de la pena de privación del derecho a la tenencia y porte de ar-
g) Los trabajos en beneficio de la comunidad. mas inhabilitará al penado para el ejercicio de este derecho por el tiempo fijado
en la sentencia.
Art. 40. — La pena de inhabilitación absoluta tendrá una duración de seis
a veinte años, las de inhabilitación especial, de seis meses a veinte años, la de Art. 48. — La privación del derecho a residir en determinados lugares o
suspensión de empleo o cargo público, de seis meses a seis años, la de privación acudir a ellos impide al penado volver al lugar en que haya cometido el delito, o
del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores y la de privación del de- a aquel en que resida la víctima o su familia, si fueren distintos.
recho a la tenencia y porte de armas, de tres meses a diez años; la de privación
del derecho a residir o acudir a determinados lugares^de seis meses a cinco Art. 49. — Los trabajos en beneficio de la comunidad, que no podrán impo-
años; y la de trabajos en beneficio de la comunidad, de un día a un año. nerse sin consentimiento del penado, le obligan a prestar su cooperación no re-
tribuida en determinadas actividades de utilidad pública. Su duración diaria
Art. 41. — La pena de inhabilitación absoluta produce la privación defini- no podrá exceder de ocho horas y sus condiciones serán las siguientes:
tiva de todos los honores, empleos y cargos públicos que tenga el penado, aun- I a . La ejecución se desarrollará bajo el control del Juez o Tribunal senten-
que sean electivos. Produce, además, la incapacidad para obtener los mismos o ciador, que, a tal efecto, podrá requerir informes sobre el desempeño del traba-
cualesquiera otros honores, cargos o empleos públicos, y la de ser elegido para jo a la Administración, entidad pública o asociación de interés general en que
cargo público, durante el tiempo de la condena. se presten los servicios.
650 APÉNDICE II
APÉNDICE II 649

2a. No atentará a la dignidad del penado. do para determinar en cada caso su cuantía, no sólo las circunstancias ate-
3 a . El trabajo en beneficio de la comunidad será facilitado por la Adminis- nuantes y agravantes del hecho, sino principalmente la situación económica
tración, la cual podrá establecer los convenios oportunos a tal fin. del culpable.
4a. Gozará de la protección dispensada a los penados por la legislación pe-
nitenciaria en materia de Seguridad Social. Art.53.— 1. Si el condenado no satisficiere, voluntariamente o por vía de
apremio, la multa impuesta, quedará sujeto a una responsabilidad personal
5a. No se supeditará al logro de intereses económicos.
subsidiaria de un día de privación de libertad por cada dos cuotas diarias no sa-
Las demás circunstancias de su ejecución se establecerán reglamentaria-
tisfechas, que podrá cumplirse en régimen de arrestos de fin de semana.
mente de acuerdo con lo dispuesto en la Ley Penitenciaria, cuyas disposiciones
También podrá el Juez o Tribunal, previa conformidad del penado, acordar
se aplicarán supletoriamnte en lo no previsto expresamente en este Código.
que la responsabilidad subsidiaria se cumpla mediante trabajos en beneficio
de la comunidad. En este caso, cada día de privación de libertad equivaldrá a
Seccioné". De la pena de multa una jornada de trabajo.
2. En los supuestos de multa proporcional los Jueces y Tribunales estable-
Art. 50. — 1. La pena de multa consistirá en la imposición al condenado de cerán, según su prudente arbitrio, la responsabilidad personal subsidiaria que
una sanción pecuniaria. proceda, que no podrá exceder, en ningún caso, de un año de duración. También
2. La pena de multa se impondrá, salvo que la Ley disponga otra cosa, por podrá el Juez o Tribunal acordar, previa conformidad del penado, que se cum-
el sistema de días-multa. pla mediante trabajos en beneficio de la comunidad.
3. Su extensión mínima será de cinco días, y la máxima, de dos años. Este 3. Esta responsabilidad subsidiaria no se impondrá a los condenados a pe-
límite máximo no será de aplicación cuando la multa se imponga como sustitu- na privativa de libertad superior a cuatro años.
tiva de otra pena; en este caso su duración será la que resulte de la aplicación 4. El cumplimiento de la responsabilidad subsidiaria extingue la obliga-
de las reglas previstas en el artículo 88. ción de pago de la multa, aunque el reo mejore de fortuna.
4. La cuota diaria tendrá un mínimo de doscientas pesetas y un máximo de
cincuenta mil. A efectos de cómputo, cuando sefijela duración por meses o por Sección 5a. De las penas accesorias
años, se entenderá que los meses son de treinta días y los años de trescientos se-
senta. Art. 54. — Las penas de inhabilitación son accesorias en los casos en que,
5. Los Jueces o Tribunales determinarán motivadamente la extensión de la no imponiéndolas especialmente, la Ley declare que otras penas las llevan con-
pena dentro de los límites establecidos para cada delito y según las reglas del sigo.
capítulo II de este Título. Igualmente, fijarán en la sentencia, el importe de
estas cuotas, teniendo en cuenta para ello exclusivamente la situación econó- Art. 55. — La pena de prisión igual o superior a diez años llevará consigo la
mica del reo, deducida de su patrimonio, ingresos, obligaciones y cargas fami- inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena, salvo que ésta ya es-
liares y demás circunstancias personales del mismo. tuviere prevista como pena principal para el supuesto de que se trate.
6. El Tribunal determinará en la sentencia el tiempo y forma del pago de las
cuotas. Art. 56. — En las penas de prisión de hasta diez años, los Jueces o Tribuna-
les impondrán, atendiendo a la gravedad del delito, como penas accesorias al-
Art. 51. — Si, después de la sentencia, el penado empeorare su fortuna, el guna de las siguientes: suspensión de empleo o cargo público, inhabilitación es-
Juez o Tribunal, excepcionalmente y tras la debida indagación de la capacidad pecial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, o in-
económica de aquél, podrá reducir el importe de las cuotas. habilitación especial para empleo o cargo público, profesión, oficio, industria o
comercio o cualquier otro derecho, si éstos hubieran tenido relación directa con
Art. 52. — 1. No obstante lo dispuesto en los artículos anteriores y cuando el delito cometido, debiendo determinarse expresamente en la sentencia esta
el Código así lo determine, la multa se establecerá en proporción al daño causa- vinculación.
do, el valor del objeto del delito o el beneficio reportado por el mismo.
2. En estos casos, en la aplicación de las multas, los Jueces y Tribunales po- Art. 57. — Los Jueces o Tribunales, en los delitos de homicidio, lesiones,
drán recorrer toda la extensión en que la Ley permita imponerlas, consideran- aborto, contra la libertad, torturas y contra la integridad moral, la libertad se-
APÉNDICE II 651
652 APÉNDICE II

xual, la intimidad, el honor, el patrimonio y el orden socioeconómico, atendien-


extensión que se estime adecuada, atendiendo al peligro inherente al intento y
do a la gravedad de los hechos y al peligro que el delincuente represente, podrán
al grado de ejecución alcanzado.
acordar en sus sentencias la prohibición de que el reo vuelva al lugar en que ha-
ya cometido el delito, o acuda a aquel en que resida la víctima o su familia, si Art. 63. — A los cómplices de un delito consumado o intentado se les impon-
fueren distintos, dentro del período de tiempo que el Juez o Tribunal señalen, drá la pena inferior en grado a la fijada por la Ley para los autores del mismo
según las circunstancias del caso, sin que pueda exceder de cinco años. delito.

Sección 6a. Disposiciones comunes Art. 64. — Las reglas anteriores no serán de aplicación en los casos en que
la tentativa y la complicidad se hallen especialmente penadas por la Ley.
Art. 58. — 1. El tiempo de privación de libertad sufrido preventivamente
se abonará en su totalidad para el cumplimiento de la pena o penas impuestas Art. 65. — 1. Las circunstancias agravantes o atenuantes que consistan
en la causa en que dicha privación haya sido acordada o, en su defecto, de las en la disposición moral del delincuente, en sus relaciones particulares con el
que pudieran imponerse contra el reo en otras, siempre que hayan tenido por ofendido o en otra causa personal, servirán para agravar o atenuar la respon-
objeto hechos anteriores al ingreso en prisión. sabilidad sólo de aquellos en quienes concurran.
2. Igualmente, se abonarán en su totalidad, para el cumplimiento de la pe- 2. Las que consistan en la ejecución material del hecho o en los medios em-
na impuesta, las privaciones de derechos acordadas cautelarmente. pleados para realizarla, servirán únicamente para agravar o atenuar la res-
ponsabilidad de los que hayan tenido conocimiento de ellas en el momento de la
Art. 59. — Cuando las medidas cautelares sufridas y la pena impuesta acción o de su cooperación para el delito.
sean de distinta naturaleza, el Juez o Tribunal ordenará que se tenga por eje-
cutada la pena impuesta en aquella parte que estime compensada. Art. 66. — En la aplicación de la pena, los Jueces o Tribunales observarán,
según haya o no circunstancias atenuantes o agravantes, las siguientes reglas:
Art. 60. — 1. Cuando, después de pronunciada sentencia firme, se aprecie Ia. Cuando no concurrieren circunstancias atenuantes ni agravantes o
en el penado una situación duradera de trastorno mental grave que le impida cuando concurran unas y otras, los Jueces o Tribunales individualizarán la pe-
conocer el sentido de la pena, se suspenderá la ejecución de la pena privativa de na imponiendo la señalada por la Ley en la extensión adecuada a las circuns-
libertad que se le haya impuesto garantizando el Juez o Tribunal que aquél re- tancias personales del delincuente y a la mayor o menor gravedad del hecho, ra-
ciba la asistencia médica precisa. zonándolo en la sentecia.
2. Restablecida la salud mental del penado, éste cumplirá la sentencia si la 2a. Cuando concurra sólo alguna circunstancia atenuante, los Jueces o Tri-
pena no hubiere prescrito, sin perjuicio de que el Juez o Tribunal, por razones bunales no podrán rebasar en la aplicación de la pena la mitad inferior de la que
de equidad, pueda dar por extinguida la condena o reducir su duración, en la fije la Ley para el delito.
medida en que el cumplimiento de la pena resulte innecesario o contraprodu- 3 a . Cuando concurran una o varias circunstancias agravantes, los Jueces o
cente. Tribunales impondrán la pena en la mitad superior de la establecida por la Ley.
4a. Cuando sean dos o más las circunstancias atenuantes o una sola muy
cualificada, los Jueces o Tribunales, razonándolo en la sentencia, podrán impo-
ner la pena inferior en uno o dos grados a la señalada por la Ley, aplicándola en
Capítulo Segundo la extensión que estimen pertinente, según la entidad y número de dichas cir-
DE LA APLICACIÓN DE LAS PENAS cunstancias.
Sección Ia. Reglas generales para la aplicación de las penas Art. 67. — Las reglas del artículo anterior no se aplicarán a las circunstan-
cias agravantes o atenuantes que la Ley haya tenido en cuenta al describir o
Art. 61. — Cuando la Ley establece una pena, se entiende que la impone a sancionar una infracción, ni a las que sean de tal manera inherentes al delito
los autores de la infracción consumada. que sin la concurrencia de ellas no podría cometerse.
Art. 62. — A los autores de tentativa de delito se les impondrá la pena infe- Art. 68. — En los casos previstos en la circunstancia I a del artículo 21, los
rior en uno o dos grados a la señalada por la Ley para el delito consumado, en la Jueces o Tribunales podrán imponer, razonándolo en la sentencia, la pena in-
APÉNDICE II 653 654 APÉNDICE II

