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P.N.F.

: AGROALIMENTACIÓN

ENSAYO

NUEVOS PARADIGMAS PARA LA CONSTRUCCION DE NUEVOS

ESTILO DE VIDA.

Participantes:

García Luis. C.I.: 10.965.641

Sección: IAG 4401

UC: Economía Ecológica

Profesora: Ing. Agro. Yusbelys Briceño

Barquisimeto. Marzo 2021


RESUMEN

Las crisis que hoy padecemos son fruto de la forma centralizada de la acumulación de

capital con importantes impactos políticos, sociales y ambientales negativos,

resultado del paradigma dominante basado en la racionalidad del mercado. Para

enfrentar esta articulación, se necesitan nuevos contratos sociales, aprovechando las

aportaciones de las disciplinas de la economía social, solidaria y ecológica que están

integrando una comprensión sensible de las experiencias de los muchos pueblos que

ofrecen otras formas de plantear el problema fundamental de la relación sociedad -

naturaleza. La construcción de nuevos paradigmas implica la apertura hacia la

diversidad cultural y biológica que rompe con la hegemonía de una lógica unitaria

que define nuestras instituciones. Estos paradigmas requieren ir más allá de una

estrategia de inclusión y participación para incorporar visiones alternativas y

racionalidades diversas. Al hablar de la construcción de nuevos estilos de vida no

podemos dejar de mencionar el desarrollo sustentable que es un crecimiento

económico que no atiende el deterioro ambiental y social que ocasiona. El desarrollo

sostenible es el desarrollo con futuro que garantiza la satisfacción de las necesidades

de las generaciones actuales y futuras sin comprometer los recursos naturales y

humanos.

Descriptores: Nuevos Paradigmas, Diversidad Cultural y biológica, Desarrollo


sostenible.
INTRODUCCION

El objetivo principal de esta investigación es el punto de vista sobre consumo,

bienestar y ambiente: nuevos paradigmas para la construcción de nuevos estilos de

vida. A lo largo de la historia, el ser humano ha logrado grandes transformaciones,

pasando de una cultura de producción artesanal, centrada en la satisfacción de sus

necesidades básicas y la de sus comunidades circundantes, pasando por el consumo

desmedido, hasta llegar a las reflexiones o debates sobre el impacto del consumo

desbordado y la necesidad de incentivar un consumo responsable.

Dichas transformaciones en sus inicios generaban pocos problemas a los recursos

naturales y si afectaba la supervivencia humana; la falta de procesos o elementos que

hoy parecen tan básicos, como la potabilización del agua, los antibióticos y el

aislamiento de los desechos sólidos humanos, amenazaron incluso la supervivencia

de la raza humana, lo que despertó un interés desbordado por dar solución a estos

problemas que amenazaban las condiciones de vida y fueron vistos como problemas

de salud pública en el mundo.

Es evidente que el éxito relativo en la mejora de la calidad de vida de los seres

humanos, ha traído consecuencias para la biosfera y la geósfera, incrementado

sustancialmente la presión sobre una mayor oferta de productos y bienes de servicio

ambiental; por tanto en la medida que el ser humano percibe que tiene control sobre

la naturaleza, genera impactos ambientales que disminuyen la capacidad de

resiliencia del ecosistema (Pérez & Rojas, 2008), una característica propia de la
revolución industrial donde se aumentó sustancialmente la oferta de productos, bienes

y servicios para el consumo humano y la mejora de la calidad de vida, sin tener en

cuenta el impacto ambiental que esta praxis generaría en el mediano y largo plazo.

DESARROLLO

En el transcurso de las últimas tres décadas, la humanidad ha venido afrontando

cambios vertiginosos. Durante años, considerables impactos ambientales pasaron

desapercibidos frente a los ojos de la sociedad, para terminar colmando innumerables

portadas de medios de comunicación impresos y titulares de medios electrónicos. La

desigualdad social y la problemática ambiental ya no son ajenas a los estímulos

externos que forman la realidad de la sociedad contemporánea. Sin embargo, su

impacto negativo ha logrado que busquemos salidas como individuos, entendiendo

que pertenecemos a un colectivo que día a día expone con mayor furor su

preocupación por dichas realidades.

