El Huila se encuentra limitado físicamente entre las cordilleras central y la oriental.
Este departamento de la región opita, se halla atravesado por el río de la Magdalena, y que los indígenas denominaban como Yuma (Río Grande). Cabe aquí anotar que los agustinianos a este mismo río Yuma, lo llamaban en su parte alta como el “Guacacayo”, es decir “río de las tumbas” en su dialecto. ubica a una altitud de 1.800 m.s.n.m habitaron milenarias de Agustinianos, Yalcones, Timanaes, Pijaos. región montañosa del sur de Colombia, donde floreció una milenaria cultura. La zona está en la cordillera andina, recostada en una de las bases del Macizo Colombiano. No lejos de allí, en el Páramo de las Papas, nacen algunos de los principales ríos del país, los cuales cruzan el territorio colombiano en distintas direcciones y en largos recorridos alcanzan caudales navegables. El río Magdalena, el rio Cauca y el rio Caquetá. Las dataciones mas antiguas de carbono 14 son de 3300 años antes de cristo de asentamientos humanos en esta región. El pueblo escultor aparecería unos 2000 años después y mas o menos en el año 1000 después de Cristo desaparecen, entonces el pueblo escultor va aproximadamente desde 5 siglos a.C. y 10 siglos d.C. https://puebloescultor.org/ La Cultura Arqueológica de San Agustín de Gregorio Hernández de Alba (escrito en 1.940 y solo publicado hasta 1.978) y Arqueología Agustiniana, de José Pérez de Barradas en 1.943. Existen trabajos un poco más recientes publicados por Luis Duque Gómez (Exploraciones Arqueológicas en San Agustín en 1.964) y Gerardo Reichel- Dolmatoff (San Agustín: A Culture of Colombia en 1972). El gran problema surge porque no estamos educados con respecto a la naturaleza de estas ruinas. Por ejemplo: nos deberían informar que todas las estatuas, casi sin excepción, una vez fueron elaboradas por sus creadores arcaicos, fueron enterradas por ellos mismos, y fueron esculpidas con el objeto de formar parte de los espacios interiores de las tumbas subterráneas. Hoy en día, ellas son monumentos únicamente porque nosotros, la gente del presente, las hemos desenterrado de sus moradas subterráneas y las hemos erguido encima de la tierra—sin embargo, esa no era la función que ellas tenían para la gente que las hizó. Los que cuidan estas ruinas deberían anunciar orgullosamente al público: La estatuaria del Pueblo Escultor constituye la biblioteca en piedra más grande que existía en la América antes de la invasión. La investigación arqueológica ha facilitado la reconstrucción de buena parte de las pautas culturales de este pueblo que habitara el alto Magdalena. Se sabe hoy que la base principal de su sustentación económica fue la agricultura del maíz, del maní, del chontaduro (Guilielma gasipaes) y de la yuca, sumada a actividades complementarias de pesca y caza. Evidencias de tales labores han sido comprobadas en estratos que datan del siglo VII a. C. y que explican los rasgos fundamentales de su arte escultórico, íntimamente relacionado con las concepciones cosmogónicas y religiosas. Esto contrasta notablemente con la estructura simple de sus viviendas, que eran de planta circular y de cubierta pajiza, hecho que explica plenamente Cieza de León (1518-1560), un cronista de la Conquista. A los fallecidos de esa época indígena, se les sepultaba de acuerdo a su clase social o jerarquía política. En estas tumbas se le depositaban los difuntos, los cuales eran acompañados de gran variedad de ofrendas, de diversas formas y tamaños, que a su vez iban acompañadas con utensilios de uso ceremonial o doméstico. En la actualidad, se logran detallar dentro de esas tumbas, un relleno previo y lozas que cubrían la totalidad del sepulcro. Es el lugar ceremonial donde se permite apreciar, identificar y analizar un gran número de estatuaria agustiniana con diversas representaciones líticas en forma humana (antropomorfas), animal (zoomorfas), o mixtas (antro-zoomorfas). El hombre y la mujer que habitaban la América antigua antes de la invasión europea expresaban su cultura a través de innumerables formas, desde cerámicas y pinturas, moldeo, escritura, poesía, tejidos con gran variedad de técnicas, trabajo con plumas, metal, y muchas otras expresiones. La humanidad antes de la invasión era consciente de su propio origen en la piedra, y de la piedra como el símbolo de la eternidad, de lo primordial, de algo intransmutable. Para la gente que vive una visión circular y siempre regeneradora del tiempo y de la realidad, el pasado, el presente y el futuro mantienen una conexión vital. No se puede sobrevalorar la importancia que tenía para la humanidad pre-invasión el concepto de la Pachamama, de la madre tierra. Cuando yo era niño y recibía la típica educación científica moderna, me enseñaron que si uno hacía un hueco, descubriría que el subsuelo está hecho de tierra, de diferentes clases de rocas y de otros elementos relacionados. Para la humanidad pre-invasión esto sería un concepto limitado, y hasta ridículo: nadie en ese mundo ignoraba que la tierra es ante todo nuestra madre, de donde venimos y a donde vamos, de donde proviene la comida que nos mantiene; su cuerpo es 'donde germina la semilla', es la matriz de nuestro cosmos. Diversas culturas en América se han calificado como la 'Gente del Jaguar'; la literatura sobre 'la cultura de San Agustín' nos enseña que los colmillos que se ven en tantas figuras significan e imitan al felino. Esto es lo que se encuentra: el 'Doble Yo' es una categoría específica de seres dobles. Es la representación de 'un ser', una figura humana masculina de pie, quien tiene un 'segundo ser' encima: un ente sobrenatural que domina y controla al humano. Esta criatura, tal como lo hemos visto, tiene atributos sobrenaturales de serpiente y felino; tal vez era como un 'Segundo Yo', una figura superior que controla al primer 'yo.' Es claro que esta imagen del 'Doble Yo' viajó hacia el sur, a las tierras del Pueblo Escultor, desde Mesoamérica (ver pg 108-109). Es posible trazar la trayectoria de esta imágen del 'Doble Yo' desde sus orígenes en Olmeca a través de las culturas mesoamericanas, mientras que tal representación no existió en el mundo andino. los colmillos muy probablemente (y sobre todo) eran la señal de la casta, del linaje, de los orígenes sobrenaturales de la raza del Pueblo Escultor. ¡TODAS LAS ESTATUAS SE HALLARON ENTERRADAS! "TODAS LAS ESTATUAS FUERON ENTERRADAS POR SUS CREADORES. NOSOTROS, LA GENTE DEL PRESENTE, LAS ENCONTRAMOS SEPULTADAS BAJO LA TIERRA, Y SOMOS NOSOTROS QUIENES LAS HEMOS ERGUIDO COMO MONUMENTOS" para la gente del Pueblo Escultor estas esculturas eran imágenes arquetípicas que constituían elementos básicos de su cosmos espiritual, y era acertado tenerlas dentro de la tierra, en el vientre creador de la Pachamama. No se tiene un dato exacto sobre la cantidad de estatuas que existen, también hay algunas dispersas por muchos lugares, en museos de Bogotá, y hasta en museos de Berlín en Alemania, cuando un señor de apellido Preuss llevo alrededor de 35 piezas del año 555 a.c.e., es válida de contemplar, y tal vez indica el comienzo de la época de tallado en piedra en el valle de San Agustín.
El enigma de los olmecas y las calaveras de cristal: La fascinante historia de la más antigua y avanzada civilización de toda América. Rodeada de misterio y precursora de todas las culturas mesoamericanas.