ferior en uno o dos grados a la señalada por la Ley, aplicándola en la extensión da conforme a lo dispuesto en la sección 2a del capítulo III de este Título, sin per-
que estimen pertinenete, atendidos el número y la entidad de los requisitos que juicio de la suspensión de la ejecución de la pena en los casos en que proceda.
falten o concurran, las circunstancias personales del autor y, en su caso, el res-
to de las circunstancias atenuantes o agravantes. Art. 72. — Cuando la pena señalada en la Ley no tenga una de las formas
previstas especialmente en este Título, se individualizará y aplicará, en cada
Art. 69. — Al mayor de dieciocho años y menor de veintiuno que cometa un caso, haciendo uso analógico de las reglas anteriores.
delito, podrán aplicársele las disposiciones de la Ley que regule la responsabi-
lidad penal del menor en los casos y con los requisitos que ésta disponga. Sección 2 a. Reglas especiales para la aplicación de las penas
Art. 70. — 1. La pena superior o inferior en grado a la prevista por la Ley Art. 73. — Al responsable de dos o más delitos o faltas se le impondrán to-
para cualquier delito tendrá la extensión resultante de la aplicación de las si- das las penas correspondientes a las diversas infracciones para su cumpli-
guientes reglas: miento simultáneo, si fuera posible, por la naturaleza y efectos de las mismas.
Ia. La pena superior en grado se formará partiendo de la cifra máxima
señalada por la Ley para el delito de que se trate y aumentando a és- Art. 74. — 1. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, el que, en eje-
ta la mitad de su cuantía, constituyendo la suma resultante su lími- cución de un plan preconcebido o aprovechando idéntica ocasión, realice una
te máximo. pluralidad de acciones u omisiones que ofendan a uno o varios sujetos e infrin-
2a. La pena inferior en grado se formará partiendo de la cifra mínima se- jan el mismo precepto penal o preceptos de igual o semejante naturaleza, será
ñalada por la Ley para el delito de que se trate y deduciendo de ésta castigado, como autor de un delito o falta continuados, con la pena señalada pa-
la mitad de su cuantía, constituyendo el resultado de tal deducción su ra la infracción más grave, que se impondrá en su mitad superior.
límite mínimo. 2. Si se tratare de infracciones contra el patrimonio, se impondrá la pena te-
2. Cuando, en la aplicación de la regla establecida en el subapartado Io del niendo en cuenta el perjuicio total causado. En estas infracciones el Juez o Tri-
apartado 1 de este artículo, la pena superior en grado exceda de los límites má- bunal impondrá, motivadamente, la pena superior en uno o dos grados, en la
ximosfijadosa cada pena en este Código, se considerarán como inmediatamen- extensión que estime conveniente, si el hecho revistiere notoria gravedad y hu-
te superiores: biere perjudicado a una generalidad de personas.
Ia. Si la pena determinada fuera la de prisión, la misma pena, con la 3. Quedan exceptuadas de lo establecido en los apartados anteriores las
cláusula de que su duración máxima será de treinta años. ofensas a bienes eminentemente personales, salvo las constitutivas de infrac-
2a. Si fuera la de inhabilitación absoluta o especial, la misma pena, con ciones contra el honor y la libertad sexual; en tales casos se atenderá a la natu-
la cláusula de que su duración máxima será de veinticinco años. raleza del hecho y del precepto infringido para aplicar o no la continuidad delic-
3 a . Tratándose de privación del derecho a conducir vehículos a motor y tiva.
ciclomotores y del derecho a la tenencia y porte de armas, las mismas Art. 75. — Cuando todas o algunas de las penas correspondientes a las di-
penas, con la cláusula de que su duración máxima será de quince versas infracciones no puedan ser cumplidas simultáneamente por el condena-
años. do, se seguirá el orden de su respectiva gravedad para su cumplimiento sucesi-
4a. Si fuera de multa, la misma pena, con la cláusula de que su duración vo, en cuanto sea posible.
máxima será de treinta meses.
5a. En el arresto de fin de semana, el mismo arresto, con la cláusula de Art. 76.— 1. No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, el máximo de
que su duración máxima será de treinta y seis fines de semana. cumplimiento efectivo de la condena del culpable no podrá exceder del triple
del tiempo por el que se le imponga la más grave de las penas en que haya incu-
Art. 71. — 1. En la determinación de la pena inferior en grado, los Jueces rrido, declarando extinguidas las que procedan desde que las ya impuestas cu-
o Tribunales no quedarán limitados por las cuantías mínimas señaladas en la bran dicho máximo, que no podrá exceder de veinte años. Excepcionalmente,
Ley a cada clase de pena, sino que podrán reducirlas en la forma que resulte de este límite máximo será:
la aplicación de la regla correspondiente. a) De veinticinco años, cuando el sujeto haya sido condenado por dos o
2. No obstante, cuando por aplicación de las reglas anteriores proceda im- más delitos y alguno de ellos esté castigado por la Ley con pena de pri-
poner una pena de prisión inferior a seis meses, ésta será en todo caso sustituí- sión de hasta veinte años.
APÉNDICE II 655 656 APÉNDICE II

b) De treinta años, cuando el sujeto haya sido condenado por dos o más 2. El plazo de suspensión será de dos a cinco años para las penas privativas
delitos y alguno de ellos esté castigado por la Ley con pena de prisión de libertad inferiores a dos años, y de tres meses a un año para las penas leves
superior a veinte años. y se fijará por los Jueces o Tribunales, previa audiencia de las partes, atendi-
2. La limitación se aplicará aunque las penas se hayan impuesto en distin- das las circunstancias personales del delincuente, las características del hecho
y la duración de la pena.
tos procesos si los hechos, por su conexión, pudieran haberse enjuiciado en uno
sólo. 3. La suspensión de la ejecución de la pena no será extensiva a la responsa-
bilidad civil derivada del delito o falta penados.
Art. 77. — 1. Lo dispuesto en los dos artículos anteriores, no es aplicable 4. Los Jueces y Tribunales sentenciadores podrán otorgar la suspensión de
en el caso de que un solo hecho constituya dos o más infracciones, o cuando una cualquier pena impuesta sin sujeción a requisito alguno en el caso de que el pe-
de ellas sea medio necesario para cometer la otra. nado esté aquejado de una enfermedad muy grave con padecimientos incur-
2. En estos casos se aplicará en su mitad superior la pena prevista para la ables, salvo que en el momento de la comisión del delito tuviera ya otra pena
infracción más grave, sin que pueda exceder de la que represente la suma de las suspendida por el mismo motivo.
que correspondería aplicar si se penaran separadamente las infracciones.
3. Cuando la pena así computada exceda de este límite, se sancionarán las Art. 81. — Serán condiciones necesarias para dejar en suspenso la ejecu-
infracciones por separado. ción de la pena, las siguientes:
Ia. Que el condenado haya delinquido por primera vez. A tal efecto no se
Art. 78. — Si a consecuencia de las limitaciones establecidas en el artículo tendrán en cuenta las anteriores condenas por delitos imprudentes ni los ante-
76 la pena a cumplir resultase inferior a la mitad de la suma total de las im- cedentes penales que hayan sido cancelados, o debieran serlo, con arreglo a lo
puestas, el Juez o Tribunal, atendida la peligrosidad criminal del penado, po- dispuesto en el artículo 136 de este Código.
drá acordar motivadamente que los beneficios penitenciarios y el cómputo de 2a. Que la pena impuesta, o la suma de las impuestas en una misma senten-
tiempo para la libertad condicional se refieran a la totalidad de las penas im- cia, no sea superior a los dos años de privación de libertad.
puestas en las sentencias, sin perjuicio de lo que, a la vista del tratamiento, 3 a . Que se hayan satisfecho las responsabilidades civiles que se hubieren
pueda resultar procedente. originado, salvo que el Juez o Tribunal sentenciador, después de oír a los inte-
En este último caso, el Juez de Vigilancia Penitenciaria, valorando, en su ca- resados y al Ministerio Fiscal, declare la imposibilidad total o parcial de que el
so, las circunstancias personales del reo, la evolución del tratamiento reeduca- condenado haga frente a las mismas.
dor y el pronóstico de reinserción social, podrá acordar razonadamente, oído el
Ministerio Fiscal, la aplicación del régimen general de cumplimiento. Art. 82. — Declarada la firmeza de la sentencia y acreditados los requisitos
establecidos en el artículo anterior, los Jueces o Tribunales se pronunciarán
Art. 79. — Siempre que los Jueces o Tribunales impongan una pena que con la mayor urgencia sobre la concesión o no de la suspensión de la ejecución
lleve consigo otras accesorias condenarán también expresamente al reo a estas de la pena. Mientras tanto, no comunicarán ningún antecedente al Registro
últimas. Central de Penados y Rebeldes.
Si el Juez o Tribunal acordara la suspensión de la ejecución de la pena, la
inscripción de la pena suspendida se llevará a cabo en una Sección especial, se-
Capítulo Tercero
parada y reservada de dicho Registro, a la que sólo podrán pedir antecedentes
DE LAS FORMAS SUSTITUTIVAS DE LA EJECUCIÓN los Jueces o Tribunales.
DE LAS PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD
Art. 83. — 1. La suspensión de la ejecución de la pena quedará simpre con-
Sección 1". De la suspensión de la ejecución
de las penas privativas de libertad
dicionada a que el reo no delinca en el plazo fijado por el Juez o Tribunal confor-
me al artículo 80.2 de este Código. En el caso de que la pena suspendida fuese
Art. 80. — 1. Los Jueces o Tribunales podrán dejar en suspenso la ejecu- de prisión, el Juez o Tribunal sentenciador, si lo estima necesario, podrá tam-
ción de las penas privativas de libertad inferiores a dos años mediante resolu- bién condicionar la suspensión al cumplimiento de las obligaciones o deberes
ción motivada, atendiendo fundamentalmente a la peligrosidad criminal del que le haya fijado de entre las siguientes:
sujeto. Io. Prohibición de acudir a determinados lugares.
658 APÉNDICE II
APÉNDICE II 657

2o. Prohibición de ausentarse sin autorización del Juez o Tribunal del lu- dependencia de las sustancias señaladas en el número 2o del artículo 20, siem-
gar donde resida. pre que se den las siguientes circunstancias:
3o. Comparecer personalmente ante el Juzgado o Tribunal, o Servicio de I a . Que se certifique suficientemente, por centro o servicio público o pri-
la Administración que éstos señalen, para informar de sus activida- vado debidamente acreditado u omologado, que el condenado se en-
des yjustificarlas. cuentra deshabituado o sometido a tratamiento para tal fin en el mo-
4o. Participar en programas formativos, laborales, culturales, de educa- mento de decidir sobre la suspensión.
ción vial, sexual y otros similares. 2a. Que no se trate de reos habituales.
5o. Cumplir los demás deberes que el Juez o Tribunal estime convenien- 2. En el supuesto de que el condenado sea reincidente, el Juez o Tribunal
tes para la rehabilitación social del penado, previa conformidad de valorará, por resolución motivada, la oportunidad de conceder o no el beneficio
éste, siempre que no atenten contra su dignidad como persona. de la suspensión de la ejecución de la pena, atendidas las circunstancias del he-
2. Los servicios correspondientes de la Administración competente infor- cho y del autor.
marán al Juez o Tribunal sentenciador, al menos cada tres meses, sobre la ob- 3. La suspensión de la ejecución de la pena quedará siempre condicionada
servancia de las reglas de conducta impuestas. a que el reo no delinca en el período que se señale, que será de tres a cinco años.
4. En el caso de que el condenado se halle sometido a tratamiento de desha-
Art. 84. — 1. Si el sujeto delinquiera durante el plazo de suspensión fijado, bituación, también se condicionará la suspensión de la ejecución de la pena a
el Juez o Tribunal revocará la suspensión de la ejecución de la pena. que no abandone el tratamiento hasta su finalización. Los centros o servicios
2. Si el sujeto infringiera durante el plazo de suspensión las obligaciones o responsables del tratamiento estarán obligados a facilitar al Juez o Tribunal
deberes impuestos, el Juez o Tribunal podrá, previa audiencia de las partes, se- sentenciador, en los plazos que señale, la información precisa para comprobar
gún los casos: el comienzo de aquél, así como para conocer periódicamente su evolución, las
a) Sustituir la regla de conducta impuesta por otra distinta. modificaciones que haya de experimentar así como su finalización.
b) Prorrogar el plazo de suspensión, sin que en ningún caso pueda exce- 5. El Juez o Tribunal revocará la suspensión de la ejecución de la pena si el
der de cinco años. penado incumpliere cualquiera de las condiciones establecidas.
c) Revocar la suspensión de la ejecución de la pena, si el incumplimien- Transcurrido el plazo de suspensión sin haber delinquido el sujeto, el Juez o
to fuera reiterado. Tribunal acordará la remisión de la pena si se ha acreditado la deshabituación
o la continuidad del tratamiento del reo. De lo contrario, ordenará su cumpli-
Art. 85. — 1. Revocada la suspensión, se ordenará la ejecución de la pena, miento, salvo que, oídos los informes correspondientes, estime necesaria la
así como la inscripción de la misma en el Registro Central de Penados y Rebel- continuación del tratamiento; en tal caso podrá conceder razonadamente una
des. prórroga del plazo de suspensión por tiempo no superior a dos años.
2. Transcurrido el plazo de suspensión fijado sin haber delinquido el suje-
to, y cumplidas, en su caso, las reglas de conducta fijadas por el Juez o Tribu-
Sección 2a. De la sustitución de las penas privativas de libertad
nal, éste acordará la remisión de la pena, ordenando la cancelación de la ins-
cripción hecha en la Sección especial del Registro Central de Penados y Rebel- Art. 88. — 1. Los Jueces o Tribunales podrán sustituir, previa audiencia
des. Este antecedente penal no se tendrá en cuenta a ningún efecto. de las partes, en la misma sentencia, o posteriormente en auto motivado, antes
de dar inicio a su ejecución, las penas de prisión que no excedan de un año por
Art. 86. — En los delitos que sólo pueden ser perseguidos previa denuncia arresto de fin de semana o multa, aunque la Ley no prevea estas penas para el
o querella del ofendido, los Jueces y Tribunales oirán a éste y, en su caso, a delito de que se trate, cuando las circunstancias personales del reo, la natura-
quien le represente, antes de conceder los beneficios de la suspensión de la eje- leza del hecho, su conducta y, en particular, el esfuerzo para reparar el daño
cución de la pena. causado así lo aconsejen, siempre que no se trate de reos habituales. Cada se-
mana de prisión será sustituida por dos arrestos definde semana; y cada día de
Art. 87.— 1. Aun cuando no concurran las condiciones l a y 2a previstas en
prisión será sustituido por dos cuotas de multa. En estos casos el Juez o Tribu-
el artículo 81, el Juez o Tribunal, con audiencia de las partes, podrá acordar la
nal podrá además imponer al penado la observancia de una o varias de las obli-
suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad no superiores a
gaciones o deberes previstos en el artículo 83 de este Código.
tres años de los penados que hubiesen cometido el hecho delictivo a causa de su