Múltiples especialistas vienen trabajando por la consolidación de un mundo

sostenible, donde prevalezcan los valores socio-ambientales y cuyo único anhelo sea

la disminución de los impactos causados por las cadenas de producción actuales,


asociadas a niveles de consumo exacerbados que están derivando en aterradores

impactos sobre las condiciones naturales de nuestro planeta.

Uno de esos especialistas es el catedrático Roberto Bermejo Gómez de Segura, El

emergente paradigma de sostenibilidad, es el título del tercer capítulo, en él, el

profesor Gómez de Segura explica que el paradigma ampliamente dominante es

acientífico, arrogante y suicida, propio de seres poco desarrollados, y contrario a la

sabiduría tradicional de las comunidades primitivas y a la visión de la gran mayoría

de las religiones y filosofías, en relación con la esencia de la especie humana y su

vínculo con el resto de la naturaleza. Cita a la eminente bióloga Lynn Margulis quien

en 1998 declaró: “Las ideas del paradigma dominante son una absoluta tontería desde

el punto de vista científico”. Concluye afirmando que urge la sustitución del

paradigma actual por otro al servicio de la sostenibilidad basado en el conocimiento

científico.

Gómez de Segura (2014) indica que a lo largo del tiempo se han venido identificando

con sostenibilidad varios adjetivos, como: ecológico, verde, e incluso azul. El

ecológico pareciese ser el dominante, pero, como se ha visto, el término verde está

ganando respaldo por parte de instituciones internacionales. Sin embargo, esos

términos, además de ser manipulados, no se prestan bien a defender su sentido


transformador. Por el contrario, el de sostenibilidad (que es un término que tiende a

ser dominante en el mundo académico) tiene un sentido último que resulta meridiano.

Es importa señalas que hoy en día las personas tienen a su alcance todo tipo de

productos y bienes para satisfacer sus necesidades, desde las más básicas hasta las

más sofisticadas. Sin embargo, este aparente beneficio supone un arma de doble filo,

ya que el consumo desmedido por una parte minoritaria de la población mundial está

derivando en un déficit de recursos. Por eso, en los últimos años se ha hecho

necesario estudiar cómo consumimos y qué efectos tiene este hecho en el medio

ambiente y la sociedad.

Además el modelo de economía en la sociedad actual ha venido siendo lineal y se

basa en la extracción de materias primas, manufactura y producción, distribución y

compra y, por último, desecho. Veamos las principales problemáticas en algunas de

estas fases: Durante la extracción de recursos naturales se obtienen materias primas y

energía de la naturaleza para producir bienes y servicios. Muchos de estos recursos no

son renovables o se regeneran muy lentamente, lo que supone un problema doble: por

un lado estamos alternando los ciclos o la capacidad de regeneración de algunos

recursos, como por ejemplo el ciclo del agua. Y por otro lado estamos produciendo

materias primas y energía de manera muy contaminante; por ejemplo, con la quema
de combustibles fósiles. Durante la elaboración se introducen sustancias químicas

perjudiciales que facilitan y aumentan la producción, se deslocaliza la producción a

países en vías de desarrollo que en muchas ocasiones incumplen mínimos legales y se

generan subproductos contaminantes o tóxicos.

Es necesario eliminar el coste ambiental y social, en la producción y distribución de

los productos existe otra problemática: muchas veces el precio de los productos no

refleja su coste ambiental o social real (como los efectos de la contaminación, o de la

mano de obra barata) que afectan a la salud y calidad de vida de las personas. Estos

costes ambientales y sociales no repercutidos se conocen como externalidades

negativas.

En la fase de compra, cabe destacar que el crecimiento está basado en la

obsolescencia programada, es decir, en el consumo recurrente de productos, con una

vida útil cada vez más corta. Por último, la mayoría de los productos acaban

desechados en vertederos o quemados para su valorización energética. Los niveles de

basura se han duplicado en los últimos treinta años y su gestión constituye un

problema en sí.
Este modelo de consumo es insostenible a largo plazo. La solución pasa porque

países, estados, empresas y ciudadanos transformemos la economía. Los países y

estados deben incentivar la producción responsable y legislar para que las empresas

produzcan de manera respetuosa y acepten las externalidades de sus procesos. Los

consumidores debemos exigir productos responsables y tomar decisiones de compras

informadas; y las empresas deben diseñar productos de manera responsable y cambiar

el modelo lineal de producción hacia uno circular en el que se reparen, reutilicen y

aprovechen los productos obsoletos. Ya hay mucha gente trabajando en una economía

circular, pero es necesario continuar innovando para conseguir un planeta más

sostenible.