42 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


APÉNDICE II 659 660 APÉNDICE II

Excepcionalmente podrán los Jueces o Tribunales sustituir las penas de pri- emitido por los expertos que el Juez de Vigilancia estime convenien-
sión que no excedan de dos años a los reos no habituales cuando de las circuns- tes.
tancias del hecho y del culpable se infiera que el cumplimiento de aquéllas ha- 2. El Juez de Vigilancia, al decretar la libertad condicional de los penados,
bría de frustrar sus fines de prevención y reinserción social. En estos casos, la podrá imponerles la observancia de una o varias de las reglas de conducta pre-
sustitución se llevará a cabo con los mismos requisitos y en los mismos térmi- vistas en el artículo 105 del presente Código.
nos y módulos de conversión establecidos en el párrafo anterior.
2. También podrán los Jueces y Tribunales, previa conformidad del reo, Art. 91. — Excepcionalmente, cumplidas las circunstancias I a y 3 a del
sustituir las penas de arresto de fines de semana por multa o trabajos en bene- apartado 1 del artículo anterior, el Juez de Vigilancia Penitenciaria podrá con-
ficio de la comunidad. En este caso, cada arresto definde semana será sustitui- ceder la libertad condicional a los sentenciados a penas privativas de libertad
do por cuatro cuotas de multa o dos jornadas de trabajo. que hayan extinguido las dos terceras partes de su condena, siempre que me-
3. En el suspuesto de quebrantamiento o incumplimiento en todo o en par- rezcan dicho beneficio por haber desarrollado continuadamente actividades la-
te de la pena sustitutiva, la pena de prisión o de arresto de fin de semana ini- borales, culturales u ocupacionales.
cialmente impuesta se ejecutará descontando, en su caso, la parte de tiempo
que se haya cumplido, de acuedo con las reglas de conversión respectivamente Art. 92. — No obstante lo dispuesto en los artículos anteriores, los senten-
establecidas en los apartados precedentes. ciados que hubieran cumplido la edad de setenta años, o la cumplan durante la
4. En ningún casóse podrán sustituir penas que sean sustitutivas de otras. extinción de la condena, y reúnan los requisitos establecidos, excepto el haber
extinguido las tres cuartas partes de aquélla, o, en su caso, las dos terceras po-
Art. 89. — 1. Las penas privativas de libertad inferiores a seis años im- drán obtener la concesión de la libertad condicional.
puestas a un extranjero no residente legalmente en España podrán ser susti- El mismo criterio se aplicará cuando, según informe médico, se trate de en-
tuidas por su expulsión del territorio nacional. Igualmente, los Jueces o Tribu- fermos muy graves, con padecimientos incurables.
nales, a instancia del Ministerio Fiscal, podrán acordar la expulsión del terri-
torio nacional del extranjero condenado a pena de prisión igual o superior a seis Art. 93. — El período de libertad condicional durará todo el tiempo que le
años, siempre que haya cumplido las tres cuartas partes de la condena. En am- falte al sujeto para cumplir su condena. Si en dicho período el reo delinquiere o
bos casos será necesario oír previamente al penado. inobservare las reglas de conducta impuestas, el Juez de Vigilancia Peniten-
2. El extranjero no podrá regresar a España en un plazo de tres a diez años ciaria revocará la libertad concedida, y el penado reingresará en prisión en el
contados desde la fecha de su expulsión, atendida la duración de la pena im- período o grado penitenciario que corresponda, sin perjuicio del cómputo del
puesta. Si regresare antes de dicho término, cumplirá las penas que le hayan tiempo pasado en libertad condicional.
sido sustituidas.
3. No obstante lo dispuesto en el apartado anterior, el extranj ero que inten- Sección 4a. Disposiciones comunes
tara quebrantar una decisión judicial de expulsión con prohibición expresa de
regresar al territorio español y fuese sorprendido en la frontera, será expulsa- Art. 94. — A los efectos previstos en las secciones I a y 2a de este capítulo se
do por la autoridad gubernativa. consideran reos habituales los que hubieren cometido tres o más delitos de los
comprendidos en un mismo capítulo, en un plazo no superior a cinco años, y ha-
yan sido condenados por ello.
Sección 3a. De la libertad condicional

Art. 90. — 1. Se establece la libertad condicional en las penas privativas Título Cuarto
de libertad para aquellos sentenciados en quienes concurran las circunstan- DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD
cias siguientes:
Ia. Que se encuentren en el tercer grado de tratamiento penitenciario. Capítulo Primero
2a. Que hayan extinguido las tres cuartas partes de la condena impuesta. DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD EN GENERAL
3 a . Que hayan observado buena conducta, y exista respecto de los mis-
Art. 95. — 1. Las medidas de seguridad se aplicarán por el Juez o Tribu-
mos un pronóstico individualizado y favorable de reinserción social,
nal, previos los informes que estime convenientes, a las personas que se en-
APÉNDICE II 661 APÉNDICE II
662

cuentren en los supuestos previstos en el capítulo siguiente de este Código, Art. 98. — Para formular la propuesta a que se refiere el artículo anterior
siempre que concurran estas circunstancias: el Juez de Vigilancia Penitenciaria deberá valorar los informes emitidos por los
I a . Que el sujeto haya cometido un hecho previsto como delito. facultativos y profesionales que asistan al sometido a medida de seguridad, y,
2a. Que del hecho y de las circunstancias personales del sujeto pueda de- en su caso, el resultado de las demás actuaciones que a este fin ordene.
ducirse un pronóstico de comportamiento futuro que revele la proba-
bilidad de comisión de nuevos delitos. Art. 99. — En el caso de concurrencia de penas y medidas de seguridad pri-
2. Cuando la pena que hubiere podido imponerse por el delito cometido no vativas de libertad, el Juez o Tribunal ordenará el cumplimiento de la medida,
fuere privativa de libertad, el Juez o Tribunal sentenciador sólo podrá acordar que se abonará para el de la pena. Una vez alzada la medida de seguridad, el
alguna o algunas de las medidas previstas en el artículo 105. Juez o Tribunal podrá, si con la ejecución de la pena se pusieran en peligro los
efectos conseguidos a través de aquélla, suspender el cumplimiento del resto de
Art. 96. — 1. Las medidas de seguridad que se pueden imponer con arre- la pena por un plazo no superior a la duración de la misma, o aplicar alguna de
glo a este Código son privativas y no privativas de libertad. las medidas previstas en el artículo 105.
2. Son medidas privativas de libertad:
Ia. El internamiento en centro psiquiátrico. Art. 100. — 1. El quebrantamiento de una medida de seguridad de inter-
2a. El internamiento en centro de deshabituación. namiento dará lugar al reingreso del sujeto en el mismo centro del que se hu-
3 a . El internamiento en centro educativo especial. biese evadido o en otro que corresponda a su estado, sin perjuicio de deducir tes-
timonio por el quebrantamiento de la medida en los casos de los sometidos a
3. Son medidas no privativas de libertad: ella en virtud del artículo 104 de este Código.
I a . La prohibición de estancia y residencia en determinados lugares.
2. Si se tratare de otras medidas, el Juez o Tribunal podrá acordar la susti-
2a. La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores.
tución de la quebrantada por la de internamiento si ésta estuviese prevista pa-
3a. La privación de licencia o del permiso de armas.
ra el supuesto de que se trate y si el quebrantamiento demostrase su necesidad.
4a. La inhabilitación profesional.
5a. La expulsión del territorio nacional, de extranjeros no residentes le-
galmente en España. Capítulo Segundo
6a. Las demás previstas en el artículo 105 de este Código. DE LA APLICACIÓN DE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

Art. 97. — Durante la ejecución de la sentencia, el Juez o Tribunal senten- Sección Ia. De las medidas privativas de libertad
ciador podrá, mediante un procedimiento contradictorio, previa propuesta del
Juez de Vigilancia Penitenciaria: Art. 101. — 1. Al sujeto que sea declarado exento de responsabilidad cri-
a) Decretar el cese de cualquier medida de seguridad impuesta en cuanto minal conforme al número Io del artículo 20, se le podrá aplicar, si fuere nece-
desaparezca la peligrosidad criminal del sujeto. saria, la medida de internamiento para tratamiento médico o educación espe-
b) Sustituir una medida de seguridad por otra que estime más adecuada, cial en un establecimiento adecuado al tipo de anomalía o alteración psíquica
entre las previstas para el supuesto de que se trate. En el caso de que fuera que se aprecie, o cualquiera otra de las medidas previstas en el apartado 3 del
acordada la sustitución y el sujeto evolucionara desfavorablemente, se dejará artículo 96. El internamiento no podrá exceder del tiempo que habría durado la
tal medida sin efecto. pena privativa de libertad, si hubiera sido declarado responsable el sujeto, y a
tal efecto el Juez o Tribunal fijará en la sentencia ese límite máximo.
c) Dejar en suspenso la ejecución de la medida en atención al resultado ya
obtenido con su aplicación, por un plazo no superior al que reste hasta el máxi- 2. El sometido a esta medida no podrá abandonar el establecimiento sin au-
mo señalado en la setencia que lo impuso. La suspensión quedará condiciona- torización del Juez o Tribunal sentenciador, de conformidad con lo previsto en
da a que el sujeto no delinca durante el plazofijado,y podrá dejarse sin efecto si el artículo 97 de este Código.
nuevamente resultara acreditada cualquiera de las circunstancias previstas Art. 102.— 1. A los exentos de responsabilidad penal conforme al número
en el artículo 95 de este Código. 2o del artículo 20 se les aplicará, si fuere necesaria, la medida de internamien-
A estos efectos el Juez de Vigilancia Penitenciaria estará obligado a elevar to en centro de deshabituación público, o privado debidamente acreditado u ho-
al menos anualmente una propuesta de mantenimiento, cese, sustitución o mologado, o cualquiera otra de las medidas previstas en el apartado 3 del artí-
suspensión de la medida de seguridad privativa de libertad impuesta. culo 96. El internamiento no podrá exceder del tiempo que habría durado la pe-
APÉNDICE II 663 664 APÉNDICE II

na privativa de libertad, si el sujeto hubiere sido declarado responsable, y a tal quien la ejercerá en relación con el Juez de Vigilancia y sin menosca-
efecto el Juez o Tribunal fijará ese límite máximo en la sentencia. bo de las actividades escolares o laborales del custodiado.
2. El sometido a esta medida no podrá abandonar el establecimento sin au- /) Sometimiento a programas de tipo formativo, cultural, educativo,
torización del Juez o Tribunal sentenciador de conformidad con lo previsto en profesional, de educación sexual y otros similares.
el artículo 97 de este Código.
2. Por un tiempo de hasta diez años:
Art. 103. — 1. Alos que fueren declarados exentos de responsabilidad con- a) La privación de la licencia o del permiso de armas.
forme al número 3o del artículo 20, se les podrá aplicar, si fuere necesaria, la b) La privación del derecho a la conducción de vehículos a motor y ciclo-
medida de internamiento en un centro educativo especial o cualquiera otra de motores.
las medidas previstas en el apartado tercero del artículo 96. El internamiento El Juez de Vigilancia Penitenciaria o los servicios correspondientes del Mi-
no podrá exceder del tiempo que habría durado la pena privativa de libertad, si nisterio de Justicia e Interior o de la Administración Autonómica informarán
el sujeto hubiera sido declarado responsable y, a tal efecto, el Juez o Tribunal al Juez o Tribunal sentenciador sobre el cumplimiento de estas medidas.
fijará en la sentencia ese límite máximo.
2. El sometido a esta medida no podrá abandonar el establecimiento sin au- Art. 106. — En los casos previstos en el artículo anterior, el Juez o Tribu-
torización del Juez o Tribunal sentenciador de conformidad con lo previsto en nal sentenciador dispondrá que los servicios de asistencia social competentes
el artículo 97 de este Código. presten la ayuda o atención que precise y legalmente le corresponda al someti-
3. En este supuesto, la propuesta a que se refiere el artículo 97 de este Có- do a medidas de seguridad no privativas de libertad.
digo deberá hacerse al terminar cada curso o grado de enseñanza.
Art. 107. — El Juez o Tribunal podrá decretar razonadamente la medida
Art. 104. — En los supuestos de eximente incompleta en relación con los de inhabilitación para el ejercicio de determinado derecho, profesión, oficio, in-
números 1°, 2o y 3o del artículo 20, el Juez o Tribunal podrá imponer, además de dustria o comercio, cargo o empleo, por un tiempo de uno a cinco años, cuando
la pena correspondiente, las medidas previstas en los artículos 101,102 y 103. el sujeto haya cometido con abuso de dicho ejercicio, o en relación con él, un he-
No obstante, la medida de internamiento sólo será aplicable cuando la pena im- cho delictivo, y cuando de la valoración de las circunstancias concurrentes pue-
puesta sea privativa de libertad y su duración no podrá exceder de la de la pe- da deducirse el peligro de que vuelva a cometer el mismo delito u otros semejan-
na prevista por el Código para el delito. Para su aplicación se observará lo dis- tes, siempre que no sea posible imponerle la pena correspondiente por encon-
puesto en el artículo 99. trarse en alguna de las situaciones previstas en los nros. Io, 2o y 3o, artículo 20.
Art. 108. — 1. Si el sujeto fuere extranjero no residente legalmente en Es-
Sección 2a. De las medidas no privativas de libertad
paña, el Juez o Tribunal podrá acordar, previa audiencia de aquél, la expulsión
Art. 105. — En los casos previstos en los artículos 101 a 104, el Juez o Tri- del territorio nacional como sustitutiva de las medidas de seguridad privativas
bunal podrá acordar razonadamente, desde un principio o durante la ejecución de libertad que le sean aplicables.
de la sentencia, la imposición de la observancia de una o varias de las siguien- 2. El sujeto a esta medida no podrá volver a entrar en España durante el
tes medidas: plazo que se señale, sin que pueda exceder de diez años.
1. Por un tiempo no superior a cinco años:
a) Sumisión a tratamiento externo en centros médicos o establecimien-
Título Quinto
tos de carácter socio-sanitario.
b) Obligación de residir en un lugar determinado. DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DE LOS DELITOS
Y FALTAS DE LAS COSTAS PROCESALES
c) Prohibición de residir en el lugar o territorio que se designe. En este
caso, el sujeto quedará obligado a declarar el domicilio que elija y los Capítulo Primero
cambios que se produzcan DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL Y SU EXTENSIÓN
d) Prohibición de acudir a determinados lugares o visitar estableci-
mientos de bebidas alcohólicas. Art. 109. — 1. La ejecución de un hecho descrito por la Ley como delito o
e) Custodia familiar. El sometido a esta medida quedará sujeto al cui- falta obliga a reparar, en los términos previstos en las Leyes, los daños y perjui-
dado y vigilancia del familiar que se designe y que acepte la custodia, cios por él causados.
APÉNDICE II 665 666 APÉNDICE II

2. El perjudicado podrá optar, en todo caso, por exigir la responsabilidad ci- dos o más los responsables de un delito o falta los Jueces o Tribunales señala-
vil ante la Jurisdicción Civil. rán la cuota de que deba responder cada uno.
2. Los autores y los cómplices, cada uno dentro de su respectiva clase, serán
Art. 110. — La responsabilidad establecida en el artículo anterior com- responsables solidariamente entre sí por sus cuotas, y subsidiariamente por
prende: las correspondientes a los demás responsables.
Io. La restitución.
La responsabilidad subsidiaria se hará efectiva: primero, en los bienes de
2o. La reparación del daño.
los autores, y después, en los de los cómplices.
3o. La indemnización de perjuicios materiales y morales. Tanto en los casos en que se haga efectiva la responsabilidad solidaria como
Art. 111. — 1. Deberá restituirse, siempre que sea posible, el mismo bien, la subsidiaria, quedará a salvo la repetición del que hubiere pagado contra los
con abono de los deterioros y menoscabos que el Juez o Tribunal determinen. demás por las cuotas correspondientes a cada uno.
La restitución tendrá lugar aunque el bien se halle en poder de tercero y éste lo
Art. 117. — Los aseguradores que hubieren asumido el riesgo de las res-
haya adquirido legalmente y de buena fe, dejando a salvo su derecho de repeti-
ponsabilidades pecuniarias derivadas del uso o explotación de cualquier bien,
ción contra quien corresponda y, en su caso, el de ser indemnizado por el res-
empresa, industria o actividad, cuando, como consecuencia de un hecho previs-
ponsable civil del delito o falta.
to en este Código, se produzca el evento que determine el riesgo asegurado, se-
2. Esta disposición no es aplicable cuando el tercero haya adquirido el bien
rán responsables civiles directos hasta el límite de la indemnización legalmen-
en la forma y con los requisitos establecidos por las Leyes para hacerlo irreivin-
te establecida o convencionalmente pactada, sin perjuicio del derecho de repe-
dicable.
tición contra quien corresponda.
Art. 112. — La reparación del daño podrá consistir en obligaciones de dar,
de hacer o de no hacer que el Juez o Tribunal establecerá atendiendo a la natu- Art. 118.— 1. La exención de la responsabilidad criminal declarada en los
raleza de aquél y a las condiciones personales y patrimoniales del culpable, de- números Io, 2o, 3o, 5o y 6o del artículo 20, no comprende la de la responsabilidad
terminando si han de ser cumplidas por él mismo o pueden ser ejecutadas a su civil, que se hará efectiva conforme a las reglas siguientes:
costa. Ia. En los casos de los números Io y 3o, son también responsables por los
hechos que ejecuten los declarados exentos de responsabilidad penal
Art. 113.— Laindemnizacióndeperjuiciosmaterialesymoralescompren- quienes los tengan bajo su potestad o guarda legal o de hecho, siem-
derá no sólo los que se hubieren causado al agraviado, sino también los que se pre que haya mediado culpa o negligencia por su parte y sin perjuicio
hubieren irrogado a sus familiares o a terceros. de la responsabilidad civil directa que pudiera corresponder a los im-
putables.
Art. 114. — Si la víctima hubiere contribuido con su conducta a la produc- Los Jueces o Tribunales graduarán de forma equitativa la medida en
ción del daño o perjuicio sufrido, los Jueces o Tribunales podrán moderar el im- que deba responder con sus bienes cada uno de dichos sujetos.
porte de su reparación o indemnización. 2a. Son igualmente responsables el ebrio y el intoxicado en el supuesto
del número 2o.
Art. 115. — Los Jueces y Tribunales, al declarar la existencia de responsa- 3 . En el caso del número 5o serán responsables civiles directos las per-
a
bilidad civil, establecerán razonadamente, en sus resoluciones las bases en que sonas en cuyo favor se haya precavido el mal, en proporción al perjui-
fundamenten la cuantía de los daños e indemnizaciones, pudiendo fijarla en la cio que se les haya evitado, si fuera estimable o, en otro caso, en la que
propia resolución o en el momento de su ejecución. el Juez o Tribunal establezca según su prudente arbitrio.
Cuando las cuotas de que deba responder el interesado no sean equi-
tativamente asignables por el Juez o Tribunal, ni siquiera por aproxi-
Capítulo Segundo mación, o cuando la responsabilidad se extienda a las Administracio-
DE LAS PERSONAS CIVILMENTE RESPONSABLES nes Públicas o a la mayor parte de una población y, en todo caso, siem-
pre que el daño se haya causado con asentimiento de la autoridad o de
Art. 116. — 1. Toda persona criminalmente responsable de un delito o fal- sus agentes, se acordará, en su caso, la indemnización en la forma que
ta lo es también civilmente si del hecho se derivaren daños o perjuicios. Si son establezcan las leyes y reglamentos especiales.
APÉNDICE II 667 668 APÉNDICE II

4a. En el caso del n° 6o, responderán principalmente los que hayan cau- me a las normas de procedimiento administrativo, y sin que, en ningún caso,
sado el miedo, y en defecto de ellos, los que hayan ejecutado el hecho. pueda darse una duplicidad indemnizatoria. Si se exigiera en el proceso penal
2. En el caso del art. 14, serán responsables civiles los autores del hecho. la responsabilidad civil de la autoridad, agentes y contratados de la misma o
funcionarios públicos, la pretensión deberá dirigirse simultáneamente contra
Art. 119. — En todos los supuestos del artículo anterior, el Juez o Tribunal la Administración o ente público presuntamente responsable civil subsidiario.
que dicte sentencia absolutoria por estimar la concurrencia de alguna de las
causas de excención citadas, procederá a fijar las responsabilidades civiles sal- Art. 122. — El que por título lucrativo hubiere participado de los efectos de
vo que se haya hecho expresa reserva de las acciones para reclamarlas en la vía un delito o falta, está obligado a la restitución de la cosa o al resarcimiento del
que corresponda. daño hasta la cuantía de su participación.

Art. 120. — Son también responsables civilmente, en defecto de los que lo Capítulo Tercero
sean criminalmente: DE LAS COSTAS PROCESALES
Io. Los padres o tutores, por los daños y perjuicios causados por los delitos o
faltas cometidos por los mayores de dieciocho años sujetos a su patria potestad Art. 123. — Las costas procesales se entienden impuestas por la Ley a los
o tutela y que vivan en su compañía, siempre que haya por su parte culpa o ne- criminalmente responsables de todo delito o falta.
gligencia.
2o. Las personas naturales o jurídicas titulares de editoriales, periódicos, Art. 124. — Las costas comprenderán los derechos e indemnizaciones oca-
revistas, estaciones de radio o televisión o de cualquier otro medio de difusión sionados en las actuaciones judiciales e incluirán siempre los honorarios de la
escrita, hablada o visual, por los delitos o faltas cometidos utilizando los medios acusación particular en los delitos sólo perseguibles a instancia de parte.
de los que sean titulares, dejando a salvo lo dispuesto en el artículo 212 de este
Código. Capítulo Cuarto
3o. Las personas naturales o jurídicas, en los casos de delitos o faltas come- DEL CUMPLIMIENTO DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
tidos en los establecimientos de los que sean titulares, cuando por parte de los Y DEMÁS RESPONSABILIDADES PECUNIARIAS
que los dirijan o administren, o de sus dependientes o empleados, se hayan in-
fringido los reglamentos de policía o las disposiciones de la autoridad que estén Art. 125. — Cuando los bienes del responsable civil no sean bastantes pa-
relacionados con el hecho punible cometido, de modo que éste no se hubiera pro- ra satisfacer de una vez todas las responsabilidades pecuniarias, el Juez o Tri-
ducido sin dicha infracción. bunal, previa audiencia al perjudicado, podrá fraccionar su pago, señalando,
4o. Las personas naturales o jurídicas dedicadas a cualquier género de in- según su prudente arbitrio y en atención a las necesidades del perjudicado y a
dustria o comercio, por los delitos o faltas que hayan cometido sus empleados o las posibilidades económicas del responsable, el período e importe de los plazos.
dependientes, representantes o gestores en el desempeño de sus obligaciones o
Art. 126. — 1. Los pagos que se efectúen por el penado o el responsable ci-
servicios.
vil subsidiario se imputarán por el orden siguiente:
5o. Las personas naturales o jurídicas titulares de vehículos susceptibles de
Io. A la reparación del daño causado e indemnización de los perjuicios.
crear riesgos para terceros, por los delitos o faltas cometidos en la utilización de
2o. A la indemnización al Estado por el importe de los gastos que se hu-
aquéllos por sus dependientes o representantes o personas autorizadas.
bieran hecho por su cuenta en la causa.
3o. A las costas del acusador particular o privado cuando se impusiere en
Art. 121. — El Estado, la Comunidad Autónoma, la provincia, la isla, el
la sentencia su pago.
municipio y demás entes públicos, según los casos, responden subsidiariamen-
4o. A las demás costas procesales, incluso las de la defensa del procesa-
te de los daños causados por los penalmente responsables de los delitos dolosos
do, sin preferencia entre los interesados.
o culposos, cuando éstos sean autoridad, agentes y contratados de la misma o
5o. A la multa.
funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos o funciones siempre que la le-
sión sea consecuencia directa del funcionamiento de los servicios públicos que 2. Cuando el delito hubiere sido de los que sólo pueden perseguirse a ins-
les estuvieren confiados, sin perjuicio de la responsabilidad patrimonial deri- tancia de parte, se satisfarán las costas del acusador privado con preferencia a
vada del funcionamiento normal o anormal de dichos servicios exigible confor- la indemnización del Estado.
APÉNDICE II 669 670 APÉNDICE II