La triple crisis que hoy padecemos económica, social y ambiental, es fruto de la

operación normal de un sistema actual que promueve la organización productiva para

la acumulación de capital, concentrada en unas pocas manos. Como parte inherente

en este sistema de producción, se ha generado una miseria humana sin precedentes en

la historia de las civilizaciones, acompañada de la degradación de muchos

ecosistemas alrededor del mundo. Esta crisis nos recuerda la observación de Alfred

Schmidt (1978) de que sólo nos damos cuenta del significado de la relación entre la

sociedad y la naturaleza cuando la forma peculiar en que ha evolucionado la

organización social dominante y ha ejercido su capacidad devastadora. Para poder

superar el impasse propositivo actual, sería necesario entender las limitaciones de los
paradigmas vigentes e identificar los caminos alternativos ofrecidos por otros

paradigmas, otras epistemologías.

Por tanto, el debate de la sustentabilidad en el mundo entero tuvo su origen en la

incapacidad de los recursos naturales para soportar la demanda desmedida motivada

por el consumo humano y la producción industrial, este primer avance logró despertar

el interés de ecologistas y ambientalistas, si bien es cierto un gran avance, este

proceso tardó demasiado en despertar el interés de otras ciencias en el mundo, por lo

que fue visto y abordado como un problema de la ecología y o del medio ambiente, o

sea un problema complejo, atendido por pocas corrientes, lo que significó que

tendencias como el reduccionismo o el determinismo, no fueran suficientes para un

problema complejo.

Es por ello que el debate de la sostenibilidad cada día logra llamar más la atención de

investigadores, del aparato estatal e incluso de los mismos productores; y aún es el

interés de casi la mayoría de los individuos, si bien es cierto la solución no está en

integrar muchas ciencias para abordar un problema que nos atañe a todos, lo

realmente importante es ver cómo desde el consumo responsable de los individuos,

desde unas políticas estatales sólidas y responsables y desde unos productos

comprometidos con el uso amigable de los recursos naturales se pueda llegar a


soluciones más tangibles, que redunden en condiciones de territorios proclives a la

producción responsable sin afectar desmedidamente los recursos futuros.

CONCLUSIÓN

La sostenibilidad es un problema tan complejo que no debe ser visto como un

problema de unos pocos, sino de todos y poder tener conciencia en que los recursos

naturales son finitos, es el primer gran avance para generar conciencia en los seres

humanos sobre el consumo responsable y la corresponsabilidad con el medio

ambiente y las futuras generación, además la sociedad de consumo pone en peligro el

futuro del planeta es necesario cambiar el modelo de producción lineal hacia uno

circular.

Para estos propósitos es evidente que habría que integrar las mejores lecciones del

actuar social con los más inteligentes análisis del funcionamiento del sistema natural

del cual somos parte. En particular, se requiere aprovechar de las corrientes del

pensamiento de la economía social y solidaria así como las de la economía ecológica,

las cuales, a su vez, son cuerpos de conocimiento que han integrado una comprensión

sensible de las ricas y variadas experiencias de los muchos pueblos que ofrecen otras

formas de plantear el problema fundamental de la relación sociedad-naturaleza.


FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

http://erevistas.saber.ula.ve/index.php/ecodiseno/article/viewFile/8050/7995

https://journals.openedition.org/polis/8420

https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/55753/1/tesis_carpio_benalcazar.pdf

https://www.ucc.edu.co/prensa/2016/Paginas/el-nuevo-paradigma-de-la-
sostenibilidad.aspx

https://www.sostenibilidad.com/desarrollo-sostenible/sociedad-consumo-impacto-
ambiental-planeta/

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