Título Sexto Título Séptimo


DE LAS CONSECUENCIAS ACCESORIAS DE LA EXTINCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL Y SUS EFECTOS

Art. 121. — Toda pena que se imponga por un delito o falta dolosos llevará Capítulo Primero
consigo la pérdida de los efectos que de ellos provengan y de los instrumentos DE LAS CAUSAS QUE EXTINGUEN LA RESPONSABILIDAD CRIMINAL
con que se haya ejecutado, así como las ganancias provenientes del delito, cua-
lesquiera que sean las transformaciones que hubieren podido experimentar. Art. 130. — La responsabilidad criminal se extingue:
Los unos y las otras serán decomisados, a no ser que pertenezcan a un tercero Io. Por la muerte del reo.
de buena fe no responsable del delito que los haya adquirido legalmente. Los 2o. Por el cumplimiento de la condena.
que se decomisan se venderán si son de lícito comercio, aplicándose su produc- 3o. Por el indulto.
to a cubrir las responsabilidades civiles del penado y, si no lo son, se les dará el 4o. Por el perdón del ofendido, cuando la Ley así lo prevea. El perdón habrá
destino que se disponga reglamentariamente y, en su defecto, se inutilizarán. de ser otorgado de forma expresa antes de que se haya iniciado la ejecución de
la pena impuesta. A tal efecto, declarada la firmeza de la sentencia, el Juez o
Art. 128. — Cuando los referidos efectos e instrumentos sean de lícito co- Tribunal sentenciador oirá al ofendido por el delito antes de ordenar la ejecu-
mercio y su valor no guarde proporción con la naturaleza o gravedad de la in- ción de la pena.
fracción penal, o se hayan satisfecho completamente las responsabilidades ci- En los delitos o faltas contra menores o incapacitados, los Jueces o Tribuna-
viles, podrá el Juez o Tribunal no decretar el decomiso, o decretarlo parcial- les, oído el Ministerio Fiscal, podrán rechazar la eficacia del perdón otorgado
mente. por los representantes de aquéllos, ordenando la continuación del procedimien-
to, con intervención del Ministerio Fiscal, o el cumplimiento de la condena.
Art. 129. — 2. El Juez o Tribunal, en los supuestos previstos en este Códi- Para rechazar el perdón a que se refiere el párrafo anterior, el Juez o Tribu-
go, y previa audiencia de los titulares o de sus representantes legales, podrá im- nal deberá oír nuevamente al representante del menor o incapaz.
poner, motivadamente, las siguientes consecuencias: 5o. Por la prescripción del delito.
a) Clausura de la empresa, sus locales o establecimientos, con carácter 6o. Por la prescripción de la pena.
temporal o definitivo. La clausura temporal no podrá exceder de cin-
co años. Art. 131.— 1. Losdelitosprescriben:Alosvemfeaños,cuandolapenamá-
xima señalada al delito sea prisión de quince o más años. A los quince, cuando
b) Disolución de la sociedad, asociación o fundación.
la pena máxima señalada por la Ley sea inhabilitación por más de diez años, o
c) Suspensión de las actividades de la sociedad, empresa, fundación o prisión por más de diez y menos de quince años. A los diez, cuando la pena má-
asociación por un plazo que no podrá exceder de cinco años. xima señalada por la Ley sea inhabilitación por más de seis años y menos de
d) Prohibición de realizar en el futuro actividades, operaciones merca- diez, o prisión por más de cinco y menos de diez años. A los cinco, los restantes
ntiles o negocios de la clase de aquellos en cuyo ejercicio se haya come- delitos graves. Alos tres, los delitos menos graves. Los delitos de calumnia e in-
tido, favorecido o encubierto el delito. Esta prohibición podrá tener juria prescriben al año.
carácter temporal o definitivo. Si tuviere carácter temporal, el plazo 2. Las faltas prescriben a los seis meses.
de prohibición no podrá exceder de cinco años. 3. Cuando la pena señalada por la Ley fuere compuesta, se estará, para la
e) La intervención de la empresa para salvaguardar los derechos de los aplicación de las reglas comprendidas en este artículo, a la que exija mayor
trabajadores o de los acreedores por el tiempo necesario sin que exce- tiempo para la prescripción.
da de un plazo máximo de cinco años. 4. El delito de genocidio no prescribirá en ningún caso.
2. La clausura temporal prevista en el subapartado a) y la suspensión seña-
lada en el subapartado c) del apartado anterior, podrán ser acordadas por el Art. 132. — 1. Los términos previstos en el artículo precedente se compu-
Juez Instructor también durante la tramitación de la causa. tarán desde el día en que se haya cometido la infracción punible. En los casos
3. Las consecuencias accesorias previstas en este artículo estarán orienta- de delito continuado y delito permanente, tales términos se computarán res-
das a prevenir la continuidad en la actividad delictiva y los efectos de la misma. pectivamente, desde el día en que se realizó la última infracción y desde que se
eliminó la situación ilícita.
APÉNDICE II 671 672 APÉNDICE II

2. La prescripción se interrumpirá, quedando sin efecto el tiempo transcu- nal y preste, ajuicio de éste, garantía suficiente con respecto a la can-
rrido, cuando el procedimiento se dirija contra el culpable, comenzando a co- tidad aplazada.
rrer de nuevo el término de la prescripción desde que se paralice el procedi- 2o. Haber transcurrido, sin delinquir de nuevo, los siguientes plazos:
miento o se termine sin condena. seis meses para las penas leves; dos años para las penas que no exce-
dan de doce meses y las impuestas por delitos imprudentes; tres años
Art. 133. — 1. Las penas impuestas por sentencia firme prescriben: A los para las restantes penas menos graves; y cinco para las penas graves.
veinticinco años, las de prisión de quince o más años. Alos veinte, las de inhabi- 3. Estos plazos se contarán desde el día siguiente al que quedara extingui-
litación por más de diez años y las de prisión por más de diez y menos de quin- da la pena, incluido el supuesto de que sea revocada la condena condicional.
ce. A los quince, las de inhabilitación por más de seis y menos de diez años y las 4. Las inscripciones de antecedentes penales en las distintas Secciones del
de prisión por más de cinco y menos de diez años. A los diez, las restantes penas Registro Central de Penados y Rebeldes no serán públicas. Durante su vigencia
graves. Alos cinco, las penas menos graves. Al año, las penas leves. sólo se emitirán certificaciones con las limitaciones y garantías previstas en sus
2. Las penas impuestas por delito de genocidio no prescribirán en ningún normas específicas y en los casos establecidos por la Ley. En todo caso, se libra-
caso. rán las que soliciten los Jueces o Tribunales, se refieran o no a inscripciones can-
celadas, haciendo constar expresamente, si se da, esta última circunstancia.
Art. 134. — El tiempo de la prescripción de la pena se computará desde la 5. En los casos en que, a pesar de cumplirse los requisitos establecidos en
fecha de la sentencia firme, o desde el quebrantamiento de la condena, si ésta este artículo para la cancelación, bien por solicitud del interesado, bien de ofi-
hubiese comenzado a cumplirse. cio por el Ministerio de Justicia e Interior, ésta no se haya producido, el Juez o
Tribunal, acreditadas tales circunstancias, ordenará la cancelación y no ten-
Art. 135. — 1. Las medidas de seguridad prescribirán a los diez años, si drá en cuenta dichos antecedentes.
fueran privativas de libertad superiores a tres años, y a los cinco años si fueran
privativas de libertad iguales o inferiores a tres años o tuvieran otro contenido. Art. 137. — Las anotaciones de las medidas de seguridad impuestas con-
2. El tiempo de la prescripción se computará desde el día en que haya que- forme a lo dispuesto en este Código o en otras leyes penales serán canceladas
dado firme la resolución en la que se impuso la medida o, en caso de cumpli- una vez cumplida o prescrita la respectiva medida; mientras tanto, sólo figura-
miento sucesivo, desde que debió empezar a cumplirse. rán en las certificaciones que el Registro expida con destino a Jueces o Tribu-
3. Si el cumplimiento de una medida de seguridad fuere posterior al de una nales o autoridades administrativas, en los casos establecidos por la Ley.
pena, el plazo se computará desde la extinción de ésta.

Capítulo Segundo -B-


DE LA CANCELACIÓN DE ANTECEDENTES DELICTIVOS
Ley Orgánica del Poder Judicial 6/1985, del 1 de julio
Art. 136. — 1. Los condenados que hayan extinguido su responsabilidad
BOE n° 157, de 2 de julio, corrección de errores en BOE n° 264, de 4 de noviembre
penal tienen derecho a obtener del Ministerio de Justicia e Interior, de oficio o
a instancia de parte, la cancelación de sus antecedentes penales, previo infor- LIBRO PRIMERO
me del Juez o Tribunal sentenciador.
DE LA EXTENSIÓN Y LIMITES DE LA JURISDICCIÓN Y DE LA PLANTA
2. Para el reconocimiento de este derecho serán requisitos indispensables.
Io. Tener satisfechas las responsabilidades civiles provenientes de la in- Y ORGANIZACIÓN DE LOS JUZGADOSY TRIBUNALES
fracción, excepto en los supuestos de insolvencia declarada por el Título Primero
Juez o Tribunal sentenciador, salvo que el reo hubiera venido a mejor
DE LA EXTENSIÓN Y LIMITES DE LA JURISDICCIÓN
fortuna.
No obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, en el caso previsto en
el artículo 125 será suficiente que el reo se halle al corriente de los pa- Art. 23. — 1. En el orden penal corresponderá a la jurisdicción española el
gos fraccionados que le hubieran sido señalados por el Juez o Tribu- conocimiento de las causas por delitos y faltas cometidos en territorio español
APÉNDICE II 673 APÉNDICE II
674

o cometidos a bordo de buques o aeronaves españolas, sin perjuicio de lo previs- 5. En los supuestos de los apartados 3 y 4 será de aplicación lo dispuesto en
to en los tratados internacionales en los que España sea parte. la letra c) del apartado 2 de este artículo.
2. Asimismo conocerá de los hechos previstos en las leyes penales españo-
las como delitos, aunque hayan sido cometidos fuera del territorio nacional,
siempre que los criminalmente responsables fueren españoles o extranjeros
que hubieren adquirido la nacionalidad española con posterioridad a la comi- -c-
sión del hecho y concurrieren los siguientes requisitos:
a) Que el hecho sea punible en el lugar de ejecución.
Ley de Enjuiciamiento Criminal
b) Que el agraviado o el Ministerio Fiscal denuncien o interpongan que- Del 14 de septiembre de 1882, puesta al día conforme a las reformas operadas por la Ley 10/1992,
rella ante los Tribunales españoles. del 30 de abril; por la Ley Orgánica 8/1992, del 23 de diciembre, por la Ley 21/1994, del 6 de julio;
por la Ley Orgánica 211995, del 22 de mayo y por la ley 111996, del 10 de enero
c) Que el delincuente no haya sido absuelto, indultado o penado en el ex-
tranjero, o, en este último caso, no haya cumplido la condena. Si sólo
la hubiere cumplido en parte, se le tendrá en cuenta para rebajarle Art. 104 (*)• — Las acciones penales que nacen de los delitos de estupro, ca-
proporcionalmente la que le corresponda. lumnia e injuria, tampoco podrán ser ejercitadas por otras personas, ni en ma-
3. Conocerá la jurisdicción española de los hechos cometidos por españoles nera distinta que las prescritas en los respectivos artículos del Código Penal.
o extranjeros fuera del territorio nacional cuando sean susceptibles de tipifi- Las faltas consistentes en el anuncio por medio de la imprenta de hechos fal-
carse, según la ley penal española, como alguno de los siguientes delitos: sos o relativos a la vida privada con el que se perjudique u ofenda a particula-
a) De traición y contra la paz o la independencia del Estado. res, en malos tratamientos inferidos por los maridos a sus mujeres, en desobe-
b) Contra el titular de la Corona, su Consorte, su Sucesor o el Regente. diencia o malos tratos de éstas para con aquéllos, en faltas de respeto y sumi-
c) Rebelión y sedición. sión de los hijos respecto de sus padres, o de los pupilos respecto de sus tutores
d) Falsificación de la firma o estampilla reales, del sello del Estado, de y en injurias leves, sólo podrán ser perseguidas por los ofendidos o por sus legí-
las firmas de los Ministros y de los sellos públicos u oficiales. timos representantes.
e) Falsificación de moneda española y su expedición.
f) Cualquier otra falsificación que perjudique directamente al crédito o
intereses del Estado, e introducción o expedición de lo falsificado.
g) Atentado contra autoridades o funcionarios públicos españoles.
-D-
h) Los perpetrados en el ejercicio de sus funciones por funcionarios pú- Texto de la Parte General del Código Penal argentino
blicos españoles residentes en el extranjero y los delitos contra la Ad-
ministración Pública española. LIBRO PRIMERO
i) Los relativos al control de cambios.
DISPOSICIONES GENERALES
4. Igualmente, será competente la jurisdicción española para conocer de los
hechos cometidos por españoles o extranjeros fuera del territorio nacional sus- Título Primero
ceptible de tipificarse, según la ley penal española, como alguno de los siguien- APLICACIÓN DE LA LEY PENAL
tes delitos:
a) Genocidio. Artículo V. — Este Código se aplicará:
b) Terrorismo. 1. Por delitos cometidos o cuyos efectos deban producirse en el territorio de
c) Piratería y apoderamiento ilícito de aeronaves. la Nación Argentina, o en los lugares sometidos a su jurisdicción.
d) Falsificación de moneda extranjera. 2. Por delitos cometidos en el extranjero por agentes o empleados de auto-
e) Los relativos a la prostitución. ridades argentinas en desempeño de su cargo.
f) Tráfico.ilegal de drogas psicotrópicas, tóxicas y estupefacientes.
g) Y cualquier otro que, según los tratados y convenios internacionales,
(*) Cfr. arts. 162.2,191,201,215,228,267,287,296,620,621 y 624 del Código Pe-
deba ser perseguido en España. nal español.

43 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


APÉNDICE II 675 676 APÉNDICE II

Art. 2o. — Si la ley vigente al tiempo de cometerse el delito fuere distinta de 3. A costear los gastos que causare en el establecimiento.
la que exista al pronunciarse el fallo o en el tiempo intermedio, se aplicará 4. A formar un fondo propio, que se le entregará a su salida.
siempre la más benigna. Si durante la condena se dictare una ley más benigna,
la pena se limitará a la establecida por esa ley. En todos los casos del presente Art. 12. — La reclusión y la prisión por más de 3 años llevan como inheren-
artículo, los efectos de la nueva ley se operarán de pleno derecho. te la inhabilitación absoluta, por el tiempo de la condena, la que podrá durar
hasta 3 años más, si así lo resuelve el tribunal, de acuerdo con la índole del de-
Art. 3o. — En el cómputo de la prisión preventiva se observará separada- lito. Importan además la privación, mientras dure la pena, de la patria potes-
mente la ley más favorable al procesado. tad, de la administración de los bienes y del derecho de disponer de ellos por ac-
tos entre vivos. El penado quedará sujeto a la cúratela establecida por el Códi-
Art. 4o. — Las disposiciones generales del presente Código se aplicarán a
go Civil para los incapaces.
todos los delitos previstos por leyes especiales, en cuanto éstas no dispusieran
lo contrario.
Art. 13. [SEGÚN LEY 11.221, DE FE DE ERRATAS].— El condenado a reclusión
o prisión perpetua que hubiere cumplido 20 años de condena, el condenado a re-
Título Segundo clusión temporal o a prisión por más de 3 años que hubiere cumplido los dos ter-
DE LAS PENAS cios de su condena y el condenado a reclusión o prisión, por 3 años o menos, que
por lo menos hubiese cumplido 1 año de reclusión u 8 meses de prisión, obser-
Art. 5o. [TEXTO LEGAL VIGENTE POR LEY23.077, ART. 1]. — Las penas que es- vando con regularidad los reglamentos carcelarios, podrán obtener la libertad
te Código establece son las siguientes: reclusión, prisión, multa e inhabilita- por resolución judicial previo informe de la dirección del establecimiento bajo
ción. las siguientes condiciones:
1. Residir en el lugar que determine el auto de soltura.
Art. 6o. — La pena de reclusión, perpetua o temporal, se cumplirá con tra- 2. Observar las reglas de inspección que fije el mismo auto, especialmente
bajo obligatorio en los establecimientos destinados al efecto. Los recluidos po- la obligación de abstenerse de bebidas alcohólicas.
drán ser empleados en obras públicas de cualquier clase con tal que no fueren 3. Adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o profe-
contratadas por particulares. sión, si no tuviere medios propios de subsistencia.
Art. T. — Los hombres débiles o enfermos y los mayores de sesenta años 4. No cometer nuevos delitos.
que merecieren reclusión, sufrirán la condena en prisión, no debiendo ser so- 5. Someterse al cuidado de un patronato, indicado por las autoridades com-
metidos sino a la clase de trabajo especial que determine la dirección del esta- petentes.
blecimiento. Estas condiciones regirán hasta el vencimiento de los términos de las penas
o
temporales y en las perpetuas hasta 5 años más, a contar desde el día de la li-
Art. 8 . [SEGÚN LEY 11.221, DE FE DE ERRATAS]. — Los menores de edad y las bertad condicional.
mujeres sufrirán las condenas en establecimientos especiales.
Art. 14. — La libertad condicional no se concederá a los reincidentes.
Art. 9a. — La pena de prisión, perpetua o temporal, se cumplirá con traba-
jo obligatorio, en establecimientos distintos de los destinados a los recluidos. Art. 15. — La libertad condicional será revocada cuando el penado come-
Art. 10. — Cuando la prisión no excediera de 6 meses podrán ser detenidas tiere un nuevo delito o violare la obligación de residencia. En estos casos no se
en sus propias casas las mujeres honestas y las personas mayores de 60 años o computará, en el término de la pena, el tiempo que haya durado la libertad. En
valetudinarias. los casos de los incs. 2,3 y 5 del art. 13, el tribunal podrá disponer que no se com-
pute en el término de la condena todo o parte del tiempo que hubiere durado la
Art. 11. — El producto del trabajo del condenado a reclusión o prisión se libertad, hasta que el condenado cumpliese lo dispuesto en dichos incisos.
aplicará simultáneamente:
1. A indemnizar los daños y perjuicios causados por el delito que no satisfi- Art. 16. — Transcurrido el término de la condena, o el plazo de cinco años
ciera con otros recursos. señalado en el art. 13 sin que la libertad condicional haya sido revocada, la pe-
2. A la prestación de alimentos según el Código Civil. na quedará extinguida, lo mismo que la inhabilitación absoluta del art. 12.
678 APÉNDICE II
APÉNDICE II 677

Art. 17.— Ningún penado cuya libertad condicional haya sido revocada, portado correctamente, ha remediado su incompetencia o no es de temer que
podrá obtenerla nuevamente. incurra en nuevos abusos y, además, ha reparado los daños en la medida de lo
posible. Cuando la inhabilitación importó la pérdida de un cargo público o de
Art. 18. — Los condenados por tribunales provinciales a reclusión o prisión una tutela o cúratela, la rehabilitación no comportará la reposición en los mis-
por más de 5 años serán admitidos en los respectivos establecimientos naciona- mos cargos. Para todos los efectos, en los plazos de inhabilitación no se compu-
les. Las provincias podrán mandarlos siempre que no tuvieren establecimien- tará el tiempo en que el inhabilitado haya estado prófugo, internado o privado
tos adecuados. de su libertad.

Art. 19. — La inhabilitación absoluta importa: Art. 21. — La multa obligará al reo a pagar la cantidad de dinero que deter-
1. La privación del empleo o cargo público que ej ercía el penado aunque pro- minare la sentencia, teniendo en cuenta además de las causas generales del
venga de elección popular. art. 40, la situación económica del penado.
2. La privación del derecho electoral. Si el reo no pagare la multa en el término que fije la sentencia, sufrirá pri-
3. La incapacidad para obtener cargos, empleos y comisiones públicas. sión que no excederá de año y medio.
4. [SEGUNLEY21.338;VIGENTEPORLEY23.077,ART.2].— La suspensión del El tribunal, antes de transformar la multa en la prisión correspondiente,
goce de toda jubilación, pensión o retiro, civil o militar, cuyo importe será per- procurará la satisfacción de la primera, haciéndola efectiva sobre los bienes,
cibido por los parientes que tengan derecho a pensión. El tribunal podrá dispo- sueldos u otras entradas del condenado. Podrá autorizarse al condenado a
ner, por razones de carácter asistencial, que la víctima o los deudos que estaban amortizar la pena pecuniaria, mediante el trabajo libre, siempre que se presen-
a su cargo concurran hasta la mitad de dicho importe, o que lo perciban en su te ocasión para ello.
totalidad, cuando el penado no tuviere parientes con derecho a pensión, en am- También se podrá autorizar al condenado a pagarla multa por cuotas. El tri-
bos casos hasta integrar el monto de las indemnizaciones fijadas. bunal fijará el monto y la fecha de los pagos, según la condición económica del
condenado.
Art. 20. — La inhabilitación especial producirá la privación del empleo,
cargo, profesión o derecho sobre que recayere y la incapacidad para obtener Art. 22. — En cualquier tiempo que se satisficiere la multa, el reo quedará
otro del mismo género durante la condena. en libertad.
La inhabilitación especial para derechos políticos producirá la incapacidad Del importe se descontará, de acuerdo con las reglas establecidas para el
de ejercer durante la condena, aquellos sobre que recayere. cómputo de la prisión preventiva, la parte proporcional al tiempo de detención
que hubiere sufrido.
Art. 20 bis. [AGREGADO POR LEY21.338; VIGENTE POR LEY23.077, ART. 2]. —
Podrá imponerse inhabilitación especial de 6 meses a 10 años, aunque esa pe- Art. 22 bis. [AGREGADO POR LEY21.338; VIGENTE POR LEY23.077, ART. 2; Y
na no esté expresamente prevista, cuando el delito cometido importe: MONTO SEGÚN LEY24.286]. — Si el hecho ha sido cometido con ánimo de lucro,
1. Incompetencia o abuso en el ejercicio de un empleo o cargo público. podrá agregarse a la pena privativa de libertad una multa, aun cuando no esté
2. Abuso en el ejercicio de la patria potestad, adopción, tutela o cúratela. especialmente prevista o lo esté sólo en forma alternativa con aquélla. Cuando
3. Incompetencia o abuso en el desempeño de una profesión o actividad cu- no esté prevista, la multa no podrá exceder de $ 90.000.
yo ejercicio dependa de una autorización, licencia o habilitación del poder pú-
blico. Art. 23. [TEXTO ORIGINAL VIGENTE POR LEY23.0 77, ART. 1]. — La condena im-
porta la pérdida de los instrumentos del delito, los que, con los efectos prove-
Art. 20 ter. [AGREGADO POR LEY21.338; VIGENTE POR LEY 23.077, ART. 2]. — nientes del mismo, serán decomisados, a no ser que pertenecieren a un tercero
El condenado a inhabilitación absoluta puede ser restituido al uso y goce de los no responsable. Los instrumentos decomisados no podrán venderse, debiendo
derechos y capacidades de que fue privado, si se ha comportado correctamente destruirse. Pueden aprovechar sus materiales los gobiernos de provincia o el
durante la mitad del plazo de aquélla, o durante 10 años cuando la pena fuera arsenal de guerra de la Nación.
perpetua, y ha reparado los daños en la medida de lo posible.
El condenado a inhabilitación especial puede ser rehabilitado, transcurrida Art. 24. [MONTO SEGÚN LEY 24.286]. — La prisión preventiva se computará
la mitad del plazo de ella, o 5 años cuando la pena fuere perpetua, si se ha com- así: por 2 días de prisión preventiva, 1 de reclusión; por 1 día de prisión preven-
APÉNDICE II 679 680 APÉNDICE II

tiva, 1 de prisión o 2 de inhabilitación o la cantidad de multa que el tribunal fi- 2. Abstenerse de concurrir a determinados lugares o de relacionarse con de-
jase entre $ 35 y $ 175. terminadas personas.
3. Abstenerse de usar estupefacientes o de abusar de bebidas alcohólicas.
Art. 25. — Si durante la condena el penado se volviere loco, el tiempo de la 4. Asistir a la escolaridad primaria, si no la tuviere cumplida.
locura se computará para el cumplimiento de la pena, sin que ello obste a lo dis- 5. Realizar estudios o prácticas necesarios para su capacitación laboral o
puesto en el apartado 3o del inc. Io del art. 34. profesional.
6. Someterse a un tratamiento médico o psicológico, previo informe que
acredite su necesidad y eficacia.
Título Tercero
7. Adoptar oficio, arte, industria o profesión, adecuado a su capacidad.
CONDENACIÓN CONDICIONAL 8. Realizar trabajos no remunerados en favor del Estado o de instituciones
de bien público, fuera de sus horarios habituales de trabajo.
Art. 26. [SEGÚNLEY23.057]. — En los casos de primera condena a pena de
prisión que no exceda de 3 años, será facultad de los tribunales disponer en el Las reglas podrán ser modificadas por el tribunal según resulte convenien-
mismo pronunciamiento que se deje en suspenso el cumplimiento de la pena. te al caso. Si el condenado no cumpliere con alguna regla, el tribunal podrá dis-
Esta decisión deberá ser fundada, bajo sanción de nulidad, en la personalidad poner que no se compute como plazo de cumplimiento todo o parte del tiempo
moral del condenado, su actitud posterior al delito, los motivos que lo impulsa- transcurrido hasta ese momento. Si el condenado persistiere o reiterare el in-
ron a delinquir, la naturaleza del hecho y las demás circunstancias que de- cumplimiento, el tribunal podrá revocar la condicionalidad de la condena. El
muestren la inconveniencia de aplicar efectivamente la privación de libertad. condenado deberá entonces cumplir la totalidad de la pena de prisión impues-
El tribunal requerirá las informaciones pertinentes para formar criterio, pu- ta en la sentencia.
diendo las partes aportar también la prueba útil a tal efecto.
Art. 28. — La suspensión de la pena no comprenderá la reparación de los
Igual facultad tendrán los tribunales en los casos de concurso de delitos si la
daños causados por el delito y el pago de los gastos del juicio.
pena impuesta al reo no excediese los 3 años de prisión.
No procederá la condenación condicional respecto de las penas de multa o
inhabilitación. Título Cuarto
REPARACIÓN DE PERJUICIOS
Art. 27. [SEGÚNLEY23.057]. — La condenación se tendrá como no pronun-
ciada si dentro del término de 4 años, contados a partir de la fecha de la senten- Art. 29. — La sentencia condenatoria podrá ordenar:
cia firme, el condenado no cometiere un nuevo delito. Si cometiere un nuevo de- 1. La indemnización del daño material y moral causado a la víctima, a su fa-
lito, sufrirá la pena impuesta en la primera condenación y la que le correspon- milia o a un tercero, fijándose el monto prudencialmente por el juez en defecto
diere por el segundo delito, conforme con lo dispuesto sobre acumulación de pe- de plena prueba.
nas. La suspensión podrá ser acordada por segunda vez si el nuevo delito ha si- 2. La restitución de la cosa obtenida por el delito, y si no fuere posible la res-
do cometido después de haber transcurrido 8 años a partir de la fecha de la pri- titución, el pago por el reo del precio corriente de la cosa, más el de estimación
mera condena firme. Este plazo se elevará a 10 años, si ambos delitos fueran do- si lo tuviere.
losos. En los casos de sentencias recurridas y confirmadas, en cuanto al carác- 3. El pago de costas.
ter condicional de la condena, los plazos se computarán desde la fecha del pro- 4. Cuando la reparación civil no se hubiese cumplido durante la condena o
nunciamiento originario. cuando se hubiese establecido a favor del ofendido o de su familia una pena de
indemnización, el juez, en caso de insolvencia señalará la parte de los salarios
Art. 27 bis. [AGREGADO POR LEY24.316, ART. 1]. — Al suspender condicio- del responsable que debe ser aplicada a esas obligaciones, antes de proceder a
nalmente la ejecución de la pena, el tribunal deberá disponer que, durante un concederle la libertad condicional.
plazo que fijará entre dos y cuatro años según la gravedad del delito, el conde-
Art. 30. — La obligación de indemnizar es preferente a todas las que con-
nado cumpla todas o alguna de las siguientes reglas de conducta, en tanto re-
trajere el responsable después de cometido el delito y al pago de la multa.
sulten adecuadas para prevenir la comisión de nuevos delitos:
Si sus bienes no fueren suficientes para cubrir todas las responsabilidades
1. Fij ar residencia y someterse al cuidado de un patronato.
pecuniarias, se satisfarán éstas en el orden siguiente:
APÉNDICE II 681 682 APÉNDICE II

1. La indemnización de los daños y perjuicios. b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla.
2. El resarcimiento de los gastos del juicio. c) Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende.

Art. 31. — La obligación de reparar el daño es solidaria entre todos los res- Se entenderá que concurren estas circunstancias respecto de aquel que du-
ponsables del delito. rante la noche rechazare el escalamiento o fractura de los cercados, paredes o
entradas de su casa, o departamento habitado o de sus dependencias, cualquie-
Art. 32. — El que por título lucrativo participare de los efectos de un delito, ra que sea el daño ocasionado al agresor. Igualmente respecto de aquel que en-
estará obligado a la reparación hasta la cuantía en que hubiere participado. contrare a un extraño dentro de su hogar, siempre que haya resistencia.
7. El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro, siempre que
Art. 33. — En caso de insolvencia total o parcial, se observarán las reglas concurran las circunstancias a) y b) del inciso anterior y caso de haber precedi-
siguientes: do provocación suficiente por parte del agredido, la de que no haya participado '
1. Tratándose de condenados a reclusión o prisión, la reparación se hará en en ella el tercero defensor.
la forma determinada en el art. 11.
2. Tratándose de condenados a otras penas, el tribunal señalará la parte de Art. 35. — El que hubiere excedido los límites impuestos por la ley, por la
sus entradas o emolumentos que deban depositar periódicamente hasta el pa- autoridad o por la necesidad, será castigado con la pena fijada para el delito por
go total. culpa o imprudencia.

Arts. 36 al 39. [DEROGADOS POR LEY 14.394, ART. 57].


Título Quinto
IMPUTABILIDAD Art. 40. — En las penas divisibres por razón de tiempo o de cantidad, los tri-
bunales fijarán la condenación de acuerdo con las circunstancias atenuantes o
Art. 34. — No son punibles: agravantes particulares a cada caso y de conformidad a las reglas del artículo
1. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia siguiente.
de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de
inconsciencia, error o ignorancia de hecho no imputable, comprender la crimi- Art. 41. — A los efectos del artículo anterior, se tendrá en cuenta:
nalidad del acto o dirigir sus acciones. 1. La naturaleza de la acción y de los medios empleados para ejecutarlay la
En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agente en extensión del daño y del peligro causados.
un manicomio, del que no saldrá sino por resolución judicial, con audiencia del 2. La edad, la educación, las costumbres y la conducta precedente del suje-
ministerio público y previo dictamen de peritos que declaren desaparecido el to, la calidad de los motivos que lo determinaron a delinquir, especialmente la
peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o a los demás. miseria o la dificultad para ganarse el sustento propio necesario y el de los su-
En los demás casos en que se absolviere a un procesado por las causales del yos, la participación que haya tomado en el hecho, las reincidencias en que hu-
presente inciso, el tribunal ordenará la reclusión del mismo en un estableci- biere incurrido y los demás antecedentes y condiciones personales, así como los
miento adecuado hasta que se comprobase la desaparición de las condiciones vínculos personales, la calidad de las personas y las circunstancias de tiempo,
que le hicieren peligroso. lugar, modo y ocasión que demuestren su mayor o menor peligrosidad. El juez
2. El que obrare violentado por fuerza física irresistible o amenazas de su- deberá tomar conocimiento directo y de visu del sujeto, de la víctima y de las cir-
frir un mal grave e inminente. cunstancias del hecho en la medida requerida para cada caso.
3. El que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido ex-
traño.
4. El que obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio de su Título Sexto
derecho, autoridad o cargo. TENTATIVA
5. El que obrare en virtud de obediencia debida.
6. El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concu- Art. 42. — El que con el fin de cometer un delito determinado comienza su
rrieren las siguientes circunstancias: ejecución, pero no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad, sufrirá
a) Agresión ilegítima. las penas determinadas en el art. 44.

44 — DERECHO PENAL. PARTE GENERAL


684 APÉNDICE II
APÉNDICE II 683
Título Octavo
Art. 43. — El autor de tentativa no estará sujeto a pena cuando desistiere REINCIDENCIA
voluntariamente del delito.
Art. 50. [SEGÚN LEY23.057]. — Habrá reincidencia siempre que quien hu-
Art. 44. [SEGÚNLEY 11.221, DE FE DE ERRATAS; VIGENTE POR LEY 23.077, ART. biera cumplido, total o parcialmente, pena privativa de libertad impuesta por
1]. — La pena que correspondería al agente, si hubiere consumado el delito, se un tribunal del país cometiere un nuevo delito punible también con esa clase de
disminuirá de un tercio a la mitad. Si la pena fuere de reclusión perpetua, la pe- pena.
na de la tentativa será reclusión de 15 a 20 años. Si la pena fuese de prisión per- La condena sufrida en el extranj ero se tendrá en cuenta para la reincidencia
petua, la de la tentativa será prisión de 10 a 15 años. si ha sido pronunciada por razón de un delito que pueda, según la ley argenti-
Si el delito fuera imposible, la pena se disminuirá en la mitad y podrá redu- na, dar lugar a extradición.
círsela al mínimo legal o eximirse de ella, según el grado de peligrosidad reve- No dará lugar a reincidencia la pena cumplida por delitos políticos, los pre-
lada por el delincuente. vistos exclusivamente en el Código de Justicia Militar, los amnistiados o los co-
metidos por menores de 18 años de edad.
La pena sufrida no se tendrá en cuenta a los efectos de la reincidencia cuan-
Título Séptimo
do desde su cumplimiento hubiera transcurrido un término igual a aquel por la
PARTICIPACIÓN CRIMINAL que fuera impuesta, que nunca excederá de 10 ni será inferior a 5 años.
Art. 45. — Los que tomaren parte en la ejecución del hecho o prestasen al Art. 51. [SEGÚNLEY23.057]. — Todo ente oficial que lleve registros penales
autor o autores un auxilio o cooperación sin los cuales no habría podido come- se abstendrá de informar sobre datos de un proceso terminado por sobresei-
terse, tendrán la pena establecida para el delito. En la misma pena incurrirán miento o sentencia absolutoria. En ningún caso se informará la existencia de
los que hubiesen determinado directamente a otro a cometerlo. detenciones que no provengan de la formación de causa, salvo que los informes
se requieran para resolver un hábeas corpus o en causas por delitos de que ha-
Art. 46. [TEXTO ORIGINAL VIGENTE POR LEY 23.077, ART. 1]. — Los que coo- ya sido víctima el detenido.
peren de cualquier otro modo a la ejecución del hecho y los que presten una ayu- El registro de las sentencias condenatorias caducará a todos sus efectos:
da posterior cumpliendo promesas anteriores al mismo, serán reprimidos con
1. Después de transcurridos 10 años desde la sentencia (art. 27) para las
la pena correspondiente al delito, disminuida de un tercio a la mitad. Si la pe-
condenas condicionales.
na fuere de reclusión perpetua, se aplicará reclusión de 15 a 20 años y si fuere
2. Después de transcurridos 10 años desde su extinción para las demás con-
de prisión perpetua, se aplicará prisión de 10 a 15 años.
denas a penas privativas de la libertad.
Art. 47. — Si de las circunstancias particulares de la causa resultare que el 3. Después de transcurridos 5 años desde su extinción para las condenas a
acusado de complicidad no quiso cooperar sino en un hecho menos grave que el pena de multa o inhabilitación.
cometido por el autor, la pena será aplicada al cómplice solamente en razón del En todos los casos se deberá brindar la información cuando mediare expre-
hecho que prometió ejecutar. Si el hecho no se consumase, la pena del cómplice so consentimiento del interesado. Asimismo, los jueces podrán requerir la in-
se determinará conforme a los preceptos de este artículo y a los del título de la formación excepcionalmente, por resolución que sólo podrá fundarse en la
tentativa. necesidad concreta del antecedente como elemento de prueba de los hechos en
un proceso judicial.
Art. 48. [SEGÚN LEY 11.221, DE FE DE ERRATAS]. — Las relaciones, circuns- Los tribunales deberán comunicar a los organismos de registro la fecha de
tancias y calidades personales, cuyo efecto sea disminuir o excluir la penalidad, caducidad:
no tendrán influencia sino respecto al autor o cómplice a quienes correspondan. 1. Cuando se extingan las penas perpetuas.
Tampoco tendrán influencia aquellas cuyo efecto sea agravar lapenalidad, sal- 2. Cuando se lleve a cabo el cómputo de las penas temporales, sean condi-
vo el caso en que fueren conocidas por el partícipe. cionales o de cumplimiento efectivo.
3. Cuando se cumpla totalmente la pena de multa o, en caso de su sustitu-
Art. 49. — No se considerarán partícipes de lo delitos cometidos por la ción por prisión (art. 21, párr. 2), al efectuar el cómputo de la prisión im-
prensa a las personas que solamente prestaren al autor del escrito o grabado la puesta.
cooperación material necesaria para su publicación, difusión o venta.
APÉNDICE II 686 APÉNDICE II
685

4. Cuando declaren la extinción de las penas en los casos previstos por los Art. 55. [SEGÚNLEY21.338; VIGENTE POR LEY23.077, ART. 2]. — Cuando con-
arts. 65, 68 y 69. currieren varios hechos independientes reprimidos con una misma especie de
pena, la pena aplicable al reo en tal caso tendrá como mínimo, el mínimo mayor
La violación de laprohibición de informar será considerada como violación y como máximo la suma resultante de la acumulación de las penas correspon-
de secreto en los términos del art. 157, si el hecho no constituyere un delito más dientes a los diversos hechos. Sin embargo, esta suma no podrá exceder del má-
severamente penado. ximum legal de la especie de pena de que se trate.
Art. 52. [SEGÚN LEY 23.057]. — Se impondrá reclusión por tiempo indeter- Art. 56. [SEGÚNLEY21.338; VIGENTE POR LEY23.077, ART. 2].~ Cuando con-
minado, como accesoria de la última condena, cuando la reincidencia fuere currieren varios hechos independientes reprimidos con penas divisibles de re-
múltiple en forma tal que mediaren las siguientes penas anteriores: clusión o prisión se aplicará la pena más grave, teniendo en cuenta los delitos
1. Cuatro penas privativas de libertad, siendo una de ellas mayor de 3 años; de pena menor.
2. Cinco penas privativas de libertad, de 3 años o menores. Si alguna de las penas no fuere divisible, se aplicará ésta únicamente, salvo
Los tribunales podrán, por una única vez, dejar en suspenso la aplicación de el caso en que concurrieren la de prisión perpetua y la de reclusión temporal, en
esta medida accesoria, fundando expresamente su decisión en la forma previs- que se aplicará reclusión perpetua.
ta en el art. 26. La inhabilitación y la multa se aplicarán siempre sin sujeción a lo dispues-
to en el párrafo primero.
Art. 53. [SEGÚNLEY23.057]. — En los casos del artículo anterior, transcu-
rridos 5 años del cumplimiento de la reclusión accesoria, el tribunal que hubie- Art. 57. — A los efectos del artículo anterior, la gravedad relativa de las pe-
ra dictado la última condena o impuesto la pena única estará facultado para nas de diferente naturaleza se determinará por el orden en que se hallan enu-
otorgarle la libertad condicional, previo informe de la autoridad penitenciaria, meradas en el art. 5.
en las condiciones compromisorias previstas en el art. 13, y siempre que el con- Art. 58. — Las reglas precedentes se aplicarán también en el caso en que
denado hubiera mantenido buena conducta, demostrando aptitud y hábito pa- después de una condena pronunciada por sentencia firme se deba juzgar a la
ra el trabajo, y demás actitudes que permitan suponer verosímilmente que no misma persona que esté cumpliendo pena por otro hecho distinto; o cuando se
constituirá un peligro para la sociedad. Transcurridos 5 años de obtenida la li- hubieren dictado dos o más sentencias firmes con violación de dichas reglas.
bertad condicional el condenado podrá solicitar su libertad definitiva al tribu- Corresponderá al juez que haya aplicado la pena mayor dictar, a pedido de par-
nal que la concedió, el que decidirá según sea el resultado obtenido en el perío- te, su única sentencia, sin alterarlas declaraciones de hechos contenidas en las
do de pruebay previo informe del patronato, institución o persona digna de con- otras.
fianza, a cuyo cargo haya estado el control de la actividad del liberado. Los con-
Cuando por cualquier causa la justicia federal, en autos en que ella haya in-
denados con la reclusión accesoria por tiempo indeterminado deberán cumplir-
tervenido, no pueda aplicar esta regla, lo hará la justicia ordinaria nacional o
la en establecimientos federales.
provincial que conoció de la infracción penal, según sea el caso.
La violación por parte del liberado de cualquiera de las condiciones estable-
cidas en el art. 13 podrá determinar la revocatoria del beneficio acordado y su
reintegro al régimen carcelario anterior. Después de transcurridos 5 años de su Título Décimo
reintegro al régimen carcelario podrá, en los casos de los incs. 1,2,3 y 5 del art. EXTINCIÓN DE ACCIONES Y DE PENAS
13, solicitar nuevamente su libertad condicional.
Art. 59. — La acción penal se extinguirá:
1. Por la muerte del imputado.
2. Por la amnistía.
Título Noveno
3. Por la prescripción.
CONCURSO DE DELITOS 4. Por la renuncia del agraviado, respecto de los delitos de acción privada.
Art. 54. — Cuando un hecho cayere bajo más de una sanción penal, se apli- Art. 60. — La renuncia de la persona ofendida al ejercicio de la acción pe-
cará solamente la que fijare pena mayor. nal, sólo perjudicará al renunciante y a sus herederos.
APÉNDICE II 687
688 APÉNDICE II

Art. 61. — La amnistía extinguirá la acción penal y hará cesar la condena y


todos sus efectos, con excepción de las indemnizaciones debidas a particulares. Art. 67. [SEGÚNLEY 13.569].— La prescripción se suspende en los casos de
los delitos para cuyo juzgamiento sea necesaria la resolución de cuestiones pre-
Art. 62. [SEGÚNLEY23.0 77, ART. 3].— La acción penal se prescribirá duran- vias o prejudiciales, que deban ser resueltas en otro juicio. Terminada la causa
te el tiempo fijado a continuación: de la suspensión, la prescripción sigue su curso.
1. A los 15 años, cuando se tratare de delitos cuya pena fuere la de reclusión [PÁRRAFO SEGÚN LEY 21.338; VIGENTE POR LEY23.077, ART. 2], — La prescrip-
o prisión perpetua. ción también se suspende en los casos de delitos previstos en los caps. 6, 7,8,9,
2. Después de transcurrido el máximo de duración de la pena señalada pa- 9 bis y 10 del tít. XI, Libro 2, de este Código, mientras cualquiera de los que ha-
ra el delito, si se tratare de hechos reprimidos con reclusión o prisión, no pu- yan participado se encuentre desempeñando un cargo público.
diendo, en ningún caso, el término de la prescripción exceder de 12 años ni ba-
[PÁRRAFO AGREGADO POR LEY23.0 77, ART. 9]. — El curso de la prescripción de
jar de 2 años.
la acción penal correspondiente a los delitos previstos en los arts. 226y 227 bis,
3. A los 5 años, cuando se tratare de un hecho reprimido únicamente con in-
se suspenderá hasta el restablecimiento del orden constitucional. La prescrip-
habilitación perpetua.
ción se interrumpe por la comisión de otro delito o por la secuela del juicio.
4. Al año, cuando se tratare de un hecho reprimido únicamente con inhabi-
La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para ca-
litación temporal.
da uno de los partícipes del delito.
5. A los 2 años, cuando se tratare de hechos reprimidos con multa.

Art. 63. — La prescripción de la acción empezará a correr desde la media- Art. 68. — El indulto del reo extinguirá la pena y sus efectos, con excepción
noche del día en que se cometió el delito o, si éste fuere continuo, en que cesó de de las indemnizaciones debidas a particulares.
cometerse.
Art. 69. — El perdón de la parte ofendida extinguirá la pena impuesta por
Art. 64. [SEGÚNLEY24.316, ART. 6]. — La acción penal por delito reprimido delito de los enumerados en el art. 73. Si hubiere varios partícipes, el perdón en
con multa se extinguirá en cualquier estado de la instrucción y mientras no se favor de uno de ellos aprovechará a los demás.
haya iniciado el juicio, por el pago voluntario del mínimo de la multa correspon-
diente y la reparación de los daños causados por el delito. Art. 70. — Las indemnizaciones pecuniarias inherentes a las penas, po-
Si se hubiese iniciado el juicio deberá pagarse el máximo de la multa corres- drán hacerse efectividad sobre los bienes propios del condenado, aun después
pondiente, además de repararse los daños causados por el delito. En ambos ca- de muerto.
sos el imputado deberá abandonar en favor del Estado, los objetos que presu-
miblemente resultarían decomisados en caso que recayera condena. Título Undécimo
El modo de extinción de la acción penal previsto en este artículo podrá ser DEL EJERCICIO DE LAS ACCIONES
admitido por segunda vez si el nuevo delito ha sido cometido después de haber
transcurrido 8 años a partir de la fecha de la resolución que hubiese declarado ART. 71. — Deberán iniciarse de oficio todas las acciones penales, con ex-
la extinción de la acción penal en la causa anterior. cepción de las siguientes:
1. Las que dependieren de instancia privada.
Art. 65. [SEGÚNLEY23.077, ART. 4]. — Las penas se prescriben en los térmi- 2. Las acciones privadas.
nos siguientes:
1. La de reclusión perpetua, a los 20 años. Art. 72. [SEGÚNLEY23.487].— Son acciones dependientes de instancia pri-
2. La de prisión perpetua, a los 20 años. vada las que nacen de los siguientes delitos:
3. La de reclusión o prisión temporal, en un tiempo igual al de la condena. 1. Violación, estupro, rapto y abuso deshonesto cuando no resultare la
4. La de multa, a los 2 años. muerte de la persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el art. 91.
2. Lesiones leves, sean dolosas o culposas. Sin embargo, en los casos de es-
Art. 66. — La prescripción de la pena empezará a correr desde la mediano- te inciso se procederá de oficio cuando mediaren razones de seguridad o interés
che del día en que se notificare al reo la sentencia firme o desde el quebranta- público. En los casos de este artículo, no se procederá a formar causa sino por
miento de la condena, si ésta hubiere empezado a cumplirse. acusación o denuncia del agraviado o de su tutor, guardador o representantes
APÉNDICE II 689 690 APÉNDICE II

legales. Sin embargo, se procederá de oficio cuando el delito fuere cometido con- Si el delito o alguno de los delitos que integran el concurso estuviera reprimi-
tra un menor que no tenga padres, tutor ni guardador, o que lo fuere por uno de do con pena de multa aplicable en forma conjunta o alternativa con la de prisión,
sus ascendientes, tutor o guardador. será condición, además, que se pague el mínimo de la multa correspondiente.
El imputado deberá abandonar en favor del Estado, los bienes que presumi-
3. [AGREGADO POR LEY24.270].—Impedimento de contacto de los hijos me-
blemente resultarían decomisados en caso que recayera condena.
nores con sus padres no convivientes.
No procederá la suspensión del juicio a prueba cuando un funcionario públi-
Art. 73. [SEGÚNLEY24.453]. — Son acciones privadas las que nacen de los co, en el ejercicio de sus funciones, hubiese participado en el delito.
siguientes delitos: Tampoco procederá la suspensión del juicio a prueba respecto de los delitos
1. Calumnias e injurias. reprimidos con pena de inhabilitación.
2. Violación de secretos, salvo en los casos de los arts. 154 y 157.
Art. 76 ter. [SEGÚNLEY24.316, ART. 4]. — El tiempo de la suspensión del
3. Concurrencia desleal, prevista en el art. 159.
juicio será fijado por el tribunal entre uno y tres años, según la gravedad del de-
4. Incumplimiento de los deberes de asistencia familiar, cuando la víctima
lito. El tribunal establecerá las reglas de conducta que deberá cumplir el impu-
fuere el cónyuge.
tado, conforme las previsiones del art. 27 bis.
Art. 74. [DEROGADO POR LEY24.453]. Durante ese tiempo se suspenderá la prescripción de la acción penal.
La suspensión del juicio será dejada sin efecto si con posterioridad se cono-
Art. 75. [TEXTO ORIGINAL VIGENTE POR LEY23.077, ART. 1]. — La acción por cieran circunstancias que modifiquen el máximo de la pena aplicable o la esti-
calumnia o injuria, podrá ser ejercitada sólo por el ofendido y después de su mación acerca de la condicionalidad de la ejecución de la posible condena.
muerte por el cónyuge, hijos, nietos o padres sobrevivientes. Si durante el tiempo fijado por el tribunal el imputado no comete un delito,
repara los daños en la medida ofrecida y cumple con las reglas de conducta es-
Art. 76.— En los demás casos del art. 73, se procederá únicamente por que- tablecidas, se extinguirá la acción penal. En caso contrario, se llevará a cabo el
rella o denuncia del agraviado o de sus guardadores o representantes legales. juicio y si el imputado fuere absuelto se le devolverán los bienes abandonados
en favor del Estado y la multa pagada, pero no podrá pretender el reintegro de
las reparaciones cumplidas.
Título Doceavo
Cuando la realización del juicio fuese determinada por la comisión de un
DE LA SUSPENSIÓN DEL JUICIO A PRUEBA
nuevo delito, la pena que se imponga no podrá ser dejada en suspenso.
[AGREGADO POR LEY24.316, ART. 2]
La suspensión de un juicio a prueba podrá se concedida por segunda vez si el
Art. 76 bis. [SEGÚN LEY24.316, ART. 3]. — El imputado de un delito de ac- nuevo delito ha sido cometido después de haber transcurrido ocho años a partir
ción pública reprimido con pena de reclusión o prisión cuyo máximo no exceda de la fecha de expiración del plazo por el cual hubiera sido suspendido el juicio
de tres años, podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba. en el proceso anterior. No se admitirá una nueva suspensión de juicio respecto
En los casos de concurso de delitos, el imputado también podrá solicitar la de quien hubiese incumplido las reglas impuestas en una suspensión anterior.
suspensión del juicio a prueba si el máximo de la pena de reclusión o prisión
aplicable no excediese de tres años. Art. 76 quater. [SEGÚN LEY 24.316, ART. 5]. — La suspensión del juicio a
prueba hará inaplicables al caso las reglas de prejudicialidad de los arts. 1101
Al presentar la solicitud, el imputado deberá ofrecer hacerse cargo de la re-
y 1102 del Código Civil, y no obstará a la aplicación de las sanciones contrave n-
paración del daño en la medida de lo posible, sin que ello implique confesión ni
cionales, disciplinarias o administrativas que pudieran corresponder.
reconocimiento de la responsabilidad civil correspondiente. El juez decidirá so-
bre la razonabilidad del ofrecimiento en resolución fundada. La parte damnifi-
cada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este último caso, si la reali- Título Treceavo
zación del juicio se suspendiere, tendrá habilitada la acción civil correspon- SIGNIFICACIÓN DE CONCEPTOS EMPLEADOS EN EL CÓDIGO
diente. [NUMERACIÓN SEGÚN LEY24.316, ART. 2]
Si las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el cumplimien-
to de la condena aplicable, y hubiese consentimiento del fiscal, el tribunal po- Art. 77. [SEGÚNLEY21.931]. — Para la inteligencia del texto de este Códi-
drá suspender la realización del juicio. go, se tendrán presentes las siguientes reglas:
APÉNDICE II 691

Los plazos a que este Código se refiere serán contados con arreglo a las dis-
posiciones del Código Civil. Sin embargo, la liberación de los condenados a pe-
nas privativas de libertad se efectuará al mediodía del día correspondiente.
La expresión "reglamentos" u "ordenanzas", comprende todas las disposi-
ciones de carácter general dictadas por la autoridad compOetente en la materia
de que traten.
Por los términos "funcionario público" y "empleado público", usados en este
Código, se designa a todo el que participa accidental o permanentemente del
ejercicio de funciones públicas, sea por elección popular o por nombramiento de
autoridad competente.
Con la palabra "mercaderías", se designa toda clase de efectos susceptibles
de expendio.
El término "capitán", comprende a todo comandante de embarcación o al
que le sustituye.
El término "tripulación", comprende a todos los que se hallan a bordo como
oficiales o marineros.
[PÁRRAFO SEGÚN LEY 23.737]. — El término "estupefacientes" comprende los
estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias susceptibles de producir de-
pendenciafísicao psíquica que se incluyan en las listas que se elaboren y actua-
licen periódicamente por decreto del Poder Ejecutivo nacional.

Art. 78. — Queda comprendido en el concepto de "violencia" el uso de me-


dios hipnóticos o narcóticos.

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